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EL NUEVO GENESIS

EL NUEVO GENESIS
por R. C. SPROUL

“ Sin la presencia del Espíritu no hay convicción, ni regeneración, ni santificación, ni limpieza, ni


obras aceptables... La vida esta en la vivificación del Espíritu.- W. A. Criswell

El nacimiento y el nuevo nacimiento. Ambos son el resultado de la operación del Espíritu Santo.
De igual manera que no podemos vivir biológicamente aparte del poder del Espíritu Santo, así
tampoco ningún hombre puede venir a tener vida con Dios sin la obra del Espíritu.

En Su discurso con Nicodemo, Jesús le dijo esto acerca del Espíritu Santo: "De cierto, de cierto
te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3)

El ser “nacido de nuevo” es experimentar un segundo génesis. Esto es un nuevo comienzo, un


iniciar de nuevo en la vida. Cuando algo es iniciado, decimos que esto es generado. Si esto inicia
de nuevo, esto es regenerado. El verbo griego “geniauo” que es traducido como “generar” significa
“ser,” “llegar a ser”, o “suceder.” La regeneración por el Espíritu Santo es un cambio. Este es un
cambio radical que produce una nueva clase de ser.

El ser regenerado no significa que nosotros somos transformados de seres humanos a seres
divinos. Esto significa que somos transformados de seres espiritualmente muertos a seres
espiritualmente vivos.

Las personas espiritualmente muertas son incapaces de buscar el reino de Dios. Este es invisible
para ellos, no por causa de que el reino sea invisible en sí mismo, sino porque los muertos
espiritualmente están también espiritualmente ciegos.

LA NECESIDAD DE LA REGENERACIÓN

Cuando Jesús usó las palabras “el que no” [que pueden ser traducidas también como “a menos
que” ó “ si uno no”] en su conversación con Nicodemo, Él está estableciendo lo que nosotros
llamamos una condición necesaria. Una condición necesaria es prerrequisito absoluto para que un
resultado deseado suceda. No podemos tener fuego sin la presencia del oxigeno porque el oxigeno
es una causa necesaria para el fuego.

En la jerga del cristianismo, la gente habla de cristianos “nacidos de nuevo”. Técnicamente


hablando, esta frase es redundante. Si una persona no es nacida de nuevo, si ella no es
regenerada, entonces no es cristiana. Esta puede ser miembro de una iglesia cristiana. También
puede profesar ser cristiana. Pero, a menos que una persona sea regenerada, ella no está en
Cristo y Cristo no está en ella.

Las palabras “si uno no” hacen de la regeneración un sine qua non de la salvación. Si no hay
regeneración no hay vida eterna. Sin regeneración una persona no puede ver ni entrar en el reino.

Cuando Nicodemo quedó perplejo por la enseñanza de Jesús, él replicó: ¿Cómo puede un
hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer? (Juan 3:4).

En la respuesta de Nicodemo podemos ver probablemente un intento de ridiculizar la enseñanza


de Jesús. En términos rudos él sugiere que lo que Jesús quiere decir es que una persona
plenamente desarrollada debe procurar la tarea imposible de regresar al vientre de su madre.

Nicodemo falló en distinguir el nacimiento biológico del nacimiento espiritual. El no diferenció


entre carne y espíritu. Jesús respondió a su pregunta al decirle, "De cierto, de cierto te digo, que el

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que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la
carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de nuevo" (Juan 3:5-7).

De nuevo Jesús introduce sus palabras diciendo, “De cierto, de cierto de digo...” La palabra “de
cierto” – el hebreo amén, que fue llevado dentro del Nuevo Testamento – indica un fuerte énfasis.
Por lo cual, cuando Jesús habló de la regeneración como una condición necesaria para ver y entrar
en el reino de Dios, Él estableció esta condición necesaria de manera enfática. Argüir en contra de
la necesidad del nuevo nacimiento para llegar a ser cristiano, como muchos de nuestros
contemporáneos frecuentemente lo hacen, es permanecer en clara oposición a la enseñanza
enfática de Jesucristo.

Las palabras “no puede” también son cruciales en la enseñanza de Jesús. Las dos palabras
juntas dan una idea negativa relacionada con la capacidad ó la posibilidad. Sin la regeneración
ninguno (negativo universal) es capaz de entrar al reino de Dios. No hay excepciones. Por lo tanto
es imposible entrar al reino de Dios sin un nuevo nacimiento.

Ninguno es nacido como un Cristiano. Ninguno es nacido biológicamente dentro del reino de
Dios. El primer nacimiento es aquel que es de la carne. La carne engendra carne. Esta no puede
producir espíritu.

Más adelante en el Evangelio de Juan, Jesús agrega este comentario: "El espíritu es el que da
vida; la carne para nada aprovecha" (Juan 6:63).

Cuando Martín Lutero estaba debatiendo si el hombre caído es completamente dependiente del
Espíritu Santo para la regeneración, él citó éste texto y añadió: “la carne para nada aprovecha". Y
‘nada’ no es ‘una pequeña cosa’.” La carne no es meramente débil con respecto al poder del nuevo
nacimiento. Esta es totalmente impotente. No tiene ningún poder para efectuar el nuevo
nacimiento. Ella no puede ayudar ó acrecentar la obra del Espíritu. Todo lo que la carne puede
producir es más carne. No puede producir ni una pizca de Espíritu. La nada no es una pequeña
cosa.

Finalmente Jesús dice, “Os es necesario nacer de nuevo”. Si hay alguna ligera ambigüedad con
el uso de las palabras condicionales “si uno no”, la ambigüedad se evapora completamente con la
palabra “necesario”.

LA REGENERACIÓN EN EFESIOS

En su carta a los Efesios el apóstol Pablo habla de la obra de regeneración del Espíritu Santo. "Y
él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales
anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales
también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)" (Efesios
2:1-5).

Pablo nos ofrece una descripción grafica de nuestra impotencia espiritual antes de la
regeneración. Él se está dirigiendo a los creyentes de Éfeso y les está describiendo la condición
anterior en la cual todos ellos se encontraban. Él añade la frase “lo mismo que los demás” (2:3),
presumiblemente refiriéndose a toda la humanidad. Él declara que esta condición anterior era un
estado de muerte: “estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” De nuevo, esta muerte
obviamente no es una muerte biológica, ya que él enumera actividades en las que estas personas

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muertas estaban envueltas.

El patrón de conducta característico de la gente muerta en delitos y pecados es descrito en


términos de caminar en una corriente particular. Él la llama “la corriente de este mundo” (2:1-2).
Aquí la corriente de este mundo obviamente se refiere a un curso o patrón que es opuesto al curso
del cielo. Las palabras este mundo no se refieren tanto a un lugar sino a un estilo ó un punto de
referencia. Estas envuelven una orientación terrenal ó mundanal.

Los cristianos y no cristianos compartimos igualmente la misma esfera de operaciones. Todos


nosotros vivimos en este mundo. Sin embargo, la corriente de la persona regenerada es dirigida de
lo alto. Él tiene sus ojos en el cielo y sus oídos en sintonía con el Rey del Cielo. La persona no
regenerada está atada a esta tierra. Su oído es sordo a cualquier palabra del cielo; sus ojos son
ciegos de la gloria de lo alto. Él vive como un cadáver andante en un cementerio espiritual.

La corriente de este mundo esta desviada del camino de Dios (Romanos 3:12). Por el contrario,
él sigue una senda que es “conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera
en los hijos de desobediencia...” (Efesios 2:2).
Los muertos espiritualmente tienen un maestro. Su maestro coloca una senda para ellos, la cual
siguen voluntariamente y aún con anhelo. Este maestro es llamado el “príncipe de la potestad del
aire”. Este apodo de realeza puede referirse únicamente a Satanás, el arquitecto principal de todas
las cosas diabólicas. Pablo le llama “el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”.
Satanás es un espíritu malo, un ángel caído y corrupto quien ejerce influencia y autoridad sobre su
horda de cautivos.

Pablo coloca delante un principio de vida. Nosotros andamos conforme al Espíritu Santo ó
andamos conforme al espíritu de maldad. Agustín en una ocasión comparó al hombre a un caballo
quien era montado por Satanás ó por el Espíritu Santo. Pablo continúa su vívida descripción del
anterior estilo de vida no regenerado, de la persona regenerada. "Entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y
de los pensamientos" (2:3).

La atención ahora se traslada de la corriente externa y la influencia externa de Satanás al estado


interior de la persona no regenerada. De nuevo vemos está como una condición universal: “Entre
los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo...”. La palabra clave para describir está
previa condición interna es la palabra carne. Aquí Pablo hace un eco del lenguaje que Jesús usó
con Nicodemo.

La palabra carne aquí no debe ser entendida como un sinónimo para “cuerpo físico”. Nuestros
cuerpos en sí no son malos, pues Dios nos hizo seres físicos y vino a ser un ser humano en sí
mismo. La carne se refiere a la naturaleza pecaminosa, el carácter totalmente caído del hombre.

Antes de la regeneración vivíamos solamente en la carne y para la carne. Por lo cual nuestra
conducta seguía los deseos de la carne. Esto no se refiere exclusivamente a los apetitos físicos ó
sexuales sino al patrón de todos los deseos pecaminosos. Pablo finaliza este dictamen universal
de nuestro estilo caído al añadir: “Y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”
(2:3). Cuando Pablo habla de “por naturaleza”, él indica el estado en el cual entramos a este
mundo. El nacimiento biológico es un nacimiento natural.

La regeneración es un nacimiento sobrenatural. Los hombres no fueron originalmente creados


como hijos de ira. La naturaleza original no era caída. Sin embargo, desde la caída de Adán y Eva
siempre la palabra natural señala a nuestro estado de pecaminosidad innato.

Cada niño quien entra en este mundo entra en un estado corrupto. David declaró, “He aquí, en
maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Todos nosotros

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nacemos espiritualmente muertos. Nacemos muertos en delitos y pecados. En teología llamamos a
esta inherente condición pecaminosa, pecado original. El pecado original no se refiere al primer
pecado de Adán y Eva; sino se refiere a las consecuencias del primer pecado, la transmisión de
una naturaleza corrompida a toda la raza humana.

Nosotros somos por naturaleza “hijos de ira.” ¡Cuán diferente suena esto de la noción
sociablemente aceptable de que todos somos naturalmente hijos de Dios! Esta idea errónea no es
solo antigua sino también común. Esta es una falsedad que gana credibilidad por su frecuente
repetición. Si tu repites una mentira lo suficiente, la gente llegará a creerla.

La mentira de decir que nosotros somos por naturaleza hijos de Dios, fue la mentira que angustió
a Jesús. Él fue obligado a combatirla y refutarla en su debate con los Fariseos. Los Fariseos se
molestaron por el juicio de Jesús y dijeron, "Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre
tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me
amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me
envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois
de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer... El que es de Dios, las
palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios" (Juan 8:41-47).

Aunque la Biblia reconoce que Dios es el Padre de todos los hombres en el sentido de ser el
Creador de todos los hombres, hay un sentido especial en el cual la Paternidad de Dios es definida
no en términos de biología sino en términos de ética. La obediencia es la palabra operativa. Desde
el punto de vista bíblico, nuestro padre es a quien nosotros obedecemos. La relación no está
establecida por lazos biológicos sino por la obediencia voluntaria. Es porque los Fariseos
obedecían a Satanás en lugar de a Dios, que Jesús dijo de ellos, “vosotros sois de vuestro padre el
diablo” (Juan 8:44).

En Efesios 2 Pablo habla tanto de “hijos de ira” (v.3) como de “hijos de desobediencia” (v.2).
Estas frases nos describen a todos nosotros en nuestro estado natural no regenerado. Cuando
Pablo completa su descripción de nuestro estado no regenerado, el se dirige abruptamente y
gloriosamente a una doxología que alaba a Dios por Su misericordia. La palabra de transición es
una sencilla palabra sobre la cual dependen nuestros destinos eternos. Esta es quizás la más
gloriosa palabra en la Escritura, la simple palabra que cristaliza la esencia del evangelio. Esta es la
palabra “pero”. Esta pequeña conjunción cambia el ánimo del pasaje entero. Esta es la conexión
entre lo natural y sobrenatural, entre degeneración y regeneración.

"Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo
Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad
para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas" (Efesios 2:4-10).

LA INICIATIVA DIVINA

La regeneración es la obra soberana de Dios el Espíritu Santo. La iniciativa es de Él no de


nosotros mismos. Notamos que el énfasis de Pablo recae en la obra de Dios, no sobre los
esfuerzos del hombre: "Pero Dios, que es rico en misericordia,...".
Nosotros observamos que el apóstol no escribe: Pero el hombre, por su bondad, se inclina a sí
mismo hacia Dios y se levanta a sí mismo en un nuevo nivel espiritual. Uno de los más dramáticos
momentos en mi vida que moldeó mi teología tomó lugar en un salón del seminario.

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Uno de mis profesores fue al pizarrón y escribió estas palabras en letras mayúsculas: LA
REGENERACIÓN PRECEDE A LA FE. Estas palabras fueron una sacudida a mi sistema. Había
entrado al seminario creyendo que la obra clave del hombre para efectuar el nuevo nacimiento era
la fe. Yo pensé que lo primero era tener fe en Cristo para entonces nacer de nuevo. Usé las
palabras en este orden por una razón. Estaba pensando en términos de pasos que debería tomar
en una cierta secuencia para arribar a un destino. Yo colocaba la fe en el principio de la secuencia.
El orden se miraba algo semejante a esto: Fe- Nuevo Nacimiento-Justificación

En este esquema de las cosas la iniciativa recae sobre nosotros. Estaba seguro, que Dios había
mandado a Jesús a morir en la cruz mucho antes que hubiera escuchado el evangelio. Aunque
Dios había hecho estas cosas externas para mí, pensaba que la iniciativa para apropiarme de la
salvación era mi trabajo.

No había pensado en este tema detalladamente. Ni había escuchado cuidadosamente las


palabras de Jesús a Nicodemo. Asumía que aún que era un pecador, una persona nacida de la
carne y viviendo en la carne, tenía una pequeña isla de justicia, un pequeño depósito de poder
espiritual que me capacitaría para responder al evangelio por mí mismo.

Quizás había sido confundido por la enseñanza tradicional de la iglesia Católica Romana. Roma,
y muchas otras ramas de la cristiandad, han enseñado que la regeneración es por gracia; esta no
puede suceder aparte de la ayuda de Dios. Ningún hombre tiene el poder para levantarse a sí
mismo de la muerte espiritual. La Divina asistencia en necesaria y absolutamente necesaria. Esta
gracia, de acuerdo a Roma, viene en la forma que ellos llaman gracia precedente. Precedente,
significa que esta viene antes de cualquier cosa. Roma añade que el requerimiento de esta gracia
precedente es que necesitamos “cooperar con ella y confirmarla”. Antes de que esta pueda tomar
posesión en nuestros corazones.

Este concepto de cooperación es una de las mejores medias-verdades. Es cierto también que la
fe que ejercemos en nuestra fe. Dios no va a creer en Cristo por nosotros. Cuando respondo a
Cristo, está es mi respuesta, mi fe, mi confianza que está siendo ejercida. Este tema, sin embargo,
es mucho más profundo. La pregunta todavía permanece: ¿Coopero con la gracia de Dios antes de
nacer de nuevo, ó la cooperación ocurre después de que yo nazco de nuevo? Otra forma de hacer
esta pregunta es examinar si ¿la regeneración es monergista ó sinergista? ¿Es esta operativa ó
cooperativa? ¿Esta es capaz ó dependiente? Algunas de estas palabras son términos teológicos
que requieren mayor explicación.

MONERGISMO Y SINERGISMO

Una obra monergista es una obra producida únicamente por una persona. El prefijo mono
significa uno. La palabra erg se refiere a la unidad de trabajo. Palabras como energía son
construidas sobre la base de esta raíz. Una obra sinergista es aquella en la que esta envuelta la
cooperación entre dos o más personas o cosas. El prefijo sin significa “junto con”

Hago esta distinción por una razón. Porque es justo decir que todo el debate entre Roma y Martín
Lutero descansa sobre este singular punto. El tema era este: ¿Es la regeneración una obra
monergista de Dios, ó es esta una obra sinergista que requiere la cooperación entre Dios y el
hombre?

Cuando mi profesor escribió, “La regeneración precede a la fe” sobre la pizarra, él estaba
claramente del lado de la respuesta monergista. Es cierto que después de que una persona es
regenerada, esta persona coopera al ejercer fe y confianza. Sin embargo el primer paso, el paso de
la regeneración por el cual una persona es vivificada a la vida espiritual, es la obra de Dios y sólo
Dios. La iniciativa es de Dios no de nosotros.

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La razón por la cual no cooperamos con la gracia regenerante antes de que esta actúe sobre
nosotros y en nosotros es porque no podemos. No podemos porque estamos espiritualmente,
muertos. No podemos asistir al Espíritu Santo en la vivificación de nuestras almas a la vida
espiritual mas de lo que Lázaro pudo ayudar a Jesús al levantarle de la muerte.

Es verdaderamente probable que la mayoría de los Cristianos profesante en el mundo actual


crean que el orden de nuestra salvación es este: La Fe precede a la regeneración. Nosotros somos
exhortados a elegir nacer de nuevo. Pero decirle a un hombre que nazca de nuevo es semejante a
exhortar a un cadáver a elegir la resurrección. La exhortación cae sobre oídos sordos.

Cuando inicie a luchar con el argumento de mi profesor, me maravillé al descubrir que su


enseñanza que sonaba extraña no era una innovación reciente en la teología. Encontré la misma
enseñanza en Agustín, Martín Lutero, Juan Calvino, Jonathan Edwards y George Whitfield. Estaba
atónito de encontrarla aún en la teología del gran católico medieval, Tomás de Aquino. El que estos
gigantes de la historia del cristianismo llegaran a la misma conclusión sobre este punto hizo un
tremendo impacto sobre mí. Yo reconocía que ellos ya sea individualmente ó colectivamente no
eran infalibles. Cada uno y todos ellos podrían estar equivocados. Pero estaba impresionado. Y
estaba especialmente impresionado por Tomás de Aquino.

Tomás de Aquino es considerado como el Doctor Angelicus de la iglesia Católica Romana. Por
siglos su enseñanza teológica fue aceptada como un dogma oficial por la mayoría de los católicos.
Él era la última persona en la que esperaba encontrar tal visión de la regeneración. Aunque Aquino
insistía que la gracia regenerante es una gracia operativa, no una gracia cooperativa. Aquino
hablaba de gracia precedente, sin embargo él hablaba de la gracia que viene antes de la fe, la cual
es la gracia de la regeneración.

La frase clave en la carta de Pablo a los Efesios sobre este punto es este: "Aun estando nosotros
muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),." (Efesios 2:5).
Aquí Pablo coloca el tiempo cuando la regeneración ocurre. Esta toma lugar cuando nosotros
estamos muertos. Con este rayo de revelación apostólica todo intento por otorgar la iniciativa de la
regeneración al hombre es destruido profunda y completamente. De nuevo, hombres muertos no
pueden cooperar con gracia. Los espiritualmente muertos no toman la iniciativa. A menos que la
regeneración tome lugar primero, no hay posibilidades de fe.

Lo que estamos diciendo no es diferente de lo que Jesús le dijo a Nicodemo. A menos que un
hombre nazca de nuevo primero, él no está posibilitado para ver ó entrar en el reino de Dios. Si
nosotros creemos que la fe precede a la regeneración, entonces nosotros colocamos nuestro
pensamiento y por lo tanto nosotros mismos en oposición directa no sólo de Agustín, Aquino,
Lutero, Calvino, Edwards, y otros, sino también permanecemos opuestos a la enseñanza de Pablo
y de nuestro Señor mismo.

LA REGENERACIÓN ES EFICAZ

Dentro de las formas de teología arminiana hay aquellos que están de acuerdo que la
regeneración precede a la fe sin embargo insisten que esta no siempre ó necesariamente produce
fe. Este punto de vista esta de acuerdo que la iniciativa es de Dios; es por gracia, y que la
regeneración es monergista. Esta idea es usualmente se encuentra unida a algún tipo de vista de
regeneración universal.

Esta idea es ligada a la cruz. Arguyendo algunos que uno de los beneficios universales de la
expiación de Cristo es que toda la gente es regenerada a tal punto que la fe es ahora posible. La
cruz rescata a todos los hombres de la muerte espiritual y ahora nosotros tenemos el poder para
cooperar ó no cooperar con la oferta de la gracia salvadora. Aquellos quienes cooperan por ejercer
fe son justificados. Aquellos quienes no ejercen fe son nacidos de nuevo pero no son convertidos.

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Ellos están espiritualmente vivificados y espiritualmente vivos pero permanecen en incredulidad.
Ahora ellos están capacitados para ver el reino de Dios y tener el poder moral para entrar al reino,
pero ellos escogen no hacerlo. Llamo a este punto de vista gracia ineficaz o dependiente. Esto
está cerca de lo que Tomas de Aquino rechazó como gracia cooperativa.

Cuando yo mantengo que la regeneración es eficaz, quiero decir que esta cumple su meta
deseada. Esta es eficaz. Esta cumple su trabajo. Nos hace vivir en la fe. El don de la fe es
verdaderamente dado y toma raíces en nuestros corazones. Algunas veces la frase llamado eficaz
es usada como un sinónimo para regeneración. La palabra llamado se refiere a algo que sucede
dentro de nosotros, para distinguirlo de algo que ocurre fuera de nosotros.

Cuando el evangelio es predicado audiblemente, sonidos son emitidos de la boca del predicador.
Hay un llamado externo a la fe y al arrepentimiento. Cualquiera quien no es sordo es capaz de
escuchar las palabras con sus oídos. Estas palabras llegan a los nervios del auditorio de los
regenerados e irregenerados igualmente.

Los irregenerados experimentan el llamado externo del evangelio. Este llamado externo no
efectúa la salvación a menos que el llamado sea escuchado y abrazado en fe. El llamado eficaz se
refiere a la obra del Espíritu Santo en la regeneración. Aquí el llamado es interno. Los regenerados
son llamados interiormente. Cada cual que recibe el llamado interno de la regeneración responde
en fe. Pablo dice esto: "Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó".

Este pasaje en Romanos es elíptico. Esto es, que requiere que nosotros suplamos una palabra
que esta asumida por el texto pero que no está explícitamente declarada. La gran pregunta es,
¿Cuál palabra debemos suplir-algunos ó todos? Vamos a probar con algunos: Y algunos que
predestinó, a estos también llamó, a algunos que él llamó, a estos también justifico; y a algunos
que él justifico; a estos también glorificó.

El añadir la palabra algunos aquí es torturar el texto. Esto podría significar que algunos de los
que él predestino nunca escucharán el llamado del evangelio. Algunos quienes son llamados nunca
vendrán a la fe y la justificación. A algunos que él justificó no llegarán a ser glorificados. En este
esquema no únicamente el llamado podría ser ineficaz sino también la predestinación ó la
justificación no podría ser eficaz.

La implicación de este texto es que todos aquellos quienes son predestinados son de igual
manera llamados. Todos aquellos quienes son llamados son justificados, y todos aquellos quienes
son justificados son glorificados. Si este es el caso, entonces debemos distinguir entre el llamado
externo del evangelio, el cual puede ó no puede ser atendido, y el llamamiento interno del Espíritu,
el cual es necesariamente eficaz. ¿Por qué? Si todos los llamados son justificados, entonces todos
los llamados deben ejercer fe. Obviamente no todo el que escucha el llamado externo del evangelio
viene a la fe y a la justificación. Pero todos aquellos quienes son eficazmente llamados vienen a la
fe y a la justificación. Aquí el llamado se refiere a la obra interna del Espíritu Santo que esta unido a
la regeneración.

Aquellos a quienes el Espíritu Santo hace vivificar todos ciertamente vuelven a la vida. Ellos ven
el reino; ellos abrazan el reino; ellos entran al reino.

Es al Espíritu Santo de Dios a quien nosotros somos deudores por la gracia de la regeneración y
la fe. Él es el Don-dador, quien mientras estábamos muertos no hizo vivir juntamente con Cristo,
para Cristo y en Cristo. Esto porque gracias al acto misericordioso del Espíritu Santo de vivificarnos
que nosotros cantamos sola gratia y soli Deo gloria- sólo a Dios sea la gloria.

Autor: Dr. R. C. Sproul, teólogo, ministro, maestro, es el presidente de la la mesa de Ligonier

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Ministries. Este artículo fue tomado del libro del Dr. Sproul, El Misterio del Espíritu Santo (Tyndale
House, 1979).

Traducido por Eduardo Osuna - Pastor-Maestro en México.


e-mail: eduardosuna71@yahoo.com.mx

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