Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
¿ Otra fenomenología?
B. La neurofenomenología
2
La fenomenología pasaría entonces a encargarse de descripciones metódicas y
controladas para la experiencia desde una perspectiva interna e inmanente del sujeto,
consolidando de esta forma un suelo a las ciencias experimentales y conduciendo a nuevas
interrogantes (Antom Mlinar, 2015, p. 230). La «neurofenomenología», se ocuparía
entonces de algunos «fenómenos» como la intersubjetividad, el cual tiene supuestos
avances en la dilucidación de su desarrollo en la posibilidad de aprehender el llamado
«sentir-junto-con el otro», gracias a el descubrimiento de las neuronas espejo. Y así el
proceder con otros sucesos, tales como la denominada «autoafección», las deficiencias de
la misma en los casos de «autoafección fantasma», entro otros, todos estos encontrarían
explicaciones en estudios neurológicos pertinentes (Antom Mlinar, 2015, p. 231-33).
3
La confusión de la mencionada actitud natural, por ejemplo, en la pretendida
«neurofenomenología», desemboca en la inversión del orden de fundación en los estratos
de índole causal y motivacional. Sostener que la empatía, los actos, la supuesta mente o
alma tienen su origen en un proceso neuronal, implica la «causalidad natural» como el punto
de partida de toda explicación para la conexión motivacional, el ser humano reducido a una
unidad natural-inductiva. Como se ha sugerido, una supuesta naturalización de la
intencionalidad, por tratar un caso particular, como objeto situado en conexiones neuronales,
se salta el hecho de que la intencionalidad, al ser «conciencia de algo» está referida como
se dijo arriba a una objetividad, condicionando la posibilidad de la representación en cuanto
correlatos, se caería en un error categorial el tratar de volverla un objeto, cayendo de nuevo
en una especie de psicologismo solapado, al cual Husserl ya debió enfrentarse en su época
(Antom Mlinar, 2015, p. 235).
En segundo lugar, como Gallager y Zahavi propondrán, existe para esta ola
«renovadora» de la fenomenología la supuesta necesidad de reformular la fenomenología
misma (¡inclusive formalizarla matemáticamente!), aduciendo que dicha «disciplina» no se
ocupa solamente de clarificaciones filosóficas fundamentales, sino, también de fenómenos
aptos para la investigación empírica, para esto requiere de una integración a la ciencia
(Gallagher y Zahavi, 2012, p. 60-61).
En tercer lugar, son interesantes los aportes de Gallagher y Zahavi, en aras de una
cooperación entre la fenomenología y las ciencias, sin confundir las diferencias entre otras
(Gallagher y Zahavi, 2012, p. 324), es quizá un intento de tratar de acercar dos disciplinas
4
que pensadas en compañía suponen problemas, sin embargo, la «fenomenología de la
mente» al menos por parte de Gallagher, caerá también en la tentación de la actitud natural,
como se explica tendidamente Rodríguez, ya que tiene al cuerpo como tan solo una imagen
que necesita ser acreditada por las vivencias intencionales de la conciencia, el cuerpo como
un «objeto intencional», cosa que difiere con la propuesta de Husserl, además de que
reduce el aporte fenomenológico a una mera «descripción» del cuerpo vivido, el cual su
concepción necesita de la investigación empírica del ciencia (2010, pp.45-46).
Conclusiones.
Fuentes:
Gallagher, D y Zahavi, D. (2012). La mente fenomenológica. 2da Ed. Trad. M. Jorba. Madrid:
Alianza.
Heidegger, M. (2007). Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo. Trad. J.
Aspiunza. Madrid: Alianza.
5
Jorba, M. (2017). La fenomenologia cognitiva. Quaderns de Filosofia, 2 (4), 61-89. Doi:
10.7203/qfia.4.2.10808