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LA SANTA CENA

INRTRODUCCIÓN:

A.- La Santa Cena es el segundo de los dos sacramentos aceptados por la tradición
protestante. De los dos es el más fértil como medio de gracia. Las razones de esta afirmación
están en la mayor profundidad simbólica del servicio de comunión y en el hecho muy
elemental de que la Cena es una observancia que se repite, mientras que el bautismo, excepto
en casos excepcionales, se realiza una sola vez en la vida.

B.- En los tres relatos que aparecen en los Evangelios (Mt. 26: 26 – 28; Mr. 14: 22 –
25; Lc. 22: 17 – 20), Jesús atribuye particular significado al partimiento del pan y al beber el
vino. Según el relato de los Evangelios el pan es el cuerpo de Cristo y el vino es la sangre del
nuevo pacto que ha sido derramada para la remisión de los pecados. El relato de la escena
que encontramos en una de las Epístolas de Pablo (1 Co. 11: 23 – 26) describe claramente
que tanto el partimiento del pan como la participación común en la copa deben ser
recordadas. Pero no sólo recordadas, porque mediante la celebración “la muerte del Señor
anunciáis, hasta que Él venga”. El banquete sacramental del pan y el vino se convierte en un
símbolo permanente de la sangre y el cuerpo de Cristo. Mira hacia el pasado recordando, y
hacia el futuro con espíritu de anticipación. Alguien ha dicho que la Cena es un puente
colgante que tiene como puntos de apoyo la primera y la segunda venidas de Cristo.

I.- LOS MEDIOS DE GRACIA

Son aquellas prácticas o ejercicios relacionados con la fe cristiana que sirven como
vehículo para las bendiciones de Dios y el impartimiento del poder espiritual.

Primordialmente entre los medios de la gracia son los dos sacramentos de la iglesia,
el bautismo y la Cena del Señor. Puesto que los sacramentos poseen una significación única
que le es propia, dadas sus conexiones simbólicas e históricas con la iglesia, su significado
no se agota al tratarlos como medios de gracia.

Históricamente, los sacramentos han sido considerados signos exteriores de gracias


espirituales interiores. Pero cualquier otra cosa que sea desde el punto de vista de su
significación teológica, los sacramentos proporcionan valores espirituales profundos y
permanentes para la comprensión y el crecimiento del cristiano; por eso se les une a otras de
las más importantes funciones del proceso de desarrollo cristiano, a saber, la adoración, la
oración, la meditación y las lecturas devocionales. Todos estos son canales para el fluir de la
vida espiritual; o, para usar otra imagen, son los grandes lugares donde el alma se cita con
Dios. Individualmente y en su conjunto son los elementos que proveen la energía de la
experiencia cristiana. Sin ellos, la fe cristiana es cuestión de observaciones y
pronunciamientos o definiciones objetivas. Los medios de la gracia son puertas abiertas para
la participación activa, abierta, en la dinámica de la vida espiritual. Son ellos los que
mantienen sanas tanto el alma individual como a la iglesia.

II.- INSTITUCIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR

El sacramento de la Cena del Señor fue instituido por el mismo Jesucristo en


circunstancias solemnes e impresionantes; antes de ser apresado y juzgado. Cenaba por
última vez con sus discípulos y celebrara la pascua junto a ellos: “Y mientras comían, tomó
Jesús el pan, y lo bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es
mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio diciendo: Bebed de ella
todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión
de los pecados” (Mt. 26: 26 – 28; Mr. 10: 14: 22 – 24; Lc. 22: 19 – 20). Además de este
relato histórico, Pablo nos da una interpretación doctrinal en 1 Co. 10: 16 – 17: “La copa de
bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos,
¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? . . . Pues todos participamos de aquel mismo pan
(compárese 1 Co. 11: 23 – 28).

La Cena del Señor sustituyó la Pascua. Bajo el pacto antiguo, la pascua fue el tipo
eminente del sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo, que épocas enteras ha
representado la fe y la esperanza del pueblo antiguo. Y en vista de que Cristo mismo, como
la verdadera Pascua estaba para incumplir el símbolo del Antiguo Testamento. Fue necesario
un nuevo rito para que se conmemorara esta libertad espiritual y se conformara sus
beneficios. Se deduce que la Cena del Señor se quiso que fuera permanente.

II.- SIGNIFICANCIA DE LA CENA DEL SEÑOR COMO


ORDENANZA CONTÍNUA EN LA IGLESIA

A.- Es un símbolo visible de la presencia de Cristo

La significación y riqueza del símbolo no disminuyen por rechazar la doctrina


católica – romana de la transubstanciación o de la doctrina luterana de la consubstanciación.
La presencia de Cristo es cuestión de fe, no depende de la consagración de los elementos.
Cristo está siempre presente allí donde hay dos o más personas reunidas en su nombre, sea
que los emblemas sacramentales se encuentren presentes o no. El pan y el vino son
significativos porque Cristo está presente, y no a la inversa. Pero allí donde Cristo ya está
presente espiritualmente , el sacramento de la Cena del Señor es profundamente efectivo
como señal visible de su presencia espiritual.

B.- Lo que simbolizan los elementos en el sacramento

Los elementos sacramentales no solamente simbolizan la sangre y el cuerpo de


Cristo sino que son constantes recordatorios de que la única fuente de sustento espiritual está
en Cristo. El único Evangelio que no relata la institución de la Santa Cena es Juan. Pero en
éste como en ningún otro Evangelio encontramos una afirmación bíblica sacramental que
jamás se haya escuchado: “De cierto, de cierto os digo: si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que como mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él” (Jn. 6: 53 – 56). Declara en este pasaje tan certeramente la unidad
misteriosa que existe entre Cristo y sus seguidores. Es la doctrina profundamente espiritual
de la mutua inmanencia, equivalente juanino del concepto de “vivir en Cristo” que expone
San Pablo.

C.- Es un símbolo de la unidad en la iglesia

Es el centro de muchos radios. El reconocimiento universal de que Cristo es la única


vida de la iglesia trae a los muchos y muy diversos a una misma mesa de comunión. El pan
sacramental es el pan visible que nos dice que hay un único pan de todos, Cristo. Los credos
y la organización eclesiástica pueden ser diferentes, pero todas las iglesias deben comer su
carne y beber su sangre.

D.- Es un símbolo de compañerismo

Aquí, la comunión va más allá de su significación simbólica. No es solamente un


símbolo de la fraternidad de las almas que, porque aman a Cristo se aman entre sí, sino que
el reconocimiento de la común necesidad destruye todas las barreras raciales, culturales y
sociales. “Ya no hay judío ni griego; esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3: 28). Es la comunión de los santos a través de un
mismo Señor y un mismo símbolo.

III.- DESARROLLO DE LA DOCTRINA EN EL CORRER DEL


TIEMPO

A.- Antes de la Reforma

Al principio, la Cena del Señor era acompañada de una comida común, para lo cual
la gente traía los ingredientes necesarios. Estos dones eran llamados oblaciones y sacrificios,
y eran bendecidos por el obispo con oración y acción de gracias. En el transcurso del tiempo,
de esta práctica se desviaron nombres como, prosphorai (oblaciones), tusilla (sacrificios), y
eucharistia (acción de gracias); y esto nombre se aplicaron a la misma Cena del Señor. Esto
fue algo inocuo en sí mismo y condujo a un peligro en el desarrollo de la doctrina. Luego la
acción de gracias se consideró como una consagración de los elementos en la Cena del
Señor, y la Cena misma asumió el carácter de sacrificio presentado por el sacerdote (obispo).
A su vez, esto afectó la comprensión de la unión sacramental. La concepción simbólica o
espiritual encontrada en Orígenes, y también esencialmente en Eusebio, Basilio, Gregorio
Nacianceno, y otros, fue suplantada por la doctrina de que la carne y la sangre de Cristo
estaban, de alguna manera, combinadas con el pan y el vino en el sacramento (Cirilo,
Gregorio de Nicea, Crisóstomo, Juan de Damasco), y a la vez a la doctrina de la
transubstanciación.

El desarrollo de la doctrina de la Cena del Señor fue más lenta en Oriente, pero
condujo al mismo resultado. Agustín admitía que, en cierto sentido, el sacramento era el
cuerpo de Cristo, y en el lenguaje de la Escritura, frecuentemente habló del pan y del vino
como la carne y la sangre de Cristo. Al mismo tiempo distinguió claramente entre el signo y
la cosa significada, y afirmó que la sustancia del pan y del vino permanece sin cambiar.
Enfatizó el aspecto conmemorativo del rito, y sostenía que los malvados, aunque reciban los
elementos, no participan del cuerpo.

Durante la Edad Media, la doctrina enseñada por Agustín, gradualmente dio paso a la
doctrina de la Iglesia Católico romana. En el año 818, Paschasius Radbert propuso
formalmente la doctrina de que, mediante el poder divino, en el sacramento, los elementos
materiales son literalmente cambiados en el mismo cuerpo que fue nacido de María, y que la
apariencia externa del pan y del vino, después de la consagración, son un mero velo que
engaña a los sentidos.

Alrededor del año 1 050 Berenger de Tours afirmó que el cuerpo de Cristo estaba
realmente en la eucaristía, no en esencia, sino en poder; que los elementos eran trasformados
pero no en sustancia; y que con el fin de asegurar este cambio y poder, eran necesarios no
meramente la consagración sino también la fe del recipiente.

Lanfranc ( 1 089) y Humbert (1 059) se opusieron vigorosamente a estas opiniones, e


hicieron la burda declaración que “el mismo cuerpo de Cristo era verdaderamente asido por
las manos del sacerdote, quebrado y masticado por los dientes de los fieles”. Esta opinión fue
finalmente definida por Hidelbert de Tours ( 1 133), y designada como la doctrina de la
transubstanciación.

El Concilio de Trento trató el tema de la Eucaristía tal como se describe en la sesión


de sus Decretos y Cánones. La esencia de lo que contiene en sus ocho capítulos y once
cánones puede ser expuesta así: “Jesucristo está, verdadera, real y substancialmente presente
en el sacramento. El hecho de que Él está sentado a la diestra de Dios según el modo natural
de existencia no excluye la posibilidad de que no pueda estar presente en muchos otros
lugares al mismo tiempo de acuerdo a un modo de existencia superior, espiritual y
sobrenatural.
Nosotros podemos no estar en la capacidad de explicar cómo, pero podemos
concebir la posibilidad de su presencia substancial y sacramental en varios lugares
simultáneamente. Mediante las palabras de consagración, la totalidad de la sustancia es
trasformada en el cuerpo y la sangre de Cristo. El Cristo entero está presente en cada una de
las especies y en cada partícula de ambas especies, de tal manera que el que recibe una
partícula de la hostia, recibe el Cristo entero. Él está presente no sólo en el momento de la
administración, sino también antes de la recepción de los elementos por el comulgante, . . .

Los principales efectos del sacramento son: Incremento de la gracia santificadora,


gracias actuales especiales, remisión de pecados veniales, preservación del pecado grave, y
la esperanza confidente de la salvación eterna”.

B.- Doctrina de los reformadores

Todos y cada uno de los reformadores rechazaron la teoría de la Santa Cena


sacrificial y la doctrina medieval de la transubstanciación, pero sólo pudieron estar de
acuerdo en este punto. Tuvieron puntos divergentes cuando se dedicaron a elaborar una
doctrina bíblica positiva de la Cena del Señor.

1.- Martín Lutero.- Al principio enseñó que el pan y le vino eran signos y
sellos del perdón de pecados, pero luego adoptó otro punto de vista; asumiendo que la
presencia era real y corporal de Cristo en la Santa Cena. Rechazó la doctrina de la
transubstanciación, y la sustituyó por la doctrina de la consubstanciación. En su catecismo
Mayor declara así: “El mismo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo están en y bajo el
pan y le vino, por la palabra de Cristo, instituida y dada a los cristianos para comer y beber”.
Según Lutero el cuerpo es recibido también por los no creyentes que participan del
sacramento, pero sólo para su condenación.

2.- Ulrico Zwinglio.- Se opuso esencialmente a la idolatría de la misa, y negó


absolutamente la presencia corporal de Cristo en la Cena del Señor. Interpretaba
figurativamente las palabras de la institución, tomando la palabra “es” como equivalente de
“significa”, tal como sucede en Génesis 41: 26; Juan 10: 9; 15: 1. Veía al pan y al vino,
meros símbolos; y el sacramento en sí mismo, un acto de conmemoración. Sin embargo, no
negaba la presencia espiritual de Cristo. Él dice: “El verdadero cuerpo de Cristo está presente
a la contemplación de la fe, pero que su cuerpo natural esté real y actualmente presente en la
Cena, o que sea comido por nuestras bocas . . . constantemente nosotros afirmamos que es un
error repugnante a la Palabra de Dios”.

3.- Juan Calvino.- Mantuvo una posición media. Rechazó absolutamente la


presencia corporal, local y substancial de Cristo en la Cena del Señor. Pero planteaba dos
objeciones a la opinión del reformador suizo, a saber:

a.- Zwinglio enfatiza la actividad de los creyentes antes que el misericordioso don de
Dios en el sacramento, y por lo tanto concibe la Cena del Señor, unilateralmente, como un
acto de profesión.

b.- Zwinglio ve en el comer el cuerpo de Cristo ni más ni menos que una expresión
de creer en su nombre y confianza en su muerte.

Calvino concordaba con Lutero en que, Cristo está real y esencialmente presente, en
su entera persona, y que es recibido como tal por los creyentes. “ . . . Que el acto de comer
el cuerpo de Cristo es enteramente espiritual, por medio de la fe (Cristo está espiritualmente
presente en la Cena del Señor), que los no creyentes no tienen parte en éste, y que una
masticación oral está fuera de discusión”.
C.- Arminianos y menonitas.- Éstos veían a la Cena del Señor sólo como
acto memorial, un acto de profesión, y el medio para un mejoramiento moral.

IV.- TERMINOLOGÍA

Durante la edad apostólica se usó varios términos para expresar el significado de la


Cena del Señor, de los cuales cuando menos cinco encontramos en el Nuevo Testamento.

A.- Fue llamada eucaristía (“dar gracias”), refiriéndose la hecho que Cristo tomó la
copa y dio gracias. Debido a lo apropiado de este término, ha sido muy popular entre el
pueblo religioso. Como tal, es una acción de gracias solemne por las bendiciones de la
redención.

B. - Fue conocida como la comunión. Pablo recalca que esta comunión de los unos
con los otros es inseparable de la comunión con Cristo (1 Co. 10: 16).

C.- Fue considerada como una fiesta memorial, una conmemoración de la muerte de
Cristo. Esto estaba estrictamente asociado con la muerte redentora de Cristo y la esperanza
se su segunda venida: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta
copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga” (1 Co. 11: 26).

D.- Se consideraba como un sacrificio, no en el sentido de una repetición del


sacrificio de Cristo que fue hecho una vez por todas (He. 9: 25 – 26), sino que la comida de
la congregación se llamaba sacrificio en el sentido de que era una ofrenda de acción de
gracias, un “sacrificio de alabanza” (He. 13: 15; Fil. 2: 17; 4 : 18), y también porque se
acompañaba con dones de caridad para los pobres.

E.- Fue llamada la presencia o el misterio. Lo primero implicaba la idea de Cristo


como anfitrión en su mesa, y se deriva del relato de Emaús donde la presencia de Cristo se
dio a conocer con la participación del pan. El término “misterio” recalca el alimento sagrado
como un canal de gracia y de poder. Aquí Juan es el testigo primario. Cristo es “el pan de
vida” (Jn. 6: 53). No obstante, ha de notarse que el apóstol está tratando con conceptos
espirituales.

V.- NATURALEZA DE DE LA CENA DEL SEÑOR

Se han sostenido varios puntos de vista divergentes a la naturaleza de la Cena del


Señor, quienes son determinados mayormente por la construcción dada a las palabras “esto
es mi cuerpo” y “esto es mi sangre” (Mt. 26: 26 – 28). Estas interpretaciones variadas son:

A.- Doctrina católica romana de la transubstanciación

En la iglesia católica se le ha llamado misa, del latín missio, lo que denota una
temprana práctica de la iglesia de excluir a los que no habían sido bautizados antes de la
celebración de la eucaristía. (Actualmente la palabra misa se refiere al culto católico de
adoración, cuya figura central es la eucaristía).

Los mencionados sostienen que las palabras ““esto es mi cuerpo” y “esto es mi


sangre”, en el sentido más literal posible. Creen que cuando Cristo pronunció estas palabras
transformó el pan y el vino en su propio cuerpo y en su propia sangre, pasándolos así a las
manos de los apóstoles. Desde esta ocasión, se sostiene que los sacerdotes a través de la
sucesión apostólica tienen la facultad de hacer un cambio similar por medio de la oración de
consagración y la repetición de las mismas palabras.
Hay varias consecuencias importantes relacionadas con esta doctrina:
1.- El pan y le vino habiéndose cambiado en el cuerpo y sangre de Cristo son
presentados por el sacerdote a Dios como sacrificio. Auque este sacrificio difiere de los
otros, en el sentido de que es sin derramamiento de sangre, aún así se considera como una
ofrenda propiciatoria genuina para los pecados de los vivos y de los muertos.

2.- Este cuerpo y sangre contienen dentro de ellos la gracia que representan, y por
tanto, confieren ex opere operato, eso es, tienen valor intrínseco en ellos mismos y se
imparte esta gracia a todos por medio de la mera participación en sacramento. No se necesita
ninguna disposición especial de parte del candidato, ni siquiera la fe, puesto que el
sacramento opera inmediatamente sobre todos los que no lo obstruyen por medio del pecado
mortal.

3.- Habiéndose cambiado el pan en el cuerpo de Cristo, toda porción no usada se


guarda sacrosantamente como el “anfitrión reservado”.

4.- En vista de que la divinidad de Cristo fue aunada a su cuerpo, se considera propio
adorar los elementos sobre el altar y además llevarlos de un lugar a otro para que reciban el
homenaje de todos los que se encuentran en la reunión. Esta doctrina no es escritural.

B.- Doctrina Luterana de la consubstanciación

Lutero adoptó la doctrina de la consubstanciación respecto a la presencia de Cristo


en el sacramento. Aun cuando esta protestaba contra la doctrina romana de la
transubstanciación, sintió, no obstante, la necesidad de conservar de manera objetiva el
significado salvador de la ordenanza. Por lo tanto, aceptó las palabras de institución en su
significado literal, pero negó que los elementos fueran cambiados por la consagración.
Sostuvo que el pan y el vino permanecen como tales, pero que en, con y bajo el pan y el
vino, el cuerpo y la sangre de Cristo estaban presentes en los sacramentos para todos los
participantes, y no sólo para los creyentes. Por lo tanto, con el pan y el vino, el cuerpo y la
sangre de Cristo son recibidos literalmente por todos los comulgantes. En vista de que la
presencia de Cristo está sólo en el uso de los elementos, lo que sobra no es más que simple
pan y vino. Es también en el uso que se da la bendición a los que participan de ellos en fe.

C.- Doctrina de ser un rito por Zwinglio

Zwinglio (reformador suizo contemporáneo de Lutero) expresó que la Cena del


Señor es un rito conmemorativo. Objetó a la interpretación literal de las palabras de la
institución, como fueron enseñados por Lutero, sosteniendo en su lugar que cuando Jesús
dijo: “Es mi cuerpo” y “esto es mi sangre”, empleó una figura común de lenguaje en que el
significante es mostrado para enseñar lo que significa. En lugar de que los elementos
representen la presencia real, son más bien señales de la sangre y el cuerpo ausente de Cristo.
Por tanto, la Cena del Señor debe considerarse solamente una conmemoración religiosa de la
muerte de Cristo, con esta adición que es naturalmente adaptada a producir emociones y
reflexiones correctas a fortalecer los propósitos de la voluntad. Este punto de vista escapa a
los errores de las teorías antes mencionadas, pero aun falta en ella la verdad total.

D.- Posición de Calvino

Calvino ubicó su posición mediando entre Lutero y Zwinglio, y es aceptada ahora como
credo en las iglesias reformadas. Calvino renunció tanto a la transubstanciación como a la
consubstanciación. Enseñó que el cuerpo y la sangre no estaban presentes físicamente, sino
espiritualmente en los elementos. Esta doctrina fue expresada en la primera confesión
helvética como sigue: “el pan y el vino son santos, verdadero símbolos a través de los cuales
el Señor presenta y ofrece la verdadera comunión del cuerpo y la sangre de Cristo para la
alimentación y nutrición de la vida eterna y espiritual”.
E.- Doctrina que es sostenida por los metodistas

Ésta puede condensarse según el Dr. Ralson en lo siguiente; en esta ordenanza:

1.- No se efectúa ningún cambio en los elementos; el pan y el vino no son


literalmente el cuerpo y la sangre de Cristo.

2.- El cuerpo y la sangre de Cristo no están literalmente presentes en los elementos,


ni son recibidos por los comulgantes.

3.- Más bien, los elementos son señales o símbolos del cuerpo y de la sangre de
Cristo, sirviendo como conmemoración de sus sufrimientos en la cruz y como ayuda a la fe
del comulgante.

4.- Los elementos también poseen un carácter sacramental, siendo un sello


divinamente señalado del pacto de la redención. Como la sangre del Cordero pascual sirvió
como sello de ese pacto bajo la dispensación antigua debería ser sustituida por la nueva, el
sello del pacto debía también cambiarse; de aquí que en la conclusión de la última pascua
autorizada se instituyera la Cena del Señor como conmemoración perpetua y sello
permanente de la misericordia pactada, y gracia de Dios, hasta que el Salvador apareciera
por segunda vez sin pecado para salvación.

VI.- ADMINISTRACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR

Es conveniente hacer unas observaciones en conexión con la administración de la


Cena del Señor:

A.- Los elementos son el pan y le vino

Aunque ciertos grupos de creyentes usan el pan con la levadura y el vino


fermentado, nuestra reglas especiales declaran que sólo el vino no fermentado y el pan sin
levadura deben usarse en el sacramento de la Cena del Señor.

B.- Las acciones sacramentales también son simbólicas

Éstas son:

1.- La oración de consagración que incluye la acción de gracias a Dios, la


preparación de los corazones de los comulgantes y la consagración de los elementos.

2.- La partición del pan. Esto es significativo por cuanto representa el cuerpo de
nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, no es esencial que el pan sea partido al momento de
ser servido. Es la costumbre general pasarlo ya partido para quienes participan en el servicio.
La copa o el vaso debe pasarse también como emblema derramada.

C.- La Cena del Señor es para todo su pueblo

De aquí que la invitación sea: “Todos vosotros que con verdadero arrepentimiento
habéis abandonado vuestros pecados y habéis creído en Cristo para salvación, acercaos y
tomad de estos emblemas y, por fe, participad de la vida de Jesucristo para la consolación y
gozo de vuestras almas. Acordémonos de que es la conmemoración de la pasión y muerte de
nuestro Señor, lo cual también es señal de su segunda venida. No nos olvidemos de que
somos una cosa en una misma mesa con el Señor” (Manual, párrafo 802).
D.- La Cena del Señor debe observarse con fidelidad y
regularidad hasta que Él venga

Es tanto un privilegio como un deber que los cristianos participen de esta ordenanza.
“Si es verdad que hay alguna condenación peculiar para los que participan de ella
indignamente, entonces, hay una bendición peculiar para quienes participan de ella
dignamente, y por tanto, viene a ser el deber de todo ministro explicar la obligación y
demostrar las ventajas de este sacramento, ya hacer cumplir sinceramente su observancia
regular a los que dan evidencia satisfactoria de arrepentimiento hacia Dios y fe en nuestro
Señor Jesucristo.

VII.- CONSIDERACIÓN DE 1 CORINTIOS 11: 17 – 34

A.- Excesos que ocurrían en las reuniones de los Corintios


(Vs. 17 – 22)

Los Corintios practicaban un desorden tal que no observaban las normas básicas de
urbanidad. Éstos celebraban de manera indigna la Cena del Señor de manera que pecaban
contra el cuerpo y la sangre del Señor. De modo que sus reuniones hacían más mal que bien.

Pablo a la luz de las discordias en la iglesia, alega que no es apropiado que los
Corintios participen en la comunión, porque sus acciones carentes de amor y su conducta
indecente hacen imposible una celebración verdadera. Los Corintios ya no honran al Señor
cuando se reúnen para comer o para la Santa Comunión, porque hacían distinciones entres
los ricos quienes consumían la comida seleccionada de sus propias despensas dejando las
sobras para los pobres; no tenían la paciencia para esperar que todos hubieran llegado, sino
que empezaban a comer antes que llegaran los jornaleros y los esclavos. Conjeturamos que
cuando por fin llegaban algunos de los pobres que no pudieron llegar más temprano,
encontraron que ya se habían comido todo. Pablo los describe como los que se quedaban de
hambre. Por contraste los pudientes comían hasta hartarse y quedarse borrachos.

Lucas nos dice que después del Pentecostés, la iglesia primitiva se reunía en sus
hogares para compartir alimentos en comidas comunitarias (Hch. 2: 46). La práctica de
compartir alimentos entre creyentes llegó a ser la marca de la iglesia cristiana. Los corintios
se reunían para comer juntos y para participar de los elementos de la Cena del Señor (Hch.
20: 7, 11). En estas reuniones los creyentes se demostraban unos a otros el amor de Cristo en
palabra y obra. No obstante, rápidamente se hizo común discriminar a los pobres (Jd. 12; 2 P.
2: 13).

Pablo finalmente confronta a los prósperos propietarios y les dice que coman y
beban en casa. Les da entender que ni siquiera deberían asistir a las fiestas de amor, si
carecen de amor y consideración por los pobres.

B.- Institución y fórmula de la Santa Cena (Vs. 23 – 26).

Pablo les enseñó a los corintios el significado y la manera correcta de celebrar la


Cena del Señor. Deben entender que cuando comen el pan y beben de la copa del Señor, en
esos momentos son invitados a su mesa. Si los cristianos participan sin amar a los demás
miembros de la iglesia, deshonran al Señor mismo.

Cerca del final de la celebración de la Pascua; Jesús instituyó la Cena del Señor
tomando pan, lo cual era una referencia a su propio cuerpo que dentro de poco sería
entregado al sufrimiento y muerte. “Y dijo: . . . Haced esto en memoria de mí”. Por lo tanto
son palabras divinas que deben honrarse, obedecerse y trasmitirse.
Pablo afirma que al comer el pan y beber de la copa, proclamamos la muerte del
Señor (Vs. 26). Jesús mandó que lo hiciéramos repetidamente para que recordemos su
muerte. Pero la comunión significa mucho más que recordar la muerte de Cristo. También
recordamos su obra retentiva, su resurrección, su ascensión, su promesa de que siempre
estará con su pueblo y su segunda venida.

C.- El prepararse para comer el pan y beber de la copa


dignamente (Vs. 27 – 34)

Vs. 27.-El pan y la copa pertenecen al Señor. Así que cualquiera que participa de
estos elementos sin observar la santidad del Señor, peca contra Él. Los comulgantes al
acercarse sin arrepentirse de sus pecados, sin examinarse a sí mismos; que los corintios
adinerados desprecian a los pobres; que los comulgantes no agradecen al Señor; así el
sacramento se convierte en una fiesta frívola.

Es cierto que algunos cristianos demostraban falta de amor, mientras que otros no
distinguían entre una fiesta de amor y Santa Cena. Ambos grupos se equivocaban, y Pablo
los confronta. Pero el texto también tiene un mensaje para la iglesia universal. Los cristianos
jamás deberían considerar la Cena del Señor como un simple rito. Más bien los creyentes
sinceros deberían llegar a la Comunión con expectativas. Los cristianos deben confesar que
por su pecado son indignos, pero por Cristo son dignos.

Si comulgamos indignamente de los elementos de la Santa Cena, estamos


cometiendo un sacrilegio. El que profana el pan y la copa está ofendiendo al Señor mismo. A
propósito no han elegido proclamar la muerte de Cristo, sino que oponerse al Señor y tomar
parte con quienes lo mataron. Esta gente se hacía culpable del cuerpo y de la sangre del
Señor, porque avergonzaban abiertamente al Hijo de Dios y lo trataban con insolencia (Hch.
7: 52; He. 6: 6; 10: 29).

Vs. 28.- Los cristianos no deben participar de la Cena del Señor con el corazón
lleno de desprecio o frivolidad; deben examinarse en forma regular. Después del debido
autoexamen deben acercarse a la mesa del Señor con amor genuino tanto para el Señor como
para el prójimo. Deben acercarse a la mesa de la comunión con sus corazones en sintonía con
Dios y las Escrituras (2 Co. 13: 56). Esa mesa simboliza la santidad de Dios y su presencia
sagrada. Habiendo buscado y obtenido el perdón de sus pecados, el pueblo de Dios puede
entrar en la esfera de la santidad de Dios. En suma, la mesa del Señor no tolera ni la
incredulidad ni la desobediencia. La comunión es para los que expresan verdadera fe en
Jesucristo y proclaman su muerte esperando su regreso.

Vs. 29.- Cualquiera que come y bebe sin tal introspección es juzgado por Dios y
su juicio cae sobre aquellos que no se autoexaminan.

Vs. 30 – 32.- Pablo alude con valentía a las tristes consecuencias de los abusos:
“muchos entre vosotros están débiles y enfermos y muchos han muerto”. El veredicto vino a
causa de la forma impropia en que celebraban la Cena del Señor. Aquí vuelve a mencionarles
que deben examinarse a sí mismos.

Vs. 33, 34.- El participar del pan y de la copa en la Comunión no tiene como fin
el satisfacer el hambre físico , sino el deseo espiritual de tener comunión con Cristo y su
pueblo.

VIII.- NUESTRA DECLARACIÓN DE FE


“Creemos que la Cena Conmemorativa y de Comunión instituida por nuestro Señor
y Salvador Jesucristo, es esencialmente un sacramento del Nuevo Testamento, que declara su
muerte expiatoria, por cuyos méritos los creyentes tienen vida y salvación, y la promesa de
todas las bendiciones espirituales en Cristo. Es distintivamente para aquellos que están
preparados para apreciar con reverencia su significado, y por ella anuncian la muerte del
Señor hasta que Él venga otra vez. Siendo la fiesta de Comunión, sólo aquellos que tienen fe
en Cristo y amor para los santos, deben ser llamados a participar en ella”,

Éxodo 12: 1 – 14; Mateo 26: 26 – 29; Marcos 14: 22 – 25; Lucas 22: 17 – 20;
Juan 6: 28 – 58; 1 Corintios 10: 14 – 21; 11: 23 – 32.

CONCLUSIÓN

En el presente hemos estudiado el segundo sacramento de la iglesia cristiana


instituido por el mismo Señor Jesucristo en ocasión de la última cena con sus discípulos,
antes de ser apresado y juzgado; éste fue perpetuado por los apóstoles, y lo ha practicado la
iglesia cristiana hasta nuestros días, y es la comunión más íntima y sincera de los creyentes
en todo el mundo. Tiene una vital importancia para todos los seguidor del Maestro de
maestros por las implicancias que encierra su naturaleza e institución.
Estudio Bíblico IN – HB – Agosto 2 005
LA PASCUA

La Pascua es la fiesta religiosa más antigua en celebración continua. Manifiesta la


redención con sangre. Dios libró a su pueblo de Egipto con sangre y poder. Esta fue la gracia
de Dios que les fue descrita de esta manera: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y
cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí”. (Éx. 19: 4), Dios quería revelarle a
su pueblo que Él tenía el poder para librarlos.

La Pascua era una fiesta nacional en Israel a la que todo varón judío, de doce años de
edad en adelante, debía asistir a Jerusalén, ésta se celebraba para conmemorar la liberación
del pueblo de Israel de la esclavitud egipcia. Comienza el día 15 de Nisán, por marzo-abril, y
se celebra durante siete días, de los cuales el primero y el último son días de reposo, y en los
que está prohibido el trabajo cotidiano (Éx.12:16). En la diáspora, la celebración se extiende
a ocho días, de los cuales son feriados los primeros dos y los últimos dos días. También es
día de descanso se sobreentiende el día sábado que caiga en la semana de Pésaj.

Así como cambiaron las circunstancias físicas y religiosas de Israel, también fueron
transformándose los ritos específicos por medio de los cuales celebró la Pascua. Después de
la entrada en Canaán, es probable que haya sido una celebración hogareña, como en Egipto.
Más tarde con la construcción del templo, la pascua se convirtió en una fiesta de
peregrinación, culminando con la inmolación del cordero en el templo (ver Dt. 16). Ya en
tiempos neotestamentarios la comida comunitaria se tomaba en privado. Después de la
destrucción del templo en el 70 d. C. , cuando se acabaron los sacrificios, la Pascua volvió a
ser una festividad hogareña. Pero a pesar de las modificaciones en el ritual, la Pascua
siempre ha sido una celebración familiar, comunitaria, en conmemoración de la esclavitud de
Egipto efectuada por Dios a favor de su pueblo.

Éxodo 12, es el punto natural para comenzar el estudio; se refiere al acontecimiento


histórico original de la liberación de Israel de la esclavitud egipcia y a la posterior
conmemoración institucional periódica de dicho acontecimiento (Éx. 12 : 14, 24 - 28; Nm. 9:
1 – 5). Éxodo 12 y Números 9 nos sugieren las siguientes consideraciones principales:

1.- Definición.- En nombre “pascua” viene del hebreo pesakh, “pasar por alto”,
“pasar sobre” o “preservar”, en el sentido de “perdonar”, “excusar” (Éx. 12: 13, 27, etc.).
Éxodo 12: 23 relata como el ángel de destrucción pasó por alto las casas de Israel cuando la
última plaga quitó la vida a todos los primogénitos egipcios. En la Biblia la celebración de la
pascua es llamada la fiesta de los panes sin levadura (Éx. 12: 17; Dt. 16: 16).

2.- Abib.- Luego llamado Nisán, el mes en que maduran las espigas y el de la
primera pascua, se estableció, en consecuencia, como el primer mes del año judío (Éx. 12: 1;
Dt. 16: 1; cf. Lv. 23: 5; Nm. 9: 1 – 5; 28: 16).

3.- La pascua se refiere al cordero pascual, el sacrificio ofrecido en la víspera de la


celebración (14 de Nisán). La naturaleza de esta celebración se describe en detalle en el
capítulo mencionando. En el tiempo de luna llena en el primer mes de la primavera, cada
familia mataba un cordero a la puesta del sol (el “cordero” podía ser un cabrito, vs. 5. Luego
a medianoche, la familia comía rápidamente en posición reclinada (Éx. 12: 11) el cordero
asado, con pan sin levadura y hierbas amargas (Éx. 12: 9). Además, tan pronto como
mataban al animal, tomaban un manojo de hisopo, lo mojaban en la sangre del sacrificio y
rociaban unas gotas en los postes de la puerta de su casa.

El cordero se comía en conmemoración de lo que se les había mandado hacer a sus


antepasados la noche en que el Señor hirió a los primogénitos de Egipto, y liberó a su pueblo
(Véase Éx. 12 y 13)). El pan sin levadura era un recordatorio de los primeros días del viaje
en que comieron este pan de prisa. Era, también, un símbolo de pureza. Las hierbas amargas
se comían como un recuerdo de la amarga esclavitud en Egipto.

Cuando los israelitas salieron de Egipto, llevaron la masa sin leudar (Éx. 12: 34) y, al
llegar a Sucot, la usaron para hacer tortas. Toda esta secuencia debía conmemorarse con la
fiesta de los panes sin levadura, descrita en los vs. 15 – 20 de Éx. 12, que representaba la
celeridad con que salieron de Egipto.

4.- La fiesta de la pascua comenzaba el 15 de Nisán (marzo – abril), el primer mes


del año religioso judío. La fiesta duraba siete días (Éx. 12: 18) y era celebrada, además como
una fiesta agrícola o día de acción de gracias. Señalaba el principio de la cosecha de cebada
en Palestina. En armonía con Lv. 23: 9 – 12, una gavilla de cebada (homer) era presentada
como ofrenda mecida a Jehová.

5.- La frase “entre las dos tardes” en Éx. 12: 6 (tam. Éx. 16: 12; Lv. 23: 5; Nm. 9: 3,
5, 11) se refiere a las 3 de la tarde y la puesta del sol; tiempo en el que se mataba los
innumerables corderos.

6.- Éx. 12: 43 – 49 excluye a los gentiles de la participación en la pascua, pero no a


los prosélitos, naturalmente de los que se esperaba que cumpliesen plenamente; incluso se
les obligaba hacerlo.

7.- Los israelitas que estaban inmundos lo podían celebrar en el segundo mes a
los 14 días (Nm. 9: 6 – 12). Esta segunda pascua (pesaj sheni) se instituye para
beneficio de los que estaban impuros en el momento de la celebración de la primera o
estaban de viaje.

8.- Si algún israelita limpio deja de celebrar la fiesta sin estar de viaje, será
eliminando (cortado de entre el pueblo), por no ofrecer a su tiempo la ofrenda de Jehová. El
tal llevará su pecado (Nm. 9: 13).

9.- El 10 del mes de Abib se seleccionará el cordero o el cabrito, uno por familia, de
un año y sin defecto (Éx. 12: 3 – 5).

La última cena que Jesús celebró con sus discípulos en el aposento alto
indudablemente se basó en el modelo de la cena de la Pascua, es decir en la Pascua misma. A
partir de este acontecimiento, la Pascua se transformó dentro de la creencia cristiana en la
Cena del Señor, con un fuerte énfasis en la conmemoración de la persona y la muerte de
Jesús, el Mesías, en quien todo aquello que la Pascua y el antiguo pacto anticiparon alcanza
cumplimiento pleno.

Resumen de los 15 pasos del Seder (Pascua)

1.- Kadesh.- (Santificación sobre el vino, o de la primera copa). El jefe de familia


consagra la noche mediante el kiddush, con una triple bendición sobre el vino, "Boré pri
haguéfen" (que creaste el fruto de la vid), "mekadesh Israel vehazmanim" (que consagras a
Israel y a sus efemérides) y la bendición de Shehejeyanu (que nos hiciste llegar a este
momento). Antes de beber el vino se reclina sobre el lado izquierdo. (Se permanece
recostados en distintas partes del Seder, indicando el sentimiento de libertad, como
acostumbraban en la antigüedad las personas libres).
2.- Urjatz.- Los miembros de la familia efectúan la primera ablución de manos de la
noche sin bendición. Se trae a la mesa un jarro con agua para que el conductor del Seder
efectúe la ablución sin moverse del lugar, tal cual lo hacían los reyes antaño.

3.- Karpás.- Se come el Karpás remojado en agua salada. El Karpás nos introduce el
sabor del éxodo. El agua salada nos recuerda las lágrimas de los esclavos. Se ingieren las
verduras inmersas en agua con sal, bendiciéndose "Boré pri haadamá".

4.- Yajatz.- Se parte la matzá (pan) del medio. El trozo más grande se esconde
(«aficomán») para que los niños lo busquen.

5.- Maguid.- Es la lectura de la mayor parte de la Hagadá o "Relato", que


incluye casi todas las canciones tradicionales de esta festividad. El texto trata del
éxodo de los judíos de Egipto. El Maguid termina con la bendición de la segunda
copa. En esta sección se relata la epopeya de la salida de nuestros ancestros de la
esclavitud a la libertad, contestando así la pregunta de los hijos "¿Ma nishtaná halaila
hazé micol haleilot?" (¿Qué ha cambiado en esta noche con respecto a todas las
demás noches?). En el marco del relato se incluyen distintos textos como "esclavos
fuimos de Faraón en Egipto" (Avadim Haínu) y la bendición "Redentor de Israel".

6.- Rojtzá.- Lavado de manos haciendo Netilat ladaim. Se procede a una nueva
ablución de manos y se bendice "Al Netilat Iadaim" ("Que nos ordenaste la ablución de
manos") procediéndose inmediatamente a comer la matsá.

7.- Motzí.- Bendiciones agradeciendo por el pan (matzá). Se comienza el banquete


ingiriendo matzá. Antes de la ingestión se recitan dos bendiciones: 1. Bendito eres Tú H',
nuestro Señor, Rey del universo, que extraes pan de la tierra - "Baruj atá H' E'lokenu melej
haolam hamotzí lejem min haaretz". 2.Bendito eres Tú H', nuestro Señor, Rey del universo,
que nos consagraste con tus preceptos y nos ordenaste la ingestión del pan ácimo -"Baruj atá
H' E'lokenu melej haolam asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu al ajilat matzá".

8.- Matza.- Bendecimos agradeciendo por la mitzvá de comer matzá.

9.- Maror.- Comemos maror (hierba amarga) mojado en jaroset. Procedemos a


ingerir no menos de veinticinco gramos de hierbas amargas, no sin antes bendecir: "Bendito
eres Tú H', nuestro Señor, rey del universo, que nos consagraste con tus preceptos y nos
ordenaste la ingestión de hierbas amargas" - "Baruj atá H' E'lokenu melej haolam asher
kidshanu bemitzvotav vetzivanu al ajilat maror".

10.- Korej.- Comemos un «sandwich» de matzá con maror. Tomamos de la jazeret


(lechuga), la untamos entre dos trozos de matzá y pronunciamos un texto en recuerdo del
templo y de las costumbres de Hillel, comiendo no menos de veinticinco gramos de este
emparedado que este sabio acostumbraba a preparar.

11.- Shulján Orej.- Comemos la exquisita comida tradicional del Séder. Se trata del
banquete festivo en sí, para el cual debemos esmerarnos a los efectos de que sea lo más
sabroso y variado posible tanto en carnes, pescados como demás delicias. Las comunidades
sefardíes acostumbran a incluir en su banquete leguminosas tales como arroz, maníes,
semillas de girasol, etc. Por su parte, las comunidades ashquenazíes prohibieron el uso de
leguminosas ya que en muchos casos su harina luce similar a la de los cereales, buscando así
evitar confusiones.
12.- Tzafún.- Los niños entregan el aficomán encontrado. Al concluir el banquete se
toma el afikomán que fue escondido durante la noche del Seder y se come de él antes del
Birkat Hamazón (la bendición final de gracias por la comida).

13.- Barej.- Hacemos Birkat Hamazón, agradeciendo por el alimento recibido.


Tomamos luego la tercera copa. Se recita la bendición de agradecimiento por los alimentos,
Bircat Hamazón, la cual incluye "yaalé veiavó", que se agrega a la bendición todos los días
de Pesaj.

14.- Halel.- Salmos y canciones. Finalmente levantamos la cuarta copa. Luego del
Bircat Hamazón, y después de beberse la tercera copa de vino, se pronuncia un capítulo de
alabanzas por los milagros y las maravillas que acompañaron la salida de Egipto. En esta
parte de la Hagadá terminamos el Halel, dos de cuyos capítulos fueron recitados
anteriormente durante el banquete. Luego de la bendición final del Halel ("Bendito eres Tú
H' ,Rey ensalzado en alabanzas" -"Baruj atá H' melej mehulal batishbajot")se procede a
beber la cuarta y última copa de vino de la noche, recitándose inmediatamente la bendición
final correspondiente.

15.-Nirtzá.- Este es el último paso del Séder, donde declaramos que hemos
cumplido con la obligación de celebrar el Séder y nos proponemos realizarlo el próximo año
en Jerusalem. Este es el capítulo final de la Hagadá, en el cual se expresa el deseo de que
todo lo realizado durante la noche haya sido del agrado del Todopoderoso: Finalizamos con
la declaración conjunta: Leshaná habaá birushalaim habenuiá (El próximo año en Jerusalén
reconstruida). Una vez terminado el Seder, las distintas comunidades recitan distintos
poemas alusivos a la festividad tales como "jad gadiá"," ki lo naé, ki lo iaé", etc. Estos
agregados son obra de grandes y renombrados compositores como Yanai, Rabí Eliezer de
Kalir y otros.

Diferentes nombres de la Festividad de Pesaj

1.- Fiesta de la Libertad.- Se debe a que en esta festividad salieron nuestros


ancestros de la esclavitud a la redención y de la opresión a la libertad. Pesaj es
denominada el Tiempo de Nuestra Libertad, Zman Jerutenu.

2.- Fiesta de los Panes Ácimos.- Recibe este nombre a causa de la


prohibición de ingestión de levadura (jametz) durante los siete días de la festividad y
la obligación de ingestión de pan ácimo la primera noche como recordación de la
prisa que caracterizó la salida de nuestros ancestros de la tierra de Egipto.

3.- Pesaj.- Este es también el nombre del sacrificio que debía sacrificar cada
familia de Israel el día catorce del mes de nisán. El vocablo Pesaj proviene del
milagro que aconteció cuando Dios mató a los primogénitos egipcios quedando los
primogénitos de Israel a salvo, al saltear (pesaj) los hogares israelitas.

Vale la pena aclarar que en la Torá aparece el nombre de Jag Hamatzot -


Fiesta de los panes ácimos - mientras que nuestros sabios le dieron el nombre de
Pesaj, el que se popularizó rápidamente.

La regla del cuatro en la Hagada y en la fiesta de Pesaj

En la Hagadá de Pesaj y en los comentarios de jaza"l, acerca de la festividad, se


repiten motivos referidos al número cuatro, en muchas oportunidades y en contextos
diferentes. Esta cifra marca una línea, a través de la cual aparecen temas, ideas, dichos e
interpretaciones de versículos.
Las cuatro copas

Las copas de vino para todos - a los niños se les suele


dar zumo de uvas - de las cuales se beberá,
sucesivamente, cuatro veces a lo largo de la noche.
Estas cuatro copas celebran la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto, que
está definida en la Biblia con cuatro verbos diferentes, cuando Dios la promete a los
israelitas: "Os sacaré de los sufrimientos de Egipto, os salvaré de su esclavitud, os redimiré
con brazo extendido... y os tomaré para Mí como pueblo" (Shemot - Exodo 6.6 - 7).

Los cuatro hijos

Los cuatro hijos de la Hagadá representan de alguna manera cuatro tipos de


personalidades que encontramos entre los humanos: Sabio, Malvado, Inocente, e
Indiferente que ni sabe preguntar. El sabio se preocupa por las normas de la festividad
para entenderlas; el malvado se aparta de la colectividad y desprecia la normatividad; el
inocente va en busca de conocimientos generales; y hacia aquél que no sabe preguntar,
tenemos la obligación de explicarle y darle a entender.

Los cuatro nombres de la festividad

De las muchas denominaciones de Pesaj, cuatro son las más famosas:

1.- Jag HaPesaj - La fiesta de Pesaj, 2.- Jag HaMatzot - La fiesta de los ázimos,
3.- Jag HaJerut - La fiesta de la libertad, 4.- Jag HaAviv - La fiesta de la primavera

Los cuatro principios

La tradición adjudica el mérito de la redención al guardado de cuatro preceptos:

1.- No cambiaron su nombre, 2.- No variaron su lengua, 3.- No revelaron sus


secretos, 4.-No anularon la circuncisión

Esa misma tradición recalca que la supervivencia del pueblo de Israel en toda la
historia de la civilización humana se debe a que fueron colectivamente fieles a esos
principios.

Las cuatro estaciones

El Midrash Rabbá nos presenta otro relato popular, según el cual Rabbí Akiva
enseñó que Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto en el mes apropiado.

1.- No los sacó en Tamuz - por los calores, 2.- No los sacó en Tevet - por el frío,
3.- No los sacó en Tishré - por las lluvias, 4.- Los sacó en Nisán - porque durante la
primavera es más fácil emprender un camino tan difícil.

Los cuatro alimentos de la fuente de pesaj

1.- Hortalizas, 2.- Hierbas amargas, 3.- Matzá, 4.- Emparedado de matzá y maror

Ideas básicas sobre la festividad de Pesaj


1. Pesaj celebra el nacimiento del pueblo de Israel. Su independencia y el
renacimiento de la libertad. Los judíos fueron redimidos de Egipto, liberados de la casa
de la servidumbre.

2. Pesaj es una fiesta nacional "a vosotros tomó Dios y os sacó del horno de Egipto,
para que fueseis el pueblo de su heredad, como lo sois hoy".

3. La ofrenda de Pesaj era individual y comunitaria y se comía en grupo. "No debe


haber una persona en soledad en la noche del seder, “todo necesitado que venga y festeje
Pesaj”. La matzá simboliza la esclavitud y la libertad. No había tiempo para hornear pan
común. Era pan de aflicción.

4. Sólo se finaliza la lectura del Hallel {alabanza} en la primera jornada (en la golá en
las dos primeras noches), ya que "no se festeja la caída de los enemigos".

5. Los siete días de la festividad se equiparan a los de la Creación (Midrash Shemot


Rabbá, parashat Bó).

6. Pesaj es la fiesta de la primavera. Es la fiesta de la Creación: la naturaleza y el


hombre renacen. "Aparecen las flores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado..."
(Shir HaShirim 2:12).

7. Los judíos fueron esclavos. Durante ese tiempo se aprendió que es vergonzoso
esclavizar a otros. No fue un aprendizaje teórico sino producto de la dolorosa
experimentación. Las normas bíblicas se extienden a la obligación de proteger al extranjero.
[Ver también Vaikrá 19:31, con respecto al concepto de Justicia].

8. El seder permite experimentar anualmente el proceso liberador. Es fundamental,


también en nuestros días, prepararse para la lucha por la libertad de todo tipo de opresiones.

9. La quinta promesa dada al pueblo es: "Os llevaré a la patria". La redención de la


humanidad será posible cuando el pueblo judío sea "llevado a su tierra".

10. Ha lajma aniá, nos debe recordar que todavía hay pobreza en el mundo y muchas
veces junto a nosotros. "Que todos aquellos que lo necesiten vengan a celebrarlo con
nosotros".

Glosario
1.- Pesaj .- En las escrituras, es el nombre del sacrificio que los hijos de Israel
debieron elevar a su salida de la esclavitud de Egipto. Se festeja del 15 al 21 de Nisán
[en la diáspora hasta el 22]. Es la primera de las tres festividades de Peregrinación. [Ver
Jag HaMatzot].
2.-Pesaj Sheni.- El segundo Pesaj que se recuerda un mes después del primero y
que fuese instituido para posibilitar la celebración a quienes estaban inhabilitados
ritualmente en la fecha correspondiente. En nuestros días se recuerda comiendo un
trozo de matzá y absteniéndose de recitar el Tajanún en las plegarias.
3.- Seder .- “Orden” del ritual familiar de la primera noche de Pesaj [en el exilio
también en la segunda]. En el Seder se cumple con el precepto de enseñar a los hijos el
significado del Éxodo [Shemot 13:8].
En el Seder se come matzá ; se relata la Hagadá; se comen hierbas amargas
('maror'); se toman cuatro copas de vino.
El orden es:
*Kadesh: santificación sobre el vino;
*Rejatz: ablución de las manos;
*Carpás: consumo de verduras sumergidas en agua salada;
*Yajatz: división de la matzá intermedia para el aficomán;
*Maguid: relato de la historia, las cuatro preguntas y la narración;
*Rajatz: lavado ritual anterior a la comida;
*Motzí-Matzá : bendiciones sobre la matzá que es el pan de Pesaj;
*Maror: hierba amarga sumergida en jaroset;
*Corej: emparedado de maror;
*Shulján-Orej: 'mesa preparada' con la cena festiva;
*Tzafún: comida del aficomán;
*Barej: bendición de agradecimiento posterior a la comida;
*Halel: Salmos de alabanza;
*Nirtzá: Aceptación que marca el final del Seder.

La última Pascua de Jesús y la Institución de la Cena del Señor

La última semana antes de la crucifixión de Jesús cumplió lo siguiente:

Sábado: Es ungido por María en Betania (Mt. 26: 6 – 13; Mr. 14: 3 – 9; Jn. 12: 1 –
11).

Domingo: La entrada triunfal (Mt. 21: 1 – 11; Mr. 11: 1 – 11; Lc. 19: 28 – 40; Jn. 12:
12 – 19).

Lunes: Segunda limpieza del templo y maldición de la higuera estéril (Mt. 21: 12 –
22; Mr. 11: 15 – 19; Lc. 19: 45 – 48).

Martes: 1.- Confrontación con los fariseos; a.- Sobre su autoridad (Mt. 21: 23 – 27;
Mr. 11: 27 – 33; Lc. 20: 1 – 8) b.- Sobre el pago del tributo (Mt. 22: 15 – 22; Mr. 12: 13 – 17;
Lc. 20: 20 – 26) c.- Sobre la resurrección (Mt. 22: 23 – 33; Mr. 12: 18 – 27; Lc. 20: 27 – 40)
d.- Sobre el mandamiento más importante (Mt. 22: 34 – 40; Mr. 12: 28 – 34) 2.- Denuncia de
los fariseos (Mt. 23; Mr. 12: 38 – 40; Lc. 11: 37 – 54; 20: 45 – 47) 3.- Solicitud de unos
griegos (Jn. 12: 20 – 50) 4.- Discurso del Monte de los Olivos (Mt. 24 – 25; Mr. 13: 5 – 37).
Tal vez fuera en la noche del martes, cuando Judas se presentó ante el concilio del Sanedrín,
e hizo el contrato de vender a Jesús por treinta piezas de plata. Esta gratificación equivalía a
menos de lo que hoy en día son veinte dólares. Era el precio de un esclavo en los días de
Jesús.

Miércoles: Día de silencio, pasó descansando en Betania.

Jueves: Preparación de la Pascua (Mt. 26: 17 – 29; Mr. 14: 12 – 16; Lc. 22. 7 – 23;
Jn. 13: 21 – 30; 1 Co. 11: 23 – 26). Los eventos del aposento alto (Mt. 26: 20 – 35; Jn. 13 –
14). Camino a Getsemaní (Jn. 15 – 16). La oración sacerdotal (Jn. 17). En Getsemaní (Mt.
26: 36 – 46; Mr. 14: 32 – 42; Lc. 22: 39 – 46). Arresto (Mt. 26: 47 – 56; Mr. 14: 43 – 50; Lc.
22: 47 – 53; Jn. 18: 2 – 11). Curación de Malco (Mt. 26: 51; Lc. 22: 50 – 51).

Viernes: Juicios injustos y crucifixión (Mt. 27; Mr. 15; Lc. 23; Jn. 18: 28).
Lc. 22: 1:Una suposición razonable es que Jesús fue crucificado el año 30 d. C.,
cuando el décimo cuarto día de Nisán cayó en día jueves y el quince en viernes. En Israel la
primera aparición de la luna nueva marcaba el principio del nuevo mes. Se señalaba con
toques de trompetas, sacrificios, celebraciones, suspensión de los trabajos ordinarios y la
presentación de ofrendas encendidas (Nm. 10: 10; 28: 11 – 14; Sal. 81: 3 – 5; Am. 8: 5, 6).
Los días importantes del mes son por ejemplo, el día 10 de Nisán, cuando se seleccionaba el
cordero pascual, macho sin defecto, la muerte del cordero era el día 14 entre las tres y las
seis de la tarde.

No hay buenas razones para creer que Jesús y sus discípulos comieran la Pascua
antes o después del día señalado. El 14 de Nisán era el día en que el cordero debía ser
sacrificado (Lc. 22: 7). También es claro que inmediatamente después de comer el cordero y
de la institución de lo que se ha llegado a conocer como “la Cena del Señor”, Jesús y sus
discípulos (salvo Judas, que había salido antes para seguir su propio destino, Jn. 13: 30)
fueron a Getsemaní (Mr. 14: 32; Lc. 22: 39; Jn. 18: 1). Aquí, durante lo que podríamos
llamar la noche del jueves al viernes, Jesús fue tomado preso. Temprano en la mañana del
viernes el Sanedrín “celebró consejo contra Jesús para darle muerte” (Mt. 21: 1; Lc. 22: 66 –
71). La misma mañana fue llevado a Pilato, y fue crucificado el mismo día (Mr. 15: 1, 25;
Lc. 23: 1, 33). Jesús fue sepultado antes de oscurecer el día viernes (ese fue el “primer día”
que estuvo sepultado, pues los judíos calculaban los días desde la hora en que caía el sol
hasta la misma hora del día siguiente). Su cuerpo permaneció en el sepulcro desde el
atardecer del viernes hasta el alba del domingo (“tercer día”). Es claro entonces que Jesús
fue crucificado el viernes, el día anterior al día de reposo (Mr. 15: 42, 43; Lc. 23: 46, 54; Jn.
19: 14,30, 42). Fue temprano en la mañana del día siguiente del día de reposo, por lo tanto el
domingo, el primer día de la semana, que algunas mujeres fueron al sepulcro y oyeron la
asombrosa noticia: “Ha resucitado” (Mt. 28: 1, 6; Mr. 16: 2; Lc. 24: 1, 6; Jn. 20: 1).

Lc. 22: 13ss.

El relato de Lucas, no sigue un orden estrictamente cronológico, ciertamente sigue


en manera ordenada. Los vs. 14 – 38 se pueden dividir como sigue:

1.- Jesús habla a los doce, informándoles que es su última Pascua “hasta que sea
cumplida en el Reino de Dios” vs. 14 – 16.
2.- Jesús participa de de la Pascua con sus discípulos (vs. 17 – 18).
3.- En relación con la conclusión de la cena de pascual, Jesús instituye la Cena del
Señor (vs. 19, 20).
4.- Habiendo indicado brevemente lo que Jesús hizo por sus discípulos y (por medio
de la Institución de la Cena del Señor) por la iglesia en general durante aquella noche, Lucas
ahora muestra como ellos por su parte reaccionan a Jesús y sus enseñanzas. Muestra esto en
relación con Judas (vs. 21 . 23), los Doce (vs. 24 – 30), Simón (vs. 31 – 34), y nuevamente
del pequeño grupo como un todo (vs. 35 – 38). Y en cada caso, no son ellos – Judas, etc. Que
tienen el control de la situación. El Señor es quien tiene el control. ¡Su palabra final!

La institución de la Cena del Señor se da en relación con la tercera copa


probablemente. Aquí la Pascua pasa a ser la cena del Señor. Fue hacia el final de la cena
pascual, mientras todos los hombres estaban comiendo libremente que Jesús instituyó el
nuevo sacramento que iba a sustituir al antiguo. Esto también explica por qué tanto Lucas
(vs. 20) como Pablo (1 Co. 11: 25) hablan de la “copa después de haber cenado”.

Vs. 19, 20.- Unas poca horas más y el antiguo símbolo, sangriento – porque exigía la
inmolación de un cordero – habrá servido para siempre su propósito, habiendo alcanzado su
cumplimiento en la sangre derramada en el Calvario. Así, pues era tiempo que un símbolo
nuevo e incruento reemplazase al antiguo. Sin embargo, al vincular históricamente en forma
tan íntima la Pascua y la Cena del Señor, Jesús también dejó claro que lo que era esencial en
la primera no se perdió en la segunda. Ambas indican hacia Él, el único y todo suficiente
sacrificio para los pecados de su pueblo. La Pascua señalaba hacia delante al mismo, la Cena
hacia atrás.

Jesús después de haber tomado el pan símbolo de su cuerpo y el vino símbolo de su


sangre, dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Era el deseo de nuestro Señor que por medio
de la cena aquí instituida la iglesia conmemorara su sacrificio y le amara, reflexionara sobre
su sacrificio y le abrazara con fe, mirando hacia delante en viva esperanza de su gloria
venidera.

Vs. 21.- Los siguientes hechos confirman que lo que se relata aquí muy
probablemente ocurrió antes de la institución de la Cena del Señor:

1.- En los sinópticos que siguen más de cerca el orden cronológico, Mateo y Marcos,
la institución de la Cena del Señor sigue después del anuncio acerca del traidor. Mt. 26: 26 –
29 y 26: 20 – 25 y Mr. 14: 22 – 25 con 14: 17 – 21.

2.- En el relato paralelo de Juan acerca de la denuncia del traidor, Judas deja el
aposento alto inmediatamente que Jesús le dijo: “Lo que vas hacer, hazlo pronto” (Jn. 13: 21
– 30).

Piense en esto: “La mano del hombre que me traiciona está conmigo en la mesa”, o
como lo dice Marcos: “Solemnemente os declaro, uno de vosotros me traicionará – uno que
está conmigo” (14: 18), y aun más aguda y drásticamente: “es uno de los doce, el que mete
(la mano) en el plato conmigo” (vs. 20).

Mt. 26: 33; Mr. 14: 20; Lc. 22: 21; Jn. 13: 26.- ¿Quién sería el traidor?

Jn. 13: 26 – 30.- Parecería que incluso antes de que Juan hubiera hecho la pregunta.
Jesús había cortado un trozo de pan de azimo de uno de los bollos achatados que estaban en
la mesa. Sosteniéndole en la mano, le susurra a sus discípulo amado que el traidor es aquel a
quien él va a darle este bocado después de haberlo mojado. Así, pues, después de sumergirlo
en un recipiente lleno de hierbas amargas, vinagre y sal, o en uno que contenía una salsa
hecha de puré de fruta (probablemente dátiles, higos y uvas, que representaban los frutos del
país), agua y vinagre – ambos (hierbas amargas y puré de frutas) quizá por ese entonces ya
se habían mezclado en un solo recipiente, como se solía hacer años después, lo sacó de
nuevo y se lo dio a Judas, el hijo de Simón Iscariote. Vs. 27: “Y después del bocado, Satanás
entró en él (Judas) y posteriormente se retiró de la cena (vs. 30).

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