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INTRODUCCION

Es normal verse al espejo y reconocer rasgos heredados de parientes directos.


El color de los ojos, la forma de la nariz u orejas, el tono de la voz… las
características físicas que se pueden recibir por vía genética son muchas.
Pero, ¿es posible reflejar aspectos menos palpables? La frialdad de un abuelo,
la violencia de un tío o incluso el hambre de sangre de un padre: ¿se puede
heredar la maldad?

Aquí no hacemos referencia al llamado gen del guerrero -una alteración


cromosómica que puede volver a las personas hasta seis veces más violentas-,
sino que la pregunta está dirigida a la presunta influencia que tiene la genética
en el gusto por la violencia y los actos que se encuentran por fuera de lo
socialmente admitido. En este punto es donde aparecen distintas posturas: una
pugna entre aquellos que le dan valor a los aspectos heredados -natura- y
quienes consideran que lo aprendido a través del entorno -nurtura- tiene mayor
peso.
DENIFICION DE MALDAD

Este concepto se refiere a la falta de bondad que una persona debe tener
según su naturaleza o destino. De esta manera, el mal es el valor dado a algo
que cumple con esta característica, a veces se aparta de la legalidad o la
honestidad, perpetrando infortunio o calamidad, convirtiéndose en
consecuencia malo. El mal es un elemento metafísico que el hombre mismo
forja cuando toma decisiones y que, en general, encierra aspectos bastante
malos.

Desde los inicios de la humanidad, el mal se ve como una realidad de la cual


debemos alejarnos porque no aporta nada positivo sino todo lo contrario.

Desde esta concepción, por lo tanto, se ha derivado que prácticamente todas


las religiones que existen en el mundo proponen a sus fieles que se desliguen
del mal o de cualquiera de las formas que este puede adoptar, y en cambio
promueven que se acerquen lo bueno para el combate definitivamente, de
alguna manera toma el camino del bien como un antídoto eficaz contra el mal y
el mal.

El individuo que presenta maldad se caracteriza especialmente por no tener


sentimientos de cariño, amabilidad, aprecio, empatía por el otro que sufre,
entre otras emociones positivas, sino por el contrario, un sentimiento de
absoluta aversión por todo lo que lo rodea, que lo guiará a actuar con la
conducta más fría y equivocada que se pueda tener.

El mal es la consecuencia de la toma de decisiones de un individuo al cometer


ataques que afectan la integridad de otras personas y conducen a la miseria en
todos los sentidos.

Al distinguir el concepto de pura maldad, se identifican varios aspectos de él y


generalmente nos encontramos con los diversos hechos que un
ser humano puede llevar a cabo con fines completamente negativos, fuera de
la moral y los límites que tiene una sociedad. Es interesante resaltar, por
ejemplo, cuando una persona elimina a otra le quita la vida por diversas
razones, incluidas la venganza, la envidia, la pasión, etc., en ese momento
aflora el sentimiento de maldad que lleva en su ser. Estos parámetros de
comportamiento generalmente están relacionados por la ausencia de haber
obtenido amor y sentimientos positivos en otra etapa de sus vidas, y frente a
esto alimentan su mal al repetir las mismas situaciones.

La política usa mucho esta estrategia de demonizar y catalogar de malo a


un líder político para que el electorado le tema, y así quitarle votos o
intencionalidad de los mismos.

Bueno, el hecho es que los hombres tienden al mal. Entonces, el problema


radica en saber de dónde viene ese mal, es decir, cuál es su origen. Si
llegamos a saberlo, tal vez podamos actuar en consecuencia y erradicarlo, de
nuestras vidas, al menos en parte porque todo el mal es pernicioso.

LA MALDAD Y SU ORIGEN

Todos sabemos que el ser humano se comporta, en ocasiones, con maldad.


Dejaremos para otra ocasión qué se entiende por maldad y cómo puede
diferenciarse, sin duda, de la bondad: cualquiera de nosotros sabría hacerlo,
por supuesto, aunque seguramente no sabríamos explicar cómo lo hacemos.

Bien, el caso es que los hombres tienden a la maldad. Entonces, el problema


radica en saber de dónde proviene ese mal, es decir, cuál es su origen. Si
llegamos a conocerlo quizá podamos actuar en consecuencia y erradicarlo, al
menos en parte, de nuestras vidas, porque toda maldad es perniciosa, aunque
esto lo matizaremos al final del presente apunte.

Ha habido, históricamente, dos posturas ante este problema, radicalmente


diferentes. Una se relaciona con la posición teológica occidental, la cual ve al
hombre como inherentemente malo. Dado que su maldad le es propia y nace
en su seno, hay que coartarlo continuamente para evitar que la muestre y le dé
salida. La solución para ello es el "contrato social", mediante el que los
hombres se ponen de acuerdo en reprimir sus impulsos malvados, actuando
todos juntos en pos del beneficio común de la civilización. De esto se deriva
que todo aquel que se sitúe fuera de una sociedad, en un "estado de
naturaleza", al no reprimir tales impulsos representaría el más puro salvajismo,
como Thomas Hobbes describió a los indios americanos.

Podríamos resumir esta postura de la forma siguiente: la sociedad, y en


concreto, la sociedad occidental, humaniza al hombre, y los sistemas políticos
que de ella se derivan son los idóneos para mantener a raya la maldad. De ahí
que otras sociedades, en las que las relaciones entre las personas tenían un
carácter distinto y había otras formas de neutralizar el mal, fueran consideradas
como deleznables, porque "estorbaban una existencia humana, adecuada e
ilustrada". Y de ahí se comprende igualmente que no sintieran vergüenza los
occidentales cuando, junto por otros motivos, decidieron reprimir,
supuestamente "civilizándolas", otras culturas y sociedades. En algunos casos,
hubo que recurrir al asesinato, pero ello no pareció demasiado importante ante
la trascendencia de su gesta por el bien de la Humanidad.

Por otra parte, la postura opuesta en este tema, minoritaria y escasamente


representada, sostiene que el hombre en la naturaleza, es decir, que carece de
la cultura occidental, es el verdaderamente puro y bueno. Sería precisamente
el hecho de estar incivilizado lo que provocaría la bondad, porque su contraria,
la maldad, tan sólo aparece cuando existen estrechas relaciones entre los
hombres y se les obliga a seguir unos compromisos para mantener a aquella,
la maldad, precisamente entre barrotes. En definitiva, según esta visión "son la
sociedad en sí misma o el contrato social, vistos como una degeneración,
quienes se convierten en fuerza corruptora que desmoraliza al hombre".

FACTORES POTENCIADORES DE LA MALDAD

Las tecnologías de la información y comunicación (TICs) potenciadas en los


últimos 50 años, han sido un logro de la humanidad similar al descubrimiento
de la imprenta, nos han aportado conocimientos accesibles a cualquiera, pero
también son herramientas que mal empleadas, pueden volverse en contra de
nosotros. El factor más influyente potenciador de la violencia, es sin ningún
lugar a dudas: SU BANALIZACIÓN, y en esto, son protagonistas indiscutibles,
el uso que se hace de los medios de comunicación, fundamentalmente del cine
y la televisión. En la infancia, se comienza viendo una inocente película de
dibujos animados, en la que un ratón le dispara un escopetazo a un gato,
haciéndole un enorme agujero por el que se vislumbra un campanario,
seguidamente sin ninguna pausa, el gato se levanta como si nada y sigue
persiguiendo al ratón: La violencia del uno contra el otro no tiene
consecuencias.

En la adolescencia, un hombre armado con dos pistolas, compensa la injusticia


cometida contra su familia disparando con total impunidad sobre los causantes
de su ruina, pero al mismo tiempo, desprecia la vida amontonando los
cadáveres en un carro con total desprecio, que se consolida una y otra vez,
cuando después de cada muerte, escupe despreciativamente sobre el cadáver.
Mensaje: La justicia no funciona, y si lo hace, lo hace tarde y mal, por tanto,
hazte justicia tú mismo, y si puedes, aprovecha para humillar al contrario. Un
adulto está delante del televisor placidamente disfrutando de un programa
informativo, ante él las Torres Gemelas se desploman por el impacto de sendos
aviones, la guerra pone ante sus ojos escenas dantescas, otra escena pone al
descubierto una niña victima del hambre perseguida por un buitre que la quiere
devorar, todo ello alternado con la degustación de su cerveza favorita. Este
adulto sabe distinguir la realidad de la ficción, pero bombardeado
permanentemente con todo lo negativo (porque lo bueno no es noticia) de la
sociedad que le ha tocado vivir (privilegiado él que no está en el otro lado),
termina banalizando la información que recibe. La sociedad en la que vive, ya
le crea problemas suficientes para encima tener que preocuparse de los de los
demás, aunque estos sean tan dramáticos.

¿Qué sienten estos privilegiados seres humanos, que a lo largo de sus vidas se
les ha estado separando de los valores éticos fundamentales de la vida?, pues
que los más débiles intelectuales de ellos, recurrirán a la violencia contra los
más débiles físicos, para solucionar sus problemas, siempre que puedan.
Decía Ruseau: El hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo
corrompe, hoy sabemos que lo primero no es enteramente cierto, pero sí
sabemos, que la sociedad para bien o para mal, si puede influir drásticamente
en el comportamiento de sus individuos.
TEORÍAS QUE SEÑALAN A LA MALDAD COMO RASGO HEREDITARIO

En 1870, el doctor italiano Cesare Lambroso, quien se basaba en aspectos


netamente físicos para hacer las distinciones entre buenos y malos,
consideraba que cualidades como “una gran mandíbula, cuencas oculares
profundas y orejas en formas de manija” eran propias de “criminales, salvajes y
simios”.

Ya en el siglo XX, los daneses comenzaron a apoyarse en la genética para


evaluar esto con un poco más de seriedad: se desarrollaron diversos
estudiosos sobre la criminalidad heredada comparando la vida de miles de
gemelos y mellizos nacidos allí desde la década de 1930 en adelante. En
líneas generales, estos trabajos, que han nutrido muchos libros de psicología
social, indican que en Dinamarca si un gemelo comete un crimen o termina
preso, el hermano tiene 50 por ciento de probabilidades de tomar el mismo
camino. Para los mellizos, las posibilidades de que ambas partes se adjudiquen
un problema con la ley varían entre un 15 y un 30%. Para sumar otro hito a
favor de la maldad como hereditaria, hace poco más de 20 años se propuso
desde la Universidad de Nijmegen la existencia de un “gen de la agresión” tras
estudiar durante cinco generaciones a varias familias de Holanda.

Características y resultados del estudio

El trabajo incluyó datos de los participantes, recopilados durante más de 15


años. Esto hizo posible evaluar el papel del gen MAOA en diversos tipos de
comportamiento antisocial, como la violencia hacia la pareja o los síntomas
relacionados con una personalidad antisocial (participación en actividades
ilegales, impulsividad excesiva, carencia de remordimientos, etc.)

También permitió averiguar si la influencia del gen mencionado dependía en


cierta medida de la exposición de cada sujeto a la violencia en la infancia.

El análisis confirmó, por un lado y como cabía esperar, que la exposición a la


violencia durante la niñez está asociada a un aumento de los síntomas de
trastorno de conducta en la adolescencia; a una personalidad antisocial en la
edad adulta; y a una mayor probabilidad de exhibir un comportamiento agresivo
con la pareja.

En cuanto a la relación de estos trastornos con el gen MAOA, el estudio reveló


que este sí modera en parte la expresión de la conducta antisocial en los
jóvenes expuestos a la violencia siendo niños.

Como promedio, los hombres portadores de un polimorfismo menos frecuente


del gen MAOA (aproximadamente el 30% de los participantes) tenían mayor
riesgo de presentar las características antes mencionadas en la adolescencia y
al inicio de la edad adulta, en comparación con aquellos que no tenían este
polimorfismo y que, como los primeros, también habían sido expuestos a la
violencia cuando eran niños.

Aún así, Ouellet-Morin cree que "estos resultados muestran claramente que los
genes no tienen todas las respuestas sobre el futuro de una persona, al menos
no más que su entorno". Y que parte de esas respuestas se encuentran "en la
constante interacción de una persona con su entorno y en su bagaje
genético".

Este punto de vista coincide con el de otro estudio realizado en 2011 que,
aunque reveló que un gen particular (el CHRM2) tiene influencia en los
comportamientos peligrosos que desarrollan algunos adolescentes, también
señaló que el CHRM2 solo se activa en este sentido cuando los padres son
distantes con su descendencia.
 El gen MAOA influye en el desarrollo de comportamientos
antisociales(Un estudio analiza el efecto de la exposición a la violencia
en la infancia, en relación con la genética)
Un gen implicado en la regulación de las emociones y del comportamiento
podría influir a largo plazo en el impacto de la violencia experimentada en la
infancia sobre el comportamiento antisocial, ha revelado un estudio. Sin
embargo, la investigación también señala que el ambiente -en concreto, la
exposición a la violencia en la infancia- es igualmente determinante. En
realidad, dicen los expertos, lo más determinante en este sentido es la
constante interacción de una persona con su entorno y su bagaje genético.
Un gen implicado en la regulación de las emociones y del comportamiento
podría influir a largo plazo en el impacto de la violencia experimentada en la
infancia sobre el comportamiento antisocial.

Esta es la conclusión de un estudio longitudinal llevado a cabo por un equipo


de investigadores del Instituto universitario de salud mental de la Universidad
de Montreal (CIUSSS), en Canadá, con 327 jóvenes que vivían en Quebec,
algunos de los cuales se vieron expuestos a la violencia de niños.

"Sabemos que las personas que son víctimas o testigos de violencia en la


infancia tienen más proclives a tendencias antisociales de adolescentes y
adultos", explica Isabelle Ouellet-Morin, investigadora del CIUSSS y una de las
autoras del trabajo.

"Los estudios genéticos han demostrado que esta influencia puede verse
exacerbada a través de diferencias en el ADN, por ejemplo, en el gen de la
monoamina oxidasa A (gen MAO-A" , añade Ouellet-Morin, que es profesora de
la Escuela de Criminología de la Universidad de Montreal.

La MAO-A es una enzima que descompone los llamados neurotransmisores


monoaminas (noradrenalina, serotonina y dopamina). Una disfunción en su
acción en ciertas áreas del cerebro puede alterar la regulación de las
emociones y la inhibición conductual.

"Hasta ahora, los estudios sobre cómo el gen MAOA está involucrado en la
conducta antisocial vinculada a experiencias adversas en la infancia han sido
inconsistentes. Hicimos esta investigación para tratar de aclarar la situación",
sigue diciendo la investigadora.

TEORÍAS QUE REFUTAN LA TEORÍA DE LA MALDAD HEREDADA


Sin embargo, no todos apoyan a quienes creen que la violencia viaja a través
de los genes. Steven Rose, investigador del cerebro de la Open University,
considera “reduccionistas” a todos los exponentes de esta corriente. “Prestarle
especial atención a la genética no solucionará aspectos de base más
sensibles, como las 280 millones de armas que portan los ciudadanos en
Estados Unidos”, apuntó el académico, que considera que la inteligencia y el
carácter están muy influenciados por el entorno.

En un tono un tanto más conciliador, Terrie Moffitt, científico especializado en el


comportamiento que trabaja en la Duke University, opina que, si bien existen
más de 100 estudios que evidencian el rol que desempeñan los genes en las
diversas expresiones de criminalidad, la tendencia actual está en cruzar
variables. “Hoy los casos de violencia más resonantes implican una
combinación de factores sociales y biológicos”, destacó Moffitt.

 No existen genes de la maldad: Feggy Ostrosky (Entrevista con


Feggy Ostrosky, autora del libro Mentes asesinas. Diseño: Bárbara
Castrejón Gómez)

Son muchos los factores que influyen para que alguien sea un criminal.
Algunos especialistas están convencidos de que si la ciencia fuera capaz de
comprender la neurobiología de la violencia, la sociedad podría tomar medidas
para contenerla.

Feggy Ostrosky ha dedicado su vida a la relación entre el cerebro y la conducta


humana. Entre sus estudios se encuentran algunos realizados a asesinos
seriales y otros individuos extremadamente violentos, tanto en prisión como
fuera del ambiente carcelario, para comprender cómo funciona la mente de un
criminal.

La doctora Ostrosky es psicóloga por la Facultad de Psicología de la UNAM,


cuenta con estudios de posgrado en el Departamento de Trastornos de la
Comunicación en la Universidad de Northwestern, Evanston, Illinois y un
doctorado en biomedicina en la Facultad de Medicina de la UNAM.

Es autora del libro Mentes Asesinas, la violencia en tu cerebro, en el cual


analiza el caso de criminales célebres como la Mataviejitas, Ponchis, el niño
sicario y el Caníbal de la Guerrero. Actualmente dirige el Laboratorio de
Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la UNAM.

¿Los cerebros de los criminales son diferentes?

El cerebro es el órgano de la conducta en todos los seres humanos, es el


órgano con el que sentimos, pensamos y memorizamos, entre otras funciones
y sus características funcionales son similares en todos nosotros.

Si tuviéramos enfrente dos cerebros, el de una persona normal y el de un


asesino, a simple vista sería muy difícil encontrar diferencias en el tamaño de
sus estructuras. Sin embargo, recientemente hemos estudiado el metabolismo
cerebral de individuos muy violentos, no necesariamente criminales sino
policías judiciales o maridos golpeadores, mientras procesaban emociones de
miedo o emociones morales.

En sus cerebros encontramos diferencias sutiles pero significativas en el


volumen de la amígdala izquierda, una estructura subcortical que procesa
emociones de miedo y que en ellos tiene un menor volumen.

¿Qué tecnologías se han desarrollado en los últimos años para explorar


el cerebro de los criminales?

En los últimos 15 años, ha habido un desarrollo enorme de las técnicas para


estudiar la estructura y la funcionalidad del cerebro. Cada una de ellas tiene
sus ventajas y sus desventajas.

Por ejemplo, existen técnicas muy invasivas pero con muy alta resolución, en
las que se colocan electrodos en el cerebro para ver lo que sucede ahí, estas
técnicas solamente se utilizan para animales, como primates, no en humanos.

Para estudiar el cerebro humano disponemos de otras técnicas, algunas de


ellas no tienen tan alta resolución pero sí aportan información importante. Las
evaluaciones neuropsicológicas son pruebas científicas que se hacen con
papel y lápiz y permiten ir mapeando cómo el cerebro procesa información o
cuál es su rendimiento en pruebas de atención, memoria, lenguaje o funciones
ejecutivas, que son las que permiten planear y organizar la toma de decisiones.
Hay otras llamadas técnicas de potenciales relacionados a eventos; estas nos
permiten medir la actividad eléctrica cerebral asociada a cómo se procesa un
estímulo. Ahí se observa, por ejemplo, el número de decisiones correctas que
una persona puede tomar en un minuto o qué pasa en el cerebro cuando
procesa una emoción, como el miedo, por ejemplo.

Otra técnica de reciente creación es la de resonancia magnética funcional, la


cual permite estudiar el metabolismo cerebral, captando la cantidad de oxígeno
que el cerebro está utilizando mientras procesa información. La combinación
de todas estas técnicas nos ayuda a tener una idea más clara de lo que
sucede en el cerebro de un criminal.

¿Existe un componente genético?

También he estudiado la genética. Sí hay un factor genético, pero no existen


genes del mal. Los genes juegan un papel importante en la bioquímica del
cerebro y en cómo se comunican las neuronas, y esto a su vez influye en la
conducta. Hay neurotransmisores que regulan el estado de ánimo y el
temperamento como la serotonina, la dopamina o la norepinefrina. Estos
neurotransmisores determinan que una persona sea muy atrevida y le guste el
riesgo o que, por el contrario, sea muy precavida y cautelosa.

En individuos violentos hemos encontrado factores genéticos, sabemos que


hay enzimas que en sus cerebros funcionan de manera diferente, hay entre
ellos, por ejemplo, alta búsqueda de la novedad y poca aversión al riesgo. Sin
embargo, la genética no es destino. Los genes pueden estar presentes, pero
no se activan si no se dan otros factores medioambientales. Los científicos
estamos aprendiendo que el medio ambiente prende o apaga los genes en
muchas enfermedades, no sólo en la violencia.

¿Las experiencias tempranas de violencia influyen en la conducta


criminal?

Nosotros encontramos que las historias de abuso físico, psicológico, de


negligencia o de indiferencia, hacen que los genes de violencia se prendan, en
las personas que tienen una susceptibilidad genética.
Las estructuras cerebrales donde se producen las emociones son muy
primitivas y antiguas; mientras que las zonas frontales y prefrontales del
cerebro, que son más recientes en la evolución, son las que controlan la
apropiada expresión de las emociones.

Precisamente por ser de más reciente evolución, esas áreas, en todos los
seres humanos, se encuentran sujetas a procesos de maduración cerebral y de
aprendizaje que son progresivos y pueden verse afectadas por el medio
ambiente, por ejemplo, experiencias muy tempranas de abuso, podrían afectar
el desarrollo de esta corteza prefrontal.

Las experiencias tempranas de violencia o abuso antes de los tres años,


generan estrés y este produce un exceso de cortisol en el organismo que
afecta el desarrollo y la maduración de estructuras como el hipocampo y la
amígdala.

¿Cómo repercuten los estilos de crianza en la personalidad futura?

Los estudios también han revelado que los estilos de crianza de un individuo
influyen de manera importante en su personalidad futura y en si éste se vuelve
criminal o no. Puede haber estilos de crianza sumamente permisivos o
indiferentes. En los individuos violentos que se han estudiado en el laboratorio,
se han encontrado estilos de crianza sumamente permisivos o, por el contrario,
muy dictatoriales.

Varios de los criminales que yo he entrevistado, me dicen que su mamá era


una santa y que siempre les compraba todo lo que querían; aunque no tuvieran
los medios económicos, ella hacía todo lo posible por complacerlos. Por otro
lado, el estilo de crianza dictatorial, sumamente rígido en donde se piensa que
la palabra del padre o la madre es la ley, tampoco funciona porque genera
gente hostil, con poco autocontrol y poca responsabilidad social.

Esos estilos de crianza no enseñan a las personas a tener autocontrol. El estilo


de crianza que funciona es poner límites, que haya reglas pero que éstas sean
negociables de acuerdo a la personalidad individual.
¿Por qué es importante que la ciencia estudie el cerebro de los
criminales?

La ciudadanía actualmente no sabe que hacer con toda la violencia que se vive
en nuestra sociedad, hay niños abandonados en la calle o personas con
carencias y si los ciudadanos no hacemos nada esa violencia se nos va a
regresar en forma de individuos criminales.

Nosotros hemos identificado periodos críticos en el desarrollo de un individuo


violento o criminal, uno a los tres años, otro a los cinco o seis y uno más a los
trece años, de manera que se pueden desarrollar programas de intervención
tempranos en los que se modifique la forma de interacción del individuo con su
cuidador primario y con los maestros.

En los próximos años, la ciencia seguirá estudiando al cerebro y la conducta de


los criminales para conocer mejor los factores de riesgo, tanto biológicos como
medioambientales, que se presentan en las diferentes etapas del desarrollo
con el fin de aportar nuevas estrategias de intervención.

FAMILIAS QUE DESAFIARON TODAS LAS TEORÍAS

Más allá de lo que hayan revelado los estudios a lo largo de estas décadas, la
realidad indica que existe una gran variedad de parientes que comparten el
gusto por la maldad. Aquí es donde aparecen casos como el de los hermanos
David y Bryan Freeman, quienes -cuando tenían 16 y 17 años
respectivamente- abandonaron sus creencias religiosas y torcieron el rumbo
para unirse a un grupo neo-nazi y matar al resto de su familia sin razón
aparente y con una frialdad incalculable.

Otro caso escalofriante fue el de los Bender, una familia de Kansas que tenía
una taberna en la que asesinaba a sus clientes. Tampoco se queda atrás la
historia de los gemelos Kray, quienes no dudaron en mantener negocios
mafiosos,ofreciendo ‘protección’ a quien la necesitara,robando a mano armada
y secuestrando, entre otros delitos.

Neurociencia: ¿Qué dice de la maldad?

Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), investigadores


en los Estados Unidos, Alemania y en otros lugares han comenzado a realizar
escaneos de cerebros de psicópatas mientras los pacientes ven imágenes
horribles, como fotografías de apuñalamientos sangrientos, disparos o
evisceración. Cuando las personas normales ven estas imágenes, las
exploraciones con resonancia magnética funcional se iluminan para indicar
actividad cerebral intensa en secciones del sistema límbico generador de
emociones, principalmente la amígdala, que se cree que genera sentimientos
de empatía. Pero en pacientes psicópatas, estas secciones de la amígdala
permanecen oscuras, mostrando una
actividad muy reducida o ninguna en
absoluto. Este fenómeno, conocido como
hipoactividad límbica, puede indicar que
algunas de estas personas carecen de la
capacidad de generar las emociones
básicas que mantienen los instintos
asesinos primitivos bajo control.
Telling images: These scans show brain activity in empathy-generating
centers of the limbic system in normal individuals (left) and in psychopathic
individuals (right) when they are exposed to violent images.

Otros investigadores ven déficits similares a las exploraciones por resonancia


magnética funcional de la corteza frontal, parte del centro de razonamiento del
cerebro, que ayuda a regular las acciones impulsivas e irracionales. Estos
investigadores dicen que el síndrome de déficit frontal crea una incapacidad
psicopática emocional, impulsiva y violenta ante la menor provocación. James
Blair, jefe de la Unidad de Neurociencia Cognitiva Afectiva del Instituto Nacional
de Salud Mental, cree que una amígdala disfuncional afecta la corteza frontal.
En estudios recién finalizados de cerebros psicopáticos, que se publicarán a
finales de este año o principios del próximo, las imágenes fMRI de Blair
muestran que la falta de actividad normal en la amígdala se refleja en la
corteza frontal. Él cree que la amígdala envía las señales incorrectas a la
corteza frontal.

BIBLIOGRAFIA:

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3. No existen genes de la maldad: Feggy Ostrosky - Ciencia UNAM [Internet]. [citado 21


de abril de 2018]. Disponible en:
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4. ¿Se puede heredar la maldad? - Scena Criminis [Internet]. [citado 21 de abril de


2018]. Disponible en: http://www.scenacriminis.com/articulos-en-espanol/se-puede-
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6. El gen MAOA influye en el desarrollo de comportamientos antisociales [Internet].


[citado 21 de abril de 2018]. Disponible en: https://www.tendencias21.net/El-gen-
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7. Apuntes de Filosofía: La maldad humana y su origen [Internet]. [citado 21 de abril de


2018]. Disponible en: http://apuntesdefilosofa.blogspot.pe/2007/03/la-maldad-
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