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1. Definición de texto
Si tenemos la siguiente oración: Mis abuelos vendrán el próximo fin de semana, nos
daremos cuenta que se compone de una serie de elementos: mis, abuelos, vendrán, el, próximo, fin,
de, semana, que se han combinado según las reglas de nuestro sistema lingüístico. Hemos respetado
las reglas de la lengua española, pues se ha mantenido la concordancia entre el nombre (abuelos) y
el verbo (vendrán) así como las normas de colocación de las palabras por las que el posesivo (mis)
debe preceder al sustantivo (abuelos). De todo esto, podemos afirmar que la oración está bien
estructurada (es correcta, está bien formada) porque respeta las reglas gramaticales de nuestra
lengua; de lo contrario, estaríamos construyendo oraciones agramaticales o incorrectas del tipo:
*Abuelos fin mis próximo vendrán de semana.
Ahora bien, es preciso decir que no siempre usamos la oración Mis abuelos vendrán el
próximo fin de semana para expresar ese único significado, es decir, que ellos (los abuelos)
vendrán el próximo fin de semana y no hoy; porque si apareciese en otra situación comunicativa –
un diálogo, por ejemplo– este mismo enunciado podría tener otros significados. Así pues, si unos
amigos nos invitasen a una excursión podríamos responder con: Mis abuelos vendrán el próximo
fin de semana, que lleva implícito un rechazo a dicha invitación porque tendremos una visita de
mis abuelos el próximo fin se semana. Vemos de esta forma que el hablante requiere de un contexto
para dar un significado preciso de lo que quiere comunicarle a su interlocutor. Es más, podríamos
decir que encontramos una distinción entre lo que se dice (significado literal) y lo que se quiere
decir (intención del hablante). Así, con un sentido irónico podemos expresar ¡Qué bonito peinado! a
alguien que acaba de llegar a una fiesta, cuando queremos, en realidad, expresar todo lo gracioso
que se le ve con ese peinado.
Esto nos lleva a afirmar que hay fenómenos del lenguaje que no se explican desde una
concepción estrictamente gramatical y que fuerzan a «ir más allá de la oración». Es así como, la
llamada lingüística del texto comienza su tarea en el punto en el que la lingüística oracional deja de
proporcionar explicaciones adecuadas a los fenómenos lingüísticos (Bernárdez (comp.), 1987: 7-8),
puesto que estudia la organización del lenguaje en un texto con sentido, lo cual significa sobrepasar
el límite de la oración. Cuando componemos textos, no nos limitamos a darle el sentido gramatical a
las oraciones; sino que debemos ir más allá, nos fijarnos, por ejemplo, en el hablante, en su
intencionalidad, en el interlocutor, en la situación comunicativa; en el contexto…
De ahí que el texto, según Bernárdez (1982: 35), «es la unidad lingüística comunicativa
fundamental producto de la actividad verbal humana que posee siempre carácter social. Está
caracterizado por un cierre semántico y comunicativo, así como por su coherencia profunda y
superficial, debido a la intención (comunicativa) del hablante de crear un texto íntegro, y a su
estructuración mediante dos conjuntos de reglas: las propias del nivel textual y las del sistema de la
lengua».
A propósito de esta definición, Cuenca (2000: 7-8) hace las siguientes acotaciones: a) «el
texto es la unidad comunicativa fundamental compuesta por unidades mínimas, que son los
enunciados»; b) «es una unidad compleja, completa desde el punto de vista comunicativo,
semántico y sintáctico, y en la que se aúnan y relacionan los elementos lingüísticos y no
lingüísticos»; c) «tiene carácter social, lo cual implica que no puede entenderse aislado de su
contexto de producción» y d) «se articula no sólo con reglas del nivel oracional, sino también con
reglas del nivel textual, que se suelen agrupar bajo el concepto de propiedades del texto
(adecuación, coherencia y cohesión)».
TEXTO
Son textos:
- los escritos literarios
- las respuestas de un examen escrito
- las exposiciones de los alumnos
- las clases del profesor
- los diálogos o las conversaciones con algún amigo
- las noticias radiales
- los anuncios publicitarios
- la respuesta de la contestadora telefónica
¿Texto o discurso?
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EL TEXTO
A simple vista parecería que el concepto de texto en cada caso es totalmente diferente. No es así. El
nivel del texto es in concreto él mismo; solamente se considera de modo distinto: en el primer
esquema, el texto se presenta como producto de una doble determinación dentro del ámbito del
hablar como actividad humana universal; en el segundo, el texto funciona como un nivel que se
forma según las reglas de una lengua, esto es, el nivel del texto se considera desde el punto de vista
de su constitución. La combinación de ambos esquemas muestra toda la complejidad real del nivel
del texto (Coseriu, 2007: 128):
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De acuerdo con los tres niveles del lenguaje (universal, histórico e individual), el ámbito del
texto pertenece al nivel más determinado o concreto, dado que es el producto de la actividad
individual del hablar (o del escribir)1:
Hablar en general: nivel de la actividad humana universal.
Hablar en una lengua: nivel histórico.
Hablar de un individuo: nivel individual (el texto como producto).
De acuerdo con los tres niveles del lenguaje descritos por Eugenio Coseriu (1992: 87 y ss.), el
escalón más determinado o concreto corresponde al nivel individual del lenguaje. Además de hablar
en general y hablar una lengua, el hablar también consiste en que alguien habla sobre algo con
alguien en una circunstancia y en un determinado ambiente. Es el escalón circunstancial del
lenguaje, al que corresponde un saber que llamaremos saber expresivo o competencia comunicativa.
Este saber comunicativo es más complejo que el saber general y que el saber idiomático. Se trata de
saber hablar y de estructurar textos acorde con las circunstancias concretas, con el receptor y con el
tema. El texto pertenece al nivel más determinado, dado que es el producto de la actividad
individual del hablar (o del escribir).
«Por texto entendemos aquí el producto de un acto lingüístico, o de una serie de actos
lingüísticos conexos, de una persona determinada en una situación concreta. Empleamos, pues, el
término texto, como suele hacerse en lingüística, para referirnos a cualquier pasaje escrito o
hablado, de cualquier extensión, que constituya una entidad unitaria» (Casado, 1998: 55). El texto
es la secuencia lingüística con sentido pleno que un hablante quiere comunicar. Constituye un acto
de habla o una serie de actos lingüísticos conexos realizados por un individuo en una situación
comunicativa determinada (Halliday y Hasan, 1976: 1). En este sentido, el texto y los elementos que
intervienen en su construcción tienen, aparentemente, mayor variedad interna que las normas
generales del pensar y que las reglas de la gramática y del léxico (Coseriu y Loureda (2006: 132).
Implicaciones:
En los textos, en cuanto productos discursivos, son determinantes el contexto y la intención.
Los textos forman parte de la vida social y su interpretación y producción dependen del
contexto sociocultural y situacional.
Los productos discursivos pueden ser orales o escritos.
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Véase también: Coseriu (1981a, 1981b, 1991 [1977], 1992) y Casado Velarde (2000 [1993]: 11).
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Los productos discursivos o textos no tienen límites de longitud. Ángel Cervera (1999:76)
afirma que toda unidad textual podría estar conformada por:
Una sola palabra o enunciado simplificado, pero dentro de un contexto. Por ejemplo:
¡Peligro! /¡Adiós! / ¡Chau! / ¡Adelante! / Prohibido estacionarse.
Una oración (unidad mínima del hablar que tiene autonomía sintáctica y sentido
completo): Me duele la cabeza.
Un periodo oracional (unidad formada por un conjunto de oraciones, separadas por
punto y seguido): El euro se ha convertido en la moneda única europea. Su aplicación,
aunque se nos presenta como una situación nueva, no va a suponer un cambio
importante en las economías particulares de los contribuyentes.
Un párrafo:
Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensylvania (E. E. U. U.)
ha observado que las personas que han muerto de Alzheimer presentan una
concentración de radicales libres en los lóbulos temporales y frontales del cerebro, que
llega a ser de hasta el doble de lo normal (El País, 7-12-98).
El texto no es una oración larga o la suma de oraciones. En un texto se puede identificar un
enunciado o una serie de enunciados.
Enunciado: «Unidad comunicativa mínima, fruto de un acto de habla, a la que se le puede
asignar una función textual, por ejemplo, “pregunta”, “orden”, “resumen”, “petición”,
“conclusión”, “asentimiento”, etc.».
Así, el enunciado puede estar conformado por un enunciado o un entramado de enunciados
cuya característica esencial es la «unidad comunicativa global» (se obtiene por la sucesión
coherente de funciones textuales).
La competencia textual comprende el dominio en la producción y recepción de textos. En la
producción implica la adecuación a los factores del hablar (destinatarios, tema y contexto
situacional, etc.), armonía en la interrelación de las partes, la conformidad con las normas
socioculturales y la elección del género textual esperable. En la recepción implica, sobre todo,
saber identificar el género textual ante el que se encuentra el receptor.
Oraciones
Sintagmas
Palabras
Monemas
Fonemas
Entonces:
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1) Por un lado, es la unidad de la gramática textual o gramática transoracional, cuyo objeto
consiste en la descripción de los hechos idiomáticos que exceden el ámbito oracional y que
están orientados a la construcción de textos.
2) Por otro, el dominio de las reglas de la gramática textual pertenece al saber idiomático (es
posible encontrar incorrecciones idiomáticas explicables por la desviación de una regla de la
lengua en el nivel de la estructuración textual).
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Diferencias entre las dos nociones de texto:
Bernárdez (1982: 35 y ss.) hace referencia a tres factores que determinan la clave de la
actividad individual del hablar, y, en consecuencia, para la didáctica de la lengua a la hora de
enseñar el texto. Por tanto, no debemos perder de vista que todo texto presenta:
Un carácter comunicativo, es decir, es una actividad que se realiza con una finalidad
determinada como parte de su función social.
Un carácter pragmático, que se produce con una intención y en una situación concreta.
Un carácter estructurado, es decir, está constituido por una sucesión de enunciados que
forman una unidad comunicativa coherente.
En todo texto se advierte la existencia de un emisor, con una intención, que se dirige a un
destinatario concreto en una determinada situación comunicativa. El emisor se halla así inmerso en
un conjunto de circunstancias extralingüísticas, que de una o de otra forma configuran el texto.
Cuando escribimos, por ejemplo, un texto dirigido a una empresa (carta, solicitud, informe, etc.),
tenemos que plasmar nuestro propósito e interés de comunicación, ya sea en forma de invitación,
pedido, queja, advertencia, etc., y necesitamos saber cuál es la filosofía de esa institución y su
organigrama; conocer a los que nos leerán y si están en condiciones o no de comprender lo que
hemos escrito. Al mismo tiempo, hemos de utilizar los elementos lingüísticos propios del tipo de
texto que vamos a elaborar. Por otro lado, para interpretar el mensaje: el calor en Piura es
abrasador, debemos fijarnos en las circunstancias en que se emite, pues, puede significar «no
soporto el calor de Piura, por eso no voy ahí» o «quiero ir a Piura porque me encanta el calor» o «si
estoy en Piura puedo ir a la playa», o simplemente una expresión que confirma un hecho.
Por razones metodológicas y didácticas, queremos ahora hacer referencia al concepto de texto
desarrollado por Óscar Loureda (2003: 24). Para este autor, el texto es una realidad compleja que
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debe entenderse, por un lado, como una unidad del hablar parcialmente dependiente de la gramática
y, por otro, como la realidad última del hablar. Esta definición de texto es interesante para el
análisis e interpretación de los discursos, en la medida que facilita el estudio de las dimensiones o
propiedades de los textos. Loureda (2003: 25) dice que en las lenguas existen hechos idiomáticos
regulados que traspasan el nivel oracional y que están orientados a la construcción de textos. Así,
por ejemplo, si queremos reformular lo dicho, en nuestro idioma tenemos unidades como mejor
dicho, es decir, etc. y si deseamos hacer un resumen, podemos emplear: en resumen, en una
palabra, etc. Se trata de unidades del español que mediante su significado facilitan la interpretación
de un acto del habla. Del mismo modo, las enumeraciones y las citas de estilo directo, son otros
hechos que no pueden explicarse completamente desde el punto de vista de una gramática
oracional. De ahí que el texto debe estudiarse como la unidad propia de una gramática textual o
gramática transoracional, cuyo objeto es la descripción de estos hechos idiomáticos en una lengua
determinada (Coseriu, 1981: 21; González Ruiz, 2007 [2002]: 103-104). En este sentido, Manuel
Casado (2000 [1993]: 11) define el texto como un nivel gramatical superior a la oración.
El texto y los elementos que lo componen tienen mayor variedad interna que las normas
generales del pensar y que las reglas de la gramática. Entonces, debemos diferenciar los textos que
están fijados (refranes, modismos, frases hechas, etc.) de los que no lo están, pues estos últimos
permiten comprobar más fácilmente las dimensiones del nivel individual del hablar (Coseriu, 1981:
297-298). Todo texto tiene necesariamente además de las palabras, alguien que lo dice, alguien que
lo recibe y lo interpreta, un medio de comunicación, un contexto y una finalidad o función. Es en
síntesis un hecho pragmático porque se trata de una acción y de su producto y porque no se entiende
sin los elementos no verbales (Loureda, 2003: 27). Por eso se dice que el texto ha de definirse en
función de estos factores extralingüísticos. Asimismo, responden a una tradición o a un tipo de texto
y toda producción textual pone de manifiesto la impronta personal de su autor.
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fábulas de Esopo, los cuentos de Ribeyro, etc.
Entendemos por propiedades textuales todos aquellos requisitos que debe reunir un texto oral
o escrito para que pueda ser considerado como tal. La presentación de ideas desordenadas no puede
ser capaz de configurar un texto, puesto que no respeta la estructuración adecuada de las ideas ni de
los elementos gramaticales que forman una unidad constitutiva. Si tenemos las siguientes cadenas
de palabras: 1) Ernesto mañana perro murió el carretera camión y 2) El perro de Ernesto murió
esta mañana. Ayer lo atropelló un camión cuando intentaba cruzar la carretera, percibimos que el
primer enunciado carece de sentido: la disposición de las unidades lingüísticas que la componen
impide captar su significado total, a pesar de que reconocemos en ella unidades pertenecientes a
nuestra lengua; en el segundo, por el contrario, podemos captar un significado global; es decir, que
un perro murió en un contexto de espacio, tiempo y circunstancias determinadas.
Un texto, por tanto, puede estar formado por palabras, oraciones, periodos y párrafos. Estas
unidades se han de relacionar en torno a un tema central y se han disponer de tal forma que
proporcionen al texto el sentido global y la coherencia prevista. Una conversación, una conferencia,
una carta, una exposición, una charla, un poema, un artículo, un ensayo, un tratado, etc. son
considerados textos. Lo característico del texto es la unidad de sentido.
Beaugrande y Dressler, siguiendo a Searle (1997: 33-47; 90-281), afirman que cualquier
texto, por ser un acontecimiento comunicativo, posee propiedades constitutivas y propiedades
regulativas, a saber:
Intencionalidad
Aceptabilidad
Pragmáticas Informatividad
Situacionalidad
Propiedades o principios constitutivos
Intertextualidad
Estructurales Coherencia
Cohesión
Eficacia
Propiedades o principios regulativos
Efectividad
Adecuación
PROPIEDADES PRAGMÁTICAS
Entre las propiedades constitutivas del texto tenemos también las propiedades pragmáticas, que
están centradas en el usuario: explican el funcionamiento de la actividad comunicativa en la que
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están implicados tanto los productores como los receptores de los textos. Por eso, se dice que
remiten a informaciones extralingüísticas para dar cuenta de la unidad y de la aceptabilidad del
texto. Cabe mencionar:
La intencionalidad (finalidad o sentido)
Se refiere a la actitud del emisor, quien se propone alcanzar metas específicas dentro de un plan
organizado. Su relación comunicativa con el receptor depende de las intenciones comunicativas que
se proponga lograr: explicar, describir, invocar, dar una orden, argumentar, etc.
A su vez, siempre que se cumplan las condiciones mínimas de la comunicación, el receptor
manifiesta cierta tolerancia con respecto al deterioro que pueda sufrir un texto en relación con su
nivel de cohesión y coherencia.
La aceptabilidad
El receptor del producto discursivo lo acepta porque es una unidad comunicativa dotada de
cohesión y coherencia:
«Llámenos antes de cavar una zanja. Probablemente no pueda telefonearnos después». (Mensaje
preciso, más atractivo para el receptor).
«Llámenos antes de cavar una zanja. Cabe la posibilidad de que haya un cable soterrado. Si usted
rompe ese cable, se quedará sin servicio telefónico...». (Mensaje más detallado, menos atractivo
para el receptor).
La informatividad (o relevancia)
Se explica con aspectos intratextuales y con factores extratextuales. Consiste en que el texto debe
conectar con información conocida y aportar nuevos datos al oyente o lector (relevante/irrelevante),
por eso da cuenta de la coherencia discursiva. Esta propiedad nos sirve para evaluar en qué medida
las secuencias de un texto son predecibles o inesperadas.
Según María José Serrano (2013: 281), el concepto de informatividad se relaciona con el nivel de
procesamiento mental que requiere un texto en función del grado de novedad o de imprevisibilidad
que capta en sus receptores (Beaugrande y Dressler, 1997: 201), esto es, alude al nivel de
conocimiento que se tiene del mismo, pero, aún más importante, al esfuerzo que implica su
comprensión.
«Normalmente la informatividad se relaciona con el contenido del texto, que a su vez se explica por
el nivel de coherencia en la textualidad; se deduce que la coherencia es la que determina si un texto
es más o menos informativo en detrimento de otros elementos considerados auxiliares desde un
punto de vista textual, como el fonético o el morfológico. Estos elementos no están en el foco de
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atención de los interlocutores; lo que hace que un texto se sitúe en dicho foco es la coherencia como
nivel textual, y no la gramática por sí misma» (María José Serrano, 2013: 281-282).
La situacionalidad
Manifiesta la relación entre el texto y su contexto. Se refiere a los factores que hacen que un texto
sea relevante en una situación determinada. Siempre «hay un aquí, un ahora y unas circunstancias
concretas que rodean a la producción y a la recepción». Por esta característica, el emisor tiene
presente los elementos extralingüísticos para adecuar su producto discursivo a estos: ¿en qué
espacio y tiempo enunciativos escribo o hablo?, ¿a quién me dirijo?, ¿quién me va a leer o
escuchar?, ¿qué puede saber?, ¿en qué situación social escribo?, ¿qué finalidad persigo?, ¿qué
género discursivo se espera que use?), es decir, considera todos los elementos de la situación
comunicativa que influirán en la interpretación del texto, que podría variar sustancialmente de
acuerdo con la información contextual.
«Padre Nuestro que estás en el cielo Trago nuestro que estás en hielo
santificado sea tu Nombre santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu Reino». venga a nosotros bien lleno
Por medio de la intertextualidad, «los textos proporcionan contextos dentro de los cuales otros
textos pueden ser creados e interpretados». Por ejemplo: Gustavo Adolfo Bécquer incluye en su
ensayo «La pereza», referencias intertextuales a Cervantes. Así como también diferentes pasajes de
la Biblia.
En el Diccionario de términos clave de ELE del Centro Virtual Cervantes se mencionan como casos
de intertextualidad, fenómenos como la cita, el diálogo interior, la parodia o la ironía, que suponen
que en el discurso aparezca una voz distinta de la del emisor. Asimismo, se afirma que
la intertextualidad no tiene que ver únicamente con la cita más o menos explícita o
encubierta de un texto dentro de otro, pues la relación intertextual informa el texto en su
conjunto. En efecto, todo texto se produce en el seno de una cultura que cuenta con una
larga tradición de textos, que poseen unas características determinadas en cuanto a su
estructura, su temática, su estilo, su registro, etc. Este conocimiento textual compartido
forma parte del acervo común de la comunidad lingüística, y por ello se activa cuando
un emisor produce un texto, así como también cuando su receptor lo interpreta. Por
ejemplo, ante la fórmula [Érase una vez], cualquier hispanohablante identifica que el
género discursivo, al que pertenece el texto que va a oír es el cuento infantil, y el
conjunto de cuentos infantiles que conoce funciona a modo de contexto que le
proporciona información sobre las características que tendrá este nuevo cuento. Del
mismo modo, todos los hablantes de nuestra cultura tienen expectativas sobre cómo será
el discurso del presentador de un noticiario, la retransmisión radiofónica de un partido
de fútbol, una carta comercial o el discurso de un profesor en el aula.
COHERENCIA COHESIÓN
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Estas propiedades constitutivas de los textos se desarrollan más ampliamente en otras notas técnicas.
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• Afecta al sentido del texto. • Afecta a la estructura interna del texto.
• Carácter semántico-pragmático. • Carácter morfosintáctico.
LA EFICACIA es la «capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera» (DRAE, 2014). Por
medio de esta propiedad, un texto será más o menos eficaz dependiendo del esfuerzo que el emisor
haga para lograr la claridad en su realización comunicativa y, en consecuencia, ser comprendido por
el receptor.
LA EFECTIVIDAD va de la mano con la eficacia. Se dice que un texto será más o menos efectivo
si genera o no una fuerte impresión en el receptor y si crea o no las condiciones para que el emisor
alcance la meta comunicativa que se había propuesto, es decir, que la finalidad o intención del texto
se haga realidad o sea válida para el receptor.
La adecuación es la propiedad de saber escoger, entre todas las posibilidades lingüísticas, la más
apropiada para la situación de comunicación. Las normas generales son: adecuación al receptor, a
sus conocimientos, su edad, su nivel cultural, su situación personal o social; adecuación al tema;
adecuación a la situación comunicativa utilizando el registro oportuno. Los registros son la muestra
de la capacidad de la lengua para adaptarse a las necesidades de los hablantes y la situación
comunicativa. Construir un texto adecuado implica un buen conocimiento de la lengua en todos sus
aspectos.
Recordemos que la adecuación es el criterio que aplicamos para juzgar o valorar un enunciado o un
texto según el saber expresivo o comunicativo, que es el saber propio del nivel individual del
lenguaje. Diremos, entonces, que un enunciado o un texto es adecuado si tiene en cuenta el receptor,
el tema y el contexto, así como los demás elementos de la comunicación; de lo contrario, podría ser
juzgado como inadecuado.
Factores de adecuación
Los factores que determinan las diferencias lingüísticas entre los registros son cuatro:
1. La intención comunicativa: Es la finalidad que pretendemos con un texto o una
comunicación: informar, ordenar, instruir, convencer, entretener...Desde esta perspectiva los
textos se clasifican en informativos, prescriptivos, argumentativos, expositivos, informativos,
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lúdico-estéticos… El emisor del mensaje debe adaptarse a la intención con la que escribe el
texto.
2. Las funciones del lenguaje: El emisor ha de elegir la función del lenguaje que va a
predominar en su texto dependiendo fundamentalmente de cuál sea la intención comunicativa
del emisor. Por ejemplo, si va a desarrollar un examen, la intención comunicativa es mostrar
los conocimientos de una asignatura, por lo que lo adecuado sería producir un texto donde
predomine la función referencial. El emisor debe, además, seleccionar los recursos
lingüísticos mediante los cuales se realiza cada función.
3. El canal o soporte: Es el medio que empleamos para transmitir la información. Los dos
medios básicos de expresión lingüística son el medio oral y el medio escrito. En cada uno de
ellos pueden aparecer distintas modalidades.
4. El enfoque del tema: Es el tratamiento que le queremos dar a la información que
transmitimos: general, específico, divulgativo, técnico...
5. La variedad idiomática: El emisor ha de elegir la variedad idiomática (lengua culta, registro
formal o coloquial, etc.) según la situación comunicativa. En el ejemplo del examen debe
elegir la lengua culta en su registro formal.
6. La variedad del discurso o tipo de texto: El emisor ha de elegir la variedad del discurso que
va a emplear: narración, descripción, exposición, etc. Lo adecuado en un examen es el texto
expositivo o, en su caso, argumentativo.
7. El grado de familiaridad: Es la relación que mantenemos con los destinatarios de nuestras
comunicaciones. Esta relación se manifiesta en los tratamientos, las formas de cortesías y el
registro empleado.
Es necesario hablar en este apartado de la adecuación semántica que se traduce en la elección
del vocabulario que ha de ser preciso, rico y creativo.
EJEMPLO DE ADECUACIÓN/INADECUACIÓN
Adecuado: Me dirijo a usted para solicitarle que reúna los expedientes vinculados con la Licitación
Pública Nº 4/99 y me los envíe a la mayor brevedad.
Inadecuado: Me dirijo a usted para que agarre los expedientes vinculados con la Licitación Pública
Nº 4/99 y me los mande rápido con el chico de la portería que hace los recados.
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