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Eusebio de Cesarea (hacia 265-340) obispo, teólogo, historiador

Historia eclesiástica, II, 3, 9 (trad. SC 31, p. 54s rev.)

El martirio de Santiago, apóstol

Sin duda que fue gracias a un poder y a una asistencia del cielo
que la doctrina de la salvación, iluminara de repente, como un rayo
de sol, toda la tierra. En efecto, siguiendo las divinas Escrituras, la
voz de los evangelistas y de los apóstoles, resonó por toda la tierra;
sus palabras llegaron hasta los confines del universo. Y en cada
ciudad, en cada pueblo, al igual que en cada superficie al aire libre,
se constituyeron en grupo Iglesias fuertes con millares de hombres,
llenas de fieles...

Pero bajo el reinado del emperador Claudio, el rey Herodes se


dedicó a maltratar a algunos miembros de la Iglesia; fue así que hizo
matar a Santiago, hermano de Juan, a filo de espada (Hch 12,2).
Clemente nos da el siguiente relato de Santiago, digno de recordar:
el mismo que lo condujo al tribunal se conmovió viendo cómo daba
testimonio, y confesó que también él era cristiano. Los dos (dice)
fueron conducidos juntos al suplicio; y a lo largo del camino, éste
pidió a Santiago que le perdonara. Santiago reflexionó un instante y
le abrazó diciendo: «¡La paz sea contigo!» Y los dos fueron
decapitados al mismo tiempo.

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