Sei sulla pagina 1di 4

Sin poner en duda la importancia de la escuela en la adquisición de

conocimientos y en la formación del individuo, la familia es el primer


educador y el lugar donde se desarrollan sus principales valores y afectos. “Si
desde la primera infancia los niños y niñas ven que sus padres, abuelos o
hermanos están en contacto con la lectura -dice-, ya sea de libros, diarios,
revistas, o incluso en formatos digitales, su iniciación como lectores se
producirá de manera natural y espontánea pues, además, estará asociada a
una vinculación afectiva”

 Reconocer los logros y progresos del niño

Que un niño aprenda no sólo depende del interés que él tenga, sino de la
visibilización que hacen sus padres de sus progresos, por lentos que sean.
Esta visibilización debe hacerse en forma inmediata tras el logro de una
actividad, con el fin de fijar el aprendizaje. Los aprendizajes se logran en
forma muy lenta al comienzo, por ello es necesario que la familia no se
impaciente y legitime cada progreso.

 Afianzar la autoestima

Es importante generar situaciones en que el niño sienta que logra realizar lo


que se le pide. El sentimiento permanente de fracaso puede afectar
seriamente la autoestima. Mientras más dificultades tiene un niño, más
importante es destacar sus progresos.

Sugerencias para realizar lecturas compartidas

1. Incentivar al niño o niña a que narre un cuento utilizando sus propias


palabras y escucharlo con atención sin corregirlo ni interrumpirlo.
2. Pedirle que termine la historia de otra manera. Por ejemplo, leerle el
siguiente microcuento de una línea de augusto monterroso: “Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Luego, incentivarlo a jugar
a encontrarle un principio y un final.
Ayudarlo a describir qué sienten los personajes de los cuentos, para
que entre al mundo emocional de ellos, percibiendo los matices de las
emociones.
Cuando el niño tiene más edad, pedirle que muestre sus libros favoritos y que lea
aquellas partes que más le gustaron. Es importante que el padre demuestre interés por lo
que el niño o niña le está mostrando.

En la etapa adolescente, los padres pueden hacer lecturas familiares de los diarios e
ir comentando las noticias que les llamen la atención.
Los SÍ y los NO de la lectura

 Proporcione al niño materiales de lectura atractivos y que lo motiven.


 Cuando el niño ha aprendido algo, deje que lo disfrute todo el tiempo que quiera o que necesite
para practicarlo.
 Déle tiempo y espacio para practicar el juego libre, a fin de que desarrolle su creatividad y
capacidad para tomar iniciativas.
 Respete las necesidades de descanso del niño.
 Valorice lo más explícitamente posible cada logro del niño y así aumentará su sentimiento de
“ser capaz de...”
 Frente a las dificultades, simplifique todo lo que sea posible la tarea o solicite apoyo a alguien
especializado.
 Mantenga un cierto nivel de desafío sin sobreexigir.
 Utilice metáforas positivas que contribuyan a mejorar la imagen personal.
No

 No obligue al niño a escuchar lecturas sobre temas que no le interesan.


 No lo presione a que logre etapas de aprendizaje para las cuáles no está maduro.
 No ocupe todo el tiempo del niño en actividades didácticas para no producirle sobresaturación y
rechazo.
 No insista en actividades relacionadas con la lectura cuando esté cansado.
 No se centre en los errores que pueda cometer, enséñele en otra ocasión.
 No etiquete al niño de disléxico o disgráfico si tiene dificultades.
 No se ría de los errores de los niños: son extraordinariamente sensibles a sentirse ridiculizados.
 No utilice calificaciones ni metáforas negativas si el niño se equivoca, pues tienen una alta
probabilidad de afectar negativamente la imagen personal.
La lectura constituye una realidad privilegiada de activación y enriquecimiento de las habilidades
lingüísticas, cognitivas y afectivas de los niños y niñas. Leer desarrolla la imaginación y activa los procesos
mentales. Asimismo, enriquece el vocabulario y las estructuras gramaticales y narrativas. La lectura amplía
así la adquisición de información, desarrollando el entendimiento de textos diversos. Por ello, sin lugar a
dudas, el aprendizaje escolar más importante en la vida de un niño o una niña es la lectura: es la llave de
entrada al mundo del conocimiento y al descubrimiento del propio yo. Contribuye así al desarrollo de la
inteligencia emocional y a la construcción de la escala de valores. La lectura, con ello, prepara el terreno
para un buen rendimiento escolar.

Pero los libros no sólo abren la puerta al conocimiento, sino también al mundo de las emociones, pues son
una fuente inagotable de aprendizaje socioemocional. Los libros transmiten ideas y las ideas tienen un
enorme poder de generar emociones y acciones. Los jóvenes lectores, por ejemplo, se identifican con los
héroes y heroínas de los libros
Autoestima y clima afectivo Un factor que interviene en el aprendizaje en general y también en la lectura es
la autoestima. Ésta se define como la suma de juicios que una persona tiene de sí misma. Es decir, lo que la
persona se dice a sí misma y sobre sí misma. Es una de las conductas que tiene mayor incidencia en la
calidad de vida de las personas, en su productividad y en su salud mental. “La autoestima se encuentra
profundamente vinculada al sentirse querido(a), acompañado(a), importante para otros y para sí mismo”1 .
A esto habría que agregar la valoración que tienen los otros sobre una persona, la que incide directamente
en la imagen que se hace esa persona sobre sí misma.

El libro en sus dimensiones tradicionales puede esperar, lo importante es despertar el apetito por la
información

Los libros también son un buen regalo para conmemorar fechas importantes. En las celebraciones de
cumpleaños siempre hay un libro de regalo. Si alguno de mis hijos estaba en una edad con otros intereses, el
regalo siempre fue acompañado con un libro

Al visitar ferias y librerías es fundamental comprar libros. Son premios que se reciben como un buen regalo.
Siempre está la consabida falta de plata, pero a mi juicio es un tema de valores. Un buen libro cuesta plata,
pero paralelamente se hacen gastos equivalentes al costo de los libros. Comprar libros nuevos no es la única
opción, también los hay usados a un precio mínimo. El punto principal es querer hacerlo: “querer es poder”.
La visita a la biblioteca pública también debe incorporarse a las actividades del fin de semana

Una advertencia. Hay que tener cuidado con hablar de “hábito lector”, ya que un hábito, una vez
conseguido, da la sensación de que permanecerá para siempre. El punto es que la lectura puede quedarse
estacionada en un mismo lugar y un buen lector siempre está en movimiento. Pienso que la valorización de
la lectura amerita una atención constante de los padres. Esfuerzo y refuerzos constantes. Esfuerzo para
conseguir lo que queremos; refuerzos para nunca quedarnos con las manos vacías. La constancia es una
pieza esencial.

¿Conviene fijar alguna hora? No es indispensable, pero puede ser bueno establecer sutilmente una cierta
rutina. Por ejemplo, lectura en voz alta al mediodía después de almorzar, o a la siesta al solcito, si es
invierno. O a la noche antes de dormir. O a alguna hora específica de la tarde, cuando hay tranquilidad en la
casa.

Los cuentos de hadas no son un poco tontos, o demasiado crueles? Yo diría que lo tonto sería desdeñar ese
tipo de cuentos, que, como dice Trelease2 , “le habla directo al corazón y al alma del niño” y “le confirma lo
que él ha estado pensando: que allá afuera hay un mundo frío y cruel que lo espera para comérselo vivo”3 .
Pero sucede que estos cuentos, a la vez, le ofrecen oportunidades y recursos de salvación: “Al reconocer los
temores diarios del niño, alentando su valentía y su confianza, y ofreciéndole esperanza, el cuento de hadas
le presenta al niño un medio para que pueda entender el mundo y a sí mismo”4

¿Y si me encuentro con temas “inconvenientes”, fuertes o subidos de tono? Cada lector escoge lo que va a
leer teniendo en cuenta el público al que se va a dirigir. No es lo mismo leer en la casa que en la escuela,
como no es lo mismo una lectura para adultos que lo que una abuela lee para niños pequeños. El mejor
cuento a leer, o el mejor libro, es siempre el que mejor se acomoda a la edad del niño. Y para eso hay
muchas orientaciones: en el campo docente, en el mundo bibliotecológico, en las presentaciones de las
casas editoriales (que suelen proponer edades de lectura recomendadas). Y también está su propio olfato:
es usted quien debe conocer primero el texto antes de leerlo. Cuando eso se hace, es improbable que uno
se equivoque. Pero de todos modos, en mi opinión no hay temas inconvenientes. Las guerras, los conflictos
sociales, la discriminación, la violencia, la injusticia, las angustias existenciales, las peores conductas son
parte de la vida de todos los lectores del mundo, cualquiera sea su edad y condición socio-económica.
Igualmente sucede con el amor, el sexo, la amistad, las relaciones parentales y todo tipo de asuntos,
privados o públicos. A todo eso se enfrentarán en sus vidas, y la literatura no los inventa ni los juzga
moralmente. La literatura es la vida por escrito, no lo olvide. Y leer es pronunciar las palabras de la vida,
nada más. Y nada menos. En todo caso, proceda lentamente; esté preparado para hablar con sinceridad de
lo que surja; varíe los temas de lectura en lectura, y no se sienta en la obligación de abordar ningún tema,
aunque tampoco se esfuerce por evitarlo. Y además, si tanto le preocupa la “inconveniencia” ahí está la
t¿Cómo saber qué libro conviene para cada edad? Hoy es muy sencillo encontrar asesoramiento en esta
materia, y de hecho existen muchas guías de lecturas para cada edad. De todos modos, debe usted saber
que la categorización etaria hoy es cuestionada académicamente, pero la verdad es que muchos padres,
igual que muchos pediatras y maestros, generalmente –e inevitablemente– tienen en cuenta la edad de los
chicos. Y a mí me sigue pareciendo un buen criterio, que no será “moderno” pero es probadamente
práctico. Y además, la elección de las lecturas nunca se hace con un criterio definitivo. Siempre es posible –y
aconsejable– probar lecturas y cambiarlas por otras. De manera que mi recomendación es que consulte con
cualquier buen maestro o bibliotecario, en cualquier escuela o biblioteca (escolar o pública). Eso sí: al
consejo que le den, siempre, súmele su propia experiencia, su intuición, su sentido común. Y confíe en los
niños, que ellos mismos orientarán la lectura que desean escuchar manifestando gustos e intereses. Y no
olvide que lo más importante, LA LECTURA EN EL HOGAR: acercamientos y experiencias lo verdaderamente
original, será que cada cual llegue –a fuerza de muchas lecturas– a formar su propio listado de favoritos y
recomendables. ¿Y si me encuentro con temas “inconvenientes”, fuertes o subidos de tono? Cada lector
escoge lo que va a leer teniendo en cuenta el público al que se va a dirigir. No es lo mismo leer en la casa
que en la escuela, como no es lo mismo una lectura para adultos que lo que una abuela lee para niños
pequeños. El mejor cuento a leer, o el mejor libro, es siempre el que mejor se acomoda a la edad del niño. Y
para eso hay muchas orientaciones: en el campo docente, en el mundo bibliotecológico, en las
presentaciones de las casas editoriales (que suelen proponer edades de lectura recomendadas). Y también
está su propio olfato: es usted quien debe conocer primero el texto antes de leerlo. Cuando eso se hace, es
improbable que uno se equivoque. Pero de todos modos, en mi opinión no hay temas inconvenientes. Las
guerras, los conflictos sociales, la discriminación, la violencia, la injusticia, las angustias existenciales, las
peores conductas son parte de la vida de todos los lectores del mundo, cualquiera sea su edad y condición
socio-económica. Igualmente sucede con el amor, el sexo, la amistad, las relaciones parentales y todo tipo
de asuntos, privados o públicos. A todo eso se enfrentarán en sus vidas, y la literatura no los inventa ni los
juzga moralmente. La literatura es la vida por escrito, no lo olvide. Y leer es pronunciar las palabras de la
vida, nada más. Y nada menos. En todo caso, proceda lentamente; esté preparado para hablar con
sinceridad de lo que surja; varíe los temas de lectura en lectura, y no se sienta en la obligación de abordar
ningún tema, aunque tampoco se esfuerce por evitarlo. Y además, si tanto le preocupa la “inconveniencia”
ahí está la televisión………..

¿Y leer historietas, es recomendable? Basado en mi experiencia personal, y en la de muchos buenos lectores


y escritores, no dudo en decir que sí. Desde luego no creo que sea recomendable leer solamente historietas,
pero sí estoy convencido de que el formato de las tiras dibujadas, con globos de textos, es utilísimo para
desarrollar vocaciones lectoras. Con las historietas sucede igual que con las revistas, son puertas que se
abren. Y podemos confiar en que una puerta lleve a otra. Como en la vida

Potrebbero piacerti anche