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Diego di Vincenzo
Buenos Aires
diego.divincenzo@gmail.com
Durante mucho tiempo, por lo menos hasta que la psicología se recortó como disciplina
sinónimo de espíritu (la filosofía cristiana medieval), otras, de mente (percepción del yo por sí
mismo, razón por la cual, en este sentido, suele hablarse de autoconciencia; Descartes le da a este
sentido el valor de condición para todo conocimiento verdadero) y también de pensamiento (la
conciencia es sujeto de conocimiento). Pero ha sido, además, un término vinculado con la moral:
conciencia del mal, por ejemplo (La crítica de la razón práctica, de Kant).
interior, como las modificaciones del propio yo del criticismo kantiano, se convertirán en claves
para el Idealismo alemán. Kant diferencia una conciencia de tipo empírico, es decir, que
relaciona fenómenos a través de las intuiciones del espacio y del tiempo junto con los conceptos
del entendimiento, y una conciencia pura o trascendental, que unifica las intuiciones fenoménicas
sostenía que el entendimiento puede, mediante una síntesis, constituir una ciencia válida, la razón
fracasará en su intento por construir una metafísica, es decir, en su afán de conocer la cosa en sí,
pues este denominado idealismo trascendental postula que solo conocemos fenómenos
condicionados por nuestra estructura mental, que puede trascender los materiales de la intuición
Hegel, por el contrario, niega el entendimiento de Kant por considerarlo una forma inferior
del conocimiento. Y a entendimiento opone razóni. Para este autor, la razón (la Razón) puede
alcanzar el conocimiento más elevado (el Absoluto). Mientras que el primero sostiene que la
razón fracasa en su intento por alcanzar el conocimiento metafísico debido a que se apoya en los
fenómenos, Hegel considera que las cosas deben aprehenderse racionalmente en su totalidad, es
decir, desde un punto de vista superior por el cual lo real se conciba como aquello que no es y
pueda ser, o que pueda, a la vez, ser esto y aquello (el todo), es decir, en una síntesis superior que
reconduce esas diferencias a la identidad como superación de los opuestos. Esta es la esencia de
la dialéctica según la entendía Hegel, y que puede secuenciarse en tres momentos: primero, el
objeto de pensamiento es considerado bajo su aspecto más inmediato; luego, por un cambio
brusco, aparece bajo otro aspecto que contradice al primero; por fin, es aprehendido como la
En relación con la conciencia, aspecto por el que nos interesamos en este trabajo, Hegel
propone tres etapas en su devenir. En primer lugar, la conciencia está dirigida hacia sí misma,
con un carácter de abstracción universal que debe desplegarse para convertirse en una conciencia
particular y concreta. Este devenir que finaliza en la apropiación de la conciencia por sí misma,
comprende —porque es una conciencia alienada — que eso otro es ella misma (para sí). El
proceso de reapropiación y el regreso de la conciencia que estaba en sí y que se ha puesto para sí,
“espíritu reconoce el mundo porque lo comprende, se siente en sí. Al darle un sentido al mundo,
Decidimos incluir esta perspectiva porque consideramos que no solo fue motor de entusiasmo
para las filosofías del siglo XIX y las explicaciones teleológicas de la Historia que propiciaron
esperanzas en el cambio social, sino porque, además, están en el origen de los materialismos de
la llamada izquierda hegeliana (Feuerbach, primero, y Marx y Engels, después). Pero, además,
trabajos evidencian esta metodología, mencionemos, tan solo, La formación del concepto en el
niño o el proceso de internalización del lenguaje, primero como instancia intersubjetiva y luego
intrasubjetiva (Vigotsky, 1988), aspecto del cual nos ocupamos en este trabajo. Para ello, se
explicarán las nociones de reflejo y mediación en la tradición marxista y sus vínculos con la de
De algún modo, esta preocupación por el acceso al conocimiento a través de la Razón, que
adquiere en Hegel la dimensión culminante del paradigma moderno (desde la duda metódica de
Descartes como vía del pensamiento y el sujeto emancipado de la conciencia kantiana, hasta el
juego para Vigotsky, como miembro de esta tradición, es la constitución de un hombre racional,
El interés de Marx por Hegel se debe al carácter revolucionario de su filosofía: nada hay
definitivo, absoluto o sagrado ante ella; en todas las cosas existe el proceso ininterrumpido del
resolver el problema fundamental que plantea la obra de Hegel: reconciliar lo real con lo
racional. Pero no a partir de la Idea, sino de la realidad material. Marx propone una inversión,
entonces, de este esquema dialéctico, pues sostiene que no es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino que, por el contrario, es su ser social el que determina su conciencia
(Marx, 1859). Y esto, porque los hombres que desarrollan su producción y su intercambio
pensamiento.
Vigotsky, en su afán por construir una psicología de filiación marxista, asumirá ese carácter
social de la conciencia a través de la interacción que, a través del lenguaje, se produce entre
individuo y sociedad en un proceso de relación situada, que, como Hegel, también reconoce
momentos dialécticos y que finaliza con la internalización de los signos. Este es el aporte central
De acuerdo con Rivière, el principio que guía la propuesta de Vigotsky es el de una génesis
social de la conciencia. Por eso, el psicólogo ruso trabajará con la noción de reflejo, de la
tradición marxista, que emplea uno de sus más prominentes teóricos, V. Lenin, en Materialismo
y empirio-criticismo. En esta obra se postula que la conciencia es una función de “ese fragmento
especialmente complejo de la materia que se llama cerebro humano” (Lenin, 1909). Y esa
función es un reflejo, una forma superior, específicamente humana, del reflejo de la realidad
objetiva. Hay que recordar que Marx sostiene que la aparición de la conciencia está ligada a la
del lenguaje, al que llama “conciencia práctica”, y que se forma en el transcurso de la actividad
social. Al actuar sobre la naturaleza, el hombre conoce las propiedades de los objetos, aísla lo
fenómenos implicados en el trabajo. De acuerdo con Lenin, las sensaciones y los conceptos del
hombre son copias, retratos, reflejos, de los objetos y de los procesos del mundo objetivo. El
conocimiento comienza en estas sensaciones. Luego sigue una generalización de los fenómenos
reflejan los rasgos esenciales del mundo objetivo. La comprobación práctica de esas nociones del
segundo momento constituye el tercer momento del proceso del conocimiento, del reflejo de las
leyes del mundo objetivo en el cerebro del hombre. Por eso es una instancia puramente social,
pero también exclusivamente humana, puesto que supone acción y reflexión con respecto a la
superior humana. Marx la destaca con la siguiente analogía: Una araña ejecuta operaciones
semejantes a las del tejedor, y una abeja avergüenza, por la construcción de sus celdillas de
cera, a más de un arquitecto humano. Pero lo que ya por anticipado distingue al peor arquitecto
de la abeja mejor es que el arquitecto construye la celdilla en su cabeza antes de construirla con
cera (Marx, 1867), otorgando como un rasgo de lo humano esta capacidad de planificación
propia de la conciencia.
En El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre (1876), Engels había
de la mente animal en la conciencia humana. Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras
penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de
la propia mano del hombre, a través del trabajo. El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su
cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su
desarrollo. En este uso de herramientas, se ponen en juego los conceptos de acción y mediación,
también de alta productividad en la tradición marxista. Para esta perspectiva, la actividad opera
sobre el objeto, transformándolo, no como una simple respuesta o reflejo, ya que fabricar una
herramienta supone reconocer un objeto sobre el que intervenir y una herramienta para
abordarlo; de esta manera, dirigir, en primer lugar, la actividad hacia el objeto para el que se
requiere el empleo de una herramienta implica diferir el problema…, hasta el momento en el que
se cuente con el utensilio para abordarlo. Por eso no se trata simplemente de una mera respuesta,
regulación de la conducta refleja (Rivière, 1988) que constituye, como ya señalamos, la unidad
otros.
Cuando las herramientas median la relación del hombre con los demás y consigo mismo
estamos ante un signo, herramientas proporcionadas especialmente por la cultura, por las
personas que rodean y construyen al niño en desarrollo, en una palabra, por los otros, y son de
de los instrumentos y de los signos, y por la conversión de los sistemas de regulación externa
Si bien Vigotsky establecía una analogía básica entre signo y actividad, también proponía una
externamente y provocan cambios en los objetos a los que se dirigen. Pero el signo no produce
cambios, porque ejerce una actividad interna que aspira a dominarse a sí mismo como signo, es
decir, como instrumento subjetivo que autodirige y regula la propia conducta y el pensamiento.
Pero, antes de regular la propia conducta, los signos son mediaciones externas que intervienen en
Al principio (en el bebé), es solo un intento de alcanzar, de asir un objeto. Pero cuando la
madre acude en ayuda del pequeño y se da cuenta de que su movimiento está indicando algo, la
situación cambia radicalmente. El hecho de señalar se convierte en gesto para los demás. El
fracasado intento del niño engendra una reacción, no del objeto que desea, sino de otra persona.
Cuando el niño pueda establecer la relación entre su intento de asir y la reacción de la madre,
desarrollará una función nueva; el movimiento, antes orientado al objeto, ahora lo es hacia la
transformación implica una condensación, una simplificación física del acto, que establece la
base de su internalización. Sin otros sujetos este intercambio social y comunicativo, la conducta
la conducta instrumental no habría materiales para realizar esa conversión. Sin los signos
Los signos son, asimismo, mediacionales, puesto que de ellos se sirve el ser humano para
resolver una situación, y establecen una actividad mediadora entre el sujeto y la praxis. Y las
funciones mentales superiores son procesos mediatizados por signos. Lo individual y lo social,
dialógico del habla, aporte de otro relevante semiólogo ruso, Mijail Bajtin, que es
contemporáneo de Vigotsky. De acuerdo con esta perspectiva, en los signos están presentes los
ecos ideológicos del uso social, y esos sedimentos significativos (llamados, también, acentos) se
intensifican o se adormecen según en qué momento de la lucha se encuentren las clases: los
signos son la arena de la lucha de clases (Voloshinov, 1929). Esta carácter es, asimismo, una
crítica radical al objetivismo abstracto de aquella joven lingüística europea, concretamente, del
Curso de lingüística general (1917), de Ferdinand De Saussure. Voloshinov (un alter ego de
Bajtin) sostiene que el significado es una acción social dependiente de una relación social. Por
este carácter, se comprende mejor situada —en el contexto de los debates intelectuales de la
primera década revolucionaria — la construcción del lenguaje interior como un continuum entre
lo interpersonal y lo intrapersonal, como dos caras de una misma monedaiii. Por esta razón, la
llamada habla egocéntrica (Piaget) es un paso necesario en la génesis del lenguaje interior a
partir del habla. No obstante, como señalamos, la dialogicidad del habla social no se pierde en el
desarrolla un plano interno de la conciencia, por esa razón, esta resulta de naturaleza cuasi-social
(Wersch, 1988). Los signos conectan las funciones psíquicas de carácter social; sin ellos, el
cerebro y sus conexiones iniciales no podrían convertirse en las complejas relaciones en que lo
hacen gracias al lenguaje. De manera que, además de cumplir su función comunicativa, cumplen
propio sujeto. En este sentido, el lenguaje se pliega sobre el sujeto y adopta una función
psicológica, que Baquero señala así, retomando una afirmación de Rivière: Vigotsky ve en los
Pensamiento y lenguaje
El dominio creciente de las herramientas culturales define de algún modo los estadios de
conciencia establece para el pensamiento una dirección categorial, de manera que el pensamiento
no se expresa simplemente en palabras, sino que existe a través de ellas. Cuando el pensamiento
verbal (el pensamiento no está formado por unidades separadas como el lenguaje, más bien
puede compararse con una nube que arroja una lluvia de palabras).
(cuyas herramientas más poderosas en el contacto social son las palabras), posee como trama
esencial el pensamiento verbal, por ello, requiere el análisis de los procesos de internalización
del lenguaje y la organización o estructura semántica a que éstos dan lugar. Un postulado
primaria e invariante, sino que se origina en el desarrollo (que tiene un carácter dialéctico y que
significado.
El lenguaje interior realiza dos funciones: la función objetiva, que es la de regular y planificar
función subjetiva, la que el niño cree que tiene, que consiste en seguir tratando al lenguaje
egocéntrico como si fuera un lenguaje social, lo que revela la función social y comunicativa del
elaborándose como sujeto en un plano superior al de los procesos de primer orden. Son los
autorregulatoria de los signos juega un papel central, porque da lugar a la gestación de formas
internalización.
Las peculiaridades estructurales que desarrolla el lenguaje privado deben relacionarse con el
proceso de internalización, que no consistiría en el simple abandono del sonido, sino que sería
solidario con un desarrollo estructural guiado por la exigencia de una mayor eficacia y economía
privado. El lenguaje egocéntrico, así, ofrece una excelente perspectiva para considerar la
estructura del pensamiento verbal, ya que se trataría de una objetivación externa del lenguaje
privado, cuyo análisis habilitaría la consideración, por una parte, de un plano lógico, en el que se
advierte una supresión del sujeto lógico y una conservación del predicado, por la otra, desde un
presentes en los planos morfológico y léxico y, finalmente, una tendencia amorfa desde un punto
de vista sintáctico y por el predominio del sentido por sobre el significado más convencional, o
la tendencia a combinar los sentidos de varias palabras en una sola, si se considera el aspecto
NOTAS
i
Entendimiento y razón en Kant se asemejan en su tarea de síntesis, pero se diferencian en que cada una
sintetiza realidades diferentes: el entendimiento procesa los materiales de la intuición sensible, en cambio,
la razón se apoya sobre aquel pero construye ideas trascendentales, es decir, por encima de la experiencia
para alcanzar lo absoluto.
ii
Hegel también insiste en el papel capital del lenguaje, porque le permite al pensamiento individual
acercarse inmediatamente a lo universal , es decir, participar de los significados sociales. Entre la
intuición individual y el pensamiento conceptual está la representación (Vorstellung) que se presenta con
la forma de la memoria-recuerdo (Gedächinis). Esta forma de la memoria es la más importante, pues es el
instrumento del pensamiento y posibilita todas las operaciones mentales superiores.
iii Es particularmente pertinente, nos parece, incluir aquí la perspectiva de Bustamante Smolka en Lo
internalización del planteo vigotskyano. En este potente artículo que deriva conclusiones sobre una
interno en el que parecería que se incurre en algún dualismo, al proponer el mundo personal desgajado del
mundo externo o social. Con las variantes semánticas que adquiere en el marxismo la palabra
apropiación, que considera más adecuada, recurre a significación (palabra de la tradición semiótica) a la
que considera más pertinente que “mediación”, puesto que aquella, como veía Wertsch, otorga valor a las
acciones en el juego de las relaciones sociales. En el trabajo al que nos referimos, la autora transcribe el
registro de una investigación en la que un sujeto con disminución visual no internaliza una práctica
educativa de su maestro ni se apropia de ella (el docente determina que Carlos, tal el nombre del sujeto,
no puede realizar determinada tarea, y Carlos, en entrevista con la investigadora, se opone a ese parecer:
no lo internaliza ni se apropia de él), pues se trata de una práctica social que determina significados
vinculados con la exclusión y la restricción. En efecto, la apropiación (…) es una cuestión de pertenencia
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