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La interacción del conocimiento etnográfico y arqueológico en el estudio de la subsistencia

humana pasada en los trópicos.


Harris, D. (2006)

Mucho de lo que actualmente se conoce sobre cómo los humanos se procuraron y produjeron
comida en el pasado proviene de la evidencia etnográfica e histórica de las prácticas de
subsistencia de foragers y farmers. Harris apunta al potencial que puede obtenerse de la
complementariedad entre la evidencia etnohistórica y arqueológica. El potencial de esta
complementariedad está siendo mejorado por el uso de novedosas técnicas, tales como análisis
parenquimáticos, fitolíticos, granos de almidón, y por el uso del método de datación: radiocarbono
por espectrometría de masas con aceleradores (AMS: accelerator mass spectrometric), que
permite datar pequeñas muestras. En su trabajo, Harris expone la relación recíproca entre datos
arqueobotánicos y etnohistóricos ejemplificándolo a través del examen de:
a) recientes aplicaciones de novedosas técnicas en la investigación de la antigüedad de cultivos
de raíces y tubérculos en tierras tropicales de América, África y sureste Asiático;
b ) el uso de los métodos más convencionales en el estudio de la subsistencia pasada de
foragers en tierras tropicales del noreste de Australia.

Arqueólogos preocupados en la prehistoria de la subsistencia humana y etno-biólogos


interesados en el conocimiento de los sistemas tradicionales del ambiente en sociedades no
industriales; ambos con una tendencia a perseguir agendas separadas. El desafío es complementar
ambas evidencias, lo que enriquece el entendimiento de cómo la gente ha interactuado con
plantas y animales.
Intentos para correlacionar datos arqueológicos y etno-biológicos son encontrados en el asumir
que el presente es la clave para el pasado, es decir, que las prácticas observadas etnográficamente
son una guía válida para la interpretación de la evidencia bio-arqueológica. Cuanto más atrás en el
tiempo vamos, más grande es la probabilidad de la falta de continuidad entre comportamiento
humano en la subsistencia del presente y el pasado. Este problema es parcialmente compensado
por las inferencias que se pueden extraer desde las características anatómicas, fisiológicas y del
comportamiento de plantas, animales y humanos de la evidencia arqueológica.
La etnoarqueología, la cual busca combinar las actividades humanas presentes con la
recuperación arqueológica de evidencia de tales actividades, ha sido más exitosa cuando el tiempo
de intervalo (entre el presente y el pasado) es relativamente corto. Una investigación de la historia
de la agricultura en tierras altas de Papúa Nueva Guinea provee un ejemplo de lo provechoso que
esta aproximación puede ser. Cuando Jack Golson comenzó sus investigaciones arqueológicas de la
agricultura temprana en los pantanos de uno de los valles de esta región de Nueva Guinea en
1960, descubrió restos bien preservados de palos de madera para cavar. Los instrumentos fueron
reconocidos por los asistentes Papúas, que Golson tenía, como el tipo de formas de palas para
excavación hechas por sus ancestros para la construcción de zanjas y montículos de las tierras
pantanosas con el fin de cultivar raíces antes de la introducción de instrumentos de acero. Por la
datación de radiocarbono de los implementos de madera, Golson pudo demostrar que la
agricultura en estas tierras altas de Nueva Guinea tenía una antigüedad cercana a los 10000 años.
Según Harris, este ejemplo muestra cuan exitoso puede ser un proyecto que incorpore evidencia
etnográfica y arqueológica en una relación recíproca para confeccionar y testear hipótesis sobre el
pasado. La evidencia histórica de las prácticas de subsistencias del pasado son más valiosas en
regiones donde las observaciones etnográficas fueron recuperadas antes de que las prácticas de
subsistencia tradicionales fueran desplazadas bajo el impacto de la modernización.
Estos beneficios y limitaciones de la evidencia etnográfica e histórica tienen su correlato, son
paralelos a los méritos y deficiencias de la evidencia arqueológica. A menudo los pobremente
preservados restos orgánicos no pueden ser identificados por su exterior morfología, una visión
exterior o usando microscopios convencionales. Sin embargo, recientemente varias técnicas
novedosas, que usan criterios micro-anatómicos, histológicos y citológicos para identificar
fragmentarios y amorfos restos de plantas, han estado disponibles, y se utilizan cada vez más son
aplicados para restos arqueológicos particularmente en los trópicos. Esta tendencia es
acompañada con la capacidad del AMS, de datación radiocarbónica, para determinar la edad de
semillas individuales y otras muy pequeñas evidencias de materiales orgánico.
Harris se propone exponer algo de estas novedosas técnicas y de los más convencionales
enfoques resumiendo aspectos de la investigación de dos temas:
1) la antigüedad de los cultivos de raíces y tubérculos en parte de los trópicos de América,
África y sudeste de Asia
2) la subsistencia de forager del pasado en tierras tropicales del noreste de Australia. Harris
llevó a cabo investigaciones de campo y etnohistóricas en 1970 y 1980.

Cultivo tropical de raíz y tubérculo


Ha sido asumido por especialistas en temprana agricultura de los trópicos que los reproducidos
vegetativamente cultivos de raíces y tubérculos (como mandioca, ñame) estaban entre las más
tempranas plantas comestibles en ser cultivadas y domesticadas. Esta visión descansa en evidencia
etnográfica e histórica de sistemas de agricultura tropicales en zonas tropicales de América, África,
sudeste de Asia; la cual muestra que estos cultivos de raíces y tubérculos fueron más importante
que los de reproducción por semilla como cereales, legumbres, arboles de cultivo.
Evidencia arqueológica fue requerida para sostener esta inferencia derivada
etnohistóricamente, pero los tejidos blandos de raíces y tubérculos se descomponen rápidamente
y sus restos muy pocas veces sobreviven. Fragmentos u órganos completos de raíces y tubérculos
han sido encontrados en contextos muy secos, fríos o húmedos pero esto pasa muy raramente
como para que pueda contribuir significativamente al conocimiento de la historia de la agricultura
en los trópicos. La dura cubierta de semillas de los cereales, legumbres, etc., perduran mucho
mejor que las raíces y tubérculos, y por lo tanto, comúnmente se recuperan. Esta parcialidad en el
registro arqueológico ha hecho difícil testear hipótesis sobre la importancia de las raíces y
tubérculos en la agricultura tropical temprana. Pero está insatisfactoria situación esta cambiando,
por el desarrollo y aplicación de novedosas técnicas que generan directa evidencia sobre antiguos
cultivos de raíces y tubérculos. Tres técnicas tienen la capacidad de contribuir al hasta ahora pobre
conocimiento sobre la prehistoria de los cultivos de raíces y tubérculos; estás son: análisis de
parénquima, análisis de fitolitos y análisis de granos de almidón.

Análisis de parénquima
Análisis de parénquima fue primeramente utilizado por Hather, quien demostró que
parénquimas de órganos de almacenamiento pueden sobrevivir carbonizados y sus tejidos y
células fueron diagnosticadas permitiendo identificar varias taxas de raíces y tubérculos al nivel de
género e incluso de especie. Usando microscopio electrónico de barrido para comparar
experimentalmente muestras carbonizadas de taxas conocidas y ya identificadas con fragmentos
carbonizados extraídos de varios sitios arqueológicos, le fue posible a Hather reconocer restos de
especies de ñame de Samoa, papa dulce de una isla de Polinesia y mandioca de Cuello (sitio maya)
en Belice.
Análisis de fitolitos
Los fitolitos son partículas silificadas de tejidos de plantas que retiene la forma de células y a
menudo puede ser identificados a nivel de familia, genero y, a veces, de especies. Los fitolitos
resisten la descomposición y son ampliamente preservados en suelos de ambientes tropicales. El
primero en usar un análisis de este tipo fue Piperno en la década de 1980. Piperno ha identificado
fitolitos de dos tubérculos tropicales (uno es el arrurruz) del sitio de Panamá central: el abrigo
rocoso de Aguadulce. Sus hallazgos indican que por lo menos dos especies de tubérculos estaban
siendo cultivadas en América central hace 7000 años, y también demuestra el potencial del análisis
de fitolitos en la investigación de los comienzos en el cultivo de raíces y tubérculos en Zona
tropicales de América.
Este análisis también ha rendido nueva evidencia en la antigüedad de los cultivos de bananas
en tierras tropicales de áfrica y sudeste de Asia. Todavía no ha brindado una evidencia comparable
en los cultivos de Banana en Sudamérica, pero tiene el potencial para poder determinar si las
bananas fueron introducidas antes de la colonización europea o después de la colonización donde
rápidamente fueron adquiridas, ya que fueron un valioso recurso bien adaptado ecológicamente
para la integración a los ya existentes “juegos” de raíces y arboles cultivables.

Análisis de granos de almidón


Los granos de almidón tienden a perdurar en una amplia variedad de ambientes y son
diagnósticos de género y a veces de especies. Son muy importantes para los arqueólogos porque
son preservados en residuos orgánicos encontrados adheridos a instrumentos de piedra. Los
beneficios de esta técnica ha sido demostrada por Piperno que ha identificado granos de almidón
de arrurruz en instrumentos de molienda excavados en el abrigo rocoso de Aguadulce, donde
fueron encontrados también fitolitos de arrurruz como también granos de almidón de mandioca y
de camote. Todos fueron recuperados de estratos precerámicos datados entre 7000-6000 años
atrás.
Restos de almidón en un instrumento de piedra de un sitio del sur de Venezuela han sido
investigados por Perry. Ella analizó granos de almidón preservados en escamas microlíticas que
funcionaban como “dientes” de una tabla ralladora de cerámica hallada en el sitio Pozo azul Norte
en el Orinoco medio, datados de 740 dc. Pudo identificar con seguridad granos de almidón de tres
plantas con órganos de almacenamiento comestibles subterráneo: camote, arruruz (la otra no sé lo
que es, así que no lo puse), y también de maíz que cuyos granos de almidón son los que aparecen
más representados. Sorprendentemente, no fueron encontrados granos de almidón de mandioca
amarga, tratándose de un hecho que se opone con el extendido supuesto de la literatura
arqueológica sobre la prehistoria de la agricultura en amazonia de que los ralladores de cerámicas
y los microlitos asociados (que serían como los dientes del rallador) son un seguro indicador de
cultivo de mandioca amarga. Aquí se tiene un ejemplo de cómo una nueva técnica arqueobotánica
puede dar cuenta de evidencia que se opone a la aceptada inferencia derivada originalmente de
observaciones etnográficas y reportes históricos. Igualmente estos resultados no falsifican el
supuesto de que los ralladores de cerámicas con microlitos fueron usados en la prehistoria para
procesar mandioca amarga, pero revelan que estos artefactos han sido utilizados para procesar
una amplia variedad de plantas que productores de almidón, incluyendo el maíz, y que la evidencia
arqueológica (de estos ralladores) ya no debe ser considerada, sin críticas, como un indicador
proxi del cultivo de mandioca.
Estos datos del análisis de granos de almidón y fitolitos en Panamá y Venezuela demuestran el
potencial de estas técnicas par superar la falta de evidencia arqueobotánica directa, y actualmente
proveen la más temprana evidencia de cultivo d raíces de América.
Estas tres técnicas cada vez son más aplicadas y podemos esperar aprender mucho más de la
prehistoria de cultivos de raíces y tubérculos en América, y sus relaciones con cultivos tempranos
de semillas como el maíz. Es más difícil determinar si los granos de almidón, fitolitos, y fragmentos
de parénquima derivan de plantas salvajes o cultivos domesticados, comparándolo, cuando esta
misma determinación es en semillas u otros restos macroscópicos de plantas. Sin embargo,
comparando parénquima, fitolitos y granos de almidón de plantas actuales salvajes y domésticas
es posible establecer criterios (por ejemplo: tipos de granos de almidón) y así reconocer formas
domesticas del pasado.

Subsistencia de foragers tropicales


Las novedosas técnicas que Harris discute se espera que hagan importantes contribuciones a
futuras investigaciones sobre el uso de plantas por parte de pasados cazadores-pescadores-
recolectores de los trópicos. También mucho puede se todavía aprendido a través del uso de los
convencionales métodos etnoarqueológicos basados en la comparación de evidencia arqueológica,
etnográfica e histórica. Esto último lo ilustra a través de investigaciones que llevó a cabo en la
subsistencia pre-europea de dos áreas en el noreste tropical de Australia: una se trata de una selva
y otra de unas islas al oeste.

Subsistencia pre-europea en la selva del noreste de Australia.


El objetivo de la investigación en esta selva fue examinar la relación entre reportes históricos
sobre la vida aborigen, la evidencia arqueológica y la ecología de la selva. Mediante la combinación
de su trabajo de campo (arqueológico), estudio sobre los nombres aborígenes de las plantas
obtenidos por los tempranos observadores europeos y la correlación con los estudios botánicos de
la zona, Harris pudo identificar mucho de las plantas reportadas que habían sido consumidas por
los aborígenes de la selva. Los reportes históricos contienen muchas referencias sobre la
importancia dietara de los árboles de nueces, es así que Harris identificó 11 especies de árboles
que fueron fuentes básicas o suplementarias de nueces comestibles.
La importancia de estas clases de nueces fue revelada no solo por los reportes históricos sino
también por la existencia de dos tipos de herramientas de piedra que se utilizaron para procesar
las nueces, que fueron encontradas en la selva cuando fue despejada. La cuestión que le surgió a
Harris cual de todas las nueces fue procesada con estas herramientas. La respuesta la encontró
considerando las propiedades de estas nueces, también por las referencias históricas de las
herramientas y por testimonios de los aborígenes que tenía conocimiento sobre su forma de uso.
Harris encuentra diferencias importantes en la cubierta de dos tipos de nueces, una de las
cuales tenía una cubierta muy gruesa y resistente, mientras que la otra con una cubierta más fina y
débil era tóxica y necesitaba ser lixiviada con agua mientras que la otra podía ser consumida
directamente. Este contraste, complementado con la información oral sobre el procesamiento de
las nueces y la referencia histórica, ayuda a Harris a determinar una de las herramientas (yunque y
martillo) sirvió para romper la cubierta de las nueces y la otra sirvió para macerar el núcleo tóxico
antes de que su resultado sea lixiviado en agua.
También analizó su utilidad para la subsistencia de los aborígenes del pasado, teniendo en
cuanta su fácil recolección, sus propiedades químicas, etc.
Según Harris este estudio muestra como comprendiendo datos arqueológicos y ecológicos se
puede elaborar una interpretación sobre la pasada subsistencia de forager que está basada
principalmente en evidencia histórica.

Subsistencia pre-europea en las islas occidentales: Torre Strait


En estas islas las fuentes históricas y etnográficas indicaron que la importancia en la
subsistencia de los cultivos incrementaba de sur a norte. Los habitantes de las islas del sur
obtenían casi toda su comida de animales como peces, mariscos, también recolectaban de frutos,
mientras que al norte presencia en pequeña escala de cultivos de ñame, papa dulce, bananas.
Trabajo de campo que Harris lleva a cabo en las islas en 1974 añade dimensiones arqueológicas
y etnobotánicas al panorama económico de mediados del siglo XIX que puede ser dibujado de las
fuentes históricas y etnográficas. Harris identifica antiguos montículos agrícolas, zanjas terrazas de
cultivo. Excava uno de estos montículos y obtienen datación radiocarbónica.
En sus trabajo de campo en la isla pudo confirmar la importancia del consumo de unas vainas
que en un relato histórico de una naufraga escocesa contaba que estas vainas solo se consumían
en la época húmeda cuando todos los demás recursos escaseaban. Sus informantes aborígenes le
contaron que estas vainas se consumían en el pasado reciente. El relato de la naufraga cuenta que
tenían que ser procesados (vapor en hornos de tierra, raspado, lavarlos) antes de que pudieran
consumirse. Excavaciones hechas por otro investigador en el área de un asentamiento de estación
húmeda en la isla donde estuvo naufraga la escocesa se encuentran estos hornos de tierra, piedras
que sirvieron para cocinar, etc.
Este ejemplo, como el anterior, muestra como evidencia etnohistórica completada con datos
derivados de trabajo de campo etno-biológico puede adquirir nuevos conocimientos sobre la
subsistencia de forager tropicales.

Conclusión
En este trabajo Harris ha mostrado varias novedosas técnicas que esta siendo utilizadas para
identificar a los vestigios de plantas que antes no podían identificarse y están proveyendo nueva
evidencia, especialmente sobre tempranos cultivos de raíces y tubérculos en los trópicos. Estas
técnicas también puede ser utilizadas para evaluar las existentes inferencias derivadas de evidencia
etnobotánica y arqueológica, como es mostrado por la investigación de Perry que encuentra
granos de almidón preservados en microlitos de ralladores de cerámica, los que antes eran
asumidos como diagnósticos de los cultivos de mandioca amarga, pero son ahora conocidos para
ser usados para procesar maíz como también mandioca y otras raíces cultivables.
Los ejemplos que Harris presenta combinan estudios etnohistóricos, etno-botánicos y
arqueológicos sobre recientes foragers en el noreste de Australia, que demuestran que es mucho
más factible investigar la subsistencia del forager del pasado cuando el intervalo entre
observaciones etnográficas y la inferencia arqueológica de las prácticas de subsistencia del pasado
es de unos cientos de años y no de miles. Respecto a la gran dificultad en estudiar plantas útiles
para personas que vivieron miles de años atrás, mediante la combinación del uso de las nuevas
técnicas analíticas (parénquima, granos de almidón, fitolitos) y con modelos más refinados de la
interacción planta-gente basado en datos etnográficos y ecológicos, se puede esperar lograr
grandes ganancias en el entendimiento de las numerosas formas en que los humanos se han
obtenido y producido comida de plantas en los trópicos.

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