Sei sulla pagina 1di 2

En el principio fue el rayo

(Ensayo literario de Estudios precursores del sistema nervioso central de David Hothersall)
El ser humano, en algún momento de su vida comprendió que al llover no sólo caían gotas
sobre sus cabellos y rostros, sino que también del cielo provenían otros elementos como el
fuego, el viento y qué decir del rayo.
Digamos que primero fue el rayo y luego la llama. Tal como lo presentan las caricaturitas
infantiles. El rayo azota un árbol, rompe la rama y esta cae en llamas. El hombre
sorprendido por tal suceso, se acerca, ve. No comprende cómo ha sucedido eso, bueno, tal
vez sí, pero no entiende cómo algo que tenía una forma pasó a otra y tal vez, Benjamín
Franklin tampoco lo entendía, pero quería tentar al cielo para que le diera un nuevo motivo.
La energía eléctrica.
La energía eléctrica si bien pasa por el cometa, transcurre en el camino hacia la bombilla,
antes, puedo pasar por el cuerpo de Franklin, pensando que este, podría estar sosteniendo
el cable o cuerda. En ese momento, el investigador, no sólo siente cómo su bombilla se
enciende, sino que el azote de ese elemento de la naturaleza, cosquillea su cerebro y
contrae sus músculos. No se detiene a pensar en ello, pero alguien más sí y descubre que
a cualquier acción viene una reacción. No, no nos referimos a la física.
No al descubrimiento físico realizado por Isaac Newton, sino a que el cuerpo reaccionaba
al contacto eléctrico. Esto sólo significaba que el cuerpo, también contenía energía que al
momento de recibir una parecida, impactaba la piel y esta mediante los músculos respondía
de una forma. Obviamente, no enviando la energía de vuelta, sino generando una serie de
movimientos al interior del ser humano, hasta su cerebro.
Entendieron que el cerebro, no sólo era esa caja de conocimiento que teníamos de base
en la parte superior del cuerpo, sino que también era el que señalaba o medía las
posibilidades de dolor cuando se recibía un daño o un suceso.
Si bien, las ranas de Galvani no tuvieron la misma respuesta. Era evidente que el hombre
la tenía y eso significaba que esa construcción, esa estructura estaba en todo el cuerpo,
por lo tanto le ofrecía una medida de prevención al cuerpo.
El humano, ha evolucionado desde entonces, desde los primeros pasos y del primer rayo
que trajo el fuego a la tierra, pero aún continúa con ese sistema nervioso que le permite
sentir, prevenir y tentar aquellos objetos que mantienen una corriente eléctrica.
Principalmente, porque la mayoría de su vida se rige de objetos que la contienen.
La computadora, el celular, el foco, los enchufes, entre otros objetos que se pueden
encontrar en la casa, tienen corriente eléctrica para funcionar. Benjamín Franklin cumplió
con su cometido y nos dio la luz artificial, la energía eléctrica y la supimos domar en
pequeños contenedores que facilitan el día a día.
Estos contenedores, si bien, mantienen, mueven y sostienen la electricidad, no pueden
generar las mismas conexiones, lógicas, emotivas y sensoriales que el cerebro humano
realiza día a día. Por algo nos entristecemos, por algo nos sonreímos, por algo nos duele
el diente, por algo respondemos a las vibraciones de la tierra y todo eso se resuelve con la
energía que tenemos dentro del cuerpo y que dialoga, perdura en nuestro sistema nervioso
para sobrevivir como seres humanos.

Potrebbero piacerti anche