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ALMAS DEL PURGATORIO

1. ORACIONES
Páginas: 1. Oraciones | 2. Cien réquiem | 3. Novena | 4. Rosario de los difuntos
5. Rosario "Milagrosa" | 6. Mes de noviembre | 7. A nuestros difuntos

Ofrecer el sacrificio por el descanso de los difuntos (...) es una


costumbre observada en el mundo entero. Por eso creemos que se
trata de una costumbre enseñada por los mismos Apóstoles. En
efecto, la Iglesia católica la observa en todas partes; y si ella no
creyera que se les perdonan los pecados a los fieles difuntos, no haría
limosnas por sus almas, ni ofrecería por ellas el sacrificio a Dios.

San Isidoro de Sevilla


Sobre los oficios eclesiásticos, 1

Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. Demasiado


insensible seria quien no auxiliara a un ser querido encarcelado en la
tierra; mas insensible es el que no auxilia a un amigo que esta en el
purgatorio, pues no hay comparación entre las penas de este mundo
y las de allí.

San Nicolás de Tolentino Santo Tomás


abogado de las almas Sobre el Credo, 5, 1. c., p. 73
del purgatorio

ORACIÓN POR NUESTROS


SERES QUERIDOS
Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de los dolores ajenos, mira
con misericordia las almas de nuestros seres queridos que están en el Purgatorio. Oh
Jesús, que amaste a los tuyos con gran predilección, escucha la súplica que te
hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro
hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén.

Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz perpetua.

Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz.
Amén.

__________

ORACIÓN DE RECOMENDACIÓN
DEL ALMA A CRISTO

Señor, te encomendamos el alma de tu siervo(a) ... (mencione su nombre) y te


suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que no le niegues la entrada en el
regazo de tus patriarcas, ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la
tierra.
Reconócela, Señor, como criatura tuya; no creada por dioses extraños, sino por ti,
único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios fuera de Ti ni nadie que produzca
tus obras.

Llena, Señor, de alegría su alma en tu presencia y no te acuerdes de sus pecados


pasados ni de los excesos a que la llevó el ímpetu o ardor de la concupiscencia.

Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo;
antes bien, creyó, fue celoso de la honra de Dios y adoró fielmente al Dios que lo hizo
todo.

ORACIÓN A SAN NICOLÁS DE TOLENTINO

¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de
Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa
intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la
condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella
tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios.
Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la
más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén

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ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN


POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado,
desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles,
llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y
Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios,
desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el
rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y
levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y
vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan
acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio
de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y
salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz,
de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel
Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y
reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

__________

ORACIÓN PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas


almas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.

A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!

Ayudad a mis hermanos y parientes.


Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayudad a cuantos debo amor y oración.
Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayudad a los que han faltado contra mí.
Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
Ayudad a los que os desean más ardientemente.
Ayudad a los que sufren más.
Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
Ayudad a los que menos auxilio reciben.
Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos
para el cielo.
Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia
muerte.
Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente
desprevenidos para el viaje más importante.
Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de
almas.
Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayudad a los defensores de la santa fe.
Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
Ayudad a los sepultados en los mares.
Ayudad a los muertos repentinamente.
Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.

V. Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.


R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen.
R. Amén.
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
viñador
Pascua

Juan 15, 1-8. Pascua. Cristo quiere que esté unido a Él, para que yo
pueda seguir vivo, y para que mi testimonio como cristiano sea
verdadero.

Por: Luis Jesús Rodríguez | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8


«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento
que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para
que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que
os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo
que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece
en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la
vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése
da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si
alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y
se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo
que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis
mucho fruto, y seáis mis discípulos».

Oración introductoria
Señor, tú me has dicho que si no estoy unido a la vid no puedo dar
fruto. Yo sé que tú eres esa vid, y que la oración es lo que me une a
ti. Ayúdame en esta meditación a conocerte más para estar tan unido
a ti que no pueda separarme jamás y así pueda llevar mucho fruto de
amor en mi vida.

Petición
Señor, que jamás me separe de ti.
Meditación del Papa
Para realizar esto, debéis permanecer unidos a Cristo. Sus palabras
son la base de vuestra eficacia: "Yo soy la vid. Vosotros los
sarmientos... porque sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15,5). Él os
llama también hoy a un mayor amor, porque os invita a una
permanente conversión del corazón. Os llama a una mayor unión con
El en su Iglesia, pues es allí donde le encontráis. Y la unión con Cristo
en su Iglesia es la condición esencial de toda vuestra eficacia
apostólica. Es Cristo quien os confía vuestra misión, una misión que,
sin embargo, está coordinada dentro de la unidad de su Cuerpo
mediante los Pastores de la Iglesia. Esto explica el gran valor que
tiene una amorosa comunión de fe y disciplina con vuestros obispos
quienes, como dice la Carta a los Hebreos, "velan sobre vuestras
almas, como quien ha de dar cuenta de ellas" (He 13,17).
Habéis escuchado la Buena Noticia de la salvación y la habéis
abrazado con alegría, produciendo frutos de justicia y santidad de
vida. Pero es importante que la gracia de la fe se desarrolle en
vosotros y en todos los creyentes con la ayuda de Dios, y os
conduzca a un conocimiento más profundo de la persona y del
mensaje de nuestro Señor Jesucristo (cf. Catechesi tradendae CTR
19). La necesidad de una catequesis sistemática es una de las
mayores necesidades de la Iglesia en este momento. Es un gran reto
para vosotros como católicos. Como seglares, estáis llamados,
individual y colectivamente, a hacer frente a este reto.
Entre todas las oportunidades que tenéis abiertas para el ejercicio del
apostolado individual, la familia ocupa un lugar de primordial
importancia. La familia puede proporcionar una respuesta eficaz a la
secularización del mundo; la familia tiene un carisma especial para
transmitir la fe y para estimular en su desarrollo una evangelización
inicial. Dentro de la intimidad de la familia, cada individuo puede
encontrar la oportunidad para dar un testimonio personal del amor de
Cristo. Los padres tienen el derecho y el deber de catequizar a sus
hijos; tienen el inmenso privilegio de ser los primeros en enseñar a
sus hijos a rezar. Con palabras de mi predecesor Juan Pablo I, me
gustaría "estimular a los padres en su papel de educadores de los
hijos; ellos son los primeros catequistas y los mejores. ¡Qué gran
tarea tienen y qué reto! Enseñar a sus hijos a amar a Dios, a hacer
de este amor una realidad de su vida. Y, por gracia de Dios, qué
fácilmente aciertan algunas familias a cumplir la misión de ser
primum seminarium; el germen de una vocación al sacerdocio se
alimenta a través de la oración familiar, el ejemplo de fe y apoyo de
amor" (Discurso en Filipinas de Juan Pablo II el 20 de febrero de
1981)

Jesús es la vid y a través de Él --como la linfa en el árbol-- hace


llegar a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu Santo. Es
así: nosotros somos los sarmientos, y a través de esta parábola,
Jesús nos quiere hacer entender la importancia de estar unidos con
Él.
Los sarmientos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente
de la vid, en la cual se encuentra el manantial de la vida de ellos. Así
es para nosotros los cristianos. Insertados con el bautismo en Cristo,
hemos recibido de Él gratuitamente el don de la vida nueva y
podemos quedarnos en comunión vital con Cristo. (Homilía de S.S.
Francisco, 3 de mayo de 2015).
Reflexión
Cristo quiere que esté unido a Él, no sólo para que yo pueda seguir
vivo, es decir en vida de gracia, sino también para que mi testimonio
como cristiano sea verdadero y coherente, mi oración debe ser un
querer llenarme de Dios para después poderlo transmitir.

Propósito
Buscar unirme a Dios a lo largo de este día para que sea Él quien
actúe a través de mí en cada uno de mis actos.

Diálogo con Cristo


Jesús, haz que no tenga miedo de ser un auténtico cristiano,
sabiendo que lo único que me pides es vivir siempre unido a ti, y que
la recompensa que me das eres tú mismo. Que no quiera huir del
sacrificio y la renuncia con tal de que cada vez sea más semejante a
ti.

A lo largo del día, repitamos con frecuencia: "Lávame, Señor,


de mis pecados y límpiame de toda iniquidad". (Madre Teresa
de Calcuta)
Alegraos, porque vuestra recompensa será
grande en los cielos
Tiempo Ordinario

Tiempo Ordinario. Vivir estos mensajes en la sencillez y cotidianidad de


nuestra vida profesional y familiar.

Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1 - 12


Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le
acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de
los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos posseerán en
herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán
consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan
por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de
los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y
digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los
cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros.

Oración introductoria
Señor, gracias por indicarme tan claramente el camino para poder
alcanzar la dicha, la alegría que me hará saltar de contento por toda la
eternidad. Guía mi oración para que este día esté orientando hacia mi
meta final.

Petición
Dios mío, que las bienaventuranzas sean mi criterio de vida, mi forma
de pensar y de comportarme.
Meditación del Papa Francisco
La palabra bienaventurados (felices), aparece nueve veces en esta
primera gran predicación de Jesús. Es como un estribillo que nos
recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a pesar
de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad.
Queridos jóvenes, todas las personas de todos los tiempos y de
cualquier edad buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del
hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No
notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda
de un bien que pueda saciar su sed de infinito?
[…]Y así, en Cristo, queridos jóvenes, encontrarán el pleno cumplimiento
de sus sueños de bondad y felicidad. Sólo Él puede satisfacer sus
expectativas, muchas veces frustradas por las falsas promesas
mundanas. Como dijo san Juan Pablo II: “Es Él la belleza que tanto les
atrae; es Él quien les provoca con esa sed de radicalidad que no les
permite dejarse llevar del conformismo; es Él quien les empuja a dejar
las máscaras que falsean la vida; es Él quien les lee en el corazón las
decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que
suscita en ustedes el deseo de hacer de su vida algo grande”» (S.S.
Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2015).
Reflexión
Jesús, como en tantas otras ocasiones ha salido a predicar en
descampado. Sus apóstoles y el gentío le siguen gustosos, porque saben
que el Maestro tiene palabras de vida eterna. El pueblo de Israel,
vagaba desconcertado por sus propios guías, los escribas, fariseos y
saduceos, a quienes Jesús calificó de guías ciegos. Ahora que aparece
Jesús, ¿será el Mesías? se preguntan muchos para sus adentros, pero no
encuentran en El nada de la figura de un libertador terreno, lleno de
poder y castigador de sus adversarios, tan prometido por sus maestros.
Al contrario, para quienes venían buscando liberación política para
Israel, topan con un Mesías que les propone el camino de la abnegación,
de la humildad, de la pobreza, del sufrimiento... Pero todo esto basado
en una recompensa grande en el Reino de los Cielos.

El sermón de la montaña ha resonado tantísimas veces en el corazón de


los cristianos de todos los tiempos, y ha sido para todos, el mensaje de
la esperanza, en medio del vaivén de las dificultades del mundo. Es la
paradoja de la fe, reducida su más clara expresión: bienaventurados los
que lloran, porque ellos serán consolados. Es la promesa que todos
deseamos ver cumplida algún día. Pero el cristiano no es el que
simplemente se resigna a todo lo que le venga. El discípulo de Cristo,
empuña el arado todos los días, remueve obstáculos, limpia el terreno,
trabaja, porque sabe que su esfuerzo siempre será remunerado, si no
aquí, sí en la otra vida.
Por eso las bienaventuranzas no son sólo promesas para esperar, son
todo un programa de vida para reformar esta tierra. Si por un día todos
los hombres fuéramos pobres de espíritu, mansos de corazón, pacíficos,
misericordiosos, limpios de corazón, podríamos traer el cielo a la tierra.
Es cierto que el Señor permite el mal en nuestras sociedades, la
desorientación y las injusticias, pero no podemos olvidar que si lo
permite, es porque está seguro de obtener de todo ello un bien mayor.

Propósito
Como cristianos nos toca testimoniar este mensaje, viviéndolo en la
sencillez y cotidianidad de nuestra vida profesional y familiar, dejando a
Dios la posibilidad de iluminar al mundo con la luz que emane de
nuestras vidas.
Señor, si quieres, puedes limpiarme
Milagros

Marcos 1, 40-45. Tiempo Ordinario. El leproso sabía que Cristo lo amaba


y por eso le pide su curación.

Por: Vicente David Yanes | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45


Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si
quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le
tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la
lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente:
«Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz
por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de
testimonio». Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo
y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en
público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en
lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.

Oración introductoria
Señor, si Tú quieres esta meditación puede hacer la diferencia en mi día,
y en mi vida. Vengo ante Ti como el leproso, necesito de tu gracia.
Tócame y sáname de todas mis iniquidades, de mi egoísmo, de mi
soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia.

Petición
Ayúdame, Jesús, a vivir tu Evangelio al convertirme en un apóstol fiel y
esforzado de tu Reino.

Meditación del Papa Francisco


Señor, si quieres, puedes limpiarme…” Jesús, sintiendo lástima;
extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero: queda limpio”. La
compasión de Jesús. Ese padecer con que lo acercaba a cada persona
que sufre. Jesús, se da completamente, se involucra en el dolor y la
necesidad de la gente… simplemente, porque Él sabe y quiere padecer
con, porque tiene un corazón que no se avergüenza de tener compasión.
“No podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en
descampado”. Esto significa que, además de curar al leproso, Jesús ha
tomado sobre sí la marginación que la ley de Moisés imponía. Jesús no
tiene miedo del riesgo que supone asumir el sufrimiento de otro, pero
paga el precio con todas las consecuencias.
La compasión lleva a Jesús a actuar concretamente: a reintegrar al
marginado. Y éstos son los tres conceptos claves que la Iglesia nos
propone hoy en la liturgia de la palabra: la compasión de Jesús ante la
marginación y su voluntad de integración.
Marginación: Moisés, tratando jurídicamente la cuestión de los leprosos,
pide que sean alejados y marginados por la comunidad, mientras dure
su mal, y los declara: “Impuros”. Imaginen cuánto sufrimiento y cuánta
vergüenza debía de sentir un leproso: físicamente, socialmente,
psicológicamente y espiritualmente. No es sólo víctima de una
enfermedad, sino que también se siente culpable, castigado por sus
pecados. Es un muerto viviente, como "si su padre le hubiera escupido
en la cara". (Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).

Reflexión
El Evangelio nos presenta una vez más a uno de esos hombres que se
acercó a Jesús para que le curase. Como los demás, reconoció en Cristo
al Salvador. Pasó por su vida y creyó en él como en él único que podía
remediar sus males. En esta ocasión se trata de un leproso. Para Jesús
el caso no presentaba novedad. Lo que sí impresiona es que el leproso
se expresa en unos términos inauditos: "Si quieres, puedes curarme".
¿Sería posible que Cristo no quisiese? Si así sucediera estaríamos
perdidos. Fuera de Cristo, ¿dónde puede encontrarse la salud?

El leproso no se presentó con su petición con las torcidas intenciones de


los fariseos. "Tu puedes curarme, porque todo te es posible. Si no me
curas es porque no quieres. Si no quieres no eres bueno. Y si no eres
bueno, ¿cómo haces milagros? Con el poder de los demonios..." Nada de
esto. Él conoce a Cristo, profundamente. Sabe lo que hay en su corazón.
Por eso se arrodilla. Por eso dice "si quieres". Porque cree plenamente
en que Cristo le ama. ¿Creemos nosotros esto? De nuestra confianza
depende nuestra curación.

Propósito
Revisar mi programa de vida espiritual para concretar medios que me
acerquen más a Cristo.

Diálogo con Cristo


Jesús, ¡cuánto podrías hacer conmigo si me dejara transformar por Ti!
¡Sería un instrumento que Tú podrías usar para comunicar a los
hombres tus tesoros y tus gracias! Jesús, ayúdame a vivir tu Evangelio
y a sentir el apremio de cumplir con tu mandato misionero.
El "sí" de María
Adviento

Adviento. María se dejó guiar por la fe. Sin certezas


humanas, supo acoger confiadamente la palabra de
Dios.

Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38


Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la
casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas
palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas,
María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y
vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.El será grande y
será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El
ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado
Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su
vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque
ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Oración introductoria
Señor, así como María supo acoger el anuncio del ángel, permite que yo sepa
escuchar y aceptar lo que hoy quieres decirme en mi oración, porque mi
anhelo es que la verdad de tu Evangelio impregne mi modo de ver, pensar y
de actuar.

Petición
Jesús, permite que siempre diga un «sí», alegre y confiado, a lo que Tú quieras
pedirme.

Meditación del Papa Francisco


La voluntad de Dios es la ley suprema que establece la verdadera pertenencia
a Él. María instaura un vínculo de parentesco con Jesús antes aún de darle a
luz: se convierte en discípula y madre de su Hijo en el momento en que acoge
las palabras del Ángel y dice: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí
según tu palabra". Este "“hágase" no es sólo aceptación, sino también apertura
confiada al futuro. ¡Este "hágase" es esperanza!
María es la madre de la esperanza, la imagen más expresiva de la esperanza
cristiana. Toda su vida es un conjunto de actitudes de esperanza, comenzando
por el "sí" en el momento de la anunciación. María no sabía cómo podría llegar
a ser madre, pero confió totalmente.» (Papa Francisco, 21 de noviembre de
2013)
Reflexión
Cuando pensamos en el "Sí" de María a la propuesta de Dios, lo podemos
imaginar en un ambiente casi de novela "romántica", y olvidar que con ese
"Sí", toda su vida quedó comprometida. La respuesta que ella dio no era algo
espontáneo o "lógico". María dirá que sí, más por confianza y fe, que por
conocimiento. Ella apenas podía entender lo que le había sido explicado... y sin
embargo, dice que "Sí". Además, la fe de María será puesta a prueba cada día.
Ella quedará encinta. No sabe bien cómo, pero lo cierto es que su corazón está
inundado por una luz especial. Aunque su querido José dude, ella vive inmersa
en el misterio sin pedir pruebas, vive unida al misterio más radical que existe:
Dios. Él sabrá encontrar las soluciones a todos los problemas, pero hacía falta
fe, hacía falta abandono total a su voluntad.

María se dejó guiar por la fe. Ésta la llevó a creer a pesar que parecía
imposible lo anunciado. El Misterio se encarnó en ella de la manera más radical
que se podía imaginar.

Sin certezas humanas, ella supo acoger confiadamente la palabra de Dios.


María también supo esperar, ¿cómo vivió María aquellos meses, y las últimas
semanas en la espera de su Hijo? Sólo por medio de la oración y de la unión
con Dios podemos hacernos una pálida idea de lo que ella vivió en su interior.
También María vivió con intensidad ese acontecimiento que transformó toda su
existencia de manera radical. Ella dijo "Sí" y engendró físicamente al Hijo de
Dios, al que ya había concebido desde la fe. Estas son experiencias que
contrastan con nuestro mundo materialista, especialmente en la cercanía de
las fiestas de Navidad. Por ello, como cristianos, ¿cómo no centrar más nuestra
vida al contemplar este Misterio inefable? ¿Cómo no dar el anuncio de la
alegría de la Navidad a todos los que no han experimentado ese Dios-Amor?
No olvidemos que un día ese Dios creció en el seno de María, y también puede
crecer hoy en nuestros corazones, si por la fe creemos, y si en la espera
sabemos dar sentido a toda nuestra vida mirando con valor al futuro.

Propósito
Rechazar preocupaciones sobre las que no puedo hacer nada, para actuar
confiadamente sobre lo que sí puedo cambiar.

Diálogo con Cristo


Dios mío, gracias por quedarte en la Eucaristía y por darme a María como
madre y modelo de mi vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida y
aceptación, su humildad, me motivan a exclamar con gozo: heme aquí Señor,
débil e infiel, pero lleno de alegría por saber que con tu gracia, las cosas
pueden y van a cambiar.
Yo soy la puerta de las ovejas
Pascua

Juan 10, 1-10. Pascua. Entrar por la puerta de Cristo es encontrar la


paz, la alegría, la serenidad, el gozo.

Por: P. Miguel Ángel Gómez | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10


En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil
de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un
salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste
le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama
una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va
delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no
seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz
de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no
comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los
que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las
ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a
salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a
robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan
en abundancia.

Oración preparatoria
Dios mío, ayúdame a escucharte en este rato de oración, porque Tú me
das vida, y en abundancia. Concédeme amarte más a Ti que a mí
mismo, dame la gracia de saber entrar por la puerta que me señalas y
que en definitiva seas Tú realmente el Señor de mi vida entera.

Petición
Jesús, que sepa reconocer tu voz. Y reconocerte en mis hermanos.

Meditación del Papa Francisco


Quisiera decir una última cosa, una última cosa. Aquí hay muchos
jóvenes. Jóvenes, queridos jóvenes, ustedes tienen una especial
sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados
por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el
bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito:
nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza
se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean
los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a
vencerlo con el bien. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don
precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y
la tengan abundante».
Hoy digo a todos ustedes: No están solos, la Iglesia está con ustedes, el
Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y
hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por
las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de
consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento. Todo lo encomiendo a
la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, la Madre de todos los
pobres del Brasil, y con gran afecto les imparto mi Bendición.
Gracias. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).
Reflexión
Pronunciar el nombre de Cristo, escucharle y reconocerle en nuestro
interior, sólo nace de las almas que verdaderamente han hecho esa
experiencia amorosa con Él. Una experiencia que no se reduce a un
simple recitar de oraciones, o a un compromiso obligatorio dominical,
sino que más bien se eleva a un contacto frecuente e íntimo con el
Señor en la oración de todos los días, en el trabajo cotidiano, e incluso,
en los sufrimientos que podamos padecer y ofrecer por amor a Él.

Las almas que buscan la verdadera fuente de la felicidad en Cristo,


saben que solamente en su interior, donde Dios se hace paz, alegría,
serenidad, gozo, se encuentra la verdadera e íntima amistad con Él. Son
esas ovejas que entran por la puerta de la renuncia y del sacrificio, que
escuchan el llamado personal del Buen Pastor, y que le siguen por los
caminos por donde Él las lleva, siempre con la única finalidad y deseo de
estar con Él delectándose con su dulce compañía.

Propósito
Renovar mi compromiso de meditar diariamente, para vivir de acuerdo a
la Palabra de Dios.

Diálogo con Cristo


La parábola del Buen Pastor me permite recordar que Tú eres quien
debe guiar mi vida. Buscas mi bien y por eso me invitas a entrar por la
puerta de la fe, para que pueda realmente tener un encuentro personal
contigo en la oración y mi vida sacramental. Ayúdame a nunca temer,
que me atreva a abrir, entrar y recorrer el camino que me señalas,
porque es el camino a la felicidad.

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