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BIBLIA Y LENGUAJE

ANALISIS SEMIOTICO DE LOS TEXTOS


Colección
BIBLIA Y LENGUAJE

l. R. Barthes, P. Ricoeur, X. Léon-Dufour: Exégesis y hermenéutica.


291 págs.
2. E. A. Nida/Ch. R. Taber: Teoría y práctica de la traducción.
3. L. Alonso Schokel/E. Zurro: La traducción bíblica: Lingüística
y estilística. 451 págs.
4. P. Beauchamp: Ley, Profetas, Sabios. Lectura sincrónica del Anti-
guo Testamento. 304 págs.
5. X. Léon-Dufour (ed.): Los milagros de Jesús. 370 págs.
6. Grupo de Entrevernes: Signos y parábolas. Semiótica y texto evan-
gélico. 254 págs.
7. J. Jeremías: La Ultima Cena. Palabras de Jesús. 323 págs.
8. Grupo de Entrevernes: Análisis semiótico de los textos. Introduc-
ción, _teoría, práctica. 238 págs.
GRUPO DE ENTREVERNES

ANALISIS SEMIOTICO
DE LOS TEXTOS
INTRODUCCION -TEORIA - PRACTICA

Con la colaboración de
J. MATEOS

EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30-32
MADRID
Este libro fue publicado por
PRESSES UNIVERSITAIRES DE LYON, 1979
con el título
ANALYSE SÉMIOTIQUE DES TEXTES
Introduction - Théorie - Pratique

*
Lo tradujo al castellano
IVAN ALMEIDA
Prólogo, notas y acomodación por
JUAN MATEOS
profesor del Instituto Bíblico de Roma

Derechos para tQdos los países de lengua española en


EDICIONES CRISTIANDAD
Madrid 1982

Depósito legal: M .. 23.643.-1982 ISBN: 84-7057-318-7

Printed in Spain
ARTES GRÁFICAS BENZAL, S. A. - Virtudes, 7 - MAnRrn-3
CONTENIDO
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . 15
l. Las raíces del sentido, 15.-2. Principios y postulados, 16.
3. Niveles de análisis, 17.

I
LAS ESTRUCTURAS DE SUPERFICIE

Primera parte: EL COMPONENTE NARRATIVO

l. Narratividad y programa narrativo . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23


2. La realización: cambios de estado e intercambios de ob-
jeto ..................................................................... 32
3·. Calificación de los enunciados de acción: la capacidad del
sujeto agente . .. .............. .. ... .. ... .. . .. .. ... . .................... 43
4. Calificación de los enunciados de estado: la valoración . . . . . . 55
5. El hacer-hacer y el influjo . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . ... . .. . . . . . .. 69
6. El componente narrativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
7. Ejercicio práctico: el componente narrativo en el texto de
Daudet ................................................................ 88

Segunda parte: EL COMPONENTE DESCRIPTIVO

8. Las figuras ... . . . .. ... ... .. . ..... .... . .. .. . ... ..... .... ... ............. 111
9. Conjuntos figurativos. Temas descriptivos .... .......... ....... 116
10. Papeles temáticos . .. .... .. .. ... ... ............. .... ......... ........ 121
11. Ejercicio práctico: el componente descriptivo en el· texto
de Daudet . ..... .. ... ... ... ...... .. .. . ... ... ........ .. ................ 123

II

LAS ESTRUCTURAS PROFUNDAS

12. Haci~ las ;inidades mínimas del significado . . . . . . . ..... .. . .. . 139


13. Las 1sotopias . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .... ... .. ... . . . . 148
14. La estructura elemental del significado: el cuadrado semió-
tico ..................................................................... 155
15. Aplicación del cuadrado semiótico . . ... .. ....................... 162
16. Ejercicio práctico: las estructuras profundas en el texto de
Daudet ................................................................ 172
III
EJERCICIO PRACTICO: ANALISIS DE UN TEXTO

17. El juego del sentido en el relato de la Torre de Babel (Gé-


nesis 11,1-9) .. ...... .. .......... ... ... .. ....... ... ...... .. . ...... .... 187
Conclusión -. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224

La leyenda del hombre del cerebro de oro de A. Daudet . . . . . . . . . 227

Bibliografía . . . . . . . . . . . .. . . . .. . . .. . .. . .. . .. . . . . . . . . . ... . . . . .. . .. . .. . . .. .. . . . . . 231

Indice de términos-clave .. ..... .... .. .... ................. .............. 233


El Grupo de Entrevernes reúne especialistas de semió-
tica y de Biblia que trabajan en el CADIR (Centre
pour l'Analyse du Discours Religieux), de Lyon, y en
la revista «Sémiotique et Bible».
La elaboración y la redacción del presente volumen ha
estado a cargo de

Jean-Claude Giroud y Louis Panier

Esta introducción al análisis semiótico de textos apro-


vecha y desarrolla una serie de artículos publicados
entre 1976 y 1978 en la revista «Sémiotique et Bi-
ble» (25, rue du Plat, Lyon) bajo el título Rudiments
, d'analyse.
PREFACIO

El editor español deseaba que la traducción de esta obra,


Analyse sémiotique des textes, adoptase una forma más asequible
al público de lengua castellana. De hecho, el metalenguaje pro-
puesto por los autores no es solamente arduo, sino además, y a
menudo, lejano de la realidad lingüística. Se crean o emplean tér-
minos difícilmente inteligibles en sí mismos, o se utilizan en sen-
tidos no correspondientes o contrarios al que presentan en la
lengua.
Una traducción que hubiese conservado en castellano seme-
jante terminología -como la que ha servido de base a esta revi-
sidn- habría creado un ingente obstáculo para la comprensión
y empleo del método. Por eso, conservando el rigor terminológico,
hemos adoptado un metalenguaje que difiere en muchas ocasiones
del de la edición francesa. Nuestro propósito ha sido proponer un
lenguaje técnico, pero accesible. Hemos respetado términos que,
aunque impropios, son de curso corriente en la semiótica; para
otros, en cambio, hemos adoptado equivalentes castellanos de sen-
tido más inmediato. Se trata de una opción, teniendo presentes a
los lectores, entre un lenguaje críptico y elusivo, que exige un
esfuerzo constante de rememoración y otro de fácil retención. Ha
sido precisamente la estima que merece este método, cuyo rigor
y disposición lógica se recomiendan por sí mismos, la que nos ha
movido a realizar la adaptación. En notas a pie de página se ex-
plican los cambios más importantes de terminología.
Agradeciendo al traductor su esfuerzo inicial, esperamos que
esta adaptación sirva para animar a los que pretenden iniciarse en
un análisis tan prometedor, en particular a los que se dedican a
estudios bíblicos.

Roma, 27 diciembre 1981.

JUAN MATEOS
PRELIMINARES

1. LAS RAICES DEL SENTIDO

Nos gustaría poder comenzar diciendo que la semiótica es


un juego. Esta afirmación podrá parecer ingenua o presuntuosa;
sin embargo, al tratar de explorar las condiciones del significado,
al fijarse como objetivo el examen de las raíces del sentido, al
poner los textos «patas arriba» para dilucidar lo que está «por
debajo» del sentido, ¿no es cierto que la semiótica se parece a un
juego de des-montaje?
¿Qué hace posible el significado que manifiestan los textos y
discursos que leemos, comprendemos o producimos? ¿Qué sistema
organizado, qué delicado armazón, qué reglas rigen la aparición
del sentido? Estas son las cuestiones que se propone resolver la
semiótica.
No se trata, por tanto, de decir cuál es «el» verdadero sentido
del texto ni de encontrar un sentido nuevo e inédito fuera del
cual no se darían otros sentidos.
Tampoco se intenta restituir a un texto su génesis, su historia.
El autor del texto, la época de su composición, las exigencias a
que debió responder, no interesan directamente al semiólogo *.

* Estas cuestiones no interesan «directamente» al análisis semiótico. Esto


no obstante, hay que tener en cuenta que no puede abordarse seriamente este
análisis en un texto -en particular si está redactado en una lengua an-
tigua- sin haber resuelto previamente las dificultades que pueda presen-
tar desde el punto de vista de la gramática (análisis morfosintáctico) y del
léxico (análisis lexical). Al mismo tiempo, es indispensable conocer la cultura
y estilo de la época, que condicionan el significado y la comprensión del
texto mismo. De lo contrario, el análisis semiótico correría peligro de ba-
sarse sobre datos incompletos o erróneos, que podrían falsear sus resultados
(n. de la ed. española).
16 Preliminares

Todo ocurre como si las preguntas que se hacen al texto se


desplazaran y modificaran:
no se trata de «¿qué dice este texto?»
ni de <<r::quién dice este texto?»,
sino de «¿cómo dice este texto lo que dice?»*.

2. PRINCIPIOS Y POSTULADOS

a) Un análisis inmanente
Así, pues, se trata de buscar las condiciones internas del signi-
ficado. Por este hecho el análisis debe ser inmanente. Quiere
decir esto que la problemática definida por la tarea semiótica versa
sobre el funcionamiento textual del significado y no sobre la rela-
ción que el texto puede establecer con un referente externo. El
sentido será entonces considerado como un efecto, como un re-
sultado producido por un juego de relaciones entre elementos sig-
nificantes. El «cómo» del sentido tendremos que construirlo en el
interior- del texto.
* El tenor de esta pregunta indica que «lo que dice el texto», es decir,
su sentido, es de alguna manera conocido. El texto que se lee tiene algún
sentido para el lector. El análisis descubre el mecanismo que produce el
sentido y, con eso, sus resultados permiten completar, precisar e incluso
corregir el sentido obvio. En primer lugar, al poner en evidencia el dispositivo
productor ~el sentido excluye los sentidos que ese dispositivo no puede
producir; en segundo lugar, facilita numerosos datos que permiten fundar
el significado del-texto. El sentido no pertenece sólo al texto; surge en el
encuentro entre el lector y el texto. El análisis impide, precisamente, que
el lector se desvíe proponiendo sentidos arbitrarios que no corresponden a lo
que el texto mismo quiere significar.
Suele decirse que todo texto permite una pluralidad de sentidos. Hay
que comprender bien este modo de hablar: esto no quiere decir que estos
sentidos puedan ser contrarios o contradictorios o simplemente arbitrarios;
para impedirlo está el dispositivo productor del sentido del texto; se quiere
decir que el sentido que el lector deduce del análisis no agota todo el sentido
del texto; es decir, que, sin invalidar el sentido ya obtenido, éste puede
enriquecerse siempre por nuevas confrontaciones con el texto. Esto vale
particularmente pafa textos «Supersemantizados», es decir, sobrecargados de
sentido, cómo lo son1 entre los textos literarios, los poéticos o, entre los
textos bíblicos, los evangélicos (n. de la ed. española).
b) Un análisis estructural

Sólo existe sentido por y en la diferencia: ése es el principio,


reconocido por F. de Saussure y L. Hjelmslev, que constituye la
base del desarrollo de los estudios estructurales. Los efectos de
sentido percibidos en los discursos y en los textos presuponen,
pues, un sistema estructurado de relaciones. Esto nos llevará a
postular que los elementos de un texto sólo pueden adquirir su
significado y ser reconocidos como significantes en virtud del juego
de relaciones que mantienen entre ellos. Por eso sólo considera-
remos como «pertinentes» los elementos capaces de entrar en un
sistema de evaluación y de construcción de diferencias. Esto es
lo que llamaremos la forma del contenido. Y nuestro análisis es
estructural porque se propone describir esa forma del sentido;
no el sentido, sino la arquitectura del sentido.

c) Un análisis del discurso

Finalmente, el análisis semiótico es un análisis del discurso, y


esto distingue la semiótica «textual» de la lingüística estructural
de la fiase. Mientras la lingüística se preocupa de la construcción
y la producción de frases, es decir, de la capacidad frástica, la
semiótica se propone construir, es decir, formalizar la organiza-
ción y producción de los discursos y textos, o sea, la capacidad
discursiva. Habrá, pues, que establecer las reglas y el dispositivo
capaz de generar los discursos y los textos.

3. NIVELES DE ANALISIS

Aplicaremos aquí 'los procedimientos de análisis y la metodo-


logía propuestos por A.-J. Greimas.
Si consideramos los textos como el resultado de un dispositivo
estructurado de reglas y relaciones, tendremos que reconocer las
unidades aptas para entrar en el juego de reglas y en el sistema
de relaciones. Para ello es necesario distinguir diversos niveles de
descripción; en ellos podrán reconocerse como pertinentes ciertos
elementos y las reglas que los combinan.
2
18 Preliminares

Conviene subrayar aquí la importancia de los niveles que orga-


nizan las exigencias a las que está sometida la producción del
sentido. La construcción de estos niveles, las correspondencias que
mantienen entre ellos, permiten no solamente reconocer el sistema
que puede engendrar el significado, sino también delimitar mejor
el uso que hacen de ese sistema los textos que analizamos.
Dejando de lado (para no complicar demasiado esta introduc-
ción a la semiótica) el nivel de las estructuras manifestativas, con-
sideramos que el análisis deberá desarrollarse a dos niveles:
el nivel superficial;
- el nivel profundo (llamado también inmanente).

- A nivel superficial, tendremos que prever dos com-


ponentes, que regulan la organización de los elementos re-
conocidos como pertinentes a ese nivel:
>°: un componente narrativo, que regula, como veremos,
la sucesión y el encadenamiento de los estados y de los
cambios,
_.,. un componente descriptivo *, que regula en un texto
el encadenamiento de las figuras y de los efectos de sentido.
- A nivel profundo, se dispondrán dos planos de orga-
nización de los elementos reconocidos como pertinentes a
ese nivel:
* una trama de relaciones, que clasifica los valores de
sentido, según las relaciones que éstos mantienen,
·k un sistema de operaciones que organiza el paso de
un valor a o~ro.

Una presentación como ésta, tan rápida y alusiva, de la orga-


nización semiótica podrá parecer pedante y complicada. Incluso

* Utilizamos el término «descriptivo» en lugar de «discursivo» (francés


composante discursive); en primer lugar, porque este último, que deriva de
«discurso», puede abarcar también el componente narrativo. En segundo
lugar, porque, desde el punto de vista del texto, el componente narrativo
no describe, sino que estructura; es el segundo componente, que ofrece los
contenidos de las figuras, el que «hace la descripción» (n. de la ed. española).
Niveles de análisis 19

corre el riesgo de asustar al lector. Si hemos creído oportuno indi-


carla de todas maneras, desde el comienzo, es sobre todo porque
esta organización constituye el trasfondo de todo el trabajo que
sigue.
En efecto, bajo el título de «estructuras de superficie» exami-
naremos ante todo la organización del primer nivel. La primera
parte estará consagrada al análisis narrativo; la segunda, al examen
del componente descriptivo.
Luego orientaremos el trabajo hacia la organización de las
«estructuras profundas».
Por último, trataremos de poner en práctica lo elaborado
desde el punto de vista teórico. Para ello analizaremos dos textos:
- El primero, tomado de las Cartas de mi molino de Alfonso
Daudet, lleva por título «La leyenda del hombre del cerebro de
oro». El análisis de este texto (que se encuentra como anexo al
final del libro) acompañará e ilustrará la construcción de la teoría
semiótica: no solamente tomaremos ejemplos de dicho texto para
ilustrar los datos teóricos, sino que, además, haremos una des-
cripción práctica después de cada fase importante (cf. caps. 7,
11 y 16).
- El segundo texto pertenece al libro bíblico del Génesis,
y contiene el conocido relato de la construcción de la torre de
Babel. Después de haber presentado los rudimentos del análisis
semiótico, quisiéramos mostrar con este ejemplo cómo se lleva a
cabo una práctica de análisis y cómo se construye, para un texto
dado, una representación del funcionamiento de su significado.
I

LAS ESTRUCTURAS
DE SUPERFICIE
PRIMERA PARTE

EL COMPONENTE NARRATIVO

1
NARRATIVIDAD Y PROGRAMA NARRATIVO

Hemos indicado en las páginas que preceden los diversos com-


ponentes de un texto. A cada uno corresponde un nivel en la
descripción del significado: elementos característicos (pertinentes)
y procedimientos particulares para reconocer y representar dichos
elementos y su organización. Vamos a comenzar presentando el
componente narrativo del discurso.

1.1 LA NARRA TIVIDAD

Y a hemos visto en los preliminares que el sentido se funda


en la diferencia: hay sentido cuando hay diferencia. En el fondo,
por tanto, el análisis semiótico de los textos consiste en reconocer
y describir la diferencia en los textos. Pero, ¿dónde y entre qué
elementos hay que reconocerla?
Cuando se describe el componente narrativo del discurso se
opta por describir solamente las diferencias que aparecen en la
sucesión del texto (por oposición a las diferencias presentes en las
comparaciones estáticas). Si en un relato, por ejemplo, seguimos
la evolución de un personaje, la diferencia aparece como la suce-
sión de estados diversos de dicho personaje.
Es lo que ocurre con el hombre del cerebro de oro, que
comienza siendo rico y dándose la gran vida y luego le
falta el oro y muere. El significado del relato es un efecto
de la diferencia entre esos estados sucesivos del personaje.
24 Narratividad y programa narrativo

Considerado a nivel del componente narrativo, un texto se


presenta como una sucesión de estados y de cambios de esos esta-
dos: un estado A se transforma en un estado B, etc. Se llama
narratividad al fenómeno de sucesión de estados y de cambios,
manifestado en el discurso y responsable de la producción del
sentido. Se llama análisis narrativo a la tarea de detectar los esta-
dos y los cambios y representar rigurosamente las divergencias,
las diferencias que los estados y cambios dejan ver bajo el modo
de la sucesión. Todo texto presenta un componente narrativo y
puede ser objeto de un análisis narrativo; los relatos propiamente
dichos no son más que una clase particular en la que los estados
y los cambios están atribuidos a personajes individualizados.

1.2 ESTADO Y CAMBIO

Como base del análisis narrativo se propone la distinción entre


los estados y los cambios, entre lo que depende del ser y lo que
depende del hacer. Un estado se enuncia por medio de un verbo
de tipo «ser» (o «estar») o «tener» (verbos de estado).
- · el narrador está o no está triste,
- la mujer del hombre del cerebro de oro no tiene y luego
tiene algo muy precioso.
Un cambio se enuncia por medio de un verbo de tipo «hacer»
(verbo de acción):
- el hombre compra algo muy precioso.
Hacer el análisis narrativo de un texto significa ante todo
clasificar los enunciados de estado y los de acción. Estos enunciados
no. coinciden exactamente con las frases del texto, han de refor-
mularse por debajo de las palabras, expresiones o frases que los
manifiestan en formas diferentes.
En el análisis se distingue el nivel de la manifestación, es
decir, el nivel de lo que el texto ofrece a la lectura, del
nivel construido, en el que se disponen los elementos que
pertenecen a la gramática narrativa. Las frases u oraciones
de un texto pertenecen al nivel de la manifestación, mien-
tras que los enunciados (de estado o de acción) forman
parte del nivel construido.
1.2.1 Sujeto y objeto

Para definir con mayor precisión el enunciado de estado se


introducen las nociones de sujeto y objeto. El enunciado de esta-
do corresponde a la relación entre un sujeto y un objeto. Por
ejemplo:
el «hombre» y el «cerebro de oro».

Pero atención: el sujeto (S) no es un personaje y el objeto (0) no


e:; una cosa; se trata de papeles, de nociones que definen posicio-
nes correlativas (actantes o papeles actanciales) que no existen
nunca la una sin la otra. No hay sujeto sin un objeto al cual está
ligado y con relación al cual se define. Paralelamente, todo objeto
se define por su relación a un sujeto.
Un enunciado de estado puede tomar dos formas; es decir,
hay dos formas de relación entre S y O, y sólo dos.
- enunciado de estado de desunión. S y O están en relación
de desunión. Tomando V como signo de la desunión, esta forma
de enunciado de estado se escribirá:
(SVO)

«El hombre perdió todo su oro» se escribirá (S V O) con-


siderando que S está representado por el «hombre» y que
O lo está por el «oto».

- enunciado de estado de unzan. S y O se encuentran en


relación de unión. Tomando/\ como signo de la unión, esta forma
de estado se escribirá:
(S /\ 0)

«El amigo tiene un poco de oto» se escribirá (S /\O) con-


siderando que S está representado por el «amigo» y que
O lo está por el «oto»:

1.2.2 El cambio

Es el paso de una forma de estado a otra. Hay dos formas de


cambio, y dos solamente. ·
26 Narratividad y programa narrativo

cambio por unión. Es el que hace pasar de un estado de


desunión a un estado de unión. Teniendo en cuenta las convencio-
nes de escritura indicadas anteriormente, este cambio se repre-
sentará así:
(S V O)~(S /\ 0)

La flecha indica d paso de un estado a otro.


- cambio por desunión. Es el que hace pasar de un estado
de unión a un estado de desunión; se representa de la siguiente
manera:
(S/\O)~(SVO)

Desarrollaremos en el capítulo 2 las posibilidades de combi-


nación entre estas formas de cambio.

En el análisis, todos los enunciados de acc1on deben ser


clasificados en enunciados de unión y enunciados de des-
unión.

1.3 PROGRAMA NARRATIVO

Llamamos programa narrativo (PN) a la sucesión de estados


y cambios que se encadenan a partir de una relación S - O y de
su transformación. El PN comporta, por tanto, varios cambios ar-
ticulados y jerarquizados.

En nuestro relato, puede identificarse un programa narra-


tivo de privación que reúne los estados y cambios que se
encadenan teniendo por base la relación de «el hombre
· del cerebro de oro» con el «cerebro de oro» y que acaban
en la desunión.

El encadenamiento de los estados y de los cambios que consti-


tuyen un PN obedece a una regulación lógica -por eso se habla
de programa- y el análisis narrativo tiene por objeto describir
la organización del PN y dar cuenta de ese encadenamiento re-
gulado.
Programa narrativo 27

En el análisis, por razones de comodidad, se nombra el pro-


grama narrativo basándose en el cambio principal. Así, ha-
blaremos, por ejemplo, del programa narrativo de derroche
del oro.

1.3.1 La realización y el sujeto agente

En el relato que rios sirve de ejemplo, el programa narrativo


se realiza mediante el paso de un estado de unión a un estado de
desunión: es el relato de una pérdida. La actuación que efectúa
dicho paso se llama realización. Esta denominación corresponde,
por tanto, a toda actuación que provoca un cambio de estado.
La actuación presupone un realizador: es el sujeto agente. Se trata,
una vez más, de un papel y no de un personaje.

En nuestro relato varios personajes intervienen como sujeto


agente de la desunión: los «padres», el «amigo ladrón»,
la «mujer», el «hombre» mismo.

El análisis narrativo admite así dos tipos de sujeto:


- el sujeto de estado, en relación de unión o de desunión
respecto a un objeto: la relación (S - O) define el enunciado de
estado.
- el sujeto agente, en relación con una realización que él
mismo efectúa: también se le denomina sujeto de acción. La re-
lación del sujeto agente con la acción define el enunciado de acción.
Teniendo en cuenta todo esto podemos escribir la fórmula
general del cambio narrativo de la manera siguiente:

A (S) ==> [S V O)~(S /\O)]

En ella, A indica la acción; la doble flecha, el enunciado de


acción.
Los diferentes papeles actanciales, ya establecidos, correspon-
den a diferentes posiciones en esta fórmula general.
1.3.2 La capacidad

La realización del cambio por el sujeto agente presupone que


este último sea capaz de efectuar la realización o, dicho en otros
términos, que es capaz. Llamaremos capacidad a las condiciones
necesarias para realizar el cambio en cuanto están atribuidas al su-
jeto agente. Desarrollaremos este tema en el capítulo 3.

En nuestro texto, el amigo que roba al hombre del cere-


bro de oro posee el conocimiento del secreto: el saber es
un elemento de su capacidad, una condición necesaria para
la realización del robo.

La capacidad del sujeto agente puede reducirse a cuatro ele-


mentos: el deber-hacer, el querer-hacer, el poder-hacer, el saber-
hacer. Para efectuar la realización, el sujeto agente debe estar
provisto necesariamente de ciertos elementos que lo capaciten.
Los relatos pueden presentar la adquisición de la capacidad por
parte del sujeto agente; en ese caso, la «capacidad» está consi-
derada como un objeto que puede estar unido o desunido con el
sujeto: volvemos a encontrar la fórmula general del cambio narra-
tivo. La diferencia reside en este caso en el tipo de objeto al cual
está ligado el sujeto: en el plano de la capacidad, el objeto adqui-
rido no es el objeto principal de la realización, sino una condición
necesaria para adquirirlo: llamamos objeto calificante a este nuevo
tipo de objeto (3.2).
Llegados a este punto de la presentación de la semiótica, pode-
mos distinguir dos tipos de objetos: el objeto principal del cambio,
u objeto-valor, y el elemento de capacidad necesaria para efectuar
la realización. Lo llamaremos objeto calificante, por corresponder
a las calificaciones del hacer: poder-hacer, querer-hacer, etc. Estos
dos tipos de objeto corresponden a dos tipos de cambio: la reali-
zación principal transforma la relación del sujeto de estado con el
objeto-valor, y la realización calificante transforma de relación de
un sujeto con el objeto-calificante. La adquisición de la capacidad
puede constituir un programa narrativo subordinado al programa
principal; también puede cubrir la totalidad de un relato.
1.4 EL COMPONENTE NARRATIVO: ESQUEMA DE CONJUNTO

El programa narrativo se organiza en torno a la realización


principal, que funciona como un centro; en ese punto, las acciones
(hacer) cambian los estados (ser). Efectuar una realización es
hacer ser.
En la fase de capacidad, presupuesta por la realización, la ac-
ción o el hacer mismo es lo que está afectado por las calificaciones:
Ja acción será realizada según el querer-hacer, el deber-hacer, etc.
Se nota así en qué estado se encuentra el «hacer» que ha de rea-
lizar el cambio: la capacidad indica el ser (la calidad) del hacer*
(véase capítulo 3).
A partir de la realización principal habrá que preguntarse qué
es lo que mueve a obrar al sujeto agente: es la cuestión del hacer
hacer. Se describirá entonces cierto número de acciones narrativas
efectuadas sobre el mismo sujeto agente con el fin de hacerle efec-
tuar la realización principal del programa narrativo; se trata en la
mayoría de los casos de acciones de persuasión, que ponen en
escena, al lado del sujeto agente; otro papel actancial llamado mi-
tente (véase capítulo 5).

En nuestro relato, cuando los padres del niño, al revelarle


su secreto, le piden un poco de oro, están ocupando el
papel de mitente: son ellos los que le hacen realizar la
donación del oro. Llamamos fase de influjo la fase del re-
lato en la que interviene el mitente como agente de per-
suasión.

Finalmente, efectuar la realización principal implica otra fase


del programa narrativo, en correlación con la que acabamos de in-
dicar. Una vez que los estados han sido cambiados por la actuación
del sujeto agente, queda por evaluar el estado final consiguiente
a dicha actuación, queda por reconocer que el cambio ha tenido
lugar y por evaluar la actuación del sujeto. En esta fase del pro-

* El ser (la calidad) del hacer. Se introduce el paréntesis para aclarar


el sentido del «ser», según la explicación dada por los autores mismos: «la
qualité de ce faire (ce que nous avons appelé, en 1.4, l'etre du faire)»
(p. 45; n. de la ed. española).
30 Narratividad y programa narrativo

grama se manifiesta lo que son realmente los estados, se afirma


el ser (la calidad) del ser. Llamamos fase de valoración o de reco-
nocimiento la fase del programa narrativo en la que interviene de
nuevo el mitente, pero esta vez como agente de interpretación
(véase capítulo 4).
Estas cuatro fases del programa narrativo se corresponden ló-
gicamente; no siempre se manifiestan todas en cada texto, pero cada
vez que se reconoce la presencia de una de esas fases se puede
intentar descubrir el conjunto del programa al que pertenece. En
efecto, en análisis narrativo interesa siempre trabajar en términos
de programas.
Los capítulos siguientes van a desarrollar la descripción de
estas cuatro fases de la secuencia narrativa que puede representarse
gráficamente de esta manera:

Influjo Capacidad Realización Valoración

Hacer-hacer Calidad del hacer Hacer-ser Calidad del Ser

relación mitente- relación sujeto relación sujeto * relación mitente-


sujeto agente agente-acción (ob- agente-estados (ob- sujeto agente
jetos calificantes) jetos valor) * relación mitente-
sujeto de estado

1.5 BALANCE PARA EL ANALISIS

* El análisis narrativo tiene sólo en cuenta una parte de los


elementos constitutivos de un texto: el componente narrativo.
* Los elementos del texto se describen con términos cons-
truidos y rigurosamente definidos: es el metalenguaje de la gra-
mática narrativa.
* Se señalan las diferencias (responsables del sentido perci-
bido en la lectura) en la sucesión de los estados y de los cambios:
es la narratividad.
* Se analiza -se desmonta- el texto en enunciados de es-
tado (ser o tener) y enunciados de acción.
El componente narrativo 31
enunciado de enunciado de
estado acción
A (S)

/-~ /~
unión desunión cambio por cambio por
unión desunión
1 1 1
(S /\O) (SVO) A(S)==> A (S) ==>
[(S V O)~ (S /\O)] [(S /\ O)~(S V O)]

* A cada tipo de enunciado corresponden papeles particulares


asumidos por los personajes del texto:
- enunciado de estado: sujeto de estado-objeto
- enunciado de acción: sujeto agente.
* En el componente narrativo, la unidad compleja pertinente
es el programa narrativo (secuencia regulada y jerarquizada de
cambios y de estados en torno a un cambio principal). Todo PN
comporta, lógicamente, cuatro fases: influjo-capacidad-realización-
valoración. Cada fase presupone las otras. Si se reconoce en un
texto una de esas fases, hay que intentar encontrar las otras para
reconstituir el conjunto del PN.
En los capítulos que siguen desarrollaremos la descripción de
las diferentes fases de esta secuencia narrativa. No vamos a pre-
sentarlas según su orden «cronológico» (influjo-capacidad-realiza-
ción-valoración); empezaremos describiendo la realización (capí-
tulo 2), por ser el punto central a partir del cual se ordenan lógi-
camente los otros «momentos» de la secuencia. Presentaremos lue-
go la capacidad del sujeto agente de la realización y la organización
de las calificaciones de la acción (capítulo 3). El capítulo siguiente
se interesará por la valoración (capítulo 4) que sigue a la realiza-
ción; en él trataremos los problemas relativos al saber y a la ver-
dad en los relatos, puesto que en la valoración es donde se inter-
preta la realización. Todo ello aportará los elementos necesarios para
prestar el influjo (capítulo 5). La exposición del componente narra-
tivo terminará con un balance (capítulo 6) y un ejercicio práctico (ca-
pítulo 7) en el que presentaremos el análisis narrativo del texto de
Daudet que nos sirve de ilustración a lo largo de todos los capítulos.
2
LA REALIZACION:
CAMBIOS DE ESTADO
E INTERCAMBIOS DE OBJETOS

2.1 RECAPITULANDO

Hemos presentado la realización como la actuación que cambia


los estados, que hace pasar de un estado de unión a un estado
de desunión o a la inversa. Existen dos formas de cambio, dos
formas de realización, que corresponden en los textos a dos formas
de enunciados narrativos:

- enunciado narrativo de unión: A (S) ~ [(S V 0) ~(SAO)]


- enunciado narrativo de desunión: A (S) ~ [{S A 0) ~ (S V 0)]

El presente capítulo será consagrado a mostrar cómo pueden


combinarse en los relatos esas dos formas de enunciados. El ca-
pítulo siguiente describirá más bien la posición del sujeto agente
en la realización. ·

En el relato de Daudet, cierto número de personajes se


apropian el oro del hombre. Pasan así de un estado de
desunión a un estado de unión. Son sujeto de estado (y a
veces también sujeto agente) en ciertos enunciados narra-
tivos de unión. Al contrario, el hombre pasa de un estado
de unión a uno de desunión.

Al fin acaba por encontrarse totalmente privado de su oro.


Es sujeto de estado (y a veces también sujeto agente) en
enunciados narrativos de desunión.

El ejemplo muestra que es siempre provechoso para el


análisis considerar la articulación entre los enunciados na-
rrativos de unión y los de desunión. Eso permite captar
mejor las relaciones entre los personajes.
2.2 DESDOBLAMIENTO DE LOS ENUNCIADOS DE ESTADO

Cuando, en nuestro ejemplo, consideramos al hombre y a los


que se apropian su oro (padres, amigo, mujer), podemos definir el
objeto en su relación con esos diferentes sujetos (cf. 1.3.1). A la
posesión (relación/estado de.,unión) en unos, corresponde la caren-
cia (relación/ estado de desunión) en el otro. En cada caso el enun-
ciado de estado es complejo, dado que un único objeto está en
relación con dos sujetos. Si representamos el oro mediante el
signo O, al hombre mediante S1 y a los otros personajes median-
te S2 , podemos escribir el estado inicial del relato como sigue:

\ (S1 /\ 0)
estado 1 ~ (S, V O) o también (S1 /\O V Sz)

y el estado final, cuando el hombre carece ya de oro, mientras los


otros lo poseen, podemos escribirlo así:

\ (S, V 0)
estado 2 ( (S, /\O) o también (S, V O/\ S,)

En la medida en que varios personajes del relato realizan la


misma operación respecto al «hombre» (privación del oro), pode-
mos decir que asumen el mismo papel S2. Sin preguntarnos por el
momento quién desempeña el papel de sujeto agente (S3 ) en el
cambio, escribiremos la transformación del estado 1 en estado 2
como sigue:

A (S,) => [(S1 /\O V S,) ~ (S1 V O/\ S,)]

Hemos desdoblado la representación de los enunciados de esta-


do teniendo en cuenta que un objeto puede estar ligado a dos
sujetos y que cuando uno lo pierde el otro lo adquiere (salvo la
excepción que presentaremos en 2.4.2.2 bajo el nombre de comu-
nicación participativa). Así, puede entonces constatarse que el
cambio de los estados es igualmente una transferencia del objeto
valor, una comunicación de objeto entre dos «actantes».
3
34 La realización

El objeto valor se ve así siempre «valorizado» a partir de


su relación con los dos sujetos. Paralelamente, se constata
en los textos que la relación entre personajes está siempre
mediatizada (y significada) por objetos que se transfieren
de uno a otro.

2.3 DESDOBLAMIENTO DE LOS PROGRAMAS NARRATIVOS:


CARACTER POLEMICO DEL RELATO

Hemos mostrado en el capítulo anterior que todo cambio na-


rrativo puede organizar en torno a él un programa narrativo (1.4).

Así, en nuestro ejemplo, hay un programa organizado en


torno a la pérdida del oro.

Teniendo en cuenta el desdoblamiento de los enunciados de


estado, podemos dar un paso adelante observando que todo progra-
ma narrativo proyecta, como una sombra, otro programa correlativo.
Todo cambio por unión para un sujeto corresponde a un cambio
por desunión para otro: existen dos posibles programas. Se puede
contar o escuchar un mismo relato desarrollando sea uno, sea el
otro de los programas; puede narrarse la pérdida del oro por el
hombre como puede contarse la adquisición de la fortuna por parte
de los otros personajes. Así se introduce una perspectiva o un
punto de vista en el relato según que se dé resalte a un programa
.o al otro.
Si cada uno de los sujetos considerados logra el éxito por la
unión con su objeto, el éxito de uno corresponde al fracaso del
otro (a su virtualización). Esta particularidad permite dar cuenta
del carácter polémico de todo cambio narrativo y de todo relato.

Una vez que el hombre ha decidido, tras una noche de des-


enfreno, que «había llegado la hora de pararse», se ins-
cribe en un programa de no-gasto, y todos los actores que
se apropian :finalmente su oro aparecen como adversarios
de que ese programa se realice.
Desdoblamiento de los programas narrativos 35

Por cada uno de esos programas narrativos podemos encontrar


un sujeto agente capaz; en el cambio narrativo hay enfrentamien-
to entre sujetos agentes, y el cambio realizado corresponde al do-
minio de un sujeto sobre el otro.

En los cuentos, el héroe debe enfrentarse con el dragón


y vencerlo para arrebatarle la princesa.

Cada uno de los sujetos agentes constituye para el otro un ad-


versario al que se llana oponente o antisujeto.

En el análisis, cada vez que se desarrolla un programa na-


rrativo se sitúa en relación con un programa inverso o anti-
pro grama; la correlación de ambos programas permite de-
finir de forma simétrica los papeles de los actores en cada
uno de ellos:


PN Anti-PN
(S1 6 O) (S2 V O)
(S1V0) <=> (S2 /.\ 0)
Sujeto agente Anti-sujeto
Anti-sujeto Sujeto agente

No bien se reconoce una realización (adquisición o privación)


puede intentarse encontrar en el texto la realización inversa
correspondiente (privación o adquisición) y clasificar a los perso-
najes según uno u otro de los programas en que intervienen. Esto
permite construir poco a poco un sistema de oposiciones (PN -
anti-PN; sujeto - anti-sujeto, ... ), o sea, de diferencias causantes
del sentido.
Tenemos, por tanto, en el análisis narrativo, dos principios
de clasificación de los elementos. Deben estar siempre presentes
cuando se analiza un texto:
- un principio de oposición: todo elemento proyecta un ele-
mento simétrico, como acabamos de ver: es el principio de organi-
zación paradigmática.
- un principio de sucesión: vimos en 1.4 que todo elemento
de un PN llama lógicamente a otros elementos que lo preceden o
lo siguen: es el principio de organización sintagmática.
2.4 TIPOS DE COMUNICACION DE OBJETO

2.4.1 Comunicación de un objeto entre dos sujetos

La correlación PN - anti-PN es un dato fundamental para el


análisis narrativo. Acabamos de ver que puede tomar la forma de
una lucha bajo ciertas condiciones que vamos a desarrollar ahora
mirando más de cerca el papel de sujeto agente en el cambio
complejo presentado en 2.2.
El enunciado narrativo complejo se transcribe así:
A (SJ') ==> [(S1 /\O V S2)-7 (S1 V O/\ S2)]

Veamos lo que pasa con esta transformación cuando se identi-


fica (o no) S3 con S1 o Sz, y cuando se considera principalmente
la realización de unión (adquisición) o la de desunión (privación)
(cf. 1.2.2).

2.4.1.1 La realización de unión


a) S, = S,
Un mismo actor asume el papel de sujeto agente y el de sujeto
de estado de desunión en el estado inicial, y de unión, en el estado
final. Dicho actor trata de atribuirse a sí mismo el objeto-valor:
es una actuación reflexiva, a la que se llama apropiación.

La distinción entre personaje y papel es fundamental para


el análisis semiótico de los textos: un mismo personaje
del relato puede asumir varios papeles; un mismo papel
puede ser asumido por personajes diferentes. En el relato
de Daudet, varios personajes son sujeto agente en el pro-
grama de «derroche».

Nuestro relato manifiesta una actuación de este tipo en el


episodio del amigo ladrón, que es sujeto agente y sujeto
de estado en el cambio que le hace adquirir el oro. En la
fórmula general, el hombre del cerebro de oro es S1, el ami-
go es Sz y s3.
b) S, .,¡:. S2
Tipos de comunicación de objeto 37

El sujeto agente está aquí representado por un actor diferente


del sujeto de estado de wúón que aparece en el estado final. Se
trata entonces de hacer que otro adquiera el objeto: es un cam-
bio transitivo y se le llama atribución.

Cuando el hombre del cerebro de oro le compra a su mujer


«algo bien caro», tenemos este tipo de actuación. El hom-
bre (S3) es sujeto agente de un cambio que transfiere un
objeto (0) a la mujer (S2).

2.4.1.2 La realización de desunión

Un mismo actor asume aquí el papel de sujeto agente y de


sujeto de estado de unión en el estado inicial y de desunión en el
estado final. Se trata para dicho actor de realizar su desunión
respecto al objeto: es una acción reflexiva a la que se llama re-
nuncia.

En el episodio de los padres, «el niño se arrancó del cráneo


un pedazo de oro macizo ... y lo arrojó con orgullo en las
rodillas de su madre»; el niño es aquí sujeto agente (S3)
y sujeto de estado de desunión (S1), mientras la madre es
sujeto de estado de unión (Sz).

El sujeto agente del cambio es aquí un actor diferente del


sujeto de unión del estado inicial. Este último se ve desunido del
objeto por obra de otro actor: se trata de una operación transi-
tiva a la que se llama despojo.

El episodio del robo puede ilustrar este cambio. El hombre


del cerebro de oro (S1) es sujeto de estado de desnunión
mientras que el amigo es sujeto agente (S3).
2.4.1.3 Hurto * y don
A partir de la fórmula general expuesta anteriormente, hemos
podido describir todas las formas de comunicación de un objeto
entre dos sujetos. Más adelante veremos (2.4.2) la comunicación
de dos objetos entre dos sujetos. Estas diferentes formas de co-
municación constituyen las variantes del modelo general que ha-
bíamos establecido.

En el análisis semiótico, una forma característica de proce-


der es la siguiente: establecer un modelo general construido
con elementos conocidos y definidos; desarrollar luego las
variables como otras tantas posibilidades de realización del
modelo. Esto permite distinguir, en un mismo texto o entre
varios textos, constantes de variables, prever las manifes-
taciones diferentes de una misma organi;rnción significativa
y mantener la descripción a un nivel determinado (el nivel
de pertinencia de la descripción). ·

Para presentarlas sucesivamente, hemos distinguido la realiza-


ción de unión de la de desunión, pero sabemos (véase 2.2 y 2.3)
que son siempre correlativas. Las formas de cambio descritas antes
deben ser asociadas dos a dos, según la correlación establecida entre
adquisición y privación. Llamamos hurto a la concomitancia de la
apropiación y el despojo (como en el episodio del amigo ladrón);
don, a la concomitancia de la renuncia y la atribución (como en
el episodio de los padres). En el caso del hurto, el relato reviste
un carácter polémico y el cambio corresponde a una lucha.
Podemos resumir todo esto en el cuadro siguiente:

ADQUISICION PRIVACION

HURTO apropiación despojo


DON atribución renuncia

* «Hurto», que se opone a «don», se ha elegido en lugar de «prueba»


(francés épreuve), término que no designa la combinación de «despojo»
J' «atribución» y que, por otra parte, podría confundirse con las «pruebas»
mencionadas en p. 80 (n. de la ed. española).
2.4.2 El intercambio

Acabamos de presentar un tipo de comunicación simple: cuando


un único objeto se transfiere entre dos sujetos. Hay otro tipo de
comunicación más complejo: cuando dos objetos se transfieren
entre dos sujetos. Es lo que llamamos el intercambio.
Para analizar esta forma de comunicación, volvamos a la defi-
nición de los enunciados de estado (véase 1.3.2). En el caso de
un objeto único, hemos construido el enunciado de estado como
una relación de un sujeto con un objeto, ya sea (S b O) o (S Y 0).
Si hay dos objetos, el sujeto debe ponerse en relación con ambos
objetos (01 y 02). El enunciado de estado se escribirá (01 /\. S1 V
Üi) o (0 1 V S1 /\ 02), en cuyo caso la fórmula de cambio narra-
tivo pasa a ser:

Si, que se encontraba unido a 01 y desunido de 02, pasa a estar


desunido de 01 y unido a Oi.

El párrafo final de nuestro texto describe una acción de ese


tipo: «hay por el mundo pobres gentes ... que pagan con
buen oro fino, con su propio meollo y sustancia, las más
pequeñas cosas de la vida». Las «pobres gentes» (S1) se
hallan en relación con dos objetos: el «buen oro fino, su
propio meollo y sustancia» representan a 01, y las «más pe-
queñas cosas de la vida» representan a 02; la unión de S1
con 02 es correlativa a la desunión respecto a 01.

En el análisis hay que notar que el objeto no está definido


aquí más que por su relación a un sujeto. Por el momento
sólo existen dos objetos posibles: el objeto unido y el objeto
desunido, sea cual fuere la figura adoptada por dicho ob-
jeto en el texto. Cuando abordemos más adelante el com-
ponente descriptivo, veremos cómo tener en cuenta las
figuras; en el componente narrativo sólo se tienen en
cuenta las situaciones.
40 La realización

En los casos en que la comunicación se establece entre dos


sujetos, cada sujeto se halla en doble relación con Or y 02. Los
estados transformados de Sr y S2 se escriben, respectivamente:

(0, /\ s, V O,) (O, V S, /\ O,)


estado 1
l
(01 V S,t:. O,)
estado 2
l
(O,/\ S, V O,)

y la operación de intercambio equivale a una doble realización de


don tal como acaba de ser descrita (véase 2.4.1.3). A partir de
este modelo pueden introducirse numerosas figuras de intercambio,
haciendo variar la posición del sujeto agente y de los sujetos de
estado, como lo hicimos en el caso de la comunicación simple. En
el intercambio, tal como se presenta aquí, Sr y S2 son sujeto de
estado y sujeto agente del cambio.
Constatamos una vez más que cada elemento se define en rela-
ción con los otros y que ninguno tiene valor por sí mismo. Así
lo habíamos postulado en las páginas preliminares. Los objetos
se definen según los sujetos entre los que circulan, y los sujetos
se definen según los objetos por cuya mediación entran en relación
mutua.

Lo mismo que se distingue el personaje del papel, hay que


distinguir el objeto figurativo del objeto valor. Los obje-
tos figurativos son «personajes», como, por ejemplo, el
«oto» en el relato de Daudet; en cambio, los objetos valor
son los valores que atribuyen los diferentes sujetos a esos
objetos figurativos. En el texto de Daudet no es seguro
que el «oto», como figura, tenga el mismo valor para todos
los personajes. Un coche, por ejemplo, puede valer por la
velocidad, el confort, el prestigio, el riesgo ... En el análisis
~emiótico interesa distinguir el nivel figurativo, el nivel de
los papeles de las figuras y el nivel de los valores de que
éstas son portadoras.

2.4.2.1 El contrato fiduciario


La operación de intercambio que realizan dos sujetos presu-
pone que existe un acuerdo sobre el valor de los objetos ínter-
Tipos de comunicación de objeto 41

cambiados. Llamamos contrato fiduciario a ese acuerdo entre los


intercambiantes. Cada sujeto debe adquirir un saber sobre el valor
relativo de los objetos del intercambio. El cambio narrativo, en
ese caso, presupone otra actuación, del orden del saber, llamada
actuación cognitiva, a cuyo término se propone y/o se reconoce
un valor a los objetos. El contrato fiduciario no está siempre ma-
nifiesto en los textos.

El acuerdo se refiere al valor de los objetos intercambiados.


Más adelante veremos otro caso de contrato fiduciario en
el que los interesados intercambian objetos de tipo «sa-
ber»: en ese caso tienen que ponerse de acuerdo sobre la
verdad de los saberes intercambiados.

En el episodio, del entierro de la mujer, cuando el texto


hace notar: «¿qué le importaba su oro en ese momento?»,
podemos reconocer la actuación interpretativa realizada por
el hombre del cerebro de oro sobre el valor de los objetos;
sólo que en este caso se hace notar precisamente que dicho
valor se ha perdido. En otros relatos son las figuras de la
«persuasión» o del «regateo» las que representan esa actua-
ción (cf. 5.3.3).

2.4.2.2 La comunicación participativa

Cabe señalar una excepción al principio del intercambio: exis-


ten objetos cuya atribución a un sujeto no es correlativa de una
renuncia. El cambio, en lugar de escribirse:

se escribe:

Realizado el cambio, nadie ha perdido el objeto. Es la caracterís-


tica de un tipo particular de objetos, como el saber, por ejemplo,
que no se pierde cuando se comunica a otros.
2.5 BALANCE

La realización ha aparecido en este capítulo como un cambio


de los estados, según la definición de la narratividad que hemos
propuesto. Hemos definido el cambio desde el punto de vista de
los sujetos de estado y de su relación con los objetos-valor. To-
mando por base las dos relaciones elementales -unión y des-
unión-, hemos intentado prever las posibilidades de combinación
que éstas ofrecen tanto en el orden paradigmático como en el
sintagmático (véase 2.3) y reconocer en los relatos la realización
de esas combinaciones. Este capítulo presenta las combinaciones
básicas y los cambios más sencillos. Sobre esta base podrán cons-
truirse modelos de los cambios más complejos que se verifican en
los textos.

En el análisis de los PN no basta con designar la actuación


principal o el actor que parece ser sujeto agente, hay que
tener en cuenta todos los elementos constitutivos de la
realización: el estado inicial, el estado final, los sujetos de
estado, el sujeto agente y el tipo de cambio. Así, en el relato
de Daudet, si se hablase solamente del «programa del hom-
bre del cerebro de oto», no se describiría nada, porque pre-
cisamente este actor encarna papeles en distintos progra-
mas a lo largo del relato: pasa de un PN de «derroche»,
que va realizando mientras se da «la gran vida», a un PN
virtual de «no-derroche», y luego a un PN de «derroche»
ya realizado.

Hemos descrito la realización insistiendo en los estados que


transforma; es decir, la hemos presentado desde el punto de vista
dél sujeto de estado y de las diferentes relaciones que puede esta-
blecer con el objeto. La realización, sin embargo, en cuanto es
cambio, depende del hacer. Debemos, por tanto, considerarla
también desde el punto de vista del sujeto que actúa, que «hace»
(1.3.1). Se trata, en cierta manera, de describir la relación que
mantiene el sujeto agente con su propia acción. Es el problema
de la capacidad del sujeto, o sea, de las calificaciones del hacer.
Será la materia del próximo capítulo.
3
CALIFICACION * DE LOS ENUNCIADOS DE ACCION:
LA CAPACIDAD DEL SUJETO AGENTE

3.1 LA CALIFICACION

3.1.1 La calificación del hacer

La primera tarea del análisis narrativo consiste en distinguir


lo que depende de la acción (el «hacer») de lo que depende del
estado (véase 1.2), o sea, en reconocer, en los textos, enunciados
de estado y enunciados de cambio. En el capítulo 2, la realización
ha sido analizada como cambio de estado.

Puede describirse la realización como un hacer y estudiar


las relaciones del sujeto agente con su propia acción (su
hacer). Del mismo modo que el sujeto de estado debe si-
tuarse en su relación con un objeto, el sujeto agente se
situará en su relación con una acción.

Observemos los enunciados siguientes:

el hombre da su oro,
el hombre quiere dar su oro,
el hombre rehúsa dar su oro,
el hombre no puede no dar su oro,
el hombre está obligado a dar su oro.
* «Calificación» traduce modalisation, término que los autores justifican
de esta manera: «Dans les énoncés cités plus haut, elle est manifestée par des
verbes modaux (ou leurs équivalents·), d'ou le nom de modalisation donné
a cette modification» (p. 30, omitido en la traducción). Si se acepta la de-
nominación «verbos modales», puede hablarse de «modalización» de los
enunciados del «hacer». Para el hacer mismo, sin embargo, o, mejor, para
la relación entre el sujeto y su «hacer», es preferible usar el término «cali-
ficación», que, por lo demás, responde a la descripción de la modalisation
que hace el texto: «la modalisation inscrit une certaine qualité du faire
du sujet» (p. 31); «la description sémiotique devient plus 'fine', elle enregistre
non seulement le faire du sujet, mais également la qualité de ce faire» (p. 32)
(n. de la ed. española).
44 Capacidad de los enunciados de acción

En todos estos enunciados encontramos un mismo sujeto


agente (el hombre) y una misma realización (dar su oro). Sin em-
bargo, el significado de las frases es diferente, y la diferencia de
sentido estriba en las relaciones que el sujeto agente establece con
su propio hacer. A esa modificación de la relación del sujeto con
su acción la llamamos calificación del hacer.

3.1.2 Una acción sobre el sujeto agente


De esta forma encontramos, en la lectura de los textos, enun-
ciados calificados (enunciados de cambio modificados por una cali-
ficación del hacer); en el análisis narrativo hay que describir de
qué modo interviene ese fenómeno en la organización de los pa-
peles actanciales. La calificación es una operación «de segundo gra-
do», puesto que transforma al sujeto agente del cambio narrativo.
Según lo expuesto en el primer capítulo, debemos reconocer aquí
dos planos de cambio:
- el cambio por obra de un sujeto agente de la relación de
un sujeto de estado con su objeto.

Así; en el robo del oro por parte del amigo, el sujeto agente
(amigo) transforma la relación de un sujeto de estado (hom-
bre) con su objeto (oro).

el cambio de la relación de un sujeto agente con su propio


hacer.

En el relato, el hombre que, tras una noche de desenfreno,


no puede dejar de gastarlo al ser instigado por la mujer, y
finalmente lo da a manos llenas. Lo que se modifica es pre-
cisamente la relación del hombre con el derroche como
actuación.

Este segundo cambio, o cambio calificante, presupone lógica-


mente -como toda transformación- la existencia de un sujeto
que lo efectúa; se trata de un sujeto calificante. En el capítulo 5
veremos más en detalle, con el nombre de influjo, las actuaciones
del sujeto calificante. Se dice que éste es «jerárquicamente» supe-
Calificación y valores califícantes 45

rior al sujeto agente porque produce cambios en él. En un enun-


ciado como «el hombre no puede no dar su oto», la calificación
establece una relación entre «el hombre» y otro sujeto que im-
pone la obligación de dar (el amor, la locura, la necesidad ... ). Al
sujeto calificante se le llama mítente *.
Volviendo sobre los enunciados citados anteriormente, pode-
mos comprobar que la calificación del hacer del sujeto agente co-
rresponde a la adquisición de la capacidad que permite efectuar
la realización (el querer - y/ o deber - y/ o poder - y/ o saber-hacer).
Estos ejemplos muestran que la calificación imprime una cierta
calidad al hacer del sujeto (no es lo mismo actuar por deber o por
propio querer). Gracias a esa noción, la descripción semiótica re-
sulta más «fina», ya que tiene en cuenta no solamente el hacer
del sujeto, sino también la calidad de ese hacer (cf. 1.4) y la rela-
ción del sujeto a su propio hacer.

3 .2 CALIFICACIONES Y VALORES CALIFICANTES

Valga como ejemplo un segmento narrativo de nuestro texto:


«el hombre no quería tocar más sus riquezas». Descubrimos aquí
un enunciado de acción («tocar más sus riquezas») y su calificación
(no querer). Esta última, en el plano de la gramática narrativa,
equivale a establecer un sujeto del querer-hacer (presentado aquí
bajo la forma del rechazo: del no querer-hacer). El relato presenta
la constitución de este sujeto como resultado de un cambio: co-
mienza por ser un sujeto capacitado para el «derroche» (acción·
realizada), pero luego abandona la capacidad que tiene para dicho
programa (no querer derrochar); de esta forma podría hacerse
capaz de realizar otro progama (querer y poder conservar su oro).
Hay un cambio del sujeto agente del «derroche», y sabemos
que todo cambio es una modificación del estado (unión o desunión
del objeto}. Si el hombre ya no quiere tocar más sus riquezas,
quiere decir que en él se ha verificado un cambio respecto a su

* «Mitente» (el que envía o confía la misión), término usado ya en


castellano para el sistema actancial de Jakobson, traduce destinateur (n. de
la ed. española).
46 Capacidad de los enunciados de acción

querer-hacer (primero quería - ahora ya no quiere). Se encuentra


así desunido de un objeto (el /querer-hacer/), que llamaremos
objeto calificante (para distinguirlo del objeto valor). El cambio
se transcribe, según la fórmula habitual:

en la cual Oc representa el objeto calificante.


En nuestro ejemplo, es el verbo «querer» el que representa
la califi¡:ación del hacer. No siempre ocurre así; en los textos, las
figuras de los Objetos calificantes pueden ser extremadamente va-
riadas: piénsese en el número de «objetos mágicos» que, en los
cuentos fantásticos, representan el valor calificante del /poder-
hacer/. El carácter de objeto calificante no está directamente vincu-
lado a determinados objetos figurativos de los que se encuentran
en los textos; cualquier objeto figurativo puede convertirse en
objeto calificante; es cuestión de posición dentro del programa
narrativo: objeto calificante es aquel cuya adquisición es necesaria
para constituir la capacidad de un sujeto agente respecto a un
cambio principal.

En el análisis se distingue entre las figuras de la califica-


ción (como los verbos «poder», «querer», o como los ob-
jetos figurativos) y los valores calificantes que éstas re-
presentan. Estos últimos se escriben entre barras (/ /) (por
ejemplo, al verbo «poder» correspondería el valor califi-
cante /poder-hacer/). Se ve que la adquisición de los valo-
res calificantes está siempre en relación con una actuación
particular: se trata siempre de un querer-hacer o de un
saber-hacer. Ni el querer ni el poder son valores universa-
les. En el análisis se debe siempre precisar qué actuación
(qué «hacer») se encuentra así calificada: querer-conservar
su oro, querer-robar ...

Llegados a este punto en la presentación del componente narra-


tivo, se pueden ya establecer dos niveles en los que se verifican
cambios: cambio del sujeto de estado (relación de este sujeto con
su objeto), cambio del sujeto agente (relación de este sujeto con
Las calificaciones del hacer 47

su acción). Cada uno de estos niveles introduce un tipo particular


de objeto:

cambio de los sujetos de estado: objeto valor;


cambio de los sujetos agentes: objeto calificante.

Se distinguirá así en nuestro relato un nivel de cambio en


el que se sitúan las realizaciones que tienen como objeto
el «oro» y otro nivel de cambio en el que se sitúan las rea-
lizaciones que tienen por objeto la capacidad del hombre
del cerebro de oro.

3 .3 LAS CALIFICACIONES DEL HACER

3.3.1 Las calificaciones en la sucesión del relato

La calificación de los enunciados de acción corresponde a la


adquisición de la capacidad por parte del sujeto agente (adquisi-
ción de los valores o de los objetos calificantes [véase 3.2]). Los
diversos valores calificantes pueden describirse siguiendo el des-
arrollo de los programas narrativos. La adquisición de esos valores
realiza la capacidad del sujeto agente (véase 1.3.2).
En los relatos, en conexión con un programa narrativo prin-
cipal de cambio de los sujetos de estado, se descubre cierto número
de programas narrativos anejos, centrados en la adquisición de la
capacidad por parte del sujeto agente, en los que vuelven a en-
contrarse los componentes del programa narrativo presentados en
1.5; se les llama programas narrativos adjuntos*. Un relato está
compuesto de una serie de programas narrativos subordinados
unos a otros (jerarquía de los programas).

* La denominación programme narratif d'usage no indica ni el contenido


de este programa ni su subordinación a la realización principal (cf. p. 28:
«la adquisición de la capacidad puede constituir un programa narrativo subor-
dinado al programa principal»). Es preferible llamar a este programa «ad-
junto», según la descripción dada anteriormente: «programas narrativos
anejos, centrados en la adquisición de la capacidad» (n. de la ed. española).
48 Capacidad de los enunciados de acción

Programa narrativo complejo

11
1
Capacidad Realización
11
11 Cambio de estado
Programa narrativo adjunto realizado por el sujeto agente
11 (transferencia de
objetos valor)

Capacidad Realización
11
Cambio
del sujeto agente ( transfe-
rencia de objetos calificantes)

Respecto al análisis, este cuadro indica cómo los programas


narrativos se acoplan unos con otros para formar una es-
tructura. Tanto a nivel del PN complejo como del PN
adjunto, encontramos los mismos elementos constitutivos,
las mismas fases, pero éstas versan sobre objetos diferentes
(objetos valor vs objetos calificantes). En esos acoplamien-
tos se ve cómo puede utilizarse un modelo elemental para
describir un fenómeno complejo. No se trata nunca de
«encajar el texto en el modelo», sino de aplicar el modelo
al texto, desmontando (ana-lizando) este último en tantos
niveles como sea necesario: el modelo sirve de instrumento
para la descripción y el análisis.

3 .3 .2 Las calificaciones del hacer: sus clases


Hay tres clases de calificaciones del hacer, que corresponden
a tres aspectos de la capacidad del sujeto agente.

3.3.2.1 Calificaciones de la virtualidad: /deber-hacer/


y /querer-hacer/
Son las calificaciones que constituyen a un sujeto como agente.
Puede hablarse de sujeto agente sólo a partir del momento en que
Las calificaciones del hacer 49

un actor quiere o debe hacer algo. Se habla de virtualidad en cuan-


to se prevé la actividad (el hacer) del sujeto, aunque la realización
no haya comenzado aún (sujeto virtual).

Cuando el hombre decide no tocar más su oro, se constituye


como sujeto agente virtual de una realización que es, en
este caso, el no-gasto o la conservación de la fortuna. La
continuación del relato muestra que el hombre no pasa del
estadio de la virtualidad, pues de hecho seguirá gastando
su oro o perdiéndolo.

La transmisión de los valores calificantes al sujeto agente in-


troduce un nuevo actante, el que comunica el /deber-hacer/ o el
/querer-hacer/: se trata del mitente (3.1.2). En la fórmula de co-
municación de los valores calificantes

(Oc) es el valor modal; (S1), el sujeto agente que adquiere ese


valor, y (S2), el mitente que efectúa la comunicación.
La realización que atribuye las calificaciones de virtualidad
corresponde en el relato a la fase de contrato o de influjo: se
trata en ella de constituir el sujeto agente en vista de una realiza-
ción determinada; le dedicaremos el capítulo 5. En la atribución
de los objetos calificantes vuelven a encontrarse las posibilidades
presentadas en el capítulo 2: comunicación reflexiva en los casos
en que un mismo actor es al mismo tiempo mitente y sujeto agente,
y comunicación transitiva cuando esos papeles están desempeñados
por di versos actores (véase 2 .4 .1).

Cuando el hombre decide no gastar más su fortuna, es él al


mismo tiempo su propio mitente. Pero cuando su mujer
le hace gastar su oro, es ella quien le hace querer, y en ese
sentido representa al mitente.

Existen dos calificaciones de la virtualidad: el /deber-hacer/


y el /querer-hacer/, que definen dos tipos de relación de sujeto
agente con su mitente (véase 3.3.3).
4
3.3.2.2 Calificaciones de la actualización: poder-hacer
y saber-hacer

Se trata de las calificaciones que determinan el modo de acción


del sujeto agepte, su capacidad para la acción. Se distinguen así
diferentes tipos de sujeto agente: «Pulgarcito», sujeto calificado
por el /saber-hacer/; «Übélix», calificado por el /poder-hacer/,
etcétera. El /saber-hacer/ es la capacidad de prever y de programar
las actuaciones necesarias para realizar un programa narrativo
(cf. el savoir-faire del artesano). /Poder-hacer/ y /saber-hacer/
representan dos cualidades o ,calificaciones diferentes del hacer:
según una u otra, el sujeto agente emprende un tipo particular de
actividad que lo caracteriza. Hablamos de calificaciones de la ac-
tualización porque al adquirir esos valores modales el sujeto actua- ·
liza su acción. Se da progreso narrativo cuando se pasa de la vir-
tualidad a la actualización.
En la comunicación de los valores calificantes aparece una
nueva determinación del mitente. En los relatos, la adquisición del
/poder-hacer/ o del /saber-hacer/ corresponde a una fase llamada
realización calificante. Los cuentos fantásticos ofrecen numerosos
ejemplos de ella.

La realización calificante es lógicamente necesaria para efec-


tuar la realización principal. El relato de Daudet lo pone de
manifiesto con el siguiente pasaje, tomado del episodio de
los padres: «el niño no vaciló; al instante -¿cómo?, ¿por
qué medios?, la leyenda no lo dice- se arrancó el cráneo,
etcétera» ..

«No vacilar» pone bien de manifiesto la presencia de las


calificaciones de la virtualidad, en este caso el querer-hacer.
Las preguntas formuladas por el narrador sobre el «cómo»
y sobre los «medios» apuntan a una realización calificante,
señalando su puesto y su ausencia en el relato, pero persiste
su presencia en la estructura narrativa. En el conjunto del
relato, el poder-hacer correspondiente al gasto y a la distri-
bución del oro aparece siempre como adquirido (de na-
cimiento ... ), mientras, por el contrario, el poder-hacer co-
Las calificaciones del hacer 51

rrespondiente a la conservación de la fortuna no será nunca


adquirido por el hombre del cerebro de oro, que perma-
nece siempre como sujeto agente virtual respecto a ese
programa.

3.3.2.3 Calificación de la realidad: hacer

Es una paradoja hablar aquí de calificación. Se trata, en efecto,


de la realización del sujeto como agente, del despliegue ·de su
capacidad, del hacer «en estado bruto». En el conjunto de las
calificaciones, es el momento del «casillero vacío». Podemos hablar
de una «des-calificación», que corresponde, en el relato, a la des-
aparición de los sujetos jerárquicamente superiores al sujeto agente
(los mitentes) y a la aparición únicamente del anti-sujeto (2.3 ).
Es la fase de la realizaé:ión principal, en la que el sujeto agente
transforma los estados. La fase de valoración actualiza otras cali-
ficaciones, que serán presentadas en el capítulo 4.

3.3.3 Un sistema de calificaciones

Existen varios valores calificantes constitutivos de la capacidad


del sujeto agente. El papel actancial del sujeto se describe basán-
dose en la combinación de las diferentes calificaciones (y de su
respectiva negación). Así, el sujeto que efectuase, a pesar suyo,
ciertas realizaciones se definiría como sujeto del poder-hacer sin
querer-hacer, o sea, /no querer-hacer/ poder-hacer, etc. Las figuras
construidas por la combinación de esas calificaciones elementales
permiten dar cuenta de la inmensa diversidad de sujetos agentes
que manifiestan los relatos.
He aquí un ejemplo de esas combinaciones basado en los casos
posibles de relación contractual, es decir, de combinación, en un
sujeto agente, del deber-hacer y del querer-hacer. Cada uno de
estos valores calificantes engendra un sistema de variables, ya que
es posible negar la calificación (querer vs no querer, oponiendo la
presencia de la calificación a su ausencia) o la acción a la que se
aplica (hacer vs no hacer).
52 Capacidad de los enunciados de acción

A partir de deber-hacer se genera el sistema siguiente:

dcbe<-h'"' ~ dcbe<-no b.c<'

no deber-no hacer no deber-hacer

En el cuadrado que representa este sistema, cada diagonal


corresponde a la negación de uno de los elementos constitutivos
de los valores calificantes: por ejemplo, deber-hacer, - - no deber-
hacer. Se trata del mismo hacer, pero la obligación, presente en
el primer caso, está ausente en el segundo (cf. cap. 14.2).
Del mismo modo, a partir del /querer-hacer/ se obtiene:

q~m-h'"' ~ qucrec-no h•cc<

no querer-no hacer no querer-hacer

Si a cada término del sistema del /deber-hacer/ se hace co-


rresponder un término del sistema del /querer-hacer/, se obtiene
el sistema de definiciones calificantes para un sujeto agente en la
fase de virtualidad (3.3.2.1). Los términos de este último sistema
corresponden a tipos de sujetos reconocibles en los textos. Por
ejemplo: deber-hacer + querer-hacer representa la obediencia acti-
va; no deber no hacer + no querer no hacer representa la voluntad
pasiva; deber-hacer + querer no hacer representa la resistencia
activa, etc. Conocer las diferentes combinaciones, que son fáciles
de construir, es útil cuando se quiere seguir el progreso narrativo
de un sujeto agente determinado, sobre todo en relatos que ponen
el acento en la adquisición de la capacidad; por ejemplo, ciertos
relatos de persuasión, de conversión, de seducción, etc.

Así, en el relato de Daudet se sigue el progreso narrativo,


fijándose en las modificaciones que experimenta la capaci-
dad del sujeto agente (el hombre del cerebro de oro).

Cuando los padres le comunican su secreto, el hombre del


cerebro de oro se hace sujeto agente en un programa narra-
Las calificaciones del hacer 53

tivo complejo, donde el «hacer» está representado por «per-


der el oro». Se trata de un sujeto capacitado, puesto que,
efectivamente, derrocha el oro. El análisis busca la defini-
ción calificante de ese sujeto: las figuras del discurso (des-
lumbrado», «loco», «ebrio») se centran aquí sobre la pér-
dida del querer. En el PN de derroche, el sujeto agente se
de.fine por: deber-hacer +no querer-hacer + poder-hacer.

Tras la noche de fiesta, decide. no derrochar más; es un


cambio de programa: el hombre se vuelve sujeto del querer-
no hacer. Si hacer representa el «derroche de oro», no
hacer representa en este caso la «conservación» o el «no-
derroche». La continuación del relato marca el fracaso del
programa de no-derroche. El análisis muestra que el hom-
bre, sujeto del querer-no hacer, no puede adquirir los otros
valores calificantes necesarios para realizar el programa.

El episodio del robo introduce en la escena un sujeto capa-


citado (el amigo) provisto del poder-hacer y que realiza la
acción en la línea del derroche (realización de desunión
respecto al hombre). Esto marca la ausencia de poder-no
hacer en el hombre (la figura del «sueño» se orienta en el
mismo sentido que las figuras consideradas antes). En el
programa de no-derroche es sujeto del querer, sin poder.

El episodio de la mujer muestra una regresión narrativa


del hombre dentro de su propio programa (no derrochar).
Como resultado de los «caprichos» de la mujer -que ana-
lizaremos más adelante- se convierte en sujeto de no
querer-no hacer: «no sabía decir no». Hay regresión, puesto
que el querer-no hacer se ha convertido en no querer-no
hacer.

El episodio del entierro y de la compra de los botines


marca el retorno del hombre como sujeto agente del pro-
grama primitivo (derroche). No solamente no quiere no
derrochar, sino que de hecho derrocha («lo distribuyó
a diestra y siniestra, sin regatear»). Si se observan las fi-
54 Capacidad de los enunciados de acción

guras manifestadas en este punto del relato, vuelven a en-


contrarse los elementos vistos anteriormente: «perdido»,
«ebrio», «alelado», que marcan de nuevo la ausencia del
querer-hacer. Sin embargo, como en este relato el oro que
el hombre posee es al mismo tiempo el objeto comunicado
y el poder-hacer (mientras tenga oro puede darlo ... ), el
final del texto marca la desaparición del sujeto agente por
pérdida de todos los valores calificantes: es sujeto de no
querer-hacer + no poder-hacer.

3 .4 CONCLUSION

La calificación del hacer pone de manifiesto, en el plano narra-


tivo, la relación del sujeto agente a su propia acción. Al describir
la calificación del hacer en los textos nos procuramos los medios
que permiten dar cuenta de la capacidad del sujeto agente.
Es posible describir sistemáticamente las calificaciones del hacer
y prever el conjunto de combinaciones que pueden darse entre
ellas. De ese modo se obtiene un gran número de posibilidades
que pueden corresponder a los sujetos agentes manifestados de
hecho en los textos. Diferentes modos de calificación (como hemos
visto en el relato de Daudet) pueden jalonar un itinerario narrati-
vo y mostrar el progreso de un personaje.
4
CALIFICACION DE LOS ENUNCIADOS DE ESTADO:
LA V ALORACION

4 .1 RECAPITULANDO

En el análisis semiótico que vamos presentando, la distinción


de base es la del hacer y el ser (1.2). Estas dos categorías se ma-
nifiestan en los textos mediante dos tipos de enunciados: los de
acción y los de estado.
-'---- El enunciado de estado corresponde a la relación (unión
o desunión) de un sujeto de estado y de un objeto-valor. i''c:
- El enunciado de acción corresponde a la actividad de un
sujeto agente que efectúa una realización, un cambio de estado.
Se puede definir la narratividad como la sucesión de enun-
ciados de estado y de acción.
El capítulo anterior ha presentado la calificación de los enuncia-
dos de acción como una calificación de la relación del sujeto agente
con su propio hacer.

Ejemplo: Me voy de viaje Debo irme de viaje.

Entre estos dos enunciados se ha modificado la relación del


sujeto agente (yo) con su acción (irse). Este fenómeno responde
a la capacidad del sujeto agente.

4.2 CALIFICACION DE LOS ENUNCIADOS DE ESTADO

El enunciado de estado corresponde a la relación (unión o des-


unión) de un sujeto y de un objeto: (S /\O) o (S V O). Respecto
a este enunciado pueden realizarse dos tipos de operaciones: el
cambio y la calificación*. La primera ha sido presentada en el
capítulo 2: es la realización, que cambia la relación y hace pasar,

* «Calificación» traduce modalisation, como se ha explicado en el cap. 3


y por parecidas razones (n. de la ed. española).
56 Calificación de los enunciados de estado

por ejemplo, de un estado de unión a uno de desunión. La segunda


califica la relación. Dada una relación de estado, por ejemplo
(S /\ 0), se puede, sin cambiar la relación de S a O, calificarla de
verdadera, falsa, mentirosa, etc.

«El hombre es rico» «El hombre parece rico».

En ambos casos el discurso presenta la relación de unión de


un sujeto («hombre») al objeto valor («riqueza»). La diferencia
entre los enunciados proviene del hecho de que una misma re-
lación (la unión con la riqueza) puede ser calificada de diferentes
formas: tenemos la calificación de los enunciados de estado.

En el análisis se podría tender a considerar como opuestos


los dos enunciados citados anteriormente, interpretando
el segundo como estado de no-riqueza. Pero hay que re-
sistirse a dar una interpretación rápida y atenerse a lo que
el discurso decide manifestar. Aun suponiendo que el se-
gundo enunciado hubiera de interpretarse como «no-rique-
za», habría que notar también que ésta se expresa mediante
un enunciado calificado de unión con la riqueza.

En nuestro relato, en el momento de la caída del niño por


la escalinata, el texto indica: «se le creyó muerto». El aná-
lisis señala un enunciado de estado, el de la relación de un
sujeto de estado (niño) a un objeto-valor (muerte). Pero
dicho enunciado está modificado por la frase «se creyó».
Esta modificación del enunciado de estado no es un cambio
narrativo (éste transforma el estado de viviente en estado
de 111uerto o viceversa); es una calificación del enunciado:
la relación de estado (S /\ 0) está calificada de verdadera
por parte de otro sujeto (el «Se» impersonal): «Se creyó
que el niño estaba muerto». En este caso preciso, las cosas
se complican algo más, dado que el narrador se distancia
de esta afirmación de verdad

«el niño está muerto» «se cree que el niño está muerto».
4.2.1 Ser vs parecer: la categoría de la evaluación *

Para dar cuenta, en el capítulo 3, de las diversas calificaciones


del enunciado de acción hemos utilizado valores calificantes (deber-
hacer, querer-hacer, poder-hacer, saber-hacer) con sus respectivas
posibilidades de combinación. Ahora, para dar cuenta de las di-
versas calificaciones del enunciado de estado, utilizamos la cate-
goría «evaluación», que reúne cierto número de elementos cali-
ficantes combinables.
La calificación del enunciado de estado corresponde a una ca-
lificación de la relación sujeto-objeto, es decir, a una interpretación
del estado del sujeto que no lo transforma, sino que simplemente
modifica su «calidad». Esto equivale a decir que en un relato todo
estado está presentado o manifestado frente a una instancia capaz
de interpretarlo; decimos entonces que el estado del sujeto se
define según su manifestación, es decir, tal como se deja ver, com-
prender, interpretar... Correlativamente, se considera el estado
como puede estar definido en el relato independientemente de
esa instancia de interpretación; decimos entonces que el estado
está definido según su inmanencia.
La manifestación y la inmanencia no son valores «en sí», sino
términos correlativos; indican únicamente que en los relatos el es-
tado de un sujeto puede siempre ser definido a dos niveles, de dos
modos, y que la verdad del estado en ese relato depende de cómo
se articulen los dos planos de definición.

En el relato de Daudet notamos que el cerebro parecía


inagotable, pero que de hecho se iba agotando. El estado
del «cerebro» se expresa, pues, a dos niveles: existe,
por una parte, una instancia de interpretación («se diría
que ... ») y, por otra, el desarrollo narrativo mismo («sin

" Elegimos el término «evaluación» como equivalente de véridiction,


que no existe en castellano (ni en francés; cf. Dictionnaire encyclopédique
Larousse, 1979). Por lo demás, la definición dada por el texto en este mismo
apartado («la combinación de las definiciones dadas en cada plano»} conviene
exactamente a «evaluación», término que, por otra parte, junto con el verbo
«evaluar», se usa en el original tnismo con gran frecuencia pata indicat
la véridiction (n. de la ed. española).
58 Calificación de los enunciados de estado

embargo, se agotaban»). El estado se define de manera di-


ferente según los planos:

>'< manifestación: cerebro inagotable;


* inmanencia: cerebro agotable.

La relación de estado se describe de dos modos o desde


dos puntos de vista, como se verá más adelante.

Cada vez que un relato produce un enunciado de estado (una


relación entre sujeto y objeto), se le puede considerar en cada uno
de los planos y ver si en cada caso se define positiva o negativa-
mente: la combinación de las definiciones dadas en cada plano
constituye la evaluación de dicho enunciado.

·, S O { manifestación: relación afirmada / no afirmada


re1acion - inmanencia: relación afirmada / no afirmada

Se utiliza para el análisis el término evaluación y no el tér-


mino verdad, para subrayar el hecho de que, en los discur-
sos, los enunciados de estado no tienen una verdad «en sí»,
sino que ésta es «construida» y aparece como «efecto» de
un proceso semiótico que el análisis describe combinando
los planos de la manifestación y de la inmanencia.

Esta combinación puede observarse cuando, en la Odisea,


Ulises vuelve «a su tierra». ¿Qué hay de su estado de
«mendigo»? ¿Y de su estado de «rey»? Cada uno de estos
estados debe ser leído en el plano de la inmanencia y en el
de la manifestación, y el relato conjuga esas posibilidades
calificantes.

4.2.1.1

El análisis semiótico se propone descomponer (desmontar) el


sistema de calificaciones que hace posibles los diversos efectos de
evaluación.
Todo enunciado de estado debe ser definido en el marco de
La categoría de la evaluación 59

ese sistema (inmanencia vs manifestación). La combinación de los


valores que integran el sistema da origen a la pluralidad de figuras
de la evaluación.
a) La relación de estado se define positivamente en el plano
de la inmanencia y en el de la manifestación: manifestación + in-
manencia (puede decirse igualmente parecer + ser). Esta combi-
nación engendra la figura de lo verdadero.

parecer + ser = verdadero

b) La relación de estado se define negativamente en cada


uno de los planos: no manifestación + no inmanencia (o también
no parecer + no ser): se hablará entonces de un estado falso.

no parecer + no ser = falso

c) La relación de estado se define negativamente en el plano


de la manifestación y positivamente en el de la inmanencia: no
manifestación + inmanencia: se hablará de un estado secreto.

no parecer + ser = secreto


d) La relación de estado se define positivamente en el plano
de la manifestación y negativamente en el de la inmanencia: ma-
nifestación + no inmanencia: se hablará de un estado mentiroso.
parecer + no ser = mentiroso
Estas cuatro combinaciones encuentran su puesto en el sistema
siguiente:

VERDADERO

FALSO
60 Calificación de los enunciados de estado

En el análisis, para simplificar, se habla a menudo del ser


y el parecer más que de la inmanencia y la manifestación.
Se dice entonces que un enunciado de estado está calificado
según el ser y según el parecer.

Atención. «Ser» y «parecer» no son valores «en sí», defi-


nidos de una vez para siempre a partir del juicio que nos-
otros podamos dar sobre una u otra relación de estado:
son calificaciones del enunciado de estado, insertas en la
estructura misma del relato: se trata siempre de /ser - X/
o de /no parecer - Y/. /Ser/ y /parecer/ califican a X
y a Y, permitiendo así no una valoración moral de los per-
sonajes («ser» = profundo, espiritual, real... y «parecer»
= superficial, exterior ... ), sino una clasificación sistemáti-
ca de los datos calificantes con los que se construye la ver-
dad de los textos.

Podemos reconocer aquí el objetivo de la semiótica: des-


cribir los sistemas que permiten descubrir y describir los
efectos- de sentido que aparecen en la lectura.

4.2.1.2
Acabamos de presentar las diferentes calificaciones de los enun-
ciados de estado. De la misma manera que, respecto a los enuncia-
dos de acción, se ha podido dar cuenta de cómo el sujeto agente
pasa de un estado de calificación a otro (constitución progresiva
de la capacidad), así podemos también dar cuenta de los cambios
de calificación en el estado de un sujeto.
Así[(S /\O) ser + no parecer~ (S /\ 0) ser + parecer] for-
mula el. paso de lo secreto a lo verdadero respecto al enunciado
de estado (S /\O). Sobre esta base se puede muy bien construir
un programa narrativo particular que tiende a la revelación de un
héroe (ejemplo: el retorno de Ulises), al descubrimiento de un
secreto (ejemplo: la novela policíaca) o al descubrimiento cientí-
fico ... El problema del saber o de su adquisición en los relatos
debe describirse en términos de calificación de los enunciados de
estado.
La actividad interpretativa 61

4.2.1.3

El sistema de la evaluación funciona en el recinto del discurso:


los valores de /verdadero/ y de /falso/ que se atribuyen al estado
de un sujeto no dependen del juicio que nosotros podamos dar
desde el exterior sobre la verdad de los elementos de un relato
(definiendo a priori un estado como verdadero, otro como falso);
corresponden a las relaciones de los elementos dentro del relato:
el discurso construye y dispone su propia verdad. Y una de las
tareas de la semiótica es dar cuenta de tal disposición.

4.3 LA ACTIVIDAD INTERPRETATIVA


LA DIMENSION COGNITIVA DEL RELATO

4.3.1 El sujeto calificante

Como se ha visto, la calificación de los enunciados de acc10n


introduce un sujeto calificante, es decir, un sujeto agente del cam-
bio de calificación. Así se habían podido desdoblar los planos de
cambio en el relato (3.1.2).

S,: sujeto calificante = sujeto agente en la atribución de los


valores (u objetos) calificantes
Calificación
S1: sujeto agente de
del hacer
la realización = sujeto agente en la atribución de los
objetos valor

Del mismo modo, en lo que toca a la calificación de los enun-


ciados de estado, se introduce un sujeto que califica las relaciones
de estado (S - 0), atribuyéndoles el valor que determina la eva-
luación.

. , f S,: sujeto calificante = sujeto que estatuye la evaluación de


ealificac1on (S- O)
del estado S,: sujeto de estado = sujeto en relación con un objeto.

La evaluación de un enunciado de estado es siempre relativa


a un sujeto calificante perteneciente al texto (figurado o no por
un personaje), a cuyos ojos queda definido el estado según el ser
62 Calificación de los enunciados de estado

y según el parecer. Dicho sujeto es el agente de un tipo particular


de «hacer» que llamamos actividad interpretativa: es la actuación
o realización que consiste en calificar un enunciado de estado en el
plano de la manifestación (parecer) y en el de la inmanencia (ser),
y en establecer la correlación entre los dos planos.

«Se habría dicho que su cerebro era inagotable ... Sin em-
bargo, se agotaba». Tenemos aquí un enunciado de estado:
«cerebro inagotable», implicado en una red de calificacio-
nes. Hay dos sujetos de la actividad interpretativa, uno
representado en el texto por el impersonal «Se» y otro no
representado, pero que corresponde al narrador inismo. En
este caso, el narrador se escuda detrás de los «hechos» en
cuanto tales. Son procedimientos para exponer el juicio de
verdad en el discurso. Este puede presentarse bajo muchas
otras formas, pero siempre sobre la base del mismo juego
de combinaciones.

- «se» concluye, a partir del /parecer inagotable/, el /ser


inagotable/: «se habría dicho que ... ».

- el relato concluye, a partir del /parecer inagotable/,


el /no ser inagotable/ ( + /ser agotable/): «sin embargo,
se agotaba ... ».

Así es como la «puesta en escena» de la evaluación puede


revestir un carácter polémico, dado que diferentes instan-
cias discrepan en la interpretación.

4.3.2 Las dos dimensiones del programa narrativo


Hemos introducido la noción de actividad interpretativa para
distinguir un tipo particular de «hacen> distinto del que se ejerce
en el cambio de los estados. Esto nos lleva a distinguir el hacer
cognitivo del hacer pragmático: este último determina los cambios
de estado, mientras el primero determina actuaciones de evolu-
ción sobre los estados transformados. Llegamos así a reconocer
dos dimensiones en todo programa narrativo, una pragmática y otra
La actividad interpretativa 63

cognitiva, además de acciones realizadas en cada una de esas dimen-


siones. Las dos dimensiones se presuponen mutuamente, pero en
un relato el acento puede recaer sobre una o sobre otra.

Si se comparan un relato de crimen y una novela policíaca,


se capta la diferencia de acento. En el primero se insiste
sobre la dimensión pragmática (adquisición de capacidad,
proceso de realización). En la segunda se manifestarán las
actividades interpretativas realizadas sobre elementos que
pertenecen a la dimensión pragmática.

4.3 .3 Tipos de actividad interpretativa

Existen varios tipos de actividad interpretativa. El juicio sobre


los enunciados de estado conjuga dos planos: el de la manifestación
y el de la inmanencia (4.2.1), entre los cuales se establecen las
correlaciones. La actividad interpretativa consiste en establecer la
correlación.
- Si se pasa del plano de la manifestación (parecer / no-pa-
recer) al plano de la inmanencia (ser / no-ser), la actividad inter-
pretativa es prospectiva.

<~Su cabeza era tan pesada y su cráneo tan desmesurado,


que los médicos pensaban que no viviría».

- Si se pasa del plano de la inmanencia al de la manifes-


tación, la actividad interpretativa es inferencia!.

4.3.4 La relación fiduciaria

La actividad interpretativa se sitúa en la relación entre el /ser/


y el /parecer/ respecto a un enunciado de estado. Como acaba de
verse, el sujeto que interpreta concluye el /ser/ a partir del /pa-
recer/ o el /parecer/ a partir del /ser/. Para ello presupone una
relación entre /ser X/ y /parecer Y/; se habla entonces de re-
lación fiduciaria (corr~lación postulada) entre manifestación e in-
manencia.
64 Calificación de los enunciados de estado

«La cabeza del niño era tan pesada y su cráneo tan desme-
surado, que los médicos pensaban que no viviría». La inter-
pretación (prospectiva en este caso) reposa sobre la corre-
lación presupuesta (relación fiduciaria) entre «cabeza pesada
y cráneo desmesurado» y «no poder vivir». Un sujeto que
no reconociera la correlación no podría realizar esta par-
ticular actividad interpretativa.

La relación fiduciaria -tal como la definimos aquí- es la


condición de posibilidad de la actividad interpretativa. A veces la
establece directamente el sujeto que interpreta, mediante una ac-
tuación cognitiva particular (no. es éste el caso en el ejemplo ci-
tado antes, donde eso queda implícito). Así es como, en semiótica,
se define el «creer>>: actividad interpretativa «de segundo grado»
que estatuye la evaluación de la relación fiduciaria, la cual permi-
te a su vez estatuir la evaluación del enunciado de estado.

Hemos presentado un contrato fiduciario al tratar de los


intercambios de objetos (2.4.2.1). Significaba entonces el
acuerdo entre dos sujetos sobre el valor del objeto inter-
cambiado. El acuerdo versa sobre la relación fiduciaria, es
decir, sobre la correlación entre los planos de manifestación
y de inmanencia en los que puede definirse el estado del
objeto de intercambio.

Los elementos del veredicto se ordenan de la manera siguiente:

Manifestación relación relación relación relación


afirmada no no afirmada
afirmada afirmada

Inmanencia relación relación relación relación


Estado
afirmada no afirmada no
relación
afirmada afirmada
S-0
Evaluación verdadero falso secreto mentiroso

Relación relación entre manifestación e inmanencia


fiduciaria (parecer X = ser Y)
4.3.5 La actividad persuasiva

En correlación con la actividad interpretativa se coloca la ac-


tividad persuasiva, actuación del sujeto que hace aceptar (hacer
creer) a otro la evaluación que él estatuye sobre un enunciado de
estado. La dimensión cognitiva del relato se descompone así en dos
tipos de acción cognitiva:
- la actividad interpretativa, que corresponde a la apropia-
ción del saber sobre el estado de un sujeto;
- la actividad persuasiva, que corresponde a la atribución
del saber (hacer saber y hacer creer).
El capítulo siguiente desarrollará un caso particular de la per-
suasión, en el que se pretende que un sujeto agente realice un
programa dado. La actividad persuasiva es un caso particular del
influjo (5 .3 .3).

4.4 RECONOCIMIENTO Y VALORACION

4.4.1 La actividad interpretativa en el programa narrativo

Volvamos al desarrollo del programa narrativo. Se han señalado


las dos fases, realización y capacidad, que se coordinan en torno al
cambio narrativo (capítulos 2 y 3): constitución del sujeto agente
en la fase de capacidad (adquisición de los valores calificantes, es
decir, de la capacidad de hacer) y ejecución del programa en la fase
de realización (ejercicio de la competencia del sujeto y transfor-
mación de los estados, es decir, de la relación entre el sujeto de
estado y el objeto valor). La calificación de los enunciados de es-
tado y la actividad interpretativa son características de una tercera
fase del programa narrativo, llamada fase de reconocimiento o de
valoración.

En ciertos discursos se desarrolla solamente esta fase; así


sucede en la ponencia científica o en la novela policíaca,
donde el programa narrativo principalmente manifestado
se reduce a la fase de reconocimiento, intentando evaluar
los estados transformados y las realizaciones efectuadas.
5
4.4.2 La fase de reconocimiento

En la fase de reconocimiento se trata de estatuir la evaluación


de los estados transformados durante la fase de realización.

- ---------- ---.....,--- ---- -- -------- - --,,,


REALIZACION VALORACION
transformación evaluación
de los estados de los estados
transformados

El sujeto agente ha realizado el cambio de un estado; queda


por expresar el grado de verdad que compete al estado :final del
cambio: ¿verdadero, falso, mentiroso? Hay que revelar la verdad
de lo obtenido con la realización.
La articulación realización-valoración corresponde a la articu-
lación entre la dimensión pragmática y la dimensión cognitiva
y también a la que existe entre el enunciado de estado (:final) y la
calificación de este enunciado.
En los relatos que se analizan se reconoce esta fase por las
actividades interpretativas que la caracterizan, señaladas en los
textos con verbos que equivalen a saber, comprender, mostrar, etc.

«Por :6.n, un día, al alba de una loca francachela, el des-


graciado, solo entre los restos del festín y las arañas que
palidecían, se quedó espantado de la enorme brecha que
había abierto ya a su lingote». Hemos subrayado «se quedó
espantado», que manifiesta la actividad interpretativa de un
sujeto (o más bien el resultado de esa actividad) acerca de
un estado (restos, arañas que palidecían, brecha abierta)
consecutivo a una realización de orden pragmático (franca-
chela). Podemos observar la siguiente sucesión lógica:

realizaci6n ----------------- - -Valoraci6n


estado final consecutivo actividad interpre-
a una actuación de orden pragmático tativa sobre ese
estado

En la fase de reconocimiento aparecen ciertos papeles caracte-


rísticos: hay actores que se encargan de interpretar los estados
Reconocimiento y valoración 67

transformados por el sujeto agente; son los sujetos de la actividad


interpretativa descritos en 4.3.1. .. Es el papel del mitente.

Terminado el desarrollo del programa narrativo, es el mi-


tente quien interpreta los estados transformados y determi-
na su evaluación. Así, pues, al final del programa narrativo
se encuentra una fase de búsqueda del saber, que tiene por
sujeto al mitente. En la interpretación de los estados trans-
formados, el mitente, al evaluar las realizaciones, se rela-
ciona con el sujeto de estado transformado; se relaciona
además con el sujeto agente, cuya actuación se ve así en-
juiciada en función de los valores que debían realizarse en
su programa. El mitente evalúa, pues, los resultados (eva-
luación de los estados) de la realización y la conformidad
de ésta con el contrato.
El contrato pertenece a la fase de influjo; corresponde a la
relación del sujeto agente de un programa narrativo con el
mitente que lo impulsa a la acción (hace hacer) y que define
qué valores son evaluados postiva y negativamente en ese
programa.

En la fase de valoración del relato encontramos en la mayoría


de los casos los elementos narrativos siguientes:
- el sujeto de estado reconoce su estado transformado y el
sujeto agente del cambio;
- el mitente evalúa los estados transformados;
- el mitente valora (positiva o negativamente) la actuación
del sujeto agente de la realización.
Esta fase de valoración se llama también prueba (acto) de
reconocimiento o prueba (acto) glorificante.

4.5 CONCLUSION

Del mismo modo que la relación del sujeto agente a su acción


está modificada por calificaciones, la relación del sujeto de estado
a su objeto lo está por las calificaciones que le atribuye la eva-
luación.
68 Calificación de los enunciados de estado

Esta calificación es una actuación sobre los enunciados de


estado por parte de un sujeto calificante, que emite un juicio sobre
la verdad de los estados; es, por tanto, el sujeto de la actividad
interpretativa.
Esta acción (perteneciente a la dimensión cognitiva del relato)
caracteriza la última fase del programa narrativo, llamada igual-
mente fase de reconocimiento o valoración.
En el programa narrativo caracteriza a un papel particular,
el del mitente de la valoración, que evalúa los estados transforma-
dos en la realización principal y la conformidad de esta realización
con el contrato del sujeto agente,
5
EL HACER-HACER Y EL INFLUJO

5.1 RECAPITULANDO

En la presentación global del componente narrativo (1.5) he-


mos articulado el programa narrativo en cuatro fases:

Influjo - Capacidad - Realización - Valoración

Todo relato se constituye en torno al cambio de los estados


(realización), que corresponde a la ejecución del hacer-ser. Se llama
plano de la acción al plano de las funciones narrativas implicadas
en torno al hacer-ser: la adquisición de la capacidad del sujeto
agente (deber -y/o querer -y/o poder -y/o saber-hacer) y la eje-
cución de la realización.
En correlación con el plano de la acción, el plano del influjo
corresponde al hacer-hacer: no es ya la actividad de un sujeto
1
agente sobre los estados, sino la actividad de un sujeto agente
/sobre otro sujeto agente para hacerle ejecutar un programa dado.
Este plano del relato está caracterizado por las relaciones entre
un mitente y un sujeto agente. La aparición de relaciones mitente-
sujeto se ha señalado en el capítulo 4, al presentar la fase de
valoración que cierra el PN. Cuando reconoce y evalúa los estados
transformados por la realización, el mitente efectúa la dimensión
cognitiva del relato. Ahora bien, las relaciones mitente-sujeto apa-
recen en otra acción cognitiva, esta vez de tipo persuasivo, que
caracteriza la fase inicial del PN, llamada influjo.

Las cuatro fases del relato se disponen, por tanto, de la manera


siguiente:

Dimensión influjo valoración


cognitiva (persuasión) (interpretación)

Dimensión capacidad-realización
pragmática
5.2 RASGOS CARACTERISTICOS DEL INFLUJO: EJEMPLOS

Bajo el término influjo se reúnen fenómenos narrativos varia-


dos, pero que tienen en común las siguientes características:
a) conjunto de actuaciones que se reducen al hacer-hacer (en
el sentido en que se hace-hacer un vestido o un trabajo cualquiera);
b) establecimiento de una relación entre un mitente (influ-
yente) y un sujeto agente (influido, destinatario del influjo);
e) acción persuasiva de un mitente dirigida a un destinatario
(hacer saber o hacer creer);
d) «puesta en marcha» de un programa narrativo: se esta-
blece un sujeto agente para las realizaciones que se han de efectuar,
o bien se presentan realizaciones (u objetos valor) y se persuade
a alguien de que han de ser ejecutadas (o de que han de ser adqui-
ridos).

- Es fácil reconocer los fenómenos de influjo en el relato


de Daudet.

- En el episodio de los padres, la «petición» es una for-


ma de influjo: constituye al hijo como sujeto agente de una
atribución de oro a los padres. Puede observarse en este
ejemplo la diferencia entre el influjo y la capacidad -fases
correlativas-. «Le pidieron un poco de su oto» es una
acción realizada por los padres, que actúan como mitente
(en este caso preciso, son también los destinatarios de la
atribución del oro); «el hijo no vaciló» es, desde el punto de
vista del sujeto agente que acaba de ser establecido, la
marca de la aceptación del contrato, es decir, de la califi-
cación querer-hacer.

- Un poco más adelante, tras la noche de fiesta, encon-


tramos la «conversión» del hombre del cerebro de oro.
«Se quedó espantado ... ya era hora de pararse ... ». El mi-
tente y el sujeto agente están representados por el mismo
personaje (el hombre). Se puede hablar de auto-misión
o de auto-influjo. Notemos cómo esta fase de influjo se
articula con la fase de valoración: se pasa de la interpreta-
Estructuras del influjo 71

ción sobre el estado :6.nal de un PN1 («se quedó espantado»)


a la persuasión para que se realice un PN2 («ya era hora
de pararse»).

- En el episodio de la mujer, se puede notar un conflicto


de mitentes, es decir, una polémica que se sitúa en el plano
del influjo: «a veces, sin embargo, el miedo lo invadía,
tenía ganas de ser avaro; pero entonces su mujercita venía
hacia él dando brincos y diciéndole: 'Marido mío que sois
tan rico, compradme algo muy caro' ... ». En este caso, el
hombre está constituido sujeto agente en dos PN inversos,
uno de no-gasto, que permanece virtual y donde el mitente
está representado por el «miedo»; otro de gasto, que se
realiza y donde el mitente está representado por la «mu-
jer». El conflicto de los mitentes puede tener lugar dentro
de un mismo personaje: recuérdese el clásico debate «cor-
neliano». Los ejemplos citados antes no dan cuenta de la
totalidad del texto de Daudet ni del conjunto de figuras
del influjo.

5.3 ESTRUCTURAS DEL INFLUJO

Puede ahora pres~ntarse de forma más sistemática lo obser-


vado en el párrafo precedente.

5 .3 .1 El influjo es un hacer-hacer

Todas las figuras del influjo pueden reducirse a una actuación


del tipo hacer-hacer, que puede llamarse también factitiva. En
dicha actuación, el hacer transforma el hacer: del mismo modo
que en la realización se tenía el hacer-ser, aquí se tiene el hacer-
hacer, y se puede construir así el sistema de las diferentes posibili-
dades del hacer-hacer, como lo hicimos anteriormente con las cali-
ficaciones del hacer (3.3.3).
72 El hacer-hacer y el influjo

hacer hacer hacer no hacer


(impulso)* (impedimento)

no hacer no hacer no hacer hacer


(no impedimento) (no impulso)
(dejar hacer)

Este sistema presenta las cuatro posibilidades de base del in-


flujo. Sin embargo, cada una de esas posibilidades elementales
puede dar lugar a una gran diversidad de :figuraciones. Basta ima-
ginar todo lo que puede dar figura a la intervención: orden, ruego,
desafío, provocación, amenaza, tentación, etc.

5.3.2 El influjo es una relación entre dos sujetos

El influjo es un hacer-hacer. En él, un enunciado de acción 1,


con su sujeto agente S1, tiene como objeto otro enunciado de ac-
ción 2, con su sujeto agente S2. Cuando la «mujercita» del «hom-
bre del cerebro de oro» le hace comprar algo muy caro, la actividad
(acción 1) de la mujer (S1) tiene como objeto la actividad (acción 2)
del hombre (S2).
Al articular dos enunciados de acción, el influjo pone en re-
lación dos sujetos de acción; esta relación es unidireccional (o
jerárquica) en cuanto la actividad de S1 se ejerce sobre S2, y no
la inversa. S1 será llamado mitente del influjo (o sujeto influyente),
y S2, destinatario del influjo (o sujeto influido).
Ahora estamos en condiciones de organizar todas las relaciones
que atañen a los sujetos:

* En el esquema del original se coloca «intervención» como equivalente


de «hacer hacer» y «no intervención» para su contradictorio. Hemos preferido
«impulso» a «intervención», pues también «hacer no hacer» supone una
intervención. De hecho; «intervencióm> es el eje semántico de los contrarios
«hacer hacer» y «hacer no hacer», así como «no intervención» lo es de «no
hacer no hacer» y «no hacer hacer» (n. de la ed. española).
- relación sujeto-objeto: relación de existencia semiótica
(enunciado de estado)
- relación sujeto-acción: relación calificante que define la ca-
pacidad del sujeto agente
- relación sujeto-sujeto: a) relación unidireccional en el influjo
(mi tente-sujeto)
b) correlación polémica
(sujeto-antisujeto)
e) correlación fiduciaria
(intercambio)

5.3.3 El influ¡o es una actividad persuasiva

En el influjo, el mitente ejerce una acción persuasiva (4.3.5)


sobre el destinatario, con la intención de constituirlo en sujeto
agente de un programa dado.
El influjo, como actividad persuasiva, pertenece a la dimen-
sión cognitiva del relato (5.1); es una actuación en la línea del
saber (hacer saber, hacer creer).
El influjo como persuasión puede referirse:
a) A los obietos de un programa. En este caso se trata de
hacer que el destinatario del influjo admita el valor de los objetos
del programa que se ha de realizar, ya se trate de objetos valorados
positivamente, como en la tentación, o de objetos valorados nega-
tivamente, como en la amenaza (o intimidación).

Hemos encontrado una forma de esta persuasión en el con-


trato fiduciario presupuesto por el intercambio (2.4.2.1).
Cada parte debe persuadir a la otra del valor de los objetos
en juego para hacerle hacer el intercambio.

Al persuadir del valor de los objetos, el influjo señala un


marco a las actividades del sujeto agente, un universo de valores
en el que ciertos objetos serán «positivos» y otros «negativos»:
el influjo determina la axiología de los programas narrativos.
74 El hacer-hacer y el influjo

Para el hombre del cerebro de oro, la decisión de no mal-


gastar más su oro determina una axiología; según ella, todo
lo que está en la línea del gasto o del derroche se considera
negativo.

Al presentar la valoración (4.4.2) dijimos que es el mitente


quien evalúa los estados transformados en la realización. Dicha
evaluación se hace en el marco del universo de valores definido
por el influjo.
b) A las calificaciones del destinatario como sujeto de un
eventual programa. El influjo aparece aquí como un juicio (posi-
tivo o negativo) sobre la capacidad del sujeto operador. En la
provocación (o en el desafío) se niega esa competencia («eres in-
capaz de hacer ... »), en la seducción (o en la adulación), la compe-
tencia se afirma («eres capaz de hacer... hazlo pues ... »).

- Marido mío que sois tan rico, compradme algo muy


caro ...
Y él le compraba algo muy caro.

En 5.3.2 hemos indicado que el influjo corresponde a una


relación entre dos sujetos. El mitente realiza acciones de persua-
sión, a las cuales responden, de parte del destinatario, acciones
··de interpretación. El influjo alcanza su objetivo cuando el destina-
tario interpreta como verdadero aquello de lo que quiere persua-
dido el mitente. No lo alcanza en los casos en que el destinatario
rehúsa dejarse persuadir e interpreta como mentiroso o falso aque-
llo de lo que se. le trata de persuadir. Por eso, en los relatos, la
fase de influjo puede tomar un cariz polémico.

5.4 EL INFLUJO EN EL RELATO

En el desarrollo del programa narrativo, el influjo representa


la fase inicial: es el momento en que se establece el PN (en cuanto
virtual todavía) y se constituye un sujeto agente. Desde el punto
de vista de este sujeto, corresponde a la adquisición de los valores
calificantes de la virtualidad (3 .3 .2 .1).
El influjo en el relato 75

INFLUJO

Punto de· vista del mitente Punto de vista del sujeto agente
11 '
11
persuasión adquisición de
(hacer-hacer) valores calificantes

Influjo y valoración (4.4.2) representan los «límites» del PN.


Ambos se sitúan en la dimensión cognitiva y ponen en relación
un mitente y un sujeto agente; el influjo se caracteriza por la acti-
vidad persuasiva; la valoración, por la interpretativa.
A~ articularse valoración e influjo se pasa de un PN a otro.
Si tenemos PN1 y PN2, el estado :final de PN1 se interpreta en la
fase de valoración del PN1, pero el saber adquirido en esa inter-
pretación puede ser comunicado en una actuación persuasiva, que
constituye la fase de influjo de un PN2.

PN 1 PN 2
-------------1
VALORACION
r--------------
INFLUJO
actividad interpretativa actividad persuasiva
del estado final sobre el estado inicial
de PN 1 de PN 2

En el relato de Daudet, el estado final de PN1 puede corres-


ponder al :6n de la noche de fiesta: es el estado alcanzado
al término de una realización de derroche. Ese estado es
interpretado por el hombre del cerebro de oro (mitente de
la valoración): «se quedó espantado», quien evalúa este
estado final, atribuyéndole un valor negativo. Correlativa-
mente, al no-derroche se atribuye un valor positivo, y de-
termina un nuevo programa PN2: «ya era tiempo de pa-
rarse», en el que el hombre asume el papel de mitente del
influjo y de sujeto agente.
5 .5 CONCLUSION

La fase inicial del PN es la fase de influjo. Está caracterizada


por la actividad de persuasión (a la que corresponde la actividad
de interpretación). Entran en relación dos sujetos: el mitente y
el destinatario del influjo. El objetivo del mitente es hacer-hacer,
es decir, constituir un sujeto agente para un programa narrativo
dado.
6
EL COMPONENTE NARRATIVO

(Balance)

En los capítulos precedentes hemos descrito los diversos ele-


mentos del componente narrativo. Ahora nos proponemos hacer
una rápida síntesis de esos elementos y mostrar su utilización en
el análisis de los textos. Esto nos dará una visión de conjunto del
componente narrativo antes de abordar, en los capítulos siguientes,
la 1presentación del componente descriptivo.

6.1 RELATO Y NARRATIVIDAD

Estos dos términos corresponden a realidades diferentes y


deben ser distinguidos uno de otro. Llamamos relato a un cierto
tipo de discurso; llamamos narratividad a un fenómeno que es-
tructura el significado y ejerce su acción en todo discurso. Si el
sentido es efecto de la diferencia, la narratividad corresponde a la
disposición de las diferencias en la sucesión de estados y cambios:
es la organización sintagmática del significado.
Sea, por ejemplo, a vs b la diferencia significante entre dos
términos (en adelante transcribiremos mediante el signo vs -ver-
sus- la oposición o la diferencia entre dos términos). Esta dife-
rencia puede manifestarse en forma paradigmática cuando está
actualizada en un discurso de manera estática (los dos términos
están yuxtapuestos en su oposición).

Sería el caso de los términos arriba vs abajo en la descrip-


ción de un paisaje donde figurasen la «montaña» y la «lla-
nura».

Puede manifestarse también en forma sintagmática, cuando


está actualizada en el discurso de manera dinámica por el cambio
que conduce de a a b. La narratividad corresponde a· este último
fenómeno.
78 El componente narrativo

Sería el caso de los términos arriba vs abajo en el cambio


de una situación «elevada» por una situación «baja».

Cuando se habla de componente narrativo y de análisis narra-


tivo se pretende describir únicamente el fenómeno de la narrativi-
dad en un discurso: no se tendrán en cuenta más que los cambios
de estado que caracterizan a los personajes y los papeles que asu-
men esos personajes en las actuaciones de cambio. El componente
narrativo no se identifica con el relato que se lee; es una cons-
trucción que sirve para describir el significado. Como se verá más-
adelante, todo discurso incluye otros componentes y permite otros
planos de análisis. Por otra parte, el componente narrativo esta-
blece un plano de descripción que se aplica no solamente a los
relatos, sino a todo tipo de discursos (discurso científico, político,
jurídico, poético ... ).

6.2 ENUNCIADO NARRATIVO Y SECUENCIA NARRATIVA

6.2.1
Al describir el componente narrativo de un discurso, se presta
atención a la relación recíproca de los personajes (los papeles
- actanciales) y a la sucesión de los estados y cambios que los carac-
terizan en el discurso. El elemento base de la descripción es el
enunciado narrativo, que corresponde al cambio de un estado 1
en un estado 2, y se transcribe, por ejemplo (en el caso de un
camb.io por unión):
A (S2) ~ [(S, V O,)~ (S, A O,)]

Esta fórmula registra:

- un enunciado de acción: A;
- un sujeto de la acción o sujeto agente: Si;
- un enunciado de estado inicial: (S1 Y 01);
- un enunciado de estado final: (S1 /\ 01);
- un objeto valor: 01;
- un sujeto de estado relacionado con esos valores: S1.
Enunciado narrativo y secuencia narrativa 79

Todos estos elementos son correlativos y cada uno se define


por su relación a los otros, en función de las posiciones respectivas
dentro del enunciado narrativo.

6.2.2
Dado que el enunciado narrativo es el elemento base del com-
ponente narrativo, el análisis narrativo se dedica a reconocer y a
construir los enunciados narrativos que constituyen el discurso
analizad~.
Se da un paso adelante en el análisis al mostrar cómo se dis-
ponen los enunciados narrativos en un discurso dado.
En los capítulos anteriores se ha presentado una cadena de
enunciados narrativos lógicamente dispuestos: partiendo de la rea-
lización, hemos mostrado que este enunciado presupone e implica
otros enunciados ligados a él para constituir una sucesión de ele-
mentos lógicamente articulados:
Influjo - Capacidad - Realización - Valoración

Llamamos secuencia narrativa a esta organización lógica de los


enunciados narrativos.
Advertencia 1: Todo enunciado narrativo reclama lógica-
mente los otros enunciados de la secuencia. Sin embargo,
en los discursos que se ofrecen a la lectura, esos elementos
no siempre están manifiestos. Hay que distinguir bien entre
el plano de la manifestación (lo que se ofrece a la lectura)
y el plano de la descripción (lo que está lógicamente articu-
lado, es decir, construido por el análisis) (6.3).
Advertencia 2: La relación entre los enunciados de la se-
cuencia es lógica, puesto que nos hallamos al nivel de la
descripción, en gramática narrativa. En el plano de la ma-
nifestación, esta relación lógica corresponde a una disposi-
ción cronológica de los enunciados: la fase de influjo pre-
cede (en la secuencia narrativa) a la fase de realización.
En semiótica narrativa, la temporalidad es un efecto de la
lógica narrativa y no solamente una organización de los
tiempos de los verbos en el discurso.
80 El componente narrativo

6.2.3
Desde el punto de vista del sujeto de estado, el enunciado
narrativo atestigua un cambio de estado (cambio por unión o por
desunión): se trata de una adquisición de valor (restauración res-
pecto a una situación inicial deficiente, o «eliminación de la ca-
rencia») o de una pérdida de valor (deterioro respecto a una
situación inicial positiva: es el «daño»).

6.2.4
Desde el punto de vista del sujeto agente, el enunciado narra-
tivo registra la realización. Esta debe ser concebida en su articu-
lación con la capacidad. Antes de ser sujeto de la acción en la
realización, el sujeto agente es sujeto del deber-hacer, del querer-
hacer, del saber-hacer y del poder-hacer: pasa por fases en las que
se va constituyendo como sujeto capaz. Respecto al sujeto agente,
las calificaciones del hacer se convierten en valores calificantes que
se le atribuyen (cf. 3.2).
En los- relatos, las fases de constitución del sujeto agente co-
rresponden a realizaciones narrativas secundarias en las que se
cambian los estados calificantes de ese sujeto. Esas realizaciones
_secundarias constituyen la prueba (o realización) calificante: el
sujeto agente está calificado (capacitado) para realizar el cambio
narrativo principal, llamado también prueba (o realización) prin-
cipal*.
Esas dos pruebas o realizaciones son inconcebibles la una sin
la otra: para «hacer» es necesario estar capacitado, y la capacidad
existe siempre en vista de un «hacer». Dentro del componente
narrativo de un relato definen la dimensión pragmática.

* Conservamos el término «prueba» (francés épreuve) por ser de uso


corriente en semiótica. Hay que reconocer, sin embargo, que es impropio
y equívoco. Impropio porque, como el mismo texto explica, se trata de una
realización que puede tener o no el carácter de «prueba», es decir, de esfuerzo
que pone a prueba la capacidad de un sujeto. Equívoco porque el sujeto
de esta realización o «prueba» es unas veces el agente (realización principal)
y otras el mitente (realización calificante o glorificante). N. de la ed. esp.
Enunciado narrativo y secuencia narrativa 81

6.2.5

De esta dimensión pragmática del relato se distingue la di-


mensión cognitiva, en la que entran las actuaciones de tipo «saber»
o «hacer saber», es decir, las actividades de persuasión y de inter-
pretación.
Tras la realización principal se encuentran actividades cogni-
tivas, en las que se trata de adquirir (y de comunicar) un saber.
* Acerca de los objetivos-valor atribuidos al sujeto de estado
en la realización principal y de la evaluación del estado final de
ese sujeto. Se hace saber que el objeto ha sido transmitido y que
es «verdadero», «mentiroso», etc. (cf. 4.2).
* Acerca del sujeto agente de la realización principal y de su
capacidad.
Esta fase del relato se llama prueba (o actuación) glorificante
o de reconocimiento * o también valoración. Reviste la forma de
un enunciado narrativo en el que aparecen objetos cognitivos (u
objetos-mensaje), ya se trate de saber algo sobre el estado o las
actuaciones, o bien de los signos atribuidos al sujeto agente, y que
manifiestan la valoración de la acción realizada.
Al comienzo de la secuencia, y precediendo a la fase de capa-
cidad, el saber aparece en las actuaciones de tipo persuasivo: se
trata de comunicar al sujeto de estado el querer-ser (hacerle desear
el objeto-valor), y al sujeto agente, el querer-hacer (hacerle hacer
el cambio principal).
Llamamos influjo a esas actuaciones que abren la secuencia
narrativa; corresponden a la fase de contrato (cf. 5).

6.2.6

Todos estos datos quedan reunidos en el cuadro siguiente:

* Para evitar el equívoco, téngase en cuenta que «prueba calificante» equi-


vale a capacitación del sujeto agente por obra del mitente; «prueba princi-
pal», a la realización efectuada por el sujeto agente; «prueba glorificante»,
a la valoración dada por el mitente sobre la actuación del sujeto agente
(n. de la ed. española).
6
INFLUJO CAPACIDAD REALIZACION VALORACION

Hacer-hacer Calidad (ser) Hacer-ser Calidad (ser)


del hacer del ser

relación relación
mitente- mitente-
sujeto agente sujeto agente
relación
mitente-
sujeto de estado
sujeto de estado-
sujeto agente

hacer-saber saber
(saber sobre el (saber sobre el
objeto y sobre la sujeto y/u objeto
calidad [el ser] y/o mitente)
de los valores)
hacer-querer deber hacer
querer hacer
poder hacer
saber hacer hacer

dominante dominante
persuasiva interpretativa
dimensión pragmática
'--~~~~~~~~~~~~~~~~~~~.__J

dimensión cognitiva dimensión cognitiva

6.2.7
La secuencia narrativa comporta, pues, esas cuatro fases lógica-
mente articuladas. La realización de la secuencia narrativa en los
relatos puede ser bastante compleja. El relato puede estar centrado
en una de las fases, cuya manifestación tendrá un relieve particu-
lar: existen relatos cuyo centro es la adquisición de la capacidad
por parte de un sujeto agente, o la valoración ... Aun en tales casos,
se requiere para el· análisis presuponer la secuencia entera.
Secuencia narrativa y modelo narrativo 83

También hay que tener en cuenta el fenómeno de la integra-


ción: una secuencia narrativa entera puede estar incorporada como
fase elemental de una secuencia englobante: en un relato, por
ejemplo, la búsqueda de la capacidad por parte de un sujeto pue-
de extenderse a lo largo de las cuatro fases constitutivas de la
secuencia.

6.3 SECUENCIA NARRATIVA Y MODELO NARRATIVO

En el párrafo precedente se han expuesto las posibilidades ló-


gicas de la gramática narrativa para constituir la secuencia de enun-
ciados narrativos (se habla también de una sucesión normativa de
enunciados o también de algoritmo narrativo). Lo que importa
es recordar que su elaboración es únicamente lógica y totalmente
abstracta.
Esta secuencia lógica debe utilizarse para describir la narrati-
vidad en los textos que se ofrecen a la lectura. Se distinguirán,
para ello, tres planos importantes:
El plano de la manifestación: es el discurso que se lee, el
objeto del análisis, el texto, con sus palabras, sus frases, sus párra-
fos, personajes, etc.
El plano teórico: es la gramática narrativa que hemos presen-
tado en los capítulos precedentes; sistematiza una organización
lógica de elementos que se definen unos por otros. La secuencia
narrativa normativa pertenece a este plano.
El plano descriptivo: es el modelo narrativo del discurso. Se
construye una representación del discurso (de su componente na-
rrativo, ya que la gramática narrativa da cuenta sólo de éste)
en el marco de los términos y de las relaciones previstos por
dicha gramática. Los personajes y las acciones del plano manifes-
tativo corresponden a papeles y a realizaciones articuladas según
las leyes de la gramática. En semiótica, describir el discurso signi-
fica construir un modelo.
La secuencia narrativa es una estructura lógica, universal, abs-
tracta, de la narratividad, mientras el modelo narrativo corres-
ponde a la descripción de un relato particular según los términos
de la gramática; es posible que no todos los enunciados de la
84 El componente natrativo

secuencia estén manifiestos; la secuencia puede desdoblarse o


puede haber varias secuencias jerarquizadas (cf. 6.2.7). El modelo
narrativo es, pues, una organización particular de enunciados na-
rrativos y de secuencias narrativas que reproduce (simula) el com-
ponente narrativo de un discurso dado. No hay que confundir
el modelo particular de un texto y la teoría de la gramática narra-
tiva. Raros son los textos cuyo modelo reproduce exactamente la
secuencia narrativa (tal vez ciertos cuentos fantásticos). La secuen-
cia narrativa no proporciona el plan-tipo de los relatos, y el aná-
lisis narrativo no consiste --como se dice a veces- en encajar los
textos en un marco definido de antemano, sino, al contrario, en
utilizar el marco teórico general y riguroso para dar cuenta de la
especificidad de cada texto.
Como organización lógica, la secuencia Influjo - Capacidad -
Realización - Valoración es un instrumento de análisis y de pre-
visión. Es instrumento de análisis porque obliga a desarticular el
discurso y a clasificar las actuaciones de cambio y los estados de
forma homogénea y coherente. Se presenta, así, como la «unidad
de medida» para medir los relatos.

Si en eI relato de Daudet se organizan lógicamente las ac-


tuaciones de «dilapidación» (realizaciones de desunión), se
selecciona en el texto un plano de acciones homogéneas
lógicamente ordenadas a esta realización, respecto al cual
habrá que situar otros planos hombgéneos. Se trata de des-
montar el texto, de ana-lizarlo en elementos comparables,
mensurables.

Es instrumento de previsión, ya que, para todo enunciado narra-


tivo reconocido en el discurso, hace esperar los enunciados lógica-
mente presupuestos o implicados.

Al reconocer en el «final de la noche de francachela» algo


que pertenece al orden del influjo («ya era hora de parar-
se»), estamos previendo la existencia en el texto de elemen-
tos que correspondan a la capacidad y a la realización. Su
ausencia en este relato, en el que no se puede dejar de gas-
tar, es un elemento pertinente para la descripción del relato.
6.4 EL PROGRAMA NARRATIVO

6.4.1
Al presentar antes la secuencia narrativa, hemos señalado que
se organiza en torno a una realización principal. Llamaremos pro-
grama narrativo (PN) a una realización particular de la secuencia
narrativa en un relato dado, es decir, a toda la serie de estados y
cambios que miran a efectuar la relación de un sujeto de estado
a su objeto. El PN se define siempre por el estado (relación al
objeto valor) en el que culmina.

En el texto de Daudet se ha hablado de programa narrativo


de gasto, o" de dilapidación, para designar toda la serie de
estados y cambios que miran a desunir el sujeto de estado
(«hombre») del objeto («Oro»). «Gasto» y «dilapidación»
son figuras y, como tales, pertenecen más bien al compo-
nente descriptivo. Por comodidad se utilizan para designar
un PN (cf. 2.3).

El programa narrativo ha sido definido y denominado por


la transformación de estados y no por un personaje. Si
hubiésemos hablado aquí de un programa del «hombre»,
no habríamos descrito nada, puesto que no habríamos res-
petado la distinción entre el personaje y el papel y no
habríamos podido ver que un mismo personaje en el texto
se inscribe dentro de dos PN diferentes.

6.4.2
Programa narrativo complejo-Programa narrativo adjunto.
En la secuencia narrativa, cada enunciado narrativo expresa
un cambio de estado (adquisición o pérdida de objetos calificantes,
de objetos valor, de objetos cognitivos). En un relato es siempre
posible que la adquisición de uno u otro de esos objetos deter-
mine la existencia de un PN particular. En caso que exista un
programa narrativo adjunto, se hablará para el conjunto de pro-
grama narrativo complejo. El modelo narrativo de un relato se
86 El componente narrativo

presenta como una jerarquía de programas narrativos que el aná-


lisis puede individualizar y cuyas relaciones pueden describirse.
La puesta en evidencia de los programas narrativos adjuntos
depende de la organización lógica de los enunciados narrativos en
la secuencia narrativa. La relación entre el programa adjunto y el
programa complejo es de tipo lógico. Habrá que distinguirla de
lo que podemos llamar las diferentes figuras del programa na-
rrativo.
Así, un programa narrativo de despojo, que culmina en la
desunión del sujeto y del objeto, puede estar manifestado
en el discurso mediante personajes y acciones diferentes:
en el relato de Daudet, el robo, el don, la compra, el derro-
che, son figuras del mismo programa narrativo de dilapida-
ción. Toca al análisis descriptivo sacar partido de ese con-
junto de figuras diversas que desempeñan funciones aná-
logas.

6.5 ARTICULACION DE LOS PROGRAMAS NARRATIVOS


EN EL RELATO

Se hii. caracterizado el programa narrativo por los cambios en


- la .relación del sujeto con el objeto (S ~O). Ahora es necesario
tener en cuenta que todos esos cambios de relación deben ser
situados tanto en la sucesión sintagmática como en el plano para-
digmático de las oposiciones. Por eso el relato tiene siempre un
carácter polémico, dado que toda unión supone una desunión y
que el sujeto agente dominante en un cambio presupone un anti-
sujeto dominado. Los programas narrativos se despliegan simé-
tricamente. Todo PN proyecta frente a él un anti-PN centrado en
cambios inversos. También aquí se trata· de una construcción ló-
gica manifestada de formas diferentes en lo~ discursos. Pueden
encontrarse relatos que no manifiestan un aríti-Pi:qgrama (ausencia
de figuras de oponentes, ausencia de luchi); .Ó~to~·el}.que el anti-
programa no aparece tan «avanzado» corri:o' ~f' pto~riu;A:a_;,:.
~· / '" ·'· ;: .....
En nuestro relato, el programa narrativo de" difapídac;ión
se realiza, mientras que el anti-programa no pas·a d~ l~'fa~e
Articulación de los programas en el relato 87

de influjo: en el anti-PN (conservación), el querer-hacer


del hombre no desemboca en un poder-hacer.

En el plano manifestativo, el «punto de vista» sobre el relato


puede servirse de esta -articulación de los programas narrativos.
Puede contarse un robo como realización de un programa o como
el fracaso de otro. Las nociones de PN y de anti-PN son entera-
mente correlativas.
Se abren así múltiples posibilidades para dar figura a los pa-
peles actanciales de un relato: todo papel actancial de un PN pro-
yecta un papel inverso en un anti-PN; el sujeto agente de un PN
se inscribe como anti!sujeto en el anti-PN; lo mismo vale para
el mitente, para los elementos de capacidad y, por supuesto, para
los objetos valor, como también para los elementos de evaluación
(cada PN tiene su propia verdad).
Basándose en una gramática narrativa bastante elemental, se
puede dar razón de un número considerable de posibilidades de
realización, reconocibles en los discursos.
7
EJERCICIO PRACTICO

EL COMPONENTE NARRATIVO
EN EL TEXTO DE DAUDET

A lo largo de nuestra presentación del componente narrativo


del discurso, el texto de A. Daudet nos ha servido de terreno
de observación para ilustrar los fenómenos semióticos que íbamos
describiendo. Para concluir la exposición del componente narra-
tivo vamos a construir el modelo narrativo de este relato.
Una primera observación del texto hace aparecer tres partes
distintas:
* La leyenda del hombre del cerebro de oro. El relato de la
leyenda se integra en el conjunto del texto. Es fácil delimitarlo con
ayuda de ciertos criterios, como la presencia de determinados
actores sólo en ese fragmento del texto, los tiempos verbales en
pasado, el hecho de que se cite la «leyenda» misma en el resto del
texto.
* El discurso-marco del relato, donde el narrador se presenta
como «yo», en relación con otro personaje, «usted» o «señora»,
y donde la «leyenda» ocupa el lugar de objeto comunicado.
* La dedicatoria del discurso, que recoge bajo un modo im-
personal («la señora») los elementos del discurso-marco.
El análisis narrativo va a ser aplicado sucesivamente a esos
tres segmentos; se buscará después si existe una organización de
conjunto que permita articularlos en el plano narrativo. Vamos,
pues, a construir ante todo el modelo narrativo de cada segmen-
to, para ver luego cómo los modelos parciales se integran en un
mode16 de conjunto.

7.1. LA DEDICATORIA

La dedicatoria contiene un enunciado narrativo de comunica-


ción del que sólo se manifiesta el sujeto de estado (destinatario).
La fórmula de esta comunicación es la siguiente:
A (S,) => [(S, v 0) ~ (S, /\ O)]
La dedicatoria 89

En ella solamente está manifiesto S1 («la señora»). La continua-


ción del texto introduce los demás elementos del enunciado: las
otras dos partes del discurso constituyen el objeto comunicado;
se encontrará representado también el sujeto agente de la comu-
nicación.
La dedicatoria proporciona además otras informaciones que
hay que tener en cuenta para la descripción: la «señora» pide
«historias alegres». Reconocemos aquí, bajo forma de petición, un
influjo: se intenta constituir un sujeto agente (S2) para que co-
munique el objeto («historias alegres»). To~os estos elementos
contribuyen a definir un programa narrativo 'en torno a la adqui-
sición de dicho objeto.
A causa de esta dedicatoi¡.ia todo el texto que sigue debe ser
evaluado a partir de ese programa narrativo, como su realización
(o no-realización). De hecho habrá una <~historia» que será comu-
nicada, pero no será «alegre». El contrato propuesto por la «se-
ñora» no es aceptado por el sujeto agente. Aunque hay comuni-
cación de una historia, se hace en virtud de otro contrato, depen-
diendo de otro mitente, de otro influjo. Utilizamos la secuencia
narrativa como instrumento de previsión, que, a partir de un ele-
mento reconocido, permite prever la aparición de los elementos
correlativos implicados por él y de divergencias portadoras de
sentido.

7.2 EL DISCURSO-MARCO

El discurso-marco pone en escena principalmente al narrador,


figurado por «yo». Podemos examinar los papeles actanciales asu-
midos por esos personajes y ver en qué programas narrativos se
inscriben.

7 .2.1 El remordimiento y la promesa

La primera calificación del actor «yo» es el «remordimientm>,


y puede ser considerada como figura de valoración: evalúa las ac-
tuaciones de un sujeto agente. La comunicación de saber (la carta
de la señora) suscita una actividad interpretativa de «yo» sobre
90 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

las acciones realizadas («historietas»). Como se ha mostrado en el


capítulo 4, la valoración puede desembocar en el influjo: de la
evaluación del programa realizado se pasa al programa proyectado.
El nuevo programa narrativo se encuentra, por tanto, en su
fase de influjo. El personaje «yo» asume en él los dos papeles, el
de mitente y el de sujeto agente («yo me había propuesto»). La
figura de la petición y la de la promesa se corresponden aquí para
asegurar el influjo en vista del programa «comunicar historias ale-
gres». La «señora» y el narrador son actores concordes, y así se
establece el contrato para la realización del PN implicado en la
dedicatoria.

7.2.2 Gozo y melancolía

La continuación del discurso-marco manifiesta el fracaso de


ese influjo («es por eso, señora, que en lugar del bonito cuento
jocoso que me había propuesto escribir para usted, no tendrá tam-
poco hoy más que una leyenda melancólica») .
Hemos notado antes (capítulo 4) que el influjo determina el
universo de valores en nombre del cual actúa el sujeto agente.
«Escribir historias alegres» es una realización dependiente de un
universo de valores que podemos llamar provisionalmente «gozo»
y en el cual se sitúa el narrador. Detallaremos en otro lugar las
-figuras que lo manifiestan en el texto («alegría» vs «tristeza>>,
«luz» vs «niebla», «país de los tamboriles» vs «París», etc.). Nos
damos cuenta de que en este texto el mitente es menos un perso-
naje .individual que un ambiente, una situación espacial y afec-
tiva: en Provenza se cuentan historias alegres, en París historias
tristes. Hay una relación entre el lugar como mitente y el sujeto
agente del programa («a decir verdad, el sitio está mal elegido
para am~rgarse; debería más bien enviar a las damas poemas color
de rosa»). Ya se puede construir el programa narrativo «contar his-
torias alegres»:

Influio Realización

Mitente: el lugar contar historias alegres


Sujeto del saber-hacer: Y o
El discurso-marco 91

Estos elementos permiten precisar el papel actancial de «la


señora». En su petición, ésta parecía ser el mitente del narrador,
pero ha aparecido otro tipo de mitente, el «lugar»; este último
es determinante, pues el cambio de programa en función de los
lugares (París eclipsa a Provenza) es independiente de la señora
(«no tendrá más que una leyenda melancólica»). Se dirá entonces
que «la señora» es mitente según el parecer (aparente), y el «lugar»
mitente según el ser (efectivo) (cf. 4.2.1), distinción importante,
dado que volveremos a encontrarla en la leyenda misma.
«Pues bien no, estoy todavía demasiado cerca de París». Este
párrafo señala la aparición de un anti-programa que se encuentra
en su fase de influjo. Se manifiesta un anti-mitente (la proximidad
de París) que constituye un sujeto agente para «escribir historias
melancólicas». Este nuevo sujeto es también asumido por el narra-
dor, de suerte que el paso del PN al anti-PN corresponde a un
cambio de «yo» de uno a otro estado calificante: «Me había pro-
puesto» vs «Ya no tengo el corazón para ... ».
Nótese que en el anti-programa el sujeto agente está definido
negativamente (no tener ya el corazón para): se le puede carac-
terizar como un sujeto forzado. Si hacer representa «escribir his-
torias tristes», la capacidad del sujeto consiste en deber-hacer + no
querer no hacer. La «leyenda del hombre del cerebro de oro» es,
por tanto, el objeto de la realización que caracteriza el anti-pro-
grama.

PN Anti-PN
~~~~~~~~

Influ;o: petición ae la señora influ;o ae París


ambiente ael pueblo coacción del sujeto
aceptación del sujeto (deber hacer + no querer no
(deber hacer+ querer hacer) hacer)

Realización: historias alegres historias tristes

En ningún momento, en ambos PN, se pone en cuestión la


capacidad del sujeto a nivel del poder-hacer. Se supone adquirida.
El punto determinante en este relato es el deber hacer y el querer
hacer. Ya veremos que lo mismo ocurre dentro de la leyenda.
7.2.3 La «moraleja» de la historia

El discurso-marco se reanuda al final del texto. «Tal es, señora,


la leyenda ... ». La realización ha sido efectuada y se puede esperar
que aparezcan los elementos característicos de la valoración.
En la valoración se vuelve a considerar la realización en la
dimensión cognitiva (6.2.5): se ha contado la historia, después
se dice que se ha contado. Pero además se evalúa la realización,
se juzga su conformidad con el universo de valores en el que debe
actuar el sujeto agente. En este punto nuestro texto es interesante:
es cierto que se da una evaluación de la historia contada, pero
desde un punto de vista distinto del que había sido introducido
en el influjo. La valoración habría debido ser: esta historia es tan
triste como debía serlo; sin embargo, se hace la evaluación de la
leyenda en el plano de la verdad («esta leyenda es verdadera de un
extremo a otro»), y el narrador en persona, que asume el papel
de mitente, toma a su cargo este enunciado (4.4.2). Es importan-
te acentuar esa «desviación» del relato, porque el último párrafo
ya no habla de la «señora», ni de «París», ni de la «colina soleada»:
la verdad- de la historia consiste en describir la situación de la
«pobre gente condenada a vivir». Ese final del texto hace así apa-
recer un nuevo programa narrativo: «contar historias verdaderas»,
dentro del cual la leyenda puede encontrar su sitio en cuanto rea-
- lización.
Así, pues, la historia contada, como realización efectuada por
el narrador, se inserta en tres programas diferentes:

·Ú satisfacer el pedido de la señora;


* obedecer a las necesidades de la situación (tristeza, luto);
* decir la verdad.

La disposición narrativa del texto de Daudet es un elemento


determinante para el significado. La historia contada vale por su
función, es decir, por el puesto que puede ocupar como realización
en los diferentes programas narrativos que presenta el texto.
En sí mismo, el final del discurso mantiene otro tipo de rela-
ción con la leyenda, una relación interpretativa apoyada en el pa-
La «leyenda» 93

ralelo que puede establecerse entre dos programas narrativos con


diferentes personajes:

había una vez un hombre que tenía el cerebro de oro


hay por el mundo pobre gente que se ve condenada a vivir de su cerebro.

Volveremos sobre esto una vez analizada la leyenda.

7 .3 LA «LEYENDA»

Para presentar el componente narrativo de este relato, a título


de ilustración de un método de análisis, nos fijaremos en los ele-
mentos narrativos a medida que procede la lectura del texto y mos-
traremos cómo se integran en una organización de conjunto.
Dividiremos el discurso en varios segmentos, según los diversos
episodios que pueden reconocerse en la narración.

7.3.1 «Había una vez ... todo de oro»


El relato se abre por un enunciado de estado, unión de un
sujeto («un hombre») y de un objeto («cerebro de oro»). Este
enunciado se transcribe (S1 /\ 01), pero es imposible determinar
su significado hasta no haber mostrado con qué otros enunciados
se relaciona o qué transformaciones pueden afectarlo. La conti-
nuación del relato introduce el cambio por desunión que c:ulmina
en el estado (S1 V 01): la pérdida progresiva del oro y de la vida.

7.3.2 «Cuando vino al mundo ... a menudo se caía»


El texto presenta después cierto número de verbos: venir
al mundo, vivir, crecer, golpearse, caerse ... ¿Se trata aquí de rea-
lizaciones, en el sentido dado a este término? Propiamente ha-
blando, no, dado que el relato no presenta estos verbos como
cambios de estado, sino más bien como una expansión figurativa
del estado del niño del cerebro de oro, es decir, como signos de
su estado (aún secreto para los personajes del relato). En los rela-
tos, las calificaciones de los actores (que corresponden a enuncia-
94 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

dos de estado) sol1' siempre convertibles en funciones: el «ladrón»


es aquel de quien pueden contarse robos; el «albañil», aquel de
quien puede contarse una serie de acciones características. Aquí
«tener un cerebro de oro» corresponde a cierto número de ac-
ciones características que dependen del comportamiento más bien
que del cambio narrativo. Para el análisis, este segmento forma
todavía parte del enunciado de estado inicial, al que precisa en el
plano descriptivo: la vida del hombre se ve afectada por su esta-
do, está caracterizada en el relato por los golpes y las caídas, y to-
mada como objeto de una actividad interpretativa por parte de los
«médicos», que deducen la no-vida, o de las personas que sienten
«lástima» de verlo así.
El «cerebro de oro», en este momento del relato, determina
más un comportamiento que un cambio de estado (no así en la
segunda parte del relato): hay que hablar entonces de un poder-
ser (que hay que distinguir aquí del poder-hacer).
Para el análisis narrativo, retengamos la oposición entre dos
modos de vida: el del hombre del cerebro de oro (aparentemente
poco «equilibrado») y el que representan, en el plano del saber,
los médicos; para éste, la vida del hombre es una vida imposible
(se diría una no-vida) y «lastimosa». Esta diferencia puede permi-
tirnos caracterizar los programas narrativos que entran en juego
en este relato.

7.3.3 «Un día rodó ... de una sala a otra»


El relato se detiene en una manifestación del comportamien-
to, una de las caídas del niño. Se trata de una realización, puesto
que lleva a la comunicación del saber sobre su estado. Encontramos
un elemento característico de la valoración: una realización del
sujeto se hace objeto de una actividad interpretativa a cuyo tér-
mino se reconoce el ser del sujeto (4.4.2). El niño es el sujeto
agente de la realización pragmática que ha de interpretarse (la
caída) y los padres son los destinatarios del saber comunicado.
Es de notar cómo se verifica la actividad interpretativa: el
estado del niño herido es objeto de dos interpretaciones distin-
tas: «se le creyó muerto, pero ... no se le encontró más que una
leve herida». Una vez más, los «hechos» desmienten las interpre-
La «leyenda» 95

taciones, y una vez más, la vida del niño se ve asociada, por ese
medio, a la muerte.
En el plano narrativo, el episodio se concluye con una comuni-
cación de saber sobre el estado del niño. Para los padres, la ad-
quisición de saber sobre el estado (o el valor) del niño determina
un programa narrativo, siendo ellos sujeto agente de realizaciones
cuyo sujeto de estado es el niño y cuyo mitente tiene algo que
ver con el valor del oro. Se designará este programa narrativo
como programa de conservación: pretende la no-desunión de sujeto
y objeto y se opo:ne a un anti-programa cuya figura es aquí el robo
(«os robarían, mi bello tesoro»).
PN conservación
mitente: el oro
sujeto agente: los padres
realización: conservación (no ser robado, no dejar salir)
objeto: el niño del cerebro de oro
Anti-programa: el robo

En el análisis descriptivo se examinarán en detalle las figuras


características de este programa: el «secreto» vs el «saber», el
«encierro» vs los «juegos fuera de la puerta», la «soledad» vs los
«chiquillos de la calle» (cf. 11). También examinaremos lo que
representa la figura del «tesoro» que designa al niño del cerebro
de oro (cf. 13.2).

7.3.4 «A los dieciocho años ... rodillas de su madre»


Esta sección se abre por un proceso de comunicación de saber
de los padres al niño. El texto da indicaciones sobre el mitente
del niño: su calificación es «un don monstruoso que debía al des-
tino».
Sigue un primer episodio en el que el niño es sujeto agente:
es una realización que comunica un objeto; el oro representa el
objeto comunicado. Podemos transcribirla así:
A (S,) ==> [(S, /\O V S2)~(S1 V O/\ S2)]

En esta fórmula, el oro (0) es comunicado a los padres (S2) por el


niño (S1), que es al mismo tiempo sujeto agente y sujeto de estado
96 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

de desunión (2.4.1.2): «se arrancó del cráneo ... ». Sobre esta


acción narrativa pueden hacerse tres observaciones:
* La cuestión del poder: la capacidad del sujeto agente está
postulada por su realización («¿cómo?, ¿por qué medios?, la leyen-
da no lo dice»). Podemos quedarnos en el aspecto retórico de esta
pregunta, pero en el plano estructural hay que tener en cuenta
esta característica en un relato donde poder-hacer se supone ad-
quirido y donde todo está centrado en el influjo y la cuestión del
mitente. Ya habíamos notado esto mismo en el discurso-marco.
* La cuestión del mitente: son los padres los que hacen la
petición del oro. Pero el relato dice algo más sobre el mitente
del programa del niño, pues indica en nombre de qué debe cum-
plirse la realización: son los valores familiares (padres, educar,
alimentar) los que exigen la acción «económica». El «orgullo»
del niño caracteriza bien el asentimiento del sujeto a los valores
de su mitente. Sin embargo, el origen del objeto comunicado (el
oro es un don monstruoso que debía al destino) presupone la exis-
tencia de otro mitente. Las realizaciones efectuadas por el niño
deben inscribirse en varios programas jerarquizados, repartidos
según _el se.r y el parecer. ¿El niño actúa movido por los valores
familiares o por el destino? ...
~': La cuestión del objeto: nótese la forma característica de
esta comunicación: el cerebro de oro, que, hasta entonces, aunque
secreto, correspondía a un poder-ser que determinaba el comporta-
miento del sujeto, se convierte, una vez conocido, en un objeto
comunicable, lo que se llama un valor objetivo, un objeto que
puede transferirse de un sujeto a otro. Comportamiento y/ o valor
objetivo son los dos significados del «cerebro de oro».
Notemos, finalmente, respecto a la organización de los pro-
granias narrativos propuestos antes, que la primera actividad del
niño como sujeto agente es una realización que se inscribe en el
programa de desunión ( vs programa de unión o de conservación).
Convengamos en llamar a este programa dilapidación:

PN,: conservación: unión {y no desunión) del sujeto con el objeto.


PN2: dilapidación: desunión (y no unión) del sujeto y del objeto.
7.3.5 «Luego completamente deslumbrado ...
derrochando su tesoro»

Encontramos aquí un motivo corriente en muchos relatos:


el desplazamiento del héroe o su marcha a los lugares donde efec-
tuará la realización principal de su PN (en este caso «derrochar»).
Prosigue el PN dilapidación, pero el sujeto agente no depende
ya del ruego de un mitente exterior (petición de los padres); más
bien parece ser él mismo su propio mitente, pues actúa por sí
mismo. Con todo, el análisis debe afinar más y rebasar la simple
observación de los personajes individualizados en el texto. Las
calificaciones dadas al sujeto agente («deslumbrado por las riquezas
que llevaba en la cabeza, loco de deseos, ebrio de poder») permi-
ten decir que este sujeto no es verdaderamente autónomo y que
«lo que llevaba en la cabeza» es una figura del verdadero mitente
de su programa.
Para nuestra construcción del modelo narrativo tendremos pre-
sente el hecho de que el PN dilapidación se realiza hasta el punto
de servir de definición, de calificación del sujeto («se fue por el
mundo derrochando su tesoro»), susceptible de ser manifestada por
múltiples realizaciones particulares. Según el desarrollo de la se-
cuencia narrativa típica, podemos esperar encontrar ahora un ele-
mento de valoración.

7.3.6 «A juzgar por ... de pararse»

Este párrafo contiene varios procesos interpretativos aplicados


a los elementos de la realización del sujeto (objeto, actuación,
capacidad). Es lo característico de la valoración.
«Se habría dicho que su cerebro era inagotable». La primera
interpretación versa sobre el objeto comunicado en la realización
principal del programa de dilapidación. De esta actividad interpre-
tativa se encarga un actor no definido en el relato («se»). Se hace
sobre un estado del objeto: el oro es inagotable. El narrador vuelve
sobre él y establece su evaluación: «se habría dicho» vs «sin em-
bargo». Frente al «se habría dicho» están los hechos y lo que se
ve (ya hemos encontrado esta doble interpretación en 7.3.2): el
apagarse de los ojos, el demacrarse de las mejillas. Hay que notar
7
98 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

aquí, antes de volver sobre este tema en el análisis descriptivo,


que la dilapidación del oro va acompañada de la pérdida de otro
tipo de objeto, somático éste, y que el cambio del sujeto en el
plano somático está tomado en este relato como la valoración de
las acciones que realiza con el oro en el plano «económico».

PN2: dilapidación
Realización: actuación económica (derroche del oro)
Valoración: actuación somática

La evaluación continúa, llevada a cabo por el sujeto mismo


(«se quedó espantado»), acción interpretativa sobre su propio es-
tado, con apreciación negativa. Si el hombre interpreta negativa-
mente el estado consecutivo a la realización de su propio programa,
¿en nombre de qué universo de valores lo hace? ¿Quién es ahora
su mitente?
«Era hora de pararse». Este enunciado expresa una decisión
del sujeto en favor de un cambio de programa o, mejor, la de-
cisión de suspender la realización del PN de la dilapidación. Con
esto termina la valoración, que no se refiere directamente a esta-
dos transformados, dado que la realización del programa se ha
convertido en un comportamiento del sujeto, sino a una actividad
que debe continuarse o interrumpirse. La cesación de un programa
permite la aparición de otro programa narrativo.

7.3.7 «Desde entonces ... tocar más»

La segunda sección del relato, que comienza aquí, introduce


en la escena el PN conservación y su fracaso. Este PN correspon-
de también a un comportamiento del sujeto («existencia», «vivir»).
Nótese que los elementos descriptivos de este nuevo programa
se oponen directamente a los del programa anterior: del <~derro­
che» se pasa a la «avaricia».
¿Qué ocurre con la realización del PN conservación? Comien-
za a realizarse («fue una nueva existencia»), pero las indicaciones
del texto ponen el acento en la constitución de la capacidad del
sujeto (sospechoso, miedoso, tentaciones, tratando de olvidar, no
quería tocar más): el sujeto se induce a querer-hacer, para realizar
La «leyenda» 99

ese PN, todavía en su momento inicial. Nos hallamos aún en la


fase del influjo.

7 .3.8 «Por desgracia ... le quitaban»


Bajo la figura del amigo ladrón, el relato introduce un sujeto
agente para una realización de desunión (despojo, 2.4.1.2). Para
dicho sujeto, la capacidad consiste sobre todo en el saber que posee
del secreto del hombre del cerebro de oro (ya se ha notado la rela-
ción entre el conocimiento del secreto y la dilapidación). Respecto
al nuevo programa adoptado por el hombre (conservación), el
amigo ocupa el puesto del anti-sujeto:
PN1 conservación:
sujeto del querer-hacer: «el hombre»
PN2 dilapidación:
sujeto capacitado: «el amigo»
capacidad: el saber.

En este episodio, donde el PN de conservación se ve puesto


en jaque por el PN de dilapidación, el hombre, sujeto agente, de-
muestra no estar capacitado para su propio programa (no poder-
hacer). La realización del PN2 asume la figura del despojo, que ha
de ponerse en correlación con la renuncia en el episodio de los
padres: dos figuras de la desunión.

7.3.9 «Algún tiempo después ... muy caro»


Prosigue el programa de dilapidación frente al programa de
conservación. El vínculo entre los dos programas está indicado
por algunas intervenciones del narrador en el relato: «por des-
gracia, un amigo lo había seguido», «se enamoró, y esta vez se
acabó todo». Cada PN representa un punto de vista sobre el otro
en lo que hace a la evaluación de los valores de los objetos y de
las realizaciones.
En el programa de dilapidación, el sujeto agente es ahora com-
plejo. Toma la figura de «la mujer». Se trata de un sujeto relacio-
nado con el oro como objeto (con las :figuras metonímicas: pompo-
nes, plumas, borlas doradas). La realización de este sujeto mira
100 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

a la apropiación del oro (de los valores objetivos que éste presenta)
y no a la adquisición de los valores subjetivos que podría repre-
sentar aquí «el amor» por el hombre.
En cuanto al desarrollo de los dos programas narrativos, puede
notarse que el programa dilapidación incluye entre los papeles
actanciales que convoca un actor del otro programa. En este epi-
sodio, el hombre del cerebro de oro cambia de programa, lo que
corresponde para él a un influjo. Mientras el hombre es sujeto
agente para la conservación, la «mujercita» le hace hacer las rea-
lizaciones del PN dilapidación. Así volvemos a encontrar el des-
pojo: «él compraba algo muy caro». El valor del objeto adqui-
rido (no precisado) no se mide más que por el valor del objeto
perdido (algo muy caro). Hay dos realizaciones correlativas, la
adquisición del objeto por la mujer, la pérdida del objeto por el
hombre; y el relato opta por manifestar la segunda como reali-
zación del programa de dilapidación.
En cuanto al papel actancial del «hombre», se subraya aquí su
falta de capacidad para el programa de conservación, en el mo-
mento mismo de enfrentarse con el anti-programa («no sabía decir
no»): no puede no querer gastar su oro. El programa de conser-
vación en el que se inscribía el hombre es ahora un programa
virtual. Nota el relato: «tenía ganas de ser avaro», mientras que
antes «vivía como un avaro». Desde el punto de vista de la ca-
lificación, las ganas corresponden al querer-hacer + no poder-
hacer: nos encontramos de lleno en el estadio de las calificaciones
de la virtualidad (3.3.2.1).
La segunda parte de la leyenda corresponde, pues, a un cambio
del estatuto calificante del «hombre del cerebro de oro» que re-
sulta en pérdida de capacidad (no poder hacer) para el programa
de conservación, y en pérdida de objeto valor (cerebro de oro)
en el programa de dilapidación, que el hombre realiza sin querer
(poder-hacer+ no querer no hacer) (3.3.3).

7.3.10 «Esto siguió así ... paredes del cráneo»


El episodio del entierro vuelve a poner en escena una reali-
zación de desunión del oro (dio para la iglesia, para los portado-
res ... ) que hay que inscribir en el programa de dilapidación. Estas
La «leyenda» 101

realizaciones son efectuadas por el hombre mismo. Si transcribi-


mos la realización de desunión:
A (S1) => [(S, /\ 0) ~ (S2 V O)]
S1 y S2 son asumidos por el hombre del cerebro de oro. El es el
sujeto agente de la dilapidación, como ocurría al comienzo del re-
lato en el episodio de los padres y en el derroche. Cabe pregun-
tarse por la capacidad y por el universo de valores de este sujeto.
El poder-hacer está siempre presupuesto, pero se observa aquí
que «el oro tocaba a su fin». El poder hacer se hace mensurable;
lo que antes era una calificación del sujeto (rico) es ahora un ob-
jeto que puede faltar, intercambiable (y aquí, con lo que queda
de oro, se hace un entierro).
Pueden hacerse algunas observaciones sobre los valores que
están en juego en este episodio. Varias indicaciones del texto po-
nen de manifiesto la pérdida de valor de los objetos (<<nada le pa-
reció demasiado hermoso. ¿Qué le importaba ya su oro?»). Equi-
vale a decir que el gasto se hace sin contrapartida: en adelante, los
objetos adquiridos con el oro no son ya objetos valor, sino obje-
tos mensaje, signos del gasto mismo. Las figuras de objetos que
aparecen al fin del texto confirman esta hipótesis: todos ellos valen
por la belleza, por la apariencia. Cuando los objetos mensaje apa-
recen en el relato quiere decir que se trata de la fase de recono-
cimiento, en la cual se revela (y se evalúa) el valor de los sujetos
valor y de las realizaciones efectuadas. Es interesante observar
que en el momento en que debe revelarse el valor de los objetos
se manifiesta que a los ojos del sujeto ya no tienen ninguno.
Si el valor se ha «perdido», cabe preguntarse sobre la identi-
dad del mitente en el programa de dilapidación: ¿en nombre de
qué se ha realizado el programa?, ¿qué valor pretendía realizar?
Podemos formular la hipótesis siguiente: en este programa el mi-
tente se caracteriza por su ausencia en el relato, donde aparece
solamente bajo la figura del «destino» o de la «fatalidad».

7.3.11 «Lo vieron entonces ... punta de las uñas»


Esta última sección del relato presenta la característica siguien-
te: el hombre del cerebro de oro aparece dos veces como objeto
102 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

de visión: «Lo vieron entonces ... », «la vendedora retrocedió al


ver al hombre ... » Estas dos indicaciones señalan que esta sección
coincide con la fase de reconocimiento del relato: el momento en
que las realizaciones y las calificaciones del sujeto son objeto de
interpretación. Recordemos que, al comienzo del relato, lo era ya
el comportamiento del niño («daba lástima verlo ... »): dos casos
de la actividad interpretativa que se ejerce sobre los estados del
hombre antes y después de la pérdida del cerebro de oro. El aná-
lisis descriptivo detallará los elementos figurativos que se mani-
fiestan a este propósito. Para la construcción del modelo narrativo
notemos solamente que los elementos descriptivos de la capacidad
del hombre al comienzo del PN dilapidación (deslumbrado, loco,
ebrio) comprenden rasgos idénticos a los elementos descriptivos del
estado final del hombre (tambaleándose como un borracho). Hay
que poner en relación las dos «embriagueces»: se usa la misma
figura para una cabeza demasiado llena y para una cabeza dema-
siado vacía ...
Esta sección del relato pone en escena una realización de com-
pra. Es una doble realización, de intercambio y atribución, que
podemo~ transcribir como sigue (2.4.2 y 2.4.1.3):

intercambio A (So)=> [01 /\ S1 V Ch)~ (01 V S1 /\O,)]


atribución A (So)=> [(S, VD,)~ (S, /\ O,)J

En esta fórmula, So = el hombre


S1 = la vendedora
S, =la mujer
01 =el oro
O, = los botines

La construcción de esta fórmula narrativa para representar la


última sección de la leyenda atrae la atención sobre los puntos si-
guientes:
-J: «El hombre ya no se acordaba de que la mujercita estaba
muerta». Hay en este relato un reparto de los actores en función
del saber o de la ignorancia. El saber se refiere aquí a la existencia
del destinatario (S2) para la atribución del oro. Al final del relato
el hombre está caracterizado por la pérdida del saber: dice «yo sé»
cuando de hecho «ya no se acuerda». De ahí que, según la verdad
La «leyenda» 103

del relato, el intercambio y la atribución que constituyen la reali-


zación del hombre en esta escena no tienen razón de ser. Puede
observarse cómo todos los términos de esta fórmula narrativa son
negados sucesivamente. En el pasaje precedente se ha notado que
el oro había perdido su valor (de cambio) : ¿qué le importaba ya
su oro? Con esto se indica que ya no hay mitente.
* Por último, ya no queda más oro. Es otra manera de in-
dicar que los términos de la comunicación y del intercambio han
sido destruidos. El oro aparece aquí netamente en su vinculación
a los objetos somáticos (la sangre). Ya habíamos visto antes esta
vinculación (7.3.6), cuando el gasto de oro se traducía en efectos
somáticos (mejilla demacrada, ojo apagado) que eran los signos
del gasto; sin embargo, en el caso presente los elementos somáticos
intervienen en el plano pragmático («la mano toda ensangrentada
con raspaduras de oro en la punta de las uñas») como objetos
pertenecientes a las realizaciones de comunicación. Si el «cerebro
de oro» constituye un objeto complejo, al mismo tiempo somático
(cerebro) y económico (oro), estos dos valores se mantenían dis-
tantes en la ambigüedad de la figura. El final del relato (y la mo-
raleja que sigue) efectúa la conjunción de los dos valores en el
plano pragmático: la pérdida del oro es al mismo tiempo pérdida
de la vida somática. El «cerebro» es también un «Órgano vital»,
y el «oto» es también la «sustancia» intercambiable con todo valor,
hasta agotarse.
Al término de esta sección, en razón de las particularidades
del intercambio, el hombre está definido por un enunciado de esta-
do de desunión

(S VO)

en el que O representa el valor objetivo, lo que es intercambiable


(en la compra), y el valor subjetivo, la vida. En el conjunto del
texto que hemos recorrido ha tenido lugar un cambio principal, que
ha hecho pasar al hombre de un estado de unión con el cerebro
de oro y con la vida («vivió, con todo») a un estado de desunión
de esos dos valores.
7.4. BALANCE DEL COMPONENTE NARRATIVO

Siguiendo la lectura del relato hemos destacado cierto número


de elementos constitutivos del componente narrativo: los estados
y las realizaciones han sido formulados como programas narrativos
con los papeles actanciales que les correspondían. Terminado este
examen, puede ya construirse el modelo narrativo del relato, es
decir, su representación en los términos y según las reglas de la
gramática narrativa.
Se habrá podido percibir en este examen del relato la íntima
relación que existe entre el plano narrativo y el plano descriptivo.
El significado se juega en la intersección de esos dos planos; por
eso la descripción semiótica pasa sin cesar de las figuras a los pa-
peles actanciales, aunque cada plano necesita un «instrumental»
particular para su descripción. Aquí hemos presentado por sepa-
rado -y de forma un poco artificial- los dos componentes, mien-
tras en el trabajo sobre los textos están siempre ligados.
El componente narrativo de esta leyenda se organiza en la re-
lación entre dos programas narrativos, centrado cada uno en una
actuación: la unión para el PN1 (conservación) y la desunión para
el PN2 (dilapidación). Estas dos actuaciones se aplican a personajes
idénticos del relato: uno y otro programa muestran los cambios
de la relación entre el «hombre» y el «cerebro de oro». El «hom-
- bre» nos ha servido así de indicador para medir el avance del re-
lato; en cierta medida es la «memoria» del relato, puesto que se
ve afectado por todos los cambios narrativos.
El relato se hace más complejo por el hecho de que «el hom-
bre» es también sujeto agente en los dos programas. El mismo
personaje desempeña varios papeles:

personaje papeles

sujeto de estado de PN,


sujeto de estado de PN2
«hombre»
sujeto agente de PN1
sujeto agente de PN,
Balance del componente narrativo 105

Es necesario, por tanto, inscribir los cambios del relato en


varios niveles: cambio del hombre como sujeto de estado (conser-
vación o pérdida del objeto valor), cambio del hombre como su-
jeto agente (influjo, adquisición o pérdida de los objetos califican-
tes), es decir, de la capacidad.

realizaciones «hombre» sujeto cambio de la relación (hombre-ce-


pragmáticas de estado rebro de oro)

influjo «hombre» sujeto * cambio de la capacidad del hom-


agente bre
* cambio de PN

En el relato hemos identificado además otros personajes que


asumen los papeles actanciales necesarios para los dos programas
narrativos. Los recapitulamos someramente en el siguiente cuadro:

Programa narrativo 1: conservación

1suieto agente «padres» 1 «hombre»

influjo saber sobre el estado del saber sobre el estado del


niño (S /\O) hombre (S /\O)
capacidad (presupuesta) 1) querer hacer + no querer hacer
2) no querer hacer
3) querer no hacer
realización 1 mantenerlo solo en casa vivir aislado como un avaro 1

Programa narrativo 2: dilapidación

suieto «niño» «hombre» «amigo» «hombre» «hombre»


agente («padres») («mujer»)
influjo familia embriaguez amor embriaguez
retribución
capacidad querer hacer querer hacer saber no querer querer hacer
+poder +poder no hacer +no poder
hacer hacer hacer
realización don renuncia despojo don intercambio
intercambio
106 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

En la sucesión del relato domina PN2 hasta el final del texto.


PN1 se encuentra realizado provisionalmente por los «padres del
niño» y permanece virtual, como la sombra del PN2 proyectada
sobre las veleidades y ganas del hombre. En la manifestación del
relato los PN se siguen así:

Una vez establecidos los PN, puede intentarse medir su di-


vergencia y describir su oposición. Si se compara el estado final
de cada uno de ellos (se haya realizado o no, su figura está indicada
por el relato) vemos que ninguno de los dos PN realiza un estado
verdaderamente positivo (o eufórico). PN2 aparece de entrada como
negativo: la desunión realizada está figurada por la pérdida del
oro y de la vida: una forma de la muerte. Pero al buscar los valo-
res eufóricos en PN1 se encuentran las figuras de la soledad, del
encierro y de la avaricia ... Este examen, que se hará en detalle al
analizar las estructuras profundas (cf. 16.2), queda confirmado por
elementos del texto ya descritos: las realizaciones de la actividad
interpretativa efectuadas por varios personajes sobre el hombre del
cerebro de oro (los médicos pensaban que no viviría, se le creyó
muerto, daba lástima verlo, se podían ver apagarse sus ojos, lo
vieron irse como perdido, la vendedora se echó atrás de miedo
- al verlo). Todos estos elementos de interpretación, ya se apliquen
a uno u otro programa, convergen hacia la muerte y pertenecen
a un sistema de valores que no es el de PN1 ni el de PN2.
Hay que precisar la construcción de los dos programas en lo
que toca al influjo y a la identidad del mitente. En varias ocasio-
nes hemos notado un desdoblamiento del mitente: las realizaciones
de los programas se efectúan después de un ruego que no des-
empeña el papel de mitente en el plano del poder-hacer. En efecto,
en todas las realizaciones del «hombre» (salvo en la última), el
poder-hacer se supone siempre adquirido, y el relato informa, al
principio, sobre el origen de ese poder (un don monstruoso que
había recibido del destino). En lo que sigue, fa· áctualización de
ese poder-hacer se lleva a efecto a ruego de otros mite.nt~s-'(padres,
mujer, amigo), que se sitúan en otro plano. · ·
A cierto nivel del análisis hemos podido oponer los dos pro-
Balance del componente narrativo 107

gramas narrativos: respecto al sujeto agente «hombre» se oponían


entre sí los influjos que lo hacían pasar de un PN al otro, y el
fracaso de PN1 frente al éxito de PN2; sin embargo, el balance
de los dos PN los hace coincidir en un valor que puede ser descrito
como la «muerte».

PN (vida) ""<"--------->~ PN (muerte)

PN 1 PN 2
(conservación) (dilapidación)

Nos encontramos, pues, en este relato, ante un caso bastante


especial de construcción narrativa, en el que no se da un PN eufó-
rico manifestado y en el que la lucha se establece entre dos figuras
de la muerte; la conservación encierra, la dilapidación agota: es
sin duda lo que se llama una «leyenda melancólica».
SEGUNDA PARTE

EL COMPONENTE DESCRIPTIVO

El examen del componente narrativo efectuado en la primera


parte ha permitido establecer una red de relaciones y de actuacio-
nes capaz de engendrar la organización narrativa del discurso.
Sucesión de estados y de cambios de esos estados organizada
en programas narrativos, relaciones entre esos programas, tipos de
programas, papeles actanciales que definen la composición, la dis-
tribución y el puesto de los papeles en los programas, etc.: descu-
brir estos elementos determinaba la tarea del análisis narrativo
(cf. 1.1).
Para poner en evidencia las formas narrativas nos hemos fijado
tan sólo en los elementos narrativamente pertinentes del discurso.
Pero esta forma narrativa abstracta -esta «estructura gramati-
cal»- se carga de contenidos específicos, variables según los dis-
cursos y los textos. Hay, pues, que examinar las formas que toman
esos contenidos y los modos de organización que les son propios.
El análisis narrativo pertenece ya enteramente al estudio del
significado, es decir, del plano del contenido cuya forma tratamos
de dilucidar. Pero este análisis no agota ese plano; hay que exa-
minar también las formas descriptivas.
De hecho, el análisis semiótico se ejerce en el plano del con-
tenido, y se propone como finalidad construir la forma semiótica
del contenido. Por eso, en el primer nivel, que organiza la super-
ficie, hay que ordenar dos tipos de formas:

- las formas narrativas, generadas por el componente na-


rrativo,
- las formas descriptivas, generadas por un componente des-
criptivo (cf. 0.3).
110 El componente descriptivo

Podemos representar esto de la siguiente manera:

Plano del contenido


Forma semiótica del contenido

Formas narrativas Formas descriptivas

componente narrativo componente descríptivo

El análisis de un texto comienza en general por el examen del


componente narrativo. La organización de éste es compleja y sus
mecanismos numerosos: los hemos presentado en forma relativa-
mente desarrollada en la primera parte de esta iniciación. La priori-
dad se debe al hecho de que en los textos las estructuras narrativas
asumen y ordenan los contenidos ofrecidos por el texto. El análisis
descriptivo tendrá que exponer el puesto que corresponde a esos
contenidos y la forma que adoptan.
8
LAS FIGURAS

Al leer un texto como, por ejemplo, «el hombre del cerebro


de oro» percibimos y anotamos una serie de informaciones y efectos
de sentido; poco a poco elaboramos un significado. La construcción
progresiva del significado la hace posible no sólo el marco narra-
tivo, que impone ciertas relaciones, sino también la organización
de las unidades del contenido, que impone otras.
Llamamos figuras a las unidades de contenido que sirven para
calificar, para de alguna manera dar cuerpo a los papeles actanda-
les y a las funciones que éstos cumplen.

Así, en el relato de Daudet, el papel del sujeto se encuen-


tra caracterizado semánticamente por las figuras de «niño
torpe», de hombre «que se da la gran vida», de «libertino»,
de «avaro», de «enamorado», etc. El papel de objeto está
figurado por el «oto»: éste, definido narrativamente como
/poder-ser/, debe ser examinado también en las varias
posibilidades de significado que el texto decida poner de
relieve.

Los programas narrativos PN1 y PN2, definidos narrativa-


mente como programa de unión y de desunión respectiva-
mente, se hallan a su vez representados en la escena textual
por figuras diferentes: la unión (PNt), mediante las figuras
del «trabajo», del «0lvido», de la «avaricia», etc.; la des-
unión (PN2), mediante las figuras del «gasto por desenfre-
no», del «gasto por amor», etc.

La tarea del análisis descriptivo se ejerce, pues, sobre los


mismos elementos que la del análisis narrativo, pero toma a su
cargo lo que la primera había dejado de lado. El análisis narra-
tivo, aplicado a figuras como «niño», «cerebro de oro», «avaricia»,
«libertinaje», no había aprovechado más que los rasgos narrativa-
mente pertinentes (cf. 1.5). Corresponde ahora al análisis descrip-
tivo tener en cuenta todos los otros rasgos de esas figuras.
112 Las figuras

Estos rasgos, seleccionados y conservados en el trabajo sobre


el texto, contribuyen de hecho a forjar su significado particular.
Vamos a examinar cómo se realiza este segundo momento del
análisis.

8.1. FIGURAS LEXEMATICAS

Para comprender mejor el funcionamiento de las figuras en un


texto podemos comenzar sometiendo a examen elementos simples
como los lexemas, es decir, las palabras se definen en el diccionario
de una lengua.
Así, el término «cabeza» puede ser considerado como una figu-
ra *. Se trata primeramente de una figura simple que admite una
definición: «parte del cuerpo que contiene el cerebro y en la que
se encuentra la mayor parte de los órganos de los sentidos».
En cuanto tal, esta figura puede aparecer en enunciados como
éste:
1) «Le dieron un golpe en la cabeza».

Pero sabemos también, por el uso que conocemos de esta pa-


labra, que puede figurar en otros enunciados, con significados algo
diferentes o en parte nuevos:
2) «Este chico no tiene cabeza»,

o también:
3) «Les dieron un pan por cabeza».

En 1) el significado definido según el diccionario se encuentra


realizado sin más en la frase.
En 2) se considera la «cabeza» como sede del cerebro, a su vez
órgano o símbolo de la inteligencia, es decir, bajo su aspecto
«mental».

* Se sustituye el ejemplo utilizado por el original ( cerveau) por otro


(«cabeza») que permite el juego de los clasemas en castellano (n. de la ed. es-
pañola).
Figuras lexemáticas 113

En 3) la «cabeza» está tomada por el individuo y se utiliza


como punto de referencia para numerar a los componentes de un
grupo.
Retengamos de este breve ejemplo que una figura posee un
contenido estable y analizable en detalle. A partir de ese núcleo
de contenido pueden desarrollarse varios tipos de realización según
el uso que se haga de la figura. Vamos a llamar itinerarios semémi-
cos a las diversas posibilidades de realización que de hecho pueden
encontrarse.

Definición de la figura
La figura es una unidad de contenido definida por su núcleo
permanente, cuyas virtualidades se realizan de formas diversas
según los contextos.
Así, la figura «cabeza», cuyo núcleo de significado puede ser
definido (o indicado), puede encontrarse en contextos diferentes
y realizar itinerarios semémicos diversos *.
Esquemáticamente:
- Figura lexemática [cabeza J
- Núcleo estable «parte del cuerpo, etc.»

- Itinerarios semémicos 2 3

de tipo de tipo de tipo


«anatómico» «mental» «numérico»
( cf. frase 1) (cf. frase 2) (cf. frase 3)

Hay que considerar, por tanto, la figura lexemática como una


organización virtual de sentido que se realiza de formas diversas

* Los autores proponen la denominación «itinerario» o «recorrido se-


mémico» ( parcours sémemique) para establecer más adelante un paralelismo
con los «conjuntos figurativos» (parcours figuratifs), pues tanto los seme-
mas como los conjuntos pueden considerarse derivaciones del lexema o del
tema descriptivo ( configuration discursive), respectivamente. De suyo, la
denominación «itinerario semémico» es innecesaria; bastaría hablar de «se-
memas», explicando su relación al lexema y su paralelo con los conjuntos
figurativos (n. de la ed. española).
8
114 Las figuras

según los contextos. Esto nos lleva a considerar las figuras bajo
un doble aspecto:
- el repertorio: una figura puede describirse, considerando
todos sus posibles significados o itinerarios, como un conjunto or-
ganizado de significados. Esta tarea pertenece al diccionario de
los vocablos {lexemas) de una lengua. La figura está considerada,
en este caso, en su aspecto virtual;
- la utilización: puede considerarse la figura según el empleo
o la explotación de una u otra de las posibilidades que contiene.
Pertenece a los enunciados y a los discursos seleccionar y utilizar
una u otra de esas posibilidades. La figura está considerada, en
este caso, en su aspecto realizado.
De esta forma podemos decir que el aspecto virtual remite
a una memoria, mientras que el aspecto realizado remite a una
situación en discurso.

8 .2 LAS FIGURAS EN EL DISCURSO

Hasta ahora nuestro análisis de las figuras se asemejaba a la


tarea del análisis lexical: destacar un lexema y evaluar su signi-
ficado a partir de sus empleos en enunciados frásticos.
Ahora bien: ¿qué sucede cuando varios enunciados se siguen,
cuando ya no se trata de frases, sino de series de frases que cons-
tituyen un discurso o un texto?
Muchos analistas, en el campo lingüístico, han mostrado las
correlaciones que pueden establecerse entre diversos lexemas y han
delineado relaciones de identidad, de oposición, de asociación, etc.
Es el caso, por ejemplo, del trabajo llevado a cabo sobre los «cam-
pos lexicales» y los «campos semánticos».
Llámase «campo lexical» el conjunto formado por las palabras
(lexemas) que un idioma agrupa para designar los diversos aspectos
de una técnica, de un objeto, de una noción: puede ponerse en
correspondencia con el examen del aspecto virtual de las figuras.
Llámase «campo semántico» el conjunto de empleos de una
palabra en un texto dado, empleos que confieren a dicha palabra
Las figuras en el discurso 115

cierta carga semántica: puede corresponder al examen de los iti-


nerarios semémicos de una figura o de su aspecto realizado *.
En esos dos tipos de análisis constatamos también que las figu-
ras establecen entre ellas ciertas relaciones, que constituyen una
red: es el fenómeno que señala el mismo término «campo» atri-
buido al objeto de esta exploración lingüística.
El encadenamiento de las figuras que exhibe el texto es el
aspecto que más interesa a la semiótica textual. En efecto, leer
un texto no es simplemente descubrir figuras aisladas o que sólo
tendrían valor en sí mismas; es sobre todo descubrir las relaciones
que se dan entre las figuras y evaluar las redes figurativas.

Así, en el texto que nos ocupa, figuras como «llevar una


vida de rey», «alba de francachela», «restos de festín»,
«arañas que palidecían» son figuras que no pueden aislarse.
Los itinerarios semémicos de cada una de ellas se encuen-
tran, se juntan, se conectan para formar un conjunto sig-
nificante que sugiere aquí <mna vida licenciosa».

/ " Este conjunto o red de figuras lexemáticas compone de hecho


/ una verdadera figura de discurso. ·
Tal vez sea éste el fenómeno que nos hace comparar el texto
a un tejido: tejido, porque se trata de una red; los diversos hilos
que lo tejen son en este caso las «figuras del discurso».
Subrayemos, por último, que el procedimiento aquí esbozado
puede compararse al de la búsqueda de los temas que, en el ámbito
literario, trata de explorar las diversas y múltiples conexiones que
presentan los discursos. Puede compararse también a la búsqueda
de los motivos, que, en el ámbito de los cuentos populares y de
los mitos, trata de caracterizar los motivos que se repiten de un
relato a otro con funciones narrativas parecidas o diversas.

* Las expresiones «campo lexical, campo semántico», según están defini-


das en esta obra, equivalen a lo que otros llamarían «campo semántico, campo
lexemático», respectivamente (n. de la ed. española).
9
CONJUNTOS FIGURATIVOS.
TEMAS DESCRIPTIVOS

Las figuras de discurso aparecen, pues, en los textos como una


red de figuras lexemáticas ligadas entre ellas. A esa disposición de
figuras, a ese entramado relacional, se le da el nombre de conjunto
figurativo.

9 .1 LOS CONJUNTOS FIGURATIVOS

Hemos ya descubierto en el texto de Daudet un conjunto fi-


gurativo que hemos designado como «vida licenciosa». Pero hay
otros conjuntos en este texto.

Así, un conjunto describe el lugar del narrador: las figuras


de~la «colina luminosa», de los «tamboriles», del «vino
moscatel», de los «pastores músicos» y de las «niñas mo-
renas», de las «cigarras», de los «Zancudos», etc., com-
ponen un conjunto que define un marco de vida agradable
y cercano a la naturaleza en un espacio meridional: llamé-
moslo conjunto figurativo del «ambiente».

Otro conjunto reúne las figuras relativas a la educación de


un niño: «el niño que juega o al que se prohíbe jugar
fuera», «el niño que se educa o que se alimenta», «las rela-
ciones entre el niño y sus padres» ... Nótese además el
conjunto de la mujer «caprichosa» compuesto por las figu-
ras que designan los objetos deseados por ella: «pompo-
nes, plumas blancas, borlas doradas» ... o su comporta-
miento: «mujer-pájaro, mujer-muñeca», que «da brincos
y mima» ...

Al final del relato se encuentra el conjunto del entierro, con


las figuras de las «campanas», de las «carrozas recubiertas
Tema descriptivo 117

de negro», de los «caballos empenachados», de las «lágri-


mas de plata en el terciopelo», del «cementerio» ...

Así, un texto va presentando diversos conjuntos figurativos,


que de alguna manera dan cuerpo a los programas narrativos.
Habrá que ver mediante qué conjuntos se manifiesta en el relato
cada uno de los programas (PN1 y PN2). Esto se hará en el ejer-
cicio práctico.

9 .2 TEMA DESCRIPTIVO

Al examinar las figuras lexemáticas hemos observado que di-


ferentes itinerarios semémicos realizados en contextos diferentes
podían reunirse bajo un solo lexema dentro de un diccionario.
Si se toman en consideración varios textos, se podrán observar
ciertos parecidos o puntos comunes entre los diversos conjuntos
figurativos presentes en ellos. A partir de este hecho podrá decirse
que varios conjuntos encontrados en textos diferentes pueden ser
reunidos en un tema descriptivo ,•.

Hemos visto que, en el texto, varias figuras se unían para


formar un conjunto que describía la «vida licenciosa». Este
conjunto figurativo puede estar emparentado con un tema
descriptivo más vasto, del que él constituye sólo una de las
posibles realizaciones. Dicho tema podría denominarse «de-
rroche» o «dilapidación». Este mismo tema puede plas-
marse en otros tipos de conjuntos figurativos: por ejemplo,
«el derroche de sus riquezas por amor a una mujer» (lo
encontraremos efectivamente en nuestro relato), o también
«el derroche de sus bienes en el juego»; este conjunto per-

* Traducimos confíguration por «tema», según el contenido del con-


cepto. Configuration implica más una disposición de figuras en un orden
determinado que el concepto unificador bajo el que todas ellas pueden si-
tuarse. El término configuratíon ha sido elegido, .sin duda, para conservar la
alusión a las figuras, pero no corresponde a lo que se quiere significar (n. de
la ed. española).
118 Conjuntos figurativos

mitiría manifestar, por ejemplo, las figuras del «casino».


de la «ruleta» y muchas otras ...

El tema descriptivo aparece así como un conjunto de significa-


dos virtuales susceptibles de ser actualizados por los discursos y
los textos en conjuntos figurativos.
Podemos representar esto en forma esquemática:

- Tema descriptivo [ «derroche» J


.«dilapidación de bienes por medios
- Definido como diversos»
- Conjuntos figurativos 2 3

vida dilapidación dilapidación


licenciosa por juego por amor
(festines, (casino, (seducción,
tren de vida ruleta, mujer capri-
etc.) etc.) chosa, etc.)

Podríamos hacer las mismas observaciones tomando el con-


junto figurativo de la «educación de un niño». Este depende del
tema descriptivo de la «vida familiar»: muchos conjuntos figura-
tivos pueden explotar y realizar las posibilidades de este tema.
Así:

los juegos infantiles,


- los niños difíciles o con algún defecto físico,
- las relaciones padres-hijos,
-:- la vida cotidiana de una familia,
y sin duda otros muchos.

En el texto que estudiamos hemos descubierto un conjunto


figurativo que describía el «ambiente» del narrador. La
descripción del ambiente (sol, música, etc.) depende de un
tema descriptivo que, en los textos de Alphonse Daudet,
ocupa un espacio importante: el tema de la «provenzali-
dad». Dentro de él, otros conjuntos son posibles:
Tema descriptivo 119

la descripción de la vida provenzal (como podría hacer-


lo una obra de geografía regional francesa),

- escenas de la vida pueblerina (como las que se pueden


encontrar leyendo a J. Giono), etc.

Dentro de un ámbito cultural determinado puede concebirse


la idea de hacer un inventario de los temas descriptivos. Sería un
diccionario descriptivo.
El diccionario frástico (como el «Larousse» o el de la Real
Academia, por ejemplo) se presenta como un repertorio de figu-
ras lexemáticas. Para cada figura se hace inventario de sus diversos
empleos o itinerarios semémicos.
El diccionario descriptivo podría presentarse como un reper-
torio de temas y de motivos, es decir, de temas descriptivos. En
un ámbito cultural determinado, cada tema podría describirse me-
diante los diversos conjuntos figurativos que lo caracterizan.
Observemos, sin embargo, que el diccionario descriptivo es
menos cerrado que el diccionario frástico.
Es cierto que todo texto toma sus elementos de la lengua y
utiliza conjuntos figurativos ya realizados en otros textos. Pero
también es cierto que él puede construir conjuntos nuevos, aún no
realizados, que contribuyen a enriquecer el tema descriptivo. El
texto «pide prestados» ciertos conjuntos, pero al mismo tiempo
«regala» otros al diccionario descriptivo, que desempeña así el
papel de memoria cultural. Los nuevos conjuntos pueden ser re-
actualizados en cualquier momento o empleados para componer
conjuntos inéditos.
Así, las nociones de tema descriptivo y de conjuntos figurativos
definen los dos aspectos bajo los que puede considerarse una «fi-
gura de discurso»:
- el tema descriptivo constituye el aspecto virtual,
- el conjunto figurativo, el aspecto realizado.
Podemos representar como sigue la comparación entre figuras
lexemáticas y figuras de discurso:
plano del discurso plano lexemático

aspecto tema descriptivo figura lexemática


virtual (perteneciente a un diccio- (perteneciente a un diccio-
nario descriptivo) nario frástico)
aspecto conjuntos figurativos itinerarios semémicos *
realizado (actualizados en los (actualizados en las
discursos) frases)

* Como se ha dicho en la nota a p. 113, el original pone en paralelo


parcours figuratifs («conjuntos figurativos») y parcours sémemiques ( «itine-
rarios semémicos» ). Aunque esto tiene su razón de ser, por considerar a uno
y otro como realizaciones contextuales del tema descriptivo y del lexema, res-
pectivamente, es innecesario y puede desorientar. En primer lugar, en la ex-
posición se ha llegado al semema a partir de la consideración del lexema; en
cambio, el conjunto figurativo ha servido de base para extraer el concepto
de tema descriptivo. «Itinerario» implica, además, un sentido dinámico que
contrasta con el concepto de «tecles figurativas», que son un étalement de
figures (p. 116), y puede crear confusión con la sucesión narrativa, en la que
se insertan las figuras (n. de la ed. española).
10
PAPELES TEMATICOS

La tarea del análisis descriptivo ha consistido hasta aquí en


identificar los conjuntos figurativos. Estos nos han remitido a
temas descriptivos, de los que constituyen simples realizaciones
particulares. Pero, al examinar las redes de figuras que exhibe un
texto, vamos constatando que éstas contribuyen también a desig-
nar, a definir a los «personajes» cuyo progreso y evolución segui-
mos en el relato. Sin embargo, la noción de «personaje» es casi
inutilizable si no conocemos los elementos que la componen.
Terminado el análisis narrativo pudimos definir un componente
del personaje; pudimos designar al «hombre» como un conjunto
bien organizado de papeles actanciales: sujeto de estado o sujeto
agente en PN1 y en PN2. Estos papeles corresponden a posiciones
precisas en la trama de relaciones construida por el programa narra-
tivo.
Queda por precisar el otro componente del personaje: el que
le proporcionan las figuras del texto. Es posible hacerlo si pode-
mos reducir los conjuntos figurativos a una especie de papeles
«descriptivos». A éstos los llamamos papeles temáticos.
Así, en los textos, y concretamente en el que analizamos aquí,
los conjuntos figurativos pueden ser referidos a un personaje con
ayuda de un papel temático que constituye, podría decirse, un
compendio, un resumen de todo el conjunto.
Un conjunto figurativo, bastante breve, definía el compor-
tamiento del niño que «se golpea», «tropieza», que «se
tambalea pesadamente». . . Estas figuras del conjunto pue-
den compendiarse en el papel temático del «niño torpe»
o del «niño deforme~. Del mismo modo, el conjunto «vida
licenciosa» se compendia en el papel temático del «liberti-
no», que resume sus posibilidades de significado.

Según los conjuntos figurativos (aunque de extensión des-


igual) en los que toma parte, «el hombre» aparece sucesiva-
mente como portador de diversos papeles temáticos que
122 Papeles temáticos

contribuyen a describirlo y a darle cierta densidad, cierto


peso semántico.

«Niño torpe y deforme», «mno agradecido», «libertino»,


«avaro», «enamorado», etc., son otros tantos papeles temá-
ticos que, compendiando conjuntos figurativos más o menos
extensos, componen el personaje del «hombre del cerebro
de oto» ...

Así, el concepto de papel temático se une al de papel actuante,


que definimos en el marco de las formas narrativás (cf. 1.2.1 y
2.4.1). Mejor que el término «personaje» podemos ahora utilizar
el de actor, que definiremos como el punto de encuentro de al
menos un papel actuante y al menos un papel temático.
Definición del actor:
Un actor es una figura portadora a la vez de uno o varios
papeles actuantes que definen una posición en un programa narra-
tivo, y de uno o varios papeles temáticos que definen su perte,
nencia a uno o varios conjuntos figurativos.

1 ACTOR 1
~
Papel actuante

posición dentro de
' Papel temático

resumen-compendio de un
conjunto figurativo
un programa narrativo

Es de esta forma como hay que concebir el entrecruce de los


dos planos: descriptivo y narrativo. El actor se convierte en el
punto de encuentro y de intersección:
- de las estructuras narrativas, en las que ciertos programas
narrativos ponen en relación ciertos papeles de actuación;
- con las estructuras descriptivas, donde ciertos conjuntos
figurativos son reductibles a papeles temáticos.
11

EJERCICIO PRACTICO

EL COMPONENTE DESCRIPTIVO
EN EL TEXTO DE DAUDET

Después de haber definido la organización del componente


descriptivo, volvemos al texto de Daudet para tratar de identificar
los conjuntos figurativos y los papeles temáticos que contribuyen
a componer el tejido textual.
El texto será dividido del mismo modo que al analizar la es-
tructura narrativa (cf. cap. 7).

11.1 LA DEDICATORIA

«A la señora que pide historias alegres»: una primera figura,


«la señora», aparece ligada a la petición de un objeto calificado de
«alegre». Presenta, pues, el texto un acercamiento original entre
«una señora» e «historias alegres». Si nos atenemos solamente
al plano lexemático, estas figuras no están relacionadas a priori.
Es precisamente el texto el que las aproxima.
¿Qué sabemos de esta señora? Nada, salvo la forma como va
a definirla el texto. Y su definición está dada por un conjunto
figurativo en el que entran dos elementos: un acto de pedir y un
objeto pedido.
Observemos también que, en el relato de la leyenda del «hom-
bre del cerebro de oto» encontraremos otro actor que entra en
un conjunto parecido a éste: otra mujer relacionada con un acto
de pedir, y un objeto calificado como «caro» y «agradable». Y esta
mujer pedirá: «¡Marido mío que sois tan rico!, compradme algo
muy caro» ...
En esta simple frase de dedicatoria vemos que se introducen
dos papeles temáticos:
el del «narrador» (mediante las figuras «historias alegres»),
- el de la «lectora» (¿seductora?): la señora que pide.
11.2 EL DISCURSO-MARCO

11.2.1 El remordimiento y la promesa

«Remordimiento por una promesa no cumplida»: estas figuras


son como huellas de un conjunto que podríamos referir a un tema
del orden del «sentimiento» o los «estados de ánimo».
Pero, dentro de este primer párrafo, considerado por el aná-
lisis narrativo como correspondiente al paso de Valoración a In-
flujo (cf. 7.2.1), se sitúan otras figuras: «carta», «historietas que
ofrecer», que evocan los dos polos de una correspondencia: «es-
critura» y «lectura». El papel temático de «escritor» (o de «autor
de historias») viene a perfilar el de «narrador», introducido antes.

11.2.2 Alegría y tristeza, gozo y melancolía

Nuevas figuras prolongan el tema de los «estados afectivos».


Otros elementos figurativos ampliarán pronto la oposición esta-
blecida ~ntre dos estados de ánimo. Estas figuras, tomadas de los
elementos de la naturaleza: «sol», «colina luminosa», «niebla»,
«pájaro», «cigarras», o del cuadro geográfico y social: «país de
tamboriles y de vino moscatel», de «pastores y niñas morenas» ... ,
- componen el conjunto del «ambiente» que ya hemos referido al
tema de la «vida provenzal» (cf. 9 .2). Este tema se opone aquí
a otro qUe sería el de la «vida parisiense». Pero de este último, el
texto sólo realiza algunos conjuntos muy sucintos: París es el lugar
de las «brumas» y de las «tristezas».
Más adelante intervienen otras figuras relativas al tema de los
«estados afectivos»: después del «amargarse» vendrán el «luto»
y las noticias de «la muerte del pobre Charles Barbara».
Así es como varios conjuntos convergen hacia el papel de
narrador-sujeto para darle su espesor semántico y dotarlo de pa-
peles temáticos.
El «yo» del texto se construye así progresivamente como un
«escritor-provenzal-enlutada>>.
Conjuntos figurativos Papeles temáticos

- valores afectivos y estados el «alegre» vs el «enlutado»


anímicos
- ambiente el «provenzal» vs el «parisiense»
- correspondencia el «escritor»

Hay que observar que los conjuntos figurativos pueden pre-


sentarse como una red de líneas obligadas; así, el conjunto del
«ambiente provenzal» se presenta mediante:
- indicaciones espacio-temporales (colinas, pueblos, sol, ma-
ñana, mediodía ... ),
- objetos particulares (viñas y vino moscatel, música y tam-
boriles),
- funciones particulares (representadas por papeles temáti-
cos como: pastores, músicos de orfeones, etc.).
Espacios, objetos, funciones, son líneas que permiten los des-
arrollos de un conjunto figurativo complejo.
Observando de cerca los diversos componentes de este con-
junto, podríamos ver también que la definición «normal» de cier-
tas figuras (es decir, la que podría darles un diccionario lexemá-
tico) está modificada y transformada.
En efecto, en el texto que estamos leyendo, a los «pájaros»
se les da el rango de músicos de orquesta, y los «pastores» son
sobre todo «tocadores de pífanos» y no «guardianes de ovejas».
En cuanto a las «bomtas niñas morenas», sólo aparecen para reír
y para indicar, a través del color de su tez, el aspecto meridional
de su alegría ...
Una vez más, el ambiente y los estados anímicos se mezclan,
reforzando la equivalencia construida entre la situación espacial y
la situación afectiva.
Podríamos observar todavía cómo, una vez que ha empezado
a desplegarse el conjunto, basta una sola figura para recordarlo:
la expresión «aun entre mis pinos» no menciona más que una
figura de la naturaleza, que, sin embargo, alude por anáfora a
todo el itinerario anterior. Además, puesta en relación con el
sujeto-narrador, constituye una metonimia de éste: los pinos sal-
picados por las tristezas parisienses corresponden al cambio que
126 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

se efectúa en el sujeto, y el «provenzal», que debería ser «alegre»,


no es más que un «provenzal triste y enlutado».
Vemos, pues, que el juego de las imágenes y de las figuras
presentes en un texto se comprende y se evalúa en función del
nexo entre el plano narrativo y el plano descriptivo: como varios
conjuntos figurativos se conectan con el mismo momento narrativo,
el texto puede hacer valer una figura por otra, estableciendo rela-
ciones de metáfora o de metonimia. Así, los pinos pueden estar
tristes y el molino de luto, los estados afectivos pueden referirse
a los lugares y los lugares significar estados anímicos.
Notemos, finalmente, que el conjunto del «ambiente» podrá
reaparecer en otros puntos del texto en una especie de cita. Ten-
dremos entonces que precisar el momento en que aparecen tales
citas y qué pretenden significar.

11.2 .3 La «moraleja» de la historia

El análisis narrativo (cf. 7.2 .3) ha mostrado que este párrafo


correspondía a la valoración y, por ende, a la evaluación de la
verdad de la leyenda. En dicha evaluación se hacen equivaler dos
conjuntos figurativos (lo que corresponde, por otra parte, al para-
lelismo de los dos programas narrativos): en el primer conjunto,
la figura «cerebro» no contaba más que por su valor físico y
- anatómico; en el segundo, la misma figura cuenta por su valor
mental o noológico: «hay en el mundo pobres gentes condenadas
a vivir de su cerebro, y pagan con buen oro fino, con su meollo
y su sustancia» ... La moraleja de la historia se enuncia como un
cambio de conjunto figurativo, y la «sustancia» del cerebro vale
«oro».

11.3 LA «LEYENDA»

11.3.1 «Había una vez un hombre que tenía el cerebro


de oro»

Un hombre, el cerebro, oro: el texto pone en contacto tres


figuras. Esta yuxtaposición presenta, en el umbral del relato, un
La «leyenda» 127

conjunto de posibles significados, sin que sepamos aún qué rela-


ciones va a construir el texto ni qué posibilidades va a utilizar.
Un hombre se encuentra definido por lo que posee:
- un cerebro: sabemos que esta figura puede entrar en dis-
tintos conjuntos figurativos, de tipo «fisiológico» o «mental»,
- oro: esta figura posee también una pluralidad de significa-
dos, como «metal» o «riqueza», y cada uno de ellos puede reali-
zarse en el texto en cualquier momento mediante conjuntos figu-
rativos.
«El hombre del cerebro de oro» aparece, pues, aquí como un
conjunto de posibilidades de sentido, como una especie de lugar
vacío donde pueden tomar su puesto diversos papeles temáticos.
Sin embargo, la composición de esos papeles y la densidad temá-
tica de ese extraño «hombre del cerebro de oro» no serán total-
mente conocidas hasta el final del relato.

11.3.2 «Cuando vino al mundo ...


a menudo se caía»

Al insertar aquí la descripción de un comportamiento, el relato


desarrolla un conjunto figurativo relativo al aspecto físico del
niño. Comienza y se desarrolla uno de los posibles conjuntos
sugeridos por el «cerebro», que ha de referirse preferentemente
a un tema de «defecto físico». Como papel temático, podríamos
proponer «el niño desequilibrado» o «deforme». Ese papel se in-
troduce no sólo gracias a la descripción del aspecto, sino también
mediante el enunciado de ciertas funciones: su cabeza lo arrastra,
se da golpes, cae.
Sin embargo, en el centro mismo de este conjunto vemos si-
tuarse las figuras del «sol» y del «olivar»: éstas funcionan como
cita del conjunto encontrado al principio del texto, y que presenta-
ba el «ambiente provenzal». Puestas en relación con «vivir» y
«crecer», significan la «vida» y se oponen a las figuras de la
«caída» y del «desequilibrio». Daremos cuenta de estas relaciones
en 16.2.
11.3.3 «Un día rodó ... de una sala a otra»

Con la caída, volvemos a encontrar una figura del «defecto».


Pero aparecen nuevas figuras para combinarse con las del desequi-
librio. Así, «sonar como un lingote»: elementos que han de rela-
cionarse con el tema descriptivo del «oro». En ese «lingote» que
resuena contra el piso, las figuras de lo «material» y de la «riqueza»
se mezclan y se utilizan para describir la «caída» de un niño.
Por último, la relación establecida entre el conjunto figurativo
del «lingote de oro» con el de lo «fisiológico», sobre todo por las
expresiones «leve herida», «gotitas de oro cuajadas», produce un
acercamiento entre el «oto» y la «sangre»: el oro es aquí como
sangre. La correlación de conjuntos figurativos reaparecerá varias
veces en el texto, hasta acabar, invirtiéndose, en la «moraleja» de
la historia (cf. 11.2.3).
Con la imposición del secreto sobre la cosa y el niño se insta-
lan nuevos conjuntos: los «juegos del niño», las «relaciones padres-
hijo», que pueden referirse a un tema más global, el de la «edu-
cación». Observemos que los juegos colectivos y exteriores (los
«chiquillos de la calle», «correr fuera de la puerta») se convierten
en juegos prohibidos, y los únicos autorizados por los padres son
juegos solitarios y de interior ...
De nuevo aparece un conjunto figurativo relativo al «oto»:
el «tobo» y el «tesoro» vienen a componer un conjunto de «ate-
soramiento». «Üs robarían, mi tesoro», nota afectiva en el conjunto
de las relaciones padres-hijo, nota monetaria en el del atesora-
miento; se mantiene así la ambigüedad de la figura «tesoro».

11.3.4 «Solamente a los dieciocho años ...


rodillas de su madre»

Después de notar el carácter «monstruoso» e inhumano del


destino, la primera comunicación del oro se efectúa bajo figuras
de retribución. Se trata de un don hecho como contrapartida de
otro. Se da el oro por la educación recibida. En efecto, el tema de
«la educación» se encuentra bajo las figuras de «criar», «alimen-
tar», «a los dieciocho años». El niño educado y mayor puede
abandonar la «casa paterna» y echar el «precio» de su educación
La «leyenda» 129

en «las rodillas de su madre». Es notable el juego de las figuras:


como contrapartida de la educación recibida, el oro va a situarse
en el lugar mismo donde se da esa educación: las rodillas de la
madre ... Y el lugar de los valores «afectivos» no es ya más que el
receptáculo de los valores «monetarios».

11.3 .5 «Luego, completamente deslumbrado ...


derrochando su tesoro»
«Deslumbrado, ebrio, loco», tres figuras que describen un com-
portamiento de nuevo desequilibrado; pero esta vez el desequili-
brio ya no es solamente físico, está interiorizado, «en la cabeza».
Lo «físico» y lo «mental» se reúnen en un conjunto figurativo,
el «desatino».
Además, frente al «atesoramiento» se tiene ahora el «derro-
che», nuevo conjunto para el programa narrativo de la «dilapi-
dación>>.

11.3.6 «A juzgar por el tren de vida ... pararse»


En este párrafo se verifica la ampliación figurativa del derroche:
«darse la gran vida». Sus figuras se ordenan en dos conjuntos: el
del «desenfreno» y el de la «enfermedad».
El «desenfreno» está descrito con las figuras del festín. Ob-
servemos que ese festín cuenta sólo por sus «restos»: en sí mismo
no está contado ni descrito, se expone tan sólo su final, y única-
mente está manifestado un pequeño elemento de todo el tema del
«derroche».
En cuanto a la enfermedad, aparece bajo las figuras de los
«ojos apagados» y las «mejillas demacradas». Aparecen en el cuer-
po ciertas señales: el derroche del oro lo es también del cuerpo.
Con su desenfreno, el hombre se desgasta en su cuerpo y en sus
bienes ... La actuación económica de la pérdida del oro se encuentra
con la somática del debilitamiento del cuerpo. Al mismo tiempo,
el teatro de esas actuaciones tiene «arañas que palidecen» y un
actor con «ojos apagados»: palidez de las lámparas y apagarse de
los ojos: figuras de orden «práctico» se intercambian con figuras
de orden «fisiológico» ...
9
11.3.7 «Desde entonces ... tocar más»

Se manifiesta una «nueva existencia». Las características de


este comportamiento reutilizan las figuras de la soledad presen-
tadas antes por el conjunto figurativo de los «juegos infantiles».
La figura «avaro» evoca el conjunto del «atesoramiento», y las
de «tentaciones» y «riquezas fatales» proponen un conjunto figu-
rativo de tipo «moral».
Los conjuntos, aquí poco desarrollados, corresponden casi exac-
tamente a papeles temáticos: el hombre se vuelve un «trabajador
solitario y avaro».

11.3.8 «Por desgracia ... le quitaban»

El episodio del amigo-ladrón -designamos a este nuevo per-


sonaje por los dos papeles temáticos que se le atribuyen- vuelve
a introducir la realización de la dilapidación. De hecho, esta reali-
zación es un «robo». Pero el nuevo conjunto figurativo está cons-
truido con elementos de otros:
- el de la amistad: el amigo que comparte la soledad,
- el de lo fisiológico: con las figuras del dolor en la cabeza
que despierta con sobresalto (vuelven figuras de un conjunto ya
- encuadrado en la caída del niño, cf. 11.3.3),
- el del valor monetario del oro: conjunto que sólo está
sugerido por el «cerebro» y el «secreto».

11.3.9 «Algún tiempo después ... muy caro»

En este episodio, el hombre se convierte en «enamorado». Este


papel temático resume un conjunto figurativo que corresponde a
las «relaciones amorosas». Encuentro con una mujer, miedo de
apenarla, sonrisa con amor, ceder a los deseos de la mujer, son
otras tantas figuras que manifiestan e ilustran dicho conjunto.
Frente al del enamorado se despliega otro conjunto que puede
definirse por el papel temático de la «mujer caprichosa». Está
descrito mediante figuras de comportamiento: «preferir», «dar
brincos», «tener todos los caprichos», como· también mediante
La «leyenda» 131

otras que designan los objetos deseados: diversos perifollos y ador-


nos inútiles, «pompones», «plumas blancas» y «borlas doradas».
Sin embargo, el conjunto de los «caprichos femeninos» utiliza
también figuras que corresponden a otros conjuntos y, sobre todo,
con las figuras del «pajarillo azul», a uno de tipo «animal». Bo-
nita y frívola, la mujer no es más que un pájaro. Pero este pájaro
es también un «comedor de cráneos» ... Este nuevo papel temático,
que se añade al de la «mujer caprichosa», hace reaparecer de
pronto en la superficie del texto, en la figura del «devorar», un
aspecto «monstruoso» que hasta aquí había designado sólo al
«destino».
¿Puede verse la mujer como una figura del destino? Parece
posible, dado el juego de las figuras. Este episodio, por otra parte,
se abría haciendo notar la «fatalidad»: el hombre se enamora, y
«esta vez se acabó todo».
Notemos además que tres realizaciones pertenecientes al PN2
de dilapidación (cf. cuadro 7.4) están enunciadas mediante figuras
que remiten a las relaciones afectivas:
los «padres» que piden el oro en pago de la educación,
el «amigo» que roba,
la «mujer amada» que seduce y devora ...

11.3.10 «Esto siguió así ... paredes del cráneo»


La muerte de la mujer introduce conjuntos figurativos que co-
rresponden al tema del <duto». Se desarrolla principalmente el
conjunto del «entierro», que se presenta sobre todo con las figuras
estereotipadas de los lugares: «iglesia», «cementerio», y de los
actores: «carrozas negras», «caballos empenachados», «portado-
res», «vendedoras de siemprevivas».
Pero el entierro es también uno de los últimos actos de dila-
pidación. El análisis narrativo lo ha registrado como una adquisi-
ción de objetos-mensaje que no valen más que por la belleza y la
apariencia (cf. 7 .3 .10). Pero se trata de una belleza relacionada
con la muerte y con la desaparición del «cerebro maravilloso». El
«tesoro toca a su fin» y ya no queda oro para cambiar. Recorde-
mos también que la figura «tesoro» ha sido ya utilizada por el
texto para designar a un niño demasiado protegido por su madre;
132 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

y con la desaparición del oro desaparecerá este hombre al que una


madre había llamado «mi tesoro». El valor monetario y el valor
afectivo se aniquilan simultáneamente.
Al comienzo de la leyenda estaban las figuras del «desequili-
brio» ocasionado por una cabeza demasiado pesada, luego las de
la «embriaguez» (deslumbrado, loco, ebrio) para describir a un
hombre con la cabeza demasiado rica; vuelven esas figuras para
calificar al hombre con la cabeza vaciada ... Un mismo comporta-
miento, una misma actitud corporal definen al «niño deforme»,
al «joven rico» y al «hombre despojado». Se emplean figuras pa-
recidas, pero situadas en conjuntos diferentes.
Vemos aquí que el texto, al recurrir al empleo de figuras, pue-
de disponerlas a su propia manera. Al tomar sentido en uno u otro
conjunto, las figuras permiten aproximar los diferentes conjuntos.
Así, ya se presente como «deforme», «rico» o «despojado», el
hombre del cerebro de oro es siempre un «desequilibrado».

11.3.11 «Lo vieron entonces ... punta de las uñaw


Aparece aquí otro conjunto figurativo: el de la «tienda», que
depende del tema del «comercio». Por la descripción de los luga-
res, «escaparates», «trastienda», «mostrador»; por la designación
de una función, «la vendedora», este conjunto posee, como el del
«entierro», un carácter estereotipado.
Esta observación podría quizá llevarnos a distinguir dos formas
de conjuntos figurativos (volvemos sobre una observación hecha
en 9.2).
· - Itinerarios en cierto modo «citados», que no son más que
la expresión obligada de conjuntos de un tema descriptivo ya rea-
lizados en otros textos o discursos. Se manifiestan de manera fija,
convencional, exponiendo los lugares, los objetos y las funciones.
- Conjuntos en cierto modo «creados». Uniendo de forma
original elementos de otros, el texto produce un conjunto nuevo.
Es lo que hace nuestro texto cuando reúne las figuras del «Oto»
y del «cerebro».
Notemos también el juego de ciertas figuras. Los «botines de.
raso azul» bordeados de «plumón de cisne», ¿no llevan como un
eco del pájaro «azul» que prefería las «plumas»?
Balance del componente descriptivo 133

La leyenda termina con las «raspaduras» de oro y la «mano


ensangrentada». El oro y la sangre se asocian de nuevo. Pero al
comienzo de la leyenda se trataba sólo de oro, que era como
sangre. En adelante, en cambio, ya no habrá oro, sólo quedará
la sangre: última figura de una vida que «toca a su fin», de una
«sustancia» agotada.
Ahora puede intervenir la moraleja y cerrar el juego figurati-
vo: aquel «cerebro» era de oro; una vez desaparecido el oro queda
sólo la sangre, de una sustancia como las demás; pero esta sus-
tancia, ¿no vale oro? ...

11.4 BALANCE DEL COMPONENTE DESCRIPTIVO

Leyendo así el relato, hemos encontrado y tomado nota de


cierto número de conjuntos figurativos. No pretendemos que el
examen haya sido exhaustivo. Lo estimamos, con todo, suficiente
para poder determinar ciertas formas adoptadas por los elementos
descriptivos, como también ciertos papeles temáticos importantes.
Pero un trabajo como éste sólo es válido si podemos evaluar la
relación que mantienen las formas descriptivas con las narrativas.
En efecto, como señalábamos anteriormente (cf. la introducción
de la segunda parte), las formas descriptivas son asumidas por las
formas narrativas.
Los conjuntos figurativos son numerosos, pero desiguales en
cuanto a la utilización que de ellos hace el texto. La mayoría de
las veces los hemos referido a papeles temáticos. La evolución de
estos papeles da una consistencia progresiva a los «personajes», ya
definidos por su papel actancial (cf. 7.4).
Podemos así valorar la composición temática de los principales
personajes de este texto. (No tendremos aquí en cuenta más que
los dos personajes principales: el hombre de la leyenda y el na-
rrador).
El hombre cuya historia se cuenta y el narrador que la cuenta
coinciden en un mismo papel temático: ambos están marcados por
el luto y encarnan el papel temático del «enlutado».
Personaies Papeles temáticos

«niño torpe y deforme»


«tesoro»
«hijo mayor y agradecido»
«joven rico»
- hombre del «libertino»
cerebro de oro «solitario»
«trabajador»
«avaro»
«enamorado»
«enlutado»
«despojado»

«escritor»
«provenzal»
- narrador
<üriste y enlutado»
«moralista»

Estos datos hacen posible construir una representación del


actor, como lugar de encuentro de los papeles temáticos y de los
papeles actuantes.
Así, para el hombre del cerebro de oro:

.______.....___
1 Actor 1

Papeles actuantes _____.. Papeles temáticos


sujeto de estado de PN 1 «niño torpe y deforme»
«tesoro conservadm>

sujeto agente de PN 1 «solitario, trabajador, avaro»

sujeto de estado de PN 2 «libertino, enlutado,


despojado»

sujeto agente de PN 2 «libertino, enamorado»

El análisis narrativo había descrito también la sucesión de los


programas narrativos. Podemos ya indicar cuáles son los conjun-
tos figurativos que asume cada programa:
Programas narrativos Conjuntos figurativos

«familia»
«relación padres-hijo»
PN, (conservación) «los juegos prohibidos»
«la vida solitaria»
«el atesoramiento»

«don por gratitud filial»


«actividad de desenfreno»
PN2 (dilapidación) <~el robo»
«don por amor»
«último don por desvarío»

Al terminar el análisis narrativo notábamos el predominio de


PN2 y de las figuras que utiliza este programa. Constatábamos
también que PN2 y PN1 recurren ambos a figuras más bien dis-
fóricas. Finalmente, aunque el PN1 fracasa, los dos programas pue-
den aún encontrarse por el juego de los conjuntos figurativos que
asumen.
La familia (sobre todo en la figura de la madre) atesora ri-
queza y encierra al niño, luego exige una retribución; el amigo
comparte la soledad, pero roba; la mujer tal vez ama, pero de-
vora ... Ya sea que se encierre o que se derroche, no se eliminan
ni el «miedo» ni el «desequilibrio».
Con todo, hay un conjunto figurativo que parece escapar a la
corriente «mortífera» que anima a los demás; es el del «ambiente»
provenzal. Podrá ser puesto en jaque por la «tristeza parisiense»,
pero conserva, sin embargo, la posibilidad de representar los va-
lores eufóricos.
Curiosamente, esos valores no han de buscarse en la leyenda
misma (salvo a veces en forma de citas, a manera de ecos de este
conjunto: cf. 11.3 .2), sino en el discurso-marco, el cual, aunque
al final declara la verdad, sugiere también, al principio, la posi-
tividad.
136 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

Ampliando el esquema que cerraba el análisis narrativo, pode-


mos representar esto de la manera siguiente:

conjunto
conjunto
} PN (vida).---PN (muerte) { figurativo:
figurativo: «tristeza y luto»
«vida provenzal» ~<moraleja»
1
1 1
PN 1 PN 2
(conservación) (dilapidación)

conjuntos figurativos conjuntos figurativos


«familia» «desenfreno»
«atesoramiento» «enamorado»
«desvarío»

relato incluido: la leyenda

discurso-marco: alegría y tristeza·


II
LAS ESTRUCTURAS
PROFUNDAS
12
HACIA LAS UNIDADES MINIMAS
DEL SIGNIFICADO

Hemos ya recorrido un importante trayecto en el análisis se-


miótico, que nos ha permitido establecer relaciones entre progra-
mas narrativos y relaciones y conexiones entre conjuntos figurati-
vos. El componente narrativo ordena las formas descriptivas que
le somete la lengua: las redes figurativas sólo cobran sentido por
las relaciones y conexiones que impone y traza la trama narrativa.
Como lo hemos subrayado varias veces, es precisamente la com-
penetración del plano narrativo y el plano discursivo lo que forma
las estructuras de superficie de un texto. Tomando por base las
estructuras superficiales ya establecidas, hay que disponer una
segunda serie de operaciones que efectúe el desmontaje de las
figuras ya relacionadas, para captar el sistema que ordena sus re-
laciones.
La primera parte del análisis nos ha hecho descubrir una red
de diferencias y divergencias sobre la que se elabora el significado.
Ahora se trata de medir las divergencias y diferencias y de pasar
de la estructura que organiza su sucesión a la lógica a la que obe-
decen. Tenemos que pasar de la compenetración de los compo-
nentes narrativo y descriptivo a la lógica más fundamental que
rige esa articulación. En otras palabras: tenemos que construir
el código que dirige y articula, que ordena lo ya establecido en
las estructuras superficiales. Esto implica el paso del nivel de la
gramática narrativa que rige el ordenamiento discursivo al nivel
profundo, que es de orden lógico.
De modo figurado podríamos decir que, si las estructuras
superficiales se construyen «más allá» de las palabras, tejiendo
relaciones entre conjuntos y programas narrativos que trascienden
los simples lexemas de un texto, las estructuras profundas se
construyen «más acá» de las palabras, ordenando los factores que
determinan la existencia de los conjuntos y de los programas.
12.1 LOS SEMAS

Hemos indicado ya que las figuras que se perciben al leer


un texto pueden ser analizadas en el ámbito de un diccionario.
Pero, para realizar este análisis, la lingüística no se contenta sim-
plemente con averiguar cuáles son los itinerarios semémicos de una
figura. Intenta, además, explicitar la composición de los sememas
o itinerarios semémicos que se hallan virtualmente contenidos bajo
una figura lexemática. Para ello cada semema es analizado como
un conjunto de rasgos semánticos mínimos o unidades mínimas de
significado. A esos rasgos mínimos se les da el nombre de semas.

12.1.1 Descomposición de las figuras


La descomposición del significado en rasgos mínimos está em-
parentada con la tarea de identificar y aislar los rasgos pertinentes
de los sonidos (del significante) de una lengua según los principios
de la fonología de la escuela de Praga. Los fonemas de que dispone
una lengua se organizan como una combinación de rasgos comunes
y diferentes, y eso permite captar y medir los puntos comunes
y las diferencias entre fonemas.
En efecto, reteniendo únicamente los rasgos que efectúan de
hecho una distinción y una diferencia entre los fonemas, se hace
posible representarlos como un haz de rasgos distintivos, es decir,
como el resultado de la combinatoria de un reducido número de
rasgos.
Así, b se opondrá a p, da t, g a k como sonoro se opone a sordo
( = no sonoro).
Así, d se opondrá a b como dental se opone a labial ( no =
dental). Estos rasgos, sonoro o labial, se considera que describen
los elementos mínimos que entran en la composición (acústica
o articulatoria) del fonema utilizado por la lengua.
De ahí que la ausencia o la presencia de un rasgo fónico mínimo
(como sonoro vs no sonoro o labial vs no labial) permiten com-
prender y evaluar la diferencia entre los fonemas (o sonidos) re-
tenidos por una lengua.
Del mismo modo, el análisis sémico intentará atribuir los
significados percibidos a ciertos rasgos sémicos, es decir a haces
Los semas 141

organizados de rasgos elementales. Los efectos de sentido han de


ser vistos entonces como «paquetes de sernas».
Gracias a sus sernas comunes o diferentes, las figuras (lexe-
mas) de una lengua pueden establecer relaciones: pueden ligarse
o encontrarse, o bien oponerse y excluirse.
Examinemos, para empezar, dos figuras lexemáticas: «espe-
ranza» y «temor>>.
Con la ayuda de un diccionario podemos definirlas:
- esperanza: sentimiento por el cual se prevé algo como
favorable al propio deseo.
- temor: sentimiento por el cual se prevé algo como desfavo-
rable, peligroso o dañino.
Estas definiciones permiten constatar que hay elementos co-
munes a las dos figuras. Afinando un poco el análisis de su sig-
nificado podríamos reducir esos elementos a algunos rasgos semán-
ticos mínimos (sin pretender, con todo, en estos ejemplos hacer
el inventario completo de los sernas que componen esas figuras).
Estas poseen los siguientes rasgos comunes:
l. sentimiento;
2. orientado hacia el futuro (podríamos proponer para ese
rasgo una denominación, como futurible).

El rasgo 1 nos permite ya oponer nuestras dos figuras a otras


como, por ejemplo, «reflexión» o «acción», que no poseen ese
rasgo sémico.
El rasgo 2 nos permitiría oponerlas a otra como «disgusto».
Si esta última posee de hecho el rasgo 1, en vez del rasgo 2 posee
otro del tipo «orientado hacia el pasado».
Estos dos rasgos son, pues, comunes a ambas figuras. Pero
hay un tercer rasgo que nos va a permitir diferenciarlas. Este de-
signa la calidad de lo que se prevé: «favorable» en un caso, «des-
favorable» en el otro. Vamos a denominar a ese nuevo rasgo:

3. eufórico para la «esperanza», opuesto a disfórico para el


«temor».

Lo que hemos llamado núcleo estable de una figura (cf. 8 .1)


se presenta entonces como un conjunto de rasgos mínimos que es
142 Hacia las unidades mínimas

posible descubrir y organizar. Por esos rasgos, las figuras se oponen


y/ o se acercan. Si la figura «esperanza» se acerca a la figura «te-
mor» por los rasgos «sentimiento» y «futurible», se distingue de
ella por el rasgo «eufórico» vs «disfórico».
Podemos así establecer, al menos aproximadamente, la compo-
sición sémica de las dos figuras:

«esperanza»: sentimiento + futurible + eufórico


«temor»: sentimiento + futurible + disfórico~

Con la ayuda de este ejemplo descubrimos la característica prin-


cipal del serna: éste tiene una función diferencial (también diremos
una función distintiva). En efecto, gracias a las diferencias entre
los sernas pueden producirse las diferencias entre los efectos de
sentido: los sernas deben, pues, determinarse en relación unos
con otros, y sólo cuentan por las diferencias que mantienen entre
ellos. El significado se produce precisamente por esa red de dife-
rencias.
Por otra parte, en el ejemplo que acabamos de analizar, los
rasgos semánticos han podido captarse eficazmente por el juego
de dicha función distintiva. Y los rasgos retenidos han sido consi-
derados como pertinentes porque permitían efectivamente oponer
··efectos de sentido.
Así, en el plano fonológico, b se opone a p por los rasgos
«sonoro» vs «no sonoro». Esta oposición se considera, pues, per-
tinente para la lengua que utiliza esos dos fonemas.
Lo mismo, en el plano semántico, «esperanza» se opone a
«tobo» o a «esfuerzo» por los rasgos «sentimiento» vs «accióm>
que sólo cuentan por la oposición que mantienen. Y «esperanza»
se opone a «disgusto» por los rasgos «futurible» vs «vuelto hacia
el pasado». Y, como hemos mostrado, «esperanza» se opone
a «temor» por los rasgos «eufórico» vs «disfórico».
Hemos analizado antes la figura lexemática como capaz de
realizarse en «itinerarios semémicos» (cf. 8.1). A esos itinerarios
los habíamos llamado también sememas. Cada semema o efecto
de sentido debe poder analizarse como un conjunto de rasgos
sémicos o sernas.
Los semas 143

figura lexemática (lexema)

~
semema 1
semema 2 semema 3 (itinerarios semémicos)

sernas 1 2 3 4 5 .•........ n

Este esquema representa también el cambio de nivel que se


opera cuando se pasa del examen del componente descriptivo a la
evaluación de la estructura profunda que se efectúa por la des-
composición de los efectos de sentido del discurso.
Si los sememas se organizan así, toda modificación en la com-
posición y disposición de los sernas modifica la composición de
los sememas y permite pasar de un efecto de sentido a otro, pro-
ducir, eliminar o mantener una ambigüedad. Así, se puede hablar
de un «gato»* antes de saber, por la disposición de los sernas
y el desplazamiento de algunos de ellos, si se trata de un «animal
doméstico», de un «aparato mecánico» o de una persona «natural
de Madrid» ...

12.1.2 En el plano descriptivo

Al examinar el componente descriptivo se ha mostrado que el


discurso disponía conjuntos figurativos. Estos son a un tema des-
criptivo lo que los sememas son a una :figura lexemática ...
Se les podrá someter, por tanto, a la misma operación de
desmontaje que a los sememas, para encontrar las unidades elemen-
tales cuya disposición produce los efectos de sentido.
El núcleo estable de un tema aparecerá como un conjunto
de rasgos mínimos. Así, el tema descriptivo que hemos deno-
minado «derroche» (cf. 9.2) puede ser analizado y definido me-
diante algunos rasgos sémicos: actuación + reflexivo + pérdida
+ exceso + inútil + disfórico ...

* Se sustituye el término canard («pato») del original por «gato», para


permitir un juego semejante en castellano (n. de la ed. española).
144 Hacia las unidades mínimas

Los diferentes conjuntos figurativos de este tema realizan en


el discurso efectos de sentido mediante este dispositivo sémico.
tema descriptivo

conjunto figurativo conjunto figurativo ...•....•••••


(concebidos como un ordenamiento descriptivo de sememas)

$emas 1

Lo representamos en forma comparable a la usada para las


figuras lexemáticas.
Modificando la disposición de los sernas pueden producirse di-
ferentes conjuntos figurativos:
- el «derroche» se realiza en el conjunto del «desenfreno»
si a los sernas del núcleo vienen a añadirse sernas como «libertino»;
- el conjunto del «juego» se verifica si se añaden sernas como
«lúdico», etc.

12.2 SEMAS NUCLEARES Y CLASEMAS

La descomposición de las figuras en valores mínimos o rasgos


sémicos lleva a distinguir dos clases de sernas:
- los sernas nucleares;
- los clasemas.

12.2.1 Semas nucleares

Tanto al examinar figuras lexemáticas como temas descriptivos


hemos indicado que se podían concebir como un haz organizado
de rasgos significativos. A esos rasgos que definen propiamente una
figura (de orden lexemático o de orden discursivo) los llamaremos
semas nucleares.
Semas nucleares y clasemas 145

Los lexemas, como «esperanza», «temor», etc., incluyen así


una serie de componentes singulares, es decir, de sernas específicos
que sirven para definirlos. El mínimo de rasgos sémicos necesarios
para definir un lexema constituirá su núcleo sémico estable (dicho
núcleo se llama a veces figura nuclear) *.
Para describir los lexemas de una lengua, los diccionarios dan
una descripción más o menos formalizada del núcleo sémico de
cada lexema.
En los ejemplos utilizados hasta ahora hemos tenido en cuenta
principalmente los sernas nucleares. Así, las figuras que empleamos
y que los discursos organizan en conjuntos aparecen compuestas
de un cierto número de rasgos sémicos. Citemos de nuevo algunos
ejemplos:

Figuras como <~cerebro» u «oro», conjuntos figurativos


como «defecto» están dotados de un núcleo sémico per-
manente:
«cerebro» puede analizarse como
contenido + somático + psíquico
«oto» puede analizarse como
metal + precioso
«defecto» compendia un conjunto en el que figuran
sernas como
somático + carencia + anormal + etc.

Los varios sernas nucleares que hemos podido señalar, e igual-


mente todos los que podamos encontrar examinando el nivel pro-
fundo, constituyen lo que llamamos el nivel semiológico del sig-
nificado.

* En realidad, se llama :figura nuclear al núcleo cuando no sólo los sernas


nucleares, sino grupos de sernas nucleares se hallan jerarquizados. De hecho,
hay núcleos que presentan un grupo sémico estático y otro dinámico, y que
admiten en consecuencia dos figuras posibles: una, en la que prevalece el
grupo estático y otra en que prevalece el dinámico. En estos casos existe
un eje de configuración (por ejemplo, un eje manifestativo). Son los sernas
contextuales los que deciden la figura que adopta el núcleo en cada caso
(n. de la ed. española).
10
12.2.2 Clasemas

Como sabemos, las figuras no aparecen nunca aisladas (salvo


en los diccionarios). Siempre están situadas en un contexto y rela-
cionadas entre sí.
Cuando varias figuras se sitúan en un mismo contexto, su
compatibilidad se hace posible gracias a ciertos rasgos mírúmos
que permiten conectarlas. A los rasgos sémicos que aparecen cuan-
do las figuras se sitúan en contexto los llamamos semas contex-
tuales o clasemas.
Estos sernas no pertenecen al núcleo estable de las figuras (se-
:tnemas o conjuntos figurativos). Pero, por revelarse en y por el
contexto, indican la pertenencia de las figuras a una clase más
general que define un conjunto de contextos posibles. Son sernas
generales o genéricos como /animado/ vs /inanimado/, /conti-
nuo/ vs /discontinuo/, /humano/ vs /animal/, etc.
Los clasemas van a constituir lo que llamaremos nivel semán-
tico de la significación.
El ejemplo de una figura lexemática permitirá ilustrar ese
fenómeno.
El término «tempestad» posee como núcleo sémico un conjun-
to de sernas que podríamos caracterizar como

disturbio + violencia.
Colocando el término en dos contextos obtendremos *:
«el discurso desató una tempestad en la Cámara»
«hay una tempestad en el estrecho».

En el primer caso, la compatibilidad que reúne las figuras de


«la tempestad» y de «la Cámara» se apoya en el clasema /huma-
no/; en el segundo, en un clasema de tipo /natural/.

También en nuestro texto se establece ese juego de compa-


tibilidad entre figuras. Ya hemos determinado en cierta me-
dida el contenido sémico de las figuras «cerebro» y «oro».

* Se sustituyen los ejemplos del original francés por otros castellanos


(n. de la ed. española).
Semas nucleares y clasemas 147

Pero el texto no sólo las acerca, sino que las funde en una
figura nueva y original: «el cerebro de oro».

Todo texto se presenta así como una creación original de


efectos de sentido, juntando figuras, creando compatibili-
dades que no están necesariamente previstas por los diccio-
narios.

Al vincular el «cerebro», cuyo rasgo «somático» es impor-


tante, con el «oto», que posee un rasgo «material», el texto
crea una figura nueva que incluye al mismo tiempo los
rasgos «somático» y «material». Esto define su núcleo sé-
mico.

Sin embargo, por los clasemas que aparezcan cuando esté


situada en contexto, esta figura podrá entrar en compatibi-
lidad con otras.

Al ponerse en relación con las figuras del «dolor» o de la


«sangre» aparecerá el clasema /humano/, provocando la
suspensión del serna nuclear /roa terial/.

Al ponerse en relación con las figuras del «lingote» o de la


«compra» aparecerá el clasema «objeto», provocando la
suspensión del serna nuclear /somático/.

Finalmente, es posible que el contexto no decida entre «hu-


mano» y «objeto». La ambigüedad puede mantenerse. Más
aún: la presencia simultánea de esos dos clasemas podrá
producir la aparición de figuras como lo «monstruoso» o lo
«Íantásticm>, es decir, de figuras capaces de mantenerse en
contextos en los que coexisten «humano» y «objeto» ...

La persistencia de los rasgos sémicos y la posibilidad que tie-


nen de reiterarse en diversos puntos de un discurso es lo que
vamos a examinar en el capítulo siguiente.
Observamos simplemente aquí que las figuras pueden juntarse,
encontrarse y vincularse gracias a esos rasgos mínimos. De ahí
que puedan establecerse relaciones entre conjuntos figurativos gra-
cias a rasgos sémicos comunes u opuestos.
13
LAS ISOTOPIAS

13.1 DEFINICION

La isotopía garantiza la homogeneidad de un mensaje o de un


discurso. Puede definirse como un «plano común» que hace posi-
ble la coherencia de un dicho. Ese plano común debe entenderse
como la permanencia de algunos rasgos mínimos.
Así, en el caso de una frase, el enlace de los sememas se hace
posible, como hemos dicho, por el clasema. La persistencia de un
mismo rasgo, que podrá renovarse varias veces a lo largo de la
cadena frástica, produce una isotopía que da coherencia al conjunto
de sememas que constituye una frase.
Igualmente, en el caso de un discurso, que el examen del com-
ponente descriptivo nos ha permitido analizar como un «enlace»
(decíamos entonces un «tejido»; cf. 8.2) de conjuntos figurativos,
las relaciones entre los conjuntos se establecen por la persistencia
de unos mismos rasgos, los cuales, por repetirse a lo largo de un
discurf>o, producen una o varias isotopías que dan coherencia a las
figuras presentadas por el texto.
Ese fenómeno de persistencia o iteración de los rasgos mínimos
se llama redundancia.
Hemos distinguido anteriormente dos clases de sernas: sernas
nucleares y clasemas. Habrá, por tanto, que prever dos clases de
isotopías:

~ isotopía semántica
- isotopía semiológica.

13 .2 ISOTOPIA SEMANTICA

Llamamos isotopía semántica a la determinada por la redun-


dancia de las categorías clasemáticas, es decir, de los clasemas.
Por eso la isotopía semántica, que es responsable de la cohe-
Isotopía semántica 149

rencia y la cohesión de un discurso, permite eliminar la ambi-


güedad de los enunciados. En el ejemplo propuesto antes:

«el discurso desató una tempestad en la Cámara»


«hay una tempestad en el estrecho»,

hemos encontrado la persistencia de una categoría clasemática, «hu-


mano» en la primera frase, «natural» en la segunda. No hay que
olvidar que hemos concebido los sernas y, por ende, los clasemas
como dotados de una función distintiva. En este caso, por tanto,
«humano» sólo debe tomarse como opuesto a «natural»: «humano»
vs «natural». Al seleccionar uno u otro de esos clasemas, la iso-
topía semántica asegura la coherencia de la frase y elimina toda
ambigüedad.
Si hubiéramos dicho, en cambio:

- «hay una tempestad en el aire»,

la ambigüedad habría permanecido. La isotopía mantiene aquí


las dos categorías /humano/ vs /natural/, hasta que intervengan
nuevas figuras que permitan referir este enunciado a un plano
común y comprenderlo según una isotopía particular. Figuras como
«debate político» o «paseo por la montaña», por ejemplo, podrían
eliminar la ambigüedad y garantizar una lectura isótopa.
En el texto que analizamos hemos hallado varias veces am-
bigüedades o dobles sentidos. Esto resulta del juego de redun-
dancia de los rasgos clasemáticos y constituye el fenómeno de iso-
topía del discurso. Así, por ejemplo, para la figura «tesoro».
El núcleo sémico de «tesoro» puede analizarse como un con-
junto de sernas nucleares, como

reunido + precioso + cantidad.

La contextualización de esta figura y su inserción en conjuntos


:figurativos diversos harán aparecer clasemas como

- objeto o humano.
150 Las isotopías

Como objeto, «tesoro» podrá situarse en conjuntos figurativos


donde esté presente el rasgo sémico económico.
Como humano, «tesoro» podrá situarse en conjuntos figurati-
vos que comportan el rasgo sémico afectividad.

13.3 ISOTOPIA SEMIOLOGICA

Llamamos ísotopía semíológíca a la determinada por la redun-


dancia y la permanencia de categorías nucleares, es decir de semiJ.s
nucleares.
Las figuras llevan en sí un núcleo sémico compuesto de algu-
nos sernas nucleares. Estos sernas pueden permitir el acercamien-
to de figuras, lo que a su vez hace posible los juegos de palabras
y las metáforas.
La figura «tesoro» puede ilustrar bastante bien el fenómeno
de la isotopía semiológica: «precioso» es uno de los sernas del
núcleo de esta figura; este serna nuclear puede conectarse con otros
semejantes que se hallen en el núcleo de otras figuras. Así, po-
dríamos -encontrar figuras como «monedas de oto», que tienen su
puesto en el plano «monetario». Este acercamiento constituirá una
isotopía semiológica económica en la que se situará el serna pre-
cioso.
Pero ese mismo serna puede conectarse con un rasgo parecido
que se encuentre en otras figuras; por ejemplo, las que se refieren
a las «relaciones afectivas», entre las que se encontrarían «mimar»,
«amar», etc. Ese acercamiento constituirá la isotopía semiológica
«afectividad» en la que se situará el serna precioso.
Estas conexiones sémicas son las que hacen que «tesoro» pueda
figurar tanto en «historias de amor» como en un «informe del
Ministerio de Hacienda».
Podemos presentar este juego de isotopías semiológicas y su
relación con la isotopía semántica de la siguiente forma:

figura: «tesoro»
núcleo sémico: reunido + precioso + cantidad
ísotopías semíológicas:
* económica
Isotopía semiológica 151

figuras posibles con sernas nucleares como precioso + re-


unido + intercambiable + monetario, etc.
* afectiva
figuras posibles con sernas nucleares como precioso + re-
lacional + deseo, etc.
- isotopía semántica: objeto vs humano
la opción entre uno y otro de estos clasemas producirá el
despliegue de isotopías semiológicas diversas:
objeto ---') económica
aventura o descubrimiento
humano---') afectiva
cultural o artístico

13 .4 BALANCE

A nivel superficial hemos encontrado efectos de sentido varia-


dos. Los hemos denominado:

sememas cuando pertenecen al plano lexemático,


conjuntos figurativos cuando pertenecen al plano del dis-
curso.

A nivel profundo, el que exploramos actualmente, los efectos


significativos se descomponen en rasgos mínimos:

semas nucleares, que definen propiamente los sememas


o los conjuntos figurativos,
clasemas, que sitúan en contexto o en discurso los seme-
mas y los conjuntos.

La redundancia (iteración) de esos rasgos produce:

- la isotopía semiológica (redundancia de los sernas nuclea-


res),
- la isotopía semántica (redundancia de los clasemas).

En el siguiente esquema representamos· esta organización.


«efectos de sentido»
nivel superficial
sememas organizados en conjuntos figurativos

descomposición en rasgos distintivos


sernas nucleares clasemas
nivel profundo redundancia de sernas redundancia de clasemas
nucleares

isotopía semiológica isotopía semántica

nivel o plano semiológico nivel o plano semántico

13.5 EN EL PLANO DESCRIPTIVO

Nos parece importante subrayar una vez más que los conjuntos
figurativos, cuyo examen constituye el objeto del análisis descrip-
tivo, pueden descomponerse como los sememas en una organiza-
ción de semas nucleares.
En el texto encontramos conjuntos figurativos que organizan
a nivel superficial las figuras presentes en el discurso. A nivel
-profundo, los conjuntos están organizados como isotopías semio-
lógicas, por la redundancia de los semas nucleares propios de las
figuras que los componen.

Así, en el relato que estamos analizando hemos localizado


varios conjuntos figurativos: «el desenfreno», «el defecto fí-
sico~>, «la riqueza», «el trabajo», «la avaricia», «el amor»,
«el luto», «el despojo», etc.

Las figuras de esos conjuntos se reúnen y se conectan en


el texto; los rasgos que las componen pueden conectarse
e imponer acercamientos, creando así un registro de sig-
nificados, un plano común de sentido, es decir, una isoto-
pía semiológica.
En el plano descriptivo 153

Por ejemplo, las figuras del «desenfreno», del «defecto»,


del «despojo» van a entrar en contacto: «los ojos apaga-
dos», «las caídas», «el dolor», etc., podrán producir sentido
sobre la base de una isotopía semiológica que llamaremos
somática.

También otras figuras se agrupan: «el desenfreno», «el des-


pojo», pueden también aproximarse en una isotopía semio-
lógica económica.

Quedarían aún las figuras del conjunto de «la educación»,


de «la amistad», del «amor»: éstas componen una isotopía
semiológica relacional.

En fin, no habría que descuidar las figuras del conjunto fi-


gurativo del «ambiente» que introducen en el texto una
isotopía semiológica de tipo cosmológico.

Los textos muestran la posibilidad de desarrollar múltiples


planos; éstos son otras tantas isotopías semiológicas que dan co-
herencia a los conjuntos figurativos utilizados.
Hemos visto que la contextualización de las :figuras hacía apa-
recer clasemas que imponen en cierta manera la compatibilidad
de las figuras y cuya persistencia define la isotopía semántica.
Del mismo modo, la relación de varios conjuntos dentro de
un texto y la cohesión que adquieren en él quedan aseguradas por
un plano isótopo, por una isotopía semántica en la que se verifica
la redundancia de ciertas categorías clasemáticas.
Observemos aún que la isotopía semántica de un texto no se
define por el término más global o por la idea más general. Al con-
trario, por ser lo que posibilita la percepción de las diferencias,
consiste, podríamos decir, en el «lugar común» más pequeño, en
el mínimo elemento común a las diversas redes figurativas tejidas
en un texto.

En nuestro texto tendremos que buscar los elementos que


articulan el conjunto de las redes figurativas. La organiza-
ción de las relaciones entre esos elementos debe hacer posi-
154 Las isotopías

ble la producción de los efectos significativos. ¿Qué ele-


mento juega en los diversos conjuntos :figurativos? ¿Qué
es lo que articula las diferencias percibidas en las diversas
isotopías semiológicas: «económico», «somático», «cosmo-
lógico», «relacional»? ¿Tal vez una oposición como vida
vs muerte, cuya redundancia garantizaría la isotopía semán-
tica? ...

Es importante comprender que no se trata de proponer /vida/


vs /muerte/ como elementos del contenido capaces de resumir
bien «el» sentido del texto, sino de dar nombre a una relación
que impone articulaciones significativas en los diversos registros
semiológicos. Por otra parte, es imposible captar la isotopía se-
mántica sin determinar al mismo tiempo las isotopías semiológicas
en las que se inserta.
Podemos resumir así estas observaciones sobre las isotopías:

superficie profundidad

Conjuntos figurativos Redundancia de categorías sémicas


Despliegue de figuras ligadas entre nucleares
sí y dependientes de temas des- Isotopía semiológica, factor de co-
criptivos herencia de los conjuntos

Texto como tejido de varios con- Redundancia de categorías sémicas


juntos clasemáticas
Intersección y enlace de conjuntos Isotopía semántica, factor de cohe-
figurativos· rencia y homogeneidad de todos
esos conjuntos
14
LA ESTRUCTURA ELEMENTAL DEL SIGNIFICADO:
EL CUADRADO SEMIOTICO

14.1 UNA ESTRUCTURA

Hasta aquí hemos identificado cierto número de rasgos elemen-


tales, unidades mínimas de significación, que hemos llamado semas.
Hemos indicado también que tales rasgos deben percibirse articu-
lados (cf. 12.1.1), es decir en su función distintiva o diferencial.
Es precisamente esa articulación la que queda por precisar y
definir. Una vez descubiertos algunos haces de rasgos mínimos,
hay que organizarlos, describir sus conexiones y definir sus rela-
ciones.
Al sistema que forman esas relaciones lo llamamos estructura.
A continuación tendremos que construir un modelo formal
que represente la estructura. Y el modelo funciona cuando puede
simular el objeto al que se aplica.

14.1.1 Un juego de diferencias

Según nuestros postulados, el significado sólo puede fundarse


en la diferencia. O dicho de otro modo, el sentido sólo se percibe
si está articulado. Así, lo que hace posible la entrada en el universo
del sentido es la percepción de diferencias, el establecimiento de
discontinuidades, la constatación de divergencias diferenciales.
Por eso sólo hay «arriba» con respecto, y por diferencia, a
«abajo», sólo hay «grande» con respecto, y por diferencia, a «pe-
queño», «vertical» con respecto a «horizontal», «masculino» con
respecto a «femenino», etc.
Si se define así el significado, para conocer los fenómenos de
significado habrá que identificar las diferencias pertinentes que los
condicionan.
En esta perspectiva, todo texto se presenta como un juego de
diferencias, un dispositivo regulado de divergencias diferenciales.
Al tratar de definir una estructura elemental, buscamos los medios
156 El cuadrado semiótico

que nos permitan medir esas divergencias y captar el dispositivo


a que obedecen.
La estructura elemental será, pues, diferencial y opositiva.
Esto quiere decir que hay:
- dos términos simultáneamente presentes,
- una relación entre esos términos.
No hay términos sin relaciones, y un término aislado está des-
provisto de significado.
De este modo, la estructura se define como una relación entre
,/dos términos. Por eso, para poner en evidencia la forma semiótica
tendrán que usarse parejas de rasgos sémicos, valores mínimos
opuestos:
grande vs pequeño
blanco vs negro

El signo vs («versus») indica precisamente la relación opositiva


y diferencial.

En nuestro texto, pueden percibirse divergencias como


éstas: -
alegría vs tristeza
lleno vs vacío
derroche vs atesoramiento.

No obstante, para establecer esas parejas, o para captar juntos


dos rasgos, es necesario que exista algo común a los dos.
Daremos el nombre de eje semántico (S) a ese elemento o de-
nominador común, a ese fondo sobre el que destaca una articula-
ción entre dos rasgos. La oposición /grande/ vs /pequeño/ se
percibe en el eje semántico del «tamaño»; /alegría/ vs /tristeza/,
en el eje semántico de los «sentimientos».
Por otra parte, para distinguir los dos rasgos se requiere que
sean diferentes: sl vs s2.
Por eso se habla de rasgos distintivos o de elementos diferen-
1
ciales: los sernas no tienen más función que la diferencial y opo-
sitiva.
Así, pues, si podemos oponer /blanco/ a /negro/, y establecer
una diferencia entre esos dos sernas: /blanco/ vs /negro/, es por-
U na estructura 157

que hay un elemento común, un eje semántico común que podría


ser en este caso el del «color», o sea:
S =color

sl vs s2
blanco vs negro

También podríamos oponer /blanco/ vs /tinto/*: esta dife-


rencia es pertinente cuando el denominador común es de tipo
«gustativo» y concierne al «vino» ...
S = gustativo

sl vs s2
blanco vs tinto
El juego de diferencias que preside el significado puede orga-
nizarse en un sistema de relaciones:
- relación de oposición: sl vs s2, la que se establece entre
dos sernas.
- relación de jerarquía: sl ~ S, s2 ~ S, la que se establece
entre cada uno de los semas y la categoría semántica, llamada eje
semántico, que subsume y recubre la articulación entre los sernas
sl y s2. Es lo que hemos visto en los dos ejemplos precedentes.
Con todo, esa categoría semántica puede a su vez entrar en
relación de oposición con otra categoría. Será considerada entonces
como un serna opuesto a otro serna y en relación de dependencia
con otro eje semántico. De este modo, las categorías se acoplan y
se integran, formando un sistema sémico del tipo:

sl vs s2

s
s3 vs s4

S'

* En francés, se opone «blanco» a «seco», refiriéndose a clases de queso,


distinción no usual en España (n. de la ed. española).
158 El cuadrado semiótico

Así:

1
hombre vs mujer 1
1
1
humano vs animal 1
1
1
animado vs inanimado 1
1

14.2 EL CUADRADO SEMIOTICO:


LA REPRESENTACION DE LA ESTRUCTURA ELEMENTAL

El sistema de relaciones (oposición y jerarquía) que acabamos


de encontrar en un nivel elemental, donde sólo se tenían en cuenta
las condiciones para la diferencia entre dos rasgos elementales,
puede ser precisado y representado mediante un modelo lógico
que dé razón de la trama de relaciones y de la articulación de las
diferencias.
El cuadrado semiótico representa las relaciones principales a
las que necesariamente se someten las unidades de significado para
poder generar un universo semántico capaz de ser manifestado.
En un texto tomado como la manifestación de un universo
semántico particular hemos podido identificar rasgos elementales
que son unidades mínimas de significado. El cuadrado semiótico
debe ayudarnos a representar las relaciones que se establecen entre
esas unidades con el fin de producir los significados que el texto
ofrece a sus lectores.
El cuadrado se presenta así:

s
blanco sl s2 tinto

no tinto
1~1
no-s2 no-sl no blanco

no-S
La estructura elemental 159

sl y s2, no-sl y no-s2 son lugares que pueden ocupar las uni-
dades mínimas que organizan el significado clasificando las figuras
de un texto. Volvemos a utilizar la diferencia /blanco/ vs /tinto/
que podría organizar el significado de una «carta de vinos» en un
restaurante.
Vamos a detallar las diversas relaciones que organiza el cua-
drado:
- Una relación jerárquica hiponímica: que va del serna al
eje semántico o del término a la categoría que lo subsume. Se
establece entre sl, s2 y S y, por otra parte, entre no-sl, no-s2 y
no-S.
- Entre sl y no-sl existe una relación de contradicción: no-sl
es la negación de sl. Hay que optar por uno u otro término. No
hay tercer término posible: es la ley de la alternativa, <mna de
dos ... ».
La misma relación se establece entre s2 y no-s2.
- Entre sl y s2 existe una relación de contrariedad: s2 es el
contrario de sl y viceversa. En el significado realizado, s2 es in-
compatible con sl. Sin embargo, s2 no es pensable más que como
contrario de sl e, inversamente, sl no es pensable más que como
contrario de s2.
Diremos también que hay entre esos dos términos una relación
de doble implicación. Al definir la estructura elemental (cf. 14.1.1)
encontrábamos ya este fenómeno: los dos términos se oponen, pero
son captados simultáneamente. En otras palabras, son incompati-
bles, pero se presuponen mutuamente.
Los contrarios no se oponen nunca como los dos términos de
una alternativa. Su incompatibilidad permite siempre una tercera
posición: ni sl ni s2, que está representada por el eje semánti-
co no-S.
- Entre no-sl y no-s2 existe una relación de subcontrariedad
comparable a la de contrariedad. Estos dos términos permiten
también una tercera posición: o sl o s2, representada por el eje
semántico S.
- Entre no-sl y s2, como también entre no-s2 y sl existe
una relación de presuposición. La llamaremos también relación de
implicación narrativa. Esta relación es de tal suerte que al pro-
ponerse el término negativo (no-sl o no-s2), se anula uno de los
160 El cuadrado semiótico

contrarios y se hace posible la aserción del otro. Los términos


negativos y, por ende, indeterminados «no blanco», «no tinto»,
son los puntos de paso por excelencia de un tipo de contenido
a su contrario.
- Los dos ejes S y no-S están constituidos por la relación
entre contrarios:
S subsume a sl y s2: a veces será posible llamarlo eje de lo
complejo, porque a partir de él se puede proyectar sea sl, sea s2.
No-S subsume a no-sl y no-s2: a partir de él se puede pro-
yectar sea no-sl, sea no-s2; a veces se le llamará eje de lo neutro,
respecto a sl o s2, porque puede ser definido como ni sl ni s2.
- La relación entre los contradictorios se denomina esquema:
hay un esquema para las relaciones sl y no-sl, otro para las rela-
ciones s2 y no-s2.
- Llamaremos deixis al conjunto compuesto por los términos
que se hallan en relación de presuposición: sl y no-s2, s2 y no-sl.
Los contenidos representados por s 1 y no-s2, como también
los representados por s2 y no-sl, son llamados conformes a caua
de la relación que mantienen entre ellos.

14.3 OBSERVACIONES

14.3.1 La binariedad

El modelo que acabamos de establecer intenta representar un


sistema de relaciones. La estructura elemental que articula es bi-
naria. La opción teórica por la binariedad podría resultar molesta.
Hay que advertir, sin embargo, que esa articulación binaria no se
aplica a las «cosas del mundo» ni siquiera al «sentido» de un
texto. Lo que se pone en relación binaria son las unidades elemen-
tales del significado, que son unidades construidas. Ahora bien,
representando el funcionamiento de las relaciones entre esas uni-
dades, es posible captar las formas de la manifestación del «senti-
do» y el funcionamiento de los discursos sobre las «cosas del
mundo».
La binariedad debe ser concebida, por tanto, como una regla
./ de construcción de .las unidades significativas.
Contrarios y contradictorios 161

En cuanto tal, se justifica pór el carácter instrumental del mo-


delo que permite establecer.

14.3.2 Contrarios y contradictorios


Entre sl y no-sl, s2 y no-s2 no hay diferencia significante 1-·
desde el punto de vista de las determinaciones semánticas. Sola-
mente las distingue la ausencia o presencia de negación (sl o no-sl).
Siempre es posible formar no-sl y no-s2 a partir de sl y de s2:
basta con negarlos (blanco . . . no blanco).
En cambio, la diferencia entre sl y s2 es significante, porque 1-
los dos términos no adquieren valor más que por su oposición.
Así, presentar uno es, al menos implícitamente, presentar el
otro. Presentar blanco es, en nuestro ejemplo, al menos implícita-
mente, presentar tinto.
Por eso, el análisis semiótico de un texto consiste precisamente
en establecer para ese texto la oposición pertinente (o el grupo
de oposiciones pertinentes). Se trata, pues, de encontrar, es decir
de a la vez e)!:trª<:!_r y co~struir la pareja efe contrarios que genera
y regula el sigrúficado. - -- - - --
- Ah~ra bien, los contrarios no están dados como tales en la
naturaleza: son ante todo efecto del discurso y, por tanto, de
la aplicación del lenguaje a la realidad. Los que a veces considera-
mos como contrarios establecidos y universales (blanco vs negro,
día vs noche, cielo vs tierra, etc.) no son nunca sino parejas que
estadísticamente se oponen con mayor frecuencia.

11
15
APLICACION DEL CUADRADO SEMIOTICO

Acabamos de presentar la estructura elemental de modo deli-


beradamente formalizado. Hemos insistido además en la índole
lógica del cuadrado semiótico que la representa y en las caracterís-
ticas formales de ese sistema de relaciones. El cuadrado semiótico
debe ser entendido como un mecanismo, es decir, como un con-
junto organizado de relaciones, capaz de dar razón de las articula-
ciones del significado. Gracias a ese «instrumento» podremos eva-
luar y ordenar todos los elementos cuyas relaciones rigen la mani-
festación del sentido en un texto. La aplicación del cuadrado semió-
tico a un texto debe permitirnos identificar las oposiciones y las
relaciones pertinentes para ese texto y descubrir cómo se verifica
el funcionamiento de esas oposiciones y relaciones. En otras pala-
bras, la aplicación del cuadrado semiótico debe hacer posible re-
presentar, para un texto dado, la forma del sentido.

15.1 RELACIONES Y OPERACIONES

En el camino recorrido hasta aquí, primero hemos evaluado


las figuras de un texto, agrupadas en conjuntos figurativos, para
aislar después los valores mínimos subyacentes en ese armazón
figurativo. El modelo representado por el cuadrado semiótico debe
dar cuenta del juego que se establece entre las unidades mínimas.
Hace falta ahora caracterizar ese juego, que es doble:

- juego de relaciones,
- juego de operaciones.

15.1.1 Relaciones

Los rasgos mínimos, es decir los valores elementales o sernas


que pueden aislarse .dentro del universo semántico de un texto, se
Relaciones y operaciones 163

encuentran en mutua relación. Las relaciones posibles han sido


definidas anteriormente (cf. 14.2):
relación de contrariedad,
relación de contradicción,
relación de presuposición.
Tenemos así un conjunto organizado de relaciones, y los tér-
minos representados en ese conjunto tienen valor sólo en virtud
de las relaciones que establecen entre ellos. Así, los valores mí-
nimos que se encuentran al analizar los conjuntos figurativos de
un texto deben ser clasificados según las relaciones que establecen
con otros valores mínimos. Su «valor» les viene precisamente de
esas relaciones.
El cuadrado semiótico hace que esa clasificación sea posible.
Se le considera entonces como un modelo taxonómico y está to-
mado de manera estática.

15.1.2 Operaciones
Un texto, con sus múltiples efectos significativos, no es única-
mente una articulación de relaciones estables. No es únicamente
una clasificación de valores de sentido; se nos presenta también
como paso de un valor a otro, como una serie de operaciones a
cuyo término algunos valores se han transformado.
Para dar razón de esto, el cuadrado semiótico debe dinamizarse,
ponerse en movimiento. Habrá que considerarlo entonces como
una serie de operaciones. A cada relación del modelo taxonómico
va a corresponder una operación, y el cuadrado semiótico será
considerado como un modelo sintáctico encargado de regular el
orden de esas operaciones.
- A la relación de contradicción corresponde una operación
de negación que efectúa el paso de sl a no-sl (sl ~ no-sl). Dicha
operación consiste en negar sl y en hacer aparecer el término
contradictorio no-sl.
- A la relación de presuposición corresponde una operación
de selección que efectúa el paso de no-sl a s2 (no-sl ~ s2). Dicha
operación consiste en seleccionar a partir de no-sl el término s2
(contrario de sl) y hacerlo aparecer.
164 Aplicación del cuadrado semiótico

Hay, pues, dos aspectos que tener en cuenta, y el cuadrado


semiótico trata de representarlos y ordenarlos:
1. Un sistema de relaciones entre valores mínimos: es el as-
pecto taxonómico y estático del cuadrado. El modelo de las rela-
ciones puede ser representado como sigue:
~ relación de contradicción
~ relación de presuposición.
(La relación de contrariedad equivale a una doble presuposición).

sl -~~~~-------......_s2

nJ ~======tl
2. Una serie de operaciones que efectúan el paso de un valor
a otro: es el aspecto sintáctico y dinámico del cuadrado. El modelo
de las operaciones puede ser representado como sigue:
sl s2

no-s2

Las operaciones están orientadas; no se puede pasar de un


término a su contrario sin hacer aparecer ante todo el término
contradictorio. El paso de sl a s2 se efectúa mediante la concatena-
ción de dos operaciones:
- la operación de negación, que hace pasar de sl a no-sl,
- la operación de selección, que hace pasar de no-sl a s2.
(Lo mismo ocurre cuando se trata de pasar de s2 a sl).
15.2 CORRESPONDENCIAS ENTRE EL NIVEL SUPERFICIAL
Y EL PROFUNDO

Ya hemos subrayado la importancia de los niveles de estruc-


turación para el análisis semiótico. Hemos tenido en cuenta dos
niveles principales (nivel superficial y nivel profundo), en los
cuales algunos elementos se han reconocido como pertinentes y
capaces de ser organizados.
A nivel profundo, acabamos de establecer:

un sistema de relaciones,
una serie de operaciones.

A nivel superficial, hemos establecido:

un componente narrativo,
un componente descriptivo.

El componente narrativo regula la suces1on de los estados y


de las transformaciones; el descriptivo regula los conjuntos figu-
rativos que los textos actualizan a partir de los temas descriptivos.
Los dos componentes del nivel superficial pueden ponerse en
paralelo con la gramática y el léxico propios de la lingüística de
la frase. Pero, en el plano textual, la gramática (sintaxis) es una
gramática narrativa que ordena las formas descriptivas que le so-
mete el diccionario descriptivo (léxico).
Entre los dos niveles así organizados hay que instituir una serie
de correspondencias para que sea posible el paso de uno a otro.
- Las relaciones de contradicción, contrariedad, presuposi-
ción, organizadas a nivel profundo, se hallan, a nivel de superficie,
asumidas por las redes figurativas.
Así, en el trabajo de análisis, las divergencias y las múltiples
diferencias que podemos captar, evaluar y denominar, identificando
los conjuntos figurativos y los papeles temáticos, los diversos entre-
cruces y relaciones que se establecen en el texto entre los conjuntos
figurativos harán posible instituir las relaciones entre los valores
mínimos.
- Las operaciones efectuadas sobre esos valores, represen-
166 Aplicación del cuadrado semiótico

tadas a nivel profundo por la negación y la selección, se encuentran


asumidas, a nivel superficial, por los programas narrativos.
El paso de la lógica (nivel profundo) al relato (nivel de super-
ficie) se efectúa, por tanto,
- cuando una operación lógica se halla representada por una
acción, es decir, por un cambio narrativo: por ejeniplo, cuando
la operación de negación del valor /arriba/ está representada por
«descender», que es una acción.

En nuestro texto, este paso está representado, por ejemplo,


cuando la operación de negación del valor /encerrado/ se
ve asumida por el programa narrativo de «desenfreno».

- cuando una relación lógica está representada por las dife-


rencias y las divergencias entre los estados: por ejemplo, cuando
la relación de contrariedad entre /arriba/ y /abajo/ está repre-
sentada por la diferencia entre las figuras «estar en la cúspide
de una montaña» y «encontrarse en el fondo del mar».

En nuestro texto, esta relación está representada sobre todo


cuando la relación de contrariedad entre /vida/ y /muerte/
se ve asumida por la diferencia entre la «alegría provenzal»
y las «tristezas parisienses».

Estas correspondencias entre el nivel profundo y el nivel su-


perficial eran las que tratábamos ya de representar mediante el
cuadro propuesto en los Preliminares (cf. 3).
¿Se comprende ahora mejor el interés que presenta el cua-
drado semiótico?
- Ante todo es el modelo de la organización del significado.
Como tal, permite representar la arquitectura del sentido en un
texto y, por ende, la forma del contenido.
- Permite también registrar y archivar, a medida que se
realiza el análisis, los resultados obtenidos. Gracias a él se pueden
retener esos resultados y verificar su coherencia.
- Además, dado que conocemos la índole lógica de las rela-
ciones y de las operaciones ilustradas por el cuadrado semiótico,
éste nos permite prever y descubrir qué operaciones asumirán el
El nivel superficial y el profundo 167

paso de un valor al otro o qué relaciones hay que establecer entre


los valores manejados por las operaciones.

Observaciones:
- Conviene notar aquí que, si bien es posible concebir un
conjunto de correspondencias entre los dos niveles, no se
trata de correspondencias término a término. De hecho, va-
rios programas narrativos pueden asumir la misma opera-
ción, varias divergencias figurativas pueden depender de la
misma relación, o bien a dos operaciones profundas (nega-
ción, selección) pueden corresponder dos programas narra-
tivos o uno solo ...

- Recordemos también que cada uno de los dos niveles


de organización posee su peculiaridad, y que por eso deben
mantenerse como niveles distintos. De ahí que no convenga
poner en el cuadrado términos del nivel superficial; de lo
contrario, el cuadrado será, de hecho, un resumen del men-
saje textual y no la representación del funcionamiento que
condiciona y genera ese mensaje. En otros términos: si, a
nivel superficial, se organizan figuras, a nivel profundo se
establecen relaciones entre valores. Son esas relaciones las
que condicionan la aparición de las figuras eh los conjuntos
figurativos.

- En consecuencia, el trabajo de análisis se presenta como


un vaivén constante entre los dos niveles. Las divergencias
percibidas, manejadas por las redes figurativas y los pro-
gramas narrativos, permiten proponer una hipótesis sobre
la organización del nivel profundo que pueda ser verificada,
corregida y rectificada, hasta que tanto el modelo estable-
cido como la relación entre superficie y profundidad cons-
tituyan una representación satisfactoria del funcionamiento
del sentido en determinado texto.
15 .3 GENERACION DEL SIGNIFICADO
O ITINERARIO DEL SENTIDO

Podemos ahora reconstruir las etapas de la producción del sen-


tido: partiendo de una estructura elemental a nivel profundo que
organiza las relaciones y las operaciones con valores mínimos, se
desarrollan a nivel de superficie programas narrativos y conjuntos
figurativos que se hacen cargo de las operaciones y de las relacio-
nes. Si todo eso se halla plasmado en un material lingüístico, ten-
dremos entonces un producto lingüísticamente significante, o sea
un texto o un discurso ...
Trátase, pues, de etapas sucesivas: cada etapa introduce y
ordena elementos que la etapa siguiente recoge, enriquece, rees-
tructura y ordena.

15.3.1 Nivel profundo

El nivel profundo instituye las relaciones entre valores mínimos


mediante Ja estructura elemental. El cuadrado semiótico la repre-
senta así:

Designamos los clasemas (de forma arbitraria, para concentrar


la atención en las características formales) por /a/ vs /b/. Será
su redundancia la que defina una isotopía semántica.
A estos clasemas se añadirán sernas nuclear~.!S. Su redundancia
definirá una o varias isotopías semiológicas. Supongamos, de ma-
nera completamente formal, una serie de isotopías semiológicas:

- isotopía semiológica x
- isotopía semiológica y
- isotopía semiológica z
Itinerario del sentido 169

Estos tres planos semiológicos han de concebirse como orga-


nizaciones de contenido capaces de verificar la oposición fundamen-
tal representada por el cuadrado semiótico.
Para usar una imagen diremos que en esas tres isotopías «re-
suena» la misma divergencia semántica simulada por el cuadrado;
lo mismo que en la música, una misma melodía, definida como
intervalos de sonido, puede ser interpretada por distintos instru-
mentos.
Una vez en posesión de clasemas organizados y sernas nuclea-
res, puede concebirse que entre esos dos tipos de sernas se instituye
una combinatoria cuyo resultado será la producción de efectos sig-
nificativos o sememas. Volvemos a encontrar aquí lo antes esta-
blecido: el semema resulta de la combinación de sernas nucleares
(que propiamente lo definen) y de clasemas (que lo sitúan en
contextos).
Tenemos entonces:
clasema + sernas nucleares = semema
a y a y
b y by
a z a z

Un cuadrado podrá resumir las relaciones entre los diversos


valores situados en las isotopías semiológicas:

En virtud del clasema que tienen en común, pueden homolo-


garse valores asumidos por isotopías semiológicas diferentes.
Pero, a nivel profundo, hay que prever también las operacio-
nes con los valores. La negación y la selección que dinamizan el
cuadrado se encargan:
1 de negar el término a para proponer el término no-a
- de seleccionar a partir de no-a el término b.
170 Aplicación del cuadrado semiótico

2 de negar el término b para proponer el término no-b


de seleccionar a partir de no-b el término a.

O sea:

l. a -7 no-a -7 b
2. b -7 no-b -7 a

Estas operaciones pueden estar indicadas en cada uno de los


planos semiológicos. Y del mismo modo que los valores mínimos
articulados por esos planos son homologables, gracias al clasema
que tienen en común, las operaciones que manejan esos valores son
también homologables.

15.3.2 Nivel superficial

A nivel superficial, la presencia en el discurso de todos esos


sememas, construidos de manera artificial como la relación entre
clasemas y sernas nucleares, estará realizada de diversos modos
por los conjuntos figurativos, que se definen como cadenas de
sememas.
En cuanto a las operaciones con los valores, quedarán realiza-
das por las figuras del «hacer» que se insertan en múltiples pro-
gramas narrativos. Por otra parte, la dimensión polémica de la
narración (cf. 2.3) corresponde a la diferencia entre las operacio-
nes 1 y 2 del nivel profundo.

·Observación:
En la producción del sentido sólo consideramos dos etapas
(o niveles de estructuración): el nivel profundo y el super-
ficial. Para ser completos convendría prever una tercera
etapa, el nivel manifestativo correspondiente a la lengua
(francés, inglés, español, etc.) o al material elegido (pintura,
fotografía, etc.) para manifestar y materializar los signifi-
cados. A ese nivel deberían estudiarse, por ejemplo, los di-
versos efectos estilísticos, como también los efectos debidos
a las múltiples exigencias del material.
Itinerario del sentido 171

He aquí cómo representamos el itinerario de la generación del


significado:

Estructura profunda a b

/no-bX
modelo de
-~ modelo de
operaciones relaciones
"---.. (valores semánticos
/
y semiológicos)

sememas construidos

efectos de sentido

/
'
Estructura ' '

superficial programas conjuntos


narrativos --.....,., ~ figurativos

Un texto en su materialidad y sus


Manifestación efectos estilísticos.
16
EJERCICIO PRACTICO

LAS ESTRUCTURAS PROFUNDAS


EN EL TEXTO DE DAUDET

Los dos capítulos precedentes han presentado el funciona-


miento del significado como un dispositivo regulado, como un
juego de relaciones y de operaciones. No hemos citado muchos
ejemplos, para ceritrar nuestras observaciones en las características
lógicas y formales del modelo que íbamos construyendo. Volvemos
ahora al texto de Daudet, con el fin de evaluar la organización
de su estructura profunda.

16.1 LA «LEYENDA» (RELATO INCLUIDO)

Hemos ya notado la organización particular de la relación entre


la «leyenda» y el «discurso-marco» (cf. el balance del análisis
narrativo, 7.4, como también el balance del análisis descriptivo,
11.4): comenzaremos, pues, el examen de la estructura profunda
por la leyenda incluida en el texto.
A nivel superficial se han reconocido y organizado programas
narrativos (PN1 y PN2) y conjuntos figurativos. Al pasar al nivel
profundo no dejamos a un lado esos resultados; al contrario, deben
servirnos para elaborar la red de unidades mínimas y de opera-
ciones con los valores.

16.1.1 De los conjuntos figurativos a las isotopías


semiológicas

Los conjuntos figurativos que hemos señalado (cf. 11.4) carac-


terizan la disposición de las figuras. Ahora, el análisis de los rasgos
semánticos que componen las figuras va a poner en evidencia sus
rasgos comunes. El texto utiliza conjuntos figurativos, pero los
«elabora» para seleccionar ciertos significados, prolongar ciertos
La «leyenda» 173

rasgos y desarrollar ciertos planos semiológicos. Si el plano figu-


rativo corresponde al diccionario que la lengua pone a disposición
de la organización textual, el plano semiológico corresponde más
a la utilización que el texto hace de ese diccionario.
Hemos registrado ya la presencia en el texto de un conjunto
figurativo de «relaciones familiares». En las figuras de ese con-
junto puede identificarse una serie de oposiciones: los «padres
encierran» en lugar de «dejar en libertad»; los «juegos colectivos»
pasan a ser «juegos individuales»; el «fuera» (fuera de la puerta,
en la calle) es rechazado en favor del «dentro» de la casa (de una
a otra sala); se afirma la «soledad» frente a las «relaciones con
otros».
Estas oposiciones son las que nos facilitan la entrada al nivel
profundo. Podemos ya denominarlas y considerarlas como oposi-
ciones sémicas:
dentro vs fuera
individual vs colectivo
encerrado vs abierto

Sin embargo, una vez establecidas estas opos1c10nes, no hay


que perder de vista el plano de significado donde producen efectos
significativos. El plano de significado equivale a una isotopía semio-
lógica. Se trata en este caso del <<Universo de relaciones», con las
figuras de los «juegos infantiles», de las «relaciones padres-hijos»,
del <<Universo de las relaciones familiares», etc.
Podríamos designar esta isotopía semiológica como isotopía de
las «relaciones». Y es en ella donde resultan significativas ciertas
oposiciones sémicas: relaciones cerradas vs relaciones abiertas,
aislamiento vs compañía, cerrado vs abierto ...
Este plano semiológico puede volver a encontrarse en otros
momentos del texto: el episodio del amigo, con las figuras del
«aislamiento», con el fracaso de una «soledad compartida», hace
reaparecer rasgos significativos que se clasifican como «relaciones».
El episodio más desarrollado de toda la leyenda, el del «hom-
bre enamorado», hace aflorar una vez más la misma isotopía. Al
analizar el componente descriptivo habíamos identificado varios
conjuntos figurativos, y ahora observamos que el texto los usa
sobre todo integrándolos en la isotopía semiológica de lo «tela-
174 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

cional». (Se habrían podido determinar otras isotopías y utilizar


conjuntos figurativos parecidos: una isotopía «social», por ejem-
plo; habría resultado entonces un texto diferente ... ).
En los episodios que añade el texto entran en juego otras opo-
siciones bajo las figuras del «tobo», del «devorar», de los «regalos
numerosos e incesantes», etc. Así, por ejemplo, la oposición:

lleno vs vacío

Vemos que, en este caso, varios conjuntos figurativos consti-


tuyen el desarrollo de la misma isotopía semiológica:

- Conjuntos figurativos:
«relaciones familiares»,
«relaciones infantiles»,
«relaciones amistosas»,
«relaciones amorosas».

- Isotopía semiológica:
-- relacional.

Oposiciones retenidas por el texto:


- cerrado vs abierto
- lleno vs vacío.

Si proseguimos el examen del texto constatamos que en otras


isotopías se producen otros efectos significativos. En efecto, po-
demos reunir varias redes figurativas en un plano de significado
relativo al «cuerpo». Los conjuntos figurativos del «defecto físico»
con las «caídas», los «médicos», etc., de la «vida licenciosa» que
«demacra las mejillas» y «apaga los ojos», ... del «trabajo de las
manos», del «desvarío», con las figuras de la «embriaguez», etc.,
se reúnen para componer la isotopía semiológica de lo /somático/.
De hecho, lo que el texto retiene al utilizar todos esos conjuntos
no son tanto los efectos «morales» del defecto, del derroche o del
ofuscamiento como sus efectos sobre el «cuerpo» del hombre.
Vemos una vez más que la .isotopía semiológica corresponde efec-
tivamente al uso que hace el texto de las redes figurativas.
La «leyenda» 175

En esta isotopía /somática/, el texto maneja numerosos rasgos


sémicos. Hay, por ejemplo, un rasgo de desmesura o exceso, la-
tente en todo el episodio, que describe al niño de cabeza «dema-
siado» pesada, presente más tarde bajo las figuras del desenfreno
«loco», de la «embriaguez» y del «deslumbramiento», que acom-
pañan la marcha del joven; de la «embriaguez» y del «horror»,
que contribuyen a señalar el «desvarío» del hombre de la cabeza
«vaciada».
Sin embargo, no encontramos en la leyenda misma el valor que
podría oponerse a este rasgo de desmesura. Volveremos más ade-
lante sobre este problema (cf. 16.2).
Las figuras que actúan en el plano /somático/ describen pro-
gresivamente la «pérdida» del cerebro de oro. Y bajo los registros
figurativos, ejerce también su actividad una oposición como lleno
vs vacío. A veces aflora incluso literalmente, cuando «las mejillas
se demacran» para significar el derroche y la desaparición progre-
siva del oro. El cuerpo «se vacía», y la sangre señala, al final del
relato, el valor «vacío», mientras el oro, al comienzo, proponía
el valor «lleno».
Podemos observar también que el episodio de la «vida licen-
ciosa», aunque se manifiesta mediante un solo conjunto figurativo,
actúa, sin embargo, en dos isotopías:

- isotopía somática, con el rasgo «vacío»,


- isotopía relacional, con el rasgo «soledad».

Así, un conjunto figurativo puede actuar en dos o mas 1so-


topías semiológicas. Anteriormente habíamos observado el fenó-
meno inverso.
Hay en esta leyenda una tercera isotopía que hace posible el
uso de los conjuntos figurativos del «atesoramiento», de la «ava-
ricia», del «comercio», de las «riquezas», eté. Se trata de la iso-
topía semiológica de lo económico. El oro se intercambia, permite
comprar regalos y retribuir, lo roban, se conserva: desarrollos de
otras tantas posibilidades significativas a partir de la misma iso-
topía.
También en este caso ciertos conjuntos figurativos, como la
avaricia o el robo, son capaces de actuar en varias isotopías: la de
176
'
Ejercicio práctico: un texto de Daudet

lo económico y la de lo relacional. Podríamos utilizar una deno-


minación semejante a las anteriores para caracterizar una oposi-
ción que se establece en el plano de lo /económico/. En las figuras
del tipo, «la enorme brecha abierta en el lingote» aflora la siguiente
oposición:

lleno vs vacío

Así, las tres isotopías semiológicas:

relacional
somática
económica

nos permiten designar los planos de significado en los que el texto,


con ayuda de los conjuntos figurativos, despliega efectos de sentido
múltiples y diversos.
Recordemos de nuevo que los conjuntos se entrecruzan y se
encuentran a veces en una misma isotopía, y que inversamente un
mismo conjunto puede entrar en varias isotopías.
Si hacemos el balance de lo examinado, podemos representar
la relación entre los conjuntos figurativos y las isotopías semio-
lógicas de la manera siguiente:
Conjuntos figurativos
(estructura de superficie)

Isotopías semiológicas
(estructura profunda)
16.1.2 Hacia la isotopía semántica

Las oposiciones que hemos identificado hasta ahora pertenecían


a planos semiológicos y trataban de dar cuenta de divergencias
características en esos planos. Intentar descubrir la isotopía se-
mántica significa proponerse determinar qué es lo que asegura la
compatibilidad de los múltiples conjuntos figurativos y, por tanto,
también la conexión de las isotopías semiológicas entre sí.
Tenemos así, como principales oposiciones, las siguientes pa-
rejas de rasgos sémicos:

lleno vs vacío
cerrado vs abierto
dentro vs fuera
individual vs colectivo

Proponemos como indicador de la isotopía semántica la opo-


sición:
cerrado vs abierto,

pues nos parece que esta oposición representa bastante bien el


punto a partir del cual son posibles las otras oposiciones.

Observación:
Siempre es difícil encontrar una denominación para la iso-
topía semántica, y la mayoría de las veces hay que conten-
tarse con indicarla mediante la oposición que parece más
característica. Esto se debe a que la isotopía semántica no
se define como el despliegue de un plano de sentido al
modo de la isotopía semiológica, sino como lo que posi-
bilita y asegura la coherencia en el despliegue de los planos
de sentido. Su denominación podrá, por tanto, ser arbitra-
ria, a condición de que se haya identificado correctamente
la diferencia que impone.

La diferencia establecida por la isotopía semántica, proyectada


sobre los diversos planos semiológicos, va a permitir la organiza-
12
178 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

c10n del sentido, la constitución de sememas que los conjuntos


figurativos tomarán a su cargo.
Representamos lo que precede de esta manera:

Clasemas del plano + semas nucleares de = sememas organizados


semántico los planos por los conjuntos
semiológicos figurativos

cerrado + relacional «soledad»


+ somático = «avaricia»
«conservacióm>
+ económico «atesoramiento»

abierto + relacional «relaciones abiertas»


+ somático «desenfreno»
+ económico «dilapidación»

Sólo hemos tenido en cuenta aquí el carácter diferencial de los


valores semánticos y lo hemos reunido todo bajo la oposición
cerrado vs abierto. La proyección de esta oposición sobre el cua-
dl'ado semiótico va a permitirnos representar mejor la red de
relaciones entre valores semánticos.
Mediante valores más elaborados y, por tanto, más cercanos
a la manifestación, indicamos las diferencias perceptibles en las
isotopías semiológicas. El cuadrado permite descubrir no solamente
diferencias entre términos contrarios y contradictorios que, por
lo mismo, se hallan en oposición fuerte, sino también diferencias
entre términos que se presuponen mutuamente:
- así, la diferencia entre «prohibido» y «soledad» en la iso-
topía de lo relacional; esta diferencia está asumida por el con-
junto figurativo de los «juegos infantiles»;
__:,.... así, la diferencia entre «ebrio» y «desenfreno» tomados
como valores sémicos sobre la isotopía de lo somático; esta dife-
rencia es asumida por los conjuntos figurativos del «joven que
abandona la casa paterna» y del «desenfreno».
Vemos aquí que ebrio no designa, como podríamos imaginar,
el resultado del comportamiento de «desenfrenado», sino el valor
que concede el texto al comportamiento del joven «adulto con sus
riquezas»: en este texto, ebrio implica desenfreno, no lo con-
trario ...
La «leyenda» 179

«juegos solitarios» «relaciones abiertas»


«avaricia» «desenfreno»
<<lleno» cerrado abierto «vacío»

«no-vacío»
«miedo»
«juegos prohibidos»
rxr
no-abierto - no-cerrado «no-lleno»
«desequilibrio»
<~embriaguez»

16.1.3 De los programas narrativos


a las operaciones profundas

El análisis narrativo ha reducido la organización del texto de


la leyenda a la relación entre dos programas narrativos (cf. 7.4):
PN1 y PN2

Estos programas se desarrollan varias veces en la sucesión del


texto:

Cada desarrollo de los programas da lugar a figuras del «hacer»


que cobran sentido en cada una de las isotopías semiológicas:

«conservar», en la isotopía relacional


«atesorar», en la isotopía económica
«lievar una vida ... », en la isotopía somática

Uno y otro programa van a hacerse cargo de las operaciones


que se establecen entre los valores del plano profundo.
- Así, la negación de abierto corresponde a la «prohibición»
de salir impuesta por los padres; esta negación hace posible la
selección de cerrado presentada aquí por el <<niño que se tambalea
pesadamente en la casa».
- Así, la negación de cerrado corresponde a la «marcha» del
hijo que abandona la casa y a la primera acción de desunión re-
180 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

presentada por el don hecho en las «rodillas» de la madre. Esta


negación hace posible la selección de abierto, manifestada por la
«vida de desenfreno», por el «robo» y por la compra de «algo
caro» para la joven mujer.
Podríamos resumir todo esto así:
l. cerrado~ no cerrado: paso asumido por las acciones na-
rrativas de la «marcha» del niño-adulto, del «enamorarse» y del
«desvarío de la última tarde».
2. no-cerrado~ abierto: paso asumido por las actuaciones
narrativas del «desenfreno», del «robo» y del «intercambio por
amor».
3. abierto ~ no-abierto: paso asumido por las actuaciones
narrativas representadas por la «prohibición de los padres», la
«vida aislada» del joven, el «miedo» que se apodera de él.
4. no-abierto~ cerrado: paso asumido por las actuaciones
narrativas figuradas por «juegos solitarios», «la intervención de
los padres».
O sea, en el cuadrado semiótico:

cerrado abierto

4
1 2

no-abierto no-cerrado

1 y 2 corresponden al PN2 de dilapidación.


3 y 4 corresponden al PN1 de conservación.

A~í tenemos una representación de la circulación del sentido


en esta leyenda.
El relato acaba con los valores /abierto/ y /vacío/ significados
en la isotopía somática. La cabeza queda «vaciada» de su «oro»
y la figura de la «sangre» viene a añadir a esos valores sémicos
el valor muerte.
16.2 EL DISCURSO-MARCO

Tenemos ya varios elementos para medir las diferencias per-


ceptibles en el discurso-marco. En él, bajo las figuras de «la señora
a quien se ofrece» y bajo las del «luto del amigo», funciona una
isotopía semiológica /relacional/.
Queda, sin embargo, una red :figurativa que no adquiere su
significado en los diferentes planos semiológicos reconocidos hasta
ahora. Se trata del conjunto :figurativo que organiza el «ambiente»:
las :figuras que contiene este conjunto están tomadas en su mayoría
de los elementos de la naturaleza: el «sol», mencionado únicamente
en el discurso-marco, los «pájaros», la «vida cercana a la natu-
raleza», etc.
Por eso la designamos como isotopía semiológica cosmológica.
Por último, habría que subrayar la pertenencia del conjunto
figurativo de los «estados anímicos» («tristeza», «luto», «amar-
garse» ... ) a una isotopía que vamos a designar como noológica
o mental. Por otra parte, es en esta última isotopía donde va a in-
tervenir la «moraleja» de la historia y la conclusión del texto.
Las oposiciones son aquí menos aparentes, y por eso exigen
mayor reconstrucción que las del relato de la leyenda.
Sobre la isotopía cosmológica, la oposición más fácilmente per-
ceptible se establece entre las figuras de la «luz provenzal» y de las
«brumas parisienses». Podríamos designarla como la divergencia
entre los valores sémicos:
luz vs sombra

Sobre la isotopía noológica podemos identificar una oposición


como:
alegre vs triste

Esa oposición es perceptible bajo las diferencias entre las figuras


«poemas color de rosa» y «amargarse», o «cuentos jocosos» y «le-
yenda melancólica», el «corazón alegre» y el «molino de luto».
La isotopía semántica que rige la articulación de los planos
semiológicos podría ser designada por la oposición:
vida vs muerte
182 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

En efecto, tanto al comienzo del texto como en su conclusión


moralizante funciona una oposición de este orden. La «naturaleza
provenzal» marcada por el «sol», la «música», el «vino», los «pí-
fanos de los pastores» y las «risas de las niñas» contienen los
valores de alegre y de vida. En cambio, París, lugar de las «tris-
tezas», de la muerte de «Barbara» y del «luto», así como la «ver-
dad» de la historia, están en relación con los valores de muerte.
Es, sin duda, este juego de valores semánticos el que hace que
la única mención del «sol» y del «ambiente provenzal» en el texto
de la leyenda («un bello olivar») haya de ponerse en relación con
el valor vida: «vivió, con todo, y creció al sol como un bello
olivar» ...
Podríamos ver también cómo este juego de valores está acom-
pañado por una nueva diferencia, tal vez más difícil de percibir.
El valor vida está puesto en relación, en algunos pasajes, con una
indicación espacial: el arriba, bajo las figuras de la «colina lumi-
nosa» y del «crecer». Esta relación es perceptible porque, inversa-
mente, el valor muerte está puesto en relación con el abajo: «su
cabezota lo arrastra, el niño cae»; y aún cabría señalar a ese respec-
to todas las figuras del «desequilibrio».
Tendríamos entonces una representación de las relaciones entre
valores de sentido de la manera siguiente:

T><T'
- luz triste
alegre sombrío

no-triste no-muerte no-vida no-luz

La figura «sol» es portadora del valor vida sobre la isotopía


cosmológica. El «molino de luto» reúne en una sola figura comple-
ja el valor muerte sobre las isotopías cosmológica y noológica.
Al examinar el texto de la leyenda hemos notado que el rasgo
desmesura o exceso no se situaba en oposición a otro. Sin embar-
go, si lo hemos descubierto es porque ocupaba una posición par-
ticular: en efecto, ese rasgo de desmesura se encuentra a la vez
con el rasgo cerrado y con el rasgo abierto. Por eso el efecto de
sentido que se produce indica lo mismo una cabeza «demasiado»
El discurso-marco 183

llena que una cabeza «demasiado» vacía. Las figuras del «des-
equilibrio» y de la «embriaguez» que comportan ese rasgo de la
desmesura están presentes tanto en el PN1 como en el PN2. Ya lo
habíamos notado en el análisis narrativo: por un lado como por
otro hay exceso. Esto nos lleva a decir que este rasgo integra
de hecho los otros rasgos como lleno vs vacío, cerrado vs abier-
to, etc., y establece con ellos una relación no de oposición, sino
de jerarquía.
El rasgo de desmesura se encuentra también relacionado con
el rasgo clasemático muerte, puesto que, como ya lo señalábamos
en el análisis narrativo, la conservación (PN1) «encierra» y la dila-
pidación (PN2) «gasta». Y también las figuras de la muerte apare-
cen en el conjunto del texto con el rasgo desmesura ...
Así, la oposición /cerrado/ vs /abierto/ se encuentra integrada
bajo un término que se opone él mismo a otro:

cerrado vs abierto 1
L.:: 1
exceso = muerte vs vida

En consecuencia, el desarrollo de la leyenda ofrecida a la se-


ñora, que hemos analizado como una organización de sentido que
parte de la oposición o de la articulación cerrado vs abierto, ha de
ser considerado también como una expansión del valor muerte.
Al comienzo del discurso han sido identificadas dos actuaciones
narrativas esenciales (cf. 7 .2):

- el influjo por parte del anti-mitente «París»,


- la realización o comunicación de una historia.

Esto corresponde a nivel profundo a dos operaciones sobre


los valores:

- el influjo de las «tristezas parisienses» consiste en negar el


valor vida significado en los planos cosmológico y noológico,
la leyenda propuesta toma a su cargo la afirmación del
valor muerte, significada por el dispositivo significante des-
crito como articulación cerrado vs abierto.
184 Ejercicio práctico: un texto de Daudet

O sea, resumiendo:

«sol vida muerte «leyenda del


provenzal» hombre del cerebro
de oro»

no muerte no vida «tristeza


parisiense»

1. corresponde a la influencia parisiense y a las noticias reci-


bidas de París,
2. corresponde al relato incluido.
El texto se termina por la aserción del valor /muerte/. Por eso,
sin duda, la leyenda del hombre del cerebro de oro no es más que
una leyenda «melancólica, pero verdadera de un extremo a otro» ...
III
EJERCICIO PRACTICO:
ANALISIS DE UN TEXTO
17
EL JUEGO DEL SENTIDO
EN EL RELATO DE LA TORRE DE BABEL

Llegamos al término de esta presentación elemental de los prin-


cipios teóricos del análisis semiótico de los textos. A medida que
se presentaban los principios, se ilustraban con un texto de A. Dau-
det, que ha sido objeto de varios capítulos de «ejercicios prácticos».
Sin embargo, cuando se enfrenta con un texto para analizarlo, el
semiólogo no procede así; los elementos teóricos deben ser re-
conocidos y utilizados en sus relaciones formales a partir de los
datos del texto; esto permitirá describir las condiciones semióticas
que producen los efectos de sentido patentes en la lectura. La
descripción semiótica es antes que nada una transcripción de los
elementos suministrados por el texto en los términos establecidos
y organizados por la teoría semiótica en la que se apoya la des-
cripción.
En este último capítulo nos proponemos dar, partiendo de un
texto, una descripción lo más clara posible, tratando al mismo
tiempo de ir explicitando los procedimientos a medida que se
emplean. El texto escogido es el relato bíblico llamado la torre de
Babel, tomado del Libro del Génesis (11,1-9). Vamos a examinar
uno a uno los enunciados del texto (es decir, los segmentos de
texto correspondientes a la relación de un sujeto y de un objeto,
o de un sujeto y de un proceso de acción), para identificar los
elementos que los constituyen y percibir la manera como éstos se
articulan. Nuestro fin es describir, con ayuda de los modelos se-
mióticos presentados en este libro, el funcionamiento del signi-
ficado y los códigos que éste presupone.
Si en la presentación teórica que acabamos de hacer ha sido
útil distinguir sucesivamente los diferentes componentes, es evi-
dente que en el texto que se estudia todos ellos están presentes
en cada momento y que los elementos que se utilizan deben ser
descritos según cada componente.
TEXTO

l. Y toda la tierra tenía una lengua úníca y palabras únicas.


2. Y ocurrió, en su desplazamiento a partir del Oriente, que
encontraron una llanura en la tierra de Senaar, y se asentaron allí.
3. Y dijeron, cada uno a su compañero: «¡Ea! ¡Fabriquemos
ladrillos y cozámoslos al fuego!». Y el ladrillo les sirvió de piedra,
y el betún de argamasa.
4. Y dijeron: «¡Ea! ¡Construyámonos una ciudad y una torre:
su cima en el cielo! Y hagámonos un nombre para no ser dis-
persados sobre toda la faz de la tierra».
5. Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que
construían los hijos de Adán.
6. Y el Señor dijo: «He aquí que son un pueblo único, con
una sola lengua para todos. Y esto no es más que el comienzo de
su actividad. Ahora nada los detendrá en lo que decidan hacer.
7. «¡Ea! Descendamos y confundamos aquí su lengua; que
cada uno con su compañero no entiendan su lengua».
8. Y el Señor los dispersó a partir de allí sobre toda la faz
de la tierra. Y ellos dejaron de construir la ciudad.
9. Por eso se le dio el nombre de «Puerta de Dios» ...
(Babel), porque en aquel lugar el Señor confundió la lengua de
toda la tierra y a partir de aquel lugar el Señor los dispersó sobre
toda la faz de la tierra.

NB.__:_La traducción está hecha sobre el hebreo, y es este


texto castellano el que nos servirá de referencia; en él se
han conservado en lo posible los efectos de sentido del ori-
ginal*.

* Hemos corregido en lo posible el excesivo literalismo de la versión


francesa, por otra parte innecesario (por ejemplo, bríquetons des briques,
«ladrillemos ladrillos»), aunque sin llegar a una traducción idiomática, para
no desconectar el análisis del texto analizado (n. de la ed. española).
17 .1 ANALISIS

l. Y toda la tierra tenía una lengua única y pala-


bras únicas
Encontramos en este primer versículo un enunciado de estado,
expresado mediante el verbo tener, que marca la relación de estado
entre dos actantes: un sujeto y un objeto. La relación es aquí una
relación de unión. Por comodidad podemos escribir:
(SAO)
De este modo, un sujeto de estado (así llamado porque apa-
rece en una relación de estado) está puesto en relación con un
objeto, es decir, con cierto número de valores o de calificaciones
que en adelante servirán para determinarlo.
Esta relación, establecida al comienzo del relato, podrá ser
cambiada por las actuaciones narrativas.
Los actantes que acabamos de identificar están manifestados
por elementos del discurso (palabras, grupos de palabras, etc.) cuyo
valor hay que analizar. El segundo paso del análisis consistirá,
pues, en determinar el valor de las figuras que aparecen aquí: no
se hará consultando un diccionario, sino descubriendo qué figuras
relaciona de hecho el texto. El sujeto de estado está representado
por «toda la tierra». En esta figura de actante colectivo se podrían
destacar los valores de «totalidad», de «espacio», de «cosmos» ...
Entre esas virtualidades de significado, el texto hace una selección
mediante las relaciones que establece con otras figuras. Por el mo-
mento, los valores con los que se relaciona el sujeto de estado
están figurados por «lengua única» y «palabras únicas». Estas dos
figuras dependen de un conjunto figurativo que es el del «lenguaje».
Más concretamente, la primera designa la aptitud para hablar, la
segunda la actividad de habla, las «palabras» o frases pronunciadas.
El lenguaje se halla presentado aquí como capacidad de habla
y como realización de habla. Estos dos aspectos están calificados
como «únicos»: una sola lengua, una sola habla, igual capacidad,
iguales realizaciones. Valor de «unicidad» y de «identidad», tales
son las primeras determinaciones semánticas que califican al su-
jeto de estado. La tierra de que aquí se trata podría ser designada
como «tierra monó-loga».
BALANCE

Así, en este enunciado un sujeto de estado está en relación con


un objeto que representa calificaciones y valores atribuidos a ese
sujeto. Las figuras de la aptitud y de la actividad de lenguaje per-
miten definir el estado del sujeto como un comportamiento capaz
de ser actualizado. De este modo no sólo se manifiesta un estado
(ser), sino también la calificación que afecta a dicho estado (poder-
ser). Ese poder-ser puede dar lugar a una realización de programa
narrativo que se manifestaría mediante actos de locución, como
aparecerá en los versículos 3 y 4.
En el plano descriptivo, ese poder-ser está representado por
«lengua única y palabras únicas», es decir, por cierto número de
valores. Pueden designarse de la siguiente manera:

- la tierra está definida por la lengua (o por lo «lingüístico»);


se da una relación entre la «totalidad» de la tierra y la
«identidad» de la lengua (una para todos).

Estos valores definen un plano homogéneo de significado -en este


caso una isotopía semiológica- en el que podrán señalarse cam-
bios. Estos mismos valores, referidos a un actor, construyen un
papel temático para el sujeto de estado: una tierra monóloga. Este
- papel temático podrá ser cambiado; por eso es ya posible prever,
a título de hipótesis, el cambio que haga pasar del papel temático
monólogo al papel temático inverso polí-logo, y que podrá ma-
nifestarse en esta isotopía semiológica de lo «lingüístico».

2. Y ocurrió, en su desplazamiento a partir del Orien-


te, que encontraron una llanura en la tierra de Senaar,
y se asentaron allí

Encontramos aquí un enunciado de acción que se encarga de


cambiar el estado de un sujeto. En este versículo comienza la
realización.
Ante este enunciado de un acto, conviene formular varias pre-
guntas:
Análisis 191

¿Quién es el sujeto agente del cambio? ¿Es diferente del


sujeto de estado o se identifica con él?
- ¿Qué objeto, adquirido o perdido, está en juego?
- ¿Qué tipo de acción está representado?
El sujeto agente, o sujeto de la acción, está figurado por el
plural tácito «ellos», pronombre indefinido. De hecho, este sujeto
no está totalmente indefinido; al hallarse precisado por el «des-
plazamiento» que efectúa, se trata de «personas en desplazamien-
to» o «personas desplazadas».
El objeto está figurado por una «llanura», por un lugar.
En cuanto a la acción, es doble: por una parte el descubri-
miento («encontrar»), por otra la instalación («asentarse»). Estos
dos actos representan la realización que hace pasar de un sujeto
«móvil» (en desplazamiento) a un sujeto «instalado» ( «asenta-
do»).
El análisis de este cambio nos lleva a precisar cada uno de los
elementos que lo forman:

- un estado 1, caracterizado por el movimiento,


- un cambio: encontrar, asentarse,
- un estado 2 que resulta de este cambio: asentados o insta-
lados.

Por comodidad, podemos representar esta sucesión de la si-


guiente manera:

A (S,) ==> [(S2 V 0) ~ (S2 J\ 0)]

En esta fórmula, S1 representa el sujeto agente del cambio,


S2, el sujeto del estado cambiado,
O, el objeto valor atribuido.

Acabamos de describir la realización, pero cabe formular otra


pregunta, todavía en el plano narrativo: ¿qué es lo que hace obrar,
qué es lo que hace que el sujeto agente actúe?

En otras palabras: no basta describir lo que el texto expli-


cita y exhibe; hay que intentar descubrir también lo que
192 Relato de la T arre de Babel

presupone y prever su existencia. Esta búsqueda de los


presupuestos narrativos se hace a partir de los datos de la
gramática narrativa.

La pregunta que acabamos de formular se refiere al papel ac-


tancial de mitente, es decir, del actante que constituye al sujeto
agente. Notemos que en este caso el texto oculta ese papel actan-
cial y que lo hace de la siguiente manera:
- «ocurrió»: el acontecimiento, o la realización, irrumpe en
el relato. La instancia (mitente) que hace actuar al sujeto no se
nombra, está sustituida por un giro impersonal; es un procedi-
miento de desvinculación *.
- «encontraron»: también el objeto hace irrupción. La ins-
tancia (mitente) que comunica el objeto tampoco se nombra.
Así, pues, en las dos ocasiones en que el mitente habría podido
manifestarse ha quedado oculto.
Una vez que hemos intentado reconstruir lo que la realización
presupone, podemos preguntarnos lo que implica.
Ante una realización o una acción, nuestra primera pregun-
ta se refería a lo que hace hacer (influjo); nuestra segunda
pregunta versará sobre lo que puede seguirse de esa acción.
También ahora es la gramática narrativa la que nos per-
mite prever las secuelas posibles de la realización.

En nuestro caso, la realización está efectuada, cumplida; hace


pasar de un estado de «desplazado» a un estado de «instalado».
Podemos, pues, esperar que la continuación del texto manifieste
una realización del tipo prueba glorificante o valoración aplicada
al resultado del programa realizado.

* El original utiliza el término débrayage, «desembrague», como más


adelante embrayage, «embrague», tomados del mundo del motor. En francés,
el término débrayeur suele traducir el inglés shifter, que se usa para un
término o expresión del texto que remite a un dato o categoría extratextual,
lo que podría llamarse un término anafórico cultural o personal. A partir
de esto, los autores consideran que, en el discurso, un enunciado está «em-
bragado» cuando se atribuye a un personaje; «desembragado», cuando habla
el narrador de manera impersonal. Traducimos estos términos por «vinculado/
desvinculado» (n. de la ed. española).
Análisis 193

Todavía no sabemos nada, pero en todo análisis conviene


prever las posibilidades narrativas que contiene cada enun-
ciado, a fin de evaluar las selecciones que efectúa el relato
a medida que se desarrolla.

En el plano descriptivo, el estado inicial sobre el que se ejerce


la realización está marcado por la «movilidad», por un movimien-
to en el espacio definido únicamente por su punto de partida.
Aparece después la instalación, es decir, la negación del movi-
miento, y la definición del sujeto por el lugar donde se encuentra
(no ya por el lugar de donde viene): <mna llanura en la tierra de
Senaar». Este lugar está designado por un nombre propio que
produce un efecto de referencia.
Observamos en seguida que al final del relato aparecerá una
nueva «movilidad», como también un nuevo punto de partida.
Notemos además:
- la divergencia entre este enunciado y el anterior: el primer
enunciado del relato calificaba a los actores por lo «lingüístico»;
el segundo los califica por el «movimiento» y por la situación en el
espacio.
- el cambio que afecta a la denominación de los sujetos: el
primero, sujeto de estado («toda la tierra»), habfa sido definido
por el espacio y la «totalidad», así como por un comportamiento
«lingüístico»; el segundo, sujeto de acción y sujeto de estado,
está definido por el acto de ocupación del espacio y la instalación
en el mismo lugar. Antes teníamos «una lengua para todos»;
ahora tenemos «un lugar para todos».

BALANCE

Tras estos dos enunciados, la situación puede precisarse de la


siguiente manera: un sujeto de estado, definido en el orden espa-
cial («toda la tierra») y por el «ellos» tácito, se encuentra en re-
lación de unión con un objeto definido en el plano lingüístico (<mna
misma lengua») y en el plano espacial («un mismo lugar»). El
primer estado definía un «poder-ser», describiendo una aptitud
y un comportamiento lingüístico; se trataba de una relación de
13
194 Relato de la T arre de Babel

estado actualizada que se manifestaba en la isotopía semiológica


de lo «lingüístico». El segundo estado, que resulta de un cambio,
es un estado realizado, y se manifiesta en la isotopía semiológica de
lo «espacial».
Notemos bien que el estado resultante de la realización no es
un cambio del estado figurado en el primer enunciado. En el plano
«lingüístico», nada ha cambiado todavía. La situación narrativa
en la que se halla el sujeto constituye un estado que es punto
de partida para los cambios que van a seguir. Ese estado se en-
cuentra ahora definido por la intersección de dos isotopías sernio-
lógicas, la «lingüística» y la «espacial». El papel temático se cons-
truye así progresivamente: la tierra monó-loga es igualmente mono-
tópica. A este respecto podemos observar que el término «Senaat»
puede ser leído como nombre de un lugar que orienta el despla-
zamiento hacia un punto del espacio, pero puede ser leído también
desde el punto de vista de lo lingüístico, dado que, según cierta
etimología, este término significa «atrancar los dientes», es decir,
la pérdida de uno de los órganos de fonación. Tal es el sentido que
escoge el comentario de Ruperto de Deutz (De Trinitate et operi-
bus ejus, libro 42, comentario del Génesis, libro 4, capítulo 41):
«lnvenerunt, inquit, campum in terra Sennear. Ipsum campum
quem invenerunt, Scriptura vocat Sennear, scilicet ab eventu,
locum congruo nomine significans, interpretatur enim Sennear
- excussio dentium, vel fetor eorum, videlicet excussio dentium,
id est sermonum sive verborum quae sine dentibus non fiunt.
Plurimurri namque dentes ad loquendum, qui tune illis quodam-
modo excussi sunt, quando solitam loquendi facultatem dentati,
id est, superbi ver forti illi, perdiderunt».

3. Y dijeron, cada uno a su compañero: «¡Ea! ¡Fa-


briquemos ladrillos y cozámoslos al fuego!». Y el la-
drillo sirvió de piedra, y el betún de argamasa
Identificamos en este conjunto tres enunciados principales:
- un enunciado de acción («decir») que es la actualización
de la capacidad lingüística;
- un enunciado de acción («fabriquemos ... ») que enuncia
un programa bajo la forma de proyecto;
Análisis 195

un enunciado de estado que describe la función de los ob-


jetos del programa que se realiza.
Podemos ahora examinar en detalle cada uno de estos enun-
ciados.
La primera realización constituye la actualización de la capa-
cidad lingüística descrita en el versículo 1. El texto indica el ca-
rácter recíproco de esta realización: <~cada uno a su compañero».
Sirve para enunciar una propuesta de acción; se trata, por tanto,
de la manifestación del contrato recíproco por el cual el actante
colectivo constituye su papel de sujeto agente (ellos se «proponen»
hacer algo). En otras palabras: para ese actante colectivo, sujeto
de los enunciados precedentes, se trata de una forma de auto-
misión: él mismo se constituye en sujeto de acción, es decir, es él
mismo su propio mitente. Habíamos observado antes la ocultación
del papel de mitente; ese papel aparece aquí en una actividad
de lenguaje. La figura del mitente podría ser la de la <mnidad
de lengua».
El segundo enunciado representa el contenido del decir. Está,
pues, atribuido a un actor del texto, a diferencia del tercer enun-
ciado («y el ladrillo ... ») para el que no aparece ningún sujeto que
lo enuncie. El contenido del decir es un programa pragmático
propuesto, pero todavía no realizado; es un programa virtual:
para el sujeto agente de ese programa, se trata solamente de
«querer-hacer», todavía no de «hacer». Examinando el contenido
de este enunciado se constata que una fórmula de exhortación
(«ea») traduce ese querer-hacer y que el resto del enunciado de-
talla el hacer mismo. Este comprende dos actuaciones pragmá-
ticas: «fabricar y cocer»; entre las dos determinan un programa
narrativo; pero ese programa puede ser integrado en otro, convir-
tiéndose en el programa adjunto de un programa principal, como
podría serlo la «fabricación de ladrillos» respecto a la «construc-
ción de viviendas».

En el análisis hay que distinguir el programa narrativo, en


cuanto sucesión de actuaciones que cambian estados del
conjunto figurativo, encargado de manifestar ese programa
en el relato.
196 Relato de la T arre de Babel

Notemos que el programa narrativo adjunto se encuentra figu-


rado mediante el conjunto figurativo de la «fabricación de ma-
teriales de construcción». Este conjunto explicita el estado de
«instalado», señalado al final del versículo 2.
El tercer enunciado es un enunciado de estado que atribuye
una calificación a los objetos del estado precedente.
- La calificación es funcional: se explicita el uso, el modo
de empleo de los componentes de la construcción. Los ladrillos
son usados como piedras, el betún como argamasa.
- La calificación determina el aspecto realizado del progra-
ma: más bien que decir «construyeron casas», el texto prefiere
decir «el ladrillo les sirvió de piedra y el betún de argamasa».
En el plano descriptivo, este enunciado pone en relación dos
conjuntos figurativos: en uno se sitúan «ladrillo» y «betún»; en
el otro, «piedra» y «argamasa». Puede constatarse fácilmente que
el segundo sirve para definir al primero mediante la selección de
los valores figurativos (los de la construcción) y de la situación
narrativa (programa realizado). Pero la oposición entre las figuras
«piedra» vs «ladrillo» y «argamasa» vs «betún» en esos dos con-
juntos puede seleccionar otros valores semánticos.

Puede observarse aquí que el plano narrativo y el plano


descriptivo no se excluyen ni se construyen independiente-
mente. Así, las indicaciones figurativas nos han servido
para determinar una situación narrativa.

BALANCE

Los sujetos de estado definidos en el versículo 2 se han con-


vertido en sujetos de acción. Se han podido reconocer algunos
aspectos del desarrollo de un programa narrativo:
- un aspecto virtual que define el estadio del «querer-hacer».
En ese estadio los objetos de la acción no aparecen todavía en
relación de unión con el sujeto de estado. Están designados antes
de estar adquiridos. Esto se manifiesta en el relato al exponer el
programa con palabras antes de realizarlo.
el programa adjunto puede aparecer en nuestro caso como
Análisis 197

la expresión de un poder hacer: se hace una cosa en vista de otra.


- el aspecto realizado se manifiesta designando la función
de los materiales.
En este versículo no hay negación del estado final del versícu-
lo 2. Los «instalados» quedan instalados; más aún, «mejor ins-
talados». El versículo 3 constituye, en efecto, una expansión figura-
tiva de ese estado y una definición más desarrollada de la insta-
lación: la construcción es aquí una forma de la ocupación del suelo.
Mediante esas actuaciones, definidas como acto de lenguaje
y como acto de construcción, el papel temático de monó-logo y
mono-tópico se desarrolla en conjuntos figurativos. Al mismo tiem-
po, en el plano narrativo, se constituye el papel actancial de sujeto
realizado.

El actor que aparecía en la superficie como «ellos» (implí-


cito) o «toda la tierra», se va constituyendo a medida que
avanza el discurso. Va asumiendo, en efecto, los valores fi-
gurativos y los valores narrativos que le atribuye el des-
arrollo de los conjuntos figurativos y la evolución de los
programas narrativos.

4. Y dijeron: «¡Ea! ¡Construyámonos una ciudad


y una torre: su cima en el cielo! Y hagámonos un
nombre para no ser dispersados sobre toda la faz de
la tierra»
En este conjunto identificamos un enunciado de acción (decir)
que representa un contrato en el que el sujeto mismo es su propio
mitente: acabamos de encontrar el mismo fenómeno en el ver-
sículo 3.
El contenido del discurso es una propuesta de programa que
podemos detallar como sigue:
- «¡Ea!»: exhortación que sirve para traducir el «querer-
hacer».
- En cuanto al contenido del programa, parece comportar dos
tipos de realizaciones: «construyámonos» y «hagámonos». Se pro-
ponen dos actuaciones que miran a la adquisición de un objeto
por parte del sujeto. Cabe entonces formular dos preguntas:
198 Relato de la T arre de Babel

~'< ¿de qué tipo de objeto se trata? (¿En qué va a quedar mo-
dificada la definición del sujeto?)
·k ¿qué relación hay entre este programa y el que acaba de
terminarse en el versículo 3?
Los objetos que pretenden adquirirse mediante estas realiza-
ciones son tres: una ciudad, una torre, un nombre. Sin entrar en
un análisis detallado de las figuras de esos objetos (análisis que
haremos más adelante), pueden ya señalarse los planos en los que
podrían hacer valer su significado. En efecto, <~ciudad» y «torre»
pueden tener valor en el plano pragmático: se trata de «construc-
ciones materiales edificadas» ... El término «ciudad» puede también
valer, en el plano noológico, como equivalente de una «forma de
organización social»; el término «torre» puede valer en el plano
cosmológico: así está sugerido por el texto mediante la expresión
«su cima en el cielo». El tercer objeto, «un nombre», vale también
en el plano noológico, puesto que el nombre significa la aptitud
para ser reconocido.
Estas observacione.s nos permiten poner en evidencia la di-
mensión cognitiva de tales objetos; el aspecto cognitivo del pro-
grama aparece sobre todo en la segunda actuación propuesta:
«hacerse un nombre» (que equivale aquí al renombre). Se trata
de manifestar, de dar a conocer al héroe. Los objetos se convierten
entonces en objetos-signo u objetos-mensaje destinados a hacer
aparecer o hacer-saber. En cuanto al papel actancial que define
al sujeto en su trayecto narrativo, las realizaciones deben culminar
en la constitución de un sujeto reconocido.
El examen de la relación entre esta realización y la descrita
en el enunciado anterior nos permite precisar su índole. Por su
posición en la secuencia narrativa, es decir, en la sucesión orde-
nada de las realizaciones narrativas, la realización aquí descrita
puede constituir una prueba glorificante o de reconocimiento. Es-
tando destinada a manifestar al héroe, es una realización de tipo
cognitivo que sucede a una realización principal de tipo pragmático.
De hecho, en nuestro relato, la construcción de los objetos-mensaje
que han de permitir la valoración del sujeto se coloca después de
la fabricación de los ladrillos, que constituye la realización efec-
tuada por el mismo sujeto.
Análisis 199

Vemos aquí que la oposición pragmático vs cogmtlvo es


tanto narrativa como figurativa. Así, la construcción de una
ciudad, que es una actuación práctica, cumple la función
de una realización cognitiva para la valoración, a causa de
su posición en la sucesión narrativa.

Pueden recapitularse ahora los papeles actanciales que se


van desplegando al ritmo del desarrollo narrativo:

* sujeto virtual: este papel aparece en la «puesta en mar-


cha» del sujeto, es decir, en su relación con el mitente
(influjo) y en su relación con el objeto que ha de obtener:
se le llama también sujeto del querer-hacer.

* sujeto capacitado: este papel aparece cuando el sujeto


adquiere o posee las calificaciones de la capacidad (poder-
hacer y saber hacer).

>'< sujeto realizado: este papel aparece al final de la realiza-


ción principal, cuando el sujeto ha obtenido ya el objeto.

* sujeto reconocido: este papel aparece a partir de las


realizaciones de valoración y en la relación con el mitente
de la valoración, que evalúa las realizaciones efectuadas
por el sujeto.

Tras este examen de las actuaciones y de los objetos, queda


por señalar la primera aparición de un enunciado disfórico en
formulación negativa: «no ser dispersados sobre toda la faz de la
tierra». Respecto al programa proyectado por el sujeto desde el
comienzo del relato, la «dispersión» representa un anti-objeto y
depende de un anti-programa virtual: sería la negación de los
valores buscados y realizados por el sujeto. A partir de ellos se
define una axiología, es decir, un sistema de valores: los objetos
se clasifican según el valor que les atribuye el sujeto en su progra-
ma. Dicho valor es eufórico (favorable) para el objeto del pro-
grama que se termina, y disfórico (desfavorable) para el objeto del
anti-programa evocado.
200 Relato de la T arre de Babel

A nivel descriptivo podemos aprovechar y precisar las obser-


vaciones ya hechas. La figura de la «ciudad» comporta varios ras-
gos semánticos. Su relación con «construyamos» selecciona el
rasgo «construcci6n edificada», y su relación con el sufijo «nos»,
un rasgo sociopolítico: la ciudad se convierte en la organización
de las relaciones humanas. En cuanto a la «torre», comporta tam-
bién el rasgo «construcción edificada», pero por la precisión aña-
dida, «su cima en el cielo», define una relación con el elemento
cielo, dado que su cima debe llegar no solamente hasta el cielo,
sino hasta «dentro» del cielo. Encontramos aquí no sólo rasgos
que funcionan en la isotopía cosmológica (cielo vs tierra), sino
también otros que lo hacen en una isotopía espacial (arriba vs abajo,
dentro vs encima). La torre se convierte en figura de una organi-
zación de relaciones entre los elementos del espacio. Las figuras
que aparecen en el enunciado del anti-programa constituyen, por
otra parte, una inversión de las figuras de «ciudad» y de «torre».

Vemos aquí que la axiología narrativa (programa vs anti-


programa) permite establecer la relación entre conjuntos
figurativos y poner en evidencia las oposiciones de rasgos
semánticos ¡;:leterminados por dicha axiología.

Así:

«disperso» se opone a «ciudad» como lo «no-reunido» se


opone a lo «reunidm> y como lo «no-organizado» se opone a lo
«organizado».
«sobre toda la faz de la tierra» se opone a «la torre que tiene
su cima en el cielo», como cielo se opone a tierra, como adentro
y arriba se opone a encima y abajo, como lo vertical se opone a lo
horizontal.

BALANCE

En este enunciado, el análisis narrativo ha puesto en evidencia


la fase de valoración, que ocupa su puesto al final de un programa
para manifestar al sujeto.
Análisis 201

En cuanto a la organización figurativa, ésta termina de agrupar


las articulaciones antes establecidas. Un mismo objeto con valor
cognitivo se encuentra manifestado bajo figuras diferentes, al
mismo tiempo que aparece algo que puede constituir un anti-
objeto.
La identificación de los rasgos semánticos nos lleva a repre-
sentar las oposiciones de la siguiente forma:

«ciudad» «disperso»
<<nombre» [
(renombre)
«torre>> «sobre toda la faz de la tierra»
figuras del objeto figuras del objeto
con valor eufórico con valor disfórico

La figura del <<nombre» constituye un término integrador de


las figuras «ciudad» y «torre» en la medida en que se manifiesta
como el objeto que se opone a los valores del anti-programa:
«hagámonos un nombre para no ser dispersados sobre toda la faz
de la tierra». El «nombre» constituye en fin de cuentas un poder-
ser que se inserta en una isotopía política («ciudad») y en una
isotopía espacial y cosmológica («torre»).

RECAPITULACION

Al término de esos cuatro versículos podemos tratar de reca-


pitular, volviendo de forma más sistemática sobre los resultados
adquiridos.

En el plano narrativo

Hemos encontrado una suces1on narrativa completa, con un


sujeto de estado S2 y un sujeto agente S1, puesto en relación con
un objeto O. Se abre un programa narrativo para la adquisición
de dicho objeto: lo llamaremos PN1. Ese programa comporta varias
realizaciones.
La adquisición del objeto pragmático se manifiesta en los ver-
sículos 2 y 3 con el descubrimiento de la llanura (atribución pa-
202 Relato de la Torre de Babel

siva) y la instalación-construcción (apropiación activa). No se men-


ciona ningún oponente en esta fase del programa.
La realización de valoración en la que se evalúa el objeto
adquirido está manifestada en el versículo 4. La virtualidad de
un anti-programa aparece en esta fase de valoración, por ser en
ella donde se decide el valor de los objetos.
En adelante habrá dos programas correlativos; en esta relación
va a articularse la estructura narrativa del relato.
Los papeles actanciales de sujeto de estado y de sujeto agente
están asumidos por el mismo actor; los cambios son reflexivos (se
asentaron, construyámonos, hagámonos). Ya hemos notado la
forma en que aparece el mitente del querer hacer: en la unicidad
de lengua. En la valoración, el mitente se señala también en el
plano «lingüístico»: «hacerse un nombre». Una característica de
ese programa sería la auto-misión del sujeto.

En el plano descriptivo
Tres conjuntos figurativos manifiestan esta disposición narra-
tiva:
el de las «actividades de lenguaje»,
el de los <~desplazamientos»,
el de la «construcción».
Estos conjuntos se reparten en el relato de la siguiente forma:
Los del «desplazamiento» y de la «construcción» toman a su
cargo la realización pragmática central: así, la construcción es al
mismo tiempo ordenamiento del espacio (instalación en la llanura,
construcción de la torre que penetra en el cielo) y regulación de
las relaciones del grupo (una ciudad que evita la dispersión).
Por. otra parte, el plano de las «actividades del lenguaje» (lo
«lingüístico») se encarga de las manifestaciones del contrato (una
única lengua para todos) y de la valoración (hacerse un hombre).

En el plano profundo
En los planos de significado que el análisis narrativo y des-
criptivo han permitido señalar puede articularse una red de oposi-
Análisis 203

dones. En la isotopía «espacial» son las oposiciones cielo vs tierra,


arriba vs abajo, adentro vs encima, las que permiten organizar el
sentido. En la isotopía «socio-política», las oposiciones organizado
vs desorganizado, unificado vs disperso. En la isotopía «lingüís-
tica» se manifiesta, y de manera redundante, el valor de unicidad.
Notemos finalmente que ese valor de unicidad está adoptado igual-
mente por la isotopía «espacial»: las denominaciones monó-logo
y mono-tópico de los papeles temáticos trataban de responder a
ese fenómeno.

5. Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre


que construían los hijos de Adán
En este enunciado notamos la presencia de un nuevo actor,
«el Señor»; emprende un programa que se manifiesta con dos
procesos:

- «descender»: actuación de desplazamiento,


- «ver»: actuación del saber, ejerciendo una actividad inter-
pretativa.

La actividad interpretativa que se introduce aquí abre un


programa narrativo que asume lo narrado anteriormente.
Lo que hasta ahora constituía la serie de realizaciones prin-
cipales de un sujeto se convierte en objeto de interpretación
para otro sujeto.

El objeto del saber está precisado en el enunciado: no se trata


de la cualidad de los ladrillos, sino de la realización efectuada por
de valoración y, por lo mismo, se opone al mitente de valoración
en el PN1. Resulta ahora posible precisar el papel actancial del
sujeto de la actividad interpretativa: desempeña el papel de mitente
de valoración y, por lo mismo, se opone al mitente de la valoración
del PN1 que hemos visto actuar en el versículo precedente: todo
está preparado para que se produzca un conflicto de interpretacio-
nes que habrá que evaluar.
En el plano descriptivo notemos que el desplazamiento del
sujeto se articula según el eje vertical arriba vs abajo: El Señor
204 Relato de la T arre de Babel

tiene como punto de partida el «arriba», que, como sabemos, es


homólogo de «cielo». Este dato permitirá medir su oposición con
eí sujeto de PN1.
Además, aparece aquí una denominación del sujeto de PN1:
el «ellos» tácito se convierte en «hijos de Adán»; de esta figura
podremos sacar el rasgo de filiación (hijos de); por otra parte,
del nombre propio «Adán» tal vez sea posible sacar una relación
particular a la «tierra», dado que «Adán» significa también «venido
de la arcilla» o «salido de la tierra». Es el narrador mismo y no
un personaje del relato quien se encarga de dar esta denominación.

6. Y el Señor dijo: «He aquí que son un pueblo


único, con una sola lengua para todos. Y esto no es
más que el comienzo de su actividad. Ahora nada los
detendrá en lo que decidan hacer
Encontramos en este enunciado un «decir» que expone el re-
sultado de la interpretación. El dicho está vinculado, es decir, la
verdad de la interpretación propuesta puede ser atribuida a un
actor del relato. Este punto es importante en el contexto del
conflicto de interpretaciones del que hablábamos antes.
Como resultado de la actividad interpretativa se ha adquirido
un saber sobre el ser (la calidad) del sujeto de PN1. Se manifiesta
-mediante una serie de enunciados de estado («he aquÍ» ... «esto
no es más que» ... ) en los que se atribuyen al sujeto de PN1 ciertas
calificaciones semánticas y de capacidad. Lo que en el PN1 resul-
taba ser una prueba glorificante (realización encargada de mani-
festar el valor de los objetos adquiridos) va a ser interpretado,
según la axiología del «Señor», como una adquisición de capacidad:
el «poder-set» (la «ciudad», la «torre», como signos del sujeto
realizado) está leído aquí como un «poder-hacer»; lo que antes
parecía ser un final de programa se interpreta ahora como el «co-
mienza>> de un programa. El problema planteado se sitúa así a
nivel de la instancia mitente que hace-hacer al sujeto de PN1:
<<nada los detendrá en todo lo que decidan hacer». T enemas aquí
una nueva manifestación de la auto-misión del sujeto de PN1; ésta
se presenta como un poder-querer sin oponente.
Aparecen nuevas figuras para determinar el sujeto de PN1.
Análisis 205

- «Pueblo único»: caracterización del sujeto en su organiza-


ción de grupo. A diferencia de los versículos precedentes, esta
caracterización no se proyecta ahora en un plano espacial; con
«pueblo» se retienen únicamente las determinaciones socio-polí-
ticas del sujeto de PN1. Notemos cómo evoluciona el discurso de
lo espacial a lo político en la descripción figurativa del sujeto: la
«tierra», la «llanura», la «ciudad», el «pueblo».
- «Una sola lengua»: la figura no es nueva, pues aparecía en
el versículo 1 caracterizando al sujeto de PN1. El resultado de la
actividad interpretativa del Señor asocia de forma explícita la capa-
cidad lingüística y la determinación política, el poder-ser inicial
y el poder-ser terminal de PN1.
- En estos dos planos se marca de nuevo el valor <<Unicidad».
Así, el papel temático que antes habíamos caracterizado como
monó-logo y mono-tópico para el sujeto de PN1 se amplía como
mono-démico.
Las denominaciones aplicadas a estos papeles temáticos pue-
den parecer caprichosas. Se han elegido, sin embargo, des-
pués de hacer una evaluación más o menos completa de los
rasgos semánticos seleccionados; pueden inventarse para sig-
nificar esos rasgos: así, mono-démico extrae el rasgo de
<<Unicidad» (mono) y el rasgo «socio-políti~o» (demos).
- Con la figura del «comienzo» se abre un conjunto figura-
tivo de «duración», que sirve aquí para calificar la capacidad del
sujeto de PN1 en la interpretación del «Señor».
- El valor de «totalidad» reaparece en la figura «nada los
detendrá», para calificar el poder-querer del sujeto de PN1.

BALANCE

El análisis de este enunciado hace aparecer el valor de unicidad.


Ese rasgo semántico debe ser considerado como un clasema que
funciona en las isotopías semiológicas «lingüística» y «socio-
política». El valor de unicidad parece proyectarse también sobre
las figuras asumidas en este enunciado por el poder-querer, produ-
ciendo un efecto de sentido del tipo «determinación única».
206 Relato de la T arre de Babel

7. ¡Ea! Descendamos y confundamos aquí su lengua;


que cada uno con su compañero no entiendan su
lengua»

También este enunciado depende del decir expresado en el


versículo 6 («el Señor dijo»), pero no se trata ahora de la inter-
pretación de un estado, sino de un hacer-querer en relación con
un programa por realizar. Este hacer-querer es reflexivo: hay una
auto-misión del sujeto de la acción. El programa que propone es
de nuevo pragmático, PN2.
Del enunciado precedente a éste se pasa de la dimensión cog-
nitiva a la dimensión pragmática, del saber sobre el ser al hacer-ser.
Analicemos el proceso que representan las realizaciones de este
programa:
- «¡ea!»: exhortación que remite al querer-hacer;'
- «¡descendamos!»: actuación de desplazamiento que condu-
ce al héroe al lugar de la realización principal. Hay dos figuras de
desplazamiento en el espacio: una («ea») expresa la fase de vir-
tualización del programa (estadio del querer-hacer); la otra («des-
cendamos»), la fase de actualización (estadio del poder-hacer);
- «confundamos su lengua; que cada uno con su compañero
no entiendan su lengua». Se trata de la realización principal de
PN2. Podemos hacernos dos preguntas:

* ¿cuál es el objeto que se trata de obtener?,


·k ¿qué cambio del sujeto de estado resulta de la realización?

El objeto de la realización del «Señor», sujeto agente de PN2,


es· la negación de la unicidad en su manifestación <~lingüística».
Ya sabemos que el valor unicidad caracteriza el estado del sujeto
de PN1. Mientras hasta ahora teníamos una relación de unión entre
eí sujeto de estado y este objeto valor, desde ahora va a haber
una relación de desunión.
También sabemos que la unicidad de lengua que caracteriza
al sujeto de PN1 constituía una de las figuras del mitente. La
realización de comunicación recíproca («decir cada uno a su com-
pañero») representaba la auto-misión del sujeto de PN1. Por eso,
por el hecho de atacar a la «lengua» (término que caracteriza la
Análisis 207

capacidad lingüística, cf. versículo 1) y de producir el «no enten-


derse» (expresión que caracteriza la imposibilidad de realizar una
comunicación recíproca), el programa PN2 tiene por efecto la rup-
tura de ese circuito de auto-misión.
Podemos entonces precisar PN2 de la siguiente manera. Este
programa articula actuaciones cognitivas que versan sobre la valo-
ración de PN1 (cf. versículo 6) y actuaciones pragmáticas relativas
a la instancia mitente de PN1. Notemos que la acción del «Señor»
no afecta a las realizaciones prácticas de PN1 (el «Señor» no des-
truye las construcciones), sino a la figura tomada por el mitente
de PN1: el «Señor» confunde la lengua. Nos encontramos frente
a un conflicto de mitentes en conformidad con el conflicto de in-
terpretaciones señalado en el versículo anterior.

«El discurso se acuerda». En cada momento del desarrollo


del texto, los elementos que aparecen van cargados con las
determinaciones adquiridas anteriormente debido a su posi-
ción en programas narrativos y a su inserción en conjuntos
figurativos. En el análisis se tendrán en cuenta esos papeles
y calificaciones anteriores para interpretar los diversos ele-
mentos cada vez que reaparecen: es lo que hemos hecho
aquí con la figura de la «lengua única».

El conjunto figurativo que se encarga de manifestar esas realiza-


ciones es el de la «confusión». Se inserta en el plano «lingüístico».
Retendremos de él varios rasgos:
- Como negación de la unicidad, selecciona el rasgo de plu-
ralidad; produce el efecto de una introducción de lo «plural» en
lo «singular».
- El texto da como equivalente de la confusión «no entender
cada uno a su compañero». Con esto, la reciprocidad del hablar,
tal como había sido presentada en los versículos 1 y 3, se encuentra
también negada, produciéndose un efecto de diversificación donde
antes había unificación.
Mientras las características del estado inicial se podían definir
como «capacidad lingüística única y realizaciones lingüísticas úni-
cas», el estado producido ahora se definirá como «pluralidad de
capacidades y pluralidad de realizaciones».
208 Relato de la Torre de Babel

El plano lingüístico es el único que se tiene en cuenta en este


momento, pero sabemos que el estado del sujeto de PN1 se definía
en otros planos; tenemos, pues, derecho a esperar encontrarlos de
nuevo.

8. Y el Señor los dispersó a partir de allí sobre toda


la faz de la tierra. Y ellos dejaron de construir la
ciudad
Se pasa de un decir expresado (vv. 6-7) a un enunciado des-
vinculado, es decir, del discurso referido a la acción referida.
El sujeto de PN2 no se sitúa como anti-sujeto respecto al
sujeto de PN1, ya que su acción no se ejerce sobre el objeto de
PN1, sino como mitente, pues su acción se ejerce sobre el sujeto
agente mismo. Se modifica así el estado calificante del sujeto de
PN1 y cesa la actividad de dicho sujeto (<~construir la ciudad»),
porque la capacidad y la relación con el mitente que permitía esa
acción (unicidad lingüística) han sido suprimidas por el otro mi-
tente, el «Señor».
Los grogramas narrativos PN1 y PN2 no se oponen como simé-
tricos. En efecto, el sujeto agente de PN2 («Señor») es correlativo
del mitente de PN1, sobre el que ejerce su actividad. PN2 realiza
aquí lo que aparecía en la valoración de PN1, en el versículo 4,
- como un anti-programa virtual. Por eso podemos preguntarnos
si, desde el punto de vista del PN2, el estado de dispersión tiene
realmente un valor disfórico (desfavorable) ... El problema podrá
resolverse al analizar el versículo 9.
En el plano descriptivo se manifiestan aquí los conjuntos figu-
rativos de la «dispersión» y de la «construcción». El primero se
inserta en la isotopía «espacial»; el segundo, en la «socio-política».
Volvemos a encontrar los planos semiológicos que servían para
definir el estado del sujeto en PN1.
En la isotopía espacial hay que notar que el cambio tiene por
efecto una reorganización del espacio. Se define un punto de par-
tida: «a partir de allÍ», que era el punto de instalación en PN1.
La aparición de ese punto de partida y la acción de dispersión dan
figura a ciertas oposiciones como movilidad vs fijeza, desinstalado
vs instalado, pasividad vs actividad. Por otra parte, reaparece la
Análisis 209

fórmula «sobre toda la faz de la tierra», que comporta rasgos ya


señalados (v. 4): superficie, encima. Mencionemos también los
rasgos de totalidad y de extensión que podrán oponerse a la con-
centración significada con las figuras de la «ciudad» y de la «torre».
La dispersión no se advierte únicamente en la isotopía espa-
cial, sino también en la socio-política. Conviene recordar la codi-
ficación semántica efectuada por el texto en el versículo 4, según
la cual «ciudad» y «disperso» son figuras correlativas: «El Señor
los dispersó y ellos dejaron de construir la ciudad».

RECAPITULACION

Al analizar los versículos 5-8 hemos reconocido el desarrollo


de un nuevo programa narrativo, con «el Señor» como sujeto
agente: PN2. Vamos a recapitular lo dicho describiendo la sucesión
narrativa y mostrando cómo se articula con el PN1 antes descrito.

En el plano narrativo
PN2 reúne dos tipos de actuaciones del «Señor».
- Actuación cognitiva: el sujeto agente se propone adquirir
un saber sobre un objeto. Es la actividad interpretativa, que con-
siste en integrar las realizaciones de PN1 en un conjunto en que
cobran sentido. Aquí se manifiesta sólo la realización («descender
para ver») y el resultado de la interpretación.

La actividad interpretativa consiste en adquirir un saber so-


bre un estado. (Aquí, sobre el estado del sujeto de PN1,
al que llevan las realizaciones de PN1). En cuanto tal, versa
sobre la relación S /\O y consiste en relacionar dos planos:
el del «parecer» y el del «set», según la axiología del sujeto
que interpreta. En nuestro relato, desde el punto de vista
del «Señor», el plano del «parecer» es aquel donde se ex-
presa la relación de los «hombres» (sujeto de PN1) con
objetos de valor de orden espacial y sociopolítico, y el plano
del «ser» aquel donde esa relación está definida como rela-
ción con el valor ilimitado del poder-hacer.
14
210 Relato de la T arre de Babel

El parecer y el ser son calificaciones que afectan a las rela-


ciones de estado.

En el juego de esas calificaciones es donde se plantean los


problemas de la evaluación y de lo que el relato construye
y se da por verdadero. Veremos en el versículo 9 que el re-
lato escoge como verdadera la axiología del sujeto de PN2
(«el Señor»).

- Actuación pragmática: el sujeto del saber se vuelve sujeto


del hacer, para cambiar el ser dd sujeto de PN1. Se manifiesta en
primer lugar la fase de influjo, en la que la exhortación en primera
persona («ea» = «vamos») indica un influjo reflexivo: el «Señor»
se induce él mismo a querer-hacer, asume el papel de mitente y el
papel de sujeto.

Se observa aquí la articulación de lo cognitivo con lo prag-


mático. La actuación cognitiva anterior puede ser integrada
en esta fase de influjo reflexivo; el saber adquirido por el
«Señor» sobre PN1 pone en marcha la realización de PN2.
La interpretación dada por el Señor atribuye al sujeto de
PN1 papeles actanciales y temáticos tales que, ateniéndose
a su propio sistema axiológico, el Señor se ve obligado a
cambiarlos.

Se manifiesta luego la fase de realización; en ella, el cambio


afecta al que era sujeto agente en PN1. Respecto al sujeto agente
de PN2, no se propone la cuestión de la capacidad; se considera
adquirida. La realización no toma la figura del enfrentamiento
y no. se manifiesta ningún oponente al programa narrativo del
«Señor».
En el conjunto del relato hemos podido identificar dos progra-
mas narrativos; queda por describir la forma como se articulan.

En el análisis, la articulación de los programas narrativos


(oposición o jerarquía) es siempre un dato importante, por-
que revela la forma que adoptan en la narración las rela-
ciones entre los objetos y entre los conjuntos figurativos.
Análisis 211

Hemos observado cómo PN2 toma ciertos elementos de PN1


como objeto de la acción interpretativa. Lo que «hay que ver»
al comienzo de PN2 son procesos pertenecientes a PN1. Precisemos
esta observación diciendo que la actividad interpretativa que de-
pende de PN2 se aplica a elementos característicos de la fase de
valoración de PN1. En efecto (v. 4), a la construcción de la ciudad
y de la torre hemos dado el puesto de realización glorificante para
el sujeto agente de PN1, realización que éste efectúa por sí mismo
(producción de signos que afirman el valor de la instalación). Esta
«autocelebración» de los «instalados» de PN1 es lo que constituye
el objeto de la actividad interpretativa de PN2.
Si, como hemos notado, el «Señor» asume el papel de mitente
de la valoración, lo que viene a valorar es precisamente la valora-
ción que los «hijos de Adán» han dado de su propia realización.
PN2 no se sitúa, pues, al mismo nivel que PN1:

V aloraci6n de
la valoración -----'> PN,
11
Realización -----'> Valoración

La actuación proyectada por «el Señor» (discurso referido en


el v. 7) se refiere a la situación lingüística de los «hijos de Adán».
Pretende cambiar el estado de esos sujetos. Pero el análisis ha
mostrado ya que la situación lingüística de los «hijos de Adán»
corresponde a un /poder-ser/ que se realiza en la auto-misión de
los sujetos (v. 3): por tener una «lengua única» se hacen sujeto
agente de su propia «instalación», y la «lengua única» es figura
del mitente de PN1. La actuación de PN2 tiene por efecto el cam-
bio de las relaciones entre el sujeto de PN1 y su mitente. Si lla-
mamos Contrato 1 a esas relaciones, podemos decir que PN2 co-
rresponde a la ruptura (o negación) del Contrato 1, sin que pueda
decirse aún cómo se presentarían las relaciones características de
un Contrato 2.

En el plano descriptivo
Hemos procurado señalar los conjuntos figurativos en los que
se manifiestan los programas narrativos: los papeles y las realiza-
212 Relato de la T arre de Babel

ciones de los programas narrativos corresponden, en los conjuntos


figurativos, a personajes y acciones presentes en el discurso bajo
la forma de figuras organizadas en conjuntos. En este texto, los
conjuntos figurativos son poco numerosos:
- Conjunto de las «actividades lingüísticas», con las figuras
siguientes: «lengua única», «palabra única», «decir cada uno a su
compañero», «lengua confundida», «dejar de entenderse». En la
oposición de las figuras que articula este conjunto podemos seguir
el avance del relato. Pero las figuras hacen aparecer también los
valores semánticos que llevan consigo sus relaciones. Así, cuando
el plano figurativo «lingüístico»· establece la oposición «lengua
única» vs «lengua confundida», lo hace basándose en oposiciones
más profundas de valores semánticos.
- Conjunto del «desplazamiento». En este conjunto hemos
encontrado las figuras siguientes: «desplazamiento», «llanura des-
cubierta en la tierra de Senaar», «instalación» («asentarse»), «dis-
persión sobre toda la faz de la tierra». También en este conjunto
se puede seguir el relato y la sucesión de los papeles actanciales
del sujeto, que corresponden a la sucesión de las figuras. Lo
mismo, las oposiciones entre figuras corresponden a divergencias
entre valores semánticos.

Se aprecia aquí cómo, en la sucesión del texto, los actores


se someten a dos «recorridos»: el programa narrativo, que
corresponde a la sucesión de los diversos papeles actanciales
(sujeto de estado, sujeto del saber, sujeto del querer-hacer,
etcétera), y el conjunto figurativo, que dispone la sucesión
de las figuras cuya divergencia o diferencia produce los efec-
tos de sentido. El significado del texto se decide siempre
en la intersección de esos <<itinerarios».

Hemos hablado de una correspondencia entre los elementos


del plano narrativo (papeles, realizaciones) y los del plano
figurativo (figuras, conjuntos). Pero la correspondencia no
es «directa». Cada elemento narrativo no siempre tiene un
correspondiente figurativo en cada conjunto manifestado,
ya que los elementos figurativos, dentro de los conjuntos
y entre diversos conjuntos, tienen relaciones propias: el
Análisi.s 213

plano figurativo obedece a una organización, a una estruc-


tura autónoma: es la forma descriptiva.
- Conjunto de la «construcción». En este conjunto hemos
encontrado las siguientes figuras: «fabricacióm> y «cocción de los
ladrillos», «betún», «piedra», «argamasa», «ciudad», «torre». Tam-
bién en este plano se revelan ciertos cambios narrativos. Pero,
con la oposición entre «construir» y «dejar de construir», queda
negada la totalidad del conjunto. Pueden descubrirse en él efectos
de codificación, ya que, por su posición narrativa (v. 4) y su aso-
ciación con las figuras del «desplazamiento» («construcción de
la ciudad» equivale a «no dispersión»), los elementos del conjunto
«construcción» y del conjunto «desplazamiento» quedan afectados
por un valor socio-político (ya hemos subrayado en el v. 6 cómo
la descripción figurativa del sujeto evolucionaba de lo espacial a
lo político).
Notemos que el valor semántico no está en correspondencia
directa con el conjunto figurativo. El mismo conjunto pue-
de incluir valores muy diferentes. Estos pueden reconocerse
en cada caso basándose en la articulación de los conjuntos,
pues es ella la que selecciona los valores. Hay que distinguir
siempre entre la organización figurativa y la organización
de los valores profundos que define el plano lógico-semán-
tico.

En el plano profundo
Los conjuntos figurativos ordenan y organizan las figuras lexe-
máticas que utiliza el texto, como acabamos de ver. Pero el aná-
lisis de los rasgos semánticos que constituyen esas figuras debe
poner en evidencia los que les son comunes; éstos caracterizan el
significado particular de las figuras en el texto. En otras palabras:
no basta identificar conjuntos figurativos, hay que describir tam-
bién cómo el texto los utiliza.
Así, figuras como «torre», «ciudad», dependen del conjunto
de la «construcción». Pero entre los posibles significados de esas
figuras, el texto que analizamos tiene en cuenta los que van a
adquirir sentido
214 Relato de la T arre de Babel

*en la isotopía cosmológica, con la oposición tierra vs cielo;


en la isotopía espacial, con la oposición arriba vs abajo;
·k
* en la isotopía socio-política, con la oposición concentrado
vs disperso.

Todas ellas son isotopías semiológicas.


Vemos, pues, que hay que distinguir un plano figurativo que
depende del «diccionario» de un plano semiológico que depende
de cómo el texto use el diccionario.
Así, en el texto que estudiamos, los conjuntos van a ordenar
figuras cuyo significado se establece en los siguientes planos semio-
lógicos:
* El lingüístico, con la oposición unicidad de lengua vs plu-
ralidad de lengua (cf. los papeles temáticos de «monó-logo» vs
«polí-logo»).
7< El espacial, en el que se establecen varias oposiciones: arriba
vs abajo, encima vs dentro, centrado vs extendido (esta última
oposición se manifiesta en las figuras de la «concentración en un
mismo punto» y de la «dispersión sobre toda la faz de la tierra»:
cf. los papeles temáticos de mono-tópico y poli-tópico).
* El cosmológico, en el que se establece no solamente la opo-
sición cielo vs tierra, sino también la de las relaciones que se pre-
-tende establecer entre cielo y tierra. Así, la figura de la «torre»
significa la «fusión» entre tierra y cielo (una torre dentro del
cielo), mientras que la dispersión sobre toda la faz de la tierra
viene a afirmar la «diferencia» entre cielo y tierra.
~'< El socio-político, con la oposición instalado vs disperso,
unicidad de pueblo vs pluralidad de pueblos: cf. los papeles temá-
ticos de mono-démico y de poli-démico.
Notemos una vez más que varias isotopías semiológicas pue-
den entrecruzarse en un conjunto figurativo común: así, la «con-
centración socio-política en un solo punto del espacio», por tomar
valores del plano «espacial» y del plano «socio-político» produce
la figura de «concentrado» en su oposición a «disperso»; es lo
que representa la «ciudad».
Por último, articulaciones parecidas pueden reconocerse en
todos los planos semiológicos. La misma oposición semántica pro-
funda puede esta,r actualizada en planos semiológicos diferentes,
Análisis 215

que, por lo mismo, se vuelven homólogos. La tarea del análisis


consiste en identificar las articulaciones homólogas que permitan
determinar los valores semánticos elementales subyacentes que
organizan el significado del texto.
Según parece, la oposición /indistinto/ vs /distinto/ puede
proyectarse sobre los diversos planos semiológicos como valor or-
ganizador del conjunto.

9. Por eso se le dio el nombre de «Puerta de Dios»


(Babel), porque en aquel lugar el Señor confundió
la lengua de toda la tierra y a partir de aquel lugar
el Señor los dispersó sobre toda la faz de la tierra
Tenemos aquí un enunciado de acción («llaman>) que expone
la denominación del lugar. Se trata en este caso de la acción cogni-
tiva característica de un reconocimiento (atribución de un <<nom-
bre», asignación de un papel). No se dice quién atribuye la deno-
minación; el enunciado que la manifiesta es de tipo objetivo y da
la impresión de que la denominación se impone por sí misma: «se
le dio por nombre. . . porque en aquel lugar el Señor ... ». Respecto
a lo que precede, se tiene aquí una forma de valoración que, desde
el punto de vista del relato, expone la verdad de los estados trans-
formados. La verdad del nombre del lugar se impone por sí mis-
ma porque este nombre denomina los hechos definidos en el relato
precedente. Observemos con qué particular insistencia señala el
texto su verdad: «Por eso» remite a lo que precede, es decir, a
PN2 acabado; «porque» vuelve sobre los procesos que descri-
bían PN2.
Podemos precisar aún la forma de esta denominación:
·k Se aplica al lugar que en PN1 servía de punto de llegada,
fin del desplazamiento, lugar de instalación y construcción para
los sujetos, y que en PN2 se convierte en punto de partida de la
dispersión («en aquel lugar», «a partir de aquel lugar»).
1< Si es cierto que el <<nombre» atribuido caracteriza la valo-
ración, encontramos aquí la oposición entre la valoración de PN1
(«hagámonos un nombre»), en que el sujeto es para sí mismo su
propio mitente (pronuncia él mismo su valoración), y la valoración
de PN2 («se le dio el nombre»), en que ese sujeto desaparece.
216 Relato de la T arre de Babel

>'< En PN1, la atribución de nombre está directamente relacio-


nada con la no dispersión de los sujetos: el «nombre» es una fi-
gura de lo indistinto; PN2 manifiesta lo contrario: el <<nombre»
está ligado a la dispersión y es una figura de lo distinto.
Todos estos son elementos que contribuyen a construir la ver-
dad que elige el texto: los valores propuestos aquí son conside-
rados como verdaderos en oposición a los valores realizados en
PN1.
Podemos representar esto así:

hacerse un
nombre
r ciWM H • • &-ión l se le dio
el nombre
L torre . . .. . . . .. . . .. . . . . .. . . . . . . . . faz de la tierra J
valores falsos valores verdaderos

En el plano figurativo encontramos en este último enunciado


los conjuntos de las «actividades lingüísticas» y del «desplazamien-
to»: el «nombre» viene a consagrar la confusión de la lengua (in-
versión del estado descrito en el v. 1) y la «dispersión sobre la
faz de la tierra» (inversión del estado afirmado en el v. 4). Vol-
- vemos a encontrar también el conjunto de la «construcción» con
la figura de la «puerta» como nombre del lugar, y podemos opo-
ner esta figura a la «ciudad y la torre» que «hadan» el <<nombre»
en el versículo 4. Pero el nombre aquí es el de «Dios»: «puerta
de Dios» opuesto a «(para) nos(otros)» («hagámonos un nombre»).
La torre, construcción, estaba asimismo integrada por el texto
en la isotopía semiológica de lo cosmológico, en la que se mues-
tra el orden de los elementos de la naturaleza: «su cima en el
cielo»; es una torre que une la tierra con el cielo; pero no señala
solamente la unión tierra/\ cielo, marca también la penetración de
la tierra en el cielo. Corresponde al mismo tiempo, como ya vimos,
a una afirmación de la /verticalidad/. La «puerta», construcción,
posee también rasgos que atañen a las relaciones entre espacios
(como la «torre»; la «puerta» tiene algo que ver con la «unión»).
Para evaluar el tipo de relación significado aquí podemos servirnos
de la definición que da el versículo 9 («porque, en aquel lugar ...
Análisis 217

y a partir de aquel lugar ... ») y de la oposición ya mencionada entre


PN1 y PN2. Esto nos lleva a constatar dos formas de comunicación,
figuradas la primera por la «torre» y la segunda por la «puerta».
La primera caracteriza al PN1 con los rasgos de lo unificado, de la
reciprocidad (decirse uno al otro), de la automisión, de la ilimita-
ción del querer-hacer (v. 6) y de la centración del espacio. La se-
gunda caracteriza al PN2 con los rasgos de lo difuso, de la diferen-
ciación, de la exterioridad del mitente, de la limitación del querer-
hacer y de la extensión del espacio.

17.2 EVALUACION GLOBAL:


EL FUNCIONAMIENTO DEL RELATO

Intentemos ahora evaluar los resultados adquiridos mediante


el análisis hecho paso a paso sobre el texto. Basándonos en esta
evaluación, podremos representar el funcionamiento del relato.
Podemos reducir a cuatro los planos de estructuración del
texto; son los planos de análisis y en cada uno han podido descri-
birse elementos análogos (pertinentes).

* plano narrativo: programas narrativos,


* plano descriptivo: conjuntos figurativos,
>'< plano semiológico: isotopías semiológicas,
* plano semántico: valores elementales e isotopía semántica.

17 .2.1 En el plano narrativo

El texto organiza su desarrollo sintagmático con dos progra-


mas, PN1 y PN2. Hemos examinado ya la relación entre ellos. Nos
parece importante recordar que el análisis nos ha llevado a evaluar
la diferencia entre los dos programas como un conflicto situado
en la instancia mitente: no se trata de un conflicto entre sujetos
(sujeto vs anti-sujeto) que se «disputan» la adquisición de un ob-
jeto, sino de un conflicto entre mitentes (mitente vs anti-mitente)
por «dominar» a un sujeto. Hay que considerar, pues, este relato
como el de la institución de un mitente.
17 .2.2 En el plano descriptivo

Los conjuntos figurativos se han ido notando a medida que


avanzaba el análisis. Recordamos ahora los tres principales: el de
las «actividades lingüísticas», el de los «desplazamientos», el de
la «construcción».

17.2.3 Hacia el plano profundo: articulación


del plano semiológico y del plano semántico

La organización de las figuras manifestadas por el texto se ha


situado principalmente en torno a cuatro isotopías semiológicas,
que basta recordar: «lingüística», «espacial», «cosmológica», «So-
cio-política». Las figuras del texto pueden funcionar en esos di-
versos planos: así, la figura «tierra» puede tener un valor en los
planos «cosmológico» (la tierra se opone al cielo), <~espacial» (la
tierra de Senaar, término del desplazamiento) y «socio-político»
(el territorio en el que se instalan). Esto es lo que da a las figuras
su carácter polisémico, enriqueciéndolas cada vez con efectos de
sentido diferentes. Ciertas figuras pueden funcionar en varios pla-
nos semiológicos, sirviendo de conexión entre ellos. Así, en nues-
tro texto, «fabricar ladrillos» y la «argamasa» son figuras de la
«tierra» como materia y de la «construccióm> como ordenamiento.
- Eí «ladrillo» es una «tierra» transformada (y cocida); no es ya la
tierra como lugar en el que uno se desplaza, ni el territorio de-
marcado al fin del trayecto, sino la materia, el material mismo de
la instalación. Si los «hijos de Adán» son gente «salida de la tie-
rra», la ciudad construida lo es también, pero gracias a otra ope-
ración .. En cada uno de esos planos semiológicos hemos detectado
oposiciones, divergencias y diferencias.
Sin embargo, al pasar de un plano semiológico a otro, se han
encontrado diferencias comparables entre sí ( homolo gables): por
ejemplo, relación monó-logo vs polí-logo es homologable con la
relación mono-tópico vs poli-tópico y con la relación instalado vs
disperso. La identidad de esas relaciones presupone la existencia
de una articulación semántica profunda. Dicha articulación no
aparece nunca como tal en la lectura del texto, pero está presu-
puesta por los efectos de sentido que apreciamos en la lectura.
Análisis 219

¿Cómo podemos organizar esas diferencias y relaciones? Las


oposiciones semánticas que acabamos de señalar son de hecho opo-
siciones de sememas, es decir, de conjuntos de semas. Los sernas
son de dos tipos:
- unos sirven para asegurar una estabilidad de significado
(un núcleo): son los sernas nucleares. La repetición de tales sernas
de figura en figura constituye lo que hemos llamado isotopía se-
miológica;
- otros son distintivos, y sirven para construir y organizar
las diferencias en un plano semiológico dado. Se les llama clasemas,
y su repetición de uno en otro plano semiológico constituye la
isotopía semántica del texto. La articulación de clasemas es pre-
cisamente la articulación semántica profunda presupuesta por los
efectos de sentido que se producen en los diversos planos semio-
lógicos.
En el decurso del análisis hemos puesto en evidencia cierto
número de clasemas organizados en oposiciones:

unicidad vs pluralidad
unificado vs difuso
fusión vs separación

Cada una de estas oposiciones intenta denominar la articula-


ción semántica profunda. Podríamos detener aquí la descripción
de la divergencia mínima en que se apoya la producción del sentido
en este texto. Pero el examen aun somero de esas designaciones
incita a buscar y a dar nombre a un rasgo capaz de agrupar todas
esas oposiciones, que, en fin de cuentas, están aún demasiado cerca
de los efectos de sentido del discurso. Proponemos como articula-
ción fundamental:

distinto vs indistinto,

que puede desplegarse en forma de cuadrado semiótico:

distinto indistinto

no-indistinto>< no-distinto
220 Relato de la Torre de Babel

Al proyectarse sobre los planos semiológicos construidos ante-


riormente, esta divergencia permitirá organizar el sentido. Apro-
vechando la mayoría de los rasgos encontrados hasta ahora, pode-
mos representar la generación de las figuras del texto de la si-
guiente manera:
Clase mas Semas nucleares Semas organizados
(plano (plano en coniuntos
semántico) semiológico) figurativos

«lingüístico» Monó-logo
(unidad de lengua)
/unicidad/
«espacial» Mono-tópico
(centración)
/indistinto/ (instalación en
el suelo)

«COStnológicm> La torre que penetra


en el cielo
/fusión/ (tierra /\ cielo)
«socio-político» Concentración
(ciudad y nombre)

«lingüístico» Confusión
/pluralidad/
«espacial» Extensión, difusión
/distinto/
«Cosmológico» La puerta
/separación/
l «socio-político»
(tierra V cielo)

Dispersión

La finalidad del análisis no es solamente encontrar una opo-


sición profunda. Interesa sobre todo ver cómo en los dife-
rentes niveles el texto «trabaja» con esta oposición, cómo
ella estructura la lengua en el texto y cómo organiza el
relato.

Podrá parecer que este esquema simplifica demasiado. En efec-


to, no pudiendo analizar todos los sernas nucleares, los hemos sus-
tituido por la isotopía semiológica tomada globalmente. Los seme-
mas son mucho más numerosos de lo que hemos indicado, debido
Análisis 221

precisamente al gran número de combinaciones de sernas nucleares


en cada isotopía semiológicas. Pero el carácter diferencial de los
valores semánticos puede aparecer ayudándonos del instrumento
que llamamos cuadrado semiótico: éste representa los elementos
relacionados.

«confusióm> «unidad de lengua»


«difusión» distinto indistinto «centración»
«puerta» pluralidad unicidad «torre»
«dispersión» separación fusión «concentración»

«no entender»
«dispersión»
1
no-indistinto
1
no-distinto
«reciprocidad»
·«Cese del
no-unicidad no-pluralidad desplazamiento»-
«cese de la
no-separación «fabricar
construcción» no-fusión
ladrillos»

Este esquema ofrece una represntación de la taxonomía (clasi-


ficación efectuada por el text9). Es posible representar mediante
el mismo esquema la sintaxis del relato (manifestación sucesiva
de los valores).
Utilicemos de nuevo el cuadrado:

no-1 no-D

A cada programa narrativo corresponde a nivel profundo una


serie de operaciones lógicas que consisten en negar un término para
hacer aparecer su contradictorio y en seleccionar a partir de éste
el término contrario. Mediante el cuadrado se pueden prever cuatro
operaciones lógicas. Vamos a indicar la correspondencia de esas
cuatro operaciones con las realizaciones representadas en el texto.
222 Relato de la Torre de Babel

1) D ~ no-D Negación de lo /distinto/, asumida por las actua-


ciones de instalación, construcción, ocupación del
suelo.

2) no-D~I Selección de /indistinto/, asumida por «hacerse un


nombre» mediante la ciudad y la torre.

3) I ~ no-I Negación de /indistinto/, asumida por la «disper-


sión a partir de allí».

4) no-I _________,. D Selección de /distinto/, asumida por «dar al lugar


el nombre 'puerta de Dios'».

17 .3 CONCLUSION

Como hemos indicado en el capítulo 15, el cuadrado semiótico


permite dar cuenta de la estructura elemental del significado en
este texto, y esto según los dos modos como aparece: el modo
paradigmático, que corresponde a la clasificación (a la taxonomía)
de los valores semánticos (clasemas) que sustentan la producción
de los efectos de sentido; el modo sintagmático, que, basándose
en las operaciones realizadas entre esos valores, describe la forma
semántica de los programas narrativos que estructuran la narra-
tividad en este texto. Este modelo representa el código del texto,
- el conjunto de reglas presupuestas en él por y para el (buen) fun-
cionamiento del significado. Todos los elementos del texto, clase-
mas, sernas nucleares, conjuntos :figurativos, programas narrativos ...
están organizados por este código. Por eso es posible utilizarlo
(y verificarlo) como instrumento de análisis para todas las figuras
de la perícopa de Babel: si figuras tan inesperadas como «ladrillo»,
· «cima», «torre», «argamasa», «faz», ~<nombre», «puerta», etc.,
pueden encontrarse reunidas y hacer sentido en este texto, es
porque son portadoras de valores semánticos cuyas relaciones
y operaciones se articulan según este código. El código sirve, pues,
para dar razón de todos los elementos significantes del texto. El
objetivo último del análisis es -y, al mismo tiempo, no es-
la construcción del cuadrado semiótico. Lo es en la medida en que
el código construido resulta ser la clave de todos los efectos de
sentido, a los difere.ntes niveles que hemos distinguido. No lo es
Análisis 223

en la medida en que ese código no es más que un instrumento de


medida del significado, que sólo vale en cuanto se utiliza.
Cuando se ha podido establecer un cuadrado como:

distinto indistinto

no-indistinto no-distinto

no se ha encontrado con eso el sentido del texto ni agotado su


«mensaje»; sólo se tiene en la mano un medio para apreciar los
múltiples juegos de significado que teje el discurso cuando mani-
fiesta y expone (produce) en su lengua esas articulaciones semánti-
cas fundamentales. Tenemos en la mano el «reglamento» que per-
mite disfrutar del partido que se juega.
Pero este ejercicio práctico no tenía más finalidad que mostrar
en un texto determinado cómo utilizar los datos teóricos expues-
tos en el presente libro, sin pretender dar un análisis ejemplar
y exhaustivo de ese relato bíblico.
CONCLUSION

Paradójicamente, esta introducción al análisis semiótico de los


textos termina, con el relato de la torre de Babel, en la confusión
de la lengua.
Con todo, es verdad que el análisis del texto pone en eviden-
cia el valor de la diferencia. . . También es verdad que el proyecto
semiótico no es de «confusión>>, sino de «des-montaje», de des-
pliegue de todos los niveles pertinentes en los que pueden dispo-
nerse las diferencias responsables del significado. Pero no por ello
se abre la puerta a una irremediable «dispersión» del sentido; se
constata, por el contrario, que «lo que se percibe como sentido
se describe como forma», y como forma dinámica, puesto que el
juego de las formas produce significado.
Al acabar esta introducción no podemos menos de señalar· su
carácter inacabado y elemental. No hemos presentado todas las
teorías semióticas ni hemos dado razón de todos los fenómenos
semióticos que pueden reconocerse en los discursos.
Nos hemos limitado a la semiótica de A. J. Greimas, porque,
- con su rigor, nos parece ser la más apta para ser objeto de una
iniciación metódica y utilizable en la práctica. En los capítulos
precedentes hemos tratado de ser lo más deductivos posible, par-
tiendo de las distinciones más elementales (como la que se da
entre «ser» y «hacer»), para mostrar cómo éstas permiten gene-
rar los modelos representativos de fenómenos semióticos muy
complejos, tanto en el plano narrativo como en el plano :figurativo.
Rernérdese la complicación de ciertas construcciones de los su-
jetos agentes, de cuántos modos las diferentes instancias de verdad
pueden remitir unas a otras en un relato, o las variadas posibi-
lidades de sentido de las :figuras lexemáticas. Otros fenómenos
podrán describirse con bastante facilidad si se aplican las reglas
de construcción que hemos indicado. Además, la deducción gra-
dual a lo largo de la exposición permitía definir los términos de
forma lógica y en el marco mismo de la teoría en que se sitúan.
Conclusión 225

Está claro que la exposición deductiva de la teoría semiótica


difiere del modo de proceder en el análisis de los textos; por eso,
en el texto de Daudet y en el texto bíblico, que sirven de soporte
a los ejercicios prácticos, los caminos de la descripción han sido
diferentes. En el primero, los elementos significantes iban siendo
identificados a medida que se deducían en la exposición teórica;
en el segundo, lo han sido siguiendo el desarrollo del texto mismo;
de hecho, el análisis semiótico se realiza en un constante vaivén
entre el texto manifestado que se quiere describir y la teoría que
suministra las reglas de construcción de los modelos descriptivos.
El proceso de análisis semiótico es a la vez inductivo y deduc-
tivo. Los modelos teóricos proporcionados, como la secuencia na-
rrativa o el cuadrado semiótico, no son esquemas en los que haya
que encajar a la fuerza todo el texto. Al contrario, para cada texto
particular que se analiza debe construirse un modelo, pero con
la ayuda de las reglas generales suministradas por la teoría (impli-
caciones narrativas en la secuencia, relaciones lógico-semánticas en
el cuadrado).
Al principio, es grande la tentación de analizar los textos para
encontrar en ellos modelos a priori (como, por ejemplo, el esquema
del cuento fantástico ruso elaborado por Propp), como cuando
se estudia la literatura latina simplemente para encontrar en ella
ejemplos de la gramática ... Pero poco a poco se descubre que las
reglas semióticas más elementales y más generales son en definitiva
las que mejor y con mayor finura permiten dar resalte a la peculia-
ridad del texto que se estudia, descubrir en él un fenómeno par-
ticular de significado y un uso original de las posibilidades del
lenguaje, para finalmente gustarlo.
Esta introducción expone, pues, los elementos de una teoría
semiótica que nos parecen indispensables y suficientes. En efecto,
si se quieren construir con rigor modelos para el análisis de un
texto, en cuanto se reconoce un elemento pertinente (un papel
actancial, una realización, un conjunto figurativo o un valor se-
mántico), hay que ver cómo puede articularse en la teoría con otros
elementos pertinentes (pertenecientes al mismo nivel de descrip-
ción) y según qué relaciones. Para ello hace falta tener una visión
global de la teoría que regula esos niveles y esas relaciones. Pen-
samos que el método propuesto lo permite suficientemente; por
15
226 Conclusión

otra parte, los ejercicios prácticos sirven para mostrar la relación


entre los textos manifestados y ~os elementos teóricos.
No hemos dado razón de todos los fenómenos semióticos que
pueden reconocerse en los textos ni de todos los tipos de discurso.
Sin embargo, los elementos teóricos que preceden bastan para
poderlos analizar, pues el análisis se basa siempre en los mismos
principios. Ya se trate de fenómenos de enunciación en el discurso
o de los fenómenos de valoración, ya se trate de discursos poéticos
o didácticos («científicos», «filosóficos», «jurídicos», «políticos» ... ),
podrán aplicarse los mismos principios de análisis que hemos pre-
sentado: siempre hay programas narrativos, conjuntos figurativos
y valores semánticos, aunque existan variaciones en los tipos de
acción (es posible que las transformaciones sean de tipo cognitivo
y no de 'tipo pragmático, que el discurso, en sus programas prin-
cipales, no manifieste más que la actividad persuasiva o la inter-
pretativa, etc.), en los tipos de actores (pueden aparecer en la esce-
na personajes «no figurativos»: conceptos, conjuntos figurativos
enteros, discursos referidos, etc.) y en las formas de conjuntos
figurativos o en la organización de los planos narrativos. Pero
para todos esos discursos, lo mismo que para los relatos, el pro-
yecto semiótico sigue siendo el mismo: describir las condidónes
inmanentes para la producción del significado; también el proceso
sigue siendo semejante: describir los elementos del discurso en los
términos de un metalenguaje que obedece a reglas teóricas rigu-
rosas, para poder construir modelos representativos de los efectos
de sentido que constituyen el discurso en su peculiaridad.
ANEXO

LA LEYENDA DEL HOMBRE


DEL CEREBRO DE ORO

de
A. DAUDET

A la señora que pide historias alegres:

Al leer su carta, señora, tuve como un remordimiento. Me he


reprochado el color un poco demasiado medio-luto de mis histo-
rietas, y me había propuesto ofrecerle hoy algo alegre, locamente
alegre.
Después de todo, ¿por qué debería estar triste? Vivo a mil
leguas de las nieblas parisienses, sobre una colina luminosa, en el
país de los tamboriles y el vino moscatel. En torno a mí todo es sol
y música; tengo orquestas de colablancas, orfeones de abejarucos;
por la mañana los zancudos que hacen «¡curlí!, ¡curlí!», a medio-
día las cigarras, luego los pastores que tocan el pífano y las bo-
nitas niñas morenas que se oyen reír entre las viñas ... A decir
verdad, el sitio está mal elegido para amargarse; debería más bien
enviar a las damas poemas color de rosa y canastas llenas de cuen-
tos galantes.
¡Pues bien, no! Estoy todavía demasiado cerca de París. Todos
los días, aun entre mis pinos, París me manda el lodo de sus
tristezas ... En el momento mismo de escribir estas líneas, acabo
de enterarme de la muerte miserable del pobre Charles Barbara,
y mi molino está todo de luto. ¡Adiós zancudos y cigarras! Ya no
tengo el corazón para nada alegre ... Es por eso, señora, que en
lugar del bonito cuento jocoso que me había propuesto escribir
para usted, no tendrá tampoco hoy más que una leyenda melan-
cólica:
228 Anexo

Había una vez un hombre que tenía el cerebro de oro; sí, se-
ñora, el cerebro todo de oro. Cuando vino al mundo, su cabeza era
tan pesada y su cráneo tan desmesurado, que los médicos pensaban
que el niño no viviría. Vivió, con todo, y creció al sol como un
hermoso olivo; sólo que su gran cabeza lo arrastraba siempre,
y daba lástima verlo golpearse contra todos los muebles al cami-
nar ... A menudo se caía. Un día rodó de lo alto de una escalinata
y fue a dar con la frente contra un escalón de mármol, donde su
cráneo sonó como un lingote. Se le creyó muerto; pero, al levan-
tarlo, no se le encontró más que una leve herida, con dos o tres
gotitas de oro cuajadas en sus cabellos rubios. Fue así como los
padres se enteraron de que el niño tenía el cerebro de oro.
El asunto fue mantenido en secreto; el pobre chico no sospe-
chó nada. De vez en cuando preguntaba por qué no le dejaban
correr fuera de la puerta con los chiquillos de la calle.
«Üs robarían, mi bello tesoro», le respondía su madre ... En-
tonces el chico sentía mucho miedo de que lo robaran; volvía a
jugar solo, sin decir nada, y se tambaleaba pesadamente de una
sala a otra... -
Solamente a los dieciocho años le revelaron sus padres el don
monstruoso que debía al destino; y, como ellos lo habían criado
y alimentado hasta entonces, le pidieron en recompensa un poco
_ de su oro. El chico no vaciló; en el acto -¿cómo?, ¿por qué
medios?, la leyenda no lo dice-, se arrancó del cráneo un trozo
de oro macizo, un trozo grande como una nuez, y lo echó con
orgullo en las rodillas de su madre. . . Luego, completamente des-
lumbrado por las riquezas que llevaba en la cabeza, loco de deseos,
ebrio de poder, dejó la casa paterna y se fue por el mundo derro-
chando su tesoro.

A juzgar por el tren de vida que llevaba, como un rey, sem-


brando el oro sin contar, se habría dicho que su cerebro era in-
agotable ... Sin embargo, se agotaba, y poco a poco se podía ver
apagarse sus ojos, demacrarse sus mejillas. Por fin, un día, al alba
de una loca francachela, el desgraciado, solo entre los restos del
festín y las arañas que palidecían, se quedó espantado de la enor-
me brecha que había abierto ya a su lingote; era hora de pararse.
El hombre del cerebro de oro 229

Desde entonces fue una nueva existencia. El hombre del ce-


rebro de oro se fue a vivir retirado, del trabajo de sus manos,
sospechoso y temeroso como un avaro, huyendo de las tentacio-
nes, tratando de olvidar él mismo las fatales riquezas que no que-
ría tocar más ... Por desgracia, un amigo lo había seguido hasta
su soledad, y ese amigo conocía su secreto.
Una noche, el pobre hombre se despertó sobresaltado por un
dolor en la cabeza, un dolor espantoso; se incorporó sin compren-
der, y vio en un rayo de luna al amigo que huía escondiendo algo
bajo su capa ...
¡Un poco más de cerebro que le quitaban!

Algún tiempo después, el hombre del cerebro de oro se ena-


moró, y esta vez se acabó todo ... Amaba con toda su alma a una
mujercita rubia, que también lo quería, pero que prefería los pom-
pones, las plumas blancas y las bonitas borlas doradas que baila-
ban en la caña de los botines.
En las manos de esta linda criatura -medio pajarillo, medio
muñeca-, los trocitos de oro se fundían que daba gusto. Tenía
todos los caprichos, y él no sabía nunca decirle que no; incluso,
para no apenarla, le ocultó hasta el final el triste secreto de su
fortuna.
«¿Somos entonces muy ricos?», decía ella. Y el pobre hombre
respondía: «¡Oh! ¡Sí... muy ricos!». Y sonreía con amor al paja-
rillo azul que le comía el cráneo inocentemente. A veces, sin em-
bargo, lo invadía el miedo, tenía ganas de ser avaro; pero enton-
ces la mujercita venía hacia él dando brincos y le decía:
«Marido mío que sois tan rico, compradme algo muy caro ... ».
Y él le compraba algo muy caro.
Esto siguió así durante dos años; luego, una mañana, la mujer-
cita murió sin que se supiera por qué, como un pajarillo ... El tesoro
tocaba a su fin; con lo que le quedaba, el viudo le hizo a su que-
rida difunta un gran entierro. Campanas al vuelo, pesadas carrozas
recubiertas de negro, caballos empenachados, lágrimas de plata
en los terciopelos, nada le pareció demasiado hermoso. ¿Qué le
importaba ya su oro? ... Dio para la iglesia, para los portadores,
para las vendedoras de siemprevivas; dio a diestra y siniestra,
sin regatear ... Así, pues, al salir del cementerio, no le quedaba casi
230 Anexo

nada de aquel cerebro maravilloso, apenas algunas partículas en


las paredes del cráneo.
Lo vieron entonces irse por las calles como perdido, con las
manos hacia adelante, dando traspiés como un borracho. Por la
tarde, a la hora en que las tiendas se iluminan, se detuvo frente
a un amplio escaparate donde brillaba a la luz un batiburrillo de
telas y adornos, y se quedó un rato largo mirando dos botines
de raso azul bordeados de plumón de cisne. «Yo sé de alguien
a quien esos botines le gustarían mucho», se decía sonriendo;
y sin acordarse ya de que la mujercita estaba muerta, entró a com-
prarlos.
Del fondo de la trastienda, la vendedora oyó un fuerte grito;
acudió y se echó atrás asustada al ver a un hombre de pie, que se
apoyaba contra el mostrador y la miraba dolorosamente como alela-
do. Tenía en una mano los botines azules con borde de cisne,
y presentaba la otra mano toda ensangrentada, con algunas raspa-
duras de oro en la punta de las uñas.

Esta es, señora, la leyenda del hombre del cerebro de oro.


A pesar de su aspecto de cuento fantástico, esta leyenda es
verdadera de un extremo a otro ... Hay en el mundo pobres gentes
condenadas a vivir de su cerebro, y pagan con buen oro fino, con
- su meollo y su sustancia, las más pequeñas cosas de la vida. Para
ellas es un dolor cotidiano; y luego, cuando se cansan de sufrir ...
BIBLIOGRAFIA

Presentamos aquí algunas obras y artículos «de base» cuya lectura


puede prolongar nuestra introducción.

R. Barthes, Introduction a l'analyse structurale du récit: «Commu-


nications» 8 (1966).
R. Barthes, L'analyse structurale du récit: «Recherches de Sciences
Religieuses», t. 58, 1 (1970).
C. Bremond, La logique des possibles narratifs: «Communications» 8
(1966).
C. Bremond, Logique du récit (París 1973 ).
J. Calloud, L'analyse structurale du récit (Lyón 1973).
J.-C. Coquet, Sémiotique littéraire (París 1973 ).
J. Courtes, Introduction a la sémiotique narrative et discursive (París
1976).
O. Ducrot y otros, Qu'est-ce que le structuralisme? (París 1968).
O. Ducrot/T. Todorov, Dictionnaire encyclopédique des sciences du
langage (París 1972).
U. Eco, La structure absente (París 1972).
C. Galland, Introduction a Greimas: «Études théologiques et reli-
gieuses» 48, 1 (1973).
Genouvrier-Peytard, Linguistique et enseignement du fran~ais (París
1970).
A. J. Greimas, Sémantique structurale (París 1966).
A. J. Greimas, Du Sens. Essais sémiotiques (París 1970).
A. J. Greimas, «Les actants, les acteurs et les figures», en Sémiotique
narrative et textuelle (C. Chabrol, ed.; París 1973 ).
A. J. Greimas, Un probleme de sémiotique narrative: les objets de
valeur: «Langages» 31 (1973).
A. J. Greimas, Maupassant. La sémiotique du texte: exercices pratiques
(París 1976).
A. J. Greimas, Pour une théorie des modalités: «Langages» 43 (1976).
A. J. Greimas/J. Courtes, Sémiotique: un dictionnaire raisonné de la
théorie du langage (París 1979).
Grupo de Entrevemes, Signos y parábolas. Semiótica y texto evangé-
lico (trad. l. Almeida; Ed. Cristiandad, Madrid 1979).
232 Bibliografía

L. Marin, Sémiotique de la Passion (París 1971).


F. Nef y otros, Structures élémentaires de la signification (Bruselas
1976).
V. Propp, Morphologie du cante (París 1970).
F. Rastier, Essais de sémiotique discursive (París 1973 ).
Varios, Une initiation a l'analyse structurale: «Cahiers Évangile» 16
(1976).
INDICE DE TERMINOS-CLAVE

Símbolos y notaciones

= equivalencia
/\ unión
V desunión
vs versus, opuesto a
~ acción de cambio
~ sentido de una actuación de cambio
/ / puesta en evidencia de un valor semántico

Indice de términos

Cada uno de los términos presentados en este índice va acompañado de


otros que pueden relacionarse con él. Se marcan de la siguiente manera:

= término equivalente
O término integrador
O término integrado
~ término opuesto (correlacionado)

ACTOR: 122 ATRIBUCIÓN: 37


O papel actancial; papel temá- O realización
tico ~ apropiación

ACTUALIZACIÓN: 50, 194 AxIOLOGÍA: 74, 199


~ virtualidad; realidad = universo de valores
ANTIPROGRAMA: 35, 199 füNARIEDAD: 160
O secuencia narrativa
~ programa narrativo O estructura elemental

ANTISUJETO: 35 CALIFICACIÓN: 45
O papel actancial
~ sujeto agente
O calificación de los estados; ca-
lificación de la acción
APROPIACIÓN: 36
CALIFICACIÓN DE LA ACCIÓN: 30
O realización
~ atribución = capacidad
234 Indice de términos-clave

CALIFICACIÓN DE LOS ESTADOS: 55 COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA

= evaluación; valoración O realización


~ intercambio
CAMBIO: 25s
CONFORMIDAD: 160
= enunciado de acción
O presuposición
O realización
~estado
CONJUNTO FIGURATIVO: 116, 189,
212
CAPACIDAD: 28, 43, 82
O tema descriptivo; componen-
= calificación del hacer; realiza- te descriptivo
ción calificante
[] valor modal
CONTRADICCIÓN: 159, 160
~ realización
O relación
CAPACIDAD DISCURSIVA: 17 ~ contrariedad; presuposición
= generar CONTRARIEDAD: 159, 160
CLASEMA: 146, 205 O relación
~ contradicción; presuposición
= serna contextual
O serna CONTRATO: 49, 195, 211
[] compatibilidad
~ serna nuclear O influjo

CóDIGO: 139, 222 CUADRADO SEMIÓTICO: 158, 219,


221
O profundidad
O estructura elemental; modelo;
estructura
41, 61, 81, 198
COGNITIVO:
D relación; actuación; taxono-
~ pragmático . mía

COMBINATORIA: 169 DEIXIS: 160


O cuadrado semiótico
COMPATIBILIDAD: 146
O clasema DESCRIPCIÓN: 83
= modelo
COMPONENTE DESCRIPTIVO: 18, 109 O metalenguaje
O superficie
~ componente narrativo DESPOJO: 37
O realización
COMPONENTE NARRATIVO: 18, 23 ~renuncia
O superficie
~ componente descriptivo DESTINATARIO: 70, 73, 74

COMUNICACIÓN
= sujeto de estado
O enunciado de estado
O realización ~ mitente
Indice de términos-clave 235

DESUNIÓN: 25 ESTADO INICIAL:33


~unión O enunciado de estado
~ estado final
DIFERENCIA: 17, 155
ESTRUCTURA: 155
O estructura elemental
= forma del contenido
DON: 38
ESTRUCTURA ELEMENTAL: 156
O realización
~hurto
estructura
O cuadrado semiótico
EJE SEMÁNTICO: 156
EVALUACIÓN: 57
;,,, relación de jerarquía
O estructura elemental = calificación de los estados
O serna FACTITIVO: 71
ENFRENTAMIENTO: 35 O influjo
= polémica FALSO: 59
O realización
O evaluación
ENUNCIADO DE ACCIÓN: 24, 190
FIDUCIAL: 40, 63
= realización; 'cambio
O enunciado narrativo O cognitivo; interpretativo
O sujeto agente
~ enunciado de estado 111, 189
FIGURA:·
O componente descriptivo
ENUNCIADO DE ESTADO: 24, 189
= estado FIGURA LEXEMÁTICA: 112
O enunciado narrativo
D sujeto; objeto; destinatario O componente descriptivo
~ enunciado de acción FORMA DEL CONTENlDO: 17, 166
ENUNCIADO NARRATIVO: 32, 78 estructura
[] cuadrado semiótico
O enunciado de estado; enuncia-
do de acción GENERAR: 17, 171
ESQUEMA: 160 = capacidad discursiva
O cuadrado semiótico HOMOLOGACIÓN: 169
ESTADO: 24 HURTO: 38
= enunciado de estado O realización
~cambio ~ don

ESTADO FINAL: 33 IMPLICACIÓN: 159


O enunciado de estado = presuposición
~ estado inicial O relación
236 Indice de términos-clave

INFLUJO: 69, 82, 210 METALENGUAJE: 30


O componente narrativo D descripción
~ valoración ~ manifestación

INMANENCIA: 16 MITENTE: 29, 45, 69, 192, 203


INTEGRACIÓN:83 sujeto calificante
O influjo; valoración; papel ac-
O programa narrativo tancial
~ destinatario
INTERCAMBIO: 39
O realización MODELO: 83, 155
~ comunicación participativa
= descripción
INTERPRETATIVA (actividad): 30, 61,
D cuadrado semiótico; secuencia
203, 209 narrativa
O cognitivo NARRATIVIDAD: 23
~ persuasivo
= componente narrativo
148
IsoTOPÍA:
NEGACIÓN: 163, 221s
O profundidad
O redundancia; serna O operación
~ selección
IsoToPÍA SEMÁNTICA: 148, 151, 219
NIVEL: 17s
O isotopía; semántico
D clasema O superficie; profundidad
~ isotopía semiológica
NORMATIVO: 83
- IsoTOPÍA SEMIOLÓGICA: 150, 151, = secuencia narrativa
214
O isotopía; semiológico 113, 145
n serna nuclear
NúcLEo:

O figura
~. isotopía semántica
n serna
l TINERARIO SEMÉMICO: 113
ÜBJETO: 25
= semema
O figura lexemática O enunciado de estado
~ sujeto
LEXEMA: 112
ÜBJETO CALIFICANTE: 28
O figura
= valor calificante
MANIFESTACIÓN: 83 O calificación
~ metalenguaje
ÜBJETO VALOR: 28
MENTIROSO: 59 O realización
O evaluación ~ sujeto de estado
Indice de términos-clave 237

OPERACIÓN: 163 PROGRAMA NARRATIVO: 26, 85, 86,


212
O cuadrado semiótico
__,. relación O secuencia narrativa
OPONENTE: 35
D programa narrativo complejo;
programa narrativo adjunto
= antisujeto __,. antiprograma
O papel actancial
PROGRAMA NARRATIVO ADJUNTO: 47,
PAPEL ACTANCIAL: 25, 36s, 198 85, 196
O componente narrativo; actor O programa narrativo
__,. papel temático __,. programa narrativo complejo
PAPEL TEMÁTICO: 121, 190
PROGRAMA NARRATIVO COMPLEJO:
b componente descriptivo; actor 85
__,. papel actancial
O programa narrativo
PARADIGMÁTICO: 35, 77, 222 __,. programa narrativo adjunto
__,. sintagmático RASGO: 111, 140, 141
PARECER: 57 = serna; valor semántico
O estructura elemental
O calificación de los estados;
evaluación REALIDAD: 50, 194
__,. ser
__,. actualización; virtualidad
PERSUASIVO: 29, 65, 81
O cognitivo
REALIZACIÓN: 32, 82, 190
__,. interpretativo O componente narrativo
__,. capacidad
PERTINENTE: 17, 38, 142, 155, 217
REALIZACIÓN CALIFICANTE: 50, 80
POLÉMICO: 34, 170 capacidad
= enfrentamiento O realización; programa narrati-
O realización vo adjunto

PRAGMÁTICO: 62, 80, 195 REALIZACIÓN GLORIFICANTE: 67, 81


__,. cognitivo = valoración
O realización
PRESUPOSICIÓN: 159
REALIZACIÓN PRINCIPAL: 28, 80
= implicación
O relación O realización
O conformidad D sujeto agente
__,. contrariedad; contradicción
RECONOCIMIENTO: 65, 198
PROFUNDIDAD: 18, 139, 165, 167, = valoración
171
O nivel REDUNDANCIA: 148
D código O isotopía
__,. superficie D serna
238 Indice de términos-clave

RELACIÓN:72, 156, 159, 162 SEMEMA: 140, 142s


O cuadrado semiótico itinerario semémico
~operación O figura lexemática

RELACIÓN DE JERARQUÍA: 157 SEMIOLÓGICO: 145, 151s


= eje semántico O profundidad
O estructura elemental O serna nuclear; isotopía semio-
~ relación de oposición lógica
~semántico
RELACIÓN DE OPOSICIÓN: 157
SER: 57
O estructura elemental
~ relación de jerarquía O calificación de los estados;
evaluación
~ parecer
RENUNCIA: 37
O realización SINTAGMÁTICO: 35, 77, 222
~despojo
~ paradigmático
SECRETO: 59 SUJETO: 15
O evaluación ~objeto

SECUENCIA NARRATIVA: 78, 83 SUJETO AGENTE: 27


normativo O enunciado de acción; realiza-
O componente narrativo; modelo ción
~ antisujeto; sujeto de estado
SELECCIÓN: 163, 221
SUJETO CALIFICANTE: 44, 61
O operación = mitente
~negación
O calificación de los estados;
calificación de la acción
SEMA: 140, 143, 156
= rasgo; valor semántico SUJETO DE ESTADO: 27, 189
O estructura elemental O enunciado de estado
~ sujeto agente
SEMA CONTEXTUAL: 146
18, 165, 170, 171
= clasema SUPERFICIE:
O serna O nivel
""' serna nuclear O componente descriptivo; com-
ponente narrativo
SEMA NUCLEAR: 144, 219 ~ profundidad
O serna
~ serna contextual TAXONOMÍA: 163, 221
O cuadrado semiótico
SEMÁNTICO: 146, 151
TEMA DESCRIPTIVO: 117
O profundidad
O clasema; isotopía semántica O componente descriptivo
~ semiológico O conjunto figurativo
Indice de términos-clave 239
TRANSFERENCIA: 33 VALOR SEMÁNTICO: 162, 212
O realización = rasgo; serna
O objeto valor
VALORACIÓN: 55, 65, 82, 211
UNIÓN: 25
O componente narrativo
~desunión ~influjo

UNIVERSO DE VALORES: 73
VERDADERO: 59
= axiología
O evaluación
VALOR CALIFICANTE: 45
= objeto calificante VIRTUALIDAD: 49, 195
O calificación; capacidad ~ actualidad; realidad

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