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Actividad integradora: INFANCIA

Martha Granados Sánchez


A) PRÁCTICAS DE CRIANZA

Hay que destacar que las perspectivas respecto de las prácticas de crianza tienen en
cuenta, cada vez más, el cruce de culturas. Por ello, las direcciones de las investigaciones
para el siglo XXI, implican ausencia de estándares universales para el trato óptimo hacia
el niño. No obstante, por una parte, se estudia la prevalencia aún de prácticas abusivas y
maltrato infantil (Korbin 1991) y, por otra, se estudian las actitudes de los padres hacia el
uso de la disciplina y reglas en la educación. La tendencia general es dar a los jóvenes
adolescentes una amplia gama de libertad de elección y rechazar el uso del castigo físico
en niños preescolares (Varming 1992).
Resaltar también que las diferencias entre unos padres y otros en prácticas de crianza se
encuentran en el marco de un planteamiento ecológico y sistémico del proceso evolutivo,
en donde los determinantes culturales, sociales y familiares moldean los contextos
concretos en que los niños se desarrollan y se socializan.
Entre las circunstancias que ejercen un efecto moldeador sobre las ideas de los padres y,
por tanto, influyen en la configuración del estilo educativo familiar están las experiencias
concretas de estimulación y socialización, las limitaciones o posibilidades relacionadas
con los hijos, las ideas específicas respecto de sus capacidades, la experiencia previa
como padres, la profesión, el nivel educativo, la forma en que los padres recuerdan su
propia educación cuando eran niños (Ainsworth & Eichberg 1991), el bienestar económico
(Carter & Middlemiss 1992) y la personalidad de los padres (Dix 1991). Estos cambios
afectan evidentemente a las prácticas de crianza que también pueden estar influenciadas
por muchos otros factores que desempeñan un papel en cada estilo educativo. Cada uno
deriva de los objetivos concretos que tengan los padres respecto de la crianza de sus
hijos, así como de sus ideas sobre la naturaleza de los niños, el papel adecuado de los
padres y la mejor forma de educar a los hijos (Goodnow & Collins 1990). Es decir, la
combinación de influencias, configurada por factores relacionados con la cultura, la
religión, la etnia y el género, pueden hacer que los padres utilicen prácticas de crianza
distintas.
En resumen, queremos resaltar la necesidad de enfatizar en la educación familiar, en la
validez de las prácticas de crianza positivas y en la prevención de prácticas negativas que
impliquen cualquier forma de abuso hacia el niño.
La educación infantil, de acuerdo con Gálvez (2000), procura que cada niño sea capaz de
compartir en lugar de arrebatar, de cuidar antes que destruir, de ejercer el poder con
responsabilidad en vez de dominar, de valorar su cultura como elemento de autoestima y
no como una situación impuesta y descubrir la belleza del mundo natural. Desde este
punto de vista, el currículo de educación inicial debe promover un enfoque activo, que
aporte la base de conceptos de ciudadanía regional, nacional e internacional (Hilares,
2007).
BIBLIOGRAFÍA: http://www.scielo.org.mx
B) VULNERABILIDAD

UNICEF y CONEVAL hacen un llamamiento a la protección de los niños y adolescentes los efectos
de la coyuntura económica

MÉXICO D.F., México, 8 de septiembre de 2009 - El Consejo Nacional de Evaluación de la Política


de Desarrollo Social (CONEVAL) de México y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF) organizó conjuntamente el foro “El impacto de la crisis económica en los niños, las niñas
y los adolescentes”.

El objetivo del foro fue analizar las consecuencias de la crisis económica en las niñas, los niños,
los adolescentes y sus familias, y de examinar cuáles son las políticas públicas más efectivas que
se requieren para amortiguar dichas consecuencias.

El foro reunió a un conjunto de autoridades y expertos nacionales e internacionales en políticas


públicas y protección social. Participaron Susana Sottoli, Representante de UNICEF en México;
Gonzalo Hernández Licona, Secretario Ejecutivo del CONEVAL; Cecilia Landerreche Gómez
Morín, Titular del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF-Nacional); Jorge
Mattar, Director Adjunto de la CEPAL en México; David Gordon, de la universidad de Bristol, Reino
Unido; John Scott, Profesor-Investigador, del Centro de Investigación y Docencia Económicas
(CIDE); Verónica Silva, Secretaria Ejecutiva del Sistema de Protección Social de Chile; Jorge
Abrahão de Castro, de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República
Federativa de Brasil.

En este contexto, el foro busca hacer un llamamiento a todas las partes interesadas sobre la
necesidad de proteger a los niños, a las niñas y a los adolescentes del efecto de la crisis,
colocándolos en todo momento en el centro de las políticas públicas.

México ha alcanzado importantes progresos para asegurar unas condiciones de vida mejores para
la infancia. Es necesario proteger estos avances y evitar cualquier retroceso que pudiera acentuar
las desigualdades que ya afectan a miles de niños y niñas en el país. Disminuir el ciclo de la
inversión en la infancia en tiempos de crisis puede tener consecuencias graves y duraderas. Los
retrocesos reflejados en el bienestar y en las oportunidades para las niñas, los niños y los
adolescentes tienen un efecto a largo plazo y son muy difíciles de revertir.

En este sentido, Susana Sottoli, Representante de UNICEF en México, declaró que “invertir en la
infancia no sólo es un deber moral de toda sociedad y una obligación legal puesto que México
ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño, sino que resulta una opción estratégica de
política nacional: es el canal más directo y efectivo para crear una fuerza laboral con habilidades,
productividad y capacidad de innovación. Es también la clave para asegurar la cohesión social
necesaria a cualquier construcción democrática y ciudadana”.

Por su parte Gonzalo Hernández Licona, Secretario Ejecutivo del CONEVAL, afirmó que “en estos
momentos en que se está hablando del presupuesto 2010 es importante para México pensar de
qué manera se puede seguir apoyando a las niñas, a los niños y a los adolescentes, que son el
futuro del país; y no es una frase vacía. Lo que hagamos hoy en política pública para mejorar los
derechos y el bienestar de niñas y niños, lo veremos reflejado mañana como país. Ello implica que
los representantes del poder ejecutivo.

BIBLIOGRAFÍA: https://www.unicef.org
C) PROYECCIONES HACIA EL HIJO

En la relación entre padre e hijos existe una “parte oculta,” conformada por una variedad de facetas de la vida
de los padres, que inconscientemente proyectamos en nuestros hijos de cualquier edad. Estas proyecciones
se desconocen y se niegan, porque descubrirlas puede causar culpa y vergüenza.

La proyección es un mecanismo de defensa que consiste en atribuir a otros lo que pertenece a uno mismo, ya
sea un sentimiento, una carencia o un rasgo de personalidad. Este mecanismo todos lo presentamos y puede
activarse en cualquier relación. Aquí me enfocaré a la proyección entre padres e hijos.

¿Qué proyectamos los padres en nuestros hijos? Nuestras expectativas de la vida, frustraciones, etapas de la
infancia o adolescencia com asuntos sin resolver o necesidades insatisfechas.

Estas proyecciones se manifiestan en diversas formas, de las cuales revisaremos dos que podemos expresar
así:

1- Yo no pude hacerlo, hazlo tú por mi

2- Hijo/a, te tengo envidia

Hablemos de la primera:

Muchos padres llevan consigo gran frustración, producto de sueños no realizados, errores cometidos o
asuntos inconclusos de su vida. Mientras más “hubieras” haya en el lenguaje de una persona, mayor
frustración y por tanto, más vulnerable será a este tipo de proyección que consiste en tomar
inconscientemente a uno o varios de los hijos, como si fueran una extensión de sí mismo, intentando que ese
hijo haga lo que el padre no pudo hacer, realice los sueños que no cumplió, corrija los errores cometidos y
componga y reivindique su pasado con el cual no se ha reconciliado.

Esa es la razón que algunas veces mueve el interés o “labor de convencimiento” para que los hijos hagan
ciertas cosas, estudien tal carrera o tomen tal decisión. Reconocerlo es un paso necesario para respetar su
individualidad, y apoyarlos para realizar sus sueños. Los suyos, no los nuestros.

“Hijo/a ¡Te tengo envidia!” Así sonaría cierta dinámica inconsciente si le pusiéramos palabras. Los padres
podemos sentir envidia hacia nuestros hijos por muchas razones. La forma en que la manifestamos es por lo
general desaprobando eso por lo cual le envidiamos, acompañándolo con enojo, críticas o burlas.

“A tu edad yo…“ “A mí nunca me dieron, permitieron”, son expresiones típicas de esta condición. Por ejemplo,
una madre o un padre que desde muy joven tuvo fuertes responsabilidades, tales como ayudar a sostener a la
familia o asumir el rol de papá o mamá de sus hermanos y hasta de sus padres, puede sentir envidia hacia su
hijo que tiene una vida cómoda y fácil.

Si un hijo se atreve a expresar lo que quiere, hace amigos fácilmente, es decidido y seguro, puede despertar
la envidia del padre que no los posee.

Una hija lozana y hermosa, que además tiene una buena relación de pareja y vive experiencias fascinantes,
puede activar la envidia de su madre quien quizá, en medio de su rutinaria y aburrida vida, ve como su
juventud se escapa y su insatisfactoria relación de pareja muere cada día.

Sea cual fuere la proyección, ¡date cuenta! Reconocer los aspectos de nuestra historia que proyectamos
inconscientemente en nuestros hijos, entender por qué “ese” hijo nos saca de nuestras casillas o por qué nos
es difícil amarlo, contribuye a transformar los sentimientos de rechazo, rencor y su consecuente culpa,
facilitando el paso al único sentimiento que sana, une y transforma: el amor.

BIBLIOGRAFÍA: http://ideasqueayudan.com

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