Para inmiscuirnos en el ámbito ético de la extracción de células madre procedentes
del embrión, es necesario plantearnos algunas preguntas relacionadas con este tema, como: ¿tiene derecho el embrión a considerarse ya como una persona? ¿Merece algún tipo de respeto o protección? ¿Cuáles serían las obligaciones morales que tiene la sociedad con el embrión humano? Asimismo como considerar su lugar en el terreno moral y analizar las obligaciones éticas de las instituciones encargadas de su utilización con dichos embriones. La consideración de todas estas interrogantes son importantes no solo en el tema de la utilización de MCE, sino también en la controversia que es inherente al aborto, la fecundación in vitro, así como otros métodos de control de natalidad. En realidad, la discusión está enfocada fundamentalmente en el uso que pudiera dársele a los embriones, ya que al extraer las células madre, este pierde la posibilidad de convertirse en un ser con la plenitud de sus facultades. Pues bien, si el embrión humano ocuparía el mismo espacio que una persona, este tendría dignidad, merecería el mismo grado de respeto y protección, y por tanto, no podría ser utilizado como un objeto. Por otro lado, si no es considerado como persona, entonces sí podría ser utilizado con otro fin, como la investigación biomédica, que salvaría muchas vidas y procuraría el avance de la ciencia. La biología molecular ha permitido unificar las leyes de la genética y la evolución. En base a esas técnicas se ha establecido que el embrión por sí mismo no tiene potencialidad. La génesis de un nuevo ser requiere no solo de información genética, sino también, de información extragenética, un determinado tiempo de constitución y un espacio definido. Todos los seres vivos necesitan de un periodo constituyente, al final del cual recién podrá hablarse una nueva realidad biológica, antes de ello, el embrión es solo una mera posibilidad. Por esta razón se considera que el embrión no tiene las características suficientes para ser persona, entonces no puede ser considerado como tal y atribuirle los beneficios que conllevaría eso, pero si llegaran ciertos factores confluyentes, tendrá la posibilidad de llegar a serlo. Por ello no puede reclamar su respeto a su dignidad, ya que este compete únicamente a las personas. Sin embargo, tampoco puede quedar equiparado a un simple conjunto de células. Esto nos lleva afirmar que el embrión posee un estatuto especial, único y peculiar, no compartido con ninguna otra entidad. El estatuto del embrión es el de ni persona ni cosa, en otras palabras, va más allá de una cosa, pero no tanto como una persona. Lo más cercano con lo que se le podría comparar, es con un animal, y como se sabe, los animales son utilizados por medio de científicos en distintas industrias, así que siendo reducida su imagen y comparada a la de un conejo en los laboratorios Pantene, en donde por culpa de los distintos químicos de las formulas de los productos, el mamífero queda ciego, su piel se ve afectada seriamente y concluye con la muerte de este, para así, lograr una mejoría en el producto. Si bien usamos mamíferos para mejorar un simple producto de higiene, ¿Por qué no usar una “posibilidad” de otro mamífero para curar enfermedades, salvar vidas y mejorar la calidad de las que lo necesiten.
¿Es el embrión sujeto de derechos morales?
La dignidad humana está ligada por una relación con los derechos. Al hablar de dignidad, admitimos la existencia de ciertos estatutos jurídicos que han de sostenerse y a los que el ser humano dice ser merecedor por su propia condición y por las normas morales que ha puesto para lograr la convivencia en armonía con el resto de seres de su misma especie. La exigencia de los derechos morales requiere que exista una persona que pueda y sea capaz de portarlos. La condición de persona es necesaria para ser merecedor de dichos beneficios legales. Los requisitos para la exigencia de los derechos puede analizarse desde tres ángulos: 1. Persona como sujeto de derechos: Una persona, por el simple hecho de serlo, es sujeto de derecho. 2. Persona con aptitud para gobernar los derechos y obligaciones del que es titular. Esto supone la posibilidad de un ejercicio. Esta condición es un concepto dinámico, ya que a diferencia de la primera implica una acción por parte del sujeto y requiere de un cierto grado de inteligencia, que le permita el ejercicio racional de comprensión, evaluación y determinación de la acción. 3. Persona que posea intereses: Solo se puede reconocer derechos a quien sean capaces de defender ciertos objetivos, necesidades o preferencias.
¿Goza el embrión humano de respeto a la dignidad?
Entendemos por respeto, como un sentimiento de consideración y reconocimiento intrínseco hacia una persona o ley. En razón a esto, el respeto conlleva una serie de obligaciones morales entre los individuos que poseen este derecho y así, implícitamente asegurar una mejor convivencia, y una estabilidad que brinda una mejor calidad de vida en la sociedad. La ética de respeto parte de la capacidad de proyección, identificación y asertividad de una persona hacia otra, y no es solo una garantía de un límite de las acciones de otros individuos, sino también la relación de cuidado mutuo de la comunidad a la que pertenece el individuo poseedor del respeto. El respeto es un reconocimiento que origina un deber, una obligación, es decir, posibilita un tipo de acercamiento que va más allá del límite de la no intervención. La fuente principal del respeto es la dignidad que es inherente a la persona por el simple hecho de serlo y de pertenecer a la comunidad de personas, que al igual que ella tienen límites, y obligaciones en su actuar, garantizando así la estabilidad y procurando la prosperidad de tal grupo de individuos. A modo de consecuencia también se pueden respetar las opiniones que sostiene, los actos que realiza o los valores que defiende. Se debe de considerar las dos condiciones distintas al evaluar la relación de la dignidad humana, y son 1. Dignidad ontológica: La que es inherente a la persona por el simple hecho de serlo y pertenecer a una comunidad que tiene los mismos derechos que ella. 2. Dignidad moral: Aquella que se gana o se pierde como consecuencia a actos morales que se llevan a cabo. Como mérito y/o castigo a una acción cometida que afecte de manera positiva o negativa a uno o más individuos de la comunidad en la que vive dicha persona.
El embrión humano no goza de dignidad ontológica porque no es persona, ni
tampoco de dignidad moral porque no puede llevar a cabo ningún acto moral debido a sus obvias limitaciones físicas e intelectuales. Por esta razón, no es sujeto de respeto.