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Ver anexo.
El rezo tiene cinco peticiones. Las primeras dos (v. 2) tienen que ver con Dios.
Las últimas tres (v. 3-4) tienen que ver con cumplir nuestras necesidades. Cada
una de las últimas tres se expresa en plural (“danos – perdónanos – no nos
traigas”). Esto enfatiza la comunidad de fe a la que pertenecemos en vez de
nuestras necesidades independientes. Para los que conocemos los Hechos
acrósticos (Adoración, Confesión, Agradecimiento, Suplicación), es interesante
que en esta oración Jesús no incluya adoración, confesión, ni agradecimiento –
solo suplicación.
2Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre (griego: pater) nuestro que estás en los
cielos; sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto – sagrado). Venga tu reino.
Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3El pan nuestro
de cada día, danos lo hoy. 4Y perdónanos nuestros pecados, porque también
nosotros perdonamos á todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación,
mas líbranos del malo (griego: peirasmon – prueba, juicio).
“Padre” (griego: pater) (v. 2). En el lenguaje de Jesús, la palabra para padre es
abba, pero Lucas usa la palabra griega, pater. Ambas palabras se alejan de la
norma judía en cuanto al trato del nombre de Dios. El nombre hebreo para Dios
es YHWH o Yahweh. El pueblo judío está tan preocupado con la posibilidad de
profanar el nombre de Dios que, en vez, utilizan la palabra adoni, que significa “mi
Señor” (Lockyer, 427).
“Sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto – sagrado)” (v. 2). Uno de los
diez mandamientos prohíbe usar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7). La ley
del Tora prohíbe jurar falsamente con el nombre de Dios (Lev. 19:12) o profanar el
nombre sagrado de Dios (Lev. 21:6; 22:2; 22:32). Los Salmos mencionan el
nombre sagrado de Dios (30:4; 33:21; 97:12; 103:1; etcétera) – el gran y
maravilloso nombre de Dios (99:3) – exaltando el nombre de Dios (138:2) – y
bendiciendo el nombre sagrado de Dios (145:1, 21).
“Venga tu reino” (v. 2). Esta petición está unida a “sea tu nombre santificado.” El
reino de Dios es el lugar donde el nombre de Dios permanece sagrado y donde es
venerado. Cuando dejamos que Dios sea rey en nuestras vidas, veneramos su
nombre y permanece sagrado.
“El pan nuestro de cada día, danos lo hoy” (v. 3). Jesús les enseña a los
discípulos acerca de la oración y les recuerda de la relación apropiada con Dios
“Porque también nosotros perdonamos á todos los que nos deben (griego:
opheilonti)” (v. 4b). El pueblo judío conoce el tema de perdonar deudas. Mientras
que la ley prescribe “ojo por ojo” (Éxodo 21:23-24; Lev. 24:19-20), también
requiere el perdón de las deudas en años sabatinos y de júbilo (Lev. 25:23-28;
Deuteronomio 15:1-5).
“Pedid... buscad... y llamad” (v. 9). Los verbos están en el presente, lo cual
sugiere una acción continua de pedir, buscar, y llamar.
Y cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les gusta el orar de
pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los
hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores,
entra en tu aposento, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público. 7 Y al orar, no uséis
vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán
oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de
qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis
así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 Danos hoy
el pan nuestro de cada día.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y
el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén. 14 Porque si perdonáis a los
hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. 15
Pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas.
En san Lucas.11
1 Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de
sus discípulos: «Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.»2
Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu
Reino, 3 danos cada día nuestro pan cotidiano, 4 y perdónanos nuestros
pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos
dejes caer en tentación.»5 Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y,
acudiendo a él a medianoche, le dice: "Amigo, préstame tres panes, 6 porque ha
llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", 7 y aquél,
desde dentro, le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos
y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", 8 os aseguro, que si no
se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su
importunidad, y le dará cuanto necesite.»9 Yo os digo: «Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. 10 Porque todo el que pide, recibe; el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11 ¿Qué padre hay entre vosotros
que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; 12 o, si pide
un huevo, le da un escorpión? 13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan!»
Todo lo anterior para afirmar que la oración nunca ha estado separado dela
realidad que vive la persona y que es un medio que nos permite crecer en
santidad y en relación con Dios con nosotros y con la sociedad.