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La Solución Divina...

para la Depresión, la Culpabilidad y la Enfermedad Mental


Autores: Colin D. & Russell R. Standish
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CONTENIDO.-
Glosario ………………………………………………………………………………………… 02
Sección 1 – Asuntos Espirituales
1. Desde la Psicología Secular a la Cristiana .................................................................................... 02
2. Salud Mental y Crecimiento Espiritual ......................................................................................... 06
3. Salud Mental y el Carácter ............................................................................................................ 09
4. La Personalidad y las Diferencias Individuales ............................................................................. 12
5. El Amor y la Salud Mental ............................................................................................................ 15
6. La Ley y el Amor ........................................................................................................................... 19
7. El Problema de la Culpabilidad ..................................................................................................... 22
8. Emociones Negativas .................................................................................................................... 25
9. Conflicto y Frustración .................................................................................................................. 29
Sección 2 – Terapia
10. El Cristianismo y l os grupos de Encuentro y Sensibilidad ......................................................... 35
11. Control Mental e Hipnosis ........................................................................................................... 37
12. Los Peligros de la Consejería ....................................................................................................... 41
13. Terapia Cristiana .......................................................................................................................... 44
14. Éxito y Fracaso ............................................................................................................................. 47
15. Motivación ................................................................................................................................... 53
16. Habituación .................................................................................................................................. 56
Sección 3 – Factores Físicos
17. Los Sentidos ................................................................................................................................. 61
18. La Dieta ........................................................................................................................................ 64
19. La Salud Mental y las Drogas Legales ......................................................................................... 68
20. Factores Físicos en la Salud Mental ............................................................................................. 71
Sección 4 – Factores de Desarrollo
21. El Prenatal y el Infante ................................................................................................................. 75
22. Niñez ............................................................................................................................................ 78
23. La Adolescencia y la Independencia ............................................................................................ 82
24. La Adolescencia y la Toma de Decisiones ................................................................................... 84
Sección 5 – Asuntos Matrimoniales
25. La Moralidad y el Sexo ................................................................................................................. 87
26. Homosexualidad ............................................................................................................................ 93
27. Preparación para el Matrimonio .................................................................................................... 97
28. El Matrimonio y la Familia ............................................................................................................ 101
Conclusión ………………………………………………………………………………………….. 104
Apéndices – Asuntos Teóricos
A. La Naturaleza del Hombre ............................................................................................................... 105
B. Elección y Voluntad ......................................................................................................................... 109
C. Salud Mental y la Creación .............................................................................................................. 112
D. Teorías de la Personalidad y Diferencias Individuales ..................................................................... 116
Índice Bíblico …………………………………………………………………………………….. 117

GLOSARIO
Ambiversión Tiene características tanto de extroversión como de introversión.
Aversivo Doloroso o Incómodo.
Aconsejado Uno que está recibiendo consejería.
Hipérbole Exageración o demasiado énfasis, uso de hipérbole.
Mal adaptación Adaptación pobre o inadecuado.
Monismo El punto de vista de que hay una verdad única.
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Narcótico Un agente calmante o paralizante (no incide con la definición legal de drogas narcóticas en
USA).
Neonato Un bebé recién nacido de uno a dos meses.
No inhibitorio Consejería que no coloca restricción sobre el aconsejado
Regla de Ockham Una regla que indica que las entidades no debieran multiplicarse innecesariamente,
lo que significa que la más elemental de dos desconocidas, primero debería ser explicada en términos
de lo conocido.
Parsimonia Usando la explicación más breve, y económica de los eventos o fenómenos, ver regla de
Ockham.
Prenatal Un ser humano desde la concepción hasta el momento del nacimiento.
Valencia La habilidad para unir o combinar con, en una forma aceptable.
Última Una idea llevada a su conclusión lógica.

Sección 1 – Asuntos Espirituales.-


Capítulo 1: Desde la Psicología Secular a la Cristiana.-
Es tan solo apropiado que los autores que tratan con un campo potencialmente controversial debieran
dar alguna explicación de donde vienen, en un intento para orientar al lector sobre las bases filosóficas
que están exponiendo. Nuestra intromisión al campo de la salud mental ciertamente fue menos que or-
todoxa. Nunca ha habido un tiempo cuando hayamos tenido una súper fascinación por el estudio de la
psicología, y nuestra dirección hacia un énfasis psicológico evolucionó lentamente. De hecho sería jus-
to decir que nuestra propia herencia fue tal que no habríamos anticipado introducirnos en ella como
programa universitario.
Nacimos en la ciudad australiana de Newcastle, la cual en esa época no tenía una universidad. Nuestros
padres fueron cristianos profundamente comprometidos, pero ningún miembro de nuestras familias
había terminado la secundaria. 1 Sin embargo, fue el profundo compromiso cristiano de nuestros padres
lo que primero nos dio un interés en el comportamiento humano y su relación con la conversión y sal-
vación.
Después de terminar un curso preparatorio de maestro de dos años en el colegio Avondale en Australia,
y enseñado en la escuela primaria durante tres años, proseguimos a la Universidad de Sydney. En aquel
entonces nuestro gran interés estaba centrado en la historia. Nuestro principal deseo era obtener una li-
cenciatura en historia para enseñar historia en la escuela secundaria. Debido a las limitaciones financie-
ras realizamos nuestros estudios por las noches y descubrimos que la única manera que podíamos to-
mar tres materias para obtener la licenciatura era estudiando historia, ingles, y bien sea psicología o fi-
losofía.
En vista de que habíamos recibido conocimientos superficiales de psicología durante nuestra prepara-
ción como maestros en el Colegio de Avondale, escogimos psicología como nuestra tercera materia.
Irónicamente, ambos nos desempeñamos mejor en psicología que en historia. Este éxito, creemos, no se
debió a ninguna aptitud especial en psicología, sino más bien al sistema adoptado por la Universidad de
Sydney, donde se requería más trabajo de clase para psicología que para historia.
Por lo tanto, al ser estudiantes nocturnos, la historia tuvo que ser apartada para cumplir con los requisi-
tos más exigentes de la psicología.2 Ambos fuimos invitados a unirnos a la clase de honor en psicolog-

1
En la década de 1930 en Australia, solamente un uno por ciento de australianos recibía más de nueve grados de educación.
Siguiendo el sistema de educación británico, el sistema de educación australiano está basado sobre el concepto que sola-
mente los estudiantes superiores tienen derecho a doce grados de educación. Por lo tanto, hoy en día la mayoría de los estu-
diantes no reciben más de diez grados de estudio. En la depresión económica de 1930 aun los estudiantes brillantes fueron
privados de una educación secundaria completa.
2
Un Segundo factor involucrado, ambos leímos mal una importante pregunta de ensayo en el examen final de historia. Ya
que los resultados anuales estaban basados completamente en ese solo examen, fue un pequeño milagro que lo pasáramos,
ya que el 50-67% de los estudiantes fracasaban en cada curso de la licenciatura durante el primer año.
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ía. Dentro de las provisiones de la Universidad de Sydney, solo aquellos invitados por su desempeño
del primer año en una materia determinada podían formar parte de la clase de honor en esa materia.
Significaba un giro bastante diferente para los dos, porque en la educación superior Australiana solo
aquellos que estaban completando un curso especial de honor eran elegibles a graduarse con honor.
Este requisito exigía un gran aumento de trabajo académico por encima del requerido para una clase
normal- en el segundo año probablemente 50% más, y quizás 75% en el tercer año, y un año final adi-
cional dedicado a la licenciatura (en el caso de psicología este año incluía dos tesis principales: una
empírica y la otra teórica).
Aunque logramos completar nuestra licenciatura en historia, la dirección de Colin se orientó hacia el
campo de la psicología por el hecho de que, en la Universidad de Sydney, es requerido ser un graduan-
do de honor o tener una equivalencia de honores 9 antes de proceder a un programa doctoral. Ahora,
con una visión en torno a aspiraciones doctorales, él siguió en la dirección de la psicología, eventual-
mente completando su Ph.D. en 1964.
Russell desarrollo un interés a través del estudio de la psicología y siguió la carrera médica, graduándo-
se también en 1964.
Sin embargo, se debe enfatizar que el doctorado de Colin no fue en el campo de la psicología clínica,
sino en el campo de la psicología experimental. Ya que él fue entrenado en la tradición fuerte y precisa
de hombres como Clark Hall y Kenneth Spence, el énfasis nunca estuvo sobre aplicaciones prácticas,
sino más bien sobre la contribución al desarrollo teórico. Era obvio que el énfasis estímulo-respuesta
con su énfasis determinístico3 estuvo en gran conflicto con nuestra herencia cristiana desarrollada sobre
el libre albedrío. Este conflicto fue grandemente resuelto del lado del libre albedrío en vez del determi-
nismo.
Durante los seis años en que Colin realizo trabajo de postgrado en la Universidad de Sydney, él enseñó
en el Departamento de Psicología, pero subsiguientemente su enseñanza de psicología ha sido un poco
escasa. Al aceptar un nombramiento en su antiguo alma máter, Colegio de Avondale, y ser nombrado
director del departamento de educación allí, él ejerció un programa que involucraba la enseñanza tanto
de psicología como de educación.
Cuando en 1970 él se trasladó a Jamaica, Indias Occidentales, enseñó muy poca psicología, llegando a
ser presidente de West Indies College por tres años antes de trasladarse a Estados Unidos en 1973 don-
de había sido nombrado director del departamento de psicología del Columbia Union College en Was-
hington, DC.
Fue durante su estadía en casa en Australia en 1973 que Colin seriamente reevaluó sus propias bases
psicológicas. Le pareció que primero debía buscar sus propias respuestas dentro del paradigma de las
Escrituras y luego, quizás, hacer algunas comparaciones con los escritos de otros autores.
Mientras estaba en Australia él tuvo la oportunidad de hablar con dos amigos psiquiatras australianos.
Uno de ellos estaba en casa procedente de Estados Unidos donde estaba dirigiendo un fuerte programa
de salud mental comunitario en la región de Nueva Inglaterra. El otro era un psiquiatra en Sydney. Co-
lin, con estos dos amigos, pasaba las mañanas analizando el programa de salud mental comunitario del
psiquiatra que estaba en Australia de visita procedente de Estados Unidos. Este hombre estaba ex-
plicándoles el programa más bien tradicional que él estaba dirigiendo, elaborado sobre los principios de
L.A.W. (siglas en ingles) – Amor, Aceptación, y Valía- y el uso de recursos comunitarios y familiares
para ayudar al paciente.
Cuanto más escuchaban, tanto más el psiquiatra residente en Sydney y Colin se convencieron de que
había algo dramáticamente errado en el programa, y esta impresión fue al menos parcialmente confir-
mada por el indicio de que los resultados logrados en el programa no tenían una relación directa con el
esfuerzo y el dinero invertidos.

3
Véase el apéndice B titulado ―La Decisión y la Voluntad‖
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El programa que será discutido más adelante en este libro, 4 parecía lógicamente construido sobre la su-
posición de que la enfermedad mental es el resultado de una falta de amor y seguridad en la niñez e in-
fancia. Por lo tanto, hay una necesidad de establecer amor y seguridad en las vidas de estas personas
desadaptadas. Sin embargo, estaban perplejos y muy preocupados por su fracaso en ofrecer fuerte evi-
dencia de éxito.
Su amigo procedente de Estados Unidos viajó la misma tarde, y ellos siguieron discutiendo las implica-
ciones de lo que habían escuchado.
Relacionado con esta pregunta estaban las conclusiones obtenidas del tiempo pasado en el hospital psi-
quiátrico donde el psiquiatra de Sydney había brindando ocho años de servicio.
Después de participar en grupos de terapias grandes y pequeños así como entrevistas individuales, Co-
lin concluyó que los programas, en el mejor de los casos, eran muy poco productivos. En las discusio-
nes subsiguientes, el psiquiatra de Sydney y Colin llegaron a la conclusión que el programa era contra-
producente en muchos casos. En vez de ayudar a formular patrones de vida coherentes con sistemas de
comportamiento normalmente aceptables, el programa de hecho a veces reforzaba la conducta inacep-
table de los pacientes.
A mediados de 1973, al viajar Colin a los Estados Unidos para asumir su nuevo nombramiento, él no
estaba preparado para el choque cultural que representaba el ser un psicólogo en los Estados Unidos. El
síndrome de dependencia que él ha llegado a reconocer como una parte significativa del estilo de vida
en un amplio segmento de la población americana era extraño para alguien criado en la tradición aus-
traliana. Parecía que la salud mental de los jóvenes y adultos americanos era trágicamente frágil.
Él reconoció que aun entre sectores de cristianos había una gran dependencia de los seres humanos por
apoyo psicológico.
Parecía que muchos estudiantes eran inseguros a pesar de, o quizás debido a, la libertad y acercamien-
tos no inhibitorios hacia la educación infantil y juvenil, y que de alguna manera la presente generación
de americanos tenía los más bajos niveles de seguridad y autoestima de cualquier comunidad en el
mundo.
Él estaba anonadado por la forma en que era inundado no solo por estudiantes, sino también por miem-
bros de la comunidad que buscaban consejería psicológica. Parecía que no tenía importancia para ellos
que su educación y experiencia no estaba en el campo clínico o de consejería.
Esta situación lo llevó a evaluar las experiencias de hogar que podían conducir a neurosis a un grupo de
escala tan grande.
Aunque ocho meses después de llegar al Columbia Union College él llego a ser presidente de la Uni-
versidad, su interés y preocupación en esta área no disminuyeron y como subsiguientemente él ha acep-
tado el desafío de ser pionero en los programas académicos del Instituto Weimar y el Instituto de Edu-
cación y Salud Hartland, él ha seguido ampliando su comprensión del plan de Dios en la salud mental.
Él ha escrito un número de artículos y ha hecho amplías presentaciones en la región. Y su contribución
a este libro ha surgido de sus convicciones que se han desarrollado especialmente durante los últimos
cinco años.
El segundo autor, Russell, al completar sus estudios de medicina pronto descubrió que un segmento
grande de su práctica involucraba tratar con los problemas personales de sus pacientes. Mientras que su
preparación médica virtualmente no daba ayuda para tratar con tales asuntos, sin embargo, los pacien-
tes tienen considerable fe en que los médicos que los asisten les pueden ayudar a encontrar soluciones
en estos campos. Muchas situaciones encontradas eran muy trágicas en realidad, y se volvió evidente
que más que la sabiduría humana era requerida para proveer ayuda. El curso de psiquiatría que tomó
durante sus años de estudio médico y la licenciatura en psicología que había completado previo a su es-
tudio de medicina eran de mínima ayuda. Muchos pacientes habían recurrido a grandes consultas psi-

4
Véase el capítulo 13 titulado ―Terapia Cristiana‖.
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quiátricas, sin la menor mejoría de sus problemas. Esta experiencia resultó naturalmente en mayor frus-
tración y desespero.
Cuando, en 1967, Russell fue asignado a Malasia, él descubrió que las tensiones de la vida moderna allí
eran tan severas como en Australia. Ciertamente, algunos de los problemas eran causados por diferen-
tes costumbres sociales, pero sus bases eran idénticas. La experiencia clínica subsiguiente en el Reino
Unido y Tailandia, han confirmado la universalidad del descontento y la miseria humana. De hecho fue
aparente que una mayor porción de la gente en este mundo vive una existencia totalmente sumergida en
la infelicidad. Sin enumerar los millones, esta condición no tiene relación con privaciones físicas.
Enfrentado con las urgentes necesidades de sus pacientes, Russell fue obligado a estudiar de nuevo el
plan de Dios en cuanto a la salud mental. Era obvio que su plan se diferenciaba substancialmente de las
soluciones seculares que han sido ofrecidas. Russell descubrió que la tasa de suicidio, por ejemplo, ha
aumentado desde el descubrimiento de las drogas antidepresivas. Los sedantes y tranquilizantes han
desempeñado un papel menor en ayudar a la gente infeliz y en algunos casos han agregado a las cargas
de las personas en una manera no muy disimilar al uso del alcohol. Fue tan solo en la palabra de Dios
que Russell descubrió la formula para la paz ―que supera todo entendimiento‖. (Filipenses 4:7).
Toda la premisa de este libro es que Dios está interesado en cada fase de la vida del hombre. Él no solo
está interesado en las bases espirituales del hombre, sino también en su salud física y emocional, por lo
tanto, dentro de las sagradas Escrituras deben encontrarse aquellos principios que por sobre todo lo
demás conducirá a un estado emocional saludable que conlleva a la felicidad. Dios creó la mente y es-
tableció sus funciones basadas sobre leyes inmutables que gobiernan el intelecto del hombre, así como
el desarrollo emocional y de conducta. Por lo tanto, debe ser confiadamente asumido que en su Palabra
están reveladas al hombre aquellas leyes mediante las cuales se logrará la verdadera felicidad, la alegr-
ía, y la paz mental.
Adicionalmente está implícito que Satanás tiene una falsificación a los sencillos principios de salud
mental de Dios. Esta falsificación está basada sobre premisas que al menos en parte son incompatibles
con los principios bíblicos. La Biblia la define ―falsamente llamada ciencia‖. (1 Timoteo 6:20).
Es evidente que aquellos que sufren de profundas perturbaciones mentales no pueden cumplir adecua-
damente sus compromisos espirituales. La confianza sencilla, la paz que proviene de una relación única
con Jesucristo no puede ser alcanzada por el temeroso, el ansioso, ni el profundamente perturbado. Pero
la Palabra de Dios ofrece esperanza para tales personas. El profeta Malaquías nos asegura que para
aquellos que temen el nombre de Dios ―nacerá el Sol de Justicia, y en sus alas traerá sanidad‖. (Mala-
quías 4:2).
Así que este libro se ofrece como una investigación preliminar por un psicólogo, y un internista, a
aquellos que están sinceramente buscando las respuestas de Dios a la salud mental.
El estado de incertidumbre en el cuidado psiquiátrico puede ser medido por el hecho que actualmente
hay alrededor de doscientas formas identificables de terapia psiquiátrica, todas exigiendo aceptación.
Adicionalmente, hay una rápida intrusión de lo oculto, y misticismo oriental, al campo de la sanidad
psiquiátrica. Ciertamente ha llegado el momento para que el cristianismo declare lo que tenga que ofre-
cer tanto para la prevención como para la cura de las enfermedades emocionales. Que la psiquiatría
moderna haya estado sorprendentemente inepta en tratar con el dilema de la salud mental internacional,
es claro por el aumento de la enfermedad mental y la alta tasa de re-institucionalización de aquellos su-
puestamente curados en hospitales psiquiátricos. En los Estados Unidos, donde actualmente hay unos
treinta mil psiquiatras, consejeros pastorales, educadores, clérigos, médicos, y otros que están tratando
de confrontar la expansión masiva de psicosis y neurosis, la muda voz del cristianismo necesita escu-
charse declarando lo que la Palabra de Dios dice que se requiere para restablecer una sociedad emocio-
nalmente equilibrada. Ha desaparecido la opinión, de hace medio siglo atrás, de que el hombre pronto
solucionaría el problema de la enfermedad mental. Es tiempo de darle a Dios la oportunidad de demos-
trar que la fuerza emocional puede lograrse siguiendo los principios de su Palabra.
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El cristiano ciertamente tiene un concepto básico de salud mental, y este volumen sin apenarse busca
las respuestas de Dios al margen de mucha teoría actual. No es probable que los psicólogos y psiquia-
tras no cristianos estén de acuerdo con muchos de los conceptos enunciados aquí, a pesar de esto, se
considera que habría avances considerables en el campo de la salud mental si estos principios fueran
empleados aun por los secularistas. Sin embargo, una evaluación completa de su éxito vendrá solamen-
te cuando tanto el consejero como el aconsejado busquen sinceramente implementarlos por el poder de
Cristo.

Capítulo 2: La Salud Mental y el Crecimiento Espiritual.-


Muy pocas cosas son más importantes o más valoradas que la salud mental. Las implicaciones de la sa-
lud mental sobre la totalidad de la experiencia de la vida es tal que ninguno puede escapar a su impor-
tancia en su propio estilo de vida. El ser humano, aunque siempre es una unidad integrada, se manifies-
ta a través de las facetas físicas, intelectuales, y espirituales de su ser. Cronológicamente en la historia
de la vida humana primero nos desarrollamos físicamente, luego intelectualmente y por último espiri-
tualmente. En el instante de la concepción iniciamos nuestro peregrinaje físico, capaz de crecimiento y
desarrollo a una tasa rápida mediante la multiplicación celular. Mucho antes del nacimiento, el hombre
se vuelve un ser intelectual—o sea, un ser capaz de monitorear algunas de sus influencias ambientales.
Sin embargo, el último desarrollo, la dimensión espiritual, se vuelve aparente solo en la vida postnatal.
Es bastante obvio que sin el físico no podría haber el ser intelectual, porque las capacidades mentales o
intelectuales del hombre son dependientes del crecimiento físico del organismo y especialmente sobre
el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso. Adicionalmente, el hombre no puede ser un individuo
espiritual hasta que las capacidades intelectuales hayan sido desarrolladas significativamente. Estos tres
elementos, a través de la vida, se vuelven fuertemente interdependientes el uno del otro. No es solo una
reacción de una sola vía, sino que es una reacción multifasética en la que cada uno interactúa con el
otro.
A menos que haya un sólido desarrollo intelectual y salud mental, es imposible tener la calidad de vida
espiritual que Dios provee para la humanidad, así como resulta imposible tener el máximo desarrollo de
las otras capacidades sin que los tres estén uniformemente desarrollados.
Aceptando que cada principio valedero del correcto vivir está esbozado en la palabra de Dios, el cris-
tiano debería reconocer que una mente sólida es un don de Dios. Millones están enfrentando los pro-
blemas crónicos de enfermedad mental, al grado que la incidencia de enfermedad mental es mayor en
la presente generación de lo que ha sido alguna vez.
De alguna manera las complejidades y estructuras de la vida moderna, las presiones, las tensiones, los
niveles de estrés están resultando en mayores números sucumbiendo a la tragedia del quebranto mental.
Este estrés es evidente aun dentro de las filas de los cristianos. De allí que en honestidad los cristianos
deben dirigirse directamente al problema del quebranto mental y la creciente inhabilidad de muchos pa-
ra desempeñarse adecuadamente en el hogar. Esta inhabilidad a su vez conlleva a problemas matrimo-
niales y al quebrantamiento de las relaciones en el hogar. El espectáculo de los problemas de salud
mental en la iglesia cristiana ha llevado a muchos a tratar de negar una relación entre una sólida vida
cristiana y una sólida salud mental, pero tales intentos niegan la unidad del hombre y las provisiones de
Dios para el hombre.
Una mente sólida no significa necesariamente la habilidad de sobresalir académicamente. Sin embargo,
no hay duda que los cristianos tienen la obligación individual a determinar la verdad del error y a ser
estudiantes cuidadosos de la Palabra de Dios. Pero una mente sólida es más que esto. Es una mente
despejada y tranquila, capaz mediante el poder de Dios, de comprender y enfrentarse a las presiones
más severas. La pregunta no es tanto la clase de tensiones, o problemas creadores de tensión a que se
enfrentan, porque frecuentemente hay poco control sobre éstos. Por ejemplo, la esposa que tiene como
esposo a un borracho a menudo encuentra bastante difícil controlar ese aspecto de su vida, sin embargo,
tiene la oportunidad por el poder Divino, de controlar la clase de reacción y relación que ella tiene
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hacia la presión y situación creadora de tensión con la que está constantemente confrontada. Aquellos
que han sucumbido al quebranto mental o quienes experimentan numerosos incidentes neuróticos a
menudo están bajo un poquito más de presión en sus vidas que un gran número que está viviendo vidas
muy bien adaptadas. A veces las presiones a las que han sucumbido son aun menores que aquellas que
rodean a personas muy bien adaptadas.
Por supuesto que nos enfrentamos a dos problemas básicos aquí. Biológicamente, algunas personas na-
cen con predisposiciones a una mayor o menor tolerancia a la tensión y al estrés. Segundo, las circuns-
tancias ambientales de otros, especialmente durante su infancia, niñez y adolescencia, también juega un
papel preponderante en la clase de habilidad que tienen para enfrentarse más tarde en la vida a situa-
ciones estresantes.
Sin embargo, el Señor ha prometido que no hay tentación (prueba) que sea experimentada por la cual él
no dará la fuerza para vencer.
―No os ha venido ninguna tentación, sino humana. Pero Dios es fiel, y no os dejará ser tentados más de
lo que podáis resistir. Antes, junto con la tentación os dará también la salida, para que podáis soportar‖.
1 Corintios 10:13.
Esta promesa puede ser aceptada por cada cristiano comprometido tanto como para las pruebas espiri-
tuales como emocionales. Es quizás una de las mayores promesas en toda la Escritura, porque huma-
namente es probable que todos tienen un punto de desmoronamiento, aquí Dios promete que es imposi-
ble ser colocado bajo tensión o estrés que no pueda ser manejado cuando uno está fortalecido y asegu-
rado por él. Esta promesa no niega que hay una gran variación en la tolerancia a las situaciones de
estrés, pero sí ofrece la seguridad de que Cristo fortalecerá la debilidad del hombre o nos preservará de
aquellas situaciones que están más allá de nuestra capacidad para manejar. Quizás esta seguridad está
implícita en la declaración de Pablo: ―Nosotros tenemos la mente de Cristo‖. 1 Corintios 2:16.
Mucho del asunto de la enfermedad mental funcional depende de quién tiene el control de la mente. Si
no es Cristo, entonces Satanás tiene el control, y él busca de muchas maneras precipitar un desmoro-
namiento emocional y tomar posesión de las mentes de los hombres y de las mujeres. Este control exi-
tosamente limita la restauración de Dios en las vidas humanas. Por lo tanto, un sometimiento total a
Cristo espiritualmente es la máxima seguridad contra el desmoronamiento emocional. Dios tiene un
plan para la salud espiritual de la humanidad que también vigoriza la salud mental y física del hombre.
La salud mental de cada cristiano está individualmente ligada a su crecimiento espiritual. Los verdade-
ros hijos de Dios tendrán mentes sólidas y serán emocionalmente capaces de lidiar con cada condición,
mediante la fuerza de Cristo.
La mente requiere disciplina si ha de alcanzar su pleno potencial. Tal disciplina requiere una confronta-
ción con las tendencias humanas inherentes. La mente humana al desprenderse de las ligaduras confi-
nadas de su egocentrismo mediante la comunión con Dios, permite una expansión de las percepciones
mentales del hombre. Al disciplinarse la mente, la voluntad es ligada con la voluntad de Dios, de mane-
ra que se refleje más perfectamente la imagen de Dios en el hombre. Tales procesos de madures redu-
cen las fluctuaciones en el estado de ánimo, de manera que hay menos dependencia de las diversiones
para hallar excitación como respuesta a las dificultades o depresión. En la medida en que el hombre,
mediante un estudio serio de la Palabra de Dios, reconozca el precio infinito pagado por su salvación,
no puede devaluarse a sí mismo. Una respuesta adecuada a Cristo es la base del auto-respeto y es un
poderoso antidepresivo.
El problema del pecado está en la raíz de la inestabilidad emocional. Las bases del pecado son tanto in-
herentes como aprendidas del medio ambiente y mediante ningún otro medio que el poder del Espíritu
Santo en la vida puede la tentación ser exitosamente vencida. La obediencia a Dios es libertad de la ti-
ranía del pecado. Esta obediencia solo es posible con el poder Divino. Cualquier intento para vencer los
resultados emocionales del pecado por obtener apoyo humano está destinado a ser inadecuado, o en el
mejor de los casos de valor transitorio. Una vida pura y santa es más apropiada para el desarrollo de
una sólida salud emocional. Las tendencias modernas a ignorar o excusar el pecado han tenido repercu-
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siones emocionales devastadoras. Parte de la base para la negación del pecado es el deseo de evitar la
culpabilidad implícita en el reconocimiento del pecado. Pero para el cristiano convertido, el reconoci-
miento del pecado está acompañado del reconocimiento de Cristo como Salvador, Aquel capaz de eli-
minar la culpabilidad del pecador arrepentido. Cristo no le pide al hombre que venza en su propia fuer-
za, sino que ofrece su poder infinito y vida victoriosa como la base de la confianza del hombre para el
éxito. En la medida en que el hombre acepta el poder de Cristo, Satanás pierde su poder.
El papel de la oración es vital en la resistencia al pecado. Cada mañana debe haber un reconocimiento
de la inhabilidad de uno para vivir una vida exitosa libre de pecado; uno debe clamar a Cristo para
apropiarse de su poder para una vivencia victoriosa. La negligencia en la oración conlleva a confiar en
uno mismo o en otros seres falibles, lo cual a su vez lleva inevitablemente al fracaso. Con demasiada
frecuencia aquellos que no responden a su conciencia sienten una compulsión a pisotear la conciencia
de otros. O alternativamente, en justificación a aberraciones morales bajas, buscan el mal en otros co-
mo un medio fútil de absolución.
La fe, el apoyo del autentico cristiano, se desarrolla solo mediante el estudio constante de la Palabra de
Dios y ejercitando una respuesta positiva al amor de Dios. La fe acepta nominalmente las promesas de
Dios, lo cual conduce a la obediencia a las leyes de Dios. La fe deposita el futuro en Dios, permitiéndo-
le guiar en formas que rechazan la ansiedad o incertidumbre. Pablo declaró: ―El justo vivirá por la fe‖.
Romanos 1:17.
Quizás no hay mayor expresión de la esencia de la fe que la del afligido Job: ―Aunque Dios me mate,
en él esperaré‖. Job 13:15.
Job ciertamente demostró que la fe no depende de sentimientos o circunstancias. La fe se desarrolla con
cada conflicto exitoso que se tiene con la duda. Cuanto más plena y segura sea la relación con Jesús,
tanto más perdurable será la confianza. Fue como consecuencia de dicha relación que Pablo pudo afir-
mar: ―Porque sé en quien he creído‖. 2 Timoteo 1:12.
La confianza en Dios es la base del mayor desarrollo del hombre. Pablo declaró: ―Y vosotros estáis
completos en él‖. Colosenses 2:10.
Cristo mismo extendió una grata invitación: ―Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y yo
os haré descansar‖. Mateo 11:28.
Dios estimula la dependencia en él, la única verdadera seguridad para el hombre, mientras que Satanás
estimula la dependencia del hombre. Mientras que sea bueno congregarse y aconsejarse mutuamente,
no es aconsejable que el hombre sea dependiente de, o controlado por, otros seres humanos, y de hecho
tal dependencia es contraproducente al desarrollo humano coherente. La autoestima, independencia, y
logros valederos están establecidos sobre una relación altero-céntrica entre Dios y el hombre. La perso-
na bien equilibrada no tiene una muy alta ni muy baja estima de sí mismo, y está tan asegurado en su
relación con Dios y su prójimo que su autoestima no es un asunto de preocupación conciente.
El mayor porcentaje de enfermedad tiene su fundamento en una forma de pensar equivocada. Incluye
muchas respuestas neuróticas y psicóticas al estrés ambiental, los simples dolores de cabeza tensionales
así como muchas de las enfermedades del tracto digestivo tales como úlceras, y condiciones potencial-
mente fatales como enfermedades del corazón y embolias. Pero se extiende más allá de esta categoría a
enfermedades que están relacionadas con el estilo de vida—a hábitos dietéticos pobres, falta de ejerci-
cio físico y pobres patrones de descanso. Cada uno de estos puede ser cambiado primero por una com-
prensión inteligente de patrones de hábitos provechosos y luego por la decisión a seguir lo que es me-
jor.
En el mejor de los casos la mejor prevención, y a menudo la mejor cura para tales enfermedades está
relacionado a la reversión a un sencillo estilo de vida. 5 Pero la salud se extiende más allá de esto. Hay
condiciones físicas y emocionales que solo pueden ser curadas mediante la confianza en Dios. Para
muchos, el Evangelio de Cristo es la única agencia restauradora para sus mentes y cuerpos quebranta-

5
Véase los capítulos18 y 20 titulados ―Dieta‖ y ―Factores Físicos En La Salud Mental‖.
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dos. Dios es la fuente de felicidad y gozo. Por lo tanto, la verdadera felicidad puede llegarle a aquellos
que tienen una relación irrevocable con él.

INTERRELACIÓN DE LAS VARIAS FACETAS DEL HOMBRE

Espiritual

Intelectual Emocional

Físico

Capítulo 3: La Salud Mental y el Carácter.-


Cuando el hombre fue creado, fue creado perfecto, sin embargo, todas sus facultades eran capaces de
ser desarrolladas.
El hombre fue creado para compartir la mente Divina, y esta meta sigue siendo el propósito de Cristo
para el hombre. ―Haya en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús‖. Filipenses 2:5.
Por lo tanto, los mismos reclamos se hacen sobre la mente del hombre actual como los que fueron
hechos en el Huerto del Edén. No es difícil comprender este hecho cuando uno reconoce que las mis-
mas metas y principios del crecimiento total del hombre son idénticos con aquellas antes de su caída. El
único cambio está en las condiciones—las capacidades limitadas del hombre, sus fracasos, y el deterio-
ro de su ambiente. A pesar de las limitaciones del hombre, Dios provee fortaleza emocional y salud pa-
ra aquellos que la buscan. Estos se logran en su máxima dimensión solo cuando el poder Divino trans-
forma las capacidades limitadas del hombre. Tal poder es necesario para todos aquellos que buscan la
bendición de Dios.
―Transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que podáis comprobar cuál es la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta‖. Romanos 12:2.
Será notorio que el verdadero crecimiento espiritual y la transformación del carácter empiezan en la
mente.
―Transformaos mediante la renovación de vuestra mente‖. Un acercamiento común a las necesidades
humanas, que afecta la educación, la reforma carcelaria, tratamiento del enfermo mental, y casi todas
las facetas de la vida, está basada sobre los principios previamente discutidos de modificación de con-
ducta.6 Aquí todo el fundamento del cambio de conducta está construido alrededor de la reestructura-
ción de las respuestas de la persona de acuerdo a los valores que el consejero considera como buena, en
oposición a aquellos considerados improductivos o malos.

6
Véase el Apéndice A titulado ―La Naturaleza Del Hombre‖.
Pág. 11

Sin embargo, este acercamiento parece incoherente con el programa de restauración de Dios. La verda-
dera restauración no resulta de una mera reestructuración de conducta, sino que puede ser efectuado so-
lamente por el poder transformador del Divino. La Biblia se refiere a esta transformación como el nue-
vo nacimiento.
―Jesús respondió: Te aseguro: El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le
preguntó: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el seno de su madre,
y nacer? Respondió Jesús: Te aseguro: El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el re-
ino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; y lo que nace del Espíritu, es espíritu‖. Juan 3:3-6.
Cuando la mente es transformada para hacer la voluntad de Dios, se produce una transformación que
compaña los patrones de conducta.
El carácter es más que la reputación. Esta verdad ciertamente se evidencia en la vida de Cristo. La baja
reputación de Jesús frente al liderazgo Judío7 contrastaba con el único carácter sin mancha en la histo-
ria del mundo. El carácter determina los pensamientos, los sentimientos y los motivos, así como la
conducta del hombre. Solamente Dios puede evaluar verdaderamente el carácter. La reputación es una
evaluación subjetiva del hombre de la conducta de su prójimo. Los motivos y los pensamientos pueden
ser juzgados, pero nunca podrán ser determinados con absoluta precisión.
El desarrollo del carácter es un desafío para toda la vida y puede ser validado y evaluado solamente por
la norma perfecta que Dios ha esbozado en su ley moral, y por lo tanto, normalmente es independiente
de la reputación. Frecuentemente hay un gran conflicto cuando una buena reputación en vez de un buen
carácter llega a ser el motivo para la acción humana.
La búsqueda de aprobación humana resulta inevitablemente en compromisos y acciones erróneas, aun
cuando la fuente de la aprobación sean hombres buenos. Aun cuando la conducta sea ―buena‖, la moti-
vación que busca la aprobación humana es egocéntrica y por ende incoherente con los motivos puros de
Dios. Cuando uno busca complacer a Dios y al hombre simultáneamente, el conflicto resultante puede
ser muy severo.
Si la decisión hecha es seguir a Dios contrario a las expectativas del hombre, la crítica resultante a me-
nudo produce gran angustia mental. Sin embargo, si se lleva a cabo un mal curso de acción para aplacar
las demandas humanas, un sentimiento de culpa emocional destructor será el resultado. El cristiano de-
be darse cuenta que él será criticado por hacer el bien y por obrar mal.
Si ha comprometido su vida completamente a Cristo, entonces determinará que cualquier crítica que
reciba será solo por hacer el bien, reconociendo que tal criticismo vehemente proviene de aquellos que
no se han comprometido con principios Divinos.
Un verdadero carácter no puede ser desarrollado independiente de un compromiso total de la vida hacia
Dios y su camino, al margen de las consecuencias. No puede lograrse únicamente por el esfuerzo
humano, aunque este debe ser ejercitado, pero resulta únicamente del poder que Cristo puede impartir.
La seguridad emocional que resulta de tan singular seguimiento del liderazgo de Dios tiene sus bases
en una auto-imagen que excede cualquier aprobación humana.
La respuesta a la conciencia es central al desarrollo del carácter. Mientras que la conciencia es la fuerza
guiadora para la vida, necesariamente no es una guía infalible. Pablo clarifica este pensamiento cuando
se refiere a tener una conciencia libre de ofensa: ―Por eso procuro tener siempre una conciencia sin
ofensa ante Dios y ante los hombres‖. Hechos 24:16.
Así mismo él se refiere a otros tipos de conciencias imparciales: ―Pero no todos saben esto. Algunos,
habituados todavía a los ídolos, comen la carne pensando que está sacrificada a los ídolos. Y su con-
ciencia, siendo débil se contamina‖. 1 Corintios 8:7.
―Con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia‖. 1 Timoteo 4:2.
Pablo también reconoce la presencia de una conciencia pura: ―El propósito de este mandato es el amor
nacido de un corazón limpio, de buena conciencia y de una fe no fingida‖. 1 Timoteo 1:5.

7
Véase Juan 18:29-30.
Pág. 12

―Que mantengan el misterio de la fe con limpia conciencia‖. 1 Timoteo 3:9.


Debe ser aceptado que una buena conciencia es educada por la palabra de Dios, bajo la influencia ilu-
minadora del Espíritu Santo. Una conciencia tal es una guía fiable, con el Espíritu Santo fielmente mo-
nitoreando las influencias ambientales de acuerdo al paradigma de la ley de Dios. Una vez establecida,
una conciencia confiable advierte contra el peligro moral inminente y la tentación, juntamente con su
amenaza de pérdida espiritual y emocional. Sin embargo, la conciencia de uno nunca debe ser usada
como un fundamento para juzgar a otros.
El carácter no es hereditario. Es el resultado de la decisión de aceptar una relación creciente con Cristo.
Después de la caída del hombre tal decisión habría sido imposible, si no hubiera sido que el mismo
Dios había extendido su gracia al mismo hombre, permitiéndole escoger resistir a Satanás.
―Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y su Descendiente. Tú le herirás el talón,
pero él te aplastará la cabeza‖. Génesis 3:15.
Ya que el carácter involucra la totalidad del ser humano incluyendo acciones, palabras, pensamientos,
sentimientos y motivos, no puede ser desarrollado mediante un proceso de condicionamiento ni por
imposición de la voluntad ajena. Se requiere la decisión personal para permitirle al poder Divino trans-
formar la vida. Si esa decisión no es tomada, la vida permanece en esclavitud a Satanás. El hombre
nunca puede entregarse a sí mismo a Dios, pero puede invitar a Dios a tomar control de su vida y hacer
por él aquello que no puede hacer por sí mismo.
El hombre, al contrario de los animales, es gobernado por la ley moral de Dios. Dios ha creado la men-
te del hombre con la capacidad para discriminar entre el bien y el mal, y su ley para definir el bien y el
mal. El poder de elección debe ser ejercitado constantemente para el bien, si se quiere desarrollar fuer-
za emocional. Porque así como hay una conexión inquebrantable entre el pecado y las dificultades
emocionales, así mismo hay un eslabón indivisible entre la fuerza emocional y la pureza moral. La
humanidad, sobrecargada con el peso del pecado, puede encontrar alivio de la ansiedad solamente
cuando los principios positivos del vivir de Cristo activan la vida. El desdén por la ley de Dios es la ba-
se fundamental para la miseria humana en el mundo. Una vida irregenerada conlleva a la desconfianza
de sí mismo, lo cual se evidencia por la desconfianza en Dios y en otros seres humanos. Tal es la base
para mucha angustia hacia sí mismo como hacía los demás.
Como se ha enfatizado anteriormente, la motivación es la verdadera base del carácter. Pablo define los
tres motivos básicos del cristiano convertido como fe, esperanza, y amor, con el amor teniendo primac-
ía entre los tres.
―Ahora permanecen estos tres dones: la fe, la esperanza y el amor. Pero el mayor es el amor‖. 1 Corin-
tios 13:13.
El amor es la motivación que determina el valor celestial para un acto. Este amor es de origen celestial,
y puede ser el principio de la motivación humana solamente cuando a Cristo se le ha permitido sembrar
ese amor en la vida. Un carácter verdaderamente fructífero es uno en que el amor de Cristo es la base
para toda actividad conductivista. Este amor fue definido por Cristo cuando él oró: ‖Que os améis unos
a otros, así como yo os he amado‖ Juan 13:34.
En la presentación del sermón del monte, Cristo expuso una faceta adicional de su amor en lo que aho-
ra se conoce como la regla de oro: ―Así, todo lo que queráis que los hombres os hagan, hacedlo tam-
bién vosotros a ellos‖. Mateo 7:12.
Al efectuar el Espíritu Santo una nueva vida interna, las motivaciones personales se vuelven menos
egocéntricas y responde más a las necesidades de otros. Hay asociado con este crecimiento, un incre-
mento del contentamiento y felicidad que no puede resultar por seguir las inclinaciones naturales.
Los verdaderos cristianos son felices por encima de todos los demás en la tierra; y no importa lo que
uno profese; la infelicidad, la inquietud y la ansiedad revelan una falta de compromiso y una motiva-
ción que no es transformada. La persona convertida ha permitido que su independencia natural sea re-
emplazada por un sometimiento de tipo infantil y un espíritu modificable.
Pág. 13

La señal de un verdadero sometimiento sin egoísmo está expresada en las palabras de Saulo de Tarso
en el momento de su conversión: ―Señor, ¿qué quieres que haga?‖ Hechos 9:6.
Cristo mismo, demostró la misma dependencia sin egoísmo de su Padre cuando exclamó: ―No sea co-
mo yo quiero, sino como quieras tú‖. Mateo 26:39.
Cristo vino a la tierra para demostrar que tal entrega es la base, no solamente de la perfección de carác-
ter, sino de la paz y felicidad.
El carácter moral no puede ser desarrollado a su máximo nivel sin una cuidadosa atención a las leyes
físicas y mentales.
El descuido en los hábitos físicos resulta en descuido del carácter moral. Sin un monitoreo cuidadoso
de las leyes físicas incluyendo la dieta, el ejercicio, y el descanso, las fuerzas morales automáticamente
sub-sirven la auto-indulgencia del hombre natural. 8 Los resultados son similares si la mente no es cui-
dadosamente monitoreada de reposar sobre aquello que es trivial o moralmente contaminante.9 La per-
sona fuerte es aquella que refrena la pasión y controla cada faceta de su vida. La pasión y el tempera-
mento descontrolados son el resultado de falta de disciplina, y son indicio de debilidad de carácter.
El desarrollo del carácter equivale al principio bíblico de santificación. Se centra alrededor de la con-
quista del yo. Este crecimiento en santidad es una batalla de toda la vida. Descansa sobre el someti-
miento diario de la voluntad a Cristo. En ningún momento puede el hombre continuar en esta santidad
sin este compromiso diario. Jesús santifica, para que el hombre pueda levantarse por encima del fracaso
de someterse a la tentación.
Él ha prometido: ―Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne‖. Ezequiel 36:26.
Sin embargo, este nuevo corazón puede ser retenido solo mediante una comunión diaria con Jesús. Ca-
da victoria sobre la tentación fortalece los principios correctos10 y facilita las futuras decisiones correc-
tas. La satisfacción emocional que resulta de cada tentación resistida es de valor inestimable para la sa-
lud mental de la persona. Por lo tanto, el desarrollo del carácter es un pre-requisito necesario no solo
para la salvación, sino que también provee la mayor realización en nuestra vida presente.

Capítulo 4: La Personalidad y las Diferencias Individuales.-


Es claro que mientras haya una definida interrelación entre la personalidad y el carácter, la personali-
dad no es carácter y el carácter no es personalidad.11 La personalidad puede ser mejor definida en
términos de la totalidad de patrones de conducta de una persona incluyendo sus pensamientos, emocio-
nes, respuestas de conducta, temperamento, su apariencia y cualquier otro patrón característico que lo
distingue como un individuo único. Por otra parte, el carácter tiene que ver con la respuesta a la inmu-
table ley de Dios, involucrando los motivos, pensamientos, palabras y acciones. Es muy posible para un
hombre tener una personalidad agradable, mientras que su carácter todavía sea grandemente defectuo-
so. Por ejemplo, muchos embaucadores han tenido personalidades muy persuasivas y elocuentes con la
que han logrado, al menos hasta cierta medida, enmascarar efectivamente sus verdaderos caracteres.
Sin embargo, no debemos pasar por alto el hecho de que algunas características de personalidad son
más coherentes con el desarrollo del carácter que otros. Por ejemplo, el temperamento de una persona
tiene mucho que ver con determinar tanto la personalidad como el carácter. Una persona ansiosa, reac-
tiva, obviamente tiene defectos de carácter que necesitan ser transformados por la gracia de Dios. La
respuesta a los talentos y dones que cada uno tiene, mientras que parcialmente determina la personali-
dad, afecta grandemente el desarrollo del carácter.
Es casi axiomático decir, que hay un amplio rango de diferentes personalidades entre los cristianos ma-
duros. En los doce apóstoles, se presentan diferentes personalidades.
8
Véase los capítulos 18 y 20 titulados ―Dieta‖ y ―Factores Físicos En La Salud Mental‖.
9
Véase el capítulo 17 titulado ―Los Sentidos‖.
10
Véase el capítulo 16 titulado ―Habituación‖.
11
Véase el apéndice D titulado ―Teorías de la Personalidad y Diferencias Individuales‖.
Pág. 14

Obviamente Juan era un hombre de gran amor y compasión, habiendo desarrollado especialmente las
gracias más suaves, aunque en otra época había sido volátil. Por otra parte, Pedro era agresivo, impe-
tuoso al punto de la brusquedad, y muy apresurado para vocalizar sus convicciones y creencias.
Después de su conversión muchas de estas características permanecieron, pero bajo el poder transfor-
mador de Cristo estas características positivas fueron dirigidas hacia el desafío de expandir el evangelio
al mundo antiguo. Esta transformación puede ser vista con más claridad en la personalidad del apóstol
Pablo. Antes de su conversión, Pablo (o Saulo, como era conocido entonces) era un líder agresivo, fuer-
temente comprometido con la causa que defendía, sin temor por las consecuencias de sus actos.
―Y Saulo perseguía a la iglesia. Entrando en las casas, arrastraba a hombres y mujeres, y los entregaba
a la cárcel‖. Hechos 8:3.
―Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacer-
dote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si hallase algunos hombres o mujeres de
ese Camino, los trajese presos a Jerusalén‖. Hechos 9:1-2.
El mismo Pablo, después de su conversión, conservó sus mismas características agresivas de personali-
dad, pero ahora estaban dirigidas hacia la expansión del reino de Cristo en vez de su destrucción.
―Enseguida empezó a predicar en las sinagogas a Jesús, diciendo que era el Hijo de Dios. Y Saulo mu-
cho más se llenaba de poder, y confundía a los judíos de Damasco, demostrando que Jesús es el Cristo.
Entonces Bernabé lo llevó, y lo presentó a los apóstoles. Les contó que Saulo había visto al Señor en el
camino, que le había hablado, y que en Damasco había predicado con valentía en el Nombre de Jesús‖.
Hechos 9:20,22, 27.
Los extremos en la personalidad necesitan discutirse cuando hay una respuesta a los reclamos de Cristo
sobre la vida. La persona extremadamente tímida, retraída, introvertida, aunque quizás nunca llegue a
ser un líder, se da cuenta que necesita una reorientación de su personalidad, de manera que pueda testi-
ficar en forma más efectiva y frecuente la fe que ahora abraza. Por lo tanto, no es sorprendente recono-
cer grandes cambios en las relaciones ínter-sociales de algunos que le permiten al poder del Espíritu
Santo transformar sus vidas.
Similarmente, para aquellos que tienen características extremas de personalidad en la dirección opuesta
(cuya extroversión puede exhibirse en brusquedad de personalidad, crudeza, insensibilidad hacia los
sentimientos de otros), habrá una búsqueda por el poder modificador del Espíritu Santo de manera que
no se vuelvan una ofensa a alguno mientras comparten su nueva fe.
En el sentido más completo de nuestra comprensión de las diferencias individuales, no podemos acep-
tar el dictado: ―Todos los hombres son creados iguales‖, porque hay grandes diferencias reconocidas en
la Palabra de Dios entre el número de talentos que los hombres tienen, y la calidad de cada uno de esos
talentos. En la parábola de los talentos12 Cristo explicó que diferentes hombres recibieron diferentes ta-
lentos. Pero es también importante observar que la discriminación en términos de cada uno de los indi-
viduos no era en términos del número de talentos que cada uno tenía. El hombre con cinco talentos fue
felicitado por duplicarlos, con las palabras: ―¡Bien, siervo bueno y fiel!‖. Mateo 25:21.
Las mismas palabras también fueron usadas para felicitar al hombre con los dos talentos que había du-
plicado sus talentos.
El hombre con un talento fue rechazado, no porque fuera inferior en habilidad a los otros dos hombres,
sino porque no había hecho uso de su único talento. Esta parábola brinda una clave al sentido en la cual
todos los hombres son creados iguales. Aunque varían en inteligencia y en habilidades y más tarde en
logros, su aceptación e igualdad ante Dios depende de su respuesta a las oportunidades que él coloca
delante de ellos. Este hecho es visto cuando entendemos que en la forma de pensar de Dios acerca del
hombre él toma en cuenta la totalidad de su pasado.

12
Véase Mateo 25:14-30.
Pág. 15

El hombre es juzgado, no de acuerdo con su desempeño absoluto, sino de acuerdo a su respuesta a las
oportunidades 32 que han sido colocadas delante de él. David señala que Dios en su pensamiento acer-
ca del hombre toma en cuenta donde nació.
―En el registro de los pueblos, el Señor escribirá: ―Este nació en Sión‖. Salmo 87:6.
Adicionalmente, él señala que Dios conoce la condición de su pueblo y hace provisión por el hecho de
que son solo polvo.
―Él conoce nuestra condición, se acuerda de que somos polvo‖. Salmo 103:14.
Un Dios justo y omnisapiente recompensará a cada hombre de acuerdo a cada oportunidad a la que ha
respondido.
Los talentos individuales que Dios ha dado, mientras permiten un amplio rango de realización personal,
son dados para que el hombre pueda ser capaz de vivir como un complemento para su prójimo. La di-
versidad de personalidades y dones permite una interdependencia exclusiva de cada miembro de la fa-
milia humana sobre cada otro miembro. Brinda la oportunidad para que todos sirvan a los demás. Per-
mite el afianzamiento del uno y otro y confirma que ningún hombre puede vivir adecuadamente para sí
mismo. Por lo tanto, el gran lazo de la cooperación cristiana está ligada con la diversidad de talentos y
dones que Dios ha provisto. Pero para que estos dones sean una bendición, deben ser usados para el be-
neficio de otros.
―Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, dispensando fielmente las diferentes
gracias de Dios‖. 1 Pedro 4:10.
Cada propósito de Dios puede ser cumplido mientras que el hombre colabore con el hombre, motivado
por el Espíritu Santo, para cumplir su propósito. Ciertamente esta es la demostración que la iglesia cris-
tiana hace al mundo; esta demostración en la cual, como un cuerpo corporativo, la unidad de propósito
y los frutos de la cooperación extensiva de los talentos dados por Dios, resulta en un repaso en miniatu-
ra de la cooperación inquebrantable de los hijos de Dios sub-secuente a su redención.
Pablo particularmente define la diversidad de dones: ―El mismo dio a unos el ser apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros; a fin de perfeccionar a los santos para
desempeñar su ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la uni-
dad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un estado perfecto, a la madurez de la plenitud de
Cristo‖. Efesios 4:11-13.
―A cada uno le es dada manifestación del Espíritu para el bien común. A uno es dada por el Espíritu pa-
labra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu;
a otro, don de sanidad por el mismo Espíritu; a otro, operación de milagros; a otro, profecía; a otro, dis-
cernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas
estas cosas, las efectúa uno y el mismo Espíritu, y reparte a cada uno en particular como él quiere. Por-
que así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, siendo mu-
chos, son un solo cuerpo, así también es Cristo‖. 1 Corintios 12:7-12.
Al hacerlo así, él enfatiza que la diversidad de estos dones es dada— ―A fin de perfeccionar a los san-
tos para desempeñar su ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a
la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un estado perfecto, a la madurez de la plenitud
de Cristo‖. Efesios 4:12-13.
Pero hay dos formas en las cuales estos dones pueden ser de perversión para el hombre. La primera es
no usándolos, permitiendo de esa manera que se atrofie el don. La segunda es desarrollándolos y usán-
dolos para propósitos de complacencia personal. No es difícil ver como el don de la oratoria, de la ad-
ministración, de la música, de la sanidad, de la enseñanza, o cualquiera otro de los dones, puede ser
pervertido para el egoísmo y por consiguiente para los propósitos controlados de Satanás. Solo cuando
estos dones estén bajo la guía del Espíritu Santo, es que vemos el resultado de su uso en los frutos del
Espíritu: ―Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio‖.
Gálatas 5:22-23.
Pág. 16

Las diferencias individuales pueden ser vistas para representar la gracia de Dios como, por una parte, él
brinda talentos para que podamos demostrarle nuestro aprecio sirviendo a nuestro prójimo; y por otra
parte, para ayudarnos 34 a ser concientes de que ninguno de nosotros ha recibido tanta cantidad de ta-
lentos que no somos dependientes de otros para su suplemento, complementación y enriquecimiento de
nuestras propias vidas.
Pablo lo resume hermosamente en el capitulo del amor: ―Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y
no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena, o címbalo que retiñe. Si tuviera profecía, y en-
tendiera todos los misterios y toda ciencia; y si tuviera toda la fe, de manera que trasladara los montes,
y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a pobres, y entregara mi
cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve‖. 1 Corintios 13:1-3.
Aquí está la base total para el desarrollo y extensión de la singularidad con que Dios nos ha provisto a
cada uno. Al compartir esta distinción en amor, tanto el que comparte como el beneficiado son bende-
cidos.

Capítulo 5: El Amor y la Salud Mental.-


El amor entra casi en cada faceta de la vida humana. Todos quieren ser amados, pero pocos parecen es-
tar seguros de que son amados. Generalmente cuanto más frustrado ha sido uno en el pasado, tanto más
frustrado será en el presente. ¿Tienen todos el derecho a ser amados? Y si es así, ¿Cómo puede estar
realmente seguro si el amor es genuino?
Estas y muchas más preguntas están circulando por la mente de un gran segmento de la sociedad. Al-
gunas de las mejores respuestas son dadas en los siguientes hechos básicos:
1. Todos nacen con una tendencia al pecado. ―En pecado me concibió mi madre‖. Salmo 51:5. Por lo
tanto, todos tienen una disposición básica a caminar por senderos que los alejan de Dios. 13 La tendencia
natural no convertida de toda la humanidad es desarrollar un patrón de vida incoherente con la vida
eterna.
2. Esta enajenación se debe a la egocentricidad, o egoísmo y está ejemplificado en los actos auto-
centrados de un infante, quien, tan pronto sea capaz de coordinar sus actos, trata de echarle mano a to-
do para sí mismo, a menudo fallando en percibir aquellas cosas que pueden ser dañinas.
3. Debido a que el egoísmo está en la base de todas las motivaciones humanas, predomina el amor pro-
pio, y el amor verdadero por los demás es relativamente raro. Para muchos este descubrimiento es des-
concertante.
4. El egoísmo provee el fundamento para la mayoría de los problemas emocionales, y es la raíz del
quebranto mental funcional, o sea, el quebrantamiento mental que no es causado por una causa física.
Por ejemplo, muchos esquizofrénicos, que no están dispuestos o son incapaces de relacionarse con el
mundo real, miran hacia adentro, y viven en un mundo de su propia creación. El paranoico está intere-
sado en que la gente está buscando ―cazarlo‖. Este es el clásico complejo de persecución. El megaló-
mano tiene un ansia loca por poder. El masoquista se hace daño a sí mismo, a menudo de manera que
atrae la atención y posiblemente simpatía hacia sí. El hipocondríaco se vuelve físicamente enfermo de-
bido a su distorsión interna. Aun aquellos que están sufriendo de depresión a menudo están muy pre-
ocupados con lo que otros, especialmente miembros de su propia familia les han hecho. Quizás no haya
un acto de mayor egocentrismo que el suicidio, donde una persona, creyendo que su vida ha sido sin
significado, o que ha sido maltratado o rechazado, decide poner fin a su propia vida.
Raramente parece haber algún pensamiento de parte del suicida de que él ha sido creado para atender
las necesidades de otros.
Típico de la situación es el paciente que fue tratado por uno de los autores en el Hospital Príncipe de
Gales en Sydney.

13
Véase el apéndice A titulado ―La Naturaleza del Hombre‖.
Pág. 17

Fue introducido, luchando y gritando, por dos robustos agentes de policía. Tenía profundas heridas en
ambas muñecas y era el deber del autor suturar éstas mientras que los dos agentes de policía parcial-
mente podían restringir sus violentos movimientos. Este paciente continuamente exclamaba: ―¡Ella no
me ama!‖ Su énfasis estaba continuamente sobre la penúltima palabra de la oración.
5. Nadie puede obligar a otro a amarle. Muchos intentan lograr el amor por la fuerza, pero a menudo
cuanto más grande sea el intento para obligar el amor de otro, tanto menor es correspondido.
6. En ninguna parte de la Biblia se sugiere que los hombres deberían esperar ser los receptores del amor
de otros.
7. Muchas veces en la Palabra de Dios se exhorta a amar a otros; ocurre al menos doce veces en el
Nuevo Testamento. Ejemplos incluyen: Mateo 22:39; Romanos 13:9; Gálatas 5:14; Santiago 2:8.
8. Este amor por otros involucra tanto el amor por Dios como a los demás seres humanos.
Quizás aquí está el primer principio de ser amado. Para ser amado por otros debemos nosotros demos-
trar amor. Querer ser amado es natural. Querer amar no es natural. De allí que muchos encuentran difí-
cil amar a otros. Sin embargo, el verdadero amor cristiano es la mejor prevención contra la enfermedad
mental, frustración y desaliento. La persona que está preocupada acerca de si otros lo aman es egocén-
trica y por lo tanto infeliz. Es verdad que esta pasión por ser amado a menudo tiene algo que ver con las
experiencias de la temprana niñez, pues aquellos que proceden de hogares donde el amor no ha sido
demostrado o experimentado tienden a anhelar el amor mucho más en su vida de adolescente o en años
posteriores. A menudo este anhelo es como un abismo—no hay manera de saciarlo.
La manera más productiva de acercamiento hacia el ―no amado‖ es ayudarle a aprender como amar a
otros. No es fácil, porque, como se indicó previamente, las inclinaciones naturales del hombre están en
contra de ello. Para el ―no amado‖ a menudo ha habido muchos años de habituación en una dirección
de voluntad propia hacia la gratificación personal y el amor propio.
Muy a menudo asociado con el amor propio está la autocompasión. Este sentimiento es una de las ex-
presiones más peligrosas del amor propio, porque ofrece una excusa y base para conductas erradas.
Inevitablemente es auto-destructiva.
Como se explicará más adelante,14 la Palabra de Dios ve el temor como opuesto al amor. El temor pro-
viene de sentimientos de inadecuación, sentimientos de no ser querido, y sentimientos de inseguridad.
Pero aquel que se mueve por amor a otros, aligerando sus cargas, compartiendo sus preocupaciones,
menos y menos permanecerá en la modorra de sus propios problemas introspectivos. Es virtualmente
imposible extenderse en amor sin que este sea correspondido por al menos algunos de los recipientes de
dicho amor.
Quizás las dos formas menos efectivas para tratar con el desánimo y el desaliento consisten en meditar
sobre los problemas en un sitio aislado, o narrarle los problemas a otros. La primera ―solución‖ solo
acentúa el aislamiento, la soledad y auto-compasión experimentado por la persona deprimida, sin ofre-
cer una solución constructiva para el problema. Esta introspección conlleva a debilidad física, mental y
espiritual. El segundo tiende a reforzar los sentimientos de frustración, a menudo validándolos y exa-
gerándolos con cada audición donde se le brinda simpatía por sus problemas. Al centrarnos en el yo nos
sentimos peor de lo que realmente estamos.
Las dos formas más efectivas para tratar con el desaliento y desánimo involucran alabar a Dios, y salir
al encuentro de otros, evitando los resultados del aislamiento introspectivo por un lado y los efectos de
refuerzo al contar constantemente nuestros problemas.
El primero involucra una relación con Dios. Al rememorar las bendiciones de Dios, al alzar literalmen-
te la voz de uno en alabanza hacía él, un poder desconocido para el hombre está a su disposición. De
esta manera, al reconocer el amor y preocupación insondable de Dios por nosotros, nuestros propios
problemas parecen disminuir en vez de aumentar. El segundo involucra llegar a alguien que está en
mayor necesidad que nosotros, empezando a extendernos hacia esa persona de tal manera que él o ella

14
Véase el capitulo titulado ―La Ley y El Amor‖.
Pág. 18

sea ayudada. Pronto el desaliento o desánimo se desvanecerá. A menudo no es fácil cambiar a este
patrón, porque la persona desalentada encuentra supremamente difícil salirse del yo. Requerirá perseve-
rancia, pero los resultados serán tremendamente satisfactorios.
El amor en el sentido más verdadero está también en la raíz de la auto-imagen. En la sociedad altamen-
te competitiva donde vivimos resulta muy difícil buscar ese alcance altruista hacia otros.
Hemos sido educados para competir con la gente, sobresalir sobre otros, regocijarnos por nuestras vir-
tudes y éxitos. Pero la Biblia dice: ―Es más dichoso dar que recibir‖. Hechos 20:35.
Si la auto-imagen dependiera de la fortaleza, velocidad, habilidades, logros académicos, éxito profesio-
nal, y valores similares, la gran mayoría sería perdedora; y en este mundo nadie quiere ser perdedor. El
amor por otra parte, nos vuelve sordos a la crítica y los insultos, y ciegos ante las debilidades de los
demás, así como también comprensivos de nuestras propias limitaciones.
Los psicólogos y psiquíatras pasan mucho tiempo tratando de establecer la auto-imagen, especialmente
del adolescente, pero también de muchos de aquellos de mayor edad. A menudo esto se hace tratando
de establecer en la mente del aconsejado sus áreas de éxito y logros valederos. Pero tal intento está
abocado al fracaso, porque el ego humano es insaciable. La Palabra de Dios tiene el único remedio
efectivo; muerte al yo.
Al principio este pensamiento parece contrario a todo el tema de la auto-imagen. ¿Cómo puede un yo
muerto producir autoestima? Pablo lo dice de esta manera: ―Cada día me expongo a la muerte‖. 1 Co-
rintios 15:31.
Pero al investigar más profundamente se verá que es la única manera posible de adquirir auto-imagen.
¿Causa alguna sorpresa que haya tanta baja autoestima cuando la sociedad moderna está enseñando la
constante defensa de la auto-imagen? Es fácil ser amargamente herido por cada crítica, por todos aque-
llos que se desempeñan mejor que nosotros o hacen un trabajo mejor que nosotros, por aquellos que no
gustan de nuestras ideas, por aquellos que son más populares que nosotros, o por aquellos que son as-
cendidos por encima de nosotros. De manera que nuestro amor y seguridad emocional puede volverse
invencible solo cuando crucificamos el yo y seguimos el humilde ejemplo de Jesús. Entonces, y solo
entonces, será imposible ser lastimado. Compartir el amor de Jesús, saber que él nos ama y que somos
hijos de Dios y coherederos con Cristo, establece la única auto-imagen firme y segura que un ser
humano puede tener.
―El mismo Espíritu testifica a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herede-
ros; herederos de Dios y coherederos con Cristo; si es que padecemos junto con él, para que junto con
él seamos glorificados‖. Romanos 8:16-17.
Es imposible ser lastimados emocionalmente cuando estamos muertos al yo. La muerte del yo raramen-
te es una alternativa atractiva; pero es el fundamento de la paz y la alegría. Es la base del consejo de
Pablo de estimar a otros mejor que a nosotros mismos:
―Nada hagáis por rivalidad o vanagloria; antes bien en humildad, considerando a los demás como supe-
riores a vosotros; no mirando cada uno sólo a lo suyo propio, sino también a lo de los otros‖. Filipenses
2:3-4.
Pero el hombre no es dejado para batallar solo contra el yo. Cristo es el permanente Ayudador del
hombre, y su vida altruista, cuando se contempla diariamente, es una base firme para desviar la mente
de la auto-gratificación. Al desarrollarse la fe en Cristo, trabaja por amor para purificar el alma de todo
egoísmo.
―Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión. Lo que vale es la fe que obra
por el amor‖. Gálatas 5:6.
El orgullo, el egoísmo y la codicia no son solo autodestructivos; también son una ofensa ante Dios. Con
la ayuda de Cristo el hombre puede ser guiado paso a paso para apartar la vista del yo y reflejar las le-
yes del amor que contienen los principios del reino de Dios. Aquellos que menos piensan en el yo son
los más cercanos al reino de Dios. Esta auto-renunciación ciertamente realza el consejo de Cristo: ―Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame‖. Mateo 16:24.
Pág. 19

Es a la luz de estos principios que muchos sindicatos y movimientos de derechos civiles son destructi-
vos. Tales movimientos tienden a centrarse sobre la auto-satisfacción, y aunque dirigidos a considerar
los males sociales e injusticias, a menudo generan odio, desconfianza y violencia física.
A menudo es mejor sufrir físicamente que sufrir las pérdidas espirituales generadas por las emociones
negativas.
Sin embargo, el verdadero cristiano no será insensible a la opresión de los menos privilegiados de la
sociedad. Es su responsabilidad hacer todo lo que está en su poder para aliviar al oprimido y buscar ali-
viar los males sociales. Pero la motivación para ayudar a otros es producto del crecimiento cristiano,
mientras que la auto-gratificación es contra productiva. El amor por los demás elimina la contienda y la
división.
El amor no puede existir por mucho tiempo sin expresión mientras que el temor retiene la expresión. El
amor es manifestado por palabras y acciones bondadosas, mientras que el temor tiene miedo al rechazo
y por lo tanto, se retrae de extenderse positivamente hacia otros. Las recompensas de amar a otros son
reforzadas, beneficiando no solo al receptor sino también al dador. La verdadera felicidad viene de
hacer el bien y ser bueno.
El amor humano es siempre un reflejo del amor de Dios. Juan lo expresa en relación con el hombre:
―¡Mirad qué gran amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios!‖. 1 Juan 3:1.
―En esto consiste el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a noso-
tros, y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados‖. 1 Juan 4:10.
Jesús vino para esclarecer de una vez y para siempre el infinito amor de Dios y negar más allá de cual-
quier duda la falsedad del reclamo de Satanás de que Dios es egoísta. Al hacerlo, proveyó para nosotros
un ejemplo de amor desinteresado por otros.

RELACIÓN DE LA ENFERMEDAD MENTAL FUNCIONAL CON RESPECTO A LA


EGOCÉNTRICIDAD

Causa Enfermedad Mental Funcional

Esquizofrenia
Paranoia
Megalomanía
Egocentrismo Masoquismo
Hipocondría
Depresión
Suicidio
Salud mental

Alegría
Amor
Seguridad
Abnegación Mediante Cristo Autoestima
Felicidad
Servicio
Amistad
Capítulo 6: La Ley y el Amor.-
En los métodos de Dios, la ley y el amor son gemelos siameses inseparables. Separar el uno del otro
inevitablemente destruye a ambos. Los legalistas han tratado de separarlos, pero al hacerlo han destrui-
do la esencia misma de la ley, la cual es el amor. Los antinomianos han tratado de separarlos, pero el
Pág. 20

amor fuera del contexto de la ley es insignificante. El amor sin ley es como un barco sin timón, así co-
mo la ley sin amor es como un timón sin barco.
No hay manera en que podamos amar a nuestros padres y persistentemente serles desobedientes, así
como no podemos amar nuestro país sin observar sus leyes. Tampoco podemos amar a Dios sin guardar
sus mandamientos. ―Si me amáis, guardaréis mis Mandamientos‖. Juan 14:15.
Al justificar sus indiferencias a los requerimientos de los mandamientos de Dios, muchos alegan que
ellos guardan el espíritu de la ley sin la letra misma. Pero no hay forma en que se pueda guardar el espí-
ritu de la ley sin observar la letra de la ley, aunque por supuesto es muy posible guardar la letra de la
ley sin el espíritu de la ley, como quiso decir Pablo cuando dijo: ―Él nos capacitó para ser ministros de
un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida‖. 2 Corin-
tios 3:6.
Sin embargo, pretender guardar el espíritu de la ley mientras se quebranta la ley es, en efecto, invalidar
la ley. En 1951, a los estudiantes que asistíamos al Colegio Avondale se nos permitió salir del campo
estudiantil en ciertos días para ir al pueblo que estaba a una milla de distancia. El propósito de esta
norma era asegurarse que los hombres jóvenes y las damas jóvenes no pudieran encontrarse fuera del
campo estudiantil, ya que la salida para los unos y los otros eran en días diferentes. En una ocasión los
autores tomaron la libertad de ir al pueblo para realizar algunas transacciones comerciales en el día de
salida de las damas. Cuando fuimos llamados ante el comité de disciplina por quebrantar esta norma de
la institución, débilmente intentamos defendernos sobre la base que habíamos observado el espíritu de
la ley (ya que no nos habíamos encontrado con ninguna dama joven durante nuestra salida) aunque
quebrantamos la letra. El comité de disciplina rechazó resueltamente nuestra ―defensa‖, como era apro-
piado. ¿Es posible desobedecer a nuestros padres y aún guardar el espíritu del quinto mandamiento?
¿Matar y guardar el espíritu del sexto mandamiento? ¿Cometer adulterio y guardar el espíritu del
séptimo mandamiento? ¿O robar y guardar el espíritu del octavo mandamiento? ¿Quebrantar el sábado
y sin embargo, conservar el espíritu del cuarto mandamiento, o blasfemar el nombre de Dios y conser-
var el espíritu del tercer mandamiento? Es imperativo observar la santa ley de Dios al pie de la letra. La
conservación del espíritu de la ley automáticamente asegura que la ley es observada con precisión.
Fue en el contexto de una ley quebrantada que Dios demostró su amor por el hombre: ―Y donde abundó
el pecado, tanto más sobreabundó la gracia‖. Romanos 5:20.
El amor infinito de Dios el Padre y la condescendencia de su Hijo, que condujo a la encarnación; la vi-
da y ministerio de Jesús, el gran sacrificio de Cristo, y su redención por la humanidad, demostró a to-
dos los seres a través de los siglos que de hecho la ley no es sólo una expresión del carácter de Dios, si-
no que su carácter está también ejemplificado en el amor.
Por lo tanto, no resulta sorprendente que todos los mandamientos estén basados sobre dos grandes prin-
cipios: amor hacia Dios, y amor hacia el hombre.
―Jesús respondió: ―Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y toda tu mente. Este
es el primero y el mayor Mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. De estos dos Mandamientos penden toda la Ley y los Profetas‖. Mateo 22:37-40.
En el Huerto del Edén un mandamiento quebrantado causó temor a la pareja caída. Su débil intento por
esconderse de Dios indicaba que ya no tenían una relación de confianza y fe con Él. Quebrantar el
mandamiento de Dios equivale a romper la relación de amor con Él. Juan lo declara de esta manera:
―En el amor no hay temor. Antes el amor perfecto elimina el temor, porque el temor mira el castigo. De
donde el que teme, aún no está perfecto en el amor‖. 1 Juan 4:18.
Pablo también percibió esta relación: ―Porque no nos ha dado Dios espíritu de timidez, sino de fortale-
za, de amor y de dominio propio‖. 2 Timoteo 1:7.
Una falta de amor hacia Dios conlleva a quebrantar sus mandamientos; la omisión a reconocer la pure-
za del carácter de Dios conlleva al descuido e indiferencia y a la justificación de actos errados. Muy a
menudo dicha justificación conduce al pecado continuo lo cual inhibe un desarrollo fructífero de la per-
sona y a menudo conserva la situación conflictiva que es destructiva para la salud mental.
Pág. 21

En todos aquellos que aman a Dios, hay una fe y confianza sencilla en Él. Así como el pequeño infante
expresa su amor por sus padres mediante una fe y confianza continua en ellos, así aquellos que aman a
Dios lo expresan constantemente siguiendo su liderazgo. Por lo tanto, no es sorprendente que la ruptura
de esta relación de fe inevitablemente conlleva al pecado. Es en esta luz que se comprenden adecuada-
mente las definiciones de pecado dadas por Pablo y Juan.
―El pecado es la transgresión de la Ley‖. 1 Juan 3:4.
―Todo lo que no procede de la fe, es pecado‖. Romanos 14:23.
Si no observamos los mandamientos de Dios es porque no tenemos una relación de fe con Él, y, si no
tenemos una relación de fe con Él, resulta imposible para el hombre guardar los mandamientos de Dios.
El propio Jesús siempre enseñó el amor en asociación con la observancia de la letra de la ley. Al con-
denar a los fariseos como hipócritas dijo: ―Porque dais el diezmo de la menta, del eneldo y el comino; y
dejáis lo más importante de la Ley, a saber, la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es necesario
hacer, sin dejar lo otro‖. Mateo 23:23.
En vista de que la ley es el fundamento del gobierno de Dios, la felicidad de la humanidad depende del
acuerdo perfecto con ella. Muchos ven la ley de Dios como restrictiva, pero el reconocimiento de que
estas leyes emanan de un Dios de amor infinito llevará al reconocimiento que sólo mediante la obser-
vancia de estas leyes puede el hombre disfrutar de verdadera libertad emocional. De ahí que la com-
prensión de la relación de la inmutable ley de Dios con el verdadero amor de Dios es, quizás, el funda-
mento de la comprensión de los principios de la salud mental cristiana.
Cada desecración de los mandamientos de Dios tiene su base en el egoísmo que es destructivo de la sa-
lud emocional. El falso testimonio contra otro ser humano es motivado por la avaricia, el deseo de
aprobación, la ambición personal, la auto-justificación, u otra motivación egocéntrica. La codicia cla-
ramente es egocéntrica, así como el robo. También es la complacencia propia y la pasión desenfrenada
la que conlleva al adulterio; y el asesinato es incitado por motivos tales como el odio, la avaricia y la
ambición de poder. Los padres son deshonrados por hijos voluntariosos; y el sábado es secularizado por
aquellos que disponen de poco tiempo para Dios. Quizás no haya otro acto más egocéntrico que usar el
nombre de Dios blasfemamente. También es egocentrismo lo que conlleva a colocar otros ―dioses‖ de-
lante del Dios del cielo o ―crear‖ dioses para ocupar el lugar del gran Creador del universo.
Es imposible estar contento y satisfecho y lograr plena realización mientras reine en forma suprema el
amor por el yo.
La sociedad actual se enfrenta a este gran problema psicológico. Por ende no es sorprendente que hom-
bres eminentes hayan reconocido esta distorsión. En su libro, ¿Qué Pasó Con el Pecado?15 El renom-
brado psiquiatra, Karl Menninger, cita al famoso historiador británico ya fallecido, Arnold Toynbee:16
―La ciencia nunca se ha sobrepuesto a la religión... La ciencia (también) ha empezado a descubrir cómo
curar las enfermedades psíquicas. Hasta ahora, sin embargo, la ciencia no ha mostrado señales de que
será capaz de mantenerse al tanto de los problemas más serios del hombre. No ha sido capaz de hacer
cosa alguna para curar su pecaminosidad y su sentido de inseguridad, o para eliminar el dolor del fraca-
so y el temor a la muerte. Sobre todo, no le ha ayudado a salir de la prisión de su egocentrismo congé-
nito a una comunión o unión con alguna realidad que es mayor, más importante, más valiosa, y más
perdurable que el individuo mismo... Estoy convencido, personalmente, que el problema fundamental
del hombre es su egocentricidad. Él sueña con hacer del universo un lugar deseable para sí mismo, con
mucho tiempo libre, relajamiento, seguridad, y buena salud y sin hambruna o pobreza‖.17
Al comentar sobre este análisis, Menninger dice: ―El egocentrismo es un nombre para ello. El egoísmo,
el narcisismo, el orgullo, y otros términos también han sido usados. Pero ni el clero ni los científicos
conductistas, incluyendo los psiquiatras, han hecho de ello un asunto importante. La noción popular es

15
Reimpreso por permiso de Hawthorn Books Inc.
16
Reimpreso por permiso de Oxford University Press.
17
K. Menninger, ¿Qué Pasó con el Pecado?, página 226.
Pág. 22

apartarse de las nociones de culpabilidad y moralidad. Algunos políticos, en busca de una palabra, han
usado por casualidad el ilógico término de permisividad. Su raciocinio es tan confuso como el lodo, pe-
ro su significado es claro. La enfermedad y el tratamiento han sido los santos y señas del día y poco se
ha dicho acerca del egoísmo o culpabilidad o la ―brecha moral‖. Y sin lugar a dudas nadie habla acerca
del pecado... Los clérigos tienen una áurea oportunidad para prevenir algunas de las aprehensiones
acumuladas, culpabilidad, actos agresivos, y otras raíces de posteriores sufrimientos y enfermedades
mentales.
¿Cómo? ¡Predique! Dígalo tal cual es. Dígalo desde el púlpito. Proclámelo desde las azoteas.
¿Qué hemos de proclamar?
Proclame consuelo, proclame arrepentimiento, proclame esperanza. Porque el reconocimiento de nues-
tra parte en la transgresión del mundo es la única esperanza que queda‖.18
De muchas maneras este psiquiatra ha resumido el desafío del cristianismo actual. El desafío es reco-
nocer cualquier intento por separar la ley y el amor como destructivo para el desarrollo emocional y
psicológico del ser humano.
―El propósito de este mandato es el amor nacido de un corazón limpio, de buena conciencia y de una fe
no fingida‖. 1 Timoteo 1:5.
La condenación de Cristo a los fariseos se produjo porque ellos guardaban la letra de la ley sin el espí-
ritu de la ley. El amor que debió demostrarse en justicia, misericordia y fe faltaba en su ministerio, pero
Jesús no omitió indicar que ellos hacían bien en pagar cuidadosamente su diezmo. ―Esto es necesario
hacer‖, dijo Él, ―sin dejar lo otro‖. Por lo tanto es la observancia de la letra de la ley en el espíritu de
Cristo lo que es esencial.
Este principio se demuestra más adelante entre Jesús y la adúltera María Magdalena.
―Ni yo te condeno. Vete, y desde ahora no peques más‖. Juan 8:11.
Aquí Jesús demuestra su amor y compasión a la vez que mantiene en alto las normas de su ley.
Juan, el gran apóstol del amor, lo declara de esta manera: ―Y nosotros tenemos este Mandamiento de
Él: El que ama a Dios, ame también a su hermano‖. 1 Juan 4:21.
Este versículo, por supuesto, es una paráfrasis de los grandes mandamientos, porque los mandamientos
y el amor están inseparablemente unidos. No hay forma alguna en que podamos declarar observar los
mandamientos de Dios y no amar a los demás. Vale la pena notar que este versículo está redactado en
el sentido positivo. No es suficiente no odiar, pero en lo positivo, en el sentido completo de la palabra,
debemos amar a todos los hijos de Dios.
Adán y Eva demostraron la brecha en su amor por la desobediencia. Hay una gran necesidad porque los
padres eduquen cuidadosamente a sus hijos en obediencia si están procurando hijos que tengan una re-
lación de amor y respeto hacia Dios y el hombre. La falta de amor por los demás es el pecado supremo.
―El que no ama, aún está muerto‖. 1 Juan 3:14.
Diciéndolo en otras palabras, el amor propio es el mayor pecado, porque constituye la antítesis del
amor ágape. Es la máxima barrera que impide nuestro amor por los demás.
Cuando el amor se convierte en un principio motivador de acción, transforma el carácter, controla la
conducta e influye en las relaciones interpersonales. 50

Capítulo 7: El Problema de la Culpabilidad.-


Muchos problemas mentales resultan de la falta de disposición de aceptar como inmutable, los manda-
mientos de Dios. Es un gran desafío para la comunidad cristiana reconocer la estrecha relación, sugeri-
da por Menninger19, entre los valores espirituales y morales y los valores mentales y emocionales.

18
K. Menninger, ¿Qué Pasó con el Pecado?, página 226-227.
19
Véase el capitulo 6 titulado ―La Ley y El Amor‖.
Pág. 23

Cuando tantos clérigos han empezado a ver su papel como consejeros y a preocuparse por las necesida-
des sociales de la comunidad, puede ser que un clamor como el de Menninger sea necesario para re-
orientar el ministerio cristiano a su papel más importante, el de cuidar por las necesidades espirituales
de la grey en una forma que, a su vez, tendrá implicaciones vitales para la salud mental y emocional de
la comunidad.
Una de las áreas más importantes revisadas por los psicólogos ha sido el área de la culpabilidad. Duran-
te muchos años los psicólogos se han opuesto fuertemente al punto de vista clásico cristiano que indica
que la culpabilidad resulta del pecado y de la transgresión de la ley moral de Dios, lo que a su vez re-
sulta en una ruptura de la comunión con Dios. Han habido muchos intentos de ignorar la culpabilidad,
de racionalizarla, de estimular un punto de vista hacia la conducta productora de culpabilidad que con-
lleve a una reducción, e inclusive eliminación, de la culpabilidad. Pero el hecho permanece que si el
hombre no hubiera pecado no habría experimentado la culpabilidad y su temor resultante.
Quizás ninguno ha hecho más que Sigmund Freud para desarrollar una noción de culpabilidad que di-
fiere del punto de vista tradicional bíblico. Él aseveró: ―El sentimiento de culpa es en el fondo, nada
más que una variación topográfica de la ansiedad, y en sus fases posteriores coincide complemente con
el temor del súper ego‖.20
Es por lo tanto refrescante leer la clase de llamado que Menninger ha hecho, donde él redescubre el pa-
pel correcto de la iglesia en el manejo de la culpa. La Biblia asevera que la culpabilidad tiene su fuente
en el pecado, lo cual es la desobediencia a los mandamientos de Dios. De hecho, dentro de los manda-
mientos mismos hay un claro indicio de este hecho, porque en el tercer mandamiento se nos dice cuáles
son las consecuencias por la violación de este precepto: ―No tomarás el nombre del Señor tu Dios en
vano. Porque el Señor no dará por inocente al que tome su nombre en vano‖. Éxodo 20:7.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento confirman adicionalmente que el pecado y la transgresión
de la ley de Dios producen culpabilidad en el infractor de la ley.
―Entonces el que ha pecado y ofendido, restituirá lo que robó o el daño que causó con su calumnia, o el
depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló‖. Levítico 6:4.
―Porque el que guarda toda a Ley, y ofende en un solo punto, es culpable de todos‖. Santiago 2:10.
La base fundamental de la culpabilidad es la carga del pecado con su desasosiego y deseos insatisfe-
chos. Esta carga nunca puede disminuirse excusando el pecado. Mientras el hombre continúa en peca-
do, es imposible que él salga de la condenación y el desespero. Sólo cuando confiese y abandone el
pecado logrará tener verdadera paz y felicidad.
Ninguna cantidad de esfuerzo por ignorar o racionalizar puede de alguna manera erradicar la experien-
cia de la culpabilidad. Por esta razón han fracasado muchos que han procurado justamente hacer eso.
De hecho, es cierto que el cristiano tiene la única forma valedera para eliminar la culpabilidad, median-
te el sometimiento de su vida al amor de Jesús. La Palabra de Dios nos asegura: ―Si confesamos nues-
tros pecados, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de todo mal‖. 1 Juan
1:9.
Aquí está la verdadera respuesta para eliminar la culpabilidad de la vida. Este hecho es reafirmado en el
Antiguo Testamento, donde se nos asegura que nuestros pecados serán lanzados a lo profundo del mar,
y se promete que así como el oriente es distante del occidente, de esa manera él ha eliminado las trans-
gresiones de nosotros.21 Llegar a Jesús conduce a una nueva relación en la cual la culpabilidad ya no
puede tener más dominio en la vida. Pablo confirma que la victoria en Cristo resulta en la eliminación
de la culpabilidad.
―Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús; los que no andan según la
carne, sino según el Espíritu‖. Romanos 8:1.

20
Freud, Sigmund, Complete Works, ed. Strachey, vol.21, p.135.
21
Véase Miqueas 7:19 y Salmo 103:12.
Pág. 24

Parece que el científico conductivista cristiano tiene un papel vital que desempeñar en prestar su in-
fluencia hacia el reconocimiento de que la única manera en que el sentimiento de culpa y sus efectos
pueden ser erradicados es por medio de la aceptación de los meritos salvadores de la gracia de Jesús.
Demasiado a menudo el sentimiento de culpa ha sido visto como contraproducente al sano desarrollo
humano. Pero hay un papel vital para el sentimiento de culpa en la experiencia de cada ser humano. La
culpabilidad con frecuencia es la reacción internalizada que resulta de hacer aquello que separa de
Dios.
Tales sentimientos deberían conducir hacia Dios y a la Fuente del verdadero perdón, y por lo tanto la
desaparición de aquellos sentimientos de culpa. Aquí y solamente aquí está la verdadera respuesta a los
masivos problemas psicológicos que enfrentan aquellos cuyas vidas están cargadas de sentimiento de
culpa.
Los cristianos, más que los demás, tienen la oportunidad de ayudar a todos los hombres y mujeres a
comprender la mejor manera de manejar el sentimiento de culpa y a tratar con los resultados emociona-
les de las respuestas inapropiadas al sentimiento de culpa. Adicionalmente, al referir sus experiencias
a la base del bien y del mal, les proveerá un fundamento para que puedan discriminar entre el senti-
miento de culpa que es el resultado directo del pecado contra la Ley de Dios, y aquellos patrones de
conducta inducidos por un sentimiento de culpa cuyo origen no es más que social o de hogar. También
tienen la oportunidad para definir con precisión entre tentaciones y pecado de manera que la tentación
no se iguala con ceder a la tentación.
Parece probable que en el esfuerzo de Freud por reducir lo que él vio como los efectos indeseables del
proceso inhibitorio de la sociedad, y manejar el temor reprimido, él, de hecho ha triunfado en conducir
a muchos a acallar la conciencia y reprimir los sentimientos de culpa. Por lo tanto muchos están menos
capacitados para manejar su sentimiento de culpa que en alguna época pasada, lo que a su vez está in-
cursionando en la salud mental de la comunidad. El fundamento para la verdadera salud mental está in-
herente, dentro del mensaje de Cristo. El consejo de Pablo: ―Porque no nos ha dado Dios espíritu de ti-
midez, sino de fortaleza, de amor y de dominio propio‖ (2 Timoteo 1:7), es relevante aquí. Es cierto
que la religión de Cristo es la primera base para el ajuste emocional, porque sólo en tanto que el hom-
bre entre en una relación significativa con Dios podrá desarrollar sus poderes emocionales y mentales
acorde al propósito divino.
El problema del sentimiento de culpa es otra área estrechamente ligada a los problemas de auto-
imagen. Muchos sienten una falta de valor, una falta de identidad así como una falta real de su papel
específico en la vida, y por lo tanto la tendencia es a sufrir considerablemente de conflictos emociona-
les. De nuevo Cristo tiene las respuestas básicas a la baja autoestima y bajo valor personal. Mientras
que es verídico que la Biblia enfatiza – ―Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios‖. Romanos 3:23
―Pues está escrito: ―No hay justo, ni aun uno‖. Romanos 3:10.
―Todos nuestros actos de justicia son como trapo inmundo‖. Isaías 64:6.
―Separados de mí, nada podéis hacer‖. Juan 15:5.
Sin embargo, todo el propósito del cristianismo es desarrollar el valor propio de la humanidad. Cuando
el hombre fue creado, este fue creado a imagen de Dios, pero cuando el pecado cubrió toda la tierra, la
imagen de Dios fue borrada casi totalmente. El propósito del ministerio de Cristo y del Espíritu Santo
para la humanidad es la restauración de la imagen de Dios en el hombre.
Al venir a Cristo, desarrollamos un nuevo concepto del valor propio. A medida que el creyente peniten-
te reconoce que todo el cielo fue pagado en el sacrificio de Cristo, para que él pudiera tener vida eterna,
este empieza, al menos en parte, a reconocer el gran valor que Dios le ha colocado. El hecho de que
somos llamados hijos e hijas de Dios y coherederos con Cristo no deja lugar en el pensamiento del cris-
tiano para una baja autoestima.22

22
Véase el capitulo 5 titulado ―El Amor y La Salud Mental‖.
Pág. 25

Una sensación de valor propio no debería confundirse con el orgullo, porque el orgullo tiene sus raíces
en la exaltación propia humana y logros basados en el desempeño personal. Pero el verdadero valor del
cristiano es un reconocimiento, no de lo que es la persona, sino de lo que Cristo ha hecho por ella.
Por lo tanto Cristo, no él yo, es el centro. Es esencial enfatizar el gran valor que Dios ha colocado sobre
cada alma. El hecho es que en cada ser humano, Cristo vio potenciales ilimitados.
Este reconocimiento no traerá complacencia, sino que presentará un desafío en la medida en que los
hombres y mujeres procuran reflejar la plenitud de la belleza de la imagen de Jesús.
Tal hombre o mujer no puede seguir siendo atormentado por sentimientos de falta de valor personal y
utilidad, porque dicha persona tiene una visión abarcante de la magnitud de lo que Cristo ha hecho por
su vida y lo que puede lograrse mediante él. Él se apropia de la promesa de Jesús: ―Mi paz os doy. Os
la doy, no como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo‖. Juan 14:27.
El cristiano maduro tiene una paz que puede lograrse sólo mediante una relación con Cristo. El Señor
ha prometido que: ―El Eterno bendice a su pueblo con paz‖. Salmo 29:11.
La paz mental se logra cuando esa relación exclusiva entre el hombre y Dios se obtiene de manera que
el yo esté completamente sometido y, a Cristo se le permita reinar supremo en la vida.
―Tú guardas en completa paz al que persevera pensando en ti, porque en ti confía‖. Isaías 26:3.
Por lo tanto cuando todo egoísmo y defensa propia son eliminados, el resultado es una paz plena.
Esta relación la logran aquellos que han rendido y sometido su vida y voluntad al Señor. Se da cuando
el hombre se percata de la libertad adquirida mediante la obediencia a la ley de Dios.
―Mucha paz gozan los que aman tu Ley, y no hay para ellos tropiezo‖. Salmo 119:165.
Esta es la paz que hoy busca toda la humanidad. Todo sentimiento de culpa debería ser puesto al pie de
la cruz de Cristo. La persona errante, desalentada, puede encontrar perdón en tanto acepta a aquel que
ha prometido: ―Salvar eternamente a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que está siempre vi-
vo para interceder por ellos‖. Hebreos 7:25.
Cristo nunca decepciona a aquel que lo busca. Él concede perdón completo y gratis. Al humillarse el
hombre, reconociendo su pecado delante de Dios, se logra un verdadero alivio del sentimiento de culpa.
Pero tal confesión del mal requiere de la enmienda de las disputas o injusticias que involucran a otros.
―Por tanto, si al llevar tu ofrenda al altar, te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
ofrenda ante el altar, y ve a reconciliarte primero con tu hermano. Entonces vuelve, y ofrece tu ofren-
da‖. Mateo 5:23-24.
El obedecer tal consejo produce una libertad en las relaciones humanas que es muy satisfactoria.
En esta época crítica de la historia, cuando hay un desmoronamiento tanto de la estructura moral como
emocional dentro de la comunidad, la iglesia cristiana tiene que reafirmar su papel y la verdadera fun-
ción del púlpito, proveyéndole a las masas una comprensión más clara de las bases de la verdadera for-
taleza espiritual, mental y emocional, que puede obtenerse sólo mediante el poder de Jesús. Ha habido
una fuerte tendencia para que el predicador se traslade al campo de la consejería pastoral. Fundamental
a la mayoría de las técnicas de consejería es el evitar cualquier respuesta que pueda imputar condena o
juicio moral sobre el individuo que está siendo aconsejado. Esta actitud frecuentemente ha sido trasla-
dada a la presentación del predicador en el pulpito. Ya no hay una clara definición del bien y el mal, y
las congregaciones son dejadas a la incertidumbre y el pecado. Es la responsabilidad del predicador or-
denado por Dios presentar la palabra de verdad tan claramente de manera que nadie tenga duda respec-
to al propósito de Dios para su vida. El verdadero arrepentimiento se efectúa solamente cuando se re-
conoce el mal. Es el papel del ministro colocar delante de la gente: ―La vida y la felicidad, la muerte y
la desgracia‖. Deuteronomio 30:15.
El consejero cristiano tiene una responsabilidad similar. Sin embargo, mientras se busca el perdón de
Dios por los pecados, el objetivo de la vida cristiana es la resistencia a la tentación. Hacer el bien es
una maravillosa medicina para una mente perturbada. Positivamente interrelacionados están un corazón
puro con mente sana y saludable. Seguir pecando conlleva a la pérdida del respeto propio, y a la per-
versión de los principios y el juicio. Hay una gran necesidad de desarrollar actividades fructíferas para
Pág. 26

preservar la pureza de la vida. Andar sin rumbo y en ociosidad destruye el respeto propio y conduce a
un fuerte sentimiento de culpabilidad. En la parábola del sumo sacerdote Josué, la eliminación de las
vestiduras sucias previa a su reemplazo con el manto puro y blanco simboliza la eliminación del pecado
de aquellos que andan en novedad de vida.
―El Señor me mostró al sumo sacerdote Josué que estaba de pie ante el Ángel del Eterno. Y Satanás es-
taba a su derecha para acusarlo. Dijo el Eterno a Satanás: ―El Señor te reprenda, oh Satanás, el Señor
que ha elegido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Josué estaba ante
el Ángel, vestido de ropa sucia. El Ángel mandó a los que estaban ante él: ―Quitadle esa ropa sucia‖.
Entonces dijo a Josué: ―Mira que he quitado tu pecado de ti, y te vestí de ropa de gala‖. Zacarías 3:1-4.
Por lo tanto la solución al problema del sentimiento de culpa es la confesión honesta del pecado, bus-
cando el perdón prometido por Dios y mediante el poder de Cristo, abandonando los senderos del pe-
cado.
Algunos argumentan que cuando el cristiano peca este no es eliminado de la familia de Dios. Dios, al
igual que un padre humano, no rechaza su hijo cuando este peca. Sin embargo, la verdad es que el pe-
cado es un indicio que nos hemos separado nosotros mismos de la familia de Dios.
―Vuestras iniquidades os han separado de vuestro Dios, y vuestros pecados han ocultado su rostro de
vosotros para no escuchar‖. Isaías 59:2.
Sólo un Dios fiel, mediante las provisiones del sacrificio de su hijo, puede reestablecer esa relación de
familia mediante el perdón y el poder para vencer.

Capítulo 8: Emociones Negativas.-


Las emociones y los sentimientos, las dimensiones afectivas del hombre, desempeñan un papel central
en la vida humana, revelando y a menudo dominando las fuerzas intelectuales y cognitivas. Mientras
que no es lo deseable que las emociones se sobrepongan a la razón en la toma de decisiones, tampoco
es benéfico cuando las decisiones son hechas del frío y calculado intelectualismo. Las emociones ofre-
cen fundamentalmente una respuesta única al estímulo ambiental mientras que a su vez son en gran
manera el resultado de influencias ambientales pasadas. La razón por lo tanto debe estar consciente de,
y responder a, reacciones emocionales, mientras que nunca debe permitir ser sub-siervo de las emocio-
nes.
Las emociones pueden ser educadas. Pueden ser dirigidas bien sea para promover una realización cre-
ciente en la vida o para producir fuertes sombras de reacciones negativas sobre la vida. Las emociones
en sí mismas no son ni buenas ni malas.
Aun las emociones positivas tales como la alegría pueden tener consecuencias negativas, mientras que
a veces algunas emociones negativas, tales como la tristeza, pueden tener resultados benéficos. No es
físicamente ventajoso estar en un estado emocional excitable durante largos periodos de tiempo, porque
tanto las emociones positivas como negativas agotan los recursos del cuerpo. Por otra parte, la tristeza
y el dolor, especialmente cuando surgen por las malas acciones de uno mismo o de relaciones persona-
les abusivas, tienen un papel útil en asegurar el arrepentimiento y la restauración.
Generalmente un estado de alegría y serenidad no produce una fuerte exhibición de respuesta emotiva.
La persona bien equilibrada no experimenta frecuentes o prolongados estados de excitación emocional,
sea negativa o positiva. La agitación emocional constante tiene fuertes resultados negativos que afectan
tanto la dimensión física como espiritual del hombre.
Está muy bien establecida la relación entre la enfermedad cardiovascular y una fuerte excitación emo-
cional. Muchos estados hiper-emotivos resultan en reacciones del sistema nervioso simpático, inclu-
yendo la secreción de adrenalina, aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la frecuencia respira-
toria, sudoración y la inhibición de procesos digestivos.
Tales reacciones constantes de estrés son altamente productivas de enfermedades degenerativas. Los
efectos de la vida urbana moderna tienden a producir estrés emocional, militando contra la forma de
vida sencilla, protectora de la salud humana. Hay mucha terapia en la vida rural descomplicada, libre
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de muchas de las características productoras de excitación de la vida moderna. Los medios de entrete-
nimiento deben asumir gran responsabilidad por iniciar y conservar excesivos niveles de excitación
emocional. Pasar horas del día en el ambiente excitado del drama de la televisión inevitablemente tiene
un efecto acumulativo sobre los recursos emocionales.
Adicionalmente, el desarrollo de una sociedad altamente competitiva ha resultado en serias tensiones
emocionales, competitividad, y apelación al orgullo, ira, ambición egoísta, amargura y rivalidad. La
competitividad domina un amplio rango de vida desde la escuela a los deportes y las empresas comer-
ciales, imponiendo un peligro ambiental para la mayor parte de la vida. Mucho se puede lograr median-
te el desarrollo del atributo cristiano de la cooperación, buscando aquellos logros que no conducen a la
perdida de otros, o a su disminución. Cada uno tiene una influencia sobre el otro. Las actitudes y acti-
vidades cooperativas son de ayuda a todas las partes cooperantes. Se generan pensamientos y senti-
mientos apropiados. Cuando vemos a los demás seres humanos como socios, no como rivales o enemi-
gos. Tal vez hay más que un poquito de verdad en el dialogo atribuido al dramaturgo británico, A. A.
Milne—un reconocido pacifista. Cuando se le preguntó que si no estaba de acuerdo en que las guerras
de Inglaterra fueron ganadas sobre los campos deportivos de Eton y Harrow (dos famosos centros edu-
cativos de Inglaterra), se dice que él respondió: ―No solo fueron ganadas allí; se iniciaron allí‖.
Los autores están muy conscientes de las intensas emociones que estos ―campos de juego‖ pueden en-
gendrar. Ambos fueron ávidos y exitosos deportistas en su juventud. Ambos capitanearon el equipo de
tenis de mesa de la Universidad de Sydney en encuentros contra otras universidades australianas y, de
hecho, después de haber ganado el campeonato combinado de universidades australianas, Colin capita-
neó el equipo de tenis de mesa de las universidades australianas en su primer encuentro internacional
contra el equipo combinado de las universidades de Nueva Zelanda. Sabemos muy bien que en vez de
ser ejercicios benéficos, estos encuentros llegaron a ser asuntos de gran tensión. Recordamos nuestro
amargo desengaño cuando perdimos por escaso margen los dobles del campeonato final de la universi-
dad de Sydney, y nuestra elevada alegría cuando en ocasiones siguientes logramos ganar este evento y
muchos otros. Pero una evaluación más madura de aquel periodo nos lleva a admitir que dichas activi-
dades no nos condujeron más cerca de Cristo y de nuestro prójimo. Nos alegramos de que esos días
estén ya muy atrás en nuestro pasado.
Mientras que las emociones positivas constantes pueden a veces tener efectos adversos a largo plazo,
tales efectos inevitablemente resultan cuando persisten las emociones negativas. La mayoría de las
emociones positivas tales como el valor, la esperanza, la fe, el amor, la simpatía y el gozo tienden a for-
talecer las fuerzas de la vida, pero usualmente son disipados por las emociones negativas del dolor, an-
siedad, temor, depresión, odio, celos, amargura, enemistad, y sentimientos de culpa. Las emociones ne-
gativas, por sus consecuencias debilitantes, afectan la fuerza y reducen la efectividad de la vida. Estos
resultados son más notorios en la edad media y posterior de la vida.
Sin embargo muchas emociones negativas tienen connotaciones positivas en un sentido limitado. Pablo
advierte: ―Si os enojáis, no pequéis. No se ponga el sol mientras estáis enojados‖. Efesios 4:26.
Salomón dice que hay ―Tiempo de aborrecer‖ Eclesiastés 3:8.
Santiago indica que deberíamos estar en enemistad con el mundo: ―¿No sabéis que la amistad del mun-
do es enemistad con Dios? El que quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios‖.
Santiago 4:4.
Y Pablo aconseja que deberíamos ―Procurad los mejores dones‖. 1 Corintios 12:31.
Sin embargo, solo podemos entender estas emociones negativas en un sentido positivo cuando recono-
cemos que cada una de estas admoniciones trata con la expresión de dicha emoción fuera del contexto
del egocentrismo. El enojo al que se refiere Pablo debe representar una indignación justificada como
cuando el nombre de Dios o sus instituciones están siendo profanadas. Jesús expresó tal enojo cuando
limpió el templo.
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―Entonces Jesús entró en el templo de Dios, y echó a todos los que vendían y compraban en el templo.
Volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas. Y les dijo: ‗Escrito está: Mi
casa, será llamada casa de oración. Pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones‘‖. Mateo
21:12-13.
Cuando Moisés presenció la adoración del becerro de oro por parte de los hijos de Israel, él expresó ira:
―Cuando Moisés llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, se enardeció de ira. Arrojó las ta-
blas de sus manos, y las quebró al pie del monte‖. Éxodo 32:19
La ira generada cuando se comete injusticia y crueldad sobre otros seres humanos o animales también
puede constituirse en una expresión propia de dicha emoción.
El odio y enemistad a los que se refieren Salomón y Santiago no puede ser odio por otros seres huma-
nos, porque se nos dice que debemos amar aun a nuestros enemigos.
―Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os maltratan y persiguen‖. Mateo 5:44.
Hay un odio que el cristiano debe desarrollar por la transgresión de la Ley de Dios. Pedro escribe en es-
te sentido cuando él indica: ―Apártese del mal, y haga el bien. Busque la paz, y sígala‖. 1 Pedro 3:11.
En el contexto en el que escribió Pablo, ‗codiciando los mejores dones‘ se refiere a dones espirituales a
ser poseídos de manera que la mayor obra posible pueda ser ejecutada en la divulgación del evangelio
de Jesús. En tal sentido la codicia no tiene nada que ver con posesiones personales o prosperidad, sino
con el deseo de cumplir mejor los propósitos de Dios en la vida.
Sin embargo, siempre se debe admitir que la expresión de la mayoría de las emociones negativas ema-
na de motivos egoístas, y aquí es donde radica el peligro tanto físico como espiritual.
Aquellos que son puros de corazón están libres de la ira, celos y odio hacia sus congéneres, y también
son libres de inquietudes, descontento, incertidumbre y aburrimiento. Es casi inevitable que las emo-
ciones negativas egocéntricas conlleven eventualmente a la depresión y el desanimo. A menudo las de-
cisiones vitales y de largo alcance son hechas en este estado de desaliento. Tales decisiones inevitable-
mente deben ser opciones pobres, porque Satanás es el autor del desánimo y toda decisión tomada en
desánimo será su decisión. Debido a que el desánimo tiene su fuente en las emociones egocéntricas, es
aconsejable demorar la toma de decisiones hasta que se haya asegurado un andar más estrecho con
Cristo, y sea eliminado el desánimo.
La ira y el odio en sus varias manifestaciones son quizás las emociones más destructivas. La indulgen-
cia de la ira le abre la mente a Satanás, permitiéndonos ser participes de pecado. Tan seria es esta emo-
ción que Juan la iguala con el homicidio.
―Todo el que aborrece a su hermano es homicida. Y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna per-
manente en él‖. 1 Juan 3:15.
―Jesús expresó serias consecuencias eternas para aquellos que manifiestan ira: ―Pero yo os digo, cual-
quiera que se enoje con su hermano, será culpado del juicio. Cualquiera que diga a su hermano: ‗Imbé-
cil‘, será culpado ante el sanedrín. Y cualquiera que le diga: ‗Fatuo‘, estará en peligro del fuego del in-
fierno‖. Mateo 5:22.
Salomón aconseja sabiamente que ―La blanda respuesta calma la ira‖. Proverbio 15:1.
El odio y la venganza se iniciaron con Satanás, y fueron tan fuertes que no se detuvo ni ante la vida del
Hijo de Dios.
―Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, uno de los doce. Este fue y trató con los principa-
les sacerdotes y con los magistrados, cómo les entregaría a Jesús‖. Lucas 22:3-4.
Fue enemistad nacida del orgullo lo que llevó a Caín a matar a su hermano Abel, 23 y condujo al rey
Saúl a tratar de quitarle la vida a David.24 La malicia frecuentemente produce frutos de muerte. No im-
porta lo que haya estimulado el odio, la expresión o aun el acariciamiento del odio coloca al que odia

23
Véase Génesis 4:3-8.
24
Véase 1 Samuel 18:6-11.
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bajo severa condena de culpa. A menudo el odio y la ira tienen su fuente en acusaciones falsas o mali-
ciosas, y el odio es establecido como auto-defensa. ¡Cuánto más fácil, inteligente y fructífero sería de-
jarle nuestra reputación a Dios! El refutamiento no elimina las falsas acusaciones y más bien puede dar-
le alas. Es mucho más inteligente permanecer silencioso cuando haya sido falsamente acusado que su-
frir las consecuencias negativas que se experimentan por las represalias. Al seguir el ejemplo de nues-
tro Modelo, Jesús, podemos adquirir gran beneficio espiritual y emocional permaneciendo en silencio.
―Angustiado y afligido, no abrió su boca. Como cordero fue llevado al matadero. Como oveja ante sus
trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca‖. Isaías 53:7.
El temor y la duda también son armas exitosas usadas por Satanás para destruir al hombre. Al igual que
todas las emociones, el temor puede ser expresado en pensamientos, palabras y acciones. El temor tiene
muchas causas potenciales, pero hay pocas causas más probables que la incredulidad y el pecado. La
duda y el escepticismo normalmente resultan del amor y práctica del pecado. Aquellos que expresan
dudas concernientes a la existencia de Dios, el amor de Dios, o la gracia salvadora de Dios con respecto
a sus propias vidas, son casi siempre prisioneros del pecado. La insatisfacción y desánimo de una vida
pecaminosa inevitablemente conducen al temor. El temor dominó a Adán y Eva cuando trataron de es-
conderse de Dios después de su pecado.
―Pero Dios el Señor, llamó al hombre y le dijo: ‗¿Dónde estás?‘ Y Adán respondió: ‗Oí tu andar por el
jardín, y tuve miedo, porque estaba desnudo. Y me escondí‘‖. Génesis 3:9-10.
La incredulidad era el fundamento del temor de los discípulos durante la tormenta en el mar de Gali-
lea. 25 Fue por eso que Pablo declaró: ―Todo lo que no procede de la fe, es pecado‖. Romanos 14:23.
Cuando la duda y el temor son resistidos, el desaliento es eliminado y se fortalece la fe. No hay mayor
antídoto para el desaliento que la fe implícita y la confianza en Dios. Aun para el vacilante y dudoso,
una fe débil puede ser fortalecida. Este hecho está bellamente ilustrado en la respuesta a Cristo por par-
te del padre del hijo mudo.
Cristo le dijo que todas las cosas eran posibles para todos aquellos que creían. Con lágrimas en los ojos
el padre exclamó: ―¡Creo! ¡Ayuda mi poca fe!‖ Marcos 9:24.
Cristo fue capaz de tomar esta débil fe y sanar al hijo. La fe se fortalece al hablar a menudo de la bon-
dad y el poder de Dios, especialmente relatando sus bendiciones a nosotros en forma individual. Es par-
ticularmente importante nunca hablar acerca de duda y lobreguez a otros. Al margen de los sentimien-
tos de vacilación debemos formar el hábito de pensar y actuar como si nuestra fe no pudiese fallar. Fue
exactamente tal clase de fe la que motivó a Pablo y Silas a orar y cantarle alabanzas a Dios en prisión a
media noche después de haber sido severamente flagelados.26 La preocupación y ansiedad resultan de
la falta de fe, y ambos son destructores emocionales y físicos. Tener fe en Cristo es aceptar su invita-
ción a depositar nuestras cargas sobre él.
―Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él cuida de vosotros‖. 1 Pedro 5:7.
―Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso‖. Mateo 11:28-
29.
La confianza en Dios debe mantenerse independiente de los sentimientos. Dios nunca puede ser culpa-
do por la tristeza y la adversidad. De hecho, en respuesta al conflicto y la prueba, la vida espiritual y
emocional puede ser fortalecida en la medida en que el principio de fe se vuelve más significativo.
La fe también ofrece la única verdadera fortaleza contra el pecado, porque acepta la Palabra de Dios tal
como es y la sigue implícitamente. Esta fe está en contraste con la presunción que, conociendo las
mismas promesas, ignora los planes y senderos de Dios, y trata de realizarlos con los métodos del
hombre. En la vida de Abraham se ilustra claramente la fe y la presunción.

25
Véase Marcos 4:37-41.
26
Véase Hechos 16:23-25.
Pág. 30

Abraham demostró completa confianza en Dios cuando Dios lo llamó a dejar la seguridad de la fluente
sociedad de la ciudad de Ur para viajar a una tierra desconocida. 27 Por otra parte, Abraham trató de
cumplir la promesa de Dios de un hijo y heredero al tomar como segunda esposa a su sierva Agar para
que le procreara ese hijo.28 Este curso de acción fue presunción.
La verdadera fe cree que la palabra de Dios no puede fallar, y aunque esta sea examinada y probada to-
dos pueden abrigarse en la seguridad del amor de Dios y la certeza de ―Que todas las cosas obran para
el bien de los que aman a Dios‖. Romanos 8:28.
Pueda que el hombre no siempre perciba la forma de obrar de Dios, pero una fe inquebrantable en la
bondad de Dios y en su preocupación personal puede sostenernos en nuestras horas de mayor dificul-
tad. Cuanto más hablamos del amor de Dios y cuanto menos nos centramos en nuestras pruebas tanto
mayor será nuestra fortaleza. Cada día estamos rodeados por las bonanzas del amor de Dios, y un reco-
nocimiento de este cuidado amoroso debería eliminar todas las dudas y temores. En vez de tratar de
eliminar todas las dificultades, al recurrir a Jesús somos asegurados de la fortaleza para vencerlas. A
menudo aquellos que han pasado por las más fieras dificultades son capaces de llevar la mayor conso-
lación a aquellos en necesidad, y a ofrecer 66 la más completa seguridad del amor de Dios. Y al hacerlo
de esta manera el consolador elimina cualquier desánimo que él pueda tener.
Aquellos que han rendido sus vidas al dominio del amor de Dios estarán libres de la esclavitud de las
emociones autocentradas, con todos sus efectos colaterales destructivos. En forma creciente la emoción
dominante será el amor generado por un corazón puro. Las sombras se disiparán y el espíritu será ilu-
minado. La seguridad del perenne liderazgo de Dios será la base total para la confianza a enfrentar los
desafíos diarios, sin importar lo que sus dificultades puedan aparentar ser.

Capítulo 9: Conflicto y Frustración.-


Casi no hay límite a las situaciones que pueden frustrar al hombre, y, como si no hubiera suficientes si-
tuaciones reales para frustrarle, a menudo es capaz de crear situaciones imaginarias motivadas por te-
mores, aprehensiones, y ansiedades, para acentuar su frustración. La frustración resulta cuando cual-
quier circunstancia, real o imaginaria, presenta una barrera a nuestras esperanzas, motivaciones, ambi-
ciones, la satisfacción de nuestras necesidades físicas, necesidades sociales, o deseos personales. La
frustración normalmente resulta en sentimientos negativos y desagradables los cuales asumen muchas
manifestaciones, dando como resultado el debilitamiento de las posibilidades humanas. Estas barreras
pueden ser definidas ampliamente en tres áreas:
1. Barreras Personales. Tales barreras resultan de limitaciones físicas y personales, incluyendo impe-
dimentos físicos tales como la sordera y ceguera; y barreras que resultan de ciertas limitaciones: inte-
lectuales, educacionales, o medidas por nuestras habilidades.
2. Barreras Interpersonales. Estas barreras resultan de nuestras relaciones sociales o interpersonales.
Tales frustraciones resultan cuando otra persona triunfa en obtener el puesto que nosotros habíamos
querido, o en casarse con la dama con la que nosotros queríamos casarnos, o de pobres relaciones so-
ciales ya sea en el nivel de colegas, subordinados, o superiores, o todas estas juntas.
3. Barreras Físicas. Estos factores resultan de barreras producidas ambientalmente. Por ejemplo, el
granjero puede que reciba muy poca lluvia o quizás demasiada en el momento apropiado. Otras ilustra-
ciones incluyen la frustración causada por una congestión de tráfico, o quizás por una tormenta de nie-
ve cuando uno tiene urgencia de llegar a una cita.
Los experimentos han demostrado que las causas de frustración a menudo son relativas. Por ejemplo,
los niños tienden a ser felices con juguetes rústicos hasta que ven los auténticos.
Los adultos de generaciones previas estaban contentos con una lámpara de mecha o una plancha que se
calentaba al carbón o una buena tina de lavar y tabla para refregar la ropa o una gran caja para hielo,

27
Véase Hebreos 11:8-9.
28
Véase Génesis 16:1-4.
Pág. 31

pero hoy en día muy pocos en la sociedad occidental estarían satisfechos con alguna de estas cosas. Es-
te relativismo a menudo es determinado por la sociedad o grupo sub-social donde vivimos. El ―síndro-
me de mantenerse a la par con los vecinos‖ es una fuente de frustración real y constante para la mayor-
ía de la gente. A menudo la presión de la frustración no resulta de barreras en alguna situación abruma-
doramente aversiva, sino más bien de la acumulación de presión por pequeños y frecuentes eventos in-
consecuentes. La frustración es especialmente fuerte cuando nos rendimos a la complacencia propia,
desarrollando la actitud de ―todo el mundo está en mi contra‖. Hay una amplia gama de diferencias en-
tre las habilidades humanas para manejar las situaciones de estrés y las de tensión inducida. Algunos
tienen una baja tolerancia al estrés, otros tienen una alta tolerancia; pero probablemente todos los seres
humanos tienen un punto de quiebre. Algunos, con una tolerancia moderada a las situaciones de estrés,
pueden durante su vida desarrollar condiciones psicóticas debido al alto grado e intensidad de las situa-
ciones estresantes a las que están sometidos, mientras que otros con una resistencia básica menor al
estrés pueden no obstante pasar la vida sin esas incidencias psicóticas porque no han sido expuestos
constantemente a severas situaciones estresantes.
A menudo se define la frustración en términos de situaciones conflictivas las cuales se dividen en dife-
rentes tipos:
1. Conflictos de Acercamiento—Acercamiento. Este tipo de conflicto resulta cuando nos enfrenta-
mos a una situación que involucra dos o más actos mutuamente excluyentes, aunque se espera que am-
bos resulten en consecuencias positivas. En las experiencias cotidianas de la humanidad este conflicto
podría involucrar incidentes tales como, en un hermoso día de verano querer ir a nadar a la playa o al-
ternativamente conducir a la frescura de las montañas, querer completar un proyecto especial cuando
también se desea visitar y compartir con las amistades.
En las Escrituras vemos este Conflicto de Acercamiento-Acercamiento en la trágica experiencia del jo-
ven rico. Él quería alcanzar la vida eterna, pero al mismo tiempo quería seguir amando sus riquezas.
Por lo tanto la vida eterna y el amor por sus riquezas tenían valores positivos para él, y trágicamente
escogió el último. 29 Por otra parte, otros dos hombres enfrentando decisiones similares a la del joven ri-
co, escogieron el camino de la vida eterna. Abraham escogió seguir el liderazgo y la dirección de Dios
hacia una tierra que ni siquiera estaba delimitada para él. Y al hacerlo, tuvo que dejar un estilo de vida
de comodidad en su casa en Ur de los Caldeos y la compañía de su familia y amistades.30 De igual ma-
nera, Moisés, cuando fue confrontado con la viabilidad positiva de disfrutar los placeres de Egipto du-
rante toda su vida, escogió más bien el compañerismo de Dios y su pueblo.31
Usualmente los Conflictos de Acercamiento—Acercamiento son resueltos rápidamente, sin embargo,
son significativos no solo en las metas ordinarias de la vida, sino que también pueden tener consecuen-
cias dramáticas y eternas. Indiscutiblemente las decisiones de Abraham y Moisés llevaron a una reali-
zación que el joven rico nunca habría podido lograr.
2. Conflicto de Acercamiento—Escapatoria. Estos conflictos resultan cuando nos enfrentamos a una
decisión, la cual tendrá consecuencias tanto positivas como negativas. Por lo tanto, aunque alcanzar la
meta producirá los resultados deseados, también habrá resultados indeseables asociados con el mismo.
Este conflicto puede ser ejemplificado fácilmente con nuestras actividades físicas. Quizás queremos el
beneficio derivado de un baño frío pero al mismo tiempo queremos evitar la sensación negativa del
frío. O queremos los beneficios del ejercicio vigoroso, pero queremos evitar el dolor muscular de las
piernas y el esfuerzo pulmonar.
En nuestra vida espiritual a menudo enfrentamos también Conflictos de Acercamiento—Escapatoria.
Un ejemplo típico se registra en la experiencia del profeta Balaam. A Balaam se le ofreció una gran ri-
queza por parte del rey Balac si desobedecía a Dios y maldecía a los hijos de Israel. Balaam fue impul-

29
Véase Mateo 19:16-22.
30
Véase Génesis 12:1-4.
31
Véase Hebreos 11:24-27.
Pág. 32

sado por su deseo avaro de obtener la riqueza, sin embargo, al hacerlo se enfrentaba a las consecuen-
cias negativas de desobedecer a Dios. Desdichado, Balaam estaba más fuertemente atraído por la rique-
za ofrecida por el rey Balac.32 Quizás no podemos encontrar otro ejemplo de Conflictos de Acerca-
miento—Escapatoria más vívido y mejor que en la experiencia de Jesús en el Huerto del Getsemaní,
cuando él oró: ―Padre mío, si esta copa no puede pasar de mí sin que yo la beba, hágase tu voluntad‖.
Mateo 26:42.
Aquí Cristo se enfrentaba a la gran agonía de cargar con los pecados del mundo entero, muriendo la
muerte de un hombre perdido, y al hacer eso seguir la voluntad de su Padre, o alternativamente retroce-
der ante tan infinita responsabilidad y evitar el trauma asociado con su sacrificio. Para gratitud eterna
de todos los hijos de Dios, Jesús escogió seguir la voluntad de su Padre.
En la mayoría de las situaciones, los Conflictos de Acercamiento-Escapatoria son más difíciles de re-
solver y por lo tanto más probables de causar frustración, indecisión y desaliento, que los Conflictos de
Acercamiento—Acercamiento.
3. Conflictos de Escapatoria—Escapatoria. Estos conflictos resultan cuando nos enfrentamos con
una decisión que no puede ser evitada, cuando cualquiera de las decisiones resulta en consecuencias
negativas y dolorosas. Este resulta ser el conflicto más difícil de solucionar. Está bien ejemplificado
por la experiencia del niño que se siente infeliz en casa y es sujeto a frecuentes maltratos. Él tiene la
opción de huir de la casa—una consecuencia de incertidumbre que él quiere evitar por un lado, y sin
embargo, permanecer en casa significa recibir castigos severos y continuos. También puede haber con-
frontación al enfrentar una decisión en cualquier condición física donde, quizás debido a serios pro-
blemas cardíacos, las expectativas de vida de un hombre son muy inciertas, no obstante, donde la ope-
ración propuesta es peligrosa. Este conflicto se comprende mejor en la experiencia de los israelitas
huyendo de la tierra de Egipto. Al llegar al Mar Rojo, notaron los ejércitos de Egipto en acelerada per-
secución. Ahora se enfrentaban a dos consecuencias—ambas de las cuales parecían negativas. Por un
lado estaba el Mar Rojo imposible de pasar en el cual sin lugar a dudas se ahogarían, y por otra parte
los egipcios que los matarían o los llevarían de vuelta a la esclavitud.
Humanamente no había una solución a este dilema.33 Y así es con muchas de las situaciones Conflictos
de Escapatoria—Escapatoria. Parece no haber una solución apropiada al conflicto. Este impase resulta
en una intensa frustración, que a su vez conduce muchas veces a muchas otras manifestaciones negati-
vas tales como agresividad, ira, odio, celo, depresión, fantasía, vacilación, regresión, y serios quebran-
tos emocionales.
Los Conflictos de Escapatoria—Escapatoria son sin lugar a dudas los más difíciles de solucionar. Por
supuesto hay muchos conflictos que tienen tanto valores positivos como negativos lo que aumenta la
complejidad de la toma de decisión humana.
El Conflicto Escapatoria—Escapatoria se vuelve aun más crítico en situaciones en la cual dos males
están involucrados.
La filosofía de ética situacional ha propuesto muchas de tales opciones en un esfuerzo por indicar que
no es posible aun para un cristiano sostener valores morales absolutos. Algunos de los ejemplos clási-
cos brindados son los siguientes:
1. Un barco de pasajeros se hunde. Hay una falta de suficientes botes salvavidas para salvar a todos los
pasajeros.
Rápidamente un bote salvavidas es llenado hasta su máxima capacidad, sin embargo, muchos otros en
su esfuerzo desesperante por salvar sus vidas tratan de subirse a bordo.
Pero si se les permitiese hacerlo, todos se perderían, porque el bote no podría soportarlos. Por lo tanto,
es ―bueno‖ escoger el menor de los males que es evitar que otros sigan subiéndose al bote para que al-
gunos pasajeros del barco hundido puedan salvarse.

32
Véase Números capítulos 22 y 23.
33
Véase Éxodo 14:10.
Pág. 33

2. Sería bueno decir una mentira si fuera necesario para prevenir que alguien fuera asesinado.
3. Sería bueno cometer adulterio si al hacerlo, uno pudiese salvar su propia vida o la vida de otros.
El 11 de Febrero de 1971, en la Universidad Estatal de San Diego, el Profesor Joseph Fletcher debatió
al Dr. John Warwick Montgomery sobre el asunto de la ética situacional. 34 Fletcher apoyó el postulado
de la ética situacional. Después de definir a los legalistas como aquellos que estaban ligados por prin-
cipios inmodificables que incluiría la ley de Dios, y antinomianos como aquellos que viven sin princi-
pios, él propuso lo que consideraba era una posición intermedia: Situacionismo en la cual él alegaba
que hay cosas que típicamente son apropiadas de hacer. Sin embargo, él rehusó aceptar una norma ab-
soluta de bien, alegando que el único valor de primer orden es el amor ágape. Por lo tanto, a veces el
adulterio puede ser mejor que la castidad, mentir que la veracidad, robar que respetar la propiedad pri-
vada. En todas las decisiones, el fin justifica los medios, porque en el estado de situacionismo no exis-
ten principios morales normativos.
Por otra parte, Montgomery alegaba por valores absolutos, demostrando algunos de los peligros a en-
frentarse en el situacionismo. Sin embargo, Montgomery quedó corto en negar que a veces somos obli-
gados a hacer menor mal para evitar un mal mayor. Pero al contrario de Fletcher, quien alegaba que di-
chas acciones serían buenas porque era lo mejor que se habría podido hacer bajo las circunstancias,
Montgomery alegaba que si se realizaba semejante mal, seguía siendo un mal y necesitaba del perdón
de Dios.
Ni Fletcher ni Montgomery tienen una respuesta completa para los cristianos confrontados con difíciles
decisiones morales.
Es verdad que el no-cristiano quizás no se encuentre a sí mismo frecuentemente en aquellas circunstan-
cias en que tenga que decidir entre dos males, pero ¿será eso cierto de un cristiano?
Mientras es posible que a veces los cristianos enfrentan situaciones en que ambas consecuencias son to-
talmente indeseables, 35 y eso serían ejemplos de Conflictos de Escapatoria—Escapatoria, es inconcebi-
ble que Dios permita que sus hijos sean colocados en un conflicto que exija que quebranten el manda-
miento de Dios o pequen. Mientras él permite que sus hijos sean severamente probados, nunca será más
allá de la capacidad de uno, en el poder y fortaleza de Cristo, para vencer la tentación a violar la ley de
Dios.
―No os ha venido ninguna tentación, sino humana. Pero Dios es fiel, y no os dejará ser tentados más de
lo que podáis resistir. Antes, junto con la tentación os dará también la salida, para que podáis soportar‖
1 Corintios 10:13.
Esta promesa enfatiza que a ningún hijo de Dios se le permitirá enfrentar pruebas más allá de su nivel
de tolerancia.
Además indica que Dios proveerá un medio mediante el cual el conflicto aparentemente insoluble pue-
da ser manejado por aquellos que con fe se allegan a él. Esta promesa es coherente con el saludo de Ju-
das: ―A aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin falta ante su gloria, con alegr-
ía‖. Judas 24.
No solo es inconcebible que Dios permita a sus hijos ser colocados en un conflicto que exija una con-
secuencia pecaminosa, sino que también es totalmente incoherente que, mientras permita que sus hijos
sean severamente probados, nunca sea más allá de la capacidad de cada uno en el poder y fortaleza de
Cristo para soportar la tentación. Por lo tanto, podemos regresar al comentario anterior de que proba-
blemente todos los seres humanos tienen un punto de quiebre. Esta aseveración es verídica solo en la
medida en que el hombre no entrelaza su vida indivisiblemente con la de Dios. Para el cristiano, no im-
porta cual haya sido su punto de quiebre, Dios ha prometido fuerza para vencer y sostenerse en toda di-
ficultad.

34
J. Fletcher y J. W. Montgomery, Situational Ethics, Bethany Fellowship Inc., 1972.
35
A David se le dio la opción de tres castigos por su pecado, 2 Samuel 24:12, y al pueblo de Judá se les dio la opción de
rendirse al cautiverio babilónico, o morir en Jerusalén, Jeremías 38:2
Pág. 34

Para Fletcher decir que el amor es el único absoluto, es negar que el amor está expresado en observar la
ley de Dios.36 Tanto el individuo como la sociedad sufren grandemente cuando las restricciones inmu-
tables son ―eliminadas‖. Sin la seguridad de los absolutos, el hombre vaga en un ambiente de incerti-
dumbre que produce mayor frustración y fracaso. Hacia finales del siglo pasado, se dio origen al inicio
de un giro contra la creencia en la inmutable ley de Dios, para depender de ética social. Aun a este ni-
vel, había la tendencia para que la sociedad permaneciera razonablemente intacta y para que se conser-
vara la moralidad.
Pero en la última parte del siglo veinte la ética dominante ha sido del tipo existencial, en la que cada
individuo se vuelve su propia medida de bien y mal, de verdad y error. Estas éticas existenciales están
ejemplificadas por frases populares como ―has tu propia cosa‖, ―se tu misma‖, ―diviértete‖, pero tales
consejos dejan al hombre como un barco sin timón en un tormentoso mar. El situacionista, aunque
quizás niegue la ética existencialista, en el análisis final tiene que dejar la decisión de respuesta ―co-
rrecta‖ al juicio del individuo.
Sí, como se ha dicho, el fin justifica los medios, tenemos el dilema si siempre podemos saber o no cual
será el fin antes de proseguir a un curso de acción. Y en una situación donde el fin no está claro, el si-
tuacionista se enfrenta al dilema de no saber cuál sería la mejor acción en las presentes circunstancias.
A menudo nuestras reacciones tienen que ser hechas tan repentina y espontáneamente, que no tenemos
tiempo para considerar cuál sería la consecuencia de la acción—solo aquellos que se han habituado a
un patrón de vida sobre principios inmutables de Dios, en tales circunstancias, en una acción casi re-
flexiva, responderán de una manera coherente con el código moral de Dios. Si hay ocasiones cuando el
mejor bien es servido por engaño, nos enfrentamos al dilema de no ser capaz de creer o confiar en el si-
tuacionista. Juan nos asegura que Dios es amor.
―Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es amor, y el que
permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él‖. 1 Juan 4:16.
Por tanto, si el amor es la esencia misma del carácter de Dios, y él no puede cambiar, ¿Cómo entonces
puede este amor ágape ser el único valor de primer orden, el único absoluto?
Porque este amor de Dios está incorporado en los mandamientos de Dios. Sí el fin justifica los medios,
¿quién determina cuál es el mejor fin o el fin menos pecaminoso? Ciertamente este dilema en definitiva
conduce al egocentrismo, ya que el hombre está predispuesto a buscar esos fines que él considera como
mejor para sí mismo en vez de para los demás.
A través de la Escritura la respuesta a las situaciones conflictivas es una confianza implícita en Dios.
Este principio está demostrado en la ilustración mostrada previamente de los hijos de Israel enfrentados
con el Mar Rojo por una parte y él ejército egipcio por otra. Aquí había un problema insuperable e in-
soluble en términos humanos. Pero Dios tenía una respuesta para su pueblo que confiaba en él.
―Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca, mientras que los egipcios intentaron lo mismo, y
fueron ahogados‖. Hebreos 11:29.
Dios tenía una respuesta para lo que parecía ser un conflicto insoluble. Pero observemos con más dete-
nimiento experiencias modernas. Tomemos la experiencia del bote salvavidas, discutida previamente.
Durante la Segunda Guerra Mundial, tres capellanes del ejército, católico, protestante, y judío, demos-
traron que ellos no tenían que tomar una decisión entre dos males egocéntricos al enfrentar una situa-
ción similar. Los tres cedieron sus puestos en el bote salvavidas y fueron vistos por última vez agarra-
dos de las manos al seguir el ejemplo de Jesús en el supremo acto altruista de morir para que otros pu-
dieran vivir. Este gesto fue conmemorado con una estampilla postal, pero su reconocimiento final será
eterno. La respuesta ante obstáculos que pueden ser considerados como produciendo frustración su-
prema, es ciertamente el desarrollo de una confianza completa en Dios y de que él puede hacer por no-
sotros lo que es imposible que hagamos por nosotros mismos. Muchas veces somos asegurados que el

36
Véase Juan 14:15,21.
Pág. 35

pueblo de Dios vivirá por fe. 37 Esta fe puede desarrollarse al reconocer nosotros cómo Dios eliminó
obstáculos insuperables.
―¿Y qué más diré? El tiempo me faltará para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y
los profetas, que por la fe conquistaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon boca de
leones‖. Hebreos 11:32-33.
La promesa de Dios a Abraham de que él debería tener un hijo parecía una meta imposible, porque Sa-
ra había pasado la menopausia hacía mucho tiempo, pero Dios es capaz de hacer aquello que el hombre
no puede hacer. La fe es por lo tanto una característica siempre presente del pueblo de Dios.
―Si alguno ha de ir a la cárcel, a la cárcel irá. Si alguno ha de morir a espada, a espada morirá. Aquí
está la paciente perseverancia y la fe de los santos‖. Apocalipsis 13:10.
―¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!‖.
Apocalipsis 14:12.
Cuando se reconoce completamente que no hay obstáculo demasiado difícil para Dios y que cada
obstáculo presenta otra oportunidad para que nosotros ejercitemos y crezcamos en fe, nosotros respon-
demos a su invitación: ―Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él cuida de vosotros‖. 1 Pedro
5:7.
Juan nos asegura: ―Y ésta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe‖. 1 Juan 5:4.
Esta promesa es ciertamente la seguridad de que todo obstáculo y circunstancia conflictiva enfrentada
puede ser resuelta en la medida en que es colocada por fe en las manos de Dios. Quizás no haya nada
más crítico en responder a las situaciones inducidas de frustración que el consejo de Santiago: ―Pero
pida con fe, sin dudar‖. Santiago 1:6. 77

SITUACIONES CONFLICTIVAS

Sección 2: Terapia.-
Capítulo 10: El Cristianismo y los Grupos de Encuentro y Sensibilidad.-

37
Véase Habacuc 2:4; Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38.
Pág. 36

En una habitación desprovista de muebles con excepción de alfombra y almohadas, un grupo de doce
personas están involucradas en un taller de Encuentro. El taller continúa por unos días por un número
de sesiones de dos horas por día. La edad de los participantes varía desde adolescentes hasta tercera
edad. Durante la sesión todos los participantes viven en el mismo conjunto residencial. El programa ca-
rece de estructura. El grupo centraliza sus actividades en el descubrimiento de los sentimientos y expre-
siones desinhibidas, emociones y actitudes.
La sinceridad del grupo aumenta con el transcurso de las sesiones, y a menudo se intensifican las ex-
presiones emocionales. Hay aquellos cuya fortaleza emocional es llevada a un punto de desmorona-
miento. Es evidente que hay poca restricción sobre lo que el grupo pueda hacer o decir, quizás con la
máxima limitación prohibiendo aquello que pueda involucrar violencia física. Hay un creciente énfasis
sobre formas de expresión desinhibidas, y no extraordinariamente, en algunas de las sesiones más ex-
tremas del encuentro y sensibilidad el grupo es estimulado a interactuar en un estado de desnudez.
Empieza cuando el líder del grupo indica que él o ella se siente ―mucho más cómodo sin la inhibición
de la ropa‖.
Se asevera confiadamente por los proponentes de los grupos de Encuentro que en este ambiente libre
sin inhibiciones se logra gran ventaja terapéutica psicológica. Sin embargo, crecientemente ha habido
serias inquietudes acerca de los esfuerzos productivos de los grupos de Encuentro. Quizás nada hizo
más para enfocar la inquietud sobre la efectividad del entrenamiento Sensitivo y de Encuentro que la
investigación hecha por Diana Hartley, Howard Roback, y Steven I. Abramowitz de la Universidad de
Vanderbilt.38 Aquí los autores presentaron evidencias contundentes que cuestionan seriamente el valor
terapéutico de los grupos de Encuentro e indican muchas deserciones en el programa. Aun tratando con
algunos de los programas más conservadores, tal como el programa ‗National Training Laboratory‘ ini-
ciado en 1947, o ‗Carl Rogers Basic Encounter Groups‘ iniciado en 1967, los autores indican que se
han presentado serias repercusiones después del programa de los grupos de Encuentro.
Quizás uno de los experimentos más vigorosos y controversiales de los métodos de los grupos de En-
cuentro ha sido el de William C. Schutz en el programa Esalen en Big Sur, California. En su libro,39
Schutz explica algunos de los principios básicos del encuentro y también produce una breve historia del
desarrollo del programa de Encuentro. Debido a que muchos líderes cristianos con mayor frecuencia
son atraídos a la metodología de los psicólogos de Encuentro, vale la pena examinar los problemas de
Encuentro, sus bases filosóficas, y sus efectos acompañantes.
Encuentro es un método de relaciones humanas. Involucra sinceridad, honestidad, auto-conciencia, au-
to-responsabilidad, conciencia del cuerpo, atención a los sentimientos, énfasis sobre el aquí y ahora.
Schutz va tan lejos como para decir: ―Encuentro es educación y religión en el sentido de que trata de
crear condiciones que conducen a la máxima satisfacción del uso de las capacidades personales‖. 40 Pe-
ro a menos que nos confundamos por su referencia a la experiencia religiosa, esta declaración debe ser
colocada junto a una declaración adicional: ―El Grupo de Encuentro es una forma o estilo des-
mitológico y secularizado de encuentro interpersonal y comunitario familiar a los historiadores de la
piedad protestante‖.41
Adicionalmente Schutz hace la peligrosa suposición: ―Un hilo que atraviesa la historia de Encuentro es
claramente religioso. La suposición que Dios está dentro, u obra desde dentro de uno, que uno es un
vehículo para expresar a Dios, es un tema común. Mientras adquiero experiencia con Encuentro, se
vuelve más claro que la meta de Encuentro de alcanzar el potencial de uno es virtualmente idéntico con
la meta religiosa de encontrar a Dios dentro‖.42 La psicología de Encuentro tiene una base profunda-
38
Diana Hartley, H.B. Roback, S. I. Abramowitz, ―Deteriorative Effects in Encounter Groups‖ American Psychology, vol.
31, Marzo 1976, p. 247- 255.
39
William G. Schutz, The Elements of Encounter, 1973.
40
W. G. Schutz, Elements of Encounter, p. 5.
41
W. G. Schutz, Elements of Encounter, p. 8.
42
W. G. Schutz, Elements of Encounter, p. 8.
Pág. 37

mente arraigada en el misticismo de las antiguas religiones orientales así como misticismo filosófico ta-
les como yoga, las artes marciales de los Chinos y Japoneses, la santidad y grupos pentecostales del
cristianismo, el misticismo de los Sufi Musulmanes y psicosíntesis. Y es muy interesante, que Schutz
declara: ―La cultura Encuentro sigue a la contra—cultura‖.43
Su relación con peligrosos principios filosóficos y psicológicos se vuelve muy aparente al analizar más
a fondo la historia del movimiento. Muchos ven a Encuentro probablemente como el primer paso para
adquirir la energía del universo—un paso hacia la máxima actualización espiritual del individuo, muy
similar a la expresada en las religiones orientales. El énfasis constante es sobre lo físico y sobre los sen-
timientos, y es colocada en una progresión natural desde el énfasis de Sócrates sobre el encuentro inte-
lectual.
En tiempos modernos, las terapias de grupo tuvieron su origen hace más de cinco décadas bajo la di-
rección del psicólogo de campo, Kurt Lewin, quien en 1947 estableció los primeros Grupos de Entre-
namiento (grupos T). Desde entonces el concepto de dinámica de grupo se ha multiplicado y ha tomado
muchas formas diferentes. Pero fundamentalmente el énfasis sobre el despertar personal, el énfasis so-
bre auto-expresión, sobre aquello que es físico y que expresa las emociones, llegó a ser dominante.
Quizás ningún otro le ha concedido mayor realce al movimiento de grupo Encuentro que Carl Rogers,
quien ha ido tan lejos como para decir que es la invención social más importante del siglo veinte.
En la mayoría de las sesiones Encuentro se utiliza una amplia gama de técnicas, tales como la comuni-
cación no verbal, psicodrama, fantasía, pasaje, meditación, yoga, y artes marciales orientales y psi-
cosíntesis (tratando con la persona en forma integral incluyendo el espíritu). Se alega que tales encuen-
tros desinhibidos eliminan los bloqueos psicológicos de manera que uno puede fluir naturalmente.
Además se alega que la sociedad está basada sobre el engaño, el disfraz de los sentimientos, y el desco-
nocimiento del cuerpo. El énfasis está muy basado sobre el aquí y ahora, la realización completa de las
posibilidades del presente; y este énfasis tiene un impacto persuasivo sobre la persona que está enfren-
tando estrés emocional y tensión psicológica.
Desafortunadamente, muchos líderes de la iglesia y pastores se han apresurado a establecer grupos de
Sensibilidad, aceptando sin crítica alguna el argumento que en realidad tienen significado religioso. Pe-
ro muchas falacias peligrosas están encerradas en la filosofía de los grupos de Encuentro.
Por ejemplo, si todos los otros miembros decidieran quitarse toda la ropa, el centro de atención se cen-
tra sobre la persona que se resiste o decide no seguir al grupo. Bajo tales circunstancias la presión del
grupo puede ser obligante, especialmente para una persona insegura. Cuando surgen preguntas tales
como ―¿Cuáles son tus traumas?‖ ―¿Cuáles son sus inhibiciones?‖ ―¿Por qué está avergonzado de su
propio cuerpo?‖ Empieza a taladrar la mente perturbada del miembro no conformista del grupo, en rea-
lidad resulta muy raro para tal miembro resistir ese tipo de presión. Por tanto el grupo establece su pro-
pia moral; y el no conformista con esas normas morales, como lo son, se vuelve un desadaptado social;
porque en la mayoría de los casos, los mismos miembros del grupo han sido perturbados por conductas
de desadaptación y por problemas emocionales. Es evidente que la presión a conformarse dentro del
grupo se vuelve casi sobrecogedora. Llamamos a esta presión la tiranía del grupo.
Los grupos de Encuentro y Sensibilidad están basados sobre un punto de vista del hombre de confor-
midad con el punto de vista pagano Griego de la bondad innata: que de alguna manera reside dentro del
hombre la habilidad para encontrar respuestas a sus propios problemas; y si es lo suficientemente libre,
si las fuerzas sociales inhibidoras son destruidas, entonces el hombre tendrá una vida totalmente reali-
zada. El énfasis está sobre lo que es natural y lo que es libre. Este énfasis está en contradicción a la en-
señanza bíblica que el hombre nace con una predisposición a moverse por senderos que lo alejan de
Dios; que el hombre natural no puede ser un individuo completo, y no puede ser una personalidad
completamente desarrollada.

43
W. G. Schutz, Elements of Encounter, p. 24.
Pág. 38

Solo mediante la experiencia del nuevo nacimiento, en tanto que el hombre esté unido con Dios, puede
uno lograr su completa potencialidad.
No hay forma en que una persona perturbada emocionalmente pueda aceptar la sinceridad de otros
miembros del grupo. Las cosas que expresamente desaprueban de él, la crítica que hacen de su aparien-
cia, la forma en que actúa, la forma en que habla, resulta en serias implicaciones emocionales.
Tal sinceridad, aun bajo un manto de ayuda, constituye un mal uso de la verdad y es absolutamente
contrario al amor que se debe extender hacia los demás. La filosofía cristiana que enseña que debemos
ver lo mejor en los demás, que no debemos juzgar, ni tampoco debemos condenar, no permite tales in-
teracciones de grupo.
Hay un fuerte énfasis sobre la expresión de las emociones, incluyendo la emoción agresiva de la ira,
que es incoherente con la filosofía cristiana del amor.
―Mejor es el que tarde se aíra que el fuerte; mejor el que domina su espíritu, que el que toma una ciu-
dad‖ Proverbios 16:32.
La teoría de Encuentro y Sensibilidad coloca el yo como centro del asunto; los sentimientos de uno, las
necesidades de uno, el cuerpo de uno, llega a ser el centro total alrededor del cual gira esta terapia.
¡Cuán incoherente es esta filosofía con el consejo de la Escritura a crucificar el yo y a morir diariamen-
te!
No hay manera en que uno que es activamente egocéntrico pueda tener seguridad emocional y paz,
porque con un ego activo se vuelve vulnerable a toda crítica, al éxito de los demás, a aquellos que están
en desacuerdo con él, y a aquellos que son exaltados por encima de él. Por lo tanto, es inevitable que
hay muchas pérdidas donde los seres humanos, en vez de ser restablecidos a vidas emocionales esta-
bles, han sufrido temporalmente, y en algunos casos permanentes daños emocionales.
La psicología del grupo Encuentro y Sensibilidad anima a los participantes a expresar todos los senti-
mientos y situaciones más íntimas de sus vidas. Por supuesto no hay reconocimiento del pecado, de
manera que el gran énfasis es sobre la verbalización de todos los pecados más íntimos de la vida de
uno. Esta sinceridad tiende a dirigirse al problema del sentimiento de culpa, que puede ser eliminada de
manera eficaz solamente mediante el perdón que proviene de la confesión y por el abandono del pecado
mediante el poder de Cristo.
No hay duda que la iglesia cristiana tiene una función importante que cumplir en las dinámicas de gru-
po de conducta.
Las Escrituras nos exhortan a no olvidar el valor del compañerismo cristiano. ―No dejemos de reunir-
nos, como algunos tienen por costumbre; sino animémonos unos a otros, y tanto más, cuanto veis que
el día se acerca‖ Hebreos 10:25.
Mucha terapia positiva proviene de las reuniones de los creyentes cristianos. Hay fortaleza emocional y
ánimo que puede ser obtenida más allá de la fortaleza espiritual. Esta fortaleza no proviene de la diná-
mica de un programa como la terapia de Encuentro sino que proviene de la oración mutua y la mutua
ayuda. En la terapia cristiana el énfasis no es sobre el hombre mismo, sino sobre Cristo, el Redentor. Su
amor y poder inigualable provee fortaleza y victoria; producen restauración y paz, y provee la motiva-
ción para un alcance altruista que le ofrece a otros esperanza y seguridad para una vida realizada aquí y
posteriormente.

Capítulo 11: Control Mental e Hipnosis.-


La hipnosis tuvo su fundamento moderno en la investigación y los escritos de Antón Mesmer (1734—
1815), el místico y médico austriaco. Después de estudiar teología y medicina en las universidades de
Ingolstadt y Viena, Mesmer empezó a analizar la influencia de las estrellas sobre la salud y conducta
humana. Creyendo que esta influencia era ejercida mediante el poder de una corriente invisible, Mes-
mer se convenció que había un poder de sanación especial en el magnetismo—una fuerza que abarca
todo el universo. Para mediados de 1770 había generado gran interés y oposición en Austria, y para
1778 fue obligado a abandonar Austria cuando los colegas médicos lo acusaron de practicar magia.
Pág. 39

Mesmer siguió sus investigaciones, dictando conferencias y escribiendo en Paris, donde se produjo aun
mayor interés en su investigación. Sin embargo, en 1784 el gobierno Francés nombró una comisión de
médicos y científicos (incluyendo Benjamín Franklin) para estudiar lo que ahora se conocía como el
mesmerismo, bautizado así en honor a su fundador. El informe fue muy desfavorable, y si bien Mesmer
perdió mucho apoyo como resultado de las conclusiones de la comisión, no obstante el mesmerismo si-
guió recibiendo considerable apoyo popular, y rápidamente se multiplicaron libros sobre el tema.
Mesmer creía que la enfermedad era debido a una falta de magnetismo, y que una persona fuerte y sa-
ludable podía sanar por el masaje rítmico a la persona enferma, permitiendo que la fuerza magnética
fuera transferida al paciente.
Fue en gran medida por el trabajo de Mesmer que se desarrolló la hipnosis moderna, aunque hay mucha
evidencia que el estado de trance de la hipnosis era muy bien conocido para el mundo de la antigüedad.
La hipnosis usualmente es definida como un estado de trance o adormecimiento provocado por otra
persona. La mayoría de los investigadores en el campo lo relacionan con la sugestión, y ven una rela-
ción directa entre la sugestibilidad de una persona y la facilidad con que ésta puede ser hipnotizada.
Una reflexión casual confirmará que algunos humanos son fuertes, personas independientes, mientras
que otros tienden a ser dependientes y en necesidad de considerable apoyo humano. Esta diferencia por
supuesto no es una dicotomía, porque existe todo un continuo entre los dos extremos.
Usualmente se sostiene que cuanto más dependiente es una persona, tanto más susceptible es a la su-
gestión hipnótica. La sugestión es común en todas las facetas de la vida. Es usado a menudo por los pa-
dres con sus hijos. Por ejemplo, un padre antes de ir a dormir frecuentemente usará la sugestión mien-
tras que su pequeño hijo está en un estado de adormecimiento para producir que orine en un esfuerzo
para evitar que orine la cama más tarde.
Al igual que en la hipnosis, el niño puede tener o no tener algún recuerdo del evento, dependiendo del
grado de adormecimiento mantenido durante el acto de orinar. Los publicistas dependen fuertemente de
la sugestión, como lo hacen otros representando así una amplia esfera de la actividad humana.
La hipnosis es distintiva, sin embargo, es un estado inducido por el hombre diseñado para aumentar
grandemente la susceptibilidad de la persona a la sugestión e influencia. Mientras que las definiciones
del hipnotismo varían, la mayoría incluye un punto de vista en que se dice que resulta de la supresión
funcional de las áreas corticales del cerebro (percepción), importante a la inhibición, toma de decisión,
albedrío y control.
Esta supresión permite que la sub-cortical, o funciones más básicas del cerebro domine, y puede con-
ducir al control por otra persona de la conducta del sujeto mediante procesos de sugestión. El estado
hipnótico es usualmente inducido por repetición, sugestiones monótonas u otras formas de estimulación
auditivas. Hay considerable debate en cuanto al grado de control que un hipnotista tiene sobre su suje-
to, pero obviamente mucho depende sobre la profundidad lograda del estado inductivo de trance. Algu-
nos han alegado en el pasado que el sujeto no responderá a cualquier sugestión que es contrario a su
propio código moral, pero esta aseveración o alegato es extremadamente dudoso porque los centros in-
hibitorios y de toma de decisión del cerebro parecen estar deprimidos durante la hipnosis.
Auto-hipnosis, donde el estado hipnótico es auto-inducido, también está recibiendo considerable aten-
ción. La auto-hipnosis resulta de una disminución auto-impuesta de las funciones corporales, tales co-
mo la frecuencia cardiaca y respiratoria, iniciado por la persona concentrada sobre cierto estímulo audi-
tivo y/o visual. Así como en la hetero-hipnosis, descrita arriba, el sujeto se vuelve psicológicamente re-
tirado de la realidad, y probablemente sus procesos inhibitorios y de toma de decisión también son
afectados.
Ambas formas de hipnosis son ampliamente practicadas en las religiones paganas y orientales. La hete-
ro-hipnosis es ampliamente practicada en las culturas de África y las Indias Occidentales y probable-
mente es la base de muerte producida por el señalamiento con hueso practicado por los aborígenes aus-
tralianos.
Pág. 40

En Malasia y Singapur, los Indios Hindúes celebran anualmente Thaipusam. En este festival religioso
los devotos tienen varas largas, de hasta dos y medio centímetros (una pulgada) de diámetro atravesan-
do sus mejillas. Otros tienen grandes ganchos ensartados en sus espaldas a los que se agregan lazos
usados para arrastrar carros. Todavía otros llevan construcciones alegremente coloridas sobre sus cabe-
zas y hombros, llamado kavadis. Desde estos kavadis numerosos lazos fijados a anzuelos del tamaño de
anzuelos de pesca. Estos son insertados en el pecho y espalda del devoto. Todo esto es hecho como pe-
nitencia o un acto de gratitud a la diosa de la misericordia.
Los varios objetos metálicos son todos insertados en un templo particular donde los participantes son
colocados en un trance por el canto rítmico de los sacerdotes hindúes. Desde ahí caminan tres millas
parando frecuentemente para bailar ante cabinas que estén transmitiendo música hindú. El peregrinaje
de tres millas puede durar varias horas en el caluroso sol tropical.
La auto hipnosis ha alcanzado quizás su máximo nivel de éxito entre los yoguis de la India y también
puede ser visto como básico en la meditación trascendental. La hipnosis también ha sido considerada
por muchos como una base de la acupuntura, mediante la cual los antiguos chinos buscaban restablecer
la salud mediante estimulación y presión de las áreas nerviosas periféricas que se creen que tienen una
relación directa con ciertos órganos del cuerpo. Al igual que Mesmer, los acupunturistas chinos vieron
una relación astrológica entre los cielos llenos de estrellas y el microcosmo del mecanismo humano. La
teoría de la unión de opuestos enraizada en el concepto chino del yin y yang también está profunda-
mente fundamentada dentro de la práctica acupunturista.
Sorprendentemente, al igual que el yoga, la meditación trascendental y otras formas de misticismo
oriental, la acupuntura ha sido abrazada ansiosamente por muchos en el mundo occidental.
Desde la Primera Guerra Mundial el hipnotismo ha creado un amplio interés y aceptabilidad, especial-
mente en los círculos médicos y psicológicos. Este interés ha correspondido a la creciente respetabili-
dad del estudio de la parasicología – el estudio del comportamiento humano considerado a estar más
allá de lo normal, con tal misticismo como la involucrada en la percepción extra sensorial, clarividen-
cia, necromancia, espiritismo, brujería, satanismo, y predicciones. Este estudio ha sido promovido en
muchas universidades, incluyendo instituciones tan prestigiosas como la Universidad de Duke. El uso
de la hipnosis es como analgésico, o para otras formas de terapia, recibió considerable respetabilidad
cuando muchas asociaciones médicas nacionales, incluyendo la británica y la americana, la aceptó co-
mo una valedera forma terapéutica en los años 1950 y 1960. Su uso tanto por los cirujanos médicos y
dentales es bien conocido, teniendo a muchos alegando que su uso es mucho menos peligroso que la
anestesia tradicional.
También ha llegado a ser un medio popular del psicólogo y psiquiatra especialmente para determinar
eventos causativos más profundos y oportunos que conllevan al desmoronamiento mental.
Asociado con el aumentado interés en, y respetabilidad de, la hipnosis ha sido el desarrollo de los pro-
gramas de control mental. Dichos programas alegan aumentar los procesos mentales, expandir las posi-
bilidades intelectuales humanas y abrir las capacidades de la mente en tal forma para ampliar grande-
mente la vida del estudiante. No es sorprendente que dichos programas empiezan explicando que los
humanos durante su vida usan tan sólo un pequeño porcentaje de la capacidad del cerebro y que el pro-
grama está diseñado para abrirles nuevas dimensiones y fronteras. Lo razonable de dichas declaracio-
nes está diseñado para lograr la aceptación aún del estudiante más escéptico. Pero tampoco es sorpren-
dente que dichos programas rápidamente se desarrollen en el área del espiritismo, donde primero se le
pide al estudiante que se imagine que él tiene un consejero a quien debe dirigir preguntas de importan-
cia. Más tarde este consejero ―imaginario‖ llega a ser una parte real y crítica del llamado programa de
expansión mental. El estudiante pronto se vuelve atrapado en una forma de vida que previamente no
había considerado. A menudo los programas se desarrollan hacia áreas espiritualistas tales como la
proyección astral (donde supuestamente el espíritu abandona el cuerpo por un tiempo –un acto que se
dice agrega nueva y maravillosa dimensión a la vida). En realidad hay unas historias aterradoras en que
los espíritus, habiendo dejado el cuerpo, y luego ante la imposibilidad de reencontrar su cuerpo, produ-
Pág. 41

ce un estado de gran pánico. Uno de los programas de expansión mental más popular es el Método de
Control Mental Silva, que ha tenido éxito sensacional en los Estados Unidos y en algunas otras partes
del mundo. El programa fue iniciado por un desconocido mejicano, José Silva, y ha llamado la atención
a millares.
Bien sea hipnosis, control mental o alguna otra forma de fenómeno parasicológico cuyas raíces se pue-
den trazar al antiguo paganismo, el cristiano debe estar vigilante para percibir su peligro espiritual y
mental. El hombre fue creado con los poderes para pensar, decidir, y escoger. Son esos poderes que
Dios ha dado al hombre los que más reflejan las características de Dios mismo. Dios no ha planeado
que dos personas deban pensar exactamente igual. La individualidad es uno de los dones más preciosos
que Dios le ha confiado al hombre, y se debe ejercer todo esfuerzo para asegurarse de que este don no
sea destruido o seriamente afectado. Aunque pueda haber la esperanza en que la hipnosis o control
mental amplíe importantes vistas de la vida, el sometimiento de una mente a otra puede tener serias im-
plicaciones. Colocar la confianza de uno en el juicio de otros hombres es depositar la confianza en la
imperfección y desviarse de la confianza que debería ser colocada solamente en Dios.
―¡Feliz el hombre que pone en el Señor su confianza, y no mira a los soberbios, ni se desvía tras la
mentira!‖ Salmo 40:4.
―Es mejor esperar en el Señor, que esperar en el hombre‖. Salmo 118:8.
―Así dice el Señor: ‗Maldito el que confía en el hombre, el que se apoya en la carne, y su corazón se
aparta del Señor‘‖. Jeremías 17:5.
El consejo de Dios es que depositemos nuestra confianza solamente en Él. Nuestras mentes son un don
de Dios para ser sabiamente desarrolladas para cumplir sus propósitos y expandirse en su gracia. El
apóstol Santiago brinda este consejo inequívoco: ―Si alguno necesita sabiduría, pídala a Dios, quien da
a todos generosamente, y sin reprochar. Y le será dada. Pero pida con fe, sin dudar; porque el que duda
es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de un lado al otro‖. Santiago 1:5-6.
La mente del hombre es creada para comunión con Dios, y cualquier relación humana que de alguna
manera limita esta comunión, no importa cuán atractivo pueda parecer, conduce a una pérdida espiri-
tual, intelectual y emocional. Uno de los grandes peligros en el uso de la hipnosis es la falta de com-
prensión de qué procesos psicológicos se llevan a cabo en la persona que somete su mente a otra. Aún
para el llamado propósito terapéutico de la medicina y la psiquiatría, su uso no será buscado por el cris-
tiano. Es una ley de hábito que cada comportamiento se fortalece con el uso, y el sometimiento a la
hipnosis fortalece el hábito de someterse a la mente de otro y justamente debilita los poderes indepen-
dientes de la persona.
Satanás está ansiosamente buscando capturar la mente de los hombres. Aunque no tiene acceso directo
a la mente del hombre, no obstante él utiliza toda sutileza concebida para debilitar y distraer las capaci-
dades intelectuales del hombre de manera que no puedan reflejar la mente de Cristo. Es su propósito
que la mente del hombre quede tan destruida que ya no sea capaz de seguir a Dios y decidir hacer el
bien. Mientras que Satanás no pueda controlar nuestra mente sin nuestro consentimiento, él puede lo-
grar acceso cuando la mente humana es dada para subservir los propósitos de otro ser. De ahí que los
propósitos de Satanás son servidos por las prácticas de control mental.
La advertencia sobre el control mental también es relevante para los padres. Porque en los meses inicia-
les de la vida del niño el padre tiende a ser mente para el niño, existe el peligro que los padres ejerzan
un control desmedido sobre la vida del niño al ir este madurando. Sin embargo, una de las mayores res-
ponsabilidades es educar al niño a ser independiente en su forma de pensar e inteligente en su toma de
decisiones. 44
Si bien no podemos enfatizar suficientemente los efectos nocivos de la hipnosis y el control mental,
hay un papel legítimo y valioso para la consejería humana. El aliento humano es importante para levan-
tar el espíritu de aquellos desanimados.

44
Véase el capítulo 22 titulado ―La Niñez‖.
Pág. 42

La mutua consejería frecuentemente es ventajosa, pero debe ser claramente distinguida de las circuns-
tancias donde una mente controla la de otra persona. El consejo de Pablo se presenta como la mejor sa-
biduría para aquellos que están buscando la máxima potencialidad de sus capacidades intelectuales.
―Haya en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús‖. Filipenses 2:5.

Capítulo 12: Los Peligros de la Consejería.-


Durante las últimas décadas pasadas, la consejería se ha expandido como un mamut, una industria mul-
timillonaria, con un cada vez más creciente número de personas asumiendo el papel de consejeros a las
incontables multitudes de hombres, mujeres y niños quienes están sufriendo de una u otra manera las
variadas formas de problemas emocionales.
La iglesia cristiana rápidamente ha asumido el papel, especialmente como ha sido visto que más y más
personas están buscando consejo de los psicólogos y psiquiatras y alejándose del clero que tradicional-
mente ha desempeñado este papel. Esta tendencia ha llevado a muchos pastores de iglesia a buscar ma-
yor preparación en consejería y a desarrollar técnicas de consejería efectivas en su trabajo pastoral. La
consejería no es un nuevo arte, porque hay muchos ejemplos en el Antiguo y el Nuevo Testamento
donde se brindó consejo. Por ejemplo, en el ministerio de Cristo, hombres como Nicodemo 45 y el joven
rico46 lo buscaron para un aconsejamiento directo que guiaría sus vidas personales. Sin lugar a dudas
hay valor en el mutuo aconsejamiento entre hombres y mujeres para fortalecer el uno al otro y conducir
por sendas de justicia. Hay, no obstante, serios peligros en la consejería, especialmente hoy en día
cuando muchos ministros han tendido a colocar la fortaleza de su obra en el ministerio de la consejería.
Es importante analizar algunos de los peligros relacionados con esta obra, tanto para el aconsejado co-
mo para el consejero.
Un papel esencial de cada cristiano es aprender completa dependencia de Cristo y no del hombre. Dios
es al que debemos mirar para una comprensión del deber individual. Es correcto que la hermandad se
aconseje mutuamente, pero cuando un hombre organiza justamente lo que otro debería hacer, que éste
responda que ha escogido al Señor por su consejero.
Hay el peligro en que los hombres reciban el consejo de otros hombres, y al hacer esto desechen el con-
sejo de Dios.
Este peligro es el primer peligro de la consejería. A sabiendas o inconscientemente el consejero puede
animar a su aconsejado a depender solamente de él en vez de confiar en Dios. Aún el consejero más
dedicado nunca puede tomar el lugar de Dios, y hay una creciente tendencia para que los hombres mi-
ren a los hombres en vez de a Dios. En muchos casos tal dependencia se ha vuelto debilitante a la esta-
bilidad espiritual y emocional del aconsejado, porque siente tal dependencia del consejero que frecuen-
temente, cuando está separado del consejero, experimenta una pérdida, un vacío y un temor que sobre-
viene como resultado de su total dependencia del hombre. Este peligro puede evitarse cuando el conse-
jero enfatiza que, mientras es incapaz de solucionar cualquiera de los asuntos que surjan, él puede diri-
gir al aconsejado al verdadero Consejero y a su palabra escrita. Sobre todo lo demás, la meta del conse-
jero en su consejería debería ser desviar al aconsejado del hombre y dirigirlo a Dios, ayudándole a con-
tarle sus problemas al Señor en vez de al hombre. Cualquier indicio de que está desarrollando una de-
pendencia humana debe ser rápidamente, aunque con cariño, tratada por el consejero de una manera
que ayudará al que está buscando consejo a acercarse más a Dios como su verdadera fortaleza y con-
fianza.
Todo consejo debería ser dado en el temor y conocimiento de Dios. Cada esfuerzo debería realizarse
para ayudar a la persona a ver a Cristo como Aquel en quien puede depositar sus problemas. Infortuna-
damente, algunos hombres en la actualidad pasándose por consejeros cristianos están brindando conse-

45
Véase Juan 3:1-21.
46
Véase Mateo 19:16-22.
Pág. 43

jo en oposición directa a las más explícitas palabras de la Escritura. De ahí que algunos hayan aconse-
jado a los esposos a divorciarse de sus esposas con el fin de lograr la felicidad.
Tal consejo a quebrantar votos solemnes hechos delante de Dios no provienen de nuestro Creador. Las
consecuencias de la aceptación de tal consejo es mayor miseria e inestabilidad emocional y, aún peor,
alejamiento de Dios.
Se puede experimentar algunas dificultades cuando alguno que está buscando consejo no está orientado
hacia el cristianismo e inclusive puede ser antagónico ante la sugerencia de que Cristo tiene alguna res-
puesta viable a sus necesidades. En dicha situación, la sabiduría dictamina que el consejero no destruya
su aceptación por parte del paciente refiriéndose a las respuestas del cristianismo. Sin embargo, esta
táctica en ninguna manera le impide al consejero a referirse a aquellos principios que están basados en
la Biblia. Estos principios siguen siendo los mejores para la salud mental. Más adelante, cuando el
aconsejado haya visto su valor en su recuperación, el consejero podrá mostrarle que son principios de
Dios. A partir de ahí el aconsejado puede ser ayudado a ver la seguridad de depositar sus inquietudes
ante Cristo.
El segundo peligro al que se enfrenta el consejero es el del egoísmo. Es fácil desarrollar egoísmo en
tanto que más y más personas buscan consejo y guía de él. Este peligro representa una profunda ame-
naza para el alma del consejero, porque el egoísmo, nacido del yo incontrolable, impide su propio desa-
rrollo cristiano. Cualquier hombre que asuma para sí mismo un papel que Dios nunca le ha confiado
está en grave peligro.
Podemos estar ciertamente de acuerdo que Dios es profundamente deshonrado cuando los hombres han
sido colocados en la posición donde Dios debería estar. Solamente Dios puede dar consejo inequívoco.
El egoísmo del consejero lo llevará a promocionar una relación de dependencia, y cuanto más enfatizan
aquellos que buscan su consejo cuánto es capaz él de ayudarles tanto mayor será el riesgo que tal lison-
ja conduzca a senderos peligrosamente improductivos.
El ministro-consejero se enfrenta a un tercer dilema. Cuánto más tiempo permanece en este tipo de tra-
bajo, tanto menos tendrá para una presentación activa de la comisión del evangelio.
El ministro no puede apartarse del mandato directo de Cristo – ―Predicad el evangelio‖. Marcos 16:15.
Es verdad que actualmente ha habido una ampliación de los términos del evangelio y lo que éste repre-
senta. Pero aun aquí quizás encontremos una necesidad imperativa a redefinir, de manera que el verda-
dero significado de esa comisión evangélica se enfatice. Muchos ministros están tan involucrados en el
trabajo de administración y consejería de modo que tienen muy poco tiempo para la proclamación dire-
cta del evangelio y la expansión de las fronteras del reino de Dios. Es esencial que todo hombre que sea
llamado al ministerio del evangelio reconozca su obra básica, la obra de decirle a los hombres y muje-
res acerca del amor de Jesús y ampliar las fronteras del reino de Dios. Demasiado a menudo un pastor
se encuentra tan inundado con el trabajo de consejería que le resulta imposible hacer la obra para la
cual ha sido básicamente ordenado. También es importante el llamado que hace Karl Menninger para
que los ministros redescubran su función en el pulpito como la más importante avenida de sanidad
emocional. 47
Desafortunadamente, algunos ministros del evangelio se han convencido que la consejería es su trabajo
primordial y han dejado el trabajo del ministerio por la consejería de tiempo completo. ¿Es posible que
en muchos casos la motivación por este cambio sea la avaricia, ya que está reconocido que ingresos su-
periores al del ministro están disponibles para el consejero popular? Corresponde al consejero pastoral
investigar plenamente sus motivos.48 Otros ministros se involucran en la consejería, no por beneficio
económico, sino porque perciben que es su papel principal en un determinado nombramiento.
Una de esas áreas de trabajo es el nombramiento como capellán de un hospital. La teoría de la capellan-
ía moderna parece más preocupada con preparar a los pacientes y sus familiares para que se sientan

47
Véase él capitulo 6 titulado ―La Ley y El Amor‖.
48
Véase él capitulo 6 titulado ―La Ley y El Amor‖.
Pág. 44

más cómodos con la muerte inminente, que lo que es la preparación vital para que la gente se encuentre
con su Dios. Consolar al enfermo y moribundo es en realidad una actividad importante, pero el capellán
nunca debe perder de vista su responsabilidad para señalar al paciente y los entristecidos amados al
gran Consolador.
El Hospital Austin en Melbourne inició el primer programa de entrenamiento de capellanía hospitalaria
en Australia. Al llegar cada nueva clase, uno de los autores de este libro tomó parte en las presentacio-
nes de orientación, se descubrió casi sin excepción alguna que estos pastores, de todas las denomina-
ciones cristianas mayores, se vieron a sí mismos en un papel diferente cuando entraban a la clase. Sin-
tieron que tenían que asumir el papel pertinente a trabajadores sociales. Ya que el Hospital Austin tenía
un Departamento de Trabajo Social de primera categoría, este papel fue completamente innecesario. En
esta presentación de orientación cada pastor fue desafiado a reconocer las apremiantes necesidades es-
pirituales de muchos de los pacientes, un gran número de los cuales fueron hospitalizados como conse-
cuencia directa de seguir sendas alejadas de Dios. Todos nuestros pacientes necesitan a Jesús. Necesi-
tan saber no solamente acerca de él, sino que necesitan también conocerlo. La tarea predominante del
capellán de hospital debe ser expandir un conocimiento salvador de Jesús.
De este conocimiento fluye consuelo y verdadera fortaleza en tiempos de adversidad. Todo intento para
enfrentarse a las crisis humanas fuera del amor de Jesús está condenado a un fracaso total.
La cuarta preocupación para el consejero se relaciona con las necesidades de su propia alma. Si bien a
veces omitimos reconocerlo, el consejero mismo necesita salvaguardar las avenidas del alma tan cuida-
dosamente como cualquiera de sus aconsejados; o quizás aun más. En el tipo de consejería a menudo
empleado hoy en día, muy frecuentemente el consejero es confrontado con personas que derramarán
los más vívidos detalles de sus vidas de pecado e inmoralidad. Es en sí mismo debilitante para el cre-
cimiento espiritual del consejero escuchar diariamente tales pláticas de yerro espiritual, y su propio
destino eterno puede estar en peligro como resultado de ello. Es muy fácil llegar a ser un confesor para
otros seres humanos. Dios nunca le ha asignado esta responsabilidad al hombre. Se debería evitar esto a
toda costa señalándole a los pacientes la Fuente del verdadero perdón. Aun si la consejería no involucra
una discusión de transgresión directa, la charla de desaliento y desánimo, de pruebas y dificultades, ra-
ramente puede ser estimulante para el aconsejado o consejero, y raramente los problemas existentes
pueden ser solucionados por dicha discusión.
Quinto, el deseo por tanta consejería especialmente entre los profesos cristianos puede ser sintomático
de la falta de fe de este siglo. Hombres y mujeres, desgarrados por las exigencias de la vida, carentes de
esa paz que puede producir alegría, buscan la ayuda y dirección del hombre para la orientación de sus
vidas. La Biblia tiene el más seguro remedio para una falta de fe, pero este remedio es decrecientemen-
te parte de la vida de los creyentes cristianos.
―Así, la fe viene por el oír, y el oír por medio de la Palabra de Cristo‖. Romanos 10:17.
Se necesitan hacer los mayores esfuerzos por parte del ministerio para llevar las congregaciones a un
estudio coherente de la Palabra de Dios mediante la cual se puede establecer la verdadera base de la vi-
da y desarrollo cristiano. Sí hay una falta, es la falta de fe, lo que a su vez conduce a desengaño y a un
estilo de vida independiente de Cristo, y a un declive espiritual. Cuanto más fe y confianza se habla y
practica, tanto más realzan la vida.
El papel de la consejería a menudo entra en conflicto con la necesidad esencial de presentar el testimo-
nio directo de la Palabra de Dios. El consejero es confrontado con el dilema de una preparación bíblica
que lo lleva a buscar el amor por el pecador pero señalando el pecado, mientras que por otra parte al te-
ner una preparación de consejería para aceptar tanto al aconsejado y su conducta, busca ayudar al acon-
sejado para sentirse cómodo con su comportamiento. Desafortunadamente a menudo, el conflicto es re-
suelto del lado de este último. Esta solución con demasiada frecuencia conduce a una pérdida de los
ministerios más esenciales, el ministerio de la exhortación.
La feligresía sufre por un ministerio que fracasa en definir claramente entre ―La vida y la felicidad, la
muerte y la desgracia‖. Deuteronomio 30:15.
Pág. 45

Para aquellos de nosotros que somos ministros ordenados necesitamos recordar el solemne juramento
que nos fue presentado el día de la ordenación: ―A ti, hijo de Adán, te he puesto por centinela en la casa
de Israel. Oirás la palabra de mi boca, y los advertirás de mi parte. Cuando yo diga al impío: Impío, de
cierto morirás, y tú no le hablas para que se guarde de su camino, el impío morirá por su pecado, pero
demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú avisas al impío de su camino para que de él se aparte, y él
no se aparta, por su pecado morirá él, y tú habrás librado tu vida. Tú, pues, hijo de Adán, di a la casa de
Israel: Vosotros habéis dicho: Nuestras rebeliones y pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos
somos consumidos. ¿Cómo, pues, viviremos? Diles: Así dice el Señor, el Eterno: Vivo yo que no me
complazco en la muerte del impío, sino en que se vuelva el impío de su camino, y que viva. ¡Volveos,
volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué moriréis, oh casa de Israel?‖ Ezequiel 33:7-11
Otro verdadero peligro ocurre cuando los consejeros acuerdan dar consejo, particularmente sobre asun-
tos matrimoniales, a miembros del sexo opuesto. Numerosos son aquellos que se han encontrado a sí
mismos en circunstancias comprometedoras durante tales sesiones de consejería. Tales situaciones de
consejería le han costado a muchos pastores sus credenciales ministeriales. Tan peligrosas son dichas
circunstancias que los pastores mismos deberían ser aconsejados para evitarlas totalmente. Si se requie-
re consejo marital, entonces se debería brindar en el temor del Señor con ambos cónyuges presentes. Si
este arreglo no es posible, entonces el cónyuge del consejero debería estar presente.
La verdadera respuesta a los problemas sociales, emocionales y espirituales, no pueden ser encontradas
dentro del hombre mismo, ni dentro de su congénere, sino dentro de Cristo. Pero frecuentemente en la
consejería, se hacen intentos para encontrar respuesta dentro de la persona misma. Hay una verdadera
necesidad de reevaluar el papel del consejero, su efectividad, y sus limitaciones, de manera que la con-
sejería que es auténticamente centrada en Cristo pueda adquirir su máximo valor en la vida de los hom-
bres y mujeres necesitados.
Quizás los esfuerzos más productivos del consejero son animar al aconsejado a pensar y hablar positi-
vamente, evitando la vocalización de desaliento y desánimo, y evitar magnificar las pruebas y los pro-
blemas que solo sirven para aumentar y reforzar las emociones negativas. Cuanto más pueda el conse-
jero guiar al aconsejado a ejercitar fe y confianza en Dios, tanto más cabal será la solución a sus pro-
blemas y tanto mayor será su habilidad para moverse en canales productivos.

Capítulo 13: Terapia Cristiana.-


Se han postulado muchas teorías respecto a los principios fundamentales de una sana salud mental. El
comentario de Pablo a Timoteo es ciertamente relevante. Él declara que Dios nos ha dado poder, amor
y una mente sana.
―Porque no nos ha dado Dios espíritu de timidez, sino de fortaleza, de amor y de dominio propio‖. 2
Timoteo 1:7.
Sin embargo, algunas traducciones (ejemplo, T.E.V.) usan el término dominio propio en vez de ―una
mente sana‖. Estas dos expresiones, ejemplo de una mente sana y dominio propio, están estrechamente
interrelacionadas, porque la base de una mente sana es el dominio propio. La enfermedad mental está
en aumento. La disolución del hogar también va en aumento, así como los problemas de los niños y
adolescentes. Pero Dios está dispuesto a ayudar a los hombres y mujeres a encontrar la solución a los
problemas de la crisis mental. Estos hombres y mujeres serán los que se apropian de su promesa de una
mente sana, quienes estarán seguros en Dios, sabiendo que él hará en ellos la obra de regeneración es-
piritual y emocional completa.
Esta creencia encierra que la Palabra de Dios al hombre tiene todos los principios y pautas para su sa-
lud mental.
Esta promesa se vuelve muy controversial en un mundo donde la Biblia es frecuentemente puesta a un
lado como fuente para el descubrimiento de los principios de salud mental al igual que principios cura-
tivos para la enfermedad mental. De hecho, muchos psicólogos y psiquiatras sostienen que uno de los
grandes problemas enfrentados por hombres y mujeres es el problema de un estilo de vida espurio de-
Pág. 46

bido a su vinculación religiosa. Con frecuencia se intenta subestimar la fe y la confianza en la Palabra


de Dios y la búsqueda de un estilo de vida semejante al de Cristo, alegando que estas virtudes son la
causa de enfermedad mental. Muchos sostienen que la causa más frecuente de crisis mental es el efecto
inhibitorio de la religión. ¿Pero esta relación religiosa con respecto a la enfermedad mental resulta de
un verdadero cristianismo? Las Escrituras están repletas con seguridad de paz para la persona auténti-
camente convertida.
―‗El Señor te mire con amor, y te dé paz‘‖. Números 6:26.
―El Señor da poder a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con paz‖. Salmo 29:11.
―Y el resultado de la justicia será paz; y el efecto de la rectitud, reposo y seguridad para siempre‖. Isa-
ías 32:17.
―Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción. Pero tened buen
ánimo, yo he vencido al mundo‖. Juan 16:33.
Es verdad que aquel que está luchando en el campo de la indecisión entre un estilo de vida contrario a
Dios y los desafíos de Cristo en su vida puede sufrir de crisis mental, y ciertamente estará en un estado
de terrible conflicto.49 Solo cuando un compromiso firme, completo y diario, es hecho a Jesucristo po-
demos nosotros tener la seguridad prometida en la Palabra de Dios. De ahí los efectos negativos de
frustración resultan de la batalla por el dominio de la vida, y frecuentemente producen una crisis emo-
cional continúa, los cuales con frecuencia se consideran erróneamente como el resultado de un com-
promiso cristiano. En realidad son el resultado evidente de compromisos aun sin hacer. Aquellos que
irrevocablemente se han apartado de Dios a menudo exhibirán menos conflicto que aquel que, aunque
todavía abierto a los reclamos de Cristo sobre su vida, aun no está preparado para entregar su voluntad
completamente a Cristo. Por tanto el consejero cristiano centrará sus esfuerzos no tanto sobre la con-
ducta desordenada de la persona que busca consejo sino sobre cómo puede someter su vida a Cristo. Es
cierto que hasta que este sometimiento se logre la persona no tendrá una vida realizada, y será atormen-
tada por inseguridad emocional.
La Palabra de Dios no es hecha el centro de la vida y experiencia como una vez lo era. El estudio de la
Palabra de Dios está perdiendo su poder porque los seres humanos están negándolo.
Es mucho más probable que haya una profesión de cristianismo sin un compromiso profundo. Los pro-
gramas de trabajo, la sociedad y los clubes, la recreación, la televisión, y la lectura todos tienden a eli-
minar la fuente de la verdadera salud mental la cual es un espíritu lleno de estudio y oración de la Pala-
bra de Dios.
Uno de los más graves problemas ha sido el hecho que aun los psicólogos, psiquiatras, y consejeros que
profesan ser cristianos, frecuentemente han seguido precisamente el mismo tipo de programa que ha si-
do usado por los profesionales no cristianos. Ahora parece razonable creer que los mejores programas
establecidos por el hombre siempre quedarán cortos de lo que Dios puede proveer para sus hijos.
Uno de los programas usados más comúnmente en la salud mental comunitaria involucra a toda la fa-
milia en terapia. Este procedimiento es loable en sí mismo, pero es la forma en que la familia a menudo
está asociada entre sí lo que causa problemas.
Por ejemplo, si un esposo está exhibiendo fuerte desequilibrio mental, es usual invitar a la esposa y
quizás otros miembros de su familia, particularmente hijos mayores, en un esfuerzo por hacer algo para
ayudar al paciente perturbado. A menudo esta terapia está construida alrededor de los principios de, L.
A. W. (siglas en inglés) (Amor, Seguridad, Valía). Se sugiere que en vista de que la persona probable-
mente haya tenido demostraciones inadecuadas de amor en su hogar, ha crecido sin amor, auténtica
aceptación, y sentimientos de estima propia.
El programa está diseñado para reestablecer el amor y así aumentar su percepción de aceptación y au-
toestima. 50 Ahora, estos tres atributos son importantes para cada uno de nosotros. El amor tiene un pa-

49
Véase Romanos 7:14-24.
50
Véase él capitulo 6 titulado ―La Ley y el Amor‖.
Pág. 47

pel vital que desempeñar en el comportamiento humano. Tanto la aceptación como el sentido de valor
personal son críticos para un desempeño humano adecuado. Sin embargo, es usual en estos programas
invitar a la familia, y quizás amigos cercanos, para descubrir maneras en que pueden ayudar a la perso-
na perturbada a darse cuenta que es amada y está siendo aceptada y que sus esfuerzos son de valor. Por
lo tanto, el paciente se vuelve el centro de atención y enfoque en este tratamiento. Pronto se vuelve ob-
vio, sin embargo, que los familiares son los últimos en admitir que otro miembro de su familia tiene
una enfermedad mental. De manera que mucho antes que el paciente haya sido traído para consejería,
la familia usualmente ha hecho gran esfuerzo para aplacar la conducta desadaptada del miembro per-
turbado. De manera que antes que el paciente sea llevado, estimulado, persuadido, u obligado a ver al
consejero, ha habido todo un historial de intentos para cubrir sus prácticas desequilibradas.
Cuando una familia trata de desarrollar la autoestima de una persona, éste se vuelve el centro de todo lo
que está ocurriendo en el hogar. Y en vez de ayudarle a cambiar su comportamiento anormal, esta aten-
ción tiende a reforzarlo. Estas personas casi sin excepción desde mucho atrás han desarrollado una in-
seguridad construida alrededor de una baja auto-evaluación.
Es verdad que el ambiente de hogar con carencias afectivas probablemente haya contribuido a las fala-
cias de la edad madura.
Sin embargo, el problema no es tanto la falta de amor, aunque este haya sido el problema inicial. El
problema central es que debido a que las personas son básicamente mimos, y el hogar no proveyó de-
mostraciones de amor, él no aprendió a amar.
Por lo tanto, en vez de extenderse hacia otros, él ha desarrollado un deseo insaciable a ser amado. To-
dos los esfuerzos de hombres y mujeres, de amigos y familia, no le ayudarán a obtener seguridad.
Lo que él realmente necesita por encima de todo lo demás es cómo aprender a extenderse hacia otros;
cómo desarrollar aceptación y autoestima centrando su atención sobre otros en vez de sobre sí mismo.
Por tanto, la participación de la familia es vital, no haciendo del paciente el centro de atención, sino
ayudándole a invertir sus inquietudes egocéntricas y conducta, extendiéndose hacia la familia y las
amistades.
No hay nada más efectivo para destruir el amor egoísta, y por tanto el peligro de una auto-imagen
frágil, que el amor por otros. Sin embargo, el papel del ambiente hogareño es de suma importancia para
brindarles a los niños la máxima oportunidad de desarrollar un espíritu altruista para bien de otros. El
tiempo que los padres pasan con sus hijos, demostrándoles un cuidado amoroso y enseñándoles cómo
compartir y preocuparse por otros es tal vez el tiempo más valioso pasado en compañía de ellos. Este
ejemplo de amorosa preocupación milita contra la búsqueda personal que es inherente dentro de la vida
de cada ser humano. Hay una necesidad imperiosa de educar a los niños a mirar más allá de sí mismos
para encontrar verdadera felicidad y alegría. Pero también es importante para los padres respetar a sus
hijos, ayudándoles por lo tanto a desarrollar auto-respeto. A los niños también se les debería enseñar
respeto por otros, ya que todo el amor cristiano está basado sobre dicho respeto. Al desarrollarse el ni-
ño debe ser guiado a comprender que la laboriosidad y el poder sostenerse a sí mismo también son cla-
ves para el auto-respeto.
Debido a que el yo es la raíz de todo pecado, y como el pecado inevitablemente conduce a sentimientos
de culpa, es tan solo de esperar que la persona insegura con una baja autoestima sufrirá severamente de
sentimientos de autoincriminación.
Debido a su propia inseguridad le resulta difícil perdonar y olvidar los excesos de otros en su contra, y
por lo tanto tiende a abrigar sentimientos que a su vez, de manera circular, militan contra su auto-
imagen. Por lo tanto, debido a la dificultad que tiene para perdonar a otros, le resulta difícil creer que
Dios puede y le perdonará a él. Por esta razón frecuentemente sufre del temor de que ha cometido el
pecado imperdonable.
Desafortunadamente, muchos de nosotros hemos aceptado una comprensión equivocada de la culpabi-
lidad. Demasiado a menudo la culpabilidad ha sido limitada en nuestro pensamiento a la incapacidad de
hombres y mujeres que resulta en vidas emocionalmente destruidas. El sentimiento de culpa no tiene un
Pág. 48

lugar apropiado y de importancia en la vida de cada ser humano. No debe ser ignorado. Demasiado a
menudo hemos tratado de camuflar el sentimiento de culpa discutiendo acercamientos no inhibitorios.
Esta estrategia en realidad ha suprimido nuestros sentimientos de culpa, lo que a su vez conduce a ma-
yores problemas psicológicos.51
La vida del cristiano que esté establecida sobre los principios altruistas de Jesucristo; quien en comple-
to arrepentimiento coloca sus cargas sobre el Cargador de cargas, puede tener paz y alegría y una segu-
ridad contra la crisis emocional. Así el consejero cristiano libremente reconoce que ni él ni su aconse-
jado tiene la respuesta a la enfermedad emocional, pero él mira a Aquel que tiene esa comprensión y le
señala al aconsejado a Cristo y sus principios de seguridad humana.

Capítulo 14: Éxito y Fracaso.-


Sobre la mayoría de los seres humanos y desde una edad muy temprana recae una presión social masi-
va para que sean exitosos y eviten el fracaso. Usualmente se cree que el éxito se logrará mediante la lu-
cha por alcanzar victoria, notoriedad, fama, y aceptación. El fracaso resulta cuando somos derrotados,
cuando fracasamos en alcanzar metas establecidas arbitrariamente, cuando somos rechazados, cuando
permanecemos desconocidos. Una sociedad altamente competitiva coloca el escenario para un síndro-
me de fracaso social masivo.
La mayoría de los conceptos de éxito giran alrededor del poder, posición, orgullo, alabanza, populari-
dad, prestigio, propiedad y posesiones. Y frecuentemente, los padres intencionalmente o ignorantemen-
te estimulan en sus hijos ambiciones no santas que estimulan y refuerzan motivos egocéntricos y mini-
mizan esas metas que le permiten al niño de manera más efectiva ver el éxito a la luz de una extensión
altruista. De esta manera se piensa que el fracaso ocurre bien sea cuando esas metas que hemos estable-
cido para nosotros mismos, o que otros han establecido para nosotros, no son logradas, resultando en
frustración, autoestima destruida, sentimiento de culpa e inclusive agresividad.
Con demasiada frecuencia la evaluación de éxito-fracaso es determinada por resultados inmediatos.
Una evaluación retardada a menudo es mucho más inteligente y es más parecido al minero que ha ex-
cavado en busca de oro infructuosamente durante dos semanas, pero con una excavación continuada
encuentra la rica veta. ¿Era él un fracaso en esas semanas previas, o en realidad el esfuerzo se extendió
fructíferamente para el logro de la meta final? Es obvio que el mayor fracaso aparente en la historia de
la tierra, la crucifixión de Cristo, también fue la base para el mayor éxito de la historia humana.
Sin embargo, en el momento de la prueba, crucifixión y muerte, los discípulos de Cristo fueron lanza-
dos en una gran tristeza, desaliento y un sentido de fracaso.
Debido a que el éxito y el fracaso son antónimos, quizás ayude a explorarlos en términos de lo opuesto
que conlleva bien sea al éxito o al fracaso.
1. Altruismo versus Auto-centrismo
Mucho se ha dicho en este volumen concerniente a la centralidad del altruismo y auto-centrismo, y
ciertamente estos rasgos tienen un papel básico que desempeñar en el fracaso y éxito. Pablo explica la
potencia del amor: ―Las profecías terminarán. Cesarán las lenguas. La ciencia tendrá su fin. Pero el
amor nunca se acaba‖. 1 Corintios 13:8.
Pero cuando la autosuficiencia en vez del amor es la base de la motivación, una sensación de fracaso es
inevitable, al margen de alguna evidencia inmediata de éxito. El egoísmo empaña la obra de todos
aquellos que no son consagrados a Cristo, y muchos fracasan porque confían en sí mismos. Hay un fra-
caso que se debe reconocer: ―Sabemos que todas las cosas obran para el bien de los que aman a Dios,
de los que han sido llamados según su propósito‖. Romanos 8:28.
Esta dicotomía entre el altruismo y el auto-centrismo está bien descrita en la experiencia del rey Nabu-
codonosor de Babilonia. Después de haber sido advertido acerca de serias consecuencias si continuaba
en su auto-centrismo, su motivación básica seguía siendo el orgullo. Este orgullo fue evidenciado en su

51
Véase él capitulo 7 titulado ―El Problema de la Culpa‖.
Pág. 49

evaluación de las bases de su exitoso reino: ―Y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué con
la fuerza de mi poder, para residencia real y para gloria de mi grandeza?‖. Daniel 4:30.
Este hombre orgulloso, rey de la más grande nación en la tierra en aquel entonces, subsecuentemente
pasó muchos años en un estado de locura. Un verdadero éxito perdurable puede lograrse solamente en
un clima de altruismo.
2. Compromiso al Liderazgo de Cristo versus Siguiendo los Impulsos Propios
El impulso humano es inevitablemente egoísta. El hombre sufre de una hiper-ansiedad para buscar su
propio éxito y programar su propio futuro. La experiencia de la caminata de Pedro sobre las aguas del
mar52 es un indicativo de lo que ocurre cuando el hombre se desvía de la confianza en Cristo para con-
fiar en sí mismo. Tan pronto como Pedro desvío la mirada de Cristo empezó a hundirse. El compromi-
so al liderazgo de Cristo involucraba el cumplimiento de los mandamientos e instrucciones de Dios. El
Señor le enfatizó esta verdad a Josué: ―El Libro de la Ley nunca se aparte de tu boca. Antes medita en
él de día y de noche, para que guardes y cumplas todo lo que está escrito en él. Entonces prosperarás, y
todo te saldrá bien‖. Josué 1:8
Frecuentemente el hombre espera por el liderazgo de Dios como si se les fuese a dar alguna revelación
milagrosa a ellos, pero dentro de su Palabra se encuentran las bases para avanzar hacia delante y seguir
su liderazgo. Todos aquellos que construyen sus vidas coherentemente con estos principios en realidad
están siguiendo el liderazgo de Cristo. No caerán en la trampa de ser dirigidos por sus propios impulsos
egoístas.
3. Control de Cristo versus Falta de Control
Cuando el hombre pierde de vista el hecho de que Cristo es el máximo fundamento del éxito, éste pier-
de el punto de enfoque real de su vida. Al permitirle a Cristo realizar su obra en nosotros, y al seguir su
senda, experimentamos toda la suficiencia de Cristo. Si nuestra confianza está completamente en él, no
puede haber fracaso, porque con Cristo no hay derrota. La batalla no es más nuestra, sino de Cristo. A
menudo asumimos la carga y responsabilidad sobre nosotros mismos. El Señor le enseñó esta lección al
profeta Samuel. Samuel estaba entristecido y se sentía rechazado cuando el pueblo de Israel pidió un
rey, pero Dios le señaló que no era a él al que rechazaban, sino a Dios.
―Pero el Señor dijo a Samuel: ‗Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han des-
echado a ti, sino a mí, para que no reine sobre ellos‘‖. 1 Samuel 8:7.
Pablo lo expresa hermosamente: ―Cristo vive en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe
en el Hijo de Dios, quien me amó, y se entregó a sí mismo por mí‖. Gálatas 2:20.
Está expresado aun más explícitamente en la epístola a los Colosenses.
―Cristo en vosotros, la esperanza de gloria‖. Colosenses 1:27.
Cuando nuestras vidas están bajo el control de Cristo, el éxito está asegurado.
4. Sometimiento a la Voluntad de Dios versus Temor al Fracaso
Puede parecer extraño colocar el temor al fracaso como contribuyente al fracaso, pero muchos se vuel-
ven ineficientes y sin éxito porque evaden la responsabilidad, temiendo que fracasarán. Extrañamente
hay aquellos que, en vez de colocar todo lo que tienen en un desafío, no harán absolutamente nada para
enfrentarse a ello, asegurando por lo tanto el fracaso. Se sienten menos amenazados por el hecho de
que han fracasado porque no han tratado, que si hubiesen ―fracasado‖ después de un esfuerzo comple-
to. Este dilema no es desconocido entre los estudiantes en la escuela o universidad. Vivimos en una so-
ciedad donde muchos consideran que preferirían ser juzgados como perezosos en vez de lentos en habi-
lidad o aptitud. Muchos aspectos alcanzables en sus vidas nunca se obtienen debido al temor a fracasar.
El fracaso inevitablemente busca las limitaciones humanas, y los juzga de acuerdo a las normas huma-
nas.
Dos de las experiencias más extrañas de fracaso ocurrieron en las vidas de los profetas, Elías y Jonás.
Elías recién había mostrado su valor al mantenerse fiel a Dios sobre el Monte Carmelo contra las masas

52
Véase Mateo 14:26-31.
Pág. 50

de los profetas de Baal. Sin embargo, como consecuencia, este hombre que había demostrado tal con-
fianza en Dios llegó a temer las amenazas de la reina Jezabel y huyó a esconderse, donde le rogó al Se-
ñor que le quitara la vida. 53 No obstante, Elías estaba al borde del más grande honor que Dios pudiera
conferirle a hombre alguno—la vida en el cielo.
Jonás había tratado de huir de la responsabilidad, pero Dios lo trajo de vuelta mediante un milagro para
advertirle a la ciudad de Nínive del inminente juicio de Dios. Tan exitosa fue la advertencia de Jonás
que bajo la dirección de sus líderes la ciudad se arrepintió y Dios retuvo sus juicios. No obstante, Jonás
se llenó de consternación cuando las predicciones que él había hecho no se cumplieron. Se sintió humi-
llado y culpó a Dios, justificando su huída previa del deber explicando que él sabía que Dios era bon-
dadoso y misericordioso tardo para la ira y de gran benevolencia. Por tanto él no creía que Dios cum-
pliría su juicio sobre Nínive. 54 De alguna manera, Jonás fracasó en darse cuenta que por medio de su
predica el Espíritu Santo había sido capaz de conducir a toda una ciudad de regreso a Dios y lo que
Jonás vio como un fracaso total fue la cúspide del éxito. Quizás no hay mayor evidencia del someti-
miento a la voluntad de Dios que la expresada por Job: ―Aunque me matara, en él esperaré‖. Job 13:15.
Tal Sometimiento a la voluntad de Dios es la base más perfecta para el éxito.
5. Preocupación por la Aprobación de Dios versus Inquietud por la Aprobación Humana
Es fácil colocar nuestro estado de aprobación en las manos del hombre, a estar preocupado por su eva-
luación y juicio.
Sin embargo, la mayor responsabilidad de cada ser humano es la preocupación por la aprobación de
Dios. Aunque algunas veces éstas corresponderán, frecuentemente estarán en conflicto, al igual que
Cristo, al buscar hacer la voluntad de su Padre, a menudo traía la desaprobación de los líderes Judíos.
Con demasiada frecuencia respondemos sobre la base de lo que otros pensarán respecto a nuestros ac-
tos. Los padres pueden ejercer tremenda presión sobre sus hijos, motivándolos al indicar cuán humilla-
dos se sienten por el fracaso de sus hijos. Tal motivación nace de una profunda raíz de baja auto-
estima. Muchos padres buscan lograr un éxito supremo mediante el éxito de sus hijos, y cuando sus
hijos fracasan en alcanzar las metas, ellos se sienten frustrados y desalentados. Pero la aprobación de
Dios es ciertamente el mayor criterio. Esta verdad está completamente indicada en el consejo de Pablo
a Timoteo: ―Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que maneja bien la Palabra de verdad‖. 2 Timoteo 2:15.
La aprobación de Dios está basada sobre la respuesta sincera del hombre hacia el deber, no sobre logros
absolutos.
6. Aceptación de Responsabilidad versus Evasión de Responsabilidad
El fracaso resulta de cualquier intento por evadir la responsabilidad, porque tal evasión es nacida de
mirar las limitaciones personales, en vez de colocar la confianza completa en Dios. Algunas de las ma-
yores historias de éxito en las Escrituras han surgido cuando los hombres han respondido al llamado de
Dios para llevar pesadas y difíciles responsabilidades. Samuel respondió al llamado del Señor, siendo
niño bajo la dirección del Sumo Sacerdote Elí, diciendo: ―Habla, que tu siervo escucha‖. 2 Samuel
3:10.
El joven Isaías respondiendo de manera similar al llamado de Dios. ―¿A quién enviaré? ¿Quién irá de
nuestra parte?‖ Entonces respondí: ―Aquí estoy, envíame a mí‖. Isaías 6:8.
Pablo, después de su conversión, oró al Señor: ―Señor, ¿qué quieres que haga?‖. Hechos 9:6.
Dios nunca llama a un hombre o mujer a aceptar una responsabilidad a menos que él también provea
los medios para ejecutarla. Un llamado de responsabilidad es una certeza y promesa de su poder com-
pleto para lograr todo lo que se requerirá. En la medida en que los hombres y mujeres acepten la res-
ponsabilidad, confiadamente pueden orar y reconocer la fortaleza y poder que Dios les brinda para lo-
grar la tarea.

53
Véase 1 Reyes 19:1-4.
54
Véase Jonás 4:1-3.
Pág. 51

7. El Deseo para un Mayor Bien versus Una Fascinación con el Mal


Demasiado a menudo fracasamos debido a una fascinación con el pecado. Debido a que el verdadero
éxito puede provenir solo como un don de Dios, este debe fluir de un corazón puro.
Dios obra únicamente mediante canales puros, y lo que no es puro él mismo lo purifica. Si bien el es-
coger el bien a menudo puede involucrar un sendero de mayor dificultad, al final inevitablemente resul-
tará en éxito. Esta decisión la tomó Moisés cuando fue educado en la corte de los Faraones.
―Por la fe Moisés, ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón. Y eligió antes ser maltratado
con el pueblo de Dios, que gozar los deleites temporales del pecado. Y consideró que el vituperio de
Cristo es mayor riqueza que los tesoros egipcios, porque miraba el galardón‖. Hebreos 11:24-26.
Si Moisés hubiera escogido una vida de pecado y complacencia, probablemente habría permanecido
desconocido.
Pero hoy en día él es objeto de gran honor para tres grandes religiones mundiales: El Cristianismo, Ju-
daísmo e Islamismo.
Por otra parte, están aquellos que han escogido lo que parecía la manera fácil, la senda de la mundana-
lidad. Por lo tanto Pablo tristemente le informó a Timoteo: ―Porque Demas me ha desamparado, aman-
do a este mundo‖. 2 Timoteo 4:10.
Sin embargo, si bien la vida de pecado puede parecer fácil y más atractiva, la realidad es exactamente
lo opuesto, como advierte Salomón: ―El camino de los infieles es duro‖. Proverbios 13:15.
8. Voluntad Indómita versus Una Voluntad Débil y Vacilante
La persona débil y vacilante no puede ser exitosa. Una voluntad fortalecida por la fe y confianza en
Cristo es una voluntad que logrará éxito y victoria en la vida. Se debe enfatizar, sin embargo, que la
fortaleza de la voluntad no depende de herencia o antecedentes humanos, sino de sometimiento de la
voluntad a Cristo. Una voluntad débil y vacilante es una voluntad que nunca ha sido dirigida por el po-
der de Cristo. Una voluntad indómita se desarrolla cuando la mente del hombre es transformada y re-
novada por Cristo: ―Y no os conforméis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de
vuestra mente, para que podáis comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta‖.
Romanos 12:2.
Se puede ver la debilidad y vacilación como respuesta al desafío de Elías en el Monte Carmelo. Cuando
fueron desafiados por Elías a escoger entre Dios y Baal, el pueblo rehusó tomar una decisión.
―Y Elías se acercó al pueblo, y les dijo: ¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Eterno es
Dios, seguidlo. Y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra‖. 1 Reyes 18:21.
Fue solo después de la gran manifestación del poder de Dios en la aceptación del sacrificio de Elías y
en el rechazo del sacrificio de los profetas de Baal que el pueblo tuvo el ―valor‖ para decir:
―¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!‖ 1 Reyes 18:39.
Dios siempre permite una decisión. Al final de su vida, Josué desafió a los Israelitas a tomar esa deci-
sión a favor o en contra de Dios, pero luego mostró su posición inmodificable con las siguientes pala-
bras: ―Yo y mi casa serviremos al Eterno‖. Josué 24:15.
Tal determinación resulta cuando la frágil voluntad del hombre está ligada con la voluntad invencible
de Dios.

9. Una Diligencia Extenuante versus La Pereza


La parábola de los talentos55 enfatiza la importancia de la diligencia. Un siervo era perezoso y trató de
excusarse por la falta del desarrollo del talento que le fue dado. Los otros dos, mediante una cuidadosa
y enérgica diligencia, fueron capaces de multiplicar los talentos que se les confiaron. El trabajo duro, la
perseverancia y la determinación son todos componentes esenciales del éxito. La indolencia es un pe-
cado. Algunos simplemente descansan, pensando que solo necesitan poner su confianza en Dios para el

55
Véase Mateo 25:14-30.
Pág. 52

logro de las mejores obras, pero el hombre no puede esperar que Dios haga por él aquello que él es ca-
paz de hacer por sí mismo. Es cuando el hombre ha alcanzado el límite de sus recursos que Dios inter-
viene. El hombre debe moverse tan lejos como le sea posible, confiando en Dios para hacer la diferen-
cia entre su limitación y lo que él necesita para el éxito.
10. Perseverancia versus Desaliento
Aquellos que se rinden y desaniman fácilmente también encontrarán el fracaso como suerte usual en
sus vidas. Seguir en la modorra del desaliento es establecer un clima donde no puede sobrevivir el éxi-
to. Cristo enfatizó este punto cuando dijo: ―Seréis odiados por todos por mi Nombre. Pero el que perse-
vere hasta el fin, ése será salvo‖. Mateo 10:22.
La perseverancia y empuje continuo de Pablo se puede ver en su declaración a Timoteo: ―He peleado la
buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe‖. 2 Timoteo 4:7.
El éxito no puede construirse sobre la timidez o tentativas, sino sobre una perseverancia que no admite
barreras, ni obstáculos, ni obstrucciones en tanto que el hombre conserva su compañerismo con Cristo.
11. Enfrentándose a las Pruebas Valientemente versus Evitando los Papeles Difíciles
Es fácil permitirles a los demás llevar las cargas pesadas y las responsabilidades difíciles. Es fácil ex-
cusarnos por la falta de antecedentes, experiencia, educación o preparación. Pero frecuentemente la
honestidad revela que las dificultades son evitadas porque no queremos enfrentarnos a los desafíos y
pruebas que sabemos son frecuentemente parte del llamado de Dios. Sin embargo, podemos descansar
en la certeza que no enfrentamos nada solos. Todos nuestros talentos, habilidades, inteligencia y energ-
ía física están apoyadas por él gran Dios del universo, y necesitamos que se nos recuerde este hecho,
como a Moisés cuando él quiso evitar la pesada responsabilidad que Dios colocó sobre él para guiar a
su pueblo fuera de Egipto.56
Dios es el autor de nuestro ser, responsable por el éxito de nuestro llamado. La máxima realización de
éxito es en unión con Cristo, como puede ser visto a la luz del gran crescendo de los últimos cinco
versículos de Romanos 8. Se formula la pregunta: ―¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribula-
ción o angustia? ¿Persecución o hambre? ¿Desnudez, peligro o espada?‖. Romanos 8:35.
Luego viene la seguridad: ―Pero Dios, que nos ama, nos ayuda a salir más que vencedores en todo. Por
eso estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro‖. Romanos 8:37-39.
Cristo no solo nos invita a aceptar su salvación, sino que también provee la fortaleza para enfrentarse a
todas las dificultades, porque el éxito es suyo.
12. Fe versus Presunción
La fe involucra una relación de confianza con Dios, un compromiso total hacia él y su liderazgo. La
presunción por otra parte busca lograr los mismos fines, pero mediante la fortaleza humana. No puede
haber mejor ejemplo de la diferencia entre fe y presunción que la vista en la experiencia de Abraham.
Abraham demostró gran fe cuando siguió la instrucción de Dios para salir de Ur de los Caldeos a una
tierra desconocida. 57 Sin embargo, el mismo Abraham respondió presuntuosamente cuando aceptó a
Agar como segunda esposa en un intento para obtener el hijo que Dios le había prometido.
Ismael, el hijo de esa unión, no era el hijo de la promesa, sino el hijo de la presunción. Dios respondió a
la fe mucho tiempo después que Sara pasara la edad normal de procrear hijos. En el nacimiento de Isa-
ac fue realmente dado el hijo prometido.
Otro ejemplo de presunción es dado en la experiencia de Sansón. Sansón había hecho pacto con Dios
de no revelar que el secreto de su gran fuerza estaba en su larga cabellera. Pero Sansón traicionó ese
pacto al revelarle a su esposa Dalila, esta verdad. Aunque por experiencia previa Sansón tenía todo mo-
tivo para creer que Dalila estaba buscando privarlo de su fuerza, ahora sentía tal autosuficiencia que

56
Véase Éxodo 3:10-17.
57
Véase Génesis 12:1-4; Hebreos 11:8-10.
Pág. 53

cuando su cabeza fue rasurada seguía creyendo que podía lograr las grandes manifestaciones de forta-
leza de experiencias previas. ―Esta vez saldré como las otras, y escaparé‖. Jueces 16:20.
Y entonces vinieron las palabras tristes: ―Y no sabía que el Señor se había apartado de él‖. Jueces
16:20.
De esta experiencia traumática Sansón aprendió a confiar en Dios. Este hecho es revelado justamente
previo a su muerte. Entonces Sansón clamó al Señor: ―Señor, mi Dios. Acuérdate de mí, te ruego; y
dame fuerzas sólo esta vez, oh Dios; para que de una vez me vengue de los filisteos por mis dos ojos‖.
Jueces 16:28.
La presunción lleva al fracaso. La fe conduce al éxito.
13. Moldeando las Circunstancias versus Ser Moldeado por las Circunstancias
El cristiano verdaderamente comprometido no permite que las circunstancias moldeen su vida o le diri-
jan. Él ejerce virtudes positivas tales como la diligencia, honradez, integridad y pureza buscando usar
las circunstancias para lograr las grandes metas que Dios ha establecido para él. Sin embargo, aun entre
los profesos cristianos hay aquellos que son susceptibles a cada circunstancia. Pablo señaló que aque-
llos que llegan ―A un estado perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo… ya no serían niños fluc-
tuantes, llevados por cualquier viento de doctrina, por estratagema de hombres, que para engañar em-
plean con astucia los artificios del error‖. Efesios 4:13-14.
Las circunstancias deben ser moldeadas por el cristiano, sabiendo que mientras Dios lidere no permitirá
que nada limite el cumplimiento de su propósito. Josué se dio cuenta de esta verdad al pararse frente al
río Jordán. Los sacerdotes fueron ordenados a avanzar y el río se abrió para que Israel procediera a la
Tierra Prometida. 58
14. Mirando Hacia delante versus Mirando Hacia Atrás
A menudo el fracaso está construido sobre una mirada hacia atrás. Los fracasos de nuestra vida pasada
deberían ser olvidados. No se logra ningún objetivo reiterando los fracasos del pasado o las circunstan-
cias que han producido consecuencias negativas. Dios llama a los hombres y mujeres a creer que los
fracasos del pasado han sido perdonados, y a mirar hacia el futuro y la gloriosa esperanza que él ha co-
locado delante de toda la humanidad. Por lo tanto Pablo fue capaz de decir: ―Y prosigo a la meta, al
premio al que Dios me ha llamado desde el cielo en Cristo Jesús‖. Filipenses 3:14.
La destrucción de la esposa de Lot cuando ella miró hacia atrás a Sodoma,59 es simbólica del fracaso
que acompaña la permanente visión hacia atrás de aquellos que profesan el cristianismo. El éxito es el
resultado inevitable de un compromiso total con Cristo. Justamente antes de su muerte, David le repitió
a Salomón la promesa de Dios que nunca le fallaría durante la construcción del templo.
―Él edificará el templo a mi Nombre. Él será mi hijo, y yo seré su padre, y afirmaré el trono de su reino
sobre Israel para siempre‖. 1 Crónicas 22:10.
En la dedicación del templo la oración de Salomón reconocía que la confianza de su padre en Dios hab-
ía sido honrada.
―Bendito sea el Señor, que ha dado reposo a su pueblo Israel, tal como lo había prometido. Ninguna pa-
labra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha fallado‖. 1 Reyes 8:56.
El éxito no depende de grandeza intelectual o poder personal, sino del sometimiento a la Guía Divina.
Dios, no el hombre, es responsable por el éxito. ¿Cómo valoraría el hombre el éxito de William Carey,
el gran pionero misionero a la India? Al trabajar Carey durante muchos años sin un converso, ¿Se con-
siderarían estos años como fracaso? No, al observar su trabajo desde la perspectiva del tiempo.
El éxito está basado en pasar tiempo en oración y ferviente estudio de la Biblia a fin de que uno pueda
volverse un colaborador efectivo con Cristo. No deberíamos buscar evitar dificultades o luchas, porque
frecuentemente éstos son los eslabones del éxito al aprender sabiduría del fracaso humano y al aprender
mayor confianza y fe en Dios. Es fácil sentirse humillado cuando las cosas no marchan de acuerdo a los

58
Véase Josué 4:5-8.
59
Véase Génesis 19:26.
Pág. 54

planes humanos, pero si nuestra seguridad está en Cristo, nuestro éxito no será evaluado en términos fi-
nitos. Solo aquellos que han enfrentado, y, en el poder de Cristo, vencido grandes dificultades pueden
saber cuales son las verdaderas bases del éxito.
En reflexión eterna sabremos la percepción limitada que tenemos ahora del éxito. Entonces se verá que
los planes humanos eran absurdos, inadecuados e insatisfactorios.

Capítulo 15: Motivación.-


Generalmente se sostiene que ningún comportamiento resulta a menos que haya una motivación, por-
que la motivación incita la acción. La motivación puede ser ampliamente igualada con el dinamismo,
incentivos, apetitos, aversiones y necesidades.
Es el motivo lo que determina la verdadera naturaleza de los actos del hombre. Cristo enfatizó este
hecho al alabar la viuda que dio todo lo que tenía—dos blancas—para la tesorería del templo. En reali-
dad ella había dado mucho más que los ricos quienes habían dado grandes donativos de sus abundan-
cias.60
Dios tiene en alta estima todo acto iniciado por un interés altruista hacia otros, mientras que los regalos
más ostentosos iniciados por motivos egoístas, son inaceptables y fallan en bendecir al donante. Por lo
tanto el acto de dar debe iniciarse por una motivación generosa.
―Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza, ni por necesidad; porque Dios ama al que
da con alegría‖. 2 Corintios 9:7.
Mientras que frecuentemente resulta fácil determinar las bases de comportamientos particulares, éste
no es siempre el caso. Por ejemplo, usualmente es razonable asumir que alguien que esté comiendo está
saciando el hambre. Sin embargo, con el conocimiento actual, es obvio que esta conclusión necesaria-
mente no es así, y la motivación puede estar relacionada con un amplio espectro de motivos sociales,
ansiedades o inclusive presiones de grupo; de manera que meramente por el comportamiento en sí nun-
ca podemos estar seguros de la motivación precisa que ha incitado tal conducta.
No obstante, es posible asumir que la mayoría de las malas conductas son incitadas por motivos erra-
dos. Por ejemplo, el robo casi inevitablemente habrá sido incitado por alguna forma de autoindulgen-
cia; la conducta adúltera por motivos lujuriosos.
Por otra parte, es mucho más difícil asumir que ―una buena conducta‖ ha resultado automáticamente de
buenos motivos.
Frecuentemente, muy ―buenos‖ actos han resultado de motivaciones impuras y auto-centradas, motiva-
ciones relacionadas con la obtención de auto-aprobación, autoaclamación, aceptación y prestigio social.
Sin embargo, el cristiano no puede pasar por alto el hecho que los motivos constituyen la base sobre la
cual su relación con Dios está asegurada. Dios ha declarado: ―Porque tal como piensa en su corazón,
así es él‖. Proverbios 23:7.
Los verdaderos determinantes del carácter de un hombre no están en las acciones en sí mismas, sino en
la relación del corazón con Cristo. Por tanto si es verdad que la acción de compasión y altruismo será el
fruto de aquel cuya vida Cristo ha transformado, acciones similares pueden, en muchos casos, ser reali-
zadas por aquellos cuyos corazones carecen por completo de compromiso con Cristo.
Generalmente, los impulsos están divididos en dos grupos, aquellos que son de origen biológico,
usualmente referidas como impulsos universales, y aquellos que se adquieren durante la vida, referidas
a menudo como tendencias sociales. Es convencional designar los impulsos biológicos como básicos y
las tendencias sociales como secundarias. Sin embargo, esta designación no debería considerarse como
indicio que los impulsos biológicos necesariamente son más fuertes que los motivos sociales. Es verdad
que al nacer los impulsos dominantes son biológicos, tales como la respiración, el hambre, la sed, el
evitar el dolor, el descanso y la excreción. Sin embargo, durante el proceso de aculturación, frecuente-

60
Véase Lucas 21:1-4.
Pág. 55

mente las tendencias sociales se desarrollarán en gran medida, y en muchos casos dominará inclusive a
los impulsos biológicos.
Por ejemplo, el tacaño que acumula su dinero puede sufrir o inclusive morir por mala nutrición. Un es-
tudiante altamente motivado por el éxito académico puede privarse a sí mismo de mucho descanso; y el
impulso sexual puede llegar a estar mayor o totalmente subsirviente a una amplia gama de metas socia-
les o motivos. Por lo tanto, los impulsos básicos solo son primarios en el sentido que son innatos, y los
impulsos secundarios solamente clasificados de esta manera porque son desarrollados después de los
impulsos básicos.
Se han realizado muchas discusiones para determinar la naturaleza de impulsos emotivos tales como el
amor, el gozo, la simpatía, y la seguridad, junto con las emociones aversivas de sentimientos de culpa,
tristeza, ansiedad, temor, depresión, dolor, ira, celo y odio. La mayoría de los psicólogos consideran
que la mayoría de las emociones son aprendidas y ciertamente las expresiones específicas de emocio-
nes son aprendidas. Sin embargo, muchos psicólogos están de acuerdo en que probablemente la emo-
ción del temor y la necesidad de seguridad son inherentes, y la última probablemente forma la base pa-
ra el desarrollo del amor. En la vida adulta las emociones forman algunos de los estímulos más fuertes
para la acción. Mientras puede parecer que algunas emociones son positivas y otras negativas, un análi-
sis cuidadoso de parte del cristiano indicará que toda emoción puede expresarse de manera positiva,
centrada en Dios, o de forma negativa centrada en sí mismo. La forma en la que algunos impulsos bio-
lógicos como respirar, sed y hambre han sido desviados y el impulso sexual ha sido pervertido, se ana-
liza en otra parte de este libro.61 Por otra parte, las emociones mismas también ofrecen expresiones po-
sitivas y negativas. Aun los mejores motivos, como el amor, ofrecen connotaciones negativas y el peor,
como el odio, connotaciones positivas. 62
Para el tiempo, en la vida de los seres humanos, en que se reconoce y experimenta a Cristo, muchos de
los motivos, tanto biológicos como adquiridos, ya tienen fuertes tendencias hacia la maldad. En mu-
chos casos puede parecer casi imposible cambiar estos motivos negativos ya desarrollados, pero Dios
tiene el poder absoluto, mediante la victoria de su Hijo, para que todos los que desean puedan ganar
victoria sobre toda tendencia al mal de los impulsos biológicos y adquiridos.
Frecuentemente nuestras mentes se han contaminado debido a la masa de estímulos improductivos que
han impregnado los sentidos desde la más temprana edad. Pero hay una respuesta a esta contaminación
mental. Lenta pero ciertamente esta acumulación de corrupción mental puede ser eliminada de la mente
mediante el estudio y meditación de la Palabra de Dios.
El análisis de David es pertinente aquí: ―En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra
ti‖. Salmo 119:11.
La pureza de la verdad elimina la corrupción de las experiencias pasadas. Pero es en el compromiso to-
tal de la vida hacia Cristo, a la sombra de la experiencia del nuevo nacimiento, que los hombres y mu-
jeres desarrollan un patrón de motivación completamente nuevo.63 Pablo nos asegura que cuando el
hombre nace de nuevo es una nueva creación.
―Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo‖.
2 Corintios 5:17.
Únicamente esta experiencia del nuevo nacimiento puede potenciar a una transformación total de los
motivos del hombre.
En muchos pasajes de las Escrituras el estado natural del hombre está claramente definido. Pablo decla-
ra que la posesión de una mente carnal (o sea, los intentos y motivaciones naturales del hombre) es
contraria a la posesión de motivaciones justas.

61
Véase los capítulos 20, 25, 26 titulados ―Factores Físicos en la Salud Mental‖, ―La Moralidad y el Sexo‖ y ―El Homo-
sexualismo‖.
62
Véase el capitulo 8 titulado ―Emociones Negativas‖.
63
Véase Juan 3:3-6.
Pág. 56

―Porque la inclinación de la carne es contraria a Dios, y no se sujeta a la Ley de Dios, ni tampoco pue-
de. Así, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios‖. Romanos 8:7-8.
Jeremías lo dijo gráficamente: ―Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo
conocerá?‖. Jeremías 17:9.
Salomón declara: ―Abominación para el Señor son los pensamientos del malo, pero le agradan las ex-
presiones de los limpios‖. Proverbios 15:26.
Jesús manifestó: ―Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los robos, los falsos testimonios y las calumnias‖. Mateo 15:19.
Aunque el hombre puede normalmente cambiar algunos de los patrones de conducta que surgen de ta-
les procesos de pensamiento, es totalmente incapaz, por sí mismo, de cambiar el estado de su corazón.
Solo cuando el hombre admite su incapacidad total para cambiar sus pensamientos y motivos, acudirá a
Cristo en busca de respuestas. La lucha está vívidamente descrita por Pablo en Romanos 7, donde pre-
senta a un hombre que es carnal, un esclavo del pecado, quien en su propia fuerza trata de encontrar la
correcta relación con Dios mediante su propio esfuerzo humano. Él descubre que todo lo que quiere
hacer fracasa, y aquellos patrones de vida que sinceramente quiere evitar son precisamente los patrones
que está siguiendo, hasta que en desesperación exclama: ―¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este
cuerpo de muerte?‖. Romanos 7:24.
Inmediatamente le llega la respuesta: ―¡Gracias doy a Dios, por nuestro Señor Jesucristo!‖. Romanos
7:25.
Aquí Pablo muestra la respuesta sencilla pero perfecta al dilema motivacional del hombre. Sin el poder
de Cristo permaneciendo dentro, en el mejor de los casos tendremos motivos ambiguos. Es en el reco-
nocimiento de esta verdad que Pablo en Romanos 8 continúa: ―Y si el Espíritu de aquel que levantó de
los muertos a Jesús habita en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos, vivificará
también vuestro cuerpo mortal, por medio de su Espíritu que habita en vosotros‖. Romanos 8:11.
Es mediante el poder del Espíritu Santo morando en uno, que el corazón del hombre es transformado de
motivos egoístas a motivos de amor. Es con esta comprensión que reconocemos el significado del con-
sejo de Pablo: ―Haya en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús‖. Filipenses 2:5.
Es solo en la medida que los motivos de Cristo activan la conducta del hombre que sus acciones pueden
fluir de un corazón de amor. Ahora se puede percibir lo que quiso decir Salomón cuando dijo: ―Los
pensamientos de los justos son rectos‖. Proverbios 12:5.
Estos pensamientos pueden ser rectos solamente mientras la mente de Cristo sea el poder controlador
de la vida. Por lo tanto, el significado de la entrega total del corazón a Dios no se puede enfatizar de-
masiado. El Señor invita al hombre a venir a él de todo corazón.
―Por eso dice el Eterno, convertíos ahora a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y luto‖. Joel
2:12.
Pablo nos exhorta a poner en cautiverio ―Todo pensamiento en obediencia a Cristo‖. 2 Corintios 10:5.
David adicionalmente oró al Señor para que ―Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi
corazón ante ti, oh Eterno, Roca mía y Redentor mío‖. Salmo 19:14.
Sin embargo, es imposible para el hombre cambiar su corazón o por sí mismo recibir la mente de Cris-
to. Aun el cambio de la mente debe ser un acto de Dios. Todos pueden repetir la oración de David:
―Oh Dios, crea en mí un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí‖. Salmo 51:10.
Los motivos del hombre solo pueden ser cambiados en la medida en que se le permita a Cristo, elimi-
nar la mente carnal y reemplazarla con su propia mente. Quizás no haya nada mejor como barómetro
del crecimiento espiritual que nuestra relación con las posesiones y riqueza. Dios ha designado una
décima del ingreso del hombre, el diezmo, como suyo y permite que el hombre sea bendecido al dar
ofrendas y cuidar de los necesitados en la medida de sus capacidades.
No podemos dar nuestras mentes a Cristo; no podemos controlar nuestros pensamientos, pero diaria-
mente podemos pedirle a Cristo que los tome de manera que aun los motivos que inicien nuestras pala-
Pág. 57

bras y acciones puedan estar santificados por la vida Divina. La promesa de la mente renovada es clara.
El Señor declaró: ―Y les daré un corazón para que conozcan que Yo Soy el Eterno‖. Jeremías 24:7.
Y aun en un lenguaje más específico él promete: ―Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nue-
vo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne‖.
Ezequiel 36:26.
Es dentro de este contexto que la mente del cristiano es hecha de nuevo. Ningún esfuerzo humano, nin-
guna lucha o privación puede producirlo, pero el sencillo sometimiento a Cristo de la totalidad de la vi-
da lo logrará. Es solo entonces que el hombre podrá guardar la ley de Dios. En su propia fuerza la obe-
diencia es imposible, porque sus propios pensamientos son perversos y contaminados. Jesús declaró
que los pensamientos adúlteros son una violación del séptimo mandamiento: ―Pero yo os digo, el que
mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón‖. Mateo 5:28.
Juan declaró que el odio equivale al homicidio: ―Todo el que aborrece a su hermano es homicida. Y
sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él‖. 1 Juan 3:15.
La ley de Dios es observada cuando la mente es controlada por Cristo,64 y es en este sentido que Dios
ha prometido el cumplimiento de su pacto: ―Pondré mi Ley en sus mentes, y la escribiré en sus corazo-
nes. Y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo‖. Jeremías 31:33.
Cuando las acciones son incoherentes con los motivos, el servicio del hombre es inaceptable a Dios.
―¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de vosotros: ‗Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de mí‘‖. Mateo 15:7-8.
Cuando las palabras y las acciones son incoherentes con los motivos, el resultado será inevitablemente
confusión y conflicto.
Por lo tanto, la purificación de la mente es quizás el aspecto más crítico para determinar la salud mental
de los hombres y mujeres.
En su Sermón del Monte, Jesús dijo: ―Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a
Dios‖. Mateo 5:8.
La salud mental es adicionalmente asegurada por Isaías: ―Tú guardas en completa paz al que persevera
pensando en ti, porque en ti confía‖. Isaías 26:3.
Nada podría resumir mejor la motivación de un cristiano que las palabras de despedida de Pablo a Ti-
moteo: ―El propósito de este mandato es el amor nacido de un corazón limpio, de buena conciencia y
de una fe no fingida‖. 1 Timoteo 1:5.

Capítulo 16: Habituación.-


Mientras que los cristianos rechazan la posición conductivista que el hombre es la suma total de todas
sus influencias ambientales,65 no obstante es cierto que la conducta presente al igual que las actitudes y
creencias han sido desarrolladas y fortalecidas por el proceso de habituación. La comprensión cristiana
de habituación, sin embargo, no es independiente de la alternativa y toma de decisión. El estableci-
miento de patrones de hábito y formas características de comportamiento están sujetas a la influencia
modificadora y controladora de los procesos mentales superiores que, si son bien desarrollados y em-
pleados apropiadamente, se reflejarán crecientemente en pensamientos, palabras y acciones.
Durante el desarrollo prenatal, la infancia y niñez, los patrones de hábito son básicamente desarrollados
de acuerdo con la influencia hereditaria, patrones de madurez e influencias de los padres. La interac-
ción de estos factores establece un fuerte fundamento sobre el cual se establecerán los futuros hábitos y
comportamientos. Al llegar el niño a los años de creciente independencia, mucho dependerá sobre los
recursos de las experiencias anteriores, lo que determinará el grado al cual es capaz de comportarse de
acuerdo a los principios y propósitos establecidos por los poderes superiores de la razón.
64
El lector no debe confundir pensamientos de tentación con pecado. El diablo colocará en nuestras mentes pensamientos
pecaminosos así como lo hizo con Cristo. Estos llegan a ser pecado solo cuando acariciamos la tentación. De hecho, se
prometen grandes bendiciones a aquellos que no ceden a la tentación.
65
Véase Apéndice A titulado ―La Naturaleza del Hombre‖.
Pág. 58

Sin embargo, si bien se sostiene que las experiencias tempranas tienen un profundo efecto sobre deci-
siones posteriores, no se puede aceptar que este único factor constituye la única base de la conducta. Se
ha acordado, sin embargo, que la repetición de los actos fortalece los hábitos de comportamiento, pero
los humanos si tienen el poder para modificar, reemplazar o borrar aun los patrones de hábito larga-
mente establecidos. La conversión de cualquier ser humano a Cristo involucra no solo la escogencia de
liderazgo en la vida, sino también un cambio en el estilo de vida que en muchos casos es bastante radi-
cal.
Si el hombre no tuviera el poder de escogencia, no habría tenido forma alguna de aceptar el poder de
Cristo en su vida.
Entonces no habría esperanza que esos rasgos de carácter que definen la vida no convertida serían
puestos a un lado a cambio de una vida modelada sobre la vida de Jesucristo. Si se aceptara un punto de
vista de vida sencillo de estímulo-respuesta, ofrecería en el mejor de los casos una esperanza lenta e in-
segura de cambio de vida y ofrecería especialmente poca, si acaso alguna, esperanza para los de edad
media y madura de aceptar las exigencias de Cristo sobre sus vidas.
Sin embargo, la Biblia está repleta de ejemplos de cambios repentinos causados por conversiones. Za-
queo,66 el ladrón en la cruz,67 y Pablo 68 son ejemplos.
Las leyes de primacía y recientes—especialmente el primero—desempeña un papel en la formación de
hábitos. La ley de primacía dice que las experiencias tempranas son más fuertes que las experiencias
posteriores en la formación de los hábitos. Por tanto aquellos hábitos iniciados en la vida prenatal y
comienzos de la postnatal del niño son más probables a dominar que los hábitos establecidos poste-
riormente. Por esta razón se requiere mucho cuidado de parte de los padres durante estos meses de for-
mación. 69 Hábitos pobres establecidos tempranamente, militan contra la obra del Espíritu Santo en la
vida posterior. Por otra parte, unos sabios esfuerzos de parte de los padres le ayudará al infante a des-
arrollar patrones de vida que facilitará su futura respuesta al llamado del Espíritu Santo.
La ley de recientes dice que la mayoría de los hábitos recientes tienden a ser fuertes. Esta ley es tam-
bién significativa para los cristianos, porque si la última respuesta es coherente con el compromiso cris-
tiano, entonces hay mayor probabilidad que la respuesta se repetirá subsecuentemente en circunstancias
similares. Pero ceder a la tentación aumenta la probabilidad de ceder de nuevo.
Una ley de máxima importancia es la ley del ejercicio. La frecuencia con la que se repite un comporta-
miento determina en gran medida la fuerza de un hábito. Aquellos hábitos motivados por propósitos
egocéntricos son más fácilmente fortalecidos por el ejercicio que aquellos motivados altruistamente.
Por tanto se requieren mayores esfuerzos y decisiones más específicas para establecer buenos hábitos.
De parte de los padres, se requiere paciencia, un esfuerzo coherente, y posteriormente esto se necesita
de la persona misma cuando está desarrollando sus propias respuestas independientes en la vida. El
mayor fundamento para la formación de buenos hábitos es el dominio propio, y esta cualidad es forta-
lecida mediante el ejercicio.
La participación de la voluntad es esencial para el rompimiento de los malos hábitos y su erradicación,
así como para el establecimiento de hábitos valederos. Si bien el hombre es incapaz de romper los hábi-
tos pecaminosos sin el poder de Cristo, tampoco pueden ser rotos sin el reconocimiento de que son ma-
los, un deseo de romper la esclavitud del pecado, y un sincero esfuerzo para eliminar el mal. Una vida
victoriosa resulta solamente cuando el esfuerzo humano inadecuado se entrega por fe al poder de Cristo
quien es el único que efectúa la transformación que cambia los hábitos voluntariosos en patrones de
conducta semejantes a los de Cristo. Este cambio es lo que Cristo quiso decir en su dialogo con el fari-
seo, Nicodemo. ―El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios‖. Juan 3:3.

66
Véase Lucas 19:1-10.
67
Véase Lucas 23:39-43.
68
Véase Hechos 9:1-6.
69
Véase el capitulo 18 titulado ―Dieta‖.
Pág. 59

Debe haber una intervención divina en la vida antes que el esfuerzo humano pueda efectuar una trans-
formación del egocentrismo al patrón de vida centrado en Dios. Pablo endosa completamente esta ver-
dad cuando declara: ―Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Las cosas viejas pa-
saron, todo es nuevo‖. 2 Corintios 5:17.
La importancia de la habituación es vista en la respuesta a la tentación. Si cedemos a la tentación, el
poder de resistencia se debilita y la conciencia se embota. Cada repetición aumenta el debilitamiento, y
si se practica durante suficiente tiempo, la reversión del hábito puede ser casi imposible. Sin embargo,
si la tentación es resistida, y mediante el poder de Cristo se vence, la fibra moral del hombre es fortale-
cida en vez de debilitarse.
La Biblia enfatiza la relación entre los eventos causativos y sus consecuencias. Pablo dice: ―No os en-
gañéis, nadie puede burlarse de Dios. Todo lo que el hombre siembre, eso también segará. El que siem-
bra para su carne, de la carne segará corrupción. Pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu se-
gará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien, que a su tiempo segaremos, si no desfalle-
cemos‖. Gálatas 6:7-9.
Las decisiones tomadas, con frecuencia conducen a consecuencias mucho más allá de los asuntos ini-
ciales, y la sabiduría dictamina que aun las pequeñas decisiones de la vida deben realizarse con cuida-
do. Salomón en lenguaje metafórico indicó esta verdad cuando manifestó: ―Las zorras pequeñas,...
echan a perder las viñas‖. Cantares 2:15.
Quiere decir que son los pequeños pecados los que arruinan la vida.
La aceptación de Cristo puede ser instantánea, y la transformación de la vida de alianza a Satanás hacia
Cristo es instantánea. Este compromiso inevitablemente conduce a un cambio de conducta inmediata,
con frecuencia de naturaleza dramática. No obstante, mientras que el cambio de dirección de la vida es
instantáneo, el crecimiento y desarrollo del verdadero cristiano es continuo y para toda la vida. Es por
eso que frecuentemente la vida cristiana es considerada como un crecimiento (1 Pedro 2:2),70 y como
una experiencia de aprendizaje (Deuteronomio 4:10).71 Por lo tanto, aunque la transferencia de alianza
es instantánea, hay la necesidad de un crecimiento diario que resulta del estudio de la Palabra de Dios,
de las invitaciones del Espíritu Santo y de una vida rica en oración, facilitando de esta manera nuevas
dimensiones de vivencia cristiana por ser comprendidas y practicadas.
Adicionalmente, mientras que la conversión conduce a muchos cambios inmediatos de comportamiento
abierto, los hábitos viejos pueden reaparecer cuando inesperadamente surgen circunstancias adversas y
repentinas. Por ejemplo, alguien que en el momento de su conversión haya eliminado la blasfemia y la
obscenidad de su vocabulario, puede no obstante, para su gran consternación, revertir a ello si repenti-
namente se golpea un dedo del pie. Sin embargo, al confesar el pecado y en la medida en que crece y
establece el hábito de pureza de Cristo en su vida, menos y menos en situaciones adversas usará un vo-
cabulario contrario al estilo de Cristo ni siquiera en actos reflejos. La práctica del cristianismo conduce
a una victoria completa, y finalmente llega el día cuando bajo ninguna circunstancia se usa un lenguaje
contrario al vocabulario de Cristo.
No es posible ignorar la influencia que los factores hereditarios y de madurez ejercen para determinar
la posible dirección de los patrones de hábito, pero no debe ser aceptado que estos son inmodificables o
lo mejor para uno. Se debe reconocer que el cristianismo invita a un cambio de las tendencias inheren-
tes, y que el poder de Cristo es capaz de cambiar a los hombres de aquellos patrones heredados o adqui-
ridos, que son autodestructivos y conducen a la separación eterna de Dios. No es aceptable asumir que
porque un hombre tiene un patrón característico en la vida que ―es él‖, y no puede o no necesita ser
cambiado. Cualquier cosa que no es semejante a Cristo, Jesús nos ha asegurado que podemos vencer en
su fortaleza. Toda forma pecaminosa complacida, fortalece los hábitos del mal y debilita el control. No

70
Véase también 2 Pedro 3:18; Efesios 4:15.
71
Véase también Deuteronomio 14:23; Deuteronomio 31:12.
Pág. 60

solo la bondad se destruye por la complacencia propia, sino que también la alegría y la paz mental. En
vista de que es más fácil ser educado para el mal, resulta más difícil cambiar fuertes hábitos negativos.
Hay mucha advertencia contra la complacencia voluntaria del pecado. Salomón expresa el peligro ca-
tegóricamente: ―El camino de los impíos es como la oscuridad, no saben en qué tropiezan‖. Proverbios
4:19.
Pedro también vio una relación similar para el impío. ―Especialmente a los que siguen los deseos co-
rruptos de la carne, y desprecian el señorío divino. Atrevidos, rebeldes, que no temen hablar mal de las
potestades superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronun-
cian juicio de maldición contra ellos ante el Señor. Pero estos hombres hablan mal de las cosas que no
entienden. Son como bestias brutas, nacidas para ser cazadas y destruidas. Y como las bestias también
perecerán. Serán retribuidos con daño por el daño que cometieron. Se complacen en el libertinaje en
pleno día. Son sucios, manchados, y mientras comen con vosotros se recrean en sus errores. Tienen los
ojos llenos de adulterio, y no se sacian de pecar. Seducen a los inconstantes, tienen el corazón ejercita-
do en codicias, y son hijos de maldición. Han dejado el recto camino, se han extraviado, y siguieron el
camino de Balaam, hijo de Beor, que amó el premio de la maldad‖. 2 Pedro 2:10-15.
La oración de David era que el Señor le conservara el corazón de hacer cualquier cosa pecaminosa.
―No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, a obras impías con los malhechores; no coma yo de
sus deleites‖. Salmo 141:4.
Toda la exhortación y estímulo de amigos cristianos y familiares a revertir o evitar los hábitos pecami-
nosos será inútil a menos que la mente carnal esté sometida y se le permita al Espíritu Santo controlar
la mente.72 Es el secreto para la eliminación de hábitos malos y el establecimiento de buenos hábitos.
Los pensamientos puros y santos no surgen en forma natural en la mente del hombre o de la mujer in-
conversa. La mente carnal (natural) no es capaz de obedecer la ley de Dios.
―Porque la inclinación de la carne es contraria a Dios, y no se sujeta a la Ley de Dios, ni tampoco pue-
de‖. Romanos 8:7.
Por lo tanto la mente carnal sigue senderos de pecado. Sin embargo el cristiano no es un autómata. La
decisión es suya, si le permitirá al Espíritu Santo transformar su vida, y el también debe ejercer su es-
fuerzo e influencia de parte del bien hasta lo sumo.
El desarrollo de hábitos benéficos es crítico no solo a la autovalía sino también para la alegría y pureza
de la vida. La disponibilidad de tiempo libre no planificado puede ser muy nocivo. El ocio y la pereza
proveen la plataforma para un amplio rango de conducta improductiva e indeseable. De manera que
desde sus más tempranos años a los niños se les debiera enseñar hábitos de industria. Este entrenamien-
to constituye una gran barrera contra el desánimo y desaliento. También el desarrollo de hábitos de re-
gularidad y orden colocan el fundamento para actividades provechosas en otras esferas de la vida. La
manera en que el joven es educado es vital para futuros patrones de hábito. De manera que Pablo aboga
porque los padres críen a sus hijos fomentando y amonestándoles acerca del Señor.
―Y vosotros, padres, no irritéis a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor‖.
Efesios 6:4.
Salomón da la seguridad que la educación correcta de los hijos será recompensada por una conducta
correcta en la edad adulta.
―Adiestra al niño en el camino que debe seguir, aunque sea anciano, no se apartará de él‖. Proverbios
22:6.
Sin embargo, debemos reconocer que la decisión final corresponde a cada individuo, y se necesita el
esfuerzo personal unido al poder del Espíritu Santo para obtener victoria sobre los hábitos pecamino-
sos.
―Someteos, pues a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros‖. Santiago 4:7.

72
Véase Romanos 8:6-14.
Pág. 61

Mientras que es usual asociar los hábitos con la conducta visible, es necesario reconocer que los hábi-
tos tienen su fuente en la mente. Por lo tanto Salomón dijo: ―Porque tal como piensa en su corazón, así
es él‖. Proverbio 23:7.
Adicionalmente, Salomón advirtió: ―Por encima de todo, guarda tu corazón, porque es la fuente de la
vida‖. Proverbio 4:23.
Y Jesús dijo: ―Porque de la abundancia del corazón habla la boca‖. Mateo 12:34.
Es indudablemente a la luz de esta relación entre pensamientos, palabras y actos que el salmista escri-
bió: ―Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón ante ti, Señor, Roca mía y Re-
dentor mío‖. Salmo 19:14.
El monitoreo de patrones de pensamiento es esencial para la formación de hábitos de conducta prove-
chosos los cuales constituyen el fundamento del carácter y son fundamentales para el crecimiento cris-
tiano. El vencimiento de los hábitos pecaminosos requiere de la decisión de servir a Dios, porque es a
través de la voluntad que el pecado logra su victoria sobre el hombre hasta que la voluntad queda casi
paralizada, al punto que es casi imposible tomar decisiones correctas. Requerirá de esfuerzo y control
de la voluntad, para apartarse del mal y dirigirse hacia hábitos provechosos, pero los resultados serán
grandemente recompensados. Las Escrituras frecuentemente nos exhortan a practicar el bien y aparta-
mos del mal.
―Apártate del mal, haz el bien, busca la paz, y síguela‖. Salmo 34:14.
―Apártese del mal, y haga el bien. Busque la paz, y sígala‖. 1 Pedro 3:11.
Adicionalmente, la práctica del bien es referida en las Escrituras como un proceso de aprendizaje:
―Aprended a hacer bien. Buscad justicia, restituid al agraviado, defended al huérfano, amparad a la
viuda‖. Isaías 1:17.
―Con mi corazón te he deseado en la noche, y con todo mi espíritu te busco en la madrugada. Porque
cuando hay juicios tuyos en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia‖. Isaías 26:9.
―Y si aprenden bien los caminos de mi pueblo, para jurar en mi Nombre, diciendo, ‗Vive el Señor‘, así
como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, serán prosperados en medio de mi pueblo‖. Jeremías
12:16.
Pero es más que un proceso de aprendizaje. La voluntad puede ejercitarse coherentemente para el bien
solo cuando está unida a una confianza inquebrantable en Dios.
―Confía en el Señor, y haz el bien; habita en la tierra y cultiva la fidelidad‖. Salmo 37:3.
Es esta confianza lo que le permite al firme de propósito apartarse del mal.
―Apártate del mal y haz el bien, y vivirás para siempre‖. Salmo 37:27.
La confianza en Dios provee poder para vencer tanto los patrones de comportamiento aprendidos como
también los inherentes que son incoherentes con la plenitud de la vida. El profeta Jeremías lo establece
claramente al decir que el hombre por sí mismo es incapaz de cambiar sus malos hábitos.
―¿Puede el etíope cambiar el color de su piel, o el leopardo sus manchas? Así, tampoco podréis voso-
tros hacer bien, estando habituados a hacer el mal‖. Jeremías 13:23.
De manera que debemos enfrentarnos a cada hábito pecaminoso, y mediante una confianza irrevocable
en Cristo cambiar nuestras antiguas maneras de ser. Esta confianza, puede ejercitarse solamente cuando
se haya renunciado completamente al yo, porque solo entonces puede la voluntad del hombre reunifi-
carse con seguridad con la voluntad de Dios. Cuando Dios controla nuestra voluntad entonces nuestros
pensamientos, palabras, emociones y hechos son controlados. Es sólo entonces que podemos cumplir el
mandato galardonador:
―Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien y prestad, sin esperar de ello nada. Y vuestro galardón
será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno aun con los ingratos y malos. Sed, pues,
misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados. No conden-
éis, y no seréis condenados. Perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará. Os darán una medida
buena, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida con que medís, os volverán a medir‖. Lu-
cas 6:35-38.
Pág. 62

Mientras que la búsqueda de recompensa nunca será el motivo para actos buenos, hay inevitablemente
un rico galardón que encuentra su expresión en la fortaleza física, emocional y la salud mental. Es el
Espíritu de Dios el que educa la mente para buscar valores espirituales, y motiva hacia actos de pureza
y santidad.
Los hábitos son el fundamento del carácter.73 Aun los actos más diminutos constituyen el carácter. Por
lo tanto el hacer el bien persistente y coherentemente, es la base para perfeccionar un carácter cristiano.
También debe haber un recordatorio constante de la voluntad de Dios y su camino para que se desarro-
lle una base comprensiva y bien establecida del bien hacer. Por ejemplo, Dios le instruyó a Israel a en-
señar su ley constantemente a sus hijos mientras implantaban sus preceptos en sus propios corazones.74
Sin embargo cada prueba, tribulación y tentación debe ser vencida una a la vez. Hay quienes han estado
entrampados en el pecado durante muchos años. Es la responsabilidad del cristiano demostrarle a estos
tentados que Dios ofrece una manera de vida enteramente superior, y que al mismo tiempo provee el
poder para vivir esa vida.
Pero las leyes de la habituación son tales que aunque Cristo perdona y restaura, la vida es manchada
proporcionalmente por las tentaciones a las que uno cede. Además, nuestros talentos concedidos por
Dios son limitados en igual grado. Es una decisión seria continuar en el pecado una vez que el conoci-
miento de la verdad es obtenido, porque cada hábito malo debilita el desarrollo físico, emocional y es-
piritual. Aquellos que consideran que están en libertad de seguir en la búsqueda de logros mundanos
por un tiempo, esperando entregarse a Dios más tarde en la vida, toman una decisión temiblemente pe-
ligrosa. No solo están limitando en igual grado el tiempo y la efectividad de su utilidad para Dios, sino
que también se enfrentan a las consecuencias de persistir en los malos hábitos que constantemente de-
bilitan su resolución hasta poder llegar a no desear siquiera caminar por las sendas de justicia.
Las pruebas y tentaciones son permitidas para que muchos puedan escoger: fortalecer los hábitos del
mal al ceder, o fortalecer los hábitos de hacer el bien al resistir. Cada defecto debilita, y cada victoria
fortalece la senda de justicia. El poder de Cristo está prestamente disponible a todos aquellos que since-
ramente procuran quebrantar los lazos de los malos hábitos establecidos sobre tendencias hereditarias
al mal. El deseo y esfuerzo humano es necesario, pero no es una base suficiente para la formación de
hábitos de bien y pureza. La victoria continua resulta sólo cuando nuestros deseos y esfuerzos le permi-
ten a Cristo eliminar todos los motivos eogocéntricos, para que el poder de su Espíritu pueda hacer la
obra de santificación en nuestras vidas.

Sección 3: Factores Físicos.-


Capítulo 17: Los Sentidos.-
El hombre monitorea su ambiente externo por medio de sus doce a quince modalidades de sentidos,75 y
es a través de estas modalidades que el cerebro y el sistema nervioso central reciben información. En
gran medida la información sensorial controla las señales salientes de la mente. La maldad en el am-
biente genera mal dentro de la mente.
La salud emocional y mental tiene mucho que ver con los impulsos sensoriales que recibimos, como
también las respuestas individuales hacia estas impresiones. Estas respuestas a su vez están integral-
mente ligadas con nuestra salud espiritual. Es obvio que no tenemos control total sobre los estímulos
monitoreados por los órganos de los sentidos. Sin embargo también es cierto que tenemos considerable
control. Se puede razonar que si nuestros mensajes recibidos son consistentemente de naturaleza nega-
tiva no podremos cumplir el potencial dinámico que Dios tiene para nosotros. Las Escrituras dicen:

73
Véase el capitulo 3 titulado ―La Salud Mental y el Carácter‖.
74
Véase Deuteronomio 4:4-9.
75
Estos incluyen el frío, el audio, el calor, la quinestecia (sentido de posición), dolor, luz, presión, presión profunda, olfato,
estéreognosis (sentido de forma), gusto, tacto, discriminación de dos puntos, vibración, visión.
Pág. 63

―Porque los que viven según la carne, piensan en los deseos de la carne. Pero los que viven según el
Espíritu, piensan en los deseos del Espíritu. Porque la inclinación de la carne es muerte, pero la inclina-
ción del Espíritu es vida y paz‖. Romanos 8:5-6.
De manera que la vida espiritual establecida sobre la justicia imputada e impartida de Jesucristo no solo
es una preparación para la vida eterna, sino que también ofrece una garantía de paz. Una persona emo-
cionalmente perturbada carece de paz interior, pero el cristiano posee la fuente máxima de paz. Mucho
depende de los mensajes que nuestros sentidos envían a nuestros cerebros. Pablo enfatiza la necesidad
de resguardar cuidadosamente nuestra mente: ―Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo
lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza, en eso pensad‖. Filipenses 4:8.
Es imposible para los humanos pensar en cosas que no tienen absolutamente ninguna relevancia con
sus experiencias. Por ejemplo, sería imposible para un bebé pensar acerca de física nuclear. Está com-
pletamente fuera de su rango de experiencia, y de hecho está fuera de la experiencia de muchos adultos.
Pero sí pensamos y contemplamos aquellas cosas que vienen dentro de nuestra esfera de experiencia
perceptiva. Cada uno de los sentidos recibe constantemente información concerniente al ambiente. Esta
recepción comienza mucho antes del nacimiento, mientras estamos en el estado prenatal, y por supues-
to se expande vastamente poco después del nacimiento.
En el cambiante mundo en el que vivimos, las posibilidades preceptuales son casi ilimitadas. Todo tipo
de estímulos están, como si fuera, peleando por cautivar nuestra atención.
La humanidad se ha vuelto más y más conciente de todos los varios aspectos de la atención humana,
los varios esfuerzos del publicista, la persona que está tratando de alcanzarnos mediante los medios
masivos de comunicación, aquellos que están tratando de vender sus productos. Aquellos que procuran
atraer nuestra atención dirigen sus esfuerzos hacia el más amplio rango de audiencia humana. Algunas
de estas cosas son buenas, algunos son provechosos; pero un vasto número están dirigidos hacia la des-
trucción del alma. No es sabio desear participar en todas las experiencias disponibles, y muchas veces
somos grandemente beneficiados al evitar aquellas experiencias que probablemente obrarían contra
nuestra salud mental y crecimiento espiritual.
No todo conocimiento es poder. Adán y Eva aprendieron esta lección tristemente en el Huerto del
Edén.76 La percepción humana está nublada por el orgullo, el egoísmo, y otras emociones negativas. El
pecado continuo disminuye la agudeza perceptiva. Es mediante la contemplación que el hombre es
cambiado sea para bien o para mal. Pablo señala que al contemplar la gloria del Señor ―Vamos siendo
transformados de gloria en gloria, a la misma imagen, por el Señor que es el Espíritu‖. 2 Corintios 3:18.
Algunos jóvenes ven un misticismo atractivo en aquello que es contrario al estilo de vida al que han es-
tado acostumbrados.
Pero los jóvenes con una orientación cristiana necesitan darse cuenta con gran gratitud, de aquello de lo
cual han sido preservados, en vez de permitir que su curiosidad los involucre en una forma de vida que
es autodestructiva. Si bien el cristiano no se suscribe al rígido punto de vista determinístico de que so-
mos simplemente la totalidad de nuestras experiencias perceptivas, no podemos negar que la Palabra de
Dios señala que lo que vemos y escuchamos, lo que degustamos, olemos y sentimos ejerce una profun-
da influencia sobre la forma en que funcionan nuestros cerebros.
Si bien es casi imposible que nos escapemos de por lo menos algunas de las influencias corruptoras de
nuestro ambiente si vamos a vivir una vida normal, no obstante no necesitamos entrar completamente
en un banquete de nuestros sentidos sobre las cosas que son moralmente destructivas. Por lo tanto Da-
vid clamó al Señor para evitar que sus ojos contemplaran lo falso y vano.
―Aparta mis ojos de la vanidad, vivifícame en tu camino‖. Salmo 119:37.
Es especialmente importante que a los bebés se les provea de un ambiente moral sano. Su apreciación
de los valores sencillos de la vida son destruidos al enfocar la mente sobre lo imaginario. En sus años

76
Véase Génesis 3:1-19.
Pág. 64

de formación, las actitudes, creencias y sistemas de valor están siendo formados. También, en esta épo-
ca de la vida resulta difícil discriminar entre lo real y lo irreal. Muchos niños atraviesan un estado de
fantasía cuando se convencen que lo aparente es una realidad. Esta fantasía es a menudo asociada con
juego aparente con animales que no existen. Muchos padres están profundamente preocupados con esta
conducta y la consideran mentira de parte del niño. Pero no es mentira en el sentido normal de elabora-
ción deliberada.
No ayudaremos al niño castigándole por el acto, lo cual con frecuencia conduce a represión por parte
del niño, ni siguiendo con el juego de fantasía. Pero es importante ayudarle al niño a darse cuenta que
nosotros discriminamos entre lo real y lo irreal al decir algo como: ―sí, pero no es un mico de verdad,
¿no es así?‖.
Un ambiente donde el niño sea capaz de relacionarse de manera constructiva con el mundo real es es-
pecialmente importante en esta etapa. El niño es ayudado adicionalmente por el padre al reforzar un ob-
jeto real o actividad que ha ocurrido, mediante un comentario apropiado. Con demasiada frecuencia en
esta edad los niños son alimentados con las apariencias construidas alrededor de las historias de fantas-
ía.
Estos en sí mismos no son de ayuda para el desarrollo del niño y son aún más devastadores cuando se
vuelven parte regular de la dieta alimenticia de televisión del niño. Los padres necesitan hacer todo es-
fuerzo para ayudarle al niño a discriminar entre lo real y lo irreal.
La televisión es especialmente devastadora para el niño de tierna edad, porque los niños de tierna edad
no tienen los antecedentes o la experiencia que los capacite para manejar efectivamente estas experien-
cias de fantasía. Por lo tanto tienden a integrarlos dentro de su vida real. De esta manera aquello que
podría ser de menor influencia sobre un adulto (y aun esta evaluación es cuestionable) puede constituir-
se en una influencia mayor sobre el niño. La televisión ha sido en gran medida responsable por el
síndrome de entretenimiento que hace cada vez más difícil para los jóvenes relacionarse con, o disfrutar
de los sólidos logros prácticos de la vida. Estudios han demostrado que prolongadas horas de ver tele-
visión producen los patrones cerebrales de onda corta alfa que son los del sueño y estado de descanso
en vez de las ondas beta más rápidas del patrón cerebral que controlan la normal actividad intelectual.
Esta recepción pasiva de lo que es visto subestima los peligros de ver televisión.
Debemos ser conscientes que la mente es una entidad dinámica que no se apaga cuando se apaga el te-
levisor. Los jóvenes reciben mucha de su experiencia indirectamente, a menudo un mínimo de cuatro a
cinco horas al día, mediante los canales de televisión, y están obteniendo cada vez menos experiencia
de la vida real. Esta orientación tiene implicaciones devastadoras, y algunos psicólogos han atribuido el
incremento de la esquizofrenia y autismo en los niños y adolescentes a esta fuente específica.77
Además, al contrario de un libro, la televisión o radio no permite una evaluación cuidadosa de lo que se
escucha o presenta, porque inmediatamente se pasa a otro tema. El lector de un libro tiene la oportuni-
dad de leer de nuevo, para contemplar y evaluar mucho más efectivamente. Pero aun aquí el tipo de
lectura errónea puede tener efectos similares a los de la televisión, donde el mundo de la ficción está
entrelazado en las fantasías de la mente. No se puede pasar por alto el impacto de la música. La música
de rock pesada no sólo tiene implicaciones fisiológicas devastadoras, y ciertamente obra contra la tran-
quilidad mental que Dios ha provisto para el hombre; sino que muchas otras clases de música tienen
consecuencias similares.
En una era amante del placer es fácil, para las mentes tanto de niños como de adultos, enfrascarse en
diversiones que no aprovechan y son contra producentes. Las diversiones buscadas simplemente por
amor a la excitación y placer en última instancia siempre son insatisfactorias porque en sí son auto-
gratificantes, y no son ni útiles ni una bendición para otros. Lo que el cristiano emprende lo acerca más
a Dios y lo convierte en una mayor bendición para otros. Cualquier diversión excita la imaginación,
bien sea el teatro, eventos deportivos, o lectura de novelas. Por lo tanto las diversiones son destructivas

77
Véase el capitulo 22 titulado ―La Niñez‖.
Pág. 65

de una vida tranquila y del crecimiento espiritual. Aunque excitantes en el momento, tienden a ser se-
guidos por depresión que exige aun mayor excitación y de esa manera no contribuyen a una felicidad
duradera. El cristiano inteligente controla su ambiente de tal manera que evita hasta donde sea posible,
leer, ver o escuchar aquello que es dañino para su crecimiento espiritual. Tampoco debería pasar por al-
to la influencia de los sentidos del tacto, gusto, y olfato.
Los niños usualmente aprenden a disfrutar el tipo de alimento que se les dio a comer cuando eran muy
pequeños. Es por eso que los padres tienen la obligación de dirigir sus gustos de tal manera para que
puedan disfrutar alimentos integrales. Si se les brindan alimentos condimentados cuando son jóvenes
desearán esos alimentos más tarde en la vida. Similarmente aquellos a quienes se les brindan alimentos
diseñados para la salud de la mente y el cuerpo valorarán tal dieta en la edad adulta.
Vale la pena observar aquellas influencias que proveen una atmósfera positiva para monitorear el mun-
do percibido del infante, el niño y el adolescente. Obviamente un ambiente rural hermoso y relajado, es
superior al ambiente agitado y tensionante de las áreas urbanas. Los resultados de una buena lectura,
buen compañerismo, de música relajante y edificación espiritual, del estudio de la Biblia, todos tienen
un efecto positivo, fortalecedor sobre el desarrollo de la salud mental.
Las cosas espirituales se disciernen mediante las cosas sugeridas por el Espíritu Santo.
―Pero el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios, porque le son necedad; y no las pue-
de entender, porque se han de discernir espiritualmente‖. 1 Corintios 2:14.
Este discernimiento se logra más efectivamente en la medida en que el estudio sincero de la Palabra de
Dios fortalece la mente contra el mal y el engaño de Satanás. El crecimiento espiritual es dependiente
sobre una clara percepción que emana de Dios por medio del Espíritu Santo y se logra más prestamente
cuando la vida es, hasta donde sea posible, rodeada por aquello que es puro y santo y cuando la mente
es alimentada con alimento intelectual y espiritual integral. Con gran cuidado deberían los padres esco-
ger los libros y revistas provistos para sus hijos.
Aquellos materiales que estimulan pensamientos de dedicación y de servicio siempre deberían estar
disponibles, excluyendo lo imaginario, lo sensacional y ficticio. Los padres también tienen la responsa-
bilidad de proveerles actividades recreativas que, de manera no competitiva, atraen a sus hijos hacia la
gran obra natural creada por Dios, y la cual provee oportunidad para el crecimiento espiritual y servicio
a los demás.

Capítulo 18: La Dieta.-


Previamente hemos explorado la influencia de los procesos preceptuales de nuestros sentidos sobre la
salud mental. 78 Hay, sin embargo, otras formas de influenciar el funcionamiento cerebral. El cerebro es
la estructura anatómica que interviene en los procesos mentales, y es la base de los procesos neurológi-
cos que estimulan el mecanismo del pensamiento de todo ser humano.
Mientras que los sentidos y el sistema nervioso periférico desempeñan un papel mayor con sus impul-
sos al cerebro, no se puede pasar por alto que el funcionamiento del cerebro es también afectado en
gran medida por el sistema circulatorio sanguíneo. Es por lo tanto de esperarse que nuestra salud men-
tal esté relacionado con los patrones de comer y beber que seguimos, ya que la calidad de los nutrientes
en la sangre es grandemente afectada por los hábitos dietéticos. Pablo ciertamente vio esta clara rela-
ción de la dieta con nuestra vida espiritual cuando dijo: ―Así, si coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa,
hacedlo todo para la gloria de Dios‖. 1 Corintios 10:31.
El apóstol Pedro, refiriéndose no solo a la dieta, sino también a la relación entre la dieta y la vida espi-
ritual, dijo: ―Amados, como a extranjeros y peregrinos que sois, os ruego que os abstengáis de los de-
seos carnales que combaten contra el alma‖. 1 Pedro 2:11.
No hay duda que Satanás frecuentemente tiene éxito en controlar las vidas por medio del apetito.

78
Véase el capitulo 17 titulado ―Los Sentidos‖.
Pág. 66

En esta era sofisticada en que vivimos, el consumo dietético humano se ha revolucionado. Gran parte
de nuestra dieta está formada por alimentos refinados, y el líquido consumido tiende a ser otro diferente
al agua pura dada primordialmente por Dios para satisfacer la sed del hombre. Los gobiernos actual-
mente están gastando millones de dólares, a través de varias agencias, en investigaciones que han pues-
to al descubierto el hecho de que muchos alimentos procesados comúnmente ingeridos por los humanos
conllevan grandes riesgos para la salud. En vista de la interrelación entre la vida física, emocional y es-
piritual del hombre, es comprensible que estos alimentos también afecten su estabilidad emocional. La
alternativa más segura y mejor para vivir gira alrededor de alimentos sencillos que no estén altamente
condimentados ni refinados, porque hay una estrecha relación entre la sencillez de la dieta y el creci-
miento y desarrollo humano.
Dietas libres de azucares refinados, grasas, aceites y especies hacen mucho para revertir las enfermeda-
des degenerativas tales como la enfermedad cardiovascular, cerebro-vascular, diabetes, artritis y obesi-
dad. Mucha evidencia indica que una dieta rica en carbohidratos complejos, en fibra, y relativamente
baja en grasas y proteínas es la más apropiada para las necesidades humanas. Dicha dieta no tendría
más de 20% de grasa no refinada y 20% de proteína no refinada y no menos de 60% de carbohidratos
complejos. Esta dieta, sencilla pero bien preparada, no solo conduce a una buena salud, sino que tam-
bién es comparativamente económica.
El uso de grasas refinadas, tanto saturadas como insaturadas, es defendida cada vez menos. Las grasas
que se encuentran en forma natural en las nueces y los granos son superiores a las concentradas. Este
principio es también verídico para los carbohidratos refinados y concentrados proteínicos. Hasta hace
más o menos un siglo, la mayoría de la gente tuvo poca dificultad para vivir una vida que incluía una
dieta sencilla y a menudo relativamente saludable. Pero actualmente, especialmente para el citadino,
dicha dieta tiene que ser cuidadosamente planeada y completamente entendida. Es significativo notar
que Dios escogió un ambiente sencillo, un hermoso huerto, donde el hombre habría de hacer su primer
hogar.
―Entonces Dios el Señor modeló al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el
hombre llegó a ser un ser viviente. Dios el Señor había plantado un huerto en Edén, al oriente, y puso
allí al hombre que había formado... Tomó, pues, Dios el Señor al hombre y lo puso en el huerto de
Edén, para que lo cultivara y lo guardara‖. Génesis 2:7-8,15.
Es de notar que las ciudades tuvieron su origen con el primer homicida, Caín.
―Y Caín conoció a su esposa que concibió y tuvo a Enoc. Y Caín edificó una ciudad y la llamó Enoc, el
nombre de su hijo‖. Génesis 4:17.
La dieta sencilla sigue siendo la mejor para la salud del hombre. Especialmente hoy en día cuando el
cáncer, la tuberculosis, y otras enfermedades son más evidentes en la carne de los animales, 79 de nuevo
se pueden obtener grandes beneficios de una dieta vegetariana. Adicionalmente, la visita constante a
restaurantes y cafeterías hace más difícil seleccionar la clase de dieta más apropiada para preservar la
salud mental, emocional y física. Es en el hogar donde la dieta puede ser monitoreada con más éxito.
Mucha de la dieta errada puede trazarse al ego-centrismo.
Comer en exceso, y consumir la clase equivocada de alimentos, tiene su fundamento en una gratifica-
ción propia incontrolada que obra contra la salud espiritual y emocional. Se puede notar que el infante
tiene gran preocupación con la satisfacción oral.
Gran parte de su vida temprana está entrelazada con la gratificación de sus necesidades de hambre, y
una de sus compulsiones básicas es colocar en la boca casi todo lo que esté a su alcance. Se requiere
mucha educación para transformar la indiscriminalidad de la infancia en patrones equilibrados y selec-
tivos de sólidos principios dietéticos. No cabe duda que una dieta pobre, elaborada alrededor de hábitos

79
Cuando la Biblia Reina Valera fue traducida, la palabra inglesa carne significaba alimento derivado de grano y no deriva-
do de carne: ―Cuando alguien ofrezca un presente de granos al Eterno, su ofrenda será de flor de harina. Sobre ella echará
aceite y pondrá incienso‖. Levíticos 2:1.
Pág. 67

de salud impropios, puede ser un fuerte factor en la demostración de pobres características tempera-
mentales. Comer en exceso tiende a desviar la sangre del cerebro y comer frecuentemente entre comi-
das tiene un efecto negativo sobre el ser emocional. No se debería seguir comiendo hasta que uno se
sienta incómodo; tampoco se debería satisfacer el apetito entre comidas.
Hay razones muy buenas por las que se agrupa en las Escrituras al glotón con el borracho.
―Porque el bebedor y el glotón empobrecerán, y el sopor los vestirá de harapos‖. Proverbios 23:21.
―Y dirán a los ancianos de la ciudad: ‗Este hijo nuestro es obstinado y rebelde, no obedece a nuestra
voz. Es comilón y borracho‘‖. Deuteronomio 21:20.
Ambos producen cierta ―intoxicación‖ de la mente que reduce la efectividad del juicio moral y limita
nuestro crecimiento espiritual, conduciendo a un reducido crecimiento emocional. De hecho, ha habido
considerable investigación involucrando la relación entre la dieta y la enfermedad mental, y algunos
investigadores alegan que han sido capaces de establecer una estrecha correlación entre los patrones de
dieta y la tendencia a conductas neuróticas y psicóticas.
Los cristianos tienen una gran responsabilidad de monitorear cuidadosamente los hábitos de comer y
beber, regularizándolos y tomando cuidado en lo que respecta a la calidad y cantidad de alimento con-
sumido. La regularidad en el comer es importante. Es casi siempre mejor si no se consume más de tres
comidas al día y algunos que no están involucrados en la extenuante labor física podrían estar mucho
mejor con dos comidas al día. Estas comidas deberían espaciarse al menos cinco horas, con nada más
fuera de agua tomada entre las comidas. La última comida resulta mejor cuando es consumida al menos
cuatro horas antes de acostarse. Es también benéfico para la digestión que no se tome líquido con la
comida de manera que la digestión no quede inhibida. Sin embargo, entre comidas se debería tomar una
buena cantidad de agua. La salud es adicionalmente estimulada cuando las comidas son consumidas en
una forma lenta y feliz, con profunda gratitud hacia el gran Proveedor de todo nuestro sustento. La di-
gestión es también ayudada por un ejercicio liviano después de comer, como una caminata ligera o un
trabajo de huerto liviano. ¿No es un error moral comer o beber en una forma que desgasta nuestra forta-
leza física y deja nuestras mentes menos capaces de tener discernimiento entre el bien y el mal?
Adicionalmente, la intemperancia en el comer afecta nuestras emociones, porque esas emociones de-
seables de amor, ternura, amabilidad, y simpatía dependen de una mente clara y patrones de conducta
sin egoísmo. Por otra parte, las emociones indeseables tales como el odio, envidia, celos y codicia sin
lugar a dudas son fortalecidas por hábitos que están basados sobre la gratificación propia y complacen-
cia propia. 80
Con frecuencia tratamos de desasociar los aspectos intelectuales de la vida de los aspectos emociona-
les, pero es completamente imposible hacerlo. Algunos han mirado a la religión de esta manera, sugi-
riendo que las emociones no debieran tomar parte en la aceptación religiosa o en su práctica.
Sin embargo, la totalidad de la experiencia humana está relacionada con nuestra vida religiosa, y nues-
tras emociones están críticamente ligadas con nuestras decisiones religiosas.
Esto no es para sugerir que las respuestas mayormente emocionales no puedan ser contraproducentes, y
una religión que conduce al desarrollo de una reacción frenética casi no podría considerarse como pro-
duciendo una emoción santa; pero el amor y la bondad, ternura, y simpatía son emociones que en sí
mismas han sido expresadas por Dios a su pueblo por medio del sacrificio de Jesucristo, y el cristia-
nismo hace parte de estas emociones positivas. Tales emociones también están íntimamente conectadas
con una sólida salud mental.
Por otra parte, los cristianos deben procurar evitar la desnutrición. Algunos van a los extremos, hacien-
do de varios aspectos de la dieta la base característica de su fe. No podemos imaginarnos a Adán y Eva
como flacos y demacrados más de lo que los podemos ver como obesos. ―Mucha evidencia existe ahora
sobre los peligros a la longevidad por estar bajos de peso‖.81 Por supuesto se reconoce que algunas per-

80
Véase el capitulo 8 titulado ―Emociones Negativas‖.
81
The British Medical Journal, 4 de Octubre de 1980, volumen 281 página 894.
Pág. 68

sonas tienen genéticamente, una predisposición a figuras delgadas así como otros tienen tendencias
genéticas hacia la obesidad.
Sin embargo, las Escrituras aconsejan contra los extremos en la dieta. Si bien la nutrición excesiva y la
desnutrición no siempre se reflejan en nuestro físico, los principios del control dietético sí se aplican a
todos.
Actualmente el problema de las drogas narcóticas ha escalado a proporciones exorbitantes. La investi-
gación está repleta con evidencia de los efectos nocivos del tabaco, el alcohol y otras drogas sobre el
desarrollo y estabilidad emocional y físico de la persona. Se desarrolla una dependencia que puede faci-
litar incapacidades neuróticas en vez de solucionar la causa del nerviosismo y tensión. De hecho, al
usar cualquier estimulante fallamos en llegar al fondo de la causa de los problemas físicos, y se desa-
rrolla una situación de dependencia, que conduce a un deterioro continuo y dependencia creciente sobre
los estimulantes y drogas. Además, el uso de cualquier narcótico fortalece la complacencia egoísta y
consecuentemente debilita la voluntad.
Aun el uso continuo de preparaciones para el dolor de cabeza puede producir serias dependencias físi-
cas y emocionales, que en sí mismas obran contra el poder del Espíritu Santo y la búsqueda de calma y
tranquilidad en la vida. No obstante, tristemente, son muchos los que preferirían los resultados inevita-
bles de una dieta pobre en vez de someterse a la auto-disciplina.82
La iglesia cristiana al igual que la sociedad en general se enfrenta ahora a un serio problema en el uso
de drogas de varios tipos. Las mentes y los cuerpos de los niños y jóvenes se están destruyendo, fre-
cuentemente por la atracción de lo desconocido, lo misterioso y prohibido. Esta atracción es acentuada
por la presión de los grupos de colegas, lo cual con frecuencia es facilitado por muestras gratis de dro-
gas por parte de expertos traficantes. No hay ninguna seguridad completa que algún niño no experi-
mentará con drogas y en consecuencia ser atraído a la tragedia de la adicción. Los padres no deben
hacerse los de la vista gorda a las posibilidades aun con sus propios hijos. Sin embargo, si la comuni-
cación abierta ha sido establecida, y el niño ha aprendido a amar y disfrutar un sencillo estilo de vida,
habrá menos probabilidad de que demuestre un interés en la escena de las drogas. Pero quizás la mayor
salvaguarda contra ceder a esta tentación es el desarrollo previo de una base firme sobre la cual tomar
esas decisiones que le permitirá a un niño permanecer firme aun frente al rechazo o escarnio. Las diser-
taciones frecuentes sobre el peligro de las drogas hace poco para apartar a los jóvenes de éstas, y puede
inclusive aumentar el uso de ellas.
No cabe duda que en el complejo y confuso siglo en que vivimos, hay la necesidad por una escogencia
activa de estilos de vida y prácticas que tienen como su fundamento la sencillez y naturalidad, facili-
tando el desarrollo de vidas fuertes física, emocional y espiritualmente. Este ideal no se desarrolla por
casualidad, sino que resulta de esfuerzos cuidadosos y deliberados para estructurar el estilo de vida de
uno coherentemente con las mejores prácticas de la salud física.
Malos hábitos en el comer y beber colocan el fundamento para patrones deficientes de pensar y actuar.
Quizás ningún otro factor es de mayor importancia física, emocional, intelectual y espiritual para nues-
tra salud que los hábitos de comer y beber.

Capítulo 19: La Salud Mental y las Drogas Legales.-


El alcohol causa más homicidios, más crímenes de violencia, más separaciones matrimoniales, más cri-
sis mentales y más accidentes de tráfico que la heroína, morfina, cocaína, anfetaminas, marihuana y to-
das las demás drogas combinadas.
Sin embargo, el alcohol es una droga legal. Por otra parte, los hombres y mujeres comúnmente reciben
las penas más severas por vender las otras drogas mencionadas. Algunos países ejecutan a los expende-
dores de heroína a la vez que venden alcohol a sus ciudadanos.

82
Véase el capitulo 19 titulado ―La Salud Mental y Las Drogas Legales‖.
Pág. 69

Imaginémonos, hipotéticamente, qué hubiera pasado si el alcohol hubiera sido descubierto por primera
vez en los años 1980. Primero sería probado en estudios con animales. Los investigadores habrían des-
cubierto que los procesos de aprendizaje se retardan, la coordinación se deteriora, el hígado, corazón,
cerebro, sistema nervioso y el tracto gastrointestinal sufren daños severos y que ocurren cambios emo-
cionales. El resultado de tales conclusiones podía conducir a un solo desenlace—el alcohol sería prohi-
bido en cada nación civilizada de la tierra. Uno no tiene que ser particularmente visionario para saber
como la estricta Administración Americana de Alimentos y Drogas trataría a tal droga.
Lo mismo es cierto de otras drogas legalizadas, tales como la nicotina y la cafeína. Estas drogas, sin
embargo, se establecieron en los patrones de vida de la población antes de que se apreciaran completa-
mente sus peligros, y actualmente el poder económico y político ejercido por los fabricantes y consu-
midores de estas drogas es tan grande que pocos gobiernos se atreven a tocar el problema en forma
enérgica.
La triste verdad es, a pesar de las advertencias divinas concernientes a los peligros de estas drogas, ad-
vertencias lanzadas con mucha anticipación antes del descubrimiento hecho por la ciencia médica, mu-
chos cristianos las están consumiendo. La situación ha crecido en forma tan impositiva que al menos
una publicación denominacional se ha sentido constreñida a confrontar el problema de los alcohólicos
cristianos. Muchos creen que el consumo del alcohol en forma moderada es coherente con su compro-
miso cristiano. Pero la experiencia ha demostrado que aquellos que han adoptado este punto de vista
han sido débiles espiritualmente y por lo general han perdido la senda. Además, perdieron la paz men-
tal.
Hace casi cuarenta y cinco años atrás uno de los autores de este libro y su esposa fueron invitados a una
velada social en la casa de otro miembro de iglesia. Para nuestra sorpresa encontramos a otros miem-
bros de la iglesia, un anciano de iglesia y dos enfermeras estudiantes de nuestro propio hospital consu-
miendo alcohol. De hecho, fuimos los únicos que nos abstuvimos de tomar. En total unos veinte miem-
bros de la iglesia estaban involucrados. En la actualidad ni uno solo de los presentes en aquella reunión
permanece fiel al Señor. En la mayoría de los casos sus vidas han sido un completo fracaso, con decep-
ciones profesionales e infidelidad matrimonial. En aquella ocasión nadie se emborrachó. Todos se sin-
tieron seguros en su ―moderación‖.
Los peligros por el uso del alcohol en forma ―moderada‖ son enormes. Como veneno del tejido, aun
pequeñas cantidades realizan su daño. Pero es sobre nuestra vida espiritual que el alcohol realiza su
mayor daño. El alcohol es un sedante que inicialmente causa depresión a los altos centros del cerebro,
impidiéndonos tener control de aquellas áreas del cerebro que controlan nuestra respuesta al Espíritu
Santo. Para ser un fiel seguidor de nuestro Señor Jesucristo se requiere vigilancia moral, y aun peque-
ñas cantidades de alcohol reducen esta salvaguarda.
Leemos de una sola ocasión en que a Cristo se le ofreció alcohol. Esto fue en su hora extrema, sin em-
bargo no se atrevió a consumir la droga, porque Cristo requería total claridad de percepción espiritual
con el fin de salvarnos de nuestros pecados.
―Y le dieron a beber vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó‖. Marcos 15:23.
Ningún verdadero cristiano puede debilitar su resolución a seguir a su Salvador participando de aquello
que puede dominar su conciencia.
Otro peligro del consumo ―moderado‖ del alcohol es que algunas personas son propensas al alcoholis-
mo. No hay forma para determinar quienes están predispuestas. Invariablemente el alcohólico comien-
za como un bebedor ―moderado‖. Solo aquellos que se abstienen del alcohol están asegurados de evitar
dicha tragedia. Y aun si nosotros mismos no nos volvemos alcohólicos, sería un asunto muy descora-
zonador, si por nuestra permisividad al consumo del alcohol, les damos un ejemplo a nuestros hijos que
los conduzcan a tan trágica condición.
Muchos cristianos discuten incansablemente acerca de si las Escrituras condenan el consumo moderado
de alcohol. Lo que es verdad es que la Biblia frecuentemente advierte de los peligros de las bebidas
fuertes y también advierte al pueblo escogido de Dios a evitarlas. Unos pocos ejemplos representativos
Pág. 70

están esbozados abajo: ―El vino es burlador, y el licor alborotador; el que por ellos se desvía, no es sa-
bio‖. Proverbios 20:1.
―No es de reyes, oh Lemuel, no es de reyes beber vino, ni de los príncipes las bebidas fuertes; no sea
que bebiendo olviden la Ley, y desatiendan el derecho de los afligidos‖. Proverbios 31:4-5.
―Mira, pues, que no bebas vino, ni bebida fermentada, ni comas cosa impura... Me dijo: ‗Concebirás y
tendrás un hijo. Por tanto, desde ahora no bebas vino, ni bebida fermentada, ni comas nada impuro.
Porque este niño será nazareo desde su nacimiento hasta el día de su muerte‖‘. Jueces 13:4,7.
―Siendo que al obispo se le confía la obra de Dios, debe ser irreprensible; no soberbio, ni iracundo, ni
dado al vino, ni heridor, ni codicioso de ganancias deshonestas‖. Tito 1:7.
―Porque él será grande ante el Señor. No beberá vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde
el seno de su madre‖. Lucas 1:15.
―Pero vosotros disteis de beber vino a los nazareos, y a los profetas les mandasteis: ‗No profeticéis‘‖.
Amós 2:12.
Oseas con precisión estableció el punto crucial del problema con el alcohol cuando aseveró: ―Fornica-
ción, vino y mosto quitan el entendimiento‖. Oseas 4:11.
Esta percepción fue ampliada por el rey Salomón y el profeta Isaías: ―¿Para quién es el ay? ¿Para quién
el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas de balde? ¿Para
quién los ojos amoratados? Para los que se detienen en el vino, para los que buscan la mistura. No mi-
res al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en el vaso. Entra suavemente, pero al fin morderá
como serpiente, y como víbora dará dolor‖. Proverbio 23:29-32.
―Pero también éstos erraron con el vino, y se entontecieron con la bebida fuerte. El sacerdote y el pro-
feta erraron con la bebida fuerte, fueron trastornados por el vino, se aturdieron con la sidra, erraron en
la visión, tropezaron en el juicio‖. Isaías 28:7.
El consejo de Isaías es muy pertinente. Como cristianos cada uno es un sacerdote. Los protestantes
están correctamente confirmados en el concepto del sacerdocio de todos los creyentes, sin embargo,
muchos evitan esta sabia reflexión sobre los efectos del alcohol en los sacerdotes. Nuestro llamado co-
mo hijos de Dios es demasiado alto para rechazar las implicaciones obvias de este pasaje de inspira-
ción.
Algunos cristianos alegan que la Biblia en ninguna parte condena específicamente el consumo modera-
do del alcohol, y usan este argumento como fundamento para su consumo de bebidas embriagantes.
Uno podría usar un argumento similar para el consumo de heroína, la practica del juego de azar y la
complacencia de la poligamia. La lista de pecados que podría ser practicada si usáramos ese razona-
miento bíblico es en realidad bien larga.
Una visita a una atareada sala de emergencias un viernes o sábado de noche convencería a cualquier
lector del efecto desproporcionado del alcohol sobre las muertes en carreteras.
Al entrar caso tras caso en ambulancia, muy pronto el hedor de alcohol rancio permea todo el departa-
mento como una espesa nube. En el Hospital Austin de Melbourne se descubrió que aproximadamente
el veinte por ciento de los pacientes internados estaban allí como resultado directo del alcohol. Escasa-
mente podemos imaginar el costo de esta droga para la comunidad en términos de dinero y pérdida de
producción. Adicionalmente, el problema mayor es el descorazonamiento humano.
Además, muchos padres se sorprenden y confunden cuando sus hijos se vuelven adictos a las drogas
―fuertes‖. Ellos les han dado el ejemplo a esos hijos lo cual los ha conducido al uso de narcóticos. Los
padres de un hombre joven llegaron a ver a uno de los autores. Como cristianos, estaban emocional-
mente devastados por el arresto y encarcelamiento de su hijo por el robo de una farmacia en un esfuer-
zo por obtener narcóticos para satisfacer su adicción. Fue en realidad una situación trágica, ya que los
miembros de la familia habían vivido vidas aparentemente rectas. Sin embargo, bajo interrogatorio fue
evidente que los padres habían establecido el ejemplo de uso de cafeína y posteriormente el consumo
de vino con las cenas y en ocasiones sociales. Tal ejemplo había tenido claras repercusiones en la vida
del hijo.
Pág. 71

De las drogas legales, la nicotina es posiblemente la menos usada en ciertas denominaciones. No obs-
tante, algunos han sucumbido en ella. De las tres drogas aquí discutidas, ninguna es más difícil de dejar
que la nicotina. Excluyendo a aquellos bebedores que se han vuelto alcohólicos, la inmensa mayoría de
bebedores encuentra menos difícil descontinuar el alcohol que dejar de fumar. Siendo un irritante, la
nicotina tiene efectos sobre la estabilidad emocional además de sus muy bien documentadas conse-
cuencias físicas. Una vez se haya establecido la adicción, la falta de un cigarrillo causa irritabilidad que
puede ser aliviada solo mediante el consumo adicional de la droga. Muchos consideran que el cigarrillo
calma sus nervios, pasando por alto el hecho que en realidad el cigarrillo simplemente está calmando la
inestabilidad nerviosa causada por su falta.
Ningún cristiano se atreve a contaminar su cuerpo por algún químico que destruye en su interior el
Espíritu de Cristo. Cuán bien usa el archí-enemigo de las almas estas drogas para atraparnos, para des-
truir nuestra ecuanimidad, y para separarnos del Señor.
Probablemente la droga más usada en los hogares cristianos es la cafeína. Una vez más, es un veneno
con efectos ampliamente documentados. Es en el área de la salud mental, sin embargo, que tiene algu-
nas de sus consecuencias más devastadoras. En el libro de texto farmacológico standard originalmente
editado por Goodman y Gilman, más de once páginas de letra muy pequeña, a doble columna están de-
dicadas a los serios efectos farmacológicos de esta droga. Muchos de estos efectos son sobre el cerebro
y el sistema nervioso. Sin embargo, una tasa de té o café de potencia promedio contiene una dosis far-
macológica completa de cafeína.
Uno de los autores fue confrontado en su oficina por una aturdida ama de casa, de veintiocho años de
edad. Ella estaba en un estado especialmente agitado y exigía ser calmada mediante sedantes. Ella no
podía dejar de gritar y discutir con su esposo, y estaba continuamente irritada por los niños. Ella con-
fesó que amaba profundamente a su esposo e hijos, pero sabía que estaba rumbo a una ruptura matri-
monial a menos que toda su personalidad fuera cambiada. Ella misma era impotente para hacer cual-
quier cosa para controlar sus furias y desvaríos.
Ella virtualmente exigía ayuda inmediata. En vista de su actual estado de conducta neurótica, la tarea
parecía imposible. Parecía que solo una anestesia general podía prevenir su variable conducta emocio-
nal. Naturalmente era vital encontrar la causa de su problema. A pesar de mucho interrogatorio, para
incomodidad de muchos pacientes que estaban esperando ser atendidos en la clínica, no se obtuvo nin-
guna fuente ambiental real de su problema. Solo cuando fue específicamente cuestionada aseveró que
tomaba alrededor de diez tazas de café al día. Sospechando que era posible que la paciente estuviera su-
friendo de severa intoxicación por cafeína, el doctor le aconsejó dejar de consumir cafeína. Ella sintió
que era imposible cumplir tal solicitud debido a los severos efectos adversos que anticipaba. Se le se-
ñaló que esta era una prueba de cuanto amaba a su familia.
La paciente salió de la clínica más bien desanimada por el consejo dado, y obviamente con poca con-
fianza en su eficacia.
No fue vista durante dos meses. Cuando volvió, su semblante estaba tan cambiado que no fue posible
reconocerla. Había sido transformada de una persona atormentada a una madre joven y esposa radiante.
Esta transformación de personalidad no se había logrado por ningún medicamento; no había sido el re-
sultado de psicoterapia; había sido simplemente el resultado de descontinuar la potente droga, cafeína.
El creciente hábito de los padres cristianos a darles bebidas cola a sus hijos los prepara además para fu-
turas dificultades emocionales ya que el grano de la cola, al igual que el grano del café y la hoja del té,
contienen cafeína y es un artículo peligroso. Otros, al condenar verbalmente el consumo del té, café y
bebidas a base de cola, toman cantidades excesivas de preparaciones para dolor de cabeza que contie-
nen cafeína. La fuente de la droga es irrelevante. Es igualmente debilitador en todas sus formas.
Como cristianos, es obligatorio que evitemos el consumo de estas drogas, porque funcionan contra la
expresión de las virtudes cristianas y nos separan de Dios, y al hacer esto destruyen nuestra felicidad
personal.
Pág. 72

Capítulo 20: Factores Físicos en la Salud Mental.-


Dios ha provisto en la naturaleza aquello que está diseñado para la salud física y regeneración del hom-
bre. A su pueblo escogido, Israel, él prometió una rápida restauración de su salud si ellos ministraban el
amor de Dios al necesitado y oprimido.
―Antes, el ayuno que me agrada es éste: Desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas opresivas,
dejar libres a los quebrantados, que rompáis todo yugo. Que partas tu pan con el hambriento, a los po-
bres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano.
Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu sanidad se verá pronto. Entonces tu justicia irá delante de ti, y
la gloria del Señor será tu retaguardia‖. Isaías 58:6-8.
La relación de la preocupación altruista por nuestro congénere con la fuerza y salud mental ha sido ex-
plorada en otra parte,83 pero Isaías también nos asegura que la salud física es grandemente aumentada
cuando en la fortaleza de Cristo, se elimina el egoísmo, de manera que el gozo del servicio pueda ser
logrado. El egocentrismo tiene un efecto significativo sobre los recursos físicos del hombre. El estrés
emocional debe constantemente defenderse a sí mismo, junto con la ansiedad de la herida personal, casi
ciertamente aumenta la predisposición a severas enfermedades cardiovasculares y otros males degene-
rativos. Por lo tanto, lo que afecta la salud emocional también afecta la salud física, ya que ambos están
muy influenciados por la acción del sistema nerviosos simpático.
En vista de esta estrecha interrelación entre la salud física y emocional, es vital, para aquellos que están
buscando la restauración o conservación de la salud mental, una comprensión básica de los principios
de la salud física. Provisto dentro del ambiente de la tierra está todo lo que se requiere para el desarro-
llo y conservación de la máxima salud física.
Mientras, en un mundo grandemente distorsionado por el pecado, la salud física puede verse afectada
por accidentes, causas físicas y limitaciones genéticas, no obstante, hasta cierto grado nuestra salud
física está dentro de nuestro propio control.
Es una responsabilidad que es recompensada con grandes dividendos personales. Cuando Pablo apeló a
los cristianos a ofrecer su cuerpo en sacrificio vivo, completamente aceptable a Dios, esta admonición,
al igual que todos los mandamientos de Dios, es para el gran beneficio del hombre.
―Así, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto‖. Romanos 12:1. Reina Valera 1995.
David declara que Dios es la fuente de la salud. ―Él perdona todos tus pecados, sana todas tus dolen-
cias‖. Salmo 103:3.
Sin lugar a dudas los principios de salud de Dios están diseñados para proveer los más completos bene-
ficios físicos a todos aquellos que siguen sus sencillas normas de salud. Estas normas pueden ser resu-
midas en ocho principios:
1. Una dieta sencilla, bien balanceada.
2. Seguir las leyes de temperancia.
3. El uso de agua pura.
4. Aire fresco.
5. Exposición periódica a la luz del sol con moderación.
6. Ejercicio diario.
7. Patrones adecuados y periódicos de descanso.
8. Una relación de confianza diaria en Dios.
En los capítulos 18 y 19, los principios de la dieta, la temperancia y el uso del agua fueron explorados.
Pero vale la pena enfatizar adicionalmente que la verdadera temperancia exige la eliminación de todas
las drogas narcóticas, de hábitos irregulares y pobres en el comer, del uso de condimentos y todo lo que
es dañino por uso o exceso de uso. En las sociedades desarrolladas se ha vuelto muy difícil encontrar
agua que no esté contaminada. La situación se ha complicado además por la necesidad de agregarle

83
Véase el capítulo 5 titulado ―El Amor y la Salud Mental‖.
Pág. 73

químicos a casi todos los suministros urbanos de agua. Cuando sea posible, el agua destilada, de lluvia
o de fuente natural debería ser usada. Obviamente, el estilo de vida rural se presta a sí mismo con más
facilidad al abundante suministro de este tipo de agua. Además, al tratar con la salud física, no se debe
pasar por alto el uso del agua como un remedio.
Las propiedades curativas del cuerpo se aumentan cuando un baño caliente es seguido por uno frío, es-
timulando de esa manera la circulación de la sangre y tonificando el sistema. El uso alternado de fo-
mentos calientes y fríos es de gran valor en el tratamiento de resfriados, fiebres e inflamaciones. Un
conocimiento cabal de todos los principios de la hidroterapia aumenta grandemente los usos terapéuti-
cos del agua, reduciendo la necesidad del uso de drogas, las cuales en algunos casos tienen peligrosos
efectos colaterales.
No se sugiere que el pueblo de Dios asuma una actitud fanática respecto al uso de medicamentos. De-
bido a nuestro mal uso de los principios del sano vivir, con frecuencia se ha vuelto necesario usar cier-
tos medicamentos. Por ejemplo, cualquiera que ha visto pacientes con severas fallas cardíacas recono-
cerá que ninguna forma de hidroterapia cambiará la condición del paciente. Dichos pacientes en mu-
chos casos solo disponen de unos minutos de vida a menos que sean auxiliados por apropiados medi-
camentos intravenosos. Ver a un paciente arrebatado de una muerte segura por el uso por emergencia
de digitalis, un diurético, un dilatador del tubo bronquial, e inclusive en algunos casos pequeñas dosis
de morfina, constituye uno de los deberes más satisfactorios de un médico.
Pero aún en tales situaciones, sencillas medidas físicas son usadas por el médico inteligente para com-
plementar el trabajo de los poderosos medicamentos. La cabecera de la cama es elevada para ayudar a
la respiración. Con frecuencia se aplican torniquetes a las extremidades con el fin de restringir el flujo
de sangre hacia el corazón y así reducir su trabajo y ayudarle a suministrarle sangre a los órganos inter-
nos vitales.
Algunos creen que las drogas no deberían ser usadas bajo ninguna circunstancia. Es bastante acertado
poner cuidado a serias advertencias respecto al uso de drogas. Pero no es un buen principio de salud
impedir el uso de drogas cuando la vida del paciente está en juego. Muchas intervenciones que salvan
la vida son hechas por cirujanos. ¿Pero alguien puede sugerir que estos hombres realicen sus operacio-
nes sin el uso de anestesia? Por supuesto que no; sin embargo, los agentes anestésicos están entre las
drogas más potentes usadas por los médicos.
En ninguna enfermedad se usó más tratamiento físico, durante la primera mitad del siglo veinte, que
para la tuberculosis, sin embargo, las tumbas de aquellos que sucumbieron a esta terrible enfermedad
fueron muchas. Los sanatorios proliferaban. Tenemos que reconocer que no fue sino hasta el descubri-
miento en la década de 1940 de la estreptomicina y otras drogas, que la tasa de mortalidad por esta en-
fermedad cayó a unos bajos niveles y sanatorio tras sanatorio se cerraron.
Un ambiente rural cuidadosamente escogido es también la mayor garantía de aire fresco. Con frecuen-
cia un ambiente elevado es necesario para estar por encima de la zona del smog. No se puede exagerar
el valor del aire fresco. La vitalidad nuestra depende en sumo grado de la oxigenación de la sangre. El
aire no contaminado permite la máxima transferencia de oxígeno a los tejidos de las células del cuerpo.
Si una gran cantidad de contaminantes es constantemente respirado dentro de los pulmones, venenos
tales como el monóxido de carbono llegan a unirse con la hemoglobina de los corpúsculos rojos de la
sangre, reduciendo de esa manera la cantidad de oxígeno transmitido a las células. Se debería planear
diariamente una respiración especial de aire fresco. Este consumo puede ser logrado por respiración
profunda regular y un ejercicio vigoroso.
La frecuente exposición de la piel a la luz solar también tiene una influencia protectora contra la en-
fermedad. Los rayos ultravioletas de la luz solar son un medio muy efectivo para destruir bacterias. En
un clima cálido esta protección puede lograrse mediante baños de sol periódicos. En esos lugares donde
durante largos periodos de cada año hay climas fríos, resultados terapéuticos similares pueden lograrse
mediante el uso de lámparas solares. La luz solar también convierte efectivamente el dehidrocolesterol-
7 en la piel a vitamina D.
Pág. 74

Existen algunas evidencias que el riesgo de cáncer de piel causado por la luz solar puede reducirse
cuando la exposición al sol es combinada con una dieta natural, especialmente una dieta baja en grasas
donde las grasas son obtenidas en su estado natural de los granos integrales, nueces y otros productos
vegetales.
Sin embargo, la sabiduría dictamina que el excesivo baño de sol o de lámparas solares debería evitarse.
Unos pocos minutos cada día de exposición a los rayos ultravioletas es suficiente para matar bacterias
nocivas. Esta exposición, asociada con los cuartos completamente asoleados, logra las ventajas de la
luz solar sin una exagerada exposición que puede ser dañina.
Después de la dieta, el ejercicio tiene quizás la más profunda influencia sobre la salud física. El ejerci-
cio periódico al aire fresco es importante tanto para la salud física como mental. La inactividad por otra
parte resulta en debilidad física y la predisposición hacia la enfermedad y enfermedad mental. El mejor
y más provechoso ejercicio es el que es coherente, moderado y de suficiente duración para aumentar las
frecuencias cardíacas y respiratorias significativamente durante un razonable periodo de tiempo. Indis-
cutiblemente, los ejercicios de naturaleza no competitiva logran los mejores resultados. La educación
de los jóvenes en deportes competitivos es de menor valor que aquella que no tiene base competitiva.
Los deportes competitivos son en gran medida un residuo de la mentalidad esclava de los antiguos
Griegos, donde toda la actividad manual útil era realizada por esclavos y se consideraba por debajo de
la dignidad de un hombre libre, de manera que los deportes fueron creados como un medio de ejercicio
físico para los hijos de los hombres libres. La provisión de Dios para el hombre empleaba labores úti-
les. En el Huerto del Edén, las necesidades físicas del hombre fueron suplidas por trabajo en la huerta.
―Tomó, pues, Dios el Señor al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo guarda-
ra‖. Génesis 2:15.
Los hijos de los profetas en Israel también estaban comprometidos en forma regular con labores útiles:
―Mientras uno derribaba un árbol, el hacha se le cayó al agua. Y dio voces, diciendo: ―¡Ah, señor mío,
que era prestada!‖. 2 Reyes 6:5.
Era práctica común entre los Judíos que todo niño, sin importar cual fuera su futura ocupación, fuera
enseñado en una actividad física y manual. De manera que no era inusual que a Cristo se le enseñara la
carpintería, y Pablo fuera educado como un fabricante de tiendas.
―¿No es éste el carpintero, hijo de María, y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No están tam-
bién aquí sus hermanas con nosotros?‖ Y se escandalizaban de él‖. Marcos 6:3.
―Después de esto, Pablo partió de Atenas y fue a Corinto. Allí encontró a un judío llamado Aquila, na-
tural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su esposa; porque Claudio había mandado que todos
los judíos saliesen de Roma. Y Pablo fue a verlos. Y como era del mismo oficio, se quedó a vivir y a
trabajar con ellos, porque eran fabricantes de tiendas‖. Hechos 18:1-3.
Los deportes competitivos, aunque proveen ejercicio físico, también tienen muchos aspectos nocivos.
La competencia es nacida del conflicto, y en vez de estimular la positiva virtud de la cooperación, estos
deportes estimulan la contienda. Además, la competencia ordinariamente está asociada con la lucha por
la supremacía sobre otra persona o equipo. El fracaso de uno es necesario para el éxito del otro—un
principio contrario al reino de Cristo. La competencia también tiende a agregarle tensión al ejercicio, y
se sabe que esta tensión tiene severas consecuencias físicas cuando se sigue por un extensivo periodo
de tiempo. También existe la tendencia a llevar las actividades competitivas a excesos, lo que a menudo
resulta en heridas físicas. Esta posibilidad es muy acentuada cuando el deporte es de una naturaleza
combativa como en el fútbol, boxeo, y lucha libre. Finalmente, los deportes de competencia raramente
proveen la base para un hábito de ejercicio de por vida y con frecuencia son descontinuados, con poco
reemplazo excepto deportes de espectáculo, una vez haya pasado la juventud.
Las actividades no competitivas tales como una caminata ligera, excursionismo, ciclismo no competiti-
vo, correr, y nadar ofrecen una base más equilibrada para el desarrollo de la salud física. Por buenos
que estos sean, quizás el ejercicio físico más productivo es la labor útil. Si la labor requiere de actividad
vigorosa tales como la jardinería y la construcción, la mayor parte del ejercicio requerido para la salud
Pág. 75

se obtendrá con resultados provechosos y ahorro económico. El trabajo a la luz del sol y aire fresco
puede tener una excelente influencia terapéutica para aquellos que se involucran en ello periódicamen-
te.
Una saludable actividad física también tiene otros beneficios físicos; por ejemplo, Salomón declara:
―Dulce es el sueño del trabajador, ora coma mucho o poco. Pero al rico, su riqueza no lo deja dormir‖.
Eclesiastés 5:12.
De manera que probablemente hay más que un significado nominal en el desafío de Salomón cuando
dice ―Observa a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio‖. Proverbio 6:6.
La periodicidad y solidez del descanso son en sí mismos importantes para la salud física y mental, y
también un barómetro de la alegría emocional. Dormir tarde y a horas irregulares altera el equilibrio del
cuerpo, colocándole estrés y tensión al igual que sobre la mente. Cristo reconoció la necesidad del des-
canso cuando animó a sus discípulos a relajarse después de un pesado programa: ―Y él les dijo: ‗Venid
aparte, a un lugar tranquilo, y descansad un poco‘. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni
para comer tenían tiempo‖. Marcos 6:31.
También hay un maravilloso descanso de los cuidados diarios cuando la vida de uno está plenamente
sometida a Cristo.
Él ha prometido darle descanso a todo aquel que acude a él: ―Venid a mí todos los que estáis fatigados
y cargados, y yo os haré descansar‖. Mateo 11:28.
Hay un número de aspectos que deben ser considerados por los cristianos—el descanso que produce el
sometimiento a los requerimientos de Cristo, el descanso nocturno del sueño, el descanso semanal del
sábado y el descanso que proviene por un cambio de ocupación y ritmo durante una vacación. Todos
desempeñan un papel significativo.
El descanso que Cristo provee es revitalizador, tanto física como emocionalmente. Quizás la mayor ba-
se para un verdadero descanso es la que resulta del conocimiento de que todos nuestros pecados son
perdonados y que estamos seguros en Jesús. La regularidad del sueño nocturno también es de gran im-
portancia. Los estudios indican que acostarse relativamente temprano es mejor combinado con una le-
vantada temprano por la mañana. Es verdad que algunos sienten que se desempeñan mejor por la noche
que a temprana hora de la mañana, pero la perseverancia habituará el cambio a hábitos de dormir más
provechosos, así como se logra en una semana o dos cuando ocurren los desequilibrios como resultado
de rápidos cambios de horario por largos viajes en avión. También hay evidencia que siete a ocho horas
de sueño por noche es lo más ventajoso.
Significativamente, más o menos tiempo que esto tiende a estar asociado con una reducida expectativa
de vida.
Dios también ha provisto para el hombre un día de descanso semanal, un día que le permite romper la
rutina del trabajo semanal para involucrarse en forma más directa en el estudio de su palabra y en fra-
ternidad con otros cristianos. Este día fue dado al hombre en la creación.
―Y acabó Dios en el séptimo día la obra que hizo, y reposó en el séptimo día de todo lo que había
hecho en la creación. Y Dios bendijo al séptimo día, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra
que había hecho en la creación‖. Génesis 2:2-3.
A su pueblo Israel, Dios ordenó que la preparación física debería realizarse para el sábado de manera
que solo se realizara trabajo esencial en ese día: ―Moisés respondió: ‗Esto es lo que ha dicho el Señor.
Mañana es el santo sábado, el reposo consagrado al Eterno. Lo que tengáis que cocer, cocedlo hoy; y
hervid lo que tengáis que hervir; y guardadlo para mañana‘‖. Éxodo 16:23.
El hecho de que muchos cristianos no observan el santo día de Dios como día de reposo y siguen com-
pleta o parcialmente en una rutina cotidiana, debe contribuir a los muchos males de la sociedad. Es un
área que ningún cristiano sincero puede ignorar. Jesús mismo dijo que el sábado fue hecho para benefi-
ciar al hombre.
―También les dijo: ‗El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado‘‖. Marcos 2:27.
Pág. 76

El descanso y rejuvenecimiento que resultan de las vacaciones anuales deberían también ser claramente
evaluados.
Actividades diversas de la ocupación normal de uno son más apropiadas para obtener resultados ópti-
mos de dichas vacaciones. El uso de las vacaciones para trabajar alrededor de la casa raramente brinda
una recompensa como cuando la vacación es tomada en una ubicación diferente, aunque si uno es un
trabajador sedentario, tal plan puede tener algún valor.
Sin embargo, si hay niños en la familia, las vacaciones deberían ser muy bien consideradas. Una vaca-
ción especialmente en las bellezas de la naturaleza, con frecuencia puede lograrse a un costo mínimo.
Usualmente es más benéfico si la vacación puede tomarse por un extenso periodo de tiempo. Tomar las
vacaciones un día a la vez raramente tiene los efectos rejuvenecedores de una vacación por al menos en
un periodo de dos semanas. Todo el propósito del descanso es preparar mejor el recipiente para las ta-
reas rutinarias de la vida. Con frecuencia los nervios agotados y el cansancio pueden ser eliminados de
manera que se puedan enfrentar a las tareas de la vida con mayor fuerza y alegría.
El octavo principio físico—confianza en Dios—ha sido discutido extensamente en otra parte.84 Consti-
tuye el principio unificador fundamental de toda la salud física y mental y provee la motivación, por
una preocupación altruista, para cumplir todos los otros siete principios. La intemperancia de toda clase
es nacida del egoísmo y resulta en estrés, impaciencia, contienda, depresión, y actos de pasión.
Además, la intemperancia reduce la tasa de recuperación de enfermedad y en algunos casos pone en pe-
ligro total las perspectivas de recuperación. La salud y felicidad son resultados coherentes de vivir tem-
perantemente. Cada uno de estos principios de salud está establecido sobre la ley que la vida sencilla
fortalece el poder físico y mental. Cada uno está también establecido sobre los principios de un estilo
de vida equilibrado permitiendo que los poderes benéficos del cuerpo, mente y espíritu del hombre
complementen el funcionamiento del otro. Es en este sentido que el crecimiento mental y espiritual son
dependientes hasta un grado significativo sobre el desarrollo y conservación de la mejor salud física.
Aquello que debilita al cuerpo coloca considerable tensión sobre todos los demás recursos humanos.
De igual manera una cuidadosa atención a los principios de la salud física es de gran beneficio para la
salud mental y la estabilización de un bien armonizado estilo de vida.
La confianza en Dios resulta en el desarrollo de una segura relación emocional. David reconoció esta
verdad cuando dijo: ―¡Feliz el hombre que pone en el Señor su confianza, y no mira a los soberbios, ni
se desvía tras la mentira!‖. Salmo 40:4.
―Es mejor esperar en el Señor, que esperar en hombre‖. Salmo 118:8.
Gran estabilidad social se experimentaría si los desajustados de la sociedad pudieran encontrar esa paz
interior que puede lograrse solo mediante la confianza en Cristo.

Sección 4: Factores de Desarrollo.-


Capítulo 21: El Prenatal y el Infante.-
Un hogar sin hijos frecuentemente es un hogar triste y puede conducir al egoísmo. Pero por otra parte,
la paternidad es con frecuencia tomada muy a la ligera en cuanto a las responsabilidades que recaen so-
bre los padres. La salud mental del niño se inicia con los padres. Un ambiente familiar bien ajustado es
quizás el mayor legado que los padres pueden brindar a sus hijos para el desarrollo de una saludable y
segura salud mental. De manera que una paternidad responsable requiere que los padres tengan un esti-
lo de vida seguro y bien organizado antes de iniciar una nueva vida dentro de la familia.
Esta base es fundamental si los padres no van a comenzar la vida del prenatal con aquello que lo pre-
dispondrá para tener un carácter defectuoso.
La responsabilidad de la madre es especialmente importante. En los meses de formación prenatal es
esencial que la madre siga un sencillo estilo de vida no dado a frecuentes explosiones de emotividad.

84
Véase los capítulos 2, 3, 5, 6 y 7 titulados ―La Salud Mental y el Crecimiento Espiritual‖, ―La Salud Mental y el Carác-
ter‖, ―El Amor y la Salud Mental‖, ―La Ley y el Amor‖ y ―El Problema de la Culpabilidad‖.
Pág. 77

Existe abundante evidencia de la profunda influencia de las experiencias intrauterinas más tempranas
del niño sobre sus subsiguientes características emocionales, físicas y de personalidad. Fuertes emocio-
nes conducen a reacciones del sistema nervioso simpático, tales como la secreción de adrenalina y otras
sustancias a la corriente sanguínea. Aunque la placenta es un buen filtro, estas sustancias entran a la co-
rriente sanguínea del feto, dando como resultado su hiperactividad.
Frecuentes explosiones emocionales por parte de la madre antes del nacimiento, pueden conducir a pa-
trones de conducta emocional en la vida postnatal. Estas reacciones actúan contra el desarrollo de una
saludable salud mental en el infante y niño.
Con frecuencia los padres de infantes altamente emotivos concluyen erróneamente que la causa es
genérica, pasando por alto el papel crítico del ambiente prenatal. No es que los factores genéticos no
ejercen una profunda influencia sobre la niñez y posteriormente las características del adulto; sí lo
hacen. Pero los padres que son calmados y felices ellos mismos durante el periodo de gestación tienden
a predeterminar, en gran parte, un temperamento similar en el niño.
La educación del primer niño debería realizarse con cuidado especial, porque establece el patrón para
los padres en su acercamiento a futuros embarazos y nacimientos. Además, la actitud y comportamien-
to del primer niño tiene una fuerte influencia educativa sobre los demás niños que nazcan en el hogar.
No podemos exagerar el papel de sólidos hábitos de salud en la vida de la madre expectante. Hay evi-
dencia incontrovertible que el alcohol, las drogas narcóticas y el tabaco, todos tienen un fuerte efecto
detrimente sobre el desarrollo del feto, y la madre cuidadosa se separará completamente del uso de
cualquiera de estos elementos. Anualmente cientos de neonatos mueren con síntomas de uso de droga y
miles más, aunque logran sobrevivir, muestran claras evidencias de síntomas de uso de droga debido al
fuerte consumo de ésta por parte de sus madres. El uso del té, café y otras preparaciones que contengan
droga deberían ser también evitados. Una dieta sencilla, regular y saludable es de inestimable valor tan-
to para la futura madre como para el feto.
Es responsabilidad del padre ayudarle a la madre a proveerse de un ambiente calmado y pacífico duran-
te el embarazo. El esposo irresponsable y descuidado con su esposa, o quien es infiel, coloca una enor-
me carga sobre ella que ésta encontrará difícil de sobrellevar, especialmente durante el embarazo cuan-
do los recursos físicos tienden a estar más bajos que lo normal. Es igual la responsabilidad del futuro
padre como la de la madre, crear el ambiente más apropiado para el prenatal. Se debería realizar todo
esfuerzo por reducir aquellas cargas que menoscaban y cansan a la futura madre. Las toxinas acumula-
das por el cansancio tendrán un impacto inevitable sobre el niño por nacer. Resulta mejor si el esposo y
la esposa organizan sus programas de manera que la esposa no siga en un programa de trabajo externo.
De esta manera se reducen las influencias estresantes. Por otra parte, un programa de ejercicio periódi-
co, y moderado será de ayuda. El exceso de trabajo de parte de la madre puede conducir a estrés y ten-
sión que afectará el sano desarrollo del bebé.
Es probable que no haya más de dieciocho meses para desarrollar los patrones temperamentales de los
infantes, y nueve de estos son antes del nacimiento. Debido a que el infante es fácilmente impresiona-
ble, debe enseñarse el dominio propio desde la más temprana edad. Las Escrituras indican en un núme-
ro de experiencias la necesidad por una cuidadosa vida temperamental por parte de la futura madre para
que el hijo pueda tener la máxima oportunidad de un crecimiento y desarrollo saludable. Por ejemplo,
la esposa de Manoa, quien sería la madre de Sansón, fue advertida por el ángel del Señor a abstenerse
de bebidas embriagantes y evitar consumir cualquier alimento inmundo.85 Quizás en ninguna otra épo-
ca es más importante una dieta sencilla que durante el embarazo. Esta observancia de principios de sa-
lud forma un primer fundamento de comportamiento apropiado para el niño posteriormente. Es esencial
que tanto durante el periodo prenatal como durante el de la temprana niñez el niño sea educado en ab-
negación, porque gran parte de su felicidad futura depende de esta educación.

85
Véase Jueces 13:14.
Pág. 78

En el periodo postnatal inicial, existe la posibilidad de subestimar cuán crítico es el proceso de aprendi-
zaje del niño.
Sin embargo, este es probablemente el periodo de aprendizaje más dramático en la experiencia de la
vida. El neonato parece tan indefenso que pocos padres empiezan a darse cuenta de los efectos durade-
ros de esas experiencias iniciales. La seguridad establecida durante los primeros pocos meses tendrá
mucho que ver con la seguridad emocional del niño en años posteriores.
Es siempre mejor si un cuidadoso y periódico patrón diario puede ser desarrollado. El mejor ambiente
es uno rural donde la madre puede proveer cuidado de tiempo completo para el bebé. No deberían pa-
sarse por alto otros factores importantes para el desarrollo de gustos valiosos en los años posteriores de
la vida. Por ejemplo, la música desempeñará un papel importante en su vida futura, y la frecuente expo-
sición a buena música durante la infancia será de gran valor en la vida futura cuando los gustos madu-
ran.
El bebé pronto aprenderá hábitos periódicos de alimentación si la madre programa estos con periodici-
dad. Este programa ayudará, en una etapa muy temprana, a evitar ansiedad que se producirá por un ma-
nejo irregular del bebé. En casi todos los casos una alimentación programada debe preferirse a esperar
la demanda de alimentación. La demanda de alimentación es errática y frecuentemente puede formar el
hábito de exigir una auto-gratificación. El bebé aprende a llorar no solo por alimento sino también por
cualquier cosa que desea, y los padres pronto discernirán que tales llantos son casi siempre gritos tem-
peramentales en vez de gritos de necesidad. Así se desarrollarán hábitos que en la vida futura, aunque
sofisticada para enfrentarse a mayor madurez, se establecerá no obstante sobre principios egocéntricos.
Otra influencia importante sobre el bebé es una feliz relación entre los padres y otros miembros de la
familia.
Es sabio que el infante esté presente en los cultos familiares de la mañana y la noche en un horario bien
establecido. Si bien es verdad que el infante inicialmente no puede apreciar la vida espiritual que está
involucrada en el periodo de culto, no obstante, se desarrollan actitudes en esta temprana etapa que fa-
cilitará posteriormente al niño encontrar el periodo de culto como una bendición. Aquí se enseña ver-
dadera reverencia y también el gozo de compañerismo con Dios, haciéndolo mucho más fácil para él en
la posteridad de la vida demostrar verdadera reverencia a Dios, al lugar de adoración, a la Palabra de
Dios y a sus ministros. El periodo de adoración debería ser apropiado para el interés del niño más jo-
ven, y tan pronto como sea posible los niños deberían involucrarse en cantar, en las historias de la Bi-
blia, en leer y aprenderse las Escrituras y en la oración.
El desarrollo de hábitos inteligentes en la tierna infancia obrará contra los esfuerzos de Satanás de apar-
tar al niño de Dios. Los padres deben aprender rápidamente la diferencia entre un llanto de dolor y un
llanto temperamental. Nunca se debería reforzar un llanto temperamental con cualquier forma de aten-
ción. Pero los padres siempre deberían estar listos a responder apropiadamente a un llanto de dolor o
seria incomodidad. La negligencia de las necesidades biológicas inhibe grandemente un saludable cre-
cimiento emocional.
En el periodo postnatal inicial al niño se le debería enseñar de una manera cuidadosa y amorosa a res-
ponder a las órdenes de los padres. Este plan no es simplemente para educar al niño en un sentido con-
ductivista, sino que es vital en ayudarle a formar apropiados patrones de hábito que facilitarán, en una
etapa posterior, los requerimientos que Cristo colocará sobre su vida y servicio. Mucho antes que el ni-
ño sea capaz de responder verbalmente, se le pueden enseñar muchas lecciones valiosas de obediencia.
Tan pronto como el niño sea capaz de entender, no obstante, este entendimiento debería involucrarse en
la educación y el entrenamiento del niño. Una cuidadosa atención a la educación inicial puede evitar
una multitud de problemas. Sin embargo aun los padres más sabios necesitarán mucho de la gracia de
Dios y una vida de constante oración a fin de educar exitosamente a los niños confiados a ellos.
El principio abrumador de la relación de los padres con sus hijos será el amor tierno. Desde los años
más tempranos los bebés sienten este amor y responden al mismo. Este amor no gratificará cada deseo
Pág. 79

egoísta, pero proveerá el calor y cercanía del amor paterno que hace mucho, bajo la bendición de Dios,
para atraer al niño hacia Dios y hacia otros en el círculo familiar.
También influencia al niño a tener relaciones interpersonales cálidas y satisfactorias con aquellos fuera
de la familia.
Algunos padres hoy en día están siendo negligentes con la dedicación de sus hijos a Dios. Que esto no
se pase por alto. Los padres de Jesús nos dieron un sólido ejemplo en este asunto.86 Nada es más impor-
tante que esta dedicación, si es acompañada por un deseo y esfuerzo sincero por parte de los padres de
colocar en primer lugar la voluntad de Dios en sus responsabilidades de paternidad.

Capítulo 22: La Niñez.-


La voluntad es el especto más crítico en el desarrollo de una sana salud mental; por lo tanto es vital
desarrollar la voluntad y el proceso de toma de decisiones tan rápida y efectivamente como sea posible.
En las primeras etapas, los padres serán la mente para el niño. Esta relación provee para las necesidades
biológicas así como para la protección del peligro para el niño. Pero paso a paso, usualmente al princi-
pio con respecto al peligro, el niño debe ser confrontado con las relaciones involucradas de causa-
efecto. Por ejemplo, él debe saber que los fuegos, o riachuelos, o las autopistas muy transitadas son pe-
ligrosas.87
Inicialmente los padres tendrán que pensar por el infante, pero tan pronto como sea posible es impor-
tante que ellos le permitan ver al niño que hay razón detrás de sus decisiones. De manera que cuando se
brinda respuesta a una solicitud, la respuesta paternal está mejor asociada con la razón. Por ejemplo,
Juanito puede preguntar: ―¿Puedo jugar con Roberto?‖ Puede ser inapropiado que él juegue con Rober-
to, pero una respuesta sencilla como ―no, porque estamos justamente para tomar la cena‖ indica que la
madre tiene una razón para decir no. Decir simplemente ―no‖ es evocar la casi inevitable pregunta
―¿por qué?‖. Una respuesta tal como ―porque yo te lo dije‖, no hace nada para profundizar el entendi-
miento de la conducta razonada del niño y con frecuencia crea el estímulo para un intercambio negativo
y enojoso entre los padres y el niño.
Más adelante el niño puede ser ayudado a tomar algunas decisiones por sí mismo en cooperación con el
estímulo y guía de sus padres. Se debe prestar atención especial a la consideración de los posibles re-
sultados. Por ejemplo, los padres pueden ayudarle al niño a tomar decisiones en términos de experien-
cias tales como la compra de ropa hasta que llegue el momento en que al niño se le puede confiar la
toma de estas decisiones independientemente de sus padres. No hay un tiempo específico para alcanzar
tal madurez, y los padres tendrán que determinar sabiamente cuánta independencia se le puede permitir
a cada niño, y a qué edad cada decisión le puede ser confiada.
Es mejor que el niño aprenda a tomar decisiones en áreas no—morales antes de concederle mayor li-
bertad en el área del bien y mal. Paso a paso, en asuntos sencillos, sin embargo, los padres pueden edu-
car al niño para tomar decisiones en áreas de consecuencia moral. A veces los padres deben correr el
riesgo de que el niño pueda tomar una decisión equivocada. Si esto sucede, no debería ser señal para
una acción de pánico, porque los padres también cometen errores; pero puede ser necesario devolverse
un poquito después de ver que el niño todavía no está listo para asumir completa responsabilidad.
Ciertamente nunca se le debería permitir al niño llegar a la posición donde él cree que no tiene ninguna
responsabilidad hacia la madre o padre en la toma de grandes decisiones. Pero puede llegar el tiempo
cuando el niño se rebele contra cualquier intromisión por parte de los padres en su toma de decisiones;
sin embargo aun esta reacción será improbable si los padres han guiado sabiamente al niño desde sus
86
Véase Lucas 2:27-32.
87
Cuando James, el hijo menor de uno de los autores, tenía ocho meses de edad salió gateando fuera de un portón que inad-
vertidamente había sido dejado abierto.
El conductor de un gran camión de madera frenó a dos pies delante de él mientras él gateaba a través de la transitada auto-
pista, muy abstraído del peligro. Este incidente no solo decía mucho acerca del cuidado protector de Dios sino que ilustra
completamente la falta de percepción del peligro en la temprana niñez.
Pág. 80

más tiernos años de manera que haya sido firmemente establecida una relación de confianza entre los
padres y el niño.
Quizás los dos errores más grandes que los padres pueden cometer son ejercer demasiado control del
niño, o en el otro extremo, permitirle al niño hacer lo que le plazca. Ambos son destructivos para el de-
sarrollo de la toma de decisiones del niño.
En el primer caso, la voluntad tiende a ser quebrantada por la disciplina coercitiva, y cuando más ade-
lante en la vida del niño éste sea enfrentado con la toma de decisiones, no tiene una base adecuada so-
bre la cual tomar esas decisiones, y tiende a comportarse en una forma coherente con el ―hombre natu-
ral‖, que es incoherente con un compromiso hacia Cristo. Por otra parte, el niño que ha crecido en un
ambiente permisivo aprende a ser voluntarioso y a validar su conducta por principios hedonísticos. Él,
también, encuentra difícil tomar decisiones correctas cuando llega a la adolescencia, y tiene una fuerte
tendencia a alejarse de Dios hacia patrones de conducta irrestrictivos. De manera que los hogares coer-
citivos y los permisivos fracasan en la enseñanza de principios adecuados para la toma de decisión de
parte del niño. Ambos métodos pueden tener efectos desastrosos en la vida adulta. La Escritura coloca
esta educación en una fina balanza. Los padres cristianos fielmente guiarán sus casas.
―Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda dignidad‖. 1 Timoteo 3:4.
Los padres no ignorarán el castigo por la desobediencia continua y voluntariosa.
―El que retiene la vara, a su hijo aborrece; el que lo ama, desde temprano lo disciplina‖. Proverbios
13:24.
―La vara y la enmienda dan sabiduría, pero el muchacho consentido avergüenza a su madre‖. Prover-
bios 29:15.
Sin embargo, hará todo para evitar un ambiente negativo, destructivo, y carente de amor que quebrante
al niño e inhiba un verdadero crecimiento y desarrollo positivo.
―Cualquiera que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, será mejor que le aten una pie-
dra de molino al cuello, y lo echen al mar‖. Marcos 9:42.
―Y vosotros, padres, no irritéis a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor‖.
Efesios 6:4.
Es sumamente importante para el niño aprender obediencia a sus padres, no por temor o amenaza, sino
sobre la base de la responsabilidad que él tiene hacia sus padres quienes están, especialmente en los
comienzos de su vida, en el lugar de Dios para él. Si el niño es colocado bajo crítica continua y es suje-
to a mucho castigo físico o psicológico, el carácter de Dios se pervertirá en la mente del niño, y la rela-
ción niño—padre siempre será defectuosa. El dominio propio es vital para una buena paternidad.
Al aprender obediencia implícita a los padres y otras autoridades, el niño aprende obediencia a Dios. La
obediencia es una parte integral de la relación de uno con Dios.
―Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados
con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sea multiplicada‖. 1 Pedro 1:2.
Se extiende aun a los pensamientos: ―Para derribar argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y cautivar todo pensamiento en obediencia a Cristo‖. 2 Corintios 10:5.
Sin embargo, así como aquellos que son verdaderamente obedientes a Dios se motivarán por el amor,
así también, la verdadera obediencia a los padres será despertada por la emoción del amor. Es al atesti-
guar el amor y afecto de sus padres que los niños aprenden el verdadero significado del quinto manda-
miento.
―Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da‖.
Éxodo 20:12.
Solo entonces se podrá mantener un desarrollo armonioso. Debe haber normas apropiadas en el hogar.
Estas deben ser sencillas, reglas necesarias que son impuestas coherentemente en amor. Al avanzar el
niño en edad es con frecuencia provechoso permitirle ayudar en la elaboración de las normas.
De esta manera él estará más animado a cumplirlas. La obediencia debería exigirse coherentemente, y
los padres deberían esperar que sus solicitudes sean respondidas la primera vez en que son hechas. En
Pág. 81

última instancia es mucho más amable, porque entonces el niño comprenderá la predictibilidad de los
padres.
Si la solicitud debe ser repetida muchas veces, el niño tenderá a confundirse. Los padres eventualmente
se volverán impacientes si no irracionales, y puede que respondan violentamente al niño.
Tales acciones no fomentan buenas relaciones familiares. Ocasionalmente el niño necesitará que se le
llame la atención, pero toda llamada de atención debería hacerse en amor, no con ira. Las palabras im-
pacientes destruyen la verdadera relación familiar, y la aspereza conduce a la amargura. La fuerte cen-
sura a los niños conduce a la inseguridad, baja auto-imagen, desánimo y desesperación. El negativismo
permanente puede romper los lazos familiares de manera que surgen daños irreparables. Existe la nece-
sidad de representar el verdadero carácter de Dios al niño—su amor, su misericordia y su largo sufri-
miento, que a menudo es mejor exhibido en el manejo de problemas disciplinarios. Los aspectos positi-
vos del niño deberían ser reconocidos y si bien se debe evitar la lisonja, el elogio, la aprobación y el
estímulo deberían ser concedidos liberalmente cuando sea apropiado.
Otro factor importante en la salud mental, crecimiento y desarrollo del niño es su alimento mental. La
vida artificial actual, con la complejidad que la sociedad moderna ofrece, dificulta mucho más al niño
crecer en un ambiente emocionalmente seguro. En un artículo titulado ―Niños Perturbados—La
Búsqueda de Ayuda‖,88 se estimó que al menos 1,4 millones de niños menores de 18 años en los Esta-
dos Unidos tienen problemas emocionales de tal severidad como para exigir atención urgente, y tanto
como otros 10 millones requieren ayuda psiquiátrica de algún tipo si algún día han de lograr el poten-
cial que el progreso médico había hecho posible en otros frentes. Algunos sugieren una cifra tan alta
como 30 millones, un segmento extraordinariamente grande de la población menor de 18 años en los
Estados Unidos. Esta cifra no está limitada a condiciones neuróticas moderadas, sino que también in-
cluye profundos problemas psicológicos tales como el autismo, esquizofrenia, e hiperquinesis. Como
dijo un psiquiatra en el artículo mencionado: ―El niño afortunado es aquel con una buena herencia, y
cuidado adecuado provisto por ambos padres quienes son capaces de reconocer y cumplir con las nece-
sidades del niño en el inicio de su vida, y un mínimo de situaciones de estrés crónico arrollador mien-
tras el niño va creciendo‖.
Desafortunadamente, menos niños hoy en día tienen el privilegio de un hogar con los dos padres. Ni
tampoco tienen un ambiente desprovisto de situaciones estresantes.
Adicionalmente se señaló que la actual sociedad móvil casi ha abolido el concepto de familia extendida
donde las tías, los tíos, los abuelos y otros familiares formaban una fábrica adicional para apoyo de los
niños en crecimiento. De manera que la iglesia cristiana, si estuviera apropiadamente organizada y aler-
ta, debe volverse parte de la familia extendida a los niños de sus miembros, y en este sentido los adul-
tos deberían 176 considerarse a sí mismos como los padres y madres de todos los niños en la iglesia.
Un psiquiatra citado en el informe indicó que él no creía que dos padres, menos aun uno solo, podía
criar a un niño completamente solo, y por lo tanto el apoyo de la iglesia es crítico.
Nos enfrentamos a la situación donde muchos niños jóvenes no tienen el privilegio de la compañía
constante de una madre durante el día. La complejidad de la sociedad, y la búsqueda de conveniencias
modernas, significa que frecuentemente ambos padres están trabajando, y sin embargo, hay muchos
que estarían de acuerdo con la opinión del doctor Salk: ―Preferiría ver que la gente no tenga hijos del
todo a que dejen a los infantes en un centro de cuidado diario‖ (Ibíd.). No cabe duda que bajo casi todas
las circunstancias la madre está mejor capacitada para cuidar de su niño en los tempranos años formati-
vos, y esta responsabilidad dada por Dios no debería, excepto bajo las circunstancias más apremiantes,
ser colocada en las manos de otra persona. Es mucho mejor tener menos de las llamadas comodidades
de la vida que un niño esté sin su madre por largos periodos del día.
Sin embargo, la encuesta siguió para señalar como una de las grandes causas de crisis mental en los ni-
ños la devastadora influencia de la televisión. ―En la sociedad actual de botones, los niños tienden a

88
Véase Newsweek, abril 8, 1974.
Pág. 82

aprender acerca del mundo que los rodea indirectamente por la televisión. Muchos de nuestros niños y
jóvenes han estado en todas partes por oído y ojo, y casi en ninguna parte en las realidades de sus expe-
riencias autoiniciadas.
Mucho de lo que los niños ven es una vívida imagen de guerra, violencia y levantamiento social. La
agresión ha llegado a ser una de las experiencias infantiles más penetrantes de todas. Los niños apren-
den comportamientos anormales al observar otra gente‖.89
Ahora es aceptado que la televisión está desempeñando un papel fundamental en el establecimiento de
valores de la sociedad y está afectando significativamente las actitudes y la moral. El que la televisión
presente mucho de lo que está en contradicción con la moral bíblica es una sobria advertencia a los pa-
dres que tienen el bienestar moral y espiritual de sus hijos como meta central de su corazón. Aun las
propagandas y los boletines noticiosos a menudo enfatizan aquello que es inmoral o de mal gusto.
Es por lo tanto vital que los padres monitoreen lo que sus hijos ven y escuchan. Esta necesidad no solo
se aplica a la televisión sino también a la lectura, a la radio, a los equipos de sonido y otros aparatos
similares. Con frecuencia, debido a la complacencia o carencia de fortaleza de su parte, los padres se
han rendido a las influencias ambientales, pero la responsabilidad paterna de desarrollar un ambiente
que ayudará al máximo en el crecimiento emocional y espiritual del niño es muy crítico. A los niños se
les debe enseñar que cualquier complacencia que interfiere con el crecimiento mental y espiritual no es
provechosa y debería ser eliminada. La complacencia no hace felices a los niños, sino inquietos y des-
contentos; y aunque es natural ansiar lo sensacional y lo excitante en la diversión, los tales no tienen
valor alguno para una vida fructífera. Para asegurar la vida del niño contra las malas influencias o aque-
llo que es menos que completamente recompensado, el niño debe ser rodeado por actividades útiles e
interesantes. El desarrollo de intereses creativos y constructivos que absorben al niño es básicamente la
responsabilidad del padre para los hijos varones y la de la madre para las hijas. Sin embargo, muchas
actividades que involucran a toda la familia simultáneamente, especialmente aquellas fuera de la casa,
hacen mucho para cimentar los lazos familiares mientras que al mismo tiempo llenan el vacío que deja
la exclusión de diversión sensacional en la vida de un niño. Tales excursiones también ayudan a esta-
blecer patrones valederos para toda la vida.
La Biblia está repleta con ejemplos de los efectos devastadores de la permisividad de parte de los pa-
dres. Quizás ninguno es más obvio que la experiencia de Elí, el sumo sacerdote de Israel, cuyos hijos
no fueron disciplinados ni sus vidas dirigidas en una forma fructífera hacia Dios. La indulgencia de Elí
condujo a la muerte a sus hijos y dejó consecuencias trágicas para él mismo. 90 Los padres son tan res-
ponsables como las madres por la educación de sus hijos.
Los padres tienen la solemne responsabilidad de proveerles a los hijos que se les ha confiado la máxi-
ma calidad de ambiente y dirección. Solo en tales circunstancias pueden los hijos levantarse y llamar a
sus padres benditos. Dios discierne posibilidades ilimitadas en todos los humanos, y a los padres se les
ha dado la sagrada tarea de hacer todo para estimular al niño a alcanzar las alturas que están delante de
él ya que su vida está ligada con el poder infinito de Dios.

ETAPAS EN EL DESARROLLO DE LA INDEPENDENCIA DEL NIÑO

NACIMIENTO
COORDINADO DE LA MANO
GATEO
CAMINAR
HABLAR

89
Conclusiones de la Comisión de Salud Mental para Niños, citado en Ibíd.
90
Véase 1 Samuel 4:11-18.
Pág. 83

PRE-ESCOLAR / ESCUELA
LICENCIA DE CONDUCIR
INDEPENDENCIA FINANCIERA
VIVIR FUERA DE CASA
MATRIMONIO

Capítulo 23: La Adolescencia y la Independencia.-


Con frecuencia la realidad más difícil para los padres de adolescentes es el darse cuenta que lo que está
ocurriendo a nivel del adolescente es en gran medida el resultado de la educación paterna pretérita du-
rante los años formativos del niño.
Frecuentemente lo que parecía meramente idiosincrasias menores durante los primeros años de la niñez
se desarrolla en características molestas e inclusive en desórdenes emocionales en la adolescencia, y
demasiado tarde los padres tratan de invertir los resultados de una pobre educación de hogar en años
anteriores. Al contrario, una cuidadosa y bien equilibrada relación entre los padres y el niño durante la
infancia y niñez es la mayor seguridad contra el desarrollo de serios problemas en la adolescencia. No
obstante, los padres que han sido menos que apropiados durante los primeros años de su hijo pueden
llegar aun a cosechar algunos beneficios mediante una relación más responsable con el niño en la ado-
lescencia, aunque la tarea es mucho más difícil y los resultados con frecuencia menores.
No hay, sin embargo, ninguna razón para no hacer todo esfuerzo posible. Todos los grandes cambios de
periodo son especialmente críticos para la salud mental, y ciertamente la adolescencia con su metamor-
fosis de la niñez a la edad ―adulta‖ es un periodo sumamente crítico en términos de salud mental. No es
extraño que los desórdenes emocionales se vuelvan aparentes durante los años de la adolescencia. Este
hecho es especialmente verídico con manifestaciones psicóticas tales como la esquizofrenia.
La adolescencia es un periodo de frecuente vacilación entre la conducta infantil y una más madura; por
lo tanto, mientras el niño busca encontrar su propia identidad e independencia, ocurren muchas frustra-
ciones y presiones. Especialmente en la sofisticada sociedad occidental, la adolescencia tiende a pro-
longarse. A menudo se dice que comienza con un cambio fisiológico que involucra la pubertad y ter-
mina con un desarrollo psicológico caracterizado por el logro de madurez emocional y social. Es duran-
te este periodo que la juventud trata de desligarse de la dependencia de la niñez. Para muchos jóvenes
esta creciente madurez trae muchos problemas y frustraciones. Las frustraciones frecuentemente están
relacionadas con el conflicto entre el sistema de valores paternales y la del grupo social del adolescen-
te. El adolescente es a menudo colocado en una situación de conflicto, donde el responder a la presión
de su grupo social es atraer la desaprobación de los padres. Extrañamente responder a los valores y de-
seos paternos a menudo lo aleja más de su grupo social. Los padres necesitan ejercitar mucho cuidado
en ayudarle al niño y al adolescente a tomar sabias decisiones en escoger sus amistades. Las amistades
afectan tanto la reputación como el carácter. Los hábitos y motivos crecerán para parecerse a aquellos
de las amistades, aunque parezcan ampliamente separados al principio. Casi inevitablemente, es el
compañero con el carácter más pobre quien influencia a aquel cuyo carácter originalmente era más no-
ble.
Hasta cierto grado considerable, una sabia guía paterna habrá conducido al desarrollo de las habilidades
de independencia y toma de decisiones previa a la adolescencia. 91 Los padres que han inculcado bases
sólidas para la toma de decisiones en el niño usualmente descubrirán que el adolescente logrará más
efectivamente la transición hacia la independencia de la vida adulta con menos dificultad. Es usualmen-
te pensado que el comienzo de la independencia llega cuando el infante es capaz por primera vez de
trasladarse de un lugar a otro durante su etapa de gateo. Esta independencia se aumenta con su habili-
dad para caminar y posteriormente a correr, y sin lugar a dudas es aumentado grandemente con el desa-

91
Véase el capitulo 22 titulado ―La Niñez‖.
Pág. 84

rrollo de más y más formas sofisticadas de comunicación. La habilidad en huir de los padres o decir
NO es la flexión inicial de la independencia del niño.
Esto a veces puede llevarse a cabo en forma de juego, pero eventualmente formará una parte integral de
la habilidad para decidir independientemente sobre diversos asuntos. Para cuando el niño abandona el
hogar bien sea para la guardería, o escuela primaria, esta independencia aumenta hasta cierto punto
aunque frecuentemente es colocado en otro ambiente donde, aunque no sea directamente responsable
hacia sus padres, sí es responsable ante otro adulto. De manera que usualmente es durante la adolescen-
cia que obtiene su primera oportunidad real para tomar decisiones totalmente independientes de sus pa-
dres.
Hay muchos factores aun en la adolescencia que tienden a aumentar su independencia; por ejemplo, la
posesión de un carro, la habilidad para obtener su propio ingreso, y la habilidad para estar en compañía
de otros sin supervisión. Todos estos factores tienden a aumentar la independencia, pero también colo-
can una gran responsabilidad sobre el joven, que hasta ahora él no había experimentado. Desafortuna-
damente, muchos jóvenes no han sido preparados para semejante responsabilidad, y tienden a ceder ca-
si inconscientemente a la presión de grupo.
Es por esta misma razón que una preparación fuerte y temprana así como la educación son tan críticos.
Esta verdad fue ciertamente reconocida por Salomón: ―Adiestra al niño en el camino que debe seguir,
aunque sea anciano, no se apartará de él‖. Proverbios 22:6.
Por medio de Moisés, Dios expresó el mismo concepto cuando, después de la entrega de los Diez Man-
damientos, él advirtió a los hijos de Israel: ―Las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en
casa o cuando vayas por el camino, al acostarte y al levantarte‖. Deuteronomio 6:7.
Trágicamente, la pobre educación de los infantes y niños conduce a la rebelión e insubordinación cuan-
do surge la oportunidad de independencia.
La correcta y efectiva educación de los niños es la más certera seguridad contra un errado patrón de vi-
da cuando llegan a los años de independencia. No quiere decir que los hijos de padres que los han edu-
cado sabiamente durante sus años formativos no tendrán problemas de ajuste a la adolescencia. Tan
complejas y difíciles son las decisiones de la juventud actual que se puede esperar que la mayoría, aun
de los mejores hogares, tendrán dificultades. Se debe aseverar adicionalmente, sin embargo, que
habrá una mayor probabilidad que dichos jóvenes eventualmente se ajustarán adecuadamente y to-
marán decisiones seguras y fuertes, si el ambiente del hogar ha sido seguro y coherente durante sus
primeros años de vida.
Con frecuencia ha sido un choque para los padres prudentes ver a sus hijos, quienes han sido aparente-
mente bien ajustados en sus años formativos, repentinamente mostrando signos de inadaptabilidad o in-
clusive rebelión en los primeros años de adolescencia. Sin embargo, el mismo manejo firme pero cari-
ñoso de los años anteriores, mantenido a través de estos años difíciles, usualmente producirá resultados
sólidos y satisfactorios. Es importante para los padres no entrar en pánico, ni sentir que todo se ha per-
dido cuando sus hijos adolescentes toman unas decisiones pobres. Por otra parte, los mismos principios
y normas guiadoras de la vida deberían ser conservados por los padres en un esfuerzo por ayudar a sus
jóvenes para adquirir la seguridad en saber lo que es correcto y mejor. Los padres deben permanecer
dispuestos para responder a las necesidades de sus jóvenes. El adolescente que todavía se siente seguro
para buscar el consejo de sus padres refleja el resultado de una crianza inteligente. Quizás no exista
mayor cumplido para un padre. No se logra nada mediante compromiso o vacilación de parte de los pa-
dres, y mucho se pierde por los padres quienes, en su incapacidad para adaptarse a la confusión de la
adolescencia, recurren al compromiso en la esperanza que de alguna manera conservarán el afecto de
sus hijos.
Es de ayuda reforzar con comentarios positivos las decisiones y acciones correctas de los adolescentes
y ayudarle al adolescente a tratar de tomar decisiones coherentes con los altos propósitos cristianos. Es
durante los años de la adolescencia que se desarrolla la mayor parte de nuestro sistema de valores.
Pág. 85

Creencias, actitudes, prejuicios, parcialidades y los estilos de vida se vuelven más fijos durante este pe-
riodo. Muchos conflictos pueden surgir cuando los adolescentes escogen actitudes y creencias que var-
ían significativamente de aquellas de sus padres. También puede surgir considerable conflicto emocio-
nal en la mente del adolescente y puede conducir a formas de conducta irracional o apresurada. Fre-
cuentemente hay mayor estabilidad emocional cuando el estilo de vida escogido por el adolescente es
similar al de los padres, que cuando este difiere ostensiblemente. Naturalmente, en una época donde es
más probable que en generaciones anteriores que el estilo de vida del adolescente esté en contraste con
el de los padres, no es sorprendente que existan muchas crisis emocionales. Los padres deberían evitar
cuidadosamente armar una crisis sobre diferencias que no sean de naturaleza moral.
Toda su sabiduría y energía serán requeridas para enfrentarse a aquellas situaciones que puedan tener
una base moral.
Otra área de preocupación durante los años de la adolescencia es el asunto de los símbolos de status. A
fin de satisfacer sus ambiciones de ser adultos y por evitar el status de niños los adolescentes casi uni-
versalmente tratan de reforzarse a sí mismos con los símbolos de status del adulto. Los símbolos de sta-
tus pueden involucrar cualquier cosa característica del patrón de vida del adulto. Estos patrones pueden
abarcar distintivos estilos de vestir, el uso de maquillaje y joyas (especialmente para las muchachas),
fumar, consumo de alcohol, independencia financiera, automóviles y relaciones sentimentales. Si bien
no todos los símbolos de status son indeseables, muchos están en oposición a los principios morales y
de salud. Básicamente, la presión sobre los adolescentes es a conformarse a los patrones de la sociedad
en general. Por lo tanto, la creciente madurez del adolescente debería ser reconocida por los padres,
maestros, y la iglesia. Una mayor responsabilidad en reconocimiento a esta madurez permite símbolos
de status apropiados que ayudarán, en vez de reducir el desarrollo espiritual, emocional, y físico del
adolescente. Tal responsabilidad tiene el máximo efecto si es apropiada a los intereses y necesidades
del joven. Éste periodo provee una inusual buena oportunidad para educar a los jóvenes a servir en to-
das las ramas y actividades de la vida de la iglesia. También brinda la oportunidad para desarrollar re-
laciones en la cuales el adolescente siente que está siendo tratado como un adulto y en las cuales consi-
dera que sus contribuciones son consideradas con aprecio.
Los adolescentes entrelazan los años formativos de la niñez con los años de responsabilidad de la vida
adulta. Pronto al joven de hoy se le pedirá asumir las responsabilidades del mañana. Existen evidencias
en la sociedad contemporánea que las dificultades y complejidades de la era moderna han reducido os-
tensiblemente la efectividad de la guía paterna. El éxito de la unidad familiar, el fundamento mismo de
la sociedad, frecuentemente está en entredicho. Si ha de haber una regresión significativa a esta tenden-
cia, el papel de los padres debe ser cuidadosamente cumplido. Dios ha prometido su sabiduría a todos
aquellos que le siguen sinceramente. Se requiere de esta sabiduría quizás como en ninguna otra época
de la historia.

Capítulo 24: La Adolescencia y la Toma de Decisiones.-


Es durante los años de la adolescencia o poco después, que las mayores decisiones de la vida tienden a
realizarse. No hay ninguna que sea mayor que la decisión de seguir a Cristo, la decisión a seguir un
llamamiento para la vida, y la decisión a escoger un compañero para toda la vida. Usualmente es mejor
si estos compromisos se realizan en ese orden. Frecuentemente, un matrimonio prematuro, o un matri-
monio antes que se haya hecho una decisión para seguir a Cristo, ha frustrado las metas de Cristo en la
vida de un hombre o mujer joven. Es absolutamente deseable que tanto el esposo como la esposa ten-
gan un compromiso para seguir el liderazgo de Dios, sin importar lo que eso pueda ser. El que un
cónyuge se oponga al liderazgo de Dios es iniciar un conflicto que quizás nunca se resuelva completa-
mente.
Indudablemente la decisión más grande y significativa que los humanos puedan tomar es la decisión de
seguir a Cristo.
Pág. 86

Esta decisión afectará a todas las demás y por lo tanto, en la educación de los jóvenes, se debería brin-
dar una primacía sobre ésta. Si bien frecuentemente es verdad que los niños pequeños pueden tomar
decisiones para aceptar a Cristo, es más probable que una decisión firme, e irrevocable se realizará a
mediados de la adolescencia. Usualmente los jóvenes deben enfrentarse a las presiones de los grupos
sociales y biológicos de la adolescencia para llegar a confirmar firmemente sus decisiones.
No es extraño que los padres se preocupen demasiado si ven que sus hijos están aparentemente vaci-
lando en tomar una decisión para seguir a Cristo, y quizás muchos tratan de forzar a sus hijos a tomar
tal decisión. Pero es imposible obligar a alguien a seguir a Cristo. Aunque los padres tengan la respon-
sabilidad de colocar ante sus hijos en la manera más atractiva, los requerimientos que Cristo coloca so-
bre su vida y servicio, solo hasta que él mismo tome esa decisión puede resultar cualquier consecuencia
positiva para el reino de Dios.
La coherencia de los padres, su estímulo, y su ejemplo pueden ayudar, pero llegará un momento cuan-
do el joven por sí mismo deba tomar esa decisión. Sin embargo, una vez más, la dedicación especial de
los padres en la crianza de sus hijos puede ayudar grandemente. La dedicación especial de Samuel
hecha por su madre, Ana, parece haber desempeñado un papel vital en la futura misión del profeta.
Constituye un excelente ejemplo para los padres modernos.
―E hizo un voto, diciendo: Oh Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva, y te
acuerdas de mí, y me concedes un hijo, lo dedicaré todos los días de su vida a tu servicio, y no pasará
navaja sobre su cabeza‖. 1 Samuel 1:11.
No hay duda que el conflicto emocional y estrés pueden ser grandes en la experiencia de los adolescen-
tes quienes se encuentran en un estado de indecisión respecto a su relación con Cristo. Esta indecisión
causa no solo conflicto, sino a menudo tensos estallidos emocionales y puede conducir aparentemente a
conductas incoherentes e irresponsables. Los padres deberían reconocer que los jóvenes que todavía
deben tomar su decisión para seguir a Cristo atravesarán por un periodo bien difícil. En un sentido no
es desalentador, porque significa que el niño no ha descartado el llamado de Cristo. Por otra parte, es
necesaria una comprensión cuidadosa para que en este período difícil el joven pueda tener en lo posible
una fácil oportunidad para hacer un compromiso firme con Cristo. Si durante la adolescencia no se ha
hecho una decisión para seguir a Cristo, es mucho menos probable que en un periodo posterior se tome
tal decisión. Por esta razón Salomón urgía: ―Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud‖. Ecle-
siastés 12:1.
Satanás se esfuerza por entretejer una red de circunstancias alrededor de aquellos que no han sometido
sus vidas a la voluntad de Dios, haciéndolo tan difícil como sea posible que tomen ésta decisión poste-
riormente en la vida. Es esencial percatarnos que debe haber una decisión definitiva para servir a Dios.
Lo único que se necesita para seguir a Satanás es no tomar ninguna decisión. Feliz es el joven que pue-
de decirle a Dios: ―Porque tú, oh Señor, mi Dios, eres mi esperanza, mi confianza desde mi juventud‖.
Salmo 71:5.
Tal joven ha seguido el consejo de Pablo a Timoteo: ―Huye de las pasiones juveniles. Sigue la justicia,
la fe, el amor, la paz, junto con los que invocan al Señor de limpio corazón‖. 2 Timoteo 2:22.
La segunda gran decisión es para un llamamiento en la vida. Esta decisión no es fácil en nuestra com-
pleja era donde hay tal proliferación de oportunidades. Cuando en épocas pasadas era probable que un
niño siguiera en el negocio o profesión del padre, las decisiones eran sencillas; peor actualmente cuan-
do es mucho más probable que el joven escogerá una ocupación diferente a la de sus padres; y cuando
hay tal magnitud de oportunidades, la indecisión puede crear profunda preocupación emocional. Los
padres pueden reducir el nivel de tensión de sus hijos si les han ayudado a comprender que Cristo está
guiando sus vidas y que, al seguir su liderazgo, nada tienen que temer. Algunas veces, al igual que
Abraham, se les puede requerir que den un paso en fe, porque parecería favorecer la causa de Satanás
que los jóvenes decidan no hacer nada.
Moviéndose hacia adelante en fe, permitiéndole al Señor guiarlos en la dirección más apropiada para su
papel único en sus planes y propósitos, traerá los resultados más satisfactorios. Tal curso puede produ-
Pág. 87

cir, por una parte, la moción positiva de logro, y por otra parte, la tranquilidad que proviene de la certe-
za de seguir el liderazgo de Dios. El uso fructífero de nuestros talentos es esencial para la persona que
profesa ser un siervo de Cristo.92
Es fácil para los padres inyectarle a sus jóvenes ambiciones no santas, ambiciones relacionados con las
finanzas, el poder, o el prestigio. Al hacer esto están minimizando el llamado de Dios. Dichas metas es-
tresan la competencia egocéntrica en vez del servicio altruista, y con frecuencia eleva los niveles de
tensión en el adolescente. En la inquietud de la juventud es fácil subestimar miopemente el valor de la
educación, pero cada joven debería ser animado a seguir en hábitos de industria, yendo tan lejos como
pueda para cumplir los propósitos de Dios en su vida.
La tercera gran decisión es la elección de un compañero para toda la vida. Esta decisión involucra el
segundo juramento más importante que los humanos realizan, un juramento dirigido al establecimiento
de un hogar donde el esposo y la esposa conservarán inviolable su relación el uno hacia el otro.
Obviamente este voto es mucho más efectivo cuando tanto el esposo como la esposa han hecho un
compromiso con Cristo y cuando hayan establecido una comprensión compatible del liderazgo de Dios
en sus vidas. De manera que los jóvenes necesitan consejo y guía Divina concerniente a los verdaderos
principios del amor, las responsabilidades del matrimonio y la paternidad. Las decisiones apresuradas
pueden conducir a una miseria para toda la vida. 93
Quizás el elemento positivo más crítico de la juventud es su idealismo. Cuán importante es para los pa-
dres, maestros y lideres de la iglesia reconocer el idealismo de la juventud, ¡Pero también a utilizarlo y
movilizarlo! El joven tiende a pasar por alto el discernimiento de las barreras, obstáculos, o graváme-
nes.
Quieren avanzar hacia adelante. Quieren forjar hacia adelante para hacer las cosas que los adultos ma-
duros con frecuencia ven como imposibles. Es vital no aplastar este idealismo o destruir el entusiasmo
juvenil, sino utilizar la exuberancia en un alcance positivo para la obra de Dios. Tal resultado puede ser
maravillosamente alcanzado cuando este idealismo está asociado con verdaderos principios de abnega-
ción y servicio.
Con cada compromiso para Cristo, hay cambios fisiológicos acompañantes para la acción. Con la moti-
vación por un idealismo inigualable en años anteriores o posteriores, los jóvenes tienden a responder
con gran compromiso personal.
En la medida en que el amor de Cristo se les manifiesta, no solo se desafía su intelecto, sino que tam-
bién hay una considerable respuesta emocional que lo acompaña. Ningún hombre o mujer puede expe-
rimentar el amor de Cristo sin corresponder a ese amor. Esta respuesta emocional, al igual que todas las
emociones humanas, está asociada con cambios corporales mediados por el sistema nervioso simpático.
Estos cambios estimulan y facilitan el comportamiento por la secreción de adrenalina en la corriente
sanguínea, aumentando la frecuencia cardiaca y respiratoria y mejorando el tono muscular. Por lo tanto,
una respuesta general al llamado de Cristo trae consigo una preparación automática para la acción. El
alma clama por algo por hacer que refuerce el compromiso.
Frecuentemente aquellos de mayor edad fallan en proveer para el desafío de esta situación. Envían lejos
aquellos que han firmado su aceptación de Cristo sin proveerles alguna oportunidad para que puedan
reforzar su decisión para un comportamiento cristiano fructífero. Pronto los jóvenes se confunden y
equivocan sobre el compromiso hecho, y por lo tanto, a menudo caen presa de otras actividades que no
están santificadas ni son provechosas. Ocurren desánimos y crisis emocionales asociados con la ver-
güenza, y el resultado final con frecuencia es peor que si nunca se hubiera aceptado un desafío. El lla-
mado para una entrega personal tiene un lugar real en la vida de cada joven. Pero la Escritura está re-
pleta de ejemplos del refuerzo inmediato de ese compromiso en acción.
Cuando Cristo llamaba a Pedro y Andrés, dijo: ―Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres‖.

92
Véase Mateo 25:14-30.
93
Véase los capítulos 27-28 titulados ―La Preparación para el Matrimonio‖ y ―El Matrimonio y la Familia‖.
Pág. 88

Marcos 1:17.
Posteriormente cuando Cristo personalmente interrogó a Pedro acerca del amor que le tenía, Pedro fue
directamente comisionado para alimentar a los corderos y ovejas.
―Cuando terminaron de comer, Jesús preguntó a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que
éstos? Él respondió: Sí, Señor. Tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió
Jesús a preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro respondió: Sí, Señor. Tú sabes que te amo.
Le dijo: Apacienta mis ovejas. Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se
entristeció de que le preguntara por tercera vez, ¿Me amas?, y respondió: Señor, tú sabes todas las co-
sas. Tú sabes que te amo‖. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas‖. Juan 21:15-17.
El último consejo de Cristo a Nicodemo fue: ―Pero el que vive de acuerdo a la verdad, viene a la Luz,
para que se manifieste que sus obras son hechas en Dios‖. Juan 3:21. Énfasis añadido.
De igual manera el joven rico fue desafiado con una tarea cuando él buscó el camino de salvación:
―Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Y ven,
sígueme‖. Mateo 19:21.
El apóstol Pablo, durante su experiencia de conversión, reconoció la necesidad vital de acción cuando
preguntó: ―Señor, ¿qué quieres que haga?‖. Hechos 9:6.
Antes de pasar tiempo de preparación en Arabia, él atestiguó de su nueva fe en la sinagoga. Después de
la restauración de sus ojos, él inmediatamente ―Empezó a predicar en las sinagogas a Jesús‖. Hechos
9:20.
Estas dos últimas decisiones importantes están ligadas sobre la decisión de rendir la vida a Cristo, de
hecho, en todas las metas y vocaciones de la vida, éste rendimiento ejercerá un significado superior.
Desafortunadamente muchos jóvenes ansían seguir a Cristo pero no saben cómo hacerlo. Tienen tan so-
lo una vaga comprensión de lo que deben hacer cuando Cristo llama. El desánimo y desaliento los aba-
te después de su entusiasmo inicial. Le sigue una resistencia al subsiguiente llamado del Espíritu Santo,
y el destino eterno de ellos así como su felicidad en esta tierra queda en peligro. Es importante en la
educación de nuestros adolescentes que cada uno pueda tener la oportunidad no solo de entregarse a
Cristo, sino también de saber cómo reforzar ese compromiso con acciones de naturaleza positiva y pro-
vechosa. De esta manera, la salud mental y estabilidad emocional serán aseguradas, y hay un refortale-
cimiento de las reservas de la persona joven para los arduos deberes de la vida futura.

Sección 5: Asuntos Matrimoniales.-


Capítulo 25: La Moralidad y el Sexo.-
La moralidad implica la respuesta total del hombre a la ley de Dios, pero actualmente este tema ha sido
enfocado básicamente sobre la respuesta a los deseos sexuales. Esta área tiene profunda influencia so-
bre el comportamiento de los adolescentes y adultos y quizás, tanto como cualquier otro factor, tiene
una influencia decisiva sobre la felicidad y la realización. El deseo sexual del hombre fue claramente
parte del plan exclusivo de Dios para la reproducción de la raza humana.94 El acto sexual no fue pla-
neado como parte del estilo de vida del hombre fuera del matrimonio. Cuando se altera el plan de Dios
para el hombre y cuando sus leyes son violadas, el hombre paga un precio inevitable en miseria e infe-
licidad.
De manera que la presente era permisiva es el resultado del enajenamiento de Dios escogido por el
hombre, que también es una raíz causante de mucha de la miseria en el mundo en general y de manera
especial en la vida familiar. Hay una inevitabilidad fatal en la búsqueda del hombre por liberación de
las restricciones morales de la cual cosecha temibles consecuencias.
―Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es de muerte‖. Proverbios 16:25.
La mera solidaridad del hogar, su coherencia y su perpetuidad, depende del más alto nivel de morali-
dad. Además, el estado de la sociedad depende de la calidad de vida en el hogar. Por lo tanto, no es

94
Véase Génesis 1:27-28.
Pág. 89

sorprendente que haya temerosas grietas en el tejido de la estructura de la sociedad que son irreparables
sin el retorno a una verdadera moralidad establecida sobre los principios restrictivos y emancipadores
del amor de Dios.
Todos los excesos sexuales dentro y fuera del matrimonio tienen su raíz en la búsqueda de satisfacción
propia. De manera que cuando los padres mismos ejercen el máximo dominio propio al someterse al
poder de Cristo en sus vidas, se encontrarán en una posición para ayudarles a sus hijos a desarrollar el
principio más importante de su vida cristiana—el dominio propio. Al aprender cada niño a vencer los
excesos de la complacencia propia, abrirá así el camino para esa amante preocupación por otros que lo
preservará de cualquier actividad que de alguna manera robe a otro del gozo de una vida pura.
La moralidad de la Biblia está en agudo contraste con la de la moderna sociedad occidental. Mientras
que para muchos la ―nueva moralidad‖ es vista como deshacerse de las inhibiciones, el puritanismo, los
falsos valores y modestia de un siglo pasado, en realidad ha dado aviso del hecho que el hombre ha re-
gresado a la maldad de siglos pasados. Las Escrituras comparan con los días de Noe, y los días de So-
doma y Gomorra el período que precede inmediatamente a la segunda venida de Cristo.
―Como fue en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre‖. Mateo 24:37.
―Asimismo, Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, que de la misma manera se entregaron a la
fornicación y a los vicios contra la naturaleza, sufrieron el castigo del fuego eterno, y fueron puestas
por ejemplo‖. Judas 7.
Dios ha prometido que en medio de este siglo él tendrá un pueblo puro, quienes han lavado sus túnicas
y las han blanqueado en la sangre del Cordero, y quienes guardan los mandamientos de Dios.
―Y él me dijo: ―Estos son los que han venido de la gran tribulación. Han lavado su ropa, y la han em-
blanquecido en la sangre del Cordero‖. Apocalipsis 7:14.
―¡Dichosos los que guardan sus Mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y entren
por las puertas en la ciudad!‖. Apocalipsis 22:14. 194
―Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto de sus hijos, los que guardan los
Mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús‖. Apocalipsis 12:17.
―¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!‖.
Apocalipsis 14:12.
Es con estas promesas reaseguradoras en mente que los padres cristianos deben buscar educar a sus
jóvenes con una mentalidad totalmente distinta de la mentalidad de la sociedad en general.
La Biblia sin vacilación condena toda aberración sexual, porque cada una destruye el alma y degrada al
hombre. Aun dentro del matrimonio, la relación sexual entre un esposo y esposa cristianos estará bajo
el control de nobles principios y no se desviará a pasiones lujuriosas y excesos sexuales.
Cuando el matrimonio es visto como dando en vez de recibiendo, aquello que es antinatural será evita-
do. Muchos de los divorcios, separación y unión libre pueden ser atribuidos a la complacencia sexual
egoísta del hombre. El hecho de que estas cosas han sido un problema en la iglesia cristiana es una tris-
te evidencia de la impureza dentro de la iglesia así como un desafío a restablecer el claro testimonio de
la iglesia contra dichos excesos.
La moralidad, al igual que la inmoralidad, tiene su origen en la mente. Si bien es cierto que el deseo
sexual es biológico por naturaleza, y usualmente logra evidente expresión durante los años de la ado-
lescencia, su expresión puede mantenerse bajo control por la influencia de la voluntad. Obviamente es
imposible para los niños y jóvenes evitar totalmente la estimulación mental sugiriendo que den rienda
suelta a sus deseos sexuales, porque en las propagandas comerciales, la radio, la música, la televisión, y
la literatura dichas sugestiones son dominantes. Además, es probable que muchos de sus compañeros
de escuela, les comunicarán sus propias ideas y prácticas sexuales pervertidas al joven. De manera que
los padres están confrontados con una inmensa responsabilidad para proveerle el más puro ambiente
posible mientras reconozcan que el conocimiento de algunas de las perversiones de la sociedad no pue-
den ser evitados. Es en el área de decisiones morales que se debe brindar el más sabio consejo con
comprensión, pero siempre sin compromiso. A los muchachos se les debe enseñar el máximo respeto
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por las muchachas, y su deber de no hacer nada que de alguna manera pueda comprometerlos en una
forma que los conducirá a las destructivas consecuencias del sentimiento de culpa. Por otra parte, las
muchachas deben ser enseñadas a conservar sus cuerpos intactos, recordando que sus cuerpos deben ser
―Templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, Y que no sois vuestros‖. 1 Corin-
tios 6:19.
Las mujeres jóvenes deben controlar la situación y ciertamente deben evitar desempeñar el papel de
tentadoras.
La mayoría de las mujeres jóvenes parecen escasamente apercibidas que la entrega de su cuerpo a un
hombre joven no aumenta su amor por una mujer, y puede causar que el hombre joven la llegue a odiar.
La Biblia presenta un clásico ejemplo en el odio de Amnón, el hijo de David, por su hermana Tamar
después que él la hubiera violado.
―Luego dijo Amnón a Tamar: Trae la comida a la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando
Tamar las hojuelas que había preparado, las llevó a su hermano a la alcoba. Cuando ella se las puso de-
lante para que comiera, él trabó de ella, y le dijo: ―Ven, hermana mía, acuéstate conmigo. Ella replicó:
No, hermano mío, no me fuerces. No se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza. Porque, ¿dónde
iría yo con mi deshonra? Y tú serías estimado como uno de los perversos de Israel. Te ruego que hables
al rey, que no me negará a ti. Pero él no quiso escucharla. Antes pudiendo más que ella la forzó, y se
echó con ella. Enseguida Amnón sintió por ella tan grande aborrecimiento, que éste fue mayor que el
amor con que la había amado; tanto que le dijo: Levántate, y vete‖. 2 Samuel 13:10-15.
En cualquier caso tales actos desenfrenados de parte de un hombre joven proveen una clara indicación
que éste no ha desarrollado dominio propio, que está motivado por el egoísmo, la pasión lujuriosa, y
por lo tanto en el mejor de los casos es un prospecto riesgoso como compañero para toda la 196 vida.
Los jóvenes de ambos sexos que han aprendido dominio propio a través de Cristo ofrecen un prospecto
mucho mejor para un matrimonio feliz que aquellos que han permitido una saciedad desenfrenada de
sus impulsos sexuales. La reserva controlada por Dios antes del matrimonio proveerá la mejor garantía
para una verdadera y duradera relación de amor después del matrimonio. Y tal control es el producto de
pensamientos puros y santos.
Aun la más destructiva de las normas morales ha sido la creciente incidencia de relaciones extramatri-
moniales. Algunos han alegado que si uno es honesto con su pareja, tales relaciones extramatrimoniales
son justificables. Otros han razonado que si ambos se involucran en relaciones extramaritales, entonces
esta infidelidad es completamente justificable. Algunos inclusive han sugerido que tal conducta le
agrega ―chispa‖ al matrimonio y aumenta su realización. Esta sofistería es el fundamento para la ex-
pansión de los clubes ―de intercambio‖ donde las parejas casadas intercambian compañeros para com-
placer sus deseos pecaminosos y lujuriosos. Pero no importa como se justifique el acto, está fundamen-
tado sobre motivaciones hedonísticas y sensuales que simplemente satisfacen las más bajas pasiones
humanas — una pasión sobre la cual ninguna sana relación humana puede construirse. Muy a menudo
el esposo ha, por varios medios, convencido a su esposa para participar en tales actividades, y la espo-
sa, frenética para complacer a su desviado esposo, ha sucumbido a la presión, con frecuencia con la va-
na esperanza que esto le ayudará a reparar su frágil matrimonio.
Sin embargo, no importa cuales sean las presiones, la esposa cristiana debe recordar que su cuerpo debe
ser conservado santo al Señor, y ningún acto de lujuria puede de alguna manera posible restaurarle el
verdadero amor al matrimonio. Las relaciones sexuales con la esposa de otro hombre están expresa-
mente prohibidas en las Escrituras.
―Además, no tendrás acto carnal con la esposa de tu prójimo, contaminándote con ella‖. Levítico 18:20.
La promiscuidad tiene su raíz en el paganismo, cuando las ciudades-estados tales como Esparta estimu-
laban las relaciones extramatrimoniales con la perspectiva de producir una raza superior.
La Palabra de Dios provee amplia advertencia y consejo sobre el libertinaje en los asuntos sexuales.
Pablo se enfrentó a muchos problemas de esa naturaleza en su época, aun entre los primeros cristianos.
De manera que al escribirle tanto a los creyentes Romanos como a los Corintios estableció claramente
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que aquellos que se comprometían en tales excesos morales no solo enfrentaban trágicas consecuencias
humanas, sino que aquellos que seguían en tales excesos no entrarían en el reino de los cielos. A los
creyentes Corintios él les declaró que la fornicación (relación sexual prematrimonial), el adulterio y la
homosexualidad están específicamente entre los pecados que mantendrán a los hombres fuera del reino
de los cielos.
―¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idó-
latras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los bo-
rrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios‖. 1 Corintios 6:9-10.
Pablo también advirtió a los Romanos contra las prácticas antinaturales de las mujeres, al igual que la
homosexualidad de los hombres.
―Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Aun sus mujeres invirtieron las relaciones naturales
por las que van contra la naturaleza. De igual modo, también los hombres, dejando la relación natural
con la mujer, se encendieron en sus malos deseos los unos con los otros, cometiendo infamias hombres
con hombres, y recibieron en sí mismos el merecido pago de su extravío‖. Romanos 1:26-27.
Más adelante en su consejo a los Corintios, la prostitución es completamente condenada.
―¿No sabéis que vuestro cuerpo es miembro de Cristo? Entonces, ¿quitaré los miembros de Cristo, y los
uniré a una ramera? ¡De ninguna manera!‖. 1 Corintios 6:15.
El grito de libertad se escucha hoy en día por doquier pidiendo por la liberación de la ―represión‖ del
siglo pasado, pero tales gritos no son por una verdadera libertad que libera al hombre del temor y an-
siedad engendrados por el pecado, sino por una permisividad sórdida que esclaviza la mente y las
emociones del hombre. La homosexualidad y el lesbianismo son desfilados como prácticas sexuales
normales y saludables, y muchos han sido animados a participar en prácticas bisexuales, agregando de
esa manera una ―nueva dimensión‖ a sus ya pervertidas y desenfrenadas vidas sexuales. Aun algunas
iglesias cristianas han considerado santificar lo que Dios expresamente condenó.
―No te acostarás con varón como con mujer. Es abominación‖. Levítico 18:22.
De manera que actualmente hay homosexuales declarados ejerciendo como ministros ordenados en
iglesias cristianas.
El cristiano debe ser comprensivo de las tentaciones del homosexual y la lesbiana. Es verdad que nues-
tra sociedad moderna de un solo padre predispone grandemente a los jóvenes a buscar afecto de su pro-
pio sexo. Sin embargo, excepto en los casos más raros, no hay bases biológicas conocidas para la
homosexualidad. Aquellos que lo practican han aprendido a estar orientado a ello. Desafortunadamente
esta orientación, al igual que muchos otros males, es aprendida a temprana edad de la vida. General-
mente se considera que resulta de una crisis de identidad en la que el niño tiende a identificarse con las
características del padre del sexo opuesto. De manera que por ejemplo, el hijo se identifica con la ma-
dre, modelando su comportamiento más sobre el de ella pero más importante aun, identificándose emo-
cionalmente con papeles femeninos. En la adolescencia tales personas descubren que tienen tan solo
una relación platónica con un miembro del sexo opuesto mientras que encuentran atracciones emocio-
nales más profundas con miembros del mismo sexo. Los heterosexuales no pueden concebir plenamen-
te el trauma que tal realización le causa a la mayoría de homosexuales, y hay una tendencia de parte de
la mayoría de los homosexuales a negar en primer lugar esta orientación. Sin embargo, la inevitabilidad
de las tendencias homosexuales durante toda la vida a menudo profesada por homosexuales practican-
tes, no es valida. La realidad que el homosexualismo es aprendido claramente indica que puede ser des-
aprendido, y hay aquellos que manifiestan que han vencido el problema y ahora están disfrutando una
vida matrimonial heterosexual normal. Si este progreso puede ser verdadero para todos los homosexua-
les es incierto. Pero por medio de Cristo se asegura la victoria completa sobre las prácticas homosexua-
les.
El cristiano es consciente que Cristo tiene el poder para darle victoria sobre todas las tendencias al mal
sean adquiridas o innatas, y la homosexualidad, aunque es un problema profundamente arraigado, cier-
tamente puede ser vencido. El cristiano debe percatarse de su responsabilidad de ayudar comprensiva-
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mente a todos los homosexuales que están buscando sinceramente una reversión de su orientación. De-
be reconocerse que el amor de Dios por los homosexuales es tan profundo como el amor por los hetero-
sexuales, y que su perdón es completo para ambos. Pero amor por el homosexual no es lo mismo que
aceptación del pecado de homosexualidad. Es imposible para el cristiano creyente en la Biblia ver la
práctica de la homosexualidad en otra luz que la más degradante. Es imposible que no se oponga a los
esfuerzos ampliamente divulgados para desfilarla como una aceptable y moralmente deseable alternati-
va al matrimonio heterosexual. La misma esencia de la sociedad establecida por Dios ordenada en el
hogar es quebrantada por estas relaciones homosexuales. Los sórdidos excesos de estas relaciones amo-
rosas antinaturales están basados sobre las mismas complacencias egocéntricas que están condenadas
en las desviaciones heterosexuales. Dios destruyó la antigua ciudad de Sodoma por sus prácticas homo-
sexuales, entre otros pecados.
El hombre, en su anhelo por excitación sexual, ha recurrido a otras formas de expresión sexual. La zoo-
filia—relación sexual con animales—es aun otra forma de aberración que las Escrituras condenan.
―Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él. Ni mujer alguna se pondrá delante
de animal para ayuntarse con él. Es perversión‖. Levítico 18:23.
Está claro que Dios condena todas las formas de expresión sexual que no son nacidas del amor puro
expresado dentro de la relación matrimonial. Si bien las Escrituras específicamente no se refieren a la
masturbación, los principios de las Escrituras condenarían esta práctica. Primero, es una desviación
sexual, y segundo, tiene todas las características de un acto egocéntrico.
Si bien la masturbación está ampliamente difundida entre los adolescentes, a menudo relacionándose
con experimentos involucrados en el desarrollo del adolescente, su fuerte base egocéntrica, como todas
las formas de desviación sexual, lo enlaza con problemas emocionales. Los fuertes alegatos de que la
masturbación es normal y sin riesgos para la salud, y de hecho posiblemente benéfico, no puede ser
sostenido ni emocional ni espiritualmente. Mientras que el dominio propio será extremadamente difícil
para el adolescente y exigirá un compromiso total hacia la vida de Cristo, tal dominio propio será re-
compensado con maravillosos dividendos en la futura vida marital.
En la actual sociedad permisiva donde todas las expresiones sexuales han sido condonadas y estimula-
das, es supremamente difícil para los cristianos, especialmente los jóvenes, ver los excesos sexuales en
su verdadera luz destructiva. Esta verdadera evaluación es hecha mucho más difícil por la forma en que
la televisión y otros medios masivos de comunicación rutinariamente han representado gran parte de
esta desviación, a menudo en forma glamorosa y aceptable. Además, las vidas de muchos de los ―héro-
es‖ de la sociedad - actores, deportistas, y otros entretenedores - han sido establecidos sobre principios
de gratificación personal fácilmente emulados porque se avienen a la depravación natural del hombre.
En vez de enseñar una moralidad centrada en Dios donde los jóvenes son exhortados y apoyados en sus
esfuerzos para crecer en fortaleza moral, el mundo del entretenimiento hace todo para facilitar la inmo-
ralidad. Los padres, habiendo fracasado en establecer con sus hijos aquellos principios de vida que los
fortalecerán para no ceder a las presiones de la indulgencia sexual premarital, se excusan de manera
fácil, simplemente distribuyendo pastillas anticonceptivas a sus hijas. Estos padres están en total con-
tradicción al mandato compasivo de Jesús a la mujer encontrada en adulterio: ―Vete, y desde ahora no
peques más‖. Juan 8:11.
La sociedad parece estar diciendo, vete y peca de nuevo. De manera que los padres se enfrentan a una
tremenda responsabilidad.
Probablemente existan pocos índices de permisividad de la era moderna mayores que la actitud hacia la
vida expresada por la permisividad del aborto. Es aun de mayor preocupación que segmentos substan-
ciales de la comunidad cristiana vean apropiado apoyar este asalto desalmado sobre el prenatal.
Usualmente el argumento a favor del aborto está construido sobre el punto de vista que es malo traer al
mundo hijos no deseados. Este hecho no puede ser negado, sin embargo, la toma de vida es enteramen-
te inaceptable. Con frecuencia se arguye que la vida no es realmente vida hasta que sea autosostenida,
esto es, puede seguir independiente del vientre de su madre. Pero esta aseveración levanta interrogantes
Pág. 93

para las cuales no hay respuesta conocida. La ciencia moderna ha hecho posible que fetos muy jóvenes
sobrevivan cuando son retirados de la madre. Ciertamente la única definición válida de vida humana es
que ésta comienza después de la concepción. El aborto generalmente se realiza entre el fin del segundo
y el fin del tercer mes de embarazo. Es probable que al menos cinco semanas después de la concepción
sea cuando el embarazo es tentativamente confirmado. Para cuando se lleva acabo el aborto usualmen-
te, el embrión está desarrollado al grado que muchas características humanas son visibles. Su sistema
nervioso está desarrollado al grado que puede responder a estímulo externo.
Destruir un embrión es destruir una vida. Incoherentemente, muchos que amargamente se oponen a la
ejecución del más vil homicida alegan a favor del derecho de las mujeres a abortar sus inocentes hijos
prenatales a voluntad.
Con frecuencia se alega que las mujeres deberían tener el derecho sobre sus propios cuerpos, pero un
principio fundamental de derechos humanos aboga por los derechos individuales solo hasta el grado en
que esos derechos no infringen sobre los derechos de otros. El aborto sí lo hace. Es cierto que muchas
de las que buscan el aborto están incapacitadas para la maternidad, pero aun este hecho no justifica el
aborto permisivo. Muchos hogares maravillosos estarían disponibles para criar a estos niños con la
máxima oportunidad para desarrollar sus facultades otorgadas por Dios.
Hay evidencia Bíblica que Dios reconoce la identidad humana del embrión. El profeta Jeremías declara
que Dios nos conoce desde el tiempo en que estuvimos en el vientre de nuestra madre.
―Antes de formarte en el seno te conocí, y antes que nacieras te aparté, y te designé por profeta a las
naciones‖. Jeremías 1:5.
El aborto permisivo es un pecado muy serio habitualmente con consecuencias psicológicas severas y a
largo plazo. Muchas muchachas o mujeres jóvenes sufren de sentimientos de culpa para toda la vida
después de sus abortos. Aun si este no es el caso, el acto no debe ser condonado por el cristiano, porque
es sintomático de un siglo donde la gente alega el derecho de hacer lo que les plazca sin considerar las
consecuencias. No obstante hay consecuencias, espirituales y emocionales. Es una triste reflexión sobre
nuestro siglo que en algunos centros urbanos de los Estados Unidos hay anualmente más abortos lega-
les que nacimientos vivos. Unido con el amplio uso de todas las formas de dispositivos anticoncepti-
vos, el grado de decadencia moral en la sociedad es alarmante. Los propios fundamentos de la estructu-
ra de la sociedad y la alegría y felicidad humanas están seriamente socavados.
Solamente una reversión total de los actuales patrones sociales puede abrigar la esperanza de salvar el
futuro de la raza humana, y tal reversión no es posible fuera del contexto del ministerio de Cristo en la
vida humana. Extrañamente, cuando el aborto era realizado en oscuros callejones y cuando era un cri-
men castigado con severas penas, muchos que ahora apoyan fuertemente el aborto en demanda estaban
horrorizados por éste. Pero ninguna legalización gubernamental puede alterar un principio de la ley de
Dios, y los cristianos deben pararse enérgicamente contra ésta monstruosidad.
Cuando los puros principios del cristianismo son practicados por jóvenes de ambos sexos, el problema
del aborto no es ni siquiera un asunto de discusión. Los médicos y hospitales cristianos tienen una seria
responsabilidad de abstenerse de participar en abortos permisivos. Sin embargo, los médicos cristianos
y personal médico frecuentemente tienen la oportunidad de atender a jóvenes quienes han estado com-
prometidos en sexo premarital y hacerles ver sus obligaciones para el matrimonio. La Biblia establece
claramente que las relaciones sexuales conllevan obligaciones, y el requerimiento de Israel era que una
pareja comprometida en sexo premarital estaba obligada a casarse.
―Entonces los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán. Lo multarán con cien piezas de
plata (1 Kg), que darán al padre de la joven, por cuanto difamó a una virgen de Israel. Además, la
tendrá por esposa y no podrá despedirla en todos sus días‖. Deuteronomio 22:18-19.
―Si alguno engaña a una doncella no desposada, y duerme con ella, deberá dotarla y tomarla por espo-
sa‖. Éxodo 22:16.
Pág. 94

Los verdaderos principios morales se fundamentan en el hogar. Aquí la Escritura estimula modestia
que traerá una rica recompensa más adelante en la vida. 95 La tragedia de la libre moralidad del presente
siglo es que destruye el respeto propio y la felicidad humana porque está construido sobre el principio
de auto-destrucción de la gratificación personal. Y además excluye a todos aquellos que siguen en esta
complacencia de participar en el reino de Cristo.
―Honroso es a todos el matrimonio, y el lecho conyugal sea sin mancilla. Pero Dios juzgará a los forni-
carios y a los adúlteros‖. Hebreos 13:4.
Debido a que los excesos sexuales están entre las expresiones más difundidas de la complacencia per-
sonal en la sociedad moderna, la victoria aquí puede constituirse en un gran paso hacia adelante para
obtener victoria en otras áreas de la vida.
Sin embargo, se debe reconocer que lejos de Cristo, los seres humanos no son capaces de este control.
Para aquellos que se han comprometido en excesos sexuales o aborto, existe la seguridad del perenne
amor, Cristo es capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se entregan a él en verdadero arrepenti-
miento; listo para permitirle que los separe de sus antiguas formas. Ninguno necesita sentirse sin espe-
ranza o sin ayuda. El Dios que condena el pecado envió a su Hijo en la semejanza de carne pecamino-
sa: ―Para que la justicia que quiere la Ley se cumpla en nosotros, que no andamos conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu‖. Romanos 8:4.

Capítulo 26: La Homosexualidad.-


Recientemente la homosexualidad ha llegado a ser un tema de algún significado dentro de la iglesia
cristiana. Los cristianos siempre han aceptado que la práctica de la homosexualidad es un pecado. En
años recientes, sin embargo, muchos están enfatizando el concepto de que la Escritura condena sola-
mente la prostitución homosexual y la violación y el abuso de menores, mientras permanece silencioso
sobre el tema de las relaciones homosexuales entre adultos en mutuo acuerdo. Los tales alegan que ―Lo
que empezó a ser claro era que una lectura simplista del inglés de las pocas referencias bíblicas a los
actos homosexuales no sería suficiente para determinar la voluntad del Señor para los homosexuales
hoy en día‖. 96 En el mismo articulo se aseveró ―que el Antiguo Testamento por sí mismo (sin el consejo
del Nuevo Testamento y una teología contemporánea de sexualidad basada en todo el testimonio de la
Escritura) no es suficiente para definir la cuestión de moralidad de las relaciones homosexuales en el
mundo actual (Ibíd.). Sin embargo, cuando el Nuevo Testamento fue analizado en este articulo, se con-
cluyó que había ―clara desaprobación Neo Testamentaria de algunos actos sexuales, tanto homosexual
como heterosexual, si bien fue difícil determinar exactamente cuales eran esos actos‖ (Ibíd., p. 36).
En vista de que estas declaraciones fueron hechas a un grupo de homosexuales practicantes, solo pod-
ían ser juzgadas como estimulo para ellos a seguir en su práctica sexual. La complacencia en actos
homosexuales ha causado amplia ansiedad y dolor entre aquellos que desean seguir las enseñanzas de
Cristo. En vista de este dolor, es imperativo que la Palabra de Dios sea escudriñada para conocer su vo-
luntad en este asunto. El pueblo Judío quedó sin duda alguna sobre este tema: 97
―No te acostarás con varón como con mujer. Es abominación‖. Levítico 18:22.
―Si alguno se acuesta con varón como con mujer, cometen abominación. Ambos han de ser muertos,
sobre ellos caerá su sangre‖. Levítico 20:13.
Aun estas claras palabras son diluidas por el punto de vista que ―los teólogos, discutiendo que algunas
de las reglas del código de santidad son morales y otras solo ceremoniales, han justificado estas divi-

95
Véase Levítico 18:6-19.
96
Spectrum, vol. 12, No. 3, p. 35
97
En el Antiguo Testamento el término sodomita es usado un número de veces (véase Deuteronomio 23:17; 1 Reyes 14:24,
15:22, 22:46; 2 Reyes 23:7). Este término es traducido coherentemente como prostitutas masculinas en la New English Bi-
ble, por lo tanto estos textos no están citados en este capítulo.
Pág. 95

siones de las admoniciones Levíticas, las cuales un erudito cuidadoso no las dividiría de esta manera. Si
pueden ser ignoradas, quizás ninguna debería considerarse obligante‖.98
El Nuevo Testamento, sin embargo, confirma la Palabra de Dios en Levítico: ―¿No sabéis que los injus-
tos no heredarán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni
los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicien-
tes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios‖. 1 Corintios 6:9-10.
―Sabemos que la Ley no es puesta para castigar al justo, sino a los injustos y desobedientes, a los imp-
íos y pecadores, a los irreverentes y profanos, a los parricidas, matricidas y homicidas, a los fornicarios,
a los sodomitas, a los traficantes de hombres, a los mentirosos y perjuros, y a todo el que se opone a la
sana doctrina‖. 1 Timoteo 1:9-10.
Otras traducciones confirman los significados obvios de estos textos. Algunos ejemplos se citan abajo:
Aquellos que participan en homosexualidad (1 Corintios 6:9 — la Biblia Amplificada)
Homosexuales (1 Corintios 6:9 — El Nuevo Testamento Viviente)
Perversión homosexual (1 Corintios 6:9 — RSV)
Ofensivos homosexuales (1 Corintios 6:9 — NIV)
Partícipes en homosexualidad (1 Corintios 6:9 — Berkeley)
Abusadores de sí mismos con hombres (1 Timoteo 1:10 — Versión Americana Standard) 206
Homosexuales (1 Timoteo 1:10 — Nuevo Testamento Viviente)
Homosexuales (1 Timoteo 1:10 — El Nuevo Standard Americano)
Aquellos que abusan de sí mismos con hombres (1 Timoteo 1:10 — La Biblia Amplificada)
Quienes pecan sexualmente... con otros hombres (1 Timoteo 1:10 — Beck)
Sodomitas (1 Timoteo 1:10 — RSV)
Indiscutiblemente, Dios condena el pecado de la homosexualidad, y ninguna cantidad de explicación
teológica puede alterar ese hecho. Es esencial que este asunto sea entendido, porque seguir compla-
ciendo el deseo homosexual no solo causa serias perturbaciones de personalidad, sino que aun más se-
riamente, excluye al individuo del reino de Dios.
Muchos ministros cristianos actuales creen que están ayudándole a los hombres y mujeres al excusar
este pecado en particular, y asegurándoles que no serán excluidos del cielo debido a sus actos. Pero el
pecado nunca produce paz mental ni verdadera salud mental. Los hombres que han sido ordenados al
Ministerio del Evangelio nunca deben ignorar su comisión dada por Dios: ―A ti, hijo de Adán, te he
puesto por centinela en la casa de Israel. Oirás la palabra de mi boca, y los advertirás de mi parte.
Cuando yo diga al impío: ‗Impío, de cierto morirás‘, y tú no le hablas para que se guarde de su camino,
el impío morirá por su pecado, pero demandaré su sangre de tu mano. ‗Pero si tú avisas al impío de su
camino para que de él se aparte, y él no se aparta, por su pecado morirá él, y tú habrás librado tu vida‘.
Tú, pues, hijo de Adán, di a la casa de Israel: Vosotros habéis dicho: ‗Nuestras rebeliones y pecados
están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos. ¿Cómo, pues, viviremos?‘ Diles: Así dice
el Señor, el Eterno: Vivo yo que no me complazco en la muerte del impío, sino en que se vuelva el
impío de su camino, y que viva. ¡Volveos, volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué moriréis, oh
casa de Israel?‖. Ezequiel 33:7-11.
¿No hay esperanza para el homosexual a menos que el o ella se reoriente sexualmente? Hay abundante
esperanza.
Muchos de los esfuerzos para presentar las prácticas homosexuales como coherentes con las normas
cristianas surgen de una falsa visión de la naturaleza del hombre y el fracaso en delinear debidamente
la diferencia entre pecado y tentación. Muchos consideran hoy que la naturaleza carnal 99 no se cambia
98
Spectrum, vol. 12, No. 3, p.35.
99
La naturaleza carnal no debiera confundirse con la naturaleza caída. Nuestra naturaleza carnal es expresada en la búsque-
da y complacencia del pecado sin reconocer su pecaminosidad. Nuestra naturaleza caída es tal que sin la fortaleza de Dios,
estamos sin esperanza para apartarnos del pecado reconocido. Ambas naturalezas están ejemplificadas en Romanos 7, versí-
culos 7 y 15.
Pág. 96

en el momento de la conversión. De manera que se cree que aquellos que tengan una orientación homo-
sexual no solo siguen en este deseo, sino que tienen poco poder para resistir su práctica. Pero Pedro re-
sume muchas promesas bíblicas similares100 cuando él nos asegura: ―Puesto que Cristo ha padecido por
nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento, que quien padeció en la carne,
ha roto con el pecado, para que el resto de su vida terrenal, no viva según los malos deseos de los hom-
bres. Sino conforme a la voluntad de Dios‖. 1 Pedro 4:1-2.
Se han realizado muchas discusiones concernientes a si las tendencias homosexuales son hereditarias o
adquiridas. Ya que Dios ofrece poder para victoria sobre toda tendencia al mal hereditaria y cultivada,
tales discusiones sirven de poco en nuestra comprensión de las promesas de victoria de Dios.
Algunos finalmente han aceptado que Dios puede conceder victoria, pero lo han interpretado para sig-
nificar que ellos recibirán una ―sanación‖ milagrosa, que les permitirá dejar de tener sus tendencias an-
tiguas y se volverán orientados hacia la heterosexualidad. Es verdad que esto parece ser la experiencia
de un pequeño grupo, pero es un escaso consuelo para la vasta mayoría. Los autores de este volumen
han pasado mucho tiempo con homosexuales frustrados quienes han esperado y orado, aparentemente
sin efecto, por esta ―sanación‖. A menudo sus esperanzas se han levantado al leer acerca de aquellos
que han triunfado, pero su propia experiencia prueba ser tan diferente que se deprimen más por su fra-
caso.
Debe ser reconocido que la homosexualidad no es la única tendencia poderosa hacia el pecado que la
humanidad experimenta. Cada uno de nosotros tiene una gran predisposición al pecado. A veces ten-
demos a separar la homosexualidad, como si fuera alguna forma única de tendencia pecaminosa. No es
así. Muchas personas tienen la tendencia a un temperamento alterado. No les ayudamos al prometerles
la vida eterna mientras siguen en esta práctica pecaminosa. No le ayudamos a tal persona asegurándole
que es su orientación emocional, y que sin lugar a dudas Dios comprenderá. Sería una decisión equivo-
cada celebrar una reunión especial para los miembros de iglesia con mal temperamento para asegurar-
les que su pecado no está específicamente condenado por la Escritura. No debemos pasar por alto el
hecho de que, aun para un cristiano victorioso Satanás seguirá lanzando sus ataques sobre nuestras de-
bilidades.
De manera que aquellos, que mediante el poder de Dios vencen la tentación a seguir los estilos de vida
homosexuales, seguirán sin embargo siendo sujetos a los dispositivos de Satanás. Pero nunca se debe
asumir que ceder a las tentaciones es inevitable. Cada uno tiene la decisión y el poder a su disposición
para vivir una vida de rectitud.
Muchos todavía se sienten contaminados debido a las tentaciones recurrentes. Sin embargo, si mediante
el Espíritu Santo que permanece en uno, no acarician la tentación ni actúan sobre ella, no están que-
brantando la ley de Dios más que Jesús cuando fue tentado a inclinarse delante de Satanás.
De manera que Santiago podía animarnos con la promesa: ―Feliz el hombre que soporta la tentación;
porque al superar la prueba, recibirá la corona de la vida, que Dios ha prometido a los que le aman‖.
Santiago 1:12.
Claramente, aquellos con inclinaciones homosexuales tienen de hecho toda esperanza. Pero aquellos
que persisten en acariciar las tentaciones están perdidos eternamente. Esta situación no difiere en lo
más mínimo de las demás inclinaciones pecaminosas. La Palabra de Dios a los homosexuales, al igual
que a todos nosotros con nuestras varias debilidades, es a clamarle a él por victoria, porque él ha pro-
metido: ―No os ha venido ninguna tentación, sino humana. Pero Dios es fiel, y no os dejará ser tentados
más de lo que podáis resistir. 209 Antes, junto con la tentación os dará también la salida, para que pod-
áis soportar‖. 1 Corintios 10:13.
Algunos han señalado correctamente que los homosexuales se enfrentan particularmente a una forma
severa de tentación, ya que seguir los caminos de Dios los priva de una vida familiar, a menos que se
reorienten. Uno puede simpatizar con este problema, que es en realidad una cruz difícil de cargar. Pero

100
Véase también 1 Juan 3:9, 5:18; Romanos 8:8-10.
Pág. 97

debemos preguntarnos: ¿Vale Jesús más que esta carga? Cada cristiano tiene su propia cruz que cargar.
Cuando aceptamos a Jesús, él nos dijo: ―Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz, y sígame‖. Marcos 8:34.
Nunca debemos pasar por alto que muchos cristianos heterosexuales han sufrido severa privación
sexual por su fe.
Muchos han sido encarcelados o exiliados, sin embargo continuaron obedientes a la voluntad de Dios
tanto en pensamiento como en hecho. Sin lugar a duda las tentaciones continuamente se presentaban a
hombres tales como José, Jeremías, Pablo, Juan y otros. Sin embargo su fidelidad a Dios fue conserva-
da. Otros han pasado años lejos de sus cónyuges mientras realizaban el servicio militar u otro similar.
Sí bien se presentaron numerosas oportunidades para profanar el séptimo mandamiento, algunos con-
fiaban de tal manera en Dios como para permanecer fiel y leal a él a través de sus pruebas.
Ojala que muchos homosexuales, quizás la mayoría, tengan que renunciar a la esperanza de una rela-
ción de familia diferente a la ofrecida por sus hermanos y hermanas en Cristo. Esta prueba de devoción
a Jesús es severa pero ofrece recompensas eternas.
Debemos recordar que las relaciones homosexuales nunca producen niños y por lo tanto ese aspecto de
la vida familiar siempre estará ausente. Además, las relaciones homosexuales frecuentemente son tem-
pestuosas e inconstantes. Este hecho es perfectamente comprensible, ya que no pueden estar basados
sobre un verdadero amor desinteresado, porque el pecado nunca es altruista. Las relaciones homo-
sexuales siempre son egocéntricas, y por lo tanto no producen alegría ni satisfacción. Los ministros
quienes brindan estímulo implícito a esta práctica de pecado condenan a los participantes a una vida de
sentimiento de culpa, vergüenza e infelicidad, cuando Dios, al extenderle la victoria a todos los pecado-
res, incluyendo los homosexuales, ofrece de esa manera esperanza, gozo y alegría. Aquellos que apo-
yan la práctica de la homosexualidad necesitan considerar la Palabra de Dios que severamente condena
a aquellos que ―Fortalecisteis al impío, para que no se aparte de su mal camino, infundiéndole ánimo‖.
(Ezequiel 13:22). No es amor y preocupación lo que promete vida eterna a aquellos que siguen en el
pecado. Este curso erróneo condena a aquel a pérdida eterna al aceptar la falsa seguridad, y destruye
cualquier esperanza para una vida de tranquilidad mental sobre esta tierra. El verdadero amor y preocu-
pación siempre señala el pecado y conduce a Jesús, quien ofrece poder para obedecer.
Solo podemos sentir una profunda simpatía por aquellos que tienen esta inclinación. En casi cada caso,
cada uno ha atravesado una terrible angustia mental y lucha mientras él o ella se ha enfrentado cara a
cara con la realidad de su orientación sexual. Los tales necesitan nuestra máxima simpatía y apoyo. Al
haberles escuchado a muchos contar sus experiencias, hemos descubierto que casi siempre hay un mal
entendido común. Cada uno se ha sentido condenado por Dios debido a su orientación sexual. Casi to-
dos han sentido que a menos que se invierta esta orientación están enajenados de Dios. Cada uno ha
orado y sufrido sobre este asunto. Pero Dios nunca nos condena por las predisposiciones. Es tan solo en
la medida en que acariciamos y/o actuemos sobre estas tendencias erróneas que pecamos. Es cierto que
con cada victoria sobre la tentación, se adquiere fortaleza para enfrentarse a la siguiente tentación. Es
también cierto que al acercarnos más a Jesús, esas cosas pecaminosas que una vez nos atraían, pierden
su poder en nuestras vidas. Aquellos a quienes Dios ha concedido poder para obedecerle en este asunto
son redimidos por él al igual que aquellos que, teniendo otras predisposiciones pecaminosas, aman tan
plenamente a Jesús que aceptan no solo su perdón del pecado, sino también su poder para obedecer.

Capítulo 27: Preparación para el Matrimonio.-


A pesar de las grandes incertidumbres asociadas con el matrimonio según se revela en las estadísticas
actuales sobre divorcio, parece haber no obstante un apresuramiento casi indecente de parte de los
jóvenes para entrar en el estado marital.
La sociedad moderna ha colocado presiones irracionales sobre el inmaduro, sembrando de esa manera
semillas para problemas futuros. Gran parte de esta presión podría rastrearse de regreso a la escuela
Pág. 98

primaria donde los niños, totalmente incapaces de manejar el asunto del cortejo, son casi obligados por
las circunstancias a aceptar un papel diseñado para seres humanos más viejos y experimentados. Fre-
cuentemente, por medio de los banquetes y otros eventos sociales, jóvenes inmaduros son forzados a
arreglos de citas de tal manera que son llevados a creer que a menos que tengan una pareja del sexo
opuesto, de alguna manera no son aceptados. Los peligros del cortejo y romance prematuro no pueden
ser exagerados. Tal curso de acción estimula el deseo sexual y conduce naturalmente hacia el hábito de
prácticas promiscuas en un momento cuando los jóvenes son demasiado inmaduros para manejar, o in-
clusive comprender las consecuencias de sus actos.
Esta situación persiste en los niveles de secundaria y edad universitaria, donde hay una gran intensifi-
cación de relaciones, y mucho antes de que estos jóvenes tengan la oportunidad de entregar sus vidas
completamente a Cristo, muchos han sucumbido a la presión de las relaciones sexuales premaritales,
que a menudo los persiguen por el resto de sus vidas. Estos romances inmaduros hacen mucho para
frustrar el desarrollo educacional y emocional de los jóvenes, porque cuando se han ―enamorado‖, les
resulta muy difícil concentrarse en sus programas de estudio. Cuando se rompe la relación inmadura,
son adoloridos y hay una pérdida concomitante entre el estado emocional y el logro académico. El cor-
tejo estimula el juego con los afectos y emociones del sexo opuesto y puede tener muchas consecuen-
cias dañinas.
Hay sugerencias de que los jóvenes de cierta edad son más maduros actualmente que en generaciones
pasadas, pero esta aseveración puede no sostenerse si la evaluación está basada sobre madurez emocio-
nal, en vez de conocimiento general.
Ciertamente la complejidad de la sociedad moderna dictamina que requerirá una persona mucho más
madura actualmente que en generaciones previas, para lograr un matrimonio exitoso.
De manera que en general, la sabiduría indica que debería haber una disminución en vez de un acele-
ramiento hacia la realización del matrimonio.
Siempre hay resistencia a cualquier sugerencia reaccionaria, pero parece que hay una necesidad de re-
gresar a ―las sendas antiguas, cuál sea el buen camino‖ (Jeremías 6:16). Es evidente que nuestros an-
cestros fueron capaces de establecer relaciones maritales más seguras y duraderas. En un siglo cuando
el 50% de todos los matrimonios están destinados a terminar en divorcio, existen buenas razones para
que el cristiano mire hacia atrás a aquellas situaciones que ayudaron a facilitar la seguridad y resisten-
cia de la relación matrimonial.
La universidad con frecuencia ha llegado a ser un período de expectativa frenética por parte de muchas
madres, esperando contra la esperanza que sus hijas puedan encontrar un hombre joven con quien ca-
sarse. Para muchos jóvenes, parece que la razón más importante para estar en la universidad es encon-
trar una pareja para la vida. Si bien este logro puede ser un excelente rebote de la educación universita-
ria, nada debería disminuir el énfasis básico de la educación de los jóvenes de ambos sexos a desempe-
ñar los papeles en el desarrollo de talentos que Dios les ha confiado. Cualquier cosa que disminuya se-
riamente este propósito, aun si es un romance, no debe ser estimulado. En general, muchos jóvenes
están asumiendo responsabilidades inmoderadas durante su vida universitaria. Se les hace casi imposi-
ble enfrentar la tensión financiera que los agobia. A menudo al menos uno de los cónyuges tiene que
dejar el estudio, a veces ambos. Y si ambos triunfan en permanecer en la universidad, a menos que ten-
gan un fuerte apoyo financiero, quizás de los padres, es probable que contraigan grandes deudas al
aceptar dinero de programas de préstamo, y por lo tanto, son enfrentados con la tensión añadida de di-
ficultades financieras durante años posteriores.
Es usualmente mejor que los jóvenes puedan completar su trabajo académico y que puedan tener la se-
guridad de un ingreso fijo antes de aceptar las responsabilidades del matrimonio. Hay que conceder que
esta meta a veces es difícil de lograr, especialmente en áreas profesionales donde en Estados Unidos se
requiere un pos grado a fin de obtener un empleo (ejemplo en medicina, odontología, derecho y otras
profesiones). Sin embargo, cuanto más tiempo se pueda posponer este paso, tanto mayor será la proba-
Pág. 99

bilidad de reducir las presiones compitiendo contra el equilibrado desarrollo de los jóvenes concernien-
tes.
No obstante, es mucho más difícil resistir las presiones sociales impuestas a los jóvenes en sus prime-
ros años, y con frecuencia un matrimonio prematuro es considerado la respuesta.
Aquí uno no defiende la segregación de los sexos hasta que los jóvenes estén maduros. Por el contrario,
hay una necesidad esencial para que los jóvenes de ambos sexos fraternicen en un ambiente abierto y
tranquilo. Sería mucho más seguro, sin embargo, y conduciría más tarde a relaciones más maduras, si a
los jóvenes les fuera permitido mezclarse en pequeños grupos durante un considerable periodo de tiem-
po sin comprometerse en alguna relación especial. De esta manera lograrían conocerse los unos a los
otros en relaciones más informales, empezando a comprender las cualidades y debilidades del uno y del
otro y hacer una evaluación más firme cuando posteriormente puedan buscar una relación más íntima e
individualizada con uno del grupo. Demasiado a menudo, jóvenes que no se conocen el uno al otro y
quizás casi ni se habían visto antes, cortejan, y antes de mucho se desarrolla una relación emocional y
unión.
Es obvio que en estas primeras experiencias, cada uno tiene poco concepto del carácter del otro, y
cuando se empieza a revelar el verdadero carácter, la unión emocional es a menudo demasiado fuerte, y
el valor muy débil, para tomar una decisión apropiada. De manera que antes de realizar cualquier corte-
jo especializado, es sabio que cada uno ya tenga un firme conocimiento del carácter del otro, y ambos
sean lo suficientemente adultos para actuar de una manera responsable.
El concepto del cortejo, ampliamente sostenido en la sociedad actual, casi no podría ser coherente con
el patrón de Dios para sus hijos. Frecuentemente los jóvenes han cortejado veintenas de otros jóvenes y
depositado sus afectos, a veces en forma muy apasionada, sobre un amplio rango de miembros del sexo
opuesto. Los humanos son criaturas de hábito, y el desarrollo de un patrón de relaciones íntimas con un
gran número de miembros del sexo opuesto es en sí mismo formador de hábito, y obrará en contra de
conservar el matrimonio intacto cuando uno es eventualmente escogido como compañero de vida. Será
mucho más difícil romper el hábito de depositar su afecto sobre otras personas. De manera que las se-
millas de la infidelidad y desacuerdo matrimonial ya han sido sembradas.
La práctica se vuelve aun más crítica si ha habido relaciones sexuales con algunos de estos otros. Mien-
tras que comúnmente los patrones aceptados indican que las relaciones sexuales premaritales son sanas,
o al menos aceptables en la preparación para el matrimonio, en realidad constituyen una de las mayores
causas para la separación matrimonial; porque hay una relación directa entre evitar la promiscuidad an-
tes del matrimonio y el prospecto de un matrimonio exitoso. De hecho, sería justo decir que pocos ma-
trimonios, donde ha habido mucha promiscuidad por ambos cónyuges antes del matrimonio, son pro-
bables de sobrevivir intactos, a menos que haya una profunda aceptación posterior de Cristo en la vida
de ambos cónyuges. Los patrones de hábito son fuertes, y después de un corto periodo de tiempo, las
parejas se aburrirán con, y se volverán desinteresados en, el cónyuge que han escogido. Habrá la ten-
dencia a buscar ―nuevos campos de conquista‖. En la promiscuidad de los jóvenes están sembradas las
semillas de la infidelidad matrimonial.
Tampoco podemos pasar por alto el efecto de la promiscuidad sobre todo en el desarrollo emocional de
los jóvenes. Existen los inevitables sentimientos de culpa asociados con relaciones sexuales ilícitas y
este resultado es especialmente verídico en las vidas de aquellos con antecedentes cristianos. Con fre-
cuencia es difícil vivir con este sentimiento de culpa, y frecuentemente conduce a sentimientos de insu-
ficiencia y baja autoestima.
Trágicamente, existe a menudo un círculo vicioso donde, debido al declive de la autoestima, una perso-
na acentúa la conducta promiscua y eso a su vez solo refuerza la baja imagen.
Una vida de pureza y castidad sigue siendo una maravillosa salvaguarda contra sentimientos de inferio-
ridad, y aun los padres que piensan que al distribuirle la pastilla anticonceptiva a sus hijas la han salva-
guardado contra la posibilidad de un embarazo, de ninguna manera se han sobrepuesto a la pérdida psi-
Pág. 100

cológica y espiritual asociada con la promiscuidad. Luego está la complicación asociada con embarazos
efectuados extramaritalmente.
Una vez más, el conflicto es lanzado a la vida del joven inmaduro. Aquellos que tienen fuertes convic-
ciones morales reconocerán que el aborto ciertamente no es una solución aceptable a sus malas prácti-
cas—dos males no hacen un bien. Y si bien existen informes conflictivos en cuanto a la respuesta emo-
cional a los abortos, no obstante hay un amplio espectro de evidencia para indicar que al menos un alto
porcentaje de mujeres sufre considerablemente, sino en forma irreparable, daño emocional como resul-
tado de los abortos. Al margen de las reacciones emocionales, hay profundas razones espirituales por
las cuales una cristiana no querrá someterse a sí misma a un aborto permisivo. 101
El aborto permisivo encaja dentro de la cultura hedonística de la sociedad moderna donde los hombres
y mujeres están muy preocupados en evitar las consecuencias de malos actos.
Pero ciertamente un pecado no debería usarse para borrar las consecuencias de otro, y con seguridad
ese es el fundamento del aborto permisivo.
Desafortunadamente, en la sociedad contemporánea, donde la diosa del sexo ha sido establecida tan
efectivamente como entre las naciones paganas en tiempos pasados, se ha vuelto cada vez más popular
permitir que la consejería de jóvenes esté dominada por discusiones acerca del sexo como si fuera el
aspecto más esencial de un matrimonio exitoso. De manera que a los jóvenes se les enfatiza el punto de
vista de que el sexo es el propósito fundamental del matrimonio. Llegan a creer que cualquier problema
que se pueda experimentar o que cualquier cosa inferior que su ideal de una relación sexual es base pa-
ra el desafecto marital.
Hay muchas preguntas vitales que los jóvenes enfrentados al matrimonio deben hacer, porque la cali-
dad del noviazgo influirá sobre la dirección posterior del matrimonio. La primera y más importante
pregunta es: ¿Honrará a Dios este matrimonio?
La siguiente es: ¿Unirnos nos permitirá cumplir mejor los propósitos de Dios en cada una de nuestras
vidas? Entrar en unión con Dios es forjar una sólida unión en el noviazgo y matrimonio. Dos jóvenes
que estén buscando unir sus vidas deberían estar convencidos que son uno en propósito y objetivos.
Esta convicción por supuesto no significa que uno debe subvertir sus intereses al otro, sino que habrá
una armonía de dirección mientras cada uno complementa y suple al otro en cumplir el llamado de
Cristo. Cada uno debe comprender la relación del otro hacia Dios y la determinación a seguir su lide-
razgo. El carácter, los actos, y hábitos del otro deberían pesarse cuidadosamente. No hay forma alguna
en la cual un cristiano puede estar unido en matrimonio con un no cristiano, y seguir honrando a Dios.
La Biblia lo tilda un yugo desigual.
―No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. Porque, ¿qué tiene en común la justicia con la injus-
ticia? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?‖. 2 Corintios 6:14.
Tampoco es suficientemente bueno que el compañero escogido sea un profeso cristiano. Un verdadero
y completo compromiso cristiano es la única base para un matrimonio cristiano feliz y plenamente rea-
lizado.
Segundo, cada uno debe comprender las muchas responsabilidades inherentes al matrimonio, y el fun-
damento altruista sobre el que la verdadera felicidad matrimonial está establecida. Ambos deben hacer
la siguiente pregunta honestamente, si están buscando casarse solamente para subservir sus intereses
personales, o sí hay tal amor genuino para el otro que su propósito básico en el matrimonio es buscar la
realización y felicidad del compañero que están aceptando en matrimonio.
Una tercera pregunta es: ¿Hemos buscado sabio consejo de gente espiritual, especialmente nuestros pa-
dres (sí estos son cristianos comprometidos)? Los buenos padres buscan solamente la felicidad y éxito
de sus hijos. Y entre las provisiones de Dios para los jóvenes hay consejos que pueden recibir, primero
de sus propios padres y después de otros adultos cristianos. A menudo no será completamente posible
que estas personas expresen cabalmente sus reservas si las tienen, sin embargo, la sabiduría de la edad

101
Véase el capítulo 25 titulado ―La Moralidad y el Sexo‖.
Pág. 101

no debería pasarse por alto por la impetuosidad juvenil. Aun en esta sociedad nuclear, los jóvenes se
están casando dentro de una familia. Y es de gran ayuda saber que los padres de ambas personas que
están contemplando el matrimonio están en armonía con la decisión y están felices de aceptar a la otra
persona al círculo familiar.
Esta aceptación ciertamente reduce la tensión y alejamiento que puede desarrollarse cuando se contraen
matrimonios voluntariosos independientemente de los consejos paternales.
Cuarto, ¿Nos hemos conocido durante suficiente tiempo y en circunstancias suficientemente variadas
para estar seguros que Dios nos está uniendo? No hay razón para que jóvenes cristianos se casen con
poco entendimiento del carácter y propósito mutuo. Por supuesto, si ha habido la oportunidad en situa-
ciones de grupo para conocerse mutuamente en la esfera más amplía, entonces esto será un gran activo
cuando se lleve a cabo un noviazgo específico. Aun así, es esencial que los jóvenes sean lo suficiente-
mente objetivos para comprender las características del otro, de manera que puedan realizar sus opor-
tunos ajustes matrimoniales en forma tan sencilla y exitosa como sea posible.
Quinto, ¿Los dos hemos aprendido el control de Cristo como base de nuestra relación? No hay manera
de entrar exitosamente a un matrimonio si se hace en forma voluntariosa o irresponsable.
El control de Cristo no solo abarca el área del sexo sino también todas las facetas de la vida en la pre-
paración para el matrimonio.
Este control provee una fina seguridad para la vida matrimonial. Tal dominio propio será caracterizado
por la prevención de estar juntos tardíamente por las noches, que en sí mismo produce peligros insos-
pechables aun para el joven cristiano.
Sexto, ¿Tenemos una apropiada comprensión de la mayordomía cristiana como parte del verdadero de-
sarrollo cristiano y del establecimiento de un hogar? Las finanzas pueden producir dificultades extraor-
dinarias dentro de una situación matrimonial; y el tema de cómo serán manejadas las finanzas, y las
respectivas responsabilidades tanto de la esposa como el esposo en esta área, deben ser cuidadosamente
estudiadas antes del matrimonio. La responsabilidad ante Dios, y el cuidadoso desembolso de fondos
deben ser discutidos, y buscar la compatibilidad sobre estos asuntos.
Séptimo, la relación respecto a las expectativas familiares deberían explorarse, incluyendo las actitudes
hacia los hijos, el número considerado deseable, así como actitudes respecto a su manejo y educación.
Aun actitudes sobre la ubicación del hogar, los gustos y tales asuntos deberían ser bien entendidas. De
hecho, cuanto más áreas se discuten y cuanto más acuerdos se alcancen, tanto mayor será la posibilidad
de forjar un matrimonio exitoso; porque durante el matrimonio habrá suficientes decisiones inesperadas
que tomar sin tener que preocuparse por decisiones que habrían podido enfrentarse antes del matrimo-
nio. Al tomar estas decisiones juntos la pareja puede establecer una fuerte base para una abierta comu-
nicación en el matrimonio.
Luego está la relación con Dios. Hay importancia en aprender a orar juntos, a estudiar la Palabra de
Dios juntos, y a trabajar juntos para Cristo. El noviazgo debe ser el fundamento sobre el cual los futu-
ros valores del hogar se establezcan y aquellas áreas que tenderán hacia la felicidad del hogar deben ser
fortalecidos durante este periodo.
El hogar debe ser una unidad cristiana de testimonio, y su efectivo establecimiento ciertamente co-
mienza durante el periodo del noviazgo. La fuerza de la sociedad es derivada de familias fuertes, segu-
ras y estables donde cada miembro está saludable mentalmente. Un alto nivel de desorden mental en la
sociedad actual debe ser rastreado básicamente a la inestabilidad del hogar y la inseguridad de las rela-
ciones familiares. Aquellos hogares establecidos sobre los principios de Cristo, asegurados por Cristo
en amor, son claramente los baluartes más efectivos contra el colapso de la sociedad.
ORDEN DESEADO DE LAS GRANDES DECISIONES DE LA VIDA

1. Decisión por Cristo.


2. Decisión por un llamamiento de la vida.
3. Decisión por un compañero para toda la vida.
Pág. 102

4. Decisión para iniciar nuevas vidas.

Capítulo 28: El Matrimonio y la Familia.-


No hay una relación humana más sagrada que la relación entre esposo y esposa. La primera institución
establecida por Dios después de la creación del hombre y la mujer fue la institución del matrimonio.
―Entonces Dios el Señor hizo caer un profundo sueño sobre Adán, y mientras dormía tomó una de sus
costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Dios el Señor tomó del hombre, formó una
mujer, y la trajo al hombre. Entonces Adán exclamó: ―¡Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de
mi carne! Será llamada ‗mujer‘, porque del varón fue tomada‖. Por eso, el hombre dejará a su padre y a
su madre, se unirá a su esposa, y serán una sola carne‖. Génesis 2:21-24.
Era el propósito de Dios que un esposo y esposa vivieran juntos eternamente; y después que el pecado
separó al hombre de Dios, el propósito seguía siendo que el esposo y esposa vivieran juntos hasta la
muerte de uno de los cónyuges. El juramento que se hace para amar, honrar y cuidar ―hasta que la
muerte nos separe‖ es el segundo juramento más sagrado que cualquier ser humano puede hacer, se-
cundado solamente por el juramento de amar, honrar y servir a Dios. La Palabra de Dios registra mu-
chas evidencias de la santidad de este juramento. Esta orden está dentro de los Diez Mandamientos:
―No cometerás adulterio‖. Éxodo 20:14.
Y es el propósito de Dios que ningún hogar se establezca sin una relación dada por Dios que previene
cualquier consideración de infidelidad o separación. Cristo mismo en una serie de ocasiones presentó a
su audiencia la importancia de la relación matrimonial. En el Sermón del Monte él extendió el manda-
miento aun a los pensamientos lujuriosos, y declaró que hay una sola causa para el divorcio, y esa es el
adulterio.
―Pero yo os digo, el que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón‖. Mateo
5:28.
―También fue dicho: Cualquiera que se divorcia de su esposa, déle carta de divorcio. Pero yo os digo,
el que se divorcia de su esposa, a no ser por fornicación, la expone a cometer adulterio. Y el que se casa
con la divorciada, comete adulterio‖. Mateo 5:31-32.
Gran permisividad había entrado a la sociedad de Israel, y había quienes sostenían que el divorcio pod-
ía llevarse a cabo por las razones más triviales, pero Cristo vino para sostener en alto la ley de Dios y la
santidad del matrimonio. Mucho se salva si ninguno de los cónyuges abriga el pensamiento que el ma-
trimonio fue un error, aun cuando existan problemas. Moisés había indicado que una mujer podía ser
divorciada por ciertas faltas de aseo.
―Cuando alguno toma mujer y se casa con ella, si después no le agrada por haber hallado en ella algo
indecente, le escribirá carta de divorcio, se la entregará en su mano y la despedirá de su casa. Y una vez
que se vaya de su casa, podrá casarse con otro hombre. Si el segundo esposo también la desprecia, le
entrega carta de divorcio, y la despide de su casa, o si muere su segundo esposo, el que fue su primer
esposo, no podrá volver a tomarla por esposa, después que fue envilecida, porque es abominación ante
el Señor: y tú no debes pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da como heredad‖. Deuteronomio 24:1-
4.
El liderazgo de los judíos había permitido el divorcio inclusive por quemarle la comida al esposo. Cris-
to manifestó que tales respuestas triviales al matrimonio nunca estuvieron en el plan de Dios para el
hombre.
―Entonces se le acercaron algunos fariseos a tentarlo. Le preguntaron: ¿Es lícito al hombre divorciarse
de su esposa por cualquier causa? Él respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo
hombre y mujer, por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos
serán una sola carne? Así, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió, no lo separe
el hombre. Le dijeron: Entonces, ¿por qué Moisés mandó dar carta de divorcio, y despedirla? Dijo: Por
la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió divorciaros de vuestras esposas. Pero al principio no
Pág. 103

fue así. Por eso os digo: El que se divorcia de su esposa, a no ser por fornicación, y se casa con otra,
comete adulterio; y el que se casa con la repudiada adultera‖. Mateo 19:3-9.
El amor matrimonial recibe su fuerza del amor de Cristo. Es importante que este amor sea expresado a
cada miembro de la familia. No debería ser buscado, sino que debería ser dado libremente. Las relacio-
nes placenteras, el amor verdadero y la cortesía sobrepasan la calidad de cualquier edificio en el esta-
blecimiento de duraderas relaciones hogareñas. Al contemplar diariamente el amor de Jesús, los espo-
sos y esposas fortalecerán los lazos y estarán seguros. Juan expresa el secreto del amor cuando declara:
―Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él‖. 1 Juan 4:16.
Cada cónyuge en la relación matrimonial puede compartir el gozo de ministrar constantemente al otro
cónyuge el amor que Dios proveyó.
No hay duda que en el fondo de cada separación matrimonial está el declive espiritual. Este declive ne-
cesariamente no involucra a ambos cónyuges. Es demasiado simplista decir que hay faltas en ambos la-
dos. Si es cierto que ninguna relación humana es perfecta, es aun muy posible que un matrimonio falle
por la conducta auto-complaciente y egocéntrica de un miembro de la sociedad marital. A menudo, es-
pecialmente cuando uno ha perdido su relación con Dios, se vuelve aun más probable que buscará
compañerismo y relación fuera de su matrimonio que si los dos cónyuges llegaran a perder su relación
a la vez. La vida del cónyuge convertido es con frecuencia una llamada de atención al cónyuge infiel.
Frecuentemente existe la tendencia a molestar al cónyuge que está buscando vivir una vida de confor-
midad con Dios, y a establecer sentimientos de culpa por el fracaso y la insuficiencia.
De manera que muchos extraños pueden no reconocer que el cónyuge fiel con frecuencia ha ido a ex-
tremos para hacer todo lo posible con el fin de retener la viabilidad del matrimonio. En realidad en tales
circunstancias, el único que puede reestablecer la relación marital es el cónyuge extraviado.
El matrimonio es un triangulo eterno—no el triangulo eterno de la novela clásica donde una tercera
persona se entromete en la relación matrimonial, sino un eterno triangulo que comprende a Dios, al es-
poso y a la esposa. Si ambos cónyuges están unidos a Cristo por lazos indestructibles de amor, entonces
el matrimonio es invencible. Si, por otra parte, un cónyuge permite que la relación con Dios fracase,
entonces siempre habrá la posibilidad de contienda matrimonial, falta de armonía e inclusive fracaso.
Esta posibilidad no significa que la falta de armonía siempre será el resultado, pero el único matrimo-
nio que está completamente seguro es aquel donde ambos cónyuges tienen un estrecho compañerismo
con Cristo. Por supuesto, no todo cristiano comprometido puede ser un compañero apropiado para otro
cristiano. Pero aquellos que están comprometidos con Cristo tomarán en cuenta los más altos valores
cristianos y no contraerán la relación matrimonial impulsiva o irresponsablemente. Al buscar la direc-
ción de Dios habrán establecido una base sobre la cual un matrimonio feliz y santo puede descansar.
Tal matrimonio nunca será deshonrado por la crueldad, aspereza, tosquedad, indiferencia o lenguaje
sensual o blasfemo. Dios ha ordenado que el esposo sea la cabeza de la familia. Él debe asumir sus res-
ponsabilidades de liderazgo seriamente, a la vez que se resguardaría de ser despótico y dictatorial.
La esposa y la familia nunca deberían ser negados debido a otras responsabilidades. Es su responsabili-
dad, cuando sea posible, guiar en los ejercicios espirituales de la familia. Mientras sea el líder de la ca-
sa, preservará la individualidad de su esposa al unirse las dos vidas en una dirección única. Al ser cabe-
za de la casa, el esposo en su liderazgo debe estar motivado por amor hacia su esposa y la familia.
Quizás la situación más crítica en cualquier matrimonio ocurre cuando uno de los cónyuges ha violado
sus votos matrimoniales por la infidelidad sexual. Este acto es una base divina para que el cónyuge fiel
se divorcie del infiel. Sin embargo aun aquí, si el cónyuge caído busca perdón y reconciliación, en
amor y perdón ciertamente es la responsabilidad dada por Dios al cónyuge fiel tomar de nuevo al erran-
te, así como Cristo ha extendido su amor inigualable a todos aquellos que se han separado de él. Sin
embargo, después que los mejores esfuerzos e intenciones no han logrado una reconciliación, la parte
inocente queda en libertad para divorciarse. Bajo ninguna circunstancia concede las Escrituras licencia
al cónyuge infiel a casarse de nuevo, y aquellos que entran a una nueva relación matrimonial, han en-
trado a una relación adúltera prohibida por el séptimo mandamiento. Algunos cónyuges, especialmente
Pág. 104

esposas, tienen que enfrentarse a situaciones muy difíciles, que involucra crueldad intensa e inclusive
amenaza a la vida. Estos problemas también pueden involucrar a los hijos del matrimonio. Solo cuando
todo lo demás falla y el peligro se vuelve demasiado intenso debería una esposa considerar apropiado
abandonar a su esposo, pero la Escritura no concede permiso para divorciarse a menos que el esposo
haya cometido adulterio. Cuando un cristiano está casado con un no cristiano, el cónyuge cristiano tie-
ne la gran responsabilidad de hacer todo lo posible para convivir en amor cristiano. Pablo manifiesta
que en sí mismo la falta de compromiso cristiano no es una base válida para separación o divorcio.
―A los demás digo yo, no el Señor: Si algún hermano tiene esposa no creyente, y ella consiente en vivir
con él, no la abandone. Y si una mujer tiene esposo infiel, y él consiente en habitar con ella, no lo deje.
Porque el esposo incrédulo es santificado en la esposa, y la mujer incrédula en el esposo. De otra mane-
ra vuestros hijos serían impuros, pero ahora son santos. Pero si el incrédulo se aparta, que se aparte;
que el hermano o la hermana no están sujetos a servidumbre en ese caso, antes a paz nos llamó Dios.
Porque, ¿cómo sabes, oh mujer, si no salvarás a tu esposo? ¿O cómo sabes, oh esposo, si no salvarás a
tu esposa?‖. 1 Corintios 7:12-16.
Una de las más solemnes responsabilidades a las que se enfrenta una pareja casada es la paternidad. Las
responsabilidades de traer una nueva vida al mundo deben ser consideradas cuidadosamente y en ora-
ción. Es irresponsabilidad total decidir traer niños al mundo cuando el matrimonio mismo no es estable.
Algunos creen que al hacerlo estabilizarán el matrimonio, pero es injusto traer un pequeño bebé al
mundo bajo tales circunstancias. ¿Qué puede hacer él para enmendar la falta de armonía emocional en
el hogar? De hecho, el nacimiento de un niño agrega tensiones adicionales a tal relación matrimonial.
El niño a su vez es muy probable que se vuelva la victima de la inestabilidad de los padres.
Los padres deberían evaluar cuidadosamente el número de hijos que ellos pueden mantener satisfacto-
riamente, reconociendo que el costo de educación y otros compromisos con los niños son bien altos.
Una inteligente planificación cristiana no permitirá que la familia crezca más allá de la que los padres
puedan proveer cuidado responsable.
Así como la vida espiritual es importante en la preparación para el matrimonio, así mismo es central
para el éxito de la relación matrimonial en sí misma. Como se ha mencionado previamente, casi inevi-
tablemente en cualquier ruptura matrimonial primero hubo un desmoronamiento en la vida espiritual
del hogar, al menos de parte de uno de los cónyuges, sino de ambos. Es importante para el verdadero
matrimonio cristiano que el altar familiar sea establecido dentro del marco de una amorosa relación es-
piritual; un periodo sin afanes por la mañana y la noche cuando la familia adora junta. Esta meta a me-
nudo significará una evaluación de prioridades. Pero manejada apropiadamente, con una fijación de
tiempo que no obliga, apresura u ofrece mero cumplimiento, el culto familiar puede ser un periodo para
unir toda la familia en amor cristiano.
También, al trabajar la familia unida para Dios, se puede desarrollar una gran cohesión. Esta cercanía
debería involucrar no solo al esposo y esposa sino también a los hijos, especialmente al ir avanzando en
edad. Es una oportunidad interesante para los jóvenes formar parte de una familia misionera que ayude
a los hombres y mujeres a conocer a Cristo y seguir sus pisadas. Ellos también, a su propia manera, lle-
gan a ser parte espiritual del hogar.
La relación sexual entre el esposo y la esposa también provee una faceta importante de la relación ma-
trimonial. Con demasiada frecuencia el matrimonio es considerado como una licencia para la lujuria, y
se practican formas desviadas de conducta sexual.
Tales prácticas ejercen una influencia degradante en el hogar, y la relación que con demasiada frecuen-
cia se desarrolla aleja del verdadero cristianismo. La santidad del matrimonio es perdida ante la satis-
facción de deseos sensuales.102 La vida sexual construida sobre el verdadero amor y preocupación del
uno por el otro puede ofrecer una gran relación íntima y una base firme para el crecimiento espiritual.
Pero lo que es construido sobre deseos carnales resulta en una disminución de la espiritualidad y del

102
Véase el capítulo 25 titulado ―La Moralidad y el Sexo‖.
Pág. 105

verdadero compromiso cristiano. Al igual que en cada faceta de la vida temperante, hay que ejercer
control y una toma de decisión racional, y cada acto necesita ser validado por el desafío de la pureza de
Cristo nuestro máximo Ejemplo. Sin embargo, algunos erróneamente han sentido que las relaciones
sexuales dentro del matrimonio son pecado y han causado terribles presiones que se viven dentro de la
relación matrimonial al adoptar esta opinión irracional. La decisión unilateral por parte de uno de los
cónyuges para retirarse de la relación conyugal promueve una atmósfera anticristiana entre esposo y
esposa. Muchos grandes males se han generado por tal decisión. A menudo esta decisión, al hacerse os-
tensiblemente por razones espirituales, en realidad está basada sobre una falta egoísta de amor por el
cónyuge.
No hay quizás nada más hermoso en este mundo que un ambiente de verdadero matrimonio y hogar, y
es el privilegio de cada cristiano, mediante el poder de Cristo y bajo su guía, establecer tales hogares
donde nuestros hijos y jóvenes tendrán la ventaja de ejemplos cristianos y una sólida educación cristia-
na.
Los padres necesitan sabiduría al escoger la educación de sus hijos, la responsabilidad que siempre
permanece con ellos: ―Las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en casa o cuando vayas
por el camino, al acostarte y al levantarte‖. Deuteronomio 6:7.
Nunca se puede conceder esta responsabilidad completamente a otra persona. Pero cuando se toma una
decisión de una escuela y maestro, se debe hacer con la conciencia de que los padres siguen siendo los
guardianes del niño, y están delegando a un educador profesional, responsabilidades que ellos aun re-
tienen. Es esencial entonces que solo un cristiano comprometido tenga esta responsabilidad, y por lo
tanto, la decisión de escuela y maestros se vuelve una responsabilidad sobria concedida por Dios, por-
que al combinarse el hogar y la escuela, debería haber armonía y coherencia en el programa de desarro-
llo para el niño. Hay mucha sabiduría en permitirle al niño permanecer en casa hasta que esté lo sufi-
cientemente maduro para adquirir el máximo del ambiente escolar. Una buena familia, donde la esposa
no trabaja, usualmente es la mejor agencia educativa hasta que el niño tenga al menos ocho años de
edad. En algunos países las consideraciones legales impiden el logro de éste ideal.
En la difícil era en que vivimos es importante que cada factor posible sea dirigido hacia el crecimiento
espiritual, desarrollo y compromiso del niño. Esta responsabilidad familiar nunca se pierde. Sería mu-
cho mejor si los niños fueran enviados a una escuela cristiana, aunque pueda costar más, que tener los
lujos a menudo considerados esenciales en las casas; tales como alfombras sobre el piso o muebles para
el cuarto de descanso.
Una vez más, las prioridades de los padres determinarán hasta qué grado no solo el desarrollo físico e
intelectual del niño tomará lugar sino también cuán importante es su destino eterno para los padres. Las
sabias decisiones de los padres están en el mismo corazón del desarrollo espiritual, emocional y físico
de los ciudadanos del mañana y de los candidatos para el cielo.

Conclusión.-
Muchas religiones y culturas enseñan que la vida es amarga, simplemente una lucha por existir entre
los dos eventos dominantes de la vida—nacimiento y muerte. Y verdaderamente cuando observamos
las vidas de millones de personas, es claro ver la evidencia de esta creencia. Pero Dios nos ofrece alegr-
ía, paz, realización y verdadero amor en esta vida: Él nos ofrece salud mental.
Sin embargo, al rechazar o mal interpretar esta oferta, la gran mayoría de los habitantes de la tierra se
encuentran a sí mismos negándola, y buscando una vida satisfactoria basada en metas humanas. La ri-
queza, el poder, el prestigio, y otros símbolos de éxito mundano han probado consistentemente fracasos
en definir dicha vida. No hay solución humana para una existencia desprovista de verdadero significa-
do. Sin Dios en la vida, su único propósito sería continuar las especies.
En 1969 murió el gran matemático británico, filósofo y pacifista, Bertrand Russell. Un descendiente di-
recto en el linaje de los duques de Bedford, y él mismo un par del reino (un conde), Earl Bertrand Rus-
sell era un nieto de Lord John Russell, uno de los más distinguidos primeros ministros de Inglaterra del
Pág. 106

siglo diecinueve. Lord John Russell, un anglicano devoto, introdujo en la Cámara de los Comunes la
primera legislación de reforma de 1832. Este decreto condujo a la eventual provisión del sufragio uni-
versal en el Reino Unido (el derecho de todo adulto a votar en elecciones). Pero el hijo de John Russell,
el padre de Bertrand Russell, era un ateo.
Para la época en que Bertrand Russell falleció, se presentó un film como tributo a su vida. Este film in-
cluía una entrevista 230 realizada tres años antes de su muerte cuando tenía mucho más de noventa
años de edad. En esta entrevista, Bertrand Russell rememoró la muerte de su padre hacía setenta años
atrás. Su padre había llamado a sus tres hijos ante el lecho de muerte. No había esperanza, ninguna paz,
ninguna seguridad, mientras él le decía a sus hijos: ―Adiós, adiós para siempre‖. Aun el recuerdo de
aquel momento, después de siete décadas, produjo un trémulo en la voz de Bertrand Russell y una
lágrima en su ojo. Y luego, confirmando sus propias convicciones ateas, Bertrand Russell dijo: ―Será
igual cuando yo me muera‖. Tal es la ―esperanza‖ de aquellos que, no importa cuán distinguidos, pier-
den de vista a Jesús y su amor. Este libro ha sido escrito con profunda convicción. No hay nada, fuera
de Jesús, que produzca una sana salud mental. Levantamos a nuestro Salvador delante de cada lector,
porque es él quien prometió: ―Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia‖.
Juan 10:10.

Apéndices – Asuntos Teóricos.-


Apéndice A: La Naturaleza del Hombre.-
Tan tarde como a principios del siglo veinte, predecían confiadamente muchos filósofos y educadores
que la educación universal podía solucionar los mayores problemas sociales del mundo, tales como la
pobreza, el crimen y la locura. Se había observado que estos males sociales parecían encontrar mucha
más expresión entre las clases pobremente educadas que entre la clase media y alta. Quizás nada hizo
más para estimular la búsqueda de una educación universal que la esperanza que estos males fueran
eliminados mientras el hombre continuaba su ascenso ―evolucionario‖. Pero una sobria evaluación del
mundo durante la última parte del siglo veinte indica que en el mundo occidental, donde ahora hay vir-
tualmente una educación universal, ha habido un aumento de cada uno de estos problemas sociales.
La solución de la educación universal en realidad tiene su origen en la filosofía griega. Sócrates esta-
bleció sus técnicas de interrogación sobre la creencia fundamental de que a través de la educación el
hombre podía lograr aquello que es bueno. Esta suposición estaba basada sobre la premisa de un alma
inmortal que existía antes que el cuerpo, un alma que es buena. De manera que el hombre solo podía
corromperse mediante un ambiente desfavorable. Él veía un hombre tan fundamentalmente bueno, y
por lo tanto, todo cuanto se necesitaba era proteger a la buena persona interna de los males de la socie-
dad, para que él pueda percatarse de esa nobleza.
Sócrates interrogó a la juventud Griega sobre la suposición que ―saber es hacer‖. Él creía que si la ju-
ventud descubría mediante su interrogatorio lo que era bueno en realidad y lo que era verdad, ellos au-
tomáticamente vivirían la ―buena vida‖.
Inconscientemente, no pocos cristianos han aceptado esta filosofía pagana. Algunos han sentido que
sus hijos harían mejores decisiones si ellos mismos no ejercieran una influencia a una edad tan tempra-
na sobre sus decisiones. Creyendo eso, dándoles ―libertad de expresión‖, los niños usualmente tomarían
decisiones correctas debido a su bien interno, estos padres han adoptado ese curso. En nuestra expe-
riencia, los resultados han sido desastrosos. Este resultado no es sorprendente, ya que indudablemente
Satanás no espera a que los niños crezcan para presentar sus arteras tentaciones en la vida de éstos. Los
hábitos que median contra la toma de decisiones para comprometerse con Cristo son fácilmente esta-
blecidos en estos años de formación crítica.
Platón el discípulo de Sócrates básicamente sostuvo este punto de vista, y mucha de su energía filosófi-
ca estuvo orientada hacia el establecimiento de la sociedad perfecta donde podía desarrollarse el ―buen
hombre‖ universal.
Pág. 107

Con el redescubrimiento de la cultura helenística en el periodo del renacimiento, se produjo el resurgi-


miento de este concepto del hombre, y aun entre algunos teólogos cristianos había la tendencia a acep-
tar esta filosofía. Quizás el proponente más sobresaliente de esta teoría durante el siglo dieciocho fue
Jean Jacques Rousseau. El concepto de la bondad del hombre está muy puesto en evidencia en su obra
clásica, Emile. El libro es la historia de un niño criado en un buen ambiente, para preservar su bondad
innata. Si bien uno no puede discutir con Rousseau sobre el deseo por un buen ambiente, sin embargo,
uno no puede ser un estudioso de las Escrituras sin cuestionar enérgicamente el concepto de que el
hombre es innatamente bueno.
El siglo veinte ha visto un giro de los acercamientos nativistas de Sócrates, Platón y Rousseau al empi-
ricista, o punto de vista tabla rasa (el hombre es totalmente el producto de sus influencias ambientales).
Si bien este concepto no es nuevo para el siglo veinte, habiendo sido pregonado en los siglos diecisiete
y dieciocho por los empiricistas británicos tales como John Locke, el obispo George Berkeley, David
Hume y David Hartley, sin embargo, se ha escapado de sus orígenes filosóficos para introducirse en las
viabilidades de técnicas psicológicas y prácticas del siglo veinte. El movimiento empiricista ha recibido
gran impulso de la teoría evolucionista, con su énfasis sobre la habilidad a adaptarse al ambiente y su
fracaso en reconocer a Dios como la Primera Causa.
Estrechamente asociado con el impacto evolucionista, ha sido el impacto científico. Cuando hacia fina-
les del siglo diecinueve la ciencia estaba adquiriendo una respetabilidad predominante en los círculos
académicos, las viejas bases filosóficas para la mayoría de las disciplinas fueron ansiosamente des-
echadas para permitir la adopción de los acercamientos científicos más prestigiosos. De manera que
cuando Wilhelm Wundt estableció lo que fue quizás el primer laboratorio psicológico en Leipzig en
1879, el fundamento de la psicología científica moderna había sido colocado. Para este entonces los
principios determinísticos103 de la ciencia natural habían sido firmemente establecidos y estos por su-
puesto eran compatibles con el punto de vista empírico del hombre—que el hombre es simplemente el
peón de su ambiente; no nace con predisposición moral alguna. Por lo tanto, el hombre resultante es la
suma total de las influencias ambientales que él ha experimentado desde la concepción.
En la psicología moderna, los dos puntos de vista—la del hombre como innatamente bueno, una filo-
sofía nativista; y la del hombre nacido sin predisposición moral, una filosofía empírica—apunta a la
vasta mayoría de teorías psicológicas y técnicas de consejería. Quizás estos están mejor ejemplificados
en la obra de Carl Rogers y B. F. Skinner, respectivamente. Ese residente dentro del hombre es un co-
nocimiento de cómo manejar sus propios problemas, está implícito dentro de la terapia no-directiva de
Rogers. No se puede negar que hay veces cuando, mediante un cuidadoso interrogatorio como en el ca-
so de Sócrates de la antigüedad, o de Rogers de los tiempos modernos, los hombres y mujeres pueden
ser llevados a expresar y actuar en base a soluciones que no habían reconocido previamente. Sin em-
bargo, asumir que inherente dentro del hombre están todas las mejores respuestas a todos los proble-
mas, es asumir que el hombre mismo es capaz de manejar cada asunto y cada necesidad. Tal punto de
vista del hombre conduce a la creencia que él es el amo total de su destino; y la confianza en Dios, su
única verdadera fuente de fortaleza, es perdida. Que Rogers durante la última década haya abrazado en-
tusiastamente la psicología del grupo de Encuentro,104 de nuevo evidencia su punto de vista que el
hombre, en el ambiente de Encuentro, puede de hecho ser capaz de verse a sí mismo en una forma que
le permitirá las correctas y mejores decisiones como también un comportamiento apropiado.
Por otra parte, la mayoría de los conductivistas desde Watson y Thorndike, hasta Hull y Spence, y B. F.
Skinner, han reconocido que el conocimiento necesariamente no resulta en buen comportamiento. Por
lo tanto, el concepto Socrático, ―saber es hacer‖, no podía seguir considerándose sostenible, a la luz de
la abrumadora evidencia que muy frecuentemente el conocimiento correcto no conduce a buen compor-
103
Este concepto indica que el hombre no tiene ningún control real sobre sus propias acciones. Él es en realidad, de acuerdo
a este punto de vista, meramente un robot haciendo aquello que le dicta su experiencia hereditaria y ambiental. Él no puede
hacer una verdadera escogencia.
104
Véase el capítulo 10 titulado ―Los Grupos de Encuentro y Sensibilidad y el Cristianismo‖.
Pág. 108

tamiento. Por lo tanto, dentro del marco del empiricismo, fue fácil establecer un concepto donde había
un intento directo para cambiar el comportamiento mismo. Era posible, por el proceso de condiciona-
miento,105 para habituar los patrones de comportamiento, y de esta manera se esperaba desarrollar el
―buen hombre‖. De manera que la técnica de modificación de comportamiento, como fue empleada por
B. F. Skinner y otros, ha recibido amplia aclamación como la técnica más efectiva para cambiar el
comportamiento de los niños, de los retardados mentales, y de delincuentes, a aquel comportamiento
que es aceptable y deseable en la sociedad.
Implícito por la teoría de modificación de comportamiento hay un punto de vista acerca del hombre,
sosteniendo que una buena conducta puede igualarse con la bondad del hombre. A pesar del hecho que
el acercamiento Rogeriano es nativista en dirección y Skinner es empiricista en origen, tienen mucho
en común en términos de su predicción por educación y entrenamiento de niños. El nativista, asumien-
do que el hombre es innatamente bueno, postula la necesidad de un ―buen ambiente‖ como el único
prerrequisito necesario para re-entrenar o conservar esa bondad. De igual manera el empiricista, asu-
miendo que el hombre es peón de su ambiente, que es lo que es por la suma total de estímulo ambiental
sobre su vida, hipnotiza que si un ―buen‖ ambiente puede ser conservado, entonces el niño crecerá para
ser un buen hombre.
Por lo tanto, ambas teorías son totalmente dependientes sobre la calidad del ambiente para el desarrollo
del ―buen‖ hombre y finalmente el desarrollo de la ―buena‖ sociedad. Pero ninguno de los puntos de
vista es coherente con el acercamiento biblio-céntrico del cristiano.
Contrario a la filosofía de la bondad innata, está el punto de vista nativista alternativo bíblico que el
hombre es nacido para pecar: ―En cambio, en maldad nací yo, y en pecado me concibió mi madre‖.
Salmo 51:5.
La Biblia enseña que las tendencias morales innatas del hombre conducen al establecimiento de un
carácter y comportamiento que es auto-centrado y pecaminoso. Tal punto de vista del hombre no niega
la ventaja de un buen ambiente, pero no puede asumir que un buen ambiente es todo lo que se necesita
para conservar la ―buena‖ vida, porque entonces no habría habido ninguna posibilidad para la caída de
Adán y Eva, puesto que habían sido colocados en un ambiente perfecto. Ni Lucifer y una tercera parte
de los ángeles podían haberse rebelado contra Dios.
―¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo del alba! Fuiste echado por tierra, tú que abatías a las naciones.
Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto, por encima de las estrellas de Dios levantaré mí
trono, en el Monte de la Reunión, al lado norte me sentaré. Sobre las altas nubes subiré, y seré semejan-
te al Altísimo‖. Isaías 14:12-14.
El punto de vista empiricista según se ejemplifica en la modificación de la conducta es insostenible,
porque asume, como se indicó previamente, que el comportamiento correcto significa moralidad co-
rrecta; que de alguna manera por nosotros mismos podemos llegar a ser buenos. Las Escrituras indican
que esta esperanza es falsa.
―Porque la inclinación de la carne es contraria a Dios, y no se sujeta a la Ley de Dios, ni tampoco pue-
de‖. Romanos 8:7.
El punto de vista bíblico es que el hombre, después de su caída, es atrapado en las luchas del pecado y
es incapaz de escapar por su propia fuerza. Las buenas nuevas es que Jesús ha provisto para nosotros
ser perdonados por los pecados pasados; recibir nuevos corazones (voluntades) escoger el buen cami-
no; y colocar el Espíritu Santo dentro de nosotros para que nos brinde la fuerza cuando sea necesario
resistir recaer en nuestro estado anterior.
Hay una aparente distinción entre la modificación de comportamiento y el concepto cristiano de cam-
bio de comportamiento. Aceptando que las predisposiciones naturales del hombre son contrarias a la
perfecta naturaleza de Dios, el asunto no es modificación de comportamiento sino transformación de

105
Este procedimiento recompensa buenos actos y castiga malos actos de manera que el individuo evitará el mal y hará el
bien como una consecuencia.
Pág. 109

carácter, como lo expresó Jesús bellamente en su confrontación con Nicodemo.106 El verdadero asunto
fue definido como la necesidad por la experiencia del nuevo nacimiento. La modificación de compor-
tamiento no dice nada acerca de los motivos e intentos del corazón, y como tal tiene inherente dentro lo
peor del legalismo. El comportamiento correcto por sí solo no es una base sobre la cual se puede espe-
rar o lograr la salvación, está claramente demostrada en las palabras de Jesús:
―En aquel día muchos me dirán: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Entonces les diré: ¡Nunca os conocí! ¡Apartaos
de mí, obradores de maldad!‖. Mateo 7:22-23.
Aquí el asunto no es comportamiento correcto, porque estos obreros de iniquidad han desempeñado
buenos actos, de acuerdo a la definición humana. El problema ha sido en los motivos, en los intentos
del corazón. Su comportamiento puede ser coherente con las prácticas cristianas, pero sus corazones no
han sido transformados por el poder de Cristo. Cristo enfatizó más adelante esta verdad en su confron-
tación con los fariseos.
―Porque dais el diezmo de la menta, del eneldo y el comino; y dejáis lo más importante de la Ley, a sa-
ber, la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es necesario hacer, sin dejar lo otro‖. Mateo 23:23.
Jesús enfatizó que el pago de un diezmo fiel es un comportamiento correcto, pero no tiene significado a
menos que sea el resultado del amor que fluye de un corazón transformado.
Es lógico esperar que las hipótesis del hombre construidas sobre falsas premisas también conducirán a
conclusiones, teorías y prácticas erróneas. Existen ciertamente peligros tanto en la terapia de modifica-
ción de comportamiento y la terapia no directiva. El terapista de modificación de comportamiento jue-
ga como si fuera Dios, ante su aconsejado. Él determina lo que es buen comportamiento, y él adminis-
tra aquellas técnicas de condicionamiento que probablemente darán como resultado el comportamiento
que él mismo determina como deseable. El terapista no directivo, por otra parte, le permite al aconseja-
do jugar a desempeñar el papel de Dios, creyendo que inherentes dentro de él están las autenticas res-
puestas a los problemas que han causado depresión, inestabilidad emocional y neurosis. Pero el terapis-
ta cristiano tiene la oportunidad de señalar al Dios en el cielo quien sí tiene la respuesta.
Una evaluación cuidadosa de los tres puntos de vista acerca del hombre es una de esperanza. Nos en-
frentamos a la realidad de un mundo donde la vasta mayoría de sus habitantes tiene un pobre ambiente
en el cual vivir. Ya que la bondad innata y el punto de vista empiricista del hombre dependen de un
buen ambiente para la conservación o desarrollo del buen hombre, la vasta mayoría estaría sin esperan-
za e indefensa tanto en este mundo como en el mundo por venir. El concepto cristiano, sin embargo, no
ve a ninguno como sin esperanza. Mientras reconoce la ventaja de un ambiente favorable, el cristianis-
mo asevera que el poder de Cristo ―Por eso puede también salvar eternamente a los que por medio de él
se acercan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder por ellos‖. (Hebreos 7:25).
El poder transformador de Cristo ofrece esperanza a todos, al margen de las limitaciones ambientales.
No hay duda que los psicólogos cristianos necesitan escudriñar profundamente la Palabra de Dios para
descubrir cuales son estas respuestas, porque el mismo Dios quien a través de las Escrituras ha demos-
trado una profunda preocupación por el bienestar espiritual y físico de su pueblo, está igualmente inte-
resado en su estabilidad emocional y mental. Es tan solo razonable asumir que la Palabra de Dios nos
provee principios y bases para la salud mental de la misma manera en que provee esas bases para la sa-
lud espiritual y física. Porque sin estabilidad emocional y física, hay poca esperanza que un hombre o
mujer pueda alcanzar plenamente el potencial que Dios tiene para él o ella, ni para participar tan ple-
namente como sea posible en el ministerio y misiones de la iglesia de Dios.

CONCEPTOS BÁSICOS ACERCA DE LA NATURALEZA DEL HOMBRE

Posición Promotores Predisposición Mo- Relación con el Am- Prospectos

106
Véase Juan, capítulo 3.
Pág. 110

ral biente
Bondad Sócrates El hombre Todo lo que se necesita Los prospectos
Innata Platón tiene una es un ―buen‖ ambiente del hombre de-
Rousseau predisposición para proteger lo ―bueno‖ penden de un
Muchos a la bondad inherente dentro del buen o mal am-
Proposivistas hombre para que se des- biente
arrolle el ―buen hombre‖
Tendencias Mayoría de los El hombre tiene una Mientras reconoce la Los prospectos
pecaminosas cristianos predisposición a des- ventaja de un buen am- del hombre de-
innatas arrollar patrones de biente, sostiene que el penden de una
maldad hombre ―bueno‖ es des- relación con
arrollado solo por el Cris- Dios al margen
to que mora dentro del ambiente
Ninguna ten- Empiricistas El hombre es conce- El ambiente determina la Los prospectos
dencia innata Británicos bido como neutral, totalidad de las respues- del hombre de-
(tabla rasa) Conductivistas sin predisposiciones tas de comportamiento penden de un
Deterministas morales inherentes buen o un mal
ambiente

Apéndice B: La Decisión y la Voluntad.-


El concepto de decisión es tan viejo como el universo. Es evidente que a la hueste angelical le fue dado
libre albedrío. El profeta Isaías indica que Lucifer, el querubín cubridor, tomó muchas decisiones.
―¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo del alba! Fuiste echado por tierra, tú que abatías a las naciones.
“Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto, por encima de las estrellas de Dios levantaré
mi trono, en el Monte de la Reunión, al lado norte me sentaré. Sobre las altas nubes subiré, y seré se-
mejante al Altísimo‖. Isaías 14:12-14, énfasis añadido.
Es también claro que cuando el hombre fue creado se le dio el poder decisorio; de lo contrario las ad-
vertencias de Dios no habrían tenido significado.
―Y Dios el Eterno mandó al hombre: Puedes comer de todo árbol del huerto, pero del árbol del cono-
cimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, morirás‖. Génesis 2:16-17.
De manera que desde el comienzo, tanto los ángeles como los padres de la raza humana fueron creados
con una predisposición para hacer aquellas cosas que eran buenas; pero después que el hombre había
decidido desobedecer el mandato directo y explícito de Dios, ya no buscó seguir naturalmente por sen-
das de justicia. Ahora había una inclinación natural a moverse por sendas de enajenamiento de Dios.
David fue compungido a declarar: ―En cambio, en maldad nací yo, y en pecado me concibió mi madre.
Salmo 51:5.
A pesar de las más claras indicaciones de las Sagradas Escrituras en cuanto a la naturaleza del hombre
y su capacidad para escoger, sin embargo, ha habido aquellos que, desde el comienzo de la historia, han
aceptado un acercamiento determinístico hacia la vida. El determinismo, que está estrechamente ligado
al empirismo discutido en el capitulo anterior, tiene sus raíces en el antiguo paganismo, y todavía puede
encontrarse en el misticismo moderno. El concepto de la influencia del macrocosmos de los cielos lle-
nos de estrellas, sobre el microcosmos del organismo humano, es tan viejo como la astrología. El de-
terminismo ha entretejido su camino en muchas religiones orientales y también puede ser visto dentro
de un número de formas de cristianismo. La pregunta de libre albedrío versus determinismo es relevan-
te hoy en día, no solo en el reino de la teología, sino también en la literatura, historia, sociología, psico-
logía y filosofía. Sin embargo, es quizás en la ciencia del comportamiento humano que la controversia
del determinismo libre albedrío tiene su máximo significado para el creyente cristiano. Mientras es in-
justo confinar el significado del determinismo o intensionismo dentro del marco de un solo juego de
postulados, necesariamente debe haber algunas definiciones específicas y limitantes. Por lo tanto, las
Pág. 111

siguientes pautas representan la arena donde se descubrirán los asuntos de libre albedrío y determinis-
mo.
1. Determinismo: El punto de vista en el cual ese comportamiento es mejor descrito en términos de to-
das las influencias ambientales sobre la persona, pasado y presente, junto con el comportamiento ob-
servable de esa persona en repuesta a influencias.
Se sugiere que conociendo todos los eventos causativos, uno puede predecir con precisión la respuesta
conductivista a esos eventos. No hay reacción o alternativa de la persona que en forma alguna modifi-
ca, adapta o interviene entre la relación directa de estas influencias y las respuestas conductivistas. De
manera que toda referencia a los procesos del cerebro o factores mentales tales como ―escogencia‖,
―decisión‖, y ―voluntad‖ son negados. La persona hace lo que hace porque no puede hacer otra cosa.
Depende completamente de su ambiente para el desarrollo de comportamiento característico y rasgos
de personalidad.
2. Intensionismo: La sugerencia que la persona activamente media entre el estimulo ambiental y sus
reacciones de comportamiento.
Es decir que por decisión o alternativa u otros procesos cerebrales, el sujeto relaciona sus reacciones a
la situación que le es presentada. Es usual asumir que procesos neurológicos y mecanismos del sistema
nervioso central son las estructuras básicas que controlan estas decisiones. De manera que el compor-
tamiento no puede ser definido simplemente en términos de los estímulos y respuestas. Se deben consi-
derar los eventos mentales de la persona y sus propias decisiones.
En este reino científico no es posible escoger dogmáticamente entre intensionismo y determinismo úni-
camente sobre terreno experimental. Tampoco hay un acuerdo universal entre cristianos concerniente a
las dos posiciones de predestinación y libre albedrío. Esto no es para concluir que los preceptos de pre-
destinación pueden igualarse directamente con el determinismo, o que el libre albedrío es sinónimo con
la posición psicológica del intensionismo. Sin embargo, hay un número de similitudes básicas que per-
miten equitativamente investigaciones satisfactorias de cada uno en términos del otro.
1. Predestinación: Mientras que los de la escuela de la predestinación están poco preocupados con la
relación de estimulación ambiental hacia la reacción corporal, sostienen que la salvación es indepen-
diente de las elecciones del hombre y la elección; que Dios preordena el destino eterno de cada ser
humano.
2. Libre Albedrío: Los proponentes de libre albedrío al igual que los del intensionismo, colocan con-
siderable énfasis sobre el papel de los procesos mentales en el comportamiento humano. Se acepta que
todos toman decisiones y alternativas, tanto respecto a la existencia diaria como el destino eterno, y que
en última instancia, la salvación depende de la aceptación o rechazo de Cristo.
En el estudio del comportamiento humano, la controversia determinismo / intensionismo se vuelve
crítico a una comprensión de principios psicológicos y sociológicos. Si bien adquirió su independencia
académica alrededor de cien años atrás, la psicología ha sido investigada por el hombre durante siglos
bajo la connotación de filosofía mental. La controversia entre el determinismo / intensionismo no era
tan intensa en años anteriores como lo es hoy en día. Pero hay poca duda que el intensionismo gozaba
de mayor aceptación por la mayoría en tiempos pasados, posiblemente por las fuertes bases cristianas,
desde las cuales la mayoría de los filósofos trabajaban.
Richard Ruble busca resumir y definir la controversia dentro del marco de la teología cristiana. Él re-
unió argumentos básicos en la posición de libre albedrío:
1. Sin el libre albedrío el hombre no sería responsable por su comportamiento.
2. El hombre tiene libre albedrío por la experiencia subjetiva sentida en decidir.
3. Dios ha decretado que los hombres tengan libre albedrío.
4. El Evangelio asume que los hombres tienen libre albedrío.
5. El hombre conduce sus asuntos como si creyera en el libre albedrío.
6. El libre albedrío es la única posición racional que puede ser asumida por un cristiano.
Él resume sus argumentos a favor del determinismo como sigue:
Pág. 112

1. El determinismo es más coherente con la naturaleza de Dios. Si Dios es omnipotente y omnisapiente,


naturalmente sigue el determinismo.
2. Los puntos de vista científicos deben ser determinísticos.
3. El determinismo es más humanístico que el libre albedrío.
4. El determinista ve hechos por motivación inconsciente.
5. El determinismo está más en armonía con la elección de Dios, soberanía, ordenamiento previo y co-
nocimiento previo.
6. El determinismo permite al hombre aceptar lo que sucede como ser en la voluntad de Dios y en últi-
ma instancia buena. 107
La mayoría de los cristianos—católicos romanos, cristianos ortodoxos y muchos protestantes—apoyan
la doctrina de libre albedrío; sin embargo, hay un gran segmento de cristianos reformadores que se afe-
rran al punto de vista Agustiniano de la predestinación según expresado por Calvino y Lutero. Aunque
no es germánico para este libro discutir las variaciones entre bajo y alto Calvinismo, es justo decir que
los altos Calvinistas especialmente sostienen fuertemente la doctrina de predestinación. Su punto de
vista es que es un milagro de la gracia de Dios que alguno llegue a ser salvo. De manera que no es para
el hombre pecador interrogar la justicia divina en la preordenación. Parece del todo irrazonable, sin
embargo, aceptar como hecho que Dios le habría permitido al hombre tomar decisiones mientras que
sabía previamente cual sería la decisión que tomaría. Algunos han alegado que el mismo hecho que
Dios sabe lo que ocurrirá absolutamente preordena ese evento.
Sería mucho más razonable, con seguridad, asumir que Dios sabe, no porque él haya ordenado el even-
to, sino porque él está conciente de las decisiones que el hombre tomará.
Por supuesto, este dilema levanta el asunto del pecado. ¿No podía Dios haber creado seres en el cielo y
en la tierra que hubieran escogido siempre seguir en perfecta obediencia a su voluntad? Este es un
campo excepcionalmente especulativo de investigación donde la Palabra de Dios nos ha dado poca di-
rección, y por lo tanto, posiblemente está fuera de un debate o discusión provechoso.
Los autores aceptan el punto de vista que el destino eterno del hombre depende de su decisión de acep-
tar o rechazar el don de Dios hecho accesible a los hombres por la propiciación de Cristo por sus peca-
dos. La Biblia está repleta con seguridad de la naturaleza crucial de la decisión del hombre en su propia
salvación. En el Antiguo Testamento Josué realizó un gran llamado para que los hijos de Israel decidie-
ran servir bien sea a Dios o a los dioses paganos:
―Y si os parece mal servir al Señor, entonces elegid hoy a quien servir; o a los dioses a quienes sirvie-
ron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses amorreos en cuya tierra habit-
áis; que yo y mi casa serviremos al Señor‖. Josué 24:15.
Elías hizo un llamado similar en el Monte Carmelo, pidiéndole a los presentes que escogieran ser leales
a Dios o a Baal.
―Y Elías se acercó al pueblo, y les dijo: ―¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Señor es
Dios, seguidlo. Y si Baal, id en pos de él‖. Y el pueblo no respondió palabra‖. 1 Reyes 18:21.

EL PUNTO DE VISTA DEL HOMBRE EN RELACIÓN AL DESTINO DEL HOMBRE

Punto de Vista del Principio Básico El Determinante del Destino


Hombre Humano
Determinismo El hombre es la suma total de todas sus influen- Ambiente
cias ambientales desde la concepción hasta la

107
Richard Roble, ―Determinism versus Free Will‖, Journal of American Affiliation, Junio 1976, vol. 28, No. 2 p. 70-76.
Pág. 113

muerte
Predestinismo El destino eterno del hombre es preordenado Dios
por Dios y por lo tanto ajeno a él (al hombre)
Intensionismo El hombre modifica, media, hace elecciones en El hombre mismo
respuesta a su ambiente
Libre Albedrío El hombre puede decidir aceptar o rechazar la El hombre mediante el poder
provisión que Cristo ha hecho para su salvación de Cristo que mora en él

Apéndice C: La Salud Mental y la Creación.-


Las últimas dos décadas del siglo diecinueve vieron el nacimiento de la psicología moderna, y con este
nacimiento vino un determinado esfuerzo para romper con sus orígenes filosóficos y desarrollarse co-
mo ciencia. Fue esta dirección hacia la ciencia lo que prefiguró el crecimiento en popularidad del de-
terminismo como el método más efectivo para el estudio psicológico. Siempre ha habido aquellos que
se han aferrado a una explicación del comportamiento intensionista, pero estos han sido la minoría. La
amplia aceptación del determinismo parece haber sido motivado por cuatro consideraciones básicas.
1. Las grandes ciencias, tales como la física y química, eran fuertemente determinísticas en dirección
alrededor del comienzo de siglo, y los psicólogos estaban ansiosos por seguir el liderazgo de estas
ciencias mejor establecidas.
2. El determinismo como un método ofrecía mayores probabilidades de éxito que el intensionismo para
el establecimiento de principios generales y leyes que gobiernen el comportamiento. Es más fácil obte-
ner un entendimiento de las condiciones de estímulo cuando estas son independientes de las llamadas
nociones metafísicas de la mente. Se ha sostenido que ninguna ley universal podía ser deducida mien-
tras se aferraba a una explicación intensionista del comportamiento.
3. El determinismo ofrecía un vehículo satisfactorio para la incorporación de la doctrina evolucionista
al asumir que diferencias entre el comportamiento humano y animal era cuantitativo, no cualitativo.
4. Asumiendo la viabilidad de la hipótesis cuantitativa, los científicos descubrieron la posibilidad de
examinar el comportamiento humano mediante la investigación animal.
El uso de animales ofrecía no solo una mayor esfera para la investigación, sino también la posibilidad
de examinar el comportamiento desprovisto de las complejidades asociadas con el desempeño humano.
Durante los últimos cuarenta años ha habido un reavivamiento parcial de la posición intensionista lide-
rada por teóricos como Krecheveresky, Tolman y Woodworth, pero la mayoría de los psicólogos segu-
ían favoreciendo el método determinístico.
La viabilidad de una posición cristiana que favorecía el libre albedrío debe ser examinada a la luz de las
cuatro razones citadas arriba, que proveen el razonamiento para la aceptación del determinismo por la
mayoría de los científicos conductivistas.
1. La naturaleza determinística de las grandes ciencias.
Mientras el postulado determinístico era universalmente aceptado por los médicos hace setenta años, tal
aceptación no podía decirse que sea el caso actual. Más bien, los avances en la física subatómica han
orientado el pensamiento hacia el indeterminismo. Este hecho fue señalado en un artículo atribuido a
Sir Marcus Oliphant. ―La contaminada idea victoriana de la certeza de la ciencia ha sido remplazada
por incertidumbre e indeterminismo… Los científicos ya no esperan encontrar una respuesta final a
cualquier pregunta…
A finales del siglo pasado la marcha de la ciencia había intoxicado a la humanidad, y en las ciencias
físicas el gran éxito de (aplicar) razonamiento matemático a observaciones experimentales ha generado
una certeza que el conocimiento final de la materia estaba cercano‖. Él dijo: ―Esta concepción de una
ciencia arrogante e inmoral, que está envolviendo rápidamente a la humanidad en una red de materia-
lismo para satisfacer su gran ego, persiste aun entre una gran mayoría actualmente… En la medida en
que el conocimiento ha aumentado ha sido necesario modificar progresivamente casi todas las leyes
Pág. 114

queridas de la física clásica… la causalidad ha sido redefinida y el determinismo ha dado paso a la in-
certidumbre‖.108
Esta declaración directa de la tendencia actual en física demuestra hábilmente que una de las conside-
raciones básicas en el movimiento original hacia el determinismo en psicología ya no es tan viable co-
mo pudo haber parecido al principio de siglo.
Quizás una de las teorías más famosas que se oponía a la pretensión de Oliphant es el Principio de In-
certidumbre de Heisenberg. Básicamente, el principio declara que habiendo localizado la posición de
un electrón uno no puede determinar un cálculo preciso de su máxima velocidad pero solo puede
aproximarlo dentro de ciertos límites y, si se ha calculado la velocidad de un electrón, uno no puede de-
terminar la posición precisa que ocupa en el espacio.
Mientras el mismo giro de las grandes ciencias abre la puerta para reanalizar el método determinístico
en psicología, las implicaciones irían aun más lejos para los reduccionistas quienes sostienen que los
procesos de un orden superior son mejor explicados en términos de procesos de un orden inferior. Lle-
vado a su lógica final, los procesos psicológicos requieren una explicación en términos de información
física, y la información física en términos de la física subatómica.
De manera que tenemos una explicación de lo más complejo por lo menos complejo, la psicología por
la fisiología, la fisiología por la física, y la física, por la física subatómica, ¿No deberían estos también
aplicarse a lo físico y luego a lo fisiológico y consecuentemente a lo psicológico? Si no es así, ¿En qué
nivel de comprensión cede el indeterminismo ante el determinismo?
A menos que se postule una posición intensionista o determinística para todos los niveles de entendi-
miento, una posición reduccionista se vuelve insostenible. Se puede sugerir que en los niveles mi-
croscópicos de la física, donde encuentran apoyo las leyes Newtonianas, el método determinístico es
aplicable. Si esto es así, entonces la física subatómica no puede explicar exitosamente a la física ma-
croscópica y se rompe un eslabón de la cadena reduccionista.
2. El valor del determinismo para el establecimiento de una ley.
Se sugirió hace cien años que el determinismo ofrecía un acercamiento más prometedor al estableci-
miento de leyes que el intensionismo. Esta sugerencia no excluye la posibilidad que el intensionismo
ofrece una explicación más precisa del comportamiento. Que aun los primeros teóricos pensaron que
esto finalmente pudiera ser el caso puede ser visto en la siguiente declaración por William James: ―En
el último capítulo le pasamos el asunto del libre albedrío a la ‗metafísica‘. De hecho habría sido apresu-
rado solucionar el asunto absolutamente dentro de los límites de la psicología.
Que la psicología admita francamente que para sus propósitos científicos el determinismo puede ser
aclamado, y nadie puede encontrar falta. Si entonces, se descubre más tarde que el reclamo solo tiene
un propósito relativo y puede estar cruzado por el contra-reclamo, el reajuste puede ser hecho‖. 109
Casi un siglo ha transcurrido desde que James hizo su declaración, sin embargo, hoy no se puede re-
clamar que algún progreso absoluto ha sido hecho hacia un firme fundamento en el determinismo. De
hecho, Cattell resume la situación en dos declaraciones separadas publicadas en 1950; ―Cualesquiera
sea el grado de determinismo teórico estamos preparados para admitir con respecto al comportamiento
humano, es cierto que en la práctica, no importa cuán bueno sea nuestro instrumento de medida y nues-
tra comprensión de los procesos en funcionamiento, la precisión de nuestras predicciones es limita-
da‖.110 ―En la actualidad nuestras ecuaciones predictivas con respecto a la personalidad o a la memori-
zación y aprendizaje, la voluntad y decisiones, ciertamente no han alcanzado tal nivel de dependencia
que algún psicólogo pueda decir que no hay lugar para el impredecible libre albedrío. Como científicos,
hemos mantenido una mente abierta concerniente a lo que hemos de encontrar acerca de la operación
mecánica al profundizar en nuestro estudio. Y puede ser que descubramos una necesidad de formas im-

108
Sir Marcus Oliphant, Adelaide Advertiser, 18 de Mayo de 1959.
109
William James, Psychology’s Briefer Course p. 461.
110
Cattell, R. B., Personality, London; New York: Hutchinson‘s University Library, 1950, 1st Ed. p. 662
Pág. 115

previstas de pensamiento y concebir que eso hará que tanto el determinismo y el libre albedrío sean
igualmente correctos en sus respectivos contextos‖.111
A pesar de las altas expectativas sostenidas a favor del determinismo a comienzos del siglo, éstas no se
han cumplido. Al estudiante a menudo se le pide aceptar el punto de vista que este fracaso se debe a la
falta de conocimiento actual y técnicas de refinamiento; y alguna vez en el futuro imprevisible, se lo-
grará una comprensión completa de causa y efecto del comportamiento. Quizás una mejor explicación
está en el libre albedrío imprevisible de Cattell.
3. El determinismo y la evolución.
La relación del determinismo con la evolución es explicada por dos puntos de vista opuestos escritos
alrededor de comienzos de siglo. Haeckel dice: ―La superstición del libre albedrío, junto con la creen-
cia en otros dos ‗buitres del misticismo‘, Dios y la inmortalidad, ha sido destruida por la doctrina de la
evolución‖. 112
Los reclamos de Haeckel sobre teoría evolucionista desaprueban completamente el postulado de libre
albedrío. Smith alega que si es viable el eslabón determinismo / evolución, entonces la teoría evolucio-
nista debe ser negada.
Las conclusiones de Smith son mucho más aceptables para los cristianos conservadores. Parece haber
poca duda que es más fácil sostener un postulado de ―libre albedrío‖ en el examen de muchos aspectos
de conducta que el postulado evolucionista.
Mientras los evolucionistas a menudo sugieren que los cristianos hacen suposiciones insostenibles, sin
lugar a duda hay muchas más hechas por los evolucionistas, algunas de las cuales siguen a continua-
ción:
a. La preexistencia de la materia, o al menos de energía es inexplicable en términos finitos.
b. La transición de lo mineral a lo vegetativo a lo animado nunca ha sido adecuadamente explicado o
demostrado.
c. Si no hay alguna diferencia cualitativa entre el hombre y lo animal, entonces lógicamente no puede
haber diferencia cualitativa entre lo animado y lo vegetativo o lo vegetativo y el mineral.
Este último problema ha sido discutido ampliamente por F. W. Headley en su discusión de conciencia.
―La conciencia está presente en las formas más inferiores de vida, o de lo contrario fue introducido en
una etapa superior de desarrollo. Este último principio es aborrecible a los principios de la evolución.
Estamos abocados entonces a creer que aun los microorganismos, sean animales o vegetales, tienen al-
guna clase de conciencia, no importa cuan difuso‖.113
Quizás Headley podía haber llevado esta conclusión un paso más adelante y sugerir la presencia de
conciencia en los minerales inanimados que los evolucionistas alegan ser el precursor lógico de los mi-
croorganismos en la teoría evolucionista. Hacer esta aseveración es, por supuesto, absurda. Sin embar-
go, el evolucionista no es casi lógico si no lo hace así.
4. El valor de las investigaciones animales para la comprensión del comportamiento humano.
La comprensión del comportamiento animal se logra más fácilmente que la de los humanos, parcial-
mente por consideraciones éticas. Sin embargo, puede ser cuestionado que el comportamiento humano
es explicable en los mismos términos que el de los animales, de manera que hay limitaciones conside-
rables al uso o aplicabilidad de tales experimentos.
Quizás un obstáculo al desarrollo de la comprensión psicológica del comportamiento humano ha sido la
obsesión con la parsimonia. Este obstáculo ha llevado a los teóricos a resistir cualquier explicación que
sugiere la gran complejidad del comportamiento humano o cualquier teoría que involucra una interpre-
tación pluralística. Aun actualmente cuando ha habido un resurgimiento de interpretaciones dualísticas,

111
Cattell, R. B., An Introduction to Personality Study, New York, McGraw Hill, 1950, p. 25
112
E. N. Haeckel, Riddle of the Universe, p. 210
113
Headley, F. W., Problems in Evolution, London: Duckworth, 1900, p. 210
Pág. 116

el monismo todavía tiene un fuerte apoyo. Donde se han colocado las nociones dualísticas, pocos han
sugerido seriamente un dualismo de determinismo / intensionismo.
Tal explicación es coherente en la hipótesis del proceso-dual de Betterman de la discriminación de
aprendizaje, 114 y puede ser sentido en la declaración de Cattell que ambos ―determinismo y libre al-
bedrío pueden probar ser igualmente correctos en sus contextos apropiados‖. Sin embargo, ninguna
formulación cuidadosa de dicha dualidad ha sido hecha.
Parece haber pequeña duda que muchos reflejos simples son de naturaleza determinística, y puede ser
hipotetizado que todo ese comportamiento cae dentro de esta categoría, que es mediada por la columna
dorsal y áreas bajas del cerebro de la médula, cerebro medio y cerebelo. Aquí colocaríamos el reflejo
de tirón de la rodilla, el reflejo de parpadeo del ojo, el reflejo de la pupila y así sucesivamente. Sin em-
bargo, la mayoría de los comportamientos involucrando las áreas corticales del cerebro bien pueden ser
categorizadas como intensionistas, particularmente el comportamiento mediado por las áreas de asocia-
ción del lóbulo frontal. Hay uno o dos problemas para dicha hipótesis, ciertamente el reflejo Babins-
ki115 que es mediado por procesos corticales. Sin embargo, esta hipótesis puede formar la base general
para dicha explicación dualística de comportamiento. Seguiría desde dicho acercamiento dual que mu-
chas formas inferiores de vida animal y toda la vida vegetativa no podía exhibir un comportamiento in-
tensionista.
El cristianismo, basado sobre lo que se ha llegado a conocer como libre albedrío, no sugiere que todo
comportamiento resulta de la decisión. La decisión básica viene en la aceptación o rechazo del llamado
de Dios hacia la salvación.
Esta decisión fundamental constituye la piedra angular de la toma de decisión del individuo en la expe-
riencia diaria. La toma de tales decisiones coherentemente sobre un periodo de tiempo conduce al desa-
rrollo de estructuras de hábito que, cuando son finalmente desarrollados, actúan similarmente al com-
portamiento de tipo reflejo. Este desarrollo es coherente con la enseñanza bíblica que mucho entrena-
miento temprano en la vida es de vital importancia para el futuro crecimiento espiritual.
―Adiestra al niño en el camino que debe seguir, aunque sea anciano, no se apartará de él‖. Proverbio
22:6.
El cristiano también, por medio de la oración y súplica, invita a la ayuda divina para asistirle en su vida
diaria, sea esta espiritual o física. De manera que es aceptable que todas las cosas obren para el bien fi-
nal del seguidor consagrado de Cristo.
―Sabemos que todas las cosas obran para el bien de los que aman a Dios, de los que han sido llamados
según su propósito‖ Romanos 8:28.
Una vez que uno ha decidido servir a Dios, y mientras sigue haciéndolo, las agencias divinas están pre-
sentes para dirigir y ministrarle. De manera que la consagración a Dios y la decisión de la forma de vi-
da cristiana prefigura una ministración divina especial a sus necesidades, que excluye una explicación
exclusivamente intensionista de parte del cristiano, ya que cada día de la vida está sometida a la volun-
tad de Dios. Sin embargo, él está siempre libre para invertir su decisión por Cristo.

Apéndice D: Teorías de la Personalidad y Diferencias Individuales.-


Han habido muchos intentos para categorizar las personalidades. Los antiguos Griegos identificaron
cuatro tipos de personalidad, cada uno de los cuales según se decía estaba relacionado con un fluido di-

114
J. Wodinsky, M. A. Varley, M. E. Bitterman, ―Situacional Determinants of the Relative Difficulty of Simultaneous Suc-
cessive Discrimination‖, Journal of Comparative Physiology and Psychology, vol. 47, 1954, p.337-340
115
Normalmente cuando la planta del pie es golpeada el dedo gordo se dobla hacia abajo. Cuando hay daño a ciertas áreas
de la corteza cerebral como en ACV (Accidente Cerebro-Vascular, la respuesta del golpe a la planta del pie es que el dedo
gordo se dobla hacia arriba. Este efecto es conocido como un
positivo reflejo Babinski.
Pág. 117

ferente en el cuerpo. La personalidad sanguinaria se decía era el resultado de un rico flujo de sangre,
permitiéndole al poseedor ser feliz, extrovertido y optimista.
La personalidad colérica se decía que tenía un exceso de bilis amarilla, y por lo tanto de mal tempera-
mento y más bien negativamente agresivo. La personalidad melancólica, por otra parte, se decía que
tenía un exceso de bilis negra, que explicaba los frecuentes cambios en el estado de ánimo que com-
prendía muchos periodos de depresión. La personalidad flemática se consideraba que tenía un exceso
de flema, que daba como resultado una apatía y docilidad. Pero obviamente tal descripción de la perso-
nalidad es muy simplista, y ciertamente existen muchas razones por la cual los conceptos infundados
han sido rechazados por la psicología moderna.
Sin embargo, han surgido muchos intentos recientes para definir la personalidad. Freud, por medio de
su teoría de psicoanálisis, trató de definirlo en términos de dominio psicosexual. Otros han intentado
descripciones por características de personalidad. Carl Jung escogió tipologías de introversión y extro-
versión, donde el introvertido era definido como retraído, de personalidad antisocial y el extrovertido,
como liberal, de una cálida personalidad sociable.
Subsecuentemente otros han visto la introversión y extroversión como un continuo donde la personali-
dad promedio es referida como ambiversión. Algunos, en su intento por definir la 255 personalidad,
han buscado por prototipos fisiológicos para acompañarlos con las características de personalidad. Por
ejemplo, Kretschmer describió tres tipos de contextura corporal—el asténico, alto y delgado; ―el pyk-
nic‖, bajo y robusto; y el atlético, muscular. Kretschmer relacionó al introvertido con el asténico; la
personalidad extrovertida, y sociable con el de contextura pyknic; y el un tanto en medio ambivalente a
la textura atlética. Por otra parte, Sheldon, creyendo que la tipología de Kretschmer era muy rígida, sus-
tituyó un sistema de tipo corporal conocido como somatotipos. En estos cada persona está clasificada
de acuerdo a una escala de siete puntos sobre cada uno de tres somatotipos básicos—endomorfo, el
grado de predominio de tejido graso sobre tejido muscular y óseo; mesomorfo, el grado de predominio
de tejido muscular sobre adiposo o tejido óseo; y hectomorfo, el predominio de tejido óseo y cutáneo
sobre tejido muscular o adiposo. A partir de esta escala Sheldon definió un gran número de somatotipos
que él en general relacionó con características de personalidad. La persona predominantemente endo-
morfa es vista como extrovertida, sociable, generalmente agresiva, y convencional. La persona predo-
minantemente mesomórfíca se cree que es agresiva, con características de liderazgo y una personalidad
generalmente ambivalente. Las personas hectomórfícas son vistas como introvertidas, con un predomi-
nio de intereses en logros intelectuales, a menudo tímidas, retraídas y antisociales. Sin embargo, ningu-
na de estas teorías explica completamente la verdadera singularidad de cada personalidad y, si bien
puede haber algún valor al tratar de clasificar las personalidades, no obstante, cada ser humano es úni-
co, teniendo una herencia, ambiente, y relación con Dios peculiar. Ni dos personas han tenido o lle-
garán a tener una herencia, ambiente, inteligencia, intereses, habilidades, características físicas, creen-
cias, prejuicios, y actitudes idénticas.

Índice Bíblico
Génesis 2:2-3 75 2:15 74
1:27-28 88 2:7-8, 15 66 2:16-17 110
Pág. 118

2:21-24 102 1:11 86 20:1 69


3:1-19 63 3:10 22:6 60, 84, 116
3:9-10 28 4:11-18 82 23:7 54, 60
3:15 11 8:7 49 23:21 66
4:3-8 28 18:6-11 28 23:29-32 70
4:17 66 2 Samuel 29:15 80
12:1-4 31, 52 3:10 50 31:4-5 69
16:1-4 29 13:10-15 90 Eclesiastés
19:26 53 1 Reyes 3:8 27
Éxodo 8:56 53 5:12 74
3:10-17 52 18:21 51, 112 12:1 86
14:10 31 18:39 51 Cantares
16:23 75 19:1-4 49 2:15 59
20:7 22 2 Reyes Isaías
20:12 80 6:5 74 1:17 61
20:14 102 1 Crónicas 6:8 50
22:16 93 22:10 53 14:12-14 108, 110
32:19 27 Job 26:3 24, 57
Levítico 13:15 8, 49 26:9 61
2:1 66 Salmos 28:7 70
6:4 22 19:14 56, 60 32:17 45
18:6-19 93 29:11 24, 45 53:7 28
18:20 90 34:14 61 58:6-8 71
18:22 91, 94 37:3 61 59:2 25
18:23 92 37:27 61 64:6 24
20:13 94 40:4 40, 76 Jeremías
Números 51:5 15, 108, 110 1:5 93
6:26 45 51:10 56 6:16 98
Capítulos 22-23 31 71:5 86 12:16 61
Deuteronomio 87:6 14 13:23 61
4:4-9 61 103:3 72 17:5 40
4:10 59 103:12 23 17:9 55
6:7 84, 105 103:14 14 24:7 56
14:23 59 118:8 40, 76 31:33 57
21:20 66 119:11 55 38:2 32
22:18-19 93 119:37 63 Ezequiel
24:1-4 102 119:165 24 13:22 97
30:15 25, 44 141:4 60 33:7-11 44, 95
31:12 59 Proverbios 36:26 12, 56
Josué 4:19 59 Daniel
1:8 48 4:23 60 4:30 48
4:5-8 53 6:6 74 Oseas
13:14 77 12:5 56 4:11 70
24:15 51, 112 13:15 50 Joel
Jueces 13:24 80 2:12 56
13:4, 7 69 15:1 28 Amós
16:20 52 15:26 55 2:12 69
16:28 52 16:25 88 Jonás
1 Samuel 16:32 37 4:1-3 49
Pág. 119

Miqueas 1:15 69 8:8-10 95


7:19 23 2:27-32 78 8:11 56
Habacuc 6:35-38 61 8:16-17 17
2:4 34 19:1-10 58 8:28 29, 48, 116
Zacarías 21:1-4 53 8:35 52
3:1-4 25 22:3-4 28 8:37-39 52
Malaquías 23:39-43 58 10:17 44
4:2 5 Juan 12:1 72
Mateo Capítulo 3 108 12:2 10, 51
5:8 57 3:1-21 41 13:9 16
5:22 28 3:3-6 10, 55 14:23 20
5:23-24 24 3:3 58 1 Corintios
5:28 56, 102 3:21 88 2:14 65
5:31-32 102 8:11 21, 92 2:16 7
5:44 27 10:10 106 6:9 95
7:12 12 13:34 12 6:9-10 90, 94
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15:7-8 57 Hechos 12:7-12 14
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21:12-13 27 9:20,22,27 13 2 Corintios
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25:21 14 Romanos 10:5 56, 80
26:39 12 1:17 8, 34 Gálatas
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Marcos 3:10 24 3:11 34
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6:31 75 7:25 55 Efesios
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Lucas 8:7-8 55 6:4 60, 80
Pág. 120

Filipenses 3:11 27, 61


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2:5 9, 41, 56 4:10 14
3:14 53 5:7 29, 34
4:7 5 2 Pedro
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Colosenses 3:18 59
1:27 49 1 Juan
2:10 8 1:9 23
1 Timoteo 3:1 18
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2 Timoteo 4:21 21
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2:15 50 Judas
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4:10 50 Apocalipsis
Tito 7:14 89
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Hebreos 13:10 34
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11:29 34
11:32-33 34
13:4
Santiago
1:5-6 41
1:6 34
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2:10 22
4:4 27
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1 Pedro
1:2 80
2:2 59
2:11 65

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