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Material audiovisual de formación para miembros y adherentes - 2017-2018 – video 2340M1

Chiara Lubich sobre María 1

-2-

Cómo asemejarse a María

Grottaferrata, 5 de junio de 1960


A las posibles focolarinas 2
“Los dones del Espíritu Santo en María”

[…]
Chiara: Además, las líneas de esta Obra, para quien las conoce bien, son líneas que se
asemejan en todo a María. En efecto es virgen, es madre. Bastan estos dos rasgos para decir lo
mariana que es nuestra Obra; sin mencionar todo lo demás que se les explicará en estos siete-ocho
días que estarán aquí.
Esto también por todo el trabajo que el Espíritu Santo ha hecho en nuestra Obra; Obra que –
según mi parecer- está plasmada por el Espíritu Santo, Él ha sido como su arquitecto, su diseñador.
También por ello hemos de tener una devoción plena hacia Él; y además porque me parece que Él sea
la belleza, la luz, el sol de aquella que consideramos nuestra jefe: María.
Pensaba en Ella esta mañana, pensando en lo que les diría viniendo a hablar con ustedes, y me
decía: realmente no existe una criatura en la que brille mejor el Espíritu Santo, en la que se vean los
siete dones del Espíritu Santo desplegados tan majestuosamente, hasta hacernos caer de rodillas
alabando en Ella a Dios que así ha actuado.
Y repasando los siete dones, los observaba en Ella uno a uno, como si estuviese plasmada
realmente por estos dones, y fuese casi la personificación de estos dones del Espíritu Santo.
Si pensamos, por ejemplo, en el temor de Dios, Ella que podía tener mucha confianza
con Jesús -que en el fondo era su hijo, Ella era humanamente su madre-, sin embargo, no
podemos imaginar a María tratando a Jesús con una familiaridad humana, sino siempre
respetuosa, siempre con temor; no ese temor servil – como deberíamos tener algunas veces
nosotros- de alguien que sabe que tiene pecados o imperfecciones, pues Ella estaba segura
de que no tenía todas estas cosas, sabía que no estaba en un estado de imperfección o de
pecado; sin embargo, tenía hacia Dios, hacia Jesús, hacia el Espíritu Santo que la había
cubierto con su sombra, un cierto temor reverencial, por eso nos parece bella aun revestida
tan sólo por el temor de Dios.
Y pensando en los otros dones que tiene María, por ejemplo en el don de la piedad, decía:
imaginamos a María totalmente recogida, totalmente unida a Dios, su alma inmersa en la Trinidad, la
Trinidad inmersa en Ella; con un amor que tiene esa unción, esa unión, esa caridad, esa dulzura, ese
1 Formación sobre María para miembros y adherentes adultos - 2017-2018.
2 Del discurso de Chiara el día de Pentecostés.
2

algo que a veces desborda el alma y te la deshace en lágrimas; ese algo que nosotros..., ese algo que
anhelamos tanto, que es justamente el amor, pero sobrenatural y que traducido en términos...., en
otros términos, está todo revestido, enriquecido, embebido del don de la piedad: que es el amor hacia
Dios, y que después, por Dios, se vierte como amor hacia todos los hermanos.
A María podemos imaginarla sólo llena de este don de amor. ¿Cómo imaginar a María
sino unida a Dios? ¿Y cómo imaginar a María, nuestra madre, sino unida a nosotros que
somos hijos suyos? Por eso yo en Ella veía el vaso lleno, desbordante del don de la piedad.
Así el don de la ciencia y del intelecto.
Pensando en el Magnificat, Ella con tono profético, ve a lo lejos y entre otras cosas
dice: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones”, pero después dice que los
soberbios caerán y los humildes serán enaltecidos. En fin, María ve a lo lejos, mira al futuro.
Con esos pocos elementos que tenía entre las manos, pues el ángel le había dicho que sería
la madre de Jesús, y de otros datos que conocía, también por ciencia infusa, había deducido
cosas que en la lejanía -con el don de la ciencia infusa y el don del intelecto- podía ver y
anunciar lo que la revolución cristiana de su hijo habría ocasionado.
Y así, las palabras que Jesús le decía, por el don del intelecto, Ella las comprendía
según el Espíritu Santo. Porque el don del intelecto es justamente el que te hace penetrar
en la Palabra del Evangelio, tomarla tal como es, ver que se puede vivir, sin aguarla, sin
diluirla, sin discutirla, sino llevarla a la práctica.
A través del don del intelecto del Espíritu Santo, que estaba en María de forma
eminente, y también está en todas las personas que Dios ha elegido, Dios llama a seguirlo y
las llena con sus dones.
Así la pensaba también colmada, por ejemplo, del don del consejo. Recordé cuando
Ella aconsejó al mismo Jesús, cuando casi le aconsejó que había llegado la hora de salir a
vida pública.
Se dice que el don del consejo del Espíritu Santo es ese don por el cual una persona se
comporta de cierta forma, firme, segura de estar casi aconsejada por Dios mismo. Si Jesús
obedeció a cuanto le dijo María en las bodas de Caná, quiere decir que era Dios mismo
quien la aconsejaba, porque Dios se obedece a sí mismo. De esto, de este pequeñísimo
detalle, se deduce que el don del consejo estaba muy vivo en Ella.
Pero además de estos, el último, grandioso, el don de la sabiduría.
El don de la sabiduría es ese don que nosotros..., lo amamos mucho ¿verdad? Ese don
que hace que nos hace saborear las cosas divinas, por eso nos gustan y decimos “¡Qué
bonito!”. María lo poseía de un modo extraordinario.
El don de la sabiduría del Espíritu Santo es ese don por el cual las personas que lo
poseen saben organizar la sociedad humana, sea ésta pequeña o grande -como la familia, o
una sociedad más extensa, como los reinos, los pueblos, los Estados-, según los designios de
Dios, según el modelo de la Santísima Trinidad, según el plan de Dios.
En fin, son personas que, como leyendo la partitura en el Cielo, tocan en la tierra y
componen las cosas según la voluntad de Dios.

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3

Precisamente ayer, mientras rezaba el rosario, en cierto momento, al decir el “Padre


nuestro”, me detuve y sentí: ¡Qué grande 3 es este “Padre nuestro”, cuando se dice: “hágase
tu voluntad en la Tierra como en el Cielo”! Y pensé: Pero ¿quién la hace? Sentí que tenía
que pedir: sí, hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo, es decir, que los hombres
miren al Cielo, que vean qué es lo que Tú quieres, que vean el designio que Tú tienes sobre
cada uno y se dejen conducir, de manera que Tú puedas componer esa sociedad nueva que
quieres realizar en la Tierra, donde esté el Reino de Dios, donde se vaya formando el Reino
de Dios.
María, en su pequeña familia de Nazaret, que sin duda ha sido y será la familia más
perfecta que la Tierra jamás haya visto, plasmada como la Santísima Trinidad, donde el
testamento de Jesús: “Que sean uno como tú y yo” se realizaba entre Ella y su Hijo que era
Dios mismo; entre Ella y san José, entre san José y Jesús; Ella, en la Tierra, también por su
aportación, también por el don de la sabiduría que vivía en Ella, ordenó las cosas en su
familia natural según la Trinidad; y colaboró también con los apóstoles, cuando en el
cenáculo descendió el Espíritu Santo haciendo de ellos un corazón solo y un alma sola. Por
su adhesión, por el don de la sabiduría que desbordaba en Ella, también colaboró para que
la Iglesia sea una.
Por todos estos dones que vemos rebosar en María; por todos estos dones que
comprendemos que en cierto modo podríamos tener también nosotros, querría invitarles
hoy a pedir en unidad, tal vez esta tarde en el rosario, que el Señor nos dé el Espíritu Santo.
Porque, fíjense, aquí seremos unos cincuenta o sesenta, pero en nuestro periódico se
ha escrito o se escribirá ahora, que basta un puñado de hombres para cambiar la faz de la
Tierra. Pues bien, se trata de querer o no querer hacerlo; Dios está dispuesto, el Espíritu
Santo es el que cambia la faz de la Tierra. Se trata de que nos abramos como un recipiente
para recibir este don y dejar que Él actúe, o que no lo hagamos. Me parece que nosotros
tenemos que hacerlo.
Sobre todo para obtener ese don del Espíritu Santo que olvidé mencionarles, pero que
hoy, justamente para gloria del Espíritu Santo quiero decirles: el don de la fortaleza. La
santa madre Iglesia se ve bellísima en sus comienzos, en los tiempos de los primeros
cristianos, precisamente por el don de la fortaleza. A esos apóstoles, que eran tímidos,
miedosos, incluso cobardes, se les ve llenos del Espíritu Santo y fuertes anunciando la
Palabra de Dios, enfrentándose a los jueces, siendo perseguidos, torturados, asesinados,
pero yendo adelante y bautizando a miles de personas, llevando la Palabra de Dios por todo
el mundo.
María poseía el don de la fortaleza de un modo extraordinario. Cuando la espada que
Simeón le había preanunciado le traspasó el corazón, Ella permaneció en pie ante la cruz:
Stabat Mater, porque estaba totalmente llena de la fortaleza del Espíritu Santo.
Me parece que en estos tiempos tenemos necesidad de personas sobre todo
colmadas de Espíritu Santo. Rebosantes de esta llama, de este fuego que hace nuevas todas
las cosas, como expresa el lema de nuestro periódico.

3 Lapsus. En el texto corregido por Chiara: "es grande", aunque había dicho: es grave

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He visto que en la práctica no es difícil obtenerlo, es más, querría decir que ya desde
los primeros tiempos de nuestro Ideal, Dios afianzó dentro de mí este sentido. Tanto es así,
que a las focolarinas se lo digo siempre: ¡Es fácil obtener el Espíritu Santo! No es difícil
obtenerlo, es mucho más difícil obtener otras cosas. Porque fíjense en lo que Jesús dice. El
Evangelio dice más o menos esto -no lo sé de memoria-, dice: Si ustedes que son malos...,
un padre... de entre ustedes que son malos, al niño que le pide pan no logra darle una
piedra, al que le pide un pescado no logra darle una serpiente y al que le pide un huevo
darle un escorpión, cuánto más el Padre Eterno, el Padre del Cielo, que sí es bueno, le dará
el Espíritu Santo a quien se lo pida.
En práctica, es como uno que va a comprar y pide: “Deme por favor tal cosa”; se trata
de tener fe, elevar los ojos al Cielo y pedirle a Dios Padre. “¡Dame el Espíritu Santo!” Y se
obtiene. Hemos de tener esta certeza. Es lógico que sea así, porque el Espíritu Santo es el
Amor y acude allí donde se le desea.
Además, ¿por qué queremos el Espíritu Santo? Porque necesitamos que el Espíritu
Santo provoque esa revolución que el mundo de hoy espera. Esa revolución que tiene que
combatir el error. Y además, no se concibe que detrás de María haya personas que no estén
inflamadas, que no estén iluminadas plenamente por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es
el arma de María. No tiene otras armas porque su arma es Dios, es el Amor.
Con respecto a esto, esta mañana leí con gran alegría – y lo pueden leer miles de veces
en los Hechos de los Apóstoles- algo que no había observado antes. A un cierto momento,
en los Hechos de los Apóstoles se dice aproximadamente esto: “Estando reunidos todos en
oración, se oyó un gran estruendo y el Espíritu Santo descendió al Cenáculo”. Y después
continúa: “Eran un corazón solo y un alma sola y nadie consideraba suyo lo que poseía, sino
que todos aquellos que tenían campos o casas, los vendían y ponían en común el dinero
llevándolo a los pies de los apóstoles; por lo que en la comunidad cristiana no había
indigentes, sino que lo obtenido con estas ventas se distribuía a los necesitados”.
Era lógico. Como eran un corazón solo y un alma sola por medio del Espíritu Santo,
también los bienes tenían que circular. Circulaban libremente, pero circulaban.
Así también, algo semejante debe nacer ahora para contrarrestar ese materialismo
que está invadiendo el mundo. Y sólo el Espíritu Santo, que desciende sobre los cristianos
que tienen el corazón abierto para Él, puede llevar a cabo esta revolución, ningún otro
medio.
Por eso, también para salir al encuentro de lo que la Iglesia desea, de las llagas de la
Iglesia, de todo aquello que en definitiva la Iglesia espera, hemos de tener una enorme
devoción al Espíritu Santo.
En fin, querría que también mi alma y la de ustedes, llamada a estar tan cerca de Dios,
pueda en cierto modo decir del Espíritu Santo lo que María puede decir: que su alma era
esposa del Espíritu Santo. […]
(Música)

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5

Grottaferrata, 4 de agosto de 1961


A la Escuela de las focolarinas 4
“María: plenitud de Dios”

[…]
Chiara: ¿Cómo ser el vacío imitando a María?
Evidentemente, para nosotras María tiene una fascinación particular.
¿Cómo ser el vacío imitando a María?
Yo creo que hay un único sistema para nosotros: siendo la plenitud de Jesús.
Nosotros nunca, nunca, nunca en nuestro Ideal hablamos generalmente de vacío sino como
consideración de una consecuencia después. Nosotros, en el momento presente no nos
ponemos a renunciar, nosotros... Yo nunca he renunciado a nada, yo he amado a Dios y así,
todo lo demás ha quedado tras las espaldas. Yo he deseado a Dios, he tratado de llenarme
de su voluntad y de este modo veía que renunciaba a la mía. Es siempre la plenitud.
Después, en medio del mundo no podemos detenernos mucho a titubear y a vaciarnos,
porque si no, el mundo te llena él. Por lo tanto, es necesario llenarse de Dios y entonces, el
resto camina por sí solo, camina por sí solo.
Y éste es precisamente nuestro camino. Si nosotros empezáramos a examinar todos
nuestros..., vicios, etc., todos nuestros..., los pequeños…, en fin, no sé, todas las cosas que
tenemos que no van bien..., ¡quién sabe lo que sucedería!
Nosotros, momento tras momento tenemos que llenarnos de Dios y a medida que
nos llenamos de Dios nos vaciamos de lo demás.
Tampoco a María tenemos que pensarla como un vacío, María es plenitud, una
plenitud de Dios. Ahora bien, para ser María, otra pequeña María, hay que estar lleno de
Dios. […]
(Música)

Rocca di Papa, 3 de junio de 1973


A los focolarinos/as 5
“Un corazón de carne”

[…]
Chiara: Podría decirles una palabra, de tal modo que si alguno de ustedes muriera,
parte ya con todo el programa hecho. La palabra es ésta: Quien tiene el corazón de carne es
María. Y ustedes dicen: “Pero Chiara, esto ya lo sabemos, dinos algo más”. ¡Es la Madre, la
Madre! Una madre tiene un corazón de carne hacia el hijo. Por ejemplo: cuando un hijo
tiene que someterse a una operación, el hijo no se preocupa, es la madre la que llora; es la
madre la que se queda vestida durante días, días y días para estar lista al lado de la cama

4 Pregunta n. 26.
5 Del discurso de Chiara “Corazón de carne – María Madre”, en conexión directa desde su casa.

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del niño; es la madre la que se pone en contacto con todos, con el médico y con los demás,
y deja al niño tranquilo; es la madre la que le esconde la enfermedad al niño para que sufra
menos; es la madre la que se traga las lágrimas por su niño… Y esta sería la relación que
cada uno de ustedes, focolarinos y focolarinas, deben tener entre ustedes y con los demás
focolarinos y las demás focolarinas.
Tener este sentido de ser, no María, es demasiado poco, hay que decir: madre.
Ustedes son madre del otro. Ustedes, cada uno, y en esto no tiene nada que ver la parte
jurídica: el responsable de focolar o… ¡nada! Ustedes tienen que ser madre del responsable
de focolar; ustedes responsables de focolar deben ser madre de los focolarinos. Esto quiere
decir mil cosas. Por ejemplo, les pongo otro ejemplo: ver si el otro focolarino está bien
vestido, si tiene la ropa adecuada, no imponer el propio gusto, dejarlo libre en sus gustos,
pero tener a Jesús en medio, de tal modo que haya armonía, de tal forma que Jesús
resplandezca verdaderamente también en el aspecto externo, porque para nosotros Jesús
es así, y ésta es nuestra Regla.
La casa: tenerla como la tendría una madre. Una madre es la última que se queda en
la cocina para lavar los platos, que ordena todo, es la última que se acuesta, es la última que
se queda para hacer todo.
En la práctica, ¿qué es una madre? Es una sierva. Es una sierva. Ésta es una palabra
fea para nosotros que siempre hablamos de amor, pero recordando a María “… He aquí la
sierva del Señor…” Es del Señor, y también de los hombres. La madre sirve a todos, sirve a
todos, está presente por doquier y siempre sirve a todos, y los demás son hijitos que se
dejan servir. Porque los hijos están hechos así y la madre está hecha así.
Ahora bien, todos ustedes deben ser madres los unos de los otros. Ustedes se
imaginan qué fuego habría en un focolar, cómo se encendería de inmediato, si uno por su
parte va a recoger los papeles o el maletín al otro; si el otro a su vez, dice: “Mira que no
estás bien peinado, toma mi gel, te doy mi spray”; y si el otro no tiene tiempo de hacer una
cosa le dice: “Yo la hago por ti, no te preocupes!”, etc.
Y yo quiero repasar punto por punto todos los aspectos de nuestra vida para
demostrarles cómo ser madre.
Por ejemplo: Si uno necesita algo y tiene que hacer un examen, ahí está la madre, el
otro focolarino, los demás focolarinos, rezando para que el examen le salga bien. Si el otro
debe repetirlo, inmediatamente hay que sacar el tiempo: “Cuéntame a mí, veamos lo que
responderías al profesor. Sí, me parece que estás preparado; en esto no estás preparado.
Espera… no hagas este trabajo, lo hago yo, así tendrás más tiempo para prepararte bien
para el examen”. ¡ Aunque hay mil detalles! Por ejemplo, también una madre y sus hijos
siempre se escriben. Por lo tanto, si ustedes se van a una parte u otra, a lo mejor se
ausentan por una semana, etc. no está mal mandar una postal al otro focolarino, a la otra
focolarina, sin celos de nadie, porque nosotros no le tememos a las amistades particulares,
porque sabemos que todos somos hermanos, y la hermana mayor quiere a la más pequeña,
o viceversa. Escribirse, mantener cálida la familia, precisamente con este amor. Esto con
relación al violeta.

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7

Después, cuando regresan del apostolado: no tienen que tragarse las alegrías que han
tenido y casi desear salir de nuevo y estar en contacto con las almas, sino que deben
encontrar corazones de madre abiertos, que les esperan y a los que ustedes puedan resumir
brevemente, porque el tiempo corre, todo lo que sucedió, dando el sentido de las cosas, no
tanto los detalles del argumento. Así.
Una madre sólo pregunta: “¿Cómo te fue?” Y el hijo responde: “¡Bien!” Y la madre le
da una palmadita en la espalda: “Bien, bien. Ven que ahora debes comer, debes descansar”.
Le trae las zapatillas, o los zapatos, lo alivia, etc., etc. Todos estos miles de detalles que se
refieren a mil aspectos de nuestra vida: el rojo, el trabajo: “¿Cómo te fue con el trabajo,
cómo es tu jefe? Estás un poco serio, estás un poco pálido ¿discutieron un poco? Bueno,
mira, haz de este modo, haz de este otro”. Y deben hacer esto. Será algo que podrá
asemejarse a los primeros tiempos, que cuando se caía algo debajo la mesa, todos se
lanzaban debajo de la mesa a recoger lo que se había caído. Es mejor exagerar que no hacer
nada en estos casos. Pero no será así, porque cuando vean que uno se agacha debajo de la
mesa, ustedes se detendrán para hacer otra cosa. Así es: la madre nunca piensa en sí
misma, la madre tiene patrones que son sus hijos, son los demás. […]
(Música)

Rocca di Papa, 31 de enero de 1975


A las Voluntarias de Dios de Bolonia, Roma y Turín 6
“Ser un Evangelio viviente”

[…]
Eli:
"En el Encuentro con las voluntarias tú dijiste que vivir la Palabra permitiría a María
volver a pasar místicamente por el mundo.
¿Podrías profundizar este concepto?"

Chiara:
Es muy sencillo, porque la Virgen es... Un día el Señor me concedió la gracia de ver
algo acerca de las bellezas de la Virgen, y vi esto: que se puede hacer una cierta
comparación, naturalmente es muy diferente la Virgen de Jesús, pero se puede hacer una
cierta comparación: que como Jesús es el Verbo, la Palabra de Dios, el Evangelio, el Verbo
encarnado, hecho carne, María es la carne, o sea, la humanidad, ‘verbizada’, por decir así,
hecha Verbo, en el sentido de divinizada, porque es la criatura que supo llenarse de todo el
Evangelio, y ser un Evangelio viviente.
Y esto es tan real, que quien ha estudiado el Magnificat profundamente, encuentra
que aunque son palabras que la Virgen decía precisamente para aquel momento actual, en

6 Pregunta n.3.

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8

aquel momento presente, por tanto de suprema actualidad, estaban expresadas de una
manera... según las Escrituras. Son frases, las del Magnificat, que se encuentran en las
Escrituras del Antiguo Testamento. Por ejemplo: "Bendita tú entre las mujeres", son frases
que se encuentran en el Antiguo Testamento. Por tanto, Ella no conocía nada más que las
Escrituras, estaba impregnada de las Escrituras, y las conocía hasta tal punto, las conservaba
hasta tal punto y las vivía hasta tal punto que era las Escrituras vivientes. Por eso es la
Palabra... Jesús es el Verbo encarnado, la Virgen es el Verbo vivido. Por tanto, hay una
semejanza.
Jesús es el Hijo de Dios, porque engendrado ab aeterno por el Padre, la Virgen es la
hija de Dios porque Jesús la redimió, esto se comprende, pero porque se llenó, su vida
estaba llena del Verbo de Dios. Por eso, Ella es la Palabra viviente. Y otra vez también, en las
mismas circunstancias, comprendí precisamente que María estaba completamente
revestida por la Palabra de Dios. Si se pudiera decir qué apariencia tiene María, qué es
María, es Palabra de Dios. Y esto también después de lo que han escuchado en los temas
sobre la Palabra de Vida, se comprende bien.
Por lo tanto, si nosotros somos solamente Palabra de Dios, también ahora en este
momento, escuchamos aquella voz que nos dice: "Está bien atenta, escucha bien, aleja tus
pensamientos, está presente, haz unidad", etc., seremos Palabra de Dios también nosotros
y entonces seremos pequeñas María, otras María que pasan por el mundo. Ésta es la
semejanza. […]
(Música)

Rocca di Papa, 30 de diciembre de 1975


A los posibles focolarinos/as 7
“Quiero volver a verla en ti”

[…]
Enzo: La Zona de Florencia.
"¿Podrías decirnos qué relación hay entre la presencia de María y Jesús en medio?"

Chiara:
Habría muchísimas cosas que decir de la relación entre María y Jesús en medio. Pero
yo querría contarles, como conté a los gens, un episodio, una experiencia mía, que ya fue
publicada en el libro Meditaciones y después también cantada por las gen.
Me encontraba en un villa, a la que después fueron los sacerdotes, la villa "María
Asunta" nosotras estábamos allí antes. Yo estaba enferma, y tenía un pequeño dormitorio
frente al cual estaba el Santísimo, es decir, había una capillita.
Entré a la capilla, y allí en la capilla le estaba rezando a Jesús y sentí que me nacía del
alma una pregunta, pero me daba cuenta de que era una pregunta rara, más que rara,

7 Pregunta n. 6.

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hermosa, pero que no la hacía yo, que probablemente me la sugería el Espíritu Santo. Y yo
decía: "Jesús, pero ¿por qué has encontrado el modo de quedarte - después de haber
muerto, resucitado e ido al Paraíso - has encontrado el modo de permanecer en toda la
Tierra mediante la Eucaristía, y Tú, que eres omnipotente no has encontrado el modo de
hacer que se quedara también tu mamá, que nos ayudaría tanto en el viaje de la vida?"
Hice esta pregunta, pero me quedé sorprendida y dije: “ ¡Qué pregunta!”
Salí de la capilla y encontré a Vale, Vale es una de esas popas que hacen unidad, ¡zás!,
enseguida. Le dije: “Vale, escucha la pregunta que le he hecho a Jesús”. Apenas se lo dije,
como Vale tiene inmediatamente a Jesús en medio conmigo, me surgió la respuesta: “¡Ah,
es porque Él quiere verla en nosotras! ¡No dejó a María en la Tierra porque quiere volver a
verla en nosotros!”
Creo que ésta ha sido una de las primeras ideas del trabajo que María tiene previsto
para nuestra Obra. No ha sido una de las primeras porque también en el ‘49 tuve muchas
iluminaciones sobre esto. Dije: “Quiere volver a verla en nosotros, aunque no somos
inmaculados, su amor nos purificará.” Entonces dije: “Nosotros debemos llegar a ser María,
ser María para el mundo.” Después me di cuenta de cómo se hace para ser María para el
mundo: para ser María para el mundo es necesario dar Jesús al mundo.
Entonces, es por eso que estando dos de nosotros unidos en su nombre, generan a
Cristo, y es justamente Cristo persona, espiritual y místicamente presente en medio de
nosotros, como esperamos que esté también aquí. Ésta es nuestra función, como María;
ésta es la relación entre María y Jesús.
Y hay poca diferencia, ¿saben popos? entre Jesús en medio y Jesús histórico. A tal
punto que, a veces, Jesús en medio se dejó ver, como con los discípulos de Emaús, y
también creo que san Francisco, con los suyos, una vez vio a Jesús en medio de ellos. Por
eso, es casi más milagro no verlo que verlo. Él está en medio de nosotros. Entonces,
nosotros tenemos que ser María para multiplicar a María en el mundo y dar de nuevo la
vida a Jesús sobre la Tierra, en todos los puntos del mundo. […]
(Música)

Rocca di Papa, 3 de marzo de 1983


Conexión CH
“Como si fuera su madre”

[…]
Chiara:
"Aquél de ustedes que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra" (Jn. 8,7). Lo dijo
Jesús a aquellos que querían lapidar a la adúltera.
El punto central de los mandamientos de Jesús es siempre el amor. Por eso, Él no
quiere que nosotros los cristianos condenemos: "No juzguen", nos advirtió, y proclamó:
"Bienaventurados los misericordiosos". Jesús quiere misericordia.

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De su Palabra, sin embargo, podría deducirse que alguien puede arrojar la piedra: el
que esté sin pecado.
No se trata ciertamente de nosotros, de ninguno de nosotros, ya que somos
pecadores.
Pero hay una criatura sin pecado. Lo sabemos: es la Madre de Dios.
Entonces, ¿Podría María tirar la piedra contra alguien que hubiese errado? Y ¿lo
hizo quizás en su vida? Nosotros conocemos a nuestra Madre. Sabemos lo que afirma la
Escritura, lo que la Tradición transmite, cuál es el pensamiento del Pueblo de Dios
respecto a Ella: María es amor hacia todos los hombres, es misericordia, es abogada de
los más miserables.
Es a Ella a quien recurren y siempre han recurrido numerosos cristianos, cuando han
tenido la impresión de que la justicia de Dios les amenazaba.
María no arroja piedras. Antes bien: nadie como Ella, después de Jesús, difunde
amor.
Difunde amor. ¿Por qué?
Porque es Madre. Una madre sólo sabe amar.
Y el amor de la madre es tal, porque ama a sus hijos como a sí misma, porque
realmente hay algo de sí misma en sus hijos.
También nosotros podemos encontrar algo de nosotros mismos en los demás. De
hecho, debemos ver a Jesús ya sea en nosotros como en nuestros hermanos.
Y entonces, ¿Cómo nos comportaremos?
Pues bien: frente a cada prójimo: en casa, en el trabajo, por la calle, con aquél de
quien estamos hablando, con las personas con las que hablamos por teléfono, con aquellos
para cuyo bien realizamos nuestro trabajo, frente a cada uno, debemos pensar
simplemente: debo comportarme como si fuera su madre. Y obrar en consecuencia.
Una madre sirve, sirve siempre. Una madre perdona, perdona siempre. Una madre
espera, espera siempre.
"Como si fuese su madre": Éste es el pensamiento que debe prevalecer.
Éste es nuestro compromiso para estar seguros de no apedrear a nadie y para poder
ser para todos la presencia de María sobre la Tierra. […]

(Música)

Montet (Suiza), 13 de septiembre de 1984


A las Escuelas de los focolarinos/as 8
“El Evangelio azul”

[…]

8 Pregunta n.6.

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Eli: "La última vez que hablaste en Montet, te preguntamos sobre el "Evangelio
Azul”, y nos dijiste que nos hablarías de él la próxima vez. (Aplausos) ¿Podrías decirnos algo
ahora?”

Chiara: Sí, sí. En los primeros tiempos, viviendo la Palabra de Dios y viviéndola con
una intensidad que no pueden imaginarse, hasta tal punto que éramos sólo Palabra de Dios
y nada más que Palabra de Dios, hicimos varios descubrimientos sobre la Palabra de Dios.
El primer descubrimiento fue verla, realmente, bajo el aspecto justamente de "Palabra
de Dios", como Palabra de Jesús, como Palabra de Dios que es Amor, y descubrir que cada
Palabra está impregnada de amor. Nosotros hacíamos esta comparación: así como en una
porción de Hostia Santa está todo Jesús, así también en una Palabra del Evangelio está
contenido todo el Evangelio, porque quien habla es siempre Jesús; no es una palabra
humana, quien habla es siempre Jesús; dentro de cada Palabra está el Amor, está Dios. Éste
es el aspecto sobrenatural, divino -diría- de la Palabra de Dios. Pero, la Palabra de Dios
también fue dada a los hombres; Jesús habló a los hombres. Hablando a los hombres, se
encontró frente a personas pecadoras que, mediante la Redención, necesitan morir
completamente a sí mismas. Por lo tanto Jesús, mediante su Palabra, ayudaba a los
hombres, ayudó a los hombres y nos ayuda también a nosotros, a morir completamente a
nosotros mismos. Pero esta muerte completa a nosotros mismos, para que viva Dios en
nosotros, no se refiere sólo a una actitud de vida, sino a muchas actitudes. Por ejemplo, hay
que morir a la gula para poseer la templanza; hay que morir a la lujuria para vivir la pureza;
hay que morir al odio para poseer la misericordia; hay que morir a la codicia para poseer la
pobreza. Por tanto, son muchas las Palabras de Jesús, tantas como los distintos
comportamientos que hay que asumir.
Ahora bien, observando la vida de la Virgen, veíamos que Ella, sin duda alguna, es
quien más se asemeja a Jesús, es otro Jesús. Pero -como dijo también el Papa- la Virgen
tiene un personalidad propia muy característica y a nosotros nos parece haber descubierto
su personalidad así: es la criatura perfecta, porque no es el Creador, es la criatura perfecta.
Por tanto, aun siendo inmaculada, en Ella se ve la muerte de sí misma. Ella se manifiesta,
por ejemplo, como la humilde, la pobre, la pura, por algo se la conoce como la Virgen, la
Inmaculada, etc.; en Ella viene de relieve esta parte, que es un aspecto de la Palabra.
De hecho, en la Palabra de Dios, en los mandamientos de Dios, en general, hay un
aspecto más negativo: "bienaventurados los pobres de espíritu" y un aspecto positivo:
"porque de ellos es el Reino de los cielos"; "bienaventurados los puros de corazón", "porque
ellos verán a Dios" es el aspecto... En los mandamientos de Dios casi siempre hay un
aspecto positivo y otro negativo. Y si no lo vemos es porque está implícitamente, porque Él
exige siempre la muerte del propio yo y el triunfo del Evangelio, de la gracia, en nosotros. A
nosotros nos parece que la Virgen encarnaba sobre todo el aspecto "negativo", pero como
Ella lo hacía por amor, todo era amor. Este aspecto de abnegación que resalta en el
Evangelio, en todas las palabras del Evangelio, a esta parte del Evangelio, a este aspecto de
la Palabra de Dios, nosotros lo hemos llamado "Evangelio Azul", Evangelio de María; el

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Evangelio que la Virgen subrayaba particularmente, a diferencia de Jesús que, en cambio,


ponía más en evidencia… el Reino de Dios, la visión de Dios.
Pero no hay diferencia, siguen la misma línea, sólo que la personalidad de María es
así... en Ella vemos la pura, la pobre, en Ella vemos a alguien que ha sabido morir a sí
misma, aunque sabemos que desde siempre era inmaculada. De hecho, siempre hemos
dicho que la Virgen es el silencio sobre el que ha hablado el Verbo, es el papel en blanco
sobre el que Cristo escribió, porque es precisamente la encarnación de este aspecto
negativo; es una criatura realmente, pero también Ella llena de Dios porque lo vivió en el
amor. Esto es el "Evangelio Azul". [...]
(Música)

Loppiano, 24 de mayo de 1985


A las Escuelas de los focolarinos/as 9
“Cómo imitar a María”

[…]
Eli: "Chiara, también nosotros queremos realizar, en el tiempo que nos queda, la
"carrera de a dos" hacia la santidad. ¿Cómo se introduce y qué papel juega María en esta
íntima relación entre el alma y Jesús Abandonado? "

Chiara: María, es el fruto de nuestra relación con Jesús Abandonado, es su efecto.


Nosotros, de hecho, tenemos que llegar a ser otra María, que en última instancia, quiere
decir: cristianos perfectos, según nuestra línea, popos. Sí, éste es nuestro tipo: hijos de Dios,
encantados, llenos de Sabiduría y sedientos de Sabiduría, éste es nuestro tipo, el nuevo tipo
de cristiano en la Iglesia, que jamás ha existido, ¿eh?
Así pues, el fruto de nuestro amor a Jesús Abandonado es llegar a ser otra María. De
hecho, en el ‘49 yo comprendía que María es nuestro deber ser, y que nosotros podíamos
llegar a ser María. Ustedes me dirán: pero Ella es inmaculada. Sí, es verdad. Si una tela está
limpia y otra está sucia, la limpia sería María y la otra yo, ustedes; pero basta quitar la
mancha y queda limpia como la primera; no seremos inmaculados, pero podemos ser
‘inmaculatizados’ y esto lo realiza precisamente la gracia de Dios. Así pues, podemos
hacernos semejantes a María con la ayuda de la gracia de Dios. No somos inmaculados.
Jesús Abandonado, justamente esta relación con Jesús Abandonado, nos hace ser personas
sanas, enteras, redimidas, otras María.
María es, pues, el punto de llegada de nuestra relación con Jesús Abandonado, pero
también es la causa de nuestra relación con Jesús Abandonado pues María nos da un
impulso para amar a Jesús Abandonado. De hecho, en nuestro Estatuto está escrito que
seguimos una vía particular, la vía de la caridad que también la llamamos 'Via Mariae', ¿por
qué? Porque hemos descubierto - y aquí habría mucho que decir - en las etapas de la vida

9 Pregunta n. 6

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de María, desde la Anunciación hasta el final, las etapas de la vía del focolarino que son
estupendas: la “Via Mariae”. Así pues, a María hay que imitarla, tenemos que imitar a la
Virgen. Pero hay que imitarla, por ejemplo, cuando Ella da la vida a Jesús, y nosotros
debemos engendrarlo espiritualmente en medio de nosotros y también en nosotros
abrazando a Jesús Abandonado. Además se dice que hay que imitar a María en su
Desolación. Sí, porque en ese momento Ella imitó a Jesús Abandonado; entonces Ella es un
camino para nosotros, una clave que nos dice cómo amar a Jesús Abandonado, pues Ella lo
imitó, pues también Ella perdió a Dios cuando perdió a Jesús en la cruz, perdió a Jesús en la
cruz, María perdió a Jesús cuando Él le dijo: "Mujer, ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu
madre", Ella perdió a Jesús. Perder a Jesús significa, perder más que la vida. Ella nos enseña,
entonces, que si se nos pidiera la vida por la fe, por ejemplo, debemos darla.
Entonces la Virgen, por una parte, es el punto de llegada, porque abrazando a Jesús
Abandonado llegamos a ser otra María; y por la otra, es el camino que nos hace encontrar
el amor a Jesús Abandonado porque Ella nos dice cómo amarlo. Así entonces. [...]
(Música)

Loppiano, 12 de mayo de 1987


A los ciudadanos de la Mariápolis Aurelia 10
“El ‘encuentro’ con la Virgen”

[…]
Eli: “Desde hace meses decimos a María: ‘Tengamos a Jesús en medio’ y nos parece
que encontramos la fuerza y plenitud en Dios.
a) ¿Podrías decirnos algo más de tu relación con María, de esta experiencia con
María?
b) ¿Puedes indicarnos los pasos que podemos dar para seguirte y para ser, como tú,
completamente de María?".

Chiara: Bien […]aquí hablan de la unión con María, ¿verdad? Dicen precisamente:
¿Cuál es tu relación, digamos, nuestra relación -los que la tienen- con María?
Quiero subrayar una vez más que no se llega a la unión con María sentida, cordial, a
un diálogo con Ella, por el cual, cada vez que te acuerdas de la Virgen, puedes hablarle
porque sientes que no existe velo alguno entre Ella y tú, sino que ha nacido la comunión
con María… No se recibe enseguida esta gracia de la unión con María; a veces se recibe
después de muchos años.
Primero llega la unión con Jesús, la unión con Dios, con el Padre, también con el
Espíritu Santo; el Espíritu Santo muchas veces llega después de María, pero de todos
modos, como experiencia entre nosotros, llega un poco más tarde, esto hay que decirlo, por
lo tanto, no hay que sorprenderse si alguno de ustedes no siente todavía una gran unión

10 Pregunta n. 7.

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con María y la desea pero no la tiene, porque no llega enseguida. La Virgen no quiere
confundirnos. Ella quiere que nosotros tengamos antes la unión con Dios, hermosa, clara,
límpida y después llega también Ella. Como la tengo yo con Chiaretto, con Oreste, con Gis,
con Graziella, pero después, después de Dios. La Virgen, la Virgen que es quien es, pero que
también es una criatura, quiere que la tengamos después y en general llega después. Y
llega, llega con plenitud, con plenitud.
Pero tener esta unión con María no significa sólo sentir esta relación directa, poder
hablarle así, dialogar con Ella en cada momento de la jornada, poder encomendarle
nuestras penas, nuestros problemas, nuestros proyectos. No es sólo esto; estar unidos a
María significa también asemejarse a Ella porque si nos asemejamos a Ella y somos otra
María, entonces sí que hemos realizado el “encuentro” con la Virgen.
Yo querría explicarles cómo se llega a asemejarse a la Virgen. Recuerdo una canción,
-aquí a menudo surgen las canciones- que cantábamos en los primeros tiempos y que decía:
"Es con tu encuentro (Jesús Abandonado) sabiduría mía o belleza mía, no sé cómo
decíamos, que uno se transforma en otra María". Es encontrándonos con Jesús
Abandonado como nos transformamos en otra María. Amando a Jesús Abandonado es
como uno se transforma en otra María, por lo tanto, semejantes a María, más uno con
María.
¿Por qué es así? Porque el encuentro con Jesús Abandonado enriquece nuestra alma
de virtud. Por ejemplo, yo estoy un poco agitada. Bien, entonces abrazo a Jesús
Abandonado y en este abrazo a Jesús Abandonado encuentro la paciencia, me viene... así, y
la virtud de la paciencia empieza a fructificar. Estoy, tal vez algo exasperada, quizás casi
desesperada. Entonces abrazo a Jesús Abandonado y me nace la esperanza, la virtud de la
esperanza. 0 bien, soy tentada, porque también algunas veces el demonio te tienta con
cosas feas. Y entonces me viene la virtud de la pureza.
Bien, quien está lleno de todas estas virtudes es otra María, porque la Virgen es
precisamente la plenitud de todas las virtudes, especialmente de estas virtudes que
llamamos negativas, quizás de un modo no apropiado, esas virtudes que no son la caridad,
pero que son fruto de la caridad, de las cuales la caridad es madre.
Cuando nosotros somos uno con María, y yo lo espero, después de tantos años, pues
aquí hay focolarinas que tienen cuarenta años de Ideal, después de tantos años yo espero
que exista una cierta semejanza con la Virgen. Por eso, se llega entonces a esa gran
confianza con Ella, hasta el punto de llegar a decirle: "Tengamos a Jesús en medio".
Por esto, los popos han dicho que, viviendo aquí con el santuario de la Virgen, ellos
dicen a la Virgen: "Tengamos a Jesús en medio". Surge espontáneo. Claro, una cosa es
decirlo con las palabras y otra que salga espontáneo. Cuanto más se ama a Jesús
Abandonado, tanto más somos semejantes a la Virgen y siendo semejantes, cada semejante
ama a su semejante y le dice: "Tengamos a Jesús en medio". Bien, así [...]
(Música)

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15

Rocca di Papa, 28 de mayo de 1987


Conexión CH
“Como María madre”

[…]
Chiara: Existen muchas maneras de honrar a María.
Pero existe una que supera a todas las demás: es imitarla, comportarse como otra
María en la Tierra. Creo que ésta es la manera que más le agrada, porque le da la
posibilidad de volver, en cierta forma, a la Tierra.
Nosotros, sin excluir todas las demás posibilidades que tenemos para honrar a María,
tenemos que orientarnos a ésta.
Imitarla.
¿Pero cómo imitarla? ¿Qué imitar de Ella?
Imitarla en lo que es esencial. Ella es Madre, madre de Jesús y, espiritualmente, madre
nuestra. Jesús nos la dio como tal en la cruz, en la persona de Juan.
Tenemos que ser otra María, como madre.
Debemos formular, prácticamente, este propósito: durante el Año Mariano, me
comportaré con todos los prójimos que trato, o para los que trabajo, como si fuese su
madre.
Haciendo esto, se realizará en nosotros una conversión, una revolución. Y no sólo esto,
porque a veces haremos quizá de madre a nuestra madre o a nuestro padre, sino también
porque asumiremos una actitud particular, específica.
Una madre acoge siempre, ayuda siempre, espera siempre, lo cubre todo. Una madre
perdona cualquier cosa a su hijo, aunque fuese un delincuente, un terrorista.
De hecho, el amor de una madre es muy parecido a la caridad de Cristo, de la que
habla san Pablo.
Si nosotros tenemos el corazón de una madre o, para ser más exactos, si nos
proponemos tener el corazón de la Madre por excelencia, María, estaremos siempre
dispuestos a amar a los demás en todas las circunstancias y, por tanto, a mantener vivo en
nosotros al Resucitado. Pero también pondremos de nuestra parte todo lo que se nos exige
para mantener presente a Jesús, el Resucitado, en medio de nosotros.
Si tenemos el corazón de esta Madre, amaremos a todos; y no sólo a los miembros de
nuestra Iglesia, sino también a los de las demás; no sólo a los cristianos, sino también a los
musulmanes, a los budistas, a los hindúes, etc.; también a los hombres de buena voluntad y
a todo hombre que habita la Tierra. Sí, porque la maternidad de María es universal (Cf. LG
79), como fue universal la Redención.
Aunque a veces Ella no sea correspondida, ama siempre, ama a todos.
Éste es, pues, nuestro propósito: vivir como María, como si fuésemos madres de todos
los hombres.
(Música)

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16

Rocca di Papa, 4 de junio de 1987


De una entrevista para la Radio Vaticana 11
“Aquella que nos indica el camino”

[…]
Periodista: "Chiara, ¿de qué modo María ayuda a los cristianos, especialmente a los
jóvenes, a responder plenamente a su vocación?”

Chiara: Uno de los problemas existentes hoy ante los cristianos, que serían todos los
laicos, es no saber conciliar la vida espiritual con su vida en medio del mundo, con su estar
en medio del mundo. Sucede así, por ejemplo, que la vocación de todos a la santidad -como
se dice aquí- no la sienten; no la sienten porque tal vez nunca nadie se lo ha dicho, nunca se
la han explicado; o quizás porque creen que es imposible, fuera de un convento, fuera de un
ambiente especial, lograr alcanzar la propia santificación. Muchas veces tampoco tienen
modelos ante sí, por lo cual dicen: “De acuerdo, va bien la santidad para los consagrados, va
bien para los curas, para los religiosos, para las religiosas, pero para nosotros...”. Ponen un
punto interrogativo.
La Virgen con su “Ecce ancilla Domini”, “He aquí la sierva del Señor”, es decir: “Hágase
en mí según tu Palabra”, según la Palabra de Dios; “hágase en mí”, Ella señala precisamente
una cosa importantísima: el hacer la voluntad de Dios.
Ahora bien, si todos los cristianos se convencen de que para santificarse no hay que
fijarse tanto en los otros santos, por ejemplo en aquellos que se flagelaron toda la vida, o
que rezaron siempre, o que ayunaron toda la vida, sino que hay que hacer, como ellos
hicieron, otra cosa, o sea, la voluntad de Dios; si los cristianos comprenden esto y lo
entienden mirando a la Virgen, encuentran la confluencia de estas dos cosas que parecen
opuestas: por un lado la vida espiritual, y por otro el estar inmersos en el mundo: en el
mundo de la familia, de la política, del arte, de la ciencia, de la cultura. Porque allí pueden
cumplir la voluntad de Dios; y al cumplirla bien en el momento presente con todo el
corazón, toda el alma y todas las fuerzas, aman a Dios, aman a los prójimos que están a su
alrededor; y así, amando a Dios y amando al prójimo, se hacen santos. Por consiguiente,
alcanzan plenamente esta vocación mirando a María y a este aspecto de su vida. [...]
(Música)

Augsburgo, 26 de noviembre de 1988


A la comunidad de Alemania 12
“Toda tuya”

11 Pregunta n.7, para un programa sobre el Año Mariano realizado por Manoel Tavares .
12 Pregunta n. 2.

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[…]
Eli: Chiara, ella es Ingrid Schiller, una focolarina casada luterana.
Chiara: ¡Hola Ingrid! […]
Ingrid (en alemán) “¿Podrías contarnos cómo ha crecido tu relación con María tanto
que Ella ha entrado en lo más íntimo de tu alma y te ha dicho: ‘Soy toda tuya’?"

Chiara: […] Ella dice: “Cómo crece la relación con María”. Nuestra relación con María
crece si tratamos de ser, poco a poco otra María. Porque si dos cosas semejantes se aman,
dos cosas iguales son una sola. Por tanto, si nosotros somos otra María, somos uno con
María, se establece una relación inmediata. Y ¿cómo podemos ser otra pequeña María? No
tenemos que seguir un determinado itinerario, por decir así, mariano, invocando siempre el
nombre de María, haciendo muchas peregrinaciones, rezando mucho a María, teniéndola
siempre ante nuestros ojos. Sin duda, también esto: las peregrinaciones, las oraciones, todo
es bueno. Pero este camino es para otros, no para nosotros. En nuestro caso, nos hacemos
otras María viendo lo que Ella es. María es esa obra de arte que es, porque está llena de
Dios, es otro Jesús. Entonces, nosotros, para ser otra María, una pequeña María y entablar
así una relación con la Virgen, crear un vínculo con la Virgen, tenemos que estar llenos de
Dios. Y ¿qué hacer para estar llenos de Dios, para ser Jesús? Tenemos que vivir nuestro
Ideal. Y algo muy práctico, por ejemplo, es vivir nuestra Conexión telefónica. Si vivimos lo
que nos dice la Conexión, es como si tomáramos una píldora que contiene todo. Dentro de
ella está todo. Entonces, tenemos que vivir nuestro Ideal para ser otra pequeña María. Así
sentiremos que inicia entre nosotros y Ella una relación, un diálogo que antes no teníamos.
Antes nos lamentábamos diciendo: "Mira, tengo una relación con Jesús, me dirijo a Jesús y
le digo: Jesús, y siento que hay una resonancia y, en cambio, no logro establecer una
relación con la Virgen".
Pues bien, en nuestra espiritualidad, después de que hemos vivido durante mucho
tiempo el Ideal, se abre un diálogo con María y sentimos que podemos hablar con Ella, que
estamos realmente unidos a Ella, que Ella nos acoge - no sé cómo explicarlo: tiene que ser
un hecho un poco espiritual - Ella nos acoge. Por eso, no podemos menos que decirle: "Soy
toda tuya, para que Tú me lleves hacia Jesús. Soy toda tuya, toda tuya".
Yo he observado, en más de un caso, que muchas veces tenemos la impresión,
sentimos en el alma, que la Virgen en cierta forma- nos responda: "También yo soy toda
tuya". Así como una madre lo es completamente para cada hijo, María es totalmente para
cada uno de nosotros. No es una madre que divide su amor como se divide en trozos una
torta. Es madre de cada uno completamente. Y ésta es una experiencia que se puede hacer
en lo más íntimo del alma: sentir que María es realmente toda mía, y así, cada uno de
nosotros puede llevarse a María consigo, vivir con Ella, sentir su presencia. Por lo tanto,
debemos vivir el Ideal para llegar a este punto. [...]
(Música)

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