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La inteligencia emocional es importante para el día a día, para saber dominar el estrés escolar

o del trabajo, para saber negociar y resolver conflictos, para poder rendir mucho más en el
ámbito académico o laboral o para saber trabajar en equipo.

¿Cuáles son las emociones básicas? ¿Y las complejas?

Las emociones básicas son seis: la tristeza, la alegría, la sorpresa, el miedo, el enfado o la ira
y el asco o la aversión.

Algunas de las emociones complejas son, por ejemplo, la vergüenza, la culpa, el amor, el
altruismo, los celos o la envidia.

Estos últimos han sido también considerados por muchos autores como sentimientos o
estados de ánimo.

En la actualidad no existe todavía un acuerdo general entre todos los autores en lo que se
refiere al mundo afectivo y aunque a veces existe cierta confusión entre los términos, sí que
es cierto que podemos distinguirlos.

A modo general, podemos decir que las emociones básicas aparecen a lo largo del primer
año de vida, mientras que las llamadas emociones secundarias se expresan sobre el segundo
año de vida.

Hay diferencias entre ellas, dado que las emociones básicas se caracterizan por tener un
patrón facial universal característico, esto es, es igual en todas las culturas. Las emociones
secundarias, por su parte, dependen del contexto sociocultural.

14 actividades para trabajar las emociones

1- El diccionario de las emociones

El diccionario de las emociones y de los sentimientos puede ser una actividad divertida para
realizar en familia.

Como si de un libro viajero se tratara, y como un trabajo de reflexión y de profundización


emocional, pediremos a los niños que cada semana se lleven el diccionario a casa.

Para que esta actividad salga adelante y sea provechosa, necesitamos la colaboración de las
familias, por lo que el primer paso será contactar con ellos y pedirles que formen parte del
proyecto de las emociones.

De este modo, cada semana un niño se llevará el diccionario a casa y elegirá junto a su familia
una emoción distinta. Se trata de que definan esa emoción, la dibujen, indiquen sus síntomas,
el significado biológico que tiene, ante qué situaciones aparece, cómo podría ser una gestión
adecuada de esa emoción, una inadecuada….
Cuanta más información aporten, más rico quedará el diccionario. Una vez en clase, cada
niño podrá exponer la emoción que ha trabajado en clase y entre todos podrá abrirse un debate
acerca de dicha emoción.

Puede ser una actividad muy interesante porque favorece el vocabulario de las emociones y
conforme avance la actividad, saldrán emociones más allá de las básicas que pueden
enriquecer mucho la alfabetización emocional de los niños.

2- El libro de la alegría o El libro de las emociones

Mediante esta actividad pretendemos acercar a los niños a la emoción de la alegría y que
puedan generar un recurso al que acercarse cuando no se sientan tan bien para recordar
acontecimientos que en su momento les generaron alegría.

Esta actividad es útil porque nos permite adecuarnos a las características y a la edad de cada
niño. De este modo, para realizar el libro podemos utilizar folios de colores y distinto material
de papelería (rotuladores, ceras, lápices…), además de cualquier cosa que queramos para
decorar.

Sería interesante comenzar el libro de la alegría al principio del curso, de manera que los
alumnos tengan todo el curso el libro y puedan ir plasmando en él todas las cosas alegres que
les vayan pasando en su día a día.

Cualquier actividad que haga al niño estar alegre puede estar dentro del libro: desde la visita
al cine o al zoo, hasta bañarse o jugar con su hermano.

Para trabajar la alfabetización emocional a fondo, pediremos al niño que debajo de cada
dibujo añada una frase donde anote “Estoy alegre porque….”.

Una variante de este trabajo es hacer “El libro de las emociones”. Podemos ir trabajando las
distintas emociones en el aula e ir añadiendo el resto de emociones en el libro: tristeza,
enfado, asco…

Pediremos al niño, de la misma manera, que vaya anotando las distintas situaciones que le
producen esas emociones y la razón por la que se encuentra de ese modo. Una vez el niño ya
lo tenga dominado, podemos añadir la consecuencia, es decir, qué es lo que hace una vez se
ha producido esa emoción.

Este libro puede ser muy útil para que el niño tome conciencia de las situaciones que preceden
a lo que piensa, la emoción que le produce ese pensamiento y cómo actúa después, de manera
que es más fácil así corregir las conductas inapropiadas que pueda tener, ayudándole a tener
una mejor gestión emocional.

3- El tarro de la calma
El tarro de la calma puede ser una actividad útil para trabajar la rabia y también el estrés o el
nerviosismo que presentan los niños en diferentes situaciones.

Es una actividad manual que podemos realizar con los niños. Para ello, no necesitamos más
que una botella vacía a la que vamos a añadir líquido y purpurina. Puedes añadir varias
cucharadas de pegamento y también colorante si quieres el líquido de algún color.

Su función consiste en agitar la botella cuando el niño necesita tranquilizarse y se pueden


aprovechar sus beneficios desde el principio.

4- La función biológica de las emociones

Podemos trabajar con los alumnos las seis emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, asco,
ira y sorpresa. Y dado que son básicas, tienen un significado biológico y un patrón facial
característico universal.

De este modo, podremos buscar información distribuyendo a la clase en seis grupos y dando
a cada uno de ellos una de las emociones básicas. Les pediremos que busquen información
sobre esa emoción y cuál puede ser su significado biológico.

Después deberán exponerlo a la clase. Es una actividad que debe realizarse con niños
mayores, dado que el contenido de la actividad es complejo.

5- Trabajar las emociones con fichas

Trabajar las emociones en el día a día es lo más útil, pero elaborar fichas donde estén
presentes las emociones y puedan reflexionar sobre ellas puede aportarnos muchas ventajas.

De este modo, podemos elaborar fichas con las distintas emociones y las daremos para que
sean capaces de resolverlas.

Estas fichas pueden ir desde caras donde tienen que adivinar cuál es la emoción que está
detrás, viñetas donde se tienen que elaborar la historia, subrayar entre una lista de opciones
aquellas situaciones donde él siente esa emoción (por ejemplo, cosas que te dan miedo o que
te dan asco).

Se pueden añadir oraciones que sean verdaderas y oraciones falsas acerca de cada emoción
para ver hasta qué punto las comprenden, elaborar frases donde tengan que rellenar el hueco
con las emociones… ¡hay muchas opciones, sólo hay que ser un poco creativo!

6- La receta de las emociones

Una actividad que admite distintas variantes es la receta de las emociones. Se trata de realizar
una receta, como si de cocina se tratase, pero con las distintas emociones.
Para ello, podemos o bien diseñar cada uno una receta donde los ingredientes sean las
distintas emociones, o bien elegir una sola emoción y pedir a los niños que diseñen una receta
donde el resultado final sea la emoción que queramos trabajar.

7- La cajita emocional

Una de las actividades que podemos realizar con nuestros hijos o con nuestros alumnos es la
“cajita emocional”. Para ello, es necesario que tengamos una caja, que bien puede ser de
cartón, de plástico o cualquiera que encontremos que pueda sernos de utilidad.

Una actividad previa podría ser decorar la caja que nos va a servir para trabajar las emociones,
de manera que los alumnos se impliquen más en las actividades que realizaremos con ella.

Una vez tengamos preparada la caja, podemos pedir a los niños que realicen tarjetas con las
emociones. Cuando trabajamos la inteligencia emocional o las emociones, uno de los
aspectos fundamentales es la alfabetización emocional.

Debemos lograr que los niños tengan un gran conocimiento y un gran vocabulario acerca de
las emociones. Para ello, antes podemos hacer actividades de concienciación y de
conocimiento acerca de las emociones.

Cuando los alumnos ya tengan un vocabulario más o menos amplio acerca de las emociones,
estarán preparados para realizar esta actividad. Obviamente, puede adaptarse a diferentes
características y edades, de modo que, según tengan mayor o menor capacidad, podremos
hacer más tarjetas o menos.

La finalidad de la caja es poder tener un lugar donde los niños expresen las distintas
emociones que tienen a lo largo del día.

De este modo, pediremos a los alumnos que, en distintas situaciones que les produzcan
emociones, hagan una tarjeta con el nombre de la emoción y que hagan un dibujo que la
represente, además de indicar qué ha sucedido.

Deberemos colocar la caja emocional en algún lugar donde el niño pueda verla y pueda
acceder a ella siempre que lo necesite.

De este modo, al final de la semana, en la asamblea con los niños, podremos sacar la caja y
trabajar entre todos las situaciones que han tenido lugar en el aula, qué emociones hay detrás,
cómo se han gestionado y si se podrían haber realizado de otra manera.

8- El tarro de las noticias positivas

Una actividad divertida que se puede hacer en todas las edades es el tarro de las buenas
noticias. Es una actividad que nos sirve para trabajar la alegría con los niños.
Para ello, cada vez que ocurra cualquier acontecimiento alegre en los niños (cualquier cosa
que para ellos sea motivo de alegría y que quieran compartir), se escribirá en un trozo de
papel y se meterá en un tarro que tendremos en la clase con ese fin.

Un buen momento para recoger las distintas noticias positivas puede ser la asamblea, una vez
a la semana. De este modo, una vez pasado el tiempo que acordemos (puede ser al finalizar
el trimestre), nos sentaremos juntos y sacaremos el tarro de las noticias.

Iremos leyendo y recordando aquellas situaciones que nos pusieron alegres una vez y con
todas ellas, realizaremos un mural que compartiremos con las familias.

9- El cuento emocional

Una actividad que puede ser útil para trabajar las distintas emociones es pedirles que diseñen
un cuento, una historia, donde el personaje principal vaya viviendo distintas aventuras y
distintas situaciones donde vayan teniendo lugar las distintas emociones.

Para ello, podemos ofrecerles un listado con las distintas emociones que queremos trabajar y
les pediremos que desarrollen su imaginación y su creatividad para elaborar la historia.

Puede ser interesante porque deben pararse a pensar y reflexionar acerca de cada una de esas
emociones, ante qué situaciones interpretamos y tenemos esas emociones y qué cosas
suceden después.

Estaremos trabajando así las distintas competencias de la inteligencia emocional.

10- Adivinanzas de las emociones

Las adivinanzas con las emociones pueden ayudarnos a enseñar a distinguir a los niños las
características más importantes de las emociones.

Aunque podemos animar a los niños, según su edad y su nivel madurativo, a que inventen
ellos las adivinanzas, si queremos trabajar de manera profunda las características de las
emociones, lo mejor será que las inventemos nosotros.

Para ello, puedes coger las características faciales, la función de cada una de las emociones,
las situaciones, el sentimiento físico que nos producen… ¡cualquiera de ellas será útil y
ayudará a los niños!

11- ¿A qué tienes miedo?

Esta dinámica nos permite trabajar el miedo con los niños. Para ello, trabajaremos primero
el miedo y daremos algunas situaciones de ejemplo donde podamos tener miedo.

Seguidamente, pediremos a los niños que piensen situaciones donde tienen o han tenido
miedo. Les pediremos que lo apunten y que lo compartan con algún compañero.
Lo anotaremos en papeles adhesivos y uno a uno los iremos comentando en voz alta,
invitando a los alumnos a que muestren aquello a lo que tienen miedo, qué sienten cuando
tienen miedo, etc.

Para trabajar el miedo (y en general las emociones) es importante atender a las señales físicas
de las emociones (qué siento) y distinguirlos de la parte emocional de la emoción (cómo me
siento). Esto es importante de cara a lograr un buen trabajo en todas las áreas de la inteligencia
emocional.

Además, las competencias de la inteligencia emocional pasan porque la persona sea capaz de
identificar también las señales físicas que produce nuestro propio cuerpo y que nos avisan de
la emoción que está detrás.

12- El memory de las emociones

Se puede realizar con los niños un memory de las emociones. De este modo, podemos
elaborar nosotros el memory o podemos pedir a los niños que hagan los dibujos que luego
servirán para realizar esta actividad.

Se trata de hacer “parejas de tarjetas” con la misma emoción (dos tarjetas idénticas que
reflejen una cara con miedo, otras dos que reflejen una cara con sorpresa, alegría, ira, tristeza
y asco).

Para las emociones básicas podemos utilizar las caras, de modo que ayudemos a los niños a
trabajar la identificación y la comprensión de las emociones. Cuando los niños son pequeños,
podemos trabajar sólo con estas seis emociones.

Si consideramos que con estas 12 tarjetas el juego ya es demasiado simple, podemos añadir
tantas emociones como queramos, y dado que la expresión facial no es lo que designa a las
emociones secundarias, podremos dibujar situaciones que reflejen esas emociones
secundarias.

Una vez ya tenemos hecho el juego, se trata de barajar las tarjetas (si las plastificamos
quedarán mucho mejor) y ponerlas sobre la mesa boca abajo. Por turnos, se trata de que cada
niño levante una de las tarjetas y descubra cuál es la emoción que está detrás, para
posteriormente buscar la otra tarjeta que designa la emoción.

De este modo, además de trabajar las emociones estaremos ejercitando la memoria.

Si además queremos hacer una variante de este juego, podemos hacer, por un lado, una de
las tarjetas con el nombre de la emoción, la cara… y la otra tarjeta con una situación o
cualquier otra cosa que refleje la misma emoción.

Esta sería una actividad útil para hacerla con niños más mayores a la que el juego anterior les
puede resultar demasiado sencillo.
13- El dado de las emociones

El dado de las emociones puede servirnos para realizar cantidad de juegos. Se trata de que
hagamos un dado y en cada uno de los lados pongamos una de las emociones básicas: alegría,
tristeza, asco, ira, miedo y sorpresa.

Una vez lo tengamos hecho y decorado (recordad, la emoción facial puede ser quizá lo más
útil para representarla, pero si os resulta demasiado complicado podéis hacerlo simplemente
con la palabra), podemos hacer muchas actividades distintas.

Una de ellas puede ser la de inventar historias o frases donde el niño tenga que utilizar esta
emoción. Así, por turnos, se lanza el dado y con la emoción que haya salido podemos inventar
una historia.

O podemos animar a los niños a que lancen el dado y representen con mímica alguna
situación donde se exprese dicha emoción. O bien que sean capaces de argumentar y de
buscar en qué situaciones en su vida cotidiana han sentido esa emoción.

Podemos trabajar también cuáles serían las estrategias inadecuadas para gestionar esas
emociones o cuáles serían las adecuadas. El dado puede ofrecernos muchas oportunidades y
con un poco de imaginación, puede ser un juego muy útil y divertido.

14- El dominó de las emociones

Con el dominó de las emociones también podemos pasar un rato divertido y puede sernos
muy útil para trabajar con los niños las emociones. Podemos animar a los niños a que hagan
su propio dominó o podemos hacer un dominó entre todos.

Para ello, lo primero será planificar cómo serán las fichas. Tú, como adulto, debes diseñar
primero una “tarjeta tipo”, tal y como son los dominós, que sean blancas (con dos cuadrados
superpuestos puede ser suficiente).

Una vez hecho, imprimes del tamaño que quieras hacer el dominó las fichas en blanco y
diseñas junto a los alumnos las distintas tarjetas con las emociones (podemos poner los
nombres, las expresiones faciales, situaciones…).

Una vez ya esté hecho, se trata de jugar al dominó a partir de las emociones.

¿Qué son las emociones?

Una emoción es un proceso que se activa cuando el organismo detecta un cambio. Decimos
que el cuerpo tiende a la homeostasis, esto es, al equilibrio, de manera que cuando sucede
algo inesperado a nuestro alrededor, el cuerpo pone en marcha un mecanismo, la emoción,
que nos avisa de ello.
Por tanto, podríamos decir que la emoción nos prepara para reaccionar a acontecimiento
inesperados que suceden a nuestro alrededor. Y es importante por ello tener en cuenta que
todas las emociones son válidas y cumplen una función importante en nuestra vida.

Aunque las emociones han estado siempre en nosotros, dado que nos ayudan a sobrevivir y
tienen un significado biológico, lo bien cierto es que el concepto de inteligencia emocional
es bastante reciente.

Por inteligencia emocional entendemos la capacidad de reconocer y entender, de tomar


conciencia y de saber manejar las emociones que tenemos y las que tienen las personas de
nuestro alrededor.

¿Por qué es importante trabajar las emociones en la infancia?

Las emociones están presentes de manera constante en cualquier situación que viven los
niños (y que vivimos los adultos). Tanto en casa, en el colegio, con los amigos… las
emociones nos acompañan siempre.

Los niños se ven inmersos constantemente en intercambios emocionales. Esto hace


especialmente importante el hecho de aprender a detectar y a gestionar de manera adecuada
las emociones.

Aunque existe la creencia de que las emociones son “innatas” y que muchas veces no
podemos hacer nada por controlarlas, lo bien cierto es que la inteligencia emocional es un
constructo aprendido y que puede (y debe) enseñarse.

Los padres y los maestros tenemos una gran tarea por delante en este sentido. Los estudios
dicen que el éxito personal y profesional depende, en gran medida, de la inteligencia
emocional que tiene la persona.

La inteligencia emocional supone ayudar a detectar, comprender y gestionar de manera


adecuada los estados emocionales, pero también ayudar al niño a desarrollar el autocontrol,
la automotivación, las habilidades sociales, la empatía o la asertividad.

¿Y tú qué otras actividades para trabajar las emociones?

Referencias

1. Asociación Española contra el Cáncer. Las emociones: comprenderlas para vivir


mejor.
2. Comunidad de Madrid. Inteligencia emocional: el secreto para una familia feliz.
3. Goleman, D. Inteligencia emocional.
4. Greenberg, L. (2002). Emociones: una guía interna, cuáles sigo y cuáles no.
5. Pérsico, L. (2016). Inteligencia emocional. Libsa.
6. Vallés Arándiga, A. (2009). La inteligencia emocional de los padres y de los hijos.
Pirámide.

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