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Nicolai Hartmann (1882 – 1950) fue oriundo de la ciudad de Riga, frecuentó en su juventud

el Instituto de Humanidades en Leningrado, estudió Medicina y Filosofía en Tartu, en


Leningrado y en Marburg am Lahn, universidad esta última donde fue profesor adjunto de
Filosofía con Cohen y Natorp. Sirvió como soldado raso durante la Primera Guerra Mundial
donde fue herido de gravedad.
En 1920, fue nombrado catedrático en la universidad de Marburg, luego, en 1925, en la de
Colonia (ahí fue colega de Max Scheler); en e! año 1931, ganó la cátedra de Filosofía por
concurso, en ¡a universidad de Berlín (donde fue testigo del desastre de 1945 y la virtual
destrucción de la ciudad) y, a partir de 1945, en la universidad de Gotinga, ciudad en la
cual falleció el 9 de octubre del año 1950.
Aún cuando Nicolai Hartmann ha influido fuertemente en la Filosofía actual, fue no
obstante, personalmente, un conservador.
Rechazó la tecnología moderna: el automóvil, el teléfono y hasta la máquina de escribir.
Escribía sus extensas obras a mano y, manuscritas, las llevaba él mismo a la imprenta.
Fue un hombre de una austeridad proverbial: dormía sobre un sofá, costumbre que le
venía de su casa paterna cuando era un niño o un adolescente y como único adorno de su
cuarto de trabajo tenía colgado en la pared un cuadro de su ciudad natal, Riga, capital de
Letonia.
En Filosofía, estimaba altamente la herencia de los antiguos maestros,
especialmente la de los pensadores griegos y veneraba, por encima de todo, al gran
Aristóteles, el Estagirita, el Filósofo por excelencia.
Consideraba a la filosofía existencial de Heidegger y de Sartre una moda pasajera. No
comprendía en absoluto a los que él denominaba “hombres del yo”, que tanta importancia
se dan a sí mismos y han pretendido poner el miedo a la muerte (Angst), sistemáticamente
sugerido e histéricamente exagerado, en el centro mismo de la existencia. Rechazaba el
culto semirreligioso que ya comenzaba a practicarse entre los existencialistas. Tenía tal
confianza en el espíritu, que no quiso desacreditar el pensamiento lógico por la
interferencia del sentimiento, de la palabra o de la acción. Estaba íntimamente persuadido
que cada época vive del espíritu atraviesa y configura la Historia de la Humanidad. Sus
principales obras fueron: Metafísica del conocimiento: dos volúmenes, 1921; Etica.,
1926; Ontología III: la fábrica del mundo real, 1940,
La Metafísica del conocimiento (1921).
Por influencia de Franz Brentano, el gran aristotélico, se produjo un alejamiento de Kant y
del kantismo y un progresivo retorno a la metafísica. En esta primera época del siglo XX,
escribió Peter Wust su “Resurrección de la Metafísica (1920) y Heinrich Keler anunció la
“Metafísica resucitada” (1821). Este es también el tiempo en que escribió Hartmann su
obra “Metafísica”, que él consideró como su más importante realización.
a) ¿Mundo externo? Es un verdadero cuento de hadas de los neokantianos el afirmar que
somos nosotros mismos, por el conocimiento, los que producimos todos los objetos, a
través de las dos intuiciones fundamentales de espacio y tiempo y las doce categorías, La
experiencia nos muestra justamente lo contrario: las cosas, los objetos no se preocupan
para nada de si son conocidos o no. Aun cuando el conocimiento se transmite por
imágenes, él no nos da noticia de imágenes, sino de la realidad captada a través de las
imágenes. Convocamos el mundo externo en la medida en que éste cae dentro de la
esfera de luz del límite de nuestra “obyección” o introyección del objeto.
Pero por nuestra “tendencia a la adecuación”, propia de nuestro espíritu, buscamos
prolongar cada vez más la esfera luminosa hacia la penumbra colindante. Un conocimiento
pleno no nos será nunca concedido; por ello, el azar, el absurdo, la fatalidad, el mar e!
error y la magia permanecerán siempre en el mundo, no podrán ser nunca totalmente
erradicados.
Aparte del conocimiento, existen tres “vías emocionales” que nos conducen al mundo
externo:
1o el dolor de las cosas, que nos oprimen duramente, nos fuerza necesariamente al
reconocimiento de esa realidad;
2° el manejo, la elaboración y el trato con las cosas, nos muestra sus propiedades
reales,
3o el luchar, proyectar, esperar en el mundo que nos rodea y nos determina se nos
presenta a menudo a través de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Quien considera estas tres vías no puede ya pensar en el mundo como mera
“representación” o “esencia”.
b) Las capas o estratos del ser. Nicolai Hartmann supuso cuatro capas del ser, las que,
con su mutua “sobreformación” y “sobreconstrucción constituyen la totalidad de la realidad:
1) Las cosas inanimadas forman la capa fundamental, de que traía la Física;
2) Los seres “avivados”, es decir, con vida; forman la capa de lo biológico;
3) Los seres “animados”, vale decir, con alma, forman, gracias a sus experiencias
conscientes, la capa de lo psicológico;
4) Los seres espirituales, por la conciencia de sí mismos y por el pensamiento, forman la
capa de lo espiritual.
Las capas del ser no pasan lenta y progresivamente unas a otras sino que lo que hay son
más bien “simas” o hiatos del ser. Ello no quiere decir, sin embargo, que existan separadas
unas de otras. Hay, más bien, seres “unistráticos” como las rocas, las montañas y los
guijarros, seres “bistráticos” como las plantas y todo el reino vegetal, seres “tristráticos
como los animales y, por último, seres “cuatristráticos” o “tetrastráticos” (seres humanos)
(1).
Cada capa o estrato del ser y, consiguientemente, cada ciencia especial posee sus
categorías propias. Lleva, por ejemplo, a confusión el pretender describir la realidad de lo
vivo con las categorías de la mecánica. Así como los pisos de una casa estriban unos
sobre otros de modo que el piso superior no puede estar nunca sin el inferior, lo mismo
sucede con las capas de! ser. Se sigue de ahí que, por ejemplo, lo biológico puede darse
sin ¡o espiritual, pero la inversa no es posible Y también se sigue que lo que por su
jerarquía es lo más alto, es en la realidad lo más débil, siendo lo más bajo a ¡a vez lo más
fuerte.
Esta teoría de los estratos, tan cara a Hartmann, representa realmente una visión intuitiva
de su autor, pero pone seriamente en peligro la unidad de! ser humano. Hartmann se halla
así de nuevo ante el problema de Descartes de la manera cómo, con estos “hiatos”, es
posible que el cuerpo obre sobre el alma y el alma, sobre el cuerpo.
c) La filosofía del espíritu. Puesto que la física, la Biología y la Psicología ocupan
íntegramente las tres capas inferiores, la última capa la espsritual, conforma el verdadero
núcleo de la Filosofía.
Nicolai Hartmann distingue un triple espíritu:
1) El espíritu “personal”, que es el espíritu de cada hombre. La conciencia, que tiene de
común con el animal, sólo pasa a ser espíritu cuando el mismo yo se contrapone a! mundo
y se aprehende en su peculiaridad. Sólo la acción libre, determinada por los valores,
constituye la verdadera y única dignidad del hombre.
2) El espíritu “objetivo” es el espíritu del tiempo, que nos envuelve como la atmósfera, por
el que respiramos y obramos . Nadie puede sustraerse al espíritu del tiempo, que penetra
en cada hombre a través de la Historia y la Ciencia, el Derecho y la Ética, la Moral y la
Religión. Sin embargo, el espíritu de! tiempo no es una sustancia en el sentido hegeliano
sino que requiere, para vivir, la influencia y acción del espíritu “personal”.
3) El espíritu “objetivado” ya no vive, sino que está petrificado en las obras de la literatura
y el arte antiguos. Todas las obras de nuestra cultura poseen, aparte del fondo real
“aparente” o de primer plano, consistente en piedras, sonidos o frases, otro trasfondo
“irreal” en cuanto en ella pervive, en cierto modo aún, es alma de que nacieron (1).
Este espíritu fijado, estereotipado, anquilosado, necesita, por tanto, del espíritu “personal”
para tornarse, gracias a él, espíritu vivo.
Si el individuo humano es lo bastante fuerte, si tiene verdadero liderazgo, impondrá su
modo de ser; de lo contrario, sucumbirá a So antiguo, lo arcaico, lo anterior. De ahí, la
razón verdadera y profunda de la división entre conservadores y progresistas, presentes
en todos los Estados a través de la Historia y para siempre (2).
Es el espíritu quien define a la humanidad y su obra queda plasmada por acción del
espíritu, en sus diversas manifestaciones.
La Ética (1925)
Hartmann intentó, en su Ética, conciliar a Kant y a Scheler: quiere fundar una ética de
bienes que tenga, no obstante, absoluta validez. La Ética de Hartmann fue considerada, en
su momento, la más extensa y la más elaborada de su época.

1. Etica absoluta de bienes.- Es menester suponer un reino propio de valores eternos e


inmutables que existan, en el sentido de las ideas platónicas, en un modo de ser
propio, por encima del mundo perecedero ¿Cómo franquear el abismo, el hiato, entre
este mundo real y el reino ideal de ios valores? El puente es el hombre, que por su
capa óntica superior se alza hasta el reino del espíritu y se halla, a la par ligado por
sus capas inferiores a todas las realidades de este mundo (3). El hombre es así, el
administrador de! “deber ser” ideal, la puerta de entrada al bien el que da sentido al
mundo, Sólo él es capaz de hacer descender del cielo los valores y realizarlos sobre la
Tierra. Si él llegara a faltar, el bien jamás se haría realidad (3).

Pero ¿cuándo es moral la acción del hombre?. Sólo lo es cuando procede de la libertad.
Como la libertad es posible que alguna vez falle, Dios, que no puede fallar, no es, por
tanto, libre.
¿Existe realmente la libertad?
Si se mira la acción humana en las capas inferiores, no hay libertad pero si se mira a los
valores a los que ella está dirigida, si existe la libertad, Pero, no basta para la moralidad de
una acción que ella esté dirigida meramente a un valor sino que la moralidad consiste
esencialmente en preferir el valor superior al inferior. Obra así moralmente el que se
decide siempre por lo
mejor, por lo preferible (3).
Por ello, ningún valor puede ser perseguido sólo por razón de sí mismo. Si se obra sin
miramiento alguno a los restantes valores, se producirá necesariamente una
verdadera “tiranía del valor”: una veracidad hasta el propio aniquilamiento, una justicia
hasta el fanatismo, una fidelidad hasta la insensatez, una honestidad hasta la locura, una
lealtad hasta ¡a pérdida de sí. valores que llevan por su terrible tiranía, a estados de
desvalor o desesperación (3)
Es menester, además, tener presente que la altura y la fuerza del valor se hallan en
proporción inversa. Por ello, un pecado contra un valor Inferior (por ejemplo, matar a un
hombre) puede ser un crimen mayor que e\ pecado contra un valor superior (por ejemplo la
limitación de la libertad). El objeto de la Ética llega, a pesar de todas las dificultades, a una
síntesis armónica de valores.

1. Ética y Religión.- Hasta hoy se había procurado unir Ética y Religión.


Nicolai Hartmann las tiene por antítesis irreconciliables y enumera cinco antinomias:
2. La orientación de la Religión hacía el más allá traspone a este todos los valores,
traicionando así el más acá y cometiendo una verdadera fuga del mundo.

La Ética pretende realizar los valores aquí en la Tierra y considera inmoral la fuga de!
mundo, la que la religión denomina ascesis;

1. La Religión declara la voluntad de Dios corno el mandamiento supremo a la que


deberá someterse toda voluntad humana. La Ética, en cambo, mira al hombre como lo
supremo y ve en aquella subordinación una traición;

-La Religión propugna la heteronomía, la Ética, la autonomía.


-La Religión fija, por medio de la providencia divina, el destino del hombre; la Ética pide
absoluta libertad,
-La Religión predica la redención de nuestros pecados y faltas; la Ética ve en la redención
la inhabilitación y el rebajamiento del hombre que no quiere ya responder de sus actos
(4)
En nombre de la Ética había postulado Kant la existencia de Dios: Ahora en nombre de la
misma Ética, postula Hartmann que no hay Dios. Es, desde luego, sorprendente que dos
pensadores lógicos tan eminentes saquen de las mismas premisas conclusiones opuestas.
Pareciera, pues, que las conclusiones no se obtienen sólo con el entendimiento o el
pensamiento “lógico” sino también con la ideología entera.
Pero tampoco es la Ética de Hartmann un término sino sólo un camino medio (5).
Apuntemos, a título personal, sólo algunos elementos:
1) El reino de los valores”. Los valores contenidos en este reino son abstracción vacía.
Nosotros, los seres humanos, no aspiramos al “valor” de la comida, de la vida o de! dinero
sino a la comida, a la vida y al dinero mismo. No se deben separar ser y valor. Como lo
hacen Kant y Hartmann, sino que es menester considerarlos en su ser real, tal como lo
hicieron Platón, Aristóteles y iodos los pensadores medievales.
2) La preferencia. ¿Es sólo mora! una acción cuando escojo lo mejor? ¿Es lo mejor
siempre lo más moral?. Indudablemente, resulta mejor darle a un mendigo un traje de lana
en pleno invierno que entregarle unas cuantas monedas para que compre pan. Pero ¿no
es también mora! la más pequeña ayuda que procede de un corazón generoso y bueno?
¿No dijo Cristo que la mejor acción fue la de aquella pobre viuda que entregó los pocos
centavos que tenía y que constituían todo su haber, frente a las importantes limosnas de
los fariseos? ¿Tendrá que seguir siendo lo mejor enemigo de lo bueno? (6).
3) Heteronomía: Cuesta poco decir” ¡No seas receptor de las órdenes de Dios”! pero ¿no
es el ser humano, la persona, según Hartmann, un verdadero “receptor de órdenes” de
una especie de central anónima de valores? En realidad, no ha hecho nuestro autor sino
cambiar al Señor personal (divino) por otro señor objetivo impersonal y, por supuesto, no
divino (¿inferior?).
4) Redención: ¿No es posible que un ladrón o un criminal vea lo antisocial de su acción,
se convierta íntimamente, adquiera un nuevo carácter honrado y se arrepienta de su
comportamiento anterior? ¿Es eso no humano? ¿Todo delincuente cumplida su peno de
cárcel, necesariamente recae en su mala acción siempre? La redención no es, pues,
exclusiva de la Religión (6).
La superación de la acción inmoral es siempre posible (aun cuando no se considere muy
frecuente) y es ella el presupuesto de la amnistía, que el pensamiento religiosos denomina
redención.
Lo que resulta inhumano y repudiable es construir monstruos para luego darse el gusto de
“desenmascararlos” y denunciarlos!
Por lo anterior, reconociendo su importancia, pensarnos que la Ética de Hartmann es
discutible en vanos puntos.
REFERENCIAS

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