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EL IMPERIALISMO

El imperialismo surge como consecuencia lógica de la Revolución Industrial y la nueva economía


capitalista. Se necesitaban nuevos territorios de donde sacar materias primas y nuevos
mercados donde vender los productos. Durante la Revolución Industrial se produce un fuerte
aumento de la población, de tal manera que a finales del siglo XIX la población europea paso de
300 a 450 millones de habitantes. Por otro lado, la revolución se caracterizó también por los
avances tecnológicos, hasta tal punto que el hombre blanco sintió una sensación de poder y de
superioridad que le hizo anhelar la conquista de nuevos territorios donde “mejorar” la vida de
personas “inferiores”.

La superioridad técnica, política, económica y militar crea en el hombre occidental un sentimiento


de superioridad que le lleva a una carrera por ocupar territorios y que afectará principalmente a
África y Asia a mediados del siglo XIX y principios del XX. Los territorios ocupados pasan pues
a depender económica y administrativamente de las potencias colonizadoras.

Las causas del imperialismo fueron diversas, pero entre los motivos que llevaron a dicha
expansión están:

La existencia de dos formas de vida diferentes: los estados imperialistas, dominadores, y los
territorios dominados, las colonias.

Excedente de población europea que necesita trabajo y que lo encuentra en las colonias.
Emigración.

Superioridad técnica y científica.

Poder militar.

Deseo de seguridad y poder político.

Deseo de extender la religión.

Creencia en la superioridad del hombre blanco y en su obligación de civilizar a las otras


civilizaciones no europeas.

El mayor período de colonización europea tuvo lugar durante el Renacimiento. El Imperio


británico fue el más extenso de todos ya que sus dominios se extendían por los cinco
continentes.

Los inicios del Imperio británico se remontan al siglo XVI, con Elizabeth I (1533-1603). La reina
apoyó la destrucción de los barcos españoles que traían, entre otras cosas, oro y plata del
recién descubierto continente americano, fomentó el asentamiento de comerciantes británicos
en otras partes del mundo, creando así colonias, hizo que las compañías británicas tuvieran
todo el poder sobre los negocios en sus territorios o colonias y convirtió a Irlanda en la colonia
británica más importante. Enrique VIII obligó a los irlandeses a reconocerlo como su rey y a
aceptar su religión.

En el siglo XVII, se crean las 13 colonias americanas: Virginia, Plymouth, Massachusetts. New
Hampshire, New Haven, Connecticut, Rhode Island, Maryland, Pennsylvania, Delaware, las
dos Carolinas y Georgia. Los pobladores originales eran principalmente ingleses, luego
llegaron los franceses, los alemanes y los escoceses-irlandeses. El único lazo de unión entre
las colonias británicas era el rey y el hecho de que todas las colonias se dedicaban a la
agricultura. También hubo mucho comercio marítimo, especialmente desde Nueva Inglaterra,
cuyos mercaderes y comerciantes trataban con Inglaterra, África y el oeste de las Indias.

El imperialismo británico del siglo XVIII destaca por:

El Tratado de Utrecht, firmado en 1713, por el que Francia cedió a los ingleses la mayor parte
de sus territorios americanos.

La Guerra de los Siete Años, 1756-1763, como resultado de la rivalidad colonial entre
franceses e ingleses. Fue durante esta guerra cuando los ingleses se hicieron con el control de
la India. Acabó con el Tratado de París, con el que Gran Bretaña obtuvo importantes territorios.

La conquista por parte de los ingleses de Senegal y Gambia, estableciendo sus primeras bases
en el oeste de África.

Sin embargo, la independencia de las colonias americanas en 1776 se considera la


consecuencia del enorme gasto que los ingleses tuvieron durante su periodo imperialista y
colonizador, que tendrían que poner las miras en el Este y en África para compensar la pérdida
de las colonias americanas.

En el siglo XIX, tras la Batalla de Trafalgar (1805), Inglaterra se convirtió en la potencia naval
más importante del mundo. Es entonces cuando el imperialismo se convirtió en una absoluta
realidad, especialmente en los últimos 30 años del siglo. El imperialismo del siglo XIX fue
distinto al de los siglos XVII y XVIII pues se centró en la explotación de los recursos y las
personas. Se caracterizó por:

1.El Imperio lo constituyen ahora África, Asia y el Pacífico.

2.Los territorios conquistados eran ahora territorios ocupados y no nuevas sociedades como en
siglos anteriores, donde una minoría europea controlaba la política y a la población nativa.

3.Hubo más prisa por ocupar territorios, lo que provocó guerras entre las distintas fuerzas
europeas que culminaron en la Primera Guerra Mundial. Las razones que explican estas prisas
por conquistar territorios son:

a)Las consecuencias de la Revolución Industrial, es decir: el crecimiento del capital que resultó
del crecimiento industrial trajo consigo un imperialismo financiero pues se necesitó ampliar el
mercado y los territorios, y un imperialismo comercial, pues se necesitó encontrar nuevos
mercados para los productos y para obtener materias primas. Por otro lado, el crecimiento de la
población hizo necesario que mucha gente emigrara para encontrar trabajo y mejores
expectativas de futuro.

b)Un sentimiento nacionalista, basado en la creencia de la supremacía de la raza blanca, y en


particular de la británica, apoyada por Chamberlain, político inglés, y Kipling, escritor inglés
nacido en Bombay, que consideraba obligación del hombre blanco extender su cultura y
civilización entre razas inferiores.

En el siglo XIX, las colonias británicas eran:

Australia, que se convirtió en un dominio del Imperio británico en 1901.

Nueva Zelanda, que se convirtió en un dominio en 1907.

La India, que se convirtió en la joya de la corona y en el trampolín británico para conquistar


Birmania, Malasia, Singapur y Afganistán. Fue el dominio más importante, una colonia de
explotación, administrada por la Compañía de las Indias Orientales. Era la principal
suministradora de materias primas como algodón, té…
China, cuya Guerra del Opio acabó con el Tratado de Nanking (1842), por el que los ingleses
obtuvieron Hong Kong y la apertura de varios puertos costeros al comercio exterior,
suponiendo así la intromisión británica en los asuntos chinos.

África, a la que los ingleses estuvieron a punto de conectar de norte a sur, yendo de una costa
a su opuesta, pero que finalmente fue repartida entre las distintas potencias europeas en la
Conferencia de Berlín. Mención especial por su importancia histórica es la que merece África
del sur, rica en oro y diamantes.

La política económica del Imperio británico de los siglos XVII y XVIII se basaron en el
mercantilismo, teoría según la cual la riqueza de un país se basa en la cantidad de oro y plata
que posee. Así pues, las colonias existían únicamente para que los países dominadores de
éstas se beneficiaran económicamente a través de la obtención de materia prima. De esta
manera, en el siglo XVII surgen “Las Cartas de Navegación”, dando a los barcos ingleses el
monopolio del comercio marítimo.

No obstante, más tarde el mercantilismo se vino abajo debido principalmente a un nuevo


sistema económico que demandaba un comercio libre, sin la intromisión del Parlamento
británico en los negocios de la empresa privada.

Durante el siglo XIX las colonias se organizaron políticamente de dos formas distintas:

Colonias Reales, de administración directa, que, sin sus propios gobiernos, dependían de la
administración de Londres y tenían un gobernador que estaba a cargo de la colonia.

Protectorados, con sus gobiernos propios indígenas para evitar problemas y un gobernador
imperial, responsable de la política exterior. Ejemplos: Egipto, Malasia y Sierra Leona,
normalmente seguido en aquellos territorios que ya tenían sus propios gobiernos antes del
asentamiento inglés.

Económicamente, las colonias también se explotaban de dos formas distintas, que


determinaban el tipo de colonias en las que convertirían:

Colonias de asentamiento, como por ejemplo Australia y Canadá.

Colonias de explotación, cuya economía estaba controlada por compañías inglesas y donde la
mayoría de la población nativa estaba bajo las órdenes de una minoría británica.

Dos escritores reflejaron esta época imperialista: Joseph Conrad (1857-1924) y Rudyard
Kipling (1865-1936).

Conrad nació en Polonia pero se hizo ciudadano británico en 1886. Escribió sobre las colonias
europeas y sobre una corrompida sociedad europea, sobre la naturaleza y los efectos del
imperialismo, económico y colonial. Sus obras se centran en la intrusión de los europeos en el
Pacífico, las Indias orientales, América del sur y África. Sus colonizadores proceden de
distintos países y son intolerantes y explotadores. En sus obras, el colonialismo emerge de
forma brutal y el poder es corrupto y abierto a los abusos. Conrad compartió con Kipling y
Maugham su fascinación por culturas diferentes, especialmente las del lejano Este y África.

Kipling nació en Bombay pero se educó en el “United Services College”, una institución para
hijos de oficiales. Regresó a la India en 1882 como periodista. Viajó por toda la India y por todo
el mundo y cuando regresó a Inglaterra en 1889 era un escritor reconocido. Obtuvo el Premio
Nobel de Literatura en 1907. Sus obras sobre la India británica son un verdadero legado
histórico. Sus temas tienen como telón de fondo la India y sus habitantes, y sus personajes son
soldados y civiles que insisten sobre la importancia de la disciplina, la autoridad, la obediencia
y el patriotismo. Kipling escribió sobre un tema hasta entonces inexistente en la literatura, sobre
los problemas psicológicos y morales que surgen al vivir entre personas de cultura diferente
bajo el mando inglés. Kipling estaba convencido de las ventajas y la importancia de un Imperio
y de la responsabilidad del hombre blanco de crear una única civilización nacida de diferentes
razas, culturas y credos.

El Imperialismo se convirtió, pues, en una doctrina sólida basada en un sentimiento de


superioridad y supremacía de la raza blanca. Londres se convirtió en la principal ciudad del
mundo. La población nativa disminuyó al principio debido a los enfrentamientos con los
ingleses, las nuevas enfermedades y las duras condiciones de trabajo. Pero después los
avances europeos en medicina disminuyeron la mortalidad, pasando después a una
superpoblación que aún perdura en algunos territorios. La población nativa dependía de sus
colonizadores y estaba marginada y explotada, lo que da lugar a un “antiimperialismo”. Con
respecto a la cultura, también se pretendió imponer las costumbres europeas, la religión
cristiana, la lengua… Sólo algunos territorios con religiones muy arraigadas como la budista o
la musulmana escaparon de la aculturación. La gran mayoría acabaron sucumbiendo a la
cultura y forma de vida europea, trayendo consigo una nueva cultura, una cultura de mezcla
peculiar.

De hecho, la palabra “colonización” no es sino el término para la dominación política, cultural y


económica de un territorio, que unida al adjetivo “imperialista” acentúa el carácter
supranacional de la colonización, esto fue lo que significó el Imperio Colonial Británico para los
territorios colonizados. En Gran Bretaña este sentimiento supranacional estaba representado
por el “jingoísmo”, un movimiento nacionalista y racista, evocador del “Imperio” y del deber del
hombre blanco de someter y culturizar a pueblos inferiores. Kipling fue un claro defensor del
Imperio y del deber del hombre blanco con respecto a “pueblos medio moribundos” a los que
había que “salvar”. ¿Salvar de qué? Si, de la explotación y el maltrato de las razas
“culturalmente superiores” que crearon fronteras ficticias en beneficio propio y provocaron
profundos e irreversibles cambios sociales y culturales.

El Imperio británico
Fue el más extenso de todos, comenzó a
formarse en el siglo XVIII, pero alcanzó la
madurez durante el largo reinado de
Victoria(1837-1901), impulsado por la acción de
sus ministros Disraeli y Chamberlain. Hasta
entonces había controlado
Victoria I
fundamentalmente territorios costeros o islas
con claras aspiraciones comerciales o
estratégicas. Algunos de ellos habían
pertenecido a Francia, Holanda o España: El
Cabo en el Sur de África, la isla de Ceilán en el
Índico, Malta y Corfú en el Mediterráneo,
Gibraltar y Santa Elena en el Atlántico, etc. La
derrota de Napoleón reforzó su posición Joseph Chamberlain

dominante.

Sus dominios se extendían por los cinco continentes:

Asia
La constitución del imperio británico en Asia fue temprana, en 1885 ya se ha
completado. La India fue sin duda el dominio más importante. Se trataba de
una colonia de explotación administrada desde 1777 por la Compañía de las
Indias Orientales. Se convirtió en la principal suministradora de materias
primas (algodón, yute, té, etc.). Constituida en el eje del imperio, la construcción
del canal del Suez agilizó de manera notable las relaciones con la metrópoli.
Para mantenerla protegida de los territorios coloniales de otras potencias Gran
Bretaña creó en torno a ella una serie de estados tapón, como Beluchistán (en
el actual Pakistán) oAfganistán.
A raíz de la sublevación de los cipayos, soldados indios al servicio de Gran Bretaña,
la Corona tomó directamente el gobierno de la India que había estado dirigido
por la citada Cía. de las Indias Orientales.

Otras áreas de dominio británico en Asia fueron Malaca y Singapur; ésta se


convirtió en un punto estratégico en las rutas marítimas. Birmania, que había
constituido un protectorado semiindependiente fue anexionada en 1885, lo que
supuso la creación de una vía terrestre hacia China.

En China, que conservó nominalmente la independencia, amplíó su influencia


tras el tratado de Nankín (1842) que puso fin a la “Guerra del Opio”. A partir de
entonces China se vio obligada a ceder Hong Kong y a abrir cinco puertos
costeros al comercio exterior. Ello dio paso a los llamados "Tratados
desiguales" que no sólo permitieron las injerencias británicas en los asuntos
chinos, sino también las de otras potencias como Francia y Estados Unidos.
Más tarde, en 1860, por el Tratado de Tient-Sin, el gran imperio asiático hubo de
transigir en la apertura de otros once puertos.

Mediterráneo
En el controló una serie de colonias que jalonaban el camino hacia la India
una vez abierto el Canal de Suez. Desde Gibraltar se sucedieronMalta y Suez.
Pronto intervino en Egipto que, aunque conservó nominalmente su
independencia, en realidad fue controlado por franceses y británicos.

Inauguración del canal Inauguración del canal Navegación por el canal

África
En África avanzó desde el sur (El Cabo) intentando enlazar con el
Sudán. Cecil Rhodes se anexionó los territorios que llevan su
nombre (Rodesia), hoy repartidos entre Zimbabwe y Zambia.
En esta progresión hacia el norte chocará
con los bóers, pobladores de origen
holandés establecidos
en Transvaal y Orange así como con la
población zulú a la que venció en 1879.
Con esta conquista impidió
que Portugal pudiera progresar de Oeste
a Este y unir sus colonias de Angola y Soldados bóers

Mozambique.
Esta expansión se completó con la incorporación de Nigeria, parte
deSomalia (1884), Kenia y Uganda.
En el control del valle del Nilo chocó contra la otra gran potencia
imperialista de África: Francia.
Una vez alejado el peligro de una guerra
entre ambas potencias tras el "Incidente de
Fachoda" (en Sudán), el Imperio Británico se
adueño de una de las áreas más ricas de
África: el sur, pródigo en oro y diamantes; y
el valle del Nilo(Egipto y Sudán), con sus
fértiles cultivos de algodón. Su control le
Caricatura de C. Rhodes
permitió además proteger las principales
rutas que conducían a la India.

Oceanía
Nueva Zelanda fue convertida en colonia
británica en 1841 quedando su población
indígena, los maoríes, bajo la soberanía de la
metrópoli. Australia fue utilizada durante gran
parte del siglo XIX como prisión donde eran
destinados determinados convictos. Wakefield

Estos dominios se completaron con algunos archipiélagos del


Pacífico.
La penetración europea se realizó
siguiendo las pautas de formación
de colonias de poblamiento que sirvieron
de drenaje a los excedentes demográficos
británicos y del norte de Europa,
provocando en muchos casos la casi total
Maoríes trabajando el lino
desaparición de las poblaciones indígenas.

América
Canadá redondeó este imperio universal. Fue convertida
en dominio en 1867 siéndole otorgado un amplio grado de
autonomía. Honduras, Jamaica o Guayana constituyeron
asimismo posesiones británicas.
Caricatura del Imperio
Británico

Primer imperio británico[editar]


La era isabelina[editar]

Isabel I de Inglaterra sería la gobernante que sentara las bases del Imperio Británico, librando las
primeras batallas con su mayor enemigo en la expansión colonial, el Imperio español.

El reinado de Isabel I, entre 1577 y 1590, coincidió con una época de gran esplendor en la
que se cimentaron los inicios del Imperio británico. Inglaterra comenzaba su expansión
ultramarina con sir John Hawkins y luego con sir Francis Drake, librando numerosas
guerras contra el Imperio español de Felipe II. Drake dio la vuelta al mundo, y fue el
segundo hombre en conseguirlo, tras la expedición de Fernando de Magallanes y Juan
Sebastián Elcano. En 1579, Drake atracó en algún lugar del norte de California y reclamó
para la Corona lo que llamó Nova Albion ('Nueva Inglaterra'), aunque su reivindicación no
fue seguida de ningún asentamiento. Los siguientes mapas situaron Nova Albion al norte
de la Nueva España.
Los intereses de Inglaterra fuera de Europa aumentaron considerablemente. Humphrey
Gilbert siguió el curso de Cabot cuando partió hacia Terranova en 1583 y la declaró
colonia británica el 5 de agosto en San Juan. Sir Walter Raleigh organizó la
primera colonia de Virginia en 1587, en el lugar llamado Roanoke. Tanto el asentamiento
de Gilbert en Terranova como la Colonia de Roanoke duraron poco tiempo, y tuvieron que
ser abandonados debido a la escasez de alimentos, el duro clima, los naufragios y los
encuentros con tribus indígenas hostiles.
En 1587 Felipe II, rey de España, comenzó a preparar el plan de invasión de Inglaterra que
se apoyaba en la Armada Invencible y los tercios de Holanda, mientras Isabel reforzaba la
marina de su reino. En 1587, Drake atacó con éxito Cádiz, destruyendo varios barcos y
retrasando efectivamente hasta 1588 a la Armada Invencible. Sin embargo, la Armada vio
frustrado su propósito de invasión por el mal tiempo, por el bloqueo holandés y la
resistencia inglesa. La victoria sobre la Armada llenó de alivio a Isabel, que ya no habría
de temer una invasión de los tercios españoles. Pero el ambiente en Inglaterra tras la
batalla distó de ser una algarabía de fervor patriótico y festejos por el fracaso de la
invasión española. Además, al año siguiente, en 1589, Isabel intenta aprovechar la ventaja
estratégica obtenida sobre España tras el fracaso de la Armada Invencible enviada por
Felipe II y envía su propia flota (conocida como "Contraarmada" o "Invencible Inglesa")
contra las posesiones españolas acabando también en un auténtico desastre, perdiendo
gran cantidad de barcos, tropas y además los costes de la expedición agotaron el tesoro
real de Isabel, pacientemente amasado durante su largo reinado. Tras el
desastre sir Francis Drake, cayó en desgracia.

La era Estuardo[editar]

La victoria de los parlamentarios sobre los realistas en la batalla de Naseby en 1645 fue el punto de
inflexión decisivo de la Guerra Civil Inglesa.

Es probable que la derrota de la Armada Invencible española en 1588 consagrase a


Inglaterra como potencia naval, aunque lo cierto es que después de la derrota de
la Contraarmada España siguió como imperio dominante en los mares. Así, en 1604, el
rey Jacobo I de Inglaterra negoció el Tratado de Londres con el que acababan las
hostilidades con España, y el primer asentamiento permanente de Inglaterra en América
se estableció en 1607 en Jamestown (Virginia).
Sin embargo, la política exterior se vio detenida por una serie de problemas internos:
la guerra civil (1642-1645), la República y el protectorado de Cromwell (1649-1660) y la
posterior restauración, todo ello aderezado con luchas internas
entre católicos y protestantes. No fue hasta la Revolución Gloriosa de 1688 cuando el
reino recuperó la necesaria estabilidad interna.
Durante los siguientes tres siglos, Inglaterra extendió su influencia internacional y
consolidó su desarrollo político interior. En 1707, los parlamentos de Inglaterra y Escocia
se unieron en Londres dando lugar al parlamento de Gran Bretaña. En 1704, en el
contexto de la Guerra de Sucesión Española, Gibraltar es entregado al príncipe de Hesse-
Darmstadt que representaba al Archiduque Carlos de Austria. La posesión sería
reconocida como británica en el Tratado de Utrecht de 1713, que puso fin a la guerra.
España cedía a perpetuidad el peñón al Reino de Gran Bretaña sin jurisdicción alguna,
estableciéndose, no obstante, una cláusula por la cual si el territorio dejaba de ser
británico, España tendría la opción de recuperarlo.

La Guerra de los Siete Años[editar]


La muerte de general Wolfe (1771), en las Llanuras de Abraham, cerca de Quebec (Benjamin West).

La guerra de los Siete Años supuso la consolidación del Reino de Gran Bretaña en
Norteamérica por la expulsión del Reino de Francia del Canadá y el territorio
de Luisiana de la margen oriental del río Misisipi, así como la obtención de los derechos
franceses de exploración en la India y la incorporación de la Florida Española en 1763.
El conflicto entre Francia y Gran Bretaña estalló entre 1754 y 1755 cuando los británicos
atacaron posiciones reclamadas por Francia en América del Norte y capturaron cientos de
navíos mercantes franceses.La guerra fue un éxito para Gran Bretaña, que ganó la mayor
parte de la Nueva Francia en América del Norte, Florida española , algunas islas
individuales del Caribe , la colonia de Senegal en la costa de África Occidental, y la
superioridad sobre los puestos comerciales franceses asegurando así su futura hegemonía
en el Subcontinente indio.
La guerra de los Siete Años terminó en 1763. El 10 de febrero, el Tratado de París fue
firmado por el duque Choiseul, el marqués de Grimaldi y el duque de Bedford. William Pitt
se había empecinado en mantener vivo el conflicto hasta lograr el aniquilamiento de las
fuerzas de Francia.

La batalla de Waterloo en 1815. Significó el fin de la hegemonía de la Francia Napoleónica.

Guerras Napoleónicas[editar]
En 1807 el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda ocupa Heligoland. Cedida al Imperio
Alemán en 1890. Como consecuencia del Tratado de París de 1814, el Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda obtiene Malta, Tobago, Santa Lucía, Seychelles y la Isla
Mauriciode Francia. El Congreso de Viena de 1815 da como protectorado las Islas
Jónicas al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlandaconstituyendo los Estados Unidos de las
Islas Jónicas. Estas habían formado parte de la República de Venecia hasta su invasión
por Francia. Los Estados Unidos de las Islas Jónicas formarán parte del Reino de
Grecia en 1864.

Colonización de América[editar]
El Mayflower, el barco que transportó colonos británicos a la colonia de Plymouth en el año de 1620.

El Imperio británico comenzó a tomar forma a principios del siglo XVII, mediante el
establecimiento por parte de Inglaterra de las 13 colonias de Norteamérica, que fueron el
origen de los Estados Unidos así como de las provincias marítimas de Canadá. También
se produjo la colonización de pequeñas islas en el mar Caribe como Jamaica y Barbados.
Las colonias productoras de azúcar del Caribe, donde la esclavitud se convirtió en la base
de la economía, eran las colonias más importantes y lucrativas para Inglaterra. Las
colonias americanas producían tabaco, algodón, y arroz en el sur y material naval y pieles
de animales en el norte.
El imperio de Inglaterra en América se iba expandiendo gradualmente mediante guerras y
colonias. Inglaterra consiguió controlar Nueva Ámsterdam (después llamada Nueva York)
tras las guerras anglo-neerlandesas. Las colonias americanas se extendían hacia el oeste
en busca de nuevas tierras para la agricultura. Durante la Guerra de los Siete Años, los
ingleses vencieron a los franceses y se quedaron con Nueva Francia, en 1760, lo que
incrementó sustancialmente los dominios británicos en América del Norte.

Intento de colonización del Río de la Plata[editar]


Artículo principal: Invasiones Inglesas

El Imperio británico intentó controlar la zona del Río de la Plata (Buenos Aires y
Montevideo), a través de dos intentos de dominación, denominados «Invasiones Inglesas».
El primer intento de invasión se realizó en el año 1806 con la ocupación de Buenos Aires y
su recuperación posterior con tropas llegadas desde Montevideo, lo que le valió a esta
última ciudad el recibir el título de "Muy fiel y Reconquistadora" por parte de la corona
española. El segundo intento de invasión se inició esta vez en la Banda Oriental (actual
territorio de la República Oriental del Uruguay) al ocupar los ingleses Maldonado y luego
Montevideo en enero de 1807. La invasión fue finalmente rechazada a mediados del
mismo año en Buenos Aires, retirándose las tropas inglesas del Río de la Plata.

Colonización de Oceanía[editar]

James Cook .

Después, los asentamientos en Australia (que comenzaron con las colonias penales
en 1788) y Nueva Zelanda (bajo el dominio de la Corona desde 1840) crearon una nueva
zona para la migración desde las islas británicas, por lo que las poblaciones indígenas
tuvieron que sufrir guerras y, especialmente, enfermedades, reduciéndose su tamaño en
alrededor de un 60–70% en algo menos de un siglo. Estas colonias obtuvieron después
autogobierno y se convirtieron en rentables exportadoras de lana y oro.
En 1770 James Cook redescubrió (dado que ya la había descubierto España) la costa este
de Australia, en un viaje científico al Océano Pacífico Sur, así confirmó el continente para
Gran Bretaña, y la llamó Nueva Gales del Sur. En 1778, Joseph Banks, botánico en el
viaje de Cook, presentó evidencia al gobierno sobre la idoneidad de Botany Bay para el
establecimiento de una colonia penal, y en 1787 se envió la primera expedición de
convictos, llegando en 1788. Gran Bretaña continuo el transporte de convictos a Nueva
Gales del Sur hasta 1840. Las colonias australianas se convirtieron en exportadores
rentables de lana y oro, principalmente a causa de la fiebre del oro en la colonia de
Victoria, por lo que su capital Melbourne se convirtió en la ciudad más rica del mundo y la
ciudad más grande después de Londres en el Imperio británico.
Durante su viaje, Cook también visitó Nueva Zelanda, que había sido descubierta en 1576
por el descubridor español Juan Fernández, y reclamo las islas del Norte y del Sur para la
corona británica en 1769 y 1770 respectivamente. Inicialmente, la interacción entre los
indígenas maoríes y los europeos se limita a los intercambios de bienes. La colonización
europea aumentó a través de las primeras décadas del siglo XIX, con numerosas
estaciones comerciales establecidas especialmente en el norte. En 1839, la compañía de
Nueva Zelanda había anunciado planes para comprar grandes extensiones de tierra y
establecer colonias en Nueva Zelanda. El 6 de febrero de 1840, el capitán William Hobson
y alrededor de 40 jefes maoríes firmaron el Tratado de Waitangi. Este tratado es
considerado por muchos como el documento fundacional de Nueva Zelanda, pero las
diferentes interpretaciones de los maoríes y las versiones en inglés del texto, han hecho
que continué siendo una fuente de controversia.

Libre comercio, el «imperio informal»[editar]

La Guerra de la Independencia de Estados Unidos cambió la concepción del Imperio británico, lo


que se buscaba era mantener el comercio con las antiguas colonias, que ya independientes, podían
sufragar sus gastos en defensa y administración.

Máquina de hilado. La industria textil junto con la locomotora a vapor, son dos de los elementos
característicos de la Revolución industrial, en especial durante la Época victoriana, que fueron clave
para que Reino Unido fuera la potencia mundial más importante entre 1815 y 1914.

El antiguo sistema colonial británico comenzó a declinar durante el siglo XVIII. Fue un
período de dominación whig en la vida política nacional (1714-1762), el Imperio se
convirtió en algo de menor importancia, hasta que un intento de subir los impuestos en las
colonias norteamericanas desató la Guerra de Independencia y la independencia de las
mismas (1776).
A menudo se alude a este período como el del «Primer Imperio británico», indicando el
cambio de dirección en la expansión británica, que se dirigió fundamentalmente a las
Américas durante los siglos XVII y XVIII, mientras que durante el «Segundo Imperio
británico» se centró en Asia y África (a partir del siglo XVIII). La pérdida de los Estados
Unidos mostró que poseer colonias no era necesariamente una ventaja en términos
económicos, ya que Gran Bretaña podía aún controlar el comercio con sus ex-colonias sin
tener que pagar por su defensa y administración.
El mercantilismo, la doctrina económica que presupone la competición entre naciones por
una cantidad de riqueza finita, había caracterizado el primer período de expansión colonial,
pero cedió paso al laissez-faire económico, el liberalismo de Adam Smith y sus sucesores.
La lección aprendida por el Reino Unido tras la pérdida de Norteamérica —que el comercio
puede seguir aportando prosperidad, incluso en ausencia de dominio colonial— contribuyó
durante los años cuarenta y cincuenta del siglo XIX a la extensión del modelo de colonia
autogobernada, que se concedió a las colonias pobladas por blancos
en Canadá y Australasia. Irlanda tuvo un trato diferente, siendo incorporada al Reino Unido
de Gran Bretaña e Irlanda en 1801.
En este período, el Reino Unido prohibió el comercio de esclavos (1807) y pronto comenzó
a forzar a otras naciones a hacer lo mismo. A mediados del XIX, se había conseguido
erradicar la esclavitud de la mayor parte del mundo. La esclavitud fue abolida en las
colonias británicas en 1834.
Entre el Congreso de Viena de 1815 y la Guerra franco-prusiana de 1870, Reino Unido fue
la única potencia industrial del mundo, con más del 30 % de la producción industrial global
en 1870. En su papel de «taller del mundo», el Reino Unido podía producir manufacturas
de modo tan eficiente y económico que podía vender más barato que los productores
locales en los mercados extranjeros. A partir de condiciones políticas estables en ciertos
mercados de ultramar, el Reino Unido pudo prosperar gracias al comercio, sin necesidad
de recurrir al gobierno formal en su área de influencia.

El Imperio británico en Asia[editar]


Véase también: Raj británico

Caricatura política de 1876: Benjamin Disraeli (1804-1881) nombrando emperatriz de la India a


la reina Victoria.
La victoria de las fuerzas de la Compañía Británica de las Indias Orientales (British East
India Company) en la batalla de Plassey en 1757 abrió la provincia india de Bengala al
dominio británico, aunque la posterior hambruna (1770) exacerbada por las expropiaciones
realizadas por el gobierno provincial fue controvertida en la metrópoli. El siglo XIX vio
como el control de la Compañía se extendía sobre toda la India. Tras el motín de 1857 los
territorios de la Compañía pasaron a estar bajo la administración de la Corona (1858).
La Reina Victoria (1837-1901) fue proclamada Emperatriz de la India Británica en 1876.
Ceilán (actual Sri Lanka) y Birmania se unieron a la lista de territorios británicos en Asia,
que se extendían por el este hasta Malasia y, desde 1841, a Hong Kong tras la
Primera Guerra del Opio en defensa de las exportaciones de opio de la Compañía
al Imperio chino.
Los intereses británicos en China comenzaron a finales del siglo XVIII, cuando el Reino
Unido se convirtió en un gran importador de té. El comercio del té creo un déficit que los
británicos trataron de corregir exportando opio de la India a China, a pesar de la oposición
de las autoridades chinas. El conflicto dio lugar a las Guerras del Opio, en las que el Reino
Unido derrotó por dos veces a China.
Tras las Guerras del Opio, el Reino Unido mantuvo unas complejas relaciones con China.
Aunque se anexionó Hong Kong, la mayor parte de su comercio con China se regulaba
mediante tratados que permitían el comercio a través de un cierto número de puertos.
Como resultado, el Reino Unido estaba interesada en mantener un estado chino
independiente, ya que su destrucción hubiera abierto la posibilidad de ganancias
territoriales para otras potencias occidentales.
A la vez, Reino Unido no quería que el Estado chino fuera demasiado fuerte, ya que ello
hubiera supuesto que China pudiera cancelar o renegociar sus tratados. Estos intereses
explican la aparente contradicción de las actuaciones británicas respecto de China: Reino
Unido apoyó a la dinastía Qing durante la rebelión de Taiping, pero al mismo tiempo,
mediante una alianza con Francia, se embarcó en la Segunda Guerra del Opio contra la
corte Qing.

Ruptura de la Paz Británica[editar]


El Imperio Británico en 1886, en rosa, que era el color en que se coloreaban los dominios británicos
en los mapas.

La Royal Navy jugó un papel clave en el establecimiento del Imperio británico como Superpotencia
mundial, el control de todas sus colonias y la posibilidad de adquirir todo tipo de materias en
cualquier lugar del mundo. Desde finales del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial fue la
armada más poderosa del mundo.2

En su condición de primer país industrializado, Reino Unido fue capaz de conseguir


materias primas y mercado en la mayor parte del mundo accesible. Esta situación
empeoró gradualmente a lo largo del siglo XIX en la medida en la que otras potencias
comenzaron a industrializarse y comenzaron a utilizar la maquinaria del estado para
garantizar sus mercados y fuentes de abastecimiento. En los años setenta del XIX, los
fabricantes británicos en los sectores clave de la Revolución Industrial, comenzaron a
experimentar una competencia real.
La Industrialización progresó rápidamente en el Imperio Alemán y los Estados Unidos,
permitiendo a estos países superar el modelo británico y francés del «viejo» capitalismo.
Las industrias alemanas en el sector textil y el del metal, habían sobrepasado a las del
Reino Unido en 1870, en cuanto a su organización y eficiencia y habían derrotado a los
fabricantes británicos en su mercado nacional. Con el cambio de siglo, la industria
alemana estaba produciendo para el antiguo «taller del mundo».
Mientras que las exportaciones invisibles (banca, seguros y transporte de mercancías)
mantuvieron al Reino Unido a salvo de los números rojos, su porción en el comercio
mundial pasó de ser un cuarto del mismo en 1880 a un sexto 1913. El Reino Unido estaba
perdiendo no sólo los mercados de los países que se estaban industrializando, sino
también la competición por los mercados de terceros países menos desarrollados. Incluso
comenzaba a perder su hegemonía en zonas como la India, China, América del Sur y las
costas de África.
Las dificultades comerciales del Reino Unido se agudizaron con la «Gran Depresión»
de 1873-1896, un período prolongado de deflación, acentuado por las continuas quiebras
de negocios que añadieron presión para que los gobiernos favorecieran la industria
nacional, lo que condujo al masivo abandono del libre comercio entre las potencias
europeas (en Alemania desde 1879 y en Francia desde 1881).
La limitación tanto de los mercados nacionales como de las exportaciones que se produjo
como resultado hizo que los gobiernos y los sectores económicos, tanto de Europa como
de los Estados Unidos, vieran la solución en mercados de ultramar protegidos que
actuaran unidos al mercado nacional, defendido por aranceles y barreras aduaneras: las
colonias ofrecerían un mercado para las exportaciones, a la vez que proveerían a la
metrópoli de materias primas baratas. Aunque adherida al libre comercio hasta 1932,
Reino Unido se unió al nuevo ímpetu por un renovado imperio formal, lo cual era preferible
a permitir que sus áreas de influencia fueran tomadas por el comercio de las potencias
rivales.

Reino Unido y el Nuevo Imperialismo[editar]

La reina Victoria, que reinó entre 1837 y 1901. La época victoriana de la historia del Reino
Unido marcó la cúspide de su revolución industrial y del imperio británico. Una cuarta parte de la
población mundial eran súbditos suyos y una quinta parte de las tierras emergidas eran de su
posesión.

La política e ideología de la expansión colonial europea entre 1870 y el comienzo de


la Primera Guerra Mundial en 1914se denominan a menudo como el «Nuevo
Imperialismo». El período se caracteriza por una búsqueda sin precedentes de «el imperio
por el imperio», una competencia agresiva entre las potencias para conseguir territorios de
ultramar y la aparición en los países conquistadores de doctrinas que justifican la
superioridad racial y que niegan la aptitud de los pueblos subyugados para gobernarse por
sí mismos.
Durante este período, las potencias europeas sumaron casi 23 000 000 km² a sus
posesiones coloniales. Dado que antes de 1880 estaba prácticamente desocupada por las
potencias occidentales, África se convirtió en el principal objetivo de la «nueva» expansión
imperialista, aunque esta conquista afectó igualmente a otras áreas; en especial
el Sudeste asiático y el Pacífico, donde los Estados Unidos y Imperio del Japón se unieron
a las potencias europeas en su lucha por territorios.
La entrada del Reino Unido en la nueva era imperial se fecha a menudo en 1875, año en
que el gobierno conservador de Benjamin Disraelicompró al endeudado gobernante
de Egipto, Ismail Pasha, su parte en el Canal de Suez para asegurarse el control de esta
vía estratégica, un canal para el tráfico entre Reino Unido y la India desde su apertura seis
años antes, bajo el Emperador Napoleón III. El control financiero conjunto de Reino
Unido y Francia sobre Egipto acabó en la ocupación británica del país en 1882.

Reino Unido y África[editar]

El coloso de Rhodes, icónica imagen del político británico Cecil Rhodes abarcando desde «El Cabo
a El Cairo».

Durante las Guerras Napoleónicas las islas Seychelles cambiaron de manos en diversas
ocasiones. El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda controló las islas entre 1794 y 1811,
para convertirse definitivamente en posesión británica tras el Tratado de París de 1814. La
colonia de las Seychelles fue una dependencia de Mauricio hasta 1903.
En 1810 durante las Guerras Napoleónicas a pesar de la derrota naval británica de
la batalla de Grand-Port cerca de la Isla de Francia(actual Mauricio) contra los franceses,
éstos fueron derrotados por los británicos al norte de la isla, en Cabo Malheureux, un mes
después. Los británicos invaden la isla de Mauricio el 3 de diciembre de 1810 y el 6 de
diciembre de 1810, Mauricio capituló ante el vice-almirante Albemarle Bertie. Ello significó
la pérdida de la posesión a favor de los británicos y la posterior reversión de la isla a su
nombre antiguo.
En 1875 las dos posesiones europeas más importantes en África eran Argelia y la Colonia
del Cabo. En 1914 tan sólo Etiopía y la república de Liberia permanecían fuera del control
europeo. La transición entre un «imperio informal» que controlaba a través de la
dominación económica y el control directo supuso una lucha por el territorio entre las
potencias europeas.
La actividad francesa, belga y portuguesa en la zona del Río Congo amenazaba con
debilitar la ordenada colonización del África tropical. La Conferencia de Berlín de 1884-
85 pretendía regular la competición entre las potencias, definiendo la «ocupación efectiva»
como el criterio para el reconocimiento internacional de las reivindicaciones territoriales,
una fórmula que precisó del recurso habitual a la violencia contra los estados y pueblos
indígenas.
La ocupación de Egipto por parte del Reino Unido en 1882 (a raíz de los intereses en
el canal de Suez) contribuyó a un aumento de la preocupación respecto del control del
valle del Nilo, que condujo a la conquista del vecino Sudán en 1896–98 y al enfrentamiento
con fuerzas expedicionarias francesas en Fashoda en septiembre de 1898).
En 1899 Reino Unido se lanzó a completar la conquista de Sudáfrica, que había
comenzado con la anexión en 1795 de El Cabo, a través de la invasión de las repúblicas
afrikaner en la región productora de oro del Transvaal y del vecino Estado Libre de
Orange. La British South Africa Company ya había tomado las tierras al norte,
rebautizándolas como Rodesia en homenaje a su jefe, el magnate del Cabo Cecil Rhodes.
Las críticas por estas anexiones condujeron al «Espléndido aislamiento» del Reino Unido.
Las conquistas británicas en el África meridional y oriental, lanzaron a Rhodes y a Alfred
Milner, el Alto Comisionado británico en Sudáfrica, a solicitar con urgencia un Imperio
unido por ferrocarril «desde el Cabo hasta El Cairo», que uniría el estratégicamente
importante Canal de Suez con el sur, rico en minerales, aunque la ocupación alemana
de Tanganica evitó su realización hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
En 1903, el sistema de telégrafo ya comunicaba las partes más importantes del Imperio.
Paradójicamente, Reino Unido, acérrima defensora del libre comercio, emergió en 1914 no
sólo con el mayor imperio de ultramar gracias a su larga presencia en la India, sino como
vencedora en la lucha por África, dada su ventajosa posición al comienzo de la misma.
Entre 1885 y 1914 Reino Unido tomó aproximadamente al 30 % de la población africana
bajo su control, comparado con el 21 % de Francia, el 9 % de Alemania, el 7 % de Bélgica
o el 1 % de Italia: sólo Nigeria contribuía con 15 millones de súbditos, más que todo
el África Occidental Francesa o todo el imperio colonial de Alemania.

Autonomía en las colonias[editar]

Mujeres y niños Bóers deportados a un campo de concentración británicohacia 1900, durante


las Guerras de los Bóer, en la actual Sudáfrica.

El Imperio británico comenzó su transformación hacia lo que hoy en día es


la Commonwealth con la extensión del estatus de Dominio a las colonias con autogobierno
del Dominio de Terranova (1855), Canadá (1867), Australia (1901), Nueva Zelanda (1907),
y la recién creada Unión de Sudáfrica (1910). Los dirigentes de los nuevos estados se
reunían con los estadistas británicos en cumbres periódicas llamadas Conferencias
Coloniales (y desde 1907, Conferencias Imperiales), la primera de las cuales se mantuvo
en Londres en 1887.
Las relaciones exteriores de los dominios las dirigía aún el Foreign Office del Reino Unido:
Canadá creó un Departamento de Asuntos Exteriores en 1909, pero las relaciones
diplomáticas con otros gobiernos se seguían llevando desde Londres. La declaración de
guerra por parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en la Primera Guerra
Mundial afectó a todos los dominios.
Los dominios poseían un gran margen de maniobra a la hora de elaborar sus políticas
hacia el exterior, siempre que ésta no entrara directamente en conflicto con los intereses
del Reino Unido: El gobierno del Partido Liberal de Canadá negoció un acuerdo bilateral de
libre comercio con los Estados Unidos en 1911.
En asuntos de defensa, la concepción original que entendía los dominios como parte
integrante de la estructura militar y naval de un solo Imperio acabó por ser insostenible en
la medida en que el Reino Unido se comprometía en Europa y ante el reto de una
emergente flota alemana desde 1900. En 1909 se decidió que los dominios tuvieran sus
propias armadas.

El impacto de la Primera Guerra Mundial[editar]


Artículo principal: Reino Unido en la Primera Guerra Mundial

Soldados de la 5.ª División australiana esperando a atacar durante la batalla de Fromelles el 19 de


julio de 1916, durante la Primera Guerra Mundial.
Soldados británicos luchando en el norte de África en El Alamein en 1942, durante la Segunda
Guerra Mundial.

Tras la Primera Guerra Mundial el Imperio británico vio su período de máxima extensión,
ya que Reino Unido obtuvo el control de Palestinay Mesopotamia a través del mecanismo
del mandato de la Sociedad de Naciones, tras la caída del Imperio otomano en el Oriente
Próximo, así como las antiguas colonias alemanas: Camerún, Togolandia, África Oriental
Alemana (Tanganica, Ruanda y Burundi), África del Sudoeste (actual Namibia) y Nueva
Guinea Alemana (las dos últimas quedaron bajo control de la Unión Sudafricana y
Australia, respectivamente). Las zonas ocupadas por el Reino Unido del Imperio
Alemán (Camerún Británico, Togolandia británica y Tanganica) tras la guerra no fueron
consideradas parte del Imperio.
Aunque el Reino Unido emergió como uno de los vencedores de la guerra y su dominio se
extendió a nuevas áreas, los elevados costes de la guerra minaron su capacidad financiera
para mantener aquel vasto imperio. Los británicos habían sufrido miles de bajas y
liquidado sus recursos financieros a un ritmo alarmante, que condujo al aumento de la
deuda. El sentimiento nacionalista creció tanto en las colonias nuevas como en las
antiguas, alimentado por el orgullo derivado de la participación en el conflicto de muchos
de aquellos súbditos, como tropas imperiales.
Durante los años veinte, el estatus de dominio se transformó notablemente. Aunque los
dominios no tuvieron voz en la declaración formal de guerra en 1914, todos ellos fueron
incluidos por separado entre los firmantes del tratado de paz de Versalles en 1919, que
había sido negociado por una delegación del Imperio encabezada por el Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda. En 1922 los reparos por parte de los dominios para apoyar la
acción militar británica contra Turquía influyeron en la decisión de buscar un compromiso.
La independencia de los dominios se formalizó en 1926 mediante la Declaración Balfour y
el Estatuto de Westminster de 1931: de entonces en adelante, cada dominio era igual en
estatus a la misma metrópoli, libre de interferencias legislativas provenientes del Reino
Unido y autónomo en sus relaciones internacionales.
Canadá fue pionera, convirtiéndose en el primer dominio que concluyó de modo totalmente
independiente un tratado internacional (1923). La primera representación diplomática
permanente de Canadá en un país extranjero se abrió en Washington en 1927: Australia le
siguió en 1940.
El Estado Libre de Irlanda, acordó el estatus de dominio en 1922 tras una amarga guerra
contra el Reino Unido, aunque anuló su relación constitucional con la corona
en 1937 (cambiando su nombre por el de Éire), convirtiéndose en la República de
Irlanda fuera de la Commonwealth desde 1949. Egipto, formalmente independiente
desde 1922 pero vinculado al Reino Unido por tratado hasta 1936 y bajo ocupación militar
parcial hasta 1956 (por el Tratado Anglo-Egipcio de 1936: ocupación militar del canal de
Suez, base naval de la "Mediterranean Fleet" en Alejandría, base militar en El Cairo,
condominio sobre Sudán y promesa de ayuda de Egipto al Imperio en caso de guerra)
mantuvo una estrecha vinculación al Imperio. Irak, que se convirtió en Protectorado
Británico en 1922, alcanzó la independencia en 1932 como Reino de Irak, aunque quedó
bajo tutela (Tratado Anglo-Iraquí de 1930) hasta la caída de la monarquía en 1958 gracias
al mantenimiento de ciertas bases militares británicas en su territorio y a los acuerdos de
colaboración militar y petrolera.

Descolonización[editar]
Artículo principal: Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial

Winston Churchill en 1943. Su firme negativa a aceptar la derrota, la rendición o un acuerdo de paz
con Hitler ayudó a inspirar la resistencia británica, en especial durante los difíciles primeros años de
la guerra, cuando el Reino Unido se quedó solo en su firme oposición a la Alemania nazi. Se
destacó por sus discursos y programas de radio que ayudaron a inspirar al pueblo británico, al que
lideró como primer ministro hasta que fue segura la victoria de los Aliados sobre las Potencias del
Eje.

El crecimiento de los movimientos nacionalistas anticolonialistas en los territorios súbditos


durante la primera mitad del siglo XX desafió a una potencia imperial, que cada vez tenía
que preocuparse más por asuntos más cercanos, en especial tras la Segunda Guerra
Mundial. Aprovechando esta oportunidad, primero la India, y tras ella otros territorios
de Asia y de África reclamaron convertirse en estados independientes. Tras algunos
intentos desastrosos de evitarlo, El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte tuvo
que aceptar la nueva situación que condujo al antiguo imperio a convertirse en lo que hoy
en día es la Commonwealth.
El final del imperio se unió a los problemas económicos que el Reino Unido tuvo que
afrontar tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. La crisis económica de 1947 obligó al
gobierno laborista de Clement Attlee a abandonar el puesto de primera potencia mundial y
a aceptar la preponderancia estratégica de los Estados Unidos.Reino Unido se embarcó
en un tortuoso realineamiento con Europa Occidental que permanece a la espera de una
solución definitiva.
La declaración de hostilidades contra Alemania en septiembre de 1939 no comprometía a
más dominios que a Australia, que aún no había adoptado legalmente el Estatuto de
Westminster. Los otros dominios declararon la guerra de modo independiente,
excepto Eire, que había negociado la retirada de las fuerzas británicas de su territorio el
año anterior y que prefirió ser neutral durante la guerra.
La Segunda Guerra Mundial debilitó el ya débil liderazgo financiero y comercial del Reino
Unido, acentuando la importancia de los dominios y de los Estados Unidos como fuente de
asistencia militar. El primer ministro australiano, John Curtin, tomó la decisión sin
precedentes en 1942de retirar las tropas australianas que
defendían Birmania demostrando que no se podía esperar que los gobiernos de los
dominios actuaran en defensa de la metrópoli y no de sus propios intereses nacionales.
Tras la guerra, Australia y Nueva Zelanda se unieron a los Estados Unidos a través del
tratado regional de seguridad (ANZUS), en 1951. El Reino Unido de Gran Bretaña e
Irlanda del Norte buscaba desde 1961 lo que consiguió en 1973, unirse a la Comunidad
Europea, lo que debilitó los vínculos comerciales con los dominios en lo referente a su
acceso privilegiado al mercado británico.

La decisión del primer ministro británico Anthony Eden de invadir Egipto durante la Crisis de
Suezacabó con su carrera política y puso de manifiesto la debilidad británica como potencia imperial
y la consolidación de su decadencia iniciada en la posguerra. Tras la Segunda Guerra Mundial y
durante la Guerra Fría solo habría dos superpotencias mundiales: EE. UU.y la URSS. En pocas
décadas el Imperio británico perdió la inmensa mayoría de sus colonias.

En el Caribe, África, Asia y el Pacífico, la descolonización durante la posguerra se efectuó


con prisa, dado el crecimiento de los cada vez más poderosos movimientos nacionalistas.
Reino Unido rara vez luchó para retener algún territorio. Las limitaciones del Reino Unido
se mostraron de modo humillante durante la Crisis de Suez de 1956 en la que los Estados
Unidos se opusieron a la intervención anglo-francesa en Egipto; puesto que aquella
aventura podía poner en riesgo los intereses estadounidenses en el Próximo Oriente.
Después de la Segunda Guerra Mundial la continuidad del dominio inglés sobre la
India era muy difícil social y económicamente, como es el caso de la gran hambruna de
Bengala entre 1943 y 1944 o la gran inflación que acentuó las desigualdades sociales,
empobreciendo a los asalariados y enriqueciendo a los propietarios agrícolas e
industriales. Todo este malestar social hizo estallar en 1946 huelgas, movimientos
populares, motines y una gran revuelta campesina promovida por el Partido Comunista.
Esta situación de crisis llevó a Gran Bretaña a ejercer la política de abandono pero se
toparon con el problema de hacer efectiva la emancipación puesto que habían promovido
políticas de fomento de la división de los nativos para ejercer un dominio con mayor
facilidad causando que hindúes, musulmanes y sijs no llegaran a un acuerdo. En marzo de
1947 Attlee nombró a Mountbatten virrey en la India con objetivo de formalizar la
independencia en junio de 1948. Como los enfrentamientos no cesaban y cada vez eran
mayores para evitar una posible guerra civil se tomó la decisión de acelerar el proceso y
con plena aprobación del parlamento británico y con la aceptación de musulmanes,
hindúes y sijs, Mountbatten anunció que entregaría el poder 10 meses antes de lo previsto,
el 15 de agosto de 1947.
Se obligó a integrarse en una de las dos entidades creadas, la India o el Pakistán islámico.
Puesto que un acuerdo entre ambos bandos era imposible, se eligió al abogado inglés
Cyril Radcliffe como figura neutral con el objetivo de establecer fronteras valiéndose de
mapas, antiguos censos y datos religiosos para determinar el origen de los territorios
puesto que no conocía el lugar. El 9 de agosto el trazado de la frontera ya era definitivo
pero no se hizo público hasta después del 15 de agosto (dos días más tarde de proclamar
la independencia de la India) puesto que los británicos no querían asumir las
responsabilidades de los disturbios que el reparto iba a causar. Tras varios
enfrentamientos, la primera guerra entre la India y Pakistán entre 1947 y 1948 llevó al
Consejo de Seguridad de la ONU a tomar la decisión de dividir el territorio entre la India y
Pakistán, conflicto que sigue estando vigente.
Birmania obtuvo la independencia en 1948 fuera de la Commonwealth, Ceilán (1948)
y Malasia 1957 dentro de la misma. El mandato Británico en Palestina concluyó en 1948
con la retirada de las tropas y una guerra abierta entre la población árabe y la población
judía del territorio. Además con la proclamación de los estados de Israel y Jordania.
En el Mediterráneo, la guerrilla chipriota promovida por partidarios de la unión
con Grecia concluyó en 1960 con un Chipre independiente.
También en el Mediterráneo: Malta que fue británica desde 1814 por el Tratado de París,
obtiene su independencia el 21 de septiembre de 1964. Según la Constitución de
1964, Malta mantuvo como soberana a la reina Isabel II con un gobernador
general ejerciendo la autoridad ejecutiva en su nombre. Pero el 13 de
diciembre de 1974, Malta se transformó en una república dentro de la Commonwealth, con
un Presidente como jefe de estado.
El final del Imperio británico en África llegó con una rapidez excepcional, a menudo
dejando a los nuevos estados en una mala situación para abordar los retos que planteaba
la soberanía: La independencia de Ghana en (1957) tras diez años de lucha política, fue
seguida por la de Nigeria (1960), Sierra
Leona y Tanganyika (1961), Uganda (1962), Kenia y Zanzíbar (1963), Gambia (1965), Bots
uana (antigua Bechuanalandia) y Lesoto (antigua Basutolandia)
(1966), Mauricio (1968), Suazilandia (1968) y Seychelles (1976).
A la retirada británica del sur y del este de África la complicaba la situación de los
pobladores blancos de las regiones: El levantamiento Mau Mau en Kenia ya había
mostrado las posibilidades de conflicto, en un contexto en el que los blancos eran
terratenientes reluctantes a las reformas democráticas. El gobierno minoritario de los
blancos en Sudáfricacontinuó siendo un quebradero de cabeza para la Commonwealth
hasta el final del sistema de Apartheid en 1994.
Aunque la Federación de Rodesia y Nyasalandia, dominada por los blancos, concluyó con
la independencia de Malaui (antigua Nyasaland) y Zambia (antigua Rodesia del Norte)
en 1964, la minoría blanca de Rodesia del Sur, (una colonia autogobernada desde 1923)
declaró su independencia República de Rodesia. El apoyo del gobierno
de Sudáfrica mantuvo el régimen hasta 1979, año en el que se alcanzó un acuerdo,
basado en la voluntad de la mayoría, del que surgió un estado independiente Zimbabue.
La mayor parte de los territorios británicos en el Caribe optó por una independencia por
separado, tras el fracaso de la Federación de las Indias Occidentales (1958-1962):
a Jamaica y Trinidad y Tobago (1962) las siguió Barbados (1966) y las islas más pequeñas
del Caribe oriental alcanzaron la independencia en los años setenta y ochenta. Al final de
la cesión por 99 años de los Nuevos Territorios, todo Hong Kong fue devuelto a China
en 1997.

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