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acercará ante los jueces, lo acercará a la puerta o al poste de la puerta y le horadará la oreja con una lezna. Y le
servirá para siempre." -- Éxodo 21: 5, 6.
ESCLAVO
Las palabras hebreas y griegas que suelen traducirse “esclavo” o “siervo” no solo aplican a personas que son
propiedad de otras. El vocablo hebreo ʽé·vedh puede aplicar a personas que tienen dueño (Gé 12:16; Éx 20:17),
pero también puede designar a los súbditos de un rey (2Sa 11:21; 2Cr 10:7), a pueblos subyugados que
pagaban tributo (2Sa 8:2, 6) y a personas que estaban al servicio del rey, como coperos, panaderos, marinos,
oficiales militares, consejeros y otros por el estilo, tanto si tenían dueño como si no. (Gé 40:20; 1Sa 29:3; 1Re
9:27; 2Cr 8:18; 9:10; 32:9.) Cuando un hebreo se dirigía a alguien de manera respetuosa, en lugar de usar el
pronombre personal en primera persona, a veces se refería a sí mismo como si fuera un siervo (ʽé·vedh) de
aquel con quien estaba hablando. (Gé 33:5, 14; 42:10, 11, 13;1Sa 20:7, 8.) El término ʽé·vedh incluso puede
referirse a siervos o adoradores de Jehová en general (1Re 8:36; 2Re 10:23) y, más específicamente, a
representantes especiales de Dios, como, por ejemplo, Moisés. (Jos 1:1, 2; 24:29; 2Re 21:10.) Aunque no fuese
adorador de Jehová, de aquel que realizaba un servicio que estaba en armonía con la voluntad divina podía
decirse que era un siervo de Dios, como en el caso del rey Nabucodonosor. (Jer 27:6.)
El término griego dóu·los equivale a la palabra hebrea ʽé·vedh y se utiliza con referencia a: personas que tienen
a un semejante como dueño (Mt 8:9; 10:24, 25;13:27); a los siervos dedicados de Dios y de su Hijo Cristo Jesús,
sean estos humanos (Hch 2:18; 4:29; Ro 1:1; Gál 1:10) o angelicales (Rev 19:10, donde aparece la
palabra sýn·dou·los [coesclavo]), y, en un sentido figurado, a personas que están esclavizadas al pecado (Jn
8:34; Ro 6:16-20) o a la corrupción. (2Pe 2:19.)
El significado primordial de las palabras ná·ʽar (hebreo) y pais (griego) es muchacho o joven, pero también
pueden designar a un siervo o un servidor. (1Sa 1:24; 4:21;30:17; 2Re 5:20; Mt 2:16; 8:6; 17:18; 21:15; Hch 20:12.)
El término griego oi·ké·tēs denota un sirviente o un esclavo de una casa (Lu 16:13), en tanto que la palabra
griega pai·dí·skē aplica a la esclava o criada. (Lu 12:45.) La forma participial de la raíz hebrea scha·ráth se puede
traducir “ministro” (Éx 33:11) o “criado”. (2Sa 13:18.) La palabra griega hy·pē·ré·tēs puede traducirse “servidor”,
“servidor del tribunal” o “servidor de la casa”. (Mt 26:58; Mr 14:54, 65; Jn 18:36.) El término
griego the·rá·pōn solo aparece en Hebreos 3:5 y significa subordinado o servidor.
Antes de la era común. La guerra, la pobreza y el delito eran los factores básicos que reducían a las personas
a la servidumbre. Los cautivos de guerra a menudo pasaban a ser esclavos de sus captores, o bien estos los
vendían como esclavos. (Compárese con 2Re 5:2; Joe 3:6.) En la sociedad israelita, aquel que caía en la pobreza
podía venderse a sí mismo o vender a sus hijos como esclavos a fin de pagar su deuda. (Éx 21:7; Le
25:39, 47; 2Re 4:1.) El que era culpable de robo pero no podía hacer compensación era vendido por las cosas
que había robado, y una vez que pagaba todo lo que debía, recobraba su libertad. (Éx 22:3.)
A veces los esclavos tenían una posición de gran confianza y disfrutaban de honra en una casa. El siervo ya
mayor del patriarca Abrahán (probablemente Eliezer) administraba todas las posesiones de su amo. (Gé
24:2; 15:2, 3.) Cuando José fue esclavo en Egipto llegó a estar a cargo de todo lo que le pertenecía a Potifar, un
oficial de la corte de Faraón. (Gé 39:1, 5, 6.) En Israel un esclavo podía hacerse rico y recomprarse a sí mismo.
(Le 25:49.)
Con respecto a reclutar trabajadores, véanse SERVICIO OBLIGATORIO; TRABAJO FORZADO.
Las leyes que gobernaban las relaciones esclavo-amo. Entre los israelitas, la condición del esclavo hebreo
difería de la del esclavo extranjero, residente forastero o poblador. Mientras que los esclavos que no eran
hebreos permanecían como propiedad del dueño y podían pasar de padre a hijo (Le 25:44-46), el esclavo
hebreo tenía que ser libertado en el séptimo año de su servidumbre, o en el año de Jubileo, dependiendo de
cuál llegase antes. Durante el tiempo de su servidumbre, al esclavo hebreo debía tratársele como asalariado.
(Éx 21:2; Le 25:10; Dt 15:12.) El hebreo que se vendía a sí mismo como esclavo a un residente forastero, a un
miembro de una familia que residía como forastera o a un poblador, podía ser recomprado en cualquier
momento, tanto por él mismo como por alguien que tuviera el derecho de recompra. El precio de redención se
calculaba dependiendo del número de años que quedasen hasta el año de Jubileo o hasta el séptimo año de
servidumbre. (Le 25:47-52; Dt 15:12.) Cuando se concedía la libertad a un esclavo hebreo, el amo debía darle
un regalo para ayudarle a tener un buen comienzo como hombre libre. (Dt 15:13-15.) Si un hombre había
llegado a ser esclavo cuando ya estaba casado, su esposa salía con él. Sin embargo, si el amo le había dado
una esposa (probablemente una extranjera, que no tenía el derecho de ser libertada en el séptimo año de
servidumbre), ella y los hijos que ambos hubieran tenido debían permanecer como propiedad del amo. En tal
caso, el esclavo hebreo podía decidir quedarse con su amo. Si esa era la decisión, se le agujereaba la oreja con
un punzón para indicar que continuaría en servidumbre hasta tiempo indefinido. (Éx 21:2-6; Dt 15:16, 17.)
Esclavas hebreas. A la esclava hebrea le aplicaban ciertas disposiciones especiales. El amo podía tomarla como
concubina o como esposa para su hijo. En este último caso, ella adquiría los mismos derechos que una hija.
Incluso si el hijo del amo tomaba otra esposa, no se le tenía que disminuir el sustento, la ropa o el débito
conyugal. El que el hijo fallara en este respecto le daba derecho a la mujer a quedar libre sin el pago de un
precio de redención. Si el amo pretendía que una esclava hebrea fuese redimida, no se le permitía hacerlo
vendiéndola a extranjeros. (Éx 21:7-11.)
Protecciones y privilegios. La Ley protegía a los esclavos de ser tratados con brutalidad. Si un esclavo perdía
un diente o un ojo como consecuencia de ser maltratado por su amo, tenía que ser puesto en libertad. Como
el precio de un esclavo solía ser de 30 siclos (compárese con Éx 21:32), su liberación significaría una
considerable pérdida para el amo; de modo que esta ley tenía un fuerte efecto disuasivo en lo que respecta al
maltrato de los esclavos. Aunque un amo podía azotar a su esclavo, si este moría debido a los golpes del amo,
tenía que ser vengado según la decisión de los jueces. Sin embargo, si el esclavo duraba uno o dos días antes
de morir, no tenía que ser vengado, pues esto indicaría que el amo había pretendido disciplinar al esclavo, pero
no matarlo. (Éx 21:20, 21, 26, 27; Le 24:17.) Además, para que se considerara libre de culpa al amo, no podía
haber dado los golpes con un instrumento letal, ya que en ese caso se consideraría que había habido un
asesinato. (Compárese con Nú 35:16-18.) Por lo tanto, si un esclavo sobrevivía uno o dos días al castigo, sería
razonable dudar de que la muerte hubiese sido consecuencia del castigo. Por ejemplo, golpear con una vara
normalmente no era fatal, como lo muestra Proverbios 23:13: “No retengas del simple muchacho la disciplina.
En caso de que le pegues con la vara, no morirá”.
Bajo la Ley los esclavos disfrutaban de ciertos privilegios. Como todos los esclavos varones eran circuncidados
(Éx 12:44; compárese con Gé 17:12), podían comer la Pascua, y los esclavos del sacerdote podían comer las
cosas santas. (Éx 12:43, 44; Le 22:10, 11.) Estaban exentos de trabajar en sábado. (Éx 20:10; Dt 5:14.) Durante el
año sabático tenían derecho a comer de lo que crecía de los granos caídos y de la vid no podada. (Le 25:5, 6.)
Asimismo, debían participar del regocijo que producían los sacrificios en el santuario y la celebración de las
fiestas. (Dt 12:12; 16:11, 14.)
La actitud de los cristianos del primer siglo. En el Imperio romano los esclavos eran muy numerosos, y había
quienes tenían cientos y hasta miles de esclavos. La esclavitud era una institución que tenía la protección del
gobierno imperial. Los cristianos del primer siglo no se opusieron a la autoridad gubernamental en este
respecto, ni abogaron por una sublevación de los esclavos. Respetaron el derecho legal de otras personas —
entre las que se contaban sus compañeros cristianos— a poseer esclavos. Esta fue la razón por la que el
apóstol Pablo envió de regreso a Onésimo, un esclavo fugitivo. Puesto que había llegado a ser cristiano,
Onésimo regresó de buena gana a su amo, sometiéndose como esclavo a un compañero cristiano. (Flm 10-17.)
El apóstol Pablo también aconsejó a los esclavos cristianos que no se aprovecharan de su relación con sus
amos creyentes. Dijo: “Los que tienen dueños creyentes, no menosprecien a estos, porque son hermanos. Al
contrario, que sean esclavos con mayor prontitud, porque los que reciben el provecho de su buen servicio son
creyentes y amados”. (1Ti 6:2.) Para un esclavo era una bendición tener un amo cristiano, pues su dueño estaba
bajo la obligación de tratarle con justicia y equidad. (Ef 6:9; Col 4:1.)
La aceptación del cristianismo colocaba sobre los que estaban en servidumbre la responsabilidad de ser
mejores esclavos, “no siendo respondones, no cometiendo robos, sino desplegando buena fidelidad”. (Tit
2:9, 10.) Incluso si sus amos los trataban de manera injusta, tenían que rendir debidamente. Al sufrir por causa
de la justicia, imitaban el ejemplo de Jesucristo. (1Pe 2:18-25.) “Esclavos —escribió el apóstol Pablo—, sean
obedientes en todo a los que son sus amos en sentido carnal, no con actos de servir al ojo, como quienes
procuran agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, con temor de Jehová. Cualquier cosa que
estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres.” (Col 3:22, 23; Ef 6:5-
8.) Esa conducta excelente para con sus amos evitó que acarrearan reproche al nombre de Dios, ya que nadie
podría culpar al cristianismo de producir esclavos perezosos y que no servían para nada. (1Ti 6:1.)
Por supuesto, el que un esclavo ‘obedeciera en todo’ no incluiría los actos de desobediencia a la ley de Dios, ya
que eso hubiera significado temer a los hombres más bien que a Dios. La mala conducta de los esclavos, hasta
en el caso de que la ordenase un superior, no habría ‘adornado la enseñanza de su Salvador, Dios’, sino que
hubiera representado mal y deshonrado esta enseñanza. (Tit 2:10.) Por consiguiente, tenían que guiarse por su
conciencia cristiana.
Todos los miembros de la congregación cristiana ocupaban la misma posición sin importar su condición social.
A todos se les ungió con el mismo espíritu y, por lo tanto, participaban de la misma esperanza como miembros
del mismo cuerpo. (1Co 12:12, 13; Gál 3:28; Col 3:11.) A pesar de que estaba más limitado en lo que podía
hacer para esparcir las buenas nuevas, el esclavo cristiano no tenía que preocuparse por este aspecto. Sin
embargo, si se le concedía la oportunidad de conseguir la libertad, debía aprovecharse de esta situación para
aumentar su actividad cristiana. (1Co 7:21-23.)
Esclavitud al pecado. Cuando el primer hombre, Adán, desobedeció la ley de Dios, perdió el control perfecto
que tenía sobre sí mismo y cedió al deseo egoísta de agradar a su esposa pecadora y permanecer con ella. El
ceder a este deseo pecaminoso le hizo esclavo tanto del deseo como del resultado del mismo. (Compárese
con Ro 6:16; Snt 1:14, 15; véase PECADO.) De esta manera se vendió al pecado. Como toda su prole aún estaba
en sus lomos, también fue vendida al pecado, y esta es la razón por la que el apóstol Pablo escribió: “Yo soy
carnal, vendido bajo el pecado”. (Ro 7:14.) Por ello, ninguno de los descendientes de Adán pudo llegar a ser
justo, ni siquiera guardando la ley mosaica. Como lo expresó el apóstol Pablo, “el mandamiento que era para
vida, este hallé que fue para muerte”. (Ro 7:10.) Al ser incapaces de guardar perfectamente la Ley, los seres
humanos mostraron que eran esclavos del pecado y merecían la muerte, no la vida. (Véase MUERTE.)
Solo aprovechándose de la liberación que hizo posible Jesucristo podrían los hombres emanciparse o
conseguir libertad de dicha esclavitud. (Compárese con Jn 8:31-34; Ro 7:21-25; Gál 4:1-7; Heb 2:14-16;
véase RESCATE.) Como han sido comprados con la sangre preciosa de Jesús, los cristianos son esclavos o
siervos de Jehová Dios y de su Hijo, y están obligados a guardar sus mandamientos. (1Co 7:22, 23; 1Pe
1:18, 19; Rev 19:1, 2, 5; véanse LIBERTAD; LIBERTO, HOMBRE LIBRE.)
Como nos dice Jesús, Moisés, por la dureza de sus corazones les permitió que se
divorciaran de sus mujeres. Y así puedo decir que debido a la dureza de sus corazones les
permitió también que mantuvieran a personas en servidumbre. Pero hizo leyes muy
estrictas que hacían muy leve la esclavitud.
El hombre que cometiera un robo recibía una multa equivalente a siete veces la cantidad
robada, en vez de cargar al país con el gasto de una prisión. Y si no tenía dinero para pagar
era puesto bajo esclavitud hasta que pudiera comprar de nuevo su libertad. La ceremonia
tenía por objeto poner ciertos obstáculos en el camino, para darle la oportunidad de
pensarlo bien y decir: "No, no me voy a someter a eso," y así podría irse libre, como
correspondía.
La primera enseñanza es ésta. Los hombres, por naturaleza, son esclavos del pecado.
Segunda enseñanza. En el Salmo 41, en su versículo sexto, van a encontrar la expresión
utilizada por el Señor, o por David que en profecía personificaba a nuestro Señor: "tú has
abierto mi oído," o "tú has perforado mi oído." Con toda probabilidad es Jesucristo quien
habla aquí, refiriéndose a Sí mismo como el voluntario Siervo de Dios a favor nuestro para
siempre. Se había convertido por causa nuestra, en el siervo de Dios de toda la vida. Él
amó a Su esposa, la Iglesia. Nuestra insolvencia nos había convertido en esclavos y Cristo
se convirtió en Siervo en lugar nuestro. Cuando vino al pesebre de Belén, era para que su
oreja fuera horadada, con toda certeza, pues Pablo cita como una expresión paralela: "pero
me preparaste un cuerpo." Estaba encadenado al servicio de Dios cuando fue encontrado
en la forma de hombre, "haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!"
Cuando estuvo frente a frente con Satanás en el desierto, el supremamente maligno le
ofreció todos los reinos de este mundo, y ¿por qué no los aceptó? Por que Él prefirió la
Cruz a la corona, pues su oreja había sido horadada. Años más tarde el pueblo, en la
cúspide de Su popularidad, le ofreció una corona, pero Él se escondió de ese pueblo. ¿Por
qué? Por que Él vino a sufrir, no a reinar. Su oreja había sido horadada para la obra de
redención y Él tenía como único motivo, llevar a cabo esa redención. En el huerto, cuando
el sudor sangriento corría por su rostro y dijo estas palabras: "Padre mío, de ser posible,
pase de mí esta copa,"
Sálvate a ti mismo gritaron!! crsito no pudo salvarse asi mismo( aunque pudo) porque
su libertad no le pertenecia sino a su señor(padre).
"Que mi oreja sea horadada para Su servicio, de la misma manera que su oído fue
abierto por mí"?
Nuestra ELECCIÓN DE SERVICIO PERPETUO. La primera cosa es que tenemos el poder
de irnos libres si queremos.
La horadación de nuestra oreja representa un dolor muy especial, El esclavo de nuestro
texto que no quiso aceptar su libertad, dijo: "Yo amo a mi señor." ¿Podemos decir lo
mismo nosotros?.
Quiero horadar sus orejas. ¿Quieren ser esclavos de por vida? Cristianos, ¿de veras
quieren eso? Vengan, siéntense y consideren el costo;
Vengan pues, para que sus orejas sean horadadas. Y que primero sean horadadas con la
lezna de los sufrimientos del Salvador.
Ahora, cada vez que oigan algo de Él, deben decirse a ustedes mismos: "Ah, Él está horadando mi oreja. Me está
sujetando a Su Cruz. Me está marcando para Él, no puedo abandonar a mi Señor sangrante. Sus heridas me atraen. Que
tu oreja sea horadada por la Verdad de Dios para que tengas la determinación de oír sólo el Evangelio.
Mis ovejas," dice Cristo, "oyen Mi voz, pero al extraño jamás seguirán, porque no conocen la voz de los extraños." Jn
10:27, 5. Por otra parte, se dice que los oídos de los rebeldes se hacen “indispuestos a responder”, “duros” (BJ), y que
‘oyen con molestia’. (Isa 6:10; Mt 13:15; Hch 28:27.) Jehová dijo por medio de sus siervos que los tercos y desobedientes
israelitas tenían ‘oídos incircuncisos’ (Jer 6:10; Hch 7:51), Un ejemplo en el que se diferencia oír un sonido y oír con
entendimiento se halla en el relato de la conversión de Saulo de Tarso y en lo que él mismo dijo más tarde. (Hch 9:3-8;
22:6-11.) El relato de Hechos 9:7 dice que los hombres que iban con Pablo oyeron “la voz” (BJ) o “el sonido de una voz”
(NM). Sin embargo, en Hechos 22:9 Pablo dice que los hombres que iban con él no oyeron la voz. Cuando se entiende
bien lo que se dice en cada uno de estos dos versículos, no se observa ninguna contradicción. La palabra griega “voz”
(fo·ne) de Hechos 9:7 está en genitivo (fo·nes), y en este versículo comunica la idea ‘oír de’ una voz, es decir, oír el
sonido, pero no entender el significado. En Hechos 22:9 fo·ne está en acusativo (fo·nen): los hombres “no oyeron la
voz”, es decir, aunque oyeron el sonido de una voz, no entendieron las palabras, el significado; no entendieron lo que
Jesús le decía a Saulo, solo lo entendió él. (Hch 9:4.) Este conocimiento del uso bíblico de la idea de ‘oír’ en ambos
sentidos ayuda a aclarar lo que de otro modo parecerían discrepancias.
Cuando se instaló el sacerdocio en Israel, se le mandó a Moisés que tomara un poco de la sangre del carnero de la
instalación y la pusiese sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y de cada uno de sus hijos, así como sobre la mano
derecha y el pie derecho, indicando que lo que oyesen, lo que hiciesen y el modo de comportarse, todo debería verse
afectado directamente por lo que allí estaba sucediendo. (Le 8:22-24.) La Ley también decía que en el caso de un leproso
que llegara a estar limpio de su mal, el sacerdote tenía que poner algo de la sangre del carnero ofrecido como ofrenda
por la culpa y parte del aceite sobre el lóbulo de la oreja derecha del leproso. (Le 14:14, 17, 25, 28.) Se hacía algo similar
cuando un hombre deseaba continuar en esclavitud a su amo hasta tiempo indefinido. En ese caso, se debía llevar al
esclavo al poste de la puerta, donde su amo le agujereaba la oreja con un punzón. Esta marca visible en el órgano
auditivo debía representar el deseo del esclavo de seguir prestando atención obediente a su amo. (Éx 21:5, 6.)
Con respecto a la gran necesidad que tiene el hombre, no de ver a Dios, sino de oírle, en el sentido de prestar cuidadosa
atención y obedecer sus palabras según indica la Biblia, R. C. Dentan observa: “En la Biblia, la palabra clave de la relación
del hombre con Dios es ‘oír’ más bien que ‘ver’ [...]. En las religiones mistéricas la experiencia religiosa más elevada era
‘ver’ al dios; pero la Biblia, que preconiza como actitud religiosa fundamental la obediencia a la palabra divina, coloca el
énfasis en ‘oír’ su voz. La fórmula más importante de la religión de Israel se caracteriza por la expresión: ‘Oye, oh Israel’.
‘El que es de Dios’ no es el místico que ha tenido una visión, sino el que ‘oye las palabras de Dios’ (Juan 8:47)”
Cuando a un cristiano les han sido horadadas sus orejas para pertenecer a Cristo eternamente y para siempre,
¡ciertamente Dios pondrá una joya allí! Y ¿qué joyas deben colgar de la oreja de un cristiano? Pues la joya de
la obediencia. ¡Practica la doctrina que tu oído ha escuchado! Después sigue el diamante del gozo. La oreja que
pertenece completamente a Jesús seguramente estará adornada con la joya del Espíritu, ¡que es el gozo! Si rendimos
nuestro corazón a Cristo, Él colgará de nuestra oreja muchas gemas valiosas de conocimiento. Sabremos las cosas
profundas de Dios cuando tengamos la voluntad de aprenderlas. Puedes estar seguro de esto, si vas a Él, Él
te incorporará al servicio de Su casa y te asignará una honorable porción cada día.
De Cristo se dice también: «Has abierto mis oídos» (Sal 40:6), citado en He. 10:5 de la LXX: «Me preparaste cuerpo»,
significando ambas citas que Él fue el siervo obediente.El Señor dijo a Sus seguidores y a cada una de las iglesias de Asia:
«El que tenga oídos para oír, oiga.». También se dice cuando se da adoración a la bestia, que representa el futuro poder
romano, lo que significa que se precisa de un discernimiento espiritual para comprender el significado de lo que se decía
(Mt 13:9),( Ap 2:7),( Ap 3:6) 13:9).
Los aretes se usaron desde los tiempos bíblicos, en esta cultura hebrea para distinguir a alguien que prefería ser esclavo
de otra persona (trabajador), ya sea por cariño familiar.
"Moisés no instituyó ningún tipo de esclavitud. Las leyes relacionadas con la esclavitud fueron hechas con el propósito
de reglamentarla"
"si un esclavo huía de su amo, era contrario a la ley que alguien ayudara para regresarlo de nuevo a su amo"
"eran obligadas por ley a prestar sus servicios a sus acreedores por un cierto número de años, siempre limitado a seis".
Es muy importante saber que si el servidor quisiera quedarse en ese estatus de trabajador en esa familia, el tenia que
hacer un pedido publico frente a los jueces, y por su propia voluntad de dirigirá al marco de la puerta, donde hay un
punzón, donde colocara su oreja para ser perforada por señal de que no esta siendo obligado a ser esclavo, sino que se
siente bien sirviendo en esa familia donde "trabaja" hace 6 años.
Que abrirse las orejas tiene un significado según la cultura. En este caso las personas que lo usaban eran trabajadores de
por vida de una persona y eran protegidas tanto por sus amos, como por las leyes.
Que Nosotros podemos escapar de cualquier tipo de esclavitud del pecado, por que al igual que estas leyes no fuimos
nacidos para ser esclavos del pecado.
Romanos ^ Hemos sido puestos en libertad desde el poder y la esclavitud del pecado para convertirnos en los
instrumentos de justicia. "Ya no somos esclavos del pecado" (vv. 6-7).
Que hemos elegido ser esclavos, de Jesús, por nuestra propia voluntad. Con Cristo estoy juntamente crucificado, ya no
vivo yo, mas Cristo vive en mi.
LA ESCLAVITUD EN ISRAEL:
HACIENDOLOS PRISIONEROS DURANTE LAS GUERRAS: NM.31:9
POR COMPRA A UN MARCHANTE DE ESCLAVOS: GN.17:27
EN VIRTUD DEL SISTEMA DE COMPENSACION, EL LADRON INCAPAZ DE RESTITUIR LO ROBADO, ERA VENDIDO COMO
ESCLAVO. TAMBIEN EKL DEUDOR INSOLVENTES O SUS HIJOS: EX.22:3, 2R. 4:1
ISRAELITAS QUE SE VOLVIAN POBRES Y SE VENDIAN O VENDIAN A SUS HIJOS. EX.21:2