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Las dificultades hacen parte de la vida de todo ser humano. Los cristianos no están exentos de
padecer necesidades ni pruebas, al contrario, éstas son la oportunidad que tenemos para
saber si en realidad confiamos en Dios o aún nos falta fe.
La fe es uno de los temas más famosos en las prédicas cristianas, pero ¿qué tan sólida es
nuestra fe?
No hace falta fe para creer en lo que se puede ver y sentir. Como a Dios no lo podemos ver,
necesitamos fe para creer en Él y en lo que puede hacer.
La fe se nutre de nuestra comunión con la palabra de Dios (Romanos 10:17). Al conocerlo más
nos fortalecemos ya que sabemos la clase de Dios que tenemos y en el cual podemos confiar.
En caso contrario, si no leemos Su palabra será imposible aprender acerca de Él y por
consiguiente no podremos creer en lo que es y hace.
Este es un versículo muy conocido entre los cristianos pero a veces es de los que menos
obedecemos.
Hay muchos que ponen su esperanza en alguna persona con mucho poder económico y/o
político creyendo que en ellos está asegurado su futuro laboral y monetario. Otros quizá
depositan su fe en médicos para que sanen alguna enfermedad, en líderes religiosos, en
familiares, etc.
Dios nos manda a confiar en Él. Depender de nosotros mismos, creer que somos muy capaces
y que no necesitamos de Él es un camino que nos lleva directo al fracaso.
C. El desespero. Juan 14:1
¿Quién no se ha desesperado alguna vez? ¡Hay tantas noticias y situaciones que pueden
hacernos desesperar! Hay un relato en los evangelios acerca de una tempestad que se desató
mientras los discípulos iban en una barca. Era tal la fuerza de la tempestad que ellos
empezaron a desesperarse mientras que Jesús iba durmiendo. Los discípulos de manera
brusca lo despertaron para que hiciera algo. Entonces Jesús se levantó y calmó la tempestad
en cuestión de segundos. Lo que les reclamó Jesús a los discípulos fue su falta de fe. Marcos
4:35 – 41; Mateo 8:23-27.
Recordemos que si Jesús va con nosotros en el mismo barco, ¡no habrá tormenta que nos haga
perecer!
III. Dios no desampara a quienes confían en Él. Mateo 6:25; Mateo 7:7-12.
Si su fe está fallando, aún hay tiempo para que la fortalezca. Dios es quien viste a las flores del
campo, da alimento a los animales del bosque, riega la lluvia y deja salir el sol sobre las plantas
y las cosechas… Jesús mismo dijo que nosotros somos más importantes que todos ellos, por lo
tanto NUNCA nos desamparará. ¡Debemos creer en nuestro Dios!
Estar confiado en Dios nos mantiene fuertes en todo tiempo. Este salmo dice que ni aún
tendremos temor de las malas noticias. Cuando estamos agarrados de Su mano, tenemos la
convicción de que Él tiene todo bajo control.
B. No nos desestabiliza la escasez. Habacuc 3:17-19.
El hombre de Dios tiene tal confianza en Él que ni siquiera la escasez material lo desestabiliza.
Confiar plenamente en Dios es caminar en un nivel por encima de lo natural:es andar de la
mano con el Dios que creó el universo, el que abrió las cataratas de los cielos para que
hubiesen ríos, mares y lagos, es ir junto con el que levantó muertos, sanó enfermos
terminales, derrotó a ejércitos humanamente invencibles… quien cree plenamente en Dios,
sabe que va de la mano del dueño de todo lo que existe.
El futuro es algo que causa preocupación entre los seres humanos. Todos quisiéramos tener
una fortuna para asegurar nuestro buen porvenir y también el de nuestros hijos. Pero Jesús
nos enseña que no debemos preocuparnos por eso. Quien confía en Dios no teme al mañana.
La fe debe ir acompañada de la acción. Siempre lo que podamos hacer será mínimo con
respecto a lo que Dios hace, pero esos son los pasos de fe que debemos mostrar. Recuerde
que con 5 panes y 2 peces Jesús alimentó a más de cinco mil personas, pero alguien tuvo que
haber pescado y horneado antes para que hubiese algo en la canasta.
Conclusión: