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Una intervención educativa es un programa específico o un grupo de pasos para ayudar a un niño a
mejorar en un área que necesite. Los niños pueden tener muchos tipos diferentes de necesidades.
Son específicas y formales. Una intervención dura un cierto número de semanas o meses y se
revisa periódicamente.
Son establecidas de esa manera para que usted y la escuela puedan supervisar el progreso de
su hija con una intervención.
En otros términos, la educación física corresponde a aquella actividad que involucra el uso del
cuerpo humano para lograr el desempeño deportivo, la cual nos brinda conocimientos en cuanto al
ejercicio físico, entre ellos sus ventajas y consecuencias.
Uno de los mayores beneficios que ofrece la educación física es el que los niños puedan trabajar
en el desarrollo de sus habilidades físicas motoras y no solo en sus capacidades intelectuales, lo que
les permite ser partícipes de un desarrollo integral en el que su salud también se ve favorecida.
Sin embargo, los beneficios que pueden apreciarse no son solo individuales, dado que al ser
implementada en los centros educativos, la educación física puede ayudar a que los niños y
adolescentes se relacionen entre sí, creando lazos de amistad y estimulando además la sana
competencia, lo que a la larga se traduce en un mejor desempeño.
A través de la actividad física es posible desarrollar las destrezas motoras fundamentales que
permiten un mejor cumplimiento de las actividades prácticas, y ya que mejora las habilidades de los
jóvenes e incentiva la interacción entre ellos, al implicarlo en actividades deportivas grupales, se
dice que la educación física comprende un fin motriz social, que permite coexistir por más tiempo
con familiares, amigos y con la comunidad en general.
Es por ello que en los centros educativos la educación física se ha incluido como parte del
programa para la formación de los estudiantes, considerándose una asignatura más que puede
manejarse de manera entusiasta y ser evaluada de la misma forma que el resto de las disciplinas.
La actividad física no es algo que tenga poco tiempo desarrollándose. De hecho, sus orígenes
pueden remontarse a la era de la prehistoria, donde el hombre realizaba el ejercicio físico como una
estrategia de supervivencia, gracias a la cual podía adquirir mayor fuerza, rapidez y energía.
Luego, encontramos la educación física en la antigua Grecia, en donde se utilizaba como método
para el entrenamiento de hombres de acción. De dicha civilización emanó el primer hombre en
sugerir la realización de un determinado ejercicio físico para cada una de las partes del cuerpo, así
como el empleo del pulso de los hombres como instrumento para medir los efectos de la actividad
física en ellos, y se trata del reconocido médico griego, Galeno de Pérgamo.
Por otra parte, en Esparta y en la Roma antigua, esta disciplina era utilizada para complementar
la sapiencia y crear hombres dotados de amplias habilidades y destrezas tanto físicas como
intelectuales, mientras que en la época Visigoda ya se conocían algunos deportes como la lucha, el
lanzamiento de jabalina, los saltos y la esgrima.
A comienzos del siglo XIX, en Alemania y Suiza, se originó lo que conocemos hoy en día como la
disciplina de la gimnasia, incluyendo deportes como el equilibrio, el baile, los saltos, la esgrima y el
nado, mientras que en Inglaterra se originó el popular fútbol, el rugby y los deportes ecuestres. Ya
a finales de ese siglo comenzaron a aparecer los deportes de velocidad como el ciclismo y las
carreras de autos, en las cuales se aprecia la integración de las destrezas físicas y la capacidad para
el desarrollo de la mecánica.
El concepto de educación física que manejamos en la actualidad surge gracias a las distintas
actividades físicas que los hombres en la antigüedad buscaron normalizar, con las cuales pretendían
optimizar su condición física para las épocas de guerra, y no fue sino hasta finales del siglo XX cuando
las escuelas y centros educativos comenzaron a incluir la educación física como parte de sus
programas para la formación académica.
Esta disciplina tiene como fin último la contribución al logro de una salud física y emocional en
el individuo, para lo que recurre especialmente al movimiento del cuerpo. Cabe acotar que este
movimiento no corresponde a aquel que realizamos de forma inconsciente todos los días, sino al
tipo de movimiento que busca cultivar en el individuo el conocimiento y el progreso de sus propias
destrezas e incapacidades físicas, así como fomentar su integración con quienes le rodean.
A través de la educación física aplicada de manera gradual, los niños y adolescentes pueden
adquirir conocimientos respecto a los diferentes movimientos que pueden desarrollar con su propio
cuerpo, permitiéndoles disfrutar con total plenitud de todas sus actividades. Como resultado, los
jóvenes tienen la capacidad de cultivar la confianza en sí mismos, de conocer la importancia y la
necesidad de realizar ejercicio físico de manera frecuente, así como de desarrollar por sí solos
actitudes de respeto y tolerancia hacia los demás.
Todo lo anterior permite demostrar la importancia que tiene para los individuos la práctica de
actividades físicas de manera frecuente y organizada, pues es lo que permite a niños y adolescentes
adoptar actitudes positivas en la interacción con familiares, amigos y con la comunidad en sí,
promoviendo su participación, incentivando la productividad en su día a día y permitiendo la
obtención y prolongación de un estado de salud físico y emocional verdaderamente favorable.