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I
Naces al pie mismo del éter mistiano,
en los picachos
de la cordillera de chila;
y bajas como un raudo
serpentín plateado,
que en loca carrera
llegas a las quebradas apurimeñas,
para formar el cañón
más grande de américa
II
Cuando miro tu caudal
que se mece en el tiempo,
cuando escucho tu voz
di dios altivo y orgulloso
que lamiendo
las entrañas andinas
te proyectas,
al verde infierno
del llano amazónico,
parece que mis versos
tuvieran más albura
y pasión.
III
Tú eres el origen
del más caudaloso de los ríos,
que en tus aguas formas:
el Mantaro, el Urubamba
y el formidable Ucayali,
afluente principal
del famoso Amazonas,
tu hijo predilecto
¡oh dios que hablas!
CANTO A MI TIERRA
I
Eres un canto rotundo y hermoso
de mi corazón quechua-chanca
una desafiante promesa de mañana,
por tus ocultas riquezas
y mil secretos,
que encierras sempiternamente
tus profundas entrañas,
¡oh mi tierra querida: Apurímac!
II
Ya llegará el día
en que serás,
la más grande,
progresista y hermosa,
tal como soñaron tus hijos
y lo deseamos vivamente
los contempor{aneos;
ya llegará el día
cuando rugirá,
hasta estremecer los andes,
el hermano puma de las alturas;
mientras el indomable
cóndor de tus picachos,
desafiante surcará
el azul del cielo
y como nunca escucharemos
una sinfonía,
interpretada por una nube
de qesqentos
traviesos, alegres y voladores,
a lo largo y ancho
de tus valles y cañones profundos:
como el Apurímac
y como el Pachachaca
III
Algún día,
pero muy pronto,
tu Universidad será
carne de mi carne,
la sangre que circule
por mi cuerpo,
porque así de viviente y altiva
quiero verte ¡mi Apurímac!,
para que mi firme y seguro
pulso de poeta,
pueda tu bello nombre
representar,
con flores de pisonay
y de retama,
de guarango y de amancaes
y de la siempre enigmática
bella abanquina