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Trayectorias educativas en contextos de fragmentación

Nancy Montes
María Alejandra Sendón
1. Introducción
Las trayectorias de los estudiantes/jóvenes constituyen la expresión de la articulación
entre las elecciones propias, las trayectorias familiares y las propuestas institucionales
disponibles para los jóvenes de sectores altos y medios que asisten al nivel secundario
en un contexto definido como fragmentado social y educativamente, contexto que
también opera condicionando los recorridos y las prácticas.

Trabajaremos el concepto de “trayectoria” en el marco de uno de los tópicos clásicos de


la sociología que se puede expresar en los pares: acción – estructura / decisión –
condicionamiento / habilitación – constreñimiento, pares que recorren los desarrollos de
Durkheim, Marx, Weber y más recientemente de Bourdieu, Ball, y Lahire.

El dato empírico utilizado es el relato de los recorridos y las opciones consideradas por
padres y alumnos recogido en entrevistas realizadas en un conjunto de escuelas estatales
y privadas de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano bonaerense1 a las que
concurren sectores medios y altos de la población y que en el año 2003 estaban
cursando el último año del nivel secundario.

Trabajar con estos sectores sociales implica dar cuenta de los fuertes procesos de
fragmentación que en los últimos años caracterizaron a nuestro país. Fragmentación que
recorre todos los sectores sociales, tanto aquellos que se caracterizan por una fuerte
concentración del ingreso (sectores cada vez más enriquecidos y a su vez
minoritariamente representados), como los marcados por procesos de empobrecimiento

1
En el marco del Area Educación de la FLACSO y con financiamiento del FONCYT hemos desarrollado
el proyecto de investigación titulado “La nueva configuración de la discriminación educativa”, dirigido
por Guillermina Tiramonti (2001 a 2003) cuyo objetivo principal ha sido caracterizar las mutaciones
recientes de la escuela media en un contexto de fragmentación social y educativa. En ese período
realizamos 614 encuestas a alumnos de 14 escuelas estatales y privadas del Area Metropolitana de
Buenos Aires y 150 entrevistas a padres, docentes, directivos y alumnos de diferentes sectores sociales.

1
y exclusión social que no pueden satisfacer necesidades básicas vinculadas a la
alimentación, a la vivienda, al trabajo, a la salud y a la educación así como también los
sectores medios, pivotes de esta crisis que continúan perdiendo las garantías y derechos
de las que gozaban generaciones anteriores.

Hablar de trayectorias implica también la temporalidad de las experiencias vividas por


las personas, sus historias sociales y biográficas. Hace aproximadamente cuarenta años
se podía caracterizar de manera homogénea o con fuertes particularidades comunes cada
grupo ó estrato social, descripción que además incluía un determinado horizonte de
posibilidades de acceso a posiciones de bienestar, de empleo y del cuidado de los hijos
en términos de expectativas probables de garantizar hacia adelante las mismas
condiciones de vida del presente. En la actualidad, tanto los sectores medios como los
más favorecidos despliegan estrategias muy diversas para conservar o mantener el status
logrado. Este proceso es más evidente (o ha sido más indagado) en la “clase media” que
está experimentando quiebres y mutaciones aún no terminadas (Minujín, A. y Enguita,
E. 2004).

Las transformaciones que experimentó la estructura social argentina a partir del 70 junto
a los cambios operados en el mercado de trabajo, abrieron camino a los procesos de
desinstitucionalización y a nuevas rupturas generacionales inscriptas en cambios
culturales profundos. En este marco ya no es posible encontrar trayectorias lineales
fuertemente predecibles, que caracterizaban a nuestras sociedades cuando las mismas
aparecían cohesionadas, integradas y posibilitando opciones de movilidad ascendente
básicamente para los sectores medios y medios bajos. Por el contrario, se tiende cada
vez más a observar prácticas permeadas por una dinámica de fragmentación social,
cultural, educativa que delinean un conjunto de recorridos impregnados de
heterogeneidad, de novedad y de estrategias diversas que hacen difícil sino imposible
las caracterizaciones cerradas y bien delimitadas a las que la reflexión sociológica nos
había acostumbrado2.

2
“…Muchos de los fenómenos que se nos presentan no encuentran un referente conceptual, y a la
inversa, muchos de los conceptos que utilizábamos habitualmente en nuestros análisis carecen de
referentes empíricos. Construcciones teóricas de enorme impacto en el desarrollo de las ciencias sociales
parecerían haberse transformado en un marco conceptual con escasa potencialidad explicativa…”
(Tiramonti, G. 2004:15).

2
En el estudio y análisis de las trayectorias también están presentes los elementos
estructurales que poseen y caracterizan a los grupos, a los individuos (capitales
culturales, económicos, simbólicos, pertenencias de género) puestos en acción en
contextos y situaciones determinadas a través de operaciones subjetivas que expresan
heterogeneidad de valores, de criterios, de mandatos, de posibilidades. Al decir de
Stephen Ball: “la clase es también una trayectoria, un pasaje a través del tiempo y el
espacio, es una historia de transacciones. Posiciones de clase similares son sostenidas
y experimentadas en diferente forma y tienen diferentes historias…” (Ball, 2003: 7).

Además de los aspectos estructurales, entendemos que la propia trayectoria (con sus
aspectos subjetivos) va determinando su devenir. Un referente clásico para la
conceptualización del par estructura – acción es Pierre Bourdieu. “...Los individuos no
se desplazan al azar en el espacio social... A un volumen determinado de capital
heredado corresponde un haz de trayectorias más o menos equiprobables que
conducen a unas posiciones más o menos equivalentes...; y el paso de una trayectoria a
otra depende a menudo de acontecimientos colectivos ... o individuales... De ello se
desprende que la posición y la trayectoria individual no son estadísticamente
independientes, no siendo igualmente probables todas las posiciones de llegada para
todos los puntos de partida...” (Bourdieu, 1979:108-9)). No obstante esta fuerte
determinación o condicionamiento, el concepto de habitus abre el juego para analizar
las prácticas más allá de sus enclasamientos. Esto apararece especialmente claro en
quienes han profundizado el pensamiento bourdiano, “...la libertad condicionada y
condicional que asegura está tan alejada de una imprevisible novedad como de una
simple reproducción mecánica de los condicionamientos iniciales...”. (Gutiérrez,
1995:66).

Más recientemente, Bernard Lahire amplía y discute el determinismo social e histórico


de las decisiones de los individuos y el carácter de excepción de algunas trayectorias, en
base a la hipótesis del “stock” de capitales y de prácticas a las que las personas recurren
en contextos específicos, prácticas que pueden ser incluso contradictorias con las
desarrolladas en otros contextos o en ejercicio de otros roles. Esta postura cuestiona
fuertemente el carácter de unicidad (propio de visiones esencialistas) de la identidad de
las personas (o de los grupos) rescatando en cambio la figura del “actor plural”. En este
sentido alerta sobre el riesgo de utilizar tipologías simples para problemáticas complejas

3
y de presentar como homogéneos a sectores o grupos que poseen estrategias múltiples,
distintas y en muchos casos, opuestas3.

Por último conviene señalar cómo caracterizamos a los sectores medios y altos que
forman parte de este trabajo de investigación. Dado que nuestro acercamiento a los
alumnos / jóvenes y a sus padres fue a través de las escuelas, hemos seleccionado
aquellas que en su propuesta institucional tienen la pretensión explícita de formar a
sectores de élite (cultural, económica, profesional, intelectual, gobernante) y las que
históricamente fueron elegidas por los sectores medios4.

En el primer grupo hemos encontrado padres y madres con estudios superiores


(universitarios en la mayoría de los casos) y sólo algún caso con nivel secundario
completo con altos niveles de poder adquisitivo. Al interior, puede observarse una
distinción de acuerdo al tipo de inserción laboral y a la separación de roles al interior de
las familias. Un sector desempeña profesiones vinculadas a grandes empresas, al sector
financiero o bien a emprendimientos personales propios de formas dinámicas del
mercado de trabajo. Aquí las mujeres que en general accedieron a estudios superiores se
encuentran trabajando en ámbitos profesionales y empresariales. El otro sector está más
vinculado a profesiones tradicionales (derecho, ingeniería, medicina) y al sector
primario de la economía (actividades agropecuarias y propiedad de la tierra). Muchas de
las mujeres, aún habiendo accedido a estudios superiores son amas de casa. En este
grupo las familias son muy numerosas (cinco o seis hijos). Por último, hay un conjunto
de padres que, habiendo accedido a estudios superiores, privilegia el ingreso de sus
hijos a instituciones tradicionales que prometen cierta posición vía la excelencia
académica.

En cuanto a los sectores medios, donde los padres en general son la primera generación
que accede a estudios superiores y universitarios, también encontramos diferencias al
interior. En un extremo encontramos padres y madres profesionales con estudios

3
El trabajo de este autor sobre sectores populares, investigación realizada en escuelas primarias
francesas, se organiza en torno a la discusión sobre el éxito escolar de niños que, desde varias
concepciones estarían “predestinados” al fracaso. Despliega aquí perfiles de familias que acompañan la
escolaridad de sus hijos aún sin poseer “capitales culturales y económicos”, obteniendo de todas formas
buenos resultados. (Lahire, 1997).
4
No presentaremos aquí la complejidad asociada a la caracterización de estos grupos o estratos sociales,
que ya ha sido desarrollada entre otros, por Ziegler, S. (2004); Svampa, M. (2001) y Minujín, A. (2004).

4
superiores, en muchos casos ligados a la docencia. Otro sector está compuesto por
padres profesionales que se desempeñan laboralmente bajo relación de dependencia o
por cuenta propia. Otro grupo de padres y madres tienen sólo título secundario y
trabajan bajo relación de dependencia. Por último, también aparece un sector de padres
en empleos vulnerables y con dificultades en relación a los ingresos. En los sectores
medios, en general, ambos cónyuges se encuentran trabajando.

Tanto en los sectores medios como en los altos hemos trabajado con escuelas estatales y
privadas ya que este atributo por sí solo no alcanza (al igual que el estrato o sector
social) para dar cuenta de los cambios producidos en los últimos años en el sector
educativo.

2. El contexto de fragmentación en la Argentina


En los últimos años la sociedad argentina ha atravesado complejos procesos de
diferenciación y transformación, especialmente en el sistema educativo (Tiramonti,
2004). Estos procesos no son privativos de nuestro país, sino que se inscriben en
trasformaciones globales que trastocan las trayectorias de los sujetos en diversos
ámbitos de la vida. Posiblemente la transformación más importante haya sido la que
Robert Castel (1995) denominó “la crisis de la sociedad salarial” caracterizada por la
escasez de empleo asalariado estable, el aumento de la rotación en el empleo a lo largo
de la vida, el crecimiento de la informalidad y la vulnerabilidad laboral, el desempleo.
La crisis del empleo ligada a las transformaciones de la economía es una de las
dimensiones de la transformación. Otros aspectos del cambio se observan a nivel de la
política - visibles en el desdibujamiento del papel del estado- entre los que se han
analizado las transformaciones de las instituciones que se estructuraron en la
modernidad (Tiramonti, 2001 y 2004), por ejemplo, la familia y la escuela.

Esquemáticamente, podría decirse que en nuestro país, en las últimas décadas se han
producido diferentes fenómenos críticos a nivel macro. En primer lugar, una fuerte
alteración del mercado de empleo, con altas tasas de desocupación, informalización y
deterioro general de las condiciones de empleo que afectan muy fuertemente a los
jóvenes. También se ha registrado un incremento fuertísimo de la pobreza (ver gráfico
1) junto a procesos de concentración del ingreso (ver gráfico 2). A la vez se han
producido cambios culturales importantes. Respecto de los estilos de vida se han

5
analizado, por ejemplo, nuevas experiencias residenciales como las vinculadas a la vida
en los barrrios cerrados y countries como estrategias de segregación espacial de los
grupos sociales (Svampa, M. 2001). En relación a las culturas juveniles, se sostiene que
actualmente los jóvenes urbanos conforman grupos con alta cohesión hacia adentro y
fragmentación hacia fuera (Hopenhayn, M., 2005).
Gráfico 1.

Evolución de la población por debajo de la línea de pobreza y de indigencia.


1974-2002. Gran Buenos Aires, años seleccionados.

60
Pobreza
54,3
50 Indigencia

35,4
40
Porcentajes

26,7
30 28,9
19,0 24,7
20 17,0 26,0
21,5 12,2
8,0
10 6,7
8,3 3,5
3,6 7,7
3,0 6,4
2,1 1,8
0
1974 1980 1985 1991 1994 1997 1999 2000 2001 2002

Años

Gráfico 2. Participación quintílica en el ingreso total. Gran Buenos Aires, 1974 y 2002.

1974 2002
9% 5%
20% más pobre
10%
30 a 40 %
14%
36%
50 a 60%
70 a 80% 15%
49%
20% más rico
17%
21%
24%

Fuente: Minujín, 2004 en base a datos del INDEC.

En síntesis, las investigaciones actuales señalan diferentes ámbitos de la vida social en


que se han producido procesos de fragmentación donde quedan implicados mecanismo
de “cierre social” (Parkin, 1984) y de “distancia social” (Arteaga y Lara, 2004) a modo
de estrategias de los grupos sociales que intentan asegurarse la propia reproducción.
El análisis actual acerca del sistema educativo ha arrojado conclusiones similares. Al
respecto, señala Tiramonti (2004:27) que “después de quince años, la sociedad
argentina ha sufrido una profunda transformación como consecuencia de la
reconfiguración del orden mundial y del particular modo en que se articuló con ese

6
nuevo orden. La ruptura con la organización estado céntrica de la sociedad
transforma en inadecuado el concepto de segmento que hace referencia a la existencia
de un campo integrado, y habilita pensar el espacio social y educativo como un
compuesto de “fragmentos” que carecen de referencia a una totalidad que le es común
o a un centro que los coordina. El fragmento es un espacio autorreferido dentro del
cual se pueden distinguir continuidades y diferencias; las primeras marcan los limites o
las fronteras del fragmento, las otras señalan la heterogeneidad de esos espacios. Así,
el fragmento actúa como una frontera de referencia, pero no se constituye en un todo
integrado y coordinado, ni siquiera en un campo donde se puedan reconocer posiciones
relativas de actores o instituciones, sino que se trata de un agregado institucional que
tiene referencias normativas y culturales comunes. Este concepto de fragmentación es
el que muestra mejor la configuración actual del sistema educativo.”

Esta compleja configuración del sistema educativo requiere de nuevos marcos de


referencia a la vez que justifica el análisis de las trayectorias de los estudiantes,
considerando que si bien el pasado incorporado por los actores y las experiencias de
socialización vividas influyen en las prácticas, no se trata del factor determinante sino
que resulta necesario retomar (observar) también al presente, la situación en que esas
prácticas se desarrollan (Lahire, 2004). Es en este marco que nos interesa analizar el
proceso de conformación de las trayectorias de los estudiantes.

3. Algunas referencias teóricas acerca de las trayectorias


La discusión teórica que subyace a los estudios de trayectorias ha sido retomada
actualmente en el campo de las ciencias sociales a través de la problematización de la
relación individuo-sociedad / acción-estructura / objetivo-subjetivo. Al respecto, es
necesario realizar al menos un esbozo de diferentes posturas teóricas actuales respecto
de la relación estructura-acción. El análisis teórico que realiza Maristella Svampa
(2000) señala diferentes posturas en relación a la dinámica de los procesos de
individualización en las sociedades actuales, contexto en el que las estructuras
normativas que definían las conductas se han vuelto imprevisibles e inciertas. Un
primer grupo, “marcadamente optimista”, conformado por Giddens y Beck, considera
que en la sociedad actual el individuo se ve compelido a emanciparse y a producir su
propia biografía generando un proceso de autonomía y reflexión por medio del cual se
construye la propia identidad. Esta perspectiva sostiene la idea de “sujeto competente”.

7
Dentro de un segundo grupo Svampa ubica a autores como Castel o Ehremberg. El
primero, analiza especialmente formas de individualismo negativo fruto de la crisis de
la sociedad salarial. El individualismo negativo refiere a las carencias de seguridad, de
lazos estables, de bienes, que sufren quienes quedan desafiliados socialmente. El
individualismo positivo, que implica que los individuos actúen autónomamente,
necesita de soportes sociales para desarrollarse. Esta posibilidad es la que se quiebra
con la crisis de la sociedad salarial donde se había logrado un cierto equilibrio entre la
autonomía individual y la cohesión social gracias a los marcos de protección colectiva
desarrollados. En síntesis podría decirse que en la separación entre estructura y acción
lo que Castel encuentra es un individuo fragilizado, carente socialmente. Ehremberg
también subraya los déficits del individuo centrando su análisis en la subjetividad. En
este sentido sostiene que el marco actual presiona a los actores sociales a construir su
identidad sin contar con soportes colectivos presentes en otras épocas. Así, aparece “la
fatiga del actor” que debe construir su identidad a partir de sostener la iniciativa y la
autonomía propia, aún a riesgo de incorporar la búsqueda de nuevas dependencias
(adicciones) o de experimentar situaciones de depresión.

Cercana a esta perspectiva teórica que señala las consecuencias negativas del desajuste
entre las posiciones objetivas y las vivencias de los actores, se ubican las teorías de
Bourdieu o Elías, autores que destacan la idea de adecuación entre las estructuras
objetivas y la realidad subjetiva. Es el hábitus, según Bourdieu lo que, formado en la
trayectoria individual en relación con la posición social, define la subjetividad5.

En síntesis, la temática de que se trata refiere al desajuste o separación entre estructuras


objetivas o posiciones sociales por un lado y experiencias de los actores o formación de
identidades sociales y subjetividad, por otro. Surgen así dos interrogantes claves: cómo
se desarrolla la socialización actualmente y cómo se transforman las subjetividades.
Svampa, M. (2000:15) sostiene al respecto que “las tendencias actuales señalan la
necesidad de realizar el pasaje, desde el punto de vista teórico, de una concepción de la
socialización en términos de correspondencia entre las posiciones objetivas y las

5
El autor sostiene que, en contextos de cambios fuertes es en donde mejor puede observarse la eficacia
del hábitus, ya que el mismo se reproduce obedeciendo más al contexto en que se formó que a la nueva
situación. Este es el proceso que denomina “histéresis”.

8
actitudes subjetivas, a una visión que subyace el distanciamiento del sujeto en relación
con los roles, a favor de un manejo más reflexivo de imágenes sociales”.

En esta línea, la propuesta de Lahire (2004) resulta interesante. El autor parte de la


determinación social de la conducta del actor proponiendo una “teoría del actor plural”
que contempla, entre otras cuestiones, la reflexividad en la acción y la pluralidad de las
lógicas de acción. Sostiene que tanto un “actor caracterizado por una profunda
unicidad” como un “actor plural” surgen en determinadas condiciones socio-históricas.
Un ejemplo del primer tipo de actor es el portador de un hábitus en el sentido de
Bourdieu, donde el vínculo con lo social es permanente y duradero, propio de
determinados momentos históricos y/o determinadas formaciones sociales (sociedades
tradicionales ó grupos internamente muy homogéneos). El “actor plural”, en cambio, se
sitúa en sociedades más complejas, en las que la alta diferenciación de instituciones y
actividades promueve diferentes principios de socialización para los niños, que pueden
llegar a ser conflictivos o contradictorios entre sí. En este marco, el autor sostiene que
se interiorizan históricamente múltiples hábitos o esquemas de acción en contextos de
socialización que pueden ser más o menos heterogéneos.

Retomando el vínculo entre posiciones objetivas y subjetividad, Lahire propone que las
prácticas del “actor plural” sólo pueden aprehenderse observando el vínculo particular
entre los “acontecimientos” o “situaciones” que atraviesa el actor y las “disposiciones”6
que pone en juego en ellos. Afirma que “ni el acontecimiento “desencadenante” ni la
disposición incorporada por los actores pueden designarse como auténticos
“determinantes” de las prácticas (…). De hecho, la realidad aquí es relacional (o
interdependiente): el comportamiento o la acción es el producto de un encuentro en que
cada elemento del mismo no es más “determinante” ni menos que el otro” (Lahire,
2004. pág. 83).

Este marco teórico resulta interesante a los fines de nuestro estudio en un doble sentido.
Por un lado, se trata de analizar los cambios en las trayectorias educativas y laborales
que tradicionalmente se realizaban luego de la escuela media. En el presente trabajo
indagaremos expectativas y planes que los estudiantes y sus padres – en conjunto con

9
las escuelas – van poniendo en juego para definir sus prácticas, sus acciones. Partimos
de la idea de que el análisis debe tratar el vínculo entre la situación (posibilidades de
inserción laboral y/o de seguir diferentes estudios terciarios, tipos de capital con que se
cuenta familiarmente para ello, etc.) y la disposición (gusto por el estudio, tradición
familiar por cierto tipo de estudio, tipo de cultura del trabajo en que se socializaron los
estudiantes). En este vínculo ninguno de los términos es determinante sino que
consideramos que en el juego de estos elementos es donde se podrán caracterizar la o
las prácticas a desarrollar por los estudiantes secundarios.

4. Los recorridos de los jóvenes en el marco de esta investigación


Partimos del interrogante acerca de cómo se articulan los términos estructura - acción y
sociedad - individuo en un contexto en el que escasean cada vez más los puntos de
referencia para las conductas. Es decir, qué tipo de vínculos pueden establecerse entre
los estilos de vida individuales y las transformaciones estructurales más amplias, como
las del mundo laboral o de las instituciones en la actualidad. El análisis de las
trayectorias de los estudiantes o de las transiciones entre la escuela y el mundo laboral o
el ingreso a estudios superiores, al que nos dirigimos, también se encuentra inscripto en
este marco de referencia.

En este sentido, nos preguntamos por las expectativas de los jóvenes que están por
finalizar la escuela media y de sus familias, en un contexto en el que el mismo concepto
de transición está en crisis por no estar (como en el pasado), más acotado temporal y
espacialmente y en el que los estudios superiores se han diversificado y alargado
comenzando a perder efectividad como garantía de inserción laboral (a la vez que
siguen siendo necesarios por otorgar ventajas comparativas).

Diferentes investigaciones han señalado en relación al vínculo familia – escuela


(Kessler, 2002 y Tiramonti, 2003) la alta correspondencia entre ambos universos,
elemento que refuerza la homogeneidad horizontal a fin de generar una socialización
coherente con sus valores, reglas y prácticas. “Son los universos culturales de las
familias y los valores a ellos asociados los que priman en cada grupo para definir las
elecciones y también condicionar las propuestas de la escuela. Cada uno de estos

6
Este concepto es discutido metodológicamente por el autor, ya que sostiene que “no puede ser
observado directamente por el investigador” sino a través de las descripciones de las prácticas, de las

10
universos culturales contiene una lectura de la situación presente, una hipótesis de
futuro y una definición de los recursos necesarios para el futuro. Conocimientos,
disciplina para aceptar las reglas del juego, capital social, capacidad de competir,
pertenencia a los valores de una comunidad religiosa, etc.” (Tiramonti, 2003). Esta
sintonía entre expectativas y valores familiares y trayectoria o recorrido de los hijos será
uno de los ejes de lectura de las entrevistas realizadas.

La descripción de las trayectorias de las familias de nuestra investigación evidencia para


los sectores altos una generación de abuelos (en algunos casos bisabuelos también) que
lograron acceder a posiciones económicas y culturales de importancia, en la que están
presentes individuos con título universitario, empresarios, propietarios de campos. Son
las también llamadas familias tradicionales, vinculadas a la producción agropecuaria, a
la renta o a empresas nacionales. Este atributo es exclusivamente masculino en el caso
de las escuelas que atienden a sectores tradicionales, mientras que para las mujeres el
horizonte se caracterizó por el abandono de estudios superiores y por la dedicación al
cuidado de los hijos.

En cambio, los padres y madres con altos ingresos pero vinculados a sectores más
dinámicos de la economía y en relación con empresas internacionales que envían a sus
hijos a escuelas más modernas (bilingües, de tiempo completo), han accedido a estudios
universitarios y trabajan en el sector privado. Es interesante en este sector la
importancia otorgada a la construcción de la propia trayectoria educativa (capacitación
permanente, actualización, estudio de idiomas) que no finaliza con el acceso a la
educación de grado.

En este sentido se observa, al interior de un estrato social que podría caracterizarse


homogéneamente como “de élite”, subgrupos marcadamente diferentes. En algunos
casos se observan prácticas tradicionales en cuanto a valores e inserción, en otros, más
modernos, se constata la apertura a la influencia de ámbitos internacionales y
globalizados. Como veremos más adelante, la elección de instituciones educativas y las
trayectorias posibles para los hijos de ambos tipos son también diferenciales.

situaciones y de los elementos considerados importantes por el entrevistado.

11
En los sectores medios, la generación de los abuelos está conformada por inmigrantes
con estudios básicos incompletos que, a través del esfuerzo, posibilitaron a sus hijos el
acceso a estudios superiores. Así, “la buena posición” es alcanzada por la generación de
los padres de los alumnos que han podido acceder a estudios completos y se han
insertado con éxito en el cuentapropismo, en pequeños comercios o en profesiones que
les garantizan empleos estables. En relación a los sexos en este grupo hay más
heterogeneidad: muchas mujeres han optado por carreras docentes ó universitarias y se
encuentran trabajando, al tiempo que los hombres cursaron estudios universitarios con
recorridos en el sector público. También aquí el acceso a la educación implicó un
“esfuerzo” que no en todos los casos se percibe como suficiente para garantizar la
trayectoria de los hijos. Es un esfuerzo que, como veremos, se traslada a las nuevas
generaciones.

El acceso de los padres a la educación superior es un rasgo homogéneo en todas las


escuelas analizadas, lo cual también da cuenta de los procesos de ampliación del acceso
a este nivel de enseñanza en los sectores medios y altos de la población. Lo que varía es
el recorrido por determinadas instituciones, la elección de determinadas carreras y la
“historia” de ese acceso, elementos que evidencian puntos de partida y de llegada
diferentes.

Desde la percepción de los hijos, la elección de la escuela por parte de las familias tiene
diversos matices. Hay instituciones que ofrecen un recorrido completo (nivel inicial –
primario y medio) tanto en el sector estatal como en el privado. En éstas, claramente ha
prevalecido la opción de los padres ya sea por razones vinculadas a tradiciones
familiares (“a este colegio fueron mis abuelos, mis padres, mis hermanos…”) como por
razones vinculadas al prestigio y a la calidad de la institución (“sigue siendo una buena
escuela, es exigente…”). En general los hijos no cuestionan la decisión que los padres
tomaron, basada en “pensar un buen futuro para ellos, en una buena educación” y no
sólo no critican la institución a la que asisten sino que en algunos casos ni siquiera se
preguntaron por qué van a esa escuela (aún admitiendo que son “escuelas-burbuja” esto
no constituye una desventaja para los entrevistados).
“Vengo desde la primaria. Nunca me planteé por qué vengo a esta escuela y no
a otra. Porque a esta escuela vino mi abuelo. Mis tíos, mi padre, es como algo
de tradición… entonces es como que no es una decisión, a mi nunca me

12
preguntaron pero aquí estoy. A mi me hubiera gustado ir a una escuela
mixta…” (alumno de escuela tradicional, de sectores altos).

En estas familias es fuerte la pretensión de garantizar una socialización entre pares,


homogénea con el objeto de mantener posiciones adquiridas en las que el heredero debe
recrear su pertenencia. En este sentido, la idea de “elección” aparece, aunque siempre
confirmando elecciones previas7. Es interesante mencionar aquí el impacto de las
“instituciones totales” sobre los individuos, que operan abarcando todos los espacios y
lugares de socialización “modelando” prácticas que no pueden desviarse de esta matriz.

Es en los sectores medios donde la elección de la escuela incluye motivaciones


personales de los jóvenes, en donde la elección de los hijos aparece como “menos
influenciada”, o más libre. En general, las razones que señalan hacen referencia a
cualidades propias (curiosidad de saber, exigencia, importancia reconocida de la
educación, gusto por la lectura, por aprender, por el conocimiento). El gusto de los hijos
es tenido en cuenta por los padres, averiguan juntos las cualidades de las escuelas,
consultan con amigos que ya han concurrido, hay una apelación a otro tipo de factores.
Aquí, las decisiones también son compartidas, tomadas en conjunto o con la opinión de
padres e hijos. “…Me gusta que los docentes son todas personas muy jóvenes, pero
saben muchísimo. La escuela ha tenido siempre la fama de ser muy oral, que cada
alumno puede expresarse, podeés expresarte si no estás contento o tenés algún
problema. Me gustan mucho los textos y las cosas que estudiamos…” (alumno de
escuela privada de sectores medios).

El estilo de la escuela, una relación más horizontal con los docentes y las autoridades de
la escuela, la apelación a una alta preparación del equipo docente, las lecturas, la
presencia de otros amigos, son otros de los factores que estos grupos priorizan. Así, se
percibe que mientras para los sectores altos los recorridos aparecen más “determinados”
por el mantenimiento de las posiciones de origen de las familias, en los sectores medios
hay un menú heterogéneo de opciones probablemente también vinculado a la fragilidad
de las posiciones obtenidas, no garantizadas a futuro en este contexto social.

7
En un artículo reciente, Zizeck menciona la situación de los amish, grupo religioso que se opone al
progreso y se encierra (literalmente) a la novedad. Sus hijos, a la edad de 19 años tienen la posibilidad de
“conocer el mundo” y abandonar la comunidad. El 90% de ellos vuelve, ya que no tiene recursos para
manejarse con otros códigos. Ver también Bauman (2001), Excurso 2. Tradición y autonomía en el
mundo posmoderno.

13
Desde la percepción de los padres los valores juegan también un papel importante y
connotan cosas muy diversas. Por ejemplo, el par “libertad o límites” también incide en
el momento de definir a qué tipo de instituciones concurrirán sus hijos, no siendo estos
énfasis exclusivos de un determinado sector social. Algunos privilegian la necesidad de
que la escuela discipline, regule y ponga límites a los jóvenes, que los forme en “valores
humanos”, en el “sentido de familia”, que “estén controlados…” . Por otra parte, los
padres que eligen o priorizan los espacios de libertad en las escuelas rescatan la buena
relación con los docentes, el acompañamiento que hacen de sus hijos, la posibilidad de
que “les abran la cabeza”, que se generen espacios de cuestionamiento sin elementos
coercitivos… también valoran la “libertad de pensamiento”. Quienes sostienen esta
visión priorizan instituciones que potencian las capacidades de los chicos (el estudio, la
creatividad, la expresión, etc). La opción por escuelas públicas “contenedoras y con
buena formación” también puede agregarse a esta opción por espacios que privilegian
la forma de estar en la escuela, en el marco de tradiciones prestigiadas.

Por último, un espacio ambiguo que tensiona o pendula entre libertad y límites se
expresa en otro espectro de padres que valoran establecimientos en los que la “libre
elección” se despliega a través de la existencia de un gran menú de opciones, de manera
que todos y cada uno puedan elegir algo que les gusta (idiomas, música, teatro,
computación…). Las actividades extracurriculares no sólo ofrecen variedad sino
también la posibilidad de ocupar la agenda de los jóvenes y de generarles de esta
manera compromisos que les permiten un disciplinamiento por otras vías.

Para la gran mayoría de los adolescentes que asisten a escuelas de sectores medios y
altos, la primera opción al terminar la escuela secundaria es continuar estudios
universitarios. Es una decisión fuerte en la mayoría de los casos, se trata de “estudiar sí
o sí”, lo que varía de acuerdo a los establecimientos es el tipo de carrerras elegidas.
Quienes van a escuelas tradicionales optan por ingeniería, medicina o abogacía. En las
escuelas a las que asisten los sectores medios es mucho más heterogéneo el menú de
opciones disponibles: desde ciencias de la educación, a diseño, pasando por cine o
veterinaria, letras.

En muy pocos casos los jóvenes muestran dudas sobre las carreras a seguir. Aparecen
más en escuelas a las que asisten sectores medios bajos, sin demasiadas expectativas (o

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presión) para la definición de su recorrido futuro. Las dudas que se plantean muestran
menor estructuración del futuro que otros chicos, pero a la vez da la impresión de que el
propio deseo se pone fuertemente en juego. “… Por el momento tengo decidido estudiar
biología, en realidad no sé bien que rama, no sé si zoología o algo relacionado con
veterinaria…pero no de animales domésticos sino salvajes… me gustaría ser
guardaparque…” (alumna escuela privada sectores medios).

En algunos casos la indecisión va acompañada por otros procedimientos que ayudarían


a definir la orientación: test, charlas informativas, seguir averiguando, siempre con el
respaldo y apoyo de los padres. También en estas escuelas aparece el trabajo como un
recorrido necesario, no mencionado en las escuelas de sectores altos, en donde
claramente aparece la figura de las pasantías como coadyuvando la decisión respecto de
la carrera a elegir.

Los chicos que han tenido durante la escuela secundaria una fuerte presión en relación a
la exigencia académica y pertenecen a sectores medios, señalan la posibilidad de
realizar dos carreras universitarias, una de las cuales les permitirá una “salida laboral” y
otra, ser fieles a su deseo, a su vocación. En estos casos aparece la necesidad de
garantizar los recursos para gestionar su vida tanto como la necesidad de no postergar o
claudicar en sus gustos. Sólo para pocos aparece la opción de realizar estudios fuera del
país o la posibilidad de tomarse un año libre para tomar decisiones y viajar.

“Hay muchas que dicen: bueno, estudio acá y después me voy a hacer un
master, o una especialización afuera y eso sí, lo veo como una posibilidad…yo
lo veo como un año, dos años, irme y volver…Es otra experiencia, relacionarte
con otra clase de gente, otro lugar, otra cultura, lo veo bárbaro…” (alumna
colegio bilingüe, sectores altos)

En la mayoría de los casos, excepto en el grupo más tradicional de los sectores de elite y
en algunos casos de sectores medios altos intelectuales, el deseo y la satisfacción se
asocian discursivamente tanto a la carrera a seguir como al trabajo futuro. Al respecto,
siguiendo a Bauman (2003) podría leerse que estas expectativas se vinculan a lo que
denomina "estética del consumo" contraponiéndolo a la "ética del trabajo" más asociada
a épocas de industrialización y posibilidades de empleo. La estética del consumo se
vincula a la satisfacción de los deseos, a la búsqueda de placer en las actividades que se
realiza. Esta posición se desarrolla, según el autor, en un contexto incierto en el que

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también ha perdido sentido la valoración del esfuerzo actual tendiendo a la consecución
de metas futuras. Otros autores8 muestran la misma tendencia en los comportamientos
juveniles actuales, describiendo la oscilación entre la satisfacción inmediata de los
deseos y necesidades, por un lado y la ausencia de promesa de futuro para los jóvenes,
por otro.

Respecto de los estudiantes de nuestra investigación puede pensarse que son justamente
los grupos más tradicionales los que ponen menos en juego (por lo menos
discursivamente) el deseo y la satisfacción al planificar sus recorridos. Es posible que
sean estos grupos los que cuentan o esperan contar con posibilidades de inserción más
prometedoras y seguras en relación a su futuro. En cambio, los otros grupos mencionan
más frecuentemente la incertidumbre como un elemento de su horizonte de
expectativas.

En todas las escuelas es importante la presencia de la universidad pública (la


Universidad de Buenos Aires especialmente) como garante de formación y de
preparación para la autogestión. Estudiantes pertenecientes a escuelas de elite sugieren
incluso que asistir a una universidad estatal les permitirá “salir de la burbuja, dejar la
comunidad y aprender a buscar solos…”, dando la pauta de que toda su escolarización
ha sido tan ordenada que no pueden resolver dificultades por ellos mismos. Para los
sectores medios la elección de la universidad pública es ideológica, o está asociada a sus
propias creencias o la de sus padres. No es una opción la universidad privada, que
además aparece inalcanzable por las limitaciones económicas para garantizar su pago.

Total País. Población de 13 a 17 años.


Tasa de cobertura neta (*) del nivel medio y asistencia por quintil de ingreso per cápíta del hogar
según sector del establecimiento al que asisten.
Sector del Quintil de ingreso per cápita del hogar
Tasa Neta
establecimiento 1 2 3 4 5
Total 89,7 79,3 88,9 93,1 97,4 98,8
Estatal 67,8 70,9 77,0 67,1 63,7 39,4
Privado 21,9 8,4 11,9 25,0 33,7 59,4
Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida, 2001. SIEMPRO.

8
La revista TodaVía dedica un número al tema Juventudes (Nº10, Abril 2005). Allí son interesantes los
planteos de Hopenhayn y de Urresti sobre esta temática.

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En relación a la incorporación al trabajo, para los sectores medios el trabajo aparece sí o
sí en el horizonte inmediato, aunque todavía existe la idea de que mientras los padres
puedan mantenerlos estudiarían sin trabajar. En algunos, la opción empieza como
trabajando los fines de semana, o en vacaciones, o medio tiempo para “ahorrar o
financiar sus estudios”. En general, las posibilidades de puestos de trabajo están
vinculados al comercio (cadete, secretaria, repositor o cajera en supermercado, moza,
camarera). En todos los casos el trabajo es visualizado como el primer paso hasta poder
acceder al título de nivel superior y, una vez logrado, trabajar en aquello para lo cual
estudiaron.

Algunos adolescentes de sectores medios expresan también la necesidad de tener su


propio dinero como sinónimo de poder manejarse más libremente y para ayudar en el
ámbito familiar al menos cubriendo los gastos propios (ropa, libros, salidas…). Es
evidente la alianza entre padres e hijos para respetar sus decisiones y apoyar sus
búsquedas, de parte de los hijos, también la certeza del esfuerzo que los padres hacen
para apoyar su escolaridad, sus opciones. La ilusión es conseguir un trabajo en ámbitos
que les permitan leer, o seguir estudiando (en una biblioteca, preceptoría, de maestra
particular…).

En sectores medios más acomodados que pueden y eligen pagar escuelas privadas, el
trabajo es visualizado como “algo que en algún momento hay que empezar a hacer”
(ya sea para contribuir a la propia independencia, o para vivir solo) al mismo tiempo
que tiene una connotación negativa, ya que implicaría “no tener tiempo para uno
mismo, llegar exhausto, no tendría que complicar los estudios”. Aquí la familia aparece
también acompañando una primera inserción en un consultorio, un estudio de abogacía.

En las escuelas tradicionales se prioriza el estudio por sobre el trabajo, por lo menos en
los primeros años de la universidad. En todos los casos la búsqueda de trabajo está
asociada a la disponibilidad de contactos, de pares, de familiares que permitirían el
acceso al primer empleo para ayudar con tareas menores (ser cadetes, archivar papeles),
nada que implique un compromiso fuerte en términos horarios ni laborales. En las
escuelas de élite el trabajo está diferido para el momento de finalizar la carrera
universitaria, incluso una opción es estudiar fuera del país, aunque no hay mucho
convencimiento en los chicos para esta posibilidad.

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Respecto de la forma de inserción laboral, en la mayoría de los casos y en todos los
sectores aparece el capital social como medio de búsqueda. En algunos casos, la
escuela cumple un papel importante al respecto, como en los sectores más modernos de
la elite donde se organizan pasantías de alta calidad que también amplían el capital
social. Mientras que en el resto, la inserción laboral se intentaría por medio de parientes
o conocidos más o menos cercanos al grupo familiar con poca o nula incidencia de la
escuela. En este sentido, puede sostenerse que, como señalan estudios recientes
(Filmus, 2001), el capital social adquiere un rol fundamental a la hora de la inserción
laboral mientras que la educación pierde su papel de garante de la misma. Para ciertos
grupos sociales hay estrategias explícitas en los que la escuela opera como facilitadora
de la inserción laboral y educativa. Esto se constata en establecimientos donde la
calidad de la enseñanza es muy prestigiosa, incluyen una formación integral y a la vez,
el formato institucional permite un vínculo fuerte con otras instituciones de su propio
contexto, lo que se convierte, en este sentido, en un criterio fuertemente fragmentador.

5. A modo de cierre
Como hemos desarrollado, la pertenencia a un mismo sector social reconocido como tal
por la disponibilidad de capitales económicos, sociales, culturales y simbólicos, no
permite anticipar ni predecir que, al interior del mismo, se encuentren las mismas pautas
en las trayectorias educativas de los jóvenes que a él pertenecen.

En los sectores altos – ya sean los tradicionales o los más “dinámicos” – se observan
estrategias de cierre social, los diferentes grupos tienden a cerrarse en sí mismos
configurando fragmentos que no se articulan entre sí. La socialización de los jóvenes se
realiza en ámbitos acotados y gran parte de ella está vinculada a jornadas extensas
vinculadas a la escuela debido a la demanda de estudio y de otras actividades. En un
caso, las entrevistas muestran que discursivamente se hace referencia a valores que se
privilegia sustenten las instituciones, las amistades y vinculaciones de sus hijos (valores
cristianos en el caso de escuelas católicas). En otro caso, el cierre se da por el lado de
escuelas más dinámicas donde los valores refieren a la competencia, el desarrollo de
capacidades de liderazgo, de motivación de sí y de grupos, actitudes que sirvan para
desenvolverse en el mundo de hoy, especialmente en el de los negocios. En otro caso,
si bien las estrategias de cierre social no son tan explícitas, sí se observa que el recorrido

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de los estudiantes está bastante controlado, especialmente a través de expectativas altas
compartidas por los padres, la institución y los alumnos.

Este comportamiento se contrapone con el de los sectores medios. En estos grupos se


observa mayor apertura en las estrategias de socialización de los hijos y no existen
mecanismos fuertes de cierre social. Por el contrario, parecen considerarse
posibilidades diferentes en relación a las trayectorias, como estudiar carreras nuevas
ligadas a los gustos personales o mudarse al campo y cambiar el estilo de vida.

El tipo de institución en que se forman los alumnos es diferente en estos dos sectores.
Las escuelas de elite –ligadas a demandas familiares- se acercan más a “instituciones
totales”, con pautas fuertes de conducta, con valores y normas más estáticos, aunque no
todas las escuelas en el mismo grado. Las trayectorias imaginadas y proyectadas por los
estudiantes son más homogéneas vinculándose con el perfil de alumno que privilegia
cada cultura institucional.

En la mayoría de las escuelas de sectores medios –aunque con matices- no se observan


pautas de comportamiento tan rígidas, las expectativas son más variadas, se habla más
sobre la incertidumbre del futuro, se prueban opciones diferentes. En este sentido,
podría pensarse, siguiendo a Lahire (2004), que estos alumnos están en condiciones de
producir (y a la vez recurrir a) un stock de disposiciones más amplio por transitar
espacios más abiertos. Esto se verifica en las trayectorias que imaginan, más variadas y
en muchos casos vinculadas con carreras novedosas.

Lo dicho no significa que las trayectorias imaginadas sean homogéneas al interior de


cada sector social. Por el contrario, se observan divergencias importantes tanto al
interior de la elite como al interior de los sectores medios. No todos los que pertenecen
a sectores altos siguen carreras tradicionales que en otros tiempos se identificaban con
posiciones altas o de ascenso, ya que algunos de ellos optan por estudios en el exterior
vinculados con sus expectativas, mientras que otros construyen su horizonte laboral con
una mayor vinculación al territorio nacional.

En los sectores medios, por otra parte es en donde se visualizan más alternativas,
aunque no siempre acompañadas por una garantía de posibilidad de bienestar. Aquí, las

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perspectivas académicas y laborales están fuertemente atadas al horizonte nacional,
incluso algunos expresan una preocupación social y política. La incertidumbre impregna
mucho más el abanico de opciones, en las cuales se juega fuertemente el capital social
disponible tanto como la propia creatividad y el esfuerzo individual.

En ambos grupos se observa que las familias (y sus propias trayectorias) en su


dimensión estructural y subjetiva influyen y condicionan el universo de elección de los
hijos. El elemento diferencial en los grupos es el lugar que ocupan los espacios de
libertad de los jóvenes para transitar otras opciones.

Bibliografía citada
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Colegio Mexiquense, Número 40, México, FLACSO.
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Bauman, Z. (2001). En busca de la política. Buenos Aires, FCE.
Bauman, Z. (2003). La modernidad líquida. Buenos Aires, FCE.
Bourdieu, P. (1979). La distinción. Madrid, Taurus.
Castel, R. (1997). Las metamorfosis de la cuestión social Una crónica del salariado.
Buenos Aires, Editorial Paidós.
Filmus, D. (2001). Cada vez más necesaria, cada vez más insuficiente. Buenos Aires,
Edic. Santillana.
Gutiérrez, A. (1995). Pierre Bourdieu. Las prácticas sociales. Posadas, Editorial
Universitaria UnaMi.
Hopenhayn, M. (2005). Tensiones y paradojas en América Latina, en Revista TodaVía.
Pensamiento y cultura en América Latina. Número 10. Buenos Aires, Fundación
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escuela media de Buenos Aires. Buenos Aires, IIPE-UNESCO.
Lahire, B. (1997). Sucesso escolar nos meios populares. As razoes do improbable. Sao
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Lahire, B. (2004). El hombre plural. Los resortes de la acción. Barcelona, Ediciones
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Minujín, A. y Anguita, E.(2004). La clase media, seducida y abandonada. Buenos
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Svampa, M. (2001). Los que ganaron. La vida en los countries y en los barrios
privados. Buenos Aires, Editorial Biblos.
Tiramonti, G. (2001). Modernización educativa de los ‘90.¿El fin de la ilusión
emancipadora? Buenos Aires, Temas Grupo Editorial.
Tiramonti, G. (2003). Conferencia de cierre en el Coloquio Nacional A diez años de la
Ley Federal de Educación, Córdoba.

20
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escuela media. Buenos Aires, Manantial.
Ziegler, Sandra (2004). La escolarización de las élites: un acercamiento a la
socialización de los jóvenes de sectores favorecidos en la Argentina actual, en
Tiramonti, 2004. op. cit.

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