Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
FEMENINO EN LA CONCIENCIA
HUMANA
Sukie Colegrave
El paso de una fase a otra siempre exige un sacrificio. Al dar este paso, se
pierde la unidad con la naturaleza y los demás seres vivos; lo Femenino es
expulsado de los territorios social, psicológico y espiritual.
Así pues, en aquellos días en que prevalecían los instintos naturales, los
hombres [y las mujeres] actuaban con calma y miraban con firmeza. En aquel
tiempo no había caminos en las montañas, ni barcos o puentes sobre el agua.
Cada cosa se hacía dentro de su propio ámbito. Se multiplicaban animales
terrestres y pájaros; crecían árboles y arbustos. Los animales podían ser
conducidos con la mano y era posible trepar y escudriñar el nido del cuervo,
porque entonces el hombre [y la mujer] trataba con pájaros y animales
terrestres, y toda la creación era una. No había distinciones entre [seres
humanos] buenos y malos. Careciendo igualmente todos de conocimiento, su
virtud no podía extraviarse. Careciendo todos por igual de deseos malvados,
estaban todos en un estado de integridad natural, de perfección de la
existencia humana.
¿Fue disfrutada alguna vez por los seres humanos una Edad de Oro, un Jardín
del Edén? La respuesta aguarda la aparición de métodos más refinados de
investigación histórica. Pero como imágenes del estado que precede al
nacimiento de la conciencia, estas palabras del sabio chino, igual que las
descripciones bíblicas del Paraíso terrenal, tienen un aroma de una unidad
tranquila y armoniosa que caracteriza la matriz intemporal, indiferenciada y
preconsciente del alma humana en su estado anterior a la separación en
consciente e inconsciente, yo y tú, nosotras/os y ellas/os.
Sigue siendo un misterio cómo y por qué este estado preconsciente de ser
lleno de paz empieza a diferenciarse en un mundo de opuestos, iniciando así el
proceso de la historia y el nacimiento de la conciencia humana, lo mismo que
cómo o por qué el infante sacrifica su estado de unidad embriónica con la
madre para reclamar su "yo" individual. Pero cuando ocurre esta separación,
tanto en el amanecer de la historia humana como en un momento específico
de la vida de cada individuo, la Edad de Oro preconsciente del alma empieza a
disolverse y a diferenciarse en una vivencia de lo consciente y lo inconsciente
y el estado de unidad preconsciente con el cosmos se transforma en un estado
de ser que está contenido en el mundo, y es estrechado por los brazos de la
Gran Madre del cielo y de la tierra.
Hoy día, cuando muere a su pesar y con resistencias el reino ya caducado del
Gran Padre en nuestra psicología y cultura colectivas, es fácil olvidar que,
como la Era de la Gran Madre, la época patriarcal ha cumplido un objetivo
esencial y creativo en la evolución humana. Su orientación psicológica fue
una condición previa para el nacimiento de la feminidad consciente y el
desarrollo de la totalidad humana -y continúa siéndolo en ciertos momentos de
la transición de la infancia al estado adulto, tanto en hombres como en
mujeres-. La energía heroica masculina, que logra diferenciarse del abrazo
oscuro e inconsciente de la Gran Madre, rompe el mundo psíquico de una
manera que permite distinguir entre el "yo" y el "tú", la materia y el espíritu,
macho y hembra. Con ello inaugura una revolución en la experiencia, la
percepción y la comprensión del ser humano. Mediante su energía y su poder,
la conciencia individual y colectiva logra arrebatar del inconsciente la
experiencia de la discriminación, la individualidad y la otredad. De este modo,
desarrollan la capacidad de libertad y de elección, así como, hasta cierto punto
y en ciertos niveles, la capacidad de comprender, y con ella, de controlar
muchos de los acontecimientos hasta entonces impredecibles de la vida
material y psicológica. Por otra parte, la hegemonía del Gran Padre nos
permite simplificar los mecanismos de la supervivencia física y del bienestar
de manera suficiente como para proporcionarnos un espacio y un tiempo para
escuchar y para explorar otras dimensiones de nosotras/os mismas/os.
Este reino del alma está caracterizado, entre otras cosas, por el amor. No se
trata simplemente del amor que sirve a los demás como uno mismo y cuida de
la tierra como encarnación de nuestra divinidad; ni tampoco es sólo el amor de
la devoción física y psicológica, o el amor incondicional, que es inconmovible
sea cual sea la respuesta, actitud o acción de la otra persona; ni meramente el
amor trascendente y sin objeto que constituye la fuerza de vida y la esencia
del alma, y que es accesible como fuente ilimitada cada vez que decidimos
volvernos hacia adentro y beber. Abarcándolos todos, este amor es el amor de
la bienaventuranza: el de la sabiduría y el éxtasis. Tal vez sea comparable,
aunque en pequeña medida, al éxtasis efímero que nos ilumina cuando, antes
de haber alcanzado las bodas internas de cuerpo, alma y espíritu, proyectamos
a otra persona nuestra pareja interior no realizada y, al enamorarnos,
vislumbramos el único Ser.
Colegrave, Sukie, "El Desarrollo del principio femenino en la conciencia humana", en Ser mujer, Barcelona, Kairós, 1993 pp. 40-
52.
Identidad Femenina
[ El Desarrollo del principio femenino en la conciencia humana.] [ Las
Mujeres son Humanas ] - [ Identidad Femenina ] - [ Los Elementos de la
Biología ] - [ La Mujer: ¿un ser sin identidad propia? ] - [ Espacio
Público, Espacio Privado y Definiciones Ideológicas de "Lo Masculino" y
"Lo Femenino" ] - [ Ser Mujer Después de Freud/ Negativo y Femenino:
la Mujer sin Cualidad ] - [ La Crisis de Identidad de los Géneros ] [ La
Huella de las Mujeres en la Historia Presente: un Panorama de su
Participación Social ] - [ Y Tú ¿Quién eres? ] -