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El problema del lenguaje teológico

Fuente: TORRES Q, A., El problema del lenguaje teológico, en Fin del cristianismo
premoderno, Sal Terrae, Santan-der 2000, 60-90.
Objetivo de estudio: abordar el problema del lenguaje teológico en sus dificultades
fundamentales.
Aspecto de estudio: las dificultades fundamentales que se presentan en el lenguaje
teológico.
Objetivo: investigar y conocer las tres dificultades del lenguaje teológico.
Justificación: hablar hoy de teología implica diversas dificultades, más aún, conocer cuáles
son las posibles vías de solución es imprescindible para hacer teología.
Procedimiento: presentar, principalmente, cuáles son las dificultades del lenguaje religioso
y cuáles son las posibles vías de solución.
Temario:
1. Dificultades de carácter estructural
2. El problema del cambio cultural
3. La dificultad pragmática
Desarrollo:
1. La dificultad estructural
Esta dificultad remite al radicalismo problema de la objetivación, es decir, a la dificultad
constitutiva de todo lenguaje mundano para expresar la Trascendencia no mundana.
El problema es estructural, pues se le encomienda realizar algo que parece imposible:
hablar de lo esencial e intrínsecamente no mundano con un lenguaje mundano. Hablar de
la Trascendente con un lenguaje modelado sobre las realidades empíricas.

 Los caminos de la solución


Una solución satisfactoria solo podrá venir de un pensamiento radical: la idea de
creación y la idea de infinito positivo.
La creación permite ver cómo en Dios la inmanencia y la trascendencia nos e
oponen, sino que refuerzan mutuamente. La creación implica la máxima diferencia,
pues solo el Otro del mundo puede hacer existir un mundo, pues no hay nada en la
creatura que no esté procediendo de su Creador.
En íntima unión con esto está la concepción positiva de la infinitud divina. No puede
ser definida por su oposición a lo finito: eso la haría irremediablemente limitada,
reduciéndola a ser un extremo de contradicción. El auténtico infinito, como plenitud
irrestricta, incluye incluso su propia oposición a lo infinito; de suerte que lo infinito
tiene su verdad en lo finito.

2. El problema del cambio cultural


La segunda dificultad es de cambio de paradigma, en el sentido que tiene su origen en la
revolución cultural producida por la entrada de la Modernidad.
La alerta de la desmitologización consistiría en no persistir en leer los textos literalmente.
Dicho problema sería minimizarlo, porque este se enmarca en el proceso más amplio y
profundo de cambio de paradigma cultural que modifica profundamente la función del
lenguaje. Eso conlleva una remodelación y re traducción del conjunto de conceptos y
expresiones en que culturalmente se encarna la fe.

 Los caminos del cambio


La percepción del desajuste obliga a la claridad, y la nueva situación trae consigo
posibilidades específicas solo desde ella perceptibles.
La misma claridad del planteamiento supone ya una ayuda enorme, sobre todo
teniendo en cuenta que abre la puerta a la utilización de todos los recursos de la
hermenéutica moderna. La aportación es sobre todo directa, en el sentido de que la
nueva cultura, al abrir campos inéditos a la comprensión humana, amplía el espacio
del intellectus fidei y aumenta los recursos para expresarlo y hacerlo accesible a la
sensibilidad actual.
En general, cabría ver el auténtico progreso cultural como un enriquecimiento del
significante teológico.

3. La dificultad pragmática
Esta dificultad es de índoles más vivencial, en cuanto que alude sobre todo a las dificultades
y resistencias que encuentran una expresión adecuada a la vivencia religiosa. La dimensión
pragmática atiende sobre todo a la subjetividad de los interlocutores y a sus interacciones
mutuas, tanto en la dimensión ilocutiva, es decir, el lenguaje en cuanto que expresa el
compromiso del hablante, como en la dimensión perlocutiva, en cuanto que el hecho de
hablar tiende a producir por sí mismo algún tipo de efecto.
La petición u oración deben ser situados en su verdad, esforzándonos por respetar con
exquisito cuidado el amor y la primacía de Dios y por poner en su justo punto nuestra actitud
de criaturas queridas y agraciadas, tratando de creer en el amor increíble de Aquel que
precede a todas nuestras iniciativas y corazón.
La creatividad lingüística encuentra aquí una oportunidad magnífica. Ahora conviene insistir
en el papel que aquí corresponde a aquellas personas de preocupación más directamente
espiritual que, sensibles a los nuevos vientos del espíritu, están creando nuevas formas de
oración, debido quizás a que su preocupación menos científica deja más libre y espontánea
su creatividad.

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