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Universidad de Costa Rica Coloquio II

Problemas fundamentales de la fenomenología «¿ Otra fenomenología?»

Prof. Dr. Jethro Masis Estudiante: Ruth M. Hazel

I Ciclo, 2018 B02978

¿ Otra fenomenología?

El presente escrito trata sobre la denominada «fenomenología cognitiva»,


«neurofenomenología» y afín a las anteriores, la «fenomenología de la mente», cuyos
representantes son Shaun Gallagher y Dan Zahavi, autores del libro sobre el cual versara
principalmente este escrito, intitulado La mente fenomenológica. En dicha obra, pionera en
renovados enfoques para la filosofía de la mente, nos muestra el tendiente proyecto de
«naturalización de la fenomenología».

A partir de lo desprendido en tal aspiración, este breve coloquio se centrará en


mostrar tanto los inconvenientes de dicha naturalización, así como la distancia de estos
intentos con la fenomenología concebida de esta como un método auténticamente filosófico
de propósitos no científico-objetivistas. El texto consta de tres apartados: los dos primeros
a modo expositivo de las antes mencionas corrientes de la llamada filosofía de la mente.
Mientras que el último inciso se ocupará del análisis crítico con respecto a la «naturalización
de la fenomenología», implícita en los dos primeros subtítulos.

A. La fenomenología cognitiva y la heterofenomenología

La «fenomenología cognitiva» se encarga de estudiar las «propiedades


fenomenológicas» del pensamiento, bajo la noción de «conciencia fenoménica». Esta
disciplina se desprende de las vertientes analíticas que a partir del siglo pasado se ocuparon
de la «experiencia del pensamiento», con el fin de caracterizar los tipos de experiencias
(Jorba, 2017, pp.61,63). Sintéticamente, «la fenomenología cognitiva», según Nagel, se
encargaría del «como qué es» de la experiencia (Gallagher y Zahavi, 2012, p. 34).

Asímismo, se ocupa de preguntas tales como ¿ cuál es el tipo de naturaleza allende


a la experiencia? ¿ Es un tipo similar a la experiencia sensorial o emocional, sino, tendrían
características completamente distintas? ¿Qué propiedades ejemplifican una experiencia
consiente? Vinculada a esta última interrogante, surgen los conflictos referentes al papel de
la conciencia, existiendo teorías que concilian la cognición con el pensamiento, que
atribuyen a la conciencia una forma a modo de «acceso», es decir, un tipo de conciencia
encargada de la vinculación racional de pensamiento y acción (Jorba, 2017, p.64), mientras
otras apuestan a una noción de una fenomenología sensorial para arribar al supuesto
misterio de los contenidos percibidos sensitivamente en la experiencia a modo de
«propiedades» (Montage, 2016, p. 168).

Por su parte, la llamada «heterofenomenología», principalmente impulsada por


Daniel Dennett, requiere adoptar una metodología que refleje la actitud de tercera persona
en el estudio de la conciencia, esto con el fin de alejarse rotundamente del supuesto error
de la fenomenología, el cual parece desprenderse de una confusión respecto a la misma,
es decir, su mal entendido carácter introspectivo. Este estudio se centra en la vida mental
de otros, mediante la toma de datos posteriormente sujetos a la observación e
interpretación pública. Es decir, un estudio no sobre los fenómenos consientes, sino más
bien, sobre los pretendidos informes de los fenómenos consientes, estudiados desde una
postura lo más externa y «neutral» posible (Gallagher y Zahavi, 2012, pp. 43-44).

B. La neurofenomenología

Tanto la «fenomenología cognitiva» como la «heterofenomenología» se nutren a


grosso modo, de la definición de la fenomenología como una investigación eidética de una
«experiencia trascendental», asumiendo el supuesto «núcleo empírico» de la misma, el cual
para ser desarrollado requiere del acompañamiento por parte de la investigación empírica
y las ciencias naturales (Antom Mlinar, 2015, p. 229), evidentemente, las neurociencias
también podrían arrimarse a ocupar su lugar en dicha labor, corrigiendo entre todos los
resabios trascendentales y supuestamente «nefastos» adjudicados a la fenomenología.

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La fenomenología pasaría entonces a encargarse de descripciones metódicas y
controladas para la experiencia desde una perspectiva interna e inmanente del sujeto,
consolidando de esta forma un suelo a las ciencias experimentales y conduciendo a nuevas
interrogantes (Antom Mlinar, 2015, p. 230). La «neurofenomenología», se ocuparía
entonces de algunos «fenómenos» como la intersubjetividad, el cual tiene supuestos
avances en la dilucidación de su desarrollo en la posibilidad de aprehender el llamado
«sentir-junto-con el otro», gracias a el descubrimiento de las neuronas espejo. Y así el
proceder con otros sucesos, tales como la denominada «autoafección», las deficiencias de
la misma en los casos de «autoafección fantasma», entro otros, todos estos encontrarían
explicaciones en estudios neurológicos pertinentes (Antom Mlinar, 2015, p. 231-33).

C. Los problemas de una «naturalizació n de la fenomenología»

Primeramente, suponer una naturalización de la fenomenología supone la


posibilidad de someter a dicho proceso la experiencia misma, acarreando esto
efectivamente un problema metafísico (Gallagher y Zahavi, 2012, p. 60). Está implícito ya
en esta discusión el carácter objetivo de la actitud natural, en contraste a la posible
objetividad adscrita a la empresa fenomenológica de corte husserliana, por ejemplo, al
entender fenomenológicamente los «actos de ideación», se tiene el suelo inmediato de los
mismos en lo subjetivo, sin embargo, la ideación misma en su generalidad constituye una
nueva objetividad, a modo de apertura apodíctica para la intuición categorial de índole
variada (Heidegger, 2007, 96).

Dicha objetividad, es evidentemente disímil a la que presuponen los objetos de la


ciencia, por esto mismo cuando la llamada «fenomenología cognitiva», pregunta por las
propiedades de la experiencia, su naturaleza y posible caracterización, ya asume el
tratamiento para este fenómeno tal como síse tratase de una cosa, es decir, un objeto (res)
abierto para la investigación científica. Así mismo, para poder referirse a algo así como la
conciencia, es necesario esclarecer la intencionalidad, los modos de dación, la intuición
categorial, los actos de síntesis y los de ideación, entre otros fenómenos distintos de objetos
(res). Una pluralidad de fenómenos aunados a la experiencia de un cuerpo-vivido, que no
está solo y, además, moviéndose ya en el mundo de la vida.

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La confusión de la mencionada actitud natural, por ejemplo, en la pretendida
«neurofenomenología», desemboca en la inversión del orden de fundación en los estratos
de índole causal y motivacional. Sostener que la empatía, los actos, la supuesta mente o
alma tienen su origen en un proceso neuronal, implica la «causalidad natural» como el punto
de partida de toda explicación para la conexión motivacional, el ser humano reducido a una
unidad natural-inductiva. Como se ha sugerido, una supuesta naturalización de la
intencionalidad, por tratar un caso particular, como objeto situado en conexiones neuronales,
se salta el hecho de que la intencionalidad, al ser «conciencia de algo» está referida como
se dijo arriba a una objetividad, condicionando la posibilidad de la representación en cuanto
correlatos, se caería en un error categorial el tratar de volverla un objeto, cayendo de nuevo
en una especie de psicologismo solapado, al cual Husserl ya debió enfrentarse en su época
(Antom Mlinar, 2015, p. 235).

En segundo lugar, como Gallager y Zahavi propondrán, existe para esta ola
«renovadora» de la fenomenología la supuesta necesidad de reformular la fenomenología
misma (¡inclusive formalizarla matemáticamente!), aduciendo que dicha «disciplina» no se
ocupa solamente de clarificaciones filosóficas fundamentales, sino, también de fenómenos
aptos para la investigación empírica, para esto requiere de una integración a la ciencia
(Gallagher y Zahavi, 2012, p. 60-61).

Sin embargo, cabe cuestionar: ¿ es realmente esto así? Recordemos la definición


de los fenómenos que ocupan a la fenomenología, entendida como el método radicalmente
filosófico que ha pretendido ser desde su concepción, con miras hacía un suelo que la
ciencia presupone para su quehacer, resultando esto último, en el carácter trascendental
de los fenómenos a los que este método se enfrenta. Sería correcto deducir, que no precisa
para el método fenomenológico, requerir de algo así como una legitimación en la ciencia,
entendida estrictamente como «actitud natural», a la inversa, Husserl estaría de acuerdo
en proponerle a dicha disciplina, entender con nuevas miras el fenómeno sobre el que se
sustenta su labor, es decir, el mundo de la vida, el cual es ignorado y completamente dejado
de lado por esta.

En tercer lugar, son interesantes los aportes de Gallagher y Zahavi, en aras de una
cooperación entre la fenomenología y las ciencias, sin confundir las diferencias entre otras
(Gallagher y Zahavi, 2012, p. 324), es quizá un intento de tratar de acercar dos disciplinas

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que pensadas en compañía suponen problemas, sin embargo, la «fenomenología de la
mente» al menos por parte de Gallagher, caerá también en la tentación de la actitud natural,
como se explica tendidamente Rodríguez, ya que tiene al cuerpo como tan solo una imagen
que necesita ser acreditada por las vivencias intencionales de la conciencia, el cuerpo como
un «objeto intencional», cosa que difiere con la propuesta de Husserl, además de que
reduce el aporte fenomenológico a una mera «descripción» del cuerpo vivido, el cual su
concepción necesita de la investigación empírica del ciencia (2010, pp.45-46).

Conclusiones.

Finalmente, no son despreciables las propuestas serias como la de Gallagher y


Zahavi para la colaboración entre la ciencia y fenomenología, pero parece que aún es
distante el hablar de algo asícomo una «fenomenología de la mente», puesto que como se
ha observado, en el caso de la «fenomenología cognitiva», la «heterofenomenología» y la
«neurofenomenología», existen aún hondas confusiones sobre lo que el término
fenomenología conlleva, algunas insalvables pues son producto de malentendidos o de una
extrapolación ilegitima del término para nuevas teorizaciones científicas. Vale advertir
entonces, que, para poder hablar de tales disciplinas, algo de la empresa fenomenológica
debe ser modificado o en su defecto deformado, la pregunta es si en verdad los cambios
apuntan a la dirección correcta, o se trata nuevamente de las maquinaciones latentes del
psicologismo y positivismo aun latentes en nuestra era.

Fuentes:

Anton Mlinar, I. (2015). Fenomenología y neurociencias: Interacción y equívocos. Á gora, 34


(1), 223-236.

Gallagher, D y Zahavi, D. (2012). La mente fenomenológica. 2da Ed. Trad. M. Jorba. Madrid:
Alianza.

Heidegger, M. (2007). Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo. Trad. J.
Aspiunza. Madrid: Alianza.

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Jorba, M. (2017). La fenomenologia cognitiva. Quaderns de Filosofia, 2 (4), 61-89. Doi:
10.7203/qfia.4.2.10808

Montague, M. (2016). Cognitive Phenomenology and Conscious Thought. Phenomenology


and the Cognitive Sciences, 15 (2), 167-181.

Rodríguez Vergara, H. M. (2010). La conciencia de lo corporal: una visión fenomenológica


cognitiva. Ideas y valores, 142, 25-47.

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