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Departamento de Ciencias Sociales

Debate sociológico del S. XIX:


La constitución de la disciplina
Manuel A. Baeza

La crisis de la
democracia

Bastian J. Fuentes Guerra


A lo largo de la historia varios han sido los sistemas de gobiernos o políticos que se han
encargado, en cierto modo, de la administración de una sociedad, existiendo así no una manera
única y universal de cómo dirigir las interrelaciones de los distintos componentes que forman la
sociedad en sí misma. La necesidad imperiosa de establecer sistemas que rijan y regulen la vida
social con todos sus componentes es fundamental para cualquier sociedad, ya que sin la regulación
de un –como diría Hobbes- Leviatán, sería imposible organizar una sociedad bajo normas, leyes, etc.,
pero sobre todo organizar un orden social, donde no impere la anarquía, ni mucho menos el estado
natural del hombre de libre albedrio. A su vez también varios han sido los autores que han planteado
teorías de cómo se debe gobernar o cómo se debe configurar un sistema para el funcionamiento de
la sociedad civil, pasando por autores contractualitas, anarquistas, socialistas, etc., lo cual es reflejo
de la necesidad del hombre de buscar una solución, desde distintos puntos ideológicos, al problema
de cuál sistema social político de gobierno es más adecuado para el funcionamiento y orden de una
sociedad.

Uno de los sistemas de gobierno o políticos más comunes en la antigüedad fue el sistema
monárquico, el cual fue cayendo en mutaciones a medida que pasaban los años y décadas,
creándose así monarquías constitucionales, monarquías parlamentarias y monarquías hibridas. Esto
debido a que el hombre, el agente social comenzó a generarse preguntas, dudas y sobre todo
empezó a sentir disconformidad, injusticia dado en muchos casos por la gobernanza del monarca, lo
cual generaba en la sociedad un profundo descontento hacia la figura del gobernante por las
condiciones de vida que los plebeyos ostentan en comparación con la vida de la familia real. Este
descontento seguido por la revolución de las ideas ilustradas llevaron a las transformaciones, por
medio de la revolución a nuevos sistemas de gobiernos, donde se respetaran los derechos de las
personas, las cuales pasaron a tener el poder soberano, siendo este poder dividido y no absoluto y
sobre todo representativo.

Entonces, las ideas de la ilustración consagraron el triunfo de un sistema de gobierno mucho más
abierto hacia la sociedad, donde el absolutismo ya era un sistema mal visto e incluso inaceptable
entre las sociedades europeas. Pero estas ideas y revoluciones por el empoderamiento social
consagraron el inicio de una etapa en la historia, en la cual se produjo un profundo desorden e
inestabilidad social, como también política. Esta etapa tuvo su apogeo principalmente después de la
revolución francesa a fines del siglo XVIII, la cual terminó con la monarquía de Luis XIV, y propicio
una serie de similares revoluciones en otras naciones europeas.

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Hoy en día el sistema de gobierno más común alrededor del mundo es el sistema de republica
democrático, el cual tuvo su inicio en la Atenas en el siglo V a. C y que se fue expandiendo y
modificando a través de la historia, producto de la influencia ateniense a los romanos, los cuales
heredaron la democracia, combinándolo con el concepto de república, formándose así una república
democrática. Este último sistema es el más común dentro de los países con representación política
institucional, donde la ciudadanía es la titular del poder, donde las decisiones del pueblo mediante los
distintos mecanismos de participación se hacen presentes, o bien se ven adoptadas por medio de los
representantes en las distintas instituciones políticas.

Hoy en día el sistema que opera mayoritariamente en el mundo es el sistema de república


democrática, el cual combina la participación ciudadana y la división de poderes dentro del Estado,
-como se dijo anteriormente por herencia del sistema ateniense y romano-, pero que diferencias
existen actualmente, en los tiempos actuales entre el antiguo sistema o régimen absolutista,
monárquico con el actual sistema democrático representativo, dejando de lado las diferencias claras
de libertad, de participación, de derechos constitucionales, etc., enfocándonos más específicamente
en el modo de gobernar, de llevar a cabo el aparato político institucional de una nación.

Alrededor del mundo existe un sentimiento de disgusto frente a como el sistema de gobierno o
político actúa en tiempos democráticos. Por ende, un sentimiento de injusticia e desigualdad impera
en distintas naciones democráticas, esto debido principalmente a un colectivo de ciudadanos que
perciben como las autoridades políticas ejercen el servicio público de forma no representativa. De
este modo se puede señalar que la democracia actual, como se conoce hoy en día está en disputa,
en otras palabras la democracia representativa está de cierto modo obsoleta en la forma actual en la
que se lleva a cabo, por lo que actualmente se está criticando esta manera de democracia.

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Toda sociedad actual está bajo el control de un sistema político, que de alguna u otra manera
ejerce la administración de la sociedad y del Estado. El sistema político se entiende como el conjunto
de interacciones entre los distintos órganos o instituciones legales del Estado, agregando también, el
flujo de interacciones entre grupos políticos y los resultados de estas relaciones. En otras palabras “el
régimen político muestra las materializaciones coyunturales de las relaciones de poder tanto políticas
como económicas” (Pinzón, 2008, pp. 9), es toda práctica de la política dentro de un territorio
soberano determinado, en este caso el territorio de la República de Chile, la cual en su artículo cuarto
de su constitución indica que Chile es una república democrática. Siendo democrática, existe un
principio fundamental, el cual consiste en la participación ciudadana en la elección de los
representantes políticos, siendo estos los que forman el aparato político de la nación-estado, por lo
que son fundamentales a la hora de representar al pueblo ciudadano, el cual entrega su soberanía a
sus representantes para que estos gobiernen y decidan en razón del beneficio del bien común que
postula Rousseau (1762) en su libro el Contrato Social, en el cual también aborda la concepción de la
voluntad general, la cual tiene que predominar entre los gobernantes, sin que intervenga, de manera
de sobreponerse, la voluntad, ya sea individual o grupal como grupo político.

Lo que Rousseau plantea en su libro, son las bases de cómo debería actuar el sistema político de
una sociedad, para que esta funcione de acuerdo a las necesidades y deseos del pueblo, el cual a su
vez tienen el poder indiscutible sobre la vida política. Pero este manifiesto de Rousseau, si bien en la
teoría todo parece ser muy fructífero, en la práctica es muy distinto, ya que este sistema de
participación y el sistema político institucional encaja más en sociedades pequeñas, donde el número
de habitantes este en relación con el deseo de consenso para que así se logre la tan ansiada
voluntad general, dando paso al bien común. Por otra parte, en una sociedad grande, con basto
terreno soberano, es muy difícil llegar a un consenso general, donde cada ciudadano este conforme y
satisfecho con las prácticas políticas.

Chile siendo una república democrática, ya que “cuando en la republica el poder soberano reside
en el pueblo entero es una democracia” (Montesquieu, 1988, pp. 19), por lo que existe un sistema de
representatividad, donde el poder está en la nación, por ende Chile se basa bajo el principio de
democracia, pero no cualquier tipo de democracia, se basa bajo la democracia representativa, ya que
dado el territorio chileno se hace imposible llevar a la practica el modelo de democracia directa,
donde los ciudadanos tenga todos la posibilidad de formar parte del sistema político o de gobierno.
De esta forma Chile, y la mayoría de los países con un vasto territorio adoptan la democracia
representativa, dando paso así a la formación de actores políticos que pasan a hacer carrera política,
en otras palabras existe una especie de especialización de la política, donde ciertos sectores de la
sociedad ejercen y se disputan el poder político entre ellos.

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Un grupo fundamental del cual está formando el sistema político son los representantes políticos
que la ciudadanía elige, los cuales son a su vez, como se dijo en el párrafo anterior los que ejercen
una carrera política. Este grupo uno de los puntos importantes dentro de la administración y de la
gestión política de una nación democrática, debido a que se dedican a la gestión pública, por ende
deben tener un profundo interés en resolver los problemas de la nación, y a su vez deben defender
los derechos de los ciudadanos. En palabras generales, los representantes políticos deben estar al
servicio del pueblo.

Este principio fundamental de la democracia, el de la representatividad es uno de los aspectos


más discutidos en los últimos años, mejor dicho, ha vuelto a tomar peso nuevamente dentro de las
discusiones sociales, ya que a lo largo de la historia se ha apreciado como el descontento de los
agentes sociales que están bajo la administración de los gobernantes se han manifestado en contra
de la clase gobernante. Ejemplos de esta situación son las revoluciones o más bien movimientos
socialistas que tuvieron inicio en la Europa a fines del siglo XIX, tanto en Alemania en 1875, Italia en
1892, Inglaterra en 1900 y en Francia en 1905. Todas esos movimientos en pleno contexto de
emergencia del movimiento obrero dada las transformaciones tanto sociales como económicas por el
proceso de industrialización.

Entonces, estos movimientos sociales en contra de la administración de clase gobernante no son


nuevos, y esto es dado principalmente a que los sistemas políticos, o mejor dicho, la clase
gobernante no se encuentra al servicio de la ciudadanía, o dado que la clase gobernante está tan
alegada de la realidad social que no sabe adelantarse a los problemas sociales de manera de poder
generar políticas públicas pertinentes, generándose así movilizaciones y demandas colectivas que
piden soluciones a las necesidades y problemas sociales. Ejemplos de movimientos sociales actuales
son los, tanto en Canadá con el movimiento estudiantil en la ciudad de Quebec el año 2012. El
movimiento en España, 15-M o también llamado el movimientos de los indignados, o en terreno
chileno, el movimiento en contra de la AFP, realizado en 2016. Todos estos movimientos son ejemplo
del decaimiento del principio de representatividad.

Dado esto, se crea así un sistema reaccionario frente a las demandas sociales, que sin estas la
clase gobernante o el gobierno no responde, o más bien, no cumple con el principio de
representatividad, ya que no representan la realidad social de la mayoría, e incluso de las minorías,
solo representan a sus intereses políticos, pues como se dijo anteriormente, la clase gobernante hace
carrera política, vive de la política, están en cierta forma especializados o profesionalizados en la
gestión pública. Esto genera en sí una clase gobernante que solo se preocupa de tener el poder
político, en otras palabras se genera una especie de elite política, la cual concentra el poder político y
a su vez el poder en la toma de decisiones.

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La elite política, es uno de los problemas más grandes de la democracia, ya que el pueblo, la
sociedad que se encuentra separada del dominio de la política institucional, la cual solo es gobernada
bajo los hilos de esta elite se siente en cierto modo bajo un orden social que no les beneficia, un
orden social, político y a su vez económico –lo social abarca todo lo que implica en la sociedad- que
busca mantener el statu quo de las cosas, que si la sociedad no se manifiesta frente a los aspectos
sociales que consideran injustos la clase política no reacciona, ya que los problemas sociales tienen
que ser visibilizados por la clase política para que estos pasen a formar parte de programas de
gobierno, para que así se discutan tanto en el parlamento, como entre la misma sociedad, entonces
así el gobierno o los parlamentarios generarán políticas que vayan en respuesta a los problemas,
pero si estos no son visibilizados es casi imposible que el gobierno tome atención a estos, es por esto
que la clase política tiene que estar conectada con la realidad social para así adelantarse a los
problemas de manare de evitarlos en su mayoría.

Recopilando lo anterior, el sistema político que es reaccionario, que se encuentra alegada de la


realidad social, por ende no conoce los problemas de la sociedad y a su vez no son representativos
plenamente tal y que buscan el statu quo de las cosas, o del orden social el cual es inestable. Más
aun en sociedades tan complejas y dinámicas, sobre todo con el mercado y el sistema económico, es
prácticamente imposible que el orden social se mantenga constante y lineal sin que se produzcan
procesos en donde se vea amenazado tal orden social, es por esto que se deduce que cualquier
sistema político que cuente con las características expuestas anteriormente, la sociedad reaccionará
ya que el sistema no es justo, no existe un orden justo de las cosas, por ende se hace necesario que
la sociedad se manifieste.

Analizando lo anterior, se infiere que un sistema político no necesariamente otorga un orden justo
hacia la sociedad. Es por esto que el principio fundamental de la democracia se ve perjudicado, o
más bien descuidado, ya que el principio de representatividad y de una activa participación en la vida
política se aprecia cada vez menos dentro de la sociedad nacional chilena, generándose así una
sociedad distanciada de la vida política y de las decisiones que involucran a todos, de modo que la
clase política, al ver esta tendencia de abstinencia política se ve beneficiada respecto a las prácticas
políticas, provocando uno de los temores de Rousseau, el predominio de las voluntades individuales
o colectivas como clase política.

Esto a fin de cuentas genera un monopolio de la política en general, donde un sector de la


sociedad está a cargo de ejercer, administrar, en otras palabras de gobernar la vida social. Así el
concepto de democracia de Rousseau es inoperable, dado que la ciudadanía se aleja de la vida
política, permitiendo a su vez que los sectores más politizados ejerzan un monopolio del aparato
político institucional en beneficio de un grupo reducido, no cumpliendo con la voluntad general ni
mucho menos con el bien común. Este monopolio político carece de lo que Montesquieu define como

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“virtud”, entendiendo a este como el amor político, el amor hacia los principios de la democracia y de
la república. Por otro lado ostenta más bien un amor hacia el poder político, esto se apega más en lo
planteado en el libro el príncipe de Maquiavelo, donde el poder político debe estar en el centro, debe
ser el eje o motivo por el cual se ejerce la política por parte de los representantes.

En la actualidad, la democracia no garantiza un orden justo dentro de la sociedad, solo genera


mecanismos de participación ciudadana. En el caso chileno la participación ciudadana en los
mecanismos democráticos es deficiente, no abarca el número total de votantes, y peor aún es solo
este ejercicio democrático fuerte el que tiene más participación, siendo aún esta insuficiente. Debido
a esto, en Chile, se eligen los representantes, pero luego no se continúa con una participación activa,
los votantes que hacen uso de su derecho, luego de hacer uso de este, se desvinculan de la vida
política institucional.

Esta desvinculación por parte de la sociedad gobernada hacia la vida política se debe a como
explica Tocqueville (1835) al deseo de bienestar material, que en las sociedades capitalista impera
como modelo de vida ideal. Este deseo implica que los individuos se alegan de la vida política y le
otorgan este servicio a un sector más politizado, con el fin de aumentar los medios para satisfacer los
placeres materiales, entendiendo a los medios como el trabajo. De esta manera el sistema capitalista
genera mecanismos implícitos de desarraigo político en los individuos que están obligados -como
diría Marx en su libro Manuscritos económicos y filosóficos- a vender su fuerza de trabajo, ya que
están privados de los medios de producción, de este modo al vender sus fuerzas de trabajo, el sujeto
se despolitiza, concentrándose así meramente en la vida material.

Entonces, esta clase gobernada despolitizada, crece una clase politizada, la cual se hace cargo de
la administración del estado y de la vida política, de modo que a la vez se hace cargo de la vida
económica, o más bien del sistema político-económico. Por ende se entiende que de algún modo el
actual sistema democrático está en un contexto -como lo define Tocqueville- de despotismo
democrático, el cual se genera no solamente un monopolio del sistema político institucional, sino que
también del sistema económico de una nación, siendo el sistema político un potencial al sistema
capitalista, esto desde el punto de vista de Marx (1867), donde la superestructura, entendida como el
edificio jurídico-político reafirma la estructura social, siendo éste el modo de producción, las
relaciones de producción y de fuerzas productivas, y a su vez, también reafirma la infractructura,
definida esta como la base económica de la nación.

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Entonces, con lo planteado anteriormente, se logra establecer que la representatividad
democrática actual, que impera mayoritariamente en los países capitalistas no es una
representatividad propiamente tal, ya que el manejo político, del aparato político de una nación es
administrado por una burguesía que busca mantener el statu quo de las cosas, y al mismo tiempo
reafirma las condiciones sociales que privan de cierto modo a los individuos gobernados de la vida
política en general.

La combinación entre una clase política alejada de la realidad social, desconectada de los
problemas que aquejan a la ciudadanía o al pueblo en general, más un sistema económico que está
basado bajo los principios del sistema capitalista, y esto unido a los intereses mutuos entre los
representantes políticos y los burgueses capitalistas, generan un orden social injusto, ya que, se
podría decir, el fundamento de la democracia actual, de los representantes, o en palabras mayores,
toda elite que de alguna u otra forma gobierna, administra los hilos de una sociedad nunca va a
querer que el orden social que los beneficia sea corrompido. Esto básicamente es producto de una
desmoralización de la política, donde el servicio público ha perdido el significando que alguna vez
tuvo. Hoy en día la política está vista como un medio para un fin, siendo este fin el de la
concentración del poder político, el de tener los medios políticos a disposición de los intereses, no
comunes en la sociedad, sino que particulares o de un grupo de elite, y es debido a esto que la
democracia se encuentra en una crisis de representatividad gigante.

La democracia representativa, entendida como un sistema no solamente de participación de los


agentes gobernados de una sociedad en la vida política, sino que también como un mecanismo de
control u orden social, donde se emplea como una suerte de ley general o universal –mirándola
desde el punto de vista del positivismo gestado a inicios del siglo XIX, tomando mayor relevancia a
mitad del mismo siglo-, ley que busca resolver los problemas que arroja cualquier sistema absolutista
y totalitario como el sistema monárquico en una sociedad que aspira a respirar aires de libertad y de
justicia social. Pero esta especie de ley general, si bien tuvo éxito en varias naciones tanto en la
antigüedad, como en sociedades pequeñas actuales, el sistema en la mayoría de las naciones
grandes no opera de manera fructífera, por lo tanto la ley general actualmente no funciona en los
hechos, empíricamente la ley tendría lugar, esto debido a los argumentos planteados a lo largo de
este artículo.

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[BIBLIOGRAFÍA]
 Marx. K. (2010). Manuscritos económicos y filosóficos. Ed, Colihue. Buenos Aires, Argentina.

 Marx. K. (1975). El Capital. Ed, Siglo 21. México, D. F.

 Montesquieu. C. (1988). El espíritu de las leyes. Ed, Ercilla S.A. Santiago, Chile.

 Pinzón. J. (2008). Régimen y sistemas políticos.

 Rousseau. J. (2005). El contrato Social. Ed, Longseller. Madrid, España.

 Tocqueville. A. (1963). La democracia en América. Ed, Fondo de cultura económica. México.

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