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Gabriela Mistral

Recados para
hoy y mañana ,,
TEXTOSINEDITOS
LUIS VARGAS SAAVEDRA, COMPILADOR
TOMO 11
BIBLIOTECA CLAVES DE CHRE
Editorial Sudamericana
Diseño de portada: Patricio Andrade
Diagramación interiores: Andros Impresores

BIBLIOTECA CLAVES DE CHILE


Edición al cuidado de Jorgelina Martín

r
e

© Luis Vargas Saavedra
V
e I.S.B.N. Nº 956-262-075-8 (obra completa)
l I.S.B.N. N º 956-262-094-8 (Vol. 11)

ÍI
© Editorial Sudamericana
s Santa Isabel 1235
1:
Teléfono: 274 6089
e E-mail: sudchile@netup.cl
Santiago de Chile
e
RECADOS PARA HOY Y MAÑANA -TOMO II 133

Sobre el autodidactismo
(1944)

Un a1ni�o let rado y l�tradísimo me señalaba cierta vez que el


.
au tod1dact1s�� COJeaba por la falta de diálogo, por la ca­
.
rencia del convivio o del torneo que puede asumir una cla­se,
en la que el maestro permite a los estudiantes dar sus
pareceres, aunque le embistan el suyo. Hirviendo de
entu­siasmo, mi amigo destacaba el didactismo efectuado de
a dos y de a más de dos interlocutores, es decir, la clásica peda­
gogía en que unos hablan y otros escuchan, turnando la ar­
gumentación.
Yo le recordaba que la escolástica de Santo Tomás, no
ejerce diálogo aunque lo simula. Se aboca a resumir
cortés­mente los yerros del adversario, para luego
refutárselos, en total silencio y ausencia del refutado.
Él me ponderaba la famosa escuela peripatética de
Platón, con sus paseos conversados: con los jóvenes griegos
platicando en un va y viene, cara a cara del grupo, en el cual,
como en los trenes, unos van mirando hacia adelante en tanto
que otros van de espaldas, pero todos avanzan al mismo
rum­bo. No es el caso ahora de pormenorizar esa eficacia y
habi­lidad de poder seguir dialogando en un patio o a lo
largo de una playa. Lo que ese amigo quería destacar era la
presencia de otras voces junto a la de uno, cosa que no
sucede, claro está, en quien se aísla a leer a solas.
Sabemos cuán tos elogios del diálogo socrático han
he­cho los pedagogos, desde los que sombreaban con el
Maes­tro bajo los el últim o diplomado que
plátanos, hasta éleej rcit �r. ,,. .
tórecsoem
p n-o tesis lo que menos podrá a h1
yan du o ª i . ,
lMsi an o
Es un espejim smo bellí . u
simo, es ldiál
!
exist e
,
un1c amente
í a El ogo
pur cu , anto
en a eso de selalla
cla a
seas
dialo gada . uier a de p re g
. a tamb �� Y
unt1en
un juego cualqa de cartill
estas. P ero el Catecismo en form
respu
134

l¡,
( - <
Gab,·ir1 lr1 Mütrrd
=
aiJarc on10 un texto dialogado y nada tiene de di ,
. ,. . a1 og,>
so ráti o. Lo que se oye y se 01ra siempre en una cla�c
111 ún es un pseudo diálogo en el cual la interrogación 11
;:: /
enroscada adentro la respuesta como la culebrilla en Ja am­
polla de vidrio. En ello no hay maña, no andan aquí malicias
sino la índole dogmática de toda enseñanza y de cualquier
docencia; incluso la más delicadamente liberal, incluyend
la nueva pedagogía que repugna la autoridad.
Mi amigo no tiene para qué dolerse de la ausencia del
diálogo en el autodidactismo unilateral y monologador. Él
no está en sus clases que él da por dialogadas, con la mejor
buena fe.
Es mucho más posible que exista el diálogo en el cuarto
mudo de nuestro solitario que se disputa a veces agriamente
con su Libro-Rector, que en el diálogo con su Profesor de
carne y hueso, quien no puede cederle tiempo para alega­
tos, aunque lo desease y quien sobre todo, no le concederá­
mucho derecho a romper la espina dorsal de sus afirmacio­
nes. Porque el dogma docente es tal hasta cuando enseña la
duda; el Profesor dará la duda misma como algo que mucho
se parece al dogma... Flacos somos y tan inocentes como fla­
cos. Mucho peleamos la libertad y la herimos en su víscera
sutil cuanto más creemos acariciarla.

ÜNA FRASE DE ORO

Nos decía una vez Don Miguel de Unamuno que enseñar


era, a su juicio, "un acto contra natura" y que el aprender
solo, por sí mismo, ése sí era acto normal y digno del hom­
bre.
� . ·irner
Esta como tantas cosas suyas, escandaliza en el P 1
tiempo; al segundo ya no asombra y al tercero nos h con­ ª
vencido.
ue 1
Quienes dicen que él era un soberbio, pensarán q Í4e
juicio es de soberbia pura y no hay tal cosa cuando un Pro e-
---- ____ .....,,.. ,. ---.--- ��4...._lr

RECADOS PARA HOY Y MAÑANA - TOMO 11 135

sor se llama Miguel_ de Unamuno y ha ense ñado


casi cin­
cue nta an_ os; sabe ciertos asuntos de una ve z por
todas, y en
d escargo de una culpabilidad de aquellas que nos son im­
pue stas, se confies_a �penas asoma la ocasión y con un ímpe­
tu tal que la contricion sale en un grito.
"Ens��a� es un de�echo de los más capace s re spe cto de
los m e nos dice cualquier pedantón hinchándose como un
pavo re al.
"Enseñar es un ejercicio tan noble como duro" dirá por
su parte Don Repetidor de Lugares Comune s, e n cada final
de cursos o cuando banquetea al Señor Re ctor.
P e ro no se trata de averiguar si e nse ñar e s un de r e cho,
ni si es duro, ni si es grato ni si es sublime ; se trata de saber
ante s que todo si tal servicio resulta generalmente válido, si
cumple las promesas que hace, y si e l cumplimie nto apare ce
efe ctivo como el del artesano. El carpinte ro se pone a hace r
una silla y de sus manos sale lo que se propuso; el ce ramista
compromete una cántara y el clie nte la re coge e n el mostra­
dor del almacén, y el maestro o e l cole gio garantizan e ntre ­
gar un hombrecito o, a lo me nos, el d ejarlo sabie ndo tal o
cual ·rama. Pero el pobre "parte ro de almas" o de e nte ndi­
mientos rara vez sale airoso de l intento y la regla común es
que la empresa da un rendimiento dudoso o da la quie bra
lisa y llana.
Don Miguel de Unamuno pudiese te ner razón e n el
debate y tenerla desde antes de nacer y per secula seculorum.
Por lo menos en lo que toca a su raza y a la nue stra y miran­
do a los creadores. Ahí está su literatura española cuya poe ­
didacta
sía se llama en la Península el cantor anónimo, auto
ing?
si los hay, y se llama en la orilla americana _Don D?m
Faustino Sarmiento, super-autodidacto, o bi�n ,� J0 e �arti,
y
estudiante solitario que dejó las aulas a los die cise is anos
a ra de
acabó en maestro del idioma. Sigue a ellos dos u� h�b
clásicos criollos que cuando lle gan a te ne: Unive rsi<:lad la
, de cir que
tendrán a tercias o tan flaca que ni es cue stion de
tuvieron tal cosa...
Gabriela Mistral
136

s
Pr egunté a Don Miguel i para él era el autod·d l ac
tisrn o
un asunto de monta com o p ara oc uparse se riame nte en or
ganizarlo y en crear... u .ena pe• dagog1....a de estudiantes l"b -
.... . l res
y0 babi.,a da do una con.1.erenc1a un poco t1m1da sobre e1 te
. rna
n
e L a H aba na y me im porta b a m u cho hallar se me ia n t e coin-
con viccio nes .
:J

cidencia de
Me contestó él con uno de esos "¡sí!" salidos de su boca
y que al i gual de sus "¡no!" caían como un rayo vertical sobre
el preguntón.
Hay, claro está, unos autodidactismos co n sangre y ja-
deo, parecidos a la Santa Pasión , que cuestan sangre y sepa­
recen a una agonía en soledad. Quien los ha vivido sab e que
no hay ninguna hipérbole en llamarlos así. Esos l os h emos
conocido los americanos del Sur pero también los han ag o­
nizado muchos europeos del Medioevo y del Renac im ie nto.

UNA VÍA LÁCTEA DE AUTODIDACTAS

La constelación de autodidactas del Renacimiento es tan


grande que ya no parece un archipiélago de experiencia
s

aisladas, q ue significa el bloque de una sola exper iencia e x-


traordinaria.
El suce so vale como el hecho más maravilloso de ...una
anti-pedagogía regular o de una contra-pedago gía a sec as.,,
�e nos dirá que había muy pocas escuelas en el "� o� r
e

Medioevo Y no muchas más en el despunte del Rena cim ie n­


to. �er o la verdad es que las había y mucho mejor es, p or el
sentido de correlación en los estudios y
�íritu dos
e

fine�a, que la mayoría de los h q,zares- didáctico��d� �


al�aJamos actualmente. Tenían�-tlas humanidades verldic as
· a ª 1a escuela menor, ésta era a l a vez reduci·d ª Y
y si se mir
fundamenta .... l, a ngosta y bi. en cavada, y por alh.... eficaz.
Ad mas de lo dicho, fue bien frecuente el c aso de q��
e r aro � ombre de estudios co mplet . u harí
1
ra g en s
os q e a o b
ia
en aquella época, no ap rezc
a a crea ndo den tro de las rarna
RECADOS PARA HOY Y MAÑANA - TOMO 11 137

que es tudió y q ue p recisa� e?te resultase fértil e n algú n cos­


_
tado VI rg en d e su en t end1m1ento : la pin t ura O la escultura
por eje mplo. El dato es fascinante para comenz ar en él un�
magnífica averiguación y llev arla h ast a el último térm
ino.
La es c uel a real de a qu ell a s g en tes, e n su m ayo r ía
iletradas, f ueron los t alleres de los M aest ros, c uando no f ue­
ron las p uras excav aciones ro m anas.
P ero el t aller de un artista es l o menos escuela d el m un­
do si c onsideram o s l o que llam an "escuela " los docto s y era,
al mismo tiempo, lo más riguroso que cabe y lo más lib re
q ue se puede ver. El rigor consistía en la asistencia al taller,
dig am o s m ej or, e n l a vida c o mú n de m aestros y discíp ulo s.
(El régimen se no s antoja h oy bastante feudal o de esclavi­
tud pura ). L a libertad residía en que los maest ros no c aza­
b an m uch achos por las plaz as ni h acían p regó n para co nvo­
carlos sino que unos mozos ac alent urados de v oc ació n, b us­
caban y rog aban c omo un privilegio vivir aq uella se rvidum­
bre que les p arecía la felicidad mism a y con la c ual pagab an
algo q ue no tiene precio : la c onvivencia de un M aestro y la
p resencia continua de su arte. N ada de leyes policiales de
instrucción obligat oria. El clarín o la campana o el decreto,
eran allí el ímpetu de la v ocación que se parece al salt o de l a
llamarada. Nada tampoco de reglamento previo ni de rito
pedagógic o en la formación del grup o : eran b�stante diver­
sos en los humores y en la vida aquel Miguel Angel m alhu­
m orado o aquel Donat ello austero, santo tallador, de esco­
plo en la diestra. ¡Cuánta llaneza y cuánt a efic acia! ¡Qué des­
dén de las formas y qué fermento el de la acción!
Si yo tuvi ese treinta a ños y la salud entera, no me pon­
esta
dría a otra e mpresa que a ésta, la cual bajo su c ara mo d
me resulta embriag ante. .
menta dor s mp eñ ad s en de} ar e ?
H y v arios experi
a e e ? _
l je c lectivo y el i n d1v1-
ca r o el viejo asunto del apr e n diz a o
ue se
du , el que se r eali z a en la sala c om un�taria Y el q
al
consuma en el cua rto del estudiante-Robinso n, entreg
ado

a sus fu erz as.


Gabriela Mistral
-:::::::::::::::=:::::::::====:::::::====================::::::::::::�
=======
138

d llegar en nuestra América debatido ra


Algun,, o pue e de palestra, alguno que ton,,,'e
a v1a es u n Continente . ,, •u
d
q ue to . n to como su pasion y su f:aena. Le envi. dio así 1
el ex· penme la enJ
.
uta oportunid
.
ad d e u
a
fo rtu na. En n arti"
pena com o la _
ero p o en
.
r c o n esta ab nz
camp an r-v i a l a
cuI o, yo Saludo a mi a
de 1 autodidactismo llamado po D Mig r on uel de Un amuno
m "
"el estudio según la naturaleza hu ana

EL GOZO

La primera idea que acude al tratar del estudio sin honora­


ble báculo docente es la de fatiga y aun la de fastidio, y la
que debería venir es la de la alegría. En el turno de gozo y de
esfuerzo que forman la urdimbre y la trama del auto­
didactismo, el gozo se lleva de arrastre al cansancio o lo deja
quemado detrás de él. No es que el estudio solitario posea
solamente su bellez a ética y que entrañe una gran dign idad,
es que vale por un manadero de alegría constante o por un
manojo de las más varias alegrías. Aquellos semblantes
�ompungidos, acuchillados por el ceño que los malos dib�­
Jantes ponen en sus estampas del estudiante por excelencia
que es el que contamos, son alharacas románticas o lo q�e e s
10 mismo, mentiriji . N
lla o son muchos los nudos gordian.os
con que el empeñoso se encuentra en su estudio, i a
n pne­
tan tanto, como lo insinúa la estampa ' los confli ctos con q ue
pelea el mo o d
. z fiia do a sus fuerzas. Como en la aven tu ra e
cualquier anda · e o 1 , del camino esta, hec h O de Uanu·
.
ra sm traged'1 n g , o mas
ª Y lO m enos serán los repechos o la em b Osea'da••
del proble m a d 1
i· nso¡ uble. A no ser que se trate d e un gran 15
mo 1er d o o de . p ara el
estud io regu u �g r an n
g a dul, los cuales no su-v e n
iar ni para otro alg
uno...
RECADOS PARA HOY Y MAÑANA - TOMO II 139

PLACER DE CATEADORES

Los llamados placeres de la inteligencia, cual más cual me­
nos, todos se reducen al entender pronto y anchamente, 0 a
la linda sorpresa del descubrir, o al salto de la idea afín que
se viene sola a la mano como la paloma, y de tarde en tarde,
a la ojeadura del error ajeno que estábamos a punto de adop­
tar y que se nos hace visible como el pulpo en el agua del
mar.
Estos placeres son muchísimos, no se cuentan y la dura
máquina de pensar recibe de ellos unos suaves aceites que la
hacen girar sin dolor y en vez de eso, con dulzura, después
de los menudos logros que digo.
Para los conflictos reales que saltan al paso y que cie­
rran un rato la ruta, siempre hay la Providencia normal y no
excepcional, del amigo fogueado en estos combates, o de la
Biblioteca Pública o de la Enciclopedia.
Quien cuenta todo esto apenas si encontró alguna vez
dichas Providencias al alcance de la mano y bien pudiese
dar, su caso, un oráculo pesimista del autodidactismo; pero
ha pasado mucha agua bajo los puentes desde el tiempo que
a mí me tocó, a los de la presente generación: la isla de
Robinson Crusoe que fue mi autodidactismo allá en el Valle
de Elqui cordillerano, habría que buscarla con una candela.
Hoy las ayudas brotan por todas partes al igual de hongos a
Juan Buscador y tan numerosas son que se pasan de la ayuda
a la complacencia y de ésta al puro relajo ...

EL MAESTRO IRREMPLAZABLE

luta­
¿Dónde está el Maestro en carne y hueso que sea abso
mente imprescindible en las artes liberales, en historia Y aun
en filosofía? Estará en unos lugares del mundo que se lla­
man Oxfórd ' la Sorbonne ' Louvaine o Harvard, bastante le-
,..
a te-
jos de la necesidad O del antojo del que bien los querr1
Gabriela Mistral
)40

ioso que aspira a ellos. , desde un perd'•do


n r Para 1 a inbic
nn . ·,on a1n i-icano , existen d esd e h ace tiempo hu leccio ncs
a los cuales él rn·
.
impre sa de varios de esos. profesores . . . ara
a l os M esías de su re i no; un VIeJO repertono de cure.� rw.
como . .
magistrales en lengu as ex tran J e�as donde el a nsio so e c n-
n u e
l e
tre una Didáctica pronta a sahr a encuentro de su d seo
ambicioso, de su duro aprieto.
La tragedia del estu diante solitario va raleando y en
Europa talvez está liquidada.
Lo dicho no significa que yo quiera descolorear delan­
te del muchacho y menos rebanarle la fiesta que es el aula
ilustre, donde se sienta un Vaz Ferreira, un Korn o un Henri­
quez Ureña.
Precisamente porque esta Pascua Pentecostal es
escasísima, estoy divagando acerca de unos métodos
auxiliadores de la hambruna que prueban estos recién lle­
gados.
Vaya el mozo derechamente al banquete, cuando la oca­
sión se le abra en flor, entre al aula y oiga tales clases siquiera
diez veces en su vida. Nadie, yo lo sé, será más dichoso reci­
biendo el rocío de oro de una lección prócer que un
autodidacta más o menos penitencial, habituado a la refac­
ción parva y al sorbo angosto de vino. Ninguno de los sim·
ples curiosos o de los inapetentes que se sientan a diario en
aquellos bancos escolares, a mal oír y a peor entender pro­
bar án la dicha del estudioso puro1 del averiguador heroico
que voy contando.
Cortemo s el comento de las Pentecosteses, por ser ellas
e scasi'simas,
·
para confrontar lo que es pan de cada d 1 · la ª·
"'

cátedra chata dicta da lac me


ia nte p or un Profesor "rnás
0

?1 e nos" rodeado de 20 discípulos "suficientes" según dice la


Jerga de los diplomas. Una cátedra m ortecina qu adoone
ce
hastaª los vivac es, o una cátedra gárrula que ntretien P dro
no da una f,0 rmac16n
real ' on las cosas más corn• nte do

e ncontrar. [
de 1 a otra parte el combat seco Y du r ' tobl<>-
b ..o n. o· Y
n Y g r, del estudiant e cantero que tien enfrente e1
u ñ de materia y cumple en ella su faena de
q e apu ado "co-
med or de pi. e d ras " . ]
La peor calamidad pedagógica no es lo que
llaman el
dolor del aprender, es el hastío ras o, el en orme ted
io de en­
te n der todo cuan � o se va escu chando al Maestro porque
_
aq ue llo no ti ene d ificultad y tampoco interés y era sobrad o
el re cib i rlo y sob rado el llevarlo consigo.
D os tercios de las clases que yo he oído eran dunas de
tedio. Confesémoslo así echando atrás así el tartufismo c om o
la solidaridad viciosa con los compañeros, aunque c omamos
del oficio. El infinito fastidio escolar trasuda del maestro stan­
dard que como tal tiene que ser mediocre; del aula vulgar,
común en los colegios sudamerican os; y dicho en una sola
frase, ,del aura pedagógi,ca.
Entre "auras" o medios de este mund o, h ay p oc os y pue­
de que ninguno, tan irredimible como el ámbito de los luga­
res pedagógicos. Aun cuando los llamemos "hogares", poco
logra nuestra intención mañosa dando a la muerte una bue­
na "toilette" de persona viva y radiosa.

LA TIERNA SEDE

El autodidacto, aun en el caso de que él haya descubierto la


alegría en su menester, posee la ventaja sin precio de estu­
diar casi siempre en lugar sabroso, a las horas de su gusto,
cerca de objetos que lo miman, en ese sitio que es el primero
de este mundo para el Rey como para el pechero : �n su casa
y a veces en el mejor cuarto de ella. ¡Alabado sea Dios que el
to
oficio de estudiante s ea dable cumplirlo allí, en el pun
precioso si los hay, la única parte donde la criatura se si�n­
ay or dig-
te completa, talvez porque está en función de su m
nidad!
Feliz el pobreJean Pau l Ritcher, estudiante case ro o del
aire libre, estudiando junto del poco fueg o de su �asa en el
invierno duro, y en el verano repasando sus lecciones a la
J
Gabriela Mistral
142

uela. Bien fel iz al salvarse or


som bra .de 1 o U·los de la plaz , p 1a
_ d de lo famili ar y. de lo popular, de la cult ura
doble v11 tu
¡ n h uman1z. a da que bien pudieron d ar1 e a1 gu .
nos maest r s
o
a e en fl a que ce n el ser a f uerza de ali me n t o ex cl us1-.
later 1 es qu . ,,.
de Lazaro recoge dor de 1
. u p n te fatalidad
vo. Fe l1z e n s a are . . . ,,. as
migajas del banquete un1vers1tano aleman. Vale la pena leerlo
a él y a otros de su orden i:ara darse cuenta de �iertas esen­
cias de humanidad que estan en ellos mucho mas que en los
hombres de manos posadas sobre el pupitre.

EL DULCE RIGOR

Hay una subida nobleza en el dulce rigor del autodidac­


tismo. Digo rigor porque solo un riguroso es válido para tal
menester. La herramienta constructora que viene de fuera
siempre será abusiva y también intrusa. Y llamo dulce al
rigor autodidáctico, aun cuando fuese muy lejos en su du­
reza; porque su yugo resulta ligero de venir de nosotros y
ser c osa de nuestra pura voluntad. El autodidactismo viene
a ser un régimen paternal en el que nos partimos el ser,
volviéndose padre nuestra voluntad e hijo nuestro entendi­
miento. Es una de las dualidades que conocemos y talvez la
más bel la de todas. Ahí está el Juan Pablo alemán y el Do­
mingo Faustino criollo sentados en una m esa o sin más que
el libro en las rodillas, domándose lo arisco de la n turale-
a
2�, que quiere pasividad y en pa el d e la obliga­
se cres d ante
CH�n ce�rada y están como digo en una pareja de leñador y
leno, taJados en dos, y siendo
a un tiempo el deshojador Y su
campo.
El es tar en su cuarto o en el campamento de l a min�,
se
�tados s e gún s u gana, deteniéndose cuando q uieren Y si­
�u1�ndo cuando deben, el beber su agu a o su cerveza cuan·
o
� garganta s e seca; el cortar la lectur a para decir una
sa
�� J�gueto na a la madre o una gracia al camarada, eSlO
ras tiernas naderías como é a
st s dan al mozo una vida rn
¿
(i)
:::::::::::::::::::::=RE::::CAD::::::::=O S==P=i\.RA====H==
O ==
:Y Y==��AN
MA Ñ
�;�-���M�O�I
A T
O �I ====J
amable que l a planch a sec a de zinc de la ese O 1 a n· d ad y hace
n
de la faena d e aprender algo más J·ugoso que e1 pe d regal
resonador y muerto de las malas escuelas.
La Escuel a Nuev a y la Hum anidad reformada po
_. d ra, n
desg�nitarse :oceando la "nueva orden" de los estudios hu-
manizados . Sie�p r e su empresa se golpear á contra los mu­
.
.ros de una fatahdad sin redención que es la entra ñ a misma
de la esc olar idad.

LA LECCIÓN SIN VOZ

Me decí a un P rofes o r, en cuanto a us ufructuador del ofi­


cio , enemigo burlón del estudio solitari o : "La c onversación
sin v o z de que Ud. gusta tanto, entre el Libro-Rector y el
discípul o lector en vez de audito r, deshumaniza muchísi­
mo el e studio al r obar le el cal or y l as preciosas inflexiones
del habla".
¡Ay, mi pobre a migo ! yo reía oyéndole porque precisa­
mente el oído de mi memoria está lleno de voces ingratas,
chillonas o pardas, monótonas o estentóreas, rara vez, Dios
mío, gustosas de escuchar. Todavía mi orej a, como una viej a
concha marina, está llena con las voces "cruzadas" de dos o
tres clases que yo oía desde mi oficin a y cuyo crucero era mi
pobre cabeza. Al revés de la concha poblada de so plos sua­
ves de mar, lo que mi seso guarda es un sartal, primo del
sili cio en la tiesura, de algunas voc es, o el a planamiento de
cables inertes de otras, que adormecían. .
Me le reía también al amigo querido porque la profe­
sión estropea pronto la voz, no solo a causa de que gasta los
órganos bucales sino de que conduce poc o a poco a � na
insufrible monotonía -la que yo tengo en las co nferencia�,
por ejemplo ... Un a voz fresca y nueva que o �dule de flexi­
ble y r ic a y que se a pegue a la índole de la idea dand? lo
aleg re o lo tr iste, lo rotundo o lo dudoso, u� a voz as� de
so r veinte o treinta
S<:_nsible n o puede conservarla el Profe
a v o z hum a na .
anos. E s un don rarísimo el de la bell
Gabriela Mistral
==========::::::::::::::::::
_
�1 �4�4:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::===================

_ d'ia y0 en mi réplica al amigo que


Ana . ,,. d
no pasará mucho
ngamos 1 a. 1 eccion e Eºinstein O d e
tiempo antes de que te que sea dable , e s
ídas por el meJor lector
Man.,a M on tessori le .
t nc y en rec.1�c ión. A
decir unas clases magistrales en subs a i�
ores ilustres no es cosa de ped irles, ademas de lo
1 �prnLces
1
de plata , p ero esta la ti enen otros y
,,. •
d
que an, una garg a ? ta
pueden darla en prestamo... _ . _ .
Alegué más razones todavia al amigo en rephca a su re-
pugnancia de la lección absurda, sin voz, sin acentos, sin dejos ..

EL LIBRO VIVIENTE

El comienzo del estudio solitario es, como toda iniciación,


un repecho largo. Las páginas primarias que leemos de un
ramo nos parecen resecas o atolladoras como un suelo de
cascajos o como un arenal. Pero poco a p oco los Manuales
van adquiriendo cara benévola y facciones vivas. Ocurre lo
mismo con cualquier cosa en este negocio de llegar al "cien
por cien" en la vitalización de los materiales, pasa eso hasta
con las oraciones que se rezan y con las cartas de amor que
se escriben, en las cuales si empre quedan ángulos muertos.
Pero al remate de la jornada, o al final de la lucha con la
hoja que es de papel y no de carne, ya se ha fundido todo lo
muerto del texto impreso, de la lección amojamada por las
grec:1-s gutenbergas. Cualqui er lector sabe por sí mismo ha�­
ta d�nde los textos de su preferencia paran en criatura s vi­
vas. El acaba por encontrar en ellos no solo el encanto del
ace?to, sino también los gestos del
autor ausente; oye las
subidas Y los quiebros de la voz siente la v rilidad de la frase;
i
ve los ojos maravillados del con'tador le distingue la cólera, Y
tam?ién el desgano lo tiene baj o la �irada: le goza todo, no
1e pierde ge t0- Po
s rque el autodidacta además es el discíp u-
o1 a tento por exce
1 enci. a, el mas
,,. devoto que cabe. A tento lo
h h ec o la
ª h
ue no pue
misma condición de su método heroic o; él s abe
q de desperdiciar un dato· ni un matiz sin perder
RECADOS PARA HOY Y MAÑANA - TOMO 11 145

uchísimo. Me conozco en esta cofradía de los estudiantes


cie que yo llamaría "alumnado angélico"
:litarios una espe
5
orla fineza de los sentidos y el modo preciosista del apren­
�izaje. Gran auditor el estudiante solitario; parece que solo
mirara, y de v erdad hierve de sus cinco sen tidos materiales y
de los otros además.

MÉTODO UNIVERSAL

Es bastante ingenuo tratar del autodidactismo como de una


isla. La formación solitaria es la post-secundaria y la post­
universitaria. Ningún hombre que pasó por aulas, fuesen ellas
buenas o ricas, se queda sesteando el resto de la vida a la
sombra de los plátanos oficiales. El resto de sus años son,
pues� de autodidactismo perdurable. Con lo cual todo due­
ño de dos ojos, todo lector, ha pasado por la bella y fuerte
experiencia de la que se trata. A Dios gracias.
Es absurdo por esto mismo, que los colegios criollos,
hasta hoy que yo sepa, no se ocupen en serio de una mínima
metodología del estudiante solitario. Un poco monstruoso
resulta también que la enseñanza secundaria no se abra con
un largo introito para enseñar a leer.
Los pobres estudiantes han de aprender pavorosamente
solos, a puro tanteo, a pura intuición -cuando la tienen- esa
jerarquización de los datos de un texto que es el ABC de la
preparación para el oficio universal de leer.
Bien pueden los muchachos no recibir más ayuda que
esto en la secundaria y con este "palo" de pastor ya serían
capaces de echarse por la gran ruta de los libros. No he visto
que la gente de la experiencia, sus maestros cuarentones,
con dos décadas de lectura tónica, les transmitan a lo menos
la tra ición que p
d oseen y soplen al oído de sus mozos el "Sé-
samo" , pr1· mano .
· y esencial, como nuestros pad res e1 c h1no,
.
e� indio, el árabe o el hindú pasaban la norma de las genera­
ciones, de la mano a la mano de sus descendientes.
-::::::::::::::=========================:::::::::----..:
Gabriela Mistral

í e s c o m o Y o me he encontrado en las más diversas


As otos de quin-
. udes d e n uestra Améric. a una hebra de. gale ,
Iaut
. . h años estudiando una 1 ecc10n de la manera
ce o d iec10c o
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mas tn'b a 1 del s1· el no c 1as1· ficaba si-
u n o d e el los c uan do le pregunte .
d e
. datos capitanes, de los datos adven-
qmera mentalmente los ., .m
desp resa ba su dur a lecc 10 n como un a m al vivo,
ticios, si no
pasen los huesos de
pa ra organizarlo y evitar el que se le esca
la columna vertebral, dejándole los huesecillos insignifican­
tes, rebasándole la mano, es decir, la memoria.
¡Los pobrecillos! Muchos de ellos salen leyendo de su
liceo tal y como entraron, por obra y gracia de sus dómines
solemnes que cuidan de los cogollos del ramo, que suelen
atender menesteres de lujo de la clase, que llegan a veces
por vanidad a dar una información exquisita del tema tal o
cual y dejan sin embargo a los mozos en cueros respecto de
negocio tan elemental como éste, de la tablilla de valores
aplicada a una materia.
Así salen los pobrecillos de sus colegios como bueyes
cansados aunque llegaron a la casa escolar piafando de vida
Y de ansia. No les abonaron la aflicción de la carga con el
expurgo de ella, con la escardadura del texto. El Profesor,
casi siempre hombre de memoria acabada antes de tiempo,
parece que enseñase creyendo que el joven1 solo por ser jo­
ven es un lomo fresco de aguante fenomenal y que puede
con todo. Sí, puede cuando
llega; a medida que se suceden
los :ursos, enflaquece su
memoria a ojos vistas y al final ella
sera ya tan sem·¡ com .
o 1 a de su boyero pedago, gic o.
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d'd �tr v z aquí hay que alabar el suave rigor del auto-
1 actismo. Bien se
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Gabriela Mistral
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. s, de los datos adven-
quie ra mentalmente los datos capitane ... .
como un animal vivo,
ticios, si no despresaba su dura leccion
para organizarlo y evitar el que se le escapasen los huesos de
la columna vertebral, dejándole los huesecillos insignifican­
tes, rebosándole la mano, es decir, la memoria.
¡Los pobrecillos! Muchos de ellos salen leyendo de su
liceo tal y como entraron, por obra y gracia de sus dómines
solemnes que cuidan de los cogollos del ramo, que suelen
atender menesteres de lujo de la clase, que llegan a veces
por vanidad a dar una información exquisita del tema tal o
cual y dejan sin embargo a los mozos en cueros respecto de
negocio tan elemental como éste, de la tablilla de valores
aplicada a una materia.
Así salen los pobrecillos de sus colegios como bueyes
cansados aunque llegaron a la casa escolar piafando de vida
Y de ansia. No les abonaron l a aflicción de la carga con el
expurgo de ella, con la escardadura del texto. El Profesor,
casi siempre hombre de memoria acabada antes de tiempo,
parece que enseñase creyendo que el joven1 solo por ser jo­
ven es un lomo fresco de aguan
te fenomenal y qu e puede
con todo. Sí, puede cuando l
lega; a medida que se suceden
los :ursas, enflaquece
sera ya tan seni·¡ co
su memoria a oios � vistas y al final ella
mo la de su boyero pedagógico.
' 0.t ra vez aquí h ay que alabar el
d 1 d actismo B · suave rigor del auto-
ie n s e p ulsa a sí mismo el estudiante que he
contado·' bi: en s ºd la
sang re, es deci e mi e como el hipertenso la subiºd a · d e
aunqu e no t ng r, de 1 esfuer zo. Y se cuidará ' porq ue se sien te '
b , lve
su ped ago e a so rado el amor de sí mismo y asi se vue
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contin ente d l ctismo no es, pues ' insular' él cubre to do e
e es tu dºiante; él comprende a los al umnos s -
RECADOS PARA HOY Y MAÑANA-TOMO 11 147

undones: él es una condición humana. Por serlo, hay que


!nseña rlo a las derechas y no dejar que tarde o temprano
deba ser cumplido con sangre o con una lastimosa insensa­
tez por los "egresados" de los colegios. (¡Qué palabra tan
pedante la que han inventado!).

LA LIBERTAD

Otro de los sumandos de la alegría que hay en el trabajo


solitario, seguramente el mayor, es la libertad, la soberana
libertad.
¡Qué hermoso, Dios mío, es el rigor, no el que nos apli­
can los mayorales, sino el que nos creamos nosotros mismos!
Es natural: el más apasionado estudiante -y aquí quien
dice pasión dice excelencia- cuando oye una lección máxi­
ma, quisiera parar la boca que lo embelesa en tres o cinco
puntos que son los de su complacencia. ¡Qué ímpetu de ata-
jarlo en los lugares cruciales de su interés y de pedirle que se
quede en tal remanso o hervidero de la cascada verbal. ¡ Qué
antojo de oír más de aquello, antes de que lo deje atrás, y
qué cólera de que siga, igual que el agua que hace la volun­
tad suya y no la nuestra!
El no se dará gusto sino en su casa, cuando esté con el
libro de su materia, dueño de su lectura que vale decir de su
itinerario haciendo las paradas que le plazcan. Este placer
del que estudia no es cosa baladí. Nunca aprendió nadie
materia que le valga sino la de su deleite o sea la de su arre­
bato; es decir, de su vocación.
La clase no es -ya se sabe- un "toma y daca" sino un
"
daca y quita", un arrancar el vaso de la boca al primer sorbo
bu�lando la sed o es la imposición de lo que al Profesor en­
tusi�sma do con su
asunto le parece un elixir aunque para el
auditor sea boca
nada de agua insípida.
Y no hay modo de que el Profesor obre de otra manera
or
� que el ejercicio pedagógico es, como decía, un bloque
e fatalidades, un Jascio ceñido de ellas.
148 Gabriela Mistral

El desquite del alumno regular está en la vuelta a la cas


a
y en el aprendizaje solitario de los asuntos que le importan.
Con lo cual su dicha comienza a la hora en que se le queda
atrás el Alma Mater, porque es lo común que ésta no sea ni
Mater ni Alma, y Don Miguel, el individualista, diría que
es natural, pues nadie fue nunca madre de trescientos 0
mil hijos y nadie puede sentirse hijo en legión, en muche­
dumbre.

Recado sobre cultura francesa


(1946)

Estimado corresponsal:
Diré a Ud. alguna cosa sobre los puntos que interesan a
los franceses en este momento en relación con la América
Latina.

El libro francés es en Argentina y en Brasil, la cotidia­


nidad, la costumbre nuestra -a poca distancia de la lectura
en español.
No es cuestión de que, por un armisticio desgraciado
este noble hábito de diez generacio nes nuestras vaya a ser
pulverizado.

La cultura francesa es de las más poliédricas del mun­


do. Y a causa de ello, el latino-americano se da el gusto de
abrazar tal o cual "línea francesa". Hay, pues, los hijos de
Corneille y los de Racine; hay los tutoreados por los Enci­
clopedistas y los past oreados por San Francisco de Sales...
} auge del idioma inglés en n�estros pueblos es algo

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