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VERDAD
Una estrofa del himno al contador público me produce una reflexión sobre el ejercicio
profesional: “Aquí los contadores públicos están, poniendo en la balanza a todos por
igual, buscando el equilibrio justo y real diciendo siempre la verdad”.
De acuerdo con las NIIF, los usuarios de los estados financieros son los accionistas, los
prestamistas y los acreedores. Así lo señala el párrafo 0B 2 del Marco Conceptual[1].
Esto significa que las NIIF no han sido pensadas para empresas que no se encuentran en
el mercado de capitales -Estado, trabajadores, clientes ni la sociedad en su conjunto. Para
ellos habría dos alternativas: preparar normas nacionales o dejar que los contadores
públicos diseñen sistemas contables que les permita preparar estados financieros con su
juicio profesional de acuerdo con el interés de los usuarios.
Necesidades de información de los usuarios que no requieren NIIF
Accionistas actuales
En 1998 entró en vigencia la Ley General de Sociedades y con el artículo 223° [2] se
dispuso que los estados financieros presentados a las Juntas de Accionistas o Socios deben
ser preparados de conformidad con los principios de contabilidad aceptados en el país.
Por su parte, el Consejo Normativo de Contabilidad precisó que en el Perú estos principios
son las NIC y luego las NIIF, un grave error debido a que las NIIF son convenciones que
cambian en el tiempo y los principios son permanentes porque constituyen fundamentos
del conocimiento científico.
Con el modelo del valor razonable (párrafo 9 de la NIIF 13[3]) los valores que se informan
deben estar sustentados en el precio que sería recibido por vender un activo o pagado por
transferir un pasivo en una transacción ordenada entre participantes del mercado en la
fecha de la medición. Esto significa que anualmente los valores de las cuentas del activo
y del pasivo pueden variar.
En la Junta Obligatoria Anual los accionistas aprueban los estados financieros y resuelven
sobre la aplicación de las utilidades si las hubiere. Así lo dispone el artículo 114° numeral
1 y 2 de la Ley General de Sociedades[4]. Es decir, pueden tomar acuerdos para
capitalizar, establecer reservas o distribuir utilidades. El problema es qué utilidades son
las que van a aplicar. Si son las utilidades razonablesse corre el riesgo de capitalizar un
resultado no existente, crear reservas con resultados no reales o acordar una distribución
de utilidades que no existen, generando serios problemas económicos y financieros a la
empresa.
Una alternativa de solución inmediata sería modificar los textos de la Ley General de
Sociedades relacionados con el tratamiento de los resultados del ejercicio. Con respecto
a la reserva legal, el artículo 229° prescribe que las sociedades anónimas deben detraer
como mínimo el 10% de la utilidad distribuiblede cada ejercicio después del impuesto a
la renta para ser destinado a crear una reserva legal hasta que alcance la quinta parte del
capital. Si el acuerdo es distribución de utilidades, el artículo 40° primer párrafo[5] y el
artículo 230° numeral 1 señalan que la distribución debe ser de las utilidades obtenidas[6].
Una interpretación sistemática con el artículo 223° nos lleva a entender que se trata de la
utilidad determinada en los estados financieros, particularmente el llamado Estado de
Resultado Integral preparado con NIIF.
Como están las cosas los contadores deberán explicar a los accionistas que la utilidad
obtenida reflejada en los estados financieros no es la real, porque contiene los efectos de
operaciones no realizadas que por razones del modelo contable del valor razonable
obligado por las NIIF se han tenido que registrar.
Este estado de cosas amerita pensar en la necesidad de modificar los artículos citados de
la Ley General de Sociedades o pensar en la necesidad de promover normas nacionales
de contabilidad para las empresas que no cotizan en Bolsa.
Trabajadores
De acuerdo con lo dispuesto por el Decreto Legislativo 892, las empresas que tienen más
de 20 trabajadores deben otorgarles un porcentaje de sus utilidades anuales, siendo la base
de cálculo la renta tributaria. En este caso, aparentemente no es relevante discutir las NIIF
y su relación con este derecho de los trabajadores. Sin embargo, debemos estar atentos a
la reacción de los trabajadores cuando observen que los resultados según los estados
financieros de las empresas preparados con el modelo contable del valor razonable resulte
mayor a la renta tributaria.
Quienes diseñaron este estado lo consideran relevante para medir el desempeño operativo
de la empresa informando el resultado puro de una gestión y en él no intervienen en
absoluto las NIIF. Este resultado es también utilizado por los directores de la empresa
para evaluar la gestión gerencial.
Las NIIF, como lo señala el párrafo OB 2 del marco conceptual, tienen como objetivo
preparar estados financieros de utilidad para accionistas, prestamistas y acreedores. Por
su parte el párrafo OB 3 expresa que las decisiones que tomen los inversores existentes o
potenciales depende de la rentabilidad que esperan obtener de una inversión, por lo tanto
no están pensadas para utilidad de las asociaciones sin fines de lucro porque en ellas no
hay inversión que espera rentabilidad.
Estas asociaciones tienen como objeto la realización de actividades para las que fueron
constituidas, teniendo como financiamiento las cuotas de ingresos de los nuevos
asociados, las cotizaciones y el producto de los servicios individualizados que prestan. La
asociación referida tiene como política institucional destinar las cuotas de ingreso para
inversiones, las cotizaciones para el mantenimiento institucional y los servicios
(restaurante y academias deportivas) deben ser autofinanciados.
De acuerdo con sus políticas contables, las cuotas de ingreso se registran en cuentas de
resultados, pero un análisis exhaustivo del Estado de Resultado Integral indicó que los
servicios arrojaban pérdidas que eran cubiertas con las cuotas de ingresos, quedando un
saldo positivo, por lo que con este estado no se informaba la verdad contable.
Mucho se discute sobre este tema y en eventos académicos se ha escuchado decir que
cada día se aleja más la contabilidad de la tributación.
Dos funciones principales de los contadores son el análisis de hechos empresariales para
procesarlos en los instrumentos contables denominados libros y registros y preparar
estados financieros, y el análisis de los mismos para ver si se encuentran subsumidos en
el ámbito de las leyes tributarias determinando las obligaciones que correspondan a las
empresas.
Los principales tributos nacionales son el Impuesto General a las Ventas y el Impuesto a
la Renta. Sobre el primero, la normativa tributaria dispone la obligación de llevar registros
tributarios para determinar el débito y el crédito fiscal, que se les ha denominado Registro
de Ventas y Registro de Compras, es decir la misma denominación de los registros
auxiliares de contabilidad pero con contenidos que incluyen anticipo de ventas y de
compras, gastos contables (retiros a título gratuito) y operaciones de compra que no
corresponden al mes. Las empresas deben incorporar en sus sistemas contables
verdaderos registros de ventas y de compras.
¿Cuál debe ser entonces la relación de la contabilidad con la tributación para evitar que
los operadores del derecho sustenten sus interpretaciones tributarias en algunas NIIF?
Simplemente que se incorporen en la legislación las normas contables que el legislador
considere racionales para determinar la renta imponible. Mi propuesta es que se
incorporen los párrafos que se estimen pertinentes de las NIC 2, 16, 18, 21, 23 y 38,
definiendo el concepto del devengado para el reconocimiento de los ingresos y los gastos
en el ejercicio gravable.
Reflexión final
Los contadores del Perú y otros países latinoamericanos deben pensar en el valor de la
contabilidad como ciencia de la información financiera, lo que permitirá investigar la
realidad problemática en su campo de acción y crear el conocimiento necesario para
satisfacer las necesidades de los usuarios de la información.