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CARTA DE ORO
TRADUCCIÓN:
MONJES DE SAN ISIDORO DE DUEÑAS,
DANIEL GUTIÉRREZ, DE LA OLIVA
D
3 EDICATORIA A LOS NOVICIOS
1
. Dom Haymond, segundo Prior de Mont-Dieu, comenzó su gobierno
en 1144.
2
. Is 58, 13. Sábado de delicias = sabbatum delicatum. Es una
expresión frecuente en la literatura monástica medieval. El
simbolismo es vario, pero se llega a una cierta unidad de expresión
que podríamos considerar como perfectamente lograda en la
definición de san Elredo: “Sábado es el sosiego del alma, la paz del
corazón, la tranquilidad del espíritu” (Spec.Cart. III, 2). Este es sin
duda el sentido en que lo usa Guillermo en el saludo de la carta.
Los diversos autores desarrollaron el tema bajo distintos aspectos
y enriquecieron notablemente su concepto. Se habla de tres clases de
sábados en correspondencia exacta con los tres elementos esenciales
de la vida cenobítica: el individuo, los hermanos, Dios; y de la
preparación para cada uno de ellos durante un número determinado de
años místicos. Se aplica especialmente a la vida contemplativa
(GUILLERMO, De natura et dignitate amoris), que se considera como
el sabbatisimum (GILBERTO DE HOYLAND, In Cant. Ser. XI, 4). Por eso
los contemplativos son los sabatizantes, sabatizan (ibidem). Cf. J.
LECLERCQ, Otia Monástica I, 4 Sabbatum, en Studia Anselmiana, 53,
Roma, 1953, pp. 50-59.
3
. 2Co 6, 11; Sal 118, 32.
4
. 2Co 6, 13; 2Co 7, 2.
DEDICATORIA A LOS NOVICIOS 4
9
. Las tentaciones de blasfemia o de lujuria proceden, según
Guillermo, de la naturaleza misma del primer pecado y, por tanto,
acosan con mayor facilidad al hombre caído que se sorprende con
frecuencia apeteciendo lo que no quiere y pensando de Dios cosas que
no aprueba. Ambas pueden deslizarse insensiblemente en el hombre y
mancillar con gran facilidad el corazón, por lo que se ha de evitar todo
coloquio, oponiéndoles resueltamente el escudo de la fe. (Cf. El
Espejo de la fe, cap.IV. Col. PP. Cist. 8, p. 40 ss.). Esto explica que
tratando de la fe aluda el autor a estas dos tentaciones nacidas de la
acción por la que el demonio quiso cerrar todo acceso a Dios,
inficionando desde el principio la misma raíz de acercamiento a Dios
que es la fe (Cr. ibidem).
10
. 2Tm 3, 8.
11
. Imagen tomada de Platón: República, 514a, apólogo de la caverna.
DEDICATORIA A LOS NOVICIOS 6
12
. PL 180, 365B - 398A
13
. PL 180, 397B - 440D
14
. RB. c. 48.
15
. Si 15, 9.
16
. Jn 14, 4.
D
7 EDICATORIA A LOS NOVICIOS
17
. Is 33, 6. Los textos bíblicos citados por Guillermo revelan una vez
más su pensamiento sobre el proceso del conocimiento teológico.
Espiritualidad y teología se reclaman mutuamente. El proceso que es
el mismo en ambos tiene por base la trilogía anima-animus-spiritus
que sirve de apoyo teológico a la teoría de Guillermo sobre la triple
ciencia que el hombre puede tener de Dios, a medida que el alma pasa
de un estado a otro: a) el arte de creer, es decir, de leer en la Escritura
las obras de Dios; b) el arte de pensar y hablar correctamente de Dios;
c) la ciencia mística o experiencia vital de lo que se cree.
18
. Sal 18, 3.
19
. Ct 3, 4.
20
. “intus vacare otio”. Guillermo de Saint Thierry como san
Bernardo debieron dejar más de una vez la paz del claustro o los
jugosos comentarios de la Sagrada Escritura, para salir en defensa de
la Iglesia, la Esposa del Verbo contra errores doctrinales o de otra
índole.
DEDICATORIA A LOS NOVICIOS 8
21
Jr 17, 11
D
9 EDICATORIA A LOS NOVICIOS
27
. En el momento de escribir la carta Guillermo debía rondar los
sesenta años. No era, pues, muy viejo, pero sus energías físicas
estaban probablemente agotadas. En varias ocasiones hace alusión a la
falta de salud que le impedía observar algunas prácticas monásticas.
(Vita Bernardi, I, 12).
28
. Si 33, 28.
P
11REÁMBULOS
PREÁMBULOS
PREÁMBULOS 13
I
FELICITACIÓN Y ESTÍMULOS
29
. 1Ts 1, 6.
30
. Lc 15, 32; Flp 3,1.
31
. Lc 15, 24.32. Bajo la imagen del hijo pródigo parece indicar que
los cartujos han revivido en Occidente el ideal de la vida solitaria de
los monjes de Egipto.
32
. Sal 17, 45; Rm 10, 16.
P
14REÁMBULOS
33
. Sal 131, 6.
34
. Sal 64, 13.
35
. Mt 11, 25-26.
36
. Lc 12, 32.
PREÁMBULOS 15
7. Considerad, hermanos quiénes fuisteis
llamados37. ¿Dónde está el sabio entre
vosotros? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el
escrutador de este mundo?38 Aunque hay
algunos sabios entre vosotros, es a través de
los sencillos como reúne a los sabios el que en
otro tiempo conquistó para sí a los reyes y
filósofos de este mundo por medios de unos
pescadores.
8. Dejad, pues, que los sabios del mundo,
engreídos de espíritu mundano39, que
imaginan cosas grandes, pero habrán de lamer
el polvo40, dejadlos que sabiamente se hundan
en lo profundo del infierno41. Vosotros en
cambio, mientras se cava una fosa al
pecador42, os mantenéis como unos insensatos
por Dios por propia elección, en esa locura de
Dios que es más sabia que todos los
hombres43, aceptando, con Cristo como guía,
el camino de la humildad que sube hasta el
cielo.
9. Vuestra simplicidad arrastra ya a muchos
a imitaros44; vuestra conformidad y gran
pobreza45 confunde la ambición de muchos;
37
. 1Co 1, 26.
38
. 1Co 1,20.
39
. 1Co 2,12.
40
. Sal 71, 9.
41
. Mt 11, 23.
42
. Sal 93, 13
43
. 1Co 1, 25.
44
. 2Co 9, 2.
45
. 2Co 8, 2.
P
16REÁMBULOS
46
. Flp 2, 1-2.
47
. Sal 118, 132.
48
. Sal 44, 10.
49
. En este párrafo elogia Guillermo la novedad de la vida cartujana
que enriquece el ornato multicolor de la Esposa de Cristo, la Iglesia,
con una nueva familia religiosa.
50
. Si 28, 28.
51
. Sal 30, 21.
52
. Mt 9, 17; Mc 2,22; Lc 5, 37.
PREÁMBULOS 17
11. Ahora bien, esta novedad no tiene nada
de vanidad; es el núcleo de la religión
naciente, la plenitud del amor que brotó de
Cristo, el legado de la Iglesia de Dios;
prefigurada por los antiguos profetas53, nace y
se renueva con Juan Bautista al surgir el sol de
la nueva gracia, la vive íntimamente el mismo
Señor54 y la desean sus discípulos estando aún
él presente.
12. Habiendo visto la gloria de la
transfiguración del Señor los que con él
estaban en el monte santo55, Pedro enseguida,
fuera de sí y sin saber lo que decía,
contemplando la gloria del Señor, quería pedir
para sí lo que era un bien de todos. Pero
estando al mismo tiempo muy consciente de sí
mismo y sabiendo muy bien lo que decía, y
gustando cuán dulce es el Señor56, pensaba
que lo mejor sería permanecer siempre allí, y
anhelaba estar siempre en intimidad con el
Señor y los ciudadanos del cielo que veía junto
a él. Así exclamó: Señor, qué bien estamos
aquí; hagamos tres tiendas: una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías57. Si se le
hubiera concedido lo que pedía no hay duda
que enseguida hubiera levantado otras tres:
53
. Ya Elías, Eliseo y otros vivieron una vida solitaria que luego
restauraría Juan Bautista y viviría el mismo Jesús. Cf. Mt. 3, 1-4; Mc
1, 3-6; Lc 3, 2-4.
54
Mt 14, 23; Mc 1, 35; 6, 46; Lc 5,37.
55
Mt 14, 23; Mc 9, 1; Lc 9, 33.
56
Sal 33, 9.
57
Mt 17, 4.
P
18REÁMBULOS
58
. Pingue Otium Es otra expresión sinónima a Sabbatum para indicar
la contemplación espiritual.
59
. De todos estos monjes nos habla la Historia Lausíaca.
60
. Cf. Jdt 5, 17.
PREÁMBULOS 19
y rogad por ellos. Y olvidando lo que queda
atrás61, esquivando las trampas que siempre
encontraréis a uno y otro lado62 de vuestro
camino, lanzaos hacia las cumbres que os
esperan63. Perderíais el tiempo si pretendierais
responder a cada propuesta de los aduladores,
o argumentar las intrigas de los detractores.
Esto, sin duda, no acontecería sin gran
detrimento para vuestro santo empeño. En
efecto, para el que corre de la tierra al cielo ya
es un gran detrimento entretenerse, aunque no
se detenga.
61
. Flp 3, 13.
62
. Sal 139, 6.
63
. Flp 3, 13.
P
20REÁMBULOS
II
LLAMAMIENTO A LA HUMILDAD
64
. 2R 19, 7.
65
. Sal 118, 96.
66
. Rm 12, 2
PREÁMBULOS 21
tareas que superan sus fuerzas. En efecto,
quien se anticipó con la gracia de quererlo,
otorgó también la fortaleza para seguir
progresando. Cuando por su amor hace el
hombre lo que está de su parte, a pesar de las
calumnias del calumniador, Él mismo hace
misericordiosamente justicia y causa propia la
de su pobre siervo, ya que el hombre ha hecho
todo lo que podía67.
17. Lejos de vosotros, hermanos, todo
orgullo; lejos de vuestra pobreza y humildad y
hasta de vuestra boca todo engreimiento. Es
mortal presumir de grandes cosas, y
fácilmente se embota uno magnificándose, con
peligro de su vida. Sea otro el renombre de
vuestra profesión, tenga otro calificativo
vuestro trabajo.
18. Vosotros llamaos y consideraos más bien
fieras indómitas, acorraladas en jaulas, bestias
que no pueden ser domadas por el
procedimiento común de los hombres.
Considerad superior a vosotros la valentía y
admirad la gloria de aquellos valientes
ambidextros, como Aoth juez de Israel, que
usaba ambas manos como si fueran la
derecha68. Ellos, en la medida de lo posible, se
entregan con íntima devoción a la
contemplación del amor de la verdad; pero si
67
. Mc 14, 8.
68
. Jc 3, 15. Parece que Guillermo alude aquí a la tensión siempre más
o menos latente en la vida consagrada, monástica o apostólica, entre
contemplación y apostolado; vida solitaria o atención al prójimo.
P
22REÁMBULOS
72
. 2Tm 2, 7.
73
. Rm 16, 19.
74
. Col 2, 5.
75
. 2P 3, 11.
76
. Rm 8, 23.
PREÁMBULOS 25
de manos inocentes y puro corazón, y no han
recibido en vano su alma77. Esta es
precisamente vuestra profesión: buscar al Dios
de Jacob, no como lo busca todo el mundo,
sino buscar el mismo rostro de Dios que
contempló Jacob, y dijo: He visto a Dios cara
a cara y he salvado mi vida78.
26. Conocer a Dios es buscar su rostro,
buscar ese cara a cara que contempló Jacob, de
la cual dice el Apóstol: Entonces conoceré
como soy conocido. Ahora vemos en espejo y
oscuramente, entonces le veremos cara a cara,
como es 79. Debemos buscar ese rostro en la
presente vida sin descanso80, mediante la
limpieza de las manos y la pureza de corazón.
Tal es la piedad que Job llama culto a Dios81.
El que carece de ella, en vano posee su alma,
tiene una vida sin sentido. Más aún, carece
totalmente de vida, puesto que lleva una vida
para la cual no se le otorgó el alma.
77
. Sal 23, 3.4.6.
78
. Gn 32, 30.
79
. 1Co 13, 12.
80
. Sal 104, 4.
81
. Jb 28, 28.
P
26RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
PRIMERA PAR
TE
EL HOMBRE
A IMAL
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 27
CAPÍTULO I
LA CELDA Y SUS MORADORES
1. LA CELDA82
La soledad auténtica
27. Esta piedad consiste en el recuerdo
constante de Dios, en la solicitud continua de
la mente por conocerle, en una adhesión
incansable a su amor, de tal manera que no
pase un solo día, y ni una hora en que el
siervo de Dios no esté entregado a la actividad
espiritual, al empeño de progresar, a la dulzura
de la vivencia y al gozo de la fruición. Sobre
esta piedad amonestaba el Apóstol a su
discípulo más querido: Ejercítate en la piedad
ya que las prácticas corporales sirven de muy
poco, mientras que la piedad es útil para toda
obra buena y tiene la promesa para la vida
presente y la futura83
82
. Dirigida la carta a los cartujos, Guillermo habla muy naturalmente
de la celda. En realidad trata de exponer en una síntesis preciosa la
doctrina tradicional sobre el monasterio y ese conjunto de prácticas
ascéticas de la familia monástica.
83
. 1Tm 4, 7-8.
P
28RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Celda y cielo86
31. Debido a esto y según vuestra forma de
vida, moráis más en el cielo que en las celdas;
arrojando de vosotros todo lo mundano, os
habéis encerrado totalmente con Dios. En
efecto, morar en la “celda” y en el “cielo”
tienen el mismo parentesco; y si cielo y celda
guardan entre sí cierta relación en el nombre,
lo mismo en el amor. Ahora bien, cielo y celda
parece que reciben el nombre de celar
[guardar escondido] y lo que se guarda en el
cielo se guarda también en las celdas; lo que se
hace en el cielo se hace también en las celdas.
¿Qué se hace? Dedicarse a Dios, gozar de
Dios. Cuando esto se hace en las celdas con
fidelidad y devoción, cumpliendo lo
establecido, me atreveré a decirlo: los mismos
ángeles de Dios convierten las celdas en cielo,
y se regocijan tanto en ellas como en el cielo.
32. Porque cuando en la celda se viven
ininterrumpidamente las realidades celestiales,
el cielo se aproxima a la celda por la
86
. Todo este párrafo tiene como base un juego de palabras: cella,
coelum; y recoge una de las más bellas tradiciones monásticas. El
primero, el más importante de los temas al que han aplicado los
monjes del medievo el arte literario, es lo que podríamos llamar
devoción al cielo. J. LECLERCQ, Cultura y vida cristiana, Ed.
Sígueme, Salamanca, 1965, p. 71 & 2º). Sobre la correspondencia de
funciones angélicas y monacales a las que se refiere Guillermo, cfr. G.
COLOMBÁS, Paraíso y vida angélica, Montserrat, 1958, pp. 28 y ss.
P
30RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Celda y templo
34. La celda alimenta, abraza y calienta al
hijo de la gracia, fruto de su seno; lo conduce a
la plenitud de la perfección y lo hace digno del
diálogo íntimo con Dios. Al extraño empero y
al espúreo lo arroja y aleja inmediatamente de
sí. Como dijo el Señor a Moisés: quítate las
sandalias de tus pies porque el lugar en que
87
. Sal 54, 16.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 31
estás es tierra sagrada88 . Un lugar santo, una
tierra santa no puede soportar por largo
tiempo un cadáver, víctima de afectos
mortíferos, o a un hombre que tiene muerto el
corazón89.
35. La celda es tierra y lugar santo donde el
Señor y su siervo tienen frecuentes coloquios
íntimos, como un amigo con otro amigo90. En
ella el alma fiel se une frecuentemente al
Verbo de Dios, la esposa establece alianza con
el esposo, lo terreno se une a lo celestial, lo
humano a lo divino91. Ahora bien, como el
templo es la morada de Dios, del mismo modo
lo es la celda para el siervo de Dios.
36. En el templo y en la celda se tratan cosas
divinas, pero más frecuentemente en la celda.
En el templo se distribuyen algunas veces de
modo visible y en figura los sacramentos de la
vida divina; sin embargo, en la celda al igual
que en el cielo, se nos ofrece continuamente la
realidad misma de todos los sacramentos de
nuestra fe, en toda su verdad y en toda su
disposición, aunque todavía no con todo el
esplendor de su pureza, ni con la seguridad de
la eternidad92.
88
. Ex 3, 5.
89
. Sal 30, 13.
90
. Ex 33, 11.
91
. Cfr. Exultet, o Pregón de la Vigilia Pascual.
92
. En un lenguaje atrevido se expone el valor unitivo de la vida
monástica. Solo puede compararse al de los sacramentos de la Iglesia.
P
32RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Celda y progreso
38. El castigo del hombre impío hace más
sensato al sabio96, y el justo lavará sus manos
en la sangre del pecador97. Como dice el
102
. 1Co 15, 41.
103
. Guillermo sigue en esta doctrina a Orígenes. Cf. ORÍGENES, In
Mat XI, 15; PG 13, 953.
104
. 1Ts 5, 5.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 35
falta, de dónde provienen, hasta dónde han
llegado, y en qué estado de progreso se ven
ante su conciencia cada día y en cada
momento.
43. Viven como animales los que no actúan
por sí mismos, ni por la razón ni por amor.
Arrastrados por mandato ajeno, por lo que
otros enseñan o atraídos por el ejemplo,
admiten todo lo bueno que encuentran, y como
ciegos llevados de la mano siguen e imitan lo
que otros hacen. Son racionales los que
guiados por el juicio de la razón, proceden con
discreción y sentido común; conocen y desean
hacer el bien, pero carecen aún de amor. Los
perfectos son los que actúan movidos por el
espíritu y reciben del Espíritu Santo una
iluminación superior. Se les llama sabios
porque saborean el bien hacia el que se sienten
llevados, y a los revestidos del Espíritu Santo,
como en otro tiempo lo fue Gedeón105, se les
llama espirituales como si su vestido fuera el
Espíritu Santo.
105
. Jc 6, 34.
P
36RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
106
. 2Co 3, 18.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 37
CAPÍTULO II
EL HOMBRE A IMAL O
PRI CIPIA TE
La animalidad
46. Comenzamos con el estado primero: la
animalidad, que es una forma de vivir
dependiente de los sentidos corporales. El
alma sale en cierto modo de sí misma a través
de los sentidos corporales, es atraída por el
deleite que le produce todo lo que ama, se
goza en su fruición y alimenta su sensualidad.
O entrando dentro de sí y no pudiendo llevar a
su interior incorpóreo los cuerpos a los que
está unida por los afectos del amor y la
costumbre, introduce en su intimidad esas
imágenes y allí se entretiene amistosamente
con ellas.
P
38RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
La insensatez
48. La animalidad volviendo las espaldas a
Dios se convierte en locura. Y tanto se
repliega en sí misma que se embrutece y
pierde hasta la capacidad o el deseo de dejarse
dirigir. Arrastrada fuera de sí por la soberbia,
estima que eso es prudencia de la carne y se
tiene por sabia, cuando en realidad es una
insensata, como dice el Apóstol: Alardeando
de sabios se volvieron insensatos107.
La simplicidad
49. Ahora bien, cuando la animalidad se
vuelve hacia Dios, se convierte en santa
simplicidad, es decir, una voluntad que actúa
siempre de la misma manera, como era Job,
hombre recto y justo, temeroso de Dios108. La
107
. Rm 1, 22.
108
. Jb 1, 1.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 39
simplicidad consiste propiamente en una
voluntad totalmente dirigida hacia Dios, pide
una sola cosa al Señor y la busca con
anhelo109, y evita complicarse con las cosas del
mundo. Consiste también en llevar una vida
humilde, es decir, desea la virtud más que la
fama, porque al hombre sencillo no le importa
que le consideren necio según el mundo con
tal de ser sabio ante Dios110. Simplicidad es
también dirigir la voluntad sólo hacia Dios;
pues aún no ha sido formada por la razón para
que se convierta en amor, o en una voluntad
debidamente formada; ni está aún iluminada,
para convertirse en caridad, que sería el gozo
del amor.
El temor de Dios
50. La simplicidad es como si tuviera en sí
misma las primicias de las criaturas de Dios111,
es decir, una voluntad simple y buena, la
materia informe del futuro hombre virtuoso en
el comienzo de su conversión, que entrega a su
Autor para que él la dé forma. Porque al
poseer con la buena voluntad el comienzo de
la sabiduría, o el temor del Señor112, llega a la
convicción de que no puede formarse por sí
109
. Sal 26, 4.
110
. 1Co 3, 18.
111
. St 1, 18.
112
. Sal 110, 10.
P
40RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
La obediencia perfecta
53. Así pues, por mandato del Señor y por el
mismo orden natural la esposa debe someterse
al marido, la parte animal al espíritu, al
espíritu propio o al de algún varón espiritual,
con una entrega auténtica, es decir, con
obediencia perfecta. Y esa obediencia perfecta
113
. Pr 11, 29.
114
. Gn 3, 16.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 41
no hace juicios, sobre todo en el principiante, y
no discierne el objeto o la causa del mandato,
sino que pone todo su empeño en cumplir fiel
y humildemente lo que manda el superior.
54. En efecto, el árbol de la ciencia del bien
y del mal del paraíso es, en la vida, la facultad
de discernimiento que reside en el padre
espiritual, que lo juzga todo y a él nadie lo
juzga115. Es competencia suya discernir, los
demás deben obedecer. Comió Adán para su
desgracia del fruto del árbol prohibido,
aleccionado por la sugestión de quien dijo:
¿Por qué os ha mandado Dios que no comáis
de ese árbol?116. He aquí el acto de discernir:
¿Por qué este mandato? Y añadió [la
serpiente]: Es que sabe [Dios] que el día que
comáis se os abrirán los ojos y seréis como
dioses117. Aquí tenemos el objeto del precepto:
no quiere que seáis como dioses. El hombre
juzgó, comió, desobedeció y fue arrojado del
paraíso118. Del mismo modo, es imposible que
pueda vivir en la celda y perseverar en la
religión el hombre animal que se las da de
discreto, el novicio que presume de prudente y
el principiante que alardea de sabio. Hágase
necio para llegar a ser sabio119. Que su
discernimiento consista en esta materia en
115
. 1Co 2, 15.
116
. Gn 3, 1.
117
. Gn 3, 5.
118
. Gn 3, 6. 24.
119
. 1Co 3, 18.
P
42RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
120
. Sal 8, 7-8.
121
.Rm 1,19.
122
. Rm Ibd y Sb 13, 5-9.
123
. Rm 1, 17.
124
. Rm 1, 32.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 43
57. Por eso la creación, que
espontáneamente sirve al hombre según el
orden de la naturaleza, se ve como obligada y
forzada a someterse a la necesidad que viene
del pecado, a la voluntad y al placer.
58. Aquí tiene su fundamento, bien conocido
por todos, el que tantas cosas necesarias para
la vida, tantas cosas útiles a buenos y malos,
tantas cosas hermosísimas por su naturaleza,
sean realizadas o realizables por hombres
buenos o malos.
59. De aquí procede, gracias a los
innumerables inventos del hombre, y a tanta
diversidad en las letras, oficios y
construcciones, la inmensa variedad de
estudios, profesiones y especialidades
científicas: la oratoria, las dignidades, los más
variados oficios e innumerables
investigaciones sobre las cosas de este mundo,
que utilizan para sus usos y necesidades tanto
los sabios de este mundo125, como los
humildes siervos de Dios126. Aquéllos abusan
de ellas para satisfacer su curiosidad,
voluptuosidad y soberbia; éstos las utilizan
para cubrir sus necesidades127. Pero su
consuelo se halla en otra parte.
125
. Rm 1, 22.
126
. Flp 2, 15.
127
. Guillermo usa el término necessitas, que en san Bernardo y sus
discípulos connota un matiz especial. Se trata de una necesidad natural
que, al ser agravada por el pecado, complica la vida del hombre. Cf. E
P
44RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
132
. Sal 37, 8.
133
. Sal 37, 11.
P
46RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
El remedio de la obediencia
134
. Guillermo insiste en la necesidad de la obediencia sencilla y llana
para el hombre animal. “Al principio, dice, el amor todavía ciego, no
sabe ni de dónde viene, ni a dónde va” (De Aatura et Dignitate
Amoris, IV. PL 184, 385 C). Más adelante será la caridad la rectora de
la vida del monje, y entonces ella misma le indicará el camino a seguir
sin peligro de desviación. Ibidem, 388 C -D.
P
48RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
a) Por la mortificación
135
. Rm 12, 1.
136
. 1Co 2, 14.
137
. Rm 12, 3.
P
50RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
La firmeza y discreción
73. Además aprenderá a evitar el reproche
que hace el Señor a su pueblo por el Profeta:
138
. Si la sumisión total a los superiores es la mejor prueba de la
pureza del amor y de la perseverancia del novicio, el progreso de este
amor exige del principiante un comportamiento externo adaptado a la
disciplina claustral: “Cultive, pues, la pureza de corazón y la
compostura del cuerpo; sepa guardar silencio y hablar correctamente;
mantenga sus ojos siempre modestos, nunca altivos; no admitan sus
oídos la maledicencia; sea sobrio en la comida y el sueño; lleve sus
manos con dignidad y ande con gravedad; no demuestre ligereza
riendo a carcajadas, sino más bien su bondad sonriendo
graciosamente” (De Aatura et Dignitate Amoris III, PL 184, 385 A).
139
. Col 3, 2.
140
. Ga 5, 17.
141
. Rm 2, 11.
142
. 1Co 6, 20.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 51
Me habéis arrojado detrás de vuestro
cuerpo143. Pondrá sumo cuidado para que su
espíritu no sufra detrimento, y bajo pretexto
de atender a las necesidades o comodidades de
la vida, no abandone el buen camino de su
vocación, o se rebaje de la dignidad de su
naturaleza por honrar y amar a su cuerpo.
74. Por lo mismo habrá que tratar al cuerpo
con gran rigor para que no se rebele ni se
engría sino que esté siempre dispuesto a
servir, ya que se nos dio para servir al espíritu.
Tampoco se le ha de considerar como si
viviéramos para él, sino como algo sin lo que
no podemos vivir. Porque el pacto que
tenemos con el cuerpo no lo podemos romper
cuando nos parece, sino que hemos de esperar
con paciencia su natural disolución, respetando
entre tanto todo lo que corresponde a esta
mutua alianza. Nos comportaremos con él
como si no debiéramos vivir mucho tiempo
unidos; y si sucede de otra manera, no le
obligaremos por ello a abandonarnos144.
143
. Ez 23, 35.
144
. Creo oportuno completar esta idea de Guillermo con otros textos
suyos que reflejan bien la flexibilidad de la ascesis monástica, como la
entendió siempre la tradición benedictina. “El amigo de Dios se ama a
sí mismo recta y ordenadamente; cuida de su cuerpo no por
condescender con sus deseos, sino por razón de su espíritu; ama su
espíritu en el Espíritu Santo por Dios. No vivimos, en efecto, para el
cuerpo, pero sin él no podemos vivir. Si, según el dicho del Apóstol:
“Aadie odió jamás su propia carne” (Ef 5, 29), no basta no odiar el
cuerpo, es preciso cuidarlo, pero sin convertirse en esclavos suyos,
para poder dar al espíritu el culto y el amor que le pertenecen, hasta
someter totalmente la carne. Para que el cuerpo viva se necesita cierto
cuidado del mismo por parte del espíritu; para que el espíritu se
desarrolle, se precisa la sujeción total del cuerpo. Dios tiene derecho
P
52RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
El bien de la obediencia
75. Esto supone un gran empeño y solicitud,
ya que se correría el riesgo de frecuentes
equivocaciones si la ley de la obediencia y el
reglamento de la celda no ofrecieran al novicio
una forma completa de disciplina común sobre
alimentación, vestido, trabajo, descanso,
silencio, soledad y todo lo que se refiere a la
conducta y necesidades del hombre exterior; y
así el hermano obediente, paciente y tranquilo
pueda vivir a la vez cauto y seguro.
76. Todo esté ordenado desde el principio
con suma prudencia. Lo superfluo esté
restringido y lo necesario se adapte a los
términos de una justa suficiencia y a los
límites de una noble continencia, para que los
fuertes deseen hacer más y los débiles no se
desanimen145. Que las concesiones hechas a
quienes lo necesitan no entristezcan a los que
con buena voluntad disfrutan de ellas dando
gracias, ni las restricciones impuestas se
conviertan en manera alguna en tentación para
el siervo de Dios, acostumbrado a usar con
sobriedad y buen espíritu las cosas que se le
permiten.
77. En todo esto, como dice Salomón: quien
anda con sencillez, camina seguro, pero el que
sobre uno y sobre otro para que todo el hombre le sirva”. Expositio
altera in Ct. II; PL 180, 518 C - D.
145
. RB 64, 19.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 53
va por caminos torcidos será descubierto146.
Aunque las cosas necesarias están ordenadas
de modo que nadie pueda quejarse y se
erradique totalmente lo superfluo, si por el
bien común o conveniencia de algunos se
debiera añadir o reducir algo, quede esto a
juicio del prior sin que cree escrúpulos o
peligros al súbdito obediente.
Las tentaciones
78. Por tanto, el solitario novel, siguiendo la
norma común debe aprender a dominar las
concupiscencias de la carne mediante la
penitencia continua del pasado, y despreciar
todo lo demás para llegar al desprecio de sí
mismo
79. El eremita deberá renovar
constantemente su firmeza frente a las
tentaciones que con más virulencia se ensañan
en el novicio; porque al servidor fiel que
espontáneamente sirve a Dios no cesan de
incitarle los vicios con la recompensa del
placer que le ofrecen, incentivados por el
diablo. También Dios nuestro Señor nos tienta
para ver si le amamos o no147; no como si
quisiera conocer lo que desconociera, sino
para que en la misma tentación
experimentemos con más intensidad ese amor
divino.
146
. Pr 10, 9.
147
. Dt 13, 4.
P
54RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Peligros de la ociosidad
81. La ociosidad es sentina de todas las
tentaciones y de todos los pensamientos malos
e inútiles. No hacer nada148 es lo peor que
puede sobrevenir a la inteligencia. Nunca esté
ocioso el siervo de Dios, aunque lo deje todo
para dedicarse a El149. No podemos aplicar un
nombre tan sospechoso, vano y muelle a una
realidad tan cierta, santa y profunda. ¿Es
ocioso dedicarse a Dios? Todo lo contrario, es
el negocio de los negocios. Quien en la celda
no se entrega fiel y fervorosamente a eso, haga
148
. Otium iners es la expresión que usa aquí Guillermo en oposición
intencionada a otium pingue. Ello demuestra la ambigüedad del
término. Textos como el presente demuestran que el otium es bueno o
malo según se emplee; pero, contrariamente a la otiositas, en sí mismo
es bueno. Cf. J. LECLERCQ, Otia monastica II, cp. V, 2. En Studia
Anselmiana n. 51, p. 71.
149
. Quamvis ad Deum feriatus sit. Expresión rica en la tradición
monástica pero de difícil traducción.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 55
lo que haga, si no lo hace con ese fin, estará
ocioso150
82. Es ridículo pretender evitar el ocio
entregándose a ocupaciones ociosas, porque es
ocioso todo lo que no ofrece ninguna utilidad o
no hay intención de que tenga utilidad alguna.
No se trata sólo de pasar el día disfrutando de
alguna satisfacción o evitando la mínima
sensación de hastío; lo que hay que procurar es
que siempre tenga la conciencia algo que sirva
al progreso interior, algo que aumente día a día
los tesoros del corazón. El buen solitario
estimará día sin vida aquel en el que crea no
haber hecho nada de aquello por lo que
precisamente vive en la celda.
El trabajo manual
83. ¿Te preguntas qué hacer o en qué
ocuparte? En primer lugar, además del
sacrificio cotidiano de las oraciones o la
dedicación a la lectura, no debes des-cuidar
una parte del día para el examen de
conciencia, e irte enmendando y mejorando de
día en día.
84. Se ha de hacer también algún trabajo
manual151 mandado, no tanto para distraer el
150
. Todo este párrafo es un juego con los términos otium negotium
con el que quiere expresarse la intensa actividad interior del
contemplativo. Si ella faltare, la celda no tiene razón de ser.
151
. Para huir de la ociosidad recomienda Guillermo el trabajo. La
expresión etiam manibus revela la poca estima que el trabajo manual
P
56RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
merecía para algunos monjes. Era ya una vieja cuestión. Desde los
orígenes mismos del monacato hubo dos corrientes bien marcadas
sobre el particular.
152
. 1Co 11, 9.
153
. Gn 2, 18.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 57
embargo, los duros trabajos del campo a la vez
que producen la fatiga corporal, llevan a la
contrición y humildad de corazón, el peso del
cansancio real origina muchas veces un mayor
afecto de devoción. Lo mismo acontece con
frecuencia con los ayunos, vigilias y los demás
ejercicios en los que existe fatiga corporal.
154
. Todo este párrafo se basa en la teoría de la Escuela Cisterciense
sobre la imagen de Dios en el hombre. El hombre no puede perder la
imagen de Dios impresa en la creación, pero puede perder su
semejanza. En este caso el hombre se encorva, pierde su rectitud. Cf.
E. GILSON, La Théologie Mystique de Saint Bernard, p. 71 y ss.
155
. Sal 27, 7.
156
. Sal 62, 2.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 59
condimento del amor de Dios, si nuestra locura
nos lo permitiera! Una vez ésta curada, la
naturaleza disfruta con las cosas naturales. Lo
mismo ocurre con el trabajo. El labrador tiene
músculos robustos y brazos vigorosos, que ha
conseguido con el ejercicio. Sin él se
anquilosarían y quedarían flojos. La voluntad
impulsa el uso de los miembros, del uso nace
el ejercicio; el ejercicio comunica energía
157
. Rm 6,19.
P
60RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
158
. Lc 9, 62.
159
. Flp 3, 12
160
. ibid.
161
. Cf. 1Co 13, 12.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 61
día, sino con mucho tiempo, mucho trabajo,
mucho sudor, a medida que Dios
misericordioso concede su gracia, y con el
ahínco del hombre que quiere y corre162.
162
. Rm 9, 16.
P
62RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
CAPÍTULO III
LOS EJERCICIOS DEL
SOLITARIO
1. AMBIENTE:
LA CELDA Y SUS DIFERENTES
GUARDIANES
Estabilidad
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 63
95. Es imposible al hombre fijar su espíritu
fielmente en un objetivo si primero no ha
fijado con perseverancia su cuerpo en un lugar,
pues quien pretende evadirse de la
inestabilidad de su espíritu vagando de un
lugar para otro, se parece al que quisiera
escapar de la sombra de su cuerpo. Huye de sí
mismo, da vueltas alrededor de sí mismo,
cambia el lugar, pero no el espíritu. Sigue
siendo el mismo en todas partes, e incluso la
misma movilidad le hace peor, como acontece
al enfermo con los golpes que recibe al ser
llevado de un lado para otro.
96. Reconózcase, pues, enfermo y cuide las
causas de su dolencia. Si no interrumpe el
reposo, pronto notará mejoría con los remedios
perseverantemente aplicados. Sanado de este
modo el espíritu de sus divagaciones y
esclavitudes, se entregará incondicionalmente
a Dios. Porque la naturaleza no ya manchada
sino corrompida, necesita grandes cuidados.
Guarde completo reposo en su enfermería, -
como suelen llamar los médicos al lugar donde
se curan las enfermedades- y siga tomando los
remedios que le han dado, hasta recuperar la
salud.
97. Tu enfermería, hombre enfermo y débil,
es tu celda; y el remedio con el que
comenzaste la cura es la obediencia, cuando es
verdadera obediencia. Has de saber que los
remedios cambiados a menudo dañan,
perturban la naturaleza y prolongan la
enfermedad. Quien se dirige a un lugar si toma
un camino recto llega enseguida donde desea,
y termina pronto el camino y la fatiga; pero si
P
64RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
ecesidad de un director
98. En consecuencia, si deseas recuperar
pronto la salud cuida mucho no hacer nada o
muy poco por ti mismo sin consultar con el
médico; ya que si esperas de él la cura, es
necesario que no te avergüences de descubrirle
siempre tus llagas. Aunque te avergüences
descúbrele todo, no se lo ocultes.
99. Hay algunos que al confesarse relatan la
historia de sus pecados como si narrasen un
cuento, enumerando las dolencias de su alma
sin rubor, casi sin arrepentimiento y sin dolor;
en cambio, el que siente verdadero dolor,
fácilmente derrama lágrimas y se deshace en
gemidos. Si a la enfermedad maligna se junta
esa desesperante insensibilidad, la ausencia de
dolor hará que cuanto más cercana cree la
curación, más se alejará de ella.
100. Si el médico se mostrase demasiado
indulgente queriendo curarlo todo con
ungüentos y emplastes suaves, actúa por ti
mismo y, deseoso de una pronta curación,
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 65
reclama remedios más rápidos y más eficaces;
pide el hierro y aplícate el cauterio.
163
. 1P 1, 22.
P
66RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
La vigilancia
104. Según el precepto del Apóstol,
guárdate con cuidado164. Y para que estés
siempre atento a ti mismo, aparta tus ojos de
todo lo demás. El ojo es un magnífico
instrumento del cuerpo. ¡Ojalá pudiera verse a
sí mismo como ve todo lo demás! Esto se le ha
concedido al ojo interior, pero si, como los
ojos exteriores, se descuida de sí mismo y se
entrega a las cosas externas, al querer
acaparar mucho será incapaz de volver a su
interior. Dedícate a ti mismo, porque en tu
interior tienes materia suficiente de solicitud.
Deja ya de ver con tus ojos exteriores lo que
perdiste la costumbre de mirar, y con los ojos
interiores lo que dejaste de amar, porque nada
revive con más fuerza que el amor, sobre todo
en los espíritus más delicados y jóvenes.
165
. 1Co 12, 31.
166
. Si la división entre “celda (morada) externa e interna” es común
a la literatura mística, en Guillermo tiene un aspecto muy suyo. Dios
viene a ser para el espíritu lo que el alma es para el cuerpo: “Dios es la
vida del alma, como el alma es la vida del cuerpo. El alma suspira por
solo Dios; Él es en todo momento su respiración, como el aire lo es de
los cuerpos vivos” (De Aatura corporis et animae, II; PL 180, 722 C).
P
68RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
El examen de conciencia
107. Honra cada una de tus celdas como se
merece, y mantén en ellas la primacía que te
corresponde. Aprende en ellas a disciplinarte
según las leyes del ordenamiento común:
organiza la vida, modera las costumbres,
júzgate a ti mismo, acúsate ante tu misma
conciencia y condénate sometiendote a algún
castigo. Siéntese la justicia en su tribunal,
comparezca la conciencia culpable y
acusadora de sí misma. Nadie te ama tanto
como tú mismo; nadie te juzgará con más
fidelidad.
108. Por la mañana examínate de la noche
pasada y haz un plan para el día que comienza.
Al atardecer exígete cuentas del día
transcurrido, y toma precauciones para la
noche que se avecina. Con este control no
tendrás resquicio para la holganza.
El Oficio divino
109. Distribuye a cada hora los ejercicios
que le corresponden según la norma
establecida comunitariamente: los ejercicios
espirituales a su tiempo y lo mismo los
corporales; de este modo a través de ellos el
espíritu tributará a Dios lo que le es debido, y
lo mismo el cuerpo al espíritu; si algo se omite
o se hace con negligencia o imperfección, no
deje de repararse o corregirse en el tiempo,
modo y lugar debidos.
110. En todo esto, aparte de aquellas horas
de las que dice el Profeta: Siete veces al día te
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 69
alabo167, se dará especial relevancia al
sacrificio de alabanza de la mañana, de la tarde
y de la media noche. Porque no en vano dice el
Profeta: Por la mañana estaré ante ti y veré168,
ya que en ese momento estamos todavía libres
de preocupaciones exteriores; y añadirás: Suba
mi oración como incienso en tu presencia, el
alzar de mis manos como ofrenda de la
tarde169, porque en esa hora nos vemos ya
libres de esos impedimentos, habiéndolos
superado.
111. Lo mismo haremos en nuestras
vigilias nocturnas cuando nos levantamos a
media noche para alabar el nombre del
Señor170, según el orden establecido por el
mismo salmista. En el día de mi tribulación
busqué al Señor, levanté por la noche mis
manos hacia él o contra él, y no quedé
defraudado171, y lo que sigue.
112. En estas horas hemos de sentirnos
como si estuviéramos cara a cara ante él172,
envueltos en la luz de su rostro173; seamos
conscientes que el dolor y la tribulación
167
. Sal 118, 164.
168
. Sal 5, 4.
169
. Sal 140, 2.
170
. Cf. Sal 118, 62.
171
. Sal 76, 3.
172
. Cf. Gn 32, 20.
173
. Sal 88, 16.
P
70RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
174
. Cf. Sal 114, 3.
175
. Sal 114, 3.
176
. Es significativa por su fuerza la expresión de Guillermo:
scabendo spiritum nostrum. En todo momento pero sobre todo en los
momentos de tribulación, sequedad y dolor es preciso arañar, rascar y
frotar el alma hasta que salte la chispa que la inflame en el amor de
Dios.
177
. Sal 144, 7.
178
. 1Co 14, 19. 15.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 71
entendimiento ni agotar o disecar el espíritu
con multitud de salmos; antes bien, cuanto más
despejado se sienta, con mayor atención se
aplicará a la devoción orientando hacia Dios
sus pasos, hasta que comience a correr con el
corazón dilatado179 hacia la conclusión del
oficio divino; después mantendrá la llama de
su fervor para que no muera víctima de una
gran negligencia, o la suprima por una
voluntaria miseria.
La comunión espiritual
115. Del mismo modo, quien posee el
espíritu de Cristo180 sabe de cuánto provecho
es a la piedad cristiana, qué útil y conveniente
al siervo de Dios, al discípulo de la redención
de Cristo, que en algún momento del día se
dedique a meditar con mayor atención los
beneficios de su pasión y redención, para
gozarlos amorosamente en su conciencia y
guardarlos fielmente en su memoria. Eso es
comer espiritual-mente el cuerpo del Señor y
beber su sangre, en el recuerdo de quien lo
mandó a todos los que creen en él, diciendo:
Haced esto en conmemoración mía181.
116. Asimismo, además de la
desobediencia que supone, es evidente para
todos qué inmenso pecado de impiedad comete
179
. Sal 118, 32.
180
. 1Co 2, 16.
181
. Lc 22, 19.
P
72RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
182
. 1P 2, 9.
183
. Cf. 1Co 11,27-29.
184
. Guillermo distingue entre el rito sacramental y la gracia del
sacramento. Para ésta se necesita recta disposición; aquel se puede
realizar independientemente de la disposición del sujeto. Sobre este
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 73
subrayarse la doctrina de Guillermo relativa a la comunión
espiritual tanto por la claridad como por la fuerza que le
atribuye para unir el alma a Cristo y a su Iglesia. .
La lectio divina
120. Además, también hay que dedicarse a
una lectura concreta en horas determinadas. La
lectura al azar, sin continuidad, de lo primero
que se encuentra, no edifica sino que hace el
ánimo inestable; y hecha a la ligera, se va de la
memoria con la misma precipitación. Hay que
acostumbrar el espíritu a determinados autores
y familiarizarse con ellos.
121. Las Escrituras hay que leerlas y
entenderlas con el mismo espíritu que fueron
escritas. No asimilarás el espíritu de san Pablo
mientras no te empapes del mismo leyéndole
185
. 1P 2,21.
P
74RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
189
. Sal 110, 10.
P
76RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
El alimento
192
. Rm 13, 24.
193
. Cf. 1Co 12, 22-24.
194
. Cf. 1Co 14, 40.
195
. Cf. 1Co 11, 10.
P
78RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
196
. 1 Co 16, 31.
197
. Cf. Si 37, 32.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 79
concupiscencia o la sensualidad. ¡Ya le basta a
la concupiscencia su malicia!198 Como es
difícil o casi imposible satisfacer la necesidad
por otro medio que no sea con cierto grado de
deleite, si comienza a excitarse por causa de
aquellos que siempre luchaban contra sus
halagos, se unen dos contra uno y se pondrá en
peligro la continencia.
El sueño
135. Lo que se ha dicho del alimento se
aplica también al sueño. Guárdate, siervo de
Dios, en la medida de lo posible, de entregarte
sin medida al sueño. Que tu sueño, en vez de
ser descanso para el cansado, no se convierta
en sepulcro de un cuerpo ahogado; y en vez de
ser alivio al espíritu no sea su extinción199.
Cosa sospechosa es el sueño, y muy parecido a
la embriaguez. Excepto los vicios, que no
pueden atacar durante el sueño porque la
misma razón duerme con el cuerpo200, ningún
tiempo de nuestra vida es tan perdido para el
progreso espiritual como el que se dedica al
sueño.
198
. Mt 6, 24.
199
. Cf. 1Ts 5, 19.
200
. Guillermo comparte la idea de los antiguos y de algunos himnos
de la liturgia -los de Completas-, según los cuales la noche -las
tinieblas- era la hora del demonio. Cf. Sancti Bernadi Vita, I, 4; PL
185, 239.
P
80RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Conclusión
201
. Sal 138, 12.
202
. Ibd. 11.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 81
138. De este modo el espíritu prudente y
consagrado a Dios se comportará en su celda y
en su conciencia como un prudente padre de
familia en su casa. Que su carne no sea, como
dice Salomón203, una mujer quisquillosa en la
casa, sino como una esposa inclinada y
habituada a la sobriedad, dispuesta a la
obediencia y al trabajo, instruida en todo,
acostumbrada a pasar necesidad y a saciarse, a
vivir en la abundancia y escasez204. Que sus
sentidos exteriores se comporten como siervos,
no como jefes, y los interiores sean sobrios y
eficaces. Tenga toda la casa o familia de sus
pensamientos tan ordenada y disciplinada que
pueda decir a éste: ve allí, y va; al otro, ven, y
viene; a su siervo, es decir, a su cuerpo: haz
esto, y lo hace sin resistencia205.
139. El que así se ordena y gobierna en su
conciencia, puede estar seguro de sí y
organizarse en su celda. Pero esto que es
propio de los perfectos o de los que ya han
adelantado mucho, lo proponemos también a
los que comienzan y a los novicios, para que
vean cuánto les falta206 y hasta dónde deben
dirigir sus aspiraciones.
203
. Pr 21, 9; 25, 24.
204
. Flp 4, 12.
205
. Mt 8, 9; Lc 7, 8.
206
. Sal 38, 5.
P
82RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
CAPÍTULO IV
ALGU OS PROBLEMAS
DE LA VIDA SOLITARIA
Soledad
141. La dignidad de la celda, el secreto de
la santa soledad y el mismo título de vida
solitaria, parece aplicarse sólo a los perfectos;
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 83
aquellos que, como dice el Apóstol: toman
alimento sólido, y ejercitados por la
costumbre, saben discernir el bien y el mal207.
Según esto, aunque parece que puede
admitirse en la celda al hombre racional
porque se aproxima a sabio, se deberá excluir
abiertamente al hombre animal, porque no es
capaz de captar las cosas que son de Dios208.
142. Pero nos sale al paso el apóstol Pedro
diciéndonos a propósito de algunos: Si han
recibido el Espíritu Santo igual que nosotros,
¿quién era yo para oponerme a Dios?209. Si el
Espíritu Santo es la buena voluntad, sería muy
temerario prohibir la entrada en la vida
religiosa a quien su buena voluntad atestigua
ser morada y tener por guía al Espíritu Santo.
143. Por lo mismo, dos clases de hombres
pueden vivir en las celdas: los sencillos, que
por su buena voluntad se muestran capaces y
fervorosos para conseguir la prudencia
religiosa; y los prudentes que demuestran
aspirar a la simplicidad de una vida religiosa y
santa. En cambio, la necedad soberbia o la
soberbia insensata debe alejarse lo más
posible de las moradas de los justos210. Toda
soberbia, en efecto, es insensata, aunque no
toda insensatez sea soberbia. Porque a veces se
207
. Hb 5, 14.
208
. 1Co 2, 14.
209
. Hch 10, 47; 11, 17.
210
. Sal 117, 15.
P
84RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Prudencia
145. En consecuencia, se pondrá gran
solicitud y prudencia en admitir a quien va a
convivir consigo mismo. Porque quien consigo
vive, sólo tiene a sí mismo y tal cual es. El
malo nunca está seguro consigo mismo,
porque convive con un hombre malo, y nadie
le es más insoportable que él mismo. Por eso,
a los locos, a los enfermos profundos y todos
los que por alguna causa no son
suficientemente dueños de sí mismos, se les
suele custodiar, no se les abandona a sí
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 85
mismos o a su propio juicio, para que no usen
mal de su soledad.
146. Admítanse, pues, a morar en las
celdas a quienes perteneciendo al estado
animal son humildes y pobres de espíritu, para
que asciendan al estado racional y espiritual,
no para que por causa de ellos, los que ya
alcanzaron estos grados den marcha atrás y
vuelvan al estado animal. Recíbaseles con
caridad benevolente, y sopórteseles con
paciente benignidad; pero los que se
compadecen de ellos no los imiten ni se
entreguen de tal modo a su progreso, que por
atención a ellos se vean impulsados a aflojar
en su fidelidad a la vida religiosa.
211
. Si 7, 16.
P
86RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
212
. Si 4, 1.
213
. Hb 8, 5.
214
. Ap 21, 3.
215
. Sal 25, 8.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 87
los mismos a quienes el cuidado de su interior
les lleva al desprecio y descuido de todo lo
exterior, ésos deben edificárselo. Ninguna
habilidad de artistas plasmará mejor que su
desprendimiento el ideal de pobreza, la imagen
de la santa simplicidad, las directrices de los
padres sobre la frugalidad.
Pobreza
151. En nombre de Dios os lo pido: como
peregrinos en este mundo216, como soldados
en combate en esta tierra, no edifiquemos
casas para vivir en ellas sino tiendas que
hemos de abandonar217; pues pronto seremos
llamados de este mundo para partir hacia la
patria, hacia nuestra ciudad, hacia nuestra
morada eterna. Vivimos en un destacamento,
militamos en tierra extranjera. Todo lo natural
es fácil, lo extraño es trabajoso. ¿Acaso no es
natural al solitario, según la naturaleza y
conforme a su conciencia, que él mismo se
construya la celda con ramas entrelazadas,
hecha y recubierta con barro, y morar en ella
dignísimamente? ¿Se requiere algo más?
152. Creedlo, pues, hermanos, y ojalá no
tengáis que experimentarlo! Esas
construcciones hermosas y bellas fachadas,
debilitan pronto la firmeza de la decisión
tomada y afeminan el temple varonil del
216
. Jb 7, 1.
217
. Jr 35, 9-10.
P
88RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
218
. Cf. 1Co 7, 31.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 89
que están enrolados en los destacamentos del
Señor. Queden también como ejemplo a
vuestros sucesores: tuvisteis, sí, esas celdas,
pero las abandonasteis.
219
. Hb 13, 14.
220
. Hb 11, 9.
221
. Hb 11, 10.
P
90RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Vivir de limosnas
222
. Hb 11, 16.
223
. Hb 11, 37-38.
224
. Cf. Is 4, 6.
225
. Cf. 2Co 6, 10.
226
. Cf. Flp 3, 20.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 91
159. ¿Qué diremos a todo esto nosotros
que somos no sólo animales, sino animales
terrenos, pegados a la tierra y a nuestra carne,
viviendo según los sentidos carnales227, y
sostenidos por manos ajenas?
160. Es verdad que en esto nos consuela
de alguna forma aquel que siendo rico se hizo
pobre por nosotros228, y ordenando el mandato
de la pobreza voluntaria229, se dignó
mostrarnos en sí mismo la forma de esa
pobreza. Para que los que abrazan la pobreza
evangélica sepan a qué atenerse, quiso él
mismo que, en algunas circunstancias, fieles e
infieles atendieran a sus necesidades230, con el
fin de atraerlos a la fe231.
161. Lo mismo sucedió en la Iglesia
primitiva a aquellos santos pobres que habían
sido despojados de sus bienes por amor a
Cristo 232, o según el precepto de la perfección
evangélica lo habían dejado todo233, o
vendieron sus bienes para ponerlo todo en
común con los hermanos creyentes234. La gran
solicitud y devoción con que los santos
227
. Cf. 2Co 10, 3; Col 2, 18.
228
. 2Co 8, 9.
229
. Lc 12, 33; 18, 23; Mt 6, 24; 19, 23.
230
. Lc 10, 38; Jn 12, 2.
231
. Lc 5, 30; 7, 36; 15, 2; 19, 5.
232
. Hb 10, 34.
233
. Lc 11, 41; 12, 33.
234
. Hch 2, 44-45.
P
92RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
235
. 1 Co 9, 14.
236
. 2Ts 3, 10-12.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 93
abandonado, añadió: En cuanto a vosotros,
hermanos, no os canséis de hacer el bien, en
Cristo Jesús, Señor nuestro237. Como si dijera:
aunque sigan siendo perezosos, no dejéis de
proporcionarles el sustento, y no decaigáis en
hacer el bien.
239
. Cf. Sal 138, 15
240
. Sal 94, 6.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 95
es posible con el sudor de la labor241. Que la
piedad y devoción de la conciencia humillada
suplan esta desgracia de nuestra vida
monástica. Que las lágrimas sean nuestro pan
día y noche, mientras se nos dice: ¿dónde está
tu Dios?242, esto es, mientras dura nuestra
peregrinación lejos de nuestro Dios y de la luz
de su rostro.
167. Una sola cosa, en efecto, era
necesaria243. Ahora bien, nosotros que ni nos
entregamos a lo único necesario, ni nos
ejercitamos en otras actividades, ¿en qué rango
seremos clasificados? ¡Ojalá sea en aquel del
que dice el apóstol: Al que no hace ningún
trabajo, pero tiene fe en que Dios justifica al
culpable, esa fe se le cuenta como justicia ,
según el beneplácito de la gracia de Dios244.
¡Ojala [podamos ser colocados] con aquella
pecadora a la que se le perdonó mucho porque
amó mucho!245 ¡Dichosa el alma que merezca
ser justificada ante Dios con este juicio, a
saber: el juicio de los que aman el nombre del
Señor. De tal manera que no atendiendo a la
justificación por las obras, ni a la confianza en
los propios méritos, sólo se sienta perdonada
241
. Cf. Gn 2, 17-19. In lacrymis doloris, si non possumus in sudore
laboris .He querido respetar en la traducción la cadencia latina a costa
de una mejor traducción castellana.
242
. Sal 41, 4.
243
Lc 10, 42.
244
. Rm 4, 5.
245
. Lc 7, 47.
P
96RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
CAPÍTULO V
ORMAS PARA LA ORACIÓ
246
. Cf. St 4, 8.
247
. Gn 2, 7.
248
. Afficit eum sibi .Expresión de hondo contenido en la tradición
monástica.
P
98RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
Lectura y meditación
171. Ahora bien, al amor de Dios
engendrado en el hombre por la gracia, lo
amamanta la lectio, lo nutre la meditatio y lo
ilumina y fortalece la oratio. Para que el
hombre animal y el hombre nuevo en Cristo249
vaya ejercitando su vida interior, es más
apropiado y seguro proponerle como lectura y
meditación la vida exterior de nuestro
Redentor. Hágasele ver en ella el ejemplo de
humildad, el estímulo de la caridad y el afecto
de la ternura. De las sagradas Escrituras y de
los tratados de los santos Padres lea lo que
atañe a la moral y sea más accesible.
172. También se le propondrán los hechos
o martirios de los santos, donde sin fatigarse
con cuestiones históricas, encuentre siempre
algo que le estimule al amor de Dios y
desprecio de sí mismo. Por lo demás, hay otras
historias cuya lectura halaga pero no edifica;
más bien embotan la mente y durante la
oración o meditación espiritual traen el
recuerdo de pensamientos inútiles o nocivos,
porque tal como ha sido la lectura así suele ser
la meditación siguiente. Por otra parte, la
lectura de libros difíciles además de cansar no
249
. 2Co 5, 9.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 99
alimenta a las almas más delicadas, distrae la
atención y embota los sentidos y la
inteligencia.
La oración
173. También se le enseñará a levantar el
corazón en su oración250, a orar
espiritualmente, a alejar de su espíritu lo más
posible cosas e imágenes corporales cuando
está pensando en Dios. Comprenda con qué
pureza de corazón debe dirigirse a Aquel a
quien presenta el sacrificio de su oración,
cuide de sí mismo como oferente, y piense
bien qué ofrece y qué calidad tiene lo ofrecido.
Cuanto mejor contemple y conozca a aquel a
quien dirige su ofrenda, tanto más aumentará
su afecto, y el amor mismo es su
conocimiento251. Cuanto más presente tenga a
Dios en su afecto, tanto más gustará de él al
presentarle la ofrenda, si ésta es digna de
Dios252, y así encontrará mayor gozo al
ofrecerla253.
250
. Lm 3, 1.
251
. Amor ipse intellectus est. Amor-conocimiento se enriquecen
mutuamente. Es la síntesis de la mística de Guillermo, frecuente en
sus escritos. Más adelante precisará su sentido y alcance.
252
. Mi 6, 6.
253
. Sal 127, 2; Jer 7, 23. 32, 39.
P RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
100
174. Con todo, como ya se ha dicho, es
mejor y más seguro proponer a los
principiantes en la oración y la meditación la
representación de la humanidad del Señor, su
Nacimiento, Pasión y Resurrección; de este
modo, el alma aún débil, que no sabe pensar
más que en las cosas corporales y a través de
los sentidos corporales, tiene algo en que
apoyar su afecto y a qué adherirse según su
devoción. Verá al Señor en la forma de
mediador y contemplando en él su propia
imagen, como dice Job, no pecará254. En
efecto, el hombre que pone su mirada
interior en Dios y ve en él la imagen del ser
humano, nunca se apartará de la verdad,
porque manteniendo mediante la fe la unión
entre Dios y el hombre, llegará un día a
encontrar a Dios en el hombre.
175. Así los pobres de espíritu y los más
sencillos hijos de Dios comienzan a
experimentar un afecto tanto más dulce cuanto
más concorde está con la naturaleza humana.
En adelante, a medida que la fe se vaya
transformado en afecto, abrazarán en su
corazón con el dulce abrazo del amor a Cristo
Jesús, perfecto hombre por haber asumido al
hombre, y perfecto Dios por ser Dios quien
asume. De este modo comienzan a conocerle
no ya según la carne, aunque todavía no
pueden conocerle plenamente como Dios255;
254
. Jb 5, 24.
255
. 2Co 2, 16.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 101
glorificándole en sus corazones quieren
ofrecerle los sacrificios que pronunciaron sus
labios256 con súplicas, oraciones y plegarias
según las circunstancias y motivaciones.
La petición
177. Son las mismas que enumera el
Apóstol aunque en orden diferente: súplicas,
oraciones, peticiones, acciones de gracias258.
Ponemos en primer lugar la petición. Su fin es
obtener los bienes temporales y remedio para
las necesidades de la vida presente. En ella
Dios aprueba la buena voluntad del que pide,
le concede aquello que le será de mayor
utilidad y que acepte con alegría lo que le
conviene. De esta oración dice el salmista: Mi
256
. Sal 65, 14.
257
. Mt 7, 7.
258
. 1Tm 2, 1.
P RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
102
oración estará siempre a su favor259. También
a favor de los impíos, ya que es común a
todos, y de modo especial a los hijos de este
mundo, desear la serenidad de la paz, la salud
del cuerpo, un tiempo apacible, y todo lo
demás que se refiere a la utilidad y
necesidades de esta vida, incluso a los que
abusan de la felicidad. Los que piden esto con
fe, aunque lo hagan movidos por la necesidad,
en esto mismo someten siempre su voluntad a
la de Dios.
La súplica
178. La súplica en los ejercicios
espirituales es una instancia apremiante hacia
Dios. En estos ejercicios antes que llegue el
auxilio de la gracia, quien aumenta la ciencia
aumenta el dolor.
La oración
179. La oración es el afecto del hombre
que se une con Dios, un cierto diálogo tierno y
familiar, un estado de la mente iluminada para
gozar de Dios todo el tiempo que le es
permitido.
La acción de gracias
259
. Sal 140, 5.
PRIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL 103
180. La acción de gracias consiste en que
advirtiendo y reconociendo la gracia de Dios,
la buena voluntad se mantiene constantemente
dirigida hacia él, aunque a veces se paralice o
quede inmóvil la actividad exterior o el afecto
interior. De ella dice el Apóstol: Querer el
bien está en mí, llevarlo a la práctica, no260.
Como si dijera: querer hacerlo lo tengo
siempre , pero a veces se halla paralizado, es
decir, inoperante; porque, efectivamente,
quiero hacer el bien pero no puedo. Eso lo
hace la caridad, que nunca desfallece261.
181. Tal es la oración continua o acción de
gracias de la que dice el Apóstol: Orad sin
cesar, dando siempre gracias a Dios262. Es
una especie de bondad permanente del alma y
del espíritu bien ordenado, imagen de la
bondad de sus hijos para con Dios Padre, que
ora siempre por todos263 y por todo da gracias
a Dios264. Se une a Él mediante la oración y la
acción de gracias de tantas maneras cuantas
encuentra su tierno afecto, ya sea en las
necesidades y consolaciones propias, o en la
compasión y el gozo compartido con las del
prójimo. Esta bondad está inmersa
constantemente en la acción de gracias, porque
260
. Rm 7, 18.
261
. 1Co 13, 8.
262
. 1 Ts 5, 17-18.
263
. Col 1, 9.
264
. 1Ts 5, 18.
P RIMERA PARTE: EL HOMBRE ANIMAL
104
quien la posee vive siempre en el gozo del
Espíritu Santo.
273
. Jc 13, 23.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 107
SEGU DA PART
E
EL HOMBRE
RACIO AL
Y EL HOMBRE
ESPIRITUAL
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
108
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 103
CAPÍTULO PRIMERO
274
. Sal 83, 4.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
104
275
. Sal 101, 9.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 105
277
. Lm 3, 1.
278
Sal 37, 10.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 107
CAPÍTULO SEGUNDO
EL HOMBRE RACIO AL
E PROGRESO ESPIRITUAL
otas previas
195. Al tratar, y ojalá también avanzar, del
paso del estado animal al racional y del
racional al espiritual, lo primero que debemos
saber es que la sabiduría, según se lee en el
libro de su mismo nombre, busca a los que la
desean, les sale al encuentro y se les muestra
gozosa en sus caminos279, tanto a los que
progresan en ella como a los que la meditan y
estudian, llegando a todas partes por su
pureza280. Porque Dios ayuda al que contempla
su rostro281, más aún, mueve, conmueve, y la
279
. Sb 6, 14. 17.
280
. Sb 7, 24.
281
. Sal 45, 6.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
108
El alma
198. El alma es algo incorpóreo, capaz de
razón, apta para vivificar el cuerpo. Constituye
a los que llamamos hombres animales, que
conservan aún el gusto por lo carnal, apegados
a los sentidos corporales. Cuando esta alma se
hace no sólo capaz sino partícipe de la perfecta
razón, renuncia a su nombre femenino y se
llama animus, partícipe ya de razón, capaz de
gobernar el cuerpo, y ser un espíritu, dueño de
sí mismo. Mientras permanece anima, se
inclina con facilidad a lo carnal, el animus sin
embargo o espíritu283 medita sólo en lo varonil
y espiritual.
199. El espíritu del hombre, dotado de la
apetencia hacia el bien, y una naturaleza sutil
para la acción, es el ápice de la sabiduría
creadora, superior a todo cuerpo; es también
superior en esplendor y dignidad a cualquier
luz corpórea por llevar la imagen del Creador
y ser capaz de razonar. No obstante, implicado
282
.Guillermo de Saint Thierry emplea tres términos para hablar del
alma o principio vital del ser humano: anima, animus y spiritus.
Aplicar el término castellano adecuado en los distintos textos de
Guillermo a cada uno de estos términos latinos no es fácil y existe
diversidad entre los autores.
283
. Ante la imposibilidad de traducir fielmente la palabra animus, la
dejamos casi siempre en su forma latina.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
110
284
. Cf. Rm 7, 23; 6, 17.
285
. Rm 5, 5.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 111
La razón
203. La razón, según es definida o descrita
por los doctos, es la mirada del animus que ve
lo verdadero por sí mismo sin mediación del
cuerpo; es la contemplación misma de la
verdad o la verdad misma contemplada; o
también la misma vida racional, tributo o
sumisión de la razón a la verdad
contemplada288.
286
. Lc 10, 27.
287
. Qo 12, 13.
288
. Todas estas definiciones se inspiran en SAN AGUSTÍN, De
Inmortalitate animae, VI, 10; PL 32, 1026 A.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
112
289
. Cf. SAN AGUSTÍN, De quantitae animae, XXVII, 53. PL 32, 1065
cd.; Cf. Edición bilingüe en BAC, Obras Completas, t. III, pp. 621-
623.
290
. Cf. SAN AGUSTÍN, De libero arbitrio, I, 10, 21, PL 32, 12-32. Cf.
Edición bilingüe en BAC, Obras completas, t. III, p. 283.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 113
291
. Hch 17, 27-28.
292
. GUILLERMO desarrolla más estas ideas en su Expositio altera in
Ct. PL 180, 480 C-D.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
114
293
. Cf. SAN AGUSTÍN, De Trinitate, XII, 1. PL 42, 999.
294
. Tt 2, 12.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 115
295
. Cf. Ef 4, 23-24.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
116
299
. Cf. Gn 3, 17-19.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
118
El vicio
222. El vicio, por el contrario, no es otra
cosa que privación de la virtud. Pero su
magnitud y enormidad a veces se deja sentir
tanto que agobia y oprime; es tanta su fealdad
que mancha y corrompe; y se arraiga de tal
manera en la costumbre que apenas puede
librarse de él la naturaleza.
223. En vano se intentan secar los
riachuelos de los vicios si no se obstruye la
fuente. Por ejemplo, una voluntad floja genera
debilidad de espíritu, de donde proceden
inestabilidad de carácter, frivolidad en las
costumbres, alegría vana que suele terminar en
lascivia, tristeza estéril que llega a veces hasta
la melancolía, y otras muchas cosas, como la
negligencia, o transgresión de las obligaciones
que tienen su origen en la volubilidad de
ánimo. Asimismo, una voluntad habitualmente
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 119
La virtud
227. Volvamos al elogio de la virtud ¿Qué
es la virtud? Hija de la razón, y más aún de la
gracia. Por su naturaleza es una energía; pero
para que sea virtud debe participar de la
gracia. Es fuerza que brota del juicio
aprobativo de la razón, y virtud como impulso
de una voluntad iluminada. Virtud es el
asentimiento voluntario hacia el bien, cierta
ecuanimidad de la vida conforme en todo a la
razón. Virtud es el ejercicio de una voluntad
libre bajo el juicio de la razón. La humildad es
una virtud, la paciencia es una virtud; del
mismo modo son virtudes la obediencia, la
prudencia, la templanza, la fortaleza, la justicia
y otras muchas; en cada una de las cuales la
virtud no es otra cosa, como se ha dicho, que
el ejercicio de la libre voluntad bajo el juicio
de la razón.
228. La voluntad buena, en efecto, es en
el alma origen de todos los bienes y madre de
todas las virtudes. La mala voluntad, en
cambio, es raíz de todos los males y de todos
los vicios. Por tanto, el que guarda su alma
pondrá gran cuidado en custodiar la voluntad
para comprender y discernir con prudencia lo
que quiere o debe querer por encima de todo,
como es el amor a Dios; y lo que debe amar
como un medio, por ejemplo, el amor a la
propia vocación.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 121
Amor y verdad
231. Si el ardor del amante debe ser
perenne y sin límites, su actividad sí debe
tener límites, fines y normas. A fin de que el
celo excesivo de la voluntad no la lleve en
ocasiones hacia el error, es preciso que
intervenga siempre la verdad actuando como
guardiana mediante la obediencia.
232. Así pues, nada mejor para el hombre
que camina hacia Dios que la voluntad y la
verdad. A ellas se refiere el Señor cuando dice:
si dos se unen para pedir algo, todo lo que
pidieren se lo concederá Dios Padre302.
233. En efecto, cuando las dos logran
unirse en perfecto acorde contienen en sí la
300
. Jn 13, 1.
301
. Sal 111, 1
302
. Mt 18, 19.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
122
303
. Cf. Sal 111, 1.
304
. Cf. Sal 90, 5.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 123
La disciplina
239. Así como el cuerpo es mejor
observado por un extraño que por uno mismo,
también aquí suele observarnos mejor el ojo
ajeno que el nuestro. El extraño y el que no
está en la misma conmoción de la voluntad, es
con frecuencia mejor juez de nuestras
acciones, pues acontece muchas veces que por
negligencia o amor propio nos engañamos a
nosotros mismos.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 125
Los pensamientos
242. Tres facultades concurren en la
formación del pensamiento: la voluntad, la
memoria y el entendimiento. La voluntad
308
. Cf. 1P 1, 22.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
126
309
. Guillermo juega aquí con la etimología del verbo latino cogere, =
obligar. Cf. SAN AGUSTÍN, De Trinitate XI, 3, 6; PL 42, 988; BAC t.
V, p. 623.
310
. Sb 1, 3.
311
. Sb 1, 5.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 127
CAPÍTULO TERCERO
EL HOMBRE ESPIRITUAL
O PERFECTO
314
. Cf. Sb 1, 1-2.
315
. Cf. Jn 3, 8.
316
. Cf. 1S 7, 2; Si 2, 20; 2Co 12, 14.
317
. Sal 68, 14.
318
. Jn 3, 8.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 131
319
. Rm 8, 28.
320
. Gá 5, 22-23.
321
. Ap 22, 11.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
132
322
. Gá 5, 17.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 133
323
. 1Jn 3, 2.
324
. 1Jn 1, 12.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
134
325
. Gn 1, 26.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 135
326
. 2Co 6, 6.
327
. Sb 7, 21.
328
. Sb 8, 1.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 137
Las visitas
268. Al elegido y amado de Dios se le
muestra algunas veces cierta luz del rostro de
Dios, como la luz oculta entre las manos que
aparece y se oculta a voluntad de quien la
lleva330, para que por estos reflejos
momentáneos y fugaces que se le conceden, se
inflame el alma en deseos de la plena posesión
de la luz eterna y de la herencia de la visión
total de Dios.
269. Y para que de algún modo se dé
cuenta de lo que todavía le falta, a veces la
gracia, como de pasada, hace vibrar los
329
. Jb 26, 32.33.
330
. Cf. Plotino, Ennéadas V, 5, 8.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
138
331
. 1Jn 3, 2.
332
. Sal 4, 7.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 139
333
. Flp 2, 5.
334
. Flp 2, 8.
335
. Sal 45. 5.
336
. Cf. Sal 144, 7.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
140
Descanso en Dios
275. El afecto piadoso se une con tal ardor
a este Bien, por amor a él mismo, que ya no
se separará de él hasta llegar a formar con él
una sola cosa o un solo espíritu337. Cuando
esta unión llega a ser perfecta en el alma, sólo
el velo de la mortalidad le separa del Santo de
los santos y de la suma bienaventuranza de los
moradores del cielo. Mas como ya goza en su
interior de Aquel a quien ama por la fe y la
esperanza, se hace más llevadero por la
paciencia lo que resta de esta vida.
337
. 1Co 6, 17.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 141
Ciencia y sabiduría
277. Cuando el hombre de Dios es
asumido de esta manera por parte del Señor,
del Santo de Israel, nuestro Rey338, el alma,
sabia y piadosamente iluminada y ayudada por
la gracia de la contemplación del Sumo Bien,
sondea también las leyes de la verdad
inmutable que le es permitido alcanzar por el
338
. Sal 88, 19.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
142
339
. Ef 4, 18.
340
. Cf. Jb 28, 28.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 143
341
. Cf. Rm 1, 19.
342
. Cf. Ibd.
343
. HORACIO, Ep. I, 16, 22.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 145
La vida perfecta
283. Una vez que la razón se configura
con la sabiduría, forma su conciencia y se
pone una norma de vida. En lo que se refiere al
conocimiento de las cosas inferiores, se sirve
de la docilidad y capacidades de la naturaleza;
en las cosas racionales o que exigen reflexión,
establece un orden de vida; para la adquisición
de las virtudes, recurre a la conciencia
formada. Así, estimulada desde abajo,
sostenida desde arriba, marchando con
rectitud, se apresura hacia la libertad de
espíritu y la unidad, con el discernimiento de
la razón, el consentimiento de la voluntad, la
adhesión de la inteligencia y la eficacia de la
acción. De este modo, como ya se ha dicho
reiteradamente, el hombre fiel se hace un solo
espíritu con Dios344.
287. Esta es ya, como afirmamos hace un
momento, la vida de Dios, que no consiste
tanto en el progreso de la razón, cuanto en la
fruición sapiencial de la perfección. En efecto,
el que saborea estas cosas es un sabio, y el que
se hace un espíritu con Dios es un espiritual.
Tal es la perfección del hombre en esta vida.
344
. 1Co 6, 17.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL
146
El conocimiento de Dios
290. Ahora bien, cuando el afecto del que
va progresando comienza a elevarse y desear
avanzar en el conocimiento de esa semejanza,
se guardará de caer en el error de la
desemejanza; es decir, que al comparar las
realidades espirituales con las espirituales y las
345
. Jn 17, 21-22.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 147
Conclusión
346
. Ex 33, 20.
347
. Dt 6, 5; Mt 22, 37; Mc 12, 30; Lc 10, 27.
348
. Mc 12, 31.
SEGUNDA PARTE: EL HOMBRE RACIONAL Y EL ESPIRITUAL 151
349
. 1Pe 2, 13.
350
. Rm 12, 1.
351
. Rm 12, 3.
352
. Is 24, 16.
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