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TUTORIA
TEMA 1: "SE HABLAR O CALLAR, CUANDO LO DEBO HACER"
VALORES QUE SE INCULCAN:
PRUDENCIA, RESPETO, TOLERANCIA, CONFIANZA
El valor de la prudencia siempre ha hecho que las personas que lo viven, pasen por
rectas y sabias. Y es que con gente así, los demás creen y confían con seguridad no
sólo sus problemas externos, sino también los internos, relacionados con su
intimidad. En algunas profesiones se hace necesaria. En otras, obligatoria y se
cobija con el nombre de "ética profesional". Es la virtud que ayuda a la persona a
discernir entre lo que es bueno (para impulsarlo o dinamizarlo), de lo que aparece
malo (para luchar contra él o para huir de él). Precisamente por ese don o capacidad
que se posee para beneficio común, la persona prudente llena un vacío, ante la falta
de discreción, de comprensión y de indulgencia para con los demás.
Quien así obra, generalmente no tiene de qué arrepentirse, porque trata los temas,
las personas, las circunstancias y la vida toda, bajo la óptica de la responsabilidad
del "aquí" y el "ahora", con el enfoque del "allá" y el "entonces". Con ese respeto que
merecen los demás, trata los detalles de cada uno y de su entorno.
Por consiguiente, brinda acogida y confianza, valores que la hacen querer y acudir
en búsqueda de consejo, de ayuda, de tolerancia, de amor y de paz.
Son las personas que se requieren para el diálogo, para mejorar las relaciones
interpersonales y para proporcionar caminos hacia la unidad entre los diversos
estamentos de la sociedad.
¡SE ENTRARON LOS LADRONES..!
Una noche se encontraban reunidos la mamá y sus dos hijos, viendo la televisión,
después de la comida.
De pronto, entraron unos ladrones, los pusieron contra la pared y comenzaron a
robarse todo, empacándolo en unos costales o sacos.
Los rateros habían cerrado las puertas de la casa y del garaje... Con gran calma,
iban escogiendo lo que querían y dejaban a un lado lo que no les interesaba.
La niña comenzó a sufrir cuando vio que se iban a llevar lo que más le gustaba: El
betamax, en donde podía ver las películas preferidas y comenzó a sufrir
amargamente por dentro, sin poder comentar con nadie, porque los vigilaban los
rateros... Toda nerviosa, se levantó prudentemente de su asiento, aprovechando un
descuido de quien las cuidaba. Se colocó delante del mueble en el que se colocaban
el televisor y el aparato tan querido para ella. Desde allí veía cómo se robaban las
joyas y los vestidos, y todo lo que encontraban en los dormitorios. Le daban ganas
de gritarles muchas cosas malas. Pero no lo hizo. Cuando llegaron para llevarse lo
que había en la sala, ella, de pie, procuraba tapar con su vestido rojo y su delantal
del colegio que todavía tenía puesto, todo lo que contenía el mueble del betamax. Y
no decía nada.
Los ladrones comenzaron a mirar por todas partes y fueron empacando los cuadros,
los floreros y todo lo demás, pero Marta Lucía (que así se llamaba), no sentía miedo:
Cuando miraban hacia la izquierda, ella se movía hacia la izquierda: si lo hacían por
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la derecha, ella se colocaba hacia la derecha, de manera tal que, cuando los
ladrones se fueron, ellos no se dieron cuenta de lo que habían dejado, porque no lo
pudieron ver...
Inmediatamente, la niña comenzó a hablar y a decir que por su silencio y por su
prudencia, no se habían robado lo que más quería.
Los padres, aunque con mucho dolor por todo lo que habían perdido, la felicitaron
por ser tan prudente y ser tan valiente en un momento difícil, cuando todos estaban
demasiado nerviosos. Y, en el fondo, la niña se sentía feliz porque, gracias a su
comportamiento, salvó lo que más le gustaba.
Ese día, en medio de los sustos, aprendió a ser más prudente. Y hoy, sigue
procurando ser así, especialmente cuando trata a sus amigos o está con los
mayores.
OPCIONES:
LOS CIEGOS
OPCIONES:
- Hacer el juego del LAZARILLO: Durante un minuto, un niño conduce a otro, con
los ojos tapados. En el siguiente minuto, se cambian los papeles.
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EL REGALO
Un señor de un país lejano viajaba mucho. En un maletín que llevaba sobre su
espalda le cabían todas sus cosas. Pasando por un camino, se encontró una
esmeralda muy grande y fina. Contento la guardó en su maletín, pensando que
podría comer muchas cosas y muy buenas.
Cuando llegó al pueblo cercano, un pobre le pidió una limosna. El señor se quitó la
maleta de su espalda, miró a ver qué llevaba. De pronto, sacó la esmeralda y el
pobre no lo podía creer y, sin pensarlo, le dijo: "Yo no quisiera comida, sino esa bella
piedra".
El se la regaló inmediatamente, sin pensarlo dos veces. Pasó el tiempo. Un día,
cuando ya no recordaba nada, vio venir al mismo limosnero, a la entrada del
poblado.
Se le acercó y le dijo: - Buenos días, ¿quiere usted algo? Siento decirle que no he
vuelto a encontrar otra esmeralda.
- Oh no. No deseo que me dé joyas. Le pido otro favor.
- Lo que usted diga.
- Por favor. Regáleme esa virtud que le permitió darme la esmeralda en la forma tan
generosa como usted lo hizo. Sería para mí el mejor obsequio que me pudiera dar,
porque desde que llevo conmigo esa piedra preciosa, no he podido estar tranquilo.
Pero en la manera tan desinteresada como me la dio, me di cuenta dónde está la
felicidad y eso es lo que realmente busco.
OPCIONES:
- El señor generoso ¿qué le regaló al limosnero?
- Si el limosnero buscaba la felicidad, ¿por qué no vendería la esmeralda, sino que
la guardó y pidió otra cosa? ¿Qué? ¿Por qué?
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LOS ZANCUDITOS
OPCIONES:
- Y la reacción del señor, ¿fue la mejor? ¿Por qué sí o por qué no?
- ¿Alguna enseñanza?
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OPCIONES:
- Preparar, de antemano, algún ramillete de rosas, para visualizar lo leído.
- Hacer un diálogo, sobre lo que se entiende o si ellos han observado la vida de las
rosas. ¿Qué significan las espinas?
- ¿Hay algún parecido entre la vida de los hombres y la de las rosas?
¿Cuál es la invitación que hace el rosal? ¿Cómo se le puede aceptar, en el curso?
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