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HISTORIAS
JUVENILES

Segundo Concurso

Quito - Ecuador 2006

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 ÍNDICE

PRÓLOGO 7
INTRODUCCIÓN 9

EL BARRIO, LA FAMILIA, EL COLE 15

1. Acordes de sueño 17
2. Algún día seré un gran actor 25
3. Cosas que pasan 31
4. Cuando se sale a bailar 41
5. Detestable rutina 45
6. Dijimos a las seis y son las siete 51
7. El cambio está en tus manos 59
8. El dolor nos salva o nos condena 73
9. El problema de la imaginación 77
10. Entonces vuelvo a ser yo 83
Coordinadora Ecuatoriana Para el Accionar Juvenil CEPAJ 11. La conquista 87
12. Qué hay detrás 91
Rodando en Corto - Historias Juveniles 13. Seis veces más joven 97
Porque los jóvenes pueden crear su propia historia 2006 14. Talento de barrio 107
15. Un amigo imaginario 113
Diseño gráfico: Zonacuario Comunicación con Responsabilidad Social. 16. Tal vez tú tenías razón 117
17. Un viaje sin retorno 121
Editor: David Lasso. 18. Mi experiencia con Dios 126
19. Una carta a mis amigas 129
Impresión: Artes Gráficas SILVA 2551-236
EL CUERPO, LOS AFECTOS, LA NEGACIÓN 131
ISBN: 978-9942-01-028-5
20. Agua y aceite 133
Derechos de Autor: 026752 21. Amor sin barreras 138
22. Anónimo 147
CEPAJ: Av. 12 de Octubre N21-229 y Roca. Edificio 12 de Octubre. Of. 308 23. Biografía de Luis Alfonso 153
Telf: 022554299 24. Despierta 157
info@historiasjuveniles.org - www.historiasjuveniles.org 25. El bichito de mi vida 161
Quito - Ecuador 26. Era un día más 173
Junio 2007 27. Historia de un amor juvenil 179
28. La historia de Ramiro 189
29. Los verdaderos y falsos amigos 199 5
4
 30. Mariana 201
31. Mi primera cita 205 Prólogo
32. Nueve meses con Freddy 209
33. Odio, amor y sexo 219 Reinventar la palabra
34. Papá sin saberlo 221
Freddy Peñafiel Larrea
35. Quimera de amor 231 Diciembre 2006
36. Yo, ella y él 227
Cuando el ser humano descubrió que había un mundo que se
extendía más allá de sus manos tuvo la necesidad urgente de adueñarse de
LA SOLEDAD, LA CARENCIA, LA AUSENCIA 245 el. Ni las manos ni los ojos le bastaron; entonces tuvo que recurrir a un
invento mágico: empezó a nombrar las cosas para que existieran y
37. Al otro lado 247 - existiendo- le pertenecieran.
38. Blanca, el amor de mi vida 253
39. Comencemos desde cero 261 Desde esos lejanos días la palabra ha venido saltando por nuestra
historia. Vestida de colores en las plazas, de consignas en las calles, de amor
40. Cuestión de autoestima 267
en canciones y revoluciones. A veces incluso se ha vestido de negro para
41. Desesperación 275 reunirse en secretas iglesias recién inventadas, o de un oscuro gris para
42. Édison 281 codearse con académicos a los que no soporta... pobre palabra, ella también
43. Esta historia es de mi madre y mi vida lo que fue sin ella 283 se aburre.
44. La historia de mi vida 289
45. Martina 291 Es tiempo, entonces, de darle la libertad de recuperar las historias
46. Ningún estudiante será excluido 299 que viven escondidas en el silencio de lo oficial. Así, el amor empieza a
47. Por qué llegué demasiado tarde 305 inventarse dentro de una celda, tras un árbol marchito, en el patio de un
48. Refugios 309 colegio. Y para ella, la palabra, no importa que ese amor tenga h o esté con
49. Sabor amargo 317 la r sucia de tanto ser arrastrada por chaquiñanes de camino al trabajo o al
descanso. Esa es la palabra auténtica. Aquella que baila cuando le pedimos,
50. Sobre mi vida 325
la que es capaz de convertir a la historia de la literatura universal en una
51. Tiempo 329 canción de hip hop, la que acompaña a Don Quijote de la Mancha mientras
52. Una oportunidad más para un joven que quiere ser el mejor 337 espera en el “Comité del Pueblo” afuera de la misa del domingo, porque ya
mismito sale su Dulcinea.
FOTOS 343
La lectura de estas historias de “Rodando en corto” me permitió
volver a tener contacto con la palabra. Con la arcilla misma que permite
jugar a recrear el mundo. A veces solo por el gusto humano de volver a ser
dioses. No importó tanto la calidad “literaria” o “formal” sino la posibilidad
de descubrir tras de cada historia un fragmento de nuestra ciudad. De la
ciudad real que vive escondida de los medios oficiales. Una historia de
jóvenes madres solteras, de homosexualidad, de organizaciones barriales y
de paseos al monte. Cuentos donde la salida única a una vida que no nos
gusta está detrás de diez centavos de diablillos o de un viaje inacabado a
nuestro propio destino.

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 ¿Cuál es la sensación después de enfrentarse a estas historias? Una
sonrisa al descubrir que la palabra no se ha dejado guardar en frascos “lejos
del alcance de los niños”, y todavía se atreve a nacer en lugares difíciles y
a convertirse en cuento y, las más arriesgadas, vestiditas como para ir a
fiesta, en película.
Un cuento nos lleva a bailar con los panas, hasta las 5 y media no
más porque el autor no puede atrasarse a clases otra vez, en otro el autor
recuerda su vida, su expulsión injusta del colegio y los muchos caminos que
se abrieron para seguir andando. Historias que nos llevan a los lugares de la
ciudad donde no muchas veces entra la literatura. A una cotidianidad que
debería ser conocida y reinventada desde la propia palabra. Nuevas voces
que se arriesgan a levantarse y contarnos de sus propias vidas, sin ambages,
sin disfraces, sin ternos planchados ni vestido de fiesta: nuestras palabritas
de todos los días, las que nos sirven para detener el autobús cuando vamos
tarde, para llamar a los panas a un partido de fútbol o aquellas que
deslizamos furtivas en el oído de la mujer elegida para acompañarnos a
inventar palabras hasta el fin de los tiempos.
Y en estas historias que ruedan en corto por la vida, el amor es una
constante. El amor rechazado (porque siempre que nos sucede pensamos
que es el fin del mundo, hasta que volvemos...), el primer amor
adolescente, el amor de la familia, el imposible. Esta palabrita sigue
metiéndose por las rendijas de nuestras vidas y lo desordena todo. Una
buena forma de darle un encuentro es utilizándola para contar historias y
sacar los malos y los buenos momentos para que vivan para siempre. Poder
volver a leer nuestras palabras cuando pasa el tiempo nos llena de esos
recuerdos y cosquillitas que nos hacen sentir que seguimos vivos.
Muchas gracias por permitirme conocer sus mundos, sus silencios,
sus sueños, sus aventuras. Después de leer estas historias y de tener a la
palabra joven susurrando cosas al oído solo se puede sonreír, mirar por sobre
el hombro y ver el camino recorrido. Seguir caminado y tratar de esquivar
los baches que la vida nos pone en el camino. Suerte y felices palabras.
8 9
INTRODUCCIÓN
AFUERA TÚ NO EXISTES, SOLO ADENTRO.
Much@s jóvenes ni siquiera se enteraron del “Primer concurso
intercolegial de historias juveniles” en el 2005. Y no se enteraron por varios
motivos. Primero, porque no estudiaban, ya sea por elección propia o porque
les expulsaron de los “templos del control del saber”, o porque nunca
llegaron a entrar en escuela o colegio alguno, o porque sencillamente
trabajaban y no había ni tiempo, ni plata, ni ganas para estudiar.
Otros compas vivían demasiado lejos del Centro-Norte de Quito,
como para enterarse o venir a dejar la historia donde nosotros. Muchos no
tenían computadora y otros, sencillamente, no sabían escribir.
Muchas historias no nos llegaron. Algunas se perdieron
“inexplicablemente” entre los profes, quienes creían que ciertas “ideas
raras” de sus estudiantes no darían una buena imagen al colegio.
Otr@s ejercieron el derecho al silencio, a que nadie sepa de sus
vidas, porque sencillamente es de ell@s, porque es demasiado compleja
para explicarla o entenderla. O porque no les dio la gana de que los juzguen
con una lectura.
A pesar de todo, en el 2005 nos llegaron 124 historias y aprendimos
varias experiencias que nos sirvieron para organizar el concurso el siguiente
año, en el 2006, como por ejemplo que:
- A los jóvenes sí les gusta escribir y también leer. Claro, depende de lo que
haya para leer o escribir, del espacio donde hacerlo y de los lectores a
quienes se dirijan.
- Que muchos jóvenes que participaron, en realidad, piensan como adultos
(y eso no es para nada un piropo ¡eh!, pues no basta vivir una realidad para
poder explicarla) e internalizan las formas de control, vigilancia y represión
educativas y familiares, sintiéndose culpables por la supuesta “edad del
burro” y en riesgo, víctimas de los males del siglo: sexo, drogas y rockanroll.
- Que la mayoría de jóvenes que participaron en el 2005, estudiaban en
colegios privados o en los fiscales más “representativos o reconocidos”, de
esos a los que hay que ir a las tres de la madrugada para alcanzar un cupo
 en la matrícula.
Entonces lanzamos el “Segundo concurso de historias juveniles” en
abril del 2006. Le quitamos la categoría “intercolegial” -aunque no dejamos
de seguir difundiendo en los “coles”- y nos lanzamos al ruedo con una nueva
apuesta: motivar a que escriban jóvenes de otros sectores sociales y
económicos, y esto implicaba ir a donde ell@s y aplicar una metodología
mucho más participativa.
Con Marcia, del INNFA , llegamos a jóvenes de barrios del Sur de
Quito: La Lucha de los Pobres (Iglesia Cristo Liberador) y San Martín de
Porres; con Meche, llegamos a l@s chic@s de Guamaní, Cutuglagua,
Chillogallo y del CENIT (Centro del Niño y Niña Trabajadora), y también a la
Red Juvenil Quitumbe; y, con Azu, nos fuimos al Valle (pero no al
amurallado) sino a las parroquias de Tumbaco, Puembo, Pifo, Yaruquí,
Azcázubi, El Quinche y Checa, donde estaba el grupo juvenil “La Plena”.
Organizamos tres talleres de construcción de historias en cada punto
de reunión de los chic@s: en los Centros de Salud de Guamaní y de Tumbaco,
y en la Escuela Inti. La propuesta fue que, partiendo de la memoria
personal, nos contaran sus propias historias.
El resultado:
“Conflictos personales, familiares, escolares… El punto más fuerte,
desde mi punto de vista, es cuando comenzaron a escribir sus historias. La
mayoría decidió escribir sobre sus experiencias pues, a pesar de ser jóvenes,
ya habían vivido muchas cosas: separaciones, tristezas... y eso decidieron
plasmar en su historia”.
Dennis.
Facilitador de talleres de construcción de historias
“Las asistentes encontraron en la escritura un mecanismo de
liberación, Cada una enfrentaba situaciones difíciles, sobre todo para la
edad que tenían. Este ejercicio de interiorización y exteriorización de
miedos, tristezas, alegrías, preocupaciones, motivaciones, sueños, etc.
rebasó los límites del concurso”.
Erika y Paola.
Facilitadoras de los talleres de construcción de historias
Es verdad, muchas historias nos sobrepasaron. Como una ola de
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viento nos embistieron, nos demandaban soluciones a sus problemas:
violaciones, maltratos, ausencias. Una tarde llegó la mamá de Natalia. En un
sobre manila traía el diario que su hija había escrito meses antes de morir.
El mundo fue demasiado pesado para vivirlo…
También dialogamos con los compas del Centro de Orientación
Juvenil “Virgilio Guerrero”, más conocido como la “cárcel de menores”.
Gracias a Wilson, “El Chiwiwili”, Edison “El Marihuana”, Henry, José, Juan
Alberto, Julio, Leonardo, Libinson, Mai “El Colombiano”, Mauricio, Pablo
Andrés, Sebastián y Marco por permitirnos invadirles con el concurso. Se
desbordaba una necesidad por contar sus mundos llenos de calles y noches;
por conversar o convencer de sus historias que conviven con el peso de un
pasado delictivo. Para muchas de estas historias, el futuro no existe.
“Creo que el principal problema fue que, ante las experiencias tan
fuertes que los chicos contaban, nosotros nos quedamos sin armas para
entender un mundo más complejo del que nos imaginábamos.”
Deysi Vela.
Facilitadora de talleres de construcción de historias
El futuro no puede renunciar a la memoria, y por eso, como en el
2005, volvimos a apostarle a la narrativa como la mejor estrategia para
posibilitar la participación desde los propios jóvenes. Es en ese espacio
donde tod@s podemos mostrarnos ya que todo el tiempo estamos
“cuenteando”: en la calle, en el bus, en el espejo… Por eso nos llegaron
historias sin autor/a, historias sin título, escritas en grupo, rapeadas en hip
hop en un cassette regrabado mil veces, testimonios de vida, acompañados
de música para que la escucháramos mientras leíamos o simulando una
entrevista en un programa radial. Recibimos 200 historias entre orales y
escritas.
“…más les interesó el rodaje, ser sus propios camarógrafos,
directores, actores. Eso les interesó, pero más les motivó ver los vídeos y las
anécdotas de los concursantes anteriores.”
Dennis
Terminado el concurso se seleccionaron 52 historias. Se invitó a sus
autores a formar parte del grupo que recibiría capacitación en producción
audiovisual, para luego filmar las cinco historias elegidas entre las finalistas.
En el primer taller nos contaron por qué escribieron:
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 - “Por los premios: cortos, libros, actuación”.
- “Por la necesidad de desahogar mis sentimientos y expresar los
pensamientos que tenemos los jóvenes”.
- “Por denunciar la problemática de la sociedad desde la mirada de l@s
jóvenes hacia el mundo adulto”.
- “Por expresar nuestros gustos, nuestras formas de divertirnos”
- “Por desestigmatizar a l@s jóvenes”
- “Por plasmar nuestra imaginación”
- “Porque quiero llegar a ser una gran escritora”
- “Por reflejar una aventura que sería chévere vivir”.
En fin, luego de cinco meses, filmamos cinco cortos.
Nos organizamos en dos grupos: uno se reunía al Norte, en ASOCINE,
y otro al Sur, en la ACJ . Ahí les conocimos más de cerca y nos dimos cuenta
de que a pesar de que todo el tiempo estamos narrando (cómo nos fue en el
trabajo, lo que pasó en la tienda, lo que quisiera que pase en el colegio,
etc.) la cultura mediática del entretenimiento muestra solo ciertas
vivencias.
Visibilizar la historia de alguien implica una posición de jerarquía
que, en la mayoría de los casos, obedece a las estructuras de poder
económico, político y cultural y decide qué es aquello que es mostrable por
su carácter de “vidas ejemplares”. Esta visibilización -o su efecto, la
invisibilización de otras historias- refuerzan y confirman un orden social, y
buscan legitimarlo.
“Se juegan aquí diversamente los imaginarios de la época,
las figuras del héroe, del éxito, la representación social, las
trayectorias, las vidas deseables e imposibles, las caídas, éticas
de la cotidianidad, modos de empleo, usos y costumbres, un
verdadero mapa de la adecuación sentimental -los “buenos” y
“malos” sentimientos-, terapéuticas del cuerpo, del “alma” y
de la sexualidad, autoayudas, identificaciones, mitos, ritos,
emblemas, valoraciones, infracciones… infinitas variantes
modelizadoras que alimentan el orden social”. ( Archuf, 2002)
Las imágenes que vemos de los jóvenes en los medios, sus
aspiraciones y hábitos de consumo, son una ventana para legitimar una clase
social y un estilo de vida predominante, un círculo narcisista que crea y
recrea referentes y cuerpos light, mentes y pensamientos desechables. Por
eso, nos queremos alejar de sus cuerpos (de los zapatos tennis, piercings,
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vestimentas que son televisadas como las únicas y simplificadas formas de
ser joven) y queremos acercarnos a sus territorios en movimiento, como
cuando pasamos junto a una puerta lanfor como otro territorio más, donde
de seguro ocurren muchas historias juveniles. Las historias que se presentan
en esta compilación no pretenden ser portavoces de ninguna verdad
absoluta, ni representar a un grupo de jóvenes determinados.
Creemos que es posible transitar desde el “yo” al “nosotros” y del
“nosotros” al “yo”, que en una historia de vida se totaliza una sociedad, que
en la historia de cada cual está toda su sociedad vivida subjetivamente. El
relato individual, el relato de todos. Y que a pesar de que este libro se
divide en tres partes: expresiones juveniles, sexualidad y problemática
social, todas las historias se cruzan entre sí. No es posible encajarlas en
temas, pero lo hemos hecho con fines didácticos pues hay una guía
metodológica que acompaña al libro y los vídeos para armar talleres de
capacitación, formación y debate con jóvenes.
Lo sabemos, muchas historias no nos llegaron, pero no por ello no existen.
Por eso hacemos este proyecto, para legitimar las vivencias de los
jóvenes, para establecer un diálogo a partir de otros referentes de vida,
para visibilizar otras identidades y provocar otras identificaciones. Para
romper con la idea de que existes solo adentro, y no afuera, para entender
las historias marginales no desde el centro, pues cuando ell@s se escriben,
eres tú el que está lejos.
Este año aprendimos que no debemos limitarnos a promover que
cada vez más jóvenes nos envíen sus historias al concurso. Creemos que el
acto de escribir es un acto de reflexionar sobre uno mismo y sobre el
contexto que lo rodea, y practicar ese acto ya es válido por sí mismo, más
allá del concursar o ganar un premio.
“Es una forma de pensar, comprender y explicar el mundo a través
de estructuras dramáticas, cuentos con comienzo, conflicto y desenlace. La
narración ordena, articula, significa y resignifica el caos que habitamos y
confiere orden, sentido, finalidad a nuestra experiencia” (Chilun, 2000).
Cuando contamos, hacemos un ejercicio que sobrepasa la vivencia,
incluso podemos llegar a entenderlo tardíamente. ¿No les ha sucedido eso
de que solamente después de que a uno le pasan las cosas, y uno las
recuerda, las logra entender de diferente manera?
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 La narración es una forma de entender el mundo, no sólo en sus
contenidos sino también en su forma de contar las cosas. Por ello hemos
respetado el estilo en que escribieron los jóvenes que participaron.
Al narrar, uno recupera algo imposible: el pasado, dándole un
sentido a lo vivido, o también lo recupera hacia delante, cambia la apuesta
de “no hay futuro” a la de “no habrá futuro” si no hacemos algo para
cambiar el ahora.

Acá no están todas las historias de ésta generación. Faltan

muchas historias, entre esas la tuya, la nuestra. Pero no será suficiente
hacer narrar a l@s otr@s. Para nuevas voces, nuevas escuchas. Para narrar
hay que ganarse la escucha y también hay que querer escuchar. Te invitamos
a que te ganes la lectura de estas historias.

¡Mucha suerte!

David Lasso
Coordinador
Proyecto Rodando en Corto - Historias Juveniles.

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 “Jorge, mientras regresaba a su casa, no podía comprender cómo su
madre odiaba tanto la música si se había enamorado de un amante de
ella. Desde que su padre murió, a su madre no le gustó que él toque
ningún instrumento, incluso estuvo a punto de botar la guitarra que su
mismo padre le había regalado; pero no lo hizo, ya que era un recuerdo
muy preciado”.

Carlos Pérez
(Clausius)
20 años

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 La guitarra tronaba en las paredes que ya no soportaban la fuerza
de los acordes que Jorge daba a su vieja guitarra eléctrica, que su padre le
había regalado por Navidad, pocos meses antes de que fuera atropellado, y
que dejara en manos de su madre y su tía, que eran las únicas personas que
velaban por él. Jorge sacudió su cabeza y escuchó lo fuertes gritos que
Adrián le daba: “¡Hey, hey Jorge! ¿Estas ahí? ¡Hey!” Jorge, como volviendo
de ver una película, cogió de nuevo su guitarra y dijo “Ah, perdón”, a lo que
Adrián contestó “¿Qué pasa socio? ¡Concéntrate!” “Perdón, pero me vinieron
unos recuerdos un poco extraños, como que los estaba olvidando.” “Bueno,
parse, pero pórtate pilas que estamos ensayando, así que a concentrarnos,
¿hecho?” “De ley, man, a concentrarnos.” Jorge tan sólo cogió su guitarra, y
con la vitela en sus dedos la empezó a tronar para comenzar a hacer lo que
más le gustaba y por lo cual se había sacrificado tanto: ¡la música!
Jorge era un joven de veinte años, aferrado al arte de la música
desde muy pequeño. Su padre le había fomentado ese gusto, y mientras
Jorge crecía iba creciendo su interés por la música. Su primera guitarra se
la había dado su padre cuando apenas tenía tres años de edad; desde aquel
tiempo, Jorge no paró de tocar, a pesar de la total oposición que ponía su
madre después de que su padre murió cuando él tenía catorce años. Había
decidido seguir lo que más le gustaba, aunque su madre se opuso
contundentemente.
“Un, dos, tres: ¡va!”, gritó Marco en la batería. Jorge había
conocido a Marco en el colegio, en segundo curso, y desde ahí se habían
hecho grandes amigos a pesar de que a su madre nunca le agradó aquel
chico. Siempre se habían llevado y seguirían haciéndolo, no había que negar
que ambos eran bohemios y amantes de la diversión. Jorge comenzó, a
partir de tercer curso, a tener un extraño agrado por la música rock, en
especial por el ñu y el kor metal, un metal que fusionaba lo fuerte con
toques suaves del metal. Recuerdo aquel día que en su curso cruzaban los
papeles de un lado al otro; habían quedado en formar un grupo de música y
tratar de cumplir su sueño. Un papel había caído en la cabeza de Marco, por
lo que se levantó bruscamente y cogió un palo con el cual los licenciados
siempre solían castigar. Pero Jorge miró algo muy particular en Marco. Sin
darse cuenta, pasaba el palo en medio de sus dedos haciéndole girar en
forma de hélice, con una habilidad que nunca antes había visto, y fue
cuando escuchó el retumbo muy fuerte que dio en una de las bancas de
metal del curso. Mientras Marco buscaba al culpable de aquel acto, nadie
del curso habló, ni pronunció palabra, Marco tan solo se sentó y miró que
Jorge le miraba con cara de que había presenciado la segunda venida de
Jesús, o algo parecido. Al ver semejante mirada, Marco se asustó y solo
18
Acordes de un sueño
consiguió preguntar “¿Qué sucede? ¿Estás bien, Jorge? ¿Por qué me miras
así?” Jorge solo consiguió preguntar: “¿Alguna vez has tocado batería?”
Marco lo miró con cierta cara de asombro, y le contestó: “No, nunca he
tocado una batería. ¿Por qué?” “¡Pues creo que ya tenemos baterista!”,
contestó Jorge mientras sonreía.
Mientras tocaba acorde con acorde en la guitarra, Adrián, que se
encontraba en la otra guitarra, le trataba de decir algo que no alcanzaba a
comprender. Adrián dio un gran salto, muy típico del género de música que
practicaban, y fue entonces cuando comprendió lo que trataba de decirle:
sabía que debía haber saltado al unísono con Adrián ya que, aparte de tocar,
ellos siempre habían tratado de dar un espectáculo visual, como siempre
veían en los vídeos de sus grupos favoritos como los Meshuga, los Illniño o
los mismísimos Dioses de Slipknot, a los que siempre habían admirado por su
puesta en escena además de su música. Una tarde que habían estado con
Adrián en otra de sus pasiones de adolescentes, que eran las patinetas,
habían visto los saltos que con ellas se podían dar, y que podrían ser
utilizados en el escenario, al igual que los Slipknot; algo que tal vez era un
poco extraño. Pero la mente de Jorge corría increíblemente, y desde ese día
había planteado a Adrián que practicaran los saltos que darían en escenario.
Pero además con las patinetas. Aunque parecían locas las ideas de Jorge,
eran muy posibles. Practicando seguidamente y con esfuerzo lograrían una
puesta en escenario mucho mayor que los mismos dioses a los cuales
adoraban.
Mientras el cuarto de ensayo no daba para más, algo sucedió tan de
repente que a todos les paró: la quinta vez en el mes que les quitaban la
luz, y no exactamente porque se había ido en todo el barrio, sino que les
bajaban el switch del medidor de luz pues, a pesar de que el cuarto de
ensayo estaba muy apartado de sus vecinos, ellos alegaban que no solo que
no dejaban descansar, sino que las personas mas conservadoras y cristianas
del barrio los tachaban de “satánicos”, “drogadictos”. Incluso una vez les
habían dicho que eran narcotrafícantes, situación que se complicó cuando
una de estas personas católicas aferradas había llamado a la policía,
diciendo que dentro del cuarto donde ellos ensayaban se expendía droga a
menores de edad, lo que causó un gran revuelo entre de los padres de los
chicos, que por poco les obligan a dejar la música. Después se aclaró el
problema, y comprobaron que solo había sido un cuento metido por esas
personas que se aferraban a la idea de que si algo no suena bonito para ellos
es música del demonio; cosa que no es cierta, ya que es una cultura
underground, una cultura que siempre será incomprendida y que por tal
razón siempre existirá, la deseen o no.
19
Acordes de un sueño
 Cuando Carlos y Adrián volvieron a conectar la luz y poner seguro en
la puerta después de que los llamados “enviados de Dios” la habían forzado
para entrar a la casa y desconectar el interruptor de luz, volvieron a
ensayar. Esta vez, quien dio la voz de inicio fue Carlos. El grito siguió
trayendo recuerdos a la mente de Jorge, que pensaba en aquella noche en
el bar de un amigo, hace un año atrás, cuando conoció a Carlos, un chico
tímido pero amante de la música kor que ellos también amaban y
practicaban. Habían formado la banda seis meses atrás. Por diversas razones
no había podido concretarse de una forma permanente desde el inicio. En la
banda hacía falta el bajista, y necesitaban a alguien que impusiera, tal vez
no la técnica, sino la fuerza en el escenario y en su música. La noche había
transcurrido, y Carlos les había comentado que estaba aprendiendo hace
muy poco tiempo a tocar el bajo, cosa que alegró mucho a Jorge y Adrián,
que le propusieron participar en el proyecto.
Después de varios intentos de ensayos, Carlos estuvo a punto de
darse por vencido, debido a que él era el único que no podía tocar bien el
instrumento que le correspondía. Pero cada vez que estaba a punto de darse
por vencido, sus compañeros le entusiasmaban, hasta cuando ya pudieron
tocar los cinco de la banda: una música fuerte tal como a todos les
agradaba.
Al tiempo que resonaba la música en el cuarto de ensayo, Carlos
escuchó que golpeaban la puerta. Era Gabriel que recién llegaba al ensayo,
y con un caluroso insulto lo recibieron todos, preguntando qué le había
sucedido; a lo cual Gabriel solo respondió: “El tráfico, locos.”
Ahora, Jorge recuerda que cuando en quinto curso en su colegio,
para el grado, necesitaba de la nota que imponía el Ministerio de Educación,
tuvo que participar en la Defensa Civil. Allí conoció a Gabriel. Él se
encontraba estudiando en otro colegio, pero también participaba. Una
ocasión, cuando les habían llevado de campamento, se había elegido a los
coordinadores estudiantes de cada colegio y a sus respectivas voces de
mando. Gabriel era la voz de mando de su colegio; derrapando una voz
fuerte, grotesca, en ciertos puntos desgarradora. Sin más importancia en
aquella ocasión, Jorge no había quedado mayormente sorprendido, hasta
seis meses después, cuando en su colegio se realizó un intercolegial de
bandas, dentro de las cuales se encontraba Gabriel, que no hacía sino una
voz de alternativo, una voz muy suave, pasiva y hasta melódica. Esa era la
voz que buscaba, ya que al recordar sus fuertes gritos, comprobaba que
podía cambiar fácilmente de tonos y timbres. Jorge y Marco fueron a
proponerle participar en su proyecto, y Gabriel aceptó gustoso. Así había
20
Acordes de un sueño
pasado la mayor parte del tiempo junto a ellos, llegando a ligar una gran
amistad con todos, en muy poco tiempo.
Pero el ensayo no terminaba, y Jorge sintió un ligero beso en su
mejilla izquierda que le animaba a continuar tocando. Era Paola que, vestida
y pintada totalmente de negro, con su cabello liso y su base blanca, hacía
gala de ser una chica gótica. Era flaquita, pero con un cuerpo muy bien
puesto; su estatura era baja; a pesar de eso, le encantaba usar faldas negras
cortas y largas.
“Oigan, tórtolas, estamos ensayando. Dejen el besuqueo para
después, ¿hecho? a ensayar, ¿sí?” Tanto Jorge como Paola se habían
sonrojado por el comentario hecho por Marco. Ambos se separaron, y el intro
en teclado hecho por Paola dio paso a la fuerza de los demás. Era extraño
tener una tecladista dentro de un grupo de kor metal, pero así había
sucedido.
Seis meses atrás, cuando la banda ya estaba consolidada, había
surgido una extraña sensación de que el sonido no era el ideal. Aunque Jorge
no sabía qué le faltaba, continuaba sin estar completamente satisfecho. Una
tarde, en un café cercano a la universidad, Jorge se encontraba leyendo el
libro “El código da Vinci.” La cafetería estaba llena, porque era una de las
pocas en donde te permiten leer con tranquilidad y escuchar música
alternativa, diferente a la de los típicos bares o cafeterías cercanas.
Sintió que alguien halaba una silla mientras decía: “Disculpa. ¿Me
puedo sentar?” Jorge, hipnotizado por la belleza de la chica, solo pudo
contestar. “Sí, claro. Siéntate.” Después de unos minutos de silencio, Jorge
había decidido entablar conversación, para crear una amistad. Ellos
siguieron frecuentándose hasta terminar siendo enamorados. Los días
pasaban, y una tarde Paola le había llamado a Jorge para pedirle que le
ayudara a transportar el teclado desde la casa de una amiga. Gustoso, fue
adonde estaba Paola y, antes de llegar, le preguntó si podían pasar antes por
el ensayo, ya que se le haría muy tarde ir y luego regresar. Paola aceptó, y
se dirigieron al sitio donde ensayaban.
Al llegar, Paola decidió practicar un poco con su teclado, mientras
la banda alistaba los instrumentos y esperaban a todos. El ensayo comenzó
y Paola se sentó a ver y escuchar al grupo. Al acabar una canción, Paola
comentó que le parecía súper bien, pero que les quedaría mejor con intros
de piano y uno que otro efecto de teclado. Al probar y tocar con un teclado,
a todos les agradó, a pesar de no ser común dentro de una banda del estilo.
21
Acordes de un sueño
 El ensayo estaba próximo a terminar, y el celular de Jorge comenzó
a sonar. Era su madre que, muy enojada, le exigía que regresara a la casa
de inmediato; por eso el ensayo terminó un poco más temprano de lo
común.
Jorge, mientras regresaba a su casa, no podía comprender cómo su
madre odiaba tanto a la música, si se había enamorado de un amante de
ella. Desde que su padre murió, a su madre no le gustaba que Jorge toque
ningún instrumento. Incluso estuvo a punto de botar la guitarra que su
mismo padre le había regalado; pero no lo hizo, ya que era un recuerdo muy
preciado por Jorge.
Jorge le había dicho a su madre que, si deseaba irle a escuchar, se
realizaría un concierto en un parque conocido de la ciudad. Que podía ir, que
ellos se presentaban a eso de las siete de la noche. Jorge salió de la casa
solo, con la guitarra y con muchas ganas de tocar: ¡El esfuerzo de casi dos
años de lucha se iba a ver reflejado ese día!
rápidamente al escenario mientras las luces parpadeaban ante el publico.
Ella comenzó a tocar el intro de la canción. Uno a uno salieron, cogiendo las
guitarras, el bajo y el micrófono, y con un fuerte y contundente “¡Buenas
noches, Quito!” dado por Gabriel, sonaron los platillos y los acordes de las
guitarras, al tiempo que Adrián y Jorge salían encapuchados y en las
patinetas, dando un salto único frente al público. El concierto continuó
durante casi una hora y media. Al final del mismo, cogiendo el micrófono y
arrodillándose, agradeció a su madre que se encontraba entre el publico,
llorando y aplaudiendo más que nadie, ya que dentro de ella sentía que se
había convertido en la fan más grande de la banda.
Al terminar, todos frente al público se abrazaron y, haciendo una
reverencia, se despidieron. Y dentro de cada uno, solo resonaba una frase:
“SUEÑO CUMPLIDO”.

La carpa detrás del escenario indicaba que sería un día muy

diferente a los demás. Sus amigos, que habían decidido ayudarles, se
encontraban alistando las patinetas. Cada uno comenzó su cambio: se iban
pintando la cara con tribales y demás símbolos de la Tierra y sus elementos.
Las rastas de Jorge indicaban la locura que casi le manda al hospital a su
madre después de haber vuelto de un viaje por la Costa; pero su brazo
descubierto fue el segundo motivo por el cual casi le manda: era un tribal
tatuado en su piel.

La utilización de maquillaje para pintarse la cara, y la exageración

del tamaño de los piercings, demostraban una moda y cultura alternativas
propias de ellos. Mientras Paola se encontraba pintada totalmente de negro,
con un chaleco y una blusa negra transparente que dejaba ver su brasier,
negro también; una minifalda con pliegues y unas botas de militar, muy
altas, que indicaban un cambio radical propio de la cultura alternativa a la
cual iban a representar. Estaban listos para salir.

La madre de Jorge llegaba al recinto tapándose un poco los oídos, y

dispuesta a retirarse si no valía la pena semejante sacrificio.

El animador del evento anunciaba a la siguiente banda mientras

todos sentían que la sangre se les helaba, como la primera vez que habían
tocado en público en el colegio de uno de los amigos de Adrián. El animador
gritaba con fuerza: “Y con ustedes, el grupo ¡KORÜ!!” Paola subió
22 23

Acordes de un sueño Acordes de un sueño

 Mi nombre es Tania Obando. Tengo 17 años. Soy quiteña, pero mi familia es de
Guayaquil; por esa razón, adoro las dos ciudades. Curso el tercer año de Bachillerato.
Estudio en la Unidad Educativa Experimental Manuela Cañizares. Deseo estudiar
Gastronomía y ejercer mi profesión en Europa.

Escribí el cuento porque deseaba hacer algo que me llenara de orgullo a mi y a mi

familia; lo he conseguido. Además, deseaba mostrar a todos otra cara de la vida de
los “niños de la calle”.

Tania Obando
(Gabriel)

24
 El reloj ya iba a dar las cinco de la mañana. Lupita ya se había
levantado; Carmen también lo había hecho, pero papá aún no lo hacía. Era
mi turno de levantarme. Soy Santiago, pero me decían “Santo”; en verdad,
no sabía porqué me decían “Santo”, ya que era cualquier cosa menos un
santo. Al menos eso dice mi mamá; perdón, lo decía. Hace ya un año que
ella murió. Ella trabajaba vendiendo periódicos en los buses; pero, un día,
uno la… Perdonen si no quiero recordar el resto, pero sí puedo decir que ella
era la más linda de todas las mamás: tenía el cabello hasta la cintura igual
que Lupita; lo tenía negro azabache. Era muy churoso; por eso mi papá le
decía “Churos”. Le caían como serpentinas.Tenía además un lindo lazo rojo.
Ella también era alta; tenía una piel color canela, pero en sí era blanca, sino
que el sol del medio día la hizo canela tirando a trigueña. Aunque no me lo
crean, tenía los ojos verdes. En verdad creo que el destino le hizo una mala
jugada. Ella no debía vender periódicos, ni vivir donde vivimos. Ella debió
ser una estrella de cine, una Miss Universo, una cantante famosa, cualquier
cosa menos una vendedora de periódicos. Tenía 37 años cuando murió.
Eran las seis de la mañana, Carmen ya había vestido a Lupita y papá
aún no había despertado. Yo intentaba remojar el pan en agua de canela,
para ver si así me lo podía comer. ¡Qué bien! Papá ya había despertado.
Amaneció igual que todos los días desde hace un año; fue muy duro para él
la muerte de “Churos”. La quería tanto, aunque a veces se enojaba con ella
porque nos consentía demasiado, ahora no tenía con quién pelear. Desde
hace un año que bebe sin parar. Incluso ha llegado a quitarnos el poco dinero
que ganamos vendiendo chicles en la calle y haciendo uno que otro malabar
en los semáforos. Él no era así. Al principio lo aguantábamos porque
decíamos que el dolor aún estaba fresco; pero ya estuvo bueno, ya no lo
soportábamos más. Al menos yo ya no lo aguantaba. Se había olvidado que
tenía tres hijos que mantener. (Tenemos un hermano más, pero él está en el
Oriente. De vez en cuando nos manda algo de dinero, pero papá se lo lleva
todo y no nos da ni para un pan. ¿Ven por qué les digo que ya no lo aguanto?).
Algún día seré un gran actor. Sé hacer de todo y me gusta
disfrazarme. Soy Santiago o Santo, o como quieran, malabarista de la calle;
bueno, de los semáforos, Gano cinco dólares diarios, mi hermana Carmen es
vendedora de chicles, galletas, caramelos, Halls, Tangos, etc.
Ella gana seis dólares diarios cuando tiene suerte, porque si no gana
tres diarios; y yo, cuando no la tengo, gano dos diarios y puedo decirles que
eso es casi siempre. En fin, mi hermana Lupita tiene apenas dos añitos, se
queda con la vecina; ella es muy buena con nosotros, si no fuera por ella nos
hubiéramos ido tras mamá. Se llama Esperanza, de cariño Esperancita. Es
26
Algún día seré un gran actor
una señora… Bueno, no digamos cómo es ella. Lo que vale son sus
sentimientos, que si no los tuviera no me imagino lo que sería.
Un día mientras yo me encontraba en uno de mis mejores actos, se
paró ante mí una diosa, realmente un monumento de mujer. Se parecía a esa
cantante famosa que tiene un cuerpazo, un…., unos…., lamento no decirles
el nombre pero tengo muy mala pronunciación del “inglish”.
Parecía que a Dios se le había caído uno de sus ángeles; pero resulta
que se le cayó un ángel muy abusivo porque en el mismo rato que yo estaba
embobado mirándola, se me coló no se a qué horas y se llevó el show, porque
sí. Adivinaron, ella era malabarista, muy mala por cierto. ¡Ay! En realidad
eso lo digo por envidioso, porque resultó ser buena hasta en eso, la
condenada. Se acercó hacia mí sonriente, moviendo suavemente sus caderas
(lo sé porque no miraba otra cosa); yo, mientras tanto, babeaba en media
calle. Obviamente, los carros estaban atrás pita y pita, pero yo ni bola de
eso. Cuando ya reaccioné, fui directamente hacia ella reclamándole que me
devolviera el dinero que se llevó, porque ese era mi dinero; ya me veía yo
sin comer esa noche. Le hablé despacio y, como no entendió, le grité como
el macho que soy, la empujé pero nada. Cuando estuve por resignarme, ella
se paró delante de mí y me dijo que me daría la mitad si yo, a cambio, me
arrodillo y le suplico besándole los pies. Claro que yo reaccioné en ese
momento y le dije que yo no soy cualquier pendejo que se postra ante una
mujer; pero no duré ni cinco minutos que ya me encontraba ante sus pies
besándole y suplicándole. Ella rió, como era de suponerse, y extendió la
mano para darme la mitad del dinero; pero antes me preguntó mi nombre.
Le dije que soy Santiago y luego toda la lata de mi apodo, pero parece que
no escuchó ya que en ese momento me llamó Tiago, porque dizque había
escuchado una vez en la televisión llamar así a un Santiago. Como soy tan
bueno le dejé que me llamara así. El interrogatorio seguía. ¿Cuántos años
tienes? me preguntó con esa voz tan dulce, parece que la estoy escuchando
ahorita. En fin, yo de tan vivo que soy le dije que se lo diría si ella me dice
su edad primero. Y adivinen cuántos me dijo; ya que no adivinan, les doy
una pista: empieza con uno y termina con nueve. Pues sí, tenía diecinueve;
pero lo más penoso es que yo solo era un mocoso de catorce años. Cuando
me enteré la edad que ella tenía, le dije la mía; por supuesto que no la
verdadera, le dije que tenía dieciocho aunque para nada parecía de
dieciocho, ni siquiera pelo en donde ya saben me salía todavía. En fin, creo
que se lo creyó porque nunca dijo nada, solo reía como de costumbre. Ahora
yo era quien le preguntó su nombre. Ella contestó que se llamaba María José
y como ella en un principio me puso un diminutivo o como sea que se llame
eso, yo también le puse uno: la llamé Majito. Creo que esta vez si se enojó
27
Algún día seré un gran actor
 un poco, porque dejó de sonreír al escuchar ese nombre, así que me tocó
llamarla María José a secas.
Luego de ese maravilloso encuentro, todos los días nos
encontrábamos en el semáforo, a veces en el de la Colón otras veces en el
de la Patria; pero donde sí era seguro era en el que queda en la 12 de
Octubre. Siempre iba ella a ese lugar, y yo siempre derramaba por lo menos
medio litro de saliva cuando la veía actuar. La miraba y la remiraba y
comencé a sentir cuicas en la barriga. Confirmado, estaba enamorado de
ella, de mi Majito, aunque no se dejara llamar así. Majito vivía en La
Ecuatoriana, no tenía papá, pero sí un padrastro que le hacía la vida
imposible, pobrecito de él si yo hubiese tenido realmente los dieciocho
años... ¡no salía vivo!
Todo iba como en un cuento de hadas; pero, un día, cuando llegué
a mi casa, encontré a mi papá pegándole a Carmen de una manera salvaje.
Me lancé contra él para que dejara de golpearla, pero recibí la peor parte,
porque ahora él se desquitaba conmigo, pero no me importaba con tal que
no les pegue a ninguna de mis hermanas. Ellas no hubieran soportado tanto
golpe como yo. Luego de terminar de medio matarme, le quitó el dinero a
Carmen y se fue a comprar una de Trópico. Tomó toda la noche. Mientras
tanto, mis hermanas y yo nos encontrábamos encerrados en el cuarto, con
la cómoda en la puerta para que papá no pudiera entrar.
Carmen trataba de curarme los golpes que papá me dio,
principalmente los de la cara y la espalda, esos sí que realmente dolían.
Al siguiente día, nos levantamos un poco tarde. El seguía en la casa
con la botella en mano; me acerqué, aunque no les puedo negar que me
temblaban todos los huesos, y le grité que se marchara, que no volviera, que
se fuera para el mismísimo infierno si era necesario, pero que ya no nos
molestara, que nos dejara vivir en paz. Cerré los ojos para no sentir el golpe
que esperaba que me diera;pero sólo escuché la puerta. Papá se había ido.
Pasaron tres días después de aquel incidente y él aún no volvía; la
verdad, no me importaba. Pero luego de aquellos tres largos días, nos llegó
la noticia de que encontraron a papá ahogado en el Machángara. No podía
creerlo, no sabía que hacer, sentía que yo era el culpable de la muerte de
papá. Estaba paralizado, no me salían las lágrimas, pero Carmen y Lupita ya
lloraban por mí.
Pasó un mes de toda esa tragedia y, la verda,d podría decir que
estuve alegre por lo que sucedió. Me siento culpable por eso. Pero después
28
Algún día seré un gran actor
de la tormenta viene la calma, comencé a trabajar como de costumbre y de
nuevo encontré a mi diosa, a mi amor. Podría decir que era el único amor
verdadero que había sentido después de tanto tiempo, pero ella no lo sabía.
Creo que fue mejor guardármelo para mí solo. Ella seguía tan linda como
siempre y más risueña que nunca; parecía que a ella sí le sonreía la vida.
Un día se acercó donde mí y me invitó a un paseo en Sangolquí;
obviamente lo acepté sin tartamudear. Me dolió un poco dejar a Carmen y a
Lupita solas pero ahora tenía que ocuparme de mí. Ya en Sangolquí nos
divertimos como nunca antes nos habíamos divertido, pero no éramos sólo
ella y yo, por desgracia se encontraban dos buitres más, perdón dos amigos
más de ella. Cuando ya regresábamos a Quito, ella se sentó en el último
puesto del bus conmigo, yo estaba nerviosísimo, y ella cada vez se acercaba
más y yo cada vez sudaba más hasta que de pronto me susurró en el oído:
“Sé que no tienes dieciocho años, pero no importa, igual me gustas”, y
¡pas!, un beso en la boca. Me quedé inmóvil, paralizado. Mi primer beso,
quién lo diría, y con la chica que a mí me gustaba. Llegué a mi casa, medio
tarado y con la cabeza en las nubes.
Al día siguiente era el muchacho, qué digo muchacho, era el hombre
más feliz del planeta: no estaba papá, me iba bien en el trabajo, la chica a
la que yo amaba me besó, solo faltaba que se hiciera realidad mi sueño de
ser actor, y listo, mi vida estaba realizada. Pero eso era pedir demasiado,
así que solo me conformé con lo que había conseguido hasta entonces.
Cuando me dirigía para el semáforo de la “12”, se me ocurrió una brillante
idea. Pensé que sería bueno que ella se mudara a mi casa y conformáramos
una verdadera familia. Está bien, tenía catorce años, pero podía esperar; en
fin, ella no era feliz en su casa pero en la mía podía serlo. Mientras
caminaba con esa loca idea en la cabeza, un tumulto se encontraba en la
calle. Parecía que era otra de las tantas protestas de los indígenas, así que
decidí unírmeles; pero, cuando iba llegando ,vi a una ambulancia. Caí en
cuenta que no era ninguna protesta sino un accidente. Claro está que me
llenó la curiosidad y me metí en el tumulto para ver quién era el pobre
infeliz que corrió tal suerte. De repente, mis ojos se llenaron de lágrimas,
mi corazón se rompía en mil pedacitos: la que se encontraba ahí muerta era
mi amada, mi María José, mi Majito. Corrí desesperado hacia ella, la tomé
entre mis brazos, traté en vano de parar su sangre, de evitar que su alma se
desprendiera de su cuerpo. Le grité, le llamé, le supliqué que no se
marchara, pero no me hizo caso. Sus grandes ojos se iban cerrando
lentamente. Ahí estaba yo, en medio de gente desconocida, con mi amada
en brazos. Besé su frente, besé sus labios. Estaba paralizado cuando me la
arrancaban de los brazos y se la llevaban en la ambulancia. Me quedé en el
29
Algún día seré un gran actor
 pavimento llorando como nunca lo había hecho, ni siquiera por mi mamá. No
recuerdo lo que hice el resto del día.
Cuando llegué a mi casa, encontré a mi Carmita y a mi Lupita
durmiendo dulcemente; eso me tranquilizó un poco, aunque aún no dejaban
de rodar lágrimas por mis mejillas tostadas por el ardiente sol. En ese
momento, me di cuenta que éramos tres huérfanos sin protección. Primero
fueron mamá y papá, porque podría decirse que él murió junto con ella, y
ahora, era mi Majito…

No sé qué hacer. Son las cinco de la mañana. Lupita ya se ha

levantado, Carmen también lo hizo. Creo que es mi turno de levantarme.
Hace ya cuatro años de todo eso. Ahora, tengo los tan ansiados dieciocho
años; sin embargo, sigo remojando el pan en agua de canela y amándola
como el primer día, reviviendo su sonrisa en un corazón azul pintado en la
calle.

Algún día seré un gran actor…

“Pero con conflictos y enredos vivimos los jóvenes en un mundo que no

nos comprende. Los sueños son la esperanza que tenemos para seguir
luchando y no nos dejaremos vencer mientras cruzamos el duro y difícil
puente de la adolescencia. Todos lo cruzan como pueden, pero al final
hay una valiosa recompensa: el saber que te has realizado como persona
y que nadie te podrá doblegar”.

“Alfa y Beta”
Tania Patiño (15 años)
Andrés Conterón (16 años)
Colegio Nacional Andrés Bello

30

Algún día seré un gran actor

 Personaje 1
Esta historia empieza cuando las otras terminan de ser vividas.
Hemos vivido sueños, alegrías, tristezas, ilusiones, amores, desengaños,
pasiones y desenfrenos, que hemos sabido enfrentarlos con fortaleza y
coraje; siempre luchando para cruzar el desenfrenado puente de la
adolescencia.
Era viernes, 28 de septiembre del 200… El día estaba brillante.
Recuerdo que hacía mucho calor y mi madre se quejaba de los oficios que
siempre le tocaba hacer. Las horas se me fueron volando mientras
conversaba con ella y le ayudaba con sus tareas diarias; no me di cuenta que
llegaría atrasada al colegio. Salí de mi casa lo más rápido posible, pero en
el camino me encontré con Toto, el molesto perro de doña Claudia, que me
correteó dos cuadras. Llegué a la estación del bus, pero ninguno quería
parar, quizás por esa molesta costumbre de ignorar a los estudiantes. Pero
igual me aguanté. Hasta que, por fin, un alma piadosa se plantó pero, para
mi suerte, era el peor bus en el que me había subido.
Tenía un olor a podrido insoportable, los molestos chillidos de cuatro
mocosos y sus madres que no los controlaban; y, para colmo, un viejo baboso
ropavejero que apestaba a rata muerta, se sentó junto a mí.
Las horas se me hicieron eternas, y casi puedo decir que fue el peor
viaje de mi vida. Pero al fin llegué. Al entrar, no se observaba a nadie; todo
estaba completamente vacío. Podía escuchar claramente el sonido de mis
pisadas al caminar. Cuando al fin vi a alguien, era el inspector general y,
como todos, era un viejo ogro; y todos en el colegio le ponían mil nombres.
Pero, sigilosamente, me deslicé como un ladrón para que no me viera.
Llegué al salón y, afortunadamente, el licenciado de turno no estaba. Saludé
a mis dos amigas, Kiara y Jennifer, y me dirigí rápidamente a mi pupitre.
Levanté la mano para saludar a Pamela y Liliana, hasta que el licenciado
llegó, al fin, con quince minutos de retraso. Estaba furioso; creo que eran
los años o el tráfico lo que le tenían así, pero estoy segura que era por tener
que vernos.
Estaba tan enojado que su clase no parecía clase, más bien parecía
un tipo de debate donde gritaba y, si a él le daba la gana, podía insultarnos
de la forma más sutil, al igual que lo hacen todos los licenciados. Como
nadie se atrevía a pararle el carro, él abusaba. Hasta que por fin terminó la
clase, que era de dibujo, la materia más tediosa que he tenido en mi vida.
Salió del salón y yo salí atrás, para ir al baño. Pamela me gritó
32
Cosas que pasan
“Tamara, ¿adónde vas?”, pero no tuve chance de responder, porque salí muy
rápido. Al regresar, tomé mi cuaderno y mi libro para la segunda hora de
Computación. Pamela me esperaba en el curso, como siempre, para subir
juntas. Era el momento más adecuado para preguntarnos todo lo que
habíamos hecho durante el tiempo que no nos habíamos visto. Llegamos, y
el licenciado nos hizo pasar. Como siempre, esa era una hora libre, ya que
él pasaba ocupado con personas ajenas a la materia. Así que esa hora era la
preferida de todos. Lástima que solo nos toque dos veces a la semana. Me
despedí de Pamela. Ella se fue a sentar atrás, con dos compañeras; yo me
senté delante, con Kiara y Jennifer. Conversamos toda la hora, jugamos en
el computador y se nos fue el tiempo. Llegó la tercera hora, interminable
como siempre: Naturales. Estaba pensando en mis problemas, y en qué haría
cuando tocara el recreo, y cuando me fuera a mi casa. El caso es que nunca
atendía a sus clases, porque hablaba de problemas sociales, educación,
valores, etc.; cosas muy ajenas a su asignatura. Se despidió con un mensaje
positivo, sin que falte el “harán los deberes. Hasta mañana”. Todos los
chicos estaban en la puerta al terminar la hora; algunos estaban en el baño,
como siempre y, cuando veían que la licenciada de turno se acercaba,
corrían estropeando al que se interponía en su camino, para poder tomar
asiento. Al cabo de cinco minutos, la licenciada entró, y como era
Ortografía, aquella fue otra hora desperdiciada. Gracias al Señor, estoy en
el curso que más horas libres tiene, y, aunque siempre tengo que dar la
imagen de chica responsable y muy estudiosa, me encanta estar sin
licenciados y pasar las horas conversando.
Pasamos toda la hora riéndonos y platicando de todo. Los chicos nos
molestaban lanzándonos piropos y papeles. Pero, como siempre, lo bueno
dura poco, y la hora pasó fugaz. Llegó el recreo. Salí con Pamela y Liliana al
bar. Entre ver la televisión, comer “bolifruts” y hablar sobre chicos, se nos
acabó el recreo pensando, con tedio, que nos tocaba Sociales. Decidimos ir
al baño, a refrescarnos para tan dura materia. La licenciada, puntual, entró
súper seria; con todo rigor y tenacidad, empezó a dictar su clase.
Empezábamos a ver sobre la “estructura social”, cuando esa persona entró.
En un principio daba la imagen de ser un aniñado, y tan serio. “Este
muchacho te cae mal de plano”. Debe ser odioso, presumido y muy, muy
tirado a la gran cosota.
La inspectora le presentó de esta forma: “Él es su nuevo
compañero”. Y, dirigiéndose a él, le dijo “Preséntese. Dígales su nombre”.
Y él respondió: “Me llamo Andru.”
33
Cosas que pasan
 La inspectora le preguntó a su mamá si lo dejaba para que se
acoplara al grupo. Su mamá le preguntó directamente a él, y con una cara
de asco o desprecio, dijo: “No, mejor vengo el lunes. Quiero ir a mi casa.”
A todos nos pareció un intruso, porque el año ya había empezado y
ya nos conocíamos y habíamos formado nuestro grupo de amigos. Nuestra
meta era que se cansara y se fuera. No queríamos más compañeros, y mucho
menos uno así.
Nos olvidamos de él y fugazmente se terminaron las clases. Salí con
Pamela, ya que nos íbamos juntas porque tomábamos el mismo camino.
Pero, muy dentro de mí, quería saber qué pensaba ese chico. De alguna
forma sabía que su llegada cambiaría de algún modo la vida de todos.
Personaje 2
Cuando salí a presentarme en ese curso, me dio espanto. Yo no
quería caer tan bajo. El solo hecho de haber pisado ese colegio me
degradaba ante el círculo social al que pertenecía.
Pensaba qué les diría a mis amistades cuando me preguntaran: “Y a
la final, ¿a qué colegio fuiste?” No sabía qué hacer ni dónde esconderme;
solo quería que me tragara la tierra, o despertar de esta pesadilla.
Mi madre nos llamó a la mesa, y nos sentamos a comer. No quería
hablar con nadie, así que terminé lo más pronto posible y me encerré en mi
habitación. Recordé cuando, entré por la puerta, miré fijamente a la
multitud, y me dije a mí mismo; “¡Qué horror! Este grupo de cholos
insoportables”.
Una y mil veces hubiera preferido quedarme en México y no volver
jamás. Disfrutar de mis vacaciones, y que se hubiesen vuelto eternas. Pero
no fue así. Por mi problema de conducta, siempre me echaron de los
colegios en los que estaba. Cuando, de repente, me vino una imagen a la
cabeza; era una chica de ese salón. en la primera fila, tan callada, parecía
que no mataba ni a una mosca. Solo la recordé y me pregunté en qué estaría
pensando.
Me desperté. Era sábado. Pensé que todo había sido un sueño, pero
recordé que no fue así y que el lunes comenzaría mi calvario. Todo el fin de
semana se hizo fugaz, como si Dios estuviera en complot o en contra mía.
No sentí cómo pasó el sábado y el domingo y sin, darme cuenta, ya era
lunes.
34
Cosas que pasan
P1 Arreglaba mis cosas para el colegio, pero no podía dejar de pensar
en él; aquel día conocería quién se escondía tras esa persona sombría y
misteriosa.
P2 Dieron las doce, y llegó la hora de salir. Mi mamá tuvo que sacarme
casi a rastras de la casa y subirme al coche. Fue la única vez que me llevó
al colegio, y antes de salir me dijo: “Haz que esto sea lo más fácil para ti.
No te dejes odiar por ellos, porque te quedarás solo y me harás sufrir a mí”.
P1 La hora de partir llegó. No sabía cómo hacer para estar en el menor
tiempo posible. Salí corriendo; creo que hasta el perro de doña Claudia se
sentía generoso, porque no asomó ni las narices.
P2 Me bajé del coche, me despedí de mi mamá y, sin mirar a nadie, me
dirigí rápidamente hacia el salón.
P1 El bus fue rápido y llegué en el tiempo récord de diez minutos.
Llegué al colegio y entré al salón.
P2 A pocos metros de ingresar al salón de clase, tropecé con una chica
que iba corriendo. Me miró. No podía creer que era la muchacha de mis
pensamientos.
P1 Al tropezar con él, sentí un leve estremecimiento y ganas de
matarlo por haber hecho que me tropezara.
Nos pedimos disculpas mutuamente e ingresamos a clase.
En clase, la profesora lo presentó, y dijo que tomara asiento atrás
de todos, en la última banca de la fila.
P2 Mientras caminaba hacia el pupitre que me habían asignado,
recordaba las palabras que me había dicho mi mamá, y eso me dio fuerzas
para seguir y no dejarme vencer. Intenté ser amable, abrirme hacia ellos, y
descubrí lo increíbles que pueden ser estas personas. Me adapté fácilmente,
como si los hubiera conocido desde hace años, y así empecé a ganármelos
uno a uno.
Pero todavía no me ganaba a todos. Había un grupo en particular de
cuatro chicos que, a primera vista, parecía un grupo súper salsa. Se creían
la gran cosa, como si ellos fueran los reyes del curso y del cole.
Sinceramente, me cayeron a la patada.
35
Cosas que pasan

P1 Cuando se abrió por completo, me pareció un chico muy fresco.
Nada que ver con la imagen que proyectaba a simple vista. Claro que
lo gomelo nadie se lo sacaba y, aunque a veces era un poco, no muy
prepotente, sabía cómo ganarse a las personas.
P2 Pasaron varias semanas, y todo seguía igual. Las cosas con mis
amigas y amigos marchaban viento en popa. Pero aún tenía curiosidad de
saber quién era la chica en la que cierta vez había pensado, y tenido varios
roces como el de en un principio.
P1 Yo estudiaba para una prueba cuando, de repente, se acercó y me
dijo: “Hola. ¿Cómo te llamas?” Fue un poco lanzado, pero yo respondí: “Me
llamo Tamara. Mucho gusto”. Y Él respondió: “El gusto es mío. Soy Andru”.Y
se fue.
Quién iba a imaginarse que ese chico se convertiría en uno de mis
más grandes rivales, así como en uno de mis más grandes amigos.
P2 Ella me cayó como un ángel del cielo. Me pareció una gran amiga,
una gran persona. Pero lastimosamente solo podíamos ser amigos fuera del
curso, porque dentro estábamos en constante competencia por demostrar
quién era el mejor de la clase, junto a otra chica llamada Lisbeth.
Las semanas seguían pasando como la marea que no espera a nadie
y se lleva todo lo que está a su paso. Me divertía mucho cuando estaba con
mis amigos, hasta que un día se me ocurrió una súper idea.
Consistía en formar una banda de seis chicos, en la que cantamos y
bailavamos, y como en ese tiempo estaba presente el fenómeno musical de
los RBD, funcionó la maravillosa idea. Hice la convocatoria, y a ella
respondieron tres chicas estupendas. Kiara, que era una chica muy
extrovertida, alegre y muy coqueta; Jennifer, que era todavía una niña
tierna, linda, pero también coqueta cuando la ocasión lo ameritaba; y
Liliana, que era alguien seria, fría y súper dark. Aún nos faltaban dos chicos
más.
Ese mismo día nos tocó calificar una prueba de matemáticas, que
era a la última hora. Ayudé a un Jonathan, porque tenía todo mal, pero aún
no sabía de quién se trataba. Al terminar la hora entregué la prueba, y fue
una gran sorpresa para mí saber quién era él. Era uno de los chicos que me
36
Cosas que pasan
caían a la patada; le había hecho un favor, y ahora él me debía una. Pensé
la manera que me podía pagar, y le ofrecí un puesto en la banda. Al principio
él se rehusó, pero creo que le gustó, porque después no puso objeción
alguna. Aún nos faltaba un integrante. ¿De dónde sacarlo?
No tenía más opciones. Sin embargo la ayuda cayó del cielo. Otro de
los odiosos, Javier, dijo que como perderíamos clases, quería entrar, pero
como representante; él no quería cantar. Hasta que un día la Licenciada de
Lenguaje, Susan, nos escuchó cantar a los cinco, y dijo que hicíeramos la
prueba los seis, y nos salió estupendamente. Entonces la licenciada se
convirtió en nuestra representante.
P1 Nuestro curso había cambiado rotundamente con la llegada de
Andru. Nos convertimos en el curso más notable, y que todos tenían en la
mira.
Nos tachaban de vagos, de relajosos, dañados: de todo. Pero eso sí,
los que siempre hacían los mejores programas y las mejores farras; los más
acolitadores y súper unidos.
P2 Me empecé a llevar más con el grupo de Javier, Jonathan, Joao y
Darío. Ellos se convirtieron en mis mejores amigos, y yo me convertí en el
confidente de todos ellos.
Me contaban sus problemas y me pedían consejos. Al que más ayudé
fue a Javier, que era una persona muy seria, y alguien que se divierte cuando
entra en confianza. Su caso era como el de una telenovela. Estaba con una
chica por la cual, en un principio, no sentía nada, porque estaba enamorado
de otra, y la hacía sufrir. Ella se llamaba Ana y moría por él. Darío era el más
alejado de mí. Era un compulsivo jugador de videojuegos; le gustaba pasar
la tarde jugando War Kraft en lugar de salir a pasear con sus panas.
Por otro lado, Kiara estaba pasando una difícil situación al romper
con el que fuera su pelado. No fue fácil; ella amaba mucho a Andrés, y no
lo quería perder. Pero se había reencontrado con un viejo amigo de la
infancia llamado Diego. Podía haber la posibilidad de que hubiera algo entre
ellos.
Jonathan era el más loco, el extrovertido, y el que siempre tiene
una broma para animar a las personas. Es un donjuán criollo; piensa que
tiene a todas a las chicas a sus pies, y aunque a veces es cierto, solo las
conquista con su peculiar forma de ser.
37
Cosas que pasan
 Jennifer estaba pasando una desilusión amorosa. Su antiguo pelado no
quería volver con ella, y ella lo adoraba. Pero recibió una noticia de
Argentina. Era su antiguo mejor amigo, y le decía que para fines de marzo
regresaría al Ecuador.
Joao es un tipo serio cuando se debe; pero de ahí es muy bromista
con su pana, Darío. Ellos van juntos a todas partes. Joao y Jonathan se
enamoraron de la misma persona: Pamela. A ella, al principio, le gustaba
Joao, pero Jonathan se le adelantó y se le declaró, y la fue conquistando
poco a poco. Ella me contaba todo lo que pasaba con él, pues yo soy como
su hermano, su confidente, su mejor amigo.
Liliana estaba pasando por uno de los problemas más grandes en una
relación. Estaba conociendo a su enamorado muy a fondo, y se sentía un
poco espantada. Ella estaba con él solo porque le daba la oportunidad de
ingresar a una banda de rock, y ese siempre fue su sueño.
Su situación era penosa, porque Jonathan siempre le ponía los
cuernos; regresaban y se separaban, pero siempre era por lo mismo. Hasta
que un día terminaron definitivamente. Pamela entró con Joao, y le dijo que
lo intentaran, pero Jonathan se interpuso. Ella cortó con Joao y regresó con
Jonathan. Mientras que Joao sufría en silencio por su amor perdido, Javier
no notaba que de a poco se iba enamorando más y más de Ana, hasta que
por fin pudo olvidar a la otra, y le entregó todo su amor.
Todo marchaba bien con la banda, los problemas de mis amigos.
Tamara y yo cada vez estábamos más cerca.
Andru y yo nos volvimos más íntimos, pero no podíamos estar juntos,
porque nuestra amistad era más grande que todo, y no queríamos arruinar
algo muy lindo. Dejamos de ser rivales, y nos unimos para ayudarnos en
clase y fuera de ella. Nos dimos cuenta que juntos formábamos un gran
equipo, en lugar de hacerlo por separado.
Tamara y yo sentíamos muy bien juntos, al ayudar a nuestros amigos
y contarnos nuestros problemas. Hasta que, un día, Pamela nos contó a los
dos que ya no aguantaba más a Jonathan, y que quería dejarlo. Volvía a
sentir algo por Joao. Tami y yo nos quedamos sorprendidos, y no supimos qué
decir. Después, dejó a Joao por Jonathan. No lo podíamos creer. Pensamos
que Joao la perdonaría, pero no fue así. Al principio no quería saber nada
de ella, pero terminó por perdonarla, y lo intentaron de nuevo. Mientras
38
Cosas que pasan
tanto, Javier y Jonathan se iban cada semana a beber y fumar en los bailes,
con chicas y amigos. Contaban que la pasaban increíble, y que lo hacían por
despecho, ya que iban a perder el año.
Jonathan venía con una historia pasional nueva, diciendo que se
había acostado con una y con otra. Por otro lado, Javier no hacía nada; él le
era fiel a Ana. Solo iba para divertirse. Yo me sentía mal porque de entre
todos, yo era aún virgen, y no tenía la experiencia sexual de ellos.
Un día, como un juego de niños, Javier y Ana terminaron haciéndolo
en casa.
Yo había salido un instante cuando mi padrastro llegó, y los encontró
en plena acción. Ellos salieron corriendo, avergonzados de mi casa, y nunca
más volvieron. Me pidieron disculpas, y les dije que mi padrastro había dicho
que no thabia ningún problema, que eso les pasa a todos los jóvenes, y que
él los entendía. Llegó un momento en el que no aguanté más la arrogancia
de Jonathan que era de lo peor, y se volvió sumamente insoportable. No
sabía qué hacer con la banda; lo tenía que soportar horas y horas, y ya me
estaba hartando. Las cosas continuaron igual por muchas semanas más.
Seguimos igual. Tami y yo unimos nuestro coraje y fuerza para trabajar
juntos en esta historia. Se preguntarán qué pasó con nuestros amigos.
Javier y Ana siguen juntos; se aman como nadie en el mundo, y,
aunque a veces tienen problemas, como todos los saben enfrentar y superar.
Joao y Pamela están juntos, pero Pam me dijo que volvió a sentir
algo por Jonathan.
Darío sigue siendo un enfermo jugador de videojuegos, con su mejor
amigo, Joao.
Jonathan vive una desenfrenada vida entre sexo, alcohol y
cigarrillos.
Liliana está en una banda de rock. Es lo que ella siempre quiso, y
cumplió su mayor sueño.
Jennifer regresó con su antiguo vecino, y está súper feliz junto a él.
Kiara se olvidó de Andrés, y no quiere saber de los hombres, por lo
menos de los del cole, aunque dice que lo va a intentar con Diego.
39
Cosas que pasan
 Tami y yo somos los mejores amigos, y seguimos compitiendo por
saber quién es el mejor de los dos.

A la banda, procuramos mantenerla a flote. El 24 tenemos una

presentación y queremos que nos vaya genial.

Con conflictos y enredos, vivimos los jóvenes en un mundo que no

nos comprende. Los sueños son la esperanza que tenemos para seguir
luchando, y no nos dejaremos vencer mientras cruzamos el duro y difícil
puente de la adolescencia. Todos lo cruzan como pueden pero, al final hay
una valiosa recompensa: saber que te has realizado como persona y que
nadie te podrá doblegar.

Soy José Luis Peñaherrera, un chico de 19 años como cualquier otro, involucrado en sus
estudios y su trabajo, con sus altos y bajos con consecuencia de la vida que uno mismo
se busca pero con el deseo de mejorar a diario. Que se interesa por las cosas comunes
de la vida, pero con mucho talento para ofrecer en lo que me proponga.

La historia habla de lo que comúnmente hace la mayoría de jóvenes a esta edad, que
es salir a bailar y priorizar eso sobre todas las cosas, sin pensar en nada ni nadie más,
muchas veces con egoísmo porque se lo hace por la satisfacción de uno mismo, pero es
lo que mantiene vivo el espíritu en nuestra juventud, pero claro, sin generalizar ya que
no todos pensamos igual.

José Luis Peñaherrera

(Perro)

40

Cosas que pasan

 Me levanto por el sonido de la alarma a las seis y media de la
mañana, para tener tiempo de ducharme, aunque me harta levantarme a
esas horas porque toda la semana madrugo. Cuando, de pronto, recuerdo
que es viernes y es día de baile.En ese momento, corro a sacar el jean mas
chido de todos, le robo una camisa a mi hermano y me entro a bañar; claro,
no sin antes prender la radio a todo volumen en la 107.7, full reggaeton.
Al salir de ducharme, me visto, me pongo gel, crema, desodorante
, sin duda perfume y, como siempre AXE. Voy a la cocina, caliento el
desayuno y trago como loco.
Arreglo la mochila y salgo corriendo a la parada del bus, porque ya
voy atrasado al trabajo, al cual entro a las 9 de la mañana. En el
trayecto,voy pensando qué tal la pasaré, y si encontraré una chica que
realmente me enamore. Dejo de pensar en esas babosadas y en el trabajo
me pongo hacer lo que digan. Cuando son eso de las tres de la tarde, pido
permiso en el trabajo y salgo para encontrarme con mis amigos. El dueño se
molesta pero igual yo quiero salir.
Camino hacia el antro en el cual quedamos en vernos y voy
pensando, haciendo cuentas entre la entrada y las chelas, también si habrán
hembras buenas, cuando siento que se mueve algo en mi pierna. Me doy
cuenta que es mi celu. Lo saco del bolsillo y miro que hay un SMS de mi
amigo Pablo y si no es él, es Juanito, pero uno de los dos es, y siempre me
ponen lo mismo: “Ya vas a venir”, yo les digo; “Tú fresco que ya les caigo”.
Corro un poco y algunas veces no regreso ni a ver los autos que pasan por
ahí. Miro muchas chicas lindas a mi alrededor, algunas me regresan a ver,
otras no, pero me da igual porque yo voy a disfrutar y pasarla bien.
Hasta que por fin llego al antro, y mis amigos ya están adentro. Les
envío un SMS en donde les pongo “ya estoy aquí, ustedes donde están” y
alguno me responde “estamos acá arriba, sube rápido”.
Entonces yo guardo mi celu y voy a entrar. El guardia me revisa la
mochila procurando que no lleve tabacos ni licor hacia adentro porque les
daño el negocio. Bueno entro al antro sin pagar porque es viernes y no
recordé que la entrada es gratis, y digo: “Bueno por lo menos me ahorré un
dólar para el pasaje o algo para tomar a la salida”. Encargo la mochila en el
ropero y ese empleado siempre con la misma cantaleta “la mochila te
cuesta 50 centavos”.
Le entrego mi mochila y él me da el ticket para retirar luego la
42
Cuando se sale a bailar
chila; subo al tercer piso del antro, me encuentro con mis panas, mis
amigos, mis ñaños, mis basuras.
Ya después de saludarles, conversamos un chance, luego nos
acomodamos cada uno con su espacio en la pequeña tarima que hay ahí, y
comenzamos a bailar con unas ganas totales de pasar súper. Estamos
animados porque ponen unas mezclas chéveres de reggaeton, canciones
como: “Mayor que yo”, “Yo voy a llegar”, “La quemona”, “Rompe” y así, un
simnúmero de canciones que nos gustan. Las chicas nos miran con cierta
atención, y lo único que hacemos es sonreír o comenzamos a bailar mejor
con unas pequeñas coreografías improvisadas. Tanto es el tiempo que
bailamos que comenzamos a sudar por litros, entramos al baño nos mojamos
un poco y salimos.
Viendo a todos los lados, buscando el típico grupo de amigas alegres
y lindas, para sacarlas a bailar, hasta que las encontramos. Son perfectas,
nos acercamos y siempre me ponen a mí primero para que hable. Les
pregunto: “Amigas ¿quieren bailar con nosotros?”.
Algunas dicen “NO”, otras en cambio “SÍ”. Empezamos a bailar con
las chicas, tomamos unas chelas, fumamos, nos reímos; después de estar un
buen tiempo bailando les preguntamos sus nombres y comenzamos a
conversar de todo, aunque lo típico es “¿Cuál es tu nombre?, ¿Cuántos años
tienes?, ¿Dónde estudias?”, etc.
Terminamos de bailar con ellas y les peguntamos sus números de
celu, y siempre les decimos lo tradicional “Entonces yo te llamo para vernos
otro día, OK”, ellas contestan: “OK, niño lindo entonces nos vemos, chao”.
Nosotros salimos del antro a eso de las 5 ó 5 y 30 de la tarde para
llegar pronto a clases, y no jalarnos el semestre. Caminamos hacia la parada
del bus todos cansados y a veces hambrientos, en el trayecto del bus nos la
pasamos conversando de cómo nos fue con las niñas lindas.
Para terminar solo queda por decir que esas son las aventuras que
uno corre cuando sale a bailar y ¿saben? “NOS HACEN SENTIR VIVOS”.
43
Cuando se sale a bailar
 Mi nombre es Verónica Suárez y me considero ante todo una persona muy feliz y deseo
que así me vean los demás. Creo que soy una chica talentosa y dedicada que se permite
soñar y hacer lo que más le me gusta y hacerlo bien, por lo que creo que soy responsable
al comprometerme completamente con mi diario vivir.

Escribí esta historia pues creo que los jóvenes ecuatorianos, y en sí el Ecuador,
necesitamos de oportunidades para desarrollarnos como individuos y porque creo que
la rutina en nuestras vidas sirve tan solo para conformarnos con ésta sin disfrutarla y
vivir plenamente enfrentándonos a nuevos retos y oportunidades.

Verónica Suárez
(Veros)
17 años
Colegio Spellman Femenino

44
 Miro por la ventana y luego miro a mi alrededor. ¿Será que todo es
así? ¿No hay nada más allá afuera? ¿Por qué todo es tan monótono? ¿Por qué
existe la rutina?
A veces pienso que podría ser diferente, que podría cambiar el curso
de mi vida, pero tal vez no...
Todos caminando hacia la dirección que escogieron, nadie habla,
cada uno sigue su camino, todos parecemos invisibles, como si cada uno
estuviera completamente solo.
El cielo se ve tan cercano, como si pudiéramos tocarlo, pero a la vez
está tan lejos que solo el pensar alcanzarlo me confunde y marea. ¿Por qué
todo tiene que ser así? ¿Por qué sencillamente no podemos obtener lo que
queremos?
Cada vez todos caminan más rápido, como si algo que persiguen se
escapara, aquello que podría considerarse una serena caminata de paz y
gozo, se convirtió poco a poco en una espantosa huida, huida de algo a
alguien que todavía no es comprensible para sus ojos, todos corren y se
empujan entre sí, como tratando de tirar a alguien al piso.
- ¡Ya levántate, te vas a atrasar!
Siento que alguien no me deja correr, alguien me detiene, aquella
Detestable Rutina.
- ¿Que no oyes?, si el bus te deja, te vas como puedas que yo no te pienso
ir a dejar.
- Sí ma, ya oí.
- Mueve Camila – agitando las sábanas y prendiendo la luz.
Aquella gran neblina se convirtió repentinamente en una
insoportable luz.
- Señorita, ¿cómo amaneció? – preguntó su hermano mayor con tono festivo.
- Mal, me duele la cabeza.
- No lo decía en serio – con una sonrisa sarcástica y burlona en el rostro.
- Muérete – haciendo el mayor intento por parecer convincente.
- En dos semanas, tengo prueba de Física – burlón como de costumbre, el
silencio reinó de nuevo, y el hermano se dirigió afuera de la casa.
46
Detestable rutina
Mientras Camila se servía el café empezó a analizar su alrededor,
una casa amplia y ordenada, con aquellos mínimos detalles que hacen de
una casa un hogar; en una esquina se encontraba una mesa de madera muy
fina con un mantel que la cubría hasta las patas, y en su planicie estaban
muchas fotos, unas grandes y otras pequeñas, unas horizontales y otras
verticales, cada una con un marco distinto; junto a esa mesa estaba un
jarrón de un metro aproximadamente, con flores y hojas secas colocadas
estratégicamente para que el sol las alumbre y las cubra totalmente. Del
otro lado un espejo con filo dorado, y en la esquina superior derecha del
marco estaba una flor azul abierta que daba la sensación de sencillez y al
mismo tiempo de glamour a la casa. Camila hacía esta observación todas las
mañanas al tomar el desayuno, era uno de sus intocables momentos.
De pronto, y sin mayor premeditación, regresó en sí, dejó su taza de
café a medio terminar, cargó su mochila en un solo hombro, y salió corriendo
de su casa.
De nuevo las personas empezaron a caminar, la tranquilidad se
apropió del lugar, ahora todos estaban serios, las risas y carcajadas que se
escuchaban antes desaparecieron dejando un silencio triste e incómodo.
Todos cada vez más desesperados se dejaron caer sobre su mismo
cuerpo como queriendo terminar con su fatiga y sosiego, hasta que todos
yacían en el piso, completamente calmados y consternados por la situación
de no saber si dejarse morir o continuar con su aburrida rutina.
- Hey, Cami, ¿te dormiste?
Una sutil brisa llenaba el lugar, seguida de una armoniosa y relajante
llovizna que fue creciendo hasta convertirse en un diluvio sonoro e
insoportable, lo que logró que los cuerpos se levanten y empiecen a correr
con cierta alegría de ser salvados por la propia naturaleza de su triste final.
- ¿Qué? Hola... ¡Ay! Creo que me quedé dormida.
El lugar cada vez era más ruidoso y con más movimiento, pero
aquella imagen y aquel sonido disminuyeron en pocos segundos.
- ¿En qué piensas mujer? Mueve que ya llagamos al cole.
- Sí – con una sonrisa fingida y obligada – Ahí voy.
- ¿Y qué más? ¿Qué tal la tarde?
- Nada, lo mismo de siempre, nada...
47
Detestable rutina

Su amiga, una despreocupada y alegre chica, a quien no le
importaba en lo absoluto el qué dirán, lo único que le importaba era su físico
y las farras del fin de semana.
- Bueno pues, a clases...
- Sí, vamos – Y así pasó toda la mañana perdida entre su vida y los extraños
sueños que la acechaban en esos últimos días, y lo más preocupante no era
eso, sino que muchas veces prefería estar en sus sueños que en la realidad.
De nuevo en aquel lugar, pero ahora ella oía voces, algo que jamás
había pasado en sus sueños antes. Las personas no movían sus labios pero se
comunicaban entre sí. Ella no entendía claramente qué era lo que decían,
pero entendía ciertas frases que retumbaban en su cabeza con un eco que
se hacía cada vez más grande en su mente.
- ¿Otra vez? –oía gritar a un hombre-
- No más hábitos –susurraba una mujer-
- Basta de costumbres.
- No más tradiciones.
- ¿Por qué?
- ¿En donde está la novedad?
- Quiero ser original y única...
La última palabra resonó en su cabeza por algún tiempo: ÚNICA,
ÚNICA...
-Camila, ¿y la respuesta es? –preguntaba una voz ronca con ansias de una
respuesta acertada.
-Perdón profe, ¿y la pregunta es? –y toda la clase lanzó una corta pero
sentida carcajada.
- Ay, chica. Si que estás en otra –continuando con la clase.
Camila se perdió nuevamente, esta vez por la ventana, miró toda la
ciudad, o al menos la parte visible desde ese lugar, una edificación grande y
cómoda, con modernas instalaciones que permitían a los estudiantes
desarrollarse en diferentes áreas y aspectos, pero que lastimosamente los
alumnos lo veían como una pérdida de tiempo, o, como solían decir: “El
colegio es algo totalmente innecesario.”
Todas las voces cesaron paulatinamente, y de nuevo todos
empezaron a caminar en dirección desconocida, tanto para Camila como
48
Detestable rutina
para ellos.
Camila podía distinguir muchos rostros familiares, caras conocidas
de alguna época de su vida, todos con la mirada perdida. Esta situación fue
brutalmente interrumpida por un agudo timbre que no paraba de sonar, la
mirada de todos se encendió y empezaron a caminar más rápido.
- ¿No oíste, el timbre...? –con ironía y con ganas de perder la paciencia- Ya
nos podemos ir a casa.
- Sí, gracias.
- No, un momento, ya en serio qué te pasa.
- No nada, solo cansancio.
- ¿Cansancio de qué?, si tanto tú como yo sabemos que nuestra vida es más
aburrida que “Investigación” o “Geografía”, y eso ya es preocupante.
Vamos dime, ¿qué te pasa?
-Alguna vez, digo ya en serio, ¿te has aburrido de ser tan monótona?, de no
hacer nada ni mejora, o empeorar en algo? Lo único que hacemos es venir
al cole, supuestamente poner atención, e ir a la casa a “hacer deberes”, ¿No
estás harta?
- Ah ya entendí, te cogió la época de ¿qué voy a hacer de mi vida? –riéndose
entre dientes y fingiendo una voz dramática- No ya, en serio, digo, ¿no te
divierte venir al cole?
- No, o sea sí, pero no es suficiente, siempre es lo mismo. ¿Por qué no algo
diferente? Conocer nueva gente hacer cosas distintas, ponernos retos en la
vida.
- ¿Y cuál es para ti un reto?
- No lo sé, pero ya quiero averiguarlo.
Las dos chicas se subieron al bus y se dirigieron a sus casas sin decir
una sola palabra en el viaje.
Al llegar Camila a su casa subió a su cuarto después de saludar.
- Hola, no tengo hambre gracias, voy arriba a descansar un rato.
En su cuarto, se acostó en su cama, abrazó un peluche muy fuerte y se quedó
profundamente dormida.
Ahora todos caminaban hacia una misma dirección, como siguiendo
el mismo objetivo; solo algunos empezaron a buscar su propio propósito, su
meta propia, entre ellos Camila, y empezaron a correr con pequeñas
49
Detestable rutina
 sonrisas brotando de sus rostros, la habían vencido, habían acabado con
aquella inservible rutina.

Somos Gaby, Victoria, Marco y el Pavo. Después de seis años de conocernos, pasar
ríendonos y compartiendo todo lo bueno y lo malo del colegio y de nuestras vidas, somos
como uno solo, hasta el punto de llegar a saber lo que piensa el otro, pero esto no significa
que seamos iguales, más bien somos muy diferentes y así podemos discutir de muchas
cosas y pasar bien con las ocurrencias del otro.

Escribimos la historia por curiosidad, por la oportunidad de recibir las capacitaciones y

aunque nunca pensamos ganar, por hacer un corto de nuestra historia.

“Rigui Naw”
Gabriela Santiana (17 años)
Victoria Galarza (17 años)
Marco Guadalupe (18 años)
Darío Pavón (17 años)
Colegio Sebastián de Benalcázar
50

Detestable rutina
 ¡¡Dijimos a las seis y ya son las siete!! Son de lo peor…… Solo Es eso o no irnos
estamos Natalia y yo. ¿Y ahora?... Ya se fue el bus. Ah qué bien, ya viene ¡Ya qué!, por democracia, levanten la mano los que apoyan lo del taxi.
Andrés y Sebas, pero igual, ¡ya son las siete! Y el más importante, el de la
carpa, no viene… TODOS LEVANTAN LA MANO.
No se hable más, nos fuimos. Ah, hola Flaco, nos vamos en taxi.
¿Ya están listas? Frescazo.
Dijimos a las seis…
EN EL TAXI.
Es que nos quedamos dormidos, el Flaco dijo que ya venía… ¡Sí entramos!
Pero éramos diez los del plan, esperemos que no se echen para ¡Ay cómo vamos a entrar si estamos siete!
atrás, ay ¡qué frío! A ver, adelante voy yo amarcándole a Naty, atrás Pancho con Vane, Andrés,
Sebas y ahí le acomodan al Flaco.
Vane, mira ya vienen Daniel y Francisco. O le ponemos en la cajuela.- Naty
Señores y señoritas… buenos días. ¡Sí esa es buena!.- Daniel
Hola, dijimos a las 6 y son las 7 y 15. GRACIAS.- Flaco.
¿Y?
EN EL VIAJE.
Que ya se fue el bus, y el siguiente sale a las ocho… ¡de la noche! Ay que cansancio, ¡qué pesada estás Naty!
¿O sea que me levanté de gana? No sé, ahora nos vamos como sea. ¡No seas delicado!
¿Alguien alguna idea? Oigan y quién va a armar la carpa.- Daniel.
RING RING (suena teléfono) El dueño, obvio.
¿Aló? Yo dije que iba a traer, no a armar.- Flaco
¿Qué fue Sebas? Bueno ahí nos arreglamos, y de comer, ¿qué trajeron?
¿Flaco, qué pasa ya llegas? Atún y galletas.- Vane, yo y también.- Andrés, yo pan y tabacos… y tabacos…
No se irán todavía. y tabacos… - Daniel, yo dinero.- Francisco. Yo pollo y arroz, pero me tiene
¡Perdimos el bus, y qué fue, te esperamos o al menos manda la que durar la semana, y unos mashmellows.- Francisco.
carpa! Listo si nos ha de alcanzar. ¿Y lo que le tocaba traer a cada uno?
Frescazo, en 15 minutos llego. Yo traje de todo, por si acaso.- Vane
Listo, chao. ¡Ah! Ni que nos fuéramos a quedar a vivir, y si nos falta, ahí vemos o
compramos.- Daniel
Ya, el Flaco dice que ya viene, que le esperemos. Es un pueblo, ¡no hay nada! Eres el colmo. Y vos Flaco, ¡opina! ¿Flaco?
Frescazo, pero bueno y, ¿cómo nos vamos… aún nos vamos? Y, Uuuuuuh si el Flaco se durmió hace horas.
¿cuánto tienen?
A mi me dieron $5, ¡por tu culpa Andrés! ¡Era de que pongas más en la YA EN EL PUEBLO
esquela! ¡Qué hambre, comparte el pollo Panchito!.- Daniel
De ley (coreado por todos). No, qué pena por ti, pero me tiene que durar la semana. Además tú eras el
Bueno, bueno, ¿y no hay otro bus que nos lleve? de que si nos falta algo ahí vemos… - Pancho
¡Es Mindo ve! ¡O sea! Para mí que ya mejor regresemos a las casas. ¡Eeeeeeh pa´ todos! - Andrés
NOOO (todos gritan). ¡Si Francisco ya trajo hasta terno de baño! - Vane ¡Ay bueno!, ya coman.
A ver Naty, mujer de ideas, ¿qué hacemos? - Daniel
No sé pero lo que sea ¡ya!… porque me muero de frío. MÁS TARDE
Vamos en taxi.- Daniel Bueno, ya almorzados armemos la carpa.- Sebas
52 ¿Qué? ¡Estás mal Daniel!, se nos va toda la plata. Pero va a llover… - Vane 53

Dijimos a las seis y son las siete Dijimos a las seis y son las siete
 ¿Y qué quieres que haga? Por eso mismo armemos la carpa
Buenaso, como eso es un trabajo para hombres, nosotras vamos a organizar
las cosas.
BUUUUUU a las que se barajan (se burlan todos los hombres)
DESPUÉS DE ARMAR LA CARPA
¡Mira! Esta carpa es individual, nada que para 12 personas
No sé pues, a mi me dijeron que era de doce.- Flaco
¿Y ahora?
Ni modo, tocará entrar como sardinas, o todavía está temprano, vamos a ver
dónde nos quedamos.
Aquí está bien, a mí me gusta.- Andrés
¡No! Hay demasiado lodo. - Sebas
No seas escogedor, todo es lodo, es lodo o lodo
¡Ay! Y las cosas se están mojando mucho, ¿qué hacemos? - Naty
Metan las cosas a la carpa. Naty y Daniel se quedan cuidando y el resto
vamos a ver dónde guarecernos.
Guare… ¿qué? - Flaco
Nada nada, ya venimos, y pasa un atún para el camino.
BUSCANDO….
¡Ay por qué Dios mío! Porqué no me quedé en la carpa! Buaaaa tanto lodo.-
Andrés
Si ni yo me quejo tanto, no seas flojo.- Vane
Ya vamos dos horas caminando y nada, todo está lleno. Sorteemos quién
duerme en la carpa.- Flaco
Primero las damas…je je. Pero ya en serio, ya me preocupé, ni siquiera hay
mucha plata y todo se fue en el taxi…
Antes de llegar yo vi unas casas, por la salida. Parecían abandonadas. -
Andrés
¡De una! Vamos por los otros, busquemos las casas, y si no, por último
dormimos en el parque, no nos han de robar.- Vane
¡No había nada de casas, están mal! -Flaco
¡Ay, si tú viniste dormido!
REGRESAN POR LAS MISMAS
Vamos a ver las casas que dice Andy.
Bueno, desarmen la carpa. ¡Ah! Quien haya traído cámara está hecho
pedazos… y, ¿quién fue el de las latas para microondas? - Naty
Mi mamá me mandó, es que le dije que me iba a quedar en un hotel. -
Francisco
54
Dijimos a las seis y son las siete
Igual qué pena, en los hoteles no hay microondas y esto es un pueblo… ¿Qué
pensabas? - Andrés
Hubiese traído más, o mejores cosas, ¡pero es que como en la esquela decía
que incluye comidas! - Francisco
¡Era de que te quejes antes! ¡Ya es tarde!
¡YA BASTA! ¡Sigue lloviendo y ustedes aquí peleando! - Naty
Viiiiii, qué durísima ja ja.- Vane
Caminamos horas de horas de horas y nada. Como hacía frío y ya no
avanzábamos, volvimos a armar la carpa y nos metimos como sea. Nadie
sabía donde empezaba o terminaba su cuerpo; era una sola masa y todos
estábamos tiesos del frío. Para empeorar todo, nos inundamos, y así se pasó
la primera noche, con cuchicheos criticadores de la esquela de Andrés.
Estaba chistosísimo ver las caras de arrepentimiento de todos.
AL DÍA SIGUIENTE
Naty… Naty… ¡Natalia levántate!
¿Qué?
Ya despiértate, los otros ya se fueron a buscar un río.
Ajá…
¡Natalia, vamos! Eres el colmo de la vaguería.
Nos arreglamos y nos fuimos siguiendo a los chicos. Naty iba
comiendo un pan (lo único que quedó seco, nadie sabe cómo, del diluvio de
anoche), cuando vimos que un perro negro nos seguía, y Naty le regaló el
pan (¡Nunca pude entender por qué!). Desde ese instante el perro no se
separó de nosotros. Otra boca más.
Bañarse en el río estaba divertidísimo.
Pásame el jabón.- Flaco
Ven a coger, si puedes – Vane.
Y así empezó una estúpida pelea por un estúpido jabón que terminó
yéndose con la corriente del estúpido río por la culpa del estúpido del Flaco.
Y alguien regó el champú, para rematar. O sea nos quedamos sotlo
enjuagados.
Luego Daniel encontró una casa abandonada. Fuimos a ver, y en
efecto no había nadie, y el vandálico del Flaco rompió una ventana y entró.
Nosotros no nos opusimos y también entramos. Por un momento al fin
teníamos donde escampar. Esa casa con razón estaba abandonada, no había
nada y nosotros nos instalamos por fin.
55
Dijimos a las seis y son las siete
 Como era de esperarse a la hora de comprar licor (porque si no había comimos callados.
chupe ya no era paseo) todos pusieron su generosa contribución, y pudimos
comprar una amplia variedad de licores, para todos los gustos. Ya de noche, cansados fuimos a la casa, y por primera vez nos dimos
cuenta de qué pasaría si nuestros papás se enteran. Y nos pusimos nerviosos
Tomamos hasta que todo empezó a dar vueltas y uno que otro y ya no pudimos dormir. Francisco y Daniel sacaron las reservas y nos fuimos
vomitó. Nadie se comidió en limpiar, porque primero no era la casa de de largo…
ninguno, y segundo nadie estaba lo suficientemente consciente. Ya más
entrada la noche, todo el mundo se quejaba. A todos nos dolía la cabeza, El cuarto día fue insoportable. Desayunamos atún y si tenías sed,
esa casa apestaba y, ¡qué dolor dormir en tablas! El Flaco fue el único que pues qué pena… solo había el aceite del atún.
no se hizo problema y durmió re bien en su sleeping. El resto dormimos
hecho pedazos; no había cómo descuidarse porque ya se robaban la cobija o Sin jabón, sin champú, lo único que podíamos hacer era mojarnos,
la almohada. Y además ya empezamos a hartarnos del atún que era lo único el único que disfrutaba era Black.
que quedaba.
Ya con amigos en el pueblo, la mejor opción era pasar ahí, jugando
Nos despertamos porque el perro empezó a ladrar. Ya era de cartas y claro, nos daban comida gratis, eso fue la salvación. De pronto sonó
mañana, hubiese sido una mañana feliz de no ser porque desayunamos un el celu de Naty.
sustancioso atún. El Flaco mejor ya ni comió, y el Daniel fumó unos dos
tabacos y listo. ¿Aló?
¡NATALIA CAROLINA LÓPEZ JIMENEZ! ¿DÓNDE CARAJO ESTÁS?
Salimos a caminar y caminar. Fuimos al pueblo y jugamos un chance ¿Mami?
fútbol en una cancha de por ahí. Típico, asomaron unos niños de quién sabe ¡ESTOY AQUÍ AHORITA EN EL COLEGIO CON TU INSPECTOR, Y ME DICE QUE
donde, y pasamos la mañana jugando. Luego otra vez al río, almorzamos NO HA HABIDO NADA DE PASEO NI NADA! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!
atún y, cuando nos dimos cuenta, el Flaco ya no estaba. ¿Qué no te oigo mami? ¿Qué dices? No te escucho ¡HAY INTERFERENCIA! .
¿NATALIA? ¡NATALIA CONTÉSTAME! ¡¿DÓNDE ESTAS?!
Primero fuimos a la casa y nada. Ya a las 6 pm, empezamos a NATALIA CUELGA.
preocuparnos. ¿Qué podía hacer el Flaco, en un pueblo? O sea. Naty empezó, ¡Mi mami nos cachó! Ya me fregué… ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡No puede ser!
a llorar y decía cosas inentendibles entre lágrimas. Algo de que el Flaco si TELÉFONO DE NATALIA VUELVE A SONAR
era importante, que sin Flaco se muere, ¡armó todo un drama! Le dejamos ¿Qué hago? ¿Contesto?
llorando, no era que no nos importara, pero… había que hacer algo No sé, mejor no. Es que, ¿qué le vas a decir? Ay, ojalá no nos cachen al
productivo. Salimos a buscarle, otra vez y el Black (el perro) se quedó con resto… De ley que nos descubren… - Daniel
Naty en la casa. Ya en el pueblo le encontramos al Flaco (¡todavía más!), TELÉFONO SIGUE SONANDO
jugando cartas con unos viejos del pueblo. Había pasado toda la tarde que Mejor le apago.
comiendo, que jugando volley, cartas, y hasta ha visto el final de una novela. ¡No, no! Ya ni modo contesta.
¿Aló?
Todos nos enojamos full, y enseguida le fui a avisar Naty (mientras ¿NATALIA DÓNDE ESTÁS? YA DIME, QUE LA MAMÁ DE VANESSA Y SEBASTIÁN YA
los otros se colaron al juego), y su primera reacción fue la de decirme que ESTÁN AQUÍ TAMBIÉN. NATALIA CAROLINA TIENES UNA HORA PARA LLEGAR DE
si le decía una palabra al Flaco de su drama, ¡me mataba! Pero ya era tarde DONDE SEA QUE ESTÉS. TE VIENES AHORITA Y YA EN EL COLEGIO TE
y quedó marcada de por vida. ¡Hasta ahora no nos olvidamos! FREGASTE, HAY JUNTA DE DISCIPLINA.
NATALIA CUELGA EL TELÉFONO.
Ya en el pueblo hubo una megafiesta, y el Flaco había ganado una Nos cagamos. Ya todo el mundo se enteró, los inspectores y Sebas y Vane,
apuesta y nos invitaron unos pinchos a todos. Eran de dudosa procedencia, sus mamás ya están con la mía.
pero en esa hambre, y con atún como segunda opción, nadie se quejó y ¡Mierda! ¿Qué vamos a decir? Ya salgamos ahorita. A recoger todo. Flaco,
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Dijimos a las seis y son las siete Dijimos a las seis y son las siete
 todo se fue a la gaver… Ya nos cacharon.
Muévanse vamos…-Vane.

Nos subimos en el primer bus que encontramos. En el camino

quedamos de acuerdo con la historia que íbamos a decir. Pero teníamos un
problema, no sabíamos si en el colegio sabían que habíamos falsificado unas
esquelas diciendo que era un paseo de biología, o quiénes estaban metidos
en esto. Todos estábamos preocupados, nerviosazos. Ya luego nos fuimos
calmando, y ya decidimos mejor decir la verdad, igual ya no podía ser peor.

Nos empezó a dar sueño y nos acomodamos para dormir un poquito

y poder llegar con una facha medio decente… ¡Ah! Y le metimos de
contrabando al Black. ¡Imposible dejarle!
Luego sentí una sacudida y vi el cuerpo del Flaco en el suelo, sangrando.
Grité y vi sangre y oía otros gritos.

Luego me desperté en el hospital, conectada a miles de máquinas

de pies a cabeza. Mi mamá llorando, me abrazaba y no estaba enojada. Me
senté despacio y con dolor, y pregunté por los demás.

El doctor me dijo que nadie sobrevivió, solo yo.

No lo puede soportar. ¡Mis amigos se habían ido, para siempre!

Sentí un hondo dolor, una punzada en el estómago y me faltó el aire. El
Flaco, ¡mi Flaco! ¡Dany, Andy, Sebas, Naty, Pancho! Lloraba sin control y el
dolor me mataba, me retorcía. ¡Por qué! ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? Maldita
sea, eran como mis hermanos. ¡Maldita sea! Todo me daba vueltas y sentía
que la cabeza me iba a estallar, ya no podía respirar y me dolían los brazos.
Todo se puso borroso. Entonces todo se puso oscuro. Tuve un shock, seguido
de un paro cardíaco, y nadie pudo hacer nada.
Somos un grupo de música hip-hop llamado “DOMINIO PÚBLICO”. Xavier, Edwin y Danny
Lo siento mami, no quise dejarte sola, perdóname por favor, por nos conocimos hace varios años, entonces decidimos narrar nuestra historia, lo que
decidimos vivir y cómo lo hicimos. Escribimos lo bueno y lo malo, recordando que en
favor. Si te hace sentir mejor desde aquí te cuido, te veo, te sigo y te nosotros está el cambio, tal como sugiere el título de nuestra historia: “El cambio está
protejo. El Flaco está aquí conmigo y los otros también. Todo aquí es paz, y en tus manos”. Piénsalo…
esta eternidad dedicada a acompañarte y a saber que la vida es tan, pero
tan fugaz. Quisimos dar a conocer que cada uno como individuo es responsable de sus actos; por
ello, si decidimos tomar un mal camino, de la misma forma podemos cambiar, porque
sí es posible si te das la oportunidad.

Edwin y Xavier son los pilares del grupo luego se sumó Danny y empezamos a caminar
juntos en las buenas y en las malas y decidimos contar nuestra historia.

Grupo Dominio Público

Hip- Hop
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Dijimos a las seis y son las siete

 Esta historia comienza en el sur de Quito, cuatro amigos: Germán,
Xavier, Danny y Luis.
Se reúnen un sábado en la tarde y comienzan a recordar las cosas
que han vivido, que más que vivido han sobrevivido, por lo cual comienzan
sus narraciones del pasado, ya que lo malo ha quedado atrás. Les invitamos
a ser parte de nuestro pasado… y lo que hacemos ahora.
GERMAN
Fluctuaba la edad de los trece años cuando comencé a darme cuenta
de la evolución de la vida. Era, y estábamos en el siglo XX, en el año de
1994. Cursaba el segundo año del colegio Villavicencio Ponce cuando, por
circunstancias de la vida, perdí el año. En ese punto empezó la evolución de
mi persona, y con ella la evolución de la vida. Empecé a darme cuenta de
cómo es la evolución de todas las cosas. Ya en la actualidad me doy cuenta
de la gran evolución que ha tenido el sistema de vida.
Mientras buscaba un colegio para poder seguir estudiando, sin saber
de los colegios cuáles eran buenos y cuáles eran malos, pasé a pertenecer a
los alumnos del colegio particular Luca Paciolo. Desde ese entonces, empecé
a vivir lo que hoy se llama vida. Ya en esos momentos, asustado del nuevo
ambiente, comencé a cambiar, del pensamiento tranquilo al pensamiento
rebelde. En esa época no sabía nada de lo que hoy llamamos vida, y entre
niñerías dentro de mí yo me consideraba un roquero, pero de esos roqueros
a medias.
Me empezaba a caracterizar por diferentes cosas que en ese tiempo, según
yo, las catalogaba como importantes; pero hoy en día me doy cuenta que
esas cosas, que yo creía importantes, solo eran puras tonteras.
Entre esas cosas empecé a lucir las uñas largas y pintadas de negro. En mí
se empezó a notar el cabello largo, ya que en esa época la mayoría de los
roqueros tenían esa peculiar forma de mostrar cómo eran, con el cabello
largo.
Mientras pasaba el tiempo, sin querer no me daba cuenta de las
cosas que estaba aprendiendo. Entonces pensaba que eran cosas buenas,
pero ahora me doy cuenta cuán malas eran aquellas cosas.
De todo los dos años que pasé en ese colegio, y de entre todas las
cosas, más cosas malas que buenas, aprendí lo que es la mala vida, y con
mala vida me refiero a lo que es el mundo de las drogas, el alcohol, el
tabaco, y entre todo eso el enredado mundo de las pandillas y la vagancia.
60
El cambio está en tus manos
En tercer curso, y casi ya atado en el mundo de las drogas, un día
inesperado recibí la visita de mi primo hermano a mi casa. Me sorprendió su
visita, porque hace años que él no nos visitaba. Bueno, entre todo eso, y
entre tanta conversa con él, entablamos la conversación de la música, y nos
llegamos a dar cuenta sobre las diferencias en ella.
Él por su parte y yo por la mía. Me comentó que estaba
incursionando en la música de tipo hip hop. Por mi lado le comentaba que
en el rock; al principio nos sorprendimos el uno y el otro, pero aceptamos
nuestras diferencias acerca de la música. En eso mi primo, que se fue a la
casa, me encargó el CD, y dijo que vendría otro día a llevárselo. Pasó el
tiempo, y un día, sin querer, escuché el CD que me dejó y me llevé una
sorpresa. No me di cuenta en qué momento me gustó poco a poco aquella
música. Al principio no le prestaba atención y me burlaba de esa música,
pero pasado algún tiempo empecé a escuchar más y más de esa música. De
allí pasó un poco más de tiempo, y de a poco me dejé influenciar de lo que
hoy llevo en el corazón: el HIP HOP.
Mientras pasaba el tiempo entre drogas, alcohol, música y tantas
porquerías, hoy en día me llego a dar cuenta que el hip hop es una de las
cosas principales que me motivó a dar el paso a eso que le llamo:
EVOLUCIÓN.
La evolución empieza de esta manera: ya dentro, y siendo prisionero
del mundo de lo malo, y entre la preocupación de mis padres que veían en
mí ya no la misma persona de antes sino otra persona, una persona rebelde,
influenciada por lo malo que había conocido, mis padres empezaban a darse
cuenta que su único hijo estaba inmiscuido en las pandillas, y como una
opción para que yo cambie decidieron enviarme a estudiar a otro colegio.
Nunca me imaginé que llegaría a estar en un colegio religioso, pero
a pesar de todo lo estuve, y de hecho me sirvió de mucho estar en aquella
institución.
Llegando a ese colegio todavía no diferenciaba lo bueno de lo malo,
y en el transcurso de esos años mi vida evolucionó notablemente.
Entre tantas cosas de mi vida que evolucionaron, hay ciertas
transcendentales, fundamentales e importantes que sucedieron con ella.
Estando en cuarto curso de bachillerato, durante todo ese año tuve varios
encuentros. Uno en especial fue, y es, el de mi primo Xavier quien, al
enterarse en el mundo que andaba, me dio a entender que él quería pasar
61
El cambio está en tus manos
 a formar parte de la vida que llevaba. Por esa parte él se inmiscuyó en el
asunto de la música, ya que se enteró de lo que es el hip hop, y al parecer
le gustó, y hubo varias conversaciones sobre ese tema. Él quería que yo le
enseñara todo sobre el hip hop.
Al pasar el tiempo, poco a poco, le fui acolitando sobre la movida,
al igual que yo aprendí poco a poco, no por un maestro, sino por alguien que
me sirvió (digámoslo así) como guía.
Durante ese tiempo sucedieron varios acontecimientos entre los
cuales estaba la época de las discotecas. Había una en particular que era la
discoteca Macks. Era su punto a flote, de tal forma que todo tipo de jóvenes
iban aquel lugar, y como no podíamos faltar nosotros, mi primo y yo
frecuentábamos ese lugar al extremo que en una cierta época se nos hizo
costumbre; y entre costumbre y costumbre íbamos siguiendo paso a paso la
evolución. Desde ahí hasta la actualidad se ha convertido en mi hermano y
mi amigo.
Crecimos como personas, como panas. Entre esas costumbres no
podían faltar las inolvidables borracheras que, entre copa y copa, nos fuimos
compaginando más y más, a tal grado que llegamos a pensar en algún
momento de nuestras vidas llegar a formar un grupo. Así es como empieza
parte de la gran evolución.
Aprendía cada día más. En el colegio cambió mi vida, y me llegué a
dar cuenta de la vida que llevaba, y la conclusión a la que llegué fue que al
pasar el tiempo debería, de alguna u otra forma, cambiar, y para esto
empecé a contar con varios recursos como el de mi primo, mis profesores,
que me sirvieron de gran ayuda. ¡Cómo poder olvidarlos!
Crecí como persona, y con mi primo crecimos independientemente el uno
del otro, pero aun así, a pesar de la distancia que tomamos, muy en el fondo
siempre seguimos unidos. Él encontró un amigo (el Gato) con el cual
entablamos amistad, pero no como la amistad que forjaron mi primo y él.
Aun así, el mundo y la vida sigue. Ya para ese tiempo había dejado
atrás algunas cosas malas de las cuales estoy feliz de haberlas dejado.
Mi primo, al igual que yo, cambió, y tomó otro rumbo. Pero eso sí, sin dejar
de lado lo que fuimos y lo que éramos en ese entonces.
62
El cambio está en tus manos
XAVIER
Transcurría el mismo año en curso. Las vivencias ya contadas con mi
primo, y luego conocí al Gato en un colegio STS, en el cual tuvimos más que
vivir, tuvimos que sobrevivir, diría yo. Conocimos a un pana, el cual nos hizo
saber algo sobre una pandilla, pero fresco. Seguíamos como panas en el
plantel; todo giraba muy rápido a mi alrededor: que mi primo, que el Gato,
que el colegio. No me importaba más que la joda, la muca; en fin guambra,
mentalidad de cebra, medio rayado y burro. Me acerqué al Gato un chance
más, ya que a mi parecer teníamos algo en común con nuestras vidas y
hogares. Nuestros viejos están en el extranjero. No sé, para mí fresco seguir
adelante sin ahuevarme ante nadie, ni dejarme de nadie, ya que solo vine y
solo estoy. Bueno eso era antes, ahora algo drástico; depender y confiar en
tus amigos es difícil, pero ahí estábamos, Cuarto Curso. Seguía conociendo
full gente, tuvimos pleitos, peladas, fugas, de todo; nos quedamos en
supletorios, pero pasamos.
Vacaciones. Todo bien: bailes peladas, broncas, los mismos de la
banca de siempre rodando por aquí y por allá entonces.
Luego de un tiempo, Quinto Curso. Buscar cada uno un colegio
diferente. El primo en el mismo colegio; el Gato y el Xavier a diferentes
colegios. Empezaron nuevas historias, y nosotros estábamos listos para
recibir el dizque destino, aunque no creyéramos en él. Caminábamos por
diferentes sombras, que es más fresco; es solo un decir, todos por diferentes
lados, pero algo grande nos quería ver juntos. Seguía el año, esa temporada,
en fin, nosotros. Y, paralelamente, la vida mi primo, el Gato, la mía.
Transcurría ya con otros panas. El Gato, por cosas y decisiones de sus padres,
se marchó a Italia por el mes de julio.
Mi vida arrancó diferente para ese tiempo. El Gato se fue, mi
hermano ya se había ido un poco antes a España; me encontraba con mi
primo. Pero para entonces conocíamos lo necesario, ya que todos los días se
aprende y se enseña queriendo o sin querer. Nos enrolábamos más con lo que
decidimos; la muca, la borrachera iba y venía: algo normal según nosotros.
La vida del Gato transcurría paralelamente con diferente horario, en otro
continente, y nosotros en nuestra patria.
DANNY
Mi historia comienza al finalizar el Tercer Curso. Mi madre comienza
a buscarme un colegio, ya que en el que estaba, el C.T. UNE, me habían
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El cambio está en tus manos
 negado la matrícula, y a pesar de que en la mayoría de colegios las
matrículas estaban copadas por lo que se cogía especialidad, a mi madre le
recomiendan el STS. Pensábamos que era un buen colegio, pero nada que
ver. Allí fue donde comencé a aprender un poco más de lo que ya había
aprendido, por que antes de eso ya había tenido mis primeras vivencias,
según yo. Ahora que tengo la personalidad más formada, me doy cuenta que
eran chiquilladas.
Pasó el primer mes sin que conociera a nadie, puesto que solo me
gustaba analizar cómo se desenvolvían las personas de mi curso y del
colegio. Claro que con algunos saludaba de hola y chao, pero no
conversábamos. Después comencé a abrirme un poco más, y me hice amigo
de las peladas del curso, que me presentaron a unos manes con los que nos
teníamos un poco de pica, y eso que sin habernos tomado en cuenta
mutuamente. Ahí me conocí con el Xavier, que ahora, aunque sin ser de la
misma sangre somos como hermanos. Pasó un tiempo y comenzamos a joder
con otros brothers del curso. Nos tenían respeto en el curso y en el colegio,
pero más que respeto era miedo.
Un día le acolité al Xavier a hacer unas notas, y me presentó al
primo. Él me contó que andaba en la movida; bueno, saludamos y nos
fuimos. Así pasó el Cuarto Curso, entre movidas, broncas, peladas, alcohol,
tabaco y sexo.
Habíamos probado la droga, pero en ese entonces yo tenía miedo de
meterme en ese mundo, porque no sabía cómo iba a salir parqueado. Sin
importarnos lo que decían nuestras madres, ya que nuestros padres
emigraron al exterior, ni el qué dirá la gente, seguíamos adentrándonos cada
vez más en ese mundo, del cual estoy feliz de haber salido.
Se acabó el Cuarto Curso, y los dos buscábamos colegio para
cambiarnos, porque nos aburrimos de estar en el STS. Encontramos colegios,
pero cada quien por su lado; él entró al Electrónico Pichincha y yo al Vida
Nueva. Por eso nos abrimos un poco el uno del otro, pero igual siempre nos
topábamos para conversar o para pegarnos unos guaros.
Llegué a ese colegio donde para mí todos eran desconocidos, pero
no me importó. Entré al curso, saludé con todos y me senté en la última
banca. Todos me quedaron viendo, como siempre ocurre con el chico nuevo
que entra al colegio y le quieren ver las hue…, pero yo no me dejé.
Comencé a conocer gente, compañeros de la escuela de los que yo
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El cambio está en tus manos
ya ni me acordaba. Bueno, en fin. Me llevaba con gente de todos los cursos,
y me conocí con un pana que le decían Viejo, que en el UNE solo nos
veíamos. Yo lo reconocí y él también a mí, pero nos hicimos los locos.
Pasó el tiempo, y con otros amigos comenzamos a hacer un grupo
solo de panas. Nos pusieron de apodo “Los Encapuchados” porque siempre
andábamos con los buzos con capucha. Una de esas bajamos todos a tomar
en las billas, y el Viejo llevó la máquina de tatuar y me hizo mi tercer
tatuaje. Los días transcurrían, y sin importarme si se me inconaba o
infectaba, nos fugábamos desde las 7 de la mañana hasta que ya no
podíamos ni levantaros para irnos a nuestras casas. Comencé a conocer a
manes de pandillas que se hicieron mis panas, y los manes me cuidaban, o
si no me acolitaban a los trueques que tenía que hacer. Una vez, uno de ellos
me regaló un poco de marihuana en un paquete, pero yo le hacía de vez en
cuando solo unas pitadas; no era un adicto. Llevé ese paquete a mi casa, y
sin acordarme me cambié y dejé el paquete en la billetera. ¡Oh sorpresa! Mi
madre había entrado a revisar en mi cuarto, ya que ella sospechaba por el
cambio que yo había tenido en mi comportamiento.
Comenzó a llorar y mis hermanas también. Me mandaron a hacer
análisis, pero salí todo bien porque no había probado nada de eso.
Luego de eso mi madre me dijo que yo no podía llegar a la casa después de
las 6 de la tarde, y bien mandado yo no llegué. Me fui a la casa del Pollo en
la cual, bebido y enojado, me tatué la hoja de marihuana en el cuello, y
seguimos bebiendo por toda la noche. Al siguiente día llegó mi madre con el
Xavier en un taxi; me dio una cachetada y me hizo subir. Como todo me daba
igual, llegamos a la casa. Ella me aconsejó, y me dijo todo un testamento,
pero como no me importaba, por la una me entraba y por la otra me salía.
Pasaba siempre así, enojado con mi madre, porque yo decía que no
me comprendía, pero en realidad quien que no comprendía era yo, que no
me importaba nada.
El fin del año lectivo recibí una llamada de mi padre diciéndome que si
quería ir para Italia. Yo sin pensarlo dos veces acepté, sin pensar en el dolor
de mis seres queridos, pero como no me importaba, me daba igual.
El Quinto Curso lo perdí por estar metido en toda esta situación.
Pero bueno, al final viajé. Cuando llegué allá me dio igual; estaba
en otro continente, pero parecía como que yo hubiera nacido allí. Nada me
sorprendía, es más, me aburría porque no tenía nada que hacer, y todos los
italianos son aburridos y racistas. A los dos meses de estar allí de vago, mi
padre me inscribió en un colegio. Fui para experimentar cómo eran los
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El cambio está en tus manos
 jóvenes de allá; fui sin ahuevarme a nada, pasara lo que pasara.
Entre todos murmuraban, pero yo no entendía nada, porque era el
único latino que estaba en ese curso. Yo solo sabía las palabras básicas, pero
no me importó. Pasé y me senté; todos me miraban como animal raro, pero
yo como si nada. El italiano lo aprendí a entender a los tres meses, mientras
en ese tiempo todos se burlaban de mí, porque no les entendía, pero luego
cambió todo. Yo me burlaba de ellos, porque los italianos nos tienen miedo
a los latinos, porque nos tachan como lo peor que puede existir.
Todo estuvo bien durante dos años; tenía mis enamoradas, panas, de
todo un poco, buenas notas y no le hacía mal a nadie. Todo cambió en el
tercer año que estuve allá, porque comencé a llevarme con panas de una
pandilla de latinos que vivían allí. Al principio que salía con ellos, siempre
llegaba a la casa, pero luego no me importaba nada. No llegaba dos, tres
días a la casa, y me daba lo mismo porque me di al libertinaje.
Me iba a bailes que hacían en departamentos; estos bailes
comenzaban desde el lunes a las 8 de la mañana hasta cuando nos mandaban
sacando. En este tipo de fiestas se podía estar con quien uno quería. Las
manes mismo se te declaraban, y cuando tú o ellas se aburría, se dejaban y
vacilaban con otro en el mismo baile, y uno hacía lo mismo.
Se tomaba hasta ya no poder; a veces se tomaba de lunes a lunes, y
si no había casa dónde ir, nos quedábamos en cualquier parque tomando.
Cuando se acababa la plata, reuníamos lo último que teníamos, al
menos para una botella. Entrábamos entre dos o tres al supermercado,
comprábamos una y salíamos con cinco botellas. Ya teníamos la maña en
nuestras manos.
Así pasábamos todos los días, fumando de todo un poco, con alcohol
en nuestras venas consumiéndonos nosotros mismos, sin saber qué hacer.
Perdí el año, perdí mi moto que en un choque de milagro salí vivo, solo con
unos solo con unos rasguños y basta, pero como yo, Dios sabe cómo hace las
cosas, y me dio otra oportunidad de seguir viviéndo.
Mi padre se cansó de todo lo que hacía, ya que las veces que iba a la casa
llegaba golpeado, o si no cortado, pero algo tenía que estar, o si no solo
llegaba para pedir plata e irme y aparecerme a veces hasta en semanas. Por
eso él decidió mandarme de nuevo al Ecuador, pues pensó que estando acá
con mi familia iba a cambiar, y estuvo en lo cierto. Una vez llegado a
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El cambio está en tus manos
Ecuador, mi padre me llamó y me dijo que la policía me buscaba para
deportarme, ya que yo no había ido a las citaciones que ellos me ordenaron
que vaya, pero bueno, finalmente soy feliz porque estoy al lado de mi madre
y mis hermanas, quienes me hicieron tanta falta, y por la soledad que uno
siente estando lejos de tus seres queridos, y que uno tiene que caer en el
abismo para darse cuenta de lo bonita que es la vida como para
desperdiciarla en tonterías. Y lo que ahora somos hip hop que lo llevo en mi
ser. Gracias a Dios, yo tengo uno de los cuatro elementos en mis manos, el
cual es ser un Graffitero de alma, vida y corazón, ya que con este elemento
se expresa lo que uno siente y lo que uno es. Y así seguir cambiando para
bien, no para mal; y proseguimos de la mano como hermanos los que
empezamos atrás. Sin darme cuenta nos habíamos convertido en hermanos,
no solo de copa ni de piernas, sino de los detalles. Es duro mantenerse de
pie en la vida. Esta historia aún se sigue escribiendo con nosotros, lo por lo
que está por venir, descubrir, enseñar y aprender viviendo.
XAVIER
Ya con el pasar del tiempo, y adquiriendo un poco más de
conocimiento, me gradué, trabajé, seguían nuestras vidas paralelas en
contacto por medio del teléfono, por cartas del extranjero. Enamoradas,
broncas y cosas raras; gente indigente, ver cómo la vida de panas conocidos
terminaba, otros en la cárcel, otros con chamos y en lo mismo.
Qué foco no cambiar por alguien que quieres, pero nada que ver.
La vida pasaba, yo junto con mi familia siempre apoyándome en lo
que estuviera a su alcance, haciéndoles pasar momentos malos y momentos
buenos, aunque más de los malos. Mi cuñado, qué acolite, ya que varias
veces me vieron encerrado por seguir a los llamados “Amiguitos”. Qué
huevón; caía solo, y ninguno de esos panas, o lo que en ese momento
pasaba, ninguno estaba. Por eso, pilas. Ahí escucha a tus viejos. En la calle,
de entre todos, diferencia al malo del bueno y al feo, y no es cacho.
Seguíamos en el proceso de evolución con la música. Nuestras vidas
transcurrían paralelas, con diferentes rumbos, pero siempre en contacto. Ya
nos habíamos juntado de nuevo los de antes, y seguimos con nuestro afán:
la muca. Ya teníamos proyectos de hacer el grupo de hip - hop. Con mi
primo, solanos nosotros, pero lo que es el Todopoderoso: lo llamo así al que
siempre estuvo conmigo, y pensaba que fueron mis puños.
Qué equivocado estaba. Ahora le doy gracias todos los días por
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El cambio está en tus manos
 haberme sacado de la mierda donde estaba. GRACIAS DIOS.
Pasaba el tiempo con mi primo, sus pitos. Llegó el Gato, y quien les
narra, Xavier, ya habíamos conocido lo malo, pero fresco. Conocimos un
pana el cual, hace un año atrás, lo habíamos conocido de hola y chao, un
toque de muca, y desde entonces formamos lo que ahora somos DOMINIO
PÚBLICO. Entonces conocimos al Luchín, el cual comparte unas líneas de su
vida a continuación:
En vida no hay nada imposible, pero sí muy difícil. Bueno, soy Luis,
un joven de diecinueve años, casi veinte. En mi corta vida, he sido golpeado
muchas veces y de muchas formas. Tal vez yo mismo me lo busqué. Para
empezar he pasado por cinco colegios, y aún no sé lo que es graduarse. En
cada colegio he tenido muchos problemas.
Les voy a contar los más importantes o los más frustrantes. En una
fecha que no es importante, y en un colegio que no quiero mencionar, a mis
trece años probé el licor. Ya tomaba, pero esta vez fue hasta
emborracharme, hasta no tener conciencia, y también volé hasta ver a Dios.
También conocí la marihuana, a pesar de que semanas atrás había inhalado
perica que me rompió la nariz, y sangraba como virgen, como se dice
vulgarmente. Empecé en lo que es la droga; así ingresé en mi primera
pandilla, y así paso el tiempo y dejé de ir a clases. Tal vez me creía un poco
más que los demás, porque ellos no hacían lo que hacía yo. Entonces vino mi
primera expulsión, y perdí un año.
Tenía mucho tiempo encima, y no hacía nada, lo cual me hizo
decidir inscribirme en un curso, uno de capacitación, ya se podrán imaginar
en dónde. Mucha gente va a esos cursos; conocí a gente mucho mayor que
yo, me triplicaban en edad. Me excedí en el alcohol y claro, me intoxiqué.
A los quince años me gradué, pero algo bueno saqué de todo esto. Mi primer
y único diploma.
Me sobraba todavía tiempo, ya que el curso fue solo de tres meses. Ingresé
a otra pandilla, la cual, por motivos de seguridad prefiero no mencionar;
solo diré que todo el mundo la conoce. No necesité aprender nada de esa
pandilla, ya que yo entré sabiendo muchas cosas; por ejemplo el manejar
armas. No quiero hablar mucho de esto ni de estos personajes, que en ese
tiempo se hacían llamar mis amigos. Un día, en un tiroteo, me caí de
espaldas, me golpeé la nuca y me quedé soñado, y mis amigos lo que
hicieron fue saltar por encima mío, mientras otro pandillero me apuntaba
con un arma. Por suerte, aunque no lo crean, se le pasmó el tiro. Después
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El cambio está en tus manos
de éstas y muchas más, que prefiero no recordar, decidí salirme de esta
pandilla. Mis ex amigos, que entonces eran mis enemigos, me buscaban para
matarme. En ese tiempo pudieron hacerme daño, por este motivo me tocaba
andar armado y dispararle al primero que me atacara, aunque más tarde
consiguieron herirme.
Temporada de vacaciones, y el alcohol era cosa de todos los días, al
igual que los estupefacientes. Mi familia se desmoralizó, y yo cada día
hundiéndome más y más. El polvo, o base de cocaína, vuelve a mi vida
convirtiéndose en un vicio más fuerte. Todos estos vicios ya no eran de vez
en cuando; ahora eran todos los días y a toda hora. En este mismo año
decidimos formar una pandilla con unos amigos salidos de diferentes
pandillas conocidas. Cansados de otra pandilla muy grande, pero después
nos dimos cuenta de que no podríamos enfrentarla. Una tarde, realizamos
una pequeña reunión en la casa de un amigo para presentar las armas que
conseguimos para nuestra pequeña pandilla. Una 38, una Taurus 6,35 de
doce tiros automática, la cual andaba a llevar como un reloj o una cadena
por la insistencia de mis ex amigos de querer hacerme daño. Me tocaba
llevarla a todo lado. Estábamos en la pequeña reunión, y sacamos las
pistolas de nuestros bolsillos o mochilas, colocándolas en la mesa. Pensé que
había retirada la bala de la pistola y también el cargador, pero el diablo es
sucio, como se dice. Entonces un amigo decide hacerse el payaso,
apuntando a todo el mundo con el arma, incluso él se apuntaba a la cabeza,
pero afortunadamente no haló el gatillo, pero si lo haló en la cara de otro
amigo, al cual llamaré Tutan. Ingresó por su boca destrozando sus dientes y
su lengua, llegando a su nuca cerca de la columna vertebral.
El tiempo se volvió lento, todo ocurría muy despacio, no sabíamos
qué hacer ni a quién recurrir. Todos salieron corriendo. “Bonitos amigos”,
solo nos quedamos tres personas, incluido el que disparó. La sangre ya
formaba una pequeña cocha, y seguíamos sin saber qué hacer; en esos
momentos de desesperación se le ocurrió un número de teléfono, al cual ya
había marcado. Era el de la Policía, pedíamos una ambulancia. Lo único que
hacían los policías eran preguntar cómo pasó y dónde. No podíamos decirle
que le habíamos disparado nosotros, y así pasamos la noche, de hospital en
hospital con la ambulancia que por fin habían mandado la Policía. En el
Hospital del Sur no nos quisieron recibir, viendo en el estado en el cual llegó
mi amigo. Lo que sí tengo que decir es que jamás perdió la conciencia ni la
confianza. Él vivió toda esta película, desde el disparo hasta que lo
recibieron en el Hospital Eugenio Espejo, ya que su madre trabajaba ahí. Él
jamás nos delató, ni con su familia ni con la policía.
69
El cambio está en tus manos
 Ahora es un chico aparentemente sano, pero no es así. A la bala
jamás pudieron sacarla, ya que está alojada cerca de un nervio de la
columna vertebral. No puede hacer ningún esfuerzo físico. Pero bueno, pasó
todo esto; nuestras familias se enteraron todo, quién fue y cómo fue, pero
no hicieron nada.
Así siguió pasando el tiempo. Los problemas en la calle aumentando
cada día más y más. Recuerdo una noche que tuvimos un problema, como
tantos. Nos enfrentábamos entre pandillas, pero fue algo disparejo, ya que
ellos tenían armas y nosotros piedras. Después de diez minutos llegó la
policía entrando a disparos a quemarropa; las balas se desviaban a
centímetros de nuestros cuerpos, incluso a mí me pasó una por la chompa
ancha. Bueno, entre problema y problema conocí a Germán, quien tenía los
mismos intereses en música y cultura. Al principio era una amistad de hola
y chao, cambiando música y nada más.
Después de un tiempo conocí a unos colombianos con los cuales
regresamos mas fuerte a la droga. Ingresaron a nuestra pandilla, y las cosas
se complicaron más. Prefiero no hablar mucho de ellos y lo que pasamos;
solo diré que con ellos aprendí muchas cosas malas, como inhalar “sacos”,
como ellos le dicen al cemento de contacto; esa vez sí inhalamos hasta ver
al diablo. Por lo menos yo lo vi.
Pasado un tiempo y las cosas ya no eran las mismas. Yo conocí a una
chica, y me tocó tranquilizarme un poco, a pesar de que jamás voy a olvidar
la Navidad del 2004. Eran las doce de la tarde en una calle muy transitada
al sur de Quito. Teníamos hambre, y queríamos pollo, y no pudimos hacer
sino asaltar el restaurante, y la policía nos rodeó. Gracias a Dios y a mi papá,
que por cierto presenció el robo, los policías no me llevaron, ya que me
escondieron en un callejón. Transcurrió un tiempo, y todos nos alejamos por
motivos internos de nuestra pandilla. Algunos estaban de acuerdo, y otros
no. Pasó el tiempo, y yo me enamoré sinceramente de la chica con la que
estaba; ella sabía todo lo que pasé y lo que hacía. Por ella decidí dejar la
pandilla y la droga, pero no fue fácil, ya que las dos cosas me buscaban
insistentemente. Ella me brindó su apoyo, y gracias a ella salí poco a poco,
y también por ella fue que conocí a Dios, a pesar de que me burlaba de ella.
Siempre me ayudó y me aguantó, pero un tiempo, cuando las ganas de volver
a lo de antes regresaban, caía, pero para esto mi enamorada, que ahora es
mi mujer, estaba embarazada. En una noche que no prefiero recordar
mucho, me encontraba viviendo con un amigo, y me topé con un chico que
me quería golpear en jorga, pero esa noche le tocó a él. Pasaron las horas,
y queríamos seguir bebiendo; yo, en compañía de un amigo, fui a comprar
70
El cambio está en tus manos
más trago; desgraciadamente me encontré con mis ex amigos, queeran
como quince, y bueno, me rompieron la cara, empezando por la nariz. Me
dejaron inconsciente, y al despertar la primera persona en quien pensé fue
en mi mujer, que me llevó al policlínico donde me enyesaron la nariz.
Pasaron los días. Me recuperé y volví a salir a la calle. El día que salí
me volvieron a pegar, esta vez con un palo en el pómulo derecho, y
nuevamente al policlínico. Pero esta vez mi mujer se enojó mucho conmigo
por sordo. Estas golpizas me hicieron entender quién soy y qué quiero para
mi mujer y mi hijo.
Gracias a Dios ahora no soy un santo, pero sí un buen chico con sus
locuras, tomando de vez en cuando, pero no en exceso. Después de esto me
volví a encontrar con Germán y con su primo y otro amigo, el Gato, que me
dijeron para hacer música. Todo lo que queríamos hacer, y que por culpa de
nuestras vidas pasadas no podíamos realizar. Ahora hacemos música, y no
tenemos problemas, a pesar de que nuestro pasado todavía está presente en
las calles y todo lo malo, y principalmente nuestros recuerdos. Y ahora,
sentado con ellos, hablando de lo que vamos hacer con la música, recuerdo
no todo, pero sí tal vez lo que me dejó huella en la vida, y lo que me hizo
reaccionar para ver un futuro mejor para mí, para mi hijo y para mi mujer,
a quien por cierto amo demasiado. No tengo nada que más que contar.
Bueno, sí tengo mucho, pero no hay tiempo ni espacio; solo le agradezco a
Dios por todo lo malo y todo lo bueno, y por sacarme del hueco donde me
hundía lentamente.
Las historias ya relatadas son contemporáneas, de quien es ahora
formamos el grupo DOMINIO PÚBLICO. El interés de dar a conocer parte de
nuestras vivencias es con el afán de que no estigmaticen ni juzguen a las
personas por su ropa, color, género de música o definición sexual. Démonos
cuenta de que oímos hablar mucho del siglo XXI, y a pesar de esto para
algunos existen clases sociales, tabúes sexuales. Bueno, en fin, otro tema
para hacer un corto.
Lo que queremos compartirles es que la decisión, la oportunidad de
la que tanto oímos hablar, está en tus manos, ya por ellas pasa todo, y tu
boca es el parlante de tus decisiones. Tú tienes en tu boca las palabras para
destruir o construir, y con tu manos forjarte tu camino.
AGRADECIMIENTOS:
A Dios, quien siempre ha estado con nosotros y nos ha librado; quien
nos da la fuerza para no volver a caer.
71
El cambio está en tus manos
 A nuestras familias y a nuestras madres, las que siempre están allí
cuando las necesitamos y queremos mucho.

Al acolite de los grupos quienes están para dar la mano:

T.N.B
EXPRESO
MANICOMIO MC’S
DA FUCK BLACK
AL VIEJO LUCHO

“Héctor recuerda que tuvo que abandonar el colegio por culpa de la

enfermedad de su madre. Tuvo que trabajar en lo que encontrara para
mantener a Laura, quien era desatendida, pues el tiempo de Héctor sólo
alcanzaba para su esclavización por la subsistencia que se volvió más y
más dura, ya con la comida, ya con las o con los reprimidos deseos que
avizoraba en su adolescencia, y que ahora solo son la sombra de su dolor”.

Ronny Ramírez
18 años

72

El cambio está en tus manos

 Héctor se queda pasmado frente al cuerpo de su madre, de la que Pero llama la atención de Héctor una partícula de agua que yace
se ha afirmado no tiene más vida que la de un vegetal, pero que ha vivido disoluta en el rostro de Laura y que el propio Héctor la toma en un dedo,
con su hijo Héctor, con amor por más de seis meses. No obstante, Héctor para, tras degustarla, darse cuenta que es el elemento salino del que el
debe decidir por el mismo amor que profesó a su progenitora, si debe morir llanto se compone.
en sus manos o en las manos del dolor que Héctor ve cómo consumen el
cuerpo y el semblante de Laura; si bien Héctor no puede decidir más que por
su vida, puede ahora decidir por la existencia de la que le dio la vida, y que
parece sufre su supervivencia. Fijos los ojos de Héctor en el rostro medio
sereno, medio dolorido, de la pobre Laura; estallan recuerdos dolorosos en
su mente, recuerdos que plasman el afecto inmenso que una madre debe de
sufrir por un hijo, y que se trastocan al entrelazarse los recuerdos con
alegría y llanto, con consejos maternos, cuando aún la pobre Laura podía
tener conciencia, hasta una mañana de octubre en que del hospital mandan
a llamar a Héctor, por haberse presentado el último cuadro de su
enfermedad, que la convierte en responsabilidad del muchacho, que ahora
no debe velar solo por su vida sino por la de su madre, quien no tiene a más
parientes que a él. Condiciones ajenas a la voluntad de Héctor que influyen
en su vida con una pesada carga que debe afrontar con madurez. Y que
genera un conflicto de sentimientos que se hacen dolor, un dolor que no
podrá entender. Lo mira la pobre Laura, callada, silenciosa, sin nada más
que decir, con sus ojos de “te amo”.

Héctor recuerda que tuvo que abandonar el colegio por culpa de la

enfermedad de su madre, y ponerse a trabajar en lo que encontrara, para
mantener a Laura, quien es desatendida, pues el tiempo de Héctor solo
alcanza para su esclavización por la subsistencia que se vuelve más y más
dura, ya con la comida, ya con las medicinas y ya con los reprimidos deseos
que avizoraba en su adolescencia, y que ahora solo son la sombra de su
dolor.

Su decisión se genera en torno a los recuerdos y a su estado de

ánimo que es un dolor más que humano y dicha decisión es tajante pero su
moral flexible, aunque, ¿qué se puede decir de la moral? Si el sufrimiento es
más amoral que la misma muerte. Héctor toma un cojín de la cama en donde
se encuentra postrada la pobre Laura, y la aprieta contra la cara del ser
inanimado, mientras las lágrimas escurren de sus ojos a raudales, y un dolor
que debe ser más intenso que la muerte lo llena de polo a polo, viendo como
el cuerpecito vegetal que se encontraba en la cama, se deja tocar
indisoluble y tranquila por las manos del ángel de la muerte, cómo el
cordero que espera su sacrificio. Héctor se mantiene dos minutos en aquella
posición antes de retirar la almohada de la cara de Laura, y darse cuenta
que sus ojos se hallan idos y que su aliento ha cesado irremediablemente.
74 75

El dolor nos salva o nos condena El dolor nos salva o nos condena
 Mi nombre es Rommel, tengo 18 años de edad, nací el 25 de mayo de 1988, el año del
dragón, no soy muy expresivo hablando, soy introvertido, tengo pocos amigos, pero son
excelentes amigos, no hago ni deseo el mal a nadie, al menos la mayoría del tiempo.
Estudio Arquitectura en la U. Central del Ecuador y a veces me pregunto si no debí haber
seguido teatro, pero qué se le va a hacer ahora. Bueno, disfruten mi cuento.

Este cuento lo hice porque necesitaba contar a alguien que no sea un amigo sobre lo que
yo viví en cierto colegio, aunque en el cuento nombre a otra persona para encubrirme.

Rommel Portilla
(King of Frost KOF)

76
 David era un niño muy pequeño y como todo niño inocente, creía
que el mundo era solo suyo, que cuando creciera, podría hacer cosas
increíbles y únicas, que sería como un súper héroe al que todos amarían y
nunca olvidarían.
Mas, pasó el tiempo y creció, y poco a poco se fue dando cuenta que
las cosas no eran así como en sus sueños de infancia, así como las pensaba.
Entró a estudiar en un colegio católico, lógicamente dirigido por curas.
Todos decían que era el mejor colegio, era grande y hermoso, tenía cientos
de estudiantes. Pero no decían que era tan frío y solitario, que a duras penas
David conocía los nombres de todos sus compañeros de curso.
Eran cuarenta y ocho, además creo que entre todos nos caemos mal,
decía el muchacho.
David especialmente, le caía mal a la mayoría, tenía muchos
enemigos. El saludo matutino que recibía todos los días eran trozos de papel
sobre su cabeza, esté o no un profesor. Cuando había uno, sólo miraba como
si sus ojos estuvieran vagos y cansados, y no decía nada, como si en realidad
nada pasara, pero si las pelotas de papel caían sobre otro muchacho, ahí sí
habían quejas y reprimendas. Era algo así: Cuando se lo hagan a David
estaba bien hecho. El chico se sentía terriblemente discriminado.
Pero no todo era malo, pues en aquel colegio conoció a un muchacho
que después se convirtió en su mejor amigo. Al principio era muy abusivo
con David, igual que todos los demás, pero ocurrió que un día fue acusado
falsamente de algo que no cometió y David se enfrentó a todos y dijo la
verdad, salvándolo del castigo, desde entonces, su peor enemigo se
convirtió en su mejor amigo. ¡Qué ironía! ¿Verdad?
En aquel lóbrego colegio trataban a los chicos según el número en el
que se encontraba su apellido en la lista del profesor, así que muy pocas
veces lo llamaban David. Lo común era que lo llamaran como treinta y seis.
¡Qué gran parecido con las colonias penales! ¿Eh?.
Estaba en segundo curso, y de superhéroe ya no tenía nada. En
realidad era solo un vagazo, al menos así se sentía, así se creía, además
según su punto de vista y el de varias personas, se mandaban tareas en
exceso, que terminaban haciéndolas los padres de familia. Cierto día la
profesora de Lenguaje llamó a “los más vagos” y dijo: “En tres días se hará
un concurso de cuentos, y ustedes tendrán que participar en él para poder
recuperar sus notas. Ya dejen de ser holgazanes.”
78
El problema de la imaginación
David dio lo mejor de sí, por coincidencia le gustaba escuchar un
programa sobre leyendas, en la radio Quito (La Voz de la Capital); aplicó
mucho de aquello y realizó un cuento fantástico, lleno de magia y misterio.
El tema giraba en torno a un súper héroe ecuatoriano que al final entregó
su vida por salvar a los seres que amaba. Pero resulta que en ese colegio, la
imaginación era un pecado gravísimo. Le llamaron la atención por su
holgazanería y le hicieron ganar el concurso a un chico que escribió una
historia ya conocida sobre Moisés que ni siquiera era interesante, y mucho
menos divertida, tal vez sería porque en ella hablaba de Dios, pero de
cuento, inventiva e imaginación no tenía nada.
Después del concurso, todos esos curas maricones lo tacharon como
“el satánico del colegio”. Lo que no sabían los de sotana, era que al inicio
a David le pareció súper bacán. Ya lo tomaban más en cuenta y ya no lo
molestaban tanto sus compañeros, es más, aprovechando la gran ignorancia
y fetichismo de los muchachos, David los miraba feo y con solo eso
ahuyentaba a los que molestaban. Solo su amigo Vinicio se le acercaba y por
eso comenzaron a hostigarlo a él también, le decían que no debería
acercarse a David, tanto lo acosaron, que su mamá lo retiró del colegio no
sin antes poner en su lugar a curas y profesores, por permitir que eso
ocurrira. Con el paso del tiempo esta buena amistad se fomentó y fortaleció
a pesar de los dogmas de fe.
Después todo empeoró. Nadie se le acercaba, ni los señores del bar,
los curas habían ido demasiado lejos. Su madre, enterándose de lo que
ocurría fue a protestar por estas actitudes tan hostiles, después se reunieron
curas y profesores, se iluminaron y resolvieron que ¡ya no era satánico¡ Al
menos dijeron eso en el curso, sin embargo lo mantuvieron a prueba, hasta
finales del segundo trimestre.
Una ocasión fue un chico a casa del ya no satánico David, para hacer
un trabajo de grupo y se pusieron a jugar en la computadora. Resulta que a
David le gustaban y le siguen gustando los juegos RPG de primera o tercera
persona, y en ese entonces, el tenía “Doom II”, “Quaque”, “Blod” y
“Resident Evil”. Jugaba muy alegremente y su compañero no quería jugar,
luego puso Rammstein para escuchar un poco de música, y el chico salió
despavorido de la casa. David pensó: “Ese chico está loco o simplemente
tenía que irse ya.”
Pero a la semana siguiente, el muy fascista, producto del
adoctrinamiento recibido, fue al colegio con la historia de que David tiene
juegos satánicos, y música en un idioma satánico.
79
El problema de la imaginación
 Los padres otra vez lo tenían en la mira de su fusil, uno de ellos Ahora David, con la suerte que muy pocos tienen, recuperó su
acompañó al chico a su casa para verificar si efectivamente poseía juegos y nombre y es respetado. Una vez libre de todo lastre se dio cuenta que su
música de contenido satánico. Pero no hizo falta. Solo al entrar en la imaginación es un don y algo que debía cultivar. Sin darse cuenta ha vuelto
habitación del chico, vio que estaban las paredes tapizadas con posters de a sentirse como un superhéroe, pero de una manera más real.
Rammstein y dibujos de monstruos que él hacía, y que además eran muy
buenos. Este Torquemada de nuevo cuño quedó totalmente convencido del
supuesto satanismo.

Dos días después le dieron la noticia: “El año que viene tiene negada
la matrícula en colegio.”

Para el fue la mejor noticia que podía haber recibido, dijo para sí.
“Al fin me voy de este colegio de curas maricones y opresores.”

Mas a esos curas les tenía una pregunta, ¿si Dios nos dio libertad y
nos hizo individuales, nos dio imaginación para crear las cosas, y nos ama
seamos como seamos, por qué me despreciaron como basura por el simple
hecho de no someterme como robot a un molde ya establecido, por tener
imaginación y escribir un cuento de verdad?

Al final del año escolar, no lo dejaron a supletorio por temor a que

consiga seguidores en ese tiempo. ¡Qué burros! ¿No?

En el glorioso momento que cruzaba por última vez el umbral de

aquel gueto de cerebros dóciles, estaba allí el director, entonces David se
acerco y le dijo: “No se preocupe señor director, su secreto, su
homosexualidad y la del inspector, de la que fui testigo, son para mí un
secreto, además que eso no lo juzgo, son sus propios dogmas los que no les
dan libertad de pensar y actuar. No se lo he dicho a nadie, nunca hice
problema alguno, a pesar de que aquello sí era verdad y pecado según
ustedes, e irrelevante según yo, a diferencia de lo que hicieron ustedes
conmigo. Inventaron un problema tan grande, con esas historias falsas e
infundadas solo porque tengo imaginación y criterio propio, tan solo porque
pienso.”

Hasta ahora, cuando va camino a casa, ve el frontis de ese colegio,

porque vive muy cerca y siente irrefrenables deseos de golpear al director y
a todos los profesores. A sus ex compañeros no, porque ellos son víctimas
también, y sus hijos serán producto de estas fábricas de guerreros
medievales. David sueña que ese colegio desaparece y en su lugar hay un
campo abierto libre de rejas y murallas con ágoras y espacios verdes.

80 81

El problema de la imaginación El problema de la imaginación

 Alguna vez en tu vida has tenido que preguntarte: ¿Soy yo en realidad quien está en este
cuerpo? ¿Es realmente él, quién me está demostrando ser? Pues a veces pasa, como en
esta historia, que por empezar una nueva amistad finges ser alguien mejor, pero se te
olvida que ser tú siempre es mejor.

Escribí esta historia porque trata un tema con el cual yo me identifico y porque pasa
muy a menudo en la generación de ahora ya que muchos de nosotros solo queremos
sentirnos y estar a la moda; viviendo siempre acompañados de la tecnología.
Olvidándonos que hay cosas que no hay que dejarlas atrás y que no pasan de moda como
demostrar el verdadero AMOR y la importancia de una buena COMUNICACIÓN con las
personas que vives día a día.

María Soledad Dávila.

(Sole)
Colegio Martín Cereré
82
 No he dejado de ser yo… ¿Por qué dejar de serlo?
Ella no dejaba de llorar en su cuarto sola y triste. Solo acompañada
por su espejo y su espacio de incógnitas, de preguntas, de colores difusos,
los que se van borrando con agua salada, y se envuelven haciéndose
náufragas de la decepción y del olvido.
- Mi espejo me refleja. Sí existo, pero a pesar de eso no sé quién soy.
- Eres mi mejor amiga te quiero mucho, eres una niña con un corazón muy
grande y generoso, muchos te quieren.
- ¡Pero no todos se muestran como son!
- Sí… ¿Será por miedo, por mostrar a los demás cómo son en realidad?
Ya un poco más calmada con las palabras de su amiga Alejandra,
Emilia le responde:
- Sí, y peor ahora. Todos se presentan por Chat con el aspecto que quieren
y con un “amorcito” piensan que ya una amistad, o algo más, empezó.
- El problema es que no utilizamos el Chat y los celulares como una ayuda,
y los reemplazamos como una AMISTAD, la cual nunca se muestra verdadera.
Por más avanzado que esté el mundo no debemos perder las viejas
costumbres… Ja ja ja, sí como antes… Mi abuela me contaba que su novio le
iba a visitar a la sala de la casa y ella lo recibía de una forma muy tímida, y
claro, no podía faltar la compañía de su padre que no se separaba de ella.
- Ajá. Y la visita solo podía ser una vez a la semana, y no podía durar mucho.
- Los tiempos han cambiado. Antes las serenatas se daban en los viejos
balcones de las casas, en las noches frías y temerosas donde tu galán, con
todas las fuerzas reunidas, cantaba con su voz natural y un poco insegura.
Ahora la mayoría de serenatas son por Internet.
Y así se pasaron conversando por un gran rato comparando el tiempo
de ayer y el de hoy, el beso que te hacía sentir mariposas en el estómago, y
el de hoy que es dado por un mensaje de texto. Queremos cada vez reducir
la expresión de nuestros sentimientos y emociones, cuando en realidad no
se dan cuenta que son esas las cosas que hacen que tu vida tenga un día
diferente al de ayer. Que un beso, una sonrisa o una simple mirada pueden
provocar en ti una sensación que no provoca en mí, ni en él, ni en ella.
¿Ahora sí ya sabes? Exacto ese era el problema de Emilia. ¡Shhhhh!
No le digas que te dije, pero se desilusionó de un chico que conoció en el
Chat. Ajá, le prometió el cielo y las estrellas, como dicen por ahí, una vida
perfecta, un amor sin fin, un llanto sin lágrimas. Claro muy fácil de escribir
84
Entonces vuelvo a ser yo
pero difícil de expresar, difícil de cumplir. Pero Alejandra se confundió, se
equivocó. Pensó que la hora de en enamorarse había llegado para él y para
ella, pero mentira, solo ella pensaba enamorarse. El corazón de él más duro
y más tieso no podía estar. Acaso sí un “Te quiero”, un “No puedo dormir,
estoy pensando en ti” le salió de corazón, pero uno de esos mil que le dijo.
Las dos niñas se pusieron muy pensativas y melancólicas. De repente
Alejandra dejó sus ojos profundos por unos segundos, los cerró con fuerza
como si algún recuerdo o una imagen desagradable le hubiese pasado por su
cabeza. De sus ojos salió una lágrima, una de dolor y vacío. Emilia la abrazó
y comprendió que no era la única que estaba mal, y que una persona más y
muy especial para ella había entrado en su espacio de colores difusos.
También comprendió que para aliarse a ese espacio la visa para
entrar era una gota de agua salada, como la que ella y su amiga habían
conseguido. La primera reacción de Emilia fue un abrazo donde sentía que
era una capa que la protegía de su espacio, y que por un segundo la cubría
del sufrimiento y le recordaba que no estaba sola.
-Alejandra, ¿por qué de repente te has puesto así?
-Mi casa, mi familia, ya no sé cuál es mi familia. Últimamente la veo
cambiada; ya no es como era anteriormente. Antes me sentaba y comía con
mi madre, mi hermano, mi padre. Hablábamos desde el típico comentario
de” ¡Mami, no me gustó la sopa de legumbres! hasta de las peleas, y de lo
injustos que son los profesores. Por ahí también salían temas como la
corrupción del país y de los famosos paros que nunca faltan.
Pero no sé si fue un día, una hora, o ya muchos minutos que ya nada
de esto pasa. Todo es silencio. Nubes de pensamiento que salen de cada uno
de nosotros.
- Te entiendo. Creo que el problema es la comunicación. Tú no hablas con
tus papás de lo que está pasando y de cómo te sientes y no les dices lo que
ves. Y yo tampoco tuve una buena comunicación para empezar una amistad.
Sabes, el amor y sus formas de expresarse nunca pasan de moda.
-Me siento sola, no siento que soy la misma, pero no quiero dejar de ser la
misma. Trato de buscar en otras personas a ese yo que lo dejé por intentar
parecerme a otra persona, o intentar crear ese ser que nunca existió, pero…
si yo no soy yo, entonces, ¿quién es yo? Entonces vuelvo a ser yo.
85
Entonces vuelvo a ser yo
 Soy una persona sencilla con buen carácter aunque de vez en cuando un poco
malhumorado, me gusta mucho reír y hacer bromas. Disfruto el pasar tiempo con mis
amigos, me gusta mucho el deporte, el cual procuro practicarlo a diario ya que aparte de
ser saludable es algo recreativo. Tengo un pensamiento bastante liberal a pesar de
provenir de una familia tradicional y respeto mucho a cada persona.

Me decidí a participar en este concurso porque me entusiasmó la idea de escribir mi

propia historia, dando rienda suelta a mi imaginación. Aparte escribir es algo que me
gusta y divierte.

Santiago Loaiza
(Choros)
17 años
Colegio Federico Gauss
86
 Era viernes 13 alrededor de las 23:00 horas. Estaba en mi casa, sin
ninguna otra compañía que mi televisión. Estaba tan agotado por el trajín
que acababa de tener hace pocas horas, antes de llegar a mi confortable
hogar, que ya no prestaba apenas atención a la película de terror que
pasaban en el canal 2. Mis parpados poco a poco se empezaban a cerrar,
como si dos pesas estuvieran sobre ellos. Caía en un largo y profundo sueño.
Cuando de repente se apagaron las luces de todo el vecindario, al instante
un objeto atravesó la ventana del ático rompiéndola en mil pedazos. Me
sobresalté al escuchar ese horripilante sonido, todo estaba ocurriendo tal
como en la película de terror.
Corrí a la bodega a coger mi bat de hierro con aleación de cobre, y
me dirigí hacia el ático. Fue una tarea un tanto difícil, ya que todo estaba
totalmente oscuro. Únicamente iluminado por la luz de las estrellas,
mientras corría, tropezaba con el desorden que mis papás habían dejado
antes de salir a una cena de negocios, que según ellos sería la que cambiaría
nuestras vidas para siempre.
Corría tanto que mi casa parecía ser una gran mansión llena de
inmensos pasadizos e interminables corredores, en vez de una humilde y
pequeña morada. A pesar de llevar corriendo apenas unos segundos, el
tiempo era eterno como si llevase corriendo horas. Por culpa de la poca luz
que entraba por las ventanas pateé una mesa, la cual cayó y produjo un gran
estruendo; al instante me pareció escuchar cómo alguien volvía a salir del
ático. Recogí mi bat que se me había caído al tropezar.
Por fin divisé la puerta del ático, que se había plantado de repente
frente a mí. Estaba tan nervioso que mi mano no atinaba a coger el
picaporte, parecía como si me fuese a encontrar al asesino psicópata de la
película detrás de la puerta esperando para atacar, cuando por fin mi mano
se posó en el picaporte. Abrí la puerta de un solo empujón, la habitación
estaba, para mi gran alivio, completamente vacía, excepto por una nota
pegada en una de las columnas del ático.
“Hijo espero que todo lo ocurrido en esta noche no te haya
asustado. Para empezar vale la pena decir que todo lo que sabías de
nuestros trabajos es mentira. Trabajamos para el gobierno y estamos
involucrados en un gran proyecto.
Debido a que esta nota no podía ser vista por nadie, ni nadie saber
lo que esta pasando, tuvimos que forzar un apagón en el vecindario para
88
La conquista
ingresar a la casa sin levantar sospechas, por lo tanto te rogamos seguir
todos los pasos a continuación detallados:
1ro) Coger una mochila y guardar ropa absolutamente necesaria.
2do) Bajar al sótano y pulsar el botón rojo junto a la lavadora.
3ro) Acto seguido se abrirá un teclado.
4to) Debes poner las fechas de nacimientos de los tres (mamá,
tú y yo) de mayor a menor, en el formato día/mes/ año.
5to) No te equivoques, o quedarás encerrado.
6to) Una vez puesta la clave se abrirá una habitación. En su
interior hay una pieza; debes traérnosla.
7mo) Estamos en el parque justo bajo la luz.
8vo) No pierdas la nota, suerte.
Acabé de leer la nota y me dirigí a mi habitación. Cogí, tal como
decía, ropa absolutamente necesaria, hasta que se llenó mi mochila.
Después seguí al paso dos; bajé al sótano y pulse el botón rojo, que
hasta hace unos minutos me estaba terminantemente prohibido topar.
Transcurridos unos instantes se abrió un teclado, en él puse primero
la fecha de nacimiento de mi papá 12/04/68, la de mi mamá 04/01/70, y
por último la mía 22/05/88.
Al principio no sucedió nada pero pasados unos segundos la pared de
ladrillo se elevó y apareció una habitación de dos metros cuadrados, con
luces blancas provenientes del suelo y exactamente en el centro una pieza
dodecagonal, con un pentágono en el centro. Era bastante pesada, pero se
le veía frágil, de un color plata que podía reflejar sin problemas mi rostro.
Durante un instante me quedé impresionado por su hermosura,
reaccioné y salí corriendo en dirección al parque central. No quedaba
demasiado lejos de mi casa, por lo que pude ir caminando, bueno más bien
corriendo.
Toda la ciudad estaba todavía en plena oscuridad, por lo que la luz
enviada por el reflector era bástate notoria, sin embargo cuanto más me
acercaba al parque, más presencia de policías había, pero para sorpresa mía
parecían no percatarse de mi presencia, y, extrañamente, no dejaban pasar
a la demás gente curiosa. Mi corazón latía con gran fuerza, y mi curiosidad
crecía al igual que mis ansias por llegar. A medida que me acercaba iba
encontrando gente vestida con batas blancas que daban la impresión de ser
89
La conquista
 médicos, aunque evidentemente no lo eran.
Transcurridos quince eternos minutos llegué a la luz que
aparentemente era emitida por un reflector, o al menos eso pensaba yo,
pero cuál fue mi sorpresa al comprobar que la luz provenía de una gran nave
situada sobre una plataforma. Allí encontré a mis padres; ellos también
vestían túnicas blancas, a mí también me ofrecieron una, una vez puesto la
túnica procedieron a explicarme todo.

Me explicaron que ellos pertenecen al proyecto organizado por el

gobierno llamado CAPT que viene desarrollándose desde hace dos años, y ha
llegado el día de su culminación.

“Hoy viajaremos a conquistar este nuevo planeta y te hemos elegido

a ti para que nos acompañes a conquistarlo. Una vez que este planeta esté
conquistado, todos podremos ir a vivir allí. Va a ser una aventura muy
peligrosa y arriesgada, pero te rogamos que vengas con nosotros, caso
contrario vamos a estar separados por mucho tiempo, es por esto que te
elegimos a ti como el portador de la llave de la nave que se escondía en
nuestro sótano, ya que ésta era la mejor manera de involucrarte con el
proyecto sin la oposición del gobierno. Tú eras la única persona que podía
abrir la habitación secreta, ya que el botón rojo solo tenía registrada tu
huella dactilar.

Este planeta tiene una atmósfera muy parecida a la nuestra pero

están mucho más atrasados. Por este telescopio, si deseas, vas a poder
observarlo, y así averiguar por ti mismo que es un planeta con abundancia
de agua.

El planeta que vamos a conquistar pertenece a la Vía Láctea,

concretamente al Sistema Solar y se llama PLANETA TIERRA. Muchas veces me interrogaba por qué justo a mí me tenía que pasar tal y cual cosa, sin
embargo con el transcurso del tiempo tal vez nunca lo llegué a entender, pero de alguna
Ah por cierto, CAPT significa: manera lo terminé por aceptar. Experimentar una nueva forma de vida me acarreó,
Cónquista asumir roles más importantes e interesantes en mi vida, que sin duda alguna me llevaron
a ver que el sentido de mi vida lo tenía que hacer desde otro ángulo y desde una
Al diferente percepción, ¿Malo? ¿Bueno? Quién sabe, solo sé que la historia de mi vida les
Planeta contará cómo la fuerza y la entrega les llevará a poner sentido a la misma.
Tierra
¿TE APUNTAS? Me inspiré en la historia de mi vida, en la persona que fue mi mejor amiga, en todos los
sentimientos que se me cruzaron cuando lo viví, porque muchas veces lo recuerdo y
siento como si lo hubiese vivido ayer, pero sin embargo sé que pertenece a un pasado,
del cual seguiré aprendiendo toda la vida.

María José Vargas Cevallos

(Josi)
16 años
90 Colegio Tomás Moro

La conquista
 ¡Pluc! La puerta del cuarto de bañó se cerró.
- ¿Habrá sido mi papá?
- ¿Tan pronto ya amaneció? - exclamé un tanto molesta y dormida.
Mientras me alistaba para ir al colegio pensaba, como de costumbre, que
hoy sería un día igual que todos.
- Mmm. ¿Por qué no podré hacer algo diferente?
Mientras pensaba esto, escuché a lo lejos la voz de papá que gritaba:
- Mueve, Pauli. Tu desayuno está listo, se te va a enfriar.
Fue en el preciso instante en el que aterricé, y me di cuenta que
estaba en mi cuarto con la peinilla en la mano. Sabía que si no me apuraba
me haría tarde. Caminé hacia la cocina con muy pocas ganas. La leche y la
tostada pasaron rozando mi garganta. Después de terminar mi desayuno, me
quedé viendo un programa en la televisión. Cuando volví a escuchar un grito
de mi papá anunciándome que se me hacía tarde. Vi la hora, y en efecto
estaba atrasada. Cogí mis cosas y salí apresurada sin saber ni lo que llevaba
en la mochila. Corrí a la parada del bus. Por suerte aún no había pasado, y
justo lo alcancé. Ya dentro del bus me di cuenta que por apresurada me
había olvidado de darle un beso a papá, y de despedirme de mi pequeño
perro Peluchín.
Bueno, pensé un poco desconcertada, mañana deberé despertarme
más temprano y tendré tiempo para todo.
Tanto pensar me di cuenta que ya estaba en el colegio, entré a mi clase y el
día empezó. Saludé a Sol, Claudia y Emilia, mis mejores amigas. No
desaprovechamos ni un minuto y empezamos a conversar sobre lo que
hicimos el fin de semana.
Sol es una chica que vive con su hermano y con su mamá. Hasta hoy
me extraña mucho ver a su papá por acá, ya que él viaja mucho y casi nunca
viene. Claudia, por otro lado, es una chica de buena posición económica, su
papá trabaja en su propia empresa y a su madre casi no la ve. Ella, la mayor
parte del tiempo no pasa en casa, a pesar de no trabajar. Se dedica a ir de
shopping y a jugar cartas con sus amigas. Suele recordarle siempre a su hija
cuáles son sus obligaciones en el colegio y en la casa, pero nunca recibe un
consejo de ella ni una palabra de aliento, lo que hace que Claudia se sienta
una persona de menor valor. Emilia, la cual creí que tenía una familia
estable, caí en cuenta que no es así. Sus padres llevan mucho tiempo de
casados, pero desde hace un tiempo las cosas ya no van bien entre ellos.
Cada vez aumentan los problemas en casa; ella cuenta que ya no se
92
Qué hay detrás
soportan, y sabe que tarde o temprano terminarán separados.
Sin darme cuenta la clase ya había empezado, la profesora nos
miraba al frente, y esperaba que hiciéramos silencio para poder empezar. Y
así eran todos los días. Se volvió tan rutinaria mi vida que muchas veces ya
no encontraba un sentido para ella. Es estúpido, me dije a mí misma.
Habían pasado ya 10 años, desde la última vez que la vi, recuerdo que
solíamos entrar juntas a la cocina y preparar el almuerzo para cuando
llegasen mis hermanos del colegio. Dejábamos el almuerzo casi listo, me
arreglaba para salir a pie con ella e ir a cobrar el dinero del mes de la ropa
vendida. ¡Qué tiempos aquellos! Era ella quien me acompañaba en las
noches oscuras y feas y las volvía claras y bellas. Era ella quien me consolaba
cuando pensaba que me moría al solo tener un simple resfriado. Pero de
pronto eso había terminado. Ahora toda la noche y el día era oscuro; no
entendía por qué se me hacía tan difícil caminar junto a las otras personas
y no sentir que iba junto a ellas, sino que ellas iban por delante mío y yo iba
retrocediendo. Se me estremeció el cuerpo al pensar que debía recordar mi
pasado para entender mi presente y para progresar en el futuro.
Desgraciadamente mi vida había cambiado. Ella ya no estaba para
despertarme en la mañana, pero sí lo está para alentarme e iluminar mi día.
- ¡Paulina! ¡Paulina! ¡Despierta por favor!
- Estamos haciendo la corrección del examen, y tú no estás poniendo
atención a pesar de que tu examen no es uno de los mejores. Ni siquiera has
abierto tu cuaderno para copiar. No quiero tener que hablar con tus padres.
¿Mis padres? Me dije para mis adentros; tal vez solo con mi padre.
Estaba perdida, mis amigas trataban de ubicarme con el tema de la
clase, pero yo no ponía mucho interés.
Convenía recordar todo el pasado. Sí ese mismo, el que me había
hecho tanto daño. Recordar ese 14 de septiembre cuando ella estaba ya muy
mal. Los doctores le habían diagnosticado cáncer al pulmón y ya era tarde
porque todo el líquido maligno estaba regado por todo el cuerpo. A pesar de
todos esos exámenes, y después de haber pasado por varias operaciones,
ella no había resistido. Su enfermedad era terminal y sí, aunque no lo crean,
fue ese martes 14 el día que me enteré que ella no volvería a compartir una
risa más conmigo.
- ¿Por qué debía irse?, preguntaba a los demás y nadie sabía contestarme.
Hubiese sido mejor preguntarme a mi interior, pero todo dentro de mí
93
Qué hay detrás
 estaba igual de alborotado. Qué ironía. Cuando había llegado a pensar que
sin ella yo no viviría, pero no fue así. Sigo viviendo, aunque no sé si sólo
físicamente, y ya no emocionalmente.
Siempre me preguntaba por qué había sido tan duro.
El miércoles 15 de septiembre fui al colegio como todos los días, pero no me
hallaba ni a mí misma. Al regresar por la tarde a mi casa, mi abuela me dijo:
– Prepárate y vístete de oscuro que pronto llamarán para anunciar que hay
que salir a la sala de velaciones, así no perderemos tiempo.
Sentí como se me heló la sangre por mi cuerpo al escuchar esas
palabras, pero hice caso. Cuando llegamos, mucha gente nos veía como
personas extrañas, y a lo lejos alcancé a divisar el rostro de mi padre, que
se inclinó y abrió sus brazos. Mis hermanos y yo corrimos hacia él y lo
abrazamos. Fue en ese preciso instante cuando me di cuenta que no estaba
sola. Era bastante tiempo que no lo había visto, puesto que él pasaba la
mayor parte del día con ella en el hospital. La misa, los abrazos, la gente,
las flores y los llantos pasaron inadvertidos en ese momento. No entendía
muy bien lo que estaba ocurriéndome. Me preguntaba por qué todo el
mundo lloraba tan desconsoladamente. A mí me habían prometido que
volvería a verla después de que pasase un tiempo en el hospital, pero parece
que entonces esta idea, en ese momento, seguía siendo la del principio para
mí, y no había comprendido la verdadera realidad. No me sentí bien en ese
lugar, y quise salir de ahí lo más pronto posible, pero no comprendía cual era
la extraña razón por la cual todos nos seguían y entraban a la casa de mis
abuelos para conversar. Al darme cuenta de que el reloj marcaba ya una
hora considerable, pensé que debía haber estado ya dormida. Seguramente
al otro día tendría que despertarme temprano para volver al colegio, y todo
esto solo habría sido un sueño. Pero no fue así, al siguiente día al levantarme
mi casa parecía estar vacía. Salí de mi cuarto y miré a la cocina, no hallé
nada, luego volteé y miré el corredor y la sala, pero tampoco hallé nada. No
concebía lo que me estaba pasando, y entonces empecé a recordar poco a
poco lo que había ocurrido el día anterior. Llegué a pensar que aún no me
despertaba de verdad, pero no era así, ella ya no estaba ahí. Donde solía
estar todos los domingos lista para despertarnos con una sonrisa y planear lo
que haríamos. Pasaron meses para darme cuenta de lo que realmente me
había ocurrido. Tendríamos que hacernos a la idea de estar solos, de pensar
que la mesa ya no tendríamos que hacerla para seis sino para cinco. De
pensar que las compras, sí, esas mismas, las que ella me había enseñado
muchas veces, porque siempre la acompañaba y aprendía, ahora lo asumiría
con mi padre, y tendría además que ayudar a cuidar a mi hermanita menor.
94
Qué hay detrás
Pero lo enfrentaríamos y volveríamos a ser una familia. ¿Cómo? Eso
aún no lo sabía, porque siempre me angustiaba la idea de pensar si
saldríamos de ésta o no, y no sé cómo lo hicimos. Muchas noches, tristes y
estruendosas cuando de pronto la extrañaba, corría al cuarto de mi padre y
le preguntaba que cuándo volvería, pero él sólo me contestaba que tendría,
al fin y al cabo, un premio especial por ser una niña especial. Mi padre siguió
trabajado y produciendo para mantenernos y jamás se alejó de nosotros.
Fue realmente un gran e indispensable apoyo para nosotros.
¿Fue acaso esa situación necesaria para que mi familia llegue a
unirse más?
- ¡Paulina! Sigues dormida… ¡Reacciona! Vamos al recreo porque ya sonó el
timbre - me dijo Claudia.
Fue entonces cuando caí en cuenta de que Emilia estaba llorando y no me
explicaba el porqué. Al preguntarle, me contó que no le había ido bien en
la prueba, y que su nota era menor a quince, debido a esto, la profesora
querría hablar con sus padres.
- ¿Crees que vendrán a hablar?
- ¡No!- me contestó - Tienen muchos problemas como para ocuparse ahora
de mí.
Me quedé atónita.
Claudia le contestó:
- No te preocupes; haz como yo en mi casa. A mi mamá nunca la veo, y solo
le digo que me firme el examen y evitará venir hasta el colegio para hablar
con la profesora. Y como para eso tendría que cancelar su clase de gimnasia,
entonces prefiere escoger el camino más corto.
Claro que esto no fue una ayuda para Emilia, porque esa no era la
situación que vivía en su casa.
Pero Sol agregó:
- Yo, en cambio, a pesar de no tener malas notas no tengo con quién
compartirlas, porque mi mamá vive sufrida por no tener a mi papá cerca, y
mi papá no se ocupa mucho de nosotros. Tiene bastantes problemas
trabajando allá donde vive, como para llenarse de más cosas.
Se me removió el alma al escuchar todo eso. De pronto me imaginé
la situación que vivía cada una de ellas, y se me puso la piel de gallina. Qué
injusta había sido. Llegar a pensar que mi vida era monótona, sabiendo que
mis amigas vivían situaciones más incómodas aun, y no se quejaban tanto.
95
Qué hay detrás
 De pronto me desperté como en un sueño y me dije para mis
adentros: “Ella nunca se fue, solo no la puedo ver, pero la siento en cada
paso que doy, y qué error cometí al decir que ya no vela por mí y no me
acompaña en las noches oscuras, si es ella quien me consuela y me ayuda a
levantarme cuando pienso que todo está perdido. En cambio mis amigas, a
pesar de tener a todos sus padres con vida, no tienen la felicidad completa.”

Así pasaron muchos años y siguen pasando, muchas personas

entraron en mi vida, y muchas de ellas la hicieron más especial. Pero sobre
todo pensé que era más fácil darse por vencida y no salir nunca de la
depresión que algún día me atrapó, que salir adelante y sacar todo lo
hermoso de un día triste y opaco. Qué equivocada estuve al pensar que
nunca más volveríamos a compartir una risa juntas.

“Lo mejor es cuando uno vive como niño, piensa

concientemente y actúa como adolescente. Sentirte
joven te hace vivir aun más”.

Diana Cabrera
19 años

96

Qué hay detrás

 Haber llegado hasta aquí ha sido un gran reto. Con nervios,
desesperada y más perdida que el agua, trato de retirarme lo más pronto
posible del colegio tratando de que nadie vea mi hazaña de trepar las mallas
para salir de ahí. En estos casos todo es justificación, todo esto de estar en
sexto es un trámite; que si no son exámenes de grado, tu semana de estrés
de tiempo corto, está tu tesis, que es más releída que la Biblia, o que decir
de tu proyecto de microempresa, que el producto debe de ser de gran
calidad y los ingresos o egresos no cuadran. No hay duda que es por algo que
debemos pasar. Ahora, ya lejos del colegio, sentada en el bus que me llevará
a mi casa. ¿Fugarse para ir a la casa?, algo ilógico, pero cierto. La música
del bus no es nada agradable, son de esas que a uno le dan ganas de lanzarse
por la ventana, y el tipo que está sentado junto a mí es de aquellos que
tratan de llamar tu atención sacando su celular o zapateando o tarareando
la música escuchada para mostrarte lo muy interesante que puede ser. El bus
para y recoge más gente, aquellos suben con desesperación por conseguir un
asiento libre. El viaje es largo; al final, cuando el bus sigue, su recorrido se
alcanza a oír una diminuta voz. Supuse que era un niño, poco a poco
avanzaba, se acercaba a la gente ofreciendo caramelos Jazz. Un rechazo
para ellos no es algo del otro mundo, su vida no es nada fácil, son seres
maravillosos que ejercen varios oficios: el de vendedores, cantantes, circos
en la calle, hasta en el peor de los casos ladrones, todo para poder comer.
Una sociedad que te obliga a hacer cosas desagradables, todo por sobrevivir.
Viendo a aquel niño recuerdo lo que viví la Navidad pasada. Como saben era
un veinticuatro de diciembre. Todos en mi casa habían salido de compras.
Era un día muy agitado; mi mamá hacía la lista: regalo para tu tía, para tu
primo, para los señores de enfrente, para mi Erikita, para Sebastiancito.
¡Dios! No voy a tener tiempo y todo debe estar listo para ahora. Mientras,
yo trataba de ver algo bueno en la tele, porque en esas fechas encontrar
algo normal que ver es difícil, la Navidad es una fecha que no me agrada, es
como si la gente fuera diferente. En comparación con todo el año se hace
más amable, cariñosa y, sobre todo, tolerante.
Una vez llegado el atardecer, mi familia llegó. Solo vi que parecían
noeles con tantas cosas; me pareció tan ridículo que fui a mi cuarto, tomé
un saco y salí de mi casa. Caminé hasta el centro del pueblo donde yo vivo;
había un movimiento tenaz. La gente salía de un lado e iba a otro, y el
tráfico hacía que la gente se volviera más histérica, todo por llegar a casa y
celebrar la Navidad como debe ser.
En estas fechas la congregación de niños de provincia es notoria en
cualquier parte de Quito. Mientras veía como la gente se estresaba, entré
en un Internet para poder ver algo diferente, algo que distrajera mi
98
Seis veces más joven
atención, pero como todo es globalizado era muy difícil que pudiera
encontrar algo que no fuera Navidad. No duré más de diez minutos en el
Internet. Pagué los 25 centavos que había consumido, y antes de salir de ahí
la señorita como por costumbre y para satisfacer al cliente, al final de
despedirse le agrega que tenga una Feliz Navidad. Al escuchar eso solo
avancé a decir gracias. Al salir tan apresurada choqué con un niño, tan
fuerte fue el impacto que caímos juntos nos levantamos y pedí disculpas por
mi falta de atención. Al verlo un poco mejor, ya que había anochecido, vi
que era uno más de ellos que vinieron por sus navidades. Antes de irme, él,
no dudó en decirme ¡Regale las navidades! Al buscar en mis bolsillos solo
encontré unos cinco centavos. Le ofrecí, pero los rechazó; fue algo muy
extraño, y más aun cuando pidió que lo acompañara a buscar a sus dos
hermanos, que la jornada de hoy ya había terminado. Sin pensarlo lo
acompañé; mientras caminábamos le pregunté sobre su mamá, y él de
inmediato respondió no tengo, se murió cuando mi hermanita la Más chiquita
nació, pero mi abuelita es la que nos cuida. Volví a preguntar por su padre
y su respuesta fue no tenemos. Pensando entre mí y hablando internamente,
qué malas preguntas hice.
Mientras caminábamos comenzó a decir yo crío chivos, cuyes y
gallinas. Con eso podemos comer medio medio toda la semana. Mi abuelita
saca las vacas de mi madrina y le paga en granos o con comida. Su
conversación era de lo más natural, como todo niño su vida no es nada fácil.
Al llegar al parque encontramos a sus dos hermanos, Juan de cinco años
quien seguía extendiendo su mano, mientras que María, de tres años, jugaba
con la muñeca que le habían regalado. Al llegar, les saludé y decidí retirarme
cuando Moncho, llamado así por sus hermanos, dijo acompáñanos a comprar
unos panes y leche para comer. No tengo idea por qué me pidió eso, pero los
acompañé. Fue a la tienda y compró. En ese momento nos dirigimos a un
extremo no tan lejano de la puerta de la iglesia, y se sentaron a comer su
banquete: tres panes, una leche y dos guineos. Empezó a repartir;
seguramente yo hacía mal quedándome ahí, así que decidí levantarme,
despedirme e ir a mi casa. Al bajar las gradas Moncho llevó la mitad del pan
y me ofreció. No puedo aceptar es tuyo y es mejor que tú lo comas; él
insistió, lo colocó en mis manos y, antes de irse, dijo tú no te has dado
cuenta que eres una más de nosotros. Regresó con sus hermanos, seguí el
camino a mi casa anonadada por lo que había dicho. No sabía a qué se
refería con eso.
Es un recuerdo, intacto y solo espero que sea Navidad para volver a
ver a aquel niño que no solo me mostró la realidad de aquellas caras sucias
99
Seis veces más joven
 que nos extienden las manos día a día para conseguir qué comer, sino
también me trato de decir algo que hasta ahora no sé qué significa. Y
volviendo en mí después de recordar qué paso en esa Navidad, empiezo a
reflexionar en qué clase de seres humanos nos hemos convertido, cómo
podemos hacer de esa fecha algo demasiado materialista y gozar de la
cantidad de comida que para otros, eso medio que medio, completa una
semana de comer. Suspiro. Llegando a la parada bajo del bus, el día es
hermoso pero debo dirigirme a mi casa lo más rápido, porque mi amiga
espera en el colegio la información del proyecto de microempresa. Esta
semana fue una de las más duras, el cansancio mental, y la exigencia de los
maestros hacían que nos desesperemos.
El martes llegué a casa un poco tranquila, debía cambiar datos para
presentar al día siguiente el proyecto. Lo fui haciendo despacio y sin apuro;
una vez terminado, la información sería guardada para llevar a imprimir sin
contar que la compu no iba a guardar tal información. Un virus troyano
invadió el sistema. La desesperación en aquel momento no te deja pensar;
de pronto mi mente se puso en blanco y recordé aquella frase que decía mi
profesora “ANDA DESPACIO QUE VOY DE APURO.” Lo primero que se me
ocurrió fue llevar el CPU a un centro de cómputo para que me ayudaran. Hay
ocasiones en que la gente goza o se beneficia de tu desesperación. Así
ocurrió; el tipo parado en la puerta vio mi llegada, se acercó a ayudarme y
le comenté que dentro del CPU tengo una información de suma importancia
y necesito imprimirla inmediato y seguro. Dijo vaya al lado ahí, le pueden
imprimir; cargando mi CPU llegué y le comenté mi problema y como
respuesta recibí un no hay cómo, todas las computadoras trabajan en red
vaya al lado ahí le pueden ayudar. ¿Qué? ¿A qué jugamos? De un lado al otro
no sabía qué hacer. Decidí retirarme con mi CPU en manos al centro de
cómputo para plantear otra solución. Por la pregunta que hice supuse que
aquel tipo no sabía hostia de lo que hablaba; mejor pedí que cuidara mi CPU
hasta ver un taxi. Sin éxito regresé, me senté un rato para descansar y llorar,
porque no era inmune a la situación que pasaba. Dicen que las lágrimas
conmueven hasta al más cruel. No se demoraron ni cinco minutos para
darme una solución. Solo pensé, Dios ¿por qué la gente es arrogante? Se
demoraron un buen rato para pasar la información a un Internet de a lado,
pero valió la pena. La información fue impresa y la entregué al día siguiente
que también había prueba. No sabía nada; no fue suficiente pasar lo de ayer,
pues la mayoría optó, durante la prueba, por sacar los papelitos para pasar
la información que fue de gran ayuda. Al menos se pudo llenar la primera
hoja. Todas estamos muy cansadas. Algunos grupos han tenido discusiones
fuertes, se han gritado, no toleramos que nos digan ni hola. Hay unas que
hacen más que las otras, unas que aprovechan de la situación para sacar
100
Seis veces más joven
dinero, o algunas que apuran teniendo tiempo de sobra. Algunas optamos
por quedarnos calladas, porque por más que las palabras sean del viento son
aquellas que llegan a tus sentidos, y más aun a los sentimientos.
Es preferible quedarse calladas; somos concientes de la situación,
pero por graduarte cualquier sacrificio es bueno, pero el sacrificio de la vida
no lo es. Recordé cómo hace varios años mi amigo pasaba por lo mismo que
estoy pasando, el grado. Tuvo una semana libre, para y estudiar para los
exámenes finales; recuerdo que decía que su desesperación era muy grande
y que los nervios no lo dejaban dormir. Al día siguiente fui a visitarlo, entré
a la casa, subí a su habitación. De pronto lo vi sentado en su cama. Una
cuerda mediana ataba muy fuertemente su muñeca izquierda; al verlo me
asusté, no tenía idea de la que intentaba hacer. Vio que estaba en la puerta,
dijo que me acercara; temblando, llegué hasta él y vi que la cuerda ceñía
muy profundo su muñeca, y cada vez lo hacía con más fuerza, dijo que el
dolor que le producía le satisfacía, que no sentía nada, que le daba placer
hacerlo. Traté de pedirle que dejara de hacer eso, que no me gustaba lo que
hacía. Soltó aquella cuerda y la muñeca estaba marcada; después era el
mismo, con su desesperación y los nervios de su examen. Charlamos un
momento y le pregunté ¿Por qué haces eso? No supo responder, y dijo que
me marchara de su casa. Lo hice, pero estaba muy preocupada, lo único que
avancé a decir fue que no dudara en pedir mi ayuda. ¡Yo estaré apoyándote!
Después de haber llegado a mi casa recibí su llamada contesté el teléfono y
solo escuché que decía: te quiero mucho, solo yo sé lo que ocurre,
eliminarse uno mismo, esto es sólo para quienes la desesperación los invade;
a mí ya me venció. Adiós. Al salir de mi casa corriendo para tomar el bus e
ir de inmediato, ya fue tarde: todo había terminado para él. No entiendo
¿Por qué un chico ejemplar, buen estudiante, simpático como él decidió
quitarse la vida? Es algo que nunca supe.
Poniéndome en onda con lo que hacía, estaba esperando llegar a la
parada para bajar, mientras tanto me quejaba de lo duro que había sido este
año. De pronto, al lado mío una señora trataba de acomodar a su hijo en silla
de ruedas. Supuse que tendría veintiocho años. Más atrás de aquella señora,
una pareja hablaba. Lo único que avancemos a oír fue qué pena realmente
qué pena. El chico de aquella silla de ruedas regresó a ver quién era, pero
no pudo identificarlo. Hay problemas que nos decaen, y son difíciles de
superar, pero quejarme de lo mal que me trata la vida, viendo que hay
personas que sufren más que yo, no es lógico.
Cuando me bajé en la parada que me correspondía, en la Plaza de
Santo Domingo, el ambiente cambia. Aquellas mujeres que ofrecen servicio
101
Seis veces más joven
 por las noches ahora ya lo hacen también en la mañana. A los amigos de lo
ajeno ya no les importa la hora ni el lugar; al internarme por la calle
Rocafuerte un hombre, de aproximadamente treinta y ocho años de edad,
con facha dudosa, no me quitaba la mirada de encima. Tenía una cara de
pocos amigos; trata de cortarme el paso. Antes que lo hiciera fijé mi mirada
en sus ojos, y no la bajé hasta que él no lo hiciera, hasta que el dejó de
mirarme. Estuve a punto de tropezar con una mujer de edad que iba delante
mío. Paré, y evité que sucediera; con aquel descuido perdí la pista de aquel
hombre. Caminaba mientras mi mirada trataba de encontrarlo, opté por
entrar a un restaurante, demoré un buen momento. Al acercarme a la
entrada fui asomando mi cabeza muy despacio; de pronto vi que aquel
hombre esperaba parado en la entrada de un local a que yo saliera, tanto
fue mi miedo que volví a entrar. Pensé que de ésta ya no salía, en ocasiones
pasadas, desde que tengo memoria, he sido una persona que no mide
riesgos, y más aun, desaparezco sin decir nada a nadie.
Cuando era una niña de tres años, las patinetas eran algo que me
fascinaba. Un día, el señor que arreglaba el jardín de mi casa, fue con su
hijo de unos ocho años, y con su patineta jugamos todo el día. Él y su papá
ya debían retirarse, yo no deseaba que se fueran, asi que decidí irme con
ellos.
No lo consulté con mi mamá, y tampoco se dio cuenta. Entramos a
una casa con un cerramiento muy alto; la verdad no me preocupaba, seguía
jugando cuando llegaron mis primos y sus amigos, preocupados porque me
había ido sin decir nada. Me buscaron por todo el barrio, por debajo de la
cama, hasta en la casa del perro, que mi mamá no paraba de llorar. Eso me
dolió mucho; llegando a mi casa mi mamá me abrazó, y dijo que no lo
volviera hacer. Una mala costumbre nunca se quita.
En otra ocasión cuando tenía quince años, tuve que huir de mi tía
para poder ir a la piscina con mis primos. El trayecto qué pasé no fue
agradable, ya que unas vacas estaban pastando por ahí, y empezaron a
correr hacia mí. Sin saber qué hacer corrí hacia una casa en construcción,
me escondí un buen rato hasta que los perros de aquella casa sintieron mi
presencia y empezaron a seguirme. Sin importarme las vacas, y sin
importarme nada, salí hecha una bala a llegar a la piscina. Mi tío recibió una
llamada, era de mi tía diciendo que había desaparecido, pero le dijeron que
no, que estaba bien, y sobre todo nadando. A los dieciséis años fui a una
fiesta. La pasé tan bien que no medí la hora; al regreso me acompañaron
hasta la mitad del camino, de ahí confiando que había tomado el bus
correcto, en una parte dijeron que el bus no iba mas allá. Otra vez, ¿qué iba
102
Seis veces más joven
hacer sola sin conocer el lugar? Una señora dijo contrate un carro que hace
flete y dígale que la lleve a su casa. Siguiendo el consejo de aquella mujer,
era lo último que podía hacer. Al acercarme a una camioneta le pregunté
cuánto me cobraría desde el Tingo hasta Tumbaco. Dijo siete dólares, pero
ya había sido alquilado; sin más oportunidad tocó jalar dedo un buen rato,
esperando que parara algún comedido. Un auto paró, y preguntó dónde me
dirigía. Le dije el lugar, y comentó que iba a pasar muy cerca. Sin pensarlo
dos veces subí; al entrar al auto vi a dos hombres en la parte de adelante.
Me asusté, ya había anochecido lo suficiente, y les dije que no iba a
ir con los dos que me bajaría. El uno dijo que no tuviera miedo, que más
peligroso era seguir afuera esperando un recorrido que no va a llegar, sino
hasta mañana. En parte tenía razón. Confiando ciegamente en su palabra,
decidí subir de nuevo al auto; el miedo me invadía fuertemente, ya no sabía
la hora de llegar. Más largo era el camino, y más larga era mi desesperación.
Sin saber qué hacer para cortar esa cadena de silencio decidí hablar sobre
mi primer día en la premilitar, decirles qué risa daba ver que los soldados y
sargentos no podían controlar a sus grupos, hasta que el comandante dio la
orden de un castigo y que chicos y chicas no se pudieron zafar de esa. Cada
grupo aprendía a saludar a mi sargento; otros eran castigados con el 1, 2 y
el 3, 4. Patitos, lagartijas, trotes y cantos, cualquier cosa era bueno
contarles con tal de desviarles la atención; mientras seguía hablando se
limitaron a escuchar y a reír.
Al llegar al fin del camino, les quedé muy agradecida por haberme
llevado. Nos despedimos, al momento de bajar del carro sentí una gran
alivio, feliz de que no hubiera ocurrido algo peor, y sobre todo curada sin
ganas de volver a repetir la hazaña. Son varias situaciones de las que hasta
el momento he salido librada como que alguien estuviera cuidándome. Al
regresar a la situación que estaba pasando, salí del restaurante y pude ir
atrás de una niña con su abuelo. Cuando se quedaron en su casa estuve
detrás de un tipo que seguía caminado; por la mente se me cruzó si aquel
hombre se me acerca tomo el brazo del tipo y lo beso. El miedo me hacia
delirar; de repente doblé la esquina y me quedé sola. Apresuré el paso hasta
que me colé con una familia; seguí caminando, viendo cada momento atrás
mío. En un momento empecé a correr, no quedaba muy lejos el lugar donde
tenía que llegar.
Llegué cansada y sin aliento. Entré a la imprenta, retiré las hojas
membretadas que habían pedido para el proyecto. Antes de salir de ahí le
comenté al dueño lo que había ocurrido hace un momento, y dijo que el
lugar había cambiado; cada vez era más peligroso andar por aquellos
103
Seis veces más joven
 lugares. Antes de salir vi al hombre que me fue siguiendo; desesperada entré
de nuevo a la imprenta, y me escondí debajo del escritorio del dueño.
Cuando ya se había alejado de ahí, me ofrecieron dejarme en la parada.
Gustosa lo acepté; al camino de regreso me fue indicando cada uno
de los lugares: cuáles eran buenos para refugiarse, y cuáles eran peligrosos,
que es mejor llegar por la calle Montufar, que era menos peligroso. Una vez
que me dejaron en la parada subí en el trole, la gente iba una encima de la
otra, todo por llegar temprano, además el tráfico se había apoderado de la
ciudad, y con más dificultad la gente estaba apresurada. Las lluvias
inundaron las calles, y los autos se encontraban atascados en plena vía, los
accidentes son más frecuentes por esta temporada. Yendo camino a mi casa
se veía toda el área verde pintada de blanco.
divertirte o pegarte un partidito de hockey?
Todo lo que te estoy contando es parte de mi vida. Cosas en las
cuales tuve que detenerme a meditar, por las que algunos pasaron, y por las
que algunos no pasarán. Cada uno de nosotros tenemos mucho que contar y
todo para hacer una juventud con grandes ideologías, gente rebelde que
sigue sus sueños y pensamientos, aquellos que creen en sí mismos, y luchan
por sus objetivos. En un futuro muy cercano toda esta generación alzará su
voz de libertad ante tanta corrupción; una historia aún no escrita, pero que
seguramente vivirás.

Todas aquellas personas con las que he tenido la oportunidad de

tratar son aquellas que indirectamente te enseñan a vivir, gente que viene
y va, como algunos que nunca estarán junto a ti, y los que se encuentran
volverás a verlos después de un buen tiempo. De regreso a casa tuve la
sorpresa de toparme con una amiga de la escuela. Nos quedamos viendo la
una a la otra, le sonreí; sabía quién era ella. No lo recordaba, regresó su
mirada hacia su enamorado diciéndole que me había visto en algún lado,
pero no tenía idea en dónde. Volví a verla para confirmar que era ella. Entre
mí sí es ella, Silvana Vivanco. Tenía gran intención de saludarla, pero mejor
me detuve, le costaría retroceder seis años atrás, o tal vez sería incomodo
para ella las cosas que cambian; cuando uno es niño la vergüenza está
demás. Mi vida, después de unos meses, cambiará. Toparé con algunas caras
conocidas, otras que se harán las locas; todo cambiará, y ya nada será lo
mismo. Cada uno proyecta su camino, solo lo que es verdadero perdura en
el corazón, mientras tanto los recuerdos de las fugas, de los cambios de
pruebas, las pollas debajo de las mangas, y las faltas que son secundadas por
tus amigas, eso ahora forma parte del recuerdo. Al haber presentado el
proyecto de microempresa, y haber hecho la defensa del producto, todo
salió a la perfección nos podríamos considerar graduadas. Las pasantías, que
son uno de los requisitos para graduarte, era como pasar al mundo de los
adultos donde todo es terno, uniforme, tacos y demás accesorios incómodos.

Para algunos es lo mejor, pero para otros, como yo, es difícil y sin
duda no lo haría. Lo mejor es cuando uno vive como niño, piensa
conscientemente y actúa como adolescente. Sentirte joven te hace vivir aun
más. ¿A quién le importa si sigo con mis muñecos o que juegue con mis
sobrinos o que siga con mi ropa desgarrada, hacer planes para caminar al
Pasochoa o caminar todo? los días sin preocupación, ir con los panas a
104 105

Seis veces más joven Seis veces más joven

 Soy Alejandro o Nyga, un joven muy soñador, romántico. Me gusta tener el pelo largo, soy
flaquito, más o menos alto, muy imaginativo, creativo y luchador nunca me he mostrado
débil a ningún reto. Me gusta imaginar un mundo diferente.

Hice la historia por hacer volar la imaginación, por expresar a los demás que hay jóvenes
que tienen talento y son discriminados por su manera de vestir o de hablar.

“Somos jóvenes que luchan por vivir en este mundo difícil de manejar”.

“No hacemos daño a nadie, solo expresamos lo que sentimos a través de nuestro talento.
No nos juzguen sin haber siquiera preguntado cuáles son nuestros sueños. Porque también
soñamos”.

Luis Alejandro Cando

(Nyga)
106 16 años
 Un grupo de adolescentes marginados por la sociedad, sin mayores
oportunidades para desarrollar su talento, en un barrio de las afueras de
Quito, que posee sólo cuatro escuelas para educar a toda una comunidad,
en donde no existen mayores servicios básicos y las “pandillas” forman parte
diaria de sus vidas. Ellos deciden ser diferentes, unir su talento para hacer
cosas positivas en bien de los demás. Este es el sueño de los doce amigos, a
quienes llamaremos “Los doce discípulos.”
NYGA, de quince años, con su vestimenta de rapero, le gusta escribir
poesía, trabajar con niños y niñas, y cantar.
SAGY, de quince años, con su vestimenta normal para un joven de su
edad, es buen músico.
GRAN OMAR, de catorce años, con un gran talento para el canto y la
comedia.
DOBLE U, de catorce años, excelente dibujante.
NALDO, de catorce años, con el sueño de ser un arquitecto,
promueve un liderazgo positivo.
NEGRO, de quince años, es afroecuatoriano, con un gran talento de
atleta.
CASTO, de quince años, un poeta y escritor.
BABY RASTA, de quince años, se identifica mucho con la pintura y el
arte, con su estilo de rapero.
RAKINY, de dieciséis años, con un talento en su forma de expresar,
amigo leal, y su estilo particular de peinado “aniñado” con look de rapero.
POLACO, de catorce años, hábil para la pintura y con espíritu de
líder.
CRIS DRAGÓN, de dieciocho años, con un deseo constante de
superación, le interesan las ciencias y la pintura.
LITO, de trece de años, con personalidad sociable y muy cómica, se
interesa por el bienestar de los demás.
108
Talento de barrio
Se reunieron hace más de un año para conformar el grupo Su primer
nombre: “REVOLUCIONISTAS.”
Todo empezó un día. NYGA salió de su casa, se encontró con Sagy,
Naldo y Gran Omar; se les ocurrió hacer un grupo de amigos, pero NYGA
pensó en algo más grande, con chicos no sólo del colegio, sino incluir a otros
amigos que se identificaran con lo que buscaban. GRAN OMAR, con su
bromas y chistes habituales, le dijo: “Me parece bacán la idea, pero tienen
que ser pilas como uno”. Salieron del colegio, NYGA fue con la idea en
búsqueda de sus amigos BABY RASTA, RAKINY, POLACO, ellos almuerzan en
una Fundación junto con NYGA. Estuvieron de acuerdo.
A los pocos días se conocieron NYGA y CRIS DRAGÓN. NYGA le contó
la idea, le agradó mucho y formó parte.
Dentro del grupo eran muy talentosos, cada uno en algo particular;
empezaron a describir su visión: “Decir sí a la diversión, buena y sana”, y su
misión: “Ser grandes hombres de bien”, unos meses después conocieron a
CASTOR y al NEGRO.
El grupo fue creciendo, y como era normal, los problemas no
estaban lejos. No faltaron las críticas, hasta de los propios padres, como en
el caso de NYGA, su madre le decía “Pareces mamarracho, ¿cómo te vistes,
no te da vergüenza salir así, como un vulgar vago?”
Eso no iba a escarmentar a NYGA. Él se dijo a si mismo: "Yo lucharé
para cumplir mis sueños y demostraré a la gente lo equivocados que están,
con tu ayuda PADRE, yo lo lograré.”
Una tarde, mientras jugaban fútbol, se sentaron a conversa, y por
primera vez NYGA y CRIS DRAGÓN se dieron cuenta que sus vidas eran muy
parecidas, se apoyaban mutuamente.
Un día, CRIS DRAGÓN, cansado de la incomprensión de su madre, se
tiró del segundo piso de su casa. Su intento de suicidio fracasó y quedó muy
herido; cuando NYGA se enteró quedó inmóvil, muchos pensamientos corrían
por su mente. Eran las doce de la noche, salió, buscó el lugar donde había
caído su amigo, y ahí juró: "Esto nunca más va a pasar, nadie va a vencer mi
sueño, ni siquiera la muerte.” En su cabeza estaba el recuerdo de la
conversación con CRIS DRAGÓN, él le comentaba que la relación con su
madre no iba bien, NYGA le dijo: “CRIS, es fácil morir pero qué difícil es
vivir, so lo los valientes resistiremos.”
109
Talento de barrio
 Parecía que el grupo estaba desapareciendo, los problemas eran
cada vez mayores. NYGA inició nuevamente su sueño y se volvieron a unir,
conoció a LITO en el colegio, lo invitó a ser parte del grupo y se completaron
los doce. Entonces cambiaron el nombre de su grupo por "LOS DOCE
DISCÍPULOS"
En su colegio les llamaban LATIN KINGS, sin saber cuál era su sueño.
Ellos piensan que su talento debe ser utilizado en cosas buenas como dice su
frase: “Que nuestro talento no se lo lleve el viento.”
GRAN OMAR, el joven de buen humor, fue golpado por el amor. Se
enamoró de una chica muy linda, ella no correspondió su amor, y él sufrió
tanto, como grupo lo apoyaron. Para eso están los amigos.
No pasó mucho tiempo, y NYGA tendría que llorar también. Se
enamoró de una chica muy hermosa a quién su corazón regaló, le llevó flores
y un osito dormilón, pero él tenía que entender que al agua hay que dejarla
correr, sus amigos estuvieron con él.
Aún ahora la gente los acusa, los juzga por su vestimenta, por ser un
grupo, pero ellos no saben que lo que tienen es TALENTO DE BARRIO, ni
alcohol, ni drogas; todos son talentosos, no han tenido enfrentamientos con
otros grupos, sin embargo los buscan, les hacen problemas para incitarlos a
la violencia, los critican. Ellos cantan “En vez de criticarnos, por qué mejor
no suben.”
En una reunión, NYGA y NEGRO decían que era verdad que en el
barrio y en el mundo hay pandillas que matan y roban, pero a nosotros por
qué nos juzgan si no somos así.
Entendieron, como grupo, que deben trabajar para mostrar su
misión.
CRIS DRAGÓN se recuperó y volvieron a salir con NYGA. Un día iban
caminando por un callejón para ir a sus casas, se encontraron con dos chicos
que empezaron a molestarlos. CRIS DRAGÓN no se aguantó les insultó,
entraron a una tienda donde estaba LITO, los chicos empezaron a armarse.
De repente estaban seis afuera de la tienda esperándoles,
entendieron que debían irse rápido pues corrían peligro, y no iban a caer en
el juego de la violencia.
110
Talento de barrio
Los problemas seguían en su colegio. Los grupos les molestaban todo
el tiempo, y los doce discípulos decidieron hacer un encuentro de box, para
terminar las cosas ahí, pero el otro grupo no aceptó.
En el barrio donde vive NYGA, CRIS DRAGÓN, POLACO, RAKINY,
roban y a veces se preguntan si quizá algún día una de las víctimas seamos
nosotros. Esto no puede ser.
A NYGA lo retaron a un debate de música en representación de “Los
doce discípulos.” Él aceptó con el apoyo del grupo, sin embargo ,los otros
desistieron. Habrá un día en que otros grupos nos seguirán manifestó SAGY,
y DOBLE U dijo: “Un día tendremos muchos DOCE DISCÍPULOS.”
Los “DOCE DISCÍPULOS” estuvieron jugando fútbol. NALDO pateó muy fuerte
la pelota y rompieron un vidrio de una casa, tuvieron que salir corriendo
para que no les hagan pagar.
Como grupo se divierten: juegan fútbol, se cuentan sus problemas,
algunos chicos también han tomado; lo reconocen en las reuniones, sus
razones las comparten, la incomprensión de sus padres, la presión de otros
jóvenes. Otros como POLACO, BABY RASTA, Y NALDO, no muestran todo su
talento, porque no se sienten seguros para hacerlo.
Los DOCE DISCÍPULOS se reúnen por las tardes, bromean, cantan y
se divierten como amigos, como dicen: “Las pandillas juveniles son causa de
sufrimiento”, pero ellos buscan cariño y ser aceptados, ser acogidos por una
sociedad que cada vez los mira menos. Cada grupo tiene lo suyo. Desde su
creación los DOCE DISCÍPULOS tiene como meta el triunfo, el ser diferentes.
Prepararon un festival para atraer a más jóvenes, se reunían por las tardes,
durante cuatro días repasaron las canciones. NYGA, RAKYNI, BABY CRIS
DRAGÓN, SAGY, iban a cantar las canciones de moda, ellos hicieron
invitaciones y las entregaron.
El local estaba lleno con niños, niñas y adolescentes. NYGA y RAKYNI
abrieron el festival con dos canciones, mientras el grupo apoyaba desde
distintos lugares.
Mientras duraban las canciones repartieron bocadillos. Al finalizar,
NYGA dijo: “Lo nuestro es talento, talento de barrio.”
Al día siguiente se reunieron los doce para contarse cómo les fue y
felicitarse; se animaron mucho. Después de unos meses una organización
llegó al barrio de los doce discípulos, ellos les apoyaron con talleres de
111
Talento de barrio
 valores, autoestima, fortalecieron su sueño de ser jóvenes diferentes.

Ahora los doce discípulos están preparando un nuevo festival con

música para jóvenes con lenguaje positivo.

NYGA, SAGY, GRAN OMAR, DOBLE U, NALDO, NEGRO, CASTO, BABY

RASTA, RAKINY, POLACO, CRIS DRAGÓN, LITO, los doce discípulos sólo
esperan dejar una esperanza para los otros jóvenes que vendrán. Se reúnen
y cantan:

“Estamos aquí
porque queremos decir,
que lo nuestro es vivir,
lo nuestro es construir.
Lo nuestro es amar,
lo nuestro es respetar,
lo nuestro es talento,
talento de barrio”

“Y me doy cuenta de que sigo con gente alrededor, y te culpo a ti porque

ya ni les hablo a ellos, sólo estoy metida en estas ideas que tú me haces
pensar, y a ratos pienso que esta bien, que tenerte a ti así, como un
amigo imaginario, pero que está dentro de mi cabeza, como una doble
personalidad, sin forma ni sexo. Me hace bien, me hace bien para
imaginar cosas que nunca se me pasarían por la cabeza.”

Daniela Serrano
19 años

112

Talento de barrio
 DÍA/EXTERIOR – Introducción al amigo imaginario
(Está caminando por la calle, fumando un cigarrillo, camina tranquila. De
repente deja de caminar y abre los ojos como si le diera miedo de algo, o
se queda pensando en algo).
Mientras está quieta y parada piensa:
“¿Qué chuchas?! En verdad no quiero que sea eso que me habla otra vez,
porque solo por eso me he quedado pensando horas, y me rayo la cabeza
pensando todo el día en qué tengo metido en la cabeza; hasta a veces pienso
que me voy a volver loca porque ya no puedo solo estar en un lugar sin
imaginarme las cosas que tú me dices; me empiezo a imaginar momentos.”
NOCHE/INTERIOR – Imaginaciones dentro de la Naranjilla Mecánica.
(Está sentada en La Naranjilla con sus amigos - ocho personas - y se empieza
a imaginar lo que su amigo imaginario le dice; que todos empiezan a
envejecer, un año es un minuto, y ve las caras envejecidas de todos pero
todos siguen en las mismas posiciones hasta que explota una bomba y todos
salen volando en pedazos, partículas, menos la cabeza de Felipe, que se
queda completa y no muere; sigue hablando y tomando su trago pero solo,
junto con las partículas que quedan del resto).
Regresa a ver a su alrededor, sentada en la sala de la Naranjilla Mecánica, y
después en su mente regresa a la calle en donde está y se acaban las
imaginaciones en la Naranjilla.
Como monólogo pero dentro de la cabeza piensa:
“Y me doy cuenta de que sigo con gente alrededor, y te culpo a ti porque ya
ni les hablo a ellos, solo estoy metida en estas ideas que tú me haces pensar,
y a ratos pienso que está bien, que tenerte a ti así, como un amigo
imaginario, pero que está dentro de mi cabeza, como una doble
personalidad, sin forma ni sexo. Me hace bien, me hace bien para imaginar
cosas que nunca se me pasarían por la cabeza. El problema está en que
cuando tú me hablas siento que empiezo a vivir tu realidad que no es
humana, y dejo de vivir la mía. Lo que me da miedo a mi es que tú te tomes
mi cuerpo, y todo el tiempo empiece a ver tu realidad y no la mía, y tu
domines mi cuerpo, y yo… dejo de existir.”
EXTERIOR-NOCHE – Dentro del caracol
Se imagina lo que el amigo imaginario le describe:
Un humano empieza a salir de una concha, de esas enormes, de un caracol
en donde viven los ermitaños, pero no es un humano normal, es mas fino que
un humano, así como un duende o un hada. Sale lentamente, primero los
114
Un amigo imaginario
brazos, después, el tronco y te queda viendo fijamente a los ojos. No es muy
grande, es del tamaño de los caracoles más grandes que puedas encontrar
en el mar, pero tampoco es tan grande. La concha es como un espiral por
dentro, así que el cuerpo del humano sale medio deforme y suave, como si
se hubiera humedecido por años. El humano tiene el pelo larguísimo y las
uñas tan largas que ya hasta se enrollaron, pero el humano no puede salir
de la concha, esta pegado, es como su base.
(Lo que piensa se refleja en las imágenes, esto se ve pero en realidad es lo
que ella está pensando)
Ahora ella está dentro de la concha, esta muy oscura, solo si saca la cabeza
puede ver la luz.
Piensa: (voz en off)
“Me estresa que me pisen, y no ser tan ágil todavía como para meterme de
una en la concha para protegerme; las distancias que camino parecen ser
más largas cuando te toca caminar con las manos, salir de tu concha y
arrastrar tremenda casa que pesa más que mi propio cuerpo, más que mi
mente.”
Voz del amigo imaginario dentro de la mente de ella, y mientras se oye la
voz describiendo la escena, se ven las imágenes correspondientes a lo que
está diciendo (imagen de ella metiéndose al poro):
“No, no, no. Ya se acabó el tiempo para esa, mejor piensa cuántos
diferentes genes tienen que haber en el mundo como para que cada
persona, cada habitante del mundo, del universo, tenga una distancia
diferente entre cada poro, una profundidad diferente de cada poro y una
cantidad diferente, que unos estén más abiertos o más cerrados, que
definan la contextura de tu piel.”
Se mete adentro de un poro, entra profundo, es enano con relación al poro,
es mínimo.
Voz del amigo imaginario:
“Entra, entra. Ya ahora una vez adentro, ve qué hay ahí, es resbaloso, y
como que tiene mucosa, ¿no?”
Entra al poro y se encuentra con un hueco profundo, húmedo con un líquido
de textura espesa y pegajosa.
Voz del amigo imaginario:
“Bueno, ahora cierra ese poro con un poco de carcasa de las paredes del
agujero en el que estás metido, y ahora conviértete en una espinilla, pon la
cabeza con dirección a la superficie y espera a que te revienten. Ahora te
115
Un amigo imaginario
 están pellizcando por fuera.”

El señor exprime la espinilla de su cara, quiere sacarse la espinilla

pero en realidad es ella la que está ahí dentro del grano. El señor de la cara
con el grano no sabe que lo que tiene adentro de ese grano es un humano y
no grasa, tiene una expresión totalmente normal al principio, cree que es
una espinilla común. Aplasta y sale un humano, un humano mínimo que es
ella.

Voz del amigo imaginario:

“Y ahí estás tú.”

Voz en Off (ella piensa)

“Qué mierdas me pasa… No sé si me gusta o no, me triquea un poco, ya no
quiero pensar más en eso, quiero dormir.”

Se duerme, y se escucha la voz de la doble personalidad, o amigo imaginario

o de lo que sea que esté dentro de su cabeza, y le dice “Haz una película
sobre mi” y ella abre los ojos instantáneamente.

tNatalia Pazmiño Valladares

Estudió en el Unidad Educativa Sagrados Corazones- Centro.
Murió el viernes 06 de enero de 2006.
El mundo fue demasiado pesado para vivirlo.

116

Un amigo imaginario
 Son las 10:00 de la mañana. Nos encontramos en el último día de
exámenes, el ambiente un tanto decaído, después del examen de Dibujo
Técnico, las chicas esperaron por su promedio y fueron desapareciendo
lentamente. En diez minutos la mitad del curso se había marchado, luego
solo siete alumnas se encontraban en aquel lugar.
Recuerdo que fue un año difícil para algunas, parecía un año que
nunca terminaría, pero nada es para siempre. Solo la AMISTAD.
La primera semana de terapia me sentía destrozada, pero ya era
hora de colocar las piezas sobre la mesa y ordenar mis ideas y sentimientos.
¿Cómo saber cuál era la clave para mi destino? No era suficiente la ayuda
Psiquiátrica. Me costaba empezar un nuevo día, talvez porque empieza una
nueva tarea, un nuevo compromiso, un nuevo esfuerzo, la terapia te ayuda
a entenderte a ti mismo antes que a los demás.
Escribir esta historia considero que es para dar testimonio del
progreso que tuvo mi vida después de vencer grandes dificultades, lo
principal era entender mi problema, encontrar el punto donde empezó todo.
Después del análisis llegué a la conclusión que todo inició con la separación
de mis padres.
Recuerdo cuando papá se fue de casa. No podíamos entender qué
estaba pasando. Mamá tuvo que empezar a trabajar fuera, y nosotros nos
quedábamos siempre solos. A veces lo único que hacíamos era sentarnos
junto a la ventana, preguntándonos si acaso ella también nos había dejado.
El divorcio de los padres, puede parecerle a uno el fin del mundo, una
catástrofe que traiga sufrimientos que duran toda la vida. Suele inundarnos
a nosotros los hijos con emociones como vergüenza, ira, ansiedad, temor de
verse abandonados, culpa, depresión y dolor profundo de la perdida… hasta
el deseo de venganza.
La enseñanza de mis profesores y profesoras, me han ayudado a ser
vista por la sociedad como alguien que sabe. Tuve excelentes maestros,
todos ocupan un lugar especial en mi corazón, los más exigentes me
ayudaron a descubrir que tengo la suficiente fuerza para salir adelante y que
soy capaz de demostrarles a todos que, cuando me propongo, hago lo que
puedo por cumplir. Gracias a sus valores tomo en cuenta de que una persona
no debe afectar su autoestima con cosas negativas, sino en aprovechar su
tiempo positivamente.
Quisiera expresar al mundo esto que voy diciendo, no es mucho,
118
Tal vez tú tenías razón
pero para mí sería algo valioso, aunque mis palabras no merezcan nada, he
sido una persona que se equivocó con todos y a pesar de ello se arrepintió.
No sé si será demasiado tarde. No hace falta que demuestre que
estoy destruida por dentro, en definitiva sólo al verme se puede dar cuenta
claramente que estoy arrepentida de haber defraudado a tanta gente que
me ama.
Sin embargo, no somos como los grandes, no pensamos en fortunas,
pensamos en el presente y en que hay que disfrutarlo para que tengamos un
bonito pasado. Por ello escribo todo esto, no por aplausos sino para evitar
que miles de chicas caigan en trampas mortales, una de ellas puede ser LA
SOLEDAD.
La soledad para muchas de nosotras es la principal fuente de nuestra
actuación, muchas pasamos la mayor parte del tiempo solas, nuestros
padres siempre trabajan y para nosotras no hay tiempo. El peor de los
pecados es llamarlos para decirles que estamos enfermas, que tuvimos
problemas en el colegio, para ellos es una perdida de tiempo, a ellos solo
les importa el trabajo para tener dinero.
No importa los lugares; donde esté el aire siempre es igual, no
importan los recuerdos, son cosas que la vida se encarga de llevar o echar
al viento. El país se libró del mal gobierno, pero la gente es muy indecisa
por lo que no sabemos cuántos levantamientos quedarán para contar en un
futuro; el descontento de la gente es lo que lleva al país a malos gobiernos.
Desde el principio, si hubiera un poco de honestidad por parte de todos, la
ciudadanía se defendería mejor. En la actualidad, y desde la historia, la
población se ha hecho conocer por la mala actitud, por los golpes, los gritos,
lo que ocasionan mucho descontento.
La gente se comporta en la calle como aprendió a hacerlo en su casa. La
enemistad ocasiona problemas que desde pequeños los tenemos hasta que
crecemos, nos volvemos viejos y ganamos en la vida más problemas que
alegrías.
Muchos individuos nefastos tienen una religión pública, hacen oraciones y
rezos enfrente de los demás; van a sus ceremonias religiosas ostentando
devoción, se golpean el pecho, cargan consigo sus textos venerables y no
pierden oportunidad para asegurarles a otros que se irán al infierno, pero en
realidad son comediantes, payasos, exhibicionistas que no viven una fe
intrínseca, y mucho menos una verdadera relación personal con Dios. Nunca
119
Tal vez tú tenías razón
 oran en privado, en la soledad de su habitación, de rodillas frente al Señor.
Son legalistas superficiales, cascarones huecos…
Para mi parecer, una persona que ama a Dios lo tiene en su corazón,
mis tías por parte de mi padre, comparten una fe religiosa hermosa pero que
se da en primer lugar tomando como base el ejemplo de la familia cristiana,
para seguir con el camino correcto de sus vidas y de sus hijos. De mi familia
aprendí que todo es reemplazable menos la integridad.
Ya no existen personas celosas de los principios éticos y en la
actualidad esa es la cualidad más valiosa.
Por parte de la familia de mi madre, cuentan con una fe religiosa,
lo importante de todo ya no se demuestra con palabras, se demuestra por el
amor a su trabajo, a su casa y a sus hijos, es lo más importante a tal que
punto que no puedo entender cómo alguien alguna vez se atrevió a hacerles
daño a mi madre y a su hermana. Personas tan llenas de valor que, a pesar
de estar solas, han sido el sostén de su casa y sobre todo de la formación de
excelentes hijos como lo son mis primos, que ya desde pequeños se ve el
esfuerzo en sus estudios y en la forma de ayudar a su madre en el trabajo
diario. Yo no me considero una persona que trabaja o que hace algo en su
casa, pero trato de sobresalir para representar bien a mi hogar y a mi
colegio donde quiera que voy, cuento con algo que algunas personas no lo
quieren descubrir, lo que significa MADUREZ.
120
Tal vez tú tenías razón
Un viaje sin retorno
Una realidad me trastornaba el cuerpo y el alma, había recibido la
peor noticia de mi vida, la que se acumulaba en toda mi alma, realmente
como duele estar muriendo así, como duele en el alma morir tan joven.
La soledad absorbía toda clase de alegría después de salir de un
pequeño Hospital. Mi vida cambió por completo, la alegre, la optimista se
derrumbaba poco a poco.
¿Qué la habría lastimado tanto?, sería acaso la realidad que nunca
iba a realizar ninguno de sus sueños, o tal vez el hecho de lo que pensaría
la gente que está a su lado. Pensaría acaso que su familia nunca la iba a
apoyar. En ese momento le hubiera gustado ser cualquier persona menos
ella.
El dolor le empezó a carcomer la paz, apenas se sentó, recordó
como había rechazado a tanta gente que le extendió la mano, y cómo en
esos momentos le hacían falta esas o cualquier otra persona. ¿Cómo iba a
ser su vida en adelante? Pues en lo único que pensaba era en morir.
Iniciaba el último año de vida estudiantil sin desearlo. Se detuvo por un
momento en la puerta de Colegio para recordar el primer día de clases de
su vida, era intenso no pudo dormir aquella noche por la emoción de su
primera clase, de las amigas que iba a conocer. Reflexionaba la forma en la
que había iniciado y como estaba terminando, la arrogancia le volvía loca.
El imaginar el rostro de sus compañeras le hacían tener más miedo del
mañana.
De repente el primer saludo. La falta que ellas le habían hecho en
las vacaciones era muy grande, y aunque su mejor amiga ya no se
encontraba, la alegría le rodeaba todo su cuerpo. Definitivamente que ganas
de tenerlas a su lado, escuchando sus experiencias pasadas en un pequeño
peróodo de descanso de tres meses. Sentía, por primera vez, que se olvida
de la tristeza. Los primeros días se convirtieron en inolvidables, el
reencuentro con sus amigas le había cambiado mucho.
En el primer mes todo seguía igual que antes, hasta que la cuarta
visita de rutina al médico cambió nuevamente todo, esperaba un milagro
que nunca se cumpliría, al salir de la oficina del doctor se dirigió al ascensor
destruida por la noticia de los cinco últimos días de su vida ¿Qué hacer?, se
decía varias veces, despertó en ella las ganas de correr hacia su madre y
abrazarla como nunca lo había hecho, pero de inmediato se arrepintió, sabía
121
Un viaje sin retorno
 que si su madre la veía así se deprimiría, y no deseaba ver a su madre triste.
Tenía que actuar pronto pues no le quedaba mucho tiempo, no
quería quedarse en casa, tenía miedo de dormir, pensaba que al quedarse
dormida, no volvería a abrir los ojos jamás.
La lluvia empezó a caer en la calle, miraba cada gota caer
lentamente. Cuando de pronto observó la figura poco peculiar de un
pequeño niño, estaba muy triste, pues todos los niños habían podido subir a
los árboles para protegerse del viento y la lluvia excepto él, pues era muy
pequeño y no alcanzaba a ninguna de las ramas ni del más diminuto árbol.
Sintió compasión por aquel niño y cruzó la calle, agarró al pequeño
y lo colocó en la rama de un árbol cercano, de inmediato el pequeño rodeo
con un abrazo el cuello de la joven y le dio un beso en la frente.
A pesar de la tortura que llevaba la joven, se sintió mejor que nunca
y decidió acudir los cuatro siguientes días a ayudar al pequeño en lo que
necesitara; el segundo día que amaneció, se despertó muy temprano y llevó
una fruta al pequeño, después fue corriendo al colegio, pues no quería llegar
tarde.
El pequeño había captado tanto su atención, que a pesar del poco
tiempo que le quedaba, estaba muy emocionada, pues había sentido muchas
ganas de ayudar a la gente.
Después de obsequiar algo de ropa y dinero a las madres de
pequeños muy pobres, sintió mucho más calor y ánimo a pesar del frío que
hacía.
Luego regresó al parque donde había conocido al pequeño, pero no
lo encontró, preguntó a los niños que el día anterior habían estado con él,
si lo habían visto, pero le respondieron que sólo lo habían visto el día en que
ella le había ayudado a subir al árbol. Ella les agradeció, entristecida al
pensar que el muchacho no volvería.
Recorrió varios lugares, mirando el reloj, era demasiado tarde,
dentro de diez minutos serían las 10:00 de la noche; en su casa debían estar
muy preocupados. Al regreso a casa, se sentó a escribir su última memoria;
ya sólo quedaban tres días para su despedida final.
Despertó después de haber dormido cerca de dos horas, se alistó
122
Un viaje sin retorno
para salir al colegio, debía prepararse para despedirse de sus compañeras.
Le daba terror darles la mala noticia a ellas y a su familia.
Miró la portada de la carta que una amiga le había dado hace mucho
tiempo, donde decía: “Todo lo que tengas que hacer hazlo ahora que se te
agota el tiempo.” Nunca entendió las palabras de su compañera hasta
entonces.
Miró por la ventana tratando de entender por qué su amiga había
huido, tal vez cansada de lo injusta que era su vida, los problemas de familia
debieron haber sido tremendos, pues siempre nos hablaba de lo duro que era
soportar a sus padres y hermanos. A tal modo que cansada de la explotación
de ellos se cansó, y salió de su casa un uno de septiembre, con el firme
propósito de no volver nunca.
Había cumplido un papel muy importante en su vida, pero nunca
nadie entendió porqué se rindió primero. Una lágrima se deslizó por su
rostro seguida de el recuerdo de los días que pasaron momentos
inolvidables.
Le hubiera gustado morir, sabiendo que su amiga estaba bien. Los
siguientes días, recorrió el parque decepcionada pues ya había pasado el
cuarto día sin mirar al pequeño que le había devuelto la esperanza de vivir.
El sol empezaba a ponerse. Aquella noche no había dormido nada,
pues se había quedado mirando el cielo, como quien teme dormir, porque
recibió la noticia que el mundo se iba acabar y solo los justos se salvarían.
En ese momento miles de personas llenan las Iglesias, suplicando
perdón, cuando ya es demasiado tarde. Pero sólo ese día, su último día,
descubrió que Dios sí estaba allí.
Después de levantarse, se acercó lentamente al cuarto de su madre
y le dejó una nota, seguida por los resultados de la última consulta con el
doctor. En aquella nota escribía lo siguiente:
“Imagina que Dios está a tu lado en este momento.
Tranquila, por qué no le das la oportunidad y le entregas todos los
problemas que te gustaría solucionar, hasta el miedo de perder a tus hijos,
eso que te hace llorar, te preocupa.
Dale ese miedo que sientes al pensar en su futuro, y del dolor que
123
Un viaje sin retorno
 sentirías cuando se equivocan y escogen el camino errado.
Díselo: Él te escucha y lo recibe sin importar lo que sea.
Después imagina lo bueno que quieres que te suceda o los
acontecimientos de tu vida, momentos de felicidad, de paz, de cariño, de
amor junto a tus hijos y guárdalo en tu corazón como que fuera algo
preciado y agradece a Dios por ellos.
Agradece lo bueno que quedó en tu corazón y lo malo que
desprendiste de ti.
Solo así, yo desde el cielo haré las paces con Dios, y no me
arrepentiré de nada de lo que hice.
- Calma. No te ofendas y ven conmigo.
- ¿Quién eres? - susurro la joven cayendo de rodillas.
- Hace mucho tiempo me ayudaste y me dejaste jugar en el jardín –
respondió el niño –. Ahora quiero que vengas a jugar al mío que se llama
Paraíso.
Tomando la mano del pequeño, se despidió del mundo y agradeció a
Dios por haberle enviado aquel mensaje.
Esa tarde, cuando Cristian y Andrés entraron al jardín de un lugar
lejano, para buscarla, la encontraron muerta, pacíficamente recostada en
un árbol toda cubierta de flores blancas.

Recuerda que te cuidaré desde el Cielo. Te amo mamá". En ese momento estaba realizando un viaje muy largo que no tenía
retorno.
Se aproximó despacio al cuarto de su hermano mayor, no tenía nada
que decirle pues todo se lo había dicho hace mucho, la falta que le iba hacer
le ocasionaba mucha melancolía, así que le dio un beso en la frente y salió
del cuarto. Observaba el lugar que había sido su casa durante siete años, le
afligía tener que abandonar su cuarto, sus cosas, pero sabía que dónde
quiera que iba a ir las cosas materiales no se necesitan. Salió de su casa,
tocando el lugar al que no regresaría más.

Salió a la calle; era las 7:00, realmente no tenía ganas de ir a clases

el último día de su vida, así que decidió tomar el rumbo, más lejano, a
donde sus piernas le permitieran llegar. Observó lugares maravillosos que
nunca imaginó existieran en el Ecuador, eran paisajes perfectos, rodeados
de valles majestuosos. Los parques empapados de variadas flores, las cuales
se deslumbraban al ver un niño jugando.

Inexplicablemente, observó al pequeño que la había envuelto en una

gran paz.

Por fin ha vuelto, exclamó llena de alegría.

Corrió tan rápido, como pudo y atravesó el jardín.

Pero al llegar junto al pequeño enrojeció de cólera.

¿Quién te ha hecho daño? Tienes señales de clavos en las manos y en
los pies.
No descansaré hasta encontrar a las personas que te hicieron esto.
Entonces el niño sonrió dulcemente y le dijo:

124 125

Un viaje sin retorno Un viaje sin retorno

 Mi experiencia con Dios
Señor: Ya no quiero seguirte reclamando, ya no quiero seguir
preguntándome ¿por qué? Ahora he entendido que la pregunta debe ser
¿para qué? Dios mío, ¿cuál es tu plan? ¿Cuáles son tus intenciones? Mis
caminos no son los tuyos y me desespero al no poder comprobar hacia donde
nos llevas, pero tengo fe. Creo en ti. Creo que si me permitiste vivir, es
por que todavía tengo una misión inconclusa. Me postro frente a ti con
humildad y te abro las puertas de mi corazón, hoy y para siempre.
Ésta es una carta que escribí hace poco tiempo, una carta de una
chica normal con sus cosas, a pesar de no entenderme mucho con mis papás.
Fui a un grupo en la parroquia de Santo Domingo y fue allí donde aprendí a
desenvolver mis miedos por medio de las cartas y la música. Y dice así:
« La otra gente no te tiene compasión, se burlan o te ignoran, ya lo sé, el
mundo no fue hecho para huir, somos dos personas al revés, ya que te
conozco y te comprendo mejor, te admiro por lo que eres, en verdad somos
diferentes y eso da sabor y tono a esta bella amistad. Cuando te rindes y
caes sin valor, recuerda lo que piensa Dios de ti, recuerda que muchos te
dijeron que tú eres lo mejor que puede haber en este mundo gris, hay
personas que no pueden creer que existas, ni como llegaste hasta aquí.
El mundo es ancho, y se mueve sin cesar, un día ya no nos veremos más, pero
a pesar de eso no podremos olvidar estos momentos de sinceridad.
Yo no soy perfecta, pero tampoco lo eres tú, pero eso solo me hace
amarte más, tus errores son reflejos de mi falta de ofrecer, contigo yo he
llegado a la verdad.
No te rindas, vas por la dirección correcta, cáete pero no te rindas,
llora pero no te rindas, sufre porque hay que sufrir para llegar a tu meta,
pero no te rindas, el mundo no solo es risas. Los mediocres normalmente se
burlan de aquellos que no pueden alcanzar sus metas, no te rindas, va a ser
duro, vas a caer, vas a golpearte, pero si vas en busca de ti mismo y en busca
de Dios, creo que vas en la dirección correcta, no te rindas que no vas a
estar solo, no te rindas por el amor de Dios, cáete pero levántate, toma mi
mano hay gente que te quiere, gente para la que eres importante, no te
rindas joven, no te rindas.»
Espero habérsela entregado a mi mejor amiga a tiempo.
En la Iglesia hablar de Dios y no hablar con Él es como no haber venido.
Para hablar con Él, sólo hace falta un minuto, y ahí Dios te va decir que
126
MI experiencia con Dios
nadie nos ama como Él. Cuando yo hablo con Él y le digo lo que quiero, lo
que siento, tengo la seguridad de decirles que no se pierde nada. Hablarle
no con rezos sino diciéndole lo que tú sientes, si no sabes qué decirle, dile:
Dios no sé que decirte, solo tus palabras, Dios no precisa de nada más que
de tus palabras.
Dice la Biblia que Él nunca desprecia un corazón sincero, a Dios no
le urge que le hable el Presidente de la República o el gerente de una
petrolera, Dios te escucha con lo que eres, con lo que tienes.
Dios te ama, ese no es el problema, el problema es que te dejes
amar. A muchos de nosotros nos resulta difícil dejarnos amar por Dios, pero
te aseguro que nadie te ama más que Él. Por lo que no se debería tener
miedo de contarle sobre tus dudas, contarle hasta tus pecados, sean los que
sean, no hay que temer contarle el rencor, el cansancio por que Él es el
único que los puede cambiar, por eso es que vale la pena contarle las cosas.
No solo por desahogarse; el que tenga oídos que oiga, porque Dios
te va ha hablar. Ven Dios, ven y háblanos, ven Dios y abrázanos, ven Dios,
ven y ámanos. Dice la Biblia que el amor arroja afuera el miedo.
Dice la Biblia que el amor limpia todos los pecados que tú puedas
tener.
Ama a tu prójimo como a ti mismo, pero no en vez de a ti mismo, y
deja que Dios cure el virus de la soledad completamente.
Aunque otros te digan que no vales la pena, aunque ni tú mismo
creas en ti, muchas veces porque tienes viejos pensamientos estúpidos, que
no sirves, que no vales, que tienes miedo a equivocarte en eso, que nunca
vas a cambiar, que siempre te vas a quedar ahí.
No es cierto. Si Dios te ama es porque puedes cambiar.
Si Dios te ama es porque cree en ti.
Si Dios murió en la cruz es porque hay un plan nuevo para mi y para ti.
No importa en cuanto lodo te hayas revolcado, dice la Biblia en Isaías,
vengan hagamos cuentas, si tus pecados son rojos, yo los voy a limpiar y los
haré mas blancos que la nieve.
No le puedes decir a alguien que le amas fríamente. Por eso dile y
repite conmigo esta oración: “Amigo Jesús hoy quiero encontrarme contigo,
quiero que entres en mi corazón,
127
MI experiencia con Dios
 que cambies mi vida, Una carta a mis amigas
que cures mi alma,
que sanes toda mi persona, Caminando por tus senderos inicié mi aprendizaje en la vida, ahora
yo te acepto como mi único Dios y salvador, todo lo bueno que soy, te lo debo a tu enseñanza de tenacidad y valor que
y confieso con mi boca, que estás vivo, que resucitaste de entre los muertos, fueron imposibles de romper.
y que estás sentado a la derecha del Padre,
yo confieso con mi boca que vas a cambiar toda mi vida, Viviendo cerca del amor a Dios, tan hermoso y tan divino, aprendí a
yo creo en mi corazón respetar mi hogar y mi propia vida.
que tú eres el Señor, Porque creyeron en mi, incluso cuando nadie me creía, por ser el lugar
que solo tú eres Dios. donde aprendí mis primeras letras, mi primera caída, mi primer examen, mi
Te entrego lo que soy, primer problema, por ser incondicional, mi más predilecto y respetable
lo que fui y lo que quiero llegar a ser. hogar.
Y estoy seguro que nada ni nadie hay, ni nunca nadie me podrá separar de
ti. Porque me amas, gracias Señor, porque hoy he vuelto a nacer. Porque todo tiene un principio, por eso a ti, Colegio Sagrados
Te pido por mi familia, por los que amo, bendícelos, gracias Señor.” Corazones-Centro, a través de esta historia te doy las gracias. Sin ti, y sin
Sí quieres tocar a Dios, toca al que tengas a lado y sentirás que estás a lado mis compañeras de curso, mi vida no hubiera sido igual.
de Dios. Justamente cuando pensamos en el día de mañana, el mañana “Las verdades no se saben, se sienten; no se aprenden, se viven.”
nunca llegará… y ya se ha convertido en ayer.
Solo espero vivir lo suficiente como para descubrir muchas cosas que
creí que no tenían solución. Hoy con la ayuda de Dios todo se puede arreglar,
así por ejemplo la cura para el cáncer, algunas enfermedades terminales,
que destruyen la vida del hombre para siempre.

Atravesaba por momentos muy difíciles, increíble pero cierto, una

pequeña inscripción dada por una amiga que desapareció sin dejar rastro
alguno, por ello donde quiera que estés siempre te recordaré, así como a
todas mis compañeras donde inicie mi aprendizaje escribo esta carta, para
cada una de ellas y dice más o menos así:
Jueves, 26 de mayo del 2005.

Si me voy antes que ti, no llores por mi ausencia, alégrate por todo
lo que hemos amado juntas. No me busquen entre los muertos, en donde
nunca estuvimos, encuéntrame en todas aquellas cosas que no habrían
existido, sin ustedes, si es que nunca nos hubiéramos conocido.
Yo estaré a su lado en todo lo que hayamos creado juntas; en nuestros
paseos, en el trabajo, en las lágrimas y en las risas.

No se aten a los recuerdos, porque donde quiera que miren o donde

quieran que lleguen, habrá algo mío, gracias por haber aceptado vivir juntas
tremendas experiencias, por ese cariño fraternal durante tantos años,
piensen que el mundo estará salpicado de nosotras.

128 129

MI experiencia con Dios Una carta a mis amigas

 No lloren mi ausencia, porque solo les faltará mi palabra nueva,
para darles un consejo o para decir tonterías, talvez ese abrazo del
momento.

Pero vivan, vivan creando cada día, más que antes. A pesar de que
ya esté muerta nunca dejaré de recordarlas, porque más que amigas son mi
familia.

Continúen dejando huellas, para que cuando nuestro abrazo

próximo nos incorpore a la presencia de Dios y podamos decir: Ahora
esteremos juntas para siempre. Solo recuerden que dondequiera que yo
esté: I'LL COME BACK FOR YOU.

130

Una carta a mis amigas

 Soy una persona multifacética, siempre me verán haciendo muchas cosas a la vez, una
de ellas y por la cual siempre se quejan mis padres, es cómo hago para que me alcance
el tiempo. Soy constante, cuando se trata de dirigir algo pongo todo mi empeño para
que dé el mejor resultado. Me encanta cantar aunque todavía no me acostumbro al
público. Soy una persona creativa que sueña convertirse algún día en una gran escritora
y que mis textos sean difundidos en todo el mundo.

Las personas siempre tienen algo que contar, pero pocas son las que en realidad se
arriesgan a decir lo que sienten y piensan, porque muchas veces son criticados. Yo me
atreví a escribir una historia en donde se muestra la tolerancia que debemos tener
cuando queremos que una amistad perdure, porque no podemos obligar a que una
persona piense y sienta lo mismo que tú; eso es lo que se refleja en Mrina y Carol, dos
chicas muy diferentes que a pesar de ello se llevaron bien.

Erika Guarachi
15 años
132 Colegio América de Quito
 Ella estaba observando detrás de una ventana cómo caía la lluvia,
en tanto que la otra escribía cosas que, para su observadora amiga, no
tenían ningún sentido.
Mientras la una se rascaba la cabeza al tratar de entender unas
ecuaciones de segundo grado que le había tomado mucho tiempo aprender,
la otra sintió un extraño deseo de escapar, de ir lejos, a un lugar donde no
hubiese ido nadie más. Una de ellas asiste al colegio y la otra no posee esa
suerte, pues sus padres piensan que ella no tiene necesidad de ir a la escuela
y no dejarán que sus hijos sufran lo que ellos tuvieron que pasar, toda la
“frustración”, “aburrimiento”, “humillación” y “pérdida de tiempo”. En
definitiva, para ellos, el que sus hijos fuesen a la escuela era innecesario.
Intentaron educar a la hija mayor pero como a ella no le agradó la escuela,
sus padres decidieron no mandar al resto de hijos que siguieron a la
primogénita.
Se preguntarán cómo puede sobrevivir una familia de seis miembros
sabiendo que sus padres no llegaron a una profesión. El padre es médico
naturista y vende inciensos en las calles, mientras que la madre tiene una
gran habilidad para cocinar diferentes postres, los cuales vende, pero aun
así con eso no les alcanzar para vivir bien. En mi familia solo mi madre
trabaja, es doctora, aparte somos tres hijos y como dije, afortunadamente
todos asistimos a la escuela, colegio y universidad, y hay veces que no nos
alcanza con el sueldo de mi madre. Pero aparte de esos ingresos, un pariente
les manda desde Argentina dinero, no sé cuánto exactamente, pero es una
buena cantidad.
Su nombre es Mrinalini, y la joven que estudia, soy yo, Carol. Dos amigas que
somos diferentes pero pudimos sobrellevar nuestras diferencias; incluyendo
que yo tengo 16 años y Mrinalini tiene 13.
Cuando supe que no estudiaba pensé que era una persona con pocas
posibilidades de progreso y de vivir, pero ahora que estoy aprendiendo en el
colegio que las personas poseen varias inteligencias, me doy cuenta que
estaba equivocada, porque aunque ella no asista a la escuela no significa
que sea una salvaje o maleducada. Ella posee una gran habilidad, la de
diseñar ropa y tocar el xilófono en sus ratos libres, que casi es la mayor
parte de su tiempo. Podría decirse que yo poseo el don de escribir aunque
no estoy muy segura de que sea muy buena, y además sé que soy constante.
Ambas somos como el agua y el aceite. Nuestras personalidades no
coinciden en muchas cosas; nuestras familias poseen diferentes
características y creencias. Más de una vez vi a mi madre intentar llevarse
134
Agua y aceite
con la mamá de Mrinalini pero fue en vano: no se simpatizaron. Así, poco a
poco, cada miembro de su familia trató de llevarse con la mía pero no lo
lograron, únicamente las dos pudimos entablar una amistad.
Las creencias eran lo que más nos diferenciaba, pues yo soy católica
y ella es Hare Krishna.
La católica no es necesaria que les explique, pues ésta es una de las
religiones que predominan en el mundo, pero la de ella es especial; su
religión es hindú y por esto ella es vegetariana (otra cosa más que nos
diferencia), su Dios es Krishna, cree en la reencarnación, en el Kharma y
Dharma, en fin esta es otra cultura.
A los 9 años Mrina fue iniciada en su religión, esto se realiza en una
ceremonia en la que a los niños se les cambia el nombre, ella antes se
llamaba María. También se les entrega a los niños un rosario en el que deben
cantar Mantras que son una especie de oraciones, todas las mañanas; el
nombre Mrinalini (aunque sus amigos le decimos Mrina) significa una Flor de
Loto que sólo puede ser tocada por Krishna.
Puedo decir que somos diferentes por varias situaciones que hemos
tenido presentes, ella es como una, paloma, es libre, aunque tal vez porque
Mrina no se da cuenta de que esta más enjaulada que yo; sé que soy una
persona que vive atada al que dirán, que me preocupo de lo que dice la
gente, vivo rodeada del miedo constante a caer y hacerme daño y puedo
decir que en eso nos diferenciamos, pues ella no se preocupa absolutamente
de nada.
Yo me preocupo demasiado de las consecuencias de mis actos,
pienso muchas veces antes de actuar y ella piensa después de hacer las
cosas.
Les relataré una situación en la que se distingue muy notoriamente
cómo actuamos las dos en una misma situación.
Todo empezó una maldita mañana en la que me encontraba con mis
amigas Diana, Mrina y su hermana Nama, en el bus, dispuesta a irme y
disfrutar de un concierto de punk y no deprimirme por nada. Me faltó
decirles que me deprimo después de hacer cosas que no alcanzaron con mi
objetivo. Primero debíamos encontrarnos con mi hermana, Adriana, en la
pileta de la Liga pues ella salía de la universidad y además a ella le encanta
135
Agua y aceite
 esa clase de música.
Cuando llegamos a la pileta mi hermana se encontó con unos
amigos, pero más que amigos yo podría decir unos desvergonzados, pues
ellos eran realmente estúpidos, o yo era demasiado amargada para saber
cómo se divierten los chicos grandes, es decir los universitarios.
Probablemente poseen otra manera de pensar. Ellos estaban tomando vino y
yo detesto el alcohol pues pienso que si en cualquier reunión metes el licor
se pudrió todo. Estos chicos traían dos cartones de vino cada veinte minutos.
Bueno, según Adriana no estaban borrachos sino que así eran, alegres, es
decir que yo era la única amargada en ese lugar. Me ofrecieron más de una
vez vino pero yo dije con un tono de voz muy seguro “NO” así que ni se
molestaron en insistir, pero Mrina y Nama decían un “NO” que decía que
quiero pero no puedo. En realidad Nama tomó cinco vasos de vino y Mrina
tomó, pero la amargada de siempre, “YO”, tenía que decirle a Mrina que no
tome porque “si su hermana no le daba el ejemplo, siendo la mayor, ella
debía dárselo”, Mrina se lo dijo al chico que servía el vino y él le preguntó
que quién le había dicho eso, y yo como muy tonta dije “YO”. El chico
contestó que estaba muy equivocada. Para variar me dolió pues pensé que
en realidad podía estar convirtiendo a Mrina en una amargada como yo al
llenar su cabeza con ideas poco razonables.
Luego de sentirme incómoda me dio una arrebatada de hambre así
que devoré casi toda la comida que se encontraba en mi bolso, después de
estar sentada más de una hora con los supuestos “amigos” de Adriana.
Para Adriana sus amigos estaban sobrios, pero a mi parecer ella estaba ciega
pues para que casi quisieran tirarla a ella en la pileta que estaba con agua
sucia, y a otra chica, compañera de la universidad le decían, cuando se le
regó el vino en la blusa, que ellos le podían secar con la lengua, me di
cuenta que estaba con unos tarados.
Yo me quería regresar a mi casa pues no quería desperdiciar mi
dinero en un concierto que ni siquiera disfruté y aparte en donde no conocía
a nadie; con Diana decidimos llamar al novio de Mrina y a su hermano, pues
ellos son un cague de risa y aparte son muy buena gente.
A ellos los conocí con Mrina en un concierto de rock, pero
afortunadamente éste era gratuito y no tuve que gastar mi dinero. Los
llamamos pero el único que podía venir era el novio de Mrina, Diana se
desilusionó mucho, porque ella quería conocer al hermano del novio de
Mrina pues creía que si se llegaban a conocer habrían hecho una linda
pareja, el inconveniente es que aunque no estoy muy segura, creo que a mí
136
Agua y aceite
me agrada. Pero igual si me agradara, ya estoy acostumbrada a que cuando
un chico me gusta, simplemente lo reprimo en mi interior y dejo que fluya,
así nadie sale lastimado por una herida de amor.
Poco después llegó el novio de Mrina y a ella se le subió a la cabeza
lo que habían tomado, pues quiso sacarse el sostén y de hecho lo hizo, pero
afortunadamente Diana y yo logramos que se lo ponga. Lo malo fue que
cuando se lo quitó estabamos rodeados por hombres, pero por suerte nadie
vio este altercado excepto su novio, el cual solo se rió; ahora que me pongo
a pensar si yo me pusiera en el lugar de su novio, no habría sabido qué decir.
Les diré que Mrina y yo somos muy diferentes, ésta es otra situación
en las que yo primero hubiera pensado más de cien veces antes de
acercarme.
A todos nos han dicho más de una vez que no nos acerquemos a
personas desconocidas, muchos de nosotros no lo tomamos en serio, pero
Mrina tuvo que aprender por las malas que eso no es una broma. Una tarde
cuando ella tenía 12 años, estaba sentada esperando a Diana, de pronto
cuatro chicos la llamaron; ella sabía que no debía acercarse pero la
curiosidad la invadió y después de haberlo pensado no más de una vez se
acercó a esos desconocidos, ellos se presentaron y al principio no parecían
malos, pero luego de un rato comenzaron a ofrecerle cerveza e intentar
mandarle mano. Ella sentía como sus manos sudaban y sus piernas
temblaban por el miedo, pero afortunadamente ellos no lograron dañarla.
Para su suerte de pronto llegó un amigo de su padre, el cual la llevó a su
casa, pero se puede decir que las personas no aprenden solo una vez pues
ella volvió a cometer ese mismo error. Mrina estaba sentada ahora
esperando a Solange, la hermana de Diana, cuando de pronto un chico se le
acercó y comenzó a hablarle, al principio él tampoco pareció malo pero
después de un rato trató de acorralarla e intentó besarla, pero ella no se
dejó y supo deshacerse de él. Lo que aprendió de todo esto fue que no se
puede confiar en cualquier tonto solo porque le diga que es linda o que tiene
bonitos ojos.
Ahora estamos sentadas pensando en cómo nuestra amistad se
parece al agua y al aceite, pero a pesar de ello tenemos algo en común. Ella
no es completamente feliz, no está a gusto en su hogar, siempre ha querido
estudiar pero por las ideas de sus padres no ha podido hacerlo, y yo siempre
he querido cantar, ser libre, tener algo de libertad de Mrina. Sé que nada es
completo en la vida y también sé que el estudio no es todo….
Pues Dios o Krishna o Alá, como lo llamen, nos derramó bendiciones y ella
137
Agua y aceite
 tiene las suyas y yo las mías, y poco a poco las vamos empleando de una
buena forma.

Somos como el agua y el aceite, distintas pero a la luz similares: dos

líquidos, dos chicas. Ella y yo al conocernos mejor aprendimos a tolerarnos,
y hoy compartimos más de una cosa….

Ahora estamos juntas terminando de escribir esta historia, nuestra

historia.

Yo soy el menor del grupo y me dicen “Enano”. Tengo 18 años y me llamo Diego (perro),
el que me sigue es el “Negrito” Charlie y tiene 18 años (sufridor) y después el “Gordito”
Alex con 19 años (enamoradizo) y por último, la única mujer del grupo “Pocahontas”
Carina con sus 19 añitos encima y es la (gomela) de todos nosotros y éste es el grupo más
disparejo.

Cabe decir que el 75% o más son vivencias propias y porque todo amor tiene barreras y si
logras destruirlas es porque es un amor verdadero y éstas barreras ayudan a fortalecerlo
cada vez más.

“Los 4 fantásticos”
Alex Luna (19 años)
Carina Vásquez (19 años)
Diego Paredes (18 años)
Charlie Cruz (18 años)
138

Agua y aceite
 Cuando el teléfono sonó, ni saben quién era. Quién más, ¡el Diego!.
que decía que le acolite a la cancha a verle al Charlie, y al llegar ya estaba
ese man ahí, y entonces me preguntaron cómo es que le conocí a la Cari.
Entonces les respondí que fue en una tarde lluviosa cuando me
disponía a jugar; en ese momento delante de mí pasó una chica
deslumbrante con una carita de diosa, una sonrisa perfecta y una mirada
despampanante. Al acercarme le pregunté su nombre; solo me respondió,
con una voz dulce y angelical, “¡No molestes!”, desde ese preciso momento
no dejé de pensar en ella, su respuesta, todo de ella me hizo reaccionar y
seguir en busca de su nombre. Tal vez parezca de locos, pero su sencilla
forma de ignorar hizo que me enamorara de ella.
Desde ese momento hice todo lo posible por encontrarla, por seguir
sus pasos para tenerla nuevamente frente a frente, y descubrir en realidad
de qué persona me había enamorado, o por lo menos saber su nombre
¡aunque eso de verdad no importaba!
Al llegar la tarde, y con ella la noche, me di cuenta que estaba hasta
cierto punto perdiendo el tiempo con alguien que no iba a encontrar nunca,
ya que me di modos por saber de quién se trataba. Averigüé por todos lados
sin tener una respuesta exacta, y fue entonces que el teléfono sonó. ¿Quién
era?, era tan solo Diego, “Enano” que me invitaba a la fiesta de su prima
“Majo” ¡Quien también me gustaba mucho! Desde que éramos peladitos y
habíamos tenido una relación, que más que relación era un simple vacile. Y
sin pensarlo dos veces grité una gran respuesta que decía ¡Claro, cómo voy
a faltar, primo! Y entre broma y broma se acabó un largo día para mí. Ni
siquiera tenía idea de qué me iba a poner para la fiesta, pero todo lo que
pasaba por mi mente era que tenía que deslumbrar a ¡Majo!, quien siempre
estuvo a mi lado en las buenas, en las malas y en las que ya no tienen
arreglo. Sin tener en cuenta que la gran sorpresa sería para mí.
Al llegar a la fiesta con mi pana José, sin olvidar al negrito Charlie,
salió a recibirnos Majo, quien se veía tan bella como siempre, y nos dijo que
adentro había una chica que era media, qué digo media, la verdad es que
tenía sus aires de gomela y que para mala suerte era la mejor amiga de
Carla, la pelada de Diego. Al entrar con una gran sonrisa, y echando bromas,
la vi en medio de Carla y Diego, estaba tan bella y deslumbrante como la
primera vez, y mi cuerpo temblaba cuando poco a poco, y paso a paso,
Diego, Carla y ella se acercaban a nosotros y al fin supe su nombre: Carina
“Pocahontas”, y de verdad era tan dulce y cautivador como su presencia;
bailé toda la noche ¡pero siempre con ella! Sin despegarme ni un sólo
140
Amor sin barreras
instante, y sin pensarlo ya había programado una cita que sería un nuevo
encuentro; otra oportunidad de conocer algo más acerca de ella.
Y después de un buen tiempo, de cita en cita, claro está que con
atrasos, pero siempre de ella. ¡Ah! Sin olvidar al pequeño hermano diablo y
celoso que nos perseguía y no nos dejaba un momento a solas, hasta que nos
escapamos del pequeño verdugo que nos acosaba, y al fin con indirectas y
chistes, me decidí a decirle lo que sentía, pero una vez más trató de
evadirme con pretextos y mentiras que claro, eran por miedo a enamorarse
de alguien tan lindo como yo. Mentira, pero no importaba y seguía
insistiendo hasta tal punto que una tarde, por motivo de un golpe, me
arrodillé, tomé su mano y nuevamente lo intenté, y de sus tentadores labios
escuché ¿Qué dices? Perdón no te escuché. Hasta que al fin me contestó, el
lunes te lo digo. El fin de semana no dejé de pensar en otra cosa que en su
respuesta, que desde luego esperaba que sea un grandioso ¡SÍ! Para poder
sacarles pica a mis panas que también querían con ella, aunque ya no están
con nosotros, en especial el Juan, que como se acuerdan, metió la pata con
la guagua Erika, y le llevó para Ambato.
Y llegó el lunes en la tarde, y con ello la angustia de esperar una
respuesta. Al ver venir un integrado, y ver bajar a mi amor, hasta ese
momento platónico, mi cuerpo tembló, cuando en un abrir y cerrar de ojos,
mi amor estuvo delante de mí, y con un susurro suave me dijo la tan ansiada
respuesta “Está bien” .Y con un suave beso de sus labios tentadores la
abracé e hicimos un pacto de amarnos por siempre ante todo y todos. Al
cumplir el primer mes las cosas iban bien, hasta que mi amor llegó con la
noticia de que su mamá no estaba de acuerdo con nuestra relación, por lo
cual se iban a cambiar de casa a Pomasqui para que no podamos estar juntos
en ningún momento, pero para los dos esta distancia no se convertiría en
ningún tipo de obstáculo, ya que nos veríamos en lugares que solo nosotros
habíamos quedado (colonias). La distancia, el tiempo, todo giraba a nuestro
alrededor más y más rápido, y hacía que nuestro amor crezca con mucha
más fuerza e intensidad. Al ver que la distancia, el tiempo, no se
convirtieron nunca en ningún obstáculo, ni tan siquiera en algo parecido, mi
suegrita bella se dio cuenta que nuestro amor era sincero, puro y verdadero;
así que se resignó, nos dio el permiso y la gran oportunidad de ser felices
juntos.
- Tan romántico el maldito cursi; ahora, mija, cuéntame cómo te va con las
tuyas ¡Ay perdón! Con la tuya.
- Oye Diego mejor cuéntanos cómo la conociste.
¿Recuerdas a la Erika “guaguis”?” Ella me llamó a la casa y me dijo que le
141
Amor sin barreras
 devuelva la llamada, y al hacerlo, me contestó una chica con una voz de niña
que no era para nada la de ella, y me sorprendí, y a la vez me confundió
cuando me respondió que su nombre era Carla, ya que con la única chica que
conocía con ese nombre tuve muchos problemas y nos dejamos de hablar, así
que no reconocía aquel número de teléfono. Pero no sé, es raro mi caso; el
amor se me metió por el sencillo cantar de su boca, sin pensarlo dos veces
le dije que nos veamos en la esquina donde queda el retén de los chapas.
Yo la quería conocer por el simple motivo de que su voz era
encantadora, y me cautivó muchísimo; claro que no me importaba su
aspecto, pero al verla todo cambió. Ahora me gustaba mucho más, y esta
vez no era tan solo por su voz. ¡Les cuento, les cuento!. Hice una pregunta
¿eres virgen de labios?, y su repuesta fue ¡Claro soy niña, si no te das
cuenta!, pero después de hablar casi una hora nos despedimos, y pude
robarle su primer beso, y lo único que me dijo fue ¡Oye no te pases, me
agradas, pero nada más! Acotando ¡Por el momento! Y se fue con una
sonrisa de oreja a oreja. La verdad es que no me acuerdo cómo me declaré
ni cuándo, pero creo que fue bacán porque no me dijo no. Y mejor, se me
acercó y me dio un beso.
Al poco tiempo de estar juntos, exactamente a menos de un mes,
me salió con el cuento de que la mamá no estaba de acuerdo, y por lo tanto
me terminó. Al bajar a la Morán, me di cuenta de sus grandes mentiras, ya
que la vi bien abrazada de un chico que se llamaba Santiago, y me hice el
tonto, y me fui en el primer bus que se asomó.
Después de un buen, pero buen tiempo, ella me cayó en el cole, y
conversamos como buenos amigos, y me di cuenta que todavía sentía algo
por ella. Poco a poco le decía lo que sentía con indirectas, pero claro ella
siempre se hacía la loca, y no me daba una respuesta; hasta que un día
recordamos y hablamos de todo lo bello que nos pasó, y lo que sentíamos, y
me obligó a que no sea con indirectas, y que le diga de frente lo que quería.
Me dio un limite, las doce de la noche, y si hasta esa hora no me
declaraba todo quedaba en nada. Pero yo como desesperado le llamé apenas
llegué del cole, y su respuesta ya saben cuál fue. Al culminar nuestro sexto
mes empecé a ser sincero, y le confesé, con una mano en el pecho y la otra
tomando su mano, que le traicioné con seis chicas, entre esas su prima, que
era buenota. Carla, después de todo, me perdonó todo y seguimos.
Los últimos cuatro meses fueron los encuentros y las conversaciones
muy ardientes. Pero en todo el sentido de la palabra, hasta el punto que las
142
Amor sin barreras
cosas no eran como antes, y fue entonces que el treinta y uno de diciembre,
en el baile de la pueblo, ella estaba muy acaramelada bailando con el Javier,
después de aquel día todas las cosas empezaron a cambiar y las peleas eran
más fuertes y continuas, hasta que ninguno de los dos lo soportamos, y
decidimos cortar. Claro, añadiendo que la Carla me dijo que era por mi
culpa.
- ¿Y lo aceptaste?
No, porque a pesar de todo ella hizo algo muy importante para mí, y se
convirtió en un momento muy grande mi vida, en una obsesión, o en algo
parecido.
- Y Vane, ¿cómo le conociste a nuestro pequeño perro y como te va con el
Diego?
Estaba tan tranquila en el trole; más claro, estaba como “niña
buena”, y a lo lejos vi a un abusivo que me estaba coqueteando, y además
me acosaba, porque me seguía de un lugar a otro. Me llamaba y no le hacia
caso, pero por ser amable y no dejarle plantado me le acerqué y me cayó
mal, porque era, y es, hecho el ricote. Luego, al siguiente día me invitó a
salir al cine, y estábamos de lo más tranquilos viendo la película, y fue
entonces en que nos besamos locamente, y al salir del cine nos hicimos los
locos y trataba de evadirle sobre el tema con pretextos Al siguiente día, por
engaños de él, me llevó a su casa con pretexto de ver una cámara, y nos
fuimos a verle al negrito y a un pana para irnos a unas cuevas que eran súper
lindas. Entonces, al llegar, se descolaron el negrito y el Stalin. El Diego me
besó y le pregunté ¿Por qué me besas? Y él me respondió ¿Hay alguien que
nos impida? Y le dije que no, y entonces fue ahí en que se me declaró. Me
di cuenta que jamás conocería a una persona así, ya que el con su forma de
ser cumplió uno de mis grandes sueños, que alguien se me declare en un
lugar tan lindo y romántico como en unas cuevas y un bosque. Algo que
jamás pensé que sucedería
Un día le llevé con engaños a mi casa, y cuando estuvimos ahí le
presenté a mi mami como mi pelado ¡Claro está que sí tiene cabello!
Conversamos, nos dio muchos consejos y le llegó la hora de tomar el rumbo
a su casa, y yo me quedé tan triste y sola. Desde ese momento la hemos
pasado bien, hasta que me hizo llorar y tengan en cuenta que llevamos
recién un mes.
Ah, ¿y cómo crees que sea su futuro? Esperemos que bien.
Ahora, negrito, cuéntanos, ¿qué pasó con la tuya, con Abigail?
Le pedí a mi mami que me dé permiso para irme a una kermés de
143
Amor sin barreras
 rockeros, pero como toda familia normal, mi hermana es reguetonera, y no
le agradó la idea que yo saliera de la ciudad, entonces una cizaña, y no me
dejaron salir. Me invitaron a un campamento organizado por varias
fundaciones, y esta vez mi jefa sí me dio permiso. El día de la salida el José
y yo nos acomplejamos muchísimo, porque en el punto de encuentro todos
eran una bola de gomelos, así como la Cari, claro que ellos eran un poquito
más, nos sentíamos peor que gusano en gallinero, aparte de que no
conocíamos a nadie.
Organizamos una caminata a una cascada, y se me ocurrió meterme
al agua helada que me hacia achachay. Al momento en que salí comencé
hacerle strip tease a mis amigas, amarré mi toalla a dos árboles, y me puse
como Dios me mandó al mundo, y mi queridísimo amigo José me quitó la
toalla, y vieron el colibrí bebé que existía en mí. El José siempre hablaba de
su vecina, y yo tenía mucha curiosidad de conocerla, hasta que se me hizo.
En la noche, una niña solitaria, sentada frente a su carpa. Yo no le tomé
mucha importancia, hasta que me puse a pensar en que no quería salir del
campamento sin muchar a nadie. Así que comencé a lanzar labia y a
juntarme cada vez más; las cosas comenzaron de una forma simpática, ya
que empecé a comer, reír y a pasar con ella, dejándole de lado al so pedazo
del José.
La última noche del campamento le pedí a ella que me dejara
dormir en su carpa, y ella de chiste en chiste me dijo que sí, aunque al
principio yo no lo entendí. Pensé que era una broma, así que tratamos de
dormir y pasamos toda la noche conversando, hasta que por mi reputación
se me ocurrió pedirle un beso, y ella me dijo que lo iba a pensar, hasta que
me quedé dormido esperando el ansiado beso.
Con los primeros rayos de sol, le propuse a ella que fuéramos a la
cascada donde me conoció totalmente. Ella aceptó, después le hice acuerdo
del beso que le pedí, y me dijo que lo iba a pensar. Fue la misma respuesta
que la del día anterior, y ya me estaba resignando a que no pasaría nada.
Hasta que me dijo el fantástico sí. Y se me ocurrió tomar una foto al
momento del beso tan rico, suave y delicado y ella me dijo ¡Estúpido! Le
expliqué que quería que ese bello momento quede guardado para siempre.
Volvimos al campamento, y estaban organizando grupos de rescate, porque
no sabían donde estábamos. Yo le di mi número de teléfono, pero ella no me
dio el suyo; pensé que ella no me iba a llamar, y se me ocurrió darle una
absurda excusa ¡Lo que pasa es que tú eres muy gomelita, y vivimos en
ambientes muy diferentes, y además tú eres blanca y yo negrito
PUKUNPUNPUÍN! Entonces ella me arrebató su maleta, y se fue alejando de
144
Amor sin barreras
mí. Llegué a mi casa y pasaron varios días, hasta que llegó un SMS anónimo
que decía “Que tengas lindos sueños, señor Jonson”. No me pasó por la
mente quién podía ser, hasta que en mi mente dije “La reina de mis sueños”,
así que ahora, poco a poco le propuse que nos volvamos a ver. Salimos
durante varios meses, hasta que se me ocurrió pedirle que sea mi novia de
la misma forma que en el campamento me dijo esa respuesta cojudita. “Lo
voy a pensar”, pero no pasó mucho tiempo y me dijo ¡Sí, mi príncipe! Yo le
dije que con esa repuesta me había hecho el hombre más feliz del mundo,
y nos despedimos con el primer beso de esta relación. Pasó un tiempo, y la
madre se interpuso por la religión, así que nos distanciamos. Además, para
evitar que nos veamos, salieron de la ciudad y seguíamos en un amor a la
distancia, hasta que decidieron regresar por un tiempo.
Su familia vivía en un incansable vaivén, y poco a poco se fueron
rompiendo los lazos que nos unían; hasta que un tres de diciembre
decidirnos terminar la relación. Yo me sentía súper mal, y tenía ganas de
morirme. Así que decidí dirigirme a la concha acústica a que me rompieran
la madre mosheando, pero salí muy tarde de la casa de ella, y no pude llegar
pero todo tiene su lado positivo. Conocí a dos chicas españolas que recién
acababan de llegar al país, y querían que les enseñe donde quedaba la
concha acústica, así que fui con ellas. En mí fue como una antorcha que se
encendía junto con los tragos que me había tomado, así que dejé de ser un
chico tímido y me lancé a los brazos de la lujuria, aunque tenía mucho
miedo, porque era una chica que recién conocía, pero no quería echarme
para atrás. Así que intercambiamos los números y quedamos en volver a
vernos. Y bueno lo pasado es lo pasado, y ahora vamos a seguir jugando, que
ya llegó el otro equipo.
145
Amor sin barreras
 Me llamo Gabriela me encanta la lectura y escribir poemas e historias. Soy una persona
un poco rebelde porque no me conformo con la mediocridad, me encanta dar siempre
todo de mí en lo que hago. Soy yo y no me preocupo por lo que piense la gente.

Esta historia la escribí porque era una persona prejuiciosa hasta que me demostraron que
todas las personas tienen derecho a pensar por sí mismas y nadie nos puede dar viviendo
nuestras vidas.

“Gaco”
17 años

146
 Bueno, ésta es mi historia. Tengo dieciséis años; la edad del burro,
de la cebra, la peor edad. Te caen tantos problemas, crees saberlo todo, te
crees el centro del Universo.
¿A quién no le ha pasado? Te comienzan a gustar las chicas, y
supones, estúpidamente, que con una cerveza en una mano y un cigarrillo
en la otra te ves todo un papito.
Cometes locuras para impresionarlas. Pero comencemos
contándoles algo de mí. Me encantan los deportes, así las impresiono. No
hay deporte que no juegue, pero en especial el fútbol. No me pierdo un
partido de mi Barcelona de España. Salía todos los viernes. Ahora tengo
novia; paso en su casa o ella en la mía, es algo muy especial lo que tenemos,
una relación que espero no acabe nunca. No tanto eso de rendirle cuentas
de todo: ¿cómo, en dónde estás, cuándo y por qué?
Pero tener alguien que se preocupe por ti es medio Bacán. Claro,
esto de amarrarme no fue nada fácil, y aquí es en donde comienza mi
historia.
En mi vida se han cruzado tres personas que han cambiado mi vida:
Anita, mi primer amor; Claudia, una mala experiencia que Dios sabe por qué
se cruzó en mi camino; y mi novia, Andrea.
Tenía trece cuando me enamoré por primera vez de Anita, una chica
de mi colegio. Hermosa, alta, de cabello café oscuro, ojos claros, nariz y
boca perfecta, y unas bubis ¡mmm!, para qué. Pero de eso me enamoré, su
personalidad la hacía perfecta; es una de esas chicas inteligentes que pasan
estudiando en su casa, así que me ahorraba eso de los celos. Sabía que
siempre estaba en su casa. Claro que de típica noria no tiene nada, es muy
alegre y siempre, sea como sea, ha estado conmigo, hasta ahora que ella no
es más que una amiga. Ni siquiera mi mejor amiga, solo amiga. Ella dice que
yo lo decidí, pero sé que está celosa, ya que ahora quiero a otra persona, a
mi novia, claro. Y si están leyendo bien, la quiero, pero no la amo, no como
a mi primer amor. No puedo, simplemente no puedo olvidarme de tantos
momentos que pasamos y vivimos. Con ella aprendí a decir y sentir un “te
quiero”. Ahora el problema no fui yo; ella no quiso estar conmigo.
Todo comenzó cuando conocí a Andrea, que en ese tiempo tan solo
era mi amiga. Mide 1.67, cabello claro, ojos más claros aún, y un aroma que
me encanta. Es mi flaca hermosa, mi amor de toda la vida, es de esas chicas
que les encanta la farra, pero no son ningunas locas y saben hacerse
148
Anónimo
respetar, y por eso llamó mi atención. En cinco meses éramos inseparables,
pero claro, solo amigas, así me llevó a una degustación de productos. Quién
iba a pensar que esto cambiaría mi vida drásticamente. Allí conocí a
Claudia, una chica rubia, pequeña, con unos ojos hermosos. De inmediato
me enamoré de ella. Intercambiamos números, y fue como si ya nos
hubiéramos conocido desde hace siglos. Yo le confié todo a ella, pasamos los
mejores cuatro días. La iba a buscar a su casa y hablabamos de todo allí. Le
confesé que amaba a Anita pero no sabía qué hacer. Le conté con punto y
coma todo lo que había vivido con mi amor imposible.
Me acabó la vida, aun así no le guardo rencor. Por cierto me llamo
Pamela, no creo que tenga mucha importancia, bueno con lo que les voy a
contar sí. El día siguiente de cuando la conocí salió una pregunta extraña de
parte de ella. No sé por qué, pero ella me preguntó si yo era lesbiana. No
creo que esto sea raro, solo que me lo haya preguntado, que haya sido así
de directa, y eso me impactó de inmediato. De esta manera fue que le
confié demasiadas cosas, cosas que nunca debí decir, pero imagínate lo
extraño que fue encontrar una persona igual a mí. Así fue que ella me dio el
consejo de declararme a Anita, mi amiga de más de cinco años. Como les
conté yo andaba perdidamente enamorada de ella, y varias veces me le
había insinuado, y aunque no lo crean ella me coqueteaba. Nos mandábamos
unas miradas tan intensas. Yo no dejaba de ver sus labios y ella los míos, por
eso fue que seguí el consejo de Claudia y me le declaré un martes, en el cual
llovía como si se estuviera acabando el mundo. Se veía desde lejos que el
día no prometía nada bueno, pero qué se le iba a hacer, yo estaba decidida
a robarle un beso. Llegué a la casa de Anita en la punta de la China, en
donde al diablo le roban, y me la enfrenté. Fue el peor día; me dejó en el
piso cuando me dijo que ella nada que ver conmigo, que yo estaba
confundiendo las cosas, y lo que le remató al día fue que (por supuesto nadie
sabía de mi secreto hasta entonces), cuando me enteré que todo había sido
supuestamente una trampa de parte de unas compañeras para saber si yo
era rarita o no, y que Claudia, la persona a la que le confié todo, era
cómplice, y que ella se lo había contado a una amiga de mi colegio, o sea
que todo el mundo lo iba a saber, y que yo simplemente estaba muerta.
Mi mente dio tantas vueltas esa tarde, que no tuve más remedio que
contarle a Andrea mi secreto, pero el drama continúa. No solo sabía la amiga
de Claudia. Carla, una estúpida chismosa en la cual nadie confía, sino que
la pobre pendeja de Carla le había contado a su mejor amiga, Julia quien,
para rematar, era la prima de Anita. Se armó el problema cuando la prima
se enteró que yo, Pamela, andaba enamorada de su prima, ya que ella se
enteró de todo lo que yo algún día le confesé a Claudia. Pero la verdad esto
149
Anónimo
 no afectó en nada nuestra amistad, ya que Andrea y Julia se portaron como
unas verdaderas amigas, y me ayudaron en todo. La tarde del siguiente día
estábamos las tres en casa de Claudia para mandarle al caño de
donde salió, y después de decirle hasta de qué se iba a morir, Claudia
comenzó a llorar y nos confesó que ella nunca había contado algo, y que
Carla se enteró al ver unos mensajes en su celular. Esa mentira no me la creí
mucho, pero fue suficiente para dejarla en paz ahora; en mi vida quiero
volver a saber de Claudia, y mejor ni la vuelvo a nombrar en mi historia.
El drama continúa. Anita no quería saber más de mí después de que
tantas personas se enteraron que el amor de mi vida había sido ella, y ya no
podía verle a los ojos de la misma manera, ya que ella me había despreciado
tan bonito, pero también sé que es por pura vergüenza que no quiere andar
conmigo, que le importa demasiado lo que dice la gente, que no se quiere
dar la oportunidad de amar. Ella no se da cuenta que no solo se daña a sí
misma, sino que me acaba la vida cada día más, ya que me toca verle todos
los días en el mismo salón de clases sin poder besarla y decirle cuánto la
amo. Esto definitivamente acabó con nuestra amistad, pero como yo
siempre digo, todo tiene razón de ser, y de esta mala experiencia comprendí
lo que es ser una verdadera amiga.
Poco a poco me di cuenta de que a Andrea, mi razón de ser, no le
importó, y mejor aun, creamos un gran círculo de confianza en el cual ella
me contó uno de sus secretos más íntimos, y después de acabar con mi
problema salió otro. Ella daba signos de estar embarazada, y el patán de su
novio estaba hecho el perdido. Fue ahí cuando me di cuenta de cuánto la
amaba, y le dije que estaría allí para lo que necesitara. Pasó el peor mes de
su vida; gracias a Dios tenía con quien contar. Esa era yo, quien no la dejó
nunca de apoyar, y al mes le bajó. Me acuerdo como si fuera ayer. Yo compré
la prueba, y esperaba ansiosa detrás de la puerta.
Cinco minutos de sufrimiento recorrían mi cabeza como gotas frías.
Creo que ese día yo estaba más feliz que ella.
Así nos enamoramos después de habernos contado nuestros secretos
mas íntimos, pero ella todavía no sabía lo que yo sentía respecto a ella. Un
miércoles, exactamente hace un mes, fui a la casa de ella con la excusa de
hacer deberes. Una botella de vodka fue suficiente para robarle un beso, mi
primer beso con una mujer. Me acuerdo como si fuera ayer. Ella se daba las
vueltas y no me dejaba robarle un beso, hasta que chocamos nuestros labios;
fue extraño sentir que podía haber un sentimiento más profundo que la
amistad, sentirme en el infinito, es cacho. El chiste es que fue
150
Anónimo
extraordinario. Al salir de su casa lo único que recuerdo fue un NO TE VOY
A VOLVER A HABLAR.
Y fue así, me asustó. Al siguiente día no fue a clases y no me llamó
ni la llamé; pero el viernes, al verla otra vez en el colegio, me di cuenta que
lo nuestro no tenía por qué quedar así. La invité a mi casa para hablar al
respecto, y sin pensarlo dos veces aceptó. Pero en mi casa no necesitamos
palabras. Los besos fueron tantos que no los conté, y lo mejor fue que no
habíamos tomado, que estábamos muy concientes de nuestros actos, y que
lo que sentíamos era mutuo; pero como dije, no hubo palabras y lo difícil de
hablar se vino en la noche cuando ella me aclaró que no era lesbiana, que
conmigo era diferente, que era la primera vez y que era un sentimiento
extraño.
Allí puso los puntos en las íes. Otro problema se me cruzaba. Ni ella
ni yo queríamos problemas con eso de la ignorancia de la gente que no se
permite ver mas allá de sus ojos, y amar sin importarle nada, pero eso no
era todo. Me dijo que ella me quería, pero no se iba negar la posibilidad de
conocer chicos por estar conmigo. Pero mi amor era tan grande que iba a
aceptar ese reto de algún día llegar a compartirla. El problema no era ese;
lo que ella quería decir es que la condición de ella no era estar con dos
personas a la vez, sino más bien eliminar a una, pero imagínate quién iba a
ser: yo, por supuesto.
Esa noche cayó una lágrima, ni una más al saber que yo no tenía
derecho alguno en su vida, y que ella me podía cambiar por alguien cuando
quisiese. Tomé el riesgo más grande en mi vida. Sabía que me iba a doler,
pero acepté su condición. No había nada más en mi cabeza que mis manos
sobre su hermoso cuerpo. Esa noche bastó para aclarar nuestros
sentimientos; después de haber tomado esa decisión todos los días me siento
en las nubes cada vez que la veo, nada es más importante que nosotras, y
todo lo que nos rodea desaparece.
Así perdí la amistad de Anita, la persona con la que compartí de
todo a su lado por más de cinco años de amistad, pero no creo eso. En
realidad para mí nunca fue una amistad; yo a ella la llegué a amar tanto, y
me defraudó. Ahora juro, por todo lo que algún día la quise, que me las va
a pagar. Se le puede notar en los ojos lo que sigue sintiendo por mí, y sé que
cada cosa que hace, lo hace con segunda, como lo que hizo hace tan solo
tres días. Se besó en mi fiesta de cumpleaños, en frente mío, con mi primo,
solo supuestamente para demostrarme que le gustan los hombres. Qué pena
de mujer. No sé por qué se sigue mintiendo. Solo sé que yo ya no siento lo
151
Anónimo
 mismo por ella.

Le bajé las estrellas de un solo golpe; tal vez ese fue mi error. Le
entregué mi vida y mi corazón, pero no le bastó, no fue suficiente, no quiso
quererme como la quise yo.

El riesgo que corrí al aceptar su condición cambió; ahora ya

cumplido un mes, nos damos cuenta de cuánto nos amamos, y ella se dio
cuenta que no necesita a nadie más que a mí. Ahora pasamos más tiempo
juntas, todos los días.

Cada sábado que estoy en su casa, abrazándola en la cama, dándole

besitos y viendo un buen partido de mi Barcelona, me acuerdo de esta
historia, y sé que en el mundo no hay nadie más feliz que yo. Sobre todo
porque hoy me confesó algo que alegró mi mundo. De broma en broma me
dijo en voz baja, mientras estaba recostada en mi pecho, que yo fui su amor
platónico, que ya hace tres meses que le gustaba, pero era un sentimiento
muy profundo y secreto. Qué puedo decir yo, que desde que la vi por
primera vez me gustó.

Si Dios te cierra una puerta de seguro está abierta una ventana, así
que nunca pienses en el futuro. Vive tu presente tal y como te lo ha puesto
Dios, que tu destino lo escribes solo tú, día a día, y nunca te niegues la
oportunidad de amar.

Luis Alfonso
14 años

“Luis es un joven al que a los adultos les cuesta entender, parecería que el mundo entero
no le comprende. Actualmente vive solo, abandonó los estudios y sabemos tiene
trabajos ocasionales. Vanidoso como todo adolescente, sonriente e irreverente, ese es
Luis. Escribir su biografía, tal vez, fue una buena forma de sacar su dolor, también una
gana de querer participar y no quedarse como siempre en la periferia. Quizás en cada
letra citar a la gente que le es realmente importante y hacer resonar en su corazón una
historia llena de dificultades”. Marcia Toca, promotora INNFA.

152

Anónimo
 La historia que les voy a contar se fundamenta en hechos reales. Se
inicia en el hospital Baca Ortiz, el día que yo nací, el 27 de enero de 1992.
Al momento de nacer, mi madre estuvo muy contenta, pero luego de
unos días mi madre me abandonó; me dejó con otra persona, que era mi tía,
Blanca Rojas, que me brindó comida, estudios, vestimenta. Crecí y pasé mi
infancia con ella, sin enterarme que ella era mi tía; a los ocho años me
enteré que a la persona que yo llamaba mamá no lo era, pero yo siempre la
consideré mi madre, porque me crió y estuvo conmigo en los momentos más
difíciles de mi infancia. También me enteré que mi madre me abandonó,
porque nuevamente estaba embarazada de mi hermana Rosa. La vida de mi
madre fue muy difícil, y se dedicó a la prostitución; ella vivía con un hombre
y con otro; a mi madre biológica nunca le he dicho mamá, ni tampoco lo
haré.
Toda mi vida trascurrí al lado de mi tía, y con ella siempre pasé
todos los momentos de mi infancia; ella estuvo siempre conmigo.
Un día, cuando tenía doce años, mi tía Blanca Rojas y yo teníamos planeado
ir a la Iglesia de San Francisco un día sábado antes del Domingo de Ramos.
Estábamos camino a la iglesia cuando, al llegar a la estación del Trole en El
Recreo, estábamos parados en la vereda, una chica le pisó la falda a mi tía.
Ella perdió el equilibrio y se cayó sobre la vereda. Por ser de avanzada edad,
con el golpe se rompió la rodilla. La chica que pisó su vestido huyó, y las
personas que estaban allí llamaron a la ambulancia y la llevaron al Hospital
del Sur. En el hospital la atendieron en la Sala de Emergencias, le realizaron
un sinnúmero de exámenes, como radiografías, exámenes de sangre, etc.
Los médicos, al vernos de escasos recursos, al estar mi tía y yo solos, lo
primero que preguntaron fue que quién iba a correr con los gastos. Yo no
podía, porque era menor de edad. Le pregunté a mi tía Blanca si tenía algo
de dinero para yo poder avisar a algún vecino del barrio, pero mi tía
contestó que no tenía nada, yo me sentí muy mal y me puse a llorar por no
poder hacer nada. Al verme una señora así, en medio del hospital, me
ayudó; me regaló cincuenta centavos. Mi tía le quedó muy agradecida por
esto.
Con este dinero que me dieron, le pregunté a mi tía, a quién le
vamos a avisar, pero ella no se acordaba de nadie. Yo salí corriendo del
hospital, pero no conocía nada, y no sabía qué carro coger para llegar a
micasa. Le pregunté a un señor, y me dijo que coja en carro San Martín y me
baje en la parada del Registro Civil. Que luego coja el trole hasta El Recreo,
y de allí el alimentador que me deja en mi casa.
154
Biografía de Luis Alfonso
Yo llegué a la casa del Señor. Porfirio Soto, y le conté lo que nos
había sucedido. El me contestó que no podía ir en ese momento al hospital,
entonces salió la hija de don Porfirio, Eugenia, y le conté nuevamente lo
sucedido. Llamó a un conocido, y nos trasladamos en taxi al hospital.
Llegamos al hospital, y los médicos preguntaron que si Eugenia se
iba a hacer responsable de la señora Blanca. Eugenia contestó que sí,
además les preguntaron si ellos eran familiares. Eugenia le explicó la
situación a los médicos: les comentó que la señora Blanquita vivía sola
conmigo. Luego le operaron a mi tía. Yo estaba solo en la sala de espera, y
no podía verle a mi tía; después de muchas horas me llevaron al cuarto
donde la habían llevado después de la operación. Al verle me puse a llorar,
y mi tía me dijo que ya no llore. Los médicos me dijeron que yo no podía
quedarme con ella en el hospital toda la noche, pero no quería dejarla sola.
La mamá de Eugenia me ayudó para poder pagar la operación de mi tía.
Realizamos una colecta por toda la Lucha de los Pobres, y pudimos
recoger la plata para pagar la operación, y luego para realizarle una
radiografía para ver cómo había salido todo. Los médicos dijeron que había
salido con éxito. Durante la recuperación de mi tía yo quería quedarme con
ella, pero los médicos me indicaron que yo no podía quedarme si no tenía
un permiso especial. Me ayudó Eugenia para conseguirlo, y así me pude
quedar con ella pero yo no tenía con qué cubrirme por la noche, así que me
tocó traer las cobijas de mi casita. El día en que iba al hospital me perdí y
le pregunté a una señora cómo llegar. Ella se interesó en mí, y me preguntó
que por qué allá. Le conté lo que le pasó a mi tía, y esta señora me regaló
cinco dólares. Yo estuve con mi tía hasta que le dieron el alta del hospital.
Cuando le dieron el alta, los médicos me preguntaron que si alguien
iba a venir a llevarle a mi tía; yo no sabía a quién llamar para llevarle a mi
tía a la casa pero entonces me acordé del padre José Luis, que era el
profesor de la escuela a la que voy. Me fui a verle pero no le encontré, me
fui a la casa de un amigo y le pedí un esfero y un papel, y le dejé una nota
al padre por debajo de la puerta. Al momento de darle el alta le sacaron del
hospital en silla de ruedas, y nuevamente me preguntaron quién le iba a
llevar a mi tía. Yo les dije que el padre José Luis. Él llegó pero no le habían
querido dejar entrar. Me llevó a mi casa junto con mi tía. En el lugar donde
vivía yo, también vivía mí padrastro. Cuando llegamos nos dijeron que el
cuarto en el que vivíamos era muy pequeño y le rogaron a mi padrastro que
si le podía tener por unos días. Él contestó que bueno, pero luego ya nos
estaba reprochando su ayuda. Un médico vino y le sacó el yeso después de
unos meses. Y después de haberle sacado el yeso nos regresamos a nuestro
155
Biografía de Luis Alfonso
 cuarto.

Es en este momento que la Señora. Narcisa se entera de lo que le

sucedió a mi tía. Fue a mi casa a visitar, y nos dijo que nos iba a ayudar a
hacer un cuartito mucho más grande del que teníamos. Nos dieron haciendo
el cuarto entre varias personas del barrio; ese día me enamoré de una amiga
llamada Estela, pero luego nos enojarnos ya no quiso saber nada de mi.
Cuando cumplí catorce años mi tía se puso mal. La señora Narcisa la llevó al
doctor para saber qué le pasaba. El médico le dijo que tenía cáncer, y que
tenía pocos meses de vida, porque el cáncer estaba avanzado. La señora
Narcisa le llevaba siempre al médico para saber cómo estaba, y pequeñas
temporadas pasábamos con doña Narcisa hasta cuando tuvimos que regresar
a nuestro cuarto. Como estábamos solos no teníamos para comer en muchas
ocasiones y un grupo se vecinas nos daban todos los días el almuerzo.

Decepcionado por esto yo no quería irme a la escuela, y perdí el

año. Al comenzar este año escolar la Eugenia bajó a hablar con el padre José
Luis para que me diera una nueva oportunidad para terminar la escuela. A
pocos días de esto se murió mí amiga Eugenia, que tenía unos veintidós años;
al mes de la muerte de Eugenia se murió mi tía, y quedé solo. La fundación
Niñez Internacional a la que pertenezco nos ayudó con el ataúd para mi tía;
la señora Narcisa nos ayudó con todos los papeles para el entierro. Ella
quería velarle en su casa, pero la hermana de mi tía no quiso, y la velamos
en nuestro cuarto.

Comencé la escuela; conocí a Carmen y somos novios. No tenía lugar

donde vivir de forma fija. Vivía en ocasiones con la señora Narcisa y con mi
madrina. Ahora vivo con la familia Puerres, ellos me dan los estudios. No he
visto a mi verdadera mamá; ahora le lleva a mi hermana Rosa con ella, y le
enseña el mal camino y no le deja que termine la escuela. Pero yo me
esfuerzo por estudiar, aunque hay cosas que no entiendo, y es difícil
adaptarme a las costumbres de la familia con la que vivo. Ellos me dicen que
me van a poner en el colegio. Yo de grande espero ser un buen trabajador,
trabajar en una empresa, o ser físico matemático.
Estar siempre callada como sancionando mis palabras, tragándome todo lo que pude,
intoxicándome con cada segundo que cobijaba al pasado, tratando de entender todos los
pormenores de mi vida de dar explicación a una serie de hechos que se enterraron en las
puntas del infierno y logrando huir del purgatorio de mis recuerdos me hizo escribir, y
entender que el papel es más noble que las palabras, tal vez sean muchas… Trato de
encontrarme en cada letra, de encontrar lo que amo en cada palabra, lo que ahora quiero,
lo que quise y lo que me enseña a querer, solo por eso escribo para tener un encuentro
conmigo para ser libre para poder escuchar su voz de sabana, páramo o montaña, escribí
para encontrar mi rostro en su mirada clandestina.

Carolina Álvarez
(Nikte)
18 años
156

Biografía de Luis Alfonso

 Tengo un rostro pálido, un cabello un tanto exagerado, una especie
de adornos en mi cara, cejas pronunciadas, total angustia y desesperación,
un corazón perforado. Ceo que solo uno, o tal vez sean dos… No soy una
diva, está claro, ¿verdad? ¡Ah! Lo olvidaba: ojos pequeños que casi siempre
se mantienen dilatados, y una gran saciedad carnal. Mi vida se ha ido como
pétalos en la corriente tumultuosa de los años, aunque no tenga muchos,
puede ser por el único demonio que ha logrado que esto suceda, él…
He logrado convertirme en una de esas flores de higo que no pueden
brotar en el árbol, en una de esas ninfas intranquilas que buscan desmadejar
el tiempo tratando de encontrar algo entre todas estas sombras terribles que
tienen nombres de recuerdos; no espero que vuelva pronto pero tal vez lo
siga haciendo, siga volviendo a mi vestido de absurdos, para provocarme
adicción a su cuerpo moreno junto al mío, para causar en mí las caricias
más frías, las más lúgubres… Él sobre mí, saboreando toda mi intimidad,
abriéndome, tragándome poco a poco, incitando que mi boca se diluya junto
a la suya, cercenando mi cuerpo con sus manos, ¡demoliendo mis entrañas!
Me ha quebrantado el aliento más vehemente que tenía, y me ha ofrecido
como una azucena salvaje bajo la tierra; ha provocado en mí esas ganas
ilógicas de formar parte de las cloacas suicidas que se esconden bajo los
charcos de agua dulce, y mi rostro se encuentra ahora herido y apagado por
el desapego…
Provoco una pequeña hoguera en un cigarrillo, me lo fumo, me lo
como, me lamo las heridas, y hurgo para ver si encuentro alguna que está
por salir. Pasa el tiempo; no sé si son horas, si son minutos o tal vez
segundos, solo que pasa para no renacer y yo trato de refugiarme en alguna
piel mestiza, trato de no morir y no intentar provocar mi muerte; él está
ahí, me mira pero no me toca, está hastiado de mí…Puede ser que él se
sienta igual que yo, y que le recuerde a alguna Venus que se escondió en el
tiempo, puede ser… Las palabras se deslíen entre los dos, posiblemente
porque él las ha tomado y ha logrado esconderlas… Posiblemente porque no
tengamos nada que decirnos, o simplemente porque nos hemos convertido
en un relámpago físico, en una inhumanidad incomparable, en una
fotografía; posiblemente porque seamos complemente diferentes y yo
necesite de un poco de sabor verde para sobrevivir y él no acepte eso, y yo
no acepte los alaridos de su guitarra en medio de gritos desesperados por
mostrarse diferente, posiblemente porque no exista nada entre los dos…
El cuarto está lleno de ese olor nauseabundo, víctima del dolor y
odio acompañado por la blancura de las sábanas mortuorias que son las
únicas testigos de los actos. El placer ha llegado a embriagarme tanto que
158
Despierta
no puedo llegar a constatar lo que es el amor, y lo único que me queda de
sensibilidad es el simple acto de clavar los ojos en el horizonte y no esperar
que pase nada. Ahora los rayos del sol no alcanzan a alumbrar mis sueños, y
mi personalidad se muestra agónica entre la suya, intimidada por la
palpitante congoja de lo irreparable…
Está siempre callado, como sancionando mis palabras, nada puede
manchar su cara de sonrisas, como nada la puede manchar a la mía. Solo sé
que es una especie de pasión que me sacude el corazón mientras sea joven;
solo puedo constatar que pertenece a la irrealidad de mi atmósfera, a lo
efímero del momento, solo sé que él se acercará con un silencio a la cama,
tratando de sobarla, de romperla, de dejar en ella sus manos fantasmales
que acarician a la flor mas impura de la primavera, dejando los ojos
dilatados en mis manos, respirando levemente el sonido imponente del
infierno.
Mi prudencia ha caído en los corazones estériles y me ha dejado sin
alma, mi cara se ha quedado descolorida sin sangre, dejando pasos en mi
cintura ensanchada, y estremeciendo a mi boca sin saliva, con los labios
temblorosos por el cortante filo de las noticias de dolor… Llegará otro día,
pues se aproxima la hondura de la noche
El cielo comienza a sudar en el hollín de la montaña y la ciudad se
contagia de este juego lúdico… Los carros desesperados porque el tráfico se
mueva, y la gente un tanto intranquila por el olor que produce la
desesperación. Pasan sin fijarse en nada, sin mover sus miradas, sin colocar
sus rostros en otra cosa que no sea el protocolo… Es víspera del invierno,
debe ser por eso el comportamiento del cielo, mientras yo sigo aquí, con mi
rostro pálido, mi mirada en la ventana; yo y mis gemidos, mi grito, mi
espera. Es la primera vez que susurra a mis oídos, pero no logro entender lo
que me quiere decir, no estoy aquí… nunca lo estuve
En un carruaje pasa el momento en que se quedó mi vida, adornado
con un sonido de hip-hop, reguee, un pircing y una mirada dispersa, mi
mente divaga con esto y se convierte nuevamente en una ninfa… en la
cercanía del recuerdo.
Él persevera en seguir alcanzándome. Hoy es diferente; no se
repetirá la historia, no podrán cobijarnos las sabanas mortuorias, no está
dispuesto; solo se despide de a poco, trata de adornar sus palabras, trata de
no meterse en mis cloacas suicidas, trata de morir y no intentar provocar su
muerte junto a la mía… junto a la única palabra que quedó en mis labios,
159
Despierta
 antes, antes de tener esta mirada, este rostro pálido, antes de tener
desmadejada la esperaza, de ser carcomida por el miedo, de tener las
pupilas dilatadas; ¡Antes cuando aún podía mantenerme despierta!

Sí la vida me diera un golpe y no supiera cómo corregirlo, yo pondría la otra mejilla, para
que así con otro golpe me explique el por qué recibir tanto sufrimiento… David
Samaniego: escritor de sus pensamientos y locuras, actor protagonista de su vida,
comunicador de la cotidianidad que la sociedad mantiene como vida y sobre todo humano
frente a lo inevitable. Tengo 16 años y sé que con mi fuerza de trabajo llegaré muy alto…
gracias.

El VIH-SIDA cada día es una enfermedad muy común en la sociedad, si la gente que tiene
esta enfermedad sabe vivir con ella, ¿por qué no aprender a compartir con ellos. El VIH-
SIDA no solo se lo adquiere en un prostíbulo, sino en una variedad de circunstancias, o es
que ¿cuando vemos a un niño con VIH lo juzgamos por haber entrado a un prostíbulo?

David Samaniego
(Sincero libro sensible)
16 años
160 Colegio Particular Andrew

Despierta
 Julián, un chico de apenas 14 años, estudia en un colegio de curas;
él vive en un barrio un poco humilde junto con su abuela; ella tiene 64 años,
y se hizo cargo de Julián cuando él apenas tenía 5 meses de nacido.
Lamentablemente, Julián nunca tuvo padre. La historia de cómo él
llegó a este mundo no le gusta contar, ya que se pone muy mal al recordar
a su madre, a la que lamentablemente nunca conoció; solo tiene fotos y
recuerdos de personas que la conocieron.
Julián tiene un mejor amigo, su nombre es Suliban. Él en estos
momentos estudia en otro colegio, y, aunque los dos se ven muy pocas
veces, siempre tratan de estar en contacto; se podría decir que Julián es una
torre de sostén en la vida de Suliban, pero lo más triste de todo esto es que
a Julián le quedan pocos días de vida.
Un día Julián se encontraba en su casa jugando fútbol con Suliban,
pero tras patear la pelota por unos tres minutos, a Julián se le notó muy
agotado; sin embargo él quería seguir. Al darse cuenta Suliban de lo mal que
se puso le dijo que lo mejor sería entrar a la casa de Julián, y poniendo como
pretexto dijo que pronto llovería. Ellos entraron y se recostaron a ver la
televisión en el cuarto de Julián, luego de un rato Julián dijo:
-Suliban, ¿no estás aburrido?
Y Suliban respondió:
- La verdad, sí, y mucho, pero ¿qué podemos hacer?
- No sé…
- Aunque…, hay algo que sí podemos hacer y es muy interesante…
-¿Es lo que me imagino?
-Sí, por favor, vamos un momento y luego venimos corriendo, además
aun no regresa tu abue. ¿Qué dices nos vamos? Sí, por fa…
-Mira, te cuento que yo también tengo mucha curiosidad de entrar a la
bodega.
-Ya ves, hasta tú mismo tienes curiosidad de ir, además, ya han pasado
muchos años desde que tu abue nos prohibió entrar a la bodega.
-Está bien… Pero no nos separaremos.
La abuela de Julián le tenía prohibido entrar a una bodega que se
encontraba en el segundo piso de la casa. Julián es muy obediente y nunca
se negó a desobedecer a su abuela. Pero ahora la curiosidad le ganó, y
decidió ir con su amigo Suliban.
“La abuela me oculta a mí dentro de esa bodega, yo estoy en un espejo.”
162
El bichito de mi vida
Bueno, ha llegado la hora de presentarme.
Hola, mi nombre es infancia vivo en cada hogar donde me abren las
puertas, y no sólo porque quieren que esté con sus niños, sino también
porque me necesitan.
Un día, cuando Julián tenía tres años, su abuela sin darse cuenta me
encerró en un espejo, y nunca más me dejó salir de este mundo contrario.
Acá todo es contrario; con decirles que si ustedes están enfermos acá no lo
están; si ustedes están tristes acá no lo están; si ustedes están felices pues
acá es lo contrario; y lo más chévere es que cuando tú, en tu mundo real
tienes pocos días de vida, acá recién comienzas a vivir una vida muy larga.
Por eso es que cuando tú te ves a un espejo, te ves muy lindo, pero no creas
que es por que te arreglaste, no; es por el simple hecho que aparece tu
copia que está en este mundo, a tratar de decirte que él está muy triste
detrás de toda esa belleza. Pero tú no le pones atención y solo te limitas a
verte bien, y crees estar feliz. Pero cuando te ves feo, es cuando aparece tu
copia muy feliz para tratar de decirte que la felicidad no está en cómo te
ves, sino en cómo te proyectas ante el mundo para decirles quién eres… Si
tú dejaras que tu copia tome posesión de tus actos, aunque sea en el acto
de estar frente al espejo, cambiaría muchísimo tu vida.
Como se darán cuenta, mi mundo es todo lo contrario a su mundo;
en éste la muerte es vida y la vida es muerte. Acá también existe un ser muy
igualito a ti, que lo llamamos copia, su misión es tratar de hablar contigo a
través de un espejo, y aunque es todo lo contrario de lo que tú eres, nunca
te deja de pensar. Por ejemplo, apuesto que ahora mismo tienes muchas
responsabilidades, y tu cabeza solo piensa en cumplir con esas
responsabilidades. Pues acá NO, porque acá yo te veo muy feliz, sin tantas
preocupaciones, y sobre todo con ganas de vivir mucho, pero mucho más.
Mi mundo “al revés”, como yo lo llamo, es tan lindo como el mundo
en el que tú o Julián viven, pero que lamentablemente no saben utilizar.
Creo que para ello estoy yo… Yo no sólo estoy para acompañarles cuando son
niños, sino que también estoy cuando ustedes me necesiten, aunque
lamentablemente me vayan encerrando en un espejo, y no crean
necesitarme más.
Bueno, creo que ya me estoy saliendo de la historia… Sigamos.
Después de que Suliban y Julián ya cruzaron la puerta, se
encontraron con unos costales de papas, luego con un montón de cuadros de
163
El bichito de mi vida
 pinturas, y luego ME ENCONTRARON ¡Eh, qué alegría! Yo estaba tapado con -Me gusta leer y jugar fútbol, pero lamentablemente tengo un animalito aquí
una sábana muy grande que cualquiera me podía quitar, pero eso sí, solo adentro su nombre es medio raro.
Julián me podía ver; ya que le pertenezco. -Cuéntame, ¿de qué se trata ese animalito que llevas dentro?
-Mi abuelita me dijo que lo llamaremos bichito, siempre me dice que ese
Al ver que Julián y Suliban se reflejaron en este espejo me dio bichito es mi compañero fiel, y que nunca me dejará porque me está
muchas ganas de salir y jugar con ellos. cuidando.
-Sabes, me gustaría que me cuentes toda tu vida y sobre todo como has
-Y, ¿qué es esto? - Le preguntó Suliban. crecido y te has convertido ya en un niño muy grande. Pero eso sí, solo si tú
-No ves que es un espejo - respondió Julián. quieres.
-Y, ¿qué hace aquí? -Sabes, estuve esperando esta conversación desde hace mucho tiempo, y
-Creo que tu abue lo guardó aquí para que no lo maltrataran ni se rompiera, realmente sí te quiero contar toda mi vida. Aunque no te conozco, me das
mira que es muy grande. muchísima confianza y quiero aprovecharlo porque sé que luego ya no
-Creo que tienes razón, pero es tan… tan… contaré a nadie mi vida. Cuando yo nací mi mamita me escribió una carta
-Tan… ¿qué? muy linda…
-No sé cómo decirte, sólo sé que es muy raro. Julián bajó la mirada y se notó su tristeza al nombrar a su madre.
-Raro… yo no lo veo raro; más bien yo lo veo muy simple. Bueno como ya -Julián, ¿tal vez me puedes dejar ver la carta?
hemos visto lo que hay aquí dentro… Vamos que la verdad me estoy -Mmmm, claro, no hay problema, espera un momento, ya te la traigo.
aburriendo más aquí que en tu cuarto.
-No, espera un segundo… hay algo que me atrae de este espejo. En ese instante Julián corrió a traer la carta, que la tenía en la
-Miren no más, antes el jovencito no quería entrar acá y ahora ya no quiere gaveta de la mesita que estaba al lado de su cama.
salir. Vamos pronto mejor, que tu abue no demora en llegar.
-Está bien vamos… Mientras él bajaba las gradas su abuela estaba entrando. Como él no
se percató del ruido de la puerta ni de la entrada de su abuela a la casa, su
Al parecer Julián ya comenzó a notar mi presencia. abuela lo siguió, ya que quería darle una sorpresa; pero la sorpresa se llevó
Eso me alegra mucho, porque sé que él regresará a verme. Y allí le voy a ella, ya que al seguirlo, lo vio entrando a la bodega.
hacer la conversa. Lo malo que tenemos los que vivimos detrás del espejo
es que no podemos hablar pero sí podemos comunicarnos a través de la La abuela no le dijo nada, y en silencio se puso en la puerta de la
conciencia. bodega a ver y a escuchar con quién conversaba. Ella iba a entrar, ya que se
asustó al oír que Julián hablaba solo frente a un espejo, y es más, él se
Al siguiente día, Julián, apenas salió su abuela a vender sus preguntaba y a su vez él mismo se respondía; la abuela se asustó, ya que
empanadas, él entró solo a la bodega… pensó que estaba mal de la cabeza. Imagínense: un niño que habla solo
Y ME DESTAPÓ… al fin nos pudimos ver. frente a un espejo y sobre todo contándole su vida.
Él me quedó viendo por un buen rato. Luego comencé a decirle
¿quién eres? La abuela iba a entrar, pero entonces escuchó llorar a Julián
(Esta pregunta y toda la conversación la realiza él solo, ya que como les dije, diciendo:
yo solo me comunico a través de su conciencia).
Él respondió: -Ésta es la carta, te la leeré, dice:
Hola mijo: Sabes, la vida no me ha tratado nada bien, tal vez
-Hola, mi nombre es Julián. no nos conozcamos en un futuro, pero recuerda que desde
-¿Cuántos años tienes? donde esté, te voy a estar apoyando; solo te pido
-Tengo 14 años. que cuando alguien te hable mal de mí no le tomes
-¿Qué te gusta hacer? en cuenta. Recuerda que nadie es bueno en la vida, y
164 165

El bichito de mi vida El bichito de mi vida

 que parte de la vida del ser humano es cometer errores.
Te recomiendo llorar solo por los que amas, no por
los hipócritas, aunque de ellos es este mundo, no dejes
que ellos se adueñen de tu corazón.
Cuando la gente te hago, tú no les des
como merecido tu venganza, ya que la propia vida
es la que se encargará de hacerles pagar el mal que cometieron.
Mi chiquito, a tu madre le hicieron daño las manos de un
hombre, te pido que nunca hagas daño a una mujer.
Y cuando lo vayas a hacer, ten en cuenta que puedo ser yo.
Recuerda nunca dejar de vivir, ya que mientras más
vivas tu vida, más feliz le harás a tu corazón.
Por favor mijo, nunca te olvides de Dios, y cuando
me necesites para conversar o tal vez para
pedirme ayuda, habla con Dios, que
por medio de Él te estaré escuchando,
ya que Él te ama, igual que yo.
Tu madre te cuidará y te guiará desde
donde esté pase lo que pase.
Y sobre todo te amará por siempre.
¿Qué tal? Te parece…
No crees que mi mami fue muy linda…
-¿Por qué murió?
-La verdad no lo sé… Solo sé que su muerte se debió a algo muy extraño que
por lo visto le hicieron las manos de un hombre. Mi abue solo me dice que
ella fue la mujer más bonita y feliz del mundo, y debió morir ya que los
ángeles de Dios son como ella, y por eso Dios quería que ella esté a su lado,
yo por eso siempre converso con Dios ya que sé que luego Diosito le dirá a
mi mami lo que le dije.
-¿Y tu padre?
-Nunca lo conocí, y mi abue me dijo que él había muerto cuando apenas mi
mami tenía tres meses de tenerme en su barriguita.
-Sígueme contando, cómo fue tu infancia…
-Cuando tenía cuatro años siempre me cansaba con toda clase de esfuerzo
físico que practicaba, bueno, hasta ahora. Mi abuelita me decía que yo era
166
El bichito de mi vida
muy travieso, y que eso es normal en los traviesos de nacimiento, pero sabes
no entiendo, ¿por qué Suliban no se cansaba?
-Tal vez porque él comía toda la sopa.
-No porque yo también comía, y más que él. Mi abue me decía que Suliban
no era un travieso de nacimiento, como yo, y que por eso no podía cansarse
tan rápidamente. Qué linda mi abuelita, ¿no crees? Cuando tenía doce años,
y estaba estudiando en mi escuelita, me mando a llamar el profesor Joaquín
Burgos, de música. Te cuento que a Suliban y a mí siempre nos ha gustado
muchísimo cantar, y tenemos bonitas voces. Siempre nos pedían que
cantemos en los programas que habían en la escuela. Nosotros nunca nos
negamos, porque nos encanta cantar, aunque cuando Suliban canta música
muy triste se pone a llorar, ya que se acuerda de su tío que está en Estados
Unidos, y a su vez se acuerda de cuando sus papás se separaron. Bueno te
sigo contando… Luego de que el profesor Joaquín Burgos me llamó, bajé al
salón de música y me dijo que le gustaba mucho mi voz, y como yo cantaba.
Yo le agradecí, y luego él me dijo que quería formar un grupo de
canto de la escuela.
Yo estaba muy feliz, y le dije que sí quería ser la voz principal, pero
le dije que debo pedirle permiso a mi abuelita. Él me dijo que no habría
problema, ya que él se encargaría de eso.
La abuela de Julián que se encontraba en la puerta, se le veía muy
interesada en seguir escuchando, allí parada junto a la puerta, lo que Julián
seguía diciendo.
Mientras Julián continuaba:
En la tarde del mismo día el profesor Joaquín llamó a mi casa y habló con
mi abuelita.
Acabaron de hablar por teléfono y a mi abuelita se le oía muy feliz;
ella me llamó, fui apresurado como si no supiese nada. Ella me contó, me
felicitó y me preguntó si quería integrar el grupo de música, a su vez me dijo
que sería una gran responsabilidad y que por tal motivo no debía
abandonarla, ya que tenía que quedarme a repasar los martes y jueves
después de la escuela. Pero me hizo prometerle que no bajarían mis
calificaciones.
Yo accedí sin disimular, y le prometí que no bajarían mis notas y que
más bien subirían mis calificaciones. A su vez ella estaba muy alegre, ya que
me veía, que saltaba por todo lado, gritando, riendo de la alegría y felicidad
167
El bichito de mi vida
 que me provocó el saber que iba a ser la voz principal del grupo de música
de la escuela.
En esos momentos Suliban se retiró de la escuela, ya que en unos
meses iba a viajar a Estados Unidos, adonde una familia que tenía por allá.
Lo llamaba constantemente pero nunca lo encontraba, ya que estaba
ocupado con los papeles que tenía que hacer para salir del país.
Le quería contar del grupo de música al que entré, y a su vez le quería
preguntar qué pasó con el otro grupo de música que iban a formar con el
mismo profesor Joaquín, y no lo encontraba. Es que a Suliban le propuso el
profe Joaquín que le ayudaría a entonar más su voz, ya que la tenía muy
bonita pero faltaba un poquito más retocarla. Pero como Suliban ya se fue
de la escuela no sé que pasó, ya que nunca me quiso contar nada, y la
verdad no quería preguntarle al profe, ya que me daba vergüenza por el
mismo hecho de que aún no le tengo la suficiente confianza que digamos
para poderle preguntar de sus alumnos.
Ya llevaba repasando cuatro semanas. Bajaba al salón de música
después de la escuela todos los martes y jueves como quedamos, pero me
extrañaba bastante el que no hubiera más chicos repasando conmigo; y
siempre estábamos solo yo y el profesor Joaquín. Me atreví a preguntarle y
me dijo que se debía a que primero quería prepararme a mí solo, con la voz,
para luego traer a más niños.
Un día escuché en la escuela un rumor acerca de un profesor de
música, el cual era que lo despidieron porque había violado a un alumno, y
que le dieron una semana de plazo para que deje todas sus notas y pruebas
para que entre el siguiente profesor nuevo. Habían tres profesores más de
música, y me imagine que sería uno de los dos que no me daban clases a mí.
El jueves baje al salón de música y, cuando entró el profesor, me dijo que
cerrase la puerta con cerrojo, yo le hice caso y entré. Él cerró todas las
cortinas; me pareció raro, pero pensé que era para algún ejercicio, dijo que
me sentase en el suelo, pero cuando lo hice un escalofrío recorrió todo mi
cuerpo.
A los pocos minutos el me sacó el saco, y me dijo que el ejercicio
que íbamos a hacer se trataba de la respiración, y que para ello tenía que
sacarme toda la ropa. Le dije que mi abuelita me ha enseñado a que no debo
sacarme la ropa delante de ninguna persona desconocida.
El me dijo que no pasaría nada y que no le íbamos a decir a mi
abuelita. Como él es mi profesor de música me imaginé que no habría
problema, y accedí a sacarme toda la ropa, quedándome solo en calzoncillo.
168
El bichito de mi vida
Luego el se sacó la ropa, y me veía con una mirada muy fea. Luego el me
comenzó a tocar y me violó…
Julián se encontraba muy mal; estaba llorando.
-Julián, ¿quieres seguirme contando o quieres cambiar de tema?
La abuela de Julián estaba en la puerta, paralizada y asombrada sin saber
qué hacer; lo único que podía hacer era entrar y hablar con Julián acerca de
lo que dijo; ella estaba por entrar cuando de pronto Julián alzó su rostro y
dijo:
-Al llegar a mi casa me di cuenta de que no había sido ningún ejercicio, y
mejor me fui a dormir sin comer nada. Mi abuelita me preguntó si me pasaba
algo, y yo le dije que no, que todo estaba bien, que solamente estaba muy
cansado. Mientras me sacaba la ropa me sentía muy mal, y sobre todo ya no
tenía más lágrimas para derramarlas, ya que todas se las di al mundo el rato
en que él me violó.
Al siguiente día me fui muy temprano a la escuela. No me despedí
de mi abuelita.
Me sentía muy mal, tanto psicológica como físicamente, pero cómo
quitarme ese dolor, si no era un dolor de cabeza para poderle decir a mi
abuelita que me curase, cómo quitarme si apenas era un niño que no
entendía por qué me hizo eso el profesor; al llegar a la escuela me dijeron
que el profesor que habían despedido era el Profesor Joaquín Burgos. Mis
compañeros de salón comenzaron a hablar del niño que fue violado por el
profesor Joaquín, ellos dijeron que al niño lo sacaron de la escuela y que sus
padres estaban siguiéndole un juicio al profesor, ya que querían meterle a
la cárcel.
La verdad el profesor me hizo mucho daño, pero como mi mami en
su carta me dijo: cuando la gente te hace daño, tú no les des venganza, ya
que la propia vida es la que se encargará de hacerles pagar el mal que
cometieron.
Han pasado ya dos años ahora tengo trece años.
Hace un año me diagnosticaron que el bichito que tengo dentro de
mí ha evolucionado rápidamente ya que el profesor tenía VIH, ahora tengo
sida.
Cuando fui al médico, me preguntó que cual creía que podría haber
sido la razón por la cual me evolucionó tan rápido mi virus, si cuado me
diagnosticaron que tenía VIH (ósea cuando era muy pero muy chiquito, tenía
169
El bichito de mi vida
 1 mes de nacido), a su vez me diagnosticaron el VIH lento, que se demora
muchos años en evolucionar, o también puede evolucionar rápidamente
cuando hay algún contacto con otra persona que tenga VIH. Sólo así me pudo
evolucionar ya que ahora tengo sida. En conclusión él me dijo que debió
haber evolucionado porque el VIH ya se expandió a todo mi cuerpo.
Mi abuelita me explicó la verdadera causa de la muerte de mi mami,
diciéndome que mi mami murió porque tenía sida. Me contó que a mi mami
la habían violado unos tipos muy malos que estaban enfermos de sida, y que
fruto de eso era mi nacimiento; ella había muerto al mes y medio de yo
haber nacido, a sí que yo nací con VIH. Yo la verdad, cuando mi abuelita me
contó eso, me puse muy mal, ya que saber que tienes sida, y a su vez saber
que eres hijo de unos ladrones que no sabes en que parte del mundo están,
sí que es triste.
-Julián, dime ¿cómo te sientes tú?
-La verdad muy mal, ya que saber que me voy a morir en unos dos meses me
hace la persona más infeliz de este mundo. Aunque sabes, mi abuelita
siempre me quiere ver feliz, y por eso me dijo que el bichito que siempre
me cuidaba era el de sida que lamentablemente mi mami me lo heredó, para
así poderme cuidar desde donde esté.
Los doctores le dijeron a mi abuelita que tengo sólo uno o dos meses
más de vida; y mi abuelita me dijo que el bichito quiere verme feliz, y que
por ello quiere llevarme a que esté cerca de mi mamita.
Dice que el bichito me va a llevar a donde está mi mamita en dos o
tres meses, pero que mientras tanto tengo que ser feliz, esperando que
llegue ese día.
-Julián, eres ya un joven de 14 años al cual le quedan 2 meses de vida. Pues
quiero que vayas y salgas a vivir estos dos meses como los dos mejores meses
de tú vida, ya que a nadie le dan la oportunidad de tener una abuelita muy
linda que siempre vela por tú felicidad y tranquilidad. Tampoco nadie tiene
un mejor amigo que más que mejor amigo es tú hermano. Tú sabes que para
él eres su torre de sostén y que ahora que está por una buena temporada
aquí, junto a ti. No puedes defraudarlo ya que él te necesita, a su vez dime,
¿a quién se le da la oportunidad de que cuando muera, tenga a su madre que
le espere en las puertas del cielo con las malos abiertas para vivir junto a
ella eternamente?
-Me duele mucho esperar que llegue ese día.
-Pues nada de dolor, anda y sé feliz, que así cuando mueras dejarás un buen
170
El bichito de mi vida
recuerdo de tu paso por la tierra a la gente que te pudo conocer.
La abuela de Julián entró en ese momento y le abrazó muy fuerte
llorando, y luego le dijo que ella tenía un dinero guardado para cuando
llegase, y que ahora irían los dos a pasear por todo lado con ese dinero por
dos meses, eso sí olvidándose del mundo y viviendo al máximo solos los dos.
Dos Meses después…
-Abuelita me duele mucho mi cuerpo, ya quiero estar con mi mami. Por favor
dígale al bichito que me lleve pronto para que mi mami me cure.
-Tranquilo mijito que el bichito del amor ya les va a juntar, y vas a ver que
después vas a poder correr, jugar y cantar muchísimo.
-¿Abuelita, tú vas a venir conmigo?
-Mijito después de algunos años yo estaré con ustedes, mientras tanto
ustedes tienen que cuidarme desde donde estén, y tú tienes que
prometerme que cuando hables con Diosito le pedirás para que me cuide y
nos permita estar pronto juntos a los tres.
Suliban:
-Ñañito, te quiero mucho y nunca te voy a olvidar. Tú eres y serás siempre
mi mejor amigo y sobre todo mi único ñaño, te quiero cuídate y nunca me
dejes solo.
-Tranquilo, Suliban, que nunca te dejaré solo, y siempre te estaré cuidando.
Chao y recuerda que yo también te quiero muchísimo.
Abuelita:
-Chao, mijito lindo, salúdale a mi hija y dile que la quiero. Te amo mi nietito
lindo.
-Chao, abuelita, también la amo y no llore.
Después de un tiempo de la muerte de Julián:
Suliban: Se fue a vivir a Estados Unidos por unos meses, y
luego regresó a Ecuador a seguir estudiando, pero eso sí jamás se olvido de
Julián, y siempre que podía iba a ver su nicho y cuando conversaba con Dios
siempre le pedía por Julián.
Abuelita: Ella siguió viviendo y trabajando sólo por cinco años más,
luego falleció ya que se enfermó debido a que se sentía muy sola. Pero
cuando murió me imagino que se reencontró con Julián y su hija Brillit.
Profesor Joaquín: Al profesor lo encontraron culpable de varias
violaciones y como un día, después de que la abuelita se enterara de la
171
El bichito de mi vida
 violación que sufrió Julián, él mismo le pidió a la abuelita que no hiciera
nada contra el profesor, debido a eso la abuelita no actuó en contra de él.

Al profesor le encerraron en la cárcel por varios años.

Yo la infancia: Después de la conversación que mantuve con Julián

logré darme cuenta de que los problemas que nacen en la infancia sufren sus
consecuencias en la vida después de la infancia, y a su vez que la gente
nunca debe olvidarse de mí, ya que siempre estaré buscando cómo llegar
con algún mensaje a través de un espejo, para recordarles que a la vida se
la vive y disfruta como un niño en plena infancia.

Muchas gracias, y hasta aquí llegó mi misión con Julián.

Hasta pronto.

“…Rosanna no era sino una adolescente más. Con diferentes ideas, miedos,
creencias, alegrías, soledades, talvez. Secuestrada en esa misma burbuja,
cada día más gris, de todos los adolescentes en su ciudad. Adolescentes
atrapados en una política casi desconocida, en unas leyes enterradas en el
cielo, en unos sueños que no han podido plantear, en una verdad
manipulada, en una mentira adornada, en una alegría que significa papel
verde, en una tristeza que sin duda significa un bolsillo vació, y en ese
sueño de una adolescencia que con cierta ingenuidad imaginan fuerte e
indestructible”.

Isabela Durán
(Mona)
18 años
Colegio Menor San Francisco de Quito

172

El bichito de mi vida
 Cada vez que su padre llegaba a casa, se apaciguaba el silencio.
Mientras él caminaba con pasos cortos y cansados desde su auto hasta el
portón, Rosanna miraba desde su ventana a la tenue luz de la luna
iluminando su rostro viejo y triste; entonces todavía podía escuchar a su
madre decir frases pequeñas, hablarse a sí misma en un tono vago y
desilusionado… Pero cuando lo escuchaba abrir la puerta, ella parecía morir.
No se oía nada, ni un suspiro, ni un movimiento, nada, solo silencio.
Su padre dejaba siempre las llaves en una mesa, y acostumbrado a no
romper ese dilatado silencio subía las escaleras preguntándose,
seguramente, cuál era el extraño mundo en que vivían su esposa e hija; un
mundo en el que las palabras parecían no ser más que un estorbo.
A final de ese pasillo lleno de realidades crudas, distancias infinitas
y frases vacías, quedaba el cuarto de Rosanna. Ese agujero verde, limón y
azul donde se hallaba menos acompañada que nunca. Pero ese agujero en el
que la soledad no existía, en donde ella se acompañaba en silencio, no le
faltaba nada más. El cuarto de sus padres quedaba frente a las escaleras, a
solo unos cuantos metros del suyo, pero esa noche no fue una excepción.
Escuchó el sordo crujir de su padre sobre el piso de madera clara, su
habitual suspiro de cansancio y ese nefasto portazo que convertía esos tres
metros de distancia en millas de indiferencia y melancolía.
Todas las noches se perdía entre polvos incógnitos, humo perdido y
pensamientos encantados. Dejaba de ser Rosanna. Dejaba de ser esa chica
sin nórte, a punto de ser olvidada, a un paso de pasar desapercibida, y muy
cerca de que sus propias voces interiores la dejen sorda. Ella misma se
provocaba esas fantasías demasiado lejanas a la realidad, pero tan
intensamente cercanas a la alegría que no le importaba saber que no las
recordaría al día siguiente. Se llenaba de esa valentía que deseaba haber
heredado de ese padre al que no conocía lo suficiente, pero al que a
oscuras, y negándoselo a sí misma, respetaba y admiraba. Y esa valentía,
como un fuego tímido y mareado, la ayudaba a creer que algún día podría
hallar el valor para romper ese silencio idiota que hacía agonizar a su
pequeña familia cada día un poco más.
Era un lunes nublado y frío. Era un Quito común y agitado. Era un
repetitivo hoyo estrecho de maestros desconocidos, libros cansados, relojes
brutalmente lentos y de compañeros esclavos de esas personalidades
monótonas y aburridas que Rosanna no entendía. Era un día más.
Ella había escuchado que si podías contar a tus amigos con los dedos
de una mano te debías sentir afortunado: se burlaba de esas interminables
174
Era un día más
amistades hipócritas e intactas que invadían su colegio y su Quito. Pero a
pesar de todo, Rosanna no era sino una adolescente más. Con diferentes
ideas, miedos, creencias, alegrías, soledades, talvez, pero secuestrada en
esa misma burbuja, cada día más gris, de todos los adolescente en su
ciudad. Adolescentes atrapados en una política casi desconocida, en unas
leyes enterradas en el cielo, en unos sueños que no han podido plantear, en
una verdad manipulada, en una mentira adornada, en una alegría que
significa papel verde, en una tristeza que, sin duda, significa un bolsillo
vacío, y en ese sueño de una adolescencia que con cierta ingenuidad
imaginan fuerte e indestructible.
Caminaba hacia su casa, no tan lento para que no la atrapen esos
seres borrosos, hambrientos por una aventura, soñando aquella alegría
aparente y en busca de resolver sus problemas a costa de cualquier cosa; tan
irremediablemente atascados en tristezas e inevitablemente refugiados en
esa delincuencia compadecida, a un metro de ser aceptada. Ni tan rápido
tampoco, atemorizada de llegar a esa cueva llena de recuerdos vacíos, de
cenas calladas, de intensas discusiones, de luces apagadas y de ventanas
innecesarias. Atemorizada de llegar a esa cueva llena de silencio.
Había ese callejón peligrosamente cercano a su casa, ese callejón
que visitaba casi siempre convencida de que nunca desaparecería. Ese
vericueto sin salida en el que inconcientemente perdía esa alegría que
llevaba escondida y que no creía posible, esos sueños dormidos en su
corazón, con ganas de saltar, y esa única posible y verdadera valentía.
Ramón Cañerazo, o comúnmente conocido como ''Coñazo'', era el que todos
veían como el dueño de ese callejón repleto de almas muertas, de
personalidades pérdidas y de esperanzas arrebatadas. Era ahí donde Rosanna
sentía esa inexplicable vergüenza que la amarraba a una seriedad y una
culpabilidad que no lograba dejar atrás. Era ahí donde ella conseguía esos
sus polvos incógnitos, ese su humo perdido y esos sus pensamientos
encantados.
Escondió ágilmente dentro de su sostén esas mentiras que le
permitían, noche tras noche, soñar despierta. “Dios la guarde, Danielita”, le
dijo Coñazo casi a gritos mientras ella se alejaba, con ese tino idiota y ese
sarcasmo que ella tanto odiaba, pero del que dependía.
Esa tarde llegó a casa más tarde de lo usual, pero sintió una vez más
esa pesadez de estar en un lugar casi desconocido. Andrés la había llevado
al cine, y después a la parte trasera de su auto; y ahí mismo le había pedido
incansablemente una prueba de amor. Le dolía el cuerpo y se sentía peor
175
Era un día más
 que nunca. Me parece que lo mejor es que lo hagamos los dos por primera
vez ahora, no sabemos qué pasará mañana chiquita, y no nos queremos
morir sin habernos amado. Al cerrar la puerta de su cuarto, esas palabras le
retumbaron la conciencia. Se había dejado manipular por frases disparadas
al vacío, sin mucho sentido, y con el único verdadero propósito de sentir
placer. Pero te amo ahora, y no necesito tener tu cuerpo sobre el mío,
recordó que le había dicho con la voz baja, llena de inseguridad. ¡No puedo
seguir contigo si no me demuestras que me amas!. Esas palabras maldijeron
su vida, las escuchó en su interior con fuerza, se tocó los genitales y lloró
en silencio. Se sentía más sola que nunca, sabía que le había entregado todo
lo que una mujer le puede entregar a un hombre, a una persona que no
estaba segura si la amaría por siempre. Recordó sus primeros besos y
caricias, el día que lo conoció en ese callejón, tan evidentemente decisivo
en su vida, y esas sonrisas que le causaba. Y lo odió. Quería olvidarlo todo,
no solo a él, sino a sí misma. Sentía que no sabía quién era exactamente, no
entendía cómo se había perdido, y no sabía cómo regresar. Buscaba en su
interior algo o alguien que la comprendiera, que le lanzara un soplo de
esperanza, un rayo de luz, una sonrisa escondida, pero no había nada, y el
hombre, al que ahora le pertenecía todo lo que ella consideraba valioso, no
estaba a su lado. Se lo imaginó haciendo alarde y contándolo, se lo imaginó
en medio de sueños mojados y pensamientos impuros, quería matarlo, no
quería saber más de él. Le dolía saber que ese hombre no iba a respetarla
más, ni a amarla, ni a apreciarla. Le dolía saber que después de esa tarde
ya nada sería igual. Le dolía saber que él algún día se iba a ir, pero que su
recuerdo sería imposible de borrar; pero más que nada la mataba por dentro
pensar que quizás esa tarde no había sido para él tan importante y
significativa como para ella, y que quizás el solo hablaba y en realidad no
estaba muy seguro de amarla para siempre, y le costaba imaginar que
tendría que repetir ese momento con otro hombre, porque posiblemente
Andrés se iría algún día.
Qué difícil es amar y que no te lo crean, qué difícil había sido para
ella esa tarde en que, por demostrarle a un hombre que lo amaba, tuvo que
entregarlo todo. Qué difícil es creer que te aman y descubrir que solo te
desean, qué duro es creer que es tuyo y darte cuenta de que tú eres la única
que tiene dueño, porque fuiste tú quien hizo lo que él quería y fue él el que
consiguió lo que le provocó. Lo que le provocó, lo que su instinto quiso,
necesitó, lo que le dio la maldita gana de querer. Qué doloroso es creer que
tienes algo en tu vida que sí funciona, y darte cuenta que de todo lo que
está en la mierda, lo más jodido es este amor; qué imposible de aceptar es
ver tu rostro mojado en el espejo, tus ojos hinchados, y sentirte idiota
porque fue tu decisión, porque él solo lo pidió. Qué injusto es sentir tu
176
Era un día más
corazón destrozado, qué injusto es haber creído desde pequeña que ese
sería el día más especial de tu vida, y darte cuenta que nunca has estado
más vacía; qué irónico es pensar que lo disfrutaste, qué irónico es darte
cuenta que no eres la misma, y sin embargo que sigues siendo una niña. Qué
difícil es amar.
Escuchó a alguien llamar a su puerta débilmente; por unos instantes
supuso que eran sólo efectos tardíos de su tristeza, o tal vez de esos humos
encantados que la habían llevado, sin previo aviso, a esa noche en que no se
sentía nadie.
- Rosanna, soy tu padre, ¿me vas a abrir o no? – Permaneció unos instantes
en silencio, conteniéndose mil palabras y llantos que no había podido
terminar. Caminó insegura y sin pensarlo mucho hasta la puerta.
- ¿Sí? – lo miró seria, alzando la mirada hasta ese hombre tan curiosamente
parecido a ella.
- Mija, te han llegado estos sobres… Espera, ¿has estado llorando, no? ¿Qué
te hizo tu madre? ¡Isabel! ¿Qué le has hecho a Rosanna?
- Tranquilo, tranquilo, mamá no me ha hecho nada. Solo me dio alergia,
¿está bien? - le molestaba tanto ver esas actuaciones frívolas y mentirosas
que solía hacer su padre de vez en cuando. Esos pocos días en que recordaba
que tenía una hija que vivía a solo un metro de su cuarto.
Le arranchó los sobres y cerró la puerta lentamente, volviendo a
convertir en infinitos esos pocos centímetros que la separaban de su padre.
Le gustaba imaginarse que pasaba el tiempo y se volvía relativamente
normal, conseguía amigos, buenas calificaciones y muchos años y madurez.
Entonces se imaginaba en una pequeña y cómoda casa en el valle de
Cumbayá. Tan lejos de ese callejón como de sus padres, tan lejos, que
visitarlos sería casi una tarea imposible. Entonces los imaginaba a ellos, en
el mismo trabajo, con los mismo amigos idiotas, igual de callados y tristes y
cada día más vacíos. Y se imaginaba que un día irían a su habitación y ella
ya no estaría; que lo único que quedaba de ella serían fotos que nunca se
tomaron la molestia de colgar en algún pasillo, o de lucir en algún marco de
fotos, caro y bonito. Entonces la extrañaban y la buscaban. Se imaginaba
con cierta malicia que algún día se iban a arrepentir de haberse olvidado de
ser una familia por tanto tiempo. Y que la iban a buscar sin cansancio, tan
culpables como vacíos, pero que nunca la volverían a encontrar.
Vio esos sobres blancos y nítidos que la miraban desde el piso, donde
los había dejado caer. Miró su reloj y supo que había pasado horas desde que
su padre había tocado su puerta, y todavía muchas más desde que se había
177
Era un día más
 despedido de Andrés con una sonrisa falsa. Su padre le había dejado muy
claro que, si no era aceptada en alguna universidad de Estados Unidos, era
por ser tan pendeja de no estudiar y tener buenas calificaciones, y que
entonces se iría a una universidad estatal de Quito como castigo.

Abrió sobre tras sobre, y eran solo un par de más de sueños rotos
para ese baúl inmenso que albergaba dentro de ella.

Se dejó caer sobre la cama, y la lastimó en la nuca el taco

puntiagudo de un zapato. “Tranquila, es solo un día más.” Quiso sonreír,
pero era imposible.

“Todavía recuerdo aquel beso. Cómo olvidarlo, pues fue el último que
recibí de sus labios, por culpa de mis inseguridades y dudas que me
tapaban los ojos como una venda no pude ver que frente a mí estaba el
verdadero amor”.

Luis Gérman
(Lalo)
19 años

178

Era un día más

 Mirando viejas fotografías, muchos momentos del pasado vienen a
mi mente… algunos buenos otros malos… momentos de mi niñez inolvidables
plasmados en una simple imagen. Veo con agrado fotografías de cuando
estaba en el cole, esos días… Cuando con mis panas jodíamos, reíamos y
disfrutábamos de la vida.
Entonces vino a mi un recuerdo de esos maravillosos días de colegio,
una historia de mi vida que jamás olvidaré…
Esta historia comienza cuando cursaba el ultimo año de colegio.
Sexto curso. Todos volvíamos de vacaciones, veníamos alegres, motivados,
pero a la vez tristes, ya que era el último año que estaríamos juntos,
sabíamos que ésto pasaría en algún momento.
Como todos los años anteriores, los primeros días los licenciados nos
preguntaban cuáles eran las aspiraciones que teníamos para ese año. Pero la
típica y tradicional aspiración que tenían todos era pasar el año con buenas
notas, y no quedarse a supletorios, y por ahí uno que otro decía que en ese
ultimo año iba a llevarse bien con todos, ¡Qué aburrido! A mí a veces me
parecían un poco ridículas, pero debía respetar y no reírme, ya que cuando
me tocará decir mis aspiraciones no me hubiera gustado que se me burlaran.
Yo penssé que ese último año iba a ser inolvidable, y en verdad lo sería, ya
que el destino me tenía preparado una sorpresa en mi vida…
Experiencias y sentimientos que jamás olvidaré… Así pasaron los
primeros días de clases en los que los licen nos mandaban a comprar libros,
cuadernos, en fin, los diferentes tipos de materiales que íbamos a utilizar.
Los licenciados se apresuraban en darnos clases y nos mandaban deberes, ya
que decían que debíamos salir aprendiendo bien. Era verdad debíamos
aprender lo necesario para que a más de pasar el año nos sirva para poder
enfrentar los retos que nos impone la vida. Pero yo a veces no escuchaba las
clases, ya que mi mente andaba lejos, soñando con Mary. Una persona que
para en ese entonces era especial. Como decía Edison uno de mis cinco
mejores amigos de colegio: “Luis, esa mujer es la que te roba los sueños y
las pesadillas”, ese dicho que resultaba ser una completa verdad.
Edison junto con Carlos, Marcelo, Andrés y Marco, éramos los que mejor nos
llevábamos en el curso, ya que veníamos juntos desde segundo curso. Como
decíamos nosotros, éramos verdaderos panas. Mary era una chica que
físicamente no tenía un cuerpazo. Era flaquita, tenía una carita preciosa y
una personalidad única lo que precisamente me atrajo. Dentro del curso ella
era mi mejor amiga, que para variar apenas eran nueve mujeres, y el resto
éramos hombres. Ella fue mi primer amor, ya que cuando estaba junto a ella
180
Historia de un amor juvenil
sentía un cosquilleo por todo mi cuerpo y se me revolvía el estómago. Pero
como me dijo una amiga de la U solo fue un amor platónico, ya que nunca
hablé de mis sentimientos hacia ella. Así, entre jodas, juegos y clases pasó
el primer mes.
Un jueves de la última semana de octubre, la licen “Sole” no vino a
darnos clases, y salimos temprano. Mis amigos y Edgar Chamba, que era un
compañero que vivía cerca de mi casa, tenía una personalidad agradable,
pero era un foquista en clases. No atendía y el licen Pepe, que nos daba
clases de matemáticas, era chance gordo pero lo más chistoso era que le
colgaba la barriga cuando se ponía un suéter, todos en el curso nos reíamos.
Pero era excelente enseñando, y además era buen dato en las pruebas ya
que siempre se dormía, era un caso. Se sentaba en el escritorio, ponía un
libro frente a él y su mano en su mandíbula simulaba que leía pero se
delataba cuando su cabeza resbalaba de su mano. Era chistoso. Y así pasaba
a veces las dos horas de prueba que en algunas ocasiones, si no podía
resolver los ejercicios, éstas se hacían cortas; esas sí que eran pruebas de
pesadilla. A veces antes de las pruebas yo sabía cómo resolver los ejercicios,
pero al rato de los ratos se me olvidaba todo, y mi mente quedaba en
blanco. Para algunas pruebas difíciles aplicaba mi método de aprendizaje,
que consistía en estudiar por la mañana con la tele prendida, y al último, si
no entendía, venía repasando en el bus de camino al cole. Y hasta a veces
si tenía alguna clase antes de la prueba no atendía ni copiaba nada de lo que
decía o dictaba la licen, por estudiar mate. Nunca me olvidaré de esas
pruebas de mate donde nadie alzaba la cabeza porque cada quien se
concentraba en la suya al final de las pruebas, uno que otro alzábamos la
cabeza para comparar respuestas y si no estaban bien qué más tocaba, sino
entregar la prueba cómo estuviera, ya que no había más tiempo para
arreglar… Cuando se acababan las pruebas escuchaba a algunos decir: ¡Sabía
que se hacía así pero no lo hice, qué bruto…! ¡Qué caso! El licen Pepe,
cuando se despertaba de golpe en las pruebas por algún ruido, a veces decía
“Chamba no copies.” Todos nos reíamos y nos gozábamos, ya que a él
siempre le llamaba la atención en clases por no atender, o porque en algunas
ocasiones se quedaba dormido.
Ese día nosotros decidimos caminar no sé por qué razón. Caminamos
por lo menos una hora hasta que cada quien cogió su bus para irse a su casa.
De los siete que estábamos solo quedamos tres: Marco, Edgar y yo. Nosotros
tuvimos que caminar un poco más para poder coger el bus que iba a nuestras
casas. Por varios minutos esperamos un bus que nos llevara. ¡Pero nada qué
ver! Todos pasaban llenos. Ya que era un poco tarde, y como a esa hora todas
las personas salen de sus trabajos, esperamos por un buen rato un bus que
181
Historia de un amor juvenil
 nos llevara, Hasta que uno se dignó y paró para llevarnos. ¡Qué alegría! No
imaginaba que al subir en ese bus ocurriría un hecho que marcaría mi vida.
Como es típico en nuestro país, los pasajeros vamos parados e incómodos, y
en los buses tipo es peor. Nos meten como si fuéramos sardinas; en esos
buses hacen de la frase “acomódense bien, que allá al fondo entran seis” ,
su lema, pero esa es otra historia, que si me pongo hablar de ella me faltaría
tiempo.
Al subir al bus el controlador nos dijo que pasáramos al fondo, a las
gradas y que si algún policía se asomaba nos agacháramos. Qué podíamos
hacer, ya que se nos hacía tarde y ya estábamos en el bus. Solo hicimos caso
a lo que nos indicó el controlador; pasamos al fondo y yo me bajé a las
gradas de la puerta trasera del bus. Estando ahí nosotros tres hacíamos
bromas, y nos reíamos en voz alta, cosa que no agradaba a los demás
pasajeros. Todo iba bien hasta que se subieron dos chicas y se quedaron
adelante. Mi amigo Edgar, que era un poco foquista, me dijo “Luis pon tu
pierna sobre la grada”, no sabía para qué era, pero yo bien mandado le hice
caso, y coloqué mi pierna sobre la grada. De pronto lo escuché decir en voz
alta “¡Eh, amigas, acá hay un asiento vacío y cómodo!”, indicando mi
pierna, ¡qué foca! Ya que todo el bus lo escuchó y se rieron, yo solo quería
que la tierra se abriera y me tragara, para que así pudiera evitar la
vergüenza. Yo estaba rojazo, y trataba de esconderme detrás de los asientos
para que no me vieran ellas, pero fue imposible. Ellas también se reían, y
claro, no era para menos; gran parte del viaje me mantuve callado tratando
de evitar algún mal comentario que me pusiera en un grave predicamento…
Para mi amigo no había pasado nada y estaba de más feliz. Cuando una de
las chicas se bajó me quedó mirando y en su rostro se dibujó una sonrisa y
un gesto burlón. Yo me quería morir, ya que todavía tenía vergüenza. La otra
chica se sentó sola, y mi amigo Edgar, que para variar era un chance
descarado, no dudo dos veces y se fue a sentar al lado de ella. Marco y yo
nos quedamos en la parte de atrás del bus para que no nos viera hasta que
nos bajáramos del bus. Mi parada ya se acercaba, y yo estaba nervioso de
que al bajarme ella también se burlara de mí como lo hizo su amiga. Se me
ocurrió bajarme por la puerta trasera pero el chofer no me abrió, entonces
el controlador me dijo que bajara por la puerta de adelante. Yo traté de
bajarme sin mirar a Edgar y a la chica, pero él me llamó y me dijo que le
esperara para bajarnos iguales. Hasta regresar a verlo ya me había pasado
de la parada. Así que decidí esperarlo; él me presentó a aquella chica de la
cual había podido lograr preguntarle su nombre ya que era un chance
reservada. Se llamaba Karina y al verme sonrió. Yo le pregunté con una voz
medio quebradiza del por qué de su risa. Me dijo que se acordó de cómo mi
amigo me hizo la foca. Ella nos dijo que ya se bajaba y nos preguntó si nos
182
Historia de un amor juvenil
quedábamos o si nos íbamos de largo. Yo le contesté que ya nos habíamos
pasado de la parada, pero que si quería pondríamos acompañarla hasta su
casa. Nos dijo que bueno. En ese momento la timidez y la vergüenza que
sentía se habían ido. Cuando nos bajamos del bus le comencé a hacer
algunas preguntas y así platicamos. Comenzamos a hablar de los dos sin
percatarnos de que Edgar estaba al lado. Prácticamente lo descolamos, y es
que era una facilidad con la que hablábamos, que podría decirse que hubo
un poco de química entre los dos. Entre las tantas preguntas que le hice
pude lograr sacarle el número de su celu. Edgar me dijo que ya era tarde y
que teníamos que irnos, entonces me despedí de ella diciéndole que quería
volver y platicar en otro momento que tengamos más tiempo. Ella me
respondió ¡Claro por qué no! Tú me caíste muy bien.
A Edgar y a mí nos tocó regresarnos en otro bus, ya que nos
habíamos pasado de largo de nuestra parada. En el camino le dije a Edgar
que Karina era muy simpática y que me había gustado. Él me dijo que le
parecía que yo a ella también, ya que lo descolamos y lo ignoramos todo el
tiempo que conversamos. Regresé a mi casa y mi madre me preguntó por
que no había venido rápido, yo le respondí diciéndole que no nos traían los
buses, y que en el bus en el que vine le cogió un tráfico. Por un momento
dudé que me creyera, ya que ella cuando me mira directo a los ojos; a veces
me saca la mentira, pero la suerte estuvo de mi lado y mi mami me creyó.
En los siguientes días no me acordé de Karina, ya que solo pasaba pensando
en Mary, aquella flaquita que en ese entonces me robaba los sueños. Pasó
una semana desde que conocí y no volví a ver a Karina. Un día medio lluvioso
Carlos, Andrés, Edison, Marco y yo esperábamos el bus pero como llovía nos
fuimos a escampar a la visera. Marco me dijo que en la visera estaba Karina.
Yo no lo podía creer. Mis amigos me dijeron que apostaban que no me
reconocía; yo la verdad tenía miedo de que eso fuera verdad. Me acerqué
un poco hacia ella y le hice un par de señas con los brazos esperando que
lograra verme. Al principio como que no los vio, pero lo volví a intentar y
esta vez la sorpresa que me llevé. Me prestó atención y me reconoció, yo
me acerqué rápidamente a ella, la saludé y le dije que temía que ya no me
reconociera, pero contestó que no era así. Le pregunté qué hacía por estos
lugares, ella me dijo que seguía un curso de computación por ahí cerca. No
sabía qué preguntarle, ya que estaba muy nervioso, pero tenía que armarme
de valor y empezar a conversar con ella.
Yo no era un tímido, pero cuando me preguntaba algo, mi cuerpo se
estremecía, de pronto le pregunté si podía acompañarla a su casa. Me
contesto que sí; durante el camino no paramos de hablar. Cuando llegamos
a su casa le pregunté si podía verla mañana; ella con una sonrisa me dijo que
183
Historia de un amor juvenil
 sí. Así nos empezamos a conocer y nos empezamos a llevar súper bien. Yo la
veía todos los días cuando salía del cole. Me empecé a olvidar de Mary, y eso
era bueno.
En esos días en el curso planificamos hacer un baile para sacar
fondos y poder irnos de paseo de fin de año. Nos dieron algunas entradas
para vender. Yo invité a Karina a ese baile, ya que tenía la intención de
decirle que me gustaba y que quería ser para ella más que un simple amigo.
Todo iba bien hasta que un día yo estaba vendiéndole unas entradas a una
amiga, y Karina había interpretado mal las cosas. Se enojó conmigo, no me
contestaba cuando la llamaba, ni los mensajes que le enviaba. Estaba
desesperado, ya que se acercaba el día del baile y no sabía si ella iba a ir;
me resigné y ya no la llamaba ni le mandaba mensajes por celu… El día del
baile llegó y el licen Pepe me puso de encargado del bar junto con Mary. No
iba a bailar ni a pasarla bien, ya que no sabía si ella iba a venir. Estaba
encargado del bar hasta que se acabara el baile; yo no me divertía nada en
ese baile. Cuando estaba descansando Edgar vino y me dijo que Karina había
venido, tenía una alegría grande, pero a la vez estaba enojado con ella por
no responder a mis llamadas y mensajes. Cuando la vi no la saludé por mi
tonto orgullo, orgullo que más tarde me traería problemas. Se me ocurrió la
brillante idea de intentar darle celos con Mary, pero fue una mala
estrategia; solo conseguí que no se me acercara durante toda la noche. El
baile terminó, y no volví a saber de ella por algún tiempo.
Llegó diciembre, y como siempre las tan esperadas vacaciones de
Navidad y Año Nuevo llegaron con él. Ese año pasé la Navidad solo, ya que
mi madre y mis hermanas se fueron a pasar la Navidad con una tía, y mi
padre tenía que trabajar. Me quedé solo en la casa, pero me sirvió para
reflexionar sobre algunas situaciones de mi vida. También descubrí que
Karina me interesaba mucho más de la cuenta, y dudé entre llamarla o
escribirle un mensaje. Hasta que vino a mi mente el día de su cumpleaños,
que se acercaba, era el primero de enero. Ese día que era especial para ella
y la mejor oportunidad para mí, ya que era la oportunidad de dejar atrás las
dudas y buscarla. El día tan esperado llegó. Era 31 de Diciembre, el ultimó
día del año, pero para mí representaba el principio de una historia hermosa.
Esperaba con ansias la despedida del año para poder decirle a Karina feliz
cumpleaños. Cada segundo que pasaba meangustia, ya que no sabía si me
respondería como esperaba hasta que la hora cero llegó, le envié un
mensaje con todo lo que quería decirle, mientras abrazaba a mi familia y
mis amigos por el Año Nuevo. Era angustiante el envió del mensaje, ya que
en ese momento las líneas telefónicas estaban como locas debido a la
cantidad de mensajes que se enviaban, pero al fin el mensaje consiguió
184
Historia de un amor juvenil
enviarse; solo era cuestión de esperar, espera que se volvía eterna.
Pasaron varios minutos y no contestaba, pensé que no quería saber
nada de mí, de pronto sonó el celular… Mi cuerpo se estremeció y me invadió
una felicidad pero a la vez muchas dudas, ya que en mi cabeza había muchas
ideas rondando. Pensé que tal vez no era ella, y si era ella, no sabía qué me
iba a decir. Era momento de dejar todas esas dudas e inseguridades a un lado
y leer el mensaje, ya que una vez que lo leyera no habría vuelta atrás. Lo
revisé, y la sorpresa que me llevé, era su número. Me apresuré en ver el
mensaje, ya que tenía que saber qué estaba escrito en ese mensaje.
En el mensaje estaba escrito “¡Gracias, pensé que te habías
olvidado de mí!” ¡Ya con el alma devuelta a mi cuerpo le respondí… Y
empezamos a chatear, nos hicimos muchas preguntas. Hasta que decidimos
volver a vernos. Nuevamente me llené de dudas. No sabía qué le iba a decir
cuando la viera, ya que había pasado más de un mes desde la ultima vez que
la vi. ¡El día de la verdad había llegado! Ese día en el cole pasé muy
nervioso, esperando que se acabaran las clases para poder volver a verla. Yo
llegué unos minutos antes al lugar de nuestro encuentro. La desesperación
me hacía su presa, hasta que la vi llegar. Se acercó a mí y yo no sabía qué
decirle, ya que en ese momento me había quedado mudo, hasta que de mi
boca salieron algunas palabras que le preguntaron cómo había estado. Ella
entonces sonriendo y mirándome fijamente a los ojos me dijo que había
estado muy bien. En mi boca no habían más palabras, ya que estaba muy
nervioso, entonces la miré a los ojos y sin preguntarle nada la abracé, la
abracé con muchas fuerzas y una felicidad tremenda. Ella también me
abrazó con fuerza. Ese abrazo es inolvidable, ya que con aquel le decía más
de lo que pude haber dicho con unas cuantas palabras, cuánto significaba
volverla a ver.
Esta vez estaba decidido a decirle lo que sentía por ella, pero debía
esperar; no tenía que ir tan deprisa con ella, ya que no nos habíamos visto
en algún tiempo. Pasamos viéndonos toda la semana. Yo decidí que ya había
llegado el momento de hablar con ella de lo que sentía, ya que no lo pude
hacer en aquel baile que organizó mi curso; baile que para mí fue un
completo desastre, ya que fue la primera vez que la perdí, así que la cité
después del cole. Planeaba cómo decirle lo que sentía, buscaba las palabras
apropiadas para que pudieran expresar mis sentimientos hacia ella, pero
sabía que una vez llegado el momento, nada saldría como lo había planeado.
Las cosas salen mejor cuando son espontáneas y no planificadas!. Eso me
decía mi abuelo. Él era un hombre sabio, ya que los años no pasan en vano.
Cuando la tuve frente a mí, las palabras que había memorizado se habían
ido, pues era lógico: estaba nervioso. Me armé de valor, y decidí hablar con
185
Historia de un amor juvenil
 el corazón , ya que a él se le ocurrirían mejores palabras que a mi cabeza.
Al fin terminé de hablar. Le dije todo lo que ella provocaba en mí,
ella me miró a los ojos y me dijo que también sentía algo por mí. En ese
momento quería saltar de la alegría, pero no lo hice, pues ella no me había
respondido lo que le pregunté ¡Que si podía ser más que un amigo!. Ella me
pidió tiempo para poder decirme una respuesta que tenía solo dos letras. Ese
tiempo para mí fue desesperante, ya que no sabía lo que me iba a decir. Pero
qué más me tocaba sino esperar. Yo quería que el tiempo volara para saber
lo que ella sentía por mí; pasó una semana hasta que ella me dijo que ya
tenía una decisión. Una respuesta. El encuentro tan esperado llegó mientras
me acercaba hacia ella. La incertidumbre y la duda hacían presa de mí. Le
saludé y le pregunté que decisión había tomado; si era buena o mala…
Sonriendo me dijo ¿por qué preguntas, si tú ya sabes lo que te voy a
responder? En ese momento no tenía palabras, así que la abracé y la besé
prometiéndole que no le iba a fallar y que no se iba arrepentir. Palabras que
más adelante se las llevaría el viento.
En ese momento yo me sentí muy feliz, y no era para menos, pues
había logrado obtener el cariño de ella. Los primeros días fueron los más
felices y maravillosos que pude haber vivido hasta ahora. Pasó algún tiempo
y toda iba bien entre los dos, pero como en toda relación maravillosa a veces
se meten las inseguridades y las dudas… Y esta relación no iba a ser la
excepción.
final hecho pedazos.
Me encontré con Karina para poder pasar la tarde juntos, los dos
caminamos por algunos minutos hasta que llegamos a un parque. Todo iba
bien hasta que ella me preguntó si me estaba pasando algo, ya que me
notaba distanciado de ella y menos cariñoso. Le respondí que no estaba
seguro de lo nuestro, ya que algunas dudas invadían mi cabeza y mi corazón.
En esos momentos mi celular sonó. Era un mensaje de unos de mis
compañeros diciéndome que se habían arrepentido de no entrar a clases y
que fuera al cole, entonces yo decidí ir y dejar nuestra plática. Le acompañé
a que cogiera el bus para su casa, cosa que nunca debí hacer. Quisiera
retroceder el tiempo y evitar que tomara aquel bus. Bus que partía con ella
alejándola y destruyendo todo lo que habíamos escrito y construido los dos
juntos. Al despedirme la besé por última vez. Todavía recuerdo aquel beso.
Cómo olvidarlo, pues fue el último que recibí de sus labios, por
culpa de mis inseguridades y dudas que me tapaban los ojos como una
venda. No pude ver que frente a mí estaba el verdadero amor. Hoy todos
esos momentos que viví a su lado los guardo en mi corazón y hago un
esfuerzo por continuar mi vida evitando cometer aquellos errores, tratando
de no seguir los mismos pasos del pasado. Pero recordando que ella escribió
y dejó marcada una de las páginas de mi vida.

En algún momento esas dudas e inseguridades me hicieron pensar en

lo que sentía por ella. En esos días donde las dudas rondaban mi cabeza; el
destino me puso una prueba que no fui capaz de superar. Por esos días, no
sé por qué razón, Mary se me acercó y puso en duda mis sentimientos, ya
que no sabía con seguridad si sentía todavía algo por ella, ya que era la
primera mujer de la cual me había enamorado. Yo no sabía lo que sentía por
las dos, pues por un lado estaba la mujer que fuera mi primer amor y del
otro, la mujer que había logrado despertar en mí los mismos sentimientos
hacia ella. Estaba muy confundido, no sabía qué hacer, ya que si elegía mal
me iba arrepentir más tarde. Pasaba día y noche pensando qué debía hacer,
pero no conseguía encontrar la solución. Un día el cole organizó un cine por
la mañana y el licen inspector nos dijo a todos los alumnos que íbamos a
entrar a clases a la tercera hora. A todos los del curso no les agradó lo que
el inspector había dicho y decidimos no entrar a clases. Para mí fue una idea
brillante, ya que podía pasar la tarde con Karina, entonces le mandé un
mensaje diciéndole si nos podíamos encontrar, ya que había decidido no
entrar a clases. Ella me dijo que también quería pasar la tarde conmigo y
que sí iba a venir luego de la película, que fue muy aburrida porque tuvo un
186 187

Historia de un amor juvenil Historia de un amor juvenil

 “Me miré al espejo y pensé en todo lo que había sucedido por
tratar de llamar su atención, en todo en lo que me había
convertido por culpa de esa obsesión que llegó a tal punto
que atropellaría mi tolerancia. Ya no lo aguantaba más, tenía
dos opciones: o bien la olvidaba y acababa con este cuentito
o le decía cualquier cosa y acababa con esta cobardía que
me consume cada día”.

“Yo y los otros”

Patricia Ramos
Edwin Logaña
Diego Armendáriz
Diego Lema

188
 Con una muestra de sangre en mi torrente de alcohol, después de la
tropicelebración y el zhumibrindis que nos pegamos con los panas ayer, del
despecho; porque las vacaciones se nos iban. Traté inútilmente de
despertarme aún sabiendo que serían inservibles mis esfuerzos por despegar
mis pestañas, que parecían estar atadas a un bloque de cemento imposible
de levantar sin ayuda de algo. Mi madre era una experta en despertarme;
suavemente me arrojaba un vaso con agua. Arrojé mis pijamas sobre el
perro, para ir a bañarme. Creí que tal vez así podría quitarme esta
pestilencia a zorrillo que me asfixiaba. Solo ver la ducha estremeció mi
cuerpo como cuando das una prueba de Matemática estudiando para
Religión. Giré en redondo y me eché encima medio frasco de AXE para
disipar la peste. El uso de gel no fue necesario, de tantos días sin bañarme
el cabello se paraba solito como si me hubiese peinado con viagra. Todo
guapo y perfumado fui a desayunar. La comida hecha por mi ma’ no llenó
mis expectativas ni mi panza: era hora de mi calentadito… ¡Qué bueno es
empezar el nuevo día con las sobras de ayer! Mientras comía, sabía que mi
padre iba a comenzar con el típico discursito de comienzo de año, que tenía
cuatro etapas: Primera, palabras de aliento: “Estudia, hijo porque yo sé que
éste será tu mejor año.”
Segunda, la del recuerdo: “Que no suceda como años anteriores en
los que…”
Tercera, la del ejemplo o comparación: “Aprende de tu padre, que
cuando era estudiante era una de los mejores” Claro que uno de los mejores
pero fugándose, armando relajo o inventando excusas para no hacer
deberes.
Y la última, la de resignación: “Haz lo mejor y trata de no quedarte
en muchas materias; tu madre sufre.” Además mi papá ya no estaría de
acuerdo en darle una botella de vodka al teacher de Inglés para que
mágicamente aparezcan los puntos que me faltaban para pasar el año. De
tanta plática de mi pa’ no pude percatarme que me estaba atrasando al
colegio. Para suerte mía el bus llego al instante. Subí al vuelo con ayuda del
“caballero de jean y corbata”, y encontré a los típicos personajes de la
fauna urbana de mi Quito franciscano. Después del recorrido con un disfrute
de olores, colores y sabores, descendí cuando menos lo pensé. No podía
creer que ya estaba frente a la prisión para menores, y me resistí a entrar,
a pesar de las promesas que había hecho a mi padre. Intenté un plan muy
sencillo, la fuga antes de entrar, pero se truncó porque el inspector me
cachó y me condujo a la puerta del plantel. Porque de tanto faltar ya había
olvidado el camino.
190
La historia de Ramiro
El discurso del rector (más conocido como “Ojitos de capulí”) había
acabado al igual que mis esperanzas por seguir durmiendo. Pero así es la
vida, cruel con los jóvenes y permisiva con viejos y jubilados.
Al inicio de la jornada el dirigente dio la bienvenida, y presentó a los nuevos
compañeros. Y luego de su perorata abandonó el aula y comenzó la primera
bronca del año. Roberto empezó a insultar a Ramiro por una tontería, por lo
que Ramiro no se quedó y lo contradijo. Roberto la “Mole” se enfureció,
tomó actitudes de Tarzán callejero para caerle a Ramiro. Por cierto mi
nombre es Ramiro, quise aplicar las de Villadiego para salvar el pellejo pero
me puso una zancadilla y caí cuan largo era, y sí que dolieron los golpes. Ay,
ay, ay. Ni un día en el colegio y mi año lectivo estaba destinado a ser el peor
de todos.
En el recreo no hubo inconvenientes. Solo la hamburguesa mixta
doble completa, que le arranché a Sofía, mi cuatacha del alma, que no pude
comer porque estaba hinchada la boca. A la séptima hora el curso parecía
salón de siestas, todos estaban tan cansados que no había nadie despierto,
creo que ni el profesor. El silencio se interrumpió con el golpe del puño a la
puerta del “aula-dormitorio” que propinó el inspector. Al fin la sirena de
salida sonó y salimos todos en manada para deschapetarnos a la casa.
Subí al bus con la cabeza gacha por todo lo que había pasado. Mas
todas las dolencias se acabaron cuando mis ojos se recrearon con el dulce
rostro de un ángel que estudiaba en el colegio vecino. Mis ojos estaban
fijamente puestos sobre esa sonrisa que quiso llamarme más la atención, ese
día casi muero al instante del impacto su mirada. Dejé de respirar por un
momento, mis sentidos se paralizaron, no sentía nada, pues la flecha de
Cupido me había atravesado el alma y no sé que cosas más. Sentí que mi
corazón palpitaba a mil por hora, en sí, me enamoré de improviso. Hasta el
bus me parecía una nube de rosas que se desplazaba tenuemente entre
notas de querubes, ángeles y serafines; en este viaje celeste al solo verla a
los ojos hasta tuve la sensación de que su mano posaba sobre la mía para
luego deslizarse por toda mi geografía, y al fin detenerse donde la espalda
pierde su buen nombre. Hasta imaginaba que su aliento de primavera
acariciaba mi oído, y que me susurraba con una voz grave pero sexy “Papito
rico”. En ese momento de lo ilusionado que estaba lo creí. Dejé de verla por
unos instantes y seguía teniendo la misma sensación, pero con más rudeza.
Y en forma simulada volteé la cabeza y vi a un travesti acariciándome, tal
fue mi repugnancia que grité del susto. Ese día me sentí violado y ultrajado
en mi interior. Veladamente me alejé del tipo, para de inmediato acercarme
a ella, fueron vanos los intentos para que responda a mis expectativas. Les
confieso que un nudo en la garganta impedía que fluyan las palabras, ya que
191
La historia de Ramiro
 ese maremoto de ideas que atormentaban mi mente no encontraban la
salida. E incluso pensé que ella estaba protegida por una armadura para
repeler a cobardes, tímidos e inexpertos, o quizá yo llevaba un repelente
contra chicas bonitas y aventajadas. De lo que sí estoy seguro es que poseía
un hechizo de encanto y belleza. Ya debía bajarme del bus pero ella
sutilmente lo impedía; su perfección me cautivó y yo era un esclavo
voluntario de su encanto. Dije para mis adentros que mientras ella no se
baje no me bajo yo. Después de un largo rato el sueño intentaba apoderarse
de mí; en ocasiones golpeaba la ventana con mi cabeza, pero quería seguir
viéndola. El sueño ganó la batalla, perdí la voluntad. Al despertar aún seguía
cerca de mi casa pero ella ya no estaba allí. No tenía ni la más remota idea
de dónde se había bajado. Fugazmente pagué el pasaje y me bajé, pero,
¡qué raro! Después de aquella siesta me sentía más liviano. Quizás estaba
estresado y eso me ayudó a relajarme. Llegué a mi casa más tarde de lo
esperado, y me hice acreedor de una insultada merecida por cobarde y por
coqueto. Al siguiente día sentí la necesidad de contárselo a Sofía, lo malo es
que fue en la hora del viejo raboverde de Computación, que nos hizo un
favor al expulsarnos de la clase. Así era más confidencial y más fácil
conversar; de esa forma Sofía se enteró de todas mis aventuras.
Le causó mucha risotada a mi amiga después de que le conté lo sucedido.
Dijo que yo era un pobre vago desocupado, que por andar detrás de ella no
hice deberes. En parte tenía razón, pero también estaba muy ocupado
viendo tele. Salimos del colegio y me subí al bus, y por coincidencia ella
estaba ahí otra vez, pero tanta fue mi desgracia que otra vez tampoco le
pude decir algo.
Esa mujer me tiene paranoico; la veo hasta en el caldo de bolas o
en el arroz erótico (arroz con huevo).
Han pasado ya casi dos semanas desde que la vi por primera vez. Por ella he
aumentado mis horas para dormir, y hasta se ha convertido en mi Ángel de
la Guarda.
Recuerdo que la otra mañana me desperté y ella estaba en el
comedor de mi casa porque era amiga de mi ma’. Me alisté como un rayo
para salir a saludarla. Mi ma’ me dijo su nombre, pero no lo recuerdo; ella
también me lo dijo pero no le di importancia. Ella ya tenía un nombre, yo
le decía “Preciosa” Mi mamá, en forma tan prudente, hasta me leyó la
mente y nos dejó solos. Aprovechando ese chance, la invité a salir a un
parque cerca de mi casa que nunca había visto. La tomé de la mano, y la
llevé a caminar por los alrededores, escogimos un lugar especial lleno de
flores y animalitos silvestres. Lentamente me acercaba más y más a ella,
para intentar besarla. Al rozar sus labios sentí como mi presión iba
192
La historia de Ramiro
disminuyendo rápidamente, una brisa fría envolvía todo mi ser. Quise abrir
los ojos para ver su faz y me encontré con la decepcionante realidad. Mi
madre estaba sosteniendo aquel vaso con agua que si seguía así, se iba a
convertir en mi despertador matutino. Lo que pensé, era un sueño hecho
realidad, no era más que una imaginación mía que probaba mi obsesión por
ella. Ya se me hacía raro encontrar un parque decente por estos alrededores
donde esté lleno de flores y animalitos silvestres; yo solo he visto parques
con ortiga, hierba mala, taraxaco y ratas, pericotes y cucarachas. Por
supuesto que de esto se iba a enterar Sofía, y claro que de ninguna manera
iban a faltar sus carcajadas. Tres meses, y yo aún sin poderle decir algo,
comiéndome las palabras que siempre le he querido susurrar al oído, tan
solo imaginándome cómo son sus sentimientos, qué tipo de persona es, pero
lo principal cómo se llama mi amada. El otro día casi muero de un infarto al
ver a mi preciosa con el idiota de Roberto, sentados juntos en el bus. Por si
no se acuerdan, Roberto fue el tipo que me partió la cara a golpes, y que
lastimosamente me reconoció de pronto, y en frente de ella y de todo el bus
me amenazó. Dijo que iba a ponerse mis dientes como collar, e iba a utilizar
mis nalgas como alimento para homosexuales. Para suerte mía él no era más
que su primo, unas fuentes confidenciales me lo confirmaron. La intriga por
conocerla me va a llevar a la locura, pero mi cobardía no me llevará a nada.
He tratado de mil y una formas perder el miedo. He practicado mirándome
al espejo, con mi amiga Sofía, con mi mascota, le he pedido a mi mamá
consejos para conquistarla pero no me atrevo a ponerlos en práctica.
Aunque una vez intenté tomar una sugerencia de Sofía, toda una noche lo
pensé y me decidí a hacerlo.
Había ideado un plan según yo a prueba de fallas. Consistía en
comprar un helado específicamente de cono. Debía subirme al bus esperar
al mínimo movimiento del bus y derramarlo sobre ella para pedirle una
disculpa, para que supiera que yo soy una persona amable y respetuosa, y
así impresionarla con mi educación y en tanta disculpadera quizás podía
entablar una conversación con ella, y tanta obsesión terminaría. El día
anterior preparé el discurso de justificación que iba a decir, pagué el helado,
planifiqué hasta el último detalle; todas las alternativas posibles estaban
cubiertas, todas las posibilidades estaban calculadas menos una, la única
que no fui capaz de imaginar. Hice todos los deberes para poder salir
temprano, lograr seguirla y augurarme que compartamos el bus. Dicho y
hecho; los dos primeros pasos estaban concluidos a la perfección. Ya en el
bus pude ver donde se encontraba; cautelosamente, y sin levantar sospecha,
traté de acercarme para cumplir el accidente ficticio. Pero ella tomó asiento
en la parte última y junto a la ventana, y seguirla fue una Odisea, y además
el helado estaba derritiéndose. Abriéndome paso entre la multitud pude
193
La historia de Ramiro
 llegar al último, de repente el bus impactó con algo y la bola del helado salió
disparada, pero no a ella sino a la persona de al lado. Lastimosamente era
su madre, no sabía hacia dónde ir o esconderme. La mamá me lanzó una
serie de insultos que de la vergüenza no presté atención a otra cosa que no
sea como escapar. Lo único que vi es que ella intentaba calmar a la fiera, y
repitiendo que fue un accidente para que se calme esa vieja impertinente.
Solo pude decir lo siento, discúlpeme y corrí a la puerta y me bajé del bus
lo más rápido posible para evitar más bochornos. Por consiguiente de esto
iba a enterarse Sofía.
Recuerdo también el escándalo que su mamá me armó el otro día
que pensó que yo era un vándalo. Todo comenzó cuando por curiosidad vi
que Preciosa tenía un celular en la mano pero no me fijé en los detalles, así
que yo debía conseguir uno para pedirle el número a una de sus amigas, y
poder conversar con ella, aunque no sea de frente. Días atrás un grupo de
carameleros delincuentes asaltó el bus donde ella estaba transportándose.
Ella, por no salir lastimada, dio todo lo que había tenido y se libró de las
acciones que estos antisociales pudieron haberle hecho. Yo adquirí un
celular pero ella ya no tenía, así que mi inversión había sido en balde.
Comprar un celular no había sido la solución correcta para comunicarme con
ella. Pero el otro día que me llamaron en el bus, ella y su mamá me
quedaban viendo con unos de ojos de no sé qué, parecía como que si nunca
hubiesen visto hablar a una persona por celular en un bus.
A veces pensaba que tenía algo encima, o tenía la bragueta abierta.
La cuestión es que el celular que a mí me vendieron era robado, y que
coincidencia, la víctima había sido ella, pero lástima que la mamá se me
abalanzó como tigresa en cacería, gritándome a todo pulmón que era un
ladrón y que ese celular era de su hija, claro que yo estaba dispuesto a
devolvérselo, pero creo que ella no entendió que llamar a la policía no era
necesario. Tampoco creo que estaba en su conocimiento que pedirles que
me encierren, después de haberles devuelto su celular pacíficamente,
estaba por demás. Mi lección de no comprar cosas robadas terminó en la
foca que me armó en el bus y en toda la avenida por la que me llevó a rastras
hasta el retén más cercano. Mi mascota me despertó de otro sueño, claro
que en ese sueño estaba ella, ahí como una sombra, porque en eso se había
convertido donde estaba ella estaba, ya de tanto pensarla se me sacaron los
sesos. Me miré al espejo, y pensé en todo lo que había sucedido por tratar
de llamar su atención. En todo lo que me había convertido por culpa de esa
obsesión, que llegó a tal punto que atropellaría mi tolerancia. Ya no lo
aguantaba más, tenía dos opciones: o bien la olvidaba y acababa con este
cuentito, o le decía cualquier cosa y acababa con esta cobardía que me
194
La historia de Ramiro
consume cada día.
Claro que tomé la más fácil: decirle algo, porque olvidarla a estas
alturas era casi imposible, solo la muerte podría arrancarme su recuerdo,
aunque aun así me llevaría su imagen hasta la tumba. Más tarde, antes de
irme al colegio, pasé por la tienda de doña Bachita para comprar una caja
de bombones y un ramo de flores, los más baratos que encontré, porque ya
había invertido mucho en ella. Al llegar a clases todos mis compadres se
burlaban de lo afeminado que me veía, pero sabía que esto valdría la pena
o tal vez causaría una más grande. Tuve que proteger mi patrimonio a capa
y espada por todos los tragones de mis compañeros que querían darle una
probadita a los bombones.
A un abusivo tuve que arrancarle de la boca un bombón al que
nuevamente lo envolví y por el cual rezaba a Dios que no se dé cuenta. Al
término de la última hora salí corriendo desesperado, tratando de
reconocerla entre la multitud de la parada. La estuve buscando por más de
media hora sin tener éxito. Ella no estaba allí. De tal despecho arroje las
flores al tacho de basura pero inmediatamente los recogí porque a lo lejos
la veía venir, aunque no venía sola. Estaba acompañada de un tipo que a lo
sumo tenía veinte años, que al principio pensé era otro de sus primos, más
sospeché cuando la abrazó por la cintura y peor aún, cuando la besó ¿Qué
clase de primo hace eso?
Ahora sí mi voluntad se fue al piso, los brazos al igual que la cabeza
cayeron sincronizadamente, mis hombros mostraban el sufrimiento que me
acongojaba por dentro, y que solo la muerte sería capaz de calmar.
Sentí caer el cielo pasajero, universo que formé en este tiempo, mas este
paraíso estaba sostenido en una fantasía. Con la misma cabeza gacha con la
que la conocí, estaba ese trágico día, en el que mis sueños se desvanecieron
por completo sin dejar huella ni rastro.
Quería alejarme lo más pronto posible del sitio de mi desgracia, mas
no me percate que el bus que tomábamos juntos se aproximaba
presurosamente sin tiempo para frenar, ni para correr. Colisionamos. Por un
momento no vi más que un destello, que me produjo un sacudón al piso, me
sentía pesado y respiraba con dificultad; mis ojos estaban cansados de
permanecer abiertos pero no debía cerrarlos, tenía miedo que después de
cerrados nunca más los volvería a abrir. Había demasiada gente alrededor
pero nadie hacía algo para ayudar. Parecía que les gustaba verme en agonía.
Yo estaba muriendo y ellos mirando el estreno de “agonizando en la
avenida”, mientras que mi Preciosa festejando la vida de un amor. Mi saliva
195
La historia de Ramiro
 cada vez sabe más a sangre, pero no puedo pasármela porque mis pulmones
y mi estomago están repletos de ella también. El día se nublaba,
efímeramente, mi sangre hacía sombra al sol, y ya casi no alcanzo a
distinguir a esa turba que presenciaba mi muerte. Mi cuerpo comenzó a
estremecerse como aquel día que la conocí, lo bueno es que ahora sí estoy
seguro que el gay no estaba a mi lado. Solo recuerdo que ella se me acercó
y me dijo pobre muchacho y se marchó sin más ni menos, como si solo fuera
un perrito sucio de carretera.
Al día siguiente desperté en un hospital lleno de mangueras por todo
lado, mis padres llorando a la izquierda y Sofía, a mi derecha, pero de
Preciosa ni el olor.
Mi papá me daba ánimo, pero veía en sus ojos la impotencia de no
poderme decir que todo mi cuerpo era un desastre y que mi vida estaba
apunto de desvanecerse.
La mano de Ramiro no pudo escribir más, el doctor retiró de sus frías
manos un pequeño cuaderno en el que atesoró todas sus fantasías y anhelos,
que intentó terminarlo con un final feliz pero el destino le arrebató la vida
antes que terminara. Yace en esa camilla con todos sus sueños que nunca
cumplió con Preciosa, pero que quizá pudo haber cumplido con otra persona
como yo, Sofía, alguien que siempre estuvo con él y que nunca le fallaría,
alguien con quien pudiese contar las veinticuatro horas del día, pero al igual
que él fui cobarde, y nunca dije nada, pensando que posiblemente podía
darse cuenta que esa obsesión no valía la pena, y que su corazón estaría
mejor junto al mío. Pero solo me veía como una amiga más. Al caer el día,
las flores en su lúgubre tumba se marchitaban a medida que pasaba el
tiempo y su recuerdo se disipaba de la mente volátil de los que una vez lo
conocieron. Frente a su lápida estoy yo, y un par de recuerdos que juntos
vivimos, también su mascota preferida su chanchito rosa. Carlos siempre
disfrutaba jugando con él.
Ramiro: “Detengan esto un momento. A ver, primero ¿por qué
después de muerto aún sigo escuchando sus voces? Yo creí que después de
pasar al otro mundo ya me dejarían de molestar los de éste. Segundo, ¿qué
chanchito rosa? Yo tengo un perro, no disfruto para nada jugando con ese
sarnoso, además soy alérgico a los cerdos, y no me gusta el rosa. Tercera
¿quién es Carlos? Mi nombre es Ramiro.”
Un sonido estrepitoso, seguido de un fuerte golpe en la cabeza me
despertó; el bus en el que viajaba mi primer día de clases se estrelló contra
196
La historia de Ramiro
un muro. El controlador se paseó por todo el bus para ver si nadie resultó
herido, pero en realidad fue para cobrarle a quien intentará aprovechar la
confusión y bajarse sin pagar. Pero entonces, todo cuanto pasó solo era un
sueño, y yo no había muerto. Me levanté, di un par de pasos para
asegurarme que no tenía alas, que aún seguía vivo. Mientras caminaba pude
percatarme que ella aún seguía a bordo. Armé mi indecisión de valor. No
quería que pasara como aquel sueño en el que morí por cobarde, fui a su
asiento y le pregunté, si se encontraba bien, ella respondió que sí, ese fue
el día más feliz de mi vida. Inmediatamente le pregunté su nombre, y
contestó que se llamaba Juan y que le gustaba mucho. ¡¿Qué?! Su nombre es
Juan, todo ese sueño fue por gay. ¡Ah! Soñé con un homosexual. Quise
escapar en el acto. Mis piernas tomaron vida propia y corrieron a la salida.
Al bajar del bus un auto, que venía conducido por un Montoya
ecuatoriano, me arrolló. Cuando caí al suelo un ruido escandaloso me
despertó. En realidad ese escándalo no era el producto de mi caída, era el
inspector que interrumpió el silencio con el golpe del puño a la puerta del
“aula-dormitorio.” Y cansado de haber golpeado la puerta tantas veces para
tratar de despertarnos, nos deleitó con la interpretación de la Marcha Turca
en pito tenor. De inmediato todos se levantaron, yo fui el primero. Miré todo
a mi alrededor para cerciorarme que no haya chanchitos sonrosados, ni
chicas bien proporcionadas llamadas “Juan”. Palpé todo mi cuerpo para
asegurarme que aún seguía completo y que ninguna de mis partes había
pasado a ser un pedazo del guarda choques del bus, o del auto de Montoya
que me “atropellaron.” Agradezco a Dios el no estar despedazado en una
camilla en el hospital, y estar en mi pupitre en la última hora de clase.
En menos de cuarenta y cinco minutos había muerto en dos ocasiones, me
enamoré perdidamente de una muchacha creada por mi mente, y pasaron
más de cinco meses. Ahora no sabía si estaba soñando o viviendo una
realidad. ¿Cómo saberlo? Muy fácil…
Bastó con un golpazo propinado por mi padre. Tantas fueron las iras
que tuvo al ver que otra vez me quedé dormido en su discursito de inicio de
año.
Ya se me hacía raro que en tanto tiempo no haya visitado la
inspección o el rectorado (mi segundo hogar), que mis padres no me hayan
castigado por mis bajas calificaciones o que las caídas de gimnasia no me
hayan dolido.
Salí de casa a tomar el bus que me llevaría al cole, y tal fue mi
impresión al ver que la chica estaba en el mismo asiento en el que la soñé.
197
La historia de Ramiro
 Esto comenzaba a preocuparme y definitivamente lo hice al
reconocer al mismo homosexual que estaba atrás de mí. Me baje de
inmediato. Regresé a mi casa y les imploré que contraten recorrido para mí.
De la casa al colegio y del colegio a la casa. Ahora sí estoy despierto. No más
sueños por el momento… ¡Por favor!

“La primera vez que tomé con ellos fue un día festivo, no me
acuerdo muy bien pero creo que era un día viernes. Estábamos
hecho mierda, nos burlábamos, nos pegábamos, nos caímos”.

Eddy Perlaza
(Carlos)
14 años

198

La historia de Ramiro
 Ésta es la historia que me pasó, lo que viví.

Yo me retiré de mi ex colegio para ir al que ahora estoy. Me cambié,

comencé muy bien en mis notas. Como no conocía a nadie yo era un poco
tímido, no tenía amigos, pero un grupo se juntó conmigo. Como me dieron
su confianza yo ingenuamente les seguía la carrera, lamentablemente sin
saber a qué me llevaba”. Ellos eran muy dejados, muy patanes, eran un
grupo de cinco. Siempre estaban unidos; los llamaban la “gallada de vagos”,
comandado por una persona de baja estatura, supuestamente el jefe.
Porque había comenzado esa unión, yo me uní con ellos; íbamos a joder por
arriba, a veces no entrábamos a clases porque no queríamos ver al profesor
o a veces porque no teníamos simplemente el deber. Nos escapábamos del
inspector. La primera vez que tomé con ellos fue en un día festivo; no me
acuerdo muy bien, pero creo que era un día viernes. Estábamos hechos
mierda, nos burlábamos nos pegábamos nos caíamos. Si hasta tres mujeres
estaban borrachas, los demás estaban manoseando a las mujeres que había;
se les subían, en conclusión todos estaban súper borrachos. Una bajó al
colegio, y llegó tan mal que hasta se quería sacar la ropa. Decían que le
detectaron droga, a mí me echaron toda la culpa, y yo tuve una fuerte pelea
con ellos, digo con ellos, porque si me metía con uno era con todos. Me
pegué con uno, los otros se iban a meter pero otros compañeros que había
conocido dijeron que si se metían se metían ellos. Bueno, nos separamos un
buen tiempo, luego bajé mucho de notas. Mis otros compañeros que sí me
querían ayudar me daban consejos; yo no los oí y ahora estoy pagando por
eso. De ahí comenzaron mis problemas con mis padres. Ellos tuvieron mucha
paciencia conmigo, pero yo seguía abusando de ellos. Comencé a mentir no
sé por qué.

Todo lo que hacía, lo hacía mal. Yo comenzaba a mentir viendo que

eso me llevaría de un problema a otro; otra vez me junté con ellos. Decían
ser mis amigos y yo también; con ellos comencé a subirme supuestamente
en la “neta” o treparme en las camionetas para no gastar el pasaje. Todo el
respeto que me gané al principio fue haciéndose pedazos, yo sabía, pero “Ella era su fruta, su rosa, su canción. Verso, risa, tristeza, dolor,
seguía con ellos pensando que ellos hacían cosas bacanas. Pero ellos, en un ira, celos, felicidad. Lo era todo y a la vez nada, pues la conoció
problema, siempre me dejaban solo, yo me comportaba más rebelde con mis profundamente en un sueño de etanol”.
padres. Solo me dedicaba al juego y a la televisión. No me separaba de ella,
ya ni hacía deportes. Todos me faltaban el respeto por mi idiotez. Ya me
“Flanders y Lobito”
comencé a pelear con cualquiera. Santiago Salas
Diego Villamar
Colegio San Gabriel

200

Los verdaderos y falsos amigos

 Él odiaba Quito, odiaba sus calles, sus parques, sus avenidas, el olor
putrefacto de sus esquinas, incluso se odiaba a sí mismo, odiaba todo y a
todos; menos a ella.
No podía odiar a Mariana Alegría, ¿cómo hacerlo?, si ella le había dado alas,
para luego cortárselas. Su recuerdo era como un volumen que
constantemente estaba deteniéndolo todo, para ser lo único. Ella era su
fruta, su rosa, su canción. Verso, risa, tristeza, dolor, ira, celos, felicidad.
Lo era todo y a la vez nada, pues la conoció profundamente en un sueño de
etanol.
dos meses.
Gracias, eso creo. Hubieras invertido mejor el tiempo que
empleaste en mí, todavía no era momento. He estado bien, vagando. Pronto
me iré de viaje, apenas terminen las clases.
Estaba atónito, nunca esperé de Mariana una negativa tan sutil. Me
encantaba. Me dolía. Le pedí que me regale un cigarro para calmarme. Un
Malboro o Lucky rojo.

Mariana, primer instante de la mañana más amarilla;
Mariana, piel de piel de durazno;
Mariana, ¿le gustan a usted el blues?
¡Ay! Mariana, señorita, dígame y estafo.
Vi a Mariana saliendo de un bar de la Amazonas, totalmente
deshecha, con la carita triste. Sus profundos ojos verdes miraban al vacío,
parecía que nada le importaba. La saludé con un beso en la mejilla, pero lo
esquivó. Sus manos estaban heladas. Otra vez lo había hecho. La poderosa.
La Mota. La Ganja. La Marihuana.
Por sus padres. Por sus notas. Por sus amigos. Por que me alejé. Por
el blues. Por mí, al menos así lo quise creer. El pensar y analizar más de lo
normal las cosas cotidianas la hacen actuar así, no es fácil ser diferente, no
es fácil ser Mariana.
¿Te puedo acompañar en tu peregrinación por donde vayas? Siguió
hablando.
No. Quiero estar sola. Es un tiempo para mí. Para meditar. Para
crecer. Te dejo, tengo que ir al hospital a verle a un tío que se chocó. Debo
ser puntual.
Adiós.
Un mes después Mariana Alegría, fue encontrada muerta en su
templo, en su cuarto, con sobredosis de heroína, y algo de la poderosa, la
ganga, la marihuana. Todo esto mientras escuchaba Blues Summit de B. B.
King, el CD que yo le había regalado.

¿Cómo estás? Ayer te soñé. Nos casábamos en la Compañía. Luego

estábamos en una piscina con cerveza, no cualquier cerveza, sino de barril
con 17° de alcohol. Te extrañé, ya he regresado.

Me esquivaba la mirada, parecía no escucharme. Sacó un cigarro. Un

Malboro o Lucky rojo. Lo encendió. Me ofreció y asentí. Introduje el grisáceo
humo que brotaba del cigarro en mis pulmones, sintiendo cómo
paralelamente a aquella acción, el corazón se me salía del pecho a causa de
los fuertes latidos que la incertidumbre me causaba.

Siempre protagonizas mis sueños: ¿Alguna vez tuve oportunidad? ¿Te

acuerdas lo del Trole, regresando del concierto del sur, cuando te dije lo que
sentía por vos?

De, repente me miró fijamente, apagó el cigarrillo. Un Malboro o

Lucky rojo. Empezó a hablar; no había escuchado su voz desde hace más de
202 203

Mariana Mariana
 La verdad s q no se cómo describirme: soy un chico al cual le gusta caminar sin rumbo,
solo para ver q hay por aí, me gusta estar siempre molestando a mis amigos con chistes
d doble sentido, empujarlos, hacerles tropezar, etc. Lo único q kiero s q m paren bola.
Soy un poco desordenado aunq eso no significa q and´ n malos pasos, al contrario elijo
bien mis amistads, aunq m caen mal los nerds y aniña2.

Realmente escribí la historia porque quería desahogarme un poco, decir todo lo que
siento y me ha pasado, lo que cuento en esta historia nó se lo he contado a nadie
(axcepción de las chicas q menciono aí) después de eso sentí que se me quito el gordo
de encima y aunq sigo guardando el secreto ya no siento esa presión y depresión que me
desesperaba…

Edgar Pérez Jibaja

19 años
204
 Esteban, un chico de 18 años de cabello negro, ojos color café
oscuro, piel canela, un poco delgado, introvertido, inseguro, tímido por
naturaleza, molestoso con las mujeres. Nunca estoy solo, no me gusta estar
mucho con hombres, siento que ese es un mundo que no entiendo muy bien,
con sus chistes sin sentido y su humor machista, eso no quiere decir que
quiera ser mujer, para nada.
En el colegio me gusta estar con las mujeres, y de repente con
hombres, ya que no me llevo con casi ninguno de ellos. Siempre estoy
jugando, para mi todo es una broma; cuando alguien me dice alguna cosa
como por ejemplo butterfly, o la mariposa, simplemente hago algo como
besar a alguna chica y listo. Esa persona se queda callada.
Un día después del cole me fui con dos amigas a un parque que hay
en Cumbayá. Estábamos entretenidos con mi celular, ya que éste tiene
Internet, y estábamos leyendo unas historias de zoofilia, después nos
pusimos a conversar, pero yo estaba entretenido con mi celular, y ellas me
preguntaron qué tanto hacía que no les paraba bola, y me quitaron mi
celular, y vieron que estaba chateando con un hombre. Pero los mensajes no
estaban en un tono X sino en triple X y ellas se quedaron “locas” viendo eso,
y me preguntaron si yo era gay. Me puse muy nervioso y tartoso, no sabía qué
responderles. Les iba a decir que era gay, pero me ahuevé, y les dije que era
bisexual, ellas se quedaron pensando y no me dijeron nada, y por suerte
hasta ahora no le han dicho nada a nadie.
Hace varios años conocí a una chica que se llama Carla, una
chiquita, y digo chiquita porque me llega a la cintura. Es muy linda, con unos
ojos muy achinados y cabello rojizo, ella se me declaró y yo le dije que
bueno. Pero fueron pasando los días y ella ni se me acercaba. Nos dejamos
de ver, y después de varios años el destino me dio sorpresa: ella se cambió
de colegio, y para mi suerte al mismo curso en el que yo estoy. Le pregunté
si quería volver conmigo, pero ella se puso como loca, y me hizo la foca en
frente de todo el curso, yo nunca más lo volví a dirigirle la palabra. Después
de unos días comenzaron a llegar mensajes a mi celular diciendo: Hola mi
amor, ¿cómo estas? Quiero que vacilemos. Le contesté diciendo que quién
era, pero no recibía respuesta y así siguió por más de una semana
mandándome mensajes. Me llamaba y me colgaba, hasta que pregunté a una
amiga si sabía de quién era ese número y ella me dijo que era de Carla. Yo
pensé que era de Carla mi ex, pero resulta que no era de ella sino de otra
Carla, una chica de 1.50 de alto, cabello negro muy largo, ojos cafés, no
muy agraciada en su físico. No me caía muy bien ya que tiene un problema
muy grande. Tiene un aliento que para qué te cuento, te mata. No podía
206
MI primera cita
estar cerca de ella, tiene un sentido del humor un poco agradable, aunque
cuando le haces o le dices algo te golpea o te hala del pelo, ella siempre
está con un amigo que más parece amiga. Es una súper loca, tiene el pelo
de color naranja, un poco gordo, una nariz grande y puntiaguda, siempre
está con un saco un poco apretado que deja en “relieve” sus guatas. Utiliza
palabras como: hay quá zorra es tal persona, y nunca se aparta del “o sea”.
En Una noche ella me mandó un mensaje diciendo que una amiga de
ella le había dicho que yo le odiaba, y que no quería nada con ella. Yo tuve
que decirle que era mentira y de la desesperación tuve que declararme y
decirle que quería andar con ella. Ella por supuesto me dijo que sí. Al día
siguiente me llamó a las 7:30 de la madrugada, y me dijo que quería verme,
y que baje al semáforo principal de Tumbaco. Tuve que bajar y ahí
estábamos; nadie decía nada. Después me dijo que vayamos a Cumbayá a
dar una vuelta, yo le dije que bueno. Ya en el bus, casi llegando a Cumbayá,
el cobrador vino y nos dijo que paguemos, yo estaba esperando que ella
pague su pasaje, pero ella me dijo “Paga, no estarás esperando que yo
pague mi pasaje”. Le dije bueno. Después caminamos hasta el redondel del
Supermaxi, y nos sentamos atrás de la estatua principal, estuvimos ahí hasta
las 11h00, conversando y preguntándonos qué música te gusta, qué artistas,
etc. Ya sin tener qué preguntarle le dije que “tengo que hacer un trabajo”,
y que por eso tenía que irme. Ella dijo bueno y hasta ahí ese día.
Después de varios días ella vino al departamento de mi hermano
junto con un amigo y una amiga a ver películas xxx. Yo ya tenía que irme al
colegio, y solo tenía 20 minutos. Entré a coger un plato, puesto que mi
hermana cocina. Al entrar no saludé a nadie, cogí el plato, y cuando estaba
saliendo ella me abrazó y no me dejaba ir, le dije que me de un piquito.
Obviamente ella me lo dio, luego la besé y no sé cómo pero me excité. Fue
algo que nunca me había pasado con una mujer. Ya le iba a llevar al cuarto
de mi papá para flexear un rato, pero no pudimos porque ya tenía que irme
al cole.
Los días pasaron y ella seguía llamándome como siempre muy
temprano; yo no quería contestarle y a veces apagaba mi celular para que
ya no suene. Después de tantas llamadas perdidas y mensajes borrados,
decidí contestar su llamada. Me dijo que me esperaba en la parada de los
buses en Puembo. Tuve que levantarme y bañarme al apuro para estar a las
nueve en punto ahí. Ya llegando vi que ella ya había llegado, y estaba con
una cara de enojada. Le saludé y me preguntó que si en realidad quería
estar con ella. Yo le inventé una historia de que yo me aburría estar en una
relación, de que no me gusta que me llamen y me digan que ese rato salga
207
MI primera cita
 a tal parte, le dije que si quería estar conmigo tenía que aguantarme y
verme solo cuando yo quería. Ella no dijo nada, nos fuimos a sentar en la
vereda, no dijimos nada durante un rato, hasta que unos chicos que estaban
en una tienda nos silbaron; nosotros solo reímos, después le metí otra vez el
cuento de que me había olvidado que tenía que ir hacer un trabajo. Ella
igual, que la otra vez, dijo que bueno. La acompañé a la parada de los buses
y antes de subirse al bus, me preguntó que cuándo me volvería a ver. Le dije
que algún día no muy lejano.

Después de eso ella ya no me llama ni nada, mi vida es tranquila.

Aunque sea difícil guardar mi secreto, siempre tengo ese temor de que si
alguien se entera de esto me rechace y me haga a un lado. Espero que mis
dos amigas, las cuales saben mi secreto, no se lo digan a nadie.

En el cole hay un chico que me gusta. Se llama Santiago, un chico

de mi estatura, 1.70, cabello negro, peinado con raya a la mitad, de ojos
negros, buen cuerpo. Siempre está jugando fútbol, es perfecto, aunque es
muy mal hablado. Todo le vale, hace las cosas sin pesar en las
consecuencias. Se inventó un apodo para mí, me dice Sanidad”. No sé de
dónde sacó eso, pero bueno todavía así lo quiero. Cada vez que se da la
oportunidad me fijo en su cuerpo y me impresiona. Una vez estaba en recreo
y él estaba jugando con sus amigos y le bajaron el pantalón. Me dejó foco;
le vi más de lo que había pedido. Esa noche no podía dejar de pensar en eso,
ese recuerdo pasaba por mi mente una y otra vez, era una locura, mejor
dicho una obsesión, no podía creer lo que había visto, pero por suerte poco
a poco lo fui olvidando.

Aún sigo con la rutina diaria, del cole a la casa y de la casa al cole.
Nunca salgo a ningún lado y, aunque me invitaran a ir a algún lado, no puedo
ir porque nunca tengo plata.

El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el

importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar
por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y
siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo
lo soporta. (Cor. 13, 4 – 7).

En memoria de lo que fue un amor con límites.

Gina Paola Carrera Herrera

(La rosa negra)
20 años

208

MI primera cita
 Fue un sábado cuando mi hermana menor y dos amigos decidieron ir
a la reunión de un grupo juvenil en el Subcentro de Salud Nº 19, de Guamaní.
Yo como siempre de colada, me metí de una en el plan, pues no tenía nada
que hacer ese día, y me habían dicho que daban refrigerio. Al poco tiempo
llegamos, estaban unos señores y un grupo de chicos en los preliminares para
que comience dicha reunión.
Mientras más chicos llegaban, nosotros nos dedicamos a poner la
bienvenida en el pizarrón cuando, al regresar la mirada vi la entrada de
alguien que, con el pasar del tiempo, iba a llenar mi vida tanto pero tanto,
que yo no me imaginaba siquiera el poder que él tenía. Fue como dicen por
ahí “amor a primera vista”. Pero la vista solo fue mía, puesto que él ni por
enterado se había dado de que estaba ahí.
Bueno, empezó la reunión. Nos presentamos los nuevos y los viejos
integrantes; luego nos enseñaron el plan de trabajo que ellos habían
diseñado. En él constaba:
Talleres de sensibilidad.
Talleres de problemática social.
Por el Mes de las Artes un festival de cultura y danza.
Un paseo.
El paseo fue un día después de mi primera reunión, al que
lastimosamente no pude asistir por cuestiones de trabajo.
Nos centramos en la realización de dicho festival en el que
decidimos crear o presentar una obra de teatro que abarcase todas las
problemáticas sociales que atraviesan los jóvenes: sexualidad, drogas,
alcoholismo, aborto, etc.
Para eso necesitaban personas voluntarias que escriban el guión de
la novela, entonces él y todos los de su grupo se apuntaron. Yo ni corta ni
perezosa me hice anotar también, detrás de mi siguieron mis amigos y mi
hermana.
Cuando del fondo de salón se oyó. ¡Están muchos! Ya se imaginarán
de quién vino eso. Sí, del chico que hacía 20 minutos me había impresionado
tanto.
¡Qué sincero, pensé! Pues uno de los chicos con el que habíamos ido
no era del total agrado de la mayoría de integrantes de dicho grupo.
210
Nueve Meses con Freddy
Bueno, quedamos en encontrarnos un lunes a las dos de la tarde en
el Centro de Salud, puesto que el grupo ya contaba hasta con un centro de
cómputo propio. ¡Qué tal! Chévere, ¿no?
Lo cierto es que al rato de repartir el pan nadie se apareció. Nadie
del grupito de Freddy.
Solo estuvimos Diego, Freddy y yo. Bueno, comenzamos a escribir,
todos aportábamos ideas, todo fue un cague de risa al buscar los personajes
de la novela a la cual pusimos por título “A flor de piel”.
Un día, yo llegaba súper preocupada, no sabía qué hacer, qué decir
ni nada. Resulta que hace un buen tiempo un chico de Riobamba, que no sé
de dónde sacó mi número de celu, me había estado escribiendo. Escribía tan
lindo que hasta fecha para casarnos teníamos.
Pues ese día él había decido venir a Quito a conocerme. Tal chasco
fue cuando se me presentó en la ventana de mi trabajo. ¡Qué susto!
Era un enano, cuatro ojos, flacucho. Lo feo no me importaba. Lo que me
desagradó fué que era más pequeño que yo.
Tal decepción tuve que no sabía qué decirle, pues a mí me
desagradó tanto que no quería nada con él, pero tampoco quería herir sus
sentimientos.
Se me ocurrió la genial idea de pedirle un consejo a Freddy, le conté
todo. Él se molestó tanto, me dijo ¡No sé por qué la mujeres dicen algo que
no sienten! Y solo me aconsejó que le diga la verdad.
La tarde transcurrió y salimos de centro de cómputo. Él me fue a
dejar a la casa, fue ahí que conversando le dije que me gustaban los vaciles.
Él dijo ¿Te gustan los vaciles? ¡Vacilemos!
Yo me quedé fría, no pude responder al instante pero al final
terminé cediendo pues él no me era indiferente.
Desde ese día vacilamos. Nadie en el grupo sabía nada durante tres
meses. Yo quería algo serio con él, pero él se mostró un tanto negativo
conmigo, puesto que en unos pocos días él se iba al cuartel.
Yo tenía planeado un paseo a la playa con mi ñaña, el pelado y mi
prima, así que me fui. Ni él ni yo supimos nada de nadie.
211
Nueve Meses con Freddy
 Unos días antes él me había dado el número del celu de la mejor justamente el día de nuestro aniversario. Yo me puse tan mal que me puse
amiga, entonces yo le llamé y ella me dio otro número donde poder a tomar, me pegué una borrachera del puctas. Si hasta de la cama me caí
localizarle, y le fui a visitar. tratando de vomitar todo el dolor y el trago que me tomé.

Él pensó que nunca en la vida me iba a volver a ver, pero yo sabía Mi primera borrachera aunque él no me lo crea. ¡Fue la primera!
que él tenía que formar parte de mi vida, pues cuando yo lo conocí lo sentí
así.

Lastimosamente llevamos una relación de fines de semana.

Los momentos más lindos:
La primera salida, cuando clasificó la Selección al Mundial.

La serenata que me dio por celu, un día de esos cuando encerrados

ahí les coge la nostalgia. Por cierto, él toca guitarra y canta.

Cuando por mi cumple me llevó a Otavalo a las cascadas de

Peguche. Un día antes terminamos, pero todo pasó.

Cuando los domingos nos vamos a la Casa Blanca a verle a la Liguita,

es el amor de mi pelado y a mí también me gusta.

Cuando por Carnaval nos fuimos a Guaranda, todo fue un relajo, no

encontrábamos un hotel y nos mojaron hasta el apellido.

De esas escapaditas nadie sabe porque, como en todo hogar, los

padres no les quieren a los yernos. En mi caso es peor porque yo le llevo tres
años y mi mami no está muy convencida de la situación.

Hay algo que omití en esta historia y es que, en dos ocasiones que
veníamos de viaje, él se quedó a dormir conmigo en mi casa, en mi cuarto,
en mi cama.

Y esas dos veces mis papás nos cacharon. ¿Por qué? Porque mi pelado
ronca como tractor descompuesto.

Mis papis me dijeron que no querían verle por mi casa y peor en mi

cuarto.

Lo feo:
Las peleas como en toda relación.

Al cumplir los 5 meses él salió franco 15 días y decidió irse al Tena,

212 213

Nueve Meses con Freddy Nueve Meses con Freddy

 Andrés y sus amigos nunca pensaron que el paseo del colegio iba a tener gran importancia
en su vida, al inicio la pasaron bien, pero las cosas comenzaron a tornarse difíciles y su
personalidad se puso a prueba al afrontar los problemas de una traición, una nueva
relación y una ruptura. Nadie olvidará este paseo, y a las personas que en un momento
determinado compartieron un poco de odio, amor y sexo.

Escribí mi historia porque sentía un compromiso frente a la sociedad de relatar y

compartir muchas de las cosas que los jóvenes pensamos y a veces nos pasan, nuestras
modas, dialecto y personalidad. Además porque los jóvenes nos merecemos un mayor
espacio para expresarnos.

Byron Freire
(Prometeo)
16 años
214
 El reflejo del aura se pinta en la ventana. A cada minuto el día se
vuelve más claro, de repente toda esa tranquilidad se ve interrumpida por
un ruido que él nunca hubiese querido que llegue. Es su celular indicándole
que ya son las 6 am, su madre corre apresurada por el pasillo despidiéndose
y rogando que el bus que la lleva a su trabajo no la deje.
Andrés cierra los ojos nuevamente para recuperar todo el descanso que
perdió ayer en la noche, haciendo un trabajo de biología del cual podría
depender su año. El celular suena nuevamente después de 5 minutos con un
tono diferente. Alguien le estaba llamando; se frota sus ojos y alcanza a ver
la foto de su padre en la pantalla. Contesta, y efectivamente es él, le saluda
y desea una buena semana, Andrés le desea lo mismo y dice que todo en el
colegio está bien mientras se pone las medias.
En el colegio saluda con sus panas, ya que no los ha visto en todo el
fin de semana, se pone al tanto de nuevas experiencias, y piensa que es un
día más para empezar de nuevo, mientras tanto su compañero con una voz
de decepción y enojo dice:
Qué tontera, ya viene el viejo. Que, ¿no puede faltar un día?, si no
viniera me arreglaría el día.
Apresurados se sientan en sus pupitres que los acompañarán toda la
semana. Algunos atentos a la clase y otros apresurados hacen deberes que
no entendieron, que no hicieron porque estaban jugando PS2. Pasaban un
rato con sus pelados y peladas, o simplemente les dio un ataque de
vagancia, y decidieron dejarlo para el último, mientras vigilan atentos a que
el profesor no los vea. De repente la profesora de Química entra a la clase
y les informa a todos los alumnos que pertenezcan al Club Ecológico que
saldrán de expedición el sábado, medio curso se alegra por la noticia y se
comienzan a preparar para un paseo que les traerá muchas sorpresas.
El viernes ha llegado y todos están entusiasmados por el paseo al día
siguiente. Víctor, Alberto y Fernando se ponen de acuerdo para al siguiente
día ir juntos al colegio y llevar licor para según ellos “hacer más ameno el
paseo”. La Aleja y la Vero son inseparables amigas desde primer curso, y
también se encontrarán antes de ir al colegio. Andrés, Miguel, Diego y Daniel
son otro grupo de amigos que quieren que este paseo sea inolvidable. Sin
embargo Diego se está separando del grupo por estar con su pelada Adriana,
y ella de la Mireya, Liliana y Wendy.
Todos se encuentran, y desesperados esperan el bus que los llevará
a un parque protegido al Sur de la ciudad.
216
Odio, amor y sexo
Después de hora y media de cachos, canciones, historias y chismes
llegan a su destino. Todos miran alucinados por la ventana el bosque, el
paisaje y la casa donde van a pasar los siguientes dos días. Al llegar al
refugio desempacan, y todos se van de expedición con la profesora, Diego y
Adriana se separan un poco del grupo para estar en un ambiente más privado
y recordarse lo mucho que se aman, mientras se deleitan con besos
apasionados y caricias inofensivas que hacen que la pasión se desborde.
Mientras tanto Andrés y Wendy disfrutaban de una amena
conversación, pero de repente ella se tropieza con una rama y Andrés salta
en su ayuda cayendo sobre ella quedándose frente a frente. El uno siente la
respiración del otro, y sus miradas se entrelazan. Ambos sienten el deseo de
juntar sus labios y la atracción de sus cuerpos. Parecía una eternidad, pero
una eternidad que ambos deseaban nunca se acabe. Los dos cerraron los ojos
y, en el instante que estaban a milímetros de mezclar sus labios, su
profesora toma el brazo de Andrés y lo levanta, suprimiendo toda la pasión
del momento. Wendy se levantó del suelo avergonzada, y con una sonrisa
quedó viendo los ojos de su amigo, las risas de los demás no importaban,
para ellos solo existía una atracción inmensa y una sensación que deseaban
repetir.
Regresaron al refugio y tuvieron tiempo de pasear y explorar
mientras la profesora preparaba todo para su almuerzo. Alejandra y
Verónica caminaron hacia el Norte por unos quince minutos hasta que
encontraron un hermoso riachuelo que bajaba desde el monte. Emocionadas
prometieron guardar el secreto para reservarse el gusto de disfrutar aquel
paisaje. Miguel y Daniel, cada uno con un tabaco en la mano y una cajetilla
casi entera en el bolsillo, se adentraron al bosque para encontrar unas
cuevas que Diego había mencionado. Finalmente las encontraron, y se
atrevieron a entrar a una, pero en su interior se oían voces. Decidieron
investigar quién se les había adelantado, y grande fue la sorpresa: Diego y
Adriana se encontraban desnudos y acostados sobre sus ropas. Diego besaba
los pechos de su amante, y ésta reflejaba en su cara una sensación inmensa
de placer, él seguía descendiendo hasta llegar al abdomen. Los dos amigos
se quedaron sin palabra al ver esta increíble escena, no sabían si seguir
viendo o alejarse al instante del lugar mientras los dos elaboraban un
repetido movimiento, pero de repente el erótico momento se vio
interrumpido por un sonido que venía desde el exterior de la cueva, y por
miedo a ser delatados, rápidamente se colocaron sus ropas, eran los dos
testigos que se alejaban corriendo y, con una sensación de vacío en la boca
del estómago, deseaban olvidar el momento, pero ellos sabían que nunca lo
podrían borrar de sus mentes. Miguel paró y soltó una risotada que después
217
Odio, amor y sexo
 fue compartida por Daniel, mientras los protagonistas caminaban tranquilos
saliendo de la cueva tomados de la mano.
Andrés y Wendy decidieron quedarse a ayudar a la profesora
mientras se decían frases con doble sentido, y caricias que trataban de
ocultar de su maestra.
Ya era hora de comer y el sol ya se estaba poniendo, todos llegaron
al refugio incluyendo la pareja que había sido protagonista de aquella
escena, y también sus testigos. Andrés y Wendy se encontraban muy juntos,
y todos sentían que algo más que una amistad estaría surgiendo de aquella
pareja. Verónica y la Aleja, como siempre, se sentaron juntas y platicaron
el nuevo descubrimiento. Víctor, Alberto y Fernando se encontraban un poco
mareados ya que se habían acabado ya una media de Zhumir, acompañado
de media cajetilla de Lark. Mireya y Lili se conversaban los últimos chismes
y compartían una revista juvenil.
Finalmente llega la noche y todos deben ir a sus carpas, ya que en
el refugio no es suficiente el espacio, y se encontraba invadida por
hormigas. En la carpa de Andrés solo se pensaba aquel momento de pasión
con Wendy, de repente su celular suena indicando que tiene un nuevo
mensaje de su amiga Wendy que le decía:
- Me quería disculpar por la caída de hoy.
- Fresca, para eso están los amigos.
- Pero te tengo que confesar que en ese momento sentí atracción por ti.
- Yo también, y en las últimas semanas he sentido algo muy especial por ti.
- Entonces ya somos pelados.
- Yo creo que sí.
Ambos se despidieron y cada uno durmió pensando en el otro y el
sentimiento que les cobijaba.
Alejandra recordó que había dejado su celular en la orilla del
riachuelo, rápidamente le platicó el hecho a su amiga, y salió lenta y
silenciosamente, en ese instante Víctor, Alberto, Fernando y Diego, que al
final se había sumado al grupo, salen de sus carpas con una botella de
Trópico. Se adentraron en el bosque y se comienzan a repartirse los vasos,
acompañado de unos cuantos cigarrillos. Varios minutos pasaron, y Diego
mareado y sin uso de razón se alejó, para orinar, miró a lo lejos y dudando
de su sobriedad encontró ahí a Alejandra que estaba buscando su teléfono.
Diego hace tiempo sentía una atracción física por Alejandra, y ella por él, a
218
Odio, amor y sexo
pesar de que Adriana era el amor de su vida.
Adriana, al oír que Diego salía con sus compañeros de su carpa, salió
a ver qué era lo que lo pasaba, y viendo que se alejaba fue tras él. Vio cómo
Diego y sus amigos tomaban, y también cuando se dirigía al riachuelo, lo
siguió y se asomó a ver de tras de un árbol, pero una sensación de odio
invadió todo su cuerpo al encontrar a Diego en el suelo con Alejandra,
repartiéndose besos y caricias.
Alejandra hace tiempo que se insinuaba a Diego, y todos sabían que
haría todo para hacerlo suyo, y con Diego ebrio y a solas era el momento
ideal, y por nada lo iba a dejar ir.
Adriana sentía que el mundo se le venía encima, la misma sensación
de vacío en la boca del estómago se hizo presente, y con lágrimas en los ojos
le dijo:
- Diego, eres un imbécil, te odio, te odio, no puedo creer que me hayas
hecho esto.
En ese momento Diego entra en razón, y sale de todo ese deseo de estar con
Alejandra, se levantó del suelo.
- No, Adriana, espera déjame explicarte.
Adriana salió corriendo hacia su carpa, y con lágrimas en sus ojos se quedó
dormida.
Diego salió en busca de Adriana pero al estar en ese estado no
aguantó y se quedó dormido a pocos metros de su carpa.
El sol sale y un nuevo día nace, todos empacan y se preparan para regresar
a sus casas, Andrés y Wendy se recuerdan todo el amor que se tienen con un
beso, una caricia y tomándose de las manos. Diego no tiene la valentía para
decirle una palabra a Adriana. Adriana de vez en cuando suelta una lágrima.
Daniel y Miguel juran nunca hablar de aquella escena que
presenciaron en las cuevas. Alejandra busca a Diego para convencerlo de
que se olvide de Adriana. Víctor, Alberto y Fernando recuerdan aquella
buena noche que pasaron. Verónica no pasa del asombro después de oír la
historia de la escena que pasaron Alejandra y Diego. Liliana y Mireya
apoyaban a Adriana para que olvide a Diego.
Nadie olvidará este paseo, y a las personas que en un momento
determinado compartieron un poco de odio, amor y sexo.
219
Odio, amor y sexo
 ¿Quién soy…? Buena pregunta… Y pues nada especial, soy un chico de 20 años,
estudiante. Vivo con mis padres; primer hijo (hermano ejemplar), travieso, coqueto, y
muy humilde. De ahí para acá nada más lo mismo que cualquier persona; con un montón
de problemas y tragedias pero nada que no se pueda solucionar. Además cuento con unos
súper amigos….

La historia la escribí para desahogarme, y por que me gusta escribir, además de que
enviar la historia escrita no era nada del otro mundo y no iba a perder nada… !Ah, y éste
es el medio en el que me desenvuelvo mejor..!

Roberto Carlos Calvopiña

(Robdía)

220
 La historia de este personaje empieza un día común de clases.
El muchacho soy yo. Me llamo Carlos, y esto, más que una historia,
es una experiencia.
Era un 8 de marzo, y como tal fecha es el Día de la Mujer, yo salía
de mi casa para dirigirme hacia el cole. Como estudiaba en la tarde, y mi
colegio es solo de varones, teníamos que buscar amigas de colegios vecinos.
Para ello teníamos como base de operaciones la Estación Sur del Trole. Allí
nos encontrábamos como ocho panas, panas de joda, y sabíamos estar jode
que jode. Hasta que era la hora de irnos al cole, a veces nos demorábamos
tanto que nos tocaba correr un poquito para evitar el atraso.
Pero aquel día fue diferente que los demás, la presencia de mujeres
en el trole era mayor. Y es que como no pagaban pasaje, entonces eran
demasiadas las personas que utilizaban este medio de transporte. A la hora
de ir al cole no fue tanta la presencia de personas en el trole, pero al
regreso, por la tarde, no fue igual. Los troles iban tan llenos que no habían
donde poner un pie, y si se bajaban una o dos personas, se trataban de subir
tres o cuatro, total que era un relajo.
Para eso un grupo de amigas habían decidido bajar y esperarnos en
nuestra parada, estuvimos conversa y conversa, y de pronto vi a una chica
súper linda. Se llevaba las miradas de todos, con su cabello negro ondulado
y sus ojos color miel. ¡Me dejo loco! Así que me acerqué, para preguntarle
si podíamos ser amigos.
Ella no se negó. Me dijo que se llamaba Diana y que estudiaba en
segundo curso, tenía catorce años, y lo más importante no tenía enamorado.
La conversación se puso tan interesante que por un momento nos olvidamos
que teníamos que tratar de coger algún trole.
Como la noche ya estaba sobre nosotros, decidimos salir de la
parada y caminar hasta que algún bus nos lleve hacia nuestras viviendas, que
por cierto se encontraban cerca. Y ahí fue el momento en que le propuse de
que si podíamos ser enamorados. Ella no encontró problema a que yo tuviese
quince y estuviera en tercer curso. No quería que llegue la hora de
despedirnos. Pero no teníamos de otra. Ella hacia su casa y yo hacia la mía.
Los días pasaron y cada día nos enamorábamos más y más, hasta que
llegaron las vacaciones. Yo salí de la ciudad para pasar las vacaciones con
mis abuelitos, y como allí no había teléfono entonces no podía comunicarme
222
Papá sin saberlo
con ella. Al regresar, que fue casi al mes y medio, la fui a buscar y
¡Sorpresa!. Se había cambiado de casa y no me había dejado la dirección de
su nuevo departamento.
Esa decisión me puso mal, y para completarlo mi ma y mi pa
también habían decidido construir en un barrio muy lejos de allí, y me tocó
ayudarles en la construcción de mi casa. Era lo que me faltaba. No la volví
a ver más el resto de mis vacaciones. Si a eso de construir se le puede llamar
vacaciones.
Empezaban las clases del nuevo año, y a mí me cambiaron de
sección. Ahora estudiaba en la mañana, mientras que ella seguía en la
sección de la tarde. Los primeros días me di tiempo para irla a ver, a lo que
salía del cole. Pero todo era diferente. Al estar ella en un barrio muy
distante al mío se me complicó mucho, y también los deberes del cole me
llevaban toda la tarde, incluso algunas horas de la noche. La iba a ver
cuando podía, así pasaron algunos meses. Pero un día que fui a verla ella se
había conseguido otro chico. Yo me quedé frió, pues era la muchacha que
más había querido en mi vida. Aquella tarde parecía que se acababa mi vida.
Esa tarde fue la última vez que la fui a ver, no quería volver a verla en mi
vida.
Pasaron alrededor de 4 años, no había llegado a conocer nada de
ella, y un día me encontré con uno de mis panas de joda, Paúl. Él me
comentó que Diana tenía una nena. Y que decía que era mi hija. La nena
tenía casi dos años. Así que le pregunté si Diana le había dado el teléfono a
Paúl, y éste no me lo negó.
A la mañana siguiente la llamé a su teléfono. Primero no me
reconoció, y después se sorprendió al saber que era yo, así que quedamos
en encontrarnos esa misma tarde en el centro comercial. Para conversar de
los dos.
A la tarde los dos llegamos muy puntuales, y al verme se lanzó a mis
brazos, y nos fuimos a tomar un helado y conversar de lo que había pasado
en su vida, y en mi vida. Ella muy triste me contó lo que le había pasado con
el que algún día fue su enamorado. Me contó que este chico, después de
unos meses que yo me había ido, le había pedido la prueba de amor, y como
ella estaba muy apenada por mi ausencia, decidió entregarse en cuerpo y
alma. Y fruto de aquella “relación” nació Betzabeth, una bebé preciosa.
Y le pregunté por qué decía que esa nena era mi hija: y ella me dijo
223
Papá sin saberlo
 que era porque yo le había dejado sola, y ella se había entregado a aquel
chico por miedo de que la deje como la dejé yo.
En eso una lágrima salió de sus ojos, y me dijo que estaba
arrepentida de haberme dejado. Lo que hice fue abrazarla para hacerle
sentir bien. Y que dejara de llorar. La tarde pasó volando. Ya casi eran las
siete, y teníamos que dirigirnos hacia nuestras casas, pero sorpresa, no era
tan lejos su casa de la mía. Así que fui y la dejé en la entrada de los
condominios donde ella vivía. Y me invitó a que pasara a conocer a su nena.
Le prometí que sería en otra ocasión, ya que era muy tarde y tenía que
regresar a mi casa.
Días después fui a visitarla como lo prometí. Me hizo pasar a su casa,
y allí estaba. Era una nena preciosa, muy parecida a su mamá. Era la belleza
en una bebé y muy, muy coqueta. Y le pregunté del papá de la nena, y me
dijo que le pasaba una pensión mensual para la nena, y nada más.
Estuvo muy chévere pasar la mañana con las muchachas. Pero al
despedirme la nena que estaba empezanda hablar me llamó papá. ¡Chuta
ahora qué hago! me dije. Bueno, me despedí algo contento ya que la nena
me llamo papá, pero a la vez nervioso porque yo no era el papá de la nena.
No hubo de otra, me tocó buscar a mi mejor amiga, Jenny, y le expliqué el
problema. Desde que había iniciado en mi adolescencia, ella me dijo que no
me meta en esa relación, ya que aquella nena tiene un padre, y él es el que
la mantiene mediante su pensión y si se llegara a enterar no le gustaría que
otra persona ocupe su lugar de papá. Ahí fue cuando abrí los ojos.
Al día siguiente Diana me llamó, y dijo que quería conversar
conmigo y que viniera a su casa. Yo accedí pero le dije que después de dos
días, ya que estaría muy ocupado.
Llegó el día de volver a encontrarme con Diana, así que la fui a ver
en su casa como habíamos quedado, pero en la entrada de su casa me
encontré con sus padres. Me recibieron bien y conversamos. En una de esas
me propusieron que volviera a mantener una relación con Diana. ¡Yo me
quede block! Y ahora qué hago, dije. Pero reaccioné, y les dije que el
sentimiento de amor que hubo entre ella y yo ya no podía volver a renacer.
Me rogaron, me suplicaron, le pusieron a la nena como víctima, y además
me ofrecieron dinero.
Esa fue la gota que derramó el vaso. Les dije que con el amor no se
juega, y menos cuando hay una criatura de por medio. Así que acabado eso
224
Papá sin saberlo
me despedí. Diana se puso a llorar, y salió corriendo a su cuarto, su madre
la siguió para tratar de consolarla, y a la vez se llevó a la nena. En ese
momento su padre me pidió disculpas, diciendo que no era su intención
ofenderme. Yo le dije que si me podían dejar hablar a solas con Diana
durante cinco minutos. Así que el aceptó, y Diana con sus ojos empapados,
y nos dejaron a solas. Le expliqué que yo tenía a otra persona a mi lado, y
que le apreciaba mucho como para dejarla a ella y estar con ella. Y lo que
había existido entre nosotros ya no era lo mismo, lo único que podía hacer
era ayudarle como amigo. Ella supo entender y se calmó, y me dijo que si
no quería por mi voluntad no me podía obligar. Al despedirme regresó la
nena, le di un beso y me volvió a llamar papá. Una lágrima corrió por mis
ojos y me tocó salir huyendo de allí.
Volví a buscar a Jenny para contarle lo sucedido, y me dijo que lo
mejor era alejarme de esa familia, y que si yo no les quería hacer daño,
mejor de lejitos. Ya que ellas se podían ilusionar, y no era lo conveniente
para nadie.
No pasaron dos semanas, y recibí una llamada. Era Diana, y me
llamaba para contarme que se cambiaban de casa y se iban a vivir al norte
de Quito, y que me dejaba el número telefónico de su nueva casa por si
quería saber algo de la nena.
Después de un mes la llamé, y me invitaron al cumpleaños de la
nena. No sabía qué comprarle, y un día que estaba deambulando por el
Centro, vi un poncho rojo muy chévere y dije: ese poncho es de Betzabeth.
Llegué al cumpleaños a la hora indicada, y el papá de la nena al verme salió
y no regresó hasta la hora que yo salí de ese lugar. Fue una fiesta muy
chévere. Diana y su nena estuvieron felices de que yo haya asistido. Diana
pensó que no iba a asistir, por los malentendidos que hubo, y yo le dije por
qué no he de asistir si somos amigos.
Ahora mantenemos contacto a menudo, y la nena, que ya tiene tres
años, me llama Dobeto Calo, y eso me hace sentir bien, pues sé que estoy
apoyando a Diana y a Betzabeth en todo lo que puedo.
Bueno este relato se acaba aquí, pero la historia de mi vida sigue. Y
espero que sea igual o de mejor manera.
225
Papá sin saberlo
 Mi nombre es Andrés Bolaños, actualmente estoy estudiando Comunicación
Visual Me gusta el dibujo y la pintura, todo esto también en el plano digital;
como son los montajes, la fotografía y el diseño en general. También la creación
de cortometrajes y la edición de audio y video. Practico además algunos
deportes en mis tiempos libres como el fútbol, bicicleta y las pesas.

Escribí la historia porque me parecía interesante plasmar ideas y sentimientos

para que otras personas puedan compartir experiencias y criterios de identidad,
y también por lo que significaba el concurso en sí; es decir la creación de
cortometrajes y la participación juvenil de los mismos, y cabe resaltar el punto
importante del aprendizaje y experiencia que se iba a obtener.

Andrés Bolaños
20 años
226
 Roberto era un chico normal, de quince años. Realizaba actividades
acordes con su edad; jugaba fútbol, salía con sus amigos y se llevaba bien
con sus padres. Todo iba bien. No sabía que el amor aparecería en su vida,
y así sucedió.
Era un viernes 9 de la noche cuando conoció a Lucía navegando por
la Internet; desde el principio fue algo intenso. A medida que transcurrían
las semanas, Roberto dejó sus actividades normales y pasaba largas horas en
la Internet hablando con Lucía. Ella decía que tenía veinticinco años, y era
muy reservada cuando se trataba de proporcionar información personal;
mientras que Roberto era muy ingenuo, y le contaba todo, a excepción de
su edad.
Tres meses fueron necesarios para que Roberto y Lucía fueran
“cyber novios”. Ambos no tenían idea de cómo eran físicamente uno y otro,
pero pasaban horas y horas hablando los temas más variados y diversos.
Los padres de Roberto estaban muy molestos, ya que había
descuidado los estudios. No salía con sus amigos y también había descuidado
su aseo personal.
Mientras, la relación tomaba nuevos caminos; Roberto y Lucía
decidieron encontrarse un viernes, porque había sido un día así cuando se
conocieron.
Pero había un problema. Roberto estaba inseguro por su edad, pero
de una u otra forma Lucía tenía que enterarse.
Como había sido ya hace varios meses, Roberto realizó su ritual: cogió su
silla y la enderezó para atrás, prendió su computador, se metió a la boca un
chicle de menta y se contactó con Lucía.
Roberto: Hola, mi amor. Te he extrañado mucho.
Lucía: Hola, yo también te he extrañado.
Roberto: Ya quiero estar contigo y ver cómo eres; yo sé que eres como me
imagino.
Lucía: Ojalá tu imaginación no te traicione, y luego te decepciones.
Roberto: No digas eso… Además pasa algo.
Lucía: Dime.
Y en un momento de gran tensión y nerviosismo, Roberto se tragó el
chicle que tenía en su boca, y decidió contarle a Lucía sobre su edad.
228
Quimera de amor
Roberto: No te lo puedo ocultar más.
Lucía: Dime, ¿qué es lo que pasa?
Roberto: Está bien, te lo diré. Yo no soy el chico que te imaginas, solo soy
un simple niño de quince años.
Lucía se quedo estupefacta y todas sus ilusiones se desvanecieron, pero ella
también tenía un secreto.
Lucía: ¡Oh mi Dios!, realmente no sé qué decir, ni qué hacer, pero yo
también tengo que contarte algo… También es sobre mi edad.
Todo se volvió confuso para Roberto; atónito y con una risa
sarcástica respondió:
Roberto: Ja ja. Ahora me vas a decir que tienes quince años.
Con una expresión de resignación en su rostro Lucía dijo:
No… En realidad tengo cuarenta.
De pronto el silencio se apoderó, y un ambiente de sorpresa y
resignación invadió a los corazones solitarios de Roberto y Lucía.
En el fondo ellos sabían que sentían algo, pero la diferencia era mucha; se
habían encontrado dos generaciones totalmente distintas en todo sentido,
pero de alguna forma habían podido romper esas barreras que ahora parecía
que, por dichos contrastes, nunca se concretaría nada.
Cuando parecía que iba a continuar la conversación, un apagón
eléctrico en toda la ciudad interrumpió todo indicio de respuesta por parte
de Roberto y Lucía.
Había sido un duro golpe para ambos, pero con mucha expectativa
esperaban comunicarse.
Las horas que pasaron fueron eternas, ambos se quedaron despiertos
hasta altas horas de la madrugada y de pronto, cuando el cansancio era más
que la intriga, volvió la electricidad. Roberto y Lucía encendieron sus
computadoras lo más rápido posible.
Habían tenido ya largas horas para pensar lo ocurrido y sacar sus
conclusiones; pero lo más difícil era iniciar de nuevo la conversación que
quedó en un vacío para los dos.
De repente Roberto dijo:
Mi número es 096598621. Chao
229
Quimera de amor
 Ese fue el único mensaje que pudo enviar ya que por los nervios
había apagado la computadora.
Lucía decidió romper con sus prejuicios, al mediodía siguiente llamó a
Roberto, por fin iba a escuchar su voz y quedar en algo. Le temblaban los
dedos, pero ya era muy tarde para arrepentirse y con una voz temblorosa
dijo: “ Qué tal Roberto, soy Lucía… Bueno, seré directa, no me importa la
edad. He pensado mucho y quisiera verte”. De pronto calló; Roberto no
decía nada, y ese tosco silencio solo se interrumpió por la unión de sus voces
que al mismo tiempo, como si lo hubieran ensayado, se escucharon decir: Te
quiero.

Al entablar de nuevo la conversación, y con los ánimos más

calmados, decidieron encontrarse al fin. Se citaron en un café de la urbe a
las nueve de la noche del día siguiente.

Ambos habían anhelado este momento desde hace mucho, y por fin
llegó la hora en que se conocerían. Roberto sabía que Lucía iría vestida con
jean y un buzo negro para reconocerla, y cuando llegó al lugar la miró desde
la acera de enfrente. La reconoció, gritó su nombre y ambos quedaron
atónitos y cautivados. Tanta era la sorpresa, que cuando Lucía decidió cruzar
la calle, no se dio cuenta que un auto rojo venía a gran velocidad; la
atropelló acabando con su vida.

Roberto conoció a Lucía solo unos pocos segundos. No sabía qué

hacer, no estaba triste sino confundido. Entró en un estado de confusión
total, tenía muchas contradicciones en su cabeza. Al fin y al cabo no conocía
de Lucía más que sus letras y su voz que, por lo esporádica, ya había
quedado olvidada instantáneamente. Pasó al lado del cadáver con una cara
de sorpresa, sin saber qué hacer. Ese viernes nueve de la noche, como
cuando Lucía empezó a existir para Roberto, paradójicamente también dejó
de existir.
Mi nombre es Manuel Gómez. Soy guayaquileño de nacimiento pero quiteño de corazón,
tengo 15 años, estudio en el Liceo Naval sigo la especialización de Ciencias Sociales, soy
como cualquier otro adolescente de mi edad, disfruto la vida a cada momento, tengo
una inclinación a la literatura principalmente a la poesía.

La razón por la que escribí esta historia es para servir de ejemplo a todos los jóvenes de
mi país para que sepan actuar con sabiduría en cada decisión que tomen y que disfruten
la vida a cada respiro.

Manuel Gómez
(Wallace)

230

Quimera de amor
 Yo, William, un joven de catorce años, estudiante de colegio,
perfeccionista, obsesivo, muy poco sociable, sensible, serio, con muchas
ambiciones, melancólico, de tez pálida, pelo castaño, de estatura alta,
guayaquileño de nacimiento, quiteño de corazón; un ser humano con errores
y sentimientos. Una persona normal.
Ella, Andrea, quince años, quiteña, risueña, inteligente, hermosa,
blanca como la nieve, de rizos dorados, con muchos amigos, honesta,
sincera, toda una joven, mi amor, mi desgracia. Me encontraba sumido en la
lectura de un libro que hablaba de submarinos y expediciones imposibles;
estaba sentado junto a una pequeña pileta en mi colegio, era un trece de
junio. El sol brillaba en el cielo, mis compañeros de curso en pequeños
grupos conversaban de fiestas y apariencias; algunos jugaban fútbol en las
canchas, y otros, desesperadamente, hacían las tareas que no habían hecho
en casa. Un día como cualquier otro. Tras haber terminado de leer, me
incorporé para regresar al curso; en el trayecto quedé embobada por la
simple presencia de Andrea, a quien quedé viendo atónito como si estuviese
bajo algún hechizo, cuando, sin previo aviso, me regresó a ver. Yo me hice
el desentendido y seguí mi rumbo. Faltaban solo tres minutos para que se
acabara el receso, entonces tuve que acelerar el paso; al llegar me acerqué
a mi puesto y organicé los libros para la siguiente hora. Esperé a que sonara
el timbre y tomé asiento. Lentamente mis compañeros fueron ingresando al
aula, gritando y despidiéndose de los amigos de otros paralelos, ritual al
cual siempre lo consideraba absurdo y a veces hasta chistoso. Luego de esto
un señor de estatura media, un poco calvo, de tez trigueña ingresó al aula.
- Buenos días estudiantes – dijo él.
- Buenos días profesor - le contestarnos.
Era el profesor de Literatura, quien me dio un fuerte apretón de
manos lo cual ya era costumbre de cada clase.
- ¿ Cómo estás, William?
- ¿Cómo está usted, profe? – respondí.
- Muy bien, ¿y usted?
- Estudiando y tratando de mejorar - le dije.
Su nombre era Carlos García, muy atento conmigo, un amigo.
- Bueno, señores y señoritas, hoy vamos a tratar un tema muy interesante:
la comunicación. ¿Qué es para usted la comunicación, señor Vázquez? –
preguntó.
232
Yo, Ella y Él
Pedro Vásquez, un muchacho de mi edad, muy amigo mío, de vista
perdida pero de consistencia robusta.
- Es la forma de hablar, de expresarnos - respondió él.
Pedro no era conocido por intelectual, pero aun así era muy pilas.
- Puede ser, puede ser, ¿quién puede complementar la idea del señor? - dijo
el profe. Levanté mi mano con cierta vacilación.
- ¿Señor Egas?
- La comunicación es la forma de expresarnos hacia el resto de personas,
haciéndonos entender mediante la utilización del lenguaje.
- Una respuesta muy válida, señor Egas.
- ¿Alguien más? - preguntó el licenciado frunciendo el ceño. Al otro lado del
salón una mano se agitaba desesperadamente - ¿Señorita Mosquera?
- Tengo entendido, señor licenciado, que en la comunicación un factor muy
importante es la relación y la comprensión entre el emisor y el receptor -
contestó.
Alejandra Mosquera, peruana, de mediana estatura, un dolor de
cabeza, mi rival de estudios.
- Claro, eso es un factor muy importante también, señorita, la relación que
usted citó entre el emisor y el receptor es esencial para la comunicación; sin
ello no existiría la misma.
Luego de esto nos hizo escribir un ensayo sobre la comunicación.
Aquel escrito que involucra mucha labia y mucho ingenio para completar el
límite mínimo de palabras. El primero que entregó el ensayo fue Francisco
Pérez, un estudiante nuevo del cual me había hecho amigo poco tiempo
atrás. No era muy diferente a mí; era un poco inferior de estatura y de piel
más bronceada. Luego de que algunos estudiantes más entregaran el bendito
documento, entre aquellos me encontraba yo y Andrea. La sirena del
término de clases sonó con tal fuerza que mis tímpanos retumbaron, aquel
tormentoso ruido que teníamos por alarma, era el canto celestial para la
mayoría de los estudiantes, ya que otro atareado día de clase se había
acabado. Recogí mis cosas apresuradamente y me uní a mis amigos, que
estaban afuera.
- ¿Terminaste el ensayo, William? - preguntó Eduardo.
Eduardo Pillajo, uno de mis mejores amigos, de tez morena, como de mi
estatura.
- Sí, ¿no viste que fui uno de los primeros? – le respondí.
- Ay, míralo al norio - dijo Francisco.
233
Yo, Ella y Él
 - Cállate, pelmazo - le respondí.
Estábamos caminando hacia el parqueadero de los buses escolares
que se encontraba junto al portal de entrada al colegio.
-¿Qué diablos hacías en la pileta en recreo? - inquirió Pedro.
- Me imagino que algo debía de haber estado haciendo - le respondí.
- Uy, qué loca - respondieron en coro.
- No me jodan, grupo de retrasados - refuté, y arremetí un golpe en el
hombro de Pedro. Ya llegados al parqueadero compramos chicles y gaseosas
y nos despedimos. Cuando llegué a mi buseta, la número 17, me encontré
con Andrés que se le notaba asustado. Andrés Reyes era uno de mis amigos
de grupo, tenía tez entre blanca y amarilla, era de estatura baja. Me
extrañé, ya que esa tarde no nos había acompañado.
- ¿Qué más, Andrés, qué te pasa?
- William, estoy en una movida grave.
- No me digas que te peleaste de nuevo con ese man del otro curso.
- No, no, esta vez es algo mucho peor.
- Y ahora, ¿en qué te metiste?
- Me metí con la pelada de Sergio.
- Hijo de la grandísima madre, ¿qué tienes en el cerebro? Tú bien sabes que
ese tipo es pandillero.
Sergio Montalves tenía fama de pandillero y de matón. No salía de
su casa sin su navaja, bueno eso último es lo que la gente decía.
- El desgraciado me dijo que me iba a dar el vire.
- Maldita sea tu suerte. Chuta y ahora, ¿qué vas a hacer?
- No sé naño, no sé. Ayúdame por favor, por los buenos tiempos.
- Mañana pensaremos en todo. Por ahora mantente calmado y anda
derechito a tu casa.
- Está bien, pero esa movida…
- No te preocupes, y ahora haz lo que te digo - le corté.
- Bueno, hasta mañana, loco.
- Hasta mañana, Andrés.
Me subí a la buseta y me quedé pensando acerca del enredo en el
cual se había metido Andrés.
Aquella noche en mi casa no pude dormir del todo, ya que la
amenaza de la reacción de Sergio era un tormento. Me imaginaba cómo
Sergio golpeaba a Andrés hasta dejarlo soñado en el suelo. Luego de este
234
Yo, Ella y Él
escenario conseguí dormir un poco.
Al día siguiente, tras haberme duchado y desayunado, me despedí
apresuradamente de mis padres, y salí corriendo a coger la buseta, ya que
me había atrasado. En el trayecto al colegio pensaba la manera de que
Andrés salga ileso de esta situación sin involucrarme en el dilema.
Una vez que llegué al colegio, me encontré con Andrea en la
entrada, quien cariñosamente me saludó con un beso en la mejilla.
- Hola, Willi, ¿cómo estás?
-Hola, Andrea, ¿cómo te ha ido?
- Estoy bien. No puedo quejarme. ¿Qué te ocurre? Se te nota preocupado.
-No, no pasa nada, estoy bien - le mentí.
-No me digas que no te pasa nada, tienes cara de angustiado.
-Bueno tengo un pequeño problemilla nada más - mentí de nuevo.
-Si no me quieres contar, no hay problema.
En ese momento me sentí como un estúpido, ya que podía ver la
indignación en la cara de Andrea, pero no se lo podía contar, ya que la
estaría involucrando en el problema. Durante el trayecto al patio de
formación fuimos conversando acerca de las tareas y de cuán mal nos caía
Alejandra Mosquera. Mientras hablábamos no podía dejar de mirarla y de
decirle cumplidos; aquellos pocos minutos fueron un paraíso para mí,
teníamos mucho en común. Cuando llegamos al patio nos encontramos con
Micaela, amiga de Andrea a quien saludé, y conversamos un rato. Luego vi a
Andrés en medio de una multitud; pedí disculpas a las chicas y fui a ver que
pasaba. Al llegar mi estómago se revolvió; justo la escena que había
imaginarla noche anterior yacía ante mis ojos. Llamé a Eduardo, a Francisco
y a Pedro, e inmediatamente fuimos a ayudar a Andrés. Sergio golpeaba
salvajemente a Andrés y lo lanzaba como si fuera un muñeco de trapo. Pedro
y yo, como éramos los más robustos, separamos a Sergio de Andrés, mientras
Eduardo y Francisco levantaban al pobre diablo del suelo.
- ¿Qué crees que haces, imbécil? - le grité a Sergio.
- ¿Qué, esa basura es tu amigo?
- Sí, por tu desgracia.
- ¿Te atreves a desafiarme, pedazo de tonto? Tú no vales ni como sirviente.
Dios castigue mi orgullo, pero en ese instante no pensé en nada y le di un
porrazo en el pecho que lo hizo tambalear y casi caer.
Luego, dos estudiantes lo agarraron de los brazos y se lo llevaron.
235
Yo, Ella y Él
 - Date por muerto idiota, tú has cavado tu propia tamba - me gritaron. Ya
cuando se fueron, llegó el inspector rojo de la furia.
- ¡Señor Egas, venga en este instante! - Sí que estaba enojado.
Hice lo que me ordenó, y lo seguí hasta su oficina. Mientras nos
dirigíamos hacia allá no cruzamos ninguna palabra.
- Cree usted que, haciendo sus pequeños berrinches, va a llamar la atención
y ganar popularidad, ¿eh?
- Con todo respeto, señor inspector, creo que usted no está informado del
problema.
- No me diga, ¿cree que no hago bien mi trabajo?
- Permítame contarle lo que pasó.
- A ver, dígame.
- Cuando había llegado al patio de formación, divisé un gran grupo de
personas que gritaban así que me acerqué a observar qué estaba
aconteciendo. Me hice espacio a través de los estudiantes, y vi cómo el
señor Montalves golpeaba salvajemente, valga el término, a mi compañero,
el señor Reyes, así que llamé a mis compañeros, los señores Pérez, Pillajo y
Vásquez para asistir al agredido. Una vez que separamos a Montalves, él me
insultó de una forma muy despectiva por lo cual lo empujé fuertemente
hacia atrás para que se alejase de allí y nos dejara en paz.
- Pues no le creo, su historia me parece jactanciosa.
- Si mi palabra no le basta le invito a usted, señor Inspector, a llamar a todos
los testigos de la escena y preguntarles qué pasó.
El inspector siempre me había odiado, pero esta vez no podía negar
mi petición.
- Está bien, señor Egas, lo haré. Pero usted de aquí no se mueve.
Luego de esto llamó a todos los testigos, incluyendo a Francisco,
Eduardo y Pedro, quienes contaron una historia similar a la que yo le conté
al inspector.
También habló con Andrés, que fue el agredido, y finalmente con
Sergio quien, cuando entró a la oficina, me lanzó una mirada de odio
intenso. Desde el lobby se podían escuchar los gritos de discusión del
inspector y de Sergio, quienes se proferían insultos a viva voz. Después de
unos quince minutos Sergio salió de la oficina maldiciendo.
- Maldito sea usted, inspector. ¿Sabe quién soy yo? - Maldijo Sergio.
- Vea usted, mamarracho, a mí nadie me intimida, menos un guácharo como
236
Yo, Ella y Él
usted - le respondió el inspector, furioso.
- Al diablo con todos - gritó desde el lobby.
Esta vez me lanzó una mirada de asco e indignación, la cual se la devolví.
- ¡Egas!
- ¿Sí, señor inspector?
- Venga en este instante.
- Enseguida, señor.
Por primera vez en mi vida el inspector me había visto tan
solemnemente.
- Señor Egas, creo que mi actitud hacia usted el día de hoy no ha sido del
todo aceptable, así que pido olvide los acontecimientos del día de hoy; creo
que lo he considerado mal. Mis disculpas.
-Señor Gonzáles, usted no tiene por qué pedir disculpas, usted es el
inspector de esta institución y usted sabrá qué medidas hay que tomar. Si la
pregunta es válida, ¿qué pasó con Montalves?
- A ese mangajo lo expulsé del colegio por agresión grave a un compañero y
por insultar a una autoridad, además él ya estaba condicionado en ese
aspecto.
- Mmm… Desconocía aquel condicionamiento.
- A usted no le debería importar aquello. ¡Ahora regrese a clases!
- Como el señor ordene. Le respondí con un poco de sarcasmo. Afuera me
encontré con Pedro quien me comentó malas noticias.
- William, a Andrés lo acaban de transferir a un hospital.
- ¿Qué le pasó?
- Parece ser que Montalves le rompió un brazo de tanto que lo golpeó.
- Ese salvaje, ¿lo viste cuando salió de aquí?
- Pasó empujando a una secretaría, y no dejaba de insultar a todo el mundo,
me imagino que lo castigaron.
- No, lo expulsaron porque él ya estaba condicionado.
- Entonces los rumores de que era pandillero eran ciertos.
- Parece ser que sí, oye, ¿dónde están Eduardo y Francisco?
- El viejo de Química no les dio permiso para salir.
- Bueno, entonces vamos al curso.
- No seas bruto, vamos a vagar por ahí para perder clases.
- ¿No crees que Eduardo y Francisco quieran saber algo?
- Bueno, bueno vamos.
Al llegar al curso.
-Licenciado, permiso para pasar.
237
Yo, Ella y Él
 El licenciado de Química era el profesor más avanzado en edad que había en
el colegio, pero hay que reconocer que era un genio.
- Sigan, señores, supongo que debe haber acontecido algo grave.
- Efectivamente, señor – respondí.
- ¿Se podría saber cuál fue el dilema?
Luego le conté con lujo de detalle todo lo que sucedió esa mañana;
me tardé a propósito para perder lo que quedaba de la hora, mientras Pedro,
Eduardo y Francisco contaban al resto de la clase lo que había pasado,
exagerando en algunas cosas.
La alarma para el segundo receso sonó justo cuando le terminé de
contar todo al licenciado, el mismo que se despidió de todos,y recordó la
tarea para la próxima clase.
En receso todos se encontraban más animados, excepto Francisco,
quien parecía muy ofuscado.
- Ya todo está bien, ¿por qué estás así? - le pregunté.
- Mañana sabrás el por qué - me respondió un poco preocupado.
- Si quieres me lo puedes contar ahora.
Desde que Francisco llegó al colegio ya nos teníamos mucha
confianza. Él, como algunos otros sabía, que Andrea me gustaba.
- No, mañana lo sabrás.
- Está bien, no hay problema.
Hasta la salida Francisco tenía esa extraña conducta, y cuando se
despidió ni siquiera me dio la mano. Esa tarde me puse a hacer una simple
tarea de Física que nos había mandado el profesor. La mejor de la clase, en
esta materia, era Andrea, así que la llamé solo para escuchar su voz, con la
excusa de que no comprendía la tarea.
Ring, ring, ring.
- Aló, buenas tardes - me contestó ella.
- Hola Andrea, ¿cómo estás? Soy William.
- Hola Willi, ¿en qué te puedo ayudar?
- ¿Me podrías ayudar con la tarea de Física, por fa?
- Claro, con mucho gusto.
238
Yo, Ella y Él
Su voz era como el canto celestial de un ángel; valió la pena quedar
como un ignorante frente a ella. Yo me hacía el que no entendía ni lo más
mínimo solo para seguir conversando con ella.
Hablé con Andrea como una media hora, luego de esto llamé al
celular de Andrés para saber cómo seguía su brazo, la mamá me contestó, y
me dio las gracias por haberlo ayudado.
- William, ¿cómo le ha ido? Gracias por haber ayudado a Andrecito.
- No se preocupe, señora. ¿Cómo se encuentra él?
- Mejor, mejor; ya no está sufriendo por el dolor.
- Que bueno, por suerte a ese abusador ya lo expulsaron del colegio.
- Con ese tipo de personas no hay que meterse.
- Eso es lo que le dije a Andrés, bueno mándele mis saludos.
- Eso haré, hasta luego William
- Hasta luego señora.
El día siguiente fue un día que la gente denomina feo, ya que llovía
a cántaros. Me vi obligado a llevar un paraguas al colegio. Una vez que
llegué, fui a paso rápido hacia el patio de formación. No saludé a nadie
durante el trayecto, el inspector con un poncho impermeable meneaba sus
manos y gritaba: “¡No hay formación, los estudiantes, por favor ir
directamente al aula! Una decisión válida por el clima. La mayoría de mis
compañeros ya habían llegado al aula, y parecía que algo estaba
aconteciendo.
- Hola Pedro, ¿qué pasa?
- Ñaño, parece que se van a levantar a la tuya.
- ¿A Andrea? - le dije en voz baja.
- Mira lo que está escrito en el pizarrón.
Me abrí paso entre los curiosos, y vi a Andrea que leía una nota en
el pizarrón, yo la imité.
Estaba escrita con marcador de tiza líquida azul, y decía:
Andrea:
Tú eres mi vida, mi amor, sin ti cada aliento es vacío, sin ti muero,
te necesito a mi lado, te amo, te adoro.
Atte. Tu osito.
Lo primero que hice fue criticar la calidad de ese remiendo de
239
Yo, Ella y Él
 poema, para mis adentros por supuesto, pero luego me di cuenta de que no
era el único a quien le gustaba Andrea, y era de suponerse ya que ella era
una excelente persona. Sentí un ardor en el estómago, alguien había tomado
la iniciativa y no era yo, pero solo era una nota, nada más. No era una
declaración formal, el cobarde no tenía el coraje de decírselo en la cara.
Fuimos a hablar con el profesor, le pedimos el favor, y él accedió.
Nos quedamos conversando un rato hasta que faltaron cinco minutos para
que se acabe el receso, entonces me despedí y me dirigí al aula. Cuando
ingresé me encontré ante una escena que me dejó pasmado: Francisco
estaba arrodillado frente a Andrea, tomando de su mano, y muy sonrojado

Tenía que averiguar quién era el sujeto. - Andrea, ¿quisieras ser mi pelada?
- ¿Qué se supone que es esto? - preguntó el profesor de Matemática, quien
recién había ingresado. Ella se quedó un rato en silencio y luego dijo “Está bien, acepto”.
Todos le abrimos espacio para que pase, y, como todos, leyó la nota. Esas palabras me golpearon tan duro que retrocedí, mi mente quedó en
- Srta. Duarte, ¿sabe usted quién es el responsable? blanco y me sentí aturdido. Francisco. No lo podía creer. Estuvo todo el
- No, señor licenciado, lo desconozco. tiempo frente a mis ojos, y él sabía lo que yo sentía por ella, por eso es que
- Pues más vale que borre esto inmediatamente. se comportaba así. Se sentía culpable, él lo sabía y se hacía llamar mi amigo.
- Claro, lo haré. Mi alma se vació por completo; el mundo me daba vueltas, había perdido a
Andrea borró el mensaje con cierta vacilación como pensando de quién Andrea. Ella se dio cuenta que estaba allí. Me regresó a ver, la vi directo a
podría ser esa letra. los ojos, ella se volteó y le dio un beso a Francisco en la boca, corto pero
significativo. Salí desesperado del aula; fui al baño, me lavé la cara, se me
Las siguientes horas de clase quedé pensando quién sería el fue una lágrima, y pensé cuán estúpida fue mi reacción, pero también tenía
desgraciado (me sentía furioso), que había escrito ese pésimo intento fallido mis razones. No sólo la perdí a ella, sino que también perdí a un amigo, ya
de poema. que mi naturaleza no iba a permitir que él siga siendo mi amigo por el rencor
que ardía en mí. La alarma del fin de receso sonó; regresé tambaleando al
La alarma del primer receso sonó, y todos salieron del curso como si aula por el impacto. Allí estaban mis “amigos”, ya que todo ese plan de la
tuvieran alguna emergencia. Fui a buscar a mi grupo, y los encontré gestión con Mauro era una táctica para alejarme de allí. Los odiaba con una
hablando con Francisco, que se lo notaba muy raro desde días atrás; cuando intensidad tal que ni los regresé a ver, en ese momento nos tocaba
me vieron llegar pararon repentinamente. Literatura. No me sentía con ánimos ni para recibir mi materia favorita, me
sentía confundido.
- ¿Qué más? - les dije.
- Hola, William. - Buenos días, estudiantes.
- ¿De qué conversaban? - Buenos días, profesor - respondimos como de costumbre.
- De nada, solo de vainas – contestaron. - Hola William, ¿cómo le va? - me extendió la mano en señal de saludo.
- ¿No me quieren contar? - Mal - le respondí, y le di un apretón muy lánguido en respuesta.
- No es eso, William. Mauro te estaba buscando - me dijo Eduardo. - Se le nota.
- ¿En serio? Me pregunto para qué. - Bueno, estudiantes, el tema a tratar hoy es uno de los más bellos de la
- Mira, ahí viene. Dijo Francisco con un tono muy bajo. literatura: la poesía.
- ¿Quiubo, William? - ¿Qué es la literatura para usted, señor Egas?
- Hola, Mauro, ¿cómo estás?
La voz del licenciado me sonaba distante; en ese momento me
Mauro era un amigo mío del otro paralelo, colombiano. Mientras encontraba sumido en las tinieblas, las sombras, y la melancolía se
conversábamos mi grupo se alejaba. apoderaban de mi corazón.
- Todo bien, Chino, ¿me puede ayudar a pedirle al profesor de Lenguaje un
favor, usted que es medio amigo del viejo? - ¿Señor Egas?
- Claro, no hay ningún problema.
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Yo, Ella y Él Yo, Ella y Él

 En ese momento una inyección de adrenalina me regresó a la
realidad.
- La poesía es la belleza aplicada en el uso de las palabras. El poeta,
transmite sus sentimientos más abstractos y más reales, todo en contraste e
imaginación, puede bordear los límites del surrealismo.
- Interesante definición, ¿alguien más?
Después de algunas definiciones más el licenciado nos pidió que
escribiéramos un poema. Escribí uno digno de la ocasión:
Perdido
Perdido, me siento como una estrella en el firmamento,
como una gaviota surcando los mares sin un aliento,
como una hoja marchita que se va por los vientos.
Perdido no estaría, si ella sintiera lo que yo siento.
Un sentimiento que es tan hermoso como el cielo.
Sentimiento, que es tan pleno como el sufrimiento,
tan irónico que a veces me alegro y entristezco,
tan magnánimo que aturde y serena,
tan voluble que castiga y perdona.
Sentimiento tal que me guía a un sendero sin camino,
tan abstracto y vacío pero extrañamente cierto.
Un sendero tan complicado pero tan simple,
tan amargo como la vida pero a la vez apacible.
Si los árboles sintieran lo que yo siento por ella,
pasarían todas los días de su vida pensando en ella.
Si los ríos conocieran este sentimiento,
sus aguas se avivarían tan intensas como este verso.
Si solo ella lo supiera.
Si solo el mundo lo supiera.
Si solo el firmamento lo supiera,
no sería solo lágrimas y melancolía.
Cuando terminé de leer el poema, un silencio lúgubre reinó el salón.
Pedro, Eduardo y Francisco estaban cabizbajos, como si los hubieran
humillado, o les hubieran dicho alguna verdad, pero yo me sentía tan
miserable, ya ni la vida me importaba. Solo la soledad era mi más intima
242
Yo, Ella y Él
amiga, y ya no sentía la felicidad, y la emoción de recibir clases ya no tenía
esa sonrisita irónica en mi cara. Estaba pálido y perdido en los mares de mis
pensamientos, navegando solo en una canoa sin compañero, surcando un
camino sin rumbo.
- Mis felicitaciones, señor Egas - rompió el silencio el profesor.
- Un trabajo digno de un poeta, creo que esto se merece un aplauso.
Todos mis compañeros aplaudieron con cierta apatía; parece que ya se había
pasado la voz, y conocían mi situación.
- Gracias - susurré.
Cuando sonó la última alarma del día salí primero del aula sin despedirme ni
nada (lo cual no era usual en mí), y me dirigí al área de transporte, solo,
pero de repente escuché a alguien gritando atrás mío.
- William, William - me llamaba desesperado el mal amigo de Francisco. No
contesté.
- Por favor, ¡escúchame! - continué callado.
- Yo no te lo había dicho, pero a mí también me gusta Andrea, no es mi culpa
que tú no hayas expresado tus sentimientos antes, así que por favor
volvamos a ser amigos - me extendió la mano.
- Yo no necesito la caridad de nadie, y menos de un traidor como tú. Sabías
de mi situación, pero nunca me contaste la tuya; nunca debí haberle
llamado mi amigo en primer lugar, fue mi error y juro no volver a cometerlo.
- Escupí al suelo junto a él, y continúe mi rumbo sin regresar a mirar atrás.
Al llegar a mi casa, me postré en mi cama, y dormí.
Yo, William, un joven de 14 años, derrotado, vencido, sin aliento,
lleno de melancolía y penurias; solo un ocaso de sentimientos, sin luz, sin
alegría, ni una sola esperanza. Solo el vago lucero de los recuerdos, escritor,
poeta.
Ella, Andrea, tiene enamorado, es feliz, risueña, y hermosa. Yo la
amo y lo seguiré haciendo por todos los años de mi vida.
Él, Francisco, tiene enamorada, es un traidor, un desgraciado, una
inmunda rata rastrera. Le di mi confianza generosamente y se aprovechó; se
hacía llamar mi amigo, pero nunca más.
Así termina la crónica de un joven, que descubrió el amor en una
edad temprana, y que sucumbió ante la decepción y la traición. Ahora solo
espera, espera, y ve cómo las arenas del tiempo pasan…
243
Yo, Ella y Él
244
 Nacida en Quito – Ecuador, estudiante de Relaciones Públicas. Entusiasta por el cine y la
fotografía, que admira el trabajo y las propuestas de los cineastas latinoamericanos,
además de las nuevas promesas de los trabajos audiovisuales.

Conté la historia para conocer una realidad que se muestra por partes, que muchas
veces es entendida únicamente desde el punto de vista de los que se ven afectados y no
desde la perspectiva de los que viven con estos problemas.

Nastya Sandoval
(Verde limón)
20 años

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 Esta historia cuenta la vida de tres jóvenes que al parecer no tienen
nada en común, y tal vez verdaderamente no lo tengan, pero una mirada
más cercana a sus realidades nos mostrará cual es la verdad… sus verdades.
Alberto vivía con sus padres; ahora tuvo que mudarse a la capital para
estudiar en la U. Se ve con sus amigos los fines de semana, su mamá está
orgullosa de él, hasta ahora no le ha dado ningún problema, no es el mejor
estudiante, pero es un buen chico, según descripción de la mamá.
Hace algún tiempo, él sale todos los fines de semana, pero ya no
regresa a casa sino después de dos días. A su mamá le preocupa la situación,
ella nunca ha tenido problemas con ninguno de sus tres hijos, y él no va a
ser la excepción.
Carlos vive en uno de los barrios más exclusivos de la capital, sus
padres siempre le dan lo que él pide, es su único hijo, debe recibir lo mejor,
dice su madre.
Sus padres nunca saben si está o no en casa, ellos tampoco pueden
estar siempre allí, pero cuando tienen tiempo tratan de conversar con él.
Carlos siempre está en fiestas, no tiene preocupaciones, y siempre está con
sus amigos.
José es el orgullo de sus padres, es el mayor de sus hijos. Estudia
bien y hasta está en un equipo de fútbol de la universidad, es muy conocido
por todos y responsable, su mamá lo adora, es el mejor ejemplo para sus
hermanos, dice ella.
José es una persona sociable, siempre está en actividades de la
universidad o de su familia, no tiene ningún problema, es responsable y
querido por todos.
Alberto, Carlos y José se han visto varias veces pero aún no se han
percatado de eso. Entre tantas fiestas, gente y música, quién podría
acordarse del rostro de alguien que no conoce?
Hoy es un nuevo día. El sol entra en la habitación, aún es muy
temprano pero ya escucho que a lo lejos me llaman; salgo de mi habitación
y veo que es una llamada para mí, contesto, es mi mamá. Ella siempre se
preocupa por mí, sobre todo ahora que estoy aquí… en una clínica de
rehabilitación.
Hoy tenemos una reunión, nos agrupamos y formamos un círculo frente al
psicólogo. Contaremos nuestras historias; en realidad nunca me gustó hablar
248
Al otro lado
de eso, yo no tengo problemas, si estoy aquí es solo porque un día me
encontraron drogado, pero yo lo puedo controlar, no soy adicto ni nada de
eso.
Carlos abre su armario todas las mañanas, allí es donde guarda todos
sus cigarrillos, tiene cientos de ellos, todos de distintas marcas y
procedencias. Escoge dos de sus favoritos, uno lo guarda en el bolsillo, el
otro lo enciende, mira el reloj y sabe que debe apurarse. Para él, ahora
todos sus días se ven tan iguales, siempre la misma rutina. Ya no lo llaman,
sus amigos nunca aparecieron después del incidente…Pero ahora ya no le
importa.
Se dirige (como los demás) a su reunión matinal, en el pasillo
alcanza a ver que en ese momento está entrando un nuevo interno. No le da
mayor importancia y sigue su camino.
José entra a la clínica de rehabilitación a la fuerza, su padre lo deja allí, no
se despide, está demasiado furioso con su hijo. Su madre no pudo ir, no
después de lo que él le hizo.
José camina por el pasillo, no quiere estar allí, pero sabe que si
tiene buena conducta tal vez salga rápido. Sigue caminando hacia el salón
para recibir su primera reunión.
Después de la charla que recibió, Alberto no se siente mejor, es más,
siente que él no debe estar allí, además él no tiene la conducta que
describió el psicólogo si solo estaba “fumado” por diversión.
Carlos sale de la charla y se dirige a su habitación, en el camino
enciende un nuevo cigarrillo; ese sonido hace que José voltee a ver, ve que
uno de los que se supone debe rehabilitarse, ¡¡está fumando!!, tal vez este
lugar no este tan mal, piensa. Se acerca a Carlos, aún no sabe su nombre
pero siente que lo ha visto en algún lugar. Le saluda y pide que le dé una
“pitadita”, Carlos lo reconoce y le da su cigarrillo, ese día pasaron
conversando.
En la tarde Alberto ve que hay un interno nuevo. No se había fijado,
es algo distraído; su mamá fue a verlo, estuvo con él un momento y se fue.
José ya está en la clínica una semana, se ha empezado a aburrir de las
charlas, pero siempre después de éstas va a fumar con Carlos, de quien no
sabe casi nada, y le intriga saber cómo consigue los cigarrillos. Carlos lo
lleva a su habitación, abre su armario y le pide a José que escoja uno de los
cigarrillos, él está muy sorprendido, pero en realidad le interesa más el
249
Al otro lado
 cigarrillo, lo toma y van a fuera para fumárselo.
Al día siguiente Alberto empieza a conversar con José, se llevan
bastante bien. Alberto ve en él a alguien conocido, pero con su mala
memoria y con lo distraído que es no sabe dónde lo ha visto.
Con el paso de los días Alberto, José y Carlos se empiezan a llevar y
a conversar.
Hoy como todos los días José se levanta a la misma hora de siempre,
tiene que ir a la reunión matinal a la cual ha estado yendo por más de dos
semanas. Entra en la sala, saluda con Alberto pero no ve que Carlos haya
llegado aún.
Carlos también se despierta y ve que está atrasado. Sale con
bastante prisa, no alcanza a fumar su cigarrillo, entra en el salón, la charla
ya había empezado, toma asiento junto a Carlos.
Nuevos internos empiezan a conversar sus experiencias, uno de ellos es
Alberto.
- Yo no soy drogadicto, eso es lo que siempre dije desde que entré a este
lugar, y aún estoy seguro de eso, aunque puedo reconocer que lo que estuve
haciendo no estaba bien… Yo tenía amigos, siempre salía con ellos,
fumábamos marihuana, hasta teníamos una planta en casa, siempre nos
divertíamos, bueno en realidad estaba tan inconsciente la mayoría de veces
que no me acuerdo bien. Empezamos con marihuana, no es tan cara, y
teníamos dinero suficiente para comprarla; me acuerdo que íbamos por el
centro y pagábamos la droga, seguíamos caminando cerca de las ventanas
de las casas antiguas y de una de ellas salía una fundita de lo que
necesitábamos, nunca les veíamos la cara a los que vendían, pero igual no
nos importaba eso. Después el dinero empezaba a faltar, entonces
buscábamos hongos alucinógenos, usábamos floripondio, esas cosas. Hasta
íbamos a las casa antiguas para buscar telas de araña y fumárnosla (risas).
Creo que lo que empezó como una “fumadita” terminó como una
obligación para nosotros. Un día empecé a coger algunas cosas de la casa (a
la cual iba a veces) para darlas “en prenda” hasta conseguir el dinero que
necesitaba. Mi mamá me preguntaba dónde estaba esto o lo otro, yo le decía
que tal vez lo dejé en la casa de Quito, que ya se lo traería, y así pasaron
los días, hasta que encontraron en mi cuarto unas cantidades de droga,
pensaban que yo vendía, pero no, yo solo consumía. Desde ese día mis
padres me internaron aquí.
250
Al otro lado
José vio a Carlos, no se veía bien, estaba sudando mucho y empezaba a verse
como si se descompusiera. El psicólogo llamó enseguida a los doctores y se
llevaron a Carlos del salón. José no sabía bien qué estaba pasando, pero
después de la reunión iba a ver a Carlos a su habitación.
En la tarde José se dirigió a la habitación de Carlos, pero no estaba allí, se
lo habían llevado a algún otro lugar.
Al siguiente día volvieron a ver a Carlos, estaba bien como siempre.
Ahora era el turno de José, ya habían pasado algunas semanas y debía contar
a sus compañeros por qué había llegado a es lugar.
- En realidad pensé que lo mío no era grave, y por eso seguí fumando con
mis amigos, hasta que un día llegué a casa y mis papás se enteraron que yo
estaba drogándome. Ese día no me querían dejar salir de casa porque estaba
“volado”, pero yo tenía que salir. Mis amigos me estaban esperando y
necesitaba más droga. Mi mamá se puso delante de mí y yo la golpeé,
cuando me di cuenta ella estaba en el piso, solo en ese momento pude saber
hasta donde había llegado con todo esto de la droga. Ya no la usaba solo para
divertirme y relajarme, se empezó a convertir en una obligación, fumaba
porque mis amigos lo hacían y no se veía peligroso, además a los lugares que
iba siempre teníamos que fumar hierba, y yo también lo empecé a hacer. El
día que pasó eso con mi mamá, mi papá me trajo aquí; ella ahora está bien,
no le pasó nada grave.
- ¿Y tus amigos dónde están ahora?, preguntó el psicólogo.
- Yo tenía a mi mejor amigo, con él siempre estábamos en estas cosas,
fumando marihuana, tomando esas pastillas que te dan en las fiestas,
mezclando energizantes con pastillas, esas cosas. Él me llamaría pero…
murió de sobredosis, justo el día que nos íbamos a encontrar, el día del
incidente con mi mamá.
- ¿Por qué marihuana?, dijo el psicólogo.
- Porque todos iniciamos con eso. Además te dicen que con la marihuana no
te haces adicto (risa burlona). Pero no te dicen que eso te arrastra hasta
llegar a cosas más fuertes que sí te hacen adicto.
Al salir del salón José y Carlos fueron al armario a buscar nuevos
cigarrillos, entraron a la habitación y José buscó entre las cajas una nueva
marca para fumar. Cuando regresaron a ver a su amigo Carlos, sintió que
algo estaba mal.
Carlos le gritá a su amigo que salga y busque ayuda.
- ¡Sal de aquí, tú no puedes ver esto. Llama a alguien!
251
Al otro lado
 José no iba a dejarlo allí, sabía que estaba mal, él tenía que ver qué le
pasaba. Pero nada lo iba a preparar para lo que estaba a punto de suceder.
El rostro de Carlos empezó a deformarse, el sudor corría por su cara y
parecía que empezaba a tener un ataque, su mandíbula estaba cambiando
de posición; en ese momento José llamó a los doctores, ellos entraron y lo
sacaron mientras atendían a su amigo.

José entró a la habitación de su amigo después de que los doctores

salieron.

Después de lo que sucedió José ya no veía al lugar como antes, ahora

lo sentía frío, oscuro. Fue a donde se encontraba su amigo, éste le agradeció
por su ayuda y le contó que tiene los ataques cada semana, y la única forma
de controlarse es fumando cigarrillos, por eso se los traen cada semana.
A la siguiente mañana José se levantó temprano, salió de su habitación y
escuchó a un hombre alto, bien vestido, que gritaba a los doctores y les
decía que su hijo seguía igual, no ha tenido mejora, y que no iba a gastar
más dinero.
Al voltear la vista ve que los guardaespaldas del señor se llevaban a Carlos,
lo metían en un carro con vidrios ahumados, después de eso partieron a gran
velocidad.

José estaba regresando a su habitación cuando vio que frente a él

está Alberto, quien le cuenta que Carlos tenía más que problemas como el
ataque que había visto el día anterior. A él lo seguían para matarlo, su
adicción llegó a tal grado que su vida peligraba por las amenazas que tenía
de los traficantes. Ninguno de los dos sabía a dónde se lo iban a llevar a
Carlos, y nunca supieron más de él.

Así pasaron días y meses, José aún continúa en rehabilitación, ha

mejorado mucho desde que entró; Alberto salió de la clínica, ya está
recuperado pero sabe que debe tener más cuidado con lo que hace, porque
a pesar de que tienes una buena educación en la casa y todos los factores
que pueden hacer que tu vida sea buena, al final la decisión es de cada uno,
y solo te das cuenta cuando estás del otro lado.
Historia dedicada a quienes alguna vez se sintieron tan afligidos que erróneamente
decidieron ampararse en el frívolo y efímero consuelo de Blanca, pero que gracias a Dios
lo han superado y hoy trabajan por redimir sus errores.
Escribí este relato porque sentí la necesidad de dar a conocer parte de los sentimientos
y acciones de un muchacho que en determinada época de su vida fue prisionero del
oscuro mundo de las drogas.

Juan Luna F.
(Jean)
19 años

252

Al otro lado
 Mi nombre es Jean F. y ésta es la maldita historia del amor de mi
vida. Todo comienza en el Quinto Curso “H” de un colegio fiscal al Sur de
Quito. En febrero de 2004, al finalizar el primer quimestre del año lectivo,
la estricta e insoportable dirigente de curso, licenciada Villacís, reubicaba a
los alumnos dependiendo de cómo se encontraban académicamente. Los
vagos que estaban mal, iban en las primeras bancas al frente del salón, los
que estaban más o menos al centro, y los mejores alumnos al final. Yo era
uno de los cinco mejores del curso. Era un mocoso educado, aplicado, muy
inteligente, incapaz de fugarme o llegar atrasado pero con pocos, muy pocos
amigos. No le agradaba a la mayoría del curso, sobre todo a los hombres,
hinches maricas. A pesar de estar bien me dejaron al frente, en la segunda
banca de la tercera fila. Y delante de mí le sentaron a Andrés O., uno de los
muchachos más conflictivos y malcriados del curso y del colegio, con quien
no me llevaba nada bien. A raíz de la reubicación nuestra relación cambió y,
aunque al principio nos la pasábamos discutiendo, luego de unos días ya
éramos amigos.
Nos la pasábamos conversando de mujeres, sexo y riendo de chistes
soeces en clase, cosa que nos ocasionó un par de inconvenientes con los
profesores, sobre todo a Andrés, ya que desde algún tiempo atrás le tenían
puesto el ojo. Al cabo de unas semanas nos hicimos buenos amigos. Todo
marchaba bien y de pronto Andrés comenzó a comportarse de forma
extraña. En la mañana al entrar a clases él llegaba atrasado y no era lo
único, además llegaba distraído, como confundido y con un olor dulce en su
ropa. Recuerdo que los primeros días no le dije ni pregunté nada pero luego,
cuando pareció habérsele vuelto una costumbre, entre curiosidad y
preocupación le pregunté el por qué de los constantes atrasos y su actitud
tan extraña. Andrés simplemente me ignoró pero luego de recreo, al
retornar a clases recuerdo que se me acercó con la mirada perdida y aquel
dulce olor de la mañana. Yo estaba con el chévere David G. uno de los pocos
y buenos amigos que tenía, estudiábamos juntos y vivíamos en el mismo
barrio. Entonces Andrés nos contó acerca de ella. Nos decía que era pequeña
pero muy fuerte y cautivadora, que desde que la conoció no había podido
dejar de pensar en ella, que tenía un olor dulce, tan dulce como el más
delicioso de los perfumes. Que sentirla en los labios lo elevaba a los cielos
y lo relajaba tanto que ni la peor de las noticias lo podía alterar. Decía que
se atrasaba en las mañanas por verla a ella, que procuraba verla todas las
mañanas y que eso le daba ánimos para ir al colegio, en donde tenía muchos
problemas. Nos dijo que en su barrio casi todos sus amigos la conocían, y que
en todos causaba el mismo efecto, que a todos les encantaba; nos dijo que
si queríamos él nos la podría presentar. Luego de las efusivas descripciones
nos dijo su nombre: Blanca, como la nieve, Blanca. El relato de Andrés
254
Blanca el amor de mi vida
provocó en David y en mí curiosidad por conocerla, en mí fue mayor aquel
deseo, sentí que ella marcaría mi vida. Los siguientes días continuamos las
charlas acerca de Blanca. Andrés me contaba cómo se iba metiendo poco a
poco en su vida y en la de sus amigos. Yo deseaba tanto conocerla. Un día
viernes que salimos temprano del colegio, Andrés me llevó a su barrio a
conocer a sus amigos, y sobre todo a Blanca. Llegamos a las once de la
mañana a la tienda en donde se reunían. Solo estaban el dueño de la misma
y Miguel, el popular Miguel, en el barrio todos lo conocían. Era él quien
primero conoció a Blanca y fue él quien la presentó a todos. Se portó bien
conmigo y me cayó muy bien, aunque era muy extrovertido. Luego llegaron
los demás uno por uno: el flaco Alejandro, el gordo Daniel, el gran Pablo, y
el pequeño Pito, nunca supe su verdadero nombre. Todos congeniaron
conmigo, me sentí en ambiente pero nunca llegó Blanca. Reunieron dinero y
compraron un vino para amenizar el momento, yo casi nunca tomaba licor
pero para salir con Blanca tenía que aprender y acostumbrarme. Esperé por
tres horas, y al final ya mareado decidí ir a casa y dejar el encuentro para
otro día, no podía llegar tarde a casa, mis padres no me lo permitían. Mis
padres eran buenos haciendo su labor de padres, profesaban el Cristianismo.
Mi mamá en particular era muy buena, generosa, en cierta medida
comprensiva, con virtudes y defectos, era y es lo que más quiero en el
mundo. Mi padre era diferente. Responsable, muy trabajador y un poco
prepotente, pero tenía un pasado tormentoso que me afectaba bastante.
Además tenía tres hermanos menores con los que tampoco me llevaba muy
bien. Elizabeth, Paúl y la pequeña Jennifer. Me parecía que mi vida
mejoraba pues tenía nuevos amigos y por ende amigas, sin embargo me
hacia falta conocer a Blanca, a pesar de que frecuentaba ya algunos días a
los muchachos, no había tenido aún el placer de conocerla.
Hasta que mi espera llegó a su fin. Un día sábado por la tarde, sin
tener que hacer en mi casa fui a joder con los muchachos. En la tienda solo
estaba Miguel. Conversamos un momento y luego llegó el revoltoso Danny, lo
conocí ese día. Luego de unirse un rato a la charla se sintió aburrido,
entonces propuso algo genial. Reunir dinero para ir a buscar a la alucinante
Blanca, Miguel secundó la idea y yo emocionado colaboré con todo lo que
tenía. Emprendimos el viaje en busca de Blanca, la fuimos a buscar en una
avenida principal que frecuentaba; una vez allí Miguel me pidió que los
esperara en una esquina, yo muy tranquilo acepté. Luego de unos minutos
ellos volvieron, y al fin, allí estaba Blanca, la verdad al verla no me
impresioné, era pequeña como la vida, blanca como las nubes de verano y
lucía tan inofensiva como una flor. Solo mirarla no era nada especial pero las
cosas cambiaron cuando me la presentaron. Estar con ella simplemente me
255
Blanca el amor de mi vida
 encantó, percibir aquel dulce olor tan cerca era delicioso, sentirla en mis
labios era una nueva experiencia, era como si me hubiesen crecido alas y
éstas me condujeran hacia el cielo, era una sensación única, al fin tenía el
gran placer, el gran placer de conocerla. El momento culminó con un último
y profundo jale, y con las ansias de volverla a ver. De regreso a casa,
recuerdo que Miguel muy serio y con la mirada perdida me dijo: “Jean,
Blanca es muy chévere, bacán y todo lo que quieras pero debes saber que
también es muy peligrosa y dañina, si no la sabes controlar, es abusiva, si se
da cuenta de que te gustó se mete en tu vida silenciosamente como si fuese
un ladrón y si te das cuenta demasiado tarde será muy difícil que la saques.
Así que ten cuidado y piensa bien lo que vas a hacer”. Llegué a mi casa,
tranquilo, el efecto ya había pasado pero no dejaba de pensar en las
palabras de Miguel y en Blanca.
El lunes en clases se lo conté todo a David, él en cambio me contó
que había averiguado cosas sobre Blanca, me dijo que le habían dicho que
andar con Blanca era malo, era ilegal, que muchas personas conocían sobre
ella y todos concluían que era de lo peor, así que a David ya no le interesaba
conocerla a pesar de mis atractivos comentarios sobre ella. La verdad yo me
sentía bien por su decisión pues entre lo que me dijo Miguel y lo que había
averiguado David yo también concluí que era mala. Sin embargo no me
importó continuar con ella ya que llegó en un momento de mi vida en el que
me sentía harto de ser un niño bueno y recibir nada más que mierda de la
sociedad. Blanca me brindó un refugio, un falso refugio en el que, ciego, me
arrimé sin saber que pronto se derrumbaría.
El siguiente mes la vi solo un par de veces cuando tenía tiempo
libre. El segundo mes los encuentros se tornaron más frecuentes; comencé
a cambiar los momentos que acostumbraba pasar con mi familia y con mis
amigos por estar con Blanca. A partir del tercer mes estaba con ella todos
los días sin excepción, de domingo a domingo, siempre que podía, sea
mañana, tarde y hasta en las noches. Particularmente las noches era más
difícil verla, lo que hacía era meterla escondida a mi casa, a mi habitación.
Esperaba que todos se durmieran y entonces me la llevaba a la
terraza para tranquilamente disfrutarla toda la noche, en ocasiones me
amanecía. Por el frío no me preocupaba, pues ella me calentaba mejor que
un abrigo de lana, y el miedo era una sensación ajena a mí siempre que
estaba conmigo. En las tardes me reunía con los muchachos para hacer vaca
e ir en busca de Blanca, nos la pasábamos horas enteras sentados en un
callejón desierto por el que no cruzaban más personas que nosotros mismos.
Todos bobos no nos importaba compartirla, algunos que nos picábamos nos
256
Blanca el amor de mi vida
la llevábamos a casa, y si la noche no era suficiente para gozarla nos la
llevábamos al colegio, una que otra vez casi me atraso por ella y a pesar de
todo el tiempo que le dedicaba mi rendimiento en el colegio no había bajado
mucho. A causa de las largas y grises tardes que pasaba con los muchachos
mi amistad con Andrés de cierta forma se había fortalecido, aunque no la
sentía totalmente sincera. Era algo que no entendía. En el mes de abril
Andrés tuvo que abandonar el colegio sin decir nada, sin siquiera despedirse
de sus compañeros, las autoridades lo habían investigado y descubrieron su
relación con Blanca, esta situación fue inaceptable para ellos así que
decidieron expulsarlo para siempre del colegio. Para mí fue algo sorpresivo
y preocupante pero por suerte no me asociaron a Andrés ni a Blanca. Los
pocos amigos que tenía comenzaban a preocuparse, recuerdo que en varias
ocasiones conversaron conmigo, intentaron convencerme que la dejara, me
aconsejaron una y otra vez pero no consiguieron nada. Me decían que había
cambiado, al principio de la historia no sabía lo que era estar borracho ni
tampoco lo que se sentía aspirar el humo maligno del cigarrillo, y para ese
entonces ya era todo un experto; tomaba, fumaba y muchas otras cosas. En
un par de ocasiones le fui infiel a Blanca con mujeres que ni con el mejor
sexo pudieron mejorar el placer que Blanca me daba con solo rozar mis
labios. Prefería mil veces estar bajo el encanto de Blanca a estar con la
mejor mujer del colegio. Viví muchas aventuras con ella, la que más
recuerdo sucedió una de las tantas noches que disfruté de su calor. Salí de
casa a buscarla, aquella vez se encontraba a unas pocas cuadras, al
obtenerla me la llevaba a mi casa para pasar la noche entera volando con
ella. Al girar en una esquina vi venir de frente cuatro policías, supongo que
percibieron el fuerte olor que emanaba Blanca y al ser un acto ilegal uno de
ellos gritó enérgico: ¡Muchacho, párate ahí! Aquel grito me sorprendió, pero
no me paralizó, y lo único que se me ocurrió fue correr lo más rápido que
podía, otro de los chapas sacó su revolver y, disparando al aire, exclamó:
¡Quieto hijo de p…! No hice caso alguno y continué corriendo. Al girar en la
siguiente esquina me encontré frente a una quebrada, no estaba dispuesto
a dejarme agarrar así que decidí arrojarme en ella. Los inútiles de los chapas
no quisieron seguirme y simplemente me dejaron ir. Aquella noche tuve que
inventarme una gran mentira para excusar lo mucho que me había ensuciado
en la quebrada; la verdad todas las noches tenía que decir mentiras para
explicar las llegadas tan tardes, el olor dulce en la ropa y aquella actitud
extraña. Pasaron seis meses y Blanca continuaba apoderándose de mi ser, de
mi cuerpo, de mi mente, no hacía más que pensar en ella, para estar con
ella incluso tuve que aprender a robar, pues era costosa, las veinticuatro
horas del día, los siete días de la semana, todo el tiempo quería estar con
ella, era como estar enamorado, como si hubiese encontrado al amor de
vida.
257
Blanca el amor de mi vida
 Mi familia comenzó a sospechar sobre mis andazas, yo ya no era
discreto ni cuidadoso al momento de ocultar mi relación, además había
cambiado mucho, la mayoría del tiempo me la pasaba en la calle y mi
carácter se volvió agresivo, casi insoportable, sobre todo cuando querían
impedirme que saliera, gritaba y gritaba hasta conseguir lo que quería. Otro
motivo para que sospecharan de mí era la pérdida inexplicable de dinero, le
robaba a mi papá y a mi mamá y simplemente me hacía el loco.
Hasta que un día mi padre cansado de mi actitud me enfrentó e
insinuó que yo era quien le robaba y que andaba en malos pasos; no aseguró
nada, pero me advirtió que si llegase a confirmar sus sospecha me iba a ir
muy mal. No me quedó más que tranquilizarme un tiempo, hasta que sus
sospechas se borraran. Y en aquel tiempo fue cuando me di cuenta por
primera vez de que Blanca se había metido en mi vida de manera que se me
hacía tan difícil alejarme de ella, que una y otra vez cometía errores al
momento de ocultar lo que me pasaba, todo porque me desesperaba por
tenerla. Durante un mes intenté separarme de ella, unos días la miraba y
otros días con gran dificultad, no. Al cabo de este tiempo la situación
empeoró; empecé a asustarme, ya no tenía control sobre mí mismo y
continuaba día tras día buscándola, encontrándola y perdiéndome en su
mundo. Pasaron otros cuantos meses. Ya cumplimos un año, yo ya había
pasado a sexto curso y estaba a punto de graduarme. Recuerdo que un mes
antes de finalizar clases mis padres reunieron a la familia en la sala de la
casa, pues teníamos algo muy importante que discutir. La verdad yo ya me
imaginaba para qué era dicha reunión, hace dos días mi hermana Elizabeth
me cachó en la terraza con Blanca, y yo sin saber qué decir inventé un
montón de excusas bobas y sin sentido, sin contar con las otras tantas
ocasiones en las que casi me quedo al descubierto frente a toda mi familia.
Era definitivo: me habían descubierto y era la hora de enfrentarme. Ya todos
estábamos en el lugar pero nadie decía nada, mis hermanos me miraban con
cara como de sorpresa y acusación, mi mamá ni siquiera me regresaba a ver
y mi padre con la mirada fija hacia mí inició diciendo: ¡Lo sé todo! Y luego
las preguntas: ¿Acaso soy mal padre? ¿No le quieres a tu madre? ¿No sabes el
ejemplo que le estás dando a tus hermanos? ¿Te faltó alguna vez un plato de
comida, vestido o un techo de bajo del cual dormir? Pregunta tras pregunta
sin dejarme responder. ¿Por qué lo hiciste? De pronto mi mamá estalló en un
llanto silencioso que me quebrantaba el corazón, y con las lágrimas
inundando el piso me dijo con voz tierna y dulce: ¿Cómo te puedo ayudar,
mi hijo? Yo no podía hablar, tenía aquel nudo en la garganta que estoy seguro
a todo el mundo se le ha hecho en los momentos más tristes de la vida. Las
lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos como río de agua viva, y al
regresar la vista a mis hermanos noté que ellos también lloraban. Mi padre,
258
Blanca el amor de mi vida
con una extraña paciencia que no lo caracteriza, me pidió muy
amablemente que le contara cómo pasó, cómo caí tan bajo. A mi familia le
era muy difícil asimilar cómo su hermano e hijo, el correcto e inocente Jean,
estaba involucrado con Blanca. Entonces al verme acorralado no tuve más
opción que contárselo todo. Les dije que ella se había convertido en mis
amigos, en mi familia, en mi enamorada, en mi vida entera y que la
necesitaba para poder seguir viviendo. Luego del drama vino el castigo. No
más permisos a la calle, no más bailes, no más amigos, tampoco se me iba
a dar dinero, me alejaron de todo lo que me podría volver a involucrar con
Blanca. Mi padre por la mañana me llevaría al colegio y por la tarde me iría
a retirar, prácticamente mi vida social se había acabado. Acepté muy
tranquilamente el castigo que mis padres me impusieron, no sabía lo que se
me venía.
Pasó una semana y yo sentía que ya no soportaba, la extrañaba
tanto, la necesitaba, entré en un estado de depresión angustiante, por un
lado sentía que tenía que buscar la forma de volverla a ver y por el otro
estaba aterrorizado por lo que me estaba pasando. Todo el día sentía aquella
mezcla de emociones que me embargaban siempre que iba a buscarla:
miedo, emoción, alegría, nerviosismo, desesperación, entre otras. Lo único
que podía hacer era portarme bien para que mis padres volvieran a confiar
en mí y me permitieran volver a salir. Resistí dos largos meses de humilde
recato; mi familia comenzaba a confiar de nuevo. Entonces un viernes por
la tarde, luego de tanta espera pude volver a salir y lo primero que hice fue
correr en busca de Blanca. Una vez más la tenía entre mis manos y con la
mirada le prometía que nunca más nos íbamos a separar. Todo empezó de
nuevo, para ese entonces ya me había graduado así que tenía más tiempo
libre, la veía de vez en cuando, pero con prudencia y cuidado de que no me
vuelvan a cachar. Un mes más pasó y los encuentros otra vez se hacían más
y más frecuentes. Entonces una tarde mi padre me llevó a conocer un centro
de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos, allí conocí a un drogadicto
en recuperación, Moisés era su nombre, mejor conocido como el “Diablo”.
Tenía un aspecto atemorizante pero era una gran persona. Él me explicó con
palabras exactas lo que era Blanca, me contó que cinco años atrás la conoció
y que hizo de él un títere, que por ella lo perdió todo. Él no le decía Blanca
él prefería llamarla polvo, y recuerdo que me decía “el polvo es una mierda,
es la peor basura que el hombre pudo haber inventado, es puro veneno,
fumarlo es un lento suicidio. El polvo es base de cocaína, son los desechos
de la basura que los gringos inhalan, mezclado con otros químicos que lo
hacen más dañino todavía. En conclusión Blanca es una maldita droga y
quien te la ofrece no es tu amigo, te convierte en su cómplice y sin medir
las consecuencias de tus actos, te introduce en un mundo del que pocos,
259
Blanca el amor de mi vida
 muy pocos hombres salen”.

En ese instante entendí el por qué no sentía verdadera la amistad

con Andrés, entendí que la amistad no se fundamenta en malos vicios, que
la amistad es derecha y honesta. Un tiempo después continué con los
fugaces encuentros con ella pero ya no era lo mismo, las palabras de Moisés
rondaban mi cabeza, y aparte una voz interna me pedía a gritos que la
abandonara, que me olvidara de ella, me decía que era lo suficientemente
fuerte para arrancarla de mi vida, de mis venas.

Una tarde de fin de año, un poco indeciso, luego de conseguir un

chance de Blanca me encaminaba a aquel callejón en el que me reunía con
los muchachos para pasar las eternas tardes de relax. Unos metros antes de
llegar al lugar exacto me fijé en un muchacho de muy mal aspecto, estaba
sucio, andrajoso, con una imagen totalmente miserable; a aquella distancia
percibí el dulce olor de Blanca, él también la consumía. Me quedé para
fumarla ahí. No me pareció que podría ser peligroso, y antes de dar el
primer hale, una voz conocida me llamó: “Jean, amigo, ya ni saludas”.
Regresé mi mirada a aquel andrajoso muchacho y, al observarlo
detalladamente, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, los sentidos se me
paralizaron, no lo podía creer. Era Andrés O., mi cómplice Andrés, hace
tanto tiempo que no lo veía, no sabía que había sido de él. Entonces,
aterrado comprendí que ésa sería mi imagen a futuro sí no dejaba por
completo a Blanca, si no renuciaba a ella me convertiría en un vagabundo
inservible. Entendí que si yo, y solamente yo, no le daba un ultimátum a esta
situación no habría ni familia, ni amigos, ni centros de rehabilitación que
pudieran rescatarme del oscuro mundo de las drogas.

No pude pronunciar ni una sola palabra, lo único que hice fue botar
todo el polvo que había comprado, derramar una lágrima por Andrés y
voltear para regresar solo a casa, sin el amor de mi vida, sin Blanca.

Basado en hechos de la vida real. “Recuerdo como se sentía su

vientre. Había calor, había vida”.

Santiago Pacheco
(Chiquitiqui)
18 años

260

Blanca el amor de mi vida

 Es triste que esta historia comience en una consulta psicológica pero Me fui y le dejé ahí y no le vi en dos semanas. Me fui a verle a mi
es hora de que te desahogues, Diego. Claro que tu papá te está obligando a mamá en Colombia en Semana Santa y me quedé una semana más porque no
venir. No entiende. ¿Por qué, si tienes todo, eres tan infeliz, odias a todo el le había visto a mi ma en tanto tiempo. Y volví y nos volvimos a ver en la
mundo y te drogas? Pero nadie sabe mi historia. biblioteca…

No sé cómo me atrevo a contarle esto. Cuando termine me va a Comienzo a recordar ese día en el colegio. Recuerdo cómo se me
odiar. acercó Lorena y lo que me dijo.
Necesito hablar contigo.
Yo no odio... solo te voy a ayudar a que superes esto. Tu papá está
súper preocupado por ti. Hola. Sí. Espérate un ratito. Estoy intentando escribir algo.
¿Cómo así?
(Riéndose) ¿Y desde cuándo se preocupa por mí? Una historia para un concurso. No se me ocurre nada.
Desde siempre... Pero un poquito más desde que te drogas. Yo tengo una historia.
(Sorprendido y riéndose) Auch, doc. Ese fue un golpe bajo. Usted lo hace ¿Y por qué la tienes tan guardada?
sonar tan feo, pero no sabe cómo me siento. Porque no le cuento mi vida a todo el mundo.
Déjame saber. Cuéntame qué pasó. ¿Y desde cuándo soy todo el mundo?
Pasó que me amarré con una niña, y era súper linda y me enamoré. ¡Yo me Desde hace dos semanas.
enamoré!
¿Es difícil que te enamores? (Se sorprende por la respuesta) Bueno, cuéntame.
Es difícil que yo estime a alguien.
¿Tienen relaciones? Un día tú y yo nos peleamos tanto. Me di cuenta que las cosas ya no
¿Teníamos relaciones? Sí. Pero no me vea feo, doc. Yo no sirvo para pasar eran iguales. No tenía idea de quién eras. Te pedí que esperes para comprar
sustos. Siempre nos cuidamos. tabacos y te alocaste tanto. Y fuiste capaz de irte. ¿Sabes qué pasó luego?
Te sentiste mal por haberme insultado y gritado... y ya.
¿Qué pasó? No. Te fuiste y sí me sentí mal. Pero no se acaba ahí. No sabía qué hacer. No
tenía mensajes, ni minutos. Nada. No sabía qué hacer. (Comienza a llorar un
Un día nos peleamos, íbamos en mi carro y nos peleamos. No me poco). El dueño de la tienda, que obviamente vio toda la pelea y cómo te
acuerdo qué pasó pero yo ya no aguantaba. Tenía tantas iras. Me dijo que fuiste, silbó de una manera súper rara.
pare en una tienda para comprar tabacos. ¡Y yo odiaba que fume! No quise
parar, y bueno, se alteró y me obligó a parar. Y cuando se bajó tenía tantas (Se preocupa, está ansioso) Mi amor.
iras que... me fui, arranqué y me fui. (Llorando) Diego, salieron dos tipos. ¿Sabes qué se me ocurrió hacer? Gritar.
¿Sabes qué hizo la gente? La gente miró para otro lado... No podía correr.
En ese momento suena el teléfono de la doctora. Está algo molesta, (Llorando) ¿Qué pasó?
pero sabe que esa llamada es una de esas cosas que van a pasar quiera o no. Me violó.
Aló. Señor como le va. Sí, si vino aquí estamos pero preferiría que me llame (Llorando) No.
luego. Bueno, hasta luego.
Esos tipos le ayudaron a tenerme. Me amarraron y se fueron. Ese
¿Mi papá? señor me violó. Me violó... Intente olvidarme de todo, hacer como que no
Sí. pasó nada cuando me botó en la calle. Pero ya pasaba algo, y pasa. Estoy
Solo se está gastando los minutos. No le haga caso. embarazada.
Sigue. (Llorando) ¿Qué?
Estoy embarazada porque un viejo me manoseó...
262 263

Comencemos desde cero Comencemos desde cero

 (Le interrumpe) ¡NO!
(Gritando) Me manoseó, me violó y me botó en una calle. Me sentía basura
Diego, como la que estaba botada en la calle. ¡Basura!
La gente en la biblioteca regresó a ver un poco asustada y sin saber
qué pasaba. Lorena se me acercó. La tenía tan al frente. Creo que se me
acercó para pegarme. Yo no hice nada.
(Gritando) ¿Y por qué no me dijiste nada? ¡Yo le hubiera matado a
ese hijo de puta, le hubiera reventado!
(Hablando bajo) Me bastaba con que no me dejes botada.
No aguanté tan cerca a Lorena. La empujé y rompí en llanto. Los
estudiantes que todavía estaban en la biblioteca prefirieron salir. Intenté
calmarme.
¿Qué quieres hacer?
(Muy segura) Abortar. Necesito que me consigas dinero y un lugar para
hacerlo.
No sabía qué hacer me sentía culpable. Asentí con mi cabeza. Lo
único que podía hacer ahora era ayudarla. Ella estaba dispuesta a irse pero
la detuve hablando, preguntándole algo más.
¿Y con nosotros?
(Riéndose irónicamente) ¿Quieres estar con alguien a quien le violaron?
Me quedé pensando un rato. Fue el silencio más incomodo de mi vida pero
tuve que hablar, y cuando hablé, no podía creer lo que dije.
No.
Cuando abrí los ojos, estaba de nuevo con la doctora.
Pero sí quería.
¿Qué pasó?
Me sentía mierda. Perdón, no quería decir eso.
No importa.
No me atrevía a verle a la cara, me sentía el dueño de la tienda. Me daba
asco, me sentía lo peor, no podía verle a la cara, y así pasaron dos meses.
En esos dos meses pensé en lo estúpido que había sido con ella. La extrañaba
demasiado como para dejarla. Recordé el momento en el que toqué el
timbre de su casa.
Hola.
Perdóname. Sí quiero estar contigo.
264
Comencemos desde cero
Yo también quiero. Ayúdame.
La abracé mientras asentía con mi cabeza. Recuerdo cómo se sentía
su vientre. Había calor, había vida. Me atreví a entrar por primera vez a su
casa. Agradecí que su madre no esté, aunque quería conocerla, quería hacer
seria mi relación con Lorena. Finalmente, nos acostamos en un sofá en la
sala. Tenía una curiosidad, y me atreví a decirla.
¿Has pensado alguna vez en algún nombre? Si lo tuvieras...
Sebastián.
¿Y si fuera mujer?
Es varón.
Sonreí. No entendía por qué, pero lo hice. Ella estaba tan segura y yo estaba
más seguro de que la amaba. Me imaginé a un Sebastiancito en su vientre.
Hola Sebastián...
Lorena no pudo contener su risa. También estaba feliz.
Yo le pondría Peluche.
(Riendo mucho) No se va a llamar Peluche...
(Sonriendo) ¿Peluche?
¿Se está burlando de mi doc? No le debería contar nada.
Perdón. ¿Qué pasó?
Recordé. Lo que le iba a contar a la doctora es lo más doloroso y de lo que
más me arrepiento. Toqué el timbre de su casa.
¿Quién es?
Diego.
La esperé un rato y salió. Estaba nerviosa, sabía a qué iba yo, lo que
pasaría ese día.
Éstas me dieron.
¿Qué son?
Pastillas para la tifoidea o algo así. No me acuerdo.
Por un rato pensé que íbamos a tenerlo.
¿Íbamos? Lorena... No es mi hijo. No puedo querer a un niño que sé que es
producto de una violación. Tú tampoco.
Yo ya le quiero.
Bueno, entonces dile a tu mamá que te ayude.
¿Qué quieres que le diga? ¡Mami vas a ser abuela! ¡Bravo! Ni siquiera nos
hablamos.
Oye yo te amo. Quiero estar contigo, pero comencemos desde cero. Yo
quiero hacer las cosas bien, conocer a tu familia ¿Quieres que nos casemos?
Nos casamos. ¿Tener hijos? Perfecto. Tómate esas pastillas. Hagamos todo de
265
Comencemos desde cero
 nuevo... Ya me voy. Chao.

Le di un beso y caminé. Cuando me di cuenta, estaba llorando en el

consultorio.

Ese fue el último beso que nos dimos. Porque mi Lore nunca supo
cuántas pastillas tomarse. Solo se las tomó. Como tomándose la ultima
oportunidad de ser feliz. O por lo menos de intentar ser feliz. Se desangró.
Se murió esa tarde. Me enteré por sus amigas, no me atreví a entrar al
velorio. Me dijeron que su mamá estaba hecha pedazos. Me fui. No lloré. Si
lloraba me hubiera secado. Solo yo merecía morir.
¿Lore? ¿Se llamaba Lorena?
Sí.

Diego, ve a mi escritorio por favor.

Me levanté y me sequé las lágrimas. Caminé al escritorio y cuando

llegué, no entendía qué pasaba. No entendí hasta que vi un portarretratos.
Era la foto de mi Lore, estaba un poco más chiquita, pero era ella.
(Llorando) Diego, ¿esa chica era tu novia? ¿Es esa Lorena?
No pude decir nada, no pude moverme. Solo sentí cómo los ojos se me
llenaban de lágrimas. No creí lo que mis ojos me obligaban a ver, y lo que
mis oídos no querían oír.
(Llorando) ¿Es ella?
(Llorando) Perdón... Perdón... Perdón.
La doctora se levantó y caminó hacia mí. Me abrazó. Yo me dejé caer en los
brazos de la mamá de mi Lorena.
(Llorando) Perdón. Perdóneme.
(Llorando) Tranquilo, ya pasó.
Cuando me nombraron ganador del primer lugar del concurso y dijeron Sebastián Dávila,
Lorena: una sensación extraña inundó mí cabeza. Cumplí 16 años siendo un chico común y
corriente incluso para mi mismo pero esta experiencia me ha cambiado un poco la vida.
Hola mi amor. No me vas a creer, tal vez ya lo sabes o lo viste.
Conocí a tu mami. Aún me es difícil estar con ella cuando estamos en tu casa A veces leo, a veces hago deporte, a veces hago cosas por los demás y aunque tengo
y vemos tus fotos. Todavía me siento un asesino. Tu mamá dice que va a ser tiempo suficiente no me gusta hacer mis deberes, pero siempre me ha gustado
destacarme en algo y así fue cuando empecé a escribir mi historia.
difícil, pero que voy a lograr quitarme esa etiqueta que me puse desde el
día de la biblioteca. Pensé que podía mejorar las cosas pero lo único que Escribí esta historia en un momento crítico de mi vida, justamente millones de ideas y
logré es que te mueras. Perdón. Perdóname porque no te traté como te lo vivencias se convierten, siendo pequeñas en enormes problemas para alguien de mi edad,
merecías. Ese día solo quería darte una lección pero yo no soy Dios, y eso tú como dicen los adultos: sobredimensionas las cosas. Pero para mi fue la experiencia mas
lo sabes porque estás arriba con Él. Tú y nuestro hijo. Creo que debo entretenida el haber realizado un cortometraje, tal como mí hermana lo hizo.
contarte algo, tal vez ya lo sabes o lo viste. Detuvieron al tipo que te violó Sebastián Dávila
y adivina qué... Se hizo la vasectomía hace siete años. (Gran tigre)
266 16 años
Colegio Francés de Quito

Comencemos desde cero

 Ring… Ring… Ring… Ring… Cinco y cuarenta y cinco.
Ay, si supieras. Cómo quisiera meterte en un balde de agua. ¡Maldito
despertador! Igualito que en los dibujos animados, te metería hasta el
fondo. Para que hagas glup… glup… glup. Hasta morir. A ver si no te gano y
me muero yo primero.
Mi vida, desde que cumplí los trece se ha convertido en un callejón
sin salida, todo me sale mal, lo que hago es mal visto o le caigo mal a la
gente. Hoy tengo quince. Y no muchas posibilidades de que las cosas
cambien. Cuando era chiquito pensaba que todo, incluso el futuro, iba ser
como la vida de Novita, pura imaginación.
Los gritos de mamá, la “Señora Perfección”: “Yo nunca hice eso… Yo
nunca hice aquello… Yo siempre obedecí a mis padres… Yo fui la mejor
alumna del colegio… del país… del mundo… Yo, un tabaco… jamás… peor el
trago… Yo, siempre he sido perfecta… Yo he sido un crisol”.
¿Y qué será un crisol? Estará hablando del aceite que se pone en las
ensaladas, el que sale con la cancioncita en las propagandas de la tele.
Capaz, porque a ella le resbalan las cosas. Ella es aceitosa, por eso
no le importa lo que yo le digo. ¡Qué al huevo! Nunca me escucha, con tal
de ponerme el plato de comida en la mesa. Con tal que esté listo el uniforme
los domingos de noche, con tal que yo tenga para el bus. Nada más. Se olvidó
del: “mijito, ¿cómo estás?”. O del antiguo “te quiero mucho”.
Pero lo que yo siento, las iras que tengo a veces, como ahorita
mismo, cuando el pendejo despertador suena, suena y suena sin parar.
Como los despertadores te joden la vida “Ya sé, le voy a comprar un
despertador de hierro gigante de tamaño de bazuca de guerra. O un marca
ACME, tal vez. Y se lo voy a meter en el alma a la “Señora Perfección”. Para
que cada vez que suene, le despierte, le despierte del sueño y del chuchaqui
eterno que tiene la man, desde hace quince años. Desde que yo nací, porque
en cambio, de mi ñaño mayor, el Esteban, ¡uy!. De ése sí está orgullosa, todo
el tiempo, el es el hijo perfecto… el buenito… el igualito a ella.
En otras palabras el “Chico Perfecto”. Sí, yo no sé qué hace aquí. A
lo mejor la NASA no sabe que él existe, si no ya le habrían contratado, con
un sueldazo. Pero si en realidad mi mamá supiera quién es realmente el
Esteban. No sé si ella es tonta o se hace.
268
Cuestión de autoestima
Me golpea la puerta:
- Carlos, despierta. Después te atrasas y hay que estar mandando
justificaciones. Me tienes harta. Cuando vas a ser como tu hermano mayor.
El siempre puntual, siempre bien vestidito, siempre tan correcto en todo lo
que hace. Cuándo llegará el día en que aprendas de él.Cuándo seguirás su
ejemplo. Bien dice el Julio, que no eres más que un mariconcito. Me muero
de la vergüenza”.
-Ya voy mamá. Un minuto más – Y por dentro me pudro de las iras porque no
puedo contestarle de la forma en que se merece. Es como si solo hubiera
tenido un hijo. Ah, y el borracho de su marido. A veces creo que a él
también lo parió.
- ¡Buenos días mamá! ¿Ya está el desayuno?.
- Oye ve, ¿no vas a saludar a tu hermano mayor?
Ese tipo no es mi hermano, a veces tengo ganas de decirle unas cuantas
verdades en su carota de aniñado. Mi vieja dice que él debe ser mi ejemplo.
Si supiera lo que en verdad hace el tal Estebitan.
- Qué fue, ¿cómo estás?
- Hola escuincle. Oye, ya pues habla como hombre. Pareces meco.
Él es el único meco. Él y mi padrastro, el marido de mi mamá. Los
dos son bien panas, se llevan súper bien. Son uña y sucio… Claro, salen a
chupar juntos. Como el Esteban tiene veinte y se hace el que “trabaja” y yo
soy el vago.
Además el Esteban, se hizo “hombre” Gracias al Julio, porque
cuando cumplió trece, mi mamá en persona, le pidió que le lleve a un
cabaret, para que se haga hombre con una prostituta… Y como yo no quise
hacer lo mismo. Desde ese día me llaman “meco” y otras cosas más.
Me acuerdo una vez, estaba leyendo, bueno dizque quería empezar
a leer un libro. Tenía en mis manos, el Harry Potter y el Cáliz de Fuego.
Ellos entraron de repente en mi cuarto, bien pegados los tragos,
estaban en una chuma de esas tenaces. Y se burlaron de mí hasta cansarse,
para variar:
- Vele al geniecito de la casa. Ahora no solo está de mandarle a hacer un
269
Cuestión de autoestima
 vestidito de hembra, con encajes, sino también habrá que ponerle de
candidato a la Presidencia de la República.
- Como hasta dicen que es pilas y norio – dijo el Julio. Y claro, el otro le
acolitó riéndose:
- Ja, ja, ja. Me da vergüenza que digan que es mi hermano, Julio. Es una
niña, con esa carita de yo no fui. Con esos lentes y sus dengues de hembrita.
Ve loco, no dirás que nos parió la misma mamá, ¿oíste?
Esa noche me fue difícil dormir. Daba vueltas y vueltas en la cama.
Las cobijas me pesaban la bola. En serio, quería hasta ahorcarme con ellas.
¿De qué sirve mi vida?, me preguntaba.
Mejor morir. Mejor irme para siempre. Lejos donde nadie me
encuentre. Bueno mi abuelita Ceci. Solo me gustaría encontrarme con ella.
Qué linda que era, súper buena y me quería. Se murió cuando yo tenía seis
años y me dejó un huecote en el alma. Me daba pancitos con azúcar adentro,
porque era pobrecita y no tenía ni mantequilla. Peor jamón… Eso es para los
ricos.
Pero nunca me dijo nada, solo corría a comprar panes de la tienda
y les abría con sus manitos huesudas, les partía en la mitad y les ponía el
azúcar. Así me endulzaba la vida. Porque para esa época, mi mamá ya no
estaba con mi papá. Ya se fue a vivir con el Julio y con el Esteban. Yo les
estorbaba.
Y mi abue me cuidó, hasta que se murió. Esa tarde que yo regresé de la
escuela ya no estuvo en mi parada. Antes de bajarme del bus, buscaba
desesperadamente su figura, tapadita con la chalina azul. Pero ya no estuvo.
La vecina Carmen, me esperaba en la puerta de la casa. Ahí fue pues
que me dijo:
-“Ve Carlitos, ya se fue tu abuelita Ceci”.
Y yo bruto, pensé a lo mejor se le acabó el azúcar y se fue a la
tienda. Después, cuando entré vi que todos lloraban. Cuando vi que su
cuerpo flaquito, estaba envuelto en una sábana, me di cuenta por primera
vez en mi vida lo que significaban las palabras “se fue”.
Todos comentaban. Habrá que llevarle al guagua donde la mamá. Sí,
ya tiene que hacerse cargo de él. Quién va a cuidar de esta “pobre”
criatura.
Después de eso… Aquí estoy tratando de asfixiarme con las sábanas. Mi vida
270
Cuestión de autoestima
no vale nada. No le importo a nadie. Todos me odian.
Mamá, nunca dijo nada. Y eso que la abue Ceci era su madre. Pero
tan diferentes. No sé de quién aprendió mi mamá que se debe querer solo a
un hijo. Desde el primer grado me he pasado haciendo cosas buenas, he sido
un buen alumno, he hecho todo para que ella estuviera orgullosa de mí. Pero
nada, solo existe el Estebitan para ella.
Mamá no dice nada hoy… ni nunca. Porque ella siempre deja que
ellos se burlen de mí. Ella lo permite todo. Siempre agacha su cabeza…
Siempre deja que los dos le hagan y me hagan huevadas… Que le pisen la
vida… Que le dirijan sus movimientos… Que respiren por ella… Que le digan
a que hora levantarse…A qué hora dormir… A qué hora vivir.
Peor que eso…Ellos hacen que yo cada día le importe menos.
- Apúrate, por Dios Carlos, el Estebitan ya se fue a la U. Vas a llegar tarde
al colegio. Muévete.
Mentira… mentira. No está en la U. Su tal universidad está en la
calle. El terno que se pone en las mañanas se compró con el dinero que le
da esa vieja colombiana con la que vive. Está bien arrugada esa señora, pero
se pudre en plata. Y le da todo lo que él quiere. Ahí sale beneficiado el Julio
también, porque le da sus dolaritos de vez en cuando para su vicio.
Todo el mundo sabe. Pero ellos son ciegos. O no quieren ver. El
Esteban ni trabaja en Porta, peor estudia Administración. Les tiene bien
metido el cuento.
Y si alguna vez dudan, eso se les va cuando llega el fin de mes y él
les da la plata, lo que ganó supuestamente de manera honrada.
Ese es para mi mamá el ejemplo que debo seguir. ¿Por qué será que
ellos siempre tratan de acomodarte la vida a su antojo? ¿Qué es muy difícil
entender que yo soy como soy y no quiero cambiar? No creo que haya otro
chico que sienta como yo, o que le pase lo mismo que a mí.
(En el Colegio)
- Oye préstame el cuaderno de Filo.
- No loco, yo tampoco hice el deber. Ya no quiero hacer nada. La man me
cogió el diente, y por más que le hago los deberes y los trabajos. Mi esfuerzo
271
Cuestión de autoestima
 le vale.
- Sí loco. ¡La man te odia huevón!
Eso, eso ya no me extraña. A veces me pregunto, por qué otros son
felices y yo no. Creo que no debí nacer. El Flaco del quinto piso sí se
equivoca a veces cuando dice: éste nace y éste no. Yo estaba en los “no”.
Pero algo pasó. Alguien se jaló allá arriba.
- Hagan silencio señores.
- Como siempre Pérez y Zurita… Cuándo no, Señorr. Pérez… Usted haciendo
relajo. Con sus aires de que lo sabe todo y es revolucionario. Ocupe su
inteligencia en estudiar más. No alborote a sus compañeros. Siempre está
sublevándoles… Ay, Diosito… Solo de imaginarme como será en su casa.
Pobrecitos sus papacitos, tener que aguantarle. ¿Cómo será en la casa? Yo he
sido psicóloga veinte años…Graduada de la Universidad Central. Y jamás en
todos estos años de cátedra! me he topado con alguien así. Voy a sugerir en
el DOBE que le hagan un test, jovencito Pérez. ¿Me oyoooooooooooo?
Y dale la lora hablando. Sigue con el sermón y yo me imagino que
estoy oyendo un concierto de Mago de Oz, en mi mente. Pensaré en
cualquier cosa, para no escucharla… La, la, la, lara, lara, lalalalalalal,
laralalala.
Creo que será mejor tomar veneno en pequeñas dosis. O que me
encierre en el baño y me corte las venas.
No, no, no. La sangre no, se mancharía todo. Y luego sería mi mamá
la jodida, pues tendría que limpiar el piso con harto cloro y después le dan
jaquecas.
Y que tal si me encierro y escojo una de las corbatas más finas del
Esteban, la cuelgo en el techo y me aprieto el cuello durísimo… No, no vale,
porque cuando la Carito se enteré: me va a ver todo morado y con lo ojos
salidos. Turrísimo que se lleve un mal recuerdo de mí.
Pero, qué estoy pensando… A ella ni siquiera le importo. Es mi
compañera, sin embargo pasa por mi lado, sin mirarme. A veces creo que
hasta me atraviesa como a los fantasmas… No me ha visto nunca.
De pronto regreso a ver. Y ahí está. Con esos ojazos cafés. Linda.
Juro que la Angelina Jolie se moriría de la envidia si la conociera. Preciosa
muñequita de piernas largas y cabello brillante. Cada vez que la miro y estoy
pensando en cómo suicidarme… se me para… el corazón. Y todo pensamiento
272
Cuestión de autoestima
feo se esfuma. Así de pronto. Es tan bonita. Es como echarse agüita fría en
la cara después de un día de mucho calor.
Jamás me ha dirigido la palabra mi compañerita, pero se sienta tres
puestos adelante. Y cuando se sacude el pelo, una ráfaga de viento me toca
a mí. Y es mágico.
Pero ella es la reina del cole. Qué se va ha fijar en mí. Si soy tan
insignificante. Qué podría ver en un chico que lee libros y usa lentes. Nada.
Ella es la pelada del man más pintón de Sexto Físico.
De lo que sí estoy seguro es que no soy meco. O no sé. Pero ella me
fascina. O será que tanto me repiten mi padrastro y el Esteban eso, que
algún rato se vuelve realidad.
En fin, la Carito me gusta bastante, tiemblo cuando la miro. Tanto
que se me olvidan las ganas de morirme.
Anoche se me ocurrió un nuevo plan. Voy a salir bajo una fuerte
lluvia para que el granizo me pegue en la cabeza. No, eso me dejaría
desfigurado, como un zombie con la cabeza hueca.
Lo único que quiero lograr con eso es que todos los de mi casa se
queden con un gran sentimiento de culpa. Que digan: ¿Por qué, no hicimos
nada para impedir que se muera?
- ¡Tan lindo que era, tan buen chico, tan buen estudiante!
- ¡Pobrecito! ¡Mijito lindo!
- ¡El ejemplo de la casa! Genio y figura de la madre. ¡Pobrecito!
Ah, cierto. Anoche vi por quinta vez La Niña del Aro. La veo por la
pelada que es bien bonita. Mientras la miraba, pensé: ¿y que tal si copio la
escena en la cual ella es abandonada en ese hueco, por la mamá?
Pero, no. Después me arrepentí porque después de unos quince
días, y eso si me encuentran por el mal olor, dirán que tuve un problema
familiar y seré uno más de los casos de suicidio en mi país.
Al fin y al cabo, en las noticias se ven todos los días cómo se mueren
los jóvenes. Muchos porque no son aceptados por la sociedad, que quiere
guiarlos a su gusto. Y otros por los problemas en casa.
A nadie le importa un carajo. Yo, por ejemplo, en las pocas veces
273
Cuestión de autoestima
 que he ido a una fiesta, me relegan los panas, porque no me gusta el trago.
Me hacen a un lado, me ven como bicho raro. En mi país, todo se
festeja con alcohol. Y cuando no te les unes, eres un pendejo. No eres parte
de la sociedad.

- ¿Aló? ¿Con quién hablo? ¿Carolina? ¿Carolina qué? ¡Ah! Carito Segovia. Cómo
no voy a saber quién eres. ¿Cómo estás? Yo súper… Claro que te acompaño
el viernes. Pero… ¿estás segura?… Si sabes con quien hablas, ¿no? Soy Carlos
Pérez.
- Pero claro loco, yo sé que eres Carlitos. Eres un chico súper chévere, dulce
y te sientas tres puestos detrás de mí. Yo creía que jamás podría hablarte.
Te ves tan serio. Me daba recelo llamarte. Pero conseguí tu teléfono. No
siempre es fácil tener el número del chico más inteligente y guapo del curso.

¡BOOMMMMM!

Casito me explota el corazón… Simplemente no lo creo…

¡Auxilio! Llamen al 911… a la Cruz Roja… a los bomberos… a quien

quieran… A mamá.

Nadie me va a creer, estoy despertando de un sueño. Ella, la más

linda pelada del curso, me llamó. Quiere que le acompañe a una fiesta… No
puedo mantenerme en pie.

¡Qué tonto! Si me hubiera muerto no habría visto hacerse realidad

este sueño de mi vida. Cómo pude desperdiciar mis minutos… pensando
tonteras. La vida es linda… el sol brilla… la gente me sonríe en la calle…

- ¡Hola hijito! Qué bien se te ve hoy. Tienes un brillo especial en los ojos. No
te he visto así antes. Como siempre andas enojado. Y ni siquiera hablas con
nadie. Déjame darte un beso, mi amor. ¿Se puede saber a dónde vas tan
guapo y perfumado?
- Hoy mamita, hoy voy a ser feliz… Y quién sabe, capaz que se cumple eso
de que me haga doctor cuando sea grande. Porque hoy ya me siento grande.
“Los tres se quedaron en silencio, como antes, pero ahora no fue
por el enojo, si no por que se dieron cuenta que siendo tan
diferentes la soledad y la desesperación les afectaron de igual
manera que ninguno de ellos era como los otros pensaban, y
comprendieron más la personalidad de cada uno”.

Luis Salgado
(El condenado)
20 años

274

Cuestión de autoestima
 Esta historia se desarrolla en un colegio particular de la ciudad de
Quito y sus protagonistas son tres jóvenes Andrea, Pablo y Julia, estudiantes
de sexto curso que poco tenían en común.
Los tres estaban en la clase de Química cuando la profesora puso un
trabajo que tenía que ser realizado en grupos de tres personas, y los grupos
fueron hechos por la misma profesora, y por esas cosas del destino en un
grupo se juntaron los tres, algo que fue muy raro, ya que ellos eran
compañeros de algunos años pero nunca amigos.
Pablo era un joven descuidado en su apariencia. Las manos siempre
ocultas en las mangas de su saco negro, las bastas de sus jeans rasgadas, y
a veces la mayoría de su pantalón con manchas de pintura. No tenía muchos
amigos; era callado y con bajas notas. En pocas palabras era el inadaptado
del curso, y lo único que hacía durante las clases era dibujar en sus
cuadernos.
Julia era una de las más alegres del curso, extrovertida siempre con
algo que decir, de muy buen ver, rodeada de personas, la que ponía la nota
alegre en todas las reuniones y sitios a donde iba. En su forma de vestir y de
ser era muy coqueta, se la distinguía por que mostraba algo más que otras
por lo que se la conocía como una pobre fácil.
Andrea, al igual que Julia, era amiguera. Siempre con las cosas de
última moda, desde sus accesorios hasta su celular. Nunca estaba mal
vestida, siempre cuidaba cada aspecto de su vida, nunca tenía bajas notas
en nada. En lo que hacia sobresalía, y lo que más la destacaba era que su
familia nadaba en plata. En fin, la chica perfecta.
El pensar que estos tres personajes iban a realizar el trabajo juntos
era ridículo, pero así lo tenían que hacer. Los tres aceptaron de muy mala
gana, Pablo porque no soportaba a la gente como sus dos compañeras,
Andrea por que no quería bajar su promedio, y Julia porque no aguantaba al
raro de Pablo y la perfección encarnada que era Andrea.
Para que no los vieran juntos en el colegio harían el trabajo después
de clases y sortearían una de las casas para acabar con ese trago amargo.
En el sorteo la casa de Pablo fue la elegida. Después de clases se pusieron
en camino. El nerviosismo de Andrea y Julia era notorio, ya que no sabían
qué les esperaba en la casa de aquel extraño personaje, para su alivio la
casa de Pablo era normal; no tenía nada de extraño, así que entraron y
pasaron directo al cuarto de Pablo. Al lado de su cuarto estaba el de su
276
Desesperación
hermano mayor. Julia no aguantó la curiosidad y entró al cuarto para
llevarse una sorpresa. Un cuarto lleno de trofeos, medallas y fotos de
amigos, al notar que no estaba Julia, sus compañeros se pusieron a buscarla
y la encontraron en el cuarto de junto. Andrea, al entrar, también se llevó
una gran sorpresa, ya que el hermano de Pablo había sido uno de los mejores
estudiantes y de los más populares del colegio. Las dos comenzaron a elogiar
y hablar de lo sorprendente que les pareció que el hermano de Pablo sea
alguien tan diferente a él. Pablo, cansado de oír los elogios para su hermano
y lo excelente que fue en sus años de colegio, las sacó del cuarto y las llevó
al suyo para hacer por fin el trabajo. Ya ahí las dos seguían hablando del
hermano hasta que Pablo se cansó y decidió que ese día no harían el trabajo,
y que lo mejor sería reunirse en otra casa.
Al día siguiente fueron a la casa de Julia y no toparon el tema del
hermano de Pablo para no tener problemas y terminar el trabajo lo más
pronto posible. Ya en la casa de Julia entraron a su cuarto, y no era lo que
Pablo o Andrea hubieran esperado del cuarto de la fácil del curso. Su cuarto
era como el de una niña, lleno de peluches, figuras tiernas y, como toque
final, la foto de ella y sus padres. En fin era una escena que rayaba en lo
cursi. Cuando decidieron por fin hacer el trabajo, la computadora de Julia
no encendió, y lo único que les quedó por hacer fue algunos apuntes de los
libros que tenían a la mano y dejar todo para el día siguiente.
Por obvias razones fueron a la casa de Andrea a terminar el trabajo.
Era una casa grande, pero no ostentosa. Subieron al cuarto de Andrea. Era
la imagen de lo perfecto: todo ordenado en su sitio sin rastro de desorden,
pero a diferencia de Julia en las fotos que se veían de Andrea no estaba con
sus padres. Siempre estaba sola.
Al fin ese día finalizaron el trabajo, a pesar de que nunca se
pusieron de acuerdo, y el trabajo reflejó eso. Ya era el día de la entrega y
la profesora los revisó en ese momento para poder dar las notas al final de
su hora. La profesora entregó todos los trabajos menos el de los tres por lo
que fueron a ver qué pasaba. La profesora, en frente de la clase, dijo que
fue el peor trabajo que había tenido en sus manos en todos sus años de
docencia, y que lo tenían que repetir. Y como castigo adicional deberían
limpiar el laboratorio y dejarlo ordenado después de clases ese mismo día.
Una vez más no estaban de acuerdo, pero tenían que aguantar su
mutua compañía. Ya resignados se quedaron a limpiar el laboratorio, pero
no se dirigían la palabra. Así pasaron hasta que el sonido de un tubo de
ensayo que se le cayó a Pablo rompió el silencio, y fue ese el pretexto que
277
Desesperación
 estaban esperando para decir todo lo que sentían respecto a los demás.
La perfecta Andrea arremetió contra Pablo diciéndole que era un
pobre tonto, un fracasado y resentido con el mundo; Julia no aguantó más,
y, aunque Pablo no era santo de su devoción, intervino y le dijo que no todos
podían ser tan perfectos y tener la vida modelo como ella. Andrea le
respondió que qué más se podía esperar de la fácil del colegio.
Julia se echó a llorar en el piso. El comentario le dio muy adentro. Pablo
quiso recogerla pero ella no se dejó, y le dijo que todo era su culpa, que
para la patética vida que llevaba, ¿por qué no les hacia un favor a todos y
se mataba?
Pablo contestó, para asombro de sus dos compañeras, que ya lo
había intentado una vez pero que no había logrado nada. Por un momento
solo se quedaron mirando, y Julia respondió que no había querido decir eso.
Las dos se disculparon, y Andrea seguido, de su disculpa, reconoció que ella
también lo había intentado suicidarse una vez.
Pablo miró a Julia y le preguntó si ella alguna vez lo había intentado, ya que
si la perfecta Andrea lo había hecho, por qué ella no. Entonces Julia se quitó
las pulseras de su mano izquierda dejando ver una marca muy grande que
contestó su pregunta sin necesidad de palabras. Los tres se sentaron en el
piso y decidieron contar sus experiencias y por qué habían intentado
quitarse la vida.
La primera fue Julia, ya que dejó ver su cicatriz. Las cosas habían
sucedido el año anterior, y todo por su fama de fácil. El día en que lo hizo
la desesperación fue tal que su pensamiento se nubló, y fue cuando decidió
cortarse las venas. Había sido en el mismo colegio, pero nadie lo supo. Ese
día fue la propia profesora de Química la que, enfrente de toda la clase, dijo
que era como la gripa porque todos la habían tenido, y que si seguía así
nadie en la vida la iba a tomar en serio, que solo un futuro le esperaba si
era tan coqueta. Después de eso el chico con el que andaba, al final de
clases la dejó porque no quería estar con alguien con esa mala reputación.
Para ella esto fue demasiado. Sin saber qué hacer fue al baño de mujeres,
pero no quería que la vieran así, por eso prefirió entrar al baño de los
hombres donde ya no había nadie, y por un buen rato se sentó a llorar hasta
que vio una botella en el piso. No lo pensó dos veces, y la rompió. Tomó un
pedazo de vidrio y se corto la muñeca; ella estaba dispuesta a morir pero en
ese momento, por cosas del destino, llegó el mismo que hace pocos minutos
la había dejado por su fama. Lo más extraño fue que él mismo le dijo que
tenía que vivir, y le paró la hemorragia con su camiseta. Ninguno de los dos
dijo nada. Cuando salían del baño los vieron, pero ella prefiero callar y dejar
278
Desesperación
que sigan diciendo que era una fácil, y que lo que pasó en el baño fue lo que
la profesora decía: que ella era una fácil. Desde ese día, sin que nadie
supiera la verdad, la fama de fácil se hizo presente con más fuerza, pero ella
prefirió callar.
Pablo y Andrea le preguntaron a Julia por qué prefirió decir que
estaba en el baño con ese chico por otros motivos y no la verdad, pero ella
dijo que nadie le iba a creer y total, solo faltaba un año para terminar el
colegio. Después ya no vería a nadie y todo pasaría, y ninguno se acordaría
de la loca del colegio.
El turno de Pablo llegó. Andrea todavía lloraba un poco al acordarse lo que
había pasado, pero Pablo comenzó su relato aclarando que lo que realmente
le gusta en la vida es pintar, y que el colegio o los deportes no le
interesaban, por eso era tan distraído y solo pasaba dibujando en las horas
de clases.
Lo de él había sido a principios de año. Para él la vida no era fácil
ya que tenía que vivir a la sombra de su hermano, y sus padres
constantemente le recriminaban que por qué no era como él, un buen
estudiante, deportista relacionado con todos. Para Pablo esto era pan de
todos los días, pero ese día en especial había terminado un cuadro que era
lo máximo. Para contento de su obra la mostró a sus padres. Ellos estaban
de salida y le dijeron que no les haga perder el tiempo, que se ponga a
estudiar, y enfrente de él salieron dejando el cuadro botado en el piso. No
pudo más con eso, y la desesperación y rabia lo embargaron. Con gran
decisión fue al gabinete de la cocina donde se ponían todos los implementos
de limpieza, y de ahí sacó un frasco con insecticida. Fue al comedor, escribió
una carta con sus razones, y en un vaso se sirvió el insecticida y se lo bebió.
A los pocos minutos sintió el malestar y ganas de vomitar y perdió el
conocimiento. Lo que sucedió después fue que su hermano lo encontró, y
rápidamente lo llevó al médico, le hicieron un lavado estomacal y se
recuperó. Sus padres pensaron que fue una intoxicación por alcohol y
decidieron dejar el tema así no más. Total, él ya era un caso perdido.
Andrea y Julia comprendieron el por qué de la forma de ser de
Pablo. Por fin el turno fue de Andrea. Ni Pablo ni Julia comprendían qué
podía haber sido tan grave para Andrea, para que ella también hubiera
querido quitarse la vida, ya que vida más perfecta no podía haber. Andrea
comenzó su relato diciendo que no había tal vida perfecta, que
aparentemente ella tenía todo, pero le faltaba cariño. Que no veía mucho a
sus padres, que cuando fueron a casa de Julia sintió envidia por la escena
que vio en la foto donde estaba Julia y sus padres. El día que Andrea quiso
279
Desesperación
 morir fue el mismo de su cumpleaños. Ese día sus padres le prometieron que
iban a festejar como nunca, que no hiciera planes. En el colegio todos la
felicitaron y le habían preparado una sorpresa, pero ella dijo que no podía
quedarse, así que fue a la casa para festejar como nunca su cumpleaños con
sus padres, pero solo encontró una nota en el comedor que decía que habían
tenido un viaje urgente y que no podían quedarse, que le dejaban en el
mismo sobre las tarjetas de crédito y que gaste lo que quiera, que no se
preocupe. La nota terminaba solo así, sin tan siquiera un te quiero. Para
Andrea fue un golpe demasiado duro que le desesperó y la orilló a pensar en
quitarse la vida, así que fue al baño y sacó un frasco de pastillas. No sabía
qué eran, pero se las llevó a su cuarto. Abrió el frasco y las echó todas en
su cama. Solo las miraba y lloraba; recordaba la fría nota de sus padres y la
desesperación aumentaba, así que empezó a meterse las pastillas en la boca
con angustia, esperando morir, y se quedó dormida. Las pastillas que había
tomando no eran lo suficientemente fuertes para matarla así que al
siguiente día se levantó solo con un poco de malestar que le duro días. Ella
también había intentado morir pero, al igual que sus dos compañeros, no lo
había logrado.

Los tres se quedaron en silencio, como antes, pero ahora no fue por
el enojo, sino porque se dieron cuenta que siendo tan diferentes la soledad
y la desesperación les afectaron de igual manera, que ninguno de ellos era
como los otros pensaban, y comprendieron más la personalidad de cada uno.
Después de eso terminaron de limpiar el laboratorio, pero no se hicieron
amigos. En clases se veían diferente porque conocían la esencia real de cada
uno. El año y el colegio para ellos terminaron después de unas semanas y no
se volvieron a ver otra vez.

Mi nombre es Edison Xavier Llumiquinga Velásquez, vivo en el barrio San Martín de

Porres, manzana 46, lote 11. Y soy un muchacho como cualquier otro.

Cuando me enteré del concurso me interesó mucho y pensé que podría escribir mi propia
historia, porque lo que cuento no es ficción, es lo que me sucedió realmente y quería
compartirlo a los otros, además me animó que mis compañeros de grupo también
participaron.

Edison Llumiquinga
(14 años)

280

Desesperación
 Desde los cinco años andaba con mi mami Martha y mis abuelos José
y María, recogiendo cartón y reciclando papel.

Entré a la escuela Luis Enrique Raza y ahí me asocié al INNFA.

Al llegar a los once años ya trabajaba y estudiaba. En las mañanas

iba a la escuela y por las tardes reciclaba, mientras que cuando llegaban las
vacaciones me dedicaba en la mañana a limpiar carros, y a vender chicles
por las tardes.

Pero a las seis de la tarde nos juntábamos con mi mamá y mis

abuelos de nuevo para recoger cartón, y así se me acababan las vacaciones
para regresar a clases.

Mi mamá se enfermó un día y se fue al hospital; la gente del INNFA

le ayudó para curarse. Los doctores le habían dicho que necesitaba
operarse, pero mi madre tenía mucho miedo, y no hizo caso de esto.

Así, nuevamente, volvimos a recoger cartón por las noches.

Llagábamos cerca de las doce de la noche a dormir en la casa, y en las
mañanas siempre llegaba atrasado a la escuela junto con mis hermanos.
Pero después de ocho meses volvió a suceder lo mismo, otra vez mi mamá
cayó enferma. La gente del INNFA otra vez nos ayudó y los doctores volvieron
a repetir el diagnóstico.

Mi mamá regresó a la casa, pero después de un buen tiempo tuvo

que ingresar al Hospital Eugenio Espejo, le advirtieron que si no se hacía la
operación se podía morir y dejarnos solos, pero mi madre no hizo caso al
doctor. Poco después se hizo chequear, y le dijeron que tenía tapada la
válvula del corazón.

Pero mi madre, sin importarle cuáles serían las consecuencias, no
hizo caso a lo que dijo el doctor.
A mi madre le ganó la enfermedad y falleció, mientras que mi
familia y yo estamos profundamente adoloridos, pero estamos saliendo
adelante y somos fuertes, no nos dejamos ganar por el dolor.
Yesenia es una jovencita muy dinámica de 16 años de edad. Hace unos meses viajó hasta
España a encontrarse con su madre, a la cual no había visto por alrededor de 6 años.
Vivía con su tía en el barrio Lucha de los Pobres, ayudando a cuidar a su hermano menor
y enfrentando una adolescencia difícil en medio de ilusiones y esperanzas.
Yesenia empezaba su historia escribiendo, que lo hacía porque simplemente quería contar
a la gente su experiencia, recogiendo en palabras lo bien y lo mal que transcurría su
vida en medio de la distancia con su madre, pero sobre todo sus ganas de caminar al
futuro.

Yesenia Guanuña
18 años

282

Edison
 Primeramente yo soy Yesenia Elizabeth Guañuna Moila.
Y no me importa ganar o perder, con tal de conversar y decirles que
es feo no tener una madre junto a nosotros, porque no hay a quien contarte
nuestras cosas.
Bueno, les paso a contar las cosas difíciles de mi madre. En el 2001
se fue de viaje, y le fuimos a dejar al aeropuerto; a las 4 de la mañana
despertamos, pero no sabíamos que estaría por mucho tiempo lejos de
nosotros. Llegamos al aeropuerto, vimos que mis tíos le abrazaban, lloraron
mucho y se acercó a tomarse fotos con nosotros, y dijo que ya salía. Entró,
le dieron el vuelo a las 9:00 de la mañana, y salió. Quiso vernos a mí y a mi
hermano, y era para darnos la bendición, un beso y un abrazo. Pero era por
poco tiempo; mis tíos nos cogieron y nos llevaron a las mallas a ver a mi
madre cuando saliera el avión, y mis tíos gritaron “¡Ya sale!” Dijo que
indicaría un pañuelo rojo; gritaron, lloraron, se abrazaron y lo que hice fue
gritar el nombre de mi madre, llorar y llorar por el camino. Un tío quiso
llevarme a su casa, pero solo a mí, ya que no quería hacerse cargo de mi
hermano; mi otra tía no quería hacerse cargo de mí. Luego mi tía la mayor
decidió hacerse cargo de los dos, así no nos separamos. Luego de un mes
llamó mi madre alegre, triste, dulce y cariñosa. Al escucharle lloré y le pedí
que no se quede más allá, porque le extrañaba, y mi madre se hacía la
fuerte. Luego le había avisado a mi tía que sufría mucho, la maltrataban y
no tenía trabajo y estaba amenazada por las amigas. Le tenían como
sirvienta de ellas y con amenazas, sin comer casi nada.
A los tres meses consiguió trabajo, pero no fue de gran ayuda,
porque fue explotada por una persona peruana. Le pegaba, le trataba mal
no le pagaba. Durante cinco meses aguantó todo lo que le hacían. Se salió,
y se fue a otro trabajo, a cuidar a unos niños, que eran muy malcriados. No
le querían, le mentían a su madre que mi madre no les cuidaba bien. Era
muy mala y le juró que si seguía así la mandaba a Ecuador y le iba hacer la
vida imposible. Dormía debajo de un puente sin comer nada, y a los nueve
meses encontró una amiga. Se la llevó al piso de ella, le dio un plato de
comida y le ayudó a buscar trabajo como sirvienta, para cuidar niños. Eran
unas personas nobles, muy buenas, y la amiga, con mucha envidia, le hizo
pagar hasta el último vaso de agua, y le dijo a la patrona que entre puertas
adentro. Después de dos años le ayudó a buscar más trabajo con sus
familiares, y comenzó a salir adelante ganando más y trabajando más horas.
Nos mandaba plata, se comunicaba más y en Navidad nos mandó a comprar
ropa; pero a mí no me importaba la ropa, y me volví malcriada. Eso era para
que le avisen a mi madre y que así vuelva, pero no me resultó mi plan. Me
284
Esta historia es de mi madre y mi vida lo que fue sin Ella
puse muy triste porque festejaban el Día de la Madre, y a la mía no la tenía
junto a mí. Lloraba viendo a los demás cómo les abrazaban a sus madres, le
daban las cartas que habíamos hecho en clase y no tenía a quién darle. Me
sentía sola, triste, desamparada, caprichosa, mala para que me hagan caso.
Pasaron los años, y no le veía a mi madre, pasaron mis cumpleaños,
y no la tenía; pasaron los tiempos y hasta ahora no la tengo junto a mí.
Ya me cansaba no estar junto a ella. Sufría, lloraba y un día me
enteré de una tragedia tan grande, que no quería decir a nadie por iras, por
colerín, burlas y desprecios. Encontré a un amigo al que le pude contar lo
que me pasaba; me costó un fuerte dolor decirle que mi madre le habían
detectado un cáncer al estómago. Llorando, le conté la tragedia. Por medio
de una amiga de mi madre, supe que el doctor había dicho que no tenía
cura, era como si me hubiesen arrancado el corazón. Pensé que al avisarle
a mi amigo me iba hacer bien, pero no fue así. Por eso digo que no se
enamoren porque es muy duro. Me hablaba, me engañaba, me trató de lo
peor. Sé que no me quería, pero no dejaba de pensar en él. Le llamaba y me
insultaba; por eso mejor estar sola antes de estar mal acompañada. Lloro
día a día por él, y mi madre no sabe que sufro por un hombre y no quiero
hacerle sufrir más.
Llegaron mis quince años, y pensé ya tenerle a mi madre, porque
ella me prometió estar junto a mí en ese día, porque pasaba a ser
adolescente.
Creí que tendría una fiesta como toda chica, pero no fue así; no le
tuve a mi madre, ni tuve mi fiesta, pero tuve una sencilla mesa, y comida
mandada por mi madre. Lo tomé como el más grande de los regalos. Al ver
la noche y prender las velas, me dije “se acabó la niña, ahora venga la
adolescencia”, pero mi madre olvidó llamarme. A la siguiente semana,
recibí dos peluches, un pajarito y la llamada de mi madre querida. Lloré y
le supliqué que regrese, que la necesitaba para tener con quién hablar,
conversar y tener una gran amiga para contarle todo lo que me ha pasado,
y que quería verla por el Día de la Madre para tener a la persona muy
especial, para darle esa carta que tanto he deseado darle, y ya no vaya a la
basura sino que sea recogida por la persona más buena y bella de mi vida, y
tener a quien abrazar y besar como nunca lo he hecho con mi madre. Tener
una compañía y tener a la madre más bella, joven, bonita que presentar a
mis amigos.
Pero mi madre me dijo “Ya van a estar junto a mí, porque les voy a
285
Esta historia es de mi madre y mi vida lo que fue sin Ella
 llevar a España”. Ya tenemos los pasaportes para irnos con ella, y hacerle familia feliz sin problemas. Mi idea es que no salgan del Ecuador, porque
muy feliz, dándole aliento para vivir. Claro que no me va bien en los sufren ustedes y sus hijos por el abandono y el sufrimiento, y quererlos a los
estudios, porque no tengo la misma memoria que las mejores estudiantes. padres porque solo una sola vez los tenemos, y a la madre más sagrada del
mundo no darle sufrimientos ni tristezas porque ella fue la persona que nos
Pero este trimestre quiero salir mejor que los otros para demostrar tuvo en el vientre por nueve meses.
que sí puedo, y dar gracias a mi madre y a las personas que la han ayudado
para ser alguien en la vida y darnos todo lo que hemos necesitado, y no vaya
a la basura, y sea un éxito para mí y mi familia. Y para demostrarles a mi
padre que no nos hace falta, que nunca nos ha hecho falta ni él ni su plata
ni su cariño ni su porvenir, y ojalá sea feliz con los hijos que tiene. Que no
sea juzgado y tenga perdón de Dios por lo que nos ha hecho, al habernos
dejado por otra señora. A él nunca le importamos, ni nos ha visitado para
ver si estamos bien o mal. No le importa que su hija muera o viva, porque
no lo demostró ni en sus quince años, que fue muy feliz, ni me dijo feliz
cumpleaños. Pero no le guardo rencor, porque no soy nadie para juzgarle;
Dios le hará pagar sus pecados que ha cometido, pero eso dejo aparte. Ahora
tengo que pensar en mi viaje, o paseo, en mi porvenir y en mi felicidad y en
tener a la persona especial, y poder festejar sus cumpleaños. El 4 de agosto
es su cumpleaños, y tiene treinta y cuatro años. Es mediana, de ojos cafés,
blanca, es flaca, es buena y comprensiva.

Es muy buena, un poquito enferma, pero muy buena madre, nacida

en Quito. Hija normal, sin ningún problema, desamparada a los ocho años
por mi abuelita, y a los trece por mi abuelito, por un cáncer sin ninguna
cura. Sufrió con mis tías; fue maltratada desde pequeña, sin amor de
padres. Estudió en la escuela y pasó con la calificación de diecinueve, y no
le hicieron acabar los estudios; le dejaron a medias, y por venganza a todos
se metió con mi padre Iván Guañuna. Se casaron por lo civil. Fueron felices
un año frente a tres de sufrimiento. Me tuvo a los dieciocho años en el
Hospital del Sur; antes de eso mi padre la dejó, y cuando tenía cinco años
me mandó al jardín a estudiar, y se enamoró de un señor llamado Carlos. A
los veinticuatro años se quedó embarazada de mi hermano Kevin Guañuna,
pero se separó, y como él no quería que nazca, le dio para que aborte, y mi
madre llorando se fue de compras con esa plata, y no lo abortó, y lo tuvo el
24 de diciembre de 1997. Fue el día más feliz de mi madre, y el más triste
de mi vida, porque me sentía celosa, pero después le llegué a querer. Nos
llevaba a vender, pero no me daba vergüenza por vender, porque vergüenza
es robar, no trabajar honradamente. Así fue nuestra vida, y por eso mi
madre no quiere que pasemos lo mismo que ella pasó.

Quiere un porvenir muy bueno para nosotros; no desea que seamos

maltratados ni insultados por nadie, y seamos alguien en la vida, y una
286 287

Esta historia es de mi madre y mi vida lo que fue sin Ella Esta historia es de mi madre y mi vida lo que fue sin Ella
 Yo soy así: Carlos Quiñónez, nacido el año 1992, soy una persona que le gusta el estudio
y la música. La materia que me gusta más es Matemática, y la música que más disfruto
el reguetón.

Yo escribí la historia por la confianza y la amistad que me brindaron, porque quería

compartir mi infancia, mi experiencia.

Carlos Quiñónez
15 años

288
 Cuando yo tenia 5 años, ya salía a la calle a vender caramelos.
Una vez yo no quería irme a la calle, porque me daba miedo que me pase
algo, pero mi mami me mandó de todas maneras, y justo ese día me pisó el
carro.

Tengo miedo que esto que me pasó a mí les pueda pasar a otros
niños, por eso digo que los papás no deben mandar a los niños a trabajar a
la calle, y tampoco deben dejarles encerrados en la casa hasta de noche,
como lo hacían conmigo, que a veces no comía esperando que venga mi
mamá del trabajo.

Ella se dedicaba a trabajar, y yo no iba a la escuela, yo no sabía nada

de nada, ni sabía leer ni una palabra.

Ahora ya estoy en la escuela por la ayuda del programa AVANZAR del

INNFA y de las profesoras. Gracias a la ayuda de la gente y la ayuda de mi
familia ahora estoy muy bien, sano como Dios me trajo al mundo.

Aquí estoy, soy pobre pero honrado y trabajador, soy muy obediente
y no contesto a mis mayores, mejor les saludo, ojalá siga así.

Gracias a todos los que me ayudan a salir adelante, ésta es mi

historia.

Es la historia de Martina, una chica que sufre el abandono de su padre siendo muy niña.
La pobreza en la que vive, le lleva a ser parte de muchas situaciones difíciles y
conflictivas. Pero con sus ganas de luchar y en complicidad con sus hermanos, logran salir
adelante.

Escribí la historia porque quería decirles a todos, que a pesar de las dificultades ¡siempre
habrá margaritas sembradas en el jardín!

Rita Arias
(Misse)
20 años

290

La historia de mi vida
 Aquella noche lluviosa de diciembre, Martina observaba por la
ventana de su casa, y una lágrima recorría su mejilla.
Con la mirada perdida en el horizonte, donde solamente se veía
neblina espesa, empezó a recordar todos aquellos sucesos que marcaron su
vida para siempre.
Con insistencia, los recuerdos llegaban a su mente; listos y
dispuestos, para que desde un tiempo específico, comiencen a desempolvar
aquella dolorosa historia que quisiera olvidar.
Martina tenía cinco años; vivía con su madre y sus cuatro hermanos
en una miserable casa, al filo de una quebrada, rodeada por árboles de
eucalipto.
Su madre, doña María, era una mujer valiente y trabajadora, que a
pesar del abandono de su marido había conseguido la fortaleza necesaria
para lidiar con las dificultades.
Soportando la pobreza inclemente, los días sin comida, las frías
madrugadas, en el trabajo (lavando vísceras de ganado en El Camal), doña
María se esforzaba para conseguir el dinero, para la educación de sus hijos.
Los años pasaron raudos, como el tiempo que dura en caer al suelo una
insignificante hoja de un árbol.
Daniel, su primer hijo, ya trabajaba y estudiaba en la secundaria,
mientras que Martina muy pronto iba a concluir la primaria; en cambio los
otros pequeños todavía continuaban en ella.
La necesidad y las constantes recaídas en la salud de su madre hicieron que
Daniel abandone sus estudios de tercer curso.
Desde entonces, él se dedicó a trabajar de ayudante; cargando
bultos, en una casa. Casi un mes después, doña María empezó a recuperarse,
así que decidió volver a trabajar.
Mientras tanto los pequeños pasaban solos, desde que llegaban de
clases, hasta ya muy entrada la noche.
Martina estaba cerca de cumplir doce años; como todas las niñas de
su edad, pasaba contenta y era toda sonrisas. En su piel blanca se notaban
los rosados cachetes, que contrastaban con los ojos grandes que poseía. Su
dulzura e inocencia brillaban; por encima de aquellos trapos viejos y sucios,
292
Martina
a los que llamaba vestidos.
Le encantaba jugar fútbol con sus hermanos; antes de hacer las
tareas de la casa y la escuela.
A veces aparecía un poco melancólica, cuando miraba a los niños
abrazados por sus padres. Quizá ella sentía envidia, por lo afortunados que
son.
Como ya terminaron las clases en la escuela, ella se quedaba
cuidando a sus hermanos, y haciendo los quehaceres de la casa.
Muchas veces Martina lloraba porque no tenía nada para comer. En
realidad el sufrimiento era por los pequeños, y no por ella.
Un día en que Martina jugaba tirando piedras a la quebrada, observó
que una familia se mudaba a la casa de enfrente.
Ella miraba sorprendida y emocionada por los nuevos vecinos, pero
no se percató de aquel hombre extraño que la miraba insistentemente.
Era un tipo de aproximadamente treinta años de edad, alto, flaco, no tan
agraciado, que poseía una mirada penetrante, aparentemente bondadosa,
pero que irradiaba una especie de aureola oscura y maléfica.
Este hombre llegó con una mujer y dos hijos.
Todos los días la esposa madrugaba a trabajar, y los hijos iban a la
escuela, mientras él se limitaba a quedarse en casa, ocupado en espiar a
Martina.
Se la pasaba admirando la dulzura e inocencia de aquella niña, y a
la vez, tramaba planes diabólicos.
Pero muy astutamente intentaba acercarse a ella haciéndose pasar
como el vecino amable, que obsequia frutas cuando morían del hambre y
abrigo cuando abrigo, por las veces que caía un fuerte aguacero.
Sin embargo, Martina ignoraba lo que iba detrás de aquellas
actuaciones.
Solamente se daba cuenta que este hombre era como el padre que
le faltó siempre. Y enseguida se volvió su amigo, su confidente y protector.
293
Martina
 Luego de algunos días, éste se fue de viaje con su familia, lo que
hacía suponer, que algo nefasto estaba por llegar.
Mas una terrible mañana, cuando una pertinaz llovizna caía, se
escuchó dos fuertes golpes en la puerta, entonces doña María decidió
abrirla, pero se encontró con una visión espantosa. Su rostro empalideció, y
su enmudecido corazón no encontraba palabras para enunciar lo que sus ojos
veían.
No era una alucinación; ahí estaba: sucio, mojado, harapiento y no
menos orgulloso. Era él, su esposo, aquel infeliz que un día la abandonó.
Con su cara hipócrita pedía a gritos que lo perdonase, y lo deje entrar.
Nadie sabe qué pasó, ni qué argumentos utilizó, pero él consiguió
entrar en sus vidas. Desde ahí comenzó para Martina el más terrible de los
presagios.
Su padre se instaló como un gran rey en la casa.
A pesar de la oposición de Daniel, que estaba convencido de que
esto no traería nada bueno. Al menos Martina sentía un profundo desamor
hacia su padre, porque los vagos recuerdos sostenidos a través del tiempo la
obligaban.
Y, como era de esperarse, este hombre logró dominar a doña María,
la manipulaba a su antojo, pues cada vez que le daba la gana se desaparecía
por días o semanas de la casa. Y a ella no se le ocurría preguntar.
Como a Martina no le interesaban estas situaciones, nada fuera de lo común
pasaba en su vida.
Hasta que aquel hombre de mirada siniestra regresó.
Y un día, aprovechándose de que Martina estaba sola en casa, se dirigió
precipitadamente hacia ella, y con voz aduladora, la convenció para ir a la
suya.
Ese día en que la razón y la conciencia de este hombre, se ocultaron
bajo un manto oscuro de deseos prohibidos, destruyeron a esta hermosa
escultura de inocencia.
Aquel día no hubo nadie que evitara la infamia que se estaba
cometiendo.
294
Martina
Martina, en medio del dolor y el llanto, no podía razonar lo que le
había sucedido.
Pasaron los días, y ella asomaba con una expresión tímida, lejana;
recluida en su mundo. Este comportamiento fue notado por doña María,
quien al buscar respuestas en su hija, descubrió una turbia realidad.
Mientras Martina relataba lo ocurrido, su madre se agarraba la
cabeza, y con lágrimas de impotencia, intentaba desahogar su dolor.
De pronto salió corriendo estrepitosamente con dirección a la calle, hacia la
casa de éste. Pero no halló nada, solo puertas cerradas. Quizás ya se había
marchado.
A doña María le pesaba la indignación; decidió esperar a su marido
para hablar de esto. Pero ese día no regresó.
Así que amparándose en la coherencia de Daniel, se dispuso a
confiarle esta dura verdad.
Daniel solo se limitó a llorar.
Después de estos sucesos, pasaron tres largas semanas, y se llegó a
descubrir que Martina había quedado embarazada.
Precisamente por esos días llegó el marido de doña María quien, al
enterarse de la noticia, buscó presuroso y enfurecido a Martina, y sin pedirle
su versión del caso, la agarró de los cabellos y la tiró contra el piso, donde
le propinó una gran paliza.
Ahí tirada en el suelo, y agonizando por los golpes, Martina suplicaba
piedad.
Luego de un instante se escuchó la voz de Daniel, quien lleno de ira,
empujó bruscamente a su padre y consiguió rescatar a su hermana.
Desde aquel día el padre de Martina trataba de hacerle la vida
imposible, y cada momento que podía la maltrataba psicológicamente. Un
día le insinuó que sería mejor que abortara.
Afortunadamente Daniel fue firme con sus actitudes y no permitió
que nada extraño le pudiera suceder.
295
Martina
 El tiempo pasaba veloz y en aquel vientre pequeñito seguía
formándose una nueva vida.
Hasta que un día Martina empezó a sentirse muy mal, porque ya
empezaba a sentir los dolores de parto.
Así que Daniel y su madre la llevaron al Centro de Salud, pero los
galenos, al observar la gravedad del caso, optaron por enviarle a la
Maternidad.
Martina ingresó de emergencia, pues el parto se estaba
complicando. Mientras los dos esperaban impacientes alguna respuesta de
los médicos. Uno de ellos apareció y con una expresión dramática dijo:
- El parto de la niña es demasiado complejo; es por eso que les pido tomar
una decisión. Salvamos a la madre o al niño.
Completamente asombrados por esta pregunta, solo pudieron decir:
- Sálvenla a ella.
Pero aquellos doctores no la dejaron morir, le practicaron una
cesárea y lograron salvar a ambos. Después de algunos días Martina volvió a
su casa. Ya casi tenía trece años, y mientras amamantaba a su hijo, soñaba
que algún día llegaría a ser una gran enfermera.
No faltaron los vecinos metiches que asombrados hacían
comentarios mal intencionados en contra de Martina.
Luego de algunos días Daniel decidió marcharse de la ciudad, pues
había conseguido un buen empleo en el Valle.
El día que se fue dejó recomendando a su madre que protegiese a
su amada hermana. Y con tristeza en sus ojos, se despidió de Martina.
Los días transcurrían y Martina se ocupaba de cuidar al pequeño
David.
Hasta que un día se presentó su padre, abrazado de aquel hombre
que abusó de ella. Supuestamente regresó para hacerse cargo de ella y del
niño. Además añadió que ya no estaba con su familia y por eso volvió.
Y aprovechándose de que Daniel no regresaría por algún tiempo, el padre de
Martina la obligó a convivir con aquel sujeto.
296
Martina
La dulce niña había muerto.
No tenía a quien acudir. Sola y desesperada, siempre era custodiada
por aquel tipo.
Pero un día, casi un año después, Daniel volvió ilusionado porque le
había ido bien en el trabajo, así que regresó a Quito.
Encontrándose con esta situación, explotó en cólera, y con una
expresión iracunda lanzó a patadas a este sujeto. Él no volvió a aparecer
jamás.
Tal fue la ira de Daniel, que su padre no pudo decir cosa alguna.
Una vez más, el ángel guardián de Martina volvía a salvarla de las
garras del cazador.
Pasaron algunos años; Daniel y Martina se habían hecho fuertes en
la adversidad, siempre luchaban juntos. Hasta se turnaban en los trabajos
para alcanzar a cuidar al bebé.
No les importaba la indiferencia de su padre. Por que tenía el apoyo
incondicional de su madre, ya que se convirtieron en jóvenes
emprendedores.
A sus 17 años, Martina ya trabajaba en una fábrica haciendo forros
para colchones.
Ahí fue donde conoció a Juan Carlos, un muchacho que empacaba
los productos, y del que empezó a sentir un profundo cariño, pues el tenía
su confianza. Se volvió su incondicional y la aceptó con todo su pasado.
Sin darse cuenta; Martina empezó a enamorarse de ese noble
muchacho.
Pero una mañana lo encontraron muerto. Tirado en una vereda cerca
de su casa, agarrado fuertemente una nota que decía:
“Mi dulce niña, ¿aceptaría ser mi novia?”
Dicen las malas lenguas, que el autor de este crimen fue un hombre
alto, flaco, mal encarado. Quizás era él. Nadie supo contestar.
297
Martina
 Desde aquel día hizo un juramento. El de no volver a enamorarse
jamás.

De pronto regresó a la realidad. Y una mano, suavemente tocó su

espalda, era su hijo, David.

Lo miró y con una sonrisa en los labios; lo abrazó. El niño, inclinando

la cabeza, le preguntó:

- Mami, ¿que pasará cuando termine mis clases en la escuela?

Ella dijo:
- Tendrás que ir al colegio.
Y el muchacho añadió:
- Un señor ha estado últimamente visitando la escuela. Me llegué a enterar
que pregunta por mí.

Entonces Martina, viéndolo fijamente a los ojos; lo abrazó con más

intensidad.

Yo soy una persona muy tranquila, que trata de estar en amor y paz con las personas,
además me gusta full la bici, el transportarme en ella y divertirme mucho, otra de las
cosas que me gusta es jugar básquet. Soy una persona que me gusta tener panas de
verdad y estar bien con mi mama, además creo que puede existir un mundo mejor y
pienso que las personas pueden llegar a cambiar y ser mejores cada día, y que pueden
tratar de conservar este mundo lindo.

La principal motivación para escribir esta historia fue el dar a conocer algo que me pasó
en el anterior colegio, no quería que mi caso quede en la impunidad como muchos casos,
además me gusta mucho escribir, y más bacán si son cosas de la vida.

Santiago Borja
(Saxbor)
19 años

298

Martina
 En uno de los tantos colegios conservadores de Quito, precisamente
en el colegio San Luis Gonzaga, hace algún tiempo atrás se dio la siguiente
historia.
Un grupo de jóvenes de Quinto Curso Químico-Biólogo se
encontraban en su laboratorio haciendo un experimento con un hámster.
Uno de los estudiantes tenía un poco de morfina. Inquietos y dispuestos a
experimentar nuevas cosas, decidieron hacer algo diferente; uno de los
estudiantes, José, con cara de sorpresa, sacó de su camisa una pequeña
jeringa, que usó como instrumento básico para experimentar con su propio
cuerpo.
Primero se sacó un poco de sangre; luego la mezcló con la morfina
de su otro compañero, y finalmente procedió a introducirse en una de sus
venas del brazo derecho la sustancia obtenida, la cuál le trasportó a un
mundo de sueños y de fantasías, de miedos y de alegrías. Luego de un rato
siguieron sus compañeros su mismo ejemplo, y también se trasladaron a un
mundo de fantasías, a su mundo perfecto, pero como siempre hay alguien
que lo caga todo, entró un licenciado, y les hizo descender rápidamente a
la cruel realidad en la que vivían.
Al transcurrir el tiempo, José dejó las drogas químicas, y decidió
consumir solo las drogas legales y las naturales.
Una vez en la clase de Inglés entró el señor rector a su curso y dijo
a los alumnos:
¡LEVÁNTENSE Y QUÉDENSE QUIETOS!
¡SUBAN SUS MALETAS A LAS BANCAS, PERO LENTAMENTE PORQUE LOS
TENEMOS VIGILADOS, CUALQUIER MOVIMIENTO EN FALSO SERÁ PAGADO MUY
CARO!
Una vez las maletas en los pupitres el “señor” rector y los
licenciados (o mejor dicho sus sirvientes) prosiguieron a hacer una requisa a
todos los estudiantes, por lo que José se puso nervioso, y sacó rápidamente
de su maleta su juego favorito, que era una pipa con la que fumaba
cannabis. La pipa estaba llena de marihuana, y sin nada más que hacer se la
guardó en su bolsillo. Lamentablemente le cachó el rector, quien prosiguió
a actuar de la siguiente manera:
¡DAME LO QUE TIENES EN LA MANO! ¡DAME! ¡PRESTA MIERDA, NO ME HAGAS
CABREAR! ¡PRESTA CHUCHA! ¡QUE ACASO NO OYES O QUÉ TE PASA!
300
NIngún estudiante será excluido
Y luego el rector le cogió la mano, y con un ligero y pesado golpe a
la vez, hizo que suelte la pipa que tenía en la mano, y que descubra que
José, ese muchacho inteligente e hiperactivo, tenía problemas serios de
“drogas” (así fue como lo tacharon las autoridades del colegio).
A continuación procedieron a llevarle donde la psicóloga del colegio,
que de psicóloga no tenía mucho que se diga, y el dirigente de José, quiénes
le presionaron de la siguiente manera:
PSICÓLOGA: Dime, ¿quién te dio la droga?; dime, ¿quienes más fuman?, dime
a mí, no me obligues a llamar a la policía para que te lleven a la cárcel.
PROFESOR: ¡DILE! ¡HABLA MIERDA! ¡TE COMIERON LA LENGUA LOS RATONES
O QUÉ TE PASA! ¡QUIÉN MÁS FUMA, CONFIEsA!
Este lapso en el que le interrogaban duró unas dos o tres horas, para
lo cuál le infundieron mucho miedo a José, y al no poder aguantar más,
terminó dando el nombre de algunos de sus compañeros que también
fumaban así diciendo: Carlos, Cléber, David y Manuel.
Al culminar el día, el dirigente de quintos pasó por cada uno de los quintos
cursos de los estudiantes antes mencionados para decirles que se queden
después de clases, que tiene algo que hablar con ellos.
Primero entró Manuel a quién también le amenazaron, le gritaron,
le dijeron lo siguiente:
PSICÓLOGA: Ya me contaron que eres “drogadicto.” Ahora dime tú mismo
quién más fuma de tus compañeros. ¿A quién más has comprado? Dime, si no
quieres que llamemos a la policía y vengan y te lleven preso, porque
nosotros no vamos hacer nada si esto en realidad pasa. Mira que les tenemos
vigilados, agentes antinarcóticos están siguiéndoles, nosotros les pagamos
para que les sigan, nosotros ya tenemos nombres.
DIRIGENTE: ¡MALDITA SEA, DILE QUIÉN MÁS FUMA, NO SEAS IMBÉCIL, NO
HAGAS QUE ESTO SE AGRAVE MÁS DE LO QUE YA ESTÁ! ¡HABLA CHUCHA NO
TE QUEDES CALLADO! O QUÉ ¿ERES MUDO ACASO? ¡DILE MIERDA, QUÉ MÁS TE
PEGAS, QUÉ CLASE DE DROGAS MÁS TE MANDAS, CONFIESA NO TE QUEDES
CALLADO! ¡HABLA CHUCHA!
Y Manuel cansado ya de tanto que le difamaban empezó a
defenderse diciendo:
MANUEL: Solo he fumado marihuana, cuatro o cinco veces y no he vendido a
301
NIngún estudiante será excluido
 nadie porque pienso que la marihuana se la debe regalar mas no vender,
ustedes me están difamando. ¡Míreme los brazos, no me inyecto ni nada por
el estilo¡ ¡Vamos a hacerme pruebas de sangre!
DIRIGENTE: ¿CÓMO DICES? ¡QUE NOS LLAMAS MENTIROSOS, NOSOTROS
TENEMOS ALUMNOS QUÉ NOS DICEN QUE TÚ LES VENDES! ¡Y PARA QUÉ TE
VAMOS A HACER EXÁMENES DE SANGRE!
MANUEL: Traigan a esos alumnos a ver qué pasa, dígales que vengan y que
me digan en la cara para ver si eso es cierto.
DIRIGENTE: JA, JA… ESO NUNCA VA A PASAR, NUNCA TE VAMOS A DECIR
QUIÉNES SON ESAS PERSONAS, MEJOR DINOS ¡QUIÉN MÁS FUMA! ¡MIRA QUE
TUS PROPIOS COMPAÑEROS YA TE TRAICIONARON! AH, Y CIERTO, ESTO TIENE
QUE SABERLO TU MADRE.
Al finalizar el año lectivo no sirvió de nada todos los esfuerzos de los
estudiantes, ni fue verdadera la condición que les impusieron para quedarse
en el colegio, ya que les botaron a los estudiantes para pasar a Sexto Curso,
dándoles las espaldas, además de excluirles de lo que se podría llamar una
“educación de calidad” como siempre dicen, y como tantas personas
reconocen al colegio Gonzaga, sin darse cuenta que en la realidad es un
colegio discriminador y muy excluyente. Pero lo raro es el lema que tiene el
colegio, que es el siguiente: “Por una educación de calidad, en la que ningún
estudiante será excluido”.
Lo raro, como se puede ver de la historia, es que esto se dió el año
pasado, y ¿qué pasó con el Lema del Colegio?

MANUEL: No, por favor, a mi madre no le digan nada.

Y se puso a llorar.

Después de dos horas ya no pudo más con la presión y las constantes

amenazas de que iba a ir a prisión, y dijo algunos nombres más.
La misma historia pasó con los otros estudiantes.

Luego de tres días la tragedia llegó a las casas de los estudiantes,

con la llamada del dirigente quien citó a los padres de familia en el colegio.

Al llegar las madres y los padres de familia les dijeron de todo un

poco, como por ejemplo que sus hijos se mandaban de todo como: cocaína,
heroína, éxtasis, etc, etc, etc.

Que sus hijos eran los que pervertían a los más pequeños para que
consuman, que eran los brujos del colegio, entre otras cosas más.
Para seguir en el colegio hicieron firmar tanto a padres como a los
involucrados, es decir a los alumnos, una condición en la que decía que los
alumnos tenían que ir al Centro de Rehabilitación Virgilio Guerrero; además
que su disciplina tenía que ser excelente, y si se enteraban de alguna cosa
que hicieran los alumnos inmediatamente se los echaría del colegio.

Desde ese momento su permanencia en su colegio fue un infierno,

presionados por todos los secuaces o profesores, difamados, discriminados,
entre otras cosas más.

302 303

NIngún estudiante será excluido NIngún estudiante será excluido

 Mi vida empieza en el año de 1987. No tuve muchos amigos, el tiempo libre que tenía lo
pasaba en casa encerrado, hasta que me di cuenta que había cosas mejores por explorar.
Cada día hago lo posible por salir adelante. Nunca me he dejado vencer por un
problema, me ha gustado encontrarle solución, tengo temor a lo que me deparará el
futuro. No me gusta que me presionen, me gusta hacer las cosas a mí manera. El temor
más grande de mi vida es fallarles a los que quiero.

Esta historia cuenta un rasgo de mi niñez y mi juventud. Y por no aprovechar el tiempo

que tuve, perdí la oportunidad más grande de mi vida lo que fue conocer a mi padre, y
hoy me arrepiento por no decidirme a tiempo.

Jorge Luis Ramírez Martínez

19 años

304
 Podrán cortar las flores pero nunca acabaran con la primavera. La
última vez que lo vi creo que fue hace quince años. Yo en ese tiempo tenía
cuatro años; vivíamos en La Magdalena, en una vecindad. Toda mi infancia
la pase allí, en un cuarto en el cual en una esquina estaba la cama, y en el
otro lado la cocina. Mi madre me hablaba de mi padre, de cómo era a veces;
decía cosas positivas y otras veces cosas negativas de el. Yo no tengo una
clara perspectiva de cómo fue. Lo único que sé es que no me dio un apellido,
como si eso importara. La escuela la acabé sin ningún problema. Algunos
meses me dio la pensión. De allí en adelante tal vez no tenía, o no quiso
seguirme manteniendo. Mi madre siempre me apoyó en todo, a mi padre no
le exigió que me siga dando una pensión.
Cuando estaba en primer curso empecé a limpiar zapatos. Lo hacía
porque quería, y necesitaba tener mi propio dinero. El que me inquietó a
limpiar zapatos es mi mejor amigo. En realidad es mi primo, pero desde allí
somos inseparables. Yo conozco la mayoría de sus secretos, y él igual. Con
esta profesión duramos cuatro años. Conocimos mucha gente, nos gustaba
pasar caminando y tocando los timbres pidiendo comida, trabajo, ropa, etc.
Los panas que nos hicimos en la calle, de limpiabotas, eran jóvenes como
nosotros que querían salir adelante, pero no podían porque a ellos los
controlaba un dominio. Ellos decían que en sus casas les pegaban, y se
habían salido de allí y ahora dormían donde podían. Nos llevábamos con ellos
más por miedo; siempre nos decían que si no éramos sus amigos éramos sus
enemigos. A veces nos sacaban dinero, pero los soportábamos. Esa amistad
no duró mucho porque no valía la pena.
Y en el trayecto de limpiabotas muchas veces nos pedían que
regresemos, y sí lo hicimos. Para qué me voy aquejar; nos fue bien en ese
aspecto, pasamos por el Aeropuerto, Laureles la mayoría de las estaciones
del Trole Norte.
Con mi primo una vez nos fuimos a Tumbaco a visitar a un tío que
trabajaba cuidando una casa. Al momento que llegamos estuvimos
esperando algunas horas a que venga a recogernos, pero él nunca llegó. Me
acordé que mi padre vivía por allí. Una vez mi madre me había dado la
dirección, pero lo único que me acordaba era que la hermana tenía una
tienda. Llegué donde la hermana de mi papá. Creo que compré una funda
de cachitos; mi primo me dijo que le preguntara dónde estaba mi padre,
pero me dio miedo al rechazo de él. Nunca lo sabré porque nunca le
pregunté. La tarde empezó a caer y el frío era intenso, y lo peor fue que
llovió. Una discoteca estaba abierta en la cual se veía de todo. Esa noche
dormimos en la vereda porque no teníamos dinero, y lo poco que teníamos
306
Por qué llegué demasiado tarde
nos lo gastamos llamando por teléfono.
Ese día me dio ganas de llorar, pero me aguanté porque mi padre
siempre estaba en mi pensamiento. Yo nunca lo saqué de allí, aunque tenía
rencor hacia él. En tercero perdí el año por fugarme, irme a los cosmos,
paros y por no estudiar entre otras cosas. Yo estudiaba en el colegio Cinco
de Junio. Me cambió de colegio el mismo año en que perdí. Estuve en un
colegio que queda por Chimbacalle, y para sexto me pasé a la sucursal del
mismo colegio en Guamaní. Éste es el colegio Vida Nueva.
Siempre tuve compañeros. Nunca los consideré como mis amigos,
porque un amigo es el que está contigo en las buenas y las malas.
En ese colegio conocí a muchas personas, que me inquietaban a ir a
los prostíbulos del lugar a tomar y drogarse. Yo les acompañaba y nos
embriagábamos. Algunas veces llegué mal a casa, y mi madre no sé si se
daría cuenta, pero nunca me dijo nada; yo me gastaba un chorro de dinero
en el alcohol. Siempre que era para tomar de donde sea se asomaban, pero
para hacer los deberes nunca estaban dispuestos. Muchos de ellos eran
ladrones, algunos a diario cambiaban de celular.
Mi primo entró a estudiar al mismo colegio donde estaba yo. No
demoré en presentarle a mis compañeros, y un día hasta le dije que si quería
acompañarnos. Le dije que iba a ir un licenciado, unos panas del licen y yo
a un prostíbulo. Él no pensó dos veces y dijo pues qué esperamos, vamos, y
de allí comenzamos a frecuentar el prostíbulo La Luna. Cuando no teníamos
para la entrada él nos pagaba, y cuando no nos querían dejar entrar, él se
buscaba modos, pero de que entrábamos era seguro. Él es casado, y no sé si
la mujer no le complacía. Si fuera por él entraba todos los días, pero él decía
que el dinero viene cada quince. Siempre nos hacía escogerle a la puta más
buena, y mientras él se pegaba el punto, nosotros veíamos el show, las luces
mientras parpadeaban, la música intensa y las mujeres que se desvestían al
ritmo de la música. Yo disfrutaba esos momentos, y tanto frecuentar esos
lugares, todos terminamos pegándonos un punto o más pero siempre con
protección. Yo sé que no es seguro, pero quería experimentar. Nunca se me
olvidaron mis sueños.
Mi meta era acabar el colegio, y demostrarle a mi padre que sin su
ayuda me podía graduar. Yo sé que no tenía las mejores notas, pero sabía
que tenía que graduarme porque mi madre quería que yo sea lo que ella no
pudo ser en su juventud. Mi madre me dio para el paseo de fin de año. Yo
sé que no tenía dinero, porque lo poco que tenía lo gastaba en los remedios
307
Por qué llegué demasiado tarde
 de mi abuela, pero había pedido por ahí, y ella deseaba que me divirtiera
en ese paseo, porque después mi vida iba a cambiar y no iba a ser igual.

Ese paseo lo disfruté lo más que pude. Nos fuimos a Atacames.

Cuando llegué me dio sentimiento al ver la inmensidad del mar, y yo qué era
para todo ese mar. En la noche tomamos licor, fumamos etc.
A muchos de ellos se les pasarón las copas y terminaron en pleito; a fin de
cuentas la vida nos tiene varias sorpresas.
Cuando regresamos del paseo no fui directo a casa, sino que fuimos a chupar
a la casa del más borracho del grupo. Esa fue la última vez que estuvimos
juntos con mis compañeros. Muchos de ellos hablaban de que habían dejado
embarazadas a sus peladas, y en ese momento les llegaba el remordimiento.

Al siguiente día me fui a buscar a mi padre para que estuviera en la

incorporación, y demostrarle que gracias a mi madre me había graduado.
Cuando llegué a Tumbaco entré a la tienda donde me acobardé de preguntar
años atrás por mi padre, pero esa señora me recibió y me dijo que esperara,
que iba a cerrar la tienda, y de allí me iba a llevar a donde estaba él. Se
sorprendió al ver cómo había crecido. Antes de que me lleve llegó más
familia de mi padre, me saludaron, la mayoría vestía de negro. Hicieron
parar un taxi, y dijeron que primero iban a dejar unas flores en el
cementerio, que estaban de duelo hace un mes, y cuando llegamos vi el
nombre de mi padre en esa lápida. Tuve ganas de salir corriendo, pero no
tenía a dónde. Pegué un grito con mi alma, porque me había quedado sin
voz, y lo que dije fue ¡POR QUÉ LLEGUÉ DEMASIADO TARDE!

La sensación que tuve no la puedo explicar, porque se me forma un

nudo en la garganta. Lo único que hice fue dejarles el número de teléfono,
y me fui sin despedirme. No supe cómo pero llegué a casa. Lloré toda la
noche; mi madre me preguntaba por qué lloraba, y le dije que era la última
vez que hablaba mal de mi padre, que él ya estaba bajo tierra.
Soy lo que quiero ser, soy libre, sin relojes, sin disfraces, sin máscaras, sin un destino
marcado, me apasiona escribir, me encanta soñar, no me gusta ser normal porque si lo
fuera no tendria emoción por vivir, creo firmemente en lo que los normales pierden la fe,
creo en lo divino, en la vida, en las utopías y en el amor… Soy rebelde ante las reglas, soy
necio, sufro, grito, río, lloro y me gusta hacerlo.

Esta historia es simplemente el relato escrito de lo que muchos jóvenes vivimos, la

contradicción de la vida, la opulencia y la soledad, la escasez y la esperanza, la escribí
para dejar testimonio de que el amor prevalece sobre cualquier necesidad.

Freddy Cachago
20 años

308

Por qué llegué demasiado tarde

 Hacía frío. Sin embargo mi cuerpo no sentía más que el recorrer de
mi sangre que hervía de rabia, coraje e impotencia. Un tono rojizo pintaba
todo lo que mis ojos alcanzaban a ver, como anunciándome que esa noche
iba a poner un matiz diferente a mi vida. Mi corazón se aceleraba y mis pies
se apresuraban. El camino más corto hacia ese refugio que tanto me
gustaba, ese lugar con ventanas grandísimas, mayores que yo mismo, y que
en las noches proporcionaba eso que yo tanto necesitaba: oscuridad,
soledad, silencio, y esa altura que me hacía sentir más cerca del cielo para
contagiarme de la paz penetrante del firmamento.
Y ahí estaba, en aquella casona de toque eclesiástico habitada por
tres personas y que irónicamente tenía cuatro pisos, pero el cuarto piso era
único, era el lugar del cual se habían adueñado todas mis aflicciones. Era mi
refugio. Ansioso de subir, timbré, esperé un momento. Adentro había mucho
ruido; de pronto sonó el portero eléctrico y la puerta se abrió. Seguramente
ya me habían identificado a través de la cámara que poseía aquella bien
asegurada casa.
Mientras subía por las escaleras escuché mucho ruido: gritos,
insultos y toda clase de injurias que iban y venían alterando el ambiente de
toda la casa. Me detuve pensando en lo inoportuno que parecía el momento
como para entrar a saludar. Quizá era mejor dirigirme directamente al
cuarto piso donde a nadie incomodaba mi presencia. Mientras pensaba
escuché una voz que me interrumpió.
- ¡Vamos! ¡Acompáñame!
Era mi prima Alexandra, la segunda y última hija de aquella familia,
una atractiva chica de quince años, menor para mí con dos años y con una
habitual frescura en su rostro, que en ese momento aparecía apocada,
imperceptible. Sus palabras fueron tan convincentes que lo único que hice
fue seguirla como por inercia; apresuradamente salimos de la casa. Una vez
afuera me tomó del brazo y empezamos a caminar.
- ¿A dónde vamos? - pregunté.
- No sé, a caminar un rato por ahí, ya no quiero estar aguantándole a la loca
de mi mamá, ¡ya me tiene harta!
- ¿Ahora qué pasó?
- Que me habla y habla porque me jalé el año, porque tengo pelado, porque
según ella no sirvo para nada. Que soy una vaga y un montón de cosas que
me dice, ¡siempre es lo mismo!
- A ver, ¿pero no falta todavía un mes para que terminen clases?
310
Refugios
- Sí pero ya me jalé el año, ni a clases voy ya. ¡Pero claro a mí sí me están
viendo todo y a la hijita mayor, que también está jalada el año no le dicen
nada!
- ¿Qué, otra vez perdió el año la Taty?
- Sí, y yo la primera vez que me jalo el año y más lo que me joden. Mi papi
llama y lo primerito que hace mi mami es irle con el chisme. ¡Qué huevada!
Ahora mi papá me prohibió tener pelado, como que él tuviese la culpa. Él es
la única persona que tengo, bueno y a ti, pero tú eres mi primo, pues.
- ¿Y tu papá qué te dijo, va a venir este mes?
- Nada, solo boca no más. Así me tiene amagada de diciembre en diciembre;
ya son diez años y nada que viene. Solo por teléfono, siempre hecho el
bravo, hecho el que ordena, y si no le hacemos caso no envía dinero, qué
más toca. Él piensa que con la plata hace todo y a nosotras nos tiene botadas
aquí. No es lo mismo.
- ¡Pero te puso en ese colegio aniñado, pues!
- Solo porque es caro. Esos aniñados son una huevada; solo con marihuana
pasan y los profes mismo les venden y así pasan el año. ¿Cómo crees que
pasé el otro año que estaba hecha masa?
- ¡Chucha! ¿En serio? No hay como mi colegio el Sucre, aunque ahora le dicen
dólar pero no se devalúa, fiscal no más pero es bueno. ¿No le ves a tu
primito? Ni un año me jalo hasta ahora, y éste ya me gradúo.
- ¿Y van a hacer fiesta?
- Nada, qué van a hacer fiesta, ni anillo de grado me han de dar. Si con lo
que están gastando para la tesis ya me están reclamando. Ahorita mismo mi
papi me mandó sacando solo porque estaba encerrado en mi cuarto haciendo
deberes. Me viene a decir que soy un vago, que no hago nada, que lo único
que hago es pedir plata y vestirme de negro. De todo me reclamó, me dijo
lárgate y yo me cabreé y me salí, por eso vine.
- ¿Y tu mamá qué dijo?
- ¿Tu tía? ¡Es otra! Ayer le fui a pedir para el pasaje para irme al cole y me
dijo: todos los días jodes como que yo cagara plata. Para cincuenta centavos
que me da.
- ¿Así te diría? Ja, ja ,ja. Qué cargosa ¿pero tu ñaña sí envía plata?
- No, bueno sí… pero un poquito no más. No ves que está pagando la deuda
de lo que le llevaron.
- ¡Bueno, pero vos tienes papá!
- Pero vos tienes plata…¡mejor invítate a las salchis!
- Ya, ya, aprovechado. Oye, ¿vos puedes hacer eso?
- ¿Qué cosa, el canguilito?
- Sí, eso que está haciendo ese niño, ¿cómo se hace?
- Con diablillos pues, yo soy maestro para eso. ¡Compra para hacerte una
pequeña demostración!
311
Refugios
 - Ya dices, boca no más eres. Ya voy a verte.
¡Y compró! No sé cuántos pero eran muchos, más de los que
necesitaba para la demostración. Partió en dos partes aquella lámina en la
que estaban pegados los diablillos, y me dio una parte. Desprendí una a una
aquellas pequeñas pastillas que de pequeño mi papá compraba para jugar
conmigo enseñándome a hacer el canguilito.
¿Pastillas dije? Mientras calmaba el ardor de mis manos una idea
que, no sé de dónde salió, hacía arder mi conciencia. ¿Pastillas? Yo que sepa
esas cosas no se toman para calmar ningún dolor, ni tampoco curan nada. ¿O
sí?
- Ale…
- Sí, sí, ya vi que sí puedes, y como eres un primito tan lindo me vas a
enseñar…
- ¡Ah claro, alábame no más! Oye, ¿cómo será tomarse una de éstas?
- Te ha de saltar en la panza pues…Ja, ja, ja, ¡ya te viera!
- No seas bruta, ¡eso te mata!
-¿En serio, esto?
- Sí, una vez vi en la tele. ¡Eso te mata de una, es algo así como esos venenos
que no te dejan decir ni chao!
El interés de ella por los detalles aumentó. Mientras caminábamos
de regreso nuestras mentes divagaban. De alguna manera, dentro de
nosotros, despertó la misma sensación como si tuviese un pajarito al
encontrar abierta la puerta de la jaula en la que está prisionero. ¿Una salida?
Sería el término de todo, no existiría más dolor, más angustia, más luchar,
más aguantar. Vivir es muy difícil. Apreté el puño. Tenía mi mano llena de
esas pastillitas que ahora ya sabía como podían calmar los dolores.
Mi prima tenía una cantidad igual a la mía de diablillos, quizás más. Regresé
a verla, y tuve la sensación de que sus ojos se perdían en la profundidad de
sus pensamientos.
- Me voy…
La interrumpí.
- Qué, ¿ya te irás? ¡Sube conmigo, apura! Si no mi mami ha de comenzar
otra vez con sus letanías.
- No, sube no más, ya no se escucha nada arriba, parece que están dormidos.
¿Ya estás mejor?
- Sí, un poco, pero seguro que cuando suba ha de comenzar otra vez mi
mamita querida.
312
Refugios
- No le pares bola. Ya está muy noche, chau.
- Chao primito. Te quiero mucho
- Ja, ja, ja, ya dices. Mejor me voy rápido. ¡Llamarás!
El camino hacia mi casa era oscuro y peligroso, así que no hice más
que caminar apresuradamente hasta que llegué, timbré y mi papá me abrió
la puerta, pues ésta no tenía portero eléctrico ni cámara de seguridad.
La mirada de mi padre se prolongó fría e hiriente hacia la mía, me
dio la espalda y entró. Me hubiese gustado seguirle y sentarme a conversar
como antes lo hacíamos, pero esta vez era diferente. Pensé que era mejor
quedarme en el patio, tratando de apaciguar la ira que lentamente iba
calentando mi sangre de nuevo. Mis pensamientos transcurrían lentos debajo
de la cornisa donde me senté mientras el dolor se agigantaba, y una mano
intangible oprimía mi pecho haciendo inevitable que mis ojos dejaran caer
dos tímidas lágrimas. Escuché una voz.
- ¿Qué te pasa, qué haces aquí?
- Buenas noches mamita, no me pasa nada. ¿De dónde viene?
- Del edificio, me llamaron a que haga la limpieza de unas oficinas. ¿Por qué
estás llorando?
- Es que su marido me mandó sacando, me dijo que no sirvo para nada, solo
para pedir plata, que de gana estoy aquí.
- ¡Pero es que vos también, solo encerrado en tu cuarto pasas. En ese cuarto
oscuro ni la ventana abres, te vistes de negro, qué también harás! Pides
plata como que yo tuviera…
PLATA, PLATA, PLATA… Todo iba bien antes de escuchar esa palabra, hasta
comprendía los miedos que debía tener mi madre de que su hijo fuese uno
de eso “satánicos que visten de negro” como dicen en las noticias pero
¡PLATA! ¡DINERO!... Todo se trataba de eso. De eso que era justamente lo
que no teníamos, y que nos hacía tanta falta. Eso era lo que iba a frustrar
mi sueño de estudiar en la universidad, eso era de lo que se iba a tratar mi
vida, de PLATA y las luchas del día a día para conseguirla.
Mientras mi mamá me hablaba y me reprochaba todas mis culpas,
mi sangre se convertía en fuego que arrasaba por todo mi cuerpo. De pronto,
recordé lo que tenía en mi mano. La abrí, y ahí estaban esas pastillas, las
que iban a brindarme una salida y no solo un refugio.
El tiempo se detuvo en ese momento; mis sentidos se durmieron y
todo era una mezcla confusa de imágenes y ruidos, mientras yo me acercaba
a la llave de agua de la piedra de lavar que había en medio del patio, con
313
Refugios
 la única intención de acabar con todo.
SE ACABÓ, SE ACABÓ TODO, repetía al coger un vaso de agua y
llevarme los diablillos a la boca. Un trago frío cruzó por mi garganta. No, no
era capaz de hacerlo. Bien pude hacerlo, pero no lo hice. Lo que cruzó por
mi garganta no había sido más que agua, agua solamente. De pronto un
golpe seco y contundente me volvía a la realidad, mientras sentía que mi
ceja crecía con la hinchazón natural de aquel bien acertado golpe. No sé con
qué me dio mi papá en el desesperado intento de quitarme los diablillos de
la mano. Apenas en ese momento tuve conciencia de lo que pasaba a mi
alrededor.
Escuchaba gritos por todo lado, toda mi familia presenciaba
horrorizada mi intento de suicidio ya frustrado. Mi madre gritaba
desesperada.
Nadie se había dado cuenta de que no fui capaz de poner los
diablillos dentro de mi ser, me dejé caer al suelo y los diablillos cayeron
también conmigo esparciéndose por todos lados. Había logrado ocultar mi
cobardía atribuyendo el fracaso como producto del golpe recibido. Mi padre
y mi hermano mayor me sujetaron fuertemente y me llevaron a mi cuarto
con lágrimas en los ojos. No fue fácil convencerles de que no había ingerido
ningún diablillo, y mucho menos tranquilizarles, pero al final me creyeron y
todos dormimos con el sobresalto de aquel suceso que daba fe de mis ganas
escondidas de seguir viviendo, y mis grandes dotes de actor.
Al día siguiente no fui al colegio en la mañana, no quería que vieran
lo que yo vi en el espejo esa mañana: mi ojo grande y morado, feo y
desfigurado. En la tarde, luego de encontrar unas grandes gafas, decidí ir a
contarle lo sucedido la noche anterior a mi prima.
Timbré. Sonó el portero eléctrico y subí.
- ¡Buenas tardes, tía! ¿Y la Ale y la Taty?
- Hola Juanpi. Arriba se encerró esa malcriada no quiso ni bajar a comer, ahí
está la comida, llévale tú. La Taty aún no viene del colegio.
- ¿Al cuarto piso?
- Sí, desde ayer noche que vino se metió ahí… ¿Qué te pasó en el ojo?
- Nada, me golpeé contra la puerta de mi casa.
- Ah…
- ¡Voy a verle a la Ale!
Subí con el almuerzo. Escuché música, la puerta estaba sin seguro. Entré sin
hacer ruido y encontré a mi prima dormida sobre un sofá dándome la
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Refugios
espalda. Las ventanas estaban abiertas, y un viento recorría todo el piso
moviendo las cortinas. Ese lugar en el día era muy vivo, muy iluminado, muy
diferente al ambiente de la noche.
- ¡Ale, despierta, te traje el almuerzo!
Alexandra hizo un movimiento pequeño pero significativo. Me acerqué y
descubrí que junto al sofá había charquitos de vómito. Un extraño
pensamiento aceleró mi corazón, empecé a moverla.
- ¡Oye Alexandra! ¿Qué te pasa?
Logré darle la vuelta y encontré que debajo de ella estaban algunos
diablillos. Había lágrimas en sus ojos que apenas lograba abrir. Aunque no lo
quería aceptar yo sabía exactamente lo que estaba pasando.
- Ale ¿qué te pasa? ¡No te mueras!
La miré con un gesto como de súplica y desesperación; sus ojos ya sin brillo
transmitían una sensación como de paz, como de perdón, fue un segundo.
Enseguida bajé a darle la noticia a mi tía y a llamar a una ambulancia, no
tuve valor para subir nuevamente. En toda la casa solo se escuchaba el eco
de los sollozos y gritos desesperados de mi tía…
- ¡Mija no te mueras! ¡Perdóname! ¡No te mueras! ¡Ustedes son lo único que
tengo, por favor no te mueras mi amor! ¡Dios mío, no te la lleves!
Luego de veinte minutos llegó la ambulancia y se llevó a mi prima y a mi tía.
Subí con ellas. Nada había por hacer, ella sí se había atrevido a hacer en el
silencio de la soledad lo que yo no me atreví a hacer la noche anterior, entre
los gritos de mi familia.
Alexandra murió una hora después y todo terminó con un elegante
sepelio, pésames y lamentos de los acompañantes.
Para los médicos no pasó de ser uno de los tantos casos de ingesta
de diablillos del mes de diciembre. Para mi tía y mi prima fue el aumento
de la soledad en aquella casona de cuatro pisos. Para el padre de mi prima
fue una terrible noticia, y para ella no fue más que un refugio. ¿Y para mí?
Para mí es la razón por la que hoy estoy aquí. Desde ese día no he podido
dejar de sentirme culpable, y la imagen de mi prima muerta en el sofá me
atormenta cada noche pase a que ya ha pasado un año desde aquel suceso.
- ¡Usted no la mató!
- Pero es como si lo hubiera hecho. Yo le dije a mi prima para qué servían
los diablillos, yo fui el que hablé demás y por mi culpa ella tuvo en sus manos
ese instrumento con el que se quitó la vida. Yo soy el culpable, doctor. Pero
nadie entiende, por eso me mandaron acá a ver si algún psicólogo me
quitaba esa idea. Pero yo sé que es inútil.
- Sin embargo usted parece una persona normal, ¿a qué se dedica?
315
Refugios
 - Pues yo estudio. Estoy en la universidad, sí, en la universidad. Resulta que
después de que pasó todo esto con mi prima, me di cuenta que yo tengo
mucho, algo más, ese algo que ella no tenía, y tal vez fue eso lo que me
detuvo en el momento en que iba a atentar contra mi vida. Y ese “algo más”
no es precisamente dinero. Es mi familia, la que ha estado conmigo toda mi
vida, en los momentos malos y buenos. Ella también tuvo familia, pero
lastimosamente el hecho de estar alejados no facilitó las cosas. A veces en
lo sueños quisiera conversar con ella, decirle que no lo haga, hacerle
entender que la vida es hermosa, que vale la pena afrontar los problemas
porque ellos te hacen más fuerte luego de que los superas, que el mundo
tiene más que ofrecer. Quisiera salir con ella y admirar lo infinito del cielo,
sentir las caricias del viento y gritar que todo es posible; claro que no es
fácil, pero de eso se trata la vida: ¡de vivirla, vivir el presente!

En los sueños quisiera decirle tantas cosas, pero lamentablemente

yo sé que no hay vuelta al pasado. ¿Pero sabe qué es lo que más me duele?

- ¿Qué?
- El imaginarme el momento en que ella moría. Yo le dije que esas cosas
mataban enseguida, que no daban tiempo para arrepentirse… Pero la verdad
es que ni yo sabía cómo era. Ahora sé que morir por causa de los diablillos
es una de las muertes más lentas y dolorosas. Qué fea agonía. Quién sabe,
¡quizá se arrepintió! Pero la muerte no da segunda oportunidad. Ahora solo
me queda disfrutar día a día lo que me da la vida, con lo que he aprendido
después de su muerte, y a tolerar las noches en que su imagen no me deja
conciliar el sueño. Noches en las que mi conciencia se tortura y mi dolor es
inconsolable….¡como hoy!

- Espere ¿a dónde va? ¡Aún no ha terminado la consulta!

- No se preocupe, doctor… Voy en busca de un refugio.
Silencio… Mi nombre es Sued Ismael López Soria, a todo el mundo y hasta en mi familia, se les ha
hecho difícil decir bien mi nombre. Sued es la unión de dos nombres, Susana y Edgar, mis
papás, que ahora están separados. Tengo 16 años, juego fútbol y me encanta la música
clásica, toco el piano y la flauta traversa. Ahora vivo con mi mamá y mi hermano
pequeño, mi papá está viviendo en Madrid, y bueno para mi futuro tengo muchos sueños
que pienso hacerlos realidad uno a uno.

Bueno, la historia se crea al unir varios problemas en un solo chico, el cual quise que
demuestre desde mi punto de vista, que a cualquier persona le puede pasar no solo uno,
sino muchos conflictos, que a su vez, pueden llevar a otros. Así trato de que en
“Chapita”, cualquier persona pueda ver su advertencia.

Sued López
(El Adalid)
316 Unidad Educativa Quitumbe

Refugios
 Soy Paco. La historia que te voy a contar sucedió no muy lejos de ti.
Se dio en cada familia, en cada persona a la que pensaste que nunca le
podría pasar. La cuento con el fin de abrirte nuevas puertas, de advertirte
de tantas cosas que en la vida pensamos que nunca nos van a suceder.
A mis trece años trato de salir del mundo normal, del mundo en el
que toda persona solo desea cumplir sus metas, tales como graduarse,
trabajar, conseguir las comodidades materiales, casarse, tener hijos y
después querer que te mantengan. Sí, suena muy crudo, y eso para mí no es
vida. Yo la veo de una manera en la que solo el hecho de existir es
formidable. La vida es maravillosa, y es para ti y para nadie más. Parece
egoísta, pero ese es mi punto de vista.
Recuerdo que a mis siete años tuve el primer impacto de mi vida.
Mis padres y yo vivíamos en un departamento. Ellos siempre se peleaban y
se decían cosas tan feas, que cada palabra que se gritaban se me grababa
en la cabeza resonando tan hirientemente, que luego me acercaba
inocentemente a tratar de confirmar si eran cierto o no aquellas frases.
Entonces papá, llorando, decía que no, que no me preocupara por nada más
que por ser feliz, y que no repitiera las palabras que yo escuchaba. Al
contrario mi madre, herida, me daba un empujón y casi sin dirigirme la
mirada me decía “¡No me jodas! Déjame sola”. Y aunque era así conmigo,
yo sabía que en el fondo era muy buena, que las peleas provocadas por ella
eran por causa de su vicio, y al sentirse culpable, cobardemente intentaba
justificarse acusando a los demás, por su suerte, por su trabajo, por todo lo
que se le pasara en ese momento por su cabeza confundida, y todo lo
descargaba, con un resentimiento triste, hacia mi padre. Él en cambio
preocupado, le retaba por su forma de actuar, y le exigía que me dedicara
más tiempo, que no pronuncie esas palabras hirientes frente a mí, y que le
dolía que yo sea testigo de esos enfrentamientos, que a la larga siempre me
provocarían un gran daño. Al fin de cada pelea, solo terminaban
ofendiéndose, lastimándose muy interiormente. Se hacían cada vez más
daño; me dolía tanto y temía la hora en que ellos se juntaban para discutir.
No recuerdo haberlos visto alegres, jugando o haciéndose cariños.
Hasta que un día, que parecía ser uno de los más lindos, por lo
soleado y tranquilo, me repartieron y dividieron en dos vidas, sin siquiera
pensar en mí, sin siquiera preguntarme si yo estaría de acuerdo. Me dolió
tanto esa decisión. Luego entendí que un papel había sentenciado nuestras
vidas. En ese momento mi mamá me abrazó tan fuerte que, en lugar de
sentir amor, solo pude sentir el dolor, el miedo que en ella provocó esta
decisión.
318
Sabor amargo
Así, mi vida se convirtió en dos: dos familias, dos caras, dos formas
de comer, vestir y hablar. Pero en el fondo lo único que yo pedía, era que mi
mamá y papá se reconciliaran, y volviésemos a estar juntos. Pero al parecer
eso era mucho más complicado que mi tarea de Matemática. No tuve otra
opción y pasé a vivir una vida que nunca quise.
Dos años más tarde todo fue cambiando. Ernesto, mi papá, era un
hombre muy ocupado. Trabajaba en una empresa de seguros; casi no lo veía,
ya no tenía que preocuparse por mí. Él había encontrado la manera de que
yo permaneciera con mi mamá los primeros cuatro días de la semana y los
demás me dejaba encargando con su mamá, mi abuela Beatriz. Bachita para
mí era como otra ciencia, era como adentrarse a un mundo nuevo como el
que se vivía en la tele. Disfrutaba de sus juegos y de una gran amistad. A sus
setenta años, era de las personas que no aparentan su edad; en realidad
todavía no parecía abuela. Todos los días se vestía diferente y se arreglaba
como si fuese a salir, aun cuando no lo fuera a hacer. A lalarga, me comenzó
a agradar el pasar más tiempo con ella que con mis padres. Ella me daba
todo lo que yo quería, me consentía, y hasta a veces pedía sus consejos muy
útiles para cuando yo tenía peladas; me decía qué decirles, qué hacer. En
fin, muchas cosas más.
Mi mala suerte siguió. Bachita murió a sus setenta y dos años y me
dejó un gran vacío del cual pensaba que nunca podría salir, y que mi vida no
iba a continuar. No me resignaba y no quería aceptar esa gran pérdida. La
persona que al fin me dio amor y atención ya no estaría a mi lado.
Eso me hizo sentir tan solo, que traté de buscar nuevos
amigos que tuvieran mi misma edad, es decir quince años. Amigos que no
tuvieran relación con mi vida pasada. Es así como traté de entrar a un grupo
que me brinde apoyo, amistad y solidaridad. La gente, sin conocerlos les
tacha de ladrones, drogadictos, alcohólicos, pero no saben las causas por las
cuales uno busca a esta segunda familia. En ese momento trataba de entrar
con mi mejor amigo, Beto. Él me dice “Chapa”, yo sé que es de cariño. La
vida a Beto no lo había tratado bien; su madre murió de muy joven a los 17
años, en el parto, ya que su cuerpo no resistió la intensidad de un embarazo
difícil, y Beto con el tiempo se convirtió en el responsable de los quehaceres
de su casa y de su padre, hasta hoy que está por cumplir los 18 años. Mi
amistad con Beto se dio porque sentí tener algo en común, el dolor, la
soledad, el abandono. El dolor que se lo llora no desde los ojos, sino desde
el interior de nosotros. El dolor que nadie ve, pero que lo vivimos
intensamente. Además Beto siempre me ha ayudado cuando he tenido
problemas, y en los exámenes del colegio me pasaba las pollas. Por eso ahí
319
Sabor amargo
 entre panas, estaba seguro que nos sentiríamos a gusto, entre los nuestros
de verdad, entre los que han sufrido lo mismo y quieren dejarlo atrás como
nosotros. Lo único que buscamos es hermandad, algo que nos apoye de
verdad.
Un día en el cole, nos invitaron a una fiesta. El Chevo, que es el
muchacho líder del grupo, el que nos va a permitir entrar a la banda, nos
dijo que esa noche tendríamos nuestra primera prueba. Hoy a la tarde
recibimos de él el polvo que al parecer vale mucho más de lo que yo
pensaba. Tengo que venderlo si quiero entrar, así que no creo que pase nada
si voy con Beto. Beto me dijo que pronuncie las palabras, “quieres blanca”
así los demás sabrían de qué hablo. También me explicó que trate de subir
un poco la lana, para impresionar al Chevo. Me dijo que no me asustara si
es que el Chevo alzaba su chompa y me dejaba ver, como de pasada, su
arma, que solo era una forma de decirnos que él era el principal, que si
seguíamos sus reglas estaríamos bien y que no digamos a nadie más sobre la
blanca.
Esa noche, aunque el Chevo estaba oculto, nos estuvo vigilando todo
el tiempo, y si Beto no me decía quieén era Chevo, yo no le hubiera
reconocido. Él era muy poderoso, y para mí era un buen jefe de grupo; usaba
ropa muy grande y era mucho más pequeño que yo. A Beto, al parecer, no
le fue tan difícil vender, y hasta subió el doble del precio normal. Por mi
parte, Beto me decía, a espaldas del Chevo, a quiénes venderles y a quiénes
no. La música estaba tan fuerte que no le escuchaba bien. Pero hasta ahí me
había ido estupendo. De repente el Chevo salió corriendo, y Beto comenzó
a gritarme “¡A él no, a él no!” Cuando me di la vuelta alguien me cogió del
brazo y me dijo “¡Niño!... ¿Qué tienes en las manos?” Comencé a respirar
más fuerte, y Beto me gritó “¡Corre Chapita!”, entonces le pellizqué lo más
fuerte que pude en el brazo y corrí como me dijo Beto. Por un momento
sentía cómo la adrenalina hacía latir más fuerte y rápido mi corazón, tuve
una sensación excitante nunca antes experimentada.
Al parecer, el que nos venía siguiendo con un arma era un policía,
de pronto el Chevo se asomó en un carro muy viejo, azul, dañadas las
puertas, y me apuntó con la pistola mientras corría con Beto. Entonces cerré
los ojos muy fuerte, y corrí aun más rápido; los perros de las casas ladraban,
y hacían tanta bulla que la gente comenzó a asomarse por las ventanas.
Beto, no tan nervioso como yo, paró de correr y se escondió detrás de una
pared. Grité “¡No Beto!” y cuando pasó el policía que venía detrás mío, Beto
le lanzó una piedra, que tumbó al policía, entonces el carro del Chevo hizo
sonar las llantas y salió a toda velocidad otra vez. Beto pateó al policía y me
320
Sabor amargo
dijo “¡Vámonos de aquí, pero ya!”
Cuando llegué a casa, Ernesto ni siquiera se percató de que estaba
allí. Estaba sentado viendo las noticias. Entré a mi cuarto y me puse a
repasar todo lo que había vivido, y de pronto pensé que el policía, después
del golpe, no se movió. Tal vez podría estar muerto. Cada segundo que
pasaba, me ponía más nervioso; sentía que pronto llegarían a mi casa a
buscarme. Fui a darme una ducha y salí al baño; mi papá me dijo, “¡Ah, ya
estás aquí! ¿Y se puede saber dónde estabas?” Entonces le dije “¡Te pedí
permiso para una fiesta, pero qué te importa si nunca me haces caso!” Se
quedó callado y yo seguí caminando. En el baño boté todo el polvo que me
quedó en los bolsillos, no me importaba que valiera mucha lana, y tiré todo
en un papel por el inodoro.
Al siguiente día, en el colegio, Beto se me acercó en los casilleros y
me dijo “Está muerto, Chapita, lo matamos”. Me quedé pálido y le grité
“¡Tú lo mataste!” Los demás nos regresaron a ver, él me cogió del cuello de
la camisa y me alzó, me quedó viendo, como si me quisiera dar un golpe,
luego me soltó y se fue. A la salida, Beto más tranquilo me dijo que si hizo
eso, fue solo por mí, y si quería seguir siendo su amigo, tenía que cerrar la
boca y no decir nada a nadie, que en esto estábamos los dos, hasta las
últimas consecuencias. Sentí mucho miedo de lo que nos podría pasar, y
sabía que él tenía razón. En los noticieros, mi papá se enteró lo del policía,
pero qué podía saber que era yo, así que lo dejé ver tranquilo.
A la tarde fuimos a la casa de Beto; él tenía la casa bien limpia,
barrida y encerada. El papá no pasaba ahí y él me invitó a conocerla. Por
dentro la casa parecía mucho más grande de lo que se veía por fuera. Era
muy bonita, como recién comprada y por todos los cuartos olía a incienso.
Nos pusimos a jugar videojuegos, y más tarde el Chevo nos llamó. Beto
contestó, y luego me contó que dijo que no nos mataría solo por ser unos
novatos, que nos daría otra oportunidad. Nos esperaba más tarde.
En una mecánica vieja, muy bien escondida y camuflada, el Chevo
nos explicó nuestra segunda y última prueba de ingreso. Debíamos ir a robar
en un almacén de electrodomésticos, y él nos pasaría recogiendo en su auto.
Media hora después, al anochecer, comenzaron a llegar muchos jóvenes mal
encarados, que comenzaron a sacar licor y el polvo que me dieron para
vender.
Ya a la noche salimos a cumplir con nuestras instrucciones; iríamos
a robar un local, y yo sentía que esta vez no podía fallar. El Chevo nos fue a
321
Sabor amargo
 dejar en su carro, nos dio tiempo hasta las ocho de la noche, teníamos una
hora para sacar filmadoras, televisores, equipos de sonido y cualquier otra
cosa que quisiéramos. Así que fuimos a desactivar la alarma, por detrás del
local. Ya en el interior, comenzamos a palpar, estaba oscuro. Comencé a
sentir de nuevo esos nervios que no me dejaban respirar bien; sentía mi
pecho acelerado, temía que nos encontraran, pero por suerte Beto estaba a
mi lado, y él sabía lo que hacía. Dirigido por él, tomé una filmadora, un DVD,
él cargó, apenas un televisor y en los bolsillos de la chompa vi que guardó
unas cámaras fotográficas. Salimos acelerados. Por alguna razón, Beto
estaba más nervioso que en la anterior prueba, pero por suerte no había
perros, ni vecinos curiosos. Por fin salimos y el Chevo estuvo en el lugar
como lo había dicho, entonces con una risa dijo “¿Las llevo, señoritas?”,
Beto se rió; subimos y salimos a toda velocidad. En el carro, todos me decían
“Bien hecho Paco”, pero yo no sabía si alegrarme, o sentir vergüenza de lo
que había sucedido. ¿Qué había hecho?, recordaba tantas cosas que mi
madre me había enseñado, sobre lo bueno y lo malo, pero en ese momento
qué importaban todos esos discursos, si al fin habíamos conseguido lo que
buscábamos. “¡Pasaron la prueba, chicos!”, dijo el Chevo con voz muy baja.
Ahora el Chevo nos vería como uno de ellos, y claro, lo fuimos a festejar en
nuestro castillo. No la llamábamos guarida porque sonaba tan feo. Este era
nuestro hogar. Y no éramos delincuentes; tratábamos de jugar a ser fuertes,
a demostrar nuestra rebeldía, e internamente el grupo se fue uniendo,
andábamos por todos los sitios, juntos. Mi segundo atraco fue más sencillo.
Caminaba detrás de una persona que salía del Banco y le quitaba su
billetera, luego corría y a la vuelta estaban mis amigos para cuidarme. O
ponía un imán que nos daba el Chevo, que retenía las tarjetas en los cajeros,
y luego las sacábamos. Me sentía algo importante por primera vez. Yo era
parte de una familia.
“La blanca” la vendía sin problema. Fuera del colegio había muchos
que me buscaban y yo se las proporcionaba. Todo era sencillo; si alguien no
pagaba otro del grupo se hacía cargo de obligarlo a pagar.
Una tarde que entré a mi casa me encontré con una niña muy
bonita. Tenía una carita de ángel. Creo que me llamó mucho la atención
porque noté una mirada triste, y cuando quise preguntar quién era y qué
hacía ahí, entró mi padre. “¡Es una compañera tuya! vino a buscarte - me
dijo - parece que se cambió de casa y vive acá, junto a la nuestra”, Una
compañera… Jamás la había visto. “Sí, soy Diana; estamos en el mismo
curso”, dijo intimidada por mi padre. Me sentí ridículo pues no pude
contestar, mis palabras se trabaron en la garganta. “¿Y en qué, te puedo
ayudar?” “Hoy no fui a clase porque me sentí un poco enferma, quería ver,
322
Sabor amargo
qué tareas hay para mañana”. ¿Tareas?, hace mucho que no sé de tareas.
Entonces le pedí me esperara, que iría a revisar mis cuadernos, se los llevó.
Toda la noche me preguntaba qué tan ciego pude haber estado para no
verla, o quizá en qué mundo estoy, que no recordaba su rostro.
Desde ese día nació una amistad que, hasta me atrevería a decir,
para mí era un amor entre los dos. No veía la hora de estar en el colegio para
verla y poder conversar, o ayudarla en las tareas, aunque siempre era ella
quien terminaba ayudándome. Sentía que mi mundo se dividía, pues aunque
en el grupo me sentía valiente y hasta agresivo, con ella me temblaba la voz.
Beto no sabía lo que me ocurría. Temía que no le gustase, ya que él
nunca tuvo una novia; tal vez podrían ser celos de amigo, pero yo sabía que
él no la aceptaría. Poco a poco sentía la necesidad de alejarme de Beto. Mi
Diana era tan dulce y me gustaba pasar las tardes con ella, sus besos eran
tan delicados y relajantes, y su cuerpo tan suave, como las hojas de una
rosa, que me hacía olvidar completamente todo mi horrible mundo. Mi padre
se enteró, y en vez de regañarme me habló de muchas cosas de mi
sexualidad que yo ya había experimentado con ella. Pero yo sabía que nunca
pasaría nada malo, porque hasta ese día todo era perfecto.
Cierta tarde la encontré llorando, desesperada, y entonces dijo, casi
sin poder pronunciarlo, “Es mi período Paco”, entonces no supe qué hacer.
La culpé, la regañé, y dejé de verla por unos días; me parecía lo mejor, pero
en el colegio no la podía evitar. Podía ver cómo sufría; no creía que todas
las clases de sexualidad no habían servido para nada, me daba una rabia
seca en la garganta, de por qué tuvo que ocurrirme a mí, si todo estaba tan
bien, qué daño causaba nuestro amor para estar pasando por esto, y si… La
busqué e intenté remediar, no sé como, si hablando con sus padres o con el
mío, o quizá si nos fugábamos, pero fue demasiado tarde. Diana, con la
ayuda de sus amigas Jennifer y Helena, amigas de clase, se practicó un
aborto. Era demasiado para enfrentarlo sola. Después de mis reproches
tomó la decisión. No sé que ocurrió en mi vida, pero sé que lo que pasó, me
laceró el alma, mi cuerpo, mi corazón. Sentí que a partir de ese momento
no volvería a ser el mismo. Se me cruzaron las imágenes de mi infancia, las
peleas de mis padres, la vida junto a Beto y al grupo; decidí volcarme en ese
mundo que todos temen, no me importó nada, dejé el colegio y me sumergí
en el olvido. De la blanca pase al crack, que llamábamos a la droga más
fuerte, a la heroína. A Diana nunca la pude perdonar, por lo cual se perdió
entre mis sueños, entre mis fantasías; era demasiado buena para alguien tan
malo como yo. Llegué a robar ya no para Chevo, ahora para mis necesidades.
No sé que será de mi padre; él renunció a mí, cuando se dio cuenta que yo
323
Sabor amargo
 robaba cosas de la casa. Y de mi madre… no sé que pasó con ella.

Quizás todo esto que he vivido te pueda servir para salvarte de

tantas cosas sombrías que existen en el mundo; cosas que nos sorprenden, y
cuando te das cuenta, e intentas salir, ya es demasiado tarde, y has perdido
gran parte de tu vida, en la que no sentiste la inocencia de una juventud
alegre. En sí, intento ayudarte a que reconozcas que aun cuando la vida no
sea tan fácil, aun cuando presenten problemas que crees son los únicos o
insoportables, tienes que levantarte, decirte a ti mismo que puedes, que
cualquier cosa que te propongas lo vas a lograr y vas a superar cualquier
obstáculo, y no solo te vas a levantar, sino también elevar tu voz, tanto que
harás que la escuchen hasta el otro lado del mundo, y quizá también puedas
cambiarlo.

Hoy abrí los ojos y vi una linda mañana, llena de sol, de luz, como
hace mucho que no lo veía. Hay tantos muchachos acá; no sé ni cómo llegan,
o de dónde los sacan. Un día veo caras conocidas, al siguiente hago nuevos
amigos. Hace frío no solo afuera, también aquí adentro. No sé por qué pero
me siento como un niño, quiero un abrazo. No sé si es lunes o viernes, me
da igual, solo quiero encontrarme pronto con Bachita, y tal vez vuelva a
darme esos abrazos que tanto extraño, o quizá todavía quiera volver a jugar
conmigo.

Bueno, ante todo saludándoles a todos los de Rodando en Corto, les cuento que yo soy
una chica de 16 años, de estatura alta y contextura delgada, vivo con mis padres y dos
hermanos. Mi carácter es medio rudo, pero a la vez soy gentil con todas las personas que
me aprecian. Me entristece mi vida a veces porque siento que no me pertenece, quizás
esto último es lo que me define más cuando me preguntan ¿Quién soy?

Yo escribí esta historia, no porque me obligaran, sino por mi libre decisión de escribir y
sacar lo que he vivido desde pequeña.

Carla Quevedo
16 años

324

Sabor amargo
 Bueno, yo me llamo Karla. Era feliz hasta mis seis años, cuando
llegué a la escuela, y de repente mi mamá cambió, y mi papá ya tomaba más
seguido. No les importaba que pierda los años, pero yo me esforzaba para
seguir adelante con mis estudios, entonces pasé a segundo grado y mis
padres se pusieron contentos porque no perdí el año. Pasó el tiempo y yo
tenía doce años; pasé a séptimo, me hicieron una fiesta en la casa y mi papá
y mi mamá se pusieron a beber, y no les importaba cómo yo me sentía en
ese momento. Llegó la noche y mis dos hermanos llegaron. Les pregunté que
de dónde venían y me contestaron “qué te importa”, con braveza
insoportable, y yo no les dije nada. Mejor me quedé callada.
Al otro día le conté a mi mami y me dijo “para qué te andas
metiendo en la vida de ellos.” Entonces me puse a llorar porque pensé que
me iba a defender, y no lo hizo. Estaba bien en mis estudios, llegué a octavo,
los licenciados no se llevaban conmigo y me hicieron perder el año, me
resistí y mis padres también. Mi papi me dijo “ya no llores te voy a poner de
nuevo en el colegio, pero me estudias”, yo le dije, claro papi.
Pasaron las vacaciones y me matricularon, estaba bien en notas. Un
día martes que mi papá se fue al trabajo, de guardia en el Ministerio de
Obras Públicas, a pesar de que le tocaba turno al otro díamientras esperaba
al otro compañero y se quedó hasta las nueve de la mañana, cuando un
amigo le dijo: Ven a ver, Julio lo que robamos. Una señora de por ahí se
comunica con la Policía Judicial, ellos llegaron enseguida y les sorprendieron
robando una torre de comunicaciones y les llevarondetenidos. Mi mami
angustiada porque no venía mi papi se puso a llorar. Me fui al colegio,
regresé a las seis de la tarde; no había nadie y me pregunté a dónde se
habían ido mi mami y mi hermano. Ya era las siete de la noche y me
preguntó por ellos, pero yo le dije que tampoco sabía. Pasaron los minutos
y yo más me preocupaba, llegaron a las nueve de la noche, y yo pregunté
qué había pasado, y mi mami llorando me dijo “¡tu papá está en la cárcel!”,
cosa que nunca iba a creer, mi corazón no aguantó y me puse a llorar.
Mi hermano, el mayor, me dijo “¡no llores ñañita!”, y el pequeño no
quiso ni comer la merienda hasta que mi papi estuviera en la casa. Pasaban
los días y mi papi seguía en la cárcel, mi mami todos los días le iba a ver
llevándole el almuerzo. Después de dos semanas salió golpeado, maltratado
con miedo.
Me dijo “¡Te tengo que retirar de colegio mijita querida. Perdóname pero yo
no tengo la culpa de que haya pasado esto, compréndeme!”
326
Sobre mi vida
Entonces me resigné a retirarme del colegio. Mis amigas me decían
que vaya, que ellas me iban a ayudar, pero mi papi ya no me dejó ir.
Pasaron los meses, y mi hermano mayor y yo nos dedicamos a trabajar al ver
que ya no teníamos para comer. Yo trabajé como ayudante de costura y mi
hermano de albañil. Sí nos ganábamos algo, y ya es un año que mi papi está
con juicio.
Gracias al INNFA entré a estudiar de nuevo. Trato de superar todo el
pasado pero es difícil para mí. Mi hermano está trabajando, pero alcanzó
hasta el cuarto curso y está orgulloso de trabajar y ganar plata mientras yo
sigo adelante con mis estudios. Estoy muy bien solo tengo que superarme en
Matemática; es muy difícil para mí, no sé para los demás.
Mis padres solo son compañeros, no son casados porque mi papá tuvo
un compromiso con otra mujer pero ya está en los trámites de divorcio para
poder casarse con mi mami. A mi papi le gusta estar alegre, pero no todo es
color de rosa, y a veces se pone a pensar en todo lo que ha sufrido de
pequeño y se pone a llorar mucho. Él es alto, gordito muy difícil de
comprenderlo; en cambio, mi madre es cariñosa, muy responsable con
nosotros, nos quiere mucho. Ella es pequeña, medio gordita, de ojos cafés.
Mi papi los tiene de color medio verdes; ya es de la tercera edad mi papi.
Tiene sesenta y siete años y mi madre cincuenta y cuatro, a los dos les gusta
tener muy ordenadita la casa.
Mi hermano, el último es flaco; le dicen el Nacho porque se llama
Narciso. Tiene catorce años, nació en mil novecientos noventa y dos. No nos
llevamos muy bien. Mi hermano mayor tiene diecisiete años, y es un
engreído como cualquier joven. No nos llevamos; es mi enemigo principal en
la familia y ustedes se preguntarán por qué. Él me quiso violar.
Como cualquier día llegué del colegio, y estaba viendo una película. No
estaba ni mi papi, ni mi mami, ni mi hermano menor.
Entonces me dijo:
- ¡Karla, ven un rato!
- ¿Qué quieres?
- ¡Que vengas te digo! - me gritó
Yo estaba en la cocina; él me cogió del brazo y me dijo ¡qué no me
oyes! y me dio una cachetada, y yo por defenderme cogí el cuchillo y le dije
“¡suéltame o te mato!”, y él me dijo “a ver, sino le aviso a mi papi” Me soltó
y me dijo “No le digas nada a mi mami si no me la pagas con tu vida”.
Ustedes se preguntarán desde qué año él abusa de mí, pues les voy a contar.
327
Sobre mi vida
 Él comenzó desde los siete años que yo cumplí, y él tenía nueve, él comenzó
a decir cosas que yo nunca creí que iba a decir.

Primero, me dijo “¡Oye Karla, tú sabes ver cuando están haciendo el

amor mi papi y mi mami!”, yo le dije “por qué me preguntas eso”, y él me
dijo “porque yo sí les he visto” y le dije a mi mami “el Elías dice que tú
haces el amor” y no me contestó. Se fue a hacer otra cosa. Ese mismo día
me quedé hasta las nueve de la noche y me dormí, y sentí que la cama se
movía, y era mi papá y mi mamá haciendo el amor, y me desperté, y me
dijeron anda a la cocina y no preguntes. Me fui a la cocina y seguían
haciéndolo. No les importaba que yo me enfermara con tal de que no les
viera lo que estaban haciendo.

Bueno hasta los catorce años abusó de mí mi hermano, porque yo

salía a una casa donde no me enseñé. Los señores descubrieron que ya no
era virgen; el señor me violó, me explotaron, no me pagaron un mes de
trabajo pero todavía no puedo borrar de mi mente todo lo que me pasó en
esa casa. Me gritaban, me pegaban yo pensé que ahí iba a estar más
protegida pero fui más infeliz. Llena de remordimientos. Me sentí asquerosa
por lo que había hecho con el señor de la casa, pero no creerán que yo me
acosté con él, sino que él me obligó a hacerlo.

“A Natalia le fascina el pelaje de cualquier criatura animal…”

“A Fernando le encantaría repetir para siempre esa sensación que tuvo al estar en la punta
del Ruco Pichincha”.
“A Gustavo le gustaba recordar cómo se sentía cuando jugaba canicas en la escuela. No
importaba ganar o perder”.
“Guillermo albergará una falsa esperanza de recibir atención por parte de alguien”.

…para el mundo de hoy, sus historias sólo son un resumen de pocos días de personas sin
rostro, que desde el espacio no son más que puntos diminutos de un planeta Tierra…

Johana Paredes
(Monchita)

328

Sobre mi vida
 Es el tiempo en que nuevos emigrantes viajan a España. Con pocas
cosas atrapan la suerte para encontrar solución a sus necesidades. También
es el tiempo del derroche, de las modas, los encuentros fugaces, la falta de
compromiso.
Tiempo del vacío del bolsillo y de la mente.
Tiempo para la ciencia, la informática, las telecomunicaciones, los
negocios, las finanzas, el mercado. Tiempo para el desencuentro humano.
Tiempo para recordar la pobreza del país. Para regalarle una mirada
de reojo. Para no vernos en el espejo. Y nada más que eso.
En este tiempo viven Natalia, Fernando y Guillermo. Pero no se
encuentran. Porque no hay tiempo para ello.
Como seres humanos, nuestros tres individuos en cuestión disfrutan,
también, de pequeños placeres de la vida. A Natalia le fascina el pelaje de
cualquier criatura animal; disfruta con el solo roce de la piel de un gato, o
con la sensación de adular un perro chau-chau con su pelusa lanuda, que a
ella le recuerda a un algodón de azúcar, despeinado y dulce. Al Fernando le
encantaría repetir para siempre esa sensación que tuvo al estar en la punta
del Ruco Pichincha. Esa inmensa emoción de sentir el viento en el rostro, y
de ver a Quito a sus pies, diminuta e insignificante. Es el lugar perfecto para
aplastar a toda la ciudad de un solo patazo, y acabar con sus barrios, casas,
cuartos…
Al Gustavo le gustaba recordar cómo se sentía cuando jugaba
canicas en la escuela. No importaba ganar o perder. Lo hermoso era
concentrarse en algo sin pensar en el olvido que le daban la maestra, la
familia, la escuela, la iglesia, las instituciones, el Estado. Esa sensación de
cogerle entre las manos a la vida, solo la volvió a sentir cuando salió una
tarde a correr sin rumbo fijo, y solo regresó a su casa cuando el cuerpo le
susurró al oído “Tengo Sueño”. Estas personas reales, de las que yo hablo,
lamentablemente no viven solo historias hermosas. Lo bello es solo un
detalle minúsculo en comparación de lo feo. Pero valedero. Es lindo saber
que alguien ríe sinceramente en medio de la matanza.
Natalia tiene relaciones sin protección con Jorge, pero no le importa
(ni a él). No hay a qué temer cuando se crece con miedos. Ella ha vivido
acostumbrada a las caricias de los hombres. A sus insinuaciones, sus
proposiciones, sus actos. Es normal sentir a alguien en ella. No es
330
Tiempo
desagradable. Pero nunca se ha preguntado qué debería sentir. Hasta ahora.
Su Jorge se encuentra con sus panas por la tarde luego del trabajo. Entre
ellos está Guillermo. Con lo que ganaron (o retakearon) ese día se van al
Comité del Pueblo a comprar unos dólares de base. Mientras caminan por
cualquier calle vacía del Norte, pasan el tiempo conversando, de las nenas,
los conciertos, los trovos, las drogas, las farras, los trabajos, los jefes, las
nenas y las drogas. Se arman unos maduros con queso y se ponen a fumar;
después ya son las ocho y empiezan a caminar de regreso a casa, se toman
unas chelas a las nueve por la Florida, y cada uno se va para su “casa”. Eso
si la casualidad no les cruza UNA linda sorpresa.
Y a Jorge se le cruza.
A la mañana siguiente en una conversación telefónica corriente,
Jorge le dice a Natalia:
- Los dos no somos personas compatibles - Nadie sufre.
Unos días después ella empieza a leer en la prensa un artículo sobre
la anorgasmia, y se da cuenta de que nunca había sentido un orgasmo. Le
parece incalculable el número de veces que ha mantenido relaciones
sexuales… y nunca ha tenido un orgasmo. Tal vez a los dieciocho es difícil
sentir eso, tal vez sea cuestión de experiencia. Quién sabe; pero nunca ha
sentido un orgasmo. Piensa que su cuerpo es sano y que no hay de qué
preocuparse… pero nunca ha sentido un orgasmo. Les atribuye la culpa a los
hombres con los que ha estado y cierra el periódico.
Se pone a hacer las tareas del colegio, luego las cosas de la casa,
después habla por teléfono con personas chismosas, pelea con su mamá
porque no hay comida y tiene hambre, y para variar, la Forestal con su
hermoso botadero de basura, nunca les ofrece nada bueno. En fin, sigue con
su vida aburrida y solitaria. Rutinaria.
Por la noche, Natalia sueña en las caricias buenas que le daba Jorge,
Esteban, Carlos, Patricio, Gustavo,… y el de esa vez que no supo el nombre,
cuando andaba fugada del colegio. Después, su sueño se torna repugnante,
recuerda las caricias malas de su padre, de su hermano, de… Se despierta
insultando, pero sin saber contra quién. Empieza a darse cuenta de que esas
situaciones no eran normales. No se pregunta ni se responde nada. Pero un
vacío inmenso le carcome el alma, un desconcierto de no saber dónde está
parada.
Pasan dos meses y Natalia le cuenta a Gustavo que últimamente está
331
Tiempo
 recordando cosas y que no sabe si son “correctas”. Con la confianza que dan
los bates, ella le cuenta que en su cabeza pasean imágenes de su hermano
retozando en ella. De su primo apretándola junto a él. De su padre
masturbándose junto a ella… Y de lo poco que se acuerda.
Se da cuenta por fin de que todo eso estuvo mal. Y se sorprende de
haber crecido pensando que eso era normal, que tenía que pasar.
El Gustavo, eterno pana con derechos, solo le dice que llore. Que
eso pasa muy seguido. Que a él no le ha pasado, pero que no hay que
amargarse la vida por el pasado.
Que busque un psicólogo para que le ayude a recordar, y que esté
lista para enfrentar cualquier cosa. En resumen, le da un consejo muy
sensato.
En la terapia ella empieza a recordar.
Terminada ésta, ella se siente lista para empezar una nueva relación
que le permita sentirse querida, y confía en que, si eso sucede, si por fin se
acuesta con alguien enamorada, tal vez su anorgasmia desaparezca.
Pasan los meses y una enfermedad venérea le carcome su sexo. Por falta de
dinero y valor no se hace atender. No sabe qué hacer. Así que no hace nada.
Fernando deambula pepeado en un bar de la Miche, pasa al lado de
Natalia, pero no se conocen. Ni lo harán, porque no hay tiempo para eso.
Después de pegarse un bate encima de todo lo anterior (trago, pepas, base),
encuentra a Ana besándose con su nuevo novio. La acosa. La maldice. La
injuria. La insulta. Todo en voz alta, violenta. Ella, valiente, no le tiene
miedo. En el mismo bar hace exhibiciones de su nueva experiencia. Este
nuevo sujeto está tan feliz que solo disfruta (de Ana y de la hierba). El nuevo
se queda hablando con sus panas y nunca se da cuenta de que Fernando se
acerca a Ana para reclamarle. “¡Por qué me terminas! ¡Por qué estás con ese
man! ¡Qué no te di yo! ¡Cómo me vas a dejar! ¡Nadie va a ser como yo!”
Como ella está harta, prefiere ignorarle y darle la espalda cuando le
habla. Como Fernando está obsesionado, la vira y la golpea con sus puños
con tal fuerza… Después de unos minutos empieza a sonar fuerte el cuerpo
de ella contra una landford, y sus gritos y sus llantos. Entonces salen
personas a ayudarla y se arma el trovo. Los panas de Fernando le suben a un
taxi (que nunca pagan), y caen todos a su casa.
332
Tiempo
A la mañana siguiente, y con un chuchaqui terrible, Fernando
empieza a ver quién no más está en su casa. Se levanta a hacerles el
desayuno y a buscarles un guaro para que no se aburran. Nadie habla de su
actitud de ayer. Pone buena música y se embriaga. Siempre es un buen
anfitrión.
Entre copa y copa, se da cuenta que la mirada, las curvas y la
inteligencia de Cristina aplastan a cualquier Ana. Se pone en plan de
conquista, y con sus buenos modales la tiene de novia durante dos años. Dos
años maravillosos, dos años de viajes, sonrisas, juegos, convivencias, sexo,
alegrías, peleas, secretos, infidelidades, traiciones… Dos años de una
relación muy normal.
Fernando le tiene tanta confianza a Cristina que no duda en contarle
su secreto. Entre llantos le cuenta el terror que le producía un cuarto
trasero de su casa. La náusea que le daba recordar a su primo violándolo una
y otra vez en ese cuarto. Ese horrible cuarto que quisiera verlo derrumbado.
Y ese degenerado primo que le gustaría verlo muerto. Le cuenta cómo fue
cuando les gritó a sus padres en un retén de policía toda la culpa que ellos
tenían. Y cómo prefería podrirse en un hueco a regresar a esa casa para ver
ese cuarto atormentándolo en todo momento. También le cuenta que
siempre tiene sueños húmedos que le hacen despertar asustado. Porque se
mira siempre con un hombre, teniendo una relación muy cariñosa y nada
agresiva. Le jura y le rejura que nunca estaría con un hombre, que le da
asco. ¡Que ella es tan hermosa! Que él sabe que es heterosexual. ¡Que la luz
que ha traído paz a su hogar es ella! Que sin ella él recaería en las drogas.
Que por ella se alimenta mejor. Que todos los viajes y las aventuras SON
ella. Que sin Cristina no habría motivos para estudiar teatro. Porque todo el
arte, la cultura y el amor son ella. Eran ella.
Cristina logró terminarle, después de la ya repetida persecución que
le montó igual que a Ana (llamadas, mentiras, amenazas, injurias,
chantajes, golpes). Después vio a Cristina con otro hombre y completamente
feliz. Se dio cuenta de que en verdad su vida no era nada sin ella. Empezó
a caer de nuevo a la Central más seguido para tomar y drogarse. Dejó de
estudiar. Y dedicó todo su empeño y su esfuerzo a tratar de olvidar el buen
nombre de Cristina. ¡Se empeñó tanto en eso que se olvidó de quien era
Fernando! De cuáles eran sus metas y sus expectativas.
Sus problemas y penas. De cuando se olvidó que las tenía. Se
sorprendió mucho cuando su mejor amigo de vuelos le dijo que como ya
había terminado con Cristina, era tiempo para declararle su amor y su
333
Tiempo
 deseo. Por ser el mejor hombre del mundo con él. Por ser tan atento
deseaba tenerlo. A pesar de que a Fernando el corazón y su cuerpo le pedían
a gritos aceptar el amor del Pancho, su cobardía le negó esta oportunidad.
Con rabia y repugnancia fingida le dijo que le daba asco y que no quería
volver a verlo. Así lo hizo, aunque no quería, ni quiere. Y así sigue siendo
buen pana de borrachos interesados y superficiales. Pero que nunca le
brindan ayuda cuando él lo necesita. Seguirá siendo buen anfitrión de
sesiones de drogas y por ahí se le verá, y se le ve caminando por Quito. Con
sus dudas en la cabeza.
A pesar de que el Guillermo era pana del Jorge. Éste último nunca
le presentó a la Natalia cuando andaban vacilando. Así que nunca pudieron
conocerse. Porque ya sabemos y nos damos cuenta de que no hay tiempo
para eso. No vivimos en un pueblo pequeño donde todo el mundo se conoce,
ni crecemos en un medio donde todos estemos protegidos. Los barrios y las
calles de Quito traen casualidades que las atrapamos cada segundo. Nadie
te dice si te van a traer bondades.
Al Guillermo no le pasó nada cuando niño. Es decir, nadie le violó
como en los otros casos. Él se desarrolló en una familia muy normal y de
clase media-alta de la ciudad. Pasó por un buen colegio. Estudia una buena
carrera. Tiene una buena novia. Tiene lindas chicas para vacilar. Farrea en
los lugares más conocidos. Tiene un buen padre, madre, y hermano. Vive en
una urbanización con casas iguales, con familias iguales, con panas iguales,
con cerebros iguales. En su maqueta de vida los sentimientos siempre están
ocultos. Y las apariencias demuestran siempre a un Guillermo “perfecto”
para su medio. Cuando niño, se asustaba de ver a su padre (intelectual
vendido a una empresa multinacional) llegar ebrio de whisky, a golpear con
brutalidad a su madre (hermosa mujer miembro del Club de Leones). Pero
se tranquilizaba cuando la veía salir hermosa a pasear en un carro elegante
de un amigo de su papá. Le gustaba verla feliz, aunque sea con cualquiera.
Cuando era bebé y pedía cariño, lo llevaban con la niñera. Cuando era niño
y exigía un abrazo, le daban el juego electrónico de moda. Cuando era
adolescente y necesitaba atención, le daban dinero para que salga a pasear
con sus panas. Ahora que es “todo un joven” sabe exactamente a qué tipo
de locales de comercio femenino debe asistir, para sentir satisfechas sus
emociones de ser humano. Sabe qué drogas le satisfacen porque, como todo
gomelo de Quito, tiene el dinero suficiente para acceder a lo que quiera.
Pasea con el que se asoma por la ciudad en busca de alguna nueva emoción
(por ahí se cruza con el Jorge). Pero, a pesar de reflejar tanta “seguridad”
no entiende por qué en cualquier lugar por el que transite, le aplasta una
tristeza miserable que no puede controlar. Llora sin sentido y en cualquier
334
Tiempo
lugar. Al principio se controlaba por el “qué dirán”. Pero con el tiempo su
tristeza se volverá una rutina particular. No tiene idea de que su cuadro
depresivo es muy grave. Irá cerca de cuatro años así. Se adentrará en sus
lamentos al punto de que podrá estar sentado viendo una pared sin
inmutarse con pensamientos, solo, ahogado en sentimientos. Si alguien
llegara a su casa y lo encontrara en ese estado, tal vez se asustaría. Pero eso
nunca pasará. Aunque Guillermo albergará una falsa esperanza de recibir
atención por parte de alguien. En el presente termina con su novia después
de un premeditado encuentro de infidelidad. A pesar de que ella sufre
demasiado por su traición, ella decide perdonarle. Pero a él no le importa.
Prefiere alejarse de las personas justo cuando ellas empiezan a conocer algo
de su ser. Cuando conocen esa cosa extraña, que él entiende que lleva en el
pecho, pero que nunca lo ha logrado palpar. Ese corazón tan poco
alimentado de esperanzas durante toda su vida, llegará un momento en que
estallará. Como nunca fue alimentado con alegrías, su mente decidirá
nutrirlo de tristezas. Cuando esto suceda, Guillermo se dejará llevar por
unas dosis de pepas, y metido en el furor de su inconsciente triplicará la
dosis. Se soñará durmiendo en brazos de su madre. Y así se quedará.
Sería hermoso decir que estas personas se encuentran ahora, en
estos días, en un suceso determinado, para disfrutar de placeres simples, o
para dialogar sin miedos, complejos, o apariencias. Pero este siglo que los
ha programado para ser entes de una cadena de producción, donde el
producto mal acabado son ellos. Y nosotros. Porque para el mundo de hoy,
sus historias solo son un resumen de pocos días de personas sin rostro, que
desde el espacio no son más que puntos diminutos de un planeta Tierra,
como una célula que puede desintegrarse ante una amenaza de enfermedad.
Está agonizando por la espantosa intervención humana. Por la nuestra.
Porque nunca dedicamos el tiempo necesario para darle un abrazo a un niño,
porque le huimos a un adolescente cuando nos solicita consejo. Porque no
decidimos correctamente y dejamos que la vida sea consecuencia de
nuestras irresponsabilidades. Y solo le damos tiempo al mundo, cuando una
desgracia le pasa. No entendemos que el tiempo se lo vive cuando nos
acordamos que no hay que dejarlo pasar en vano, porque si no se nos va
volando. Éste no es un relato moralista de lo que está bien o mal en esta
ciudad. Porque no todo está mal. Ni un mensaje cursi sobre la prevención de
la violencia sexual, la drogadicción, o la depresión adolescente. Es un
testimonio que lo observo a diario, en vidas ajenas o en la mía, y que nunca
cambian. Ni cambiarán. Porque en este espacio temporal que habitamos,
nos reiremos de la vida mientras ella nos trata como gusanos. Porque en esta
ciudad, que se pisa el poncho a sí misma, nunca habrá cabida para llegar a
ese lado oscuro del cuerpo social, que son las emociones. Porque el tiempo
335
Tiempo
 se nos ríe en la cara cuando ve que cometemos los mismos errores. La
palabra amor es demasiado utópica. ¿O algún día habrá tiempo para
explorarla?

La he titulado así, porque los jóvenes tenemos derecho y oportunidad

para reflexionar y reparar el mal causado a una sociedad que tiene que
forjarse hacia el bien.
Ésta historia trata de mi vivencia personal. Soy un joven de 18 años que
quiere compartir con ustedes un problema que a todos les puede
suceder y un pensamiento: “Nadie puede destruirte. Por mucho que
hayas sufrido sigues siendo único, valioso, extraordinario. La tragedia
vivida solo te lleva al crecimiento”.

Darwin Simbaña
(Darmix)
19 años

336

Tiempo
 “La he titulado así porque los jóvenes tenemos derecho y
oportunidades para reflexionar, y poder reponer el mal causado a una
sociedad que tiene que forjarse hacia el bien”.
Mi historia trata de mi vivencia personal. Soy un joven, que quiere
compartirles un problema que a cualquiera de ustedes le puede suceder. Ya
que los verdaderos problemas de la juventud se encuentra a un paso de
nosotros.
Mi mensaje a la juventud, es que: Nadie puede destruirte. Por
mucho que hayas sufrido sigues siendo único, valioso, extraordinario. La
tragedia vivida solo te lleva al crecimiento.
Me llamo Darwin. Vivo en el Valle de Tumbaco, y espero que mi
historia les lleve a la reflexión, ya que lo que yo viví no se lo deseo a nadie.
Tengo dieciocho años, mis ojos son de color café oscuro, mi piel es de color
canela y mido 1.70 cm. Mi cabello es castaño, soy delgado y me siento muy
orgulloso de ser como soy. Pero nunca he sido ni seré amargado.
Bueno no les canso más. Lo único que quiero es que tengan una idea de cómo
es mi perfil físico, psicológico, porque deseo que estén seguros que lo que
les cuento es una vivencia real.
Mi historia empieza con una muy cruel realidad, ya que a mis cortos
ocho años de edad mi mamá falleció.
Yo y mis hermanos, Alex de seis años, Cristian de tres años, y mi
hermana de tan solo cinco meses, nos quedamos con un vacío tan grande.
Además mi padre Fabián de treinta años fue destrozado. Y como en la
mayoría de personas que están en esta situación, mi padre se hundió en el
maldito alcohol. Lo llamo así porque gracias al alcohol mi familia se fue al
abismo. Mi padre estuvo tres años sin dejar de beber.
Yo, muy desorientado por la muerte de mi madre y el maldito
alcoholismo de mi padre, tomé la decisión de dejar a mis seres queridos.
Dejé los estudios. Estaba en séptimo de educación básica. No sabía
lo que hacía, estaba como un loco. Pero me decidí y tomé unas cuantas
prendas de vestir y me fui de mi casa. Me embarqué en un Quinche sin tener
un rumbo fijo, transcurrió el tiempo y llegué a la parada de Quito (El Batán);
luego me subí a un Guadalajara sin saber a donde me llevaría. Pasaron los
minutos y me bajé del bus. Al preguntar a unas personas dónde me
encontraba, me informaron que había llegado a Carapungo.
No sabía ni qué rumbo tomar; pasé divagando en las calles, sufriendo friío,
338
Una oportunidad más para un joven que quiere ser el mejor
sin tener un techo donde vivir (ahí por primera vez sentí en el fondo de mi
corazón las palabras: mamá, te necesito.)
Bueno, pasó uno y otro día, hasta que me encontré con un amigo de
la infancia que se llama Juan Carlos. Al conocer mi situación me ofreció vivir
en su casa, era una casa muy linda de tres pisos, de color blanca.
Pero no es tan fácil como quizás ustedes lo estén pensando. Tuve que
trabajar en construcciones como ayudante de albañil; fue un trabajo muy
duro, además en el trabajo me volví adicto al alcohol; pero tuve que hacerlo
porque tenía que ayudar económicamente en la casa de mi amigo.
Pasaban meses, días, horas y me iba sintiendo incómodo al saber
que yo solo era un extraño.
Yo era un muchacho muy ignorante, y me decidí por dejar la casa de mi
amigo Juan Carlos.
Después de abandonar la casa llegó LA VIDA QUE NO SE LA DESEO NI A MI
PEOR ENEMIGO.
Fue una guerra con la calle, con la mala vida que yo mismo sembré,
y con el pasar del tiempo coseché muchos frutos, que no fueron nada
buenos, como lo era el estar junto a la muerte, además el ser catalogado
como una lacra en la sociedad.
Indudablemente ustedes se preguntarán, ¿cuál es esa vida que yo
viví?
Al salir de la casa de mi amigo, caminé y caminé hasta que me di
cuenta que había llegado a la Roldós, en ese tiempo zona roja. Eran las 2:30
de la madrugada, cuando se acercaron dos tipos de tez negra; me dijeron si
quería comprarles unas pequeñas fundas. Yo no sabía que era droga; en esa
época yo todavía era muy inocente, pero les respondí que yo no había
llegado a comprar nada, y les dije, además, que lo que yo quería era
conseguir un trabajo. Ellos creo que se dieron cuenta que yo era novato en
esas cosas, y ninguno de ellos insistieron que comprara, pero me propusieron
unirme a ellos. Yo tenía un gran miedo interno, porque no sabía a dónde iría
a dar, pero en la situación que me encontraba no tenía otra opción. Al llegar
a ese lugar, que por cierto estaba en un deplorable estado, conocí a muchas
personas, la mayoría jóvenes y hasta niños, que habían abandonado sus
casas por diferentes rupturas familiares.
Ahí conocí a mi mejor amigo, pero como se lo imaginarán no un
amigo del bien. Él se llama Daniel, tenía en ese tiempo dieciséis años; su
339
Una oportunidad más para un joven que quiere ser el mejor
 piel era de color trigueña, un chico alto de cabello castaño, y estaba muy
deprimido porque sus padres le habían mandado de la casa.
Con él comenzamos un 15 de mayo de 2002 a salir a las calles, a arrebatarles
sus pertenencias a los transeúntes del Centro de Quito. Salíamos todos los
días desde las 12:30 hasta las 3:00 de la mañana.
Pasó casi un año en esos actos, que para nosotros era un trabajo, el
sustento de la casa.
Hasta que el día 25 de diciembre del 2002, nos encontramos con
otro amigo que por cierto fue nuestro mejor amigo. Él se llamaba Patricio
(nunca te olvidaré amigazo. Paz en tu tumba).
Patricio era el jefe de una agrupación muy peligrosa. Tan solo con
diecinueve años era el más inteligente de los delincuentes de ese tiempo.
Les cuento que hacerse amigo de él no fue nada fácil. Tuvimos que pasar
Daniel y yo unas pruebas muy difíciles, como desmantelar carros, pero solo
hacíamos daño a los más millonarios, o sea los carros más lujosos del país.
Patricio era de buena presencia. Tenía los ojos cafés claros, cabello castaño,
medía 1.75cm de altura. Eran cuatro hermanos: tres varones y una mujer. Su
situación económica era muy sustentable, su genio era de lo más tranquilo.
Vale acatar que esa agrupación que hoy por hoy está fulminada, odiaba los
pandilleros ya que la gente confunde que las pandillas y estas agrupaciones
grandes están relacionadas, pero no.
Las leyes de la agrupación eran: no pandilleros, no drogadictos, no
violadores, y lo más esencial, eran sacrificados cuando se los sorprendía
haciendo daño a niños.
Retomando esta historia se darán cuenta que nos unimos los tres
mejores amigos: Darwin, Daniel y Patricio; juntos éramos inseparables, ya
que si uno caía preso caíamos todos, pero nadie de nosotros cayó preso, es
decir que ni siquiera tuvimos antecedentes penales.
Bueno, ahora me voy a centrar en un hecho muy importante que acabó con
mi vida de delincuente.
Fue el 2 de octubre del 2003 cuando teníamos planeado un golpe
muy importante, le teníamos en la mira a cuatro carros, valorados en 32 mil
dólares cada uno.
Estuvimos dos días concentrados en un plan, pero no nos
esperábamos que otra peligrosa banda de maleantes había planeado con más
340
Una oportunidad más para un joven que quiere ser el mejor
anticipación el golpe a esos carros.
Pero con gallardía partimos y llegamos al lugar ubicado en
Sangolquí. Era un lugar muy lujoso, con piscinas y grandes construcciones.
En pocas palabras una mansión. Estaban en una fiesta solo personas
extranjeras, pero bien resguardada la mansión, más o menos con unos ciento
cincuenta guardias a la redonda. Era la una de la mañana, estaba todo listo
cuando se escuchó un disparo; le dieron a mí amigo Daniel. Nuestro gran jefe
y amigo. Patricio gritó “¡Si son hombres den la cara malditos cobardes!”
Rápidamente se escuchó una respuesta diciendo “No sabes con
quién te estás metiendo.”
Patricio respondió “Tampoco tú sabes con quién te estás metiendo.”
Cuando salieron caminando los dos jefes de cada grupo, y se enfrentaron a
tiros, a sangre fría, pero por mala suerte le dieron un balazo en el corazón
a mi amigo Patricio. Rápidamente ellos huyeron, pero con tantas balas
disparadas todos los guardias se dieron cuenta de la masacre. Pidieron
refuerzos a los policías, pero como teníamos contactos en la policía nos
informaron que venían los de la judicial. Creo que no pasó ni un minuto, y
todos abandonamos el lugar, pero llevamos con nosotros el cuerpo de
Patricio para darle cristiana sepultura. Sin embargo ahí no quedó todo.
Hoy en nuestros tiempos los dos hermanos de Patricio, buscan
venganza por su hermano, y según tengo entendido ellos también están en
el camino del mal.
Les cuento que después de la recuperación de mi otro amigo,
Daniel, ambos dejamos esa vida que solo nos llevó a estar cerca de la
muerte, ya que si analizamos bien las cosas, si no me salía de esa
agrupación, habría terminado como mi gran amigo Patricio.
Desde el 3 de octubre de 2003 juré llegar a ser el mejor, sin hacer
el mal a nadie, ya que haciendo el bien podré gozar de mi vejez sin ningún
percance.
Después de esta tragedia me di cuenta que estaba errando en mis
actos, ya que si seguía así mis hermanos podrían tomar el mismo camino que
yo, y terminarían mal como mi amigo.
Regresé a mi casa; dejé el Centro de Quito y llegué al Valle de
Tumbaco, donde ahora me arrepiento de haber cometido esos actos; ya que
341
Una oportunidad más para un joven que quiere ser el mejor
 todo lo que se hace en esta vida tarde o temprano se paga.

El primer día que llegué a mí casa, estaba hecho un desastre. Mis

hermanos, durante todo el tiempo que no estuve allí, no estudiaron ni
hicieron nada de provecho. Saludé con ellos con llanto, y después nos
sentamos en la sala, y les conté a mi papá y a mis hermanos lo que había
sufrido fuera de casa. Ellos rápidamente comprendieron que la vida en la
calle no es nada fácil, y que tenían que estudiar porque el estudio es la base
para construir un futuro mejor.

Pasó el tiempo y hoy en día, trabajo de DJ. Además me preparé en

químicos y trabajo haciendo juegos artificiales; pero lo más importante es
que estudio la secundaria, y ahora me doy cuenta que sí hay nuevas
oportunidades para personas como yo, que cometieron grandes errores, pero
pueden enmendarlos con hechos positivos para así hacer de este país el
mejor del mundo.

Por favor toma en cuenta estos consejos de un joven que ya vivió y Brindis y música, ¡arranca el 2do Concurso de historias juveniles!
que no quiere que vivas esta malvada vida. Casa de la Cultura Ecuatoriana - abril de 2006.
Las semillas que siembres en tu juventud germinarán invariablemente en la
madurez. Si fueron limpias y buenas, de ellas nacerán árboles bellos y
frondosos.

Tu juventud es el mejor momento para adquirir conocimientos,

valores, fuerza de carácter, salud, bases económicas. Adquirir y llenarse,
para después tener algo que dar. El joven es como un náufrago con sed.
Pornografía, droga, alcohol, rebeldía y desmanes son agua de mar. Quienes
la beben no mitigan su sed. Mueren con más rapidez.

Por último, quiero decirte que no hagas el mal a nadie porque todo
acto lleva consigo su recompensa o castigo. Pero estoy seguro que la
juventud va a cambiar y llegaremos a ser los primeros líderes del planeta.

Fuerza en el sur de Quito, los panas del grupo juvenil

342 “La plena” en el taller de construcción de historias. 343
Centro de Salud de Guamaní.
Una oportunidad más para un joven que quiere ser el mejor
 ¡Y ahora qué le
cuentofffff!!
Centro de Salud de
Guamaní.

L@s cham@s bacan@s del INNFA junto a Marcia, felices y orgullosos.

Evento de premiación. CCE - mayo de 2006.

Armar la historia fue fácil,

divertido, triste, inquietante...
Centro del Niño y la Niña
trabajadora - CENIT. Marco, Gaby, Viky, Darío, Freddy, Rita,
Gaby y Sebas: sus historias al cine!!!
344 345
 Chuuuta!!! N
o
El Edi en otr digas ¿tonces no era tuyo
o de los grup
os en ASOCIN el guagua?
E.
Homero dirige uno de los primeros talleres de integración con l@s
autores/as de las historias. ASOCINE.

apo el de la cámara
SE BUSCA: ¡es un peligro social para las quinceañeras! - Vele, vele: que gu
o!
346 Paúl dirige -a su manera- otro de los grupos. ASOCINE. - ¡Callá. Si está enan 347
ASOCINE
 ¡Siempre hay unitos!
apuntar con este microfonote?
¿Cómo dizque era de

Colaboren, colaboren: verán que ya les dimos el refrigerio.

Rodaje del corto “Cuestión de autoestima”
í creo que era. 349
348 Aaaaaaa!!! Ya ya, as corto “Cuestión de autoestima”.
del
Erika en el rodaje
 ren sapear la cámara…
Apura Marquito… parece que nos quie

No importa que cámara tengas, ¡la imagen está en la cabeza!

Rodaje en cualquier cuarto, de algún joven de Quito.

- Verás, e
s
- Aá, no que yo soy el ch
me digas ullita del
Freddy y corto
Vanesa e ¡Aguanten, que se viene el tercer concurso!
n el roda
je del co Mrina en el corto “Anónimo”
rto “Refu 351
350 gios”
 COORDINACIÓN GENERAL

David Lasso

COORDINACIÓN ADMINISTRATIVA

Carmen Fernández

EQUIPO DE FACILITADORES DEL 2do

CONCURSO DE HISTORIAS JUVENILES

Edison Navarro
Mauricio Acosta
Marco Panchi
Carmen Fernández
Deysi Vela
David Lasso
Dennis Leiva
Erika Dávila
Paola Calupiña
Ingrid Bermeo
José Zambrano

EQUIPO DE CAPACITACIÓN AUDIOVISUAL

Edison Navarro
Marco Panchi
David Lasso
Carmen Fernández

EQUIPO DE PRODUCCION AUDIOVISUAL

Edison Navarro Agradecemos a l@s Compas que creyeron en nosotr@s

Marco Panchi
David Lasso Marcia Toca, Hernán Reyes, César Herrera, Azucena Sono, Mercedes
Carmen Fernández Allauca, Freddy Peñafiel, Xavier Díaz, Movimiento Colibrí - Machala, Grupo
Homero Arboleda juvenil Pájara Pinta - Cuenca, David Bonilla, Diego Guzmán, Geovanny
Paúl Vásquez Alencastro, Ramiro Salazar, Victor Arregui, Randi Krarup, Armando López
Vannesa Silva Grupo de Hip Hop “Dominio Público”, Creadores Audiovisuales del
Salomé Mercado Ecuador-ASOCINE, Casa Metropolitana de las Juventudes, Centro del Niño
y Niña Trabajadora- CENNIT, Asociación Cristiana de Jóvenes-ACJ filial
CONCEPTO E IMAGEN GRÁFICA DEL PROYECTO Quito, Escuela Inti, Centro de Orientación Juvenil Virgilio Guerrero,
Amanda Cifuentes Centro de Salud de Guamaní, Centro de Salud de Tumbaco...

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