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Óscar Vela Descalzo Óscar Vela Descalzo Un templo para todos 493 Compartir 0 valorar articulo

Indignado 2 Triste 0 Indiferente 1 Sorprendido 5 Contento 7 Una buena conversación te puede


revelar muchas anécdotas dignas de ser contadas, sobre todo si el interlocutor es un personaje tan
interesante como Esteban Coello, un buen amigo, excelente abogado y especialmente un notable
lector y gran aficionado por la historia. En una de esas charlas, Esteban comentó que en Boston
University, la que fue su universidad para una maestría, existe un templo denominado ‘Marsh
Chapel’, al que él acudía para oír misa. Pero lo curioso de este lugar es que no se trata de una
capilla católica ni tiene ninguna denominación religiosa oficial, pues allí se reúnen fieles de
distintas creencias que la usan como templo para sus celebraciones. Se trata, en consecuencia, de
un espacio único para la oración e interacción entre los seres humanos y sus diversas convicciones
religiosas. Ocasionalmente se coloca en esta capilla algún símbolo de una fe particular, o se la
desnuda del todo, dependiendo de la ceremonia que se realice; sin embargo, quizás lo más
relevante de esta armoniosa conjunción de credos, es que allí se reúne con frecuencia un grupo
llamado “The Interfaith Council of Marsh Chapel”, conformado obviamente por personas de
distintos credos para reflexionar y dialogar sobre los asuntos de la fe, desde sus visiones
particulares, con el objetivo de encontrar puntos en común que ayuden al desarrollo espiritual de
las personas y de la comunidad. Pero allí no terminan las particularidades de este suigéneris
templo, pues además se trata de un lugar histórico, refugio para la reflexión e inspiración del
pastor bautista, activista y defensor de los derechos humanos Martin Luther King. Este hombre
extraordinario, premio Nobel de la Paz en 1964, asesinado en Memphis en abril de 1968, pasó
muchas horas de su tiempo orando, meditando y preparando sus discursos en Marsh Chapel,
además de haber escuchado en ella las influyentes palabras de otro destacado teólogo y defensor
de los derechos civiles, el filósofo Howard Truman, entonces director de la capilla. Y para rematar
las singularidades de Marsh Chapel está también la colorida anécdota que se llevó a cabo en ese
templo y que se la tituló como: “El experimento de Marsh Chapel” o “Experimento de Viernes
Santo”. Lideró esta curiosa aventura nada más y nada menos que Timothy Leary, un escritor y
psicólogo californiano, entonces profesor de Harvard, muy aficionado al uso, disfrute y
experimentación con drogas psicodélicas, que brindó a un grupo de asistentes a la ceremonia
religiosa de Viernes Santo, una dosis de hongos alucinógenos para demostrar que este tipo de
drogas ayudaban a exaltar las experiencias religiosas de quienes las consumían, con la ventaja
además de hacerlo en un lugar sagrado como la capilla, alentados por el colorido de sus vitrales y
las notas virtuosas de la música sacra. Y, en efecto, los participantes de esta original ceremonia
confirmaron después que aquella había sido una experiencia verdaderamente sobrenatural.

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