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Mucho de lo que actualmente se conoce sobre cómo los humanos se procuraron y produjeron
comida en el pasado proviene de la evidencia etnográfica e histórica de las prácticas de
subsistencia de foragers y farmers. Harris apunta al potencial que puede obtenerse de la
complementariedad entre la evidencia etnohistórica y arqueológica. El potencial de esta
complementariedad está siendo mejorado por el uso de novedosas técnicas, tales como análisis
parenquimáticos, fitolíticos, granos de almidón, y por el uso del método de datación: radiocarbono
por espectrometría de masas con aceleradores (AMS: accelerator mass spectrometric), que
permite datar pequeñas muestras. En su trabajo, Harris expone la relación recíproca entre datos
arqueobotánicos y etnohistóricos ejemplificándolo a través del examen de:
a) recientes aplicaciones de novedosas técnicas en la investigación de la antigüedad de cultivos
de raíces y tubérculos en tierras tropicales de América, África y sureste Asiático;
b ) el uso de los métodos más convencionales en el estudio de la subsistencia pasada de
foragers en tierras tropicales del noreste de Australia.
Análisis de parénquima
Análisis de parénquima fue primeramente utilizado por Hather, quien demostró que
parénquimas de órganos de almacenamiento pueden sobrevivir carbonizados y sus tejidos y
células fueron diagnosticadas permitiendo identificar varias taxas de raíces y tubérculos al nivel de
género e incluso de especie. Usando microscopio electrónico de barrido para comparar
experimentalmente muestras carbonizadas de taxas conocidas y ya identificadas con fragmentos
carbonizados extraídos de varios sitios arqueológicos, le fue posible a Hather reconocer restos de
especies de ñame de Samoa, papa dulce de una isla de Polinesia y mandioca de Cuello (sitio maya)
en Belice.
Análisis de fitolitos
Los fitolitos son partículas silificadas de tejidos de plantas que retiene la forma de células y a
menudo puede ser identificados a nivel de familia, genero y, a veces, de especies. Los fitolitos
resisten la descomposición y son ampliamente preservados en suelos de ambientes tropicales. El
primero en usar un análisis de este tipo fue Piperno en la década de 1980. Piperno ha identificado
fitolitos de dos tubérculos tropicales (uno es el arrurruz) del sitio de Panamá central: el abrigo
rocoso de Aguadulce. Sus hallazgos indican que por lo menos dos especies de tubérculos estaban
siendo cultivadas en América central hace 7000 años, y también demuestra el potencial del análisis
de fitolitos en la investigación de los comienzos en el cultivo de raíces y tubérculos en Zona
tropicales de América.
Este análisis también ha rendido nueva evidencia en la antigüedad de los cultivos de bananas
en tierras tropicales de áfrica y sudeste de Asia. Todavía no ha brindado una evidencia comparable
en los cultivos de Banana en Sudamérica, pero tiene el potencial para poder determinar si las
bananas fueron introducidas antes de la colonización europea o después de la colonización donde
rápidamente fueron adquiridas, ya que fueron un valioso recurso bien adaptado ecológicamente
para la integración a los ya existentes “juegos” de raíces y arboles cultivables.
Conclusión
En este trabajo Harris ha mostrado varias novedosas técnicas que esta siendo utilizadas para
identificar a los vestigios de plantas que antes no podían identificarse y están proveyendo nueva
evidencia, especialmente sobre tempranos cultivos de raíces y tubérculos en los trópicos. Estas
técnicas también puede ser utilizadas para evaluar las existentes inferencias derivadas de evidencia
etnobotánica y arqueológica, como es mostrado por la investigación de Perry que encuentra
granos de almidón preservados en microlitos de ralladores de cerámica, los que antes eran
asumidos como diagnósticos de los cultivos de mandioca amarga, pero son ahora conocidos para
ser usados para procesar maíz como también mandioca y otras raíces cultivables.
Los ejemplos que Harris presenta combinan estudios etnohistóricos, etno-botánicos y
arqueológicos sobre recientes foragers en el noreste de Australia, que demuestran que es mucho
más factible investigar la subsistencia del forager del pasado cuando el intervalo entre
observaciones etnográficas y la inferencia arqueológica de las prácticas de subsistencia del pasado
es de unos cientos de años y no de miles. Respecto a la gran dificultad en estudiar plantas útiles
para personas que vivieron miles de años atrás, mediante la combinación del uso de las nuevas
técnicas analíticas (parénquima, granos de almidón, fitolitos) y con modelos más refinados de la
interacción planta-gente basado en datos etnográficos y ecológicos, se puede esperar lograr
grandes ganancias en el entendimiento de las numerosas formas en que los humanos se han
obtenido y producido comida de plantas en los trópicos.