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La Política.

Lo que debe ser.

Roberto Ángel Capriotti


[Roberto A. Capriotti] 2

La Política.
Lo que debe ser.

Roberto Ángel Capriotti

Obra de acceso gratuito


Versión 1.0 / Agosto de 2011
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3 [La Política. Lo que debe ser.]

A Elsa, mi mujer,
por su estancia a mi lado durante tantos años matizando la brega.
A Paul/Marisol, a Fabi, a Juan, a Beto/Irene,
por su papel de fogoneros metiendo fuego a la caldera.
A Hugo, la alegría de la familia,
por aderezar con su inocente simpatía las entrevistas por skype.
[Roberto A. Capriotti] 4

Índice

Palabras Iniciales 9
1. La Política 18
1.1. La Política: su trascendencia como actividad humana 18
1.2. La Política: lo que debe ser y lo que es 26
1.3. La Política: en esta materia las advertencias son un mal necesario 29
1.4. La Política: lo que debe ser y los límites de su universalidad 31
1.5. La Política: debo reconocer que me resulta muy difícil abstraerme de lo
acontecido y lo que acontece en mi entorno 33
1.6. La Política adquiere sentido en el vientre de una comunidad humana 34
1.7. La Política no es una ciencia, es un arte 36
1.8. La Política y su contenido ético 37
1.9. La Política y el Bienestar General de una comunidad humana 40
1.10. La Política: la vigencia de las ideologías y de las utopías 43
1.11. La Política y una inminente transformación en el esquema capitalista: la justa
valoración de la fuerza de trabajo 45
1.12. La Política y el Pacto Social 50
1.13. La Política: ¿por quién doblan las campanas? 52
1.14. La Política: el privilegio a favor de los poseedores de los medios de producción en
detrimento de los poseedores de la capacidad de trabajo carece de fundamento ético 53
1.15. La Política: un cambio radical en lo conceptual respecto del trabajo 58
5 [La Política. Lo que debe ser.]

1.16. La Política: las revoluciones y sus diversas formas y aptitudes 60


1.17. La Política: el epílogo del inicio 63

2. El Hombre 65
2.1. Los Homínidos: sus orígenes 65
2.2. Los Homínidos: una breve síntesis de su evolución 67
2.3. El Homo Sapiens Sapiens: unidades de desenvolvimiento 73
2.4. El Homo Sapiens Sapiens: sectores de desenvolvimiento 80
2.5. El Ser Humano: unidad psicosomática 82
2.6. El Ser Humano: la Cultura 86
2.7. El Hombre: comportamientos culturales universales 87
2.7.1. El Hombre: la Religión 91
2.7.2. El Hombre: la Convivencia 94
2.7.3. El Hombre: el industrialismo con rasgos técnicos/científicos 99
2.8. El Hombre: corolario 100
2.9. El Hombre: la realidad 101

3. La Nación 105
3.1. La Nación: el nacionalismo. 106
3.2. La Nación: instancias anteriores y posteriores a la unidad de desenvolvimiento
actual 107
3.2.1. La etapa de la Horda o Banda 108
3.2.2. La etapa del Clan 108
3.2.3. La etapa de la Tribu 109
3.2.4. La Nación. El Pueblo. El Hombre político 110
3.3. La Nación: las normas sociales frente a las leyes de la naturaleza 112
3.4. La Nación: Pueblo y Pacto Social 112
3.5. La Nación: la esencia del pasaje del estadio tribal al nacional 113
[Roberto A. Capriotti] 6

3.6. La Nación: unidad de cultura y ánimo de sociedad 116


3.7. La Nación: la vigencia del nacionalismo 118
3.8. La Nación: universalismo versus nacionalismo 125
3.9. La Nación: el nacionalismo tiene múltiples facetas y una sola esencia 127
3.10. La Nación: Europa es un especial paradigma 139
3.11. La Nación: la globalización 167
3.12. La Nación: la subsistencia de la modalidad imperialista 172
3.13. La Nación: los bloques regionales 174
3.14. La Nación: las diversas categorías de naciones 175
3.15. La Nación: el desarrollo económico 178
3.16. La Nación: la redistribución de la riqueza 179
3.17. La Nación: el desarrollo nacional 181
3.18. La Nación: la nación potencia 181
3.19. La Nación: la nación superpotencia 183
3.20. La Nación: la nación desarrollada 185
3.21. La Nación: el Estado Benefactor 186
3.22. La Nación: el gradualismo de las etapas 193
3.23. La Nación: el tránsito al desarrollo nacional 196
3.24. La Nación: la nacionalización es un proceso con características de universalidad 200
3.25. La Nación: la burguesía comienza a tener identidad 201
3.26. La Nación: crónica fragmentaria sobre la revolución burguesa 204
3.27. La Nación: la Revolución Americana del Norte y el Liberalismo 211
3.28. La Nación: la Revolución Francesa y el Liberalismo 213
3.29. La Nación: una mutación del comportamiento humano 224
3.30. La Nación: al modo de una recapitulación 225
7 [La Política. Lo que debe ser.]

4. El Pueblo y el Pacto Social 234


4.1. El Pueblo: intentos de definiciones 234
4.2. El Pueblo: la adquisición de su auténtica personalidad 237
4.3. El Pueblo: su función de Soberano y el ejercicio del Poder 238
4.4. El Pueblo: contenido del concepto de Poder 241
4.5. El Contrato o Pacto Social: definición 243
4.6. El Pacto Social: sustento de una sociedad política 244
4.7. El Pacto Social: la evolución de sus formas 245
4.8. El Pacto Social: los diversos grados de su evolución 256
4.9. El Pacto Social: el papel preponderante de una Constitución 258
4.10. El Pacto Social: la Democracia y su significado 260
4.11. El Pacto Social: un largo camino para llegar a la instancia de la Democracia 261
4.12. El Pacto Social: el Liberalismo adolecía y adolece de una fundamental
insuficiencia 278
4.13. El Pacto Social: la Democracia y sus alcances 279
4.14. El Pacto Social: la Democracia y la cuestión económica-social 281
4.15. El Pacto Social: la Democracia y la participación ciudadana 284
4.16. El Pacto Social: la Democracia deliberativa y participativa 287
4.17. El Pacto Social: la Democracia y las formas de los regímenes de gobierno
en su esfera 289
4.18. El Pacto Social: la Democracia, una breve excursión por la realidad 289

5. El Estado Nacional 291


5.1. El Estado Nacional: una breve crónica sobre el Estado 291
5.2. El Estado Nacional: opiniones divergentes 301
5.3. El Estado Nacional: la repetición de conceptos ya vertidos 303
5.4. El Estado Nacional: ensayo sobre una definición 307
5.5. El Estado Nacional: la revolución desde arriba 308
[Roberto A. Capriotti] 8

5.6. El Estado Nacional: la forma de gobierno, los partidos políticos y los dirigentes y
militantes políticos 309
5.7. El Estado Nacional: la participación de las minorías en el gobierno 312

6. La Política y las Ciencias Afines 313


6.1. La Historia como Ciencia 314
6.2. La Historia con mayúscula o la historia con minúscula 316
6.3. No existe la Historia Universal con carácter científico 316
6.4. La Historia y la Sociología 318
6.5. Imparcialidad y subjetividad en el estudio histórico 318
6.6. El estudio histórico exige hipótesis de trabajo 320
6.7. La Historia y las Biografías 321
6.8. La Historia y su conexión con el presente 322
6.9. ¿Qué más pretendo de la Historia? 323
6.10. La Antropología como Ciencia 324

7. Bibliografía General 326


9 [La Política. Lo que debe ser.]

Palabras Iniciales

Estas palabras iniciales pretenden anticipar, en pocos párrafos,


el contenido de este ensayo y por lo tanto advertir al lector de cual
es la materia principal. Ese objeto es la Política. En esencia, se trata
de un conjunto de reflexiones sobre la Política y los temas que le
conciernen de manera directa. En algunos temas que sobrevendrán
a estas Palabras Iniciales a la Política la defino como la más relevante
de las actividades humanas. No habré de discurrir específicamente
sobre las cuestiones que atañen a mi entorno, a mi país, sino que
daré cierta prioridad a las definiciones generales, análisis sobre lo
teórico, porque pretendo aportar elementos para un debate sobre
la Política en sus aspectos generales, ya que se trata de una materia
muy devaluada por la acción psicológica que patrocinan intereses
muy mezquinos. Por momentos no estará ausente el tratamiento
de lo que atañe a la República Argentina. Me será muy difícil eludir
dicha faceta ya que se trata del costado que más me duele.
Los integrantes de esta Comunidad Humana llamada la
República Argentina dimos la impresión que tuvimos, en
numerosos casos, muchas dificultades para detectar a los buenos
dirigentes políticos y por ende a los estadistas con la suficiente
estatura, como para guiarnos por la senda adecuada para
convertirnos en una Nación Desarrollada o por lo menos en una
Nación Potencia. Los dirigentes políticos, ergo los estadistas son
[Roberto A. Capriotti] 10

productos de la sociedad humana que les da origen y por lo tanto


la cuestión empeora y la conclusión es fatídica. Lo que sostengo,
también se puede describir de otra manera: los argentinos
arrastramos una malformación genética en materia de roles
clasistas, por lo menos desde el segundo o el tercer decenio del
Siglo XX: nuestra abundante clase media tuvo y tiene una fuerte
propensión a jugar de idiota útil de los grandes intereses, internos y
externos y para eso le pagan haciéndole creer que es culta o
cuando menos, bien informada. Si asumimos esto, el debate puede
transitar por buenos senderos. Me incluyo en esa clase media. Lo
cierto es que somos deficientemente cultos y deficientemente
informados. A nuestros abuelos la oligarquía terrateniente los
importó, como una manufactura más, entre tantas, para que
trabajaran sus campos. A los importados y a sus herederos se nos
pegaron muchos de los defectos de visión de dichos oligarcas.
¿Cuál es el principal de esos defectos de visión, que arrastramos
por carácter transitivo? El defecto núcleo es aquel de seguir
creyendo que, aquello de las bondades de nuestro suelo y clima nos
obligan a darle prioridad a los productos de la tierra y
agradezcamos que ahora, desde hace poco tiempo, le agregamos el
convencimiento de que resulta ventajoso manufacturar lo que
Natura nos brinda. Abramos los ojos: los países que transitaron y
transitan raudamente hacia la condición de Nación Potencia o en
última instancia al grado supremo de Nación Desarrollada son los
que siguieron o siguen el camino de una industrialización sin
cortapisas, sin sectorizaciones: auténticos productores de
manufacturas cada vez más complejas y provenientes de cualquier
rubro u origen. Otro lujo que nos permitimos en épocas no muy
lejanas, exportamos gran cantidad de sobresalientes técnicos y
científicos, reconocidos mundialmente, que fueron y son
aprovechados en otros países. Al momento de esta revisión
algunos de esos emigrados forzosos están regresando. Una señal
11 [La Política. Lo que debe ser.]

de que estamos corrigiendo el rumbo, positivamente. ¿Estaremos


aprendiendo a manejar la brújula?
Antes de continuar con la tarea de sacar nuestros trapitos al sol,
quiero hacer una especial referencia, aunque breve, a un
acontecimiento singular que ennegrece más que ensombrece a un
período de la vida de nuestra comunidad, que no está muy lejano
en el tiempo. Se trata de hechos que ponen en descubierto otra
desgraciada deficiencia como Comunidad Humana. El episodio
tiene dos caras como una moneda y en ambas la figura tiene los
rasgos de la tragedia. Por un lado la acción subversiva que
desplegaran grupos, en su mayoría personas jóvenes, de muy
diversa procedencia social y por el otro la represión sin reglas y
con mucha alevosía ejercida en nombre del Estado Nacional, por
una abultada porción de integrantes de las Fuerzas Armadas.
Recordemos que los integrantes de las mismas son el brazo
armado de la Nación, investidas de tal carácter por el Pueblo y en
consecuencia por razones profesionales deben dar ejemplo en
materia de respeto a los derechos ciudadanos, a las leyes y
fundamentalmente a la Constitución Nacional. Esa forma de
aplicación constituyó una usurpación y malversación de la gestión
gubernativa. Una apropiación indebida de las funciones del Estado
Nacional para fines perversos y no para la defensa de las
instituciones republicanas. Por empezar no fueron auténticos
gobernantes en ejercicio de sus responsabilidades. Repito, se trató
ni más ni menos que de la prepotente irrupción de algunos
personeros, malversadores de la condición de soldados de la Patria,
instrumentos de su propia visión y acicateados por determinados
sectores sociales de carácter reaccionario, que utilizaron el nombre
de las Fuerzas Armadas y la predisposición de militares traidores a
su mandato profesional y usurpadores de los estamentos del
Estado Nacional y las funciones gubernativas inherentes para
amañar y trastocar el orden político normal de nuestra República.
Esto no era una novedad, pues ni bien la oligarquía perdió el
[Roberto A. Capriotti] 12

manejo de las riendas del poder político en la Argentina, por la


irrupción ciudadana a través del voto secreto y obligatorio, sus
personeros fueron ideando métodos para burlar esa voluntad
cívica. En primera instancia inventaron el llamado Fraude
Patriótico y luego cuando se les hizo imposible mantenerlo,
apelaron asiduamente al Golpe de Estado encabezado por militares
que oficiaban de idiotas útiles en algunos casos y en otros como
partícipes conscientes. El único Golpe de Estado que tuvo carácter
reparador fue el del 4 de junio de 1943. Ese juego perverso que se
prolongó y profundizó a partir de 1955 y alcanzó su cenit en 1976,
hizo que nuestros jóvenes interpretaran que en el país no existía la
vía política normal para restablecer las reglas lógicas del juego
institucional. La proscripción de dirigentes y partidos,
principalmente el peronismo, fue un acto inicuo. Fueron inducidos
a convencerse que tan sólo la lucha armada podía redimir a la
Patria y a su Pueblo. Fueron empujados a una encerrona. Algunos
actuaron encandilados por el éxito de hechos revolucionarios de
liberación acontecidos a nivel planetario. En nuestro país hubo
hechos que deformaban la realidad y esa realidad trastocada los
indujo a que se lanzaran a la acción armada irregular, que ellos
creían legítima. Es aquí en donde quedan en total descubierto las
anomalías, las pústulas malsanas, de una sociedad que enviaba
señales equivocadas a sus jóvenes que ansiaban participar y jugar
un rol importante en las cuestiones de la Cosa Pública. Casi en su
totalidad eran jóvenes no indiferentes al quehacer ciudadano
argentino. Muy pocos respondían a directivas provenientes de
países con ideologías ajenas a lo nacional y popular. Estaban
preocupados porque deseaban que las mayorías populares
condujeran los destinos nacionales. Las señales equivocadas que le
enviaba su entorno les demostraban que los caminos
institucionales estaban cerrados. Eran señales equivocas originadas
en abundantes sectores de una sociedad realmente enferma, que
envió al sacrificio a muchos de sus militantes políticos jóvenes.
13 [La Política. Lo que debe ser.]

Acaso no son casos enfermizos: los Golpes de Estado del año


1955, la proscripción del peronismo, el ocultamiento del cadáver
de Evita, la imposibilidad del retorno de Perón al país, los más de
treinta planteos militares al gobierno de Frondizi y en definitiva su
destitución, el enfrentamiento entre azules y colorados en el
Ejército, la destitución del Presidente Illía, el onganiato y su
prolongación levingstoniana y lanussista y en definitiva el golpe de
estado del 24 de marzo de 1976. En el año 1978 el dictador Rafael
Videla declaró enfáticamente: “un terrorista no es solamente alguien con
un arma de fuego o una bomba, sino también alguien que difunde ideas
contrarias a la civilización occidental y cristiana”1. Para este General de la
Nación, que no actuaba individualmente sino con abundante
acompañamiento de muchos de sus pares e ideólogos civiles,
sirviente consciente del pensamiento de sectores sociales
argentinos muy retrógrados, el eufemismo Occidental y Cristiano
tenía connotaciones muy propias del Medioevo Europeo y
principalmente estaba furioso por otras cuestiones consideradas
denigrantes por los de su calaña, como el respeto por los derechos
de los hombres de trabajo y el avance de la industrialización
nacional. Esos militares fuera de los carriles propios de sus
responsabilidades, cometieron lo que certeramente se califica como
Violación de los Derechos Humanos, un delito de Lesa
Humanidad y por lo tanto imprescriptible. Tardía pero
justicieramente, con total y absoluta imparcialidad, luego de
aventar perdones inadmisibles, se está juzgando a esos
responsables del genocidio con modalidades que ellos no
aplicaron. Tan falaces fueron sus métodos que lograron disfrazar
frente a los ojos de una mayoritaria porción de nuestra ciudadanía
su gestión, edulcorándola con el argumento de la defensa de las
instituciones. Siempre recuerdo su irónico lema: Somos Derechos
y Humanos. Hoy, para nuestra felicidad están al descubierto, ni el

1 Apunte tomado de mi archivo personal, el 4 de febrero de 2011. No consta la fuente.


[Roberto A. Capriotti] 14

menos avisado de los compatriotas ignora lo acontecido y sobre


todo quiero recalcar que, la actitud de nuestros militares del
presente de total respeto al ejercicio judicial, le otorga a las Fuerzas
Armadas Argentinas y a sus componentes la elevada jerarquía que
les corresponde como brazo armado de la nacionalidad.
Relataré un episodio de mi vida que resulta muy ilustrativo con
respecto a lo escrito en renglones atrás. Una verdadera anécdota,
un hecho circunstancial, pero que para este caso tiene un
contenido valioso. Carlos Andrés Pérez fue Presidente de
Venezuela en dos oportunidades: (1974/1979) y (1989/1994),
elegido por el Pueblo en procesos perfectamente constitucionales.
El primer período, visto desde Argentina, muchos lo
considerábamos un auténtico gobierno nacional y popular. En el
segundo período, nuestra apreciación cambió radicalmente, fue el
primer caso de un Presidente destituido y encarcelado por la
Justicia, por comprobada malversación de fondos públicos y
fraude a la Nación. Entre ambos lapsos gubernativos, no recuerdo
bien la fecha, estuvo en Buenos Aires y dio una conferencia a la
que concurrí con algunos amigos. Luego de ella departimos con él
y otras personas, prácticamente hasta que se hizo día, con algunos
cafecitos intermedios, en el bar del hotel donde se alojó y
desarrolló su disertación. Allí nos relató experiencias de su gestión
gubernativa, relacionadas con la represión aplicada a acciones
guerrilleras que soportara en esa primera presidencia.
Sucintamente: en su primera presidencia cuando un comando
guerrillero copaba una zona abierta o bien una población, el titular
del Poder Ejecutivo Nacional disponía el traslado de un comando
militar bien pertrechado, al que acompañaba un Jurado Civil
designado por el órgano supremo de la Justicia Nacional.
Reprimida la acción resultaban guerrilleros muertos, heridos y
prisioneros que recibían las atenciones propias de afectados por un
acto de guerra. El Jurado Civil actuaba y los acusados designaban
sus defensores y en ausencia se los proveía el Estado. Se
15 [La Política. Lo que debe ser.]

sustanciaba el juicio y se determinaban las responsabilidades y


penas. De los condenados a prisión, su familia tenía pleno
conocimiento de su destino de encierro y para los fusilados o
muertos en acción, los restos eran entregados a sus familiares. Las
apelaciones judiciales seguían los trámites naturales.
Evidentemente no quedaba nada pendiente que pudiera ser
imputable a un gobierno ilegítimo por origen o procedimientos.
¿Por qué no se procedió de similar manera en la Argentina?
Porque en la Argentina se aprovecharon las circunstancias para
destruir los intentos que desde 1945 al 1960, los legítimos
gobiernos de Perón y de Frondizi realizaron todas las acciones
positivas para encausarnos por los andariveles del Bienestar
General y su correlato inmediato anterior, la industrialización.
Volvamos al núcleo del debate: la Política. En uno de los
apartados anteriores ya lo anticipé en términos más o menos
similares: para que un debate sea genuino y amplio se debe asentar
sobre una apreciación teórica de carácter general, que sirva de
basamento para las posteriores conclusiones que pertenecen a los
casos del ámbito particular. Este es el análisis de un humilde
ciudadano, de una determinada comunidad humana, una Nación,
que no pretende oficiar de docto y menos aún abrogarse méritos
como para pontificar, sino que busca convertirse en expositor de
una temática que le preocupa sobremanera, apoyado en el único
título que puede exhibir: su larga experiencia como observador y
también en pequeña medida como un modesto actor de las
vicisitudes políticas de su Patria. En realidad, también debo
confesar que, si lograra hacer docencia, aunque fuera en lo más
mínimo, me sentiría muy feliz.
También y antes de penetrar en la maraña del intrincado tema
que me he propuesto desbrozar, quiero efectuar una breve
referencia sobre las funciones semánticas que le atribuyo a
determinadas palabras, a las que apelo muy asiduamente en el
[Roberto A. Capriotti] 16

transcurso del escrito. Cuando usamos los vocablos: Pueblo,


Soberano, Nación, Sociedad, Liberalismo, Pacto Social,
Aristocracia, Democracia, Representante, Política u otros
relacionados y recurrimos al diccionario es habitual encontrar para
ellos más de una acepción, pero en mi caso, dejo en claro, que los
aplico con el sentido y el contenido específico que se les otorga, en
el presente, en el lenguaje de las Ciencias Políticas y acostumbro a
escribirlos con mayúscula inicial, puesto que de tal manera remarco
la significación apropiada que a cada vocablo le atribuyo.
Además, deseo dejar al descubierto mi convencimiento de que
toda apreciación hecha por un individuo está preñada de
subjetividad. Lo que contiene este ensayo es mi verdad, vista desde
el cristal de mis convicciones, como una contribución al debate de
un tema que es muy importante para el ser humano: la Política. Sin
mi subjetividad no existiría este ensayo. Aunque debo aclarar,
porque si no caería en la pedantería, que tal subjetividad no tiene
carácter independiente, ni menos absoluto: se encuentra como
toda subjetividad individual sometida a la influencia del entorno y
de la época. Dicho esto a pesar de mi creencia en la plena vigencia
del individuo, en su verdadera y correcta dimensión. Los
individuos hacen a la sociedad pero existe el juego de vaivén, ya
que el individuo respira la atmósfera que contribuyó a crear. En los
temas específicos que seguirán a estas Palabras Iniciales, amplío
conceptos, agrego la mayor cantidad de detalles, para que puedan
ser digeridos con facilidad por el lector. A propósito de la
subjetividad y con el ánimo de hacer menos árido el lenguaje de mi
exposición se me ocurre transcribir los últimos cuatro versos de un
poema de un gran poeta español:
17 [La Política. Lo que debe ser.]

En este mundo traidor,


nada es verdad, ni mentira,
Todo es según el color
del cristal con que se mira.2
Hay otra regla que quiero respetar y mantener en la medida de
mi humana posibilidad y la misma es: la imparcialidad. Soy un
hombre de partido, pero mala sería mi contribución al importante
debate que nos debemos los argentinos, si mi objetivo fuera tan
sólo llevar agua para mi molino. Para que el análisis tenga seriedad
es ineludible la práctica de la imparcialidad, tanto como es
innegable la existencia de la subjetividad. La perspicacia de mis
lectores me exime de seguir abundando en la explicación de las
ciertas y concretas diferencias existentes entre los conceptos:
imparcialidad y subjetividad.
Al presente ensayo lo presento dividido en temas, que trataré en
los siguientes capítulos y cuyos títulos anticipo a continuación:
Tema 1, la Política; Tema 2, el Hombre; Tema 3, la Nación; Tema 4, el
Pueblo y el Pacto Social; Tema 5, el Estado Nacional y Tema 6, la Política
y las Ciencias Afines.

2 Campoamor, Ramón (1817/1901): Humoradas. Consultado en Internet el 14 de febrero de 2011.


[Roberto A. Capriotti] 18

1. La Política.

1.1. La Política: su trascendencia como actividad humana.


Comenzaré mis comentarios con una rápida referencia a un
antecedente, entre los muchos existentes, que tiene que ver con
una antigua comunidad humana que con habitualidad usamos
como paradigma, cuando se trata de temas políticos. Apunto a la
comunidad ateniense, es decir la ciudad de Atenas y su entorno.
Tiempo y lugar de la apuntada experiencia: quinientos años y
también algo más, antes de la era cristiana, cuando Atenas era una,
entre las varias pero minúsculas comunidades griegas, que estaban
afincadas en parte de la Península Balcánica, en algunas Islas del
Mar Egeo y en las costas de la Península de Anatolia. Allí, en ese
pequeño conglomerado humano, todos los ciudadanos eran pares
en derecho y participaban en el gobierno y en la administración
pública. Esto lo decían o lo daban a entender sus más ilustres
gobernantes y sus más prominentes filósofos. Vista la cuestión de
manera tan lineal, da la sensación de que la Humanidad no ha
evolucionado mucho o ha evolucionado muy poco en materia
política en los últimos dos mil quinientos años. Hoy día, encontrar
una entidad nacional en donde se considere a todos los ciudadanos
pares en derechos y además con plena participación en la vida
pública, resulta un hecho de singular relevancia. A esta altura de
nuestra evolución, quienes reclamamos la vigencia de dichas
19 [La Política. Lo que debe ser.]

prácticas políticas nos auto-titulamos: progresistas. Pero cuidado,


vayamos por partes, pues en algún vericueto se esconde la punta
del ovillo, que nos permitirá desenhebrar la madeja. Puedo pecar
de inoportuno si entrara a dudar de la fidelidad de las crónicas que
me ilustran al respecto. Todo lo anterior toma verosimilitud si
hacemos una aclaración, que nos la aportan los cronistas de esa
época y lugar. En la mencionada comunidad los ciudadanos eran
muy pocos y constituían una clase social que a esta altura de la
evolución humana, bien la podemos calificar como aristocracia:
tenían esclavos para atender los trabajos y súbditos para engrosar
la hacienda pública. Pero de todas manera tenían su mérito, en esa
época y en ese espacio geográfico ya se ocupaban de forma
preferencial de los temas que afectaban al común. Los asuntos que
concernían al conjunto de los habitantes de la comunidad tenían
prioridad para su especial consideración en el Ágora, una especie de
plaza en el centro de la villa, el lugar donde los atenienses se
reunían para discutir sus leyes y decidir el futuro político de su
ciudad y además para hacer gala de sus habilidades oratorias. Ellos
echaron a rodar un vocablo con el cual pretendían denominar y
también definir a esa especial preocupación y a ese especial
quehacer: Politeia, que deriva de Polis, el vocablo con el que se
denominaba al Estado constituido por una ciudad y el entorno
rural bajo su influencia. Esa entidad pública, esa asociación o
agrupación de familias, esa comunidad humana, constituía la más
importante de las preocupaciones del conjunto y tanto las
personas, como los gobernantes e incluso las deidades estaban a su
servicio. Dos de sus máximos representantes en el campo de las
novatas ciencias, Platón y Aristóteles, dedicaron obras ecuménicas,
para ese entonces, a la Politeia. En el presente, a los contenidos de
sus escritos y afirmaciones los usamos como referencias. No
puedo dejar de mencionar a Sócrates, el predecesor, que abrió
rumbos imperecederos en el pensamiento griego y cuya influencia
intelectual sobre ambos es innegable. La tradición nos ha traído su
[Roberto A. Capriotti] 20

célebre decir: yo sólo sé que no sé nada. Su legado es mucho más


amplio y más denso aún, que el estupendo contenido de su
lacónica expresión. Sócrates fue maestro de Platón y éste a su vez
de Aristóteles. Estos pensadores pertenecen a una época gloriosa
de la comunidad griega y sus reflexiones constituyen pilares
básicos y fundamentales de lo que hoy denominamos como el
pensamiento Occidental, en la gran diversidad de disciplinas en
general que lo componen y para la Política en particular. Luego, vía
pensadores y/o predicadores que les sucedieron en nuestro mundo
de Occidente, la actividad intelectual del ser humano y entre ellas
la Política pasa a emparentarse con el orden derivado de una
instancia divina, de un Ser Supremo, principio y fin de todas las
cosas. Con el advenimiento del Renacimiento, en sus trescientos
años de vigencia, 1500 al 1800 d.C., la Política retoma su
característica antropocéntrica. Regresa al ser humano, al
ciudadano, al individuo y necesariamente al individuo como
integrante de una comunidad humana.
Hoy, en nuestro medio y en nuestro idioma, cuando hablamos
del conjunto de individuos o ciudadanos componentes de una
colectividad o comunidad humana decimos el Pueblo y cuando
nos referimos a la actividad que se ocupa de la convivencia en el
seno del mismo, decimos la Política. En el ejercicio dialéctico
académico o en el cotidiano aplicamos vocablos, palabras, que
tienen parentesco etimológico con aquellos que usaban en esas
minúsculas comunidades ribereñas del mar Egeo, en aquel tiempo
ya remoto, pero algo ha variado sustancialmente y es la cuestión
semántica, es decir, el alcance del significado de esos términos. Lo
de ayer era simple, esquemático, lo de hoy es complejo. Lo que sin
duda permanece inmutable es la circunstancia de que continuamos
refiriéndonos a comunidades humanas, pues la Polis sigue siendo el
objetivo primordial de las preocupaciones de la Política. Por ello
tenemos que reafirmar que la esencia es la misma pero admitir que
la magnitud del significado de dichos vocablos adquirió una
21 [La Política. Lo que debe ser.]

profundidad y una intensidad que torna muy nimia la dimensión


que poseían por entonces. Lo que pretendo recalcar, marcar,
acentuar especialmente es la gran importancia que aquellos
antecesores le daban a los temas referidos a la Polis o sea a su
comunidad y a la Politeia, es decir las reglas, las prácticas y las
costumbres que regían las relaciones entre congéneres integrantes
de una comunidad humana. Ya en ese lejano pasado esas materias
eran objeto de una dedicación y consideración de primera
magnitud. Mi propuesta es que sigamos otorgando a la Política una
consideración de primera línea, porque en ello se juega el destino
de la especie humana.
He aportado esa antigua referencia, tan antigua como incipiente
pero que en su forma, de gran simpleza en ese momento, tiene
implícito un grande mensaje. La Cosa Pública tiene que ser atendida
prioritaria y eficientemente por quienes tengan condiciones
intelectuales y además vocacionales. El ejemplo ateniense debe
servirnos de acicate para que coloquemos a la actividad política en
el sitial relevante que se merece, porque es un menester del que
depende el resto de nuestras manifestaciones vitales, digamos,
desde lo que atañe a lo personal en lo físico y lo anímico hasta lo
que son las actividades económicas y sociales, dentro de los
confines de nuestro entorno. Se hace imperioso que en la
actualidad revitalicemos la valoración de la Política, so pena de que
el detrimento a que la sometemos pueda revertirse en un grave
perjuicio para nosotros, como individuos y para la comunidad de la
que somos parte. No habré de cejar en mi insistencia hasta
demostrar la necesidad imperiosa de colocar en un alto sitial, entre
las preocupaciones humanas, por lo menos en el minúsculo
entorno a mi alcance, a esta desvalorizada actividad humana.
Consecuencia de esa pretensión nace este ensayo. Pongamos el
acento en aquella importancia, a esa relevante magnitud, que le
daban los griegos a la Cosa Pública, fundamentalmente los
atenienses, hace dos mil quinientos años, salvando las diferencias
[Roberto A. Capriotti] 22

de magnitudes existente entre aquello y lo de hoy. En síntesis, el


tema para ellos revestía magnitud trascendente y en consecuencia,
a pesar de su primitivismo, le asignaban capital importancia a las
teorías sobre la Cosa Pública y similar importancia le otorgaban a la
aplicación de las mismas, en el quehacer cotidiano.
Estas reflexiones y esta insistencia, esta perseverancia que
esgrimo como una amenaza, se origina y se incentiva en el trato
irreverente que una gran parte de la ciudadanía le dispensa a la
Política en la actualidad, en nuestro medio y en muchas latitudes de
nuestro mundo. Creo que mi preocupación trasciende los límites
de lo racional para tomar la forma de un sentimiento, Dentro de la
modestia de mi estatura política, en el constante trajinar político y a
esta elevada altura de mi edad, el acto racional ha tomado la forma
de lo afectivo o de la obsesión. Creo importante dejar puntualizado
que por la contumaz denigración que denuncio, no responsabilizo
tan sólo a los ciudadanos que hacen de la Política su quehacer
predominante. La responsabilidad también recae sobre muchas
otras conciencias. Pesa principalmente sobre las de aquellos
políticos, dirigentes y militantes, que le abonan el campo a la
acción denigratoria con sus ambiguos procedimientos, pero
también sobre las de los ensayistas, tratadistas, periodistas, que por
sus muchos yerros y mezquindades, deliberados o no, contribuyen
al descrédito. En la gestión política en sí o en el actuar de los
políticos ha habido buenos y malos manejos y continuará
habiéndolos. Esto es una constante en la diversidad de las
actividades humanas. Ahora bien, reconozco lo anterior para que
adquiera mayor consistencia mi aseveración de que existe un
espectro mucho más amplio de sectores de la sociedad, que en la
puja por obtener el favor del Estado están muy interesados,
porque conviene a sus intereses, en desacreditar a la Política como
tal y a quienes la practican. Cierta gente añora la presencia de un
Estado del que puedan obtener beneficios directos. A muchos les
disgustan los concursos y las licitaciones de bases claras y
23 [La Política. Lo que debe ser.]

procedimientos limpios. A veces les resulta molesto sujetarse a


reglas muy exigentes para obtener franquicias impositivas o
subsidios. Estos sectores son los fabricantes y proveedores de lo
que despectivamente llamo: caballos de Troya. Esos sectores poseen
una perniciosa inclinación que consiste en proveer personeros, sus
adiestrados y concientes servidores, con títulos o credenciales de
especialistas en finanzas, economía y otros menesteres afines a la
Cosa Pública, dispuestos a oficiar de asesores de gobernantes y
funcionarios de origen político. Ese es la forma o manera para
llegar al calor o por lo menos a la tibieza oficial. La puja es obtener
rango de ministro o similares jerarquías. Difícilmente les seduzcan
gradaciones inferiores. Generalmente se franquean el acceso a la
citada participación por el camino de las contribuciones para las
campañas electorales y de organización partidaria. Soy un acérrimo
sostenedor de la tesis de que las actividades antedichas deben ser
financiadas exclusivamente por el Estado, acompañadas con
medidas de control riguroso. De la manera descripta en párrafos
anteriores se desvaloriza a la Política y sobremanera a sus genuinos
dirigentes y militantes y queda en pie la justificación de la presencia
de los terceros sirvientes de intereses particulares ajenos al bien
común. El Bien Común o el Bienestar General son los objetivos
fundamentales de esta actividad humana, a la que denominamos, la
Política. El paño con que se cubre habitualmente la mercancía
podrida, el arte de infiltrar los mencionados terceros en el terreno
de la Política, es el argumento de que esos terceros aportan
imparcialidad, seriedad e idoneidad. Con frecuencia los hechos nos
demuestran lo contrario, que esa presencia tiene en la mira inclinar
la gestión del Estado a favor del interés particular, a lo sumo y para
ser benévolo puedo decir a favor del interés sectorial, actitud que
no es pecado sí el favor alcanza a todos los sectores de la
comunidad humana involucrada. Dicho esto último con mucha
cautela. Hasta aquí un botón que sirve de muestra. En segunda
instancia, pasemos de los sectores económicos a los sectores
[Roberto A. Capriotti] 24

políticos y en este caso el panorama empeora. La oposición


política siempre habla mal de los que ejercen el poder y viceversa.
La corporación política trabaja decididamente en pro de su propio
descrédito. En este terreno la muletilla más utilizada es la de la
corrupción de los gobernantes en ejercicio. Existe la corrupción,
pero si se manifestara en la medida de los comentarios de los
corrillos especializados en la materia, la magnitud de la práctica
sería visible sin investigaciones. Con el afán de que no se me
cargue en la mochila el mote de criticón y no de proponedor, lanzo
al voleo una modesta propuesta. Su aplicación podrá demostrar si
es válida o no. Para solventar esto imitemos al rápido control del
dopaje en las actividades deportivas, que es bastante efectivo.
Implementemos un accesible control ciudadano a través de la red
informática satelital que constituye una herramienta de
generalizado manejo. Las reparticiones gubernativas que disponen
de fondos monetarios, de todos los niveles gubernativos, deben
tener una página cuya denominación sea debidamente publicitada,
en donde diariamente se reflejen los movimientos de fondos y sus
afectaciones específicas, transcriptos en una jerga accesible para el
gran público. A lo sumo tendrán que agregar un burócrata más
para mantenerla actualizada. Estas recetas minuciosas son un tanto
ajenas al objetivo de este ensayo, pero no está mal que en algunos
momentos baje de las ramas para deambular sobre el terreno
fangoso. Ingreso en la minuciosidad porque quiero dejar en claro
que todo esto debiera tener un límite, no se puede desacreditar a
quienes gestionan en favor de los intereses del común y menos aún
ambicionar su reemplazo por lo que beneficia a intereses
sectoriales o particulares o políticos. Esta es una porfía cotidiana y
proviene de tiempos lejanos. Para colmo de males el integrante
promedio de una comunidad, que en el concierto de sus
preocupaciones diarias carece de tiempo y de medios, como para
una adecuada información y reflexión, concluye siendo un
cómplice involuntario de esos intereses sectoriales y/o particulares,
25 [La Política. Lo que debe ser.]

porque entra en el juego de la crítica indiscriminada. Es una


víctima de la información distorsionada. Para demostrar que estos
métodos difamatorios vienen de muy lejos, voy a repetir en lengua
española y en italiano, aquellas expresiones de los viejos
inmigrantes italianos, entre ellos mis abuelos paternos y maternos,
quienes las habían asimilado de sus progenitores en su tierra natal.
No me lo contaron. Muchas veces resonaron en mis oídos cuando
era niño o adolescente. Ejemplo primero, el más simple pero no
menos contundente: la politica è sporca (la política es sucia). Ejemplo
segundo, más completo y más agudo: se piote, governo ladro, e se non
piove, anche (si llueve, gobierno ladrón, y si no llueve, también).
Insisto en una aclaración. No me opongo a la crítica, al contrario la
incentivo y personalmente no me pierdo la oportunidad de
ponerlo de manifiesto cuando estoy en desacuerdo con algún
procedimiento, pero nunca me adhiero al comentario genérico.
Siempre aplaudo la denuncia concreta: la falta o el delito y el
nombre y apellido del autor. No me produce ningún placer ser
cómplice de las malversaciones de caudales públicos, pero
tampoco ser idiota útil de la maledicencia. A ésta, la considero un
pecado capital, en el seno de la actividad política. Quien tenga algo
que denunciar que lo haga. Un ciudadano, un magistrado, un
legislador, un funcionario, puede peticionar o gestionar los
mecanismos que los Códigos establecen para generar una
investigación a cualquier servidor público, objeto de sospecha. Si el
presunto denunciante encuentra obstáculos para realizar su
denuncia ante la Justicia o ésta le resulta una vía poco expeditiva,
tiene libre el acceso a los medios de comunicación masiva, serios y
no subordinados a intereses particulares. Al día de hoy (año 2011)
en la Argentina ya tenemos una ley de medios de comunicación
virtuosa que los hará multiplicarse y evitará que se conviertan en
monopolios. ¿Resulta muy ingenuo mi razonamiento? No lo
entiendo así porque soy un hombre dotado de mucha buena fe y
un admirador de la condición humana. Lo único que pretendo o
[Roberto A. Capriotti] 26

reclamo es que seamos analistas serios y cautos y no le demos a


estas cuestiones el mismo trato que a las decisiones de los árbitros
del balompié.

1.2. La Política: lo que debe ser y lo que es.


Mis puntos de vista, expuestos en este escrito, giran alrededor
de la Política lo que debe ser en lugar de discurrir sobre la Política
lo que es. Este enunciado demuestra que hago un claro distingo
entre ambas expresiones. La mía es una actitud deliberada, de
plena conciencia y obedece a razones que explicaré en lo
inmediato. Lo dicho lo sostengo, tanto para la Política como para
las materias que le conciernen, tales como: la Nación, el Pueblo, el
Pacto Social, la Constitución, el Liberalismo, la Democracia, el
Estado Nacional y muchas otras que componen esta verdadera
familia de conceptos. Esto de lo que debe ser y lo que es, no es de
mi patrimonio pero lo considero bienvenido. En términos más o
menos similares lo he leído en otros autores, aplicado a materias
semejantes y también a materias de distinta naturaleza. Una cita
concreta es la que enuncio a continuación, no referida a la Política,
sino a uno de los temas ligados o conexos que ya he mencionado:
la Democracia. Lo dicho por el autor, en este caso, me resulta
ampliamente válido para remarcar lo que pretendo decir:
“Una experiencia democrática se desarrolla a horcajadas sobre el desnivel
entre el deber ser y el ser, a lo largo de la trayectoria signada por las
aspiraciones ideales, que siempre van más allá de las condiciones reales.
De ello se deriva que el problema de definir a la democracia se desdobla,
porque, si por un lado la democracia requiere de una definición
prescriptiva, por el otro no se puede ignorar la definición descriptiva. Sin
27 [La Política. Lo que debe ser.]

la verificación, la prescripción es irreal; pero sin el ideal, una democracia


‘no es tal’ ”3.

Sigo con el afán de aportar citas para reafirmar mis expresiones


sobre la Política lo que debe ser y por lo tanto incluyo otra
expresión valiosa, entre muchas, que corresponde a un
jurisconsulto argentino, miembro de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en estos momentos (noviembre 2010), para que me
sirva de apoyatura:
“Por último, la política comprende la delimitación de los fines, y en ese
sentido, existe una filosofía política. Su conocimiento busca el deber ser,
el por qué de la política, sus fines últimos. No lo que la política es ni
como actúa, sino lo esencialmente valioso en todos los tiempos y lugares
en que la naturaleza humana afronta los problemas de la esencia de su ser
político”4.

A ambas expresiones, lo que debe ser y lo que es, las adopto


porque me parecen muy ilustrativas, muy accesibles para la
interpretación, aptas para una rápida captación, porque su sentido
y significación están a flor de piel y fundamentalmente porque me
ayudan para exponer con mayor claridad y precisión el sentido de
mi mensaje. Realmente, ambas, constituyen un feliz hallazgo y
felicito a quienes las han echado a rodar.
Considerar, analizar, emitir opinión sobre la Política desde uno
u otro de estos puntos de vista, de lo que debe ser o de lo que es,
no plantea un dilema, porque ambos enfoques son naturales o
lógicos, depende del autor la elección del camino. Existen autores
que prefieren exponer sobre lo que es, ya que sólo le atribuyen
validez o mérito a esa actitud. Por mi parte y al respecto insisto en

3 Sartori, Giovanni (2003): ¿Qué es la democracia?, Buenos Aires: Taurus, p.22.

4 Fayt, Carlos S. (1982): Derecho Político, Buenos Aires: Ghersi Editor, p.16.
[Roberto A. Capriotti] 28

que ambas posibilidades son ciertas y valederas. Se pueden analizar


o considerar o desarrollar cualquiera de los dos enfoques de
manera separada, independientes entre sí, ya que una enunciación
ideal no puesta en práctica es una pura teoría y una realización
alejada de lo teórico a lo sumo puede ser un hecho de naturaleza
distinta, no necesariamente de índole política.
Insisto en explayarme sobre lo que debe ser en materia política,
porque las malversaciones y/o los errores semánticos, están a la
orden del día y sobre todo en nuestro país. Tal como lo expresara
en párrafos anteriores, interpreto que el dilema no existe, puesto
que lo que debe ser prefigura el horizonte, el punto de llegada, la
meta a alcanzar, constituye lo teórico o lo ideal y lo que es significa
el punto al que se ha arribado en un momento de la gestión
política, ya sea en los actos gubernativos propios de una
comunidad humana o en los avatares de la militancia política. Lo
que es constituye la instancia de los hechos, del aquí y el ahora. Se
trata de dos instancias diferenciadas del quehacer comunitario del
ser humano fundamental, de la Política. Para el caso de lo que debe
ser, como el ser humano evoluciona el punto de llegada se desplaza
y también se hace más amplio y va gradualmente adquiriendo
nuevas y mayores y mejores formas y dimensiones. El horizonte se
desplaza a medida que avanzamos. Para lo que es también vale lo
de la evolución, porque lo que debe ser le va brindando renovados
parámetros, materiales y métodos para aplicar. Bienaventurado el
ser humano porque su grandioso destino no tiene continentes, se
proyecta más allá de las elaboraciones de la más prolífica de las
imaginaciones. ¡Qué placentero se hace el viaje cuando tenemos
una visión agradable del lugar de destino! ¡Pero cuidado que no me
propongo edificar aquí un relato para el solaz y el entretenimiento!
No trato de teorizar sobre una república al mejor estilo platónico
sino de ajustar la brújula para que nos señale el buen sendero. Ese
conjunto de ideas o de conceptos que enmarcaré dentro de lo que
debe ser es la brújula que nos indica el Norte y esto resulta
29 [La Política. Lo que debe ser.]

altamente importante sobre todo si navegamos a oscuras y con


tormenta, como nos ocurre a los argentinos desde el momento del
intercambio de roles entre españoles y criollos. A esta altura queda
al descubierto el objeto de este ensayo. Pretendo ponerme junto a
mis pares, los ciudadanos de mi país, codo a codo, hombro a
hombro, cabeza a cabeza, para discutir o para discurrir si les parece
más oportuno el vocablo, sobre una cuestión trascendente para el
ser humano, la Política. Falta nos hace que conversemos entre
nosotros sobre esta materia y además mucho y sin ofuscarnos.

1.3. La Política: en esta materia las advertencias son un mal


necesario.
Quiero hacer una advertencia porque he encontrado
determinadas actitudes en algunos ideólogos-escritores, que los
muestran transitando sobre la línea que divide las buenas de las
malas intenciones. Pretenden la universalización de un caso en
particular. Para mi humilde entender, su intención es lograr que lo
que debe ser en la Política en una determinada comunidad
humana, sea tomado como paradigma para el resto o para muchas
otras comunidades. Creo que nos quieren vender un caso
específico, como si fuera la receta mágica para que los demás la
adoptemos. Como si existiera también en esta materia una verdad
revelada. Y la advertencia la hago en voz muy alta, porque lo que
nos quieren vender es nada menos que la imagen de una
comunidad a la que llaman la vanguardia de la Democracia o del
Pacto Social Democrático. Este humilde ciudadano está
convencido que en ese especial caso, en esa comunidad humana,
apenas practican un Liberalismo o un Pacto Social Liberal muy de
primera época que en este momento de revisión de mi escrito (a
principios del año 2011), en la comunidad que no tan
subrepticiamente aludo, aparecen signos de ciertos cambios que
[Roberto A. Capriotti] 30

para mi modesta interpretación no llegan a la sustancia y que por


ahora es un tenue maquillaje. Deseo fervientemente que sea un
paulatino y genuino cambio. Me alegraría que ese genuino cambio
se produjera en este período que está bajo la batuta de un
Presidente de Estado cuyo origen personal se remonta al
continente africano. ¡Qué genial reivindicación para una parte
importante de nuestra especie humana, maltratada y relegada
durante centurias! Es mi íntimo deseo que no sólo le estén
maquillando el rostro al vetusto capitalismo para la acumulación y
realmente estos escarceos sean el inicio de un proceso para poner
en vigencia la receta del ya ineludible capitalismo para la
redistribución.
No descarto el análisis de lo que es en materia política, al
contrario cada vez que considero o me refiero a la situación de mi
país, en particular, en este escrito o en cualquier otro,
obligadamente me interno en el terreno de lo que es. Recurro a ello
cuando la circunstancia me lo exige, pero mi propósito en este
caso es transitar, premeditadamente, por el otro meridiano. Ambos
enfoques son valiosos en la medida en que, en el estudio o en el
análisis, no mezclemos al uno con el otro. La Política, repito una
vez más, es un objeto primordial de la preocupación humana y
ambos enfoques: el análisis sobre lo ideal y la consideración sobre
lo real, digamos, sobre la Política lo que debe ser y sobre la Política
lo que es, deben ser encarados con la especial diferenciación que
merecen ambas instancias. La Política lo que debe ser, bien
entendida, es un producto cultural del ser humano, para mi gusto
el de mayor rango entre los múltiples productos de tal naturaleza
que genera en su vida en comunidad y por lo tanto se trata de una
elaboración mental, que al ser llevada a la práctica sufre las
adaptaciones propias de dicha aplicación y se convierte en la
Política lo que es. Los dirigentes políticos y los estadistas, que en
una comunidad humana determinada asumen o son electos para
ejercer el gobierno de la misma, deben poseer aptitudes suficientes
31 [La Política. Lo que debe ser.]

para aprehender con precisión las condiciones vigentes en esa


comunidad y estar dotados de la suficiente perspicacia para aplicar
la Política lo que es en base a lo que lo que la Política lo que debe
ser, aconseja para ese lugar y tiempo. Si no aciertan en la
percepción de las condiciones vigentes están condenados al fracaso
y el fracaso será mayor si tampoco tienen noción de las
coordenadas que brinda la Política lo que debe ser. Ese fracaso es
delito de lesa majestad porque se matan las esperanzas de un
auténtico soberano, el Pueblo. Si el dirigente político o el estadista
no poseen una conciencia plena de la realidad que lo circunda y de
cuales son las recetas teóricas básicas, no reúnen las condiciones
elementales para actuar como tales.

1.4. La Política: lo que debe ser y los límites de su


universalidad.
Lo que debe ser en la Política es el planteo ideológico. Es el
entramado de ideas que sirven de sustento a dicha actividad
humana. Constituye la generalización, lo universal y vale como tal.
Es el punto referencial hacia donde se apunta la proa para no
perder el rumbo. Lo que debe ser es lo universal pero esa
universalidad tiene un límite que le impone la subjetividad del
escritor o expositor y también, porque no reconocerlo, por la
influencia que su entorno ejerce sobre dicho escritor o expositor.
Ninguna persona de bien puede negar que en todos los actos de su
vida y más aún cuando se trata de emitir opiniones, su subjetividad
se deja entrever. Antes de ahora, en la parte introductoria de este
ensayo, que lleva el título de Palabras Iniciales hice referencia a dicha
cuestión, en los términos que a continuación transcribo (p.16):
Además, deseo dejar al descubierto mi convencimiento de que toda
apreciación hecha por un individuo está preñada de subjetividad. Lo que
contiene este ensayo es mi verdad, vista desde el cristal de mis
[Roberto A. Capriotti] 32

convicciones, como una contribución al debate de un tema que es muy


importante para el ser humano: la Política. Sin mi subjetividad no existiría
este ensayo. Aunque debo aclarar, porque si no caería en la pedantería,
que tal subjetividad no tiene carácter independiente, ni menos absoluto:
se encuentra como toda subjetividad individual sometida a la influencia
del entorno y de la época. Dicho esto a pesar de mi creencia en la plena
vigencia del individuo, en su verdadera y correcta dimensión. Los
individuos hacen a la sociedad pero existe el juego de vaivén, ya que el
individuo respira la atmósfera que contribuyó a crear.

Toda actividad de un ser humano, un individuo, está


impregnada de la subjetividad personal y ésta a su vez por la
subjetividad comunitaria, que lo contiene. La Política lo que debe
ser, lo teórico, en la comunidad a la que pertenezco puede tener
coincidencias con lo que se piensa sobre el tema en comunidades
contiguas o de otras latitudes, pero no necesariamente puede ser
un calco. Sobre esta cuestión es posible elaborar generalizaciones,
pero éstas siempre tendrán el carácter de tales. Esto significa que
cada comunidad humana, cada unidad de desenvolvimiento, cada
unidad de cultura tiene su propio temperamento o subjetividad
comunitaria. La Política lo que es vale exclusivamente para cada
comunidad humana, para cada nación, para cada tribu, que se
desenvuelve en la superficie del planeta Tierra y además vale para
un momento o ciclo o período determinado. Resumiendo
pregunto: queda en claro que la Política lo que debe ser es lo
general y vale para definiciones de índole universal y la Política lo
que es sólo vale para una comunidad en particular y constituye lo
que se aplica o realiza en una de ellas en un ciclo o período
determinado. Lo primero es lo que ofrece la teoría y lo segundo es
lo que acepta la realidad en un lugar y en un momento,
perfectamente circunscriptos.
33 [La Política. Lo que debe ser.]

1.5. La Política: debo reconocer que me resulta muy difícil


abstraerme de lo acontecido y lo que acontece en mi entorno.
También vierto mi pensamiento sobre estos especiales temas,
para contribuir a una discusión pendiente entre nosotros, los
habitantes de una República del Cono Sur de Sudamérica. Diálogo
que debe centrarse sobre lo acontecido en lo político, económico y
social en nuestros doscientos años de vigencia como entidad
nacional. Si soslayo la mención cometería una gran hipocresía. Las
características de los acontecimientos y comportamientos en mi
patria constituyen además un importante acicate para exponer
sobre la Política, pero en lo que respecta a sus supuestos ideales.
Somos un buen ejemplo de aquello que sostuvieron y sostienen
destacados pensadores: el hombre es el único animal que tropieza
dos veces con la misma piedra. Nosotros, los argentinos, no
hemos tropezado dos veces con la misma piedra, lo hicimos
muchas veces y lo seguimos haciendo. Desde nuestros primeros
pasos como entidad nacional reincidimos en los tropezones.
Todavía hoy, son muchos los conciudadanos que insisten en
apoyar a dirigentes políticos y sectoriales que sostienen ideas de
similar naturaleza a las que han retardado nuestro proceso de
desarrollo económico y de redistribución de la riqueza. Por ello
confirmo que, hablaré de lo teórico como para contribuir a
perfeccionar la búsqueda del rumbo, del buen camino. Lo mío es
un modesto aporte. Para hablar de la realidad están los hechos.
Partamos de la base de que la realidad no necesita que la
promocionemos, se hace ver y sentir por sí sola. Tampoco me
quito de encima a la realidad porque es dura o porque me resulta
desconocida. Al contrario, a esta altura de mi vida conozco
intensamente la realidad por mis vivencias y observaciones, pero
esa es la razón que alumbra mi firme propósito de exponer sobre
metas ideales, porque creo que es el mejor camino para crear un
horizonte para que las generaciones de reemplazo tengan un
panorama más amplio, más límpido, dentro de la intrincada
[Roberto A. Capriotti] 34

maraña de intereses que se juegan en el seno de ésta, mi


comunidad. Me siento compelido a hablar de la Política lo que
debe ser, ya que considero obligatorio dicho aporte para un gran
debate que abra y alerte a las mentes ciudadanas y de pie al cambio
profundo que nos estamos debiendo. ¡Qué otra cosa puedo hacer
yo después de haber asistido, con la impotencia de quien es
pequeño y no puede torcer los acontecimientos, en este caso la
pérdida del rumbo cierto por parte de una comunidad humana,
nuestra Argentina, en largos y penosos decenios de la vida
nacional, retorcidos y pisoteados los principios orgánicos y éticos
de la Política.

1.6. La Política adquiere sentido en el vientre de una


comunidad humana.
Lo que sigue es una definición, de mi propia cosecha, que tengo
entre mis apuntes y que el lector lo encontrará repetido en más de
una oportunidad en otros de los temas de este ensayo: El ser
humano es una entidad vital esencialmente gregaria, es decir con
inclinación natural a vivir en grupos, y entonces el estudio de su
vida en comunidad resulta una especial prioridad, puesto que es la
faceta de su existencia que después de la supervivencia, adquiere la
mayor magnitud. La convivencia entre congéneres es un elemento
fundamental en la supervivencia de nuestra especie y de las demás.
La forma de organizar y coadyuvar al mejoramiento de esa
convivencia es el objeto de una actividad humana de grande
dimensión. Así desembocamos en la definición de la Política y
todo lo que ella significa.
A partir de lo anterior aprovecho la circunstancia para ensayar
una definición más clara y categórica de la Política:
35 [La Política. Lo que debe ser.]

La Política es la actividad humana que se ocupa de las pautas y formas


para organizar y perfeccionar la convivencia en el seno de una comunidad
humana, para alcanzar la realización plena de los individuos y el conjunto.
En consecuencia, es cierto que se trata de una actividad del Ser
Humano de trascendental importancia. Pienso que lo dicho en el
párrafo anterior, a más de una definición, es una excelente portada
para el presente ensayo que se refiere a la Política y ella es lo
esencial en su contexto. Todos los temas aquí considerados lo
están cómo si fueran muchos afluentes de un cauce principal: la
Política. Por lo tanto, debemos reconocer que la misma adquiere
sentido en el vientre de una comunidad humana. La existencia de
una comunidad humana es el elemento condicionante que da
razón al ejercicio de la Política.
A continuación transcribo otro apunte de mi archivo. Una más
de mis habituales improvisaciones: otra tesis que se tiene por muy
válida es aquella que sostiene que esa única especie humana,
originada en un determinado y preciso lugar, el continente
africano, sufrió una marcada dispersión en sus etapas primarias.
De ello resulta que se fue desarrollando en forma fragmentaria, en
toda la dimensión del planeta y lo hizo y sigue haciéndolo en
distintas y variadas unidades de desenvolvimiento.
Y esto también debe tenerse en cuenta para interpretar más
cabalmente mucho de lo que sostengo. Ambas premisas citadas
son elementos sustanciales que integran mis convicciones. Estoy
convencido de que para cada comunidad humana, una Nación, una
tribu, para cada unidad de desenvolvimiento del Ser Humano, para
cada unidad de cultura, como también acostumbro a denominar a
las dichas unidades de desenvolvimiento, existe un quehacer
político distinto, ajustado a cada idiosincrasia. Para cada
comunidad humana existe una forma política particular que tiene la
[Roberto A. Capriotti] 36

carátula de lo que es si analizamos un instante o un período


determinado de su existencia.
La Política para cada comunidad humana adopta una forma
diferenciada, pero la diversidad que he invocado no borra la
posibilidad de la generalización. Sobre los actos humanos siempre
es posible hacer la universalización. Esta es una responsabilidad de
la Sociología. El Ser Humano constituye en términos biológicos
una única especie en particular. Sin embargo, a pesar de tantas
singularidades, a despecho de tantas unidades de
desenvolvimiento, por encima o por debajo de las unidades de
cultura, el análisis minucioso demuestra la existencia de
comportamientos culturales del Ser Humano que son universales,
más allá de la difusión cultural, que se da en muchos casos pero no
siempre. La abstracción intelectual, el agudo análisis científico,
permite descubrir tales similitudes de vigencia universal. Los
comportamientos humanos universales son la materia más
suculenta de una de las principales Ciencias Políticas, la Sociología.

1.7. La Política no es una ciencia, es un arte.


Para mi modesto entendimiento, la Política no es una ciencia
sino que la considero un especial y sobresaliente Arte5.
La Política es una actividad humana que trasciende muchos
campos específicos y cuyo fin es: ordenar y organizar la vida de los
seres humanos en cada una de las muchas comunidades en las que
ellos desenvuelven su existencia en nuestro Planeta Tierra. La
Política no es una Ciencia porque reúne conocimientos y
quehaceres diversos. No tiene la homogeneidad ni la

5 En este caso utilizo la palabra Arte con el significado que le otorga el Diccionario de la Real
Academia Española en su Edición 22ª, que dice en su primer párrafo: “Arte: amb. Virtud,
disposición y habilidad para hacer algo”.
37 [La Política. Lo que debe ser.]

especialización que exige la Ciencia. A la Política la asisten, le dan


apoyo, muchas ciencias importantes que constituyen las Ciencias
Políticas, pero en sí es un Arte. Coincido plenamente con quienes
la definen de tal manera. Su quehacer fundamental es reglar y
regular la convivencia humana y esa convivencia tiene
componentes y matices muy heterogéneos. Los preceptos y los
actos de la Política están referidos a la vida humana en comunidad.
El ser humano en tanto componente de una comunidad es un ente
político por excelencia. La Política es una actividad humana de
rango especial por la magnitud de sus fines.

1.8. La Política y su contenido ético.


Antes de recalar en el tratamiento del más elevado de los fines
de la Política quiero hacer una breve referencia al contenido ético
de esta actividad humana. Para mi modesto entender, la dimensión
ética de la Política es superlativa y a pesar de la devaluación a la
que está sometida, en su fuero íntimo, cada ciudadano de cada
comunidad humana, a nivel planetario, posee una noción
aproximada de la estrecha relación de la Política y lo ético. Otra
cosa es la malversación a la que podamos someterla como
individuos o integrantes de una comunidad, como consecuencia de
nuestras limitaciones en lo intelectual y en el ejercicio de nuestros
procedimientos. La falla es nuestra no de la Política y esto vale
para los individuos en general y para quienes son o somos
militantes y dirigentes de la Política. Ya vimos como desde la
antigüedad, aún en forma rudimentaria y limitada, la Política es un
dato significativo en la preocupación del ser humano. La gran
magnitud de su contenido ético deriva de lo elevado de sus fines.
Si reconocemos como válido que: la Política es la actividad
humana que se ocupa de las pautas y formas para organizar y
perfeccionar la convivencia en el seno de una comunidad humana,
[Roberto A. Capriotti] 38

para alcanzar la realización plena de los individuos y el conjunto,


no se puede concebir lógicamente que los principios y las prácticas
de la misma no estén asociadas a las reglas morales fundamentales,
aún con la salvedad de reconocer que entre distintas comunidades
humanas puede haber diferencias en las interpretaciones de esas
reglas, pero admitamos que las reglas morales son universales y lo
más que se puede tolerar es una diferencia de matices y no en la
esencia. En el tema 2 de este ensayo, titulado el Hombre, hago
referencia a las ideas morales y sociales en los términos que habré
de transcribir de inmediato y las repito porque creo que encajan
perfectamente como para ayudarme a completar mi discurso sobre
el contenido ético de la Política. Digo, en ese referido capítulo (p.
91):
A las ideas morales y a las sociales, para esta referencia, les otorgo el
mismo rango porque su finalidad es la misma: el beneficio, en pro de la
especie humana. Ellas derivan, como postulados de alta complejidad, de
la necesidad primigenia o prioritaria, implícita en la naturaleza humana y
en la de los demás seres vivientes, de hacer lo bueno, de hacer lo mejor,
para sobrevivir, mejorar y perpetuar la especie. Este principio moral
originario es sublime y fundamental y es el fermento de las actuales ideas
morales y sociales. Tan sublime es ese impulso que hoy los filósofos y
poetas, poetas y filósofos, hablan de él bajo la manera eufemística de la
apetencia por la felicidad, el ideal de la perdurabilidad o el poder creador .

La distinción de lo bueno y lo que no lo es, de lo que es


virtuoso de lo que es su opuesto, de lo que es lícito y de aquello
que es ilícito son elementos o actitudes que no pueden estar
divorciadas de los contenidos y de las prácticas de la Política y que
decir de los individuos que la ejercen o asumen las
responsabilidades propias de esta actividad. Por eso remato este
breve interludio repitiendo una idea expresada algunos párrafos
atrás, la gran magnitud del contenido ético de la Política deriva de
la superlativa dimensión de sus fines.
39 [La Política. Lo que debe ser.]

Veamos una opinión sobre este trascendente tema, vertida por


un estudioso español exiliado en Argentina desde 1937, Juan
Cuatrecasas Arumi, de profesión médico, que también analiza en
sus singulares escritos otras facetas del ser humano, que no son las
habituales en la preocupación de los tratadistas políticos. Alguien,
que como se ha dicho con acierto, se ocupa de la personalidad
cultural del hombre en relación con su naturaleza biológica:
Al hablar de biología y política debemos primeramente puntualizar lo que
entendemos por política. Palabra muy adulterada y denigrada, tanto en su
acepción sustantiva como en la adjetivación profesional, muy atacada de
“peyorativismo”. Si bien es verdad que la práctica política ha dado
floración de profesionales adulterados, saturados de ambición y ausentes
de responsabilidad. Pero ello no es exclusivo de las funciones políticas.
El ejercicio de la autoridad es propicio al abuso y a la concupiscencia. Lo
mismo se observa en los jueces, en los policías, en los sacerdotes y
médicos y también en los comerciantes y hasta en los magnates de la
industria. La inmoralidad acecha por todos los ambientes y contamina a
los mediocres y a los carentes de vocación. Porque las más nobles
actividades del hombre, como las de dirigir los destinos de la sociedad,
son esencialmente vocacionales. Y así es la política, al margen de la
pléyade de aspirantes que pululan en la politiquería de mendicantes, o
bien de los explotadores colaterales que pertenecen más bien al comercio
del contrabando, o de los seudo estadistas que por la violencia
usufructúan posiciones de poder que no les corresponden. Más esto no
es ya política. Además, es muy difícil en política (como en general en toda
conducta humana) definir la moral. Existe un relativismo moral paralelo
al fenómeno hoy denominado relativismo cultural. Lo cual no significa
que debamos desconocer la necesidad de una conciencia moral o, mejor,
de una ética, norma de la conducta. Ello es indispensable para el éxito de
toda obra humana6.

6Cuatrecasas Arumi, Juan (1981): La Metamorfosis del Hombre Masa, Buenos Aires: Ediciones Tres
Tiempos, p. 73.
[Roberto A. Capriotti] 40

1.9. La Política y el Bienestar General de una comunidad


humana.
Hablemos un poco sobre las finalidades de la Política o mejor
hagamos un somero análisis sobre su fin último o esencial. La
Política tiene que ver, está asociada, con el Bienestar General de
una comunidad humana. Esta asociación, para mi modo de verla y
de entenderla, es el elemento más sobresaliente de esta actividad
del hombre. Tanto es así, que me atrevo a afirmar que si su
ejercicio no está ligado a la consecución del Bienestar General
puede ser muchas cosas, menos política auténtica. Puede parecer
muy radical la afirmación, pero en defensa del argumento
pregunto, ¿puede estar al servicio del interés de un sector o de
alguien en particular? La pregunta tiene una respuesta obvia. Ya he
hablado de ello, abundantemente, en apartados anteriores.
El Bienestar General, un controvertido concepto político, ha
sido, lo es y lo seguirá siendo, el objeto de un análisis permanente y
de las más diversas interpretaciones, por parte de quienes se
ocupan de esta cuestión o bien de las cuestiones afines, desde los
que le niegan validez o lo piensan vacío de contenido concreto,
hasta quienes lo colocan en la cima de las aspiraciones de una
comunidad humana. Junto a estos últimos, tomo ubicación. Digo,
que alcanzar el Bienestar es una tendencia natural del ser humano y
por lógica consecuencia de las comunidades donde se desenvuelve
y en este caso el bienestar se hace común y esto nos lleva a que lo
denominemos indistintamente como el Bienestar General o el
Bienestar Común que, repito, es un concepto político eminente.
Así vistas las cosas, no sólo lo creo válido sino más bien como una
cuestión irrenunciable, inherente a la condición humana. El
Bienestar General se entronca con ese supremo atributo humano
que lo lleva hacia lo mejor, para de esa manera asegurarse la
41 [La Política. Lo que debe ser.]

supervivencia de la especie. Ese afán de supervivencia es el más


importante de los preceptos morales del ser humano.
Es innegable que el Bienestar General o el Bienestar Común es
un concepto muy general y lo es por ser muy abarcador, con lo que
quiero significar que contiene, abarca, engloba, muchos otros
conceptos a los que bien podría denominar conceptos
subordinados o correlativos. Esa amplitud no le quita el carácter de
elemento fundamental y consistente, ni menos que pueda socavar
su carácter de verosímil, de cosa real, de cuestión tangible. Al
concepto político del Bienestar General se lo puede homologar
con aquel del orden religioso que genéricamente denominan: el
cielo. Ambos son la síntesis de una larga serie de conceptos de
menor dimensión, aunque cualitativamente valiosos, que sumados
llevan a pensar en lo bueno, en lo mejor.
A fuerza de querer ser ilustrativo puedo enunciar algunos de
esos conceptos involucrados, digamos las parcialidades, que deben
incluirse en el concepto Bienestar General. Vayan algunos, como
ejemplos: la libertad y la igualdad, dicho esto último como el
derecho a participar en el desarrollo económico y en la distribución
equitativa de la riqueza; la protección y la seguridad; la educación;
la salud y la paz. La lista no se agota en estos valores tan
importantes, bien puede ser mucho más amplia pero lo dicho es
más que suficiente para demostrar lo que pretende esta exposición.
Si todavía fuera necesario ser más detallista en el enunciado,
entonces amplío lo dicho con una pregunta: a quién se le ocurre
pensar en la actualidad que no tienen validez las mínimas
aspiraciones de la mayoría de las personas en todo el planeta en lo
que se refiere a vivir en paz, tener a la mano el suficiente alimento
diario, cubrir su humanidad eficientemente, obtener cuidados para
la salud, acrecentar sus posibilidades de desarrollo humano a través
de la educación, gozar de los placeres del arte, opinar y asociarse
libremente, trabajar y obtener una justa valorización por su trabajo,
[Roberto A. Capriotti] 42

disponer del descanso reparador, procrear y valorizar a su familia,


preocuparse por la condición humana en general. Para reforzar mi
expresión lo voy a citar al Premio Nóbel de Economía del año
1998, Amartya Sen, quien menciona a las libertades instrumentales
fundamentales:
En este estudio se subraya la necesidad de realizar un análisis de las
actividades económicas, sociales y políticas en las que intervienen toda
una variedad de instituciones, así como muchas agencias interactivas. Se
centra la atención especialmente en el papel y en las interconexiones de
ciertas libertades instrumentales fundamentales, entre las cuales se encuentran
las oportunidades económicas, las libertades políticas, los servicios sociales, las
garantías de transparencia y la seguridad protectora. Se investigan los
mecanismos sociales, que afectan a muchas instituciones (el Estado, el
mercado, el sistema jurídico, los partidos políticos, los medios de
comunicación, los grupos de presión y los foros de debate, entre otras)
desde el punto de vista del grado en que contribuyen a aumentar y a
garantizar las libertades fundamentales de los individuos, concebidos
como agentes activos de cambio y no como receptores pasivos de
prestaciones7.

A los realistas, denominación que adoptan como caparazón no


como disfraz, aquellos que pretenden justificar la desigualdad entre
los seres humanos, que dudan de la vigencia del concepto
Bienestar General, les pregunto de manera concreta y en particular:
¿no es una cosa cierta, un hecho palpable e innegable, el Bienestar
General de que gozan los habitantes de algunas naciones del norte
europeo, que bien pueden ser el ejemplo de comunidades que
merecen llevar la caracterización de Naciones Desarrolladas?. El
hombre tiende a realizarse plenamente en el marco de los límites

7 Sen, Amartya (2000): Desarrollo y Libertad, Buenos Aires: Planeta, p.17.


43 [La Política. Lo que debe ser.]

de sus expectativas, que incluyen la posibilidad de sentirse


concretado en cuanto individuo y en cuanto integrante de
agrupaciones como la familia y la comunidad. Los beneficios de
variada índole a los que puede aspirar el ser humano, en el
presente, deben ser gozados por la generalidad. No pueden existir
pocos ganadores y muchos perdedores en la confrontación de los
intereses grupales o individuales. A pesar de los hechos diarios, que
se dan en el mundo y en el seno de cada comunidad inserta en ese
mundo, hechos que pueden poner en duda lo que afirmo, hechos
que parecen desmentirme, no se me podrá negar que, hoy día, está
generalizada la aceptación de la idea de que es imposible una
auténtica realización individual si no está enmarcada en la
realización del conjunto. Esto es más real, es más visible, en las
comunidades humanas que tienen la condición de naciones más
evolucionadas, naciones que se acercan a la condición de
desarrolladas. Se me podrá decir que los hechos negativos son más
numéricamente y más frecuentes que los positivos. Es cierto. Pero
el sólo hecho de reconocer su negatividad demuestra que tenemos
en claro lo que debe ser.

1.10. La Política: la vigencia de las ideologías y de las utopías.


La Política nos lleva obligada y directamente hacia
determinados conceptos de su misma naturaleza y relevancia y es
por ello que voy a desarrollar en este ensayo mis puntos de vista
sobre esos varios temas íntimamente relacionados entre sí y con la
Política. En el tratamiento de los temas aludidos expreso un punto
de vista determinado sobre cada uno de ellos, que bien puede
considerarse como el concepto ideal, lo que debe ser, como ya lo
expresara, pero ello no implica desconocer la realidad, lo que es.
Pero lo que es, insisto, es lo singular y en este caso, también como
lo dije antes, pretendo hablar en general y además debe
[Roberto A. Capriotti] 44

reconocérseme que la realidad, en la mayoría de los casos no


necesita ser explicitada, se hace valer por su contundente presencia
y por ello considero como muy valioso el acto de fijar los datos
ideales para que se conviertan en metas susceptibles de ser
alcanzadas. Soy un convencido de que las utopías movilizan a los
hombres. El mundo avanza cuando los seres humanos marchan en
pos de los maravillosos horizontes de la utopía.
¿Por qué me ubico en el terreno de lo ideal y por qué mi
prevención tiene un sentido específico en esta época en la que
escribo? En estos caminos y en estos tiempos que transitamos, se
sostiene muy a menudo que las ideologías están muertas o
superadas. No es cierto. Las que están muertas o superadas son
aquellas ideologías transformadas en dogmas sectarios e
intolerantes, planteados como si fueran verdades reveladas, que no
admiten la libre discusión, ni la reflexión. La ideología, interpretada
como un conjunto o sistema de ideas que sirve de sustento al
discurrir y al accionar de determinados grupos de gente que
pretende afirmar, modificar o cambiar cánones o valores dentro
del amplio espectro de los diversos aspectos de la vida humana,
sigue gozando de buena salud. Esto de que las ideologías están
muertas o superadas no es más que un cartabón creado por
aquellos interesados en que la mayoría de los seres humanos
acepten como lógico y natural el estado de cosas que hoy se vive o
mejor dicho, estado de cosas que se pretende imponernos como
hechos propios de nuestra naturaleza dispar, falible o poco
perfectible. El Ser Humano evoluciona irreversiblemente y el
hecho de fijarse metas ideales es una cuestión deseable e ineludible
y si no lo creyéramos así, si dudáramos de la necesidad de perder
nuestro tiempo en plantear las metas ideales, por qué no volvemos
la vista atrás, en lontananza y apreciamos el largo camino de
superación que el ser humano ha recorrido rebasando las utopías
más disparatadas. El Ser Humano es una única especie, donde
todos tienen las mismas posibilidades y en donde las diferencias
45 [La Política. Lo que debe ser.]

entre individuos, grupos o sectores es meramente circunstancial y


producto de una dispar evolución. El Ser Humano es artífice de su
propio destino, se ha dicho con sabiduría y nada más cercano a la
verdad; por lo tanto, no es pecado que él se vaya forjando metas
ambiciosas, cada vez más ambiciosas, porque sus ambiciones se
sustentan en el antecedente de sus colosales logros, que empezaron
allá lejos cuando empezó a caminar sobre sus dos extremidades
posteriores, hoy inferiores y convirtió a las anteriores en sus dos
hábiles manos.
Esas metas deseables, ese Bienestar General que se enuncia,
tiene que ver con la normal aspiración del Ser Humano a que las
condiciones de vida que posibilita la evolución mental, las
condiciones de vida que posibilita la riqueza y las condiciones de
vida que posibilitan los extraordinarios avances de la ciencia y de la
técnica y sus productos, sean accesibles al común de los
integrantes de una comunidad humana, porque todos ellos,
cualquiera sea su peldaño de ubicación, participan de la condición
humana, participan de la evolución de la especie y participan en la
elaboración de los elementos progresistas.

1.11. La Política y una inminente transformación en el


esquema capitalista: la justa valoración de la fuerza de
trabajo.
Hay un camino bien delineado a esta altura de los tiempos para
transitar hacia el Bienestar General y quisiera sintetizarlo en una
breve y única fórmula. Una comunidad humana, para alcanzar esa
instancia superadora, debe transitar un camino ineludible, el del
desarrollo económico y la consecuente redistribución de la riqueza
por aquél generada. En la ecuación desarrollo económico/redistribución
de la riqueza, existe un componente esencial y no seré yo quien
eluda algunas manifestaciones al respecto. No tengo formación
[Roberto A. Capriotti] 46

marxista, por el contrario, a menudo me defino como nacionalista


y capitalista por naturaleza, pero grito a los cuatro vientos, con
toda la voz a mi alcance: ¡vade retro Satanás!, fuera las manos de la
plusvalía ajena. Permítaseme reclamar que esa menospreciada
mercancía que desde antaño llaman la fuerza de trabajo tenga su
justa valorización. Esa es la punta del tan manoseado ovillo de la
redistribución de la riqueza. Aún sin remitirme a los aspectos
eminentemente éticos, como significa reconocer la importancia del
elemento trabajo en la ecuación productiva, me permito decir lo
que muchos economistas dicen. No hago ningún descubrimiento,
remarco que el capitalismo necesita impulsar vigorosamente esa
mayor valoración porque de ello, en buena parte o en mayor
medida, depende la superación de sus crisis cíclicas, que tienen
distintos matices, pero que se dan inexorablemente. Sobre todo en
un tiempo muy actual en que se ha establecido en el mundo la
primacía de la economía simbólica, como dicen los estudiosos,
pero que en lo que a mí respecta me sumo a los que la denominan
la economía parasitaria o especulativa. Aunque, por suerte o para
mejor, en momentos en que reviso estos escritos, antes de
publicarlos, son muchas las voces y los hechos que comienzan a
poner el acento en la economía productiva. Pero esto es
insuficiente, se necesita impulsar vigorosamente a esa economía
productiva, con una premisa fundamental que le sirva de sustento,
la justa valoración de la fuerza de trabajo, porque el Ser Humano
tiene apetencias y necesidades insatisfechas y ya es imperiosa e
incontenible su satisfacción, so pena de tensar excesivamente la
cuerda. Este es un desafío real y grandioso que tienen ante sí los
estadistas de todo el planeta. Es realmente maravilloso lo que se ha
logrado en el largo camino de la vida humana pero todavía falta
mucho por lograr, lo que no impide ser optimista por las razones
que dijera anteriormente. Si echamos la vista atrás y consideramos
nuestra evolución, ciertamente es portentosa. En este mundo
contemporáneo se hacen cada día más evidentes las actitudes que
47 [La Política. Lo que debe ser.]

me llevan a pensar que estamos en las proximidades de cambios


sustanciales en los métodos para otorgarle a la fuerza de trabajo lo
que es lógico y justo.
He dicho que, a menudo me defino como nacionalista y
capitalista por naturaleza y esto sucintamente dicho, significa que
creo que el Ser Humano a esta altura de su evolución, en este
presente antropológico, atraviesa o se desenvuelve aún en el
estadio nacional, en el estadio burgués, que admite como lógico y
natural la forma de vida nacionalista, en naciones y en el marco del
sistema económico-social que se denomina capitalista, vigente
desde mucho tiempo atrás, milenios y milenios y que ahora tiene
una forma determinada, distinta a etapas anteriores y distinta a
otras que sobrevendrán. Creo que no está lejano el momento en
que el capitalismo dará un gran paso adelante: la superación de la
etapa del asalariado para alumbrar una forma donde la valoración
del trabajo esté equiparada a la del tan privilegiado capital. Cosas
tanto o más importante que la enunciada han ocurrido en el
pasado: la esclavitud y la servidumbre dieron paso al trabajo
asalariado y esta conquista no tuvo paladines, ocurrió casi
naturalmente cuando la evolución del género humano la hizo
necesaria. Y no está lejano, más cerca de lo que muchos creen, la
desaparición de la ecuación: burgueses/proletarios. Será tarea de
grandes líderes políticos con estatura de estadistas, empujar para
que el salto se haga realidad cuanto antes.
Lo digo sin vergüenza, podría decir que lo sostengo con orgullo
porque lo siento íntimamente: no debemos rechazar al capitalismo
productivo, debemos prohijarlo, puesto que otorga mucha
importancia en la vida económica, al trabajo y a la producción. Esa
forma del capitalismo no es negativa porque tolera y conciente,
cuando así se le exige, las pautas de redistribución de la riqueza y
acepta como válidos muchos preceptos éticos en el enfrentamiento
de los intereses sectoriales. Esa es una forma positiva que produce
[Roberto A. Capriotti] 48

riqueza y progreso, en la medida en que desde el Poder Político se


afirme el concepto de que las finanzas estén subordinadas a la
economía y la economía a la Política. Es la Política la que, a través
del Estado Nacional, puede establecer que la economía sirva a un
Proyecto Nacional que asegure el Bienestar General.
La revolución burguesa, la madre del nacionalismo, casi
silenciosamente, salvo algunas estridencias del período de las
etapas burguesas de última instancia, de fines del Siglo XVIII y
principios del Siglo XIX, siguió su curso inexorable. Ya con
anterioridad a esas etapas postremas había transformando rígidas
estructuras políticas y sociales, impuestas por el Absolutismo,
porque el Ser Humano había avanzado grandiosamente en su
carácter de tal, como Ser Humano. Esa etapa revolucionaria de
larga data y de todos los días, no tiene mentores o líderes con
nombre propio, es el resultado de la evolución humana. Y la
revolución burguesa continua modernizando sus formas a diario,
para su gradual perfeccionamiento, acompasada con el ritmo de la
evolución humana. Voy a insertar una breve cita, que me ayudará a
definirla. Citaré a un destacado y respetable testigo, Carlos Marx,
cuando dice:
Pero, por muy poco heroica que la sociedad burguesa sea, para taerla al
mundo habían sido necesarios, sin embargo, el heroísmo, la abnegación,
el terror, la guerra civil y las batallas de los pueblos. Y sus gladiadores
encontraron en las tradiciones clásicamente severas de la República
Romana los ideales y las formas artísticas, las ilusiones que necesitaban
para ocultarse a si mismos el contenido burguesamente limitado de sus
luchas y mantener su pasión a la altura de la gran tragedia histórica. Así
en otra fase de desarrollo, un siglo antes, Cronwell y el pueblo inglés
49 [La Política. Lo que debe ser.]

habían ido a buscar en el Antiguo Testamento el lenguaje, las pasiones y


las ilusiones para su revolución burguesa8.

En esta forma lo dijo, Carlos Marx, en el texto de su


publicación de un análisis del golpe de estado bonapartista
(Segundo Imperio) en la Francia de 1851. Hoy estamos en los
umbrales de acontecimientos que nos permitirán decirle a ese
tozudo y sabio ideólogo de las reivindicaciones humanas que no se
equivocaba, la revolución burguesa tiene tanta grandeza que bien
puede mostrarse con sus propias y grandiosas conquistas ya
concretadas, a más de las que están en ciernes y no necesita apelar
a las grandezas del pasado para encubrir sus mezquindades, que las
tiene y desgraciadamente son muchas las pendientes. En estos
pocos más de ciento cincuenta años transcurridos desde aquellas
expresiones de Marx se insinúa fuertemente el hecho de que los
proletarios dejan de serlo y en plazo muy exiguo esa condición
desaparecerá inexorablemente.
No todas son flores. Reconozco que en los ciclos del presente
se ha estado encandilando al mundo con el enunciado de las
ventajas de la economía simbólica, bien llamada por muchos la
economía parasitaria o especulativa, pero además planteo que por
suerte ya son muchas las voces y los hechos, entre los responsables
fundamentales del estado de cosas, que comienzan a poner el
acento en la economía productiva. Quiero redondear un poco más
mi apreciación manifestando que a pesar de ese giro positivo
todavía siguen siendo válidas las estadísticas que demuestran que
del monto total de la economía mundial sólo un exiguo porcentaje
corresponde a la economía real, o sea la economía de la
producción, del trabajo y de los bienes de consumo, y todo lo
restante, desgraciadamente muy abultado, corresponde a la

8Marx, Carlos (1957): “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, en Carlos Marx y Federico
Engels: Obras Escogidas, Buenos Aires: Editorial Cartago, p.161.
[Roberto A. Capriotti] 50

especulación a través del juego de las bolsas de valores, de los


negocios conexos, como las colocaciones y permanentes
refinanciaciones, a interés de usura, del dinero que los países
emergentes aceptan no para desarrollarse económicamente sino
para solventar el déficit de sus estructuras económicas
insuficientes. Insuficientes o ineficientes para sostener en un
mínimo decoroso el nivel de vida de su comunidad nacional y con
esto sólo hago referencia a algunos de los muchos juegos
financieros que son simplemente formas de la especulación
parasitaria.

1.12. La Política y el Pacto Social.


En la condición nacional, el Soberano es el Pueblo y éste ha
adquirido dicha categoría por la existencia de un Pacto Social.
Dicho Pacto Social no es una concesión graciosa proveniente de
un factor extraño. El Pueblo es el artífice de su propio Pacto
Social, una elaboración dolorosa o indolora y esto depende de
muchas circunstancias. Hoy, a esta altura de su evolución, el Ser
Humano se siente cómodo dentro de las formas de la vida
burguesa y el Pacto Social con dicha impronta es el aceptado en
una gran mayoría de las unidades de desenvolvimiento vigentes en
nuestro planeta. Existen excepciones pero ellas confirman la regla.
El Pacto Social no es un elemento estático, evoluciona en la misma
medida en que lo hace la comunidad humana que le da origen.
Correlativamente con esa evolución humana el Pueblo evoluciona
y el Pacto Social se perfecciona al mismo ritmo y al día de hoy ya
son muy arcaicos los conceptos de la Ilustración o mejor dicho de
la Revolución Francesa y no se necesita ser muy sabio y menos un
vidente para vislumbrar que ese pacto ya no resiste que uno de sus
ingredientes fundamentales siga devaluado y menos aún que se
insinúe un proceso de desaceleración. Una desaceleración
51 [La Política. Lo que debe ser.]

evolutiva, forzada por los intereses retardatorios, sumamente


peligrosa porque el perjuicio es a dos puntas, para quienes la crean
y para quienes la padecen. Hay algo que está rezagado con relación
a la multiplicidad de adelantos que se materializan en otros
aspectos. Y el drama, más que el problema, es que el elemento en
retardo es una cuestión fundamental en el juego de la convivencia,
porque está sobre la mesa un atributo esencial del Ser Humano, el
trabajo. Como consecuencia de los avances y retrocesos de los
Estados Benefactores o Estados de Bienestar de la posguerra, la
acción retardatoria fue demorando las conquistas en tan
importante grado que está perjudicando los propios intereses
capitalistas. Existen en muchos lugares de nuestro mundo un
pronunciado atraso en la justa valoración del trabajo humano. El
interrogante que nos lleva a esta sencilla conclusión es casi una
verdad de Perogrullo: ¿por qué razón el trabajo humano no está en
su valoración, en una relación directa o superior a la del capital
financiero y a la de los medios de producción? ¿Lo anterior es una
pretensión utópica? El Ser Humano ha convertido en realidad
algunas utopías que aparentaban ser tanto o más disparatadas que
ésta. El trabajo ha transformado y transforma el planeta. El trabajo
humano otorgó sustento al concepto de la propiedad. Algunos
intelectuales, entre ellos Federico Engels, han sostenido que el
desarrollo del cerebro humano es también una resultante de la
laboriosidad de las manos:

Primero el trabajo, y después de él y con él la palabra articulada, fueron


los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se
fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de
toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y perfección9.

9 Engels, Federico (1957): “El Papel del Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre”, en

Carlos Marx y Federico Engels: Obras Escogidas, Buenos Aires: Editorial Cartago, p.501.
[Roberto A. Capriotti] 52

1.13. La Política: ¿por quién doblan las campanas?


Hace ya bastante tiempo, año 1981, en la memorable Encíclica,
Laborem Exercens, la máxima autoridad de la Iglesia Católica
Apostólica Romana en ese momento, el Papa Juan Pablo II,
sostenía10:
Conviene reconocer que el error del capitalismo primitivo puede
repetirse dondequiera que el hombre sea tratado de alguna manera a la
par de todo el complejo de los medios materiales de producción, como
un instrumento y no según la verdadera dignidad de su trabajo, o sea
como sujeto y autor, y por consiguiente, como verdadero fin de todo el
proceso productivo.

Para reforzar el concepto vertido en la Encíclica, agregaba:


Esta situación estaba favorecida por el sistema socio-político liberal que,
según sus premisas de economismo, reforzaba y aseguraba la iniciativa
económica de los solos poseedores del capital, y no se preocupaba
suficientemente de los derechos del hombre de trabajo, afirmando que el
trabajo humano es solamente instrumento de producción, y que el capital
es el fundamento, el factor eficiente, y el fin de la producción.

En párrafos siguientes de dicho pronunciamiento, insistía:


Y los “pobres” se encuentran bajo diversas formas, aparecen en diversos
lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos como
resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea
porque se limitan las posibilidades del trabajo - es decir por la plaga del
desempleo - bien porque se deprecian el trabajo y los derechos que
fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad
de la persona del trabajador y de su familia.

Juan Pablo II (1981): Laborem Excersens. (encíclica). En el 90° aniversario de la Encíclica Rerum
10

Novarum.
53 [La Política. Lo que debe ser.]

Sin duda son afirmaciones muy importantes y provienen de


alguien que no podía ser sentado en un escaño de la izquierda.
Afirmaciones más que categóricas por cierto y además realmente
merecedoras del más sostenido de los aplausos. Reconozco que
recibí alborozado esas expresiones. Con el mismo entusiasmo con
que recibiera anteriormente las Encíclicas: Mater e Magistra del Papa
Juan XXIII y la Populorum Progressio del Papa Paulo VI. Ambos
clérigos, en el orden citado, en el ejercicio de la más elevada
magistratura de una religión aceptada y practicada por un gran
porcentaje de los habitantes del planeta. Para mis adentros, me dije
por entonces: los contenidos de esos documentos me dan la
sensación de que es factible pensar que los grandes postergados,
los que menos pueden, en su dura lucha por la igualdad, han
encontrado una singular e influyente aliada, la Iglesia Católica
Romana. Cuando repaso esto, en agosto de 2010, debo reconocer
que mi entusiasmo se ha atenuado ya que esas expresiones tan
alentadoras, hoy día, no tienen cabida preferencial en el discurso
papal.

1.14. La Política: el privilegio a favor de los poseedores de los


medios de producción en detrimento de los poseedores de la
capacidad de trabajo, carece de fundamento ético.
Pregunto y respondo, porque dicho mecanismo expositivo me
permite ser más claro y más contundente en mis aseveraciones. El
privilegio a favor de los poseedores del capital en detrimento de
los poseedores de la capacidad de trabajo, carece del más mínimo
fundamento ético. Al contrario, dicho privilegio se asienta en la ley
del más fuerte, que es la ley de la selva y por lo tanto no debiera
tener ninguna vigencia a esta altura de la evolución del ser
humano. Es a todas luces una rémora nefasta. Y más aún en
momentos en que el capitalismo se plantea seriamente la
[Roberto A. Capriotti] 54

superación de las crisis cíclicas que le generan sus excedentes,


puesto que ya no lo protege ni su último gran invento: la economía
simbólica. ¿No está acaso, el capitalismo, en los umbrales del
reconocimiento de que hay una sola vía, de avance y de escape a la
vez, que es la de darle al trabajo su correcta justipreciación? ¿Qué
otra fórmula puede existir para aumentar el consumo de manera
gradual, consistente e irreversible? ¿Qué posibilidades le ofrece al
capitalismo la incorporación plena al mercado de los cientos de
millones de seres humanos que están fuera del mismo o
participando en porciones exiguas? La solución no vendrá a través
de la miserable limosna que significa la asistencia social por parte
del Estado, que tan bien describe el neologismo: asistencialismo. A
esta altura de los acontecimientos y del tiempo, bien sabemos que
la solución vendrá si se aplica el contenido de una receta que todos
conocemos y muchos no aplican: generar empleo genuino y
justipreciado. Al que aporta el trabajo no hay que regalarle nada,
hay que reconocerle lo que es, indiscutiblemente suyo, la justa
valorización de su fundamental aporte. El planteo marxista de la
apropiación por el capitalista de la plusvalía ajena sigue aún vigente
en nuestro presente cuando, por el otro lado, la mayoría de sus
otros planteos van quedando muy rezagados por anacrónicos.
Me preocupa el retardo, me preocupa la regresión a las formas
del capitalismo salvaje, que se muestran en muchos lugares de
nuestro mundo. ¿Serán estos los remezones que producen los
estertores de una bestia que se resiste a morir? Capitalismo salvaje
e imperialismo salvaje. A pesar de estas anomalías, estoy
convencido de que es como lo digo: son los últimos estertores. Me
tomo el atrevimiento de sostener que el alumbramiento de una
nueva forma del capitalismo está en ciernes. El Pacto Social, por lo
menos en las naciones más desarrolladas, está en el escalón previo
de una instancia de importante superación. El Pacto Social Liberal
está condenado a ser reemplazado definitivamente por el Pacto
Social Democrático. De eso se intuye o más bien se deduce, que
55 [La Política. Lo que debe ser.]

no está lejano el momento en que el capitalismo dará el gran paso


superador: el desarrollo económico para generar riqueza para ser
redistribuida. Descarto por engañosos, algunos presagios sobre el
fin del capitalismo, expresados hasta por prominentes capitalistas y
replico que el capitalismo goza de buena salud, en la medida que se
modernice y a pesar de la reedición de algunas prácticas obsoletas.
Lo que va a desaparecer es una forma del capitalismo porque lo
carcome una enfermedad letal, el exceso de acumulación en
sectores muy estrechos o lo que significa lo mismo, el retardo de la
genuina instauración de la redistribución de la riqueza. La práctica
de la acumulación excesiva esconde bombas de tiempo que de
tanto en tanto estallan en las narices de los capitalistas obnubilados
y por suerte muchos ya entendieron que para ello hay una sola
salida: darle a quien aporta el trabajo la participación que le
corresponde.
Por lo dicho, en el último párrafo, no puedo reclamar derecho
de autor porque es una verdad muy difundida. Su no integral
aplicación surge del hecho de que ciertos intereses miopes, en
determinadas comunidades humanas, aún mantienen en sus manos
el mango de la sartén y porque los dirigentes políticos respectivos,
carecen de la estatura de genuinos estadistas al servicio del
Bienestar Común. Para fortuna del género humano muchos ya
entendieron que el citado privilegio está herido de muerte. Las
recomendaciones keynesianas son insuficientes y pasadas de moda.
Hay un camino para transformar saludable y positivamente al
capitalismo y es la vía de un auténtico desarrollo económico
apareado con su partenaire indisociable: la redistribución de la
riqueza y ésta empieza cuando se coloca en su justa valorización el
término de la ecuación que ahora es la variable de ajuste, el salario.
Si esto queda en claro podríamos analizar alguna excepción que
por allí se predica y que según mi corto entender es un simulacro
para justificar un proceso capitalista de acumulación. Se sostiene
que es aplicable en los países en desarrollo o emergentes, como en
[Roberto A. Capriotti] 56

la actualidad se denominan a los países que han comenzado a


transitar la senda del crecimiento de su economía, superando sus
antiguas o insuficientes formas productivas. En síntesis, la
propuesta consiste en darle una transitoria prioridad a la
generación de empleo para luego entrar en la etapa de la justa
valoración de la fuerza de trabajo. Esta operatoria es un simple
simulacro, como ya dijera, puesto que se está otorgando una
prioridad a la acumulación de capital, restándole una porción a la
fuerza de trabajo. Existen otros medios para dar prioridad a una
etapa de inversiones, sin restarle lo suyo a la fuerza de trabajo.
Esos medios son, las rebajas especiales de aranceles y otras
imposiciones y además los créditos con tasas preferenciales que
deben viabilizar los niveles estatales nacionales, que en estos
tiempos modernos pueden generar recursos con la utilización de
disponibilidades que permanecen improductivas o medianamente
improductivas o gravando a sectores de alta rentabilidad. La receta
es sencilla, pero se necesita un estado con vocación
intervencionista positiva y también de burocracia ágil. De no ser
así, lo sencillo parece una utopía ya que está muy distorsionada la
realidad por la persistencia de viejas prácticas enquistadas en los
grupos capitalistas más concentrados, que extorsionan al poder
político. Una verdadera incongruencia. Siempre el Estado Nacional
debe tener la respuesta inmediata y adecuada, que para ello posee
la autoridad que le ha delegado el Soberano: el Pueblo.
Creo que el capitalismo está implícito en la naturaleza humana,
por lo menos en la naturaleza humana que conocemos, desde sus
primeros pasos cuando pacientemente le agregó filo a una piedra u
otro material duro o consistente y la convirtió en una herramienta
de superlativa importancia para su supervivencia. A un producto
de la naturaleza le agregó trabajo, un bien muy propio de su
condición humana. El trabajo, capacidad para pensar y realizar. Lo
dicho nos permite apreciar la dimensión estupenda de la capacidad
de labor o labranza del ser humano. La condición humana
57 [La Política. Lo que debe ser.]

evoluciona inexorablemente y ello es el reaseguro que poseemos de


que más temprano que tarde, habrá de reformar sus prácticas
capitalistas.
Por un largo tiempo tendremos capitalismo, pero en constante
modernización y con un ritmo que se va acelerando en la medida
que el ser humano evoluciona. Tiempo no tan largo como para que
mi entendimiento no lo vea perfilado en el horizonte, a pesar de
que reconozca mi miopía física e intelectual. Estoy convencido, de
que como ha ocurrido hasta ahora, la forma capitalista
evolucionará y entonces repito, para mi esperanza está cercana la
gran transformación: el trabajo tendrá su justa valoración.
Tampoco los avances portentosos de las tecnologías que crean
nuevos métodos de producción habrán de disminuir las
posibilidades y la importancia del trabajo humano. Podrá ser
menos manual y más intelectual, pero no soy el más apto para
vaticinar cual será su forma futura, pero esos avances darán como
resultado variantes a favor de nuevas formas o modalidades del
trabajo y, por lo tanto, de su justa valoración. Otorguemos al César
lo que es suyo y que desde antaño, desde que el esclavo se
convirtió en asalariado, se le ha estado escamoteando. No serán
necesarias más revoluciones comunistas para acelerar el paso. En
muchos países de la vieja Europa ya se ve una estupenda
transformación en ese sentido. Un proletario no es un condenado
al statu quo, sino que es un aspirante a burgués y la verdadera
revolución social es ayudarlo para que se convierta en burgués
cuanto antes. Hagamos aceleradamente la nivelación hacia arriba y
no hacia abajo.
[Roberto A. Capriotti] 58

1.15. La Política: un cambio radical en lo conceptual respecto


del trabajo.
Desde hace tiempo se oyen voces que predican a nivel
universal: el fin del trabajo. Quién o quienes llegaron y llegan a
tales afirmaciones hicieron o están haciendo reflexiones de corto
alcance. Leamos a uno de los predicadores:
En la actualidad, por primera vez, el trabajo humano está siendo
paulatina y sistemáticamente eliminado del proceso de producción. En
menos de un siglo, el trabajo masivo en los sectores de consumo quedará
probablemente muy reducido en casi todas las naciones industrializadas.
Una nueva generación de sofisticadas tecnologías de las comunicaciones
y de la información irrumpió en una amplia variedad de puestos de
trabajo. Las máquinas inteligentes están sustituyendo, poco a poco, a los
seres humanos en todo tipo de tareas, forzando a millones de
trabajadores de producción y de administración a formar parte del
mundo de los desempleados, o peor aún, a vivir en la miseria11.

Tampoco los avances portentosos de las tecnologías que crean


nuevos métodos de producción habrán de disminuir las
posibilidades y la importancia del trabajo humano. Podrá ser
menos manual y más intelectual, pero no soy el más apto para
vaticinar cual será su forma futura, pero esos avances darán como
resultado variantes a favor de nuevas formas o modalidades del
trabajo y, por lo tanto, de su mejor valoración.
Frente a dicha situación, real y concreta, ha habido variadas
propuestas pero dos son las que más rápido fueron puestas sobre
el tapete por economistas e intelectuales: una es la reducción de la
jornada laboral que redunda en el aumento del tiempo del ocio,
que trae entre muchas otras cuestiones interesantes, el descanso

11Rifkin, Jeremy (1999): El Fin del Trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una
nueva era, Buenos Aires: Paidós, p. 23.
59 [La Política. Lo que debe ser.]

reparador, la distensión, el esparcimiento, la integración familiar y


el trabajo social a través del voluntariado y la otra es la capacitación
del trabajador para adaptarse a los nuevos requerimientos de la
tecnología. Por mi parte, estoy convencido que existe una tercera
que supera, pero no excluye a las anteriores porque son correctas y
lógicas y ella es la incorporación al mercado de las siderales
cantidades de seres humanos que en el tercer mundo están fuera
del mismo. Esto exige un cambio radical en las prácticas
capitalistas del imperialismo y aplicar el buen criterio de la
expansión capitalista que se estila en la Unión Europea, la
asociación entre naciones, que respeta las diversidades culturales y
esencialmente consiste en la inversión de capitales en unas por
parte de otras, principalmente de riesgo, indudablemente de las que
tienen excedentes. También existen los subsidios otorgados por la
Comunidad Europea para estimular las economías más rezagadas.
En una primera etapa logran generar demandas y transformaciones
impensadas en naciones donde aún subsisten los regímenes adictos
al laissez faire. Esta forma de expansión en paridad y reciprocidad es
altamente loable y da resultados extraordinarios que están a la
vista. Soy testigo de lo ocurrido. Es cierto que la proliferación del
mercado y la producción genera más posibilidades de competencia
en los propios mercados internos, pero para esto siempre existe la
posibilidad del uso de un buen antídoto llamado la innovación
tecnológica y el aumento de la capacidad de consumo de los
sectores de menores ingresos. Pero quiero insistir en algo, en mi
razonamiento el planteo va más allá. Vislumbro la desaparición del
asalariado y su reemplazo por nuevas forma de trabajo y
producción que tienen que ver con una serie muy amplia de
variantes relacionadas con la profesionalidad, el artesanado, la
pequeña empresa, que han tenido un auge inusitado en tierras
europeas, con una contundente reducción de la relación laboral
clásica, que a su vez ha dado la posibilidad de una mayor
liberalización de las personas, el aumento de su capacidad de
[Roberto A. Capriotti] 60

autoestima, la cohesión familiar, el incremento de los ingresos y no


me cabe duda de hacer desaparecer el triste fenómeno de la
desocupación. Estoy profundamente impresionado por algo que
escuché. Primero en rueda de amigos y luego en boca de muchos
empresarios. En la ciudad de Ancona, capital de la Región Marche
(Italia), me contestaron varios interrogantes que les efectuara con
la siguiente expresión: aquí, cuando se cierra una empresa que tiene
cuatro operarios al poco tiempo aparecen cuatro pequeñas
empresas nuevas. Para nosotros que marchamos a la zaga, ésta será
la revolución venidera y en su camino hay una etapa cercana e
ineludible, la justa valoración de la fuerza de trabajo.

1.16. La Política: las revoluciones y sus diversas formas y


aptitudes.
Las revoluciones comunistas no fueron el producto del
oportunismo de algunos teóricos afiebrados o de algunos
empedernidos luchadores. Fueron el producto de la rebelión de
algunos pueblos que necesitaban romper los diques creados por
sectores internos o externos, hegemónicos, con actitudes y
aptitudes de feudalismo tribal, que les impedían alcanzar formas de
vida y de convivencia, que su mente les permitía vislumbrar y que
ya estaban bastante generalizadas en el entorno. Las revoluciones
comunistas son eso, revoluciones y por lo tanto transitorias. Un
grueso error fue creer que el comunismo revolucionario pudiera
tener el carácter de un sistema político permanente. Por lo menos
en este estadio de la evolución del ser humano no es posible tal
circunstancia. Todas las revoluciones son transitorias, no duran mil
años, por decir una cifra exagerada, aunque algunos, en tiempo
pasado, hayan vaticinado períodos más abultados. Se prolongan o
duran por un lapso acotado y el estado revolucionario no puede
adquirir el rango de permanente porque el ser humano tiene como
61 [La Política. Lo que debe ser.]

paso natural y lógico a la evolución y sólo apela a la revolución


circunstancialmente cuando se le oponen fuertes vallas en el
camino de su evolución. Superadas las vallas, su necesidad anímica
y física es volver al paso evolutivo. Sobre la factibilidad de esta
tesitura ya tenemos importantes ejemplos a nivel mundial.
Por ejemplo, la mayoría de las revoluciones comunistas del
sudeste asiático marcharon y marchan firmemente hacia formas
que no alcanzó la revolución en Rusia. La Revolución comunista
en Cuba está intentando dar algunos pasos evolutivos. Las
revoluciones comunistas del sudeste asiático., nos devolverán, en
los tramos finales de su sendero, naciones capitalistas muy
desarrolladas. ¿Una utopía? Pienso que mis nietos lo verán. Esas
naciones capitalistas desarrolladas, en el verdadero y amplio
sentido del vocablo, desarrolladas, surgidas de los sistemas
comunistas, serán un ejemplo a nivel universal y los buenos
ejemplos, como los malos, cunden irremediablemente y
contribuirán a catalizar la profunda transformación capitalista que
anuncio, la justa valoración de la fuerza de trabajo. También y
como primer resultado, el ejemplo de esas singulares naciones
capitalistas desarrolladas ayudarán a una nivelación entre las
grandes potencias, un requisito para poner freno a los excesos y a
los retrocesos en las prácticas capitalistas actuales.
Para una mayor abundancia de explicaciones que facilite la
apreciación por el lector, menciono ligeramente las informaciones
que a diario, en este mundo tan informado, nos van relatando
como en China, uno de los gigantes del continente asiático, van
cambiando las formas de su economía estatal revolucionaria,
aceptando las reglas del capitalismo y permitiendo de manera
gradual la libertad de los mercados, aunque manteniendo su
régimen político. En nuestro país, poco tiempo atrás, le
reconocimos la categoría de economía de mercado. Y más
recientemente aún hemos tenido noticias de sus grandiosas
[Roberto A. Capriotti] 62

planificaciones para que en los próximos cincuenta años la


sociedad nacional sea beneficiaria de avances portentosos en
materia educativa y social. En los últimos treinta años han crecido
vertiginosamente. Alcanzaron un índice del trece por ciento de la
economía mundial en el 2001. En el 1950, cuando la revolución
maoísta recién había tomado el poder, era sólo del cinco por
ciento. Entre esos mismos años, el PBI de una súper potencia, de
signo ultra capitalista, bajó considerablemente y en otra súper
potencia, de signo comunista, la economía estalló. Aparentemente
el buen rumbo es una cuestión de aguda inteligencia de la elite
política. Los estudiosos del tema dicen que de mantenerse la
tendencia de esos últimos treinta años, y no hay razones a la vista
para que así no sea, China será económicamente líder mundial en
10 años más, antes del 2020. Luego sobrevendrán, agrego por mi
parte, las demás libertades e igualdades de la Democracia. No
tienen otro camino, la prosperidad económica y social será la
compuerta abierta que permitirá el ejercicio de una Democracia
integral, como debe ser para merecer tal rótulo: Democracia. La
elite política China es apta y lo ha demostrado repetidamente.
Rusia, a la inversa, es el mejor ejemplo del fracaso de la elite
política comunista vernácula. No fracasó el comunismo,
fracasaron los dirigentes de la revolución comunista rusa.
Los que acumulamos muchos años hemos sido testigos de
importantes etapas de varias de esas grandes revoluciones. Qué
decir de la revolución que produjera el más grande de todos los
revolucionarios políticos de todos los tiempos: el Mahatma
Gandhi. Como un conductor religioso lo catalogan quienes quieren
escamotearle a la Política uno de su productos más genuinos. El
Mahatma Ghandi fue un conductor político de dimensiones
superlativas. Su planteo de la no violencia debe ser el primer
mandamiento de todo catecismo político y de todo breviario
revolucionario. Con su paso, aparentemente lento, esa revolución
cumplió su objetivo de liberación del dominio inglés, en una
63 [La Política. Lo que debe ser.]

primera instancia y luego entregó en manos de los estadistas a una


comunidad aquejada por profundos y variados problemas,
tremebundos problemas, entre ellos el arraigado concepto de las
castas, más que una rémora una lacra, que es el producto de la
práctica del brahamanismo, que ni la vigencia del budismo pudo
superar. Esa revolución dentro del marco capitalista llevará a la
India, una de las comunidades más numerosas del mundo, por la
senda del Desarrollo Nacional. Es evidente que los chinos llevan
un ritmo mucho más acelerado. La India, a pesar de las enormes
disparidades sociales que arrastra, avanza sistemáticamente. Este
caso, es otro elemento digno de mención y por eso lo agrego. En
todos estos grandes ejemplos que menciono, aparece un
denominador común, la presencia de eminentes estadistas. Los
estadistas surgen del campo de la Política. Dentro de la carcasa
intelectual y física de un gran político siempre subyace la figura de
un gran estadista.

1.17. La Política: el epílogo del inicio.


Hay dos grandes medios para posibilitar la marcha hacia la
consecución del Bienestar General de una comunidad humana, que
valen si se aplican complementariamente. No vale el goce de unos
pocos y la penuria de muchos. Repito, a fuerza de parecer
redundante, ellos son: el desarrollo económico y la redistribución
de la riqueza. Ambos elementos son fundamentales en el quehacer
político de una comunidad humana. La Política es la noble
herramienta que permite la elaboración de esos medios y la
aplicación corre por cuenta del Estado Nacional, como el gran
instrumento en manos de eficaces estadistas, los orfebres. El
desarrollo económico y la redistribución de la riqueza, apareados,
nos colocan en la antesala de un avance gigantesco del capitalismo.
Tanto o más importante como aquél del tránsito del esclavo al
[Roberto A. Capriotti] 64

asalariado. Ese logro del pasado no tiene un autor en particular, es


la consecuencia de la evolución humana y del perfeccionamiento
de los ideales y de los actos de esa actividad que denominamos la
Política. Los cambios profundos que sobrevendrán tendrán similar
origen. La bruma que siempre ha envuelto a estas cuestiones sólo
podrá ser aventada con la persistencia en la discusión fecunda.
Siglos lleva la discusión sobre tales conceptos y estoy convencido
de que no le falta mucho tiempo al género humano para agregar
claridad y uniformar puntos de vista. No es equivocado pensar que
las diferencias de enfoques siempre existan, porque hay choque de
intereses y de temperamentos; pero el mundo nos depara un
promisorio futuro con la presencia y el perfeccionamiento de los
Estados Nacionales que vertiginosamente van adquiriendo la
capacidad para hacer que el equilibrio también exista. Por mi parte,
quiero hacer mi pequeño y modesto aporte. Es cierto que todas
mis opiniones están teñidas por la subjetividad. Esta subjetividad
mía está influida por mi entorno que es la realidad política y social
de mi país, la Argentina. Muchas veces, en mis reflexiones, noto las
influencias fecundas o negativas de los hechos y de los
acontecimientos políticos y sociales, vividos en una vida
influenciable por las cuestiones de esa índole. No lo puedo
disimular ni negar, porque la vida de una persona es eso, ideas y
experiencias íntimamente entremezcladas. Cierro el relato de mis
apreciaciones sobre este tema, la Política, para discurrir sobre los
otros temas anunciados a los que considero íntimamente ligados
entre sí y principalmente con esta elevada actividad humana: la
Política. Hagamos de cuenta que encaramos, lector y autor, una
breve excursión y en ella hiciéramos sucesivas paradas en varias
estaciones principales.
65 [La Política. Lo que debe ser.]

2. El Hombre.

El Hombre es la medida de todas las cosas,


de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.
Protágoras (sofista griego), 485/411 a.C.

Descendamos en otra de las paradas propuestas, la más


importante de esta excursión que les he sugerido. Su cartel de
identificación dice: el Hombre. Esta expresión, por lo general, será
usada en este ensayo como sinónimo de Ser Humano. Digo por lo
general porque en ciertos momentos, además la utilizo para
identificar una de las tres etapas fundamentales de la evolución del
Ser Humano. A nuestra especie humana la bautizó el científico
sueco Carlos Linneo con la denominación Homo, ya superada la
mitad del Siglo XVIII, como consecuencia de sus fundacionales
trabajos en materia de clasificación de las diversas formas de vida
conocidas y por lo tanto datables, por ese entonces, en nuestro
Planeta Tierra. De allí proviene el vocablo que me proveen los
paleontólogos: el homínido, en singular, y en plural, los homínidos.

2.1. Los Homínidos: sus orígenes.


No se puede opinar seriamente sobre el tema de la Política si no
ingresamos, con cierta profundidad, en el análisis del personaje
central de la misma. No está a mi alcance y no es necesario a mis
[Roberto A. Capriotti] 66

fines, hacer un tratado sobre la materia pero sí alcanzar ciertas y


determinadas definiciones sobre los homínidos. Su naturaleza, ya sea
en lo físico como en lo psíquico o sumados ambos componentes,
es un elemento fundamental a tener en cuenta para las
definiciones. El homínido genera alrededor de sí todo un mundo de
circunstancias que, en definitiva, son parte inescindible de su
persona, de su carácter de ente dotado de vida.
El Ser Humano, el homínido, ese privilegiado hijo de la naturaleza,
constituye una especie biológica única, una comunidad de reproducción, que ha
seguido una trayectoria evolutiva propia, independiente de las demás y que se
prolonga en el tiempo y que tuvo continuidad genética entre generaciones. Esta
definición está elaborada en base a las que utilizan los científicos,
en especial los paleontólogos, para otorgarle el carácter de especie, a
los abundantes grupos de seres dotados de vida, que existieron y/o
existen en nuestro planeta. Esta postura monogenista que adopto
tiene como fundamento determinadas razones científicas y no
aseveraciones teológicas.
Existieron otras especies humanas inteligentes además de la
nuestra, pero ellas quedaron en el pasado, se extinguieron, y quizás
la subsistente, la nuestra, tenga bastante que ver en esa extinción.
Importantes mutaciones han ocurrido y nos han ocurrido desde
aquel tiempo, hace cinco o seis millones de años atrás, cuando
nuestra existencia comenzó a alejarse de nuestros actuales primos,
los chimpancés. Compartimos un antecesor común pero luego el
camino nos fue modelando distintos, hasta convertirnos en un
ente fundamentalmente diferenciado. No somos, como sostienen
algunos tratadistas, los seres más complejos o más perfectos sino
simplemente somos los más inteligentes. Antes de ser inteligentes
tuvimos otra característica también muy especial: alcanzamos la
condición de bípedos y ello dejó en libertad a nuestras laboriosas
manos para darle beneficiosos usos Somos los creadores y únicos
usuarios del lenguaje articulado, lo que nos permite un sistema de
67 [La Política. Lo que debe ser.]

intercambio de información que no tiene parangón en nuestro


planeta. Los demás animales sólo intercambian informaciones muy
limitadas, por lo general a través de gestos y sonidos. El uso del
lenguaje articulado es un dato muy interesante en la medida que
integramos una comunidad. De nada nos serviría el lenguaje si no
tenemos interlocutores. Es indudable que creamos ese medio de
comunicación para perfeccionar nuestra relación con nuestros
congéneres y de ello resulta evidente que esa relación tiene para
nosotros una relevante importancia y el lenguaje, oral o escrito, es el
principal requisito para vivir en comunidad. Y vivir en comunidad es el
dato o es el aspecto más interesante del objeto de este ensayo. Voy
a exponer sobre la Política y los temas que le son inherentes,
porque el Ser Humano viviendo en comunidad es esencialmente
un ente político.

2.2. Los Homínidos: una breve síntesis de su evolución.


Según el estricto criterio de los científicos, el vocablo privilegiado
que utilizo debiera reemplazarlo por el vocablo, afortunado, ya que
el Ser Humano, según ellos, como las demás especies, son el
resultado de azarosas respuestas a complicados requerimientos del
medio, el mundo que lo rodea, cada vez más exigente y complejo.
Utilizo el vocablo azaroso porque de manera muy generalizada los
entendidos interpretan la teoría darwiniana manteniendo el criterio
básico de la selección natural, pero con una variante fundamental.
Este neodarwinismo, la más moderna y generalizada interpretación,
se basa en el principio de que el efecto del medio ambiente no es
promover los cambios que se transmiten como predicaba la
doctrina lamarckiana. En una palabra, el medio no nos obliga, no
nos incentiva, juega pasivamente, puesto que el medio sólo se
limita a permitir la supervivencia del que ha tenido un cambio que
lo hace más apto. Un cambio en nuestro organismo siempre se
[Roberto A. Capriotti] 68

produce por azar, aunque ya insinuamos que somos capaces de


provocar deliberadamente los cambios. Ya lo logramos con
muchos animales y plantas. Pues bien, en algún momento, una de
esas modificaciones nos hace más aptos para la supervivencia. Esta
referencia a los seres humanos es circunstancial puesto que la
selección natural es válida para todas las especies vivientes.
Creo oportuno insertar una cita de científicos en la materia, que
pienso ha de resultar útil para dejar mejor aclarado esto de la
evolución:
Según Darwin la evolución no tiene ningún propósito, no sigue ningún
diseño preconcebido, es simplemente oportunista, no se dirige hacia
ningún ideal de perfección. O mejor dicho, todas las especies (incluida la
nuestra) son igualmente perfectas, cada una de ellas maravillosamente
adaptada a sus hábitos de vida por obra de la selección natural. En otras
palabras, a diferencia de la selección artificial que el agricultor o el
ganadero realiza con un fin determinado, la selección natural no tiene
objetivos. Aunque en el lenguaje habitual (también en el político y
comercial), evolución significa cambio a mejor, en términos darvinistas
evolución sólo significa cambio, a secas12.

En el mismo libro de donde extrajera la cita anterior, los


autores acompañan una separata que contiene la secuencia de las
especies de los Antecesores y de los Homínidos, incluida la del Homo
Sapiens Sapiens, nuestra especie, la única sobreviviente en la
actualidad. Esa secuencia incluye por su orden las nominaciones y
dataciones que esquemática y resumidamente, detallo más abajo.
Tómese lo que sigue como una cita atribuida a dichos estudiosos
del tema13:

12Arzuaga, Juan Luis y Martínez, Ignacio (2003): La especie elegida. La larga marcha de la evolución
humana, 24 edición, Barcelona: Temas de hoy, p.31.

13Arzuaga, Juan Luis y Martínez, Ignacio (2003): La especie elegida. La larga marcha de la evolución
humana, 24 edición, Barcelona: Temas de hoy, separata.
69 [La Política. Lo que debe ser.]

a) Antropoides (más de 30.000.000 de años atrás). Especímenes: a.1)


Pliopithecus, se parecía mucho al gibón moderno y se lo clasifica como su
antepasado.

b) Hominoides (de los 25.000.000 a los 12.000.000 millones de años


atrás). Especímenes: b.1) el Procónsul: se han encontrado muchos
fragmentos; b.2) el Dryopithecus, sus restos han aparecido por Europa,
India y China y se le considera el eslabón entre Hominoides y
Homínidos.

c) Homínidos (de los 2.000.000 al 1.000.000 de años atrás).


Especímenes: c.1) el Australopithecus es el primer homínido, caminaba en
posición erecta; c.2) el Homo Habilis, de mayor tamaño que los primeros
homínidos, su cráneo era también más grande y utilizaba algunos
instrumentos relizados por él; c.3) el Homo Erectus, se le considera el
primer representante del género humano y vivía en grupos, conocía el
uso del fuego y fabricó la primera hacha de mano.

d) Homo Sapiens (de los 500.000 a los 40.000 años atrás). Especímenes:
d.1) Homo Sapiens, probablemente los primeros ejemplares de la especie
moderna del hombre; d.2) Homo Neanderthal, elaboró diversos
instrumentos de formas avanzadas y numerosos científicos lo excluyen
del linaje del hombre actual; d.3) Homo Cromagnon, antecedente inmediato
del hombre moderno, vivió en Europa y ha dejado abundantes restos
culturales, tales como pinturas rupestres y tallas en piedra; d.4) Homo
Sapiens Sapiens, físicamente es muy parecido al de Cromagnon y la
diferencia entre ellos es cultural porque aprendió a cultivar y domesticar
animales y llegó a establecerse en lugares determinados y civilizarse.

El mismo libro contiene, además, abundantes afirmaciones que


me permitiré transcribir parcialmente como si fueran citas sueltas,
que nos ilustran de manera muy accesible, sobre nuestra especie14:

14Arzuaga, Juan Luis y Martínez, Ignacio (2003): La especie elegida. La larga marcha de la evolución
humana, 24 edición, Barcelona: Temas de hoy, p. 35 en adelante.
[Roberto A. Capriotti] 70

1) “Nosotros pertenecemos al grupo de los primates. Somos tan primates


como cada una de las aproximadamente ciento ochenta especies vivientes
del grupo. No hemos evolucionado a partir de ninguna especie actual de
mono, sino de especies ya desaparecidas de las cuales muchas son
antepasados de otras formas modernas de primates”.

2) “¿En que consiste ser primate?: son mamíferos que viven en selvas
tropicales húmedas o subtropicales de tipo monzónico. En ese medio
forestal cálido se ha desarrollado nuestra evolución y por lo tanto los
primates presentamos adaptaciones a la vida en los árboles. Hay
excepciones a esta definición y nosotros somos una, pero sólo desde
hace unos pocos millones de años”.

3) “Según los biólogos moleculares, nuestro linaje se separó de la línea de


los chimpancés hace entre 4,7 y 7 millones de años. La separación
coincidió con la disminución de los niveles de CO2 atmosférico”.

4) “Preferimos dar a la palabra homínido el uso más tradicional que incluye


sólo a los seres humanos actuales y a todos los fósiles de nuestra propia
línea evolutiva, es decir, posteriores a la separación de la línea de los
chimpancés”.

5) “El conjunto de fósiles de homínidos más antiguo ha sido localizado a


partir del año 1992, en la región del curso medio del río Awash, en el país
de los Afar, en Etiopía. Esos fósiles han sido publicados en parte y el
equipo descubridor ya ha creado un nuevo género y especie: el
Ardipithecus ramidis, que en lengua Afar significa: Ardi: suelo; Ramid: raíz;
Pithecus: mono (en griego). Estos fósiles tienen una antigüedad de 4,4
millones de años. Se trata de formas muy primitivas de homínidos.
Muestran rasgos tan primitivos, en particular en la dentición, que se
intuye que no pueden estar muy lejos de la división entre las líneas de los
chimpancés y de los humanos. Tal vez en poco tiempo tengamos más
precisiones. Esto hace pensar que la división aludida está más cerca del
límite inferior de la separación, de los 4,5 millones de años y no del límite
más lejano, la de los 7 millones”.
71 [La Política. Lo que debe ser.]

Vuelvo a citar a los mismos autores porque son muy accesibles


para la interpretación por los neófitos, como quien escribe15:
“Uno de los aspectos más controvertidos en el campo de la paleontología
humana ha sido desde siempre el del origen de la humanidad actual. Para
un buen número de paleoantropólogos, como Gunther Bräuer y
Christopher Stringer, los humanos modernos se originaron en África
hace entre 300.000 y 100.000 años. A partir de esa cuna africana, nuestra
especie se expandió por el resto del Viejo Mundo y reemplazó a las
distintas humanidades (neandertales y homo erectus) que habían aparecido
como resultado de evoluciones locales, en condiciones de aislamiento
reproductor, en Europa y Asia”.

Las autorizadas citas que preceden, me inducen a sintetizar que,


nuestra especie se fue desarrollando en forma fragmentaria, en
toda la dimensión del planeta y lo hizo y sigue haciéndolo en
distintas y variadas unidades de desenvolvimiento. No puedo omitir la
referencia de que antes de la emigración de esta especie, el Homo
Sapiens Sapiens, de su continente de origen, el africano, ocurrieron
otras de homínidos africanos antecesores que vivieron y que también
se extendieron fuera de dicho continente y luego se extinguieron
pero en su existencia dieron lugar a sucesores vernáculos o propios
de otras latitudes no africanas, que también se extinguieron. De
todos ellos sólo tenemos datos por los fósiles y la esforzada tarea
de los paleontólogos. Al día de hoy han aparecido otros métodos
de análisis y datación más modernos que facilitan la empresa de
dichos científicos. Lo referido hasta ahora con relación a la especie
Homo tiene un epílogo, a nivel planetario, sólo ha quedado como
único representante el Homo Sapiens Sapiens, nuestra especie. A
partir de ese dato veamos a grandes rasgos como ésta ha
evolucionado.

15Arzuaga, Juan Luis y Martínez, Ignacio (2003): La especie elegida. La larga marcha de la evolución
humana, 24 edición, Barcelona: Temas de hoy, p. 283.
[Roberto A. Capriotti] 72

Antes de abordar las consideraciones referidas al Homo Sapiens


Sapiens agregaré un cuadro de Wikipedia, en donde se ilustra la
secuencia de la evolución de nuestra especie y sus antecesores16:

Antepasados del Homo sapiens


Anterior al género Homo
• Primeros Homínidos
• Sahelanthropus tchadensis
• Orrorin tugenensis
• Ardipithecus kadabba
• Ardipithecus ramidus
• Australopithecus
• Australopithecus anamensis
• Australopithecus bahrelghazali
• Australopithecus afarensis
• Australopithecus africanus
• Australopithecus garhi
• Paranthropus
• Paranthropus aethiopicus
• Paranthropus boisei
• Paranthropus robustus
• Kenyanthropus
• Kenyanthropus platyops
Género Homo
• Homo habilis
• Homo rudolfensis
• Homo ergaster
• Homo georgicus
• Homo erectus
• Homo cepranensis
• Homo antecessor
• Homo heidelbergensis
• Homo neanderthaliensis
• Homo floresiensis
• Homo rhodesiensis
• Homo sapiens
o Homo sapiens idaltu
o Homo sapiens sapiens

16 Wikipedia: Evolución humana, consultado el 9 de noviembre de 2010 en www.wikipedia.org


73 [La Política. Lo que debe ser.]

2.3 El Homo Sapiens Sapiens: unidades de desenvolvimiento


Mediante pactos y contratos, el Hombre funda la sociedad, el Estado y las instituciones que lo integran,
de manera que la apelación a convenios y acuerdos constituye el resorte
para crear de manera artificial una vida exclusivamente humana17.

Los comentarios que haré de aquí en adelante referidos a los


Homínidos, indudablemente se relacionan con la única especie
sobreviviente, el Homo Sapiens Sapiens. Es del conocimiento
generalizado que la asociación entre congéneres no es una cuestión
privativa de nuestra especie. Muchas otras también lo hacen en
variadas formas y distintos grados, entre ellos, nuestros familiares
más cercanos, los simios. Particularizando sobre estos parientes
quiero enunciar por orden de aproximación el grado de
parentesco, que según la apreciación científica es el que sigue:
chimpancé, gorila, orangután, gibón. Excepto el caso del
orangután, en que la asociación por diversas exigencias es sólo
circunstancial, todos los demás viven en sociedad. Los mamíferos
que viven en sociedades más complejas tienen más desarrollado el
cerebro que los mamíferos solitarios, siempre teniendo en cuenta
que posean un tamaño similar, porque la dimensión del cuerpo
también juega en la dimensión del cerebro. La formación de
alianzas entre congéneres tiene su origen en el parentesco y en el
interés y así nacen las sociedades entre quienes tienen que
colaborar entre sí para la subsistencia y para la supervivencia, a
pesar de las lógicas competencias por el sexo, la reproducción y el
alimento. A esas agrupaciones, que datan de antiguo, las llamo las
unidades de desenvolvimiento, porque son el medio en que los
componentes desarrollan y ejecutan todas las prácticas propias de
su existencia en lo individual y en lo grupal.

17 Zucchi, Hernán (1967): Qué es la antropología Humana, Buenos Aires: Editorial Columba, p. 45.
[Roberto A. Capriotti] 74

Desde el pasado al presente, gradualmente, dichas unidades de


desenvolvimiento del ser humano presentaron una mayor dimensión
cuantitativa y una más compleja organización comunitaria,
dimensión cualitativa, todo en el marco del consecuente proceso
de la evolución de la especie: evolución psicosomática. Ese
proceso de una mayor magnitud cuantitativa y cualitativa da por
resultado una sucesión de etapas de las comunidades humanas,
siempre en referencia a la única especie subsistente, el Homo Sapiens
Sapiens. Opino que la sucesión de etapas puede ser la que sigue:
para el pasado la etapa de la horda o banda y la etapa del clan, para el
presente la etapa de la tribu y la etapa de la nación, que es la más
moderna y está en proceso de consolidación y le sucederán la etapa
de la región, con los bloques regionales, la etapa continental, con los
bloques continentales. Luego de ello entraremos en la etapa
universal, sin fronteras dentro de los confines del planeta Tierra y
aún más, superando los límites del propio planeta. En este último
caso ya no podremos usar el plural porque sería la unidad de
desenvolvimiento única: la etapa universal. La asociación entre
congéneres para el Homo Sapiens Sapiens comenzó teniendo la forma
de la horda o la banda y hoy ya tiene como muy consolidada la
dimensión de la nación y esta última es una etapa más en el tránsito
hacia formas de convivencia de mayores proporciones, siempre
cualitativa y cuantitativamente hablando, para llegar en algún
momento al estadio del universalismo, que es un concepto mucho
más amplio que el de la simple extensión geográfica.
Las conclusiones sobre la evolución general y de las especies en
particular, al día de hoy universalmente aceptadas, valen
plenamente para el Ser Humano. Pero valen en la medida en que se
las tomen para el ser humano, como la suma de sus dos facetas: la
somática y la psíquica. Debemos hacer esto porque el desarrollo
del aspecto psíquico en el ser humano ha alcanzado tal grado que
ya disminuye la importancia de la evolución física. El ser humano
evoluciona principalmente como unidad psicosomática. Para justipreciar la
75 [La Política. Lo que debe ser.]

evolución de la especie humana hay que hacerlo tomando en


conjunto al ser físico, más todos sus productos y atributos
tangibles e intangibles. Agrego una cita autorizada para reafirmar
conceptos:
“Con la función del lenguaje el hombre ha podido crear un nuevo plano
de actividad biológica, el mundo de la cultura, transmitido a través de las
generaciones por mecanismos psicosociales de complejidad creciente y
de estructura cambiante, pero siempre ligado a sus orígenes por la propia
naturaleza simbólica de su actividad conceptual autónoma, del “mundo
ideal” de W. von Humboldt o “mundo simbólicio” de Cassirer. Sin él la
vida humana quedaría restringida, según Ashley Montagu, a sus
necesidades o intereses biológicos sin la perspectiva ilimitada que le
brinda la experiencia de la fantasía abierta por la cultura”18.

El hecho del desenvolvimiento en grupos, por parte de la


especie humana, adquiere trascendental importancia para el análisis
o el estudio de su trayectoria desde sus orígenes hasta el presente y
para el futuro. Cada una de esas unidades de desenvolvimiento ha sido y
es un ente diferenciado que vale por sí. Cada una de esas unidades de
desenvolvimiento es una unidad de cultura. Cada una de esas unidades de
desenvolvimiento es una comunidad humana que tiene sus propios rasgos
culturales. Ese vivir en comunidad, ese convivir con sus congéneres
es la preocupación fundamental de la Política. La vida en
comunidad por parte del Ser Humano tiene entre sus fundamentos
esenciales, quizás el más relevante, la vigencia del lenguaje articulado.
El uso del lenguaje articulado le permitió y le permitirá al Homo
Sapiens Sapiens continuar con su vertiginoso camino ascendente.

18Cuatrecasas Arumi, Juan (1981): La Metamorfosis del Hombre Masa, Buenos Aires: Ediciones Tres
Tiempos, p. 19.
[Roberto A. Capriotti] 76

Por la importancia del lenguaje en el desarrollo del Ser Humano,


deseo introducir una referencia que habrá de posicionarnos con
relación a dicho atributo fundamental de nuestra especie19:
Hablar de la aparición del lenguaje humano, lenguaje simbólico por
lógica parecería implicar que hay que hablar previamente de la cerebración,
y eso es bastante cierto, pero el lenguaje humano simbólico tiene sus
antecedentes en momentos y cambios morfológicos que son previos a
cambios importantes en la estructura del sistema nervioso central. Por
ejemplo, los chimpancés pueden realizar un esbozo primario de lenguaje
simbólico basándose en la mímica (de un modo semejante a un sistema
muy simple de comunicación para sordomudos).

Ahora bien, el lenguaje simbólico por excelencia es el basado en los


significantes acústicos, y para que una especie tenga la capacidad de
articular sonidos discretos, se requieren más innovaciones morfológicas,
algunas de ellas muy probablemente anteriores al desarrollo de un
cerebro lo suficientemente complejo como para pensar de modo
simbólico. En efecto, observemos la orofaringe y la laringe: en los
mamíferos, a excepción del humano, la laringe se encuentra en la parte
alta de la garganta, de modo que la epiglotis cierra la tráquea de un modo
estanco al beber e ingerir comida. En cambio, en el Homo Sapiens, la
laringe se ubica más abajo, lo que permite a las cuerdas vocales la
producción de sonidos más claramente diferenciados y variados, pero al
no poder ocluir completamente la epiglotis, la respiración y la ingesta
deben alternarse para que el sujeto no se ahogue. El acortamiento del
prognatismo que se compensa con una elevación de la bóveda palatina
facilita el lenguaje oral. Otro elemento de relevante importancia es la
posición y estructura del hioides, su gracilidad y motilidad permitirán un
lenguaje oral lo suficientemente articulado.

19Wikipedia: Evolución humana: Aparición del lenguaje simbólico, consultado el 10 de noviembre de 2010
en www.wikipedia.org. En el texto citado cuando se menciona al Homo Sapiens es indudable que la
referencia está dirigida al Homo Sapiens Sapiens.
77 [La Política. Lo que debe ser.]

Estudios realizados en la Sierra de Atapuerca (España) evidencian


que el Homo Antecessor, hace unos 800.000 años, ya tenía la capacidad, al
menos en su aparato fonador, para emitir un lenguaje oral lo
suficientemente articulado como para ser considerado simbólico, aunque
la consuetudinaria fabricación de utensilios (por toscos que fueran) por
parte del Homo Habilis hace unos 2 millones de años, sugiere que en éstos
ya existía un lenguaje oral articulado muy rudimentario pero lo
suficientemente eficaz como para transmitir la suficiente información ó
enseñanza para la confección de los toscos artefactos.

Además de todas las condiciones recién mencionadas,


imprescindibles para la aparición de un lenguaje simbólico, se debe hacer
mención de la aparición del gen FOXP2 que resulta básico para la
posibilidad de tal lenguaje y del pensar simbólico, como se verá a
continuación.

La cerebración y la corticalización son temas que requieren, por sí


solos, artículos propios, dado el alcance y la importancia de dichos
procesos. Aquí importa comentar de lo mínimo indispensable para
comprender la evolución humana.

La cerebración tanto como la corticalización son fenómenos


biológicos muy anteriores a la aparición de los homínidos, sin embargo
en éstos, y en especial en el Homo Sapiens, la cerebración y la
corticalización adquieren un grado superlativo (hasta el punto que
Theilard de Chardin enunció una curiosa teoría, la de la noósfera y
noogénesis, esto es: teoría del pensar inteligente, que se basa en la
evolución del cerebro).

El cerebro del Homo Sapiens, en relación a la masa corporal, es uno de


los más grandes. Más llamativo es el consumo de energía metabólica (por
ejemplo, la producida por la "combustión" de la glucosa) que requiere el
cerebro: un 20% de toda la energía corporal, y aun cuando la longitud de
los intestinos humanos evidencian los problemas que se le presentan.
[Roberto A. Capriotti] 78

En el Homo Sapiens el volumen del cerebro oscila entre los 1.200 a


1.400 cm3, siendo el promedio global actual de 1.350 cm3; sin embargo
no basta un incremento del volumen, sino cómo se dispone; esto es:
cómo está dispuesta la "estructura" del sistema nervioso central y del
cerebro en particular. Por término medio, los Homo Neanderthalensis
pudieron haber tenido un cerebro de mayor tamaño que el de nuestra
especie, pero la morfología de su cráneo demuestra que la estructura
cerebral era muy diferente: con escasa frente, los neandertales tenían
poco desarrollados los lóbulos frontales y, en especial, muy poco
desarrollada la corteza prefrontal. El cráneo de Homo Sapiens no sólo
tiene una frente prominente sino que es también más alto en el occipucio
(cráneo muy abovedado), esto permite el desarrollo de los lóbulos
frontales. De todos los mamíferos, Homo Sapiens es el único que tiene la
faz ubicada bajo los lóbulos frontales.

Sin embargo, aún más importante para la evolución del encéfalo


parece haber sido las mutaciones en el posicionamiento del esfenoides.

Se ha hecho mención en el apartado dedicado a la aparición del


lenguaje articulado de la importancia del gen FOXP2; dicho gen es el
encargado del desarrollo de las áreas del lenguaje y de las áreas de síntesis
(las áreas de síntesis se encuentran en la corteza cerebral de los lóbulos
frontales). El aumento del cerebro y su especialización permitió la
aparición de la llamada lateralización, o sea, una diferencia muy
importante entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho del
cerebro. El hemisferio izquierdo tiene desarrollado en su corteza áreas
específicas que posibilitan el lenguaje simbólico basado en significantes
acústicos: el área de Wernicke y el área de Broca.

Es casi seguro que ya hace 200.000 años los sujetos de la especie


Homo Sapiens tenían un potencial intelectual equivalente al de la
actualidad, pero para que se activara tal potencial tardaron milenios: el
primer registro de conducta artística conocido se data hace sólo unos
75.000 años, los primeros grafismos y expresiones netamente simbólicas
79 [La Política. Lo que debe ser.]

fuera del lenguaje hablado se datan hace sólo entre 40.000 y 35.000 años.
Las primeras escrituras ("memoria segunda" como bien les llamara
Roland Barthes) datan de hace entre 5.500 ó 5.000 años, en el Valle del
Nilo ó en la Mesopotamia asiática.

Se ha dicho, también líneas antes, que Homo Sapiens mantiene


características de estructura craneal "primitivas" ya que recuerdan a las de
un chimpancé infantil; en efecto, tal morfología es la que permite tener la
frente sobre el rostro y los lóbulos frontales desarrollados.

La cabeza de Homo Sapiens, para contener tal cerebro, es muy grande;


aún en el feto y en el neonato, razón principal por la cual los partos son
difíciles, sumada a la disposición de la pelvis.

Una solución parcial a esto es la heterocronía: el neonato humano


está muy incompletamente desarrollado en el momento del parto; puede
decirse (con algo de metáfora) que la gestación en el ser humano no se restringe
a los ya de por sí prolongados nueve meses intrauterinos, sino que se prolonga
extrauterinamente hasta, al menos, los cuatro primeros años; en efecto, el infante
está completamente desvalido durante años, tan es así que, que entre los
2 a 4 años es cuando tiene lo suficientemente desarrolladas las áreas
visuales del cerebro como para tener una percepción visual de su propio
ser (Estadio del espejo descubierto por Jacques Lacan en la década de
1930). Ahora bien, si Homo Sapiens tarda mucho en poder tener una
percepción plena de su imagen corporal es interesante saber que es uno
de los pocos animales que se percibe al ver su imagen reflejada (sólo se
nota esta capacidad en bonobos, chimpancés, y si acaso en gorilas,
orangutanes, delfines y elefantes).

Tal es la prematuración del Homo Sapiens, que mientras un chimpancé


neonato tiene una capacidad cerebral de un 65% de la de un chimpancé
adulto, o la capacidad del Australopithecus Afarensis era en el parto de un
50% respecto a la de su edad adulta, en el Homo Sapiens “bebé” tal
capacidad no supera al 25% de la capacidad que tendrá a los 45 años (que
es cuando se desarrolla totalmente el cerebro humano).
[Roberto A. Capriotti] 80

2.4. El Homo Sapiens Sapiens: sectores de desenvolvimiento


Hay diferencias entre las múltiples unidades de desenvolvimiento que
existieron y existen. Hay diferencias que se originan en la acción de
los diversos factores de los distintos medios donde el Ser Humano
se asentó o se asienta. Hay diferencias porque variados han sido y
son los esfuerzos para satisfacer a la diversidad de necesidades.
Hay diferencias porque fueron y son múltiples las respuestas frente
a la multiplicidad de los estímulos. Hay diferencias educativas y las
hay en la asimilación de experiencias. Hay también diferencias
porque así las han impuesto, consciente o inconscientemente, los
mismos congéneres. Esta misma enunciación anterior puede
reputarse como válida para explicar las palpables diferencias que se
manifiestan entre los diversos estratos o entre individuos dentro de
una misma unidad de desenvolvimiento.
Con anterioridad hice referencia al medio, el medio físico o
geográfico, donde el Ser Humano se asentó o se asienta y el tema
me da pie para una acotación, que vale para aquello del
desenvolvimiento del Ser Humano en compartimentos. Alguien
dijo que los seres humanos reflejan parcialmente el origen
geográfico y el de sus antepasados. Lo dicho nos revela que es
posible otra compartimentación del desenvolvimiento de la especie
humana, que incluyó o incluye a una o a más de una unidad de
desenvolvimiento. Para ser más ilustrativos llamaré a estos
compartimentos, sectores de desenvolvimiento. Insisto cada sector pudo o
puede involucrar una o a numerosas unidades. Estos sectores de
desenvolvimiento nos explican lo que llamamos razas humanas,
definidas como grupos poblacionales diferenciados por elementos
tales como el color de la piel, los rasgos faciales, la cantidad y
forma del cabello y las proporciones anatómicas de los individuos.
Estas características son algunas de las resultantes del medio
geográfico donde el ser humano se asentó y se fueron heredando
por la vía genética. Los estudios demuestran que los seres
81 [La Política. Lo que debe ser.]

humanos de un tiempo a esta parte, tiempo antropológico que


incluye muchos milenios, se han encargado de llevar a cabo una
gran mezcla de genes que va atenuando o disipando dichas
diferencias entre los sectores de desenvolvimiento. Esos mismos estudios
insinúan que el intercambio existió desde los orígenes mismos de
las diferenciaciones y por lo tanto, las que podrían llamarse razas
puras nunca fueron desarrolladas por nuestra especie,
genéticamente hablando.
Que me perdonen los racistas pero estas herencias que
pudieron tener alguna vigencia en los estadios antiguos de las
unidades de desenvolvimiento del ser humano, ahora, al estar
determinadas por los caracteres físicos, cada día, tienen menos
importancia en los aspectos evolutivos de la especie desde hace
mucho tiempo, porque fundamentalmente, tienen como razón
central a los componentes de tipo psíquico. Hoy los que existen
son grupos étnicos, no razas y las diferencias físicas en nada juegan o
en nada debieran jugar porque la preeminencia para las
diferenciaciones comunitarias las aportan los valores culturales.
Dichas herencias pudieron tener cierta y preponderante vigencia
en la etapa del clan o de la tribu, en el tribalismo de los primeros
tramos, pero en el presente apelar a ellas es indudablemente el
resultado de actitudes retrógradas, cuando no paranoides. Las
unidades de desenvolvimiento del Ser Humano fueron y siguen siendo
muy numerosas y diferenciadas pero la diversidad no
necesariamente significa antagonismo. La naturaleza le enseñó al
ser humano, la convivencia y por cierto que no sólo aprendió
prestamente, sino que la aprehendió y la va perfeccionando. La
convivencia horada al antagonismo con la misma persistencia y
tenacidad con que la gota lo hace con la roca.
Para abundar, creo oportuno agregar una referencia a la
cuestión de las razas, un tema prácticamente fuera del análisis
[Roberto A. Capriotti] 82

científico en la actualidad, pero que persiste en el vocabulario


cotidiano20:
En antropología física o antropología clásica, raza se ha empleado
históricamente en la diferenciación de los seres humanos por sus
características físicas. Sin embargo, a partir de los años 1950 y 1960 el
término ha ido cayendo en desuso con el advenimiento de la genética
humana y de las nuevas corrientes antropológicas. Es actual en el
contexto del debate acerca de la existencia o no de las razas en el Homo
sapiens y el término raza es aún usado en el uso popular o coloquial y cada
vez más desaconsejado en el lenguaje científico. En su lugar, se prefiere
el uso de los términos etnia o población. Tal y como comentó la
antropóloga estadounidense Ruth Benedict: “En la historia mundial, quienes
han contribuido a la construcción de una misma cultura no son necesariamente de una
sola raza y no todos de una misma raza han participado de una cultura. En el
lenguaje científico, la cultura no es una función de la raza”.

2.5. El Ser Humano: unidad psicosomática.


Las diferencias entre los seres humanos son visibles pero
accidentales, eventuales, no permanentes y por lo tanto,
superables. Las diferencias del ayer fueron válidas para ese pasado.
Las diferencias de hoy tienen valor para este presente y en el
futuro las diferencias serán más pequeñas o nulas. Las barreras se
irán derrumbando, progresivamente, por la interrelación en un
auténtico fenómeno de difusión cultural, por la transculturación,
por la enculturación y por la inexorable evolución humana. Siempre
usando el término evolución para involucrar a la suma del cambio en lo
somático y en lo psíquico. Este fenómeno, que muchos desean
vertiginoso y entre ellos me cuento, no fue, no es y no habrá de ser
una explosión instantánea e incruenta, en el aquí y en el ahora. El
20 Wikipedia: Razas humanas, consultado el 11 de noviembre de 2010, en www.wikipedia.org
83 [La Política. Lo que debe ser.]

Ser Humano ha tenido y tiene como su cauce normal a la evolución


que es gradual, pero felizmente irreversible y repito, inexorable.
Puede apelar a la revolución cuando las circunstancias se lo imponen,
pero una vez superado el obstáculo su paso vuelve al ritmo
cansino de la evolución. La unidad psicosomática que es el Ser
Humano, el individuo, presenta diferencias o grados en su proceso
de asimilación cultural. Las diferencias del ayer fueron válidas para
ese pasado. Las diferencias de hoy tienen valor para este presente y
en el futuro las diferencias serán más pequeñas o nulas. La
nivelación cultural se acelera, por fortuna, y se asemeja a la de la
nivelación de los líquidos en los vasos comunicantes.
Ya leímos que la selección natural no tiene objetivos, como
dicen los especialistas, como lo transcribiera en párrafos anteriores,
pero con el transcurso del tiempo modifica las especies y permite
su evolución positiva y si nos referimos al Ser Humano en especial,
caso en el que juega de manera muy importante el componente de
la evolución mental, dicha evolución general, además de gradual e
indefectible, es ascendente. En el Ser Humano, unidad
psicosomática, el componente psíquico es el que aporta la mayor
cuota en el proceso evolutivo. Sobre la herencia animal en
homeostasis que lleva en su ser, edifica el mundo de su
pensamiento, que se traduce en instituciones. Para ser más amplio,
puedo decir que ese mundo intelectual se manifiesta como la
Cultura y eleva al Ser Humano a un rango de eficacia y de
hegemonía superlativa con relación al animal y a la planta. El
Hombre ya insinúa su gobierno de la biosfera, como queriendo
escapar y por cierto que escapa, a las reglas de la selección natural y
además hace avanzar a las plantas y a los animales que le resultan
ventajosos en detrimento de las especies que sólo evolucionan en
su medio. El Ser Humano escapa de la selección natural y de manera
vertiginosa, para entrar en la selección social. La sociedad es ahora su
medio.
[Roberto A. Capriotti] 84

La evolución humana se acelera, es ascendente y eficaz. Tal vez


ha llegado el momento, frente a las características de dicha
evolución, de hablar de otro reino biológico, el reino hominal.
¡Quede la inquietud en manos de los entendidos! Puede que mi
afirmación sobre la eficacia de la evolución humana pueda parecer
demasiado determinista en un universo donde los cataclismos
naturales existen y quién nos asegura que, así como desaparecieron
los dinosaurios hace sesenta millones de años, no podría también
aparecer una causa de extinción de la especie humana. Eso es otro
cantar. De lo que estoy seguro es que la causa de una posible
extinción no provendrá de los propios seres humanos como
amenazan los agoreros del nivel planetario. Con nuestra especie
vivita y coleando, el camino de su evolución no es un camino de
doble mano: sólo tiene la huella de subida.
Si graficáramos la evolución de la especie humana, debiéramos
hacerlo mediante una curva ascendente. Con una tendencia cada
vez más manifiestamente ascendente ya que la evolución humana
se potencia a sí misma. Si, además, creemos en la disparidad del
tranco evolutivo entre las unidades de desenvolvimiento, que son
numerosísimas, tendremos que utilizar también numerosísimas
curvas, todas ascendentes y definidas. Todo un amplio espectro de
curvas que van desde el europeo a los aborígenes australianos y
amazónicos. Cada curva con un ritmo de ascenso distinto, pero
todas ellas con tendencia convergente, para poder representar
debidamente la posibilidad del punto de encuentro en el futuro.
Digo, aunque parezca una paradoja, que los aborígenes
mencionados, por la presión cultural externa, en algún momento
igualarán al europeo. Menciono a los europeos porque en su
momento fueron la cúspide de la acción racista y discriminatoria
pero hoy día van marcando rumbos en la acción
contemporizadora, ya que siguen manteniendo su papel de
avanzada en la evolución humana. En un gráfico bien
representativo, esas curvas arrancan en el período originario, la del
85 [La Política. Lo que debe ser.]

Subhombre, en el punto del inicio de la divergencia con otras de las


especies afines, pasan luego por el período Hombre, para llegar al
período del Superhombre, un período futuro.
En un párrafo anterior dejé constancia de lo que sigue: ese
proceso de una mayor magnitud cuantitativa y cualitativa da por
resultado la sucesión de las etapas de las comunidades humanas,
siempre en referencia a la única especie subsistente, el Homo Sapiens
Sapiens. Etapas que se pueden ubicar temporalmente y denominar
de la siguiente forma: para el pasado, la etapa de la horda o banda y la
etapa del clan; para el presente, la etapa de la tribu y la etapa de la nación,
la última mencionada es la más moderna y está en proceso de
consolidación y le sucederán: la etapa de la región, con los bloques
regionales y la etapa continental, con los bloques continentales.
Luego de todo esto sobrevendrá la etapa universal, sin fronteras
dentro de los confines del planeta Tierra y aún más, superando los
límites del propio planeta. Aceptado lo anterior pienso que es
necesario que complete mi exposición con un cuadro en la que
incluya períodos que demuestren la evolución psicosomática del
Homo Sapiens Sapiens y efectúe una correlación entre los períodos y
las etapas aludidos:
Períodos de la evolución humana Etapas de la convivencia humana

1. Etapa de la horda o banda


Subhombre
2. Etapa del clan
1. Etapa de la tribu

Hombre 2. Etapa de la nación


3. Etapa de la región
1.Etapa continental
Superhombre
2.Etapa universal

Cuadro de correlación entre períodos de la evolución y etapas de la convivencia


[Roberto A. Capriotti] 86

Admitiría sin inconvenientes la sugerencia de que los tres


períodos evolutivos que menciono: Subhombre, Hombre, Superhombre,
no fueran simplemente tres sino más numerosos y detallados. Igual
quedaría intacta la forma del concepto que pretendo desarrollar y
no variaría lo que me interesa recalcar: que habrá en el futuro
períodos y etapas superadoras de la condición actual. No creo que
haya un período y una etapa, últimos y definitivos y menos aún,
que los actuales lo sean. Existen variados intentos de periodización
en el estudio del desenvolvimiento de la especie humana, pero no
me satisfacen porque insinúan que lo actual es el escalón
definitivo. Sostengo que la especie recién ha ingresado en el
período Hombre, uno más entre los que fueron y los que serán.

2.6. El Ser Humano: la Cultura.


Cada una de las unidades de desenvolvimiento del Ser Humano es un
elemento diferenciado que vale por sí. Lo repito para retomar la
idea expuesta algunos párrafos atrás. Cada unidad tuvo o tiene sus
propias características y constituyó y constituye por lo tanto una
unidad de cultura. Al vocablo unidad le estoy otorgando el
significado de ente, entidad, pero asociado a su vez con
particularidad, singularidad, unicidad.
Si aceptamos que la Cultura es la acumulación de atributos y productos
humanos que adquieren personalidad más allá del ente corpóreo propiamente
dicho y que se transmiten, no bajo la forma genética, sino por signos y símbolos,
podemos ver que esos atributos y productos tienen para cada
unidad de cultura sus propios rasgos, su propia personalidad. En esto
reside la clave de la personalidad de cada una de las unidades de
desenvolvimiento; cada una de ellas simboliza una entidad cultural
diferenciada, cada una de ellas es una unidad de cultura. Esas
diferencias son fundamentales, hoy día, en comparación con las
pequeñas distinciones físicas, las étnicas, muy atemperadas por
87 [La Política. Lo que debe ser.]

cierto. Porque así lo interpreto, es que hablé anteriormente de la


prioridad en importancia de las unidades de desenvolvimiento por sobre
los sectores de desenvolvimiento. Estos últimos son los equivalentes a
razas o estirpes y como lo dijera en algunos párrafos más atrás,
tienen una significación secundaria y esa importancia se relativiza
aún más en el estudio histórico. Las diferenciaciones raciales
comenzaron a perder importancia en las postrimerías de la
instancia tribal. Las cada vez más débiles expresiones remanentes,
no son más que resabios de la condición tribal. Esto es así a pesar
de que todavía existen apelaciones a las cuestiones raciales, porque
el período Hombre es muy reciente y se encuentra en un grado de
desenvolvimiento y esto se extiende al concepto Nación, muy
cercano a la instancia anterior y entonces algunas comunidades,
demasiadas para mi deseo, conservan características tribales que
para su mal, aún perduran. El racismo es un arrastre pernicioso de
la condición tribal y ello lo digo sin entrar a considerar una faceta
mucho más vituperable, el manipuleo espurio del concepto,
manejado e incentivado por razones políticas o por razones de
menor rango.

2.7. El Hombre: comportamientos culturales universales.


Sin embargo, a pesar de tantas singularidades, a despecho de
tantas unidades de desenvolvimiento, por encima o por debajo de las
unidades de cultura, el análisis minucioso demuestra la existencia de
comportamientos culturales del ser humano que son universales,
más allá de la difusión cultural, que se da en muchos casos pero no
siempre. La abstracción intelectual, el agudo análisis científico,
permite descubrir tales similitudes de vigencia universal. Los
comportamientos humanos universales son, para este humilde
expositor, la materia más suculenta de una de las principales
ciencias políticas, la Sociología.
[Roberto A. Capriotti] 88

¡Cómo no habrían de existir esas universalidades, si en


definitiva se trata del comportamiento de integrantes de una misma
especie! El embrión del universalismo está en proceso de
crecimiento en el seno del ser humano, como una criatura excelsa,
pero todavía estamos lejos del alumbramiento.
Esos datos universales permiten analizar a la especie humana en
su desenvolvimiento evolutivo en general. Dije anteriormente que
el ser humano ha ingresado recientemente, en términos del tiempo
antropológico, en el período Hombre. Tan moderna es esta
situación que bien pueden quedar muchas de sus características,
como ciertamente definidas y claramente manifiestas en la etapa
histórica; es decir que se ven, se pueden distinguir en los
momentos en que ya es posible hacer Historia, porque existen datos
y elementos que permiten hacer el estudio histórico. Se me podrá
decir que lo descubro al Hombre porque encuentro los datos y por
mi parte contesto que, dichos datos existen porque el Ser Humano
empieza a ser el Hombre, es decir que alcanzó un grado de
evolución psicosomática que le permite dejar constancias
verificables de su desenvolvimiento en cantidades y calidades que
nos permiten hacer Historia. Su desenvolvimiento cultural deja
rastros más amplios que los que ilustran los períodos anteriores.
Lo anterior a esto es lo que acostumbramos llamar, la Prehistoria.
En ese pretérito el Ser Humano no había alcanzado su condición de
Hombre y por ello no poseía capacidades como para dejarnos
ciertos y característicos datos como para tener en detalle la noción
de su desenvolvimiento.
Conviene que aclare, aunque parezca una perogrullada la
aclaración, que entre períodos y entre etapas no existen límites
concretos, bien definidos. Como corresponde a todo fenómeno
evolutivo, las características van apareciendo gradual y
difusamente, como las figuras en la alborada, en períodos muy
largos si se los mide por el tiempo de una vida humana o de una
89 [La Política. Lo que debe ser.]

generación. A mi entender todavía falta un largo lapso


antropológico para que las manifestaciones culturales que adjudico
al período Hombre posean grados de desarrollo mediano y con
mayor razón, grados de desarrollo óptimo.
Para distinguir los períodos de evolución y las etapas de la
convivencia de la especie humana, me valgo de algunos de sus
comportamientos culturales de carácter universal. Al ser humano
hecho Hombre lo localizo por tres de esas manifestaciones
culturales que tienen las formas de comportamientos universales.
Apunto a esas tres porque las considero altamente válidas para
señalar a este período o estadio de la evolución humana. ¿Por qué
son ellas las más válidas? Primero porque tienen universalidad,
aunque parezca una redundancia y segundo, porque son
manifestaciones culturales de primera magnitud de la existencia
humana y así lo demuestra el hecho de que son las principales
preocupaciones de los estudiosos de las cuestiones humanas.
Uno de esos fenómenos culturales es la forma adquirida por la
ideación o la elaboración mental de un orden o universo sobrenatural; otro es
la forma adquirida por la relación entre congéneres en el seno de la comunidad
y el tercero, es el modo que adquiere el método para subvenir a la
subsistencia del ser humano o, para ser más preciso, tiene que ver con los
medios utilizados para abastecer el sustento de la vida humana. Para usar
una terminología corriente y sintética, digo: lo uno tiene que ver
con la religión, lo otro con la convivencia y lo último, con los medios de
producción. El orden de enunciación de los tres fenómenos
culturales no significa un orden de prioridades. El lector podrá
colocarlos en el orden que más le plazca. El período Hombre de la
evolución humana está definido, en sus trazos más gruesos por las
formas, por las características que han adquirido esas tres
manifestaciones culturales en el tiempo antropológico presente.
Dichos tres fenómenos culturales, en el presente interregno, tienen
las siguientes características:
[Roberto A. Capriotti] 90

a) Para el caso de la Religión: el monoteísmo con rasgos de


antropocentrismo.
b) Para el caso del régimen de Convivencia: el nacionalismo
con rasgos constitucionalistas y democráticos.
c) Para el caso de los Métodos de Producción: el industrialismo
con rasgos técnicos/científicos.
En el estudio retrospectivo del desenvolvimiento humano, en
cuanto aparecen las manifestaciones culturales con las formas
antes descriptas, aunque sean esporádicas y rudimentarias, se está
diluyendo del período del Subhombre y comienza a salir de la
crisálida el período del Hombre. Esto me permite decir que el
período Hombre es muy reciente, reitero, en el tiempo
antropológico. Tan cercana está dicha época, que podemos
imaginarnos a las primeras manifestaciones de la instancia Hombre
andando entre los escombros de muchas ruinas que visitamos
actualmente en nuestros viajes de turismo y además, los podemos
descubrir, también, a través de otros numerosos testimonios que
ya están en los archivos y museos. Este lapso es muy exiguo, un
muy pequeño porcentaje de la existencia del Homo Sapiens Sapiens,
desde su origen en su África natal si tomamos una de las tantas
apreciaciones científicas existentes de que esta especie tiene una
antigüedad de entre cien mil y ciento cincuenta mil años. Es muy
corto el período que estamos recorriendo con nuestra característica
de Hombre. Desde tres mil años atrás, cuatro mil exagerando,
comenzamos a manifestar difusamente las primeras señales de la
condición Hombre y hoy, si bien están avanzadas, todavía están en
su primera fase. Ya no estamos en pañales en esta condición pero
recién nos calzamos los pantalones cortos.
91 [La Política. Lo que debe ser.]

2.7.1. El Hombre: la Religión.


Analicemos, después del anterior y esquemático acercamiento al
tema, un poco más detenidamente, cada una de las tres
manifestaciones culturales descriptas. La Religión es una especial
elaboración mental del ser humano. Una verdadera ley suprema y
substancial, elaborada y adaptada por la especie humana, en el
curso de su evolución y de acuerdo con sus necesidades. En ella se
define y se legisla todo lo atinente a un orden sobrenatural, a la
existencia de las divinidades o de la divinidad y a la relación de
éstas o ésta con las cosas de la naturaleza, el Ser Humano incluido.
El temor, la esperanza, el misterio y la necesidad de explicar lo
hasta ahora inexplicable han sido y son los catalizadores que
incentivaron e incentivan a la imaginación humana para la creación
de un universo sobrenatural. Esa idea de un orden sobrenatural o un
universo sobrenatural está asociada desde la primera instancia con la
actividad psíquica del animal pensante o del animal inteligente. Las
elucubraciones del comienzo, lejos de la capacidad de las mentes
actuales, tenían formas grotescas: fetichismo, superstición y
muchas otras variantes de dichas primitivas figuras de creencias,
eran los productos de una actividad psíquica incipiente. Así
empezaron las cosas, para desarrollarse gradualmente, en paralelo
con el desarrollo mental, hasta llegar a las estupendas
construcciones intelectuales de las que hoy llamamos religiones
superiores. Estas últimas contienen además y como aderezo, una
variopinta cantidad de ideas morales y sociales que merecen una
mención aparte. A las ideas morales y a las sociales, para esta referencia,
les otorgo el mismo rango porque su finalidad es la misma: el beneficio, en pro
de la especie humana. Ellas derivan, como postulados de alta complejidad, de
la necesidad primigenia o prioritaria, implícita en la naturaleza humana y en
la de los demás seres vivientes, de hacer lo bueno, de hacer lo mejor, para
sobrevivir, mejorar y perpetuar la especie. Perpetuar la especie, este
principio moral originario es sublime y fundamental y es el
fermento de las actuales ideas morales y sociales. Tan sublime es
[Roberto A. Capriotti] 92

ese impulso que hoy los filósofos y los poetas, los poetas y los
filósofos, hablan de él bajo la manera eufemística de la apetencia por
la felicidad, el ideal de la perdurabilidad o el poder creador. Un código tan
importante como la Religión no podía quedar ajeno a tales
aditamentos. Pero no dejan de ser aditamentos. Existen razones de
afinidad para que las religiones estén matizadas con referencias
morales y sociales. Desde las formas primitivas de los ritos y las
representaciones de las divinidades a las que hiciera referencia;
desde el politeísmo al monoteísmo con rasgos de
antropocentrismo; desde aquella alborada hasta este mediodía, en
donde es manifiesto el antropocentrismo de importantes religiones
porque el Ser Humano se ha convertido, por propia iniciativa, en
un privilegiado de la consideración divina, hasta el punto de llegar
al antropomorfismo divino: el dios hecho hombre. Desde aquel entonces
hasta este aquí, se ha recorrido un largo, pedregoso, sinuoso, pero
ascendente camino a cuyos lados yacen los despojos de todo
aquello que la mente humana ha desechado, ídolos y fetiches,
porque encontró explicaciones más accesibles y concretas. A
medida que el conocimiento por parte del Ser Humano se hace
más extenso e intenso porque se usa a la ciencia y a la capacidad
reflexiva en general, como un faro poderoso que alumbra el
camino, más se comprime, se achica, se circunscribe la necesidad
de la presencia de la divinidad, como si las sombras y las tinieblas
fueran cada vez menos intensas. El enigma del origen de la vida y la
incógnita de la formación y de la dimensión del universo, se presentan como los
últimos bastiones que aún resisten el avance inclaudicable del conocimiento
humano. Por ello, ya la mayoría de los seres humanos necesita de
una sola divinidad y de dimensión mayúscula porque pocos son,
pero muy importantes, los interrogantes que todavía le quedan sin
respuesta concreta. Cuando el Ser Humano haya creado la vida
como ahora crea los productos sintéticos, tal como lo preanuncia
con sus estupendos avances en materia de conocimientos en
biología y específicamente en biogenética; cuando haya explicado
93 [La Política. Lo que debe ser.]

científicamente cómo surgió el cosmos, así como se lo insinúa con


teorías como la del Big-Bang, en ese instante tendrá la plena
conciencia que no necesita echar mano a un poder superior para
atribuirle la responsabilidad por esas cuestiones. Para ese entonces no
sentirá la necesidad imperiosa, que ahora siente, de marchar acompañado por
esos terrenos misteriosos con el acompañamiento de una divinidad. El
misterio ya no existirá. Cuando el Hombre pise esos umbrales estará
entrando en la etapa del Superhombre y ya no tendrá necesidad de la
presencia de una divinidad, para que lo acompañe o le preste ayuda
frente a sus desventuras o para atribuirle todo aquello para lo que
su racionalidad aún no ha encontrado explicación. El monoteísmo
con rasgos antropocéntricos nos indica que el Ser Humano se ha
elevado en su autoestima y destina para sí un papel preponderante
en la relación con la divinidad, hasta el punto de que hace adoptar
a ésta la forma humana o bien le hace utilizar a uno de nuestros
congéneres como representante, para materializar determinados
fines que se interpretan fundamentales. Una Religión con estas
características es una expresión cultural propia y auténtica de la
etapa Hombre de la especie humana. Insisto, una religión es la
resultante de una justificada y primordial necesidad de la
humanidad, en la frontera de lo general y en el límite de lo más
elevado y debo reconocer que me quedo extasiado ante la
imponente majestuosidad de la arquitectura ideológica y literaria de
muchas religiones y ello me afirma en el convencimiento de que la
imaginación del Ser Humano no reconoce límites en su gestión
creadora. Maravillosos son muchos mitos y muchas religiones, que
un día creara; maravillosos son sus razonamientos filosóficos;
maravillosas son sus facturas artísticas y maravillosos sus
descubrimientos y teorías científicas. Todas esas maravillas tienen,
por lo menos en su instancia inicial, el sello inconfundible del acto
imaginativo del Ser Humano. Algunos, menos optimistas que yo,
han dicho que el Ser Humano ha estado sometido a tres grandes
dictaduras y en ciertos casos y algunos lugares todavía lo está. La
[Roberto A. Capriotti] 94

dictadura de la divinidad, la dictadura del más fuerte y la dictadura


de la naturaleza. Miradas así las cosas, la evolución humana es en
gran parte una dura y constante lucha para liberarse o hacer menos
intensas esas dictaduras. Creo que la especie humana, a esta altura de su
evolución, es artífice de su propio destino. Aclaro que soy muy respetuoso
de las religiones porque son una creación del Ser Humano. Ellas
son un producto cultural que surge por la existencia de ciertos e
importantes interrogantes a los que muchos no han encontrado
respuesta. Mi respeto no se hace extensivo a los sistemas
burocráticos que surgen y prestan servicio como consecuencia de
la existencia de las religiones porque, como indefectiblemente
ocurre en otros niveles, las burocracias, necesarias en principio, se
sistematizan, se convierten en sectores corporativos que más que a
la causa sirven a sus propios intereses o por lo menos los colocan
en el primer lugar de sus preocupaciones. Esto vale para todo lo
que sea burocracia, ya se vista de paisano, de uniforme o con
ropaje talar.

2.7.2. El Hombre: la Convivencia.


He pasado revista en forma somera, en los párrafos
antecedentes, a la cuestión de la Religión, al mundo sobrenatural que el
ser humano se ha creado. Pasemos ahora al tema de la relación
entre congéneres. Hablemos un poco de las características que ha
tenido, tiene y tendrá la convivencia entre los seres humanos. Otro
fruto encomiable del desarrollo de la capacidad pensante del ser
humano es la conciencia de su, cada vez mayor, independencia del
mundo exterior y también de los condicionamientos que aún le
impone esa exterioridad. Esa gradual, pero mayor independencia,
le hace aflorar la noción de que gradualmente va adquiriendo
mayor libertad. En este punto de su desarrollo, el ser humano tiene
conciencia de que la libertad es uno de sus grandes y
95 [La Política. Lo que debe ser.]

fundamentales atributos. También ese progreso de la capacidad


pensante le hace posible descubrir la creciente, cada día más
ampliada, necesidad de relación, de asociación con sus congéneres
en un ámbito de respeto y consideración hacia los mismos. Existe
entre los seres humanos el ánimo o espíritu de asociación, la que
toma diversas formas: algunas como convenciones no escritas,
informales pero con mucho peso específico y muchas otras
englobadas en el terreno de la formalidad. Hernán Zucchi señala:
Mediante pactos y contratos, el Hombre funda la Sociedad, el Estado y
las instituciones que lo integran de manera que la apelación a convenios y
acuerdos constituye el resorte para crear de manera artificial una vida
exclusivamente humana.21

Al ánimo o espíritu de sociedad, que no toma la forma concreta


del convenio formalizado, lo denominamos con un hermoso
vocablo: Solidaridad. ¿Es la Solidaridad un acuerdo espontáneo o un
producto de la necesidad? Esto último es lo que creo. A medida
que el ser humano evoluciona, se ensancha el radio de contacto
necesario con sus semejantes. La empresa común de la
supervivencia es cada vez más compleja y eso hace surgir la
necesidad del contacto con un mayor número de semejantes y la
necesidad trae la obligación y de ese juego de necesidad y
obligación surge la Solidaridad.
Los seres humanos son gradualmente más solidarios, de manera
extensiva e intensiva, pero esa extensión y esa intensidad tienen un
límite más amplio que el que tuvo en el pasado y mucho menor
que el que tendrá en el futuro. Las apetencias y las necesidades del
ser humano se han hecho más vastas y su satisfacción obliga a una
mayor relación entre pares. Las primitivas y simples asociaciones
de reproducción y subsistencia han sido superadas, se

21 Zucchi, Hernán (1967): Qué es la antropología Humana, Buenos Aires: Editorial Columba, p. 45.
[Roberto A. Capriotti] 96

transformaron paulatinamente, en otras formas de asociación de


mayor amplitud y complejidad y la que hoy domina, la forma
actual de asociación entre congéneres, no es la última ni la
definitiva. Hay una superior extensión, en el presente, en la
conciencia de la paridad entre los integrantes de la especie, en una
relación directamente proporcional al crecimiento de la Solidaridad.
Es ésta la que posibilita la idea de la paridad y, al crecer, hace más
extenso e intenso el campo de esa paridad. El sentido de afinidad y
obligación hacia el similar en su gradual y ascendente camino, fue
dando lugar a las distintas formas de asociación comunitaria por la
que ha transitado la especie; en el principio, la modalidad fue la
horda y de la horda se pasó al clan y luego a la tribu y ahora recala en
la nación. Esas son, para las distintas etapas de la evolución, las
unidades de desenvolvimiento en que se desarrolló y se desarrolla el ser
humano. La verticalidad existente en la relación entre los
componentes de la unidad tribal, ha sido reemplazada por la
horizontalidad en la relación entre congéneres en la unidad nación.
La verticalidad hace suponer la subordinación y la horizontalidad
hace pensar en el consenso. La nación, este hecho cultural presente,
de mayor amplitud comparado con las manifestaciones de igual
índole en el pasado, parecerá muy acotado en el mañana cuando el
ser humano alcance el estadio de la universalidad. Para alcanzar esta
última característica hay que transitar un largo camino. La instancia
de la nación recién está en sus comienzos, a pesar de que algunos
falsos datos, espejismos o sofismas nos lleven a otras
interpretaciones.
La instancia de la asociación del ser humano que es la nación, el
nacionalismo que la mente humana concibe y tiene en desarrollo,
como sucedáneo del tribalismo, es un producto cultural genuino y
típico de la etapa Hombre; es una de sus expresiones culturales
definitorias y características. Por ello me atrevo a afirmar que toda
pretensión de universalismo en este presente humano es una
profecía o una circunstancia discutible, no auténtica. Al
97 [La Política. Lo que debe ser.]

nacionalismo le sucederá el universalismo y ello contribuirá a


demostrarnos que hemos llegado a la etapa del Superhombre, pero
esto se inscribe en la órbita del porvenir. El nacionalismo, la
nacionalidad, la nación es la forma de asociación humana propia de
la etapa Hombre. El nacionalismo está ligado con el Contrato o Pacto
Social y de éste derivan las características constitucionalistas y
democráticas. La interrelación entre los seres humanos no está
manipulada por un congénere o un grupo de ellos de manera
personal; ahora la administración de la interrelación está
administrada por un ente, el Estado Nacional. La reflexión, esa
aptitud mental que le permite al ser humano tener conciencia de su
independencia del entorno, incluidos sus congéneres, otorga
dimensión, hace palpable a ese atributo que llamamos libertad. Ese
atributo está en un juego de vaivén, reciprocidad, proporcionalidad
directa con lo que llamamos Solidaridad. Soy más solidario porque soy
más libre.
Ese juego entre libertad y solidaridad arroja un resultado que es
el Contrato Social o el Pacto Social. Esta manifestación cultural
consiste en un código ético en el que se protegen mis derechos y
mi espacio y por lógica consecuencia me hace respetuoso de los
del prójimo. ¿Que son muchas las excepciones? Puedo responder
que el ser humano está en el inicio del sendero de su condición
Hombre y por lo tanto presenta muchas imperfecciones, pero ello
no descarta el perfeccionamiento de sus formas culturales. Ese
código ético, un verdadero contrato social, es un producto
virtuoso y espontáneo del armónico juego entre libertad y
solidaridad. El espíritu de sociedad, nacido al calor de la libertad y
de la solidaridad, dicta aquel contrato social como un cúmulo de
normas, expresas o sobreentendidas, que regulan la convivencia
entre los componentes de una determinada comunidad humana,
una nación. El individuo de la especie humana se ha transformado en persona.
[Roberto A. Capriotti] 98

Antes de seguir, quiero hacer una corta reflexión, al margen


pero no tanto: la libertad no es anarquía, ni es nihilismo avasallante
y no es egocentrismo. La libertad es la capacidad que se tiene, que
tiene el ser humano, para decidir y actuar. Actuar después del acto
reflexivo y no como una consecuencia del estímulo externo.
Libertad es también la limitación que nos imponemos, que se
impone el ser humano, para adecuarse, para adaptarse, para tolerar
la libertad del vecino. La libertad no es libertinaje. Se le atribuye a
Cicerón la presente expresión: seamos siervos de la ley con el fin de poder
ser libres. Cuanto más libre soy, mejor comprendo los alcances de
mi libertad y la de mis congéneres y restrinjo, acoto, la dimensión
de mi libertad, en un gesto altruista y no de subordinación, para
que mi par pueda ejercer la suya, porque en definitiva sé o intuyo
que la cuestión resulta en beneficio del conjunto y recíprocamente
en favor de mi individualidad. Este es un correcto juego entre
pares y la noción de paridad es la protagonista fundamental en este
escenario. Si así no se evidencia a menudo es porque falta
evolución; porque el trecho recorrido, todavía, no es el suficiente.
En la etapa del porvenir, la del Superhombre el ser humano será
grandiosamente libre y eminentemente solidario.
La solidaridad del Hombre se extiende, alcanza en el presente,
para dar lugar a una comunidad, a una unidad de desenvolvimiento, que
tiene la dimensión de la Nación, pero no va mucho más allá y el
Contrato Social se materializa, a lo sumo, como regla de convivencia
entre connacionales; tampoco en este caso va más lejos. El Estado
Nacional todavía responde, en muchísimos casos, a los sectores
preponderantes y esto nos demuestra que la Nación está en una de
sus instancias primitivas y la Democracia se muestra aún en sus
formas rudimentarias. Pedirle más al Hombre es una empresa difícil,
casi utópica por ahora, puesto que en esto como en muchas otras
cuestiones que le atañen, debemos esperar que la evolución, con su
rítmico paso, nos lleve a instancias mejores. Si somos conscientes
de ello, todo lo que se haga para optimizar dicho grado de adelanto
99 [La Política. Lo que debe ser.]

o perfeccionamiento será obra cumbre. En esto se vislumbra el rol


capital que juegan los dirigentes políticos. Quienes entre ellos no estén
a la altura de tan colosal responsabilidad serán los gatos usurpando
el rol de los tigres. Por fortuna, la evolución humana se potencia a
sí misma y avanza en progresión geométrica.

2.7.3. El Hombre: el industrialismo con rasgos técnicos/científicos


Ingresemos ahora en el tratamiento de esa tercera cuestión que
considero también fundamental, para una apropiada evaluación del
desenvolvimiento del Ser Humano en su larga trayectoria desde la
primitiva condición de Subhombre hasta la actualidad. Para cubrir
sus necesidades de subsistencia, de preservación y de
supervivencia, la especie arrancó con las formas propias de un
típico integrante del reino animal, tomando y usando lo que la
naturaleza le ofrecía, para alcanzar en el día de hoy las maneras de
satisfacer sus apetencias y necesidades físicas y psíquicas con
métodos que he denominado el industrialismo con rasgos
técnicos/científicos. El ser humano en algún momento de su evolución
comienza a introducir alguna modificación en su entorno y a las cosas de ese
entorno para hacerlas más aprovechables. Cuando eso ocurre es porque ha
dejado atrás la forma del aprovechamiento espontáneo de la naturaleza. Así se
origina el industrialismo. Esas primitivas y rudimentarias
modificaciones son las primeras manifestaciones industriales.
Dichas actividades estaban alimentadas por la imitación y por los
descubrimientos accidentales. La accidentalidad abasteció por un
largo tiempo la vocación fabril de la especie humana. En un lapso,
no muy lejano para nosotros, cuando ya dispuso de un cúmulo de
conocimientos, datos y experiencias, como para conformar lo que
llamamos Técnica y Ciencia, hace lugar a la combinación de ello y sus
condiciones fabriles y remata, por ahora, en el industrialismo con
rasgos técnicos/científicos. Imita, transforma, crea elementos y
[Roberto A. Capriotti] 100

productos, modifica su medio no ya accidentalmente sino a través


del estudio y el análisis deliberado y reglamentado. Aún sus
creaciones artísticas caen dentro del industrialismo y también en
ellas usa los medios técnicos/científicos. La contemporaneidad de esta
expresión cultural con las dos que desarrollara anteriormente,
sobre religión y convivencia, me lleva a confirmar que éste también
es un dato distintivo de la condición de Hombre, que en términos
generalizados ha alcanzado el Ser Humano.

2.8. El Hombre: corolario.


Para muchos, esta cuestión del comienzo de un eficaz uso de las
manos ha sido el verdadero motor de la evolución del cerebro de
la especie humana. Puede que así sea. Ello no disminuye el mérito,
ni envilece la portentosa modificación de dicha parte orgánica.
Fueron los miembros anteriores que quedaron en libertad los que
impusieron la colosal dimensión física y síquica del cerebro
humano, se preguntan y se contestan afirmativamente. Es
estupendo pensar que el Ser Humano le debe tanto al trabajo.
Imagino al Superhombre no ya modificando el medio sino creando
un medio propio, superlativo, independiente, sin necesidad de
perjudicar a la naturaleza, controlándola y aprovechándola sin
destruirla, pero desenvolviéndose en su propio medio, libre de las
asechanzas del entorno natural.
El Ser Humano es muy joven en su condición de Hombre; diría
que es un párvulo. Por ello no me asustan sus deficiencias, los
resabios ancestrales y por el otro lado me entusiasma la
vertiginosidad de su progreso. Me duelen los faltantes, pero me
entusiasman las muchas maravillas que puede depararnos en su
irreversible camino hacia formas culturales más elevadas y
perfectas. Las etapas de la evolución humana no se pueden
suprimir o eludir: a lo sumo, acelerar. La especie humana misma
101 [La Política. Lo que debe ser.]

acelera, vertiginosamente, dicha evolución. El Ser Humano avanza


en progresión geométrica con relación a los otros seres animados y
en relación aritmética en términos absolutos. La razón de ello
estriba en la fructífera utilización que hace de su capacidad para
pensar. La Evolución es una condición natural del ser humano y la
Revolución, con todo lo valioso que contiene, sólo puede ser una
instancia transitoria. Cuando la Revolución permite al ser humano
superar los obstáculos que impiden su necesaria evolución, como
las aguas desbordadas que superan el escollo, vuelve a su cauce y a
su paso natural y es allí donde se agota el ritmo revolucionario. La
Revolución es indefectiblemente transitoria pero sublime, porque
exige al hombre esfuerzos superlativos para interpretarla, aceptarla
y ejecutarla. Concretar una revolución, al Ser Humano le cuesta
sangre, sudor y lágrimas. Por ello puedo afirmar que no es un
recurso superfluo al que se puede echar mano o invocar con
ligereza. Sólo admito su invocación generalizada, exclusivamente,
de manera metafórica.

2.9. El Hombre: la realidad.


Tan redituable es el aprovechamiento por el Ser Humano de su
capacidad de pensar que su evolución está en proporción directa
con ella. La etapa Subhombre ha sido más breve que la condición
animal del predecesor y la del Hombre, el camino que nos falta
recorrer para llegar al Superhombre, será más corta, más exigua, en
tiempos antropológicos, que la precedente. A veces lo escucho, a
veces lo leo: que es un sacrilegio destruirle al Ser Humano la
creencia o la ilusión de un mundo del más allá, pletórico de
bondades, accesible de inmediato, si se cumplen una serie de duros
requisitos para gozarlos apenas transpuestos los umbrales de la
muerte individual. Me parece exagerado el precio que me fijan para
alcanzar ese mejor mundo en más allá. Considero mucho más
[Roberto A. Capriotti] 102

sacrílego crearle un sentimiento de culpa, hacerlo necesariamente


pesimista, como si cometiera un delito al vivir su Condición Humana.
No es bueno hacerle creer que es una dualidad de cuerpo y alma,
en la que su parte somática es el lado vulnerable. Tampoco es
positivo, asimilarlo a un ser intrínsecamente perverso, que sólo
merece vivir en penitencia para tener la posibilidad de acceder a un
hipotético mundo mejor. ¿Por qué habremos de ocultarle lo
trascendente de su condición y de su mutación? Desde que arrancó
como un burdo Subhombre, gobernado por las incitaciones de sus
necesidades vitales y la rigidez de la naturaleza, para llegar en el
presente a un grado interesante de libertad y con capacidad para
modificar su entorno casi a su antojo, ha transitado un largo
camino de progreso, que nos hace vislumbrar para el futuro etapas
realmente grandiosas. Lo hecho y lo por hacer, lo vivido y lo por
vivir son más que suficientes para servirle de acicate para superar
los obstáculos que entorpecen su trayectoria como especie o como
individuo. La Especie Humana es eterna porque en su evolución ha
superado la posibilidad de la extinción, al escapar de la órbita de la
Selección Natural para ingresar en la de la Selección Social. El fantasma
de la auto-destrucción, que a veces agitan frente a mis ojos, no es
más que eso: un fantasma.
¿Por qué no colocarlo a ese ser viviente ante la cruda realidad
con todos sus matices, los positivos y los negativos? Decirle que
hoy se escapa de los confines del planeta para explorar el universo,
que crea y descubre múltiples maravillas pero que todavía,
desgraciadamente se inclina a menudo hacia el despotismo, la
discriminación, el vicio, la guerra y el crimen. Decirle sin tapujos
que él en su alborada, era un animal apenas evolucionado, que
disputaba a muerte con su propio hijo la posesión de la hembra
que alumbrara a este último y que también era su madre y que a
esa hembra a su vez la había obtenido en una anterior reyerta con
su progenitor, pero que a pesar de tales antecedentes ha alcanzado
un desarrollo de su psiquis como para permitirle un grado
103 [La Política. Lo que debe ser.]

importante de solidaridad entre congéneres que da lugar a las


formas de convivencia actuales. Decirle que el remanente de
perversidad que ostenta, en ocasiones, es sólo la secuela atenuada
de aquel antepasado animal y que esta perversidad bien podría
reputarse, a esta altura de la evolución humana, como una cuestión
patológica. Decirle que por él pasa acelerar el proceso que lo
llevará a instancias superiores y que el método para avanzar es
combatir la acción retardatoria. Que este mundo difícil es el
magnífico desafío que el Ser Humano tiene que enfrentar para
modificarlo y ponerlo enteramente a su servicio y goce y que el
método para alcanzarlo es combatir esa acción que pone
obstáculos a su avance. Que la naturaleza dio origen a un ser que
ya ha dejado de ser su subordinado y llegará a horizontes sublimes
y que el método para avanzar es combatir esa acción retardatoria, a
menudo ejercida por sus propios congéneres. Que las
manifestaciones de la miseria y la abyección que en el presente
afecta a grandes sectores del género humano, es la llaga supurante
y constituyen diques eventuales que en un tiempo no muy lejano
serán rebasados por la corriente incontenible del progreso
humano. Que la resignación es un estado anímico propio de
instancias pretéritas, que ha sido suplantado por el afán de cambio
y superación.
Pero pongamos las cosas en su lugar. Estamos en la etapa del
Hombre y es lógico que respetemos y valoremos lo que son sus
principales manifestaciones culturales, como la mejor manera de
respetar la condición humana. Religión, nación, grados de su
industrialismo, son expresiones de la forma de vivir del Hombre y
valen como tales. Pero cuidémonos de colocar las consecuencias
por encima de las causas. El Ser Humano las ha creado y no a la
inversa. No le otorguemos a dichas expresiones culturales, la
forma de categorías ideales rígidas y subordinantes. Tengamos la
precaución de no colocarlas por encima del Ser Humano en
situación de agobio o de oprobio. Actitud de tal índole mutila la
[Roberto A. Capriotti] 104

Condición Humana y ese es el máximo delito susceptible de ser


cometido. Es un delito de lesa humanidad.
Nada hay por arriba del Ser Humano, ni aún sus propias y
geniales creaciones. Siempre sostengo que las creaciones del Ser
Humano en esta etapa Hombre no tienen sentido vertical, sino
horizontal. No las creó para que lo coaccionen, lo aprieten y lo
asfixien, las hizo para que le sirvan de andariveles, de carriles que
faciliten su andar. Sociedad, Nación, Estado, Religión, Propiedad y
muchos otros son fenómenos o hechos sociales, que no tienen
vida o entidad propia, como para que puedan ser escindidos del
verdadero y auténtico núcleo: el Individuo, la Persona, el Ser Humano.
105 [La Política. Lo que debe ser.]

3. La Nación.

Me detengo en la tercera de las estaciones del recorrido que me


he propuesto: la Nación. Ésta no es la etapa más importante del
desenvolvimiento del Ser Humano pero es la más avanzada al día
de hoy y creo que es ineludible una consideración bastante extensa.
En lugar de efectuar una simple parada, propongo que
acampemos, para discurrir un largo rato sobre los muchos y
diversos aspectos que involucra este concepto de la Nación.
En su trayectoria como ente viviente diferenciado, el animal
inteligente, el Ser Humano ha tenido períodos y etapas sobre los
que me he explayado anteriormente. En los períodos distingo las
características de su evolución pretérita, presente y futura en lo
somático y en lo psíquico y en las etapas me explayo sobre las
formas que adquirieron, adquieren y adquirirán sus unidades de
desenvolvimiento, a las que también podría denominar unidades de
convivencia. Cada unidad de desenvolvimiento del Ser Humano existente
en el planeta Tierra tuvo, tiene y tendrá sus propias características
culturales y en consecuencia cada una de ellas constituye una unidad
de cultura.
[Roberto A. Capriotti] 106

3.1. La Nación: el nacionalismo.


El Ser Humano es una entidad vital esencialmente gregaria, es
decir con inclinación natural a vivir en grupos y entonces el estudio
de su vida en comunidad resulta de fundamental importancia. El
principal atributo del Ser Humano es su sistemática e irreversible
capacidad de evolución psicosomática y en consecuencia las
formas que va adoptando en su régimen de convivencia con los
congéneres, se transforma en consonancia con su capacidad de
cambio. Esto nos asegura la supervivencia, siempre que no nos
pase lo de los dinosaurios, pero como estoy convencido que
llegaremos a la instancia extra-planetaria puede que en algún lugar
del Universo la especie superviva sin límites, a pesar de un
cataclismo ecológico en la Tierra. Estoy convencido que esa
capacidad de evolución en el régimen de convivencia entre
congéneres es un elemento de capital importancia para la
supervivencia de nuestra especie y también lo es para la de los
demás seres vivientes. La forma de organizar y coadyuvar al
mejoramiento de esa convivencia entre nos es el objeto de una
actividad humana de grande dimensión: la Política.
El nacionalismo es la forma más avanzada que adquiere la
convivencia humana en este estadio de la evolución humana. Lo
digo en mi análisis del Hombre, en aquellos párrafos en los que me
refiero a las características de tres de los comportamientos
universales del Ser Humano. Puntualmente cuando expongo sobre
el régimen de convivencia entre los seres humanos. En esa
instancia, párrafos más o párrafos menos, sostengo que el
nacionalismo con rasgos constitucionalistas y democráticos es la
forma que en buena dimensión adopta, en el hoy antropológico, la
convivencia entre los seres humanos. El nacionalismo es un
producto cultural generado por el Ser Humano y entendamos
correctamente el significado de la expresión producto cultural: que
en este caso distingue o señala la apariencia o manifestación de
107 [La Política. Lo que debe ser.]

uno de los tantos hechos tangibles e intangibles que aquél va


generando en el desenvolvimiento de su existencia. Esto es válido
si aceptamos que la cultura es la acumulación de atributos y
productos humanos que adquieren personalidad más allá de su
ente corpóreo propiamente dicho y que se transmiten no bajo la
forma genética, sino por signos y símbolos. Esa expresión cultural
del Ser Humano que denominamos el nacionalismo produce una
consecuencia: la Nación. Ella es un resultado y por lo tanto un
subproducto cultural humano. Dicho con énfasis como para que
su simpleza no oculte la magnitud de la definición. Aclaro: la
Nación es un ámbito o ente político determinado en donde
conviven o se desenvuelven los integrantes de una comunidad
humana, también determinada. Repito: el Ser Humano desde su
origen, desde los primitivos homínidos, ha convivido
necesariamente con sus congéneres, en grupos perfectamente
definidos, auténticas unidades de desenvolvimiento.

3.2. La Nación: instancias anteriores y posteriores a la unidad


de desenvolvimiento actual.
La unidad de desenvolvimiento del Ser Humano en la etapa Hombre
de su evolución adquiere primeramente la forma de la Tribu, luego
la de la Nación y le sobrevendrá la de la Región. Las Ciencias
especializadas nos demuestran que existieron instancias anteriores,
con otras formas de convivencia de menor complejidad que la
actual y que en el futuro en base al sostenido desarrollo
psicosomático del Ser Humano tendremos etapas acordes con sus
mayores grados de evolución. En el capítulo 2 menciono tres
períodos evolutivos: Subhombre, Hombre, Superhombre y
correlacionado con ello también hice mención de las diversas
etapas de su forma de convivencia: para el pasado (Subhombre), la
etapa de la horda o banda y la etapa del clan; para el presente
[Roberto A. Capriotti] 108

(Hombre), la etapa de la Tribu, la etapa de la Nación y caminamos


despaciosamente hacia la etapa de la Región. Le sucederán en el
período futuro (Superhombre) la etapa Continental y la etapa
Universal. Antes de ingresar en el enunciado de mis puntos de
vista sobre la forma de convivencia que denominamos la Nación
habré de exponer de manera sucinta sobre las formas de
convivencia que le precedieron.

3.2.1. La etapa de la Horda o Banda.


La Horda constituye la primera forma de convivencia que
adoptó la especie Homo. Los especialistas en el tema sostienen que
eran grupos no muy numerosos, con alguna identidad de origen,
estaban emparentados y en una primera etapa la promiscuidad
debió ser una de sus características. Se mantenían asociados a pesar
de determinadas rivalidades y ese agrupamiento se hacía
indispensable a los efectos de facilitarse la obtención de medios de
subsistencia: los alimentos y también para la defensa frente a la
acción de los depredadores y de sus propios congéneres
integrantes de otro grupo de distinto origen. Habían adoptado la
posición erecta, constituían una organización de carácter matriarcal
y el grupo estaba dirigido por el más fuerte. Esa conducción no era
estable, sólo se asumía frente a la necesidad. No habían
desarrollado el lenguaje y se comunicaban al estilo de los grandes
simios, mediante la mímica.

3.2.2. La etapa del Clan.


He efectuado numerosas lecturas de escritos de investigadores
que estudiaron y estudian el tema y existe entre ellos una gran
coincidencia, en términos generales, en sus apreciaciones al
respecto, que puedo resumir de la siguiente manera: el Clan es un
109 [La Política. Lo que debe ser.]

reducido grupo de Seres Humanos, pero de mayor dimensión que


la Horda puesto que generalmente era la sumatoria de varias de
ellas, unidas por parentesco. Tan es así que esos estudiosos de la
materia afirman que: el vínculo que unía a los miembros del Clan
lo constituía el parentesco que tenían como descendientes de un
antepasado común. Reconocían la existencia de un padre
fundador, símbolo de la unidad del Clan. La organización también
era matriarcal, debido a que las relaciones de familia se
establecieron en la mayoría de los casos de madres a hijos. Eran
nómadas, pastores pobres, que llevaban una vida muy rudimentaria
y frugal.

3.2.3. La etapa de la Tribu.


Con relación a la etapa de la Tribu quiero dejar constancia que
no entraré en una exposición extensa porque está enlazada con el
tema de la Nación y es en el detalle de la misma que aparecerán
referencias bastante amplias sobre la Tribu, pero insertaré algunos
breves conceptos y principalmente citas como para abonar el
terreno.
Una tribu es un conjunto de personas que proceden, generalmente, de la
asociación de varias familias, que habitan un poblado o aldea en un
territorio geográfico definido, que están dirigidas por las personas
mayores (jefes o patriarcas). Los humanos que componen una tribu
suelen ser de la misma raza, creencias y costumbres. Las tribus surgen en
el Neolítico y tras la asociación de las primeras tribus en las ciudades
surgen las civilizaciones. Marshall sugiere una definición que ampliaría
este concepto: "grupo social asociado a la familia, junto con la autonomía
de una nación". Un interaccionismo simbólico relevante entre los
miembros y un claro lugar de socialización de los mismos, que debe
perdurar por más de una generación y con parentescos y obligaciones
comprobables por los observadores y documentado por ellos. Los
[Roberto A. Capriotti] 110

artefactos, las tradiciones y evidencias, tales como una carta magna, un


libro sagrado, un folclore y un idioma, para un territorio que fue
históricamente delimitado. El término tribu aparece en la antigua Roma,
cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas
emparentadas, diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar
una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia
entre las gentes que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las
diferencias entre ellas y entre las tribus22.

Cuando el Ser Humano ingresa en la organización comunitaria,


que denominamos la Tribu ya pertenece a la especie Homo Sapiens
Sapiens. Los gobernaba una autoridad que ejercía el mando de
manera grupal o individual, pero con el carácter de individuo o
individuos destacados, reconocidos como tales por los integrantes
de la comunidad porque poseían determinadas virtudes que
facilitaban la existencia y la supervivencia del conjunto. Dicho
grupo humano estaba compuesto por varios o muchos clanes
identificados por determinadas circunstancias, pero sin una
organización estadual asentada en pactos sociales. La presencia de
estos pactos son rasgos que se hacen apenas visibles en la etapa
Tribal superior. El Imperio Romano era una tribu de grado
superior por la dimensión geográfica adquirida y el desarrollo
alcanzado en materia institucional. Lo mismo puede decirse del
Imperio Otomano.

3.2.4. La Nación. El Pueblo. El Hombre político.


La Nación, el ámbito o medio político determinado, contiene al
Pueblo que le da origen y está integrado por ciudadanos o
protagonistas o personas.

22 Wikipedia: Tribu, consultado el 26 de noviembre de 2010, en www.wikipedia.org


111 [La Política. Lo que debe ser.]

Pueblo (del latín populus) es el conjunto de personas de una nación, aunque


también puede entenderse como el de parte de un país, el de una región
o el de una localidad, o incluso asimilarse al mismo concepto de país o de
localidad (especialmente para una población rural). También puede
entenderse como una identificación étnica (racial o cultural), sobre todo
en expresiones como pueblos primitivos o pueblos indígenas de la
actualidad, o pueblos antiguos en épocas históricas pasadas. En cambio,
el concepto de pueblo en las naciones-estado modernas y sobre todo en
las naciones de ciudadanos contemporáneas (muy plurales y heterogéneas
en su composición demográfica, social, antropológica, y cultural, y que
incluso ponen en valor esas diferencias) corresponde a un término
propio del derecho constitucional. Tal definición se basa, como ese
propio texto indica, en conceptos políticos de la antigüedad clásica; como
el recogido por Marco Tulio Cicerón, quien definió pueblo como "la
asociación basada en el consentimiento del derecho y en la comunidad de
intereses" (año 54 a.C.). La continuidad de la influencia tanto del derecho
romano como del medieval permanece en las concepciones socio-legales
actuales, en las que generalmente se entiende pueblo como el "concepto
humano del Estado en el que cada uno de los integrantes tiene la
titularidad no solo de derechos y obligaciones civiles, sino que además,
de derechos y obligaciones políticos".23

En resumen sostengo que son individuos con personalidad.


Esas personas son los actores, son los sujetos del Pueblo y éste a
su vez es el sujeto de la Nación. Esos protagonistas constituyen
individualmente el hombre político, al que defino diciendo que es la
persona habilitada, apta para vivir y convivir en comunidad y con
determinados semejantes. Es la persona apta o habilitada para compartir
determinadas prácticas culturales con otras personas que coinciden en la

23 Wikipedia: Pueblo, consultado el 26 de noviembre de 2010, en www.wikipedia.org


[Roberto A. Capriotti] 112

vivencia conjunta de esa serie de elementos distintivos de esa comunidad en


particular.
Con relación al concepto del hombre político me siento
obligado, de paso, a efectuar una aclaración que tiene una finalidad
semántica. Tenemos el hábito de denominar como hombre
político a la persona que ejercita la militancia política, generalmente
en un partido político y por lo tanto si se aceptara mi tesis sería
bueno o aconsejable que dejáramos de aplicarle tal denominación y
reemplazarla por la de militante o activista político o la de dirigente
político, cuando su grado de preocupación, dedicación y
participación en dicha actividad humana sea de mayor grado.

3.3. La Nación: las normas sociales frente a las leyes de la


naturaleza.
El Ser Humano, hoy día, sigue inmerso en el contexto de las
leyes de la naturaleza pero ha creado las normas sociales. Las
primeras tienen las formas de una dictadura pero con la ayuda de
las segundas, el impacto negativo se ha atenuado o diluido y lo
dicho significa que ha acumulado a su favor una mayor cuota de
libertad, de autonomía, porque a las normas sociales las elabora el
Hombre y éstas constituyen una vestimenta más a su medida, no
tan duras e inflexibles como las darwinianas leyes de la naturaleza.

3.4. La Nación: Pueblo y Pacto Social


Luego de haber insertado en párrafos anteriores la consulta a
Wikipedia sobre la definición de Marco Tulio Cicerón otorgada al
vocablo Pueblo, creo necesario que agregue algunas consideraciones
de mi propia cosecha, con la finalidad de abundar sobre tan
importante cuestión. Para generar la condición nacional la
113 [La Política. Lo que debe ser.]

comunidad determinada, el conjunto de sus integrantes, ha


alcanzado la condición de Pueblo porque pudo elaborar y respetar
un Contrato o Pacto Social. Esto pone en claro que Pueblo y Pacto
Social son factores que están interrelacionados, tanto, que uno y
otro son condicionantes recíprocos de su propia existencia y la
existencia de la Nación está condicionada por la vigencia de
ambos. Esa comunidad determinada confecciona su traje y además
lo usa con felicidad e hidalguía y en este caso el hábito sí hace al
monje. A partir del acceso del Ser Humano a la condición
nacional, aparecen en escena el Pueblo y el Pacto Social. En esta
nueva etapa la comunidad no está gobernada por las formas de la
naturaleza propiamente dichas o por un individuo o grupo de
individuos o por grupos sociales considerados superiores, que
imponen su voluntad y conveniencia, sino por la voluntad de
todos los componentes de la Nación expresadas en el Pacto o
Contrato Social. El Estado Nacional, una resultante del Pacto Social,
una consecuencia de la voluntad general, es el árbitro impersonal y
último de los asuntos humanos. El Pueblo se convierte en el
Soberano porque es el Pacto Social el que le permite jugar ese rol
preeminente.

3.5. La Nación: la esencia del pasaje del estadio tribal al


nacional.
Lo que escribí anteriormente me franquea la puerta, para
agregar que en el estadio nacional existen comportamientos
políticos específicos que lo diferencian nítidamente de los
principales métodos del estadio tribal anterior. El pasaje desde la
organización tribal, que en su último tramo había adquirido de
manera bastante generalizada la forma feudal, a los cánones de la
organización nacional nos indica un cambio fundamental en la
condición humana, una verdadera revolución, un nuevo
[Roberto A. Capriotti] 114

ordenamiento de las clases y sectores sociales y las posibilidades de


migración dentro de estos y de manera fundamental, el profundo
viraje en la relación del poder con el ciudadano: desde la
característica de mando/obediencia a la de mando/consentimiento,
porque en este caso el mandatario recibe mandato y no es en sí una
persona o grupo de personas, gobernando según su propio
arbitrio, sino un ente político/jurídico fundamentado en el Pacto
Social, A ese ente político/jurídico lo denominamos el Estado
Nacional. La línea que indica la verticalidad del mando en el estadio
tribal gira noventa grados y se convierte en una línea horizontal en
la condición nacional. Algunos autores simplifican la definición del
nacionalismo y no me parece mal, en términos más o menos
similares a los siguientes: el hecho de aceptar al Estado Nacional
como árbitro impersonal y último de los asuntos humanos significa
nacionalismo. Vaya una cita al respecto: el nacionalismo es la
aceptación del Estado como árbitro impersonal y último de lo
asuntos humanos24.
Como más adelante trataré de explicar, el proceso descrito, o
sea el tránsito de la condición tribal a la nacional, no es lineal y
menos tiene un límite preciso para determinar el cambio, la
condición nacional viene incubándose como lo viéramos en el
capítulo anterior a través de los siglos, porque el régimen de
convivencia va evolucionando al compás del ritmo de la evolución
humana. Tiene especial significación para el estudio de la cuestión
el análisis del proceso del desenvolvimiento europeo, porque allí es
en donde existen las mayores y mejores constancias de las
múltiples modificaciones que se producen en el transcurso de un
milenio que va del siglo V al siglo XV. Superado el año 1000 d.C.,
la revolución burguesa, la incubadora del nacionalismo, comienza a
tener caracteres bastantes definidos.

24 Silvert, Kalman H. (1965): Nacionalismo y Política de Desarrollo, Buenos Aires: Paidós, p. 40.
115 [La Política. Lo que debe ser.]

Burguesía es un término utilizado principalmente en la economía política,


y también extensivamente en sociología e historia. La palabra de origen
francés describía originalmente a los habitantes urbanos (mercaderes o
artesanos en la edad media tardía). Puede identificarse por su papel en un
modo de producción, caracterizado por una posición en las estructuras
de producción y por establecer relaciones de producción específicas con
otras clases. En el caso de la burguesía se caracteriza por poseer medios
de producción y, gracias a esto, establecer una relación mercantil con el
proletariado, que al no poseer estos medios debe vender su fuerza de
trabajo a la burguesía. La relación mercantil entre burguesía y
proletariado permite la acumulación de capital por parte de la burguesía
que caracteriza al capitalismo. Al poner fin al Antiguo Régimen, los
revolucionarios franceses y norteamericanos sentaron las bases de las
ideas de la burguesía, clase social que saltaba a la escena para defensa
social: a) gobiernos parlamentarios democráticos y basados en una
Constitución; b) más libertad para expresarse, publicar, discutir los
problemas, cambiar de trabajo y pago para los trabajadores; c) mayor
movilidad social, es decir, ascenso o descenso de los individuos en la
escala social gracias a su educación, su trabajo, a sus méritos y no a
cuestiones de sangre, herencia o pertenencia a un Estamento; d)
Inventiva e iniciativa individuales; e) Propiedad privada para invertir,
producir más y, con ello, impulsar el capitalismo.25

Así, los perfiles de la Burguesía adquieren contornos visibles.


Venía de lejos pero iba ganando batallas paso a paso, con dos
armas invencibles, imaginación y trabajo. Fabricó naciones sobre
muchos estados preexistentes, hasta darle la forma definitiva del
Estado Nacional que es cuando la Nación adquiere sus rasgos
esenciales.

25 Wikipedia: Burguesía, consultado el 26 de noviembre de 2010, en www.wikipedia.org


[Roberto A. Capriotti] 116

3.6. La Nación: unidad de cultura y ánimo de sociedad.


Cada Nación es una unidad de cultura y en consecuencia exhibe
una serie de elementos distintivos o característicos que enunciados
sin carácter taxativo son: un espacio geográfico o país continente;
un Estado Nacional, fachada y estructura política y jurídica; los
símbolos patrios; su Historia; el idioma nacional y secundariamente
los idiomas de las parcialidades étnicas; las prácticas políticas; los
hábitos de consumo y los métodos de producción; las religiones;
las expresiones artísticas y artesanales; los grupos sociales; los
grupos étnicos; los métodos educativos y muchos otros rasgos y
elementos que surgen de la convivencia. Algunos de esos
elementos pueden tener más importancia que otros y alguno
incluso puede no existir, pero lo esencial es la sensación de
particularidad, de singularidad, que otorga la suma de ellos. Cada
nación es una singularidad. También y pese a la contraposición de
intereses que se manifiestan en una sociedad nacional, existen
presupuestos y objetivos que son comunes y que unen o ligan a los
distintos sectores y grupos sociales. Los componentes de esa
comunidad nacional mantuvieron o mantienen esa afinidad, ese
compromiso de destino común, el ánimo de sociedad, ese grado de
solidaridad entre los mismos, que se convierte en el carril
fundamental del discurrir comunitario, la ligazón mínima e
indispensable que le da al conjunto la característica de homogéneo.
Esa capacidad de disentir y coincidir en un juego dialéctico de
disenso y consenso altamente positivo es una de las circunstancias
que le da carácter de comunidad nacional.
Cuanto más evolucionada sea la sociedad nacional más habrán
de destacarse los elementos cohesivos. Esto que parece
contradictorio no lo es, porque si bien aparenta lógico pensar que
la evolución humana logra que el individuo tenga más
personalidad, más independencia, más libertad, es decir que es más
individuo, paralelamente y como consecuencia de todo ello el
117 [La Política. Lo que debe ser.]

individuo se hace más solidario, porque su desarrollo intelectual le


permite discernir en alto grado que para desenvolver plenamente
su existencia le es indispensable la correcta y estrecha convivencia
con su semejante. Acepto y más que eso, me confieso un fanático
de la idea de la marcha del ser humano hacia el Universalismo, pero
el camino a transitar es el de una mayor cohesión entre los seres
humanos y no el de la disgregación. Para llegar al Universalismo hace
falta que el ser humano esté dotado de una cuota de capacidad
solidaria mucho mayor que la que hoy posee. De la Tribu a la
Nación se fue pasando y se pasa, gradualmente, en actos de mayor
cohesión entre congéneres y esto se irá acentuando en la marcha
hacia el futuro. Un día llegaremos al Universalismo, las barreras
nacionales ya no existirán, pero ese será el resultado de una más
grande cohesión entre los seres humanos, que ya se vislumbra pero
no tiene las formas de la certidumbre. El avance de esa cohesión
entre congéneres, que insisto, habrá de manifestarse primero en el
seno de la Nación, es un claro indicio de que la misma se va
perfeccionando, porque la Nación no se suprimirá sino que le
sobrevendrán superiores formas de convivencia humana y el
Universalismo será una consecuencia de última instancia que habrá
de demostrarnos que el Ser Humano habrá llegado a las más
grandiosas instancias de su desarrollo como tal. Atravesará
previamente las etapas del Regionalismo y del Continentalismo para
desembarcar en el Universalismo. Es decir que el Ser Humano habrá
alcanzado el cenit en su desarrollo como tal. Lo que no significa
que quedará estanco en dicha forma de convivencia sino que habrá
un constante perfeccionamiento dentro de ese Universalismo, que
alcanzará dimensiones extra planetarias.
[Roberto A. Capriotti] 118

3.7. La Nación: la vigencia del nacionalismo.


En especial y sobre todo con posterioridad a la denominada
Segunda Guerra Mundial vivimos una época donde se produjo un
surgimiento de naciones acelerado y numeroso, por dos razones
principales, en primer término porque la evolución de las
comunidades rezagadas era y es incontenible, las tribus devienen
naciones y las naciones sojuzgadas se independizan y segundo
porque el proceso se vio ayudado por las propias naciones
colonialistas, ya que resultaban caducas muchas de las viejas
formas coloniales y algunos centros imperialistas principales
decidieron su reemplazo por nuevas formas de sujeción,
aparentemente más disimuladas. Este proceso ya se había
insinuado con anterioridad. Como resultado de la Primera Guerra
Mundial adquirieron individualidad numerosas nacionalidades
anteriormente dependientes y se atenuó la virulencia imperialista
de algunas naciones a pesar de ganar la guerra ya que debieron
ceder en sus viejas formas de sujeción política, para darle al
imperialismo nuevas modalidades de dominio o mejor dicho
nuevas formas de influencias. Los Estados Unidos de América
jugaron un papel importante en tal sentido y eso lo analizaremos
un poco más adelante. También debemos estudiar profundamente
la paulatina formación de la Commonwealth, patrocinada por los
británicos de manera importante después la guerra mencionada,
pues este es un dato a registrar y a no tomarlo ligeramente. A esos
ciertos imperialistas les convenía otras formas más sutiles de
influencia y dominación y en consecuencia ayudaron al proceso de
nacionalización o por lo menos no le pusieron mayores obstáculos.
En buen romance, lo dicho nos muestra que la vieja forma de la
dominación colonial se esfumó, en primer lugar por las ansias
independentistas de las comunidades afectadas y en segundo
porque a grandes y renovados metodológicamente intereses
imperialistas ya no les seducía o no les convenía, como antaño, la
sujeción política, ya que vislumbraban sacarle mejor provecho a
119 [La Política. Lo que debe ser.]

otras modalidades de sujeción, que tienen que ver con los


denominados ámbitos de influencia. Ámbitos de influencia que
pueden tener la forma de mercados cautivos en materia de
comercio y de lugar geográfico estratégico para inversiones
diversas y para actos llamados de defensa nacional. Esto de la
defensa nacional lo pondría entre interrogantes porque ello,
generalmente, está muy ligado a lo primero. Tampoco nos
engañemos desviando la mirada hacia otro lado, reconozcamos
como un tercer elemento que también gravitó a favor de las
nacionalizaciones, al hecho de la presencia del experimento
comunista en plena ebullición en nuestro planeta. Esas viejas
formas coloniales eran insostenibles, con los nuevos componentes
del panorama político mundial y así quedó de manifiesto en parte
del sudeste asiático y en partes del continente africano. Hoy día el
fenómeno de nacionalización no está diluido y la mejor muestra de
ello es la plena vigencia de las nacionalidades, por ejemplo, algunas
que estaban sujetas a la Unión Soviética, en estos últimos años,
apenas se dieron ciertas condiciones favorables, aparecieron como
los hongos luego de la lluvia. Y no debemos omitir lo que también
hace muy poco resultó de la definitiva balcanización de lo que
antes fuera Yugoslavia. Y qué podemos decir de las muy modernas
modalidades nacionales como la aparecida en España, con el
reconocimiento de la nacionalidad catalana, que a mi modesto
entender es el inicio de una forma de convivencia de gran
trascendencia política.
En el proceso de aparición de nacionalidades no puedo dejar de
aportar datos sobre la British Commonwealth of Nations, que ya
mencionara en párrafos anteriores26:
El nombre de Commonwealth originalmente designó a un periodo de la
historia inglesa, que corresponde a la primera revolución parlamentaria

26 Wikipedia: Commonwealth, consultado el 22 de enero de 2011, en www.wikipedia.org


[Roberto A. Capriotti] 120

contra la monarquía Estuardo, y la adopción de una forma de gobierno


republicana (1649-60). Pero British Commonwealth of Nations es como se
reconoce a la libre asociación de países en defensa de sus intereses que
integra al Reino Unido y muchas de sus antiguas colonias y dominios hoy
independientes. Su cabeza es el monarca británico, que algunos
miembros reconocen como su jefe de Estado, representado por un
gobernador general, y otros simplemente como símbolo de la asociación.

El origen de la misma debe trazarse en el siglo XIX, cuando las


colonias con su numerosa población blanca desarrollaron una incipiente
conciencia nacional y aspiraron a un grado mayor de autonomía, como
había sucedido con los Estados Unidos de América a fines del siglo
XVIII. Ante los problemas en Canadá, el Gobierno británico comenzó a
conceder el autogobierno a esas provincias (1847), lo que luego se
extendió a Australia (1855-59), Nueva Zelanda (1856) y Sudáfrica (1872-
93). En 1867 las provincias de la América del Norte Británica se
agruparon en el Dominio de Canadá, ejemplo seguido por Australia
(1900) y Sudáfrica (1910). En 1907 el Gobierno de Londres reconoció a
estos cuatro territorios (incluyendo a Nueva Zelanda) su capacidad de
autogobierno nacional.

La Primera Guerra Mundial catalizó estas transformaciones, pues la


importante contribución de los dominios al esfuerzo bélico se reflejó en
su capacidad de decisión en el Gabinete Imperial de Guerra, hasta el
punto de que tuvieron representantes en las conferencias de paz de 1919,
e incluso recibieron mandatos de la Sociedad de Naciones, como sujetos
de pleno derecho internacional.

Parece que el término British Commonwealth of Nations fue acuñado en


1917 por el general J. C. Smuts, o por L. G. Curtis, hombres que
sirvieron en el ejército y a la administración imperial. Curtis fundó la
revista Round Table para difundir sus ideas sobre «imperialismo liberal».

Por esta misma época surgió un problema en el mismo corazón del


imperio. Desde principios del siglo XX, el movimiento independentista
121 [La Política. Lo que debe ser.]

irlandés se había agrupado en torno al partido Sinn Fein, fundado por A.


Griffith. En 1916 promoviendo levantamiento en Dublín para proclamar
la República que fue duramente reprimido. Aun así, el Sinn Fein obtuvo
en las elecciones de 1918 la mayor parte de los escaños reservados a
Irlanda en el Parlamento británico. Sus líderes decidieron constituirse en
parlamento (Dáil) independiente y formar un gobierno clandestino y la
tensión política se complicó por las acciones violentas del brazo armado
del partido, el IRA, dirigido por M. Collins, que desencadenó el domingo
sangriento (21 de noviembre de 1919). En 1921, Collins y Griffith
firmaron un tratado con Gran Bretaña por el que Irlanda, excepto el
Ulster, se convertía en Dominio con Gobierno y Parlamento propios.

A partir de la Primera Guerra Mundial Gran Bretaña mantuvo con


sus dominios una serie de reuniones periódicas (Conferencias imperiales).
La de 1926 fue especialmente importante, pues en ella se abordaron dos
cuestiones clave. Por un lado, se constató la imposibilidad de redactar un
texto constitucional válido para todo el imperio, pues se trataba de
territorios muy distintos en muchos aspectos. Por otro lado, la cuestión
del estatus jurídico de los dominios en relación con la metrópoli fue
resuelta con la llamada fórmula Balfour: «Gran Bretaña y los Dominios
son comunidades autónomas dentro del Imperio, iguales en estatus, en
modo alguno subordinadas unas a otras en cualquier aspecto de sus
asuntos internos o externos aunque unidas por una fidelidad común a la
Corona y libremente asociadas como miembros de la British Commonwealth
of Nations. El Estatuto de Westminster (1931) confirmó estos puntos,
además de ofrecer a todas las colonias del Imperio la posibilidad de
ingresar en la Commonwealth al independizarse y de abandonarla
unilateralmente. También reconocía la plena autonomía legislativa de los
Dominios y su independencia en materia de política exterior. En la
mayoría de los casos el mantenimiento de la tradición jurídica (derecho
común), administrativa y gubernamental (regímenes parlamentarios)
británicas en las antiguas colonias aseguró la cohesión del conjunto y
favoreció el entendimiento entre los asociados.
[Roberto A. Capriotti] 122

La Segunda Guerra Mundial sirvió para poner a prueba dicha


cohesión y resolver cuestiones que no se trataron en 1931. Ya en 1933 se
abolió el juramento de fidelidad a la corona y en 1937, el Eire (Irlanda) se
constituyó en República independiente dentro de la Commonwealth.
Aunque la comunidad en general apoyó al Gobierno británico durante el
conflicto, Canadá y Sudáfrica, por ejemplo, declararon la guerra por
separado, Eire se mantuvo neutral y el Partido del Congreso de la India
también se declaró a favor de la neutralidad aunque su ejército combatió
junto a los británicos. La lucha por la libertad y la democracia influyó en
el proceso descolonizador iniciado á partir de 1945 e intensificado en la
década de los sesenta, con el consiguiente aumento en el número de
miembros de la Commonwealth.

La India, por ejemplo, conoció cierto grado de autogobierno desde


1918 pero el Partido del Congreso continuó exigiendo una mayor
autonomía. Durante la guerra, Londres ofreció el estatuto de Dominio
para asegurarse el apoyo Indio y finalmente, en 1947 se concedió la plena
independencia, aunque también se produjo la escisión de Pakistán.

El año 1949 fue clave para la Comunidad de Naciones, que suprimió


el adjetivo Británica, aceptando además la salida de Eire y la entrada de la
India, también como República. A partir de ese momento se produjo una
avalancha de nuevos miembros asiáticos y africanos hasta configurar los
54 actuales.

En el tren de seguir hablando de los afloramientos de


nacionalidades digo que en el plano geopolítico tomaron y toman
forma política y jurídica, es decir que aparece el Estado Nacional,
en esas llamadas nuevas nacionalidades. Es cierto que son nuevas
nacionalidades pero en la realidad se trata de antiguas comunidades
humanas que por diversas razones, propias o principalmente
ajenas, aún no habían evolucionado eficazmente como para exhibir
las características del estadio nacional. Resultaba y resulta habitual
escuchar o leer que el sentimiento nacionalista ha reverdecido. No
123 [La Política. Lo que debe ser.]

existe tal reverdecimiento sino el tránsito lógico y sostenido del


ingreso de las comunidades más rezagadas a la instancia nacional.
Ha tomado forma concreta el Nacionalismo que permanecía
adormecido por razones ajenas a los deseos de la comunidad
afectada. El sentimiento nacionalista venía evolucionando, estaba
en estado larval y luego hizo eclosión. Dichas nacionalidades
existían subyacentes o estaban en vías de definición y no
aparecieron hasta un determinado momento, como ya lo insinué,
por cuestiones diversas y la mayoría de las veces por hechos
coercitivos provenientes de extraños (usurpadores, dominadores o
potencias imperialistas) que les impedían o retardaban su
florecimiento. Por lo tanto la referencia al reverdecimiento
nacionalista es demasiado ligera, no tiene en cuenta la profundidad
de este proceso y en consecuencia puedo afirmar que constituye un
error de apreciación. Existen comunidades a nivel mundial que
todavía presentan muchas características del estadio tribal y es
lógico y coherente que tarde o temprano accedan al estadio
nacional. Los casos de algunas emergencias, en el siglo anterior, de
naciones en Asia y en África, son una muestra acabada de lo dicho.
Comunidades que son receptoras y asimilan cada vez más
velozmente las experiencias ajenas y de paso aprovechan los
cambios introducidos en las prácticas imperialistas de los
dominantes.
A esta altura de mi relato hago un pequeño alto para insistir en
una cuestión con el objeto de dejar en claro un fenómeno que no
debe pasar desapercibido y además no debemos permitir que se
cuele sin análisis por su mucha importancia, pues la indebida
interpretación puede dar lugar a erradas conclusiones. Es el caso
de ciertas comunidades, sobre todo en el medio africano, que
adquirieron las fisonomías del estadio nacional pero en la realidad
aún persisten atadas a numerosas formas del estadio tribal. Ellas
son significativas experiencias porque es en donde algunas
comunidades sólo adquirieron la condición nacional en la
[Roberto A. Capriotti] 124

superficie, en la epidermis. ¿Qué significa esto? Algunas


comunidades accedieron a las formas de las características
nacionales y no a su esencia porque fundamentalmente no estaban
lo suficientemente evolucionadas como para aceptar este proceso,
porque en el fondo el ascenso sólo ocurrió como fruto de la
aspiración y los esfuerzos de una elite política esclarecida y bien
intencionada, que aprovecharon las confrontaciones inter-
imperialistas para alcanzar el nivel nacional en la letra, pero que en
los hechos no tenía un estrecho correlato con la evolución de la
comunidad en general, esto último, como una nefasta
consecuencia del atraso en que los dejó la actuación de la potencia
colonizadora que los aherrojara. Desaparecidos los estadistas
iniciadores o brutalmente desplazados, esas comunidades han
vuelto desgraciadamente hacia las formas o prácticas tribales, lo
que conspira en contra de su cohesión y estabilidad como Nación.
El atraso al que me refiero no sólo tiene que ver con lo
económico, tanto o más precario aún es el estado social y
educativo en el que quedaron luego de la marcha de los
dominadores. Ni que hablar de los muchos casos en que la
potencia colonial de ayer, para asegurarse favores monopólicos en
materia económica, incentiva, a veces bajo formas realmente
siniestras, los apetitos de ciertos sectores étnicos, que se convierten
en medios para sabotear la unidad nacional. De cualquier manera, a
los trompicones acaso, en algún momento alcanzarán plenamente
la condición nacional. En algunas de esas comunidades ya se
vislumbran algunos progresos interesantes. El camino de la
evolución, del avance, de la transformación es largo y difícil, los
obstáculos internos y externos son múltiples, pero la senda no
tiene doble mano, el retorno es impracticable y si lo es como lo
explicara párrafos atrás en algunos casos, éstos se justifican porque
en la realidad no significan retroceso, ya que la conquista del nivel
nacional no era una cosa real sino aparente, meramente
circunstancial empujada por la acción de los grandes pioneros que
125 [La Política. Lo que debe ser.]

aprovecharon a sus vez algún momento favorable. Pero como dije,


más bien temprano que tarde, también ellos llegarán. Esta es la
hora del nacionalismo para el Ser Humano, en términos generales
y es lógico y oportuno que se vaya manifestando y perfeccionando
el estadio nacional. La Nación está en sus albores y no en el ocaso.
El proceso de la forma nacional adquiere ciertos y definidos
perfiles en la Edad Media europea, como un párvulo que venía
creciendo de manera encubierta. Luego la revolución
norteamericana, la francesa, las de Latinoamérica, las comunistas
en diversas latitudes, la de la India, por citar las más relevantes, en
síntesis todos los grandes procesos de desarrollo de las
comunidades humanas, violentos, pacíficos, negociados,
desembocaron en la forma nacional. Es más, esas
transformaciones y revoluciones tenían como objetivo
fundamental alcanzar la verdadera condición nacional.

3.8. La Nación: universalismo versus nacionalismo.


Universalismo versus nacionalismo o viceversa es una ecuación
artificiosa. El artificio surge como consecuencia de la acción de
importantes factores. Algunos de esos factores actúan de buena fe
y otros de muy mala fe. La ecuación es artificiosa porque ambos
polos no son antitéticos sino complementarios y fatalmente
correlativos. Correlativos porque el Universalismo será la lógica
consecuencia del perfeccionamiento de las formas de convivencia:
la nacional, la regional y la continental que habrán alcanzado su
cenit, cuando accedan a la dimensión de la convivencia universal.
Muy bien, hagamos un somero análisis sobre ciertos y
determinados factores que coadyuvan al equívoco. Muchas
actitudes llevan a pensar que es condición indispensable para los
intelectuales adquirir matrícula de universalistas. Es lógico que el
intelectual distinga con más nitidez el camino humano hacia la
[Roberto A. Capriotti] 126

universalidad que la mayoría de sus semejantes, que no hacen de la


actividad pensante el núcleo de sus actividades, pero es pecado
capital del intelectual y principalmente del dirigente político, crear
una falsa visión de la realidad al respecto o pretender mostrar
como verdaderos lo que son auténticos espejismos. Muchos
intelectuales son bien intencionados porque en definitiva difunden
sus sueños o sus pensamientos sobre un futuro mediato y no
cercano, el del Universalismo, como si fuera una realidad del
presente o del devenir inmediato. En realidad se les escapa una
certera lectura de la instancia del desenvolvimiento del Ser
Humano. De cualquier manera los felicito porque son auténticos
pioneros a pesar de que su prédica pueda conducirnos a creer
como verdaderos a peligrosos espejismos. La actitud de esta buena
gente es lo menos nocivo, peores resultan las muchas acciones de
grandes intereses económicos, las más de las veces con fuerte
respaldo político en sus propias metrópolis, que pretenden
desdibujar las fronteras nacionales ajenas, mientras luchan por el
refuerzo de las suyas, para beneficio de algunas de sus actividades
lucrativas. Actitudes claramente imperialista o de un nuevo cuño
colonialista puesto que en el seno de sus naciones de origen, esos
intereses, sostienen lo inverso de lo que predican afuera, porque
actúan como los más encumbrados nacionalistas en su nación
originaria, ya que extienden su bolsa, muy larga y de ancha boca,
para reclamar el favor del aparato coercitivo de sus respectivos
Estados Nacionales en socorro de sus actividades económicas en
el extranjero o bien para pedir franquicias y dádivas, toda clase de
barreras proteccionistas, para las que desenvuelven en sus países.
Es la política imperialista del haz lo que yo digo pero no lo que yo
hago, que no pretende la sujeción política pero sí la mayor cantidad
de ventajas sin los costos y los impedimentos que presentaría ese
tipo de dominación. Ya lo dije y lo repito, no se busca la sujección
política pero sí se reclama la aceptación de roles hegemónicos o
una especie de vía de una sola mano, que conduzca al beneficio
127 [La Política. Lo que debe ser.]

pero no a la reciprocidad. Digamos que se trata de la acción


imperialista que viene de antaño con un nuevo ropaje y además
apoyada por una acción propagandística de gran envergadura.
Cuando releo este párrafo me siento impulsado a reconocer que la
superpotencia mundial hegemónica del momento hace todo lo
posible por desmentirme, ya que ocupa militarmente los territorios
de aquellas entidades nacionales de menor potencialidad que la
suya que se muestran díscolas. De paso aprovecha para obtener
buenos resultados en dos sentidos, para adquirir presencia efectiva
en regiones con buena disponibilidad energética y también para
usarla como excusa para accionar en lo interno, una política de
signo keynesiano, ya que el Estado invierte cuantiosas sumas en
armamentos y demás elementos complementarios, para insuflar
actividad en su propia economía. Casos concreto: la presencia de
los EEUU en Irak y Afganistán. En este último país, con
anterioridad, los rusos hicieron lo mismo. Las potencias
imperialistas en estos casos han mimetizado su presencia
complicando a otros países en la emergencia, bajo el paraguas del
interés supranacional. Estos casos los creo de carácter transitorio
porque no tienen enfrente la valla de contención o la paridad que
pudo existir en otro momento y que seguramente habrá de
aparecer en plazo no muy lejano por el crecimiento de las
potencialidades de ciertos bloques regionales o de una o más
naciones, como ya se insinúa ciertamente.

3.9. La Nación: el nacionalismo tiene múltiples facetas y una


sola esencia.
Si bien es cierto que más adelante trataré de demostrar que el
estadio nacional está necesariamente asociado con las prácticas
democráticas, es indispensable reconocer que en la larga etapa de
su marcha ascendente se va manifestando una variada serie de
[Roberto A. Capriotti] 128

comportamientos políticos, que me inducen a afirmar que el


nacionalismo adopta mil caras en su trajinado camino hacia sus
formas actuales. El diamante también tiene muchas facetas pero en
su esencia siempre es carbono. Es lógico y natural que en cada
comunidad la manifestación nacionalista tenga su sello y aún en el
mismo seno de cada una de ellas, cada generación humana puede
imprimirle una característica distintiva. También esas diversas
modalidades pueden responder a requerimientos exógenos o bien
a exigencias para sostener o remarcar la condición nacional.
Dentro de esa multiplicidad de formas que adoptó o adopta el
nacionalismo quiero hacer referencia a algunos casos que tienen un
alto valor demostrativo. Para empezar vayamos a un ejemplo muy
destacado porque me afirma en el convencimiento de que la etapa
del nacionalismo y su consecuente evolución es insoslayable. En
Rusia se produjo en 1917 la llegada al poder de la revolución
bolchevique, sucedánea de un breve interregno de gobierno liberal-
socialista, cuyos titulares, entre ellos Kerensky, a principios de ese
mismo año, habían derrocado al Zar. Indudablemente, el nuevo
régimen era una respuesta a un régimen monárquico prepotente y
anquilosado que no supo dar paso al Pacto Social Liberal, que ya se
estaba consolidando en los más diversos confines de nuestro
planeta. Tan es así que ese anacrónico zarismo sostenía a rajatablas
un principio que enunciaban en los siguientes términos: el poder
autocrático supremo correspondía al Emperador de todas las Rusias. Si lo
dicho era el sustento ideológico, económico y social de esa
monarquía y ya estábamos a principios del Siglo XX, ello
constituye el mejor índice de que esa organización estadual aún
estaba en la etapa primitiva del Absolutismo y además y
ciertamente no se trataba de una comunidad secundaria, sino de
una que había jugado y jugaba papeles trascendentes en el ámbito
de las comunidades europeas preeminentes, euroasiática en este
caso. Entonces, resultó lógico que frente a una acción muy
exagerada se produjera como contraparte una reacción radical. Si el
129 [La Política. Lo que debe ser.]

dique que impedía avanzar a la sociedad hacia formas de


convivencia más modernas era muy fuerte, es natural que el
torrente para derribarlo fuera también de características
mayúsculas. Resumo: un sistema político cavernario para la época
fue arrasado por una revolución comunista, que significaba la
antítesis de lo anterior y por cierto, no fue el único caso. Hecha
esta introducción quiero destacar una faceta que me ayuda para
sostener la tesis de la plena vigencia del nacionalismo en ese ayer y
en el ahora. En su inicio la revolución comunista rusa mostraba
una marcada inclinación universalista, sustentada en varios
razonamientos provenientes del marxismo pero principalmente,
por aquel primitivo lema de la unión de los proletarios de todos los
países, como si se tratara de una categoría humana de carácter
universal. También sabemos que esa invocación al
internacionalismo era una imperiosa necesidad como defensa
frente a las grandes coaliciones de sus adversarios. Las naciones
capitalistas deponían muchos enconos y disimulaban sus
enfrentamientos por intereses económicos para unificar su acción
anticomunista. Pero aquí viene lo sustancioso: siete años después
de iniciada la revolución, en 1924, Stalin hace la propuesta del
socialismo en un solo país, que significaba que la revolución comunista,
pretendida como mundial exigía que, primeramente se consolidara
la revolución soviética y por lo tanto debía procederse a la
subordinación de la política comunista internacional a los intereses
de la Unión Soviética. Esa propuesta fue aprobada por el XIV
Congreso del PCUS en diciembre de 1925. Eso dio lugar a que las
prácticas comunistas de las Internacionales, pergeñadas y puestas
en marcha con un definido pretexto universalista, se subordinaran
al interés del proceso ruso. Esto nos demuestra palmariamente que
un proceso de carácter político que tenía al Universalismo como
un precepto fundamental, al enfrentar la realidad particular tuvo
que virar y recalar en el Nacionalismo. Cuando la gestión
revolucionaria se enfrentó con el orden práctico y cotidiano del
[Roberto A. Capriotti] 130

ejercicio del poder fueron abandonando, girando, obligados por la


realidad y la experiencia, hacia una defensa embozada del concepto
de la nacionalidad del país central. Tampoco ellos pudieron
sustraerse al fenómeno del Nacionalismo. El resultado fue muy
lógico porque el Ser Humano, en esta instancia de su evolución,
está atravesando la etapa del Nacionalismo y no del Universalismo.
Cada experiencia comunista que hemos conocido se transformó en
una gestión nacional perfectamente diferenciada de las demás. La
gestión de Mao Tse Tung y de Ho Chi Minh, en China y en
Vietnam, respectivamente, refuerza mi tesis. En el período
estalinista en Rusia, el Nacionalismo tenía las características del
Chovinismo y el Universalismo derivó en una acción de flagrante
imperialismo. Entre Stalin y Pedro el Grande encuentro muchas
coincidencias fundamentales.
Esto que sigue es un agregado no necesario al tema, pero no
quiero desaprovechar la oportunidad de expresar a grandes rasgos
el desenlace del experimento comunista ruso, visto desde mi óptica
y principalmente porque me lleva a pergeñar determinadas
definiciones que son indispensables para seguir discurriendo sobre
la cuestión central. En la Rusia comunista, luego de Stalin, bajo la
conducción de sus inmediatos sucesores, el sistema revolucionario
de izquierda se convirtió en un régimen totalitario de izquierda y
dentro de dicho contexto, el período levemente revisionista que
encabezara Kruschev fue inmediatamente descartado por la
mayoría de una anticuada nomenklatura y la etapa que encabezó el
equipo que conducía Gorbachov, con un programa reformador,
arribó a destiempo. El largo período de Stalin constituyó una cruda
dictadura pero lo explico argumentando que una férrea dictadura
fue una herramienta más de dicha revolución de izquierda. Stalin
llevó a la Unión Soviética a la categoría de Nación superpotencia.
Bien, ¿qué significa esto del régimen totalitario de izquierda? Los
regímenes o sistemas políticos comunistas tuvieron un inicio de
carácter definidamente revolucionario y ello conlleva la imposición
131 [La Política. Lo que debe ser.]

de cambios abruptos que trastocan el funcionamiento económico-


social vigente. El método es concretamente autoritario o más bien
despótico, prácticamente sin excepciones, como si se tratara de un
requisito necesario, por lo menos lo fue en esas particulares
experiencias, para superar barreras internas y externas aferradas a
mantener formas de convivencia perimidas cuando ya era posible
ingresar en otras más modernas. En el caso específico de la Unión
Soviética una vez muerto Stalin el ritmo revolucionario cesó
porque se les acabó el libreto. No pudieron dar vuelta la hoja para
darle un nuevo contenido como sí ocurre en el caso actual de
China, con los sucesores del maoísmo. En la Unión Soviética la
elite dominante se enquistó en el poder y persistió con métodos
que en principio eran admisibles y después no lo fueron y entonces
se volvieron simples reiteraciones no progresistas. Se convirtieron
en diques y no en esclusas, para mejorar el bienestar generalizado
de la comunidad y ésta comenzó a soportarlos más que a
disfrutarlos y en ese caso desapareció el ritmo revolucionario y
sólo quedó el despotismo partidista o elitista y por lo tanto digo
que pasaron de la condición de revolucionarios de izquierda a la de
totalitarios de izquierda, que en buen romance significa que
perdieron el carácter transformador, para convertirse en
sostenedores de un statu quo de ciertas características, en un
procedimiento muy semejante, diciéndolo en apretada síntesis,
como los del facismo, del nazismo y otros ismos de parecida
naturaleza, auténticas contrarrevoluciones. Esto me lleva a afirmar
que en este ejemplo, no ha fracasado el comunismo como
pregonan alegremente algunos círculos de liberales acérrimos.
Hasta ahora han fracasado algunos comunistas, los otros, los
chinos y los del sudeste asiático, están haciendo prolijamente los
deberes para concluir su ciclo en un período limitado en el tiempo
y a la postre entregarnos un producto terminado y de noble
factura. Deduzco que ellos habrán de devolvernos naciones
capitalistas muy desarrolladas en un plazo no muy largo, con la
[Roberto A. Capriotti] 132

vigencia de un auténtico Bienestar General. La Rusia comunista


explotó y perdió su condición de superpotencia en los principales
aspectos. La elite cuyo símbolo era Gorbachov llegó tarde y ahora
dicha Nación, luego de un período de caos transita rápidamente en
un marco crudamente capitalista, ayudada por la condición de ser
gran productora petrolífera, bajo un régimen más liberal que
democrático, hacia su recomposición como Nación Potencia o
Superpotencia.
Las referencias anteriores me obligan a navegar hacia la otra
orilla, la de la derecha, la de los regímenes totalitarios de derecha.
Puedo sostener que dicha respuesta nacionalista exagerada la
dieron y no digo que no podría aparecer en la actualidad en
naciones de la órbita capitalista. A menudo uso la expresión
respuesta nacionalista histérica y en renglones más adelante daré el
fundamento de mi apreciación. Esos gobiernos totalitarios de
dicho signo llevaron a un primer plano, deliberadamente, ciertos
símbolos de la nacionalidad, los convirtieron en asuntos
prioritarios, los combinaron con participaciones populares de
cierta irracionalidad y utilizaron con superlativa abundancia la
demagogia, como una herramienta calificada como para encubrir
los objetivos finales o fundamentales, que son los del statu quo y
cercenaron o borraron las instituciones políticas representativas de
la voluntad ciudadana. Fueron casos de una moderna forma del
Absolutismo. La consigna encubierta era: con mi verbo me ubico
por delante de cualquier experimento progresista pero mi acción
está dirigida a lograr que nada cambie o si hay necesariamente que
cambiar, que el cambio no sea en lo sustancial. No hay que ser
muy perspicaz como para deducir que unos buenos ejemplos para
estos casos fueron el facismo, el nazismo, el falangismo y otra
serie de variados ismos. Hay que reconocer que estas situaciones,
principalmente, se dieron en el período entre Primera y Segunda
Guerra Mundial pero no descarto que puedan aparecer en actuales
comunidades. No existe un reaseguro. En el presente resultan
133 [La Política. Lo que debe ser.]

menos probables porque las negativas experiencias acumuladas


evitan reincidir en viejos y gruesos errores y además, por fortuna,
el tan temido hombre masa ha evolucionando y lo sigue haciendo de
manera irreversible y por lo tanto se achica el margen para que se
entusiasmen con los dichos y los gestos ampulosos de aquellos
verdaderos ilusionistas políticos.
En párrafos anteriores utilicé el vocablo demagogia y me siento
inclinado a efectuar una breve cita, una frase de Abraham Lincoln,
el relevante político y estadista (un mártir del Liberalismo) por el
que siento una gran admiración: “La demagogia es la capacidad de
vestir las ideas menores con las palabras mayores”.
Esos regímenes totalitarios de derecha aparecieron no por el
arte de un buen prestidigitador, sino cuando en muchas
nacionalidades tomaron cuerpo ciertos signos de desintegración
nacional, de falta de rumbo político y económico-social, que
generaban la insatisfacción de gruesos sectores de la ciudadanía.
Todos estos datos negativos eran consecuencia de algunos
procesos políticos anteriores con caracteres vacilantes o
anárquicos. No estoy justificando lo ocurrido sino explicándolo.
Las vacilaciones y el desorden se originaban por diversos motivos,
cada Nación afectada era un caso, pero en el fondo el sustrato era
de contenido similar. El Pacto Social Liberal ofrecía flancos débiles
para dar respuestas adecuadas a las muchas expectativas que
lograba crear. El Pacto Social Liberal no tenía entre sus consignas
básicas o fundamentales el suficiente equilibrio o las necesarias
virtudes para darle respuestas a determinadas exigencias. Para
brindar esas respuestas sobrevendría el Pacto Social Democrático,
pero antes mucha gente debió padecer esos regímenes. Debieron
enfrentar su calvario, para llegar a buen puerto. Además, para ser
justos, contabilicemos en la columna del haber de los Liberales los
muchos resabios sobrevivientes de los regímenes absolutistas que
les hacían de contrapeso. Existían intereses que se mantenían
[Roberto A. Capriotti] 134

embelesados por algunas mieles del Absolutismo, puesto que en


esa instancia había que repartir menos. La burguesía en ejercicio
del poder, bajo el Pacto Social Liberal, no había aprendido una
lección de grande importancia, no sólo hay que generar riqueza
para acumular sino además hay que crearla para repartir
equitativamente. En principio les resultaba cómoda la función del
avaro. Los principios liberales estaban impregnados de la mejor
buena voluntad y los mejores augurios pero no contemplaban
todas las hipótesis o variables posibles. De cualquier manera
reconozcamos que fue un fabuloso salto hacia adelante. A su vez
los intereses beneficiarios del atraso encontraron un argumento
inobjetable para retardar las transformaciones: el orden.
Aprovecharon la desordenada irrupción de las apetencias de los
sectores populares y crearon métodos retrógrados en nombre del
orden, la ley y la nacionalidad. Cicerón, en buena medida, les servía
como fuente de inspiración. Rápidos de reflejos, intereses políticos
y económicos, en conjunto, desempolvaron métodos políticos
antiguos que con una buena dosis de aderezos y vistiéndolos con
relumbrantes oropeles lograron deslumbrar a importantes mayorías
y mientras tanto consolidaron o defendieron sus intereses a través
de dichos regímenes totalitarios de derecha. También el enrarecido
clima emergente de la Primera Guerra Mundial empujó la
generalizada consolidación de los regímenes totalitarios de derecha.
Además la presencia del experimento comunista en sus propias
narices incentivaba el auge de las ideas izquierdistas en sectores
intelectuales y sobre todo en los del trabajo y ello produjo pánico
en los sectores sociales altos y medios. Esto hay que tenerlo muy
en cuenta porque fue un factor de importante incidencia, mucho
mayor de la que numerosos autores le atribuyen, para la
proliferación de estos regímenes basados en el totalitarismo de
derecha. Entre las grandes guerras mundiales fue un fenómeno
muy generalizado a nivel planetario, pero el caso europeo es más
representativo y con más elementos de juicio y su análisis nos
135 [La Política. Lo que debe ser.]

permite mejores conclusiones. Cada caso vale por sí pero cuando


me refiero a las inexpertas experiencias liberales, entre otras, léase:
República de Weimar, República Española, República Portuguesa,
el Liberalismo italiano, el Socialismo italiano y otros varios
experimentos de similares características surgidos en muchas
partes del planeta.
En este punto debo remarcar dos variantes que son dignas de
mención: Inglaterra y Francia, verdaderas excepciones a la regla.
Ambas comunidades supieron eludir la posibilidad de los
regímenes totalitarios de derecha, cuando otras no pudieron y ellas
lo hicieron gracias a que esclarecidos estadistas de signo liberal
supieron otorgar, menos de lo que correspondía pero sí lo
suficiente como para aquietar las aguas, en materia de concesiones
sociales. Vaya un importante ejemplo: en el último cuarto del Siglo
XIX, en Inglaterra, en uno de los gobiernos que tuvo como Primer
Ministro a William Ewart Gladstone, el tory devenido whig, se dictó
un estatuto por el cual los obreros y campesinos alcanzaron un
lugar lógico dentro del país legal. Algunos destacados cronistas
consideran a esa reforma política una auténtica revolución social,
sobre todo por el medio y la época en que se materializó. Este es
un camino cierto que también habilita a pensar que pudieron
existir variantes a las nada deseables dictaduras. El caso de EEUU
puede incluirse entre las excepciones, pero quizás este fenómeno
no resulte tan particular, porque para esta comunidad no se daban
una serie de elementos que a Europa la convertían en una zona de
especial riesgo al respecto. Sus apetencias de expansión territorial
no habían sufrido prácticamente impedimentos mayores, su lejanía
geográfica con el foco comunista no le acarreaba la magnitud de
los contratiempos que si tenían los europeos y no había
experimentado en pareja medida los avatares y las consecuencias
de la Primera Gran Guerra Mundial. Por el contrario, sacaron de la
importante conflagración algunas excelentes ventajas, por su tardía,
aunque importante participación.
[Roberto A. Capriotti] 136

La República de Weimar, la República Española, la República


Portuguesa, el Liberalismo italiano, el Socialismo italiano fueron
experimentos renovadores de elevadas miras y por cierto, una
muestra de que el Pacto Social Liberal constituía una respuesta
superadora pero no definitiva y además ya permitían entrever los
primeros indicios del Pacto Social Democrático. ¿Cómo surgen los
apuntados experimentos? La falta de evolución en materia social
con la consecuente ausencia de réditos concretos inmediatos,
incitaron a vastos sectores populares a efectuar reclamos, a veces
con exteriorizaciones que alarmaron a los detentadores del poder
económico y estos aprovecharon la ocasión para ensayar violentas
variantes políticas. Tal vez los sectores progresistas no le otorgaron
la fundamental importancia que tiene aquella afirmación: no sólo de
pan vive el hombre. Así fue como, ciertos sectores políticos y también
económicos y de las fuerzas armadas llegaron a tener la sensación
de la desintegración nacional y el pavor los llevó a una reacción
histérica, que significó apoyar a regímenes que crearon una fuerte
sensación de defensa de la nacionalidad y esto no se puede negar,
pero que escondían debajo de esa noble bandera otros fines que a
la postre no eran tan nobles. Fueron entronizados para sostener la
nacionalidad y de paso mantener el orden interno puesto en jaque
y además y fundamentalmente para entorpecer las posibilidades de
cambios importantes y en algunos casos fue tan histérica la
reacción que llegaron a cometer desatinos políticos de tamaña
dimensión como para poner en riesgo la nacionalidad que decían
defender.
Me adhiero a quienes piensan, que en el presente universal, a las
grandes crisis nacionales sólo se las debe encarar con mayor
Democracia. O bien admitamos que se puede resolver eficazmente
la problemática de esas grandes crisis al mejor estilo rooseveltiano,
pero más avanzado. Dicho régimen tenía metas muy ambiciosas y
de características bien liberales, pero muy alejada de los
totalitarismos, tan alejada que significaba su antítesis. Mejor aún si
137 [La Política. Lo que debe ser.]

las salidas pueden tener las características del progresismo


medianamente democrático de la Francia degaullista o los
marcadamente democráticos de la Alemania adenauerista, la Italia de
la inmediata posguerra o la España post Franco. Pero la
proliferación de los regímenes totalitarios de derecha se
produjeron en las décadas del 20 y del 30 del Siglo XX y aún no
habíamos vivido las contingencias que se soportaron desde
entonces hasta después de la Segunda Guerra Mundial. En dicho
lapso también se produjeron varios intentos de experiencias
positivas que nos permitían entrever los albores de la Democracia,
pero desgraciadamente las vacilaciones y titubeos las llevaron a
desembocar en las muchas y negativas demostraciones totalitarias
de derecha. ¡Quién podía pensar que la Alemania que pudo
intentar la República de Weimar hubiera de parir al Hitler
gobernante! En el plano puramente especulativo ahora podemos
decir que pudieron existir variados senderos menos abruptos, pero
el hecho político concreto es lo que ocurrió, un grande enjambre
de experiencias totalitarias de derecha y todo lo demás a decir
puede ser una hipótesis de un trabajo de carácter sociológico. Esas
denigrantes experiencias debemos considerarlas reacciones
histéricas porque varias de ellas desembocaron en experiencias
beligerantes de carácter prácticamente suicida y en prácticas
aberrantes de persecución étnica y religiosa. El mejor ejemplo fue
la ya mencionada experiencia hitleriana.
Las experiencias totalitarias son más frecuentes en las naciones
subpotencias, pero también se dan en las naciones potencias,
sometidas a procesos de fragmentación peligrosos que hacen
inestable su condición de entidad nacional. Las experiencias
totalitarias de derecha, generalmente, son reacciones histéricas,
como dije, de una comunidad que se siente en peligro por
amenazas, reales o aparentes, que ponen en juego su integridad
nacional y también debo incluir como una razón de primerísima
magnitud a la consolidación del experimento comunista en el seno
[Roberto A. Capriotti] 138

de la Europa capitalista, que quitaba el sueño a muchos sectores


burgueses que apostaron muy fuerte a favor de las causas
totalitarias y también incluyamos entre los apostadores, de manera
especial, a importantes sectores religiosos. Los hechos además nos
enseñan que la existencia de esos totalitarismos, en muchas
comunidades, no sólo ha contado con el caldo de cultivo interno
sino con la ayuda, la aquiescencia, la aprobación, la indiferencia o
la tolerancia externa. Si para muestra basta un botón, con el afán
de certificar esto de la complicidad externa, quiero repetir aquí un
párrafo extraído de la obra La Italia Lictoria de Indro Montanelli y
Mario Cervi pues en ella se describe con lujo de detalles la visita de
Winston Churchill a Mussolini en el año 1927. En ese momento
Churchill era Canciller de Hacienda y del Tesoro, del gobierno
inglés del Primer Ministro Stanley Baldwyn (1924/1929). La visita
se realizó en el despacho del Duce en el Palazzo Chigi, en Roma.
La transcripción textual de la declaración del visitante, a la prensa,
a la salida de la reunión es la siguiente:
Si yo hubiese sido italiano, sin duda habría estado con ustedes de todo
corazón, desde el principio hasta el fin de la lucha victoriosa con los
apetitos bestiales y las pasiones del leninismo”.27

Por ese entonces Italia e Inglaterra eran garantes del Pacto de


Locarno (1925) por el cual se establecía en Europa, por lo menos
en la letra, un período de colaboración y de paz. Los regímenes
gubernativos totalitarios no son el resultado de acciones
parcializadas, aunque pueden tener su fundamento en la voluntad y
en la acción de un sector en particular que busca defender o
reforzar sus intereses. No son solamente el resultado de la acción
de parcialidades, civiles, militares, religiosas, económicas, que por
medios coercitivos brutales sojuzgan a una comunidad. En la
realidad tenían o tienen el acompañamiento, consciente o

27 Montanelli, Indro y Cervi, Mario (1982): La Italia Lictoria, Barcelona: Plaza y Janés, p. 126.
139 [La Política. Lo que debe ser.]

inconsciente, de la mayor parte de la comunidad. ¿Por qué resulta


así? La mayoría de los ciudadanos de esas sociedades involucradas
se sentían defraudados en lo económico y social, sino también en
lo anímico por las consecuencias adversas de la Primera Guerra
Mundial que padecieron y también les alcanzaba el miedo a la
desintegración nacional, originada en los faltantes de la gestión
política-gubernativa del Liberalismo. Cuando un régimen totalitario
se impone en el ámbito de una comunidad humana la
responsabilidad no es de unos pocos, la responsabilidad alcanza a
muchos sectores dirigentes y a determinados sectores integrantes
de esa comunidad. Menos aún se explica atribuyéndole el
fenómeno al mesianismo de un individuo o de una elite reducida y
determinada. Después de lo ocurrido, a las comunidades que
padecieron el fenómeno les viene bien sacarse el sayo de encima
atribuyendo la circunstancia a un individuo o a un grupo de ellos.
Él o ellos son la cabeza visible, el cuerpo es mucho más grande y
es una masa informe que involucra a la mayor parte de la
comunidad. Es el Pacto Social Liberal que degenera en un Pacto
Social Absolutista de nuevas características. El Pueblo ha dado o
da en esos casos su aquiescencia, por lo menos una mayoría
porque siempre existen minorías cuyos intereses no coinciden o
bien están inspirados en nobles principios de libertad y respeto por
la personas. Ese apoyo mayoritario estaba integrado por los que
eran plenamente conscientes y por los que eran las víctimas de las
más variadas e impropias seducciones.

3.10. La Nación: Europa es un especial paradigma.


Este subtítulo es una prolongación del anterior, un repaso más
pormenorizado, para ser más preciso, es una crónica sobre los
acontecimientos ocurridos a nivel mundial pero fundamentalmente
en Europa, en un lapso muy breve para el desenvolvimiento del
[Roberto A. Capriotti] 140

género humano, pero que es sumamente prolífico en hechos


demostrativos del desarrollo de la condición nacional, abundante
en vicisitudes y en la diversidad de las mismas. Europa es una
cantera rica en materiales para ilustrar no sólo la epopeya de la
revolución burguesa que alumbró al nacionalismo, sino que
también muestra ciertos acontecimientos políticos entre la Primera
Guerra Mundial y la Segunda, que son altamente significativos para
analizar el desenvolvimiento de la condición nacional y por eso
creo que la importancia de dicho material me autoriza a distraer el
tiempo del lector. Para que sea más accesible describiré a grandes
rasgos a la Europa política del último cuarto del Siglo XIX y la
primera mitad del Siglo XX. Pretendo ser lo más ilustrativo posible
y además ahorrar tiempo y espacio, porque esos antecedentes
tienen una dimensión relevante para la comprensión del fenómeno
de las consolidaciones nacionales y de la consecuente superación
de las prácticas monárquicas absolutistas y porque en la vidriera de
ese escaparate están en exposición las múltiples experiencias de los
totalitarismos de derecha, pos Primera Guerra Mundial y pre
Segunda Guerra Mundial. El Liberalismo y el Totalitarismo, en ese
lugar geográfico y en ese lapso, son merecedores de estudio porque
nos muestran una parte sustancial de la marcha de las comunidades
europeas, líderes en la materia a nivel mundial, hacia las instancias
nacionales. Muy generalizadamente hice referencia a estas dos
cuestiones en el capítulo anterior, pero tienen tanta importancia
que justifica prolongar un poco más la revisión.
El período que mencionara, que se manifiesta en un lapso de
tres cuartos de siglo, el último cuarto del siglo XIX y la primera
mitad del siglo XX, nos muestra a una Europa polifacética, con
muchas nacionalidades bastante definidas y también como se oscila
en determinado lapso y con mucha rapidez entre una variante
política que apreciamos como lógica en la larga marcha hacia la
madurez nacional y otra que es la inversa. El análisis de los
principales elementos que provocan las variantes es muy
141 [La Política. Lo que debe ser.]

aleccionador porque muestran las formas en que determinados


intereses se oponen a los cambios radicales, pero a su vez nos dan
claras señales del apego a las formas nacionales. Los regímenes
totalitarios de derecha hacían del nacionalismo una de sus banderas
esenciales. Resguardar la nacionalidad era un recurso que encubría la
maniobra para mantener con vida un orden de cosas que estaba prácticamente
exánime. Y por si fuera poco lo anterior, podemos comprobar
también que esas variantes indeseables, en base a sus artilugios,
lograban el apoyo mayoritario en el seno de cada comunidad.
Entrando en el tratamiento de la cuestión y refiriéndome a los
últimos veinticinco años del Siglo XIX, en general se convivía en el
marco del estadio nacional y dentro de las formas del Pacto Social
Liberal, después de haber superado las instancias del Absolutismo
en la mayor parte de esas nacionalidades. Muchas monarquías
pocas repúblicas, con división de los poderes estatales, con la
presencia de parlamentos y con el ejercicio del voto ciudadano, no
en una importante dimensión pero sí con ciertas formas
aceptables. Bertrand Russell, en un momento de un análisis
retrospectivo, describió la situación en el período aludido con la
siguiente expresión: en mi juventud nadie ponía en duda el optimismo
victoriano, en clara alusión a las potencialidades económicas de
ciertas naciones y a su régimen de convivencia. Se vislumbraba que
los grados de libertad y de prosperidad seguirían su marcha de
manera estable y permanente como si se tratara de un proceso
natural o lógico. Comprobaremos a poco andar que esta visión
optimista es desmentida en el período entre guerras mundiales por
la aparición abundante, por no decir general, de los regímenes
totalitarios de derecha.
El Pacto Social Liberal trajo la división de poderes y la
participación ciudadana a través del voto. El voto universal, esa
conquista tildada de democrática, según mi apreciación, era una
condición del Pacto Social Liberal. El mismo debía ofrecer la
[Roberto A. Capriotti] 142

instancia del voto universal en su marcha hacia el


perfeccionamiento del orden social. La presencia del voto universal
era el último gran atributo que debía mostrarnos el Pacto Social
Liberal para llegar a tener su condición de tal perfectamente
redondeada. Incluir el voto universal como una característica de la
condición democrática es un error, pues ese atributo debe estar
incluido en la herencia que la Democracia recibe del Liberalismo.
Si se revisa la Constitución Liberal de la República de Weimar se
comprobará que es así, tal cual lo explico. El voto universal, en la
mayoría de las comunidades europeas, se aplicó gradualmente
apenas franqueado el año 1870 y de allí en adelante, es decir
cuando el Liberalismo alcanza un grado de consolidación bastante
amplio, aunque el porcentaje de participación ciudadana no
superara en promedio mucho más de un 30%. Luego de la Primera
Guerra Mundial habría de extenderse ese porcentaje. Concluida la
Segunda Guerra Mundial, lo que faltaba para llegar a la vigencia del
voto universal en su verdadera dimensión era una deuda que el
Liberalismo dejaba pendiente, que habría de completar la
Democracia junto a otra gran responsabilidad que es de otra
naturaleza, que hoy identificamos como el Bienestar General.
Sobre esto último habré de extenderme en otro capítulo, pero
quiero mostrar la punta del ovillo de mi pensamiento al respecto,
diciendo que para catalogar de democrático a un régimen político
es necesario la presencia de otros elementos que van más allá de la
simple traslación fortuita de los atributos que vienen del
Liberalismo, como la división de poderes y el voto universal. Lo
que fundamentalmente diferencia al Liberalismo de la Democracia
es la interpretación del alcance del concepto de la Igualdad, que
abarca mucho más que la división de poderes y el voto universal y
se refiere fundamentalmente a la redistribución de la riqueza.
Bien, volvamos a la senda del Liberalismo: teníamos por
entonces división de poderes, voto universal y también el
industrialismo que ya se aplicaba en Inglaterra con anterioridad y
143 [La Política. Lo que debe ser.]

luego se trasladó a muchas naciones de la parte continental, en lo


que se llama la Segunda Revolución Industrial. Todo esto abrió las
compuertas para la aparición de las masas o por lo menos a la
posibilidad de reclamos sociales que estaban bien fundados,
porque la prosperidad abría el apetito de la gente que ayudaba a
sostenerla y no la gozaba. También proliferaron los pensadores, las
instituciones y las corrientes políticas que hicieron suyas esas
pretensiones. El cuadro político se hacía más amplio por cierto y
también muy complejo, por lo menos para la mentalidad de aquel
entonces. Entre 1910 y 1914 tuvieron lugar muchas huelgas
laborales, en el medio europeo y éste también es un dato a
computar porque había una verdadera conexión entre estas luchas
reivindicativas y el ascenso de partidos obreros y socialistas. Era
evidente que el Liberalismo no era el sumun, tenía flancos débiles
aún no definidos, que creaban ciertos y abultados grados de
inestabilidad y de inconformismo. Estaba a la vista que el sistema
político, casi generalizado en ese sector del mundo, era incapaz de
asimilar algunos requerimientos de fuerte y profunda intensidad,
principalmente de naturaleza económico-social. A esto último no
lo computamos como una deuda del Liberalismo porque para
solventar esa deficiencia vendría la Democracia.
En el primer decenio del siglo XX la vigencia de los regímenes
políticos más destacados a nivel universal, se pueden sintetizar
como sigue, con las deficiencias que siempre puede acarrear una
síntesis muy ajustada:
• Rusia era un imperio decididamente autocrático.
• Bulgaria, Serbia y Montenegro eran monarquías autoritarias.
• Alemania y Austria/Hungría eran imperios conservadores
con constituciones, libertades públicas, parlamentos, partidos
y elecciones pero con gobiernos designados por la Corona y
no plenamente parlamentarios.
[Roberto A. Capriotti] 144

• Gran Bretaña, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Portugal,


España, Suecia, Noruega (escindida de Suecia en 1905),
Italia, Rumania, Grecia, Luxemburgo (independizado de
Holanda en 1890) eran monarquías parlamentarias,
gobernadas por gabinetes ejecutivos responsables ante
legislaturas electas por procedimientos electorales más o
menos amplios.
• Francia y Suiza eran repúblicas.
No puedo pasar por alto, por razones obvias, la mención del
ámbito americano en donde se destacan algunas de sus
comunidades:
• Los Estados Unidos de América se desenvolvían en un
marco republicano liberal exitoso acorde a las pretensiones
de su comunidad y a fines del Siglo XIX era el país con
mayor crecimiento a nivel mundial porque aprovechaba los
beneficios del industrialismo. Luego de la Guerra con
España en 1898 se convirtió en potencia colonial, como
consecuencia del Tratado de París que cierra dicha guerra.
• Cuba había adquirido su independencia en franca relación
con EEUU.
• Méjico, bajo un régimen dictatorial de carácter absolutista,
estaba en las puertas de iniciar su larga etapa revolucionaria
que culminaría en 1917, oportunidad en la que se dictó una
Constitución de avanzadas características para la época.
• Argentina era la Meca de un sistema Liberal de características
acentuadas.
• El Brasil devenido república en 1889, luego de un período
autoritario ingresaba en las prácticas liberales.
145 [La Política. Lo que debe ser.]

• Argentina y Brasil seguían aferrados a la producción


principalmente primaria, que en la primera todavía rendía
frutos, pero en la segunda ya estaba padeciendo la razón más
importante de su declinación, la caída de los precios
internacionales de sus principales productos. En ambos
países la burguesía terrateniente se había convertido en
oligarquía, como en la mayor parte de los países de América
Latina, con la consiguiente pérdida de posibilidades de
modernización económica y social. Un tema digno de
especial consideración y por eso lo estoy analizando un poco
más ampliamente en otro ensayo de carácter específico.
Por su parte, Japón, a principios de la segunda mitad del Siglo
XIX con la dinastía Meiji en el poder, ingresa en una etapa de
régimen absolutista e inicia un vertiginoso crecimiento económico.
En 1905 triunfa en su enfrentamiento armado con Rusia e ingresa
en el concierto de naciones predominantes. En la Primera Guerra
Mundial juega a favor de los aliados y como compensación recibe
en Asia, las posesiones que fueron alemanas y así saca patente de
imperialista.
En ese marco, en que el Liberalismo como sistema político,
casi generalizado en Europa, era incapaz de asimilar algunos
requerimientos de fuerte y profunda intensidad, como sostuviera
pocos párrafos atrás, se produce la iniciación de la Primera Guerra
Mundial, el 23 de julio de 1914 el Imperio Austro-Húngaro declara
la guerra a Serbia, por el hecho de que poco días antes, el 28 de
junio, fueron asesinados por un activista serbio, en la ciudad de
Sarajevo, capital de la provincia de Bosnia en aquel tiempo, el
Archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austríaco y su
esposa. Esta guerra, por su dimensión, no tenía antecedentes y
mereció la denominación de mundial porque involucró a
comunidades humanas de las más diversas latitudes a nivel planeta.
El pretexto fue en cierta medida de baja intensidad comparado con
[Roberto A. Capriotti] 146

la magnitud del hecho bélico. Las razones eran muchas e


importantes pero se escondían bajo la alfombra. Para una mejor
comprensión del hecho improvisaré una síntesis de las mismas:
• La aparición de fuertes sentimientos nacionalistas en
comunidades sojuzgadas.
• Creciente rivalidad en el terreno comercial, industrial y la
proliferación de las barreras arancelarias.
• El ascenso de potencias extraeuropeas: EEUU y Japón.
• Antigua rivalidad por el dominio de los Balcanes
• Gran competencia en el armamentismo naval.
• Continuos roces por las políticas colonialistas.
• La rivalidad franco-alemana como consecuencia de la guerra
de 1870.
Los participantes protagónicos en la guerra fueron: la Triple
Alianza y la Triple Entente que estaban compuestas por muchas
naciones pero en ambos casos mostraban tres primeros actores,
cada una. La primera trilogía la componían Alemania,
Austria/Hungría y el Imperio Otomano y como partenaire los
búlgaros, y la segunda estaba compuesta por Francia, Inglaterra y
Rusia, y también se agregarían Italia un año después, Japón de
manera bastante pasiva y a los postres, sobre el final, EEUU. En
total los beligerantes llegaron a ser más de treinta comunidades,
incluidas las respectivas colonias y otros países con escasa
participación. El desenvolvimiento de la guerra en sí no juega en
los propósitos de este ensayo, pero sí tienen mucha importancia
algunas de sus consecuencias y por lo tanto entraré en la
consideración de algunos aspectos que considero destacados. La
Triple Alianza pierde la guerra. Luego de las firmas de tratados,
protocolos y demás elementos de rigor, quedó en claro que la
147 [La Política. Lo que debe ser.]

geografía política europea había cambiado sustancialmente. Las


naciones europeas sobrevinientes componían una larga lista:
Noruega, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia,
Alemania, Checoeslovaquia, Austria, Hungría, Rusia, Rumania,
Yugoeslavia, Bulgaria, Grecia, Italia, España, Francia, Portugal,
Gran Bretaña, Irlanda (en dolorosa conformación), Bélgica,
Holanda, Luxemburgo, Suiza y la ciudad de Constantinopla como
parte de Turquía en el suelo europeo. Desaparecieron imperios y
se consolidaron naciones, muchas de las cuales en el período de
preguerra estaban peleando por su independencia. Esta presencia
de nuevas comunidades con dicho rango es quizás la consecuencia
más importante de este sangriento conflicto bélico. Esa masividad
de nuevas entidades nacionales es el resultado de la imposición de
un criterio que tiene notable dimensión: el principio de las
nacionalidades. Para imponer este criterio fue fundamental el papel
de los EEUU, que se mantuvo muy intransigente al respecto. Es
indudable que el principio servía en gran medida a los fines
particulares de los triunfadores, en especial la potencia americana,
pero su relevancia para consolidar el proceso del acceso a la
independencia nacional de diversas comunidades es realmente
valiosa. También quedaron comunidades muy descontentas por la
cuestión de las particiones territoriales: en primer lugar y como era
deducible, Alemania, perdidosa por su rango de principal actora,
Italia que fue aliada en el triunfo pero no se sintió satisfecha por
las compensaciones, al igual que Japón, aspirante a adquirir un
rango más hegemónico en el Lejano Oriente.
Otra de las consecuencias de esa conflagración fue el inicio de
una serie de intentos por imponer un cierto orden en el nivel
mundial para las disputas entre comunidades y si no fueron muy
alentadores los resultados, por lo menos se crearon diversos foros
de discusión, de los cuales el más importante fue la Sociedad de
Naciones. Se constituyó en 1920 y consistía en un organismo
internacional de arbitraje en el que las partes adheridas podían
[Roberto A. Capriotti] 148

dirimir sus disputas. Los poderes de la misma quedaron limitados a


la persuasión y a varios grados de sanciones morales y económicas
que los miembros eran libres de aceptar. Además de lo anterior
debo remarcar que fue notorio como se profundizaron algunas
variantes políticas que empezaron a manifestarse en la preguerra: la
irrupción, en alto grado, de las masas en materia política y gremial,
la consolidación de ciertas ideologías y la proliferación de las
corrientes políticas partidarias. Todo ello contribuyó a una gran
movilización y polarización en la opinión pública y a la aparición
de un gran enjambre de medios de prensa gráficos al servicio de las
ideologías, como también, la proliferación de pensadores
comprometidos con los cambios, no siempre del mismo signo. El
Liberalismo de Locke y de la Revolución Francesa comenzaba a
quedar rezagado y los gobernantes debieron efectuar concesiones a
veces impensadas en el pasado anterior, cercano. Vuelvo a repetir
lo dicho un poco más atrás, aparecieron formas liberales, muchas
con características muy avanzadas con relación a lo existente con
anterioridad a la guerra: la República de Weimar, la República
Española (tardíamente), la República Portuguesa (aparecida en
1910), la irrupción del Laborismo en Inglaterra (1922), la
consolidación de las variantes socialistas en diversas comunidades
y similar avance de los partidos comunistas. El liberalismo clásico
hacía agua en muchas comunidades por su falta de respuestas para
frenar el maremágnum creado por los reclamos y las protestas de los
desprotegidos. Por mi parte no hablo de la aparición de ciertas
formas democráticas, como lo hacen muchos autores, porque
según mi manera de ver y de pensar, de las formas democráticas,
recién podemos empezar a efectuar referencias una vez acontecida
y finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando de manera más o
menos concreta aparece el Estado Benefactor.
Con relación a las formas liberales mencionadas voy a hacer
una breve, pero especial referencia a un caso en particular, así
149 [La Política. Lo que debe ser.]

como después insertaré un comentario sobre un ejemplo de


totalitarismo de derecha, que resulta también un paradigma:
En Alemania, la debacle sufrida en la Primera Guerra Mundial
hizo que cayera la Monarquía de los Hohenzollern y que caducara
el II Reich o Imperio. Las derrotas en el frente militar y el grave
deterioro de la situación económica, provocado en parte por el
bloqueo británico, llevaron a los principales jefes militares a
reclamar la constitución inmediata de un gobierno parlamentario,
cuya primera responsabilidad era gestionar un armisticio de manera
urgente, porque las consecuencias podían ser mayores con la
demora. El II Imperio se disolvió ante el desastre militar y la
revolución interna aludida. Alguien tenía que pagar los platos rotos y
no podía ser otro que uno de los grandes inspiradores de la
aventura bélica, el Emperador, quien en definitiva abdicó y huyó.
Se constituyó un gobierno republicano liberal y al año siguiente,
1919, se reunió en la ciudad de Weimar la nueva Asamblea
Nacional Constituyente. Así debutó la República de Weimar, mejor
dicho, se inició firmando una desastrosa rendición incondicional
sin haber sido invitada a la mesa de negociación. Su primer
Presidente fue un socialdemócrata. La República de Weimar fue un
experimento político de signo liberal avanzado y vio la luz en
medio del caos de la derrota militar y de los reclamos de mejoras
sociales. Llegado el año 1922 el gobierno alemán se encuentra ante
la incapacidad de hacer frente a las indemnizaciones de guerra
especificadas por el Tratado de Versalles. En enero de 1923, el
gobierno francés envía tropas para ocupar el Ruhr, la inflación se
eleva, la clase trabajadora emprende huelgas masivas y la clase
media ve como sus ahorros se esfuman. Es una crisis extrema y el
gobierno está impotente. En 1924, los acontecimientos se
estabilizan pues reciben ayuda económica de los norteamericanos.
En 1925 se realizan elecciones presidenciales y el general
Hindenburg es elegido presidente. Entre 1925-29 transcurre un
período de estabilidad de la República de Weimar. El partido
[Roberto A. Capriotti] 150

Socialdemócrata se mantiene como el partido más grande de


Alemania con apoyo casi masivo de la clase trabajadora. Un
análisis de cambio social en Alemania siempre debe considerar
adecuadamente el papel de dicha corriente política, pero como si
fuera un agregado especial, sobre este experimento político liberal
quiero manifestar que por ese entonces ya se insinuaban algunos
elementos, que para mi modo de ver las cosas, tienen parentesco
con la Democracia. Pongo el acento en un aspecto de la gestión de
la República de Weimar, que se destaca por su significado en
materia de conquistas sociales: en 1927 le dieron vigencia a un
interesante seguro de desempleo, que después debieron derogar
exigidos por la crisis general y por la implosión de las finanzas
públicas y no me cabe duda que por la presión de la alta burguesía.
Por ejemplo, esta conquista de los asalariados alemanes superaba
largamente a la obtenida en Inglaterra, antes de la guerra, bajo la
forma de un seguro por enfermedad y desempleo. Estas conquistas
tan positivas en el ámbito económico-social nos estaba
preanunciando lo que sobrevendría en esta materia, después de la
Segunda Guerra Mundial. La República mencionada, un avanzado
experimento liberal, concluyó aún peor de cómo había empezado,
cerró su ciclo con el ascenso de la más terrible de las dictaduras
que vivió no sólo el pueblo alemán sino el mundo. Es cierto que la
Gran Depresión de 1929 fue un impedimento mayúsculo en su
gestión, porque Alemania sufrió las consecuencias en dos aspectos,
debió devolver inmediatamente los cuantiosos préstamos recibidos
de los norteamericanos, principales actores de la crisis y además
soportar los males de la falta de demanda y la paralización de los
sectores productivos y la consiguiente pérdida de fuentes de
trabajo, pero este nuevo régimen de gobierno en Alemania,
producto de la alianza entre socialdemócratas y liberales, que luego
se diluyera, se enfrentó no sólo con los problemas consignados
sino también con el exceso de polarización entre los diversos
partidos políticos, que demostraron que no tenían una noción
151 [La Política. Lo que debe ser.]

aproximada de las consecuencias de sus enfrentamientos. Realmente


jugaban con fuego y probablemente creían que lo hacían con agua perfumada.
Las demostraciones de fuerza de las masas, de los veteranos de
guerra y otros grupos ultranacionalistas, las prevenciones y las
intrigas de las altas finanzas y la gran industria, que o bien se
asustaban de la presencia popular en la gestión política y gremial o
bien pretextaban que los asustaba tal ingerencia, puesto que más
cómodo resultaba la quietud y la gran rentabilidad de los viejos
tiempos absolutistas. La crisis económica reforzará las
posibilidades de los partidos extremistas, los comunistas y los
nacionalsocialistas y el todo aumentará el caos que en definitiva
llevará al poder apoyado por el voto popular, en el año 1933, a
Hitler y sus múltiples sectores aliados, entre ellos la gran burguesía
industrial que aportó mucho dinero y prensa. Así transcurrió este
experimento de signo nacional con esencia liberal avanzada, la
República de Weimar. La República nació del fracaso de un intento
de hipernacionalismo anacrónico y cayó postrada frente a otro de
similar naturaleza, pero vestido con otro ropaje. Singular
experiencia en la marcha de una nacionalidad. Hoy Alemania
presenta las características de una comunidad nacional altamente
desarrollada y con signos evidentes de la vigencia de la
Democracia, pero el precio pagado para alcanzar esa meta fue tan
grande que los frutos obtenidos no podían tener otra dimensión
que la actual, a lo que corresponde sumar lo mucho que promete
para el futuro. A veces en mis devaneos me pregunto si será
posible que mi Patria, que tantos costos pagara y sigue pagando,
según los datos a la vista, pueda en su futuro obtener frutos de tal
naturaleza. La República de Weimar nació de parto traumático,
vivió en una constante pesadilla y murió trágicamente, pero nos
dejó un importante legado: la Constitución de Weimar de 1919.
Después de la Primera Guerra Mundial es la Constitución que
contiene la más completa y compleja declaración de derechos de la
época, en paralelo con la de Méjico de 1917. Reconoce la igualdad
[Roberto A. Capriotti] 152

de hombres y mujeres, se limita el Derecho de propiedad al


someterlo a determinados fines públicos y reconoce cierta
participación de los trabajadores en el funcionamiento de las
empresas. La Constitución de Weimar fue promulgada
oficialmente el 11 de agosto de 1919, finalizando el período de
gobierno provisional que había comenzado en noviembre de 1918
con la proclamación de la República. Las elecciones para el
Reichstag fueron en junio de 1920. El apoyo popular al nuevo
modelo político alcanzó a más del setenta y cinco por ciento de las
voluntades, mientras que las fuerzas antirrepublicanas (Partido
Nacional Popular Alemán y Partido Popular, ambos de derecha)
obtuvieron poco más de un diez por ciento de los votos en
conjunto. Creó el cargo de Presidente elegido popularmente (por
siete años y reelegible), con amplios poderes en materia de política
exterior y fuerzas armadas. También le daba la capacidad de
promulgar decretos de emergencia para proteger a la república de
las amenazas de detractores tanto de derecha, como de izquierda.
El Presidente nombraba al Canciller, cuyo gobierno requería la
confianza de la cámara baja del Parlamento (Reichstag), que a su vez
era elegido por sufragio universal y mediante un sistema de
representación proporcional. La cámara alta (Reichsrat) estaba
compuesta por los delegados nombrados por los estados federales
o länders. Las características más modernas e innovadoras de esta
Constitución eran las herramientas para la participación popular y
el referéndum, que permitían al electorado introducir -por la vía de
la petición- sus propias iniciativas de ley en el Reichstag y forzarlo a
discutir la propuesta. Si la iniciativa era rechazada, un referéndum
nacional permitía al electorado aprobar una ley sin el
consentimiento del Reichstag. En esta Constitución de la República
de Weimar el Liberalismo alcanza su máxima expresión y ella
puede ser considerada un paradigma.
Ahora bien, sumariamente hemos presentado un paradigma del
Liberalismo y ahora le ha llegado el turno al análisis de los
153 [La Política. Lo que debe ser.]

regímenes totalitarios de derecha. Primeramente hago un listado de


los susodichos, imperantes en el período entre guerras en Europa,
porque son los más singulares y además es en esta geografía donde
proliferaron en mayor porcentaje, como lo expresara con
anterioridad. Se dieron en muchas otras partes, Japón por ejemplo,
pero por las razones apuntadas analizo los del continente europeo.
En el enunciado sigo cierto orden cronológico de aparición:
Hungría (1920), Italia (1922), España (1923), Portugal (1926),
Yugoeslavia (1929), Alemania (1933), Letonia (1934), Estonia
(1934), Bulgaria (1935), Grecia (1936), Rumania (1938) y España
repetiría luego, en 1939, con Franco, después de la República
instaurada en 1930. Sobre las razones de la aparición de estos
experimentos dictatoriales he sido reiterativo en párrafos anteriores
y ahora sólo me limitaré a detallar algunas circunstancias de uno de
ellos, que por sus características es bastante ilustrativo y un tanto
pionero en la materia. Me refiero al régimen fascista italiano,
encabezado por Benito Mussolini, por mucho tiempo il Duce, el
caudillo de un sistema político en una geografía y en un tiempo en
donde el Liberalismo debía ser la regla propia del
desenvolvimiento de las comunidades. Esta variante se asemeja a
una aventura política fuera de los carriles normales, pero no es así
si se analizan los muchos acontecimientos que sirvieron de
pretexto para que se materializara. Se trata de una instancia que por
su reiteración permite establecer pautas que he manifestado en
renglones anteriores cuando me refería a las generalidades.
Mussolini era un personaje que según muchos comentaristas tenía
una personalidad díscola, inclinada a los cambios frecuentes,
impensados y contradictorios, pero detrás de esa forma de actuar
existía una línea recta que nos conduce a concluir que para il Duce
resultaba válido el juego de las contradicciones para alcanzar sus
objetivos personales y fundamentalmente los políticos. Supo
aprovechar las debilidades de un sistema o mejor dicho de las
personas que lo aplicaban, para montarse en los miedos de
[Roberto A. Capriotti] 154

muchos, aristocracia y burguesía, que tenían miedo a los que ellos


llamaban el desorden. El desorden eran los reclamos de las masas
postergadas y los cambios llevarían a una situación que
perjudicarían los intereses de la aristocracia y de la burguesía. No
hay mejor defensa que un buen ataque. Una simple relación de sus
pasos nos muestran cómo con muy poco logró mucho, el poder
absoluto en una nación, que terminó a sus pies, pero fueron
muchos los cómplices: la monarquía, las fuerzas armadas, una
burguesía en pánico, el clero, los desesperanzados y los inclinados
a la violencia. Fue un dictador pero su método no fue el de las
dictaduras militares, aprovechó inteligente y audazmente las
condiciones del medio social al que pertenecía. De las muchas
lecturas sobre Mussolini no he podido deducir cual de esos dos
elementos de su personalidad, la inteligencia o la audacia, era el
prevaleciente. Lo que sí he llegado a pensar es que los usaba en
cada momento, junto o separados, en la dosis necesaria para
obtener el éxito o sólo superar la coyuntura. Esto también es otro
elemento de su temperamento, el oportunismo. En 1914 Mussolini
dirigía el medio periodístico Avanti, órgano oficial del partido
Socialista Italiano y se embarca en una decidida prédica a favor del
ingreso de Italia en la guerra y ello le acarreó la pérdida de su cargo
y la expulsión del partido. A continuación funda en Milán su
propio periódico, Il Poppolo d’Italia y desde allí continua su prédica
a favor del belicismo y se enrola como soldado raso en las filas de
los bersaglieri. Luego de la guerra, en 1919 le dió vida al movimiento
de los Fasci Italiani di Combattimento, en el que se destacaban,
principalmente en el interior del país, las escuadras de acción que
atacaban violentamente a los partidarios y gobernantes locales de
los partidos Socialista Italiano y Popular Italiano (católico). Actos
que quedaban impunes por la incapacidad de coerción de un
gobierno que andaba a la deriva y mientras tanto, el inspirador, a
través de su medio de prensa, concretaba una gran prédica a favor
del fascismo naciente. El nombre de fascios o fascista pudo estar
155 [La Política. Lo que debe ser.]

inspirados en dos vocablos, del latín fasces, un símbolo romano


compuesto por un hacha rodeado de un manojo de cuerdas, que
simbolizaba la autoridad del magistrado o bien del término de la
lengua italiana fascino: grupo o bando. Este movimiento estaba
animado de ideas nacionalistas extremas, de un tajante
antiliberalismo y anticomunismo, aunque en su inicio había
emitido una plataforma de un marcado socialismo de avanzada. En
el encabezamiento de la misma se empleaban expresiones de la
siguiente naturaleza: Revolucionario porque es antidogmático y
antidemagógico. Nosotros ponemos la valoración de la guerra
revolucionaria por encima de todo y de todos y luego un rosario
poblado de consignas que empalidecían al más avanzado de los
socialismos. Al poco tiempo la cambian por otra de signo
prácticamente inverso. Así queda patentizado el desaprensivo
oportunismo de Mussolini y una destacada capacidad para leer las
condiciones objetivas de su país. A continuación haré un resumen
de las condiciones de diversa índole que campeaban en el
panorama nacional italiano en ese momento:
• La frustración por los resultados de la guerra: Italia participó
en el bando vencedor de la Primera Guerra Mundial con
graves pérdidas humanas (aproximadamente un millón de
víctimas) e ingentes pérdidas en materiales y como
contrapartida recibe exiguas compensaciones territoriales.
Había recibido importantes promesas, en la reunión de París
de 1815. Entre ellas la entrega de la costa dálmata. En la
reunión previa al pacto de Versailles los EEUU fueron el
factor preponderante para oponerse a esta entrega y en
principio contra ellos se dirigió el descontento popular italiano,
pero luego giró hacia sus propios gobernantes.
• La crisis económica: la economía queda en ruinas después de la
guerra. Más de la mitad de la población italiana se dedicaba a
las actividades agrícolas, por cierto de formas bastante
[Roberto A. Capriotti] 156

primitivas; las zonas industriales estaban radicadas en el norte


peninsular; la reconversión de las industrias de material de
guerra creó una impresionante cantidad de desocupados a los
que se agregan los combatientes licenciados; inflación muy alta
y congelamiento de salarios y como corolario un fabuloso
endeudamiento estatal.
• La crisis social: frecuentes huelgas y ocupaciones de fábricas
por los obreros; temores del sector patronal por el estallido de
una revolución de estilo bolchevique y hasta enfrentamientos
armados entre patrones y revolucionarios.
• La crisis política: gobiernos inestables y permanentes
recambios ministeriales; desprestigio del régimen liberal por su
impotencia para morigerar la creciente agitación social;
imposibilidad gubernativa en algunas regiones italianas para
imponer un mínimo de orden y de respecto de las normas;
paralización y derrumbe del parlamentarismo por el
enfrentamiento sistemático e irreductible entre los partidos
mayoritarios, socialistas y populares (católicos), que impedían
la posibilidad de un acuerdo nacional que deviniera
mayoritario.
Para comprender cabalmente la gestión de los regimenes
gubernativos totalitarios de derecha es necesario hacer un análisis
de la gestión mussoliniana:
• En 1921 Mussolini es elegido diputado. A fines del 1921 queda
concretado el Partido Fascista. El bienio 1920/1922 fue
llamado como el bienio rojo. En 1922 los periódicos efectuaban
denuncias sobre la paralización de los partidos y la consecuente
inoperancia que hacía inviable al sistema y esto ya indicaba la
predisposición de variados sectores hacia métodos políticos
dictatoriales que le garantizaran la integridad nacional, el orden
y sus privilegios. Es a partir de ese momento que Mussolini
157 [La Política. Lo que debe ser.]

comienza a contar con la simpatía de los círculos económicos


preponderantes. La patronal italiana Cofindustria ayuda
económicamente a la subvención de los grupos fascistas que
utilizan sin disimulos material del ejército. Los actos violentos
de los fascistas gozan de la buena voluntad de los responsables
de los juzgamientos. Ante un anuncio de huelga general en
agosto de 1922, Mussolini presenta un ultimátum al gobierno y
a los huelguistas y con ello la corriente fascista actúa como
garante del orden que el gobierno no estaba en condiciones de
sostener. En una reunión en Nápoles, en octubre de ese año, el
organismo máximo de dirección del Partido Fascista propone
la marcha sobre Roma, que se concreta en un mínimo tiempo y
el 28 de octubre cincuenta mil fascistas ocupan la ciudad de
Roma, el Primer Ministro renuncia y el Rey convoca a
Mussolini a formar gobierno. Sin el estampido de las armas de
fuego los Camisas Negras toman el poder. No es el poderío del
fascismo el que lo impone sino el estado político, social y
económico de un país sumido en el caos de la posguerra y el
descreimiento ciudadano por el régimen constitucional, que a
sus ojos resultó impotente para crear otras posibilidades y
además la complicidad de la monarquía, el clero, las fuerzas
armadas y la alta y media burguesía. Es evidente que son
muchos los que esperan de Mussolini la defensa de la
nacionalidad, la vigencia del orden y el freno a los cambios
importantes en el estado de cosas. Salvaguardar la identidad
nacional, asegurar el orden público y si son necesarios algunos
cambios que los mismos no alteren la sustancia del orden
social imperante. Ese es el programa que puede ofrecer un
gobierno totalitario de derecha y evidentemente nadie le pedirá
algo más que eso. Mussolini habrá de satisfacerlos y hasta
llegará a emborracharlos de orgullo nacional en algún
momento y al final, el embriagado será él, el poder embriaga
aún más que las bebidas alcohólicas y los esporádicos pero
[Roberto A. Capriotti] 158

rimbombantes éxitos militares llevaría a Italia a una aventura


bélica desastrosa. Las crónicas dicen que en un discurso, entre
tantos, dijo: yo no me emborracho de grandeza. Me gustaría, si fuese
posible, emborracharme de humildad. Una prueba más de su gran
inclinación a la demagogia.
• Llegado al poder, Mussolini da nuevas muestras de su
oportunismo y si nos parece exagerado hablar de inteligencia,
aceptemos que actúa con especial sagacidad. Muchos lo apoyan
pero con las precauciones del que prueba algo cuya eficacia no
lo convence totalmente y eso no escapa a su aguda percepción
de la realidad y opera en dos tiempos perfectamente
diferenciados, al principio moderadamente y luego con la
máxima presión. En 1922 forma un gobierno de coalición del
que participan todos los partidos menos los socialistas,
desarma los grupos fascistas y crea la Milicia Voluntaria para la
Seguridad Nacional; libera la economía ya que se privatizan
industrias, se incentiva la inversión extranjera, se reduce el
gasto público y se eliminan algunos monopolios y en política
exterior continua con el entendimiento con las potencias
occidentales de signo liberal. De cualquier manera va ajustando
la presión gradualmente. En 1924 logra una ley que otorga al
ganador de las elecciones el 60 % de las bancas y así se asegura
una fundamental representación en diputados. Giacomo
Mateotti, el Secretario General de los socialistas denuncia en la
Cámara de Diputados la coacción ejercida por el gobierno
sobre los votantes y el fraude en el recuento. Poco después
este dirigente es raptado y asesinado por las milicias fascistas.
La reacción pública fue muy desfavorable al gobierno, pero
Mussolini monta un buen espectáculo alrededor del castigo a
los responsables y espera pacientemente, pues la oposición
comete un grueso error político, se retira de la Cámara y deja al
fascismo con el manejo de la misma a su antojo. Al poco
159 [La Política. Lo que debe ser.]

tiempo esa opinión pública olvida el episodio. Durante 1925


comienza el ajuste sistemático hacia la dictadura, pues no
escapa a los ojos del gobernante que ya existía una amplia
mayoría que la deseaba, principalmente porque había perdido
la confianza en los de signo contrario porque no menguaron
un ápice el hábito de las rencillas de partido, de grupos o de
corrientes. En esas corrientes políticas se daban la impotencia y
el sectarismo en un mismo grado. Este convencimiento era el
predominante, desde el rey al más humilde ciudadano. Apenas
comenzado el año Mussolini ordena la disolución de todas las
organizaciones que tiendan a subvertir los poderes del Estado,
la oposición ha abandonado el Parlamento, la prensa tampoco
contaba porque era presionada por la intimidación o el
secuestro o el cierre por disposiciones reglamentarias, (algunos
atentados contra su persona le sirven de buena excusa para
adoptar estas medidas), se liquida al sindicalismo libre y
aparecen las corporaciones. La Confederación de la Industria y
las organizaciones dependientes de ellas son las únicas
representantes de la actividad y la Confederación de las
Corporaciones fascistas y organizaciones dependientes
representan con exclusividad a las plantillas de obreros. Entre
ellos han firmado un pacto de mutuo reconocimiento bajo la
tutela del Estado. Le quedaba un inconveniente en su relación
con los factores de poder y era el anárquico procedimiento de
algunas escuadras de acción del fascismo, las golpizas y la
obligada ingestión de aceite de ricino eran moneda habitual y
Mussolini se preocupó por corregirlo, puesto que su real
pretensión consistía en que la represión y el castigo de los actos
opositores estuvieran en manos de la autoridad. Se iniciaba el
año 1926 y la organización piramidal estaba prácticamente
concluida. Mussolini era el jefe del Gran Consejo Fascista, que
subordinaba al partido, era jefe del mismo y del Gobierno y
todo convergía directamente hacia su indiscutida autoridad.
[Roberto A. Capriotti] 160

Aún le faltaban algunos eslabones a la cadena, para ello


instauró un Tribunal Especial para la defensa del Estado, de
fallo inapelable y un cuerpo de investigadores también
especiales para alimentar al primero. Los partidos políticos y
las actividades políticas son los principales destinatarios del
cerrojo, escuchas y delaciones están a la orden del día, los
socialistas y los comunistas, aparecidos poco tiempo antes
como escisión del ala izquierda del primero, eran los
destinatarios más frecuentes. La población también fue
encuadrada en instituciones fascistas, desde los niños a los
mayores, para el ejercicio de las más variadas de las actividades
cotidianas. En lo que hace a lo económico, hasta allí, todo
estaba librado al juego del mercado. Mussolini que no era un
economista comenzó, en esa materia, a imponer exigencias que
tenían que ver más con lo político que con lo económico. Hizo
revalorizar fuertemente la lira porque la fortaleza de su moneda
le daba prestigio a un país. Le asustaban las devaluaciones de
Alemania. Así le fue a la economía y a las finanzas y el
resultado más adverso fue para los sectores de menores
ingresos, esto le caía muy bien a la burguesía. Las espaldas de
los trabajadores debían soportar el mayor peso de la crisis. Para
contrarrestar algunos efectos negativos hizo implementar un
plan de grandes obras públicas, rebajas de impuestos, baja de
arrendamientos rurales, baja de salarios e indemnizaciones,
control de precios, barreras arancelarias a los productos
extranjeros y eliminación de las mismas en el caso que fueran
insumos para la producción italiana y una muy publicitada
batalla del grano para alcanzar el autoabastecimiento, que contó
con la incorporación de tierras públicas e improductivas. Hizo
aprobar la Carta del Lavoro, un estatuto que hizo más ajustado
lo que ya existía en materia de legislación para las
corporaciones y fijó para los obreros instancias de reclamos
más accesibles para inducir a las patronales a la vía de la
161 [La Política. Lo que debe ser.]

negociación en materia de salarios en lugar de apelar al laudo


oficial. Esto le ayudaba a crear una imagen de singular
concordia como para darle crédito a su régimen político. En
1928 el Gran Consejo Fascista alcanza rango constitucional y
con ello se afianzó una estructura política, social y burocrática
subordinada directamente a Mussolini. El Rey, que cubría de
elogios a Mussolini, se sintió tocado pero el sistema, para
entonces, tenía las características de lo inamovible. Para 1929 le
llegó el turno al acercamiento con los círculos católicos, que lo
veían bien pero no olvidaban sus épocas de fuerte ateísmo.
Firma con el Vaticano el Pacto de Letrán, que le reconoce al
mismo la categoría de Estado, se normalizan las relaciones
entre reino y papado interrumpidas desde la época del
Risorgimento y además se le entregan indemnizaciones. También
el sistema corporativo debía ser perfeccionado en los aspectos
políticos y el parlamento sería desde ese momento un artefacto
que nada tiene que ver con la voluntad popular. El Parlamento
tendría cuatrocientos integrantes que surgían de la siguiente
forma: las Corporaciones y los entes civiles y sociales
proponían mil postulantes (hasta el Touring Club señalaba
candidatos) y luego el Gran Consejo Fascista se encargaba de
determinar los cuatrocientos de la lista, la que era sometida a
un plebiscito. El ciudadano votaba por sí o por no. También se
perfeccionaron los métodos para intimidar a los que podrían
emitir votos adversos. El primer plebiscito, bajo esta forma, se
realizó el 24 de marzo de 1929 y el resultado por el sí superó la
cantidad de ocho millones y medio y por el no apenas pasó de
los ciento treinta y cinco mil, voluntades. El Jefe de Gobierno
cambió su denominación por il Duce. La situación económica
en Italia superada la barrera del 1930 estaba queriendo
abandonar su convalecencia e inmediatamente la alcanza la
expansión de la Gran Crisis del capitalismo norteamericano de
1929, que tuvo alcance universal. Italia no resulta indemne
[Roberto A. Capriotti] 162

pero tratan de disminuir los efectos con algunas medidas de


socorro crediticio y apoyaturas especiales para los sectores
industriales y hasta la emisión monetaria para frenar las
corridas bancarias.
• A principios de 1934 se realiza otro plebiscito en Italia. Votan
más del 96% de los inscriptos y el resultado favorece al
fascismo con cifras realmente apabullantes. Aún descontando
todo lo de la intimidación y la propaganda y la imposibilidad de
actuar de la oposición, el resultado hubiera sido desastroso
para ésta. Algún opositor exiliado llegó a opinar que podían
encontrar miles de argumentos valederos para vilipendiar al
régimen, pero no se podía discutir que era una realidad
incontrovertible. Afirmado de tal manera en la cúspide del
poder a Mussolini le quedaba in pectore una gran ambición
insatisfecha, alcanzar para Italia un rango de potencia colonial
similar a la de otras naciones europeas, y para ello intensificó
su gestión diplomática, que venía desde tiempo atrás, para
ganarse la buena voluntad de Francia e Inglaterra y expandirse
en África. Alguna señal, tácita o explicita, debió recibir.
También lo ayudó el rápido crecimiento militar de la Alemania
hitleriana porque las anteriores mencionadas potencias
necesitaban de una Italia aliada.
• De la obra de Indro Montanelli y Mario Cervi, titulada La Italia
Lictoria, he copiado textualmente el siguiente párrafo, que pinta
con crudeza la visión inglesa sobre el fascismo: Los ingleses
consideraban al fascismo como un régimen tosco, pero precisamente por ello
eficaz para un pueblo de escaza conciencia como el italiano y un remedio
brutal pero válido para enfrentar al dragón rojo.28 Las bravuconadas y
el armamentismo de Hitler y la consolidación comunista en
Rusia eran preocupaciones primordiales para las potencias

28 Montanelli, Indro y Cervi, Mario (1982): La Italia Lictoria, Barcelona: Plaza y Janés.
163 [La Política. Lo que debe ser.]

occidentales. Entre 1935 y 1936, Italia, invade y conquista


Etiopía. Mussolini proclama el Imperio. Víctor Manuel III, Rey
de Italia, también pasa a ostentar el título de Emperador de
Etiopía.
• Desde 1936 a 1943 transcurre un período que me atrevo a
llamar el ocaso del régimen fascista en Italia, a pesar de que
continuaba la borrachera inspirada desde la propaganda y el
ditirambo, los discursos y los gestos del Duce y la gran
escenografía montada para obtener frutos de su capacidad
histriónica, y de 1943 a 1945, otro lapso, el de su ruina. El
destino de Italia en esos más de dos decenios quedó sujeto al
desenvolvimiento del fascismo. La invasión y dominio de Italia
sobre Etiopía adquiere mucha relevancia internacional, ya que
se trata de un país independiente y por lo tanto ingresa en la
Sociedad de Naciones un pedido de sanciones económicas
para Italia para ser aplicada por los países adherentes a la
misma. La moción es aprobada y votan a favor de ella también
aquellas naciones aliadas a la Italia fascista hasta el día anterior.
Esto provoca el alejamiento de la misma de dicha entidad y su
acercamiento a Alemania, que no ha criticado su acción.
Alemania e Italia firman su primera alianza a finales de 1936.
Deciden en conjunto ayudar a la rebelión de Francisco Franco
contra la República Española y en 1937 ingresa al acuerdo el
Japón. El pacto con Italia libera a Alemania para absorber a
Austria y otras regiones y naciones vecinas. Italia ocupa
Albania a principios de 1939 y en mayo de ese año entre ambas
naciones europeas concretan otro pacto que refuerza la alianza
anterior. Para este entonces las naciones europeas y muchas
que no lo eran estaban perfectamente alineadas para la
Segunda Guerra Mundial.
• El papel de Italia en este concierto era de ostensible debilidad
frente a sus dos grandes aliados, Alemania y Japón. Hitler y
[Roberto A. Capriotti] 164

Mussolini llegaron al poder para mantener el statu quo en


naciones en crisis política y social, pero con grandes diferencias
en lo económico: el primero se hizo cargo de una comunidad
que tenía las características de una gran potencia industrial y el
segundo de un país con una economía predominantemente
agro-pastoril. En consecuencia, a la hora de la conflagración,
Alemania era más de lo mismo, había aumentado su capacidad
productiva y bélica e Italia poco había variado, era un país
donde nada o poco había cambiado. El potencial industrial de
Alemania le permitió una maquinaria bélica de primera línea, la
capacidad industrial italiana no estaba preparada para producir
lo necesario para una participación bélica de características
modernas, Sin duda no era la guerra contra los abisinios.
Algunos entendidos aducen que fue un gran error de Hitler
darle una participación tan activa a Italia. Debió limitarla a una
acción pasiva de protección de determinados flancos. A poco
andar las consecuencias quedaron a la vista. Además Italia no
tenía la capacidad ni la mentalidad para producir un fenómeno
de sacrificio, esfuerzo y producción como el que realizara la
Rusia bolchevique para detener, vencer y expulsar al invasor.
Stalin, a los rusos los había preparado para el esfuerzo y el
sacrificio y Mussolini, a los italianos, sólo para que aplaudieran
sus discursos y gestos grandilocuentes. Además el potencial
intacto de los norteamericanos, en el momento oportuno, jugó
lógicamente a favor de la contraparte. No voy a entrar en el
análisis de las múltiples circunstancias bélicas, sino que en
párrafos más adelante, someramente, examinaré lo que según
mi interpretación son las consecuencias más trascendentes de
esta guerra y el período anterior de entre guerras, que para el
objeto de este ensayo resulta el quid de la cuestión. Apenas los
aliados desembarcan en el Sur de Italia, el Gran Consejo
Fascista destituye a Mussolini, lo apresan, lo liberan los
alemanes y lo llevan a Alemania, para luego inspirarle la
165 [La Política. Lo que debe ser.]

formación en suelo italiano de la República Social Italiana, una


parodia, sostenida por los mismos patrocinantes. Ni bien
destituido Mussolini, se firma un armisticio italiano–aliados. La
guerra continúa en la península itálica por la resistencia
alemana. Vencidos en 1945, en un momento en que Mussolini
pretendía huir hacia Suiza, junto a Clara Petacci, es apresado y
ambos fusilados por los partisanos italianos. Poco tiempo
después finaliza la Segunda Guerra Mundial. Con esto
concluyo este dibujo esfumado de una de las manifestaciones
políticas totalitarias de derecha, en la Europa de entre guerras,
como lo hiciera con una república liberal. Ambos fenómenos
ayudan de manera muy especial a comprender las vivencias del
proceso de nacionalización en dicho espacio geográfico que
por su parte constituye un elemento fundamental para
interpretar la cuestión a nivel planetario.
Lo anterior es un rápido sobrevuelo sobre un período de tres
cuarto de siglo de la vida política europea, muy abundante en
variantes que ponen al descubierto numerosos aspectos de la
marcha de las comunidades hacia la condición nacional. Los
hechos y las consecuencias de lo acontecido en ese lapso en el
terreno político, social y económico dejan una gran enseñanza.
Superada la Segunda Guerra Mundial y después de la paz, por
primera vez se puede hablar con propiedad, en este planeta, de
experimentos democráticos. También es indispensable que usemos
con precisión al vocablo Democracia, es decir, con la acepción que
se merece a esta altura del desenvolvimiento humano. Con mucha
frecuencia lo aplicamos con desaprensión, porque nos resulta útil
para la sinonimia, cuando nos ocupamos de describir hechos
políticos que tienen contenido intrínsecamente Liberal. Así
creamos falsas apariencias que por lo general nos inducen a
apresuradas evaluaciones y conclusiones. Seamos cautos y
diferenciemos entre uno y otro concepto, Liberalismo y
[Roberto A. Capriotti] 166

Democracia, porque existen diferencias muy valederas entre ambos


vocablos que tienen significados distintos.
La posguerra nos muestra la presencia de dos naciones
superpotencia: EEUU y la URSS, con definidas áreas de influencia
sobre la geografía europea que fuera el principal escenario de las
acciones bélicas. Cada una juega lo suyo en una tenaz competencia
por mostrarse los dientes. Del lado sometido a la influencia
norteamericana, ésta vuelca siderales sumas de dinero que le darán
un rédito directo muy suculento y a su vez facilita la oportunidad
de la aparición de experimentos políticos que por primera vez en el
desenvolvimiento humano muestran formas democráticas. No he
encontrado elementos de juicio, a pesar de buscarlos, de que este
sea un resultado inducido exprofeso, pero sí puedo sostener que
las experiencias vividas por los europeos en los tres cuartos de
siglo, que hemos analizado párrafos atrás, no cayó en saco roto y
con una energía y una visión realmente asombrosa se pusieron a
reconstruir naciones con la vigencia de Estados Nacionales que
dieron vida a las formas democráticas, expresadas en un primer
momento bajo las características, aún imperfectas, de los Estados
Benefactores. Una utopía tomaba cuerpo. Es como si de la
simiente de la cizaña hubiera nacido el trigo. Del sector de la
influencia soviética no tuvimos resultados similares pero es
indudable que la presencia del dragón rojo atizó los espíritus de los
que estaban enfrente, encendió la inteligencia, creo el equilibrio
para que el fenómeno tomara cuerpo certera y prontamente en
esos ámbitos fuera del ámbito de supervisión soviética. La
burguesía aprendió muy bien la lección de esos largos años de
plomo. Las criaturas están fuertes y lozanas y su ejemplo, al que se
sumarán otras en el mismo ámbito y también en regiones alejadas,
le dará al mundo y al género humano la posibilidad de acceder a
instancias de convivencia de primera magnitud. Esto es harina de
otro costal y ya seguiremos hablando de ello en otros capítulos
venideros. La razón del paréntesis creo que ha quedado justificada,
167 [La Política. Lo que debe ser.]

la cabal comprensión de las experiencias expuestas nos permiten


discernir con mayor claridad los acontecimientos políticos del
presente y del porvenir. Si así no resulta porque mis carencias
hacen que lo expuesto no resulte suficiente al cometido, por lo
menos, que lo dicho sirva para iluminar el sendero como para que
el lector pueda recorrerlo por sus propios medios, con más ingenio
o perspicacia. Ahora vuelvo al discurso sobre las características del
estadio nacional que me han quedado pendientes.

3.11. La Nación: la globalización.


Quiero encabezar este subtítulo reproduciendo fragmentos de
un artículo publicado por el diario La Vanguardia de Barcelona
(España), con el título Nueva ojeada al Estado Nación, en la edición
del domingo 23 de abril del 2006, escrito por Ralf Dahrendorf,
autor de notas relevantes en materia política, autor de libros de
difusión internacional, ex-Comisario europeo de Alemania,
miembro de la Cámara de los Lores británica, ex-Rector de la
Escuela de Economía de Londres y ex- director del St. Anthony’s
College de Oxford. Si bien no coincido con la denominación
Estado-Nación, como lo manifiesto en este ensayo, interpreto que
estamos hablando de lo mismo y los conceptos aquí vertidos
ayudan a mi argumentación y por cierto me siento muy alentado en
mi prédica. Dice Dahrendorf29:
A pesar de la búsqueda de nuevas identidades, ya sea la europea, la
latinoamericana u otras, y de muchas referencias a un nuevo
cosmopolitismo o incluso una sociedad civil mundial, la mayoría de la
gente se siente en casa en su propio país, el estado nación del cual son
ciudadanos.

29Darhendorf, Ralf (2006): “Nueva ojeada sobre el Estado Nación”, diario La Vanguardia, 23 de
abril de 2006.
[Roberto A. Capriotti] 168

La migración es generalmente una migración hacia otras naciones.


Muchos países debaten actualmente, la integración de los migrantes.
¿Qué se necesita para ser británico, alemán o estadounidense? Tales
debates sobre la emigración sólo tiene sentido si reconocemos que la
ciudadanía se define por y para las naciones.

Durante más de dos siglos, el Estado nación ha sido y sigue siendo la


unidad relevante de pertenencia y participación cívica para la mayoría de
los seres humanos.

Mientras muchos nos hablan de globalización, otros muchos


también mencionan la balcanización, vocablo que nos señala la
fragmentación en nuevas naciones de lo que anteriormente se
consideraba una Nación y por si ello fuera poco, agreguemos
ahora, como la última novedad en materia del desenvolvimiento de
la instancia nacional, la discusión y casi segura aprobación
parlamentaria del reconocimiento del status de Nación a Cataluña
dentro de la Nación Española, proceso que es muy probable que
no se detenga allí porque según pretendo leer entre líneas, ello
tiene mucho que ver en el futuro con el tema de los vascos y otras
regiones. Esto da principio a una circunstancia política que en
buena medida constituye una Federación o una Confederación.
Este es un ejemplo, pero son muchos los reclamos de
comunidades que plantean su diferenciación con el ente político
que actualmente los contiene y por lo tanto no es descabellado
pensar que el proceso de autonomía, de nacionalización, está
distante de ser definitivo o de haberse estabilizado. Este tipo de
fenómeno debe ser bien recibido porque contribuye a perfeccionar
el estadio nacional vigente en casi todos los confines del planeta y
nos confirma que aquello de la globalización es una cuestión que
tiene que ser analizada detenidamente, porque cuando más se nos
habla de ella mucho hechos nos van mostrando lo inverso, cada
día es mayor el número de nacionalidades que adquieren su
auténtico formato. La globalización existe, pero habré de
169 [La Política. Lo que debe ser.]

reconocerla como tal y además como muy válida, si con ese


vocablo caracterizamos a este loable fenómeno del crecimiento de
la intercomunicación entre las múltiples comunidades humanas a
nivel planetario. Si globalización significa lo que digo será genuina,
sino será una impostora. Lo que sostengo no es un axioma sino
que tiene el simple valor de mi modesta apreciación. Si la
globalización significa intercambio en sentidos recíprocos la
acepto, porque ello confirma la tesis de que vamos en el rumbo
correcto, hacia el regionalismo. Si la globalización tiene una sola
mano y va en el sentido de sólo imponer productos, modalidades
de consumo, proveerse de insumos y mano de obra a precios
irrisorios, hacer inversiones efímeras de toma y daca, entonces esto
que así denominamos no es más que una nueva forma del
imperialismo, que día a día perfecciona su camaleónica capacidad
de mimetización. Más noble era la práctica de los venecianos y los
genoveses en su función desembozada de intermediarios
comerciales entre dos polos mundiales, el oriente y el occidente de
la Eurasia del medioevo. Ellos hacían negocios que convenían a
ambos términos y con ese pretexto actuaban, sin querer convencer
a nadie que eran portadores de una nueva civilización o de algún
nuevo evangelio. Al día de hoy el imperialismo ya ha adquirido
otras formas, que podemos llamar contemporáneas, atenuadas en
materia de sujeción política, donde se traslada el capital bajo
diversas modalidades y a cualquier lugar donde razones de mejor
lucro lo aconsejen o bien se realizan transacciones financieras de
carácter global, pero todo ello sin perder totalmente su conexión
con determinadas metrópolis nacionales donde se concentran las
actividades de mando o conducción, la convergencia de las
utilidades y otras cuestiones de no menor importancia. Este
aparente universalismo concentra aún más la riqueza donde ya está
más que concentrada. Aunque cabe reconocer que si dicho
capitalismo no tiene las características de la especulación financiera
y se aplica a inversiones productivas que crean fuentes de trabajo,
[Roberto A. Capriotti] 170

resulta positivo. Las inversiones para la especulación financiera,


fundamentalmente, son las que han puesto en boga el concepto de
la globalización. Así como la gestión imperialista en el pasado era
hermana directa de los fusiles y los cañones, hoy esa gestión está
íntimamente ligada a los portentosos avances de las
comunicaciones. Pero atención, así como los fusiles y los cañones
no han impedido el avance de las comunidades humanas hacia la
condición nacional, esta prodigiosa evolución de los medios y
métodos de comunicación e interrelación es un catalizador, para el
perfeccionamiento de las nacionalidades. Habrá de consolidar la
instancia Nación y la de la Democracia. Dichos magistrales avances
deben ser aprovechados para la real y plena vigencia de las
naciones. Si así no ocurriera en una determinada Nación,
aprovechar los adelantos para desarrollarse integralmente como
comunidad, es porque su elite política no está a la altura de las
aspiraciones comunitarias o bien la comunidad no está lo
suficientemente evolucionada y las deficiencias dirigentes no hacen
más que traslucir esa carencia evolutiva. Gracias a dicha
modernidad imperante se pone al descubierto con mayor nitidez el
carácter diferenciado de cada comunidad. Las aludidas ventajas de
la comunicación nos hacen conocer, sin trasladarnos, las formas
culturales de las más remotas comunidades. Esto debe reforzar y
no disminuir esos aspectos culturales distintivos y a su vez ese
reforzamiento no debe conspirar contra la posibilidad de hacer
buenos negocios.
Como resumen digo, en primer término hay una globalización
muy positiva y loable, la de la comunicación y la de difusión de
imágenes a nivel planetario. Luego existe la globalización del
capital en actividades productivas en variados campos de las
actividades económicas. Pero conviene que haga un agregado: en
este segundo caso ocurre que las utilidades vuelven a las
metrópolis y eso significa una rémora, que desgraciadamente
también se da en materia comunicacional, porque los medios de
171 [La Política. Lo que debe ser.]

comunicación monopólicos o globales, deliberadamente agigantan


la imagen de la Nación originaria y esto también es un vicio,
porque la reiteración va diseminando e instaurando diferencias de
valoraciones entre naciones, en la opinión pública en general y
crea las tan difundidas categorías de naciones, que por mi parte
acepto como vigentes porque es un dato de la realidad. Sigo
adelante con mi resumen y expreso que fuera de aquellas
manifestaciones de globalización que mencionara, para muchas
otras facetas de las relaciones humanas, este fenómeno, es muy
incipiente o casi nulo y vaya como ejemplo la cuestión de la
defensa de los sectores étnicos minoritarios, a veces masacrados, a
pesar de que últimamente de manera rimbombante se bate el
parche sobre los derechos humanos. Al respecto debo manifestar
que es muy clara la situación en que las naciones potencias o
superpotencias se hacen las distraídas y cuando no, es porque
algún interés nacional específico, preponderantemente del terreno
económico, los mueve a la acción. Esto es exactamente la inversa
de lo que debiera ser el resultado de un auténtico fenómeno
universalista. Un auténtico proceso universalista debe tener un
efecto positivo generalizado: el Bienestar General. Más riqueza
para todos. Pero por ahora el resultado no es generalizado. La
riqueza sigue aumentando en algunas naciones y disminuye en
otras. ¡Vaya con esta particular globalización que tiene todas las
características de acciones decididamente nacionales, pero a favor
de las naciones que ostentan la condición de naciones potencias o
superpotencias! A pesar de las excepciones, el cuadro es
típicamente un caso de nuevas formas del imperialismo y por lo
tanto muy poco tiene que ver con el tan ansiado fenómeno de la
universalización. El desdibujamiento de la condición nacional se
pretende válido para muchas comunidades atrasadas, mientras que
para unas pocas comunidades poderosas es un manifiesto
reforzamiento de su condición nacional. Porque me atañe
directamente, ya que soy ciudadano de un país que se dejó
[Roberto A. Capriotti] 172

entusiasmar por los cantos de sirenas que predicaban las ventajas


del mundo uno y autodestruyó su aparato productivo industrial
con la apertura indiscriminada y también lo desnacionalizó,
desnaturalizó su sistema de seguridad social, malversó sus leyes
laborales, con la consecuente proliferación alarmante de la
desocupación, de la pobreza y aún más, de la indigencia. Para
nuestra alegría, debo reconocer que desde el año 2003 la curva
descendente se ha invertido y ahora tiene carácter notoriamente
ascendente. ¡Aleluya!

3.12. La Nación: la subsistencia de la modalidad imperialista.


El tema de la globalización nos lleva a efectuar algunas
consideraciones sobre esta subsistencia del imperialismo disfrazado
bajo un manto de noble apariencia. La práctica del imperialismo es
un fenómeno político, con fuerte implicancia económica-social,
propio o típico de la condición tribal. Es una manifestación más
del capitalismo, entre muchas, en su continua evolución. El estadio
tribal tiene varias etapas durante su vigencia, por cierto muy
extendida en el tiempo puesto que la evolución humana va
adquiriendo aceleración. Esa aceleración nos lleva a deducir que
hoy la evolución humana avanza en progresión geométrica
mientras antes lo hacía en progresión aritmética. Lo que impone el
gran cambio de ritmo es la acelerada evolución mental del género
humano. La penúltima de esas etapas de la evolución del estadio
tribal es la tribal imperial y la última es la tribal feudal, que resulta
el período lógico o natural de la desintegración de la instancia tribal
o bien podemos considerarla como la etapa del inicio del
afloramiento del proceso que habrá de llevarnos al estadio
nacional. En consecuencia el ejercicio de la acción imperialista en
la condición nacional es un resabio subsistente no deseado o
impropio y por tanto condenado a su desaparición, remanente de
173 [La Política. Lo que debe ser.]

la condición tribal. Las pocas naciones que en este mundo


podemos calificar como desarrolladas ya no practican el
imperialismo. Por el contrario usan su poderío económico
financiero para promover el desarrollo acelerado de naciones
vecinas. Tomemos el caso de la Unión Europea en donde se va
ensanchando su esfera de influencia con inversiones y subsidios
para acelerar el desarrollo nacional. Ubicados en el plano de lo
ideal, de lo que debe ser, en el presente, podemos deducir que la
condición nacional debiera estar asociada con la Democracia, la
sucedánea del Liberalismo, ese noble producto de antiguas formas
que ya va quedando gradualmente superado en ciertas
nacionalidades, quizás no tantas para mi gusto. Vueltos al terreno
de la realidad, la simple observación de muchos procedimientos o
actitudes nos muestran que aún persisten nacionalidades que
aplican el imperialismo y muchas también que pretenden hacerlo,
como un categórico exponente de que no han alcanzado en
plenitud la condición nacional consecuentemente desarrollada. Lo
que sí está en claro es que ese ubicuo capitalismo siempre defiende
la condición nacional, por lo menos la de su Nación de origen. De
fronteras para afuera, en muchos casos y principalmente por parte
de los que acostumbramos llamar los países centrales, el cantar es
otro. Ese capitalismo, aferrado al nacionalismo en su orden
interno, que generalmente se promocionan con una rimbombante
tarjeta de presentación democrática, tienen a su servicio muchos
voceros con patente de grandes académicos que pregonan su
vocación y raigambre democrática. La Democracia es incompatible
con la práctica del imperialismo. Ergo las naciones que la
practican, diciéndolo lisa llanamente, aún están en la etapa del
Liberalismo y no de la Democracia y no son naciones desarrolladas
sino del nivel potencia o superpotencia. Muestran actitudes propias
del tribalismo de últimas etapas, del que emergiéramos o estamos
emergiendo y esto lo certifican muy a menudo algunas bien
manifiestas y actuales actitudes retrógradas como cuando se reedita
[Roberto A. Capriotti] 174

la política de los cañonazos del colonialismo clásico. Por lo general


esconden los cañones y prefieren dar pábulo a cierto espejismo,
más moderado que las armas de fuego pero no menos nocivo, para
consumo de los habitantes de los países menos evolucionados,
cuyo nombre constituye un verdadero camuflaje: la globalización.

3.13. La Nación: los bloques regionales.


Tampoco los rasgos diferenciales entre comunidades pueden
impedir u obstaculizar la intercomunicación y el establecimiento de
las asociaciones entre naciones o bloques regionales, que van
proliferando en los últimos tiempos y que en definitiva, bien
mirados y correctamente ensamblados, son sumamente útiles para
mejorar o fortalecer la condición nacional. Esos bloques sirven
para utilizar las fuerzas conjuntas para superar vallas adversas al
desarrollo particular de cada comunidad y además permiten
ponerse en condiciones de competencia con otros bloques o con
las naciones superpotencias a las que también, en su momento,
dedicaré algunos párrafos. Cuando un bloque regional no cumple
con las funciones que he expuesto, mejorar la condición nacional
de los componentes, es porque tiene un grueso defecto de origen.
En ese caso no es una asociación entre naciones sino una mera
subordinación de una o varias comunidades a otra u otras. Así no
vale y la responsabilidad de la deficiencia está en aquellos
dirigentes políticos de las naciones subordinadas, que han
manejado la cuestión con impericia o con mala predisposición.
Evitar que las comunidades hegemónicas subordinen las
prerrogativas de las otras es una responsabilidad de estas últimas y
de su elite política. En los casos en que lo anterior ocurre estamos
frente a una globalización que está lejos de ser el ansiado
regionalismo o el universalismo, como en general se confunde. La
constitución de los bloques regionales es un elemento positivo que
175 [La Política. Lo que debe ser.]

posibilita la inserción paritaria de naciones en el concierto


universal. De esta manera alcanzan una ventaja que por sí solas no
podrían obtener en esta época. Además es un arma que defiende
de los efectos dañinos del fenómeno globalizante.
Insisto, integrar un bloque regional, en lo esencial, es para
obtener ventajas competitivas o de expansión productiva como
resultado de dicha asociación. Si así no ocurre para alguno de los
integrantes entonces no es un bloque regional auténtico. Cuando
uno o varios de los integrantes del mismo no tiene bien definido
sus objetivos nacionales, es decir sus lógicas pretensiones, la
situación resulta en subordinación y en ese caso la asociación
regional no es más que un eufemismo para encubrir una situación
imperialista por parte de la nación o de las naciones
preponderantes dentro del mismo grupo. Los agrupamientos
regionales deben ser entre pares y cuando alguna Nación no tiene
las condiciones de la paridad, su dirigencia, para avalar el acuerdo,
debe exigir pautas que le permitan a su comunidad el avance a un
nivel adecuado para que sea par y no subordinada. Estas
asociaciones regionales resultan útiles y todavía más, constituyen
una reacción frente al fenómeno de la aparición de las naciones
superpotencia, ya que para evitar que la hegemonía de éstas cada
vez se haga más ostensible, conviene el agrupamiento para alcanzar
ciertos niveles de paridad o competencia a nivel global.

3.14. La Nación: las diversas categorías de naciones.


Las naciones existen en nuestro planeta y muchas de ellas lo
son de manera imperfecta. Todavía les falta mucho, pero mucho,
para aproximarse a las formas medianamente correctas de
desenvolvimiento. No ha llegado aún el tiempo de superar la
instancia de la nación, muy por el contrario, estamos recién en el
período de su perfeccionamiento. El desenvolvimiento de las
[Roberto A. Capriotti] 176

nacionalidades es dispar, tanto, que a los seres humanos se nos ha


ocurrido fijar distintas gradaciones para clasificarlas. Hablamos de
naciones del primer mundo y del tercer mundo. Esto supone que
podría existir un segundo mundo intermedio y que por ese camino
podemos alargar la enumeración, porque es mucho más propio
que a algunas tribus, que son muchas, que todavía están bastante o
muy lejos de alcanzar el estadio nacional, las ubiquemos en un
cuarto, quinto, sexto o equis mundo, según el grado de
desenvolvimiento que interpretamos hayan alcanzado.
Estoy en desacuerdo con la anterior clasificación porque no es
ilustrativa y llama a confusiones o transgresiones. Si clasificáramos
a las comunidades, unidades de cultura, por su grado de
desenvolvimiento tendríamos que usar otra escala que me parece
más apropiada. Propongo otra categorización y la misma sería la
siguiente, enumeradas por orden decreciente de desarrollo:
• Naciones Desarrolladas.
• Naciones Potencias/Naciones Superpotencias.
• Naciones Subpotencias.
• Tribus.
En todo momento repito la aclaración de que los límites entre
estas categorías que propongo no son precisos, pero ello se
trasunta en menor medida que en la categorización que se usa
habitualmente. Esos límites son difusos y esto último es lo que
crea zonas intermedias. Cada nación es un caso y clasificaciones
como las que se usan y la que propongo pueden resultar estrechas
o deficientes para reflejar la estricta realidad. Mi propuesta, si bien
es cierto que tiene la deficiencia de ser sintética, creo sinceramente
que se acerca a la realidad de mejor manera que la modalidad que
está en boga. Además puedo decir, y pido que no se lo tome como
petulancia, que resulta más ilustrativa y didáctica.
177 [La Política. Lo que debe ser.]

Para empezar digo que, en la clasificación usual estamos


mezclando naciones desarrolladas y naciones potencias y en el
caso de las naciones del tercer mundo el número de escalones
suprimidos es mucho mayor. La variante en materia de categorías
va más allá de la simple diferencia semántica. Si aplicáramos mi
criterio nos encontraríamos con importantes sorpresas en materia
de ubicaciones de las que ahora denominamos del primer mundo.
Si tuviéramos en cuenta la condición de un auténtico desarrollo
nacional, las ubicaciones sufrirían importantes variaciones. Así
como en una nación existen diversos estratos sociales, también
existen en nuestro mundo, estratos de nacionalidades. La
disparidad es consecuencia de que no todas largaron al mismo
tiempo en esta larga carrera. Algunas encontraron, encuentran y
encontrarán más obstáculos que otras para avanzar, pero
felizmente en los tramos futuros del camino el avance de las
punteras será más lento o más rápido el de las rezagadas y eso
permitirá la paridad. Porque lo bueno cunde, se propaga. Los
avances culturales se difunden irremediablemente y con la forma
de los vasos comunicantes. La carrera no es en camino llano sino
sinuoso y además muchas de las que largaron primero, intereses
creados de por medio, pusieron y siguen poniendo escollos para
evitar el rápido y libre avance de las rezagadas y porque no
reconocer, también, que muchas veces las demoras o retardos se
originan en las contradicciones habidas en el seno de la misma
comunidad por la hegemonía persistente de sectores anacrónicos
y/o autoritarios, ayudados muchas veces por las ingerencias
externas que se favorecen con la complicidad. Este es el gran
desafío para las comunidades y para sus dirigencias: saber
distinguir y sortear las vallas y estar alerta frente a la aparición de
los espejismos, que tienen la virtud de distorsionar la visión de la
realidad y una visión distorsionada de la realidad hace que se
establezcan objetivos que no son los mejores para la comunidad,
puesto que no son los más aptos para su eficaz desenvolvimiento.
[Roberto A. Capriotti] 178

3.15. La Nación: el desarrollo económico.


Como un anticipo obligado antes de considerar el tema de las
naciones potencias/superpotencias y de las naciones desarrolladas
conviene que exponga mi apreciación sobre el desarrollo
económico de una comunidad. El desarrollo económico es
sinónimo de crecimiento, de avance, de perfeccionamiento en lo
económico, pero sujeto a determinadas condiciones ya que no es
un mero crecimiento dictado por las circunstancias o simplemente
por el mercado como ahora se acostumbra decir. El desarrollo
económico tiene características propias para cada comunidad y
además para cada tiempo de dicha comunidad. La acumulación de
capital, el ahorro, las inversiones selectivas, el aumento de la
producción y de la productividad estarán adecuados a la
idiosincrasia de cada comunidad y a la oportunidad que ella vive.
No se puede medir a todos y a todo con la misma vara. Lo que sí
es común a todos es el concepto, no importa la ubicación en el
espectro político que va de derecha a izquierda o viceversa. El
desarrollo económico aplicado deliberadamente en el seno de una
comunidad, supone la adopción de métodos de producción
modernos e integrados y se entiende por ello, los que permiten el
crecimiento efectivo y no aparente, sostenido y no circunstancial,
de la riqueza de una nación. El desarrollo económico provee los
recursos materiales, genera la riqueza y ésta es la plataforma de
lanzamiento que permite iniciar el vuelo hacia las formas de
convivencia humana de características modernas. El desarrollo
económico de cada nación es una responsabilidad nacional como
lo he dado a entender en palabras anteriores y además es una
actitud deliberada y programada, tanto es así que no existen
antecedentes en nuestro mundo de desarrollo económico
consecuencia del laissez faire, aún en las comunidades más adictas
a dicho estilo político, en algún momento hubo empuje estatal o de
ciertos sectores sociales para acelerar o acentuar la generación de la
riqueza. El desarrollo económico es un auténtico concepto político
179 [La Política. Lo que debe ser.]

y de fundamental importancia, no constituye un hecho estático


sino por el contrario es un hecho dinámico que cambia, se renueva
y actualiza permanentemente como para posibilitar el ritmo
sostenido y eficaz del crecimiento económico. Cuando una etapa
del crecimiento se estabiliza o agota debe ser superada por otra que
vitalice ese crecimiento. Es como agregar nuevos eslabones a una
cadena que se acaba. La cadena se prolonga hacia el infinito. Ello
les exige a los dirigentes de una comunidad tener clara y
actualizada la visión de la realidad económica y social de aquélla y a
fijar prioridades, permanentemente, en materia de reemplazo o
modificación de estructuras productivas y de ritmo de crecimiento
económico.

3.16. La Nación: la redistribución de la riqueza.


El desarrollo económico genera, sostiene y acrecienta la riqueza
de una nación pero por sí no asegura que la distribución sea
equitativa. La redistribución de la riqueza en el seno de una
comunidad constituye otro concepto político de similar
envergadura al anterior. Ambos están íntimamente
interrelacionados porque de no estarlo, de no estar ligados lógica y
naturalmente, el resultado del uno y del otro, por separado, no
genera lo que es la pretensión primordial de una comunidad
humana, que es el bienestar general. El viejo concepto de la
igualdad de oportunidades ha quedado atrás porque la larga
experiencia acumulada nos demuestra que esa igualdad predicada
por el Liberalismo es sólo un anhelo existente en la letra, ya que en
los hechos los poderosos concluyen imponiendo sus criterios. De
la vieja ley del más fuerte del tribalismo quedan resabios y la
organización social moderna ya no puede tolerar una circunstancia
de tal índole. La Democracia bien entendida incluye
necesariamente el concepto de la igualdad a secas, que es el celoso
[Roberto A. Capriotti] 180

resguardo de los intereses de los que por diversas razones tienen


menos oportunidades. Esa acción se manifiesta en la cada vez más
ostensible propensión a la correcta redistribución de la riqueza. Ya
no basta la igualdad de oportunidades si no está acompañada por
la erradicación de las desigualdades sociales artificiales. La igualdad
no es posible si no existe una deliberada acción de apoyo desde el
poder político. Existen hoy día y tienen un generalizado
asentimiento, derechos ciudadanos que son universales, cuyo
retaceo es una flagrante contradicción. La acción redistributiva
mínima es la de asegurar la vigencia de esos mínimos derechos y
ella es una de las funciones irrenunciables del Estado Nacional y
también, como en el caso del desarrollo económico, nace de una
actitud deliberada. Concretar la aspiración de que el Estado
Nacional se convierta en una herramienta eficaz para impulsar una
política progresista y de relevante sentido social es una de las
responsabilidades ecuménicas de la Política. El sistema capitalista
es una consecuencia de nuestra inclinación natural como seres
humanos, que nos viene de lejos, está vigente en el presente y lo
estará, según el modesto alcance de mi visión intelectual, por un
prolongado tiempo, no indefinidamente. Esta inclinación si la
analizamos desde el interés individual descubrimos que el
individuo pretende acrecentar su capital, sus rentas, sus bienes, el
goce de las comodidades, sin un límite u horizonte, pero la
convivencia con los demás impone un límite, que el individuo por
sí no vislumbra claramente y entonces entra a jugar la sociedad, el
Pacto Social, para señalar el límite. Para ello el individuo ha
derivado en la voluntad general la vigilancia para no exceder
determinados límites. En resumidas cuentas consiste en no avanzar
tan mezquinamente hasta lograr la innecesaria disminución de las
posibilidades del congénere y es en esto donde se aprecia la
enorme importancia de la acción re-distributiva impulsada desde el
Estado Nacional. ¿Si aceptamos restringir nuestra libertad para
permitir la del vecino, porque no poner un límite relativo a la
181 [La Política. Lo que debe ser.]

acumulación de la riqueza? Esta es una diferencia esencial entre


Pacto Social Liberal y Pacto Social Democrático. La aceptación de
esa acción redistributiva hace a la solidaridad.

3.17. La Nación: el desarrollo nacional.


Cuando ambos conceptos políticos, el desarrollo económico y
la redistribución de la riqueza, funcionan al unísono, mejor decir
eslabonadamente, estaremos logrando o habremos logrado lo que
muchos llaman el desarrollo integral, el desarrollo general o el
desarrollo nacional de una comunidad humana. Desarrollo integral
que involucra al todo y a la particularidad, el individuo. Desarrollo
que pone al alcance de todos los integrantes del conglomerado
comunitario aquello del bienestar general. Así también se habrá
logrado que el desarrollo económico sea lo suficientemente apto
como para alcanzar a los intereses generales y no sólo a los de
particulares. La simbiosis de ambos conceptos políticos, desarrollo
económico y acción redistributiva, habrá de dar forma a un
proyecto de gran dimensión política que satisfará por igual a los
grandes sectores de la comunidad, los sectores mayoritarios con
menos recursos y los clásicos factores económicos. Me pongo muy
feliz cuando leo o compruebo que algunas comunidades de
nuestro planeta comienzan a transitar el camino correcto. Es
porque esas comunidades se están acercando al umbral de la
nación desarrollada.

3.18. La Nación: la nación potencia.


He hablado de las naciones potencias y de las naciones
desarrolladas. Las primeras son más frecuentes y las segundas, si
somos muy exigentes en el análisis, recién se perfilan en nuestro
horizonte. Para bien de la humanidad ya podemos hablar de ellas o
[Roberto A. Capriotti] 182

más bien empezar a describirlas como un hecho concreto. Hoy día


las primeras abundan y las segundas son una pequeña minoría. Las
que abundan son las naciones subpotencias y nos quedan para
muestra un buen número de tribus, muchas de ellas insertadas
como tales en el seno de naciones. Esto refuerza mi aseveración de
que el ser humano está recorriendo los tramos del estadio nacional,
para arribar a un futuro de plenitud como entidades nacionales.
Hay quienes no distinguen las diferencias entre naciones
potencias y naciones desarrolladas, pero las diferencias son
abismales. ¿No existen las naciones desarrolladas porque ellas son
una utopía? Nada de eso, la cuestión tiene que ver con el ritmo de
evolución de las comunidades que se acompasa con la evolución
humana, con la generación de la riqueza y su correcta distribución.
Las condiciones apropiadas generalmente no son fruto del azar o
espontáneas, no son el producto del dejar pasar y del dejar hacer,
hace falta la decisión de la comunidad y la correspondiente
respuesta de su elite política. Además no nos olvidemos de una
cuestión superlativa, que repetiré hasta el cansancio, el ingreso del
Ser Humano al estadio nacional, medido en tiempo antropológico,
es relativamente joven.
La nación potencia, es aquella que muestra signos de una gran
fortaleza económica y de la posesión por parte del Estado
Nacional de medios coercitivos contundentes. Un Producto Bruto
Interno abultado en términos absolutos. Una renta individual
promedio elevada. Un sistema productivo moderno y competitivo.
Los niveles de consumo son elevados, en promedio. El sistema
productivo crea volúmenes importantes de producción excedente,
en la mayoría de los casos exportables. El Estado Nacional
muestra una exuberante organización de los medios coercitivos
para usarlos hacia adentro y hacia afuera. Pero también nos
muestra que la renta promedio elevada es un espejismo porque,
exhibe una concentración de los ingresos en manos de sectores
183 [La Política. Lo que debe ser.]

minoritarios. El consumo muestra cifras elevadas pero no es


equitativo, en directa correspondencia con la dispar distribución
del ingreso. También, a veces, coexisten minorías étnicas
deficientemente integradas. Es visible y si no lo es resulta
fácilmente demostrable de como sus corporaciones económicas
muy poderosas influyen en las decisiones del Estado Nacional,
para que los medios coercitivos que posee actúen en beneficio de
sus intereses, dentro y fuera de las fronteras. En muchas de las
naciones potencias actuales aún está vigente el Pacto Social Liberal.
Una excepción son algunas naciones europeas que al día de hoy
podemos decir que disfrutan de un Pacto Social Democrático. En
una demasiada abundante porción aún rige la igualdad de
oportunidades y les falta incorporar la redistribución de la riqueza
que es un requisito indispensable para tener la calidad de
democráticas, que significa que no han alcanzado el nivel del Pacto
Social Democrático. También se puede agregar que padecen de la
despreocupación estatal por la discriminación hacia las minorías
étnicas y por si esto no fuera suficiente para encasillarlas como
liberales, pongamos al descubierto que aún practican la expansión
imperialista, arrastre proveniente de la condición tribal. Bien puedo
decir que en ellas el mercado ejerce oficiosamente de soberano
porque esa condición se filtra por el flanco débil del Liberalismo,
con su mito de la Igualdad de oportunidades. Con intensión dejo
fuera de la enumeración los casos de la intolerancia religiosa y el
totalitarismo porque los mismos no caben en esta categoría
naciones ya que son factibles en comunidades con menor grado de
evolución.

3.19. La Nación: la nación superpotencia.


Conviene que aquí intercale el tratamiento de una subcategoría
de las naciones potencias: las naciones superpotencias, cuya
[Roberto A. Capriotti] 184

mención hice en algunos párrafos anteriores. Esta denominación


es moneda corriente en el presente y con ello de manera muy
sintética se está distinguiendo especialmente a determinadas
naciones potencias. Con la antedicha denominación se está
estableciendo una diferencia con las que son naciones potencias de
rango normal. En los hechos la nación superpotencia es la que
exhibe rasgos propios de la nación potencia, pero con niveles
superlativos como bien lo señala la denominación. Las diferencias
entre ambos conceptos son una cuestión de escala. Para
describirlas podría usar los mismos vocablos que usara para las
naciones potencias pero empleando adjetivos superlativos. En ellas
la acumulación de capital, que es el objetivo excluyente del
desarrollo económico, ha alcanzado niveles muy superiores a la
media general de las naciones potencias. Dicha acumulación,
también como regla generalizada, está concentrada en
determinados sectores de la comunidad. Una buena parte de la
mencionada acumulación se destina a abultar los medios
coercitivos estatales, que han alcanzado magnitudes casi
imprevisibles, orientados hacia la acción imperialista. Algún
requisito existe, según mi leal entender, para alcanzar esta
diferenciación, esta condición de potencia superior. Uno de los
previos requisitos, el principal, es la gran extensión territorial del
país, gran extensión que posibilita la existencia de otras varias
condiciones, como son: elevado número de pobladores, diversidad
de suelos, diversidad y abundancia de recursos de dichos suelos y
diversidad de climas. Todo lo enunciado genera la presencia
elevada de bienes al alcance de la mano y un mercado propio
amplísimo y ambos, bienes primarios y mercado amplio, juntos
potencian las posibilidades de un súper desarrollo económico.
Paradójicamente en las naciones de estas características,
potencias o superpotencias, salvo la excepción que apuntara, de
algunas naciones europeas, el bienestar de la comunidad en su
parte mayoritaria es sólo una consecuencia aleatoria, sujeta a los
185 [La Política. Lo que debe ser.]

vaivenes de su condición de mercado. Si necesito mercado te


otorgo capacidad adquisitiva y si no te la restrinjo. Por ello
sostengo que en ellas el bienestar se generaliza por derrame. ¿Qué
significa que el bienestar se generaliza por derrame? Que el
bienestar general crece con intermitencia, solamente cuando
rebalsa la olla de la acumulación de los sectores poderosos en
materia económica y también de la olla del Estado servidor de los
poderosos.

3.20. La Nación: la nación desarrollada.


La nación desarrollada exhibe signos similares a la nación
potencia en materia de fortaleza económica y por la posesión de
medios coercitivos eficaces. Pero en este caso los resultados del
poderío económico son disfrutados por la mayoría de los sectores
sociales. El elevado Producto Bruto Interno se traduce en una
política de ingresos y de consumo ecuánimes. El poder coercitivo
de un Estado Nacional independiente, responsable de un buen
equilibrio entre los sectores, se usa para el beneficio de la
comunidad nacional en su conjunto. El Estado Nacional garantiza
la paridad política, el imperio de la ley, la modernización y la
movilidad social, una redistribución equitativa de la riqueza y la
justa valorización del trabajo humano como una de las principales
manifestaciones de esa llamada redistribución, la libertad
individual, la libre expresión de las ideas. No existen las
discriminaciones étnicas. El bienestar general es el objetivo
fundamental del desarrollo económico. Los resultados materiales
otorgados por el desarrollo económico son gozados con
racionalidad y proporcionalidad por la comunidad en general. No
se practica la expansión imperialista. En estos casos se aprecian de
manera definida las formas de la condición nacional: el Pueblo es
[Roberto A. Capriotti] 186

el soberano en plenitud y en consecuencia está vigente el Pacto


Social Democrático.

3.21. La Nación: el Estado Benefactor.


Así como hice referencia a las naciones potencias en íntima
relación con las naciones superpotencias, de manera paralela al
concepto de nación desarrollada quiero manifestar mi pensamiento
sobre los casos que se engloban bajo la denominación del Estado
Benefactor o del Estado de Bienestar, porque resultan casos
típicos de naciones desarrolladas y porque la denominación está
presente en las expresiones de los analistas políticos y más lo
estuvo en el período pos Segunda Guerra Mundial. En algo
estamos de acuerdo todos: el concepto de Estado de Bienestar
comienza a adquirir relevancia en los países en proceso de
reconstrucción en Europa, desde el momento en que el Estado
decididamente interviene a fin de corregir los desajustes
económicos y las desigualdades sociales producidos por el
capitalismo y para ello hace efectivos algunos principios que se
habían insinuado en las palabras antes de la Segunda Guerra
Mundial, pero que a partir de dicho cataclismo bélico adquieren
contornos más definidos y en casos bien concretos ingresan en la
letra de las constituciones, las leyes y reglamentos. Los más
destacados de dichos principios son: el perfeccionamiento de los
sistemas de seguridad social y de las pautas laborales y la asunción
de políticas fiscales y monetarias que faciliten la consecución de
tales objetivos. La igualdad deja de ser una igualdad de
oportunidades para convertirse en una igualdad que incluye la
redistribución de la riqueza, como una obligación del Estado
Nacional y del conjunto de la comunidad humana. En la actualidad
hay naciones que pueden ser asimiladas a este concepto,
principalmente si observamos a las comunidades del norte de
187 [La Política. Lo que debe ser.]

Europa. En lo que se refiere a la época pos guerra propiamente


dicha, fuimos testigos de la aparición de regímenes políticos, en
ejercicio del poder, que merecieron tal denominación y
sinceramente resultaron una particularidad en la materia, puesto
que en su impronta aparecía una gestión particularmente activa del
Estado Nacional en materia de beneficios sociales hacia los
sectores del trabajo y en general para todos aquellos de menores
ingresos. Corresponde reconocer que se aplicaron criterios de
redistribución de la riqueza que superaba lejos lo conocido hasta
ese momento. Este tipo de experiencias se puso en marcha en
comunidades industrializadas, naciones potencias, apenas
emergieron de la reconstrucción, la mayor parte de las veces
inspiradas por corrientes políticas de signo socialdemócrata o
socialcristiano. Por ello, en renglones anteriores dejé constancia del
hecho en una mención pasajera, pero con una categórica
definición: por primera vez en este planeta podíamos hablar con
absoluta certeza de la aplicación de procedimientos democráticos.
Luego de la negra noche de las sangrientas guerras, la libanización
de los regímenes liberales y las tortuosas experiencias de los
totalitarismos de derecha, aparecía en el horizonte una luminosa
alborada. Los síntomas del advenimiento de la Democracia
comenzaban a ser concretos. El precio pagado por numerosas
comunidades había sido cuantioso, pero el producto obtenido era
de noble naturaleza ¿Cuál es el origen y el sentido de los planteos
políticos de la índole descripta? En síntesis pienso, que nos
encontramos frente al caso de naciones potencias que en la última
posguerra, luego de las funestas experiencias de pre guerra, frente a
los sacrificios y el esfuerzo aportados por la ciudadanía en la
defensa de las causas invocadas, válidas o no; el manifiesto
crecimiento de las apetencias populares, de la presencia fortalecida
del experimento comunista en la URSS y del desarrollo de grandes
partidos políticos de neto signo comunista en el seno de algunas de
esas comunidades, pusieron en marcha genuinos proyectos
[Roberto A. Capriotti] 188

redistributivos de la riqueza. La letra con sangre entra y la


burguesía había aprendido la lección. Pero es lógico que también
se reconozca que existieron fallas que derivaron en consecuencias
no deseadas. Los procesos políticos no son químicamente puros.
También ello ocurre en los experimentos del laboratorio. La
ecuación que los representa es lineal y sin datos falsos, pero en el
contenido y en el fondo de la probeta quedan múltiples indicios de
elementos accesorios y descartables, residuos que pueden enturbiar
el material resultante a los que corresponde eliminar. Es
indiscutible que esas experiencias del Estado de Bienestar
ofrecieron costados endebles en donde se produjeron grietas.
El Estado Nacional, en los casos apuntados, se preocupó
fundamentalmente por establecer una red de seguridad social. Un
Estado Nacional de mano larga y bolsa abierta, según algunos
críticos. Muchos también sostienen, no sólo los defensores del
statu quo, que ese Estado Benefactor en sus excesos de reparto
llegó a lesionar el normal desenvolvimiento económico de ciertas
comunidades. Estoy convencido que el defecto no estuvo en el
exceso del reparto, que defiendo por justo y equitativo, sino que
descuidaron la generación de la riqueza, es decir que descuidaron la
actualización del desarrollo económico de tal manera que resultara
acorde con los fines redistributivos. Coincido con aquellos que
sostienen que ese relativo fracaso del Estado Benefactor incentivó
el surgimiento de las corrientes ahora llamadas neo-liberales, con
todas las consecuencias nefastas que trajo consigo, entre ellas la
gran secuela de problemas sociales, entre los que merece destacarse
la desocupación.
El ascenso al poder de las corrientes neo-liberales, en
comunidades europeas, permitió que el poder económico
aprovechara la oportunidad para modernizar métodos y sistemas
de producción que ya estaban perimidos o que no permitirían un
favorable desenvolvimiento en las horas de competencia que se
189 [La Política. Lo que debe ser.]

avecinaban y las consecuencias derivaron sobre el hombre de


trabajo, a él le hicieron pagar el costo de la modernización
industrial. Modernización industrial que en algunos casos fue a
reforzar el mero proceso de acumulación de capital, pero en otros,
por la buena visión de las elites gobernantes siguió el camino de la
redistribución de la riqueza, con el agregado de que aprendida la
lección ya no habrá de descuidarse el proceso del desarrollo
económico sostenido y renovado, única fuente para la provisión de
la riqueza para ser redistribuida. ¿Qué había ocurrido entonces con
aquellas falencias? Desde mi humilde punto de vista, en esas
comunidades no se cometió el error de alentar la redistribución,
pero sí en descuidar el aspecto de la actualización de los métodos y
rubros productivos para que se mantuviera en adecuada relación la
generación de la riqueza con su redistribución. La virtud debió
residir, o mejor reside, en generar lo más parecido al perfecto
equilibrio. Algunas comunidades europeas lo hicieron no hace
mucho tiempo, un poco tardíamente, pero están ingresando en la
categoría de naciones desarrolladas. Los europeos siguen
preocupados por el tema y ensayan distintas variantes para
mantener la vigencia del Bienestar General. Debo referirme a un
tema preocupante al momento que efectúo estas correcciones. Los
regímenes gubernativos actuales están ensayando una serie de
ajustes en materia crediticia, de inversiones y en las políticas
sociales. Se dejan embaucar por los intereses financieros
especulativos. España y Portugal han obtenido créditos
importantes para no efectuar el ajuste (enero 2011). Mis sinceras
felicitaciones para ellos. Tiempo atrás a muchas de las naciones
latinoamericanas nos fue peor con las adhesiones al neo-
liberalismo de corte económico que permitieron las proliferaciones
de privatizaciones y desnacionalizaciones irracionales, el postulado
del Estado mínimo, las liberaciones arancelarias, la destrucción de
las normas laborales y de protección social y muchas otras medidas
económicas-sociales netamente perjudiciales. Debemos reconocer
[Roberto A. Capriotti] 190

que no podemos echarle la culpa a los extraños, fuimos nosotros


los únicos responsables de embarcarnos en aventuras descabelladas
a pesar de las muchas advertencias que se escuchaban en el orden
interno y en el externo. Para nuestro bien, en Argentina, desde el
año 2003 en adelante se hicieron oídos sordos al malévolo
argumento de sumarnos a los correctivos para paliar las crisis
internacionales y el gobierno ha seguido una línea inequívoca a
favor del crecimiento y me atrevo a decir del desarrollo y del
otorgamiento de beneficios para los sectores de menores o nulos
recursos. Aplausos para el gobierno que inició su gestión en el año
2003 y que aún se prolonga. Con relación al contenido del párrafo
anterior quiero hacer referencia a una circunstancia que genera mi
entusiasmo y el de mucha gente. Tiempo atrás, a fines de octubre
de 2010, falleció el ex-Presidente de la República, el Dr. Néstor
Kirchner (período 2003/2007) y en la columna de personas que
esperaban ingresar a la sala mortuoria, improvisada en la Casa
Rosada, una multitud. En ella la mayoría eran personas de entre los
20 y los 40 años. Conclusión: los jóvenes en Argentina volvieron a
la Política. Esto me produjo un estado emocional especialísimo.
Para este viejo militante de la Política que hace más de cuarenta
años atrás comenzó a apreciar como los jóvenes habían
desaparecido de la militancia o las actitudes políticas y ahora para
su felicidad, pudo comprobar el regreso al ruedo. Esto constituye
el más contundente argumento para sostener que soportamos un
período de buen gobierno.
Para evitar caer en los planteos del orden internacional y de
algunos sectores internos, aludidos en el apartado anterior, existe
un procedimiento eficaz e indispensable: una acción deliberada por
parte del Estado Nacional para avanzar hacia el Bienestar General.
Ni la imparcialidad del Estado del primitivo Liberalismo, ni el
Estado diluido del Neo-Liberalismo, ni el agobio del Estado
castrante de los totalitarismos, ni el Estado desprevenido de los
primeros intentos del Estado Benefactor. Estos nuevos proyectos
191 [La Política. Lo que debe ser.]

o viejos proyectos remozados, parten de bases más realistas: una


red de protección social sujeta a mayores controles para evitar los
descontroles o sea el usufructo indiscriminado por parte de
quienes no merecen estar incluidos; generar políticas que apuntan a
perfeccionar a las personas para su ingreso al mercado laboral;
tomar recaudos para aumentar la oferta al respecto; procurar la
más justa valoración del trabajo y crear las condiciones para
aumentar la posibilidad de emprender actividades independientes.
Una de las banderas exhibidas es aquella de reforzar a la sociedad
civil para que actúe como freno frente a un Estado arrogante y el
poder exorbitante del mercado y otra tan certera como la anterior:
ampliar el círculo de los beneficiarios de la nueva economía. Es
evidente que estas afirmaciones ponen en descubierto algunas de
las fallas que apuntara al principio. Si no se hubieran descuidado
los diversos aspectos del desarrollo económico, es decir si se
hubiera atendido en tiempo y en forma su permanente
actualización, el proceso de retroceso tal vez se hubiera podido
evitar o al menos morigerar. Lo dicho vuelve a un primer plano
aquel concepto político fundamental, un Estado Nacional activo,
al frente de los acontecimientos y no a la zaga, para tomar las
adecuadas medidas preventivas y no solamente socorrer con meros
paliativos. Así se empieza a ejercitar la Democracia.
Aquí me permito agregar que es cierto que los seres humanos se
equivocan, pero si lo hacen de buena fe el pecado es menos
criticable, a pesar de que sigue siendo pecado por las malas
consecuencias que acarrea. En estos casos muchos dirigentes
políticos con buenas intenciones y además con mucho talento
también aprendieron y aprehendieron la lección, a más de la
burguesía. Al respecto quiero traer algunas referencias que apoyan
mis afirmaciones y demuestran en que medida asimilaron las
enseñanzas de la realidad y a partir de ello le otorgan prioridad a
las acciones correctivas y preventivas. Lo que voy a transcribir a
continuación no es información de hoy, tiene varios años de
[Roberto A. Capriotti] 192

antigüedad (fueron dichas a principios del año 2005) y para este


análisis es perfectamente válido y representativo. En oportunidad
de una visita que personalmente hiciera al Parc Tecnologic
Barcelona Nord (Barcelona, España), el Director General de
Empresas e Industrias de la Comisión de la Unión Europea, el Dr.
David White, manifestó en discursos protocolares y entrevistas
con la prensa, numerosas apreciaciones en materia de innovación
tecnológica y me permito transcribir, aproximada y
fragmentariamente, las siguientes:
• Empecemos por definir lo que es innovación. Es el punto de
contacto entre el mercado y el conocimiento. Es decir, si un
emprendedor ve una posibilidad de mercado, debe poner a
su alcance el conocimiento que cubra su necesidad.
• Necesitamos la innovación para sostener el crecimiento.
Países como Finlandia y Suecia hace tiempo que así lo han
entendido y hoy, son líderes en políticas de innovación.
• Para hacer innovación hay que disponer de toda la gama de
productos y tenerlos en cantidad suficiente. Esto es como
una casa. Puede tener el aseo y el dormitorio bien equipados,
pero si la cocina no existe, la casa no funciona. Además,
tampoco deben fallar en la educación continua.
• Hay que estar presente en los sectores donde se pueda
desarrollar innovación. En comunicación, salud, incluso el
textil. Hay que transformar el conocimiento en tecnología. Y
protegerlo con las patentes.
La referencia a las naciones líderes en materia de innovación
tecnológica, que este directivo efectuara en esa oportunidad, están
reflejadas en una estadística que la Comisión Europea había
publicado poco antes y que he podido consultar y que muestra en
los primeros cinco lugares a las siguientes naciones: Suecia,
193 [La Política. Lo que debe ser.]

Finlandia, Dinamarca, Alemania y Suiza. Así como en Barcelona


(España) existe una entidad dedicada a propulsar la innovación
tecnológica en todos los rubros de la producción, desde el nivel
primario al más complejo, el caso se repite en todos los países de la
Unión Europea y también en numerosas regiones o polos
productivos dentro de ellos. Esto los lleva a mantener vigente y
actualizada una política de desarrollo económico, que en muchas
de estas comunidades está acompañada de la consecuente política
de redistribución de la riqueza y por ello me permito mencionarlas
como naciones democráticas y como lógica consecuencia se les
puede aplicar el rótulo de naciones desarrolladas o en el umbral de
serlo.

3.22. La Nación: el gradualismo de las etapas.


He dedicado bastante tiempo a reflexionar si es posible
suprimir etapas en esto del perfeccionamiento de la condición
nacional. La nación desarrollada es una expresión equivalente a
una comunidad democrática. Este es el punto máximo, que
conocemos hasta el presente, del desenvolvimiento positivo de una
comunidad. Alguna vez, pero hace mucho tiempo, anduve
mezclado con las leyes de Newton pero nunca y menos ahora, fui
un entendido en la materia, pero como se acepta universalmente
que este buen sabio no se ha equivocado y aunque a las cuestiones
sociales es muy difícil aplicarle las leyes de la Física, es cierto que a
un cuerpo en movimiento debemos aplicarle más fuerza si
queremos provocar una mayor aceleración. Una comunidad con
características primitivas sujetas a las leyes de la evolución humana
gradualmente irá avanzando y si se aplican métodos que
favorezcan el impulso es indudable que avanzará más
aceleradamente, pero lo que no podríamos lograr es provocar un
salto suprimiendo etapas. En algunos países africanos hubo
[Roberto A. Capriotti] 194

experiencias, no muy lejanas, de loables pretensiones de supresión


de etapas o de exceso de aceleración y nos encontramos con
resultados realmente adversos. ¿Qué significa aplicar métodos que
favorezcan el impulso? Aprovechar lo ajeno es una buena
herramienta y esto se traduce diciendo, que el ejemplo de las
comunidades más avanzadas produce el contagio. Otra cuestión
importante es la presencia de una dirigencia esclarecida y bien
intencionada y para explicar esto no hace falta Isaac Newton, nos
basta con el Diccionario de la Real Academia Española que define
a la palabra esclarecido/a, como: claro, ilustre, singular, insigne. Estoy
gratamente impresionado por la experiencia de la Unión Europea
con la incorporación de comunidades rezagadas al bloque puesto
que redunda inmediatamente en oportunidades para los rezagados
en materia de: inversiones productivas, ampliación de mercados
para determinados productos, absorción de mano de obra
excedente. También se les exigen replanteos productivos pero se
les otorgan plazos y subsidios. Cuando digo, democrática, estoy
colocando a la cuestión en una extensión integral, como
corresponde a la verdadera acepción y dimensión de dicho
vocablo. La nación desarrollada, es decir, que ha alcanzado el
desarrollo nacional, exhibe el desenvolvimiento libre y racional de
las potencialidades del ser humano. Del ser humano en lo
individual y en cuanto integrante de una comunidad. Allí el ser
humano se supera no solamente para ser un capitalista floreciente,
sino para acercarse cada vez más al bienestar y a la felicidad, siendo
ésta la mayúscula expresión del bienestar. Podemos denominarla
indistintamente una nación desarrollada o una nación democrática.
La nación potencia o la superpotencia son naciones
subdesarrolladas políticamente porque han cumplido con el
requisito del desarrollo económico y les falta la evolución cultural
calificada y necesaria para ingresar en la etapa de la redistribución
de la riqueza y alcanzar el estadio del verdadero desarrollo
nacional. La nación subpotencia es una nación subdesarrollada en
195 [La Política. Lo que debe ser.]

la materia económica y a su vez lo es también en el aspecto


evolutivo cultural como comunidad. Son esos dos requisitos
esenciales los que se muestran como faltantes. El tránsito de una
instancia a la otra, prescindiendo del ritmo que pueda tener, que
generalmente obedece a factores internos o externos a la propia
comunidad o sumados ambos, es gradual y obligado. No se
suprimen las etapas, se aceleran o desaceleran pero no se eluden,
porque aún en el estudio de los casos de los caminos transitados
por las revoluciones comunistas, analizando lo que sería el camino
revolucionario más extremo, se tropieza con el gradualismo. Allí
tenemos la previa etapa revolucionaria de supresión de los
privilegios de ciertos sectores sociales que impiden el advenimiento
de las formas nacionales y luego un proceso de acumulación de
capital, en manos no de personas o grupos sociales, los burgueses,
sino del Estado Nacional. En un libro que oportunamente tuvo
extraordinaria difusión, el último de los estadistas comunistas
rusos, Mijail Gorbachov, en el umbral del tumultuoso reingreso de
dicha nación a la forma capitalista dice, entre otras muchas cosas,
sobre la Revolución Comunista de 1917, que para poder salvar los
logros de la Revolución tuvieron que construir, y pronto, una base
industrial nacional con recursos internos, desalentando el consumo
y reduciéndolo al mínimo. El peso material de esa nueva estructura
recayó en el pueblo, del cual los campesinos eran la mayor parte.
En este caso es evidente a la luz del estudio de la trayectoria de
dicho experimento político, sobre todo en el período estalinista, en
que la acumulación del capital se hizo a costas de los sectores del
trabajo, impuesta por los revolucionarios de la primera hora y por
los burócratas después en base a la coerción. Digo que lo
antedicho se aplicó luego de derribar violentamente a la
aristocracia y a la escasa y retrógrada burguesía existente. La
anterior es una cita autorizada para confirmar la existencia de una
etapa de fuerte acumulación de capital bajo los regímenes
comunistas y sobre todo para aseverar el supuesto de que para
[Roberto A. Capriotti] 196

llegar a determinada categoría del desarrollo nacional de una


comunidad, cualquiera sea el signo político en el poder, se deben
cumplir con las diversas etapas sucesivas.

3.23. La Nación: el tránsito al desarrollo nacional.


Entonces, para llegar a la instancia del pleno desarrollo político
o integral de una comunidad humana, al auténtico desarrollo
nacional, para alcanzar la categoría de nación desarrollada, el
camino no es ningún misterio. Invariablemente se habrán de
afrontar las siguientes etapas: la de las condiciones políticas
proclives a despejar el camino, la del desarrollo económico y la de
la consecuente redistribución de la riqueza. A esta altura del
desenvolvimiento de las comunidades humanas no resulta difícil
visualizar la traza del derrotero, basta con estudiar las marchas y
contramarchas de las comunidades que han jugado el papel de
avanzada en la materia. Marchas y contramarchas que no disimulan
el sentido ascendente de las líneas con las que las graficamos.
Primero, en la etapa que va de la tribu a la nación subpotencia,
tenemos un largo proceso evolutivo que implica una variación
gradual pero radical en las manifestaciones culturales de la
comunidad y sobre esto pienso que seré mucho más ilustrativo
haciendo en párrafos siguientes una crónica que muestra los
primeros afloramientos del estadio nacional en la Edad Media
europea, que es la muestra más eficaz como para dejarnos entrever
el proceso al que estoy aludiendo. Los europeos luego esparcen
dicha experiencia a nivel planetario, exportando, por las buenas y
por las malas, a numerosos puntos los resultados de sus
experiencias. Si no estamos convencidos de esos aportes,
detengámonos en el estudio del proceso que lleva
vertiginosamente a las comunidades americanas al estadio nacional,
que es una de las más tempranas y más avanzadas
197 [La Política. Lo que debe ser.]

experimentaciones al respecto. Las naciones americanas se


perfeccionaron como tales mucho antes que las europeas, que
habían empezado muy anticipadamente a mostrar los
afloramientos, pero es en América donde el fenómeno se da con
mucho más limpieza, puesto que aquellos debieron soportar las
rémoras de su pasado tribal-feudal y el absolutismo, que hicieron
más lenta y dolorosa la marcha y que en nuestro continente
prácticamente no tuvieron peso, porque los europeos exportaron
el burgo y sus burgueses, caldo propicio para el nacionalismo y no
su pasado tribal-feudal. Burgués era Colón y burgueses eran
quienes financiaron su empresa y burgueses quienes la continuaron
y las Coronas que prestaban su bandera también estaban infestadas
por la burguesía y estaban transitando el tortuoso camino hacia el
estadio nacional.
La continuación del ciclo en el estadio de la nación subpotencia
se caracteriza principalmente por mostrarnos como predomina la
gestión de concentración del poder político, muy atomizado en la
época tribal-feudal; como se desenvuelve la nación
geográficamente, partiendo de un centro urbano de irradiación que
expande su influencia, hasta llegar a los extremos de las primeras
experiencias del colonialismo ultramarino. Nos enseña como se
traslada el monopolio de dicho poder político de la aristocracia a la
burguesía y de como esta última comienza a ser el eje de la
economía comunitaria. En esa Europa, el traslado del monopolio
del poder político hacia las manos de la burguesía se hizo
soportando un régimen de transición como resultó el régimen de
las monarquías absolutistas u otros sistemas de gobierno de mucha
analogía con aquellas monarquías, aunque debemos reconocer que
las monarquías absolutistas por sus necesidades económicas
ayudaron a consolidar la instancia, porque frente a una aristocracia
devaluada e inepta recurrieron a la financiación de su gestión por la
burguesía, que se mostraba sumisa y obediente. Los burgueses
carecían de las actitudes ampulosas y pretensiosas de la
[Roberto A. Capriotti] 198

aristocracia. Estaban amamantando a quienes habrían de


suplantarlos en definitiva. Es indudable que dichos regímenes
gubernativos tenían en gran medida las formas despóticas, fuertes,
verticales, del mando-obediencia, que arrastraban necesariamente
de la condición tribal anterior. La figura del rey, del caudillo, se
relaciona con la figura del cacique de otrora y se justifican en un
proceso que es gradual. Cuando hablo de las monarquías
absolutistas, como ya lo señalara pero quiero abundar, estoy
involucrando en ello a regímenes que pudieron no tener
exactamente dichas características, pero que sirvieron al mismo
objetivo, centralizar el poder y trasladarlo de unas manos a otras e
imponer nuevas formas en el régimen económico. Por el camino
señalado y consolidados algunos aspectos de un incipiente e
imperfecto Liberalismo llegamos a la nación subpotencia. Todas
las etapas o instancias que he detallado precedentemente, tribu y
nación subpotencia, son las que se involucran bajo la
denominación, por cierto excesivamente genérica, de naciones
subdesarrolladas. Para pasar del estadio nación subpotencia al estadio
nación potencia, el requisito ineludible es un vigoroso desarrollo
económico de tipo industrial. El aporte programado del capital
extranjero acorta los plazos. Una vigorosa etapa de acumulación de
capital para fortalecer y modernizar el aparato productivo, efectuar
los necesarios cambios de estructura productiva y generar la
riqueza y esto es desarrollo económico y concatenadamente un
gradual y efectivo y persistente reparto de la riqueza y esto es un
auténtico proceso de redistribución y esto es pisar el umbral de la
nación desarrollada. Si no se arriba a la etapa de la redistribución
de la riqueza nos quedamos en la instancia de la nación potencia o
superpotencia. Concatenadamente no significa un paralelismo
absoluto, pero los partícipes no privilegiados del sistema, los
burgueses, deben tener desde el arranque la sensación de que les
van llegando los beneficios por su contribución.
199 [La Política. Lo que debe ser.]

El Estado Nacional es una gran herramienta para impulsar y


regular las diversas etapas, desde la primera a la última y
fundamentalmente para que persistan las condiciones que
posibiliten el bienestar general de manera estable. Es muy
importante la oportunidad del tránsito de la nación potencia a la
nación desarrollada. Tan importante como la puesta en marcha del
desarrollo económico para pasar de la condición de nación
subpotencia a la de nación potencia. La voluntad política de tales
tránsitos se convierte en la ecuación fundamental. Esa voluntad
política está implícita en la naturaleza humana, en la naturaleza de
cada comunidad. Los seres humanos tienden naturalmente hacia el
bienestar y la felicidad. El punto de inflexión se produce cuando la
sociedad está suficientemente madura o evolucionada y se facilitan
las cosas cuando los líderes interpretan cabalmente las aspiraciones
populares. El proceso es irreversible pero librado a la buena
voluntad es largo y penoso y permite que las brechas
intercomunitarias se hagan cada vez más pronunciadas en lugar de
acortarse. Sólo se requiere el alerta, la plena conciencia dirigencial
en cada comunidad para desplegar los métodos antiretardatorios.
Es evidente la acción de los sectores privilegiados por retardar el
proceso, pero es aquí donde el Estado Nacional se convierte en la
herramienta fundamental para la consecución de los fines
comunitarios. El Estado Nacional en manos de una dirigencia
esclarecida.
[Roberto A. Capriotti] 200

3.24. La Nación: la nacionalización es un proceso con


características de universalidad30.
¿Me estoy contradiciendo con el contenido de este título? No es
así. El proceso de la nacionalización tiene algunas características
universales, comunes o generalizadas, que se notan a pesar de las
propias y diferenciadas características que posee cada comunidad
que ha llegado a los umbrales o ha ingresado en el estadio nacional.
Cada comunidad tiene sus propias características pero en el
sustrato existen elementos básicos que son comunes o similares.
Lo mismo puede decirse del proceso de la tribalización y también de
aquellos regímenes de convivencia que la precedieron.
El cruce de la frontera entre la organización tribal y la
organización nacional supone para el ser humano un cambio
fundamental en su condición humana. El cambio es prolongado en
el tiempo, penoso y gradual. Tiene todas las pautas de la evolución
humana. Algunos tratadistas avocados al tema han reflexionado
sobre un hecho que considero importante para apuntarlo en el
afán de interpretar el largo proceso del advenimiento del Ser
Humano al estadio de la nacionalidad. Estas personas dicen que
encuentran en la Edad Media de la cultura europea ciertos signos
políticos, propios del tránsito al nacionalismo que resultan
comunes, para la misma época, con los de otras culturas ubicadas
en las antípodas geográficas. No podía ser de otra manera porque
estamos en presencia de un fenómeno cultural humano de carácter
general. La especie humana a pesar de haberse desarrollado y de
continuar haciéndolo en unidades de desenvolvimiento perfectamente

30 Real Academia Española (2001): Diccionario de la Lengua Española (22ª Edición): “Universal”, II 2.

que comprende o es común a todos en su especie, sin excepción de ninguno. “Universalizar”, tr.
Hacer universal algo, generalizarlo mucho. Consultado el 4 de diciembre de 2010.
201 [La Política. Lo que debe ser.]

diferenciadas, tiene comportamientos universales, generalizados,


propios de su condición de especie única.

3.25. La Nación: la burguesía comienza a tener identidad.


Y vuelta la burra al trigo. Esta es una antigua expresión y muy
usada puesto que se aplica a alguien que resulta reiterativo y aún
más podría decirse que es terco y obstinado. En tren de
justificarme, insisto: las menciones a la burguesía son ineludibles si
queremos desembocar en el meollo del proceso del alumbramiento
de la condición nacional. Voy a enfocar el período de la Edad
Media europea porque es en esa época donde se vislumbran
comportamientos sociales bastante concretos, en dimensiones
como no ocurre en otras partes del planeta, que nos muestran
algunos primeros atisbos del pasaje de la condición tribal a la
condición nacional. Y también reconozcamos que es en ese lugar
donde se encuentran las mejores fuentes de información al
respecto. No resto importancia a la circunstancia de que dicho
fenómeno tuviera afloramientos en otras dimensiones geográficas,
muy por el contrario, pero es el medio europeo el que marchó a la
vanguardia en estas profundas transformaciones políticas y el que
mayor cantidad de elementos nos ofrece para su estudio y análisis.
Durante el largo ciclo de las tribus imperiales, ciclo de pre
incubación de la condición nacional, podrán visualizarse períodos
o instancias que pueden tener signos que se identifican con la
forma nacional de convivencia, pero eran fenómenos acotados, no
alcanzaban a la generalidad. Muchas de esas circunstanciales
formas tuvieron características republicanas, pero analizadas a
fondo se llega a la conclusión de que la semejanza era meramente
nominal. Quienes participaban del quehacer y del poder político
constituían un núcleo reducido de individuos, a los que se otorgaba
el carácter de ciudadanos y constituían una verdadera minoría y la
[Roberto A. Capriotti] 202

mayoría restante era de esclavos, aliados, provinciales, colonos, con


el común denominador de súbditos. Indudablemente, esto nos
lleva al convencimiento de que el parentesco entre esas
modalidades y la condición nacional, es puramente nominal.
Charles Tilly31 nos habla de la aparición, en esa Edad Media
europea, de manera generalizada, de un fenómeno social singular,
aunque aparentemente dispar, en el lugar y en el tiempo y
caracterizado principalmente por la incidencia de dos factores
fundamentales: coerción y capital. Aprecia que ambos factores se
manifiestan mezclados y según la proporción en la mezcla le
otorgaban distintos coloridos a la cuestión. Insinúa una dualidad
en el comportamiento social: por arriba el príncipe con su poder o
Estado basado casi exclusivamente en la coerción y por debajo un
entramado de relaciones, que se iba gestando entre aquellos que
practicaban el comercio y la producción de mercancías. Además el
príncipe poco había contribuido a la formación de ese estado de
cosas y generalmente escapaban a su control absoluto.
Lo expresado anteriormente se ajusta a una realidad innegable:
los gremios y las corporaciones y sus integrantes comenzaron a
tener auge y a tener incidencia política. El género humano estaba
alumbrando una nueva forma capitalista que sería la piel, lo visible,
de un fenómeno mucho más profundo. La dualidad se hace más
ostensible a partir de cierto momento, con la coexistencia de
formas comunitarias muy diferenciadas. Por un lado comunidades
donde imperaba la autocracia de la aristocracia terrateniente al
mejor estilo tribal-feudal y por el otro lado ciertas comunidades
con la clara preeminencia de comerciantes, banqueros y fabricantes
donde imperaba un rudimentario nacionalismo monárquico o
republicano. La posterior vigencia de las monarquías absolutistas

Tilly, Charles (1990): Coerción, capital y los Estados europeos 990-1990, Buenos Aires: Ed. Alianza
31

Universidad.
203 [La Política. Lo que debe ser.]

consolida y acelera el proceso nacional al hacer la conjunción de


coerción y capital. El monarca otorga especiales concesiones a
comerciantes, banqueros, fabricantes y a veces a algunos
terratenientes porque estos le devuelven los beneficios y el
reconocimiento bajo la forma de medios financieros y productos
para la acción bélica de expansión y consolidación de la nación
incipiente. Aquella dualidad insinúa que se estaba en las etapas de
la superación de la vieja forma tribal del poder concentrado en uno
o pocos seres humanos y el resto, todos los demás, desenvolviendo
a duras penas su rol de súbditos. La relación vertical estaba siendo
reemplazada gradualmente por la relación horizontal. Estaba
madurando el fruto que fue creciendo durante el período de las
tribus imperiales. La flecha indicativa de la relación mando-
subordinación fue girando gradualmente, noventa grados, como
para cambiar su posición vertical y alcanzar la horizontalidad del
mando-consentimiento.
En esa época, aparentemente tan oscura, que denominamos la
Edad Media de la cultura europea, comienzan a manifestarse con
claridad los perfiles de un auténtico cambio. Un resultado
importante de la evolución del pensamiento humano. Esa
denostada Edad Media es testigo de un grandioso florecimiento y
creo que ese sólo hecho es suficiente para redimirla. El largo ocaso
de la tribu imperial de los romanos, nos deja ver en formas muy
rudimentarias, en las ciudades-estados, algunos elementos
fundamentales para la vigencia de la naciòn y entre ellos, el
respeto de ciertas convenciones tácitas y de ciertas costumbres que
luego devendrán en un tácito Pacto Social y de éste derivará una
consecuencia, el constitucionalismo y también la consolidación de
nuevas formas del capitalismo. La denominada burguesía se estaba
poniendo el sayo dirigente para ser la conductora de un proceso
político y por lo tanto humano, de colosal envergadura. Digo
nuevas formas del capitalismo porque el capitalismo en sí es muy
anterior a la instancia nacional. Algunos analistas usan la expresión
[Roberto A. Capriotti] 204

pre-capitalista para denominar formas eminentemente capitalistas,


tal el caso del feudalismo que es una manifestación pre-nacionalista
y no pre-capitalista. El feudalismo es la última forma política del
estadio tribal y tiene una forma capitalista propia o característica.
Creo que para encontrar pre-capitalismo hay que remontarse muy
atrás en el desenvolvimiento del Ser Humano, casi diría que
debemos hurgar en las primeras épocas de la condición tribal.
Donde algunos dicen etapa o instancia pre-capitalista yo prefiero
decir etapa o instancia pre-nacionalista. Cuando el ser humano en
sus épocas muy primitivas, hizo sus primeras y muy rudimentarias
herramientas de piedra que le facilitaban la tarea de la subsistencia
y también comenzó a acumularlas porque le resultaban muy útiles,
dio origen al concepto rudimentario de la propiedad y a las
primeras y rudimentarias formas de acumulación capitalista. Esas
piedras se diferenciaban del común porque tenían un valor
agregado, consecuencia de la aplicación por el Ser Humano de su
rudimentario intelecto y de su rudimentaria habilidad manual.
Tenía en síntesis, el valor agregado del trabajo humano. Es un dato
mayor para la Paleontología, para determinar la evolución de los
homínidos, los yacimientos con herramientas y utensillos
desarrollados por aquellos. Y que decir de la adquisición del
carácter sedentario y el cúmulo de bienes que dicha circunstancia le
posibilitó.

3.26. La Nación: crónica fragmentaria sobre la revolución


burguesa.
Antes de empezar con la crónica prometida quiero resaltar lo
del uso del vocablo fragmentaria, en este título: es realmente un
repaso a vuelo de pájaro en donde puntualizo situaciones que me
han parecido muy ilustrativas, puede que así no lo sean y sé que
existen cientos de otras circunstancias de carácter histórico que
205 [La Política. Lo que debe ser.]

pueden ser tanto o más valiosas, pero quiero resaltar que éste es un
ensayo político en el cual las referencias históricas sólo tienen el
valor de agregar elementos de juicio, lo mismo que cuando se hace
una cita específica a algún pensador en especial. Como
complemento de lo dicho en títulos anteriores inserto un breve
relato bajo la forma de una crónica, que hace menciones concretas,
esporádicas pero ilustrativas, referidas a experiencias de regímenes
políticos que comienzan a manifestarse en la Edad Media, como ya
lo dijera, en donde aparece la burguesía ejerciendo o compartiendo
el poder político y lo que es más aún, asoma la idea del pacto, de la
convención entre partes para el respeto de determinadas
prerrogativas. En esos casos queda manifiesto el hecho de una
ampliación de la base de sustentación del poder político con el
aporte de una mayor cantidad de sectores involucrados y además la
concesión de derechos y garantías por parte del gobernante cuando
éste aún pretende ejercer el poder según las pautas de un régimen
que estaba herido de muerte. El término burguesía, derivado de
burgo, pueblo o ciudad, en la Edad Media se aplicaba al habitante
medio de dicho conglomerado. Luego se fue extendiendo a un
sector social determinado: el conjunto de personas dedicadas a
actividades productivas y comerciales que se establecían en los
alrededores de las murallas de las fortalezas feudales para ejercer su
actividad. Los ejemplos ayudan a la interpretación. Acabo de decir
que asoma la idea del pacto, de la convención entre partes para el respeto de
determinadas prerrogativas. Pues bien, es en el nivel del burgo, del
municipio o a lo sumo de una zona o región en donde comienza a
manifestarse, en primera instancia, este fenómeno, por ejemplo, la
aparición de los fueros y cartas-pueblas como documentos del
reconocimiento a personas o conjuntos de ellas de ciertos
derechos, vigentes en la España desde poco después de iniciada lo
que ellos llaman la Reconquista, es decir antes del Siglo X y existen
autores que reconocen que el hecho también se da en otros lugares
de Europa, mucho antes de la vigencia de la Carta Magna inglesa.
[Roberto A. Capriotti] 206

Entre los Siglos X y XV, de la era cristiana, merecen ser destacados


dos especiales ejemplos de la burguesía como titulares o
participantes del poder político: la República de Venecia, cuyas
familias más destacadas eran comerciantes y banqueros, una
comunidad de una definida característica burguesa cuya actividad
fundamental era el comercio y el transporte de mercancías y el
poder político, si bien mantenía formas autocráticas, era
desempeñado por los representantes de las familias más poderosas
en materia comercial y conviene remarcar el papel fundamental
que cumplía el Estado en la gestión privada. Dicho estado era una
herramienta al servicio de la actividad económica de la comunidad,
construía barcos, armaba convoyes y proveía a su protección
armada en las travesías, ayudaba al mantenimiento de las factorías
y también hacía que los negocios de venta y de compra de materias
primas se hicieran en conjunto con la supervisión estatal para
lograr escalas que disminuyeran los costos y aumentaran las
ganancias. Tanto o más ejemplificador es el caso de la República
de Génova, en la misma época, cuya actividad comercial era similar
a la de Venecia pero poseía un poder político con dos entes bien
diferenciados: el ejecutivo ejercido por un grupo de personas con
el título de cónsules y elegidos anualmente por los habitantes de la
ciudad y un legislativo compuesto por nobles y burgueses también
designados de la misma manera. De allí vayamos a Inglaterra, lugar
en el que a la muerte de Ricardo Corazón de León, el soberano de
talante bohemio, ocurrida en el 1199 es sucedido por su hermano,
Juan sin Tierra, quizás el peor gobernante que soportara dicha
comunidad en su existencia, a quien la Historia Inglesa tiene que
hacerle un singular reconocimiento, en el 1215 firmó la Carta
Magna, obligado por los Barones ingleses, reputado como el
primer documento constitucional del que existen noticias ciertas. Si
bien fue una concesión otorgada a miembros de la aristocracia
dominante, sus preceptos se fueron extendiendo a favor de una
gran parte del resto de la población en diversas etapas. Siguiendo
207 [La Política. Lo que debe ser.]

un tanto el orden cronológico, pasemos a la experiencia de la


Corona de Aragón, formada por la reunión de las tres
comunidades del levante español: Cataluña, Aragón y Valencia, que
sobre la base de la estructura productiva catalana, con monarcas
también catalanes, habría de convertirse en un emporio comercial
en el Mediterráneo y todo su hinterland y el fundamento de ello
era la producción textil y el hierro. Este hecho se haría notable a
partir del Siglo XII y para dar una plena conciencia de la magnitud
y las características alcanzadas, en el tema que me ocupa, me
permito transcribir textualmente un fragmento de la obra de J. H.
Elliot, en el capítulo dedicado a la burguesía32, cuyos conceptos
principales son:
El éxito del sistema catalano–aragonés llevó la prosperidad a las ciudades
de la Corona de Aragón y ayudó a consolidar el poder de un patriciado
urbano. Éstos eran, en la práctica, los verdaderos dueños del país, pues,
con la excepción de un puñado de grandes magnates, la nobleza de la
Corona de Aragón era una pequeña nobleza que no podía competir, en
cuanto a riqueza territorial con su semejante castellana. Dominadora de la
economía del país, la burguesía pudo edificar, un sistema constitucional
peculiar. En el Centro de este sistema constitucional se hallaba la idea del
pacto.

Luego continúa:
Esta filosofía, que constituye el centro del pensamiento político catalán
medieval y que fue enunciada en forma doctrinal por grandes juristas
catalanes como Francesc Eiximenis, hallaba su expresión práctica en las
instituciones políticas ideadas o elaboradas en la federación catalano–
aragonesa durante la Baja Edad Media.

Elliot, John H. (1978): La España Imperial 1469-1716, Barcelona: Ed. Vicens Vives, Capítulo XV: la
32

Burguesía.
[Roberto A. Capriotti] 208

De las instituciones tradicionales cuyo poder había ido en


aumento al paso de los siglos, la más importante eran las Cortes.
Cataluña, Aragón y Valencia tenían cada una sus propias Cortes,
que se reunían por separado, aunque en algunas ocasiones podían
ser convocadas en una misma ciudad y mantener sesiones
conjuntas en calidad de Corte Generales bajo la presidencia del
monarca. Existían algunas diferencias en las características de cada
una de las Cortes. Las de Aragón estaban formadas por cuatro
cámaras, ya que el estamento aristocrático estaba dividido en dos:
los ricos-hombres y los caballeros. Las Corts de Cataluña y
Valencia, en cambio, estaban integradas por los tres estamentos
tradicionales: nobleza, clero y burguesía urbana (la última se había
asegurado su representación en el Siglo XIII). Las Cortes
aragonesas eran también las únicas, por los menos teóricamente,
en cumplir con la unanimidad requerida en cada estamento. Las
sesiones se celebraban con regularidad (cada tres años en Cataluña)
y los estamentos debían deliberar por separado acerca de los
asuntos que atañían al rey y al reino: examinaban solicitudes,
proponían remedios y votaban subsidios para el rey. Aún hay más,
pues también habían adquirido poder legislativo.
Luego conviene remarcar, porque es en esos acontecimientos
posteriores cuando los caracteres de la presencia de la burguesía en
los acontecimientos políticos y sus fundamentales reclamos se
hacen más categóricos y me estoy refiriendo a lo ocurrido en
Inglaterra, en lo que bien podrían llamarse revoluciones de sentido
liberal, entre 1642 y 1648 con el enfrentamiento entre el
Parlamento y el Rey Carlos I, la aparición de Cromwell que
mencionara con anterioridad, juicio y ejecución del monarca y
protectorado republicano y finalmente la Revolución de 1688/89,
llamada la Revolución Gloriosa porque fue incruenta y el ascenso
al trono de María (la hija de Jacobo II exiliado en Francia) y de
Guillermo de Orange, su esposo. Esta última revolución merece
una breve consideración: una gran mayoría de ambas ramas del
209 [La Política. Lo que debe ser.]

Parlamento inglés, tories y whigs, realizan una alianza para destituir al


mencionado Rey Jacobo y dar impulso a muchas premisas
liberales, a tal punto, que esta revolución es considerada una
definida expresión liberal. La monarquía sobreviviente acepta la
firma del acuerdo denominado Bill of the Rights que establece la
existencia de un parlamento soberano, aseguraba las elecciones
libres y convocatorias frecuentes al Parlamento, prohibía un
ejército permanente en época de paz y vedaba el acceso de un
monarca católico puesto que éstos invocaban el origen divino de
su mandato y ello daba lugar a la posibilidad del absolutismo y los
ingleses ya no admitían un gobierno de tal naturaleza. Esto
trasunta claramente la vigencia de una monarquía constitucional,
controlada por los whigs o partido liberal. Este conjunto de
revoluciones constituyeron en conjunto la gran revolución liberal
inglesa que abriría las puertas a la Revolución Industrial y a la
presencia hegemónica de esta comunidad como potencia a nivel
mundial. Desde allí estábamos a un paso de las revoluciones:
norteamericana (1776) y francesa (1789), que son los grandes hitos
indicativos del definitivo ascenso de la burguesía y su Liberalismo a
la conducción del poder político, en sectores importantes de la
geografía universal.
En el aspecto cultural, científico, filosófico y artístico, esta
presencia tuvo una manifestación de primer orden en un conjunto
de corrientes de pensamientos que se engloban bajo la
denominación de el Iluminismo, la Ilustración o El Siglo de la
Luces, indistintamente, que se dio en distintos lugares y tiempos,
con predominio de pensadores franceses, siempre dentro del Siglo
XVIII y que en especial medida, en su meollo, mostraba que en la
mente humana existía una definida reacción contra el absolutismo
político y religioso, el llamado Ancien Regime y también nos muestra
el gran crecimiento de la burguesía como poder económico y
político. En términos generales preconizaban: la jerarquización del
súbdito para alcanzar la categoría de ciudadano, la educación
[Roberto A. Capriotti] 210

accesible a la generalidad, la igualdad de las personas frente a la ley


y la tolerancia religiosa, entre otras cuestiones. Creían en la razón y
la racionalidad humana, en el constante perfeccionamiento del
individuo y de la sociedad y además en aquello de que los
principios gobiernan a la naturaleza, al hombre y a la sociedad.
Estos preclaros pensadores estaban anunciando con sus sonoras
clarinadas lo que estaba sucediendo en la mente de los seres
humanos de aquel entonces. Ellos no crearon las posibilidades del
cambio, ellos las anunciaron. Las ideas de las transformaciones
germinaron en la mente de los seres humanos y ellos eran sus
leales traductores, ellos usaron los vocablos correctos para
definirlas. Sus ideas no eran el fundamento de los acontecimientos
políticos, ellos en su clarividencia estaban denunciando, aunque lo
hicieran a nombre propio, la evolución del pensamiento humano,
eran los anunciantes de lo que en síntesis significaba el salto
evolutivo del género humano, que comenzaba a adquirir
determinadas formas, incubadas desde mucho tiempo atrás y que
tomaba cuerpo en esos acontecimientos políticos. Esos ilustres
pensadores eran como las brevas que anuncian la maduración de
los frutos. No me cabe la menor duda de que muchos de los
integrantes de las elites políticas que manejaron estos procesos
políticos relevantes habrán dicho: esto es lo que yo pienso y para
redactar una constitución o una declaración es muy probable que
hayan tenido en su escritorio los escritos de John Locke y de los
Iluministas en general. Es hora que hagamos referencia a las dos
revoluciones que en alguna medida son el acápite de las muchas
páginas de la crónica de la larga marcha del Liberalismo y su
inspiradora la Burguesía, para darles características formales a las
incipientes comunidades nacionales.
211 [La Política. Lo que debe ser.]

3.27. La Nación: la Revolución Americana del Norte y el


Liberalismo.
En lo que hoy es Estados Unidos de América, a fines del Siglo
XV y principalmente a principios del Siglo XVI, cuatro
comunidades europeas de la costa atlántica: España, Inglaterra,
Francia y Holanda fueron las que establecieron asentamientos
coloniales. Las de origen inglés tuvieron algunas características
especiales y en esta parte de mi escrito son las actoras principales.
En total fueron trece colonias británicas que adquirieron
personalidad en un período de casi cien años: Virginia (1607);
Nueva York (1614); Nueva Jersey (1614 -1621); Massachussetts
(1620); Nueva Hampshire (1623); Delaware (1631); Georgia
(1632); Maryland (1634); Connecticut y Rhode Island (1636);
Carolina del Norte y Carolina del Sur (1663); Pennsylvania (1681).
En ellas existía un gobernador cuya designación las hacían o el rey
en algunas colonias o los propietarios más fuertes en otras y las
había en que los designaba todo el pueblo. Cada estado tenía un
legislativo integrado por representantes del rey y de los
colonizadores. En algunas materias valían las disposiciones reales
pero en otras, impositivas por ejemplo, tenían prioridad las
opiniones de los vecinos. A diferencia de las colonias españolas los
colonos intervenían activamente en el gobierno local y cada
comunidad era autónoma con relación a las demás. Desde el punto
de vista de la relación económica con la metrópoli, la práctica era
de carácter monopolista como en las demás colonizaciones. Esas
colonias inglesas tenían una agricultura próspera y la
comercializaban ventajosamente con la metrópoli, que tenía
reservada para sí la actividad industrial. Cada una de las colonias
adquirió gran individualidad y defendían con ardor las libertades
que les hubieran correspondido en la metrópoli.
En esas colonias inglesas de la América del Norte, superada la
mitad del Siglo XVIII, la conciencia de su autonomía, con respecto
[Roberto A. Capriotti] 212

a la metrópoli, estaba muy desarrollada mental y prácticamente y


varias medidas adoptadas por aquella, en materia impositiva y de
reordenamiento militar, hicieron que naciera abiertamente la
resistencia y además y fundamentalmente unificara a un conjunto
de comunidades que tenían características muy disímiles en materia
de organización social y política. Así nació el enfrentamiento y éste
adquiere un carácter radical empujado por la intransigencia
metropolitana, que llegó a la instancia de la represión en algún
caso. Los puntos de vista de ambas partes eran irreconciliables. En
1775 comienzan los actos bélicos y en 1776 se produce la
Declaración de la Independencia, el 4 de julio, y la guerra continúa
por no menos de cinco años y la participación de Francia a favor
de los americanos juega un papel importante para volcar el
resultado a favor de éstos. Un párrafo de dicha declaración es
altamente ilustrativo y por lo tanto lo voy a reproducir: Sostenemos
como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales, que
son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos
están: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar
estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan de
poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que
una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene
derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en
dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá
las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. Thomas
Jefferson hizo el aporte fundamental para su redacción, pero el
pensamiento de la modalidad liberal de John Locke se trasluce
nítidamente en ella. El mismo espíritu también se manifiesta en la
Constitución de 1787. La burguesía de las colonias no admitía el
carácter absolutista con que la metrópoli aplicaba reglamentos y
actos en esas colonias a diferencia del criterio aplicado a los
ciudadanos en su propio suelo y por si ello no fuera un buen
motivo, a esa altura, el poder central era un obstáculo para el
desarrollo industrial de los colonos, quienes se sentían aptos para
213 [La Política. Lo que debe ser.]

encarar otras actividades fuera de los productos primarios que les


compraban los titulares del dominio. Las condiciones políticas,
económicas y sociales estaban dadas desde hacía un largo tiempo
para la efectiva independencia. Si la metrópoli no hubiese
mostrado tanta intransigencia y hubiese ofrecido concesiones
políticas tampoco lograría frenar la insurrección, la suerte estaba
echada. Además adquirieron conciencia de que los trece estados
bajo la forma de unidad confederada alcanzaban múltiples
ventajas. El Liberalismo había logrado encender uno de sus más
importantes faros para irradiar luz hacia todas las latitudes y servir
de guía a muchas comunidades que tenían aspiraciones similares.
La burguesía había edificado su primer sistema político a nivel
universal, ejemplar y sin mayores impurezas. A partir de aquí cien
años de revoluciones y contrarrevoluciones habrían de extender y
consolidar a dicha modalidad política y a sus inspiradores. Es en
este especial caso en donde el Pacto Social Liberal alcanza su
jerarquía de una realidad concreta.

3.28. La Nación: la Revolución Francesa y el Liberalismo.


Pasemos a dar un repaso a las condiciones políticas,
económicas y sociales imperantes al momento de su inicio y a los
acontecimientos esenciales de la Revolución Francesa de 1789. La
Francia de fines del Siglo XVIII estaba con problemas agudos
como consecuencia de su crisis financiera, a pesar de no ser una
economía en ruinas. Quizás después de la de Gran Bretaña era la
situación económica más floreciente de una Europa con una gran
diversidad de problemas económicos. Las actitudes de una
monarquía y de una nobleza, banales y dispendiosas, contribuían a
acentuar el malestar. La sociedad estaba dividida en los hechos y en
el aspecto burocrático-administrativo en tres segmentos o
estamentos: la nobleza, el clero y el resto o Tercer Estamento o
[Roberto A. Capriotti] 214

Estado Llano, como lo denominaba la jerga política. Nobleza y


clero ocupaban la cúspide de la pirámide social y gozaban de
privilegios y exenciones que irritaban al común. A su cargo
estaban, según los fundamentos del orden político: la defensa, la
seguridad y la administración pública, en manos de la nobleza y el
culto y la educación en manos del clero y el resto se ocupaba de
todo aquello que involucraba la actividad de una comunidad
humana. El abate Siêyes, quien sería uno de los grandes
protagonistas de la revolución, en la etapa previa, escribió en uno
de sus singulares folletos que el Estado Llano era una auténtica nación.
Mucho menos de un cinco por ciento de la población,
prácticamente de carácter parasitario, requería la parte del león de los
ingresos públicos y era financiada por las contribuciones de
millones de personas, que en poco o nada disfrutaban de aquellos
servicios. Además reconozcamos que a esa altura, en el
pensamiento de los franceses, existía un elevado porcentaje de
consignas de superación que estaban reflejadas profusamente en
las expresiones de los intelectuales de la Ilustración. Estos voceros
no hacían más que mostrar el fermento que incentivaba las
aspiraciones de los habitantes del país, desde el más humilde al más
encumbrado.
El Tercer Estamento o Estado Llano estaba compuesto por las
clases populares urbanas y campesinas. Las ciudades eran el asiento
mayoritario de la burguesía que había crecido en número, en
aspiraciones y en poder económico. Los dos tercios de esa
burguesía eran los artesanos y pequeños comerciantes, el resto lo
constituían los profesionales liberales y la burguesía de las altas
finanzas y el gran comercio. El campesinado por su parte exhibía
campesinos dependientes, en gran mayoría, desempeñando sus
actividades en la condición de cuasi-servidumbre y una minoría de
independientes, propietarios de pequeñas fracciones de tierra. Esta
diversidad humana tenía un denominador común, coincidían en la
oposición a los privilegiados, la resistencia a las cada vez más
215 [La Política. Lo que debe ser.]

gravosas contribuciones y además su ferviente deseo de la igualdad


civil. Todo esto configuraba un clima no digamos, proclive al
cambio, sino decididamente por el cambio.
La revolución como en el caso americano comenzó a
manifestarse con el pretexto de la resistencia a las medidas
impositivas impulsadas por la monarquía, obligada por la crisis
financiera a la que arribaran llevados por su propio accionar
dispendioso y en alguna medida por los gastos bélicos ocasionados
por la loable participación en el apoyo a la emancipación
norteamericana. Si bien los pormenores de este complejo y
prolongado proceso revolucionario, que se iniciaba en ese especial
clima, no hacen a la esencia de este ensayo, sólo haré referencia a
algunos datos sobresalientes y al resultado definitivo. Mi somero
análisis considera a este proceso revolucionario como un todo, como
muchas veces han exigido algunos prominentes pensadores y
políticos franceses, porque lo contrario, el análisis por etapas,
como existieron variantes abismales entre muchas de ellas, hace
que se pierda el núcleo o el sentido esencial de esta relevante
manifestación de carácter político. En el 1787 tiene lugar el primer
elemento detonante: la resistencia de los privilegiados, un sector de la
nobleza, a aceptar la reforma impositiva impulsada por el monarca. La
resistencia se manifiesta como un pedido de convocatoria a los
Estados Generales, una reunión de los diversos estamentos
sociales, que no se reunía desde hacía una centuria y media (1641).
En el primer semestre de 1788 un conjunto de Parlamentos,
órganos deliberativos del nivel municipal generalmente dominados
por la nobleza, pertenecientes a varias ciudades, emitió un
manifiesto antimonárquico. Esto demuestra que el frente de los
estamentos sociales superiores, nobleza y clero, estaba
resquebrajado. También por esa fecha el Parlamento parisino hace
una convocatoria a las provincias a resistir el régimen impositivo
pretendido por la Corona. En agosto de 1788 el Rey convoca a
reunión de los Estados Generales para el año siguiente, apretado
[Roberto A. Capriotti] 216

por las circunstancias y como un último recurso dictado por la


desesperación. A partir de allí se desata la puja por las modalidades
que adoptarían las reuniones de aquél organismo o aquellos
organismos y por la composición numérica de cada estamento
interviniente. El singular y la alternativa del plural los enuncio
porque según la forma podían ser: una reunión o tres reuniones,
porque la denominación de Estados Generales correspondía a la
suma de tres estamentos sociales. Los antecedentes, reunión de
1641, indicaban que los Estados Generales se reunían: cada
estamento por separado y con decisión individual y luego el
resultado definitivo se obtenía por simple mayoría. Esta forma
ponía en desventaja al Estado Llano porque cuantitativamente era
el que más personas representaba pero su voto valía uno. Nobleza
y clero siempre tenían más posibilidades de votar en un mismo
sentido, ya que constituían los dos sectores privilegiados. El
Parlamento de París, con predominio de la nobleza, se pronuncia
de inmediato por respetar las normas aplicadas en 1641. El sector
del Estado Llano se opone y da origen al Partido Nacional o
Patriota que paradojalmente, esta vez, involucra a destacadas
personalidades de la aristocracia que se adhirieron al programa del
mismo, que se sintetizaba en la consigna: igualdad civil, jurídica y
fiscal. En ese primer momento la lucha se concentra sobre ese
tema. Los dirigentes del Partido Nacional bregaban por obtener
que la reunión fuera unitaria, con voto individual de cada diputado
y que se actualizara el número de sus representantes, porque el
número de personas que componían el Estado Llano había
alcanzado magnitudes que nada tenían que ver con las cifras del
aquel lejano pasado. El Rey fija fecha de reunión para mayo de
1789 y la representación numérica de cada estamento. Al Estado
Llano se le duplica la representación, pero quedan pendientes las
otras demandas, la reunión conjunta y el voto por diputado. Estas
dos premisas se convierten en el eje de las discrepancias.
Veinticinco millones de franceses quedaban en desventaja contra
217 [La Política. Lo que debe ser.]

un millón de personas que al tener la posibilidad del


pronunciamiento de dos estamentos, que naturalmente podrían ser
coincidentes, desnaturalizaba el sentido de dicha reunión. El 5 de
mayo de 1789 se reúnen los Estados Generales en Versailles y los
representantes del Estado Llano, con la colaboración de algunos
representantes de los otros estamentos que se le adhieren, fuerzan
una sola reunión y el Rey hace clausurar el local y concluyen
reuniéndose en otro lugar y se constituyen en Asamblea Nacional,
que después deviene constituyente y prepara la Declaración de
Derechos del Hombre y el Ciudadano y una Constitución. El Rey responde
convocando a sus soldados. Esto desató un gran despliegue de
convocatoria hacia los sectores populares por parte de sus
oponentes. El pueblo parisino salió a la calle el 14 de julio de ese
mismo mes, robó armas, ocupó, en un enfrentamiento cruento, el
viejo Palacio de la Bastilla, el principal arsenal de municiones de la
ciudad y los soldados del Rey quedaron paralizados, porque sus
jefes temieron actuar pues pensaron, con acierto, en la deserción
de los soldados y su adhesión a la causa popular. En el Municipio
de París se formó un gobierno revolucionario. La rebelión y el
procedimiento de establecer gobiernos municipales revolucionarios
se multiplicó al generalizarse la rebelión en todo el país. Las armas
y el poder político quedaron en manos de los sectores populares.
Ambos elementos estaban en donde debían estar. El grito de
Libertad, Igualdad, Fraternidad resonaba hacia los cuatro rumbos.
Lo ocurrido era realmente un acto trascendente, para la época y
ello constituye el factor primordial que hizo que este movimiento
revolucionario, circunscripto a una nacionalidad, adquiriera
relevancia universal y fuera el objeto de tantas y persistentes
referencias. La revolución estaba en pleno desarrollo y los
representantes de los sectores debían encontrar los medios para
formalizar las conquistas. El Rey, frente a los sucesos de carácter
irreversible y dado la circunstancia de que muchos de los
integrantes de los sectores en rebeldía mantenían respeto por la
[Roberto A. Capriotti] 218

institución monárquica, acepta las condiciones de la Asamblea


Nacional y pide a los representantes de la nobleza y del clero que
se integren a la misma. Esto da como resultado que se lo ubique
como cabeza del ejecutivo de la nueva forma de gobierno y regresa
a París en calidad de tal. No podemos hablar de que se había
escrito el primer capítulo de la obra, tal vez, lo más propio es decir
que estaba escrito el primer acto de ese capítulo.
El proceso revolucionario en sí tuvo una duración de diez años,
hasta 1899 y si le agregamos el período napoleónico llega hasta
1815. Por mi parte lo voy analizar de esa manera, incluida la
gestión napoleónica, puesto que a mi entender ese conjunto es una
ópera prima con muchos capítulos, con formas disímiles, pero un
solo argumento. Corresponde aclarar que la diversidad de sucesos
internos además estaba matizada por la presión extranjera, ejercida
por varias potencias europeas que abiertamente entraron en guerra
contra el régimen francés. Las reformas y planteos introducidos
por el nuevo régimen eran demasiado peligrosos para el gusto y los
intereses de muchas de esas otras comunidades de ese mismo
continente. La situación en ese terreno fue tanto o más cambiante
que en el propio seno, ya que se sucedían derrotas y éxitos en el
campo militar externo, en una seguidilla similar a las de las
variantes de la cuasi anarquía imperante en el orden interno. Es
innegable que esta revolución estaba sometida a un juego de
malabarismo equilibrista o a una verdadera carrera de obstáculos,
los que ella misma generaba y los que le creaban sus enemigos, que
no eran pocos y no menos significantes. La inestabilidad
institucional y el estado de guerra externo la acompañarán durante
todo su desenvolvimiento. A pesar de todo ese cúmulo de
interferencias se generan actos políticos de carácter indeleble: una
serie importante de decisiones políticas que definen lo que es la
esencia de la Revolución Francesa: el alumbramiento de un
Liberalismo más integral y definido que lo practicado hasta ese
momento. Se derogan los pagos por parte de los vasallos al señor y
219 [La Política. Lo que debe ser.]

el diezmo eclesiástico; se establece la igualdad de todos los


ciudadanos ante la ley, la supresión de la división de la sociedad en
estamentos, se afirma la soberanía nacional y se aprueba la
Constitución Civil del Clero. En cuanto a los Derechos del
Hombre se proclaman, el derecho a la libertad, a la propiedad, a la
seguridad y a la resistencia a la opresión. Quedan delineados los
tres poderes gubernativos: ejecutivo, legislativo y judicial. Primero
fue una monarquía constitucional pero inmediatamente adquiere la
forma republicana y concluye con la forma imperial que le imprime
Napoleón. Lo que no cambia es la esencia liberal-burguesa. Apenas
impuesta la revolución el ejecutivo lo ejerce el Rey y sus ministros
son responsables frente a la Asamblea; el legislativo, una Asamblea
unicameral con renovación bianual, que nadie puede disolver y sus
miembros gozan de inmunidades, el poder judicial queda en manos
de un tribunal supremo, pero la final interpretación de las leyes es
facultad de la Asamblea legislativa. El sistema electoral es
censitario pues se consideran ciudadanos a todos los inscriptos en
los padrones impositivos. Estas categóricas definiciones están por
arriba de todas las manifestaciones del Liberalismo existentes hasta
ese momento, practicado en determinadas comunidades. Esta
circunstancia la podemos agregar a los elementos, que refiriera
anteriormente, que convirtieron a la Revolución Francesa en un
acto político de mayor trascendencia con relación a los
antecedentes de su mismo signo. Estamos en la presencia de un
caso realmente paradigmático del Liberalismo.
El primer capítulo iniciado en Versailles y complementado por
la Constitución de 1791, monárquica liberal, se cierra en el
segundo semestre de 1792, con la detención del Rey y su prisión, la
asunción del poder, de facto, por un Triunvirato integrado por
Robespierre, Dantón y Murat y la puesta en marcha de los tribunales
del pueblo. La guillotina y los verdugos trabajarían a destajo ya que
se inicia lo que habrá de denominarse el período del terror. La puesta
en marcha del nuevo ciclo coincide con el reemplazo de la
[Roberto A. Capriotti] 220

Asamblea Nacional por la Convención Nacional en septiembre de


1792. La ejecución de Luis XVI es en enero de 1793 y la
designación del Comité de Salvación Pública, como poder
ejecutivo de la naciente República en abril del mismo año,
inspirado por Robespierre. Éste conoce a Napoleón Bonaparte
que se hace jacobino y sirve eficazmente como militar al
sostenimiento de la Revolución, fundamentalmente en el asedio a
Tolón que estaba sublevado con apoyo inglés. El período del
terror, poblado de numerosas medidas radicales pero sobre todo
de cabezas seccionadas, concluye con un golpe de estado a
mediados de 1794, que aplica la guillotina a Robespierre y a sus
seguidores y que habrá de alumbrar el tercer período o etapa del
Directorio, como lo establece la Constitución de 1795. A pesar de
que se mantienen algunas instituciones y procedimientos anteriores
por un corto tiempo, este período adquiere matices más
moderados con relación al radicalismo del antecedente. En los
años 1794 y 1795 las fuerzas armadas francesas tomaron la
iniciativa en el frente externo y en buena medida provocaron la
disolución del frente antifrancés. Sólo Gran Bretaña, Austria y
Cerdeña continuaron en la actitud bélica. Luego de aprobada la
nueva Constitución, a finales de 1795, desaparece la Convención
Nacional y se aplica integralmente la nueva forma gubernativa
establecida por aquélla: un Directorio de cinco miembros como
ejecutivo, un poder legislativo compuesto por dos ramas: el
Consejo de Ancianos y el Consejo de los 500. En esta etapa, que se
cierra a fines del 1799, diez años después del inicio revolucionario,
ya sea porque actúa militarmente para sostener el régimen vigente
o bien por sus destacadas campañas militares en el frente externo
va adquiriendo singular notoriedad Napoleón Bonaparte, cuya
inicial presencia en el panorama político francés manifestara en
párrafos anteriores. En el golpe de estado que derroca al
Directorio e inicia un cuarto período del proceso, participa
activamente Napoleón y la Constitución emergente establece
221 [La Política. Lo que debe ser.]

modalidades de gobierno hechas a su medida. En boca de algunos


integrantes de ese Directorio que había desaparecido con el nuevo
golpe de estado, algunos autores ponen la expresión: busco una
espada y la realidad es que la encontraron muy cerca, a sus espaldas.
La espada era Napoleón e indudablemente algunos dirigentes
revolucionarios y porque no aceptar que la burguesía
predominante, sentían la necesidad de agregar una dosis de
autoritarismo en el proceso para hacerlo menos inestable. Lo que
tal vez no evaluaron fue lo que ocurrió en la realidad y a poco
andar, le abrieron la puerta a un manifiesto sistema autocrático.
También debemos reconocerle a esa dirigencia, a modo de
justificativo, que la actitud manifiestamente hostil de numerosas
potencias circundantes ayudaron para que paulatinamente la
revolución cayera en una fuerte dependencia de las fuerzas
armadas. La autocracia sobreviniente habría de limar algunas
aristas del proceso, lo hizo menos radical, pero se mantuvieron
muchos de sus postulados que hacían a su carácter o esencia y que
habrían de ser impuestos a sangre y a fuego en muchas latitudes.
Mientras las diversas etapas revolucionarias se sucedían, la alta
sociedad francesa aprovechaba todos los resquicios que se le
presentaban para incitar a los enemigos externos para intentar la
restauración. También es cierto que como lo insinuara hace pocos
párrafos, la burguesía decidida a mantener sus avances y conquista,
en su temor, deseaban una mano fuerte para evitar las frecuentes
confrontaciones y para detener al absolutismo de allende las
fronteras que presionaba sobre Francia. Napoleón investido con
poderes dictatoriales daría rienda suelta a sus veleidades imperiales
y utilizó el empuje y los ideales revolucionarios, que no le
resultaban ajenos ni tampoco indiferentes, para satisfacer sus
ambiciones personales y como contrapartida positiva logró en los
hechos que la revolución se exportara a casi todos los confines de
la Europa. Para entender en profundidad la etapa imperial también
hay que hacer un análisis profundo y desapasionado de lo que
[Roberto A. Capriotti] 222

significaba lo que podemos llamar el espíritu del Congreso de


Viena y de la Santa Alianza.
La caída de Napoleón significa el cierre del proceso
revolucionario francés. Las fuerzas extranjeras impusieron la
Restauración y un descendiente de la dinastía borbónica, Luis
XVIII, titularizó el inicio y a su cargo quedó el Poder Ejecutivo,
cuyos ministros eran pasibles del juicio de responsabilidad. El
Legislativo era bicameral: la de los Pares que eran nombrados por
el Rey y tenían carácter hereditario; la de Diputados elegidos por el
voto de carácter censitario y los habilitados para sufragar eran una
cifra realmente irrisoria, apenas un centenar de miles.
Paralelamente se realiza del Congreso de Viena (1814/1815),
inspirado y protagonizado por los vencedores, cuyo objetivo
primordial era el intento de reinstalar el absolutismo monárquico y
para ello repusieron las dinastías truncadas por Napoleón, trataron
de darle las características del absolutismo y efectuaron un reparto
de jurisdicciones políticas que a juicio de unos cuantos era el
equilibrio en Europa y para ello no vacilaron en atrofiar
nacionalidades, desconocer ancestrales rivalidades y lo que
demuestra, aún más, su miopía política: no prestaron ninguna
atención al sentimiento nacionalista y liberal que había crecido de
forma ostensible en el medio europeo y a nivel universal. El nuevo
diseño geográfico-político de Europa era un verdadero parto
contra natura. De ese congreso deriva la Santa Alianza compuesta
por Rusia, Austria y Prusia a la que se sumó al poco tiempo
Francia, cuya misión sería: garantizar el orden absolutista,
represión de cualquier intento de alterar el diseño geográfico-
político de la Europa de la Restauración e intervención militar
contra cualquier movimiento de signo liberal y revolucionario.
Luego habrá de sumarse Inglaterra para crear un régimen de
Congresos de reunión asidua, para cumplir con esos objetivos y
otros que fueran del interés de las signatarias. Resultado: nada de
ello impidió que a los pocos años resurgieran o se desarrollaran a
223 [La Política. Lo que debe ser.]

nivel europeo y mundial numerosos movimientos nacionalistas


liberales, lo que demuestra palpablemente que oponerse a la
evolución del género humano es como pretender ocultar el sol con un
harnero. A esa altura, la instancia nacional y liberal era una profunda
transformación sufrida por la humanidad en términos generales.
El ideario y las conquistas de la Revolución Francesa y de las
que le precedieron inspiraron todos los movimientos
independentistas que siguieron. La momentánea restauración en
Francia, a partir de 1815, no fue un obstáculo, por su rotundo
fracaso, para el auge del Liberalismo dejado como herencia por
dicha revolución. En el Siglo XIX ocurren en todas las latitudes de
nuestro planeta una serie de revoluciones que aceleran el proceso y
las aquí detalladas, sin dudas, son un aliciente, cuando no eficaces
aliadas, para incentivar el proceso. Esas ocurrencias se dan
principalmente en los tres cuartos iniciales del siglo, luego en el
último cuarto, como hemos visto en títulos anteriores, tenemos la
presencia generalizada de la burguesía, que a la par que ejercía el
poder político buscaba perfeccionar su verdadera esencia liberal. El
camino no fue fácil porque así como el proceso absolutista fue un
eficaz aliado para el crecimiento político de la burguesía y de las
ideas liberales, en determinado momento, frente al aluvión, en
muchos lugares, el absolutismo ofició de dique de contención,
pero es indudable que esa acción era tan sólo la muestra de los
estertores de un régimen moribundo. A principios de dicho siglo
XIX, merecen una especial mención el resto de las revoluciones
americanas, todas ellas de signo liberal, todas repúblicas, excepto
Brasil en el inicio, que también adquieren en esa época una
dimensión cuantitativa y cualitativa muy especial. Esta materia me
preocupa y entusiasma por igual y como consecuencia de ello
tengo en elaboración un ensayo que analiza especialmente la
cuestión.
[Roberto A. Capriotti] 224

3.29. La Nación: una mutación del comportamiento humano.


¿Qué significan los cambios enunciados? Son una mutación en
el comportamiento humano. Lo he aclarado pero insisto para que
no queden dudas, el cambio no es súbito, es gradual y prolongado.
Afloran sus perfiles en la época mencionada y ellos permiten
detectarlo. En el trasfondo de dichos fenómenos, entre
bambalinas, yace la causa de los mismos y esa causa es nada más y
nada menos que un nuevo horizonte del pensamiento humano, la
evolución del pensamiento humano. Asoma un camino cierto, las
páginas de la historia de variadas comunidades europeas nos
muestran como ciertos componentes sociales, aristocráticos o no,
comerciantes, artesanos, terratenientes, lograban del soberano
determinadas concesiones que se concretaban en acuerdos o
constituciones escritas o tácitas y éstas son la punta del témpano,
porque en la esencia eso que se ve es la forma rudimentaria de un
incipiente pacto social. El soberano ya no tendrá las características
esenciales de un cacique, su hegemonía estará acotada. El Estado
puramente coercitivo que él significaba, ya otorga consentimientos,
ya acepta intereses paralelos. Así comienza el camino hacia el Estado
Nacional que será el árbitro impersonal y último de los asuntos humanos. El
soberano será el Pueblo a quien otorga personería política el Contrato o Pacto
Social. Quedaron atrás los modos del nomadismo y el sedentarismo
que usufructuaban de los bienes vírgenes de la naturaleza y
también quedó atrás el sedentarismo que hizo de la apropiación de
los bienes de los vecinos, su industria principal, el método
imperialista, cuyos exponentes más acabados fueron las grandes
tribus imperiales. De manera tumultuosa los seres humanos
comenzaban a ser iguales, a ser más libres, a estar más
hermanados. Era un auténtico ascenso masivo del ser humano.
Ahora comenzaban a ser muchos los que participaban de muchas
cosas y no unos pocos. Ya se había iniciado aquella rebelión de las
masas, ese fenómeno que tanto preocupaba a Ortega y Gasset,
aquel original y gran pensador español, de tendencia conservadora
225 [La Política. Lo que debe ser.]

y de buen decir y mejor escribir. El género humano rompía la vieja


crisálida para calzarse una nueva que le daba más jerarquía, más
prestancia, más libertad e igualdad, que en esencia son los valores
trascendentales. Hoy estamos transitando instancias en donde
aparecen muchas formas en el régimen de convivencia de altísimo
grado de perfeccionamiento en medidas que a veces escapan a
nuestro análisis. De este tema hablaremos en el próximo capítulo
cuando abordemos el tema de la Democracia con más
profundidad. Es cierto que estoy hablando de planteos ideales pero
no me olvido que soy un hijo y un habitante del tercer mundo.

3.30. La Nación: al modo de una recapitulación.


Entre tres mil y dos mil años antes de la era cristiana afloran las
primeras tribus imperiales en la región mesopotámica del Asia
Menor y en el valle del Nilo en África. El cenit se alcanza con las
tribus imperiales de los romanos, de los mongoles, de los
musulmanes y de los otomanos. Esta forma tribal, entre las
muchas y diferentes etapas que atravesó el estadio tribal, pertenece
necesariamente a la etapa de las comunidades sedentarias, digo
necesariamente porque en el sedentarismo algunas comunidades
progresaban más que otras y son ellas las que comienzan a
practicar el imperialismo a costas de sus vecinas más primitivas. En
la época del nomadismo la comunidad no necesitaba ser
imperialista, se mudaba asiduamente en pos de los recursos para la
subsistencia y tenían mucho espacio disponible para sus
desplazamientos. Desde la aparición del sedentarismo, estas nuevas
formas de convivencia nos muestran, aldeas precariamente
organizadas, pero organizadas, aún reconociendo el carácter
elemental de las reglas, ejerciendo la coerción sobre sus linderos e
imponiendo el saqueo, la esclavitud y el tributo como objetivos
principales. Estamos frente a un estadio tribal que comienza a
[Roberto A. Capriotti] 226

hacerse más complejo y extenso. Para ejercer su hegemonía el


poder imperial debió crear reglamentaciones y un sistema, una
organización burocrática para imponerla y mantenerla.
Aparecieron las primeras formas del Estado y éste adquirió gran
importancia. En ese lejano tiempo, el Estado estaba al servicio de
la hegemonía individual o grupal y no del Pacto Social como es el
caso del Estado Nacional. La manifestación más conocida por
nosotros, más al alcance de nuestras manos, fue la de los romanos,
que no salían a abrir o buscar mercados sino a encontrar bienes
para el saqueo y a tomar esclavos, una forma más del saqueo e
imponer tributos a los vencidos que no era más que un saqueo
reglamentado. A las tribus imperiales habría de sucederle la etapa
feudal que dentro de la instancia tribal significa una
descomposición y atomización de las tribus imperiales. A partir de
allí el fenómeno de las tribus imperiales, por lo menos en el ámbito
europeo, fue irrepetible, por lo menos en una gran dimensión
geográfica y en un tiempo prolongado.
El burgo es la incubadora del fermento nacional, luego ese burgo,
afirmada su identidad, busca expandirse geográficamente y en eso
de ocupar espacio involucra en muchos casos a diferentes etnias
que ya no juegan como tales en la formación del estadio nacional.
El componente racial y el componente religioso han dejado de
tener importancia en el marco de la nueva instancia comunitaria y
la homogeneización indispensable para constituir una Nación,
entonces, surge de otros elementos.
¿Por qué en el medio europeo resultó imposible reeditar la
colosal empresa romana a partir de la época de su desintegración?
A pesar de los muchos intentos, el Imperio Romano no pudo ser
reproducido ni por aproximación en sus formas de esplendor y eso
que la ambición encendía el ensueño de cuanto reyezuelo pululaba
por el continente europeo. No valió la experiencia del Sacro
Imperio Romano, empujado por la religión predominante, que
227 [La Política. Lo que debe ser.]

ostentaba mucha fuerza en esa época. Eran muchos y muy


variados los aspirantes. Resultó así porque la mente humana tenía
nuevos contenidos, porque el pensamiento humano había
alcanzado nuevos grados de desarrollo, porque en el pensamiento
del ser humano vieron la luz otras ideas que hacían intolerable las
formas del pasado, porque esas ideas le ofrecían a la especie
nuevos horizontes. Esas formas que visualizamos con
características bastante definidas en el medioevo europeo, fueron
gestándose rudimentaria y gradualmente en el ciclo de las tribus
imperiales.
¿Cuántas veces expresamos nuestra admiración por todo
aquello que se engloba en vocablos tales como renacimiento e
ilustración, por mencionar algunos de los más relevantes? Esos
términos pretenden definir determinados instantes del quehacer
intelectual y artístico de los seres humanos, habitantes de una
determinada geografía. En esos interregnos aparecen obras,
pensamientos, actitudes que son una renovación con relación a
otros ya clásicos que habían materializado o expresado
generaciones de pensadores y artistas anteriores. Unos y otros,
cualquiera sea la época de su ocurrencia, son los floreos que
adornan la danza principal. Los arabescos nos entusiasman y nos
disimulan el núcleo de los movimientos. En lo intenso, en lo
profundo es el ser humano en general el que ha avanzado, alberga
nuevos pensamientos, nuevas apetencias, nuevas concepciones
sobre su vida y sobre el universo que lo circunda. Siempre en estos
casos están los que se destacan, los que hacen más visible el
fenómeno, verdaderos líderes que expresan con justeza y con
belleza esa renovación del pensamiento humano. Esos adalides en
palabras o en obras definen el sentido de esas nuevas
concepciones. Son pocos los que lo expresan son muchos los que
piensan. Por eso debemos reconocer que esas etapas florecientes,
renacimiento e ilustración, que singularizamos con esas
denominaciones destacadas y personificamos en individuos
[Roberto A. Capriotti] 228

rutilantes, son en resumen nada más que la expresión, la


traducción, la definición por los más dotados, por los más
ilustrados, de los pensamientos y las aptitudes que la mente
humana en general estaba concibiendo o estaba gestando con
anterioridad desde siglos y siglos atrás, que iban madurando como
se sazona la fruta, día a día, se iban materializando gradualmente
en pequeñas cosas, a veces muy rudimentarias, hasta llegar a la
explosión grandilocuente, masiva o generalizada, en el terreno de la
política, de la ciencia y de las artes. La definición siempre es
posterior al fenómeno. La definición explica, describe al
fenómeno. Muchas veces nos deslumbramos pensando que en
esos períodos intelectuales fructíferos, se crearon las formas que
hoy predominan en la relación entre seres humanos. Nada más
lejos de la verdad. En esos períodos se definieron, se plasmaron,
llegaron al papel, al mármol, a la arcilla, al estuco, a los colores, a la
música, a las formas políticas, fenómenos culturales que tenían una
gestación milenaria. La definición o explicación estuvo en manos
de aventajados expositores que tuvieron la virtud de ver con
claridad y convertir en palabras y en obras los avances mentales
que el ser humano había protagonizado o protagonizaba.
En otro orden de cosas, la producción de bienes por encima de
la necesidad individual y el intercambio comercial de dichos
excedentes crea nuevas condiciones y renovados estilos de vida
entre los congéneres en aquellas primitivas ciudades-estados del
medioevo. La ciudad-estado una vez consolidada cierta trama
social, sale a ocupar el espacio circundante, el hinterland, hasta que
choca con la acción de otra ciudad-estado que realiza el mismo
proceso. Este es el largo y penoso tira y afloja entre diversos
actores, que en menor medida, todavía subsiste. Buscan en el
hinterland materias primas y consumidores y el hinterland queda
incorporado y en él se extienden las características de las nuevas
formas de convivencia, de las nuevas expresiones culturales. Las
prácticas han cambiado. Antes buscaban el saqueo, el tributo y los
229 [La Política. Lo que debe ser.]

esclavos. Ahora se dedican a la producción de materias primas, al


intercambio comercial y a la producción de bienes para la
comercialización.
Dicha expansión tuvo, a veces y fundamentalmente para los
europeos, carácter ultramarino y así se continuaba con una práctica
tribal: el imperialismo, el colonialismo, para proveerse de materias
primas, metales nobles y consumidores. Era un viejo método con
algunas formas actualizadas. Los datos que nos ofrecen las
crónicas nos muestran distintas modalidades para dicha acción,
que variaba desde establecer factorías para el intercambio, para
radicar colonos y establecer provincias. Pero para cualquiera de los
casos hubo un resultado final que no estaba en los planes de las
naciones imperialistas, tal resultado fue la aparición, sacudido el
yugo o la tutela, de nuevas naciones. Tal el caso de la explosiva
aparición de un numeroso conjunto de naciones en el continente
americano, las primeras en el mundo por su definida característica
y organización como naciones. Aquella expansión de la ciudad-
estado toma ese carácter ultramarino porque en el propio
continente estaba muy acotado el espacio para agrandar la zona de
la hegemonía. Ya no eran posibles las expansiones como en la
época de las grandes tribus imperiales. Entre dichas
manifestaciones imperialistas más cercanas en el tiempo,
posteriores a las gestas de las grandes tribus imperiales, habidas en
las tierras américo-afro-asiáticas, de las que quedan sólo atisbos, se
concretaron fuera del ámbito europeo, a la costa de comunidades
humanas menos evolucionadas que disponían de inferiores medios
coercitivos. Detrás de esa acción imperialista se trasuntan los
resabios de la condición tribal.
La transición entre el Tribalismo y el Nacionalismo es una larga
marcha que ya lleva muchas centurias, que comenzó a gestarse
como producto de la evolución del ser humano mucho antes de
esos afloramientos medievales que he mencionado y llevará aún
[Roberto A. Capriotti] 230

muchos otros para adquirir formas consistentes, a pesar de que la


marcha evolutiva de los humanos, en el medio social, se acelera
vertiginosamente. Por esto puedo afirmar, que la instancia nacional
del ser humano está en los pañales y no en el ocaso. Aún no
hemos disfrutado en plenitud su efectiva y real vigencia. El umbral
del estadio universal, del Universalismo, está lejano, no porque no
se vislumbre sino porque falta mucho aún en la evolución humana
para que sea una cuestión concreta, para que sea un objeto
primordial del pensamiento humano. Acepto y respeto los
argumentos de la interacción, de la interdependencia, de la
intercomunicación y de la integración Regional o Continental, pero
puedo sostener que todas estas instancias no son más que
afirmaciones categóricas de las nacionalidades. Cuanto más intenso
sea el desenvolvimiento positivo de las nacionalidades más
ostensibles serán los elementos apuntados. Tanto es así, que las
auténticas asociaciones entre naciones son una afirmación de las
nacionalidades individuales. Los componentes de esas asociaciones
son naciones bien definidas que saben concretamente cuales son
sus objetivos nacionales y buscan en la asociación una manera para
mejor concretarlos.
Quiero insistir con un concepto que también expuse antes de
ahora: el ser humano se ha desenvuelto o desarrollado en el ámbito
de grupos o comunidades pequeñas a pesar de constituir una única
especie. Esas comunidades, grupos cerrados, arrancaron con la
Horda y luego adquirieron mayor dimensión con la evolución del
ser humano, para tener la forma del Clan, de la Tribu y de la
Nación. También debo reiterar la mención, aunque sea
tangencialmente, porque es ineludible en esta materia, del tema de
las razas porque es un hecho que desde mi óptica es meramente
anecdótico, pero está aún presente en muchas mentes y en muchos
análisis. La raza tuvo más sentido en el estadio tribal. Existieron
tribus que se originaban en una tribu madre, entonces esos
diversos retoños de un mismo árbol tenían características físicas
231 [La Política. Lo que debe ser.]

que los identificaban. Pertenecían a una misma raza y por ese


entonces a falta de mayor entidad cultural, la cuestión de los rasgos
físicos adquiría gran importancia como elemento aglutinador. Hoy
día la cuestión de los rasgos físicos está minimizada frente a la
complejidad y particularidad de las manifestaciones culturales de la
comunidad y al indiscutible mestizaje. Los agrupamientos
humanos en el presente se diferencian por cuestiones culturales y
no por rasgos físicos. Insistir en esto último es casi enfermizo.
Existen sí, en muchas comunidades, diversos grupos étnicos que
conservan su aspecto físico y ello no les impide a sus integrantes la
práctica normal de las formas culturales generalizadas, aún con la
presencia de algunas manifestaciones culturales particulares que
son un aderezo y casi siempre de nula o mínima incidencia para la
convivencia. En estos tiempos, la unidad de cultura es la Nación y la
raza en un análisis con un mínimo de carácter científico no tiene
conexión con ella. La raza además no tiene nada que ver con el
racismo que es una forma política independiente de dicho
concepto, limitante de la condición nacional y por lo tanto
obsoleta, porque ni siquiera es útil para que el individuo tome
conciencia de la nacionalidad y sirva para la aglutinación,
elementos que a menudo se invocan como argumentos para su
sostenimiento. Esos elementos fueron medianamente válidos para
la condición tribal, hoy ya no. Su afloramiento nos retrotrae a
dicha modalidad. Hoy la raza está totalmente superada; sí puede
hablarse de grupos étnicos porque existen rasgos físicos dispares
pero ello no altera el juego de las expresiones culturales que son las
que aglutinan en el caso de una comunidad y diferencian en la
comparación con otras comunidades.
También lo dije antes, la Nación no es un dato cultural surgido
espontáneamente. Su advenimiento ha sido gradual y sigue siendo
gradual su perfeccionamiento. Hay comunidades y muchas, que
aún no han alcanzado las definidas características de la Nación y
las que las tienen deben perfeccionarlas. Hoy la Nación es la forma
[Roberto A. Capriotti] 232

de asociación preponderantemente vigente entre los seres


humanos y paulatinamente va mejorando, para acercarse en el
porvenir a las instancias que harán posible la superación de esta
modalidad de convivencia. Después de esto vendrá la
universalidad, no me caben dudas, pero a la sazón el ciclo
evolutivo de los seres humanos estará en el grado del Superhombre.
Lo vuelvo a repetir porque estas afirmaciones son un buen
medio para cerrar este tema de la Nación. El sentido de afinidad y
obligación hacia el similar en su gradual y ascendente camino fue
dando lugar a las distintas formas de asociación comunitaria por la
que ha transitado la especie; en el principio la modalidad fue la
Horda y de la Horda se pasó al Clan y luego a la Tribu y ahora
recala en la Nación. Esas son, para las distintas etapas de la
evolución, las unidades de desenvolvimiento en que se desarrolló y se
desarrolla el ser humano. La verticalidad existente en la relación
entre los componentes de la unidad tribal ha sido reemplazada por
la horizontalidad en la relación entre congéneres en la unidad
nación. La verticalidad hace suponer subordinación y la
horizontalidad hace pensar en la paridad. La Nación, este hecho
cultural presente, de mayor amplitud comparado con las
manifestaciones de igual índole en el pasado, parecerá muy acotada
en el mañana cuando el Ser Humano alcance el estadio de la
universalidad. Para alcanzar esta última característica hay que
transitar un largo camino. La instancia de la Nación recién está en
sus comienzos, a pesar de que algunos falsos datos, espejismos o
sofismas, nos lleven a otras interpretaciones.
La instancia de la asociación del Ser Humano que es la Nación,
el nacionalismo que la mente humana concibe y tiene en
desarrollo, como sucedáneo del tribalismo, es un producto cultural
genuino y típico de la etapa Hombre; es una de sus expresiones
culturales definitorias y características. Por ello me atrevo a afirmar
que toda pretensión de universalismo en este presente humano es
233 [La Política. Lo que debe ser.]

una profecía o una circunstancia discutible, no auténtica. Al


nacionalismo le sucederá el universalismo y ello contribuirá a
demostrarnos que hemos llegado a la etapa del Superhombre, pero
esto se inscribe en la órbita del porvenir. El nacionalismo, incluidas
sus consecuencias: la nacionalidad y la Nación, es la forma de
asociación comunitaria humana propia del período Hombre.
[Roberto A. Capriotti] 234

4. El Pueblo y el Pacto Social.

Esta es otra de las escalas de nuestra excursión. En el


transcurso de esta labor escrita he desarrollado lo que llamo tres
temas principales: la Política, el Hombre y la Nación, pero creo
que es necesario que me extienda sobre otros dos que en buena
medida fueron incluidos en el tratamiento de los anteriores. Lo que
abunda no daña, al contrario creo sinceramente que esa
abundancia agrega nuevos conceptos sobre dichos temas conexos
o ligados. El Pueblo y el Pacto Social son dos tópicos que están
íntimamente entrelazados con la problemática de la Nación.
Después, en capítulos siguientes, seguirán otros temas que también
tienen la categoría de vinculados, pero no en similar grado de
dependencia o relación. Es aquí donde corresponde que
profundice el análisis, reiterando y ampliando puntos de vista y
citas sobre el Pueblo y el Pacto Social.

4.1. El Pueblo: intentos de definiciones.


Mencio (372/289 a.C.) fue un gran pensador chino discípulo de
Confucio. En su obra, El Libro de Mencio, entre sus afirmaciones
incluye la siguiente: Lo más importante es el pueblo, el estado lo es menos y
235 [La Política. Lo que debe ser.]

el soberano, menos aún.33 En más de una de sus tantas y profundas


referencias tuvo la oportunidad de acotar que la prosperidad o
decadencia de un Estado estaba sujeta al tratamiento que se le
otorgaba al Pueblo. Sus dichos y las polémicas que mantuvo con
los representantes de otras escuelas filosóficas se recogieron en El
libro de Mencio, a lo largo de cuyos siete capítulos se pone de
manifiesto su talla de excepcional pensador y la importancia de sus
aportaciones al desarrollo del confucianismo.
En 1989, la Reunión Internacional de Expertos para la
Dilucidación de los Conceptos de los Derechos de los Pueblos de
la UNESCO emitió una declaración, que transcribo parcialmente y
que en alguna medida se puede interpretar como un punto de vista
sobre como definir al concepto político de Pueblo. Lo hicieron con
la finalidad de crear un parámetro para sacar las conclusiones sobre
el tema que los llevó a la reunión: el propósito de identificar a los
titulares del derecho a la libre determinación. Dijeron entonces,
que Pueblo es34:
Un grupo de seres humanos individuales que tienen en común todos o
algunos de los siguientes elementos: (a) tradición histórica común; (b)
identidad racial o étnica; (c) homogeneidad cultural; (d) unidad
lingüística; (e) afinidad religiosa o ideológica; (f) conexión territorial y (g)
vida económica común.

Y agregaron lo siguiente:
El grupo como un todo debe tener la voluntad de que le identifiquen
como un pueblo o la conciencia de ser un pueblo.

33 Mencio (372/289 a.C.): El Libro de Mencio. Apunte tomado el 4 de febrero de 2010, de mi archivo

personal.

34 UNESCO (1989): Reunión Internacional de Expertos para la Dilucidación de los Conceptos de los Derechos de

los Pueblos. Apunte tomado el 4 de febrero de 2010, de mi archivo personal.


[Roberto A. Capriotti] 236

Y que además debía exhibir:


Instituciones u otros medios de expresar sus características comunes y su
voluntad para identificarse.

Para mi gusto a la definición le faltan ingredientes que hagan


referencia a la condición de Soberano del Pueblo y al ejercicio del
Poder. Se me ocurre que lo dicho es suficiente para definir a la
población de una Tribu pero no lo es para hacerlo con el Pueblo
de una Nación.
En el capítulo anterior (p.112-113), cuando trataba el tema de la
Nación dije:
Para generar la condición nacional la comunidad determinada, el
conjunto de sus integrantes, ha alcanzado la condición de Pueblo porque
pudo elaborar y respetar un Contrato o Pacto Social y es así como se ha
impuesto en el seno de ella el imperio de las normas sociales. Esto pone
en claro que Pueblo y Pacto Social son factores que están
interrelacionados, tanto, que uno y otro son condicionantes recíprocos
de su propia existencia y la existencia de la Nación está condicionada por
la vigencia de ambos.

Si soy consecuente con dichas afirmaciones puedo decir que


una definición de Pueblo, a mi entender más amplia y más acorde
con las exigencias de la Política, es la siguiente:
Pueblo es el conjunto de personas, sujetos de derechos y obligaciones,
componentes de una comunidad humana determinada, que han elaborado y
respetan un Contrato o Pacto Social y por tanto es el Soberano con ejercicio del
Poder.
Creo haber definido con bastante aproximación al Pueblo de
una Nación. Lo dicho no lo aplico para el caso de una Tribu
porque allí existe población y no Pueblo.
237 [La Política. Lo que debe ser.]

4.2. El Pueblo: la adquisición de su auténtica personalidad.


A partir del conjunto de los acontecimientos políticos que
denominamos la Revolución Inglesa, la Norteamericana y
principalmente desde la Revolución Francesa y del imperialismo
napoleónico es cuando la instancia de la Nación se hace más nítida.
Según mi criterio, cuando Abraham Lincoln emite su expresión:
gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, da una sucinta pero
magnífica definición del Pacto Social Liberal. Lo anterior nos
demuestra que el concepto Pueblo adquiere su definida
personalidad en el último tramo del siglo XVIII, que es cuando y
como la instancia nacional comenzó a mostrarnos signos concretos
de su existencia. El Pueblo alcanzaba los umbrales del ejercicio de
su más preciado atributo: la titularidad del Poder. Atributo que lo
convierte en el sujeto de la Nación. La vigencia del Estadio
Nacional se hace realidad cuando la pluralidad de miembros de una
comunidad se convierte en una unidad a través de la voluntad
común, puesta de manifiesto en el Contrato o Pacto Social que le
permite el ejercicio pleno del Poder en su carácter de Pueblo
Soberano. En los últimos tramos del Absolutismo, el Pueblo
comienza a participar gradualmente en el ejercicio del Poder, como
lo vimos cuando hablamos de los ejemplos de Inglaterra y de la
Corona de Aragón, lo que nos indica que el Pueblo en ese
momento ya estaba transitando de la mano de la burguesía el
camino que lo llevará al ejercicio del Poder. En la condición tribal
es población y no Pueblo y por lo tanto no es sujeto sino
complemento.
[Roberto A. Capriotti] 238

4.3. El Pueblo: su función de Soberano y el ejercicio del


Poder.
El legal y efectivo poder de decisión (Poder Soberano) de un
conjunto social (el Pueblo) se encuentra y se ejerce en y por la
voluntad conjunta de los ciudadanos. Dicho de otra manera: en la
instancia nacional, el Pueblo es el Soberano y ejercita el Poder
sobre la comunidad organizada a través de un mandatario, en este
caso el Estado Nacional. El Pueblo es el mandante. Es el Pueblo
quien en el ejercicio de otra faceta de su Poder, que es el Poder
Constituyente: dispone la organización del Estado Nacional;
establece la forma en que determinados ciudadanos encarnan en
los hechos las responsabilidades de ese Estado o mejor dicho,
quienes son los titulares de la acción gubernativa y como y quien
los elige o designa; delimita las áreas que no pueden sufrir la
intromisión del Estado, reservadas al sólo arbitrio del individuo;
enuncia como y cuando el Estado ejercerá la coerción sobre los
individuos que burlan los cánones de convivencia; determina los
instrumentos de defensa por el individuo frente a las actitudes
abusivas de terceros o del Estado; otorga responsabilidades al
Estado sobre los servicios públicos que deben servir a la
comunidad y obliga al Estado a velar por la materialización de las
pretensiones de gozar del Bienestar Común, una exigencia que el
conglomerado social tiene como objetivo fundamental. En la
instancia nacional el Pueblo, el Soberano, le impone al Estado
Nacional la responsabilidad de ser el albacea del Pacto Social.
El Pueblo en su función de Soberano no es sujeto activo como
beneficiario de derechos, ni tampoco sujeto pasivo como titular de
obligaciones, quienes son sujetos activos y sujetos pasivos son los
integrantes de la comunidad nacional, que así lo consintieron
cuando se dieron un Pacto Social. El Estado Nacional no manda,
239 [La Política. Lo que debe ser.]

ejerce su autoridad de gobierno por delegación del Pueblo y el


individuo consiente, otorga su consentimiento a ese ejercicio de
responsabilidades, porque esa ha sido su voluntad como parte de la
voluntad general. Pongo sobre la mesa un caso en concreto, la
emancipación de las 13 colonias inglesas en la América del Norte.
Ellas (en conjunto) adquirieron identidad nacional, el primer caso
en nuestro continente y bastante en paralelo con la Revolución
Francesa. La Constitución Norteamericana entró en vigencia el 4
de marzo de 1789, una vez que el Congreso de la Confederación
tuvo noticias de que nueve Estados la habían aprobado (los dos
tercios del total). No puedo dejar de mencionar la fundamental
gestión de aquellos pioneros que encabezara George Washington,
como jefe de operaciones militares. En el proceso aludido quiero
destacar el caso específico del Estado de Nueva York. En esa
circunstancia Alexander Hamilton y otros escribieron sus puntos
de vista sobre la cuestión y los publicaron en importantes medios
de prensa de dicha ciudad. Luego, esos artículos se recopilaron
bajo la denominación de El Federalista y su lectura todavía hoy, a
más de 200 años de publicados, resultan de significativo valor. Es
allí donde se confirma, refiriéndose a la soberanía del Pueblo, que
es la única fuente de la autoridad legítima. Es el Liberalismo que ya
había alcanzado un grado de desarrollo muy importante en su
bagaje ideológico, que pasa a tomar fisonomía concreta, con
virtudes y defectos, en materia del gobierno de comunidades
humanas.
La Constitución Francesa de 1793 es un texto constitucional
que deja sentado el principio de que la soberanía reside en el
pueblo. A principios del Siglo XIX se produjeron las revoluciones
en Sudamérica y América Central y también en ellas comenzaron
los intentos constitucionalistas y las fuentes de inspiración
principales fueron las constituciones de los franceses y de los
americanos del norte. El Pacto Social Liberal adquirió
preponderante vigencia en todas esas comunidades mencionadas.
[Roberto A. Capriotti] 240

Otro caso, un ejemplo tardío, lo constituye la Constitución


Mexicana de 1917 que es un ejemplo digno de ser mencionado
porque ofrece un concepto avanzado de soberanía nacional, como
un derecho específico y una característica esencial y definidora del
Estado Mexicano. Reproduzco tres de sus artículos, que son
definitorios35:
Artículo 39: La Soberanía Nacional, reside esencial y originadamente en
el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para
beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho
de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Artículo 40: La voluntad del pueblo mexicano es constituirse en una


república representativa, democrática, federal, compuesta de estados
libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero
unidos en una federación establecida según los principios de esta Ley
Fundamental.

Artículo 41: El pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la


unión, en los casos de la competencia de estos y por los de los Estados
en lo que toca a sus regímenes interiores, en los términos
respectivamente establecidos por la presente constitución federal y las
particulares de los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir las
estipulaciones del pacto federal.

La Organización de las Naciones Unidas que nació en el Pacto


Internacional de San Francisco en 1945, supone una organización
de Estados Libres y Soberanos en una comunidad internacional.
Veamos una cita al respecto36:

35 Cita tomada de mi archivo personal que no indica fuente, en donde tengo transcripta la referida

Constitución Mejicana.
36Naciones Unidas: Carta de las Naciones Unidad. Capítulo II. Miembros (fragmento). Consultado el 4 de
febrero de 2010 por Internet.
241 [La Política. Lo que debe ser.]

Artículo 3: Son Miembros originarios de las Naciones Unidas los Estados


que habiendo participado en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Organización Internacional celebrada en San Francisco, o que
habiendo firmado previamente la Declaración de las Naciones Unidas de
1 de enero de 1942, suscriban esta Carta y la ratifiquen de conformidad
con el Artículo 110.

Artículo 4: 1. Podrán ser Miembros de las Naciones Unidas todos los


demás Estados amantes de la paz que acepten las obligaciones
consignadas en esta Carta, y que, a juicio de la Organización, estén
capacitados para cumplir dichas obligaciones y se hallen dispuestos a
hacerlo. 2. La admisión de tales Estados como Miembros de las Naciones
Unidas se efectuará por decisión de la Asamblea General a
recomendación del Consejo de Seguridad.

Artículo 5: Todo Miembro de las Naciones Unidas que haya sido objeto
de acción preventiva o coercitiva por parte del Consejo de Seguridad
podrá ser suspendido por la Asamblea General, a recomendación del
Consejo de Seguridad, del ejercicio de los derechos y privilegios
inherentes a su calidad de Miembro. El ejercicio de tales derechos y
privilegios podrá ser restituido por el Consejo de Seguridad.

Artículo 6: Todo Miembro de las Naciones Unidas que haya violado


repetidamente los Principios contenidos en esta Carta podrá ser
expulsado de la Organización por la Asamblea General a recomendación
del Consejo de Seguridad.

4.4. El Pueblo: contenido del concepto de Poder.


Luego de haber leído una gran cantidad de apreciaciones al
respecto, me atrevo a sostener que ejerzo el Poder cuando puedo
inducir a alguien a que realice o ejecute una acción o mandato. Así
ocurre cuando el gerente de una empresa manda a su dependiente
y éste obedece. La secuencia también se presenta en las
[Roberto A. Capriotti] 242

comunidades humanas pero con una importante variante, que


aparece cuando el gobierno actúa y el integrante de la comunidad
consiente. Esto ocurre si me estoy refiriendo a una comunidad que
ha alcanzado la instancia del estadio nacional. Son dos facetas bien
diferenciadas entre sí, del uso de Poder. En el primer ejemplo, se
debe reconocer la instancia de mando/obediencia y en el segundo de
autoridad/consentimiento. Insisto como para que no queden dudas, el
segundo caso es válido cuando la relación es entre el Estado y los
integrantes de una comunidad humana que transita por el
estamento nacional. Así se manifiesta el Poder, como una
capacidad para determinar o inducir acciones, actos y hechos que
apuntan a obtener determinados fines. Además conviene tener en
cuenta lo siguiente: para que exista una organización es necesario el
orden y de ello deriva una necesidad ineludible, que exista una
dirección o conducción. En el terreno de la Política es lógico
reconocer, por lo menos en los tiempos actuales, que el Poder nace
del Pueblo y éste delega la función de administración y resolución
de las cuestiones públicas en el ente político-jurídico denominado
Estado. Ese Estado presenta, por lo general, una serie concatenada
de jurisdicciones territoriales y administrativas que detallaré de
abajo-arriba, como si pusiera ladrillos para levantar un edificio: un
encadenamiento que se origina en el nivel municipio/distrito, se
continúa en muchos casos en una instancia intermedia, el cantón,
el departamento o la provincia, antes de llegar a la dimensión
territorial/administrativa del nivel nacional, la más abarcadora, que
representa el último eslabón. En todos esos niveles la titularidad
gubernativa, el ejercicio del Poder, la asumen personas concretas,
elegidas por el Pueblo de la respectiva jurisdicción.
243 [La Política. Lo que debe ser.]

4.5. El Contrato o Pacto Social: definición.


Comienzo citando a un clásico, el francés Juan Jacobo
Rousseau. Su escrito titulado El Contrato Social, aparecido en el año
1762, es un manual de obligada consulta. Rousseau se merece las
distinciones recibidas por su valioso aporte para la elaboración de
una teoría sobre este fundamental aspecto de la convivencia
humana. Al respecto sostiene37:
Encontrar una forma de asociación capaz de defender y proteger con
toda la fuerza común la persona y bienes de cada uno de los asociados,
pero de modo que cada uno de éstos, uniéndose a todos, sólo obedezca a
sí mismo, y quede tan libre como antes. Éste es el problema básico, cuya
solución se encuentra en el contrato social.

En fin, dándose cada cual a todos, no se da a nadie en particular; y como


no hay socio alguno sobre quien no se adquiera el mismo derecho que
uno le cede sobre sí, se gana en este cambio el equivalente de todo lo que
uno pierde, y una fuerza mayor para conservar lo que uno tiene.

Si quitamos, pues, del pacto social lo que no es de su esencia, veremos


que se reduce a estos términos: cada uno de nosotros pone en común su
persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad
general, recibiendo también a cada miembro como parte indivisible del
todo.

La Nación es un ámbito de convivencia humana, un medio


social, sujeto a determinadas formas de relación y de gobierno. El
conjunto de las formas de relación entre los componentes de una
comunidad, la modalidad de gobierno y todo aquello que
complementa y hace posible la normal y correcta convivencia entre
ellos constituye el Pacto Social y la existencia de dicho Pacto

37 Rousseau, Juan Jacobo (1762): El Contrato Social, Libro I, Capítulo VI: Del Pacto Social. Cita

tomada de mi archivo personal.


[Roberto A. Capriotti] 244

otorga a dichos componentes el carácter de Pueblo. La anterior es


mi definición del Pacto Social y si se pretende que la enuncie de
forma más simple, para su más fácil interpretación, digo: las
normas, los usos y las costumbres, legalmente sancionadas unas y
generalmente aceptadas las otras conforman el Pacto Social que
otorga personería a una comunidad humana determinada. A partir
del acceso del ser humano a la condición nacional, que es cuando
aparecen en escena el Pueblo y el Pacto Social, la comunidad no
está gobernada por mandantes que se adjudican la titularidad de
mandatos sobrenaturales o por un individuo o grupo de individuos
que imponen su propia voluntad y conveniencia, sino por la
voluntad general de los propios seres humanos que constituyen la
comunidad. Ni hablemos de las tan mentadas imposiciones del
estado de naturaleza. El Estado Nacional, una resultante del Pacto
Social, una consecuencia de la voluntad general, un derivado del
ejercicio del Poder por el Pueblo, es el árbitro impersonal y último
de los asuntos humanos.

4.6. El Pacto Social: sustento de una sociedad política.


En materia de análisis del Contrato o Pacto Social no se pueden
soslayar las ideas a las que diera difusión Juan Jacobo Rousseau.
Antes de él ya existían pensadores que insinuaban la existencia de
un acuerdo como fundamento del Poder y del Estado, pero es con
su valioso aporte cuando se comienza a descubrir que la
humanidad o una parte de ella transitaba el camino que lleva de
una idea a una teoría. Esta teoría explica como la voluntad
individual se hace voluntad general y como se concilian ambos
intereses a través del consentimiento. Rousseau, los antecesores y
los continuadores son algunos de los muchos voceros elocuentes
que demuestran el grado de evolución del ser humano como para
ser el protagonista de una nueva forma de convivencia: el
245 [La Política. Lo que debe ser.]

Nacionalismo. En el Pacto Social nadie renuncia a su Libertad, por


el contrario, en un acto voluntario que es el consentimiento, los
individuos se cobijan bajo el manto de una voluntad general
originada y organizada para defender y acrecentar esa Libertad.
Nadie es menos que otro, porque los individuos en ese acto
voluntario del consentimiento logran en la voluntad general la
mejor garantía para la Igualdad. Del convencimiento general de esa
necesidad de relación o asociación nace el tercer elemento
componente del Pacto Social, la Solidaridad.

4.7. El Pacto Social: la evolución de sus formas.


Hagamos un recuento de la evolución de las formas o de las
características del Pacto Social, desde el momento en que
comienza a delinearse y luego a consolidarse la condición nacional.
Mejor dicho, desde el momento en que se hace visible la existencia
de acuerdos o pactos entre congéneres de una misma comunidad
humana, que dan sustento a una incipiente asociación política. El
tiempo de maduración de ese fruto que es el estadio nacional, la
forma de convivencia nacionalista, es largo y sinuoso ya que
algunos de sus síntomas o características iban apareciendo bajo las
formas tribales imperiales y de las tribales feudales. Hecho el
análisis y a pesar de esa aparente lentitud podemos sostener que
ese progreso tuvo un ritmo realmente vertiginoso en términos de
tiempo antropológico. Ese avance según mi interpretación tiene
distintas etapas. Primero una etapa del Pacto Social Absolutista, al
estilo de Thomas Hobbes, en donde los integrantes de la
comunidad se unen pero sometidos a una voluntad superior no
incluida en el contrato, en este caso el monarca. En segundo lugar
la etapa del Pacto Social Liberal con las características muy
primarias del pensamiento que mejor definió John Locke y luego
con la mayor amplitud que le otorga la Revolución Francesa. Al
[Roberto A. Capriotti] 246

Pacto Social Liberal le sobreviene el Pacto Social Democrático que


es la versión más moderna. También puedo mencionar otra forma,
la del Pacto Social Revolucionario, una degeneración del Pacto
Social Democrático ya que tiene visos de autoritarismo, al que no
ubico en la secuencia enunciada porque es una forma de
excepción, ya que se trata de una vía tumultuosa que el Ser
Humano sólo usa de manera excepcional y transitoria, como un
medio para superar escollos que con la evolución no puede vencer.
Digo autoritarismo y no totalitarismo, como un recurso que me
sirve para diferenciar dos regímenes políticos, el primero se lo
aplico a un régimen político transitorio de carácter progresista y al
segundo a un régimen político también transitorio pero de signo
retardatorio. El Pacto Social Comunista es un Pacto Social
Revolucionario y por lo tanto una degeneración del Pacto Social
Democrático. Otra versión es el Pacto Social Totalitario que es una
malversación del Pacto Social Liberal.
Como habitualmente se dice, Ríos de tinta se han usado para
tratar de definir al Absolutismo, al Liberalismo y a la Democracia.
No puedo usar el vocablo Democratismo porque tiene un claro
sentido peyorativo, pues significa un régimen gubernativo que es
una simulación de las formas de la Democracia. Sobre las
definiciones del Absolutismo, del Liberalismo y de la Democracia
son muchas y dispares las versiones, pero creo que el tema se
simplifica si hacemos un desapasionado y detenido análisis. Cada
uno de los regímenes de convivencia mencionados define a las
formas y a las características que fue adquiriendo el Pacto Social en
determinados momentos del tránsito del Ser Humano hacia la
instancia nacionalista y una vez dentro de ella. La Democracia es
una forma del Pacto Social, hasta ahora la más moderna y esto que
digo tiene las características de una categórica afirmación.
Convencido estoy de que los regímenes mencionados,
Absolutismo, Liberalismo, Democracia, no se contraponen sino
247 [La Política. Lo que debe ser.]

que son concurrentes, como si se tratara de la descendencia en el


terreno familiar: abuelos, padres, hijos. A la versión absolutista le
sucedió, para mejor, la forma liberal y a ésta, como una etapa de
superación, le sucedió la característica democrática. Cada una de
ellas parte y se asienta en la modalidad anterior. Ellas son sucesivas
y distintas estaciones en el recorrido del camino evolutivo por
parte del Ser Humano. La primera forma fue aprovechada en
muchos casos como un medio para acceder a la condición
nacional, la segunda inicia la etapa de la condición nacional
perfectamente definida y la tercera nos está llevando al pleno
desarrollo de ese estadio nacional. Las comunidades humanas con
identidad propia, vigentes en la actualidad en nuestro planeta, a
consecuencia de la disparidad de la evolución psicosomática del
Ser Humano, todavía son un muestrario de la vigencia de los tres
regímenes, a pesar de mis anhelos en contrario.
Sobre el Absolutismo quiero agregar unos pocos detalles más y
luego también lo haré sobre el Liberalismo y por último sobre la
Democracia. Lo que abunda no daña, porque pretendo que nos
sintamos envueltos en una atmósfera que nos permita diferenciar
nítidamente lo que pretendo reafirmar sobre la Democracia. Existe
en nuestro mundo una gran mezcla conceptual por el uso indebido
de una sinonimia que es altamente inapropiado, lo digo respecto de
la confusión que surge por la aplicación indistinta de los conceptos
Liberalismo y Democracia. Es muy frecuente la caída en el error
por parte de muchos pensadores. Por mi parte me excluyo de la
denominación de pensador, sólo me atribuyo la categoría de
ciudadano de una comunidad humana determinada, muy
interesado en el análisis de estas cuestiones.
La monarquía absoluta fue una forma gubernativa presente en
muchas comunidades humanas, muy difundida en el pasado, que
se basaba en el principio de que el monarca, cualquiera sea la
denominación con que se lo caracterizara: rey, emperador, zar,
[Roberto A. Capriotti] 248

tenía el poder absoluto y total en términos políticos y lo ejercía


unitariamente y no existía balanceo o división de poderes, ya que la
fuente del Poder era el monarca mismo, o bien de origen divino,
como lo sostuvieron bien publicitados teóricos, que cumplían con
el oficio que ahora cumplen los publicistas. No existían normas
para que el jerarca respondiera por sus actos y en el caso de
atribuirse poderes divinos la tesis sostenía que sólo debía rendir
cuentas frente a la divinidad. En algunos contados casos existía en
paralelo la administración de la justicia pero tenía una autonomía
relativa con relación al rey, pues éste podía cambiar las decisiones
o dictámenes del juez o tribunal o bien efectuar la reforma de las
respectivas disposiciones, a su voluntad. Según la Historia, en
numerosas comunidades la monarquía absoluta comienza a
desarrollarse en la Edad Media tardía, siempre a partir del régimen
tribal feudal y es posible efectuar el intento de analizar, aunque de
manera somera, dicho desenvolvimiento. Partamos de muchos
casos concretos, vigentes por ese entonces. En el peldaño inicial,
en el maremagnum tribal feudal, se pone de manifiesto o se hace
visible la ambición de predominio que busca imponer un
determinado monarca en relación a los demás nobles de su
vecindad, que en principio lo tenían como a un igual o par y que a
partir de allí, obligadamente, a través de la imposición forzada o
mejor dicho de la guerra, pasan a la condición de vasallos del
mismo. En esta transformación, el Rey, contó con un bien
dispuesto y silencioso aliado: la burguesía. El monarca aprovecha
principalmente los servicios de la burguesía que lo apoya en las
guerras internas y externas, brindándole financiación, armas y
soldados. Un monarca adquiere fuerza y doblega a sus pares o
competidores porque acude al auxilio de banqueros, comerciantes
e industriales y ese sector social, poco a poco, comienza a tener
prerrogativas y luego no sólo unos aislados y relativos privilegios,
sino que sus representantes ingresan en las instancias
complementarias del poder para hacer oír su opinión, a veces en
249 [La Política. Lo que debe ser.]

igual medida que los nobles convertidos en súbditos o aliados.


Esta participación de la burguesía va adquiriendo gradualmente
mayor dimensión e ingerencia, como viéramos en el capítulo
anterior en algunos procesos políticos determinados de
comunidades humanas también determinadas, hasta devenir actora
principal, que es cuando aparecen las monarquías constitucionales.
Los más destacados teóricos de aquel Absolutismo hermético, que
no ofrecía resquicios para los condicionamientos, amparados en la
teoría del origen divino del mandato, son Jacques Bossuet en
Francia y Robert Filmer en Inglaterra. Luego sobrevendrán otras
instancias y otros actores ideológicos.
Muchos son los estudiosos que le atribuyen a Thomas Hobbes
el mérito de definir y justificar con bastante precisión una variante
política para esas formas de monarquías prepotentes. La variante
insinuada por dicho pensador está constituida en su esencia por la
concreción de un pacto entre los súbditos, que no afecte el
ejercicio soberano del monarca. Sostiene la necesidad de un
contrato entre todos los súbditos, en donde se establezca la
transferencia del poder de cada uno, poder que le adviene de su
estado natural, a la persona del rey, para que este ejerza la tutela a
su libre albedrío.
Thomas Hobbes38 (1588/1679), fue un filósofo inglés, cuya obra Leviatán
(1651) estableció la fundación de la mayor parte de la filosofía política
occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo político. Hobbes
es recordado por su obra sobre la filosofía política, aunque también
contribuyó en una amplia gama de campos, incluyendo historia,
geometría, teología, ética, filosofía general y ciencia política. Ha sido
considerado a lo largo de la Historia del pensamiento como una persona
oscura, de hecho en 1666 en Inglaterra se quemaron sus libros por
considerarle ateo. Posteriormente, tras su muerte, se vuelven a quemar

38 Wikipedia: Thomas Hobbes. Consultado el 4 de febrero de 2011 en www.wikipedia.org.


[Roberto A. Capriotti] 250

públicamente sus obras. En vida Hobbes tuvo dos grandes enemigos


contra los que mantuvo fuertes tensiones: la Iglesia de Inglaterra y la
Universidad de Oxford. La obra de Hobbes, no obstante, es considerada
como línea de ruptura con la Edad Media y sus descripciones de la
realidad de la época son brutales. Estuvo siempre en contacto con la Real
Sociedad de Londres, sociedad científica fundada en 1662. La época de
Hobbes se caracteriza por una gran división política la cual confrontaba
dos bandos bien definidos: los Monárquicos, que defendían la monarquía
absoluta aduciendo que la legitimidad de ésta venía directamente de Dios;
y los Parlamentarios que afirmaban que la soberanía debía estar
compartida entre el rey y el pueblo. Hobbes se mantenía en una postura
neutra entre ambos bandos ya que si bien afirmaba que la soberanía está
en el rey, su poder no provenía de Dios. El pensamiento filosófico de
Hobbes se define por enmarcarse dentro del materialismo mecanicista,
corriente que dice que sólo existe un “cuerpo” y niega la existencia del
alma. También dice que el hombre está regido por las leyes del Universo.
En estos dos conceptos su pensamiento es parecido al de Spinoza, sin
embargo se diferencia en gran medida de éste al afirmar que el hombre es
como una máquina, ya que según Hobbes, el hombre se mueve
continuamente para alcanzar sus deseos; este movimiento se clasifica en
dos tipos: de acercamiento, el hombre siempre se acerca a las cosas que
desea y de alejamiento, el hombre se aleja de las cosas que ponen en
peligro su vida. Así dice que la sociedad está siempre en movimiento.
Escribió Leviatán, un manual sobre la naturaleza humana y como se
organiza la sociedad. Partiendo de la definición de hombre y de sus
características explica la aparición del Derecho y de los distintos tipos de
gobierno que son necesarios para la convivencia en la sociedad. El origen
del Estado es el pacto que realizan todos los hombres entre sí,
subordinándose desde ese momento a un gobernante, el cual procura por
el bien de todos los súbditos y de él mismo. De esa forma se conforma la
organización social.

También sobre el Liberalismo quiero efectuar apreciaciones


sintéticas, recordando lo dicho por algunos de sus más destacados
251 [La Política. Lo que debe ser.]

expositores, que oportunamente leyera en diversas fuentes, en mi


persistente costumbre de leer y leer, generalmente sin llevar
apuntes precisos al respecto y si anotaciones que tienen la forma
del comentario. Apelo a mi memoria que se mantiene fértil y
comienzo con una especial referencia a los escritos de John Locke
(1632-1704). Dicho pensador de origen inglés sostiene
aproximadamente lo siguiente: aquellas personas que viven unidas,
constituyendo una misma comunidad, sometidas a leyes
oportunamente sancionadas y a un organismo judicial al que
recurrir, es decir un ente con autoridad para decidir las disputas
entre ellos y castigar a los culpables, viven en sociedad civil los
unos con los otros. Para él, quienes no lo hacen siguen viviendo en
el estado de naturaleza y a falta de un juez se convierten en jueces y
ejecutores por sí mismos, ya que ése es el estado perfecto de
naturaleza. Además Locke desarrolla la tesis de la división de
poderes, de la siguiente forma: tres poderes que ejerzan el poder
soberano. Plantea la rigurosa subordinación de dos de los poderes
al poder legislativo y este último a la voluntad popular. La
Voluntad Popular conserva su derecho permanente de control
sobre el efectivo ejercicio del poder, a fin de tutelar la propia
libertad contra eventuales excesos ilegales. En caso de un posible
abuso constitucional piensa que al Pueblo le asiste un cierto
derecho a la revolución, sólo ejercido en casos extremos, cuando
sea imposible mantener el orden de las cosas por las vías normales.
También puntualiza que el trabajo pasa a ser fuente del derecho de
propiedad, que no sólo abarca los bienes de consumo sino los
medios de producción, como la tierra, siempre y cuando sea
trabajada por el hombre. Recalca que allí donde existe un pacto
entre los integrantes de una comunidad humana no existe la
esclavitud.
Ahora desmenucemos algunos de los conceptos más salientes
de la tesis sostenida por Juan Jacobo Rousseau. Le otorga a la
voluntad general la máxima jerarquía y remarca que la unión en
[Roberto A. Capriotti] 252

sociedades civiles es la forma de asegurar bienes, vida y libertad de


cada uno, a través de la defensa de lo de todos. Este expositor
aspiraba a la participación de todos los ciudadanos en la Asamblea.
Pretendía que el pueblo gobernara por sí mismo y directamente y
por lo tanto supone que eso puede lograrse solamente en una
comunidad pequeña. En consecuencia da a entender que es en la
ciudad-estado en donde los términos del Contrato Social se
pueden cumplir cabalmente. Resulta evidente que no tenía mucha
fe en el sistema de representantes pues en su fuero íntimo pensaba
que esa modalidad habría de llevar fatalmente al manejo de las
mayorías por los representantes populares. Aún no se había
instaurado la posibilidad de que la sociedad apelara a los sistemas
de consulta popular y sobre todo no se intuía que la comunidad
tiene una necesaria necesidad de elites y líderes y por ello los crea o
los eleva, ya que son parte fundamental del mecanismo del
funcionamiento de la sociedad civil y de la vigencia y actualización
del Pacto Social que le da sustento. La idea de sociedad civil en
Rousseau engloba a la condición política del Ser Humano y a su
carácter evolutivo y civilizado, diferenciado de la sencillez del
modo de vida natural de los salvajes. En esta instancia de su
desenvolvimiento el Liberalismo había adquirido la parte más
sólida de su muy amplio bagaje ideológico.
No debo omitir la referencia a una personalidad que mucho
tiene que ver con el Liberalismo y me refiero a Montesquieu39:
Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu
(1689/1755), fue un cronista y pensador político francés que vivió en la
llamada Ilustración. Es uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más
relevantes en especial por la articulación de la teoría de la separación de

39 Wikipedia: Montesquieu. Consultado el 21 de marzo de 2011 en www.wikipedia.org.


253 [La Política. Lo que debe ser.]

poderes, que se da por descontado en los debates modernos sobre los


gobiernos, y ha sido implementado en muchas constituciones a lo largo
del mundo. Su pensamiento debe ser enmarcado dentro del espíritu
crítico de la Ilustración francesa, patente en rasgos como la tolerancia
religiosa, la aspiración de libertad y su concepto de la felicidad en el
sentido cívico, si bien se desmarcará de otros autores de la época por su
búsqueda de un conocimiento más concreto y empírico en oposición a la
abstracción y método deductivo dominantes. Podemos decir que como
difusor de la Constitución inglesa y teórico de la separación de poderes se
encuentra muy cercano al pensamiento de Locke, en tanto que como
autor de las Cartas Persas podría situarse próximo a Saint-Simon. Sin
embargo, el pensamiento del señor de La Brède es complejo y tiene esa
personalidad propia que le convierte en uno de los pensadores más
influyentes en el seno de la Historia de las ideas políticas.

En realidad, si debiera ser fiel estaría obligado a hacer cientos


de menciones, pero para muestra me alcanza con unos pocos
botones, tal vez los más relucientes. Montesquieu fue un emisor de
opiniones muy significativas para el perfeccionamiento del régimen
político naciente, el Pacto Social Liberal. Las mismas tienen
incidencia sobre los aspectos metodológicos de la forma de
gobierno que insinúa el Liberalismo. En cambio los tres autores
analizados en los párrafos inmediatos anteriores, se destacan
porque exponen alrededor de los aspectos esenciales no formales,
más bien conceptuales del Liberalismo. Es muy probable que apele
al singular aporte de Montesquieu en capítulos siguientes, cuando
aborde específicamente el tema de la división de poderes del
gobierno y tangencialmente a aspectos referidos al Derecho
emergente de las vigencias constitucionales. Este pensador pone de
manifiesto una aspiración política de primera magnitud, la mejor
manera de asegurar la máxima vigencia del principio de la Libertad
que esgrime el Liberalismo, en paralelo con la indispensable
autoridad política que la asegure y propone un método que será,
bien aplicado, un eficaz freno a las posibilidades de las formas de
[Roberto A. Capriotti] 254

gobierno despóticas. Montesquieu considera que es imprescindible


la separación de poderes y la necesidad de separar el poder
ejecutivo del poder legislativo. Anticipa que también es preciso
separar el poder judicial. Un dato histórico: esta separación de los
tres poderes fue asumida y aplicada por la generalidad de los
gobiernos liberales.
Pues bien avancemos, luego de recalcar en particular los
aspectos salientes del pensamiento de grandes pensadores políticos
a los que muy a menudo recurrimos cada vez que tenemos que
entrar en el debate de todo aquello que tiene que ver con una
ecuménica actividad y preocupación del Ser Humano, la Política.
Al respecto quiero agregar una breve reflexión que el lector ya
ha encontrado en algún párrafo anterior de este trabajo, tal vez no
en los mismos términos, pero sí semejantes: esta especie a la que
pertenecemos, desde el estadio animal, siempre nos presenta sus
inclinaciones gregarias. Es una condición que le viene desde aquel
estado natural del que hemos leído bastante en los renglones
anteriores. Nuestro antepasado, por encima de la unidad de
reproducción, necesitó del grupo por razones de supervivencia y
de subsistencia y esa modalidad intrínseca, propia de su naturaleza,
se hace más compleja y perfecta en la medida que se desarrolla su
intelecto. Pues bien esa elemental agrupación o sociedad de
supervivencia y subsistencia en el estadio primitivo se ha
convertido, por las mismas razones, en la compleja sociedad civil
de nuestros días. Salvo Rousseau que habla de un estado natural de
inocencia, el resto de los tratadistas, hasta ese momento, parten de
las circunstancias del enfrentamiento permanente y perjudicial
entre los hombres, como resultado de su malévolo estado natural y
por lo tanto y como consecuencia si querían defenderse de sí
mismo debían constituir una sociedad civil que los protegiera. No
tenían en cuenta que el ser humano era poseedor de un elemento
en permanente y progresiva evolución, su psiquis. Lo único que
255 [La Política. Lo que debe ser.]

hizo el animal pensante fue darle nuevas formas a su natural


gregarismo. Siempre hubo y hay choques de intereses, existían en
la horda cuando disputaban entre los machos por la posesión de
una hembra, en muchos casos su propia madre y entre todos
cuando disputaban los despojos de una carroña, pero superadas
determinadas instancias el grupo subsistía y hoy sigue subsistiendo
y para mejor, a pesar de la contraposición de intereses y sobre esto
no quiero abundar porque he dicho bastante. Ese ánimo de
sociedad entre los integrantes de una comunidad humana se
traslada para lograr los niveles de convivencia del presente cuando
se ha alcanzado o se está alcanzando el nivel del Pacto Social
Democrático. Debo reconocer que desmenuzar el pensamiento de
estos pensadores ya resulta un tanto anticuado, pero su jerarquía
de expositores pioneros les da la jerarquía de instancias obligadas,
para rastrear con alguna fidelidad el pasaje del Absolutismo, con
toda su carga de sedimentos tribales, hacia el Liberalismo. El
Liberalismo debió generar la exclusión de todas esas secuelas
tribales pero no lo logró cabalmente sino que aún continua
exhibiéndolas, en determinadas y algunas muy poderosas
comunidades humanas. Todavía nos quedan ciertas muestras de
primitivismo, a esta altura de la evolución del Ser Humano, cuando
a las formas del Liberalismo le estamos adjudicando el rótulo de
obsoletas. El avance de las comunidades humanas no es uniforme
es dispar y las razones de las disparidades son muchas, pero la
mayoría de ellas imputables a los propios congéneres Esto se
manifiesta, principalmente, cuando están en juego los intereses
económicos y se hacen más notables en algunas comunidades que
se auto adjudican un grado de evolución superlativo. En el Siglo
XX hay una gran cantidad de pensadores que tienen discursos muy
actualizados con relación al de aquéllos a los que apelara en
párrafos anteriores. A los más modernos, a los más actualizados
más que para hurgar en aquel pasado, los usaré para ver como
comienzan a mostrarnos de que manera en la mente humana,
[Roberto A. Capriotti] 256

desde hace tiempo, germinan semillas que tienen que ver con lo
democrático, por más que tengamos que disculparles a muchos de
ellos que le atribuyan a la Democracia conquistas que son propias
del Liberalismo. Reconozcamos al César lo que es suyo. La
Democracia sobreviene para mostrarnos horizontes más amplios y
con otros matices, no sólo para perfeccionar metodologías propias
del Liberalismo.

4.8. El Pacto Social: los diversos grados de su evolución.


En muchas Naciones Potencia y también incluyo a muchas de
las Superpotencia, el Pacto Social no ha evolucionado
suficientemente como para tener la categoría de nación
desarrollada, porque en dicha comunidad aún sigue vigente el
Pacto Social Liberal, ya que para alcanzar la superior categoría de
nación desarrollada es indispensable una adecuada redistribución
de la riqueza y esto último aparece nítidamente con el Pacto Social
Democrático. Quiero recordar lo que dijera en su momento, sobre
las categorías de las naciones, que nos permite ubicarlas
didácticamente en diversos niveles y a su vez sostengo que en cada
uno de dichos niveles existen diversas gradaciones con relación a la
evolución del Pacto Social. Cuando digo que el Pacto Social no ha
evolucionado suficientemente es porque estoy comparando con el
desenvolvimiento que el mismo tendría en el caso de ser una
nación desarrollada o nación democrática, pues ambas
denominaciones son equivalentes. Lo primero que vemos, que
apreciamos al estudiar una comunidad, en un determinado lapso,
es el índice de progreso o evolución del Pacto Social que la
sustenta y esa magnitud se deduce, a primera vista, por el grado de
Bienestar General que la comunidad disfruta o si alguien lo
prefiere podríamos usar como indicador el papel que juega el
257 [La Política. Lo que debe ser.]

Estado Nacional, ya que para avanzar en materia de bienestar la


activa y deliberada participación del Estado es esencial.
Insisto, el auténtico protagonismo y modernización del Pacto
Social constituye la medida en que la forma nación va sustituyendo
a la forma tribal o bien como una nación va ascendiendo hacia otra
forma de nación de mayor rango y el grado de Bienestar General
es la más eficaz de las muestras. En el caso del estamento inferior,
en la tribu, el Estado existió y existe en forma rudimentaria y
consiste principalmente en una organización para la coerción en
beneficio del sector hegemónico. Por lo tanto no se puede hablar
de Bienestar General en los estadios tribales, porque las
condiciones de vida de la mayoría de la población en general se
encuentran en escalones inferiores, en relación con los de quienes
ejercen la hegemonía en la tribu respectiva.
En el caso de la Nación Subpotencia, en el de la Nación
Potencia o en la Nación Superpotencia, el Estado Nacional está
definido y organizado pero no cumple acabadamente con su
función de árbitro eficaz y arrastra viejos vicios y ello ocurre
porque la elite que ejerce el poder político se subordina en pequeña
o en gran medida a las necesidades de ciertos sectores sociales o
juega a la imparcialidad, a sabiendas de que la imparcialidad suya
favorece al juego de los privilegiados políticamente y de los
económicamente poderosos. En este caso estamos frente a un
Pacto Social Liberal, a pesar de que muchos abunden en hablar de
características democráticas. Por último, en la Nación Desarrollada
el Estado Nacional está definido y organizado de manera
equilibrada, garantiza el Bienestar General y la elite política que
acciona los mecanismos del poder se subordina al mandato de un
Pacto Social modernizado, un Pacto Social Democrático, y por lo
tanto dicho estado es protagonista y cumple con el rol
fundamental que le asigna dicho contrato. A esta altura, luego de
estas apreciaciones, puedo decir: dime con quien andas y te diré
[Roberto A. Capriotti] 258

quien eres. Las características del Pacto Social y el rol que juega el
Estado Nacional en una comunidad determinada nos permite
evaluar el grado de evolución de esa comunidad y lo que es
importante, pero tal vez no fundamental, definir en que categoría
de Nación está involucrada.

4.9. El Pacto Social: el papel preponderante de una


Constitución.
La condición de Soberano es la cualidad del Pueblo que le
permite por su cuenta determinarse y organizarse libremente como
comunidad, sin intervención de otro poder y en el ejercicio de su
capacidad constituyente dicta su Constitución y señala el contenido
del Derecho respectivo. Es por allá, por los mil doscientos años
después de Cristo cuando aparecen las primeras y muy primitivas
manifestaciones constitucionales, más específicamente en
Inglaterra y en Aragón. Desde aquel entonces a la fecha ha corrido
bastante agua bajo el puente, quizás no la suficiente y las formas de
este fundamental instrumento político se ha ido perfeccionando en
muchas comunidades como consecuencia natural del
perfeccionamiento del Pacto Social, porque esa es la secuencia
lógica. La Constitución es una constancia escrita, bastante fiel, del
Contrato o Pacto Social. Ella es el Breviario del Pacto Social y el
Pueblo la otorga ejercitando uno de sus tantos poderes intrínsecos,
el Poder Constituyente. La Constitución ve la luz, toma forma, se
redacta a tenor de las aspiraciones de la comunidad, en garantía de
los intereses de ella y cuando se consolidan los cambios de esas
aspiraciones y esos intereses, es decir se modifica el Pacto Social,
también se modifica la Constitución, acorde con las nuevas
modalidades aceptadas por la mayoría de los integrantes del
Soberano: el Pueblo.
259 [La Política. Lo que debe ser.]

Lo mucho que se puede decir sobre la Constitución es el objeto


de los tratadistas del Derecho y mal papel estaría haciendo por mi
parte en ese terreno propio de doctorados y además especialistas.
Lo que sí puedo hacer son definiciones y quizás más propiamente,
dar opiniones de carácter político al respecto. Las constituciones
escritas y las que le precedieron y que no lo estuvieron, además,
son como jalones que nos van señalando el camino de las
comunidades humanas, de las diversas unidades de
desenvolvimiento del Ser Humano en su marcha dentro del marco
de la instancia nacional. Porque son un producto de la instancia
nacional ya que aparecen cuando se confirma la existencia de un
Pacto Social. Dicho pacto siempre es más amplio que la
Constitución, porque incluye además usos y costumbres,
generalmente no escritos. La escalera del perfeccionamiento, desde
aquel primitivo intento de ingleses y aragoneses, tiene muchos
peldaños y entre ellos algunos notorios, de los cuales hice alusiones
en el análisis del desenvolvimiento del Pacto Social y en la hora
presente, en esa escalera, ya existen algunas constituciones que
relucen como perlas. Por ejemplo, muchas de las constituciones
aparecidas luego de la Segunda Guerra Mundial. La Constitución
está por sobre los gobernantes y de esta manera queda patentizado
que el gobierno es atribuido a la ley y no a los hombres que ejercen
por representación las funciones gubernativas. En las comunidades
donde ha avanzado la Democracia esto último queda patentizado
con más firmeza y a la inversa donde la Democracia está en mora
aún quedan algunos resabios del Absolutismo y del Liberalismo,
entre ellos el Personalismo y su versión política el Caudillismo y
una acompañante obligada, la Demagogia.
[Roberto A. Capriotti] 260

4.10. El Pacto Social: la Democracia y su significado.


Unos quinientos años antes de Cristo, en el esplendor de la
Grecia Antigua, se acuñó el término Democracia, combinación de
los vocablos: demos (pueblo) y kratos (autoridad o gobierno). La
Real Academia Española le da la siguiente acepción:
Democracia: f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo
en el gobierno. II 2. Predominio del pueblo en el gobierno político de un
Estado.40

Hoy en día, los pocos regímenes democráticos vigentes en el


mundo exhiben condiciones que nos obligan darle al vocablo
Democracia una significación mucho más amplia que la
adjudicada, por muchos politólogos, al sistema de gobierno
ateniense del que heredan su nombre y también un contenido de
mayor dimensión del que expone el diccionario de nuestra lengua.
Insisto, el Absolutismo, el Liberalismo y la Democracia son
distintas formas del Pacto Social. Constituyen distintos grados de
la forma nacionalista de convivencia de una comunidad humana y
dicha secuencia permite visualizar en que medida dicha comunidad
ha evolucionado. Si la comunidad muestra signos de la existencia
de valores tan esenciales como la Libertad y la Igualdad, con
mayúscula, en el sentido amplio de sus significados, es porque
estamos frente a una asociación humana de carácter democrático.
Ya lo he anticipado, pero este es el lugar más propicio para que la
defina y por lo afirmo que:
La Democracia es una modalidad del Pacto Social, la más evolucionada
conocida hasta el presente y se diferencia del Liberalismo por el alcance del
principio de la Igualdad. El Liberalismo predica la Igualdad ante la ley y la

40 Real Academia Española (2001): Diccionario de la lengua española (22ª Edición): “Democracia”.
261 [La Política. Lo que debe ser.]

Igualdad de oportunidades. La Democracia sostiene la Igualdad integral: ergo,


la igualdad política y jurídica, la equidad económica y la paridad social.
La Democracia no es una forma de gobierno, como muchos
analistas sostienen, es una forma del Pacto Social y esto significa,
en pocas palabras, una diferencia de magnitud realmente
superlativa. Al respecto encontramos una aproximación a este
concepto en Fayt, cuando dice: “la democracia ha dejado de ser
una forma de gobierno para ser un régimen político”41.

4.11. El Pacto Social: un largo camino para llegar a la


instancia de la Democracia.
Lo sostuve en capítulos anteriores e insisto, las monarquías
absolutistas en determinados lugares (el mejor ejemplo es Europa)
en su momento fueron una herramienta eficaz para la
consolidación de la Nación, porque el monarca impensadamente y
en su necesidad, jerarquizó a la burguesía porque necesitaba su
colaboración en la gestión para someter al resto de la aristocracia y
expandir geográficamente su ámbito de asiento. El Pueblo, con el
predominio de la burguesía, estaba en condiciones de darse un
Pacto Social que le diera jerarquía de tal, pero por un lado las
circunstancias imperantes limitaban el ejercicio amplio de sus
facultades y por el otro ese Pueblo aún no tenía plena conciencia
de su estatura. Era el niño que se ponía a andar y usaba algunos
elementos del régimen tribal-feudal como un andador
indispensable para ponerse de pie y dar sus primeros pasos. El
monarca absolutista fue la gran herramienta para combatir el
grueso cúmulo de reyezuelos y de la consecuente aristocracia,
supérstite, luego de la hecatombe de las tribus imperiales que

41 Fayt, Carlos S. (1982): Derecho Político, Buenos Aires: Ghersi Editor, Tomo 1, p. 337.
[Roberto A. Capriotti] 262

dieron origen al feudalismo y además y como contrapartida fue la


gran herramienta para darle vigencia política a la burguesía, a la que
el monarca hizo su socia de ambiciones y ella albergaba ya
incubado el germen del nacionalismo. Esa monarquía absolutista
también fue la gran herramienta para hacer que el burgo primitivo
expandiera sus límites de influencia hacia sus alrededores y en
algunos casos alcanzara la dimensión ultramarina y en eso la
burguesía también estuvo asociada. Esa asociación espuria, de
toma y daca en un principio, permitió gradualmente la aparición
del Pacto Social Absolutista que regulaba la sociedad entre los de
abajo y delegaba en el monarca, sin incluirlo, el control de su
cumplimiento. No mucho habría de durar la buena estrella de estos
monarcas. La revolución burguesa, la revolución nacionalista,
estaba en marcha y con contornos bien visibles e indudablemente
tenía metas más trascendentes que ese papel de meros sirvientes
del monarca, que entonces representaba. La burguesía, ni lerda ni
perezosa, habría de tomarse primero la mano, luego el brazo y no
le llevaría mucho lapso quedarse con el monarca y todo su Poder,
cuando no con el Poder y la cabeza del monarca decapitado. Sobre
aquellos cimientos pronto el Pueblo habría de levantar el edificio
del Pacto Social Liberal que otorgaba seguridad a la vida de las
personas, a la vigencia integral de la libertad y sus múltiples facetas,
al respeto irrestricto hacia la propiedad y a la existencia de la
igualdad de oportunidades. El monarca dio paso a estas premisas y
cuando no lo hizo debió arrodillarse frente a la guillotina o caminar
hacia el destierro para dar lugar a un régimen republicano o bien
quedarse para aceptar un régimen monárquico constitucional.
Brevemente abro un paréntesis, para decir que las naciones
americanas merecen una especial descripción: ellas nacieron a la
vida independiente directamente bajo la forma de la Nación y por
lo tanto sostengo que ellas son las más viejas naciones de nuestro
planeta y no las más jóvenes. El proceso de transculturación de
trescientos años sufrido en nuestro continente bajo la titularidad
263 [La Política. Lo que debe ser.]

de las potencias europeas atlánticas se hizo, de manera casi


excluyente, de la mano de los burgueses. Las monarquías
absolutistas enviaron a sus burgueses a colonizar América y los
hijos de los colonizadores, los criollos, nacieron burgueses y ellos
hicieron las revoluciones de la independencia bajo el signo de la
instancia nacional animada por un Pacto Social Liberal. Tomaré un
caso para ejemplificar la formación de un gobierno autónomo de la
ingerencia de la potencia colonizadora. Usaré como paradigma el
de nuestro país, la República Argentina, en su momento las
Provincias Unidas del Río de la Plata, porque en buena parte del
Continente Americano del Centro y del Sur, el camino hacia la
independencia de cada una de sus naciones tiene características
muy similares a las del nuestro. Sus colonizadores provenían de la
Península Ibérica: España y Portugal. Ese fue el camino y el
momento, la hora, la instancia, en que asumieron gobiernos locales
con una composición mayoritaria de dirigentes criollos. Convertiré
al caso rioplatense en un caso emblemático porque me resulta el
más accesible y es allí en donde se ponen bien de manifiesto las
diversas influencias sobre los principales protagonistas de la gesta.
Según mi modesta apreciación, como primer actor actúa El
Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau y luego como actores de
reparto y en menor medida: la revolución francesa, la gesta
napoleónica, la influencia británica y la revolución norteamericana,
en ese orden. Para comprender mejor esa importante influencia de
los factores aludidos sobre el proceso revolucionario de mayo de
1810 en nuestro país, nada mejor que ceder la palabra a quienes
han analizado la temática en profundidad. Vicente Sierra sostiene
lo siguiente42:

42 Sierra, Vicente, D. (1967): Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina,
“Capítulo 7: La influencia de Gran Bretaña en la gestación y consolidación de la independencia de
las provincias argentinas (1810-1825)”, Buenos Aires. Consultado en Internet el 21 de febrero de
2011.
[Roberto A. Capriotti] 264

Este capítulo intenta analizar el papel jugado por Gran Bretaña en el


Río de la Plata durante el período 1810-1825. El período que aquí
estudiamos comprende el proceso de emancipación del ex virreinato del
Río de la Plata respecto de España y su posterior fragmentación en una
serie de provincias gobernadas por caudillos locales a pesar de los
esfuerzos centralizadores por parte de Buenos Aires. Antes de entrar en
el análisis de este tema, es importante señalar una serie de cuestiones
previas, respecto del carácter de la lucha por la independencia en el Río
de la Plata y el papel jugado por Gran Bretaña y otros países extranjeros
en la misma:

1. En primer lugar, ningún país le declaró la guerra a España para


ayudar al Río de la Plata a emanciparse. Esta realidad contrastó con la de
la independencia norteamericana respecto de su metrópoli, Gran Bretaña.
En el caso de la emancipación de Estados Unidos, la ayuda militar
francesa y española resultó de una vital importancia. Los gobiernos
extranjeros tampoco ofrecieron ayuda militar oficial al Río de la Plata.
Aunque a esta última región llegaron militares europeos como
voluntarios en la guerra de la independencia -por ejemplo, el caso del
almirante irlandés Guillermo Brown, que más tarde tendría también
destacada participación en la guerra naval entre Buenos Aires y Brasil- y
se enviaron desde Europa dinero y armas, después de la restauración de
Fernando VII ninguna flota europea impidió que España trasladara a
América los soldados que habían desafiado a Napoleón.

2. El Río de la Plata recibió una decisiva ayuda indirecta en el hecho


de que su metrópoli fuera invadida y dominada por Napoleón, como
ocurrió con España en tiempos de la Revolución de Mayo. Dicha ayuda
no la tuvo Estados Unidos en su proceso independentista. Puede
afirmarse sin mayores dudas que esta total (aunque temporaria)
neutralización de la metrópoli en el caso de las colonias españolas fue
una colaboración mayor (si bien no intencionada) que cualquier auxilio
que hubiesen podido brindar Francia y España a la causa emancipadora
norteamericana.
265 [La Política. Lo que debe ser.]

3. Por otra parte, aunque con excepción de Gran Bretaña, el papel


positivo de potencias externas tales como Estados Unidos y Francia no fue
relevante en términos de apoyo material o de participación en las luchas
por la independencia; sí fue importante el impacto ideológico de la
Revolución Francesa de 1789 y, en menor grado, el de la independencia
norteamericana de 1776. Las ideas que alimentaron estos procesos
revolucionarios, difundidas entre los criollos del Río de la Plata, y
germinadas sobre la base de las tesis escolásticas españolas sobre
soberanía popular que habían sido enseñadas en las universidades
americanas durante el período colonial, fueron un estímulo decisivo en la
conformación de la idea de independencia respecto del vínculo español,
cuando éste comenzó a ser percibido como opresivo.

4. En cuarto lugar, y a diferencia del resto de América Latina, el Río


de La Plata no debió enfrentar en su proceso de independencia la
resistencia de los ejércitos españoles. Sin embargo, la Junta surgida de la
Revolución de Mayo, con foco en Buenos Aires, tuvo fuertes opositores
en las distintas provincias que componían el ex virreinato, tales como
Paraguay, la Banda Oriental, Córdoba, las situadas en el Alto Perú y en el
Litoral. A tal punto llegó esta oposición que en fecha tan temprana como
el 12 de octubre de 1811, Manuel Belgrano firmaba un tratado con
Paraguay, ratificado luego por el gobierno de Buenos Aires, que
reconocía la independencia de ese país, incluyendo el departamento de
Candelaria (hoy parte de la provincia de Misiones) como parte del
mismo. Esta falta de apoyo de las provincias a la Junta de Buenos Aires
reflejaba los dos ejes de conflicto estructural más importantes de la
historia argentina. Uno era la pugna de intereses entre Buenos Aires y las
provincias del Interior, que se concretaba a través del debate entre una
política económica librecambista, sostenida por Buenos Aires y el Litoral,
versus las medidas proteccionistas, sostenidas por el Interior. El otro eje
de conflicto era el choque entre Buenos Aires y las provincias del Litoral
por el manejo de la Aduana y la libre navegación de los ríos interiores.
Entre 1810 y 1820, Buenos Aires intentó vanamente imponer distintos
proyectos de organización al resto del ex virreinato del Río de la Plata.
[Roberto A. Capriotti] 266

Esta ausencia de apoyo a las autoridades porteñas las llevó a buscar en


distintos gobiernos europeos el respaldo que les faltaba. Esta tendencia
se materializó en la búsqueda por parte de la diplomacia porteña de
diversas candidaturas de monarcas extranjeros para cubrir el vacío de
poder existente en el Río de la Plata luego de la Revolución de Mayo -
como ya hemos visto, los candidatos propuestos eran de diverso origen:
la esposa del príncipe regente de Portugal, la figura de un Inca o un
miembro de alguna casa reinante europea.

5. A pesar de no intervenir en forma directa en el proceso de


emancipación del Río de la Plata, la potencia que tuvo un papel de la
mayor relevancia en el desenlace de esta historia fue Gran Bretaña, y a
ese papel se dedicará la mayor parte de este capítulo. Durante un buen
tiempo Inglaterra fue renuente a reconocer la independencia del Río de la
Plata. Fiel a su rol de garante del equilibrio de poder europeo, Gran
Bretaña estaba aliada con España durante la ocupación de ésta por las
tropas napoleónicas. Esta alianza anglo hispana fue reforzada en julio de
1814, ya caído el poder napoleónico y retornado Fernando VII al trono
español, por la firma de un tratado entre ambos países mediante el cual
España se comprometía, en el caso de abrir sus colonias al comercio
extranjero, a admitir a Inglaterra como nación más favorecida. En
consonancia con este compromiso, el 28 de agosto de 1814 Inglaterra
prohibió (infructuosamente) a sus súbditos la entrega de armas y auxilios
a los insurgentes.

Por otra parte, Guillermo Yeatts expone en un artículo las


diferencias entre la revolución francesa y la independencia de los
Estados Unidos43.
La mayor influencia de la Revolución Francesa en América Latina por
sobre los valores de la Revolución Americana explica nuestra tendencia a
supeditar los derechos individuales al interés de la mayoría. Desde su

43 Yeatts, Guillermo M.: EE.UU. y Francia: historia de dos revoluciones. Consultado en Internet el 21 de

febrero 2011.
267 [La Política. Lo que debe ser.]

independencia, la mayor parte de los países latinoamericanos adoptaron


constituciones republicanas, representativas y federales basadas en la
Carta Magna de los Estados Unidos. A pesar de esta adhesión formal a
los principios de la revolución norteamericana, cuyo fin primigenio era la
protección de los derechos individuales y la limitación de la capacidad del
Estado de avasallarlos, la realidad ulterior demostró en las democracias
latinoamericanas el predominio de los valores de la Revolución francesa
de 1789, donde la voluntad de la mayoría era la ley suprema.

Aunque en la superficie aparentan ser paralelas, las diferencias entre


estas dos revoluciones son profundas y así lo interpreta Robert Peterson
en su artículo A Tale of Two Revolutions (The Freeman: Ideas on Liberty.
Irvington-on-Hudson, New York, 1989). Paterson afirma que la
revolución sin sangre de los Estados Unidos tiene mucho más en común
con la Revolución Gloriosa de 1688 que originó la monarquía
parlamentaria en Gran Bretaña que con la francesa, que es considerada
como antecesora de muchas de las revoluciones violentas que han
terminado en totalitarismos y dictaduras.

En 1789 la Revolución Francesa se inició para terminar con el


gobierno arbitrario de los reyes pero trajo aparejado el "reino del terror"
y la ejecución de alrededor de 40.000 personas. En los años siguientes
hubo una impresionante inflación, guerra, caos, estableciéndose
finalmente con Napoleón el primer estado policial. Tras la revolución, el
gobierno se tornó altamente concentrado y el gobierno del rey fue
reemplazado por el de la Asamblea Nacional.

A diferencia de lo sucedido en Francia, donde los disidentes


religiosos fueron asesinados, en los Estados Unidos la libertad religiosa
constituyó uno de los cimientos centrales. Asimismo, Peterson afirma
que la Revolución Americana fue esencialmente un movimiento
conservador, que luchó para mantener las libertades que se habían
logrado desde 1620 durante el período de "salutary neglect". De hecho,
Samuel Eliot Morison considera que en la revolución norteamericana no
[Roberto A. Capriotti] 268

se peleó para obtener libertad sino para preservar las libertades que los
norteamericanos tenían como colonias. La independencia no era un fin
en sí mismo sino un medio para preservar el derecho a la vida, la libertad
y la búsqueda de la felicidad.

La Constitución de los Estados Unidos fue el reflejo de una tradición


ajena a la realidad latinoamericana. Su objetivo central era establecer
límites a las arbitrariedades del Estado frente a los derechos inalienables
de los ciudadanos, en clara consonancia con el pensamiento de John
Locke y de otros empiristas como David Hume y Adam Ferguson. En la
concepción de Locke, el gobierno nace con el fin de proteger derechos
preexistentes y contradice su objetivo esencial si abusa de ellos; existe
con el fin de terminar con la aplicación privada y subjetiva de justicia
reemplazándola por un acuerdo con reglas independientes que otorgue
más certidumbre al respeto de los derechos individuales. De esta forma,
el "contrato social" que origina al gobierno tiene por fin reasegurar el
cumplimiento de los derechos naturales -vida, libertad, propiedad- de los
individuos. Locke define el poder otorgado por los ciudadanos al
gobierno como un poder confiado limitadamente y con vistas a un único
fin.

Por su parte, Bellido, Fernandez, Gavazza y Regueiro


manifiestan su opinión sobre la filiación ideológica de la
Revolución de Mayo44:
Se considera que la filiación ideológica de la Revolución de Mayo fue
la misma del liberalismo que envolvía a Europa y en especial a Francia, y
que El Contrato Social de Rousseau fue la doctrina que fundamentó la
teoría revolucionaria de la emancipación Argentina. Se trata de las ideas
del liberalismo enciclopedista y la filosofía del iluminismo, expresadas en
el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau.

Bellido, J.E.; Fernandez, F.G.; Gavazza, M. y Regueiro, S.R.: La filiación ideológica de la Revolución de
44

Mayo de 1810. El pensamiento de Jean Jacques Rousseau. Consultado en Internet el 21 de febrero de 2011.
269 [La Política. Lo que debe ser.]

Los jóvenes bachilleres y doctores en derecho y, entre ellos, Mariano


Moreno, Juan José Castelli, el deán Funes y Manuel Belgrano habían
entrado en contacto con las obras de Rousseau.

Belgrano en su autobiografía manifiesta que, a través de la obra de


Rousseau, se apoderaron de él las ideas de libertad, igualdad, seguridad y
propiedad, viendo tan sólo tiranos en los que se oponían a que el hombre fuese
donde fuese no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían
concedido.

Moreno, por su parte, exalta las bondades de los ideales del


liberalismo expresados por la doctrina rousseaniana, en los artículos de La
Gaceta.

Al contrario que Montesquieu, que fundaba sus conclusiones en una


exhaustiva investigación histórica, Rousseau expone sus principios “a
priori”, por lo que El Contrato Social es una concepción puramente
teórica, fuera del espacio y el tiempo. Los orígenes suizos y protestantes
de Rousseau se manifiestan cuando hace referencia al dogma de la
soberanía del pueblo que tiene su origen en la doctrina calvinista.

El Contrato Social lleva como subtítulo el “Principios de Derecho


Político”, y se divide en cuatro libros: el primero trata de la constitución
de la ciudad por el contrato; el segundo del soberano y de sus actos de
soberanía (leyes); el tercero del agente ejecutivo (gobierno); el cuarto del
funcionamiento del sistema.

Rousseau plantea un problema de orden jurídico y no histórico,


cuando dice que el hombre ha nacido libre, y sin embargo, en todas partes se
encuentra encadenado. Parte de la necesidad de encontrar las condiciones de
existencia legítima, que consiste en un convenio cuyas cláusulas, hasta
entonces, no habían sido jamás formalmente enunciadas. A través de este
convenio, el hombre cede totalmente su persona y sus derechos a la
comunidad, perdiendo su libertad natural pero ganando la libertad civil y
la propiedad de lo que posee. Esta libertad civil esta subordinada a la
[Roberto A. Capriotti] 270

libertad general, y la propiedad individual esta condicionada al derecho


que la comunidad posee sobre los bienes de todos.

La voluntad general es inalienable y se refiere solo a los asuntos


relativos al bien común. Su acción es la ley y la función del legislador
consiste en aclarar la voluntad general.

Rousseau hace una crítica de las formas de gobierno enunciadas por


Aristóteles, diciendo que la aristocracia es aceptable siempre que sea
electiva; la democracia es demasiado perfecta para convenir a los
hombres; y finalmente la monarquía es preferible a todas las demás
siempre que el Príncipe sea lo que debe ser. Agrega además que el modo
de gobierno depende de muchos factores extraños a la voluntad humana,
no debiéndose olvidar que el gobierno actúa solo por delegación, y que el
soberano siempre tiene el derecho de moderar y regular.

Es inevitable que la voluntad general no coincida con la voluntad de


todos; pero al aceptar el pacto social, el ciudadano consiente en aceptar
todas las leyes que la voluntad general acepte. Rousseau concluye
estableciendo una garantía suprema cuyos artículos son impuestos
obligatoriamente por el Estado, conformando una afirmación de
sentimientos sociales sin los cuales es imposible ser un buen ciudadano.

La ideología de Rousseau es tan amplia, que desde los revolucionarios


franceses hasta los más acendrados demócratas, pasando por los
socialistas utópicos, los marxistas, los anarquistas y aun hasta los
fascistas, todos han considerado a El Contrato Social como fuente de
inspiración de sus doctrinas.

En El Contrato Social, Rousseau define el tipo de contrato constitutivo


de toda sociedad verdadera. Todos los hombres que eran iguales y libres,
renuncian por igual y al mismo tiempo a su libertad, y la voluntad de
todos pasa a ser el único soberano al que todos se someten.

La igualdad, de esta manera, se mantiene; y la libertad no ha


disminuido ni desaparecido, porque la voluntad de todos es, al mismo
271 [La Política. Lo que debe ser.]

tiempo, la propia voluntad individual, y someterse a ella es mantenerse


libre.

El principio político de Rousseau es que la sociedad tiene por objeto


la conservación y protección de sus miembros, por lo que ningún
gobierno es legítimo si no pone al bien público como su función y
finalidad. Sin embargo, vemos que Rousseau no condena ninguna forma
de gobierno.

Juan Martorano Castillo describe la influencia del pensamiento


de la ilustración en América45:
Las nuevas ideas propugnadas por la Ilustración fueron conocidas en
América por la acción de escritores españoles que las divulgaron
entusiastamente. Así, el Emilio y El Contrato Social fueron traducidos al
castellano y La Enciclopedia contó con apasionados lectores de la
Península. Aparecieron allí críticos y reformadores como el Padre Feijoo,
conocedor profundo de Montesquieu y de Rousseau, y el economista
Jovellanos, partidario de la fisiocracia.

Las propias obras de los filósofos se introdujeron en las colonias,


aunque con dificultades por la censura vigente. En distintas partes de
América, a fines del siglo XVIII se comprobó la penetración de obras
prohibidas. En diciembre de 1794, la Real Audiencia de Caracas prohibió
la circulación del libro Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, así
como de otros papeles sediciosos que llegaban de las islas de Santo
Domingo y la de Trinidad desde que la ocupan los ingleses. Pero llegaban
también de la de Guadalupe, donde Picornell los hacía imprimir; y en
Nueva Granada y en la propia Venezuela corrían ya en total abundancia
aquellas aguas subterráneas de la revolución, que hoy cuesta determinar
su origen y curso.

45 Martorano Castillo, Juan: Influencia del pensamiento de la Ilustración en las colonias españolas de América y,

especialmente, en Venezuela. Consultado en Internet el 25 de febrero de 2011


[Roberto A. Capriotti] 272

La decisión de los colonos hispanoamericanos de romper los vínculos


con la metrópoli se debió, en gran parte, a las nuevas ideas emanadas de
la Ilustración, que se habían extendido por el mundo occidental durante
el siglo XVIII. Incluso, a los buques de la Guipuzcoana se les ha llamado
“los navíos de la Ilustración”, por la función que ejercieron
transportando libros, doctrinas y gente imbuida en las ideas de la
ilustración.

A través de libros y comentarios de los viajeros, los americanos se


enteraron del fogoso ataque a Raynal a los errores de la Europa en
América, de las sátiras de Montesquieu contra reyes y obispos, de las
diatribas de Voltaire contra los grandes del mundo y el arrebatado énfasis
de Rousseau en la dignidad del hombre. Rousseau fue, de todos ellos, el
que ejerció la máxima influencia en América. Su Contrato Social y su
Emilio se convirtieron en ley y evangelio para los jóvenes criollos. De él
aprendieron que el gobierno debería basarse en el consentimiento de los
gobernados; por él también conocieron al noble salvaje. Estas ideas
crepitantes crearon la atmósfera en que la revolución resulto inevitable.

Cuando estallaron los movimientos revolucionarios en Norteamérica


y en Francia, fue una buena noticia para los inquietos criollos de México,
Venezuela y el Plata. Leyeron las palabras que los patriotas del Norte
lanzaron a Jorge III: “Cuando en el curso de los acontecimientos
humanos se hace necesario que un pueblo desate los lazos políticos que
lo han atado a otro”. Supieron que Thomas Jefferson, Thomas Paine y
Benjamín Franklin, y de las batallas de Concord, Lexington, Bunker Hill
y Yorktown. Luego llegaron noticias de Francia: en 1789 irrumpió el
tercer Estado y cayó la Bastilla; en 1793, la cabeza de Luís XVI quedó
separada de su real cuerpo. Los franceses marchaban al ritmo de extrañas
nuevas melodías, hablaban de libertad, igualdad y fraternidad, palabras
que sonaban como música celestial en los oídos de los jóvenes idealistas
de Hispanoamérica. Luego sobrevino el Terror en Francia, y el poder
alternó entre las facciones rivales, y finalmente llegó Napoleón con sus
ambiciones imperiales. Estos acontecimientos conmocionaron
273 [La Política. Lo que debe ser.]

profundamente a Hispanoamérica de un extremo al otro. Pero los


criollos americanos, el único elemento que contaba, retrocedían ante la
turbulencia de Francia; temían que el contagio se extendiera y los indios y
mestizos en tropel no solo derribaran el poder de los peninsulares, sino
que pudiesen destruir, incluso, a los mismos criollos. Esos mismos
reparos persuadían generalmente a los criollos de que la monarquía
española les ofrecía más seguridad que todas las extrañas ideas nuevas
procedentes de Paris. De modo que, aún cuando los criollos
complotaban para liberarse de los peninsulares y heredarse poder y su
riqueza, estaban pendientes de la Corona como un respaldo contra la
anarquía interna.

Las nuevas ideas de Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Diderot y


otros, tuvieron decisivo ascendiente en el peruano José del Pozo y Sucre,
los neogranadinos Antonio Nariño y Pedro Fermín Vargas, el cubano
Pedro José Caro, el mexicano Fray Servando Teresa de Mier, los
platenses Mariano Moreno y José de San Martín, el quiteño Carlos
Motúfar, el guayaquileño Vicente Rocafuerte y los caraqueños Francisco
de Miranda, Simón Rodríguez, Andrés Bello y Simón Bolivar.

Por último, presentamos unas breves referencias sobre algunos


antecedentes europeos de la Revolución de Mayo de 181046:
El Iluminismo

A mediados del siglo XVIII se desarrolló en Europa un movimiento


ideológico y científico que cuestionó los principios tradicionales en
materia política, social y económica. Estos nuevos aires mostraban un
modo distinto de entender a la sociedad, el gobierno, la política y la vida
entre los hombres. En Francia, este conjunto de nuevas ideas fue
llamado Ilustración o Iluminismo, dos palabras que tienen ver con la luz

46Revolución de Mayo (1810). Antecedentes externos. Antecedentes de Europa. El Iluminismo. Consultado en


Internet el 25 de febrero de 2011.
[Roberto A. Capriotti] 274

y el brillo; este movimiento buscaba iluminar a la vieja sociedad con la


"luz de la razón".

Los iluministas sostenían que todos los aspectos de la vieja sociedad


debían ser revisados y criticados: los privilegios aristocráticos, el poder
absoluto de los reyes (hasta ese momento se decía que derivaba
directamente de un designio de Dios) y fundamentalmente, el control y
censura que ejercía la Iglesia sobre los aspectos religiosos, las costumbres
y los pensamientos.

En materia económica creían que liberando los controles y bajando


los impuestos la economía crecería: "Dejar hacer, dejar pasar, el mundo
marcha por sí mismo", decían los economistas franceses. Surgieron dos
escuelas económicas: la fisiócrata y la liberal. La primera atribuyó a los
recursos naturales un papel preponderante en la distribución de la
riqueza. Sus principales teóricos fueron: Quesnay y Gournay. La segunda
sostuvo que el trabajo era la única fuente de riqueza. Su principal
exponente fue Adam Smith (1723-1790). Aunque admitían las diferencias
sociales, los iluministas afirmaban que todos los hombres nacen iguales y,
entonces, la ley debía tratarlos por igual. En cuanto al poder del rey,
aseguraban que no eran reyes por designio divino sino por un pacto entre
hombres y, claro está, ese pacto podía disolverse. Creían en la libertad de
pensamiento y estaban convencidos del valor de la educación, de la
importancia de la divulgación de las ideas. Todo este afán de transmitir
conocimientos se plasmó en una obra fabulosa: la Enciclopedia. Los
principales referentes del Iluminismo fueron: John Locke (1632-1704),
inglés, que escribió Ensayo sobre el gobierno civil; Montesquieu (1689-1755),
francés, que publicó El Espíritu de las Leyes donde planteó su teoría de la
división de poderes; Voltaire (1694-1778), francés, que escribió Cartas
Filosóficas donde criticó al clero y a la monarquía absoluta; Juan Jacobo
Rousseau (1712-1778) expuso sus ideas en El Contrato Social. En esta
obra, que tuvo gran influencia, afirma que el hombre vivió
originariamente en estado natural, todos eran libres e iguales en derechos.
Al aparecer la propiedad privada surgió la desigualdad social y se
275 [La Política. Lo que debe ser.]

estableció que la única forma de mantener la cohesión social consistía en


ceder los derechos individuales a la colectividad política, es decir, al
Estado por medio de un Contrato Social. También propuso nuevos
métodos educativos en su libro Emilio y relató su vida, defectos y virtudes
en Confesiones. Algunos monarcas europeos, interesados por las ideas
económicas y sociales de la ilustración emprendieron reformas pero no
modificaron el régimen absolutista de sus gobiernos. Esta combinación
ha sido llamada Despotismo ilustrado. Uno de los más destacados déspotas
ilustrados fue Carlos III de España, quien asistido por un equipo de
"ilustrados", emprendió un intenso programa de reformas: el Virreinato
del Río de la Plata se transformó en el campo de experimentación de las
reformas de Carlos III.

La Revolución Francesa

Sin dudas, la francesa fue la revolución que conmovió al mundo. Sus


ideales y la transformación posterior influyeron notoriamente en el
pensamiento de la época.

Puso fin a las instituciones políticas, sociales, económicas, religiosas y


administrativas del Antiguo Régimen. En el aspecto político, el
movimiento revolucionario se inicia el 14 de julio de 1789 cuando el
pueblo de París tomó por asalto la torre de la Bastilla. La Bastilla era la
cárcel en donde estaban los presos del reino pero también era el símbolo
del poder del rey Luis XVI.

El movimiento se gestó en los sectores burgueses de la sociedad –


banqueros, comerciantes, abogados, notarios, boticarios, artesanos,
pequeños propietarios– apoyados por el pueblo de las grandes ciudades y
por los campesinos. Lucharon contra la vieja sociedad, cansados de los
privilegios de los aristócratas y los abusos del poder absoluto de los
reyes.
[Roberto A. Capriotti] 276

Como primera medida se aceptó la continuidad del rey pero con un


sistema monárquico constitucional, con un Parlamento a través del cual
el pueblo podía intervenir en el gobierno.

En el plano social, lucharon por la libertad individual, la igualdad


ante la ley y la supresión de los privilegios de la nobleza y el clero, que no
pagaban impuestos, se reservaban honores y derechos feudales.

En materia económica, la Revolución propuso una distribución mas


justa de los impuestos, la liberalización del comercio y la libertad de
trabajo.

Otro cambio importante se dio en lo religioso: la Iglesia quedó bajo


la autoridad del Estado.

El 27 de agosto de 1789 la Asamblea Constituyente aprobó la


Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En ella se
afirmaba que los hombres nacen y permanecen libres y son iguales en
derechos. Estos derechos, propios de su condición humana, son la
libertad, la igualdad ante la ley, la propiedad, la seguridad y la resistencia
a la opresión. Se consagró la idea de que la soberanía reside en la Nación,
y en consecuencia, el rey era un mandatario del pueblo.

La Constitución de 1791 adoptó la forma monárquica de gobierno


pero basada en el sistema de división de poderes (Ejecutivo, Legislativo,
Judicial).

La evolución posterior del proceso revolucionario (la guerra con


Austria y Prusia, el arresto y ejecución del rey, la declaración de la
República, el Terror) dividió ideológicamente a la sociedad europea y
tuvo gran influencia sobre la situación política de los dominios españoles
en América.

En 1799 un nuevo partido, encabezado entre otros por Napoleón


Bonaparte, tomó el poder. Se redactó una nueva Constitución que
concentró toda la autoridad en Napoleón que adoptó el título de Primer
277 [La Política. Lo que debe ser.]

Cónsul. Se puede decir que la Revolución había terminado y comenzaba


una nueva etapa en la historia de Francia.

La invasión de Napoleón

Si las invasiones inglesas demostraron a los habitantes de Buenos


Aires que tenían que defenderse solos, la invasión de Napoleón a España
los convenció de la necesidad de ser libres. En 1808, los ejércitos
napoleónicos la invadieron y tomaron prisioneros al Rey Carlos IV y a su
hijo, el príncipe Fernando. José Bonaparte, hermano de Napoleón, fue
nombrado rey de España, lo que motivó que las colonias terminaran de
perder el respeto hacia la monarquía española. En mayo de 1808, el
pueblo español salió a la calle vivando al rey, pero los soldados franceses
los reprimieron violentamente. A pesar de ello, los españoles
organizaron la "resistencia", formando Juntas, las cuales desconocían la
autoridad de los franceses y gobernaban en nombre del príncipe
Fernando en quien tenían puesta su entera confianza. En Sevilla se
organizó una gran Junta Central, protegida por una escuadra inglesa. La
oposición a Napoleón convirtió a Inglaterra y España en aliadas. La
Junta Central de Sevilla organizó un ejército y derrotó a los franceses en
la batalla de Bailén, a fines de 1808. En dicha batalla peleó un joven
nacido en el Río de la Plata, que había ido a España a hacer la carrera
militar. Años más tarde ese joven sería el héroe de la Independencia de
Argentina, Chile y Perú: el General José de San Martín.

Tal vez esta serie de citas podrían considerarse una


redundancia, pero según mi modesto criterio no deja de ser un
buen recurso esta tarea de apelar a otra gente que analiza la
Historia y que no integra el círculo de consulta habitual al que nos
han acostumbrado en la Argentina. La experiencia me ha
demostrado que nuevas citas o nuevos nombres aportan datos
nuevos o novedosos. Un buen amigo me hizo llegar la inquietud
de que son demasiado frecuentes mis apelaciones a las citas de
Google y le respondí que para reforzar mis propios conocimientos
[Roberto A. Capriotti] 278

y para el alcance de esta obra escrita basta y sobra dicha cómoda


fuente. Serán los lectores quienes me juzgarán. Dije cómoda, por la
facilidad que presenta el acceso a la misma.

4.12. El Pacto Social: el Liberalismo adolecía y adolece de


una fundamental insuficiencia.
En un tiempo antropológico muy breve, es decir a poco andar,
bajo los parámetros del Pacto Social Liberal, se descubrió que
muchas de sus premisas tenían vigencia pero una de ellas caminaba
con muletas, la igualdad de oportunidades. La libertad, la
protección de la vida y de los bienes en sus diversas expresiones
daba lugar al goce de muchas prerrogativas y entre ellas una
impresionante capacidad de acumulación de capital en sectores no
muy amplios en número y en generosidad. Los primeros en
descubrirlo fueron los más necesitados, porque la realidad les
demostraba que la Igualdad de oportunidades era una bandera que
encubría la mercancía de la desigualdad. También una buena parte
de los capitalistas comenzaron a descubrir que necesitaban
consumidores, un mercado. El consumidor tiene que tener
recursos económicos y financieros y cuanto más amplios mejor.
Esta es una regla ineludible. Además la prédica comunista y su
aplicación práctica en determinadas latitudes era una real amenaza
y como consecuencia de la suma de esos ciertos factores, el Pueblo
en su evolución, en también determinadas latitudes y sobre todo
después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó a transformar al
Pacto Social Liberal en un Pacto Social Democrático. Aquí el
concepto de igualdad a secas, con similar importancia al concepto
de libertad, tomaba la forma de la realidad. Esa igualdad tiene, por
lo menos tres facetas, como ya lo dijera: la igualdad política y
jurídica, la equidad económica y la paridad social. La Democracia
es una forma del Pacto Social, como lo fueron y son aquellos a los
279 [La Política. Lo que debe ser.]

que llamamos Absolutismo y Liberalismo y así la defino de manera


muy sencilla, con ocho palabras, tal vez acorde con la modestia de
mi condición de lego en la materia, para contrastar así con los
gruesos volúmenes, de cientos de páginas, de variados tratadistas
que he leído, que han pretendido responder al interrogante de que
es la Democracia o en que consiste y en definitiva, luego de las
lecturas, no he tenido a la vista una respuesta convincente. O la
cuestión no estaba o no está bien explicada o estoy muy falto de
entendederas como acostumbran decir en nuestra madre patria.
Siguiendo el itinerario descrito, la Democracia, la forma más
moderna del Contrato Social, comenzaba su tarea de poner en un
mismo nivel a la libertad y la igualdad. El Pacto Social Liberal es
descendiente directo del Pacto Social Absolutista y el Pacto Social
Democrático es hijo legitimo del Pacto Social Liberal y en
consecuencia su universal heredero, pero además ha acrecentado
considerablemente su patrimonio, en este caso el bagaje
ideológico.

4.13. El Pacto Social: la Democracia y sus alcances.


La Democracia con mayúscula tiene que ver con el grado
óptimo del desenvolvimiento del Pueblo y su Pacto Social y de la
Nación que en él se asienta. La Democracia trasunta un estado de
conciencia individual y colectiva que propende hacia los ideales de
libertad y de igualdad. La solidaridad entre los seres humanos se
agranda con la evolución y la Democracia sigue acompasadamente
ese ritmo y si está en algún momento, en nuestras manos, ayudar a
que el paso cansino se convierta en un tranco vivaz, ¡bienvenida
sea la posibilidad! ¡Qué sentido tiene la vida social humana si no
conlleva como un fin primordial la consecución de la libertad y la
igualdad!
[Roberto A. Capriotti] 280

El Bienestar General es la expresión máxima de la felicidad en


una comunidad humana. Se me ocurre que estamos muy
inclinados a asociar la felicidad con otras instancias, parcialidades,
de la cultura humana y no con los aspectos del desarrollo político y
económico-social. Es tan elevado este objetivo que la verdadera
cúspide en materia política se alcanza con la felicidad del género
humano en un sentido amplio, totalizador, abarcador y no
parcializado, la realización integral de la persona humana, como
individuo y como comunidad. El Pacto Social Democrático está en
los umbrales de esa puerta, así como se vislumbra en determinadas
comunidades nacionales, naciones del norte de Europa, que a mi
entender tienen aproximadamente las características de naciones
desarrolladas o naciones democráticas, con exclusividad hasta
ahora, en este planeta Tierra. Esto demuestra que el desarrollo
económico y la re-distribución de la riqueza que aquél genera,
tienen parentesco directo con la Democracia, de tal forma que no
se pueden escindir, ya que si lo separamos puede ser Liberalismo
pero no Democracia. Estas naciones también me ayudan a
demostrar que los planteos ideales que enuncio en este ensayo no
tienen el ropaje de las divagaciones sino que, sin dejar de ser
ideales tienen visos de realidad.
Lo que no acepto es la subdivisión del concepto Democracia.
Esto ocurre cuando nos hablan de democracia política, de
democracia económica-social y por si fuera poco ahora muchos
hacedores de opinión se entretienen discurriendo sobre la
democracia electoral. Es indudable que se refieren a un régimen
político que aplica el sufragio universal, garantiza la regularidad de
las elecciones y la normalidad de las mismas. Pues bien, eso es
cumplir con algunos de los principales requisitos del Liberalismo.
Tal vez sea un eufemismo que está edulcorando a un régimen
liberal que muestra esas virtudes, que no son virtudes sino
elementos ineludibles de la esencia de dicho sistema político.
Conozco algunas naciones que son un dechado de perfección en la
281 [La Política. Lo que debe ser.]

materia apuntada y también en el excelente funcionamiento de la


administración de justicia, pero muestran índices de pobreza que
no se condicen con el impresionante desarrollo económico que
exhiben. Evidentemente esos casos son un buen exponente del
Liberalismo, porque aún no han accedido al Pacto Social
Democrático y no podrán acceder hasta que no abandonen su
política de repartir riqueza por derrame y no ingresen en la etapa
de la deliberada y efectiva redistribución de la misma. La vigencia
de la Democracia engloba todos los elementos heredados del
Liberalismo y además de manera ineludible, el desarrollo
económico y la redistribución de la riqueza. Dichos elementos no
se pueden separar, valen juntos y si faltan la equidad económica y
la paridad social no es Democracia, es simplemente Liberalismo.
Es verdadero que el Pacto Social Democrático se insinúa en una
porción geográfica muy pequeña de nuestro mundo y tampoco es
menos cierto que así como la instancia nacional está ampliamente
difundida, no en la medida de lo deseable, lo democrático es una
apuesta a futuro, va a la zaga del fenómeno nacionalista, pero
avanza acompasadamente al ritmo de la evolución humana y los
buenos ejemplos aceleran los tiempos.

4.14. El Pacto Social: la Democracia y la cuestión económica-


social.
A pesar de lo dicho creo que la cuestión económica-social
merece algunos renglones más. La Democracia está asociada con el
Bienestar General del Pueblo en sentido amplio y abarcador,
vocablo este último que está usado como la antítesis de limitado
y/o fragmentario. Creo que esto de la estrecha asociación entre
Democracia y Bienestar General si no lo he repetido cien veces,
lejos no debo estar. Si no dejara sentado con claridad este
pensamiento que me domina, sobre la diferencia abismal entre
[Roberto A. Capriotti] 282

Liberalismo y Democracia, qué sentido puede tener este ensayo. La


esencia de la diferencia radica en la extensión del concepto de la
Igualdad, en la Democracia es más abarcador como ya lo
expresara. En la significación del Liberalismo el requisito del
respeto a la propiedad era irrestricto, ahora en la instancia
democrática, tiene condicionamientos claros que se refieren al bien
común. Sé que no estoy sólo en esta empresa, de la divulgación de
lo que ya es una verdad a gritos en la mente de la inmensa mayoría
del género humano, aunque lo sea en el planteo teórico. Somos
muchos y algunos de ellos fueron o son destacados pensadores
políticos a los que considero mis maestros. Ha habido precursores
que venían insinuando el tema desde lejos en el tiempo y lo dijeron
cuando esas apreciaciones todavía parecían, a los ojos de la
generalidad, expresiones febriles y por eso ellos son grandes
precursores. Como para que dos de éstos no pasen desapercibidos,
dada su especial importancia para la cuestión, voy a hacer unas
breves menciones. Esos antiguos y eficaces relatores del
Liberalismo, ya preanunciaban la preocupación por lo económico-
social, no así en los términos tan categóricos que ahora se
expresan, pero tenían en su mente una idea vaga que
indudablemente rebasaba los límites del Liberalismo que difundían.
En uno de los títulos que anteceden a éste, incluí, entre otras, una
cita de Juan Jacobo Rousseau en la que sostiene (p. 243):
No basta con tener ciudadanos y con protegerlos; es preciso además
cuidar de su subsistencia. Satisfacer las necesidades públicas es una
consecuencia evidente de la voluntad general y el tercer debate esencial
del gobierno.

Por su parte John Stuart Mill47, a mediados del Siglo XIX


puntualizaba que la propiedad privada no era una cuestión
47 Wikipedia: John Stuart Mill, consultado el 20 de marzo de 2011 en www.wikipedia.org. John Stuart

Mill (1806/1873), filósofo, político y economista inglés, representante de la escuela económica


clásica y teórico del Utilitarismo, planteamiento ético propuesto por Jeremy Bentham.
283 [La Política. Lo que debe ser.]

intocable si existían razones del bien de muchos y también le hacía


agudas críticas a las prácticas en materia de condiciones de trabajo
que condenaban, decía, a los sectores asalariados a vivir en la
pobreza y peor aún en la miseria.
Es indudable que se trata de dos eminentes pensadores
adheridos a la tesis del Liberalismo, pero en sus escritos aparecen
indicios de inquietudes que van más allá de lo que pensaban la
mayoría de los otros contemporáneos rotulados como liberales.
Que aparezcan en la pluma de Marx y de Engels es otra cuestión,
pues ellos actuaban como los voceros de otros pensamientos más
avanzados, pero lo de Rousseau y lo de Stuart Mill, cada cual en su
centuria, nos preanuncian variables que tienen que ver con la
Democracia, en su versión auténtica, es decir como pensamiento
político que conduce hacia el Bienestar General. A menudo repito
una expresión que es de mi propio viñedo: el proletario es un aspirante
a burgués y la verdadera revolución social es convertirlo en burgués cuanto
antes.
Este pensamiento se consolida en mi mente cuando veo las
actuales condiciones sobre la forma de producción de bienes en
muchos países de Europa. Sobre todo, cuando observo en ese
modelo social bastante más evolucionado que el nuestro, como
una tarea o producto que antes se concretaba en una empresa con
personas en relación de dependencia, hoy, el producto o la tarea es
desempeñada por la o las mismas personas pero sin la relación de
dependencia y con herramientas propias, después de haberse
adjudicado un contrato de provisión mediante un concurso
abierto. Se trata de casos en que un ex asalariado se ha convertido
en empresario, ya que ha montado un taller en su domicilio, donde
trabaja en conjunto con sus familiares, todos ellos integrantes de
una empresa familiar legalmente armada e inscripta, para proveerle
a su ex empleador manufacturas que él confeccionaba en una
máquina herramienta, bajo el techo de dicho empleador. Con el
[Roberto A. Capriotti] 284

aditamento de que ahora incluso provee a los competidores de


quien fuera su patrón. Además esas pequeñas y medianas empresas
actúan en conjunto para comprar su materia prima, para proveerse
de energía, para efectuar la comercialización y para tener el servicio
de asistencia técnico-científica para perfeccionar la calidad de sus
productos. Me estoy refiriendo a instituciones oficiales-privadas
denominados Distritos Industriales que son un ejemplo de
organización comunitaria realmente elogiable. Para abundar dejo
constancia que las agrupaciones gremiales de artesanos, en
determinados lugares de la citada geografía, las más de las veces
tienen mayor número de afiliados que los sindicatos obreros. Es
innegable que están concretando una Nueva Revolución Industrial.
Esta es una Revolución Proletaria a la inversa.

4.15. El Pacto Social: la Democracia y la participación


ciudadana.
Mucha gente pensante sigue teniendo especial preocupación
por el tema de la representación en el sistema democrático, tanto o
mayor que cuando el patrón era el Liberalismo. En una cita que
inserté anteriormente lo hemos podido apreciar en Rousseau,
quien temía que los representantes adquirieran una importancia
por encima de los representados y por eso quería volver a la
ciudad-estado donde cada persona participaba de manera directa.
También John Stuart Mill se ocupó de la cuestión y pretendía que
el ciudadano para ejercer su capacidad de elegir debía estar
perfectamente informado. Es cierto que a nivel de un municipio y
siempre que no sea una mega urbe como hoy existen
abundantemente, la cuestión brinda mayores posibilidades de que
el ciudadano posea mayor información y pueda participar
directamente. Hace mucho tiempo Walter Lippmann estaba
preocupado porque la opinión pública estaba sujeta a múltiples
285 [La Política. Lo que debe ser.]

distorsiones. Hoy ocurre lo mismo, la posibilidad de la


desinformación o la mala información siempre la tenemos
presente. Aconsejo leer a Giovanni Sartori cuando plantea el tema
del Homo Videns. Por mi parte, estoy jugado a la vigencia de la
representación. Creo decididamente en la Democracia
representativa. El ciudadano elige a sus representantes. Creo en la
eficacia del sistema y lo único que pido es que adoptemos métodos
y reglamentaciones que eviten las distorsiones. Esto es posible y
nos bastaría con legislar y controlar adecuadamente, a través del
Estado o Instituciones intermedias creadas al efecto, que las
reglamentaciones y normas se respeten.
Y para el perfeccionamiento de los mecanismos de elección de
representantes sostengo, que es importante que el ciudadano vote
a personas que conoce en su vida pública y privada. Que no sólo lo
haya visto a través de los medios de comunicación o pasando
como una ráfaga en automotores o trenes o cualquiera de esos
otros medios de locomoción que hoy se estilan para pasear
candidatos. El método de las circunscripciones con un número de
ciudadanos no muy grande ayuda a resolver esta ecuación. Los
líderes de una comunidad no se pueden fabricar en un laboratorio
y menos de la noche a la mañana. Aspiro a que se ponga coto a
estos mecanismos y un elemento que ayuda a la trampa es el
sistema denominado de elección directa para ungir a los
integrantes de los niveles gubernativos superiores, por ello prefiero
la elección por escalones, antes de caer en el cepo de los artilugios
propagandísticos de moda, manejados por los grandes medios de
comunicación. También corresponde consolidar en el sistema
democrático, para algunos estamentos gubernativos, la presencia
de los métodos de participación activa del ciudadano tales como: el
referéndum, el plebiscito y algo que tiene una fundamental
importancia, el régimen de la revocación de mandatos y otros de
sentido similar. Todos ellos ayudan y permiten la ingerencia casi
cotidiana del Pueblo en la gestión gubernativa y en su control.
[Roberto A. Capriotti] 286

También soy un ferviente devoto del sistema parlamentario. Es


más, pienso que la ciudadanía sólo debiera votar por
representantes legislativos y del Parlamento debiera surgir toda la
pirámide del poder ejecutivo-administrativo y del judicial.
Quiero expresar mi inclinación por la presencia de leyes en
defensa de la forma de gobierno democrática. Si damos reglas para
defender nuestra salud, que prohíben o advierten sobre los efectos
dañinos de determinadas sustancias sobre la misma, si aceptamos
restringir nuestra libertad para hacer posible la nuestro vecino, que
menos podemos hacer para defender a la Democracia frente a la
acción de los personalismos y de la perniciosa influencia o
coacción que sobre dicha cuestión ejerce la publicidad y la
propaganda cuando se la dirige hacia esos espurios fines. La
tendencia es retrógrada. En Democracia sólo se debieran publicitar
los aspectos programáticos y no las figuras de los candidatos. Las
personas nos gobiernan en nombre de la ley y de las propuestas,
que obligadamente deben efectuar.
Como para que mis afirmaciones no queden exclusivamente en
el rango de los planteos ideales o de las reacciones químicamente
puras, agrego que son ciertos y frecuentes los casos de dirigentes
de una comunidad que respondiendo a intereses de grupos intra o
extra comunitarios, abusan de los métodos de persuasión. Esos
métodos se basan en los magníficos adelantos que brindan las
ciencias en la materia de auscultar las opiniones y reacciones
sociales y en el terreno de la comunicación social y se adornan con
los atributos y el lenguaje que la comunidad o su generación
anhelan, para acceder a los puestos de conducción y desde allí, en
acción fraudulenta, servir a los intereses particulares o de grupos
patrocinantes y no al interés generacional o comunitario. Las poses
y las palabras son a gusto del consumidor, nada de la sobriedad y
de la docencia obligatoria por parte de un líder. Todo esto que
digo es la forma moderna de la Demagogia, lacra que tiene origen
287 [La Política. Lo que debe ser.]

remoto. Estoy convencido que las comunidades reaccionan tarde o


temprano, pero mientras tanto se pierde un tiempo valioso y se
paga el costo de los males sociales.

4.16. El Pacto Social: la Democracia deliberativa y


participativa.
Aprovecho una cita donde la problemática está muy bien
analizada y además de manera muy sucinta48:
Democracia deliberativa es un término utilizado para referirse a un
modelo político que pretende equilibrar la democracia representativa con
un proceso de toma de decisiones regido por los principios de
imparcialidad y racionalidad. Contrasta abiertamente con las
concepciones dominantes de la democracia y, en especial, con la teoría de
la elección racional proveniente de la economía, que enfatiza el acto de
votar como institución central de la democracia, los teóricos de la
democracia deliberativa argumentan que las decisiones sólo pueden ser
legítimas si llegan como consecuencia de una deliberación pública por
parte de la ciudadanía.

En particular, Habermas, uno de los principales inspiradores de este


modelo político, concibe la democracia deliberativa como extensión de la
acción comunicativa en el plano de las instituciones. Esta forma de
democracia es dependiente de procedimientos y presupuestos
comunicativos que institucionalizan el discurso público. La opinión
pública viene a complementar dos esferas de la política que había
destacado Weber: la política carismática y la política tecnocrática. Así,
políticos, técnicos y opinión pública deliberan entre sí en un circuito
democrático.

48Wikipedia: Democracia deliberativa y teoría de la Democracia. Consultado el 25 de febrero de 2011 en


www.wikipedia.org
[Roberto A. Capriotti] 288

El proceso de deliberación, según otros teóricos, se caracteriza por


los esfuerzos para incluir en el mismo a grupos marginales que suelen ser
ignorados en otros procesos de decisión (procesos meramente
representativos o meritocráticos). Para auxiliar a los participantes que
deliberan y que no son especialistas, es importante dotarlos de
información relevante (como ocurre en los sondeos deliberativos de
Fishkin -ver más adelante-). Deben registrarse no sólo de los puntos de
consenso sino también los puntos de desacuerdo.

Mientras que los autores liberales suelen mostrar su satisfacción con


la democracia representativa, porque respeta la decisión de quienes
prefieren dedicar la mayor parte de su tiempo a los asuntos privados, los
republicanos suelen apelar también a la democracia deliberativa a pesar
de que ésta exija del ciudadano cultivar virtudes cívicas y donar tiempo al
bien común.

Ejemplos primitivos de democracias deliberativas -o, al menos,


sistemas políticos que incluían entre sus prácticas ingredientes de
naturaleza deliberativa- han sido las de la antigua Grecia, la de las
asambleas cantonales suizas que inspiraron a Rousseau, la que practican a
través de la palabra algunas comunidades africanas e indígenas, la que
prevalece en los órganos colegiados de las grandes universidades, la que
resurge ocasionalmente en los Estados democráticos cuando un debate
nacional permite la discusión entre representantes populares, expertos y
opinión pública. No se trata de un procedimiento de decisión basado
necesariamente en el consenso, pero sí de un prerrequisito de la votación
mayoritaria, bajo la premisa de que votar sin discutir no es democrático.

James Fishkin ha propuesto los sondeos deliberativos que son pequeños


foros de ciudadanos elegidos al azar que discuten, se informan y, sólo al
final, toman posición acerca de algún asunto. En algunos parlamentos -
especialmente en Escandinavia-, los sondeos deliberativos son una
herramienta de los legisladores para consultar a la ciudadanía, siendo más
confiables que los sondeos clásicos.
289 [La Política. Lo que debe ser.]

4.17. El Pacto Social: la Democracia y las formas de los


regímenes de gobierno en su esfera.
Demos una rápida mirada al régimen de gobierno bajo el Pacto
Social Democrático. Aparecen dos opciones: la monárquica y la
republicana. El régimen republicano estuvo muy asociado al Pacto
Social Liberal. Este pacto o contrato, antes mencionado, es una
superación del Pacto Social Absolutista y en consecuencia en
determinadas comunidades el tema de la monarquía resultaba
urticante, principalmente donde los monarcas se habían resistido
duramente a la evolución. Para mi leal entender creo que hoy
República y Monarquía, sólo significan una distinción en la forma de
cubrir el cargo del principal referente humano del Estado
Nacional, en el primero la forma es electiva, en el segundo la
forma es hereditaria. Por mi parte me inclino por el régimen
Republicano pero debo dejar constancia que cuando me refería a
las naciones que pueden presentarse como naciones desarrolladas,
naciones del norte de Europa, en varios de los casos se trata de
regímenes monárquicos.

4.18. El Pacto Social: la Democracia, una breve excursión por


la realidad.
Otro si digo: desde antaño existen las corporaciones sociales y
para no ponerlas bajo el mismo rótulo reconozco además, la
vigencia de las organizaciones no gubernamentales, aunque en
últimas instancia son corporaciones civiles. Es indudable que su
vigencia está perfectamente fundamentada y es innegable que ellas
dan opinión y ejercen presión, es decir también tienen cierto poder
coercitivo. Quede en claro que no me refiero al factor de presión
individual, sea este persona o empresa. Reconocida esa presencia y
esa incidencia aceptemos que la Democracia, hasta ahora, no
contempla su eficaz inserción en el esquema gubernativo de
[Roberto A. Capriotti] 290

manera orgánica y si lo admite, lo hace de manera superficial. Esta


es una faceta aún no totalmente solventada por la Democracia
pero en las comunidades que son ejemplo de avanzada ya se han
realizado progresos sustanciales, entre ellos la participación de
cooperativas de diversa naturaleza insertadas en la relación entre
asociados y los estamentos gubernativos. Esta cuestión la he
puesto sobre la mesa de debate cuando en párrafos anteriores
aporté datos sobre las propuestas del filósofo Habermas. En
última instancia, reconozcamos que lo valioso es lo mucho que se
ha avanzado en la vigencia del Pacto Social Democrático, por
sobre los demás regímenes subsistentes.
291 [La Política. Lo que debe ser.]

5. El Estado Nacional.

En la etapa de los retoques finales de este ensayo decidí


extenderme sobre el tratamiento del tema del Estado Nacional
fuera del contexto del tema de la Nación. En principio estaba
englobado, dada su estrecha dependencia y correlación. Esto no
significa dividir las aguas y menos invertir el orden de prioridades.
Lo hago porque quiero poner cierto énfasis en el análisis de la
cuestión del Estado Nacional, ya que por su trascendencia política
merece un primer plano.

5.1. El Estado Nacional: una breve crónica sobre el Estado.


En una comunidad humana siempre, desde el origen de la
especie Homo, de forma esporádica en las instancias iniciales y con
las características de lo permanente en las fases posteriores, se hizo
necesario el ejercicio de una hegemonía y para ello se fue
generando de manera gradual un sistema de conducción política,
consecuente con el desarrollo psicosomático del Ser Humano.
Digamos que aparece y se desarrolla una organización de gobierno
para y por la comunidad y es así como toma forma el Estado para
ejercer la hegemonía en materia política. Fueron titulares del
protagonismo, allá muy lejos en el tiempo: un individuo, el más
apto por su capacidad física y mental, un grupo o consejo de los de
[Roberto A. Capriotti] 292

mayor edad y por lo tanto más experimentados. Por entonces


nuestra especie carecía del desarrollo intelectual como para esbozar
un esquema reglamentado y las formas sobrevivían porque la
tradición las transmitía de generación en generación. A posteriori,
cuando entran en escena las más primitivas tribus imperiales
aparecieron las primeras reglamentaciones que daban un sustento
de organización a las formas de la coerción interna y externa por
parte del Estado. Esa forma estadual primitiva que estaba al
servicio de los intereses de un círculo o estamento de personas, los
demás eran súbditos o esclavos, fue progresando como
consecuencia de la evolución humana, con multiplicidad de formas
pero con un sólo objetivo, servir al mayor número de integrantes
de su comunidad, hasta llegar a la forma actual del Estado
Nacional, que teóricamente es el leal interprete de las apetencias
del conglomerado humano que le da origen, sustento y legitimidad
y es el ejecutor de las acciones y procedimientos para la
satisfacción de tales apetencias. Está a la vista que la existencia del
Estado tenía vigencia, rudimentaria pero manifiesta, desde mucho
antes de que a Nicolás Maquiavelo, un protagonista de los pasos
iniciales del Renacimiento, se le ocurriera escribir un manual sobre
la materia. Me refiero a su obra El Príncipe (escrito en 1513 y
editado en 1532), muy influido por las prácticas de la Edad Media
puesto que dicha etapa del desenvolvimiento europeo recién
comenzaba a desdibujarse. La vida de Maquiavelo transcurre muy
encaballada sobre los finales de la Edad Media y el ingreso a las
novedosas, para aquel tiempo, ideas del Renacimiento. Esas
antiguas prácticas fueron sufriendo graduales variaciones pero
muchas de sus características son visibles en la etapa del
Absolutismo. En esa antigua versión del Estado, la relación del o
los gobernantes con la población era de mando-subordinación. En
el Estado Nacional la relación entre los mandatarios y el Pueblo es
de autoridad-consentimiento.
293 [La Política. Lo que debe ser.]

A continuación voy a insertar dos citas tardías y así las


denomino porque las agrego en los finales del proceso de revisión
de este ensayo, sobre las que no emitiré opinión pero que he
elegido como para que sirvan de apoyo para algunas de mis
afirmaciones o bien para contradecirme en otras.
Por una parte, C. Zulema Villena Salgado, una pensadora con
destacadas virtudes literarias, de nacionalidad mejicana, que
expresa su opinión sobre el origen del Estado49:
Introducción

Antes de iniciar el estudio de las características primordiales de las


primeras culturas y asentamientos humanos originarios de algunos
pueblos con características semejantes al Estado, debemos referirnos
como base a algunas manifestaciones del hombre en la antigüedad.

En primer lugar encontramos el sedentarismo, que fue la primera


manifestación de agrupación del hombre, debido a la búsqueda del
espíritu y la acción, ya que al vivir a merced de la naturaleza y en
condiciones extremadamente precarias, se vio en la necesidad de
organizarse en pequeños grupos y asentarse en un lugar, aprendiendo de
esta forma a convivir con más seres de su misma especie y repartiendo
deberes y obligaciones tales como el cultivo y la caza. Después, el mismo
hombre primitivo, aprendiendo a vivir en conjunto con otros seres,
forma la primera institución social: La Familia, cuya evolución es
importante por ser la primera unión con otros seres biológicamente
necesarios.

Nadie sabe en sí cuándo surge la familia como tal, por que no existen
modos, ni formas, ni medios con los cuales pueda estructurarse el
conocimiento de la familia primitiva, desde que un hombre empezó a
vivir con una mujer, hasta el nacimiento del primer hijo y su convivencia.

49Villena Salgado, Zulema C.: El origen del Estado. Consultado el 29 de marzo de 2011 en
www.monografias.com
[Roberto A. Capriotti] 294

Lo cierto es que marcó la pauta para la primera estructura social. Con el


tiempo, y con la ayuda del medio ambiente y la familia, se desarrollan
ciertas formas pre-estatales como: la banda y la tribu; la horda; la gens; el
clan y el tótem; el tabú; el carisma.

Cada uno con su forma de organización distinta. Citaré solo un


ejemplo de éstas y será a las Bandas. Éstas fueron los grupos locales,
integrados por un número de personas más o menos estable, poco
numerosos y compuestos por familias de bajo nivel cultural. El número
de miembros de una banda en territorios que ofrecen buenas
perspectivas puede llegar hasta 350 o 400 personas, pero se va
reduciendo este máximo según las condiciones hasta llegar a ser limitados
a 10 o 15, pero en realidad la cifra normal entre ese máximo y mínimo es
de aproximadamente 100 o 150 miembros. A la banda se le considera
como un grupo local primario, con su organización y población pobre,
pero no es la única forma pre-estatal que se conoce, como ya antes había
mencionado, sin embargo no abundaré más en este tema por falta de
espacio y entraré de lleno a lo que nos compete.

Conceptos previos de Estado

La palabra Estado en términos jurídico-políticos se le debe a


Maquiavelo, cuando introdujo esta palabra en su obra El Príncipe al decir:
"Los Estados y soberanías que han tenido y tiene autoridad sobre los
hombres, fueron y son, o repúblicas o principados. Los principados son,
o hereditarios con larga dinastía de príncipes, o nuevos; o completamente
nuevos, cual lo fue Milán para Francisco Sforza o miembros reunidos al
Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como el reino de
Nápoles respecto a la revolución de España. Los Estados así adquiridos,
o los gobernaba antes un príncipe, o gozaban de libertad, y se adquieren,
o con ajenas armas, o con las propias, por caso afortunado o por valor y
genio". Sin embargo, en términos generales se entiende por Estado a la
organización política y jurídica de un pueblo en un determinado territorio
y bajo un poder de mando según la razón.
295 [La Política. Lo que debe ser.]

Platón estima que la estructura del Estado y del individuo son iguales,
y con ello, analiza las partes y funciones del Estado y posteriormente, las
del ser humano, con lo cual establece el principio de Estado anterior al
hombre, porque, además, la estructura de aquél, aún siendo igual a la de
éste, es más objetiva o evidente. Aristóteles, por su parte, es más enfático
y declara que el Estado existe por naturaleza, y por tanto, es anterior al
hombre, no por ser éste autosuficiente y solo podrá serlo respecto al
todo, en cuando a su relación con las demás partes, complementando su
expresión al decir, en base a su Zoon Politikón, que quien no convive con
los demás en una comunidad, "o es una bestia, o es un dios".

Por su parte, Luis XIV rey de Francia, en la época del absolutismo se


atreve a decir la ya conocida frase "El Estado soy yo", que esto no
implica más que la falta de raciocinio en la que se vivía en ese tiempo,
indica solo la más pura esencia del absolutismo en sí, se tomaba al Estado
como un régimen político en el que una sola persona, el soberano, ejercía
el poder con carácter absoluto, sin límites jurídicos ni de ninguna otra
manera. El Estado no era sino una prolongación de las características
absolutas del rey en ese tiempo. Por otro lado, a la revolución Francesa
se le considera como la pauta principal del cambio de la evolución del
significado de la palabra Estado, pero eso lo veremos en otro apartado de
este escrito. Por el momento, daré un breve recorrido por los Estados
Antiguos.

Estados Antiguos

Tenemos en primer lugar al Estado egipcio y trataré de conceptuar a


Egipto, como una primera formación estatal. Más o menos hace más de
5 mil años, aparece la autoridad centralizada en el antiguo Egipto. Se
carece de los datos exactos para reconstruir aquél proceso de
centralización, sin embargo sabemos que era necesaria la presencia de un
gobierno de esta índole. Tenían un Estado personalizado, en el sentido
de que la concepción de la autoridad se identifica plenamente con su
depositario. La teoría del Estado egipcio se resumiría en que el Estado es
[Roberto A. Capriotti] 296

el faraón, afirmación que no solo es reconocida por el faraón mismo,


sino por todos los subordinados a éste.

Después en Grecia empezaré por especificar que su unidad política


básica fue la Polis. Su geografía determina el aislamiento territorial, tenían
una tecnología poco desarrollada en lo agrario y una población en
expansión. Los griegos tenían costumbres organizacionales, en las cuales
se permitía la participación en los asuntos públicos por medio de
asambleas y no presentan un alto sentido de centralización y
personalización de la autoridad. Su autoridad no estaba basada en una
sola persona, sino que se dividía en varios jefes y aún se reconocía el
"consejo de ancianos". Los teóricos políticos de esa época consideraban
al Estado por una parte como la ciudad o el sitio donde debe
desarrollarse la plenitud de la vida humana; por otro lado solo se referían
a las funciones públicas concedidas a cualquier ciudadano que pueda
realizarlas mediante la renovación de los cargos.

En Roma, el Estado aparece condicionado por las fuertes


interacciones de distintos grupos humanos. Surge por la necesidad de
imponer la autoridad central al pueblo. La formación de Roma como
Ciudad-Estado, parece determinada por la existencia de un Estado
anterior, el etrusco, cuyos orígenes se han perdido, pero que es posible
conjeturar como similar al desarrollo que se dio en Grecia.

¿Cómo llegamos al concepto de Estado?

Aún no conocemos con exactitud el origen de la palabra Estado,


desde el punto de vista jurídico-político, pero sí podemos afirmar que
equivale a la Polis o Ciudad-Estado. No es sino hasta la Edad Media,
cuando por primera vez surge el nombre statí, estado, término tomado y
sostenido por Maquiavelo, anteriormente citado. Los elementos del
Estado son: Pueblo, Territorio y Poder.

Ahora podemos decir que el Estado es una sociedad humana,


asentada de manera permanente en el territorio que le corresponde,
297 [La Política. Lo que debe ser.]

sujeta a un poder soberano que crea, define y aplica un orden jurídico


que estructura la sociedad estatal para obtener el bien público temporal
de sus componentes.

Muchos autores aseguran que el poder y el gobierno son sinónimos,


sin embargo nos damos cuenta que no es así, para muchos, el poder
significa ser ley, ser total, y el gobierno no lo es así, el gobierno es regido
por el pueblo y para el pueblo, pero tomaremos al poder como un
elemento del Estado.

Elementos del Estado

Como Pueblo entendemos al compuesto social de los procesos de


asociación en el emplazamiento cultural y superficial, o el factor básico
de la sociedad, o una constante universal en el mundo que se caracteriza
por las variables históricas. El principal valor del pueblo está en su
universalidad. No habrá Estado si no existe el pueblo y viceversa.

Al Poder lo entendemos como la capacidad o autoridad de dominio,


freno y control a los seres humanos, con objeto de limitar su libertad y
reglamentar su actividad. Este poder puede ser por uso de la fuerza, la
coerción, voluntaria, o por diversas causas, pero en toda relación social,
el poder presupone la existencia de una subordinación de orden
jerárquico de competencias o cooperación reglamentadas. Toda sociedad,
no puede existir sin un poder, absolutamente necesario para alcanzar
todos sus fines propuestos.

El Territorio es el último elemento constitutivo del Estado. Francisco


Pérez Porrúa lo considera como el elemento físico de primer orden para
que surja y se conserve el Estado, pero agrega "La formación estatal
misma supone un territorio. Sin la existencia de éste no podrá haber
Estado". Por otro lado, Ignacio Burgoa afirma "Como elemento del
Estado, el territorio es el espacio dentro del cual se ejerce el poder estatal
o ‘imperium’. Como esfera de competencia el Estado delimita
[Roberto A. Capriotti] 298

espacialmente la independencia de éste frente a otros Estados, es el suelo


dentro del que los gobernantes ejercen sus funciones."

La revolución francesa, el origen del Estado moderno

Desde el atropello del "El estado soy yo" manifestado como el más
nocivo absolutismo, el pueblo sintió la negación total de sus derechos y
rotos todos sus principios e ideales, es ahí donde empieza a crecer el
resentimiento y surge poco a poco la semilla de la rebelión, y ésta había
de manifestarse con toda su violencia y hacer explosión, para culminar el
14 de Julio de 1789. La revolución dio paso a nuevas formas, con todas
sus naturales e impropias acciones excesivas cometidas. La mayor
aportación que este levantamiento dio, fue la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano, que se fundamentó en la teoría de
Jean Jacob Rousseau, que escribió en su obra El Contrato Social.

El año de 1789 es de primordial importancia en sus manifestaciones,


por que los rumbos señalados cambiarán al mando en sus
procedimientos y formas gubernamentales, y también en la nueva
concepción del hombre, que se convirtió en ciudadano para ayudar a los
fines del Estado, los fines de un nuevo Estado nacido de la sangre de
muchas personas, de un Estado que surge de las cenizas del despotismo y
la crueldad: El Estado Moderno de Derecho.

Características del Estado moderno

Las características del Estado Moderno son las siguientes:

• Una cierta entidad territorial. Ésta se refiere al medio físico que es


necesaria para la sustentación del Estado y debe ser una magnitud tal que
no convierta en demasiado pesadas las tareas que el Estado debe
afrontar.

• Establecimiento de un poder central suficientemente fuerte. Se logra


suprimir o reducir drásticamente a los antiguos poderes feudales, entre
299 [La Política. Lo que debe ser.]

ellos el propio poder de la iglesia, que se vincula a lo que actualmente


llamaríamos al proyecto de Estado Nacional.

• Creación de una infraestructura administrativa, financiera, militar y


diplomática. Se desarrolla una burocracia administrativa que trabaja
impersonalmente para el Estado. Burocracia y capacidad financiera se
retroalimentan. La obtención y administración de recursos exige personal
dedicado por completo a estas tareas. La diplomacia se convierte en un
instrumento indispensable para las relaciones con las demás entidades
estatales que constituyen un sistema en su conjunto.

• Consolidación de la unidad económica. El Estado debe ser capaz de


regular y dirigir la economía en su propio seno, y con respecto al exterior,
implantar un sistema aduanal y normas precisas que controlen la entrada
y salida de bienes.

El Estado a la luz de la Constitución Política Mexicana

En el artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos podemos ver los elementos del Estado Mexicano, el artículo
dice: La soberanía Nacional reside esencial y originariamente en el Pueblo. Todo
Poder Público dimana del Pueblo y se instituye para beneficio de este. El Pueblo tiene
todo el tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
De ahí desprendemos los elementos que son: Soberanía, Pueblo, Poder
Público, Derecho a alterar y modificar, la forma de gobierno.

Conclusiones

Hemos visto poco a poco como se va consolidando el Estado a


través de la historia y aprendimos la manera tan diversa de ver a esta
institución por muchos autores, pero a final de cuentas, podemos
hacernos una idea de lo que es el Estado. Mi definición sería la siguiente:

El Estado es una organización jurídico-política que está autorizada a


ejercer la fuerza para tener el control de los miembros de la sociedad.
[Roberto A. Capriotti] 300

Dicho Estado no puede funcionar sin tres elementos fundamentales


que son: Pueblo, territorio y poder. Así pues dada la definición de Estado
según mi entendimiento puedo concluir este trabajo para la búsqueda de
nuevas y mejores reflexiones acerca de lo que es la organización de
nuestro país a través de la historia y sus consecuencias en el territorio
mexicano.

Anexo. Factores reales de Poder.

Los factores reales de poder siempre han existido y existirán en toda


sociedad humana, los factores reales de poder que rigen en el seno de
cada sociedad son una fuerza activa y eficaz que informa todas las leyes e
instituciones jurídicas de la sociedad en cuestión, haciendo que no
puedan ser. La experiencia histórica nos revela el hecho de factores
dados en la Constitución real y teleológica de las sociedades humanas
como elementos condicionantes del derecho, en la inteligencia de que el
predominio de una clase social y económica determinada, en un
momento cierto de la vida de un país, es causa primordial de la tónica
ideológica que presente la Constitución jurídico-positiva de un Estado
específico. Los factores reales de poder son aquellos a los que la gente
está supeditada, todos aquellos poderes que rigen nuestra sociedad y la
vida político-jurídica de un país.

Por otra parte, Javier Echegoyen Olleta expone lo siguiente


sobre Platón y el Estado50:
Platón, como el resto de filósofos griegos, considerará que el hombre es
un ser social por naturaleza; y es este hecho lo que explica la aparición
del Estado. Dada la gran importancia que otorga al Estado en la
educación, vida buena y felicidad del individuo no es extraño que la obra
platónica más importante, República, sea principalmente de filosofía
política. Pero no fue este su único escrito sobre los asuntos políticos pues

50 Echegoyen Olleta, Javier (1997): Historia de la Filosofía. Vol. 1: Filosofía Griega. Los griegos y

La Política: Platón. Madrid: Editorial Edinumen. Consultado en Internet el 29 de marzo de 2011.


301 [La Política. Lo que debe ser.]

al final de su vida escribió también Leyes. En relación con el tema de las


formas políticas y el estado ideal, Platón mantiene puntos de vista
distintos en estas dos obras:

FORMAS POLÍTICAS
(Descripción en República)
FORMA POLÍTICA IDEAL
República: gobierno de los filósofos, es el Estado ideal, casi inalcanzable

(Descripción en Leyes)

VALORACIÓN DE LAS FORMAS POLÍTICAS DESDE UN PUNTO DE


VISTA MAS REALISTA

Monarquía o
Timocracia Oligarquía Democracia Tiranía
Aristocracia
Gobierno de un
Gobierno del
Dominio de la Dominio de una Gobierno del individuo
mejor o de los
clase militar minoría ambiciosa pueblo preocupado por
mejores
su propio interés

Peor que la
La forma más El gobierno más
Degeneración de timocracia, Todos legislan y
perfecta de injusto, bajo y
la aristocracia gobierno de los mandan a la vez
gobierno degenerado
ricos

5.2. El Estado Nacional: opiniones divergentes.


Algunos autores usan la expresión Estado-Nación, dándole el
carácter de equivalencia con el concepto la Nación. Según mi
modesto criterio conviene majar, esto es separar la paja del grano,
para evitar confusiones. Cuando me refiero a la Nación estoy
mencionando con dicho vocablo a un subproducto cultural
humano, resultado a su vez de un genuino producto cultural que es
el nacionalismo, la forma de la convivencia del Ser Humano más
moderna, actualizada con el nivel más elevado de su evolución
[Roberto A. Capriotti] 302

hasta el momento. El Estado Nacional es uno de los elementos


característicos de la forma de convivencia denominada Nación, es
su fachada u organización jurídica y política.
Plantear la ecuación Estado-Nación es subordinar un concepto
primario a uno de sus elementos componentes. Es no saber
interpretar adecuadamente el proceso de desenvolvimiento de las
comunidades en su pasaje del Estadio Tribal al Estadio Nacional.
La confusión surge porque en la forma tribal existía y existe el
Estado pero con otras formas, con otras características que no
hacen posible las analogías. En el Estadio Tribal el Estado o mejor
dicho quien o quienes ocupan los estamentos estaduales juegan, ya
sea un individuo o un conjunto de ellos, un manifiesto rol de
preponderancia sobre la población y en la Nación el Poder lo
titulariza el Pueblo y lo ejerce a través de sus representantes.
El Estado adquiere perfiles bastante más definidos cuando el
Estadio Tribal ingresa en sus etapas más complejas y más que
subsiste, persiste, como una cuestión necesaria en la lógica
continuidad del proceso del desarrollo intelectual del Ser Humano
y esa evolución es gradual pero nos permite ver en el presente
cambios tan radicales que resulta difícil establecer un parentesco
entre dicha instancia estadual y la forma que adquiere el Estado
cuando nuestra especie ingresa en las instancias de convivencia con
las características de la Nación. Es en esta última etapa donde
aparecen facetas del Estado que crean la sensación de una
auténtica subversión de los valores hasta entonces vigentes. De esa
subversión es de lo que hablaremos en este capítulo. El concepto
principal es la Nación y resulta mucho más amplio, mucho más
abarcador que el concepto Estado Nacional, uno de los elementos
componentes, que tiene importancia capital pero que no es el
único ni suficiente para la vigencia del concepto abarcador, la
Nación.
303 [La Política. Lo que debe ser.]

5.3. El Estado Nacional: la repetición de conceptos ya


vertidos.
En este ensayo y en los temas ya expuestos antes de éste hice
varias referencias, como es natural, al Estado Nacional y pretendo
repetirlas en este subtítulo, en una seguidilla, como para que no
pasen desapercibidas en la maraña de la exposición. Además para
que ese conjunto le agregue coherencia al discurso. Dichas citas
constituyen mis puntos de vista sobre la existencia y la vigencia del
Estado Nacional, en la forma de convivencia humana que
denominamos la Nación.
En el tema 2, el Hombre, en un párrafo sostuve (p. 98):
El Estado Nacional todavía responde, en muchísimos casos, a los
sectores preponderantes y esto nos demuestra que la Nación está en una
de sus instancias primitivas y la Democracia se muestra aún en sus
formas rudimentarias.

En un momento en que me refería a algunas características que


nos denunciaba el acceso del Ser Humano a la instancia nacional,
también en el tema 2, el Hombre, dije (p. 113)
A partir de allí, a partir del acceso del Ser Humano a la condición
nacional, que es cuando aparecen en escena el Pueblo y el Pacto Social, la
comunidad no está gobernada por las formas de la naturaleza
propiamente dichas o por un individuo o grupo de individuos que
imponen su voluntad y conveniencia, sino por la voluntad general de los
propios seres humanos. El Estado Nacional, una resultante del Pacto
Social, una consecuencia de la voluntad general, es el árbitro impersonal y
último de los asuntos humanos. El Pueblo se convierte en el Soberano
porque es el Pacto Social el que le permite jugar ese rol preeminente.

Más adelante, en el mismo capítulo, enfaticé (p. 180):


[Roberto A. Capriotti] 304

Ya no basta la igualdad de oportunidades si no está acompañada por la


erradicación de las desigualdades sociales artificiales. La igualdad no es
posible si no existe una deliberada acción de apoyo. Existen hoy día y
tienen un generalizado asentimiento, derechos ciudadanos que son
universales, cuyo retaceo es una flagrante contradicción. La acción re-
distributiva mínima es la de asegurar la vigencia de esos mínimos
derechos y ella es una de las funciones irrenunciables del Estado
Nacional y también, como en el caso del desarrollo económico, nace de
una actitud deliberada. Concretar la aspiración de que el Estado Nacional
se convierta en una herramienta eficaz para impulsar una política
progresista y de relevante sentido social es una de las responsabilidades
ecuménicas de la Política.

En el tema 3, la Nación, en los párrafos en que mencionaba las


cuestiones esenciales que definen a una Nación Desarrollada,
sostuve (p. 185):
El poder coercitivo de un Estado Nacional independiente, responsable
de un buen equilibrio entre los sectores, se usa para el beneficio de la
comunidad nacional en su conjunto. El Estado Nacional garantiza la
paridad política, el imperio de la ley, la modernización y la movilidad
social, una redistribución equitativa de la riqueza y la justa valorización
del trabajo humano como una de las principales manifestaciones de esa
llamada redistribución, además de la libertad individual y la libre
expresión de las ideas.

En otros párrafos del tratamiento del tema 3, la Nación y cuando


precisamente hacía mención del caso del Estado Benefactor,
agregué (p. 191):
Lo dicho vuelve a un primer plano aquel concepto político fundamental,
un Estado Nacional activo, al frente de los acontecimientos y no a la
zaga, para tomar las adecuadas medidas preventivas y no solamente
socorrer con meros paliativos.
305 [La Política. Lo que debe ser.]

En el mismo capítulo, también dije (p. 199):


El Estado Nacional es una gran herramienta para impulsar y regular las
diversas etapas, desde la primera a la última y fundamentalmente para
mantener vigente las condiciones que posibiliten el Bienestar General de
manera estable.

En otro párrafo, afirmé:


En esa diversidad de planteos a la que he aludido existe un denominador
común para muchos de los casos: una actitud deliberada y la acción del
Estado Nacional para avanzar hacia el Bienestar General. Ni la huída
propia del Estado desertor del primitivo liberalismo por un extremo, ni el
agobio del Estado castrador de los totalitarismos, por el otro.

Cuando hube de transitar el camino para volcar mis ideas sobre


lo que denominamos Pueblo, en el tema 4 sostuve (p. 238):
En esa instancia nacional, el Pueblo es el Soberano, es decir detenta el
Poder. Es él quien en el ejercicio del Poder constituyente, dispone la
organización del Estado Nacional. Establece la forma en que
determinados ciudadanos encarnarán en los hechos las responsabilidades
de ese Estado o mejor dicho, ellos serán los titulares de la acción
gubernativa.

El Estado Nacional no manda, ejerce su autoridad de gobierno por


delegación del Pueblo y el individuo otorga su consentimiento a ese
ejercicio de responsabilidades, porque esa ha sido su voluntad como
parte de la voluntad general.

Cuando en mi análisis del tema del Pacto Social me detuve a


exponer la íntima relación entre la evolución de una comunidad y
el Pacto Social que resulta de esa evolución, también fui
desgranando algunas apreciaciones sobre el Estado Nacional, en
los siguientes términos (p. 257):
[Roberto A. Capriotti] 306

El auténtico protagonismo y modernización del Pacto Social constituye


la medida en que la forma Nación va sustituyendo a la forma Tribal o
bien como una Nación va ascendiendo hacia otra forma de Nación de
mayor rango y el grado de Bienestar General es la más eficaz de las
muestras. En el caso de la Tribu, el Estado existe en una forma
rudimentaria y consiste principalmente en una organización para la
coerción en beneficio del sector hegemónico. El rol del Estado Nacional
es el otro ingrediente que nos facilita la tarea de analizar el grado de
evolución de una comunidad. En el caso de la Nación Subpotencia, en el
de la potencia o en la superpotencia, el Estado Nacional está definido y
organizado pero no cumple acabadamente con su función de árbitro
eficaz y la elite que ejerce el poder político se subordina en pequeña o en
gran medida a las necesidades de ciertos sectores sociales o juega a la
imparcialidad, a sabiendas de que la imparcialidad suya favorece al juego
de los privilegiados políticamente y de los económicamente poderosos.
Por último, en la Nación desarrollada el Estado Nacional está definido y
organizado de manera equilibrada, garantiza el Bienestar General y la elite
política que acciona los mecanismos del poder se subordina al mandato
de un Pacto Social modernizado y por lo tanto dicho estado es
protagonista y cumple con el rol fundamental que le asigna dicho
contrato. Las características del Pacto Social y el rol que juega el Estado
Nacional en una comunidad determinada nos permite evaluar el grado de
evolución de esa comunidad y lo que también es importante, en que
categoría de Nación está involucrada.

Cuando más se aproxima el carácter del Estado Nacional a los requisitos


anteriormente repetidos, más cercana está la comunidad humana
otorgante, de constituir una Nación Desarrollada. La repetición efectuada
en los párrafos anteriores puede considerarse redundante. Lo es, pero no
daña y es más, le dan consistencia.
307 [La Política. Lo que debe ser.]

5.4. El Estado Nacional: ensayo sobre una definición.


El Estado Nacional es el albacea del Contrato o Pacto Social y
es allí donde se origina la necesidad de una organización que a su
vez supone un orden y ambas cosas exigen una conducción, lo que
se refleja en el breviario del contrato que es la Constitución. Esa
organización contempla los distintos factores del ejercicio del
Poder Político, el factor político-jurídico, el factor administrativo y
el factor social. En esencia es el Pueblo el que transfiere la
responsabilidad de efectivizar determinados aspectos del Pacto
Social en manos de un administrador, el Estado Nacional.
El Estado Nacional comienza a delinearse bajo el imperio del
Pacto Social Absolutista, con todas las salvedades que corresponde
y es con el Pacto Social Liberal cuando adquiere la categoría de
Estado Nacional y luego accede a su versión moderna con el Pacto
Social Democrático. El Estado Nacional tiene una finalidad, servir
a la comunidad humana que le da origen. Esa finalidad tiene las
características de lo permanente y cuando se distorsiona ese fin de
servicio y se cambia o se restringe la cantidad de destinatarios, sin
duda, estamos frente a una desviación o degeneración política o
mejor dicho, nos encontramos con una comunidad que aún no ha
llegado a la instancia del Pacto Social Democrático y en
consecuencia no ha alcanzado el grado de Nación Desarrollada.
La Constitución permite la encarnadura, en algunos
componentes de la comunidad, de las responsabilidades del Estado
Nacional. Ello origina la presencia de una elite que ejercita la
Política y organizaciones de neto fin político que elaboren y
expliciten propuestas y también efectúen la oferta de postulantes
para que los integrantes de la comunidad puedan ejercer su
derecho a elegir. Así llegamos al tema del dirigente político y de los
partidos políticos. Y dentro de este tema no puedo soslayar decir
algunas cosas sobre las personas que ejercen las magistraturas
[Roberto A. Capriotti] 308

civiles, las que ocupan las distintas celdas de responsabilidades que


componen la estructura político-jurídica de una Nación, el Estado
Nacional. Lo planteo, como lo vengo diciendo en todo el
transcurso de este trabajo, desde el punto de vista ideal para que
sirva de punto de referencia, no como destino definitivo de llegada
porque esta instancia siempre se va perfeccionando y entonces
siempre, para bien de la humanidad, existe una posibilidad de
perfeccionamiento futura. Se repite la figura de la presencia del
horizonte, en la misma medida que vamos avanzando el horizonte
se desplaza. Seres humanos, de carne y huesos, indudablemente
líderes políticos, gente que interpreta o expresa con acierto las
apetencias del Pueblo, mandatarios que han recibido un mandato
que se define en pocas palabras, bregar por el Bienestar General de
la comunidad nacional. Esto también vale para el caso de los
estamentos de administración de justicia del Estado Nacional.
Mayúscula es la responsabilidad, tanto como la confianza de que es
depositario y por ello la vocación de servicio y la idoneidad son
requisitos previos. Hasta aquí la definición ideal de los mandatarios
políticos de una Nación. Mandatarios ideales para una nación ideal.
Para la realidad basta decir que el mandatario de una Nación es la
resultante del grado de evolución de su comunidad. Aquello tan
viejo de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen es
una definición certera, muy bien elaborada. La forma y el estilo de
un gobierno tienen que ver con el Pueblo que le da origen. Hay
una coherente relación entre las modalidades naturales, las
costumbres y las condiciones económicas y sociales de éste último
con la de los magistrados gubernativos y su desempeño.

5.5. El Estado Nacional: la revolución desde arriba.


Quiero aprovechar esta ocasión para exponer mi concepto
sobre una cuestión que la jerga política denomina la revolución desde
309 [La Política. Lo que debe ser.]

arriba. Esto no tiene que ver con la revolución, puesto que ésta
siempre va de abajo-arriba en contra del poder coercitivo de un
Estado obsoleto que impide la evolución. En el caso apuntado se
trata de la circunstancia en que se utiliza el poder coercitivo del
Estado Nacional para vencer el entramado de intereses de diversa
naturaleza, pero fundamentalmente económicos, sociales,
burocráticos, que obstaculiza la vigencia práctica y plena del Pacto
Social que el Pueblo concibe, es decir permitir el correcto curso de
los canales evolutivos. Por lo tanto creo que lo anterior es una
lógica reforma y no es revolución. Esto es una positiva y loable
acción política para vencer a la máquina de impedir, para librar a la
senda de la nacionalidad de los obstáculos que crea la contra-
evolución. Esta gestión gubernativa supera el estancamiento o el
paso atrás. El poder coercitivo del Estado Nacional es herramienta
eficaz para esta gestión, pero cuidado porque también sirve para la
acción política inversa, aquella que dificulta la correcta vigencia del
pacto social, es decir la contra-evolución. En una circunstancia
como la última descripta no estamos en presencia de la acción de
un auténtico Estado Nacional, sino que se produce una regresión
al Estado Tribal.

5.6. El Estado Nacional: la forma de gobierno, los partidos


políticos y los dirigentes y militantes políticos.
Vayamos a uno de los aspectos del Pacto Social Democrático, la
forma de gobierno. En esa forma de gobierno hay tres elementos
fundamentales: uno es la división de poderes que le viene por
herencia paterna, es decir que deriva del Pacto Social Liberal y cuya
forma se explicita en los tiempos actuales en el texto
constitucional. Otro es la existencia de agrupamientos humanos
concretos, entidades políticas, partidos políticos compuestos por
dirigentes y militantes, entes con reconocimiento de personería
[Roberto A. Capriotti] 310

jurídica y política, que actúan para proponer a las personas para


integrar el gobierno y que se ocupan esencialmente de elaborar las
bases doctrinarias y los programas de la acción de gobierno. El
tercer elemento, dije, es el sufragio, el medio o el mecanismo de
elección por la ciudadanía de los representantes que habrán de
integrar los poderes gubernativos.
En el caso de la división de poderes el criterio generalizado es la
división tripartita y la independencia entre pares. Esto de la
paridad, al día de hoy, me despierta la idea de la obsolescencia.
Para mi manera de ver las cosas, el ejercicio del poder político
reside en el parlamento, puesto que la función legislativa está
íntimamente ligada al Poder Constituyente, que el Pueblo se
reserva para sí. La función parlamentaria es complementaria de esa
función constituyente, es un poco como su prolongación y de esto
deriva mi inclinación por la preeminencia del Parlamento en la
división de poderes. El representante del Pueblo por excelencia es
el Parlamentario. El Parlamento es el que debe disponer las
designaciones de los componentes de los otros poderes. Además y
como cuestión fundamental, se concreta bajo esta fórmula el
principio de la diversidad de las representaciones, la presencia
opositora, componente también esencial de la forma de gobierno
bajo el Pacto Social Democrático. Para mi modesto entender, en la
plena vigencia del Pacto Social Democrático adquiere gran
magnitud el hecho de proveer a la cobertura de las
responsabilidades políticas en la función del gobierno. El Pueblo
elige a sus representantes, los integrantes del Parlamento, que
asumirán el mandato de producir actos que conduzcan a mejorar
las condiciones de vida y de desenvolvimiento de la comunidad y
además proveer a la encarnadura de la estructura administrativa-
funcional del Estado Nacional.
Para que el Pueblo pueda elegir a sus representantes deben
establecerse los instrumentos eficaces para tales fines: los
311 [La Política. Lo que debe ser.]

mecanismos de elección de los gobernantes y la vigencia de su


complemento directo, los partidos políticos. Los partidos políticos
ofrecerán el discurso para que el Pueblo encuentre reflejado en él
las propuestas para satisfacer sus aspiraciones y además a los
postulantes para cubrir las responsabilidades representativas y
gubernativas. El partido político es una herramienta y no lo digo
con el criterio de quien hace referencia a un accesorio sino con el
afán de demostrar que es un medio pero de fundamental
magnitud. Tanta importancia tiene que sin esa herramienta existe
una labor que no se puede concretar, en el terreno de la vigencia
del Pacto Social Democrático, que es aquella de que el Pueblo
ejercite su facultad de selección para asignar a personas concretas,
o grupo de ellas, las responsabilidades gubernativas, pero allí no
concluye la función del partido político también es de su órbita
proveer a la existencia de la oposición, como ya lo insinuara, que
constituye otra de las claves del auténtico ejercicio del Pacto Social
Democrático. El partido político entiende en todo lo que sean los
aspectos electorales del ejercicio del Poder por parte del Pueblo.
Estos servicios al Soberano, al Pueblo, corresponden a la órbita
de los partidos políticos, de allí surge su fundamental importancia y
el hecho de que tienen que tener jerarquía constitucional. Al
aparecer la verdadera dimensión del partido político es cuando y
donde tallan el dirigente y el militante político, el componente
humano del partido político. Como en el transcurso de este ensayo
se ha optado por fijar metas ideales o bien exponer sobre lo que
debe ser aprovecharé para hacer referencia al dirigente político y su
lógica consecuencia cuando asume el timón del gobierno, el
estadista. Dirigente político y estadista actúan en un marco que es
la realidad de la vida comunitaria a la que pertenecen. Esa realidad
es lo que es y el político o el estadista deben tener una aguda
percepción de la naturaleza de lo que ocurre a su alrededor. Esa
aguda percepción requiere antes que nada, estar dotado de sentido
común. Esta es la ley primera, la regla de oro. Además el sentido
[Roberto A. Capriotti] 312

común debe estar aderezado como mínimo con: la sabiduría, que


tiene una significación mucho más elevada que el limitado
concepto del conocimiento especializado, el talento que tiene un
parentesco muy cercano con la imaginación, la paciencia, el
patriotismo y todo eso como si fuera un piso. Si en algún caso
mengua el conocimiento, éste se puede adquirir acudiendo al
concurso de los especialistas en las diversas y complejas materias
que hoy componen la vida comunitaria. ¡Cuidado con dejar en
manos del especialista la elección del rumbo, esto es privativo del
buen olfato del buen político! Si así ocurriera, queda en claro que el
político no tiene la talla suficiente para afrontar la responsabilidad.

5.7. El Estado Nacional: la participación de las minorías en


el gobierno.
El hecho de adoptarse las decisiones según la voluntad de la
mayoría no significa que se prescinda de la minoría. La minoría
ejercita la fundamental función que le corresponde en la
representación de la soberanía popular, al desempeñar las
funciones de crítica y control que incumben a la oposición.
Ejercita además el derecho expectativo de convertirse
eventualmente en mayoría. Casi todos los sistemas electorales
confieren a la minoría un margen específico de representación en
los parlamentos u otros cuerpos colegiados.
313 [La Política. Lo que debe ser.]

6. La Política y las Ciencias Afines.

Ahora detengámonos en la última estación del recorrido que me


propuse al inicio: la Política y las Ciencias Afines.
La Política no es una ciencia, lo he dicho anteriormente, pero
un número amplio de ciencias son concurrentes para con la
Política. Hay un conjunto de ellas que concurren a la Política,
como los afluentes a un cauce principal creando una relación muy
compacta entre las mismas: la Historia, la Sociología, la Economía,
la Biología, la Antropología, las Ciencias del Derecho y de la
Administración, por mencionar las principales. Ellas son las que
aportan los conocimientos, las interpretaciones, los análisis para
construir la base de sustentación, los cimientos de la Política.
Entre esas muchas ciencias que hacen sus aportes quisiera
reflexionar sobre una de ellas, la Historia. ¿Por qué precisamente la
Historia? Porque me complace, me siento cómodo y feliz
adentrándome en el análisis histórico como otros lo harán con
otras disciplinas y dentro de esa inclinación apunto mi especial
predilección por la historia de mi país. Al día de hoy, todavía no
tengo la certeza de sí mi preocupación por la Historia Argentina es
una cuestión vocacional o un hábito adquirido. La confidencia
merece una explicación porque si no aparecería como una
incongruencia en mitad de este discurso. La militancia política me
[Roberto A. Capriotti] 314

llevó, desde los años de la adolescencia, al contacto asiduo con la


Historia Nacional. Pensaba y pienso que el militante político y más
aún el dirigente político, debe ser un estudioso de la Historia de la
comunidad a la que pertenece. Por ese camino tendrá la
oportunidad de acceder a los vericuetos del temperamento de
dicho grupo humano. Nadie puede pretender conducir
cabalmente, con sapiencia y eficacia, a una sociedad humana
determinada si no conoce con abundancia su Historia. Por eso a
menudo se me ocurre pensar que me quedó la costumbre de
estudiar la Historia y analizar y replantear sus conclusiones. Por
ello me declaro impotente para ahondar en el origen de mi
adicción.

6.1. La Historia como Ciencia.


Son variadas las ciencias que se ocupan del Ser Humano,
algunas específicamente y otras como si fuera una parte de algo
más amplio. No es factible, por la naturaleza de este trabajo y por
las limitaciones que me impone mi falta de especialización, que
haga un pormenorizado detalle de las materias de cada una de esas
ciencias, pero si es posible que remarque lo que muchos han dicho:
una ciencia se justifica, tiene razón de ser, cuando posee un campo
de estudio bien definido. Deseo que la Historia tenga un espacio
de estudio bien concreto. Las tesis sobre el alcance de esta ciencia
han sufrido muchas variantes en consonancia con la
profundización del conocimiento humano y sobre todo en la
medida que ese conocimiento se hace más copioso y obliga a la
especialización. Hoy, los campos del conocimiento humano son
tan numerosos y cada uno de ellos tan amplio, que no basta una
sola mente para abarcarlos en conjunto sino que es indispensable
la aparición del especialista para cada disciplina. También a la
Historia le ha llegado la hora de discurrir sobre una materia de
315 [La Política. Lo que debe ser.]

carácter específico. Estoy convencido de que hay que darle


contornos visibles, no difusos, al campo que es el objeto del
estudio por la Ciencia Histórica. Puesto a determinar un objeto
con las características de lo homogéneo para la Ciencia Histórica,
me decido prontamente por sostener que dicho objeto es el
estudio particular del desenvolvimiento pasado de una Comunidad
Humana determinada, individualizada con características y nombre
propio. Por lo tanto deben existir tantas Historias como
Comunidades Humanas estuvieron o están vigentes en nuestro
Planeta Tierra. Esto tiene que ver directa y específicamente con la
evolución del ser humano, porque el ser humano se ha
desarrollado en compartimentos, en unidades de desenvolvimiento
y entonces que mejor que enfocar la lente de la Historia sobre una
tan importante cuestión, la unidad de desenvolvimiento del Ser
Humano. Esta propuesta nos obliga a estudiar parcialidades o sea
cada una de las unidades de desenvolvimiento del Ser Humano. La
Historia se regodea cuando percibe el olor a Ser Humano, en tanto
y en cuanto esté inmerso en una comunidad, como actor de la vida
comunitaria y no individualmente y lo dicho significa reconocer
que le es afín el concepto del Hombre Político. El Hombre Político
aparece en la medida que la especie comenzó a tener la forma de
un grupo de congéneres con una capacidad psicosomática que le
permite existir y no sólo subsistir como en sus etapas primitivas,
apenas desprendido de su tronco ancestral. Un grupo dinámico y
con conciencia de sus objetivos, que no sólo persigue la
supervivencia, sino que actúa y vive en una dimensión que no es
solamente existir. El Ser Humano ya no sólo existe sino que vive.
Esas condiciones comienzan a aflorar en las etapas en que el Ser
Humano se organiza en comunidades que ya exhibían la forma de
la Tribu. La Historia es la ciencia que se ocupa de describir el
desenvolvimiento de una Comunidad Humana determinada,
durante todo el ciclo de su vigencia como tal. Si el estudio o
análisis incluye a más de una comunidad humana determinada, que
[Roberto A. Capriotti] 316

posee nombre propio, es una Crónica. Para sostener que se hace


Historia, la referencia estará dirigida a una determinada comunidad
humana. Por lo dicho sostengo, que no es lógico estructurar,
plantear o elaborar una Historia Universal, pero si es factible
estructurar, plantear o elaborar una Crónica Universal.

6.2. La Historia con mayúscula o la historia con minúscula.


Según la definición clásica, la Historia es visión retrospectiva
sobre los más diversos asuntos y temas. Esa es la historia con
minúscula. La Historia con mayúscula, que cumple los requisitos para
adquirir la condición de una ciencia por excelencia, debe centrar su
mira en un tema concreto: el estudio del desenvolvimiento del
pasado de una comunidad humana determinada. Para todo aquello
que se denomina como la historia con minúscula me inclino por
aconsejar el nombre más apropiado de la Crónica. Siguiendo con el
razonamiento que he expresado es posible hacer la Historia de la
Tribu de los Romanos, la Historia de la Nación Argentina, la
Historia de la Nación China y por el otro lado es factible realizar la
Crónica de la Literatura Española, la Crónica del Arte Etrusco, la
Crónica del Derecho Romano. Lo que resulta equivocado es
pretender hacer una Historia Universal, sólo es factible efectuar
una Crónica Universal.

6.3. No existe la Historia Universal con carácter científico.


No es razonablemente posible la Historia Universal, por lo
menos científicamente. Para ser ciencia, una disciplina intelectual,
debe cumplir con el requisito de la homogeneidad. La pretendida
Historia Universal es una auténtica mezcla, el resultado
heterogéneo de la yuxtaposición de Historias Tribales y
Nacionales. La especie humana se ha desarrollado en parcialidades.
317 [La Política. Lo que debe ser.]

El estudio de ese desarrollo, para que resulte lógico, tendrá que ser
estudiado parcialidad por parcialidad. Quienes presenten o hayan
presentado un estudio bajo el rótulo de Historia Universal, que
aparezca como uniforme, homogéneo, seguramente habrán
suprimido, deliberadamente o no, capítulos o acontecimientos
fundamentales de pocas o muchas comunidades. De esa manera
mientras se quita protagonismo a algunas comunidades se le da
supremacía o prioridad a los actos de otras. El pretendido
historiador estará legalizando o pretendiendo hacer, bajo la forma
de la ciencia, una interpretación imperialista del desenvolvimiento
pasado de las comunidades humanas. Esta es una inclinación
manifiesta en los estudiosos de la materia de origen europeo y ello
tiene que ver con el pasado hegemónico de Comunidades
Humanas de Europa en materia imperialista. Es cierta y es válida,
es un dato objetivo de la realidad, la acción y la interacción entre
Comunidades Humanas, pero de allí a hacer universal la visión
retrospectiva del desenvolvimiento humano, cuando éste se ha
realizado y se realiza fragmentariamente, en unidades de
desenvolvimiento, es otro cantar. Unificar ese desarrollo bajo una
sola mirada da lugar a que la visión sea muy distorsionada. Esa
mirada universal del desenvolvimiento humano no pertenece a la
Historia. Ese estudio del quehacer universal de las comunidades
humanas requiere pasar a segundo plano las acciones de ciertas
comunidades, para lograr la coherencia y la homogeneidad. Si se
les da trato equitativo, el resultado es heterogéneo y por lo tanto
arrastra un pecado capital para ser ciencia, su objeto no es
homogéneo. Esa puede ser la visión política de determinadas
comunidades hegemónicas, pero no una interpretación científica.
Ello es renunciar a la verdad histórica, a la autenticidad del relato
histórico.
[Roberto A. Capriotti] 318

6.4. La Historia y la Sociología.


Y ahora quiero tocar tangencialmente otra generalizada
controversia y es la que se refiere a la habitual colisión entre
historiadores y sociólogos. La Historia y la Sociología no chocan,
son los hacedores de ambas ciencias los que se contraponen al
invadirse sus sendos terrenos de investigación y de interpretación.
La invasión no es un pecado en la medida en que se reconozca la
entrada en terreno ajeno. El espacio aéreo de una nación no está
vedado en la medida que demos aviso. La Historia estudia lo
particular y la Sociología lo general, por ello no puede haber
controversia entre estas dos ciencias eminentemente
complementarias. Hago esta reflexión porque encuentro a menudo
invasiones cruzadas de campos de análisis y reclamos de potestad
sobre el terreno invadido. Creo que los datos de la Historia son
indispensables a la Sociología y viceversa. Una hace el análisis
retrospectivo de la organización de una comunidad humana, la otra
indaga para establecer leyes generales que justifican ciertos
comportamientos humanos en sociedad y los cambios sociales. El
parentesco entre ambas cuestiones no impide la buena
delimitación de las responsabilidades. Si alguien cabalga en su
incursión por ambos terrenos a la vez, su elaboración no será un
estudio histórico o un análisis sociológico sino más bien un ensayo
que involucra ambas materias y esto tampoco es pecado pero no
tiene que ver con un trabajo científico específico, si tiene que ver
con un trabajo ensayístico.

6.5. Imparcialidad y subjetividad en el estudio histórico


Este tema, en lo general, lo he planteado en las Palabras Iniciales,
pero creo que no es pecado insistir en la materia, sobre todo
porque en los estudios históricos se cuelan interpretaciones que
llegan a distorsionar la realidad, en este caso la verdad histórica.
319 [La Política. Lo que debe ser.]

Por lo tanto me permito seguir batiendo el parche, como para que la


cuestión no se desdibuje en la maraña de tantas palabras. Para
desarrollar los temas históricos hay una regla que se debe respetar
y ella es, la imparcialidad. Esta es una regla básica exigible a
quienes tratan dichos asuntos. Se parte de la base de que el
historiador debe bregar por aproximarse lo más posible a la verdad
y por lo tanto la imparcialidad es ineludible en la interpretación de
los datos históricos. Esto que digo no debiera ser una salvedad
porque es un requisito lógico y más que lógico debiera decir
natural.
La imparcialidad es aconsejable así como es ineludible la
subjetividad. Para este caso también es justificada la repetición. La
subjetividad que se origina en el yo tampoco tiene un carácter
estrictamente independiente, ni menos absoluto, se encuentra
como toda subjetividad individual sometida a la influencia del
entorno y de la época. Cada generación tiene su forma de mirar los
acontecimientos del pasado. Esto es así porque es un dato de la
realidad. Los sociólogos lo dicen a cada rato. Interpreto que es
correcto que así ocurra, tanto como considero incorrecta la
parcialidad. La parcialidad es poner el análisis histórico al servicio
de intereses personales o de grupos de partidarios o de facciosos.
La subjetividad, por el otro lado, es mirar las cosas con los propios
ojos o si se quiere ser más explícito, es mirar las cosas pero asistido
por los anteojos que están de moda.
En síntesis, ¿que pretendo de la Ciencia Histórica? En lo
esencial aspiro a que esta ciencia permita hacer comprensible el
desenvolvimiento de una comunidad humana determinada. Si la
tarea del historiador no está encarada en ese sentido no resulta ni
legítima ni útil.
[Roberto A. Capriotti] 320

6.6. El estudio histórico exige hipótesis de trabajo.


Expresado lo anterior es obligatorio caer en la cuestión que
muchos estudiosos sostienen porque adhieren a la misma opinión
que he fijado, la relatividad de la interpretación histórica. Es cierto
que cada historiador mirará el pasado de una comunidad humana a
través de su propia lente. Esta es la cuota de subjetividad que
reconozco como ineludible en el estudio histórico. Pero esto tiene
un límite, la variable debe oscilar entre determinados parámetros a
riesgo de convertir el análisis en una improvisación. Si la Historia
analiza el desenvolvimiento de una comunidad humana
determinada como lo propongo tiene que existir un patrón general
para medir los hechos, las actitudes y todos los demás pormenores
del acontecer que es objeto del estudio. Debo tener una hipótesis
de trabajo, debo elaborar un proyecto y en ello jugará mi
imaginación. ¿Qué ciencia, que descubrimiento puede desechar la
imaginación del investigador? En el estudio histórico los hechos y
las actitudes tendrán un valor positivo, neutro o negativo según
que hayan contribuido en favor, sin mayor trascendencia o de
manera retrógrada para el mejor desenvolvimiento de la
Comunidad Humana que está en la mira del análisis. Esto quiere
decir que existe un parámetro que acota mi libertad de
interpretación. No me siento incómodo, al contrario, me siento
respaldado por una regla interpretativa. No quiero hacer de la
Historia una ciencia exacta, pero digo que habrá un parámetro que
no será eminentemente subjetivo sino que tendrá abundantes visos
de objetividad y que me ayudará en esa finalidad de expresar la
verdad histórica. Deberé reconocer que cada cuestión tiene un
valor y a partir de allí le adjudicaré a cada una un calificativo sobre
la base de su contribución para el desarrollo ascendente de la
comunidad. ¿Qué significa ascender, avanzar, para una
comunidad? Significa acercarse a las características de una
comunidad desarrollada. ¿Qué o quienes contribuyeron mejor al
eficaz desenvolvimiento de la comunidad? Sobre la base de las
321 [La Política. Lo que debe ser.]

respuestas que encontraré para esos interrogantes, iré colocando


hechos, actitudes y generaciones de personas en una escala de
valores. Si hago esto habré cumplido con el requisito interpretativo
que también es grande responsabilidad del historiador y no se
habrá eludido en lo más mínimo la cuestión de la imparcialidad.
Por el contrario, caer en el vicio de la parcialidad es hacer una
interpretación que trastoque dichos valores.

6.7. La Historia y las Biografías.


La Historia debe preocuparse por como han sucedido las etapas
de la vida de una comunidad humana y no como han mudado
algunos o uno de los seres humanos componentes. Las
circunstancias históricas generales, propias de la comunidad en
estudio, son más valiosas, más importantes, son las protagonistas
esenciales por encima del protagonismo de las personalidades más
destacadas, integrantes de la elite, que bien mirado sólo obedecen
un mandato expreso o tácito, originado en la dicha comunidad a la
que representan. La influencia del líder o de la elite que integra
puede hacer cambiar los matices de los acontecimientos, no ya
cambiar la esencia de los mismos que obedecen a las apetencias o a
las necesidades del común comunitario. Es cierto que las personas
de mayor talento son las palancas indispensables para encarrilar la
marcha de una comunidad pero no es menos cierto que esos
hombres de talento pueden no tener nombre propio y con esto
que quiero significar, pretendo decir que el hombre de talento
puede ser Juan, Pedro o Andrés y que según que sea uno u otro el
conductor, el acontecimiento o la marcha habrá de variar sólo en
algunos matices. Lo cierto es que el hombre de talento o los
hombre se talento deben corresponder a las aspiraciones
comunitarias y los que respondan con mayor fidelidad al
requerimiento, indudablemente, jugarán el papel de líderes. Por lo
[Roberto A. Capriotti] 322

anterior sostengo que las Biografías perjudican a la Ciencia


Histórica porque distorsionan la dimensión de las personas y las
circunstancias. La Biografía es un estupendo género literario, tanto
como la novela histórica y reconozco que a ambas las leo con
fruición, como una muy buena lectura para el pasatiempo, sin que
ellas me aporten elementos para un análisis adecuado de las
cuestiones históricas. Estas obras popularizan los temas históricos
pero no ayudan sino que conspiran contra la adecuada
interpretación. Es cierto que las personalidades más brillantes, los
hechos más impactantes son los que generalmente despiertan un
mayor interés, pero es allí donde juega la responsabilidad del
historiador, la seriedad de la ciencia está en juego, para no dejarse
encandilar. El encandilamiento no es pecado en una obra literaria
donde el producto, esencialmente, es fruto de la imaginación y sí lo
es en una obra de carácter científico.
La particularidad mínima o la fragmentación menor que se
puede hacer en el análisis histórico del desenvolvimiento de una
comunidad es alrededor de un agente histórico fundamental, que
es la Generación y mal estaría entonces que hagamos girar la
Historia alrededor de una persona por más encumbrada que haya
sido. Podrá dicha personalidad servir de referencia adecuada para
ubicar a la generación o a las generaciones o a la partes de ellas que
le sirvieron de acompañantes, aunque lo correcto es decir
mandantes. De allí a que una persona se convierta en el eje de un
estudio histórico hay mucho trecho.

6.8. La Historia y su conexión con el presente.


Otra inclinación en algunos historiadores es armar una larga
secuencia de hechos y actitudes como para emparentar a una
comunidad vigente en la actualidad con una o más comunidades
pretendidamente predecesoras y para ello van forzando a ambas
323 [La Política. Lo que debe ser.]

cosas, hechos y actitudes, de tal forma que sirvan a sus fines


aunque distorsionen la realidad. Por el camino de esta sucesión
retrospectiva y lineal la más de las veces se está queriendo justificar
alguna actitud expansionista o imperialista propiamente dicha, de la
actualidad. Puede que dicho entroncamiento sea lógico y en ese
caso no es criticable, pero lo no lógico es pretender encubrir bajo
la forma de datos históricos a una intención política de justificar
pretensiones hegemónicas en el presente. Esto es fabricar una
Historia para servir el presente. Eso es traición. La Historia arranca
del presente como una visión retrospectiva y el presente tiene una
manera de interpretar la Historia y el historiador habrá de
colaborar para facilitar esa interpretación, el historiador es un hijo
de dicho presente, pero de allí a darle a los hechos, a las actitudes,
a las ideas del pasado la forma conveniente para justificar
determinadas actitudes políticas del presente resulta lisa y
llanamente en tergiversación de la Historia. Esto es caer en la
indebida parcialidad de la que ya hablara.

6.9. ¿Qué más pretendo de la Historia?


Por el camino de las definiciones y por si lo dicho hasta aquí
todavía fuera poco, me haré una pregunta: ¿qué más pretendo de la
Historia? Quienes saben dicen que la Ciencia Histórica es una
suma de datos e interpretaciones. Guiado por esa afirmación digo
que, concibo a esta ciencia como una construcción, una estructura
coherente, no plana sino con tres dimensiones, como para que
exista el espacio para el transcurso de la vida humana, en
comunidad, en el tiempo y el lugar que se estudia. Vuelvo a insistir,
la Historia debe facilitar la comprensión de ese pasado humano,
hacerlo interpretable en el presente. La Historia debe permitirnos
ver a las ideas dominantes y a la contraposición entre las ideas
vigentes. Debe mostrarnos el espíritu generalizado en esa
[Roberto A. Capriotti] 324

determinada época y no limitarse a ser un simple espejo de los


hechos, un relato de los acontecimientos.
El Ser Humano y sus comunidades no son entes ideales e
inanimados, cosas esquemáticas, rígidas, lineales, simples, por el
contrario son entes concretos, vivientes, dinámicos y complejos y
por lo tanto la Historia estará lejos de ser una ciencia exacta. Pero
para no pasarse a la vereda de enfrente, en el puro reinado de la
subjetividad, hay que tener en cuenta que no es un género literario,
que permite el libre juego de la imaginación. La imaginación es
indispensable para elaborar las hipótesis de trabajo y a partir de allí
son los diversos componentes de la vida comunitaria en estudio los
que habrán de marcar el camino.

6.10. La Antropología como Ciencia.


Para finalizar este tema, quiero hacer una pequeña reflexión
sobre otra ciencia afín a la Política, que considero que tiene un
lugar preponderante en el estudio del Ser Humano: la
Antropología.
El desenvolvimiento del Ser Humano en todo el tiempo de su
existencia, en su versión total, integral, global, el Ser Humano en
sus comportamientos universales, que los tiene por ser especie
única, a pesar de su desarrollo en grupos cerrados, comunidades
determinadas y autónomas o unidades de cultura o unidades de
desenvolvimiento, debe ser estudiado por la Antropología y no por
la Historia. Pretendo la existencia de una ciencia llamada
Antropología sin aditamentos. Son variadas las ciencias que lo
estudian al Ser Humano y nos ofrecen el conocimiento del mismo
desde las diversas facetas. ¿Es posible que todos esos
conocimientos converjan hacia una ciencia totalizadora? Esta
compleja realidad que es el Ser Humano merece ser en última
325 [La Política. Lo que debe ser.]

instancia el objeto de una ciencia integradora. No creo que la


Antropología deba quedarse sujeta al sólo estudio de las
Comunidades Humanas de los primeros pasos de la especie Homo.
Dicho estudio limitado será parte de una responsabilidad mucho
mayor. La Antropología es una ciencia de segundo grado que debe
ser desarrollada y puesta en su verdadera dimensión, que es
superlativa. La Antropología tendrá así, también, su campo
específico bien definido y un futuro y una responsabilidad
altamente trascendentes. Integrar los datos que habrá de recibir de
otras ciencias, que se ocupan y preocupan por el Ser Humano, que
tienen campos más propios o delimitados. Partirá de los elementos
que le brindarán ciertas ciencias de primer grado, tales como la
Historia, la Sociología, la Biología, la Geología, la Psicología, la
Arqueología, la Etnología, la Paleontología, por mencionar unas
cuantas, para elaborar sus interpretaciones. Pretender la
universalidad del estudio del desenvolvimiento del Ser Humano a
través de la Historia es avanzar en terreno ajeno, es abandonar la
consideración del desenvolvimiento del Hombre Político, objeto
primordial de la Ciencia Histórica. Ese Hombre Político es el
Hombre conviviendo en una Comunidad Humana determinada.
Por lo tanto, el análisis o el estudio de un concepto mucho más
amplio, como resulta el Ser Humano en su dimensión general, la
especie Homo y sus sucesivas variantes, un producto de la
naturaleza y del medio social y su constante evolución tenemos
que dejarle la responsabilidad a la Antropología. Lo dicho en
última instancia es el magnífico objeto de la Antropología.
[Roberto A. Capriotti] 326

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