Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Hechos
El Tribunal Superior de Justicia de Córdoba rechazó el recurso de casación del laboratorio y
confirmó la sentencia de instancia anterior, que había ratificado la legitimidad de la “Contribución
que incide sobre el Comercio, la Industria y las Empresas de Servicios” exigida por la Municipalidad
por los períodos enero de 1995 a abril de 2000.
La accionante interpuso el recurso extraordinario federal que, denegado, motivó la queja. Subraya
que la contribución es inconstitucional, tanto si se la considera una tasa o un impuesto. Si fuese una
tasa, no podría exigirse a aquellos contribuyentes que carecen de presencia física en el ejido
municipal, como ocurre en su caso. En cuanto si es visto como impuesto, resultaría contrario al
régimen de coparticipación federal y el “Pacto Fiscal para el Empleo, la Producción y el
Crecimiento”. La CSJN declaró procedente el recurso y revocó la sentencia apelada.
Sumarios
1 – Corresponde revocar la sentencia que confirmó la legitimidad de la “Contribución que incide
sobre el Comercio, la Industria y las Empresas de Servicios” exigida por la Municipalidad de
Córdoba a un laboratorio —que carece de local, depósito o establecimiento en ese territorio—,
pues, definida su naturaleza de tasa, la postura municipal para fundar su pretensión tributaria —
”que el tributo se refiere a una serie de servicios que no deben considerarse en forma aislada sino
conjuntamente y cuyo objetivo es que las actividades lucrativas lo sean en forma ordenada, pacífica,
segura y con mutuo respeto a los derechos de cada uno”— es contraria a un requisito fundamental
respecto de éstas, como es que a su cobro debe corresponder siempre la concreta, efectiva e
individualizada prestación de un servicio referido a algo no menos individualizado (bien o acto) del
contribuyente.
2 – La “Contribución que incide sobre el Comercio, la Industria y las Empresas de Servicios”
(CCIES) —art. 167 del Código Tributario de la Municipalidad de Córdoba— no puede calificarse
como impuesto, pues el legislador local diseñó el presupuesto de hecho adoptado para hacer nacer
la obligación de pago tomando en cuenta la prestación a los particulares de ciertos servicios
comprendidos en una serie de actividades estatales que allí enumera, de forma no taxativa, y la
mención de las actividades gravadas, seguida de los términos “en virtud de los servicios
municipales” no puede ser entendida como una redacción descuidada o desafortunada del
legislador, sino que la sucesión entre ambos indica que la intención fue retribuir estos servicios
mediante esa contribución, exhibiendo así la vinculación directa entre hecho imponible —desarrollo
de una actividad estatal que atañe al obligado— y una obligación tributaria extraña a la especie
impositiva.
3 – A los fines de la definición legal del hecho imponible de la “Contribución que incide sobre el
Comercio, la Industria y las Empresas de Servicios”, no corresponde concluir que aquélla opera
como tasa o como impuesto según la modalidad de prestación de la actividad, pues, la diferencia
entre tasa e impuesto queda indubitablemente determinada por la existencia o no del desarrollo de
una actividad estatal que atañe al obligado, razón por la cual los diferentes modos bajo los cuales
los contribuyentes desempeñen sus actividades no causan mutación en la naturaleza jurídica del
tributo.
4 – La tasa se diferencia del impuesto, ya que consiste en el desarrollo de una actividad estatal que
atañe al obligado y que, por ello, desde el momento en que el Estado organiza el servicio y lo pone
a disposición del particular, éste no puede rehusar su pago aun cuando no haga uso de aquél, o no
tenga interés en él, ya que el servicio tiene en mira el interés general.
5 – La distinción entre impuestos y tasas no es meramente académica, sino que desempeña un rol
esencial en la coordinación de potestades tributarias entre los diferentes niveles de gobierno, a poco
que se advierta que el art. 9, inc. b), de la ley 23.548 excluye a las tasas retributivas de servicios
efectivamente prestados de la prohibición de aplicar gravámenes locales análogos a los nacionales
distribuidos.
Fallo Estado Nacional c. Arenera El Libertador S. R. L.
Sumarios:
4. Cuando la función del Estado es la construcción, mantenimiento o mejora de una obra pública,
las personas obligadas al pago deben ser aquellas que de algún modo se relacionan con la obra,
sea usándola, beneficiándose de cualquier modo en razón de su existencia y funcionamiento, aun
de modo potencial.
5. El peaje es para el usuario una contribución vinculada al cumplimento de actividades estatales
(como puede serlo la construcción de una vía, o su mejora, ampliación, mantenimiento,
conservación, etc., aun de vías preexistentes). Para el concesionario constituirán un medio de
remuneración de sus servicios.
6. La Ley Fundamental se refiere exclusiva y específicamente a la prohibición de gravar el mero
tránsito de mercaderías y de los medios de transporte que se utilicen para su traslado. Ello no torna
en inconstitucional cualquier gravamen que afecte de algún modo el transporte y comercio.
8. Exigir vías alternativas gratuitas que presten servicios comparables a aquellas en las que se
cobra peaje, importaría admitir que en muchos casos se tornen antieconómicas estas últimas, con el
consiguiente quebrantamiento de la ecuación económico-financiera y el principio general y la base
de todo contrato de concesión de obra pública.
9. De admitirse la hipotética exigibilidad de vías alternativas, podrían configurarse dos supuestos
diversos: uno, el que se tratara de vías comparables entre sí, lo que convertiría en absurdo el
sistema sujeto al cobro de peaje y otro, el que se diera el caso de vías no comparables entre ellas,
en cuyo caso, no solamente en nada se afectaría aquel régimen, sino que, en tales términos, toda
dilucidación al respecto resultaría por demás inoficiosa e intrascendente.
10. Nada hay en la Constitución Nacional que obste al establecimiento del “peaje”. Empero a la luz
de los preceptos constitucionales, sólo será compatible con éstos el peaje que, con rasgos que lo
aproximan a las tasas y lo alejan decisivamente de los impuestos, se correspondan siempre a la
concreta, efectiva e individualizada prestación de un servicio o realización de una obra.
11. Es inconducente, a los fines de acreditar la inconstitucionalidad del peaje, la mera demostración
de la inexistencia de una vía alternativa, puesto que la Constitución Nacional sólo prohíbe el
establecimiento de impuestos al tránsito, mas no impone, ni expresa ni implícitamente, la existencia
de vías alternativas a aquéllas en las que se cobra peaje.
12. Constitucionalmente, el peaje es una contribución caracterizada por la circunstancia de que el
legislador la asocia a un proyecto de construcción, conservación o mejora que identifica con
particular claridad, lo que por otra parte no choca sino que se adecua a los principios
constitucionales en relación a la renta pública.
13. En el caso del peaje, al optar el Estado por el régimen de concesión de obra pública, resulta
para el usuario una contribución vinculada al cumplimiento de actividades estatales, y para el
concesionario, constituirá un medio de remuneración de sus servicios. Así, en los hechos, el peaje
resulta sustancialmente similar el precio pagado por un servicio, por lo que sería erróneo
considerarlo desde un punto de vista meramente contractual.
14. Lo que haría inaplicable al peaje o a la existencia de vías alternativas exigibles es la
demostración de quien lo cuestiona, de que la necesidad indispensable del uso de la vía gravada,
unida a un monto irrazonable tórnase en ilusorio su derecho de circular.
15. La Corte no ha establecido doctrina en el sentido de considerar obligatoria la existencia de “vías
alternativas”. La Constitución, al consagrar el derecho a la libre circulación interior, no prohíbe
peajes y, en consecuencia, no exige “vías alternativas”.
16. No es inconstitucional el peaje cuando no constituye un pago exigido por el solo paso, con base
desvinculada de los servicios u otras prestaciones que se practiquen en favor del usuario, entre
ellos, la construcción o el mantenimiento de la vía de tránsito en cuestión. Por lo tanto, no se
advierte óbice dentro de nuestro régimen constitucional para la institución del peaje, como una
forma más de financiación de obras públicas.
17. En cuanto a la libertad de tránsito del art. 14 de la Constitución Nacional, ella sólo puede verse
afectada por medidas fiscales o parafiscales cuando éstas tornen en ilusorio aquel derecho, lo que
no impide en modo alguno al Estado establecer los tributos que razonablemente requiera el
sostenimiento de sus actividades. Todo el tributo debe ser razonable de modo que no torne ilusoria
la libertad de circulación, considerando su monto y las circunstancias que rodean su imposición.
18. La exigencia de las vías alternativas puede cobrar sentido cuando su falta afecte la libertad de
circular, lo que no se da por la sola falta de tal vía, y el pago del tributo resulte ineludible para el
sujeto que cuestiona el gravamen. No resulta entonces rechazable que el sujeto pasivo esté
obligado al pago del tributo por utilizar la vía, al margen de si su uso requiere o no la totalidad de las
obras que el tributo solventa, ni que su condición de usuario de la vía sea determinante de su
obligación, en la que en cambio no se incluyen a quienes no la usen.
19. Con relación al tráfico interjurisdiccional los art. 9, 10, 11 y 12 de la Constitución Nacional vedan
explícitamente la posibilidad de imponer “derechos” – “cualquiera que sea su denominación”- que
gravaran el mero tráfico interprovincial y que, por su propia naturaleza, tuvieran como causa del
tributo la exteriorización de ese hecho. En efecto, la libertad de tránsito interjurisdiccional se impone
tanto a la Nación como a las provincias. El Congreso Nacional es el único facultado para reglar el
tráfico interprovincial, pero no significa franquear el límite impuesto por los arts. de la Constitución
Nacional que impiden afectar el mero tráfico interjurisdiccional con impuestos.
20. Nada hay en la Constitución Nacional que obste al establecimiento del “peaje”. Sólo será
compatible el peaje que, con rasgos que lo aproximan a las tasas y lo alejan decisivamente de los
impuestos, se corresponde siempre a la concreta, efectiva e individualizada prestación de un
servicio o realización de una obra, apreciándose cuándo se trata propiamente de un “peaje”,
compatible con La Ley Fundamental, y cuándo de un “impuesto” encubierto, destinado a gravar el
tráfico interjurisdiccional, prohibido por aquélla. en tal cuestión, debe aplicarse también el criterio
según el cual es preciso atenerse, más que al nomen dado a los institutos, a su real naturaleza.
Caso contrario, sería tentador disfrazar impuestos al tránsito bajo el rótulo de “peaje” y así la “vía
alternativa” es irrelevante cuando el peaje es sólo un nomen que encubre un verdadero impuesto al
tránsito (del voto de los doctores Petracchi, Nazareno y Moliné O’Connor) La exigibilidad ineludible
de vías alternativas importaría especialmente una flagrante contradicción con el principio rector que
inspira el sistema de peaje.
Fallo Compañía Química S.A. c. Municipalidad de Tucumán
VOTO por: I.- Confirmar la sentencia de Primera Instancia y en consecuencia, rechazar el recurso
de apelación interpuesto por la actora, con imposición de costas de Alzada a la actora por aplicación
del principio objetivo de la derrota.
El Dr. Corti dijo: I. Adhiero al relato de los hechos efectuado por el Dr. Centanaro así como a la
solución que propone.
La acción de repetición encuentra su razón de ser en el principio general de enriquecimiento sin
causa.
El tributo a examinar es “contribuciones de alumbrado, barrido y limpieza territorial y de pavimentos
y aceras. Es preciso efectuar tres consideraciones.
a) “...un tributo no sigue la suerte del nombre que se le quiera dar. No será tasa tan sólo porque así
se le haya denominado, del mismo modo que, recíprocamente, el impuesto no será tal, sólo porque
así haya sido bautizado”.
b) “Contribuciones” son todos los tributos. Pero claro, también “contribución” es un término que se
utiliza para designar una categoría tributaria en particular, circunstancia que puede generar, en
casos concretos, alguna perplejidad a la hora de identificar un tributo.
c) La forma habitual para distinguir las categorías de tributos pasa por una diferenciación de los
diferentes hechos imponibles.
Más allá de las peculiaridades en la redacción del Código, el punto en común de todos los hechos
imponibles consiste en el dominio, usufructo o posesión a título de dueño de un inmueble ubicado
en el territorio de la Ciudad.
La mayoría de la doctrina, y en esa línea se enrola la actora, entienden que la contribución de
alumbrado, barrido y limpieza es encuadrable como una tasa, cuyo hecho imponible es la concreta y
efectiva prestación del servicio en el espacio público adyacente al inmueble del sujeto pasivo del
tributo.
Sin embargo, hay autores como Jarach, para quien se trata de una contribución especial.
Por último, la contribución de pavimentos y aceras es habitualmente calificada como una
contribución de mejoras, donde su hecho imponible es el beneficio o valorización diferencial
derivados de las obras de pavimento y aceras.
Corresponde analizar lo relativo al ABL bajo la interpretación doctrinaria mayoritaria (seguida por la
actora), y que califica a esta contribución en términos de tasa. Las tasas. La indudable relevancia de
la prestación efectiva del servicio.
“La tasa es el tributo cuya obligación tiene como hecho generador la prestación efectiva o potencial
de un servicio público individualizado en el contribuyente” (art. 16). Es así una nota definitoria de la
tasa que el servicio estatal que constituye su presupuesto de hecho sea prestado efectivamente por
la Administración al contribuyente, aún cuando éste se resista a recibirlo. Así lo entiende tanto la
doctrina como la misma Corte Suprema. Surge, por ejemplo en la causa “Compañía Química S.A. v.
Municipalidad de Tucumán”: “la existencia de un requisito fundamental respecto de las tasas, como
es que al cobro de dicho tributo debe corresponder siempre la concreta efectiva e individualizada
prestación de un servicio relativo a algo (bien o acto) no menos individualizado del contribuyente”.
La Corte Suprema señaló: “la sola circunstancia de que el contribuyente carezca de interés en el
servicio estatal no basta para eximirlo del pago de la tasa respectiva”.
La insistencia sobre la “prestación efectiva” nace fundamentalmente de la necesidad de erradicar
impuestos ocultos bajo el nombre de tasa.
Con relación al monto de la tasa, éste debe guardar razonable proporción con el costo del servicio
que retribuye. “La capacidad contributiva sería, pues, el primer requisito que legitima el cobro de
todos los tributos, y no sólo los impuestos”. “La capacidad contributiva constituye un medio
adecuado para distribuir entre los obligados al pago la cuantía global de la tasa”.
La contribución especial. Jarach define con este término a los “tributos que la ley establece sobre
los dueños de inmuebles que experimentan un incremento de su valor como consecuencia de una
obra pública construida por el Estado”. Además de esa situación, reconoce otra, en la medida en
que “existen casos de tributos establecidos a cargo de grupos de habitantes que gozan de
beneficios especiales por la prestación de un servicio público que no se individualiza hacia
determinadas personas, pero beneficia en forma indirecta y especial a dichos grupos”. Ejemplo de
ese caso es justamente, para Jarach, el ABL. Según sus propios términos: “Es éste el caso de los
servicios municipales de alumbrado público y de barrido. Ambos se prestan en forma general y en
beneficio del tránsito, de la seguridad pública, de la higiene y de la conservación de las condiciones
de salubridad del medio ambiente. Pero los habitantes de los inmuebles sitos a cierta distancia de
los focos del alumbrado público, o frentistas de las calles en que la Municipalidad presta el servicio
del barrido, reciben un beneficio diferencial, por lo cual pueden ser gravados también en forma
diferencial para la financiación del servicio. Estos tributos son clasificables en la categoría de las
contribuciones especiales y no en la de las tasas, por cuanto éstas corresponden a la prestación de
un servicio individualizado hacia el usuario, connotación ésta que no se encuentra en los casos que
estamos examinando”.
De todo lo expuesto, resulta a mi juicio claro que la acción intentada por la actora no puede
prosperar, y que, por ende, debe confirmarse la sentencia de primera instancia en ese sentido, más
allá de la diversidad de fundamentos.
El Tribunal RESUELVE: Confirmar la sentencia de Primera Instancia y en consecuencia, rechazar el
recurso de apelación interpuesto por la actora, con imposición de costas de Alzada a la actora por
aplicación del principio objetivo de la derrota.