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Apuntes Roma

Roma l:
Previamente a la formación de Roma e incluso durante su fundación, el pueblo de mayor poder en
la península itálica eran los etruscos, provenientes de Etruria, una región al norte de la península
cuyo establecimiento estimado data del siglo VIII a.C. y su territorio se extendía desde la actual
Toscana hasta el río Tíber, lugar donde se forma Roma.

El origen mítico de Roma parte de Rómulo y Remo. Cuenta el relato de los helenos que Eneas,
príncipe de Dardania, escapó de la destrucción de Troya (siglo XIII a XII app.) cargando a su padre
Anquises sobre sus hombros y a su hijo Ascanio, aunque perdió en la fuga a su esposa, Creúsa, hija
del rey Príamo. Esto sucedió en torno a 1184 a. C. Ascanio fundó la urbe de Alba Longa, situada en
los montes Albanos, de la que fue su primer rey. Cuatro siglos después vendría el tiempo del rey
Numitor.

Numitor fue destituido por su hermano Amulio, que acabó con todos los hijos varones de éste y
convirtió a la única hija de Numitor, Rea Silvia, en una virgen vestal para que así, al tener un voto
de castidad, no tuviera descendientes,7 pero el dios de la guerra, Marte, se enamoró de la bella
muchacha y la sedujo; de su unión se engendraron dos gemelos, Rómulo y Remo. Se estima que
nacieron en el año 771 a.C.

Amulio, temeroso de tener en el futuro dos posibles rivales, ordenó su asesinato pero el hombre
encargado del infanticidio no pudo y los abandonó a su suerte en el río Tíber. La corriente llevó la
cesta donde estaban a un pantano llamado Velabrum, en un lugar entre las colinas Palatino y
Capitolio llamado Cermalus. Ahí fueron cuidados y alimentados por una loba llamada Luperca y un
pájaro carpintero, los animales sagrados de Marte. Poco después los encontró el pastor Fáustulo,
que era porquerizo de Amulio, y decidió criar en secreto a los niños con su esposa Acca Larentia.
Sólo una vez que crecieron se les reveló su verdadera identidad y éstos decidieron tomar justicia.
Mataron a Amulio y liberaron de su encierro a su abuelo, que fue repuesto en su trono.

Rómulo y Remo partieron de Alba Longa, pues querían gobernar, pero no derrocar a su abuelo.
Marcharon al lugar donde el pastor los había encontrado y ahí discutieron dónde fundar su ciudad:
Rómulo quería construir Roma en el Monte Palatino y Remo quería construir Remoria en el
Aventino. Además la ley de la primogenitura no podía aplicarse en este caso, por lo que los nuevos
habitantes debían elegir al rey de otra manera. Se decidió que el que viera más buitres ganaría el
mando. Remo vio seis pero Rómulo el doble y triunfó. Rómulo trazó los límites de la ciudad y
ordenó que nadie los traspasara durante las ceremonias, pero Remo le desafió y los traspasó, por
lo que tuvieron una discusión que rápidamente degeneró en pelea, siendo éste herido y muriendo
poco después a causa de las heridas. Rómulo enterró a su hermano en el lugar donde quería
fundar Remoria. Roma fue fundada oficialmente entonces el 21 de abril de 753 a.C.

La nueva ciudad se fue llenando de refugiados y prófugos, de ciudades vecinas y tierras aún más
lejanas, tanto hombres libres como esclavos, probablemente también campesinos y pastores de
las cercanías. Debido a la diversidad de su gente, Rómulo decidió organizarlos en un solo cuerpo
político, promulgar leyes y crear costumbres comunes y eligió a los primeros cien patres, que el
rey nombró senadores y cuyos descendientes serán los patricios.

Monarquía romana (753 – 509 a.C.):


- Rómulo
- Numa Pompilio
- Tulio Hostilio
- Anco Marcio
- Tarquinio Prisco
- Servio Tulio
- Tarquinio el Soberbio

Según se cree, el hecho que dio término al periodo monárquico de la antigua Roma se conoce
como “la violación de Lucrecia”. Lucrecia era hija del ilustre romano Espurio Lucrecio Tricipitino,
ésta contrajo matrimonio con Lucio Tarquinio Colatino. Fue víctima de una violación perpetrada
por Sexto Tarquinio, hijo de Lucio Tarquinio el Soberbio y hermano de Colatino. Este ultraje y el
posterior suicidio de Lucrecia, influyeron en la caída de la monarquía y en el establecimiento de la
República.

República romana (509 – 27 a.C.):

Lucio Junio Bruto y Lucio Tarquinio Colatino fueron los primeros cónsules de Roma. La
organización política de Roma consta de: Tribunos de la plebe, compuestos por plebeyos
campesinos, artesanos y comerciantes; y Senado, compuesto por patricios y nobleza privilegiada.
Ambos cuerpos forman una Asamblea Popular, la cual elige a las Magistraturas, compuesta por
pretores, censores y cónsules.

Dentro del periodo republicano Roma consolida su estructura y dominio sobre el territorio en la
península.

Durante la república los romanos crearon un sistema de dictadura para los momentos de crisis, el
dictador reunía todo el poder con el fin de solucionar las problemáticas, tenía un periodo de 6
meses límite para evitar el abuso de poder.

A diferencia de Grecia, en Roma la mujer tenía más atribuciones como la participación limitada en
política, incluso podía adquirir propiedades, aunque en la ley de las 12 tablas se estipula que la
mujer debía permanecer bajo la tutela de un hombre. La ley de las 12 tablas es la recopilación de
las leyes romanas y la institucionalización de las mismas.

Guerras Púnicas:

Los romanos comenzaron a extenderse hacia diversas zonas del mediterráneo tras las guerras
Púnicas (264--‐146 a.C.), conflicto que enfrentó a romanos y cartagineses por el control de la isla
de Sicilia. Como consecuencia, los líderes cartagineses Asdrúbal y Amílcar fueron derrotados y su
pueblo se vio obligado a abandonar Sicilia. En este primer conflicto, Cartago perdió poder y Roma
se fortaleció considerablemente.
La primera guerra púnica (264-241 a. C.) fue el primero de tres grandes conflictos bélicos entre las
dos principales potencias del Mediterráneo Occidental, la República romana y la República
cartaginesa, que tuvo una duración de 23 años. Cartago, situada en lo que hoy es el norte de
Túnez, África, era la potencia dominante del Mediterráneo occidental al principio de este conflicto
bélico. Sin embargo, tras la guerra, Cartago saldría derrotada, teniendo que ceder Sicilia a los
romanos y obligada a aceptar unas duras condiciones tributarias en el tratado de paz.

La segunda guerra púnica es el más conocido de los enfrentamientos bélicos acaecidos en el


marco de las guerras púnicas entre las dos potencias que entonces dominaban el Mediterráneo
occidental: Roma y Cartago. La contienda se suele datar desde el año 218 a. C., fecha de la
declaración de guerra de Roma tras la destrucción de Sagunto, hasta el 201 a. C. en el que Aníbal y
Escipión el Africano acordaron las condiciones de la rendición de Cartago. Durante la segunda
guerra púnica destacan las batallas de Cannas y Zama.

La tercera guerra púnica fue el último enfrentamiento militar entre la República romana y la
antigua colonia fenicia de Cartago entre los años 149 y 146 a. C. Esta guerra fue mucho más corta
que las dos anteriores y consistió principalmente en el asedio romano a la ciudad de Cartago,
llevando finalmente a la destrucción total de la misma y la muerte o esclavitud de todos sus
habitantes. Terminó así la existencia de Cartago como nación independiente

Después de esta guerra, los romanos se lanzaron a la conquista del Mediterráneo oriental y el
Egeo, haciendo de Grecia una provincia romana. De esta manera, Roma expandía su imperio de
forma importante, convirtiéndose en una potencia sin rival, ya que en la tercera guerra púnica
(149--‐146 a.C.) Cartago fue definitivamente destruida y su población fue esclavizada.

Hacia el siglo II a.C., tras las Guerras Púnicas, Roma ya había conquistado la Península Itálica
completa, más de la mitad de la Península Ibérica, las islas Cerdeña y Sicilia, la región que
anteriormente fue Cartago, Grecia, Macedonia y Pérgamo.

Incorporación de oriente:

215 a.C. Filipo V de Macedonia se alía con Aníbal.


200 – 196 a.C. Roma interviene en Grecia contra Filipo V para defender los intereses de sus
aliados, Rodas y Pérgamo. Roma se proclamó protectora de las ciudades griegas, se comprometa a
garantizar que Macedonia ya no pudiera intervenir en sus asuntos.
148 a.C. Creación de la provincia de Macedonia.

Ocurre una crisis republicana de la cual se crean 2 grupos opositores: los Populares, grupo que
defendía los intereses de la mayoría, no pueden identificarse en sentido estricto con los plebeyos,
y los Optimates, quienes se destacaron por su carácter exclusivista y la defensa de los intereses
noblistas.

Entre el año 88 y 81 a.C. se generó una guerra civil por el enfrentamiento entre Cayo Mario,
general militar que hizo reformas con el fin de profesionalizar el ejército, y Lucio Cornelio Sila,
general conservador.

Mario adopta el principio de reclutar, sobre la base del voluntariado, a proletarios, sin atender al
censo mínimo: organiza un Ejército de mercenarios; este ejército reemplaza después al ejército de
ciudadanos, se transforma en ejército privado, más vinculado a su jefe que a la salvación de la
república, y mantiene con él una relación personal. Sila tiene como misión reinsertar socialmente
a soldados en activo, estabilizar los lazos de las clientelas militares con la vida civil, y controlar
Italia (instalaciones hechas para controlar los accesos a Roma, y a los grandes propietarios
senatoriales).

La crisis republicana también se hizo notar en la clase esclava de la población, con una revuelta
entre el 73 y el 71 a.C. además las fuerzas personales y militares se intensificaron, llegando a un
punto de violencia prácticamente institucionalizada.

Roma II:
La figura de Julio César:

Imperio Romano (27 a.C. – 476 d.C.):

Augusto fue el primer emperador romano, con un gobierno que va desde el 27 a.C. hasta el 14
d.C., año de su muerte, convirtiéndose en el emperador que gobernó durante más tiempo. En este
periodo se da una estabilidad política, llamada Pax augusta, o mejor conocida como la Pax
romana, en este tiempo fue cuando el emperador se ganó el respeto y la lealtad de las
instituciones políticas romanas, el ejército y el senado, además de la consolidación organizativa y
territorial de Roma.

En el proceso expansivo de Roma, una de las características más importantes fue la concesión de
la ciudadanía, que consistía en otorgar la ciudadanía a los aliados romanos de la península (cosa
que se hizo desde el 89 a.C.) y a los territorios que iban anexando a su imperio, con el fin de
agradar e integrar a las elites locales de los pueblos conquistados. Recordemos que la ciudadanía
romana era de gran valor, ya que garantizaba ciertos derechos y privilegios ante el gobierno.

Alto imperio:

Características Roma alto imperial (siglos I y II):

La Pax se hace notar, hay gran intercambio comercial y social entre las provincias adheridas al
imperio, los conflictos internos (Calígula, Nerón) no logran alterar el buen funcionamiento político.
Se incorporan nuevas provincias: Mauritania, Britania y Tracia. Bajo el mandato de Trajano y
Adriano (98 – 117 y 117 – 138 d.C. respectivamente) se amplían las fronteras más allá del río
Danubio y el Éufrates. Las políticas sociales se fortalecen inclusive para los esclavos, hay
prosperidad social y se da el proceso de la romanización. Se llama romanización al proceso de
asimilación cultural que tuvo lugar en la mayor parte de Europa occidental y los Balcanes en la
antigüedad, por el cual numerosas regiones bajo el poder político de Roma adoptaron sus
instituciones, costumbres, organización social y su lengua. El proceso tuvo lugar bajo el imperio de
Trajano, después de haber conquistado nuevas tierras, entre los años 98 a 117 d. C. y en
diferentes regiones se dio en momentos diferentes. En síntesis fue la supresión de las diferencias
regionales y la igualación de las diversas provincias sobre el modelo de civilización grecorromana.
Crisis del siglo III:

Debilitamiento del poder imperial, dificultades para heredar el trono, esto da paso al control
político del ejército romano. Se suma a esto las religiones orientales. Hubo baja en la recolección
de impuestos por la baja en la producción en tierras, hay inflación. Como la ciudad dejó de
proporcionar la seguridad de antes, ocurre una migración hacia lo rural y reaparecen más
campesinos (germen del feudalismo). La crisis del siglo III (también conocida como anarquía del
siglo III, anarquía militar o crisis imperial) hace referencia a un período histórico del Imperio
romano, de cincuenta años de duración, comprendido entre la muerte del emperador Alejandro
Severo, en el año 235, y el acceso al trono del Imperio por parte de Diocleciano en el año 284. Es
éste un período de profunda crisis, durante el cual se producen fuertes presiones de los pueblos
exteriores al Imperio y una fuerte crisis política, económica y social en el interior del Imperio.
Tanto en Italia como en las provincias irán surgiendo poderes efímeros sin fundamento legal,
mientras que la vida económica se verá marcada por la incertidumbre de la producción, la
dificultad de los transportes, la ruina de la moneda, etc.

De este período se han diferenciado dos subperíodos:

Anarquía militar (235-268), en la que se produce una ausencia casi constante de una autoridad
regular central duradera y durante la cual los soldados de los ejércitos fronterizos, de los limes
imperiales, designan y eliminan emperadores a su voluntad. El descontrol es tal que varias
provincias de occidente y oriente se escinden para formar el Imperio galo y el Imperio de Palmira
respectivamente, en un intento de hacer frente con sus propios medios a los peligros exteriores
que amenazan el Imperio.

Emperadores ilirios (268-284). Tras los años anteriores de anarquía militar, en que la seguridad y la
unidad del imperio se había visto gravemente comprometida, diferentes emperadores de origen
ilírico y danubiano lograron reunificar el Imperio y sentar las bases para restablecer la situación

313 y el Edicto de Milán: conocido también como “la tolerancia del cristianismo”, fue promulgado
en Milán en el año 313 y en él se establecía la libertad de religión en el Imperio romano, dando fin
a las persecuciones dirigidas por las autoridades contra ciertos grupos religiosos, particularmente
los cristianos. El edicto fue firmado por Constantino I el Grande y Licinio, dirigentes de los imperios
romanos de Occidente y Oriente, respectivamente.

378, la Batalla de Adrianópolis: Fue un enfrentamiento armado que se desarrolló el 9 de agosto de


dicho año, en las llanuras al noroeste de la ciudad romana de Adrianópolis (actual Edirne, en la
Turquía europea) en ella se enfrentaron las fuerzas de Fritigerno, jefe de los visigodos, y el ejército
del Imperio Romano de Oriente comandado por el propio emperador Valente, que murió en la
batalla, y cuyo ejército fue destruido. Fue la mayor derrota romana desde la Batalla de Cannas y el
último combate, en el que los romanos emplearon sus clásicas legiones, pues a partir de entonces,
comenzaron a poner más énfasis en la caballería, y las pequeñas divisiones armadas como los
comitatenses.

410, saqueo de Roma por Alarico: El saqueo de Roma, del 24 de agosto de 410 fue una acción de
rapiña llevada a cabo por los visigodos, comandados por Alarico I, tras expugnar los muros de la
Urbe. Fue la primera vez en 800 años que la ciudad de Roma caía en manos de un enemigo. El
último saqueo de Roma se había producido en 387 a. C. y habían sido los galos, comandados por
Breno, los que invadieron la ciudad. El saqueo del año 410 causó una gran conmoción en la
sociedad romana de la época, y aún es considerado por muchos historiadores como un hito clave
en el final del Imperio romano de Occidente.

450 y la invasión de los Hunos: a pesar de sus incursiones en el Imperio romano de Oriente por
parte de los hunos, siguieron manteniendo buenas relaciones con el Imperio de Occidente; esto
era en gran parte gracias al poderoso general romano Flavio Aecio (señor de hecho del imperio
occidental), de cuya amistad gozaban debido a la estancia que el romano había pasado con ellos.
Todo esto cambió en el año 450, cuando Honoria, hermana del emperador Valentiniano III, envió a
Atila un anillo y le pidió ayuda para escapar de su compromiso matrimonial con un senador.
Aunque realmente no se sabe si Honoria lo hizo porque pretendía proponer matrimonio a Atila,
este se lo tomó como tal. El monarca huno reclamó la mitad del Imperio romano de Occidente
como dote. A las fallidas relaciones, se añadió una disputa que surgió entre Atila y Aecio referente
al heredero legítimo del trono de los francos salios. Asimismo, las repetidas incursiones en el
Imperio de Oriente habían dejado poco que saquear en el este.

En 451, las fuerzas de Atila entraron en la Galia y reclutaron guerreros de las tribus francas, godas
y burgundias según avanzaban. Una vez en la Galia, los hunos atacaron Metz y continuaron hacia
el oeste, pasando tanto Lutecia como Troyes para asediar Orléans.

Atila congregó al resto de sus ejércitos y se dirigió hacia la península italiana penetrándola por el
norte. Avanzaba sin compasión hacia el sur, dejando el terror en las caras de aquellos que
lograban escapar de la muerte, su sueño era derribar a la eterna Roma y ahora más que nunca
estaba dispuesto a ello. Esta vez ni el mismo Aecio pudo pararlo. Con paso firme se iba acercando
cada vez más a la capital del Imperio, dejando asentamientos en las zonas por las que iban
pasando. Valentiniano III, asustado por las noticias que le llegaban desde el norte, intentó firmar la
paz, pero Atila no aceptó.

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