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G. E. H. P. E. M.
Gabinete de estudios Históricos, Políticos
Económicos y Militares
Serie:P – Núm. 3
Fecha: 20-Oct-09
En esta orgía actual de enredos, que sería cómica si no se tratase de un asunto tan
dramático, podemos tener la certeza de que no van encontrar el cadáver de Federico
García Lorca en donde lo están buscando, es decir en la población de Viznar, porque es
seguro que no está allí. Probablemente estará en Paracuellos del Jarama, según
vamos a exponer en las siguientes páginas de este modesto trabajo.
En los alrededores de Viznar sin duda que van a encontrar restos humanos enterrados
en fosas improvisadas de aquella época, pues en esa zona se libraron algunos combates
de cierta importancia, que produjeron las consiguientes bajas. Como es sabido, en estas
situaciones se enterraban a los muertos en el campo de batalla o los abandonaban, y
quedaban a la espera de que alguien los inhumara; en cualquiera de los dos casos,
muchos tuvieron que quedar en aquellos barrancos. En los partes oficiales de guerra, se
registran varios combates en la zona de Alfacar, Viznar, Huétor-Santillán, Güejar-
Sierra... que era la línea del frente entre los nacionales sitiados en Granada y lo que los
rojos llamaban “frente (o sector) de Guadix”. Los Servicios de información Nacionales
detectaron en esta población, durante los primeros días del Movimiento, una
concentración de 50.000 milicianos que se preparaban para atacar Granada y que
posteriormente lo hicieron en repetidas ocasiones. Los partes oficiales de guerra del
ejército rojo1 registran numerosos ataques en esta zona (días 7, 10, 11, 12... de agosto), y
el 24 de septiembre se lee: En sector de Guadix no ha habido otra novedad que un
reconocimiento ofensivo realizado por nuestra columna en la parte de Huetor
1
A lo largo de este trabajo aludiremos al ejército marxista con el apelativo de “rojo”, pues era así como se
denominaron a sí mismos en muchas ocasiones, en admirado recuerdo del ejército bolchevique ruso de
1917. La denominación de “republicano” nos parece equívoca, pues la mayor parte de los nacionales
también eran republicanos.
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manteniendo contacto con el enemigo durante algunas horas. Poco mas adelante sigue:
Un contingente enemigo situado en las inmediaciones de Alfácar, cerca de Granada, ha
sido atacado por nuestra artillería y puesto en dispersión con poca resistencia. Resulta
pues difícil de entender que el lugar donde se supone que los nacionales de Granada
llevaban a sus prisioneros para fusilarlos y enterrarlos, estaba en plena zona de combate
y al alcance de la artillería enemiga.
Por nuestra parte proponemos, a continuación. la versión que nos parece más
probable, que ha sido ignorada por toda la propaganda marxista, aunque ya fue
propuesta en aquellos días.
2
Por algunas referencias, pudo ser José Antonio Primo de Ribera, según expondremos al final.
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La hipotética muerte de García Lorca por los nacionales reunía todos los requisitos
deseables para alcanzar los fines antedichos. La fama artística de Federico aseguraba un
gran impacto ante el mundo; y la oportuna situación del poeta en una zona dominada
por los nacionales se prestaba a poder acusar a estos de su muerte, si llegaba el caso.
Efectivamente, la muerte de Federico García Lorca se presentaba como un filón
inagotable de noticias contra los nacionales (tan inagotable que se sigue explotando
hasta el día de la fecha después de 73 años), y era una oportunidad que no se podía
desperdiciar.
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Pero en el plan había una circunstancia a corregir para hacerlo creíble. Las
características personales de García Lorca lo presentaban como un hombre inofensivo y
de manifiestas ideas y actitudes apolíticas, que además, pertenecía a una familia
acomodada y respetada por los de derechas. ¡Había que convertirlo en fervoroso y
activo izquierdista para poder explicar su muerte por los nacionales!
La primera actuación corrió a cargo de Rafael Alberti que en aquellas fechas3 dio
una alocución por radio desde Madrid en la que proclamaba la adhesión política a las
izquierdas de Federico y leyó unos versos con graves injurias a los nacionales de
Granada, que afirmó haberlos escrito el propio Federico, y que se los había enviado por
una radio clandestina que tenía en su casa de Granada. Posteriormente se descubrió que
aquellos versos habían salido de su propia pluma, y así lo reconoció muchos años
después. Lo de la radio no merece comentario pues el poeta no podía disponer de ella ni,
con toda probabilidad, sabía manejarla, pero constituía un grave delito de espionaje.
Es muy difícil de dar una explicación satisfactoria de los efectos que se esperaban de
aquella emisión radiofónica, pues se nos ofrecen tres situaciones posibles:
- La primera, que cuando se radió el poeta aun estuviera vivo en Granada, pero
preso de los nacionales. En cuyo caso lo que iba a conseguir era agravar su
situación al atribuirle unos versos ofensivos para sus carceleros. Es decir que en
este caso, la mentira radiada iba contra los intereses de su gran “amigo”, al que
pondría en un grave aprieto. Por lo que no es una explicación satisfactoria (o sí).
- La segunda es que el poeta ya hubiera sido asesinado por los nacionales. En
cuyo caso aquella mentira solo serviría para dar una justificación a los
nacionales para haber cometido el crimen. Evidentemente menos se puede creer
esta intención.
- Como última posibilidad, se puede suponer que ya lo hubieran asesinado los
rojos en Madrid, y en este caso los versos insultantes y la historia de la radio, se
presentaban ante el mundo como una causa y prueba de que lo habían asesinado
los nacionales. ¡Ésta es la más verosímil!.
Esta última hipótesis explica que nadie en Granada supo exactamente quién lo mató
y donde se le enterró; así como que la familia (de derechas y con amigos falangistas) no
reclamara el cadáver al día siguiente, y que los amigos falangistas no intervinieran más
activamente en su defensa y en el rescate de su cadáver, siendo el Gobernador también
falangista.
Sin duda ésta puede ser la réplica que podía esperarse de la propaganda nacional,
para defenderse de las acusaciones, pero lo que interesa determinar es cual es la
información verídica. En todo caso, si se observa que la unión entre los ejércitos
nacionales del norte y las columnas del sur se había producido unos tres días antes,
parece improbable que los servicios de información de Burgos se ocuparan de
contrarrestar el asunto de García Lorca, cuando tenían en acción la marcha sobre
Madrid y la campaña del norte. La noticia hubiera sido más sospechosa si hubiera salido
de Sevilla. De momento no hemos encontrado nuevos comunicados oficiales por parte
de los nacionales, por lo que cabe suponer que con esta información dieron el asunto por
zanjado.
En el diario ABC de Madrid (que puede consultarse en la edición “ABC doble diario
de la Guerra Civil” en el Fascículo 42, página 19), con fecha 17 de septiembre de 1937
se publicó la siguiente noticia, que se copia íntegra para que el lector pueda sacar sus
propias conclusiones:
Y habló. Habló García Lorca con firmeza y voz segura. No eran sus palabras de
flaqueza o invocando el perdón. Eran palabras viriles en defensa de lo que siempre
amó: la Libertad. Y elogió la causa del pueblo, que era la de él, y la obra que realizaba
frente a la barbarie y el crimen. Aquellas palabras, pronunciadas con el fuego de la
exaltación, produjeron una tremenda turbación en todos los que sostenían los fusiles.
Para mí fue como una luz penetrante que se elevó en mi cerebro. Y el poeta siguió
hablando... Pero su voz quedó cortada. Ocurrió algo insólito, monstruoso, criminal. El
teniente Medina lanzando tremendas blasfemias, disparó su pistola y azuzó a los civiles
contra el poeta. El espectáculo fue terrible. A culatazos, a tiros, se lanzaron- algunos
quedamos sin poder siquiera movernos por el terror que nos producía la escena- sobre
García Lorca., que huyó perseguido por una tremenda lluvia de balas. Cayó a unos
cien pasos. Ellos siguieron tras él con idea de rematarle. Pero surgió la figura de
Federico. Se levantó sangrando. Con ojos terribles, miró a todos, que retrocedieron
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espantados. Todos los civiles subieron a los coches. Sólo quedó frente a él aquel
teniente que empuñaba su pistola. García Lorca cerró los ojos para siempre y se
desplomó sobre la tierra que había regado con su sangre.
La patraña es tan burda que se cae por sí sola, pero es conveniente hacer algunos
comentarios para desenmascararla. Se observa que el relato tiene un parecido notable
con los conocidos “paseos” que tenían lugar en Madrid en aquellas fechas, incluyendo
la detención de Calvo Sotelo (no su asesinato que fue más expeditivo).
El testigo sitúa los hechos en un lugar que parece coincidir con el Puerto del Suspiro
del Moro, que más o menos se encontraba en un terreno de nadie entre los nacionales
que defendían las ciudad y los milicianos que la asediaban. Tratándose de unos frentes
muy escasamente guarnecidos por la escasez de fuerzas, habían muchas zonas abiertas
en las que podían moverse patrullas de ambos bandos. Por ello resulta inexplicable que
eligieran ese punto que podía proporcionarles la sorpresa de tropezar con una
descubierta enemiga. Con el agravante de tener que encender los faros de los coches en
la oscuridad de la noche, tanto durante el trayecto como durante la “ejecución”. ¡Pero a
las ocho de la noche del mes de agosto es de día.!
- Que cuando se atrevieron a lanzar esta mentira es porque sabían que no podía aparecer
ninguna otra que la desmintiera, porque solamente ellos conocían la verdadera.
- Hay que subrayar, para comparar con análisis posteriores, que: acusan a un autor que
es el Tte. de la Guardia Civil afirman que hay un motivo que es el “Romancero Gitano”
y dejan insepulto el cadáver, con lo cual no se les podía preguntar donde quedó su
tumba, pues igualmente pudo suceder que lo encontrara un samaritano y lo enterrara en
algún lugar desconocido o que se lo comieran las alimañas.
- Igualmente hay que destacar, que esta versión fue mantenida como oficial hasta el
final de la guerra y bastante tiempo después era repetida por los exiliados, hasta que
apareció la que analizamos después. Su intención era exaltar los ánimos de la población
de la zona roja y engañar a los observadores internacionales.
El certificado de defunción
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El libro “Vida pasión y muerte de Federico García Lorca”de Ian Gibson termina
con el siguiente párrafo:
Este párrafo es muy fácil de creer y explicar porque, como es sabido, para certificar
una muerte, el forense tiene que ver el cadáver, dado que si no se encuentra es necesario
esperar durante varios años que marca la ley para que pueda inscribirse su defunción.
Por esta razón la familia y la propia administración recurrieron a esta irregularidad para
legalizar pronto la situación. La elección de ese lugar se puede interpretar porque allí
habían aparecido y aparecieron posteriormente algunos cadáveres insepultos.
También es digno de resaltar que es en este momento y con este motivo cuando
aparece por primera vez el pueblo de Viznar como hipotético lugar del enterramiento de
García Lorca y, como sabemos, fue una “invención administrativa” para los fines de
inscripción. Sin embargo, veremos que la fábula pronto fue asumida y explotada por la
propaganda marxista, manteniéndose hasta hoy.
Efectivamente, una vez terminada la guerra, los más importantes responsables de los
crímenes y atropellos cometidos en la zona roja, salieron hacia exilios dorados y bien
remunerados económicamente con las reservas del oro que entregaron a Moscú y los
tesoros robados a particulares, bancos e iglesias, que se llevaron a Méjico.
“Las investigaciones de Brenan fueron más tarde corroboradas por varias obras
como:Claude de Couffon “Como murió García Lorca” (“Nueva Democracia”, Nueva
Cork, julio 1953); Jean Chabrol “J’ai trouvé les assasaines de Lorca” (París, 1957);
Ribas Cherif, “Poesía drama del gran Federico” (“Excelsior”, México, 7-1-57) y
Vázquez Ocaña “García Lorca: Vida cántico y muerte” (México, 1957).5
He aquí un claro ejemplo del proceso que hemos llamado “la verificación
documental historiográfica en cadena”, y que fue mucho más largo (Hugh Thomas,
Marcelle Auclair y numerosas entrevistas, declaraciones...). Como se puede comprobar,
todo comienza con la visita del Sr. Brenan, que pudo pasear libremente por la España de
la “dictadura” en 1950, para encontrar la tumba de Federico basándose en la “mentira
piadosa” del Registro. A continuación aparece la nube de escritos y manifestaciones,
que todas sostienen la misma mentira, añadiendo alguna anécdota o suposición personal
de cada autor, pero que todas se apoyan en lo que dicen las anteriores.
Saltándonos este largo proceso llegamos al libro de Ian Gipson, que hemos decidido
analizar por tratarse de la obra que ha tenido probablemente la mayor difusión e
influencia entre los españoles, ya que fue editada en España en 1987 y tuvo un
considerable éxito de ventas. Hay que manifestar que este libro, que bien podemos tener
como biográfico por su temática, pone de relieve la técnica profesional del autor como
novelista. El uso frecuente de diálogos en situaciones privadas y que difícilmente
pudieron ser testificados por nadie; las interrupciones en los relatos de momentos
5
VILA-SAN-JUAN, José Luís.- Enigmas de la Guerra española. ¿Quién mató a F. G.Lorca? Pags. 107 y
108.
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críticos para intercalar una poesía, una anécdota o una evocación del personaje, revelan
un método novelístico para atraer la atención del lector y, al mismo tiempo, distraer su
capacidad crítica sobre lo que se está exponiendo en el momento.
Del grueso tomo que representa “la biografía mundialmente aclamada” que lleva este
título, únicamente vamos a tratar el último capítulo por ser el que nos interesa para el
desarrollo de este trabajo. Los once primeros representan el relato de toda la vida del
poeta, comenzando desde su bisabuelo y nos parece un detallado trabajo biográfico que
vamos a excluir de nuestro análisis por estimar que parece muy bien expuesto y no
aporta nada importante para nuestro interés.
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GIPSON, IAN .-Vida pasión y muerte de Federico García Lorca (1898-1936) Plaza y Janés Editores
S.A.. 1998 - Barcelona
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Para interpretar los reparos puntuales sobre este capítulo, que exponemos a
continuación, se recomienda tener el texto original a mano:
En la pág. 688 asegura que el día 17 de agosto tuvo lugar una consulta telefónica
entre el Gobernador Civil y el General Queipo de Llano. En el parte oficial del Ejército
nacional del día 18 se dice: “Procedente de Antequera, la Columna del General Valera
ocupó Loja, estableciéndose la comunicación con Granada. Los marxistas, que
ofrecieron resistencia al avance de nuestras fuerzas, fueron derrotados, dejando en
nuestro poder varios muertos con armamento. Durante la dominación marxista, los
rojos cometieron numerosos saqueos e incendios, asesinando a 54 personas. De este
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parte se deduce que el día 17, cuando dice Gibson que fue la última noche de Federico,
fue imposible que pudieran hablar por teléfono, pues aun no habían contactado los
nacionales. Igualmente el día 18 parece muy difícil, pues si tuvieron que combatir para
conquistar Loja y avanzar unos cincuenta Kms. desde su base de partida, con el calor de
agosto, es muy probable que el contacto con Granada tuviera lugar al final de la tarde.
Por ello es muy improbable que el restablecimiento de las líneas telefónicas estuviera
terminado esa misma noche.
En la pág. 691 hace una descripción del lugar de ejecución donde dice que fue
fusilado el poeta, que nos lleva exactamente a la carretera entre Viznar y Alfacar, y ésta
era una línea de frente que no estaba guarnecida por escasez de fuerzas, por ello hay que
suponer que estaría vigilada por patrullas de ambos bandos. En consecuencia queda
muy claro que: Pag´692. Luego, antes de rayar el alba, se llevaba “de paseo” a los
presos, aunque a veces se fusilaba también de día y hasta de noche (antes de rayar el
alba siempre es de noche) (utilizando los faros de los coches). Esta actividad en aquel
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lugar constituía un riesgo casi seguro de ser tiroteados por el enemigo o batidos por su
artillería. Con mayor razón si lo repetían sistemáticamente como parece indicar.
Después, en la pág. 697 dice: “Antes de asesinar a Lorca los facciosos ya habían
asesinado en el cementerio de Granada, como absoluto mínimo, a doscientas ochenta
personas”. Es inexplicable que teniendo el cementerio a menos de 1 Km. de la
Alhambra se llevaran a Federico a la línea del frente para fusilarlo, donde podrían haber
topado con una patrulla enemiga que lo liberara e hiciera prisioneros a los que le
conducían. (Curiosamente estas escenas tienen un gran parecido con las que tuvieron
lugar en Paracuellos del Jarama.)
En la pág. 694 se lee que el enterrador vio: ...y la última (víctima ) una corbata de
lazo(“de esas que llevan los artistas”) Es un dato curioso que, a las tres de la
madrugada y para ir a la muerte el poeta se pusiera corbata de lazo. En las muchas
fotografías que hemos visto, no hemos encontrado ni una sola que llevara este tipo de
corbata. Siempre aparece con corbata de nudo o pajarita. ¿Se puso Federico corbata de
lazo a las tres de la madrugada cuando lo sacaron para fusilarlo?
En la misma pág. sigue: Entre los asesinos iba Juan Luís Trescastro, el fanfarrón
machista compinche de Ramón Ruiz Alonso, que terminada la sangrienta faena
alardearía aquella misma mañana en Granada, no sólo de haber participado en la
muerte de García Lorca, sino de haberle ”metido dos tiros en el culo por maricón”.
Semejante confesión pública del crimen es necesariamente mentira, pues de haber sido
cierta, la noticia hubiera corrido por toda Granada ese mismo día y la familia hubiera
reclamado el cuerpo, los falangistas Rosales también y posiblemente se hubieran
enfrentado a los asesinos, los “fugitivos” hubieran informado a los servicios de Madrid
que lo hubieran pregonado a todo el mundo, y todas las personas que vivieron aquellos
momentos en Granada hubieran contado esa historia tan jugosa cuando les preguntaron
después.
También en esta versión aparece, otro autor Trescastro, otro motivo la denuncia y un
cadáver .inlocalizable. Se puede resumir que este capítulo 12 del la biografía que firma
Ian Gipson está repleto de falsedades, mezcladas con alguna verdad, para engañar a los
ingenuos y desconocedores de lo que sucedió. También pretende acusar a los nacionales
de las barbaries que los propios rojos cometieron, inventando un Madrid rojo en la
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Esta versión, escrita más de 60 años después de cuando ocurrieron los hechos, tiene
por finalidad engañar a las nuevas generaciones que no saben nada de lo que sucedió.
En esta situación es muy posible, y tenemos alguna noticia para sospecharlo, que se
hiciera en agosto, alguna oferta de canje de José Antonio por Federico ante el
Gobernador Civil de Granada. Siendo éste “camisa vieja” como afirma el mismo
Gipson, es bien seguro que aceptaría el entrar en ese proyecto. Pero en la situación de
aislamiento o sitio, en que se encontraba Granada, la decisión tenía que tomarla por sí
mismo sin la posibilidad de consultarlo a ningún superior.
Pero resulta evidente que la operación requería la mayor reserva, pues si se descubría
el intento podría desatar la reacción de las variadas fuerzas políticas que dominaban la
zona marxista. Incluso dentro de Granada no era posible confiar en la prudencia de los
jóvenes y ardorosos nacionales, pues cualquier indiscreción pronto se extendería y
llegaría a Madrid, con la consecuencia de quedar desbaratado el intento. Es decir que si
este supuesto se produjo realmente, el Gobernador Civil de Granada tuvo que
mantenerlo en secreto incluso ante sus mejores colaboradores y subordinados de la
Falange. Esto explica su reservada y esquiva conducta ante sus camaradas falangistas.
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Es posible que lo retuvieran oculto algunos días en la checa del Círculo de Bellas
Artes, y después de comprobar que no habían protestas desde Granada lo fusilaron, para
después acusar de su muerte a los nacionales. (Los rusos practicaron algo parecido con
las fosas de Katin.) ___________________________________
CONSIDERACIÓN FINAL
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ROJAS, CARLOS.-Diez figuras ante la guerra civil. Ediciones Nauta,s.a.-1973 Barcelona- p. 532
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Este último enterrador, que ha surgido recientemente, resulta tan sospechoso como el
portero que denunció la furgoneta del 11 M, que no fue llamado a testificar en juicio
alguno, ni nadie sabe ni quién era, ni que hacía a tales horas en la calle, ni que
circunstancias despertaron sus sospechas.
¡ATENTOS LOS INGENUOS!