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SOCIALISMO

Octavio Martínez López

CONTENIDO
1. Filosofía política y socialismo. 2. Antecedentes. 3. Saint-Simon. 4.
Owen. 5. Fourier. 6. Proudhon. 7. Marx. 8. Manifiesto del Partido
Comunista. 9. A modo de conclusión.

1. Filosofía política y socialismo


Filosofía política es casi sinónimo de “ideología”, pero no es lo mismo que pensamiento
político en general. El pensamiento político es coetáneo de la vida política, sin embargo, la
filosofía política surgió de una vida política particular, en Grecia. Y según la versión
tradicional, Sócrates fue el fundador de la filosofía política. Ésta que se inició con él es
llamada filosofía política clásica que predominó hasta el surgimiento de la filosofía política
moderna en los siglos XVI y XVII. 1
La filosofía política y la ciencia política se distinguen en la misma proporción que la
filosofía y la ciencia tampoco son lo mismo. La revolución intelectual del siglo XVII dio
como resultado el nacimiento de la nueva ciencia natural, lo que ocasionó que se hiciera
más independiente de la filosofía, que antes filosofía y ciencia no se diferenciaban, ésta era
parte de aquella. A los primeros filósofos, Aristóteles los llama “los que discurren sobre la
naturaleza”. Este término de la “naturaleza” habría de ser relevante en el estudio de la
filosofía. Los griegos entendían por naturaleza (physis) como “crecimiento”. Para el hebreo
bíblico se trataba del “modo” o “costumbre”. Esto lleva a distinguir entre “naturaleza”
(physis) y convención o ley (nomos). Esta distinción en fundamental para la filosofía
política clásica y para la moderna, lo que se corrobora con la distinción que hacen entre
derecho natural y derecho positivo.2
Este antecedente nos puede ayudar a introducir el presente trabajo acerca del socialismo
desde la perspectiva de la filosofía política. En general, la filosofía política resulta de dar
solución a preguntas como si las cosas políticas o la comunidad política o las leyes son
naturales o se trata de una convención. La pregunta que trata de responder esta disciplina es
1
Strauss & Cropsey, 2010, p. 13.
2
Ibíd., pp. 13-15.

Derechos reservados
© 2017 Octavio Martínez López
si las leyes, si la justicia, si el derecho, o, en general, la cosa política, es fundamento o la
obra de la comunidad política.3
2. Antecedentes
Tocqueville, en un pequeño escrito de finales de 1847 y luego en un discurso ante la
Cámara, en 1848, advertía:
¿Se cree que se daba al azar, al efecto de un capricho pasajero del espíritu humano, el
ver aparecer por todas partes esas doctrinas singulares, que llevan diversos nombres,
pero que tienen todas como principal carácter la negación del derecho de propiedad,
cuyo ejercicio tienden todas, por lo menos, a limitar, a disminuir, a enervar? (1847)
Mirad lo que pasa en el seno de esas clases obreras.... ¿no veis que sus pasiones,
de políticas, se han convertido en sociales? ¿No veis que poco a poco se extienden en
su seno opiniones, ideas, que no van a derrocar solamente tales leyes, tal ministerio,
tal gobierno inclusive, sino la sociedad, a hacerla vacilar sobre las bases en que reposa
hoy? ¿No escucháis lo que se dice todos los días en su seno? ¿No oís que allí se
repite sin cesar que todo lo que se encuentra por encima de ellas es incapaz e indigno
de gobernarlas; que la división de los bienes hecha hasta hoy en el mundo es injusta,
4
que la propiedad reposa sobre unas bases que no son las bases equitativas?... (1848)
El término “socialismo” aparece casi simultáneamente en Francia y en Inglaterra entre
1830 y 1840, pero con un significado vago. Así, para Pierre Leroux, el socialismo se opone
al individualismo (Revue Encyclopédique, 1833); para Robert Owen, es principalmente un
sistema de asociaciones cooperativas. En 1836-1838, Louis Reybaud publica una serie de
artículos, titulada Socialistas modernos (los saint-simonianos, Fourier, Owen). En 1841,
Owen publica un panfleto titulado What is Socialism?5
El socialismo tiene una lejana raíz en la lucha eterna entre los ricos y los pobres. Sin
embargo, antes de la Revolución francesa no existía doctrina que apuntalara esta lucha.
Para ello fue necesario que ocurrieran ciertas transformaciones económicas y sociales,
unidas al desarrollo de la gran industria: era necesario que naciera un proletariado. Era
preciso que este proletariado, en Inglaterra y Francia, tuviera tales condiciones de vida que
suscitara la protesta en nombre de la justicia y la caridad de filántropos, economistas y

3
Ibíd., p. 15.
4
Chevallier, 2006, p. 239.
5
Touchard, 1998, p. 423.
pensadores, una vez abierto el proceso de individualismo económico: llámese liberalismo o
capitalismo.6
Para Tocqueville, el invidualismo era la propiedad privada de los medios de
producción, el provecho personal como leitmotiv de la producción de la riqueza, la libre
competencia de la ley de la oferta y la demanda, excluyendo toda intervención del Estado
político.7
Pues bien, estos fundamentos fueron blanco de la crítica desde el punto de vista de los
intereses de la clase industrial oprimida y explotada: el proletariado. Ni la libertad política,
ni la de la Declaración de los derechos del hombre perdonaron: pura libertad de derecho,
“protección metafísica y muerta”, que deja al débil a merced de los fuertes.8
3. Claude-Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825)
Aristócrata francés, veterano de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos de
América, activista político, autor de una extensa obra, objeto de culto para sus seguidores,
es uno de los máximos responsables de la difusión de ideas protosocialistas en la Europa de
su tiempo. Saint-Simon se convenció de que la sociedad entera reposa sobre la industria y
ésta es la única fuente decisiva de riqueza, lo que lo convirtió en el apóstol de la “clase
industrial”. Este sector laborioso y creador de la sociedad ocupó el primer rango en un
orden reconstruido en clave social igualitaria y de economía planificada.9
Saint-Simon fue el maestro principal de Auguste Comte; en 1813, propuso la creación
de una ciencia positiva de la moral y la política, así como de la humanidad en general. Esto
lo convierte en uno de los “padres fundadores” de la sociología científica. Su escuela se
convirtió en una verdadera “iglesia”, de inequívoco significado socialista; proyectada en su
obra Le nouveau christianisme (1825), alegato a favor de la conveniencia moral de dedicar
todas las energías sociales a “la clase más numerosa y más pobre”.10
Saint-Simon vivió los acontecimientos de la Revolución francesa, cuyos resultados
fueron decepcionantes ya que para él sus dirigentes políticos fueron incapaces de guiar al
pueblo hasta implantar un sistema adecuado a sus demandas de justicia y dignidad dentro
del nuevo sistema de producción industrial. La clave para él estaba en la industria, no en la

6
Ibíd, p. 240.
7
Ibídem.
8
Ibídem.
9
Marx & Engels, 2012, p. 348, n. 53.
10
Ibídem.

3
política. La clave contextual de su pensamiento se encuentra entre los procesos que van de
las revoluciones industrial y francesa hasta la Restauración.11
Su pensamiento se puede dividir en tres puntos básicos: la creencia en el progreso
histórico, la idea baconiana de que la ciencia es una herramienta de poder y la creencia de
un nuevo cristianismo regenerado como ideal.12
Engels encuadró el pensamiento de Saint-Simon en el grupo de los socialistas utópicos.
Pero también podría calificarse como organicismo, ya que su teoría no comulga con las
ideales de igualdad humana común a las corrientes socialistas. Para Saint-Simon existen
tres naturalezas humanas: la naturaleza administrativo-manual, la científico-racional y la
religioso-manual. Estas tres se coordinan como partes del gran organismo social para dar
lugar a un Estado justo. Su modelo de sociedad era aquella con una gran industria, bien
administrada, en la que todos cooperaban en su organización.13
En la Introducción a los trabajos científicos del siglo XIX afirmaba:
La única acción útil que puede realizar el hombre es la acción del hombre sobre las
cosas. La acción del hombre sobre el hombre es siempre de por sí perjudicial para la
especie a causa del doble desperdicio de energía que conlleva. Sólo puede ser útil si
14
es subsidiaria y complementaria de la acción de la naturaleza.
4. Roberto Owen (1771-1858)
Nació en Newton, Montgomeryshire, Gales. Hijo de un herrero y autodidacta, llegó
muy pronto a contramaestre de una fábrica de hilados de Manchester y luego a
copropietario. En 1800 adquirió en New Lanark, Escocia, unas hilanderías de algodón que
hizo famosas. Su empresa se convirtió en un modelo de eficiencia y productividad, por el
espacio urbano rehumanizado que construyó, donde edificó viviendas higiénicas para los
trabajadores, instaló guarderías y escuelas para sus hijos y en períodos de crisis mantuvo
los mismos sueldos.15
Owen defendió en sus obras, como A New View of Society (1813), en un marco general
reformista, la transformación del carácter humano a través de una reorganización de su
medio ambiente, así como la extensión y profundización de la educación, el cooperativismo

11
Herrera Guillén, 2013, p. 150-153.
12
Ibíd., p. 153.
13
Ibíd., pp. 156-157.
14
Ibíd., p. 157.
15
Marx & Engels, p. 349.
y el pleno empleo. Con el tiempo, Owen radicalizó sus posiciones, acentuando su crítica del
individualismo de los economistas liberales y subrayando las consecuencias negativas de la
libre competencia.16
En 1825 compró una gran extensión de tierra en Indiana, en Estados Unidos de
América, a la que bautizó con el nombre de New Harmony. Ahí quiso fundar una
comunidad gobernada sobre valores cooperativistas alejada de los esquemas de explotación
capitalista, la que finalmente fracasó17. Al regresar a Inglaterra, llegó a presidir el Grand
Consolidated Trades Union, germen de las Trade Unions británicas.18
Owen defendió la idea del cooperativismo; su objetivo era ofrecer una alternativa a las
condiciones de vida fomentadas por el capitalismo. De dos ideas básicas, que el hombre es
producto de la sociedad y que la educación puede salvar al hombre de la corrupción social,
derivó su creencia de que el cambio social podría producirse a través de la implantación de
comunidades ejemplares, que contagiarían su prosperidad y felicidad pacíficamente al resto
de la sociedad corrupta. De ahí que debían fundarse pequeñas comunidades cooperativas.19
En Nuevo punto de vista de la Sociedad expresó:
Cualquier carácter general, desde el mejor hasta el peor, desde el más ignorante al
más ilustrado, puede integrarse a una comunidad, y en el mundo en general, gracias a
20
la aplicación de los medios [educativo] apropiados.
5. François-Marie-Charles Fourier (1772-1837)
Nacido en Besançon, es catalogado como “socialista utópico”. Ante los aspectos
inhumanos del nuevo trabajo industrial, consideró que podían mejorar con organización.
Imaginó así unas unidades de trabajo o “falanges” en que desarrollarían su labor en
emplazamientos especiales de producción a las que llamó “falansterios”. Fourier hizo suya
la creencia rousseauniana de la bondad natural del hombre y del poder corruptor de la
sociedad moderna; propuso como remedio de los males de la época la aceptación de los
avances técnicos del industrialismo, adecuadamente reorganizados en cuanto a su marco
social de desarrollo. De ahí destaca la idea de la posibilidad efectiva de la armonía, de la

16
Ibídem.
17
Herrera Guillén, p. 161.
18
Marx & Engels, p. 348, n. 55.
19
Herrera Guillén, p. 164.
20
Ibídem.

5
eliminación de la feroz competencia industrial; propuso el garantismo o sistema de
servicios públicos para obreros en necesidad, el derecho al trabajo y el cooperativismo.21
El primer experimento de los falansterios tuvo lugar en Rumania, donde un
terrateniente implantó uno, que fue finalmente arrasado por los propios campesinos. Y,
después de la muerte de su inspirador, se fundó otro en Estados Unidos de América,
llamado Brook Farm. La obra y pensamiento de Fourier pretendían ser una enmienda a la
totalidad de la historia de la humanidad; el concepto de civilización sugería, para él, todos
los defectos del error y de la maldad, se trataba de salvar a la humanidad de ella misma.22
La civilización es, por tanto, una sociedad contraria a la naturaleza, un reino de
violencia y astucias, toda vez que la ciencia política y la moral, que han empleado tres
mil años en crear esta monstruosidad, son ciencias contrarias a la naturaleza y dignas
del más absoluto desprecio. (Manuel & Manuel, El pensamiento utópico en el mundo
23
occidental, p. 165-166)
6. Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865)
Socialista-anarquista francés, nació en la ciudad de Besançon, en el seno de una familia
de artesanos, pequeños propietarios y comerciantes. Intervino en la revolución de 1848, fue
diputado, y en marzo de 1849 fue condenado a tres años de prisión por injurias al Jefe del
Estado. En numerosas publicaciones, desde su posición anarquista, Proudhon atacó toda
clase de gobierno y aun la existencia misma del Estado, manifestándose a favor del
federalismo y de los sindicatos. Proudhon escogió como lema suyo Destruam et aedificabo:
la destrucción es el anarquismo y la reconstrucción, el mutualismo y el federalismo.24
Proudhon consideraba que la sociedad estaba formada de un modo profundamente
injusto, que dejaba a la gran mayoría de la población en un nivel de vida ínfimo que parecía
desmentir la idea de que la justicia era el final de la historia. Respecto a esto, Proudhon
afirmaba que la explicación de esta aparente contradicción radicaba en que la justicia se
plasmaba en la vida de dos maneras: como revelación, justicia que se da de manera
trascendente a todos los seres humanos, se implanta en la vida de manera general; y, como
revolución, como justicia que se centra en la vida real de las personas.25
En su obra ¿Qué es la propiedad?, señalaba:
21
Marx & Engels, p. 348, n. 54.
22
Herrera Guillén, p. 174.
23
Ibíd., p. 181.
24
Marx & Engels, p. 346, n. 49.
25
Herrera Guillén, p. 210.
La justicia es el fundamento de las sociedades […]. La justicia no deriva de la ley; por el
contrario, la ley no es más que una declaración y una aplicación de los justo […]. Por
tanto, si la idea que concebimos de lo justo y del derecho está mal determinada […],
26
habrá por esa causa desorden y malestar social.
Para Proudhon, la ciudad ideal es una proliferación de comunas o pequeños municipios
que elaboren su propia red de relaciones, hasta hacer que el Estado opresor se desintegre.
Este mundo social sin Estado carece de un centro rector, es decir, de un representante de la
voluntad que pretenda convertirse en la voz de la razón pública común. Esta idea constituía
la base para construir un sistema social basado en la libertad individual y la justicia social.
La futura sociedad anarquista debía partir del axioma: ¡La propiedad es un robo! […]
Propietario y ladrón [son sinónimos].27
7. Karl Marx (1810-1883)
Filósofo alemán, de origen judío, fue el principal ideólogo del socialismo científico. Es
considerado como el máximo exponente intelectual del pensamiento revolucionario. En
1844 conoció en París al socialista también alemán Friedrich Engels, con lo que daría
comienzo a una amistad y colaboración de por vida. El carácter de su pensamiento quedó
sintetizado en el célebre aforismo 11 de su escrito Tesis sobre Feuerbach (1845), publicado
por Engels en 1888, ya muerto Marx: Los filósofos no han hecho más que interpretar de
diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.28
Marx era un intelectual de acción. Tuvo una influencia decisiva del más importante
filósofo idealista, Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Su intención fue darle la vuelta al
idealismo y convertirlo en materialismo: pasar de tocar el mundo con la idea a hacer de la
idea se convirtiera en parte activa y transformadora de la vida real.29
La obra de Marx es vasta, pero puede organizarse en tres grandes ejes: el materialismo
científico, la dialéctica de la historia y la sociedad comunista.
Su teoría se basaba en el “materialismo científico”: la teoría marxista era una ciencia de
la materia, no del espíritu o de las ideas o de los supuestos metafísicos.

26
Ibídem.
27
Ibíd., p. 212.
28
Ibíd., p. 191.
29
Ibídem.

7
Las premisas de las que partimos nada tienen de arbitrario, no son dogmas, sino
premisas reales […]. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales
30
de vida […]. Estas vías son, pues, constatables por vía puramente empírica.
Marx, en su teoría llegó a la conclusión de que aquello que configura la vida humana
son los medios de producción. Es decir, la esfera económica, el modo en que los hombres
elaboran sus estrategias de subsistencia, es lo que constituye la base sobre la cual se
construye todo lo demás.
Según Marx, cada sociedad se compone de dos elementos: la infraestructura, los medios
de producción; y, la superestructura, las formas de relación laboral que existen en una
época. De acuerdo con esto, la historia de la humanidad tiene una base materialista, todo lo
demás es sólo un derivado de la economía. El materialismo científico es conocido también
como materialismo histórico. Con el término dialéctico quería indicar que la historia no es
inmóvil. Así es como la dialéctica de la historia (la historia conocida hasta entonces) ha
evolucionado a través del enfrentamiento porque todos los sistemas sociales que han venido
existiendo se han basado en la antítesis de opresores (dueños de los medios de producción)
y oprimidos (fuerza de producción), sobre la regla general de la propiedad privada.31
La propiedad privada constituye la piedra angular de la injusticia social. De ella nacen
el resto de las diferencias de clase que finaliza indefectiblemente en la lucha de clases.
Según la hipótesis del materialismo histórico, la futura sociedad comunista instauraría un
sistema perfecto que terminaría con la dialéctica histórica. Marx aseguraba que el
proletariado estaba llamado a terminar con la dialéctica histórica, a ser la última clase
social de la historia32. En Crítica del programa de Gotha, decía:
Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista se sitúa el período de la
transformación revolucionaria de la una en la otra. A este le corresponde también un
período político de transición cuyo Estado no puede ser sino “la dictadura
33
revolucionaria del proletariado”.
8. Manifiesto del Partido Comunista
Un espectro obsesiona a Europa: el espectro del comunismo. Todas las potencias de la
vieja Europa se han ligado en una santa cruzada para perseguir a este espectro: el
Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales de Francia y los policías de Alemania.

30
Ibíd., p. 196.
31
Ibíd., pp.. 197-199.
32
Ibíd., pp. 199-201.
33
Ibíd., p. 203.
¿Dónde hay partido de oposición que sus adversarios en el poder no hayan
calificado de comunista? ¿Dónde hay un partido de oposición que no haya devuelto el
reproche infamante de comunismo a los hombres de oposición más avanzados, tanto
34
como a sus adversarios reaccionarios?...
El Manifiesto, en su edición original alemana, aparecida en Londres, comprende
veintitrés páginas en octavo.
La estructura es muy simple. Cuatro partes. La primera, titulada Burgueses y
proletarios, es el núcleo, su parte vital. La segunda parte, titulada Proletarios y comunistas,
explica la posición de los comunistas con relación al conjunto de los proletarios y rechaza
los reproches hechos al comunismo por la “burguesía”. La tercera parte, bajo el título
Literatura socialista y comunista, pasa revista a las diversas formas “reaccionarias” o
“feudales”, “pequeño-burguesas”, “conservadoras” o “burguesas” y “crítico-utópicas”, del
movimiento social de la época. La cuarta parte, titulada Posición de los comunistas frente a
otros partidos de la oposición.35
En una palabra, los comunistas apoyan en todas partes cualquier movimiento
revolucionario contra el estado social y político existente. En todos estos movimientos
ponen en primer plano, como cuestión fundamental, la cuestión de la propiedad […]. En
fin, los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el entendimiento de los
36
partidos democráticos de todos los países.
En las dos primeras partes, y sobre todo en la primera, se encuentra lo que llamará
Engels la idea fundamental y directriz del Manifiesto:
Es que la producción económica y la organización social que de ella resulta
necesariamente para cada época de la historia constituyen la base de la historia
política e intelectual de esta época; que, por consiguiente (desde la disolución de la
antigua propiedad común del suelo), toda la historia ha sido una historia de lucha de
clases, de luchas entre clases explotadas y clases explotadoras, entre clases dirigidas
y clases dirigentes, en los diversos estadios de la evolución social; pero que esta lucha
ha llegado en la actualidad a una fase en que la clase explotada y oprimida (el
proletariado) no puede ya liberarse de la clase que la explota y oprime (la burguesía)
sin liberar al mismo tiempo y para siempre a la sociedad entera de la explotación, de la
37
opresión y de las luchas de clases.

34
Chevallier, p. 247.
35
Ibídem.
36
Ibídem.
37
Ibíd., p. 248.

9
a. Burgueses y proletarios
El Manifiesto la resume en grandes rasgos:
Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo, maestro artesano y oficial, en
una palabra, opresores y oprimidos, estuvieron en constante oposición unos contra
otros y libraron una lucha sin tregua, unas veces disimulada y otras veces abierta, que
terminó siempre con una transformación revolucionaria de la sociedad entera o con la
destrucción común de las clases en lucha... La sociedad burguesa moderna, surgida
del derrumbamiento de la sociedad feudal, no abolió las oposiciones de clases. No hizo
más que sustituir las antiguas por nuevas clases, por nuevas condiciones de opresión y
por nuevas formas de lucha. Pero nuestra época, la época de la burguesía, tiene esto
de particular: que ha simplificado las oposiciones de clase. Cada vez más la sociedad
entera se divide en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases
38
diametralmente opuestas la una a la otra: la burguesía y el proletariado.
b. La dominación del proletariado
La síntesis que corona el proceso dialéctico es la sociedad sin clases. La segunda parte
del Manifiesto termina así:
Una vez que, en el curso del desarrollo, las diferencias de clase hayan desaparecido y
toda la producción esté concentrada en manos de los individuos asociados, el poder
público pierde su carácter político [...]. Si el proletariado, en su lucha contra la
burguesía, llega forzosamente a unirse como clase; si, mediante una revolución, se
erige en clase dirigente, suprime por la violencia las antiguas condiciones de
producción, suprime, al mismo tiempo que estas, las condiciones de existencia del
antagonismo de clases y las de las clases en general y, con ello, su propia supremacía
de clase. La antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase,
es reemplazada por una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno es la
39
condición del libre desenvolvimiento de todos...
c. La misión de los comunistas
Los comunistas, se dice en el Manifiesto no son un partido especial, ni tienen intereses
separados del resto del proletariado, pero se distinguen en lo siguiente:
Prácticamente, los comunistas son la fracción más resuelta de los partidos obreros de
todos los países, la que impulsa siempre hacia adelante; teóricamente, tienen sobre el
resto de la masa proletaria la ventaja de comprender las condiciones, la marcha y los
resultados generales del movimiento proletario... Las concepciones teóricas de los
comunistas no reposan en modo alguno en ideas, en principios inventados o

38
Ibíd., p. 252.
39
Ibíd., p. 261-262.
descubiertos por tal o cual reformador del mundo. No son más que la expresión general
de las condiciones efectivas de una lucha de clases que existe, de un movimiento
40
histórico que se produce ante nuestros ojos.
Se reprocha a los comunistas querer destruir la propiedad, la libertad, la individualidad,
la cultura, el derecho, la familia, la patria, la moral, la religión. Pero en el Manifiesto se da
respuesta a cada una de estas objeciones.
Las últimas líneas del Manifiesto son una declaración de guerra a la vieja sociedad,
condenada por la dialéctica de la historia:
Los comunistas desdeñan disimular sus ideas y sus proyectos. Declaran abiertamente
que no pueden alcanzar sus objetivos sino destruyendo por la violencia el antiguo
orden social. ¡Tiemblen las clases dirigentes ante la idea de una revolución comunista.
Los proletarios no tienen nada que perder en ella, a excepción de sus cadenas. Tienen,
en cambio, un mundo que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!.
9. A modo de conclusión
El socialismo surge en respuesta a un estado de injusticia. Esta se había traducido en un
estado de explotación de una clase sobre otra. La clase burguesa había logrado su triunfo
con la caída del sistema feudal en el que tenía una posición social vulnerable. Ahora, en la
nueva etapa escaló en la estructura social hasta convertirse en la clase explotadora,
justificada en un pensamiento individualista y liberal. El otro efecto de esta transformación
en la sociedad es el surgimiento de la nueva clase del proletariado en que se conglomeraron
diversos sectores de la sociedad, todos ellos caracterizados por la explotación y posición
social vulnerable.
Por tanto, el socialismo nace como reacción en contra de este nuevo sistema que
explota y sume en la miseria a la clase del proletariado. La genialidad de Marx es que pudo
leer con una visión aguda el contexto de su tiempo y de la historia. La profecía consistía en
que la clase dominada habría de triunfar y el resultado sería que nacería “una asociación en
la que el libre desenvolvimiento de cada cual es la condición para el libre desenvolvimiento
de todos”.
La profecía marxista del triunfo del proletariado y asentamiento de nueva realidad
social ha sido combatida o defendida a partir de entonces. Fukuyama ha visto que falló y
que en su lugar ha triunfado el capitalismo, lo que representa el fin de la historia. Kuznets

40
Ibíd., p. 262.

11
cree que, contrario a lo que dijo Marx, las fuerzas equilibradoras conducen a una reducción
y armoniosa estabilización de las desigualdades. Sin embargo, Piketty, autor de la obra El
capital en el siglo XXI, que tampoco cree que se avecine una revolución, sí cree, y lo trata
de demostrar en su obra, que el capitalismo ha acelerado la desigualdad en la sociedad
actual, lo que ha provocado que la mayoría de la riqueza en el mundo esté concentrada en
un población que representa el 1%, mientras la pobreza y la miseria se encuentre en el 99%
restante. Por tanto, creo que si bien las fórmulas comunistas o socialistas han fracasado en
sus varios intentos a lo largo de la historia, lo cierto es que las ideas de los pensadores
socialistas aquí analizados siguen vigentes como fuente de crítica al sistema actual
depredador y que la lucha de ese 99% contra el restante 1% corrobora lo dicho por esa
mente genial que fue la de Marx, y hoy más que nunca retumban sus palabras en contra de
la opresión y explotación: ¡Noventa y nueve por ciento despojados de la riqueza mundial,
uníos!

Bibliografía
Chevallier, J.-J. (2006). Las grandes obras políticas. Desde Maquiavelo hasta nuestros
días. Bogotá: Temis.
Herrera Guillén, R. (2013). Breve historia de la utopía. Madrid: Ediciones Nowtilus.
Marx, K., & Engels, F. (2012). Manifiesto del Partido Comunista. En K. Marx, Marx (J.
Muñoz Veiga, Trad., págs. 311-384). Madrid: Gredos.
Strauss, L., & Cropsey, J. (2010). Historia de la filosofía política. México: FCE.
Touchard, J. (1998). Historia de las ideas políticas. Madrid: Tecnos.

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