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2
Staff
Dey Turner

Dey Turner Josmary Marie.Ang Zafiro Val_17

Jasiel Odair Mary Erly Obsess Vani Sofía Belicov

Majo Villa Sofía Belicov Vane hearts vals <3 Annie P

Daniela Agrafojo Jane ElyCasdel *~ Vero ~* Fanny Stgo

Mire Jessy Anty Nikky Adriana Tate

Sandry KOTECITA Nickie Pilar

3
Melii AriannysG Fany Stgo. Laurita PI Helena Blake

Pauloka Marie.Ang Amélie Daniela Agrafojo Val_17

Miry GPE Anakaren Sandry. *Andreina F* Maria.E

Kora Vane hearts Adriana Tate Dafne M Nana Maddox

Elizabeth Duran Laura Delilah Lizzy Avett Paltonika Mary

Victoria NnancyC Eli Mirced Meliizza SammyD

florbarbero

Pilar.
Índice
Equipo de las sombras Capítulo 24
Capítulo 1 Capítulo 25
Capítulo 2 Capítulo 26
Capítulo 3 Capítulo 27
Capítulo 4 Capítulo 28
Capítulo 5 Capítulo 29
Capítulo 6 Capítulo 30
Capítulo 7 Capítulo 31
Capítulo 8 Capítulo 32
Capítulo 9 Capítulo 33
Capítulo 10 Capítulo 34

4 Capítulo 11 Capítulo 35
Capítulo 12 Capítulo 36
Capítulo 13 Capítulo 37
Capítulo 14 Capítulo 38
Capítulo 15 Capítulo 39
Capítulo 16 Capítulo 40
Capítulo 17 Capítulo 41
Capítulo 18 Capítulo 42
Comida Capítulo 43
Capítulo 19 Capítulo 44
Capítulo 20 Epílogo
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Sinopsis
A raíz de una guerra brutal, el arcángel Rafael y su cazadora
consorte, Elena, están tratando con las mareas cambiantes de la
política entre la traición de arcángeles y los habitantes de una ciudad
maltratada, pero no rota. Lo último que la ciudad necesita es más
muerte, especialmente una misteriosa muerte que lleva la firma de un
loco arcángel enemigo que no puede y no debe caminar por las calles.
Esta caza debe realizarse con sigilo y sin alertar a su gente. Debe
ser manejado por los que pueden convertirse en las mismas sombras...
Ash es una rastreadora dotada y una mujer maldecida con la
capacidad de detectar los secretos de cualquiera que llegue a tocar.
Pero hay un hombre que ella conoce muy bien, sin ni siquiera haber
tenido un solo instante de contacto con su piel: Janvier, el vampiro
Cajún peligrosamente sexy que la ha fascinado y enfurecido por años.
Ahora, a medida que siguen la pista de un asesino despiadado, su juego
del gato y el ratón de coqueteo y provocación se ha convertido en uno
5 profundo del corazón. Y esta vez, es el oscuro y terrible secreto de Ash
el que amenaza con destruirlos a ambos.
Guild Hunter, #7
EQUIPO DE LAS SOMBRAS
Traducido por Dey Kastély
Corregido por Melii

Ashwini se desplazó por el hueco de la escalera con pasos


rápidos, cuidando no hacer ruido. Teniendo en cuenta el diseño de las
escaleras, un tipo de espiral cuadrado completo con un hueco en el
centro que iba desde la parte superior del edificio de setenta y tres pisos
hasta el sótano, los ecos rebotarían en las paredes en un escándalo
tremendo.
Era poco probable que alguien oyera el ruido con la batalla
angélica sucediendo en los cielos de Nueva York mientras abajo los
vampiros peleaban contra el azote de los renacidos, pero hacerse la
arrogante era una buena manera de terminar muerto. Era por eso que
Janvier había cortado la energía de esta parte del edificio, y el por qué
Naasir instaló una tanda de pequeñas explosiones para distraer al
enemigo.
Con una gota de sudor rodando por su espalda, se pegó a la
pared cuando una puerta se abrió en una planta superior.
6 —No hay luz. —La voz irritada de un hombre retumbó,
magnificada por la terrible acústica para lo que se suponía ser un
edificio de oficinas, aunque uno diseñado por un arquitecto conocido
por su trabajo “vanguardista”—. El ataque más reciente de Rafael debió
haber dañado el edificio.
—No. —Una voz femenina esta vez—. Tiene gente en este lado de
la línea. Bloquea las puertas de la parte principal del piso a ambos
lados. Le avisaré a nuestra gente que haga lo mismo por todo el edificio.
Los labios de Ashwini se curvaron. No necesitaba entrar al edificio
en sí para cumplir lo que vino a hacer. No en este edificio en particular.
Continuó subiendo tan pronto los guardias enemigos se fueron, y
se encontró considerando el nombre de Naasir para su pequeño
equipo: guerreros de las sombras. Era por mucho una descripción más
apta que “espía” o incluso “soldado”. Juntos, el trabajo de Ashwini,
Janvier y Naasir era molestar, desconcertar y agravar las fuerzas
enemigas en el corazón del campamento hostil. Para un equipo de tres
personas, pensó que habían hecho un trabajo jodidamente bueno.
Esto sería la cereza del pastel.
Llegando al piso directamente por debajo del techo, se quitó la
pequeña mochila y sacó los cargadores. Diez segundos, eso era todo lo
que necesitaba para colocar y armar el dispositivo. La explosión
resultante podría no colapsar el techo, pero debía hacer el daño
suficiente para sacar de su juego a la fuerza invasora. —Listo —
murmuró al micrófono del dispositivo de comunicaciones elegante que
llevaba enganchado en su oreja derecha.
—Sal, cher1. —Una voz tan lánguida como la de un brumoso día
de verano, si no notabas el acero por debajo—. Tu presencia ha sido
detectada.
—En movimiento. —Con la mochila puesta, apenas había
cubierto dos tramos cuando botas retumbaron a cierta distancia por
debajo, entremezcladas con bramidos y gritos de guerra.
Hora del plan B.
Se quitó la mochila y sacó la cuerda de rapel. Una vez anclada al
riel del hueco de la escalera, podría usarlo para deslizarse más allá y
por debajo de cualquier perseguidor antes de que supieran que se había
ido. Los guantes de cuero que añadió a su atuendo no eran una
declaración de moda, sino una medida de prevención justo para esta
contingencia. De lo contrario, sus palmas estarían destrozadas al final.
Trabando el pesado mosquetón directamente a la barandilla
después de probar que el metal aguantaría, al menos lo suficiente para
poder llegar debajo de sus perseguidores, arrojó la cuerda al centro del
hueco del edificio. Se desenrollo rápido y en silencio, el roce metálico del
mosquetón moviéndose contra la barandilla ocultándose por el ruido de
los guerreros hostiles dirigiéndose a ella. Dejando vacía la mochila, fue

7 a balancearse... y se dio cuenta que podía sentir una corriente de aire


caliente en la nuca.
Se dio la vuelta, agachándose, pero fue demasiado lenta. El
hombre que había entrado en silencio por la puerta a su espalda se
estrelló contra ella. El mosquetón resonó contra el riel en un fuerte
golpe esta vez, clavándose en la parte baja de su espalda mientras su
atacante empujaba el brazo hacia su garganta.
Colmillos brillaron en su rostro. —Es tan agradable cuando el
almuerzo tiene los modales de presentarse en la puerta.
Habiendo utilizado su pausa autocomplaciente para colocar un
cuchillo en cada palma de las fundas escondidas bajo su chaqueta, se
impulsó hacia arriba por su intestino. Su posición atrapada hizo
imposible un corte profundo, pero llamó su atención, sangre en su hoja.
Él rugió de rabia, golpeándola en el estómago y retrocediendo.
Era todo lo que necesitaba.
Respirando más allá de la agonía de su golpe, cortó de nuevo.
Conectó con fuerza y lo suficientemente exacto para perforar un
pulmón. Podría haber acabado con un mortal, pero su oponente no era
mortal.
Con un sonido de ira, sus ojos parecieron brillar en la oscuridad.
—Perra. —Cuando se giró, no fue con su puño.

1 Querida, en francés.
Ashwini era hábil en combate cuerpo a cuerpo, pero se
encontraba en un espacio reducido, en la oscuridad con un vampiro
que claramente no era neófito en el arte. Y él tenía lo que parecía un
sable. Alzó sus cuchillos para parar el golpe, pero fue demasiado
pesado, un golpe demasiado exacto, el impacto brutal. Sus cuchillas
cayeron al suelo mientras le hacía un corte en la palma y el lado inferior
de su antebrazo derecho con la punta de la hoja, luego esa hoja fue un
fuego helado en su pecho.
El aroma a hierro, húmedo y oscuro, llenó sus fosas nasales, su
respiración sólo jadeos superficiales.
El vampiro se echó a reír.
Consciente de que ahora no podría salir de esto, no con el pesado
clamor de botas enemigas sólo un piso por debajo y el vampiro
espadachín enfrente de ella, se las arregló para que su mano derecha
funcionara lo suficientemente bien para agarrar el arma de la funda en
su muslo. Convertirse en un prisionero de guerra no era una opción;
nunca más dejaría que nadie la encerrara. Por supuesto, era poco
probable que eso fuera un problema ya que a Lijuan le
gustaba comer personas, los restos que quedaban después de que la
Arcángel de China se alimentaba se reducían a cenizas.
—Lo siento, cher —le susurró al hombre al otro extremo del
dispositivo de comunicación, el hombre que le enseñó a jugar mucho
8 después del final de su absurda infancia, y disparó. El sonido fuerte y
contundente de su arma escupiendo fuego llenó el hueco de la escalera,
las balas pasando a través de su atacante vampiro para rebotar en las
paredes. Gruñendo por el impacto, el vampiro retrocedió
tambaleándose. Sólo para recuperarse y gritarle obscenidades; en los
destellos de la pistola, lo vio alzar su sable para un golpe mortal.
Esa espada cayó al suelo antes de siquiera la alcanzara, sangre
rociando su rostro en un borbotón caliente. Dejó de disparar... y
escuchó el ruido sordo y mojado de su cabeza rebotando por las
escaleras, supo que fue cortada por una fluida hoja de acero que no era
una espada o un cuchillo, sino algo intermedio, tan afilada como una
guadaña y aún más letal.
—Nada de disculpas entre nosotros, preciosa —dijo Janvier y,
alzándola en sus brazos, subió corriendo por las escaleras.
No valía la pena protestar. Tan mal herida como se encontraba,
ella sólo los retrasaría si insistía en moverse por sus propios medios. En
su lugar, acercó su mano izquierda ensangrentada alrededor de su
costado por el arma que sabía él llevaba en una funda en su cintura.
Tomó un segundo conseguir un agarre, su cálido aliento en su cuello, y
los músculos abultándose y flexionándose contra ella mientras subía
por los escalones.
Tratando de no pensar en el hecho de que su pecho se hallaba
prácticamente cortado por la mitad, se incorporó y apuntó con ambas
armas, la de él y la suya, por encima de sus hombros. —Tus oídos
recibirán una paliza.
—Sobreviviré.
Apretó el gatillo de ambas pistolas.
Sus perseguidores cayeron bajo el bombardeo, pero sabía que no
duraría mucho. No solo pronto se quedaría sin balas, y eso contando los
dos cargadores de repuesto que tenía con ella, tenía que sacar el
corazón o el cerebro de un vampiro para matar con un arma. E incluso
entonces, eso dependía de la edad y fuerza del vampiro en cuestión.
Una vez, Ashwini había vaciado un cargador entero en el cerebro de un
vampiro psicótico sólo para que se abalanzara sobre ella.
Janvier se sacudió en ese instante, pero no detuvo su impulso.
Cuando le tocó el hombro, sintió la calidez resbaladiza de sangre
fresca. Se le revolvió el estómago. —Te ha dado una bala.
—No te detengas —ordenó—. Mantenlos distraídos.
Con el olor de su sangre encendiendo sus instintos más
profundos y primarios, ella hizo lo que le pidió, derribando a un
vampiro que estuvo a punto de saltar hacia ellos. Tres balas en el
cerebro, su puntería exacta gracias a la entrecortada visión inquietante
que captó en la fracción de segundo de un destello, y él se quedó en el
suelo, dándoles a sus compañeros una pausa. Su arma hizo clic en el
9 disparo final, quedando vacía. Sin embargo, cuando trató de utilizar ese
momento de respiro para colocar un cargador nuevo, casi se le cayó la
pistola.
—Me estoy mareando —dijo, la lengua gruesa en su boca—.
Déjame. Vete.
Él podía salir de la misma manera en la que sin duda había
entrado; escalando el lado del edificio. Janvier podía trepar hasta la
pared más perpendicular sin problema, sus movimientos tan hermosos
como si fueran otros, un recordatorio de que no era humano.
—Puedes beber mi sangre. —Las palabras salieron mal
articuladas, pero logró otro disparo cuando un estruendo traicionó a un
vampiro enemigo que había asomado la cabeza. Les compró unos
segundos más—. Por fuerza.
—Me encantaría. —Con el pulso golpeteando contra ella mientras
su rostro se hundía en su cuello, las armas colgando inertes de sus
dedos, él dijo—: Pero preferiría que estuvieras chupando mi pene en el
momento.
Trató de gruñir en respuesta, pero las palabras no saldrían.
—No te vayas, Ash. No te vayas, carajo. —Las palabras duras e
implacables mientras se detenía al final del rellano, el mismo lugar
donde ella colocó los cargadores.
—Estoy aquí —se las arregló para murmurar, dándole palmaditas
en la mejilla con una mano ensangrentada. Era tan pecaminosamente
guapo, era Janvier, con sus ojos verdes y cabello castaño oscuro que se
tornaba cobrizo bajo el sol de verano. Deseó haberlo besado de verdad,
deseó haberlo arrastrado a la cama y mordido ese trasero apretado
suyo.
—Podemos rectificar eso más tarde —dijo y cambió su agarre para
sostener todo su cuerpo contra él, un brazo alrededor de su cintura—.
Brazos alrededor de mi cuello. Vamos, preciosa. No me falles ahora.
Sus extremidades se sentían tan pesadas, sangre goteando sobre
su piel para empapar la cintura de sus pantalones, pero se las arregló
para entrelazar los brazos alrededor de su cuello. —¿Ventana?
—No, mi ruta de entrada habrá sido conectada a estas alturas.
Vamos hacia abajo. —Usando una cuerda que debió anclar a la
barandilla cuando llegó, se balanceó por un costado y se deslizó a una
velocidad impresionante.
Gritos y alaridos venían de arriba, pero todo en lo que Ashwini
podía pensar era en que no llevaba guante.
Él hizo que se detuvieran con violencia cuando llegaron a un piso
más abajo, lejos de sus perseguidores, pero no fuera de peligro. Fue
perfectamente calculado: escuchó la cuerda deslizarse un segundo más

10 tarde, habiendo sido cortada desde arriba. Janvier ya se encontraba


corriendo por las escaleras, Ashwini una vez más acunada contra su
pecho.
Corrieron rápidamente más allá del primero piso y abajo hacia la
cochera. Un vampiro con cabello plateado metálico y ojos del mismo
sorprendente tono contra la piel de un marrón rico y acariciable los
esperaba, la puerta abierta. Cerrándola de un empujón detrás de ellos,
Naasir destrozó el mecanismo de apertura doblando parte de ello con
fuerza bruta. —¡Corran! ¡Me encargaré de cualquier persecución!
Un pequeño estampido reverberó a través del edificio en ese
instante, polvo cayendo sobre su cara del concreto del techo de la
cochera. —Lo hicimos —intentó susurrar, pero su garganta no
funcionaría... y los latidos de su corazón marchaban lentamente. Como
si su cuerpo ya no tuviera sangre que bombear.
—¡Ashwini!
La voz de Janvier fue lo último que escuchó antes de que las luces
se apagaran.
1 Traducido por Dey Kastély
Corregido por Melii

Un aliento fétido en la nuca.


Un escalofrío en los huesos. Un susurro frío en la oscuridad.
Existen cosas que no deberían existir, no deberían caminar, no
deberían respirar, no deberían ser nombradas.
Existen esas pesadillas que, una vez dada forma, nunca pueden ser
puestas de nuevo en el paisaje onírico.

—Pergamino de lo Antiguo Desconocido, Biblioteca de El Refugio.

11

Se había producido una guerra. Arcángel contra arcángel.


Escuadrones de ángeles en el aire y tropas de vampiros por tierra. Él lo
dijo cuando regresó. El ser que ya no recordaba su nombre, que ya no
sabía si vivía o se encontraba atrapado en un purgatorio sin fin,
escuchó los combates. Pero no le importaba. Esa guerra existía en otro
mundo, no en la pequeña oscuridad que era el suyo.
Aquí, luchó su propia guerra, gritando ante el débil sonido de
arrastre que anunciaba los pasos del monstruo aproximándose. Pero
incluso mientras gritaba con la garganta rota y en carne viva, supo que
no producía ningún sonido, su pecho dolía por la falta de aire. El pánico
envolvió su mano cruel en su garganta y ahora presionaba, presionaba.
—No, no, no —lloriqueó la criatura atrapada dentro de su cráneo,
la boca permaneciendo cerrada en ese grito silencioso.
Una parte de quien fue una vez, entendió que su mente estaba
rota y nunca se recuperaría. Esa parte era un pequeño núcleo
escondido en una parte distante de su psique. El resto fue arañado con
horror y miedo... y tristeza. Lágrimas rodaron por su rostro, atrapado
en su garganta asolada, pero la inquietante sensación de desesperación
pronto fue aplastada bajo el asfixiante peso del miedo al desnudo.
Entonces, luz golpeó los ojos que debían ser los suyos en una
ceguera agonizante y su pulso se congeló.
El monstruo estaba aquí.

12
2 Traducido por Josmary
Corregido por AriannysG

Tres semanas después de perder la mayor parte de la sangre en


su cuerpo, Ashwini consideraba pintar una de las paredes de su sala de
estar de color rosa con lunares morados cuando su teléfono empezó a
zumbar. Tomándolo de la mesa de centro de madera que restauró el
año anterior, respondió para encontrar a Sara del otro lado de la línea.
La directora del Gremio tenía un trabajo para ella. —Algo raro
está ocurriendo en el Barrio Vampírico —dijo—. Los perros y gatos
están desapareciendo. El primer informe fue después de la batalla, pero
podría haber estado ocurriendo durante más tiempo con los perros
callejeros de los que nadie está pendiente. —Suena un susurro débil,
páginas siendo volteadas—. Un cuerpo canino finalmente apareció en
13 una alcantarilla y los informes indican que fue disecado. "Como una
momia", según el veterinario que me llamó. Quiero que le eches un
vistazo.
—¿Quieres que investigue a un perro momificado? —Ashwini
amaba los animales, tendría su propio gran cachorro baboso si no
viviera en un apartamento en Manhattan, pero esta difícilmente era su
área de especialización—. No soy egiptóloga. Tampoco me gustan las
alcantarillas.
—El perro ya no está en la alcantarilla, así que estás a salvo —
dijo Sara sin perder el ritmo—. Podría ser que tengamos un vampiro
loco alimentándose de animales domésticos. Solo echa un vistazo.
Estrechando la mirada, Ashwini observó La Torre del Arcángel
elevándose por encima de las nubes, a través del vidrio reforzado de la
pared de la sala frente a la que consideraba pintar más temprano, el
color naranja del atardecer rozando alas angelicales en tonos de
castaño y siena en su línea de visión. Fue Ellie quien le dijo acerca de
este edificio, la otra cazadora tuvo un apartamento en un edificio
similar al lado antes de que se enamorara del hombre escalofriante y
peligroso que controlaba América del Norte desde esa Torre.
—En serio, Sara —dijo, siguiendo la errática trayectoria de vuelo
de un ángel que parecía estar probando un ala que fue herida—, ¿no
pudiste encontrar nada menos peligroso? ¿Cómo enviarme a encontrar
la aguja de tejer perdida de una señora mayor?
La directora del Gremio rió, completamente imperturbable. —Oye,
ahora tienes el récord del Gremio para la mayor cantidad de puntos de
sutura en una sola sesión, disfruta del tiempo libre.
—Quiero una caza real después de esto. —Frunció el ceño, pero
su mano se empuñó mientras silenciosamente instó al ángel
desconocido que trataba de hacer un aterrizaje en un tejado adyacente
a La Torre—. O me voy a cazar a Janvier por principios. —El maldito
vampiro fue amable con ella durante semanas, desde que se cortó
durante la batalla para defender a Nueva York de las fuerzas invasoras
enviadas por la arcángel Lijuan.
El ángel que acababa de hacer un aterrizaje bueno, pero inestable
en una azotea lejana, no tenía dudas fue herido en la misma batalla.
—Excelente —dijo Sara, como si Ashwini le acabara de decir que
los unicornios no solo existían, sino que actualmente concedían deseos
en Central Park—. Avísame cuando, así puedo comprar entradas. Ahora
ve a ver a la momia canina.
—Grrr. —Colgó después de hacer el sonido de gruñido que había
imitado de Naasir durante el tiempo que Janvier, Naasir y ella
trabajaron como equipo detrás de las líneas enemigas.
Al entrar en su habitación, empujó las cortinas de un amarillo
profundo a través de las puertas corredizas que conducían a su

14 pequeño balcón. Ese balcón fue lo que hizo que Ellie le recomendara
este apartamento cuando lo vio de camino al mercado; Ashwini le dijo a
Ellie una vez lo mucho que le gustaba la forma en que el balcón de Ellie
ofrecía una sensación de libertad, aun en lo alto de un rascacielos.
El color de las cortinas era vibrante contra las paredes blancas
almidonadas que Ashwini dejó intactas, y un vivo contraste con el rosa
fucsia de las almohadas tiradas en su cama. Las sábanas eran color
crema con finas rayas rosadas, la alfombra de oro pálido. Una escultura
espiral de cristal azul cerúleo se encontraba en un alto taburete negro
de madera en una esquina; encontró la escultura en la acera en
Greenwich Village, después de que el dueño anterior lo tirara sólo
porque la base estaba agrietada. Ellos pierden si no podían ver la
belleza en la fractura, la cicatriz.
La habitación podría tener demasiado color para muchos, pero
después de la elegancia refinada del lugar en el que había pasado cinco
meses de su décimo quinto año de vida, no podía soportar la sencillez o
el minimalismo. La textura, el color, la historia, era lo que quería a su
alrededor, porque ella recogía trozos que otros desecharon y les daba
una nueva vida.
Una vez, ella también fue considerada demasiado rota para ser
útil.
Sus dedos rozaron la cicatriz que dividía diagonalmente su pecho
mientras se quitaba su camiseta gris, la marca un recordatorio de que
casi fue cortada fatalmente. Abrió la puerta de su armario para revelar
el alto espejo montado en el otro lado, el cual capturó la línea limpia
que declaraba la habilidad del vampiro que utilizó la espada. Ya no se
encontraba en carne viva y rojiza, y finalmente se desvanecía en un
color miel pálido que era la sombra de las otras cicatrices pequeñas en
su piel.
Los recuerdos, no obstante, nunca se desvanecerían.
No te vayas, Ash. No te vayas, carajo.
La voz de Janvier fue lo último que Ashwini escuchó antes de
desmayarse, y lo primero después de que despertó.
—Es de mala educación gruñirle al amable doctor, Ashblade.
En realidad, estuvo demasiado débil para gruñir, pero había
dejado claro su disgusto por el marco institucional. Así que Janvier la
llevó a su casa, la metió en su propia cama, y le hizo sopa. ¡Desde cero!
¿Quién hacía eso? Nadie más hizo eso por ella y no sabía cómo manejar
el extraño sentimiento que ese recuerdo le despertaba. Así que
simplemente le cerró la puerta, como hizo durante las dos semanas
desde que lo echó, y se centró en la cicatriz.
Al principio, se preocupó de que la herida hubiera causado daño
muscular que limitaría su rango de movimiento. Una visita al médico
principal del Gremio la semana anterior, sumada a su creciente
movilidad, borraron esa preocupación. Ya que planeaba mantener su
15 ritmo de recuperación, tomó la botella de aceite especial que Saki le dio.
—Frótalo dos veces al día después de que los puntos se disuelvan
—dijo la cazadora veterana—. Ayudará con la curación de tejidos
profundos.
Dado el impresionante récord de lesiones de Saki, Ashwini no iba
a discutir.
Frotó el aceite de olor dulce, entretejió su cabello en una trenza
floja, luego se quitó los pantalones de yoga y se puso vaqueros
adecuados para el invierno, botas de caza, un jersey de angora de un
naranja vibrante sobre una camiseta fina de manga larga diseñada para
retener el calor corporal, y una chaqueta de cuero negro con forro
térmico que le llegaba a la cadera. Encontró sus guantes metidos en los
bolsillos de la chaqueta, por lo que se salvó de tener que buscarlos.
Decidió dejarse los aretes de aro que llevaba puestos, si el pobre
perro muerto lograra levantarse y atacarla, merecía arrancarlos de sus
orejas, y comenzó a guardar sus armas. Cuchillos debajo de sus brazos,
así como uno en su bota izquierda, además de un arma en una
pistolera oculta y otra en una funda de muslo visible.
Agarrando su credencial del Gremio, la guardó en un bolsillo de
fácil acceso. La mayoría de los policías locales sabían de los cazadores
que vivían en la zona, pero siempre estaban los novatos. Les pondría
fácil el confirmar su identidad, ya que apestaría morir a tiros por un pez
gordo de gatillo fácil, sobre todo después de haber sobrevivido a una
guerra inmortal,
Una vez hecho eso, consideró su ballesta. Aunque la adoraba,
casi tanto como el lanzagranadas portátil almacenado en un depósito de
armas en la sede del Gremio, parecía un poco extrema para una visita a
un veterinario.
—Dios, Sara —murmuró recordando su asignación tan segura
que era una broma—. Estoy casi segura de que me estás jodiendo.
Sin embargo, incluso eso era mejor que sentarse de brazos
cruzados o destruir su apartamento con opciones de decoración
inducidas por el aburrimiento.
Antes de que hiciera girar el dial para bloquear las armas a salvo
escondiéndolas en la parte posterior de su armario, se puso el brazalete
negro brillante que Janvier le envió por correo un año antes. Sacúdelo
para revelar el alambre en el interior, y estarás sosteniendo un garrote
letalmente eficaz. El maldito hombre la conocía demasiado bien. Razón
por la cual ella no podía entender su comportamiento después de su
lesión. Ambos tenían un entendimiento, se irritaban y desafiaban el uno
al otro y sí, coqueteaban, pero el resto… la bondad, la ternura, eso
cruzaba una línea.
La acunó contra su pecho cuando ella tuvo problemas para
sentarse, le dio de comer cucharada por cucharada. Se había sentido
cálido y seguro, aterrador e indignante. Debido a que era la única cosa
que no podía tener, y ahora él había destrozado su equilibrio duramente
16 ganado mostrándole lo que se perdía.
Ocultando airadamente unos cuantos cuchillos más en su
cuerpo, por si acaso, se dirigió a la puerta principal y la abrió de golpe.
—Ahí estás, preciosa —dijo el vampiro de doscientos cuarenta y
siete años de edad en su puerta, su cabello del rico tono como el del
café de achicoria que una vez le hizo, y su piel de color oro bruñido.
Ella le enseñó los dientes de una manera que no podía siquiera
tomarse como una sonrisa. —Pensé que te dije que te alejaras. —La
última vez que él "pasó cerca de aquí", le trajo helado de chocolate y
menta. Su favorito. Tomó el helado y le cerró la puerta en la cara en un
esfuerzo de darle una lección. Él se rió, el sonido salvaje y descarado
penetrando el endeble escudo de la puerta para hundirse en sus
huesos, haciéndole doler el alma.
—Sí me alejé —señaló en esa voz acentuada con la cadencia única
de su patria, sus hombros moviéndose debajo de su chaqueta de cuero
de un color bronce suave, mientras cruzaba sus brazos—. Durante toda
una semana.
—¿En qué mundo alejarse significa que envíes repartidores de
comida para llevar a la puerta de mi casa?
Sus ojos del matiz de un musgo de pantano, luz del sol sobre
sombra, la escanearon de la cabeza a los pies.
—¿De qué otra me aseguraría de que no caíste colapsando en el
baño porque eres demasiado terca para pedir ayuda?
—No me he tropezado en ningún momento en el último par de
semanas. —Y a pesar de las predicciones sombrías de su padre en la
infancia, ella tenía amigos. Honor había venido cada par de días,
alternando con Ransom, Demarco, y Elena. Naasir llenó su congelador
con carne antes de partir hacia Japón cuarenta y ocho horas después
de la batalla.
—La proteína te ayudará a sanar. —Fue su concisa instrucción—.
Cómela.
Algunos otros cazadores pasado por ahí para comparar cicatrices
de batalla después de que escaparan del confinamiento del hospital.
Saki se quedó por dos noches, absorbiendo a Ashwini con sus padres
en Oregon. La pareja de ancianos le hizo una vez Ashwini un gran favor,
y aunque estuvo demasiado dañada entonces para confiar en ellos lo
suficiente como para forjar un vínculo emocional, nunca olvidaría su
generosidad. Como no podía olvidar la forma en que Janvier la sostuvo
en su regazo en el viejo sillón junto a la ventana, con la mano
acariciándole el cabello mientras la nieve caía sobre la ciudad.
Fue un momento en el que habría querido vivir para siempre.
Pero no podía.
—Fuera de mi camino —dijo, su odio ante el destino algo frío y
desgarrante dentro de ella que nunca fue capaz de domar a pesar de su
decisión de vivir la vida al límite—. Me dirijo a un trabajo.
17 Sin más gracia perezosa, su expresión era ahora sombría. —No
estás totalmente recuperada.
Saliendo y cerrando la puerta, avanzó por el pasillo. —El doctor
me dio un certificado de buena salud. —Incluso si no lo hubiera hecho,
Ashwini conocía su cuerpo. Estuvo en condición de cazadora antes de la
lesión y comenzó a ejercitarse tanto como podía en el instante en que no
hubo ningún peligro de que la herida se abriera.
—Ash. —Janvier puso la mano en su espalda baja.
—Nada de tocar. —Apretando los dientes contra el impacto de él,
extendió la mano para pulsar el botón para llamar al ascensor.
Janvier usó su cuerpo para bloquearla. —Voy contigo.
Su mente volvió a la última vez que dijo algo similar, a la primera
misión en la que trabajaron juntos. En ese entonces, eran enemigos que
se declararon una tregua temporal, y el problema fue un desastre en
Atlanta. Ahora, él se hallaba abiertamente unido a La Torre, lo cual
técnicamente los puso en el mismo lado. Trabajaron como un dúo bien
afinado en Atlanta, volviendo a caer en el mismo ritmo impecable
durante la batalla. Como si siempre hubieran estado destinados a ser
un par.
Y eso simplemente apestaba.
—Bien. —Negándose a enfrentar el terrible dolor que acechaba
bajo su ira, entró en el ascensor cuando se abrió para que saliera una
de sus vecinas.
Janvier esperó hasta después de que la otra mujer estuviera lejos
para decir—: Me da mala espina cuando cooperas. —Los ojos
entrecerrados.
—Entonces, no vengas.
—No te desharás de mí tan fácilmente, cher. —Extendiendo una
mano para bloquear la puerta que estaba cerrándose, entró.
La primera vez que la llamó cher, fue un coqueteo malvado. De
alguna manera, el término se convirtió en algo más en los años
siguientes, un cariño reservado para ella. Nunca lo escuchó usarlo con
alguien más.
Hoy, se quedó de pie demasiado cerca mientras bajaban, su
aroma una sexy y enfurecida mordida contra sus sentidos. Una gran
parte de ella quería jalarlo hacia su boca. Sabía muy bien que segundos
después de que lo hiciera, la estrellaría contra la pared, con las piernas
envueltas alrededor de su cintura mientras golpeaba su polla dentro de
ella, sus manos y bocas voraces tocando, poseyendo, saboreando.
La química entre Janvier y ella nunca fue cuestionada.
Cuando salió del ascensor en frente de ella, no podía dejar de
18 admirar su peligro elegante. Sus músculos, erigidos largos y delgados,
como los de un corredor o un nadador, se movían con una gracia
sensual que engañaba a la gente para que pensara que no era una
amenaza.
Ashwini sabía que no era así.
Poco menos de un año antes, enviaron tres cabezas decapitadas a
La Torre para indicar el final de una orden de ejecución. Esas cabezas
pertenecían a los vampiros que habían cortado a Ashwini después
arrinconarla en grupo. Ella mató a dos de los cobardes, hirió a los otros,
y esos otros fueron los que Janvier entregó.
Por supuesto, nunca reclamó la autoría del acto; casi todo el
mundo pensaba que los vampiros fueron ejecutados por un ángel.
Ashwini sabía la verdad sólo porque Sara se enteró por Dmitri, la mano
derecha del arcángel Rafael y el vampiro más poderoso del país.
Con una ceja levantada, la directora del Gremio había repetido la
respuesta de Dmitri al darse cuenta de que el Gremio estaba enviando
un equipo para capturar a los vampiros renegados.
—No hay necesidad. El Cajún se ocupó de eso. Los imbéciles
muertos tocaron a su cazadora.
Fue entonces cuando Ashwani comenzó a tratar de poner
distancia entre ellos, comenzó a tratar de cortar la conexión a la que no
podía permitírsele crecer. Janvier lo convirtió en una tarea imposible.
La rastreó en los rincones más remotos del mundo, enojándola hasta el
punto en que una vez lo ató y vació una olla grande de miel sobre su
cabeza, antes de pretender dejarlo para los insectos.
Él se rió con deleite y se liberó cortando la soga con una cuchilla
oculta, luego la persiguió a través de los árboles, amenazando con
hacerla lamer cada gota de la materia pegajosa dulce de su cuerpo. La
interacción la hizo sentir más viva de lo que estuvo en todas las
semanas desde que decidió alejarse de él. Y fue egoísta, continuó
jugando con él sin decirle que su coqueteo nunca podría ser algo
permanente.
Sus deseos no importaban. Tampoco los de él. No existía otra
opción.

19
3 Traducido por Marie.Ang
Corregido por Fany Stgo.

Montado en el rojo vivo de su motocicleta, estacionado


ilegalmente frente al edificio de ella y bañado por los dorados rayos de
un denso color naranja que irrumpían del cielo invernal, Janvier levantó
el casco que dejó enganchado en el manillar y se lo ofreció.
—¿Te das cuenta que esto es Manhattan? —preguntó con una
mirada mordaz al tránsito peatonal, no muy segura de que fuera una
buena idea estar así de cerca de él. El hecho era que, Ashwini no
confiaba en sí alrededor de Janvier. Ya no. No cuando la parte enojada
de ella quería robar tiempo con él de cualquier forma que pudiera.
Ahogando la voz que decía que sería mucho más divertido
montarlo a él y no a la moto, se cruzó de brazos. —¿También dejaste la
20 llave en el contacto?
Él se encogió de hombros, con labios curvados pero ojos duros,
vigilante. —Esta moto no necesita una llave, mi khoobsurat2 Ash. Sube
y te mostraré los lujos electrónicos de mi querida.
Su uso de la lengua que ella aprendió en la rodilla de su abuela
no la sorprendió; él había cumplido su Contrato de cien años en la corte
de Neha, después de todo. —Chaque hibou aime son bébé3 —dijo en
respuesta, habiendo descubierto el peculiar diccionario en línea
mientras intentaba descubrir algo que él le dijo.
Una sonrisa pecaminosa en él que iluminó sus ojos provocó que
su estómago diera un salto mortal. —Me niego a ser etiquetado como un
búho, no he comido ningún ratón últimamente. Pero amo esta bestia.
Ven, déjame darte un paseo.
Aceptando el casco a pesar de sus dudas, se lo puso, frunció el
ceño cuando él permaneció con la cabeza descubierta. —El vampirismo
no protege contra el síndrome de no-cerebro. —Le golpeó con los
nudillos suavemente la nuca—. Es mejor que tengas otro casco.
—Sólo compruebo si aún te preocupas. —Sacó un segundo casco
de donde aparentemente lo dejó enganchado en alguna parte de la moto
fuera de su línea de visión. El hombre realmente quería que le robaran
sus cosas. Entonces de nuevo, pensó, sus ojos aterrizando en el

2 Hermosa, en hindú
3 Cada búho ama a su bebé, en francés cajún.
pequeño par de alas negras en la pintura rojo brillante del panel lateral,
sería un ladrón estúpido el que tomara la propiedad marcada como
perteneciente a la Torre.
—A los adictos no les importa —dijo ella, apuntando al
emblema—. Su cableado está demasiado enredado.
—Ese es el por qué le pedí al portero que mantuviera un ojo en
ella. —Le guiñó el ojo por haber sacudido su cadena así de larga, sus
pestañas gruesas y ligeramente curvadas en los extremos—. ¿Dónde
quieres ir? Hoy no soy más que tu fiel corcel.
Balanceándose tras él, puso una mano enguantada en su hombro
y le dijo la dirección de la clínica veterinaria. Él olía incluso más
delicioso de cerca, la peligrosa mordida de él recubierto con un matiz
terroso que hacía eco de su personalidad: Janvier podía quitarse lo
sofisticado, de eso no tenía duda, pero su piel real estaba llena de
ásperos bordes sexys.
La motocicleta volvió a la vida con un rugido gutural que vibró
entre sus piernas. Tomando aire con fuerza, se sujetó de la cintura de él
cuando le alcanzó para acariciarla en el muslo. —Manos y ojos al frente.
Riéndose, él regresó las manos a donde deberían estar después de
ponerse los guantes. —Agárrate.
Ashwini controló su posición con los muslos cuando él se deslizó
21 en el pesado tráfico, manteniendo sólo la mano en su hombro para
equilibrarse. Su chaqueta de cuero gastado no hizo nada para aislarla
de la intimidad de sentir su cuerpo moviéndose, músculo, tendón y
hueso cambiando bajo su toque mientras maniobraba la moto a través
del mar de autos.
Cuando un ángel se deslizó sobre los vehículos, el azul distintivo
de sus alas causando que lo automovilistas redujeran la velocidad ante
una maravilla que nunca se desvanecía, Janvier levantó una mano en
casual reconocimiento. En vez de regresar el saludo, Illium señaló la
acera y Janvier inmediatamente sacó la moto del flujo de tránsito, a
otro lugar de estacionamiento ilegal frente a una boca de incendios.
Illium aterrizó en la acera casi en el mismo instante, plegando las
alas en un susurro de sonido. Ojos dorados con cabello negro como la
tinta untada en azul y una impecable estructura ósea, era uno de los
ángeles más asombrosamente hermosos que Ashwini vio en su vida. Sin
embargo, él no le hacía nada, bien podría haber sido una escultura de
mármol creada por un maestro.
Sólo era Janvier quien penetró el cuidado acero de sus defensas,
sintiéndose como en casa. Como lo hizo en su sofá hace dos semanas y
media, su brazo envuelto alrededor de ella mientras se extendían para
ver una vieja película blanco y negro. Cuando ella empezó a quedarse
dormida, su cuerpo aún sin toda su fuerza, la arropó con un beso en la
frente que podía sentir incluso ahora.
—Ash —dijo Illium, un distintivo brillo en el oro—. Pensé con
certeza que estaría organizando el funeral de Janvier cuando dijo que
planeaba quedarse en tu guarida. Incluso llamé a una funeraria.
Subió la visera de su casco. —Guarda el número. Podría ser de
utilidad uno de estos días.
—Cómo sigues hiriéndome. —Janvier se golpeó en el corazón
dramáticamente con una mano antes de levantar el visor de su casco—.
¿Por qué sacaste, dulce Campanilla? ¿No puedes ver que estoy
actuando como el chofer de mi Ashblade?
Illium se metió una mano en el cabello, empujando hacia atrás
las hebras demasiado largas que caían en su rostro. —Dame una de tus
espadas —exigió—. Necesito cortar esto antes de que me deje ciego.
—Lo haces aquí y habrá una estampida para conseguir los
deshechos —señaló Janvier—. Por no mencionar la angustia que tal
barbarie causará en los tiernos corazones de todos aquellos que adoran
tu fina norma.
Illium murmuró algo ofensivo sobre Cajunes que deberían ser
arrojados de edificios que no hizo nada por atenuar la diversión de
Janvier. Su cabello también le rozaba la nuca, pero él estaba cómodo
con ese largo, y a Ashwini le gustaba. Demasiado. Pasar sus dedos a
través de la pesada seda era un profundo placer al que se había

22 entregado sólo en raras ocasiones, demasiado consciente de que podía


convertirse en una adicción.
—Hay una situación que necesito que resuelvas —dijo Illium
después de volver a apartarse el pelo—. Los detalles han sido enviados a
tu teléfono.
Ashwini encontró la mirada del ángel. —¿Me conecto los
auriculares? —Los cazadores habían peleado junto a los inmortales en
la batalla para mantener su ciudad, lo que volvería hacer si la situación
lo ameritaba, pero cuando se trataba de la existencia del día a día,
involucrarse en los negocios de la Torre podía ser peligroso para la
salud de un mortal—. O puedo saltar al metro —ofreció, sacando la
mano del hombro de Janvier.
—No —dijo él, al mismo tiempo que Illium pronunció la palabra—.
Ahí, cher —añadió Janvier—. No romperías nuestros corazones, ¿cierto?
—¿Cuál es la situación? —le preguntó a Illium, tratando de
ignorar la forma en que la voz de Janvier se envolvió a su alrededor, tan
sensual y voluptuosa como el caramelo. A pesar del hecho que él fue
Convertido hace más de dos siglos, no perdió ni sus raíces pantanosas
ni la musicalidad de su discurso, aunque el ritmo de sus palabras se
alteró con el tiempo.
—El ganado de un vampiro está acusándole de maltrato.
Ashwini se estremeció ante el término despectivo, usado para
describir a los humanos que voluntariamente actuaban como fuente de
alimento vivo de un vampiro en particular, pero no podía llamarle la
atención a Illium por usarlo. Esas personas escogieron ser
“mantenidas” por los vampiros, escogieron ser vistos como ganado,
acariciados y mimados a pesar de lo que podrían ser. —No me di cuenta
que el ganado tenía algún derecho.
Janvier fue el que respondió, sus ojos en la pantalla del teléfono
cuando se desplazó a través de la información que le fue remitida. —No
todos los vampiros disfrutan seducir su comida nueva cada noche, o
confiar en los bancos de sangre. Es malo para la población vampírica
que tales arreglos se vuelvan abusivos.
Illium se cruzó de brazos, la limpia línea de su mandíbula
quedando en un duro rasgo. —Si se corre la voz, los mortales podrían
volverse desconfiados.
—Podrías pensar que sí, ¿no? —dijo Ashwini, recordando a los
cientos de miles de personas que solicitaban ser Convertidos cada año,
a pesar de ser testigos de incontables ejemplos de la brutalidad y la
violencia que podría ser su suerte. Porque la casi inmortalidad venía
con un precio: cien años de servicio a los ángeles, después de la cual la
eternidad esperaba.
Si sobrevivías al periodo del Contrato con la mente intacta.
—Siempre habrá idiotas autodestructivos en el mundo. —Apretó
el hombro de Janvier en un final tácito. Él era un vampiro no a causa

23 de una lujuria por la vida eterna, sino porque se enamoró de otro


vampiro como un “joven inexperto”. Sus propias palabras. Ella se
enamoró del hombre mortal que había sido, porque sabía que de esta
forma, ella y Janvier eran lo mismo: cuando amaban, amaban
desesperadamente, aferrándose incluso cuando amenazaba con
destruirlos.
—¿Es urgente? —Janvier se inclinó ante su toque—. Ash se dirige
hacia la misma parte general de la ciudad, así que podemos lidiar con
su tarea y pasar a esto.
—Es un rumor de relativo bajo nivel en la actualidad —dijo
Illium—. Una hora o dos no harán la diferencia. —Extendiendo las alas
en toda su amplitud, para el deleite de los adolescentes que se
reunieron en el pórtico del edificio tras él, se preparó para el vuelo—.
Casi lo olvidaba… hay que hacer una celebración en poco más de un
mes.
Ashwini parpadeó. —¿No es un baile angelical? —Por lo que
sabía, Elena tenía una aversión confesa a los eventos “terriblemente
formales”. Escuchó murmurar que prefería enterrarse un tenedor en el
ojo. Ashwini no podía ver a su compañera cazadora cambiar de idea en
las consecuencias de una guerra. Incluso si se encontraba enganchada
de un arcángel aterrador.
La risa de Illium iluminó sus ojos y envió a una mujer en la acera
en un averiado desmayo a los brazos gruesos de un policía cercano. —
Ellie ha amenazado con disparar a cualquiera que siquiera sugiera
semejante farsa.
—Gracias a Dios —dijo Ashwini con un estremecimiento—. Pensé
por un segundo que perdió la cabeza y que teníamos que organizar una
intervención.
—Esto será una “fiesta de barrio”, en términos de Ellie, abierta a
todos los ciudadanos de la ciudad. Se celebrará en las calles y en los
tejados alrededor de la Torre.
—Esa es realmente una gran idea. —Mientras que las multitudes
no era cosa de Ashwini, no le importaría terminar en uno de los tejados
con un grupo de amigos. Todos y cada uno de ellos lloraron en las
secuelas de la guerra, por los combatientes, mortales e inmortales, que
perdieron sus vidas. Ahora era momento de levantar un trago por los
compañeros caídos, y recuperar plenamente su ciudad de las sombras
de la guerra, así como le daban un dedo gigante a los que buscaron
paralizarla.
Janvier aceleró la moto en ese instante. —Reportaré una vez que
haya comprobado el informe de abusos.
—Estaré en la Torre. —Illium despegó en un poderoso golpe azul
de azul salvaje acentuado con plateado.

24
4 Traducido por Zafiro
Corregido por Laurita PI

Preguntándose si Cajun atraparía a su cazadora de ojos oscuros


en esta ocasión, Illium montó los vientos invernales directamente al
balcón de la oficina de Dmitri. La nieve fue barrida, una tarea
normalmente asignada a los más jóvenes en la filas de tropas, vampiro
o ángel. En este momento, con tantos jóvenes heridos, era realizado por
quien tuviera diez minutos libres y no le importara un poco de trabajo
manual.
Por el cabello húmedo de Dmitri, que se hallaba de pie detrás de
su escritorio, vestido con una simple camiseta negra y pantalones cargo
negros, Illium tenía la sensación de que él lo limpió. No muchos de
quienes eran lugartenientes de un arcángel harían tal tarea, pero este
era el motivo de por qué Dmitri era tan confiable para los hombres de
25 Rafael —a pesar de su poder, era y siempre fue, uno de ellos.
Levantando la mirada del mapa que mostraba la posición actual
de las fuerzas de Lijuan en China, para observar la entrada de Illium,
Dmitri dijo—: ¿Lo encontraste?
—Trace lo hizo. —Illium le pidió al delgado vampiro seguir el
rastro porque la mayoría de los vampiros fuera de la Torre no tenían
idea de que él era un hombre de Rafael—. Se llama Umber. —Puso un
pequeño frasco de una sustancia marrón rojiza en el escritorio de
Dmitri, pero mientras que el color se hacía eco del pigmento por el que
fue nombrado, la textura era inusual.
El contenido brillaba como pequeños fragmentos de vidrio —o
caramelo duro aplastado.
Dmitri lo levantó, inclinándolo a la luz.
Era, Illium vio, extrañamente hermoso, a pesar de que la luz
reveló que los cristales tenían un matiz amarillo pálido.
—¿Masticable?
Asintió ante la pregunta de Dmitri. —Ese parece ser el método
preferido de ingestión con los usuarios que Trace fue capaz de
identificar. El proveedor está tomando extremo cuidado para mantener
esto bajo tierra y disponible sólo para una selecta clientela.
—La exclusividad hace que sea más valioso. —Dmitri bajó el
frasco—. ¿Efectos?
—Apetito sexual alto y adictivo con un solo golpe. —Trace reportó
haber visto a la mujer a quien sedujo para obtener la muestra
temblando de placer carnal después de que se comió una astilla, sus
manos acunando sus pechos y sus ojos entrecerrados—. Los efectos a
largo plazo son desconocidos, Trace pudo confirmar que la droga sólo
salió a las calles hace dos días. Tuvimos suerte de conseguirla.
—No. No tuvimos suerte; estábamos preparados. —Dmitri
comenzó a crear una red de informantes en toda la ciudad durante el
período previo a la batalla, y eran esos informantes quienes reportaron
un creciente entusiasmo en la población de vampiros ricos. Todo ello
relacionado con una nueva droga misteriosa.
Muchos de estos nuevos informantes eran humanos y varios eran
donantes de sangre, específicamente donantes genéticamente
bendecidos que entraban en contacto con los más antiguos y más
poderosos vampiros de manera regular. El truco era que ninguno de los
informantes sabía que servían a la Torre. Un conjunto de donantes
exclusivos, por ejemplo, informaba a la mujer que dirigía el mejor club
de vampiros de la ciudad, a cambio del prestigio de estar en su círculo
íntimo.
La idea de la red sutil pero poderosa provino de Rafael.
—Elena —dijo el arcángel—, me hizo comprender que no estamos
utilizando plenamente todos nuestros activos.
26 Habían estado de pie en el tejado de la Torre en ese momento, el
viento una bestia salvaje. Cuando Rafael se volvió hacia Dmitri,
mechones de cabello negro medianoche habían azotado su rostro. —Los
mortales ven cosas que nosotros no, prestan atención a lo que nosotros
de otra manera podríamos desestimar. —Encarando al viento de nuevo,
Rafael continuó—: Necesitamos esa información, pero no arrastraré a
los amigos de Elena demasiado profundamente en el mundo inmortal.
—Un instante de intenso contacto visual—. Eso sólo puede terminar
mal para ellos.
Dmitri sabía que Rafael ya no hablaba de los amigos de Elena,
sino sobre el horror de su propio pasado. —No te culpo, señor. Nunca lo
he hecho. —Culpaba al perverso ángel que los torturó a ambos—. Sin ti,
hubiera desprendido mi corazón y habría estado muerto en una lejana
tumba hace un eón.
—Me culpo, Dmitri, y no quisiera que Elena sienta lo mismo.
Establece la red usando como base a mortales que han elegido
libremente permanecer en los límites del mundo inmortal.
—Rafael. —Cuando el arcángel se giró para mirarlo con esos ojos
que ardían con poder, Dmitri extendió su brazo—. El pasado es pasado,
y si alguna vez hubo una deuda entre nosotros, fue saldada el día que
convertiste a Honor. —Aquellos vampiros convertidos por un arcángel
eran más fuertes desde el primer día, más difíciles de herir o matar—.
Eres mi señor, pero siempre primero serás mi amigo.
La mano de Rafael se cerró sobre su antebrazo, la suya sobre el
del arcángel. —Espero oír las mismas palabras dentro de mil años.
—Lo harás. —Tanto Dmitri como Rafael estuvieron a punto de
perderse por el insidioso frío de la eternidad, pero eso ya no era una
amenaza.
Hoy en día, era Illium quien preocupaba a Dmitri. La mayoría de
las personas, mortales e inmortales, veían el encanto y un intenso
entusiasmo por la vida cuando observaban el ángel de alas azules.
Dmitri veía el creciente poder y una oscuridad en aumento. Todo lo que
mantenía la oscuridad a raya era la estrecha conexión de Illium con
Elena y Rafael, y con los Siete. Pero llegaría un momento en que Illium
se volviera demasiado poderoso para permanecer en la ciudad.
Entonces, ¿quién lo mantendría... humano?
—¿Cuánto tiempo dura el efecto del Umber? —preguntó Dmitri,
haciendo una nota mental para hablar con Rafael sobre el descenso
lento y casi imperceptible de Illium en el abismo helado que casi los
consumió a ambos. A diferencia de los otros en los Siete, Illium no
podía ser destinado a volver al Refugio para ayudar a Galen y Veneno;
en particular, la distancia indiscutible de Elena y Aodhan, aceleraría los
estragos del tipo de poder al comando de Illium.
—Más largo que el efecto de una alimentación de miel —dijo el

27 ángel de alas azules en respuesta a su pregunta.


Dmitri frunció el ceño. El metabolismo de un vampiro difería del
de un mortal, es decir, las drogas normales, no importa cuán fuertes, se
metabolizaban demasiado rápido para valer la pena el costo o la
molestia. Una alimentación de miel, extrayendo la sangre directamente
de la vena de un mortal drogadicto que acababa de inyectarse, inhalar,
o ingerir de otra manera su veneno de elección, proveía un viaje que
podría durar hasta diez minutos.
—¿Cuánto mejor?
—Una hora por medio gramo de Umber.
Dmitri se quedó inmóvil. —Una hora. —Ninguna otra droga
conocida en el planeta tenía un efecto tan intenso en la población de
vampiros—. No es sorprendente, pues, que se haya vuelto tan codiciada
tan rápidamente.
—Trace ha sido capaz de identificar diez usuarios hasta ahora,
todos lirios dorados.
Dmitri conocía el tipo: bonito pero inútil. Los más viejos y
adinerados vampiros que existían sólo para descubrir nuevas
indulgencias, nuevos pecados. Cualquier cosa para romper el tedio.
Dmitri una vez, durante el peor momento de su dolor, se unió a ellos,
sólo para descubrir que no podía pasar los días sin hacer nada. Era una
insulsa y vacía existencia e incluso tan autodestructivo como él fue, no
podía hundirse en ella. —Son probablemente los únicos que pueden
permitirse la droga.
—No son todos buenos momentos. —Illium empujó su pelo hacia
atrás con una impaciente mano—. Durante el éxtasis, un porcentaje de
los adictos se ven afectados por el impulso de comer con voracidad. Al
menos uno de los lirios está actualmente atravesando una feroz
desintoxicación porque se niega a tocar la cosa de nuevo.
Dmitri levantó una ceja. —No mucho los preocupa en su
búsqueda de sensaciones. —Entumecidos dentro de siglos de complacer
todos sus caprichos, los lirios necesitan aferrarse a lo nuevo, lo
brillante, manteniendo una lastimosa desesperación.
—Este lirio es parte de una pareja estable —le dijo Illium—. Se
alimentaba de su pareja durante el efecto y no fue gentil, el cuello de
ella se encontraba en carne viva para el final, su médula espinal
expuesta. Unos pocos minutos más y podría haberla cortado,
matándola.
Dmitri entendió la profundidad del horror del macho. Tales
conexiones profundamente leales eran raras entre los inmortales, y
mucho menos en el mundo de los lirios, y debían protegerse. Dmitri
acabaría consigo mismo antes de poner un dedo en Honor con violencia.
—Deja esto abajo —dijo, tocando el vial—. Hazlo analizar por todos.
Illium tomó el frasco.
—Dile a Trace que se puede reportar directamente a mí —añadió

28 Dmitri—. Quiero que te centres en los hombres y las mujeres que los
sanadores hayan dado de alta. —Un considerable porcentaje de las
fuerzas de la Torre cayeron, pero suficientes combatientes heridos
ahora caminaban por sus propios medios, necesitaba que Illium se
hiciera cargo de su entrenamiento físico. Tomaría un diestro trabajo
para que vuelvan a toda su fuerza en un corto período de tiempo.
—Habla con Galen, lleguen a un régimen viable. —El maestro de
armas no podía salir del Refugio, sobre todo después de las recientes
tensiones allí, pero eso no quería decir que no se encontrara disponible
para el resto de los Siete—. Ya ha enviado su primera serie de órdenes,
tiene gente en movimiento.
Illium hizo una profunda reverencia, añadiendo una elegante
floritura con una mano. —Sí, Supremo Señor Oscuro.
Con los labios temblando, Dmitri esperaba con cada célula de su
cuerpo que Illium encontrara su camino a través de las aplastantes
presiones de la inmortalidad y el poder, que no perdiera la alegría de
vivir que fue parte de él desde que era un novato. Dmitri una vez fue
testigo de un pequeño bebé ángel de alas azules cayendo con fuerza a la
tierra después de enredar sus alas, su trayectoria de vuelo antes de la
caída era la de un abejorro borracho. A pesar de correr a toda velocidad,
Dmitri se encontraba demasiado lejos para atraparlo.
Cuando llegó al lugar del accidente, esperaba encontrar a un
sollozante niño herido. Lastimado y con un ala arrugada, Illium se
encontraba de pie, con los brazos magullados y raspados impulsándose
hacia arriba y las manos en puños, la cara radiante. —¡Volé tan lejos!
¿Lo viste?
Dmitri nunca olvidó ese primer encuentro con un niño que le
recordó el espíritu indomable de su propio hijo. La vida de Illium no
siempre fue sin dolor, y eso dejó cicatrices, pero nada de ello era tan
peligroso como el poder reuniéndose ahora dentro de él. Sin embargo, la
cuestión no era crítica.
No del todo aún.
—Vete, Campanilla —dijo, una imagen del pequeño niño que llevó
a la casa de su desesperada madre ese día ocupó el centro de sus
pensamientos—. El Supremo Señor Oscuro necesita hablar con un
cierto jefe de espías.
Caminando de espalda hacia la puerta, Illium dijo—: ¿Jason está
de regreso en el país?
—Regresó de China ayer por la noche. —Desde el territorio de la
arcángel loca que se creía una diosa—. Se las arregló para conseguir
pasar la frontera y atravesar toda su profunda fortaleza. —Dmitri no
tenía ni idea de cómo, pero esa era la razón por la que Jason era el jefe
de espías de Rafael y Dmitri era su espada y su segundo.
Un susurro de alas anunció la presencia de Jason en la puerta
del balcón.
29 Era el momento de examinar el corazón del territorio enemigo.

***

Ashwini y Janvier llegaron a la clínica veterinaria en un tiempo


relativamente corto gracias a la habilidad de Janvier de zigzaguear entre
el tráfico, el azul del cielo todavía ribeteado con nubes de color naranja
y rosa bañaban todo en una indulgente luz. Sin embargo, nada podría
suavizar el impacto de ver el cuerpo que los esperaba en la destartalada
pero limpia clínica del barrio chino.
Sara tenía razón. Esta pequeña, indefensa víctima animal
necesitaba la atención de un cazador en lugar de la del veterinario. El
cocker spaniel no sólo se encontraba arrugado y sin sangre, su
garganta fue devastada como por una bestia salvaje. —Dejando a un
lado la pérdida de sangre —dijo la veterinaria—, ¿es posible que estas
heridas pudieran haber sido hechas por otro animal más grande?
La mujer alta y mestiza, con rasgos angulosos, imponentes,
empujó las gafas más arriba en su nariz y alejó la mirada de Janvier. —
El agua sucia en el desagüe donde fue encontrado hizo un buen trabajo
al ensuciar la herida, y estoy bastante segura de que las ratas han
estado también en este dulce chico. —Tocó con la mano la cabeza
demacrada del perro—. No se sabe cuánto tiempo estuvo allí. Podrían
ser días, podrían ser semanas. Incluso si fuera un perro feroz...
—Sí, ningún animal succionaría hasta la última gota de sangre en
su cuerpo. —Con un escalofrío en los huesos, Ashwini comprobó los
dientes del cocker spaniel, la piel del perro retraída fuertemente exponía
la línea de las encías; el esmalte se hallaba manchado y agrietado.
Incluso si hubiera mordido a su atacante, la evidencia ya estaba
demasiado contaminada para ser de alguna utilidad forense—. ¿Quién
lo encontró?
—Un hombre sin hogar que pasa el rato alrededor de la zona.
Pobrecito, tenía el corazón destrozado por eso. —Una repentina rigidez
del cuerpo de la veterinaria, sus ojos brillando detrás de los claros
cristales de sus gafas—. Es inofensivo, estoy segura de que no tuvo
nada que ver con esto.
—No estoy pensando en arrestarlo. —Lo qué Ashwini miraba no
era un crimen mortal. Sin embargo, tenía todas las características de la
participación inmortal, investigó también sobre el tema de la
momificación natural, por si acaso fuera una posibilidad—. ¿Puedes
hacer la autopsia del cuerpo?
—Se llama necropsia cuando es un animal, y seguro. Si alguien
paga por ello. —Su mirada pasó de Ashwini a Janvier y de vuelta—.
Como pueden ver —ondeó la mano alrededor del consultorio en mal
estado, la pintura descascarándose de las paredes y el suelo de linóleo
gastado—, no cobro exactamente mucho a mis clientes, así que necesito
30 el dinero de aquellos quienes pueden permitírselo.
—El Gremio lo cubrirá. Busca cualquier cosa extraña, más allá de
lo obvio.
—Tendrá que ser mañana. Le prometí a mi hija que estaría en
casa para la cena esta noche. —La veterinaria se quitó las gafas para
pellizcar el puente de la nariz entre el índice y el pulgar—. Con la
batalla y todo, necesita a su mamá.
La garganta de Ashwini se apretó; sabía todo sobre necesitar a su
mamá. Tosiendo ligeramente en un esfuerzo por eliminar la
obstrucción, dijo—: Llámame cuando hayas terminado. —En realidad,
no esperaba que la veterinaria encontrara algo significativo, pero era
mejor comprobar y asegurarse que perderse un hecho crucial—.
¿Entiendes que esto es confidencial?
—No me voy a meter en un problema con la Torre o el Gremio por
ser indiscreta.
Al salir de la clínica unos minutos más tarde, Ashwini miró a
Janvier. —¿Alguna vez un animal se ha infectado con el vampirismo?
—No es una enfermedad, cariño.
—Sabes lo que quiero decir.
—Por lo que sé —dijo, pasándole un casco—, ningún animal
jamás se ha convertido en vampiro, pero soy relativamente joven en
términos inmortales. ¿Quieres que lo compruebe con Dmitri?
—Sí, supongo que si alguien sabe, sería él.
Sus muslos se marcaban contra la mezclilla de sus vaqueros
mientras se sentaba a horcajadas sobre la moto, Janvier tomó su propio
casco. —El cuerpo —dijo, sosteniendo su mirada—, me recuerda a la
atrocidad que presenciamos durante la batalla.
Un escalofrío la recorrió. —A mí también.
Ashwini, Janvier y Naasir habían visto a Lijuan enterrar su cara
en el cuello de uno de sus soldados, con la boca abierta y los dientes
brillando. Cuando levantó la cara, la mitad inferior era una macabra
máscara roja, e hinchada con poder, sus heridas se curaron, mientras
que el soldado yacía como una muerta cáscara a sus pies, un sacrificio
voluntario.
—Pero —destacó Ashwini—, incluso si Lijuan se ha resucitado a
sí misma de alguna manera desde la batalla —aunque no podía
imaginar cómo, cuando Rafael redujo a la perra loca a escombros—, no
puedo ver a una arcángel que cree a sí misma una diosa alimentándose
de animales. Creo que preferiría morir de hambre.
Janvier se puso su casco. —El perro tampoco fue desecado lo
suficiente para que esto sea Lijuan.
—Tienes razón. —Las cáscaras vacías que evidenciaron las
alimentaciones de Lijuan eran muy frágiles, Nasir partió una en
31 incontables fragmentos cuando trató de llevársela como prueba. Al
final, tuvieron que dejar las cáscaras donde cayeron, después Ashwini
tomó varias fotografías con su teléfono.
Cuando Janvier y Naasir volvieron al lugar tras la derrota de
Lijuan, fue para descubrir que los renacidos escaparon en una
estampida, aplastando los restos a polvo. —¿Cuál es la probabilidad de
que Lijuan esté totalmente muerta? —Poniéndose su casco, se subió a
la moto detrás Janvier.
—Baja —dijo sobre el estruendo ronco del motor de la moto—. Los
arcángeles no mueren fácilmente, y Lijuan es la más antigua de la
Cátedra, si no incluimos a la madre de Rafael.
No era la noticia que Ashwini quería oír. Porque ¿quién coño
sabía lo que un arcángel medio muerto podía hacer incluso después de
que su cuerpo fue aniquilado?
5 Traducido por Val_17
Corregido por Helena Blake

Elena estiró los hombros mientras se sentaba en la azotea del


edificio entregado a la Legión, sus piernas colgando por el borde y sus
alas descansando contra la dura superficie de hormigón. Su posición le
daba una vista directa de la Torre, las ventanas resplandecientes con la
gloria reflejada de lo que prometía ser una deslumbrante puesta de sol.
Junto a ella estaba agazapado el Primario, la gárgola distintiva de
la Legión en una pose de descanso. Las alas se arqueaban altas y un
brazo se apoyaba en su rodilla, vestía lo que había sido un monótono
negro, pero ahora tenía polvo, al igual que su pelo oscuro. Ya no era
"humano" en ningún sentido, pero ya no conseguía erizar los pelos de
su nuca.

32 La mayor parte del tiempo.


—Estás cansada.
Elena se estiró para arreglar su cola de caballo, su pelo húmedo
por la ducha rápida que tomó, de lo contrario estaría tan cubierta de
polvo y arena como el Primario. —Día ocupado. —Había transportado
materiales para facilitar la reparación de una de las periféricas de gran
altura que fue dañada durante la batalla—. ¿Cómo van las
modificaciones de este edificio?
—No se construyó para residentes con alas.
El misterioso hombre elevado-de-las-profundidades se estaba
poniendo verboso con ella, pensó secamente. —Sí, hay un montón de
trabajo por hacer. —Los balcones con barandas tenían que ser
añadidos, paredes internas derribadas, ventanas convertidas en puertas
—lo que era seguro y cómodo para los mortales y vampiros era molesto
y sofocante para los seres alados.
La reforma llevaría tiempo, pero una evaluación técnica por un
equipo de especialistas demostró que sería aún más rápido y eficiente
modificar un edificio existente a las necesidades de la Legión que
construir uno nuevo desde los cimientos.
—¿Tu gente está manejándolo todo bien por ahora? —Una cosa
que el Primario les dijo era que mientras la Legión no necesitara dormir,
sus hombres no lo harían bien separados unos de otros poco después
de su levantamiento.
—Sí. Nos reunimos en la azotea.
Elena sabía eso. La primera noche que había mirado al otro lado
de la Torre en la medianoche y visto sus formas agazapadas, los vellos
de su nuca se habían levantado. Se preguntó si la Legión tenía alguna
idea de cuán serios podían ser otros a veces. —Si la nieve es demasiado
fría, podemos organizar…
—El techo es aceptable.
—¿Extrañas el mar?
Una larga pausa, la respuesta vacilante, como si le hubiera hecho
una pregunta que no consideró hasta ese instante. —Sí… había paz… y
era maravilloso… más que los ojos mortales o inmortales… jamás han
visto.
Elena no pudo hacer nada más que asentir; tuvo una visión del
dominio de la Legión, y era de una belleza inquietante en la eterna
oscuridad. —También tuve otra casa, una vez —le dijo, señalando más
allá de la Torre—. Un apartamento en ese edificio con el techo dentado.
La respuesta del Primario pareció no tener lógica, pero casi podía
ver cómo trabajó su camino hasta ella. —No eres mortal y aun así lo
eres.
—Supongo que eso me describe bastante bien. —Inclinando su
cara al viento acariciante, inhaló los innumerables olores de su ciudad.
33 Una ciudad hecha de espíritu y garra y puro empecinamiento.
Al igual que su gente.
Y luego el fresco beso de la lluvia, el choque del mar que había en
su mente, las magníficas alas de Rafael durante el vuelo mientras
despegaba desde el balcón de la Torre donde él estuvo hablando con
Dmitri y Jason. El aliento en su garganta ante el poder y la habilidad de
su vuelo, Elena no se movió. Cinco segundos más tarde, se estacionó a
unos metros de ella, haciendo que la maniobra pareciera sin esfuerzo
cuando Elena sabía por experiencia que sostener un vuelo estacionario
tomaba un brutal control muscular.
Vestido con pieles de combate sin mangas similares a las del
Primario, aunque las suyas eran de un color marrón oscuro, parecía el
líder de la Legión. —Mi segundo desea hablar contigo. —Un rayo del
atardecer golpeó el violento azul pólvora del complejo y la extraordinaria
marca que corría desde su sien derecha hasta la parte superior del
pómulo.
Un dragón estilizado, eso era lo que la mente de Elena dijo de la
marca la primera vez que lo vio como un conjunto, pero la verdad era
difícil de describir con claridad. El impacto era visceral, como si las
líneas irregulares mantuvieron un poder imposible.
—Señor. —El Primario despegó en silencio.
Elena se estremeció. —No puedo acostumbrarme al hecho de que
sus alas no suenen. —La Legión tenía alas más comparables a las de
los murciélagos que de la especie ángel, fuertes y palmeadas y
aterradoramente silenciosas.
—Están construidos para el sigilo —respondió Rafael, el tono
demoledor de sus ojos enfocados solo en ella, el azul tan puro que casi
dolía. ¿De vuelta a casa, hbeebti?
Todo en ella resonó ante el increíble poder de esa pregunta, de la
base que había por debajo. Casa era una verdad para ambos ahora. —
Sí, a menos que la situación de las drogas que mencionaste signifique
que tenemos que quedarnos en la Torre. —No le gustaba el sonido de
esas cosas Umber.
—Dmitri tiene el asunto en sus manos, e Illium tomará el turno
de la noche en la Torre, con Aodhan para compañía. —Hubo un destello
de risa en sus ojos, su arcángel que ya no era el ser glacial e inhumano
quien la hizo acercar su mano a una espada, la sangre goteando
caliente y roja en el techo de la Torre—. Naasir va a llegar esta víspera.
Elena frunció el ceño. Rafael seguía negándose a contarle la
verdad sobre Naasir, el vampiro que no se parecía a ningún otro que
ella hubiera conocido jamás.
—La venganza será mía —amenazó—. Dormiría con un ojo abierto
si fuera tú.
El viento codicioso empujó hebras de la obsidiana de seda que era
34 su pelo contra su mejilla. —Te recuerdo tu propia conclusión de que
nuestro mayordomo no estaría impresionado por las sábanas
ensangrentadas.
Sus solemnes palabras la sorprendieron en una sonrisa. —Me
sorprende que Naasir fuera capaz de volver aquí tan pronto. —El
vampiro regresó a Amanat, el territorio controlado por la madre de
Rafael, Caliane, hacía poco más de dos semanas y media—. ¿No lo
necesitamos para mantener un ojo a través del agua en el territorio de
Lijuan? —Jason entró y salió, pero el jefe de espías no siempre podía
estar en un solo lugar.
—Veneno ha tomado el lugar de Naasir temporalmente. —Esta
vez, la diversión que curvó los labios de Rafael era sutil—. Mi madre
llamó para preguntar qué más tengo en mi casa de fieras.
Elena resopló, sin ninguna duda del tono mordaz de Caliane. —
¿Puedes culparla? Primero le enviaste una criatura de tigre que come a
la gente que no le gusta, y luego un vampiro con los ojos y los colmillos
de una víbora. —levantó un dedo—. Ah, y no nos olvidemos del mortal
que mantienes como mascota.
—Mi madre no te considera mi mascota, Elena. Ella es muy
amable con las mascotas.
—¡Oh, auch!
Desvaneciéndose la diversión, Rafael cerró la distancia entre ellos
para ahuecar su mandíbula. —Estuviste en la enfermería después de
bañarte.
—Sí. —Se había convertido en un hábito pasarse por ahí un par
de veces al día. Y si continuaba aterrorizándole construir lazos con
tantos hombres y mujeres que podrían morir en las batallas por venir,
cada muerte cortando otro pedazo de su corazón, ella iba a tomar un
día, una amistad, a la vez.
—El estado de ánimo es optimista —dijo Rafael después de
envolver sus brazos alrededor de su cuello—, sobre todo porque Galen
ha dado la orden de que nadie remotamente ambulatorio esté levantado
y activo u otra cosa. —Sus labios se curvaron—. Lo escuché maldecir
por lo menos en ocho idiomas diferentes, amenazado de muerte y otras
formas más creativas de venganza por una serie de ángeles y vampiros
muy sudados. —Todos ellos habían sido heridos ya sea en la Caída o en
la lucha contra Lijuan—. Mi cosa favorita tenía que ver con la
mermelada, las arañas, una cuerda sexual, y una tina gigante.
—Entonces también está mi armamento principal en el Refugio.
—Como si algo de eso perturbara a Galen. Probablemente se
comería las arañas y rasgaría las cuerdas con sus propias manos. —El
ángel, construido como un tanque, era una fuerza de la naturaleza—.
Pero debajo de las quejas, todo lo que vi fue alivio. Los que están arriba
35 son felices de estar trabajando tan duro, tratados como los guerreros
que son, y los que aún no son móviles tienen una fuente de diversión y
una meta.
Rafael deslizó sus brazos alrededor de su cintura y la bajó de su
posición cuando se giró en un ángulo imposible, su ala arqueándose a
través de su visión antes de que los llevara a un vuelo vertical. —Así
que, esta noche —dijo él, su aliento un beso en sus labios—, nuestra
gente está a salvo, la ciudad está bajo vigilancia, y puedo pasar la noche
con mi consorte.
Robando un beso del arcángel que era su propia droga personal y
muy privada, Elena dijo—: Ahora—, y él la liberó.
Ella extendió sus alas, se arrastró en la brisa fría, su alegría por
volar era un ser vivo dentro de ella. El cielo era un brillante espectáculo
de color escarlata y naranja ahora, la expansión de nieve en Central
Park ardiendo y los rascacielos relucían como piedras preciosas. En
contraste con el color salvaje del cielo, el aire era cristalino, escarchado
por el frío. Sus pulmones se expandieron en puro placer físico. Luego
miró a la izquierda y sintió que su frente se arrugaba.
Rafael se había sumergido más bajo que ella, y el fuego blanco
que se volvió cada vez más evidente para sus llamas bañadas por el
atardecer sobre sus plumas. Estás en llamas otra vez, y no me digas que
es una ilusión.
Enderezándose, Rafael se disparó hacia arriba, luego se extendió
de vuelta a su lado. No tiene ningún sentido racional que mis alas se
conviertan en llamas, ¿qué uso hay para un arcángel que no puede volar?
¿Tiene alguna dificultad en este momento?
No. Una breve pausa. De hecho, estoy cortando el viento con más
facilidad de lo normal.
Dado que las destrezas habituales de Rafael eran fenomenales,
eso era un serio activo. El borde de tu ala está totalmente envuelto en
fuego blanco hasta el final de tus cubiertas secundarias, le dijo. Acércate
y ve por debajo de mí para que pueda tocar tu ala. Elena mejoraba en su
vuelo con cada día que pasaba, pero ese tipo de maniobra estaba
actualmente más allá de ella.
Rafael se movió a la posición que ella había solicitado, parte de su
ala bajo su mano. Estirándose, tocó con sus dedos el fuego
blanco. Puedo sentir tus plumas bajo el fuego. Sedosas y fuertes como
siempre estuvieron. Pero la llama se está extendiendo sobre mis
dedos. Es fría al tacto y se siente como tú. Por imposible que fuera
explicarlo, podía sentir la lluvia y el viento contra sus dedos, sentir el
mar rompiendo.
Rafael subió para volar a su lado. Una vez más tenemos compañía.
Maldita sea. Me gustaría que usaran campanas o algo. No había
36 notado a los luchadores de la Legión que venían hacia ellos, ambos
vestidos con cueros negros básicos de combate, sin mangas.
Cuando le echó un vistazo a uno a su izquierda, lo encontró
mirándola fijamente.
Cabello negro y piel dorada, tenía ojos pálidos rodeados con un
azul puro que igualaban a los de Rafael, sus alas de un golpeado dorado
donde más grandes debían ser las plumas de vuelo de un ángel. En
cambio, donde las alas del luchador de la Legión surgían de su espalda,
la textura de cuero era de un negro idéntico al de las alas de Elena, el
color sangrando a un azul medianoche que se fusionaba con el dorado.
Era el mismo color exacto que tenía el Primario, en la Legión
todos se acuñaban en el mismo grupo, pero ella sabía que este no era el
Primario. Mientras que el líder de la Legión desprendía una sensación
de tremenda edad, de memoria infinita, este luchador parecía
extrañamente joven ante los sentidos de Elena. Como si acabara de ser
formado antes de sus largos eones de Sueño en las profundidades.
Levantando su mano, saludó, solo para ver lo que él haría. Solo el
Primario había hablado con Elena y Rafael hasta el momento. La
interacción que tuvieron con él en la azotea ese día era aún más rara. —
¡Hola! —gritó en conjunto con su saludo.
El luchador de la Legión ladeó la cabeza, como un pájaro curioso
y se balanceó más cerca. Luego levantó la mano e imitó el movimiento
de Elena. Encantada, ella se rió y le devolvió el saludo. Sus labios se
movían, como si estuviera tratando de encontrar la manera de reír o
sonreír. Aunque abandonó el intento poco después, se quedó a su lado
al otro lado de Hudson.
¿Quieres que les ordene detener la escolta?
Elena sacudió la cabeza ante la pregunta de Rafael. Parece que les
gusta hacerlo por alguna razón y es bastante inofensivo. La escolta a
casa, ya sea al Enclave o a la Torre, había comenzado tranquilamente,
poco después de que las reparaciones iniciales post batalla estuvieran
completas, y ahora era un ritual. A menos que planees volar conmigo en
una danza…
¿Estás aceptando desnudarte sobre Manhattan?
No en este siglo. Su piel se calentó incluso ante la idea de ello,
aunque no todo ese calor era mortificación, voló hacia el río. El
luchador de la Legión cayó con ella y pasó rozando el agua ondulante a
su lado, con una expresión de asombro en su rostro. Creo que él está
tratando de averiguar por qué me gustaría hacer esto.
No creo que la Legión entienda la alegría. Rafael voló para unirse a
ella antes de que los dos se elevaran de nuevo casi verticalmente para
llegar a la cima del acantilado donde más allá se encontraba su casa.
Los músculos de Elena se tensaron por el ascenso pero estaba eufórica
por completarlo sin flaquear.
—¡Sí! —Bombeó su brazo arriba y abajo mientras se unía a Rafael
37 en el césped.
El luchador de la Legión aterrizó a su lado, mientras que su
compañero bajó junto a Rafael. Mirando a su arcángel, dijo—: ¿Cómo
estuvo mi forma? —Era una pregunta seria.
—Estás inclinándote ligeramente a la izquierda.
—Tuve esa sensación. No puedo conseguir el equilibrio correcto.
—Con el ceño fruncido, acomodó sus alas y miró al luchador de la
Legión al que había saludado con la mano—. ¿Algún consejo?
—Estás acostumbrada a llevar una ballesta al lado derecho de tu
cuerpo, y te ladeas para equilibrarte incluso cuando no la tienes atada.
Elena miró fijamente. ¿Acabo de imaginar eso o él habló?
Él habló. Rafael cambió su atención al luchador. —Tu visión es
aguda. —Dándose la vuelta hacia Elena cuando el luchador inclinó la
cabeza hacia él, de la forma en que la Legión hacía con Rafael, dijo—:
No necesitas arreglar la inclinación. Aprendes a ser consciente de ello y
de cómo afecta tu equilibrio cuando no tienes la ballesta.
Elena asintió, agradeció al luchador de la Legión, y luego dijo—:
¿Quieren venir a dar un paseo? —para él y su compañero—. Me dirijo al
invernadero.
Cazadora del Gremio, ¿qué estás haciendo?
Tratando de humanizarlos, por así decirlo. Ella no pudo evitar
estar perturbada por una fuerza que pertenecía tan profundamente a
ella y Rafael que el conocimiento era un zumbido en sus huesos. ¿No
necesitarías algunos consejos si te hubieran enterrado en el fondo del
océano durante milenios?
—Le diré a Montgomery que te envie algunos refrigerios.
Cuando Elena se giró sobre sus talones para caminar hacia el
invernadero, ambos luchadores de la Legión fueron con ella. Ja, le dijo a
Rafael, apuesto a que pensaste que no aceptarían mi invitación.
Ganarías esa apuesta.
Soplándole un beso sobre el hombro, se dirigió hacia el
invernadero. Por lo general se quitaba la mayor parte de sus armas una
vez dentro del refugio cálido y húmedo, aunque las mantenía dentro de
un acceso fácil, pero hoy no desató ni un solo cuchillo. Una cosa era
tratar de llegar a conocerlos, otra confiar ciegamente en una fuerza
milenaria que surgió de la nada, zumbido en los huesos o no.
Era híper-consciente de los luchadores parados en silencio a cada
lado de la puerta mientras comprobaba sus plantas. Cuando
Montgomery, vestido como de costumbre en un elegante traje negro,
camisa blanca, llegó con una bandeja de café y pequeñas cosas
deliciosas, dijo—: ¿Te he dicho lo mucho que te amo, Montgomery?
—Hoy no, mi señora.
Elena se estremeció interiormente. El mayordomo se había
38 acostumbrado a llamarla “Cazadora del Gremio”, y entonces la batalla
sucedió y él se había revertió. —¿Qué trajiste? —preguntó, sabiendo
que Montgomery ya habría notado su error.
—Bollos recién hechos por Sivya, muffins de arándanos y frutas.
—Vertiendo el café en una taza para ella y añadiéndole dos terrones de
azúcar, lo puso en su banco—. ¿Les gustaría a los caballeros una
bebida?
Elena miró a los luchadores, levantó la taza en una pregunta
silenciosa.
Uno de ellos habló finalmente. —No necesitamos combustible.
—Entonces te dejaré trabajar, Cazadora del Gremio.
Imaginando que sus dos huéspedes podrían haber agotado sus
límites cuando se trataba de nuevas experiencias, regresó a sus
plantas… y se dio cuenta de que ellos habían cerrado la distancia hasta
ella en un silencio mortal.
6 Traducido por Jasiel Odair
Corregido por pauloka

Con la piel ardiendo, esperó a ver lo que harían.


Nada.
Sus ojos se posaron en las macetas de terracota vacías que había
alineado en la parte posterior de su banco. Inspirada, le dio una a cada
luchador, curiosa por ver su respuesta. —¿Podrían llenarlos con tierra
para mí? La bolsa está por allí.
Se trasladaron a la bolsa como uno solo y comenzaron a sacar la
rica tierra para macetas usando las manos. Estuvo a punto de decirles
que lo dejaran, se puso los guantes, pero se dio cuenta de que no
marcaría ninguna diferencia. Cuando se lo preguntó, el Primario dijo
que la Legión era "de la tierra, de la vida." Ahora, mientras hundían sus
39 manos en el suelo, vio un alivio inesperado en los hombros de dos
hombres, sus pestañas parpadenado y sus pechos expandiéndose.
Rafael.
¿Necesitas un rescate?
No. Al ver que su luchador había llenado su maceta, dijo—: ¿Por
qué no transfieres una de estas plantas? —señaló la bandeja plana,
poco profunda en donde había traído varias plantas diferentes a la vida.
Mientras observaba, él quitó una con cuidado, la colocó en la
maceta después de cavar un agujero, luego palmeó suavemente la tierra
a su alrededor.
Creo que necesitamos crear jardines en el edificio de la Legión.
Parte del techo, alguno de los balcones más grandes, las áreas bajo una
claraboya, todo eso funcionará.
La respuesta de Rafael fue inmediata. Son de la tierra, deben ser
alimentados por ella de alguna manera mientras están activos. Es por
eso que están tan a menudo en Central Park.
Eso es lo que pienso, dijo ella, al ver al segundo luchador unirse al
primero y, después de una mirada pidiendo su permiso, acercarse a la
bandeja de plantas.
¿Eres capaz de asumir la tarea de organizar los jardines?
Sí. Sería un proyecto fascinante, y tal vez uno en el que pudiera
incluir a algunos de los heridos que aún no estaban listos para tareas
completas.
—Está hecho.
Tomando las plantas con cuidado los luchadores las pusieron
frente a ella, y dijo—: ¿Quieren hacer más?
Una hora después regresó a la casa, después de haber dejado a
los dos hombres en el invernadero, después de asegurarles que podían
quedarse todo el tiempo que quisieran. Había visto el movimiento a
través del cristal desde el exterior, las siluetas de sus manos tocando
las hojas de los helechos colgantes.
Dirigiéndose arriba, cambió de dirección, entonces siguió a Rafael
hasta su estudio. Después de haber estado tan cerca de no volver a
sentir su toque, no negaba la necesidad de estar cerca de su arcángel.
La vida era impredecible, podrían no tener una noche tranquila juntos
durante una semana o un mes si las cosas se iban a la mierda de
nuevo.
—La cena estará en un tiempo —dijo, deslizando sus brazos
alrededor de su cintura—. He decidido seducirte cómo aperitivo.
El sabor erótico y exótico de polvo de ángel en sus labios, en su
piel, la respuesta silenciosa de Rafael la hizo temblar. Él estaba
40 acercando su cabeza a la de ella cuando un timbre interrumpió el
silencio. Venía de la gran pantalla de video integrada en la pared a la
izquierda de Elena. Muy pocas personas tenían el código directo, sin
incluir a su madre y toda la legión.
—Es Titus —dijo Rafael después de mirar el identificador de
llamadas entrantes.
Elena sacudió frenéticamente el brillo incriminatorio del polvo de
ángel de sus labios y su cara, y luego trató de borrar las arrugas de la
parte inferior de su camiseta, mientras su cuerpo continuaba
palpitando con calor sexual. —¿Y bien?
Frotando el pulgar por el costado de su boca, Rafael la alimentó
con el sabor de su mezcla. —Debemos permanecer en las sombras.
Elena gimió pero cerró las cortinas para bloquear lo último de la
puesta de sol, dejando el estudio bajo una suave penumbra. —Está
bien, vamos.
No siempre se quedaba a su lado cuando contestaba llamadas de
ese tipo, no tenía el tipo de poder para participar a ese nivel político y,
francamente, no quería. Su prioridad era hacer lo que era necesario
para apoyar a Rafael. Sin embargo, Titus podría estar respondiendo al
mensaje que le envió en su papel como consorte de Rafael.
—Titus —dijo Rafael cuando el otro arcángel apareció en pantalla.
Titus se encontraba vestido como el guerrero que era, su coraza
resplandeciente de oro contra su piel. Elena sabía que era poco
probable que la armadura fuera de oro real, sino más bien un material
más duro recubierto de una fina capa del metal precioso. Debido a que
Titus no jugaba al guerrero; él era un guerrero de verdad. Construido de
la misma manera que Galen, sus características eran rudas y talladas,
su presencia contundente.
—Rafael. —Los ojos de ónix impenetrables se trasladaron a Elena,
su tono más tranquilo de lo que hubiera esperado de un hombre de su
tamaño y fuerza, atrapando su atención—. Consorte.
—Encantada de hablar con usted —dijo Elena, agradecida por las
instrucciones que Jessamy le dió para interactuar con un arcángel que
era un aliado, pero aún no un amigo. Lo último que quería hacer era
meter la pata, cuando las alianzas que hicieran ahora podrían ayudar a
salvar el mundo durante la guerra por venir. Era una certeza que el
Arcángel de China iba a levantarse de su sueño regenerativo de mal
humor.
—Le doy las gracias por su invitación —dijo Titus en respuesta a
sus palabras—. Me uniré a ustedes durante sus celebraciones.
Bueno, mierda. Elena extendió la invitación segura de que Titus
no aceptaría. Lo hizo más en la línea de fomentar la buena voluntad.
Los otros arcángeles que invitó ya habían enviado sus pesares,
incluyendo Hannah y Elías, a quienes Elena hubiera estado feliz de ver,
pero al igual que Elena y Rafael, la otra pareja necesitaba estar con su
41 gente en este momento.
En cuanto a Favashi y Astaad, ambos programaron visitas
privadas después de la fiesta.
Sabiendo cómo se sentía Neha hacia Rafael, pero también
consciente de que no invitarla sería visto como un insulto, Elena envió a
la Reina de las Serpientes y de los Venenos, una invitación personal. La
respuesta fue fríamente cortés, pero escrita a mano por la misma Neha,
que Elena adivinó tenía que ser mejor que el silencio.
Michaela se encontraba permanentemente fuera de cualquier lista
de invitados que Elena hiciera, así como el colega de Lijuan,
Charisemnon.
—Espero poder conocerlo en verdad —le dijo a Titus,
desenterrando más de las lecciones de Jessamy. La historiadora y
bibliotecaria de la raza angelical tuvo la paciencia de un santo, incluso
cuando su pupila fingió colapsar y morir a causa de la soporífera
complejidad del protocolo angelical.
—También estaré contento de verte, Titus —dijo Rafael, su ala
deslizándose sobre la de ella—. ¿Has contenido la situación con
Charisemnon?
Esa situación era la razón por la que Elena esperaba que Titus
permaneciera en su territorio. Él compartía una frontera terrestre con
Charisemnon y los dos arcángeles nunca tuvieron una relación cordial.
Su constante ir y venir se había convertido totalmente en agresión
cuando Charisemnon se puso del lado de Lijuan durante las
hostilidades; no sólo Charisemnon utilizó su nueva habilidad para crear
la enfermedad para atacar Nueva York, sino que empezó a enviar
portadores de la enfermedad a la frontera con las tierras de Titus.
—He tenido informes confirmando que Charisemnon está
enfermo.
—¿Su mente? —Rafael vió a sus propios padres volverse locos con
la edad, pero Charisemnon era joven en términos inmortales.
—No. Está enfermo físicamente. Mis espías me dicen que está
postrado en la cama, con el cuerpo cubierto de llagas.
—Los Arcángeles no se enferman. —Un hecho inmutable a lo
largo de la historia angelical.
—Parece que Charisemnon está cambiando las reglas. —Titus
puso las manos en su cintura, su bíceps abultándose—. He hablado
con mi sanador y Keir sobre la posible causa, creen que sobrecargó su
capacidad y eso se volvió en su contra.
Rafael consideró eso. —Si eliminamos a Lijuan de la imagen,
Charisemnon parecía tener el don más fuerte instigado por la Cascada.
El otro arcángel había derribado a cientos de ángeles de Rafael en
un ataque cobarde, dejando cinco muertos y muchos tan brutalmente
heridos, que no eran más que torsos sangrantes. Llevaría meses de
42 dolor insoportable para que el más joven se recuperara, el crimen de La
Caída que Rafael nunca olvidaría. La venganza de los inmortales era a
menudo un proceso largo y mortal, y Rafael aprendió el valor de la
paciencia hace mucho tiempo.
—Sí. —La expresión de Titus se transformó en un placer
sombrío—. El tonto pestilente actuó muy rápido, demasiado arrogante.
Ahora paga el precio.
—Hay otra posibilidad.
Titus frunció el ceño ante las palabras de Elena, pero dejó en
claro que tenía su atención. Rafael sabía que no era el enfoque habitual
del arcángel africano hacia las mujeres que se apareaban, casaban, o se
vinculaban de otra forma a un hombre poderoso. No era misoginia,
Titus tenía un fuerte contingente de mujeres en su ejército, incluyendo
la madre de Galen, Tanae.
Era que, en la mente de Titus, había dos tipos de mujeres: las
guerreras, y todas las demás. Estas últimas estaban para ser mimadas,
protegidas y consentidas, pero no se tomaban en serio. Rafael sabía que
le tomó un tiempo a Titus aceptar que Elena no encajaba en la segunda
categoría.
A pesar de eso, ella era joven en términos angelicales y no habría
tenido el poder para mantener la atención de un arcángel de la edad de
Titus, si él no hubiera oído hablar de su valentía y lealtad durante la
batalla final contra Lijuan, cuando su cazadora elegió morir con él, si
eso significaba salvar a su pueblo.
—Ella es una verdadera consorte —le dijo el otro arcángel a Rafael
cuando hablaron no mucho después de que las tropas de Rafael
obligaran a Lijuan a retirarse—. Eres un hombre bendecido.
Una verdad absoluta.
—Lijuan —dijo Elena ahora—, era —una pausa—, es conocida por
compartir el poder con las personas cercanas a ella. Vimos eso con sus
generales durante la batalla. Ellos podían aguantar más tiempo,
sanaban más rápido que nuestros hombres y mujeres, pero el impulso
sólo duraba el tiempo que ella estaba en juego.
—¿Pero compartir el poder con uno de la Cátedra? —El ceño de
Titus era profundo, con los brazos cruzados sobre el pecho—. No es
posible.
Rafael no se enconttrba tan seguro. —Charisemnon no debería
haber sido capaz de causar La Caída —le recordó a Titus—. No debería
haber sido capaz de afectar negativamente a la mayor y más poderosa
parte de mi pueblo.
—Sí. —Con el ceño aún más fruncido, Titus hizo un gesto duro—.
Voy a pensar en esto. Pero como están las cosas, Charisemnon ha
retirado sus tropas de vuelta a sus propias fronteras, y mi ejército es
43 más fuerte que el suyo, ya que él sacrificó a tantos de sus soldados
usándolos como portadores de la enfermedad. —Una sonrisa
peligrosa—. Quizá sea el momento de provocar un temblor en la tierra o
dos, para recordarle que no necesito a Lijuan para evolucionar en mi
capacidad.
—Estaría feliz de ver a Charisemnon desaparecer en una caverna
sin fondo.
La risa de Titus resonó a través de los altavoces, el sonido fuerte y
abierto. —Todavía no soy tan fuerte, pero pronto. —Sin dejar de sonreír,
dijo—: ¿Has oído hablar de la más reciente apropiación de territorio de
Michaela?
—He recibido su mensaje hace un par de horas —dijo Rafael, y
sintió la inmediata respuesta negativa de Elena, aunque su rostro no
mostró nada. No hay motivo de alarma, Cazadora del Gremio. Michaela
simplemente está babeando por las tierras de Lijuan. En voz alta, dijo—:
Tengo la intención de hacer caso omiso de su demanda de una reunión
a la Cátedra para parcelar la tierra. —Era demasiado pronto para
declarar a Lijuan muerta, sobre todo cuando todos los indicios
apuntaban a la conclusión opuesta.
—Igual que yo. —Desplegando los brazos, Titus miró directamente
a Elena—. Tengo curiosidad por experimentar una "fiesta en la calle".
No he oído hablar de las de ese tipo.
Cazadora del Gremio, tienes la palabra.
—Va a ser muy diferente de un baile angelical —advirtió con una
brusquedad que Rafael sabía que Titus agradecería—. Estoy segura de
que dondequiera que Lijuan esté, va a jadear de horror.
Los dientes de Titus brillaron blancos contra su piel. —¡Eso no es
disuasivo! Estaré allí a menos que el bastardo junto a mi frontera logre
arrastrarse fuera de su lecho de enfermo. Rafael. Consorte. —El
arcángel africano colgó.
La cazadora de Rafael se inclinó hacia delante apagando la
pantalla antes de dar la vuelta para mirarlo. —Me dijiste que la
invitación era una formalidad.
—Podrás disfrutar de Titus, hbeebti. Es probable que te pida
entrenar con él como signo de respeto por tu honor. —Al ver que
empezaba a parecer interesada, añadió—: Tendría que rechazar en tu
nombre, por supuesto, ya que Titus no tiene sutileza y te trataría como
un guerrero angelical de sangre, arrancándote la cabeza y las
extremidades en el proceso.
La boca de Elena se cerró después de haber caído abierta en la
primera parte. —Puede que tengas razón. —Pasando sus manos por el
cabello que liberó de su agarre, el tono semejante al fuego blanco que
vió en sus alas, suspiró—. No es que no me guste Titus. Está bien por lo
que he visto de él, pero sólo quiero celebrar nuestra supervivencia y la
victoria con nuestra ciudad, y nuestros amigos, no insistir en tratar de
44 ser la anfitriona.
—Entonces puedo poner tu mente en reposo. —Cerró su mano
sobre el arco de su ala, acariciándola.
Temblando, ella puso la mano en su pecho, las alas cayendo.
Rafael repitió la caricia íntima. Las terminaciones nerviosas en la
parte de las alas de un ángel eran muy sensibles, y la sensibilidad de
Elena creció durante los meses anteriores, hasta que podía tenerla en la
cama, con sus extremidades sueltas y los parpados caídos, con sólo
tocarla así. Mataría rápidamente a cualquiera que se atreviera a tocarla
allí.
—Titus no tiene tiempo para la formalidad —le dijo cuándo se
apoyó en él—. Será el invitado arcángel más fácil de llevar,
especialmente ahora que la ciudad estará celebrando una fiesta.
Ronroneando bajo su tacto, le tomó un minuto y medio
responder. —¿A Titus le gustan las fiestas?
Rafael se echó a reír. —Sí. Tomará placer en la energía de nuestra
ciudad y en seducir a cinco o diez mujeres muy dispuestas en el
proceso.
Las pestañas de Elena se elevaron, las pupilas enormemente
dilatadas contra el gris de sus iris, el borde de plata anunciaba su
creciente inmortalidad en la penumbra. —¿No tiene un harén de
concubinas?
—No. —Aunque mujeres vivían en casa de Titus, no eran sus
amantes, sino aquellas a las que dio un refugio seguro—. Titus no tiene
enlaces largos. Echa a perder a la mujer que está con en él, y luego
todas sus amantes parecen sentir solo afecto por él. —Rafael lo vio de
primera mano cuando era un mozalbete a medio crecer en el ejército de
Titus, después de haberse quedado porque sabía que podía aprender
más del arcángel cuando se trataba de las habilidades de un guerrero,
de lo que podía aprender de cualquier otro ángel viviente.
También aprendió mucho sobre el honor en el ejército de Titus. —
En todos los años que lo he conocido, nunca he oído a una mujer a la
que ha llevado a su cama menospreciar a Titus. —Y porque sabía que
divertiría a su cazadora, añadió—: La mayoría sólo suspiran ante el
sonido de su nombre y pierden su tren de pensamiento.
La risa de Elena era ronca, su ala cálida y fuerte bajo su toque.
Ningún ángel tenía alas como Elena, la medianoche evocaba que sus
plumas desembocaran en el más profundo índigo sombreando en azul y
el color brillante del amanecer, sus elecciones primarias de oro blanco.
—El hombre claramente tiene lo suyo. —Gimiendo en la parte posterior
de su garganta cuando él aumentó la presión de sus caricias, ella
acarició la curva de su cuello—. Se siente tan bien. ¿Puedes hacerlo
toda la noche?
—Si haces que valga la pena. —Deteniendo a regañadientes el
45 toque que le daba tanto placer como a ella, con su cuerpo duro por la
excitación, la sacó de la habitación—. Montgomery pronto estará
buscándonos para cenar. No debemos escandalizarle.
—Creo que Montgomery es imperturbable a estas alturas.
Rafael llamó la atención del mayordomo mientras salían del
estudio. El vampiro apareció en el pasillo cuando Rafael abrió la puerta
del estudio. Es una noche tranquila, Montgomery. Un regalo después de
la guerra y el caos. Quizás deberías invitar a Sivya a dar un paseo por
los acantilados.
Los ojos de Montgomery reflejaron angustia alarmada. Señor, se lo
aseguro, nosotros no…
Soy un arcángel, Montgomery. Conozco a los que son míos.
Comenzó a subir las escaleras con Elena. Tener a dos de mis personas
de confianza convirtiéndose en uno, no es algo para desdeñar. La
comprensión de la profundidad de la lealtad de Montgomery, hacía su
aprobación aún más clara. Tienes mi aprobación para cortejarla, en caso
de necesitarla.
Deteniéndose, vislumbró la esperanza nerviosa en la expresión de
Montgomery. Era extraño ver al distinguido mayordomo así, pero el
amor tenía una forma de hacerlos mortales a todos ellos. Inclinándose
profundamente, Montgomery dijo—: Señor.
—¿Qué fue eso? —preguntó Elena en el instante en que
estuvieron detrás de las puertas cerradas de su dormitorio—. Sabía que
estabais hablando.
Viéndola quitarse sus armas, dijo—: ¿Por qué estás tan armada
en nuestra propia casa? —Se había puesto una camiseta de cuello
redondo color azul cielo y pantalones negros suaves que abrazaba su
figura, sus pies descalzos. Sin embargo, se las arregló de alguna
manera para guardar por lo menos tres cuchillos.
—Eh. —Se quedó mirando el cuchillo que sacó de una funda de
tobillo—. Hábito, supongo. —Colocando las armas cuidadosamente en
un cajón junto a la cama, dijo—: ¿Y?
—Montgomery está cortejando a Sivya.
—¡No! ¿En serio?
—Debes fingir no darte cuenta —le advirtió—. Estarían
horrorizados de pensar que han sido tan negligentes en sus deberes
como para hacerte consciente de su vida personal.
Elena frunció los labios, las cejas fruncidas, y comenzó a tirar de
su camiseta. —Pero te has dado cuenta. —El sonido salió ligeramente
amortiguado.
—Soy su señor. Estoy destinado a notar y asegurarme de que no
sacrifican su alegría en la creencia errónea de que encontraría su
46 acoplamiento descortés. —Le tomó los pechos después de que ella tirara
la camiseta sobre el respaldo de una silla, su necesidad de reclamarla
palpitaba en su sangre.
Había llegado en una fracción de segundo a la comprensión, con
ambos en el campo de batalla en un intento final para derrotar el mal
de Lijuan, de que nunca más sostendría a Elena en sus brazos. El
recuerdo era todavía crudo. —Como mi consorte —dijo, inclinando la
cabeza para presionar sus labios en la curva de su hombro—, tu trabajo
es notar cuando están emparejados, a fin de asegurar que sus deberes
no los separan más de lo necesario.
Tenía las manos en su pelo, sus labios cálidos y húmedos contra
la línea de su mandíbula. —Es extraño pensar en Montgomery y
acoplamiento en la misma frase. —Soltó un pequeño jadeo cuando él
tiró de un pezón fuertemente en su boca—. Estoy convencida de que
duerme en su traje.
—Basta de hablar de los demás, hbeebti. Es hora de nuestro
propio acoplamiento. —Cada hora de paz era un tesoro. La guerra
hervía negra y violenta en el horizonte, y cuando llegara, se tragaría el
mundo.
7 Traducido por Mary
Corregido por Marie.Ang

El cielo era una mancha gris con solo el más leve matiz de
naranja para el momento en que Ashwini y Janvier llegaron a su
siguiente destino, localizado en el vecindario Soho —aunque la zona
llevaba ese nombre sólo hasta la puesta del sol. Entonces, se convertía
en el Barrio Vampírico. Eso era cuando las tiendas a la moda y
cafeterías cursis cerraban sus puertas, para ser reemplazadas por
cafeterías de sangre y clubes de vampiro, llenos de lo cruel y lo bello.
Hmm…
Quitándose el casco, luego de que Janvier aparcara en la calle de
una mansión independiente de dos niveles en el borde del Barrio, dijo—:
El perro, podría ser un vampiro que perdió el control.
47 Él se quitó su casco y la caoba sedosa de su cabello salió
disparado. No pudo resistirse; se acercó y pasó las uñas ligeramente
desde la cima hasta la parte posterior de su cuero cabelludo, las hebras
frías y la textura exquisita. Inclinando la espalda contra su pecho, él
hizo un profundo sonido en su garganta.
Se quedó sin aliento, sus pechos hinchándose contra su
sujetador.
Quería envolver los brazos alrededor de sus hombros, enterrar la
cara en la cálida línea de su garganta, y lamerlo. Apretando los puños
tan fuerte que las uñas se le enterraron en las palmas, se bajó de la
moto y enganchó el casco sobre un manillar. Haciendo lo mismo con el
suyo, Janvier también se bajó de la maquina con una gracia perezosa
que siempre llamaba su atención —y la de cualquier otra mujer en la
vecindad.
—Podría ser —dijo, como si su conversación nunca hubiese sido
interrumpida por una caricia que ella se no tenía permitido hacer—.
Sabes que algunos vampiros no lo hacen bien después de trescientos
años o así.
Con la recordada sensación de él ardiendo contra su palma,
Ashwini desabrochó su chaqueta para darle a sus manos algo que
hacer. —¿Qué le haría beber sangre de animal a un vampiro?
Janvier se recostó contra la moto después de desabrochar su
propia chaqueta para revelar la delgada camiseta debajo. Sin embargo,
no estaba usando las espadas gemelas que eran sus armas preferidas.
Presionada contra él en la moto, no sintió nada más que Janvier, ni
rastro de la funda entrecruzada que normalmente usaba en su espalda,
sobre la camiseta.
Aunque no utilizó las espadas durante la misión en Atlanta, se
había acostumbrado a verlas en él desde que vino a New York. —
¿Dónde dejaste tus cuchillos kukris? —preguntó antes de que él
pudiera responder sobre la sangre de animal.
Él se frotó la nuca, un rubor en sus pómulos. —La funda se
rompió esta mañana.
Ashwini se mordió el interior de la mejilla, en un esfuerzo para
combatir su sonrisa. Le dijo que reemplazara el cuero gastado después
de ver el estado de este cuando se estuvo quedando en su casa.
Mientras las vainas eran de metal, para prevenir que las cuchillas
afiladísimas cortaran a través de ella, la funda construida alrededor
tenía que ser suave y lo suficientemente flexible para no limitar su
rango movimiento. —Eso es tan malo.
Disparándole una mirada de abierta sospecha ante la insulsa
respuesta, se encogió de hombros. —La llevaré a un artesano
especialista una semana para hacerle un reemplazo, una vez que le
envié la funda vieja. No tengo ninguna esperanza de ponerme en el
horario de Deacon por lo menos durante un año.
48 En ese instante, lucía tanto malhumorado como irritado consigo
mismo. Sabiendo cuan desnuda se sentía sin sus armas favoritas, no
pudo guardar el secreto por más tiempo. —O —dijo—, podrías usar la
funda que Deacon dejó caer en mi apartamento ayer.
Janvier se enderezó. —¿Para mí?
Cruzando los brazos contra el impacto de la feroz delicia en su
voz, asintió. —Él usó tu vieja funda para hacer un plano para la nueva
cuando saliste a conseguirme pastel ese día. —Lo envió a una pastelería
específica y distante por solo esa razón—. Las vainas deberían
deslizarse bien en ella. —Deacon no se cometía errores.
—¿Poro cómo? Deacon agenda con años de antelación.
—Siempre tiene tiempo para cazadores. —El marido de Sara fue
una vez un cazador.
La sonrisa de Janvier fue lenta, profunda y tan dolorosamente
real, que atrapó su corazón y se negó a dejarlo ir. —No soy un cazador.
Pero eres mío. Reprimiendo las palabras que nunca podría decir,
no si se preocupaba por él en alguna forma, frunció el ceño. —No hagas
un gran asunto de esto o la arrojaré al Hudson.
Con las mejillas arrugadas y la luz del sol en el pantano verde de
sus ojos cegadores, él sacudió su cabeza. —No puedo evitarlo, cher.
Ashwini rompió el contacto visual; no podía resistirse a él cuando
sonreía de esa forma. —Me estabas diciendo sobre lo que le pasa a los
vampiros que beben sangre animal.
—La sangre de los animales es demasiado débil para proveer
alimento —dijo, su cálida y líquida voz que se filtró en cada centímetro
de su cuerpo—. Recuerdo escuchar de un vampiro que se alimentó de
animales por dos meses después haberse perdido en las
montañas. Moitié fou Billy, lo llamaban. Pero, ya que se encontraba
demasiado débil, no era peligroso.
Ashwini había cogido lo suficiente de francés cajún de estar
alrededor de Janvier para saber que acaba de indicar que el vampiro se
volvió medio loco. —Entonces, nuestro hipotéticamente bebedor de
sangre animal podría estar ya fuera de combate.
Un asentimiento. —Pero existe la desecación… es innatural, a
menos que el cachorro muriera en un entorno que produciría ese
resultado.
El teléfono de Ashwini pitó en ese instante. Mirando a la pantalla,
vio una nota del veterinario. —La Dra. Shamar decidió darle otra
revisada al perro antes de irse por la noche, descubrió que tiene un chip
incorporado debajo de su piel. Es una especie de cosa que los dueños
ponen en gatos y perros para que puedan ser identificados si el control
de animales los recoge. —La doctora no lo descubrió durante el examen
49 inicial porque el chip se deslizó entre dos costillas.
››Fue capaz de escanearlo, buscar al perro en el sistema. Al
parecer, se perdió un par de días después del final de la batalla. —La
Dra. Shamar también agregó una nota que decía que no les había
notificado a los propietarios y no lo haría hasta que le recomendaran lo
contrario. Después de agradecerle a la otra mujer, Ashwini miró a
Janvier—. ¿Es eso suficiente tiempo para la momificación natural,
incluso en un ambiente óptimo?
Janvier extendió sus manos. —Tendremos que preguntarle a un
científico.
—Honor podría conocer a alguno. —Su mejor amiga era una
experta en lenguajes antiguos e historia, y poseía un amplio rango de
contactos—. La llamaré mañana. —Apartando su teléfono, se abrazó a
sí misma contra un repentino y escalofriante viento que sabía a nieve—.
Es posible que Lijuan compartiera su habilidad para succionar la vida
de las personas con alguien más.
Janvier cerró la distancia entre ellos, su cuerpo caliente una
caricia. —Era su as bajo la manga. No puedes imaginártela dando eso,
¿o sí, cher?
—No. —Fue Naasir quien les dijo que la Arcángel de China podía
compartir fuerza con sus generales, pero no era una transferencia
permanente. Tan pronto como Lijuan estuvo fuera de la ecuación, los
generales se desplomaron.
Con las manos en las caderas, consideró otra posibilidad. —Las
creaciones de Lijuan tienden a ser infecciosas. —La arcángel contaba
con horribles renacidos que fueron una plaga—. A menos que… —
Ashwini frunció el ceño—, no estuviera creando cuando se alimentaba.
Los sacrificios terminaban en conchas, así que supongo que estamos de
vuelta al punto de partida.
Janvier se desplazó para tomar la peor parte de una ráfaga fresca
de viento. —Sin embargo, le reportaré nuestras teorías a Rafael. Debe
ser alertado de la posibilidad de que Lijuan puede haber dejado una
mancha persistente en la ciudad.
Ashwini alzó ambas cejas. —En Atlanta, dijiste que nunca lo
habías conocido, ¿y ahora lo tuteas?
—No lo conocía en ese entonces —dijo, esa furtiva y seductora luz
solar aun en sus ojos—. Lo vampiros de mi edad no suelen tener
contacto personal con el arcángel a quien le damos nuestra lealtad.
—La mayoría de los vampiros de tu edad no son tan fuertes como
tú. —O tan inteligentes, tan duros. Habiendo pasado mucho tiempo
desde que cumplió los términos de su Contrato, Janvier no tenía que
servirle a nadie. Él escogió hacer eso—. Eres un activo.
—Y el Sire… —Janvier ahuecó su mejilla—, trata bien a sus
activos.

50 Sin querer entendedor su mensaje implícito, ella rompió el


contacto para concentrarse en un auto en la distancia, sus luces de
freno brillantes rubíes en la luz gris del crepúsculo. —Haré algo de
investigación en los Archivos del Gremio, ver si puedo encontrar casos
similares.
Janvier empezó a caminar hacia la mansión que era su objetivo,
su expresión diciéndole que veía demasiado. —Te dejaré saber si Dmitri
tiene algo. —Metal crujió mientras empujaba la verja de hierro forjado
decorativa que se encontraba al inicio de un corto camino hacia la
casa—. Vamos a ver a la salud de este ganado, primero.
Ashwini miró la casa a medida que entraban, aprovechando la
distracción de la necesidad que era un bajo tirón desgarrador en su
vientre. El edificio parecía nuevo; las paredes brillaban con un negro
elegante, pero la puerta se hallaba pintada del mismo color naranja
rojizo brillante como la verja, así como las molduras. —Bonito lugar. —
Si tienes un millón o diez por ahí.
—¿Quieres uno? —dijo el vampiro a su lado—. Puedo comprarlo,
permitirte vivir sin pagar alquiler en las instalaciones.
—¿Sí? —dijo ella, siguiendo el juego porque solo tuviera tanto
autocontrol cuando se trataba de Janvier, y no iba a utilizarlo para
manejar su coqueteo… no quería terminarlo—. ¿Con que condiciones?
—Tendría una llave, por supuesto. Para asegurarme de que
mantienes mi propiedad en buenas condiciones. —Su mirada inocente
probablemente significó la caída de al menos cien vírgenes en su vida.
—Que propietario tan preocupado. ¿También repararías la
fontanería?
—Si mi dejas poner mi tubería en tu rueda dentada. —Pura
picardía en su sonrisa ante el gemido de ella, él ignoró la aldaba en
forma de un león gruñendo por el golpe seco de nudillos directamente
contra la brillante pintura.
Quería tanto besarlo que el deseo era una bestia feroz en su
interior. La sonrisa se desvaneció a medida que sus pupilas se
dilataban, Janvier fue a inclinar su cuerpo hacia ella cuando la puerta
se abrió para traerla frente a frente con la última persona que hubiera
esperado ver aquí. —¿Arvi? —Miraba incrédula al hombre alto con
rasgos aguileños, cabello negro con plata espolvoreada, y piel
exactamente del tono como el suyo propio.
Su hermano la miraba. —¿Qué estás haciendo aquí?
—Está conmigo. —Ningún encanto en la expresión de Janvier
ahora, solo una fría y mortal intensidad que nunca fue dirigida a
Ashwini—. No eres uno del ganado.
Arvi se estremeció. —Ciertamente no. Fui llamado aquí para
proveer asistencia médica.
—No era consciente que hacías domicilios —dijo Ashwini, su
cerebro corriendo en automático.
51 —Era un favor para un amigo. —La clavó con la cercana
oscuridad de sus ojos—. Te esperaré para la cena la próxima semana.
Ashwini se le quedó mirando mientras caminaba junto a ella y por
la calzada ante esa orden. No lo vió por dos meses, pero aunque el
plateado en su cabello podría ser un toque más evidente, su rostro
permanecía sin arrugas. Arvan Taj era un hombre que envejecía con
apuesta elegancia. ¿Y su sonrisa? Podía devastar; sabía eso a pesar de
haberla visto una sola vez cuando tenía nueve.
—Él es, ¿no? —preguntó Janvier, voz gruesa y expresión oscura—
. El tipo cuya foto llevas en tu teléfono, el que te hirió.
Se dio cuenta que él se tenía la idea equivocada, pero la puerta se
llenó con otro cuerpo antes de que pudiera corregirlo. Los
impresionantes ojos verde azulados de la rubia se encontraban
rodeados con preocupación hasta que se posaron en Janvier. —¡Janni!
—Saltó a sus brazos.
Capturándola, se rio entre dientes, la áspera emoción que
Ashwini acababa de oír en su voz ya no se hallaba en evidencia cuando
dijo —: Petite Marie May.
Cruzando sus brazos, Ashwini se inclinó contra la pared mientras
la sonriente chica trataba de besar a Janvier en la boca. Él lo desvió tan
bien como lo hacía con todo lo demás, tomando el beso en mejilla antes
de bajarla. —¿Qué estás haciendo aquí, Marie? —preguntó con lo que
Ashwini reconoció como genuina curiosidad—. La última vez que te vi,
estabas cerca de convertirte en una estrella de la pantalla grande,
¿non4?
Marie sonrió ampliamente, su expresión tan seria, que daba
miedo. —Vivo con Giorgio. —Acarició con las manos su vestido de
encaje color crema hasta los tobillos, el corpiño modesto y las mangas
largas—. Le sirvo.
—¿Cuándo pasó esto? —Una pregunta suave—. A penas te
quitaste las coletas.
Los rizos de Marie rebotaron cuando golpeó a Janvier
juguetonamente en el pecho, claramente sin darse cuenta de lo enojado
que se puso. —¡Janni! Tendré diecinueve el próximo mes. —Un antiguo
anillo de amatista brillaba en su dedo índice—. Giorgio y yo nos
conocimos en los estudios… él es un productor, sabes.
—Ya veo. ¿Planea compartir tu talento con el mundo?
—No aun. —Marie hizo una mueca—. Dice que soy demasiado
joven para el pozo de pirañas y debería tener veintiuno, al menos, antes
de que comience. Sin embargo, me metió en la clase magistral de
actuación más increíble… —Una palmada de sus manos, la sonrisa de
vuelta en grandes destellos—, ¡así estaré lista cuando llegue el
momento!
Sin estar segura de qué pensar de Giorgio, Ashwini mantuvo su
52 silencio mientras Janvier susurraba en el odio de Marie, las ricas
hebras marrones de su cabello deslizándose para tocar las doradas del
de ella. La vista debió haber puesto celosa a Ashwini. No lo hizo. Porque
la capacidad de Janvier por la lealtad era implacable y ella tenía su
promesa tácita... aunque que se le hacía más difícil el regresarla, a
pesar de su deseo de atesorarlo cerca.
Una sonrisa que se iba a una desvanecida acuarela de la que fue
antes, Marie se mordió el labio inferior, su boca un perfecto arco rosa, y
miró por encima del hombro. —No debería decirlo. —Fue un susurro.
—Marie. —Janvier tocó con los dedos la cremosa piel de su
mejilla, una engatusadora sonrisa en su cara—. Es una denuncia.
Sabes que debo investigar.
Marie miró sobre su hombro de nuevo, entonces hizo un gesto
para que se acera después de dar una mirada cautelosa en Ashwini. —
No somos todos, sólo Brooke. —Su nariz se arrugó—. Ella ha estado con
Giorgio más tiempo y se puso loca porque pensó Giorgio nos prestaba
más atención a mí y a Leisel que a ella, así que empezó a decirle a la
gente que él la lastimaba.
Tomando aire, Marie continuó—: ¡Hoy incluso se cortó así misma!
Ahora que Giorgio ha sido tan bueno con ella con el doctor y todo, ella
lo siente, pero el rumor ya ha empezado. —La pisada de un pequeño pie
bajo el encaje del vestido—. Es tan injusto.

4 No, en francés.
—Necesitaré hablar con Brooke.
—Voy por ella. —Toda la furia se filtró fuera de ella tan rápido
como se construyó—. No estés enojado con ella, ¿bien? —Sus ojos
suplicaban a Janvier. —Está loca por Giorgio. Ella piensa...
—¿Qué, bébé? —Janvier metió su cabello detrás de la oreja de
ella, su voz amable.
Marie se derritió
Era bueno en eso, pensó Ashwini, en hacer que las mujeres
confiaran en él. La cosa divertida era, que nunca intentó sus tácticas en
ella, excepto a modo de juego, ambos plenamente conscientes de sus
motivos y deseos. Muy a diferencia a los inocentes Marie May.
—Brooke cree que está envejeciendo —susurró la chica,
resistiendo las lágrimas. —Incluso a pesar que Giorgio la ama, no cree
en él.
Ahí estaba, una inmutable razón de por qué una relación entre
un mortal y un inmortal nunca podía funcionar a largo plazo. Los
mortales inevitablemente se desvanecen, y aun cuando el amor
sobreviviera, dejaría al inmortal roto cuando su amante muriera. Sobre
todo, pensó, sus ojos demorándose en Janvier, cuando el inmortal era
el tipo de hombre que sabía cómo ser leal.
—Silencio. —Janvier dobló sus piernas para ponerse a la altura
53 de Marie—. Seré amable. —Llevó a la chica a sus brazos—. Sabes que
no hago daño a las mujeres.
Un espasmódico asentimiento, la garganta de Marie moviéndose
mientras se apartaba. —Iré a encontrar a Brooke.
—¿Son solo ustedes tres quienes sirven como familia de sangre de
Giorgio?
Sacudiendo su cabeza, Marie dijo—: Penelope y Laura, también.
—Tráelas a todas, ¿podrías, Marie?
—Lo haré. Puedes esperar en la sala. —Llevándolos al salón, la
chica se fue en una oleada de dulce perfume floral.
Ashwini y Janvier se quedaron de pie allí en silencio, la tensión de
un hilo firme que las ataba el uno al otro. La decoración cara pero fría
—paredes y sofás blancos, llenos de cojines negros, la pintura en la
pared un lienzo goteado de rojo oscuro— sólo intensificaron la cosa
silenciosa e íntima que latía entre ellos.
Como si se hubieran convertido en amantes hace mucho tiempo
atrás.
8 Traducido por Erly Obsess
Corregido por Amélie.

Cuando Marie regresó, lo hizo con otras cuatro personas: una


magnífica mujer negra con piel tan fresca y suave como la de Marie,
quien Ashwini reconoció como Leisel, dos morenas de piernas largas
que probablemente eran Penélope y Laura, y una hermosa mujer de
pelo castaño rojizo de casi treinta años con un pequeño vendaje en la
pálida piel de su mejilla derecha. Brooke, a menos que se equivoque.
Todas las mujeres estaban vestidas con un estilo que Ashwini
denominó “moda vampiresa”. El vestido de Leisel era de seda pesada
color aguamaria rodeado de encaje del mismo color, la exuberante tela y
el estilo sencillo lanzó la rica tonalidad de su piel en realce. Una pulsera
fina rodeaba su muñeca, su costo probablemente igual a la paga de
Ashwini en una cacería difícil.
54 Una de las morenas llevaba ajustados pantalones negros con un
top rojo cereza, las colas metidas en su cintura y las mangas cortadas
para exponer el delicado dorado de su piel. Alrededor de su cuello
yacçia una gargantilla de oro intrincada con un pequeño candado en la
parte delantera. Su compañera morena llevaba un traje idéntico,
excepto que su top era verde esmeralda y su gargantilla de plata.
Un par perfecto. Lindo. O nauseabundo.
Brooke, por su parte, llevaba un vestido a medida que abrazaba
sus curvas, la tela de un melocotón pálido rayado con líneas verticales
frambuesa. El vestido no tenía encaje, pero había enfundado sus manos
en guantes finos que concordaban exactamente con el melocotón del
vestido, el pelo torcido en un moño anclado por peinetas enjoyadas.
—¡Ah, necesitamos bebidas para nuestros invitados! —Las
palabras vinieron del vampiro que había seguido a las mujeres dentro
de la habitación. Contra el azul marino de su entallada chaqueta de
terciopelo, su piel brillaba de un blanco tan real como la caída del
encaje en su cuello y muñecas, con los ojos de un color topacio brillante
y gruesas ondas doradas de su cabello brillando por la luz arrojada
desde el candelabro de cristal. Giorgio era una viva publicidad de la
belleza que podía venir con el vampirismo.
Eso hizo a Ashwini pensar en cómo Janvier se vería en otros
quinientos años. Ella nunca pensó que él sería tan brillante,
incómodamente perfecto, ya que como las de Dmitri, sus asperezas eran
internas y parte de lo que lo convertía en Janvier. Ella jamás querría
que perdiera el corazón del muchacho nacido en los pantanos que una
vez fue.
Ese pensamiento la llenó de melancolía, porque no importa qué,
ella estaría muerta ya hace mucho tiempo antes de que él llegue a la
edad de Giorgio, lo que estimaba serían alrededor de seis o setecientos
años.
—Janvier. —Giorgio extendió ambas manos, el encaje dejando al
descubierto lo que parecía ser un brazalete de identidad con diamantes
en una muñeca, un reloj de platino por la otra. Otro diamante guiño en
su oreja izquierda—. Ha pasado mucho tiempo, mon ami5.
Janvier era encantador y su tendencia era nunca hacer enemigos,
por lo que Ashwini se sorprendió cuando no regresó el gesto, y en su
lugar dijo: —Las bebidas no son necesarias, Giorgio. Simplemente
necesito hablar con Brooke y tus otras mujeres. A Solas.
Su sonrisa no se apagó ni una fracción, Giorgio puso su brazo
alrededor de Brooke. —Por supuesto. —Besando su mejilla ilesa, y
dándole una posesiva caricia con su mano sobre su pecho, él salió de la
habitación.
—Ash —dijo Janvier —. ¿Podrías esperar con Marie y las demás
mientras hablo con Brooke?

55 —No hay problema.

***

En el instante en que estaba solo con Brooke, Janvier se centró


en el gran vendaje estilo mariposa en su mejilla derecha. —Te han
herido.
—Lo hice yo misma —Brooke respondió sin vacilar, el calor bajo
la pálida crema de su piel—, fue una tontería en un momento de rabia.
Siento mucho haberte traído hasta aquí para nada. —Torciendo sus
manos delante de ella, se encogió de hombros hacia adentro—. Giorgio
es un maestro maravilloso y me avergüenzo de mis acciones.
Acercándose, Janvier bajó su tono a la misma dulzura que usó en
Marie. —Nadie va a hacerte daño. —En lo que se refiere a Janvier, el
abuso hacia las mujeres era un crimen imperdonable—. Tienes mi
protección. Di la verdad.
Los ojos de Brooke brillaban mojados, le temblaba el labio
inferior. Levantando las manos, las colocó sobre el pecho de Janvier. —
Lo hago —dijo con voz áspera—. Desde el fondo de mi corazón, lo hago.
Si hay un castigo por perder el tiempo de la Torre, lo recibiré. —Respiró

5 Mi amigo, en francés.
temblorosa, su sonrisa agrietada—. Mi Giorgio es inocente de todo,
excepto amarme aun cuando soy una tonta—. Una lágrima golpeo la
mano de Janvier donde él ahuecó la mejilla de Brooke, su otra mejilla
sosteniendo un mojado rastro.
No podría haber aparecido más trágicamente romántica si lo
hubiera intentado.
Janvier habló con Brooke durante otros diez minutos, pero la
mayor del rebaño de Giorgio se mantuvo firme en sus afirmaciones.
Soltándola, habló con Marie, Leisel, Laura, y Penélope una a la vez.
Todas respaldaron la declaración de Brooke de que ella se lastimó a sí
misma y que Giorgio no maltrataba a sus mujeres.
Las cinco se tomaron de las manos cuando se reunieron de
nuevo, unánimes en su declaración de que Giorgio era un buen y justo
"maestro".
—No somos prisioneras, Janni —dijo Marie, con los ojos brillantes
e ingenuos y fervientes a la mirada de Ashwini—. Cualquiera de
nosotras es libre de hacer lo que desee. Laura se está yendo en unos
pocos días, ¿no es así?
La morena asintió, su sonrisa conmovedora. —Voy a extrañar a
Giorgio y al resto de mi familia de sangre desesperadamente, pero estoy
nostálgica. El maestro me compró un boleto de primera clase a casa

56 hacia Nebraska, y él dice que va a pagar uno de regreso si alguna vez


cambio de opinión.
—Estoy pensando en unirme a ella. —Penélope apretó la mano de
su amiga, sus uñas decoradas con esmalte de oro con una pequeña
constelación de Diamantes en las esquinas superiores izquierda—. Al
menos para una visita. —Un dulce, afectuoso beso en la mejilla de
Laura—. Giorgio sabe lo unidas que somos. Se ofreció a pagar para que
pueda ir a visitarla.
—Él nos atesora. —Las palabras fueron de Brooke pero el
sentimiento fue claramente compartido por las cinco mujeres.
La fatua devoción en sus rostros hizo que se le pusiera la piel de
gallina a Ashwini.
—Brooke y las demás —le dijo a Janvier cuando salieron de la
casa cinco minutos más tarde—. Son tan drogadictas como los que se
inyectan cocaína. —No todos los vampiros pueden dar placer con su
mordedura, pero la emoción de tener colmillos en la yugular o la
carótida era subidón suficiente para muchos—. Añade el tipo de belleza
de Giorgio, y ellas confunden la dependencia por el amor. Es como que
él tiene su propio culto en miniatura.
Janvier a horcajadas sobre la moto, le pasó un casco. —Vamos a
montar. Necesito sacar la enfermiza devoción de todo eso fuera de mi
cabeza.
Iniciando el rugido gutural del motor una vez que ella estaba
encima, él los llevó a través de Greenwich Village a Chelsea Piers, luego
abrazó el borde de Manhattan hasta que llegaron al puente George
Washington. Impulsado en la oscuridad del invierno, se dirigía a los
acantilados del Ángel Enclave, su moto obviamente era lo
suficientemente conocida para que ninguno de los guardias angelicales
lo detuviera.
Cuando frenó, estaba a unos simples metros de un acantilado
cubierto de nieve que daba al río que acababan de cruzar. Ashwini no
podía ver ninguna casa, sólo altísimos árboles a ambos lados de este
estrecho claro, así que o esta tierra estaba sin reclamar o, más
probablemente, era la propiedad de un ángel. Quitándose el casco
cuando Janvier lo hizo, se balanceó fuera de la moto, colocó el casco en
el suelo, y se acercó al borde del acantilado. Las luces de Manhattan
brillaron en el otro lado del agua que se movía soñolienta y deprimente
en la noche.
Dibujando bocanadas de penetrante aire frío, trató de quitarse de
encima la sensación de hormigueo que había sentido en el interior de la
elegante casa de Giorgio. Nueva como la casa era, no había captado
nada de las paredes, ni detectado susurros de horror. Su respuesta
obtenida fue únicamente, como Janvier lo había puesto, "la devoción
enfermiza de todo eso."
Después de haber permanecido en la moto, Janvier dijo. —La
casa de Giorgio tiene poco atractivo.
57 Ashwini frunció el ceño, se movió sobre sus talones para que
pudiera ver su rostro. —Lo dices como que la relación rebaño—maestro
no es por completo una mala idea.
—No siempre se trata sobre explotación. —Se inclinó hacia
delante en el manillar, su chaqueta de cuero desabrochada y el cabello
hecho un lío sexy—. Conozco a vampiros que han tenido el mismo
rebaño durante décadas. Ellos realmente tratan a los hombres y
mujeres como familia, son más leales a ellos que a otros vampiros,
lloran la perdida de cada uno. Algunos de los monumentos más
inquietantes que he visto en los cementerios de Nueva Orleans son para
miembros de la familia de sangre.
—Podría ser que solo se trate de mantener a la comida feliz.
—La comida no es tan difícil de encontrar, cher. —Un claro
encogimiento de hombros—. El vampirismo da a los antiguos una
sorprendente belleza física y muchos de ellos también son ricos y
poderosos. Los mortales se sienten atraídos por ellos como moscas y,
sin embargo, es el más antiguo de mi especie el que más a menudo
tiene un rebaño.
—A diferencia de Giorgio, la mayoría no lo ve como una relación
sexual o tratar a los de su familia de sangre como trofeos, la apariencia
física de su rebaño no es importante. Amistad, afecto, respeto, esas son
las claves. Una vez le pregunté a un amigo de seiscientos años de edad,
por qué mantuvo a su rebaño, y me dijo que estaba cansado de la
constante ronda de seducción sin sentido, sólo quería la intimidad y la
comodidad de la familia a su alrededor.
Sentándose de regreso, él jugó con una navaja que debió de haber
deslizado fuera de su bota. —Debes recordar que muchos de los míos
nacieron en un momento en el que estar en una familia era vivir en una
sola casa, varias generaciones una encima de las otras, los recién
nacidos compartían habitaciones con sus abuelos, y los guerreros
sentados lado a lado con sus hermanos menores, primos y huérfanos.
Eso es lo que tratan de recrear, para los antiguos a menudo encuentran
a la soledad el peor dolor de todos.
Sus palabras detuvieron a Ashwini; ella nunca consideró las
cosas desde ese ángulo y eso creó una especie de sentimiento
desgarrador. —Yo crecí así. —Se encontró diciendo cuando la mayor
parte del tiempo, ella hizo su mejor esfuerzo para no pensar en el
pasado—. Mis abuelos paternos vivían con nosotros, al igual que una
tía antes de que se casara, y otro que se divorció. —La casa Taj nunca
fue tranquila.
La expresión de Janvier era decidida. —Así que entiendes.
—¿La necesidad de crear una familia? Sí. —¿No era eso lo que
hizo con el Gremio, cuando se rompió en demasiados pedazos como
para unirlos de nuevo?—. Pero eso no es lo que vimos hoy.

58 —No. —Él se quedó mirando hacia el agua—. Giorgio trata a sus


mujeres como bonitas muñecas. Su propiedad, para vestir, para
enjoyar. Marie May tenía tanto fuego cuando la conocí, pero el fuego
ahora está todo centrado en Giorgio. Pronto se va a olvidar de sus
sueños.
—Y cuando ella se ponga demasiado vieja para él, va a empujarla
para que se vaya como lo está haciendo con Laura y Penélope.
—Oui. Lo que ven como bondad es simplemente la manera como
Giorgio crea espacio para nuevos juguetes.
Su visión se volvió roja con el pensamiento del bastardo
presumido que, estaba claro, no tardaría en empujar a la pobre,
enferma de amor Brooke a la acera, y cruzó los brazos. —¿Puedes sacar
a las jóvenes?
—No. —dijo con la mandíbula apretada—. Ellas son mayores de
edad y la Torre no puede interferir en los asuntos domésticos sin causa.
—Ese hecho claramente no le caía nada bien, pasó la pierna fuera de la
moto y se acercó a ella—. Voy a llamar a Marie mañana y reiterar que
ella y las demás pueden venir a mí en cualquier momento, pero no
puedo hacer nada acerca de su esclavitud mental y emocional cuando
van hacia ella con los ojos bien abiertos.
—Cinco minutos a solas con Brooke —dijo Ashwini—, y sabría a
ciencia cierta si estaba diciendo la verdad. —Los ecos de la memoria
eran los más fuertes en los antiguos como el ángel Nazarach, pero con
un poco más de esfuerzo, Ashwini podía recogerlos a partir de los
menores de cuatrocientos años. Esta última limitación era por qué ella
podría seguir trabajando como cazadora, ya que era extremamente raro
que el Gremio sea contratado para cazar a un vampiro más viejo. Los
ángeles por lo general se hacían cargo de cualquier problema de ese
nivel ellos mismos.
Por desgracia, la limitación no fue escrita en piedra. Janvier era
opaco para ella, siempre fue así, pero por lo general, cuanto más
conocía a alguien, más posibilidades había para conectar con ellos sin
importar la edad. Y de vez en cuando, incluso un joven extranjero podía
hacer saltar sus sentidos, arrastrarla debajo. Eso era por lo que ella era
tan cuidadosa con el contacto físico.
Janvier pasó sus nudillos por la línea de su columna vertebral. —
Si tú encuentras oscuridad en la esclava de sangre de Giorgio, eso va a
vivir en ti para siempre. No, no voy a permitir eso.
—¿Desde cuándo tienes el derecho de "permitirme" algo? —dijo
ella, dándole la espalda.
Él agarró una de sus muñecas, su agarre suave pero irrompible.
—¿Quién era él?
Su respuesta fue instintiva, su mente huyendo de la agonía de
todo. —No es asunto tuyo.
La llevó hacia él, Janvier sujetó su muñeca contra su pecho, su
59 corazón latió constante y fuerte bajo la delgada barrera de la camiseta,
su cuerpo era tan cálido que quería echarse en el como un gato antes
de un incendio. —Estamos más allá de eso, y lo sabes. Es por eso que
has estado huyendo tanto de mí.
—Me parece recordar que te acechaba. —dijo ella, sus traidores
dedos curvándose en su calor.
Él la tiró más cerca, y mantuvo su voz cuando habló—: Veo tanto
dolor en tus ojos, tanta pérdida. —Con la respiración superficial y los
hombros rígidos, susurró—: ¿Lo amabas tanto?
En ese instante, sabía que podía dar un golpe que sería un
martillazo a la extraña, desconocida y preciosa cosa que había entre
ellos, la conexión que se había formado el primer día que se
encontraron cara a cara. Él le había sonreído mientras ella preparaba
una ballesta, luego le soplo un beso y se trasladó con esa rápida gracia
que llegó a asociar siempre y sólo con él. Casi sonrió a su vez antes de
recordar que estaba allí para llevarlo a hacerle frente a un ángel muy
furioso.
Ese ángel retiró la orden de caza setenta y dos horas más tarde,
después de que Janvier fuese agradable. Ella entró en la residencia del
ángel para encontrarle riendo con Janvier, mientras que el maldito
Cajun que la había llevado a un pantano, antes de escapar con una
astucia que de mala gana admiraba, se encontraba tendido en un sillón
de un verde fuerte, sus largas piernas echadas. Era la primera vez que
la llamó cher, preguntándole cuando podrían jugar de nuevo.
¿Et quand en va rejouer, cher?6
—Tengo fotos de mi familia en mi teléfono. —susurró, incapaz de
destruir su relación con una mentira que alteraría para siempre la
honestidad en su corazón—. Acababas de ver a Arvi ese día... mi
hermano.
Janvier libero una áspera respiración, un estremecimiento onduló
a través de su cuerpo. —Es por lo menos veinte años mayor que tú.
—Diecinueve —dijo—. Yo era un bebé tardío no planeado. —Un
error, un pesar—. En muchos sentidos, él era mi padre. Es por eso que
me habla así, asume que voy a hacer lo que él dice.
—¿Tus padres?
—¿No habías hackeado ya una base de datos y buscado todo? —
Fue estúpido evitar la pregunta, pero lo estuvo haciendo durante tanto
tiempo que era costumbre.
Su pulgar se movía sobre su piel, Janvier esperó hasta que lo
miró a los ojos al decir: —Eso hubiera sido en contra de las reglas.
Ashwini no podía fingir que no sabía las reglas. —Mi madre y mi
padre murieron cuando yo tenía nueve años.
—¿Un accidente?
—Sí. Ahí fue cuando perdimos a nuestra hermana, Tanu,
60 también. —Las palabras eran una mentira envuelta en una devastadora
verdad pero este secreto no podía compartirlo. No hoy. No hasta que ya
no tenga elección—. Después de que se fueron, Arvi dio un paso
adelante, se hizo cargo de todo.
—El amor no causo las tantas sombras que veo en ti, mi feroz
Ashblade.

6 ¿Y cuándo vamos a jugar de nuevo, querida? en francés.


9 Traducido por Marie.Ang
Corregido por Laurita PI

Incapaz de soportar la emoción desnuda en sus ojos, porque era


un espejo sus propios ojos, usó su entrenamiento del Gremio para
romper su agarre. El hecho de que hubiera esperado hasta ahora era
otra señal de peligro, otra advertencia. —No encajaba —dijo, y era todo
lo que podía decir en ese momento sin quebrarse por completo.
Avanzando hasta el mismo borde del acantilado y la nieve
crujiendo bajo sus botas, regresó la conversación a lo que podía
manejar. —Mi hermano es neurocirujano. —Uno de los más venerados
en la profesión—. El Dr. Arvan Taj no hace visitas a domicilio, no para
cualquier persona. Y definitivamente, no trata al rebaño.
—Giorgio fue una vez un médico de renombre. —Las botas de
61 Janvier quebraron la capa de hielo sobre la nieve cuando vino para
unírsele—. Fue responsable de un número de avances significativos en
su tiempo y sigue siendo respetado en los círculos médicos. Quizás es
porque sólo ha sido en las pasadas cuatro décadas que escogió
abandonar su vocación por la búsqueda de un placer egoísta que no le
importa a quién lastima.
Captando algo inesperado en su tono, frunció el ceño. —Él te
llamó mon ami. ¿Fueron amigos?
—No, pero hubo un tiempo en que esa dirección me habría hecho
sentir orgulloso. —Empujando una mano por su cabello, dijo—: Pasé un
mes en su château en los Alpes hace mucho tiempo. Tenía un salón que
ofrecía a un número selecto de las mejores mentes del mundo y me
encontré en él cuando estaba encargado de entregar una carta
importante. —Con ojos distantes, sacudió la cabeza—. Por alguna
razón, me invitó a quedarme, aunque era un ignorante mensajero con
apenas medio siglo de vampirismo tras de sí.
—Siempre has sido inteligente. —Era una llama en él, el deseo de
agarrar la vida con ambas manos, absorber conocimiento en mil
fragmentos diferentes.
—Estoy feliz de saber que piensas así, cher, tu mente me sedujo
hace tiempo. —La débil insinuación de una sonrisa se hallaba en sus
labios, Janvier, un hombre que nunca se volvía sombrío por mucho
tiempo—. Pero me encontraba fuera de lugar ahí, los otros eran
científicos expertos en fuego y artistas, filósofos y exploradores. —Un
suspiro, su garganta formando un arco cuando levantó la mirada al
cielo nocturno nublándose—. Puede ser que esos grandes hombres y
mujeres decidieran que necesitaban una audiencia. No importa… bebí
el conocimiento que compartieron como si fuera lluvia y mi alma una
llanura sedienta.
Era una imagen que tironeaba su alma, la hacía querer
encerrarse en un cuarto con él por días, semanas, meses, así podía
escuchar los caminos que viajó, los lugares en los que estuvo, la gente
que conoció. El tiempo se iba entre sus puños, y había tantas cosas que
aún no conocía de él.
—Entonces, ¿Giorgio tiene un rebaño? —preguntó a través del
dolor de la necesidad.
—Sí, y siempre ha tenido un ojo para la belleza núbil, pero tal es
el caso de muchos hombres, mortales o inmortales, ¿non?
Ashwini asintió, pensando en el septuagenario que vivía en su
edificio, su compañía una sexy pelirroja de unos treinta años.
—Pero, en aquel entonces —continuó Janvier—, Giorgio trataba a
la mayor de su rebaño con amor y respecto, incluso después de que su
juventud se desvaneciera; durante mi estancia en el château, conocí a
una que se encontraba en su sexta década. Para ella, Giorgio era
familia, y el sentimiento era recíproco.

62 Ashwini no podía hacerse a la idea de que el vampiro acabara


abandonando lo que una vez fue un hombre diferente, un miedo
repentino le quitó la respiración. —No permitas que la inmortalidad te
haga eso —susurró—. No le permitas que te robe tu alma.
Ojos verde musgo sostuvieron los suyos. —Es, como me dicen
otros, mucho más fácil permanecer como humano si divides tu corazón
en dos y le das una parte a otro para que lo guarde.
Dámelo, quería decir. Lo protegeré con mi vida… y te daré el mío a
cambio. Cruzándose de brazos contra el impulso que básicamente le
causaría a él un dolor tan terrible que dejaría cicatrices permanentes,
rompió la intimidad ardiente del contacto visual para mirar hacia el
resplandor de Manhattan. —Supongo que Arvi podría hacerle un favor a
un amigo. Él y Giorgio, probablemente, se conocieron en una gala de
caridad o algún otro asunto de etiqueta.
Su hermano se encontraba a gusto en tales eventos, la perfecta
cita urbana. Porque, a pesar de que Arvi era un hombre nacido para ser
la cabeza de una familia, la responsabilidad se asentaba sobre sus
hombros como si hubiera sido hecha para que lo usara, nunca se casó.
Hace una década, Ashwini pensó que eso estaba a punto de cambiar,
pero la talentosa cirujana a quien Arvi inevitablemente amó
apasionadamente, pasó a convertirse en la esposa de otro hombre.
Desde entonces, Arvi jugó en el campo. No le quedaba, pero entendía
por qué lo hizo.
—Nunca mencionaste antes a tu hermano. —Javier acarició los
mechones del cabello de ella entre la punta de sus dedos.
Los pequeños tirones en su cabellera llegaron a lo profundo de su
ser, Ashwini levantó la vista al limpio viento para ver a un escuadrón de
ángeles pasando sobre ellos en un camino de vuelo bajo. Sumergieron
las alas como una unidad mientras pasaban, y supo que Janvier había
sido visto. Él levantó su mano libre en un reconocimiento justo
mientras una ráfaga de viento le apartó el cabello de la cara.
Ese rostro nunca podría ser llamado hermoso. Poseía demasiados
bordes rudos. Pero, ¿sexy? Sí, Janvier era sexy en cada forma que un
hombre podía serlo. La curva de sus labios, la oscura sombra de barba
en su mandíbula que decía que no se preocupaba por ser bonito, el
brillo de pecaminoso conocimiento en sus ojos, la forma perezosa en
que se movía, se añadía a un paquete que tendría a una mujer
ejerciendo una increíble fuerza de voluntad para repudiarlo.
La fuerza de voluntad de Ashwini se hallaba al mínimo todo el
tiempo.
Como si hubiera sentido eso, Janvier deslizó las manos por su
espalda para enganchar un pulgar en el bolsillo trasero de ella.
Empujaba sus límites y era lo que siempre hacía. Si alguna vez dejaba
de coquetearle, una parte de ella moriría. —¿Tienes que reportarte con
Illium en persona? —preguntó, ignorando su pregunta implícita sobre
63 su hermano, incapaz de ir ahí, de hablar sobre la agonía que la dividía y
unía con Arvi; no podía olvidar su traición, y Arvi no podía perdonar lo
que vio como ella.
—Puedo llamar para comunicar la información. —La mirada de
Janvier era aguda, pero sus palabras fáciles—. ¿Tú?
—Haré lo mismo.
Separándose a extremos opuestos del acantilado, llamó a Sara
mientras él contactaba a Illium.
Ashwini actualizó a la Directora del Gremio con los detalles, luego
dijo—: Mis instintos gritan que el perro es un presagio de lo peor por
venir. —La sensación no tenía nada que ver con sus habilidades más
inusuales; era puro instinto de cazadora—. Voy a mantener un ojo en el
área, trabajar con mis contactos para ver si puedo agarrar algo suelto.
—No voy a ponerte como cazadora activa en al menos dos
semanas más —respondió Sara—, así que tómate el tiempo y mantenme
informada. Sin heroísmos. —Era una orden—. Maldita sea, no tengo la
intención de observar a los sepultureros poner a otro de mi gente en la
tierra.
Hubo tantos funerales después de la batalla que resonaron en el
aire, en los tejados, y por las calles de Manhattan. Cazadores, vampiros,
ángeles… la ola de muerte fue indiscriminada, el dolor que dejó a su
paso una pesada sombra que coloreó la orden de Sara de esta noche. —
Tomo nota —dijo Ashwini a la otra mujer antes de colgar.
Luego, se dio la vuelta, miró al hombre que caminaba hacia ella,
su cabello al viento y su sonrisa una invitación, y supo que estaba a
diez segundos de hacer lo que podría ser el peor error de la vida de
ambos.
***
Janvier quería a Ashwini. La quería desde su primer encuentro en
la exuberante humedad verde de un pantano de cipreses, su piel
perlada por el sudor y las libélulas zumbando en el aire. Tomó todo en
él no intentar seducirla entonces y ahí, el deseo de lamer la sal unida a
su olor mientras conducía su polla dentro de su cuerpo en un deseo
violento y repentino.
El hecho de que ella tuviera una ballesta apuntando a su
intestino no apagó su lujuria, sólo la acentuó, pero la lujuria sólo fue al
principio. Cada vez que se enredaban, aprendía un poco más sobre su
Ashblade, hasta que tener su cuerpo ya no sería suficiente. Janvier
quería a toda la mujer hábil, complicada y con dones frente a él.
Incluyendo su confianza.
Hoy, los ricos ojos marrones que vio reír, enfurecerse, divertirse,
se encontraban tristes y frágiles. Un pequeño empujón y sabía que le
permitiría seducirla, le permitiría usar su cuerpo para hacerla olvidar el
dolor que vivía en ella, esa cosa enorme demasiado terrible para que un

64 mortal la poseyera. Podía besarla, saborearla en un intento por calmar


su intensa necesidad, incluso meter su polla tan profundo que ella
gritaría. Y cuando terminara, habría destruido la cosa más hermosa que
encontró, que sintió, en toda la eternidad.
—Es una gran noche para un paseo largo —dijo antes de que ella
pudiera hablar—. No hay viento fuerte, y puedo manejar cualquier nieve
que caiga. ¿Vienes?
Una pausa expectante, aquellos misteriosos ojos enfocados en su
rostro.
Sus nervios se tensaron; Janvier no sabía si tenía la fuerza para
negarse si le hacía una oferta diferente, incluso al saber que sería un
error devastador. Era su talón de Aquiles, su locura personal y
luminosa.
—Sí —dijo al final—. Vamos.
Agarrando el casco que trajo especialmente para ella y que nunca
le prestó a nadie más, se lo puso con sus propias manos, cerrando la
visera para la niebla para protegerle el rostro. Luego, se subió el cierre
de la chaqueta tras una mirada a Ash para asegurarse que la suya se
encontraba segura, se puso su propio casco y se sentó a horcajadas en
la motocicleta. Ella dudó por un segundo antes de ir tras de él, larga,
elegante y la más compleja criatura fascinante que conoció.
Sin interrumpir el silencio que cayó entre ambos, condujo por el
estrecho camino de acceso del acantilado con cuidado; podría tener una
racha temeraria, pero a pesar de su valor y determinación, Ash era
mortal. Si destrozaba la moto, ella podía morir. Sus intestinos se
tensaron, su columna se bloqueó.
Sólo unas décadas más. Entonces, será el tiempo de que un nuevo
cazador te persiga.
Ella le dijo eso la primera vez que le pidió ayuda. Habían ido al
territorio de Nazarach, sobrevivido al sádico ángel, compartido una
promesa decadente de un beso en una plataforma de un tren antes de
que lo dejara, su salvaje tormenta de viento de una amante. Porque ella
era mucho más que su amante, incluso si nunca estuvieron piel a piel.
La idea de estar con otra mujer después de conocerla simplemente se
encontraba fuera de cuestión.
No la dejaría, no podía dejarla, morir. No a la tempestuosa
tormenta que era ella.
La luz se iría del mundo si se iba.
El único impedimento de convertirla en casi inmortal era la propia
resistencia de Ash ante la idea. Rafael se encontraba al tanto de Ash
desde mucho antes de la fatídica reunión que Janvier tuvo con ella en
ese pantano; el arcángel estaría más que feliz de tener a una mujer con
sus habilidades en la Torre. De alguna manera, Janvier tenía que hacer
que Ash viera que vivir cientos, quizás miles de años no sería la
pesadilla que imaginaba.

65 Una vez fuera del Enclave, giró la moto en dirección a las


montañas de Adirondacks. El viento nocturno silbaba junto a ellos y
otros vehículos los sobrepasaban por la izquierda, ya que mantuvo la
velocidad baja, la nieve en los costados del camino brillaba en la luz de
sus faros cuando pasaron por las áreas más pobladas, los árboles
limpias siluetas contra la noche.
Encendiendo el micrófono y el sistema de altavoz incorporado en
su casco con una inclinación de su cabeza, dijo—: Hay algo sobre ir por
un paseo con una hermosa mujer envuelta a mi alrededor.
Le tomó un par de segundos descubrir el sistema en su extremo.
—¿Desde cuándo una mano en tu hombro es “envuelta a tu alrededor”?
La vieja tristeza y el intenso dolor que sintió en ella desde el
instante que se encontró cara a cara con su hermano aún se
encontraban ahí, pero podía oír a su Ash alzarse a través de ello. —Ah,
quizás simplemente estoy entregándome a una fantasía. Tonto macho el
que soy.
Un resoplido sonó detrás de él… pero luego deslizó los brazos
alrededor de su cuerpo, presionando el pecho sobre su espalda, la
fuerza de su abrazo haciéndolo sentirse poseído, apropiado. El contacto
alivió la antigua y potente necesidad de su interior, lo suficiente que su
pecho ya no dolía, el aire llenaba sus pulmones otra vez.
—Así que, pido y recibo. Estás de un humor generoso.
—No te pongas demasiado engreído, cuddlebunny7.
Su sonrisa fue brillante. —¿Qué es un cuddlebunny? —preguntó,
genuinamente curioso.
—Tú, en este momento. Sexy, ¿non?
Le encantó que se burlara de él. —Oui, si hace que te acurruques
tan cerca.
Su risa fue ronca, y era todo lo que necesitaba escuchar.
***
Montaron por horas, tomando un descanso de vez en cuando
para estirar las piernas o admirar el paisaje, o para que Ashwini
consiguiera un poco de café caliente.
—A este ritmo, voy a tener una sobredosis de cafeína —señaló la
segunda vez que Janvier hizo una rápida parada en un restaurante, la
nieve que había empezado a caer suave y agradable, sin ser un reto
para las habilidades de Janvier en el manejo de la moto.
—Búrlate de mí, cher. No quiero que te congeles. —Una sonrisa
maliciosa—. Me gusta tu sangre caliente.
—Deja de pensar en mi sangre.
—Ahora pides lo imposible de tu cuddlebunny.
66 Con cada kilómetro que pasaba, con cada palabra juguetona,
Ashwini sentía más y más que la tensión causada por el inesperado
encuentro con Arvi se diluía… y cada vez más su corazón caía en las
manos del hombre que vio su quiebre y le dio la risa para sanarla.
¿Qué iba a hacer con esto, con ellos? Ya no parecía tan sencillo
como guardar un secreto, el mantener la distancia. Porque, como lo
demostraba su posición actual, lo último probaba un fracaso
espectacular, y lo anterior parecía una traición de todo lo que se habían
convertido el uno al otro. —Naasir tiene razón —dijo cuando Janvier
detuvo la moto en una gasolinera de camino a Manhattan, el aire limpio
de nieve una vez más.
Sacándose el casco, Janvier la miró por encima del hombro. —
¿Sobre qué?
—Sobre las personas haciendo las cosas demasiado complicadas
para… —Un fuerte zumbido interrumpió sus palabras—. Espera —dijo,
su corazón golpeando contra sus costillas porque la decisión sobre qué
decirle a Janvier podría haber sido hecha para ella.
Sin embargo, la llamada tardía no era de Banli House.
—Es Sara. —Ashwini sintió que su sangre se enfrió; la Directora
del Gremio no la llamaría un cuarto pasadas las once a menos que
fuera un problema serio—. Sara, ¿qué pasa?

7 Se refiere a alguien que sirve para acurrucarse.


—Los policías me contactaron. Han encontrado un cuerpo que
etiquetaron como asunto del Gremio. Por la descripción, está en la
misma condición que el perro.
Ashwini se armó de valor para malas noticias, pero las palabras
de Sara le quitaron el aliento. —Maldición. —Poniendo la mano en el
hombro de Janvier, cerró los ojos por un segundo antes de abrirlos—.
Me encargaré de esto.
—No estás en condiciones de caza, Ash. Sabes eso.
Janvier le palmeó el muslo y le hizo una seña para que cubriera el
teléfono, de modo que pudieran hablar.
—Un segundo, Sara.
—No puedo escucharla claramente —dijo Janvier tan pronto como
bloqueó el receptor—, pero, ¿dice que un cuerpo se conecta al perro? —
Ante el asentimiento de ella, su rostro se puso sombrío—. La ciudad no
necesita esto justo ahora, tan pronto después de la batalla. Apenas
empieza a sanar.
—¿Estás ofreciendo asistencia de la Torre?
—No hay forma que la Torre no esté involucrada —señaló—. El
Gremio tendría que reportar esto a Dmitri tarde o temprano. Bien
podrían haber trabajado juntos desde el principio.

67 Ashwini no podía discutir con él, esto no era un caso normal del
Gremio. —Tengo asistencia de la Torre —le dijo a Sara. Molesta como se
sentía por tener que pelear para hacer su trabajo, también sabía que la
Directora del Gremio tenía razón; no se encontraba en condiciones
físicas para manejar esto por su cuenta. Sería estúpido no tener
respaldo por si las cosas se ponían feas.
—¿Janvier? —preguntó Sara.
—Sí. —Transmitió lo que dijo sobre el estado sicológico de la
ciudad.
—Tiene un punto. —El sonido débil de un tamborileo vino a
través de la conexión, Sara probablemente daba golpecitos con su
pluma contra el escritorio—. ¿Asumo que Janvier le pasará los detalles
a Dmitri?
—Sí.
—Bien. Contactaré a Dmitri en la mañana, prepararemos nuestro
plan de acción, pero por ahora, trabaja bajo el supuesto de que la
investigación necesita mantenerse fuera del radar.
—Entonces, ¿el caso es mío?
—Llamaré a los policías para que mantengan la escena hasta que
llegues.
10 Traducido por Josmary
Corregido por Daniela Agrafojo

Ashwini y Janvier regresaron a Manhattan en la mitad del tiempo


que debería haber tomado. Fue el viaje más emocionante de su vida, la
moto moviéndose tan suave como una corriente de agua. Pura seda,
acero y velocidad.
Esa emoción fue reemplazada por una dura rabia al instante en
que llegaron a la escena.
La víctima fue encontrada en un contenedor de basura detrás de
un restaurante que oficialmente estaba ubicado en Little Italy. Pero que
realmente se situaba contra el extremo más alejado del Barrio
Vampírico. Una calle por encima de esta, los clubes
eran cuestionables en el mejor de los casos, fatales en el peor.
68 La última vez que estuvo en la zona —persiguiendo a un vampiro
que había violado su Contrato y decidió esconderse en la parte más
oscura de la ciudad—, entró en uno de esos clubes y vio a una
drogadicta eufórica, desmayada en el regazo de un vampiro bien
cuidado y elegante, con un toque de rojo en sus ojos. Tenía el mini
vestido de lentejuelas de la drogadicta fuera de sus hombros, su mano
moldeaba su pecho desnudo mientras bebía de su cuello.
Otro vampiro tenía sus colmillos enterrados en la cara interna de
su muslo.
Ashwini sabía que perdía su tiempo, pero hizo que se detuvieran,
luego esperó hasta que la mujer estuviera consciente. Momento en el
que la drogadicta llamó a Ash “puta que necesitaba ser follada”. Luego
extendió sus piernas lascivamente revelando que no llevaba bragas, y
empujó a uno de los vampiros entre sus muslos, diciéndole que se
alimentara. Sus ojos rodaron hacia atrás un instante después, gritos
orgásmicos arrancados de su garganta.
Una semana más tarde, Ashwini vio la cara de la misma mujer en
un boletín del Gremio. La habían encontrado desangrada, colmillos
marcados por todo su cuerpo. Entristecida, pero no sorprendida,
Ashwini le contó al cazador que llevaba el caso de los vampiros que vió
con la víctima. Resultó que los dos se encontraban en San Francisco
para ese momento, la drogadicta murió a manos de otro de sus clientes.
Esa solo era la punta del iceberg.
Ciertas partes del Barrio Vampírico eran un mercado de carne
para la sangre, para el sexo, para el dolor. No todos en lo más cutre.
Dos de los clubes más peligrosos del Barrio también eran los más
sofisticados y exclusivos, que atendían a una muy selecta clientela.
Viejos, viejos vampiros a los que ya no les gustaba nada vainilla.
El Gremio hizo todo lo posible para mantener un ojo en las cosas,
pero los cazadores no eran los hermanos mayores de nadie, y si la carne
se acercaba y quería ser comida, no era asunto de nadie más que de los
adultos involucrados.
Los menores de edad eran otra historia.
La piel de Ashwini se erizó cuando recordó el informe que fue
parte del archivo que le dieron cuando entró en la Academia a los
dieciséis años, el Gremio tenía una política de asegurarse de que todos
sus estudiantes fueran plenamente conscientes del mundo en el que se
estarían moviendo en caso de que completaran su formación.
Los estudiantes más jóvenes recibían datos censurados, lo que
sus mentes podían manejar en el momento, cada vez más completos a
medida que crecían. A los participantes de más edad, por el contrario,
les mostraban hechos crudos y duros desde el primer momento. En un
caso que nunca olvidó, el vampiro en cuestión fue enviado a una prisión
especial para casi inmortales y condenado a que le desollaran la piel
una vez cada catorce días, sin anestesia, la herramienta podía ser un
69 látigo o un bisturí.
Al parecer, tenía que elegir qué herramienta se utilizaría cada vez.
Si eso no era lo suficientemente aterrador, una vez al mes, los
carceleros le cortaban la lengua y los genitales, un castigo específico por
el hecho de que se aprovechó de niños. El tempo estaba calculado
precisamente, suficiente para que todo volviera a crecer, dada su edad,
y para que tuviera dos días de perfecto estado de salud.
Cuarenta y ocho horas para temer lo que está por venir, le dijo
Janvier una vez, mientras discutían el castigo en el reino de los
inmortales y casi-inmortales. Es un hombre estúpido aquel que busca
romper una ley cuando la pena esta en las manos de Dmitri.
La libertad condicional ni siquiera era una posibilidad hasta que
el vampiro hubiera servido cien años.
En lo que se refería a Ashwini, era un castigo malditamente
perfecto. El vampiro había follado y chupando a un niño de trece años
de edad y una niña de doce años de edad, que habían crecido en su
hogar, hijos de los sirvientes. En lugar de proteger a los inocentes que
cuidaron de él, usó su confianza y la de sus padres para abusarlos
sistemáticamente.
Incluso preparó a sus víctimas hasta el punto en que ellos creían
que el abuso era una parte normal de la vida.
Los dos niños fueron dañados en un nivel muy profundo, Ashwini
sabía que el pronóstico para su futura salud psicológica era sombrío en
el mejor de los casos. Oyó rumores de que era una de las raras veces
que Rafael se implicó personalmente en la vida de los mortales, eso fue
mucho antes de que Elena se convirtiera en su consorte.
Según los rumores, le hizo algo a las mentes de los niños que les
permitió sanar. Ashwini siempre esperó que el rumor fuera cierto, que
los niños lo hubieran logrado, que tuvieran una vida segura y feliz
viviendo como adultos… y que ningún otro monstruo hubiera invadido
su existencia.
Como el que se aprovechó de esta víctima.
La hembra —que ya no estaba en un contenedor de basura, sino
que fue colocada en una lona en la nieve recién caída junto a ella, un
mantel blanco la protegía de la exposición— no era una niña. Eso fue
evidente cuando Ashwini y Janvier levantaron el borde del mantel para
mirar por debajo con la ayuda de la linterna de alta potencia que le
prestó uno de los dos policías que respondieron al informe del hallazgo
del cuerpo.
—Supe que era un caso para el Gremio tan pronto como lo vi —
dijo la oficial más vieja del dúo, con el pelo gris atado en un moño en la
parte posterior de la cabeza—. Con las cosas que he visto en este
trabajo, se podría pensar que sería inmune a sorprenderme. Sin
embargo, nunca antes encontré algo como esto.

70 La víctima, su pelo como paja despojado de color, no se hallaba


totalmente momificada. Se veía lo suficiente como para que Ashwini
pudiera decir que su cara tenía la estructura ósea de un adulto y sus
pechos se habían desarrollado más allá de la adolescencia. Su altura
parecía estar cerca de un metro con sesenta centímetros, y después de
haber retrocedido la piel alrededor de la boca vio que su dentadura era
clara y daba testimonio de su humanidad. No había colmillos, ni
siquiera los de un bebé. Las marcas en su cuerpo eran innumerables.
La luz reflejaba el blanco brillante de las cicatrices antiguas, sumidas
en el dulce púrpura-verdoso de los moretones nuevos, sumados al lío
que era su garganta.
Alguien le hizo daño a esta mujer durante un largo período de
tiempo.
Con la ira palpitando en sus entrañas, Ashwini sabía que
cualquier examen ulterior tendría que esperar a la fría claridad de la
morgue del Gremio.
—¿Por qué la movieron? —preguntó a la oficial de policía.
Su compañero, un joven musculoso que se veía pálido por las
nauseas, estaba de guardia en la entrada del callejón que servía de
conducto a la parte posterior de las empresas a lo largo de este tramo.
—No fui yo, señora. —Una sutil inclinación de cabeza—. El dueño
del restaurante, él la tenía antes de que llegáramos aquí. Su nombre es
Tony Rocco.
Echando un vistazo detrás del policía uniformado, Ashwini se fijó
en el hombre bajo y de apariencia sólida que se encontraba de pie con
ojos enrojecidos en la puerta trasera del restaurante. Ella se levantó,
dándoles a los técnicos de escenas del crimen el visto bueno para
procesar la escena. Ninguno era del Gremio, pero habían trabajado con
y para ellos antes y podía confiar en que no filtrarían nada a los medios
de comunicación.
—Gracias por venir tan tarde, chicos —dijo antes de caminar
hacia Tony Rocco.
Janvier se quedó atrás, hablando en voz baja con los técnicos.
—Señor —dijo al llegar el dueño del restaurante—. Mi nombre es
Ash. Estoy con el Gremio.
Él no pidió ver su identificación, sólo sacudió la cabeza, su pelo
grueso del mismo negro profundo que su bigote bien peinado, su piel
pálida por la conmoción.
—No podía dejarla allí, como si fuera basura. Sé que no debo
tocar si encuentro algo así, pero no pude evitarlo. —Su labio inferior
tembló, su voz ronca—. Ella es la niñita de alguien.
Al menos, pensó Ashwini, la víctima tuvo esto, un momento de
atención, de humanidad después del horror.
—Entiendo, señor Rocco —dijo, manteniendo su voz suave—.
71 Pero, ¿puedes decirme cómo la encontró? ¿Había basura encima de
ella?
En lugar de contestar, se volvió en la puerta para gritar—: ¡Coby!
Un adolescente larguirucho con la misma estructura facial de
Tony, pero con varios centímetros más de altura y con la piel varios
tonos más oscura, apareció detrás del hombre mayor.
—¿Sí, Pa?
—Muéstrale las fotos a la dama.
El adolescente sacó su teléfono, tocó la pantalla para abrir sus
archivos de fotos, y luego se lo entregó a Ashwini.
—Veo programas de crímenes... pero nunca esperé ver algo así en
vivo. —Su nuez de Adán se balanceó—. Hice que Pa esperara un minuto
para sacarla. Le ayudé, a pesar de que sabía que no debíamos hacerlo.
Agarrando la mano de su padre como debió haberlo hecho cuando
era un niño más pequeño, Coby parpadeó rápidamente, añadiendo—:
Simplemente la tiraron. No sabía que la gente realmente hacía eso.
Pensé que solo hacían esas cosas en la televisión. —Su voz temblaba.
Ashwini conocía mucha gente mala en su línea de trabajo,
mortales e inmortales. Algunos eran completamente estúpidos y
violentos, otros malos y crueles, un porcentaje era egoísta y narcisista.
Después conocía a gente como Coby y su padre y se renovaba su fe en
el mundo.
—Gracias. —Reenviándose las fotos desde el teléfono del chico y
eliminando las copias para que Coby no tuviera que hacerlo él mismo,
dijo—: ¿Usualmente sacan la basura alrededor de la hora en la que fue
encontrada?
Tony Rocco asintió después de poner su brazo alrededor de su
hijo y abrazar al adolescente a su lado.
—Sí. Limpiamos para la mañana siguiente y…
—Lo hacemos alrededor de las once —dijo Coby cuando su padre
se interrumpió, la voz del hombre mayor tragada por el dolor.
—¿Alguien más utiliza este basurero?
—Gente de la calle bucea en el contenedor de basura de vez en
cuando —dijo Coby—, pero tratamos de darles las sobras para que no
tenga que hacerlo. —Otro trago irregular, pero el chico no paró—. Ahora
esta tan frío que ya no vienen por la noche. Así que sobre todo nosotros
y el lugar al lado, sólo que estaba cerrado hoy.
El padre de Coby señaló con un dedo tembloroso hacia las bolsas
negras de basura en el suelo al lado del contenedor.
—¿Quién hace eso? —poniendo su mano en un puño, golpeó
contra su corazón—. ¿Simplemente tirar a un ser humano a la basura?
Ashwini no tenía respuesta para él. —¿Salieron aquí afuera en
72 otro momento del día?
—Lo hice —dijo Coby—. Hago la limpieza después de la hora pico
del almuerzo. Quizá a las dos y media, tres a más tardar. —Se frotó las
manos sobre sus brazos cubiertos por un suéter—. No se encontraba en
el contenedor de basura y no vi a nadie merodeando por ahí.
Ashwini hizo una nota mental para comprobar si había cámaras
de vigilancia en cualquier lugar cercano, los policías ya verificaron que
el restaurante no poseía. No tenía muchas esperanzas; la zona no era lo
suficientemente rica como para que las cámaras fueran un
complemento automático, pero tampoco la criminalidad era lo
suficientemente alta como para que la vigilancia fuera un requisito
previo para el seguro. Aquí, los vecinos se cuidaban unos a otros, pero
la mayoría de los lugares se habían cerrado al menos una hora antes, y
aunque este restaurante se hallaba en el límite del Barrio Vampírico, no
estaba en una ruta peatonal llena de fiesteros, por lo que dudaba que
fuera capaz de localizar cualquier testigo ocular.
Todo esto contribuía a concluir que la persona que eligió este
contenedor conocía bien la zona; él o ella era o un local o vivía cerca.
Por desgracia eso la dejó con una enorme piscina de sospechosos.
Mirando los ojos oscuros de Coby, luego los de Tony, ella dijo—:
¿Alguno de ustedes recuerda si había otras huellas en la nieve cuando
salieron esta noche?
—No, había nieve fresca, impresas sólo con las patas de un gato
—respondió Coby—. Lo recuerdo, porque me quedé en la puerta y pensé
en cómo sería hacer una decoración impresionante para un pastel,
diminutas huellas en glaseado blanco, tal vez con un gato sentado en el
borde. —Él comenzó a sonreír, pero se desvaneció un latido más tarde—
. Eso fue antes de...
Su padre levantó la mano para acariciar la cara de su niño. —No,
no dejes que nadie robe tus sueños, especialmente algún pedazo de
escoria que hirió a una mujer de esa manera. —Tirando hacia abajo la
cara de su hijo con las manos apretadas en sus mejillas, Tony dijo—:
Iremos hornear ese pastel y lo compartiremos con nuestros invitados
mañana, celebraremos la vida de esa mujer, y le daremos algo mejor
que la fealdad de su muerte.
Esperando hasta que su hijo asintiera en respuesta a sus
palabras de empatía, Rocco miró Ashwini.
—Si ella no tiene familia, vamos a ocuparnos de su funeral,
asegúrese de que sea bien tratada.
—Gracias —dijo ella, consciente que sería un sacrificio monetario
para la que parecía ser una pequeña empresa familiar—. Me pondré en
contacto con usted una vez que sepamos sus circunstancias y los
detalles de cuándo liberará sus restos el patólogo. —Sería como cenizas,
el estado del cuerpo de la mujer era demasiado explosivo para
arriesgarlo aún más a la exposición.

73 Tony asintió y llevó a su hijo lejos. —Voy a dejar la puerta abierta


—dijo sobre su hombro—. Si alguien necesita café, puede entrar.
La policía más vieja y su pareja aceptaron la oferta, ambos habían
estado allí por más de una hora. Sacudiendo la cabeza cuando la policía
se detuvo en la puerta para comprobar si Ashwini quería un poco, se
acercó a Janvier y le mostró las fotos que Coby había tomado.
—Fue abandonada en algún momento entre las dos y media de la
tarde y las once de la noche, cuando el muchacho la descubrió.
Podemos reducir más la brecha si verificamos cuándo nevó en esta área
después de las dos y media.
Janvier le devolvió su teléfono, su ira era una película de hielo
sobre el verde de sus ojos.
—Antes de hacer cualquier otra cosa —dijo, con la voz rígida y
controlada—, hay que asegurarse de que las noticias sobre el estado del
cuerpo no se extiendan. Ella se merece algo mejor, pero esto podría
afectar todo un territorio.
Ashwini normalmente no tenía tiempo para la política, pero esta
situación política en particular podría ser potencialmente mortal: los
arcángeles vigilaban Nueva York en busca de signos frescos de
debilidad. Es más, como Janvier había señalado antes, la ciudad
apenas comenzaba a recuperarse de sus pérdidas. Una patada más
podía abrir las heridas de nuevo.
—La oficial me dijo que no avisó por radio ningún detalle, sólo el
hecho de que habían encontrado a una mujer fallecida. —Ashwini tenía
respeto por la oficial, por haber pensado rápido y contactado al Gremio
usando su teléfono en lugar del radio—. Con esta ubicación, cualquiera
que escuchara asumiría que era una fuente de alimento que servía a los
clubes de los alrededores. Los medios de comunicación no responderían
a nada que consideraran "rutina" como la muerte de una fuente de
alimento.
Las fuentes de alimento —hombres y mujeres— eran parte del
mundo gris. La luz no penetraba ese mundo y era uno en el que a las
personas "normales" no les gustaba pensar. Una vez perdida, la gente
en el mundo gris era olvidada, lo que era a la vez triste y feo por parte
de la sociedad.
Sin embargo, esta vez la actitud insensible trabajaría en su
beneficio.
—Eso nos deja con el dueño del restaurante y su hijo —dijo
Janvier, los ojos fijos en la puerta abierta por la que la oficial había
salido un par de minutos antes, con dos tazas humeantes de café.
Ambos oficiales de la patrulla se encontraban ahora en la entrada al
callejón—. El muchacho tenía las fotos.
Ashwini frunció el ceño. Sí, había borrado las imágenes, pero
Coby tuvo tiempo de sobra para enviárselas por correo electrónico a sí
mismo, o a otra persona.

74 —Voy a hablar con ellos —dijo ella, casi segura de que el


adolescente no era del tipo que aprovechaba la fama de la atrocidad.
—No. —Despojada de cualquier atisbo de encanto, la expresión de
Janvier expuso la voluntad implacable en el núcleo de su naturaleza—.
Vamos a hablar con el niño y su padre juntos.
—Son buenas personas. —Ashwini se cruzó de brazos—. No
necesitan ser aterrorizados como pago por ser lo suficientemente
honestos de sacar el cuerpo cuando podrían haber dejado que sanidad
lo recogiera. —Donde Coby y su padre vieron a una persona, muchos
otros hubieran visto basura.
Janvier tocó su mandíbula con sus dedos, un fresco, ligero roce
que terminó antes de que ella pudiera protestar.
—El miedo es lo que mantiene a los mortales vivos en un mundo
de depredadores. —No mencionó que él era uno de los depredadores.
Ashwini siempre lo supo, siempre veía sus complejas capas, ¿por
su encanto? Eso era real, también.
—Voy a ser la que hable. —Tomándose un minuto para hablar
con los técnicos de la escena del crimen y asegurarse de que la víctima
sería transportada a la morgue del Gremio lo más rápido posible, se
dirigió hacia el restaurante.
—No la quieres allá en el frío —dijo Janvier, deteniéndola en la
puerta.
Ashwini no negó su impulso irracional pero visceral. Nadie
debería tener que estar en la fría oscuridad después de haber sido
torturado tan brutalmente.
—Vamos —dijo, obligando a sus ojos a no mirar el delgado cuerpo
que apenas hacía una ondulación debajo del mantel que era su
mortaja—, hagámoslo.

75
11 Traducido por Vani
Corregido por Val_17

Dentro del restaurante, padre e hijo limpiaban, el olor de la


cocción en el aire.
—¿Quieres una taza de café? —preguntó Coby.
—No, gracias —dijo Ashwini al adolescente de ojos tristes y
extendió la mano en tácita simpatía, para cerrar su mano en la de él
sobre el mostrador. Vio que Janvier comenzó a moverse hacia ella, le
lanzó una mirada que decía que retrocediera. Su expresión se volvió
plana, hombros tensos, pero no interrumpió, aunque su mirada
permaneció cerrada en su rostro.
Coby era demasiado joven para que sintiera algo por casualidad.
Habría sido diferente si hubiera sido un amigo o familiar. Esa dolorosa
76 peculiaridad era porque conoció cosas cuando era una niña que
ninguna chica debería conocer, como el hecho de que su tía divorciada
recogía hombres extraños en los bares todos los viernes y que su abuelo
lloró la muerte de la chica inadecuada con la cual no le habían
permitido casarse.
Esta noche, conscientemente enfocó su habilidad como sólo lo
hacía en circunstancias especiales, y todo de Coby se estrelló contra
ella: dolor desnudo y angustia, el amor por una chica y su familia, el
horror y la lástima que sintió al ver el cuerpo, preocupación por su
padre… tantos pedazos del alma de un adolescente.
A Ashwini no le gustaba ahogarse en la vida de otro, tenía miedo
de que un día se iría cuesta abajo y no encontraría la salida. Pero no
quería que Coby estuviera herido, no quería que Janvier convirtiera en
un monstruo al chico y su padre. Así que ignoró el miedo, encontró lo
que necesitaba en relación a ambos, recuerdos del chico de su padre
que eran suficientes como para reforzar su instinto sobre el hombre.
Rompiendo el contacto, dijo—: Gracias por lo que hiciste hoy.
Con los ojos brillantes, el adolescente apartó la mirada, mientras
su padre dejaba que las lágrimas cayeran.
—Por favor, no menciones los detalles de lo que viste a nadie.
—No quiero volver a poner esa pesadilla en la cabeza de nadie
más —dijo Tony al asentimiento desigual de su hijo.
Janvier mantuvo su silencio hasta que estuvieron fuera y lo
suficientemente lejos de los oficiales de patrulla para que no fueran
escuchados. Cuando habló, su voz vibraba con furia. —Te abriste paso
en la cabeza del chico.
—Sí, lo hice. —Fue una violación, pero le dijo a su conciencia que
había salvado a Coby de una violación mucho peor. Si la Torre siquiera
pensaba que él o su padre pudieron difundir cualquier información, el
castigo sería glacialmente frío y oscuramente aterrador.
—He sobrevivido a cosas mucho peores que los recuerdos de un
niño agradable y su padre. —Un ángel una vez había agarrado su
muñeca, en un esfuerzo para llevarla cerca así él podría “saborearla”.
Empujó un pesado cuchillo de caza en su ojo, porque realmente no
había manera de escapar de un ángel viejo excepto con sorpresa,
velocidad e inteligencia.
Se había salvado por los pelos, y con tanto miedo que vomitó al
instante en que llegó a un escondite. —Es posible que hayas vivido más
de doscientos años —le dijo a Janvier—, pero no creo que sepas la
profundidad de la crueldad y el horror del que algunos inmortales son
capaces.
Con la mandíbula tensa, Janvier levantó las manos como si fuera
a agarrar sus brazos, pero los dejó caer a mitad de camino. —Me
enfureces. —No le importaba. Él la vió en agonía después de tener
77 contacto inevitable con un viejo inmortal y retorcido, nunca en público,
por supuesto, nunca donde alguien pudiera ver la debilidad.
Janvier simplemente estuvo allí y sabía lo suficiente como para
recoger las señales de dolor que ella era tan buena en ocultar. Así que
había diseñado su salida, llevándola a una habitación donde podría
colapsar, con las manos aferradas a su estómago. Él jamás se sintió tan
impotente como cuando tuvo que verla sufrir sin poder hacer ni una
maldita cosa al respecto.
Ahora, ella plantó sus pies en una postura combativa, con las
manos en sus caderas. —Sí, bueno, tú también.
Los dos se quedaron en silencio cuando la furgoneta de la morgue
entró, el cuerpo cargado en ella con puertas cuidadosamente cerradas.
Los técnicos de la escena del crimen siguieron trabajando, pero era
obvio que no estaban consiguiendo mucho.
Sin embargo, esa no era la prioridad de Janvier ahora. —Tomaste
un riesgo peligroso.
—Es un chico. No había terror en él, sólo tristeza.
Janvier sabía que ella no le dió la razón, pero lo tomó de todos
modos, extendiendo la mano para agarrar el lado de su cuello, movió su
cuerpo cerca del suyo. —No lo sabías cuando lo tocaste. —Estaba tan
enojado con ella por ponerse en esa posición—. No sabías lo que
correría por su cabeza, sorcière.
—Te lo dije… —sus ojos ardían en él, llenos de un millón de
secretos—, las brujas fueron quemadas en la hoguera. Solo soy una
mujer.
Una mujer que veía a través del velo puesto entre las personas y
el mundo, quién podía despojar las mentiras para revelar el corazón de
las tinieblas que vivían dentro de los mortales e inmortales… y para
quien los inmortales eran el enemigo de su cordura. Él pasó su pulgar
sobre su pulso, pero ella ya no estaba allí, habiendo huido de su agarre
con astucia de cazador.
Caminando hacia los técnicos, se agachó para hablar con ellos,
con la esperanza de encontrar algo con claridad, aunque tenía que
saber que la probabilidad era baja. Los delincuentes podrían ser
estúpidos, pero Janvier no creía que esta fuera una de esas veces.
Había algo muy frío en tirar a un ser humano a la basura. Se
necesitaba un alma de hielo para hacer eso y marcharse, y alguien que
carecía de sentimientos cubriría sus pistas con la misma frialdad
calculada.
Una vez más, pensó en Lijuan y cómo el Arcángel de China se
alimentaba de sus tropas. Naasir pasó enfrentamientos brutales para
informar a Rafael sobre la capacidad del arcángel enemigo para
regenerar mediante la fuerza de la vida de los demás, terminó con la
espalda casi en rodajas. Aún tras las líneas enemigas, Ashwini y
78 Janvier habían trabajado para frenar las fuerzas hostiles de cualquier
manera posible.
—¿Ella es tuya?
La pregunta de Naasir, ojos plateados brillando contra el rico
marrón de su piel.
—Tócala y descúbrelo.
—Mejor te das prisa, Cajun.
Janvier iba tan rápido como podía, pero temía que no fuera lo
suficientemente rápido. Ashwini era una cazadora; la peligrosidad era
una parte estándar de los contratos de cazador por una razón. Y si —
cuando— la guerra llegara a la ciudad de nuevo, ella lucharía contra el
enemigo justo a su lado. El corte diagonal a través de su torso en las
últimas horas de esta batalla casi perforó su corazón y otros órganos
internos. La muerte que podría habérsela llevado hizo que golpeara al
vampiro que la había atacado antes de que pudiera moverse.
Desafío furioso quemó bajo su piel.
Vió a todos los que alguna vez amó morir de vejez. Habían querido
irse, después de haber vivido vidas felices y contentas, y él no intentó
obligarlos a quedarse, para solicitar una oportunidad de vampirismo y
una vida casi inmortal. Pero era demasiado egoísta para entender eso
cuando se trataba de Ashwini; él no vería a su estrella apagarse.
No a ella.
12 Traducido por Zafiro
Corregido por Miry GPE

Dmitri movió su alfil en el tablero de ajedrez a la vacilante luz de


la vela que ardía en un soporte a su izquierda. Lo puso en una posición
privilegiada para capturar al rey de Aodhan.
Illium se inclinaba hacia atrás, apoyado en sus manos, con las
alas extendidas sobre la alfombra. —Parece que te tiene, Chispita.
—Tengo que matarte. Más tarde —murmuró Aodhan, mirando el
tablero.
Los tres se hallaban sentados en el nido en la parte superior de la
Torre. Fue el puesto de observación de Dmitri durante la batalla, las
ventanas envolventes ofrecían visibilidad de trescientos sesenta grados.
Nueva York brillaba debajo de ellos en todas las direcciones, la Torre
79 plantada en un campo de estrellas.
Eso le recordó a Dmitri la brillante tranquilidad de una diminuta
casa de campo en una pequeña granja hace mucho tiempo, antes de
que Illium o Aodhan hubieran nacido. Las noches eran tan despejadas
por encima de su antigua casa, que se quedaba despierto pasada la
hora en que un agricultor debía estar dormido, simplemente para ver
las estrellas con su esposa.
El recuerdo de la sonrisa de Ingrede, su beso bajo la luz de las
estrellas, ya no le hizo sangrar el corazón. Debido a que su corazón
volvió a él. Ella cambió y él también, pero eran quienes necesitaban ser
el uno para el otro.
A Honor le encantaba el nido, a menudo lo acompañaba cuando
tenía que cuidar de la Torre por la noche. Sin embargo, esta noche ella
trabajaba en un intrigante documento histórico en su apartamento,
diciéndole entre risas que se divirtiera con los "chicos". Los "chicos"
eran los dos ángeles letales con él, uno despatarrado a su izquierda, el
otro con el ceño fruncido por la concentración frente a él.
El nido no tenía muebles, los tres se sentaban en el suelo.
No es que fuera austero ahora que ya no era una sala de guerra.
El suelo se encontraba cubierto por una fina alfombra persa que Dmitri
sacó de su almacén personal, la encontró hace cien años, en un
mercado a lo largo de la antigua Ruta de la Seda. Fue tejida a mano por
un talentoso artesano, con colores rojo rubí, amarillo oro y toques de
azul medianoche.
Sobre ella se hallaban cojines multicolores largos y planos, los
cuales Montgomery suministró de la bodega donde almacenaba tantas
cosas, Dmitri no tenía ni idea del inventario. Ese era estrictamente
dominio de Montgomery, excepto cuando el mayordomo se ofendía por
cómo trataba otro inmortal alguna inestimable obra de arte y decidía
"reubicarla" a su propio cuidado.
Afortunadamente, Dmitri sólo tuvo que manejar eso una vez. Le
tomó tres horas en el almacén desenterrar la estatua de diez
centímetros de altura de una Diosa de las artes eróticas. La pieza era lo
bastante exquisita como para impulsar a Dmitri ofrecer comprarla al
vampiro que la poseía, pero el hombre no quiso desprenderse de su
tesoro hasta hace una década. Momento en el que Dmitri colocó la
estatua en la sala de estar privada de Montgomery en la casa del
Enclave.
Muy a menudo, el mayordomo exhibía sus artículos robados en la
casa de Rafael, y el arcángel se aseguraba de que cada pieza fuera
reunida silenciosamente con su dueño. Muchos hombres —ángeles,
vampiros o humanos— despedirían a un sirviente con tal pecadillo, pero
Montgomery era tan leal a Rafael como cualquiera de los Siete, y el
señor comprendía el valor de esa lealtad.
80 —Un error no hace a un hombre valer menos —le dijo Rafael una
vez a Dmitri—. De otro modo yo hubiera sido descartado hace mucho
tiempo.
Ahora, Illium comía de los dátiles azucarados que Montgomery
suministró, parte de las golosinas de una gran variedad de alimentos
que tentaría cualquier apetito. Extendiendo la mano, Dmitri tomó una
sola uva, disfrutando del fresco y dulce sabor e imaginándose
alimentando a Honor con sus propios labios.
—¿Dátil? —dijo Illium con un brillo en sus ojos.
Dmitri ignoró el cuenco de madera pintado que el ángel extendió.
—Voy a ayudar a Aodhan a matarte, después de torturarte haciéndote
beber champán mientras escuchas a Mozart. —El ángel de alas azules
odiaba ambas.
Illium sonrió, sin miedo de la ira de Dmitri y Aodhan combinadas.
—No me digas que aún tienes el corazón roto por Favashi —dijo,
nombrando a la Arcángel que tenía vastas plantaciones de dátiles en
sus tierras—. No te creo, admito que ni siquiera había un brillo en los
ojos de mi madre durante tu enlace con la encantadora Arcángel de
Persia, pero desde entonces los he visto juntos, y nunca la miraste de la
forma en que miras a Honor.
—Illium tiene razón en esto, Dmitri. Honor es tu corazón. —Los
cristalinos ojos de Aodhan refractaban la cara de Dmitri en
innumerables fragmentos, los finos surcos alrededor de la boca del
ángel eran el único signo del dolor que aún sentía mientras sus heridas
sanaban.
La herida en el cuello cerró primero, su cuerpo inmortal
concentró sus esfuerzos en la amenaza más peligrosa. Continuó con su
ala dañada, pero mientras Aodhan podía volar cortas distancias, y fue
animado a hacerlo por los curanderos a fin de fortalecer el débil
músculo nuevo, pasarían varias semanas más antes que pudiera volver
al estado de pleno vuelo.
Sus huesos rotos se curaron, pero su brazo izquierdo, tomándose
como la lesión más pequeña en términos inmortales, sólo se había
regenerado parcialmente hasta su codo para esta etapa. Actualmente lo
cubría con una manga blanca perfectamente fijada, en deferencia al
hecho de que el frío a veces podría retardar la curación al desviar los
recursos del organismo para generar calor.
Demostraba el poder en las venas de Aodhan el que sanara a tal
velocidad. La mayoría de los ángeles de su edad aún seguirían
guardando cama, la recuperación de ellos se contaba en meses, no
semanas. Sin embargo, la mejor noticia no tenía nada que ver con la
salud física de Aodhan. No, tenía que ver con una lenta pero profunda
curación del alma.
La voz de Illium irrumpió en la evaluación de Dmitri sobre el
ángel herido. —Creo que nuestro respetado segundo está evadiendo.
81 ¿Por qué el recuerdo de la mano de acero en un guante de terciopelo
que es Favashi, te hace rechinar los dientes?
—No es el recuerdo de Favashi lo que me irrita. —Dmitri frunció
el ceño—. Es el recuerdo de mi propia estupidez. —El Arcángel
femenino casi lo manipuló para convertirse en su arma personal.
Dmitri no tenía ningún problema en ser la espada de la persona
que amaba —era letal y había honor en proteger lo que era precioso
para el corazón y el alma. Tenía un problema con ser utilizado por un
insensato. —Me tomó mucho tiempo ver a través de sus maquinaciones.
—Comió otra uva—. Al menos Michaela muestra su propio interés y
narcisismo abiertamente, mientras Favashi pretende ser bondadosa y
agradable cuando tiene el alma de una cobra.
Aodhan meneó la cabeza. —Ella no hizo nada que un arcángel
masculino no haría a efectos de obtener a un fuerte inmortal para su
corte. Es un error tuyo compararla con Michaela.
Dmitri sabía que Aodhan tenía razón; las políticas inmortales no
permitían nada sino la crueldad para sobrevivir. En verdad, Favashi y
Michaela tenían poco en común más allá de su género. Sin embargo, la
idea de la manipulación a los fuertes inmortales en servicio continuaba
irritándolo. —Todos servimos a Rafael por nuestra propia voluntad. Uno
pensaría que la lección sería clara.
Con el cabello resplandeciendo al igual que el brillo de un
diamante, incluso en la tenue luz, Aodhan dijo—: Olvidas, Dmitri.
Rafael todavía es considerado joven. Somos un experimento, la mayoría
de los antiguos esperan que tú en particular, te levantes y rebeles
cualquier día.
Aodhan siempre fue más cercano a Illium, Dmitri tenía más de
quinientos años cuando nació Aodhan. Así que no comprendió, hasta
ahora, lo mucho que extrañó al ángel. Aodhan siempre veía el mundo a
través de una lente incisiva, algo que era visible en su obra.
—A veces —dijo Dmitri—, creo que nunca entenderé a la clase
angelical. —Mil años estuvo al lado de Rafael, con pequeñas
desviaciones en el camino, y la gente todavía se negaba a creer que su
relación no sólo era la relación de un arcángel y su segundo, sino una
amistad.
—No estás solo —dijo Aodhan—. Creo que algunos de los antiguos
se han vuelto muy cerrados de mente, tan resguardados dentro de su
círculo de amigos con ideas afines, que ya no crecen. Son como las
mariposas que Lijuan mantenía fijadas en sus paredes.
En contraste, Rafael vivía en el centro de una de las ciudades más
vibrantes del mundo, sus Siete viajaban a continentes de forma regular,
y, críticamente, tanto Dmitri como su señor se enamoraron de mujeres
extraordinarias, a quienes la clase angelical no entendía realmente.
Un antiguo ángel le dijo a Dmitri—: Tu esposa es hermosa. —Con

82 una mirada de asombro en su rostro—. ¿Pero por qué te casaste con


ella? ¿No habría servido mejor como concubina?
La única razón por la que Dmitri no terminó en ese justo
momento con la vida del otro hombre, fue la verdadera confusión en la
pregunta. El ángel no tenía ninguna comprensión del amor, y eso era
una tragedia tan terrible, que Dmitri no podía ofrecer ningún castigo
más severo. El amor lo atacó salvajemente una vez, pero también le dio
las mayores alegrías de su vida.
El recuerdo de los dulces rostros de sus hijos podría ser doloroso
más allá de lo soportable, pero ningún mal jamás robaría la tierna
alegría que era el eco sensorial de sostenerlos en sus brazos, de la risa
de Misha y la sonrisa gorjeante de Caterina. Y entonces llegó Honor,
trayendo con ella una luz incandescente.
—Creo que tienes razón acerca de los retrógrados antiguos —dijo
al ángel frente a él—. Así que, Chispita, ¿tienes intención de mover o de
reconocer la derrota?
Aodhan era, en muchos sentidos, el más ecuánime de todos los
Siete. Así que cuando levantó la mirada con ojos brillantes y el poder
chisporroteando en la punta de sus dedos, fue una visión inesperada.
Especialmente teniendo en cuenta la alegre provocación. Entonces el
ángel sonrió lentamente y movió una sola pieza en el tablero. —Jaque. Y
mate.
Dmitri miró con incredulidad. —No —dijo, tratando de averiguar
el cómo Aodhan salió de lo imposible.
—Ya, ya —dijo una nueva voz—. Me puedes vencer y sentirte
mejor acerca de tus habilidades.
Los tres alzaron la vista y murmuraron varias imprecaciones, la
de Illium la bienvenida más creativa. Naasir le enseñó los dientes en
respuesta, los ojos plateados reflejando la luz de las velas.
—¿Cómo diablos entraste a la ciudad sin alertar a cualquiera de
los centinelas? —Dmitri puso a todo el equipo de seguridad, así como a
la población guerrera en general, en alerta máxima. Esta vez, también
alertó al Gremio para estar al acecho, su respeto por sus habilidades
creció en el curso de la batalla.
Era todo parte de un juego que Naasir jugó con los otros Siete
durante siglos. De niño, cuando por primera vez fue llevado a la
fortaleza de Rafael, tendía a yacer al acecho debajo del escritorio de
Dmitri o saltar desde lo alto de las estanterías de la biblioteca de la
fortaleza, riendo como un loco cuando era encontrado —o cuando
capturaba a su "presa".
Naasir era diminuto entonces, tan pequeño como Misha era
cuando murió. Cuatro en términos humanos, pero había vivido tres
décadas para entonces. Aun así, era un niño. Uno salvaje, pero un niño
no obstante, y el juego era una de las pocas cosas que hacía que se
encontraba libre de la rabia dentro de su pequeño cuerpo. Así que
Dmitri lo dejó jugar, Rafael concordó con su decisión.
83 En tanto Naasir crecía de bebé a niño, encontraba divertido
colarse en lugares donde no debía estar, en una ocasión memorable,
decidió infiltrarse en el comedor de Lijuan. Al parecer, se sentó a la
cabeza de la mesa pretendiendo alimentarse de un gato vivo cuando el
Arcángel de China lo descubrió. Lijuan, relativamente normal en ese
entonces, encontró el incidente divertido, y Naasir escapó con vida.
Fue una de las pocas veces que Dmitri le dio una buena
reprimenda, llegando a retumbar en su cabeza que Lijuan y los otros en
la Cátedra eran peligrosos. Nunca olvidaría lo que le dijo Naasir cuando
Dmitri le gritó que no tenía intención de enterrar a otro niño, y que
Naasir necesitaba tener cuidado con su vida.
—¿Soy una persona, Dmitri? ¿Te sentirás triste si muero?
Aunque se volvió duro y cruel, la inocente pregunta lo afectó. —Sí
—le dijo, tan honesto en su respuesta como Naasir fue en su
pregunta—. Eres una persona. Eres Naasir. Perderé un pedazo de mí si
mueres, y es un pedazo que nunca volverá.
Naasir lo miró fijamente durante un largo tiempo antes de ir a
abrazarlo. —Está bien, Dmitri. Lo siento. Antes no sabía que era una
persona.
Como resultado del hecho que Naasir creció bajo el cuidado de
Dmitri, su relación era diferente a la relación que tenía con los otros
Siete. Naasir aún obedecía cada orden suya, aún le hacía preguntas que
un hijo puede hacer a un padre. Dmitri a menudo pensaba que la
astilla de humanidad que permanecía en él hasta que encontró a
Honor, sobrevivió gracias al pequeño y salvaje niño con ojos plateados
que se le abalanzaba al verlo cuando regresaba al Refugio después de
una ausencia.
De la misma manera en que Misha corría a él después de sus
viajes al mercado.
Se le rompió el corazón en pedazos cada vez que Naasir hizo lo
mismo, pero Dmitri lo tomó en sus brazos sin falta, incapaz de herir el
espíritu del salvaje niño, quien no sabía que Dmitri estaba destinado a
permanecer sin corazón, sin esperanza.
Ese muchacho nunca perdió el deleite por su juego favorito.
En estos días, a Naasir le gustaba colarse en las ciudades y
territorios. No sólo por la afición a ser el mejor explorador en las fuerzas
de Rafael, sino que las habilidades de Naasir eran una excelente prueba
de las defensas de una ciudad. El hecho de que le divertía era una
ventaja.
Sentándose sobre la alfombra en un movimiento tan elegante
como el de un gato, el vampiro que no era del todo vampiro, cogió un
plato grande que contenía un pollo entero. —La centinela en el edificio
con las luces azules casi me atrapó —dijo, arrancando una pierna
después de olfatear la carne y hacer una mueca—. Ella es buena.

84 —¿Tenemos agujeros en nuestras defensas? Si es así, tienen que


ser cubiertos inmediatamente.
—Sólo si el explorador es alguien mejor que yo.
Dmitri se relajó. Las habilidades de Naasir en infiltración
encubierta eran incomparables, parte de la razón por la que dirigió el
pequeño equipo de saboteadores durante la batalla. —Acabo de recibir
un mensaje de Janvier. —Llegó mientras hablaba con Aodhan sobre la
incapacidad de la clase angelical de comprender ciertas verdades—.
Viene hacia acá. —Las noticias, indicó el vampiro, eran malas.
—¿Su cazadora está con el Cajun?
—No esta noche.
Después de acabar con la pierna, Naasir trituró el hueso de una
manera que hizo que, tanto Illium como Dmitri, hicieran una mueca de
dolor. —Un día —dijo Illium—, conseguirás que un fragmento de hueso
se atore en tu garganta.
Naasir se encogió de hombros y arrancó la otra pierna. —Vamos a
jugar ajedrez.
—La última vez que jugamos ajedrez —respondió Illium
secamente—, tiraste las piezas por una ventana del Refugio y cayeron al
desfiladero.
—Soy mejor en eso ahora —gruñó Naasir, pero no por enojo,
simplemente enfatizando sus palabras—. Caliane trata de civilizarme.
Aceptado el pedazo de carne que Naasir le tendió, como un león
compartiendo con su manada, Illium dijo—: ¿Cómo progresa eso?
Naasir también dio un poco de carne a Aodhan. Él nunca hizo eso
con Dmitri, ya que, en su mente, Dmitri era otro depredador que sería
insultado por la oferta. Dmitri se preguntó si Illium y Aodhan se daban
cuenta que Naasir los veía como cachorros más jóvenes, los cuales
tenían que ser alimentados por el depredador mayor. Era lo mismo con
Veneno. Sin embargo, con Jason o Galen no. Jason, como Dmitri, era
adulto mientras Naasir era niño. Galen no era mucho mayor que Naasir
en términos angelicales, pero ellos dos nunca se conocieron de niños.
—Le dije a Caliane que tratar de civilizarme es como tratar de
civilizar a un gato salvaje —dijo Naasir con un encogimiento de
hombros—. Pretendemos que nos gusta la gente hasta que tenemos
hambre y queremos carne fresca. —Miró alrededor, con un brillo en sus
ojos—. Honestamente, me gustan todos ustedes. No he pensado en
comerlos por al menos dos siglos.
Aodhan miró al vampiro. —Me siento aliviado —dijo en un tono
tan serio como el de Naasir.
—¿En verdad, Chispita? —Naasir se quitó del camino con
impredecible velocidad, antes de que el alfil muy bien dirigido de
Aodhan lo golpeara justo en el centro de la frente, la risa del vampiro
era tan salvaje y alegre como cuando era un niño el cual conseguía
85 asustar a Dmitri agarrando su pierna debajo del escritorio.
Dmitri rescataba al alfil cuando Janvier apareció en la puerta.
Naasir lo arrastró a un abrazo de palmadas en la espalda, el vampiro
más joven devolvió el abrazo con el mismo entusiasmo. Cuando se
separaron, Naasir olfateó a Janvier. —Hueles a nuestra cazadora.
¿Dónde se encuentra?
—Descansando. —La sonrisa de Janvier se desvaneció—. Tengo
malas noticias.
13 Traducido por Val_17
Corregido por Anakaren

Ashwini sabía que debería quedarse en casa, dormir, pero su


cuerpo no dolía, aunque su corazón estaba en agonía. Después de darle
a Janvier la funda que hizo para él, esperó hasta que se fuera para al
fin salir de su edificio de apartamentos otra vez, habiendo decidido
pedir prestado el auto del primo de su portero como hizo un par de
veces antes. Pensó que el dinero bien podría ir a una joven pareja
criando una familia como a un lugar de alquiler.
—Gracias —dijo ella cuando el rubio fornido le entregó las
llaves—. Planeaba saltar al metro hacia tu lugar, pero Nic me dijo que
ya estabas en camino.
—Necesitaba el paseo y no era como si estuviera dormido. —
86 Bostezando, el chico de veintitantos años se estiró, haciendo sonar sus
huesos uno tras otro—. De todos modos, mejor vuelvo a casa antes de
que mi esposa decida divorciarse de mí por haberla dejado sola con el
bebé. —Una risa afable—. Sus pulmones provienen de su mamá, no hay
duda al respecto.
Ashwini frunció el ceño cuando él se dio la vuelta para dirigirse a
la estación de metro más cercana. —Ven conmigo —dijo—. Te pasaré a
dejar de camino.
Se rascó la cabeza. —¿Segura? Pagaste por ello limpiamente, más
de lo que es justo.
—No me va a sacar de mi camino —mintió—. La compañía sería
agradable.
—En ese caso, no diré que no.
Él era buena compañía. Tolerante y entontado con su esposa y el
bebé. Escucharlo parlotear sobre los dos la distrajo por el tiempo que lo
llevaba a su edificio de apartamentos. Una vez allí, lo vio detenerse
delante del pórtico para saludar a la silueta de una mujer en una
ventana del tercer piso, sus brazos meciendo un bebé.
Ashwini se sentó allí por otro minuto y ni siquiera sabía por qué
hasta que vio la silueta cambiar, madre e hijo unidos por una forma
masculina fornida y los brazos los envolvieron a ambos. Arrancando los
ojos de una escena que nunca sería parte de su propia vida, se fue.
Era una estupidez hacer esto, lo sabía. Una vez que estuvo fuera
de Manhattan, la conducción tomaría ochenta minutos o más hasta
allá, lo mismo de regreso, y planeaba despertarse temprano para asistir
a la autopsia. Pero una noche sin dormir no la mataría, y sus entrañas
pulsaban con el implacable tirón que sentía sólo durante los peores
episodios, cuando ni la medicación ni la terapia lucharían contra los
monstruos. Curiosamente, la voz de Ashwini, leyendo un fragmento de
la literatura clásica, había demostrado la mejor panacea cuando las
cosas empezaron a ir cuesta abajo… lo cual sucedía cada vez con más
frecuencia.
Llegó a su destino poco menos de una hora y media más tarde,
fue recibida por una enfermera familiar, su pelo rojo peinado en un
estilo sencillo. Todo el personal superior sabía que Ashwini tenía
permiso para visitar en cualquier momento.
La cara de Carl dejó claro que sus instintos no la defraudaron. —
¿Qué tan malo es? —preguntó.
—El extremo más grave de la escala.
—¿Alguien no autorizado entró en la habitación?
Sacudiendo la cabeza, Carl dijo—: Lo comprobé dos veces. Los
episodios simplemente están empeorando, Ash.
Era un hecho que se había admitido hace tres meses. —¿Le has
87 dicho a Arvi? —A diferencia de ella, él se negaba a enfrentar la verdad
que hasta un ciego podía ver.
—Sí. Él está aquí, pero sabes que tu voz es lo único que parece
ayudar. —Tristes ojos azules contra la palidez de su piel pecosa,
extendió sus manos, con las palmas hacia fuera—. Te habría llamado,
pero era tan tarde y con tu lesión…
—Está bien, Carl. —Dejando al enfermero en su puesto, caminó
por la gruesa alfombra gris del pasillo hacia la habitación de la esquina,
en las paredes a su alrededor colgaban elegantes piezas de arte, y la
ventana arqueada al final alcanzando el piso. Permitía que la luz del sol
entrara durante el día mientras mostraba el laberinto de setos que
formaba parte de los extensos jardines.
Esta noche revelaba sólo estigia oscuridad.
El libro esperaba por ella en la mesita del pasillo al lado de la
puerta cerrada, la insonorización tan buena que no podía oír nada más
allá de ella.
Arvi se sentaba en una silla junto a la mesa. Con la cabeza en sus
manos, los hombros caídos y el blanco de su camisa de negocios se
extendía por toda la amplitud de ellos. Siempre parecía tan grande para
ella, más grande que la vida. Sin embargo, sólo era un hombre, un
hombre que estaba sufriendo. Se acercó para tocarlo, pero cerró la
mano en un puño antes de que pudiera hacer contacto.
Girándose, tomó el libro… y la mano de Arvi se cerró sobre su
muñeca, el cuero de la chaqueta aislándola del contacto piel a piel que
podría haberla sumido en la vida de su hermano y sus secretos en
contra de su voluntad. Con el pecho pesado con un millar de cosas no
dichas, se movió para mirarlo.
Cuando sus hombros temblaron, un sonido áspero escapó de su
garganta, se dio la vuelta por completo y sostuvo su cabeza contra el
estómago mientras él lloraba. Sus propias lágrimas estaban encerradas
en su interior, anudadas con el miedo, la ira y la pérdida. Pero sostuvo
a Arvi mientras lloraba, su fuerte y determinado hermano mayor que no
podía arreglar esta cosa que lo había cambiado todo.
El pasado. El presente. El futuro.
Janvier.
Él podría haber sido su futuro en otro mundo, en otra época,
cuando las lágrimas ásperas de Arvi no contuvieran pura angustia y los
nudos no estuvieran formados por una terrible e inevitable verdad.
Porque Ashwini nunca se permitiría ser la única al otro lado de la
puerta cerrada.
Sin importar qué.

***
88
Rafael bajó las largas escaleras después de la medianoche, su
ciudad envuelta en una aterciopelada oscuridad sin luna mientras su
consorte yacía pacíficamente en su cama. Ella estuvo durmiendo con la
mano sobre su corazón hasta que se fue. Aunque Elena se fue a la
cama cansada pero feliz y él no esperaba que las pesadillas la
encontraran, no le gustaba dejarla en las horas del crepúsculo. Sin
embargo, Dmitri hizo contacto directo, y su segundo no interrumpía a
Rafael en tales momentos por trivialidades.
Una mujer ha muerto, le dijo Dmitri, y su cuerpo tiene indicios de
la mano de Lijuan. Janvier está en camino al Enclave para darte un
informe.
Furia helada llenó a Rafael ante el pensamiento del arcángel que
buscó hacer daño a su gente en su ansia de poder. No quería ninguna
mancha de ella en su territorio. Con ese pensamiento en lo alto de su
mente, se dio la vuelta en la parte inferior de las escaleras y se dirigió a
la biblioteca.
El hombre que estaba frente a las puertas correderas de cristal
que daban al Hudson, y más allá, al millón de puntos de luz que era
Manhattan, se sostenía como un luchador, su postura ligera. Llevaba
una camiseta blanca y sobre ella, una funda que cruzaba su espalda.
Esa funda no era la marrón desgastada que Rafael había notado
anteriormente; el cuero flexible de esta era de color dorado, las cuchillas
tenían un distintivo.
Esas cuchillas hubieran sido letales en combate.
Rafael era muy consciente de que Janvier, junto con Naasir y
Ashwini, hizo mucho más detrás de las líneas enemigas de lo que era
conocido incluso entre sus propias tropas. Los tres tenían una manera
de hacer que todo pareciera un juego, que no debía tomarse en serio.
Cierto número de sus acciones durante la batalla podría haber parecido
tonto para los demás, pero él vió el cálculo estratégico detrás de ello:
distraer, molestar, o frustrar al enemigo en un momento crítico podría
ser tan mortal como un golpe de clivaje con una espada.
Girándose al instante en que Rafael entró en la habitación,
Janvier puso las manos detrás de su espalda, su postura alterando a
esa de un soldado con su vasallo. —Señor.
—Janvier.
El otro hombre no perdió el tiempo, dándole un informe fresco y
limpio del descubrimiento de la noche. —Aunque el estado final del
cuerpo de la víctima alude a Lijuan —añadió—, las cicatrices y
moretones señalan un abuso a largo plazo.
—Como es, todos sabemos que Lijuan ya no puede regenerarse.
Incluso si ella lo hubiera hecho, difícilmente estaría interesada en
89 rondar las calles, atacando a mascotas y mujeres, pero tampoco puedo
ver a Lijuan compartiendo este poder especial.
Rafael presenció a Lijuan volar en mil fragmentos y, a pesar de
sus intentos de convencer al mundo de que era una diosa, estaba
seguro de que necesitaba su cuerpo físico. Él lesionó ese cuerpo
múltiples veces durante la batalla y la única razón por la que fue capaz
de borrar tan rápidamente las heridas era porque se había alimentado
de la fuerza vital de sus soldados.
Y para eso, necesitaba su boca.
Incluso un arcángel no podía regenerar la boca sin primero
regenerar el cerebro y todos los sistemas del cuerpo que mantenían ese
cerebro vivo. Lijuan no estaba muerta, de eso no tenía ninguna duda,
pero tampoco era una diosa. Le tomaría un tiempo considerable reparar
su forma física, sobre todo teniendo en cuenta que él la borró usando
una combinación de pólvora y fuego de ángel.
El primero era un nuevo regalo nacido en Cascada, y demostró
tener un efecto debilitante en Lijuan. Rafael no se lo mencionó a nadie
más que Elena y Dmitri, pero creía que la pólvora había causado daños
que le tomaría mucho tiempo rectificar a Lijuan.
—Tienes razón en que ella no comparte esta habilidad —le dijo a
Janvier—. Está demasiado acostumbrada a controlar a su gente a
través de la correa para repartir el poder, y es demasiado codiciosa.
¿Dijiste que esta víctima no era una cáscara vacía como lo presenciaste
en la batalla?
—No, todavía tenía un sentido de la humanidad y de la carne, lo
suficiente para que pudiéramos identificarla inmediatamente como
mujer.
Considerando que las víctimas de Lijuan fueron tan encogidas
sobre sí mismas, determinar el género fue imposible a partir de una
exploración visual de las fotografías de alta resolución que Janvier
tomó. El equipo de las sombras tuvo tres reportados de los que no
fueron capaces de hacer la determinación en la escena —excepto, por
supuesto, para esos que presenciaron personalmente el ser
consumidos.
—¿Marcas de colmillos? —Un vampiro podría concebiblemente
drenar a una víctima de toda su sangre, dando un período de tiempo lo
suficientemente largo.
—Sí, pero no en el sitio fatal de la herida en la garganta. No había
demasiado daño para determinar qué causó esa lesión, al igual que el
perro, ella parecía mordida.
Eso no excluía a los vampiros; podría ser uno de los fabricados
que cedió a la sed de sangre, desgarrando y arrancando y mordiendo la
carne durante su alimentación. —¿Puede ser contenida la situación? —
Rafael tenía que ser implacable; un mortal perdió su vida y merecía
justicia, pero esa justicia no podía suceder en un escenario público. No
esta vez.
90 —Estoy seguro de que Ash y yo podemos tratar con esto en
silencio, con la ayuda del Gremio y la Torre si es necesario. Se puede
confiar en que los dos testigos, los oficiales que respondieron, y los
técnicos de la escena del crimen mantengan su silencio.
Antes de Elena, Rafael habría estado cien por ciento seguro de
eliminar los recuerdos de las personas involucradas, pero ahora que vió
a los mortales a través de sus ojos, comprendió que esas personas eran
sus amigos y colegas y ella los protegería —porque los recuerdos eran lo
que hacía a una persona.
Preferiría morir como Elena que vivir como una sombra.
El eco de lo que ella le dijo poco después de su primer encuentro,
a la par con sus palabras apasionadas antes de la batalla, lo hicieron
nada menos que implacable cuando se trataba de su ciudad, pero lo
hizo considerar otras opciones antes de tomar esta medida en
particular.
—Tendré a Dmitri poniendo una vigilancia en todas sus
comunicaciones como contingencia. —La avaricia podía hundir sus
ganchos en la persona más inesperada, y esta información tenía valor
para los medios de comunicación—. ¿Esperas descubrir más
información esta noche?
—Non. La hora tardía significa que tendremos que explorar otras
vías mañana. —El ritmo lánguido en la voz de Janvier desmentía el
borde duro en sus ojos—. Incluso las huellas de la víctima no se pueden
utilizar para buscar su identidad hasta que el patólogo rehidrate las
yemas de sus dedos.
—Cuida de ella, Janvier —dijo Rafael—. No dejaré que los
mortales en mi territorio sean cazados. —Las vidas humanas podrían
ser un parpadeo fugaz de luciérnaga en comparación con el periodo
interminable de un ángel, pero Rafael ahora sabía que su luz podía
quemar tan brillante, tenía la fuerza para vencer al hielo de la misma
eternidad.
—Señor.
Caminando hacia una pequeña mesa de madera de cerezo en la
que se encontraba un decantador de cristal y seis vasos, Rafael derramó
dos medidas del líquido ámbar cuidadosamente envejecido en el
decantador. Le entregó uno de los vasos a Janvier y dijo—: Tus
cuchillas son de la tierra de Neha. —El Cajun, también llamado Janvier,
ahora era una de sus personas de confianza, pero no tenían entre ellos
la relación que Rafael tenía con sus Siete.
Eso era de esperarse. Janvier aún no pasaba su tercer siglo —
incluso Veneno, el más joven de los Siete, tenía más de cien años sobre
el vampiro con el pantano en su voz. Sin embargo, Rafael vio en Janvier
lo mismo que vió en Veneno, en Aodhan, en Illium, y en el resto de sus
Siete: el Cajun tenía el honor tan profundamente entretejido en sus
huesos que tomaría un cataclismo para romperlo.
91 Dmitri no lo había perdido incluso durante los peores años de su
existencia.
—Sí. —Janvier tomó el vaso, su postura relajándose ahora que el
informe terminó—. Neha me las obsequió cuando dejé su corte, dijo que
tenía la sensación de que estaría metiéndome en problemas y que
disfrutaba demasiado de mi ingenio para oír que perdió la cabeza
porque no tenía las armas adecuadas. —Alcanzando su espalda, el
vampiro retiró una cuchilla curvada distintiva en un movimiento suave,
se la tendió por el mango primero a Rafael.
Él la tomó, probó el peso y el levante. Era más pesada de lo que
parecía cuando Janvier la utilizó. Ese peso, junto con el borde rapado,
explicaba cómo el Cajun era capaz de rebanar cabezas de un solo golpe.
Sin embargo, el arma curiosamente parecía decorativa a primera vista,
el mango de hueso tallado incrustado con pequeñas piedras preciosas
que brillaban con gracia, atrayendo la mirada lejos de la muerte afilada
de la hoja en sí.
—Neha te favoreció. —Más de lo que Rafael se dio cuenta, porque
reconoció la fabricación detrás de las cuchillas de Janvier ahora que
había manejado una—. Esas fueron creadas por el propio Rhys, si no
me equivoco. —El general de confianza de Neha, un hombre que fue
fabricante de armas en su juventud, y hasta la fecha realizaba cuchillas
de renombre por su fuerza y manipulación.
Se decía que sólo creaba un nuevo conjunto una vez cada década.
Janvier tomó la cuchilla de nuevo, la deslizó en la funda
especialmente diseñada. —Rhys es responsable en gran parte de mi
habilidad en el kukri.
—Y, como Veneno, mantienes esos vínculos. —El miembro más
joven de sus Siete fue creado por la misma Reina de los Venenos—. Él
se las arregla para hacerse bienvenido en sus tierras, incluso cuando
Neha tiene un resentimiento contra mí.
—Tal vez es por eso que ella ha sabido referirse a nosotros como
Encanto y Astucia. —Una débil sonrisa—. Nunca he averiguado cual de
nosotros es cual.
Hablaron durante varios minutos antes de que Rafael caminara
con el vampiro a la puerta principal.
—Señor. —Janvier se detuvo en el umbral después de encogerse
de hombros en la chaqueta de cuero que dejó con Montgomery, el
reluciente rojo de su motocicleta visible detrás de él—. Ash… su
Creación… sigue…
—Ella está borrada. —Pasaron cierto número de años, hasta que
sus habilidades vinieron por primera vez a la atención de la Torre, su
sangre secretamente obtenida y probada para la compatibilidad con el
proceso que llevaba al vampirismo—. Pero, Janvier —él sostuvo los ojos
del otro hombre—, ella no ha mostrado ninguna inclinación para

92 aceptar la oferta silenciosa que se le hizo.


Janvier apretó la mandíbula, apartó la vista antes de enfrentar a
Rafael una vez más, un vacío sombrío en su mirada. —Esa es la cosa…
no creo que nada pueda convencerla para elegir una vida entre los
inmortales.
14 Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Sandry

Janvier recogió a Ashwini a las ocho esa mañana. —No dormiste


bien —dijo, su mirada en los oscuros círculos bajo sus ojos.
—No es la primera noche que no lo hago. Estoy bien. —Incapaz de
resistirse a la urgencia de tocarlo, puso una mano en su hombro y se
subió a la moto. Cálido y fuerte, con su esencia sencilla y familiar, hacía
que las heridas en su interior dolieran menos, sus músculos menos
tensos.
—Revisé los registros de la nevada —dijo—. La última fue en
Manhattan, antes de que el cuerpo fuera encontrado cerca de las diez
de la noche, pero hubo ráfagas previas.
—Lo que todavía nos una ventana abierta para el cuerpo. —
93 Consideró la información mientras se ponía el casco que le pasó—. No
creo que sucediera a la luz del día.
—No, habría habido un alto riesgo de ser visto.
—Oscurece aproximadamente a las seis, pero las tiendas en esa
área están abiertas y ocupadas hasta las ocho, los restaurantes durante
más tiempo. Incluso con el local junto al de Rocco estando cerrado a
esa hora, apostaría a que el cuerpo fue dejado allí cerca de las diez.
—Estoy de acuerdo. —Pasó una mano por su muslo.
Ella no protestó; había algo más tierno que sexy en ese toque, y se
le hizo un nudo en la garganta. —La autopsia va a comenzar pronto —
se las arregló para decir, antes de poner una mano en su hombro de
nuevo—. Vamos.
—No le queda ninguna gota de sangre en el cuerpo —confirmó el
patólogo después de treinta minutos examinando el cuerpo—, pero si
fue un vampiro, es el comedor más desastroso que he visto. Revisaré las
secciones de su garganta, pero no tengo demasiada esperanza de
encontrar heridas profundas que confirmen el uso de colmillos.
—¿Qué hay de sus otras heridas? —preguntó Janvier, haciendo
eco a los pensamientos de Ashwini.
—Abuso a largo plazo. —El patólogo señaló una serie de cicatrices
en los pechos de la víctima—. Tienen al menos tres meses, aunque me
aventuraría a decir que fueron hechas incluso antes. Y estoy seguro de
que notaron las marcas de colmillos en otras partes de su cuerpo.
Quien sea que se haya alimentado de ella, no se molestó en sellar las
heridas, excepto por las que hizo en las venas y arterias principales, e
incluso así, él o ella hizo lo mínimo para tratar de detener el sangrado.
La mejor amiga de Ashwini fue secuestrada y mantenida cautiva
por un grupo de vampiros depredadores durante dos largos meses.
Honor sobrevivió, pero fue maltratada. Ashwini nunca olvidaría las
heridas en el cuerpo de su amiga cuando la encontraron, la
desesperanza en los verdes ojos medianoche de Honor. Un poco más de
tiempo, y habría perdido a su amiga para siempre.
La mujer en la mesa de metal frente a ella no fue encontrada a
tiempo, los monstruos hiriéndola horriblemente antes de matarla.
Haré justicia por ti, prometió en silencio, antes de mirar al
patólogo de nuevo. —¿Ha sido capaz de confirmar cuándo murió?
—Es mejor suponer en esta etapa, pero por las señales de
descomposición en el pañuelo que tenía, diría que ha pasado una
semana.
—¿Alguna marca distintiva en su cuerpo?
—Hay un tatuaje en su tobillo izquierdo que parece como un
delfín con los colores del arcoíris. Eso tiene que ser inusual.
Usando su teléfono, Ashwini tomó una captura de la imagen con
el patólogo enseñando la piel. Se arrugó por sí sola tan pronto como la
94 soltó, y la vista fue tan triste como molesta. Nadie tenía el derecho de
tratar a otro ser como si no tuviera valor.
—Esto es por tu propio beneficio.
—Pero, Arvi…
—Sin discusiones. Esta… cosa en tu interior nunca te permitirá ser
normal. Los doctores cambiarán eso.
Apartando el recuerdo de la traición más grande de su vida,
observó con cuidado mientras el patólogo giraba el deplorable cascarón
de cuerpo para revisar la parte trasera de la víctima. —No hay otros
tatuajes o cicatrices distintivas —dijo el doctor después de ponerla en
posición supina una vez más—. Pero hay algo más que deberían saber.
Ashwini frunció el ceño mientras el hombre cogía una mano. —
Esa muñeca no estaba rota cuando fue cargada para ser transportada.
—Exacto. —El patólogo cogió el otro brazo de la víctima—.
Lamento tener que hacer esto, pero necesitan ver lo malo que es. —Con
un silencioso murmullo que Ashwini no pudo comprender, pero que
pareció estar dirigido a la mujer en la mesa de autopsias, el patólogo
rompió el cúbito como si fuera madera a la deriva.
Janvier siseó. —¿Todos sus huesos están así de débiles?
—Haré escáneres para confirmarlo, pero sí. Están porosos hasta
el punto que rompí su muñeca mientras hacía el examen inicial. —
Bajando el brazo de la víctima suavemente, dijo—: Sus dientes están
rotos, y su piel es tan delicada como el papel. Ya vieron con la facilidad
que se rompió el hueso.
Pena e ira se mezclaron en el interior de Ashwini. —¿Algo más? —
dijo, luchando por mantener su voz estable.
—Todavía no. Ya luego te entregaré los resultados de los análisis
de sangre y alguna otra evidencia forense.
—Sus huellas digitales podrían acelerar significativamente su
identificación —dijo Janvier, muecas blancas en las esquinas de su
boca.
—Empezaré con ellas justo ahora.
Agradeciéndolo al patólogo, Ashwini salió de la morgue al frío y
vacío pasillo. Era extraño; cada vez que iba a la morgue, estaba así de
silenciosa y aun así, nunca dejaba de molestarle, a pesar del hecho de
que, para su habilidad, ese lugar era casi pacífico. La muerte tenía sus
secretos.
Dando largas zancadas por el silencio, no habló sobre lo que el
patólogo les mostró; no había nada que decir, la ira de Janvier se sentía
tan ardiente como la suya. —He enviado la imagen del tatuaje a la
computadora del Gremio, pidiéndoles que formaran una búsqueda en
todas las posibles bases de datos. Harán lo mismo tan pronto como los
resultados de las huellas digitales estén listos, cooperando con el
95 equipo de la Torre.
—¿Qué hay del rostro? —Janvier se cerró la chaqueta mientras
salían hacia la ligera nieve que comenzaba a caer—. La Torre tiene
acceso a un artista que puede reconstruirlo.
Cerrándose su propia chaqueta y levantando el cuello, dijo—:
¿Puede él o ella hacerlo sin el cráneo? No quiero arrancar lo que le
queda de piel a la víctima. —Al menos debería tener permitido esa
dignidad.
—Preguntaré —dijo Janvier, sin cuestionar su irracional
elección—. Podría ser posible con escáneres de alta resolución y rayos
X.
Cuando fue a entregarle el casco, sacudió la cabeza. —Voy a
caminar hasta la Academia del Gremio, para ver si puedo conseguir
alguna información de ayuda de los otros cazadores. —Sus hermanos
podrían haber visto u oído algo de ayuda sin notar su significado—.
También me pasaré por algunos de los locales en el área cerca del
restaurante, para ver si alguno tiene algún material de seguridad o
estuvo por allí anoche.
—Puedo ir contigo.
—No, creo que es mejor si lo hago sola. Incluso un indicio del
interés de la Torre y las personas comenzarán a ponerse nerviosas —por
no mencionar que tu presencia atraerá preguntas. —Ashwini, por otra
parte, podría excusarse diciendo que estaba haciéndole un favor a un
amigo policía para mitigar el aburrimiento de estar de baja.
Guardando el casco, Janvier se subió a su moto. —¿Cuándo me
contarás acerca tu hermano, cher? —preguntó en una voz tan oscura y
misteriosa como las tranquilas aguas de la tierra que llamaba hogar.
Los pensamientos de Ashwini se llenaron con el terrible secreto
que había cargado durante tanto tiempo. Tenía que saberlo, se le hizo
claro durante su viaje… pero no tenía el coraje para enfrentar el dolor
en esa fría mañana mientras el fosfeno de la muerte permanecía en sus
retinas.
—Hoy no —susurró.

***

Observando a Ash alejarse a través del velo de nieve cayendo,


alta, ágil y sola, Janvier luchó contra la urgencia de apresarla y
demandar su confianza. No ganaría nada con ello. Estaba
profundamente dañada y, como cualquier animal herido, opondría pelea
en un intento de protegerse. No sólo eso, al intentar forzarla, perdería la
fe que ya tenía en él.
Y su Ashblade ofrecía esa fe con la cautela de alguien que fue
96 traicionada una vez.
Encendiendo el motor, se obligó a marcharse. Él podría haber
nacido en el tiempo en que un hombre protegía a su mujer del mundo,
pero llegó a una era donde el mundo cambió, y, a pesar de algunos
vampiros de su generación, no se apegaba a la nostalgia de lo que
alguna vez fue, prefiriendo en su lugar aferrarse al nuevo mundo sin
olvidar nunca su pasado.
Ash moriría antes de ser encerrada.
Incluso si la jaula estaba hecha con amor y una devota necesidad
de protegerla de cualquier daño.
Con esa horrible imagen en la mente, atravesó las calles con un
increíble enfoque, llevando la moto directamente a la cochera
subterránea de la Torre. Sabía que se había saltado al menos cinco
niveles de seguridad en el momento en que se detuvo —una seguridad
que la mayoría de las personas ni siquiera tenía la oportunidad de
sentir. Caminando hasta el ascensor más adelante, no se sorprendió
cuando Naasir cayó del techo hasta pararse junto a él, habiendo tenido
sus sentidos abiertos para el vampiro.
Con los pies desnudos bajo sus vaqueros y el incongruentemente
suave y oscuro suéter con cuello en V que vestía sobre una camisa de
un pálido azul con los bordes hacia afuera, dijo—: ¿No trajiste a nuestra
cazadora?
Naasir tenía un encanto salvaje que atraía a las mujeres hacia él
—fueran mortales, vampiras o ángeles. Janvier vió a más de una
experimentada inmortal haciendo el ridículo por él. Pero a pesar de la
forma en que a menudo al vampiro le gustaba molestar a Janvier, su
interés en Ash no era romántico o sexual, la posesividad que
demostraba siendo más comparable con la que exhibía con Rafael y los
Siete.
—Está en la Academia del Gremio. —Intentando olvidar el antiguo
dolor que avistó en los ojos de Ash antes de que se alejara, tocó la
textura del suéter de Naasir—. ¿Está hecho de cachemira?
—¿Y? —Un gruñido—. Hace frío aquí afuera. No me gusta el frío,
y la chica de la tienda dijo que esto me mantendría abrigado.
Janvier se sintió momentáneamente divertido por sus
pensamientos ante la idea de Naasir comprando en una de las
exclusivas tiendas que vendían ese tipo de ropa; tiendas que estaban
abiertas a todas horas para proveer a una clientela inmortal. Tenía la
corazonada de que el vampiro había entrado a la primera tienda de ropa
que vio cuando el frío comenzó. —¿La mujer de la tienda también te dijo
que zapatos podrían ayudar?
—Me los pondré cuando salga. —Naasir levantó un brazo para
frotar la manga contra un costado de su rostro, mostrando
abiertamente su placer al tocar la textura—. ¿Por qué está Ash en la
Academia? Debería estar aquí. Es una de nosotros.
97 —No está de acuerdo con eso. —La inmortalidad no le atraía como
a muchos otros, y Janvier no podía culparla—. Ya sabes lo que puede
hacer, imagínala viviendo en un mundo de inmortales.
Naasir se tomó su tiempo para pensar en sus palabras. —No sé
cómo solucionar esto —dijo al final, sus ojos de plata en Janvier—. Esto
es malo, Cajún. No quiero ver morir a Ash.
Un dolor abrasador llenó su estómago ante la idea. —Yo tampoco
tengo una respuesta. —Las mismas cosas que hacían de Ash quien era,
eran las mismas que hacían la inmortalidad una mala elección para
ella. Janvier sabía que tenía la fuerza para tratar con los retos, pero no
sabía con certeza cómo convencerla de ello.
Naasir estrechó los ojos mientras las puertas del ascensor se
abrían, y caminó hacia las escaleras. Cuando Janvier llegó al piso de la
Torre donde se encontraba la oficina de Dmitri —muy, pero muy por
encima de la ciudad— fue para ver a Naasir entrando por la puerta al
otro lado. El rostro del vampiro se encontraba lleno de energía, su
cabello cayendo sobre su rostro, pero ni siquiera le faltaba el aire.
—Estúpida subida —gruñó el otro hombre—. No corriste.
—Sí, debería haberlo hecho. —Tenía demasiada energía en el
cuerpo, demasiadas ganas confinadas—. Correré contigo más tarde.
Caminaron juntos hasta la oficina de Dmitri. La mano derecha de
Rafael y el líder de los Siete, se hallaba de pie junto a la enorme pared
de cristal detrás de su escritorio, que daba a una vista de Manhattan,
su mano ahuecando la mejilla de su esposa. Vestida con un par de
vaqueros negros que hacían juego con una chaqueta del mismo color y
a la medida sobre una camiseta del color de las frambuesas frescas,
Honor St. Nicholas se reía con su esposo. Sus ojos eran de un intenso
verde que le recordaba a Janvier a una jungla a oscuras que había
atravesado una vez como mensajero, su cabello de un suave ébano.
La mejor amiga de Ashwini pasó de la transformación al
vampirismo con una belleza luminosa que le llevaba cientos de años
conseguir a la mayoría de los vampiros. Sin embargo, su apariencia
física no era lo que la hacía hermosa para Janvier. Era la forma en que
miraba a Dmitri. Nadie en el mundo podría dudar de su lealtad al
vampiro letal, su corazón siempre en mano para él.
Oyendo a Janvier y Naasir en la puerta, miró en su dirección. —
¡Oh, mírate! —Había puro deleite en su expresión.
Janvier miró a Naasir mientras bajaba la cabeza, con las manos
en los bolsillos de los vaqueros. ¿Se estaba sonrojando? Imposible.
Naasir no se sonrojaba. Pero el vampiro se quedó quieto mientras Honor
cerraba la distancia entre ellos para pasar las manos por sus hombros.
—Te queda bien —dijo con abierta afección.
Naasir se sacó las manos de los bolsillos en respuesta y puso los
brazos alrededor de Honor. Luego la abrazó, frotando su mejilla contra
su cabello, sus ojos cerrados. Era raro ver al vampiro tan
98 silenciosamente contento. Janvier sabía que Naasir se estaba quedando
en la habitación de Honor y Dmitri en la Torre —no le gustaba vivir
solo, evitando siempre su propio cuarto. También se quedó con la
pareja los dos días que estuvo en la ciudad después de la batalla final.
Estaba claro que se había apegado a Honor durante su tiempo
juntos.
La cazadora le devolvió el abrazo con la misma calidez, sin temer
que estuviera siendo sujetada por un depredador aunque lo
supiera. No, se dio cuenta Janvier, se equivocaba. A pesar del hecho de
que los brazos de Naasir se encontraban envueltos alrededor de la parte
superior del cuerpo de Honor, eran los suyos los que estaban alrededor
de su cintura; era Honor quien lo abrazaba. Naasir cedió sutilmente el
control del abrazo.
Janvier miró a Dmitri, viendo una intensidad de emoción en su
rostro que hizo que su propio corazón se apretara. Nunca había
pensado realmente sobre el hecho de que Dmitri tenía más de mil años;
el hombre se veía tan en casa en ese último tiempo. Sin embargo, ese
día, sintió el dolor de los recuerdos dentro de Dmitri, el peso de una
historia que dejó cicatrices en su alma, y pensó en Ash de nuevo, en el
don que podía llevarla al pasado de un extraño.
Junto a él, Honor retrocedió y, levantándose de puntillas, quitó el
cabello de Naasir de su cara. —Tengo que irme. Voy a impartir una
clase en la Academia del Gremio. —Tirándolo hacia abajo, lo besó en la
mejilla—. No sabía que ya te habías comprado ropa, así que te compré
algunas cosas por la mañana. He puesto las bolsas en tu habitación.
El sonido que escapó del pecho de Naasir se hallaba tan cerca de
un ronroneo que Janvier no estuvo seguro de si se lo había imaginado.
Dándole a Janvier una cálida sonrisa y a Dmitri una mirada más que
tierna, Honor se marchó.
El extraño, hermoso e inesperado momento terminó con su
partida.
Dmitri les hizo señas para que salieran con él al balcón, la luz de
la caída de nieve habiendo pasado para dejar a la ciudad brillando bajo
un cristalino sol de invierno. —Contarme sobre la autopsia.
—Se encontró un tatuaje que podría ayudarnos a descubrir la
identidad de la víctima en caso de que el análisis de las huellas
dactilares falle —dijo Janvier, luego compartió los detalles de la
debilidad en los huesos y la piel—. Sin embargo, el patólogo también
confirmó la presencia de mordidas de colmillos además del abuso a
largos términos que sospechábamos.
—Así que, aunque los huesos hacen eco a lo que Lijuan les hacía
a sus sacrificios, el abuso nos señala otra dirección.
—Sí, Lijuan se comía a las personas de una vez —dijo Naasir,
habiéndose inclinado en el mismísimo borde de la plataforma con
barandillas, sus pies desnudos en la delgada capa de nieve que había
99 caído en la superficie. Miraba la ciudad debajo con una fascinación
desenfrenada.
Nadie que no lo conociera esperaría tal comportamiento. Janvier
vió al vampiro actuar perfectamente “normal”, incluso parecer
sofisticado, culto, y arrogante, como se podría esperar de un hombre de
su edad y fuerza, pero eso era todo —un acto.
—Es como ponerse otra piel —le dijo Naasir cortantemente
después de su primera reunión hacer ciento veinticinco años o así—. La
piel no es mía y duele hasta que me la quito.
Naasir sólo utilizaba esas pieles alrededor de las personas que no
le agradaban o de las que todavía no tenía una opinión. Lo último
podría llevarle un instante o un año. Janvier nunca tuvieron que tratar
con el vampiro más que con su propia piel —conoció a Naasir en un bar
de vampiros sin nombre en Bolivia. Para acortar la historia, después de
haber roto un montón de muebles y dado unos cuantos golpes,
acabaron como amigos que entendían el salvajismo en el otro.
—Me agradas, Cajún. —Un destello de brillantes colmillos—. ¿A
dónde irás desde aquí?
—Tengo que entregar una propuesta de “serías mi único concubino”
de un ángel a un vampiro.
—¿Vas a preguntarle a un vampiro ser el concubino en nombre de
otro? ¿Por qué?
—Porque soy un estúpido imbécil que perdió una apuesta, pero este
Cajún no falta a su palabra. Así que haré de casamentera. Sólo tengo que
encontrar al hijo de puta primero en el maldito bosque; se está lamiendo
las heridas después de una pelea de amantes.
Los ojos de Naasir se habían iluminado y Janvier terminó con un
compañero en su cacería. Localizó al vampiro, Janvier entregó el
mensaje —para la silenciosa risa de Naasir— y luego escoltado al feliz
hombre de regreso a su ángel. No fue la primera vez que terminaron
jugando o trabajando juntos; fue a través de Naasir que Janvier llegó a
ver a Rafael no simplemente como un arcángel, sino como un hombre
del cual estar orgulloso de dar su lealtad.
En ese momento, se acercó hasta donde el vampiro se hallaba
arrodillado, pero en lugar de mirar al tráfico debajo, giró la cabeza en la
dirección de la Academia del Gremio. —Seguiré trabajando con Ash,
investigando todo lo que podamos de la víctima y aprovechando
cualquier pista que pueda llevarnos hasta su asesino.
Dmitri se removió hasta detenerse al otro lado de Naasir. —
También necesito que mantengas un ojo en la comunidad vampírica en
el suelo. Con Illium ocupado entrenando, no tiene tanto tiempo para
moverse por allí.
—¿Necesito buscar algún problema en específico?
—Si oyes cualquier cosa sobre una droga llamada Umber, pásame

100 la información inmediatamente. —El vampiro le dio un resumen de la


droga antes de añadir—: En términos generales, los Convertidos están
conscientes de que la Torre está ocupada con una cantidad de otros
asuntos en el presente.
Los ojos de Dmitri siguieron a un luchador de la Legión
aterrizando en el techo del rascacielos que estaba siendo modificado
para su uso. —Reparaciones, la Legión, la situación política arcangélica.
Están reuniendo personal y llamando la atención. Y ya conoces a
nuestra especie.
Sí. Los vampiros eran depredadores, el hambre de sangre
corriendo justo por debajo de la superficie de su piel. Janvier aprendió a
controlarla hacía mucho tiempo, al igual que Dmitri, pero eso no
significaba que no estuviera allí. Ser un vampiro no era una opción
estética; afectaba las células del cuerpo por sí sola, alterando
permanentemente su química interna.
La sed de sangre, si tenía rienda suelta, podía convertir a un
vampiro en una máquina asesina codiciosa.
15 Traducido por Mary
Corregido por *Andreina F*

—He hecho un punto el estar presente en la comunidad vampiro


desde mi regreso —dijo Janvier, entendiendo la preocupación de Dmitri.
Nueva York, en particular, Manhattan, tenía una pesada población
vampírica. Un brote de la sed de sangre podría pintar la ciudad de
carmesí negro, frágiles cuerpos mortales yaciendo en las calles como
juguetes—. Era lo suficientemente simple deslizarse de vuelta dentro de
la comunidad, ya que conocí a un número de personas en visitas
previas a la cuidad.
Los labios de Dmitri se curvaron. —La habilidad de encantar a
tus enemigos y hacer amigos a donde sea que vayas siempre ha sido tu
regalo, January.

101 uno Naasir resopló a la literal traslación del nombre de Janvier. Era
inusual, que le fue dado por una chica de dieciséis quien se
enamoró de su bebé, un bebé que nació durante el primer minuto de
una muy lejana noche de enero. El tiempo y la fecha eran hechos que
su madre conocía sólo porque justo antes de que empujara su hijo al
mundo, escuchó el cielo explotar con fuegos artificiales mientras los
mortales e inmortales ricos que vivían en el asentamiento cercano
celebraban el año nuevo.
Esa dulce, romántica chica lo amó hasta el día que murió como
una delgada, arrugada mujer que vivió una vida gloriosa.
—Mi Janvier. Mi regalo de año. —Cálidas, suaves manos en sus
mejillas, una brillante sonrisa que no se desvaneció un ápice en todas las
décadas de su vida—. Estoy tan orgullosa de ti.
Calentado por el precioso recuerdo, le sonrió a Dmitri. —Al menos
las personas no corren gritando cuando me ven llegando. —Los otros
vampiros eran simplemente demasiado viejos para ocultar
completamente la profundidad de su poder letal.
—¿Crees que podría saltar al suelo desde aquí? —preguntó Naasir
conversacionalmente.
—No —respondió Dmitri—. Tendría que recogerte con una pala.
Naasir frunció el ceño, y bajó la mirada hacia la distante calle de
la cuidad. —Lástima.
Algunas veces, incluso Janvier no sabía si Naasir bromeaba o si
hacía preguntas serias. —Si no me necesitas para manejar nada más
inmediatamente, voy a visitar al herido. —Cayó en el hábito de
conseguir la actualización del estado de los hombres y mujeres caídos
en el mundo exterior, el tipo de cosas que harían reír o gemir—.
Golpearé los clubs de vampiros esta noche —agregó él—, para tener una
idea de las cosas.
Si las búsquedas en la computadora sobre el tatuaje y las huellas
dactilares llegaran con las manos vacías, los clubes también serían un
buen punto de partida a la hora de rastrear la identidad del suyo y el de
la victima de Ash.
Tan pronto como su nombre se formó en su mente, fue como si
los últimos minutos no existieron. Se hallaba de vuelta en la nevada
calle fuera de la morgue, viendo a la mujer por la que esperó dos vidas
para encontrarla caminar lejos de él.

***

Reflexionando sobre la cepa que vio en el rostro de Janvier antes


de que Cajún se fuera, Dmitri se volvió hacia el vampiro que se quedó.
Naasir era único, el único de su tipo en la historia conocida. Era
102 también peligroso por herirse a sí mismo ciertas veces, con un pequeño
sentido de preservación como alguien de cuatro años. —Si rompes tu
cráneo por lanzarte —señaló—, no tendrás cena con Elena y Rafael esta
noche.
Naasir sacudió su cabeza, los ojos brillando. —¿Cena?
—Sí, has sido invitado al Enclave. A Elena le gustaría recibirte de
vuelta en la cuidad.
Naasir se deslizó una fracción lejos del borde. —Quiero ir a la
cena —dijo decisivamente—. ¿Proporcionarán carne?
—Montgomery se asegurará de que te alimentes. —Se encontraba
severamente tentado de aparecer en la cena él mismo, sólo para ver la
reacción de Elena a los inusuales hábitos de comer de Naasir—. Dime
sobre Amanat. —La ciudad perdida que subió a la superficie después de
un eón fue el hogar de la Antigua Caliane, la madre de Rafael y un
poder asombroso.
—Dos veces a la semana —dijo Naasir—, Caliane baja el escudo
que protege la ciudad así sus personas pueden salir. Lo hacen en
pequeños rebaños, asustados y aferrándose el uno al otro. —No existía
juicio en las palabras—. Puede tomar meses para que puedan superar
el miedo sembrado por la pérdida de uno de los suyos.
Dmitri no se sorprendió. Caliane era fuerte, pero las personas que
fueron con ella a su largo sueño eran amables, seres cultivados sin
capacidad real para protegerse a sí mismos. —¿Territorio de Lijuan?
—Fui capaz de infiltrarme sin ser detectado después de que Jason
me dio la información avanzada.
Dmitri ya había recibido los reportes de Jason, pero el jefe de
espías se enfocó en los políticos, así como sobre cualquier noticia del
paradero de Lijuan, mientras que Naasir se dirigió a prestar atención a
la población.
—Su gente es presa de una especie de choque aturdido —dijo el
vampiro—, pero no hay desesperación, no al nivel que deben estar.
Están esperando, y erigiendo santuarios, donde se arrodillan y rezan
por la pronta recuperación de Lijuan.
—Maldita sea. —Dmitri esperaba que Rafael hubiera logrado
matarla a pesar de lo contrario de las propias creencias de Rafael.
Matar a un arcángel, dijo Rafael, siempre ha sido una tarea difícil.
Matar a un Anciano podría ser imposible, y mientras que Lijuan no es
una Anciana, está lo suficientemente cerca a eso, por lo que creo que
tomará un evento extraordinario para eliminarla.
—He pensado en múltiples métodos para matarla —dijo Naasir—.
Desafortunadamente, sigue regenerándose, incluso en mi imaginación.
Ese era el quid de la cuestión. Si nada podía erradicar la amenaza
de Lijuan, el infierno estallaría en la tierra. —Comparte tus ideas con el
padre. —Naasir no pensaba como el resto de ellos, llegó con maniobras
103 sorprendentes antes.
—¿Necesito llevar un regalo para Elena? ¿Es lo que debo hacer?
Dmitri luchó con la urgencia de decirle que sí. La idea de Naasir
de un regalo tendía a ser al menos interesante. —Haz lo que sientas
natural. Ni el padre ni la consorte esperan que seamos algo más que
quién y qué somos. —Ese hecho fue el núcleo del porqué sirvió a Rafael;
no tenía necesidad de fingir.
—Llevaré un regalo —dijo Naasir después de un minuto—. Es lo
que Jessamy me enseñó a hacer cuando me invitan a cenas especiales
en alguna casa.
Dmitri se preguntó si a Honor le importaría si cambiaba sus
planes y se invitaba a ambos a la cena en el Enclave.

***

—¡Está viva!
Ashwini señaló su dedo a Demarco. —No he disparado a nadie
esta semana.
El cazador incontenible saltó sobre una mesa en el comedor de la
Academia para agarrar sus hombros y apretarlos, con el rayado rubio-
castaño de su cabello, más en el lado marrón en este momento, dada la
luz del sol de invierno. Era su forma de darle un abrazo, la mayoría de
los cazadores que eran sus amigos cercanos sabían que tenía
problemas con demasiado contacto físico.
Inclinándose hacia delante, lo abrazó. Era parte de su familia y
entendía el valor de esa lealtad y afecto de una manera que nadie que
no perdió una familia podía. Todo salió mal hace mucho tiempo, y
ahora no existía manera de arreglar la familia en la que nació. Pero lo
que podía hacer era esto; podía aferrarse a la familia que había creado.
—¿Estás enseñando hoy? —preguntó cuando se apartó.
Demarco movió su dedo a uno de sus pendientes, la caída de los
círculos de bronce haciendo una pequeño silbido metálico del sonido. —
Sólo haciendo una lección de estrategia de uno a uno con un viejo
estudiante. —La llevó de vuelta a donde estuvo sentado con una copa
de café y un chip de chocolate de panecillo de plátano medio demolido,
los dos desviándose hacia el mostrador para que pudieran recoger una
magdalena y un batido de chocolate para ella.
Se acababan de sentar cuando Honor entró.
—Pensé que vi tu nombre en la pizarra —dijo Demarco—. ¿No se
supone que estés en clases?
—La pospuse por quince minutos para darle a los estudiantes
tiempo de cambiarse y recuperar el aliento después de una sesión de
104 combate que corrió horas extras. —Se deslizó en la silla junto a
Ashwini, codeando el hombro de Ash con el suyo a modo de saludo
antes de robar una pieza de chocolate del plato de Demarco—. Uhmm.
—Suspiró, sus ojos cerrados—. No importa cuán vieja me haga, nunca
voy a perder el gusto por el chocolate.
—¿Pensé que Dmitri daba buena sangre? —Sonrió Demarco.
—Voy a matar a Ellie —dijo Honor, con sus mejillas calientes.
—No culpes a Ellie. —Ashwini le dio a su amiga un pedazo de
chocolate de su propio panecillo—. Comienzas a tartamudear cada vez
que uno de nosotros pregunta sobre el beber sangre. —Honor era la
primera cazadora que todos ellos conocieron que se convirtió en vampir
y, siendo familia, eran entrometidos como el infierno sobre la
experiencia.
—Entonces —agregó Demarco—, ves este increíble tono de rojo y
parece que pierdes la habilidad para formar palabras.
—Cállate.
Riendo, Ashwini tomó un sorbo de su leche. Se sentía feliz de ver
a su amiga tan viva y vibrante. Dmitri podría ser un pequeño bastardo,
pero trajo a Honor de vuelta del mundo sombrío en el que existió
después del infierno de su cautiverio, y por ello, el vampiro tenía una
amiga en Ashwini.
—¿Mencionó Dmitri el caso en que estoy trabajando? —le
preguntó a su amiga, sintiendo su retirada antes de mencionar los
detalles. La última vez que quiso hacerlo estuvo arrastrando a Honor de
vuelta al horror al que sobrevivió.
—Sí. —La piel de Honor se tensaba sobre sus huesos, su voz vibró
de emoción retenida cuando dijo—: Espero que Rafael fría al demonio
bastardo después de que lo captures.
Demarco se inclinó hacia delante, y bajó su voz. —¿Cuál es el
caso?
Tranquilizada por la ira de Honor, viendo que su amiga no se
hallaba en un mal estado mental, Ashwini le dijo. Sabía que no le
hablaría de ello a nadie más a menos que ella le dijera que lo hiciera. —
¿Alguno de ustedes ha escuchado algo que podría ayudar?
—Desearía que lo hubiese —dijo Honor, su furia era un
repiqueteo bajo su piel—. Pero realmente no he estado en las calles
desde que regresé, mayormente enseñando en la Torre, ayudando a
Dmitri a lidiar con la Legión. Ahora y entonces, en la primaria me
hablan en un idioma antiguo que he estudiado, pero nunca esperaba
oír. Es fascinante.
Ashwini se estremeció ante la idea de que el ejército alado había
aparecido de la nada. La mayoría de la gente asumía que los
combatientes surgieron a partir de un compuesto secreto que
pertenecía a Rafael. Ash sabía que eso era incorrecto, muy, muy

105 incorrecto. Incluso desde una distancia, ellos despedían un sentido tal
de edad que era una aplastante presión contra sus sentidos.
Algunas veces se sentía como si todo el océano yacía encima de
ella, el peso de ello a la misma vez amplia y extrañamente liberador. La
última vez que despertó sin aliento de ese sueño en particular, se fue a
su pequeño balcón para ver a un luchador de la Legión sentado en la
barandilla.
Él la miró, y voló fuera, con sus alas de murciélago silenciosas en
el cielo cubierto de noche.
Demarco dio unos golpecitos a la mesa con su dedo, el sonido
tirándola de regreso fuera de la memoria del encuentro irreal. —Ranson
decía algo sobre sus amigos de las calles teniendo noticas de un
ambiente raro en los clubes. Deberías hablarle.
—Esperaba que estuviera aquí. —Como un formador de niños de
las calles, Ranson tenía contactos a los que el resto de nosotros no
podía acceder, y como su pierna actualmente enyesada significaba que
no podía cazar activamente, fue relegado como un instructor de la
Academia.
Demarco apartó la vista, mirando a través de los marcos de las
ventanas en la nieve que empezaba a caer, los copos de nieve más
gordos y más pesados que cuando Ashwini entró. —Se tomó el día libre.
Ashwini atrapó los ojos de Honor. Girándose a Demarco, dijeron—
: Derrámalo. —Al unisonó.
—Mierda. —Pasó una mano a través de su cabello—. No puedo.
Me matará. Lo sabrán está noche.
Lo intentaron mejor. —Habla o muere —dijeron con aspecto
amenazador, pero él cruzó sus brazos y entrecerró sus ojos. Ashwini
conocía esa mirada. No iba a ceder—. Bien —murmuró—. Pero será
mejor que tengas una maldita buena excusa para no decírnoslo.
—Confíen en mí. —Sonriendo, descruzó sus brazos, toda abierta
calidez, pero mientras sentía el afecto de un amigo en él, su sonrisa no
hizo nada para ella como una mujer.
No como la sonrisa de cierto vampiro.
—Hablando de secretos —Demarco arrastró las palabras—, tú y el
Cajún…
Ashwini golpeó una cuchilla en la mesa delante del otro cazador,
y la dejó temblando en una posición vertical.
—Obsérvala, Dem… —Rió Honor—, o puede que termines como
comida para perros.
El otro cazador alzó sus manos. —Era una pregunta inocente.
—Como sea —dijo Ashwini mordazmente—, si te enteras de algo
que podría ser útil, transmítelo. —Pensó que Ellie ya tenía la
información a través de Rafael.
106 —Lo haré. —Demarco miró su reloj—. Me tengo que ir. Tengo que
recoger a un vampiro que decidió saltar su Contrato.
Ashwini y Honor lo miraron. —¿Y te encontrabas aquí comiendo
panecillos? —preguntó Honor en un tono estupefacto—. No es la
camioneta un poco más, no lo sé, ¿importante?
—Genio, reservé un boleto de autobús. Lo juro por Dios —dijo
Demarco, abrochando los botones de su chaqueta de pana marrón
pálido con parches de cuero de color marrón oscuro en los codos—.
Bajo el nombre de Bill Smith.
Ashwini rodó sus ojos. —Supongo que es mejor que John Smith.
—No, ese es su nombre real. Además, ya que era lo
suficientemente bueno para proporcionar una identificación con foto
cuando reservó, ya sé que es mi objetivo. —Tomó una profunda bufanda
de lana azul y la envolvió alrededor de su cuello dos veces—. Sé lo que
estás pensando, que me está lanzando fuera de la escena, pero hice mi
búsqueda. Bill Smith es un contador que va por el libro.
—¿Entonces por qué está intentando saltarse su Contrato? —Sólo
los imbéciles, los ilusos, y el arrogante tratarían de engañar a los
ángeles. Especialmente cuando los castigos resultantes eran conocidos
por ser despiadados. Ashwini habría sentido lástima por los vampiros
que trajo de nuevo a ser castigados, excepto que nadie tenía que elegir
el vampirismo. Sin embargo, una vez que has tomado esa negociación,
era tu responsabilidad mantenerlo.
Después de todo, no existía vuelta atrás cuando se trataba de la
casi inmortalidad concedida a cambio de los cien años de servicio
contratado.
—Bill Smith cree que encontró una escapatoria —respondió
Demarco con una rodada de sus propios ojos—. Eso es en acuerdo con
la carta certificada que le dejó a su ángel. Y puede haber una mujer
involucrada. ¿No es eso siempre? —Una mirada desconsolada—.
Nosotros los pobres hombres no nos paramos ante la oportunidad. —
Con los guantes puestos, se fue con una rápida risa a modo de saludo,
prometiendo mandarles mensajes si de hecho recogía a Bill Smith en la
estación de autobuses.
Junto con Honor, Ashwini dijo—: Además de Dmitri propiciando
buena sangre, ¿cómo están yendo las cosas? —Ellas hablaron después
de que Honor retornó a la ciudad, pero su amiga continuaba
ajustándose a su nueva vida.
—Es un poco extraño, darme cuenta de que ya no soy humana.
Lo olvido todo el tiempo y entonces algo me lo recuerda y voy a través de
la sorpresa de todo ello de nuevo. —Coló un sabor del chocolate con
leche de Ashwini—. Pero nadie me trata diferente, en el Gremio, me
refiero. Me sentía preocupada sobre eso, ¿sabes?
—Idiota. —La única manera de que un cazador perdiera su
derecho a la lealtad de sus hermanos era si los traicionaba—. ¿No te
107 das cuenta de que ahora serás una cazadora por la eternidad?
La sonrisa de Honor volvió sus ojos de una sombra de joyas
increíble que era impresionante, su inmortalidad inconfundible en ese
instante. —Estoy feliz, Ash. Más feliz de lo que he estado alguna vez.
Dmitri... —Una sacudida de su cabeza—. No tengo palabras.
—No las necesitas. —Ashwini percibió la conexión de alma
profunda entre Honor y Dmitri la primera vez que los vio juntos. Como
si dos mitades rotas de un todo se acercaron el uno al otro, y en el
proceso se curaron las fracturas del otro.
Algunas veces, pensaba que Janvier podía hacer lo mismo para
ella, si sólo la dejara entrar.
Honor cerró su mano sobre la de Ashwini de donde reposaba
sobre la mesa, las dos eran amigas por suficiente tiempo que la otra
mujer no se sentía amenazada por sus habilidades. Ashwini, por su
parte, no tenía problemas para lidiar con el toque de Honor. Incluso con
el horror que sufrió, Honor era Honor, sin feas sorpresas, sólo una
vieja, vieja alma. Las pesadillas que la atormentaron a raíz de su
secuestro se habían ido, vencidas por un espíritu feroz que eligió el
amor sobre la oscuridad.
—Es una cosa maravillosa, Ash… y puedes tenerlo con Janvier.
Te adora.
—Lo sé. —Fue un rasposo sonido, la necesidad dentro de ella un
inmenso vacío.
Ella lo adoraba también.
Y debido a que lo hacía, tenía que encontrar una forma de decirle
la verdad.

108
16 Traducido por Erly Obsess
Corregido por MariaE.

De pie sobre el techo del rascacielos de la Legión, habiendo


pasado la nieve, Elena miró a la arquitecta honoraria ingeniera
estructural que tenía la tarea de realizar las especificaciones de la
Legión. —¿Puedes hacer algo con el techo así podamos insertar un
tragaluz?
Torciendo sus labios, la impresionante vampiro con piel de color
ébano llamada Maeve echó un vistazo a la superficie plana. —Podría,
pero si tienes intención de maximizar la luz natural, yo digo que
quitemos todo el techo y lo sustituyamos por el vidrio.
—¿Podemos hacer eso? —La adrenalina se disparó a través de
Elena—. Estructuralmente, quiero decir.
109 moderno,
—No veo por qué no —El acento de Maeve era tan del Manhattan
su ropa tan atrevida como el caleidoscopio de color que era el
estructurado y asimétrico abrigo hasta los tobillos que llevaba, nadie
que no la conociera hubiera adivinado que ella nació en otro continente
hace más de quinientos años.
La mujer, con sus altos pómulos y el corto cultivo de rizos
apretados, había usado los años para convertirse en multicalificada y
era considerada una de las mejores en su línea de trabajo. —Lo único
es —continuó Maeve—, que tengo que establecer el peso de tolerancia,
la Legión podría no ser capaz de reunirse sobre ello en grandes grupos.
Elena miró al Primario, de pie en silencio a su derecha. —
¿Preferencia?
—Cristal —El borde azul alrededor de su iris pareció quemarse a
la luz helada de invierno—. Si somos capaces de reunirnos en un lugar
de tierra, no necesitaríamos el techo.
—Entonces —dijo Elena—, podemos hacer todo el penthouse una
caja de cristal. —Con ventanas de piso a techo diseñadas para ser
abiertas para que la Legión pueda volar dentro y fuera, aunque tendrían
que encontrar la manera de conservar el calor en el invierno para las
plantas.
—No.
Maeve parpadeó por la intervención del Primario. —¿No?
—¿Puedes hacer el jardín más profundo?
—¿Te refieres a fusionar dos o más pisos?
Un asentimiento cortante.
—Sí —dijo la otra mujer lentamente—. Pero creo que lo que mejor
va a funcionar es si no sacamos el piso entero entre los dos niveles, en
cambio, podemos recortarlo en partes —Ella hizo un boceto en su
tableta con un stylus8—. Mira, ¿como este?
El boceto mostraba un ahuecado interior con alfeizares saliendo
de las paredes de lo que parecía ser una formación al azar sobre tres
pisos, pero Elena se dio cuenta rápidamente de que la colocación de
esos alfeizares significaría que la luz sería maximizada, la creación de
varias zonas de jardines, así como sitios de aterrizaje para la Legión. —
Brillante.
El Primario tocó el boceto. —Sí. ¿Puede todo el edificio ser así?
Maeve dejó escapar un suspiro, sus manos apretando la tableta.
—Guau. Bueno, voy a tener que hacer más investigaciones sobre los
aspectos estructurales del edificio para responder a esa pregunta —Ella
estaba haciendo notas frenéticas mientras hablaba—. Tres pisos
superiores, aunque, eso es definitivo.
Elena se encontraba maravillosamente sorprendida por la idea de
un rascacielos convertido en un gigante invernadero, en su interior un
árbol bifurcado por el cual un ser alado podía tejer todo el camino hasta
110 el techo. Cruzó los dedos para que Maeve sea capaz de llegar a una
solución.
—Bien podríamos empezar en los tres pisos superiores, entonces
—dijo ella, después de una mirada al Primario para ver si estaba de
acuerdo—. Maeve, sé sobre plantas, pero el edificio va a ser tu
responsabilidad.
—Estoy en ello.
Dejando a la otra mujer para hablar con su equipo, Elena llevo al
Primario a un almacén de suministros de jardinería, donde organizó la
entrega de macetas, tierra, luces independientes, y otros artículos. Su
siguiente parada fue en un invernadero comercial.
Dos horas más tarde, habían entregado suficientes plantas y
suministros para que pusiera a la Legión a trabajar. Se necesitaría
tiempo para que estén completadas las modificaciones a los pisos
superiores; en el ínterin, decidió transformar toda la primera planta en
un lugar donde las plantas podrían prosperar y la Legión podía
descansar.
Elena comprendió la necesidad de un refugio, un lugar seguro.
Con el consentimiento y consejo de Maeve, los luchadores alados
ya habían derribado las paredes que no eran resistentes, abriendo el

8 Lápices capacitivos para Tablet.


espacio. También arrancaron la alfombra y limpiaron el piso, así que
fue fácil. Todo ello desde las seis de la mañana.
Además ayudó con las cosas de instalación para que este piso
tenga el calor y la humedad adecuada, luego de que les mostró a los
luchadores de la Legión cómo manejar las plantas más delicadas,
comenzó a sentir a su propio cuerpo relajarse. Su placer en la tierra era
transcendental, la inquietante paz de eso envolviéndose en sus alas...
hasta que su piel ondulaba con un escalofrío, su corazón golpeando en
sus costillas.
Podía oírlos, el eco de los susurros que juntos eran precipitados,
abrumadores dentro de su cráneo, como una ola estrellándose en el
interior de una cueva. —Para —dijo sin aliento.
Silencio.
El Primario se encontraba delante de ella segundos después. —
¿La consorte no desea unirse a nuestra conversación?
Fue entonces cuando Elena entendió que las voces eran una
invitación. —Uno a la vez —dijo, no muy segura de lo que hacía pero
sintiendo una sensación extraña de... vulnerabilidad a su alrededor—.
Quiero conocerlos uno a la vez.
Una susurrante consternación.
—Somos uno —dijo el Primario—. Somos la Legión.
111 —Esto —dijo ella, rozando sus manos sobre el árbol de
mandarina en miniatura frente a ella—, es uno. El sistema de raíces, el
tronco, las ramas, las hojas, todos ellos actúan juntos con un solo
objetivo. Sin embargo, ninguna de las hojas es exactamente la misma.
Ustedes pueden ser uno sin ser copias idénticas.
Susurros apagados, la Legión tratando de estar tranquilos para
su beneficio. El Primario miró alrededor de la habitación. Volviendo la
mirada hacia Elena, dijo—: Vamos a considerar la idea de ser uno sin
serlo.

***

Elena se encontraba bastante segura de que la Legión continuó


su susurrante discusión mucho después de que ella se fue en la tarde.
Fue espeluznante estar en una silenciosa habitación cuando sabía que
un acalorado debate estaba pasando entre sus habitantes.
Al haberse duchado y cambiado en la Torre, se mantuvo bajo los
rayos de la puesta de sol, más que lista para ir a casa, estar con Rafael
y sus amigos. Sólo estuvo en el aire unos segundos cuando recibió un
mensaje de Demarco.
Me debes cincuenta dólares. Bill Smith estaba esperando
pacientemente en la cola de su autobús.
No lo podía creer; cuando se encontraron en la cafetería favorita
de los dos al amanecer, y él había compartido su plan para atrapar al
vampiro, ella le dijo que se estaba volviendo loco. —Muestra lo que sé —
murmuró y le envió una respuesta antes de deslizar su teléfono lejos en
un bolsillo cerrado.
¿Arcángel? dijo, sin saber si ella podría llegar a él. Él tomó un
escuadrón especializado sobre el mar para practicar maniobras. Ahora,
más que nunca, las defensas de la torre tenían que ser sólidas. Nueva
York no podía parecer una presa herida a las fuerzas hostiles que veían.
Por otro lado, su gente estaba cansada. Por eso Dmitri tenía ejercicios
escalonados para que cada luchador tenga más días de descanso de lo
habitual mediante turnos de rotación.
Estaré en casa pronto, hbeebti. Naasir ha dicho que se comportará
si llega primero.
Bueno, él ha prometido no comerme, así que eso es algo.
Illium cayó en vuelo con ella mientras la risa de Rafael persistía
en su mente, cuando su escolta de la Legión voló lo suficientemente alto
de lo que era discreto. Pescando sus alas ligeramente para que pudiera
hablar con el ángel de alas azules a su lado, los filamentos de plata en
sus plumas capturando la luz mortecina, dijo—: ¿Vienes a cenar,
también?

112 pequeño
Era extraño. Ella inicialmente invitó a Naasir, Janvier, y Ash. El
equipo se había convertido en una unidad apretado durante
los combates y sabía que Naasir aún no tuvieron la oportunidad de
ponerse al día con Ash. Los tres aceptaron la invitación, pero lo raro era
que, de repente todos los miembros de los Siete que se encontraban en
las inmediaciones tuvieron la noche libre para unirse a ellos.
Los dorados ojos de Illium brillaban bajo el azul negrizco de sus
pestañas. —Oh, sí, definitivamente vendré a cenar.
Elena no era una idiota. —¿Qué estas esperando que Naasir
haga?
Illium se zambulló hacia el agua a una velocidad impresionante,
subió en un ángulo empinado. —La palabra es —dijo—, Naasir está
trayéndote un regalo.
Eso no sonaba siniestro... hasta que considero de quien estaban
hablando.
Illium se disparó al sol antes de que pudiera preguntarle sobre las
tendencias de Naasir sobre dar regalos.
Elena mantiene el perezoso vuelo hacia casa. Montgomery le
había prometido un pastel con doble de chocolate y caramelo, y,
cualquiera que sea el regalo de Naasir, no podía compararse al pastel
con doble de chocolate y caramelo del mayordomo. Montgomery lo hizo
por sí mismo de la nada, guardó la receta como un dragón con su
tesoro.
Cuando su teléfono sonó, ella respondió con una sonrisa. —
Estaba esperando saber de ti —le dijo a su hermana menor, Eva—.
¿Cómo fue el examen?
—No fue tan difícil como mis amigos y yo pensamos que sería —
dijo Eva, su voz entusiasta, y las dos cayeron en una conversación fácil.
Aterrizando en el césped cubierto de nieve de su casa y el Enclave
de Rafael no mucho tiempo después de que ella y Eva se dijeron adiós,
observó a Illium descender rápido y cuidadoso. Aodhan cayó del cielo a
un ritmo más lento, la luz de la tarde fracturando sobre él en chispas
deslumbrantes.
—¿Cómo se siente el ala? —preguntó, habiendo notado la
corrección de último minuto que hizo para impedir su caída hacia los
lados.
—Debilidad significativa, pero debo seguir ejercitándolo en esta
etapa del proceso de curación. —Estiró ambas alas en toda su
amplitud, y las dobló de nuevo.
Nunca, pensó, podría acostumbrarse a la imposibilidad de
Aodhan, a las plumas y el pelo que parecían cubiertos con diamantes
triturados que se refractan con la luz en fragmentos sin fin. —Sólo
asegúrate de no presionarlo demasiado —Los cazadores y el personal de
la torre, ambos se irritaban al ser castigados. Aodhan no había

113 mencionado el dolor, pero sabía que tenía que ser malo.
La inmortal capacidad de sobrevivir brutales heridas vino a un
agonizante precio.
—No te preocupes, Ellie —Illium chocó un puño suavemente con
la mandíbula de Aodhan, su piel de caliente oro contra el tocado sol de
alabastro de Aodhan—. Eche a Keir sobre él hace dos días cuando se
negó a escuchar a la razón. No has visto un aterrizaje brusco hasta que
has visto a Keir hacerlo —Una mueca de dolor—. Pobre Chispita.
Aodhan hizo algo que ella no llego a captar, y de repente, Illium
estaba en el suelo, de espaldas en la nieve. La mirada de asombro en su
rostro era casi tan buena como la cuidadosamente en blanco de
Aodhan. —¿Entramos, Elena?
—¿Qué hay de ayudarme primero? —Illium frunció el ceño y
levantó una mano—. Ahora mi espalda esta toda mojada.
Aodhan lo levantó con el brazo sano. —Pobre Campanilla.
Los labios de Elena se torcieron. Estaba empezando a quedar
claro el por qué Aodhan e Illium se habían hecho amigos. Aodhan
podría ser tranquilo, pero podía defenderse contra el ángel de alas
azules, que sigue siendo la única persona que Aodhan podía soportar
que lo tocara. Elena no sabía que traumatizó a Aodhan a esa
profundidad visceral, pero sabía de la batalla silenciosa que él luchaba
cada día.
—Tus sus cicatrices existen, pero es tu valentía la que te define.
Le dijo eso a él la semana pasada, recibió una penetrante mirada
a cambio de la atormentada fractura de su mirada. —Tengo miedo, a
cada instante, de que la oscuridad me lleve abajo de nuevo.
—Pero sigues adelante, Aodhan. Cualquier tonto puede saltar
inadvertidamente al peligro, tú sabes exactamente el riesgo que estas
tomando, y sin embargo aquí estás.
Frente a ella, le apartó la nieve de las plumas a Illium y dijo—: La
próxima vez que me llames chispita, te arrojo al rio Hudson.
—Puedo nadar.
—Vamos —dijo Elena con una sonrisa—, Montgomery estará
esperando.
Los tres sólo habían acabado de dar los primeros pasos hacia la
casa cuando se produjo una oleada de viento. Jason y Mahiya
aterrizaron a la derecha de Illium un segundo después. Las alas negras
del jefe de espías eran dramáticas contra el blanco de la nieve, su
tatuaje facial vívido incluso en la gris luz, pero eran las espectaculares
alas de Mahiya las que llamaban la atención. Verde gema y azul salvaje
con pinceladas de negro, el patrón era similar al spray de un pavo real.
—Elena —dijo Mahiya con la suave sonrisa que mantenía un
resplandor interior—. Gracias por invitarnos a cenar con tan poca
antelación. Me temo que no pudimos resistir la tentación.
114 —Estoy empezando a preocuparme por la idea de Naasir sobre un
regalo.
Jason agitó. —Él le trajo una vez a un ángel un cubo de pirañas y
le dijo al ángel que metiera la mano en el interior para que pudiera
recuperar su regalo.
—Pero no le gustaba el ángel —Illium repuso—, lo que debería ser
seguro. No sé por qué el ángel en cuestión se quejó a todos acerca de
ello, sólo perdió algunos dedos.
—Al menos no hay ningún lugar para que Naasir encuentre un
jabalí vivo aquí —Eso vino de Aodhan, Illium asintiendo sabiamente a
su lado—. En su defensa, él dijo que traería carne al fuego.
—Caramba, no traten de tranquilizarme todos a la vez —
Dirigiéndolos dentro, ella descubrió que Montgomery había establecido
una mesa en el comedor formal.
Elena y Rafael normalmente no utilizaban este sitio para nada
excepto en las reuniones con los arcángeles u otras personas de alto
rango, era tan distinguido. Sin embargo, tomó un aire diferente con
tantos de los Siete presentes. Ellos tendidos sobre el elegante
mobiliario, cavando en la comida de Montgomery, hablaron con la
facilidad de los hombres que se conocían unos a otros por siglos.
Esa sensación sólo se intensificó cuando Dmitri condujo su
reluciente Ferrari a la puerta principal, Honor en el asiento del
pasajero. Rafael volvió a casa casi en el mismo instante, y el zumbido de
la conversación y la risa crecio para llenar la casa. Quince minutos en
ello y Illium había engatusado a una ruborizada Mahiya para bailar con
él en el centro de la habitación, mientras Aodhan y Dmitri jugaron un
ajuste de cuentas de ajedrez usando un set sin precio tallado a mano
colocado en una mesa de madera antigua.
Honor, por su parte, acercó a examinar la magnífica pintura del
Refugio en la pared del fondo, y Jason se mantuvo hablando con Rafael
mientras observaban a Dmitri y a Aodhan intentar pensar más que el
otro.
Los únicos que faltaban eran las personas que había invitado
originalmente. —¿Alguien le preguntó a Naasir si necesitaba un
aventón? —Ella no estaba preocupada por Janvier y Ash, ya que ambos
eran locales, y estaban en un caso, los escalofriantes detalles que Rafael
compartió con ella.
Maldita Lijuan. Elena desdeaba que la loca arcángel por muriera
y permaneciera muerta.
—Naasir dijo que venía con Janvier y su cazadora —Illium giró a
Mahiya de nuevo con esas palabras, el naranja con bordes dorados de
la túnica hasta la pantorrilla que llevaba sobre los leggings de algodón
negro quemando en un ondulante círculo.
El ronroneo gutural de un potente motor sonó en ese momento, y

115 Elena se volvió hacia los grandes ventanales pasando por alto el camino
para ver a una reluciente pantera negra de un coche merodeando hasta
pararse junto al Ferrari de Dmitri. —Guau.
Mientras miraba, la puerta del lado del conductor se elevó al
mismo tiempo que la puerta del pasajero. Ash salió de un lado, Janvier
del otro... y fue entonces cuando se dio cuenta que Naasir estaba
agachado en la parte superior del coche.
17 Traducido por MaJo Villa
Corregido por Kora

Ashwini salió del increíble coche en el que Janvier llegó después


de llamarla para ofrecerle un paseo. Todavía luchando con lo que tenía
que decirle, debería haber dicho que no, pero lo extrañaba. Además,
tenían que hablar. Las huellas dactilares eran un fiasco, al igual que su
intento de localizar testigos y/o cintas de vigilancia. También habló con
un profesor en el que Honor dijo que se podía confiar. Su especialidad
era la momificación.
El hombre de cabello blanco leyó el informe de la autopsia
provisional y luego observó las fotografías del ataque durante un tiempo
considerable antes de decir de manera concluyente—: No es natural. No
solo el daño celular severo es incompatible con esto y con el proceso
ordinario de la momificación, sino que también la apariencia del
116 cadáver es errónea en el contexto de su edad probable, aún más los
huesos frágiles y los dientes.
Janvier también estuvo ocupado. Había pasado el tiempo
poniéndose en contacto con la comunidad de vampiros “de día”, y al
captar una vibra nerviosa pensó que tenía que ver más con las
consecuencias de la batalla que con sus víctimas.
—Vamos a disfrutar de esta cena —dijo después de que los dos
intercambiaran información—. Los clubes no alcanzarán el ritmo
normal hasta alrededor de las once, y en este momento no puedo
pensar en ninguna otra forma de avanzar.
Ashwini tampoco podía.
Ahora pasaba su mano por encima de la pintura del coche, el
negro sosteniendo un tenue brillo que hizo que el coche pareciera una
sombra viviente.
—No me puedo creer que lo hayas tenido todo este tiempo.
Le dijo que estuvo estacionado en Louisiana, que contrató un
camión especial para dejarlo en Nueva York.
—Nadie —dijo—, lo ha conducido a excepción de mí.
Ashwini podía entender su aire codicioso. Esta era una máquina
sensual.
—¿Cuánto costó? —Jamás había pensado en Janvier como
alguien rico, pero tenía que serlo. Era muy, muy inteligente, y los
vampiros listos siempre acababan siendo ricos.
—Cher, no te preocupes. —Una voz cansina y perezosa la lamió
toda como un beso de cuerpo entero—. Puedo mantenerte en el estilo de
vida del que tengo la intención que llegues a acostumbrarte.
—Menudos sueños tienes, querido. —Le dio unas palmaditas en
su mejilla, a su sonrisa, antes de llegar al interior del coche al
reposapiés, donde había guardado el regalo que Naasir le compró a
Elena. No podía esperar para ver la mirada en el rostro de su
compañera cazadora—. Aquí —dijo, intentando mantener su cuerpo
orientado hacia las ventanillas mientras se lo pasaba al vampiro.
Las manos de él tocaron las suyas a la vez que cogía el regalo,
pero su habilidad solo reaccionó con un desconcertado encogimiento de
hombros. No sabía qué pensar de Naasir, quien se estaba portando bien
con ella. La falta de reacción le permitió ser amiga de él sin
preocupaciones.
Mirándolo, sacudió su cabeza.
A pesar de que estuvo subido encima del coche, el maniático, la
pesada seda plateada de su cabello había caído de nuevo alrededor de
su rostro, cortado en hebras rectas onduladas que le quedaban bien, y

117 lucía mucho más civilizado de lo que ella se esperaba. Se vistió con sus
pantalones negros y una camisa negra, un abrigo negro hasta los
tobillos, la austera sombra de su cabello y sus ojos con un enfoque
avispado.
Janvier, por el contrario, usaba unos vaqueros y un suéter
delgado de color avena por debajo de su chaqueta de cuero maltrecha.
Podía ver el borde de una camiseta blanca por debajo del suéter.
Alrededor de su cuello llevaba una bufanda de color borgoña tejida con
lana de angora. Ella se la había enviado después de la operación en
Atlanta, y no era la primera vez que la veía alrededor de su cuello. Si él
usaba una bufanda, era esta.
Así como ella usaba los pendientes de zafiro que él le dio. Justo
contra su piel.
—Mejor ve primero —le dijo Janvier a Naasir—. Montgomery está
abriendo la puerta.
Acunando su regalo protectoramente en sus brazos, Naasir se
acercó a la puerta.
—Hola, Montgomery.
—Señor, es un placer tenerlo aquí. —El acento engolado del
mayordomo sostuvo un afecto auténtico.
—Prometo no arañar los muebles.
—Eso sería más que bienvenido —respondió Montgomery, sin
abandonar su tono de mayordomo—. Señor, Cazadora del Gremio.
Asintiendo a modo de saludo, Ashwini entró para encontrarse a
Elena y a Rafael dirigiéndose hacia ellos. Continuaba teniendo
problemas para comprender cómo Elena podía confiarse a sí misma a
alguien así de mortal y despiadado. Con los ojos de un azul
terriblemente puro y cabello de un negro más oscuro que la
medianoche, el Arcángel de Nueva York no era de ninguna manera
humano. El poder que emanaba de él era como una tormenta violenta.
Con un toque en la parte baja de su espalda, la mano de Janvier
la ancló al presente cuando ella debería haber sido absorbida por el
torbellino que eran los más de mil años de vida de Rafael. Su habilidad
se estiró hacia él como un niño con miedo al fuego pero queriendo
tocarlo, todo al mismo tiempo. Dando una respiración profunda que fue
irregular en su interior, no le dijo a Janvier que rompiera el contacto, el
calor de su cuerpo un talismán contra su mente fuera de control.
En frente de ellos, Naasir inclinó su cabeza.
—Padre, Consorte.

***

Elena suspiró de alivio en silencio cuando se dio cuenta de que


Naasir sostenía nada menos peligroso que una planta en una maceta, la
118 cual se encontraba envuelta en bastante papel de aluminio.
—Naasir, es bueno verte —dijo, tocando la mente de Rafael con la
suya al mismo tiempo. Los otros estarán decepcionados. Creo que se
esperaban algo escandaloso.
—Esto es para ti. —Naasir le entregó la planta—. Agradezco la
amable invitación a tu casa.
Los cabellos se levantaron en la parte posterior de su cuello ante
el civismo prístino de las palabras, la esencia del tigre cazador
contradiciendo al vampiro sofisticado que se encontraba de pie delante
de ella.
—Gracias —se las arregló para decir, preguntándose si de alguna
forma lo habría ofendido. El instinto le dijo que Naasir solo era educado
con las personas que no le agradaban.
—Si Jessamy pregunta, dile que seguí las reglas. —Una sonrisa
salvaje.
Oh.
—Lo haré. —Bajando la mirada, se enfocó en la planta que tenía
en sus manos. Era inusual, el corazón rojo de las vainas abiertas
alineado con lo que parecían ser púas diminutas. Intrigada, tocó con un
dedo cuidadoso lo rojo… y este trató de comérselo.
Naasir se rió cuando ella saltó, pero no era una sonrisa malvada.
Acercándose a su lado, dijo—: Me llevó horas y horas encontrar una en
tu ciudad. —Con orgullo en cada palabra, recorrió con su dedo otra
vaina abierta. Cuando la flor le chasqueó sus dientes, él hizo lo mismo
en respuesta. —Solo come cosas pequeñas.
Elena se encontraba más que fascinada.
—¿Como insectos?
Sus ojos se iluminaron con evidente interés. Naasir asintió.
—Si la colocas en un invernadero, se comerá a todos los insectos
que molesten a tus otras plantas.
Elena no estaba segura de si tenía algún insecto en su
invernadero. Rafael, ¿dónde podemos conseguir comida para esta
planta? Antes nunca tuvieron un invitado carnívoro en el invernadero.
Es tu regalo, mi cazadora.
Muchísimas gracias. Pero se quedó fascinada por la planta tan
única como el vampiro que se la dió.
—¿Deberíamos ir ahora a colocarla en el invernadero, para que
así esté caliente?
Naasir asintió.
—Es como yo; no disfruta del frío.
Sin embargo, Elena primero la llevó hacia adentro para
119 mostrársela a los demás. El regalo fue un éxito.
Más tarde al salir, pasando por delante de un inalterado
Montgomery, Elena no se molestó en colocarse su abrigo. Afuera hacía
mucho frío, pero el invernadero no se encontraba muy lejos. Naasir
merodeaba junto a ella, sus fosas nasales dilatadas ante las frías
esencias del aire gélido de la noche.
—Caliane está sola —dijo él sin previo aviso.
Elena casi tropezó. Enderezándose a sí misma, continuó a lo largo
del camino iluminado por lámparas hacia el invernadero. Las lámparas
de cultivo de adentro daban un brillo acogedor.
—¿Sola?
Las hebras de plata del cabello de Naasir se movieron como
mercurio líquido cuando asintió.
—Cuando antes vivía en el mundo, Rafael estaba cerca de ella.
Ahora se encuentra lejos suyo, al otro lado del océano, y el rato que
pasó con él en el baile no alivió su necesidad.
Si había una cosa sobre Caliane de la que Elena nunca dudó era
el amor antiguo hacia su hijo.
—¿En estos momentos puede dejar su territorio? —Amanat
estaba a un paso de la tierra de Lijuan, en términos angélicos.
—Puede que sea el mejor momento. Las personas de Lijuan están
buscando en el interior. Han alzado sus defensas y se encuentran
atrincherados detrás de ellas.
—Hablaré con Rafael. —La idea de tener a su Antigua suegra de
visita no le hacía exactamente querer saltar de alegría, pero Caliane
parecía estar descongelándose con respecto a ella durante su última
reunión, así que tal vez esto no sería tan malo. Tal vez—. Gracias por
decírmelo.
Naasir presionó su nariz contra el cristal del invernadero antes de
seguirla al interior. Colocó la planta carnívora lejos de las otras, sin
estar segura de si decidiría cambiar sus dietas, y se dio la vuelta para
encontrarse al vampiro de pie en el pasillo con un ceño de preocupación
en su rostro.
—¿Estás segura que tendrás suficientes insectos?
—Sí. Me encargaré de ello, lo prometo. —Una planta era una
planta, inclusive si esta tenía una dieta ligeramente diferente—. Me
gustan las plantas. —Y las plantas la querían… más y más estos días.
Se las arregló para devolverle la vida a un delicado helecho bebé
después de que este colapsara en flácidas hebras marrones como
consecuencia de su abandono durante la batalla.
Por otra parte, la recuperación de la planta probablemente fue un

120 golpe de suerte.


Esta se encontraba sana, feliz y verde a la derecha, al lado de un
pensamiento jovial que había atraído a Naasir. El vampiro tocó con sus
dedos los suaves pétalos púrpuras de la flor, acariciándola como si le
gustara la textura aterciopelada.
—Aquí —dijo, mostrándole otra planta—. Puedes comértela. —
Desprendiendo una flor, se la dio.
La mordió con cuidado y la masticó.
—No entiendo por qué las personas comen plantas —fue su
sucinta respuesta, pero se terminó de comer la flor al tiempo que se
dirigían de regreso—. ¿Entrenaremos?
—He estado entusiasmada por eso. —Rápido y poco ortodoxo,
sería un oponente excelente del cual aprender—. Aunque creo que
tendremos que tener reglas básicas.
Frunció el ceño.
—Dijiste que hacer trampas estaba bien.
—Lo está… para mí. Rafael es un arcángel. Tú eres un vampiro
con siglos de antigüedad. —Elena no se encontraba segura de la edad
exacta de Naasir, pero tenía la sensación de que tendría que estar
alrededor de los seiscientos o setecientos años—. No soy tan fuerte
como tú. —Rafael le dijo que fuera franca con Naasir.
Él es muy inteligente, pero se frustra ante demasiada perspicacia.
Eso no significa que no sea capaz de comprenderlo, pero se molesta con
la gente que fuerza tales agudezas en él.
Esta noche, Naasir la miraba con unos ojos plateados que
sostenían tal salvajismo que sus sentidos le seguían diciendo que él no
era nada conocido, nada entendido.
—Podría romper tu cuello sin esfuerzo —dijo, como si
simplemente declarara un hecho—. Al sire no le gustaría eso.
—Ni tampoco a mí. —Su seca respuesta le hizo sonreír, sus
colmillos destellando—. Propongo que hagamos un par de rondas de
práctica para que así puedas medir tu fuerza contra la mía. —A Elena le
gustaba combatir con los más fuertes que ella; era la única manera de
mejorar. Sus enemigos seguramente no tendrían cuidado con ella
porque fuera significativamente más débil que el ángel adulto
promedio.
Pero tenía que ser lista respecto a esto. Era inútil ser demasiado
orgullosa y terminar muerta porque Naasir no se diera cuenta de que no
se encontraba lidiando con un ángel guerrero de su misma edad.
—¿Qué tal mañana?
—Le preguntaré a Janvier si él y su cazadora necesitan ayuda con
su caza.
121 Elena sintió que su cuerpo se tensaba de nuevo ante el horror de
lo que le habían estado haciendo a la víctima de la Pequeña Italia, ante
la idea de que Lijuan podría de alguna manera haber dejado una
mancha en su ciudad.
—Realmente deseo que la bruja malvada tomara una zambullida
directa al infierno.
—¿Rafael te contó que una vez traté de morderla?
—No. —Con sus ojos abiertos de par en par, se dio la vuelta para
enfrentarlo—. ¿Qué sucedió?
—Era un niño. Ella se rió porque pensó que yo estaba
bromeando. —Se encogió de hombros—. No lo estaba. Quería matarla
porque olía como a carne en mal estado. Mal.
—En ese caso —dijo Elena—, pronto seremos mejores amigos.
Naasir envolvió su brazo alrededor de su cuello, sus dientes muy
afilados cerca de su oreja mientras decía—: Tú hueles bien, Ellie. —Una
pequeña mordida, juguetona en vez de seria—. ¿Crees que Janvier
huele a su cazadora?
Elena sonrió ante el susurro y decidió dejar de lado los
pensamientos de Lijuan y de la muerte que la arcángel demente dejó a
su paso. Esta noche era sobre la lealtad, la amistad y sobre los lazos
que los unían a todos entre ellos, ángeles, vampiros y mortales.
—Espero que sí.
***

Janvier observaba a Ashwini encaramada en el brazo de la silla


donde Honor había tomado asiento, las largas, largas piernas de Ash
revestidas en vaqueros negros y sus ojos brillantes al tiempo que
escuchaba algo que Mahiya se encontraba diciéndoles a ambas. Su
cazadora parecía de buen humor a pesar de su falta de éxito en sacar a
la luz alguna pista, pero él sintió la tensión gritando en su interior
cuando habían entrado por primera vez a la casa. Otros podrían haber
identificado su respuesta como miedo ante la proximidad de un
arcángel, pero él pensaba diferente.
Era la historia que Rafael llevaba en sus huesos. A los mil
quinientos años, súmale o réstale una década o dos, Rafael era joven en
comparación con los otros arcángeles. Lijuan se rumoreaba que tenía
diez mil años de antigüedad, mientras que nadie conocía la verdadera
edad de Caliane; Janvier había escuchado suposiciones que iban de los
doscientos a los quinientos mil años y al doble de eso. No podía
imaginarse vivir tanto. Eso le hacía entender mejor por qué los ángeles
más viejos elegían Dormir durante millones de años y por qué algunos
vampiros se disponían en un pacífico sueño de buenas noches.

122 sea mortal


—La observas como un hombre mira a solo una mujer en su vida,
o inmortal.
Janvier encontró la mirada del arcángel, el poder en esta
pasmoso.
—Jamás ha habido, ni nunca habrá, nadie como ella.
—Tales dones no aparecen con frecuencia —dijo Rafael, su
atención en Ash—. En toda mi vida, he conocido a otros tres como ella:
mortales que necesitaban tiempo más allá de la duración de la vida
humana para permitir que sus dones crecieran hasta su máximo
potencial.
—¿Viven? —preguntó Janvier, sabiendo los gustos de los ángeles
para asegurarse de que los únicos y los talentosos sobrevivieran
eternamente.
Janvier una vez fue enviado a una misión para localizar a un
compositor solitario que residía en un castillo en lo profundo de las
Montañas del Cáucaso. El encargo había surgido durante sus años
como agente libre y llevaba el sello de Astaad, Favashi y de forma
inesperada el de Titus. Los tres arcángeles amaban los trabajos del
compositor con tanta pasión que le ofreció Convertirlo sin la necesidad
de un Contrato de cien años. Todo lo que tendría que hacer era
continuar creando sus sinfonías, llenar al mundo con música.
Una oferta remarcable, aunque el compositor la rechazó.
—Mi música —dijo, sus ojos sosteniendo una chispa que Janvier
solo vió en los talentosos y en los locos— es preciosa porque es tocada
con mi mortalidad. Al convertirme en un hombre con vida eterna ya no
sería capaz de crear eso que les da tanta alegría a los arcángeles. Me
convertiría en una sombra, muerto por dentro incluso si viviera por
siempre.
Así que no se sorprendió cuando Rafael dijo—: Dos se han ido,
habiendo escogido una existencia mortal a pesar de todas las
tentaciones puestas a sus pies. Uno reside en el territorio de Nimra, en
una parte tranquila de los pantanos.
Janvier se dio cuenta de que sabía exactamente a quién se refería
Rafael.
—Silvan. —De quinientos años de edad, el vampiro tenía un nivel
de poder que a menudo eludía el de aquellos que le doblaban la edad. A
pesar de eso, prefería una vida de soledad sobre cualquier posición más
lucrativa e influyente—. Aquellos de mi familia que viven por la zona
dicen que él puede caminar en sueños.
—Tendrás que preguntárselo a Silvan, si deseas la verdad.
—Tal vez lo haré la próxima vez que compartamos café de chicoria
en el muelle fuera de su casa.
Los labios de Rafael se curvaron.
123 —Es cierto entonces, Cajun. ¿Conoces a todo el mundo?
—Ese es mi trabajo. —Ser al que nadie teme y al que todos dan la
bienvenida. Una tarea que una vez fue de Illium. Pero Campanilla era
ahora una deidad, alguien a quien ninguna cantidad de encanto podía
ocultar.
—Eres muy bueno en lo que haces. —Las palabras de un arcángel
a uno de sus hombres—. En cuanto a tu cazadora, creo que sabes que
las probabilidades no están a tu favor. Aquellos nacidos con sentidos
más profundos a menudo rechazan la oportunidad de la inmortalidad
por razones que no podemos entender.
Desafortunadamente, Janvier entendía las razones de Ashwini
demasiado bien. Se hizo más fuerte en los pasados doce meses, sus
reacciones más intensas. Ya vivía en el borde de lo “normal”. Ella temía
que debido a lo que se convirtió tuviera que aceptar la inmortalidad.
Janvier sabía que entonces sería igual de extraordinaria que como lo
era ahora, pero ella no lo veía de esa forma.
—El patólogo nos llamó antes —dijo, cambiando de tema para
evitar que su mente diera vueltas en círculos—. Ha completado su
análisis de tejido profundo, o tanto como le fue posible dado el estado
de los restos. Dice que la víctima muestra signos conclusivos de ser un
donante a largo plazo.
Si un vampiro era cuidadoso, incluso un donante permanente no
llevaría cicatrices. En caso de que Janvier alguna vez probara la sangre
de Ash, lamería sobre la herida para asegurarse que sanara
limpiamente, a no ser que deseara que llevara su marca. Su respiración
se detuvo ante la idea de eso, su abdomen contrayéndose. Tenerla no
solo ofreciéndole su vena sino también consintiendo llevar la señal de
su posesión era un sueño tan grande que sabía que nunca podría
hacerse realidad.
Sin embargo, no todos los vampiros eran cuidadosos con su
donante. Esto conducía a la formación de tejido cicatrizado debajo de la
piel en los sitios más utilizados. Eso no solo era malo para el donante
sino que, con el tiempo, al vampiro se le hacía más difícil alimentarse.
Los lugares donde había mayores marcas de colmillos en la víctima de
la Pequeña Italia cicatrizaron tan profundamente que el patólogo había
notado que era posible que se hubiera convertido en una inservible
como donante. Esa podría ser la razón de que hubiera sido asesinada y
tirada como si fuera basura, pero eso aún no explicaba la desecación.
—Ash y yo —le dijo a Rafael— nos dirigiremos a los clubes de los
Distritos después de la cena para ver si podemos precisar la identidad
de la víctima. —Aunque no había garantía de que ella hubiera
frecuentado los clubes, era un buen punto de partida, dado el número
de vampiros que conocían por primera vez a sus donantes a largo plazo
en los Distritos—. Eso también me dará la oportunidad de contactar
con esos Creados que prefieren las horas nocturnas.

124 Lijuan—Mantente en contacto regular con Dmitri. —Una orden—. Si


dejó una mancha en nuestra ciudad, no quiero que ninguno de
vosotros sea víctima de ello.
Ash entonces levantó su mirada, la oscuridad misteriosa de sus
ojos yendo directamente hacia Janvier. Su risa se desvaneció, pero la
conexión entre ellos… continuó latiendo sin cesar.
—No —dijo Janvier—. No tomaré ningún riesgo innecesario.
18 Traducido por Marie.Ang
Corregido por Vane hearts

A Elena le tomó media hora en la cena darse cuenta de que


algunas de las copas de vino en la mesa tenían sangre roja, como en
realidad sangre roja, y que la brocheta que Naasir picoteaba a su lado
se encontraba hecha de trozos de carne sazonada pero cruda.
Podía vivir con eso. Tan salvaje como era, había algo tanto
inocente como tremendamente encantador en Naasir. En realidad era
como un tigre salvaje; podría morder su mano, pero sólo si ella lo
amenazaba. Al menos ahora que decidió no convertirla en comida.
En ese instante, empujó su plato hacia Ash, quien se hallaba
sentada al otro lado de él. Elena observó, preguntándose lo que haría la
otra cazadora. Sin pestañear, Ash alzó la mano y tomó un trozo de
125 carne cocinada que Naasir había ignorado, a favor de los cubos crudos.
Naasir sonrió y continuó comiendo.
Ash claramente conocía mejor al vampiro que Elena. No era de
sorprender, dado que el equipo de las tres “sombras” había pasado días
tras líneas enemigas con solamente el otro de compañía.
—Dame una pista —dijo ella cuando Naasir la miró.
—¿Para qué? —Mordió un pedazo de carne, masticando con
deleite.
—Para lo que eres —dijo, su curiosidad tan aguda ahora como lo
fue al primer instante que reconoció que no era un vampiro normal en
ningún sentido. Tenía problemas al pensar en él como un vampiro del
todo; él podría beber sangre pero, como su dieta lo mostraba,
difícilmente era suficiente para nutrirlo.
Naasir sonrió y tomó un sorbo del rico líquido rojo en su vaso de
vino. —Puedes hacerme siete preguntas.
Atrapando una sonrisa de Ash al otro lado de él, Elena consideró
lo mucho que el la hacía pensar en un gato grande, uno divertido, en
estos momentos, y decidió maniatarlo. —¿Responderás?
—Sí.
No iba a car en eso. —¿Responderás con la verdad?
Naasir le mostró sus dietes afilados. —Te daré al menos dos
respuestas sinceras.
Elena decidió que era mejor que nada. —¿Eres el único en tu
especie? —preguntó, consciente de que no sólo Ash, sino que también
los otros alrededor de ellos escuchaban.
—Sí.
Examinó sus extraordinarios ojos, su astuta media sonrisa, la
postura de su cuerpo; y no tenía absolutamente ninguna idea de si
mentía o no. Maldición. —¿Naciste o fuiste Convertido?
—Ambos.
Moviendo sus hombros para enfrentarlo a la vez que Illium se
sacudió con una risa al otro lado de la mesa, dijo—: ¿Eres parte de la
familia del tigre? —Su esencia era tan salvaje que casi podía saborear la
jungla, casi podía ver los largos pastos donde un predador a rayas
podría esconderse.
Naasir se inclinó tan cerca que su nariz rozó la de ella. —No —dijo
con un chasquido juguetón de sus dientes.
Elena quería estrangularlo. Era imposible evaluar su expresión,
separar la verdad de la mentira, pero no iba a rendirse. —¿Eres un
vampiro?
Él bebió profundamente de la sangre de su vaso, el oscuro rubí de
ello formando un remolino con secretos. —No.

126 ella—.—Creo que podría tener muchas ganas de morderte —murmuró


Fuerte.
Naasir gruñó, pero sus ojos reían. —¿Suficiente?
—No. Me quedan tres preguntas. —Disparando una mirada de
muerte a Dmitri cuando le preguntó si necesitaba ayuda, toda falsa
amabilidad, regresó su atención a Naasir—. ¿De verdad comes
personas?
—Sólo si no me gustan, o si estoy muy hambriento. —Una
solemne declaración.
Recordando lo que él una vez le dijo sobre el ángel que lo
Convirtió, aunque no se encontraba segura de que hubiera sido
Convertido de una forma común, también como lo que le dijo sobre
Lijuan oliendo a albóndigas, se imaginó que era verdad.
—¿Tienes garras? —Todos los vampiros podían extender sus
uñas, algunos más que otros. Era parte de lo que les permitía escalar
tan bien. Pero durante la batalla, cuando vendó las heridas de Naasir,
creyó divisar una habilidad más peligrosa en su visión periférica—. No
me refiero a las garras normales de un vampiro. Garras reales.
Bajando el vaso, Naasir extendió su mano entre ellos. Sus dedos
era largos y fuertes, su piel de un exuberante y rico color marrón con
un tono más bajo que el dorado… y donde su uñas habían estado, de
repente vio garras extremadamente curvadas como podrían aparecer en
las patas de un tigre. Desaparecieron un segundo más tarde, y ella casi
podía imaginar que fue una ilusión.
—Verdad —susurró ella, tomando su mano para examinar sus
uñas cuando a él no pareció importarle. Casi le preguntó a dónde
habían ido sus garras, ya que no existía rastro de ellas, pero no quería
perder una pregunta.
—Haz esto, Ellie —dijo Ash desde el otro lado, estirándose para
rascar juguetonamente la parte posterior del cuello de Naasir, su
cabello rozando la piel de ella.
Él ronroneó en la parte posterior de su garganta, cerrando los
ojos.
Elena copió la acción de Ash en la mano de él, consiguiendo otro
ronroneo antes de que levantara las hermosas y de verdad plateadas
pestañas para decir—: Última pregunta.
—¿Cambias de forma? —Sus palabras hicieron que Illium
estallara en un ataque de risa, pero Elena no se desalentaría. Las
leyendas comenzaron en alguna parte. ¿Por qué no con Naasir?
—Por supuesto —respondió él, entonces giró su cuerpo a la
derecha y curvó el brazo sobre su pecho—. Ves, he cambiado de forma.
Haciendo un movimiento de estrangulamiento con sus manos que
hizo que él apartara la cabeza hacia atrás y riera en abierta alegría,
127 Elena sintió el limpio beso del mar, de la lluvia en su mente. Veo que tú
y Naasir se harán amigos.
¿Qué te dije sobre este nuevo sentido del humor tuyo? Tomó un
bocado de su cena, la que había ignorado mientras interrogaba a
Naasir.
Estaba hablando solamente con la verdad. Naasir en este momento
juega con tu cabello.
Probablemente quiere arrancármelo y usarlo como un trofeo.
Cierto.
Elena levantó la mirada, con los ojos entrecerrados ante el muy
divertido arcángel al otro lado de la mesa. También me las voy a arreglar
contigo por esto. Jalones en su cuero cabelludo en ese mismo instante,
como si Naasir estuviera enrollando los mechones en su dedo, y luego
los dejara ir.
Se giró, con la intención de decirle que lo dejara, pero entonces
vio su rostro. Se veía… absorto. Como un gato con una bola de
estambre. No le importaba si él decía que no a la pregunta del tigre,
había algo claramente felino en él. Especialmente, ya que
aparentemente persuadió a Ash que rascara su nuca de nuevo mientras
él jugaba con el cabello de Elena, sus ojos con pesados párpados en
éxtasis.
Iba a desenterrar la verdad de él, incluso si le tomaba el resto de
la eternidad.

***

Janvier vio a Ash pasar las uñas afectuosamente sobre el cuello


de Naasir y recordó la primera vez que ella hizo eso. Habían pasado
treinta minutos después de conocer a Naasir. Donde él era poco
amigable y distante con la mayoría de las personas nuevas, Naasir ya
decidió que le gustaba “la cazadora de Janvier”, habiendo mantenido el
rastro de sus interacciones en los años.
Como resultado, fue su propio normal.
En vez de estar asustada por el comportamiento de Naasir, Ash lo
aceptó desde el comienzo, sin hacer esfuerzo por evitar el contacto físico
que al otro macho le gustaba hacer. —Él es diferente —le dijo con un
perplejo encogimiento de hombros cuando Janvier le preguntó por ello—
. Es difícil de explicar, pero lo que siento por él no es nada que me
disturbe. No estoy segura de entender la mayoría de ello.
Unos minutos después de eso, mientras los tres se agacharon en
un túnel de acceso escondido del que averiguaron previo a la batalla,
ella estiró la mano y con gesto ausente le rascó la parte posterior del
128 cuello a Naasir.
Janvier, habiendo visto con anterioridad cuan feroz podía
reaccionar Naasir ante el contacto indeseado y estuvo listo para luchar
por su vida, pero el otro hombre había inclinado su cabeza por más. La
expresión de asombro de Ash cuando se dio cuenta de lo que estaba
haciendo se desvaneció en afecto desconcertante, y Janvier se dio
cuenta que ella reaccionó ante una necesidad tácita en el otro macho.
Su amistad con Naasir era tan abierta como libre de sombras
como la relación de Janvier con ella no lo era. Demasiadas mentiras sin
decir entre ellos, pero decirlas no arreglaría nada. Ash sabía que él la
amaba, siempre la amaría. Lo que ella quisiera, se lo daría… excepto su
inmortalidad.
Esperó más de doscientos años por ella. ¿Cómo podía pedirle que
simplemente la dejara ir?
COMIDA Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Adriana Tate

Sus ojos estaban inundados con terror.


Levantando una mano, el que esperaba acarició su mejilla mientras
su garganta trabajaba, el grito consumido por el acre miasma de su
miedo.
—No esta noche. —Un carraspeo, su garganta en ruinas—. Ya he
comido. —El hambre lo invadía a menudo, pero el que esperaba había
aprendido a disciplinar esa insaciable necesidad, porque sin la
disciplina, se habría convertido en un esclavo de esas urgencias más que
en un maestro de ellas.
Así que presionó su boca contra la de ella en un beso que la hizo
temblar, sus labios rotos y parecidos al papel contra los suyos. Los de
129 ella, que eran suaves alguna vez, ya no lo eran. Una lástima.
Soltando su mandíbula, el que esperaba sonrió e inhaló una última
bocanada llena de terror antes de quitar la tentación de su vista. —Pronto
—prometió mientras el bosque oscurecía su rostro—. Pronto.
19 Traducido por Vane hearts
Corregido por Adriana Tate

Janvier se encontraba apoyado contra la pared junto a la


ventana, terminando lo último de sangre en la copa de vino cuando Ash
lo encontró alrededor de las diez y media esa noche. Vestida con esos
pantalones vaqueros negros elegantes, combinados con botas rojas
hasta los tobillos que tenían tacones con púas, con la camisa de color
negro de manga larga metida en sus pantalones vaqueros y abierta por
la garganta, lo suficiente como para mostrar un indicio de piel, se veía
sexy y peligrosa y suya.
Los pendientes en sus orejas eran una cascada de aros creados
con diminutas cuentas de color naranja, amarillo y rojo, el cinturón
alrededor de sus caderas tenía una simple hebilla cuadrada de plata
brillante. Y el cabello, ese glorioso cabello, era una cascada cayendo por
130 su espalda. Él quería envolver su mano en él, arquear su garganta y
hundir sus colmillos en ella.
Marcarla.
—Deberíamos irnos —dijo ella, tomando un bocado de pastel de
chocolate de su plato.
Janvier puso su posesiva hambre en absoluto control y robó un
poco de glaseado con su dedo. —¿Más noticias de los equipos
informáticos?
—No. No pudieron identificarla a través de su tatuaje o por
reportes de personas desaparecidas. —Metió su tenedor en el pastel con
una fuerza innecesaria—. No es de sorprenderse. Con lo que sabemos
de los signos de alimentación de su cuerpo, probablemente vivía con su
asesino.
—Vamos a encontrarla, querida.
—Sí, lo haremos. —Una declaración absoluta, mientras terminaba
con el pastel.
Él no pudo evitarlo. Inclinándose, cogió una miga aferrándose a
su labio inferior y se lo llevó a la boca. Chupándose el dedo, dijo—:
Mmm, dulce.
Su cuerpo se puso rígido por el contacto, y entonces se movió con
sacudidas inusuales para colocar el tenedor y el plato en una mesa
auxiliar. —Vámonos.
No era la respuesta que esperaba, pero tampoco era la suave y
coqueta respuesta que empezó a encontrar cada vez más insatisfactoria.
Le encantaba jugar con Ash, pero no cuando usaba ese juego para
mantenerlo a distancia. Esto era por lo menos una señal de que violó la
armadura que usaba para mantenerlo a raya.
—¿Algún club en particular que desees visitar primero? —
preguntó, después de entrar en el auto y poner en marcha el motor.
—Yo digo que empecemos en el extremo inferior y vayamos
subiendo. No tenemos forma de saber si era lo suficientemente bonita
para ser invitada a los clubes exclusivos. —La belleza daba de qué
hablar en los clubes, en especial si la alimentación junto con el sexo se
hallaban involucrados—. Pero si iba habitualmente a uno de esos
lugares, o solo a Erotique, el club de élite en la ciudad y situado fuera
del barrio, su desaparición habría creado más disturbio.
—No he escuchado ningún rumor de tal desaparición —confirmó
Janvier.
—¿Tu contacto tuvo algo de éxito en la reconstrucción de su
rostro?
—Sí, recibí la imagen durante la cena. No tiene vida para él, así
que tendremos que ser prudentes en cómo lo utilizamos. —Janvier
tamborileó un dedo en el volante, las calles se hallaban oscuras a su

131 alrededor—. Ella tenía que estar en una relación uno a uno.
—¿Por qué?
—Viste en Giorgio’s cómo el ganado se aferraba el uno al otro. Si
la víctima era parte de un grupo, sus compañeros de caza habrían
reportado su desaparición incluso si su vampiro no lo hizo.
—A menos que les haya dicho que ella lo iba a dejar, y la
secuestró después de permitir que ella —y ellos—, creyeran que la dejó
ir. Sabes cuántas veces eso sucede en las relaciones abusivas de
mortales. ¿Alguna razón por la que debería ser diferente para los
inmortales?
Con el rostro sombrío, Janvier dijo—: No.
Soltando un suspiro ante la deprimente fealdad de ello, pasó una
mano por su cabello, dejándolo suelto por esta noche. Sin embargo, ya
que no quería que nadie pasara los dedos a través de él en los clubes,
era espeluznante cómo mucha gente pensaba que eso estaba bien,
agarró su cabello en su espalda y comenzó a trenzarlo con fuerza a su
cráneo. —La situación con Giorgio me está molestando. No crees que
nuestra víctima pudo haber sido parte de su harén, ¿verdad?
Janvier sacudió la cabeza. —Me aseguré de revisarlo, todo su
ganado está contabilizado, incluso los expulsados fuera del nido
después de hacerse demasiado viejos. —Desagrado coloreó su tono—. El
uso de Giorgio hacia las mujeres al parecer no llega a un asesinato.
—Maldita sea, él es buen sospechoso. —Ató la trenza y consideró
la posibilidad de intercambiar sus botas rojas de tacón por las botas de
cazadora que dejó en el auto. Decidió seguir con los tacones, ya que
pronto iban a mezclarse en los clubes.
—Y tú, querida… ¿sentiste algún recuerdo perturbador haciendo
eco en su casa?
—No, pero es nueva. La única vez que tuve una reacción
abrumadora a un lugar más que a una persona, me encontraba en casa
de Nazarach. —Un escalofrío la recorrió—. Si he tenido pistas de vez en
cuando con las casas más antiguas, pero nada como los gritos en sus
paredes.
Janvier pasó los nudillos por su mejilla, la caricia ahuyentó el
escalofrío y envolvió otro conjunto de cadenas alrededor de su corazón.
—Incluso con la Torre —dijo, más allá del nudo en su garganta—. No
entiendo nada. Podría ser debido a que se ha modernizado
continuamente.
—O tal vez —dijo Janvier—, la razón es que está llena de tantas
almas diferentes, en lugar de una que domina a todos a encogerse en
obediencia.
Ashwini pudo ver que, Rafael era despiadado, pero reunió
hombres y mujeres fuertes en torno a él. Ellie, por su parte, nunca se

132 retractó ante nadie en su vida, y Dmitri no era exactamente débil. Luego
estaba Janvier. Tenía la capacidad de cambiar su temperamento de
calma a ira, pero también era su propio jefe. Ella sabía que si alguna
vez se desmoronaba por ello, Janvier se alejaría de la Torre en lugar de
ir en contra de sus principios.
—En cuanto a Giorgio —dijo Janvier—, no estoy convencido que
no está dañando a su ganado. —Sus manos se apretaron en el volante
antes de que pareciera consciente de aflojar su agarre—. Tengo gente
vigilando la situación, hubo algo demasiado enfermizo en todo ello.
—Como una esposa maltratada que ha sido cautivada por el
perdón y el olvido. —El estómago de Ashwini se revolvió. Sabía muy
bien lo que era querer creer en las promesas de alguien que amaba—.
Lo llamo: La fase de luna de miel. Antes del próximo golpe.
Janvier le lanzó una peligrosa y fulminante mirada antes de
volver la vista hacia la carretera. —Nadie te hará daño.
Oyó la ira de protección y, debajo de ella, una especie de
conmoción aturdida. —Nunca nadie me ha golpeado —aclaró—.
Excepto, por supuesto, durante mi trabajo como cazadora. —Entonces,
todo era justo.
Los hombros rígidos de Janvier no se relajaron. —¿Crees que no
te conozco lo suficiente como para ver a través de eso?
De repente, no existía espacio entre ellos, la intimidad era tan
cegadora como cuando él le quitó la miga del labio. —No hablo de esto.
—Trataba de ni siquiera pensar en ello, aunque ver a Arvi el día
anterior, hizo que el dolor regresara.
No, Ashwini, se dijo, sé brutalmente honesta. La razón por la que
no puedes encontrar una manera de decirle todo a Janvier, es que te
destruiría si te mirara con lástima.
El auto devoraba la carretera, una pieza elegante en la noche.
—Cuando era niño —dijo Janvier en el silencio que se convirtió
demasiado pesado, demasiado oscuro—, solía trabajar para un hombre
que atrapaba cangrejos y se los suministraba a los demás. Era una
manera de ganar un poco de dinero para mi familia, ayudar a mi madre
a mantener a mis hermanitas.
Ashwini se giró en su asiento, obligada por la vena íntima de los
recuerdos, el afecto y la tristeza en su tono. —¿Cuántas hermanas
tenías? —La sorprendió darse cuenta que no sabía esto de él cuando
habían hablado tantas veces, confiado en el otro tan profundamente.
—Dos. —Una sonrisa ensanchó sus mejillas—. Amelie llegó a
tiempo con un trueno un día lluvioso, Jöelle un año después en las
horas de la medianoche, ambas chillonas, con el rostro enrojecido y
diminutas. —Al llegar a la franja del Barrio del vampiro, condujo
alrededor del pequeño estacionamiento detrás una cafetería de sangre,
después de primero desbloquear la puerta pulsando un código en el

133 teclado en la entrada.


Aparcó, apagó el motor y se giró hacia ella, con un brazo apoyado
en el volante. —Mi padre murió en un accidente de tala de árboles
cuando Amelie y Jöelle solo tenían dos y tres años, respectivamente, por
lo que éramos solo los cuatro hasta que mi madre se casó de nuevo
siete años más tarde.
Significando: Se convirtió, efectivamente, en la cabeza de su hogar
durante esos siete años. —¿Qué edad tenías cuando empezaste a
trabajar?
—Las fechas no estaban fijadas con claridad en ese entonces,
¿entiendes, dulzura? Pero era lo suficientemente mayor. Siete u ocho.
—¿Tan joven?
—No era nada inusual, no entonces. —Se encogió de hombros—.
El hombre con el que trabajaba, solía golpearme si no me movía lo
suficientemente rápido; me daba una patada al menos una vez al día.
Nunca he olvidado la sensación de impotencia que experimenté como
un niño atrapado en una posición de no poder contra un oponente más
grande y fuerte.
Con la sangre caliente y los puños cerrados, Ashwini tuvo que
recordarse que no fue ese pequeño e indefenso niño durante un largo
tiempo.
—Uno pensaría que aprendí mi lección —continuó—. Pero ambos
sabemos que más tarde tomé la decisión de entrar en otra situación en
la que no tenía el poder, fuera de lo que entonces pensé que era amor.
—Sonrió, ante la insensatez de ello—. Era tan inmaduro, tan inexperto
en los caminos del mundo, y Shamiya era sensual, hermosa, y me contó
increíbles cuentos de tierras mucho más allá de los pantanos.
Sacudió la cabeza. —Era una combinación mortal cuando se
trataba del joven inquieto que era entonces, el hambre de aventura, un
deseo en mi alma, especialmente cuando me decía esas palabras
dulces. No entendía que me encontraba en pleno proceso de
enamoramiento, y que ella simplemente jugaba.
Ashwini podía verlo, ver el joven que fue, con hambre de
experimentar la vida y de demostrar su valor. —¿Te ayudó a convertirte
en candidato? —Una persona no puede simplemente pedir ser un
vampiro; él o ella tenían que ser elegidos.
—Sí. Me llevó a la corte de Neha, donde era la favorita. —Se echó
a reír—. Nunca he estado tan enfermo como estuve en ese viaje. Las
aguas del pantano nunca se estrellaban y rodaban como lo hacen las
del océano, como si trataran de lanzar un insecto de su lomo.
La idea del largo viaje, las cosas que debió haber visto, hizo que
miles de preguntas se formaran en su lengua, pero se sentía aún más
fascinada por esta profunda visión en su camino hacia el vampirismo.
—Shamiya debió haber sentido algo por ti para meterse en todos esos
problemas —dijo, incapaz de imaginar cómo cualquier mujer pudiera
134 ser tan descuidada como para tirar la lealtad de un hombre como
Janvier—. Incluso como la favorita, todavía tenía que solicitárselo a
Neha. —Y la reina de los Venenos era un arcángel, tan despiadada y tan
mortal como Rafael.
—Sintió lo que siente un niño con un juguete nuevo —dijo las
palabras sin rencor—. Era lo suficientemente diferente en mi falta de
sofisticación que era nuevo y brillante, y divertido para un período. Yo,
por otro lado, creía en las garras de una gran pasión. —Sonriendo para
sí mismo, sus ojos bailaron—. Y así como un tonto, dejé el quimbombó
por sangre. —No hubo recriminaciones en su mirada, nada más que un
humor cariñoso dirigido al joven que una vez fue.
Ashwini le preguntó una vez si todavía amaba a Shamiya. Su
respuesta resonó profundamente en su interior.
Una pregunta tonta, querida. Sabes que el amor no puede
sobrevivir cuando no hay luz.
Esta noche, vio que no solo siguió adelante hace muchas vidas
atrás, él no guardaba rencor. —¿La has visto otra vez? —preguntó,
curiosa—. A Shamiya, quiero decir.
—Sí, muchas veces. Es tan incapaz y tan vanidosa como siempre
fue, mientras que yo ya no soy tan inmaduro e impresionable. La
superé en la infancia de mi contrato. —Sus ojos fijos en los de ella—.
Pero antes de que me convirtiera en el hombre que soy hoy en día, era
ese chico a merced de un bruto, y ese joven poco sofisticado y
abandonado en la corte de la Reina de los Venenos. No soy ajeno a estar
bajo el control de los demás.
Ashwini sabía que al igual que el niño, ese joven idealista se
había ido. Janvier sobrevivió a tanto en su infancia y a la traición de la
mujer que lo engañó hacia el vampirismo, emergió de ello como un
hombre fuerte e inteligente que nunca volvería a ser impotente.
Salvo que… esa era exactamente la posición en que lo pondría
una vez que se lo contara todo. Y no decirle ya no era una opción.
—¿Tus hermanas? —dijo, eligiendo centrarse en lo bueno y no en
lo oscuro; habría tiempo de sobra para lo segundo—. ¿Continuaste
apoyándolas después de convertirte en vampiro? —La respuesta no fue
realmente un misterio para ella. Sabía quién era.
—Era mi tarea como su hermano mayor —dijo simplemente,
permitiendo a Ashwini volver a la conversación hacia su familia—. A
pesar de que Amelie y Jöelle se casaron jóvenes con hombres orgullosos
que no aceptarían mi ayuda —y eso, también, es cierto—, para mi
madre era capaz de hacer un buen negocio.
—¿Su marido no protestó?
—Sí, por supuesto. —Se rió—. Pero hay una diferencia entre un
hijo que desea facilitar la vida de su madre y un hermano mayor que
quiere lo mismo para su hermanas casadas, ¿no? Mi padrastro sabía
135 que no tenía ninguna posibilidad, y era un hombre bueno, entendió que
yo fui el jefe de la familia mucho antes de que entrara en el panorama.
Nunca fuimos padre e hijo, pero fuimos buenos amigos.
—No me di cuenta que los vampiros podían obtener ingresos
desde el principio de su contrato. —Siempre creyó que era más un caso
de servidumbre.
—Depende del ángel, pero la lealtad y la voluntad de aprender y
trabajar duro más allá del simple cumplimiento al pie de la letra del
contrato, generalmente son recompensados. —El ritmo de su voz, tenía
un acento Cajún más fuerte ahora, algunas de sus palabras no eran del
todo en Español—. Para un joven de los pantanos, esas recompensas
eran asombrosas. Era capaz de conseguirle a mi madre cualquier cosa
que necesitaba, ayudar a mis sobrinas y sobrinos con su educación.
Ashwini sabía que deberían salir, comenzar a caminar hacia los
clubes, pero quería saber mucho más, podía escucharlo hablar por
siempre. —Amelie y Jöelle —dijo, robando otro minuto—. ¿Fueron
felices en sus matrimonios?
Le dio esa maravillosa y profunda sonrisa estira-mejillas de
nuevo. —Mis hermanas se hicieron mujeres fuertes que construyeron
sus hogares con manos de hierro, sus maridos eran bastante
dominados y se encontraban encantados al respecto. —Amor sin
ocultar, sus ojos cálidos con el recuerdo—. Crearon un legado de hijos,
nietos y bisnietos.
—Pero incluso cuando fueron asombrosas mujeres mayores que
vivieron esas vidas, querida —dijo con una estela de orgullo en cada
palabra—, actuaban como mis hermanitas cuando las visitaba. —Su
sonrisa se desvaneció en ternura conmovedora, la pena atenuada por el
tiempo—. Se metían contra mi pecho y se quejaban conmigo de todo y
de nada, mientras las sostenía como lo hacía desde que eran bebés con
caras sucias y un centenar de besos para su hermano.
—“Janvier” me decían, “Ese Arnaud, es un sucio perezoso. Se
sienta todo el día, mientras que su padre lo lleva y lo trae. ¿Y supiste lo
que Colette hizo? Puso un hechizo en esa bonita muchacha con la que
dije que deberías casarte”. —Su voz cargada de emoción—. No
importaba cuando llegara, siempre tenían lugar en su mesa para mí, y
un centenar de historias que contar.
Ashwini casi podía verlo: él, eternamente joven y fuerte,
sosteniendo a sus frágiles hermanas mortales en actitud protectora en
su abrazo. Hasta que un día, no hubo más quejas, no hubo más
historias. Extendiendo la mano, lo consoló de la misma manera que lo
hizo con ella tantas veces, sus nudillos rozando su mejilla en un toque
que decía que no se encontraba solo.
Él tomó su mano, presionó sus labios contra sus nudillos antes
de liberarla.
—¿Te mantienes en contacto con alguno de sus descendientes? —
136 le preguntó, su nombre escrito profundamente en su corazón, nunca se
borraría.
Se echó a reír, y el sonido era grande y cálido y hermoso. —
Querida, sería perseguido y me darían como alimento a un cocodrilo si
me pierdo un solo evento familiar. Sus descendientes son tan feroces
como lo fueron mis hermanas, e igual de gloriosos. Te llevaré a la
siguiente fais do-do9, o diré que iremos y esa será la excusa que
necesitan para una fiesta. Entonces verás lo que una familia salvaje,
que yo llamo mía, puede hacer.
Ashwini conoció algunos vampiros que se mantenían en contacto
con los descendientes de sus familias de origen, pero nunca conoció a
uno que hablara de su familia con tal afecto. Para la mayoría, la pérdida
de la vieja familia parecía pesar más que el placer de la nueva. O se
convertían en demasiados inhumanos como para encontrar felicidad en
las conexiones familiares. —Estoy lista para un buen fais do-do.
Mientras no les hayas contado historias sobre mí.
—Confía en mí, dulzura, ya eres la favorita. Mi familia piensa que
necesito a alguien que me ponga en mi lugar.
Era tan tentador quedarse aquí, para hablar y reír y coquetear,
aislados del mundo y de la realidad, pero esta noche su tiempo no les

9 Fiestas originadas en la Segunda Guerra Mundial realizadas por un grupo


étnico llamados Cajún (personas descendientes de franceses que viven en Estados
Unidos).
pertenecía. Le pertenecía a una mujer cuya vida fue robada con
despiadada crueldad.
Salieron sin ninguna necesidad de discutir el tema.
—¿Tu auto de lujo estará a salvo aquí? —Era una obra de arte de
máquina—. ¿No quieres ponerlo en uno de los estacionamientos más
grandes con seguridad?
—Elena posee un interés en la cafetería de sangre por allá —dijo,
para su sorpresa—. Creó este estacionamiento para cualquier persona
del Gremio o de la Torre que necesite usarlo en esta parte de la ciudad,
tiene la más alta seguridad. ¿Tu Gremio no te lo ha dicho?
Ashwini se estremeció. —La nota debe estar en mi correo en el
Gremio. No lo he revisado durante un tiempo. —Las palabras nunca
fueron sus amigas—. Soy disléxica. Conseguí ayuda tarde, y aunque
puedo leer bien si me lo propongo, no es la cosa más relajante para mí
de lo que es para los demás.
Janvier cerró la puerta detrás de ellos y comenzaron a caminar en
dirección a los clubes. —Yo no aprendí a leer hasta que estuve en la
corte de Neha.
—Debió haber sido difícil.
—Sí, pero hay un erudito en la corte de Neha que es muy
paciente.
137 Tantas piezas de él que estaba viendo esta noche, y sabía por qué.
Él tomó el primer paso, el primer riesgo, siendo el valiente. Ashwini no
tenía la certeza si tenía la valentía de seguirlo, para tomar los pasos que
guiarían a una confesión que, una vez hecha, lo cambiaría todo. Pero
tampoco quería menospreciar su confianza por retener la suya. Si era
peligroso o no, bueno o malo, estaban más allá de eso.
—Mi familia —comenzó ella—, es muy académica.
20 Traducido por vals <3
Corregido por Dafne M

—Mi padre era un profesor de filosofía; mi madre, de literatura,


con énfasis de particular en textos del sur de Asia —dijo ella, el corazón
doliéndole—. Sabes que mi hermano es un neurocirujano. —No
importaba el dolor entre ellos, Aswini estaba orgullosa de los logros de
Arvi. Él podría haber permitido que la agonía lo aplastara, pero en su
lugar, él la había usado como un impulso para convertirse en el mejor
en su campo.
Ella solo deseaba que él hubiese escogido alguna especialidad en
lugar de esa relacionada con el cerebro. Arvi utilizó su propia habilidad
como un látigo con el que flagelarse, siempre en busca de una
respuesta, buscando "arreglarlo", y volviendo con las manos vacías.

138 estratega
—Una tía es una asistente legal —continuó—, la otra una
política. Mis primos continúan con los estudios, desde
ingenieros a psicólogos hasta investigadores biomédicos. —Brillar
radiante, ese era el lema no oficial de la familia.
Incluso el rebelde en el grupo, la sonriente oveja negra que todo el
mundo amaba y en quien Ashwini quería convertirse al crecer, fue un
brillante erudito de las lenguas. Tanu había intercedido por Ashwini
más de una vez, pero su hermana fue mucho mayor, con su propia
vida. Lejos en la universidad cuando los problemas de Ashwini
escribiendo sus primeras palabras comenzaron aparentemente, Tanu
no estuvo ahí para mitigar la caía en casa.
—Mis padres estaban impacientes conmigo, pensaban que era
vaga, que no me esforzaba lo suficiente. —Como una niña confusa
quien no podía entender por qué estaba siendo castigada —teniendo
prohibido ir a las lesiones de baile que sanaban cada herida dentro
suyo— ella se quedaría despierta tratando de aprender a leer las letras
que estaban todas confusas en su cabeza.
—Ellos eran personas estudiadas. —El ceño de Janvier era
profundo—. ¿No deberían de haberlo sabido?
—Es gracioso como realmente las personas inteligentes tienen los
más inusuales huecos en su percepción del mundo. —Para la madre de
Ashwini, esta supremamente inteligente mujer quién estaba alrededor
de las letras todos los días, leer era tal alegría, tan hermoso escape, que
fue incapaz de envolver su mente alrededor del hecho de que eso era
una lucha para su hija.
—Era orgullo, también. —Al ver una señal intermitente que
indicaba que parte del barrio fue inundado por la lluvia, Ashwini y
Janvier tomaron un pequeño desvío—. La idea de pedir ayuda, de
hacerme ver diferente….
—El orgullo ha llevado a menudo a acciones insensatas.
—Sí. —Era muy orgullosa, también, y lo sabía—. De cualquier
manera, fracasaba desesperadamente en la escuela antes de que una
profesora se diera cuenta de qué estaba mal y me consiguiese ayuda. —
Desenterrando una sonrisa, le dijo—: Sin embargo, todavía me gustan
los libros. Escucho una tonelada de audiolibros.
—¿Qué si soy tu narrador personal? —Janvier cerró sus manos
alrededor de las de ella—. Mi voz no es tan mala.
Su voz era puro sexo y miel fundida. Ashwini no estaba segura si
comprendería una palabra de la historia si él le leyera.
—Pareciera que después de todo hemos terminado en lo
exclusivo. —Rompiendo el inusual agarre de manos, asintió hacia el
club que se encontraba delante.
El desvío los envió hacia el extremo opuesto del Barrio de la
cafetería de sangre. —Deberíamos empezar por aquí.
139 El Club Masque era la definición de exclusivo… y de peligroso.
Estaba en el centro del Mercado de la Carne, un grupo de clubs que
atendían el oscuro apetito de los sofisticados vampiros de clase alta. El
Club Masque era el causante de la mortal cola que se hacía en dirección
al club. Decía Carne Fresca.
Ashwini podía ver al menos cincuenta piezas de aspirantes a
“carne” en la línea.
La mayoría serían rechazados. Los gorilas permitían entrar sólo a
los espectacularmente bellos o los que estaban de la mano de uno de
los VIP de allí dentro. Los aspirantes eran uniformemente jóvenes y
brillantes y preciosos, su carne estaba en exhibición a pesar del frío, los
varones incluidos. Olvídense de las faldas diminutas y tops sujetadores:
un varón modelo de unos labios sensuales y pómulos graves se mecía
en unos pantalones cortos y tenía brillo en todo el cuerpo además de
botas de motorista.
La vista la hacía querer estremecerse. —Me siento como si
estuviese vestida para una tormenta de nieve en comparación.
Janvier torció sus labios ante el espectáculo. —La sangre fría es
tan poco apetitosa. —Ignorando la fila, y los ojos que veían en su
dirección de más de un aspirante, caminó directo hacia los gorilas.
Ashwini sabía que el encanto de Janvier podía ser letal, pero ella
no esperaba que el portero le abriera la puerta a primera vista.
—Guau —dijo mientras caminaban dentro de los pasillos
pintados de negro e iluminados con luces azuladas que creaban
profundas piscinas de sombras, el sonido de la música ensordecedora
vibrando a través de las tablas del suelo—. ¿Eres un VIP?
—¿VIP?
—Vampiro muy importante.
—Mais oui, ma belle.10 —Parpadeó, se volteó a la derecha y dijo—:
Dámelo, dulzura.
Dándose cuenta de que estaban donde guardaban los abrigos, y
si, un lugar así de exclusivo tendría un lugar para guardar abrigos, ella
le dio a la chica detrás del mostrador su abrigo, mientras Janvier se
quitaba su chaqueta, habiendo dejado su sweater y bufanda en el auto.
Ella no llevaba ninguna arma visible, por la cortesía de estar en la casa
de Ellie, aunque estaba segura de que a Ellie no le habría importado,
pero eso significaba que no habría preguntas extrañas.
No que la chica que guardaba los abrigos —toda palabras
susurradas y labios húmedos— incluso notara a Ashwini excepto como
una molestia en su intento por seducir a un divertido Janvier.
—¿Estás tan acostumbrado a que las mujeres solo se lancen
hacia ti, que lo tomas con calma? —murmuró después de que se
movieron de vuelta al corredor, usando la oportunidad para
140 desabotonar un par de botones extras
al ambiente.
en su blusa para adaptarse mejor

Janvier, quién de alguna manera se las arreglaba para hacer que


una simple camisa blanca luciera increíblemente sexy, con su cabello
de “apenas acabo de salir de la cama” despeinado, se encogió de
hombros.
—Es una carga, cher, pero una que llevo. —Sus ojos se
demoraron en la piel revelada en su cuello, su voz áspera cuando hablo
de nuevo—. Estás vestida como una invitación.
—Janvier, estoy usando más ropa que todas las “carnes frescas”
juntas.
Inclinándose cerca de su oído, su aliento cálido, el deslizó un
brazo alrededor de su cintura, su manos colocándose posesivamente en
su cadera.
—Hace a los hombres querer desvestirte, ser el único en ver que
hay dentro. —Tiró de la cadena que sostenía el pendiente, sus nudillos
rozando a través de su esternón—. Está puesto justo entre tus pechos
—dijo en un gemido ronco antes de meterlo de nuevo dentro de la
blusa—. No quiero a ningún otro hombre pensando en eso excepto yo.
Sus pezones estaban de repente dolorosamente pesados, sus
bragas húmedas. Los instintos fundamentales le dijeron que se moviera

10 Por supuesto, mi hermosa, en francés.


de su agarre si tenía alguna esperanza de salvar sus escudos. No lo
hizo. Era muy tarde para eso. Era además la decisión correcta para
asegurar la justicia a sus víctimas. Porque esto era un club de vampiros
y Janvier era una mercancía conocida.
También lo era ella, pero no siempre de la mejor manera. Fue
vista arrastrando a un vampiro de vuelta a casa con su ángel. Fue hace
tres años, pero los vampiros tienden a recordar bastantes cosas como
esas.
Apoyando su brazo sobre el hombro de Janvier, el codo doblado,
fue hacia la pista de baile. Se bañó en una luz pulsante varios con
tonos demasiado oscuros para ser realmente cómodos para los ojos
mortales, pero perfecto para los vampiros viejos. La vista era de otro
modo relativamente ordinario. Tensas y tonificadas mujeres y hermosos
hombres bailaban ágil y sensualmente en un esfuerzo de atraer la
atención de los aparentemente aburridos pero físicamente
impresionantes vampiros que ocasionalmente sacrificaban uno de la
manada.
Ella golpeó el pie con aire ausente al ritmo. Bailar estuvo en su
sangre tanto como podía recordar, pero no lo hizo en ningún otro lugar
que no fuera su apartamento por un largo tiempo. Eso no cambiaría en
este club. Porque mientras que la pista de baile era lo suficientemente
normal, lo que estaba por encima de ella no lo era.
141 daba aEllaentresuelo era básicamente un gran balcón envolvente que
pista de baile. Mesas y asientos estaban dispuestos en grupos
íntimos en ese nivel, las escaleras hasta el entresuelo custodiadas por
guardias que, de nuevo, sólo dejaban pasar a los elegidos.
En términos de clubes, no era nada del otro mundo.
Sin embargo, inmediatamente debajo del entrepiso lo que
parecían cables de acero en cada una de las cuatro esquinas, era una
hoja de vidrio transparente. Las paredes de vidrio tenían alrededor de
medio metro de altura y surgían desde la gran lámina plana en los
cuatro lados, creando una caja poco profunda y sin tapa. En la caja de
vidrio había un show en vivo.
Ahora mismo, por lo que ella podía decir, dos hombres vampiros
vestidos en encaje y cuero, sus camisas espumas de color blanco y sus
pantalones de cuero negro tan apretados que parecía pintados, se
alimentaban de un extendido mortal que estaba o desnudo o que
llevaba un tanga. Entonces los dos vampiros tiraron al mortal hacia el
vidrio de en frente y ella no tuvo que adivinar más.
Podía ver cada centímetro de su cuerpo, incluyendo el rojo
turgente de su erección.
Uno de los vampiros, de pelo liso y rubio, se acostó de lado junto
al donante, levantándole la su cabeza por el cabello para darle un beso
largo y profundo. Cuando soltó al hombre sin aliento del beso, era una
vampiresa mujer de pelo negro la que había entrado en la caja. Ella se
hizo cargo del beso, mientras que el otro vampiro masculino observaba.
Las palabras habladas hicieron sonreír a la mujer, sus
envenenadas uñas rojas en la garganta del donante. Entonces el
vampiro rubio pasó los largos y blancos dedos hacia abajo por la
espalda del hombre… y lo empujó hacia abajo sobre su erecta polla
mientras el vampiro masculino hundía sus colmillos en el muslo del
donante. La mujer fue por la garganta al mismo instante.
El donante gritó, gotas de sangre salpicando el vidrio, pero
Ashwini no vio temor en su cara, solo un desnudo éxtasis sexual.
Ella miró lejos antes de que terminara viéndole chorrear semen
sobre el vidrio.
No que estuviese segura del que el show terminara ahí. La
desnudez no era necesaria para alimentarse, así que el donante había
probablemente sido voluntario para el sexo público, o dolor, o ambos.
No era su idea de pasar un buen rato, pero no estaba juzgando
mientras todo fuera consensual.
—Bueno —murmuró a Janvier, levantando su mano para jugar
con el cabello en su nuca—, ¿Vienes mucho por aquí? —No parecía su
estilo, pero tal vez él tenía un fetiche que ella no conocía.
Él corrió su mano hacia arriba y abajo por su cadera.
142 —Solo así puedo mantener mis contactos. —Sus labios rozaron
su oído cuando él le habló, la música demasiado alta como para
permitirles comunicarse de otra forma—. Para mí, alimentarme de un
compañero es una cosa privada. Como lo es follar. —Él le mordisqueó la
oreja con los dientes afilados, el contacto enviando una sacudida de
calor directamente entre sus piernas—. No es para una exhibición, sino
para ser saboreado en una inmensa intimidad.
Su cuerpo estaba tan anhelante, que difícilmente resistía la
urgencia de empujarlo hacia una esquina oscura y montarlo hasta el
olvido.
—Voy al baño. —Era el mejor lugar para encontrar mortales entre
bailarines o donantes, especialmente si quería una verdadera
conversación.
La mano de Janvier se deslizó hacia abajo lo suficiente como para
que estuviese oficialmente —y bastante posesivamente— ahuecando su
trasero.
—Me aseguraré de que los gorilas te dejen subir si nos
separamos. Nadie debería molestarte, pero si alguien lo hace, siéntete
libre de mutilarlo o mutilarla.
—No necesito tu permiso para mutilarlos —dijo ella, y luego se
inclinó para morderlo en la barbilla.
Él se sobresaltó, su mano apretándola convulsivamente.
—Listo. —El corazón palpitante, su respiración poco profunda—.
Ahora nadie te molestará a ti, tampoco, al menos que ellos quieran ser
mutilados
Caminando lejos de la vista de su creciente y calientemente sexy
sonrisa, ella sintió su piel sonrojarse. Lo que empezó como una
excavación alegre en su creciente posesividad, la había traicionó.
Enojada consigo misma por su inhabilidad para utilizar sus armas
hasta que le hubiese dicho todo , le gruñó a un vampiro quien intento
hacer un movimiento con ella.
Sus ojos brillaban, pero ella ya había sacado una hoja y la tenía
en la entrepierna. —No soy una donante.
Se puso erecto entre un latido y otro.
—Lo sé. No me alimentaría sin permiso, señorita. Por favor,
hiérame. Por favor.
—Oh, por amor a Cristo. —Aparentemente logró encontrar al
único vampiro en este lugar quien quería ser la presa más que el
depredador—. Ya que lo pediste tan dulcemente —dijo y pasó la hoja
por su muslo, cuidadosa de no hacer nada más que un pinchazo. Sus
ojos rodaron hacia atrás en su cabeza.
Dejándolo estremeciéndose en éxtasis, abrió la puerta del baño.
Era lujoso y clásico como esperaba. Enfrente de ella estaba una larga
143 área con espejos en cada pared y asientos curvados de felpa roja. Varias
mujeres se encontraban sentadas en los sillones rojos sin respaldo,
retocando su maquillaje, hablando con amigos, o, en un caso, esnifando
coca.
Aparentemente ser carne fresca no era lo suficiente, esta quería
ser un subidón de carne fresca.
Yendo a través de la segunda puerta, a la sección con los
verdaderos baños, entró en uno, tiró de la cadena después de una
pausa razonable antes de salir y lavarse las manos, todo para mantener
la ficción de que no era más que otro mortal en una noche con su
amante vampiro.
—Maldición —murmuró, regresando al aérea con asientos y
haciendo un show de buscar entre sus bolsillos al lado de una gloriosa
y exuberante morena quien estaba arreglando su cabello.
—¿Perdiste tu identificación? —preguntó la morena con tal
dulzura que hizo a Ashwini querer envolverla en brazos y sacarla de ahí
lo antes posible.
—No, olvide mi labial.
Su nueva amiga abrió su brillante bolsito dorado y sacó uno.
—Puedes usar el mío. Solo límpialo con un pañuelo de papel y
usa el dedo. —Una mirada evaluadora—. Creo que el color te servirá.
—Oh, gracias. —Tomó asiento al lado de la chica… y notó la
marca de mordisco en su cuello. Dos pequeños círculos, junto con un
muy bien desarrollado moretón—. Ya donaste esta noche —dijo ella con
una sonrisa, mientras tomaba un pañuelo del dispensador.
—Oh, estoy con Rupert —suspiró la mujer, sus ojos color avellana
soñadores—. Es tan lindo conmigo. Mira. —Ella meneó un dedo,
atrayendo su atención hacia una larga roca en su dedo índice.
Bueno, al menos ella tenía protección. —Eso es un anillo. —
Ashwini tomó su mano, examinando la joya—. Él realmente tiene que
estar interesando en ti.
—Lo está. —Una sonrisa brillante—. Justo como el vampiro que
vino contigo está interesado en ti. —La morena movió la mano frente a
su cara—. Dios, háblame de ese lindo.
Ashiwini no pensaba que Janvier fuera lindo —era demasiado
sexy para ser lindo— pero siguió con eso.
—Sí, él no está mal —dijo con una sonrisa insinuante a toda clase
de cosas.
La otra mujer chilló.
—Oh, eso es tan caliente. Rupert y yo no hemos, tú sabes, porque
él es de la vieja escuela, pero estoy esperando que esta noche…

144 Ashwini decidió que podría gustarle este vampiro llamado Rupert.
—Eso es lindo —le dijo—. Que le importes lo suficiente como para
esperar.
—Él realmente lo es.
Colocándose un poco de labial con su dedo, lo tapo de nuevo y se
lo devolvió.
—Gracias.
—De nada.
—¿Ustedes vienen regularmente aquí?
—Venimos una o dos veces a la semana —dijo la chica,
guardando sus cosas en el bolsito—. ¿Querías reunirte? Podemos
intercambiar números. Soy Lacey, por cierto.
—Ash. —Ella anotó el número porque los contactos eran
contactos, y porque le agradaba la dulce morena.
—Te llamaré si volvemos por acá, pero estaba preguntándome si
conocidas a otra donante.
—Oh, ¿quién?
Ashwini decidió no mostrar la imagen que se envió a su propio
teléfono desde el de Janvier durante el viaje. Era obvio que no era de
una persona viva y esta investigación era todo acerca de la sutileza.
—Estoy preguntando por un amigo que es un vampiro. Ellos
tuvieron la cosa de una noche, tú sabes.
La cara de Lacey cayó en unas líneas de desaprobación que
habría hecho una profesora del siglo dieciocho.
—Tantas chicas hacen eso, pero yo soy una chica de relaciones.
Sin entregarme a mí misma por todos lados. Incluso le dije a Rupert la
primera vez que nos conocimos, que si estaba detrás de un rápido sexo
alimenticio, podía encontrar otra chica. —Aparecieron unos hoyuelos en
sus mejillas—. Pero Rupert es un caballero.
Ashwini escondió una sonrisa. Se estaba volviendo claro que
Lacey y Rupert eran una pareja perfecta.
—Bueno —dijo, esperando que esos dos pudiesen lograrlo—, mi
amigo nunca supo su nombre, pero ella tenía un tatuaje como este en
su tobillo.
Mostró a Lacey la foto del tatuaje, después de haber tenido a los
técnicos del gremio trabajando con ella por lo que ahora parecía ser una
imagen que había descargado de Internet. Más fácil que tratar de
explicar por qué su "amigo" tendría una foto del tatuaje de la chica,
pero no su rostro—. ¿Lo has visto antes?
Lacey frunció el ceño y sacudió su cabeza.
—Pero deberías preguntarle a Flynn. Conoce a todos, lo juro —
145 levantándose, le dijo—: ven, te lo presentaré.
—Gracias. —Siguió a la morena por las puertas, manteniendo un
ojo abierto por Janvier.
Su Cajún no estaba en el primer piso. Cuando subió las escaleras
con Lacey, lo vio tendido en uno de los conjuntos de sofás en el
entresuelo, hablando con una vampiresa con kilómetros de pelo rojo y
la piel como la crema, su cuerpo vertido en un vestido de noche negro
con un hondo escote. Posado en el centro de sus impresionantes pechos
había un diamante que brillaba aún en la suave luz de allí.
Pero eso no fue lo que llamó la atención de Ashwini. Era el hecho
de que la pelirroja tenía los labios en el oído de Janvier, su mano
acariciando su muslo, y el brazo de él rodeando los hombros de ella.
21 Traducido por Daniela Agrafojo
Corregido por AriannysG

—Ahí está. ¡Flynn! —le gritó Lacey a un hombre negro de


mandíbula cuadrada que inmediatamente se dirigió hacia ellos. Vestido
con vaqueros y una camisa blanca por fuera, las mangas enrolladas
para mostrar sus fuertes antebrazos, su única prenda decorativa era un
pesado reloj, no encajaba en el ambiente hedonista de Masque excepto
por el hecho de que tenía el aspecto de una estrella de cine o un
modelo.
Lacey y él se abrazaron como mejores amigos.
—Esta es mi amiga Ash —dijo Lacey cuando se separaron, su
rostro sincero—. Está con ese vampiro súper lindo que está sentado con
Adele.
146 que seCon el cuello cosquilleando al sentir los ojos de Janvier a pesar de
encontraba de espaldas a él, Ashwini no pudo evitar el abrazo de
Flynn. La mejilla del hombre tocó la de ella mientras la sostenía con
fuerza y el contacto hizo que se avivara su capacidad, como lo hacía sin
avisar, a veces incluso con personas muy jóvenes. Pero el golpe
resultante no era nada que no pudiera manejar. Vívido y fuerte y con
un toque de oscuridad, Flynn era más peligroso que Lacey, pero eso era
una cuestión de grados. Un cachorro sería más peligroso que Lacey.
—Ash está buscando un donante que se enganchó con un amigo
suyo —dijo Lacey apretando los labios—. ¿Conoces a una chica con un
tatuaje como este? Ash, muéstrale la foto.
Flynn miró la foto por casi medio minuto, un pequeño ceño entre
sus cejas. —Estoy seguro de que la he visto, pero no aquí. Es más
discreta. —Le devolvió el teléfono a Ashwini—. Creo que solía ir a Hinge,
pero eso fue hace tiempo. No he estado ahí por un año.
—Por supuesto que no. —Lacey enganchó su brazo al de él, sus
hoyuelos asomándose—. Como si Ko te dejara ir ahí. —Sus ojos se
ampliaron al segundo siguiente, enfocados detrás del hombro de
Ashwini.
No necesitaba girarse para saber que Janvier se encontraba
detrás de ella. —Cher —deslizó un brazo alrededor de su cintura—,
preséntame a tus hermosos amigos.
Lacey se rió, ruborizándose graciosamente, mientras que el
apretón de manos de Flynn era amistoso.
—Ah, Rupert —dijo Janvier cuando Lacey le dijo el nombre del
vampiro—. Es un buen hombre. Trata de no tomar ventaja de él.
—Oh, nunca lo haría. —Los hoyuelos de Lacey aparecieron de
nuevo, haciéndola parecer adorable—. ¿También conoces a Ko?
—¿Benita Ko?
Flynn asintió.
—Sí, conozco a Benita. Dile que Janvier le manda saludos. —
Apretó la cadera de Ash—. Me siento inquieto esta noche, cariño.
Vamos afuera, busquemos otro bar.
Ashwini se depidió de Lacey y Flynn, ambos le dieron un pulgar
arriba cuando Janvier miró momentáneamente a otro lado. —No dijiste
que Ko era una buena mujer —dijo, una vez que se encontraban afuera,
con la ropa de invierno puesta.
—Ko es una sádica —murmuró Janvier—. Pero a juzgar por cómo
se atoró el aliento de Flynn cuando apliqué demasiada presión en su
mano, lo suficiente como para causar un poco de dolor, parece que es
un masoquista. Por lo tanto, son una pareja perfecta.
Ashwini se dio cuenta de que él hablaba de sadismo en el
147 contexto sexual, más que en relación a la personalidad de Ko. O tal vez
se refería a ambos, ya que claramente no juzgaba ese estilo de vida en
sí. —¿También es una sádica fuera del dormitorio?
—Sí, puede ser terrible. —Un encogimiento de hombros—. Pero
tiene un donante a la vez y los trata bien. ¿Cuánto tiempo dijo el chico
que estuvo con ella?
—Un año, dio a entender.
—Entonces es poco probable que sea la que buscamos, pero
investigaré un poco, para ver si sus gustos se han alterado.
—¿Por qué los inmortales se fijan en el sexo y el dolor? Es triste
que no parezcan ver todo lo demás que tiene que ofrecer la vida.
—Mi pequeña Ash, tu visión está sesgada. Ves el hecho de que
frecuenten esos lugares porque ahí es a donde los llevan sus trabajos.
—¿Vampiros en los suburbios?
—Con minivans y cercas blancas.
—Flynn —dijo, retomando de nuevo la conversación—, pensaba
que nuestra víctima podría haber ido a Hinge en alguna etapa del
pasado.
—Adele, quien mantiene un ojo sobre todo en el establecimiento,
certifica que la chica no era una clienta habitual, así que será el Hinge.
—Pareces amistoso con ella —dijo Ashwini antes de poder
detenerse. Resultaba que mientras la ingenua Marie May no había
puesto en marcha sus celos, la hermosa y experimentada Adele había
vuelto el dial de un rojo ardiente.
—Lo soy. Ella es una criatura exuberante y sensual —dijo
Janvier, sus labios curvándose como si hablara desde su propia íntima
y personal experiencia.
—Si te gusta lo pretencioso y obvio. —Dios, necesitaba engrapar
su boca.
Su expresión era de abierto deleite. —Te lo dije, me gusta lo único
y peligroso.
Dándose cuenta de que él la provocaba a propósito, lo empujó con
el codo.
Él puso sus dedos en la nuca de ella, tomándola suavemente
cuando no lo alejó. —Tu cuerpo estuvo zumbando con la música todo el
tiempo que estuvimos en el club. ¿Deberíamos bailar esta noche?
—Veamos qué descubrimos primero. —Bailar con Janvier no sería
como bailar sola o con algún otro hombre. Bailar con Janvier sería un
preludio del sexo. La tocaría y acariciaría, susurrando cosas en su oído
mientras coqueteaba con su mente y su cuerpo. Con su determinación
ya en terreno cada vez más inestable, Ashwini no tenía confianza en su
capacidad de resistirse a él.
Unió sus dedos con los de ella. Cajún obstinado. Sin embargo,
148 esta vez no lo apartó. Cuando le envió una sonrisa satisfecha, ella le dio
una mirada oscura. —No seas tan engreído.
Llevando la mano a su boca, él presionó un beso en sus nudillos,
tocando su piel con los labios porque había olvidado sus guantes esta
noche. —¿Bailabas cuando eras niña? —Ante su asentimiento, dijo—:
¿Qué clase de bailarina eras?
—De ballet.
Se detuvo en la carretera. —¡Dime la verdad!
Ella cedió a su risa, se veía tan cómicamente aturdido. —Es la
verdad. Mi madre me llevó a mi primera clase cuando tenía tres años de
edad. Creo que estaba destinada a darme una actividad extracurricular
para poner en mis aplicaciones de universidad más adelante, pero yo lo
adoraba.
Janvier sacudió la cabeza, desprendiendo varios copos de nieve
errantes que habían caído del cielo. —No puedo imaginarte como una
pequeña hada en un tutú, pero sí como una bailarina de piernas largas.
—Tenía toda la intención de volverme una bailarina profesional.
—Elevándome por el aire, libre y sin cadenas—. Pero… —Se encogió de
hombros.
Los ojos de él se volvieron solemnes. —Una bailarina profesional
no siempre puede bailar sola y debe tener mucho contacto cercano con
su compañero.
—Sí. —Tensó sus dedos, decidiendo que tal vez, posiblemente,
podía acostumbrarse a sostenerse de las manos. Si era Janvier. Solo
él—. Pero no rompió mi corazón —le dijo con total honestidad—. Para el
momento en que acepté que el contacto constante exacerbaría mi
habilidad, supe que no podría ser una bailarina profesional por otras
razones. ¿Sabes cuánta basura toman de los coreógrafos y los
directores antes de que se vuelvan lo suficientemente famosos para
tener berrinches y hacer lo que ellos quieran?
—No habrías tenido un berrinche. —El tono de Janvier era
terriblemente serio, se veía la risa en sus ojos—. Solo le dispararías a la
persona que te estuviera irritando.
—Estuve tentada de hacer exactamente eso durante mis años
finales antes de ser profesional —admitió—. Luego me di cuenta de que
no quería la fama. Solo quería bailar, y podía hacer eso por mi cuenta.
—¿En dónde bailas? —Janvier la llevó los pocos pasos que
faltaban a la caverna artificial que era el Hinge.
—Eso es para que yo lo sepa. —No estaba lista para que él fuera
su audiencia. No tenía escudos cuando bailaba, se encontraba desnuda
de una manera en la que no estaría si se quitara todas las prendas de
ropa de su cuerpo.
—¡Janvier! ¿Viniste para buscar miseria, mi amigo?

149 encontró
Buscando en la declaración que no podía comprender, ella se
frente a una sólida pared de hombre con el cabello enroscado
apretadamente sobre su cráneo, su piel color moca picada por cicatrices
de acné y sus ojos gris-verdosos atraparon su atención y la habrían
mantenido si Janvier no hubiera estado en su vida. Este era un hombre
que nunca se querría para compañía femenina.
—Nunca busco problemas, Louis. —Janvier sonrió y, extendiendo
su mano, intercambió un par de palmadas en la espalda con el gorila.
Ashwini lo vió hacer lo mismo con otro hombre una vez, durante
la operación en Atlanta. Así que vio la diferencia. Con Callan, fue por
apariencia. Esta vez era genuina, afecto brotando de los dos.
—Esta es Ash. —Janvier se estiró y tomó su mano cuando ambos
hombres se separaron.
—¿Tú Ash? —Sonriendo ampliamente, Louis la habría abrazado si
Janvier no se hubiera deslizado en medio y ella no hubiera dado un
paso atrás. En lugar de sentirse insultado, el otro hombre se rió y dijo
algo más en un dialecto que compartía con Janvier.
Ashwini captó el tono, sabiendo que estaba enervando a Janvier
sobre estar celoso. —Creo que te estás adelantando, Louis —dijo ella—.
Aún no he decidido si quedarme con él o arrojarlo a los cocodrilos.
Louis golpeó una mano en su pecho. —Janvier, mi amigo, estoy
enamorado. Como veo que no llevas tus cuchillos hoy, creo que puedo
tomarte.
—No soy el peligroso —Janvier arrastró las palabras, su brazo
alrededor de su cintura—. ¿Qué puedes decirnos sobre el Hinge?
—Es un mercado de carne, pero más seguro que el Masque. —Su
expresión dejó claro que eso no era mucho—. Puedo recomendarles un
club con mejor música.
—No estamos aquí para bailar —le dijo Janvier a su amigo—.
Buscamos a una chica con un tatuaje en el tobillo. ¿Cher?
Sacando su teléfono, ella lo sostuvo hacia Louis. —Sí —dijo él
después de un par de segundos—, creo que podría haberla visto aquí.
Recuerdo el tatuaje porque los pies son la primera cosa que veo cuando
la gente viene por las escaleras. No conozco su nombre ni recuerdo
mucho más acerca de ella, pero uno de los habituales podría.
—¿Puedes señalar los regulares?
—Seguro. —Louis miró su reloj—. Tomaré un descanso en diez
minutos. Me uniré a ustedes.
No había guardarropa en el interior del Hingre, por lo que se
despojaron de sus abrigos y los pusieron sobre un taburete de la barra
abierta, mientras ordenaban bebidas. Ashwini no tenía intención de
consumir el suyo, pero con la acelerada capacidad de Janvier de
procesar el alcohol, eso sería bastante fácil de cubrir.
Su teléfono vibró en su bolsillo mientras el barman colocaba los
150 tragos frente a ellos con un destello coqueto de sus colmillos dirigido a
ella. Sacando el teléfono de su bolsillo, leyó el mensaje y tuvo que
ahogar un grito de deleite. Cuando levantó la mirada, fue para ver a
Janvier mirando su propio teléfono, una sonrisa en su rostro. —
¿Ransom? —Ella sabía que los dos hombres eran amigos, a menudo
iban a cabalgar juntos.
—Sí. —La sonrisa de Janvier se amplió mientras escribía una
respuesta—. Finalmente lo hizo, le pidió a la bibliotecaria que se casara
con él.
—¡Y ella dijo que sí! —Ashwini le envió un mensaje de
felicitaciones.
Los ojos de Janvier se demoraron en ella después de que hubiera
devuelto el teléfono a su bolsillo. —¿Qué hay de ti? —murmuró,
inclinándose para poder escucharse por encima de la música, su mano
en su espalda baja y su calor corporal una caricia lánguida sobre su
piel—. ¿Alguna vez dirás sí?
Aferrándose a su control con las uñas, llevó deliberadamente su
mezcla de vodka a sus labios, forzando distancia entre ellos. —Veo dos
mujeres que podrían ser donantes. —El vaso estaba frío contra su
palma, pero no hizo nada para enfriar el calor de su cuerpo—. Débil
moretón de mordida en una.
Janvier enrolló un brazo alrededor de ella cuando fue a moverse
en su camino hacia la mujer. Presionó un beso en su pómulo antes de
que pudiera evadirlo. Apretando los dientes contra el anhelo de
arrastrarlo con ella, tomar su deliciosa boca con la suya propia, en su
lugar movió sus labios a su oreja… y mordió lo suficientemente fuerte
su lóbulo para dejar una marca.
Él siseó. —¿Te das cuenta de que muchos vampiros consideran el
dolor un juego previo? —Su cálido aliento contra ella, los músculos en
sus brazos flexionándose para mantenerla cerca.
—Tú no. —Deslizándose fuera de su agarre, se acercó para
entablar una conversación con los objetivos.
La conversación resultó ser un fracaso, aunque parecía que
Janvier estaba teniendo cierto éxito con el barman. Louis se unió a los
dos hombres no mucho después, y ella decidió regresar.
El hombro de un vampiro la chocó en el camino, su mano
deslizándose sobre la de ella. No debería haber sido nada, el contacto
fue tan fugaz… pero desató una avalancha de pesadillas que inundó
sus sentidos, amenazando con derrumbarla. Gritos, tenía gritos dentro
de él. Con las piernas temblorosas y el estómago amenazando con
revolverse, extendió un brazo para aferrarse al bar, pero en lugar del
duro y frío borde de piedra, sintió un cálido y tenso cuerpo.
Deslizando su brazo alrededor de ella con una gracia perezosa
que desmentía la tensión de su cuerpo, Janvier la acarició con la nariz.

151 —Te tengo —murmuró—. Pretende que no puedes tener suficiente de


mí, cher.
Ella quería darle una réplica rápida, hacerlo ligero, pero su
corazón estaba latiendo demasiado fuerte y sus nervios temblaban.
Rodeando la cintura de Janvier con su brazo, se sostuvo a su sólida
fuerza, metiendo su cabeza contra su cuello. Su respiración se convirtió
en ráfagas desiguales, su mano apretando su camiseta mientras él
murmuraba cosas que no podía oír a través del rugido en sus oídos,
pero que ella sabía que parecería como si estuvieran cayendo en una
demostración pública de afecto. Asquerosa, pero normal.
Su visión se aclaró eventualmente hasta el punto en que pudo ver
a Louis observándolos, una sonrisa retorciéndose en su rostro. El otro
hombre se encontraba a varios metros de distancia, donde Janvier
debía haber estado antes de interceptarla. Tragando, tomó una
respiración profunda y la esencia de Janvier llenó sus pulmones:
primaria, terrenal y masculina.
Con su pecho estremeciéndose, frotó su nariz contra el cuello de
él en un momento de debilidad antes de levantar la cabeza. —Merci.11
Apartó un mechón de su cabello que se había escapado de su
trenza para curvarse alrededor de su rostro. —Sin agradecimientos
entre nosotros, Ashwini. Sin balance.

11 Gracias, en francés.
Las cosas que él decía. Las cosas que significaba.
Aflojando el agarre de su camiseta de algodón, ella deslizó su
mano en su cabello, haló su cabeza y lo besó suave y dulcemente y con
cada onza de desgarradora emoción dentro de ella. Duró un fugaz
fragmento de tiempo y cambió el mundo.

152
22 Traducido por Jane
Corregido por Sofía Belikov

Janvier fue quien tembló esta vez, su brazo afirmándose para


abrazarla con fuerza. —¿Por qué ese vampiro? —preguntó con voz
ronca.
—Ha hecho cosas horribles. —Se le erizaron los vellos de los
brazos ante el recuerdo—. No puedo decir si sucedió en el presente o es
un eco de su pasado, pero tenemos que comprobarlo.
—Su nombre es Khalil, y sé que tiene apetitos más oscuros. —Un
borde duro en su tono—. Voy a poner una vigilancia discreta sobre
él. Por ahora, parece estar ocupado con una rubia apenas en su
femineidad, por lo que podríamos ir y a hablar con Louis.
Ambos cerraron la distancia con el gorila.
153 —Lamento la espera. —La sonrisa despreocupada de Janvier
invitó al otro hombre a reír, y así lo hizo.
—Hay cosas que tienen prioridad. Especialmente cuando la
prioridad es tan hermosa.
—Me agradas, Louis. —Ashwini trató de mantener su tono
juguetón, a pesar de que se sentía a carne viva en el interior.
—Si alguna vez decides dejar a esta rata buena para nada, ya
sabes dónde encontrarme. —Louis deslizó sus ojos un poco a la
derecha—. Azúcar morena en ese mini-mono verde con lentejuelas,
gemelas rubias de fantasía, y el afeitado tipo fuerte con un hilo de
vida. Son donantes regulares aquí. Difícil cuarteto. Hay una alta
probabilidad de que se hayan cruzado con tu chica.
Ashwini observó disimuladamente al grupo, y los atrapó dándole
una codiciosa evaluación a Janvier. Sorprendente. Bien podría no estar
vestido de cuero, encaje o terciopelo, ni tener la belleza afinada de los
vampiros más antiguos, pero Janvier era un metro noventa de sexo
puro. Y ni siquiera trataba de proyectarlo en ese instante; su atractivo
sexual era innato, creado por su confianza, la fuerza ágil de su cuerpo,
y la sonrisa perezosa que decía que conocía cada pecado y que había
inventado algunos nuevos.
—Janvier —dijo ella, alejándose de él, la pérdida de contacto
dolorosa—, estamos a punto de tener una pelea. Me iré con Louis.
Una ceja levantada. —¿Será una batalla apasionada?
—Podría abofetearte, pero creo que me conformaré con llamarte
bastardo engañador después de que Louis me cuente la noticia de tus
maneras de coquetear.
Suspirando, Janvier dijo—: ¿Los cuatro?
—Piensan que eres delicioso. —Trató de no encontrar su
entusiasta expresión menos adorable, y fracasó—. Soy el impedimento.
—¿Me recatarás en quince?
—Ya veremos.
Louis dijo amablemente algo en ese momento, y ella se lanzó
contra Janvier. —¡No puedo creer que hicieras eso! —Lo empujó por el
pecho, el músculo caliente debajo flexionándose bajo su toque—
. ¡Mentiroso pedazo de vampiro baboso! ¡Te odio!
—Bébé. —Janvier extendió los brazos, su voz dulce—. No fue
nada, sólo una probadita de…
—¡Se acabó! —Insertó un enfurecido grito dramático en lugar de
lanzar una copa en su rostro—. ¡Hemos terminado! ¡Ve a probar a
alguien más, bastardo!

***
154
Janvier observó a Ashwini alejarse, sus caderas moviéndose
provocativamente debajo del ajuste perfecto de sus vaqueros. —Cuida
de ella —dijo en voz baja a su amigo—. Es mi eternidad, Louis.
—Como señalaste, puede cuidar de sí misma —respondió el otro
hombre—, pero voy a cuidarla en caso de que lo necesite. —Agarrando
la chaqueta de Ash después de que Janvier deslizara sus ojos sobre
ella, Louis la siguió.
Girándose hacia el bar, Janvier encontró al camarero dándole una
mirada comprensiva. —Mujeres —dijo el hombre más joven con un
encogimiento de hombros—. Sin embargo, era bastante hermosa. Del
tipo peligroso.
Sí, su Ashblade era peligrosa.
La mujer de cabello oscuro que se acercó a él, su cuerpo vestido
con un traje verde brillante que terminaba justo por debajo de su
trasero, era un gatito maullando en comparación.
Fingiendo no verla, bebió su bebida. Era un whisky de malta, uno
bueno, con un rico sabor y textura.
No tenía ninguna comparación con el salvajismo embriagador del
sabor de su cazadora.
El beso de antes lo hizo tambalear, esclavizándolo. No se sentía
sorprendido por la respuesta: su cuerpo sabía desde hacía mucho
tiempo que Ash le pertenecía y siempre lo haría. Sólo tenía que
convencerla de reclamarlo, marcarlo. ¿Un beso público? Diablos, sí,
tomaría eso como un primer paso.
—Hola.
Tomándose su tiempo para responder al suave saludo, se
encontró mirando a un par de ladeados ojos marrones maquillados con
brillante kohl verde y negro, sus pómulos afilados debajo de la piel de
color marrón brillante y su cabello una capa de ébano. —Hola. —
Mantuvo su tono deliberadamente calmado, leyéndola como lo haría con
un libro abierto: la gatita, al parecer, quería jugar con un lobo.
Hundiendo los dientes en su mullido labio inferior, el brillo que
llevaba humedeciéndose, ella deslizó una mano por sus bíceps. —Vi a
tu novia irse.
Cuando él no se la quitó de encima, se acercó lo suficiente para
que sus pechos se apretaran contra su cuerpo, sus dedos curvándose
alrededor de su brazo al mismo tiempo. —No te trata bien.
—Es apasionada. —Una mujer que amaba y luchaba con el
corazón y alma, sin restricciones y con honesta furia.
—Puedo ser apasionada. —Una invitación ronca—. Y tengo
amigos.
Moviéndose para encarar al grupo hacia el que ella asintió, los
155 otros tres se acomodaban en una zona de estar íntima, encontró
sonrisas seductoras apuntando en su dirección. —¿Son serviciales tus
amigos? —Se echó hacia atrás, con los codos apoyados en la barra.
—Oh, sí. —La gatita rozó sus dedos sobre el pulso en su cuello—.
Mucho.
Janvier encontró divertidos los intentos de manipulación;
claramente no tenía idea de exactamente cuán grande era el lobo al que
se había acercado. —No me gustan los reclamados.
—No estamos con nadie. —Un tirón de pelo, dos manos que se
aferraban ahora a uno de sus bíceps—. Nos gusta nuestra libertad.
Traducción: les gustaba la adrenalina de los colmillos en sus
venas, pero en realidad no querían entrar en una relación con un casi
inmortal. Permitiendo que sus labios se curvaran en una sonrisa
ligeramente depredadora que hizo el aliento de la mujer detenerse y sus
pupilas dilatarse, se enderezó y, con la copa en una mano, la acompañó
hacia sus amigos.
Habían dejado un lugar para él entre las gemelas de fantasía de
Louis. Debió tomar la invitación, pero no lo hizo. No quería que nadie lo
tocara, hombre o mujer. El engaño que estaba interpretando no
alteraba la verdad de su naturaleza, Janvier se había entregado a Ash y
eso era todo. Haciéndose de rogar, quedó tendido en un sillón frente a
las gemelas, el donante masculino a su derecha. La del mono verde se
encaramó en el brazo de su asiento, muslos sedosos al alcance sin
esfuerzo.
No tocó, no agarró, pero su actitud fría parecía darle al cuarteto
aún más ganas de agradarle. En poco tiempo, todo el grupo se
agrupaba en torno a él, sin aliento y emocionados y listos para ir con él
a una de las cabinas privadas en la parte posterior. —A menos que
quieras comer aquí —dijo la rubia de la izquierda en un tono sensual—.
Eso también estaría bien.
—Sólo que no permiten la desnudez en la planta principal —
añadió la otra rubia, su palma sobre su pecho, por encima del escote de
corte bajo de un corpiño de encaje blanco incongruentemente
inocente—. Nos gustaría complacerte en todos los sentidos.
La pálida piel blanca del hombre se llenó de un rubor cuando
Janvier lo miró. —Si eso es lo que quieres.
Un guiño inmediato. —Todo lo que quieras.
Dejando a un lado su copa, Janvier se obligó a poner su mano en
el muslo exhibido, aunque tenía ganas de decirle al grupo que dejaran
la vida que llevaban. No era el estilo de vida beber-y-follar lo que le
preocupaba, era el hecho de que un vampiro fuerte podría incapacitar a
los cuatro en cuestión de segundos. Janvier podía hacerlo antes de que
un grito escapara de una garganta. No creía que lo comprendieran,

156 creyéndose a salvo en un grupo.


Era una ignorancia que tenía que rectificar antes de irse,
especialmente teniendo en cuenta el número de vampiros que notó en la
sala, cuyas tendencias hacían eco a las de Khalil. El mercado de carne
de Louis se volvía más mortal con cada minuto que pasaba, el zumbido
de la sed de sangre debajo de la superficie preocupante.
—Sí. —Ronca seducción de la chica a su lado—. Estamos listas
para ser tus juguetes. ¿Debo pedir al camarero un reservado?
—Creo que nadie te ha enseñado el valor de la paciencia —dijo en
un profundo ronroneo que hizo que las rubias se retorcieran y que el
macho se pusiera erecto bajo sus pantalones ajustados—. ¿Nadie ha
pasado horas con ustedes? ¿Tomando un sorbo a la vez, extrayendo el
placer hasta que sea parte locura, parte dolor?
—No —susurraron las rubias.
—Nosotros… podríamos ir a un hotel si quieres. —Ruborizándose,
la chica del mono verde puso su mano sobre la suya y frotó suavemente
con el pulgar la parte de atrás de sus nudillos.
Janvier luchó contra el impulso violento de retirarla —no quería
ser conocido como disponible. No estaba disponible, no lo estuvo desde
el día en que conoció a Ash, y quería que todo el mundo lo supiera. Pero
también era leal a la Torre y Rafael, y este delito ponía en peligro la
estabilidad de la ciudad. Además, sabía que su cazadora no descansaría
hasta que le dieran a su víctima la dignidad de un nombre.
Así que continuó con el juego, dirigiendo la conversación hacia la
víctima sin alertar a los cuatro donantes de su intención. Les hizo creer
que ella lo había alimentado la última vez que estuvo en este club, que
no podía recordar su nombre, dio a entender que estuvieron demasiado
involucrados en otras cosas para molestarse con el intercambio de
dicha información mundana.
Fue el hombre quien dijo—: Creo que te refieres a Felicity. —Se
arrodilló al lado de la butaca de Janvier y puso su mano sobre su
rodilla—. Me encontraba con ella cuando consiguió su tatuaje un par de
años atrás. Yo también tengo uno. ¿Ves? —Flexionó un músculo para
mostrarlo.
—Es un trabajo excelente. —Janvier examinó el dragón azul-
verde, para placer del chico. El macho no volvió a su asiento después,
en su lugar, se inclinó contra la pierna de Janvier como una mascota
cariñosa.
Algunos vampiros viejos trataban a los donantes exactamente
así. Giorgio, pensó Janvier, probablemente disfrutaría de tener a sus
mujeres rindiendo homenaje a sus pies. Desafortunadamente para este
grupo, Janvier nunca se había sentido cómodo con tanta sumisión, no
encontraba placer en los débiles, aunque no tenía nada en contra de
ellos.
Las personas eran quiénes eran, algunas fuertes, algunas no.
157 Así que pasó los dedos sobre el hombro del muchacho, con
cuidado para evitar la piel visible por su camisa. Podría haber
rechazado al chico y a sus amigas duramente, pero Janvier no veía el
punto en ello; él no pateaba gatitos o perritos, ¿por qué iba a hacer lo
mismo con estas criaturas inofensivas? A pesar de que sí le preocupaba
la cantidad de mortales que vió en los clubes caer en ese tipo de
personalidad.
Podría ser un hecho que tendría que discutir con Dmitri, si los
vampiros que se enganchaban con esos hombres y mujeres sumisos
cuidaban de ellos, eso era algo, pero si abusaban de ellos… Por otra
parte, la Torre no interfería en los asuntos de los adultos a menos que
rompieran las reglas. E, inocente o no, este grupo y otros como ellos
elegían la emoción de los clubes.
Como si el ganado eligiera dar libremente de su sangre.
Sin embargo, nadie elegía ser asesinado y tirado como un pedazo
de basura.
—¿Felicity? —dijo mientras el macho curvaba su mano alrededor
de la pantorrilla de Janvier, cerrando los ojos—. Un bonito nombre para
una chica bonita.
—Supongo. —Una de las rubias torció los labios—. Pero no sabía
cómo divertirse.
—¡Su apellido era Johnson! —La otra rubia añadió con una
sonrisa orgullosa—. Acabo de recordarlo.
—Felicity Johnson. Merci.
—Oh, pero ella ya no dona —dijo la del mono verde a la vez, los
celos una daga punzante en sus ojos.
Ella y la primera rubia, pensó, podrían llegar a desarrollar
garras. Si sobrevivían.
—Sí —añadió el hombre—, desde que se enganchó con su novio
rico.
—No la hemos visto en meses. —El muslo bajo la mano de Janvier
se flexionó, y la chica se volvió hacia él—. Como que no creía lo del
novio rico, pero si no fuera así, ¿por qué iba a dejar ir de discotecas, si
no era cierto?
—Mmh. —Janvier no traicionó su reacción ante la que podría ser
su primera pista sólida—. ¿Quién era este hombre? —dijo, arrastrando
las palabras—. Podría conocerlo.
Los cuatro se quedaron en blanco. Resultó que ninguno de ellos
conocía al novio, y Felicity fue tan reservada con él que no tenían
ningún detalle sobre este más allá del hecho de que era un vampiro
rico. Lo que era decepcionante, pero el nombre de Felicity era más de lo
que había obtenido cuando él y Ash entraron en ese bar.
Pareciendo relajarse en el sillón, dejó que la conversación se
descarrilara, preguntándose si Ash planeaba dejarlo liberarse
158 solo. Podría, pero se sentiría exactamente como abusar de criaturas
pequeñas y vulnerables que le entregaron su confianza. Decidiendo
aprovechar el tiempo para darle a esos cuatro una lección de seguridad,
dijo—: Todos son hermosos. —Sus palabras los hicieron sonreír,
tratando de acercarse aún más—. Sería una vergüenza hacerles
daño. No todos los vampiros son conscientes de que algunos tesoros
deben ser manejados con cuidado.
—Nunca nos vamos con nadie sin consultar con los demás —dijo
una de las rubias, arrodillándose frente a él, con la barbilla apoyada en
sus rodillas, las manos en el muslo de Janvier.
—Y —añadió la otra rubia—, Louis nos da una señal si el vampiro
es uno de los malos.
Eran más inteligentes de lo que había supuesto. —Bien. —Dejó a
un lado su vaso en una mesa auxiliar—. Pero tienen que recordar una
cosa más.
—¿Qué? —dijeron los cuatro a la vez.
Tenía sus manos alrededor de la garganta de las rubias tan
rápido que los otros dos se congelaron. —Los de mi tipo —susurró,
liberando sus gargantas con un roce suave de su pulgar sobre cada
esbelta columna—, no son humanos.
Con el pecho agitado, una de las rubias se le quedó mirando, el
terror en sus ojos. —Te moviste tan rápido. Ni siquiera te vi.
—Podría tenerlos paralizados en dos latidos del corazón,
dejándolos indefensos frente a mí. —Se sintió feliz al ver a las rubias
tragar y volver a su sofá—. Podría violarlas si quisiera, compartirlas con
mis amigos, luego tirarlas desnudas e indefensas a la calle, a merced de
cualquiera que quisiera utilizarlas. Confíen en mí, hay una serie de
vampiros en la habitación en este instante capaces de hacer
exactamente eso.
Temblando, la chica que llevaba el mono se le quedó mirando, su
tartamudez pulsando en su cuello. —No, no te creo.
—¿Alguna vez han alimentado a Khalil? —Ante sus
asentimientos, dijo—: En una ocasión, rasgó la caja torácica de una
mujer para alimentarse directamente de su corazón. —El verdadero
horror de ello era que la mujer fue una de su harem, que se ofreció a
complacer a su amo en todo lo que quisiera—. Estaba consciente en ese
momento. La oí gritar y gritar y gritar.
—Oh, Dios. —Las lágrimas humedecieron los ojos de las rubias, y
la chica del mono verde se alejó sutilmente.
—Así que —dijo—, tienen que tener mucho, mucho cuidado. Oui?
Asintieron inmediatamente.
—Hay sed de sangre en el aire —continuó, siendo capaz de ver a
Khalil alimentarse de una mujer a tres metros de distancia, y viendo al
159 vampiro metiendo una mano en su blusa para aplastar con saña su
pecho—. Avisen a sus amigos que incluso los vampiros confiables
pueden convertirse en un riesgo.
Dmitri tenía que ser informado sobre esto; mientras más tiempo
pasaba allí, más le decían sus instintos que la sangre hervía bajo la
superficie. Todavía no era crítica, pero sería cuestión de días si no se
manejaba con brutal decisión.
Un susurro a sus pies. —Nunca he conocido a un vampiro como
tú —dijo el chico con el corazón en sus ojos cuando levantó la vista de
su posición acurrucada contra la pierna de Janvier—. Si estás
buscando un donante a largo plazo…
Janvier vislumbró a Ash entrar de nuevo en el bar. —Te mereces
un amante que te aprecie —dijo al muchacho, siendo tan gentil como
era capaz de ser—. Me temo que estoy bastante apegado a la cazadora a
punto de acercarse a nosotros.
Los cuatro parecían ciervos atrapados por las luces cuando Ash
se centró en ellos.
—¡Ni siquiera pudiste durar cinco minutos! —gritó cuando llegó a
él. Sus ojos se dirigieron a la chica que llevaba el mono, su sonrisa
afilada como una navaja—. ¿Quieres que separe la cabeza de tu cuerpo,
cariño?
—¿N-no?
—Entonces te sugiero que te alejes de mi hombre.
La chica del mono saltó y así lo hicieron los otros, mientras
Janvier se deleitaba con la reclamación. Era puro drama, pero era
agradable escuchar las palabras de todos modos. —Bébé —dijo, usando
deliberadamente el término una vez más, ya que no se ajustaba
totalmente a su cazadora, pero la divertía—. Solo tomábamos una copa
juntos.
—Sí —dijo el hombre, mirando a Ash con temor—. Puedes
sentarte con nosotros.
Ash señaló con el dedo al chico, entonces a las rubias, y luego a
la del mono. —Aléjense. Ahora.
El grupo se levantó.
—Eres magnífica —susurró Janvier. —Creo que mis nuevos
amigos se irán a casa tan felices contigo como conmigo.
—¿Y ahora qué? —murmuró cuando se puso de pie para colocarle
las manos en las caderas, sus brazos todavía beligerantemente
cruzados.
—Te seduciré para que me perdones.

160
23 Traducido por Jessy.
Corregido por Dafne M

Janvier estaba muriendo por el sabor, el tacto de Ash, pero como


le dijo, para él la intimidad no era un deporte para espectadores. Así
que la acarició, pero no dijo las calientes y eróticas palabras que quería
susurrarle. En su lugar, comenzó a nombrar todos los licores en el bar,
usando su voz más sexy.
—Detén eso —dijo ella, con los labios firmemente apretados como
si luchara valientemente para no reír.
Quería que riera con él durante el sexo, quería que jugara con él.
—¿Crees que has sido seducida lo suficiente?
—¿Descubriste su nombre?

161 —Felicity Johnson.


—Entonces, he sido seducida lo suficiente.
La nieve comenzaba a caer en serio cuando salieron a la calle otra
vez, pero no había viento, el mundo una serena lámina de blanco. Antes
de cualquier otra cosa, hizo una llamada, mientras Ash pretendía
revisar el escaparate del sex shop al su lado. Su propósito era contactar
con un vampiro entrenado en combate de la Torre que él sabía
patrocinaba un club de baile cercano. Emaya no perdió ni un segundo
cuando él le pidió mantener un ojo en Khalil.
Janvier hubiera preferido hacerlo por sí mismo, pero Khalil ya lo
vió en el club, y sería inmediatamente sospechoso si vislumbraba a
Janvier o Ash otra vez. Khalil además conocía a Janvier como un
individuo, mientras que era poco probable que se topara con Emaya —o
notarla si lo hacía. La escultural Emaya se parecía más a Ash que a las
creaturas regordetas con gracia y sumisas que Khalil prefería.
—¿Estás sola? —le preguntó él.
—No. Mateo está conmigo.
—Bien. —Si Khalil estaba detrás del asesinato, obviamente se
había vuelto incluso aún más sádico al pasar los años, pero Emaya y
Mateo tenían la fuerza para acabar con él si se volvía violento—.
Permanezcan juntos, mantenlo en la mira sin alertarlo, y contáctame
con un reporte completo una vez que él regrese a su casa.
Si Khalil era el asesino, era demasiado inteligente para elegir a
una víctima que pudiera ser fácilmente conectada a él, así que todas las
mujeres que llevó a casa anoche estaban a salvo —de la muerte, al
menos. La tortura permanecía entre las opciones, pero Khalil tenía una
manera de encontrar victimas para eso, aunque esos voluntarios no
siempre sabían el alcance de lo que les esperaba. Con esa verdad
sombría al frente de su mente, Janvier dijo—: Quiero saber a quién le
habla, qué hace, todo lo que parezca extraño en su comportamiento.
—Entendido.
—Incluso ante una única señal de problemas, llámame o a la
Torre.
—Lo haremos, pero todo mi equipo de combate está afuera
desahogándose esta noche, así que tenemos mucho respaldo cerca si lo
necesitamos.
Relajándose, Janvier esperó hasta que la otra pareja llegara en
caso de que Khalil saliera en el entretanto. Cubrió el retraso molestando
a Ash sobre su aparente interés en los juguetes eróticos en exhibición.
Ella se rió y, con su teléfono, tomó fotos de varios artículos, antes de
enviar un par de mensajes.
No reconociendo a Mateo o Emaya cuando llegaron, envió un
mensaje a través de la Torre alertando a Dmitri de la situación actual.

162 También tomó nota de que la sed de sangre parecía estar en ascenso,
pero que no parecía crítico en ese momento. Puede ser un residuo del
trauma de la batalla. Creo que los líderes vampiros deberían ser
contactados mañana para que puedan aplacar los ánimos. La sed de
sangre aún no era peligrosa, pero dale unos días más y podría
convertirse en una carnicería.
Janvier una vez había entrado a una ciudad que estaba destinada
a ser una parada de descanso solo para que los guías turísticos
encontraran cada parte del pequeño establecimiento pegajoso con rojo
óxido, y los dos vampiros residentes alimentándose como glotones del
cálido cadáver desnudo de la mujer que fue la amante de uno. Había
ejecutado a ambos en el lugar. Era la única manera de contener la
masacre.
La repuesta de Dmitri iluminó su teléfono. He recibido el mismo
reporte de otras dos personas de alto nivel en el área, tenemos vampiros
de la Torre dispersos por los clubes manteniendo un ojo en la
temperatura hasta que pueda hablar con los líderes.
Satisfecho con que el problema estuviera siendo manejado,
Janvier dijo—: Podemos irnos ahora, cariño.
—Gracias a Dios. —Ash guardó su teléfono con un gemido—. Son
contados los consoladores que brillan en la oscuridad que puedo mirar
con los ojos muy abiertos de interés.
Riéndose, paso su trenza entre los dedos. —No creo que debamos
ir a más clubes esta noche; tenemos el nombre de Felicity, y cualquier
otra pregunta podría despertar sospecha y preocupación. —Tenían que
equilibrar las necesidades de la investigación asegurándose que se
mantenía bajo el radar.
—Estoy de acuerdo.
—No me arranques la cabeza, cher, pero ¿te duele? —Tocó con su
mano su pecho para indicar su cicatriz, incapaz de olvidar lo mucho
que había sangrado en sus brazos, lo cerca que estuvo de perderla. Era
una pesadilla que lo despertaba, empapado en sudor y jadeando por
aire, más de una vez.
—Estoy bien. Hoy ha sido todo sobre hacer preguntas, sin
esfuerzo físico real.
Janvier la observó cuidadosamente esta noche, sin ver
indicaciones de dolor de su herida, así que aceptó sus palabras, y se
movieron en los delicados copos que caían desde el cielo.
—Me encanta la nieve —dijo Ash con un suspiro—. Mala para el
seguimiento cuando cae, pero es tan indulgente en el mundo, tan
pacífica.
Vio pequeños puntos recopilarse en sus pestañas, sabía que se
volvería incluso más hermosa para él al pasar los años. Alcanzando los
guantes que deslizó en sus bolsillos de su abrigo antes de salir a
recogerla para la cena, dijo—: Ponte estos. —Eran de su tamaño, los
163 que compró porque ella estaba muy a menudo sin guantes.
Inclinando la cabeza, lo inmovilizó con sus ojos negros que veían
demasiado. —Me he dado cuenta de algo sobre ti, Janvier.
Esperó a escuchar lo que ella tenía que decir.
—¿Es algo malo? —No podía cambiar su naturaleza elemental, no
podía deshacer esa parte de él.
—No. —Con una propagación cálida en lo profundo, Ashwini
aceptó los guantes, estirándolos sobre sus congelados dedos. Era raro
ser atendida, ser valorada de alguna manera, pero ahora que había
conquistado su inicial confusión y miedo ante su ternura, se sentía
como un regalo—. La mayoría de los cazadores pueden cuidar de sí
mismos.
—Así como también la mayoría de los vampiros de mi fuerza —
dijo él con la confianza que lo hacía tan atractivo—. Eso no significa que
no estaré encantado si mostraras cuidado por esta piel de Cajún.
Ashwini pensó en la manera en que la miró después del beso en el
bar, asimilando la débil medio sonrisa que no coincidía con las sombras
en sus ojos, y supo que todo iba mal. Intentando protegerlo, lo había
rechazado. —¿Janvier?
—¿Si?
—Estoy guardándote un secreto, algo grande, horrible y malo. —
Ahí, estaba afuera.
Él se detuvo en las sombras de un club privado, con una
expresión sombría. —¿No me dirás este secreto?
—No puedo. —La hacía enojar tanto, demasiado asustada de
cómo cambiaría todo entre ellos, la cobardía cerrando su garganta—.
Pero tienes derecho a saber, y una vez que lo averigües, me odiarás por
permitir que la relación fuera tan lejos.
—Ashwini, soy tuyo. —Absoluta incredulidad mezclada con
humor—. Odiarte es imposible.
Su corazón ya frágil amenazaba con destruirse. —No sabes lo que
te estoy escondiendo.
—No necesito saber, y ninguno de nosotros ha estado alguna vez
en control de esto entre nosotros. Tenía su propia voluntad terca e
implacable. —Empujó una mano en su cabello y comenzó a caminar
otra vez, sus siguientes palabras tan enojadas que el calor de ellas
parecieron derretir la nieve—. La única manera en la que moriría sería
si me repudiaras.
Deteniéndose nuevamente, los dos ahora en la periferia del
Barrio, la enfrentó. —¿Es eso lo que quieres hacer? —Su tono era
crudo, sus puños cerrados—. ¿Decirme que no me quieres?
—Eres un idiota. —Lo acercó hacia ella agarrando los lados
abiertos de su chaqueta, lo besó con furia frustrada—. Estoy intentando
164 protegerte. —Lo liberó, alejándose al avanzar.
Él la alcanzó, sus ojos brillantes con temperamento y pasión. —
Bueno, no lo hagas. Soy un vampiro grande. Puedo manejar cualquier
secreto que tengas por tanto tiempo como seas mía.
—Maldito seas. —Ella deslizo su mano izquierda en su derecha—.
Te arrepentirás de esto.
Él envolvió sus dedos alrededor de los suyos, el agarre
descaradamente posesivo. —¡Nunca me arrepentiré de ti!
Ashwini tampoco se arrepentiría.
Y lo supo. No más secretos, no más tiempo robado.
Tenía que decirle, mostrarle, todo.
Obligando a su mente a salir de del pesado peso de lo que estaba
por venir, dijo—: Le envié una nota a Ransom con el nombre de Felicity
en caso de que sus contactos callejeros supiera algo. También le
proporcioné su nombre al informático en servicio para que pudiese
merodear las bases de datos.
Vivek fue un llanero solitario por mucho tiempo en el cargo,
disponible veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Lo sabría
todo, o eso parecía, pero era único en su especie. —¿Cómo está Vivek?
—le preguntó a Janvier—. ¿Lo has visto? —El cazador del gremio había
elegido el vampirismo no para la vida eterna, sino porque —con el
tiempo— le devolvería el uso a su paralizado cuerpo.
—No. —Aún con expresión oscura, Janvier siguió hablando—.
Pidió privacidad durante su transformación, y Elena se ha asegurado de
eso. No creo que ella lo haya visto tampoco.
Ella podía entender porque Vivek no quería que sus amigos lo
vieran mientras estaba débil e indefenso; paralizado o no, siempre fue
una fuerza a tener en cuenta. —Supongo que solo quería saber que
alguien lo vigile atentamente. No sé de ningún humano que haya sido
convertido después de sufrir ese tipo de lesiones desbastadoras y a
largo plazo.
—El mismo Keir está monitoreando su progreso.
Ashwini conoció a Keir tras la batalla. Ella fue suturada por
doctores humanos, pero el sanador angelical pasó inesperadamente por
su departamento dos días después que hizo que Janvier se fuera. Con
los ojos de un cálido marrón situados en un delicado y hermoso rostro,
su cabello negro liso y su cuerpo esbelto como el de un niño, Keir
parecía indeciblemente joven y aun así había sabiduría en su mirada
que le dijo que era un alma vieja y noble en su paz.
—Ya es hora de que viniera a verte —le dijo con una pequeña
inclinación de su cabeza.
Desconcertada, ella lo invitó a entrar, ofreciéndole una taza de té
de hierbas en vez de café.

165 que esoSuesrespuesta fue una sonrisa y las palabras: —Sí, por supuesto
lo que querría.
Lo más incomprensible fue que ella no tocó a Keir ni una sola vez,
y sin embargo, supo que disfrutaría el té, al igual que supo que estaba
agotado por el trabajo que estuvo haciendo con los heridos en la Torre.
Así que ella le ofreció un lugar donde descansar y, para su sorpresa, él
aceptó, cerrando los ojos y dormitando tranquilamente en su viejo sillón
favorito.
Fue extraño ver las angelicales alas de color dorado cubriendo
sus muebles, tener a alguien de esa edad y poder en su espacio de vida.
—Keir —le dijo a Janvier, ambos casi llegando al auto—. Él es tan viejo.
—El tipo de edad que ella siempre temió—. Pero no me hace sentir
incómoda. En todo caso, hace parecer todo pacifico, es tan amable y
centrado.
Sabía que Keir tenía profundidades increíbles en él, capas
intrincadas de dolor y vivencias que componen cualquier vida, pero no
había crueldad, ninguno de los horrores que ella asociaba con la
inmortalidad.
Janvier parpadeó un pequeño copo de nieve que intento aferrarse
obstinadamente a sus pestañas. —El erudito que me enseñó a leer —
dijo después de que hubieran entrado al estacionamiento y estuvieran
dentro del auto—, dijo que hizo lo mismo por Keir cuando él era un
niño. Ella me dijo que él fue el niño más inteligente que conoció alguna
vez, una vieja, vieja alma renacida en un cuerpo nuevo.
—Sí. Lijuan se jactó de haber evolucionado al siguiente plano de
la existencia, pero creo que Keir es uno de los que ha logrado eso. —El
sanador era algo mejor que este mundo, con una luz luminosa en su
interior.
La mirada que le regreso Janvier era dura. —No discutiré contigo
sobre ese punto.
Con los guantes fuera y la chaqueta desabrochada en el calor del
auto, Ashwini contempló el paisaje ligeramente nevado mientras salían
del Barrio. La ciudad brillaba a través del blanco y se sentía como si
viajaran al interior de un globo de nieve, como el que Arvi le dió cuando
tenía siete años. Ella rompió accidentalmente el preciado presente la
mañana del día en que la llevo al lugar donde ellos intentaron
“arreglarla”; y Arvi, él se quedó mirando los fragmentos con la expresión
más extraña en su rostro.
En ese momento, ella pensó que estaba enojado. Ahora, se
preguntaba si, solo por un instante, se dió cuenta que lo que estaba
haciendo también podría hacer añicos irremediablemente a la hermana
que adoraba.
—¿Ashwini?
—¿Quieres ir a dar una vuelta? —le pregunto al vampiro con los
ojos verde musgos que habían marcado su alma hace mucho tiempo y

166 cuyo corazón estaba a punto de romper como una vez hubo roto ese
globo de nieve—. Tengo que mostrarte algo.

***

Siguiendo las instrucciones de Ash, Janvier dejó la ciudad y la


nieve cayendo atrás. Los neumáticos en su auto estaban diseñados
para las condiciones del invierno, así que el viaje fue suave a pesar de
las ocasionales zonas de hielo. Había conducido por aproximadamente
una hora en las carreteras de noche en su mayoría vacías cuando ella
la dirigió por una calle lateral, sin haber hablado mucho durante la
totalidad del viaje.
La calle estaba bien mantenida, aunque no muy brillantemente
iluminada. Janvier todavía no tenía la visión sobrenatural que venía con
los siglos de vampirismo, así que bajó la velocidad en torno a las
esquinas, en caso de que la persona en el otro lado fuera un idiota que
pensara que él o ella sí podía ver en la oscuridad.
Como esperaba, pasaron solo otros dos vehículos durante los
próximos veinte minutos.
—Da la vuelta donde puedas ver junto a ese pequeño letrero en la
izquierda.
Los faros del auto reflejándose discretamente sobre el tablero
color negro crema, se encontró yendo por lo que parecía ser una
interminable calle privada, los desnudos robles de invierno bordeando
ambos lados. —Cher —dijo él, odiando el dolor en su silencio—. Puedo
ver grandes puertas.
—Tengo el código de acceso —le dijo el código cuando llegaron a
las puertas, y las marcó desde el lado del conductor.
Luces aparecieron en la distancia más de cinco minutos más
tarde, una desgarbada casa de ladrillo que le recordaba a una mansión
georgiana tomando forma contra un fondo de árboles que eran negras
siluetas en la noche. El viaje parecía terminar en un barrido circular,
con lo que podría haber sido una fuente en el centro, aunque era difícil
decirlo desde esa distancia.
—Estaciona aquí.
Sin discutir la solicitud de Ash, detuvo el auto a cierta distancia
de la casa y apagó tanto los faros como el motor. —¿Qué es este lugar?
Ash salió. Siguiéndola, la encontró al frente del auto…donde ella
extendió el brazo por su mano y la sostuvo con fuerza. —Se llama Banli
House —susurró—. No tienen un sitio web o cualquier otra presencia en
línea. Es uno de esos lugares que son tan exclusivos, que tienez que
conocer a alguien para entrar.
Los tendones de Janvier se tensaron, los huesos de la mandíbula
moliéndose el uno contra el otro.
167 —Mi hermano era un médico joven en ese entonces —dijo ella—.
Pero nuestra familia era rica, establecida. Uno de los amigos de mis
padres debe haber recomendado este lugar cuando…cuando las cosas
iban mal. —Su aliento empañó el aire y luego inhaló profundamente—.
Los ricos normalmente envían a sus hijos e hijas adictos a las drogas
aquí para recobrar la sobriedad, pero Banli House es una facilidad
médica y psiquiátrica plenamente acreditada capaz de manejar mucho
peores vergüenzas.
Su mano estaba apretando la suya tan fuerte que si hubiera sido
humano, le habría dejado moretones. Janvier quería poner cientos de
malditos moretones en el hombre responsable por el eco de horror en su
voz. —Arvi te envió a este lugar.
—Cuando tenía quince años. Me trajo aquí él mismo, me dijo que
los doctores me ayudarían. —Una mancha de humedad en su mejilla
rompió el corazón de Janvier—. Quería tanto ser normal para él. —Sus
ojos encontraron los suyos, grandes y oscuros—. Era mi hermano
mayor y, sin importar que, siempre me cuidó. —Su voz quebrándose,
ella parpadeó rápidamente—. Lo peor es, que él de verdad creía que
estaba haciendo eso esta vez también.
—Cher. —Se dio la vuelta para envolver su otra mano a su
alrededor, la sostuvo contra él, su indomable Ash que luchó contra
vampiros y ángeles cientos de años más viejos que ella y nunca se
desmoronó.
—Me drogaron —dijo ella, las palabras un rugido—. Para que
mejorara, eso es lo que decían. Había más, otros tipos de terapia. Me
ataban cuando me resistía, y luego me llenaban completamente de
drogas otra vez.
Tomando una profunda y temblorosa respiración, se alejó pero no
rompió el apretón de manos, con sus ojos en Banli House. Su pesadilla,
pensó, a ser vencida. Y ella lo haría con los hombros firmes y la cabeza
en alto.
Estaba malditamente maravillado por ella.
—Tanta gente me tocó y no pude hacer nada para detenerlo.
Celadores, doctores, enfermeras. Suficiente que comencé a sintonizarme
con ellos. —Se limpió apresuradamente las lágrimas que se le habían
escapado, mirando impávidamente al recinto en la distancia—. A veces
estaban siendo agradables, intentando calmarme durante un ataque de
pánico después de haber sido atada, pero solo lo hacía peor, al menos
tres de mi equipo de cuidado habían trabajado con los enfermos
mentales criminales y tenían horribles cosas dentro de sus cabezas.
Sus dedos se flexionaron, apretando su mano otra vez.
—Estaba ahogándome en sus vidas y me estaba volviendo loca,
pero tenía que fingir que la terapia estaba funcionando, que estaba
mejorando. Incluso cuando dormía, no podía dejarme ir tan

168 profundamente; tenía que estar lo suficientemente despierta para


luchar contra las pesadillas. Estuve ahí por cinco meses.
24 Traducido por ElyCasdel
Corregido por Nana Maddox

Janvier pensó en cuán tensa se encontraba ella en la casa de


Nazarach, su energía contenida duramente dentro de su piel, y no podía
imaginar cómo sobrevivió el infierno de tener su mente violada una y
otra vez. —¿Las paredes eran…
—No —dijo ella, anticipando su pregunta—. Banli House es
demasiado joven para convertirse en una entidad viviente ante mis
sentidos. Es seguro por el momento, y si hubiera podido elegir a mis
cuidadores, habría elegido a los que tuvieran mentes calladas y
ordinarias, tal vez habría estado bien.
Janvier vio que ella no creía sus propias palabras; su Ash no
estaba destinada a ser atrapada y enjaulada. Como un pájaro con las
169 alas cortadas, se enfermaría y moriría. —¿Cómo saliste? —preguntó él
entre la rabia que inundaba sus sentidos.
—Los convencí de que me había estabilizado lo suficiente que
comenzaron a dejarme salir a los campos. —Pequeñas líneas salieron
por las esquinas de sus ojos, su expresión dudosa—. Hasta este día, no
sé cómo lo hice. Fue como si me pusiera una piel distinta como Naasir
dice que hace, debajo de esa piel, me encontraba a un paso de la
fragmentación total.
—Fuiste dura incluso entonces.
Una rápida sonrisa inesperada. —Sí, lo fui. —La sonrisa se
desvaneció demasiado pronto, sus ojos cayeron hacia Banli House de
nuevo—. Quería correr el primer día que vi la libertad, pero luché
contra ello. Sabía que me observaban. —Deteniéndose, levantó sus
manos unidas, frotó su mejilla contra el dorso de la mano de él.
Fue un golpe directo al corazón.
—Entonces, hice lo que ellos esperaban que hiciera —dijo ella
luego de bajar de nuevo sus manos—. Me di baños de sol y leí libros
como un adicto en desintoxicación. Después de un tiempo, el personal
dejó de prestarme tanta atención. Luego, una noche, después de la
revisión final de camas, abrí una ventana que deje abierta, y corrí.
Janvier apretó la mandíbula, su cuerpo entero temblando por la
tormenta dentro de él. —¿Dónde estaba tu hermano durante el tiempo
que estuviste en este lugar? —preguntó, inseguro de si podría ser civil
con aquel hombre otra vez.
—No lo culpes, Janvier —dijo ella, para sorpresa de él—. No
puedo perdonarlo, pero sé por qué lo hizo.
—Ninguna razón puede disculpar tal abandono. —Él moriría por
sus hermanas, lucharía con dragones por ellas—. Un hermano debe
proteger.
—Esa es la cuestión. —Un doloroso susurro—. En su mente, eso
era exactamente lo que hacía. —Ella inclinó su cabeza en el hombro de
él—. No fue hasta que estuve aquí que entendí por qué él no podía
manejar estar cerca de mí una vez que comencé a saber cosas que no
debería, una vez corrí hacia él a los once años, asustada de las cosas
feas que destellaban en la mente de un profesor que resultó ser
acosador de menores.
El dolor en su voz mientras hablaba del rechazo de su hermano
era viejo, aceptado hace mucho. —En eso último, Arvi no me
decepcionó. Hizo investigar al profesor, y el hombre terminó tras las
rejas. —Un apretón de la mano de Janvier—. No es una mala persona,
mi hermano. Solo… creo que mejor te muestro por qué Arvi es como
es… Por qué soy como soy. —Sus ojos fueron a la facilidad en la
distancia—. Tenemos que entrar.

170 ***

Banli House se estiró completamente frente a Ashwini mientras se


acercaban, una bestia hinchada con ojos brillantes.
No, pensó ella, forzando los músculos de su mandíbula a
relajarse, consciente de que veía a través de la mirada de la chica
asustada y confundida que una vez fue. Banli House no era una bestia;
más bien, era un lugar oculto creado por los ricos para botar sus
problemas donde el mundo no pudiera verlos.
Janvier detuvo el auto lentamente en el camino circular, cerca del
camino que guiaba a la entrada. Había materas a cada lado, un
pequeño y bien cuidado pino en cada una, y el vitral sobre la puerta
brillaba por la luz trasera. —Parece tan cálida y atrayente, ¿no? —dijo
ella a través del ahogo de miedo y viejo pánico.
Nunca fue sencillo, caminar por esas puertas. Pero si no lo hacía
cada vez, el miedo ganaría, la poseería.
Janvier abrazó con su brazo el respaldo del asiento. —Este lugar
te lastima. No necesitamos estar aquí.
—No. Es importante.
—Entonces estoy contigo.
Ashwini pasó sus ojos sobre él; no llevaba cuchillos o armas
visibles, pero ella sabía que se encontraba armado. —Mantén tus ojos
en tus armas.
Sin cuestionar su instrucción, Janvier asintió ligeramente.
La puerta delantera de Banli House se abrió mientras salían del
auto y ella vio que Carl se hallaba en servicio de nuevo esta noche.
Corte pulcro de cabello, dientes blancos y rectos, y piel cremosa, sus
facciones simétricas.El enfermero era tan atractivo como cualquier otro
miembro del personal. Ashwini siempre encontró eso extraño. ¿Qué
pensaban los dueños? ¿Que la gente rica no quería botar sus
vergüenzas en un lugar donde estas vergüenzas pudieran estar en
contacto con los que no son tan atractivos?
—Ash —dijo la enfermera cuando llegaron a él—. Es bueno verte
otra vez tan pronto.
—¿Está despierta? —Ashwini sabía la respuesta incluso mientras
realizaba la pregunta; la mujer a la que venía a ver siempre fue un búho
nocturno… y tiempo de “reloj” tenía poco significado para ella ahora. Se
despertaba y dormía a sus propios ritmos internos.
Carl asintió, sus ojos deslizándose sobre Janvier. —¿Debería
poner a tu invitado en la lista de permitidos?
—Temporalmente. —No había garantía de que Janvier era
171 “seguro” en ese contexto hasta que Ashwini le explicara todo
personalmente.
Llevándolos por el pasillo, Carl se detuvo delante de la puerta de
la familiar suite de la esquina. Esa suite era encantadora, completa con
una sala privada y una recámara que tenía una vista directa a los
campos. También estaba acolchada y desprovista de cualquier cosa que
pudiera ser utilizada como un arma.
Los viejos muebles se hallaban atornillados al piso de madera a
través del acolchado, las sábanas reemplazadas por finas cobijas que no
podían ser demolidas y convertidas en sogas, las flores frescas
desplegadas en bases de plástico que no podían ser destrozadas y
usadas como cortadores de muñecas. Cuando Carl abrió la puerta luego
de su amable toque, recibió un—: Adelante —Desde el otro lado, las
modificaciones no eran aparentes inmediatamente.
Una de las numerosas razones del porqué la Banli House era tan
costosa.
—Tus botas —le recordó Carl.
Ella se giró hacia Janvier, habiendo olvidado la rutina en el
despertar del sentimiento de pérdida que muy seguido la sobrepasaba
aquí. —Tienes que quitártelos. —Una fuerte pisada podría dañar el
acolchado.
Janvier pasó su mano por el cabello de ella, en la manera
singularmente tierna que le llegaba al corazón a ella, antes de inclinarse
a desatar sus botas mientras ella desabrochaba sus tacones. Los
pusieron a la derecha de la puerta.
Luego Ashwini miró en sus ojos verde pantano una vez más,
absorbiendo la manera en la que él se sentía sobre ella en ese instante
antes de que todo cambiara… y lo guió dentro.
Carl no vino con ellos, pero ella sabía que permanecería cerca en
caso de que se necesitara que administrara un sedante. Ashwini podía
decir que no sería necesario un sedante esa noche a primera vista de la
mujer que se sentaba al lado de la ventana, una sonrisa serena en su
rostro.
Viendo a Ashwini se giró y estiró la mano, sus facciones eran una
versión femenina de las de Arvi, el marrón-negro de su cabello grueso y
brillante, con solo unas raras hebras de plateado. —Ashi —dijo, usando
el apodo de su infancia que Ashwini ya no escuchaba de nadie más.
—Hola, Tanu. —Ashwini se sentó en la silla frente a su hermana
mayor.
Los ojos oscuros de Tanu fueron detrás de ella. —¿Quién es este?
—Janvier. —Lo miró arriba abajo antes de regresar la mirada a la
hermana que fue arrancada de su vida cuando Ashwini tenía apenas
nueve años—. El es mío.
—Bueno —dijo Tanu a Janvier con la amabilidad de acerbo que
172 tan a menudo ponía a los hombres en sus talones antes de enamorarse
perdidamente de ella—, pareces bien nutrido, así que, ¿asumo que
tienes trabajo?
—Incluso paga más que el whisky.
La respuesta con palabras arrastradas de Janvier tuvo los labios
de Tanu estirados hacia arriba en las esquinas. —Cuidaría de este,
hermanita. —La última palabra era en el lenguaje que crecieron
hablando con sus abuelos—. Es apto para robar tu virtud y salir por la
ventana al amanecer.
Ashwini se encontró sorprendida de escucharse reír —Tal vez sea
yo quien robe su virtud.
—No estoy segura de que le quede nada a tu Janvier. —Los ojos
de Tanu bailaron y en ese instante era la efervescente belleza que una
vez rechazó tres propuestas de totales extraños durante el curso de una
boda familiar.
Janvier jaló la trenza de Ashwini. —No me advertiste que estaría
afrontando tan tremendo escrutinio, cher.
Tanu no se rió, líneas verticales profundas se formaron entre sus
cejas en su lugar. —¿Dónde está Arvi? Le dije que no trabaje muy tarde,
pero ¿ese maldito gemelo mío alguna vez escucha?
Ashwini sintió a Janvier tensarse detrás de ella mientras entendía
la verdadera escala de la tragedia. —Ya conoces a Arvi —dijo—. Te
apuesto que solo dio un “vistazo” a una operación pendiente mientras
se iba, y terminó pasando horas proyectándola. Probablemente esté de
camino ahora. —Una suposición que tenía posibilidad de ser verdad…
porque su hermano mayor pasaba más tiempo en Banli House que en
su propia casa. Arvi perdió la mitad de sí mismo cuando perdió a Tanu,
sangraría por la herida hasta el día de su muerte.
—Ese es Arvi para ti. —Suspirando, su hermana se frotó las
sienes—. Dios, este dolor de cabeza.
Ashwini no ofreció obtener medicamentos. El régimen de drogas
de su hermana era finamente calibrado para asegurarse de que no se
convirtiera en una adicta o se pusiera catatónica. Ashwini odiaba que
Tanu tuviera que tomarlos, pero sin las drogas, su hermana se pondría
maniaca, propensa a auto lastimarse y a tener las ilusiones de las
pesadillas que la dejaban gritando.
El fin de la medicación era darle tantos minutos de claridad como
fuera posible durante sus horas despierta. Banli House se encontraba
creada para la clase alta, después de todo, y se tomaba las
responsabilidades en serio. Si Ashwini no hubiera estado sepultada
aquí cuando adolescente, tal vez incluso habría lo encontrado
reconfortante y con un ambiente cuidado.
Janvier se movió de detrás de la silla de Ashwini. —Tal vez pueda
ayudar —dijo y, agachándose frente a la silla de Tanu, presionó sus
173 dedos en sus propias sienes en un patrón inusual—. Intenta esto.
Copiando los movimientos, Tanu suspiró. —¿Dónde aprendiste
esto?
—De mi ma-mere… mi abuela. A veces lo moderno no siempre es
lo mejor, ¿oui?
—Oui. —Tanu se rió y palmeó su mejilla, sin indicación de tensión
en su rostro al contacto—. Sí, definitivamente eres problemas. Bellos
problemas. —Sus ojos encontraron los de Ashwini—. Deberías
encadenarlo.
—Probablemente tiene la llave de las cadenas bajo su lengua.
La mirada vivaz de Tanu miró fijamente a los ojos de Ashwini, su
cabeza girando hacia la ventana que se dirigía a la noche. —Puedo
escucharlas.
—Tanu. —Ashwini tocó a su hermana en la rodilla.
Pero Tanushree Taj no estaba escuchando, ya no era siquiera
consciente de ella o Janvier, perdida en la cacofonía de voces fantasmas
que la seguían día y noche.
Frotando sus nudillos sobre el pesado dolor en el pecho, Ashwini
puso su mano en el hombro de Janvier y dijo—: Deberíamos irnos.
Puede quedarse así por horas, a veces días. —Ashwini regreso una vez
de una búsqueda para encontrar a su hermana atada a un tubo de
alimentación porque estuvo en un estado casi catatónico dos días
antes.
Arvi se encontraba sentado al lado de Tanu, su voz ronca de
intentar hablarle para regresarla al mundo. —Por favor, Tanu. No sé
cómo hacer esto sin ti. Por favor, Tanu. Por favor.
Tenía la garganta gruesa con la cruda fuerza del recuerdo, no
estaba lista para la intensa y dolorosa ternura que vio en los ojos de
Janvier cuando se giró hacia ella, pero no había lástima. Ni horror. La
miró como siempre lo hacía cuando se sentía protector, y la idea le hizo
querer caer en sus brazos y pedirle que nunca la dejará ir.
Dejándolo abrazarla una vez que se puso de pie, ella dejó a Tanu
con un suave adiós. —Se ha ido —le dijo a Carl mientras ella y Janvier
ponían sus zapatos de regreso en sus pies—. Por favor cuídala. —Las
voces podían dejar a Tanu en agonía, hasta la sedación, que era la
única forma de darle paz.
—Siempre lo hago. El enfermero caminó con ellos hacia la puerta
delantera—. Tu hermana cada vez se va más y más. Fuiste afortunada
esta noche.
—¿Crees poder llamarme cuando esté lúcida? Me gustaría poder
pasar más tiempo con ella. —Antes de que ya no haya más tiempo—.
Pero solo si Arvi no está aquí. —Sin importar cuánta fuera su necesidad

174 de ver a Tanu, Ashwini no le robaría tiempo a Arvi con su gemela. Los
dos nunca la hicieron sentir nada más que incluida cuando niña, pero
nada podía alterar el hecho de que eran hermanos diecinueve años
antes de que ella viniera a escena.
A diferencia de algunos gemelos hombre/mujer, Arvi y Tanu
nunca se habían separado, a pesar de vivir sus propias vibrantes vidas
individuales. Tanu fue a una universidad distinta a la de Arvi, su vida
social era un torbellino activo. Arvi, por el contrario, se enterró a sí
mismo en la escuela de medicina, sus novias a largo plazo, donde los
novios de Tanu cambiaban con la luna.
De todos modos, cuando los dos volvieron a casa para las
vacaciones, era obvio que se habían mantenido en constante contacto.
Hacían comentarios de los pequeños incidentes en la vida del otro, reían
sobre bromas secretas, bromeaban con el otro sin piedad por sus vidas
amorosas.
La única vez que Ashwini vió a Arvi reír en los últimos dieciocho
años y medio fue un día hace cinco años cuando llegó a visitar a Tanu y
la encontró coherente y siendo ella misma. Su hermana estuvo el doble
de risueña, la cabeza de Arvi cayó atrás de gozo mientras se sentaba en
el suelo con la espalda a la ventana. Cuando Ashwini se iba a retirar,
Arvi le dijo que entrara, afecto profundo en su voz.
Ashwini entró, todo el dolor que los separaba enterrado bajo la
maravilla de los instantes eternos en los que todo era como debería. Su
hermano la había sostenido a su lado con su brazo alrededor de su
cuello, y por una sola hora mágica, los tres fueron como antes, Ashwini
callada y feliz solo de estar en la habitación con sus hermanos mayores
mientras discutían y hablaban y se reían del mundo.
—Por supuesto, seré feliz de llamarte. —La voz de Carl cortó el
desgarrador eco del recuerdo—. Le pediré a la enfermera del turno de
día que haga lo mismo. —Él abrió la puerta delantera—. Hasta la
próxima.
Yéndose con asentimiento, inhaló el crujiente aire de la noche en
tragos profundos. Se sintió como si el agarre estrangulado alrededor de
su garganta se liberara al fin, sus pulmones expandiéndose con
gratitud. Ella odiaba Banli House tanto como amaba a Tanu. —
Vámonos de aquí.
Janvier no los llevó de regreso directamente a Manhattan, sino al
mirador Enclave al que la había llevado en la moto. Dejando el carro,
los dos caminaron a la orilla de los acantilados y se sentaron a pesar de
la nieve, sus piernas colgando al lado y el Hudson fluyendo suave y
profundo debajo de ellos.
El cielo de Manhattan brillaba en la distancia, la Torre una lanza
de luz. El brillo de esta atrapado en las alas de los ángeles que volaban
de aquí para allá, convirtiendo el vidrio de los rascacielos cercanos en
deslumbrantes espejos.

175 sacarla,—Cada vez que voy a Banli House —dijo Ashwini—,


llevarla a un mejor lugar. Pero no hay nada mejor.
quiero

Incluso Arvi aceptó eso.


Tanu tenía cuidados las 24 horas del día en Banli House y amigos
entre los otros residentes a largo plazo. Nunca fue maltratada, el
personal era escrupuloso en seguir las reglas de no hacer contacto físico
con ella a menos que ella lo iniciara o fuera absolutamente necesario.
Cuando era así, solo un pequeño grupo de personas estaba autorizado
para tocarla, todos individuos cuyas mentes no lastimarían a Tanu.
Si nadie de la lista se encontraba disponible, Banli House llamaba
a Ashwini o a Arvi. Y cuando Tanu se encontraba lúcida y era ella
misma, el personal se aseguraba de que tuviera acceso a lo que sea que
quisiera, ya fuera la libertad de caminar por los pasillos en los bosques
detrás de Banli House, comer algo en particular, o pintar horas alejada
en una gran cabaña.
Una vez, sorprendió a Arvi al aparecer para llevarlo a almorzar.
Pero eso fue hace mucho tiempo. Tanu ya no dejaba los campos, no
confiaba en sí misma para permanecer coherente y racional por mucho
tiempo. Las voces eran demasiado fuertes.
Janvier sostuvo su mirada. —Tu hermana parece en paz.
—A veces casi lo creo, pero… —Sacudiendo la cabeza, dijo—:
Tengo que comenzar desde el principio.
Janvier se giró a los lados, poniendo una de sus piernas detrás de
ella, su rodilla doblada para que ella se pudiera reclinar contra él, y su
mano cálida en la nuca de ella.
—Aquí estoy.

176
25 Traducido por MaJo Villa
Corregido por Amélie.

—Casi todo el mundo —empieza Ashwini, sacando fuerzas de su


apoyo incondicional—, piensa que mis padres y Tanu murieron en ese
accidente automovilístico cuando tenía nueve años. La verdad es que,
solo mi madre y mi padre murieron en el impacto. Tanu fue herida de
gravedad pero sobrevivió.
—¿Esa es la causa de las heridas en su mente?
—No. —Así de terrible como hubiera sido eso, no habría roto lo
que quedaba de su familia en fragmentos—. Antes de contarte acerca de
Tanu, tengo que contarte sobre mi madre.
La pena pulsaba en su corazón ante el recuerdo de sus padres;
con el tiempo se había atenuado, pero jamás la dejaría. Porque aunque
177 hubieran cometido errores, una hija incapaz de entender que era tan
diferente de cualquier cosa que ellos conocían, su madre y su padre la
habían amado, amaron a todos sus hijos. —Ya sabes que mi madre fue
una profesora de literatura, lo que no te dije es que era como yo, capaz
de ver el interior de las personas con solo tocarlas.
Colocando una mano sobre el muslo de Janvier, el músculo
caliente y tenso debajo de su mano, se afianzó a sí misma. —Tanu
también lo era. Nunca nadie en nuestra familia lo reconoció, aunque
algunas veces bromeaban sobre la forma en la que ambas
ocasionalmente sabíamos cosas que no debíamos. Siempre hubo un
matiz de miedo debajo de la superficie que en ese momento no entendí.
—Espera. —Janvier pasó su pulgar por encima de su nuca, con el
ceño fruncido en su rostro—. ¿Ambas, tu hermana y tú, estuvieron al
mismo tiempo en ese lugar?
Ashwini sacudió la cabeza. —Fue trasladada a un centro satelital
cuando me mudé. Porque crecí pensando que estaba muerta, se decidió
que mi encuentro cara a cara con ella sería una conmoción demasiado
grande. —Todo el mundo ya había pensado en su inestabilidad.
—Pero la cosa era que, un par de personas que regularmente
interactuaban conmigo, que me tocaban, también la tocaron a ella.
Pensé que estaba volviéndome loca cuando empecé a recibir destellos de
ella como si todavía se encontrara viva. —Por un tiempo, esto la
convenció de tomar la medicación que la hacía sentir tan confusa y
pérdida.
A diferencia de Tanu, ella no necesitaba las drogas. La medicación
simplemente había empeorado las cosas. —Entonces —continuó—, me
di cuenta de que solo recibía los destellos cerca de ciertas personas y
comenzó a tomar un terrible tipo de sentido.
Una vez que fue liberada de la Casa de Banli confrontó a Arvi,
dejando en claro que conocía la verdad. —Eventualmente Arvi me contó
que Tanu tuvo un brote psicótico un mes después del accidente
automovilístico, pasando meses bajo retención psiquiátrica. Dijo que las
voces jamás la dejarían en paz.
Ashwini no podía imaginar el dolor de Arvi mientras veía a su
gemela fuerte y brillante, desintegrarse en frente de sus ojos. Porque el
brote psicótico no podía haber sido la primera señal, y Arvi y Tanu eran
demasiado cercanas para que Arvi no lo hubiera sabido. Ashwini
apostaría su vida al hecho de que Arvi trató desesperadamente de
conseguirle ayuda a Tanu, que peleó por salvarla. Pero Tanu ya se
encontraba perdida.
—Tan pronto como tuvo movilidad después del accidente, mi
hermana aparentemente entró en el baño del hospital y trató de
cortarse las muñecas.
Janvier muerde una palabra fuerte. Puede que aun nunca
perdone a Arvan Taj por lo que le hizo a Ash, pero podría entender
mejor las cicatrices del corazón del hombre que había conducido a la
178 terrible decisión de institucionalizar a una adolescente que simplemente
era un poco diferente. Debe haber creído que la historia estaba a punto
de repetirse.
—Arvi mudó temporalmente a Tanu hacia Banli después de su
intento de suicidio. —Ash miró por encima del agua, pero él podía decir
que ella no veía más allá del horizonte—. Pensó que sería un mejor
ambiente que una sala de hospital, pero la estancia temporaria se
mantuvo extendiéndose. Cada vez que pensaron que mejoraba, le daban
ataques de gritos por días o intentaba hacerse daño a sí misma.
—No entiendo por qué el hecho de que vivía te fue ocultado. Tu
dolor debió haber sido devastador. —Rota o entera, Tanu era la
Hermana de Ash, claramente era amada por su cazadora.
—Tanu no quería que la viera de esa forma —dijo Ash, su voz
áspera—. Directamente después de su primer brote psicótico, le dijo a
Arvi que si alguna vez era institucionalizada, me deberían decir que
estaba muerta. —Respirando con bocanadas difíciles, agarra su muslo
con más fuerza—. Y con el accidente automovilístico… Arvi solo dijo que
había muerto por complicaciones inesperadas.
Una mentira, vio Janvier, que un niño con el corazón roto no
habría tenido razón para no creer.
—Ni Tanu ni Arvi han dicho algo así —continuó Ash con esa voz
destrozada por el dolor—, pero creo que querían darme un borrón y
cuenta nueva, sin ideas preconcebidas sobre mi futuro… porque la
habilidad de Tanu era más fuerte que lo que fue la de mi madre, y mi
madre también comenzaba a mostrar signos de la enfermedad mental
en los meses antes del accidente. —Agonía en cada palabra—. Estaba
destinada a ser la persona que lo hiciera… y me convertí en la más
fuerte de todos nosotros.
Anonadado, Janvier vio que estuvo equivocado, que hasta ese
instante, no tenía idea de la raíz del miedo de Ash sobre la
inmortalidad. —Crees que mientras más mayor te vuelvas, mayor será
la posibilidad de convertirte en lo que ella es. —Y la locura de un
vampiro podría durar por un eón.
—Es una certeza con nuestra historia. El brote psicótico inicial de
Tanu ocurrió a los veintiochos años y solo estoy a seis meses lejos de
tener la misma edad. —Un largo suspiro—. Es por eso que siempre he
animado a los otros cazadores a que me vean como un poco chiflada,
un poco loca. —Su sonrisa era débil—. No es que no lo sea, pero me
imaginé que sería más fácil esconder los primeros signos de
degeneración.
Negándose a escuchar, Janvier tira de ella contra su pecho, su
chaqueta abierta. Se acercó, balanceando sus piernas para que yazcan
a lo largo del borde del acantilado, su cabeza en su hombro y uno de
sus brazos alrededor de él mientras se enfrentaban al horizonte de la
ciudad.
179 —dijo,—Dos mujeres en una familia no es igual a un patrón inevitable
su corazón rasgándose ante la idea de perder a su Ashblade en
la enfermedad insidiosa que había consumido a su hermana—. Te dices
a ti misma que tu habilidad es más fuerte que la de tu hermana, y
todavía no estás mostrando síntomas a pesar de estar cerca de la edad
que ella tenía cuando sufrió su primer brote psicótico.
Ash le dio un beso en su pecho, quemándolo a través de la tela de
su camiseta. —Puedo sentir a la oscuridad lamiéndome, susurrando
cosas feas y viciosas justo afuera de mi oído. Está viniendo.
—No. No aceptaré esto. —Más de doscientos años esperó por ella,
y ahora ¿le estaba diciendo que la perdería en un instante? No.
—Busqué en los registros médicos de mi abuela materna.
La sangre de Janvier se convirtió en hielo.
—Nunca la conocí —dijo Ash—. Mi mamá me contó que murió
cuando mi madre tenía veintiuno. Lo que no me dijo es que mi abuela
pasó quince años en un centro psiquiátrico.
Sacudió su cabeza en muda negación, pero Ash no había
terminado.
—Fue mucho más difícil rastrear a mi bisabuela, pero finalmente
encontré a una de sus amigas de su infancia. —Una respiración
entrecortada, su cuerpo rígido contra él, y supo que estaba luchando
contra la misma rabia y dolor, y gritando el sentimiento de pérdida que
él tenía en sus entrañas—. Me dijo que mi bisabuela se ahorcó cuando
tenía cuarenta, después de que “los fantasmas no la dejaran en paz”, al
igual que lo habían hecho con su madre.
Él sabía lo que estaba tratando de decirle, no quería entenderlo.
—Janvier lo siento. Antes debería habernos detenido…
—No digas eso. No vuelvas a decir eso. —La aplastó contra él—.
Siempre has estado destinada a ser mía. —Sus ojos ardían, su pecho
tan doloroso que se sentía como si su corazón hubiera reventado—. Ya
sea por un año o por un siglo, no disminuye quien y lo que somos
estando juntos.
Ash no luchó contra su agarre, el beso que presionó en el pulso
en su cuello una ternura agonizante. —Soy tuya —Sus dedos
temblaban al tiempo que los curvaba alrededor del lado de su cuello—.
Solo tuya por siempre.
Por un largo tiempo no pudo hablar, y cuando lo hizo, tenía que
ver su rostro. Liberándola para que así pudiera sentarse bien, dijo—: No
más paredes, no más distancia. —Quería sacudirla por esconderle esto
por tanto tiempo, por protegerlo a costa de la vida que podrían haber
tenido juntos—. Y nunca ninguna disculpa. No entre nosotros.
La tormenta feroz, hermosa y salvaje de su amor tomó su rostro
en sus manos, su propia cara fuerte y orgullosa y tan
endemoniadamente vibrante era imposible de imaginarla
180 desvaneciéndose en una pesadilla crepuscular. —Nada de paredes,
nada de distancia —Potencia bruta en cada palabra—. Janvier estás en
mi alma.
Quería decir lo mismo en respuesta pero su garganta estaba
demasiada cargada, llena con la ira en su interior.
Ash no lo dejaría mirar hacia otro lado, no le permitiría ocultar su
furia. —También quiero una promesa.
—Cualquier cosa. —Habría dividido sus venas por ella, si eso era
lo que quería.
—Si vamos a hacer esto, lo haremos a la potencia máxima. —La
oscuridad en sus ojos lo atrapó, lo sostuvo—. Vivimos por el ahora, no
en el duelo por el mañana que todavía no ha llegado, y no permitiremos
que la rabia nos ahogue.
Mandíbulas crujiendo, la desafió a mirar por encima del agua,
pero si el Hudson tenía una respuesta para él, se encontraba sumida en
la oscuridad sedosa.
—Janvier. —Sus dedos ondeándose a través de su cabello, los
brazos de su Ashblade alrededor de su cuello—. Quiero jugar contigo
así como siempre lo hemos hecho. Sin reglas, sin vuelta atrás. No me
trates como alguien roto. No hagas eso.
¿Cómo podía negársele? Jamás fue capaz de negarle nada. —
Potencia máxima. —le prometió, y fue la promesa más difícil que jamás
hizo, la ira en su interior queriendo tomar el control de su piel—. Te
mostraré cosas que te harán reír de alegría, gritar de pasión, llorar por
el puro placer de hacerlo.
Ash sonrió sorprendida por la felicidad de las palabras que le dijo
por primera vez en la plataforma del tren donde compartieron su primer
beso y fue un rayo de luz perforando la opresiva oscuridad. En ese
instante, se dio cuenta de algo más crítico: su Ash jamás se permitiría a
sí misma ser encarcelada dentro de su propia mente. Era una cazadora,
una mujer que bailaba con el peligro en cada trabajo. Cuando sintiera a
las sombras comenzando a apoderarse de ella, saldría a cazar un día y
no regresaría a casa, dejándolo con los recuerdos de una amante
hermosa que murió haciendo lo que amaba.
Sin angustia, como la que ella y su hermano sufrieron mientras
miraban el deterioro de Tanu.
Sin pérdida persistente ni agonizante. Solo un corte limpio y
afilado.
Lo que no se dió cuenta era que iría con ella, haciéndose un corte
limpio y afilado a sí mismo. Ya había vivido más de doscientos años, y
lo mejor de ellos, lo mejor de ellos, eran los cuatro desde que entró en
su vida.
¿La idea de regresar a una existencia en donde ella no estaría
más? No podría hacerlo. Jamás quizo ser un vampiro para vivir para

181 siempre. Lo hizo por lo que una vez creyó que era amor, a pesar de que
llegó a comprender que era una falsa promesa. Esto, esto era amor. Del
tipo que siempre cambiaba a un hombre.
Si sobrevivía a Ash, no sería por más tiempo el Janvier que ella
conocía, sería un hombre sin un corazón, enterrado junto al suyo. Con
el tiempo, se convertiría en los inmortales que tanto despreciaba,
aquellos para quienes la vida no tiene ningún sentido, y quienes
realizan cualquier crueldad en un esfuerzo por sentir de nuevo.
No, sin importar la esperanza de vida de Ashwini, también sería la
suya.

***

Ashwini sabía que a pesar de la promesa que le había exigido,


Janvier no subiría a su departamento esa noche. Tenía demasiado
honor para aprovecharse de su estado emocional, pero lo necesitaba,
quería vivir con avidez cada instante que tuvieran juntos ahora que se
pudo abrir para él, sincerado y sin secretos.
—Caminaré contigo hasta arriba —dijo después de estacionar su
auto en el lugar ilegal en frente de su edificio.
Tomando sus llaves una vez que pasaron las puertas, se las lanzó
al portero, luego le entregó una propina generosa. —¿Puedes colocar el
auto en una de las plazas del estacionamiento subterráneo que alguien
no esté usando? —Como no tenía un auto, ella no pagaba para guardar
un lugar.
—Sin problemas. —Hizo un guiño Nic—. La señora Beachum está
en Los Hamptons.
—Gracias Nic. —Sin mirar a Janvier, caminó hacia los
elevadores.
—Ash…
—No quiero desperdiciar más tiempo —Miró en el interior de la
cruda intensidad de sus ojos, permitiéndole que la viera: nervios
moviéndose, piel caliente, músculos tensos, era un nudo de deseo, de
necesidad y de ignorancia—. Quiero vivir, besarte, jugar contigo,
amarte.
Cerró sus ojos, se estremeció. —Soy demasiado egoísta cuando se
trata de ti, cher, para tratar de convencerte de lo contrario.
Ashwini se puso de puntillas y llevó sus labios por el borde de su
mandíbula sin afeitar. —Bien —susurró, su cuerpo tarareando ante la
proximidad del suyo.

***

182 Entrando al departamento de Ash después de un paseo


demasiado rápido por el elevador que no le dió a su cabeza dando
vueltas y a su pulso atronador ningún tiempo para recomponerse,
Janvier se tomó su tiempo para quitarse su chaqueta y lanzarla en la
parte de atrás de uno de sus sofás. Ella hizo la misma cosa antes de
inclinarse para bajarse las cremalleras y salirse de sus botines. Él se
agachó para sacarse sus propias botas, luego miró mientras ella
caminaba hacia la pared de cristal que daba a la ciudad.
Esta noche su corazón se sentía herido, pero no preferiría estar
en otro lugar que aquí, con ella, con su amor. Haciendo nada más que
amarla, viviendo una vida en un instante. Cuando su teléfono sonó,
casi no miró hacia el mensaje, pero Ash se dio la vuelta y en su rostro
vio el recordatorio de que sin importar qué, la víctima tenía una
solicitud previa en su atención.
—Khalil —le dijo después de escanear los detalles—, parece
haberse asentado por una noche de libertinaje público en Masque.
Emaya y Mateo no pudieron entrar, pero un vampiro de la Torre
llamado Trace ya se encontraba adentro cuando Khalil entró, y reportó
que mientras Khalil se hallaba complaciendo sus apetitos en la
plataforma de vidrio, él había reservado una “sala de juegos” más
íntima por la noche.
—¿Masque tiene protocolos de seguridad para proteger a los
clientes en las salas de juegos?
—La seguridad de Adele supervisa todas las habitaciones a través
de una transmisión en vivo. —Encuentra su mirada—. Este monstruo
parece estar bloqueado por la noche, y no hemos escuchado nada en
respuesta de los equipos informáticos rastreando la identidad de la
víctima. Creo, cher, la noche es nuestra.
Extiende su mano.
Más allá de ella, la nieve que cae borra los bordes duros de Nueva
York, haciendo de la Torre a la distancia un rayo manchado de luz y a
los otros edificios unas sombras luminosas. Era el perfecto fondo para
la silueta de su belleza, su fuerza resistente de situaciones imposibles
en su rostro. Cuando la alcanzó, lo dirigió hacia la privacidad de su
habitación, el mundo más allá bloqueado al instante en el que cerró las
cortinas sobre las puertas del balcón.
Soñó con este momento por un eón, y ahora que se encontraba
aquí, se sentía como un chico inexperto con su primera mujer. —¿Estás
segura? —No podría soportar que se arrepintiera de esto.
Sus ojos lo traspasaron, se adueñaron de él. —Oh, sí. —Una
mano moviéndose para acariciar su nuca—. Tócame.
Entonces lo golpeó. Estaba tan segura de sí misma, manejando
su coqueteo con facilidad y devolviéndole tan bien como podía, que
nunca antes había pensado en lo que su capacidad le exigía

183 sexualmente. —Cher. —Sus dedos temblaban al tiempo que tomaba su


rostro.
Sus labios enarcándose, cerró sus propias manos sobre sus
muñecas. —Cariño no te preocupes. —Un dejo de burla en su voz,
aunque sus pupilas se habían expandido para convertir a sus ojos en
piscinas de tinieblas en las que él podría caer para siempre—. Nunca
podría haber sido capaz de soportar tocar lo suficiente a alguien para
desnudarme con ellos, pero no significa que soy inocente.
—No sé qué hacer —dijo, perdido, agitado y esclavizado.
—Si tratas de convencerme de que eres virgen —entrecerró sus
ojos—, voy a sacar mi ballesta.
26 Traducido por Vane hearts
Corregido por Elizabeth Duran

Acariciando sus pulgares sobre sus pómulos, negó. ―Eres tú.


Las manos de ella se apretaron en sus muñecas, y luego deslizó
una mano hacia atrás para ahuecar su nuca y bajar su cabeza. Sus
manos cayeron a su cintura. Fue ella la que lo besó, explorándolo,
convenciéndolo.
Ha sido seducido muchas veces en su larga vida. En todos los
casos, ha sabido exactamente lo que pasaba, permitió la seducción
como parte de un juego en el que ambas partes han sido bien
satisfechas. Esto… no tenía el control en esto, era su instrumento para
hacer lo que quisiera. Temblando, se hundió en el beso, en la sensación
de su mano acariciando su nuca, su boca jugando con la suya.
184 Labios separando los suyos en un sonido suave y húmedo,
encontró su mirada, dejó salir una pequeña sonrisa maliciosa, y lo besó
de nuevo, su alta y delgada y hermosa amante. La apretó tan cerca que
no había ni una respiración entre ellos, la sensación de su cuerpo
presionando contra el suyo hizo que el beso se fundiera. Ash jadeó ante
la dura evidencia de su hambre, su mano libre deslizándose bajo el
borde de su camiseta para tocar la piel de su cintura.
Gimió, queriendo rogar por más.
―Podría acostumbrarme a tenerte haciendo exactamente lo que
quiero. ―Sus pestañas se levantaron, moviendo los labios contra los
suyos, el aire entre ellos hirviendo.
Encontró el equilibrio en su dulce burla. ―Ten piedad, querida.
No soy más que un hombre y tú eres… tú. ―Un pensamiento
nauseabundo lo golpeó de la nada, casi haciéndolo caer de rodillas―.
¿Soy el único? ¿Es que por qué…?
―He conocido a otros que no puedo leer ―dijo antes de que
pudiera completar la pregunta―. Un pequeño porcentaje de la
población. ―Cada palabra marcada por un beso, como si le gustara su
sabor
Le gustaba ser probado, ser disfrutado, seducido de un modo que
no sabía que podía ser seducido.
―Incluso besé a algunos, por curiosidad y porque todo el mundo
necesita ser tocado. Incluso yo. ―Otro beso, un mordisco en su labio
inferior―. Pero cuando tu conciencia crece con cada toque, es difícil
tratar al sexo como una simple liberación física.
La posesividad en el corazón de su naturaleza escuchó la
declaración oculta en sus palabras, se agarró a ello con manos
codiciosas. Pero entonces lo besaba de nuevo, y sus pensamientos se
astillaron. Cambiando su agarre para envolver una mano alrededor de
la parte posterior de su cuello, su otra mano en la parte baja de su
espalda, cedió a la pasión que siempre estuvo al rojo vivo entre ellos.
Su respiración era agitada, los latidos de su corazón irregulares al
momento en que ella besó su camino a lo largo de su mandíbula y su
garganta. Empuñó su mano en su cabello mientras lo lamía, ella hizo
un pequeño ruido con la parte posterior de la garganta, y lo hizo de
nuevo. Su cuerpo se sacudió, sus caderas con ganas de moler su rígida
polla en contra de ella. Apretando su nuca, ella repitió su acción,
entonces sopló el lugar. Temblores sacudieron su cuerpo. Alzó la cabeza
de ella, sus bocas reuniéndose en una desnudez de necesidad que cerró
sus garras alrededor de su corazón y tiró.
―Vamos a ir lento ―susurró Ash cuando se separaron para
respirar―. Quiero hacer cada traviesa, sucia cosa que nunca he hecho.

185 ―La sonrisa malvada se encontraba de vuelta―. De alguna manera,


creo que sabes algunos pecados que me puedas enseñar.
Su polla se sentía como si fuera a romperse, pero me encontraba
acostumbrado a la frustración. Estar con cualquier otra mujer después
de conocerla hubiera sido una traición, no importa que hubieran sido
adversarios en el momento. Un hombre sabía cuando encontró a su
mujer. ―He estado esperando años para jugar al profesor contigo.
Roncas risas femeninas, sus dedos posesivos sobre él.
Le dio el beso que exigió, acariciando su mano hacia abajo para
ahuecar su culo al mismo tiempo. Gimiendo en el beso, se frotó contra
él. Al no ser estúpido, mantuvo su agarre donde estaba, apretando y
dando forma a la carne tensa que quería morder. También quiso morder
la vena en su cuello, en el hueco de su codo, en su muñeca, en su
muslo, por una razón muy diferente: tenía hambre de beber de su
amante mientras suspiraba su orgasmo.
No todos los vampiros podían dar placer con su mordida, pero
Janvier fue capaz de hacerlo desde el día en que se despertó por
primera vez como un casi inmortal.--Quiero hacerte llegar ―dijo en
contra de su húmeda boca, hinchada por los besos―. Quiero empujar
mis dedos dentro de ti. ―Pecho agitado, bocas enredadas―. Bombear
duro y profundo, tu almizcle decadente en el aire y tus pechos al
descubierto para que pueda agarrar y moldearlos como estoy haciendo
con tu culo.
―Dios. ―Se mordió el labio inferior―. Amo como hablas.
Dándole beso por beso, el perdió sus palabras, se estremeció
cuando ella pasó sus dientes sobre su cuello. Un instante después, se
arriesgó y, sumergiendo la cabeza, raspó sus propios dientes por su
piel. La mano de ella se cerró sobre su nuca. ―Janvier.
―Desnudos y sudorosos, dulzura. ¿Recuerdas? ―Eso fue cuando
le dijo que se alimentaría de ella, y el recordatorio era demasiado para
ambos. Sus colmillos dolían, su pene era de piedra, cada célula de su
cuerpo muerto de hambre por probar a la mujer en sus brazos.
Alimentarse de un donante humano nunca ha sido automáticamente
una cosa sexual para él; con ella, no podría ser nada más.
Con los ojos soñolientos, Ash raspó sus uñas sobre la piel de su
espalda baja. ―Te doy permiso.
Se quedó inmóvil, la criatura sedienta de sangre en su interior
atrapado entre lanzarse a la oportunidad y el miedo que imaginó con
sus palabras. ―No es bueno jugar con un hombre desesperado.
Una risa íntima, pecaminosa. ―Sólo una probada ―susurró,
labios curvados y cuerpo caliente contra su propio cuerpo mientras se
ponía de puntillas para ajustarse a sí misma contra su tensa
erección―. Sólo lo suficiente para volverte loco.

186 ―Va a ser una tortura ―acusó, luchando para no empujarla al


suelo o la pared y empujar su polla en el apretado, húmedo agarre de
su cuerpo―. Jodidamente no puedo esperar.
Bajando su cabeza a su sonrisa embriagadora, su pulso latía tan
fuerte que era un rugido en sus oídos, lamió sobre el punto donde su
propio pulso se aceleró bajo su piel. No se apresuraría en esto, no
devoraría. Tenía que probarla de a poco, como la rara cosecha que era,
una cosecha que era de su propia reserva privada.
Una mano se extendió en su culo, la otra se enredó en su cabello,
la abrazó y chupó el lugar en su cuello, lo que hizo que sus colmillos
pincharan su labio inferior, el ansia casi insoportable. Ash hizo un
sonido muy femenino y se onduló en su contra. Su boca se hizo agua,
su cerebro amenazando con un cortocircuito.
Pellizcándola, pero no lo suficiente como para romper la piel, le
preguntó de nuevo para asegurarse de que estaba con él. ―¿Sí? ―salió
un gruñido, el hambre latiendo en sus venas.
―Sí.
Hundió sus colmillos en su carne, la sintió sacudirse contra suyo,
pero no hubo siseo de dolor, solo su pulso disparado fuera de control.
Incluso los vampiros que no podían dar placer con su mordida tenían la
capacidad de aliviar el dolor de la entrada. A algunos, por supuesto, les
gustaba que sea doloroso, y algunos donantes disfrutaban el filo de
dolor. Janvier no iba a herir a su Ashblade; inyectó placer en forma de
droga que su cuerpo producía de forma natural antes de que se
alimentara.
No mucho, sólo un toque. Quería que sea adicta a él, no a su
mordida.
Luego se hizo imposible pensar. Su sabor subió a su cabeza, la
salvaje sed de sangre dentro de él estremeciéndose en un placer tan
intenso, que lo amenazó con enviarlo a sus rodillas. Quería estirarse
desnudo encima de ella en una cama enorme y cómoda, para beber por
más de una hora, degustando y besando a su amante mientras
acariciaba con su polla lentamente dentro y fuera.
Quería beber y beber.
Rompiendo el contacto antes de que la codicia robara su mente,
haciéndolo un glotón, lamió las marcas, asegurándose de que se
curaran sólo lo suficientemente lento para que otros supieran que era
suya. Excitado de nuevo por el pensamiento, lamió una vez más, sus
venas calientes y pesadas, su cabeza zumbando. ―Eres una droga.
Sus nalgas se apretaron bajo su control, su aliento áspero.
―Jesús, eres potente.
Al darse cuenta de que la llevó al borde del orgasmo, lamió las
marcas de nuevo. ―Debería dejar que sufras como yo voy a sufrir. ―A
pesar de su amenaza, movió sus cuerpos para que su muslo esté en
187 medio de ella.
Instándola a montar su muslo y maldiciendo a la ropa de ambos,
hundió sus colmillos una vez más. Se aseguró de que no le doliera, pero
no inyectó el compuesto para dar placer.
Su espalda se arqueó en una doble ola de sensación, su grito
rompiendo la plata en el aire.
Retrayendo sus colmillos antes de que pudiera tomar más de lo
que ofreció, lamió una y otra vez la herida mientras la mecía contra su
muslo. Sus uñas se clavaron en su nuca, lo que dejó a la cosa salvaje
en él con sus dientes al descubierto con placer hasta los huesos. La
bestia sedienta de sangre era retenida por sus garras, pero eso está
bien. Podría ser paciente ahora que ella se encontraba en sus brazos.
Podría fingir ser racional por un tiempo más.
Se quedó sin fuerza mientras las últimas oleadas de éxtasis la
dejaron seca, Ash giró la cabeza a su cuello… y besó su propio pulso,
sus brazos envueltos a su alrededor. Si no se hubiera ya dado a sí
mismo, lo habría hecho en ese instante. Manteniéndola cerca, se ahogó
en su esencia, en su calor, en ella.

***
Ashwini pensó en el sexo antes, a veces tendía a dominar la
mente en momentos en que no tenía ninguno pensamiento,
especialmente cuando un cierto Cajún “sexo andante” se mantenía
coqueteando contigo. Pero la única cosa que nunca había considerado
realmente era cómo se sentiría ser sostenida… sostenida con una
devoción feroz que podía sentirla en sus huesos.
―No me sueltes ―susurró, con la voz quebrada―. No me sueltes.
―No lo haré. ―Caminando hacia atrás y llevándola en un alarde
de fuerza tranquila, los hizo caer sobre la cama. Y entonces él apretó su
abrazo, metió uno de sus muslos entre los suyos, y cerró su cuerpo
alrededor del suyo.
Metiendo la cabeza debajo de su barbilla, olfateó la esencia de él,
su calor, y sintió que las cosas se encontraban en su complemento y
descanso y sabía que nunca volvería a ser la misma. ―No creo ser tan
dura después de todo, Janvier. No sé si puedo ir más lejos. ―Podía
manejar el sexo, pero la forma en que la abrazó, destruyó eso,
amenazando con hacerla romper la promesa que le pidió.
La mano de Janvier se curvó sobre su nuca. ―Podría sostenerte
por toda la eternidad.
Cerrando los ojos ante ese voto agridulce, Ashwini sólo yació
envuelta en él, y cuando llegó el sueño, entró en ello más caliente y más
188 segura de lo que nunca ha estado. Sin embargo, la oscuridad rondaba
en los bordes de su mente, mostrándole cosas que no quería saber, que
no quería ver. Un vampiro con la piel de un tono más oscuro que sus
propios y brillantes ojos negros, su barba de chivo negro rasurada se
emparejaba con el pelo trenzado apretado en su cráneo, utilizaba un
látigo en la blanca, blanca piel de una mujer que gritaba, verdugones se
levantan sobre sus pechos y su estómago.
Dos golpes rompieron la piel, sacando gruesas gotas de sangre.
Sin embargo, cuando el vampiro usó el mango del látigo para
violarla, el grito de la mujer era el de un orgasmo. Párpados pesados
como consecuencia, le rogó para que la libere de sus cadenas. Él se rio,
le dio lo que quería… y se arrastró para humillarse a sus pies,
rogándole para darle placer.
―Maestro, por favor.
Riendo de nuevo, puso su bota en el hombro y la empujó al suelo,
donde cambió su pie a la garganta y la sujetó mientras besaba a una
chica de piel dorada con pechos jóvenes maduros e inocencia en sus
ojos. No podría haber tenido más de dieciséis años y usaba sólo su piel
y una fina cadena de oro alrededor de sus caderas. Cerrando su mano
alrededor de su garganta, el hombre con ojos negros comenzó a apretar.
El rostro de la chica se puso de color rosa, luego rojo, con los ojos
inyectados en sangre. Cuando rasguñó su brazo en un pánico final, él
sonrió y le dio un beso y siguió apretando. Demasiado pronto, estaba
floja en sus brazos, y utilizó su agarre en su garganta para tirarla sobre
la cama con sábanas negras en el centro de la habitación. Quitando el
pie de la mujer en el suelo, la hizo bajar su cremallera, luego ella usó su
boca con una viciosa falta de atención antes de que la pateara en las
costillas.
Se acurrucó en una bola, con los ojos húmedos y llenos de
adoración, pero la ignoró a favor de la débil, sin vida chica en la cama.
Cubriéndola con su cuerpo, comenzó a alimentarse, su garganta
moviéndose en largos, profundos tragos… y sus caderas de una manera
que dijo que no sólo se alimentaba.
―¡No! ―Despertándose de un grito, Ashwini agarró el teléfono de
Janvier donde lo dejó en la mesita de noche―. Llama a Trace ―le dijo a
Janvier, que despertó cuando ella lo hizo―. Averigua lo qué Khalil le
hizo a la chica.
Janvier no la cuestionó, solo hizo la llamada. ―Adele ya había
entrado en la habitación después de que la seguridad la alertara ―dijo
una vez que la conversación terminó, sus rasgos sombríos―. La chica
está viva. Apenas. Trace dice que tiene veinte y es una habitual en
Masque, muy popular debido a la ilusión que da al parecer más joven.
Con su corazón golpeando y la piel húmeda, Ashwini, no
obstante, no se separó del lado de Janvier, su brazo alrededor y el suyo
189 alrededor de él. ―¿Sabía que estaba a punto de ser estrangulada casi
hasta la muerte y luego utilizada sexualmente cuando entró en esa
habitación con Khalil?
―La ha utilizado de manera similar antes. ―Janvier puso su
teléfono de vuelta, sus movimientos espasmódicos, su voz áspera―. No
tengo ninguna discusión con adultos que optan por jugar en los bordes
de la sexualidad, pero en tiempos pasados, cuando las costumbres eran
diferentes, Khalil tenía como objetivo a verdaderas inocentes.
Ashwini escuchó un enfadado chirrido que rara vez escuchó en el
tono de Janvier. ―Conocías a alguien que él lastimó.
―Una chica del pantano, tal vez de catorce años y asombrada por
el vampiro rico que mostró interés en ella. Seis meses después de que
se escapara de casa para estar con él, el pedazo de mierda la devolvió,
sus ojos huecos, adicta al opio, y rota en el interior. ―Su voz
temblaba―. Un año después se ahogó a sí misma, su padre me dijo que
Khalil dijo que era basura, válida para un poco de diversión, pero no
para quedársela.
―Bastardo. ―Estrechando sus ojos, se centró en lo que Janvier
recordaba―. ¿Usó la palabra 'basura' en concreto?
―O algo muy similar. ―Janvier se envolvió completamente
alrededor de ella de nuevo―. Pero no pondría toda mi fe en ello,
querida. Hay demasiados vampiros viejos que ven a los humanos como
desechables… Pero Khalil tiene la crueldad de hacer lo que le hizo a
Felicity, y la riqueza y la experiencia para ocultar sus perversiones
mortales. Me aseguraré de que esté constantemente bajo vigilancia.
―Ni siquiera podrías necesitar espías ―murmuró Ashwini―. Me
parece que tiene una vigilancia de alimentación en su vida, gracias a un
simple contacto de piel. ―Golpeó la cabeza contra su esternón―. No me
importan los sueños sobre sexo, pero, ¿por qué no puedo tener sueños
sexuales que no hagan helar mi sangre y que mi mamo anhele un
arma?
Amasando la parte posterior de su cuello, Janvier se movió
ligeramente hasta que se hallaba encima de ella. Su beso era húmedo,
su peso corporal delicioso, y su piel tan caliente que su propia sangre se
encendió. ―Yo no soy un sueño sexual, pero ¿quizás este pobre Cajún
funcionará como un sustituto?
Ashwini fingió considerarlo. ―Funcionaría aún mejor si te sacas
la camiseta.
Janvier cumplió. Sentándose a horcadas sobre ella, dijo―: Yo
diría lo mismo. ―Era un desafío.
No a punto de romper su racha ni una sola vez por rechazar uno
de sus atrevimientos, Ashwini logró quitarse su camisa. La dejó vestida
con un sujetador de media copa con lunares negros con un poco de
190 amarillo detallando a lo largo de los bordes. Cuando él frunció el ceño y
pasó suavemente su dedo sobre su cicatriz, dijo―: No me duele y el
vampiro que hizo esto está muerto.
El ceño de Janvier se convirtió en una sonrisa brutalmente
satisfecha. ―¿Escuchaste cómo su cabeza rebotó por las escaleras?
Tun, plaf, tun, plaf.
Riéndose de una conversación que sólo los dos podrían tener en
la cama, alcanzó su espalda y desabrochó el sujetador.
No se encontraba muy segura de cómo terminó fuera de ella. Lo
único que recordaba era a Janvier bajando hacia ella, y luego se
besaban y tocaban y susurraban y llevándose entre sí a la locura. Él
palmeó sus pechos con una posesividad contundente, de a poco y
succionando. Pasó las uñas por su espalda y chupó una marca en su
garganta que le hizo oscilar su pene contra la unión de sus muslos y
llamarla bruja.
La risa se convirtió en un gemido cuando él hizo algo muy malo
que involucraba sus colmillos y su pezón, ella mordió su bíceps. Tomó
represalias soplando un aliento frío sobre su pezón húmedo por el beso,
burlándose hasta que Ash volcó sus posiciones e hizo lo mismo, la sal y
la masculinidad de él su nuevo postre favorito.
Los vaqueros de los dos se quedaron.
Pero ambos sudaban y estaban satisfechos para el momento en
que se durmieron de nuevo.
Esta vez, descansó en un calor apacible, las visiones derrotadas
por una noche al menos.

191
27 Traducido por *~ Vero ~*
Corregido por Kora

Ashwini se despertó por la mañana con el canto de los pájaros


enredada en un hombre. Supo quién era enseguida; solo existía un
hombre con el que estuvo enredada. Alejándose cautelosamente de su
lado, miró a la cara de Janvier y se lo encontró observándola.
—Hola —dijo ella, la posesividad en sus venas convertida en calor
fundido.
—Tu teléfono sonó —dijo él, con los ojos soñolientos y su brazo
alrededor de su cintura—. Eso es probablemente lo que te despertó.
Alcanzando el teléfono, se giró en su abrazo de modo que la
sostenía por la espalda, el pecho de él apretado contra su espalda.

192 Felicity—Es de parte


Johnson.
del equipo informático del Gremio. Acerca de

—¿Mmm?
El sonido bajo retumbante la hizo sonreír antes de tener que
volver a la fealdad de lo que le habían hecho a su víctima.
—Han podido seguirle la pista hasta hace unos doce meses a
través de una serie de puestos de trabajo de salario bajo, pero no hay
rastro de ella después de eso. Sin declaración de impuestos, sin pagos
de seguros, sin salario por desempleo.
—Pásame mi teléfono.
—Vago. Está en tu lado de la cama.
Él le mordió el hombro.
—No te burles del caimán.
Riendo, ella se retorció para conseguir el teléfono... y él succionó
la punta de su pecho dentro de su boca. Ella se quedó sin aliento y cayó
hacia atrás.
—Tramposo.
Con una sonrisa orgullosa, su mano se deslizó hacia arriba de su
caja torácica.
—Siempre.
Tomndo el teléfono, hizo una llamada.
Su cabello estaba revuelto, sus ojos todavía un poco soñolientos,
su voz lánguida. Y era suyo. Él lo sabía todo y eligió ser suyo. Era un
regalo al que tenía que aferrarse a con cada gramo de determinación en
su alma.
—¿El personal de la Torre se topó con el mismo obstáculo? —le
preguntó ella después de colgar.
—Oui. —Puso su brazo alrededor de ella de nuevo—. Parece que
tenemos que resolver esto a la antigua usanza.
Ella fue a contestarle cuando su teléfono sonó de nuevo. Esta vez,
todo lo que oyó le hizo fruncir el ceño, despertándole del todo.
—Tengo que salir para tratar con una cuestión de la Torre —dijo
después de colgar—. Te llamaré después de que esté hecho. —Un beso
fuerte, su mano acariciando su cuerpo de nuevo.
Ver la puerta que cerrándose detrás de él unos dos minutos
después hizo que cosas desconocidas se apretaran en su interior.
Nunca pensó en sí misma como una mujer que necesitara a nadie, pero
tal vez eso fue simplemente porque nunca tuvieron a alguien quien la
necesitara a cambio. Ya lo echaba de menos.
Un golpe en la puerta mientras iba a la ducha la hizo abrirla sin
mirar por la mirilla. Podía sentir a Janvier en el otro lado. Sin decir
nada, él tomó su cara y la besó como si le quisiera absorber la vida, una
193 de sus manos en su pelo, la otra acariciando su cuerpo. Envolvió sus
propios brazos alrededor del cuello de él y se apretó contra su cálida
fuerza. La camiseta ancha que se había puesto no era ningún
impedimento para sus caricias.

***

—Está bien —dijo él cuando se le ocurrió parar por aire, su pecho


agitado—. Realmente tengo que irme ahora, cher. —Janvier besó a Ash
de nuevo a pesar de sus palabras, encontrando casi imposible
separarse de ella. Se sentía como si estuviera dejando la mitad de su
corazón atrás.
—Podemos hacer esto —dijo Ash, sus manos acariciando sus
hombros—. Los adolescentes lo hacen todo el tiempo, ¿no?
—Correcto —dijo él, aunque sabía tan bien como ella que lo que
pasaba entre ellos era demasiado intenso para ser algo tan manejable
como la lujuria hormonal. Incluso sin límite de tiempo, siempre fueron
una pareja desde el momento en que se encontraron, más veces vistos
juntos que en la situación contraria—. Tengo que volver al Club
Masque.
La frente de Ashwini se frunció.
—¿Por qué?
—No lo sé. El informe llegó por Trace. Era demasiado confuso
para entender mucho, salvo el nombre del club. —Se obligó a liberarla—
. Haz lo que puedas acerca de Felicity. Te llamaré una vez que sepa lo
que pasa en Masque. —Esta vez, se obligó a trotar hacia la salida de
emergencia y hacia las escaleras. Esperar el ascensor fue lo que
necesitó lo mejor de su autocontrol la primera vez.
—¡Cuidado con Khalil! —gritó Ash a su espalda.
—¡Lo haré! —gritó como respuesta.
Sin embargo, cuando llegó a Masque después de una parada en la
Torre para recoger sus kukris descubrió que no era Khalil la amenaza.
Trace estaba fuera del club, un paño empapado en sangre sostenido
contra su garganta por Adele. Gotas escarlata salpicaban la nieve a
pesar de los esfuerzos de la dueña del club para contener el flujo de
sangre.
—Estoy bien —dijo el delgado hombre cuando Janvier lo alcanzó,
su voz todavía un poco ahogada por la sangre—. La situación está en el
interior. Un vampiro llamado Rupert con una total sed de sangre más
fuerte de lo que debería ser. —Tosiendo sangre en la nieve, Trace hizo
un gesto a Adele y a su paño para que se alejase. Las marcas de garras
en su garganta decían que estuvo a punto de tener su columna
vertebral seccionada, pero Trace era lo bastante mayor, así que
sobreviviría.
194 —¿Has llamado a la Torre?
Trace sacudió la cabeza, sus ojos de color verde oscuro pintados
con dolor pero convincentes.
—Es solo un vampiro, y sabía que tú y Naasir podríais encargaros
de ello, ya que logramos atraparlo dentro. Naasir está en camino.
Fue una buena decisión por parte de Trace, con los recursos de la
Torre tan tensos.
—¿Víctimas o rehenes?
—El club estaba prácticamente vacío —dijo Adele, tomndo una
botella de sangre de una mujer hispana con curvas que había corrido
por la calle con una caja llena de ellas, su traje de pantalones negros
elegantes y chaleco de terciopelo azul sobre una camisa de encaje
blanco dejando claro que era una habitual en el barrio.
—Trace, bebe.
Mientras el vampiro bebía en un esfuerzo por acelerar su
curación, Adele continuó hablando, la crema normalmente impecable
que era su piel manchada.
—Las únicas personas adentro eran las que estaban en las
habitaciones privadas, y se quedaron encerrados automáticamente
dentro de esas habitaciones cuando activé la alarma por problemas en
el piso.
—Eso no es bueno. —Janvier desenvainó sus kukris, las láminas
curvadas una extensión de su cuerpo.
—No. —Adele le dio a Trace otra botella de sangre—. Hay mortales
atrapados en esas habitaciones, y sabes lo rápido que la sed de sangre
se puede propagar. Khalil tenía una mirada en sus ojos que no me
gustó la noche anterior, por eso estaba arriba mirando los monitores yo
misma, con Trace como compañía.
Rupert. El nombre finalmente penetró.
Merde.
—Su mujer —dijo Janvier—. ¿Una bonita y gordita morena? —
Buscó su nombre en su memoria—. Lacey.
—Muerta —respondió Trace, limpiándose la boca con el dorso de
la mano—. Él la hizo pedazos delante de nosotros. Lo hizo bajo las
sábanas. Parecía como si la estuviera lamiendo. Debió haber puesto su
mano sobre su boca para detener sus gritos.
—No estábamos prestándole atención. —La angustia de Adele era
evidente. La dueña del club tenía extrañamente un corazón blando para
llevar un lugar como este—. Quiero decir, era Rupert. Lo peor que hizo
fue quedarse en las habitaciones de Masque cuando sabía que estaban
monitoreadas. Un poco de exhibicionismo, eso era lo suyo. Nunca
lastimaba a sus mujeres; y a esta, él la adoraba. Era su primera noche
195 siendo íntimos.
Trace desenroscó la tapa de una tercera botella.
—Ella no tenía ninguna posibilidad, y él estaba malditamente
saliendo por la puerta antes de Adele pudiera iniciar el bloqueo. —Un
seguido de palabras duras—. Pensé que podía manejarlo, pero es más
rápido y más fuerte de lo que debería ser. De ninguna manera Rupert
debería haber sido capaz de agarrarme, y mucho menos de tirar de mí
desde el entresuelo a la primera planta.
Janvier una vez vió a un vampiro con la sed de sangre hacer un
salto imposible a través de un cañón, casi como si estuviera volando.
Sin embargo, un gran porcentaje entró en esclavitud de la sangre
después de su primer asesinato, en un estado como de embotamiento
causado por su alimentación glotona que les hizo fáciles de cazar. No
sonaba como si Rupert fuera uno de los últimos.
—¿Puedo entrar en el club sin pasar por el pasillo? —Sería más
vulnerable allí, el estrecho espacio negándole ventajas a sus cuchillas.
Naasir saltó desde el techo en ese instante, al parecer después de
haber corrido a la ubicación a lo largo del "pequeño circuito de coches",
como él lo llamaba.
—Hay un tragaluz —le dijo a Janvier, empujando el pelo fuera de
sus ojos.
Adele se agitó.
—Es vidrio reforzado. No serás capaz de romperlo.
Agarrando sus armas preferidas, Janvier encontró los ojos de
Naasir, le asintió y luego fueron subiendo, el otro vampiro en cabeza.
Cuando llegaron a la claraboya cubierta de nieve, Naasir levantó las
manos y la golpeó fuerte con sus garras. Las grietas se extendieron
desde el punto de contacto. Janvier utilizó la culata de un kukri para
profundizar las grietas y luego los dos dieron marcha atrás… y corrieron
para saltar sobre la claraboya, la cual cayó en una lluvia de vidrio cuyas
esquirlas les cortaron a los dos.
Rodando a una posición erguida, Janvier vio a Naasir ya
acorralado, el una vez urbano Rupert sobre él como una bestia voraz,
su rostro una máscara de sangre. Naasir debería haber sido capaz de
hacerle frente sin problema, excepto que parecía que Rupert lo había
golpeado en medio de la caída, haciendo que el vampiro cayera sobre un
gran trozo de cristal que le ensartó efectivamente al suelo.
Todo eso pasó por la mente de Janvier en una fracción de
segundo. En posición mientras se levantaba, lanzó una de sus cuchillas
con el movimiento de rotación plano que aprendió durante su estancia
en la corte de Neha. El kukri, letalmente afilado y perfectamente
equilibrado, giró como una de las estrellas ninja de Ash, llegando a una
parada temblorosa en la pared detrás de Rupert.
Cuya cabeza cayó de su cuerpo un segundo después. La hoja la
196 rebanó limpiamente.
Gruñendo, Naasir se quitó de encima el cuerpo, que estaba
chorreando sangre encima suyo.
—¿Por qué hiciste eso? —gruñó, quitándose el fragmento de vidrio
con una mirada de irritación en su rostro—. Me encontraba a punto de
romper su cuello.
—De nada —dijo Janvier, sacando su cuchilla de la pared. La
limpió en sus pantalones vaqueros, pero no la puso de nuevo en la
vaina. Como Adele dijo, la sed de sangre podía propagarse con rapidez
mortal—. ¿Estás malherido? —Por lo que sabía, el vidrio atravesó a
Naasir, pero no penetró en ninguno de los órganos vitales. Debía haber
sido el impacto de la lesión repentina lo que le impidió reaccionar tan
rápido como de costumbre.
Naasir gruñó en respuesta.
—Mi nueva camiseta de Honor está desgarrada y ensangrentada.
Asumiendo que eso significaba que el otro vampiro estaba bien,
Janvier corrió a la sala de control de Adele con Naasir a su espalda y
examinó las salas privadas. Dos de los vampiros caminaban de un lado
a otro en un patrón errático, pero Khalil parecía en control, su mujer
ilesa. Golpeando el botón que abría todas las puertas, Janvier miró a
Naasir.
—Ve a asustarlos sobre la sed de sangre. Y pon a Trace a seguir
manteniendo un ojo sobre Khalil si sus heridas se lo permiten. Si no
puede, ¿podrías hacerlo tú?
Naasir le dedicó una sonrisa salvaje y un guiño.
—No me importaría comerme el hígado de Khalil. Espero que me
dé una excusa.
Sabiendo que incluso Khalil no se metería con el vampiro de ojos
plateados, Janvier se volvió hacia Rupert.
—Maldita sea, ¿qué coño te pasó? —El coleccionista de arte culto
fue un buen hombre, como Janvier dijo la noche anterior, pero cuando
examinó el cuerpo vio que Rupert llevaba un collar de intestinos, la
carne fresca y sangrienta.
Presionando su puño contra su boca para controlar el vómito que
subía por su garganta, Janvier se obligó a caminar hasta la sala privada
hacia las sábanas empapadas de sangre que había vislumbrado en la
sala de vigilancia. Al principio, no pudo ver a Lacey. Fue el reflejo de la
luz en el anillo en su dedo lo que lo alertó sobre el hecho de que ella
estaba en el suelo, al otro lado de la cama, con la mano extendida
siendo la única parte de ella que él podía ver.
Cuando se acercó, deseó no haberlo hecho. La dulce mujer
sonriente que se sonrojó ante él mientras que con orgullo se llamaba a
197 sí misma propiedad de Rupert fue destripada. Por el estado de la cara
de Rupert, parecía que la sed de sangre del vampiro le hizo rasgar su
estómago con sus colmillos. Luego utilizó sus manos para sacar las
cuerdas de sus intestinos. Su mandíbula estaba rota, la lengua
arrancada.
No tenía ningún sentido. Ninguno.
Hasta que Janvier pisó algo que se sentía resbaladizo debajo de
su bota. Con el ceño fruncido, se agachó y encontró una bolsa de
plástico pequeña. No había nada dentro, pero sabía lo que las pruebas
revelarían.
—Umber.

***

Ashwini se reunió con Ransom en la Academia de Cazadores


media hora después de que Janvier saliera del apartamento. Su
compañero cazador respondió a su mensaje acerca de un encuentro
antes de lo que esperaba, y ahora los dos estaban sentados en la fila
más baja de las gradas que daban al campo de entrenamiento al aire
libre. La pierna de Ransom, su escayola cubierta de firmas, la suya
incluida, se alzaba sobre un pedazo de madera que había encontrado
para asegurar que la escayola fuera protegida de la nieve, sus muletas
al lado de él.
El campo de entrenamiento frente a ellos era un desastre de nieve
sucia y hielo picado de la sesión de la mañana que ya se había
impartido. El Gremio nunca limpiaba este patio. Nunca puso cubiertas
para protegerlo del viento o la lluvia. Las sesiones se daban sin importar
el clima.
—Recuerdo que Bracken pateó mi culo un invierno mientras el
granizo caía sobre mi cabeza y mi cara. —Ella hizo una mueca ante el
recuerdo—. Maldita sea, eso dolió.
—Eso no es nada —dijo Ransom—. Un año, tuvimos una
tormenta de categoría tres con la lluvia, vientos huracanados y
escombros volando, y él hizo que mi grupo viniera aquí y completara la
sesión.
—Por favor. Una vez tuve que luchar contra Bracken en una
inundación. El agua me llegaba a los muslos.
Ransom resopló.
—Amiga, hubo una vez que gatos cayeron del cielo, con las garras
fuera.
Se miraron el uno al otro y se echaron a reír. Era un ritual entre
todos los cazadores que se habían graduado en la Academia en los
últimos veinte años: el intento de superar a los demás con historias de
la formación de Bracken. Las sesiones al aire libre eran obligatorias
198 para todos los aprendices, pero todo el tema del clima estaba reservado
para los de último año, porque los vampiros eran más duros, más
resistentes a la intemperie.
—Un cazador que se funde a la vista de un poco de nieve… —
comenzó Ashwini.
—… es un cazador que pronto estará yaciendo en una agradable y
tranquila tumba —terminó Ransom, y luego, en una imitación histérica
del entrenador de la Academia, agregó—: ¿Es eso lo que quieres,
princesa? ¿Lo es? No lo creo. Ahora, ¡muévete!
Se rieron de nuevo.
—Si él viniera aquí ahora —dijo Ransom— y me dijera que estoy
castigado y que tengo que hacer un centenar de vueltas alrededor del
patio en mis muletas, yo diría "sí, señor" y empezaría a moverme.
—Yo también —admitió Ashwini—. Creo que es una de las pocas
personas en el planeta que realmente me da miedo.
—Solo los idiotas no tienen miedo de Bracken.
—Saki parece manejarlo bien.
—Están teniendo relaciones sexuales de forma regular. Una
opción no disponible para nosotros. —Ransom bebió un poco del café
que había llevado en un termo—. Así que, Felicity Johnson.
—¿Has podido averiguar algo acerca de ella? Sabemos que era
una chica de clubes que desapareció después de salir con un hombre
rico.
Ransom cogió una rosquilla de la caja de cuatro que había
logrado colar sin que la vieran los otros cazadores que habían estado
aquí temprano para preparar las sesiones que iban a impartir. La
mordió, la masticó y se la tragó antes de contestar.
—Esa parte es correcta —dijo—. Algunas de las chicas que
conozco que trabajan allí dijeron que Felicity fue una de ellas durante
un par de meses, hace alrededor de un año.
Eso encajaba con cuando ella se salió fuera del cuadro en
términos de más trabajos vainilla.
—¿Proxeneta?
—No, pero las chicas decían que era vulnerable a la atención de
los hombres, que algo en ella le hacía ansiar su aprobación. —Tomando
otro sorbo de su café, continuó—. Evitó a los proxenetas porque no iba
a entrar en esa vida a largo plazo. Se bajó rápidamente una vez se dio
cuenta de que podría salir herida permanentemente si no tenía cuidado.
Se dice que trabajó como mujer de la limpieza, y que se quedaba con
solo pocos centavos a veces, pero no volvió a las calles.
—Sabía que si se metía en ello demasiado profundo —dijo
199 Ashwini, empezando a ver más de su víctima— estaría atrapada para
siempre.
Un guiño de Ransom.
—Las niñas trabajadoras tienen una vida muy dura, y se nota. No
hay manera de deslizarse en una nueva y mejor vida si la vieja está
estampada en tu cara y cuerpo. La cosa es que ninguna de las mujeres
con las que hablé tenía nada malo que decir sobre Felicity. Ella se salió,
pero nunca olvidó a sus amigas. Ayudó pagándole la guardería a una de
las mujeres dos o tres veces, y cuando se enganchó con su amante rico,
le prestó a otra mujer un poco de dinero para que pudiera pagar por un
billete de avión fuera de la ciudad por una emergencia familiar.
Una buena persona. Un ser leal, también.
—¿Cuándo fue la última vez que alguna de ellas tuvo contacto
con ella?
28 Traducido por Fany Stgo.
Corregido por Elizabeth Duran

―Hace siete meses. Ella les dijo que iría con su amante a Europa,
así que no se preocuparon por eso. Las otras mujeres estuvieron felices
por ella, pensaron que lo había logrado, obtenido la vida que siempre
quiso. ―Terminó su dona y su café al mismo tiempo--. Estuvieron
sorprendidas cuando se alejó, pensaron que tal vez su tipo rico la
mantenía a raya, y volvería a poner en contacto cuando las cosas se
tranquilizaran un poco.
Pero Felicity, pensó Ashwini, probablemente se encontraba en
una situación desesperada en ese momento.
―¿Hablarían las mujeres conmigo? ―le preguntó a Ransom,
consciente de lo protector que era con sus amigos en las calles.
200 ―Sí. Ellas quieren encontrar a quien le hizo daño, espero que
atrapes al hijo de puta. ―Sacando su teléfono, les envió sus nombres y
números de contacto, le dijo que las mujeres esperaban su llamada―.
Sé que no tengo que pedirlo, pero ten cuidado con ellas.
―Lo haré. ―Miró al campo de entrenamiento, la nieve arrugada
brillando al sol―. Janvier trabaja esto conmigo. ¿Puedo llevarlo?
―No hay problema. Lo aclaré con las mujeres ―La Torre no va a
tener ningún interés en ellos aparte del caso y, como he dicho,
realmente les gustaba Felicity.
Suficiente, pensó Ashwini, como para asomarse. Eso le decía
mucho sobre su víctima.
―Así que ―dijo, después de unos minutos de silencio cómodo―,
¿cómo es que estás tan temprano? Pensé que saldrías con Nyree a
celebrar. Espero que mi solicitud no les haya dado problemas.
―Nop. Vi tu mensaje después de nuestra celebración. Es
bastante fácil hacer las llamadas mientras Nyree recupera el aliento.
―Un resplandor en el verde de sus ojos, su hermoso rostro feliz―. Dos
de las bibliotecarias en su trabajo se enfermaron con gripe así que fue a
cubrirlas. Se supone que diera una clase esta tarde, pero cambié con la
sesión en la mañana de Demarco, así que podía ir tan pronto Nyree
saliera de su turno.
―Más vale que invites a la boda.
―¿Bromeas? ―Ransom sonrió―. Planeo hacer una gran fiesta.
Mierda, me caso. ―Negó, como un perro sacudiéndose el agua―. Y
quiero hacerlo.
Muy consciente de su historial de citas, Ashwini apretó su
hombro. ―Estoy feliz por ti, Ramson.

***

Se encontró con Janvier una hora después, en el pequeño


almacén que albergaba el café de sangre en que Ellie tenía interés.
Sangre por Menos, se encontraba cerrado por hoy, pero había un
empleado fuera manipulando a los donadores para que vendieran su
sangre. El fornido macho vampiro —que lucía más como un maestro de
escuela que alguien que debería estar en el Barrio— los condujo a zona
de estar principal, y les prometió enviar tres mujeres cuando llegaran.
Ashwini eligió esa ubicación porque no pondrían a las mujeres en
una incómoda posición si las veían. No hay nada de extraño en una
chica que trabaja, conseguir un poco de dinero extra vendiendo sangre.
Sin embargo, en este momento, la atención de Ashwini se hallaba sobre
201 Janvier. Profundos surcos marcaban las esquinas de sus labios, sus
ojos sin brillo.
Rozando sus dedos por su mandíbula a la tenue luz dentro de la
cafetería de sangre, dijo―: ¿Qué es? ¿Qué pasa? ―Fue entonces
cuando se dio cuenta de que él se duchó, cambió de ropa. Sus cuchillas
permanecían expuestas sobre su espalda, sobre una camiseta negra
normal, su chaqueta y bufanda descartas sobre la parte posterior de un
sofá rojo vino.
―Siéntate conmigo.
Una vez estuvieron sentados, él tomó una de sus manos entre las
suyas y le dijo el horror que ocurrió esa mañana en Masque. ―¿Lacey?
―La conmoción la congeló, no podía creer que la mujer dulce y
amigable, que estaba perdidamente enamorada de su amante, estuviera
muerta, asesinada a manos de su amante. ―¿Estás seguro?
―Lo siento, querida. Me gustaría decirte que no sufrió, pero sería
una mentira.
Todavía teniendo que procesar el horror de eso, se concentró en
él, presionando un beso en su sien, y pasando la mano por su espalda.
―Siento que hayas tenido que ver eso.
Inclinándose hacia adelante, con los hombros tensos, dejó
escapar un suspiro. ―Esta droga está apareciendo más y más como un
veneno destinado a tener este efecto.
Ashwini escuchó más de lo que Janvier dijo. Sabía lo protector
que era con las mujeres, sabía que una parte de él repetiría la
interacción de anoche, tratando de averiguar cómo pudo haber
prevenido esto. ―Rupert era una buena persona hasta que tomó la
droga ―le recordó, pensando en cómo encontró agradable al vampiro
que Lacey describió en su relación―. Él tomó la elección de tomar la
droga, nadie más. Ni siquiera Rafael pudo haberlo detenido a menos
que estuviera en la habitación en el momento en que Rupert comió el
Umber.
Janvier colocó su mano sobre su muslo. ―Gracias ―dijo después
de un minuto―. Necesitaba escuchar esto.
Envolvió su mano alrededor su brazo, su cabeza en su hombro.
Lacey murió en una horrible agonía, pero como una mujer que amó,
Ashwini supo que el peor dolor fue el de la traición de Rupert. Su
corazón tuvo que romperse antes que su cuerpo. ―Janvier, ella era tan
inofensiva.
Se movió para envolver un brazo a su alrededor, presionando sus
labios en su cabello. ―A veces, me olvido que no soy humano. Pero no
hoy.
Ashwini no se encontraba dispuesta a dejar pasar eso.
Levantando su cabeza para inmovilizarlo con su mirada, sostuvo la
202 cruda honestidad en sus ojos. ―La humanidad es lo que hacemos.
―Ha visto demasiado horror realizado por los mortales como para creer
que estuvieran libres de la macha del mal―. Estás triste por Lacey. Por
Rupert también. Y te encuentras enojado por las vidas perdidas. ―Dos
llamas felices se apagaron porque alguien decidió crear un veneno
seductor―. Eso es humanidad y vive en ti.
Su garganta se movió, con los ojos enrojecidos. ―Quédate en mis
brazos ―dijo al fin―. Necesito sostenerte.
Se deslizó en su abrazo silenciosamente, y así fue como se
sentaron hasta que oyeron voces desde el fondo de la cafetería.
Separándose a regañadientes, ambos se hallaban a tiempo para el
momento en que Aaliyah, Carys y Sina llegaron juntas.
Era obvio que Carys, una rubia descarada con ojos fríos azules y
unas cuantas pecas en el puente de su nariz, era la líder. Aaliyha, de
piel oscura y la altura de una modelo con huesos delicados, habló en
un suave tono cargado de dolor. En cambio, Sina, con su cabello verde
esmeralda recortado en un franja inclinada sobre sus ojos rasgados,
marchando su ancho rostro, piel pálida, sonrió con facilidad, pero esta
no llegó a sus ojos.
―Por favor ―dijo Janvier, luego de que el empleado de la cafetería
les mostró el camino―, tomen asiento.
Las mujeres dudaron, pero luego se sentaron juntas en el sofá en
frente de ellos. Cuando el empleado entró con una bandeja de jugo de
naranja y galletas, las tres mujeres levantaron las cejas. Ashwini se
levantó y le agradeció al joven vampiro, e hizo una petición en su oído.
La pequeña botella de sangre apareció momentos después.
Esta vez, Sina sonrió como si estuviera evaluando. ―La mayoría
de la gente no se da cuenta que soy vampira.
―Soy una cazadora. ―Incluso entonces, le tomó un minuto darse
cuenta —los colmillos de Sina era lo más pequeños que ha visto, lo
suficientemente pequeños como para confundirlos por caninos de
humanos.
―Los colmillos funcionan bien, en caso de que te lo preguntes
―dijo la vampira de exuberantes curvas, abriendo la botella para tomar
un sorbo, mientras las demás tomaban sus jugos y abrían sus tapas―.
Solo una cosa de genética rara.
Ashwini no hizo la otra pregunta de la que quería respuesta, pero
vio la comprensión de la misma en los ojos de Janvier, supo que lo
discutirían luego. Por ahora, les enseñó a las mujeres la imagen facial
creada por el contacto de Janvier. ―¿Es está su amiga?
―Nunca se vio tan plana, siempre movía sus manos mientras

203 hablaba. Solía volverme loca. ―Su voz dura en un esfuerzo por ocultar
el temblor bajo ella, Carys alejó la foto―. Su cabello era dorado oscuro,
no rubio blanco, pero sí, esa es Felicity. Grandes ojos color verde
azulado y todo.
Tan pronto fue posible la confirmación de la identidad de la
víctima, Ashwini les pidió a las mujeres que compartieran todos los
detalles que compartieron con Ramson. ―¿Recuerdan exactamente
cuándo comenzó a hablar sobre su nuevo novio?
Sina frunció el ceño. --Hace ocho meses.
―Suenas bastante segura ―dijo Ashwini.
―Me lo dijo el día de mi cumpleaños, es por eso. Salimos a tomar
una copa, las cuatro, y ella se hallaban llena de noticias. ¿Recuerdan?
Las otras dos mujeres respaldaron su recuerdo.
Fue Aaliyah quien habló luego―: Semanas luego de eso, Felicity
se encontraba muy feliz porque su chico le dijo que la llevaría a Europa,
le compraría cosas en Paris, Milán, Roma. Le encantaba eso de las
revistas de moda.
Carys frotó el cuello de piel sintética de su abrigo que le llegaba a
los muslos como si fuera una piedra de preocupación. ―Las chicas
suelen gastar mucho dinero en trapos, pero ella dijo que le gustaba ver
esas cosas.
―¿Alguna idea de cuándo se suponía que viajara a Europa?
―Ashwini se inclinó hacia al frente, sus antebrazos apoyados en sus
muslos.
Las tres negaron. ―Solo dijo que sería pronto. ―Sina metió sus
labios, mordiéndolo con sus dientes―. Esa fue la última vez que la vi…
alrededor de siete meses. ¿Ayuda eso?
―Comprobaremos los registros de las aerolíneas. ―Ahswini
apostaría todos sus ingresos del año entero a que Felicity nunca salió
del país, la promesa de Europa como un señuelo diseñado para colocar
un rastro falso.
―¿Saben donde vivía su amiga antes de que conociera a su
amante? ―Janvier empujó las galletas hacia Aaliyah, recibiendo una
pequeña sonrisa de regreso.
―Sí. ―Carys les dijo la dirección, en una parte no muy buena de
la ciudad.
―¿Y Felicity nunca mencionó el nombre de su amante? ¿Dónde
vivía? ¿Algo? ―preguntó Ashwini, queriendo estar segura―. Inclusive el
color de su cabello.
Carys y Sina negaron, pero Aaliyah de repente se sentó con la

204 espalda recta. ―Una vez nos dijo que se mudaría a una casa agradable
en un buen Barrio lleno de perras ricas, y que nos invitaría para tomar
café y comer pastel, y tendríamos que vestir sombreros y decir “oh, sí,
querida” y “Pasa a despedirte”. ―Parpadeando rápido, susurró―: Nos
reímos tanto.
Era un tenue vínculo, pero se hallaba vinculado con un Barrio.
―¿Recuerdas alguna otra cosa?
―No… pero le pregunté porque no nos presentaba a su adinero,
ya sabes.
―¡Aaliya! ―La boca de Sina se abrió―. Nunca nos dijiste eso.
―No quería hacer ver mal a Felicity, porque su hombre parecía
ser un imbécil de primera clase. ―Secando sus lágrimas, utilizando la
manga de su abrigo negro, dijo―: El idiota le dijo que si daba una pista
de que tenían una relación antes de que la llevara a Europa para un
cambio de imagen, así podría “encajar en su estilo de vida”, el trato se
cancelaba. Felicity quería eso demasiado, no quería traer la mala suerte
al decírnoslo.
Una pausa después, Aaliyah añadió―: Era raro… Felicity nunca
tuvo un chulo, pero, recordando eso, este chico, se le metió en la cabeza
como uno de ellos, haciéndola creer todo ese numerito de “papito”.
Que él era omnipotente, Ashwini pensó, sus adentros hirviendo,
que si él tenía que ser cruel era porque Felicity lo había decepcionado.
Bastardo.
―¿No te dimos mucha información, cierto? ―preguntó Carys,
directamente y a la cara.
―Nos dieron otro punto en la línea de tiempo. ―Ashwini no
irrespetaba a las mujeres endulzando la realidad―. Cada paso nos lleva
más cerca a descubrir que le sucedió.
―¿Quieres… ―Sina respiró hondo, sus pechos amenazaron con
salirse del top que llevaba puesto debajo de su chaqueta rosada―. ¿Nos
prometes que nos dirás lo que descubras?
―Lo prometo.
―No tenemos mucho. ―Carys apretó su mandíbula, hombros
tensos―. Pero queremos asegurarnos de que tenga una tumba, un
entierro apropiado. No tenía familia, creció en hogares de acogida luego
de que sus abuelos se fueran enredados en una inundación que hubo
cuando era pequeña.
Ashwini no se sorprendió de que su asesino se concentrara en
una presa herida, en una mujer hambrienta por amor y una vida
estable que estuvo dispuesta a dejar de ser ella misma para lograrlo.
205 ―El hombre cuyo hijo descubrió el cuerpo también quiere ayudar ―les
dijo a las mujeres mientras sacaba su teléfono―. Es un buen hombre.
Tal vez puedan hablarle para organizar el funeral de Felicity una vez
que sus cenizas sean liberadas.
Cinco minutos después, las mujeres se fueron con el número de
contacto de Tony Rocco, y Ashwini se encontraba de regreso en el auto
de Janvier, después de haber tomado el metro por llegar a Sangre por
Menos. Mientras se iba, preguntó lo que quería antes―: ¿Cómo un
vampiro puede ser forzado a trabajar en las calles? ¿Es parte de su
Contrato? ―Nunca antes consideró eso como una posibilidad.
―No ―dijo Janvier―. Algunas cosas están prohibidas bajo
Contrato, por la orden en curso de la Cátedra, incluyendo vender tu
cuerpo. El castigo no vale la pena. Por supuesto, eso no significa que no
un sinnúmero de maneras en las que el Contratado puede ser usado o
abusado.
Ashwini pensó en lo que vio en la corte de Nazarach, de las dos
mujeres arrodilladas, una a cada lado del ángel, sus rostros blancos y
músculos temblorosos bajo los vestidos de alta costura para la noche.
―¿A veces te preguntas… sobre Simone y Monique?
―Non. Ambas hicieron sus camas, como Sina pudo haber hecho.
—Se detuvo detrás de un auto negro reluciente con chófer que trataba
de estacionar en un pequeño espacio paralelo―. Ella tiene alrededor de
unos ciento cincuenta.
―Eso significa que recibirá un pago cuando termine su Contrato.
―Lo que se decía era, que inclusive cuando a un vampiro se le pagara
solo la cantidad mínima obligatoria, era lo suficiente para mantener a
una persona por un año.
Deslizándose alrededor del auto de la ciudad, Janvier dijo―: Los
vampiros no son inmunes a las malas decisiones o la mala suerte. ―Su
voz contenía oscuros recuerdos de la carnicería que presenció esta
mañana, de la mala decisión que acabó con dos vidas―. También existe
la posibilidad de que ella elija esta vida —para alguien, incluso cien
años es demasiada vida y se aburren. Puede ser una carrera para ella
entrar a autos con hombres desconocidos, para utilizar su cuerpo y
tomar control.
Cada vez que Ashwini pensaba que entendía a las personas,
aprendía algo nuevo que le decía que ni siquiera sus habilidades
pueden predecirlo todo. ―El bastardo calculador engañó a Felicity con
lo del viaje a Europa.
―Esa es mi opinión. Él debió saber qué les diría a sus amigas,
alardear un poco.
―Se encontraba tan emocionada de encontrarse tan cerca de sus
sueños. ―En su mente, Felicity se formaba completamente, una mujer

206 vulnerable que era leal, e impulsada por la esperanza de un mejor


futuro―. Luego la tomó y la lastimó.
―No, no murió hasta hace poco. ―Las palabras de Janvier
salieron con esfuerzo―. La mantuvo por meses.
―Cuando encontremos a ese hijo de puta, yo personalmente
aplastaré sus bolas en el suelo antes de rebanarlo en tiras.
―Querida, creo que tendrás que ponerte en fila. ―Dio una
sonrisa sombría―. Pero tal vez comparta.

***

Dmitri se situó en el centro de Masque y consideró el informe


anterior de Janvier. El Cajun estuvo en La Torre durante los escasos
quince minutos para ducharse y cambiarse antes de que saliera a
encontrar a su cazador, pero fue lo suficiente.
―La situación de sed de sangre no era una urgencia anoche
―dijo, su voz más fuerte de lo que Dmitri usualmente escuchaba―,
pero esta mañana todo cambió.
Dmitri estuvo de acuerdo con la evaluación del otro hombre. Vio
una grabación de vigilancia de Adele, ver el carmesí tiñendo el iris de
los vampiros atrapados en las habitaciones privadas. También sintió la
fea energía en el aire cuando deliberadamente caminó a lo largo de la
cuadra hasta el club: una mezcla viciosa de miedo y emoción.
Las rápidas acciones que Trace, Janvier, y Naasir tomaron al
lidiar con Rupert esa mañana añadió un poco de profundidad a ese
miedo, pero la emoción violenta de sed de sangre era espesa en el aire y
cada segundo más espesa. La lucha contra Lijuan desató la agresión de
un gran número de Convertidos, y ahora querían rendirse ante esos
impulsos en lugar de enfrentarse a las secuelas de la guerra.
―Dmitri. ―El largo cabello rojo de Adele rozó su trasero mientras
caminaba hacia él, sus sofisticados rasgos y vestido no reflejaban la
terrenalita pragmática en el corazón de su naturaleza―. ¿Qué planeas
hacer con esto?
Sonrió a medias; siempre le gustó Adele. ―Adele, te vi moverte
como una guerrera. ―Su cabello trenzado alrededor de su cráneo, su
arma elegida, un martillo de guerra, que aniquiló el renacer en su
sector―. ¿Por qué diriges este antro de perdición en vez de ser parte de
La Torre?
Adele resopló. ―Dmitri, te olvidas. Te conozco desde hace cinco
años ―pecado, sexo, dolor, los disfrutas todos.
Disfrutar, pensó Dmitri, no era la palabra correcto. Él se ahogaba
207 en la sensación de un esfuerzo inútil por olvidad la perdida que
destrozó su corazón, y lo dejó muerto por dentro. Pero Adele no conocía
su pasado, no tenía derecho a ello.
―Quiero que te pongas en contacto con cada líder vampiro del
Barrio. ―Los que se encontraban afuera hacían su trabajo, los
vampiros confiaban en ellos―. Diles que serán capaces de estar en La
Torre a las seis en punto. ―Era un riesgo hacerlos reunirse más tarde
en el día, pero se hallaba haciendo una llamada de juicio, que la noticia
de la convocatoria tendría un efecto escalofriante y permanente sobre la
sed de sangre creciente―. Llegar tarde es muy desalentador.
Adele levantó una ceja. ―¿Planeas asustarlos Dmitri?
Dmitri sabía que podía ser despiadado; era una ventaja. Sin
embargo en esta situación, se requería algo más fuerte. ―Adele, la
audiencia no está conmigo. Rafael solicitó su presencia. ―Habló con
Rafael anoche, cuando los informes llegaron por primea vez, recibió el
visto bueno para tomar esta acción en caso de ser necesario ―porque el
arcángel que era su amigo daba un profundo miedo en los mortales e
inmortales.
―Parece ―ronroneó Dmitri a una rápidamente pálida Adele―,
que los Convertidos necesitan recordar que La Torre nunca deja de
observar.
Adele tragó saliva audiblemente. ―¿Quién morirá esta noche?
―preguntó en un susurro.
―Todos los que han olvidado que ellos nos son los depredadores
en la ciudad.

208
29 Traducido por Jane
Corregido por Laura Delilah

El edificio de apartamentos de Felicity, ennegrecido por la grava y


el smog de la ciudad, tenía el aspecto oprimido de una mujer que una
vez fue hermosa, pero hacía tiempo que se entregó a la marcha del
tiempo. Ni siquiera se molestaba en arreglarlo: las cubiertas de las
ventanas estaban ausentes o colgaban de una manera desequilibrada, y
al menos un tercio de los cristales sucios tenían grietas en ellos. Dos
habían cedido a la fuerza de gravedad y desaparecido totalmente, los
agujeros cubiertos con plástico negro.
Un inquilino en el tercer piso hizo un esfuerzo—Ashwini veía un
verdor contra la ventana, lo que parecía como zarcillos curvados de un
exuberante helecho. El intento de belleza sólo traía a la vista la
decrepitud del resto del edificio. Esa falta de atención era visible en el
209 interior también. Los grafitis llenaban las paredes justo dentro de la
puerta de entrada, y las marcas de desgaste en el suelo de linóleo se
habían desgastado hasta el concreto.
—Entiendo por qué quería irse. —El plomizo empapado en el
hormigón y el vidrio y la madera del edificio eran lo suficientemente
poderosos como para rozar sus sentidos, pero debajo, muy por debajo,
casi podía vislumbrar unas pequeñas, semillas de esperanza.
Felicity plantó una de esas semillas, les dió esperanza a sus
vecinos cuando logró irse. Al ver esto, sintiendo la fragilidad que yacía
debajo de la superficie endurecida, hizo a la crueldad de lo que se le
hizo a la joven, aún peor. El monstruo que la mató no sólo robó su vida,
hizo una burla de su espíritu. —La persona responsable de la tortura y
muerte de Felicity merece cada círculo del infierno.
—Nos aseguraremos de que él—o ella—termine asándose durante
mucho, mucho tiempo. —Janvier asintió a la izquierda, a una señal
que, a juzgar por la riqueza de la tinta, fue desfigurada recientemente
por un marcador azul que le decía a la lector “¡Vete a la mierda!”. Sería
divertido si no fuera tan triste. Por debajo de la blasfemia se encontraba
la palabra Oficina mal escrita y una flecha apuntando hacia el pasillo.
—No tengo muchas esperanzas de que realmente haya alguien en
la oficina —dijo Janvier—, pero el mundo está lleno de sorpresas.
—La mayoría de ellas sangrientas, desagradables y mortales. —
Caminando con él por el pasillo estrecho, Ashwini subió las escaleras
poco iluminadas a un sótano. Delante de ella había una puerta cerrada
enlucida con volantes de publicidad, promociones vecinales por
personas que luchaban para crear un sentido de comunidad en este
lugar sin esperanza, y pequeños carteles pidiendo ayuda en la
búsqueda de mascotas perdidas. Levantando su mano, llamó a la
puerta con los nudillos.
Para su asombro, se abrió casi de inmediato para revelar a un
tipo grande, con barba y la piel tan pálida que estaba claro que tomar
sol no era su pasatiempo favorito.
—¿Sí? —Él frunció el ceño antes de que Ashwini pudiera
identificarse y habló de nuevo—. Eres una cazadora. ¿Qué estúpido
vampiro está escondiéndose aquí?
Perceptivo, pensó. Él en realidad podría ser de alguna ayuda. —
Ningún vampiro —dijo ella—, pero tenemos preguntas sobre un antiguo
inquilino.
El hombre, que parecía estar en sus tempranos treinta años, se
rascó la barriga, el tamaño de la misma haciendo alusión a un amor por
la cerveza y comida rápida. —Correcto. Adelante. —Apartándose de la
puerta, les señaló con la mano en una oficina que sostenía un televisor
mostrando una repetición de un programa de crimen, un sofá hundido
con tapicería de dril de algodón, un escritorio enterrado bajo papel, y
varias sillas desvencijadas.
210 Apagó la televisión y dijo—: ¿Quieren sentarse?
Insegura de que las sillas se sostuvieran, Ashwini sacudió la
cabeza. —¿Eres el supervisor? —preguntó ella para asegurarse de que—
por lo que sabía, podría ser el propietario.
Levantando la mano, se rascó la mandíbula esta vez, los rizos
negros rizados de su barba rasparon su piel. —Ah, sí, he tenido el
trabajo por diez años —dijo—. Mi nombre es Seth. Soy estudiante en mi
segundo doctorado, así que este trabajo es genial, sobre todo porque
viene con una sala de trabajo atrás. —Él hizo una mueca—. Hago lo que
puedo, arreglo lo que puedo, pero los propietarios no me dan mucho
dinero, así que tengo que ignorar las cosas—como el interminable
graffiti. —Frotándose las manos por la cara, dejó escapar un suspiro—.
Pero no han venido aquí para escucharme gemir. ¿Quién es el
inquilino?
—Felicity Johnson.
Su cara animada se congeló, luego se arrugó notablemente. —Ay,
maldita sea, algo le pasó, ¿no? Sabía que nunca dejaría a Taffy así.
—Me temo que fue asesinada. —Ashwini lo miró por algún signo
de posible culpa mientras entregaba la noticia, vio sólo dolor.
—¿Quién haría eso? —Una pregunta desconcertada—. Ella no era
una amenaza para nadie.
—La recuerdas —dijo Janvier, apoyado contra la puerta que había
cerrado.
—Sí, era dulce. Muy agradable. —Su rostro cetrino se volvió aún
más pálido y con su cuerpo previamente estable balanceándose una
fracción, se sentó detrás de su escritorio—. ¿Están seguros de que es
ella?
—Todavía no hemos sido capaces de analizar ADN o encontrar
una coincidencia de huellas digitales —dijo Ashwini lo más suavemente
que pudo antes de presenciar su reacción—, pero sí, creemos que es
ella. —Era demasiado esperar que la habitación de Felicity
permaneciera deshabitada, pero si Seth había mantenido su solicitud
de arrendamiento, las huellas dactilares podrían ser una posibilidad.
—La mayoría de los inquilinos en un lugar como este —dijo el
supervisor, mirando fijamente a su escritorio desbordante—, se vuelven
tan duros, tan enojados con la vida que lo que quieren es alguien a
quien culpar—soy un objetivo fácil. Pero Felicity no lo es... No era así. —
Una sonrisa temblorosa—. Cuando arreglé su puerta después de que
amenazara con caerse de sus bisagras, ella me horneó panecillos.
Nunca tuve panecillos recién horneados antes.
Otro vistazo de quien Felicity fue, otra punzada de furia por la
persona que había acabado con la vida de una mujer con estrellas en
los ojos. —¿Quién es Taffy?
211 —Oh, Taffy... era su gato.
Decidiendo correr el riesgo, Ashwini giró una de las sillas y se
sentó con los brazos a lo largo de la parte posterior. —¿Hace cuánto
tiempo Felicity se fue?
—Bueno, hace aproximadamente ocho meses empezó a irse por
un día o dos. Me pidió que cuidara del Taffy, así es como lo sé.
Eso encajaba con la cuenta de Sina de cuando Felicity conoció a
su misterioso novio rico. —Sigue.
—Entonces comenzó a alejarse durante más tiempo y más tiempo.
—Tragó saliva, su voz era ronca—. Imaginé que había renunciado a su
contrato de arrendamiento, pero no lo hizo, iba y venía hasta hace unos
seis meses.
Un mes más, estamos más cerca de un mes más, Ashwini pensó
con una feroz ola de júbilo, pero no interrumpió al desolado hombre.
—El último par de veces que la vi, quizá dos semanas —dijo Seth,
sus ojos tristes—, no parecía tan bien. Mira, la cosa con Felicity, no
importaba lo malo que fuera, no importaba cuan baja de fondos ella se
encontrara —se interrumpió, comenzó de nuevo—. Fui tolerante con
ella. Le di un poco de tiempo extra para conseguir el alquiler; sabía que
estaría agradecida.
Él sacudió la cabeza. —De todos modos, siempre estaba feliz,
¿saben? Como un conejo o algo así. Toda llena de vida. —Sus hombros
empezaron a temblar, repentinas lágrimas rodaron por su rostro. Sus
sollozos eran fuertes, crudos, y reales, una presa que había estallado
sin previo aviso.
Janvier se pasó la mano por el pelo antes de que ella pudiera
llegar al hombre angustiado, luego se trasladó junto a ella para apretar
el hombro de Seth. Volvió a su posición anterior sólo cuando el otro
hombre comenzó a calmarse.
—Lo siento —el supervisor jadeó, levantando la parte inferior de
su camiseta para secarse la cara—. Mantuve la esperanza de que ella
estuviera viviendo la gran vida en un yate en el Mediterráneo o algo así,
pero sabía, sabía que no dejaría a Taffy.
Un maullido resonó en ese momento. Un pequeño gato gris se
deslizó por el hueco de la puerta detrás de la mesa sobre sus talones. El
rostro de Seth se arrugó de nuevo al ver al gato, pero se recompuso con
un suspiro tembloroso. —Ven aquí, Taffy —dijo, y el gato saltó a su
regazo. —Ella es tan dulce como Felicity. Nunca fui un chico de gatos,
pero luego de que Felicity no regresó... —Sus hombros cayeron, acarició
al animal ronroneando.
—Lo siento. —Las palabras eran insuficientes, pero eran todo lo
que tenía hasta que localizaran a la persona que hirió a Felicity.
—Quiero ayudar —dijo Seth, limpiando con el dorso de la mano

212 sus ojos y levantando la cabeza—. Felicity, nunca la vi triste, ¿sabes?


Pero esas dos últimas veces, era como si... se desvaneciera. Como si
alguien estuviera robando su espíritu. —Una vena palpitó en su sien—.
Le pregunté si su novio la golpeaba, pero dijo que sólo dió demasiada
sangre.
—Entonces —dijo Ashwini, pensando en lo que había
compartido—, en realidad no vivió aquí los últimos meses, pero ¿nunca
se llevó a Taffy?
—No, dijo que a su chico no le gustaban los gatos. Le dije que
ningún hombre valía la pena renunciar a Taffy, pero sólo se rió. —Él
acarició al gato de nuevo, la acción repetitiva alivió la tensión en su
cuerpo—. No podía entender por qué mantuvo el apartamento,
desperdiciando su dinero. Sabía que yo me encargaría de Taffy si
realmente lo necesitaba... Espero que ella lo supiera.
—Creo que lo hacía. —Para Ashwini, las acciones de Felicity
decían que la otra mujer se había sentido a salvo aquí, y tuvieron
bastantes dudas acerca de su nueva vida para aferrarse a esa seguridad
tanto como pudo—. ¿Puedes recordar la fecha exacta de la última vez
que la viste?
—No, pero puedo encontrarla. —Abriendo un gran diario negro
garabateado con tantas anotaciones, Ashwini no sabía cómo entendía el
sentido de este, dio marcha atrás hasta que encontró la nota de su
visita—. No, fue destrozado —dijo cuando Ashwini le preguntó sobre el
contrato de arrendamiento—. ¿Quieren mirar sus cosas en su lugar?
El corazón de Ashwini golpeteó. —¿Los mantuviste? —Las
pertenencias de Felicity podrían proporcionar una fuente casi infalible
de ADN y/o huellas dactilares.
—El dueño vendió la mayor parte para pagar el alquiler atrasado
después de que ella no regresara —dijo Seth—, pero entré con
antelación y recogí las cosas que sabía que significaban algo para ella.
El resto de ello era mobiliario que recibió de Goodwill, poca ropa y
libros.
—Sería útil si pudiéramos llevarnos las cosas de Felicity.
Levantándose ante la respuesta de Ashwini, Seth recuperó las
pertenencias de la mujer asesinada de la trastienda. —Las escondí allí
en caso de que el propietario descubriera que guardé sus cosas. —Su
rostro se arrugó de nuevo—. Mantuve la esperanza de que volviera.
Colocó la caja lastimosamente pequeña en la mesa delante de
Ashwini, luego se sentó y frotó la cabeza de Taffy con los dedos cuando
el gato volvió a su regazo. —Después de que hayan terminado... ¿podría
quizá tener la imagen en el cuadro rojo? Es de nosotros después de que
salimos a un juego de pelota una vez con algunos otros amigos.
Fue entonces cuando comprendió la nota de angustia por debajo
de su tristeza. Era amor. Felicity fue amada profundamente y nunca lo
supo... o tal vez lo hizo, pero fue incapaz de corresponder por razones

213 propias. La gente no siempre ama a quienes deberían, o a los que eran
buenos para ellos. —Me aseguraré de que te sean devueltos —dijo ella.
—Su funeral. . .
—¿Conoces a Sina, Carys, y Aaliyah?
Un guiño desigual. —Voy a hablar con ellos, ocuparme de Felicity.
Tantas vidas, Ashwini pensó, Felicity había tocado tantas vidas.
Incapaz de dejar a Seth sentado a solas con el gato en sus brazos
y lágrimas en los ojos, ella dijo—: ¿Tienes familia en la ciudad?
¿Amigos?
—Sí. —Una ronca respuesta—. Pero necesito estar solo ahora.
Tengo que tratar de entenderlo.
Ashwini no tenía el corazón para decirle que no podría haber
ninguna comprensión de esto. Dejándolo con su dolor, no dijo nada
hasta que guardaron la caja de pertenencias de Felicity en el auto. Su
primera parada fue el laboratorio forense del Gremio, donde un técnico
superior revisó la caja y se apoderó de una foto de marco negro diciendo
que tenía una buena superficie para huellas.
Tenía una foto de Felicity de pie en una azotea, con los brazos
levantados y pies separados mientras miraba hacia la Torre. Una foto
clásica de turista—y Felicity, se veía tan joven y llena de esperanza.
El técnico forense también tomó un pequeño cepillo para el pelo
con un mango de madera tallada. —Puedo ver varios cabellos que
podríamos ser capaces de utilizar para el ADN... sí, el folículo concuerda
—dijo el hombre con gafas, mientras meticulosamente recogía las
hebras.
Mientras tanto, la mujer de pocas palabras quien se hizo cargo de
las huellas dactilares levantaba varias del marco de la imagen. Varias
eran demasiado grandes, para ser las de Felicity, probablemente las de
Seth. Pero las más pequeñas correspondían con el cuerpo que habían
encontrado. Para confirmar, el técnico también imprimió una tarjeta de
identificación de una cadena de comida rápida que tenía el nombre y el
rostro de Felicity en el.
—Sin duda, concuerda —dijo ella.
El ADN pondría el sello final sobre la identificación, pero ya no
había ninguna duda en la mente de Ashwini que Felicity Johnson fue
su víctima.
Tomando el resto de las pertenencias de Felicity, se volvió hacia
Janvier. —Vamos a ir a un lugar bonito a ver esto. —Parecía un insulto
a las esperanzas de Felicity hacerlo en tales entornos clínicos.
—Conozco un lugar —dijo Janvier, y se dirigieron de nuevo a su
auto.
Mirando la ciudad que pasaba, la nieve convirtiéndose en hielo y
suciedad en lugares, prístina en otros, ella mantuvo su silencio. No
214 había necesidad de hablar. Vió la misma tristeza sombría que vivía en
su corazón en el rostro de Janvier. Cuando él se detuvo en un
estacionamiento cerca de Chelsea Market, pensó que significaba que
irían a una tienda de té en el interior, pero él la condujo a través de
High Line.
Las elevadas vías del tren originalmente se utilizaban por los
trenes de mercancías, el área se habían convertido en un espacio verde.
Los días de verano y las noches lo veían llenos de neoyorquinos para
tomar un poco de sol, dar un paseo, o simplemente pasar el rato. Y no
era popular sólo con los mortales y vampiros. A los ángeles le gustaba
pasar, a menudo se sentaban en las barandas especialmente
reforzadas, sus alas cayendo sobre los lados. Ashwini una vez vió a dos
de ellos comiendo helado y mirando el flujo de taxis amarillos abajo
mientras que un curioso niño de unos siete años se apoyó en la
barandilla junto a ellos y les hizo un millón de preguntas.
Pastos largos y flores silvestres, arrastrando vides establecidas en
los enrejados, piezas innovadoras de esculturas entre el verdor, el
estado de ánimo de High Line cambiaba a capricho de los jardineros y
curadores, por lo que era un lugar renovado una y otra vez y otra vez.
Luego estaban los pájaros y las mariposas, su canto y color llenaban el
aire en los días soleados de verano.
El sol de hoy no podía desterrar la nieve fría sobre los asientos de
madera donde a la gente le gustaba descansar en un clima más cálido,
pero seguía siendo un bonito lugar rodeado por el corazón palpitante de
la ciudad. Los jardineros permitían a las plantas y árboles crecer
libremente en invierno, por lo que en lugar de las líneas estériles de un
parque bien cuidado, aquí había hierbas agitándose que habían vencido
a la nieve con valor y resistencia, ramas de árboles desnudos duras
contra el cielo.
Janvier puso la caja de pertenencias de Felicity en un pequeño
bloque de madera libre de nieve, y luego se acercó a un árbol estéril de
invierno en el centro del jardín. —Ven aquí, cher. Mira esto.
Uniéndose a Janvier debajo de este, contuvo el aliento. Una nueva
escultura delicada y secreta fue añadida al árbol. Diminutas hadas de
bronce se sentaban en las ramas, se asomaban de un pequeño agujero
en el tronco, se paraban de puntillas para abalanzarse sobre los amigos
sentados, ajenos. Cada una era exquisita en sus detalles, sus
características únicas.
—¿Sabías que estaban aquí? —preguntó ella, con el corazón
dolorido por la belleza efímera de las piezas, porque los visitantes que
vislumbraban el secreto no serían capaces de resistir; se llevarían un
hada o dos casa como un tesoro.
—Es uno de Aodhan —le dijo Janvier—. Lo puso aquí hace tres
noches con la ayuda de Illium. Dice que son chispas de pequeñas risas
atrapadas en bronce, con la intención de viajar a donde las sorpresas
los lleven. —Recogiendo un hada que estaba sentada con la barbilla en
215 sus manos, su rostro expresivo con placer por el mundo ante ella, se la
dio a Ashwini. —Para cuando Felicity sea puesta a descansar. Creo que
se adapta a una mujer que nunca estaba triste.
Ashwini le dio un beso en la mejilla ante una ola de emoción
cruda y metió la pequeña criatura cuidadosamente en su bolsillo,
asegurándose de que la cara de la hada saliera para que pudiera
continuar observando el mundo. Entonces, haciendo a un lado la nieve
de un par de los asientos, se sentaron uno frente al otro, el bloque de
madera entre ellos.
Aunque los edificios altos los miraban, Ashwini no se sentía
encerrada. El ruido del tráfico, las bocinas de los autos, y las
conversaciones fragmentadas que flotaban desde la calle, sumado al
roce del aire, a la sombra de alas de ángel en la nieve cuando un
escuadrón pasó por encima, todo hablaba de libertad. Este era un buen
lugar para entrar en el pasado de Felicity, para ver quién fue antes de
que un monstruo decidiera tratarla como desechable.
Ashwini levantó la tapa de la caja.
30 Traducido por Jessy.
Corregido por Sofía Belikov

La caja de Felicity contenía una cantidad increíblemente pequeña


de cosas para toda una vida.
Una bonita cadena de oro con un medallón en forma de corazón
se situaba dentro de una caja de madera decorativa con un forro de
terciopelo azul. Al abrir el medallón, Ashwini vio las imágenes de un
hombre y una mujer que parecían estar en sus cincuenta o a principios
de los sesenta. —Probablemente sus abuelos.
Había tres fotos más. Una de Seth con Felicity, ambos riendo y
agitando dedos de espuma en el aire con una mano, las otras cerradas
alrededor de perros calientes chorreando debido a todos los
acompañamientos. Felicity lucía radiante ante la cámara, con Seth
216 junto a ella. —Lo sabía —dijo Ashwini, pasando un pulgar sobre el rojo
del marco para quitar una mota de polvo—. Cualquiera podría notar lo
que sentía por ella.
Janvier cogió la segunda fotografía, su marco de un rosa brillante
—En esta también hay personas que la querían. —La dio vuelta para
mostrar una imagen de Felicity con Carys, Sina, y Aaliyah, las cuatro
mujeres riendo mientras alzaban unos tragos muy coloridos en un bar.
Felicity llevaba un vestido blanco que se adaptaba a su cuerpo y tenía
un pañuelo de seda de un amarillo intenso alrededor de su cuello, con
mariposas moradas en la tela. Se veía joven, bonita y feliz.
La última fotografía era de la misma pareja de ancianos en el
medallón. Ashwini trazó el tractor en el fondo, asimiló la interminable
tierra removida, captó el destello de una pala en la esquina del marco, y
las líneas del sol que marcaban el rostro de las dos personas que
sonreían y aparecían fuera de la imagen. —Era una chica de campo.
Los ojos de Janvier se convirtieron en esquirlas de malaquita,
duros y fríos. —Una que vino a la ciudad para mejorar su vida,
encontrar un hombre que le ofreciera la seguridad que anhelaba.
—Y en su lugar encontró un depredador. —Era una historia
bastante común: los depredadores eran a menudo tanto humanos como
inmortales, pero eso no significaba que todas y cada una de las víctimas
no merecieran justicia.
Con la determinación firme, Ashwini regresó a los contenidos de
la caja. Una pequeña figura de un gato persiguiendo una pelota con
astillas en una esquina, una tetera blanca con bonitas flores azules, y la
pluma de una cadena de hotel se situaban en la parte superior de una
caja de zapatos llena de talonarios y papeles. Poniendo la caja de
zapatos a un lado por el momento, Ashwini y Janvier siguieron con el
resto.
No era demasiado. Eran más adornos baratos que habían
significado algo para Felicity, pero que estuvo demasiado avergonzada
de llevar a su nuevo “hogar”. Dado lo que sabía Ashwini de la
naturaleza de Felicity hasta ese momento, estaba segura que la
vergüenza fue fomentada en ella por otro.
La mujer que había lucido alegre, llena de esperanza y tan
animosa como un conejito, la mujer que tuvieron toda la intención de
invitar a sus amigas de trabajo a tomar té en su casa en el Barrio
Vampírico, no habría sentido vergüenza por sí misma sin presión
exterior.
—Eso es todo —dijo Janvier después de quitar dos libros de la
caja.
No había anotaciones en las páginas, ni trozos de papel
escondidos dentro.
—La caja de zapatos —dijo, con la esperanza de que Felicity les
hubiera dejado un hilo que tirar, una pista que seguir.

217 Janvier—Nocómo
tenía una lista de compras adecuada. —Ashwini le mostró a
Felicity escribió un recordatorio para comprar leche
alrededor de una receta que arrancó de una revista—. Pero era
compulsiva en lo que respectaba a sus finanzas. —Esos documentos
eran atados cuidadosamente con goma elástica.
—Cuando eres pobre —dijo Janvier—. Nunca olvidas el valor del
dinero, ¿non?
Ashwini pasó el dedo bajo la liga —Nunca fui pobre, salvo por el
tiempo que estuve por mi cuenta. —Siempre recordaría el día que
escapó de Banli House, huyendo del terror con un par de pantuflas
endebles que no se encontraban fabricadas para la grava y el asfalto.
Las plantas de sus pies lucían ensangrentados pedazos de piel, con
pequeñas piedras incrustadas en su carne.
El dolor no importó. Había encontrado la solitaria oscuridad de la
carretera, le hizo gestos a un camión para que se detuviera, y tomó su
vida en sus manos cuando subió a la cabina. Era mejor, pensó en su
estado de pánico y enfado, morir en libertad en las manos de un
camionero maniático que terminar loca en la prisión de Banli.
Sin embargo, el conductor no se hallaba demente. Sólo era un
hombre solitario que quería conversar, y que no vió ninguna razón para
no darle un aventón a la casa de su abuela fuera del estado. Por
supuesto, Ashwini no tenía una abuela fuera del estado, pero fue una
historia tan buena como cualquier otra.
—Por tu cuenta a los quince años, cher —dijo Janvier
suavemente—. Creo que entiendes el significado de la pobreza.
Ashwini pensó en cómo había rogado por entrar a un trabajo para
lavar platos en la cafetería donde el camionero la dejó, y con los salarios
pagaba las comidas. Había dormido dolorosamente en los bosques
cercanos, trasladándose después de tres vacíos días, con miedo de no
haberse alejado lo suficiente. Para entonces, ya sabía todo de los
conductores que frecuentaban la cafetería, usando deliberadamente su
habilidad para distinguir a los buenos de los malos por primera vez en
su vida. Y los buenos la llevaron lo suficientemente lejos como para
finalmente sentirse segura.
—Lo divertido de todo eso es que —dijo, con los ojos en la caja de
zapatos—. Corrí en la dirección opuesta a Felicity.
—¿A un área rural?
Ashwini asintió —Vió un documental, sabía que las grandes
plantaciones de frutas siempre necesitaban recogedores de frutas. —
Programó su escape para el verano, consciente de que nunca lo lograría
en invierno sin el equipo adecuado—. Me presenté, trabajé duro, y viví
en un granero o dos para guardar dinero para el invierno. Me metía
después de que todo el mundo se iba a casa, salía a hurtadillas antes
de que los agricultores despertaran.

218 su voz—¿Vas a contarme cómo llegaste al Gremio? —preguntó Janvier,


de una música oscura que seducía, la convencía y hacía sentir
viva.
Ashwini dejó que la música se hundiera en sus huesos mientras
abría la puerta hacia el pasado. —Llevaba tres meses en mi nueva vida
y de trabajo cuando Saki me encontró dormida en el granero de sus
padres. Era la mujer más dura que he conocido. —Toda fortaleza y
paciencia perfeccionada—. Pero en vez de echarme, se sentó en un fardo
de heno y me preguntó por qué pensaba que esa existencia era mejor
que en mi casa.
Janvier la observaba con una tranquila intensidad. —Le contaste
la verdad.
—Sí. —Hasta ese día no supo por qué, pero esa conversación
cambió el curso de su vida—. Me habló sobre el gremio, dijo que mi
independencia y resistencia me posicionarían en un buen lugar.
La elección fue fácil; era la primera vez en su vida que alguien le
dijo que podía tener éxito en algo sin tener que alterar su propia
naturaleza. —Sonaba demasiado bueno para ser vedad, y estaba segura
que me rechazarían, pero no lo hicieron. —Su fachada desafiante se
había agrietado con la aceptación, y la dejó expuesta a los agudos ojos
de Saki. Fue entonces cuando la otra mujer le enseñó su primera regla
del Gremio: Tus compañeros cazadores siempre te apoyarán. Nunca
utilizaremos lo que sabemos sobre ti en tu contra.
—Tenía miedo de volver a Nueva York para asistir a la Academia,
con miedo de que Arvi me enviara de regreso a Banli House. Pero…
también extrañaba a mi hermano. —El amor nunca era simple; podía
odiar a Arvi y amarlo al mismo tiempo. Una vez, había intentado
convencerse de que no sentía nada, pero la mentira fue demasiado
grande para cargarla—. El psicólogo del Gremio fue el que se aseguró de
que no fuera entregada otra vez. Así que fui a casa, e hice todo a mi
alcance para ser una adolecente normal.
—¿Y tu hermano? —preguntó Janvier en voz baja—. ¿Lo viste a tu
regreso?
La mente de Ashwini volvió a ese instante tantos años atrás
cuando Arvi entró de golpe en la sala de conferencias de la sede del
Gremio. Nunca olvidó la mirada salvaje en sus ojos, su pelo revuelto y
su mandíbula ensombrecida con una barba gruesa.
Se detuvo a medio camino hacia ella, con el pecho subiendo y
bajando. —Estás a salvo. Viva.
El agonizante alivio en esas palabras viviría con Ashwini para
siempre. —Sí —le susurró, su mano apretando el respaldar de la silla
mientras lo miraba a través del abismo entre ellos. Había querido correr
hacia sus brazos, como también quiso golpearlo y gritarle, los impulsos
igualmente de poderosos chocando para congelar sus pies en el suelo—.
Habría muerto en ese lugar.
219 Arvi se estremeció. —Intentaba salvarte.
—Lo sé. —Gracias a Saki, también sabía que había llenado un
reporte de persona desaparecida por ella y contratado incontables
investigadores privados en un esfuerzo por encontrarla. No sólo eso,
sino que estuvo hablándole a cada conductor de autobús y tren que
pudo encontrar, con la esperanza de que alguien pudiera recordarla—.
Gracias por buscarme. —Fue su miedo, y el saber que él… Que él no la
dió por perdida… lo que la hicieron querer llorar a pesar de la confusión
e ira en su interior.
La expresión de Arvi fue escueta. —Nunca hubo ninguna
pregunta.
Esa fue la única vez que ambos hablaron de lo que él hizo al
ponerla en Banli House. —Sí —le dijo a Janvier—. Vi a Arvi. —Con la
garganta apretada, tragó—. Me buscó —dijo con simpleza, incapaz de
enfrentar el enredado nudo de emociones incitados por los recuerdos—.
Pero no se interpuso en mi camino cuando se trató del Gremio, no
intentó reafirmar la tutela.
A salvo de la amenaza de internamiento, Ashwini había
estrechado su enfoque a los estudios del Gremio, decidida a olvidar la
otra parte de su existencia. Al haber aprendido la verdad acerca de
Tanu y su madre para ese entonces —después de enfrentarse a Arvi un
mes después de su regreso— vió su “don” como una maldición que
había destruido su familia y no quería ser parte de ello. —Tenía
diecinueve años antes de aceptar quién era, lo que tenía en mi interior.
—Fue viendo a Tanu detrás de una puerta cerrada un día que lo hizo;
prometió que nunca estaría tan atrapada… y se dio cuenta que se
encarceló a sí misma.
La sonrisa de Janvier era débil, su ojos oscuros. —Tantos años en
una historia tan corta. Un día, me contarás el resto de ella.
Ashwini se encogió de hombros —Tuve más suerte que un millón
de personas.
—¿Y los depredadores? —preguntó Janvier, con un tono
tranquilo, pero los hombros tensos—. Debiste haber sido una chica
hermosa, alta y de piernas largas.
—Más como flaca y sucia. —No que tales cosas detuvieran a los
monstruos—. Tuve un par de sustos, irónicamente no de los extraños a
los que estaba tan atenta, sino de dos de los trabajadores del campo
que llegó a conocer durante el verano.
Un hombre la acorraló en una secadora en desusó que pensaba
utilizar para dormir, mientras que otro la agarró en los campos cuando
cometió un error y fue la última en irse. —Pero ya me habían acorralado
antes —le dijo al vampiro, que tenía muerte en sus ojos en ese
momento—. Todavía tenía esa fuerza salvaje en mí, junto con los
cuchillos quecompré con mis primeros sueldos.

220 problemas
La expresión de Janvier no se suavizó. —¿No quisieron causarte
después de que los heriste?
—Pudieron haberlo hecho, pero me subí a un tren de carga hasta
otra granja la misma noche en ambos casos. Sabía que no podía ganar
contra ellos. —El desamparo la molestó, pero sus instintos de
supervivencia le ganaron al orgullo.
—Siento muchas ganas de visitar esas zonas.
—No es necesario. Volví cuando era una cazadora completamente
formada. Ninguno de los dos volverá a molestar a otra chica de nuevo.
—Ante la ceja levantada de Janvier, dijo—: No están muertos, sólo…
fuera de servicio en ciertas funciones corporales.
—Bien. —Una lenta y peligrosa sonrisa, antes de Janvier inclinara
la cabeza sobre los papeles otra vez—. Las hojas de balance se
detuvieron hace siete meses, así que no hizo uno para el último mes
que Seth la vio viva.
—Puede que finalmente se hubiera vuelto completamente
dependiente del bastardo que la mató.
Estrechando los ojos, Janvier le pasó el resguardo de un ticket
que se había atascado en el interior de los documentos financieros. —
Opera. Nada de lo que Felicity pudiera permitirse y la actuación fue en
ese último mes.
Ashwini lo tomó, con los ojos en el código de barra. —Hay una
buena posibilidad de que podamos rastrear esto.
Asintiendo, Janvier volvió a los documentos financieros mientras
que ella escudriñaba las otros pedazos de papel.
—Sus ingresos bajaron durante las últimas cinco semanas de
llevar el registro —dijo Janvier unos minutos después—. Por lo que veo,
es cuando dejó de hacer sus trabajos de limpieza.
Ashwini le dio la vuelta a un talón de ticket para una película de
casa de arte. Sin código de barras. No había manera de perseguir un
solo patrón de hacía seis meses y medio. Poniéndolo a un lado, dijo—:
El viejo rico la convenció para que lo dejara, pero fue generoso en sus
términos. —Pagando por cosas, pero no dándole independencia
financiera—. Parece como algo que un abusador haría.
—Controlarla bajo una capa de devoción. —Los músculos de la
mandíbula de Janvier se movieron—. Ya ha hecho esto antes. Fue
demasiado sueva al operar.
—Sí. —La comprensión de que Felicity no hubiera sido la primera,
de otras víctimas perdidas y olvidadas, la enfureció—. Opera, películas
de casa de arte, el recibo de un vestido de diseñador… —Frunció el
ceño, y miró el total—. Cinco mil dólares, pagados en efectivo. —Debía
haber sido un apoyo, destinado a atraer a Felicity más profundamente
en la tela de araña. Cinco mil era el cambio para un vampiro viejo y
rico.

221 métodos
—O bien es un vampiro viejo que se siente incómodo con otros
de pago —dijo Janvier—. O uno joven presumiendo.
—Iría por el viejo con lo bien orquestado que está todo esto, lo
paciente, pero, ¿por qué limitarlo a vampiros? —Levantó una ceja—. Los
ángeles pueden ser incluso más retorcidos. —Nazarach le enseñó eso—.
Puede ser que un ángel este detrás de todo esto y que el vampiro que la
mordió simplemente sea quien hacía el trabajo sucio.
—Haré una investigación discreta, para ver si algún ángel es
conocido por gustos que pudieran haberse transformado en este tipo de
fealdad. —Abriendo una cuenta bancaria todavía en su sobre, como si
hubiera llegado después de la última visita de Felicity a su
departamento, se detuvo—. Compró algo en una tienda que es
inusualmente de lujo para una mujer con tan pocos ingresos como
Felicity. Llegó al máximo de su tarjeta de crédito… y esa tarjeta fue
pagada en su totalidad unas semanas más tarde.
Ashwini le echó vistazo al cargo, vio la referencia, y miró la
cartelera pegada en la pared de un edificio una cuadra abajo. —El reloj
de un hombre —dijo ella, la sangre un rugido en sus oídos—. Le compró
un regalo al bastardo.
Janvier siguió su mirada. —Es frío, calculador. Los bancos
pueden ser peores que los policías, así que se aseguró de que no
vinieran a indagar.
—Pero una tienda como esa —dijo en la oleada de rabia—, tendrá
vigilancia. —Tal vez, sólo tal vez, el monstruo estuvo con Felicity cuando
compró el regalo.

222
31 Traducido por Marie.Ang
Corregido por Lizzy Avett’

Cuatro horas después de su visita al Barrio, Dmitri terminó su


llamada con el segundo de Astaad—quien tenía el mal gusto de estar
durmiendo con Michaela, pero de otro modo estaba cuerdo—y subió al
techo. Él y Rafael necesitaban discutir la próxima reunión con los
líderes vampíricos.
Tal como había predicho, la sed de sangre empezó a enfriarse en
el instante que la orden recorrió la comunidad vampírica. Siete de los
líderes ya lo habían contactado, el temblor en sus voces apenas oculto.
—Por favor, dígale al sir que me he encargado del problema. —Fue el
mensaje de cada uno, aunque las palabras exactas pudieron haber
diferido.

223 de Fue demasiado poco y demasiado tarde. Lo que Rafael necesitaba


Dmitri era saber los nombres de los peores infractores, los que
tuvieron el coraje de faltar a la disciplina a través de sus propias
acciones o carencia de ellas. No le tomó mucho a Dmitri reunir esa
información, no con los informes recientemente presentados por Trace y
Janvier, así como la contribución de Illium sobre el Convertido que
ejercía la mayor autoridad sobre los otros.
Dmitri también tuvo una larga e interesante conversación con
Adele que clarificó ciertos asuntos. Ella podría rehusarse a unirse
oficialmente a la Torre, pero las lealtades de Adele eran
incuestionables—y ella sabía también como él que ese castigo no podía
ser evitado una vez que el crimen hubiera sido cometido. Mientras que
Rafael no era caprichoso o brutal sin una causa, también era
despiadado a la hora de mantener el orden en su territorio.
La sed de sangre era igual a la carnicería. Nunca sería aceptable.
Sin embargo, cuando Dmitri salió al recinto acristalado que
albergaba el ascensor, se sorprendió de encontrar a Naasir y a Elena al
otro lado. Usaban la superficie plana del techo como campo de
entrenamiento e iban contra el otro sin tabúes. No, pensó después de
una segunda mirada, eso no era cierto. Naasir no se movía ni de cerca a
su velocidad habitual.
No era porque estuviera herido esa mañana—la herida lucía mal,
pero era relativamente menor comparado con la edad y fuerza de
Naasir. No, era porque los dos aun evaluaban la fuerza del otro.
—Ella lo llamó una criatura tigresa.
Dmitri se giró hacia el arcángel que vino tras él. Rafael no usaba
los ascensores, así que tuvo que haber usado las escaleras. Eso,
también, era altamente inusual. Dmitri supuso que no quería volar,
interrumpiendo la sesión de práctica al exterior. —Bueno, ella se dirige
en la dirección correcta. —La Conversión de Naasir era algo único y
terrible—. Él en realidad le dijo varias verdades en la cena.
Con los labios curvados, Rafael mantuvo su mirada en Elena y
Naasir. Ahora intensificaron el ritmo, los cuchillos de Elena cortando
más rápido mientras Naasir se movía con una gracia veloz que era
fascinante de observar. Veneno también era rápido, pero más sinuoso,
con la velocidad sorprendente e irregular de una víbora. Los golpes de
Naasir eran fluidos, felinos y extrañamente sigilosos para ser tan fiero.
—Ella se está conteniendo, eso es algo. —Elena una vez le había
cortado la garganta a Dmitri en una concurrida calle de Manhattan, por
lo que la cazadora era muy hábil, pero iba en contra de un vampiro muy
peligroso de más de seiscientos años sin ningún lugar al que correr; ella
ni siquiera podía despegar lo suficientemente rápido para evitar a
Naasir—. ¿Le has advertido a Naasir que ella aún no es completamente
inmortal? —El otro hombre no la heriría fatalmente a propósito, pero
podría no darse cuenta de lo que hacía sin una advertencia previa.
—Sí. —La sonrisa de Rafael se profundizó—. Incluso con tener
224 que restringirse, se está riendo. Sabes lo que eso significa.
—Lo está disfrutando. —Existía un número extremadamente
limitado de personas que podía poner esa mirada en el rostro de Naasir,
especialmente en una sesión de lucha—. Es porque ella es tan
impredecible como él. Sin reglas, sólo hacer lo que se necesita. —Eso
compensaba el hecho de que Elena no era lo suficientemente fuerte
para tomar sus golpes con toda su fuerza.
—Sus sesiones con Janvier han perfeccionado ese aspecto en sus
habilidades en combates cuerpo a cuerpo.
—Bien. —Dmitri fue el que le recomendó a Elena entrenar con
Janvier. El Cajún era un maldito luchador callejero y Elena necesitaba
cada habilidad que pudiera aprender; a un considerable número de
personas le gustaría verla morir. Ella era, después de todo, una viva
manifestación del corazón de Rafael.
Siguiendo observando la sesión al exterior, deslizó sus manos en
los bolsillos de sus pantalones negros. —Trace se puso en contacto
antes. —El elegante vampiro con su gusto por la poesía y el arte había
sanado lo suficiente para encargarse de la vigilancia en Khalil un par de
horas atrás, sólo para transferirla a Emaya y Mateo hace cuarenta y
cinco minutos—. Encontró al distribuidor del Umber,
desafortunadamente, parece que la cabeza del hombre fue separada del
cuerpo anoche.
››Trace cree que su proveedor no le gustó el hecho de que él no
pudiera mantener la boca cerrada, y estoy de acuerdo con él. —Quien
fuera que se encontraba detrás de esto no quería ser famoso o que su
nombre fuera conocido por la Torre—. El traficante en sí era escoria de
bajo nivel que fue, con toda probabilidad, escogido por sus contactos
entre los aburridos y los ricos. No espero que Trace encuentre algo que
conecte al comerciante con su proveedor.
La expresión de Rafael cambió al implacable enfoque que lo hizo
un miembro de la Cátedra. —No es coincidencia que esta droga haya
hecho su aparición ahora.
—Sí. El débil temor que todavía puede venir. —EL choque en los
cielos sobre Nueva York fue solo la primera batalla—. Pero, el malestar
general se restringe generalmente a los buscadores de placer cobardes
que se escabullen en escondites en lugar de luchar. —Dmitri estuvo
feliz de no tener que lidiar con su inutilidad patética durante las
hostilidades—. Lamento lo de Rupert. Peleó con valentía. Debió haber
tomado el Umber en un momento de estupidez.
—¿Es su muerte y retorno enfriando el ardor por la droga?
—En la superficie, pero para algunos, el incidente ha prestado un
glamour mortal. —La ruleta rusa jugaba con una sustancia cristalina,
la asesina sed de sangre solo una muestra a distancia—. Si no cortamos
la fuente, tendremos más incidentes.
225 Los ojos de Rafael rastrearon a Elena cuando se las arregló para
golpear con fuerza a Naasir en el muslo, pero consiguiendo torcer su ala
en el proceso. —Un error —murmuró—. Ella no hará eso de nuevo.
Observaron a los dos por otro minuto antes de regresar a su
conversación.
—Hay una posibilidad de que esta droga sea otra jugada de
Charisemnon o de un miembro diferente de la Cátedra que busca
debilitar la ciudad. —El intenso negro del cabello de Rafael brilló con un
color negro azulado en la luz que entraba por el cristal—. He hablado
con Keir y me dice que una droga con tal efecto virulento en el
Convertido casi sería imposible de fabricar usando elementos químicos
conocidos.
Dmitri estuvo de acuerdo, sobre todo porque sus propios
laboratorios tenían dificultades en analizar el compuesto. —Las últimas
pruebas dicen que tiene una base orgánica en vez de una fabricada,
pero eso no nos acerca mucho a descomponerla.
—¿Jason?
—Está corriendo la voz entre sus operativos—tendrá un reporte
para nosotros esta noche desde las otras cortes. Hasta el momento, el
Umber parecer ser un problema localizado. —Cruzándose de brazos,
Dmitri encontró el azul violento de la mirada de Rafael—. De los líderes
vampíricos, Severin y Anais son los peores infractores. Ambos se han
alimentado violentamente en público en las pasadas dos semanas. —No
está vetado en sí, pero es una estúpida decisión en la actualidad.
Los dos tenían que haber sabido que sus acciones animarían e
incitarían a otros.
—Parece que Anais y Severin desean ser mis invitados. Vamos a
acomodarlos después de la reunión —dijo Rafael, su tono frío como el
hielo—. Los tres tendremos una discusión en privado después de que
aclare este asunto de la Cátedra.
—¿Michaela en verdad sigue insistiendo que el territorio de Lijuan
debe ser tomado y repartido?
—Sí, y ahora Charisemnon amenaza con declararle la guerra.
Nadie los toma en serio, pero es una molestia que necesita ser tratada.
—¿El refugio? —Destinado a ser territorio neutral, el hogar de la
especie angelical y el santuario de sus jóvenes había sufrido
esporádicas luchas durante la ofensiva de Lijuan. Galen y Veneno
estuvieron forzados a permanecer en el Refugio para defender la
fortaleza de Rafael ahí contra el ataque.
—A salvo —respondió Rafael—. Michaela no cometerá el mismo
error que Lijuan. Ella es mucho más inteligente y astuta, así como
Lijuan era arrogante.
Dmitri entendió la diferencia. Una se basó en el poder, la otra en
226 la manipulación y tocar las corrientes correctas. —En muchos sentidos,
Michaela es el animal políticamente perfecto. El tipo vicioso y
manipulador que vendería a su propia madre para ganar puntos.
—Hay una razón por la que eres mi segundo, Dmitri.
—Estuve hablando con Dahariel antes—no puedo imaginar por
qué un hombre tan inteligente como él se desliza en la cama con ella.
—¿Le dijiste que, como la araña que se come a su compañero, ella
tiene el hábito de ser la última mujer que sus hombre tocan?
Dmitri sintió que sus labios se alzaban en las comisuras. —Puedo
haberle recordado al Arcángel de Bizancio, muerto hace mucho, y al
más reciente fallecido Uram. —Señaló más allá de la ventana, en donde
Naasir hizo retroceder a Elena hasta el borde del techo—. Quizás
deberías intervenir. —Una caída incontrolada podía aplastarla en la
Torre.
—No, no lo creo.
Elena golpeó con fuerza las piernas de Naasir al segundo
siguiente y regresó a la parte principal del techo. Respiraba con fuerza,
Naasir gruñía. Se dio la vuelta y se puso de pie, la agarró con ira
aparentemente incontrolada. Elena cayó y quedó en el suelo con la
mano de Naasir en la garganta un segundo después.
Ella le dio una palmada a la superficie dura y fría y Naasir la
liberó, extendiendo la mano para ayudarla a levantarse. De Naasir, eso
era un cumplido—significaba que encontró a su oponente lo
suficientemente digno para quedarse. De otro modo, simplemente se
hubiera alejado.
—Naasir no querrá irse. —El otro hombre podía trabajar separado
de los otros Siete, pero su naturaleza se rebelaba contra el aislamiento
a largo plazo de su familia—. Veneno no es lo suficientemente fuerte
para tomar su lugar en Amanat permanentemente y necesitamos a los
otros aquí. —Eso significaba que de todos los Siete, Naasir era el único
que estaría por su cuenta—y ya fue así durante diez meses.
—Naasir podría no desear ir —dijo Rafael—, pero lo hará. —Una
absoluta confianza del Arcángel en uno de sus hombres—. Él entiende
la necesidad.
—¿Tiene un amante al menos? —Naasir no le iba bien con el
contacto físico, especialmente cuando se separaba de Rafael y los otros
Siete, y su compañero en Amanat, mientras letal, era un asceta que no
se entregaba a los placeres de la carne.
Tranquila diversión regresó al Arcángel de Nueva York en el
hombre que fue el amigo de Dmitri durante mil años. —Él es una
criatura salvaje en una ciudad elegante y civilizada. ¿Qué opinas de sus
posibilidades?
—Se inunda en mujeres que están fascinadas con él. —No es de

227 extrañar que Caliane intentara civilizarlo—. Tu madre debe temer que
seducirá a una de sus doncellas a alejarse dentro del peligro.
—La he calmado en ese punto. Naasir puede saborear como
refrigerio lo dulce y encantador, pero cuando escoja a una compañera,
ella será una criatura feroz con garras que lo harán sangrar y un
corazón tan salvaje como el suyo.
Riendo porque Rafael tenía razón, Dmitri observó mientras,
afuera, Naasir tomaba dos cuchillos de Elena y fingía no saber qué
hacer con ellos, así Elena le mostraría cómo. —Ten cuidado, Rafael —
dijo, consciente de que la lealtad de Naasir era tan inquebrantable como
la suya—. La criatura tigresa está coqueteando con tu consorte.
—Por supuesto que lo hace. Ella, también, es una criatura feroz
con un corazón salvaje. —Rafael empujó la puerta, su mano volando
para atrapar el cuchillo que Elena lanzó en su dirección.
32 Traducido por Mire
Corregido por Miry GPE

Janvier podía decir que Ashwini quería hacer un agujero en la


pared cuando el hombre oficioso, en la taquilla de la ópera, les dijo que
las entradas fueron compradas en la puerta, pagadas en efectivo.
Después de descubrir que la joyería donde se compró el reloj
borró su material de vigilancia, y que la tienda de diseñador que vendió
el vestido de cinco mil dólares no tenía constancia de quién lo compró,
eso fue la gota que rebasó el vaso.
—Maldita sea, no puede terminar así —dijo ella, cada músculo en
su cuerpo se tensó lo suficiente para romperse—. ¡Este malvado
monstruo no se saldrá con la suya!
Acunando su cara, él solo la sostuvo, tocándola.
228 Al principio, ella casi se estremeció contra él, lista para alejarse...
pero no lo hizo. Deslizó sus manos hacia abajo para abrazarla cuando
ella se apoyó en él, la sostuvo cerca, ella, a su vez, envolvió sus brazos
alrededor de él. Se quedaron en silencio, sin preocuparse de las
personas que pasaban junto a ellos por la acera.
Su corazón dolió.
Las cosas que ella le dijo, el futuro que predijo, amenazaba con
aplastarlo.
A toda marcha, se recordó. Así era como siempre habían vivido,
vivirían, hasta la última chispa de la llama que era la inteligente y
vívida mente de Ashblade.
—Vamos a dar un paseo —dijo ella cuando se alejó después de un
inesperado beso en su garganta—. Aclaremos nuestras cabezas,
tratemos de pensar en otros caminos para explorar. —Entonces, para
su deleite, se acercó y fijó la bufanda que se encontraba a punto de
deslizarse de un lado de su cuello.
Ella frunció el ceño ante la sonrisa que se desplegó en sus
mejillas. —No trates de tomarme de las manos.
Así que, por supuesto lo hizo. No por molestarla, sino porque se
sentía bien tener su palma deslizándose contra la suya... especialmente
cuando ella curvó sus dedos alrededor de los suyos con un tirón de sus
labios. Se sentía como volver a casa.
Caminaron alrededor de los empresarios y turistas, la ocasional
madre con un cochecito, los buscadores de clientes para los
restaurantes tratando de decirles que entraran para una comida, los
dueños de los puestos al lado de la carretera gritándoles sobre la
“genuina imitación” de relojes de oro y la “imitación de diseñador” de
bolsos. Era ruidoso y caótico y era Nueva York.
—No estaba seguro de que me gustaría esta ciudad —le dijo a
ella—. Sin embargo, el loco espíritu de esta, tiene una manera de
meterse bajo la piel de un hombre.
—Sin embargo, extrañas el pantano, ¿no? —Ricos y oscuros, sus
ojos vieron su corazón, y era su derecho—. Esa vieja cabaña donde te
rastreé una vez…
—¿Te refieres al lugar en el que me amenazaste con enterrarme
en un hoyo del pantano, y luego cubrirme con hormigas rojas?
Ashwini le enseñó sus dientes al vampiro burlón, quien era la
única persona que alguna vez totalmente “la tuvo”. Esa vez en el
pantano, él respondió a la puerta con los pies descalzos y vistiendo
pantalones vaqueros parcialmente abotonados, su cuerpo
perezosamente relajado mientras se apoyaba contra el marco de la
puerta de la casa rodeada de agua por casi todas partes. Los árboles
cipreses medio sumergidos en esa agua, eran exuberantes en follaje y
pesados con musgo español en la humedad espesa, el paisaje
229 sobrenatural en su belleza.
Un musgo verde brillante diferente, creció por los lados de la
cabaña, convirtiéndola en parte del pantano, y a la derecha podía ver
una hamaca colgada entre dos árboles sumergidos con la altura
suficiente para hacer que valiera la pena. En cualquier otro momento,
se habría subido a esa hamaca y dejado escapar un suspiro, feliz de
pasar la tarde viendo el agua del pantano moverse lenta y sinuosa como
una mujer intentando seducir.
Sin embargo, en ese momento, estuvo muy tentada de dispararle
a Janvier en las entrañas. —Me hiciste vagar por el pantano por
semanas —murmuró ella ahora—. Entonces, justo cuando te tuve,
fuiste agradable con el ángel que cabreaste. —Tampoco era la primera
vez que él hacía eso—. Sabías cuán furiosa me puso… ¿por qué seguías
haciéndolo?
Levantando sus manos entrelazadas, él le dio un beso en sus
nudillos. —Te cortejaba.
—Solo alguien con un sentido del humor retorcido consideraría
eso un cortejo. —Resultó que ella era una de esas personas, pero
maldita sea si no se divertía cuando no quería matarlo—. Iba a
preguntar si ese lugar es tuyo.
—Sí. Está cerca de donde crecí. —Ella lo vio dirigir un solo vistazo
a un ladrón callejero que los estuvo mirando, y de repente, el
adolescente de cabello rizado con piel manchada decidió que tenía que
estar al otro lado de la carretera—. Es un lugar sencillo, tranquilo. No
hay prisa allí, ¿non?
—Sí. —Podía imaginarse relajándose en la hamaca con él,
sintiendo todas las preocupaciones del mundo alejándose—. Vayamos
allí... cuando esto termine. Después que Felicity pueda descansar.
Observa la sombra de su tierra natal sosteniendo la de ella, su
acento evocando la exuberante, húmeda y atormentada bienvenida de
eso mientras él dijo—: Después de que Felicity pueda descansar.
Siguieron caminando, yendo a ninguna parte en particular, el aire
frío en sus pulmones y la brillante luz del sol en un cielo azul de
invierno. Cuando el teléfono de Ashwini vibró, lo sacó con su mano
libre. —El Gremio confirmó que todas sus cuentas han sido cerradas, y
nuestros contactos en la banca dicen que parece que ella misma lo hizo.
—Su asesino la convenció de eso —dijo Janvier con absoluta
confianza—. Le dijo que cuidaría de ella, que si lo amaba, hiciera lo que
le pedía.
Ashwini casi podía oír al bastardo convenciendo a Felicity a hacer
precisamente eso. Excepto... —Ella mantuvo su apartamento tanto
como pudo, no renunció a su gato —dijo ella lentamente—. Apuesto a
que creó una cuenta en otro lugar.
—O —dijo Janvier—, dejó dinero con alguien en quien confiaba.
230 —No. —Ashwini negó—. Él la había alejado de sus amigos para
ese tiempo. Iré con los ciber-genios del Gremio para buscar por todas
las posibles instituciones bancarias.
Envió el mensaje, pero no tenía la esperanza de que encontrarían
algo que los conduciría al asesino de Felicity —a pesar de sus intentos
de mantener su independencia, estaba claro que la joven mujer fue casi
totalmente dependiente de su “amante” hasta el fin. Con toda
probabilidad, estuvo encarcelada poco después de ser vista por última
vez, sin darle oportunidad de acceder a cualquier dinero que había
logrado esconder.
—Silenciosamente voy a localizar y hablar con los sirvientes que
trabajan en las casas de los ángeles y vampiros que pueden ser capaces
de tal crueldad —dijo Janvier, la caoba acariciable de su pelo
elevándose con la brisa—. A menudo, ellos son conscientes de más de lo
que sus amos saben.
Esa era una buena idea. —Yo podría ser capaz de ayudar con eso.
Generalmente entro en contacto con los vampiros más jóvenes, y
muchos de ellos se encuentran en el nivel siervo.
—Haremos una lista, comenzar a circular. —Estuvo en silencio
por un minuto—. Cher, algo que dijo Aaliyah me carcome.
—¿Sobre que el vampiro le ordenó a Felicity no decir nada acerca
de que eran una pareja hasta que ella tuviera su “transformación”? —
Eso estuvo persistiendo en ella, una aguda púa en sus entrañas.
—Sí, exactamente. No creo que ella incluso fuera parte de su
ganado oficial, que mantuvo eso como un encanto —si ella era lo
suficientemente buena, lo complacía lo suficiente, se convertiría en una
de las elegidas. —Un tono de castigo en cada palabra—. Mientras tanto,
él debió disponer el reunirse con ella fuera de sus lugares de
costumbre, donde habría pocas posibilidades que lo vieran con ella.
Cuanto más aprendía Ashwini sobre el hombre que torturó y
asesinó a Felicity después de sofocar su espíritu, más lo odiaba. —Eso
pone a todos nuestros sospechosos de vuelta en la piscina. —Y aun así
permaneció la pregunta de cómo él causaba lesiones fatales tan
inquietantemente similares a los resultados de la alimentación de
Lijuan—. Pero el punto de vista de los sirvientes todavía merece
seguimiento —y uno pudo notar signos de una mujer que él o ella
nunca vio.
Janvier se pasó una mano por su pelo. —Me gustaría que no
tengamos que ir sigilosos por esta investigación. Alguien tenía que
haberla visto con ese bastardo, ¡si tan solo pudiéramos preguntar!
Incluso mientras soltaba las palabras, sus ojos se detuvieron en
un sonriente niño que acababa de arrastrar a su madre a un
escaparate, luego fueron a un grupo de mujeres agrupadas en torno a
una mesa de café cercana, sus cabezas inclinadas en una risa de
secreto. —Pero para hacerle justicia a Felicity, tendríamos que rasgar
231 para abrir las heridas de una ciudad que apenas ha dejado de sangrar.
Ashwini no tenía respuestas, dividida entre las mismas fuerzas
compitiendo.

***

Ocho horas después, mantener los detalles de la muerte de


Felicity en secreto ya no era un problema.

***

Tras separarse de Janvier más temprano para llevar a cabo su


plan de hablar con quienes atendían las casas del poderoso, rico y
cruel, Ashwini corrió hacia la sección de cuidados intensivos del
hospital para averiguar que él la golpeó allí.
—¿Dónde está ella? —Eso salió en un jadeo, su corazón
bombeando; recibió la llamada mientras se hallaba en la sede del
Gremio, dándole a Sara un informe de la situación, decidió correr en
lugar de tratar de negociar el tráfico pesado en un taxi.
—En una habitación al final del pasillo. —La chaqueta de Janvier
se hallaba abierta sobre su camiseta negra, su bufanda no estaba—.
Por aquí.
Se puso a caminar con él. —¿Has hablado con ella?
Una sacudida de cabeza. —Los médicos se encuentran con ella.
Creo que reaccionará mejor a una mujer, en cualquier caso.
Dolorosamente consciente de lo que Janvier no dijo, la tortura
que la mujer pudo sufrir a manos de un hombre, Ashwini encontró la
mirada del ángel que hacía guardia junto a la puerta cerrada al final del
pasillo, las alas azul plateado se presionaban contra la pared. —¿La
trajiste aquí?
—Sí —dijo Illium, sus ojos dorados más fríos de lo que ella los vio
nunca—. Salió corriendo de Central Park, desnuda y gritando, se
desplomó en la calle.
—Jesús. —Ashwini pensó en el intenso frío, el hielo—.
¿Hipotermia?
—Un indicio de congelación… la recogí casi tan pronto fue
descubierta.
Lo que significaba que fue dejada en algún lugar cercano,
abandonada lo suficientemente cerca del tráfico para conseguir por sí
misma ayuda y atención. No, pensó Ashwini, no por su bien, sino
232 porque el sádico monstruo detrás de esto quería que fuera noticia de
primera plana. Eran las ocho ahora, por lo que la víctima salió
corriendo durante la hora más concurrida, cuando la gente salía del
trabajo o salía a cenar.
—Las pistas llevaron de regreso a otra entrada de calle —dijo
Janvier, respondiendo a la pregunta que ella estuvo a punto de hacer.
—Por supuesto que lo hicieron —murmuró—. ¿Las cámaras de
seguridad?
—Alerté a los equipos de la Torre y del Gremio para que fueran
por cualquier fuente que pudieran encontrar —dijo Janvier—. Hasta
ahora, nada.
Ashwini rodeó su estómago. —¿Qué tan malo es?
Illium separó sus labios para responder cuando la puerta se abrió
desde el interior, un vampiro alto y delgado, con el pelo castaño claro, y
rasgos aristocráticos en un rostro de piel pálida salió. Llevaba un
uniforme verde, sostenía un gráfico en una mano. —Ella ha perdido
más de la mitad de la sangre en su cuerpo —dijo, pasando una mano
por su cabello, dejándolo de punta en sus extremos—. Sin embargo, eso
no explica su apariencia. Nunca he visto algo así y he sido un médico
por vidas.
Ashwini podía sentir la edad del vampiro presionando contra su
piel, sabía que debía tener por lo menos setecientos años. —¿Hay algo
que nos pueda decir?
—Nada útil.
Otro doctor salió entonces, una mujer mortal, su pelo era una
capa plateada intensa contra el marrón oscuro de su piel. —La pobre
chica. —Presionando el puente de su nariz entre el pulgar y el índice,
encontró cada una de sus profundas miradas a la vez—. Uno de ustedes
puede entrar, pero tuvimos que sedarla para conseguir que dejara de
gritar, así que no estoy segura cuánto sentido obtendrán de ella.
Janvier e Illium permanecieron afuera mientras Ashwini entraba.
Cerró la puerta detrás de ella con un chasquido tranquilo y armándose
de valor para lo que pudiera ver, se enfrentó a la cama. Colocaron a la
víctima en una habitación privada con una extensa vista del campo de
estrellas caídas que era la cubierta nocturna de la ciudad. Sin embargo,
la mujer en la cama no se encontraba inquieta con el paisaje.
Yacía plana sobre su espalda, mirando hacia el techo con ojos
marrones apagados que se hallaban marcadamente inclinados. Junto
con los pómulos puntiagudos que ahora empujaban dolorosamente
contra su piel, esos ojos que le daban una felina clase de belleza una
vez, impresionante y sensual. Su único defecto, para aquellos que lo
verían de esa forma, era la marca de nacimiento que cubría el lado
izquierdo de su cara y parte de su cuello, el color oscuro como vino de
oporto.
Una vez más, el asesino eligió a una mujer que bien pudo ser
233 vulnerable, un objetivo herido por el mundo hasta que estuvo dispuesta
a pasar por alto las señales de peligro con la esperanza del amor y
seguridad.
Su rostro se encogió sobre sí mismo, la mayor parte de su piel de
un blanco parecido al papel, que parecía curtido desde la distancia;
Ashwini se encontraba segura que era una ilusión, que resultaría tan
delgada y frágil como la de Felicity. Las uñas de la mujer estaban
agrietadas y rotas, su cuerpo demacrado, y su pelo negro tan delgado,
se sentía como si un toque lo convertiría en polvo.
Una venda le cubría la garganta, la carne de abajo sin duda
desgarrada y arrancada.
Cuando Ashwini levantó suavemente la sábana, vio los moretones
y marcas de mordeduras en cada centímetro de piel expuesta por la fina
bata de hospital. Sin embargo, eso era donde el parecido con Felicity
terminaba. Donde Felicity fue una cáscara momificada, esta mujer
todavía tenía algo de sangre en su cuerpo, un poco de carne en sus
huesos. Como si hubiera escapado antes de que el proceso se
completara.
Ashwini estaba segura que fue puesta en libertad a propósito.
Volviendo a colocar la sábana, con cuidado de no empujar las
líneas intravenosas que goteaban dentro de la mujer, dijo—: Soy Ash.
Mi trabajo consiste en averiguar quién hizo esto. Ayúdame.
No hubo respuesta.
Sin querer rendirse, agarró una silla de la esquina y se sentó
junto a la cama. Entonces, empezó a hablar de Felicity, sobre lo que
encontraron hasta el momento. —Esto —dijo al final—, lo que el
bastardo te ha hecho, lo que le hizo a Felicity, no está bien y tiene que
ser detenido.
Nada.
Ashwini ni siquiera se hallaba segura de que la víctima
parpadeara durante todo el tiempo que estuvo hablando. Aceptando que
quizás la mujer simplemente no podía responder, que se encontraba
rota en un nivel muy profundo, Ashwini se puso de pie y dejó la silla
donde estaba. Sin embargo, cuando iba a salir de la habitación, algo la
hizo volver atrás.
No hubo cambio, ni siquiera un susurro, y, sin embargo...
Regresó a la cama, se quedó mirando la mano que yacía tan frágil
y esquelética a centímetros de ella. No fue visible cuando volvió a
colocar la sábana. —Háblame —susurró Ashwini, pero la mujer siguió
mirando hacia el techo.
Sin embargo su mano, se encontraba en frente de Ashwini como
una invitación.
Garganta trabajando y piel caliente, flexionó y extendió su propia
mano. Sus instintos gritaban que tenía permiso, que la mujer atrapada
234 en esa cáscara de cuerpo le gritaba en una frecuencia que nadie más
podía oír. Aún así, vaciló. Esto no sería como con el viejo y sabio Keir, o
con la joven adolescente llorosa que descubrió el cuerpo de Felicity.
Quien hubiera sido esta mujer una vez, llevaría el horror en sus
venas ahora.
Ashwini nunca habló de Honor, nunca lo haría, pero después del
secuestro de Honor, hubo tantos gritos en su cuerpo que el ruido fue
ensordecedor, un terror aullador que inundó a Ashwini. Vomitó más de
una vez por la fuerza con que la golpeaba, pero se sentó con Honor en el
hospital noche tras noche a pesar de todo, su mano apretada con fuerza
con la de su mejor amiga.
Honor sobrevivió a esa vil oscuridad, necesitó de Ashwini ser lo
suficientemente fuerte como para luchar contra sus ecos, estar a su
lado.
Como esta mujer lo hacía ahora.
—Estoy aquí —dijo Ashwini... y tocó la punta de los dedos de la
parte posterior de la mano de la víctima.
33 Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Daniela Agrafojo

El contacto fue un golpe directo al estómago por un puño de


hierro frío, que la dejó sin aliento. Luego vino la náusea, atada a un
pánico abrumador y un pavor que le daba ganas de acurrucarse como
una pelota en la esquina y mecerse hasta el olvido. Rompiendo el
contacto, apoyó las manos sobre la cama y aspiró tragos desesperados
de aire.
—Cher.
Había sentido entrar a Janvier, no se asustó ante su tono
preocupado. —No sé cómo hacer esto. —Su voz salió como vidrio roto,
áspera e irregular—. No sé cómo superar su terror.
Moviéndose tan cerca que el calor de su cuerpo lamió su piel,
235 Janvier tomó una de sus manos y la llevó a su boca de esa forma que se
había vuelto tan rápidamente familiar. El beso fue suave, una
seducción perezosa, y no tenía nada que ver con el horror que había
consumido a su víctima. El suave placer hizo que las náuseas
retrocedieran, calmando su frecuencia cardíaca.
Levantando las manos entrelazadas, ella frotó su mejilla contra el
dorso de la mano de él.
—¿Y si me quedo? —preguntó él—. ¿El toque te anclará?
—No lo sé. —Este era territorio desconocido—. Toda mi vida, he
tratado de minimizar esto, lo que puedo hacer. Muy rara vez, siento
cosas buenas, pero la mayoría de las veces, es crueldad y maldad. Así
que no miro, no quiero mirar.
—No es nada de lo que avergonzarse. Nadie puede vivir la vida
sumido en el horror.
¿Cómo hacía eso? ¿Verla tan fácilmente? —A veces pienso que me
convertí en una cazadora para poder aliviar mi pena —susurró—. Que
elegí hacer frente a un peligro físico, porque no puedo hacer frente a
esto.
—Sin embargo —dijo Janvier—, he escuchado a otros cazadores
decir que salvaste sus vidas al advertirlos de tomar más armas o
respaldos adicionales cuando Inteligencia sugirió que no había
necesidad.
—Eso es diferente. Sé cosas de vez en cuando.
—¿Y no hay pesadillas? ¿No pagas ningún precio por este
conocimiento?
Ashwini no pudo sostenerle la mirada. Porque había habido
sueños antes de cada una de sus advertencias a sus compañeros de
caza, sueños que la dejaban empapada en sudor, su corazón latiendo
tan duro y rápido que le causaba dolor físico. —Quédate —dijo ella, su
confianza en él tan profunda, que era una parte de su alma—. Si… si
parece que podría comenzar a gritar, llévame lejos. —Era su temor
secreto, que la locura pudiera aspirarla incluso antes de que supiera
que estaba allí.
—¿Alguna vez te he dejado? ¿Hmm? —mostró una lenta sonrisa
que le hizo doler el corazón—. Incluso cuando querías que me perdiera.
¿O se trataba de un pantano infestado de sanguijuelas?
—No, estoy bastante segura de que era un pozo lleno de estiércol
de elefante fresco.
—Ah, debemos aclararlo. —Otro beso a sus nudillos.
Concentrada en la traviesa interacción, ella apretó los dedos sobre
los suyos y luego alargó la otra mano y la cerró con infinito cuidado
sobre la parte expuesta del brazo de la víctima.
Una vez más, el impacto la empujó como un puño de hielo en el
cerebro. Cada segundo del terror y el dolor que la víctima había sufrido,
236 todo centrado en esta fuerza agonizante y embrutecedora. Sintiendo su
mano sujetar la mano de Janvier mientras la otra permanecía
suavemente en el brazo de la víctima, Ashwini trató de ver a través del
grito, pero ya era demasiado viscoso, demasiado ruidoso.
Una gota de sudor se formó en su frente, comenzando a rodar
hacia abajo. Su estómago amenazó con revolverse. Reprimiendo las
ganas con pura fuerza de voluntad, se estremeció y pensó en Janvier,
en la caza a través del pantano que la dejó pegajosa y de mal humor y
mordida por lo que se sintió como un millar de mosquitos, olvidando los
otros insectos.
La memoria visceral despejó un camino a través de la rabia de la
emoción gritando, una cinta delgada de un camino que era de musgo
verde. No detuvo el pánico, el horror, pero las emociones formaron un
muro curvo de fealdad terrible a ambos lados de la carretera, listo para
sofocarla otra vez si flaqueaba su voluntad. Respirando
superficialmente, Ashwini pisó el camino, siguió… y entonces se
encontró cayendo en una espiral trepidante, el mal aullándole,
burlándose de ella.
Ashwini sacó uno de sus cuchillos. Nadie iba a encarcelarla
nunca más. Cortando en pedazos la oscuridad que aullaba, salió y… —
Oh.
La mujer que yacía tan inmóvil en la cama del hospital no era
como ahora, sino como debía haber sido: una cara impresionante con
su singular belleza, de mediana estatura y curvas, con sedoso cabello
negro hasta la cintura.
—Hola —dijo Ashwini—. He estado buscándote.
—No tenemos mucho tiempo. Me voy.
—No. —Ashwini extendió la mano, tomando la de ella—. Lo
lograrás.
La sonrisa de la mujer era tanto triste como decidida, sus
hombros firmes. —No, no quiero quedarme, no quiero esa vida. No soy
lo que me hizo.
Pensando en la concha sobre la cama, con los huesos tan frágiles
como un pájaro, su corazón un aleteo bajo su toque, y sus ojos huecos,
Ashwini entendió que esta mujer nunca volvería a vivir, incluso si su
cuerpo sobrevivía. —¿Estás segura?
—Sí. —Los dedos de la víctima se volvieron más delgados… No, se
estaban desvaneciendo—. No hay suficiente tiempo.
—Dime su nombre. —Ashwini luchó para aferrarse a ella por otro
latido—. Del que te hirió.
—No me acuerdo. —Sin angustia, como si hubiera viajado más
allá de eso—. Eso ya se ha ido. Sé mi nombre. Lilli Ying. Tengo una
madre, un padre. Por favor, diles que no sufrí.
237 Era mentira, pero una mentira que Ashwini diría como si fuera
verdad. —Lo prometo. ¿Puedes decirme algo acerca de la persona que te
hizo daño?
—El primer monstruo quería causarnos dolor. Eso le daba placer
sexual. —Un destello de miedo atravesó la paz, pero fue borrado
rápidamente—. Pero entonces… entonces vino el otro, y fue peor. —Sus
rasgos se desvanecieron, su voz un susurro lejano—. El otro tenía alas.
Y drenó la vida de mí.
—¡Espera, no te vayas! —Ashwini sentía como si estuviera
tratando de aferrarse a una brizna de aire, una serpentina de niebla—.
Necesito un sendero a seguir para encontrar a los monstruos. Algo.
¡Cualquier cosa!
El eco de la víctima inclinó la cabeza, la miró un poco, sin
comprender. Pero luego dijo—: Olía como cacahuates, donde me
mantenían. Extraño. Me hizo querer panecillos de mantequilla de maní.
Cacahuates. Como un lugar grande que olía a cacahuetes. —El aire se
disipó, las palabras eran menos que una memoria del pensamiento—.
Me tengo que ir.
—¿A dónde? —preguntó Ashwini, la única pregunta que la
perseguía después de todos los gritos que había tocado en el mundo,
todo el dolor que había presenciado—. ¿Es un buen lugar?
Su única respuesta fue un pitido penetrante que hizo añicos el
mundo en un millón de afilados y brillantes fragmentos.
***
Janvier tomó fácilmente el peso de Ashwini cuando ella se
tambaleó hacia atrás desde la cama. Las alarmas sonaron a su
alrededor, el monitor del corazón mostrando una línea plana. Pero la
mujer en la cama… tenía una sonrisa en su rostro, un último
movimiento muscular que hizo un instante antes de que las alarmas
chirriaran en pánico agudo.
Sosteniendo a Ash mientras los médicos se apresuraban a entrar,
la oyó susurrar—: No, déjenla ir —con una voz tan ronca, que sólo él la
oyó, porque su aliento besó su mandíbula mientras lo decía—. Quiere
irse.
Janvier dio la orden en voz más alta y, cuando los médicos
dudaron, dijo—: Asumo toda la responsabilidad. Denle la paz que ella
quiere.
Fue el médico mortal quién puso la mano sobre el médico
vampiro. —Tiene razón. Sufrió demasiados traumas. Sólo
prolongaríamos su dolor si nos las arreglamos para resucitarla.
Con los hombros caídos, el médico vampiro se acercó y apretó
varios botones.
Las alarmas se quedaron en silencio, el único sonido que Janvier
podía oír era la respiración superficial de Ash. Luchando por levantar
238 las pestañas y fallando, su Ashblade abrió los labios, volvió a hablar. —
Dijo que olía a c… —Su cuerpo se convirtió en un peso muerto, su
mente lastimada perdiendo la batalla contra la conciencia.
Envolviendo un brazo alrededor de su cintura, la puso en posición
vertical para que nadie se diera cuenta de su condición. En el pasillo,
no pidió que Illium la llevara. El ángel de alas azules era un hombre en
el que Janvier confiaría su espalda en cualquier momento, pero también
era un ángel de cientos de años de antigüedad, con recuerdos que
Janvier no podía esperar conocer y que podrían causarle más dolor a
Ash, incluso en su estado inconsciente.
—¿Puedes asegurarte de que el cuerpo de la víctima tenga un
examen completo y una autopsia? —le preguntó al otro hombre, en su
lugar—. Llévala a la morgue del Gremio y al patólogo que examinó a
Felicity.
—Me aseguraré de que se haga. —Los ojos dorados examinaron el
cuerpo laxo de Ash, el brillo del sudor en su piel—. ¿Necesita un paseo?
Sacudiendo la cabeza, Janvier dijo—: Dile a Dmitri estoy fuera de
la red hasta que vuelva a ponerme en contacto.
Un breve asentimiento.
Treinta segundos más tarde, Janvier tenía a Ash en el ascensor.
Presionando el botón de la cochera subterránea, dijo—: Casi
llegamos, cher. —Por alguna razón desconocida, había tomado el auto
para sus entrevistas cuando la moto hubiera sido más fácil, decisión
que él consideraría más tarde—. No es que me queje de tenerte pegada
a mí.
—Ja, ja. —Su voz sonaba débil y drogada, las palabras mal
articuladas—. Tu mano…
—La aplastaste en pedazos —dijo en su sien, manteniendo un
rígido agarre sobre sus emociones—. Ahora vas a tener que besarla,
centímetro a centímetro.
Sin hacer un sonido, su cuerpo perdió toda la tensión de nuevo.
Balanceándola en sus brazos, salió del ascensor y se dirigió
directamente a su auto.
Nunca la vió así, y lo odiaba. Ella no estaba destinada a ser tan
silenciosa, tan exánime. Ash era vida y malicia y salvajismo.
Encendiendo el motor después de colocarse el cinturón de seguridad,
condujo no a su amplio apartamento de la Torre, sino al hogar de ella.
Estaría más cómoda en su nido, y, a decir verdad, a él le gustaba,
también. La Torre no tenía la esencia del hogar para él.
No tenía el olor de ella.
En su edificio, aparcó en el mismo espacio que su portero había
usado la noche anterior. Le llevó dos minutos llevarla hasta el ascensor
y entrar en su apartamento después de sacarle la llave que sabía que
ella llevaba en el bolsillo izquierdo de sus vaqueros. Acostándola en la
239 cama, le quitó las botas y la chaqueta, le quitó las armas. —No es la
forma en la que quiero desnudarte —dijo, llenando el silencio que era
como garras de metal alrededor de su corazón.
No, nunca sobreviviría a perderla.
Su piel estaba un poco caliente cuando la comprobó, pero su
respiración era estable.
Janvier no se encontraba dispuesto a arriesgar nada; llamó al
Gremio y un médico estuvo en la puerta en siete minutos. Quitándose
la chaqueta de motociclista y dejando caer su casco en la alfombra, el
hombre corpulento la revisó. —Sus signos vitales están dentro de los
niveles de seguridad. —Miró a Janvier de forma penetrante después de
hacer ese pronunciamiento—. Sara me envió porque he tratado a Ash
antes. Sé lo que puede hacer. Si eso es lo que causó esto, tendremos
que vigilarla y ver qué pasa.
—Yo lo haré.
El médico no discutió con Janvier, simplemente le mostró qué
hacer para revisar sus signos vitales, y luego dijo—: No estoy lejos. —Le
dio su línea directa—. Llámeme al instante que piense que está en
peligro.
Quitándose las botas luego de que se fuera el otro hombre,
Janvier se sacó la chaqueta y desenfundó la pistolera, también se
desabrochó el cinturón para asegurarse que la hebilla no la tocara. Un
instante después, se encontraba acurrucado a su alrededor. Ashwini
era tan vívida que se olvidaba de lo frágil que era como mortal, no podía
dejar de notar que a pesar del músculo tonificado que la hacía tan bella
y peligrosa en movimiento, sus miembros eran delgados, sus huesos
demasiado rompibles bajo su fuerza vampírica.
Y su mente…
Deslizando un brazo bajo su cabeza y negándose a ahondar en un
futuro que aún no estaba escrito en piedra, deshizo la trenza con la otra
mano para que ella se sintiera más cómoda, murmurándole en el
lenguaje que había hablado como un muchacho, flaco, salvaje, y a
menudo hambriento. —La primera vez que te vi, tenías una ballesta
señalándome y una mirada verdaderamente cabreada en tu cara.
El recuerdo era uno de sus favoritos: ella tuvieron una mancha de
aceite en la mejilla, su blusa verde oliva manchada de tierra, y sus
botas de combate plantadas a treinta centímetros de distancia,
pantalones negros ocultando sus largas, largas piernas. Había querido
envolver la mano alrededor de su cola de caballo y tirar hacia atrás su
cabeza hasta que su garganta se arqueara para un beso de sangre que
habría enviado placer erótico corriendo a través de sus cuerpos.
—Nunca había sentido tanta lujuria —dijo, pasando la mano por
su brazo hasta unir sus dedos con los de ella—. Podría haberte
devorado, incluso si tuviera que pagar con heridas de ballesta. —Se rió
entre dientes—. Imagínate si me hubieras permitido seducirte
240 entonces, cher.
Ningún movimiento, la temperatura de su piel lo suficientemente
fría y pegajosa para hacer que una bola de miedo se alojara en sus
entrañas. —No te vayas. —Fue una súplica dura, su corazón y su alma
a sus pies—. Por favor, no te vayas. No es nuestro tiempo. Todavía no.
No tan pronto.
34 Traducido por Daniela Agrafojo
Corregido por Paltonika

Dmitri estaba informando a Rafael sobre la segunda víctima


cuando Elena apareció en la puerta de su oficina de la Torre.
Hola, hbeebti.
Hola, Arcángel.
Se inclinó contra el marco de la puerta y él observo mientras ella
y su segundo reconocían a los demás con una mirada. Los dos habían
llegado a un entendimiento de que ambos tenían los mejores intereses
en la ciudad, y el arcángel, de corazón. No es que eso detuviera el afilar
de sus cuchillos entre sí.
Sin embargo, hoy, Dmitri tenía asuntos más críticos en su plato.

241 —Una distracción no funcionará esta vez —dijo el vampiro—.


Demasiadas personas vieron a la víctima, incluso con la rapidez con
que Illium la recogió, y mientras los medios de comunicación no sepan
cómo presionar a la Torre, las cabezas parlantes estarán especulando
en todos los canales.
—Detenlos. —Rafael no permitiría que nadie sembrara miedo en
su ciudad. Ni el enemigo ni sus propios ciudadanos.
—Eso no curará el problema —respondió Dmitri, demostrando
por qué era el segundo de Rafael. Cuando muchos hubieran saltado
ante su mandato, Dmitri tenía la confianza y la inteligencia para
discutir sus decisiones cuando era necesario—. Los rumores seguirán
circulando bajo la superficie, empeorando el daño.
—¿Sugerencias?
—Ejem.
—¿Tienes alguna idea, consorte? —le preguntó Rafael a la
cazadora quien se encontraba de pie con los brazos cruzados y las alas
lejos del suelo, gracias al entrenamiento de Galen, por supuesto, Elena
diría que su maestro de armas habría vencido su hábito, pero el
resultado final era que tenía la postura de un guerrero.
Sus labios se crisparon ante su título formal. —Me hallaba a
punto de sugerir que dijéramos la verdad.
La expresión de Dmitri era distintivamente sardónica. —La Torre
no comparte sus preocupaciones.
Rodando los ojos, Elena se paseó dentro de la habitación para
detenerse con las manos en las caderas al lado de Rafael. —No estaba
sugiriendo que comenzáramos a hacer una transmisión diaria de La
Torre. Pero, ¿qué hay de malo en señalar que nuestros enemigos están
tratando de utilizar técnicas clandestinas para alterar la ciudad?
Rafael había cambiado con el tiempo. A diferencia de muchos de
los ángeles de más edad, no veía por debajo de la nariz el mundo
moderno, creyendo que lo antiguo era mejor. Su Torre se encontraba
completamente integrada con tecnología actual, con Illium a cargo de
asegurar que continuara sin interrupción. El ángel de alas azules se
sentía fascinado con el ingenio, tanto mortal como inmortal, y tenía el
tipo de mente ágil que podía procesar rápidamente los nuevos
conceptos.
Así que Rafael no se encontraba atascado en la “edad de piedra”,
como Illium escuchó murmurar de otros ciertos vampiros y ángeles. Sin
embargo, había creído que los mortales se encontraban más seguros en
su ignorancia de los sangrientos detalles del mundo inmortal. No se
perdió la ironía del hecho de que se encontraba en la misma habitación
con dos antiguos mortales, uno su corazón, el otro su amigo más
cercano.
Tampoco era pura verdad que los mortales no podían jugar en su
mundo.
242 familia,Laelamistad de Dmitri con Rafael le había costado su querida
vampiro pasó un millón de años en el purgatorio. Elena se
había roto la espalda cuando Rafael la introdujo en un problema
inmortal, su cuerpo ensangrentado, destrozado como el de una muñeca
en sus brazos. Sin el beso de la inmortalidad, la luz de la cazadora se
habría extinguido ese violento día sobre Manhattan cuando él peleó con
Uram. —Los humanos —dijo—, no pueden acostumbrarse a exigir una
respuesta de La Torre y conseguirla.
Los ojos de Elena, el gris rodeado por un luminoso borde de plata
que susurraba su creciente inmortalidad, permanecían abiertos, sin
sombras, cuando encontraron los de él. —Lo sé.
Ambos estuvieron negociando sus puntos de vista, el corazón
mortal de ella contra la mente inmortal de él, desde el día que se
conocieron, pero ya no era una batalla campal. —Entonces, ¿por qué
sugieres una respuesta? —preguntó, consciente de que la habilidad de
su consorte de comprender a las personas de esta ciudad era a menudo
mejor que la suya.
—Porque puede funcionar si lo hacemos bien. —Ella golpeteó su
pie, su frente arrugándose en un ceño—. Digo que Dmitri llame a un
par de reporteros que estuvieran alrededor durante la batalla, aquellos
que arriesgaron sus vidas para cubrirla, y quienes, de paso, hicieron
que La Torre se viera malditamente bien.
Dmitri asintió lentamente. —Tendré una tranquila conversación
con ellos, llevándolos al círculo interior, formando la historia como lo
deseemos.
—No sé si la manipulación sea necesaria —contraatacó Elena—.
La ciudad está de nuestro lado. Dales una señal de que La Torre sabe
eso, es todo. Las personas solo quieren sentirse incluidas, sentirse
como si tuvieran que jugar una parte.
—Inténtalo —le dijo Rafael a Dmitri—. La Cascada traerá muchas
más decisiones de este tipo en nuestro camino, por lo que debemos
comenzar a establecer lo que funciona.
Una hora después, la noticia de que la mujer torturada que fue
encontrada en Central Park fue víctima de un cobarde intento de sus
enemigos para alterar la recuperación de la ciudad, golpeó las redes.
Mientras que nadie de La Torre apareció para confirmar los reportes, la
Legión hizo un sobrevuelo impresionante a través de toda la ciudad esa
noche, acompañada de dos escuadrones completos dirigidos por Illium.
Media hora después de eso, el segundo de Rafael le dijo que el
humor en los medios de comunicación pasó de miedo a orgullosa
indignación. —Nadie tiene las agallas para enfrentarnos —dijo Dmitri,
leyendo un comentario en un artículo—. Eso encapsula la dirección de
la conversación. —Alejando su teléfono, se acercó a Rafael al borde de
un alto balcón de La Torre—. Elena tenía razón.
243 —Allí, Dmitri, no te derretiste al admitir eso.
Su segundo se rió y el sonido era uno que comenzaba a sonar
nuevamente familiar después de mil años de silencio. No solo era su
ciudad la que se encontraba sanando, pensó Rafael, sus ojos atrapando
la luz refractada que traicionaba la presencia de Aodhan en el cielo; sus
personas lo hacían, también. Y todo eso había comenzado con un único,
vulnerable mortal que no aceptó que ser un arcángel fuera siempre
tener la razón.
35 Traducido por Nikky & Vani
Corregido por Mary

Janvier no durmió durante las diez horas en las que Ash estuvo
fuera, inmóvil y tan consumido por su mente que su vida era una
sombra silenciosa. Finalmente se movió mientras la ciudad despertaba,
los rascacielos envueltos en niebla y cubiertos con una ligera capa de
nieve que él vió caer una hora antes a través de las puertas corredizas
de su habitación.
Estirándose contra él, hizo un sonido en la parte posterior de su
garganta. Imaginó que fue su nombre, sabía que se estaba engañando a
sí mismo. Pero entonces se giró para acariciar su garganta. —Sabía que
eras tú, cher. —Una tranquila y adormilada declaración.
Janvier quería sonreír, molestarla con deleite acerca de su
244 nombre siendo la primera palabra en sus labios, pero no pudo detener
el temblor convulsivo que sacudió su cuerpo, entrelazando sus brazos a
su alrededor.
—Shh. —Contoneándose hasta que puedo conseguir ambos
brazos alrededor de su cuello, Ash lo retuvo en un doloroso agarre que
aún no era lo suficientemente apretado para él—. Lo siento —dijo,
frotando su mejilla contra la áspera suya—. No sabía que iba a suceder.
No podía hablar, la mano que lo estranguló durante las últimas
diez insoportables horas lentamente empezó a soltarse de su severo
agarre.
Ash continuó murmurando disculpas, presionando suaves e
inesperados besos a lo largo de su sien y mandíbula. —Mujhe maaf
kardo na, cher.
La privada e íntima mezcla de idioma, que rompió a través del
helado miedo, alivió el estrangulamiento, su respiración ya no afiladas
rocas en sus pulmones. Moviéndose para prepararse a sí mismo a una
batalla, metió la mano en su cabello. —¿Que te dije sobre las disculpas?
Nunca olvidaría esas diez horas interminables, pero tampoco iba
a olvidar su deslumbrante sonrisa pecaminosa mientras dijo—: No voy a
dormir ahora.
Alegría desnuda en su sangre, la levantó por encima de él, su
cabello suelto creando una cortina de seda negra alrededor de sus
rostros mientras se bebían mutuamente. —No estaba buscándote.
—¿Estás pensando en devolverme?
—Nunca.
La palabra empatía era mejor que cualquier declaración de flores
de amor.
Descendiendo, apoyó su cabeza sobre su corazón, sin disputar su
derecho al pasar sus dedos por su cabello. —No puedo recordar qué dije
en el hospital. ¿Te conté sobre los maníes?
—Intentaste decir algo, pero no completaste tu oración.
—Maldición. —Se alzó de golpe en una posición sentada—. Lilli
me di... —una pausa, su voz entrecortada y sus tensos puños pálidos
mientras dijo—: Ese era su nombre. Lilli Ying.
—No lo olvidare. —No podía apartar la agonía de su regalo, pero él
podría ayudarla a llevar los nombres de los perdidos—. ¿Qué dijo Lilli?
—Que podía oler maníes durante su cautiverio y que el lugar
donde estuvo detenida era uno grande.
Sofocando su necesidad de seguir abrazándola, Janvier agarró su
teléfono. —Tendré a los equipos informáticos en la creación de una lista
de posibles ubicaciones.
—Bien. —Empujó sus dedos por su pelo, quitándolo de su
rostro—. Actualizaré a Sara, luego me ducharé.
245 La vio balanceándose fuera de la cama, sacudiéndose en sus pies.
Estuvo a su lado con la velocidad vampírica, pero le tendió la mano. —
Dame un segundo.
Estirándose cuidadosamente, dijo—: Estoy un poco mareada,
pero me he sentido así antes. Un montón de líquidos, un poco de
proteína, y estaré bien. —Sombras oscurecieron su expresión—. Es
Felicity quien necesita nuestra ayuda. Lilli se ha ido, pero no creo que
Felicity lo esté. —Se froto un puño sobre su corazón, sus ojos charcos
de sombra que veían otro reino—. Tenemos que hacerle justicia, darle
paz.

***

Le tomo a Janvier algunos minutos ducharse y cambiarse de ropa


limpia después de que llegaran a su apartamento de La Torre. Sin
embargo, decidida a esperarlo ya que no había habido ninguna palabra
de los equipos informáticos, Ashwini asimiló la impresionante vista de
la ciudad a través del alcance de las ventanas de suelo al techo de su
sala.
Asombro se desplegó en ella cuando capturó un vistazo de un
ángel deslizándose a centímetros de las ventanas, sus alas extendidas
en toda su amplitud. Esas alas eran tan brillantes como para hacerle
daño a sus ojos, espolvoreando polvo de diamante en cada filamento.
Aodhan.
No importa cuanta oscuridad vio en el mundo inmortal, no había
duda del esplendor del vuelo angelical, la belleza física de los ángeles
era menos interesante para ella que su habilidad y gracia en el aire.
Aodhan dobló fuera de vista en el mismo instante en que Janvier salió
de su dormitorio, cabello húmedo y mandíbula afeitada. Ambos
teléfonos vibraron en ese momento, los equipos informáticos habían
compilado una lista preliminar.
Tomando una botella de sangre de la nevera, Janvier la llevó
hasta el piso dedicado a la tecnología de La Torre.
—¿Por qué estas bebiendo sangre económica? —preguntó con una
risa después de ver la etiqueta: Sangre más económica.
Le lanzó una mirada amenazadora. —Sabes por qué.
—¿Adulando a la consorte del jefe? —Ashwini puso su rostro en
líneas de fingida decepción—. Pensé mejor de ti.
—Muy graciosa. Estoy siendo servicial. —Ceñudo, bebió la mitad
de la botella—. Ninguno de nosotros quiere arriesgarse a que el primer
negocio de Elena se vaya a pique. Y de todos modos —dijo un poco a la
defensiva—, esta es una botella de su línea Premium.
246 —Correcto. —Encantada con la idea de todos estos duros
vampiros de La Torre lanzando su peso detrás de una principiante
cafetería de sangre, se levantó de puntillas y presionó sus labios contra
su mandíbula. Su arrasadora sonrisa fue su recompensa... y si
encendió la vela de culpa dentro de ella, la apagó con la misma rapidez.
A toda velocidad. Esa fue la promesa que se habían hecho, y era
una promesa que ella mantendría. Vivir el día a día, por él, y no siempre
anticipando el horrible deterioro que aguardaba en su futuro.
Entraron en el centro de tecnología segundos más tarde. Los
técnicos del Gremio ya estaban conectados, los dos equipos habiendo
trabajado juntos para crear la lista de ubicaciones. Illium y Dmitri
estaban en una mesa de vidrio grande en el centro y les hizo señas. —
He hablado con la directora del Gremio —dijo Dmitri cuando llegaron a
la mesa—. Está armando equipos que ayudaran a los nuestros en la
limpieza de las posibles ubicaciones.
—Tenemos diez hasta ahora. —Illium señaló las X en el mapa
sobre la mesa—. Seis de ellas son periféricas, ya sea porque el olor se
habría desvanecido hace mucho tiempo o debido a su distancia de la
ciudad. Lugares como teatros de cine cerrados y antiguas fábricas.
—Si tienes razón sobre el autor siendo arrogante y engreído —dijo
Janvier a Ashwini—, y creo que es así, entonces él querría un lugar que
pudiera controlar. Su castillo.
—Algo apropiado para su riqueza y su imagen de sí mismo. —
Ashwini no podía verlo estando satisfecho con un viejo teatro rancio y
una fábrica menos, habría mejorado su interior—. ¿Algún indicio de que
uno de los seis fue renovado en cualquier momento en los últimos cinco
años? —preguntó ella, sabiendo que tenían que lanzar una amplia red,
era imposible saber cuánto tiempo el bastardo estuvo haciendo esto.
Incluso cinco años podrían ser una ventana demasiado pequeña, pero
tenían que comenzar en alguna parte.
Illium les dijo a los expertos en informática para ver que podrían
desenterrar al respecto, luego se trasladaron a las cuatro propiedades
restantes.
—Este de aquí —dijo, señalando a una X en Harlem, sus alas
abrazadas con fuerza a su espalda en una sorprendente caída de
color—, era un restaurante que cerró sus puertas hace tres meses.
—Su truco —continuó Dmitri—, era darle a todos los clientes un
bote miniatura de mantequilla de maní hecha a mano gratis.
Ashwini recordaba el lugar, había ido una vez con Demarco. La
comida era terrible. Incluso la mantequilla de maní no pudo salvarla. —
Tres meses es una ventana demasiado pequeña a menos que el abuso
comenzara en otro lugar.
—¿Qué pasa con estos dos? —Janvier presionó sus dedos en X

247 idénticas no lejos del puerto donde Rafael había condenado y hundido
un barco lleno de renacidos de Lijuan.
—Almacenes con el mismo dueño. —Los ojos dorados de Illium
brillaron—. Giorgio.
La piel de Ashwini cosquilleó, pero sabía que no podían apresurar
la sentencia. Muchos de los inmortales mayores disfrutaron del placer
que era perverso para cualquier otra persona que poseía una pizca de
humanidad. Pero los pelos estaban subiendo en la parte posterior de su
cuello, la imagen "perfecta" de la fachada y centro del harén lava
cerebros de Giorgio. El hombre era un maestro de la manipulación.
Suficiente para embaucar mujeres vulnerables quienes querían
creer en la esperanza.
—Los almacenes están en uso activo —agregó Dmitri—, pero las
búsquedas en la computadora pescaron un interesante hecho, están
constantemente solo utilizando la mitad de su capacidad.
Ashwini se cruzó de brazos. —¿Así que uno podría estar vacío?
—O uno está en pleno uso, el segundo sólo utilizado lo suficiente
para encubrir otros movimientos de entrada y salida —señaló Janvier—.
El espacio extra se podría haber hecho en una grotesca "sala de juegos".
Hizo un tipo feo de sentido. ¿Por qué arriesgarse ocultando a las
mujeres en una zona residencial cuando el distrito de almacenes y
puerto tenía suficiente ruido constante para encubrir cualquier grito
durante el día? En cuanto a la noche, aparte de la escasa guardia de
seguridad, el área estaría abandonada. Giorgio podría haber rediseñado
el interior o parte de él a sus estándares antes de trasladar a sus
prisioneras.
Una presión perfecta dentro, relativamente a corta distancia de su
residencia en el Barrio Vampiro.
—¿Importa nueces o elementos que tengan el olor? —preguntó
Janvier, la tensión en sus hombros diciéndole que sus instintos
gritaban exactamente las mismas cosas que los suyos.
—Sí. —Dmitri sacó una lista de embarque en una libreta,
entregándosela—. No es el único que importa dichas mercancías, pero
los otros embarques se encuentran en almacenes compartidos entre
múltiples empresas.
—¿Y este último? —poniendo la lista de embarque sobre la mesa,
Janvier golpeó la X final.
—Una fábrica de tamaño medio que empaqueta maníes. Cerrada
hace un año y abandonada por los propietarios. —Puso sobre la mesa
de vidrio imágenes de las cuatro propiedades que Ashwini se dio cuenta
demasiado tarde que no era una simple mesa en absoluto—. La fábrica
también cuenta con espacio suficiente, por lo que tu asesino pudo
haber creado una habitación privada dentro, y Khalil era uno de los
empresarios detrás de la empresa.

248 cabeza.Janvier siseó al nombre del sádico vampiro, pero sacudió su


—Comprobemos la fábrica, pero digo que es Giorgio. Khalil es
vicioso, malo a veces, pero nunca ha sido listo.
Si, pensó ella, esa era la palabra correcta. Había una brutal
malicia en todo ello, una sensación de que el monstruo se estuvo riendo
de sus víctimas; en ese tipo de maldad encajaba Giorgio con su brillante
nueva casa, falsa cordialidad, y manada de devotos borregos. Y había
algo más, algo que ella vió y olvidado, algo importante.
Escuchó a Dmitri hablar de nuevo, mencionar que Trace encontró
un narcotraficante muerto en la misma aérea general, un hombre que
estuvo traficando Umber. Fue una coincidencia demasiado buena para
ser cierta. Pero eso no fue lo que detuvo su atención, lo que ocupó su
mente.
Felicity le estaba susurrando.
Lo que tenía que decir lo cambió todo.
—¡El reloj! —Ira violenta la atravesó, hizo temblar su voz—.
Janvier, cuando interrogamos a Giorgio, ¡el hijo de puta llevaba el reloj
que Felicity le compró! —No lo había registrado en ese momento dentro
de todo su atuendo—. Nos estaba provocando incluso entonces.
La respuesta de Janvier fue una corriente de maldición con sabor
Cajun que convirtió el aire azul.
Las cosas se movieron a velocidad rápida después de eso. Dmitri
los autorizó a utilizar toda la fuerza que fuera necesaria para traer a
Giorgio y rescatar a otros rehenes. Illium y un mezclado escuadrón
angelical/Legión proporcionarían respaldo aéreo. Mientras tanto, Dmitri
coordinaría con Sara para limpiar las otras posibles propiedades, por la
pequeña posibilidad de que Giorgio no fuera el asesino.

***
Ashwini estaba acostumbrada a trabajar sola en su mayor parte,
pero no tenía ningún problema en ser parte de un equipo.
Especialmente cuando el núcleo del equipo se componía por ella,
Janvier, y Naasir. Ellos sabían sus ritmos, podían predecir decisiones
en fracciones de segundo con una precisión casi total y hacer las
correcciones necesarias en el rumbo.
Ahora, los tres se dirigieron a los almacenes sospechosos
mientras que otra unidad limpió la casa de Giorgio. Si él estaba allí,
seguro que tenía custodia. A Ashwini no le importaba eso en este
momento, ella quería que el bastardo pague, pero su primera prioridad
era rescatar a cualquier otra mujer que él había atrapado.
Dejando el coche a cierta distancia con el fin de mantener el sigilo
—la única cosa que no querían era que Giorgio asesinara a sus víctimas
en un ataque de rabia— los tres se movían a pie. —Arriba —le dijo a dos
de sus hombres.

249 que eraSonriendo, Naasir saltó sobre una azotea con una gracia salvaje
magnética. Pero no tan convincente para sus ojos como el fluido
salto de Janvier. Ella hizo la seña para "Ir" y se dirigieron hacia
adelante. Los dos tomarían a Naasir, mientras que ella iría al suelo, y
su reserva aérea caería desde las nubes a su señal.
Ella tiró el casquillo de la bala el cual había escondido en su
cabello después de ensuciar su cara, aseguró sus gafas de sol
maltratadas y remendadas en su nariz, y se inclinó hacia delante con
las manos en los bolsillos de su abrigo negro sucio. Un joven vampiro
en la Torre había desenterrado la pieza hasta los tobillos de Dios sabe
dónde.
En sus pies estaban las irregulares zapatillas de deporte. Odiaba
estar sin sus botas, pero eran lo que más a menudo le daba los
verdaderos motivos a la gente, especialmente a los cazadores y
militares. Era algo que Saki le enseñó poco después de su admisión en
el Gremio.
Zapatos y relojes de pulsera, ahí es donde la gente mete la pata.
Así que ella se inclinó con los hombros caídos, sólo otra persona
de la calle en busca de un lugar para salir del frío, miserable y ni un
poco intimidante. Cuando llegó al primer almacén, hizo como si fuera a
ver si podía conseguir la parte posterior, y cuando eso resultó
imposible, intentó abrir la puerta, murmurando tonterías en voz baja
para el efecto.
La puerta fue abierta desde adentro, el vampiro musculoso en el
otro lado vestido con un traje azul marino estampado, su tez tan blanca
que era inquietante. —¡Cretina! —Empujó su hombro con fuerza para
dejar moretones, mientras otro cuerpo se movía en las sombras detrás
de él—. ¡Fuera! Parásito apestoso.
Dejándose tropezar y caer a la fachada de hormigón barrida de
nieve, ella le tendió su mano vestida con guantes rotos. —Lo... Lo
siento. Lo siento. No sabía que estaba ocupado.
La puerta se cerró de golpe.
Empujándose a sus pies, las manos sobre las orejas mientras se
mecía, intentó lo mismo en el siguiente almacén, esta vez más
furtivamente, dando la apariencia de que tenía miedo de ser atrapada
de nuevo. Sin respuesta esta vez, y no recogió ni siquiera un atisbo de
sonido.
Yendo con su instinto, dijo—: Primer almacén —en el diminutivo
micrófono conectado al cuello de su abrigo—. Vi dos guardias vampiros,
armados con pistolas y cuchillos, probablemente. —Recuperando la
pistola de un bolsillo de la chaqueta, el silenciador encendido, se la
llevó a una mano; las mangas del abrigo eran lo suficientemente largas
para ocultar el arma—. No he oído ni visto nada que sugiera un
contingente más grande, pero podría haber más en la parte posterior.

250 Escucharé.
La voz de Naasir llegó a través del auricular en su oreja. —
—Un minuto más tarde—. Escucho una risa masculina,
movimiento, pero es pequeña. No más de dos o tres.
Otra voz siguió la de Naasir. —Giorgio —dijo Dmitri—, no está en
su casa o en cualquiera de sus lugares conocidos. Sus pasos están
contados salvo por la llamada de Brooke. Ella se fue con él alrededor de
las tres de la mañana.
La sangre de Ashwini salía caliente. Había una buena posibilidad
de que el hijo de puta estuviera dentro del almacén y que
probablemente tuviera a Brooke con él. Ella no sólo empañó su nombre,
sino sus acciones habían llamado la atención de la Torre; lo que puede
haber sido suficiente para hacer que Giorgio rompa el patrón y ataque a
una mujer que podría estar ligada a él.
—Danos un minuto —le dijo a Dmitri e Illium, luego señaló a
Janvier y Naasir.
Tranquilos como fantasmas, los dos hombres susurraban a través
del techo para saltar hacia abajo detrás del depósito, mientras ella
acomodaba su camino de regreso a la parte delantera. Dudando y
murmurando para darles suficiente tiempo para ponerse en posición,
desabrochó su abrigo para exponer la fina camiseta que llevaba debajo
antes de llamar a la puerta.
36 Traducido por Mire
Corregido por Marie.Ang

Fue abierto por el mismo vampiro que la empujó al suelo.


—¿Todavía estás aquí? —gruñó—. ¡Te dije que te largues! —Sus
colmillos brillaban en la luz del sol—. ¿O quieres que me ponga sucio?
Un cruel perro guardián, decidió, que haría cualquier cosa por
dinero. —Me preguntaba —dijo ella, imitando los movimientos idiotas e
irregulares de un drogadicto. Nadie por lo que preocuparse. Nadie
importante. Nadie que sería extrañado—. ¿Tienes, como, un dólar? —
Uno idiota que hizo que la mitad de su abrigo cayera de su hombro,
llevando la atención a su cuerpo—. ¿Para un café?
Sus ojos brillaban de rojo, cayendo a sus pechos. —Creo que
podemos llegar a un acuerdo.
251 Él se estaba acercando para magullar sus pechos cuando se oyó
un grito desde el interior del almacén. Cuando él se giró, Ashwini le
disparó directamente en la sien. Cayó al suelo con un golpe que rompía
huesos, pero sin morir, sus hombros y piernas retorciéndose y espuma
sangrienta reuniéndose en las comisuras de su boca.
Antes de que pusiera otra bala en el punto preciso en su
columna, que lo paralizaría el tiempo suficiente para acabar esto, miró
en el interior para encontrar a Naasir y Janvier solo a unos metros de
distancia. Al parecer, los guardias se encontraban jugando póker en
una mesa cerca de la entrada. Naasir rasgó la garganta de un segundo
guardia con insólito cuidado. El hombre se encontraba seriamente
dañado, pero sobreviviría para enfrentar la justicia de la Torre. Janvier,
por otro lado, tenía a un sudoroso vampiro de rodillas, una de sus
kukris sostenida en la garganta del hombre de piel oscura.
Ya que solo necesitaban a uno consciente y capaz de hablar, puso
la bala en la columna del primer vampiro, luego contactó a Illium. —
Tenemos esto bajo control —dijo, dando un paso sobre el cuerpo del
guardia para dirigirse hacia Janvier—. Creo que tu escuadrón debería
verificar el segundo almacén antes de unirse a nosotros.
—Considéralo hecho.
Frente a ella, Janvier arrastró a su cautivo a sus pies y alejó su
cuchilla. —¿Ves a Naasir allí? Está hambriento. No corras a menos que
quieras que él te persiga.
Naasir amablemente sonrió su más feroz sonrisa.
El blanco de sus ojos mostrándose, el guardia asintió.
Juntos, los tres y su cautivo se movieron más dentro en el
almacén a través del pasillo libre en el centro, estanterías y cajas a cada
lado. Bastante normal. Hasta que llegaron al centro.
A la izquierda había más mercancía, incluyendo varias cajas
grandes situadas a poca distancia de donde terminaba la estantería. Sin
embargo, a la derecha la estantería continuaba sin interrupción, pero
las mercancías se encontraban a solo unos pocos metros de
profundidad. Más allá de unas cortinas transparentes flotantes, Naasir
las despedazó para revelar una alfombra de felpa negra.
En la alfombra se hallaba una cama con dosel con sábanas de
satén arrugadas. Se hallaba equipada con correas de cuero, así como
las pesadas cortinas damasco negro-sobre-negro que fueron atadas a
los lados con cuerdas de oro brillante que terminaban en borlas. Dos
grandes sillones tapizados en una tela rojo oscuro se encontraban
cerca, en un ángulo que proporcionaría a los ocupantes una vista
ininterrumpida de la cama.
Uno de esos sillones tenía un significativo respaldar para
acomodar alas.
Al lado de cada uno se ubicaba una maravillosa mesa redonda de
252 madera hecha a mano grabada con diseños en oro, sus patas curvadas.
Furia quemó en su sangre, Ashwini se acercó a la cama, tocó las
sábanas. Frías. Pero aunque no podía verla contra el satén negro, podía
oler la sangre, sentir la ligera viscosidad de ella contra sus dedos.
Girando para enfrentar al guardia, dijo—: ¿Dónde están las mujeres?
Cuando el hombre se negó a hablar, Janvier lo empujó de nuevo a
sus rodillas y tuvo el kukri en su garganta antes de que el guardia
tuviera tiempo siquiera de respirar.
—Vaya —dijo Janvier, gotas de rojo oscuro empezaron a formarse
en el cuello del sudoroso vampiro—. Estoy un poco tembloroso hoy. —
Su sonrisa era tan fría, que habría estado sorprendida que viniera de él
si no hubiera sabido lo mucho que odiaba a los hombres que lastiman a
las mujeres.
Ashwini sabía que las víctimas tenían que estar aquí, pero el
almacén era enorme. Grueso con sombras, tenía estanterías lo
suficientemente grandes para contener jaulas de tamaño humano y
podría tomar considerable tiempo buscar. A juzgar por las sábanas
manchadas de sangre en la cama, una mujer podría morir en el
intermedio.
—¿Dónde están, pedazo de mierda? —Se acercó para estrellar la
boca del cañón de la pistola en la sien del guardia mientras alas de azul
plateado aparecieron en su visión periférica—. Habla.
—Yo haría lo que dice. —Janvier arrastró las palabras sin quitar
la cuchilla de la garganta del hombre—. Ella puede ser de gatillo fácil.
—Estoy más asustado de él que de ustedes —dijo el guardia a
través de su cobarde estremecimiento.
Ashwini pensó que ellos podían cambiar eso, su estado actual sin
misericordia, pero Naasir de repente se congeló, sus fosas nasales
dilatadas. —Las tengo. —Se fue en la dirección donde ella notó las
grandes cajas de madera.
No, pensó y corrió.
Janvier corrió a su lado, dejando al farfullante guardia a Illium. —
¡Ash!
Girando la mitad sin disminuir su velocidad, cogió la palanca que
Janvier pareció haber recogido de las vacías estanterías finales —y
mayormente vacías— a la izquierda. Él agarró un martillo que se
encontraba allí después de tirarle la palanca.
Naasir ya usaba sus garras para arrancar los listones de una
caja, su fuerza feroz. Ella fue a una segunda, mientras que Janvier
tomaba una tercera. Tres de la Legión llegaron dos segundos más tarde
y se unieron.
Ashwini esperaba con cada aliento que Naasir se equivocara, que iban a
encontrar nada más interesante que recuerdos cursis, pero podía oler lo
253 que Lilli, entendiendo ahora por qué el olor tuvo una impresión tan
fuerte en la mujer torturada. —Estas cajas son utilizadas para contener
manís —dijo, usando la palanca para arrancar un listón.
Naasir gruñó en voz alta lo suficiente para parar cada pelo
diminuto en su cuerpo y, echando a un lado un listón, cogió a una
mujer demacrada de la caja que él destruyó. Empujándola en los brazos
de uno de la Legión, dijo—: ¡Vuela! —Cada miembro del equipo fue
informado en cuanto a dónde llevar a cualquier herida que podrían
encontrar.
Ashwini se dio cuenta que su caja no se hallaba vacía ahora y
renovó sus esfuerzos, Naasir viniendo a ayudar. Tomó otro insoportable
medio segundo para quitar los listones lo suficientemente como para
que pudiera ver a la mujer. Presionando sus dedos contra la garganta
de la víctima, Ashwini oró por un pulso. Nada. No, espera. Allí. Un
aleteo leve. —¡Está viva! —gritó al mismo tiempo que Janvier gritaba lo
mismo.
Naasir levantó a la mujer a la vez que la víctima que Janvier
descubrió comenzó a gritar, agudo y penetrante. Ashwini corrió,
adivinando que el ver a un hombre fue lo que la hizo explotar. Janvier
salió fuera de la vista al mismo tiempo.
El shock de reconocimiento fue instantáneo. —Está bien —le dijo
a Brooke—. Estás a salvo. —El cuerpo desnudo magullado y
ensangrentado, uno de sus ojos hinchados a medio cerrar y su labio
partido, la mujer de cabello castaño rojizo, no obstante, todavía se
encontraba completa—. Te llevaremos a un hospital.
Brooke ya se desvanecía, sus ojos vidriosos por la conmoción y el
rostro pálido, pero luchó para hablar. —Giorgio... lastimó...
—Vamos a atraparlo —prometió Ashwini—. Conserva tu fuerza.
Ignorando las palabras, Brooke forzó a salir—: M-monstruo m-
miró...
Luces de sirenas en la puerta.
—¡Janvier! —llamó Ashwini—. Ayúdame a llevarla a la
ambulancia. —Podría haberla acarreado sobre su hombro pero eso
podía agravar las lesiones internas que Brooke hubiera sufrido, y con la
mujer herida habiendo perdido su batalla contra la inconciencia, no
estaría traumatizada por el contacto con un hombre.
Janvier levantó a Brooke en sus brazos con mayor suavidad. —La
tengo, cher.
Sabiendo que tendría cuidado con ella, Ashwini volvió para
asegurarse de que todas las cajas fueran abiertas y no hubiera más
víctimas.
Cuando Janvier regresó, él, Ashwini, Naasir e Illium compararon
notas. Brooke no era la única que se hallaba consciente. La chica que
254 Naasir rescató primero también se las arregló para hablar.
—“Monstruo” —repitió Naasir, sus ojos brillaban con tanta
violencia en la semioscuridad de la bodega que Ashwini se dio cuenta de
que eran en realidad relucientes... como los de un tigre—. Se mantenía
diciendo “monstruo”. Pensé que se confundió, hablando sobre mí.
—El segundo sillón. —Ashwini señaló—. Tenía un respaldar
modificado para alas.
—Un compañero angelical puede explicar la desecación —dijo
Illium, le dio una sonrisa—. La aparición de nuevas habilidades entre
nuestra especie no siempre se telegrafiaron previamente.
—Repasemos este almacén centímetro a centímetro. —La voz de
Janvier perdió su ritmo lánguido, volviéndose dura, despiadada—. Las
plumas en la casa de Giorgio podrían pertenecer a los inocentes
angelicales invitados, pero cualquier cosa aquí es casi seguro que le
pertenece a su compañero.
Sin perder tiempo, se dirigieron a un extremo del depósito para
formar una línea horizontal a través del enorme espacio con otros del
escuadrón. No los luchadores de la Legión, sin embargo —de acuerdo a
lo que Ashwini recogió de hablar con el personal de la Torre, mientras
que la Legión eran expertos en el aire, no eran muy buenos en tareas
delicadas. Todavía no.
Usando antorchas de alta potencia traídas por la Legión para
iluminar zonas oscuras y pasillos entre las estanterías, la línea se
hallaba casi hasta el otro extremo de la bodega cuando Janvier pidió
que se detuvieran.
Situada a solo un par de metros a su izquierda, Ashwini lo vio
agacharse y recoger algo del suelo. —Pluma —dijo, una feroz exultación
en su tono—. Roja.
¿Roja?
Por lo que sabía, no existían ángeles de alas rojas en la ciudad,
pero no era ninguna experta. Muchos ángeles también tenían delicada
marcas —y uno podría tener pequeñas plumas rojas en la curva interna
de un ala, por ejemplo. —¿La reconoces? —Los colores angelicales
tendían a ser muy distintivos. Nadie en Nueva York podría confundir
una de Illium con una de Rafael, o una de Jason por una de Aodhan.
—No. —Janvier se puso de pie, le entregó la pluma a Illium—.
¿Sabes quién es?
La expresión de Illium era fría. —Hay dos opciones que tienen
sentido.
—El rojo —dijo Naasir, un gruñido en su voz—, es inusual entre
los ángeles. —Sus ojos se encontraron con los de Illium—. Xi y
Cornelius.
La mente de Ashwini se llenó con una imagen de las alas gris con
rayas rojo vivo, su piel erizándose. —¿No fue Xi…
255 —…uno de los generales de Lijuan? —completó Illium—. Sí.
Naasir volvió a hablar. —No es el más antiguo o el más fuerte,
pero era favorecido debido a su inteligencia.
—Cornelius —agregó Illium—, es un general de menor rango. Sus
alas son una pesada crema en su mayor parte a excepción de un
puñado de rojo en la parte superior de sus arcos.
—¡Illium!
Volviéndose hacia la puerta, Ashwini vio un delgado vampiro de
pelo negro con una bufanda alrededor de su cuello caminando hacia
ellos. Debió llegar a la zona después de ellos, se dio cuenta que Janvier
lo presentó como Trace.
Su voz era ronca cuando dijo—: Tuve una corazonada, con
Giorgio siendo entrenado científicamente. Hurgué en el otro almacén. —
Trace abrió su palma. En ella se hallaba una bolsa de plástico pequeña
con unos pocos gránulos cristalinos de color marrón rojizo.
Ashwini lo reconoció por la descripción de Janvier de la nueva
droga diseñada para vampiros que fue el motivo del horrible asesinato
de Lacey.
—¿Es el suministro o la creación? —preguntó Illium después de
tomar la bolsa.
—Creación. Hay herramientas. Nada complicado, pero lo
suficiente. —Trace miró a su alrededor—. Giorgio debió separar su
operación de drogas de sus juegos sádicos —absoluto disgusto en su
voz—, porque el otro almacén ya tenía la configuración correcta para
ello.
—Ve si puedes descubrir algo más sobre los orígenes de la droga
—dijo Illium, su mirada dirigiéndose a los cuatro—. Le alertaré a Rafael
que parece que Cornelius o Xi de alguna manera se las arreglaron para
permanecer detrás de la ciudad, o volver a ella después de que el resto
de las fuerzas de Lijuan se retiró.
El ángel técnicamente no podía darle a Ashwini una orden, pero
esta era una con la que ella no tenía ningún argumento. Sin embargo,
primero terminaron de revisar el almacén. Ashwini encontró otra
pequeña pluma roja, esta con una punta de rica crema. Xi, recordó, no
tenía crema en sus alas. Aun así, volvió a verificarlo con Naasir y
Janvier, y recibió la misma respuesta.
Eso estrechaba su objetivo a un solo ángel: Cornelius.
—Ellos fueron cuidadosos —dijo Janvier, su mano tocando su
espalda baja—. Debe haber recogido las plumas más grandes.
—No. —Se quedó mirando a la pequeña pluma mientras Naasir
contactaba a Illium con la información actualizada—. No tenían

256 ninguna razón para tener cuidado… Giorgio se encontraba tan seguro
de que no podría ser rastreado que utilizó un almacén bajo su propio
nombre. Hay algo mal con esta pluma. —Sosteniéndola, la acunó
cuidadosamente en la palma de su mano, caminó afuera hacia la luz—.
¿Lo ves?
Primero Janvier examinó la pluma, luego Naasir. Incluso Trace.
Nadie podía ver nada malo, y cuando la miró en sus manos, tampoco
pudo. Pero tan pronto como la tomó, lo sintió de nuevo, lo incorrecto. —
Entonces, hay algo malo con Cornelius —dijo, su piel hormigueando—.
Muy, muy malo.
Deslizando la inquietante cosa en su bolsillo, después de hurgar
allí por algo que actuara como una bolsa y encontrando una arrugada
funda de plástico que una vez guardó pañitos, caminó con los hombres
hacia el otro almacén.
Era idéntico al primero en tamaño y forma, pero la iluminación
era mucho mejor, la mayor parte del espacio lleno de lo que parecía ser
mercancías normales. Abrieron algunas cajas para estar seguros, y
encontraron el tipo de cosas que un hombre que suministraba al
mercado de lujo podía adquirir —especias exóticas, antigüedades, ricos
rollos de seda.
Sin embargo, el lateral derecho del almacén se seccionaba en su
propia habitación con una sola ventana pequeña. Decía Oficina en la
puerta, y a primera vista era lo que parecía ser. Altos archivadores, un
escritorio, facturas, un teléfono. Había incluso un pequeño lavabo
detrás de los archivadores, así como una estufa de campamento.
Fue bajo ese lavabo que Trace encontró una caja de plástico
transparente que contenía un recipiente de acero, una jeringa sucia,
una pequeña cuchara, y lo que parecía ser un montón de cristales de
azúcar ordinarios junto a más bolsas con cierre. Poniendo todo en el
lavabo, Trace dijo—: O el jefe que dirigía este almacén no era consciente
de las actividades de su amo o era el cocinero.
››La bolsa que encontré estaba aplastada debajo del tazón, debe
haberse olvidado cuando se hizo el último lote. —Sostuvo la jeringa en
alto para mostrarles el residuo de color marrón en el interior antes de
volver a bajarla—. Con toda honestidad, no estoy seguro de cómo o qué
hacían, pero creo que debieron necesitar agua y la estufa. Las materias
primas reales en ninguna parte se evidencian.
Naasir olfateó el aire. —Huelo sangre.
Con el ceño fruncido, Ashwini, Janvier, y Trace se esparcieron,
buscando alguna evidencia que alguien haya sido retenido o lastimado
aquí. —No veo nada de sangre —dijo ella—. ¿Janvier?
—Nada.
La respuesta de Trace fue la misma.
Naasir olfateó el aire otra vez, caminando cada vez más y más
257 cerca del lavabo hasta que tuvo su nariz en el tazón. —Sangre —dijo
definitivamente—. Sangre fuerte. Sangre de ángel.
—¿Hicieron una droga de la sangre de un ángel? —Ashwini se
quedó mirando a la salvaje mirada plateada de Naasir.
37 Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Eli Mirced

—Sí. —Naasir olfateó de nuevo, sus ojos repasando la superficie—


. Esta sangre está mal —susurró, apartándose de la taza—. Mala para
beber. —Se giró hacia Ashwini—. Muéstrame de nuevo la pluma.
Sacándola de su bolsillo, le quitó la funda de plástico. Naasir no
la tomó, simplemente puso la mano debajo de ella y bajó la nariz a la
pluma. El líquido de plata de su cabello se deslizó hacia delante
rozando su piel. —Sí —dijo, levantándose en toda su estatura—. Tenías
razón, la pluma huele mal, demasiado, pero es mucho más sutil.
Ashwini la guardó en el bolsillo. —¿No hay duda de que es el
mismo ángel?
—Ninguna.
258 El profundo color verde oscuro de los ojos de Trace, brilló. —Eso
explica por qué Umber es tan exclusivo, incluso un ángel no puede
donar sangre cada día sin consecuencias.
—También —dijo Janvier—, confirma el porqué de la droga.
—Un veneno. —Las características de Naasir se establecieron en
líneas pensativas, su naturaleza salvaje tomando un asiento trasero—.
El objetivo fue siempre matar o causar sed de sangre.
—Sí. —Trace miró la pared, su mente trabajando con claridad—.
O añadieron algo a la sangre o la sangre del ángel es veneno. Teniendo
en cuenta lo que dijiste sobre la pluma, mi apuesta es la última.
Eso dejaba la pregunta de cómo la sangre fue envenenada en
primer lugar, pero si su hombre era Cornelius, bueno, él era el
protegido de Lijuan, y el Arcángel de China había creado un infeccioso
renacido. No es una exageración decir que uno de sus secuaces no fue
"bendecido" con cortesía de sangre venenosa de su diosa.
—¿Se puede rastrear el olor? —preguntó ella.
—Sí —dijo Naasir—. Pero no hay rastro fresco allí afuera. La nieve
ha enterrado a lo que había allí. Vamos a tener que limitar la ubicación.
—Podemos comenzar en la casa de Giorgio —dijo Janvier—. Ash,
Naasir y yo podemos hacer eso. Trace, ¿puedes llevar esto a La Torre —
señaló tomando la droga parafernalia— y probarlo?
—Tendré que ponerla en un procedimiento acelerado.
Dejando al vampiro en el almacén, una serie de la Legión en
guardia sobre las propiedades, los tres fueron directamente al conjunto
residencial de vampiro de Giorgio. Permitido por los guardias que Dmitri
dejó en la puerta, decidieron comenzar en la parte superior y seguir
abajo. La decoración de la casa era, como había notado en su primera
visita, mucho más moderna que el terciopelo y encaje que Giorgio
favorecía sobre sí mismo y su ganado.
También era suntuosa. Trescientas sábanas de algodón egipcio,
cortinas de diseño, encimeras de granito en el baño, y accesorios
pulidos a la perfección. Ashwini encontró muchas pruebas de que las
mujeres eran bienvenidas en el dormitorio principal, en el cual había al
menos un par de bragas de encaje arrugadas.
Sin tocar las bragas y descartando las medias de costura colgadas
en el respaldo de una silla, Ashwini golpeó las paredes para comprobar
si había compartimentos ocultos. No encontró nada, y tampoco lo hizo
ninguno de los dos hombres. Naasir sacudió la cabeza cuando se
encontraron de nuevo en el pasillo de la planta baja, habiéndose
dividido durante la búsqueda de la mitad inferior de la casa. —Sin olor.
—Giorgio tiene otras propiedades. —Digitalizó la información que
llegó a través de su teléfono por parte del equipo combinado del Gremio
y La Torre—. Casas de alquiler pequeñas, acciones en un hotel…
—El perro disecado —le recordó Janvier—. Fue encontrado en el
259 barrio, por lo que nuestro ángel puede estar cómodo en esta área.
Incluso si no lo está, el barrio es el entorno de Giorgio. No puedo verlo
instalando a su invitado en algún lugar que lo llevaría demasiado lejos
de su camino.
Ashwini frunció el ceño. —Ninguno de los lugares en esta lista
están cerca del barrio.
Los tres se dirigieron al establecimiento más cercano,
independientemente, con Dmitri y Sara enviando equipos para despejar
los otros.

***

Ocho horas después de búsqueda sin resultados, Ashwini pateó el


saco de boxeo en el gimnasio de la Academia del Gremio. Ella estuvo
trabajando su frustración en la bolsa ya que la ubicación final posible
fue despejada hace cuarenta y cinco minutos, pero no estaba teniendo
mucho éxito en calmarse.
No sólo tenía un ángel con maldito rojo en sus alas desaparecido
en el aire, hasta el punto de que nadie que habían interrogado en el
Barrio recordaba haberlo visto, pero sí Giorgio, dejando atrás su ganado
desconcertado y angustiado. Todos habían parecido realmente molestos
cuando Ashwini los interrogó.
Al parecer, incluso los bastardos psicópatas tenían sus fans.
En cuanto a los guardias vampiros de la bodega, que eran las
bestias feroces que Ashwini había etiquetado; Giorgio no había confiado
en ninguno de los tres con los detalles de sus planes. Su única tarea
era vigilar la repugnante cámara de tortura aunque no estuviera en uso.
Cuando lo estaba, jugaban a ser perros guardianes fuera del almacén.
Ninguno vió la cara del ángel —por lo menos eso dijo el único que
podía hablar, el compañero de Giorgio siempre llegó cubierto con un
manto negro, sombreando sus características. El guardia dijo que
habían asumido que era otro vampiro, porque no había ninguna
indicación de las alas bajo la capa. Eso, por supuesto, debería haber
sido imposible. El guardia también admitió tomar ventaja de un cautivo
y dijo que sus socios la tuvieron, también.
Golpeando la bolsa con furia renovada, con las manos protegidas
por los guantes de boxeo, dio una fuerte patada. La bolsa se balanceó,
dejando al descubierto la forma magra del hombre que se encontraba de
pie contra la pared en el otro lado. Sujetando la bolsa utilizando sus
manos, su pecho subiendo y bajando, dijo—: ¿Cómo llegaste aquí? —no
era ni estudiante, ni instructor, ni cazador. En este momento, eran los
últimos aquí, los estudiantes se encontraban en la cena.
—Soy un maestro, cher —dijo, acercándose.

260 Ella levantó una ceja.


—Verdad. —Él levantó las manos antes de tomar la bolsa y
mantenerla firme mientras ella lanzaba un par de golpes más—. Ofrecí
mis servicios para sus estudiantes de último año.
—¿Estás jugando al cazador? —cada estudiante tenía que
completar con éxito una "cacería" antes de graduarse—. Por lo general,
uno de nosotros hace eso.
—No es que no seas genial, cariño, tortuosa Ash, pero no eres un
vampiro. Tenemos ciertos trucos.
—Tienes más que la mayoría. —No era vampiresa, pero Janvier
nunca estuvo cerca de burlarse de ella en una cacería—. ¿Cuántos te
han atrapado hasta ahora?
—Todos —dijo—. No estoy aquí para destruir su confianza, sólo
para hacerlos trabajar duro y ganar el collar, y cada uno ha hecho eso.
En ese instante, él podría haber sido cualquier cazador en la sala,
a la vez orgulloso de los estudiantes y tratando de asegurarse de que
salieran al mundo con las herramientas adecuadas para sobrevivir.
Herramientas que las víctimas de Giorgio no habían tenido. —Hemos
llegado a un punto muerto, ¿no? —dio una rápida serie de puñetazos y
patadas.
Con sus ojos verde musgo sombreados, Janvier sujetó la bolsa. —
Sí, pero todos los vampiros y ángeles en la ciudad están alerta en la
búsqueda. Ni Giorgio ni Cornelius podrán mostrar su rostro sin ser
reconocidos. Necesitarán sacarlos.
Ella sabía que él tenía razón. Aunque Giorgio tenía una tienda de
sangre, eso no duraría para siempre. Y si encontraban a Giorgio,
encontrarían al ángel. —No me gusta esperar —dijo, aunque en este
punto, no había otra opción. El genio financiero del Gremio estaba
corriendo a través de las finanzas de Giorgio con su homólogo en La
Torre; si el vampiro ocultó propiedades menores de sociedades ficticias,
los dos las encontrarán. Todas sus cuentas también se habían marcado
para enviar una alerta en caso de que intentara acceder a ellas.
Ashwini sabía que no haría ningún bien a Felicity, Lilli, y las otras
víctimas si ella no tenía la cabeza fría cuando la información llegara.
Modulando su respiración con consciente esfuerzo, se quitó los guantes.
—Tengo que ducharme —dijo ella—. Me llevarás a cenar después de
dejar mis cosas en casa.
—¿Entonces serás mi cena?
Con la piel brillante en un recordatorio de lo potente que era,
dijo—: Juega bien tus cartas y tal vez lo sea.
Su sonrisa maliciosa la siguió hasta la ducha, quitando parte de
la frustración. No todo. Nada podía hacer eso hasta que cazaran al mal
detrás de la tortura y muerte de tantas vidas jóvenes esperanzadas,

261 pero podía respirar, no podía pensar… podría recordar que ella también
tenía una vida.
A toda velocidad.
Al salir del vestuario después de la ducha, con su petate al
hombro, se encontró a Janvier charlando con Ransom. El otro cazador
se encontraba en sus muletas, pero vestido con ropa de entrenamiento
que probablemente significaba que había venido a levantar pesas, con el
pelo recogido en una trenza apretada. Sacudiéndola, ella dijo—: Linda.
—Nyree la hizo. —Una sonrisa de suficiencia.
Nunca había pensado que vería a Ransom entusiasmado por una
mujer. Era lindo. —Así que, ¿cuándo es la boda?
—No lo hemos decidido, pero no tan lejos. Me imagino que si voy
a hacer esto, lo haré. —Les dio una mirada de ella a Janvier—. Así
que…
El ceño de ella hizo que su sonrisa se ampliara. —¡Tengan una
buena cena! —gritó cuando salían, lo suficientemente fuerte como para
alertar a los demás en el gimnasio—. ¡Llámame si quieres algún consejo
sobre cómo hacer las cosas sucias, sucias en la parte trasera de una
motocicleta!
Sus compañeros de caza abuchearon y silbaron.
En vez de romperse con un rápido retroceso como hubiera hecho
antes, Ashwini giró para tirar de Janvier hacia ella con un agarre sobre
su chaqueta de cuero y reclamó su boca en un profundo beso mojado y
posesivo que puso a todo el gimnasio a gritar. Cuando lo soltó, él se veía
como si hubiera sido golpeado en la cabeza con un bate de béisbol. Ella
tomó su mano, ignoró el alboroto, y se dirigió hacia fuera.
Él no habló hasta que estuvieron en su moto y ella se montó
detrás, la lona colgada en su espalda. Luego él se inclinó hacia atrás,
con la mano en el muslo de ella. —Merci, cher.
Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello, acomodándose
sobre la motocicleta que le daba una altura extra. —Debería haberlo
hecho hace mucho tiempo. —Lo reclamó públicamente para sí misma.
—No estabas lista y este es un momento que nunca olvidaré. —
Acomodándose, le colocó el casco y se puso el suyo.
El tráfico era pesado, pero hicieron buen tiempo a pesar de eso,
gracias a la conducción de Janvier. Hubiera sido imprudente en un
hombre menos capaz. Con él, se trataba simplemente de ser
emocionante y estuvieron de vuelta en su apartamento no mucho
tiempo después, ambos excitados y riendo.
Cuando Janvier la empujó contra la pared después de que
entraron y la besó, su mano curvada alrededor de su cuello, ella
envolvió una pierna alrededor de la suya y metió las manos en su pelo,
hundiéndose en el calor y la fuerza de él. Se sentía tan bien tocar y ser
tocada, pero no era simplemente eso. Se trataba de él.

262 Su hombre.
Él la había besado con una media sonrisa, media risa en su cara
y se sentía como el sol en su sangre. Lamiendo y saboreándolo, como él
a ella, a su vez, le mordió el labio inferior. —¿Cómo lo estoy haciendo?
—Necesitas mucha práctica. —Un brillo en sus ojos—. En mí.
Insisto.
Ella lo mordió de nuevo antes de chupar el labio y chasquear la
lengua por el castigo sensual. —No te quejes si te uso, entonces. —
Volviendo al beso con una sonrisa que hacía eco de la suya, bebiendo
su sabor—. Me gusta besarte, cuddlebunny.
Sus hombros se estremecieron. Raspando sus colmillos
ligeramente sobre sus labios, deslizó sus manos hasta ahuecar su culo.
—Accedí a ser tu cuddlebunny, si cumplías con mis condiciones.
Implican caricias desnudas y sangre.
—Hecho. —Riendo, ella sólo bebió de su sonrisa, y luego se
besaron de nuevo. Sus respiraciones se acortaron, su cuerpo más duro,
más caliente. Sintiendo ardor en la piel bajo sus dedos, él se quitó la
chaqueta para dejarla caer al suelo. Ashwini pasó las manos por su
espalda, sobre el cuero de la pistolera—. Cuchillos —murmuró, besando
la mandíbula, la garganta.
Los músculos de Janvier se tensaron, sus brazos recorriendo por
encima de su espalda. Deslizando los cuchillos de la funda y luego el
golpe de las dos hojas incrustadas en las paredes a ambos lados de la
cabeza. Ella se rio en voz baja. —Estás fijando los agujeros.
—Va a ser un placer. —Se ocupó en besar su cuello mientras ella
desabrochó la correa en el pecho y empujaba la funda de sus hombros
musculosos. A veces, se olvidaba de lo fuerte que era, pero era
imposible hacer eso con él tan cerca, con sus músculos debajo de su
piel.
La funda y las demás cosas golpearon la alfombra con un ruido
sordo.
Chupándole el cuello, Janvier se apartó y cogió la pistola que
llevaba en la funda del muslo. —¿Me dispararás si toco tu arma?
—Hoy no.
Con su risa masculina, sus mejillas se arrugaron
maravillosamente. Incapaz de resistirse, tiró de él a su boca y le exigió
otro beso. Se lo dio, pero luego lo interrumpió. —No tengo intención de
recibir un disparo accidental en las joyas de la familia, cher.
—No, eso sería una vergüenza. —Ella tiró de su camiseta y deslizó
sus manos sobre las duras aristas de su abdomen.
—Eso no está ayudando. —Él gimió, pero sacó la pistola de la
funda. Asegurándose de que el seguro estaba puesto, la puso sobre la
mesa de entrada.
263 —Nuh-uh. —Se empujó contra él—. No aquí.
En lugar de quejarse, la soltó y tomó la oportunidad para quitarse
la camiseta. Para cuando llegaron a la habitación y puso la pistola en la
mesilla de noche, se había despojado de sus botas y los calcetines y
estaba trabajando en deshacer su cinturón, habiendo dejado un rastro
de artículos desechados detrás de él mientras la seguía. Su boca se hizo
agua. Dios, era sexy con el pelo todo revuelto y los labios húmedos de
sus besos, su cuerpo desnudo sólo para sus ojos.
Al tirar de la correa de sus bucles, la dejó caer al suelo.
Se acercó, puso las manos en sus caderas, luego se deslizó hacia
abajo para presionar los labios contra su ombligo, justo encima del
botón que había desabrochado de los vaqueros.
Él dijo palabras en su lengua nativa que no conocía, metió la
mano en su pelo, y se estremeció. —No puedes hacer eso, dulce. O voy a
avergonzarme a mí mismo.
Levantándose lentamente, beso a beso, se encontró con su boca.
Él la arrastró hacia su cuerpo, su erección empujando más exigente
contra su abdomen y su cuerpo calentándose más. Pasó las manos por
encima de él, amando la sensación, su olor. Olía… a Janvier. Masculino
y caliente y sólo Janvier.
Cuando se agachó y lo acarició a través de sus pantalones
vaqueros, rompió el beso para presionar su frente a la de ella, su
respiración forzada. —Ashwini. —Un susurro ronco—. No tengo las
defensas contra ti.
Seducida y excitada, bajó la cremallera, queriendo sentirlo en su
mano, darle placer como él a ella con todas sus caricias. —No estás
usando ropa interior. —Ella usó sus dientes para tirar sobre el lóbulo
de la oreja—. Debería haberlo sabido.
Agarrando la parte posterior de su cuello, la besó de nuevo
mientras ella cerraba los dedos alrededor del grueso calor de su
erección. Su polla se sentía como el hierro, pero su piel allí, era tan
delicada, tan suave. Fascinada, su propio pulso martillaba y su sangre
iba tan rápido que estaba cerca de la ignición, mientras acariciaba
suavemente hasta la punta, sintió la humedad allí. Su siguiente toque
acarició la gota de humedad en él, volviendo su cuerpo aún más rígido.
—Más fuerte. —Fue un soplo áspero contra su oído.
—No quiero hacerte daño.
Se rio entre dientes. —Hay una razón por la que el orgasmo se
llama la petite mort. —Cerrando su mano sobre la de ella, él le mostró
un ritmo tan rudo que ella nunca hubiera hecho por su cuenta. Pero ya
que él lo había pedido…
Soltó un gemido cuando ella demostró ser una alumna
aventajada, cerró su mano en el pelo, la besó, profundo, voraz y crudo.
264 Era sexo con su boca y eso revolvió sus neuronas. Sin embargo, la
mano de ella sabía qué hacer, lo hizo rápido y duro hasta que él rompió
el beso tirando hacia atrás su cabeza, los músculos y tendones
mostrándose en un marcado relieve mientras sus caderas bombearon
en el puño de sus dedos.
38 Traducido por Adriana Tate
Corregido por Meliizza

Ashwini bajó la mirada, lo observó venir por ella, y era la mayor


visión erótica que vió en su vida. Cuando sus músculos se relajaron, lo
liberó para morder su garganta, por encima de su pulso. Él se
estremeció, luego se acurró en ella, con una mano ahuecando el lado de
su rostro. Sus ojos se veían perezosos, su cuerpo lánguido mientras la
llevaba caminando hacia atrás.
Cuando la cama golpeó la parte de atrás de sus rodillas, cayó en
ella con un jadeo. —Mi mano —le murmuró al delicioso hombre encima
de ella, uno que se veía como si acababa de salir de la cama y estaba
listo para arrastrase de vuelta… con ella.
Una sonrisa que era puramente masculina. —Me encargaré de
265 ella. —Abrochándose lo suficiente para mantener sus vaqueros puestos,
se movió con la velocidad vampírica, estuvo de regreso del baño en el
tiempo que le tomó a ella inhalar, lo pegajoso en su mano era un erótico
recuerdo de su intimidad.
Usando una toalla facial mojada para limpiarlo, dejó caer la toalla
cerca del lado de la cama. —No siempre soy tan… civilizado —le dijo
después, levantando una de sus piernas y quitándole la bota y el
calcetín—. ¿Me llevarías en tu piel? —Besando su tobillo, bajó esa
pierna y tomó la otra.
Ashwini, su respiración era menos que agitada, se encontró a sí
misma observando la forma en que los músculos de su abdomen se
flexionaban y relajaban a la vez que le quitaba su otra bota y el calcetín.
Él levantó la mirada y sonriendo, se posicionó en medio de sus muslos y
se apoyó con sus palmas a cada lado suyo. Bajando en un movimiento
sin esfuerzo, con los bíceps tensos, giró su lengua sobre sus labios en
una húmeda provocación.
—Estás caliente, dulzura.
—Sí.
—Deberías quitarte tu chaqueta.
—Ese no es el tipo de calor del que estoy hablando. —Su cuerpo
se sentía como si se estuviera derritiendo desde adentro hacia afuera,
como si sus huesos fueran de miel. Sin embargo, cuando él se echó
hacia atrás en una posición erguida de nuevo, ella se sentó y se sacó la
chaqueta, así como también el fino suéter que se puso directamente
sobre su sujetador.
Janvier se movió con esa peligrosa y hermosa velocidad
nuevamente, colocó las manos en su cintura antes de que pudiera
alejar los mechones de cabello de su rostro. Alzándola, la dejó más
arriba en la cama, así sus piernas ya no se hallaban mitad colgando de
un lado.
Debió haberla asustado la evidencia de su fuerza. Sin sus armas,
nunca lo capturaría. Pero no tenía miedo, no de Janvier, nunca de él. Le
dio la bienvenida a la vez que él se unía a ella en la cama, sus hombros
bloqueaban la luz. Con sus vaqueros apenas colgando en su cintura,
ella tenía bastante carne hermosa masculina para explorar con las
manos, mientras él saboreaba y lamía su garganta.
Apoyándose sobre un antebrazo, bajó la copa de su sujetador.
Sus senos eran de un tamaño normal; nunca había ganado un
concurso de camisetas mojadas. Pero Janvier gimió y bajó la cabeza
para chupar no sólo su pezón sino parte de su seno dentro de su boca.
Con la espalda arqueada, estampó la parte de atrás de su mano
contra su boca para sofocar el grito mientras él chupaba. Cada caliente
y mojado tirón iba directamente hacia su centro. Sus bragas se
encontraban tan mojadas que podía sentir su excitación amenazando
con humedecer sus vaqueros. No le importaba. Sosteniéndolo hacia ella,
266 onduló su cuerpo hacia el suyo en un intento de frotarse contra la
deliciosa fricción de su polla.
Cuando él levantó la cabeza, ella le dijo—: No.
Besando su pezón, cambió su atención hacia su otro seno y fue
igual de bueno. Tensó los músculos de su estómago, hizo que sus
muslos se apretaran a su alrededor. —Janvier.
—Permíteme, ma belle sorcière.
Cedió, permitiéndole que hiciera lo que quisiera, y jadeaba tan
fuerte para el momento en que él levantó la cabeza de nuevo que no
tuvo aliento para formar palabras. Janvier acarició con su mano sus
costillas, luego extendió su mano por debajo hacia arriba para
desabrochar el broche de su sujetador. Cuando eso probó ser difícil
estando ella sobre su espalda, él le sonrío. —Lo reemplazaré. —Encaje y
algodón rasgado y la mitad de su torso se hallaba desnudo para él.
Acariciándola, desde los hombros hasta los muslos, besó su boca,
su mandíbula, susurrando dulces y sucias cosas en su oído que la
tenían levantando las caderas hacia él incluso antes de que él
desabrochara sus vaqueros y deslizara la mano dentro de sus bragas.
El impacto del contacto la habría hecho levantarse de la cama si él no
hubiese estado sujetándola con su cuerpo.
—Tan mojada para mí, cher. —Con la respiración tan agitada
como la suya, acompañó cada palabra con un beso—. Me vuelves loco.
Su propia mente era un caos de sensación, apretó sus hombros y,
sin ser capaz de resistir la tentación, bajó la mirada. La vista de su
mano entre sus muslos, su musculoso antebrazo ligeramente cubierto
con vello, la hizo gemir. Necesitaba que la besara, necesitaba encontrar
un ancla de nuevo. Inclinó la cabeza, le dio lo que quería sin que una
palabra pasara entre ellos.
Cuando retiró su mano diez segundos después, ella enterró las
uñas en sus hombros.
—Te veré. —Bajándose de la cama con esas palabras,
deteniéndose para darle un beso o tres a lo largo de su cuerpo, metió
sus dedos en sus laterales y le quitó los vaqueros y sus bragas en un
fuerte tirón. Dejándolos caer en el suelo, se acercó para arrodillarse
entre sus muslos, agarrando sus rodillas para abrirla ampliamente.
Con dedos cerrándose en las sábanas, lo observó mirándola. Sus
ojos se encontraban con los párpados gruesos, las mejillas sonrojadas
en el arco de sus pómulos, su respiración irregular. Y cuando recorrió
con la mirada su cuerpo, fue para ver que estaba excitado, la cremallera
de sus vaqueros hacía un pésimo trabajo conteniendo su longitud.
—Quítate los vaqueros. —Quería verlo, también, quería que cada
centímetro suyo tocara cada centímetro de ella.
—En un minuto. —Insertando su mano de nuevo en medio de sus

267 muslos, comenzó a acariciarla ligeramente, muy ligeramente. Una vez y


otra vez y otra vez hasta que su piel se estremeció y se levantó contra él,
atrapada en el borde de un placer tan intenso, que podía sentirlo
construyéndose debajo de su piel como una oleada de una tormenta
eléctrica.
Retiró su mano.
Ella amenazó con asesinarlo de maneras creativas.
La sonrisa de Janvier en respuesta la aprisionó, la sedujo.
Cuando la besó, lo mordió. Eso sólo hizo que su sonrisa se
profundizara. Envolver sus piernas alrededor de sus caderas no tuvo
efecto. Él se abrió camino bajando por su cuerpo, y luego…
El grito que salió de su boca mientras que la suya se cerraba
sobre su clítoris fue un ligero eco, sus pulmones se encontraban
desprovistos de aire. Chupó duro, comiéndosela como si fuera un
caramelo, y la oleada de la tormenta se alzó y colisionó. Su mente se
fraccionó, cabalgó la punta… y él continuó besándola, dándole largas y
lentas lamidas, pequeñas succiones, y rápidos giros que la hicieron
cabalgar la ola durante tanto tiempo que se encontraba sin huesos
cuando pasó, con los músculos temblorosos.
Presionando un beso en su muslo interior, Janvier se levantó y se
quitó los vaqueros finalmente.
Hermoso, pensó pero no lo podía decir, su mente se hallaba
demasiado nublada por la exquisita y erótica cosa que le hizo.
—Tú eres la hermosa, dulzura.
Frunció el ceño, pero entonces él se acercaba y ella tenía otras
cosas en qué pensar. Su cuerpo desnudo sobre el suyo, se sintió incluso
mejor de lo que se imaginó, todo el calor y la fuerza y el completo peso
masculino, su piel era seda debajo de sus posesivas manos.
Frotándose contra ella, Janvier bajó su mano para acariciarla otra
vez. Ella se estremeció, sensible pero no de una mala manera. —Sí —
murmuró, antes de que él pudiera hacer la pregunta.
La besó de nuevo, y esta vez ella mantuvo los ojos abiertos. Así
como él también. La intimidad era cegadora. Cuando deslizó su dedo en
su interior, se estremeció pero no rompió el contacto visual. Así como él
tampoco… y metió otro dedo. Separando los dedos ligeramente en su
interior, los curvó para acariciarla profunda y lentamente.
Sintiendo la oleada de la tormenta comenzar a construirse
nuevamente, acarició su mejilla. —Juntos esta vez.
Girando su cabeza, él besó su palma.
El corazón se le oprimió.
Pasó sus dedos por su cabello y por su nuca mientras él removía
su mano de en medio de sus piernas y se cambiaba de posición.
Cuando deslizó su palma hacia abajo por el interior de su muslo
izquierdo, lo dejó abrir su muslo más ampliamente, y luego él se
268 encontraba impulsándose con su polla. Gimió ante la sensación de él
empujando en su interior, la contundente cabeza de su polla era lo
suficientemente amplia que definitivamente la sintió, sus músculos se
estiraron en un esfuerzo de acomodarlo.
Un pequeño sonido escapó de su garganta. Él se quedó inmóvil.
Apretando sus piernas alrededor de sus caderas, ella se meció. —
Te quiero dentro de mí. —Besando sus labios, sus mejillas, su garganta,
sus manos ahuecando su rostro—. Te necesito.
—Ashwini. —Los dedos de una mano enterrándose en su cadera,
tomó una respiración temblorosa y empujó.
Ardió pero el dolor era uno bueno.
Se deslizó dentro otro centímetro, ambos contuvieron el aliento…
y él comenzó a retirarse. Pero empujó de vuelta antes de que ella
pudiera quejarse, yendo un centímetro más profundo. Una vez y otra
vez. Para el momento en que llegó a la quinta embestida, ella se había
olvidado del borde de malestar y sólo pensaba en el placer. Sus
músculos se apretaron a su alrededor, lo escuchó maldecir y luego no
había nada más en qué pensar.
Sólo calor, sexo y el cuerpo de Janvier embistiendo dentro y fuera
de ella, sus bocas voraces una con la otra y sus ojos abiertos. Le dio su
alma, tomó la suya, y era como si siempre estuvo destinado a suceder.
***

Elena aterrizó en el techo de la Torre tarde esa noche, después de


asistir a una compañera cazadora con una vampira quien resultó ser
una ardilla corredora. La mujer bajita y escurridiza, fue rápida,
zigzagueando dentro y fuera de la ciudad con la agilidad de la acróbata
que aparentemente fue una vez. Elena se encontró admirándola, incluso
más, después de su respuesta al ser capturada. —Nunca debí haber
escuchado a Bill —murmuró la bajita corredora con disgusto—.
¡Escapatoria, mi trasero! ¡Y ahora ese lindo trasero está tostado!
Preguntándose cuántos otros blancos contables de Demarco
infectó con su “escapatoria” lunática, Elena buscó a Rafael. ¿Arcángel?
No hubo respuesta.
Frunciendo el ceño porque asumió que se encontraba en la Torre,
entró y caminó hacia su oficina para encontrarla vacía. Su próxima
parada fue en la oficina de Dmitri. El vampiro se encontraba vestido en
vaqueros negros y una camiseta negra hoy, con el cabello desordenado,
como si hubiera estado pasando su mano a través de él. No había duda
de que Dmitri era un hermoso y sexy hombre. También no había duda
de que le gustaba la sangre y el dolor un poco demasiado.
Su relación con Honor no era nada de lo que alguna vez Elena
269 hubiera pronosticado, porque el hecho de que Dmitri amara a su esposa
nunca estuvo en cuestión. No veía a nadie más cuando Honor se
hallaba en la habitación, sus oscuros ojos eran sólo para ella.
Cualquiera que se atreviera a herir a la otra cazadora pronto se
encontraría muerto, probablemente después de una significante
tortura.
—Ellie —dijo él, curvando un bucle de olor alrededor de sus
sentidos.
Piel y champán, y la promesa de pecado agonizante.
Tensando los músculos contra el impacto, porque sabía
condenadamente bien que lo hizo sólo para probarla, apretó los dientes
hasta que la primera ola pasó—. ¿Es eso un reporte de las víctimas que
encontró el equipo de Ashwini?
Le dio un asentimiento, con los rasgos sombríos. —El que se
llama Brooke tiene la mayoría de los huesos rotos y heridas internas,
pero sin embargo las oportunidades de sobrevivir son mejores que de
los que se alimentaban de Cornelius.
—Es cierto, entonces, ¿ese es Cornelius? —Elena se había
mantenido al tanto con la situación actual a pensar de sus otros
deberes. La petición de ayuda de su amiga cazadora llegó cuarenta y
cinco minutos antes; pasó el resto del día volando más ampliamente por
Nueva York. Rafael le pidió que tomara el escuadrón Legión y que
visitara a los líderes vampiros bien portados.
Una indicación de que su control en su gente fue notado, y un
recordatorio de que la Torre nunca dejaba de vigilar.
Habiendo visto sangre en acción varias veces como una cazadora,
la carnicería era repugnante, Elena no tenía problema con hacer lo que
pudiera asegurarle que su ciudad no descendiera en un baño de sangre.
Así como se encontraban las cosas, los hombres y las mujeres que
conoció hoy habían estado al borde. La noticia de la detención de Anais
y Severin en la Torre, entrelazada con un miedo que hiela la sangre, de
que los otros quienes tuvieron un cara a cara con un furioso y frívolo
Rafael el día anterior, se propagó a través de la comunidad como
pólvora.
Elena les aseguró a los líderes de los vampiros que Rafael notó su
atención en sus deberes y que no se encontraba en peligro de ser
llamados para una reunión con un furioso arcángel. Su simple
presencia, el hecho de que supiera sus nombres, fue suficiente para
llevar a casa el segundo punto de Rafael, mientras simultáneamente
hacía sentir a los líderes apreciados.
Los músculos de las alas le dolían por las horas de vuelo, su
cuerpo se hallaba agotado, pero había valido la pena reforzar la calma
de la ciudad. Incluso el barrio estuvo libre de cualquier indicio de sed
de sangre cuando pasó por ahí antes de responder al llamado de Hilda
para ayudar a una angelical. Sus colegas del Gremio habían comenzado
270 a utilizarla en incidentes específicos donde una vista aérea sería útil y le
daba a Elena una manera de mantener su mano metida en el asunto,
incluso cuando pasaba más tiempo en la Torre de negocios.
Sin embargo, su alma de cazadora, deseaba haber podido ser
capaz de ayudar a Ash y Janvier también, la fealdad de lo que habían
descubierto la enfurecía. Nadie tenía el derecho de hacerle eso a otro
ser vivo, de disfrutar de una manera enfermiza el terror de otro.
—Mi instinto me dice que es Cornelius —le respondió Dmitri,
dejando caer el informe sobre su escritorio—. Está demasiado bien
arreglado, la forma en que las víctimas son demacradas, las plumas de
color rojo y crema, y el hecho de que Giorgio pasó medio siglo en la
corte de Lijuan al comienzo de su contrato. Eso último es algo que me
acabo de enterar. —Se colocó las manos en las caderas, levantó una
ceja—. Pero Janvier y el cazador están persiguiendo este rastro. ¿Qué
puedo hacer por ti, estimada consorte?
Sus dedos picaban por una espada. —¿Has visto a Rafael?
—Ah. —Se acercó más—. Me temo que una de tus personas
favoritas ha venido de visita.
—Si me dices que Michaela está aquí, voy a tener que apuñalarte
por ser el mensajero. —Rafael había escoltado personalmente a la otra
arcángel fuera de su territorio antes de la batalla, después de que
Michaela fingiera estar embarazada para ganar su simpatía o para
algún otro propósito maquiavélico que aún no habían solucionado.
—Qué cosas tan sexuales dices, Ellie. —Un sonido de ronroneo,
antes de que los olores a su alrededor se volvieran lo suficientemente
embriagadores como para sofocar su respiración.
—Dmitri, deja de hostigar a Ellie. —Habiendo entrado detrás de
Elena, Honor fue a darle un golpecito a su esposo en el costado, con
una mueca en su cara—. ¿Qué le estás haciendo?
Envolviendo un brazo alrededor de los hombros de Honor, Dmitri
la abrazó. —Manteniéndola fuerte. —Sus ojos observaban a Elena, sin
pestañear como un depredador—. Su susceptibilidad al olor es una
debilidad que otros aún no han aprendido a explotar, pero lo harán.
Elena deseó poder estar en desacuerdo, pero, a pesar de que era
un bastardo, Dmitri tenía razón. Forzando aire dentro de sus pulmones,
dijo—: Escúpelo. ¿Quién está aquí?
—Caliane.
Su mente simplemente se negó a captar eso. Lo mismo hizo la
mente de Honor, a juzgar por la forma en que su mandíbula cayó
abierta.
—¿Caliane? —dijeron ambas al unísono.
—Sí.
—¡Pero está a un océano de distancia! —señaló Elena con
271 desesperación—. Ella no puede simplemente dejar su ciudad y volar
hasta acá. —Elena había hablado con Rafael acerca del reporte de
Naasir de la soledad de Caliane, pero él no dijo nada acerca de su
madre visitándolos tan pronto—. ¿Qué pasa con el escudo que protege a
su pueblo? Los generales de Lijuan están a sólo un corto vuelo de
distancia.
—Al parecer la madre de Rafael tiene secretos como cualquier
Antiguo —dijo Dmitri, con una leve sonrisa—. He estado en contacto
con Veneno, el escudo está activo, y Veneno ni siquiera sabía que se
había ido hasta que lo llamé. Caliane le dijo a su pueblo que iba a ser
aislada con sus doncellas durante unos días.
Elena se frotó la cara. —Oh, Dios —gimió—. ¡Mi suegra ha llegado
para una visita y la casa aún no está lista! ¿Está ahí?
Abiertamente divertido, Dmitri dijo—: Fue divisada por un gran
explorador avanzado, Rafael ha volado sobre el agua para escoltarla el
resto del camino a casa. Tienes al menos una hora y he alertado a
Montgomery que una habitación necesita ser acomodada. —El
intoxicante olor retirándose, el vampiro compadeciéndose de ella—.
Confía en tu mayordomo.
Excelente consejo, incluso teniendo en cuenta la fuente. —Tengo
que llegar a casa, cambiarme. —Tenía grasa y sangre encima por la
captura, la acróbata la llevó a ella y a Hilda a un depósito de
chatarras—. ¿Por qué no me llamaste antes?
—El señor declaró que una hora de advertencia sería suficiente.
Es todo el tiempo que necesitas.
¿Según quién? Elena quería gritar. —Maldita sea, Honor, ¿qué
hago con una suegra Antigua que piensa que soy un bicho? —Uno que
infestó la vida del amado hijo de Caliane.

272
39 Traducido por Sandry
Corregido por Mire

El otro cazador hizo una mueca, levantando los hombros. —Lo


siento, Ellie. No tengo ninguna experiencia en ese campo. —
Mordiéndose el labio inferior, ella chasqueó los dedos—. Espera, ¿no
vino Keir la noche anterior? Apuesto a que Caliane le gusta Keir.
—¡Eres un genio! —Besando a la otra mujer en la mejilla, Elena
salió corriendo por la puerta del balcón y se arrastró hasta el suelo de la
enfermería. Keir se divirtió ante el miedo de ella, pero se comprometió a
unirse a ellos para una cena tardía si Caliane no se hallaba agotada y
quería compañía.
—Ella ha venido a ver a su hijo, Elena —dijo el curador, su mano
suave en su mejilla y sus ojos cálidos—. Creo que necesita entretenerse
273 un poco.
Esperando que fuera cierto, y que Caliane decidiera ignorarla en
su mayor parte, Elena voló de regreso a casa, los combatientes de la
Legión que cayeron con sus sombras silenciosas. La casa del Enclave se
iluminó como un faro que brilla intensamente, y Montgomery —maldita
sea, pero el hombre se merecía un aumento de sueldo— había creado
cientos de pequeñas velas en el patio cubierto de nieve, cada una
protegida de la intemperie y el viento generado por aterrizajes
angelicales de vidrios de jaula.
Era asombrosamente hermoso desde el aire.
Aterrizando en el área circular que quedó claro para ese
propósito, Elena entró para encontrar la casa agitada. Eran muy
eficientes, pero todo el mundo tenía un lugar para estar, y no había
tiempo que perder. Montgomery en realidad tenía un pelo fuera de
lugar. —Cazadora del Gremio —dijo, con evidente alivio—. Me tomé la
libertad de poner uno de sus vestidos en preparación.
—Muy bien, gracias. —Elena subió las escaleras de dos en dos,
mientras Montgomery le siguió el ritmo—. ¿Hay algo más de lo que deba
ocuparme?
—He preparado la suite azul para Lady Caliane y Sivya está
asegurándose que tengamos un montón de platos para que ella elija —
dijo mientras entraba en las Estancias de Rafael y comenzó a desatar
sus armas.
Ballesta, cuchillos, las estrellas ninja que Ash le dio, los palos de
cuchilla que fueron un regalo de Mahiya. Dejando todo en una pila en
una mesa, a pesar de que por lo general se aseguró de limpiar y
almacenar ordenadamente sus herramientas, empezó a desatarse y
quitarse las botas.
—Suena como si estuvieras al día con todo. —Frunció el ceño,
tratando de pensar como una consorte—. Prepara la bañera para que
esté lista y a la temperatura adecuada para cuando ella llegue. Ha
tenido un largo viaje.
—Por supuesto.
—Y consigue algunas plantas con flores del invernadero en
macetas —dijo, recordando los exuberantes jardines de Amanat—.
Colócalas en su suite y en su cámara de baño.
—Lo haré ahora.
—¿Qué pasa con la ropa? —La cabeza de Elena se alzó—. Si llegó
sola, podría no haber traído nada. —Nada de Elena le quedaría bien,
Caliane es más pequeña y con más curvas.
Montgomery se puso verde momentáneamente, pero se
recompuso con una velocidad encomiable. —Me pondré en contacto con
el sastre. Él debe tener una pieza adecuada que pueda alterar de forma
rápida, y voy a tener que trabajar durante la noche para realizar otras.
274 —El mayordomo cerró la puerta tras de sí.
Arrancando su ropa, Elena se duchó a la velocidad de la luz,
luego se deslizó en el vestido que Montgomery había elegido. Era un
reguero de pólvora blanca con un brillo inquietante y dentro de lo que
son los vestidos, era cómodo, siendo una columna que iniciaba en su
cuello y bajaba por su cuerpo, pero se dividía en cuatro paneles
superpuestos en las caderas.
La superposición significaba que su modestia estaba preservada,
mientras que tenía la capacidad de avanzar y de luchar. La parte de
atrás se encontraba abierta para dar cabida a sus alas; a ella
normalmente no le gustaba enseñar gran parte de la piel, pero servía
para la parte de delante, y sinceramente, se hallaba contenta de no
tener que averiguar hacia dónde iban todas las correas o los botones del
ala en forma de ranura en ese momento. Un botón del cuello en un
lado, de cierre discreto, y el vestido estaba terminado.
Montgomery realmente se merecía un aumento.
Sacándose el pelo, aterrizó en el giro que Sara le enseñó, entonces
se ancló usando palos de cuchilla de Mahiya.
Todavía sintiéndose desnuda y desarmada, pero sabiendo que no
podía cubrirse con cuchillos, tenía que encontrar más ornamentos en
lugar de eso, abrió la caja de joyería de madera situada en el tocador.
Su mirada se posó en la dulce, dulce espada que Rafael le dió. La vaina
y el mango incrustado con piedras preciosas parecían decorativas —y
podrían cortar a través del hueso si se usaba correctamente.
Sí, su amante la conocía.
—Te amo, Arcángel —dijo con una sonrisa mientras fijaba la
suave vaina negra alrededor de su brazo, la hoja espumosamente
brillante y elegante en contraste con el blanco del vestido.
Se puso pequeños aros de diamantes en los agujeros de sus
orejas, se espolvoreó maquillaje, y, decidiendo que habría que hacer,
corrió a la siguiente cosa crítica en su lista —un cara a cara con
Jessamy. Los ojos del esbelto ángel, de rica siena quemada, fueron
enormes cuando Elena le dijo lo que iba a suceder. —Esta es una
situación muy inusual, Ellie —dijo la otra mujer, dándose la vuelta
rápidamente a través de sus libros—. Le vas a dar la bienvenida a una
Antigua que es la madre de tu consorte, pero también es un arcángel.
—Líneas estropearon su frente lisa—. Todo complica el orden normal de
las cosas.
—Dame algo, Jess —declaró Elena—. Es su primera visita a
nuestro hogar. —Caliane había dormido durante más de mil años,
volviéndose consciente hace menos de un año, durante el primer ataque
abierto de Lijuan sobre Rafael. Desde entonces, la madre de Rafael se
quedó en la ciudad perdida que surgió con ella, centrándose en el
bienestar de su pueblo.
Elena se pasó una mano por la cara. —Es crítico que haga una
buena impresión. —No porque se preocupara por la aprobación de
275 Caliane, sino porque Caliane era la madre de Rafael.
Si su propia madre pudiera volver, si pudiera rasgar el velo de la
muerte, pensó con una ola de dolor que nunca dejó de doler, Elena
querría que ella y Rafael fueran amigos, como los otros. Esto último era
improbable con Caliane, pero al menos las dos podrían tener una
relación cordial que podría, en, oh, diez mil años más o menos,
descongelarse en un gusto apacible.
—Esto va a tener que servir —murmuró Jessam—. Es un relato
de la bienvenida de un joven arcángel a un Antiguo. Tú no eres un
arcángel, pero como consorte de Rafael, llevas su condición por la
asociación en esta situación.
Cinco minutos de instrucción rápida después, Elena se dirigió
escaleras abajo, las zapatillas a juego con el vestido en una mano.
Dejándolos en la puerta, entró en la cocina para descubrir un caos
controlado. A la espera de una pausa en el movimiento, dijo—: Gracias.
Sé que va a significar mucho para Rafael que le estés dando a su madre
una bienvenida.
Sonrisas en todas y cada cara, el estrés agotándolas.
Ella también se aseguró de agradecer personalmente a
Montgomery. Tal vez no sabía exactamente cómo ser una consorte, pero
sabía que los miembros de un equipo funcionaban mejor con
agradecimientos. Y estas personas eran parte de su equipo, ahora parte
de su familia.
Entonces la lluvia, el mar rompiendo, se encontraban en su
mente. Cazadora del Gremio, te doy una advertencia de cinco minutos.
Una advertencia de cinco horas hubiera sido mejor. Se puso las
zapatillas de noche planas y se dirigió a la nieve para encontrar que
Montgomery dispuso una alfombra negra prístino para hacerla rodar en
la zona de aterrizaje. Vamos a tener una discusión cuando llegues a casa
acerca de tu idea del tiempo adecuado de preparación. Aunque tenía que
admitir que tuvo razón con lo de hacerlo deprisa y corriendo —el ajetreo
no le dio el tiempo real para estresarse.
Un beso en su mente. No quería robar tu disfrute en la persecución
de tu rata vampiro.
¿Qué te dije acerca de tu nuevo sentido del humor? Consciente de
que Montgomery caminaba rápidamente afuera, para detenerse varios
metros detrás y a a su izquierda, ella miró hacia Manhattan.
Las Alas de Rafael eran como un distintivo de la silueta de ella
como lo eran en color, su envergadura extraordinaria contra el cielo de
la noche, su fuego blanco deslumbrante. Esa tenía que ser Caliane a su
lado, más pequeña pero con el mismo exquisito control del vuelo.
Un escuadrón completo voló a su espalda.
Dmitri debió de haber organizado una escolta de bienvenida, pero
la escolta volvió a caer al otro lado del Hudson, y solo Rafael y Caliane
276 aterrizaron delante de ella. Intensos ojos azules y el pelo de
medianoche, no había duda de que eran madre e hijo.
—Lady Caliane —dijo Elena, dando un paso adelante con las dos
manos extendidas como Jessamy decidió que sería aceptable—. Sean
todos bienvenidos a nuestra casa.
Una parte de ella esperaba que la Antigua, vestida con pieles
curtidas de viaje marrón rojizas pero con un porte tan regio como
siempre, rechazase la bienvenida. Estaba dispuesta a fingir que no le
importaba, en aras de mantener la paz, pero los dedos de Caliane se
cerraron sobre los suyos, el poder en sus huesos un zumbido contra la
piel de Elena.
—Le doy las gracias por su generosidad —respondió Caliane antes
de romper el apretón de manos—. Debería haber avisado de mi viaje.
—Esta es la casa de su hijo —dijo Elena, siguiendo sus
instintos—. Usted es siempre bienvenida.
Los ojos de Rafael encontraron con los suyos. Eres amable con mi
madre, hbeebti. Creo que se siente avergonzada por su comportamiento
impetuoso ahora que está aquí.
Gracias por la advertencia. Sonriendo a Caliane, Elena hizo un
gesto hacia la casa. —Todo el mundo está encantado de conocerla.
Caliane dudó por un segundo, luego le siguió los pasos. Cuando
Elena le presentó a Montgomery, la madre de Rafael era pura gracia
mientras estaba con los otros miembros del personal que hacían fila
para conocerla, todos y cada uno arreglados y limpios.
Mostrándole a Caliane después sus habitaciones —cruzando los
dedos discretamente para que Montgomery hubiera logrado prepararle
un vestido, Elena dijo—: Por favor, tómese su tiempo. Vamos a
esperarla en la biblioteca. El comedor es un poco demasiado grande
para la familia.
—Consorte. —Los ojos de Caliane eran intensos, con una
expresión indescifrable.
La mano de Elena apretó el pomo de la puerta, los pelos en la
parte posterior de su cuello erizándose. Su primario cerebro posterior
reconoció a Caliane como una amenaza, gritó que corriera, pero por
supuesto, no era una opción. —¿Señora?
—Esta casa... tiene un corazón. Me alegra que mi hijo viva en una
casa con un corazón.
No estando segura de si eso era un cumplido o una simple
declaración, Elena inclinó la cabeza y dejó a Caliane cuando la Antigua
se dirigió al baño. No sopló un suspiro de alivio hasta que se halló en el
dormitorio principal. Caminando directamente a los brazos de Rafael, le
dejó envolver sus alas alrededor de ella y los dos se quedaron allí, listos
para enfrentar esta extraordinaria visita, al igual que se habían

277 enfrentado a todo lo demás: juntos.

***

Ashwini soñaba con Felicity, se despertó con la cara de la joven


en la vanguardia de su mente. Le frustraba más allá tener que saber
que Giorgio y Cornelius seguían libres de ejercer sus perversiones. Al
salir de la cama para encontrar a Janvier en el balcón con su teléfono,
se puso una camiseta grande, metió los pies en unos calcetines gruesos
y luego fue a abrazarlo por la espalda.
Llevaba solo sus vaqueros, su cuerpo caliente en su contra a
pesar del frío. Se volvió y la abrazó con un brazo alrededor de sus
hombros mientras hablaba con Dmitri. —Giorgio ha sido conectado con
Lijuan —dijo antes de volver a su conversación.
Podía ver por la falta de una sonrisa en sus ojos que no había
habido ningún otro avance. Reprimiendo las ganas de gritar al cielo, le
dio un beso en el pecho, y luego se metió dentro para ducharse y
vestirse. Estaba poniendo su pelo en una cola de caballo cuando oyó el
estruendo de alas angelicales cerca. Mirando por las puertas del balcón,
atrapó justo a tiempo la luz desgarradora de las alas de Aodhan volando
hacia atrás.
Janvier entró con una lona al instante siguiente. —Ropa fresca.
—¿Qué es exactamente lo que tienes con él que está jugando de
mensajero para ti? —preguntó, desconcertada ante la idea de estar con
un hombre que podía recurrir a ayuda angelical como si ella pudiera
montar en un compañero cazador.
Caminando de regreso al baño, le guiñó un ojo. —Eso es entre yo
y Sparkle, mi Khoobsurat y magníficamente peligrosa Ashblade.
Feliz a pesar de sus emociones crudas en el sentido de que
Felicity quedó perdida, incapaz de seguir adelante, lo dejó en la ducha y
se dirigió a la cocina para hacer café. —No me estoy dando por vencida
—le dijo al fantasma de la mujer que fue castigada por querer solo creer
en la esperanza, en un futuro en el que era querida—. Las piezas del
mal de mierda caerán. Te lo prometo.
Un invernal suspiro le atravesó la piel, el cual la hizo erizarse, el
aliento de repente helando en el aire mientras sus pulmones luchaban
para hacer frente al repentino frío insoportable... luego calidez corriendo
de nuevo por ella, y sabía que por el momento, Felicity se había ido.
El beso en la parte posterior de su cuello, diez minutos después
fue acompañado por el aroma fresco y limpio del jabón y hombre.
Frente a él, ella levantó su café, habiéndose comido ya un par de piezas
de pan tostado. —¿Un sorbo?
Él asintió y tomó un trago, absorbiendo el placer del sabor con

278 una sensualidad que le hizo un nudo en la parte inferior del cuerpo. La
química entre ellos era imposiblemente más potente esta mañana, sus
cuerpos habiendo aprendido exactamente lo que podían hacer el uno al
otro.
Dándose un capricho acariciándolo con la mirada, cogió el borde
de tensión en la línea de su mandíbula. —¿Cuándo te has alimentado
por última vez? —Dejó de lado su café.
—No estoy a punto de desmayarme, cher. —Una lenta sonrisa—.
Puedo recoger una botella de la Torre.
Ella se subió el puño de su suéter en V de cuello negro,
desnudando su muñeca y la levantó para acariciar con ella los labios de
él. Sus ojos se volvieron pesados, su pecho expandiéndose en una
inhalación profunda. —No tienes por qué hacerlo.
—Lo sé. —Acariciando los dedos por su cuello, ella se inclinó aún
más cerca, el costado alineado con el suyo.
Él se estremeció, cogió el otro lado de su muñeca, y le dio un beso
en el pulso latiendo rápidamente. Luego pasó la lengua por fuera,
contrayéndose en otra larga respiración. Su sangre parecía correr a un
pequeño punto. Con los pezones frotándose contra su sujetador y la piel
tensa, esperó. Cuando sus colmillos rasparon su piel, se tragó un
gemido.
Sus ojos se levantaron. En ellos había puro sexo y afecto relajado,
posesivo, que la había atado con nudos mucho antes de admitir que era
mucho más que un trabajo para ella. —Ahora —dijo ella, con un tono
ronco.
Una sonrisa pecaminosa ante sus colmillos atravesó su carne.
Sus pestañas cayeron, con la garganta en movimiento mientras él
se alimentaba... y su sangre, se convirtió en miel. Con las piernas
temblando, se movió para apoyarse en el mostrador. Él la siguió,
colocando una mano en la parte baja de su espalda, acariciándola
suavemente mientras continuaba alimentándose. No estaba sacando
mucha sangre, se dio cuenta con la parte de su mente que no se
encontraba aturdida. Tomó la mayor parte de lo que necesitaba en los
dos primeros intentos, ahora se hallaba bebiendo... disfrutando. Ella
también estaba disfrutando. La excitación siguió aumentando y
aumentando, un puño bajo en su vientre. Era diferente al sexo, no tan
íntimo... excepto que este era Janvier. Deslizando sus dedos por debajo
de su camiseta para acariciar su piel, él levantó sus pestañas de nuevo,
sus ojos se encontraron, y el puño explotó.
Temblando a través de ondas, ella abrió los ojos que no se
acordaba de haber cerrado para verlo lamer la herida para cerrarla. Lo
hizo varias veces, hasta que no pudo ver nada más que diminutos
pinchazos que se desvanecerían en un día. Satisfecho, deslizó una
mano alrededor de su nuca y por la mandíbula, pasando el pulgar de la
otra mano sobre el labio inferior. —Podría acostumbrarme a este
279 desayuno.
Ella mordisqueó su pulgar. —Tengo que decir, que no es una
mala forma de despertar por la mañana. —Sí, le dió la vuelta, pero él
tampoco estaba exactamente controlado, su erección era agresiva
contra la cremallera de sus pantalones vaqueros—. Tal vez la próxima
vez deberíamos hacerlo antes de levantarnos de la cama.
—Yo digo que sí. —Frotándose contra ella, gimió—. Tenemos...
Ambos teléfonos sonaron a la vez. El mensaje era idéntico: Una
víctima ha despertado. Expresa su deseo de hablar.
La excitación se apagó, se dirigieron fuera y al hospital sin más
conversación. Era Brooke quien se encontraba despierta y lo
suficientemente estable para hablar. El miedo era un sabor metálico en
el aire alrededor de la maltratada mujer, pero cuando ella agarró la
mano de Ashwini, no protestó.
Con los tensos músculos del estómago contra el aluvión de dolor
y pánico que hizo que las náuseas se empujaran en su garganta, se
encontró con los magullados ojos marrones de Brooke. —Eres fuerte —
dijo—. Bien. Los hijos de puta no se lo esperarían.
La sonrisa de Brooke se convirtió en una mueca mientras sus
abusados músculos faciales se intentaron estirar. —No los han
encontrad.... —Tosió, pero hizo caso omiso de las virutas de hielo que le
ofrecía Ashwini de la taza en la mesita de noche.
—No —contestó Ashwini, poniendo en la mesa el hielo de nuevo—
. No los hemos rastreado aún, pero lo haremos. ¿Conoces algún lugar
donde Giorgio podría esconderse? —Sacó su teléfono, pasó por cada
una de las propiedades que ya habían limpiado.
—Tú los tienes todos. —Irritada, las palabras apenas audibles—.
Solo...

280
40 Traducido por K0TECITA
Corregido por Vane hearts

—¿Sólo? —Ashwini podía decir que Brooke estaba con un dolor


intenso, pero la mujer había vetado los medicamentos para el dolor
antes de esta reunión porque quería hablar, quería ayudar. Ashwini no
quería dudar de su coraje.
—El ganado —susurró Brooke, su mano apretando la de
Ashwini—. Al ganado le dan algo.
Ashwini frunció el ceño, se centró implacablemente en los hechos
más que en el grito silencioso de terror que seguía golpeándola,
haciéndole palpitar el cráneo. —¿Cómo? —preguntó—. Su patrón parece
perseguir a las mujeres que tienen poco. —Incluso la joya de ganado
había demostrado ser de orígenes modestos o medios desfavorecidos. La
281 misma Brooke fue una bailarina exótica en un parte de baja renta de la
ciudad antes de que Giorgio la arrancara para su adorado harén.
A pesar de eso, los magos financieros que los habían comprobado,
no encontraron propiedades.
—El patrón es justo. —Brooke volvió a toser, aceptó los trozos de
hielo en esta ocasión, su respiración rasposa—. Estamos agradecidos.
—Es un depredador. —Ashwini apretó la mano de la otra mujer—.
Uno que ha tenido cientos de años para perfeccionar sus habilidades.
Nunca te culpes por lo que es.
Un guiño inestable. —G-gracias. Necesitaba oírlo. —La otra mujer
parecía estar a punto de perder el conocimiento, pero parpadeó
rápidamente, se las arregló para mantenerse despierta—. Pobre
ganado… pero Penélope consiguió la he-he-her…
—¿La herencia?
Otro guiño tenue. —Re-resultó que su tía McScrooge era rica. Le
d-dejó todo hace cinco a-a-años atrás. —Un aire ruidoso salió de sus
pulmones, su mano se contrajo en la de Ashwini—. Está en esp… —Con
la garganta seca, no podía hablar hasta que Ashwini la había aliviado
dándole más hielo en la boca—. A la tía no le gustaba Giorgio —dijo la
mujer herida claramente, con los ojos tan brillantes que era obvio que
estaba luchando desesperadamente para comunicar todo lo que sabía—
. La casa está en un fideicomiso especial donde Pen puede utilizarla
hasta que muera, pero no tiene… —Una tensa tos.
Con su mente a cien, Ashwini dijo—: No tiene ningún control
sobre él, ¿no puede venderla o firmarla a través de Giorgio? —Esa tenía
que ser la razón por la que no había aparecido en las búsquedas. El
nombre de Penélope no estaba en la escritura.
Brooke asintió. —Las mujeres n-no saben de él. —Una inhalación
de dolor—. No le hagas daño.
—No te preocupes. No van a ser castigados por sus crímenes. Y
Brooke, gracias. Lo que acabas de contarme lo cambia todo.
La sonrisa de Brooke era una sombra, sus ojos cerrándose.
Dejando a la mujer durmiendo después de liberar su mano,
Ashwini caminó hacia donde Janvier se quedó esperando en el pasillo
del hospital… y se tambaleó, se habría caído de rodillas si Janvier no la
hubiese cogido.
—Un minuto —dijo ella, aferrándose a él, dejando que su calidez
caliente el hielo en sus venas.
—Todo el tiempo que necesites. —Con brazos de acero y la voz
áspera, apretó los labios en su sien.
Deseó poder permanecer en su abrazo para siempre, pero le hizo
una promesa a Felicity, a Brooke, a todas las víctimas.
Apartándose después de su precioso minuto, las náuseas y el
282 golpeteo en su cabeza estaban en un nivel más manejable, lo besó una
vez antes de volver al horror. —Penélope —dijo ella, ya marcando al
equipo de datos—. Ella tiene acceso a una propiedad. —Recitando todo
lo que sabía al técnico que contestó, dio de prisa la información—.
Encuentren a la tía y encontrarán la casa.
Apenas había colgado cuando el nombre de Carys apareció en su
teléfono. —Dos chicas están desaparecidas —dijo la mujer a Ashwini—.
Recibieron una llamada anoche, otra chica dijo que iban a ser ricas, tal
vez incluso nombró a un hombre rico que conseguirían en una casa de
barrio.
Un nudo se formó en las entrañas de Ashwini con la inquietante
similitud de la línea con que Felicity fue alimentada. —Es sólo durante
la noche —dijo ella, tratando de no saltar a una conclusión mortal—.
¿Qué inusual?
—Sí, si Bridget y Marta estaban pasando la noche, nos lo habrían
dicho. Es cómo nos cuidamos los unos a los otros.
—Envíame sus fotos. ¿Hay algo más que puedas pensar que
podría ayudarnos a encontrarlas?
Una pausa. —¿Realmente vas a ayudar? ¿Me estás hablando en
serio?
Perpleja, Ashwini dijo—: ¿Por qué no habría de hacerlo? No
pareces ser del tipo de mujer que mentiría.
—No lo soy, pero los policías no toman en serio a prostitutas
desaparecidas durante la noche.
—No soy un policía.
—Sí, eres un cazador. —Sonaba como un cumplido—. Ransom
dijo que eran fuertes. —Un susurro chisporroteo en el fondo—. Está
bien, hablé con las chicas, así como algunos de los chicos que trabajan
en esa zona, y a las chicas las recogieron en un SUV negro, vidrios
polarizados. Pero no era un hombre el que iba dentro. Era una mujer.
Anoté la descripción, morena al final de sus veintes, buen estado. Una
de las chicas notó que tenía una buena gargan…
—¿Oro con lentejuelas?
—Sí, ¿conoces a la perra?
—Sí, conozco a la perra. —Colgando después de asegurarse de
que Carys no tenía cualquier otra información útil, se giró hacia Janvier
y le contó las noticias—. Penélope sabía lo que Giorgio era todo el
tiempo. Me dejé encantar con su dulce acto de “todos somos leales los
unos a los otros” Así que, pensó que tenía a la valiente mujer en la
cama del hospital; El único crimen de Brooke fue que amó a un
monstruo.
Incluso Dmitri había puesto una luz de vigilancia sobre el ganado,
más para que se sientan seguros en el hotel donde se alojaban ya que
283 actualmente se encerraban dentro. Hubiera sido sencillo para Penélope
deslizarse fuera. —Apuesto a que ella ha estado atrayendo a las mujeres
para él, jugando al chofer. Es por eso que nunca nadie vio a Giorgio con
Felicity.
Los ojos de Janvier ardieron.
No necesitaba hablar para entender la furia fría en sus huesos,
Ashwini agregó la información sobre el SUV negro a lo que ya dió al
equipo de datos. No era mucho, pero si Giorgio o una de las mujeres
tenían un SUV negro registrado a su nombre, podría darles otra forma
de rastrear al bastardo.
La información de la propiedad llegó tres minutos más tarde.
Resultó que la tía tenía dos propiedades, ambas amarradas en un
marco legal complicado que hizo que el actual beneficio sea confuso. —
Tomaremos el de Lower East Side —dijo al técnico, ella y Janvier
habiendo alcanzado su motocicleta—. Está más cerca al hospital.
—Nasir dice que puede manejar al de Upper West Side. —Fue la
respuesta—. Illium va con él.
—Diles que llamen si encuentran algo. —Colgando, compartió la
dirección con Janvier, y ambos salieron.
Su teléfono tenía otro mensaje en él cuando lo comprobó después
de que aparcaron a una cuadra de la casa independiente de tres niveles
que había pertenecido a la tía de Penélope. —El vehículo está registrado
a nombre de Marie May —dijo a Janvier a medida que bajaban de la
moto—. Hay que poner al gremio en alerta. —Eso sería a la policía, al
personal de las torres y a cualquier cazador en los alrededores.
Janvier, habiendo colgado los cascos de ambos lados del manillar,
se quedó en la calle. —No creo que eso sea necesario.
Siguiendo su mirada, Ashwini lo vio. —Hijo de puta. —Un SUV
negro con vidrios polarizados estaba aparcado justo enfrente de la casa.
No hay manera en el infierno que sea una coincidencia.
—No podemos esperar —dijo—. Él ya ha tenido a esas dos
mujeres por horas.
—¿Por el frente o por atrás? —preguntó Janvier, enviando una
solicitud de copia de seguridad urgente.
Miró el edificio. —¿Sabes escalar? ¿Puedes llegar hasta esa
ventana del tercer piso y descifrar una forma de entrar?
Janvier siguió su mirada hacia la ventana cerrada pero no
particularmente segura. —Juego de niños.
—Entras, trabaja desde ahí. Voy a entrar a través de la parte
delantera. —Captó su ceño, sacudió la cabeza—. Voy a ir como que
estoy siguiendo a Penélope, asegurándome de que está bien después del
trauma de descubrir los crímenes de Giorgio.
—Sigue siendo un riesgo.
284 Ashwini sonrió. Lo mismo hizo Janvier. Luego se separaron.
Caminó por la acera y por las escaleras hasta la puerta principal
de la casa, mientras Janvier fue hacia la izquierda y sobre la cerca de la
casa de la esquina. En el momento en que sonó el timbre de la puerta
delantera, ella supuso que había que escalar el lado de la casa.
Cuando nadie respondió al primer timbrazo, se inclinó sobre ella,
actuando irritada para el beneficio de la cámara de vigilancia de la
puerta. Mientras su estómago se revolvió, su capacidad de recoger algo
tan horrible, que tuvo que empujarlo a un lado o no sería capaz de
funcionar. Echando un vistazo a su reloj y a la continua falta de una
respuesta desde dentro, sacó su teléfono celular y llamó a Penélope. Lo
oyó sonar dentro de la casa antes de que fuera silenciado. La puerta se
abrió cinco segundos después.
Sin gargantilla de oro o copa de seda esta vez, pero en una túnica
hasta el muslo de un azul profundo que fue ricamente bordada.
—Oh, ¡hola! —dijo la morena, con los ojos brillantes y las mejillas
encendidas. —Lo siento por la espera. —Una pequeña risa—. Me
afeitaba las piernas.
Ashwini no bajó la mirada, simplemente sonrió como si se
hubiera tragado la excusa. —Quería comprobarte —dijo ella,
preguntándose qué había en la oscuridad del pasillo detrás de la mujer
que jugó de ayudante de un psicópata sádico—. Brooke nos dijo que
podrías estar aquí cuando no pudimos encontrarte en el hotel con los
otros.
La boca de Penélope se frunció ante el sonido del nombre de
Brooke, pero se recuperó rápidamente. —Oh, espero no estar en
problemas, quería estar en mi propia casa. —Abrió la puerta un poco
más—. Puedes decirles a todos que estoy bien. ¿Y Brooke? —Sus ojos
brillantes y duros—. ¿Va a estar bien?
—Sí, los médicos dicen que va a tener una recuperación completa.
—Ashwini palmeó el revestimiento de ladrillo—. Este es un gran lugar.
—¿Lo es? Mi tía me la dejó. —Con el labio inferior temblando,
Penélope se abrazó a sí misma, sus distintivas uñas vívidas doradas y
con lentejuelas contra el azul oscuro de la túnica—. No puedo creer que
Giorgio hizo esas cosas, haber herido a Brooke. Yo lo amaba.
Ella era, Ashwini pensó, una patológicamente buena mentirosa.
También ahora estaba un paso fuera de la puerta, haciendo que
instintivamente a Ashwini la siguiera cuando se movió hacia atrás.
Continuó sonriendo, Ashwini se inclinó hacia ella y le dijo—: Puedo
hacer un agujero a través de tu intestino mientras tratas de gritar, así
que no lo hagas.
Penélope se congeló en medio de un respiro, con la boca abierta
como la de un pez globo.

285 Penélope
Manteniéndose cerca para bloquear la expresión en el rostro de
de la cámara, ella dijo—: ¿Está Giorgio dentro de esa casa? —
Apuntó la pistola hacia Penélope cuando la otra mujer no respondió con
la suficiente rapidez, sin misericordia con la memoria del rostro
golpeado de Brooke al frente de su mente.
—S-sí.
—¿Quién más?
Torció sus labios. —Nada más que dos putas que recogí de la
calle.
Ashwini apagó la seguridad. —No me mientas. No me gustas y no
dudaría en poner una bala en tu bonita cara y estropearla.
Su petulancia borrada, Penélope gimió. —No puedes hacer eso.
—Defensa propia. ¿A quién crees que el gremio va a creer? ¿A mí
o una adicta a la sangre de muertos que vendió a su hermana?
—¡Brooke no es mi hermana! Es un pedazo de basura que
avergonzó a nuestro maestro.
—Una última oportunidad. —Ashwini empujó con el arma lo
suficientemente duro que la heriría, su voz helada—. ¿Quién más está
dentro de la casa?
La piel de gallina en su piel, Penélope se desmoronó. —El otro
maestro —susurró—. El viejo.
—¿Quién supervisa la alimentación de vigilancia?
—El maestro —dijo—. Lo verás. —Comenzó a reír burlonamente.
Ashwini se estiró como si quisiera abrazar a Penélope y apuñaló
con dos dedos una parte particular de su garganta. Hizo que los ojos de
la morena se ampliaran, un sonido de arcadas escapó antes de
desplomarse. Lanzando un brazo alrededor de la mujer aturdida,
renunció a cualquier intento de sigilo y empujó la puerta totalmente
abierta al ver a nadie al acecho.
Dejó caer a una Penélope gimiendo en el pasillo y, tirando de la
correa de la elaborada túnica de la mujer, lo utilizó para amarrarla, las
manos detrás de la espalda y los tobillos atados a las muñecas. Un
corte con una de sus cuchillas y tenía otro pedazo de la túnica para
utilizar como mordaza. —No quisiera que estés llamando a tu precioso
Giorgio en el momento equivocado —murmuró. Cuando terminó, fijó a
Penélope a su lado para asegurarse de que podía respirar.
Toda la operación le llevó menos de un minuto y su piel se
arrastró todo el tiempo, pero se imaginó que Giorgio era demasiado
cobarde para venir por ella directamente. No, el bastardo polla de lápiz
estaría escondido en algún lugar, listo para emboscarla como lo hizo
con las mujeres que habían confiado en él.
Haciendo caso omiso de las dagas que Penélope lanzaba con sus

286 ojos, se deslizó el cuchillo que había utilizado para cortar la túnica y
sacó su arma secundaria de una funda de tobillo. Ambas armas
tendidas, dio un paso hacia la primera puerta cerrada en esta planta.

***

Después de haber trepado por el lado del edificio, Janvier llegó al


ventanal anticuado y mirando a través de las cortinas abiertas,
confirmó que la habitación más allá estaba vacía. Podría haber roto un
cristal para entrar, pero el ruido podría alertar a alguien aquí, por lo
que utilizó un truco que había aprendido de un ladrón de joyas, y
rompió las bisagras en su lugar, utilizando una cuchilla afilada y fuerza
vampírica.
Agarrando una parte de la ventana, bajó silenciosamente al suelo,
luego se deslizó, sus kukris en la mano al momento en que sus pies
tocaron la alfombra. Un oído abierto para Ash, examinaba la habitación
para encontrarla relativamente desnuda, aunque hubo algunos
pertrechos femeninos que hacían pensar lo contrario.
Incluyendo una bufanda bastante amarilla con mariposas
púrpuras medio colgando de un cajón.
Su mente recordó la foto de Felicity con sus amigos, todos con un
cóctel en la mano… y Felicity con la bufanda alrededor de su cuello.
Esto tenía que ser donde ella, Lilli, y las otras víctimas había
vivido antes de que Giorgio los pusiera en las cajas. El lugar en el que
habían tratado de llegar a ser "lo suficientemente buenas" para
mudarse a la casa de Giorgio en el barrio vampírico. Medidas drásticas
contra la rabia, y tomando un rápido vistazo alrededor para asegurarse
de que no faltaba nada, salió al pasillo.
A la izquierda estaba lo que resultó ser un cuarto de baño cuando
abrió la puerta. Ésta, también, estaba vacía. Como lo estaba la
habitación de al lado. Esa habitación tenía un pequeño balcón
decorativo en el lado que no se veía desde la calle, pero era tan pequeña
que se podía ver que no había nadie en ella de un vistazo a través de las
puertas corredizas. Eso dejó al lado derecho de la planta.
Tenía dos puertas, y la primera estaba cerrada con llave.
Deslizando lejos una de sus cuchillas, tomó un pequeño alambre de
metal de su bolsillo, otro truquito que había aprendido de su amigo
ladrón. Diez segundos después, hubo un pequeño clic que dijo que
estaba listo. El sonido fue muy pequeño, pero Janvier sabía que
algunos vampiros más viejos tenían una audición que era
sobrenaturalmente aguda. Dejando a un lado el cable, esperó,
escuchando en la puerta.
Sonidos salían desde dentro, pero eran extraños, sordos.
Empujando con mucho cuidado la puerta abierta mientras
287 mantenía su cuerpo fuera del camino. Cuando no hubo otro sonido,
empujó hasta abrirla por completo y se golpeó la espalda contra la
pared del pasillo de nuevo.
Más sonidos amortiguados, más fuerte ahora.
Miró, vio a una mujer atada de pies y manos, algo metido en la
boca y el pelo negro rizado en una maraña contra la gruesa alfombra
gris. Mascara se le corría por la piel blanca pegajosa de su rostro, el
terror en sus ojos. Levantó un dedo a sus labios, comprobó el resto de
la habitación y no encontró ninguna evidencia de otro individuo. Miró
hacia el pasillo para asegurarse de que quedó claro, luego se fue a su
lado.
—Voy a desatarte —dijo en voz baja—. Pero si comienzas a llorar o
hacer cualquier otro tipo de ruido, puede que no sea capaz de sacarte.
—Era imposible saber si Giorgio tenía guardias en este lugar y Cornelio
era un ángel poderoso, incluso sin Lijuan alimentándolo con su
energía—. Cabecea si entiendes.
Un cabeceo frenético.
Janvier sacó la mordaza primero. Resultó ser un calcetín hecho
un ovillo.
—Mi amiga, Marta —susurró a través de la boca seca y labios
agrietados—. La morena que nos trajo hasta aquí se la llevó.
—La encontraremos. —Cortando las cuerdas, la llevó a la
habitación por las puertas corredizas. Demostraron estar bloqueados
por un cerrojo con llave. Tomó preciosos segundos para forzar la
cerradura, pero cuando deslizó la puerta abierta, vio que su corazonada
tenía razón: oxidado pero con indicios de desgaste peligroso, había un
tubo grande en la pared exterior que iba todo el camino al suelo.
Tenía suficientes uniones para proporcionar un agarre.
Ignorando su chaqueta de cuero, se la dio a la mujer que había
confirmado que su nombre era Bridget. Sus pantalones vaqueros
ceñidos y sus pequeñas botas protegían sus piernas del frío, pero ella
llevaba sólo un corpiño en su mitad superior. —Voy a ayudarte con la
barandilla de la tubería. —Pensando en sus manos en el metal helado,
se acordó que tenía los guantes de Ash en los bolsillos de la chaqueta,
le dijo que se los pusiera—. Baja tan silenciosamente como sea posible.
—¿Qué pasa con Marta? —preguntó ella, después de haber
limpiado el dorso de sus manos en su cara. Se había untado más su
maquillaje, pero sus ojos contenían más rabia que miedo.
—Voy por ella. Voy a ir mejor si no tengo que preocuparme por ti
también.
Dando un cabeceo espasmódico, se puso los guantes. —¿Debo
llamar a la policía después de que me los ponga?
—Ya están en camino. ¿Puedes conducir una motocicleta? —
Sacudió la cabeza, él dijo—: Ve por la calle y escóndete detrás de la casa
288 de la esquina. —Se dió cuenta que estaba vacía cuando llegó—. Nuestro
apoyo debe llegar en cuestión de minutos.
Ella no volvió a hablar hasta que la había ayudado a salir. —Por
favor, ayuda a mi amiga.
—Lo haré. —Esperando el tiempo suficiente para ver que ella
estaba firme en la tubería, se fue de nuevo al pasillo y rápidamente miró
en las habitaciones que ya había despejado. La última puerta de la
derecha era un dormitorio principal, con un diseño opulentamente
masculino. Janvier olió la misma colonia que había en la casa de
Giorgio, vio un pañuelo en la cama, una camisa con una caída de
encaje en los puños en una silla.
Sin embargo, del mismo Giorgio no había ni rastro.
Empezó a bajar las escaleras hasta el segundo nivel.
41 Traducido por Miry GPE
Corregido por NnancyC

Mirando a la derecha mientras bajaba por el pasillo, Ashwini


encontró una amplia sala de estar. Su mirada fue inmediatamente al
vaso de líquido rojo en el aparador antiguo, al lado de un decantador
con lo mismo.
Sangre.
Ninguna otra cosa tenía la misma consistencia, una que era obvia
para ella, incluso desde su posición actual. Entrando con cuidado,
examinó la gran habitación. Había un sólo lugar en el que alguien podía
ocultarse, y era detrás del sofá cerca de las ventanas. En vez de
caminar hacia ahí, se tiró al suelo y miró debajo del sofá color crema
con patas de madera curvadas. Nada.
289 mirada.Lo confirmó cruzando la habitación y dándole una segunda

Ahora tenía que tomar una decisión. Pasar por la puerta de la


sala de estar hacia la habitación del lado opuesto, o entrar en la otra
desde el pasillo. Con ojos entrecerrados, miró alrededor y encontró una
silla ornamentada, la cual era pesada, pero que podía llevar sin
arrastrarla por el suelo. La puso debajo del picaporte de la puerta de
acceso interno, bloqueándola como una ruta de salida, y luego regresó
al pasillo.
Cerca de la entrada, Penelope se hallaba tirada, el pelo por toda
su cara mientras trataba de moverse, un pecho desnudo y un muslo
expuesto. Confirmando con una mirada que la otra mujer no iría a
ninguna parte, Ashwini abrió una puerta de la izquierda. Descubriendo
que era un armario lleno de abrigos de terciopelo y encaje, junto con lo
que parecía ser una capa negra con capucha. La cerró, despejó las otras
dos habitaciones de la izquierda, manteniendo un ojo en la puerta
abierta que conducía a la habitación fuera de la sala de estar.
El primer cuarto de la izquierda era una especie de sala de juegos
con televisión y sorprendentemente con muebles para relajarse. O
Giorgio no tuvieron tiempo de actualizarlo o era para las mujeres. La
otra habitación era un cuarto de baño cubierto de azulejos de lujo. Así
que, probablemente, el restante aún no fue actualizado. Seguramente
alguien se encontraba en la habitación que dejó para el final, se dirigió
a la puerta.
A la vez, cambió sus armas por cuchillos. Harían mucho menos
ruido y no alertaría a nadie más en la casa. Entonces entró rodando a
la habitación, hacia un rápido ataque de un vampiro sobrenaturalmente
hermoso con ondas de cabello dorado. Pero Giorgio no estaba
acostumbrado a luchar por su vida. Él fue hacia donde el cuerpo de ella
debería estar, en lugar de donde estaba.
Se colocó en cuclillas y empujó un cuchillo en el estómago de él
antes de que pudiera detener su impulso hacia adelante. Su sangre
manchó su camisa blanca de escarlata. Consciente de la rapidez con la
que los vampiros de su edad podrían recuperarse de una herida en sus
entrañas, golpeó con un segundo cuchillo directamente en su corazón,
segundos después del primero, luego se alzó para apuñalarlo con un
tercero en el cuello desde el costado.
Su yugular se cortó, bombeando sangre en calientes borbotones,
salpicando las paredes amarillas de lo que resultó ser la cocina, pero él
todavía seguía luchando, tratando de gorgotear algo que sonaba como
“puta”.
—Mejor puta que una pieza de mierda sádica como tú —dijo y,
agarrando el cuchillo de caza de su cinturón, lo estrelló en el cerebro de
él a través de la oreja izquierda, luego lo giró.
Con una mirada de asombro en su rostro, al final Giorgio se
derrumbó.
290 Ashwini sabía que no estaba muerto, se aseguró de eso. Quería
que Giorgio sufriera la justicia inmortal. Podría durar años. La hoja en
su cerebro debería mantenerlo fuera de servicio por un día por lo
menos, pero no correría el riesgo, con toda la rareza en este caso. Por lo
que sabía, Giorgio era parte renacido y estaría volviendo a la vida tan
pronto como le diera la espalda.
Asaltando la cocina en lugar de utilizar sus propios cuchillos,
metódicamente puso cuchillos para carne de acero al carbono a través
de sus palmas, antebrazos y hombros, cuidando de no hacer contacto
piel a piel. Después atravesó con un cuchillo de carnicero su muslo,
cortando el hueso. Hizo lo mismo con su otro fémur.
A diferencia de Giorgio, no sintió ningún placer en causarle las
lesiones. Su único motivo era mantenerlo en su lugar. A excepción de
los dos últimos cuchillos que encontró, hojas estrechas y afiladas para
filetear.
—Esto es por todas las mujeres a las que alguna vez dañaste —
dijo y fijó los testículos del bastardo al piso, los cuchillos se deslizaron
fácilmente a través de sus pantalones—. Espero que cuando despiertes
te duela como la mierda.
Juzgando que se hallaba controlado, se levantó y se volvió a
dirigir al pasillo.
Las sirenas que ya podía escuchar le decían que su respaldo
llegaría mucho antes de que Giorgio tuviera alguna posibilidad de
levantarse. Tomando las escaleras al segundo piso, subió en silencio...
para ver a Janvier bajando del tercero. Ella alzó la cabeza. En un tono
bajo, él dijo—: Una chica a salvo. —Entonces se concentró en la sangre
en su chaqueta.
—Es de Giorgio.
Pasando los dedos por la mandíbula de ella, miró por el pasillo. —
Cornelius debe estar en este piso si lo encontraste aquí.
—Lo está. —La fealdad nauseabunda que sintió, incluso desde el
exterior, dominaba el aire de aquí, acre y vieja. Luchando contra la
sensación de malestar en sus entrañas, sacó sus armas de nuevo. Los
cuchillos no harían mucho bien contra un ángel, pero un cerebro lleno
de plomo podría retrasarlo lo suficiente como para que Janvier lo
decapitara.
Marcharon por el pasillo lado a lado, despejando dos habitaciones
antes de que un vuelco en el estómago de Ashwini le dijera que estaban
en el correcto. Comunicándole eso a Janvier con una simple mirada, no
discutió cuando asintió para que ella abriera la puerta, así él podría
entrar primero. Como vampiro, él tenía más posibilidades de sobrevivir
a un ángel enojado que ella. Y tenía una mejor oportunidad de
mantenerlo seguro si entraba disparando detrás de él.
Girando el picaporte, la abrió antes de dar la vuelta para entrar

291 detrás de Janvier. Entró tan bajo y silencioso como ella en la cocina y se
acercó dispuesto a defenderse de un ataque... excepto que no hubo
ninguno.
Sin embargo, había un ángel en la habitación.
Ashwini mantuvo sus armas levantadas, sus ojos negándose a
creer lo que veían. Cuando se arriesgó a dar un rápido vistazo a
Janvier, vio la misma incredulidad en sus ojos.
Janvier le mostró una foto de Cornelius poco después de que
encontraran sus plumas. El hombre en esa imagen tenía una
constitución fuerte, cabello castaño brillante tan oscuro que era casi
negro, ojos de un profundo avellana verdoso y piel de un suave
bronceado marrón que —cuando se combinaba con sus rasgos
esculpidos— hablaba del Mediterráneo o del norte de África. Sus alas se
hallaban extendidas en la imagen, un guerrero fuerte y listo para volar.
De pie en frente de las ventanas... no sabía cómo llamarlo. Él
pudo ser un ángel alguna vez, pero ahora sus alas eran dos trozos de
cartílago petrificado y hueso, lo crema de sus plumas visible sólo en
parches esporádicos, el rojo casi desaparecido. Cuando se giró para
hacerles frente, vio sus mejillas hundidas, su piel completamente
blanca y que su cabello marrón-polvoriento evidenciaba la misma muda
de sus alas, la piel de las partes expuestas de su cráneo evocaba un
oculto bronceado.
Ashwini podría haber rodeado su brazo con los dedos índice y
pulgar. Era como si hubiera perdido toda la grasa corporal y la masa
muscular. Pero incluso sus huesos no se encontraban del todo bien, su
mandíbula sobresalía de un modo extraño y su pierna derecha parecía
tener una segunda rodilla que empujaba los pantalones de fina seda
roja que colgaban sobre su forma descarnada, su mitad superior
desnuda para revelar una jaula de costillas que estaban aplastadas de
un lado.
Sus ojos eran de un azul transparente, sus dientes irregulares... y
cubiertos de sangre, la misma sangre que rodeaba su boca y caía por su
pecho.
Sonriéndoles grotescamente, se colocó de rodillas y se inclinó
como si fuera a alimentarse nuevamente de la mujer en el suelo, el
cabello de ella era un charco magenta y su piel un marrón pálido.
Ashwini le disparó a él en la cabeza, esperando que su cráneo no volara
en pedazos. Con un ángel normal, eso no sería un riesgo, pero con
este...
Cornelius cayó hacia adelante, pero con la cabeza entera. Bien. Él
también tenía que enfrentar a la justicia inmortal.
Janvier quitó el cuerpo del ángel enemigo de encima de la mujer,
mientras que Ashwini le revisaba el pulso. Tuvo que utilizar su muñeca,
la garganta de la mujer era todo un lío sangriento.
—Vamos —susurró ella, viendo en la víctima los signos más leves

292 de daño a largo plazo: su piel era un toque más seco de lo que debería
ser, el brillo de su cabello teñido desvanecido, pero no ausente. Le dio a
Ashwini esperanza de que no era demasiado tarde—. Vamos.
Entonces, allí estaba: un pulso, débil pero presente.
Escuchando botas resonando por las escaleras, corrió hacia la
puerta, y vio a Trace. —¡Trae a los paramédicos!
Él asintió y desapareció por donde había venido.
Los paramédicos llegaron a la habitación medio minuto después.

***

Catorce horas después, con la ciudad oscura, Ashwini se apoyó


contra la pared de una gran sala sin ventanas en el centro de la Torre.
Janvier permanecía junto a ella, un pie en una bota contra la pared,
con los brazos cruzados. Elena se encontraba al lado de Ashwini,
mientras que Dmitri flanqueaba a Janvier. Naasir gruñó cuando le
contaron de la captura y dijo que quería el informe de ellos. La idea de
estar encerrado con “comida rancia andante” no era atractivo para el
vampiro.
Ashwini tampoco se sentía exactamente feliz por eso, pero tenía
que pasarlo, sin importar qué. Mantenerse fuerte contra el vórtice de la
energía de Rafael, era en realidad darle un contrapeso a la bilis causada
por el horror del mal de Cornelius... y el hombro de Janvier tocando el
suyo era un ancla física.
Rafael se hallaba en el centro frente a Cornelius —quien
finalmente sanó lo suficiente para hablar, pero no para permanecer de
pie durante un periodo prolongado. A un ángel de su edad no debería
haberle tomado tanto tiempo para quitarse de encima una herida de
bala, pero Cornelius ya no era exactamente un ángel normal. Se sentó
en una silla, la cual era el único mueble en la habitación, con la cara
formando la mueca de una sonrisa.
Ashwini apretó los dientes contra las ganas de ir por un arma.
Marta, la mujer que rescataron, estaba viva, pero el daño que se le hizo
fue más allá de superficial. Sus huesos envejecieron diez años, sus
órganos internos mostraban signos de lo mismo. Según los médicos,
estaría bien con suplementos, no obstante, su esperanza de vida fue
acortada de forma permanente.
Todo para que un monstruo pudiera vivir un día más.
—Cornelius —dijo Rafael, sus alas brillando de una forma que
nadie quería ver, porque cuando un arcángel brillaba, gente moría—. No
eres como solías ser.
—Mi Diosa me dio un regalo.
—Se alimentó de ti porque eras desechable y fuerte. —Una réplica
293 despiadada—. Mi jefe de espías ha confirmado que Xi se retiró con las
tropas, al igual que Alastair y Philomena. Sus lesiones y las muertes de
otros generales de Lijuan fueron a manos de mi gente, no de Lijuan.
La sonrisa de Cornelius no desapareció. —Me ofrecí para mejorar
su grandeza, para formar parte de ella. —Se interrumpió por una tos
agitada—. Por desgracia, no pudo completar la alimentación en medio
del ataque final, no pudo tomar la plenitud de mi alma en sí misma.
Eso explicaba el estado medio disecado de Cornelius.
—¿Y las mujeres? —preguntó Rafael en un tono tan frío que hizo
que el corazón de Ashwini se congelara. Mientras viviera, nunca
entendería cómo Ellie iba a la cama con él. Más ahora que Ashwini
experimentó personalmente la vulnerabilidad demoledora que venía con
el sexo.
Janvier le lanzó una mirada en ese instante, con sus ojos
brillantes, y fue como si le hubiera leído la mente. Ella frunció el ceño.
Él sonrió y cerró una mano sobre la de ella. —Podría arrancar tu cabeza
de un sólo tirón —dijo en voz tan baja que le llegó sólo a ella.
—Deja de leer mis pensamientos. —No le preocupaba en lo más
mínimo la fuerza de él. Si hubiera querido hacerle daño, lo habría hecho
hace mucho tiempo. En cambio, más de una vez se puso a sí mismo en
el camino del peligro por ella.
Con el ceño fruncido, Janvier dijo—: Pero hablaste en voz alta.
Ella parpadeó, y se inclinó para hablarle al oído. —No, no lo hice.
Se miraron fijamente.
—Hablaremos de eso más tarde —susurró finalmente y volvieron
su atención al interrogatorio.
Cornelius admitió usar a las mujeres para mantener su fuerza
mientras esperaba el “regreso de su Diosa”, pero se negó a admitir que
se alimentó de animales antes de rastrear a Giorgio.
—Salva la cara —murmuró Dmitri—. Alimentarse de animales lo
convierte en un animal.
—¿Qué te hicieron los animales que los insultas de esa manera?
La réplica murmurada de Ashwini hizo que los labios de Dmitri se
curvaran. —Mis disculpas. Estás, por supuesto, en lo cierto. Él es una
abominación innatural.
—¿Qué hará Rafael con él? —preguntó.
—Les preguntará a las víctimas sobrevivientes su voluntad y
luego, se asegurará de que se lleve a cabo, en ambos, en Cornelius y
Giorgio.
—Bien. —Si fuera por ella, Ashwini le hubiera dicho a Rafael que
encerrara a los bastardos en una habitación juntos, donde Cornelius
podría alimentarse de Giorgio hasta que el vampiro muriera, entonces
dejarlo que muera de inanición. Haría falta un largo, largo tiempo,
294 incluso teniendo en cuenta su estado actual.
Tal vez les mencionaría la idea a las víctimas con vida.
—Estás sedienta de sangre, mi Ashblade.
Cuando lo miró, Janvier frunció el ceño. —¿Tampoco dijiste eso
en voz alta?
—No. —Ella se apartó de la pared cuando Rafael se giró para irse,
lo que indicaba que el interrogatorio terminó.
Dejó a Cornelius en la habitación y Dmitri bloqueó la puerta tras
ellos.
—He hablado con Giorgio —dijo Rafael, su ala frotando la de
Elena.
—¿Ya? —dijo Ashwini antes de darse cuenta que interrumpió a
un arcángel—. No pensé que fuera lo suficientemente poderoso para
sanar tan rápido.
Rafael le sostuvo la mirada, el azul de sus ojos violento. —No lo
es.
Pero Rafael —ella entendió, manteniendo un fuerte agarre en su
habilidad para no ser absorbida por la fuerza de él— era un arcángel.
No existía manera de saber cómo hizo para que Giorgio hablara, y era
probablemente mejor si no lo supiera; tenía bastantes pesadillas dentro
de su cráneo.
Los ojos de Rafael no se alejaron de ella, el poder que tenían era
escalofriante. —Hiciste un trabajo extraordinario para contenerlo sin
causar una lesión mortal.
Ashwini decidió que no deliraba. Rafael definitivamente sonaba
divertido. —Podría haberme entusiasmado un poco —admitió con una
mueca—. Simplemente no quería correr el riesgo de que se arrastrara y
escapara de la justicia para continuar con su reinado de tortura y
muerte.
—Un motivo digno —dijo Rafael, su expresión volviéndose fría
mientras añadía—: Se merece el dolor.
—Tienes que enseñarme el truco del cuchillo-a-través-del-cerebro
—dijo Elena, dando a Ashwini una excusa para apartar la mirada del
arcángel que la había notado. Ninguna persona en su sano juicio quería
ser notada por un arcángel. Nunca.
—Hay un giro al final —dijo, a escondidas curvando los dedos
alrededor de los de Janvier. Él le respondió el apretón, cálido y fuerte.
Y eso le hizo respirar más fácil. —En eso tienes que tener cuidado
—le dijo a Ellie—. De lo contrario, dañas demasiado el cerebro para que
el vampiro se recupere.
Los ojos de la otra cazadora brillaron. —Tenemos que hablar. —
Miró a su consorte—. Entonces, ¿qué tenía que decir ese cobarde
295 viscoso?
—Que no era un traidor. —Las palabras de Rafael poseían una
repugnancia fría—. En realidad, no tenía verdaderas lealtades, hizo sólo
lo que era bueno para Giorgio. Cornelius lo conoció en el pasado, y
cuando vio a Giorgio en el Quarter, lo rastreó a su casa y le pidió asilo,
convenciéndole de que sería recompensado cuando Lijuan surgiera de
nuevo.
—Señor —dijo Janvier—, Giorgio no siempre fue así. Era un gran
médico. ¿Es la locura de la edad?
La respuesta de Rafael fue absoluta. —No. Simplemente se
aburrió de la eternidad y este era su entretenimiento. —La pura belleza
masculina de las facciones del arcángel no hizo nada por ocultar la
crueldad que lo convirtió en uno de los Diez—. Creo que aceptó a
Cornelius no a causa de alguna creencia en la resurrección de Lijuan,
sino porque deseaba un socio en sus perversiones.
—Giorgio no debió ser capaz de salirse con la suya maltratando
mujeres durante tanto tiempo —dijo Dmitri, su voz despojada de todo
rastro de amabilidad.
Pensando en la sorpresa de Carys ante la respuesta de Ashwini
por el informe de dos profesionales perdidos, dijo—: Se necesita una
mejor manera de mantenerse en contacto con los más vulnerables.
—Ash tiene razón —dijo Janvier—. Hay todo un mundo gris bajo
la superficie de la ciudad, y desde este grupo que los depredadores
como Giorgio escogen a sus presas. También estoy preocupado por el
gran número de mortales sumisos que vi en los clubes Quarter.
Dmitri frunció el ceño. —Contamos con una red en el lugar, pero
su atención se centra en mantener vigilados a los inmortales, y no en
los que podrían convertirse en presa. Es una brecha en la que tenemos
que trabajar para conectarla.
Lo que la Torre necesitaba, pensó Ashwini, era alguien como
Ransom, alguien confiable en las calles y protector de sus habitantes,
pero que no fuera mortal. Tenía que ser un vampiro, un hombre o una
mujer que ya había tomado la decisión de vivir en el mundo inmortal.
—Mañana podemos discutirlo más —dijo Rafael—. Por ahora, los
depredadores están encerrados, y ustedes dos —Esa mirada llena de
poder notando a Ashwini y Janvier de nuevo— se han ganado la noche
libre. Disfruten de la paz mientras dure.
Sin lugar a dudas era una orden.
—Señor —dijo Janvier, y los dos salieron. Él ya había tomado una
chaqueta de moto negra y roja para reemplazar la que le dio a la mujer
que rescató, por lo que sólo había otra cosa que recordar.
—Agarra algunas botellas de sangre —le dijo ella una vez que
estaban en el pasillo principal—. Necesitas más de la que te puedo dar.
Su sonrisa era maliciosa. —Me das bastante, dulzura. Y es muy
296 buena.
Rodando los ojos, se inclinó y le dio un beso en esa bonita boca.
—Gracias. —Por comprender que necesitaba una sonrisa y dársela.
—El agradecimiento no es necesario —dijo y tomó su mano de
nuevo—. Sólo sé mía por siempre.
Quiero envejecer contigo, pensó en una oleada desgarradora de
amor, ver el mundo contigo, pelear contigo, besar tu boca pecaminosa y
risueña un millón de veces.
Giorgio se aburrió con la eternidad, cuando Ashwini daría su
alma para experimentar una sola vida mortal con el vampiro a su lado,
sin el fantasma de una crisis psicológica que al final la fragmentaría en
innumerables pequeñas piezas.
La amargura amenazaba, pero ella tomó su decisión hace mucho
tiempo, y no estaba dispuesta a permitir que un monstruo sacudiera los
cimientos de su mundo. No, pensaría en su hermana, en Felicity, en
Lilli. Ninguna tuvo la oportunidad de experimentar el amor de esta
manera, caminar de la mano con un hombre que daría su vida por ella.
Un día, una semana, un mes, un año… no importaba cuanto tiempo
vivió como una persona completa, lo haría con un corazón abierto y un
espíritu sin restricciones.
—Te amo —le dijo ella mientras caminaban a su apartamento en
la Torre, presionando los labios contra su mandíbula.
—Cher. —Él se giró para acunarle la mejilla, su mirada
sorprendentemente vulnerable.
Con el corazón expuesto, pasó los dedos por el cabello de él. —
Sabes que lo hago. Tienes que saberlo.
—Sí. —Una sonrisa magnífica y salvaje—. Pero es bueno
escucharte admitirlo.
Besando su boca sonriente, él murmuró sus propias palabras de
amor, le dijo que era dueña de su corazón y que siempre lo sería. —
Quedémonos aquí —dijo él, deslizando una mano debajo de la chaqueta
y el suéter de ella—. Podemos ir a tu casa en la mañana.
—Trato —le respondió justo cuando sonó su teléfono.
Sosteniendo el verde musgo y luz de sol de su mirada, una mano
en su nuca, metió la otra en el bolsillo. —Tengo que comprobar el
identificador de llamadas. —Podría ser la Casa Banli.
—Lo sé —dijo el hombre que la entendía, que la aceptaba.
Su mirada ardía, se apoyó en él mientras miraba el nombre en la
pantalla. No era la Casa Banli, sino que era una llamada que tenía que
responder.
—Tanu es Tanu esta noche —dijo Arvi, su voz sostenía una
sonrisa—. A ella le gustaría verte.
297
42 Traducido por Nickie
Corregido por SammyD

Elena salió a un balcón de la Torre con Rafael. Dmitri acababa de


irse para atender una situación de emergencia con Sorrow, la mujer que
fue capturada por un arcángel loco y transformada de maneras
inexplicables. Honor estuvo entrenando a Sorrow en cómo manejarse en
la oscuridad, Naasir salió con ellas, cuando Sorrow tuvo uno de sus
impredecibles episodios violentos.
Todo el mundo se hallaba físicamente bien, pero Sorrow se
encontraba cerca de un colapso mental. Ya que Dmitri parecía ser el
único capaz de llegar a ella, Honor le pidió ayuda. Elena nunca olvidaría
cuando encontró a Sorrow, cubierta de sangre y desnuda en un viejo
cobertizo, a unos metros de la cámara de los horrores donde estuvieron
retenidos los restos de sus amigos. Le enfurecía que la joven continuara
298 pagando las consecuencias de la maldad de otros; esperaba que
encontrara la forma de pelear contra el veneno en su interior, y
vencerlo.
Los sobrevivientes de los crímenes de Giorgio y Cornelius tenían
un largo camino por delante. De aquellos encontrados en las jaulas,
parecía que sólo Brooke sería capaz de vivir una vida normal, y ella
estaba gravemente traumatizada. Los otros tenían sus cuerpos como los
de ancianos débiles y sus mentes casi destrozadas.
—¿De verdad dejarás que las victimas elijan el castigo? —le
preguntó al arcángel.
—Es la única satisfacción que les puedo dar.
—¿Y si eligen la misericordia? —Elena no lo haría, pero al fin y al
cabo, le gustaba la justicia sangrienta.
Rafael volteó el rostro hacía los vientos nocturnos. —Honraría su
deseo, y encerraría a Giorgio y Cornelius en celdas vacías bajo tierra,
así podrían vivir en misericordia hasta su muerte.
—Por eso te amo, Arcángel. —Extendió sus alas, y las plegó—. Tu
madre parece feliz. —Caliane se quedaba en la propiedad del Enclave
desde su llegada, conforme con pasar tiempo con Rafael y hablar con
Keir, aunque también se encariñó con Montgomery.
—Sí. —Volteándose hacia Elena, Rafael la abrazó a su cuerpo, sus
miradas fijas uno en el otro—. Me haces sentirme orgulloso de ser tuyo,
hbeebti. —El poder emanaba de cada palabra, sus emociones eran una
furia—. Sé que es difícil, pero la tratas con gracia y compasión.
—Es tu madre, Rafael, y te ama. —Era tan simple como eso—.
Hablando de Caliane, deberíamos volar de regreso. Dijo que solo podía
quedarse otro día sin poner a Amanant en riesgo y ya has tenido que
estar en la Torre por horas para lidiar con Cornelius y Giorgio.
Su beso provocó una tormenta dentro de ella, encendiendo su
cuerpo. —Continuaremos esto cuando estemos solos. —Dicho eso, se
lanzó de espaldas hacia atrás por el balcón para luego girar en el aire y
elevarse.
Presumido. Levantando vuelo también, saludó con la mano a su
escolta de la Legión, reconociéndolo ahora. La Legión eran como
gemelos idénticos, setecientas setenta y siete veces. Eran todos iguales,
pero una vez que llegabas a conocerlos, cada uno era diferente.
Este era un amor y no por ello el menos espeluznante, a su
manera.
Le devolvió el saludo y cuando ella se dirigió a su invernadero, la
siguió. —Ve a pasar tiempo con tu madre, Rafael —dijo cuando el
arcángel le frunció el ceño—. Caliane y yo estamos en paz —O por lo
menos iniciamos el proceso—. Eso no quiere decir que queramos vernos
más de lo necesario.

299 veré enSus labios se curvaron, un mar salvaje dentro de su mente. —Te
nuestra cama, Cazadora del Gremio.
—Cuenta con ello, Arcángel.

***

Ashwini entró en la Casa Banli para ser informada de que Tanu y


Arvi se encontraban en los jardines ocultos-de-invierno-y-noche. De pie
afuera, con Janvier a su lado, siguió el sonido de las voces animadas
hasta encontrar a su hermana sentada en una silla de jardín de hierro
forjado bajo la luz de la luna, Arvi a su lado. Tanu tenía una gruesa
manta envuelta a su alrededor, mientras que Arvi llevaba su abrigo.
Ambos sonreían, conversando fluidamente.
—¡Ashi! —El rostro de Tanu se iluminó—. Ven, siéntate. —
Sostuvo su manta abierta.
Con el corazón rompiéndosele en miles de fragmentos de dolor y
esperanza, Ashwini aceptó la invitación y se inclinó hacia el lado de su
hermana. Arvi se levantó en ese momento y tendió su mano. —Nunca
nos conocimos apropiadamente. Soy Arvan, el hermano mayor de
Ashwini.
—Janvier.
Los hombres se dieron la mano, luego Arvi retomó su asiento al
lado de Tanu, mientras que Janvier buscó una silla de exterior de
metal, le quitó la nieve y la colocó a la izquierda de Ashwini frente a su
asiento. Los cuatro comenzaron a charlar bajo la luz de la luna. Carl
trajo café en algún momento, y, calentados por el líquido,
permanecieron afuera por un par de horas más.
Tanu era vivaz e inteligente y en ocasiones brutalmente sarcástica
al responder como era antes de la degeneración. Y Arvi, se rió sin parar
con muchas de las réplicas de Tanu. Pero por ese único incidente cinco
años atrás, Ashwini no lo vió de esa manera desde que era una niña. Le
hizo darse cuenta lo mucho que su hermano se destrozó cuando Tanu
se rompió en pedazos.
Con un nudo en la garganta, miró sin poder hacer nada a
Janvier. Él alcanzó lentamente bajo la manta para tomar su mano. Los
dos estuvieron en silencio la mayor parte del tiempo, Ashwini conforme
con estar sentada con el brazo de su hermana alrededor de ella
mientras Tanu y Arvi hablaban, dos piezas de un todo que fueron
separadas y se encontraron el uno al otro de nuevo por esta única
noche mágica.
—Es el momento —dijo Tanu con una sonrisa mientras el fuego
besaba el cielo en el horizonte, el amanecer susurrando su llegada—.
Estoy tan feliz de haber pasado este tiempo contigo y con tu Janvier,
300 Ashi. —Su hermana la abrazó fuerte antes de liberarla de la manta—.
Has crecido tan inteligente, salvaje y hermosa como siempre supe que lo
harías.
Reacia a irse, pero sabiendo que tenía que hacerlo, Ashwini se
puso de pie y fue empujada a los fuertes y cálidos brazos de su
hermano. —Siento no haber sido el hermano mayor que necesitabas —
dijo Arvi cerca de su oído—. Pero siempre, siempre te he amado. Estoy
tan orgulloso de ti por lo que te has convertido.
Las lágrimas se atascaron en su garganta, lo abrazó con todas
sus fuerzas. —Está bien, Arvi. Lo entiendo.
Abrazó a Tanu de nuevo, queriendo hacerlo para siempre. —Te
amo Tanu. A ti y a Arvi.
Con el rostro desprovisto de oscuridad, Tanu besó sus mejillas. —
Vive una vida extraordinaria, ¿quieres, Ashi? El destino me ha
prometido que lo harás.
Ashwini no podía hablar. Asintiendo bruscamente, agarró la
mano de Janvier y salió del jardín. No fue hasta que estuvieron en el
coche, a mitad de camino del largo viaje, que dejó que los sollozos
salieran.
—Cher. —Janvier se detuvo a un lado del camino, junto a un
roble sin hojas por el invierno y tiró de ella por encima de la caja de
cambios hacia su regazo—. Ashwini, ¿qué sucede? —Con una mano en
su cabello, la sostuvo contra él, su otro brazo enganchado alrededor de
su cintura—. Por favor habla conmigo.
No pudo, no por mucho tiempo. La primera oleada de rayos de sol
calentó el cielo cuando susurró—: Se han ido.
Janvier se quedó inmóvil a su alrededor. Cuando se movió, fue
para presionar un beso en su cabello. Con la voz gruesa, dijo—: Sabías
que se despedían.
—Arvi empezó a morir el día en que Tanu comenzó a desaparecer.
—Su hermano hizo todo lo necesario para educar a Ashwini, incluso se
convirtió en un cirujano célebre, pero fue un fantasma del Arvi que una
vez conoció—. Esta noche… hoy, Tanu era ella misma, verdaderamente
ella, por primera vez en años, y vi a Arvi de nuevo.
—Tomaron la decisión juntos.
—Sí. Todo el mundo acostumbraba decir que Arvi era el alfa de
los gemelos, pero siempre fueron iguales. —Y entonces, después de
tantos años de cuidar a Tanu de sí misma, Arvi esperó que volviera en
sí el tiempo suficiente para asegurarse de sus deseos, esperó por una
decisión que no estuviera influenciada por la misteriosa enfermedad
que perseguía a las mujeres de su familia.
Tragando el nudo de dolor dentro de ella, metió la mano en su
bolsillo. —Arvi me dio esto. —Lo deslizó durante el último abrazo que
301 alguna vez recibiría de su hermano mayor.
Janvier tomó el pequeño sobre, lo agitó hasta que se abrió sobre
el asiento del pasajero. Cayó una llave de oro, junto con un trozo de
papel doblado. —Creo que es de una caja de seguridad.
Sonrió a pesar de su tristeza. —Así es Arvi, organizado hasta el
final.
Cuando Janvier le pasó la nota, la desdobló hasta encontrar
instrucciones sobre cómo acceder a la caja. Arvi había escrito con su
mano fuerte y decidida:
Todo lo que necesitas para acceder a nuestra herencia se
encuentra ahí. Sé que te estamos dejando sola, pero me he asegurado de
que seas capaz de pagar cualquier recurso que puedas necesitar.
Tanu dice que ha soñado un futuro deslumbrante para ti, y quiero
creerle, pero si el destino no es tan bueno, entonces tendrás el dinero
para luchar contra él. No pude encontrar la respuesta, pero otro cirujano
podrá.
Asegúrate de que se le haga una autopsia al cerebro de Tanu;
compárala con los resultados de la de mamá, yo la mandé a hacer de
forma privada después del accidente. El informe se encuentra en la caja
de seguridad, junto con análisis completos de su cerebro. Las muestras
de microscopia se hallan en un centro especial de almacenamiento
médico, encontrarás los detalles en la caja. Asegúrate de que el patólogo
siga el formato exactamente para que obtengas toda la información
requerida. Si se rehúsa una vez que tiene la causa de muerte, contrata a
un patólogo privado para rehacer esa parte.
Has vivido sin miedo durante tanto tiempo. Sigue haciéndolo, sigue
siendo la más fuerte de nosotros.
Con todo mi amor, Arvi.
El dolor se estrelló contra ella de nuevo y con él un rayo de
conocimiento cegador. —No te vayas conmigo, Janvier. —Se sentó
derecha, miró esos hermosos ojos verde musgo que se rieron con ella
alrededor del mundo—. No tomes esa decisión cuando me pase a mí.
Con los brazo cerrados a su alrededor, Janvier sacudió la cabeza,
movió su mandíbula de una forma que vió sólo en raras ocasiones.
Perdió la discusión cada una de esas veces. —No —dijo—, no puedes
pedirme eso.
—Si puedo. —Agarró ambos lados de su chaqueta y trató de
sacudirlo—. Piensa en Arvi, salvó tantas vidas. —Lágrimas de enojo se
formaron en sus ojos. Pestañeando para eliminarlas, dijo—: Esas
manos superdotadas nunca volverán a agarrar un bisturí, nunca más le
darán esperanza a alguien.
—Vivió una vida de sombra —gruño Janvier—. Tú misma lo
dijiste. Fue su decisión irse hoy, ¡cuando era más feliz de lo que lo fue
en décadas!
302 —¡Arvi se dirigía a esa dirección desde el día en que Tanu fue
diagnosticada por primera vez! Tú estas completamente sano.
—¡No lo estaré después de ti! —Su furia llenó el auto, su voz
franca—. No seré yo mismo después de ti.
—Honor volvió por Dmitri —susurró Ashwini, compartiendo un
secreto que no le revelaba a nadie—. Te prometo que volveré por ti. —
Podría no tener el mismo rostro, el mismo nombre, pero sabría quién
era él. Siempre, lo reconocería—. No importa lo que se necesite. Volveré.
Sus ojos brillando húmedos, los dedos de Janvier se clavaron en
sus caderas. —Me sentencias a un eón solo. ¿Cómo puedes pedirme
eso?
—Porque eres lo suficientemente fuerte como para soportar el
dolor.
—No, no lo soy
Lo besó, su mano se enroscó en su cuello. —Necesitas serlo.
Necesito saber que estarás aquí cuando regrese.
No la miraba, sus músculos se hallaban rígidos, y sabía que
perdió la batalla hoy. Pero no había terminado. La enfermedad dentro
de ella podría apagar su luz, pero no lo haría con la de Janvier.

***
Catorce días más tarde y una semana después de que Felicity y
Lilli fueran sepultadas, Janvier condujo a su Ashblade al interior de las
montañas, donde espació las cenizas de su hermano y hermana en el
viento. De acuerdo a las autopsias, Tanushree y Arvan Taj habián
muerto de una falla cardíaca. Inexplicable, según el patólogo pero no
algo inaudito entre gemelos. Lo que sea que los conectaba, acortaba la
vida de ambos cuando solo uno se encontraba enfermo.
Dos jeringas se encontraron en el bolsillo de Arvan Taj, llenas de
una droga que hubiera detenido sus corazones si la aguja era insertada
en el órgano, y el émbolo presionado. Ninguna de las jeringas fue
destapada, mucho menos usada. Ninguno de los hermanos tenía
marcas en su cuerpo.
Era como si una vez que tomaron la decisión de irse, sus
corazones simplemente dejaron de latir. Los encontraron en paz sobre el
asiento de hierro forjado donde Ashwini y Janvier los vieron por última
vez, los brazos de Arvan se hallaban alrededor de los hombros de Tanu
y la cabeza de ella contra su pecho, sus ojos cerrados y el amanecer
calentaba sus rostros.
El patólogo hizo la autopsia especial solicitada para el cerebro de
Tanu, pero los resultados parecían normales a primera vista. Sin
embargo, cuando Ash llevó ese reporte y sus muestras de microscopia,
303 así como también las de su madre, con un neurocirujano que fue amigo
de Arvan, el doctor descubrió una anomalía dentro del lóbulo temporal.
Una pequeña malformación que era idéntica en madre e hija, excepto
que la de Tanu era un poco más grande.
—Es algo que no he visto nunca —dijo el doctor—. Nadie podría
haberse dado cuenta sin tener las dos muestras una al lado de la otra.
—Frunció el ceño—. No creo que tenga algo que ver con su muerte —le
dijo a Ash, inconsciente de la historia de la familia Taj, en el lado
femenino—. Pero incluso si era maligno, no hubiera habido nada que
pudiésemos hacer. Se halla en un lugar inoperable y no conozco
ninguna droga creada para ser capar de tratar algo como esto.
Ash se tomó la noticia mejor que Janvier. Fue ella la que lo
contuvo y consoló. Su fuerte y hermoso amante.
—Ya —susurró, dejando la segunda urna—. Siento que se van.
Creo que esperaban para asegurarse que me encontraba bien —La
bufanda larga de algodón blanco que llevaba alrededor del cuello, del
mismo color que su túnica y leggins, alejó la tristeza de su rostro y la
transformó en nítido alivio, el viento soplaba la rica seda de su cabello.
Deslizando los brazos a su alrededor, se mantuvo de pie con ella
en la cima de la montaña y pensó en la promesa que le pidió hacer. —Si
estas en lo cierto y a veces las personas regresan, entonces volveré
contigo. —No podía imaginarse que las cosas fueran de otra manera. Su
alma encontraría la de ella, sin importar lo desconocido después de la
muerte.
—Eres un hombre terrible y terco como una mula.
—También te amo.
Se rió de manera tranquila y ronca, mientras inclinaba su cabeza
contra su pecho. —Me hice la promesa de que no dejaría que esta cosa
en mi cabeza, te llevara a ti también.
—Tengo más de doscientos años. —Le recordó—. Justamente, ya
debería ser polvo en la tierra. La vida eterna por sí sola no tiene sentido
para mí, sólo estoy enojado porque no podré vivirla contigo.
Ella levantó la mano para acariciar su cabello, suspirando. —
Tengamos esperanza en el sueño de Tanu y discutamos tu terquedad en
otro momento. —Hizo una mueca de dolor cuando le dio un fuerte tirón
a su cabello—. Cuando tengas un kukri en tu garganta.
Él mordisqueó su labio inferior, y sonrió. —A toda velocidad
durante todo el camino, cher.
Los ojos de ella se calentaron. —Durante todo el camino, cariño.

304
43 Traducido por Pilar.
Corregido por Laurita PI

La noche anterior a la fecha programada para la fiesta de la


cuadra, Titus llegó con solo tres guerreros. A Elena no necesitaban
decirle que la pequeña unidad era un gesto de confianza y también una
exhibición de su confianza en su propia fuerza. Plegando sus alas
mientras aterrizaba sobre la terraza de la Torre, con sus guerreros
detrás de él, dos hombres y una mujer, Titus se dirigió hacia Elena y
Rafael.
—Titus. —Rafael se adelantó hasta la mitad del camino para
encontrarse con el hombre y extendió su brazo—. Bienvenido.
Titus tomó el antebrazo de Rafael, la propia mano de Rafael se
cerró sobre el suyo con el saludo de los guerreros. —Me alegra que estés
305 aquí para recibirme, Rafael —dijo, sus palabras tronaron, lo que hizo
que Elena se diera cuenta de que el arcángel normalmente modulaba su
voz para no ahogar a las personas a su alrededor—. Eres un cachorro,
pero uno fuerte que tendría cuidando mi espalda en cualquier batalla.
—Y te cuidaría, aunque te diriges hacia una frágil vejez.
La risa de Titus ante la respuesta aguda de Rafael fue enorme. —
Bien dicho, joven cachorro. Bien dicho.
Rompiendo el apretón de manos con una profunda sonrisa, Rafael
se giró hacia Elena. —Mi consorte.
Elena dio un paso hacia adelante. —Arcángel Titus —dijo,
manteniéndolo formal hasta que él diera una indicación de que la
informalidad era bienvenida.
Su prudencia era gracias a Jessamy. Esa mañana, Elena estuvo
en la Escuela de Protocolos de Remediación, ya que esta era la primera
vez que recibía a un arcángel a su ciudad que no tenía consorte ni se
encontraba relacionado con Rafael, pero que conocía a Rafael de niño y
había, de hecho, ayudado a entrenarlo.
Razones que, aparentemente, cambiaban todo.
A este ritmo, pensó con un resoplido interno, tendría esta cosa del
protocolo lista en, oh, otros novecientos años, más o menos. —Lo
lograste rápido.
Titus respondió con el suave tono que estaba acostumbrada a oír
en él. —Tuve el viento a favor.
—Si usted y su gente nos siguen… —dijo ella, esperando que
Rafael tuviera razón y Titus fuera lo suficientemente relajado para que
pudiera dejar de lado la mierda del protocolo. Hacía doler su cabeza.
Por lo menos, no tuvo que usar un vestido formal para esto—. Tenemos
unas suites preparadas para ustedes.
—Solo quiero un pequeño momento para lavarme, nada más —
dijo Titus—. Exploraré tu ciudad. Ha pasado un siglo desde que visité
estas tierras.
Elena guió al grupo por la terraza y por un balcón para invitados
donde Dmitri esperaba. Saludó a Titus con la familiaridad de viejos
conocidos y respeto mutuo, luego guió a los escoltas a sus cuartos,
mientras que Elena le mostraba a Titus el suyo. Resultaba que dado
que Rafael tenía una consorte, no podía hacer ciertas tareas si ella se
hallaba disponible, sin que eso se viera como un insulto.
—Espero que todo sea de su agrado —le dijo a Titus.
La sorprendió al tirar su cabeza hacia atrás y reír con la falta de
inhibición que inducía a una sonrisa que ya esperaba de él. —Ah, debes
perdonarme —dijo cuando recuperó su aliento—. Veo que este rol te
sienta mal… estás destinada a las batallas, no para tales sutilezas.
Elena sonrió. —Puedo llevar bien un vestido cuando así lo decido.
—Quizás veré esto como la celebración que planeaste.
306 —Nunca se sabe. —Se adelantó, extendió su brazo como Rafael lo
hizo, diciendo—: Aún no soy tan inmortal como usted. —En el último
momento, recordó la advertencia de Rafael sobre Titus tratándola como
una guerrera angelical sangrienta.
Titus agarró su antebrazo. Fue lo suficientemente fuerte como
para sacudir sus dientes, pero no tanto como para romper algún hueso.
—Lo serás —dijo—. Entonces diré que te conocí cuando aún eras un
pichón. —Otra gran risa—. Como conocí a tu consorte desde que era un
cachorro.
Dejándolo para que se refresque, salió afuera para unirse a Rafael
en el balcón. —Tenías razón —dijo—. Me gusta. Es como un cazador,
solo que mucho más poderoso.
—Debes confiar en tu consorte.
Deslizando su ala sobre la de él, inclinó su hombro contra el de
Rafael. —Desearía que lo que pasó con Cornelius y Giorgio no hubiera
sucedido, que pudiéramos seguir con esta celebración sin esa fealdad.
—Su corazón también dolía por Ash, aunque la otra cazadora parecía
tener una serena paz en su interior cuando se trataba de la pérdida de
su hermano y hermana.
Había devuelto el feroz abrazo de Elena después de los funerales,
murmurando—: No estés tan triste, Ellie. Tus hermanas no se hallan
atrapadas en esa casa; se encuentran volando con sus propias alas.
Elena no podía explicarse como Ash sabía que los funerales
trajeron recuerdos viscerales de las muertes de sus propias hermanas,
o como sabía del horror que se las arrebató, pero Elena mantuvo las
palabras de la otra mujer muy cerca de su corazón. Ash siempre vió
más de lo que cualquiera debería, vió más allá de este mundo. Si decía
que Ariel y Mirabelle ya no se encontraban aprisionadas en la casa
empapada de sangre que alguna vez fue su hogar de la infancia,
entonces Elena no podía hacer nada más que creerle.
Rafael deslizó su brazo alrededor de su cintura. —Siento tu pena.
—Solo reflexiono sobre algunas cosas —dijo, sus emociones
pesadas pero no agonizantes—. Pensando en como algunas personas
son tan amables y generosas, y otras lo opuesto. —No muchos hubieran
atravesado su propio dolor para aliviárselo a otra persona, como Ash lo
hizo con ella, y era una amabilidad que Elena nunca olvidaría—. El
mundo sería un lugar mucho mejor si pudiéramos borrar a todos los
Corneliuses y Giorgios de él.
—He vivido lo suficiente para entender que siempre habrá fealdad
en el mundo. —Rafael deslizó un mechón de cabello, que había
escapado de su trenza, detrás de su oreja—. No podemos borrarla, ya
que actúa como el folio para la alegría, para la bondad.
—Supongo que no soy lo suficientemente mayor como para
aceptar eso aún. —No importaba que Cornelius y Giorgio sirvieran
307 actualmente su brutal y duradero castigo en búnkeres subterráneos
distantes—. Siento tanta furia por el dolor causado, las cicatrices en los
corazones de buenas personas.
—Nunca pierdas esa parte de ti, Elena. —Los ojos de Rafael
sostenían una pizca de fuego salvaje en sus profundidades que
mostraba los cambios sucediendo en su interior—. Antes de ti, me
encontraba cansado, era incapaz de ver la luz o la oscuridad. No es una
existencia que alguien debería desear.
Acariciando su mejilla contra su mano, ella mandó al diablo el
sobresalto de su invitado en caso de que saliera y acercó a su arcángel
para besarlo. —Por la vida.
—Por la vida, hbeebti.

***

Ashwini se sentó con sus piernas colgando por el borde de la


terraza de la Torre, observando a los fiesteros en las terrazas a su
alrededor y en las calles lejanas. La música venía de cada lado,
fusionándose, mezclándose y convirtiéndose en una melodía vibrante y
salvaje. Alas pasaban sobre su cabeza, el área era un mar de ángeles
aterrizando en las azoteas y en el asfalto mientras se unían a la
celebración en áreas diferentes.
Justo en ese momento, Illium voló hacia el edificio de la Legión
bajo renovación, lo plateado en sus alas brillaba con la luz que emitía la
Torre. Los luchadores de la Legión se encontraban, en su mayoría,
sentados en posiciones agazapadas en diferentes partes de la Torre.
Ashwini aún no sabía si se hallaban desconcertados por todo esto o
fascinados.
De repente, una cabeza masculina se encontraba sobre su regazo,
cabello de plateado líquido sobre el negro de sus pantalones.
—Caerás —le dijo a Naasir, acariciando su cabello como sabía que
le gustaba.
—No, no lo haré —dijo tranquilamente, y permaneció tumbado
sobre el borde—. He venido a verte. Nunca tuve hermanos o hermanas,
pero estaría enojado y triste si algo le sucediera a mi gente… como
sucedió con Aodhan. —Ojos plateados sostuvieron los suyos—. Si
quieres, pelearé a tu lado.
La oferta, sabía, era genuina. Él le permitiría cortarlo en pedazos
si sabía que eso la haría sentir mejor. Porque ahora era parte de la
gente de Naasir. Como él era parte de su familia. El afecto hizo que le
diera un beso en la frente. —Gracias, pero creo que estoy bien —dijo a
través de su persistente dolor por la pérdida de Tanu y Arvi.
Saber que habían querido irse no cambiaba el agujero en su

308 corazón, no hacía menos doloroso tener que aceptar el hecho de que ya
no presenciaría el ingenio mordaz de Tanu u oiría la voz de Arvi. Lo que
si ayudaba era la gente a su alrededor. Como la criatura salvaje sobre
su regazo y los cazadores que eran la familia que crearon.
Permanecieron hombro con hombro a su lado mientras ponía a
descansar a sus hermanos, hicieron cientos de pequeñas cosas para
hacerlo más soportable.
Y Janvier... fue su roca todo el tiempo, sólido, protector e
inquebrantable. No sabía cómo seguiría funcionando, existiendo, si algo
le sucediera, y en ese agonizante pensamiento, finalmente entendió su
propio rechazo obstinado de quedarse después de que ella ya no
estuviera aquí. Eso no significaba que planeara aceptarlo. Él tenía una
eternidad salvaje, hermosa y llena de aventuras por delante y lucharía
por asegurarse de que la reclamara.
—Esta es una fiesta divertida —dijo Naasir en la tranquilidad
perezosa entre ellos, el movimiento repetitivo de peinar la fresca plata
de su cabello la había relajado tanto como a él—. Creo que Ellie debería
estar a cargo de todas las fiestas inmortales.
Ashwini rió ante la idea de Ellie dejándose llevar por los bailes
angelicales congestionados. —Ve a divertirte —le instó, consiente que
regresaría a Amanat en veinticuatro horas. Lo extrañaría, tendría que
preparar una cacería en Japón para visitarlo—. Vi a la pequeña y linda
ángel de cabello castaño mirándote antes. En caso de que quieras ir a
calmar sus sentimientos, se encuentra por allí tratando de quemarme
hasta ser ceniza con su mente.
—No —dijo Naasir decididamente—. Quiero una pareja y he
decidido ir a cazarla. La pequeña ángel no olía como ella.
Ashwini sintió una punzada de simpatía por todas las mujeres
heridas que estaría oliendo y rechazando hasta que encontrara a su
pareja. —¿Sabes que puede llevarte mucho tiempo? No puedes forzarlo.
Con los ojos cerrados bajo sus continuas caricias, hizo un sonido
sordo con su pecho. —Una pareja haría esto por mí.
Sus labios se curvaron. —Sí. O tú puedes hacerlo por ella.
Abriendo los ojos, Naasir sonrió, sus colmillos destellando con la
luz. —¿Janvier te acaricia?
Golpeé su nariz.
Rió y, doblando una pierna por la rodilla, cerró sus ojos de nuevo,
el abanico plateado de sus pestañas vívido contra el marrón de su piel,
el tono de un hermoso y cálido dorado. En ese instante, casi imagino
ver tenues rayas bajo su piel. Asombrada, observó… para ver su piel
normal. Era lo suficientemente tocable como para tener mujeres
suplicando por acariciarlo, pero de otra forma era normal para Naasir.
Claramente, la teoría del “tigre” de Ellie comenzaba a afectar su
subconsciente.
—¿Dónde se encuentra Janvier?
309 —Poniéndose al día con amigos. —Esos lazos eran importantes
para ambos—. ¿Por qué has decidido repentinamente que quieres una
pareja?
Naasir se estiró con pereza, antes de volver a su posición anterior.
—Soy lo suficientemente mayor, y quiero a alguien con quien
jugar como lo haces con Janvier y como Rafael lo hace con Elena.
Incluso Dmitri juega con Honor. —Esto parecía fascinarlo—. Las reglas
son secretas en cada juego. Quiero tener reglas secretas con una mujer
que... —Una larga pausa—. Una mujer que me conozca, que entienda lo
que soy, y que quiera tener reglas secretas conmigo.
Era una definición del amor muy a lo Naasir y era maravillosa. —
Creo que tu pareja será una mujer afortunada.
La mirada de Naasir se hallaba raramente solemne cuando
levantó sus pestañas. —Soy diferente, Ash. Muy en mi interior. Nunca
seré como otros hombres.
—También soy diferente —susurró—. Janvier me ama
exactamente como soy. —Y ella lo amaba a él, obstinada voluntad
Cajun o no.

***
Elena se sentó junto a Izak donde el ángel herido yacía en una
cama junto a una enorme ventana que le daba una gran vista de los
fiesteros sobre la terraza a la izquierda, como también de los ángeles
volando de ida y vuelta. —Te he traído algo. —Levantó el platillo que
sostenía una porción de tarta—. Terciopelo rojo con glaseado de queso
crema.
La sonrisa de Izak era tímida. —Mis brazos…
—Me tienes a mí. —Recogió un bocado de tarta, usando el tenedor
que trajo, y se lo dio, consiente del hecho de que su cuerpo priorizó
sanar su cabeza y su médula espinal sobre sus huesos rotos—.
¿Entonces?
Tragando, dijo—: ¿Cómo sabías que era mi favorito?
—Lo sé todo. También conozco a Montgomery.
Rió, y era un sonido brillante, la luz volvió a sus ojos. —No
deberías estar cuidándome. Estaré en tu Guardia.
—¿Quién hizo esa regla? —Dándole otro pequeño bocado, dijo—:
Lo oí de Hannah, quien como tú has señalado, ya tiene una Guardia y
es, por lo tanto, una experta, mientras que mi Guardia se encuentra
destinada a ser mi escudo en caso de ser necesario, debo asegurarme
de que tengan todo lo que necesitan. En este momento, necesitas tarta.
Esta vez, el joven ángel sonrió. Realmente era adorable. Sería
310 difícil para ella tratarlo como un guerrero, pero supuso que lo trataría
como un cazador en entrenamiento hasta que creciera más. —He
contrabandeado algo más para ti. —Mirando alrededor para asegurarse
de que los sanadores no les prestaban atención, sacó una pequeña
botella de la funda en el tobillo donde usualmente guardaba un arma.
Abriéndola, deslizó una pajilla que ocultó junto a la funda del
cuchillo y acercó la bebida a sus labios. —Bebe —ordenó antes de que
pudiera tomar un largo trago—. Es la receta secreta de Illium y es letal.
Con los ojos brillando, tomó un sorbo y dijo—: Vaya.
—Sí, eso es lo que dije. Hay muchos ángeles bebiendo y volando
hoy, espero que ninguno caiga en el Hudson.
Izak rió. —El alcohol se esfuma muy rápido en los cuerpos
angelicales. No creo que tenga ningún efecto en los ángeles tan viejos
como Aodhan y Illium.
—No me extraña que lo haga tan fuerte. —Alejó la bebida de Izak
cuando comenzó a sonreír demasiado—. Esperemos a que se esfume de
ti antes de darte el resto. —Tan joven como era, la mitad de la botella
era más que suficiente para Izzy.
—Janvier me dijo que Titus se encuentra aquí.
Elena se acercó. —No lo oíste de mí —susurró—, pero la última
vez que lo vi, Titus se encontraba de parranda en la calle, besando a
una mujer diferente que se ofreciera cada cinco minutos. —Más de un
humano despertaría con un recuerdo surrealista que probablemente
dirían que fue por los tragos de más—. Y… hmm, no sé si debería estar
diciendo esto ante unos oídos tan sensibles…
—¿Qué? —Sus ojos eran enormes—. Quiero saber.
Demasiado adorable. Era ridículo. —Bueno —dijo en un tono
conspirativo—, estoy bastante segura de que habrá muchos engaños
subiendo alto en el cielo esta noche. —Cualquiera que tuviera un
telescopio apuntando a las estrellas podría echarles un vistazo.
—¿La gente está bailando? —Un pequeño puchero—. Quiero estar
afuera.
Con los hombros temblando, porque claramente aún sentía los
efectos de la preparación de Illium, palmeó su rostro. —Tendrás varias
oportunidades de seducir y ser seducido, Izzy.
—¿Puedes darme más tarta?
Le dio lo que quedaba. Al final, sus ojos comenzaban a cerrarse, y
cuando se levantó, él dormía pacíficamente. Dándole un beso en la
mejilla, miró la puerta para ver a Keir intercambiando una mirada
íntima con un guerrero muy musculoso. La mano del ángel guerrero se
curvaba sobre el lado del cuello de Keir, su cabeza inclinada hacia el
cuerpo más corto y más delgado de Keir. Lo que sea que hubiera dicho
hizo reír al sanador antes de que se escapara del agarre del guerrero y
311 se dirigiera hacia la enfermería.
Al ver a Elena, se acercó. —Luces desconcertada, Ellie.
—Lo estoy. La última vez que te vi con alguien, en el Refugio, era
una mujer. —Y, sin duda, tenía rastros de quemadura en la piel oscura
de su garganta. Lo que significaba que estuvo jugueteando sólo
segundos antes de que ella lo viera; Keir era demasiado grande como
para que la marca no se desvaneciera.
Sonriendo gentilmente, dijo—: He vivido miles de años, he
aprendido que el amor no siempre usa un solo rostro. —En sus ojos
brillaba una calidez—. Ah, pero si lo hará contigo, ¿no es así?
—Sí. —Rafael era su corazón, siempre lo sería—. Entonces, ¿eres
un jugador? —Suspiró—. Todo este tiempo, creí que eras un buen
chico. Te presenté a mis amigas solteras, como esa dulce líder del
escuadrón.
Su risa fue suave, y le permitió a sus alas tocar las de ella. —Si
pudiera encontrar lo que tienes con Rafael, dejaría de jugar. Hasta
entonces, compartiré placeres con pequeños amantes, quizás hasta tu
adorable líder del escuadrón. —Estirándose para colocar una manta
sobre Izzy, dijo—: El chico se encuentra bien. Sin embargo, creo que
está aún más enamorado de ti.
—Un poco de tarta y ponche y todos me aman. —Dejándolo con
un beso en la mejilla, fue a hablar con un ángel que se hallaba en cama
con las piernas cortadas, pero que podía sentarse sobre las suyas. Ella
tenía una bebida en su mano y un plato de golosinas en la mesa a su
lado—. Esta celebración fue una maravillosa idea, Ellie.
Antes de la batalla, nadie del escuadrón, excepto Izak, la había
llamado Ellie. Era un cambio bienvenido. —¿Cómo se encuentran tus
piernas? —dijo, capaz de preguntárselo como podría haberlo hecho con
cualquier otro cazador compañero.
—Duele, pero las heridas sanan más rápido de lo esperado. —Los
oscuros ojos de la mujer fueron hacia donde Rafael hablaba con otros
dos luchadores heridos, uno un ángel, el otro un vampiro—. El señor es
responsable de eso.
Elena no asintió, no necesitaba hacerlo. La habilidad de Rafael
para sanar se mantenía naciente, pero se necesitaban cuatro días, a
veces una semana para la recuperación del herido. De acuerdo con
Keir, lo que hacía Rafael no era sanar como lo conocía. La actual teoría
de Keir era que Rafael compartía poder.
Lijuan, pensó Elena, compartía la muerte. Rafael compartía la
vida.
En ese instante, sus ojos se encontraron a través de la
habitación, y vio el orgullo ardiendo en su mirada, el mismo orgullo que
llenaba sus venas. Por su gente, que sobrevivieron a lo inimaginable con
sus espíritus intactos; por su ciudad, que permaneció fuerte ante el

312 ataque no provocado. No había necesidad para ninguno de ellos de


articular eso. Se vieron y se entendieron de una manera que pocas
personas hacían, mortales o inmortales.
Para ella, el amor sólo tendría un rostro, y era el de él.
44 Traducido por Anty
Corregido por Jasiel Odair

Janvier localizó a Keir a tres horas de la fiesta. Usando el ojo de


un sanador, se escabulló en una pequeña habitación del pasillo.
Esto, lo que tenía que pedir, era una cosa privada, una cosa
importante.
—Janvier. —Las alas de Keir hicieron un susurro en la puerta—.
Me alegra ver que todavía no estás muerto.
Janvier trató de sonreír por la vieja broma, pero la urgencia de lo
que tenía que pedir lo desgarraba desesperadamente como para
permitir la frivolidad.
La expresión de Keir se alteró, los ojos sabios en un rostro sin

313 edad volviéndose serios. —¿Qué es?


—No puedes hablar de ello con nadie más.
—No lo haré. —Era el juramento de un curandero—. La Cátedra
ni siquiera debería preguntar.
Una llama al rojo vivo se encendió dentro de él, dijo—: Se trata de
Ash.

***

Ashwini sintió una punzada en la parte posterior de su cuello que


le dijo que Janvier se encontraba cerca, incluso antes de que Honor
dijera —: Aquí viene el Cajun. —Con un empujón en el hombro de su
mejor amiga, las dos pasaron la última media hora hablando—. Me voy
a corromper a mi deliciosamente sexy marido, deberías hacer lo mismo
con Janvier.
Janvier se deslizó a su lado cuando Honor se fue; su muslo
presionado contra el de ella, fuerte y cálido, la ciudad se extendía a sus
pies.
—Pensé que fuiste a ponerte al día con tus amigos de fuera de la
ciudad. —Le llevó un cóctel antes, bailó con ella en el tejado, luego se
escabulló mientras charlaba con Honor. Nasir había merodeado antes
de eso, como un macho buscando a su compañera.
—Hablaba con Keir.
—No me di cuenta que ustedes dos eran amigos.
Janvier tomó su mano, con una expresión inesperadamente seria.
—Voy a decirte algo, cher, y quiero que escuches. No descartes de
antemano. Prométemelo.
Un temblor la sacudió por dentro, provocado por el temor de que
él le dijo que acepte el vampirismo después de todo, pero su confianza
en él era más fuerte que su miedo de la locura sin fin. —Lo prometo.
Inclinándose hacia delante con los antebrazos apoyados en los
muslos y los ojos fijos en los ángeles volando sobre la ciudad, dijo—: Sé
por qué no quieres convertirte en un vampiro. Una enfermedad mental
puede durar siglos para los de mi especie.
El alivio llovió sobre sus sentidos. —Podría vivir milenios como
una sombra rota. —Era su peor pesadilla.
—Ahí está Dmitri —dijo en una aparente incongruencia—. ¿Lo
ves?
Echando un vistazo por encima del hombro, sonrió. —Sí, bailando
con Honor. —El oscuro y peligroso vampiro susurraba cosas al oído de
Honor mientras los dos se mecían en una balada lenta y sensual.
—Keir lo conocía cuando se convirtió en un vampiro —dijo
314 Janvier—, y ahora más de mil años más tarde, dice que cuando Dmitri
cambió físicamente, en cuanto a fuerza y un refinamiento de sus
características, él realmente no ha envejecido.
Ashwini frunció el ceño. —El vampirismo no detiene el tiempo.
—No, pero lo frena hasta arrastrarse como un insecto. Cada
aspecto del envejecimiento se ralentiza, incluyendo cambios en el
cerebro. —Su mano apretó la de ella—. Keir ha visto esto en los
cerebros de los vampiros que han muerto en accidentes o batallas. Los
tumores y frágiles vasos sanguíneos, entre otras cosas, las cuales son
enfermedades mortales de centenares caídos debieron tenerse antes de
abrazar la casi inmortalidad porque en el curso normal de las cosas, sin
extraños poderes arcangélicos en la mezcla, los vampiros no se
enferman.
Ashwini quería aferrarse a la esperanza, desesperada por una
vida con él, pero había un problema. —Los vampiros se vuelven locos al
igual que los mortales.
—Sí —acordó Janvier, su voz ardiendo—, pero no por una causa
orgánica. La degeneración es psicológica, como con Giorgio.
No, pensó Ashwini, tenía que ver con la ruptura de su conciencia.
No tenía miedo de que eso le ocurriera a ella, no con Janvier actuando
como su equilibrio, y ella actuando como el de él. —¿ Keir podría darnos
cualquier tipo de cronograma?
Esos ojos verde bosque se encontraron con los suyos. —Un solo
año humano podría equivaler a mil años como un vampiro. Un mes
podría significar cien años o más.
Todo el aire salió de sus pulmones. —¿Y luego? —susurró—.
¿Cuándo llegue el momento? ¿Sin importar que sea en cien años o mil?
—Entonces nos iremos juntos —prometió tranquilo—. Cuando
estés lista, le pediré a Rafael que nos borre con fuego de ángel. No vas a
estar atrapada en una existencia que no deseas.
El corazón de Ashwini estaba en su boca, su pulso era un rugido.
—Tanu y Arvi me dieron esta oportunidad. —Sin la muerte de su
hermana y las instrucciones de su hermano en la autopsia, nunca
habría sabido que la aparente locura tenía una causa física.
—No hay garantías, cher. —Janvier se llevó sus manos
entrelazadas a la boca, presionando los labios sobre sus nudillos—.
Eres única. El cambio al vampirismo podría tener una reacción adversa,
como lo hace en un pequeño número, y te consumirá la locura. —Sus
manos temblaban—. Podría perderte en un instante. —Su voz se
quebró, le tomó largos segundos continuar—. Casi no te hablo de la
opción cuando Keir explicó el riesgo. Prefiero tenerte un solo día fugaz
que correr el riesgo. Sería así de egoísta.
Era su elección, pensó Ashwini, y no importaba lo que ella

315 decidiera, él lucharía por ir con ella, poniendo fin a su existencia casi
inmortal.
—No —dijo, la palabra dura—. No tomes esta decisión por mí. La
decisión debe ser tuya o nunca me lo perdonaría.
—Deja de leer mi mente. —Lo fulminó con la mirada.
—Eres tú la que tiene el poder. —Le devolvió la mirada—. Deja de
pensar en mí.
—No sé cómo parar. —Con el ceño fruncido, pensó en lo sexy que
era su trasero, luego lo miró fijamente.
Él levantó las manos. —No tengo nada.
—Bien. —Tendría que encontrar la manera de bloquearlo
subconscientemente—. Me imaginaba hundiendo mis dientes en tu
trasero. Sabes que ha estado en mi lista de cosas por hacer durante un
tiempo.
Sus mejillas se estiraron. —Estoy disponible en cualquier
momento.
Apoyando la cabeza en su hombro, sacudió sus piernas como una
niña pequeña. —Si hacemos esto, podríamos tener todo o nada.
—Ya lo tengo todo. —Le besó los nudillos de nuevo—. Si estás de
acuerdo, tendrías que firmar para servir a Rafael durante cien años. No
tengo ningún temor en que el padre hará otra cosa más que tratarte
como el regalo que eres, él no pierde sus activos. —Había certeza
absoluta en su tono—. También está el riesgo de que la transición o
bien borre tu capacidad o que sea dolorosamente más viva.
Ashwini pasó la mano libre por su brazo, el olor a tierra,
masculino de él en cada respiración. —Nada está garantizado. Tengo
una cicatriz impresionante sobre mi pecho para probarlo. —El mundo
se encontraba en un estado de cambio mientras los seres más
poderosos del planeta peleaban por poder, la guerra de una promesa
más que una probabilidad—. Los dos somos luchadores, cazadores. —
Levantando la cabeza, besó su mandíbula, sus ojos aferrándose a los de
él—. Nuestra vida nunca será de arco iris y cachorros.
—No lo sé. —Sonriendo, la besó completamente en la boca—.
Tuve un cachorro cuando era un niño. Echo de menos su cara babosa.
Tocó su nariz con la de él. —¿Quieres un perro?
—Sí.
—¿Dónde vamos a tener un perro en nuestro apartamento?
—Tengo una casa en el Enclave.
Su boca se abrió. —¿Tienes una casa en el Enclave? —Esa era la
pieza más exclusiva de bienes raíces en el país—. Los vampiros de tu
edad no son tan ricos. —Le dio un codazo en el costado—. ¿Se te olvidó
decirme que estabas en la mafia vampiro?

316 ojos riendo—.


—Soy el profesor. —Adoptó un rostro serio desmentido por los
Tengo la casa porque fue un regalo de hace cien años de
un viejo ángel a quien le recuperé un objeto precioso. No es grande,
pero tiene un patio y una vista de los acantilados.
Todavía sorprendida por la idea de que era dueño de una casa en
el Enclave, no una simple una casa, pero uno con una vista del
acantilado, dijo—: ¿Por qué no vives allí?
Le dirigió una mirada.
—Cierto. —Una casa en el Enclave no era el tipo de lugar en el
que vives solo—. ¿Está vacía?
—No, pero el ángel que la arrienda se marcha a otro territorio en
un mes. ¿Vas a elegir la nueva pintura y muebles conmigo?
—¿Seguro que confiarás en mi juicio? Has visto mi idea de diseño
de interiores.
—Tu apartamento es mi lugar favorito en la ciudad.
—Adorable parlanchín. —Dándose cuenta de que estaba siendo
sentimental y tonta, de todos modos le dio un beso, envolviendo uno de
sus brazos alrededor de su cintura, sus manos en la cara, y una sonrisa
en ambas bocas.
—Ejem. —La interrupción fue cortesía de Illium. El ángel de alas
azules flotaba frente a ellos, con el pelo despeinado y una marca de
lápiz labial rojo en la mejilla—. ¿No tienen una habitación?
—¿Y tú? —respondió Janvier con una ceja levantada.
—Muchas, muchas habitaciones. —Retrocediendo, el macho
angelical se dejó caer como una bala.
—Creo que ha estado bebiendo su propia cerveza. —Ashwini
señaló las acrobacias de Illium debajo de ellos mientras el cielo
estallaba en colores, fuegos artificiales pintaban el negro terciopelo.
La risa de Janvier era profunda, satisfecha. —Dulce, recuerda…
—Una de tus mejores ideas, cher.
Reglas secretas, pensó, mirando su perfil mientras observaba la
lluvia de colores en el cielo, juego secreto. Cuando él se encontró con
sus ojos, los suyos reflejaban el cielo, dijo—: A toda velocidad.
La sonrisa desapareció de sus labios, cruda emoción en su voz
mientras repetía el voto. —A toda velocidad.

317
EPILOGO Traducido por Miry GPE
Corregido por Victoria

Ash salió con una patada. Deteniéndola con una mano, Janvier
empujó su pie de manera que intentaba hacerle perder el equilibrio.
Sabiendo lo que él intentaba, cambió su peso y, agarrando el otro
antebrazo de él, lo torció hacia bajo y a la espalda —o lo habría hecho si
él no hubiera roto el agarre para girar alrededor de ella y quedar de
frente... y se hallaban de regreso a donde estuvieron antes de que ella
lanzara la patada.
Uno frente al otro, con piernas extendidas, antebrazos arriba y
sonrisas en sus rostros.
—¿Tregua? —preguntó Janvier, con su sangre bombeando—. Me
estoy poniendo algo hambriento. —Él también sabía que el cuerpo de
318 ella tenía que doler para este momento.
Su Ashblade reconstruyó su fuerza con enfoque determinado
después de despertar de la transformación del vampirismo con, como
ella dijo, “músculos como fideos”. Sin embargo, se llevó tiempo el que
ella recuperara su resistencia. No todo el mundo tenía esta severa
reacción física al proceso, pero ninguno de ellos se quejaba de los
efectos secundarios. Debido a que ella también despertó con su mente
alerta y activa, su personalidad no se alteró.
—Tregua —dijo ella, bajando los brazos para estirarse de puntillas
antes de bajar sobre su pie y subir hasta rozar la parte posterior de su
cuello.
Él se limitó a mirarla, asimilándola. El tiempo que pasó
inconsciente durante la transición, fue el más solitario de su vida, el
dolor “quita aliento” de eso aún no desaparecía. Pero no era la más
poderosa emoción que lo mantuvo prisionero. Esa fue la alegría total.
—Oye. —Ojos oscuros sobre él, su amante lo tomó en un lento y
caliente beso que era un sello de posesión—. Me encanta la forma en
que me miras.
—Bueno. Tengo la intención de hacerlo por toda la eternidad. —
Sosteniendo su mano en la suya, la llevó a su hogar. Como le dijo, no
era grande, pero era perfecto para ellos. Con cuatro dormitorios, tenía
un montón de espacio para que amigos y su familia pasaran —lo que
todo el clan estaría haciendo en masa dentro de un mes— y el piso de
madera pulida de la gran sala de estar, le dio a Ash un estudio de baile
incorporado.
La primera vez que bailó para él, se sintió como si ella le hubiera
regalado su alma. Fue un regalo que él atesoraba con feroz protección.
—Mira —susurró ella, señalando la felizmente agotada forma de
su nuevo tonto cachorro color chocolate—. Es adorable, pero es aún
más adorable cuando intentas enseñarle a hacer trucos y él sólo quiere
lamerte y amarte hasta la muerte.
—No renunciaré —prometió Janvier—. Buscará algo para mí
eventualmente. —Adoptaron a la desaliñada bola de pelo después que
alguien lo abandonó recién nacido en la clínica veterinaria del doctor
Shamar, y en este momento, soñaba sueños de perrito en la veranda,
oscuro contra el blanco de la paredes.
Ash y Janvier —con la ayuda de los amigos del gremio y la
Torre— quitaron la vieja pintura el mes anterior y pusieron una nueva
capa de blanco cremoso. Se adaptaba a la casa con sus delicadas
cornisas y terraza envolvente. En el interior, su Ash se entregó a su
gusto por el color, convirtiendo cada habitación en un cálido y acogedor
refugio.
Eran las piezas que ella restauró y salvó lo que él más amaba.
Ella fue la que descubrió la manera de pulir el columpio doble con
319 un armazón de hierro que encontró en una tienda de chatarra, ambos
trabajaron juntos para crear los grandes cojines planos para el asiento
y la parte posterior. El columpio rejuvenecido se colocó en la parte
trasera de la terraza, frente a su pequeña pero impresionante vista de
Manhattan.
Tomando asiento en el columpio, el cachorro acurrucado debajo
en su lugar favorito, ambos se desabrocharon y quitaron sus botas y
calcetines. —Ayer —dijo Ash, con sus ojos brillantes—, cuando
Campanilla vino, le pedí que se quitara las botas antes de que entrara y
me acusó de tener una relación antinatural con nuestro piso de
madera.
—¿No sabe que es el más decadente ménage à trois? —Janvier
golpeó con su mano sobre su corazón—. Querido y dulce piso, déjame
contarte las formas en que te amo.
Ashwini se rio de su seductora voz lánguida. —Ella es una divina,
otra mujer. —Fue durante los dos meses inmediatamente después que
despertó como un casi inmortal que ella y Janvier trabajaron en el piso.
Ella estuvo dolorosamente débil, y los movimientos repetitivos
necesarios para limpiar y pulir la madera actuaron como una terapia
física de bajo impacto.
Cuatro meses después, cada vez que miraba ese piso, ella se
recordaba yaciendo en la habitación, entonces vacía, con Janvier, el
beso del sol sobre sus cuerpos y sus manos entrelazadas mientras
discutían sus planes para la casa... y para el futuro. No había, por
supuesto, manera de ver la malformación en el cerebro, pero seis meses
después y ella no se sentía diferente de antes de ser Convertida.
—La cuenta atrás ahora se encuentra congelada en ámbar —le
había dijo Keir, sus manos gentiles en el rostro de ella—, o lo más
cercano a eso aunque no importa. Vive sin miedo.
El eco de las palabras de Arvi hizo que sus ojos quemaran, su
aliento se atrapó en su pecho. El agujero en su corazón, que era el
espacio donde Arvi y Tanu vivieron siempre, le dolía, pero ella honraría
el regalo que le dieron. Por primera vez en su vida, ya no sabía cuándo
dejaría de existir, y ese era un regalo maravilloso.
—¿Cómo fue tu encuentro con Dmitri? —preguntó Janvier
mientras caminaban dentro.
—Bien. —Sentándose sobre el mostrador, ella dijo—: tuve la
oportunidad de darle un mano a mano a ese vampiro espantoso que
Carys mencionó. —Ashwini trabajaba actualmente para la Torre en el
papel de enlace de las personas que vivían en el gris que fue coto de
caza de Giorgio, aunque también recibió permiso para trabajar con el
Gremio en su tiempo libre.
—Sería estúpido de nuestra parte privar al Gremio de uno de sus
mejores cazadores, ya que los cazadores realizan una tarea que hace
nuestro trabajo más fácil —dijo Dmitri a quemarropa—. Sin embargo,

320 Janvier y tú tendrán que trabajar también como equipo, directamente


bajo mi autoridad, para dar caza a los vampiros más viejos buscados
por delitos más allá del ámbito del Gremio.
Ese era un trabajo en el que podría hundir sus dientes, con el
mejor compañero que podía imaginar. Los ojos de ese socio se abrieron
un poco más amplios cuando ella añadió—: Ellie me alcanzó cuando me
iba y nos hizo una oferta. Resulta que necesita una Guardia. El
miembro fundador es Izzy, con Vivek acabando de subir a bordo.
Janvier le entregó una botella de sangre de la nevera. —¿A
nosotros dos?
—Somos una pareja. —Era una verdad irrefutable—. Ella le dijo a
Rafael que planeaba robarte y él dijo que hizo una excelente elección.
La sonrisa de Janvier fue lenta. —No veo ningún inconveniente,
cher. Esperábamos someternos a un entrenamiento intensivo con el
tiempo, y para entrar si Elena nos necesita…
—Haríamos eso de todos modos. —Ellie era familia.
—Exactamente. De lo contrario, nos mantendrán ocupados con
cualquier número de tareas, al igual que a los Siete. —Él fue a colocarse
entre sus rodillas—. Yo digo que sí.
—Yo también. —Ashwini tenía la sensación de Ellie no tenía idea
de qué hacer en realidad con una Guardia —sería divertido averiguarlo
con ella, sosteniéndose fuerte a esa amistad por la eternidad.
—Hablando de Vivek —dijo Janvier—, ¿escuchaste que recuperó
el uso de su mano derecha anoche?
Después de poner la botella en el mostrador, Ash bombeó los
puños en el aire... luego frunció el ceño. —Espera un minuto. Todo el
mundo dijo que podría tomar más de un año el que él recuperara
cualquier movimiento voluntario por debajo del cuello y, ¿ya tiene una
mano completa?
Los ojos de Janvier brillaron. —Algo está en marcha, pero no sé
qué. —Apoyó sus palmas en la encimera a cada lado de ella después de
que él también dejó su botella, dijo—: Aodhan fue responsable de
Convertir a Vivek, pero hay rumores de que Keir se encontraba en la
habitación en ese momento. Él debió hacer algo.
—Supongo que no importa si alguna vez averiguamos qué —dijo
Ashwini, aunque su curiosidad era una criatura afilada y roedora
dentro de ella—. Me siento feliz por V.
—Sí. —Él cogió su botella de sangre—. Tienes que beber, dulzura.
Ella pasó sus uñas sobre el cuero cabelludo de él, él tembló, ella
se inclinó para acariciar a su garganta. —No me gusta la sangre fría.
Janvier enredó su mano en su cabello, deshaciendo su trenza y
sosteniéndola por su cuello. —Entonces es algo bueno que soy adicto a
tu mordida. —Él se sacudió ligeramente cuando ella hundió sus
321 colmillos en él, el pulso de él se aceleró mientras su sabor —caliente,
oscuro, pecaminoso— llenaba la boca de ella.
A diferencia de Janvier, ella no podía dar placer con su mordida,
pero eso no era problema. No cuando ellos siempre terminaban
desnudos después de que ella se alimentaba de él, la conexión erótica
tan poderosa, que ellos eran incapaces de luchar contra ella. Era por
eso que nunca, jamás podría alimentarse de él en público. Su propio
pulso era un tren de carreras, ella batalló con los pantalones de él
mientras él bajaba el chándal que ella se puso para su encuentro,
llevando sus bragas con él.
Metió la mano entre sus muslos, metió dos dedos en ella antes de
que ella pudiera empujar sus propios pantalones. Gritando, ella se
aferró a sus hombros. Su cerebro se hallaba confuso, y sin equilibrio.
Cayeron al suelo en una maraña de extremidades al segundo siguiente,
Janvier se giró para tomar la peor parte del impacto —sin detenerse
jamás en sus caricias.
Tirando desesperadamente de sus pantalones de entrenamiento y
ropa interior, ella se las arregló para liberar su pene y comprendió con
frustración que su chándal fue capturados en sus rodillas, dejándola
incapaz de sentarse a horcajadas. Janvier no le dio tiempo a sentarse
para terminar la tarea; él los giró... y luego la giró. Jalándola para
colocarla de rodillas, la penetró por detrás, su entrada sorprendente y
ardientemente apretada debido a la forma en que sus piernas se
hallaban pegadas.
Sudando, calientes... sus colmillos hundiéndose en el hombro de
ella... y la explosión.

***

—Realmente tenemos que conseguir un control sobre eso —dijo


ella algún tiempo después, sus piernas finalmente libres de la ropa.
Ella estaba encima de Janvier, lamiendo los dos senderos
delgados de sangre que escaparon de su mordedura, porque ella no
tuvo presente en su mente el sellar la herida antes de que él volara su
cerebro. Esa herida sanaba ahora, pero le quedaría un moretón por
unos días. A ella le gustaba un poco eso, y por eso seguía mordiéndole
en el cuello.
—¿Por qué? —Él recorrió con su mano la espalda y el trasero de
ella, disfrutando de su cuerpo con una sensualidad terrenal que la hizo
sentir sin huesos—. No me quejo de los rapiditos sacados de una
película porno.
Ella soltó una carcajada. —¿Porno? ¿En serio?
La sonrisa lenta y perversa de él atrapó su corazón, la hizo feliz de
nuevo el que tomara el salto hacia lo desconocido. —¿No lo hicimos en
322 el piso del baño de anoche? —dijo él—. Hoy, te tuve sin pantalones en la
cocina. Parece algo porno para mí.
Riendo a carcajadas de nuevo, ella lo besó en la hermosa y
juguetona boca. —¿Es esto normal? ¿La loca conexión sexual?
—No que haya escuchado. Es nuestro pequeño regalo. —Él apretó
su trasero—. Uno que espero continúe durante mucho, mucho, mucho
tiempo.
Sentándose en él, la camiseta que ella se puso para ejercitarse
hacía todo lo posible por preservar su pudor— y fallaba
espectacularmente, si el brillo en los ojos de él era un indicativo— ella
empujó su cabello hacia atrás y extendió sus manos sobre su pecho. —
Soy feliz, Janvier. —Una confesión susurrada—. Soy tan feliz de estar
aquí, de estar contigo. La felicidad Me duele el corazón por la felicidad.
Su diversión se desvaneció, su expresión desnuda por la emoción.
—Tu corazón dolorido es una combinación perfecta para el mío. —
Jalándola hacia abajo, acunó su cara, dijo palabras bajas y ásperas que
la hacían sentir completa en partes que ni siquiera sabía que se
hallaban rotas.
—Cásate conmigo —susurró—. Te mostraré cosas que te harán
reír de alegría, gritar de pasión y llorar por el puro placer de hacerlo.
La luz de los ojos de él, eran todo su mundo. —Hecho.

FIN
Archangel’s Enigma
Naasir es el más fiero del poderoso grupo de
vampiros y ángeles conocidos como los
Siete, su lealtad prometida al Arcángel
Rafael. Cuando rumores surgen de una
conspiración para asesinar al primer
Arcángel de Persia, ahora perdido en el
Sueño de los Antiguos, Naasir es enviado a
encontrarlo. Porque solamente él posee las
habilidades de rastreo requeridas-esas más
comunes en animales predadores que en el
hombre.
Reclutada para acompañar a Naasir,
Andromeda, una joven ángel erudita con
peligrosos secretos, está fascinada por su
naturaleza-a la vez juguetona y brillante,
sensual y brutal. A medida que corren para
encontrar al arcángel que se encuentra en
323 el Sueño antes de que sea demasiado tarde, Naasir la forzará a
cuestionar todo lo que sabe… y tentará a caminar en la magnífica y
fiera oscuridad de su mundo. Pero primero deben sobrevivir a un
enemigo lo suficientemente vicioso para destrozar el más grande tabú
de la raza angelical y sumergir al mundo en una pesadilla de gritos…

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