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TERPENOS
Breve Historia
Desde el inicio del siglo XVI y hasta el siglo XVIII, se sucedieron los avances en la
elaboración de los aceites esenciales. Cabe destacar la obra “New Gross Destillirbuch”
de Walter Reiff (1556) que contiene la primera referencia sobre la industria de estos
destilados “...los alemanes compramos el aceite de Lavandula a los franceses para
rellenar pequeñas botellas que luego se venden a un alto precio.”. Desde entonces hasta
nuestros días, la industria perfumera no ha dejado de investigar en la obtención de
nuevas fragancias y distintos métodos de extracción para obtener mejores rendimientos.
Todos estos avances desarrollaron paralelamente las técnicas para su fraccionamiento y
caracterización. En el siglo XVIII comenzó la revolución química con el planteamiento
de hipótesis sobre la naturaleza de las sustancias que componen estas mezclas y la
forma de separarlas para conseguir su identificación. J. J. Houton (1818) fue el primero
en detectar la relación carbono/hidrógeno, aunque no fue hasta 1887 cuando O.
Wallach, considerado “el Mesías de los terpenos”, sentó las bases sobre los mismos y su
clasificación (Guenther, 1972). A partir de entonces las investigaciones de los aceites
esenciales se han centrado en la separación e identificación de sus compuestos.
En la actualidad se definen como “aceites esenciales” las fracciones líquidas volátiles,
generalmente destilables con agua o en corriente de vapor, que contienen las sustancias
responsables del aroma de las plantas y que son importantes en la industria cosmética
(perfumes y aromatizantes), alimentaria (condimentos y saborizantes) y farmacéutica
(principios activos y saborizantes). Los aceites esenciales generalmente son mezclas
complejas de más de 100 componentes que pueden tener la siguiente naturaleza
química: compuestos alifáticos de bajo peso molecular (alcanos, alcoholes, aldehídos,
cetonas, ésteres y ácidos), terpenoides (monoterpenos, sesquiterpenos y diterpenos)
y fenilpropanoides.
Durante diez años se investigó sobre las respuestas de las plantas de vid al
ambiente asociadas a la calidad del vino tinto, principalmente el Malbec en
viñedos de altura, por una mayor incidencia de radiación ultravioleta y efectos de
temperatura.
Bottini y su equipo, junto con sus colegas de medicina, están analizando los
compuestos químicos individualizados en comparación con el orujo crudo. Para
eso estudian su efecto en animales de laboratorio que padecen diabetes o
problemas circulatorios, con resultados promisorios. “Esto abre una perspectiva de
aplicaciones biotecnológicas a partir de los desechos. Estas investigaciones no se
reducen solamente a cuestiones relativas a la salud, sino que también pueden ser
utilizados para producir alimentos funcionales”, comenta Bottini.
“Lo más interesante es que este trabajo se está haciendo en interrelación con el
sector privado, algo que cuesta integrar”, concluye el investigador.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS