Sei sulla pagina 1di 7

La decisión de una madre

Publicado por: Eve

Descripción: Maribel sabe que su hijo tiene una enfermedad grave y el tratamiento
no está funcionando. En el último momento, tendrá que decidir sin mantenerlo con
vida o evitar que siga sufriendo.

Personajes: Maribel, Pedro, Robertito, Doctor

PRIMER ACTO

Se abre el telón para mostrar una habitación de hospital, en la que yace acostado
un niño pequeño. Es Robertito, el hijo de Maribel, quien se encuentra a su lado
con rostro angustiado. El chiquillo está calvo y vestido con una bata de hospital.

Robertito: Mamá, estoy muy cansado, no quiero comer.

Maribel: Tienes que esforzarte por comer un poquito, (agarra un plato de una
bandeja que se encuentra al lado), solo así te podrás poner fuerte y te podrás
curar.

Robertito: ¿Tú de verdad crees que me vaya a curar?

Maribel (sonriendo débilemente): ¿Y por qué no?

Robertito: Por qué cada vez me siento más raro, todo me duele… ¿es verdad que
me voy a morir?

Maribel: No digas eso, hijo. Todo va a salir bien.

Un hombre entra a la habitación. Es Pedro, el esposo de Maribel.

Pedro: Maribel, el doctor quiere hablar con nosotros.

Maribel arropa a su hijo antes de salir del cuarto.

SEGUNDO ACTO

El escenario muestra ahora un pasillo de hospital. Pedro y Maribel se encuentran


de pie frente a un médico, vestido con bata blanca.
Doctor: Lo siento mucho, pero el tratamiento no está yendo como esperábamos.

Maribel (enojada): ¡Pero usted dijo que se curaría! ¡Usted lo dijo!

Pedro la toma de los hombros para contenerla, mientras el doctor suspira.

Doctor: Sé lo que está sintiendo, señora, pero le suplicó que comprenda. Desde el
principio sabíamos que el tratamiento no era garantía de nada. Su hijo está cada
día más débil y temo que su sistema inmune no pueda soportar más. Señores, lo
lamento mucho, pero llegó la hora de tomar una decisión.

Maribel: ¡No! ¡No! (Se derrumba llorando en los brazos de su esposo).

Pedro (con lágrimas en los ojos): Seamos fuertes, querida. Sabíamos que este
momento llegaría tarde o temprano.

TERCER ACTO

Pedro y Maribel entran a ver a su hijo, que sigue sobre la cama. Maribel llega a su
lado y le toma la mano.

Maribel: Hijo, tengo que hacerte una pregunta muy importante y necesito que me
contestes con sinceridad.

Robertito: Está bien, mamá.

Maribel: Estás muy cansado, ¿verdad?

Robertito: Sí.

Maribel: ¿Sientes dolor?

Robertito: A veces, pero sé que tengo que resistir.

Maribel (llorando): Hijo, tú sabes que el cielo existe, ¿verdad?

Robertito: Sí, ahí es adonde iremos todos algún día.

Maribel: ¿Te gustaría llegar antes?

Robertito: ¿Antes?

Maribel: Sí, ya no tienes que seguir luchando. Puedes partir al cielo si quieres. Ahí
ya no sentirás dolor.

Robertito: Pero, ¿qué va a pasar con ustedes?


Maribel: Nosotros te alcanzaremos más adelante. Tú solo tienes que quedarte ahí
y esperarnos. Puedes quedarte con tu abuelita, que ya lleva ahí un tiempo, ¿te
acuerdas?

Robertito: Entonces, ¿ustedes vendrán más tarde por mí? ¿Lo prometes?

Maribel: Lo prometo, mi amor. (Le besa la frente). Duerme, nos vemos en el cielo.

Robertito: Hasta luego, mamá. Adiós, papá.

El niño cierra los ojos y en una pantalla cercana, sus signos vitales dejan de ser
constantes. Sus padres se derrumban sobre su cuerpo, llorando.

FIN
La madre perfecta
1. GUION DIA DE LA MAMÁ. La mamá perfecta PERSONAJES Renata Madre
Voz Madre 1 Madre 2 Renata y su madre entran al living, discutiendo. RENATA:
¡Mamá, ya tengo quince años! Quiero salir con mis amigos, ¿por qué no puedo
volver después de las doce de la noche? ¡Todos mis amigos pueden! Madre: No
eres tan mayor como piensas, y no me importa si tus amigos vuelven tarde a sus
casas. Tú eres mi hija y mientras vivas en casa harás lo que te digo. RENATA: ¡No
es justo! Tú solo quieres que haga lo que tú deseas, y yo soy una buena hija…
Madre: Veamos, buena hija… No tienes buenas notas en Matemática, no lavas los
platos cuando te lo pido, no te vas a la cama temprano… Deberías hacer las
cosas cuando te las pido, no cuando tú quieres. (Renata se sienta con expresión
furiosa y comienza a leer una revista) RENATA: Como digas… no soy perfecta.
Madre: Me voy, llego tarde al trabajo. (Mientras se va) Ordena la sala y tu
dormitorio, y no abras la puerta a extraños… (Se va). RENATA: ¡No voy a hacer
nada de eso! ¡Ojalá tuviera otra madre! (Se escucha una voz) Voz: Tu deseo será
concedido. (Renata se asusta y mira a su alrededor) RENATA: ¿Quién eres? Voz:
Soy tu hada madrina. RENATA: ¿Hada madrina? ¡Para empezar, ya no soy una
niña! Voz: Pide lo que quieras, no tengo demasiado tiempo. RENATA: Quiero una
madre que me trate bien, que me deje hacer lo que quiero y que me compre todo
lo que quiero. Voz: ¡Deseo concedido! (La Madre 1 entra en la habitación muy bien
vestida y se sienta en el sofá a leer una revista) RENATA: ¡Guau! Mamá, te quiero
pedir…
2. Madre 1: Querida, ¡no me llames mamá! Gasto demasiado dinero en cirugías y
cremas para parecer más joven, ¡y tú me llamas mamá! RENATA: Lo siento…
Solo quiero decirte que me gustaría salir con mis amigos y volver a casa después
de las doce… Y necesito dinero para comprar algo de ropa y estar tan linda como
tú… Madre 1: (Le da su tarjeta de crédito). Compra lo que quieras. RENATA:
¡Gracias! ¿Recuerdas que hace unos días te conté sobre alguien que…? Madre 1
(interrumpiendo): Ya te di lo que querías, no tengo tiempo de escuchar tus
historias. Me voy al salón de belleza. ¡Adiós! (Se va) RENATA: No es justo, ¿qué
le pasó a mi mamá? Hada Madrina, ¿dónde estás? Voz: ¿Por qué te quejas?
RENATA: Exageraste con mi nueva madre. Yo quería hablarle y no me dejaba,
solo le importaba ir al salón de belleza. Quiero una madre amable, que me quiera
y me escuche. Voz: ¿Estás segura? RENATA: ¡Sí! Por favor, ¡hazlo! Voz:
Concedido. (Entra la Madre 2) Madre 2: Mi querida hija, mi cielo, ¡te extrañé tanto!
¿Cómo estás, cariño? Cuéntame todo lo que quieras, soy toda oídos. Dime qué ha
pasado en tu vida. RENATA: Cálmate, mamá. Todo está bien, solo quería que
fueras diferente, ¡pero no tanto! Madre 2: Lindura, dime qué quieres comer y cómo
te fue en la escuela hoy… ¿Qué quieres contarme? ¡Cuéntame todo! RENATA:
¡Basta! ¡Necesito aire! Madre 2: ¿Estás cansada, amor? Te haré un masaje en los
pies… RENATA: No, mamá, no entiendes… ¿Por qué no me compras algo de
comer? Tengo hambre. Madre 2: Claro, mi vida. ¿Qué quieres comer? RENATA:
Compra lo que quieras. ¡Adiós! (La Madre 2 se va) RENATA: Hada Madrina, ¿qué
estás haciendo? ¡Me das todo al revés de lo que pido! Voz: Querida, me dijiste
que querías alguien que te cuidara, que te amara
3. y que te escuchara. RENATA: Lo sé, pero no tanto. Quiero una mamá estricta,
pero que al mismo tiempo se preocupe por mí. Voz: Muy bien, te daré lo que
pides. (La Madre verdadera entra en el living) Voz: Todo lo que hice fue para
mostrarte que estabas buscando algo que ya tenías: una mamá que se preocupa
por ti, que te escucha, te quiere y te pone límites para cuidarte. Madre: ¿Qué es
todo esto? ¿Y esa voz? RENATA: Es alguien que me ha enseñado una lección.
Gracias por ser mi mamá, eres la mejor madre del mundo. Aunque peleemos, ¡no
quisiera tener otra mamá jamás.
La mujer del escultor
Publicado por: Dana

Grass_escultor

Nos encontramos en el estudio de un escultor, un hombre de mediana edad,


regordete y con una larga y espesa barba, que trabaja cuidadosamente en la
escultura de un busto. Vemos cómo con la ayuda de sus manos va moldeando el
barro a su antojo, con gran concentración. El hombre luce ropa grande, sucia de
barro, que le da un aspecto de artista loco en plena fase de creación. En la
habitación, repleta de figuras a medio hacer, trozos de barro y herramientas de
trabajo tiradas libremente por el suelo suena una relajante música clásica, que el
hombre va silbando mientras trabaja en su figura de barro. De repente, una puerta
que se encuentra ubicada al fondo del estudio, todo diáfano, se abre y aparece
una mujer madura, de figura esbelta, vestida con una larga gabardina oscura, y un
paraguas que gotea en la mano. Cerrando la puerta casi sin hacer ruido se acerca
lentamente hacia el escultor:

Gala: (Caminando sin apenas hacer ruido hasta colocarse detrás del escultor para
sorprenderle)

– ¡Te tengo!, ¿qué estás haciendo todavía tan tarde aquí?, me harté de esperarte
en casa y decidí venir a buscarte. Sabía de sobra cuál era la ruta que tenía que
seguir para encontrarte.

Moisés: (Sorprendido por la repentina visita y levantándose a saludar a su mujer)

– ¡Cariño!, perdóname. Perdí por completo la noción del tiempo mientras trabajaba
en esta escultura. Sabía que me había olvidado de alguien ¡y mira por dónde
apareces en el mejor momento! ven aquí a mi lado, fíjate, ¿qué te parece mi último
trabajo?

Gala: (Mientras se quita la larga y húmeda gabardina, y la deja directamente en el


suelo acercándose a la escultura)

-¿Sabes que siempre me fascina la manera que tienes de representar los


volúmenes. Está todavía sin terminar, ¿verdad? aún así creo que has conseguido
darle un aspecto muy realista y siento que si la toco prácticamente la carne de
barro estará mullida y caliente.

Moisés: (Agarrando a su mujer por los hombros y atrayéndola hacia sí para


besarla en los labios)

– Estoy feliz de que te guste, ¡me encuentro radiante de energía ahora mismo!
Estoy seguro de que es porque mi musa predilecta a venido a iluminarme.
Salgamos de aquí y vayamos a algún sitio a comer que estoy hambriento.
Narrador: (Nos encontramos ahora de vuelta en el estudio, vemos a Moisés con el
pelo vagamente más largo, y la barba afeitada. Han pasado unas semanas, y
sigue trabajando en la misma escultura. El estudio se encuentra completamente
en silencio, y el escultor, mirando fijamente su obra parece tan concentrado que
no se da cuenta de que Gala, vuelve a entrar por la puerta, aunque esta vez,
cierra dando un gran portazo)

Gala: (Gritando desde la puerta y con gesto de desaprobación)

– ¿No teníamos una cita para cenar con nuestros amigos esta noche?, estoy tan
enfadada contigo que ahora mismo podría matarte. ¡Imagina la vergüenza que he
sufrido! Los tres esperando allí, y tú, como siempre, absorto aquí en tu trabajo.
Estoy cansada Moisés. Muy cansada. Quizá sería mejor que nos separásemos
una temporada. Olvidarnos el uno del otro. Desde luego no puedo seguir ni un día
más así ¡esperándote constantemente y sin saber cuándo vas a aparecer!

Moisés: (Con la mirada perdida y vuelto hacia Gala, cabizbajo)

– ¡Lo siento tanto, mi amor! Te compensaré. ¡Juro que no volverá a suceder! Sin ti
no soy nada. ¡No podré volver a esculpir!

Gala: (Cruzada de brazos y mirando en dirección contraria a Moisés)

– Hemos echo esto tantas y tantas veces, que ya sé cómo funciona y cómo me
compensarás. Lo siento. Esta vez he aguantado demasiado. Por mí puedes
quedarte aquí y nunca más salir. Seguro que serás feliz.

Narrador: (Tras esto, Gala se marcha, cerrando la puerta tras de sí y dejando a


Moisés solo y apesadumbrado en su estudio. Al cabo de un rato, vemos como
Moisés comienza a beber de una botella de whisky, y al cabo de un rato,
retozando entre los restos de barro y herramientas de trabajo se queda dormido
en el suelo.

De madrugada, cuando los primeros rayos de sol comienzan a entrar por la única
ventana del estudio del escultor, vemos como este despierta y comienza a destruir
la obra en la que llevaba tanto tiempo trabajando. Tras esto y con lágrimas en los
ojos, vemos como el escultor comienza a reunir todos los pedazos de barro
frescos que posee en su estudio, creando una masa de una altura similar a la
suya, en la que comienza a trabajar de inmediato.

Horas después, ha creado una gran escultura de barro que se asemeja de manera
asombrosa a Gala. Cae de rodillas frente a ella y la abraza, rodeándola con sus
brazos)

Moisés:

– Ahora estaremos juntos para siempre, y nunca te irás de mi lado. Nunca…

Potrebbero piacerti anche