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COLOSENSES 2:14 - 15

El anuló el acta que había contra nosotros, que por sus decretos nos era
contraria, y la ha quitado de en medio al clavarla en su cruz. –

Teofilo mercado Figueroa. –

En los versículos 14 y 15 encontramos el método para el perdón de las


transgresiones: Primero, el anuló el acta que había contra nosotros (versículo
14a). Aquí Pablo usa una figura de contabilidad:
Cuando una persona contraía una deuda escribía con su puño y letra un acta
o un pagaré, por la que estaba atado al prestamista.
Era una prueba legal de que la deuda existía; cuando se cancelaba la deuda el
acta era anulada o borrada.
Esto es exactamente lo que hizo Dios con nosotros. Estábamos endeudados
con él, pero él mismo ha borrado esta deuda que fue escrita con nuestras
transgresiones.
Hay un agravante más: No solamente había un acta contra nosotros, sino que
los mandatos o las ordenanzas de Dios nos señalan que hemos pecado,
además de indicarnos que somos dignos de muerte. Pablo explica más
claramente esta situación en el pasaje de Romanos 7:9-13.

Segundo: Dios levantó el acta y la cargó a la cuenta de Cristo (versículo 14b).


Ahora Pablo nos lleva hasta la cruz. Era costumbre poner en la cruz un acta
en la que se exponían las culpas por las que el crucificado estaba muriendo.
Es así que Dios tomó el acta con nuestras transgresiones que nos inculpaban
y que debían ir en nuestra crucifixión por nuestros propios pecados y la quitó
y la clavó en la cruz de Cristo.
La idea es que fue un hecho que se realizó en el pasado, pero sus efectos
perduran hasta hoy. El Salvador fue clavado en la cruz y juntamente con él
nuestras culpas que nos condenan. Estas fueron crucificadas, pero no
conocen resurrección. Él se hizo maldición por nosotros.

Tercero: antes de entrar al texto es necesario hacer una aclaración. En la RVA


se ha supuesto que el sujeto de todos los verbos usados aquí es Dios: dio
vida, anuló y ha quitado (versículo 13).
La palabra no aparece en el original, es necesario suplirla. Pero al llegar al
versículo 15 tenemos que hacer un cambio de sujeto, ya no es Dios Padre.
Pablo pasa inconscientemente de un sujeto a otro, ahora es Cristo el que hace
la acción. Como dice el comentarista Lightfoot, es un cambio enérgico y muy
llamativo.

El versículo 15 es uno de los pasajes más difíciles de traducir por su


construcción y terminología especial.
Como ya hemos dicho Cristo es el sujeto. El verbo principal es exhibió,
modificado por dos participios en el griego: despojó y habiendo triunfado.
Intentemos una traducción un tanto más libre para entender la estructura del
versículo:
Cristo los exhibió en público, habiendo despojado a los principados y
potestades, y habiendo triunfado sobre ellos en la cruz.
Analicemos poco a poco estas frases por separado para luego ver el conjunto.
La idea principal es que Cristo ha triunfado, y esto no se hizo como algo
secreto, sino que su triunfo fue puesto a la vista de todos. La figura es tomada
de la vida militar de ese entonces.
Cuando un ejército triunfaba sobre otro, se realizaba un desfile victorioso. En
él se exhibía a los derrotados, los que eran objeto de burla por la gente que
estaba mirando. El vencedor era digno de grandes homenajes y por lo general
se le hacía un monumento recordatorio de su triunfo.
La victoria de Cristo no es una cosa que se realizó solamente en la dimensión
del más allá, tampoco la redención fue una huida fuera del mundo. Es más
bien un acto aquí en la tierra, lógicamente con efectos eternos.

El primer modificante a esta acción de triunfo indica que esta exhibición se


pudo realizar en virtud de que Cristo ya había despojado a los principados y
autoridades (literalmente. significa quitar los vestidos o quitar el poder que
hace daño). Así el evangelio se convierte en la buena noticia del triunfo de
Jesús sobre los poderes de este mundo. Cristo despojó de autoridad a los
poderes que los colosenses pretendían adorar.

El segundo modificante es lo que ya se ha insinuado: Cristo es un triunfador


sobre ellos. Aquí surge otro conflicto en cuanto a la claridad. En el texto griego
no se halla la palabra cruz ni la palabra Cristo, solamente se usa el pronombre
personal él (este pronombre puede reemplazar a cruz o Cristo, ya que el
sustantivo cruz en el griego es de género masculino). Si Dios es el sujeto, lo
natural es que en él se refiera a Cristo. Pero si Cristo es el sujeto, lo cual
sostenemos, lo más lógico es que se refiera a la cruz (ver nota de RVA). Sea
de una u otra manera, después de todo fue en el Cristo crucificado que Dios
logró su victoria final.

Implicaciones prácticas, Romanos 2:16-19

Nuevamente tenemos aquí un pasaje conclusivo introducido con las palabras,


por tanto. Estamos frente a las implicaciones prácticas que se desprenden de
lo enseñado en el párrafo anterior sobre nuestras posesiones en Cristo. Por
lo que ha hecho Cristo y por lo que tenemos en él, Pablo nos habla de dos
privilegios que tienen los creyentes. Notemos que se puede dividir el párrafo
en dos partes, cada una de las cuales comienza con la misma palabra: nadie
(versiculos16, 18).

El primer privilegio es que nadie nos puede juzgar por cosas meramente
externas. Dios ya ha hecho todo, no nos queda a nosotros ningún acto
religioso externo para alcanzar la salvación o la santificación. Nosotros, como
los colosenses, nos enfrentamos a personas que están prestas a rotularnos
negativamente por ciertas cosas que hacemos o que no hacemos. Para ellos
son asuntos importantísimos, pero para Dios apenas merecen atención, salvo
que sean en función de amor para evitar algún tropiezo (Romanos 14;
1Corintios 8:1-13; 10:23-11:1). Como creyentes debemos hacer oídos sordos
a quienes pretenden ponerse en calidad de jueces.

Pablo pasa a dar una pequeña lista de las cosas más comunes en que algunos
creyentes un tanto ascéticos caen en críticas. La divide en dos grupos, comida
y bebida. Posiblemente se refiera a reglas ceremoniales relacionadas con la
limpieza de los alimentos pensando que eso es lo importante. Igual que ahora,
mucha gente pensaba entonces que había alimentos y bebidas más o menos
santos. Podemos incluir aquí asuntos tales como el ayuno usado como
instrumento de santificación o de presión a Dios para lograr algo. El problema
es que muchas veces nos concentramos en pequeñas reglas de asuntos
superficiales antes que en lo esencial. Es necesario tratar aquí dos
advertencias: Primera, que esto no nos da licencia para ser despreocupados
en cuanto al tipo de alimentos y bebidas que podemos consumir. Dios nos ha
dado inteligencia para que hagamos un buen uso de las cosas que él mismo
ha creado para nuestra vida. Segunda, no estamos llamados a juzgar a
quienes participen de ciertas prácticas, como por ejemplo el caso del ayuno
ya citado. El no juzgar es de dos vías, tanto para el que lo hace como para el
que no lo hace.

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