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4. La década de oro de la construcción
- Por un lado, en 2007 había ganado nada menos que 5 puntos porcentuales de
participación en el PIB respecto al nivel de 1996. Los servicios aumentaron por su
parte en 1 punto porcentual. En cambio, la agricultura perdió más de 2 y la
industria cerca de 4. En consecuencia, la tasa de crecimiento más elevada fue la de
la construcción mientras que los servicios se comportaban de manera semejante al
conjunto de la economía.
- Por otro, el VAB del sector creció más que cualquier otro.
- Los precios del suelo aumentaron de forma descomunal: más de 5 veces entre
1996 y 2007.
- El crecimiento del producto del sector, en términos reales, fue del 6% anual, lo que
implica, de forma directa la cuarta parte del aumento del PIB en el periodo.
- La participación en el VAB conjunto de la economía pasó del 7,2 % de 1996 a un
13,9% en 2007, muy por encima de ningún otro país de la UE o del mundo
desarrollado
- Una gran demanda de trabajo. El total ocupado creció en más de 1,4 millones de
ocupados
- El parque de viviendas conoció el ritmo de crecimiento más elevado de la historia:
más de 3 millones en los años 2001-2007.
- El consumo de cemento aumentó a un gran ritmo y alcanzó cifras muy superiores a
las de cualquier época anterior.
La obra civil y la edificación residencial (los dos principales subsectores) se alternaron como
motores de la actividad constructiva. El arranque procedió de la obra civil, que contó con el
impulso de las transferencias de la UE.
El período (1993-2004) estuvo caracterizado por una gran inversión en infraestructura, lo que
constituye una de las bases del crecimiento económico, ya que el impulso a la actividad
productiva puede aportar incrementos sustanciales del PIB.
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La construcción de infraestructura fue posible por las aportaciones del presupuesto
comunitario, utilizado, en muchas ocasiones, como arma electoral y no tanto como inversión
con expectativa de rentabilidad. Es más, en opinión del autor, muchas de las decisiones
constructivas fueron dictadas por objetivos de política territorial (nuevamente la red radial)
bajo la retórica del desarrollo regional y de la cohesión y construcción del Estado. En cambio, la
conexión con el resto de Europa quedó postergada. Así el esfuerzo económico fue enorme y
los resultados escasos.
“Entre los distintos modelos, España escogió la combinación más costosa, la menos productiva
y la menos generadora de efecto arrastre para la economía” (Bel, 2010). Da varias razones:
Además, termina señalando la falta de conexión de los puertos mediterráneos con el gran
mercado europeo.
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El boom de la edificación residencial
1996-99: 350.000/año
2000-02: 600.000/año
2003-04: 700.000/año
2005-07: 800.000/año
Entre tanto, los precios experimentaron un alza enorme, sin efectos negativos aparentes sobre
las decisiones de los compradores.
¿Qué factores existieron tras el boom inmobiliario español de principios del siglo XXI?
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residentes) de este tipo y alrededor de un 15% del crédito hipotecario facilitado
por las cajas de ahorros
- Un último factor, las compras de segundas residencias por consumidores y
ciudadanos europeos no residentes en el arco mediterráneo. El número de
segunda residencias y de apartamentos turísticos de propiedad extranjera se
estimó, en 2007, en cerca de 1,7 millones.
Con todo, el boom inmobiliario no salvó de cierta debilidad al sector de la construcción, con
baja cualificación educativa de obreros y empresarios, dependencia de la financiación exterior
y reducido nivel de productividad del trabajo, un sector fundamentalmente intensivo en mano
de obra.
Efectos de arrastre
La burbuja financiera
Los préstamos concedidos por la banca a los promotores se multiplicaron por más de 20 (14 en
términos constantes) en 11 años, al pasar de 14.861 millones en 1996 a 303.541 en 2007, a los
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que había que sumar otros 150.000 concedidos a las empresas, lo que hace una suma de
450.000 mill/euros, la mitad del PIB español de aquel año (2007).
Era habitual realizar operaciones, con valores de tasación hinchados (hasta un 15%),
promovidos, claro, por las propias entidades financieras, convencidas del aumento inmediato
del valor, cercano a un 15 por ciento anual. ¡Una auténtica locura!
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especialización en la rama de construcción revela un tamaño desmesurado, excepcional, “que
no exporta ni innova y ostenta niveles de productividad bajos y prácticamente estancados”.
Por otro, la subespecialización o escasa especialización tiene lugar en la rama inmobiliaria, que
resulta del muy alto porcentaje de viviendas en propiedad propio del país. Al margen de esta
singularidad, lo más destacado es la subespecialización de las ramas 8 y 2, esto es, de las
actividades científicas y de la industria manufacturera.
- Los datos (estructurarles) reflejan un descenso de las tierras agrarias (la superficie
agraria útil) y también de las tierras labradas (tierras agrícolas), acompañadas unas
y otras por la disminución de las explotaciones agrarias, que aumentaban su
dimensión media. Paralelamente seguía extendiéndose el regadío y casi se
completaba el proceso de mecanización, al tiempo que aumentaba el uso de
fertilizantes y fitosanitarios de todo tipo. A principios del siglo XXI, la agricultura
española era (casi) una agricultura industrializada. Aunque el empleo fuera mayor
y la productividad (de la tierra y del trabajo) menor que otras agriculturas
europeas, especialmente las de norte y centro de Europa. En cifras, entre 1997 y
2007, los principales agregados de la estructura agraria evolucionaron
porcentualmente de la siguiente manera:
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Explotaciones agrarias : -13,60
Superficie total : -1,96
Superficie total/explotación : 13,50
SAU : -2,80
Tierras labradas : -4,79
Superficie regada : 9,35
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- La producción final agraria evolucionó positivamente, pero con altibajos. El
descenso del empleo (-9.67) fue menor al que se produjo en Francia, Italia y
Portugal. La renta real agraria por activo bajó un 2,2 por ciento, menos que la de
Italia y Portugal y también que la media de la UE15, siendo la de Francia positiva.
- Por último, en el sector ganadero se redujeron explotaciones y número de
cabezas, si bien España se especializó en porcino (22,7 mill/cabezas), 15% de la UE,
sólo detrás de Alemania.
El reto de la productividad
En estos años de 1995 a 2007, el crecimiento de la producción fue resultado del aumento
extraordinario del empleo, de modo que creció mucho más el PIB que el PIB per cápita. Los
grandes aumentos del empleo se produjeron en sectores muy intensivos en trabajo pero con
escasa capacidad de general valor añadido como la construcción, el comercio, la hostelería y
los servicios personales. Según Maluquer, estuvo bien aumentar el empleo, pero la calidad y la
eficiencia quedaron postergadas.
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Durante 1996-2007, España fue el país de la UE en el que menos aumentó la productividad,
con tan sólo un 0,29 por ciento anual, otro tanto ocurrió dentro de la OCDE (en este caso
compartiendo el último lugar con México).
Sin duda, la baja productividad, su escaso crecimiento, no era un problema menor. En este
punto, el autor se pregunta ¿por qué?. Varios razonamientos expone:
- La explicación más común, que concentra las críticas sobre la formación y apunta a
avances insuficientes en educación y ciencia y tecnología, es poco satisfactoria.
Muchos de los nuevos trabajadores no se habían formado en España, además de
que la (actual) movilidad internacional del trabajo permite fácilmente la
contratación de personal cualificado.
- El auténtico cuello de botella residió en el lado de la demanda de trabajo; es decir,
el escaso número y reducido tamaño de las empresas de alta y mediana tecnología
y en la falta de condiciones para el desarrollo de sectores innovadores.
- Otra posible explicación estuvo en el diferencial de inflación, en buena parte
alimentado por el propio boom inmobiliario y en la consiguiente pérdida de
competitividad. La inflación fue más intensa que en la mayoría de los países de
Europa y el aumento de costes laborales superó en veinte puntos a la media de la
zona euro.
- También se argumenta acerca de la falta de flexibilidad del mercado laboral (uno
de los más rígidos del mundo desarrollado) la amplia difusión de los contratos
temporales era el resultado de la excesiva protección de los trabajadores con
contratos indefinidos y fomentaba de forma generosa la escalada salarial.
El déficit por cuenta corriente es un factor limitador del crecimiento económico. España ha
tenido dicho déficit durante la mayor parte de su historia contemporánea, habiendo sido
bastante evidente en algunos años de la segunda mitad del siglo XX: 1959, 1975-77 o 1992-
1993.
El aumento del déficit por cuenta corriente, en estos años, fue rápido y llegó a ser intenso. Las
cantidades, su progresión y el porcentaje sobre el PIB así parecen mostrarlo: (en euros)
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- Además, en estos años cambió el signo de los flujos migratorios y con él el de las
remesas, que se convirtieron en una corriente neta de salida.
- También, la ampliación de la UE redujo transferencias y amplió las aportaciones
españolas al presupuesto comunitario.
- Asimismo, la balanza de rentas, que compara los pagos en concepto de
rendimientos e intereses de las inversiones extranjeras en España con lo que
reditúa al país la inversión española en el extranjero, acrecentó su contribución al
déficit por cuenta corriente, sobre todo en 2005-07.
La causa principal del déficit por cuenta corriente fue el desequilibrio comercial, que creció a
gran ritmo a causa de un mayor dinamismo de las importaciones que el de las exportaciones.
Comprábamos más que vendíamos. La tasa de cobertura de las importaciones por las
exportaciones bajó desde 85,3% de 1997 hasta el 64,7% de 2007. Esta evolución se debió a:
Entre 1996 y 2007, las importaciones aumentaron del 19,9 por ciento del PIB hasta el 26,7,
mientras que las exportaciones sólo pasaron del 16,5 hasta el 17,3 por ciento.
El aumento del déficit comercial se fue produciendo en todos los grupos de mercancías y
también en los intercambios con todas las grandes regiones del mundo. Las causas del
mediocre comportamiento de las exportaciones deben buscarse en la misma economía
española y en el deterioro de su competitividad.
Los ingresos por turismo sufrieron una progresiva desaceleración, de modo que desde el 2000
redujo su participación porcentual en el PIB todos los años, al tiempo que aumentaban los
gastos (los pagos exteriores, las salidas). En definitiva, el saldo de los pagos turísticos casi dejó
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de crecer y en algún año llegó a caer en términos reales: desde el 4,4 % del PIB en 1999 al 2,6
en 2007.
El menor número de entradas y el gasto por visitante más reducido (sobre todo esto último)
están relacionados con un cambio en el turismo mundial, definido por el incremento del
número de viajeros, apoyado en los vuelos low cost, con estancias más cortas. Además, el
turismo pasó a ser cada vez más individual y autosuficiente, reflejo del cambio en la dimensión
media del tamaño de la familia y auspiciado por la desintermediación de la contratación
(internet)
En definitiva, los ingresos por turismo tendieron a reducirse en porcentaje del total de los
ingresos en la balanza de servicios, hasta situarse por debajo del 50 por ciento en los años de
2006 y 2007. En cambio, crecieron aquellos otros que son producidos por las exportaciones de
servicios avanzados a las empresas, como servicios informáticos, financieros, culturales o de
asesoría (clientes españoles implantados en el exterior).
La velocidad de crecimiento de esta corriente de salida de recursos desde España fue grande,
de acuerdo con el muy fuerte aumento de la inmigración. Las estimaciones del Banco de
España sitúan la magnitud de las remesas realizadas en 421 millones de euros en 1996 para
crecer hasta 8.440 de 2007: un ritmo de crecimiento único.
Entre los países europeos (España, Italia, Francia y Alemania), a España corresponden las cifras
más elevadas y el crecimiento más intenso, además de su mayor peso en el PIB. En 2007, las
remesas de salida de los países anteriores fueron:
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España 8.440 26,9
Italia 6.050 19,3
Francia 3.440 17,0
Alemania 3.010 9,6
UE 27 31.340 100
El saldo financiero de la UE
Desde 1987, España fue receptora neta de fondos procedentes de la UE en una elevada
cuantía. En 1996, el saldo de la balanza fiscal con la UE superaba los 6.000 millones/euros, un
1,28% del PIB, y permitía la cobertura del 50 por ciento del déficit comercial. A partir de
entonces, el saldo y la cobertura fueron reduciéndose.
Por ámbitos:
- Las ayudas agrícolas alcanzaron la parte más importante con respecto al total del
gasto comunitario en territorio español.
- También llegaron a niveles muy elevados los recursos de los fondos para el
desarrollo regional (FEDER)
- Algo menos representaron el fondo social europeo (FSE), así como los fondos de
cohesión y los del FEOGA-Orientación destinados al desarrollo rural
Internacionalización
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- En un principio (1986-1996), las entradas de capital provinieron principalmente de
EEUU, Francia y Reino Unido, que llegaron a sumar más del 50 por ciento. Otros
países fueron Alemania, Suiza, Holanda y México.
- Las entradas siguieron aumentando en 1996-2000, para mantener después una
evolución descendente, aunque con un repunte final tanto de entradas como de
salidas. Éstas llegaron a significar nada menos que el 7 por ciento del PIB en los
años de 2006-2007.
- A partir de 1997, el saldo de la IDE emitida y recibida fue de signo positivo, aunque
no se vio acompañado por la elevación de la capacidad tecnológica medida por
gasto en I+D y patentes.
- Las inversiones españolas en el extranjero se repartieron entre los países de la UE-
15 y los de América Central y del Sur, con evoluciones diferenciadas.
o América Central y del Sur. Un lugar preferente de las inversiones españolas
en el exterior con fases de distintos signos.
Entre 1996 y 1999, aumentaron hasta alcanzar el 40 por ciento de
las salidas hispanas de capital. Entonces España se convirtió en el
segundo país inversor en la región, sólo detrás de USA, tratando
de aprovechas las oportunidades suscitadas por la liberalización y
privatización de sus economías y empresas públicas
A partir de 2000, este destino empezó a reducirse por la
incertidumbre institucional de varios países (Venezuela, Bolivia, la
propia Argentina)
o La UE-15 siempre tuvo una posición importante de las inversiones
españolas en el extranjero, sobre todo en los inicios (1986-1996) y después
de 2000.
- En uno y otro lugar, las IDE se localizó, en más de dos tercios del total hacia
actividades de servicios, sobre todo sector financiero y las telecomunicaciones
(energía, agua, transportes, telecomunicaciones). En los últimos años, aumentaron
las inversiones que sirven para externalizar una parte del proceso productivo de
industrias agroalimentarias, textil y de la construcción, calzado, etc.
En definitiva, España se internacionaliza (en sus transferencias de capital) durante estos años
(1996-2007), si bien en los anteriores ya se habían producido pasos (avances) considerables.
Un crecimiento a crédito
En los años iniciales del periodo (1996-98), la adopción del euro por parte de España y de otros
once países de la UE supuso un importante salto cualitativo en el proceso de integración
económica y monetaria europea.
- Con la moneda única se eliminaron los riesgos de cambio y los costes de
transacción, al tiempo que se aportaron elementos sólidos para limitar de forma
extraordinaria el grado de segmentación de los mercados en el continente (fuerte
integración)
- Con la moneda única se produjo (paralelamente) un descenso de los tipos de
interés a corto y medio plazo, que impulsó a la economía europea afectada de un
acelerado envejecimiento y amenazada de esclerosis.
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- La moneda única exigía, igualmente, el mantenimiento del rigor fiscal y una
estricta vigilancia sobre los equilibrios básicos de las economías implicadas. En
este punto, cabe señalar que los incentivos y/o los niveles de responsabilidad
fueron diferentes según países, además de que la eurozona carecía de
mecanismos efectivos para disciplinar los comportamientos de los países
miembros.
En definitiva, pese a sus ventajas, la moneda única tenía riesgos, que pasaron a ser cada vez
mayores.
Una crisis que afectó al modelo (a la construcción), pero que no quedó circunscrita al
inmobiliario. Dicho de otra manera, el orillamiento de la economía productiva exportadora
dejaba ver su debilidad y el limitado avance científico y tecnológico español. Así, la distancia
respecto de la media europea y del resto de las economías avanzadas en cuanto al empleo de
las TICs de grandes efectos sobre la productividad se mantuvo aún de forma importante.
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- Durante la etapa de Zapatero (2004-2007), el sobredimensionamiento de la
construcción, los errores de la política económica pública y los mencionados
desequilibrios llegaron al paroxismo.
Poco después, la realidad mostró cuán ingenuas e irresponsables eran aquellas presunciones.
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