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Materia: Psicología del Arte
Cátedra: Silbertein (única)
Teórico: N° 4 –17 de Agosto de 2012.
Profesor: Fernando Silbertein
Tema: La relación entre la visión de Plotino (Neoplatónico) y la de Goethe (Romántico).
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La última clase habíamos tratado de analizar la Psicología del Arte como un conjunto de
ciertas problemáticas y distintos aportes teóricos para poder abordarlas. Al mismo tiempo,
destacamos la necesidad de considerar esa pluralidad o multiplicidad de abordajes.
Por lo menos a lo que a mí respecta, hay que descreer de que una sola teoría puede
explicar o dar cuenta de un fenómeno; por el contrario, el único camino que considero para el
campo de la Psicología del Arte es una reflexión crítica sobre la teoría del campo artístico, una
crítica sobre las concepciones como artista, creador, arte, la concepción del vínculo con la
obra intelectual, sensible o emocional y también una reflexión crítica sobre el lenguaje, las
marcas. Éso es lo que caracteriza a la Psicología del Arte: las marcas que organizan un lenguaje. Si
hay algo característico de la Psicología del Arte es considerar la idea de autor. Lo específico y que
diferencia otras problemáticas es la diferencia de la teoría del autor, un sujeto que deja su
impronta en un lenguaje. Ya he caracterizado (Teórico 3) algunas famosas cátedras que
abordaron la cuestión: hablé de Arnheim y Huyghe, quienes fueron los primeros, pero me
olvidé de una que había querido puntualizar, que es la cátedra de Gombrich.
Gombrich era profesor de Historia del Arte de la Universidad de Londres, todos lo conocen
como extraordinario historiador del arte pero en realidad, él también era básicamente profesor de
Psicología del Arte. Junto con una visión no muy conocida‐ estrictamente psicoanalítica‐ y muy
ligada a un freudismo rigoroso, él introdujo una reflexión en donde el comienzo de toda lectura es
la reflexión sobre las condiciones culturales y sociales de una profesión. Y caracteriza
entonces los temas básicos de una Psicología de Arte, también sostuvo que teníamos que
empezar a pensar qué era la Psicología y cómo podíamos pensar un campo tan amplio, tan
complejo y tan múltiple. Desarrolla las características de la Psicología Experimental con Wundt y
también las características de la Psicología que derivan de esas concepciones: un sujeto consciente
de sí mismo, un sujeto que va a empezar a ser estudiado a través de un método de la
Psicología a partir de aquello que era tan filosófico, el alma; a partir del estudio del alma eran
estudiadas sistemáticamente sus características psicológicas.
Para tratar de comprender más adelante la cuestión es importante recordar que
nosotros consideramos el concepto de arte de una manera diferente en relación a cómo se
consideraba en el pasado. En una medida, gracias al desarrollo de la Psicología, del
Psicoanálisis, nosotros consideramos que aquéllos que tienen religión o vocación religiosa poseen
un alma y la mente está en el cuerpo. Es decir que nosotros atribuimos una característica especial
al alma, en el alma están los pensamientos, la voluntad, etcétera. En el siglo pasado y durante el
desarrollo de las Psicologías, lo que nosotros consideramos la mente era considerado el alma y
todavía en algunas religiones se considera alma a aquello que nosotros llamamos mente.
Eso evidencia una cuestión importante, porque para el campo de la Psicología
científica, la mente no quita una relación con valores. Y para el campo de los contextos religiosos,
el alma ‐es decir, aquello que abarca el aspecto espiritual, la vinculación con Dios‐, se ubica
en el cuerpo humano en el que se desarrolla el pensamiento, la emoción y está
indisolublemente ligado al campo de los valores. En tanto el alma es una emanación de Dios
(ésta es una idea de San Agustín que la retoma de Plotino), en el alma están presentes no
solamente el principio divino que sería el hombre, sino el motivo del Bien ‐con mayúscula. Y por
esta razón no se concibe en esencia un estudio sistemático y menos aún una terapéutica de
procesos emocionales o intelectuales o de un tratamiento que conlleve un desarrollo afín a
ciertos valores. De hecho, la carrera de Psicología ha tenido, sobre todo a comienzos del
siglo XVII, una gran resistencia por parte de los sectores religiosos.
Entonces se trabaja con pacientes neuróticos o como se los quiera denominar, con
problemas de angustia, de incomodidades diversas; pero luego se le da salida al sujeto para
que elija aquello que le resulta más afín, más próximo o aquello que responda a sus
creencias íntimas. Para la Psicología, particularmente para el Psicoanálisis, el campo de los
valores personales, el campo de lo espiritual, queda como una opción personal; en tanto que los
sectores religiosos que afirman la división entre pensamiento y alma, consideran que el
pensamiento y las emociones no pueden ser estudiados sin tomar en cuenta un sistema de
valores. Es por eso que incluye una respuesta terapéutica, un camino terapéutico que toma
conceptos desarrollados por el Psicoanálisis con sus teorías afines pero que al mismo
tiempo se vincule con la consideración de los fines; es decir, las consideraciones ideológicas
en su plano espiritual de los fines de un sujeto. Esta línea de la Psicología es próxima a una
línea de la Epistemología Fenomenológica que se llama la Logoterapia, fue fundada por un
filósofo y psicólogo que estuvo en los campos de concentración, Peter Franklin; afirmaba que para
poder entendernos mejor y para comprender esta historia hacia atrás hay que comprender que lo
que nosotros denominamos mente en otros siglos fue el alma, y que todavía hoy hay
sectores ‐debo decir que es un sector minoritario‐ dentro del contexto religioso que consideran el
alma sin tomar en cuenta el concepto de la mente, para algunos sectores es difícil de separar.
Esto queda más claro en la década de los `30 en la Argentina para mí, pero quizás para
otras personas no, es una idea que está en cierto retroceso; en ese entonces cuesta considerar los
problemas de orden emocional y vincularlos con los fines del hombre, con sus valores. Existe una
idea fundamental en el pensamiento freudiano y confirma la absoluta necesidad de respetar
el sistema de valores de un paciente y dejarlo como un ámbito personal y electivo. Todo el
trabajo emocional a partir del método de Freud es un camino con absoluta prescindencia de las
opciones de los valores personales; mejor dicho, de lo que se trata es de que el sujeto se pueda
situar más libremente para hacer sus propias elecciones, no es así como se lo comprende en otros
sectores.
Para volver al punto inicial: lo que nosotros consideramos como mente hoy en día,
era parte de lo que se consideraba alma. Y de aquí derivan una serie de problemas teóricos.
Habíamos repasado el recorrido inicial de la Psicología y también había iniciado el recorrido
del laboratorio de Wundt ‐si bien el camino se hace más riguroso, también por esa razón la
Psicología aparece como disciplina autónoma‐, también es cierto que en el fondo había una
pretensión de encontrar esa presencia divina a través de relaciones exactas: ya que se
considera a la presencia divina por un principio de relaciones perfectas y por ende, todas las
relaciones tienen que ser matemáticamente perfectas.
Hay una concepción pitagórica que se refiere a la Aritmofilosofía, una especie de
sincretismo entre tradiciones religiosas y tradiciones esotéricas que ha considerado que el
camino de las relaciones numéricas podía descubrir la verdadera naturaleza de Dios, y sobre
todo, la relación con el mundo de los seres humanos. Esta idea no estuvo nunca claramente
difundida en estos autores, finalmente las consideraciones de la Psicología que tenían estaba
ligada a las concepciones del alma que se tenían en el siglo XIX y no en cualquier contexto: en el
contexto alemán; para nosotros resulta tan abstracto y tan alejado pensar en cuál es el concepto
que existía en el mundo germánico del alma y sin embargo el concepto de alma es algo tan
presente, tan ligado a nuestra vida cotidiana. Porque si el siglo XIX germánico dio como origen el
Romanticismo, nuestra época desde hace unos veinte años ve un renacimiento de la
ideología del Romanticismo alemán en un contexto que creeríamos diferente y sin embargo
no lo es tanto.
Todas esas teorías que consideramos como propias de lo que se llama alternativo son
aquellas: la medicina alternativa, los caminos alternativos, etcétera. El siglo XIX alemán
introduce paralelo al Romanticismo la idea del Historicismo, romanticismo quiere decir
Historicismo. No hay que asociar tanto esas concepciones por las cuales es recordado el
Romanticismo, sobre todo esa consideración del artista apasionado, tuberculoso, que muere
joven, ilusionado y enamorado. Es destacable pero no es lo más importante del
Romanticismo. El Romanticismo tiende a introducir una nueva manera de considerar los
fenómenos como sujetos de una causa histórica y esto es absolutamente central en Psicología,
y sobre todo en Psicoanálisis.
Si hasta ahora me dediqué a cómo se podía considerar el abordaje de las Psicologías con
un método psicológico, luego me dediqué a la concepción del comienzo del Psicoanálisis. El
comienzo del Psicoanálisis no surge del campo de las Psicologías de Investigación Académica sino
que surge del campo de la medicina… Ni siquiera del campo de la medicina, sino del campo de los
médicos que trabajaban en la trinchera con pacientes que sufren. Y esta segunda línea
aparece en una época. La pregunta es ¿qué tuvo el siglo XIX alemán para producir el desarrollo de
las Psicologías y el Psicoanálisis? Y la respuesta es el Romanticismo. ¿Qué tuvo el último tercio del
siglo XIX para producir una nueva teoría o un nuevo conjunto de disciplinas en donde se estudiaba
el alma de manera científica? O, ¿se estudiaba el alma para que pasara a ser la mente? La
respuesta siempre es el Romanticismo alemán; y qué características tenía el Romanticismo
alemán: el Historicismo.
El Historicismo introduce un dualismo, un dualismo es una fuerte impronta de un
espíritu, un alma, un más allá que las concibe. Lo característico del Historicismo es que ese
más allá es el principio vital del dualismo que da sentido, que configura al sujeto humano; es
también un principio vital que se articula históricamente. Dicho así es solamente una síntesis de la
idea de Historicismo. Vamos a tener en el siglo XIX una serie de condiciones, pensemos en
algunos filósofos: Hegel o Marx, en donde el suceso es efecto de una causa histórica y sobre todo,
el sujeto es efecto de una causa única que es el verdadero motor. Por ejemplo en Marx vamos a
tener que el verdadero motor de las situaciones sociales y económicas son los modos de las
relaciones económicas que se establecen en los modos de producción de una sociedad. Y este
sistema da como consecuencia esto que nosotros percibimos de manera inmediata, que es la
cultura y los vínculos entre las personas, entre otras cosas. Por eso la conigna de todas las
agrupaciones de la Facultad es: “Comprendamos que lo verdadero está detrás de aquello que
aparece como lo presente del momento” o “Comprendamos cómo son las verdaderas
relaciones económicas y sociales que están detrás”. Todos sabemos que esta consigna en
realidad es falaz, porque en realidad alude a una serie de razones que establecen los modos de las
relaciones que vemos como aparentes. Éste es el desarrollo del Romanticismo alemán, es decir,
hay una causa anterior, oculta, que es el motor y esta causa tiene fuertes improntas en la vida
histórica. No es el único caso de esta idea sacada de un principio tan lejano, en el campo de la
Psicología esto es una constante en todos los autores: hay una causa que es el verdadero motor y
en este concepto hay que incluir la idea del Inconsciente. El Inconsciente en Freud es el motor
siempre oculto que nunca se distingue, que nunca se va a ser visible, cognoscible y es la verdadera
estructura de aquello que aparece como aparente, como manifestación.
Entonces a toda manifestación le corresponde una estructura dual, una estructura de una
causa que no es visible. Y además en Freud había una razón de orden histórico en la evolución de
las sociedades humanas en el sentido de que el sujeto humano es hijo de su propia niñez y es en
las relaciones históricas con su propia niñez que se explican las características
aparentemente inexplicables de su manifestación adulta.
Pero hay otra característica del Romanticismo alemán que es el descentramiento en el
último tercio del siglo XIX en países que desarrollaron una cultura extraordinaria como Austria,
ámbito en el cual se desarrolló Freud que nació en el 1856 en una ciudad en San Petersburgo,
ahora es Checoslovaquia pero que en ese momento pertenecía a Austria. Muy temprano en la
vida de Freud se mudaron a Alemania en donde él vivió toda su vida hasta que tuvo que irse en
medio de una guerra muy compleja, porque como era judío. Los nazis obviamente no querían
dejarlo salir del país sino que quería matarlo. Quemaron sus libros entre otras cosas y por un
movimiento internacional que tiene toda una historia al margen, logró salir a Inglaterra donde
murió. Ahí ya estaba muy grande y enfermo.
Entonces, en el contexto del mundo austríaco, ámbito de extraordinaria cultura por una
serie de razones de orden político y sociales que más adelante voy a contarles, en ese último
tercio en el campo del ámbito cultural de Viena y Alemania se pone de moda la idea de que
en realidad lo verdadero de un sujeto no está en su razón sino que lo más importante de un sujeto
está en su locura. Aquello que es más puro, aquello que es más auténtico de un sujeto no está en
su racionalidad, sino que está en su locura. Y vamos a ver una exporesión de esta idea en el
Simbolismo, un gran movimiento que nunca se estudia lo suficiente, al Simbolismo siempre se
lo pasa por alto en la Historia del Arte: del Romanticismo se pasa al siglo XX y se pierde la
importancia cultural que tuvo el Simbolismo. En mi opinión, el siglo XX hasta el `60 en el campo
del arte, es hijo del Simbolismo; sobre todo el Simbolismo germánico menos que el Simbolismo
francés. O mejor dicho el Simbolismo inglés y el Simbolismo germánico menos que el Simbolismo
francés. Entonces se pone de moda en el concepto del Simbolismo la idea de que aquello que es
verdaderamente auténtico en el sujeto es la locura, la sexualidad, los sueños. Que en lugar
de la racionalidad, aquello que es profundamente verdadero es aquello que no se sueña o aquello
que se organiza como locura; por esta razón muy al comienzo del Simbolismo, por ejemplo en
el Simbolismo francés y alemán, se empiezan a pintar hospitales psiquiátricos o bien se pintan
todavía con una impronta naturalista ‐es decir, configuraciones sin estilización alguna‐ o
también se empieza a pintar la emoción, la manifestación excesiva, la sexualidad. Por ejemplo,
Munch que está de moda últimamente, pintó un cuadro con una mujer rodeada de
espermatozoides. Otro cuadro es el famoso cuadro del grito: la angustia extrema, es decir, aquello
que es lo más importante del sujeto está del lado de lo que en otro momento era
considerado como marginal, lo más auténtico sería esa locura, esa expresión inmediata, esa
expresión relativamente oculta, no tanto como se cree.
Si un artista hoy pintara una mujer rodeada con espermatozoides sería visto con una
mirada incómoda. Tenemos la idea de que el siglo XIX fue un siglo vinculado con el mundo
victoriano pero era mucho más interesante y complejo que eso, pensemos por ejemplo la pintura
vienesa que pintaba mujeres desnudas y amantes con una sexualidad estilizada, pero totalmente
explícita. En el último tercio del siglo XIX se hace notar esa presencia nueva expresada en la
pintura por el Simbolismo, el Simbolismo es la última manifestación del Romanticismo que expresa
sus ideas en aquello que es importante para el sujeto: su irracionalidad, los sueños, la sexualidad,
en su propia historia. Esto es lo que proclamaban los pintores que se hicieron conocidos en la
época de Freud, cuando estaba estudiando medicina. Freud, por otra parte, manifiesta
constantemente su rechazo a la pintura contemporánea. ¿Quiénes eran los pintores
contemporáneos en la época de Freud? Egon Schiele, que es un artista que se dibuja así
mismo masturbándose. ¿Cuántos artistas podrían ahora hacer una situación de sexualidad de esa
manera y no ser vistos con un rechazo más o menos disimulado? En este último tercio del
Romanticismo del siglo XIX alrededor del Simbolismo vienés, vamos a encontrar una
presencia junto con las condiciones históricas pertintentes: un descentramiento y la
insistencia de la convicción de aquello que es fundante, histórico.
Esta concepción de historia se da en el contexto del descentramiento del Imperio
Austrohúngaro, el mismo tuvo la peculiaridad de acompañarse con un desarrollo cultural
extraordinario. Las crisis políticas eran tan grandes que las correspondencias del alcance de las que
estamos viendo en la época de Freud se encargaban constantemente de inestabilidad económica y
social con la que se vivía. Cambiaban constantemente los partidos políticos; lo que sucedía era
que había gran cantidad de pueblos diferentes que estaban unidos en un mismo Imperio
germano parlante e, históricamente, cuando hace falta encontrar un nuevo gobernante en Europa
Central se echaba mano de un príncipe alemán que por alguna razón dinástica que siempre existía,
venía a ocupar el gobierno de la región. Todos conocemos que hay una gran cantidad de micro
culturas de origen alemán en Europa Central por distintas razones, desde los caballeros tectónicos
en la zona bálquica hasta en la zona de Rumania en donde había principados alemanes
metidos en la actual Rumania. En este contexto durante siglos, las nacionalidades no tenían
que ver con los gobernantes sino con las culturas de cierto grupo, de cierta comunidad histórica;
pero que durante mucho tiempo y por razones de orden militar, aceptaron la denominación en
este caso del Imperio Austrohúngaro, el Imperio de Rosa Luxemburgo. Hay que decir que en este
momento del siglo XIX esa unión empieza a resquebrajarse y la razón es la creciente
convicción de que las comunidades de las cuales se compone el Imperio poseen pocas cosas en
común con la cultura de los gobernantes.
En este contexto surge el desarrollo del pangermanismo que es una ideología que
comenzó con un sentido y rápidamente se transformó en otro. Pangermanismo era la idea de que
toda esa diversidad de culturas distintas en realidad se encontraban en un mismo espacio
que era el espacio de la racionalidad y ese espacio estaba condensado por el idioma alemán, que
era el idioma de la cultura. Durante mucho tiempo adentrado el siglo XX, el idioma de las
universidades era el alemán. Hay una frontera entre Francia y Alemania hasta los Urales, en donde
la lengua de salida, así como para nosotros ahora es el inglés, era el alemán. Hay muchos autores
que nosotros estudiamos de distintas nacionalidades con libros publicados en distintos países
cuya lengua no era el alemán sino que los libros se publicaban en alemán porque era la
lengua con la que se estudiaba, con la que se leía. Es decir, cada pueblo tenía su lengua propia y la
lengua de salida, la lengua común era la lengua franca, el alemán. Así como para la diplomacia
era el francés, el mundo de las relaciones de los distintos pueblos de Europa Central usaban el
alemán; entonces surge la idea de que el idioma de una cultura era el alemán, como si para
nosotros la lengua fuera el latín o como de hecho fue en un momento en Europa, hace bastante
tiempo, en la Edad Media y se estudiaba en latín. Y en este contexto nace el pangermanismo, la
promoción del alemán como la lengua de la cultura se distorsiona y combina con la idea de que la
lengua alemana representa a una raza ‐palabra que surge en este periodo en 1970, o empieza
a aparecer de manera presente, como una manera de definir lo que nosotros llamaríamos
cultura‐, la raza de los conquistadores que subordina a los otros pueblos. Frente a esta situación
los pueblos pertenecientes a este imperio empiezan a sostener de manera creciente que en
realidad ellos poseen una identidad y está dada por razones históricas. Y esas razones
históricas son de diverso índole, por ejemplo una de esas razones de orden histórico es el hecho
de que hablen una lengua propia. O bien que tienen leyendas y cuentos que son
totalmente propios o bien que tienen mitos que son totalmente propios y el origen de estos mitos
se extiende muy atrás en el tiempo. Históricamente han poseído mitos propios, leyendas
propias, tradiciones propias, música propia, un modo de hacer la cocina propia.
Entonces, qué razón tienen ellos para incorporarse o aceptar el dominio de una cultura
que no es la propia, ése es el concepto político del mundo austrohúngaro en el cual estos
múltiples países con sus tradiciones empiezan a sostener la existencia de una razón histórica que
lo constituye en su identidad. En este mismo periodo aparece la idea de folklore; folk es una
palabra que significa pueblo en alemán. Volkswagen, auto del pueblo. Empieza a surgir la
necesidad y el interés de una identidad que se plantea como una identidad cultural pero se
formula con el concepto de raza. Rápidamente vamos a ver que ese concepto de raza se
asocia con Darwin lo que lleva a la lectura del liberalismo económico inglés del campo de la
evolución deduciendo la idea de la supervivencia del más fuerte. Y entonces se sostiene que existe
una selección natural sobre el más fuerte y el ser humano es el efecto final de una larga causa
histórica del efecto biológico porque descendemos de los monos.
Es también la época en que se empiezan a desarrollar las investigaciones
antropológicas. Se descubre el hombre de Cromañón y Neandertal, uno en Francia y otro en
Alemania, y esto da origen a una discusión entre franceses y alemanes ‐acababa de terminar la
guerra franco‐prusiana y Francia había perdido, entonces ellos sostenían que en realidad habían
perdido pero que eran mucho más evolucionados que los alemanes. Los franceses están
considerados más evolucionados que los alemanes porque se han visto con la
representación misma de la identidad bárbara. Y para los alemanes por el contrario, Francia
siempre ha sido vista como el campo de la superficialidad teórica. Esto es una disputa histórica
que en parte concierne a esta reflexión. La cuestión es que Darwin introduce la idea de que el ser
humano es efecto de una causa biológica y también vamos a ver en el campo del arte la
insistencia de las mutaciones biológicas. En Francia e Italia aparece una ideología a partir de
la idea de que estamos al final de una cultura, lo cual en cierto modo era cierto porque el mundo
va a terminarse con la Primera Guerra Mundial y aparece fuertemente la idea de que hay una
decadencia de la cultura y que luego de todo ese mundo conocido al final hay una sobre
evolución.
Es decir, el siglo XIX se caracteriza por el Historicismo, por la idea de una evolución de una
causa histórica. Obviamente en el campo del arte es sumamente evidente todo este cambio y
para decirlo rápidamente, vamos a tener pintores que pintan seres mitológicos. Se puede pensar
qué tiene que ver esta pintura con lo histórico, tiene que ver con lo característico del
Romanticismo y el Simbolismo que es que Europa se siente descendiente de Atenas, eso hasta el
día de hoy. Al mismo tiempo, estas falacias históricas son buscadas por el lado de los mitos donde
se supone que está la auténtica verdad y por esta razón también empiezan a hacer
investigaciones arqueológicas que buscan la verdad en los mitos y aparece ahí un personaje
extraordinario que es Schliemann, un alemán que había hecho un proyecto muy importante en
el comercio, era un apasionado de la cultura griega y entonces decide investigar La Ilíada
desde el mito, que es el relato legendario de una situación real. Invierte toda su fortuna
en buscar a Troya y durante tres años invierte su tiempo en buscar a Troya, simplemente
por seguir la leyenda de Homero que sostenía una batalla con Helena y demás. Luego de tres
años de hacer las investigaciones pero justo antes de levantar el campamento, encuentra una
ciudad que considera que es Troya y que ahora sabemos que es una de las siete ciudades de
Troya. En la investigación encontró muchos objetos arqueológicos, entre otros una máscara de
oro que todavía está en Atenas y que Schliemann dijo que era la máscara de Agamenón, puede
ser o no serlo, de algún personaje importante debe haber sido. En realidad, Schliemann se
convirtió en un héroe cultural sumamente relevante porque a partir de ese momento adquirió
sentido una vez más la idea de que detrás de los mitos están las verdades más auténticas. A tal
punto fue famoso Schliemann que Freud mismo se compara todo el tiempo con él, sostenía
que había descubierto detrás de los mitos y detrás del sueño lo verdadero del sujeto. En la
pintura vamos a ver que se pintan mitos, porque los mitos encarnan las verdades auténticas,
y porque además Europa se siente descendiente de aquél pasado lejano de la cultura griega.
Vamos a tener un artista francés que pinta mutaciones pictóricas ‐algunas hasta difíciles de ver‐
difíciles de considerar eso como arte del siglo XIX. Totalmente de acuerdo con la concepción en
donde lo biológico encarna una transformación, esa transformación hace del hombre el último
avatar; para los hindúes es una manifestación de Dios, último avatar de esa tradición que ofrece el
hombre en forma de mono o de microorganismos acuáticos.
Entonces lo histórico es aquello que caracteriza el siglo XIX y asumimos que lo
histórico como motor oculto que da verdadero sentido a aquello que se plantea como una
manifestación, al mismo tiempo como un cierto dualismo. El Romanticismo tiene además otra
característica muy interesante para nosotros y es de donde comencé el desarrollo: a través de un
escritor alemán que es Goethe introduce una serie de perspectivas que vienen de Platón y de
autores posteriores y la primera de esas consideraciones es una idea que está en Platón y se llama
el alma del mundo, y es que detrás del mundo existe un alma, las almas residuales, las almas de
cada una de las personas son almas que surgen y emanan de esa alma del mundo, y por esa razón
todos los seres están vinculados entre sí y con la naturaleza.
Esta idea que es la que caracteriza la filosofía del Renacimiento que es la filosofía
de la naturaleza, los románticos de la literatura como Nogales o Astemi, sostienen la idea de que
todos los elementos de la naturaleza están unidos por razones que no son causa y efecto sino que
son razones a causales y razones con analogías. Goethe sostiene una discusión con Newton ‐
quién ya había muerto para la época, siglo XVII‐ que también dependía de ideas antiguas con sus
tradiciones, sostenía que había un mundo de causas y efectos, y Goethe ‐en un texto muy
importante, La Teoría del Color. La idea de Goethe es discutir la concepción de Newton de
causa y efecto, para reemplazar la existencia de múltiples relaciones analógicas; un ser
humano está unido con la naturaleza y con los otros seres humanos por relaciones que
nosotros podríamos llamar ahora vibratorias o por analogía. Hay múltiples fenómenos que no
tienen explicación, que no dependen de causas claras que dependen de los colores y de las
emociones o los rasgos del humano o los rasgos de la psicología. El pensamiento del Romanticismo
es todo esto que nosotros conocemos y aquello que era hace veinticinco años atrás eran
consideradas ideas totalmente raras, por ejemplo, aquellas personas que se interesaban por los
platos voladores, las magias, las mitologías o el yoga inclusive era visto como una persona
fuera de contexto. Estos temas sólo estaban en librerías marginales pero en los últimos años todos
han leído de ese tipo de pensamientos, por ejemplo, la magia de los cristales: si uno se siente mal
por algo se pone el cristal de color en el ojo y respira, entonces sueña que sale un humito de
color por su nariz y se solucionan sus problemas emocionales; o si uno quiere ganar dinero,
se sienta en la posición correcta y respira, entonces se ve que cae plata arriba de uno. Es decir, la
imagen que uno ve dentro de sí supuestamente modifica el destino de las personas. Si ustedes
tienen pareja se imaginan que él viene en un caballo blanco, vestido de azul y lo imaginan con tal o
cual color de pelo y además con alforjas de dinero alrededor del caballo blanco ‐lo que está muy
mal visto, pero es un atributo importante. De golpe ese hombre les aparece. Si fuera tan fácil
nadie se equivocaría pero todos piensan en un príncipe azul y todos sabemos cómo termina.
De todas maneras este pensamiento que introduce Goethe es que todos los hechos del
mundo están ligados por relaciones analógicas y no de causa y efecto y entonces, todos son hijos,
por decirlo así, de la naturaleza. De la Naturaleza con mayúscula porque es un organismo vivo que
nos integra a todos y no hace más que recuperar la idea platónica del alma del mundo. Esa alma
del mundo, en realidad, está mediada por un filósofo que es Plotino, un autor del siglo II muy
importante para el campo del arte. Él hace una lectura de algunos conceptos de Platón pero
sobre todo introduce ideas nuevas vinculadas con el platonismo.
Plotino es un autor importante para cualquier lectura que se haga de los mitos, o mejor
dicho, de las ideologías actuantes en conceptos de arte, tanto en los conceptos del lenguaje como
artista o creador, como de la impronta de un autor. Existe una razón de ser en el campo del arte,
hay que buscarlas en las problemáticas actualizadas de Plotino y sus discípulos anteriores
para encontrar el recorte de estas ideas. Y también en los desarrollos de los conceptos de arte en
las ideologías de la Europa Occidental. Entonces el siglo XIX es Historicismo, el siglo XIX es
también el alma del mundo. El alma del mundo introduce una y otra vez el principio actualizado
del Romanticismo, esa alma como principio vital disfrazado en distintas manifestaciones y
vamos a encontrar que hay una actualización de ese concepto del alma como emociones, como
una manifestación del más allá de este cuerpo, un dualismo extremo, dualismo con el que
generalmente todos nos pensamos a nosotros mismos. En la cultura Occidental tendemos a
pensarnos a nosotros mismos como si nuestro cuerpo se separara y nosotros somos una pieza
dentro del calefón, una llamita que está prendida detrás de nuestros ojos, de nuestra cabeza,
pero con una cierta independencia entre el cuerpo que me representa y aquello que soy más
puramente, un yo íntimo que está desconectado en cierto modo de ese cuerpo.
Entonces el siglo XIX introduce el alma del cuerpo, el alma del mundo, el principio vital
cuya razón se expresa en lo más puro, lo más loco, lo más irracional, que serían los sueños, la
locura, la irracionalidad. Hay que encontrar al sujeto en este espacio ese es el concepto de
Freud. Como ustedes se dan cuenta hay una relación entre la teoría y el contexto cultural en
que los teóricos viven. Los autores posteriores dentro del Psicoanálisis no van a recuperar
nunca esas características románticas o vinculadas con los conceptos del Romanticismo en el caso
austríaco o germánico de Freud; sino que por el contrario lo van a pensar con otros conceptos. En
Lacan lo vamos a encontrar con el concepto del Surrealismo francés. Es curioso que el
Surrealismo y el Romanticismo pongan en escena el alma. Y esa definición de alma es siempre
aquella que conocemos en Plotino, entonces deberíamos abocarnos a pensar el alma en
Plotino.
Es un autor que hay que recordar porque constantemente surge en este contexto
cultural planteando las respuestas a ciertos temas y la injerencia de Plotino va a ser muy
visible en el campo del arte hasta la década del `70 por lo menos, muchos en el campo del arte ‐
por lo menos la mitad más uno‐ están vinculados a ideas vinculadas al propio Plotino. Vamos a
encontrar en que el siglo XIX, en este árbol que se va abriendo efectivamente cuando uno
empieza a interrogarlo o a estudiarlo con mayor atención, es el que da origen a la Psicología o al
Psicoanálisis y tienen nuevos temas; esos nuevos temas en general son el estudio del alma,
campo que había sido propio de la Filosofía pero que ahora se introduce con una mirada diferente,
o sino en el concepto del Psicoanálisis, el estudio del pensamiento de las emociones y el
sufrimiento. Las respuestas que va a dar Freud y que van a dar otros autores una y otra
vez, retoman ideas que van a dar ese Romanticismo alemán y la filosofía que funda Plotino que se
llama Neoplatonismo.
Estos temas no son temas de examen pero son temas sumamente importantes para
pensar cuando decimos artista, Psicología, creador. De tal manera que me resulta
importante introducir estos temas. No obstante, son temas importantes para no quedar
confundidos con cuestiones aparentes, no son las respuestas de una teoría las respuestas a un
problema real, sino que primero hay que comprender por qué esos temas se plantearon como un
problema. Entonces hay que comprender de dónde surgen ideológicamente en el sentido
científico, de dónde surgen las ideas pre científicas y la ideología que formulan el problema.
Cuando uno entiende el problema, entonces uno encuentra que en cualquier disciplina
diplomática las respuestas están acotadas por la definición del problema, por esta razón es
importante tomar las concepciones epistemológicas en esta carrera, en una carrera como
Artes en la que se trata de comprender que las respuestas que vamos a dar surgen de una
definición de ciertas ideologías que definen ciertos problemas. Ideologías, en el sentido
amplio, en el sentido epistemológico. De dónde surgen estas ideas: surgen del
Romanticismo, del concepto de alma, de las concepciones platónicas. Por ejemplo, el problema
de género es un tema que ahora está más presentes por las cuestiones reales que han pasado en
la Argentina en estos tiempos pero de todas maneras la teoría del género surge desde la reflexión,
desde una pregunta que es muy interesante que es quién teoriza el centro, quién dice cuál es el
centro. ¿Por qué se teoriza a partir del centro? Porque hay un lenguaje que define el centro. Es
una idea interesante, en nuestro caso estoy tratando de demostrar cuál es el centro en el siglo XIX
y ese centro es el concepto del alma, imbuido en la naturaleza y las relaciones complejas que se
entraman entre los elementos de la naturaleza a partir de estas relaciones analógicas, vibratorias,
etcétera.
En los últimos veinte años se ha puesto de moda: todos hablan de las energías, del Reiki.
Estamos en un momento por razones que son, en mi opinión, de orden histórico‐político;
estamos viviendo un contexto en donde surgen ideas del Romanticismo del siglo XIX, el
contexto es muy similar. La caída del bloque soviético introdujo una reformulación de los
sistemas de predominio entre los países que definieron los centros; es exactamente lo que
paso en la segunda mitad del siglo XIX en Europa. Lo más interesante es que sucedió lo mismo en
el momento en que Plotino empieza a desarrollar su teoría, en el siglo II en Alejandría. Roma
estaba cayendo, Grecia ya había sido vencida por Roma y si hasta ese momento Roma
había sido el centro cultural, el nuevo centro cultural empieza a definirse de manera más compleja
en Alejandría. Ciudad que existe todavía en la desembocadura del Nilo, en Egipto. En
Alejandría se daba una confluencia de culturas muy interesante: por un lado estaban los
helenos, el camino del helenismo que fue extendido por Roma; del otro lado estaban los judíos
helenizados, los que leían la biblia en griego; había una influencia no menor de hindúes con
el que hubo más contacto, el más cercano es Alejandro Magno. Y había habido guerras,
contemporáneas a Manes, contemporáneo al maniqueísmo, estaba vivo en Alejandría y había
peleado en guerras en la India. Y después la historia de Egipto, en el siglo tolemaico, había sido
conquistado por Roma, seguían teniendo una cultura artística importante pero gran parte de los
arcanos habían perdido la religión y muchos de sus desarrollos tecnológicos han generado
grandes interrogantes en la cultura Occidental, en el sentido de que han sido capaces de un
desarrollo arquitectónico por lo menos colosal y siempre eso generó muchas preguntas. Dónde
estuvieron, qué paso, dónde se transmitió esa gran construcción. En el mundo de Alejandría en el
siglo II también estaban los astrónomos como el propio Ptolomeo que no era descendiente de la
dinastía tolemaica sino que era un nombre común en la época. En el mundo del siglo II se da un
extraordinario movimiento cultural: la enseñanza de la filosofía, la Academia y el Liceo siguen
existiendo en Alejandría y las bibliotecas antiguas, por ejemplo la biblioteca de Aristóteles
que era una biblioteca antigua porque había rollos. En este contexto surge Plotino, profesor de
Filosofía, había tomado clases con un filósofo que venía de la India. Plotino introduce una idea
importante: se plantea el origen de la multiplicidad del mundo, idea que a nosotros nos resulta
próxima si pensamos en los estudios astronómicos, por la divulgación que se hace que es muy
diferente a la teoría científica. Una cosa es la teoría de Einstein y otra cosa es lo que se sabe de lo
que dijo Einstein, la teoría de Einstein la conocen ocho físicos pero no muchos más, y lo
mismo con los astrólogos, muy pocos astrofísicos pueden dar cuenta para nosotros. Por
ejemplo, en la astronomía vamos a ver que todas las teorías se plantean cuál es el origen del
universo, de la multiplicidad que conocemos. Ese es exactamente el problema de Plotino, no era
cristiano pero en este contexto ya estaban los cristianos en el siglo II, bastante mal vistos; dice:
“El origen del mundo es el uno que es el ser, y en su puro ser deriva ser”. No voy a decir que la
idea del Big Bang no existiera ni mucho menos pero quiero plantearles que las problemáticas que
plantea Plotino no son tan alejadas, nos seguimos planteando algunas preguntas muy próximas:
cuál es el origen de la multiplicidad en el mundo de los seres, la naturaleza de los seres, el puro
Uno, Dios.
Afirma: ser por desborde de su objeto de ser, emana; él dice que la emanación del ser no
es traslativa, no se traslada, sino que, simplemente es como la luz del sol ‐todavía no se había
descubierto la teoría de la velocidad de la luz. Esto es algo que se plantea Leonardo, Plotino
murió creyendo que el sol daba la luz, el sol emanaba como una emanación del ser. Plotino
dice “Emanaba la luz del exceso de ser”. De esta manera, por el exceso de ser el Uno se sustancia,
es decir, adquiere sustancia; y esa sustancia se manifiesta en varios niveles, es exceso de ser y se
manifiesta en primer lugar como lo cognoscible, el Nous. Todo aquello de lo que podemos llegar a
saber, el mundo de las ideas abstractas, el mundo de las ideas posibles; todo eso es una primera
emanación de Dios. Esa es la primera manifestación de Dios del Uno por exceso del ser. Lo
cognoscible tiene dos aspectos: lo virtual y hay otro aspecto en el cual adquiere
características de espacio y de tiempo. Esa primera sustanciación del exceso del ser, del
Nous, de lo cognoscible, se manifiesta como el cielo y las estrellas; para el siglo II es lo que se ve.
En ese siglo estaba Ptolomeo, creador del sistema ptolemaico, el sistema en el cual la tierra está
en el centro y los planetas giraban alrededor. Esta es la primera sustanciación, aquello que es lo
más alejado ‐es decir el cielo y las estrellas‐, las estrellas son la primera sustanciación que por
exceso del ser, activa una segunda sustanciación que es el alma del mundo, ese principio
de emanación de Dios que está detrás de la naturaleza.
Esa es la idea de Platón que después la vamos a encontrar en Goethe y en el
Romanticismo alemán. Y esa alma del mundo, el reflejo del ser da origen al alma. Plotino
considera al alma principio de Dios, emanación de Dios que se encarna en el cuerpo por soberbia,
por arrogancia del ser en su presencia pura admite encarnarse en un principio interior. Las almas
están en el cuerpo, dice Plotino, y el alma puede volver al Uno, a Dios, hay tres caminos que tienen
que ver con las doctrinas hindúes de meditación y ese camino como no es un camino de
traslación, es un camino más corto de lo que se cree y esas tres opciones son el amor, la Filosofía y
la música. Recuérdenlo porque la teoría de Freud está sacada de esta concepción. Freud no habla
nunca de Plotino, es un hombre muy culto y tenía muchas lecturas filosóficas pero no habla
nunca de Plotino aunque sepamos que leyó autores contemporáneos neoplatónicos
contemporáneos a Plotino.
Estos tres caminos muestran cómo el alma puede volver a Dios. De esta manera el
alma, emanación de Dios, es una idea que a todos les resulta cercana porque San Agustín retoma
a Plotino. Y todos aquellos que han tenido educación católica han estudiado que el alma es
el principio de Dios. Y aquellos que han tenido educación judía habrán estudiado el árbol de
la vida que es el árbol de la Taba, y en el árbol de la vida hay virtudes que permiten el acceso a
Dios, la bondad, la rectitud. Esas virtudes significan que transitándolas se retoma el camino
directo a Dios, esa concepción venía de Plotino y no es la única, hay muchas otras. Pero
también aquellos que han recibido una educación católica un poco más profunda que la
simple comunión, habrán estudiado el momento de la consagración de la ostia, el momento en
que el sacerdote toca una campanilla y las personas tienen que bajar; y cuando tomaban la
primera comunión les decían que poco menos algo les sucedería si elevaban la vista, si veían lo
que el sacerdote hacía. En el momento de la consagración, en el rito, en la liturgia, les decía que el
Espíritu Santo ‐que es uno de los tres componentes de Dios‐, se encarna en la ostia. Hay una serie
de gestos y de cuestiones que hace el sacerdote, que si el sacerdote tocó la ostia consagrada de
una manera o si coloca los dedos de una forma…, etcétera. En ese momento se sostiene que
existe una transustanciación y en realidad hay un principio ritual y una serie de virtudes que
pueden transitarlas en la comunión. En ese momento Dios está en aquél que se ha confesado y ha
tomado la comunión, la ostia transustanciada por la presencia de Cristo. Entonces vemos hasta
qué punto las ideas de Plotino son influyentes en el campo religioso, mucho más de lo que
estoy diciendo: es un autor muy cercano a la cultura contemporánea.
Esa transustanciación del alma toma dos cuestiones, en primer lugar este modelo de
pensamiento introduce una idea fundamental que es cómo es el encuentro del alma con Dios.
Plotino dice que cuando el alma se encuentra con Dios reconoce el principio vital, reconoce de
dónde surge y adquiere el estado de una estupefacción, de una parálisis extática, de éxtasis, un
espasmo y entonces cuando el alma reconoce que en realidad Dios o el Uno es de donde ella ha
surgido, puede reconocer aquello de que es propio porque el igual sólo puede conocer el igual,
pero al mismo tiempo diferente y reconoce en el Uno aquello que era instalado en ese momento.
Ahora quiero que me sigan en este razonamiento, qué es lo que sentimos cuando
escuchamos una obra musical que nos resulta profundamente atractiva o cuando fuimos a una
representación teatral y escuchamos decir al actor palabras que no son las que nosotros
podríamos decir pero que si pudiéramos decirlas sabríamos que son exactamente aquello por lo
que nos sentimos profundamente nosotros, que eso que está diciendo el actor somos nosotros,
aunque jamás podamos decirlo tan bien; nadie lo sabe pero cuando estoy escuchando a
ciertos actores o ciertos textos, eso que está diciendo el actor es profundamente yo. O
cuando estoy escuchando música, un arte no representativo, una obra que conozco y en una serie
de relaciones de altura sonoras sea lo que yo fuere, me siento compuesto. Ese fragmento
musical me representa en lo más íntimo y profundo de lo que soy, aunque nunca jamás
podría decir qué es; reconozco la profunda cercanía que tengo con ese fragmento musical. O
cuando estoy viendo una película y hay un instante que sea lo que sea soy profundamente
eso que está mejor dicho en ese film. Que soy eso, me reconozco en eso y sin embargo no podría
decir por qué, me siento profundamente identificado, como algo que soy yo aunque nunca podría
decirlo de la misma manera, me siento identificado, representado. Es decir, toda la experiencia
estética es la relación con el arte. Es lo que Plotino plantea con respecto al alma y es el modelo
sobre el cual todas las teorías psicológicas y psicoanalíticas han priorizado el estudio del arte.
El encuentro del alma con Dios produce una relación particular de pensar la experiencia
estética, individual. El propio Plotino lo dice: “uno de los caminos con los cuales encontrarse
con Dios es a través de la música” ¿Por qué la música y no el arte? Porque hace dos mil años la
pintura y las artes plásticas no eran arte; Séneca dice “Tanto que valoramos a los dioses y tan poco
que valoramos a los que los han hecho”. Los pintores eran casi como las prostitutas,
absolutamente marginales en Roma como los médicos, pero eran mejor considerados. Las
únicas disciplinas que se consideraban arte eran la música y la poesía; y la pintura y la escultura
de modo alguno lo eran. Una de las ideas de Plotino es la manera en cómo pensamos la
experiencia del arte, la relación individual con el arte y qué hay más allá del arte porque es un
campo simbólico donde la obra es más que una obra pintada, un texto representado: hay una
comunión, hay una imbricación donde hay un sujeto que se reconoce en el objeto artístico.
Plotino introduce una concepción del arte y de los artistas que está desafortunadamente
presente en la Psicología alemana que deviene del Romanticismo alemán que tomaba el alma
como principio vital. Ese concepto del arte tiene que ver con un movimiento hacia afuera,
centrípeto, y uno hacia adentro, centrífugo, y con una instancia intermedia que media entre
ambos. Esta es una idea extraordinariamente antigua hasta el día de hoy se repite en otros
textos. Son temas fundamentales para pensar el comienzo y la herencia teórica presente en las
teorías de la Psicología y el Psicoanálisis pero también son ideas que sirven para pensar el arte;
estas ideas son frecuentes en nuestra concepción del artista, el placer estético y sobre todo, de la
idea de creador.