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Las palabras pueden cambiar tu cerebro

De sobra es conocido que el lenguaje domina nuestras vidas, es la forma en la que


expresamos los sentimientos y los comunicamos al exterior, sin embargo, ¿sabías
que las palabras que utilizas pueden cambiar tu cerebro? Se han hecho numerosos
estudios referentes a cómo la forma en que usamos el lenguaje cambia la manera en
que pensamos e incluso la expresión de nuestros genes en temas de estrés. Te
contamos porqué:

Ya habíamos hablado anteriormente sobre la función psicológica de algunas


palabras en nuestra psíque. Ya comentábamos que el uso de esas palabras ayuda a
mitigar el dolor, de manera que es una expresión verbal por el cual al decir por
ejemplo una palabrota descargamos estrés. Ésta es una función que se puede ampliar
a todo el vocabulario con distintos beneficios o no, ya que dependiendo de las
palabras que usemos pueden tener connotaciones positivas o negativas y por tanto
estas palabras pueden cambiar tu cerebro.

Según el libro “Words can alter your brain” de Andrew Newberg y Robert Waldman,
una sóla palabra negativa puede incrementar la actividad de la zona de la amigdala,
que es la encargada de controlar el miedo, pudiendo por tanto soltar grandes
cantidades de hormonas de estrés y alarma, como dicen en el libro anteriormente
citado “Las palabras con connotaciones negativas envían mensajes de alarma a tu
cerebro y cierran parcialmente el área del razonamiento de los lóbulos centrales”.
¿Cuál es la clave para ser más optimista? Mantener un lenguaje y pensamientos más
positivos ya que, según sus estudios, la estructura del tálamo cambia y se
retroalimenta de tu base cognitiva y la manera en que ves la realidad.

Según estos estudios, si consigues mantener una relación estable de palabras buenas
en tu vida diaria es más probable que tu estado mental tienda más hacia el optimismo
que a la negatividad, siendo esta mucho más estable; en un ejemplo práctico, es el
típico ejemplo de ver el vaso medio lleno o medio vacío cuando está a mitad. Ambas
son correctas, sin embargo depende de tu forma de ver las cosas las ves de una
manera u otra, es decir, somos nosotros los que hacemos que lo que vemos nos
parezca de una manera u otra.

Hablar varios idiomas cambia tu percepción

Hace poco se estrenaba la película “La llegada” (The arrival) en la que contaba una
especie de invasión extraterrestre que se comunican con una especie de escritura
circular aérea y temporal, conceptos imposibles de entender en un principio pero que
al aprenderlos cambia nuestra base cognitiva. Esta película se basa en las teorías de
la percepción del lenguaje, de manera que el mundo no es visto de igual forma por
hispanohablantes que por japoneses, por así decirlo, ya que estructuramos nuestra
vida en torno al lenguaje de una manera totalmente distinta. Un ejemplo muy claro lo
tenemos en los idiomas Inuit(groenlandés) y algunos de herencia escandinava como
el islandés y que cuentan con cerca de 40 palabras para describir la nieve, centradas
principalmente en la tonalidad de blanco así como en los estados de la misma, todas
con connotaciones distintas basadas en su realidad que los rodea.

De la misma manera cogemos como ejemplo el español y el inglés, el primero es


mucho más complejo en cuanto a gramática pero el segundo cuenta con mayor
número de palabras. La forma en que percibimos se basa en cómo nos expresamos,
de manera que en inglés no hay una traducción para “sobremesa” ya que es un hábito
que no se usa y tiene una base cultural de forma que los anglosajones les cuesta
entender que haya un término para describir ese tiempo y necesitan de varias
palabras “afterlunch time” por ejemplo. De igual forma, no existe traducción para
“Serendipity”, una palabra inglesa que hace referencia a algo que sucede por azar
pero que tiene beneficios, la traducción más ajustada al español sería “hallazgo
fortuíto” pero nos cuesta pensar en una sóla palabra que contenga todo su significado.

Se puede extrapolar el número de palabras positivas de un idioma con la felicidad o


tasa de depresión de una población determinada, por tanto el español y el portugués
son bastante más positivos que otras lenguas del este de Europa como el ruso o el
polaco. Esto también lleva consigo una actitud que, aunque en un principio pueda
estar basada en estereotipos, determina que cada idioma tiene palabras que aunque
signifiquen lo mismo, tienen una carga más o menos positiva dependiendo de la carga
emocional de ese mismo idioma y las hace ver como más fuertes.
Es de sobra conocido que las personas bilingues o políglotas ven el mundo de una
forma distinta o que entiendan más fácilmente otros entornos cognitivos o
comportamientos por eso en cierto modo somos prisioneros del lenguaje pero a la vez
depende de nosotros cómo lo comuniquemos para cambiar nuestra forma de ver el
mundo que nos rodea.

Las palabras pueden cambiar tu cerebro.

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