Cielos y praderas Lagos inundados de turquesa Turpiales coloridos Hacen de la vida algo más pleno…
Los verdes nos recuerdan la vida, la paz, el cuidado, la naturaleza. Los
azules por su parte nos dan profundidad, calma, pasión, intensidad, cuando esto se pone sobre un fondo blanco, la escena toma esencias de ambos colores, creando cuadros complejos, acompañado de miradas especulares, bordeadas de hilos negros. Estos cuadros a veces son alegres, a veces sorpresivos, algunos resultan compasivos y traviesos; otras veces esa mirada que renombra el cuadro se torna seductora, como si un súcubo se apropiara de dicho cuadro. Luego de pintar con estos matices, que apropiado es aplicar una técnica ¿Quizás el puntillismo? Si, crearemos pequeños puntos de color que se llenan de picardías y ternuras. Ya nuestro cuadro tiene mirada, matices complejos, ondulaciones parsimoniosas y técnica que el cultiva. Es hora de darle voz, una que sea delicada pero que nos recuerde los desgarros que nos piden los deseos; esta voz saldrá de suaves murallas, que guardan una ciudad blanca perfectamente apilada. Para terminar todo cuadro hay que firmarlo, pero ya no esa no es mi tarea.