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En este tema, Guatemala tiene una larga y trágica historia por ser considerado un
país violador de derechos y libertades de sus habitantes. Las violaciones graves,
masivas, indiscriminadas y sistemáticas más recientes sucedieron durante el
Conflicto Armado Interno (CAI), ejecutadas por agentes de las dictaduras militares
contrarrevolucionarias y contrainsurgentes. Genocidio, masacres, ejecuciones
extrajudiciales, desapariciones forzadas e involuntarias, detenciones ilegales y
arbitrarias, torturas, tratos crueles e inhumanos, violaciones y esclavitud sexual,
desplazados, refugiados.
Aquí en Guatemala, la tranquilidad social se alteró por los abusos de todo tipo,
que victimizaron a millones de personas. El esclarecedor y voluminoso informe de
la Comisión de la Verdad (12 tomos), analiza los hechos y a partir de testimonios
desnuda la cruda realidad y el cruel destino de las víctimas de estos abusos. En
esa larga noche de terror y pesadilla fueron miles los agraviados e inmolados,
entre campesinos, obreros, sindicalistas, maestros, intelectuales, artistas,
profesionales, académicos, religiosos, periodistas, políticos y hasta ciudadanos de
otras nacionalidades, padecieron las consecuencias de los intolerantes, represivos
y sanguinarios agentes de las dictaduras militares. Por esas condiciones, la
Organización de las Naciones Unidas ONU, condenó reiteradamente al país y
durante varios años se nombró un Relator Especial quien cada año en la
Asamblea de la antigua Comisión de Derechos Humanos hoy Consejo, presentaba
un informe detallado de la situación de DD. HH. en el país y como la situación era
grave, se volvía a nombrar al Relator y a condenar al Estado por su
responsabilidad en las violaciones, los abusos y la impunidad.
A partir de la firma del Acuerdo de Paz que este diciembre cumple 20 años, la
población confió en la oportunidad y posibilidad de iniciar un cambio que
permitiera alcanzar, por fin, el respeto pleno de los DD. HH. y en consecuencia el
bienestar común, pero tal situación no existe, por el contrario, ni bienestar común
ni respeto a los DD. HH. En Guatemala se continúan violando y el Poder Público
sigue abusando de la fuerza y la autoridad, para intimidar y reprimir a la población,
ahora de formas más sutiles, criminalizando las luchas y reivindicaciones sociales,
judicializando a los dirigentes comunitarios, intimidando y reprimiendo a
periodistas, sindicalistas y defensores de Derechos Humanos.