EP DE PSICOLOGÍA – FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
CURSO DEONTOLOGÍA EN PSICOLOGÍA PRÁCTICA PSICOLÓGICA EDUCATIVA, ORGANIZACIONAL, CLÍNICA Y COMUNITARIA ESTUDIO DE CASOS 1. Analizar cada caso, señalando qué criterios deontológicos del Código de Ética de Psicólogos del Perú fueron desestimados. ¿Qué hubiera hecho en cada caso? Caso N° 1: Un usuario, el señor “A”, presenta una denuncia ante la comisión deontológica de su colegio por los siguientes motivos: se había inscrito en una agencia de empleos, ya que tenía dificultad para conseguir trabajo, decidiendo aceptar pagar una cuota mínima a la agencia que estaba dirigida por un psicólogo, quien lo entrevistó y le aseguró que por intermedio de ellos iba conseguir laborar en una Empresa. A partir de aquí fueron realizadas 3 presentaciones a empresas donde recibió respuestas negativas de convocatorias de personal. Cuando llamaba para reclamar, el psicólogo alegaba varias excusas intentando sacarle más dinero, a lo que se negó, ya que consideraba que no se había cumplido con el contrato anterior. Posteriormente, el psicólogo le dijo al usuario que no llamara más e incluso dejó de contestar a sus llamadas. En primer lugar, vamos a alegar que el señor “A” tiene razones para denunciar al psicólogo “A”, puesto que el psicólogo como profesional, reconoce la responsabilidad social, como también debe reconoce los límites de su competencia y no ofrece servicios que no cumplan con las normas. En el artículo 31 se afirma que el psicólogo no debe permitir que un cliente tenga ideas exageradas acerca de la eficacia de sus servicios puesto que puede que no se pueda cumplir en general. Más aun en el artículo 42 refiere que psicólogo reconoce su posición de prestigio frente a sus clientes y es por eso que evita el mal uso de la confianza depositada en él. Caso N° 2: Un adolescente de 15 años es traído a consulta a un psicólogo privado por su madre. El problema presentado por la señora era el desarrollo reciente de reacciones obsesivas-compulsivas, ella informó que el menor había sido un típico adolescente hasta los 14 años. Aunque siempre había sido un poco ansioso, el último año había desarrollado comportamientos cada vez más extraños. Según contaba ella, la vida del menor se desarrollaba según una serie de ritos; y si algunos de ellos eran interrumpidos, respondía con rabia y resentimiento. Hasta ese momento ella había tratado de ser comprensiva con su hijo, pero ya estaba cansada de soportar sus rarezas, ya que éste persistía en un tipo de orden y secuencia exacta en las actividades de su vida cotidiana (cuarto, horarios, alimentación, estudios, etc.) El psicólogo que lo trató durante 6 semanas empezó a desarrollar una relación positiva con él, llegando a establecer el origen del problema. El menor se había vuelto irascible y reactivo desde que sus padres se separaron 8 meses antes, culpando a su madre de la ruptura, ya que consideraba que ella lo controlaba y manipulaba como quería, además de haber intentado trasmitirle cómo se sentía, pero era rechazado; con su padre había perdido contacto desde la separación. También mostraba preocupación por su ajuste sexual y social, ya que justo antes de la separación había tenido una experiencia sexual traumática con una vecina de 22 años para la que trabajaba. Cuando ella se le aproximó e insinuó sexualmente, tuvo un ataque de pánico; después de este hecho comenzó a aislarse socialmente. Estas confidencias se dieron en las sesiones iniciales y solo después de que el adolescente acerca de la confidencialidad y de lo que pensaba contarle al psicólogo. El terapeuta le aseguró que no iba a compartir con nadie las confidencias que le hiciera. Fue al final de la sexta sesión terapéutica que el psicólogo se dio cuenta que el menor presentara su primer brote psicótico y pensó que iba a ser necesaria el internamiento en un hospital. La madre vino después de esta sesión y le informó acerca del empeoramiento de los síntomas de su hijo, preguntando acerca de los datos que había hablado en consulta con él en consulta para poder entenderlo así ayudarlo mejor. Cuando el terapeuta empezó a explicarle la naturaleza confidencial de la terapia, la madre se enojó muchísimo y le dijo que estaba en completo desacuerdo con la manera de proceder del psicólogo. Sus argumentos afirmaban que su hijo era menor de edad y que estaba bajo su cuidado; por otra parte, desde el momento que había pagado la consulta, tenía derecho a saber lo que estaba pasando para tener una mejor convivencia con su hijo. La discusión terminó cuando la madre prohibió al terapeuta seguir viendo a su hijo, amenazándolo con hacerle una denuncia si intentaba entrevistarse con él. Pese a esto el adolescente vino por su propia cuenta a la consulta dos días después, en un estado de completa angustia y le pidió al psicólogo que lo ayudara ingresar al hospital para que hicieran algo que lo ayudara. AL parecer el psicólogo formo relación más que una de profesional, en la cual se sintió muy comprometido él. Sin embargo en esta situación según mi perspectiva no puede hacer nada más que convencer al joven de que hable con su madre acerca de lo que realmente está pasando.