Sei sulla pagina 1di 3

2017/07/18

Perro que mucho ladra no muerde,


pero este ya ni ladra.
Pareciera ser que el «destino manifiesto» de los sectores denominados de
izquierda estuviera limitado a la constitución de una base social, lo que no es
poco, pero sí insuficiente.

Las pugnas que por estos días caldean la arenas políticas tienen que ver con los preparativos
pre-electorales para el 2018 de los partidos, las organizaciones políticas y los grupos
representativos de ciudadanos. Lo que es claro es que para algunos sectores, la izquierda, es
un terreno mucho más fangoso, en tanto que otros, la derecha y la extrema derecha, lo
transitan con mucha más seguridad.

Es casi una perogrullada hablar de la desigual posición de combate político en que se ubica la
izquierda frente a la derecha en el país, aún con todas las ventanas de oportunidad abiertas
con la reforma política que se da de la mano del Acuerdo de la Habana, aún en curso de
implementación. La persecución y asesinato sistemático a que se ha enfrentado por décadas,
la estigmatización e incumplimientos a los acuerdos con movimientos sociales y la
invisibilización de sus iniciativas la han arrinconado en la invisibilidad [del sistema político].

Pero es un lugar que hasta cierto punto ella misma se ha encargado de darse. No hay manera
de justificar las tantas vidas perdidas ni restar valor a aquellas -vidas- entregadas
cotidianamente al cambio y que ponen trabas al sistema, como tampoco hay forma de no
denunciar la excesiva permisividad de atrincheramiento -táctico y estratégico- que ha admitido.

El relacionamiento histórico en la opinión pública de los movimientos sociales con la


insurgencia, su formación añeja y ortodoxa, y sus prácticas absolutamente asépticas, salvo por
algunas iniciativas de escala geográfica limitada, han impedido que su voz, con demandas
justas, tenga el más mínimo eco transformativo. En los preparativos de los próximos comicios
una vez más, se pone de presente la habilidad política (en la política), donde la zurda no tiene
mucho que decir, sino más bien la necesidad de callar y, muy atenta, aprender. O, empezar a
actuar.

Urge evidenciar entonces, un fenómeno que se produce a ambos lados del espectro político
pero que, por la forma diferenciada como se asume tiene consecuencias radicalmente
opuestas en cada coordenada. Es lo que denominaremos para efectos pedagógicos proceso
de ‘agregación sociopolítica’ en procesos electorales, a partir de un mecanismo que me
interesa hacer mención, la individualización de identidades políticas, que por una parte es
muestra de la gran pluralidad de perspectivas, pero que en escenario electoral requiere un
punto de convergencia para potenciarse.
Quien mejor hace gala de ello ha sido y sigue siendo el uribismo. Su capacidad de capitalizar
electoralmente los agregados sociales que ha producido su fundador es sorprendente, en el
2014 en vez de instituirse como el Congresista más votado (Robledo con 180.000 votos),
aprovechó las posibilidades del sistema electoral, aspirando con lista cerrada al Capitolio
Nacional y arrastrando consigo a toda una colectividad de 19 curules.

Ahora hábilmente lo hace de nuevo, cobijando en su seno, con la paternalidad que lo


caracteriza, a todo un eje de poder; mostrando en la aparente dispersión de la extrema derecha
una estrategia con mucha potencia: la previsible candidatura presidencial del Centro
Democrático, las ya presentadas de Ordoñez y Vivian Morales (cuya cercanía a este bloque ya
es ideológica pero cuya incorporación depende de la puja al interior del Partido Liberal con De
la Calle), igual que el ala del Partido Conservador adherida a Pastrana y el recientemente
surgido Partido Patria Nueva, de sindicatos de policías y militares retirados, es muestra de una
magistralidad -amañada, si pero no por eso menos brillante- de que otros carecen.

Esta es una lección importante porque tras recurrir a la individualización de identidades


políticas convergentes potencialmente (bien sea por filiación partidaria, gremial, religiosa o
carismática), las hace confluir. Su experticia y vocación de poder resta dificultad a la sumatoria
[agregación sociopolítica] que en última instancia y por cercanía ideológica, no sin discusiones
pero sí seguramente, habrán de constituir para 2018. Hay más puntos de llegada comunes que
le permiten mantener su posición y buscar la hegemonía que divergencias en momentos
decisivos. Más coloquialmente diríamos, individualiza y junta para ‘no dejar perder nada’.

Llegada la hora de hablar del costado izquierdo del tablero, hallaremos que este mecanismo de
individualización se encuentra presente también; sin embargo, en tanto prima la lógica de
diferencia por sobre la de similitud sus efectos tienen alcances diferentes. Se podría pensar, no
sin acierto, que la diversidad de perspectivas de análisis que ofrece cada una de las
identidades enriquecería las apuestas políticas particulares de este sector, y es así, pero lo
cierto es que su producto ha sido más un un distanciamiento de cada una respecto de las otras.

Es importante mencionar que la vocación no electoral de muchas de estas perspectivas


conduce necesariamente a un rechazo de dichas vías de acción, lo que es legítimo, no
obstante, resta un margen suficientemente amplio dentro de la izquierda para efectuar una
valoración de la forma en que se ha aplicado y al hacerlo, nos encontramos con que, en vez de
separar una a una las identidades diferenciadas que pudiesen sumarse a partir de lo común
para asegurarlas todas en lo electoral, la indiferencia recíproca y la autorreferencia son las
constantes, por lo que las victorias en este terreno son más bien escasas frente a las del
bloque de poder dominante.

Esto es una característica generalizada que no deja de expresar sin embargo algunas
experiencias atípicas como lo es, para esta coyuntura, la coalición de centro-izquierda
encabezada por Claudia López, J. Enrique Robledo, Navarro Wolf y Sergio Fajardo quienes
perteneciendo a partidos de diferente posición en el espectro de la izquierda, no dejan de
apersonar un -aún incipiente- experimento interesante en términos de la ‘agregación’ y
convergencia que demanda el momento electoral.

Más allá de la ‘centro-izquierda’ está la ‘izquierda-izquierda’ (en palabras de Navarro Wolf),


donde lo que marca la pauta hasta ahora definitivamente es la dispersión o bien, la indecisión.
Petro, Piedad Córdoba y la propuesta política de las FARC (cuyo interés en un gobierno de
transición, ha sido encarnado por el plenipotenciario de la mesa de diálogo, Humberto de la
Calle) son lo más destacado de este costado y sus proyectos y perspectivas no se evidencian
aún con suficiente claridad, salvo como personalidades que puedan capitalizar votos en
encuestas.

De tal forma, encontramos que la individualización de identidades políticas como un proceso de


revaluación pública de las especificidades de propuestas -más o menos- próximas
ideológicamente, que permita diferenciar unas de otras para, a su vez, ubicar los elementos
comunes susceptibles de ser agrupados en una agenda de propuesta política, puede (o no)
culminar en la sumatoria de ellas para mejorar los resultados en un proceso electoral. Lo que
parece claro es que tal herramienta de acción es potente y que su eficacia está a merced de
sus contenidos y de las formas en que los actores que intervienen la operen.

La exploración de mecanismos de acceso a posiciones de poder institucional es pertinente para


los sectores que abogan por las capas más desfavorecidas de la población, puesto que resta
tiempo suficiente para tomar medidas que los posicionen más favorablemente frente a sus
adversarios. Esto demanda un desplazamiento que atraviese la forma y se atreva a combinar
contenidos so pena de no cumplir sus objetivos en términos del trastocamiento de las
condiciones de vida de la gente. Si, es mejor equivocarse con la gente, que sin la gente, pero
de cualquier manera, definitivamente es mejor no equivocarse.

Potrebbero piacerti anche